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AR/7165-LOS-ERRORES-DE-LA-OCDE-
EN-EDUCACION

SOCIEDAD
06 de diciembre de 2016
Opinión

Los “errores” de la
OCDE en educación
Por Adriana Puiggrós

Desde que las grandes corporaciones descubrieron que la educación


puede ser un mercado de enormes ganancias potenciales, cuya
clientela está asegurada porque la natalidad humana es persistente, la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE),
cumpliendo con su mandato como “Club de los países ricos” asumió la
tarea de gendarme de la “calidad” educativa en el mundo. Las
herramientas que utiliza son pruebas de evaluación tomadas en una
muestra de escuelas de los países que son socios de aquel
organismo. Estos deben someterse a evaluaciones bianuales cuyos
resultados son ordenados en un ranking. Esa escala se construye en
base a una comparación de objetos incomparables pues los sistemas
escolares son distintos entre muchos países: la cantidad de años
obligatorios, la relación entre educación pública y privada, la cantidad
de horas diarias y anuales de clase, las diferencias culturales y el
ritmo de desarrrollo regional de los sistemas.

El hecho es que, de acuerdo a las pruebas internacionales, entre 2006


y 2009 los resultados de Argentina habían mejorado y luego se
estabilizaron, pero la prueba tomada en 2015 muestra una significativa
mejora. Estos resultados cayeron mal en el gobierno de Macri, que ha
venido sosteniendo que la Argentina baja en la escala por culpa de “la
herencia recibida”, que el sistema educativo está diseñado “para hacer
chorizos” (¡ay, pobre Sarmiento al que el Ministro de Educación dijo
querer reivindicar!) y que harán una nueva “Campaña al Desierto”. Se
sospecha que el gobierno ha hecho ingentes esfuerzos para evitar que
la OCDE incluyera a la Argentina en el nuevo ranking, cosa que, de
acuerdo a las declaraciones del director de la prueba Pisa Andreas
Schleicher (La Nación 5/12), la organización tuvo en cuenta. ¡Lo
pensaron! ¿Consideraron la posibilidad de eliminar a la Argentina del
ranking porque la política educativa del gobierno kirchnerista fue
exitosa pero sobre todo porque pone en cuestión la consideración de
que hay “grasa que sobra” entre el alumnado, la culpabilización y
descalificación de los docentes, la desvalorización de la escuela
pública a favor de los negocios pedagógicos?. Como si fuera poco, “La
Nación” acota que “aún cuando los resultados muestren una mejora,
no serán buenas noticias para la Argentina”. La OCDE optó por
acordar una solución de compromiso, como expresan las
declaraciones de Schleicher: colocar un asterisco, junto al resultado
de Argentina en el listado para expresar duda, y echarle la culpa al
país aduciendo que ellos solamente analizan la muestra que envía
cada cliente( país) y que nuestra muestra contuvo errores. Pero
precisamente aquellos que la OCDE considera errores no son otra
cosa que las particularidades de la vida escolar de cualquier país. En
el caso argentino (recordemos que desde la reforma menemista
existen tantos sistemas como provincias y una coordinación en el
Consejo Federal de Educación) los sistemas escolares están en
proceso de cambio de acuerdo a la elección que hizo cada provincia
respecto a la duración de seis o siete años del nivel primario y cinco o
seis del secundario. La rigidez de los instrumentos que utiliza la OCDE
no permiten adecuación alguna a los cambios que se producen en el
objeto que miden, de manera que toda inadecuación a las respuestas
al formato aplicado es considerada negativa. Queda así confirmada la
crítica que vienen haciendo Ctera, los demás gremios y muchos
especialistas de los países afectados, sobre el desprecio de las
pruebas internacionales estandartizadas por las distintas culturas y
realidades sociales. Esta vez los instrumentos de la evaluación
chocaron en la Argentina contra la realidad: los sistemas educativos
cambian y no pueden ser medidos de un único momento sino que se
requiere tomar en cuenta procesos. Evaluar como se debe la
educación no admite la “instantánea” sino que requiere el análisis de
una película. Una buena película argentina película no proporcionaría
resultados satisfactorios ni para el gobierno de Macri ni para la OCDE.
Por otra parte, hace unas semanas se dieron a conocer los resultados
del TIMSS, otra prueba internacional que utiliza una lógica y
metodología semejante al PISA de la OCDE. El objeto de análisis fue
la educación en la ciudad de Buenos Aires y la prensa oficial no pudo
ocultar los resultados negativos. Empero, el Pisa muestra una mejora
significativa de la educación( o sea del trabajo que hacen docentes y
alumnos) en la misma jurisdicción. ¿A quién creerle? Sin duda la vida
en nuestros colegios transcurre en registros muy diferentes del que
orienta a la OCDE o “Club de los países ricos” convertido en
pedagogo, y al gobierno cuyo sentimiento profundo es “cuanto peor
mejor”. Pero el mayor escándalo es que un organismo internacional se
preste a acuerdos sobre resultados con un gobierno, si esas
conversaciones han existido de acuerdo a las declaraciones de
Andreas Schleicher.

Evaluar significa en la lógica aristotélica que el orden social sigue las


jerarquías del orden natural. Atribuir y adjudicar valor a un objeto o
sujeto teniendo en cuenta jerarquías de inferioridad y superioridad en
un orden que garantice su interdependencia es una condición de las
pruebas que aplica el “Club de los países ricos” a sus países clientes.
Que los resultados obtenidos por el PISA muestren una mejora de la
Argentina en su escala, no quiere decir que esa evaluación y sus
semejantes se hayan vuelto repentinamente confiables. Lo son menos
aún, dado que la relatividad de la postura objetiva de quienes dirigen
el PISA ha quedado en evidencia al acceder a los intercambios que
haya habido con el gobierno antes de dar a conocer los resultados.

Es posible, y los argentinos necesitamos, conocer la marcha de


nuestra educación desde criterios elaborados desde un orden de ideas
democráticas. Tenemos profesionales del mejor nivel y con amplia
experiencia en evaluaciones cuanti y cualitativas y docentes
dispuestos a participar activamente. Proseguir la serie comenzada por
el Operativo Nacional de Evaluación del MCyE hace varios años sería
una primera medida para sanear esta situación.

* Doctora en Pedagogía, ex diputada.

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