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Explica que desde esta disciplina hay una propuesta política que
cuestiona explícitamente las cuestiones de género en las que se
relacionan el poder y la economía. “Hablamos de desigualdades
entrecruzadas. Falsas jerarquías entre los blancos y los negros, las
mujeres y los varones. Las desigualdades que existen entre los
capitales, la segmentación del mercado, la productividad. Todo está
relacionado por la presencia de hombres y mujeres”.
Mercados de trabajo
En los sectores industriales con alta tecnificación, que en general
concentran capital y poder, es donde las mujeres tienden a tener menor
presencia, producto de la segregación ocupacional y la desigualdad de
los mercados. Visualizar el entrecruzamiento de estas variables
permite construir estrategias para mejorar el desarrollo de varones y
mujeres en estas áreas, ampliando así las libertades. “Esto permite no
solamente actuar con políticas sociales que trabajen en la
redistribución de la riqueza, sino también operar en los nudos de las
desigualdades, ahí donde empieza a distribuirse el capital”.
De hecho, hace bastante poco que importa el tema del género. “Hasta
hace no mucho el tema que preocupaba a la Banca Multilateral [de
Desarrollo en América Latina], por ejemplo, era la pobreza. Recién
ahora preocupa el crecimiento. En este escenario preocupa también la
desigualdad no solamente para combatir la pobreza sino para
promover el crecimiento”.
Los sindicatos y las empresas son claves para cambiar la pisada. “El
trabajo en el campo sindical es fundamental para entender esto, y hay
que ver cuánto están cambiando los sindicatos para enfrentar estos
cambios. Lo mismo desde el sector empresarial, porque acá se juega
un conjunto de intereses”.
Parte de lo que hay que comprender es que para cambiar la realidad es
preciso considerar el trabajo remunerado y no remunerado. También
lo es dejar la fantasía de que todo se soluciona con el ingreso al
mercado laboral. “Que entraran todas las mujeres al mercado laboral
no sería real. Colapsaría el sistema. Nadie podría cuidar a nadie. Hay
que pensar en una interrelación necesaria con cambios en las reglas
del mercado laboral y las relaciones de género dentro de los hogares”,
explica.