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Tres cuentos para soñar

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Tres cuentos para soñar

TRES CUENTOS
PARA
SOÑAR

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Tres cuentos para soñar

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Josep Gimbernat Amer, 1990, 2010


josep@camideservei.org

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Tres cuentos para soñar

Prólogo
Más de una vez me han preguntado el
porqué de estos pequeños cuentos,
bastante apartados de mis otras
ocupaciones.
Y mi respuesta ha sido siempre la
siguiente: ¿Qué no harías tú por tus hijos?

Siendo alguien que vive la


espiritualidad como algo profundo, como
una manera de vivir la vida y no sólo
como una teoría bonita, tenía que
encontrar la manera de transmitir esas
ideas a mis hijos pequeños, sin
complicarles demasiado la explicación
pero sin mentirles ni dar por buenas las
piadosas e hipócritas explicaciones al uso
cuando uno de mis hijos me preguntaba:
Papá... ¿de dónde venimos?
Y, en la búsqueda de dicha
explicación nació El Príncipe del Reino de
la Luz. Un cuento fácil de explicar y
contar antes de dormir pero que a su vez,
en sus metáforas es muy riguroso y fiel a
la verdad; evidentemente a la verdad tal
como yo la entiendo.

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Tres cuentos para soñar

Creo que es hora de recuperar una


tradición profunda y realmente sanadora:
contar cuentos a nuestros hijos. Pero
contar cuentos con sentido, no simples
narraciones más o menos divertidas.
Cuentos que les transmitan valores, los
valores en los que creen sus padres, Y el
Príncipe del Reino de la Luz entra dentro
de esta clase de cuentos.
Este cuento ya cumplió con creces las
expectativas para las que fue creado. Mis
hijos han crecido y pronto contarán ese
cuento a sus hijos.

Ahora, mi deseo es que os sirva para


disfrutar leyéndolo y, a poder ser,
contándolo a vuestros hijos / nietos /
sobrinos con voz cálida y amorosa
mientras se preparan para dormir y soñar
con que ellos son el Príncipe del Reino de
la Luz.
Y, para redondear os entrego dos
pequeños cuentos más: Alya Dorada y El
Corazón de Nasra, espero que os hagan
disfrutar al menos tanto como yo disfruté
escribiéndolos.

Josep Gimbernat Amer


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Tres cuentos para soñar

EL PRÍNCIPE
DEL
REINO DE LA LUZ

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Tres cuentos para soñar

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Tres cuentos para soñar

Hijos del Rey:


Primera Caída

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Tres cuentos para soñar

Hola amigos, soy Mercurio, pero


todos me llaman Charly, una manera
cariñosa de llamarme charlatán. A pesar de
que me veáis tan joven, en realidad soy
casi tan viejo como la Tierra; nací de la
cabeza del Rey cuando se dio cuenta de
que necesitaba a alguien que contara y
explicara a los demás lo que él pensaba.

Había tanto que explicar y tenía que


contarlo a tantos que necesitaba a un
mensajero y por eso decidió que yo tenía
que nacer.
Y aquí estoy, haciendo de mensajero
del Rey.

Esta noche, el Rey ha tenido un sueño


en el que veía a la Tierra cubierta por una
niebla que la oscurecía, la gente que la
habitaba no sabia ya sonreír y que los
niños de la Tierra estaban tristes.

Todo ello le causó hondo pesar y se


despertó apesadumbrado.

Entonces utilizó todos sus poderes


para intentar saber qué ocurría en la Tierra

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Tres cuentos para soñar

y después de mirar muy profundamente y


durante un largo rato a la Tierra descubrió
lo que pasaba: los niños estaban tristes
porque no sabían la causa de las cosas; ni
porqué nacían, ni de donde venían ni qué
era lo que tenían que hacer en la tierra, ese
mundo tan extraño.

Apenado, se dio cuenta de que la raíz


de todo el problema era que no se
acordaban de que él existía ni recordaban
nada de su reino ni mucho menos de que
los hijos de la Tierra son los herederos del
Reino de la Luz.

También vio que prácticamente todas


las personas mayores ya habían olvidado
todo lo referente al Reino de la Luz y por
ello no lo enseñaban a sus hijos, así que
decidió que yo debía de bajar a la Tierra a
subsanar ese error y a explicar a los niños
la historia del Hijo del Rey que bajo a la
Tierra.

Y para ello fui convocado a su


presencia inmediatamente.

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Tres cuentos para soñar

-Mercurio, he visto que ocurren


graves cosas en la Tierra, casi nadie
sabe que existe el Reino de la Luz y eso
está oscureciendo la vida de sus
habitantes y muy especialmente a los
niños.
Es necesario que alguien vaya y se
lo explique nuevamente.
Ya que mi otro mensajero,
Servidor, está demasiado ocupado en
otras tareas para poder realizar esta
misión, te envío a ti, a la Tierra, para
que expliques a los niños de ese hermoso
planeta nuestra historia, mejor dicho su
verdadera historia; la Historia del Hijo
del Rey que bajo a la Tierra.

Inmediatamente obedecí las órdenes


del Rey; me vestí como un niño humano,
me puse mis alas en los talones y bajé lo
más rápidamente que pude para refrescaros
la memoria contándoos dicha historia.

Aunque esta historia empezó hace


mucho tiempo, cuando la Tierra todavía
era jovencita, debéis saber que todavía no
ha terminado sino que continúa
sucediendo diariamente.
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Tres cuentos para soñar

Así que, sentaros cómodamente,


destapad bien las orejas y escuchadme
atentamente porque ésta es vuestra historia
:

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Tres cuentos para soñar

En un lugar fuera del tiempo existía


el Reino de la Luz; bueno, en realidad
todavía existe: yo vivo allí, de allí vengo y
allá volveré en cuanto termine de contaros
la historia.

El Reino de la Luz es un lugar


maravilloso, tal como dice su nombre está
lleno de luz, de luz de todos los colores del
arco iris y otros colores mas que en la
Tierra no conocéis

Además, todo está hecho de luz.

Así como aquí en la Tierra tenéis


casas de piedra, allí encontrareis casas de
luz de un color; si aquí tenéis mesas de
madera, allí tendréis mesas de luz de otro
color; si aquí hay hombres de carne y
hueso, allí hay hombres y seres de luz de
todos los colores y matices.

Como ya sabéis, vuestro planeta está


hecho del material tierra principalmente y
por eso la llamáis así; de aquí que al país
que está hecho de luz se le llame el Reino
de la Luz.

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Tres cuentos para soñar

Seguramente os preguntareis donde se


halla este Reino y porqué no se habla de el
en los periódicos ni en la televisión pero
ello es muy fácil de entender:

Cada montaña de la Tierra parece que


termina en su cima, pero en realidad de la
punta de cada una sale una enorme
columna de luz de color del cielo.
Estas columnas o pilares de luz tan
gruesas como una casa son altísimos;
suben hasta llegar al espacio en donde no
hay aire y la luz del Sol llega con toda su
fuerza, luminosidad y pureza.

Como las columnas son del color del


cielo, nadie las ve y al estar hechas de luz,
tampoco nadie las puede tocar.

Por eso la existencia del Reino de la


Luz es conocida por muy pocas personas.
Si tenéis en cuenta además que los
habitantes de ese mundo cuando desean
bajar a la Tierra adoptan un cuerpo
humano normal, veréis que es muy lógico
que casi nadie les conozca ni se hable de
ellos.

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Tres cuentos para soñar

Este Reino fue hecho por el Rey hace


ya muchísimo tiempo; la Reina, que es
Luz, empezó a emitir cada vez más y más
luz hasta llenar todo el espacio con su luz.
El Rey puede manejar y moldear esa
luz con facilidad y con ese material fue
creando el Reino de la Luz y lo hizo tan
incomparablemente hermoso que mil
poetas no alcanzarían a poder describir su
belleza ni mil cantantes podrían cantar su
gloria. Así se creó ese maravilloso mundo,
la Reina puso la materia y el Rey la
moldeó.

El Rey erigió en el centro de ese


Reino una montaña altísima de cristal
luminoso y en su cima puso su palacio,
conocido por todo el mundo como el
Palacio Brillante; hecho de la luz más pura
que existía en el Reino de la Luz y lo
rodeo con tres murallas.

La más exterior la hizo de Luz Azul,


que, como todos saben, es la mas poderosa
del Reino. La del medio la hizo menos
recia, pero mucho mas hermosa, llena de
adornos y almenas; la hizo de Luz Oro, la
luz más sabia del Reino.
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Tres cuentos para soñar

Y la más interior, ya cerca del


Palacio, la hizo de Luz Rosa, la más
delicada y amorosa para que los habitantes
del Palacio Brillante tuvieran la vista más
hermosa y se les alegrara el corazón con
solo mirarla.

En la base de la montaña de cristal


puso un círculo de Fuego que la envolvía,
un círculo de Fuego Violeta que podían
atravesar todos aquellos que tuvieran el
corazón puro pero que no dejaba pasar a
nadie que tuviera alguna sombra en su
corazón.

En la cima de la Montaña de Cristal


Luminoso, en el interior del Palacio
Brillante, vivían el Rey y la Reina en
medio del esplendor más fastuoso
imaginable, rodeados por todos los
servidores necesarios y de la corte más
perfecta que nunca tuvo reino alguno de la
Tierra.

Y allí tuvieron muchos hijos,


hermosos hijos que no solo les igualaban
en belleza y hermosura sino que casi se
podría decir que les sobrepasaban.
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Tres cuentos para soñar

Los hijos fueron creciendo y


madurando, aprendiendo de los mejores
maestros en cada arte y ciencia, siendo
enseñados incluso por los mejores
maestros que jamás han existido: el Rey y
la Reina. Así llegaron a desarrollar todas
las cualidades imaginables.

Eran Hijos del Rey, Príncipes del


Reino de la Luz y todos los seres de dicho
reino les admiraban y obedecían.

Un príncipe, tarde o temprano será rey


y ejercer de rey no es tarea fácil, por eso
los Hijos del Rey aprendieron todo lo que
era necesario para gobernar con buen tino
su hermoso e inmenso reino. Tenían los
mejores preceptores y maestros, y hasta su
padre el Rey les enseño cómo utilizar
correctamente el Poder de moldear la Luz
para crear cualquier cosa que deseasen.

Pero a los Hijos del Rey les faltaba


algo; día a día crecía en ellos un deseo:
querían ir a visitar su Reino para poder
conocer todas las cosas y seres que vivían
en el.

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Tres cuentos para soñar

De nada sirvió que su padre les


enseñara que podían saber cualquier cosa
que deseasen sin necesidad de salir afuera
de la Muralla Triple ni que los maestros
les mostraran cómo ver cualquier parte del
reino en su propia mente y con todos los
detalles que quisieran; el deseo siguió
creciendo poco a poco.

Aunque su padre el Rey no les


prohibía nada, sí les había desaconsejado
el ir a visitar personalmente el reino puesto
que para alguien tan joven y sin
experiencia, como ellos, podrían haber
algunos peligros.

Mas eso no amedrentaba a los Hijos


del Rey, muy al contrario, los acicateaba
aún más en su deseo.

Hasta que llegó un día en el que, uno


de ellos, a pesar de los sabios consejos de
su padre y de sus preceptores, decidió que
abandonaría el Palacio Brillante y andaría
con sus súbditos; se mezclaría con ellos y
conocería el reino y sus secretos
perfectamente.

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Tres cuentos para soñar

Para poder investigar mejor y con más


claridad los sucesos y las personas de su
reino pensó que era mejor disfrazarse, ya
que por su condición brillaba con una luz
mucho más fuerte que los demás
ciudadanos del reino y con ello se delataba
como Hijo del Rey, así que se puso encima
una ropa que le oscurecía la Luz que
emitía constantemente, pasando a tener
una brillantez menos enceguecedora para
los ciudadanos normales del reino.

Una vez puesta la ropa oscurecedora


salió de la Muralla Triple y empezó el
descenso por la empinada Montaña de
Cristal.
Al llegar abajo tuvo que cruzar el
Círculo de Fuego Violeta que rodea la
Montaña y al hacerlo se encontró con algo
que no esperaba: al atravesar el Círculo
recibió una fuerte descarga de energía que
le dejó sin conocimiento cayendo en el
suelo y dándose un fuerte golpe en la
cabeza.

Allí se quedó, tendido un largo rato


hasta que fue recobrando el conocimiento
poco a poco.
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Tres cuentos para soñar

¿Qué había sucedido? ¿Cómo era


posible que el Fuego Violeta dañara ni
siquiera un poco a un ser tan puro y
elevado como era el Hijo del Rey?.

La respuesta se encontraba en algo


que el Príncipe no había tenido en cuenta y
es que las cualidades y la pureza hacen
irradiar Luz al ser que las tiene y el ser que
tiene defectos e impurezas en su interior es
oscuro, no irradia luz. Al ponerse encima
un vestido que le oscureciera, sin saberlo
estaba oscureciéndose a sí mismo; es decir
estaba perdiendo parte de sus cualidades o
virtudes y de su pureza, se estaba
ensombreciendo.

Por ello, el Círculo de Fuego Violeta


le resultó doloroso ya que en ese momento
no era inmaculado y perfectamente puro
sino con sombras en su corazón, aunque el
no se hubiera dado cuenta, y el Fuego
Violeta no tolera las sombras.

Realmente, todavía emitía mucha luz


y por ello no le causó ningún daño fuerte
el atravesar el Círculo, pero sí lo suficiente
para tener un desvanecimiento.
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Tres cuentos para soñar

El desvanecimiento fue lo que


provocó su caída y esa caída fue realmente
el grave daño que sufrió puesto que al
recobrar el conocimiento, el Hijo del Rey
había olvidado quién era y qué hacía allí.

No recordaba nada en absoluto, ni que


era el Hijo del Rey, ni que había
descendido del Palacio Brillante para
mezclarse con sus ciudadanos y conocer
mejor su reino, ni cómo se llamaba. Nada
de nada.

Había perdido su memoria, había


perdido su identidad.

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Tres cuentos para soñar

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La Búsqueda
en el Reino

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Tres cuentos para soñar

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Una vez totalmente recuperado del


desvanecimiento, aunque aún le dolía la
cabeza, empezó a deambular por el paisaje
que había delante suyo, sin comprender
nada ni acordarse de cosa alguna referente
a él, hasta que llegó a un camino y se sentó
en unas rocas que habían a su lado.

Al poco rato vio que se acercaba un


grupo de gente por el camino y, cuando
llegaron a su altura, se dirigió a uno de
ellos para pedirles ayuda.

Resultó que ese grupo de gente era la


comitiva que acompañaba a un gran señor
del Reino, y, éste al ser informado por sus
servidores de que un desconocido pedía
ayuda, hizo que le trajeran a su presencia.

Me han dicho mis servidores que


solicitas ayuda. ¿Quién eres y qué
deseas de mí ?.

No sé quién soy, no recuerdo nada de


mi mismo. Debo de haber caído por algún
motivo y he perdido el conocimiento, al
recobrarlo no puedo recordar nada de mi

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Tres cuentos para soñar

vida. Como no sé cuál es mi casa ni dónde


está mi familia, pido ayuda para
encontrarla.

Por la luz que emites y las ropas


que usas debes de ser algún gran señor
de mi mismo linaje aunque ahora no lo
recuerdes.
Es mi deseo ayudarte en tu
infortunio; te ofrezco mi hacienda y mi
casa para que la consideres tuya
mientras encuentras tu verdadera casa
y mi familia para que te acoja mientras
no encuentras tu verdadero hogar.

Y desde ahora, digo que te


consideraré como a hijo mio y tendrás
todos los privilegios de mi rango.

El hijo del Rey, agradeció


grandemente el ofrecimiento del gran
señor hecho de manera tan amable y
espontánea; y no hay ni que decir que lo
aceptó inmediatamente.

Quizás debería de precisar que en el


Reino de la Luz es normal que todo el
mundo se ayude cuando es necesario; allí
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Tres cuentos para soñar

no existen rivalidades ni odios, ni afán de


lucro como en la Tierra, por eso el
generoso ofrecimiento era hecho de
corazón y de corazón fue aceptado por el
Príncipe

De todas maneras, el Príncipe todavía


no sabia cuál era el nombre de quien
recibía tan grata ayuda, así que se dispuso
a preguntar a alguno de los cortesanos que
lo rodeaban.

Dime, por favor, ¿quién es el gran


señor a quien acompañas y sirves?
¿Cual es su nombre?.

¿De verdad que no lo reconoces? .

Es el Gran Arquitecto, el director de


todos los constructores menores que hay
en el reino. El es quién diseña los planos
de todo lo que se va a construir en el
Reino de la Luz, e incluso dicen que se
ocupa de otros lugares desconocidos para
la mayoría de nosotros.
Y él es el que controla y supervisa a
todos los constructores menores para que
realicen su tarea correctamente.
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Tres cuentos para soñar

Su nombre es conocido en todo el


Reino e incluso más allá de sus fronteras.
Es uno de los pocos que es llamado a
menudo al Concilio del Palacio Brillante
para discutir proyectos de mejora del
Reino.
Se dice que es tenido en alta estima
por el mismísimo Rey Brillante. Es
llamado por todos Azul, color de la luz de
que está hecho y que irradia
constantemente, como ya habrás podido
ver.

De esta manera se pusieron en camino


hacia la casa del Gran Arquitecto.

Por el camino el Príncipe fue llamado


de nuevo a la presencia de Azul y
estuvieron hablando largamente de las
inquietudes que acosaban al Hijo del Rey,
el cuál seguía sin acordarse de nada.

Por todo ello, ya que había decidido


buscar su verdadera identidad y su
verdadero destino, Azul le recomendó que
se pusiera un nombre que le sirviera al
menos para identificarse mientras
recordaba su verdadero nombre.
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Tres cuentos para soñar

Después de muchas deliberaciones el


Príncipe sin memoria adoptó el nombre de
Buscador y desde ese mismo momento así
fue conocido por todos los que se cruzó en
su larga peregrinación hasta su perdida
identidad.

Así también lo llamaremos nosotros


desde ahora, ya no es más en esta historia
el Príncipe, Hijo del Rey del Reino de la
Luz sino simplemente el Buscador.

Al llegar a la casa de Azul, éste


presento a Buscador su nueva familia.

La esposa de Azul, una hermosa


mujer que emitía una luz bellamente
rosada, tranquilizadora, con un aire tan
amoroso que era imposible el no ceder a
sus encantos.

Alta y esbelta, con una larga cabellera


dorada y unos ojos claros que emitían una
intensa luminosidad, una viveza inusitada.

Sus ademanes comedidos y suaves


invitaban al reposo y la suave plática.

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Tres cuentos para soñar

Y a pesar de aparentar juventud toda


su pose indicaba una serenidad que solo la
experiencia que da la larga vida puede
conferir.
Su nombre era Rosa y cierto era que,
además de su Luz de color rosado,
desprendía un cierto olor a rosas silvestres
muy agradable.

Y su hijo, un agradable y apuesto


joven cuya luz era de color dorado, una luz
que sugería una inmensa sabiduría.
Una sabiduría que contradecía la corta
edad que aparentaba.

Como ya tendría ocasión de


comprobar más adelante Buscador, la
sabiduría del hijo de Azul era realmente
incalculable; no solo era aparente sino
muy real, tremendamente real.

También respiraba la misma paz


interna que tanto Azul como Rosa, sus
padres, emanaban por todos los poros de la
piel, por su sonrisa y por sus palabras.

El solo estar con cualquiera de ellos


daba tranquilidad a las tribulaciones y
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Tres cuentos para soñar

cavilaciones de Buscador y el hablar con


ellos le daba nuevas fuerzas para
emprender o continuar la búsqueda de su
identidad perdida.

El nombre del joven, hijo de Azul, era


Oro y éste se convirtió pronto en el
inseparable compañero de Buscador, en su
amigo del alma, en su doble y su sombra.

Siempre le acompañó en su búsqueda


tanto con su ayuda como con su consejo
que se reveló muy acertado la mayoría de
las veces.

Y luego le enseño su casa.

Bueno, en realidad debería decir su


palacio, puesto que en lugar de la casa que
Buscador esperaba encontrar debido a las
maneras sencillas y sobrias de vestir de
Azul y su Familia, Buscador se encontró
con un gran palacio de una magnificencia
extraordinaria y cada rincón del mismo
estaba realizado con gran arte.
Nada sobraba ni nada faltaba para que
todo el palacio en su conjunto fuera
perfecto.
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Tres cuentos para soñar

Admirado ante tanta belleza y


perfección, no pudo evitar el preguntar
cómo y por quién había sido hecho el
palacio. Fue Oro quien le contestó :

Ya debes saber que mi Padre, Azul,


es el Gran Arquitecto del Reino. Los
planos del Palacio fueron hechos por él,
pero además debes de saber que a sus
órdenes, y a las nuestras, se encuentran
los constructores menores quienes son
los que se encargan de materializar y
construir cualquier cosa que les
ordenemos.
Si a estos constructores menores, a
los que se les llama normalmente
Elementales, les damos las órdenes
correctas, los planos perfectos, ellos
ponen en práctica dichas órdenes y
fabrican, materializan el objeto que les
hemos dicho.

Al terminar de hablar Oro, Azul, su


padre, continuó con la explicación que
había pedido Buscador.

Estos elementales o constructores


menores son muy eficientes
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trabajadores, el problema es que


carecen de inteligencia desarrollada y
como no se den las órdenes correctas
pueden materializar verdaderos
esperpentos.

Ellos realizan cualquier cosa que


les pidas, pero debes decirles muy
claramente lo que quieres o no tendrás
lo que deseabas.

Para que tengas una idea de las


muchas dificultades que entraña el
trabajar con los elementales te explicaré
algo:

Para que te hagan caso y te


obedezcan correctamente estos
constructores menores debes de tener
desarrolladas en ti, al menos tres
cualidades principales y en una medida
nada pequeña.

Las tres cualidades son Amor,


Poder y Sabiduría

Si no tienes alguna de estas


cualidades desarrollada en ti, o su
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desarrollo es pequeño puedes


encontrarte con algún que otro
problema ya que estos constructores
van a construir lo que les ordenes
incorporando a su creación tu energía y
por ello, todas tus cualidades y todos tus
defectos.
De ahí que puedas obtener como
resultado un esperpento, algo feo o
incluso horrible.

Y en éste momento, Rosa aprovechó


para intervenir en la explicación:

Creo que es precisamente esto


último lo más importante: el saber que,
para lograr que los constructores de la
materia hagan exactamente lo que les
pides.

Debes desarrollar no solo el Poder


de mandarlos ni tampoco únicamente la
Sabiduría de dar las órdenes correctas
sino también el Amor a lo que quieres
crear o materializar.
Ello es necesario puesto que con el
Poder podrás hacer que los
constructores te obedezcan, con la
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Tres cuentos para soñar

Sabiduría lograrás que hagan


exactamente lo que pides pero si quieres
conseguir algo bello, útil y perfecto
deberás amar tanto a los constructores,
como a lo creado e incluso ese amor
debe extenderse tanto como sea posible
para que el resultado no solo sea útil a
uno mismo sino también a otros seres.

Buscador se dio cuenta de que en casa


de Azul había suficiente de las tres
cualidades; Oro tenía suficiente sabiduría,
Rosa tenía suficiente amor y Azul
suficiente poder.

Además el poder de Azul era


conocido y respetado en todo el Reino y
todos los elementales se aprestaban a
obedecer sus órdenes en cuanto él las
daba.

Debido a ello, su casa siempre estaba


llena de elementales que pululaban por
doquier, algunos gozosamente atareados
cumpliendo las faenas que les habían sido
encomendados y otros esperando que se
les diera algún tipo de trabajo que realizar.

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Tres cuentos para soñar

Así empezó una nueva vida para


Buscador, gozosa y tranquila. Se esforzó
en aprender todo lo que pudo de su nueva
familia y de sus sirvientes los elementales.

Aprendió a desarrollar y utilizar la


energía del Amor bajo la tutela y la guía de
Rosa, y fue descubriendo las infinitas
potencialidades que el Amor tiene.

También desarrolló poco a poco el


Poder interno, el poder de la Voluntad
bajo la mirada atenta y paternal de Azul y
vio con asombro lo que se podía conseguir
con ese infinito caudal de energía.

Y también fue desarrollando la


Sabiduría con la ayuda inestimable de Oro.
Gracias a él se dio cuenta de que tanto el
Amor como el Poder debían de ser
equilibrados con la Sabiduría para poder
ser efectivos y realmente fecundos puesto
que sin ella podrían incluso llegar a ser
negativos.

Así vio claramente que el Amor sin


Sabiduría es tontería y el Poder sin Amor
es destrucción.
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También aprendió mucho de los


elementales que rondaban por la casa.
Habló mucho con ellos y comprendió
la virtud de la humildad y adquirió la
capacidad de darse cuenta en que nivel
estaba en cualquier situación.

Comprendió su lugar en el esquema


de las cosas y aprendió a no despreciar al,
aparentemente, mas pequeño y también a
no menospreciarse a si mismo fuera el que
fuese su lugar y su situación en el mundo.

Pero llegó un día en el que, a pesar de


lo bien que se encontraba en la familia de
Azul y de lo mucho que había llegado a
amarlos, sintiéndose como si fueran
verdaderamente familia suya, no tuvo mas
remedio que irse de ella puesto que se dio
cuenta de que, por mucho que aprendiera
con ellos, ese no era el sistema de
encontrar su identidad.

Eso mismo les explicó y todos lo


comprendieron, no sin pena en el corazón
pues habían llegado a quererle como a un
hijo, pero entendían muy bien que deseara
encontrar su camino.
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De todas maneras, Oro se


comprometió a acompañarle en sus
aventuras y andanzas por el Reino de la
Luz.

La noticia de que Oro le acompañaría


fue de una gran alegría para Buscador pues
le apenaba separarse de su gran amigo
todavía más que de Azul y de Rosa.

Y así fue que, después de los


preparativos adecuados, los dos amigos
emprendieron la marcha decididos a
recorrer todo el Reino de la Luz si era
necesario para encontrar a la familia de
Buscador e intentar recuperar la memoria
perdida.

Y juntos recorrieron el inmenso Reino


buscando y preguntando a todo el mundo
pero en todas partes la respuesta era la
misma; nadie conocía ni había visto antes
a Buscador ni, por lo tanto, conocía a su
familia.

Después de mucho andar y preguntar


acertaron a encontrar a alguien que les
habló de un anciano que vivía en la cima
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Tres cuentos para soñar

de una montaña, la Montaña Oro la


llamaban.

Según las leyendas era un anciano


muy sabio que vivía en el Palacio Brillante
y en su juventud había cometido algún
error muy grave.

Un error que nadie conocía con


exactitud y que por ello había sido exiliado
del Palacio y para compensar el daño
causado tenía como obligación el utilizar
su sabiduría para ayudar a todo el que le
preguntase además de otras obligaciones
respecto a otros reinos, más desconocidas
todavía

El Exiliado era su nombre según las


leyendas. Pero también tenía otro nombre
quizás más preciso de su cometido:
Servidor.

Por cierto que actualmente es un gran


amigo mio ya que tanto Servidor como yo,
Mercurio, realizamos una tarea parecida y,
aunque con maneras de hacer totalmente
opuestas, su misión y la mía son
básicamente las mismas.
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Tres cuentos para soñar

Tanto él como yo realizamos la


misma tarea pero yo soy bien visto y en
cambio Servidor es malinterpretado
constantemente e incluso temido por los
humanos que no conocen su verdadera
historia y su cometido.

Al recibir la noticia de la existencia


del Exiliado, el corazón de Buscador saltó
de gozo, ya se imaginaba que pronto
tendría la respuesta a las preguntas
incesantes que se formulaba sobre su
identidad y familia.

Y rápidamente se dirigieron a la
Montaña Oro para encontrarse con su
morador y tener una entrevista con él.

La Montaña de la Sabiduría, el otro


nombre con el que se la conocía estaba
hecha de Luz Oro era tremendamente
escarpada y difícil de subir, pero la
tenacidad de nuestros amigos fue superior
a las dificultades que encontraron y al final
lograron llegar a las puertas del Palacio de
la Sabiduría.

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Tres cuentos para soñar

El Palacio era hermosísimo y el solo


hecho de contemplarlo ya daba la
impresión de encontrar la respuesta a
muchas de las preguntas que uno se podía
hacer, pero la respuesta principal de
Buscador no estaba escrita ni en sus
paredes ni en sus adornos y arabescos
deslumbrantes.

Entraron en el Palacio y al preguntar


por el Exiliado se les informó que ese no
era su verdadero nombre; que así era
llamado por mucha gente por recuerdo a
su castigo, pero que el nombre real del
anciano era Servidor y ése era el que
debían de usar.

Luego fueron conducidos a la


presencia del anciano de Oro, el Anciano
de la Sabiduría. Su vista era también
impresionante. Realmente Oro se parecía
muchísimo al anciano, solo que mucho
más joven y emitiendo mucha menos luz.

Y una vez que los ayudantes del


anciano se retiraron, Servidor dijo a sus
visitantes :

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Tres cuentos para soñar

¡Buscador ! Sé que vienes a mí para


saber quién eres, de donde vienes y
adonde vas, y también sé las respuestas
a esas preguntas.

Sé quién eres.

Sé de donde vienes y quienes son tu


familia.
Y también sé adonde vas
Te conozco perfectamente desde el
mismo instante de tu nacimiento.
También sé cual es mi obligación
eterna: la de informar verazmente a
cuantos me pregunten, pero tengo
impuesta una restricción por el mismo
gran señor que me exilió y es que mis
respuestas no tienen porque ser cortas y
claras sino que deben conducir al que
pregunte por el camino que más
convenga a su evolución y que más
aumente su luz, aunque esas respuestas
no sean tan claras como desearía.

Por eso mi respuesta a tus


preguntas es la siguiente:

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Tres cuentos para soñar

En la Tierra hay un Árbol del que


cuelgan siete frutos. Cuando hayas
comido del séptimo fruto sabrás quién
eres y actuarás como debes.

Y ahora vete, encontrarás la


sabiduría necesaria para esta empresa en
Oro, tu compañero.

Que la Luz te acompañe.

Y diciendo esto, se deslizó por detrás


de unos cortinajes y desapareció de la vista
dejándoles solos y perplejos en la gran
estancia en la que se encontraban.
Ni un solo ayudante o servidor
apareció y tuvieron que encontrar
totalmente solos la salida del gran Palacio.
Ni que decir tiene que la sabiduría e
intuición de Oro les fue de mucha ayuda
para no perderse en los interminables
pasillos y grandiosas salas del Palacio.

Y, finalmente encontraron la salida y


emprendieron el camino de bajada de la
Montaña Oro completamente en silencio,
absortos cada uno en sus propios
pensamientos.
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Tres cuentos para soñar

Al llegar a la base de la gran montaña


se dieron cuenta de que no habían
preguntado de qué manera se podía ir a la
Tierra ni como encontrar ese árbol de los
siete frutos.

Pero cuando se volvieron para subir


otra vez arriba hasta el Palacio cuál fue su
sorpresa al darse cuenta de que la montaña
había desaparecido de su vista y ahora se
encontraban frente a una gran llanura vacía

Solo alcanzaban a ver, a lo lejos, a un


anciano que caminaba lentamente y que
vestía muy pobremente.

Aún creyendo que aquel no podía ser


Servidor, fueron hacia él y le explicaron lo
que les había pasado.

El viejecito les escuchó atentamente y


al terminar ellos les contó que el conocía
la leyenda de la Montaña Oro y que lo que
les había ocurrido solía ocurrir a muchos.

Según dicha leyenda la Gran Montaña


Oro se movía de un lado para otro y era
difícil encontrarla, pero una vez
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Tres cuentos para soñar

encontrada a la Sabiduría se la debía coger


al vuelo.

Si se desperdiciaba de alguna manera


su encuentro, aunque no fuera
conscientemente, ya no había manera de
volverla a encontrar.

Eso era lo que les había ocurrido, ante


la magnificencia del Palacio y la incógnita
de la respuesta de Servidor, se olvidaron
de hacer todas las preguntas necesarias y
ahora ya no tenía remedio.

Resolvieron intentar encontrar la


Tierra de todas formas y bajar a ella para
recoger los siete frutos del Árbol tal como
les había dicho Servidor, así que se
pusieron en camino.

No sabían muy bien hacia donde


dirigir sus pasos ya que el viejecito no
sabía nada de la Tierra y no pudo
ayudarles en eso, pero su determinación
era total.

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Tres cuentos para soñar

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Tres cuentos para soñar

Descenso a
la Tierra:
Segunda Caída

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Tres cuentos para soñar

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Tres cuentos para soñar

Después de mucho tiempo de


caminar y preguntar por todas partes y a
todas las personas que encontraban
llegaron al fin a un lugar en donde había
gente apesadumbrada, cosa muy extraña
en el Reino de la Luz, por lo que
preguntaron qué es lo que ocurría a una
persona que parecía la menos afectada.

Esta les contó que acababan de asistir


a una ceremonia de Oscurecimiento y al
ver que tanto Oro como Buscador
desconocían todo respecto a tal ceremonia
se puso a explicarles lo que sabia en lo
referente a ello.

Debéis saber primero que, debajo


de nuestro reino, se encuentra otro
mundo totalmente distinto al nuestro,
mucho mas denso y pesado.

Este mundo recibe varios nombres


pero el mas conocido por nosotros es
Gea, aunque el nombre por el que es
conocido por sus habitantes es el de
Tierra.....

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Tres cuentos para soñar

Tanto Buscador como Oro dejaron


escapar una exclamación al unísono.

¡ La Tierra !.

Ah, pero ¿ ya la conocíais ?.

Buscador contestó que no la conocía


pero que era precisamente lo que andaba
buscando desde hacia largo tiempo para
poder ir allí. En realidad desconocía que
tipo de lugar era la Tierra.

Oro, en cambio agregó algo que


Buscador mismo no sabía.

Yo si que conozco la Tierra, pero en


realidad la conocía con otros nombres.
Mi padre, el Gran Arquitecto debe
bajar a menudo a ese otro mundo para
dirigir a los constructores que trabajan
allí y algunas veces le he acompañado.
Yo la conocía con el nombre de Gea, la
novia.

Entonces sabrás que la Tierra es un


lugar oscuro para nosotros, un lugar con
falta de luz e incómodo para nosotros.
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Tres cuentos para soñar

El vivir en ella es realmente difícil


pero también muy enriquecedor por la
experiencia que lleva el tener que trabajar
y vérselas con la materia de que está hecha
ese mundo; como ya he dicho es mucho
mas densa que nuestro mundo y no es tan
fácilmente moldeable como la nuestra.

A pesar, pues, de las dificultades, vale


la pena el descenso a la materia terrestre
para adquirir el bagage de experiencia y
conocimiento que la vida en ella aporta al
ser de luz que lo realiza.

De todas maneras, existen dos formas


de bajar a la Tierra, una de ellas es para
aprender y coger conocimiento de la
experiencia material y otra es para aportar
el conocimiento que ya se tiene en este
reino a los que viven en la Tierra.
La segunda manera es la que decís
que conocéis, es la manera utilizada por
los ciudadanos del Reino que bajan a la
Tierra a realizar un trabajo temporal de
ayuda, como el Gran Arquitecto o que
descienden con una misión concreta
encomendada por el Rey, como es el caso
de Servidor.
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Tres cuentos para soñar

Este último es quién mejor se conoce


a la Tierra puesto que constantemente está
en ella por su misión, se la conoce tanto
que incluso se le ha llegado a poner el
apodo del Señor de la Materia en la misma
Tierra.

La primera manera es la que acabo de


contemplar ahora mismo, es el descenso a
la Tierra de un ciudadano del Reino de la
Luz que quiere aprender de la vida en la
Tierra.

Para ello no tiene más remedio que


pasar un tiempo en ella adoptando los usos
y costumbres que existen allí, aunque
puedan resultar enojosos y molestos.

Pero, ¿porqué hay tanta gente triste


aquí?, raramente en el Reino hemos
visto tanta pesadumbre.

Esto es porque a los que descienden a


la Tierra les acecha un peligro y es el de
que debido a la falta de luz que impera en
ella terminen por oscurecerse y
ensombrecer su propia luz.

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Tres cuentos para soñar

Si así ocurre, pueden perder la


memoria y no saber cómo retornar al
Reino de la Luz, debiendo pasar
muchísimo tiempo antes de que las propias
experiencias duras de la Tierra les
devuelvan la memoria.

Lógicamente tanto los familiares


como los amigos, conscientes de estas
dificultades, suelen estar tristes y
preocupados por quien desciende a la
Tierra.

Buscador se dio cuenta de que era esa


la manera que andaban buscando para
bajar a la Tierra.

Y, a pesar de el lógico miedo que le


entró al oír todo lo que se contaba de la
bajada a la Tierra, tomó la decisión de
participar en una ceremonia de
Oscurecimiento.

Antes de ello, tanto él como Oro se


informaron todo lo que pudieron sobre lo
que se sabía acerca del lugar llamado
Tierra, sus peligros y sus ventajas.

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Tres cuentos para soñar

Después de mucho deliberar y hablar


entre ellos decidieron que era mejor que
bajara uno solo, para evitar que el olvido
de la misión que solía ocurrir a quien se
Oscureciera les impidiera llevar a cabo la
tarea que se habían propuesto.

Era evidente que quien tenía que bajar


era Buscador, puesto que era a él a quien
concernía principalmente su búsqueda.

Y quien se quedaría sería Oro,


esperando y vigilando su vuelta.

Gracias a su sabiduría, Oro sabia que


había varias maneras de mantener contacto
con quien quisiera por muy lejos que
estuviera y la más fácil era en los sueños
de la persona a la que quisiera explicar
algo a distancia.

Así se lo explicó a Buscador y le


prometió que siempre estaría en contacto
con él de todas las maneras que supiera.

En primer lugar, en sus sueños él le


hablaría y aconsejaría, sólo debería
recordar los sueños y hacerles caso.
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Tres cuentos para soñar

En segundo lugar, intentaría hablarle


directamente a su mente lo más a menudo
que pudiera, sólo debería intentar escuchar
atentamente sin hacer ruido él en su
cabeza.

Y en tercer lugar, si lograba mantener


su vista lo suficientemente clara y su
cabeza bastante lúcida, aún después de
Oscurecido, era fácil que lograra verlo más
de una vez.

Buscador, asimiló tan profundamente


como pudo las enseñanzas y lecciones de
Oro decidido a no olvidarlas jamás;
recibió las preparaciones necesarias para la
ceremonia y fue hasta el lugar preparado
para los Oscurecimientos.

Dicho lugar no aparentaba nada


especial, exceptuando que había una
escalera que descendía hacia el suelo,
dando la impresión de que se fundía con él
hasta hacerse invisible del todo.

Les explicaron que era una escalera


que conducía hasta la Tierra y que a
medida que descendía se iba haciendo más
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Tres cuentos para soñar

y más oscura, perdiendo su luz y quien


descendía por esa escalera también iba
oscureciéndose.

Junto con Buscador iban dos personas


a acompañarle hasta la Tierra pero luego
ellas le dejarían en el umbral y volverían
rápidamente al Reino de la Luz.
Una de estas personas sería Oro y
otra, el ser de luz que estaba al cargo de
dicha ceremonia.

Incluso a esta persona, que estaba


muy preparada para ello, el bajar por estas
escaleras le afectaba bastante y era
sustituida cada cierto tiempo por otra para
que pudiera descansar en el Palacio
Brillante por un tiempo y recuperar la luz
perdida en cada descenso a la Tierra.

De nuevo, Buscador volvió a sentir


miedo ante lo tenebroso y sombrío de la
experiencia terrenal pero sacando fuerzas
de flaqueza, empezó a bajar por la escalera
que descendía a la Tierra.

El descenso se realizó en el silencio


más absoluto y le pareció interminable.
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Tres cuentos para soñar

A medida que iban bajando la


oscuridad se hacía cada vez más
impenetrable, era más difícil el distinguir
los contornos de la escalera e incluso a sus
acompañantes.

De no ser por ellos, por su presencia a


su lado, seguramente hubiera dado media
vuelta y subido de nuevo al Reino de la
Luz abandonando su búsqueda totalmente.

El miedo fue aumentando en


Buscador hasta hacerse opresivo y casi
resultarle difícil el respirar.

Entonces fue cuando llegaron al


término de la escalera y delante de ellos en
medio de la espesa negrura que los
envolvía se presento una abertura
ligeramente luminosa, y al pasar por esa
abertura salieron a una cueva.

En esa cueva hacia un agradable calor


y por todas partes se veían materiales
extraños para Buscador, también se oían
voces como si vinieran del exterior de la
cueva.

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Tres cuentos para soñar

Por primera vez desde que dejaron el


Reino de la Luz el acompañante habló
dirigiéndose a Buscador :

Esta es la antesala de la Tierra, en


ella deberás preparar un cuerpo con el
que entrar en ella.
Como ya habrás comprendido, la
Tierra es un lugar muy extraño y difícil
de vivir en él para un ser de Luz como
tú; para poder ir allí debes adaptarte a
sus costumbres y por eso debes ponerte
un vestido como los que se usan en la
Tierra.

Aquí hay todos los materiales


necesarios para hacer ese vestido y
tanto Oro como yo te ayudaremos a
hacerlo y evitar que te equivoques por
tu falta de experiencia. Pero aún con
nuestra ayuda, quién debe hacer el
vestido eres tú.

Dicho esto, empezó la tarea de


enseñarle cómo hacerse un vestido con los
materiales de que disponía y con las
medidas que debía tener para poder entrar
en la Tierra.
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Tres cuentos para soñar

A Buscador le extrañaban mucho las


voces que oía tan a menudo y al ver que su
acompañante no les hacia caso alguno se
decidió a preguntar por ellas.

¿Qué son estas voces y qué


significan, están en un lenguaje que no
entiendo en absoluto?. ¿De quién son?.

Son de los que se cuidarán de ti en


cuanto llegues a la tierra, los que serán tus
padres en ella.

Ya saben que vas a ir y están


esperándote.
No te preocupes porque no les
entiendas, ya verás que en el tiempo que
vamos a tardar en fabricar el vestido y
ponerlo todo en orden acabarás por
entender perfectamente lo que dicen.

Y terminando de decir esto, se volvió


a enfrascar en el trabajo.

Tenía toda la razón, aún con la ayuda


de los dos, Buscador tardó mucho tiempo
en terminar su nuevo vestido.

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Tres cuentos para soñar

Tuvo que probárselo muchísimas


veces y durante un tiempo además tuvo
que adaptarse a esas medidas que le iban
bastante estrechas para sus medidas
habituales.

Es normal, para un ciudadano del


Reino de la Luz que mida tres metros o
más y ahora se le exigía que se metiera
dentro de un vestido que no medía más de
medio metro, menos mal que al estar
hecho de luz podía encogerse tanto como
quisiera; pero, aún así, le molestaba
bastante el tener que hacerlo y se quejó de
ello varias veces.

Siempre obtuvo la misma respuesta :

Ir a la Tierra requiere gran dosis de


paciencia y abnegación. Tu lo has
decidido, tú lo has de soportar.

Durante ese tiempo, Oro le siguió


aleccionando sobre lo que debería hacer en
la Tierra y sobre todo le recalcaba la
necesidad de acordarse de conectar con él
cada vez que tuviera necesidad.

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Tres cuentos para soñar

Y llegó el tiempo en que estuvo


totalmente listo el vestido y se le dieron las
últimas instrucciones :

Mi misión termina aquí, te he


ayudado a construir el vestido y ahora
deberás aprender a usarlo.
Cuando vuelvas a esta cueva
encontrarás a otro que te ayudará a
desmontar el vestido y dejar los
materiales listos para que otro los utilice
y te acompañará de subida de nuevo al
reino de la luz.

Allí te veré de nuevo.

Hasta entonces, que la Luz de


acompañe.

Y Oro también se despidió de el :

Yo también subiré ahora al Reino


de la Luz, pero desde allí seguiré tus
pasos e intentaré guiarte siempre que lo
necesites, recuerda mis instrucciones.

Que la Sabiduría te guíe.

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Tres cuentos para soñar

Con un fuerte abrazo se despidieron


sus acompañantes y sin decir nada mas
desaparecieron de su vista subiendo por la
escalera.

Se encontraba solo, sin saber que


hacer y realmente muy asustado; después
de pensárselo un largo rato decidió dar el
paso y salir por la otra abertura luminosa
que había en el fondo de la cueva y que
ahora daba la sensación de que se había
agrandado para dejarle paso en su nuevo
cuerpo.

Habría que puntualizar que esa


abertura era luminosa en comparación con
la negrura que le rodeaba pero que no lo
era en absoluto si se comparaba con la luz
que existía en el Reino de donde el venía.

Empezó a salir por la abertura hacia la


luz y sin darse cuenta cayó por el último
escalón que había antes de la salida.

Salió rodando por el agujero y perdió


nuevamente el conocimiento. Cuando
despertó no recordaba nada de quien era,
que buscaba ni donde estaba.
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Tres cuentos para soñar

Solo recordaba haber tenido mucho


miedo y encontrarse en un lugar que estaba
terriblemente oscuro.

Al recordar esto rompió a llorar :

Adani había nacido.

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Tres cuentos para soñar

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Tres cuentos para soñar

ALYA DORADA
LA FLOR
DE
KYLMARION

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Tres cuentos para soñar

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Tres cuentos para soñar

Cuenta la leyenda que hace


mucho, mucho tiempo, en una tierra ya
olvidada por todos, había un hermoso valle
rodeado por unas montañas azules siempre
nevadas; ese lugar de ensueño era
conocido con el nombre de Valle de
Kylmarion.

Este valle no había sido pisado


jamás por hombre alguno y, en realidad
ninguna criatura de las que vivían en él
tenían necesidad ni deseo alguno de que
los hombres les molestasen.

El Bosque de los Susurros, en sus


charlas con las Nubes Violetas, se había
enterado de la existencia de esos extraños
seres que andaban sobre dos patas, lo
destrozaban todo a su paso y se llamaban a
si mismo hombres.

Lo que las Nubes Violetas le habían


contado no era nada agradable
precisamente así que, con una mueca de
disgusto, el Bosque de los Susurros se
dispuso a apartar de su mente la existencia
de esos seres.

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Tres cuentos para soñar

De todas maneras, si una virtud tenía


el Bosque de los Susurros no era
precisamente la del silencio; de todos era
conocida la cotilleria del Álamo Triste y la
curiosidad de los Chopos Blancos, y qué
decir del Roble Gruñón.

De manera que, en poco tiempo,


todo el valle se había enterado de que allí
afuera, lejos de Kylmarion, existían unos
seres peligrosos y temibles: los seres
humanos.

Pero, pasados unos momentos de


angustia, todos se daban cuenta de que
podían sentirse perfectamente seguros
puesto que las altas Montañas Azules eran
tan infranqueables como hermosas, tanto
para los hombres como para los animales
y, por lo tanto, realmente nadie creía que
ningún hombre pudiera llegar algún día
hasta el valle.

He dicho que todo el valle sabia de


la existencia de los hombres, pero eso no
es totalmente cierto: Alya Dorada no se
había enterado de nada.

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Tres cuentos para soñar

Las Alyas Doradas, como todo el


mundo sabe en Kylmarion, son unas flores
hermosísimas que crecen en las orillas del
Estanque Plateado.
Sus pétalos parecen topacios y en el
centro tienen unas manchas escarlatas que
asemejan rubíes del más puro cristal
llameante. Evidentemente son las flores
más bonitas del valle y ellas lo saben muy
bien, demasiado bien.

Precisamente porque saben que son


las más bonitas, también son las más
inaguantables de todas.
El orgullo del Crisantemo Rojo, de
todos conocido, es bien poca cosa si lo
comparamos con el de las Alyas Doradas.
Estas orgullosas y engreídas flores ni
tan siquiera se dignan a saludar a Águila
Blanca, el Rey del Valle.

Así han conseguido granjearse la


enemistad de casi todos los habitantes de
Kylmarion.
Bueno, de todos no, en realidad hay
un animal que no se ha enemistado con
ellas y es precisamente Águila Blanca, por
algo es el Rey.
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Tres cuentos para soñar

Ella es la única que las perdona y las


comprende, pero aún así le sacan de sus
casillas más de una vez.
No es de extrañar pues que Alya
Dorada no supiera nada del hombre puesto
que nadie le fue a contar nada. Incluso así
terminaron por enterarse cuando se
precipitaron los acontecimientos.

Los animales que vivían en el valle


de Kylmarion habían escogido como rey
Águila Blanca, pero no estaban solos sino
que también estaban las plantas y ellas
tenían como rey a Abeto Gris y por último
estaban también las hadas que tenían como
reina a Hada Coral.

En el valle vivían pues muchos seres


y todos eran amigos unos de otros.

La paz era lo que reinaba en el valle,


hasta que un día fue perturbada por un
trágico anuncio.

El Hada Coral fue la que dio la voz


de alarma al resto de los habitantes de
Kylmarion: el hombre se estaba acercando.

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Tres cuentos para soñar

Rápidamente el valle entero se hizo


voces de las palabras del hada: un hombre
estaba trepando por las Montañas Azules y
venía al valle.
Una princesa le había pedido que
trajera el tesoro más preciado de
Kylmarion y él, enamorado de la princesa,
había jurado no descansar hasta
conseguírselo.

Todos en el valle conocían el poder


del Amor.
El hombre podría conseguirlo.
Había que hacer algo.
Pero, ¿qué podían hacer ellos?

Las plantas no tenían ni la menor


idea de cómo conseguir que el hombre no
llegara hasta ellos y los animales le tenían
pánico al hombre por lo que habían oído
contar sobre lo que era capaz de hacer.
Incluso habían oído que mataba animales
para comérselos. Algo impensable en
Kylmarion.
Las hadas no eran visibles para los
humanos y además no tenían poder para
hacerles nada.

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Tres cuentos para soñar

La desesperación invadía
rápidamente los corazones de los
habitantes de Kylmarion. A nadie se le
ocurría nada para evitar que el hombre
llegara hasta el valle y, al regresar a su
pueblo, que contara las maravillas que
había visto.
Seguramente sería sólo cuestión de
tiempo antes de que una invasión de
humanos lo destrozara todo.
Apresuradamente, el Hada Coral
reunió a todos los habitantes de Kylmarion
para ver si entre todos podían encontrar
una solución al grave peligro que corrían
si un hombre entraba en el valle.

Finalmente Abeto Gris encontró una


solución: el hombre debía encontrar algo
muy valioso en la cima de las Montañas
Azules y así, habiendo encontrado lo que
buscaba para su princesa, volvería a su
casa sin entrar realmente en el valle.

Todos estuvieron de acuerdo en que


era la mejor idea que se había tenido hasta
ese momento, ahora el problema sólo
estaba en decidir qué era lo más valioso
que podía ser entregado al hombre.
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Tres cuentos para soñar

Allí empezaron las discusiones;


ningún animal ni planta quería entregarse
al hombre ya que ello representaba la
muerte para el osado.

Ni el Zorro Esmeralda, ni el Pino


Plateado, ni la Trucha Escarlata quisieron
saber nada de dejarse capturar por el
hombre. Querían demasiado a su vida para
dejarse matar por nadie.

Nadie de los que fueron preguntados


aceptó ir.

Cuando ya estaban todos


desesperados y lo único que se oían eran
quejas y protestas de los que no querían
sacrificarse, una voz se dejó oír. Una voz
que dejó mudos de estupor a todos los
habitantes del valle; era la voz de Alya
Dorada.

Y sólo dijo: Yo iré.

Por primera vez en mucho tiempo


había hablado y lo que decía no tenía nada
que ver con el orgullo.

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Tres cuentos para soñar

Se había presentado voluntaria para


entregarse al hombre y así evitar que el
valle sufriera daño alguno y todo ello
sabiendo que representaba su muerte
cierta.

El silencio que siguió a sus palabras


fue total. Los animales y plantas que antes
no querían saber nada de Alya Dorada por
su orgullo, ahora se sentían avergonzados
de su comportamiento.

Sólo un animal no se extrañó: Águila


Blanca, que conocía muy bien el corazón
de Alya Dorada y sabía que era la timidez
lo que la hacía comportarse de esa manera
tan impopular para todos.

Cuando todos se hubieron repuesto


de su asombreo, empezaron a aclamar y
vitorear a la flor que era capaz de
sacrificarse por el bien de Kylmarion.

Entonces habló Águila Blanca


dirigiéndose a Alya Dorada:

Hay que darse prisa, el hombre


está llegando a la cumbre de las
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Tres cuentos para soñar

Montañas Azules. Debemos hacer que te


encuentre allí, y pronto. Yo mismo te
llevaré en mi pico.

Y diciendo esto, la arrancó


suavemente con su pico y echó a volar
hacia las lejanas Montañas Azules. Los
habitantes de Kylmarion les despidieron
con alegría Sus preocupaciones habían
terminado.

Sólo Hada Coral se quedó triste


porque sabía que no volvería a ver nunca
más a esos dos amigos suyos que eran
capaces de sacrificarse por el bien de
todos.

Águila Blanca voló toda la noche y


al amanecer llegó a la cima de la más alta
montaña de la cordillera.

Allí estaba el hombre.

Al ver acercarse al águila más


hermosa que nunca había visto le disparó
una certera flecha que llegó directamente
al corazón de Águila Blanca.

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Tres cuentos para soñar

Cuando el hombre llegó hasta donde


había caído Águila Blanca se encontró con
los tres tesoros más valiosos del Valle de
Kylmarion.

Águila Blanca, el animal más


hermoso; bajo su ala, Alya Dorada, la flor
más hermosa y junto con ellas, la entrega
de los dos. La cualidad más hermosa que
se puede encontrar en el mundo entero.

Con gran alegría los recogió y


emprendió el regreso a su casa.

Y junto con los hermosos tesoros de


Kylmarion entregó a su pueblo un relato
estremecedor de las dificultades para llegar
a la cima de la Montañas Azules con lo
que logró borrar de las mentes de sus
compañeros las ganas de volver a
intentarlo.

Allá en el valle, la noticia de que el


hombre se había ido fue motivo de gran
regocijo para todos menos para Hada
Coral que no pudo evitar una lágrima de
tristeza por los amigos que había perdido.

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Tres cuentos para soñar

Para conmemorar esa entrega y


nobleza que habían demostrado Águila
Blanca y Alya Dorada, y, para que nade se
olvidara de la lección que dieron a todos
los habitantes del valle, decidió levantarles
un monumento.

Pero no se conformó con hacerles


una estatua o un retrato, ni tan siquiera con
componerles una música en su honor; con
uno de sus hechizos más potentes hizo que
en el cielo aparecieran unas nuevas
estrellas.

Esas estrellas las podéis ver también


vosotros en una noche clara: están entre
las constelaciones de Sagitario y Escorpio
y forman la constelación que se llama
precisamente Águila en recuerdo de
Águila Blanca.

Y si miráis bien, bajo el ala del


Águila veréis una estrella dorada:

esa es Alya.

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Tres cuentos para soñar

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Tres cuentos para soñar

EL CORAZÓN
DE
NASRA

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Tres cuentos para soñar

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Tres cuentos para soñar

Hola amigos, perdonadme que llegue un


poco tarde pero acabo de llegar de la
Convención Anual de Cuenta Cuentos
Reales y seguramente que ya sabéis que a
esa convención es bastante fácil llegar
pero muy difícil salir.

Con deciros que en una sola noche


se han llegado a narrar mil cuatrocientos
cuarenta cuentos os podéis hacer una idea
de lo mucho que los cuenta cuentos
diplomados como yo podemos aprender
allí.

Mirad, en estas alforjas de cuero que


llevo siempre a todas partes hay los
cuentos y sueños que he de contaros y esta
noche os quiero contar uno de muy
especial, uno que me fue contado por el
más anciano de los cuenta cuentos justo
antes de que terminara la convención.

Me ha gustado tanto que no puedo


esperar hasta mañana para contároslo así
que, sentaros cómodamente y estad un
ratito callados -si es que podéis- porque
esta es la historia verdadera de Nasra la

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Tres cuentos para soñar

cabra de las montañas y de cómo se


convirtió en Nashira, la estrella.

Cuentan los ancianos que hace


mucho, mucho tiempo, en lo que hoy es el
centro de Europa, en las montañas que
ahora llamamos los Alpes, había un
pequeño valle sin nombre.

Era tan pequeño que cualquier


nombre parecía demasiado largo para él.
Pero, aún siendo pequeño, el valle tenía
todo lo necesario para parecer a cualquiera
el rincón más maravilloso de la tierra
entera.

Estaba rodeado por las majestuosas


cimas, siempre nevadas, que guardaban
celosamente el secreto del valle, el rincón
perdido, un trocito del paraíso.

En el verde valle, regado por las


cristalinas aguas de la nieve fundida, un
pequeño bosque ocupaba casi todas las
laderas de la montaña y, en el fondo del
valle, un prado de fresca y olorosa hierba
moteado de brillantes flores permitía
retozar a los animales que allí vivían.
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Tres cuentos para soñar

El bosque y el prado les daba


comida, el riachuelo el agua y las
montañas la protección que necesitaban y
deseaban.

Todos los animales vivían felices


allí, incluso en invierno, cuando la blanca
nieve bajaba por las laderas hasta el valle.

Un rinconcito del fondo del valle se


mantenía sin nieve para que los animales
se pudieran alimentar.

Esto, que para los animales resultaba


muy normal, era en realidad causado por el
Genio del bosque, un ser muy poderoso
que tenía a su cargo todas las criaturas del
valle y que habitaba en el gran Abeto
Plateado que había en el inicio del prado,
junto a la fuente que manaba
continuamente

Es por ello que todo lo que rodeaba


al Abeto Plateado era bañado por su luz y
su calor y se mantenía en un estado de
primavera constante; ni la nieve ni el frío
se acercaba hasta allí si el Genio no quería.

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Tres cuentos para soñar

Todos los animales del valle lo


sabían y, al llegar el invierno, se acercaban
a vivir bajo su cobijo.

La vida de todos era feliz y sin


problemas.

Si, ya sé que todo esto suena a


cuento de hadas y que a estas alturas no os
creéis nada de lo que os estoy contando,
pero no tengo más remedio que contaros el
cuento tal como a mí me lo han contado y,
si conocierais al anciano que me lo contó
os daríais cuenta de que es imposible
dudar de su palabra.

Quizás algún día de estos tengáis la


suerte de verle pasear entre los árboles de
vuestro parque o llevando a la escuela a su
nietecita o simplemente tomando el sol en
un banco de vuestra plaza. Entonces
entenderéis lo que os digo.

Bueno, prosigamos. Decía que todo


el mundo era feliz porque la naturaleza
proveía de todo lo necesario para una vida
plena y natural; pero, por desgracia, el
hombre siempre se entromete en todo; a
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Tres cuentos para soñar

veces con buena intención, pero siempre


termina metiendo la pata.

Un día de primavera de un año sin


nombre, uno de tantos años en los que el
tiempo se arrastraba tan lentamente que
parecía no pasar por el valle, como si lo
hubiera olvidado, llegó el hombre.

Bueno en realidad no llegó un


hombre, llegaron dos. Mejor dicho, si
queremos ser exactos, llegó una pareja. Un
joven y su esposa que habían decidido
levantar su casa y su familia lejos de lo
conocido, lejos de sus familiares, en una
nueva tierra.

Aparecieron por el único paso por el


que se accedía al valle, una estrecha
garganta cubierta de nieve y el frondoso
bosque que ocultaba al pequeño valle.

Llevaban muchos días de peregrinaje


juntos para poder encontrar la tierra
esperada, el lugar dónde levantar su
familia y plantar sus raíces.
Se sentían enormemente cansados,
tanto que habían decidido que, si al día
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Tres cuentos para soñar

siguiente no encontraban un lugar para


establecerse, volverían atrás para
arraigarse entre los suyos, en su tierra
natal.

De hecho, lo mismo ya se habían


repetido varias veces y siempre cuando
habían estado a punto de desfallecer, una
nueva y secreta esperanza les hacía
posponer su vuelta un día más.

Y ese preciso día encontraron el


premio a su tesón y su perseverancia

Al apartar una rama les cayó encima


un montón de nieve de las ramas más
altas.

Aquello que, quizás, en otras


personas habría causado enojo y muchas
maldiciones, en la joven pareja causó
hilaridad.

Antes de darse cuenta les dio un


ataque de risa que les dejó sin fuerzas
durante mucho rato y sin ni siquiera poder
sacudirse la nieve.

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Tres cuentos para soñar

Esta reacción que tan extraña resulta


en los hombres complació muchísimo a
Abeto Plateado quien, precisamente era el
que les había echado toda esa nieve
encima, para probarlos o ahuyentarlos.

He aquí a un par de humanos


-pensó- que tienen sentido del humor, que
saben reírse de sí mismos; creo que
podemos dejarlos que se queden. Les
mostraré el valle.

Y con esos pensamientos empezó a


emitir su calor, su energía, de tal manera
que la nieve a su alrededor se fundió
rápidamente y los dos jóvenes se
encontraron secos casi antes de que se les
pasara su ataque de risa. Y su risa dio paso
al asombro.

No podían dar crédito a sus ojos.

Delante de ellos podían ver a un


pequeño pero hermoso valle, libre de nieve
y lleno de vida. En medio, un pequeño
arroyo fertilizaba las tierras y el viento del
norte, tan temió y frío no podía pasar por
la altitud de las montañas que lo rodeaban.
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Tres cuentos para soñar

Era hermosísimo. Era justo lo que


estaban buscando y decidieron quedarse
allí.

Bueno, bueno, no me interrumpáis.

Esta bien, me saltaré todas las


escenas románticas que tan tontas a veces
decís que son y que siempre se suelen
poner en los cuentos; que si los paseos a la
luz de la luna, que si los besos de
enamorados bajo el Abeto Plateado, que si
las horas contemplando las brillantes
puestas de sol en las cumbres nevadas... ya
sé, ya sé, tonterías de enamorados.
Os entiendo, es lógico que estéis
hartos de oírlo tantas veces, así que iré al
grano.

Lo cierto es que el sitio les gustó


tanto que decidieron quedarse a vivir para
siempre.

Levantaron una cabaña, sembraron


la tierra y con el tiempo lograron tener un
pequeño rebaño de ovejas. Y finalmente
tuvieron hijos; primero una hija, luego un
hijo y finalmente otra hija.
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Tres cuentos para soñar

Mientras todo ello ocurría, en las


altas montañas que rodeaban el valle
también estaban de fiesta. Las cabras
salvajes que vivían en ellas habían tenido
crías

Era la época y todos los rebaños de


cabras que pastaban libres en las agrestes
cumbres habían recibido con alborozo la
llegada de las nuevas crías

En uno de esos rebaños, habían


nacido tres crías: dos hembras y un macho.
Tres preciosas cabritillas con un pelo
sedoso blanco como la nieve y unos ojos
color miel que parecían recién sacados de
un rayo de sol.

Sí, eran tres crías hermosísimas y


todo el rebaño felicitó a los padres. Y, en
cuanto fueron preguntados respecto a los
nombres que pensaban ponerles, tanto el
padre como la madre respondieron al
unísono: Algda, Nasra y Dabah.

Debo aclararos que entre las cabras,


que conocen muy bien las rocas que viven
y que muy a menudo se encuentran en sus
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Tres cuentos para soñar

correrías a esos trozos de cristal brillante


de muchos colores que nosotros llamamos
piedras preciosas, es bastante normal
poner a sus crías nombres de esas piedras.

Así Algda es el nombre que ellas dan


al rubí, Nasra a la esmeralda y Dabah al
diamante.

Aunque también es cierto que las


cabras no les dan el mismo valor que
nosotros a esas piedras, para ellas también
son importantes porque creen que son
rayos de la luz del sol caídos del cielo
después de la lluvia y por ello usan sus
nombres para sus hijos e hijas.

Algda, Nasra y Dabah pronto


crecieron y se hicieron fuertes. También
pronto empezaron a notarse las diferencias
entre los hermanos. Algda rápidamente se
hizo notar como la más fuerte, Dabah
como la más astuta y Nasra como la más
tozuda.

Si, ya sé que entre vosotros, los


humanos, hay el dicho de que las cabras
son testarudas y tozudas y de que es
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Tres cuentos para soñar

imposible conseguir que hagan algo si no


les da la gana, ¡pero es que lo de Nasra era
de concurso!
Nunca se había visto entre las cabras
montesas a nadie tan testarudo como ella.

Por mucho que sus mayores


intentaran convencerla de algo, no había
manera de conseguirlo. Incluso sus padres
pronto se rindieron y tuvieron que dejar
que Nasra aprendiera por su cuenta, a base
de tortazos y caídas cuál era el camino
peligroso y cuál el que llevaba a los
mejores pastos.

Otra característica en la que Nasra


destacaba era el orgullo. Cierto es que
todas las cabras menosprecian al resto de
los animales -salvo quizás al águila-
porque sólo ellos pueden llegar hasta las
cimas de las más inhóspitas montañas, allí
donde el aire es vida de tan trasparente y
donde los rayos de sol son tan líquidos que
se pueden beber.

Ellas saben que los demás no pueden


llegar tan alto y por ello se sienten
orgullosas, probablemente con razón.
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Tres cuentos para soñar

¡Pero es que lo de Nasra seguía


siendo de concurso!

En su pequeña cabeza se imaginaba


superior no sólo a los demás animales sino
también a todas sus compañeras las cabras.
Incluso que las más fuertes y sabias de
todas ellas.
Ella era LA CABRA, con
mayúsculas, y los demás eran simples
comparsas en la obra de la naturaleza.

Y esa manera de pensar se notaba en


sus relaciones con los demás. Poco a poco
se fue quedando sin amigos e incluso sus
hermanas preferían la compañía de otras a
la de ella.

Lo peor de todo vino cuando una de


las cabras viejas se quedó atrapada y
medio sepultada por una avalancha de
piedras y se dio la voz de alarma. Todos
acudieron en su ayuda para, con las
pezuñas y la cabeza, ir apartando las
piedras que aprisionaban a su compañera.

¿He dicho todas?

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Tres cuentos para soñar

Pues me he equivocado, todas no.


Nasra no fue, tenía algo más importante
que hacer: se estaba limpiando el hocico
de los restos de hierbas de la última
comida. ¡Ya iría luego! Y seguramente que
con todas las que habían ido ya era
suficiente para sacar a esa inútil vieja...

La anciana cabra, con no pocas


dificultades, y gracias al esfuerzo de sus
compañeras pudo salir de entre las piedras
pero quien quedó atrapada en su egoísmo
fue Nasra.
Las demás, al ver lo que había sido
capaz de hacer, le dieron la espalda. Se
juraron que nunca más le dirigirían la
palabra y, en un gran consejo en donde se
reunieron todas las cabras de todos los
rebaños que vivían en aquellas montañas
se decidió exiliarla.

La exiliaron por unanimidad, incluso


sus propias hermanas y sus padres
estuvieron de acuerdo en esa dura
decisión. Nadie, ni su familia quiso
escuchar sus excusas.
Y Nasra se quedó sola.
Empezaba una nueva vida para ella.
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Tres cuentos para soñar

Alejada de las altas cumbres donde vivían


sus hermanas tuvo que aprender a vivir
más cerca de donde vive el hombre. Así se
vio obligada a aproximarse a la cabaña del
valle donde vivían los hombres.

En sus muchos paseos para encontrar


comida trabó amistad con las ovejas y se
enteró de que los humanos vivían en
invierno gracias a lo que les daban las
ovejas; leche para los pequeños, lana para
los vestidos, abrigos e incluso, de cuando
en cuando, carne.
Casi no podía creerlo.
Nasra no daba crédito a sus oídos.
Le resultaba imposible creer que las
ovejas fueran tan estúpidas que dieran lo
mejor de ellas, incluso su propia vida para
ayudar a otros, a esos extraños llamados
humanos.

Pero, aunque pensara en la estupidez


de las ovejas, Nasra ya había aprendido
una lección en su largo exilio -o al menos
así creía ella- y era que no debía decir lo
que pensaba sino que era mejor disfrazar
sus verdaderos pensamientos de manera
que no ofendiera a los que la escuchaban y
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Tres cuentos para soñar

no perder a aquellas tontas amigas. De esta


manera pensaba pero de su boca sólo
salieron alabanzas para la generosidad de
sus queridas amigas las ovejas.

¿Verdad que dicho así suena


asqueroso?

¡Pero es la pura verdad!

¿Acaso a vosotros no os han


enseñado también a mentir hipócritamente
para no quedaros solos y sin amigos?
Pues Nasra lo había aprendido muy
pronto y muy bien Aunque en su interior
seguía pensando en el poco seso de las
ovejas que se dejaban matar, cuando se
reunía con ellas lo único que salía de su
boca eran elogios a su generosidad y
bondad.

Y con estas y otras cosas fueron


pasando los días, los meses y casi si darse
cuenta llegó el invierno. Con las primeras
nevadas todo quedó cubierto de nieve
purísima.

Bueno, casi todo.


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Tres cuentos para soñar

El fondo del valle, con la ayuda del


Genio del Bosque que habitaba en el
Abeto Plateado se mantuvo como siempre,
sin rastro de nieve, y tampoco la cabaña ni
el corral donde se encontraban las ovejas.

De todas maneras, el pastos


escaseaba y fue entonces cuando Nasra
pudo entender el porqué las ovejas eran
ten generosas con los hombres.
Ahora que había poca hierba en el
prado, el hombre les daba forraje y comida
diariamente de la que él había ido
guardando en su granero durante el verano.
De esta manera las ovejas nunca
pasaban hambre ni tampoco frío pues
podían refugiarse en la cuadra que les
había construido.

Poco a poco Nasra se fue


acostumbrando a esos humanos que
parecían inofensivos e incluso se atrevió a
acercarse hasta la cabaña para comer con
las ovejas.
Y muy pronto los niños se
encontraron jugando con una joven cabra
salvaje que comía de su mano mientras le
acariciaban la testuz.
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Tres cuentos para soñar

A pesar de todo su orgullo, Nasra


tuvo que admitir que ni las ovejas eran tan
tontas ni los humanos tan malos como
creía.

El invierno fue pasando y, al llegar


la primavera, Nasra era una más en el
rebaño que pastaba junto a la cabaña.
El verano les pilló retozando en el
prado y no era raro ver al más pequeño de
los hijos de la pareja cabalgando a lomos
de Nasra.

Algunas cabras que se acercaban a


veces hasta el prado, antiguas compañeras
de Nasra, no terminaban de creérselo;
Nasra dejando que alguien le tirara de su
pelo o dejándose cabalgar por un humano
pequeño. Incluso alguna se reía de ella,
pensaba que se había vuelto loca.

Pero a Nasra le daba igual, quería a


esos humanos, especialmente a los
pequeños.

El verano transcurrió plácidamente y


finalmente llegó el otoño con sus lluvias y
tormentas.
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Tres cuentos para soñar

Un día gris, Nasra decidió subir a las


montañas para ir a buscar esa flor tan
apetecible de comer y que hacía tanto
tiempo que no disfrutaba de ella.

Casi había llegado cuando se


desencadenó una terrible tormenta. Como
pudo y casi sin poder ver nada a causa de
la lluvia buscó refugio bajo un saliente de
la montaña y se dispuso a esperar a que
amainara.

Asustada, pudo ver que la lluvia


arreciaba por momentos; era la peor
tormenta que recordaba.
El agua caía como si no hubiera nada
más que agua en el cielo. Era imposible
ver nada más allá de sus narices.
Y así estuvo horas y hora, esperando
a que terminara. La espera se hizo
interminable, las horas pasaban y daba la
sensación de que nunca se acabaría.

Hasta que, cuando ya había perdido


la noción del tiempo que pasaba, empezó a
disminuir la intensidad del agua que caía;
poco a poco fue amainando la lluvia hasta
que cesó por completo.
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Tres cuentos para soñar

Nasra se preguntaba a sí misma


cómo era posible que en el cielo pudiera
haber tanta agua como la que había caído y
con esos pensamientos empezó a
descender de la montaña.

Su estómago pedía comida a gritos y


sabía que sus amigos humanos siempre
tenían un poco reservado para ella.
Relamiéndose de gusto terminó de
descender la ladera y al llegar al Abeto
Plateado una visión inesperada le heló la
sangre.

Allí donde había habido un prado de


verde hierba sólo quedaban un montón de
piedras, algunas incluso de un tamaño
enorme. Y en el lugar de la cabaña se
alzaban unos restos que nadie podría decir
que hubieran pertenecido a una cabaña.

No quedaba nada. Todo había sido


arrasado. La destrucción había sido total.
La lluvia recogida por las montañas
había descendido como una tromba
impetuosa sobre el valle y se había llevado
todo por delante: la cabaña, la cuadra, el
granero, las ovejas.
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Tres cuentos para soñar

¿Y los humanos?
¿Dónde estaban sus amigos?
¿Y los pequeños?
No se les veía por lugar alguno.

Recorrió tristemente todo el lugar


buscándolos sin encontrar rastro de ellos.

Pero entonces recordó el episodio


que había ocurrido hacía mucho tiempo: la
vieja cabra que había quedado medio
sepultada por las rocas de una avalancha.

Y con esa idea empezó a rebuscar


con más detenimiento y a escuchar por si
oía voces. Al acercarse a los restos de la
cabaña pudo oír como, por debajo de las
maderas caídas, se oían las voces apagadas
de los humanos.

Se encontraban atrapados por las


paredes que se les habían caído encima.
Pudo oír los lloriqueos de las crías
humanas.
Empezó a rascar, a cocear, a patera,
a empujar con su testuz piedras, troncos,
maderas... todo lo que podía para intentar
salvar a sus amigos.
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Tres cuentos para soñar

Al rato tuvo que rendirse a la


evidencia: ella sola nunca lograría
salvarles.

Necesitaba ayuda.

Y corriendo se fue hasta su rebaño a


pedir esa ayuda que tanto necesitaban sus
amigos.

Como era de esperar, ninguna cabra


le hizo el menor caso. Todas la
rechazaban, recordaban su egoísmo y ni
tan siquiera querían escucharla.

Finalmente, desesperada, acudió a


sus hermanas Algda y Dabah. Ellas al
menos la escucharon y después de muchas
explicaciones aceptaron ir a ver lo que
había pasado, aún sin terminar de creer a
Nasra.

En cuanto vieron la cabaña


destruida, los cuerpos muertos de las
ovejas esparcidos por todo el fondo del
valle y oyeron las voces de los humanos
comprendieron que Nasra tenía razón esta
vez.
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Tres cuentos para soñar

No se trataba de ayudar a Nasra sino


de ayudar a unos seres vivos que estaban
en peligro y se pusieron con todo su
empeño a apartar troncos, piedras y barro.

Después de muchas horas de intenso


esfuerzo, uno de los maderos que
bloqueaban la salida a los humanos cedió
y arrastrándose por el estrecho agujero
fueron saliendo uno tras otro.

Estaban sucios, tiritando de frío y


hambrientos
Los niños lloraban y los padres
miraban con ojos de desesperación cómo
todo cuanto tenían se había perdido.

No les quedaba nada, ni tan siquiera


para comer ellos.

Y el pueblo más cercano se


encontraba a muchos días de duro camino.

Los pequeños morirían de hambre


antes de poder llegar allí.
Nasra, en un relámpago de
conciencia, lo entendió todo. Debía hacer
algo o sus amigos morirían.
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Tres cuentos para soñar

Lentamente se fue acercando


dócilmente hasta donde se hallaba la
madre con los dos pequeños y se colocó a
su lado de manera que ella vio sus ubres
repletas de leche; unas ubres que nunca
habían sido tocadas por manos humanas.

Y Nasra se las ofreció.

La mujer, en cuanto logró darse


cuenta de que pretendía la cabra, dejó de
llorar y buscó algún recipiente para
contener la lecha. Rebuscando entre los
restos encontró un cazo abollado y empezó
a ordeñar a Nasra.

Con la leche recogida empezó a


alimentar al más pequeño de sus hijos y
luego intentó lo mismo con el siguiente.

Algda, al ver lo que hacía Nasra y


darse cuenta de que con su leche no podría
alimentar a todos, también se acercó
mansamente y se dejó ordeñar por el
padre.

No hizo falta que Nasra les


convenciera, las tres hermanas, sin decirse
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Tres cuentos para soñar

nada, habían comprendido qué es lo que


tenían que hacer.

Los humanos tendrían un pequeño


rebaño de tres cabras. Suficiente para que
no se murieran de hambre ni de frío
durante ese invierno.

Y así fue.

El hombre construyó en cuanto pudo


una nueva cabaña. Con la leche de Nasra y
Algda se iba alimentando la familia hasta
que pudo cazar algo y con el pelo de las
tres pudo tejer nuevas mantas y abrigos
que evitaron que su familia muriera de
frío.

Lo ocurrido pronto fue conocido por


todos en el valle; las hojas de los árboles
lo susurraban sin cesar y los silbidos del
viento lo cantaban a todo aquel que se
parase a escucharlo.

También las cabras que vivían en las


montañas se enteraron y algunas incluso,
siguiendo el ejemplo de Nasra, se dejaron
capturar por el hombre, de manera que
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Tres cuentos para soñar

cuando quiso darse cuenta ya tenía un


rebaño respetable.

Así fueron transcurriendo los días


del crudo invierno hasta que en la
primavera siguiente un triste lamento hizo
saber a todos que Nasra había muerto

Sí, era cierto.


Nasra había muerto.
El hombre la había matado.

El hombre había decidido que, ya


que tenía un regaño tan grande, bien podía
utilizar alguna de las cabras que
últimamente había atrapado para poder
comer carne toda la familia y se fue al
establo para matar alguna.

Nasra que conocía muy bien al


hombre, después de tanto tiempo de
convivir con él, lo entendió todo muy
claramente: el hombre había decidido
matar a una de sus compañeras.

Ella no estaba dispuesto a permitirlo.

En cuanto el hombre se acercó a una


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Tres cuentos para soñar

cabra y la cogió para matarla, Nasra


arremetió contra él y fue dándole
embestidas y cabezazos hasta que logró
sacarlo fuera del establo.

El hombre, al ver a Nasra tan


agresiva, ella que siempre había sido tan
dócil y cariñosa, pensó que se había vuelto
loca y en una de sus embestidas aprovechó
para clavarle el cuchillo.

Al notar el frío acero en sus


entrañas, Nasra se paró de golpe, dirigió
una larga y melancólica mirada a sus
compañeras, buscó con los ojos a sus
hermanas y al verlas soltó un lastimoso
balido.

Después cayó muerta.

El hombre que, como de costumbre,


no había entendido nada, se felicitó por
haber matado a esa cabra ya que estaba
claro que se había vuelto loca.

Y contento se fue a prepararla para


que su familia comiera.

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Tres cuentos para soñar

De todas maneras, en su interior sí


que se sentía algo culpable así que decidió
no contar a su familia cuál era la cabra que
había matado, para evitar escenas ya que
sabía cuánto apreciaban a Nasra sus hijos.

En el establo la desolación era total.


Todo el mundo se preguntaba cómo era
posible que el hombre, que tanto les debía,
incluso les debía su vida y la de sus hijos,
fuera capaz de tamaña atrocidad. No había
respuesta para esa dolorosa pregunta.
No me miréis así, es verdad que no
había respuesta.

¿O sí que la hay?

¿Acaso tú, o tú, o quizás tu puedes


contestarme a esa pregunta?

Tú que, seguramente, ayer te comiste


un buen bistec de buey o vaca, o tú que
hace poco te deleitaste con una pechuga de
pollo, o puede que tú, que el domingo
pasado te comiste unas chuletas de
cabritilla.
Si, claro, agacháis la vista y no decís
nada.
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Pues pensad en Nasra y sus


compañeras antes de clavar vuestros
dientes en la carne que os pongan en la
mesa y veremos si sois capaces de tragar
un bocado de esa carne que pocos días
antes era un animal vivo y hermoso.

Ahora podéis comprender porqué los


animales huyen siempre del hombre,
porqué no se acercan a él.

Desde ese día, en todas las historias


que las madres animales cuentan a sus
crías cuando quieren asustarlas y que
obedezcan no les hablan del hombre del
saco como a vosotras, les hablan
simplemente del hombre y todos se echan
a temblar.

Ese año fue trágico, después de


Nasra murieron muchas otras cabras del
rebaño para alimentar a esos hombres pues
una vez matada a una no tardó el hombre
en perder los reparos para ir matando a las
que quería, incluso las dos hermanas de
Nasra, Algda y Dabah.

El bosque entero estaba de duelo.


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Tres cuentos para soñar

Los pájaros ya no trinaban y los


animales, temerosos, no se acercaban al
prado ni para beber del arroyo.

El Genio del Bosque, como castigo a


los hombres que habían cometido esa
atrocidad, dejó de irradiar su luz y su calor
y el invierno llegó pronto. Un invierno que
se recordará mucho tiempo por lo duro que
fue

El mal tiempo se enseñoreó del valle


y cuando tenía que llegar la primavera,
ésta, por consejo del Genio, pasó de largo.

En el valle se instaló un invierno


perpetuo.

El hombre intentó resistir pero,


viendo que no podía recoger ninguna
cosecha y que su rebaño era cada vez más
pequeño y no le serviría para sobrevivir a
otro invierno, decidió marcharse de aquel
maldito lugar con su familia.

Su partida fue celebrada por todo el


valle y cuando se hubieron ido, el Genio
del Bosque llamó de nuevo a sus amigas
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Tres cuentos para soñar

las estaciones para pedirles que volviera la


primavera y, en honor a Nasra, que esa
primavera fuera la más hermosa que nunca
hubiera existido.

El calor del Genio volvió a


extenderse por el fondo del valle y pronto
las flores lo llenaron todo.

Pero, no contento con ese homenaje,


el Genio decidió levantar un monumento a
Nasra y sus hermanas.

Un monumento que todo el mundo


pudiera ver y, además, evidentemente, que
ninguna mano humana pudiera mancillar.

Habló con el Sol y con su ayuda


levantó ese monumento: hizo aparecer
unas nuevas estrellas en el firmamento.

En el cielo apareció la constelación


de Capricornio, la Cabra, y sus tres
principales estrellas fueron llamadas
Algedi en honor a Algda, Nashira en honor
a Nasra y Dubhe en honor a Dabah.

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Tres cuentos para soñar

Y desde entonces podéis ver esas


estrellas en el cielo brillando juntas para
siempre jamás.

Cuando las veáis, pudiera ser que os


cayera alguna lagrimilla, no os preocupéis
porque seguramente que será el Genio que,
en un rincón de vuestro corazón, os
recuerda que un día Nashira, esa hermosa
estrella, era Nasra, la hermosa cabra que,
por su enorme corazón primero entregó su
cuerpo para servir al hombre y por último
dio la vida por sus hermanas.

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