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UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES


UNIDAD DE POSGRADO

Las prácticas de justicia en el Perú según el orden, la


seguridad y la autoridad

TESIS

Para optar el Grado Académico de Magíster en Antropología

AUTOR
Mario Miguel MEZA BAZÁN

ASESOR
Luis MÚJICA BERMÚDEZ

Lima – Perú

2006
A mi padre…

2
INDICE Pag.

Presentación….……………………………………………………………………………5
Capítulo 1. Introducción…………………………………………………………………10

Parte I
La Justicia Formal

Capítulo 2° Prácticas Judiciales………………………………………………………40

2.1. La Justicia como proyecto político: el Poder Judicial…………………………40

Legalidad y cultura judicial………………………………………………….....43

Capitulo 3º Tres casos judiciales…………………………………………………….46

3.1. Huayanay……………………………………………………………………………46
3.2. Uchuraccay………………………………………………………………………….60
3.3. La Cantuta…………………………………………………………………………..77
3.4. El Orden, la Seguridad y la Autoridad en la Justicia formal…………………..93

Parte II
La Justicia y la Revolución

Capítulo 4° Violencia y justicia en los valles del Alto Huallaga……………………97

4.1. Ubicación geográfica y población………………………………………………..97


4.2. El campesino cocalero………………………………………………………….105
Los campesinos cocaleros y el narcotráfico: estructura social……………105
Los campesinos cocaleros y la política antidrogas…………………………113
Estigmatización del campesino cocalero…………………………………….117

3
Capitulo 5º. El caso de la provincia de Tocache………………………………….121

5.1. La violencia social………………………………………………………..121


5.2 La violencia política………………………………………………………125
5.2.1. Los actores de la violencia política y el campesinado……..131
El Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA)………………131
El Partido Comunista del Perú Sendero Luminoso (PCP SL)……..128
La Fuerza Armada……………………………………………………...133
5.2.2. De la violencia social a la violencia política: La guerra en
el Alto Huallaga………………………………………………….141
5.3. La Justicia en Tocache…………………………………………………………...147
5.3.1 El nuevo “orden, autoridad y seguridad”……………………..150
5.3.2 Casos y procesos judiciales en SL……………………………157

Parte III
La “Justicia Popular” y los Medios de Comunicación

Capítulo 6° Imágenes de la noticia: el ajusticiamiento como justicia


popular…………………………………………………………………………………..174

6. 1. ¿Dónde ubicar a la autoridad? El caso del diario Ojo……………………….178


6. 2. La justicia popular según los “hechos” periodísticos: la seguridad…………187
6. 3. Organización y fines de la justicia popular: castigo y violencia……………..190
6. 4. Códigos y procedimientos, sanciones y ejecuciones: las reglas……………195
6. 5. Los rituales y el sentido del “orden” ……………………………………………202
6.6. El orden, la seguridad y la autoridad de la justicia popular en los medios
de comunicación y en la población…….…………………………………………..206

Conclusiones……………………………………………………………………………213
Documentos, mensajes, entrevistas y bibliografía…………….……………………221

4
PRESENTACIÓN

El tema de Las Prácticas de Justicia en el Perú según el Orden, la Seguridad y la


Autoridad nace en 1999 por el interés de comprender como se administra justicia
en nuestro país. El Poder Judicial era un buen tema de investigación pero el peso
de la realidad era demasiado evidente para circunscribirnos solo a él como
expresión de la justicia en nuestra sociedad. Sabíamos, hasta antes del informe
final de La Comisión de la Verdad y la Reconciliación Nacional (CVR), que los
grupos armados también practicaban modalidades de administración de justicia
sobre las poblaciones que sometían, pero no eran muy conocidas. En el lapso del
año 2001, simultaneo a la formación de la CVR, decidí también sumar la
indagación de la justicia subversiva a través de las prácticas judiciales en la
provincia de Tocache en el departamento de San Martín.

Hasta allí el trabajo era enorme, no solo debía abordar al poder judicial que
por sí mismo es un tema complicado, sino que estudiar la justicia subversiva en
una zona geográfica, que era además un campo demasiado nuevo y poco
estudiado, merecía por si solo un estudio exclusivo. No obstante, consideré que no
era suficiente tampoco para sustentar las modalidades de justicia en el Perú. La
presencia continua en los medios de comunicación de los llamados
“ajusticiamientos en plaza” son una constante de nuestra escena pública
dominada por los medios de comunicación, especialmente por la presencia
llamada prensa popular o “tabloide”. Decidí incorporar esta modalidad de construir

5
la noticia de los “ajusticiamientos en plaza” como una expresión de la llamada
“justicia popular”, por que en ella se esconden por un lado los hechos de una
realidad que nadie niega pero que por otro lado se conoce muy poco en sus
significados sociales.

La finalidad por analizar estas tres prácticas de justicia: del poder judicial,
del Partido Comunista del Perú Sendero Luminoso (PCP SL) y el ajusticiamiento
en plaza pública, presentadas en los casos judiciales que aquí analizamos, nos
muestran un estado de la realidad social y cultural que vale la pena indagar en la
medida que plantea cuál es el sentido de justicia que estamos señalando en cada
espacio de la sociedad y cuáles son los contenidos que estas prácticas judiciales
están manifestando cuando se promueven políticas de reformas o de acceso a la
justicia. Usualmente el tema de la Justicia no es fácilmente tocado por los
científicos sociales que han delegado esta tarea a los juristas y a los especialistas
en la administración de justicia, razón por lo que este tema se vincula al interés de
los órganos judiciales del Estado. El objetivo central de esta tesis es obtener, en
cambio, una visión de la justicia desde la sociedad. La Justicia es esencialmente
un valor social y una práctica cultural que pertenece a la sociedad, puede existir al
margen del Estado y de hecho cuando ha existido al margen de él ha sido
considerada mejor frente a la justicia estatal, pero ahora no es suficiente decir que
la justicia no oficial es más representativa o incluso justa por ser “popular”, sino si
la justicia como práctica judicial en cada espacio social contiene los significados
indispensables para construir una sociedad no violenta, igualitaria e inclusiva.

La definición de la justicia desde siempre ha sido elemental y muy ambigua:


dar a cada quién lo que le corresponde (Justicia y Derecho. Biblioteca Salvat de
Grandes Temas. Salvat editores s.a. 1973), pero no es más que una formulación
conceptual muy instrumental e incipiente. Para superar este nivel adoptamos una
estrategia que nos concentre mejor la definición de la justicia en términos
culturales y escogimos tres conceptos básicos como esferas de acción humana:
el orden, la seguridad y la autoridad que están presentes en las exigencias y

6
aspiraciones de cada grupo social que construye a su propio modo y en su propio
espacio estas definiciones. Aún así, estos tres conceptos resultaban
excesivamente genéricos y ambiguos para ligar la justicia con un análisis de la
realidad social, debíamos insertarlos en la práctica social misma. Para lograr esta
concreción optamos dirigir la justicia según el orden, la seguridad y la autoridad de
cada grupo social a través de sus prácticas judiciales. Esta tesis es entonces el
producto de un desafío por entender la justicia como una práctica social que sea
analizable a través de las prácticas judiciales, en los contextos del orden, la
seguridad y la autoridad y que la rigen en los términos valorativos, normativos y
culturales de un país atravesado por la injusticia.

Este estudio no se reduce sin embargo a un análisis de casos aislados en


sus propios contextos, intenta articular estos casos en el marco de una sociedad
nacional y en un espacio temporal que ocupa las tres últimas décadas. Con esta
estrategia ganamos también la visión integral y dinámica de una sociedad
conmovida por la injusticia. Por tanto, esta tesis es también un ejercicio de historia
de la justicia porque reconstruye los escenarios donde ella se hace presente
desde el régimen militar de 1970, la democracia de 1980 y la dictadura que desde
1992 persistió hasta el año 2000. En este lapso encontraremos los más diversos
casos, vinculados al poder judicial, de la justicia que impartía el PCP SL y los
modos como los medios de comunicación han mostrado los ajusticiamientos en
plaza. En todos ellos, me atrevo a sugerir al jurista que también podrá encontrar
esbozos en que operan esas lógicas jurídicas.

En suma, esta tesis contiene elementos de análisis cultural, histórico y


jurídico que abordan las prácticas judiciales entendidas como prácticas sociales
que contienen a la Justicia como valor, norma y práctica social. Se vislumbran
aquí las distintas lógicas que cruzan un mismo escenario nacional pero nos
muestran también la fragmentación de la sociedad en torno a una sola idea oficial
de la justicia, y donde la propia justicia oficial se encuentra confrontada a su propia
realidad.

7
En esta parte debo extender mis agradecimientos a las innumerables
personas que han colaborado para sacar adelante esta investigación y que viene
desde muchos años atrás, incluso antes de convertirse en un tema de tesis para la
maestría de antropología. No seré justo en este sentido al no mencionar a todos
porque sería imposible en este reducido espacio, sin embargo sería mucho más
injusto no hacerlo con algunos, en primer lugar a mi asesor, profesor y amigo, Luis
Mújica Bermúdez, quién asumió desde un principio con entusiasmo la asesoría de
la tesis, compartiendo su tiempo de trabajo entre esta tesis y la Comisión de la
Verdad y la Reconciliación; también expreso mi agradecimiento al Dr. Manuel
Burga a quién presenté el tema hace siete años aunque con un interés
estrictamente histórico y se transformó en un tema antropológico sin perder este
sustento histórico inicial; a mi amiga e historiadora Diana Romero, quién me ayudó
en las críticas a los primeros textos completos de esta tesis; al profesor Jürgen
Golte que también revisó los primeros textos del tema y planteó sugerentes ideas;
a mis amigos de la revista virtual Énfasis, Clara Rojas y Fernando Gutiérrez con
quiénes pude contar para la revisión de los textos que han sido publicados cuando
aun estaban como temas iniciales de investigación y con quiénes he contado
también con su paciencia y colaboración en la ultima parte de la tesis. Esta vez
debo agradecer también a las instituciones que han contribuido a la elaboración de
esta tesis: la Unidad de postgrado de CCSS de la Universidad San Marcos que me
dio la oportunidad de estudiar la maestría de antropología y de concluir esta tesis
con una pequeña subvención; mi agradecimiento también al Consejo de Ciencia y
Tecnología (CONCYTEC) a través de su director, Benjamín Marticorena, que
subvencionó mis estudios en la maestría de antropología y cuyo producto que es
esta tesis, espero cubra la confianza depositada en mi persona.

Un agradecimiento aparte y muy especial a mis padres y a mi familia


porque han visto, una vez más, sacrificar mi contribución a la comodidad familiar
por sacar adelante esta investigación. Igualmente mi agradecimiento a todas las
personas y compatriotas entrevistados en la provincia de Tocache, a donde pude

8
llegar gracias a los familiares con quiénes pude contar allá y con quiénes guardo
una enorme gratitud, finalmente, a las personas que por uno u otro motivo pasaron
a mi lado acompañándome en diferentes etapas de mi vida y que me alentaron y
me motivaron a mantener la disciplina y el esfuerzo de trabajo que este tema
exigía. Solo restaría decir como en toda conclusión de prólogo que los errores,
faltas o equivocaciones que se hallaren en esta investigación responden a mi
exclusiva y única competencia.

9
Capitulo 1º

INTRODUCCIÓN

1.1 Problema, hipótesis y marco teórico. Conceptos y definiciones

La Justicia plantea dar a cada quien lo que le corresponde según el contexto


social que da significado a los conceptos sobre orden, seguridad y autoridad. Ello
requiere entender los modos cómo opera la justicia en cada espacio cultural y uno
de esos modos es la Práctica Judicial. La misma, según Michel Foucault, es el
modo en que las personas juzgan a los hombres en función de los errores
cometidos para imponerles sanciones, reparaciones y castigos1. Hoy existen
estudios sobre los modos de administrar justicia (véase balance bibliográfico),
pero éstos no han sido observados desde una perspectiva global de sociedad que
explique por qué cada microcosmos social crea medios que afinan la tensión entre
el ser y el deber ser de las cosas (un modo normativo de ver la justicia),2 y que
exponga el sentido de justicia en una sociedad nacional como la peruana con sus
referentes de orden, seguridad y autoridad. A nuestro entender la justicia como
práctica social adquiere un sentido real dentro de estos tres conceptos previos
para hacer permanente la existencia de la sociedad organizada. El tema problema
de esta tesis es entender cómo se hace Justicia en el Perú a través de las

1
La definición de práctica judicial explica que se juzga a los hombres en función de los errores cometidos e
imponerles sanciones, reparaciones y castigos es tomado de Michel Foucault. La Verdad y las Formas
Jurídicas. Barcelona. Gedisa Editorial. 1992 p. 17
2
La idea de la Justicia como concepto legal judicial que norma los conflictos lo expone el antropólogo
Clifford Geertz del siguiente modo: "Si la adjudicación, en New Haven o en las Nuevas Hébridas, implica
representar situaciones concretas en un lenguaje de consecuencias específicas que es al mismo tiempo un
lenguaje de coherencia general, entonces preparar un caso ha de ser algo más que presentar pruebas en
apoyo de un aspecto determinado. Ha de significar describir el curso particular de unos acontecimientos y de
una concepción global de la vida de un modo tal que la credibilidad de uno refuerce la de la otra. Cualquier
sistema legal que pretenda ser viable debe ingeniárselas para conectar la estructura de "en caso de /
entonces" de la existencia, en la medida en que es imaginada localmente, y el curso "ya que / por lo tanto" de
la experiencia, en la medida en que es percibido localmente, de forma que no parezcan sino las versiones
profunda y superficial de una misma cosa". GEERTZ, Clifford. "Conocimiento Local: Hecho y ley" En
Conocimiento Local. Ensayos sobre la Interpretación de las Culturas. Barcelona. Paidos Edcs. 1994. p. 203

10
prácticas judiciales y cómo estas prácticas se insertan en los conceptos o lo que
llamaré esferas del Orden, la Seguridad y la Autoridad.

Para abordar el tema de la tesis hemos decidido presentar tres tipos de


prácticas judiciales o formas de administrar justicia que se vienen ejecutando o se
han desarrollado en nuestro país: la del Poder Judicial; la del Partido Comunista
del Perú Sendero Luminoso (PCP SL) en la provincia de Tocache del
departamento de San Martín, región del Alto Huallaga; y el “ajusticiamiento” como
modo de justicia popular difundida a través de los medios de comunicación.
Discutiendo sobre estas tres modalidades nos aproximaremos al objetivo de
entender la justicia como una práctica social determinada por cada uno de estos
contextos donde el orden, la seguridad y la autoridad se construyen también a sus
propias maneras.

En este sentido, los conceptos o las esferas de Orden, Seguridad y


Autoridad aparecen como categorías importantes porque señalan espacios de
acción desde donde la idea de Justicia se hace presente encaminando el sentido
de estas tres prácticas “judiciales”. La justicia al estar asociada al Orden, la
Seguridad y la Autoridad que rige en cada práctica judicial nos mostrará como se
construyen distintas formas de dominio social en el país. Antes de ingresar a
definir como se construye el orden, la seguridad y la autoridad en la práctica
judicial del poder judicial, del Partido Comunista Sendero Luminoso y de las
poblaciones por la vía del ajusticiamiento según los medios de comunicación
señalo mis fundamentos conceptuales del orden, la seguridad y la autoridad con la
idea misma de la justicia para desdoblarlos luego en los contextos de las tres
práctica judiciales que planteo.

El orden es el modo en que las sociedades organizan los diversos


elementos de la realidad que los rodea para darle un sentido racional y sensitivo al
mundo donde viven, este orden conforma una cosmovisión del mundo visible e
invisible y da la posibilidad de quiénes viven en ella de actuar según esa

11
cosmovisión bajo una racionalidad sujeto a fines establecidos individual y
colectivamente.

La seguridad es en cambio la búsqueda de la estabilidad de los elementos


que garanticen la conservación física y emotiva de la vida bajo un determinado
orden. En este contexto podemos considerar la seguridad asociada
necesariamente al orden, sin embargo anoto que la realidad histórica que
abordamos en esta tesis nos mostrará también que esa asociación no siempre
funciona, pues ellas pueden entrar en conflicto entre sí

La autoridad es la representación y el ejercicio de un orden establecido, la


autoridad tiene por ello capacidad de dominio simbólico, ritual y coercitivo pues
cuenta con una determinada legitimidad dado por algo o por alguien. La autoridad
puede estar vinculada así al dominio dado por la fuerza, el mito, la tradición o la
razón de cualquier orden que busca ser considerado legítimo, sin embargo, como
sucede con la noción de seguridad, no siempre aparece asociado al orden mismo,
pues la autoridad en los casos que estudiamos también puede ser un factor
ausente en las prácticas judiciales y no obstante el orden y la seguridad pueden
seguir subsistiendo sin una autoridad por lo menos claramente establecida.

Estas nociones de cada esfera, por lo demás excesivamente genéricas o


ideales, tiene sus limitaciones teóricas y metodológicas, no pueden agotar la
comprensión del sentido de la justicia cuando actúa en cada caso judicial. Nos
atenemos sin embargo a un occidental centrismo tanto en estas definiciones como
de la propia idea de justicia moderna que la inscribe en la idea de reparar o
retribuir el daño recibido a quién lo realizó para mantener el equilibrio social.
Generalmente así se define el propósito superior del Poder Judicial en el contexto
del estado nacional y democrático. No obstante, aseveramos, no es el único modo
de resolver con justicia los conflictos, existen modalidades con otras concepciones
no modernas para resolver judicialmente los conflictos de una sociedad, las
modalidades tradicionales de justicia privilegian también la reparación y consolidan

12
nociones de orden, seguridad y autoridad pero siguen puntos de vista no
modernos que les permiten sobrevivir fuera de ese mundo cada vez más complejo
y amenazante de la modernidad. También está el “ajusticiamiento” como un modo
de Justicia Popular, expuestos especialmente en los medios de comunicación,
donde aparecen discursos modernos y elaborados de derecho a la seguridad pero
argumentando y hasta reivindicando esta modalidad no moderna de justicia. Ahora
bien, la justicia reparativa o retributiva que es nuestro principal enfoque de interés
diverge de modalidades no retributivas de la justicia, como por ejemplo la
eliminación, la venganza o el exterminio a quienes se consideran una amenaza
inminente de una persona, grupo o clase, no obstante estas modalidades las
abordamos también en la medida que ingresan y se sostienen dentro de las tres
modalidades judiciales porque contienen también las nociones de orden,
seguridad y autoridad que encaminan los procesos judiciales, y no me refiero solo
al sentido de justicia del PCP SL sino también al de los aparatos públicos
estatales.

La hipótesis general que planteamos entonces es que el orden, la seguridad


y la autoridad han configurado entre los años 1970 y 2000 esferas que encaminan
modos de entender la justicia como un ideal y que están presentes en las tres
prácticas judiciales: del Poder judicial, del Partido Comunista del Perú Sendero
Luminoso y de los “ajusticiamientos” en plaza como un modo de hacer justicia
popular y que están presentes en la prensa. Esta justicia sin embargo va hacer
distinciones sobre las nociones generales que priman en cada esfera de acción
del orden, la seguridad y la autoridad. Ella, la justicia y sus modalidades judiciales,
nos desentrañará en la realidad de cada caso como y por qué se práctica la
justicia tal como la vemos. En el Poder Judicial ésta se realiza teniendo en cuenta
normas, códigos, procedimientos e instancias institucionalmente jerarquizadas,
que pretenden reflejar los conceptos institucionales y democráticos del orden, la
autoridad y la seguridad. En cambio, en el Partido Comunista del Perú Sendero
Luminoso, sus juicios populares enfatizan una justicia subordinada a su
concepción ideológica de oposición absoluta y violenta a un orden establecido, por

13
lo que las concepciones del orden, seguridad y autoridad se constituyen en
función de este objetivo supremo de erradicación de lo establecido. Finalmente,
los “ajusticiamientos” como modalidad de “justicia popular” enmarcados desde los
medios de comunicación, nos muestran también sus propias concepciones de
orden, seguridad y autoridad cuyo propósito es establecer la inalterabilidad y
tranquilidad de su hábitat.3

Ahora bien, la justicia moderna, siguiendo a John Rawls en su Teoría de la


Justicia (1997), nos dice que hay una congruencia necesaria entre el uso de los
medios y operadores que administran justicia con la justicia como realización de
un ideal de orden4. Esta proposición que es clave en el fundamento de su teoría
social considero sin embargo que es valida para todas las prácticas judiciales que
aquí estudiamos. La conexión retroalimentadora entre los principios
fundamentales que ordenan una sociedad (el principio de orden y si se quiere
también los de seguridad y autoridad) resultan evidentes y, a su vez, la mayor
parte de las veces, aceptables, porque funcionan en la realidad (prácticas
judiciales) repartiendo y reactualizando los principios fundamentales del orden sea
la sociedad que sea. Es decir, la justicia como ideal funciona porque tiene
capacidad para ordenar y resolver los conflictos y diferencias dentro de una
sociedad. Esta capacidad lo dan las prácticas judiciales. Por ejemplo, cuando los
medios judiciales y sus operadores, administran justicia con los jueces en el orden
formal, con los mandos políticos militares senderistas en una zona que dominan o

3
En esta tesis ponemos a consideración una doble contextualización del “ajusticiamiento”: por un lado de los
medios de comunicación que en las noticias aparecen como expresiones de “justicia popular” y, por otro lado,
del propio espacio social del poblado donde se realiza. Consideramos en este sentido que más que verdad o
falsedad de los hechos de “ajusticiamiento”, estos están presentes en la información contenida aunque
siguiendo una lógica mediada por el formato de la “noticia”. La representación de la “justicia popular” en
todo caso empaña pero no borra el hecho que tiene una cualidad relevante para este estudio de las prácticas de
justicia en el Perú y es que conecta una función ritualizadora de quiénes aplican un linchamiento en una
localidad con una necesidad externa a esa localidad, que es el escenario público nacional y mundial, y que es
llevada por los medios de comunicación, imprimiéndole al acontecimiento un sentido final ritualizador
distinto al espacio donde nació. Desde los medios de comunicación podemos ver entonces de qué modo y por
qué estos acontecimientos son importantes tanto para la localidad como para el espacio nacional y mundial,
por qué el ajusticiamiento en plaza es relevante como acción de Justicia y que es lo que nos están señalando
para ambos espacios como una sola realidad. Los medios de comunicación tienen esa capacidad de
reelaboración de sentidos y es una oportunidad para señalar en qué términos la justicia como valor y norma
social está siendo afectado en términos de orden, seguridad y autoridad en la sociedad.
4
RAWLS, John Una Teoría de la Justicia. México. Fondo de Cultura Económica. 1997. Capítulo 1.

14
con la propia población actuando en un ajusticiamiento, ordenan el conflicto entre
los miembros de una sociedad en cada de una de esas modalidades. Ellos se
convierten así en nuestros puntos de observación y análisis porque reafirman en la
practica judicial las concepciones más profundas de la justicia que debe regir en
su sociedad, los mismos que se reactualizan, refuerzan o disminuyen su valor con
cada evento judicial.

Ahora bien, desdoblando las definiciones del orden, la seguridad y la


autoridad donde la justicia y las prácticas judiciales van a operar en cada
modalidad de justicia, podemos decir en el caso de sociedades modernas y
democráticas donde existe un poder judicial, la justicia se inserta sobre la noción
del Orden que es base de la libertad y la igualdad. Nos concentraremos en este
caso en el factor de la igualdad como inclusión absoluta ante la ley, ya que ella (la
ley) debería expresar el orden que en sí mismo se presenta como imparcial ante
todos los miembros de la sociedad. El orden existe entonces porque hay un
equilibrio indispensable de la igualdad de todos sus miembros para el ejercicio de
derechos y nadie es excluido o disminuido en las reglas de juego que rigen para
todos sin excepción. En las sociedades tradicionales la existencia de la ley no es
el fundamento del orden, por tanto, la justicia no posee el principio de igualdad e
imparcialidad con un rigor axiomático, la vigencia de los privilegios dados por la
Tradición de las elites o las noblezas o por el derecho de la Conquista sobre otros
pueblos crean desigualdades, sin embargo, no suprime una noción que es clave
para sociedades democráticas y no democráticas: el equilibrio social. Esto explica
por qué las formas en que se dan las leyes pueden variar según los órdenes
políticos y constitucionales de cada sociedad, pero no pueden ser aplicadas
imparcialmente sin causar desequilibrios aún en sociedades desiguales. La
imparcialidad como garantía de cumplimiento del orden para el equilibrio social es
su fundamento en el cumplimiento de la Justicia. Una derivación lógica de esta
distinción nos señala entonces que un "orden" no necesariamente es "justo" en
todo sentido, sino que la justicia puede también consistir en superar al propio

15
orden establecido, asumiendo con esto un valor cultural amplio y diverso porque
contiene un aspecto movilizador y de búsqueda del cambio social5.

Para el Partido Comunista Sendero Luminoso (PCP SL) el orden es una


situación transitoria, efímera e histórica; desde él ángulo de la dialéctica es visto
como modo de razonamiento e interpretación de la sociedad, asocia el orden con
la petrificación de las relaciones sociales, especialmente la relación entre clases
dominantes y dominadas. El orden es perecible ante las fuerzas dinámicas y
contradictorias de la sociedad que buscan resolver las relaciones de dominio y,
con ello, las estructuras sociales. En el planteamiento del PCP SL el sentido de
abolición del orden establecido solo es dable en una lucha expresamente dirigida
por el partido para el fin y la supresión del dominio de clases, lo que supone en la
práctica crear exclusiones para crear otro orden llamado “revolucionario”; lo
distintivo de esta concepción senderista del nuevo “orden” es también su carácter
dogmático e inestable, porque se rige según las necesidades de la guerra
revolucionaria, donde el ejercicio de la violencia cumple en la teoría y en la
práctica un papel dinamizador de la historia. No obstante, la justicia como ideal y
como práctica revolucionaria que patentice ese ideal no aparece en el discurso
senderista como una entidad autónoma y movilizadora, sino solo como una
función establecida por la “ideología científica” comunista, la justicia aparece aquí
solo como un medio subordinado, estratégico y táctico por decir lo menos, a los
imperativos superiores de la “revolución”6.

El orden en las sociedades que se hallan fuera del régimen jurídico del
Estado moderno y formal, pueden aparecer a los ojos de los juristas y politólogos
como nichos de caos y desorden, no obstante para la antropología la cuestión del
orden en las sociedades segmentarias y sin estado, donde la ley o incluso la

5
LECHNER, Norbert "Especificando la política". En La conflictiva y nunca acabada construcción del orden
deseado. España. Centro de Investigaciones Sociológicas. 1986. Pp. 1-25.
6
Tratar de descifrar un orden senderista es como situar una fotografía de las olas en movimiento como la
realidad en si misma. Véase también COMISIÓN DE LA VERDAD Y LA RECONCILIACIÓN
NACIONAL (CVR) Informe Final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación Nacional. Tomo II.
Lima. 2003.

16
tradición no existen como elementos hegemonizadores, organizadores y
cohesionadores del poder político, es una cuestión vista a través de dos
dimensiones: la guerra y el intercambio de productos y valores.7 En las sociedades
sin estado y en situación permanente de guerra, la cohesión de los grupos en
clanes y jefaturas ajusta sus necesidades y sus valores en función de mantener y
resguardar sus espacios territoriales con la integridad de sus miembros. En el
caso de sociedades sin estado que sobreviven en función de intercambios y
comercio, la cohesión de los grupos exige también ajustar sus necesidades y
valores a las condiciones en que se puedan dar estos intercambios en situaciones
de paz y estabilidad la mayor parte del tiempo posible. La noción del equilibrio
interno de sus miembros resulta entonces evidente. De ambas formas se derivan
las múltiples y diversas modalidades en que se puede entender la justicia como
prácticas sin mediaciones estatales y enlazadas más por las necesidades
inmediatas de resolver los conflictos dentro de parámetros y reglas establecidas
por la actividad económica y social correspondiente de cada espacio social.8 El
orden aparece entonces como una entidad difusa, variable y compleja de ser
encasillada en un solo esquema y que no traduce necesariamente un orden
político predominante sino una variedad de formas y dominios sociales
compartidos que se cruzan entre sí para garantizarse mutuamente sus propias
soluciones de conflictos y diferencias.

Habíamos dicho que la Seguridad aparece como la búsqueda de


preservación del orden, lo que equivale a decir que todos tienen un lugar
establecido de la estructura social que no los excluye de ningún derecho o
beneficio (la imparcialidad del orden), lo que en última instancia hace predecible la

7
GELLNER, Ernst "La guerra y la violencia" en Antropología Política. Revoluciones en el bosquecillo
sagrado. Gedisa editorial. 1997; CLASTRES, Pierre "La cuestión del Poder en las sociedades primitivas" en
Investigaciones en Antropología Política. Barcelona. Gedisa. 1981.
8
Un estudio de cómo se da la justicia como práctica cultural en las sociedades africanas tribales hasta la
conformación de los estados lo da Max GLUKSMANN Justicia, política y sociedad tribal. Madrid. Akal Ed.
1978.

17
permanencia de sus acciones en la sociedad.9 En las sociedades democráticas y
modernas esta permanencia lo señala la ley, ella es la garantía indispensable del
orden jurídico como el modo indispensable de dominio social y político. Debemos
señalar, sin embargo, que vista la seguridad desde el propio derecho y la
politología no hay razones en sí mismas para justificar esta necesidad jurídica,
política y funcional de las leyes en el mantenimiento del orden, ambas disciplinas
aceptan que por encima de las leyes están los valores que gobiernan y dan
seguridad a una sociedad, las normas son solo las expresiones jurídicas de
aquellos “bienes” que consideran valiosos preservar para la convivencia social, de
allí que las leyes tanto como los valores pueden ir cambiando sus opciones y
elecciones de los bienes sociales a través del tiempo. La realización de la justicia
en las sociedades modernas exige decidir qué valores sociales son protegidos y
merecen “seguridad”.10 Para un análisis antropológico de la justicia estos valores
convertidos en el derecho como “bienes protegidos”, encierran profundos
contenidos culturales que debemos revisar porque a través de ellos se ratifican las
formas predominantes del orden y la justicia. No obstante, también está la
disyuntiva de la justicia en los llamados “casos judiciales límite” que resultan
fundamentales para establecer la congruencia entre lo sostenido en el discurso
oficial del orden y los actos que alteran la convicción de los miembros de una
comunidad sobre el mantenimiento de ciertos bienes y valores, especialmente
cuando se confronta la necesidad de asegurar la protección individual o colectiva
frente a los periodos de inestabilidad y crisis social.11 El espacio de la práctica
política y los medios de comunicación juegan también un papel alternador en la

9
BORJA, Jordi. “Seguridad Ciudadana: Un desafío para las políticas locales en Gobernabilidad y seguridad
sostenible”. Revista Institut Internacional de Governabilitat de Catalunya 9 (De, 25 de febrero 2003:
http://www.iigov.org/seguridad/?p=9_01)
10
Seguridad en el sentido físico que es cuando el acto que origina el miedo se suprime del escenario donde
actuaba, se pone fuera de peligro a la fuente que lo produce y no hay capacidad de producir temor ni
preocupación para quién lo percibe. En Jaume Curbet Una seguridad ilusoria. Barcelona. Institut de Ciències
Politiques i Socials. 2003. pp. 17 -18.
11
Si el miedo físico produce en la sociedad moderna mecanismos que otorgan seguridad psicológica a los
individuos suprimiendo las fuentes de desconfianza, hoy la crisis de esos mecanismos para suprimir esas
fuentes de miedo o su incapacidad para afrontar la emergencia de nuevas fuentes de miedo han alterado la
certidumbre de las personas para creer en la eficacia de los medios tradicionales, conduciéndonos a miedos
sin sentidos y a neurosis de inseguridad lo que produce ansias por la seguridad. La “neurosis de la
inseguridad” y su consecuencia que es el “ansia de la seguridad” son los productos lógicos de las ineficacias
de los mecanismos modernos por dar seguridad. Ibidem p. 19- 21

18
creación de discursos que alteran la convicción de la legitimidad del orden y sus
valores vigentes, haciendo del discurso jurídico un discurso político que enmarca
la actuación de la justicia como valor y como práctica judicial dentro de la esfera
de la seguridad.

La seguridad del PCP SL se enmarca en la necesidad de mantener la


continuidad de la “guerra revolucionaria”. En este contexto, la noción de seguridad
con que SL actúa en los espacios donde ejerce dominio parte por establecer de
modo absoluto y tajante quiénes son sus adversarios reales y potenciales
(principio de exclusión o contrarrevolucionario). La delimitación amigo/enemigo,
asume su definición política más pura en esta contradicción fundamental12. Con
esta lógica extrema la disposición de todos aquellos que no solo luchan contra la
revolución sino de aquellos que no muestran interés por estar de su lado, son
considerados enemigos del partido y del pueblo y merecen ser castigados. En sus
espacios de dominio muchos aspectos de la justicia senderista, especialmente en
los actos de ajusticiamiento, llevan además de hacer justicia y eliminar al “enemigo
interior”, “encubierto” o “traidor” la señal de escarmentar dar una lección para
quiénes amenacen su existencia y su revolución.13 La seguridad se convierte en
este aspecto en un motivo fundamental para reafirmar no solo la continuidad de la
revolución como destrucción de un orden y la formación de uno nuevo excluyendo
a los otros “adversarios” sino también porque asegura la disciplina de acción,
pensamiento y sentimiento de quiénes se hallan en su espacio de dominio. En
este contexto, la justicia del PCP SL asume el valor de la seguridad como una
práctica preventiva contra la traición y la delación, pero también disciplina a sus
miembros y a la población que sojuzga14. No obstante, no es el único modo cómo
el PCP SL asume la seguridad, pues también ofrece medidas no ajusticiadoras
intentando actuar como un recuperador de la tranquilidad social, restringida en
función de establecer la paz y con la distribución de satisfacciones que equilibren

12
SCHMITT, Carl. El concepto de lo "político". México. Folios Ediciones. 1985."
13
CVR. Opúsculo citado..
14
Ibidem. El lenguaje de la “reconstitución del partido”, es decir la eliminación de los tibios e indiferentes en
la lucha armada, lleva la consigna de la seguridad de saber quiénes son los “verdaderos revolucionarios” de
quiénes no lo son, de otro modo la lucha armada no tendría garantía de triunfo.

19
el conflicto al interior de las poblaciones y mantengan el estado permanente de
guerra.

La seguridad en la justicia popular busca preservar una diversidad de


aspectos considerados valiosos por la población, entre las principales tenemos las
necesidades primarias, como la integridad de la vida, la familia y la comunidad. A
estos aspectos se agregan otros que toman forma según el tipo de organización
social que da prioridad a la seguridad de sus propios bienes y valores; por
ejemplo, para la sociedad campesina la defensa de la tierra y de los cultivos
significa proteger sus bienes primarios con significados más allá del solo hecho
material, dadas sus tradiciones y creencias, o también que el cumplimiento de la
cooperación y la reciprocidad se refuerzan con ritos y celebraciones, sirviendo
ambas formas para encaminar de modo satisfactorio procedimientos en la
resolución de conflictos. En los asentamientos poblacionales urbanos la defensa
de las viviendas y los bienes muebles personales aparecen circunscritos también
a las organizaciones de defensa y seguridad local, las redes familiares de
cooperación y reciprocidad en la pequeña industria y el comercio forman redes de
solidaridad y confianzas mutuas que permiten solucionar conflictos de modo
satisfactorio y con una visión de justicia conmutativa. En estas realidades la
prioridad de la seguridad es una constante permanente por ubicar en el espacio de
convivencia la estabilidad de las relaciones y el control mutuo de los pobladores,
constituyen así también medios efectivos de inclusión y exclusión de personas en
el espacio de convivencia, la justicia refuerza en su administración valores
compartidos por la comunidad, afirmando la pertenencia y reforzando la
solidaridad de sus miembros15. Las acciones de la justicia suelen tener en sus
procedimientos una carga mayor de afectividades y sentimientos, cohesionan de
modo más intenso a medida que son menos objetivos en normas y reglas que
privilegian la indagación y dan más peso a la salvaguarda física y cultural de la

15
Puede verse al respecto como los mecanismos de resolución de conflictos refuerzan la integración en
comunidades sin jefaturas centralizadas en Hans Jürgen Brandt Justicia Popular. Nativos y Campesinos.
Lima. CDIJ. 1987. pp. 48 - 54.

20
comunidad frente a cualquier amenaza, lo que visibiliza con nitidez sus
componentes rituales asociados con no pocas dosis de violencia.

Finalmente mencionamos que la Autoridad tiene dos componentes: una es


aquella que la hace representativa, la otra porque ejerce dominio pleno y
coercitivo. La autoridad es legitimada por el poder porque puede ser establecido
arbitrariamente o porque parte de un hecho fundacional significativo del orden
social que la mantiene en la memoria colectiva de modo permanente.16 La
autoridad se yergue porque es una garantía funcional y simbólica del orden y por
que hace visible la seguridad. La definición de autoridad es por tanto un
componente en la formación de la Justicia, tanto como ideal y como práctica
judicial. En esta tesis, la mayor parte del análisis de los casos judiciales observa la
composición integradora de la autoridad como función y como significado en cada
espacio social que analizamos. La autoridad en las sociedades modernas ha
acentuado más el componente funcional en base a su fuerza coercitiva, no ha
disminuido su componente simbólico que es la representación de la soberanía
popular entendida como fuerza legítima que otorgan todos los miembros de una
sociedad a sus representantes ejecutivos, pero el aspecto funcional es más
evidente a medida que se hace menos dependiente de la estructura social de
donde emerge. Las instituciones judiciales tienen esta característica, los jueces
tienden a aparecer menos dependientes de la sociedad y más funcionales a las
instituciones y a las leyes. Su legitimidad se plasma más en saberes funcionales y
técnicos que en el arraigo mismo de la idea de justicia, se han convertido en
conductores y voces de la legalidad y han disminuido su representatividad
ciudadana.17

La autoridad es también una clave de comprensión del tipo de dominio


social que ejercen sobre las sociedades y que aparecen con nitidez tanto en la

16
ARENDT, Hannah "¿Qué es la Autoridad?" En Entre el pasado y el futuro. 8 ejercicios sobre la reflexión
política. Barcelona. Ediciones Península. 1996.
17
PÁSARA, Luis. "Perú. Administración de ¿justicia?" en La Administración de Justicia en América Latina
Consejo Latinoamericano de Derecho y Desarrollo. Lima. 1984. p. 275.

21
justicia formal como en la justicia senderista. La Autoridad tiene aquí dos
componentes: una es la que ejerce dominio pleno coercitivo y es legitimado por el
poder; y la otra, aquella que hace del hecho fundacional del orden social un asunto
político significativo que hay que mantener en la memoria colectiva de modo
permanente.18 Ambos sentidos de autoridad tienen su base en el pensamiento
político moderno porque traducen la representación de utopías por cómo hacer
una sociedad ideal en una sociedad real mediante la razón técnica, social o
institucional por el consenso o la violencia. Ambos legitiman el dominio efectivo
porque representan un tipo de proyecto social que se fundamenta en la
racionalidad moderna. La legitimidad de la autoridad del poder judicial es
analizado en este contexto en relación a estas dos variables: dominio efectivo y su
valor representativo. En el caso de SL se puede ver el peso de estos últimos
componentes con mayor claridad pues se rehúsan a petrificarse en instituciones.
La autoridad que ejercen es esencialmente coercitiva por el poder de las armas y
violenta dada la ideología que la conduce, separada totalmente de los
requerimientos de la población, además es funcional con la violencia misma de la
realidad social en donde se conduce y practica sus decisiones, si la población se
somete a ellos, hasta cierto punto es por estos últimos factores. Les da seguridad
y alguna autoridad para resolver sus conflictos en un medio convulsionado por la
violencia de otros poderes armados.

La autoridad en la justicia popular aparece en cambio de un modo más


ambiguo y difuso por varios motivos. Primero, porque la justicia no es
necesariamente una administración formalizada, esto varía según los grados de
organización social; segundo, si la justicia es una práctica organizada no es
tampoco una práctica autónoma y especializada del resto de actividades sociales;
tercero, la justicia no es siempre una actividad que busca propiamente la
indagación como fin supremo sino la restitución de la tranquilidad y la seguridad

18
ARENDT, Hannah. Opúsculo citado. pp. 101-153. En el caso peruano la configuración del sentido de
autoridad contiene estas variables pero también otras vertientes fundada en las tradiciones no modernas, véase
desde el campo antropológico Juan Ansión, Alejandro Diez y Luis Mujica (editores) Autoridad en Espacios
Locales. Una mirada desde la antropología. Lima. PUCP fondo editorial. 2000. pp. 9-24.

22
obviando muchas veces el sentido de responsabilidad probatoria; cuarto, porque
en sus componentes procedimentales no reafirman necesariamente un dominio
social claro y hegemónico sino solo buscan el mantenimiento de la situación previa
a la desestabilización de un acontecimiento. Muchos componentes de realización
de la justicia popular contienen por esto lógicas distintas a la probación
indagatoria, suprimen por esto al tercero participante en un conflicto de a dos.19 La
autoridad de la justicia popular en este sentido no es necesariamente un tópico de
análisis claro y definitorio del tipo de dominio social existente, sin embargo su
ausencia, especialmente en los ajusticiamientos en plaza pública, y que son
tratados en los medios de comunicación, si bien nos dicen mucho sobre el papel
restitutivo de la justicia nos dicen menos sobre la autoridad de los mismos.

Los casos presentados en cada modalidad de hacer justicia en las tres


prácticas son esencialmente de índole “penal”.20 La virtud de los casos penales es
que ellas señalan como la justicia distributiva, dar a cada quién lo que le
corresponde en el contexto donde se produce, hace más clara y notoria la relación
entre la esfera pública y privada o la relación entre sociedad e individuo o
autoridad y miembro de la sociedad, es decir, ubica a los individuos y sus acciones
dentro de los sentidos racionales del orden, la seguridad y la autoridad haciendo
evidente como se desenvuelven sus acciones dentro de cada lógica del dominio
social: en el poder judicial, los casos Huayanay y Uchuraccay nos muestran
campesinos que actúan al margen de la ley haciendo justicia y son juzgados luego
por la ley; en el caso la Cantuta, los paramilitares que actúan al margen de la ley
desde el Estado y justifican sus acciones como justas son juzgados luego por la
ley y el poder judicial. En estos tres aspectos los casos son representativos del
poder judicial no solo porque este debe administrar justicia para recuperar el
orden, la seguridad jurídica y afirmar su propio sentido de autoridad en base a un
orden legal sino que debe confrontar en los procesos judiciales sus propios

19
Sobre estos debates Michel Foucault "sobre la Justicia Popular" en Microfísica del Poder. Ediciones La
Piqueta. pp. 69-71.
20
Entendemos lo penal como capacidad de administrar justicia desde un poder coercitivo sea desde la fuente
del derecho legal, tradicional o de usos y costumbres. No obstante vale la pena indicar que incorpora también
aspectos rituales que iremos señalando en lo posible en los casos expuestos.

23
fundamentos políticos e ideológicos que dan sentido a su existencia desde su
fundación como República en esas tres esferas de dominio desde donde actúa,
especialmente por el reclamo de opiniones e ideologías que cuestionan esos
fundamentos de dominio. En este contexto de erosión del dominio estatal
avanzamos a presentar una variedad de situaciones y casos de administración de
justicia del PCP SL en la zona del Alto Huallaga en el departamento de San Martín
en la provincia de Tocache porque una vez erradicado el Estado y su orden,
seguridad y autoridad, éste lo reemplaza y nos muestra en su administración de
los pleitos y conflictos en esta región y con una población atravesada por la
violencia social y política como se canalizan prácticas judiciales que no solo
buscan resolver esos conflictos sino que se corresponden a la vez con una
ideología distinta del orden, la seguridad y la autoridad con fundamentos
ideológicos y políticos propios que legitiman otro modo de dominio. Los casos de
ajusticiamiento en plaza o linchamientos vistos desde un medio de comunicación
que es el diario Ojo, son representativos de un modo entre tantos de resolver el
problema de la inseguridad, más que el orden y la autoridad misma, porque están
vinculadas al problema de cómo la justicia se desborda de todo poder político e
ideológico organizado y cómo son presentados desde el diario Ojo bajo un mismo
formato de noticia, donde la constante de la inseguridad, el miedo y la violencia se
hacen presentes no solo para dar un contenido fijo y hasta sesgado de la realidad
de las poblaciones que lo ejercen, sino porque en esta traducción noticiosa se
anudan los valores y necesidades que la sociedad “formal” o dentro del estado
requiere para construir una imagen propia de las limitaciones de la justicia formal.
En este contexto los casos presentados en la justicia popular mediante un diario
contienen la desventaja de sesgar el universo cultural particular de la población
que lo realiza pero tiene en cambio la ventaja de articular necesidades y valores
culturales y judiciales de esa misma población excluida de los servicios del estado
con el resto de la población que los observa y lee, creando un universo fluido de
comunicación entre sociedad formal y sociedad informal, del cuál sacamos este
último aspecto, más que el hecho de conocer solo como se hace justicia popular y
entender como la justicia es también un aspecto del dominio social sin Estado.

24
1.2 Estado de la cuestión: antecedentes y balance bibliográfico

Sobre la justicia no hay estudios que hayan concentrado propiamente la


importancia de la Justicia como impulsor constructivo de una comunidad social y
política, más aún, nacional. Si hay, en cambio, estudios que han concentrado su
interés por mostrar los lastres del pasado en la configuración actual de la sociedad
peruana desde pasados que aunque no se llaman injustos podríamos decir, en el
lenguaje sociológico, son procesos “arcaizantes”.21 Conceptos como herencia
colonial y crisis del régimen oligárquico han servido como puntos de partida para
plantear a pesar de la cantidad de instituciones fundadas en concepciones
democráticas del "nuevo " pacto social, el carácter contradictorio de nociones
fundamentales de la democracia moderna como son el Orden, la Seguridad y la
Autoridad22.

La literatura asociada con la crisis judicial institucional estatal - aparato de


control a partir de un consenso doctrinal – tiene especialmente las caracteristicas
señaladas arriba. La crítica que se hace al poder judicial y sus reformas se
asocian especialmente en la relación contradictoria con un poder político y social
que intenta encaminarla hacia una supuesta “perfección” institucional reforzando a
su vez sus rasgos arcaizantes. Desde tempranas épocas esto fue patente de
corso para las reformas judiciales. El más antiguo argumento al parecer es el de
Ramón Gutiérrez, Abusos y reformas del poder judicial en todos sus grados, que
se hace en la segunda mitad del siglo XIX, seguido de otros como el de Luis
Felipe Paz Soldán, La Administración de Justicia en el Perú; Ricardo Bustamante
Cisneros, Independencia y Reforma del Poder Judicial; Roberto Garmendia,
Reformas en el Poder Judicial; y, Washington Durán Abarca, Bases para la
Reforma de la Función Judicial.23 Lo curioso es que son acotaciones, agregados y

21
Un proceso “arcaizante” es la combinación de elementos desiguales y contradictorios que contribuyen a
mantener la exclusión y la discriminación como rasgos predominantes en una sociedad.
22
El más importante y el único que citaré es el clásico de Julio Cotler: Estado; Clases y Nación (varias
ediciones) estudio resumido mejor en Democracia e Integración Nacional. IEP. Lima. 1980.
23
GUTIÉRREZ, Ramón. Abusos y reformas del poder judicial en todos sus grados. Lima. Imp. universo,
1889. Conjunto de artículos compilados en La Gaceta Judicial. Lima. 1861.

25
comentarios a una tradición jurídica muy antigua en el Perú y del cuál son los
propios magistrados sus principales impulsores. El estudio de El Poder Judicial y
las Memorias de un Juez de Domingo García Rada24 representan mejor las raíces
de cómo la lógica fundacional de la República, que arranca antes de nuestra
independencia y que pesa en su actual configuración pesan aún en ciertas
concepciones políticas y jurídicas del país. Lo importante en ese contexto es que
señala una tendencia cultural propia de una lógica de carácter moderno en
continua tensión con elementos tradicionales y arcaicos y que como dicen los
propios magistrados, aunque son anti-jurídicos o no modernos se acomodan muy
bien a nuestras instituciones. Esta tendencia autocrítica, pese a ser institucional,
ha sufrido las mayores críticas desde ámbitos exteriores a la institución judicial. En
ellos se esconden motivos que valdría la pena profundizar.

Un hito jurídico, judicial y político en la propia comunidad de magistrados


fue la V Conferencia de Derecho y Desarrollo en San José de Costa Rica de
agosto de 1980, organizado por el Consejo Latinoamericano de Derecho y
Desarrollo,25 de cuyas disertaciones se deduce precisamente una atmósfera a
favor de los cambios institucionales y políticos que afectaban la estructura y
cultura judicial. Los principales abanderados de esta tendencia reformista son tan
variados como contradictorios en sus propuestas. Luis Pásara en Jueces Justicia y
Poder en el Perú y "Perú. Administración de ¿Justicia?", o también Teresa Ciudad
y Alonso Zarzar, con "El Juez Peruano en el banquillo"26, forman parte de una
corriente que emergió desde los años 1950 y 1960, llegando a calificar la realidad

PAZ SOLDÁN, Luis Felipe. La Administración de Justicia en el Perú. Lima. 1925; BUSTAMANTE
CISNEROS, Ricardo. Independencia y Reforma del Poder Judicial. Lima. 1959 (discurso); GARMENDIA,
Roberto. Reformas en el Poder Judicial. Lima. 1969 (discurso); DURÁN ABARCA, Washington. Bases para
la Reforma de la Función Judicial.
24
GARCÍA RADA, Domingo. El Poder Judicial y Memorias de un Juez. Lima. 1943 y 1978
respectivamente.
25
CONSEJO LATINOAMERICANO DE DERECHO Y DESARROLLO La Administración de Justicia en
América Latina. V Conferencia de Derecho y Desarrollo en San José de Costa Rica en agosto de 1980. Lima.
1984.
26
PÁSARA, Luis. Jueces Justicia y Poder en el Perú. Lima. CEDYS. 1982 y "Perú. Administración de
¿Justicia?", junto a Teresa Ciudad y Alonso Zarzar en "El Juez Peruano en el banquillo" aparecen en el libro
del Consejo Latinoamericano de Derecho y Desarrollo, titulado La Administración de Justicia en América
Latina. V Conferencia de Derecho y Desarrollo en San José de Costa Rica en agosto de 1980. Lima. 1984.

26
jurídica de "conservadora" frente a las realidades socio-económicas y culturales de
las sociedades latinoamericanas, tendencia que se ha mantenido por ejemplo en
el libro de Marcial Rubio Correa.27

Entre ambas tendencias, hay una misma consideración sobre el papel de la


cultura política y la justicia en la construcción institucional del Estado y la
sociedad, donde el modelo de la separación de poderes es esencial y con ella la
imparcialidad de criterio. Se cuestionó por eso el carácter negativo de las prácticas
judiciales institucionales que el nuevo modelo político, emergente especialmente
en la década de 1980, no cumplieran con su promesa refundacional y
antioligárquico. Esta crítica fundamental, que pronto tomó cuerpo en otros
espacios y propuestas que abarcaban desde la naturaleza misma de la justicia,
sus hábitos y mecanismos institucionales hasta señalar sus inevitables
consecuencias en la formación de prácticas judiciales informales, fueron
procesados por diversos estudios, uno de ellos fue el de Hans Jürgen Brandt, En
Nombre de la Paz Comunal. Un Análisis de la Justicia de Paz en el Perú28 que
partiendo desde las críticas hechas al poder judicial en la década de 1980,
proyectó una imagen distinta de los jueces de base del Estado (los jueces de paz
no letrados), al mostrar que abrigaban prácticas judiciales y con ideas de la justicia
propias de la población, opinión que profundizaba un anterior trabajo Justicia
Popular. Nativos y Campesinos, donde resaltaba el carácter comunal y poco
conflictivo de los intereses individuales con los intereses de la sociedad y donde
esta justicia estaba muchas veces en conflicto con el poder judicial.29 La ONG
DESCO, si bien anticipó estos resultados en la década de 1970 con varios
estudios tales como Costos en la administración de justicia. Estudio por convenio
de la reforma judicial. (1976); Justicia fuera del aparato formal (1977); Cambios en
la administración de justicia. 1968-1975. (1976); Procesamiento Jurídico de

27
RUBIO CORREA, Marcial. Quítate la Venda para mirarme mejor. La reforma judicial en el Perú. Lima.
DESCO. 1999. DESCO es una institución clave en el avance de esta crítica frontal al Sistema Judicial, la
ONG (Organismo No Gubernamental) para Estudios Sociales y de Desarrollo, nacida en esas décadas ha
jugado además un rol de crítico activo desde la sociedad civil.
28
BRANDT, Han Jürgen En Nombre de la Paz Comunal. Un Análisis de la Justicia de Paz en el Perú. Lima.
1990
29
BRANDT, Hans J. Justicia Popular. Nativos y Campesinos. Lima. CEIJ. 1987.

27
Conflictos Sociales. (mimeo, s/f), tuvieron la enorme desventaja de mantener estos
resultados reservados y prácticamente desconocidos para la sociedad civil.30 Un
texto de referencia al respecto lo constituye también el de Ana Teresa Revilla y
Jorge Price La administración de justicia en el Perú (1992), donde analiza las
prácticas informales de la población y su relación con el Estado, enfatizando la
imbricación existente de ambas prácticas judiciales (formal e informal) con el modo
de ejercer el poder en el Perú.31

Otros textos han remarcado con indicadores económicos - sociales y la


creciente criminalidad en cantidad y calidad procesados en el Poder Judicial desde
1960, la deficiencia de los medios judiciales estatales para procesar
transgresiones y acordar daños y reparaciones. El carácter de escaso dominio
social o, en todo caso, la incapacidad de una clase social “dominante” post-
oligárquica para hacerlos eficaz y eficientemente lleva a plantear que la ineficacia
del Poder Judicial no es solo un problema de medios sino de clases sociales. El
producto final de estas incapacidades es la creciente inseguridad de la sociedad
peruana y los síntomas de agotamiento del marco jurídico legal que ha debido
recurrir a mecanismos más represivos de control, se deben finalmente a esa
ausencia del soporte tradicional oligárquico que no ha podido ser reemplazada
satisfactoriamente por las nuevas clases ascendentes.32

Otra propuesta establece que más allá de la ineficacia, los altos costos, la
falta de acceso y la corrupción en la administración de justicia en el Perú, esta
situación se debe también al agotamiento de las tradicionales oligarquías, las
acciones extralegales e ilegales que poseían, especialmente el poder local y sus
intermediarios (gamonales, mistis y comunidades campesinas) hicieron emerger

30
Similar situación son los estudios de CEDYS a cargo de Luis Pasara sobre La Justicia de Paz No letrada,
diagnóstico elaborado en 1979 (no publicado)
31
REVILLA, Ana Teresa y Jorge PRICE La administración informal de justicia en el Perú. Posibilidades de
integración. Lima. Fundación Manuel J. Bustamante de la Fuente. 1992.
32
CHÁVEZ DE PAZ, Dennis Indicadores De Desarrollo Socio Económico y Criminalidad En El Perú. Tesis
para optar el Grado de Doctor en Sociología. Facultad de CCSS. UNMSM. 1995. En una propuesta similar,
aunque mediada esta vez por el fenómeno de la globalización ha sido señalada por el jurista Santos Antonio
Silva Sernaqué en Control Social Neoliberalismo y Derecho Penal. Lima. UNMSM. 2002.

28
las inequívocas señales de ese agotamiento con el desprestigio de las autoridades
que no pudieron canalizar ese vacío de poder de modo satisfactorio. Los trabajos
de Luis Pásara muestran estas incapacidades y viabilidades institucionales en el
marco social vigente, planteando finalmente la naturaleza desigual y excluyente de
la Justicia en el Perú33 y proponiendo a contracorriente de todo el establishment
político e intelectual que la Justicia antes que propiedad política de un grupo era
un producto social y cultural de la población a la que debía devolvérsele esta
potestad con la disolución formal del Poder Judicial34.

Desde aquella oportunidad quedó claro dentro de todos los diagnósticos y


las eventuales soluciones sobre la naturaleza de la administración de Justicia y
sus prácticas judiciales formales e informales, que el tema de la justicia es un
problema que atañe a las desigualdades y las exclusiones persistentes en
nuestras sociedades.35 La hipótesis del colapso del orden oligárquico y el
agotamiento de sus mecanismos institucionales plantearon en ese entonces la
necesidad de un nuevo pacto social y con ello la instauración de una nueva
institucionalidad judicial.36

33
PÁSARA, Luis. Jueces Justicia y Poder en el Perú. Lima. CEDYS. 1982 y "Perú. Administración de
¿Justicia?" en Consejo Latinoamericano de Derecho y Desarrollo La Administración de Justicia en América
Latina. Lima. 1984; Reforma Agraria, derecho y conflicto. Lima. IEP. 1978, jueces justicia y poder en el
Perú. 1982, derecho y sociedad. Lima. Edit. Virrey. 1988
34
PASARA, Luis. "Perú. Administración de ¿Justicia?" en Consejo Latinoamericano de Derecho y Desarrollo
La Administración de Justicia en América Latina. Lima. 1984. Actualmente se continúa con esta tendencia de
análisis en los siguientes autores: Linn Hammergen Quince Años De Reforma Judicial En América Latina:
Dónde Estamos Y Por Qué No hemos progresado en www.oas.org/jurídico/spanish/adjusti.htm; Juan Vargas
Viancos Las reformas judiciales en América Latina en //geocities.com/alertanet2/f3-jvargas.htm
35
Señalados desde la década de 1970 en DESCO Costos en la administración de justicia. Estudio por
convenio de la reforma judicial. Lima. 1976 Justicia fuera del aparato formal, Lima. 1977; Cambios en la
administración de justicia. 1968-1975. Lima. 1976; Procesamiento Jurídico de Conflictos Sociales. Lima s/f
(mimeo); Diego García Sayán "Vuelva Usted mañana. Mito y realidad de la Administración de Justicia" en
Revista Quehacer 1. Lima Desco. 1979; Iván Jara y Martín Carrillo "Poder Judicial: Faustos y Miserias" en
revista Quehacer 40, Abril - mayo 1986; Alberto Bustamante Belaunde Justicia Alternativa. Lima. Instituto
de Economía y Libre Mercado Lima, 1993. Ricardo León Pastor Diagnóstico de la Cultura Judicial Peruana.
Lima. Academia de la Magistratura. 1996.
36
Análisis acabados al respecto Julio Cotler Democracia e Integración Nacional. Lima. IEP. 1980. Para el
caso judicial Teresa Ciudad y Alonso Zarzar "El Juez Peruano en el banquillo" en Consejo Latinoamericano
de Derecho y Desarrollo La Administración de Justicia en América Latina. V Conferencia de Derecho y
Desarrollo en San José de Costa Rica en agosto de 1980. Lima. 1984; Ramón Ramirez Erazo Justicia y
Política. Lima. Empresa Editora Latina s.a. 1985.

29
Los estudios que se han concentrado sobre las formas del poder judicial
como expresión de Justicia no son muchos. Existe una tendencia que se ha
preocupado por marcar el carácter institucional de la justicia, por conocer mejor los
hábitos, prácticas y sentimientos que envuelven a la institución judicial estatal. El
Gobierno Revolucionario de las FFFAA y sus ideas reformistas en la década de
1970 probaron, por ejemplo, que las reformas judiciales eran, al menos en la
retórica, un medio usable del poder político para dominarla, la garantía ideológica
de prometer un orden justo a largo plazo. Bajo esa consideración auspició
conocerlo todo lo que concernía a la justicia formal e informal.37

En la década de 1990, esta tendencia se reforzó con el fujimorismo. El


modo de administrar justicia eficaz y eficientemente, se hizo más evidente en la
idea de que reformar el poder judicial mejoraría la justicia en el país, y esta se hizo
a través de una comisión de reforma desde 1996. Si bien sus resultados más
aparentes se pueden ver mejor en esta década en documentos de escasa
circulación, tales como los publicados por el Poder Judicial: Seminario: Gestión
Administrativa. Soporte de la función Jurisdiccional. Recopilación de Exposiciones.
(1999); Evaluación y Perspectivas de Desarrollo (1998); Mensajes Perspectivas
para el Tercer Milenio. (1998); Seminario: Gestión Administrativa. Soporte de la
Función Jurisdiccional. (1999); Seminario: Gestión Administrativa, soporte de la
Función jurisdiccional. Recopilación de exposiciones. (1999), la realidad es que
solo traducen las intenciones de subordinación hacia el poder político.

Un aspecto desarrollado por las investigaciones sobre justicia popular


destaca las distancias y contradicciones entre una cultura oficial formal y una
sociedad real. Hoy hasta el poder judicial y las ciencias jurídicas aceptan estas
apreciaciones e incorporan, en un continuo proceso de renovación y adecuación

37
Varios ejemplos abonan en esta tesis: los estudios por convenio del Estado con el Centro de Estudios para
el Desarrollo (DESCO), Centro de Estudios de Derecho y Sociedad (CEDYS), convenios de Capacitación
Judicial con la UNMSM y la Pontifica Universidad Católica, a los que seguiría luego en las décadas de 1980
la Escuela Superior de Administración de Empresas (ESAN) y con diversas ONGs como La Comisión
Andina De Juristas (CAJ), el Instituto de Defensa Legal (IDL) y hoy en día con Pro-Justicia entre otros, tocan
diferentes temas institucionales además de la justicia de paz no letrada, los derechos humanos y los
mecanismos conciliadores, usados en otros contextos por sectores de la sociedad organizada.

30
de sus reglamentos, jurisdicciones y estructuras de funcionamientos institucionales
y legales, los conocimientos y experiencias de las diversas voces de la sociedad,
especialmente las demandas de los usuarios.

La propia Constitución Política de 1993 reconoce aparentemente este


derecho (art. 149), hoy existe el derecho de la población en administrar su propia
justicia en casos de menor cuantía. Pero la cuestión judicial como una dimensión
que en sí misma obtiene capacidad movilizadora y legitimadora no es un tema
discutido a fondo. Algunas ONGs como DESCO con sus estudios como Justicia
fuera del aparato formal y CEDYS con La justicia de paz no Letrada (ambos no
publicados), pasando por Hans.J. Brandt y su Justicia Popular. Nativos y
Campesinos; y En Nombre de la Paz Comunal; hasta estudios como el de Antonio
Peña Jumpa como Justicia comunal en los Andes. El caso de Calahuyo. (1998) y
de Raquel Yrigoyen con Rondas campesinas y desafíos del pluralismo legal en el
Perú38 han proclamado esa natural inclinación de lo que Alberto Binder ha llamado
"la lucha por la legalidad en una sociedad desigual"39. La tesis subyacente en
estos estudios, a diferencia de los estudios de sociología y antropología jurídicas,
tienen sin embargo una cualidad distintiva y es ver como la población hace de una
práctica judicial una proyección de servicio eficiente como traducción efectiva del
dominio y control social en oposición al Estado. Esta situación hace que el
concepto de justicia tenga un sentido expresamente político y abre un espacio
propio de construcción del poder desde abajo. Lo que suele convertirse en el
ámbito forense y sociológico en un problema de peritos y técnicos por regular las
transgresiones, aquí se convierte en un derecho político por el que vale la pena
movilizarse.40

38
DESCO justicia fuera del aparato formal. Lima. 1977; CEDYS La justicia de paz no Letrada. Lima. 1979
(ambos no publicados); BRANDT, H.J. Justicia Popular. Nativos y Campesinos; y En Nombre de la Paz
Comunal. Un Análisis de la Justicia de Paz en el Perú. Lima. 1990; PEÑA JUMPA, Antonio Justicia
comunal en los Andes. El caso de Calahuyo. Lima. PUCP.1998; YRIGOYEN, Raquel Rondas campesinas y
desafíos del pluralismo legal en el Perú en www.derechoysociedad.org/yrigoyen-rc.htm
39
BINDER, Alberto M. Entre La Democracia Y La Exclusión: La Lucha Por La Legalidad En Una Sociedad
Desigual Publicado en la serie de Fichas para el trabajo universitario. Ediciones del INECIP. Buenos Aires:
Argentina. Abril del 2001. En http://geocities.com/alertanet2/f3-Abinder.htm
40
Las críticas más agudas entre la relación de dominio explícito en el ámbito legal y judicial; Ivan Jara y
Martín Carrillo "Poder Judicial: Faustos y Miserias" en revista Quehacer 40, Abril - mayo 1986 pp. 56-67.

31
Los estudios etnográficos han contribuido con sus primeros acercamientos
por abordar la problemática judicial desde fuera del sistema legal como un modo
de reconocimiento de las experiencias judiciales que constituyen órdenes
alternativos y justos.Toman para este propósito varios puntos de análisis: justicia
de paz, resolución de conflictos, seguridad y violencia cotidiana. Sus conclusiones
al respecto son decisivas para la comprensión de los mecanismos que ha
empleado la población cuando han sentido que el Estado y sus servicios de
justicia no llenaban sus expectativas41. Lo que a estas alturas aparece ya como
una diferenciación natural entre lo que es el aparato judicial estatal y la justicia no
estatal, y sus contradicciones entre ambas esferas, se convierte entonces en una
expresión de la compleja diversidad proponiendo la revisión de sus mecanismos
para hacer del Estado una construcción igualitaria e inclusiva. Estudios de este
tipo se hallan reflejados por ejemplo en los estudios de sobre los juzgados de paz
de David Lovaton Palacios y Luis Puentes del Barrio.42

Para hacerlo se ha creado incluso un campo especializado de estudios


llamado antropología jurídica, entre los que destacan el de Ana María Vidal y el de
Ana María Tamayo Flores sobre la ley en los Andes,43 los estudios de Antonio
Peña Jumpa y Oswaldo Torres han incorporado también el análisis de lo judicial al
campo más concéntrico de la antropología social.

Antonio Peña estudió para una tesis la justicia impartida en la comunidad


campesina de Calahuyo en Huancané (Puno).44 En sus conclusiones afirma que la

También Diego García Sayán "Vuelva Usted mañana. Mito y realidad de la Administración de Justicia" en
Revista Quehacer 1. Lima Desco. 1979.
41
BUSTAMANTE BELAUNDE, Alberto. Opúsculo citado. pp. 58-60.
42
LOVATÓN PALACIOS, David y Otros. Justicia de Paz. El otro Poder Judicial. Lima. Instituto de
Defensa Legal. 1999; FUENTES DEL BARRIO, Luis. Juzgados de Paz en la Costa Norte del Perú. Lima.
Diaconía para la Justicia y la Paz. Arzobispado de Piura y tumbes. Centro de Estudios y Publicaciones. 1997.
43
VIDAL, Ana María "Derecho Oficial y Derecho Campesino en el Mundo Andino". En R. Stevenhagen
(Comp): Entre la Ley y la Costumbre. El Derecho Consuetudinario en América Latina. México. Instituto
Indigenista; y TAMAYO FLORES, Ana María. Derecho en los Andes. Un estudio de Antropología Jurídica.
Lima. CEPAR. 1992
44
PEÑA JUMPA, Antonio. Justicia Comunal en los Andes. El caso de Calahuyo. PUCP. Fondo Editorial.
Lima. 1998.

32
síntesis existente entre un derecho y un orden jurídico comunal que se estructura
a partir de la organización familiar y comunal misma, genera el espacio judicial y
jurisdiccional propio para esa sociedad local. Los elementos que dan la
particularidad propia y diferenciada a esta comunidad frente a una justicia estatal
le presta el soporte indispensable al orden local.45 En cambio Oswaldo Torres
(1995), diferencia las prácticas culturales judiciales oficiales y no oficiales
investigando a las comunidades campesinas de Huayanay, Huandunga y Retama
en Junín concluyendo que existe una identidad consuetudinaria prehispánica
(inca) que resaltan las diferentes valoraciones entre esta justicia y los
considerados por el poder judicial, induciendo a la población a tenerlos como
referentes más confiables de las prácticas locales de justicia frente a las
insuficiencias y la corrupción del Estado y frente a la pobreza de la sociedad local.
Se reafirma así la tesis del Perú formal y el Perú real

La existencia de sistemas de derecho consuetudinario y de justicia paralela


son expresiones de este desfase entre el Estado y varios sectores de la
sociedad46

Algunos problemas de comprensión surgen, sin embargo, a través de las


prácticas judiciales que emergen de estos enfoques.

La primera tiene que ver con la tesis del desfase entre Estado y sociedad.
Desde las tesis emblemáticas de Brandt, Revilla y Price hasta las del propio
Hernando De Soto (2000), han supuesto que en estos mecanismos alternativos de
justicia las determinaciones culturales de la población, especialmente si están al
margen del Estado, es el patrón que domina la lógica del desfase entre Estado y
Sociedad, la solución lógica a este divorcio sería acercar o crear puentes de
comunicación jurídicos válidos para la población y para el Estado y se asuman las
experiencias populares. No se ha mostrado a cabalidad en cambio que las

45
Ibídem pp. 315-316
46
TORRES R., Oswaldo. Justicia Andina. Hacia una Antropología Jurídica. Lima. CONCYTEC. 1995. pp
169-171. Tomado originalmente de Hans J. Brandt.

33
poblaciones pueden conocer y hasta utilizar tantos medios jurídicos informales y
formales para la resolución de sus conflictos sin comprometerse necesariamente a
cumplir sus leyes y sentirse representados por ellas. Tampoco puede aceptarse
necesariamente que toda experiencia jurídica y judicial popular es parte del
bagaje cultural que el Estado puede aceptar.47

Otra limitación o problema de las interpretaciones sobre las culturas


jurídicas divorciadas de la cultura legal, tiene que ver con la idea, por lo menos
esbozadas desde la antropología y la sociología jurídicas, que la comprensión de
la cultura judicial y por tanto de la justicia local puede darse a partir desde ese solo
espacio, dejando a un lado el hecho que muchos cambios habidos en la sociedad
peruana y aún mundial han influido decisivamente sobre las culturas jurídicas y
judiciales locales o populares. La interpretación de que a más subordinación e
ignorancia de una cultura local y tradicional frente a la oficial, refuerza el dominio,
48 es una conclusión que si bien se ha hecho cada vez más fuerte con las
interpretaciones culturalistas estas deberían ser revisadas en sus propias ratios.

Lo que tendríamos que ver en esta dicotomía de lo formal/informal;


nacional/local; estatal/popular, etc. son otros aspectos menos gratos que cruzan
el escenario de la justicia que nos remitan por ejemplo a analizar como las
expresiones de violencia que se nos presentan como justicia son más bien hechos
que el Estado debe entender para preservar su propia justicia. Tantos los
“ajusticiamientos” violentos de los “juicios populares” de las poblaciones
“excluidas” y que realizó el propio SL deben ser incorporados en la nómina de
estudio de modos de cómo se realiza la “justicia popular” en vez de acuñarse los
ribetes de “acciones injustas”, “acciones irracionales” o “acciones épicas”. Con el
criterio antropológico de estudiar las conductas sociales de los sujetos y de los
colectivos locales en su propio contexto encontramos que el escenario está

47
REVILLA, Ana Teresa y Jorge PRICE. La Administración de Justicia Informal. Posibilidades de
Integración. Lima. 1992. pp. 281, 285-286, 306-307.
48
Véase especialmente la disertación de Carlos Iván Degregori "Perú: Identidad, Nación y Diversidad
Cultural" en María Heise (Compilación y edición). Interculturalidad. Creación de un concepto y desarrollo de
una actitud". Ministerio de Educación. Lima. 2001. pp. 88-96.

34
atravesado además de profundos conflictos transterritoriales, la justicia popular
como expresión de una localidad tendría un motivo más para ser incorporada
dentro de una investigación más amplia sobre la justicia en un escenario nacional
y global.

Un desafío nuevo ha sido planteado con la violencia política de las últimas


décadas, especialmente de los Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA)
y del Partido Comunista Sendero Luminoso (PCP SL). La idea de que la crisis del
sistema judicial, y la Justicia como su horizonte social, era más expresión de un
orden y una forma de construir el Orden y la Seguridad como fuentes primordiales
de la Autoridad moderna del Estado republicano y que caló hondo en el
pensamiento social y político del siglo XX, se fue diluyendo a través de la violencia
de estas décadas. La existencia de muchos órdenes y subórdenes que no
compartían los beneficios de la modernidad y con él la existencia de un Estado,
incapaz y sin medios para impartir bienes, beneficios, daños, reparaciones y
responsabilidades, creó condiciones más bien para hacer de la violencia social un
magma ideológico organizado contra el viejo régimen. Esta posición, sin embargo,
no significaba relegar la violencia estatal en los escenarios locales sino lo
reubicaba como un sujeto en competencia con otros poderes políticos y armados a
los cuáles había que vencer. Esto presupone dos cuestiones metodológicas para
entender la acción política que imparte justicia: primero, considerar el verdadero
interés del grupo paraestatal para involucrarse en áreas problemáticas de la
sociedad; y segundo, observar de qué forma ese interés traduce su capacidad
para crear desde su lógica de aparato coercitivo el indispensable "dominio social"
frente a las “otras” formas de hacer el orden. El MRTA y el PCP SL han sido en
este contexto las expresiones más acabadas por crear situaciones de
empoderamiento paraestatal enfrentándose para ello además con otros
competidores violentos (narcotráfico, paramilitares y justicias en plaza pública de
la propia población y el propio Estado). A la luz del Informe final de la Comisión de
la Verdad y la Reconciliación, (agosto del 2003) se puso en evidencia la

35
incapacidad del Estado para dominar efectivamente su espacio social y geográfico
y cuestionó su presencia al agudizar más la violencia de los grupos armados.49

La justicia y sus prácticas judiciales en escenarios de competencia y


violencia derivadas de luchas ideológicas y sociales tanto del Estado como de los
grupos paramilitares y los subversivos no son aún tema de exploración a
profundidad, algunos relatos de Ponciano Del Pino, José Coronel y Carlos Iván
Degregori (1996) nos daban el escenario para entender la lógica reproductora de
hechos y significados donde dominaban SL y el ejército,50 pero son los actores
mismos los que nos han dado sin embargo más luces para vislumbrar en su
magnitud los nuevos significados de la violencia, y con ello, de formas poco
pensadas de hacer de la violencia el medio constitutivo de la justicia.51

Planteada entonces la crisis de la Justicia como idea en la sociedad


peruana por sus rasgos desiguales y excluyentes podremos entender a través de
ellas como los conceptos de orden, seguridad y autoridad construyen escenarios
sociales y políticos nuevos que se expresen a través de las prácticas judiciales.
Ello nos exige replantear la visión de la justicia más que como un dominio social
efectivo, como un horizonte social doctrinal y utópico, una apuesta por ver dónde
y cómo se hace diariamente justicia visibilizandolo a través de sus mecanismos
judiciales.

49
CVR Informe Final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación. Lima. 2003. Véase los volúmenes IV,
V, VI y VII.
50
DEGREGORI, Carlos Iván Las Rondas Campesinas y la Derrota de Sendero Luminoso. Lima. IEP. 1996.
51
Las poblaciones dominadas por el narcotráfico en el Alto Huallaga son un tema completo de estudio por de
la Defensoría Del Pueblo Las múltiples caras de la violencia política y sus desafíos a los derechos
humanos. El caso de Huánuco. Programa de protección a poblaciones afectadas por la Violencia.
PPAV (De, 07 de febrero 2003 :
www.defensoria.gob.pe/pppav/Violencia%20Politica%20en%20Huanuco.pdf) Y en esta tesis también.

36
1.3. Metodología y fuentes utilizadas

Vista la justicia desde tres prácticas judiciales distintas circunscribimos los


conceptos de orden, seguridad y autoridad según su contexto social. Para
desarrollarlas dividimos la tesis en tres partes con diferentes metodologías de
trabajo cada uno y donde el uso fuentes escritas, orales y visuales nos
proporcionaran un análisis de la justicia como práctica social.

Para el análisis de la justicia formal nos remitimos a tres casos judiciales


que se hicieron públicos en su oportunidad y que fueron presentados en libros,
tesis, revistas, periódicos, detallándose por un lado sus procedimientos
judicialmente y conociéndose por otro los testimonios de sus actores en el
proceso. El abordaje en este sentido responde a un criterio descriptivo de los
hechos judiciales, la manera como se presentaban los personajes y los
argumentos que sustentaban la acusación y la defensa, los mecanismos judiciales
procesales que regían el proceso. El análisis de estos casos a través de los
conceptos del orden, la seguridad y la autoridad emergen en los discursos tanto
de jueces, procesados, abogados y los que seguían de modo externo el juicio:
periodistas, editorialistas y comentaristas. En todos ellos se ve finalmente el
sentido de los casos con las sentencias judiciales. Para lograr entender este
sentido contextualizamos los hechos materia del juicio, el desarrollo del proceso
judicial y cruzamos estos datos con el respectivo discurso predominante del poder
político de turno, esto último nos da un enfoque de análisis de los intereses
políticos y sociales sobre los casos en cuestión. En los tres casos que se sigue en
el poder judicial: Huayanay, Uchuraccay y La Cantuta, resulta evidente la
intervención política del poder ejecutivo para pasar por alto la autonomía judicial,
los discursos que utilizan y alteran los procesos judiciales así lo reflejan. Estos
frecuentemente se hallan en las publicaciones de la época: discursos, periódicos,
revistas y hasta en publicaciones que se pueden encontrar vía Internet.

37
Para el análisis de la justicia impartida por el Partido Comunista del Perú
Sendero Luminoso (PCP SL), se hizo un estudio bibliográfico de la región y de la
provincia de Tocache en San Martín, se consultaron datos estadísticos y se hizo
un trabajo de campo por tres semanas en la zona. Se entrevistó pobladores y
autoridades locales para obtener testimonios sobre el modo en que operó Sendero
Luminoso en la región, especialmente en cuanto a las prácticas de justicia. Las
entrevistas fueron abiertas y se hizo en distintos poblados de la provincia.
También se hizo una reseña histórica de la región para poder ubicar el contexto de
violencia en que se presentó SL y se recurrió a información que nos mostrase
como la producción ilícita de cocaína y el narcotráfico afectó la región. También
usamos fuentes del partido PCP SL, especialmente las que se publican por
Internet, para saber el sentido de su ideología y sus lineamientos básicos de
organización, igualmente se aprovechó los valiosos aportes del Informe Final de la
CVR que se publicó en el transcurso de esta investigación. Toda esta información
pudo ser procesada con los casos judiciales relatados por los entrevistados y se
pudo formar un cuadro de la justicia “revolucionaria” de SL.

El análisis del ajusticiamiento como modo de justicia popular se obtuvo


principalmente de un medio de comunicación escrito que resulta emblemático en
el Perú, el diario Ojo, en un espacio temporal de 26 años, desde 1974 hasta el
2000. La información obtenida sobre casos de justicia popular, según este medio,
son completados por otros medios escritos que también nos ayudaron a
reconstruir un cuadro histórico de ajusticiamientos en estas tres décadas, citamos
entre ellos el diario El Comercio y la revista Quehacer que nos brindan una valiosa
información al respecto. También ha servido en esta reconstrucción histórica los
casos actuales vistos a través de la televisión, especialmente los últimos de la
sierra sur del Perú (Ilave por ejemplo) y en las áreas urbanas de Lima y de
ciudades del interior. Todos los detalles de la noticia en que aparecen de modo
constante en el tiempo nos dan una pauta más o menos reconocible del
“ajusticiamiento” como modo de hacer “justicia popular”. Metodológicamente
reconocemos esta modalidad de “ajusticiamiento” por el formato noticioso

38
impuesto por la prensa para hacer de estos hechos un tema siempre actual. No
obstante advertimos aquí una distinción entre el enfoque del medio de
comunicación con los intereses del poblador que realiza el “ajusticiamiento”.
Mientras en el poblador percibimos un interés permanente a lo largo del tiempo
estudiado por sostener un determinado discurso sobre el significado de la justicia,
las opiniones e intereses de los redactores del medio aparecen de un modo más
variable y distinto sobre le hecho a través del tiempo. Ambas actitudes son
señales claras de que estamos antes hechos notíciales que no son fortuitos ni
aislados, pero que tampoco son propios de un carácter sensacionalista de la
noticia que busca solo un impacto publicitario sino que estamos ante una
estructura del medio de comunicación que ha construido un modo para enfocar
acontecimientos permanentes de la realidad de acuerdo a las tendencias del
poder prevalecientes en cada coyuntura.

39
Parte I

La Justicia Formal

"triste destino el mío dedicar cuarenta años de mi


vida para discernir justicia en forma que a menudo
llegaba a la obsesión y acabar siendo víctima de
una tremenda injusticia"

Domingo García Rada "Memorias de un Juez"

Capítulo 2°

Prácticas Judiciales

2.1. La Justicia como proyecto político: el Poder Judicial

En cada proceso legal el magistrado asume el papel de garantizar, por un lado, la


seguridad del orden institucional. Ese orden está señalado en la legislación y
normativa vigente. Por otro lado, como magistrado, es el encargado de ceñirse y
velar por la correcta conducción de los procesos legales según las normativas
vigentes. Su autoridad está dada solamente por las atribuciones que le confiere la
ley y, secundariamente, por su capacidad personal para aplicarla. La ley se
convierte por eso en fuente del Orden, su cumplimiento es la que da la Seguridad
jurídica a ese orden y se reafirma con contundencia en la vigencia de ese orden
institucional a través de cada fallo dictado.

Esta forma de ordenar la sociedad, llamada tutela jurisdiccional y propios de


sistema políticos que han concentrado las funciones reguladoras de la conducta
social, ha tomado en el Perú la forma legal de una democracia constitucional, el
principio de la división de poderes es el modelo ideal de construcción social del
orden político. Este orden tiene sus orígenes en el discurso que dio nacimiento al
Poder Judicial

40
Hasta aquí, ha tenido que intervenir el gobierno por la exigencia de nuestras
mismas instituciones, en varios actos contenciosos, siendo a un tiempo el
regulador de la conciencia de los magistrados y el institutor de la ley, ante
quien debiera ser responsable. Más, de hoy para en adelante, queda
levantado un muro entre potestad directiva del Estado y la que va a
pronunciar sobre los desagravios de la justicia52

La tutela jurisdiccional opera es a través de la jerarquía lógica o jurídica


normativa, se presenta del siguiente modo en este esquema

Figura 1
Constitución Política

Código Civil Código Penal

Código de Procedimientos Civiles Código de Procedimientos Penales

Ley Orgánica del Poder Judicial

Principios Generales del Derecho/Constitución política/Ley Organica del Poder


Judicial/Código Civil/código procesal penal

Derecho Consuetudinario/

52
Discurso pronunciado por el doctor Faustino Sánchez Carrión en la ceremonia de instalación de la Corte
Suprema de Justicia de Lima. 1825. Extraído de la pagina web del Poder judicial (De , 10 de agosto 2002:
http://www.pj.gob.pe/pj.htm)

41
Constitución política 1993 Doctrina jurisprudencia/
Constitución Política del Perú
Doctrina y Jurisprudencia/ Código
de Procedimientos Civiles y Penales

Sus razonamientos se guían por las normas generales: Constitución Política


del Estado en las democracias o el Estatuto Político en una dictadura, ambas se
sitúan en la cúspide legal. A esta jerarquía, definida lógicamente desde arriba le
siguen escalones y niveles que sujetan al poder institucionalizado regulando,
precisando y dando sentido de interpretación a la normativa legal. Se sostiene
teóricamente en un esquema científico del derecho

La Constitución señala, pues, las atribuciones de la Corte; por ellas, le


corresponde hacer efectiva la responsabilidad del primer magistrado de la
Nación, de los ministros de Estado y de las Cortes Superiores; a ella le toca
consultar las dudas sobre la inteligencia de las leyes y ella debe conocer a
las grandes causas que conciernen a los negocios diplomáticos. ¡Qué
encargo, señores! Toda la Nación está librada a vuestro juicio; porque sin
responsabilidad, sin poder coercitivo, sin el idioma claro de la ley, no hay
sociedad.53

La idea de la administración de justicia tiene en sus principios históricos


basados en el hecho de la independencia, un origen de proyecto político que tenía
por intención llevar adelante un modelo político de sociedad, su fuente de
legitimación

Ciertamente, señores, sancionada la voluntad de los pueblos, mejor diré,


dirigida la voz de la naturaleza por el sendero de la conveniencia pública, la
ley es un ente, que para asegurar su imperio sobre la conducta social de los
hombres, requiere un brazo independiente del resto de la administración,

53
SANCHEZ CARRIÓN, Faustino Discurso...

42
brazo que naciendo desde el juez de paz, y terminando en el primer jefe de
este cuerpo, forman un orden progresivo de ministros, cuyos altos
ministerios están encerrados en la reproductiva oblación de sacrificios por la
inmunidad de los derechos individuales.54

El camino político de la administración de justicia entre 1970 y el 2000 se ha


expresado, sin embargo, en un conflicto permanente por parte del poder político
(ejecutivo, legislativo, medios de comunicación) para cuestionar a un poder judicial
que acepta muchas veces someterse a esas injerencias. Esto explica las
permanentes refundaciones y expulsiones a los magistrados por el criterio de la
idoneidad.55

Legalidad y cultura judicial

En el Poder Judicial la conducción de los conflictos se rige por dos esquemas, la


pirámide judicial que es la estructura normativa legal antes descrita (fig. 1) y el
esquema del proceso delictivo (fig. 2), que es el modo como se siguen los casos
en el aparato institucional judicial.

En la pirámide judicial (fig. 1) el orden legal institucional procesa las causas


judiciales de acuerdo a las normas. Su organización contiene una lógica vertical,
jerárquica y subordinada del orden mediante el cuál los magistrados pueden
seguir la resolución de un caso y se valen para lograrlo de una cultura jurídica, es
decir, un conjunto de conocimientos, hábitos, destrezas y prácticas que dan
capacidad de acción a los magistrados para operar entre las normas que rigen a la
institución judicial, la presión de las influencias externas, sin embargo, presionan
también para hacer aplicables estas normas sobre cada caso específico. La figura

54
Ibídem
55
La idoneidad es un concepto usado por los poderes políticos para evaluar y calificar la actuación de ls
magistrados. Al respecto puede verse dos perspectivas políticas: la del régimen militar en F. Bonilla Consejo
Nacional de Justicia. Legislación Peruana. 1976-1977. Edit. Mercurio; y la del régimen fujimorista: David
Pezúa Vivanco "Exposición en el CAEN: Marco conceptual de la Reforma". En Mensajes Perspectivas para
el Tercer Milenio. Lima. 1998.

43
1 muestra el orden legal que se van desglosando desde las normas generales
hasta las normas más específicas haciendo posible la acción de las personas para
la administración de los conflictos legales. En la cúspide está la Constitución
Política del Perú que es la norma suprema fijada por una entidad política nacional
representativa de la sociedad y que señala los limites, aspiraciones y sentido de
una sociedad, luego siguen los Códigos Penales, Civiles, Comerciales y de una
cantidad de actividades que se estiman como convenientes de ser normadas
dentro de definiciones legales permitidas y no permitidas para el buen
funcionamiento de la sociedad, siguen luego los Códigos de Procedimientos de las
diversas áreas en las que se ha legislado previamente. Ellas permiten hacer reales
y prácticas las definiciones de cada actividad social en el ámbito legal. Le siguen
las normas especificas que se pueden aplicar directamente si están dadas
expresamente para ese fin (una ley de arrendamientos) o por interpretación de
normas y reglamentos que aunque no se refieren a ese fin, pueden ser aplicados
por analogía, similitud, antecedentes o precedentes jurídicos normativos y que se
hallan vigentes por sentencia judicial, etc.; y finalmente, está permitida también la
aplicación de normas que aunque no están legisladas, pueden servir de base, si
es que no se oponen a la ley fundamental y si las propias normas subalternas
permiten seguir la armonía jurídica y de principios sin amenaza de romper el
esquema jurídico del orden social. En esta última lógica entran por ejemplo las
costumbres, tradiciones, leyes consuetudinarias, reglamentos de sociedades
anónimas, comerciales, campesinas, cooperativas, sociales-culturales y
deportivas, etc. Esta estructura jurídica se pone en acción para dar sentido a las
acciones del poder judicial y que se hace evidente por ejemplo en el ámbito penal

En el esquema del proceso delictivo (Fig.2), que es el que más nos


interesa, están las fases y niveles micro institucionales que regulan los
procedimientos judiciales en cada caso, es decir, las instancias y oficinas donde
se ven los casos y que van siendo evaluados en función del grado de gravedad de
las faltas y delitos cometidos. Este propósito se logra mejor cuando el Estado
como entidad jurídica logra un nivel real y efectivo de concentración de dominio

44
social para hacer aplicable sus normas, el poder judicial en el Perú intenta
representar ese ideal de dominio.56 Los magistrados se convierten así en
ejecutores de una voluntad de dominio social representando a las leyes
nacionales, con este ideal se crea la idea misma del Orden social como orden
jurídico

El juez desempeña uno de los grandes, de los más preciosos atributos de la


naturaleza; la justicia debe sobreponerse, en consecuencia a todas las
pasiones, para que el juez se convierta en el frío e impasible ejecutar de la
ley. Nada de omisiones, nada de dilaciones, ni esperas: firme, recto y activo
como ningún otro, el juez debe ser una máquina para aplicar la ley, sin más
discernimiento que el preciso, sin otro sometimiento que el deber, sin más
instinto que el de la conservación de los intereses públicos y particulares a
su custodia encomendados. Sobretodo jamás debe ceder a ninguna
influencia extraña57

El Estado y sus leyes se convierten en esta apariencia del orden jurídico en


el garante de un orden social que se ha plasmado por encima de las diferencias
de la sociedad. Asume la representación de una voluntad política y se ha
convertido en garante de proyectos sociales utópicos. El orden justo se convierte
en la Justicia del poder judicial y las instancias donde se resuelven los conflictos
legales son los engranajes de esa utopía, los magistrados sus ejecutores, y las
normas procesales y legales, en lubricante ideológico y normativo que actualiza y
ritualiza ese orden.58

56
GEIGER, Theodor Estudios de Sociología del Derecho. México. FCE. 1983. Pp. 120, 135
57
GARCIA RADA, Domingo El Poder Judicial. Pp. 139
58
La influencia de los medios de comunicación es una de ellos.

45
Figura 2
LA ESTRUCTURA JERARQUÍA DEL PODER JUDICIAL SEGÚN EL ESQUEMA DEL PROCESO DELICTIVO

FISCAL FISCAL
SUPERIOR SUPREMO

AGRAVI

Eleva
ADO expediente

privada
Dictamen
Eleva
dictamen

Denuncia acción
Dictamen

de parte
Denuncia
Archiva

Denuncia
formaliza JUEZ TRIBUN CORTE
FISCAL INSTRU AL SUPREM
Intervencion directa
POLICI PROVIN dictamen CCION ordinaria CORREC A
A CIAL apertura CIONAL

DELITO
archiva instrucción

archiva archiva
anula
revisa,

Anula
nulidad
confirma,

Sumari
revisa,

Detención
Sentencia:

Atestado
policial
Ordinaria

Apelació
Recurso de

(juicio oral)

Confirma,
Sentencia:

DENUN
Detención
preeventiva

CIADO Sentencia Sentencia


condenatoria o condenatoria o
absolutoria absolutoria

ESTABLECIMIENTO
PENITENCIARIO

Fuente: INEI. Perú. Estadísticas de


FUERZAS POLICIALES MINISTERIO PÚBLICO
Criminalidad. 1960-1992.
Capitulo 3º

Tres casos Judiciales

La administración de justicia estatal al tener una cultura propia acumulada entre


sus miembros, articula conceptos, ideas, valores y perspectivas que pueden dar a
los jueces incluso visiones del mundo sobre la naturaleza de los conflictos que
afrontan59. La posibilidad de que ciertos casos judiciales refuercen más la
contradicción existente entre el Orden jurídico y políticamente establecido en la
sociedad con la realidad conflictiva de la vida social, encuentran en esta
confrontación una de las bases del entendimiento de cómo la Justicia puede
asumir expresiones de los grandes principios políticos que rigen la vida diaria en
determinadas épocas de la historia.60

Los siguientes 3 casos nos darán una muestra de cómo funciona en la


realidad el sistema judicial. En ellos se señalaran los significados en torno al
Orden, la Seguridad y la Autoridad que van apareciendo y dando sentido a este
ideal

3.1 Huayanay

El caso Huayanay nace en septiembre de 1974. En esa época la población de la


hacienda Huayanay ubicado en el departamento de Huancavelica, había sido
recién convertida en comunidad campesina, pero se vio involucrada en un proceso
judicial por la muerte de un campesino notable. Este fue un caso muy sonado
durante esta década por cuanto la euforia política y social del momento reivindicó,
entre los medios de comunicación expropiados y adictos al gobierno militar, como
un caso típico de justicia popular, situación que planteó para muchos juristas,

59
Pueden verse las memorias personales de los jueces Domingo Garcia Rada y Leonidas Febres Martinez.
60
VARGAS VIANCOS, Juan. Las reformas judiciales en América Latina; HAMMERGEN Linn. Quince
años de Reforma Judicial en América Latina: dónde estamos y por qué no hemos progresado; Alberto
BUSTAMANTE Justicia Alternativa. Lima. IELM. 1993.

46
aferrados a la concepción clásica del derecho, las condiciones en las cuáles se
administraba justicia en el Poder Judicial y que planteó además los límites del
derecho en un país multicultural.

Los hechos de este caso están expuestos en dos versiones recogidas por el
jurista Fernando de Trazegnies entre 1977 y 1978.61 Para reconstruir el caso me
serviré más de la segunda versión, dada a conocer un año después de concluido
el proceso en Lima con la condena de los inculpados62. En esta versión se
amplifica los detalles de las situaciones y se exponen mejor algunos motivos que
emergieron durante el proceso sobre este asesinato que se pretendió mostrar
como una fuente ovejuna de los Andes. Analizaremos en ese sentido las opiniones
principalmente del Fiscal, que exculpó a la familia responsable de la muerte de un
campesino y con ello al pueblo de Huayanay. El caso es relevante porque se
presentaron los motivos y las condiciones que hicieron posible que el crimen fuese
tomado no como un acto ilícito pero necesario sino como una acción no delictiva o
donde por lo menos no se podía señalar una clara responsabilidad legal de los
inculpados. En el interin veremos cómo emergen conceptos e ideas sobre el
orden, la seguridad y la autoridad en el país.

Los hechos

El 5 de septiembre de 1974, los pobladores de la hacienda Huayanay en


Huancavelica (218 personas en total), terminaron involucrados en lo que
llamaremos un delito de multitud. Matías César Escobar de la Cruz, ex
mayordomo de la hacienda y ex teniente gobernador de la comunidad, es
destituido por abusivo y reemplazado por un miembro de la familia Palomino, una
familia rival a él. El destituido es denunciado ante el juez de 1° instancia acusado
de haber incendiado la casa de Saturnino Palomino. Condenado a dos años de

61
DE TRAZEGNIES, Fernando "El caso Huayanay: el derecho en situación - límite" en Cuadernos Agrarios
1. Lima. Instituto Peruano de Derecho Agrario. Junio 1977. Pp. 73-118. Trazegnies, F. "Huayanay: el ocaso
de los héroes" en Cuadernos Agrarios 2. Octubre 1978. Pp. 47-65.
62
DE TRAZEGNIES, F. "Huayanay: el ocaso de los héroes" en Cuadernos Agrarios 2. Octubre 1978. Pp. 47-
65.

47
cárcel, Escobar es amnistiado y regresa a Huayanay pero es acusado también de
la muerte Eustaquio Palomino y denunciado ante el juez instructor quién lo cita a
comparendo de grado y fuerza por negarse a asistir. Los afectados se ofrecen a la
policía para capturarlo, finalmente lo atrapan, golpean y encierran en la casa
hacienda del pueblo. Enardecido Escobar por el maltrato amenaza a sus captores
y confiesa haber dado muerte a Eustaquio Palomino (versión recogida en un inicio
por Fernando de Trazgenies en 1977). Sus captores reaccionan ante esta
confesión de parte y habiendo consumido alcohol y coca, lo ejecutan en el patio de
la casa hacienda a golpes. Velado por tres días los ejecutores se toman
fotografías con el cadáver y lo entregan a la policía con un cartelito que dice Ama
sua, ama kella y ama llulla.

Un año después de fenecido el proceso Huayanay con la condena de los


Palomino (1978), los hechos son detallados en el proceso judicial, aparecen del
siguiente modo:

En un estado de permanente conflicto entre robos, incendios y golpes entre


dos familias, los Escobar y los Palomino, es condenado Matías Escobar por haber
incendiado la casa de Saturnino Palomino. La condena fue de dos años. En el
ínterin Escobar es asesinado, se dice por una deuda impaga que debía éste a
Saturnino Palomino por reparaciones civiles. Escobar se había negado en ese
sentido y llegó amenazar de muerte a los Palomino. Para desgracia de Escobar,
Eustaquio Palomino muere en un barranco accidentalmente, sin embargo, los hijos
de Eustaquio Palomino acusan a Escobar y lo denuncian ante el teniente
gobernador del pueblo de la muerte de su padre. La autoridad los premune con
una orden de detención, que a toda vista es ilegal, para Escobar.

Matías Escobar huye y es capturado por los Palomino, se identifica con


precisión tres personas del bando Palomino que golpean y maltratan a Escobar, le
roban también su dinero y lo humillan, atado siempre a una soga es conducido en
5 horas a la plaza del pueblo. A la golpiza de los campesinos se sumaron luego

48
dos mujeres, una de ellas era la anciana viuda de Palomino pero al no poder
golpearlo uno de los partícipes lo hizo en su lugar. Los Palomino encierran a
Escobar en la cárcel del pueblo y obligan al secretario del Consejo de
Administración tomarle una declaración autoinculpatoria, se constata también su
estado físico. Escobar se niega a poner su huella digital. Encerrado Escobar, los
Palomino se ponen a beber abundante ron de quemar, lo sacan al centro de la
plaza donde es agredido por ocho personas, las huellas de los golpes en el cuerpo
del occiso, son luego identificadas, hay puños, palos, puntapiés e instrumentos
cortantes, el maltrato duró quince minutos y fue sin oír los gritos de piedad y
auxilio de Escobar. Los Palomino aprovecharon un evento deportivo del pueblo
para instaurar una reunión comunal y persuadir a la comunidad que la captura y
muerte de Escobar fue por abigeo y violador de mujeres.

Los hermanos Palomino organizan así un velatorio de 5 días, se fotografían


66 comuneros con el cadáver y entregan el cuerpo a la posta médica con un
cartelito que dice "Ampon César Matías Escobar., eliminado por la comuna como
fue profugo de la justicia.- Ama sua- ama llulla-ama ama ccella-..."

Análisis del Juicio

Secuencia I: El fiscal y los jueces en Junín

El juez instructor de Huancavelica abre instrucción a 218 campesinos por


homicidio. Se captura solo a 5 personas. Recusado el tribunal de Huancavelica
por los campesinos el caso es trasladado a la Corte Superior de Junín. La prensa
asume la defensa de los campesinos y califican toda acción dirigida a impedir su
juzgamiento como contra revolucionario.

El fiscal y el tribunal correccional de Junín acuden al mismo escenario de los


hechos “en busca de la verdad”, hacen las inspecciones oculares
correspondientes, el tribunal interroga a los acusados quienes guardan silencio, la

49
masa comunal asistente también es interrogada. Este proceso se ventila ante
varios periodistas asistentes. Concluidas las indagatorias y los interrogatorios,
liberan a los detenidos bajo tres principios jurídicos asumidos por el Fiscal: el móvil
o motivo del asesinato fue noble o pasional, es decir la muerte de Escobar fue
visto como una reacción natural hacia un tipo que abusaba sobre la población; la
no existencia de conductores del crimen resultaba válido, según los hechos
reconstruidos fue una acción espontánea y sin ninguna planificación de una
multitud, por otro lado, se acusó al propio Escobar de haber generado esa
reacción violenta e inesperada de la población; y por último, se planteaba la
dificultad probatoria de un acto reactivo, espontáneo y multitudinario para
descubrir a los autores directos del delito de asesinato. Los juzgadores interponían
además razones de contexto y reforzamiento a los motivos irracionales de la
población provocados por el analfabetismo, el bajo nivel cultural, civilizatorio y la
marginación política para exonerarlos finalmente de la acusación de asesinato.63

Secuencia II: La Corte Suprema

El impacto publicitario de la reforma agraria por los medios de comunicación,


apenas expropiados ese mismo año del asesinato en 1974, y la constitución de
estos antiguos campesinos siervos en comunidad campesina, dio un cariz político
al caso sobre la justicia del carácter popular de lo que se llamaba entonces justicia
campesina y que llevaron tanto al juez instructor de Huancavelica como a los
magistrados del Tribunal de Junín a apelar tanto a recursos legales, incluyendo la
ideología del "Nuevo Derecho", para confrontar el caso y llevarlo por otros rumbos.
En ese contexto la Corte Suprema decidió revisar y anular el juicio. El intento por
recuperar una autoridad mellada ya desde la destitución de sus miembros en
1969, y que iba perdiendo además piso frente a otras instituciones judiciales
paralelas como el Tribunal Agrario y el Tribunal del Trabajo o los arbitrajes
extrajudiciales y que eran promovidos por el poder ejecutivo, movió a los jueces de
la Corte Suprema a revisar los autos seguidos en la Corte Superior de Junín en

63
Esto último es agregado por el semanario Dominical de El Comercio 21/12/1975

50
Lima. 64 Quiénes habían sido liberados por la corte de Junín se vieron
nuevamente procesados.

En este nuevo proceso, se descubrió que los magistrados (jueces y fiscal)


habían incumplido con las propias formalidades de la indagación – expuesta a
consideración del tribunal de la Corte Suprema – y omitieron las declaraciones de
los acusados sin considerar sus contradicciones con respecto a sus primeras
respuestas65. Más aún se supo que estos jueces acusaron al fiscal de
Huancavelica por cumplir “bien” con su trabajo de acusación.

También se descubrió que en el proceso de indagación y prueba los


magistrados tenían un manejo poco ortodoxo de figuras explicativas tales como la
“reacción justificada” de autodefensa de masas irracionales, la “muerte auto
motivada” de la víctima por las amenazas que lanzaba a aquellas masas y la
“imposibilidad” de individualizar e identificar los responsables de la muerte de la
víctima. El fiscal renunciaba así a conceptos tradicionales del derecho y tendía a
convertir su autoridad judicial en un ente liberado de legalidad y más en un sujeto
vinculado a sus propias opiniones ideológicas y políticas.66

El caso Huayanay terminó de procesarse con sentencia final siguiendo para


esto el curso regular del proceso de indagación, interrogatorios, declaraciones y la
final sentencia en la Corte la Suprema de 1977 (figuras 1 y 2). Se estableció en
ese nuevo proceso la responsabilidad de los inculpados, se señalaron autores,
medios y motivos como la premeditación, alevosía, ensañamiento y ventaja,

64
Los guías ideológicos del “nuevo derecho” (José García Salazar y Héctor Cornejo Chávez) proclamaron la
necesidad de reformar el derecho, y de paso al Poder Judicial, desde sus propias bases. Presidieron entre 1969
y1975 el Consejo Nacional de Justicia (CNJ), institución controlada por el Poder Ejecutivo, encargada de
evaluar, destituir y nombrar a nuevos jueces. En este periodo surge el caso Huayanay en primera instancia, la
misma que resultó exculpatoria para los acusados. Para otros casos puede verse también DESCO,
Procesamiento Jurídico de Conflictos Sociales. Lima s/f. Cuando cayó la primera fase del régimen militar,
estos representantes del CNJ, representantes también del llamado "Nuevo Derecho" o el énfasis social en la
interpretación en los desempeños jurídicos, tuvieron que devolver la posta a los formalistas tradicionales hacia
los años 1975 y 1976.
65
Ibidem p. 54.
66
Ibidem.

51
situación que calificaba al homicidio de Escobar como un hecho netamente
delictivo y que terminó de condenar a los inculpados a 10 años de prisión, los que
se convirtieron finalmente en 8 años.67

Los jueces de la Corte Suprema quisieron así eliminar esa imagen


subalterna y marginal de sometimiento y exclusión con el poder ejecutivo y aunque
esto aparentó ser así, en realidad este proceso empeoró la situación del Poder
Judicial, pues dejó de solucionar conflictos más complicados y relevantes como el
caso Talara o las expropiaciones de empresas financieras, bancarias industriales y
de pesca dado que el gobierno recurría a medios alternos jurisdiccionales creados
por ellos mismos o al arbitraje externo. El cambio del presidente Juan Velasco por
Francisco Morales Bermúdez para superar la crisis económica, social y política no
hizo sino precipitar lo que era inevitable en el uso arbitrario del poder judicial al
empezar a perseguir a los adversarios políticos.

Significados del proceso según el orden, la seguridad y la autoridad

Siguiendo lo expuesto por Fernando de Trazegnies, el proceso lógico seguido por


el juicio de Lima se diferenciaba al de Junín en la aplicación y en la forma de
entender el derecho. Mientras el fiscal de Huancavelica, encargado de indagar los
hechos y ponerlos en las figuras que se ceñía a los cánones del derecho penal
que señalaban como autores a los Palomino, con el agravante de que este crimen
estaba premeditado y con alevosía y ventaja, el Fiscal de Junín, al igual que los
jueces de allí voltearon este argumento en tres sentidos: primero, la falta del fiscal
para ir al mismo escenario en que sucedió el crimen no era un recurso legal
necesario; segundo, la “presunción” fiscal para acusar a los inculpados sin haber
tomado en cuenta la opinión de los participantes y sus “reales motivos” era un
aspecto inaceptable en el nuevo contexto de la justicia para el pueblo; y tercero,

67
Con el transcurrir del proceso se va moderando y anulando la alevosía y la ventaja como motivos de
condena - situaciones propias de gente civilizada y perfectamente conocedora de la ley (F. Ballón. 1980) - por
lo que se disminuye la pena que inicialmente establecía la pena de muerte para este tipo de crímenes. F.
Trazegnies "Huayanay: el ocaso de los héroes". Cuadernos Agrarios 2. 1978. Pag. 47.

52
debía considerarse que este era un ”crimen de multitud” o “fuente ovejuna” que
debía ubicarse en un nuevo contexto de comprensión de los hechos por el
“derecho” y especialmente del “Nuevo Derecho”. De estas tres características se
desprende las siguientes consecuencias del juicio:

Primero, que la labor del fiscal y los magistrados de Junín que emitieron
sentencia exculpatoria trastocó de modo radical con los criterios formales del
derecho clásico tradicional. En este aspecto incumplía, por ejemplo, con los
aspectos formales de identificación de causas y autores del asesinato y
menoscababa también la modalidad del delito. En su lugar, señalaban más las
influencias externas que explicaban el móvil del delito como la iracundia, la
irracionalidad de motivos, la falta de educación, el bajo nivel cultural, civilizatorio y
marginación política los había inducido al crimen. Otras figuras, como el consumo
del alcohol y coca o el estar bajo los efectos creencias como el fotografiado de los
muertos, reforzaban los argumentos que señalaban causas externas como la
ignorancia secular del campesino que influenciaban de modo poderoso en la
realización de los hechos.

Segundo, el manejo flexible en la interpretación legal de los hechos entre


estos magistrados, y muchos periodistas, condicionados especialmente por los
principios ideológicos y morales difundidos y practicados por el gobierno militar en
fueros alternos (tribunal agrario, del trabajo, laboral, militar principalmente), intentó
hacerse extensible como sustento de argumentación entre los magistrados
penales judiciales, afectando las prácticas habituales del Poder Judicial, visto
hasta entonces como tradicional y hasta contra revolucionarias, pero que ahora
podía ser puesto a tono de los nuevos tiempos. El resultado fue un intento por
buscar una judicialidad que iba contra todo precedente

El Tribunal fue hasta Huayanay para llevar a cabo una audiencia in situ ...
Los magistrados viajan a lomo de mula, acompañados por fotógrafos,...
interrogan no sólo a las personas involucradas sino a toda la masa comunal

53
en pleno.....las rutinarias exigencias del procedimiento judicial perdían su
importancia dentro de ese contexto......la resolución no parece parte de un
proceso penal en Huayanay sino un discurso político en las Naciones
Unidas, llevándoles el mensaje del nuevo Perú: Justicia e igualdad de
derechos para todos, sin humillaciones ni discriminaciones68.

El dictamen fiscal, recogido luego en la sentencia, se implicaba así en el


contexto político de ideas y sentimientos “revolucionarios” que pensaban al poder
judicial como parte de un país que se mantenía en condición subordinada,
especialmente, cuando se trataba de la población campesina. Los discursos
políticos del régimen militar del Gobierno Revolucionario de las Fuerza Armadas,
puede ser reconocida en este proceso judicial como una de las fuentes de
inspiración de esta inusual actuación judicial en los tres aspectos que nos
interesan.

La justicia como creación de un nuevo Orden más equilibrado; la justicia


como recuperación de una auténtica autoridad representativa de la población
excluida, y la justicia donde la seguridad fuese el resultado de la inclusión de todos
sus habitantes para que participen en una auténtica soberanía nacional. En el
primer caso, se desprende el afán de identificar la creación de un nuevo régimen
político, social y cultural como negación de un pasado inequitativo, donde las
mayorías vivían sometidas y alejadas de toda forma de participación popular en
los asuntos oficiales del Estado

Vamos hacia un nuevo ordenamiento de la sociedad peruana, porque el


ordenamiento tradicional contra el cuál insurgimos estuvo basado en la
desigualdad, en la injusticia, en la discriminación, la dependencia y el
privilegio; [...] esa gran injusticia del ayer, en que muchos padecieron

68
Ibidem pp. 48, 53-55 Aunque Trazegnies no descarta en esta actitud una impulsividad no del todo inocente
atribuye también que respondería a la personalidad propia de un funcionario acostumbrado al sometimiento ".

54
miserias y en que pocos disfrutaron holgura, no puede continuar…Esta no
es una posición de extremismo sino de justicia”69

En el segundo concepto se halla la justicia como recuperación de la


Autoridad en su sentido originario. Si construir un nuevo orden significaba cancelar
la antigua autoridad, donde las minorías habían usufructuado el poder sobre las
mayoría excluida de sus derechos y la convirtieron finalmente en una entidad
incapaz de dirigirse autónomamente en igualdad de derechos, entonces se hacia
imprescindible acabar también con la sumisión de la población hacia una autoridad
que las había explotado y excluido desde siempre

¿Se pretendía, acaso, que un pueblo secularmente explotado pudiera de


pronto organizarse y mostrar desde el comienzo madurez absoluta,
ponderación cabal, certeza a toda prueba, para enfrentar los riesgos
innumerables de una experiencia nueva? Los que siempre negaron
educación y justicia a los humildes ¿tiene acaso derecho alguno para
exigirles desde ya equilibrio de juicio, conocimiento y saber sobre todas las
cosas?¿Cómo puede ahora exigírsele esto a un pueblo sobre el cuál se
ejercieron, con violencia, todas las formas de injusticia?70

Teóricamente la autoridad en el país era mediadora y ejecutora de los


principios de la justicia que guiaban a una colectividad desde la fundación de la
república. En la práctica esta no había cumplido con esa función, en ese sentido
se entiende que la población había sido traicionada, o en todo caso la
independencia política que se había respaldado durante una centuria y media en
este supuesto había fracasado por la conducción de sus elites políticas y sociales
hacia la verdadera emancipación y libertad del país. Ella necesitaba ahora ser
reconstruida desde un nuevo esquema – obviamente se refería a la autoridad de

69
Mensaje a la nación del Presidente del Perú, General de División Juan Velasco Alvarado, el 28 de Julio de
1969. “Nuestra Revolución es auténticamente peruana y con ella se inicia nuestra segunda emancipación”.
70
Mensaje a la Nación del Presidente del Perú, General de División EP Juan Velasco Alvarado, el 28 de julio
de 1974.

55
un Estado ya establecido - que reeducara y reformara a la propia población en la
plena adquisición de su derecho a la autonomía y de autogobierno. Los militares
representaban ese nuevo sentido de autoridad y en su concepción había justicia
en esta representación

Todos tendremos que pagar el alto precio que demanda rehacer por entero
un mundo en el que para los pobres jamás hubo la luz de la justicia y la
verdad… Desde este punto de vista, nadie debe olvidar de una verdad a
todas luces evidente: el Estado tradicional se organizó para servir las
necesidades del viejo sistema económico, social y político que la revolución
está transformando de raíz [...] En consecuencia, es absolutamente
indispensable reorientar y reestructurar todo el aparato del Estado, tal como
fue planteado en el Manifiesto Revolucionario de 1968 [...] una nueva
sociedad, requiere un nuevo tipo de de estructura estatal71

Y un tercer concepto que se halla inserto en la Justicia es la Seguridad. La


seguridad, junto con el orden y la autoridad, se entiende en la concepción militar
como protección de la “dignidad y soberanía nacional”:

La acción del Gobierno Revolucionario se inspirará en la necesidad de


transformar la estructura del Estado, en forma tal que permita una eficiente
acción de Gobierno; transformar las estructuras sociales, económicas y
culturales; mantener una definida actitud nacionalista, una clara posición
independiente y la defensa firme de la soberanía y dignidad nacionales
;restablecer plenamente el principio de autoridad, el respeto y la
observancia de la ley, el predominio de la justicia y de la moralidad en todos
los campos de la actividad nacional.72

71
Ibídem
72
Manifiesto Del Gobierno Revolucionario De La Fuerza Armada. 1968. p. 2

56
La idea de seguridad engloba así con los otros aspectos que enmarcan la
idea de justicia, un aspecto central que habría de dar cuerpo a la nueva sociedad.
La revolución, como llamaban los militares a su régimen, al ser un medio que
amenazaba los privilegios de los poderosos debía hacer de la administración de
justicia entonces un medio más que cuidase al proyecto en marcha y de paso a
sus miembros que intentaban hacerla realidad. El resultado lógico fue la represión
de aquellos quiénes discrepasen de sus postulados o acciones políticos,
ideológicas o sociales. La justicia de la revolución asumía en ese sentido un cariz
de autodefensa y exclusión de quiénes no compartieran sus lineamientos. La
Justicia se convertía también en un instrumento de lucha contra quiénes la
amenazaran, pero ¿quiénes constituían esas amenazas?

Los grupos oligárquicos, los representantes de intereses económicos


extranjeros afectados, una claudicante dirigencia partidaria y, en estrecha
vinculación con esta última, una equivocada izquierda dogmática que en
realidad no sabe lo que quiere73

En ese sentido, la seguridad asumía no la necesidad de un proceso


colectivo que circunscribiera a la justicia como acción social reparadora e
integradora, su lógica era establecer una necesidad altruista para establecer e
identificar adversarios u opositores para excluir y reprimir.

Los magistrados de Junín (fiscal y jueces), siguieron en ese sentido también


los postulados de un régimen político que tenía sus propias ideas sobre una
población campesina oprimida y explotada por sus antiguas autoridades. Estas
masas, pensaban los magistrados, actuaron por ignorancia, vicios y falta de un
sentido moral y redentor contra la víctima de asesinato. El dictamen y la sentencia
reflejaban un intento por hacer traducible el concepto político del nuevo orden y
que leemos en el siguiente párrafo, anotado por Trazegnies, y se refiere

73
Mensaje a la Nación del presidente del Perú Juan Velasco Alvarado, el 28 de julio de 1973.

57
precisamente a la propaganda del nuevo tipo de justicia que proclamaba el
tribunal:

el segundo tribunal correccional de Junín, a despecho de la opinión del


señor defensor de la parte civil, expresa su profundo reconocimiento a la
prensa escrita, hablada y televisada del país y del mundo, por el invalorable
aporte a la causa de la nueva justicia: libre, humanista, socializada y
cristiana, que hoy se yergue para defender el derecho de los humildes,
dándonos la oportunidad de conocer al Perú profundo, a los pobladores de
nuestras agrestes cordilleras, en sus inaccesibles valles, olvidados por
nuestra civilización, llevándoles el mensaje del nuevo Perú: Justicia e
igualdad de derecho para todos, sin humillaciones ni discriminaciones74

En el proceso judicial de los campesinos de Huayanay se desprende


entonces un discurso sobre los tres elementos que dan soporte a la idea de la
Justicia de los militares revolucionarios de esta época que van contra las nociones
prevalecientes en el Poder Judicial: el orden aparece como un quiebre del antiguo
orden y refunda bajo el proyecto político militar revolucionario la segunda
independencia que igualaría a todos sus habitantes, no obstante su discurso de
igualación se nota también una inferiorización y subalternización del campesino
que debe ser redimido, situación que se refleja en el discurso de los jueces que
postulaban por un nuevo derecho. La autoridad aparece no para mediar esta
igualdad a través de la inclusión de las clases oprimidas y desposeídas sino que
reaparece como una entidad excluyente, crea cauces y prácticas judiciales
alternas al poder judicial mismo para enjuiciar a los campesinos (los jueces que
practican el nuevo Derecho lo confirman), lo que crea un conflicto con las
estructuras formales de la sociedad política. Este efecto disturbador del juicio de
Huayanay, que termina finalmente con una vuelta a los cauces regulares de la
justicia formal y con una sentencia final condenatoria del poder judicial contra los
campesinos responsables de asesinato, refuerza la convicción del régimen político

74
DE TRAZEGNIES, Fernando El Caso Huayanay. Pags. 54-55

58
sobre las amenazas tradicionales y permanentes que hay aún en las instituciones
formales como la del poder judicial, lo que acentúa su carácter represivo y
excluyente tanto para sus adversarios como para los campesinos. La noción de
seguridad que hay en este proceso judicial puso de relieve también que la
exclusión de la población campesina es una necesidad indispensable para
controlarla y reprimirla mejor dentro del concepto de seguridad nacional.

La justicia se entiende entonces como una lucha que refuerza las


conflictivas convicciones e identidades existentes en las instituciones judiciales
estatales sobre el orden, la autoridad y la seguridad: en un lado está la convicción
de un orden judicial formal que cree que bajo los antiguos esquemas legales
puede seguir dando sentido al orden y la autoridad política, en el otro, la
convicción de los militares sobre la población campesina que no puede ser tratada
en los mismos términos que el resto de la población “ciudadana” del país, pues no
es entendida como un actor capaz de defenderse en los tribunales judiciales
estatales sino solo en los términos que ellos lo dictan. Los conflictivos pareceres
sobre el tipo de Justicia que debía primar sobre los campesinos traducen entonces
que esta Justicia es necesariamente la expresión de las desigualdades sociales
que hay en la sociedad, sea para mantenerla o superarla de su condición de
excluido.

3.2. Uchuraccay

Entre el 26 y 28 enero de 1983, ocho periodistas y su guía fueron asesinados por


campesinos de la comunidad de Uchuraccay de la provincia de Huanta en el
departamento de Ayacucho. Fue uno de los casos judiciales más sonados de la
década de 1980. El afán por establecer una verdad legal de los hechos, si bien
respondía a cuestiones de derecho, no estuvo exento tampoco de motivos
políticos por establecer una interpretación extrajudicial del caso, en este caso
hablamos de la situación del país. La situación social y política, heredada de una
dictadura militar de doce años, exigía de la recién recuperada democracia y de los
partidos políticos que la sostenían, respuestas a las expectativas de una población

59
azotada por la crisis económica y la violencia política de movimientos subversivos
como el Partido Comunista del Perú Sendero Luminoso (PCP SL) que había
desatado su accionar en Ayacucho. En este mismo contexto estaban también las
exigencias de una Fuerza Armada que asumía de hecho el control de la zona y del
país.75

Los magistrados, en un intento por preservar la legalidad y su autonomía


confrontaron entonces al gobierno, que propuso una comisión investigadora,
presidida por el reconocido escritor Mario Vargas Llosa y los periodistas Mario
Castro Arenas y Adolfo Guzmán Figueroa, para indagar las verdaderas causas de
este suceso. Al principio, el proceso judicial pareció tomar el rumbo del caso
Huayanay, pero al igual que éste, terminó siendo resuelto en un tribunal limeño
entre 1985 y 1987, aunque con un debate enconado sobre el papel de la violencia
política y la manera de afrontarlo.76

El caso que presentamos tiene una similitud con respecto al caso


Uchuraccay y es que al igual que afirmar que los hechos si existieron, era tratar
también de comprender y hasta cierto punto justificar, fuera de los parámetros
establecidos por el derecho y la justicia oficial, los hechos antes señalado. En este
caso seguimos el estudio que hizo el escritor Juan Cravero Tirado,77 con los
testimonios y la documentación que revisó en Ayacucho y Lima. Aún cuando el
autor establece una visión algo paternalista y condenatorio de la situación se ciñe
a la posición judicial oficial y lo que pudo recoger por medios escritos y
presencialmente. También seguimos la visión culturalista del documento
elaborado por la Comisión Investigadora, posición que combinó una metodología
etnográfica de los sucesos, con opiniones y consideraciones antropológicas y
75
STEIN, Steve y Carlos MONGE. La Crisis del Estado Patrimonial en el Perú. Lima IEP. 1988. También
Luis PÁSARA y Jorge PARODI. Democracia, Sociedad y gobierno en el Perú. Lima. CEDYS. 1988.
76
A sugerencia del Fiscal Superior de la provincia no se encontró responsabilidad a los inculpados durante el
juicio oral, se consideró archivar el caso y exonerar a los acusados en el Tribunal de la Corte Superior de
Ayacucho. Las presiones del Fiscal de la Nación Cesar Elejalde jugaron un rol importante en el juicio oral. El
Fiscal de la Nación según la Constitución Política de 1979, era nombrado directamente por el presidente de la
república.
77
CRAVERO, Juan. Tirado Terror, Sangre, Muerte en los Andes. Uchuraccay. Mudo testigo. Ayacucho.
1992.

60
cuyas conclusiones sirvieron de recurso para construir motivos y comprensiones
de lo que sucedía en ese momento en el Perú y que trataba de delinear un nuevo
marco de comprensión para la actuación del Poder Judicial con respecto al
momento que vivía el país.78

Los hechos

Entre el 16 y 18 de enero de 1983 seis periodistas parten de Lima y llegan a


Ayacucho para investigar la muerte de subversivos por parte de la población,
hecho confirmado además en conferencia de prensa del 23 de enero por el jefe
político militar de la zona declarada en emergencia desde 1982. Y sucedió que se
unen al primer grupo dos periodistas más de Ayacucho y parten en taxi al pueblo
de Huaychao el 26 de enero de 1983. Llegaron a Yanaorcco y caminaron a
Chaccabamba ese día, se alojaron en casa de familiares del periodista Infante
García. Comieron, descansaron y reemprendieron viaje ese día. El medio
hermano de Infante, Juan Argumedo, les sirvió de guía hacia Uchuraccay,
continuaron en caballos y una mula. Acordaron con el guía Juan Argumedo que
éste retornaría con las mulas. Los periodistas y el guía llegaron a Uchuraccay en
la tarde del 26 de enero y pasaron por la casa del teniente gobernador, Fortunato
Gavilán. Tuvieron una entrevista con él, le explicaron las razones de su presencia
y conversaron con la población. Ignacia Gálvez, campesina comunera, avisó al
personal militar-policial estacionada en la casa comunal de la presencia de los
periodistas.

Los campesinos que habían sido convocados en la plaza pública y habían


acudido con palos, piedras, instrumentos de labranza y otros contundentes,
reaccionaron ante la presencia de los extraños con no poca violencia, los
detuvieron, llevaron a casa del teniente gobernador para luego torturarlos y
asesinarlos, no se descarta que hayan asistido a este acto de reunión comunal
incluso con fusiles. La tragedia que hasta hoy no ha sido bien explicada se

78
Informe de la Comisión Investigadora de los sucesos de Uchuraccay. Lima. Editora Perú, 1983. 152 p.

61
consumó en una masacre, los periodistas y su guía fueron enterrados cerca a la
plaza principal donde habían sido detenidos y ejecutados.

Análisis del Juicio:

Secuencia I: El Juicio de Ayacucho

Cuando el juez instructor llevó la causa, esta se realizó no sin pocas dificultades,
la primera fue la designación de quiénes debían juzgar, elección que no estuvo
exenta de dudas sobre quién debía asumir el caso en el contexto del Estado de
emergencia instaurado en Ayacucho en 1982. Todas las autoridades civiles
administrativas y políticas respondían ante el comando político mílitar del
departamento. Luego vendría la renuncia del primer fiscal encargado de las
investigaciones y al final la exoneración de responsabilidades del propio fiscal
superior en el juicio oral, “por haber llegado a la convicción” de no haber lugar a la
acusación de varios inculpados.79 No obstante, el proceso mismo se desarrolló
con altibajos, el primer fiscal estaba convencido de la forma y el lugar dónde se
había ejecutado el crimen, éste solicitó se dieran penas de hasta 25 años de
prisión efectiva por el delito de “crimen calificado”, convicción inicial que al parecer
fue desapareciendo en el transcurso del juicio oral hasta retirarse del caso.

En otros aspectos, para facilitar el juicio oral, se solicitó la presencia de un


intérprete que mediara entre el tribunal y los acusados puesto que alegaban no
conocer bien el español comunicándose preferentemente en quechua. Los
acusados optaron así por una estrategia que resaltara su carácter de campesinos
excluidos de la nación. Así, luego de dar sus generales de ley, el interrogatorio
fiscal se dirigió a Dionisio Morales Pérez, sobre su situación personal en la
comunidad y cómo es que habían sucedido las cosas aquellos días, a lo que
respondió el acusado que como miembro de la comunidad de Uchuraccay y de su

79
SALCEDO, José María. "El caso Uchuraccay, cuatro años después" en revista Quehacer 45. Lima, Desco-
Centro de estudios y promoción del Desarrollo, Febrero- marzo 1987, Pp. 15-21 e Informe Final de la
Comisión de la Verdad y la Reconciliación. Vol. V.

62
directiva, había oído decir en la asamblea comunal que los terroristas eran gentes
peligrosas, que venían robando, amenazando con sojuzgar y matar a los
miembros de la comunidad.80 Sobre ello, el vocal director de debates volvió a
preguntarle si habían tomado medidas especiales para defenderse y si habían
pedido garantías a las autoridades políticas, el reo solo atinó a decir que si bien se
comentaba en la comunidad sobre esa situación preferían mantenerse al margen,
especialmente porque no tenían medios con qué defenderse.81 No obstante estas
reserva, el acusado aceptó el hecho de que tuvieron que enfrentarse a Sendero
Luminoso, por lo que expresó finalmente “no obstante no disponer de
instrumentos protectores; esto es de defensa y ataque [...] el asesinato fue
consecuencia de una necesidad de protección para toda la comunidad”82

Por otro lado, los interrogatorios judiciales se concentraron en evidenciar la


forma cómo se había producido el asesinato, los instrumentos utilizados para
matar a terroristas y a los periodistas, el acusado respondió en forma negativa
sobre el uso de hachas, machetes, piedras, lampas, cuchillos, etc. Este intento de
los campesinos por resaltar en sus instrumentos de labranza su carácter originario
y excluido de la sociedad, resultaban argumentos débiles para su defensa. Para
los miembros del tribunal, estas declaraciones eran tomadas más como evidencia
para negar que las muertes habían resultado de un hecho que había sido previsto
por los campesinos, más aún, este parecer se acentuó cuando los acusados
negaron conocer las armas de fuego o una máquina fotográfica, pues la distinción

80
CRAVERO TIRADO, Juan. Terror, Sangre, Muerte en los Andes. Uchuraccay. Mudo testigo. Ayacucho.
1992. p. 174
81
Ibídem pp. 174-175. Sabían quiénes eran, lo peligrosos que eran pero preferían mantenerse al margen para
no comprometerse con ninguno de los bandos, de allí que decían “la prudencia de la comunidad fue
considerada necesaria y protectora contra cualquier riesgo del lado de sus atacantes”.
82
En este aspecto Cravero Tirado subestima la lógica campesina de Uchuraccay para tomar una actitud
ambivalente y de doble compromiso (que en el fondo no es tal) con los terroristas y las fuerzas de seguridad
estatales, pues el autor de este texto solo encuentra contradicciones y un intento de escabullir de los acusados
de esa manera de las acusaciones de asesinato de los periodistas sin comprender que estaban protegiendo algo
y era la integridad de la comunidad. Ibidem.

63
de quiénes eran peligrosos y quiénes no lo eran aparecía claro para ellos, aún
cuando su pueblo estuviese aislado del resto de la sociedad.83

Las contradicciones y negaciones de los acusados ponían en evidencia su


culpabilidad, en el transcurso de las interrogaciones afloró también el hecho de los
conflictos existentes entre las comunidades campesinas de Ucuraccay e Iquicha,
lo que había contribuido también a este clima de violencia. Las declaraciones de
Morales, que había viajado a esa comunidad con otros campesinos para apresar
terroristas, resaltaban precisamente que los capturados habían sido las principales
autoridades de esa otra comunidad.

En el transcurso del juicio oral, ante las repetidas insistencias del tribunal,
los acusados solo apelaron a negar las responsabilidades en los hechos
sucedidos en su comunidad, al extremo de mostrarse como personas ajenas a
todo contacto con el mundo exterior, negaron en conocer el español como lengua
y apelaron al quechua como un medio de defensa, esta estrategia de defensa
optada por los campesinos fue el modo más radical de hacer frente a la justicia
estatal.84

Finalmente, aunque todas estas situaciones incriminaban a los acusados, el


Fiscal Superior sorprendió a todos en el tribunal y la audiencia al retirar la
acusación de asesinato a tres de los seis acusados que estaban presentes en el
juicio oral, el motivo era que no se había acreditado suficientemente la
participación y culpabilidad de los reos presentes.

83
No obstante estas evidentes contradicciones de los acusados y la autopsia practicada por los médicos
forenses en los cuerpos que demostraban el uso de esos instrumentos, se resalta más y mejor la lógica de un
campesinado por mantenerse al margen de los bandos en conflicto, el Estado y la subversión.
84
Más aún apelaban a negar la cultura occidental y refugiarse en su propia cultura para escabullirse de las
acusaciones del cual eran objeto.
-Te exhorto acusado para que digas la verdad y solo la verdad. Pues de lo contrario serás condenado
- Condenado ¡Por qué, señor, porque nos dice que somos condenados...Nosotros no somos
demonios…¿Acaso estamos vomitando candela? No somos diablos…Nosotros también tenemos nuestros
dioses, nuestros ccanaypacha (dios de los cielos). Cravero. Op. Cit. p. 186.

64
Secuencia II: El juicio de Lima

Tras llevarse a cabo el juicio a fines del año 1984 en la Corte Superior Provincial
de Ayacucho, donde el Fiscal Adjunto Superior se retractó de sus acusaciones a
los tres inculpados presentes, el caso fue trasladado a la Corte Suprema de Lima
a principios del año 1985. En las audiencias públicas del juicio llevado en el octavo
tribunal especial en Lima, los seis campesinos fueron identificados como
responsables de herir y asesinar a los 8 periodistas, siendo condenados tres
responsables a penas que fueron entre 10 y 6 años de cárcel. En el juicio, se
decidió abrir procesos también contra el jefe político militar y los principales jefes
militares policiales de la zona por el delito contra la administración de justicia,
abuso de autoridad y contra los deberes de función y profesionales en agravio del
Estado. Aunque se acusó al personal militar o policial de haber ordenado la
muerte de los periodistas porque descubrieron su presencia actuante en
Uchuraccay, la sentencia final de las autoridades judiciales a los militares fue por
haber obstruido e interferido en la investigación de los hechos.

El aspecto más importante de este juicio fue establecer con cierto consenso
cómo sucedieron los hechos. En este sentido, se desmintieron puntos que
emergieron para cuestionar ciertos elementos que influían en el proceso, que los
periodistas habían sido confundidos como terroristas porque llevaban armas y una
bandera roja, en el juicio de Lima se llegó a comprobar que los periodistas sólo
tenían implementos personales, cámaras fotográficas y víveres, no poseían
armas, explosivos ni bandera roja alguna como habían llegado a declarar
algunos.85 Consumado el crimen, se comprobó que implementos y prendas de
vestir de los periodistas habían sido decomisados y guardados con candado en
una habitación de la casa comunal, fueron hallados luego por el juez instructor en
la exhumación de los cadáveres el 30 de enero de 1983. Dionisio Morales,

85
SALCEDO, José María. “El caso Uchuraccay, cuatro años después” en Revista Quehacer 45. Febrero-
marzo 1987. p. 15 e Informe Final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación Nacional. Tomo V. p.
140. La idea de la bandera roja y la confusión de las cámaras teleobjetivos por las armas fue parte de la
conferencia pública dada por el jefe del comando político militar general Clemente Noel Moral.

65
autoridad comunal, participó también en la muerte del guía de los periodistas y de
un campesino más. Más aún, antes de ejecutar al guía lo acusaron de hacer llegar
a los terroristas a Uchuraccay, la víctima lo desmintió categóricamente al decirles
que eran periodistas. También se sabe de la existencia de la amistad entre el guía
y un miembro de la comunidad, quien no impidió su ejecución y, menos aún,
protestara o extrañara de estos hechos.

La cuestión más discutida en este juicio que emergió entonces fue la


participación de los militares que vigilaban y gobernaban la zona declarada en
emergencia. Una versión inicial dada por el jefe político militar de la zona; general
Clemente Noel, fue el desconocimiento de la presencia de periodistas en la zona
de la tragedia.86 No obstante, era un hecho público dos días antes de la partida de
los periodistas que el jefe político militar supiera de la presencia de los mismos
aunque oficialmente no fuese avisado de esta comisión. Un dato que apoyó esta
hipótesis es que los periodistas pasaron, al salir de la ciudad, por el registro de
una barrera policial. Aunque no hubo allí aviso a las autoridades se sabía de la
presencia de periodistas que querían confirmar versiones de ajusticiamiento de
terroristas por parte de la población.

En este juicio también se llegó a establecer el contexto en que actuaron los


involucrados en el delito. Aunque los acusados se negaban a dar información al
respecto, finalmente se estableció en el proceso judicial que Juan Argumedo fue el
guía que accedió llevar a los periodistas a una elevación cercana a Uchuraccay
para regresar luego con las cabalgaduras que prestó, siendo capturado y
asesinado en el trayecto de regreso. Se estableció también que la madre del guía
recomendó incluso el nombre de una conocida suya en esa comunidad para que
aloje a los periodistas. Aunque los inculpados negaron en su mayoría tales
sucesos con el silencio, se supo que los hechos acaecidos estaban rodeados de
un miedo evidente, y se supo además que las autoridades de la comunidad
campesina, que habían sufrido las incursiones senderistas con el consecuente

86
José María Salcedo El caso Uchuraccay. p. 14 y CVR. Op. Cit.. p. 140.

66
asesinato de los suyos, tenían por sugerencia del personal militar... defenderse
con sus propias manos y eliminar a las personas extrañas que llegaran por el
lugar. Para ello pidieron ayuda incluso a otras comunidades vecinas que
aguardaban la llegada de los terroristas en cualquier momento.

Secuencia III: la Comisión Investigadora

Los hechos establecidos sobre cómo sucedió la masacre fueron aceptados


entonces por el poder judicial y por la Comisión investigadora sobre los sucesos
acaecidos en Uchuraccay, pero solo hasta allí llegarían las coincidencias. Mientras
para el Poder Judicial el camino era tipificar el delito y establecer la sanción de la
ley, para el régimen democrático estos hechos debía contener un razonamiento
político de cómo actuar contra este tipo de acciones que perturbaban el orden
jurídico interno. Este dilema se llega a comprobar en las conclusiones que
asumen cada uno, el Poder Judicial y la Comisión, en el enjuiciamiento y
sentencia de los hechos. Mientras para el primero era claro que había existido un
asesinato colectivo, posiblemente instigado por miembros de las Fuerzas
Armadas, que además habían obstruido en más de una ocasión las
investigaciones, la comisión investigadora aceptó cómo se habían dado las cosas
pero enfatizó la explicación de aspectos no judiciales que debían hacerse
comprensibles y hasta cierto punto justificables sobre la acción de los campesinos
y con ello probablemente su situación judicial al respecto.

Algunas afirmaciones de la comisión investigadora nos sugieren que estos


hechos debían ser comprendidos como perpetrados por sujetos sometidos a un
contexto de miedo: la “teoría de la confusión”, es decir, cómo y por qué el ataque
a los periodistas se produjo de improviso, sin diálogo previo, con temor, cólera,
por personas enardecidas, con una ferocidad infrecuente; los comuneros del
pueblo de Uchuraccay estaban, además, reunidos con comuneros de otros
pueblos sometidos a la misma presión, nos lleva a una interpretación similar a la
de Huayanay, la del asesinato auto inflingido, aunque esta vez no por culpa de los

67
propios periodistas sino porque los extraños son considerados elementos
potencialmente peligrosos:

confundieron a los nueve forasteros ...con un destacamento de "senderistas"


que venía...sin duda a escarmentarlos...Esta operación de represalias era
temida y esperada....en un estado de animo sobresaltado, medroso y
furibundo... estado de animo excepcional, exacerbado por...suma de
circunstancias.87

Aunque el trasfondo de esta interpretación proviene de una posición


antropológica de la comisión sobre los significados de la muerte de los periodistas
y los guías, como la forma de golpearlos en los ojos y en la boca o enterrándolos
fuera del cementerio, semidesnudos, boca abajo, con dos cuerpos por fosa y
siguiendo rituales destinados a los que no pertenecían a la comunidad cristiana o
en el peor de los casos por pactos con el diablo avalados por una atávica
“tradición iquichana de aislamiento” y violencia desatada contra cualquier extraño
a sus formas de vida,88 en esta interpretación se percibe la idea de la histórica
fragmentación e incomunicación entre el Perú formal, citadino, del progreso del
Perú real con el campesino desigual y excluido, situación profundizada además
por un contexto de miedo que por alguna mala acción o imprudencia de los
periodistas, representantes del Perú moderno, activó una violencia que se
comprende cuando se defienden causas “justas”:

No puede descartar, tampoco, este intento de diálogo se produjera y fuese


inútil debido al exceso de suspicacia, pánico y furor de los comuneros o
alguna imprudencia o error en el curso de la conversación por parte de los
periodistas que agravase el malentendido en vez de disiparlo.

87
Informe de la Comisión Investigadora de los sucesos de Uchuraccay. Lima. 1983. p. 36
88
CVR. Informe final…Tomo V. p. 151-152.

68
Se establece aquí la parte controversial del informe de la comisión, el móvil del
asesinato. Los periodistas, a consideración del informe de la comisión
investigadora, llegaban en el momento menos adecuado, pues existía una
situación de violencia que los comuneros intentaban resolver a su modo:

la decisión de dar muerte a los Terroristas de SL no fue súbita ni


contemporánea al crimen, sino tomada previamente en dos asambleas, con
participación de varias y acaso de todas las comunidades de la familia étnica
Iquicha...jugó un papel importante y acaso decisivo, la seguridad de los
comuneros de que tenían autorización para actuar así por parte de la
autoridad representada por los "sinchis", [aunque] la Comisión Investigadora
tiene la convicción absoluta de que los sinchis no han instigado
sistemáticamente el asesinato como medida de represalia o de defensa;... si
tiene la convicción relativa de que apoyaron tales acciones de manera aislada,
de acuerdo a las circunstancias de la campaña que venían librando.

En este aspecto se establece que la premeditación de la muerte de


cualquier sujeto que no fuese de la comunidad y que levantaba sospechas,
sumado a un contexto de guerra y de tradiciones atávicas, hacían comprensibles
y quizás hasta “justificables” estas acciones.

¿Tiene el Perú oficial derecho a reclamar de esos hombres, lo que con su


olvido e incuria mantuvo en el marasmo y atraso, un comportamiento idéntico
al de los peruanos que pobres o ricos, andinos o costeños, rurales y citadinos,
participan realmente de la modernidad y se rigen por leyes, ritos, usos y
costumbres que desconocen (o difícilmente podrían entender) los
iquichanos?89

La muerte del guía, Juan Argumedo, un campesino de la zona y que por


acuerdo comunal había sido silenciado de las declaraciones iniciales, resultaba,

89
Informe de la Comisión Investigadora de los sucesos de Uchuraccay. Lima. 1983. p. 36

69
sin embargo, sintomático de las débiles apreciaciones enjuiciatorias que la
comisión tenía sobre este caso, especialmente en su argumentación del extraño
peligroso. Mientras para el sistema legal que busca responsabilidades, resultaba
clara la responsabilidad campesina, para la comisión la responsabilidad
campesina respondía también a condiciones externas que involucraba incluso una
cuota importante de responsabilidad del país. En este informe no se identifican
expresamente autores con nombres y apellidos, excepto en la responsabilidad que
concierne a las autoridades comunales, pero se establece en su lugar solo un
juicio moral y una responsabilidad colectiva de una población que se hallaba
sometida a diferentes presiones de contexto: miedo, guerra interna entre el Estado
y la subversión, conflictos entre comunidades y diferencias histórico culturales
como fuentes de la violencia entre uchuraccainos, citadinos y los propios
subversivos.

El propósito de la comisión investigadora, en todo caso, situaba su


enjuiciamiento en un nivel moral de los modos y procedimientos que guiaban a la
justicia oficial, señalaba las causas para comprender más allá de simplemente
juzgar y crear un espacio alternativo de justificación al propio poder judicial, su
enjuiciamiento trataba de influir en las decisiones que inducían a marcar el juicio
de los magistrados con un alegato moral de principio y conducía a la comprensión
de los hechos interrogándose sobre el modo de administrar justicia en el Perú:

la responsabilidad moral, esa culpa compartida colectivamente, que los


comuneros no rehuyen y más bien reclaman, refleja... la decisión de matar a
quién creía un enemigo fue colectiva; la ejecución pudo ser obra de algunos
de ellos pero no cabe duda que los demás, si las circunstancias se lo hubieran
permitido, hubieran actuado de idéntica manera.

70
Los significados del proceso según el orden, la seguridad y la autoridad

La conclusión que aquellos juicios produjeron apuntó así a un sistema político que
traducía un orden social e institucional cada vez más precario frente a una
creciente violencia social de un grupo armado que la exacerbaba aún más. La
seguridad interna se convirtió en un leitmotiv para el desenvolvimiento de los
procesos judiciales, hizo que las formas legales con los que los magistrados
discernían la validez de los hechos -desde las indagaciones de oficio del fiscal y el
juez instructor, las investigaciones de la policía, los análisis periciales y de
laboratorio, las instructivas y el propio juicio oral – tambalearan frente a las
premisas fundamentales del derecho formal en la administración de justicia. Esta
situación afectó a los propios medios probatorios, las formas en que se tomaban
las evidencias disponibles de la investigación y el propio juicio en sí mismo estuvo
plagado de esas inseguridades del orden vigente.

La exhumación, que inició el largo proceso judicial del caso, fue realizada
de manera irregular, en ausencia del Fiscal Provincial en lo penal y del
Secretario Judicial, por lo cual el juez nombró a un sinchi como testigo
actuario. Dicha situación fue producida por la intromisión del Comando
Político Militar, que en lugar de conducir a Uchuraccay al juez instructor de
Huanta, a cuya jurisdicción correspondía el caso, convocó al juez instructor
de Huamanga, doctor Hugo Molina Ordóñez. Se encontraban además 13
especialistas en criminalística de la PIP llegados desde Lima. El juez
interrogó a algunos comuneros y recogió algunas evidencias de los hechos,
pero no habló con las principales autoridades comunales porque habían
viajado hacia Tambo, cumpliendo la citación realizada el día anterior por el
jefe de la patrulla mixta, oficial Ismael Bravo Reid. Cuando el grupo de
periodistas llegados desde Lima arribó a Uchuraccay, fue necesario sacar
los cadáveres de las bolsas negras de polietileno en que habían sido
depositados. Horas después, las imágenes de los cuerpos linchados

71
propagadas por la televisión, transmitieron también una sensación de horror
hasta entonces desconocida para la mayoría de hogares peruanos.90

Por un lado, los magistrados se encontraban limitados por la obstrucción de


fuerzas de seguridad por cuanto no permitían profundizar en todas sus
consecuencias esas evidencias, situaciones similares sucederían cuando los
subversivos amenazaron a los jueces. El gobierno, con la formación de una
comisión investigadora, relajaba los criterios legales y morales que guiaban el
procedimiento judicial en la búsqueda de responsabilidades al crear un espacio
alternativo de comprensión de los hechos. No obstante estas limitaciones de la
justicia, la ayuda del periodismo de investigación resultó clave para esclarecer en
el horizonte judicial no sólo la condena de los inculpados directos sino la
intervención no poco grave de algunos mandos políticos militares. Estos hechos,
sumados a una opinión pública exigente por saber la verdad y a una creciente
presión por parte de la subversión, fueron expuestos entonces como una
intromisión contra la institución judicial, indujeron a reconocer que había
debilidades en la administración de justicia pero también cuestionaba los principios
jurídicos que se daban en este proceso.

Las debilidades de la administración de justicia se vio en la actitud


exoneratoria y renunciante del primer fiscal encargado del caso, vendrían luego
irregularidades jurisdiccionales sobre quién debía investigar judicialmente, la
negativa del comando político militar para detener al principal acusado, Fortunato
Gavilán, y su negativa de trasladarlo por helicóptero en compañía del juez
instructor desde Uchuracccay con el Presidente de la Corte Suprema. Los
obstáculos para investigar más a personajes que aparecían en un vídeo con un
buen castellano y atuendos extraños a la comunidad, la forma de enterrar a las
víctimas - de dos en dos en tumbas de guerra y no a la usanza andina -, la
desaparición de las cámaras fotográficas con evidencias del asesinato, la
redacción de un atestado policial sometido al jefe político militar y la incongruencia

90
CVR. Informe Final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación. Lima. 2003. Vol. V. p. 141.

72
lógica de un fiscal que pedía penas de hasta veinticinco años para los campesinos
sin afectar con similar dureza a los militares, aún cuando se sospechaba de su
autoría intelectual, pidiendo penas que no pasaban de dos años por impedirles
administrar justicia, hacen evidente que la administración de justicia en medio de
una floreciente democracia estaba atenazada en su independencia y autonomía.

El informe de la comisión investigadora reforzaba esta crítica al poder


judicial, su alegato moral indicaba que un sistema legal judicial no podía ir en
contra la seguridad de todo el Estado. Este argumento, como vemos, no lo
impusieron los militares de forma oficial hasta mucho después que este juicio
llegara a su fin (06/03/1987). Sectores dirigentes del país expresaron con claridad
la necesidad de enfatizar cómo el fenómeno de la inseguridad y un nuevo tipo de
violencia política se sumaba a la violencia estructural, invadiendo así el endeble
sistema de organizaciones sociales e institucionales, afectando con ello los
criterios morales que sustentaban la legitimidad política de los juicios dictados por
el poder judicial en la lucha contra la subversión.

La inseguridad política puso un costo adicional en el cuestionamiento de la


autoridad judicial. Perder más su prestigio con una opinión pública cada vez más
conmocionada por la violencia senderista arriesgaba también su poca y
cuestionada autoridad sobre militares que habían hecho gala de someterla a sus
designios en la década anterior. En las conclusiones de la comisión se desprende
que este juicio no sólo quebraba el frágil orden de las instituciones con ideología
democrática, sino también reforzaba el poder que daba la seguridad de las
instituciones armadas y policiales en contra de la propia democracia. En ese
sentido, se criticaba al poder judicial la forma ortodoxa, legalista y poco
comprensiva de la situación no solo para defender la democracia sino también los
derechos humanos y que se vieron perfectamente reflejados en lo que se había
visto en el juicio, un grupo social pobre, excluido y diferente que jugaba más bien a
favor del propio sistema político que todos disfrutábamos. El riesgo de perder
como aliados a campesinos pobres, excluidos e ignorantes y echarlos a los brazos

73
de los senderistas, dieron perfil para que los conflictos que atravesaba toda la
sociedad peruana tomasen expresión en la manida teoría interpretativa del caso
Huayanay, es decir, dos naciones separadas por un conflicto histórico pero que
ahora era utilizado por un enemigo común, "externo" al país, pero capaz de apelar
a nuestras históricas discordancias para infundir más miedo y destrucción con tal
de alcanzar sus propósitos de conquista del poder. Este era el peligro que la
comisión pretendía conjurar con el análisis comprensivo del caso Uchuraccay, es
decir, los principios que habían de gobernar a la administración de justicia del
Poder Judicial no podía alcanzar y desmoralizar a las fuerzas policiales y militares,
bajo riesgo de que comenzaran a actuar al margen de cualquier legalidad tal como
lo venían haciendo

El veredicto de la comisión tradujo en términos políticos lo que era una


justicia mal ensamblada en un Perú dividido y en permanente conflicto. Se diluía
en las explicaciones de la Comisión, las responsabilidades individuales y la
identificación de sus autores más relevantes a cambio de una responsabilidad
colectiva y política moral. Su análisis ubicaba dos niveles diferenciados de
profundidad del conflicto violento: la inmediata o coyuntural, propiciada por la
violencia ideológica de Sendero Luminoso y la más profunda o de larga duración
como era la violencia estructural, traducida en las desigualdades económicas,
sociales, políticas, donde aparecía además un tercer elemento, fijado en las
diferencias culturales, atado a una tradición de conflictos intergrupales y mezclado
de elementos mágicos y religiosos, expresaban en suma que las distancias entre
sectores occidentalizados del país y sectores indígenas y campesinos, no podían
expresarse en una incorporación brutal al país, tal como los veíamos en los
asesinatos de este tipo

La comisión ... cree necesario llamar a reflexión a los peruanos sobre la


compleja problemática que la muerte de esos ocho periodistas ha puesto en
evidencia y exhortarlos, como el mejor homenaje que se puede rendir.... a
deponer las pasiones y las simplificaciones fáciles, los aprovechamientos

74
políticos y las fórmulas demagógicas, y a reconocer con humildad, que
aunque los autores fueran unos cuántos, y sus instigadores y provocadores
otros tantos, hay una responsabilidad histórica anterior y más vasta detrás
de las piedras y palos sanguinarios de Uchuraccay que nos incumbe a una
gran mayoría de peruanos91

El caso Uchuraccay mostraba el rostro del poder político, un juicio en una


frágil democracia que se enfrentaba a un enemigo feroz no era conveniente
hacerlo bajo los principios que debía guiar la administración de justicia en un
régimen democrático. El campesinado pobre y olvidado, abandonado a una
administración de justicia reconocida en el fondo como desprestigiada y
contradictoria, daba ocasión al poder político para reiterar que el juego legal
vigente tenía limitaciones institucionales propias de una frágil democracia, la que
expuesta frente la violencia política fruto de esas debilidades, creaban más de un
peligro para la sociedad.

La Comisión investigadora tiene la convicción absoluta de que los "sinchis"


no han instigado sistemáticamente el asesinato como medida de represalia
o de defensa; pero sí tiene la convicción relativa de que apoyaron tales
acciones de manera aislada, de acuerdo a las circunstancias de la campaña
que venían librando. En el caso concreto de Uchuraccay en vez de
materializar una política previamente planeada y sistemáticamente aplicada,
respondieron a quiénes les pedían protección contra los senderistas
"defiéndanse y mátenlos". Aún así, esto plantea un delicado problema moral
y jurídico al sistema democrático peruano...92

91
Ibídem p. 40. Llamado también la visión indigenista de la Comisión Vargas Llosa.
92
Ibídem p. 21. En este punto la CVR subestima el significado del juicio como "irrelevante" ante los eventos
posteriores que dieron notoriedad a esta población y que significó su virtual destrucción por los senderistas.
Escamotear así el análisis del juicio Uchuraccay le hace un flaco favor al debate interesadamente planteado
por la Comisión Vargas Llosa sobre las evidentes desigualdades étnicas y sociales en que se administra
justicia en el Perú, al dar a la exclusión como una verdad de Perogrullo que lo justificaba todo, de este modo
se evitó tocar tempranamente una obscura y dura realidad de la judicialidad peruana que tocaba ribetes de
renuncia sobre el sentido de la justicia en el Perú, especialmente entre los políticos. La oportunidad de discutir
desde una visión democrática los límites de la "legítima defensa" campesina en la lucha contra los alzados en
armas se perdió cuando finalmente se optó por dejar de administrar justicia con las excusas de la guerra

75
Para la Comisión Investigadora el Poder Judicial era solo parte de un
trasfondo histórico de principios políticos civilizadores que nunca funcionaron en la
práctica, pero en momentos de enorme violencia política, cuando ésta asumía
proporciones que desbordaban sus propias capacidades de control, alimentaba
acciones desestabilizadoras y contrarias a ella misma, con el agravante de no
poder proceder con los mecanismos institucionales de administrar justicia en
democracia.93

Encontramos en el proceso judicial de Uchuraccay que las nociones de


Orden, Autoridad y Seguridad se encontraban en tensión entre el poder judicial y
el poder político. El Orden democrático y jurídico no era suficiente para estabilizar
las contradicciones y diferencias existentes entre la población, especialmente los
campesinos azotados por la violencia política; situación afirmada y auspiciada, sin
embargo, por los propios voceros del gobierno que buscan, mediante una
comisión investigadora de los hechos, una versión alternativa que explique desde
las raíces estructurales el sentido que debía tomar el juicio. Se hace patente una
vez más la desigualdad cultural y social de los campesinos en la estructura
jurídica, situación que es utilizada políticamente para la lucha contra subversiva.
La autoridad judicial es puesta en cuestión en sus aspectos fundamentales por
esta comisión, se le quita al poder judicial la legitimidad de su vínculo con la
realidad social por las insalvables distancias culturales, jurídicas e institucionales
existentes en el país. Este cuestionamiento buscaba quebrar los fundamentos de
la autoridad judicial en sus aspectos ideológicos doctrinales y funcionales
instrumentales. La seguridad es asumida como una realidad que debía ser
entendida en su contexto, se evidencia la funcionalidad de la exclusión del orden
jurídico de los campesinos comprometidos en la lucha contra la subversión, por

interna y permitir el exterminio total de los subversivos sin mediación moral y teórica que lo justificase, este
fue uno de los vacíos y defectos intelectuales y morales de la lucha legal planteada por el Estado contra la
subversión. Los políticos e intelectuales al dejar de hacerlo dejaron que los militares asumieran su lugar con
las consecuencias que hoy conocemos.
93
En 1988, el subsiguiente gobierno del APRA, aceptaba también esta posición en el discurso presidencial a
la Nación: Todos sabemos que el terrorismo usa nuestra democracia y no debemos permitirlo.

76
ser una necesidad del momento. La seguridad al que todo ciudadano tiene
derecho como concepto regulador de la justicia estatal es relativo, a unos les
corresponde una seguridad “normal”, dentro del orden jurídico formal, a otros un
tipo de seguridad “en tiempos de guerra”, es decir, un estatuto especial justificado
por las diferencias y exclusiones sociales, creando espacios alternos de
enjuiciamiento.

La justicia como ideal del poder judicial entra en el caso Uchuraccay en un


marco de orden, autoridad y seguridad tambaleante y contradictoria en sus
cimientos doctrinales y operativos.94 Se hace evidente que las desigualdades
sociales crean acciones políticas que buscan resolver la precariedad del orden
social existente con la deslegitimación de la autoridad del poder judicial en su
sociedad, todo en nombre de la seguridad, asumido más como un concepto
desigual y excluyente para la población. La guerra interna aparece como un
elemento accesorio a esta justificación, no es un motivo de fondo. Para lograr este
cuestionamiento y desautorización del poder judicial la Comisión Investigadora
buscó confrontar al Poder Judicial con sus propios principios sobre el orden y la
autoridad pero no lo logró. El gobierno sí logró imponer el único criterio que le
preocupaba para operar este caso en el marco de la justicia formal: la seguridad,
entendida como en el caso Huayanay, como una seguridad basada en la
necesidad de crear exclusiones funcionales a la guerra interna y no en la
necesidad de crear un orden social inclusivo.95

3.3. La Cantuta

La muerte de nueve estudiantes y un profesor de la Universidad Enrique Guzmán


y Valle en 1992 por un comando paramilitar, denunciado luego por la prensa

94
Doctrinales por lo que hace la Comisión Investigadora, operativos por lo que hacen los elementos reacios a
toda investigación judicial transparente.
95
El Poder Judicial sancionó solo a los culpables más aparentes y publicitados del delito, los campesinos,
dejando a un lado la investigación y sanción de otras responsabilidades que implicaban la confrontación al
propio poder político. El poder político creaba a su modo ideas sobre las exclusiones funcionales que tanto le
preocupaban en esta guerra interna.

77
independiente, causó un gran impacto nacional e internacional por la
administración de justicia practicada en el Perú. Este caso puso en debate las
condiciones de operatividad del Poder Judicial, en donde instituciones paralelas a
éste, como el fuero militar, le quitó atribuciones para juzgar casos que
comprometían al régimen de turno. En este proceso judicial se mostrarán los
argumentos políticos y legales que las instituciones castrenses utilizaron para
procesar el contexto de violencia que se vivía en ese momento y cómo luego éstos
se hacen presentes para procesar sanciones y responsabilidades subsecuentes a
este hecho. Ambos tipos de argumentos permiten comprender, además, cómo
entre los elementos más proclives a aceptar los métodos violentos para conservar
el orden, la seguridad y la autoridad en el país, se tejen representaciones de ideas
sobre la justicia y su administración con cierta legitimidad.

En la parte fundamental de este proceso, ambos fueros -común y militar-


siguieron la argumentación y sustentación de los hechos elaborada por el fiscal del
Ministerio Público a cargo, Víctor Cubas Villanueva. Ambas versiones, sujetas a
una misma investigación, nos ilustran sobre cómo este juicio, finalmente, se
resolvió por encima de los mecanismos legales e institucionales convencionales
para designar la responsabilidad de los inculpados de asesinato.96

Los hechos

A la 1 de la madrugada del 18 de julio de 1992 un contingente de 10


encapuchados irrumpe en las habitaciones de la vivienda para estudiantes y
docentes de la Universidad Enrique Guzmán y Valle, ubicada en Lima. Era una
operación militar ejecutada por miembros de Inteligencia del Ejército Peruano.
Obligaron a todos los que dormían a arrodillarse, con las manos en la nuca y
mirando hacia el piso. Un efectivo con linterna en mano, pateaba y golpeaba, otro
pedía sus nombres completos. De 40 internos fueron separados 9. Otros efectivos

96
CUBAS VILLANUEVA, Víctor. La Cantuta. Crónica de la investigación fiscal. Lima. Palestra editores y
Coordinadora Nacional de Derechos Humanos. 1998. RUA, Efraín. El Crimen de la Cantuta. La desaparición
y muerte de un profesor y nueve estudiantes que estremeció al país. Lima. E.R.S. Ediciones. 1996.

78
arrestaron al profesor Hugo Muñoz, residente en la Universidad, donde vivía con
su esposa y dos hijos. Los detenidos fueron subidos en vehículos y cruzaron la
garita de control vigilada por efectivos del ejército. Cruzaron un puente de caracol
y salieron de la universidad. Minutos después las camionetas se estacionaron en
un lugar llamado “boca del diablo”, un paraje desolado y desierto en las afueras de
Lima. Santiago Martín Rivas, mayor en Ingeniería del ejército y jefe operativo del
grupo llamado “COLINA” (Comando de Liberación Nacional), ordena a los
detenidos que delataran a los responsables del coche-bomba en la calle Tarata.
No recibe respuesta, los acusa de “terrucos” y asesinos, hubo golpes. Rivas
ordenó a los detenidos cavar una fosa en unos cerros adyacentes entre Huachipa
y Cieneguilla, con las manos atadas en las espaldas, los detenidos son
arrodillados al costado de la fosa. Los sujetos armados se colocan detrás de cada
uno y a una orden de Rivas son asesinados el profesor y los ocho estudiantes.
Enterrados allí mismo luego serían desenterrados para ser desintegrados y evitar
su identificación.

Análisis del juicio

Secuencia I: La denuncia y la investigación en el fuero civil97

En un comunicado anónimo dirigido al Congresista Henry Pease el 2 de abril, se


denunciaba el lugar donde se hallaban los restos de las víctimas. Acompañaba la
denuncia un plano de ubicación donde se hallarían los restos. El caso fue asumido
en seguida por el Fiscal Víctor Cubas Villanueva.98 Los restos en cuestión fueron

97
Los hechos descritos según auto Apertura de Instrucción con base al Dictamen del Fiscal, el Informe y
Queja contra el Juez a cargo de la Instrucción, el Cuaderno de Contienda de Competencia, la Primera
Votación en la sala Penal, la segunda Votación de contienda de competencia de ley penal, Resolución
Declinatoria de Competencia de la Corte Suprema y DL 26291 (8-2-1994). En Víctor Cubas Villanueva La
Crónica de la Investigación Fiscal. Lima. Palestra editores y Coordinadora Nacional de Derechos Humanos.
1998.
98
El comunicado estaba firmado por COMACA, siglas de Comandantes, Mayores y Capitanes miembros del
EP y el plano, hecho llegar por una agente de Inteligencia luego asesinada brutalmente por uno de sus
compañeros, a la Revista Si el 8/7/1993. La denuncia pudo ser conocido incluso antes por la transmisión en un
canal de televisión (13/3/1992) y por que el propio Gral. Hermoza había aceptado el 4/11/192, la existencia de
un operativo ese día en la UNE aunque sin detenidos de por medio, cosa desmentida más adelante pues los
detenidos habían sido asesinados.

79
hallados en arenales de la quebrada de Chavilca, altura del Km. 14 de la carretera a
Cieneguilla, tres meses después de realizada la denuncia (08/07/1993).

Tras exhaustivos análisis de laboratorio y de identificación de las víctimas se


abre proceso penal contra los implicados en el crimen. Se configuran los delitos de
secuestro, desaparición forzada de personas y asesinato, con violencia, crueldad y
encubrimiento. Aparecen diez acusados, responsabilizados e individualizados por
tales delitos, además se implica a oficiales de alta graduación como "autores
intelectuales".

Aquella vez el abogado de la parte civil y el fiscal solicitaron la destitución del


juez instructor suplente a cargo de la investigación, Carlo Magno Chacón, por la
forma en que conducía el caso. Este magistrado, si bien hizo las inspecciones
oculares, solicitando la detención y no salida del país de los acusados, dictando
auto de apertorio en 24 horas, acusó de modo simultáneo al abogado de los
agraviados por desacato. Por otro lado, el Fiscal del caso le llamó la atención
porque como director de la investigación no precisó nombre genérico de los
delitos, no fundamentó el mandato de detención, dispuso embargo sin precisar su
carácter preventivo y no especificó diligencias con que actuar en el poder judicial.
El fiscal dijo en esa oportunidad: su preocupación (del juez) fue tramitar la
contienda de competencia entre los órganos judiciales. Dada la crítica de la
opinión pública por el modo de conducir este caso, el juez fue recusado por la
parte civil el 15 de diciembre de 1993. El fiscal también había solicitado una
semana después, a través de la novena sala superior y el Fiscal Superior, la
abstención del juez en el proceso. El fiscal superior negó la recusación por falta
de pruebas que el juez instructor suplente tuviese parcialidad con alguna de las
partes. El fiscal instructor formuló queja, sin embargo, el 7 de enero de 1994 ante
el jefe del OCMA (Oficina de Control de la Magistratura) Carlos Giusti y ante el
presidente de la Corte Superior porque el juez había dado opinión a la prensa
contra él, acusándolo de inconducta funcional al cargo, sobre todo porque dilataba
la comparecencia de testigos y por foliar incorrectamente el expediente.

80
Antes de seguir con el relato de este caso hay que tener en cuenta la situación
de los órganos judiciales, tanto del Poder Judicial como del Ministerio Público.
Ambos habían sido sometidos a una intensa depuración de magistrados por el
Poder Ejecutivo que había perpetrado un golpe de estado contra los otros poderes
del Estado el 5 de abril de 1992, al punto que formó un Jurado de Honor de la
Magistratura para convocar a concurso público estos puestos. Muchos cargos, sin
embargo, solo estaban dados como provisionales y estaban sometidos a los
designios de los miembros de una Corte Suprema y una Fiscalía de la Nación a su
vez sometidos al Poder Ejecutivo.

Por decisión del Consejo de Gobierno del Poder Judicial, el juez Magno
Chacón fue reemplazado el 25 de enero de 1994 por la juez titular Virginia
Moscoso Manrique, quien siguió investigando el caso y descubrió que la base
militar estacionada en la Universidad contaba con radio comunicador, lo que le
permitió seguir las operaciones de secuestro de los afectados99. Una semana
antes de este cambio, el 18 de enero de 1994, este juez había emitido una
resolución pronunciándose a favor del fuero civil y que los delitos cometidos
estaban dentro del código penal. También formuló denuncia contra el fiscal Cubas
por prevaricato y abuso de autoridad al haberle faltado el respeto al citar hechos
falsos en contra de su persona y al no haber emitido en forma oportuna el
dictamen de acusación hacia su persona. Sin embargo, una semana después y
antes de irse el juez Chacón por disposición de la OCMA, hizo un último acto
judicial, dejó pendiente la contienda de competencia entre el poder judicial y la
justicia militar, pues las autoridades del Consejo Supremo de Justicia Militar,

99
Es de señalar que en el transcurso de esta destitución se interpuso varios habeas corpus en el juzgado de
Chacón por un sujeto que no es mencionado por Cubas pero que dice era muy conocido en los corrillos
judiciales para hacer este tipo de trámites, haciendo aparecer, ante su inminente destitución por el caso La
Cantuta, una causal distinta que encubriera su verdadera responsabilidad en este caso. Cubas. Ibidem pp.
214-215.

81
plantearon que los hechos se habían dado en una instalación controlada por
militares.100

La contienda de competencia se resolvió en la sala penal de la Corte Suprema


el 1 de febrero de 1994, el fiscal adjunto supremo también se pronunció a favor
del proceso en el fuero común. La primera votación en la Sala penal debía
resolverse por cinco vocales titulares, debía aprobarse solo con cuatro votos a
favor. Los alegatos del fiscal militar establecían que la jurisprudencia les daba la
razón por cuanto era un delito de función ya que los hechos habían sido
producidos por militares en zona de emergencia: para ello sustentó que la
matanza de los penales, Accomarca, Pucayacu y el art. 10 de la Ley 24150, así lo
establecían. La defensa alegó en cambio que desde 1857 todo crimen
contemplado por el código penal se resolvía en el fuero común y la Universidad
Nacional de Educación (La Cantuta) no era zona militar restringida ni zona política
militar. El resultado final fueron tres votos a favor del fuero militar y dos en el
común.101

Allí se produjo un impasse, eran tres votos contra dos y no llegaban al mínimo
legal indispensable para definir el fuero civil o el militar. Por orden de la Ley
Orgánica del Poder Judicial, casos como estos debían dirimirse con un integrante
o dos más de ser necesario. El vocal menos antiguo (Carlos Giusti) y otro del
Consejo Supremo (Manuel Sánchez Palacios),102 encajaban en esta condición
legal de ser dirimentes y ambos amenazaban ponerse del lado del fuero común.
Fueron citados para el 10 de febrero de 1994. No obstante, en el Congreso de la
República, uno de los representantes de la facción oficialista del gobierno,
sustentó el 7 de febrero a las 10.30 de la noche, al margen de toda agenda y

100
En el transcurso de estos trámites el Fiscal Cubas constató una serie de irregularidades sobre el mismo
proceso, como la falta del auto de apertorio para iniciar la contienda de competencia ese mismo día, lo que se
hizo sin embargo al día siguiente. La formalidad y regularidad del proceso hacía agua por este lado. Ibidem p.
217.
101
Votaron a favor del fuero militar: Moisés Pantoja; Pedro Ibérico, Emilio Montes de Oca. Vladivideo 888-
889
102
Ambos se pronunciaron en su momento por lo irregular en que estaba actuando el juez suplente instructor
Chacón.

82
saltando otros, un proyecto de ley para que las contiendas de competencia sobre
jurisdicción civil o militar que no estén vinculadas al narcotráfico, se entienden
resueltos por la sala correspondiente de la corte suprema de la república, cuando
cuente con la mayoría simple de los votos emitidos por los miembros de dicha
sala. Las votaciones futuras serán secretas. (art. 1 del proyecto de ley). Esta ley
se aprobó con 45 votos contra 6 a las 2 a.m. del 8 de febrero de 1994.

Se promulgó de este modo la ley 26291 conocida también como la ley


Cantuta, el presidente de la Corte Suprema opinó a favor de la retroactividad de la
ley declarando el pase del caso La Cantuta al fuero militar. La Fiscal de la Nación
no se pronunció acerca de su constitucionalidad.103 Se aplicó de inmediato esta
ley el 11 de febrero con una nueva votación.

Secuencia II: El juicio en el Fuero Militar104

Adelantándose a los hechos sobre qué fuero correspondía, el 15 de abril de 1993


el comándate general del EP (Nicolás Hermoza Ríos) solicitó al presidente de la
Sala de Guerra del Consejo Supremo de Justicia Militar (CSJM) formular
denuncia penal contra los que resulten responsables de hechos que versiones
periodísticas tendenciosamente involucraban a personal del ejército en la
desaparición del catedrático y los estudiantes de la UNE- La Cantuta (que) solo
obedecía a una campaña de desprestigio montada por la oposición. El 16 de abril
de ese año, el Consejo Superior de Justicia Militar abre instrucción contra quienes
resultaban responsables de abuso de autoridad y contra la vida, el cuerpo y la
salud en agravio de un profesor y estudiantes de la UNE-La Cantuta. El 07 de
julio de ese mismo año se acusó a seis oficiales del ejército.

103
Ambos por mandato constitucional podían aplicar el control difuso de la Constitución (arts. 51 y 138) que
anulase tal medida con nombre propio.
104
Los hechos según acusación del Fiscal Militar, Sentencia del tribunal Militar o Sala de Guerra del Consejo
Supremo de Justicia militar y Ley de Amnistía 26479 (15-6-1995) y segunda Ley 26492 (28-6-1992). En
Víctor Cubas Ibídem.

83
El 6 de mayo de 1993 el general del ejército, Rodolfo Robles, denunció a
personal de la institución involucrado por el asesinato de 9 estudiantes y un
catedrático de la UNE-La Cantuta. El 13 de diciembre de 1993, tres días antes que
el juez instructor penal abriera denuncia, el Consejo Superior de Justicia Militar
amplió las instrucciones contra 7 oficiales por secuestro, contra la administración
de justicia, desaparición forzada de personas y asesinato y contra 6 suboficiales
por los delitos de secuestro, contra la administración de justicia, negligencia,
desaparición forzada de personas, abuso de autoridad y contra la vida el cuerpo y
la salud (asesinato) en agravio de un docente y nueve estudiantes, dictándose
orden de detención contra los imputados. En esa resolución, se incluye plantear la
Contienda de Competencia sobre qué fuero juzgaría a los inculpados, se solicita
al juez del fuero común abstenerse de conocer el proceso y se pide remisión de lo
actuado. Entre sus argumentos alegó que el fuero castrense abrió instrucción en
abril de 1993, porque los delitos se cometieron en una zona declarada en estado
de emergencia y por haber sido cometidos presuntamente por militares en
servicio activo.

El 11 de febrero de 1994, la Sala Penal Suprema, otorgó capacidad al fuero


militar para juzgar a los inculpados del caso La Cantuta. El fiscal militar presentó
dictamen de acusación el 14 de febrero, en base a lo que había actuado el fiscal
Cubas, se inició un juicio sumario en forma secreta donde el fiscal militar acusó del
siguiente modo a los inculpados:

en la madrugada del 18 de julio de 1992 [...], un grupo de personas provistas


de armas de fuego que vestían prendas de uso militar...Por denuncias que se
hicieron en los primeros días del mes de julio 93 [...] en la etapa de
investigación [expediente acumulado procedente del fuero común], se ha
obtenido pruebas evidenciarias [...] concurrentes y concordantes entre
sí...fueron detenidos (9 estudiantes y 1 catedrático en la UNE-La Cantuta) del
18 de julio 92 por personal militar que realizó una operación clandestina no
ordenada ni autorizada por el Alto Mando del Ejército, conforme lo establece el

84
Vocal Instructor en el ítem en décimo sexto del informe final ampliatorio[...]
concluye [...]que el elemento ejecutor [...] la modalidad del accionar empleado
no propio de organizaciones subversivas terroristas [acusa a dos oficiales de
rango medio y cuatros suboficiales][…] de conformidad con lo establecido en el
art. 14 del código castrense; […] dada las circunstancias objetivas del hecho
delictuosos se acredita que los procesados actuaron por el cumplimiento de su
deber y en ese afán hubo evidentemente excesos en su cometido sin causa
justificativa alguna, pero sí con los agravantes que establece (el código citado)
[…] los acusados suboficiales concurren circunstancias modificativas de la
responsabilidad criminal, puesto que ellos solo cumplieron órdenes y en el
caso concreto han actuado por seducción de sus jefes por razones de
influjo[…] de las propias declaraciones de los acusados[…] los que han
participado directamente en el hecho delictivo, así como los de los demás
recaudos que obran en autos, se establece fehacientemente que el Alto Mando
del Ejército Peruano y singularmente su Comandante General en ese
entonces, y/o personal del Servicio de Inteligencia Nacional, no han ordenado,
ni intervenido en la planificación elaboración y […] ejecución del denominado
"secuestro" […], sino que estos han actuado de motu propio […][…] que su
comportamiento se encuentra incurso […] en el delito de negligencia […] al no
haber exigido a sus subordinados el estricto cumplimiento de sus obligaciones
[…] omisión o descuido de los deberes […] a su cargo

En seguida citó al general Juan Rivero Lazo, director del SIE y al coronel
Navarro, del DINTE como responsables de negligencia. Las penas solicitadas
para estos últimos era cinco y cuatro años de prisión, además de 30 días, dos y
cuatro años de reclusión militar para otros tres oficiales más por negligencia.
Acusó también a los 6 principales imputados por abuso de autoridad, secuestro,
desaparición forzada y asesinato de los 9 estudiantes y el profesor, pidió también
penas de entre veinte años para los oficiales y quince para los suboficiales. En el
ínterin de las denuncias del fuero militar se planteó, sin embargo, una estrategia
al interior del ejército entre los altos mandos, el asesor presidencial Vladimiro

85
Montesinos y los inculpados, según el cuál, si los cabecillas y miembros del grupo
COLINA, nombre del grupo inculpados por asesinato, más el jefe del DINTE,
aceptaban ser enjuiciados, ellos podrían ser absueltos y reintegrados al
servicio.105

El 18 de febrero del 1994, se inició el proceso judicial en secreto por la Sala de


Guerra del Consejo Supremo de Justicia Militar, fueron sentenciados a 4 y 5 años
los altos oficiales y a 20 y 15 años de prisión los oficiales y suboficiales
participantes de la operación, tras un juicio de tres días a puerta cerrada.106
Cumplirían prisión en el cuartel Simón Bolívar. No se pudo determinar los motivos
de los autores del asesinato en la sentencia por cuanto parte del trato con sus
jefes superiores era “Van presos y son procesados pero sin aceptar los hechos.
Todo el proceso se va a basar en indicios porque no hay pruebas. Y se les va a
tener que absolver” a lo que ellos respondieron “aceptamos”107

Las cosas en el Tribunal Militar se dieron como se había previsto antes, la


condena de los autores del asesinato respondía afirmativamente a las presiones
de la opinión pública nacional e internacional, a los organismos de derechos
humanos y a la coyuntura electoral reeleccionista del presidente – candidato. La
justicia operó sobre procedimientos cuestionables pero los principios que daban
sentido a esos procedimientos lo fueron aún más, la sentencia respondía más a
criterios externos que a los propios resultados de un proceso ordenado y que
respetasen los fundamentos de la autoridad judicial como fuero competente. La
autoridad judicial se desprestigió más y dio a los militares una excusa util para
reconciliarse con la sociedad al decir que el móvil que llevó a los acusados a

105
JARA, Umberto. Ojo Por Ojo. La Verdadera historia del Grupo Colina. Grupo editorial Norma.
Septiembre 2003. pp. 192-195.
106
Los nombres de algunos suboficiales aparecieron cambiado en el acta por lo que fueron exculpados porque
"no pertenecían a la institución". Y el abogado de los acusados cuestionó la sentencia diciendo que no era
posible que solo ellos tuvieran responsabilidad. Rua, E. El Crimen de la Cantuta. pp. 175 y 176.
107
JARA, Umberto Ibídem. p. 194. El testimonio ofrecido por los cabecillas del grupo Colina aparecen de
primera mano en el periodista acusado alguna vez de colusión con el régimen de Fujimori, este es un intento
por reafirmar lo que ellos –los paramilitares- consideraban un acto de sacrificio por los “códigos de lealtad,
disciplina, respeto al superior, y también con criterios de honor” por “pacificar” al país. Palabras de Santiago
Martín Rivas, jefe operativo del Grupo Colina.

86
cometer estos excesos fue como consecuencia de un mal entendido
cumplimiento del deber, exacerbado negativamente por sus labores
permanentes en el campo antisubversivo, estableciéndose con eso la
responsabilidad civil del Estado y las reparaciones civiles subsecuentes a los
familiares de los afectados.

El significado del proceso según el orden, la seguridad y la autoridad

Resuelto el caso La Cantuta se reabrió en el fuero común otro caso similar de


asesinato masivo donde aparecen involucrados los mismos autores, el caso
Barrios Altos amenazaba en mayo de 1995 con deslegitimar al recién reelecto
gobierno de Alberto Fujimori. Su régimen solucionó este asunto con dos leyes: la
primera del 26479 del 15 de junio de 1995 en su art. 1° amnistiaba a personal
militar civil o policial que hubiese participado en sus funciones por hechos
derivados u originados ... de la lucha contra el terrorismo.. desde mayo de 1980
hasta la fecha. La juez Antonia Saquicuray, ejerciendo el control difuso que daba
la constitución, invalidó su aplicación para el proceso del caso Barrios Altos,
pasando inmediatamente a ser visto por la Sala Penal Suprema; pero antes da
darse el fallo al respecto se dio una nueva ley, la 26492 del 28 de junio de 1995,
estableciendo en su art. 3 la interpretación de la primera ley, en el sentido de
hacerla obligatoria sin importar el estado judicial del procesado o condenado. Con
este último acto político sobre el Poder Judicial se archivaron definitivamente éste
y todos los casos de violación de derechos humanos habidos en ese periodo.
Todo se hizo en conformidad a esa ley.

El Poder Judicial, al revés de los casos Huayanay y Uchuraccay, había


dejado de ser el medio político institucional mediante el cual una sociedad expresa
su necesidad de justicia, sus sentimientos y razones del orden político; en su
lugar, el fuero militar asumió la tarea de interpretar y aplicar, bajo sus cánones, la
justicia para sus miembros en un contexto de guerra. Se reafirmaba en ese
sentido que la administración de justicia civil en una sociedad golpeada por la

87
crisis de la violencia política, no servía para la seguridad interna y de defensa de la
patria, se deslegitimaba totalmente frente a un orden precario y violento. La justicia
militar intentó, a su modo, explicar, a través de su sentencia, los móviles y motivos
de los delitos para justificar así cómo los daños y reparaciones de los agraviados
debían ser ajustados a algún derecho, del siguiente modo: sancionar un mal
sentido del deber y la conducta militar, derivadas por situaciones críticas de estrés
en la tensión y violencia de un estado de guerra.

Este argumento aparece nuevamente como motivo de la exclusión funcional


de la guerra, se reafirma que el sentido delictivo del asesinato está comprendido
dentro de una lógica que si bien no llega a justificar el crimen sí lo explica, por lo
tanto se entiende como razonable que dichos delitos no obligue a los acusados
directos a pasar por el tamiz de la discusión y la disculpa pública. El sentido
restitutivo de la justicia como reparación del orden social desaparece y el criterio
sicologista sirve al tribunal para acusar, procesar y sancionar a los acusados, pero
en la sentencia se siente una intención exculpatoria, reduciendo su naturaleza
delictiva y reivindicando, a su vez, el carácter de una inevitable consecuencia de la
guerra, especialmente frente a los conceptos esgrimidos por los organismos de
derechos humanos.

En este caso, al revés de los casos Huayanay, donde hay explicaciones


oficialistas, o de la comisión investigadora de los sucesos acaecidos en
Uchuraccay y el sentido precario del Orden social, no hay propiamente una
interpretación alternativa y legalista de la justicia y la legislación. Por el contrario,
se esgrimieron los argumentos propiamente militares que enfatizaban el sentido
de la seguridad interna del orden social y político, modo en el cuál creían defender
a la sociedad frente al comunismo internacional.

El general de división del ejército Edwing Díaz Zevallos, ex jefe del Servicio
de Inteligencia Nacional (SIN), al analizar el tema de los derechos humanos
en Perú, en una entrevista dijo: «Creo que para analizar los derechos

88
humanos en el Perú hay que comenzar por definir el tipo de guerra que se
enfrenta. Hacia 1945, se empezó a definir la naturaleza de los conflictos. Se
creó el concepto de alta intensidad para el caso de guerras atómicas;
mediana intensidad para las guerras localizadas; y, baja intensidad para
todas las variables de conflictos irregulares que no son enfrentamientos
armados regulares. Esta última es la que estamos viviendo nosotros. Me
pregunto, ¿cuál es la ley de la guerra que tiene que respetar el Estado, el
Gobierno y las Fuerzas Armadas? 108

Los argumentos y prácticas judiciales derivados de estos hechos no son


motivos nuevos, se han justificado desde la Constitución Política tales como el
estado eminente de guerra, el peligro de la integridad nacional y una legislación
que desde 1930 enfatizaba la ideología de la seguridad como fuente de derecho
militar pero que incumbe a todo el país. Era una doctrina de la seguridad en
tiempos de guerra donde el sentido del exterminio del “adversario peligroso”,
nueva concepción que daba forma a la exclusión y la desigualdad en términos
militares, cimentaba la arquitectura del poder en la sociedad.

Este intento por explicar y plantear los motivos del hecho criminal no desde
una visión oficial, se reafirma con la voz de los condenados, dessicologiza la
explicación institucional militar del asesinato y adquiere un sentido profundamente
ideológico y político, donde la exclusión y la desigualdad crean su propio espacio
de legitimidad dentro del espacio político de aquella década, oponiéndose incluso
a los cánones formales del derecho militar, para plantear los motivos del crimen
como justos en la lógica de la guerra no convencional o clandestina.

Los principios de la guerra significan que el fin supremo es ganarla con el


menor costo y las mayores ventajas, o sea, la menor pérdida posible de

108
SILVA SERNAQUÉ, Santos Alfonso en "El Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) como instrumento en
la lucha antisubversiva y los derechos humanos" en Control Social Neoliberalismo y Derecho Penal.
UNMSM fondo editorial. Lima. 2002.

89
vidas humanas, pero de tu gente; y lograr imponer tu voluntad al
adversario. Es verdad que la muerte, el repaso, la exposición de cadáveres
no es algo ético, por supuesto, pero es un método de guerra que atemoriza
al enemigo y a la población que quiera ayudar o sumarse. Al fanatismo solo
se le puede controlar y combatir con los métodos que utiliza, con la misma
guerra clandestina. Y en el Perú, desde 1980, se les había dado esa
ventaja109

Los principios de una justicia propia de la guerra es lo que hizo adquirir


sentido a las leyes de amnistía entre muchos políticos y aún sectores de la
población. Esta explicación dada por el jefe operativo de COLINA, mayor Santiago
Martín Rivas, cuando culminó el proceso judicial militar, reafirmó el aspecto
marginal a todo orden jurídico en que vivían los involucrados en la guerra
desatada en 1980 y la realidad de un orden social remecido por la violencia de los
bandos en conflicto. En esta lógica, aplicar los criterios convencionales de la
justicia formal para afrontar una situación particular y externa de guerra resultaba
por lo demás incongruente. La autoridad del Poder Judicial terminaba totalmente
deslegitimada y en su lugar se creaba otra fuente de legitimidad, aquella que daba
la guerra con el exterminio del adversario peligroso. Al terminar el juicio, el
principal inculpado hizo esta declaración, afirmando la injusticia en que estaban
siendo condenados

se está bajando la moral de nuestras de nuestras FFAA señor presidente.


Necesitamos un país digno y un país pacificado pero no nos dejan. Esto,
señor presidente no nos llama la atención, cosas como éstas ya se han
repetido en otros países. Cuando termine la guerra revolucionaria, cuando
haya acabado vendrá la última fase, la que estará contra aquellos que
ganaron la guerra […] 110

109
Declaración de Santiago Martín Rivas al periodista Umberto Jara Ojo por ojo. La verdadera historia del
grupo Colina. Grupo editorial Norma. 2003. P. 143.
110
Citado por Rua, E. Ibídem p. 175.

90
Los inculpados no reclamaban nada contra la justicia de sus condenas, por
el contrario reivindicaban sus responsabilidades más como un acto de honor.111 La
ausencia de una versión judicial alternativa de las FFAA les hizo exponer sus
convicciones ante la sociedad civil, resaltándose dos rasgos que van contra la
organización de un poder judicial y sus principios políticos que los condenaba.
Primero, reafirmaron su marginalidad con respecto a lo valores de la justicia que
regía a su sociedad, sabían que quebraban sus reglas de convivencia para
convertirse en asesinos pero poseían la convicción que habían defendido a la
nación de sus enemigos y aún contra los defensores de derechos humanos a los
cuáles consideraban cómplices de sus enemigos. Y segundo, porque entendían
que aunque la justicia convencional los encerraba en prisión por aquellos actos
que sus colegas llamaban excesos y ellos acciones salvadoras de la patria, estas
acciones los colocaban, sin embargo, por encima de cualquier ley y de cualquier
principio moral y político vigente. Con estas acciones quebraron la autoridad
política del Estado y las nociones de orden, seguridad y autoridad, sustituyéndolas
por sus propias convicciones.

En ambos aspectos, se resalta cómo la violencia crea concepciones propias


de la justicia donde el orden, la autoridad y la seguridad vigentes son soslayados
en la lucha contra subversiva para crear, en su lugar, conceptos donde todo
sentido retributivo y equilibrador de la justicia desaparecen. La convicción de que
la justicia formal no se adecuaba al momento vivido y considerar a sus adversarios
como enemigos que estaban por debajo de esas mismas leyes, colocándose ellos
mismos por encima, era un equivalente a desarrollar una guerra donde no
hubiesen capturados ni juzgados ante un tribunal de justicia regular.112 Su visión
sobre el quiebre del orden social del país así los convencía.

111
En otro apartado del libro de Umberto Jara menciona Santiago Martín Rivas que “Ir a prisión era para mi
un galardón porque demostraba que los guerreros, los que que luchamos contra el terrorismo hicimos los
sacrificios necesarios por nuestro Ejército” p. 194.
112
En este sentido se puede interpretar que la guerra, tanto como la paz, es también fundadora de nuevos
órdenes y derechos. Véase el artículo de Isidro H. Cisneros en “Los fundamentos de la guerra” en en
Cyberanalítica de Analítica Consulting 1996 y publicado originalmente en Reforma de México 10.10. 2001.
(De, 25 de febrero 2004: http://www.analitica.com/cyberanalitica/matriz/3910657.asp) Para Martín Rivas la
función de su guerra era hacer significativo sus intenciones de un nuevo dominio: mientras más contundentes

91
Al iniciarse los 90, el terrorismo mediante la DISLOCACIÓN, había
quebrado el tejido social del país […] mediante la INTIMIDACIÓN […]
habían ocasionado la DESMORALIZACIÓN […] y, finalmente, en
forma conjunta y simultanea se había generado una circunstancia letal de
eliminación.
En esas circunstancias se requiere responder con los mismos métodos, con
acciones clandestinas, con acciones de infiltración en el enemigo y,
sobre todo, generándole al terrorismo el mismo temor…Las guerras se
basan en acciones y reacciones, por cada golpe recibido se está
obligado a una respuesta similar y sobre todo, mayor [resaltado del
autor]113

En la visión del grupo COLINA sobre el orden, la seguridad y la autoridad


vemos que el orden legal aparece como una situación inviable ante la presencia
de un adversario interno que busca desequilibrar más por la violencia del conflicto,
un orden social precario e inestable. En estas condiciones, los miembros de las
fuerzas de seguridad estatal que la defienden no podían actuar con reglas que
igualasen sus derechos y estatus con los de sus adversarios porque los hacían
vulnerables ante este “enemigo interno”. Para combatirlos preferían autoexcluirse
también del orden legal y actuar al margen de él. La sociedad se convertía así en
un campo de batalla entre dos bandos que no aceptan ser iguales entre sí ante
una legalidad que rige al resto de la sociedad, pero donde hay que ir imponiendo a
toda costa el dominio sobre el adversario.

El principio de igualdad de todos ante la ley no vale para ninguno de los dos
bandos autoexcluidos de la sociedad y la seguridad, un principio que permite vivir
con certidumbres a las personas que se consideran iguales entre sí, se convierte
más bien en un principio de riesgo, miedo y terror que la violencia de las partes

sean los daños que se perpetren al enemigo, más eficaces serán en su finalidad comunicativa y de dominación
al adversario. Umberto Jara opúsculo citado P. 140.
113
Umberto Jara Opúsculo citado. P. 123.

92
excluidas en conflicto producen como modo habitual de relacionarse. La seguridad
se entiende aquí como eliminación del adversario y en permanente sospecha de
si las personas que están en la sociedad, serán o no leales a uno de los bandos.
La autoridad en este contexto de violencia se reduce al solo liderazgo del mando
del bando a quién se adscribe por conducirlos victoriosamente en el combate. Se
legitima por su sola capacidad de mando para debilitar al bando a quién se
combate.

3.4. El orden, la seguridad y la autoridad en la justicia formal

En los tres casos judiciales el orden social se muestra sintomáticamente como


precario e inviable en sus propios fundamentos. El equilibrio social es poco estable
y viable ante las condiciones de desigualdad y exclusión social de la sociedad. En
el caso Huayanay resulta evidente que el orden social desigual y excluyente
justificaba alterar el proceso judicial con los discursos políticos sobre la injusticia
de la sociedad, quebrando para ello los principios procesales del derecho. En el
caso de Uchuraccay el orden social se hizo presente con sus desigualdades y
exclusiones también en las dificultades procesales y a través del discurso de la
comisión investigadora de los sucesos acaecidos en ese lugar, las desigualdades
sociales se mezclaban además con un discurso sobre las necesidades de las
exclusiones funcionales de la guerra interna contra la subversión, especialmente
cuando se quiso crear comprensiones alternas de la sociedad que influyesen en
los mecanismos de juzgamiento de los campesinos y aún sobre las propias
autoridades militares. En el caso de La Cantuta, el discurso del orden precario e
inviable que además ya estaba quebrado por la violencia, retorna con más fuerza
al argumento de la desigualdad y la exclusión funcional para quiénes luchan
contra la subversión. En los tres casos la justicia del poder judicial se restringe por
decisiones políticas que incentivan e inducen a emitir sentencias que van contra el
sentido de la justicia como expresión del orden, la seguridad y la autoridad en el
marco de la igualdad y la inclusión. El argumento de la necesidad de la exclusión
de los procesados en los juicios formales y regulares se hace más evidente

93
cuando se alegan discursos sobre la realidad social desigual, precaria y hasta
violenta, que hacen de la necesidad un argumento constante de la
“excepcionalidad” de los casos, una constante que es una reiteración permanente
de que esta realidad contra la que no se puede ir.

La “seguridad”, asume en los juicios también un carácter de permanente


alteración del proceso judicial, no se sigue el procedimiento usualmente regular de
la justicia y se siembra la desconfianza desde el poder político sobre los aparatos
de justicia. Excluir al inculpado del sistema judicial vigente como sujeto ajeno de
derecho formal es indispensable para seguir teniendo control sobre él y para
seguir manteniendo ese control sobre el orden precario e inviable. En el caso
Huayanay, se hace justicia no para los campesinos acusados de asesinato sino
para una clase social oprimida que debía ser exonerada de responsabilidades por
argumentos judiciales no convencionales, se reivindica su carácter de excluido y
se justifica su carácter de clase social redimible fuera de las leyes regulares, se la
reivindica además como parte de un proyecto político de reconstitución social
contra las oligarquías y el dominio extranjero. En Uchuraccay, la seguridad del
juicio contra los campesinos y los propios comandos político militares es
excluyente por necesidad, combatir al subversivo peligroso y vigilar a los
sospechosos de ser subversivos necesitaba también de un régimen de “exclusión
funcional” para quiénes eran co-participes en esta guerra y que se justifica más
con la aceptación de los campesinos como sujetos desiguales y excluidos de la
sociedad que merecen otro tipo de comprensión a su caso. Una seguridad legal de
investigación judicial clara y transparente se convierte así en una inseguridad o
amenaza a un orden social precario. En el caso La Cantuta, la “seguridad” traduce
que los inculpados no deban situarse en el orden legal judicial, la intervención
política sobre el poder judicial hizo posible que el traslado de los inculpados al
fuero militar se considerara un caso de seguridad nacional: la “desigualdad” en la
guerra contra subversiva se convierte así en un elemento funcional de la
desigualdad social, pues estos militares valen más que cualquier ciudadano en un
contexto de “guerra clandestina”. En los tres casos los argumentos políticos

94
justifican la alteración judicial porque consideran que la ley no es segura para
defender una sociedad frente a sus peligros externos e internos.

Para el poder político la ley es poco congruente con las desigualdades y


exclusiones sociales de allí que necesita expresar las reales distinciones sociales
que justifiquen su necesidad de “seguridad” contra los peligros externos e internos,
razón por lo que crea campos alternos de enjuiciamiento a los inculpados. La
“seguridad” es entonces una noción propia de la exclusión social porque no todos
son iguales en la estructura social, su funcionamiento provoca por eso
inestabilidad, precariedad e inviabilidad a los fundamentos del orden político y
social. En los juicios esta noción de seguridad se hace evidente con estas
distinciones sociales, donde unos valen más o menos que otros, y significa
agudizar más las contradicciones aumentando con ello el miedo y la ansiedad de
la población hacia las instituciones judiciales y en general del Estado.

La autoridad, aparece en el contexto de un orden precario y de una


seguridad que son por definición desiguales y excluyentes, sin la capacidad para
garantizar los fundamentos del orden y la seguridad. La autoridad de la ley y de
los jueces aparece en el caso Huayanay y Uchuraccay como incapaces de realizar
una investigación que siguiera los patrones mínimos de imparcialidad, sea por los
propios jueces o por quiénes obstruyen la labor de los magistrados. El poder
político aparece también con discursos que contribuyen a desprestigiar más su
autoridad porque consideran que no es funcional ni representativa de la sociedad
que la consideran esencialmente precaria y desigual o porque la acusan de estar
apartada de la propia ley y de los organismos judiciales formales. La autoridad
judicial en el caso de La Cantuta agrega además otro defecto, no tiene la
capacidad coercitiva de un poder centralizador ni la capacidad de expresar
simbólicamente los fundamentos del orden que se deben manifestar en cada
evento judicial, el poder político le resta usualmente esta capacidad al quitarle de
sus jurisdicciones el enjuiciamiento de delitos que se consideraban comunes. En
su lugar, los liderazgos dispersos y caudillares de las partes en conflicto

95
enfrentados entre sí, reemplazan este sentido de autoridad de lo judicial para
mediar conflictos y ganan espacio en los campos de batallas en que han
convertido a la sociedad, donde la voluntad de unos se imponen a la voluntad de
los otros por la violencia.

96
PARTE II

La Justicia y la Revolución

SL entró acabar con el "viejo


estado". Hacían cocinar a la población en
ollas comunes, desalojaban a las antiguas
autoridades y ponían a otras en su lugar.
Reunían al pueblo en la plaza de armas, los
formaban: hombres, jóvenes, mujeres, niños,
ancianos. Daban discursos. Preguntaban al
pueblo sobre sus problemas para administrar
justicia con la sola acusación de partes
muchas veces se resolvía, especialmente
cuando se eliminaban delincuentes,
prostitutas, homosexuales, soplones. Allí los
juntaban o en el puente o en la plaza: los
mataban con balas y les ponían sus
cartelitos. El cartelito decía: "así mueren los
soplones", por un lado estaba bien acabaron
con la delincuencia y la ladronería

Salvador, Provincia de Tocache

Capítulo 4°

Violencia y justicia en los valles del Alto Huallaga.

4.1. Ubicación geográfica y población

Los valles del Alto Huallaga están ubicados entre los flancos occidentales de la
cordillera oriental y el flanco oriental de la cordillera occidental de los Andes. Entre
ellos se levanta la carretera Marginal de la Selva, obra de ingeniería construida
entre las décadas de 1960 y 1980 y que hoy es llamada carretera Fernando
Belaúnde Terry, en honor de quien fuera el presidente que promovió su
construcción entre esas décadas. Esta carretera sigue el curso del río Huallaga
que con el río Marañón desembocan en el río Amazonas y constituyen los valles
cálidos de la ceja de selva. El río Huallaga nace en el departamento de Pasco y

97
fluye de sur a norte formando los valles del Mayo, el Alto Huallaga, el Huallaga
Central, el Bajo Mayo y Alto Mayo en San Martín; y el Monzón en Huanuco. Las
temperaturas ambientales van entre los 20 °C hasta los 40°C con lluvias
torrenciales. La región está constituida de los más diversos pisos ecológicos y de
tierras que no son de muy altas calidades.

Según el registro de la Oficina Nacional de Evaluación de Recursos


Naturales (ONERN) la extensión territorial cultivable abarca 3373600 hectáreas,
depredadas en su mayor parte por la tala indiscriminada de una densa y creciente
población que busca tierras. Solo el 5,7% es tierra cultivable en limpio, 1.7% son
cultivables permanentemente, 12,4% son aptas para pastaje y pastoreo, 21,9%
para producción forestal y 58,3% son aptas para la protección, según el censo
publicado en la década de 1980. Las tierras cultivables en limpio y las cultivables
de forma permanente suman 252200 hectáreas. Estas tierras se ubican
especialmente entre las zonas bajas y medias del río Huallaga y concentradas
entre Tocache y el río Uchiza y ocupan las laderas que en general son tierras altas
con pendientes que van de 0 a 10% de inclinación. La composición de sus suelos
son azonales, tipificados por su madurez y sus perfiles bien desarrollados, con
una ubicación de altura que oscilan según los especialistas entre 300 y 700 metros
sobre el nivel del mar114.

Los valles del Alto Huallaga tienen entre sus principales ciudades a Tingo
María en Huanuco y Tocache en San Martín y son referentes en la constitución de
actividades económicas, sociales y político de la región. En Huanuco existen
además la provincia de Humalíes y sus distritos del Monzón, la provincia de
Marañón con el distrito de Cholón, la provincia de Leoncio Prado y sus cinco
distritos. En San Martín son importantes también las provincias de Mariscal
Cáceres con su distrito Campanilla y el íntegro de la provincia de Tocache con sus
cinco distritos. En conjunto forman 13 distritos que vienen a constituir la región del

114
PÉREZ MEDINA, José. Problemática Económica y social y presencia del Estado en el Alto Huallaga.
Tesis para obtener el grado de Licenciado en Economía. UNMSM. 1987. Pp. 20-21, 24-25.

98
Huallaga, cada una con su propia estructura político y administrativa que se
organizan en 5 cuencas: Aucayacu, Tingo María, Uchiza, La Morada y Tocache,
los mismos que constituyen centros poblados de gran atracción urbana y rural
desde la segunda mitad del siglo XX.

La actividad fundamental es la agricultura intensiva y extensiva, la


ganadería de pastoreo y una limitada actividad industrial impulsada por la
agricultura de exportación y una moderada actividad comercial. Los principales
cultivos, entre anuales y permanentes, son la yuca, arroz, maíz, tabaco, plátano,
cacao, palma aceitera, cítricos, café, coca, té. Otros cultivos más localizados en la
zona de San Martín han sido el barbasco y el caucho o shiringal, introducidos
especialmente a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, lo que permitió atraer
los primeros migrantes de la región alta de la selva norte como Juanjui y Saposoa
y especialmente migrantes de la región serrana colindante de la Libertad como
Tayabamba que llegaban desde zonas campesinas y mineras por la ruta de
Ongon y que hoy entra por el actual distrito de Shunté. Sus asientos principales se
ubican en los márgenes del río Huallaga y de sus ríos tributarios, especialmente
en la actual provincia de Tocache115. La importancia del factor exportador y
migrante colonizador en la región es vital para entender la fisonomía de sus
actividades.

En el censo de 1981 el Alto Huallaga agrupaba el 16, 20% del total


poblacional de ambos departamentos (27% de Huanuco y 41% de San Martín,
total 129865 habitantes).116

115
Testimonio de Don Cristóbal Ojeda, refundador del pueblo San Juan de Tocache que había sido fundado
apenas en 1920 con el fin de acercarse más al río Tocache (toponímico con que se nombra al pueblo) y que se
había constituido en medio fluvial de transporte hacia Saposoa, Juanjui, Tarapoto, Lamas, Rioja. Con el auge
del jebe que iba especialmente a Iquitos y la llegada masiva de migrantes de la sierra de Pataz, la Empresa
Huallaga prefirió dejar al pueblo refundado en el afluente al río Tocache e instalarse más cerca al propio río
Huallaga a poca distancia de la actual ciudad. La inconveniencia de los desbordes del río Huallaga situaron al
que sería Tocache Nuevo (el actual) en 1937en una meseta alta que es hoy su actual ubicación.
116
José Medina Pérez. Opúsculo citado. P. 26

99
Cuadro I

Poblaciones en el Alto Huallaga 1961-1985

Pueblos/Distritos Área Censos


1961 1972 1981 1993
Alto Huallaga Total 39040 87970 129865 *
Urbano 9784 26038 45659
Rural 29256 61932 84206

Aucayacu Total 7036 16256 23110 24813


Urbano 2097 3908 7422 14549**
Rural 4939 12348 15688 10264

Tingo María Total 23053 47398 67999 97931***


Urbano 4201 15576 28358 60819
Rural 18852 31822 39641 37112

Uchiza Total 2647 7139 13866 25374


Urbana 1006 1994 2427 11122
Rural 1671 5145 11439 14252

La Morada Total 1091 4040 4961 3952****


Urbana 120 188 175 244
Rural 971 3852 4786 3708

Tocache Total 5447 13137 19229 72681


Urbana 2324 4372 7227 36119
Rural 3123 8765 12652 36562

100
Fuente: José Medina Pérez Problemática Económica y social y presencia del Estado en el Alto
Huallaga Cuadro 2. p. 27
INEI. Censo de 1993. Datos consignados y reactualizados que se inscriben como distritos:
* Pueblo rural del distrito de Uchiza de la Provincia de Tocache.
** El dato Urbano es consignado al pueblo de Aucayacu que también es capital distrital de
José Crespo, Prov. Leoncio Prado
*** Los datos consignados incumben provincia de Leoncio Prado cuya capital es Tingo
María.
**** Anexo rural. Los datos consignados son del distrito de Cholón, provincia de Marañon

No obstante, el crecimiento poblacional regional en términos absolutos en


relación con otros departamentos ha decrecido. 117 Puede considerarse por ello
que las políticas de colonización impulsadas por el Estado han sido un factor
crucial también para el desenvolvimiento de la región. Desde la legislación vigente
a principios de siglo XX: Ley General de Tierras de Montaña N° 1220 en 1909,
relanzadas con la legislación sobre Comunidades Nativas y de Promoción
Agropecuaria N° 20653 en 1974 y la Ley de comunidades nativas y de Desarrollo
Agrario de las Regiones de Selva y Ceja de Selva N° 22175 en 1978, las leyes de
reforma Agraria, de Aguas, Forestal y Fauna Silvestre intentaron estructurar una
racional distribución territorial de una población migrante, especialmente de las
serranías, situación migratoria que se consolidó con la construcción de la carretera
Marginal de la Selva que llegó primero a Aucayacu en 1965 y luego a Tocache en
1972118.

117
En el Informe del Índice de Desarrollo Humano de Población elaborado por la Naciones Unidas, la
provincia de Tocache ha descendido por ejemplo veinte puestos en densidad poblacional entre 1993 y el 2000,
principalmente por que ha dejado de recepcionar migrantes. Aún cuando es probable que cuente con más de
100 mil habitantes, Tocache, como otras provincias de San Martín, han perdido una posición relativa que los
mantuvo como una de las más altas en la Amazonía, entrando a la categoría de población mermada. Ver
especialmente el capítulo 3. En Informe Sobre Desarrollo Humano - Perú 2002. (De, 21 diciembre 2002:
http://www.google.com/search?q=cache:MW9XcPK6nJAC:www.pnud.org.pe/idh/idh04_cap3.pdf+Tocache+
pobreza+PNUD&hl=es&ie=UTF-8 de la versión original en http://www.pnud.org.pe/idh/idh04_cap3.pdf).
118
La presencia del Estado en estas décadas de 1960 y 1970 fue sobretodo por crear la "despensa o emporio
alimenticio del Perú". La colonización se montó sobre los ejes del proyecto "Tingo María - Tocache-
Campanilla. Las concepciones del desarrollo amazónico Frederica Barclay y Fernando Santos La Frontera
domesticada. Historia Económica y Social de Loreto. 1850-2000. Lima. IFEA.

101
Los modelos utilizados de ocupación territorial eran los de tipo individual,
familiar, multifamiliar y cooperativos de producción agrícola. Luego se
constituyeron los complejos agro-industriales como SIPAI en Tingo María o
ENDEPALMA en Tocache. Hacia 1983 la mayor distribución de tierras era de 1 a
20 hectáreas entre familias e individuos en el Alto Huallaga, los que constituían el
72,6% de la población que tenía algún lote. Esta población formaba una capa
social de medianos y pequeños agricultores. En la provincia de Tocache la
concentración de propiedades era mayor, iba entre 10 y 50 hectáreas agrupando
al 43,4% de conductores de lotes, un 45% de propietarios tenían tierras con
menos de 10 hectáreas. De las 18,885 unidades agrícolas existentes en esa
década sólo se reconocían como propietarios legales un 15,4% frente a un
abrumador 58% de unidades familiares bajo cargo de posesionarios. En conjunto,
más de la mitad de las 26,2063 hectáreas eran reconocidas como tierras
legalmente repartidas. En la provincia de Tocache apenas existía un 3,7% de
propietarios y un 72,6% se reconocía como posesionarios, es decir, ocupantes de
tierras sin estatus legal de condición propietaria119.

La densidad de los pueblos y los asentamientos humanos varían según la


ocupación del espacio. En el sector del departamento de San Martín la ocupación
es irregular, con distritos que cuentan de 0,6 Km./h (kilómetro por habitante) hasta
300 Km./h, ésta se ha realizado en forma desordenada, especialmente en las
poblaciones medianamente urbanizadas. La provincia de Tocache cuenta con un
estimado, en el 2002, de 110,906 Hab. con una ciudad de 1,142.04 km2
compuesto de 41,457 Hab. Su densidad poblacional es de 36,3. Tiene una alta
tasa de crecimiento ínter censal registrada en 7.40 entre 1981 y 1993 que lo
mantuvo como ciudad de migrantes. Cuenta, además, con un porcentaje de
población joven regular, 58.59% del total de población con 15 y más años. Su tasa
de analfabetismo entre los 15 y más años se mantiene entre los medias estándar
privilegiado del resto del país (11.60%) si tenemos en cuenta que Lima capital
cuenta con solo 4,2% de analfabetos por sobre los 15 años y Apurímac y

119
Datos sacados de José Medina Pérez. Opúsculo citado. Cuadros 4 y 5.

102
Ayacucho, en cambio, con 36,9% y 32,7% respectivamente. Es en este aspecto
educativo donde se podría señalar que la inserción de una población migrante
madura, en busca de oportunidades de inserción a un mercado boyante e ilícito,
estimulada por el mito del "progreso" y donde la educación encadena un mínimo
de capacidades y adiestramientos que eventualmente ponen a la provincia y a la
región en una situación de expectativa, hace en contrapartida, sin embargo, que
los niveles de desigualdad se tornen más notorios en otros aspectos como la
distribución, por ejemplo, de los servicios básicos de agua y desagüe.

Los servicios básicos de vivienda en 1993 pueden constituir un indicativo de


región "hibridizada" entre la modernidad y el atraso o de exclusión. De las 7,015
viviendas particulares, apenas 209 cuentan con agua potable, 2,036 con
alumbrado eléctrico, 913 con servicios de desagüe. En términos porcentuales,
21,4% de hogares no tienen en la propia ciudad ningún servicio básico, en cambio
el 82,1% de hogares cuentan por lo menos con un electrodoméstico en una ciudad
donde apenas el 29% cuenta con energía eléctrica. En cuanto a la distribución
poblacional por actividades económicas, esta ciudad mantiene un carácter
eminentemente rural. La agricultura, caracterizada por la producción de la hoja
coca, que es la proveedora de la mayor parte de ingresos, fuera de otros cultivos
agrícolas de menor ingreso y de algunos pequeñas cosechas de consumo local,
(53,4% en agricultura, 37,3% en servicios y 28,2% como asalariados. INEI). En
muchos aspectos la ciudad de Tocache y los pueblos principales como Uchiza,
Nuevo Progreso, Nuevo Horizonte y Pizana, aunque dan la impresión de algún
progreso por la presencia de automóviles, mototaxis, motocicletas, barrios y casas
construidas con material noble y techos planos, donde se intercalan chalets de lujo
y chozas miserables, sin embargo quiebran las exigencias ecológicas de vivienda
de la zona.

La dependencia de las ciudades del Alto Huallaga para el consumo de


alimentos de las ciudades de Huanuco, Huancayo, Lima es vital para la región.
Esta cualidad es importante en los rasgos que han modelado su identidad. No

103
encontramos en el Alto Huallaga una arquitectura específica que no está presente
en la costa, en la sierra y en la propia amazonía, tampoco encontramos una
artesanía local o comida propiamente típica, ni un ritmo musical que no haya sido
creado fuera del lugar, y lo más importante, no hay una historia oficial regional
reconstruida para la formación local de sus moradores.120 Pese a los rasgos de
pobreza, que es notoria, la provincia no está en el índice de desarrollo humano en
el estrato bajo de los pueblos de la sierra, sino que ocupa el estrato medio.121
Situaciones engañosas que se pueden explicar por los factores dinámicos
migratorios, por la ficticia prosperidad de la coca y por lo crucial que resultó la
carretera marginal de la selva que une a toda la región con el resto del país.

La carretera Marginal de la Selva, construida entre 1960 y 1980, fue


asfaltada hasta el puente Pucayacu, en el límite entre Huanuco y San Martín, de
allí hasta el norte de San Martín la carretera es solo afirmada. La construcción de
la carretera fue suficiente, sin embargo, para promover la alta movilidad de gente y
mercancías con el auge del aceite de palma, aceite que llevó a la empresa SIPA,
en la década de l970, a retomar un nuevo ciclo de auge y movilidad social -
periodos previos de auge regional se dio con el caucho, el barbasco que
fomentaron los primeros traslados masivos de San Martín, Cajamarca y Huanuco
y luego el café – asentando a los pobladores recién llegados en los contornos de
la explotación. Pronto la empresa ENDEPALMA, que databa de la misma década,
se asentó en el valle de Tocache, dando empleo a alrededor de 2,000 personas y
10,000 familias ligadas de una u otra manera a la prosperidad del negocio. La

120
En la visita a Tocache pude apreciar danzas de Huanuco estaban presente en la ciudad y que un intento de
recreación de la danza de los cholones, mezcla recreada en los últimos años, intenta configurar una identidad
local a partir de las expresiones artísticas. Llama la atención que hayan pueblos con nombres típicamente
serranos como Bambamarca, pueblo de migrantes cajamarquinos, y en el caserío de Santa Rosa de Mishollo,
fundado apenas en 1972 en el distrito de Pólvora, existía una colonia de migrantes de Pataz llamado el "El
Porvenir". Esta gente regresaba a su pueblo de origen, Pachacrahuay, para celebrar anualmente la fiesta del
patrón local, San Felipe, cada 1° de mayo. Una tradición que se fue perdiendo a medida que fueron
abandonando definitivamente el lugar con la crisis de precios de la coca y la violencia política.
121
0,568 Estrato medio puesto compartido con ciudades como Chanchamayo, Huamanga, Moyobamba, Piura
Capital, Paita, Chachapoyas, Oyon. "El Índice de desarrollo humano en el Perú" en Informe Sobre Desarrollo
Humano - Perú 2002. p. 19.

104
producción del aceite como gran parte de la producción local era comercializada a
través de la Empresa Nacional de Comercialización e Insumos ENCI.122

Hacia 1960, la sociedad del Alto Huallaga era aún una sociedad en
formación, con población migrante creciente y una población nativa en expansión.
Con asentamientos humanos escasamente poblados y en movimiento
permanente. Los propietarios aún eran pocos y la mayoría recién estaba
pensando en arraigarse en las localidades. La propia ciudad de Tocache Nuevo
(apenas un pueblito perdido en la inmensa amazonía sanmartinense y en
constante búsqueda del mejor asentamiento) apenas había sido fundada el 7 de
mayo de 1940 y el antiguo pueblo era un conjunto de familias que se
intercambiaban de puestos de autoridad entre ellos según el turno.123 Con algún
grado de cohesión interna familiar predominante, era por lo demás normal que los
pueblos asentados en el Huallaga hicieran pronto señales distintivas de su propio
progreso y avance al abrigo de la bonanza del barbasco y luego del café124.

4.2. El campesino cocalero

Los campesinos cocaleros y el narcotráfico: estructura social

Las actividades agrícolas en la región son limitadas: arroz, yuca, plátanos, frutas y
algunos productos industriales como palma aceitera y últimamente caña de
azúcar. Su mano de obra contiene las características propias de toda economía
sustentada en una población migrante, estacional y móvil, en busca de
oportunidades inmediatas y prestas a usar las posibilidades de una región para su
beneficio. Así la oportunidad de la diversificación productiva agrícola y su tensión
con la especialización hacia el monocultivo en los últimos 30 años, con una mano
de obra que ha seguido los ciclos de auge y caída según el dictado del mercado

122
Luego se asentaría en la región la empresa Palma del Espino del Grupo Romero, dueños del banco de
Crédito. La siguiente información es gentilmente relatada por el profesor CPG.
123
Don Cristóbal Ojeda, superviviente del antiguo pueblo de Tocache, hijo de español y madre cajamarquina.
124
MARTÍNEZ, Héctor. Las Colonizaciones Selváticas dirigidas en el Perú. Antecedentes, Actualidad y
Perspectivas. UNMSM. Lima. 1990 (1976).

105
exportador y las facilidades de su producción, han hecho de forma indiscutible que
la hegemonía del cultivo de la coca se mantuviera durante muchos años.

La coca es un cultivo de fácil rendimiento y de poco cuidado. La población


nativa de Tocache acusa al migrante de ser el principal auspiciador y artífice de su
volátil prosperidad y aunque reconocen implícitamente una ética de trabajo muy
propia del poblador serrano, también los acusan de ser gestores de la secuela de
violencia que ha asolado la zona.

Los campesinos con 5 a 10 Ha. de coca cosechaba 3 veces al año 400 a


500 arrobas de coca, vendían 60 a 70 dólares por arroba. Gente migrante
[...] campesinos que juntaban costales de dólares, apenas comían sopa de
harina de maíz, yuca y trabajaban como bestia de carga, mientras que los
campesinos que sacaban […] un promedio de 35 mil dólares, $ 15 mil de
utilidades netas, que los gastaba sin saber en qué.125

Curiosamente, los migrantes cultivadores de coca y elaboradores de PBC


entrevistados acusan a los nativos de ser efectivamente poco trabajadores y de no
salir de la pobreza como lo hacen ellos, una implícita crítica que los asocia a la
ancestral pobreza amazónica y a la opinión de que los nativos selváticos son
propensos a la pereza.126 No es para menos que este prestigio/desprestigio
tuviese su razón de ser entre la población local por cuanto se está entre la
desconfiada mirada de las autoridades y el recelo de los moradores nativos.

125
Entrevista al profesor CPG, nativo de Tocache Esta es una opinión avalada también por el promotor de
Derechos Humanos en la provincia "...un 80% de las personas que se involucraron en estos actos no fueron
de aquí de la provincia, sino que han sido gente que han venido a centrarse aquí a la selva a sembrar la hoja
de coca"
126
Entrevista a Edgard: "Florece la coca con los serranos, acostumbrados al trabajo agrícola. Es un
sacrificio enorme". Este orgullo por el origen y la ética de trabajo se ve disminuido, sin embargo, por los
efectos depredatorios que la violencia social y política trajo a la zona. Aún en la década de l970 se puede ver
como por ejemplo el termino "pichicata" y "pichicatero" (comercializador de estupefacientes) contenía aristas
de un estatus respetado aunque cargado de secreto, aspecto vital para la elaboración de un mito que justificase
la obtención de riqueza y prestigio en la sociedad. DE LA PUENTE MEJÍA, Juan "La Narcomodernidad.
Hacia el Fin de la Coca". En revista Quehacer 89. Mayo junio, 1994. Lima. Centro de Estudios y promoción
para el Desarrollo. DESCO. p. 39

106
La peripecia del migrante (Edgard) que relata su vida durante la década de
1980, delata ese sentido de aventura por construir su espacio de vida en la
economía local a partir del monocultivo de la coca, requerido por los mercados
internacionales del consumo ilícito, llamado también "pan del día".

Cuando llegué primero tienes chacra, siembras coca y vas a aprender a


trabajar [...] Juntas tus semillas, lo tratas, lo siembras en almácigo, cuidas
de que la hierba del monte no lo cubra y de allí lo siembra en tiempo de
lluvia, transplantándolo en un tamaño de 15 cms no bajo el sol porque allí lo
mata la alta temperatura […] a los tres meses ya hay hoja y a los 6 meses
ya hay hoja gruesa como laurel. A ese tiempo ya tienes que ir deshojando
para que la planta siga creciendo tres meses después, lo sacas de nuevo y
al año ya lo vas "rapando". En el primer año ya está obteniendo tres
cosechas. En la primera cosecha es poco lo que obtienes. Al año y medio
recién obtienes buenas cosechas de hoja, 20 arrobas127. Lo que a partir de
10 arrobas ya puedes obtener un pozo de maceración para elaborar PBC.

Para un agricultor [con familia] era más rendidor tener un buen precio con
maceración. Mamá en la cocina, los hijos y los peones volteando la hoja,
exprimiéndolo, pasar a otro tanque de agua, echarle cal, kerosén, ponerle
ácido sulfúrico y allí el químico, sale el caldo y allí un especialista químico le
echa todos los químicos. Allí te cobran por kilo de droga obtenido, que
subía y bajaba en 1800, 2000 ó 2220 dólares. Con la plata obtenida, lo
primero que se hacía era desbrozar más campos, 1 hectárea, 2 hectáreas
y traía a su familia.128

127
Una hectárea puede botar hasta 89,5 arrobas o 1075 kg otros suponen que puede llegar hasta 1500 kl por
hectárea o 125 arrobas.
128
Véase también "Que Verde es mi Valle" En revista Quehacer 82. Marzo abril 1993. pp. 75-76

107
El cultivo de la coca es una actividad ancestral en la región, por su clima y
por su tradición histórica desde los tiempos prehispánicos,129 fácil de producir y
nada complicada para adaptarse a los requerimientos de cada lugar, pero fue la
crisis económica de los años 1980, la mala gestión pública y privada,
especialmente con la gestión del régimen aprista y el fortalecimiento del
narcotráfico apoyada en la violencia de Sendero Luminoso, que terminó afectando
a una de las empresas más importantes de la zona que daba trabajo legal: la
empresa ENDEPALMA, los que constituyeron los factores explosivos en la
producción de la coca para convertirse en un cultivo "alternativo" a la crisis de la
economía legal. Mucha población de fuera del lugar, aún de las ciudades y
asalariados como Edgard, hallaron la posibilidad de encontrar en la
recampesinización cocalera, una salida a la crisis en esta economía emergente.
Abandonar las instalaciones industriales en quiebra y los campos agrícolas de la
empresa, para cambiar el giro a la producción de coca en las laderas de los
cerros, desbrozados y listos para la satisfacción de la demanda de los
"traqueteros" o acopiadores de hoja y de pasta básica de cocaína en las famosas
"caletas", cocinas o laboratorios clandestinos, transformaron la fisonomía social de
la región.

Entre 1960 y 1980 los "narcos" todavía eran pocos. Eran conocidos como
"pichicateros": las señales de lujo del cual hacían gala, las formas de vestir como
las camisas floreadas y pantalones con zapatos blancos, el uso masivo de
dólares, casas de materia noble, artefactos y autos de lujo, reformaron a los
aldeanos y rústicos poblados del Huallaga, señalaron también el inicio de un ciclo
de prosperidad y violencia en la historia de la región.130 El negocio de la coca y la
cocaína, vale recordarlo, nace entre las décadas de 1950 y 1960 cuando
129
ORTIZ DE ZÚÑIGA, Iñigo. Visita de provincia de León de Huanuco en 1562. Documentos para la
Historia y la Etnología de de Huanuco y la selva central. Tomo II. Universidad Nacional Hermilio Valdizán.
Huanuco. 1972.
130
GONZÁLEZ, Raúl. "Coca y subversión en el Huallaga". Revista Quehacer 48 set-oct. 1987. pp. 70 - 71.
"A principios de los años ochenta tener vinculación con el narcotráfico daba prestigio, un cierto
status social. Todos querían ser identificados como tales. Nadie se atrevía a meterse con ellos. Esa es
la razón por lo que proliferan las camisas floreadas, los pantalones blancos y las zapatillas. Era casi
uniforme y si además se usaban lentes oscuros y se tenía moto se era, por lo menos en la vestimenta,
todo un narcotraficante"

108
laboratorios provenientes de los Estados Unidos encontraron aquí un buen lugar
para la elaboración de fármacos, en el mismo lugar de la producción de hoja. El
enclave instalado allí, incluso con alguna protección oficial de la policía, recelosa
siempre de los procedimientos de su elaboración, protegían los secretos químicos
de la producción, los empleados y trabajadores no podían saber cómo se hacía la
cocaína bajo riesgo de perder incluso la propia vida. Ese ambiente de secreto y
miedo estaba latente desde ya en la zona. No obstante, una familia de dos
hermanos que trabajaron en el sitio, según mi informante, los hermanos Coral,
pudieron ganarse la confianza de los extranjeros, obteniendo y aprendiendo los
"secretos" de la elaboración. A través de ellos y con el conocimiento generalizado
de la elaboración de la pasta básica de cocaína (PBC) se fueron cambiando
muchos insumos que no podían conseguirse por la distancia o los costos, como la
cal por los huesos de la palmera nativa, con similar capacidad de degradación, el
ácido sulfúrico por la lejía o el uso de la gasolina y el kerosene. Su rápida
popularización permitió crear así las condiciones no solamente para crear una
economía alternativa a la región sino una sociedad de clases muy dinámica y
estructurada en torno a la producción de pasta básica de cocaína.

Entre 1985 y 1990, se reconocía la siguiente pirámide social: peones;


propietario de cocales; traficantes menores y elaboradores; y, mafias o
capitalistas.131 Eran reconocidos como peones, estimados en 30 mil familias, los
que se dedicaban a las actividades agrícolas, de origen migrante, serranos y
costeños, obtenían ganancias limitadas pero suficientes como para vivir y comprar
artefactos electrodomésticos (una constante entre todas las clases) o, si
alcanzaba, para invertir en algún terreno o pequeño comercio o servicio.
Formaban la base de la pirámide social donde podía haber, además, movilidad
social. Los campesinos cocaleros podían pasar a cumplir funciones como guardias
de seguridad o guardaespaldas, "paseros", comercializadores o transportadores
de la droga. Posiblemente, dejaban la actividad campesina y se especializaban en

131
DE LA PUENTE MEJÍA, Juan F. “. La narcomodernidad. Hacia el fin del “boom de la coca”. En Revista
Quehacer 89. Mayo – Junio. 1994. p. 43.

109
esas funciones, aunque también podían cumplir simultáneamente las funciones de
siembra, cosecha, elaboración y transporte de la droga.

Sobre este estrato se ubicaban los propietarios de cocales y elaboradores


de PBC, dependientes de las firmas o independientes, se decía que eran no más
de 5 mil familias; poseedores de desiguales cantidades de hectáreas de tierra y
con mayores posibilidades de acumulación a medida que se concentraba más la
propiedad, especialmente a partir de las 10 hectáreas (en Tocache el índice de
concentración territorial era a partir de las 20 Ha. hacia arriba, constituyendo el
43% de los propietarios), con lo que se podía elaborar por cuenta propia la PBC,
con la posibilidad de reinvertir las ganancias en automóviles, camiones,
restaurantes, casas o servicios varios.

En el otro nivel superior entrarían los llamados intermediarios bajos,


personajes de la larga cadena que se extiende hasta los grandes traficantes que
proveen de droga pura a los consumidores de las ciudades. Son los elaboradores
de PBC, proveedores de insumos, "traqueteros" y químicos, gente que no
pasarían de 2,000 personas. Estos personajes no contaban con el arraigo
suficiente como para instalarse a vivir en la zona de producción cocalera y sus
ganancias preferían ponerlos fuera de la región, en bancos formales o informales,
propiedades o en actividades afines. Trabajaban en función exclusiva de la oferta
y la demanda y daban las señales correctas del "mercado"; estos intermediarios,
que no son más que los narcotraficantes emergentes, son los que negociaban
localmente entre la subversión, las fuerzas del Estado y las "mafias" cuando la
subversión y las fuerzas represivas empezaron a poner condiciones y cupos más
difíciles de cumplir al negocio de estupefacientes.

Las relaciones entre campesinos cocaleros y los intermediarios locales de


la droga se ordenaban siguiendo jerarquías sociales móviles y bastante frágiles. Al
principio, la confianza era garantizada por los miembros más antiguos del

110
negocio.132 La definición social del "traquetero" como el más hábil, capaz, el que
sobresalía contra los de afuera (narcos) quienes sabían también quién era el más
hábil, usualmente el más antiguo de los cultivadores, eran clave del negocio de la
comercialización de la producción de coca y de Pasta Básica de Cocaína (PBC).
Usualmente las murmuraciones de la gente sobre el prestigio de tal o cual
personaje, también eran señales clave para entablar estos contactos esenciales
en la relación campesino, cocalero y narcotráfico. Los traqueteros eran los
personajes escogidos para negociar con los brasileños, mexicanos y colombianos.

Las características de los traqueteros locales se podían definir así: tenía


extensiones considerables de chacras (20 Ha.), ganado, fundos de plátano,
manguales, aguajales, una familia y una vida arraigada a la coca que sembraba.
Podían ser identificados con los antiguos cocaleros que, por ser viejos, se
recomendaban entre ellos para conducir los negocios133. Con el tiempo, la llegada
de más compradores foráneos, más agricultores cocaleros y la compleja red de
negocios que se formaban al margen de todo entendimiento informal fueron
erosionando el mínimo sentido de confianza que existía entre las firmas de
narcotraficantes, traqueteros y campesinos, al extremo que muchas operaciones
comerciales se tornaron peligrosos por la competencia "desleal" y el afán de
dominio local, sin ningún tipo de arbitraje más que la violencia llana y directa de
las armas de los sicarios, que actuaban como garantes de las fuerzas
predominantes en el mercado ilícito de la coca.

Los sicarios eran personajes que llegaban a ser importantes en las


intermediaciones entre campesinos cocaleros y productores de PBC con las
mafias y firmas cuando las relaciones entre estos grupos llegaban a un punto de
deterioro y desconfianza. La popularización del tipo sicario lo encontramos en
individuo o miembro de bandas que daba la protección al mafioso o traquetero
local por un pago en dinero. Su jefe los utilizaba según sus intereses personales y

132
Testimonio de Edgard
133
Ibídem. Al toma y daca nos cuenta Edgard que eran los negocios mediados por niveles de confianza

111
lo podía hacer porque el sicario - de la más baja clase, junto a los campesinos
más miserables y los paseros - iniciaban una carrera en la peligrosa actividad
mafiosa que los excluía de toda integración transparente con la comunidad.
Muchos de ellos eran migrantes, ajenos a la región, no atados a ningún vínculo
familiar o social y con ansias de obtener beneficios y un puesto en la sociedad
delictiva. Con el tiempo, muchos sicarios pasarían del servicio al narcotráfico a la
subversión, compartían después de todo la dimensión fundamental del
"terrorista", que impone en el miedo la señal de su acción social, conducente al
caos.134

Finalmente, considerados en la cima de la pirámide social local de las


"mafias" o "firmas" capitalistas, estaban los “capos” residentes en la región, se
diferenciaban de los extranjeros: brasileños, mexicanos, colombianos y limeños.
No pasaban en su momento de 1,000 personas, algunos difícilmente podrían ver
en ellos verdaderos "mafiosos" por la dependencia con los carteles colombianos,
brasileños y mexicanos135. Su capacidad de acumulación, sin embargo, no se
puede soslayar. Los casos más sonados que han podido registrarse en la historia
reciente de la década de l990, especialmente cuando llegaron a relacionarse con
las esferas directas del poder informal del gobierno de Alberto Fujimori Fujimori,
desmentirían la probabilidad de formar "carteles" locales.136

134
Entre sicario y terrorista existen rituales expresos de muerte conducentes al miedo y al caos social, ambos
niegan la sociedad y se enfrentan a ella. La actuación de los sicarios y los terroristas solo se diferencian en
que mientras para los terroristas, p.e. los paramilitares nazis, sus acciones eran guiados por la súper ideología
y un jefe que lo justificaba todo (Hannah Arendt Los Orígenes del Totalitarismo. Vol. 3. Alianza Editorial.
Madrid. 1987. p. 568) para los "criminales" del mercado de las mafias los beneficios personales era lo más
importante.
135
La siguiente es una lista de los mafiosos "notables" de Uchiza y Tocache que predominaron en la zona
entre 1970 y mediados de 1990, por sus nombres o alias: Wilmer Alvarado "Champa"¸ Jenny Ramos Palacios
"Galleta", Juan Leguía Aparicio "Lino", Luis Hernán Pineda "Trompa de Buque", Jorge Chávez Montoya
"Polaco" (ex - policia) Lucho "Pelado", Chani", "Tío Poderoso"
136
La influencia de los principales cabecillas del narcotráfico en el Alto Huallaga y la selva en su conjunto,
Demetrio Chávez Peñaherrera (Vaticano), Cachique Rivera, Lucio Tijero entre las décadas de 1980 y 1990
nos están mostrando las relaciones entre gobierno político y "mafia" que alimentaron la sombra de la
corrupción. Véase las declaraciones del narcotraficante Enrique Lucio Tijero contra Vladimiro Montesinos y
Agustín Mantilla, ex - ministro del interior en el gobierno del APRA en el diario La República del 2 de julio
del 2002.

112
Los campesinos cocaleros y la política antidrogas.

La estructura social construida sobre la coca que representaba del 80% al 90% del
ingreso monetario campesino, generaba una base muy endeble para la producción
de un monocultivo, dependiente siempre de los vaivenes de los ciclos económicos
y la política mundial antinarcóticos, base que se desplomó junto con la caída de
precios de los narcóticos en 1995. Los precios de la hoja de coca y de la pasta
básica de cocaína en Perú se recuperaron recién hacia los últimos años de la
década y principios del 2001 y 2002. La arroba de coca (11,5 kg) que oscilaba en
50 dólares cayó a 5 dólares, se recuperó algo en 1996 pero en enero de 1997
estaban en solo 10 dólares, para el año 2002 este ya se valoraba en 30 dólares. El
kilo de pasta básica de cocaína de baja calidad, base de elaboración de
clorhidrato de cocaína, bajó de 500 a 70 dólares, no obstante la recuperación para
el 2002 que alcanzaba a 750 dólares. La interdicción puesta en práctica por los
convenios firmados entre el Perú y los Estados Unidos en 1991, por el cual el
Estado peruano se comprometía a erradicar determinadas hectáreas de sembríos
de coca, destruir laboratorios y derribar avionetas que transportaban la mercancía
blanca, hasta la desarticulación de las grandes redes internacionales del tráfico de
drogas, contribuyó en buena medida a este desplome. La lucha global que los
Estados Unidos inició con el gobierno de George Bush padre y que concluyó con
la elaboración del Plan Colombia y su extensión hacia los países andinos, entre
ellos al Perú, han sido los ejes de promoción de las crisis cocaleras. Un informe de
principios de esta década señala lo siguiente

La crisis de la coca ha sumido en la miseria a 200.000 familias de


productores del valle de Huallaga, es decir un millón de personas
aproximadamente. De rebote, la actividad comercial de ciudades como
Tocache, Aucayacu y Uchiza, se encuentra paralizada. El presidente
Fujimori y el ex zar estadounidense de la droga, Lee Brown, se felicitaron
por esta crisis señalando que obligaría a los campesinos a volver a los
cultivos legales. Pero no se tomó ninguna medida concreta en favor del

113
desarrollo alternativo y el proyecto de creación de un mercado libre para la
hoja de coca no se llevó a cabo. Según ciertos observadores, la indiferencia
del gobierno ante la situación se debe a que ésta favorece su proyecto de
concentración de los bienes raíces en un país donde el minifundio
representa el 84% de las explotaciones agrícolas. Sin embargo, ello no lleva
a los campesinos/colonos a considerar una vuelta a las ciudades de la
costa o a los pueblos del altiplano andino, que la miseria y el desempleo los
había llevado a abandonar.137

La política antidroga tiene, en ese contexto, un sentido elemental: reprimir


la oferta de producción de cocaína y por extensión suprimir su materia prima, la
hoja de coca, como solución al tráfico y consumo en los países desarrollados. En
esta solución, la droga al encarecerse, dificulta el consumo si es que no
desaparece del mercado. Para los países productores en cambio, se aumentan los
costos de la represión y la seguridad interna porque la protesta y la resistencia a
las medidas gubernamentales se hacen más violentas. El eje básico de la lucha
antinarcóticos se puede señalar, por eso, en la erradicación compulsiva de la hoja,
control de insumos químicos, uso de la legalidad nacional e internacional para la
detención y enjuiciamiento de los elaboradores y comercializadores de droga.
Estas medidas han afectado no solo a los campesinos cocaleros y
narcotraficantes sino también a la frágil institucionalidad de los países productores.

Las relaciones entre el Estado y los campesinos cocaleros han sido, por
eso, conflictivas. En 1978 los campesinos del Alto Huallaga no estaban
equiparados con los productores del Valle de la Convención en Cuzco que tenían

137
En "Perú" (De, 01 de marzo 2003: http://www.ogd.org/RP12_2_Perou.htm). El programa de desarrollo
alternativo para los años 1996, 1997 y 1998 proyectó destinar 35 millones de dólares: 7,5 millones para
servicios básicos y fortalecimiento de gobiernos locales; 15,2 millones en desarrollo productivo; 8,3 millones
para construir pistas y puentes; y 4 millones en conservación de recursos naturales, comunicación social y
fortalecimiento de Contradrogas. De ese total se repartió 4,3 millones al Alto Huallaga; el resto se reparten los
Valle del Apurímac (15,3 millones); el Huallaga Central (6,7 millones); Pichis - Pachitea (5,7 millones); y
Aguaytía (2,7 millones). Las áreas más priorizadas fueron los valles del Alto Huallaga, Aguaytía y Río
Apurímac. La ampliación del plan Colombia hacia Perú acordó darle en los siguientes tres años 165 millones
de dólares para la erradicación (70%) y sustitución de cultivos (30%). En este paquete se incorporó la Ley de
Preferencia Comercial Andina, aunque los campesinos cocaleros sienten que ella no les beneficia.

114
la concesión por parte de la Empresa Nacional de la Coca (ENACO) para vender
su producción de coca, considerada entonces como parte de una cultura andina
ancestral. Las consecuencias iniciales de esta actitud gubernamental se tradujeron
en la declaración del estado de emergencia en Huánuco y San Martín, en 1979, y
la respuesta campesina en una huelga regional en 1982.

Las movilizaciones de protesta contra la erradicación indiscriminada y el


tratamiento delincuencial dado por el Estado a los cultivadores y cosechadores de
coca, obligó, finalmente, al segundo gobierno de Belaúnde a aceptar la
participación de ENACO en la compra de la hoja de coca. Simultáneamente a este
acuerdo, se crearon los programas de la PEAH, el CORAH y UMOPAR como
parte integral de un paquete estratégico conocido como "garrote y zanahoria",
entre 1983 y 1988. Se reconocía el derecho de la población a vivir también de los
cultivos de coca aunque no primasen los motivos estrictamente culturales en sus
consideraciones138. La participación forzada del gobierno dentro de la dinámica
económica de la región estuvo, además, engrosada por la participación de otros
actores que iban desde las ONG de desarrollo hasta la iglesia católica y sus
misioneros. Pronto llegarían otros actores que no apostarían por una acción
política de consenso sino de arrase al status quo vigente.

Hacia la década de 1990, con el gobierno de Fujimori, las concepciones de


considerar a los campesinos como sujetos "no criminales" fueron tomadas en
cuenta en el plano de la lucha antinarcóticos, en "El Convenio Marco Bilateral
Antidrogas Perú - Estados Unidos" de 1991. En él se mantuvo la lógica de la
represión y sustitución de cultivos como medidas paralelas en la lucha
antinarcóticos, se estableció un apoyo de 145 millones de dólares, aunque el
convenio no llegó a buen término por la óptica represiva de los Anexos del
documento hacia los campesinos, lo que confirmaba la puesta en el limbo legal de

138
El levantamiento del estado de emergencia por el DL 23505 en diciembre de 1982, autorizó también a
ENACO a encargarse de la producción de la región previa inscripción de los cocaleros y a crear el UMOPAR
como guardia encargada de supervisar y controlar el delito afín a la posterior cosecha de coca. Para ello
contaba con 500 efectivos de la policía y el apoyo financiero norteamericano de la AID. Mientras tanto la
DEA (fuerza antidroga de los EEUU) se instalaba en la base militar de Santa Lucía en Huanuco.

115
los campesinos139. Para 1992, los 40 mil campesinos organizados en 49 comités
en el Alto Huallaga, buscaron la manera de cambiar esta situación ambigua en
que los había arrojado la ley de sustitución forzada, para buscar convertirse en
interlocutores efectivamente válidos y, por tanto, en protagonistas políticos de la
lucha antidrogas. Pero su objetivo no pudo ser alcanzado por cuanto el régimen de
facto de Alberto Fujimori autorizó a las FF.AA., hasta entonces concentrada en la
lucha antisubversiva, a ingresar a este campo pese a su rechazo inicial por el
riesgo de corrupción.

Este cambio de opinión, condicionada en gran medida a la amplia


autonomía de los militares de cualquier poder fiscalizador, tuvo efectos
importantes en la relación con el campesinado y el Estado, porque se dejó a un
lado de forma definitiva la interlocución con los campesinos. La lucha a cargo de la
policía pasó a un terreno estrictamente militar, dándose leyes que equiparaban
dicha lucha a los términos del terrorismo (como la ley de arrepentimiento para
denunciar a traficantes de droga), se crearon y aparecieron más bases militares en
la región con este fin y se incorporó otro elemento de malestar y corrupción que ya
era generalizada entre los actores del Estado por la presencia del narcotráfico.140

139
Véase Ricardo Soberón Garrida Entre cuarteles, caletas y fronteras: Fuerzas armadas y lucha antidrogas.
Guerra antidrogas, democracia, derechos humanos y militarización en América Latina. TNI, Cedib e
Inforpress Centroamericana, Guatemala, abril de 1997. (De, 01 de mazo 2003: www.tni.org/soberon-s.htm).
También Fidel Tubino y Oscar Espinosa Violencia y Narcotráfico en la Amazonía. CAAAP. Lima. 1992. p.
51, 71-73.
140
Soberon Garrida, Ricardo. Ibídem. El autor agrega además:
"... la Fuerza Aérea (FAP) venía actuando selectivamente desde 1988 ..., a partir de 1992, el
gobierno encargó... agrupamientos, bases y jefaturas aeronáuticas para realizar actividades de
interdicción...(en) ciudades de Yurimaguas, Tarapoto, Bellavista, Tocache, Santa Lucía, Uchiza,
Pucallpa, Tingo María, Constitución, San Ramón, San Francisco, Palmapampa. .. se dedicaron a
ocupar 18 pistas de aterrizaje, a perseguir avionetas y destruir las pistas de aterrizaje, con la
consiguiente algarabía de la población local, que sabía que pronto los narcos iban a contratar mano
de obra bien pagada para reconstruirlas en un estrecho lapso de tiempo. .. las unidades de infantería
de la Marina se encargaron de las operaciones en la zona del padre Abad y Aguaytía (Ucayali), ...
desde 1992... el Ejército desplegó entre Huanuco, San Martín y Apurímac diversas bases y
destacamentos que le permitieron mantener bajo control las esporádicas acciones de los rezagos
senderistas... precisamente esas mismas vías de comunicación -la Carretera Marginal, los ríos y las
trochas amazónicas- eran utilizadas por las "firmas" de traficantes que desplegaban también a sus
"traqueteros" para reunir la PBC y posibilitar los embarques a Leticia y Caballococha (Colombia)"

116
El DL 896 del 24 de septiembre de 1996 sacó finalmente a la Fuerza
Armada de la lucha contra las drogas en la región. Estos abandonaron de alguna
manera la región a su suerte y se le encargó el trabajo nuevamente a la policía,
incluyendo el trabajo de erradicación.141 En el marco de esta ley se fueron
incorporando, aunque de manera poco orgánica, el castigo de la producción, el
consumo, la sustitución, la rehabilitación y por el uso de drogas. Se creó
simultáneamente CONTRADROGAS (hoy DEVIDA), una institución que
concentraba desde el Ministerio de Salud los esfuerzos y las decisiones de los
aspectos recuperativos de drogadicción y la dimensión represiva de la policía se
mantenía en el objetivo de erradicación aunque bajo la" tutela" civil. No cambiaron
en el fondo la concepción delincuencial del campesino cocalero hasta la caída del
régimen fujimorista en noviembre del 2000 cuando el régimen de transición del Dr.
Valentín Paniagua formalizó la Mesa Permanente de Diálogo y Concertación. Allí
se sentó por primera vez a autoridades y campesinos en condiciones de igualdad
y tratamiento de sus demandas sociales ventiladas en un foro público, no sin que
antes estos últimos se declararan en huelga ante el último acto de represión
contra los cocales el 30 de octubre del 2000, momentos previos a la eminente
caída del gobierno de Alberto Fujimori.142

Estigmatización del campesino cocalero

En medio de las consideraciones sobre la participación de los campesinos


cocaleros como interlocutores válidos ante el Estado y su política antidrogas, no
se puede soslayar también la imagen que se ha creado en torno a la personalidad

141
La Revista Agraria "Reclamo de cocaleros. Cumplir los acuerdos" La Revista Agraria Nº 37 Centro
Peruano de Estudios Sociales - CEPES .Lima, junio del 2002 (De, 20 de marzo 2003:
http://www.cepes.org.pe/revista/r-agra37/arti-01a.htm)
"Lo cierto es que en la zona los suelos se empobrecen y las plantas son atacadas por el fusarium
oxysporium, llamado "seca-seca", que los agricultores atribuyen a la fumigación de sus plantaciones,
pero nunca se hizo un estudio serio para determinar el origen del hongo"
142
La interlocución política de los campesinos cocaleros viabilizó los primeros acuerdos por la
autoerradicación bajo el paraguas de la sustitución de cultivos, tal como se planteara en el fallido convenio de
1991. Este pareció un objetivo logrado el régimen de transición del Valentín Paniagua hasta el 2005 en que
los campesinos volvieron a levantarse en huelgas regionales denunciando la falta de cumplimiento de los
acuerdos iniciales.

117
del campesino cocalero y al medio donde vive. La imagen que se tiene aún es de
una región boyante en riqueza y peligrosa para la vida, visión que se mantiene
además como uno de los problemas principales para hacer distinciones de grados
y participación de la población en la compleja violencia suscitada de una región
como la del Alto Huallaga, especialmente en la provincia de Tocache

Uno llega con la idea de ver gramos de cocaína desamparadas en las


esquinas, de divisar campos de aterrizajes clandestinos por todas partes.
Pues lo lamento [...] eso queda sólo para los libretos de Hollywood.
Tocache es hoy un pueblo que se acuesta a las ocho [...] Esa ciudad que
busca ser recordada por otras razones que no sean la canción de Miki
González.

Uno va en busca de la hoja verde de la coca, pero ya no se ve la cantidad


de plantaciones de años atrás. Vuelves a la plaza y los más viejos siguen
en la misma esquina, en la misma banca. Si tienes suerte te cuentan que
entre 1983 y 1987 Tocache conoció otra tonalidad del verde: la de los
dólares. Dicen que la gente no sabía qué hacer con tanto dinero. Tocache
alcanzó una población récord de 90 mil habitantes. La plaza de armas era
un Jirón de la Unión al mediodía, y había un bar y un prostíbulo por cada
seis personas a la medianoche. Tiempos aquellos.143

La idea de una región enriquecida ilegalmente, sumado a la criminalización


de las bandas de narcotraficantes y sicarios que pululaban en la zona, la que
terminó militarizándose entre las décadas de 1980 y 2000, hizo que se calificase la
actividad campesina cocalera asociada a la criminalidad. A través de esta
identificación se introdujo un mecanismo político de degradación de la población,
expresado en dos niveles: uno, por el carácter ilegal del campesino cocalero,
calificado por su exclusión de las listas de empadronamiento de ENACO (en

143
ZÁRATE, Michael. .Al otro lado del Destino en Perú.com (De: 11 de agosto 2002:
http://ads.peru.com/ads/banman.asp?zonelD=72&Task=Get%SitelD=1&X=104059740910)

118
Tocache apenas se registraron 378 campesinos y en Uchiza 972 campesinos) o
por la extensión de cultivos fuera de la ley (1 hectárea en la provincia de Tocache),
que conducían a la erradicación de los cultivos y la persecución de los propietarios
de plantíos. Y dos, porque con el tiempo se extendió esta identificación de
ilegalidad a todo los campesinos no cocaleros y en general a toda la población de
la zona, dentro de un problema mayor en el contexto de la guerra contra
subversiva, y es que un eventual campesino cocalero podía ser narcotraficante, y
si era narcotraficante podía tener también vinculaciones con la subversión.

Las nuevas leyes antiterroristas dadas entre 1992 y 1994 pusieron un punto
de estigmatización legal y social contra los campesinos con la llamada ley de
arrepentimiento, al asociarlos directamente con el terrorismo; esta realidad produjo
una cifra récord de arrepentidos por terrorismo,144 frente a lo cual flotaba la
pregunta de si todos los arrepentidos eran efectivamente miembros de la
subversión o es que en el proceso generalizado de la estigmatización, ser
campesino cocalero o simplemente campesino del Huallaga era suficiente para ser
vinculado al narcotráfico y, por tanto, cómplice de la subversión. Se deduce de allí
la siguiente afirmación de un promotor de derechos humanos en la ciudad de
Tocache sobre las personas que carecían absolutamente de cualquier tipo de
derechos: "Nadie tenía derecho a nada. Si tú mirabas, oías y no decías nada, todo
estaba bien. Ese era tu aval para vivir".

La promulgación de las leyes antiterroristas145 pusieron en práctica un


mecanismo de endurecimiento contra actividades declaradas como “terroristas”

144
Cifras de arrepentidos según años y grupos: Total
1992: 6 de PCP SL y 115 del MRTA. 121
1993: 448 de PCP SL y 280 del MRTA. 728
1994: 2655 de PCP SL y 39 del MRTA. 2694
Fuente: DEFENSORÍA DEL PUEBLO. Las múltiples caras de la violencia política y sus desafíos a los
derechos humanos. El caso de Huanuco. Programa de protección a poblaciones afectadas por la Violencia.
PPAV. Cuadro 3. www.defensoria.gob.pe/pppav/Violencia%20Politica%20en%20Huanuco.pdf. El 79,4% de
arrepentidos del país provenían del Alto Huallaga.
145
Entre 1981 y 1985 en e gobierno del Arq. Fernando Belaunde Terry, se dio la Ley 046 contra acciones
subversivas calificadas de terroristas; entre 1987- 1992 en el gobierno del Dr. Alan García Pérez, 24561 y
24953 se dieron leyes que endurecen sentencias por terrorismo; entre 1992- 1998 enel gobierno del Ingeniero
Alberto Fujimori Fujimori, se dieron las leyes 25475, 24651, 24700, 25031, 25659,25708,25709,635, normas

119
con el fin de aislar a los grupos subversivos y “recuperar por la figura del
arrepentido” a personas con información que ayuden a desbaratar redes y
organizaciones delictivas (narcotraficantes y terroristas), a no ser identificadas
como narcoterroristas.146 La población sintió que en vez de acudir a un tribunal a
probar su distancia con la subversión, era mejor asumir una conducta de
“arrepentimiento”, despejar toda duda de sospecha de los vínculos con el
narcotráfico y el terrorismo a través de una actitud colaboracionista y recuperar así
la tranquilidad y los más elementales derechos perdidos en el contexto de una
violencia social y política generalizada.147

Capitulo 5º

El caso de la provincia de Tocache

que desde la traición a la patria, cadena perpetua, tribunales militares, colaboración y arrepentimiento, etc.
Hasta el DL 895 que declaró una nueva figura, la del terrorismo agravado, permitían a los involucrados con
actividades delictivas aminorar las penas o ser liberados si señalaban a los jefes y cabecillas de las bandas.
Ver también “La Estrategia de Pacificación en la margen izquierda del río Huallaga” en Informe Final de la
Comisión de la Verdad y Reconciliación. Vol. V pp. 381- 416.
146
Expresión acuñada en la década de 1980 que sustenta la alianza entre narcotráfico y terrorismo. El término
condujo a fuertes controversias entre la administración estado unidense y el gobierno peruano a la hora de
hacer las distinciones y aplicar las estrategias adecuadas de tratamiento al campesinado. La posición inicial de
las FFAA en esta lucha con el concepto estratégico de "con el pueblo todo o nada" y su inclinación a ganar la
guerra a la subversión antes que al narcotráfico tuvo aquí serias consecuencias para el curso de la violencia
subsiguiente. Véase Raúl González: "El Huallaga: todos los Conflictos" en revista Quehacer 71. Mayo junio
1991. p. 48. También “Narcotráfico, conflicto armado interno y corrupción” en Informe Final de la Comisión
de la Verdad y la Reconciliación” Vol. V. pp. 731-763.
147
Véase también Informe de Defensoría del Pueblo Opúsculo citado. pp. 26-27.

120
5.1. La violencia social

Se podría calificar de violencia social en el Alto Huallaga a la actividad delictiva del


narcotráfico, sin embargo, esto cubriría otras formas de violencia cotidiana y
domésticas que configuraron un escenario común en los pequeños pueblos y
urbes, la de la violencia diaria y doméstica en todos los hogares golpeados por la
pobreza y por las actividades conectadas al narcotráfico. A la larga, la suma de
estas violencias hizo posible también la existencia y aceptación de códigos
judiciales ajenos al del Estado. Solamente para darnos una idea de lo que existe
en estos aspectos nos remitimos a algunos datos estadísticos obtenidos en la
Corte Superior de Justicia de Tocache, entre los años 2001 y 2002 y podemos ver
lo siguiente:

Cuadro II

Defensoría Municipal del Niño y del Adolescente en la Provincia de Tocache

Casos Atendidos Años


2001 - 2002

Pensión de alimentos 27 29
Maltrato físico psicológico 18 20
Abandono 08 12
Filiación 05 03
Sustracción de menores de edad 05 -
Tenencia 04 05
Seducción 01 -
Desaparición de menores 01 -
Violación 01 09
Régimen de visitas - 03

121
Fuente: Informes de la Defensoría Municipal del Niño y del Adolescente de la Provincia de
Tocache.

Cuadro III

Juzgado de Paz Letrado de Tocache

Casos procesados de Enero a Diciembre del 2002 por:

Alimentos 402
Daños contra la persona 532
Contra el Patrimonio 266

Fuente: Estadística de la función jurisdiccional. Juzgado de Paz Letrado de Tocache. Expedientes


ingresados y resueltos.

Podrían estos casos considerarse “pequeñas” violencias domésticas y


sociales comunes, atribuibles en cierta medida a los efectos de una pasada pero
intensa violencia como fue la del narcotráfico. Sobre esta base, el narcotráfico
incrementó su accionar con el deterioro de las relaciones sociales y de confianza
entre los pobladores. La competencia por obtener mayores ganancias entre
carteles, firmas, traqueteros, paseros y campesinos incrementaba la violencia

Había mucha violencia. Era un narcotráfico de tránsito. La puerta de


entrada era la boca del Pachitea. Por allí navegaban, burlaban los controles
y paraban a comprar. Si los de otra «firma» se enteraban que allí iban con
droga, los asaltaban y venía el enfrentamiento. Los «traqueteros» paraban
a comprar pasta básica y pagaban así, al contado, 600 dólares por kilo.
Luego decían, si tú me das para que lo embarque, después te voy a dar mil.
Pero muchas veces había otro intermediario que se oponía, eran
intervenidos, o caía la avioneta y no había pago. En Palcazu un día entró

122
otra «firma» a pagar más y los que ya estaban allí se agarraron a tiros con
ellos.148

La historia del ascenso, gloria y muerte de un traquetero nos ilustra esta


interpretación de enseñoramiento de la violencia y muerte en la etapa de
sicarización de la vida en Tocache. Marcio, campesino de la sierra norte, pudo
instalarse como agricultor. Obtuvo su propia chacra, caleta o cocina de
elaboración. Su incursión en el comercio de la pasta lo llevó a diversos contactos y
salidas de la provincia de Tocache. Pronto se llenaría de dinero, chacras y la
construcción de una inusual casa de material noble en los caseríos, situación que
lo llevó por la buena vida y a la formación de una familia con cuatro hijos. El afán
por incrementar sus negocios y por hacer el trayecto de la riqueza y su elevación
de estatus, lo embarcaron a transportar por el río Huallaga, hacia mediados de la
década de 1980, mercancía junto a otros pares que prefirieron finalmente eliminar
a su compañero y evitar el negocio de entrega de la mercancía para quedarse
con ella. Fue asesinado allí mismo y su cuerpo lanzado fuera de la barcaza en un
río que había sido convertido ya en un depósito de muertos, "el cementerio más
grande del Perú" en palabras de muchos.149

Las formas de la violencia social producto de la narcotización de la


sociedad en Tocache vio incrementado su intensidad cuando pronto se hicieron
presentes tanto la subversión como las fuerzas de seguridad y armadas del
Estado. Fue en la década de 1990 cuando la población recuerda los casos de
asesinatos más terribles de los sicarios y los narcotraficantes por el dominio social,
tal como nos demuestra el siguiente relato de un profesor:

148
Testimonio R.S., campesino del Pachitea (Alto Huallaga). En PNUFID. El ciclo del boom Cocalero. El
Tráfico ilícito de Drogas en el Perú. (De, 02 de julio, 2003:
http://pnufid.org.pe/folleto_esp/pag14/pag14.htm). Archivos PNUFID. Como dice Marina A.R., campesina de
Aucayacu en otro testimonio "Yo creo que lo único que trajo la coca fue problemas. No se puede vender a
nadie sino a los que elaboran la «merca» o PBC. No trae paz ni desarrollo, sólo matanzas".
149
Testimonio de Reynaldo hijo de Marcio.

123
Venía desde Sarita Colonia, cruzaba el puente (del río Huallaga) y había
sangre fresca y dos cadáveres, los veía con luces de mi moto [...]
‘detenerse allí era jugar con su vida’. Una noche yo llegué cuando estaban
en plena ejecución. Estaba Vampiro [narcotraficante] aniquilándolos ¿qué
pasaba? Sucedía que empezaban ellos a dudar de todo el mundo,
empezaban a decir que todo el mundo era supuestamente soplones y
como en el tiempo de Adolfo Hitler en que mataba a los judíos, empezaron
a matar a los chimbotanos. Decían que los chimbotanos eran rateros y que
los chimbotanos eran los soplones, los que llevan toda la información a
Lima y que cuando habían los operativos eran los blancos fijos y los carnes
de cañón. Había un aniquilamiento selectivo de chimbotanos y
comerciantes. La mayoría eran comerciantes que venían a vender
chucherías, pero así llegaban y decían que eran policías. Intervenían los
hoteles y a media noche y comenzaban a vaciar los hoteles ¿de dónde eres
tú? - yo soy comerciante - ah ya, al carro, armados hasta los dientes. Iban
al puente, les disparaban y tiraban los cuerpos al río. Amarrados, estaban.
Lo hacían 10, 11 y 12 de la noche […] Incluso obligaban a cualquier
tocachino, transeúnte, a matar: ‘acompáñame tú paisano para que pruebes
tu puntería’ […] ‘Una noche llevaron a mi primo, le obligaron. Lo llevaron al
puente, le dijeron ‘ya, con esta arma mira, así se mata, ahora mata tú’, lo
mataron a uno, pero ‘¿yo por qué lo voy a matar?’, le contestó. - ‘¡Carajo! ...
vas matar o no’ - ‘paisano, ¿cómo vas a obligarme a hacer esto?, tú tienes
tu gente’. - ‘¡Mira!’, le dijeron, ‘porque te conozco tanto y porque tu padre es
mi amigo, es una persona notable del pueblo, lárgate […] lárgate ahorita,
pero desaparece".150

En la lucha por el dominio de la región, el narcotráfico convirtió la actividad


delictiva en un sistema de intimidación y muerte, sobrepasando cualquier modo de
entendimiento que había tenido antes con la población. Tal como nos relata el

150
Prof. CPG

124
profesor de Tocache, se fomentó la desconfianza hasta los límites del miedo total.
Las relaciones entre población y narcotráfico llegaron a un punto de mutua
desconfianza, de modo que los sicarios y narcotraficantes llegaron a identificar el
peligro con los chimbotanos: era el extraño, el extranjero o el comerciante foráneo
a quien sin ningún motivo se le hacía reo de una culpa real o imaginada solo por
los capos de la droga. La pura violencia coercitiva de las armas y de la fuerza
física presidía la regularidad de la seguridad de los narcotraficantes, que habían
convertido su propio modo de producción en una amenaza para sí mismos y para
la población, a quienes obligaban a ponerse de su lado amenazándolos con
matarlos o matando a muchos para intimidar, pretextando para ello peligros reales
o imaginarios.151 El principio de la supervivencia por la eliminación del otro y la
ausencia de factores integradores que no sea por el propio abuso de poder, a no
ser la misma violencia, hizo que la sociedad en el Alto Huallaga se convirtiera en
un espacio de retorno a la "sociedad primitiva" (CLASTRES, Pierre.1981: 181-
216).

5.2. La violencia política.

Tocache, como todos los pueblos del sur de San Martín, pertenecía hasta
antes de ser provincia autónoma al entonces distrito de Uchiza, y tenían su capital
en Saposoa (colonia fundada en 1927), provincia de Huallaga, fundado el 20 de
diciembre de 1912. Uchiza tenía entonces su propio puerto152. Esta capital se
encontraba, sin embargo, en el norte del departamento de San Martín y solo podía
comunicarse con los distritos del sur por el río Huallaga. Cuando Tocache y los

151
GELLNER, Ernest "La guerra y la violencia" en Antropología Política. Revoluciones en el bosquecillo
sagrado. Gedisa editorial. 1997 p. 182-202. Especialmente a las sociedades agrarias sin Estado como del Alto
Huallaga la producción de la cocaína se convirtió en una mercancía que redistribuía poco, no desarrollaba
socialmente nada y causaba demasiados daños al conjunto de la sociedad local:
"...la existencia de un excedente de producción almacenado y la ausencia de mejoramiento
tecnológico- entrañan la irrupción de la coacción sistemática...Ese excedente debe defenderse contra
quiénes puedan desear redistribuirlo en su provecho...La riqueza generalmente puede adquirirse con
mayor facilidad y rapidez mediante la coacción y la depredación que la producción" p.183.
152
Saposoa era parte de la colonización cedida en la selva central por la Peruvian Corporation (Contrato
Grace 1889). En la década de 1940 un segundo reflorecimiento del caucho (el primero fue a fines del siglo
XIX y principios del siglo XX) promovió su explotación, en ella se inscribe los orígenes de esta provincia.

125
distritos de Huicongo, Campanilla, Pachiza y Uchiza se constituyen en la provincia
Mariscal Cáceres, en Juanjui, se convierte en su capital, aunque se mantiene
alejada por las difíciles vías de comunicación que recién en 1969-1971 llegan a
mejorar con la construcción de la carretera Marginal. El despegue regional,
incentivado ahora demográficamente por el cultivo de la palma aceitera y luego de
la hoja de coca, juntaría a estos pueblos aislados del sur del departamento de San
Martín e impondrían cada uno sus necesidades propias en la política regional,
sobrepasando la autoridad de una administración aún alejada. Tocache era ya,
después de 1940 un distrito que competía con Uchiza en diversos sentidos, tenía
también su puerto, que luego se convertiría en aeropuerto, y contaba incluso con
clubes deportivos con el cual retar a su antigua capital distrital (Club Sport
Progreso).

La política partidaria se convirtió en el modo en que los partidos políticos


nacionales se introdujeron en los asuntos locales de Tocache, especialmente para
los puestos de autoridad. La provincia contaba con una población migrante de
zonas de sierra y más aún de sierra norte (La Libertad, Cajamarca, Ancash) donde
el APRA encontraba un buen caudal electoral. También habían nuevos
propietarios y campesinos que aspiraban a ser partícipes políticos y encontrarían
en Acción Popular y en su carismático líder y el ofrecimiento de tierras y caminos,
una garantía para expandirse más libremente. La ausencia de tradiciones e
identidades comunales permitió que la asociación partidaria se manifestase con
fuerza en la organización municipal.153

La década de los sesenta del siglo XX vio llegar así al candidato favorito de
la amazonía (Arq. Fernando Belaúnde) y con él la esperanza de un mejor porvenir.
Se completó el tramo de la carretera marginal hasta llegar a Juanjui y se
construyeron puentes para unir los pueblos. Estos proyectos fueron continuaron
en la década de los setenta por el régimen militar de las FF.AA. que intentó

153
No es una cuestión conocida por ejemplo que las elecciones municipales -un logro significativo de la
gestión belaundista - mantuviese su presencia en la capital de Tocache sin mayor interrupción (no se recuerda
que ello haya sucedido) y que los puestos de alcalde nunca fueron extendidos más allá de su periodo normal.

126
organizar a la población de manera tal que pudiera sustentarse la colonización de
la región154. Los partidos políticos de izquierda no abandonaron tampoco este
espacio frente a la inicial represión policial, del cual ya eran objeto por parte de las
políticas de erradicación de fines de la década de 1970. La propia pugna de
grupos como el Partido Unificado Mariateguista (PUM) y Patria Roja por liderar la
organización de la población campesina para defender sus intereses, anudaban
así a sus consignas, los reclamos de la población local, al identificarlos como una
expresión en contra del Estado centralista, represivo y "burgués" de Lima155. Con
la formación de organizaciones gremiales campesinas como el FASMA
(Federación Agraria local de la Selva Maestra), hicieron sentir su voz de protesta,
especialmente en las duras épocas en que los precios del maíz y el arroz andaban
por los suelos; también con el FEDISAM (Frente de Defensa de San Martín)
cuando alzaron las banderas por la regionalización hacia 1985.156

La política nacional entre sectores radicalizados de la sociedad entre los


años de 1970 a 1980, había alcanzado niveles de beligerancia contra el sistema
político representativo estatal, lo que se expresó en el giro hacia la solución
violenta de los problemas sociales y políticos. Sectores disidentes del denominado
MIR-IV157 y grupos del llamado "Pukallacta", un sector desgajado de la antigua

154
No se descarta la presencia del Sistema Nacional de Movilización Social SINAMOS, a través del
Ministerio de Agricultura.
155
Efervescencia además sentida en las huelgas magisteriales del sindicato docente a fines de la década de
1970 y aún en la propia iglesia católica
"En las luchas campesinas de 1982... se pretendía recriminar su visita al campesinado y atribuir estas
medidas de enfrentamiento a la concientización que habían recibido de parte de los Agentes
Pastorales en su tarea evangelizadora. ... fueron necesarias varias aclaraciones públicas de parte del
Sr. Obispo así como de la Conferencia Episcopal Peruana. Al tiempo que las Comunidades
Cristianas se solidarizaban y rechazaban las acusaciones vertidas por diputados y las insinuaciones
del Presidente de la República". En Prelatura de Moyobamba. Región San Martín - Perú. Algunos
momentos sobresalientes. (De, 01 de mayo 2003: www2.gratisweb.com/nuestra.htm)
156
Otras organizaciones eran FEDIP (Frente de defensa de los intereses del Pueblo), CODECU (Comité de
Desarrollo y Defensa de Uchiza) y CODETO (Comité de Desarrollo y Defensa de Tocache), aunque se le
acusó de tener una filiación con el MRTA. Vinculación confirmada además por el Informe final de la CVR.
Vol. IV p. 352.
157
SALINAS, Sergio. Las Guerrillas en el Perú 1965- 1980. Dos experiencias Distintas. (De, 15 de marzo
2004: www.stormpages.com/marting/guerrillasperu1.htm.)
"Muchos militantes de los grupos guerrilleros del (19)65 se incorporaron a la vida política
democrática, otros crearon facciones que se mantuvieron latentes esperando un nuevo brote
guerrillero, como ocurrió con el MIR Revolucionario, que participó en la fundación del Movimiento
Revolucionario Túpac Amaru (MRTA)"

127
Patria Roja, se aliaron posteriormente al Movimiento Revolucionario Túpac Amaru
y al PCP- Sendero Luminoso, respectivamente, para abocarse a la acumulación
de fuerzas, una acción táctico-política que en la región se tradujo en la
organización de los productores y el rechazo de los elementos más represores del
Estado (UMOPAR y CORAH especialmente, también el PEAH) para proteger los
cultivos de coca. El clima de hostilidad de diversos sectores hacia el Estado, que
habían decidido emprender la guerra en su contra, encaminó el clima de violencia
existente hacia la acción política, introduciéndose a espacios representativos de la
sociedad como la iglesia y la escuela principalmente.

El ingreso de SL estuvo presidido por su infiltración por SIDIPESA


(Sindicato de Endepalma), también se infiltraron en el magisterio [...] Entre
1977 a 1980 SL a través de unas monjas, colaboraban con la iglesia y los
colegios secundarios enseñando religión. Fui su alumno y hablaban
abiertamente de SL. Decían que era una organización de justicia social, y a
esa edad de catorce, quince, dieciséis años, no se conocía aún lo que sería
SL, quieres cambiar el mundo, que no haya la explotación del hombre por el
hombre. Que la lucha social se tiene que dar que la historia de la civilización
es una historia de lucha [...][decían] que el pueblo hebreo que estaban
esclavizados que querían salir de Egipto y tenían que cruzar el Mar Rojo [...]
habían inculcado que tú eres un hebreo y que tienes que luchar contra el
pueblo egipcio, para que se pueda liberar y se pueda ir a Tierra
prometida.158

En esos momentos los grupos políticos, alzados unos en armas, otros en


proceso de hacerlo y otros activos aún en el recurso de la organización política
pero opositora al gobierno, tuvieron que enfrentarse con los operadores de las
mafias, traqueteros y narcotraficantes para dominar los lazos de intermediación

158
Testimonio CPG La mención de la participación de varios religiosos católicos es un dato que se confirma
como hemos visto por la acción militante de miembros de la iglesia, que tuvo que deslindar su participación
institucional de la política local. Un seguimiento histórico detallado de este movimiento de acumulación de
fuerzas en la región del Nororiente se puede ver en el Vol. IV del Informe Final de la Comisión de la Verdad
y la Reconciliación”.

128
entre el campesinado y el mercado. Debían quebrar la aún escasa confianza
existente entre campesinos y traficantes. Todos estos grupos compartían un
mismo denominador común: su oposición a la ley. Toda forma de lucha en la
política era entendida así como enfrentamiento y guerra159. SL y el MRTA llevaron
esta situación a los extremos, traduciéndolo en una guerra revolucionaria contra el
viejo Estado.

Varias hipótesis se han lanzado para explicar en un país como el Perú la


aparición de la subversión, especialmente de Sendero Luminoso160. La que más
ha llamado la atención es aquella vieja tesis del "vacío de poder" planteada por
Henry Favre161. Ella plantea que tras el derrumbe del agónico poder oligárquico
por la violenta irrupción del velasquismo, se dejó sin piso a los actores regionales
en la reconstrucción paulatina del poder local. Frente a esta hipótesis, que resulta
convincente para todo el escenario social dominado desde tiempos anteriores a la
formación de la República por terratenientes, gamonales, caudillos y políticos
populistas, en el Alto Huallaga, una región de reciente creación, no tenía vínculos
ancestrales y premodernos de organización, su cultura de migrantes y propietarios
en busca de oportunidades fue invadida prontamente por los códigos de la
ilegalidad y la violencia social. El pequeño y diminuto poder social organizado fue
barrido primero por las exigencias del narcotráfico, que subordinaron todo interés
local por el desarrollo hacia la violencia entre ellos y que terminó mezclando a toda
la población, y segundo, por la incursión de los grupos armados que generarían
espacios propios de poder sustentados en más violencia.

159
CLASTRES, Pierre. "La cuestión del Poder en las sociedades primitivas" en Investigaciones en
Antropología Política. Barcelona. Gedisa. pp. 115-116
160
Desde aquellas que proclama la reacción del campo contra la ciudad (regionalista), la reacción provinciana
pro-indigenista contra las elites blancas y centralistas (étnica) hasta la reacción a la injusticia estructural del
capitalismo en la sociedad peruana y del tercer mundo en general (clasista). En Sergio Salinas, ibidem; y
Víctor Peralta Sendero Luminoso y la Prensa. 1980-1994. Cuzco. Centro Bartolomé de las Casas y Casa de
estudios del socialismo SUR. 2000. p. 15 y 16.
161
GONZÁLEZ, Raúl y Carlos Ivan DEGREGORI "Una Larga Agonía. Conversando con Henry Favre.
Sobre Sendero, Abimael Guzmán y el Futuro del país" en revista Quehacer 54 agosto-septiembre 1988. p.51,
52, 53.

129
El Movimiento Revolucionario Túpac Amaru y Sendero Luminoso hacen su
aparición en la década de 1980, ambos proclamaban el inicio de la lucha armada
como una forma de resolver los problemas de la sociedad, invitando a la población
a plegarse a su revolución

La primera incursión de Sendero Luminoso fue el 22 de junio de 1984.


Desaparecieron luego. A los dos días el 24 de junio de 1984, Fiesta de San
Juan, los campesinos venían a pie a la ciudad con sus productos, plátanos
y gallinas, a vender. Mataron ese día a un campesino en la frente. Había
una garita de la policía forestal, cerca al puente, en la entrada. Mataron allí
a tres policías. El campesino asesinado era Juan Grandes Aguilar, [de] la
policía […] fueron asesinados dos. El resto fue a esconderse al pozo […]
Los policías eran como quince, los senderistas llegaron en tres camiones,
bajaron en las tres esquinas de la plaza e hicieron una fiesta donde
bailaron. La gente en cambio se encerró en sus casas, se fueron
caminando armados, por las veredas, gritaban, vivaban, arengaban al
pueblo a sumarse a la lucha armada. A las 5.45 pm entraron a las 8 p.m. se
fueron. Entre ellos había una gringa, especie de francotiradora que donde
apuntaba daba. Al parecer la muerte del campesino fue por intromisión de
este último al pretender esconderse en la garita policial forestal, y le dio
entre ceja y ceja […] Todos los senderistas venían del centro de la sierra:
Ayacucho162

La respuesta de la población que ya sabía quiénes eran estos grupos


armados por lo que estaban haciendo en otras zonas del país fue el miedo. Ello
los obligó a encerrarse en sus casas. Si bien su consigna era levantar a la
población bajo la bandera de la revolución, tenían además el trabajo adicional de
quebrar las relaciones directas entre campesino y narcotraficante bajo el lema de
la organización popular y ponerse a la cabeza de aquella masa reorganizada para
recibir, como nueva autoridad que conquista el poder por la fuerza, los impuestos

162
Testimonio CPG.

130
de la guerra que no era más que los impuestos del tráfico de drogas. Y lo lograron
porque los motivos no faltaron. Como dice Raúl Gonzáles, los traficantes que se
relacionaban con el productor por medio del recolector pagaban al cocalero por
adelantado, los enganchaban, los comprometían a venderles y el productor por
obligación debía cumplirles enfrentándose para eso incluso con la policía si es que
no quería exponerse a la violencia de los sicarios de la mafia.163 El MRTA Y SL
quebró esta relación poniéndose ellos como un tercero en disputa y negociación.

5.2.1. Los actores de la Violencia política y el campesinado

Para saber quiénes eran y qué motivos guiaban las acciones de estos grupos
armados, especialmente a la hora de impartir “justicia”, y en cierto modo a la
propia FFAA aunque no tocamos este tópico, es necesario detenernos a exponer
brevemente sus lineamientos doctrinales y sus modos de ejecutar sus acciones
ante la población, para poder encuadrar más adelante la relación existente entre la
ideología que proclamaban, la acción política que ejecutaban y la “justicia” que
administraban:

El Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA)

El Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) estaba formado en 1980 por


miembros originarios de diferentes partidos como el APRA y el MSR (Movimiento
Socialista Revolucionario Marxista Leninista y ex velasquistas). Este Movimiento
llegó a la región entre 1982 y 1983 para cumplir la etapa de acumulación de
fuerzas, que no era más que la organización de la población para hacer frente al
Estado. Inspirados en las experiencias guerrilleras latinoamericanas y peruana de
la década de 1960 pretendieron replantear el problema que la izquierda peruana
se había formulado desde José Carlos Mariátegui: la relación entre socialismo y

163
No debe creerse sin embargo que este era un campesinado que no tenía recursos para defenderse y regatear
en el mercado. Era frecuente el uso de armas y los rumores reales o imaginarios de la interdicción de vuelos
para alzar el precio de la mercancía o de hoja de coca, pero eran bastante limitados.

131
nación dentro de un proceso revolucionario en marcha.164 Es decir, una revolución
que hiciera patente por la violencia eficaz y simbólica su carácter salvador de la
sociedad peruana, conducente a una sociedad democrática, nacionalista y
socialista, contestaria especialmente del dominio capitalista mundial165.

La dinámica del MRTA acentuaba características propias de las guerrillas


peruanas de 1965 y latinoamericana de la década de 1970: su carácter
propagandístico, su inserción y trabajo paciente de organización de la población y
la asimilación de fuerzas sociales que comulgasen con sus propuestas,
cambiaban, además, el carácter de movimiento foquista y concentrado sobre sí
mismo que habían predominado con el fracaso de las experiencias guerrilleras
previas. Ellos más bien reforzaron el carácter agitador y de movimiento político
con su significado de la violencia y el intento de consolidación en una organización
militar eficiente y eficaz, combinando acción política, propaganda y subversión.
Sustentados en esas dos bases: solidez de un aparato político y consistencia de
una ideología, ambos factores cruciales para la atracción de masas predispuestas
ya a la violencia generalizada, debían conducir la llamada "Guerra Revolucionaria
del Pueblo".

En algún momento el MRTA ha considerado, dentro de su esquema de


reestructuración de la sociedad, dos aspectos fundamentales en el carácter de su
revolución. Por un lado, la dirección del partido abierto, en teoría, a todas las
realidades y organizaciones que comulguen con su tesis central de frente amplio
anti-imperialista contra la dominación y la dependencia. El otro aspecto ha sido
considerar la libre expresión de la población que ligaría a su accionar dominante
como una dimensión fundamental del movimiento revolucionario -opinión tan

164
Así creían resolver la antigua formulación mariateguiana del socialismo como creación heroica y original.
Salinas, Sergio Opúsculo citado
165
Ibídem

132
seductora para las causas justas- resultado natural del carácter múltiple y diverso
de la formación cultural peruana166.

El Partido Comunista del Perú Sendero Luminoso (PCP SL)

El Partido Comunista del Perú Sendero Luminoso (PC del P-SL), nació a fines de
la década de 1960 y llegó a la región del Alto Huallaga por la misma época que el
MRTA. El 22 de junio de 1984 hizo oficialmente su entrada a Tocache y Uchiza,
por lo que debió luchar en sus primeras etapas contra los emerretistas para
desalojarlos totalmente del Alto Huallaga. El partido comunista Sendero Luminoso
nació en Ayacucho entre estudiantes, universitarios y colegiales inspirados en la
doctrina del marxismo, el leninismo y el maoísmo que fundamentó las bases de un
pensamiento sólido y autosuficiente generado por su líder: Abimael Guzmán
Reynoso (Presidente Gonzalo). Guiados así por la lógica interna del pensamiento
Gonzalo -la unidad de lucha entre dos líneas o la oposición de pensamientos
dentro de una sola finalidad- se planteaba también la “guerra revolucionaria” ya no
como una acción de la violencia instrumental que organiza la revolución en
marcha tal como lo planteaba el MRTA167, sino como hechos necesariamente
determinados por la Historia, hechos que no sólo eran inevitables sino hasta
deseables en sí mismos (la violencia purificadora) pero que debían conducir
también hacia el comunismo.168

166
La violencia como instrumento de la Revolución y los justos límites de su acción que no la denigren y
criminalicen como la violencia de las mafias apela a la historia o a la naturaleza opresiva de una sociedad
como justificaciones últimas. La violencia de cada acto realizado reactualizaría en el fondo esa justificación.
Da lo mismo finalmente "por el prójimo, los pobres y necesitados, por los oprimidos, por la Patria, por la
Revolución, tanto da... entregar la vida por la más "noble de las causas", pues nadie se siente más
legitimado para matar por una causa que quién está dispuesto a morir por ella; es muy corta la distancia
entre el mártir y el asesino". ARANZANDI, Juan. El Escudo de Arquíloco. Sobre Mesías, Mártires y
Terroristas. Madrid. Marchand Libros. 2001. Vol. I. p. 69.
167
He aquí lo que postula el MRTA de la violencia instrumental en la política, extraída de la pagina web del
Movimiento Revolucionario Tupac Amaru " el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru insurgió como
fuerza militar -Ejército Popular Tupacamarista- EPT - en 1984, para defender los espacios democráticos
conquistados en décadas de duras luchas por nuestro pueblo y para conquistar la paz con justicia social a la
que aspiramos". (De, 11 de diciembre, 2002: www.voz-rebelde.de/present.htm)
168
Sobre Sendero Luminoso y la violencia leamos lo que dice Gonzalo en la entrevista del siglo: "la violencia
es una ley universal sin excepción alguna, quiero decir la violencia revolucionaria (...) es la que nos permite
resolver las contradicciones fundamentales con un ejército y a través de la guerra popular (...) sin violencia
revolucionaria no se puede sustituir una clase por otra, no se puede derrumbar un viejo orden para crear uno

133
La constitución ideológica senderista es una combinación depurada de los
elementos más violentos existentes dentro del marxismo pero no debemos olvidar
tampoco que está enmarcado dentro de una concepción esencialmente
pedagógica. Para quien se autodenominaba “Presidente Gonzalo”, la ideología
comunista de SL era la expresión culminante de un proceso que daba forma a tres
elementos primordiales en el ensalzamiento de la violencia como el modo de vida
de una sociedad revolucionaria, una violencia en el que, obviamente, él y su
partido como su medio de realización, serían los únicos con capacidad de
ejercerlo contra la sociedad. Estos elementos eran: culto a la personalidad y
concentración de todo el poder en el jefe, dominio total de la conciencia y voluntad
ajenas sometiéndolos al partido y al jefe y eliminación de cualquier resquicio de
oposición, contradicción o diferencia a la voluntad única del jefe.169 Al igual que el
MRTA, para el PCP SL, debía organizarse un selecto cuadro de vanguardia desde
donde ejecutar en la práctica los postulados de la ideología y de la guerra
revolucionaria en terminos políticos, militares y sociales. Es decir, en la práctica
ideológica del partido, la idea del militante que ha captado las enseñanzas sin
discusión del “Maestro-Dios” lo hacía igualmente un apostol iluminado por haber
sido escogido en una misión que excluye del resto de la masa en las decisiones
de quienes dicen representar. En estos postulados resulta más que patente que lo
ideológico y la organización militante configuran la llamada “dictadura del
proletariado” como discurso legitimador de sus acciones.

En ambos movimientos hay algo en común, la violencia como eje de la


acción política, pero tienen en cambio consideraciones distintas sobre el rol que en
última instancia debe tener esta violencia en el proceso revolucionario y como ésta
se ajusta a una concepción global de la Justicia. Y es en esta diferencia que por

nuevo." La Entrevista al Pdte. Gonzalo. Ediciones Bandera Roja reproducido por el MOVIMIENTO
POPULAR PERU [Preparado para Internet por la revista Sol Rojo] (De, 11 de septiembre 2002:
http://www.solrojo.org/pcp_doc/pcp_0688.htm) También véase Sergio Salinas Opúsculo citado. Cap. II
(De, 15 de marzo, 2004: http://www.stormpages.com/marting/guerrillasperu2.htm)
169
En el informe Final de la CVR, se mencionan cuatro elementos que aquí los reducimos a tres. Informe
Final de la CVR. Tomo II. p. 15

134
ejemplo Sendero Luminoso criticaba al MRTA, su escasa vocación (y convicción)
por la intensidad en el uso de la violencia.

El MRTA tiene posiciones que deben hacer pensar; por ejemplo, la tregua
que le dio al Apra, según dijeron hasta que golpeara al pueblo, pero todos
sabemos que el mismo día que García Pérez asumió la presidencia
reprimía a las masas en la propia capital de la república. En octubre del 85,
genocidio en Lurigancho. ¿Era el pueblo golpeado o no? y ¿cuánto tiempo
esperaron para terminar su tregua? Son cosas que uno tiene que
preguntarse170

La justicia como valor ético y moral fundador y organizador de compromisos


dentro de la sociedad desaparece frente a las necesidades de la violencia, en el
caso del MRTA porque pospone en el corto plazo la justicia por la violencia como
medio de consecución en la obtención precisamente de esa justicia que dice
buscar y en el caso de SL porque es un valor y un principio que no calza dentro de
su esquema predeterminado de la naturaleza y de la historia como una lucha de
clases permanente.

La Fuerza Armada

Hablaremos aquí del Ejército Peruano (EP) como un actor más de la violencia
política en su lucha contra la subversión en el Alto Huallaga. Como en los casos
del MRTA Y el PCP SL, implica entender una concepción sobre la guerra que
estaban librando en la zona. En el EP identificamos dos grandes líneas de
pensamiento de la FFAA sobre la percepción del fenómeno subversivo y sobre la
insurgencia existente entre las décadas de 1980 y 1990.

La primera de ellas ha sido la consideración de la subversión como un


fenómeno externo al país, opinión compartida además por civiles:

170
La Entrevista al llamado presidente Gonzalo Opúsculo citado.

135
Se pierde de vista que Sendero Luminoso, cualquiera que sea su matiz
político (lo que incluye al MRTA también), es el brazo armado de un gran
movimiento que busca trastocar el orden en provecho del comunismo
internacional, nada menos171.

La naturaleza foránea del accionar subversivo fue la que habría impreso su


identidad por el marcado carácter violento y terrorista de sus acciones,
haciéndolos por eso "antipatriotas y criminales", dando una pauta a la FFAA y los
gobernantes civiles para dar con una concepción estratégica de los medios
represivos, policial militar, que los erradicase de la sociedad peruana.172

La segunda línea de pensamiento sigue a la primera presunción. En toda


guerra contra subversiva la seguridad nacional para la FFAA pierde la distinción
entre seguridad interna y externa, por lo que el tema contra subversivo es un tema
de seguridad nacional puesto que amenaza los cimientos mismos de la comunidad
nacional. La supresión de las esferas de interés internas y externas para el
mantenimiento del orden, previsto desde la Constitución de 1933 con la
implantación de los regímenes de excepción, convertía el asunto subversión en un
tema netamente militar. Con esto se reafirmaba también la legitimidad de la FFAA
como una comunidad en armas que defiende a la Nación.173

171
El párrafo es de la revista Actualidad Militar, mayo-junio 1983 del Ejército Peruano y es citado por Philip
Mauceri en Militares, insurgencia y democratización en el Perú. 1980-1988. IEP. 1989. p. 41. En esta lógica
no es difícil concluir que todo comunista, legal o ilegal, es un enemigo político por antonomasia de la
comunidad democrática nacional y del cuál no cabe más que darle un tratamiento militar. Ibídem p. 42.
172
GONZÁLEZ, Raúl. "Ayacucho: La Espera del Gaucho" en revista Quehacer 20, enero 1983 p. 48.
"Sinceramente, no creo que Sendero tenga alguna posibilidad de éxito en el Perú. Un movimiento
subversivo que se inicia en el ámbito rural y que pretende buscar el apoyo campesino, no puede
volverse popular ni aquí ni en ninguna parte, aplicando...el terrorismo , contra esos mismos
campesinos"
173
Sus efectos inmediatos se ven tras las revoluciones comunistas de postguerras. La nueva concepción de
guerra (regular, colonial, civil y partisana) desinvolucró la legalidad de la misma. Esa deslegalización condujo
a la doctrina de la lucha antisubversiva a legitimar el uso de métodos fuera de toda ley haciendo aparte p.e.
derechos de guerra y la Convención de Ginebra, tratando además a los conciudadanos al mismo nivel que un
potencial enemigo. Desde la perspectiva de la ilegalidad el uso del terrorismo como medio vedado es
castigable fuera de todo marco legal de la guerra puesto que todo vale para doblegar a un enemigo no
reconocido u oculto. SCHMITT, Carl. "Teoría del partisano. Notas complementarias del concepto de lo
político" en El concepto de lo "político". México Folio Ediciones. 1985. p. 178-181

136
La entrada del ejército en Ayacucho en 1982 desenvolvió esta lógica al
identificar al subversivo primero como un enemigo oculto y externo de la nación al
que había que tratar como tal. No obstante plantear esta lucha clara en el nivel
ideológico, en términos prácticos no distinguió a los líderes de los miembros de
base, reclutados de entre la población civil muchas veces a la fuerza, trayendo
como consecuencia un alto costo de vidas. Y segundo, se supuso que la
comunión entre "pueblo y ejército" era la unión de una comunidad nacional con
una comunidad en armas, razón por lo que consideró legítimo la organización del
pueblo en comités de autodefensa, a la larga esta combinación de supuestos
constituyó un eje estratégico clave en la lucha contra subversiva174.

En el Alto Huallaga esta doctrina de la FFAA fue más difícil de llevar a cabo.
Primero, porque el problema del narcotráfico era un tema esencialmente delictivo y
debía ser tratado como un problema esencialmente policial, lo que limitaría y
entorpecería la acción militar contra subversiva.175 Segundo, porque si bien el
ingreso de la FFAA establecía la unión del Pueblo y la FFAA contra la subversión,
una fórmula que quebraría y aislaría a Sendero Luminoso (o al MRTA) como
ocurría en otras regiones, en el caso de los productores de coca y PBC se
complicaba porque la población era vista como cómplice de la delincuencia y, en
consecuencia, ligado a los intereses de la subversión. Para el Ejército, quebrar
ese nexo establecido entre campesino-narcotraficante y subversivo, atacando a
este último, supondría dejar un vacío de poder para las actividades ilícitas que
desarrollaban los narcotraficantes. Con la desaparición de SL los campesinos
cocaleros, que dependían de ellos especialmente en las negociaciones del precio
de la coca y la seguridad que prestarían a los productores frente a la policía,

174
Dada su naturaleza externa, la subversión y su criminalización, condujo pronto a una solución policial y
militar consecuente. Pronto esa guerra subversiva estableció su carácter político, derivado del problema de la
seguridad interna, llevando a plantear estrategias como la acción cívica en el corto plazo y el desarrollo social
en el largo plazo. Sobre la evolución entre la estrategia policial- militar y las soluciones políticas
estructurales, véase Víctor Peralta Opúsculo citado. Y “Las Fuerzas Armadas” en Informe Final de la CVR.
Vol I.
175
La ambigüedad a este problema está dado al respecto en el citado volumen del Informe Final de la CVR.
Vol. V p. 309.

137
dejarían de ser un apoyo valioso en la región, pero es allí donde debía
aprovecharse la oportunidad de llenar ese vacío de poder por parte del Estado.
Como suponía el general Alberto Arciniega, encargado de la lucha antisubversiva
en el Alto Huallaga, solucionar el problema de la violencia política no significaba
solucionar el de la violencia social, menos aún, solucionar el enfrentamiento de la
población con un Estado que los exponía a la categoría de "delincuente común"
ante la policía, pero por lo menos le permitiría al ejercito cumplir el objetivo de
erradicar a la subversión, si es que quienes conducían el Estado tomaban
conciencia de ello y actuaban con rapidez para recuperarlos al lado de la
legalidad.

Si el campesino cocalero se siente tratado adecuadamente y se le brinda


una oportunidad de cambio [p.e dejar de elaborar PBC], ya no existe motivo
para que apoye a quien quiere alterar el orden"[...]"Si esto es así, la
conclusión es una: hay que enfrentarse a Sendero, pero no de cualquier
manera. Se tiene que tomar en cuenta que todo grupo se levanta en armas
lo que busca es ganarse el apoyo del pueblo, un pueblo que es
monocultivador de coca y que es reprimido ¿Cómo ganarlo? Sacándolo de
la situación en que se encuentra y tenemos que tener en cuenta que el
productor de coca, el campesino cocalero, era acosado por la policía y por
cuanta fuerza del orden existía, porque era considerado un delincuente.176

La demarcación ideológica del ejército, aplicada por el general Arciniega


entre subversivos y quienes apoyaban como masa a SL en el Huallaga, les
permitió establecer una estrategia de competencia por ganarse el apoyo popular
como base primordial de la guerra, delineó entonces los límites dentro del cual el
ejército podía obtener un apoyo legítimo de la población en la lucha contra
subversiva, pero al costo de tolerar y permitir, si no inmiscuirse, en los negocios
del narcotráfico. Decidir quiénes podían ser confiables según su estatus de

176
GONZÁLES, Raúl "La Batalla por el Huallaga. Las Armas de un general. Entrevista con el Gral. Alberto
Arciniega" en revista Quehacer 62, diciembre 1989 enero 1990. p.39; también Informe Final de la CVR. Vol.
IV. pp. 352-354.

138
legalidad se constituyó en un problema que pronto tomaría otros caminos, como el
chantaje económico de los militares a la población cocalera más por motivos
económicos que subversivos. El general Arciniega, por ejemplo, representaba el
otro extremo del chantaje, no aceptaba la colaboración de los elaboradores de
PBC que constituían buena parte de la población campesina cocalera, aún si fuera
en la lucha contra los grupos armados.

Aún así, los movimientos estratégicos de la FFAA siguieron un principio


contra SL y el MRTA: aliarse a los campesinos y quebrar la relación que ellos
tenían con el MRTA y SL, aunque finalmente no quebrasen esa relación con el
narcotráfico. En ese sentido el gobierno norteamericano objetó continuamente
este accionar de las FFAA peruanos y ello se reflejó en los continuos cambios de
mandos de generales que se sucedieron luego de la salida de Arciniega.177 Mas
adelante las consecuencias de esta estrategia fue el involucramiento de las FFAA
en el narcotráfico, pronto miembros de la milicia se comprometieron, como lo
habían hecho los policías, con la represión y el chantaje a los productores de coca
y cocaína, además de la pronta corrupción de los oficiales.178

Si en la lógica militar de la guerra contra la subversión en el Perú se


introdujo, a principios de la década de 1980, la idea que el costo político de la
eliminación de perturbadores de la tranquilidad suponía eliminar tantos peruanos,
inocentes o culpables (peruanos traidores), en función de conseguir una victoria
política y militar, a mediados de esa década esta situación se complicó para los
campesinos cocaleros del Huallaga que ya se sentían de antemano excluidos de
toda ley más por sus vínculos con el narcotráfico que por el accionar de los grupos
subversivos. Si bien la FFAA pudo amoldar su estrategia ante esta realidad

177
En 1990 hubo hasta tres cambios de mandos político-militar: Guillermo Chacón, Mario Brito y Oswaldo
Hanke. En Raúl González "El Huallaga: Todos los Conflictos" revista Quehacer 71, mayo junio1991. p. 48.
178
Para 1990 Estados Unidos consideraba intervenir más directamente en el problema insurgente del Perú.
Para 1992 Robert Torricelli, presidente de la Subcomisión de Asuntos Hemisféricos del congreso
norteamericano, dijo en una audiencia convocada por dicha instancia titulada "La amenaza de Sendero
Luminoso a la democracia en Perú", que era un problema hemisférico y hasta mundial. En el fondo esta era
una crítica paradójica pues se hablaba de la incompetencia del gobierno para realizar la lucha antisubversiva
cuando en realidad la FFAA la estaba ganando aún con los obstáculos norteamericanos.

139
intentando ganarse al campesino cocalero, éste debía de todos modos hacer una
angustiante elección para estar protegido por la FFAA o por el subversivo maoísta.
La legalidad y el Estado de derecho para el campesino cocalero no existía, más
bien debía sopesar a qué grupo armado debía pagar para tener protección y
alguna garantía que cumplirían con dejarlos en paz. Esto explica en parte en el
Alto Huallaga esa noción política militar de seguridad que hizo de los comités de
autodefensa, que reflejaba mucho de la concepción militar de la relación entre
pueblo/FFAA,179 fuera una institución con poco arraigo para apoyar a las FFAA.180
En ese sentido "compartir" (a la fuerza) los beneficios del negocio de la coca y la
cocaína era un motivo de relación social coactiva con los poderes armados. De
esa forma los pobladores, especialmente los más ligados al narcotráfico, se
aseguraban de sobrevivir y ser "protegido" solo por las conveniencias económicas
de todos los grupos armados, si es que era posible. Así, el que tenía más dinero
podía asegurar mejor su supervivencia con cualquier poder armado, antes que el
motivo ideológico y el político. Para la mayor parte de la población, ligados o no al
narcotráfico pero sin poder económico, esto significaba la angustia permanente
por deshacerse de la etiqueta de “traidores” al partido181 y de "narcoterroristas"
para el Estado.182

179
Opinión vertida por el Gral. Cisneros Visquerra en Quehacer 20. p. 58. La otra alternativa y que fue la
mayoritariamente escogida por la población involucrada era desarraigarse y desplazarse a las grandes
ciudades como refugiados de la violencia.
180
Otra razón y creo es la más profunda de porqué la organización comunal no tiene aquí un arraigo tan
enraizado como en la sierra sur y centro del Perú.
181
Sobre los traidores al partido fíjese lo que dice SL en su pagina editado por el Movimiento Popular
¡Luchar implacablemente contra la capitulación! ¡Desenmascarar y liquidar a los traidores!
¡Desenmascarar y aplastar la campaña de guerra Psicológica de los fascistas reaccionarios! Base Huallaga
Partido Comunista del Perú Ediciones Bandera Roja reproducido por el Movimiento Popular Perú. Mayo
1999. [Preparado para la Internet por la revista Sol Rojo]. (De, 09 de noviembre 2002:
http://www.solrojo.org/pcp_doc/pcp_luchar.htm)
182
Usualmente en la teoría político social de de la violencia de las últimas décadas se sigue haciendo dos
esferas de análisis distintos y claramente diferenciadas entre sí: por un lado la acción política- militar y por
otro la delincuencial - criminal. Esta distinción es una cuestión que revisamos aquí a la luz de una novedosa
intersección entre la acción política y la acción delictiva. Véase el importante artículo, especialmente el
término ya señalado de "narcoinsurgencia", de Román D. Ortíz El futuro de la violencia antiestatal en
América Latina. Observatorio de Seguridad y Defensa en América Latina (OSAL). Instituto Universitario
Ortega y Gasset. (De, 22 de diciembre, 2002: http://www.pdgs.org.ar/ned/ortiz.htm). Para críticas al concepto
“narcoterrorismo o narco insurgencia” véase “Narcotráfico, Conflicto Armado Interno y Corrupción”. Vol V
en Informe Final de la CVR. p. 761.

140
Así la lucha planteada entre política revolucionaria de partidos alzados en
armas o antisistémicos y la recién recuperada democracia de 1980, la actuación
ilegal y violenta de las firmas de narcotraficantes que empujaban a los propios
campesinos a relaciones comerciales desventajosas, condujeron a conformar
escenarios donde la violencia y la muerte se convirtió en el patrón normal de
canalización de conflictos. La justicia como valor y principio moral organizador de
los intereses de la sociedad no tenía sentido para la sociedad del Alto Huallaga.

5.2.2. De la violencia social a la violencia política: La guerra en el Alto


Huallaga

Edgard que estuvo entre 1984 y 1986 (dominio compartido de MRTA Y SL) y
volvió luego a Tocache en 1987 y 1988 (pleno dominio senderista) establece una
distinción sobre los momentos de auge de la violencia que asoló la provincia de
Tocache:

MRTA tenía dificultades para cubrir territorio y buscaban gente más


preparada... la gente del MRTA era gente más culta […] SL entró [en
cambio] arriar a su ganado […] dio facilidades para entregar armas a todos.

La ideología de la violencia como arma, instrumental o un fin en sí misma


proclamado por ambos grupos, fue imponiendo su propia dinámica y anuló todo
sentido conector a la noción general de una justicia como reparación última de
daños y responsabilidades dentro de la sociedad. Con un giro radical de la justicia
como noción que buscaba el equilibrio de la sociedad, se pasó a ver y “construir”
una sociedad donde la justicia se hacía a medida que hiciera posible una lucha
armada contra el Estado y por transformar totalmente a la sociedad. Todo esto
dentro de un molde predeterminado de interpretación de la historia. La cuestión
esencial para estos movimientos era poner en ejecución los mecanismos que
conducían a lograr la transformación del país en un corto lapso de tiempo y al

141
margen de cualquier otra consideración, colectiva o individual.183 La lucha
establecida entre el MRTA y SL constituyó en ese aspecto un crucial
enfrentamiento por liderar la intensidad y la velocidad de los cambios en todos los
aspectos de la sociedad local desde el sometimiento del campesinado a
impuestos, su reclutamiento forzado en sus filas, manteniemiento con alimentos y
vestido mediante impuestos de guerra hasta las satisfacciones sexuales que
reclamaban de la población. Se justificó así también las alianzas tácticas
establecidas entre varios actores en armas: narcotraficantes y población
campesina por un lado, la propia policía y más adelante la FFAA, por el otro, para
poner a eventuales aliados en la destrucción de la otra organización guerrillera
aparentemente con los mismos fines revolucionarios. Acuerdos efímeros y
traiciones permanentes eran las señales dinamizadoras de relaciones sociales en
esa sociedad en guerra.

Hasta 1984 la presencia del MRTA en la región hizo incómodo el trabajo del
narcotráfico que veían con desagrado como organizaban y defendían a la
población. Los narcotraficantes con ayuda de los cuadros senderistas
cuestionaron y eliminaron las dirigencias de las organizaciones y de los comités de
autodefensa que el MRTA había levantado llamándolas "rondas de paz". En su
lugar, Sendero organizó otros comités populares y afianzó su poder en alianza con
los traqueteros locales y narcotraficantes extranjeros, mientras hacían esto
preparaban militarmente a los campesinos y establecían por su cuenta los precios
a la hoja de coca.184 SL entre 1986 y 1987 llegó a desalojar al MRTA del Alto
Huallaga y ocupó los distritos de Crespo y Castillo, Pueblo Nuevo, Pucayacu,
Moena, Venenillo, Loro, Marona y Maronilla y Monzón se afianzó también en
Puente Durand, Cayumba, Las Palmas, Afilador, Divisoria y el Porvenir con una
fuerte presencia en Puerto Pizana, centro de comercialización de la droga en la
provincia de Tocache. El MRTA mientras tanto ocupaba los principales pueblos de

183
ARENDT, Hannah "Una Sociedad sin clases" en Totalitarismos p. 505.
"Los movimientos totalitarios son organizaciones de masas de individuos atomizados y aislados. En
comparación con todos los demás partidos y movimientos, su más conspicua característica externa es
su exigencia de una lealtad total, irrestringida, incondicional e inalterable del miembro individual"
184
GONZÁLES, Raúl "Coca y Subversión en el Huallaga" en revista Quehacer 48, septiembre-octubre 1989.

142
las provincias de Uchiza, Tocache, Campanilla y Juanjui. El MRTA perdió, sin
embargo, su influencia en la ciudad de Tocache cuando no pudo tomar la ciudad
defendida por la alianza levantada entre SL y los narcotraficantes. Con varias
bajas encima el MRTA debió replegarse hacia el distrito de Pólvora.

En 1987, SL toma absoluto control de la provincia y de la ciudad de


Tocache, expulsó a la policía, eliminó a los sicarios y autoridades locales y armó a
la población. En agosto de 1986 SL atacó Uchiza, la población organizada por el
MRTA resistió el ataque de destacamentos senderistas llegados del pueblo de
Paraíso, pero ante este primer fracaso varios meses después SL volvió atacar
Uchiza y tomó con éxito esta ciudad.

El gobierno constitucional de Alan García Pérez declaró entonces el ingreso


de la FFAA el 15 de julio de 1987 a la provincia que había sido declarada en
emergencia junto con Huanuco.185 La entrada a la ciudad de Tocache por parte de
las fuerzas combinadas del orden fue espectacular.

de la noche a la mañana vino un operativo por aire, que cayeron hasta en


paracaídas, por el río y por carretera. Era un operativo por fuerzas
integradas por la policía y el ejército. Como ya habían enviado servicios de
inteligencia del ejército, venían ya de frente a determinados lugares: tú, tú,
tú […] llenaron la comisaría, los patios, todo. Incautaron vehículos,
motocicletas, de último modelo […] señores motos, los mejores carros"186

SL abandonó la ciudad y se dirigió a los poblados rurales. El gobierno, por


su parte, encargó a las FFAA el estado de emergencia de la provincia; la policía
reforzaba su presencia en el trabajo de erradicación antes que en el de combate a
la subversión. Mientras tanto, el cultivo de la coca fue extendiéndose más al norte
del Alto Huallaga, hacia el Huallaga Central y hacia el Bajo Mayo (valles del río

185
Véase la cronología de los sucesos en Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Vol.
IV. Lima. 2003. pp. 317-318.
186
Prof CPG.

143
Biabo), un sector a donde los seguiría el MRTA luego de su desalojo por SL. Así
se configuró un primer escenario de dominio compartido: SL dominaba el Alto
Huallaga entre Tingo María y Tocache y el MRTA se desplazaba más hacia el
norte: Juanjuí y Tarapoto, ambas zonas de dominio y en constante disputa, unos
por querer recuperar Tocache y los otros por llegar hasta Juanjuí187, situación que
se mantendría hasta la intervención del ejército en diciembre de 1987, cuando se
le autorizó hacer frente a la subversión.

Inicialmente, la FFAA estableció su principal eje de lucha contra el MRTA


por ser el más débil de los grupos subversivos y porque formalmente había
declarado abrir un frente guerrilero nor-oriental en 1988, aunque en condiciones
bastante deplorables. Entre diciembre y abril de 1988 la acción de las fuerzas
combinadas del ejército y la policía eran poco coordinadas y mezclaban en la
lucha a subversivos, narcotraficantes y campesinos sin mayores distinciones, sin
embargo, el ejército al mando del general Alberto Arciniega desde 1989 logró
exitosamente arrinconar más al norte del departamento de San Martín al MRTA y
sacar de las ciudades y pueblos los núcleos subversivos de SL, que se refugió en
el monte para, desde allí, emboscar y atacar al ejército en los pueblos y caminos.

A fines de 1989, el Ejército Peruano estimaba entre 3,000 hasta 6,000


hombres y mujeres armados de SL, entre Fuerza Principal, fuerzas locales y
fuerzas de base. Para 1991 este autodenominado Ejército Guerrillero Popular
(EGP) pudo disminuir hasta 1,200 con las deserciones masivas. Mucho menos
tuvo el MRTA, especialmente luego de la toma de Uchiza por SL y después del
ataque a la base militar de Madre Mía en el límite entre Huánuco y San Martín, el
24 de julio de 1989, en que contó con la participación de un millar de guerrilleros.
Ante esta situación el EP desplazó el eje de su acción del norte del departamento
dominado por el MRTA hacia el sur para enfrentarse al ejército de SL. Con la
salida del general Arciniega los generales que le sucedieron repriorizaron la lucha
contra el MRTA. Sendero aprovechó nuevamente esta situación para extenderse a

187
GONZÁLES, Raúl. "El retorno de lo Reprimido" en revista Quehacer 54. Agosto- septiembre. P. 46.

144
la provincia del Padre Abad en Ucayali. Hacia 1993, con la desarticulación total del
MRTA, el Frente Huallaga del EP volvió al sur del departamento y SL tuvo que
replegarse nuevamente al monte en forma desordenada. Este ejército senderista,
autonombrado Ejército Guerrillero Popular y después de la captura de Abimael
Guzmán líder de SL, Ejército Popular de Liberación, emboscaba e incursionaba de
no sólo contra miembros del ejército y la policía sino también contra la propia
población, asesinada por haberlos "traicionado" al no resistir la entrada de las
FFAA.188

De forma simultánea a este repliegue y despliegue sorpresivo de represión


y muerte sobre las poblaciones, SL comenzó a desplazarse a provincias de otros
departamentos, usando corredores en Ancash y La Libertad, en este último, a
través del camino a Ongón, hacia Pataz, ruta usada por los migrantes serranos al
Alto Huallaga. Otras vías eran Puerto Inca, Puerto Bermúdez y Codo del Pozuzo,
siguiendo la ruta de la coca y de narcotraficantes hacia la selva central, quienes
también escapaban de las fuerzas del Estado. En esta larga "marcha de la coca",
el desafortunado y sangriento precio del encuentro lo pagaron con sus vidas los
asháninkas, que fueron sometidos como sirvientes y guías sino eran asesinados.
Mientras tanto, el EP lanzó una última y vigorosa ofensiva de escala contra las
bases de apoyo y el EPL de SL. La ejecución de la llamada "Operación Aries" y
"Operación Tauro" entre marzo y mayo de 1994 en los distritos de Rupa Rupa y
Crespo y Castillo, provincia de Leoncio Prado en Huanuco, el Ejército no solo
arremetió contra subversivos sino también contra civiles en las zonas de Moena y
Moyuna -12 campesinos fueron muertos aquí porque se había disparado con
cohetes contra sus casas-, impidiéndosele el acceso a la Coordinadora Nacional
de Derechos Humanos y al Comité Internacional de la Cruz Roja. La columna "Mar

188
Sobre este capitulo de la historia de la violencia política que asoló a la región del Alto Huallaga existe el
apartado bastante detallado y preciso del “La cuenca del Huallaga” en la sección tercera del Tomo IV,
titulado “Los escenarios de la Violencia” en Informe final de la CVR. pp. 327-359.

145
Rojo" de Sendero Luminoso fue reducida de 450 hombres a menos de 50, el EP
no mostró capturados ni muertos.189

Entre 1992 y 1995, SL actúa en el Alto Huallaga en el interior de los


pueblos, refugiándose de la derrota militar inflingida por el EP. Castigaba con más
severidad a los delincuentes y a quiénes consideraba posibles traidores. SL quería
así forzar las cosas endureciendo su accionar en los conflictos internos de la
población. Contaba también con la complicidad del narcotráfico, aunque esta vez
muchos jefes de la mafia prefirieron entenderse con los militares, ahora
encargados también de la lucha contra ellos. En su momento no descartaron
tampoco hacerlo con los mismos senderistas si ello les reportaba ventajas.190 En
julio de 1995, el comité central de Emergencia de SL se reunió en la localidad de
Venenillo (provincia Leoncio Prado) y se autoproclamó, con la anuencia de un tal
"Gerónimo" también llamado "Feliciano", el número 2 de la banda maoísta y a la
sazón jefe disidente de SL, el Comité Regional del Alto Huallaga, que agruparía a
los departamentos de San Martín, Ucayali y Huánuco, auto titulándose: Fuerza
Principal del Huallaga con un Comité zonal en Ucayali.

En 1996, Sendero Luminoso tenía un nuevo jefe, Gabriel Macario Alá o


Filomeno Cerrón Cardozo (a) "Artemio", aunque se le ha dado dos identidades
más, es actualmente el jefe militar de SL en el Alto Huallaga operando así una
profundización en las relaciones de SL con el narcotráfico en esta zona.191 Los

189
APRODEH. Informe de APRODEH sobre la situación de los DDHH y las libertades fundamentales en el
Perú durante el año 1994.
"El Obispado Católico de Huanuco emitió un pronunciamiento sobre los acontecimientos diciendo
que "se quiere terminar con la violencia cueste lo que cueste, aún a costa de vidas inocentes" y
pedía a los militares que no agredan a la población civil. La Fiscal de la Nación (Dra. Blanca Nélida
Colán) quien se había pronunciado en investigar y luego de una visita guiada por el Ejército, restando
credibilidad a las denuncias, ordenó después al Fiscal Provincial de Leoncio Prado una investigación
cuyos resultados nunca fueron dados a conocer".
(De, 10 de marzo 2003: www.derechos.net/aprodeh/informes/1994.html)
También puede revisarse sobre la Operación Aries “la estrategia de pacificación en la margen izquierda en el
río Huallaga” en el Vol. V del Informe final de la CVR.
190
De esta época data por ejemplo las alianzas tácticas entre Demetrio Chávez Peñaherrera (a) Vaticano y (a)
"Cachique" Rivera, sentenciados luego por traición a la patria.
191
Véase Orazio Potesta “Los mil nombres de Artemio”. Revista Caretas 1581, año 1999 y Defensoría del
Pueblo: Opúsculo citado p. 22-23.

146
actos de SL en la región del Alto Huallaga han estado marcados, desde entonces,
en esta lógica llamada "narcoinsurgencia", donde el sentido político ideológico de
los grupos alzados en armas se ha subordinado a la transacción directa con los
narcotraficantes, principales interesados la ilegalidad productiva y social, y en
mantener una sólida capa social campesina que, puesta en la ilegalidad, por
motivo de la coca, sirve de base para la organización militar de estos grupos
alzados en armas, asumiendo desde entonces funciones paraestatales de
protección, policía, servicios sociales y justicia. Las últimas acciones de SL en San
Martín, Huánuco y Ucayali -publicitadas por su portal en internet entre 1998 y
2001- han intentado seguir más o menos este libreto de acciones: asesinatos
selectivos contra autoridades y arrepentidos, boicot a las elecciones, redistribución
de alimentos, confiscación de los mismos, cupos y ajusticiamiento de
delincuentes. La última acción conocida de importancia realizada por la FFAA
contra SL fue en agosto de 1999, cuando el EP emboscó en Guineyaco, distrito de
Pólvora en Tocache, a una fuerza de 60 subversivos al mando de "Manuel" quién
murió en acciones, acabando con la principal fuerza militar de SL en la
provincia192.

5.3. La justicia en Tocache

Si la justicia es dar a cada quién lo que le corresponde en el contexto de las


percepciones y concepciones del orden, la seguridad y la autoridad según cada
contexto social y ésta se manifiestan en las formas de leyes y procesos regulares
convenidos y aceptados por las personas para arbitrar sus daños y
responsabilidades, entonces podríamos decir que la justicia a través de las
acciones judiciales no estuvieron ausentes en la época de la violencia política y
social en el Alto Huallaga. Lo que debemos entender aquí por justicia es que ella
estaba presente solo en la medida en que el PCP SL intentaba solucionar
judicialmente, y solo desde su propio parecer, conflictos y pleitos en las
poblaciones que dominaban pero como parte de la lucha armada, al margen de

192
Caretas 1581. 1999.

147
cualquier entendimiento sobre las necesidades propias y reales de la población.
Para la población, esta forma de dominio y de hacer justicia de parte de SL, no
obstruía tampoco el hecho de que les resolvieran determinados problemas, pues
sabían que el desorden, la inseguridad y hasta la falta de autoridad creado por el
boom de la coca solo serían detenidos en la medida que uno de los grupos
armados ejerciera su dominio.

Desde este punto de vista la justicia instrumentalizada a favor de la


revolución adquiere sentido en el Alto Huallaga en la medida que ésta les resuelve
problemas inmediatos, no en cuanto a la prédica misma revolucionaria. En la
propuesta de John Rawls la justicia solo existe si se dan pasos para establecer un
acuerdo y un pacto social para su aplicación (Rawls 1993). En el caso de las
poblaciones del Alto Huallaga la justicia de SL era solo un recurso que usaron
para detener las múltiples violencias desatadas por el auge de la coca. Las
consecuencias lógicas de estas visiones utilitaristas y prácticas de la justicia hace
finalmente que ella agudice la exclusión.193

La regla de la exclusión del otro, al cual se le trata como un ente pasivo y


ajeno al mundo que se construye, privilegia que la justicia satisfaga no a la
comunidad en su sentido habitual sino solo a quién ejerce el poder desde su
particular punto de vista, e inclina, como en el caso de SL, que promueva desde
su visión de la violencia formas de cómo destruir a los otros, sea por la violencia
estratégica o por la violencia como ritualización.194 La justicia de SL tenía, por
tanto, esta doble intención, hacer realidad por un lado la ideología de la
destrucción del adversario, es decir el “otro”, mediante un componente estratégico
militar, y hacer creer, por otro lado, que de ese modo también hacía justicia a su
ideología al darle un carácter reactualizador de sus concepciones, por ejemplo en

193
La justicia no traduce por tanto los conceptos de orden, seguridad y autoridad para todos los habitantes
sino solo para quién lo está ejerciendo. El sentido de su realización por tanto es seguido solo por quiénes
hacen una interpretación personalizada de ella convirtiéndose en una acción ritualizada con sentido solo para
ellos. ARENDT, Hannah Totalitarismos. p. 608-610.
194
Juan Aranzandi, opúsculo citado p.512, concuerda con este argumento, viéndolo desde los aparatos
terroristas, la muerte del adversario confiere a la organización social que la promueve, la cohesión necesaria
que reafirme su identidad.

148
los actos judiciales.195 La violencia de sus acciones, por tanto, tiene sentido, no
solo porque reafirma su carácter dominante a través de las armas sino también
por su carácter ritualizador, lo cual podremos verlo en las formas judiciales que
empleaba en el Alto Huallaga.

El PCP SL sancionó sus concepciones ideológicas en aparatos de


administración y de justicia porque el espacio geográfico y social donde ingresó,
estaba habilitado por una violencia imperante y bastaría imponer un solo dominio
que sometiese a los demás

[…] tanto los terroristas como los narcotraficantes necesitan un contexto


social favorable para poder operar y lo buscan asumiendo funciones
paraestatales como hacia segmentos de población marginados de la acción
de gobiernos débiles y faltos de recursos. Así, cada vez se hace más
frecuente que los grupos ilegales -de naturaleza política o no -proporcionen
a sus seguidores orden público, justicia o una variedad de servicios a la
comunidad como un modo de consolidar bases sociales que les resultan
favorables.196

Los casos que exponemos sobre el manejo de la justicia en la provincia de


Tocache en el departamento de San Martín y que se concentra en la función del
Partido Comunista Sendero Luminoso, tiene esa doble cualidad que permiten ver
a la justicia a través de las prácticas judiciales: manejan conceptos sobre el orden,
la seguridad y la autoridad para imponerla sobre la sociedad, y la manifiestan a
través de reglas, procedimientos y modos de ejecución judicial que satisfacen,
finalmente y según las situaciones, más al PCP SL que a la población. Sin
embargo, hay que anotar que si la justicia existe no es en las formas que nos

195
Hacer justicia sobre quién se creé nos infringió un daño a través de la venganza toma en las ideologías
totalitarias una función como medio de eliminación que otorga además sentido a la organización. La venganza
como sentimiento primordial y el terrorismo como medio de realización, en oposición a la solidaridad y la
simpatía, configuran una nueva noción de comunidad y es la del movimiento perpetuo en busca de su propia
autorrealización, mediante la eliminación de los otros Hannah Arendt Op. Cit.(1987). 689-691.
196
Véase el importante artículo antes señalado de Román D. Ortíz El futuro de la violencia antiestatal en
América Latina.

149
resulten reconocibles, bajo la concepción de reparación última y compensadora de
la comunidad o que refuercen la paz social, sino más bien exacerbando el
conflicto, la lucha violenta y con ella la desigualdad y la exclusión. Desde esta
posición, los patrones mínimos de seguridad y de orden, impuesto a una sociedad
sometida a una guerra permanente y que puedan ser asimilados en sus usos
convencionales mediante aparatos de dominio, fomentan más enfrentamiento y
refuerzan por tanto la autoridad de SL a través de la violencia armada.

5.3.1. El nuevo “orden, autoridad y seguridad” del PCP - SL

La guerra del PCP SL ayudó a terminar de erosionar la escasa autoridad del


Estado y pudo imponer su propia idea de orden y justicia implícitos en su
ideología. Para SL tratar la mediación de los conflictos en la sociedad del Alto
Huallaga respondía ante todo a la necesidad de eliminar todo resquicio del
enemigo político, como nos decía el Promotor de Derechos Humanos de Tocache,
establecido en el año 2000, la ausencia de gobierno y ley, era la condición
indispensable para la presencia del grupo terrorista: "no sabías a quién obedecer
en esa época", más aún, cuando los grupos armados como el MRTA, el PCP-SL,
el narcotráfico y los grupos campesinos de autodefensa, amenazaban todos con
matar a alguien que hablaba con alguien del ejército o de cualquier grupo que no
fuesen ellos. 197

El miedo en la población era un aspecto esencial del dominio senderista,


esto se interpretó entre muchos pobladores como un experimento del dominio
social en medio del caos: "éramos su conejillo de indias".198

Tocache de 1984 hasta 1990 no tuvo autoridades [estatales]. Un primer


subprefecto llegó en 1985, otro llegó en 1986, un Santa María, lo mató la
subversión. En 1987 matan al subprefecto Caleb Gonzáles, en 1993 matan

197
Promotor de DDHH en la provincia de Tocache: Sr. Gustavo Corvera
198
Edgard, refiriéndose especialmente a la actuación del EP.

150
al mejor alcalde de la provincia: Freddy Aliaga".199 […] SL llega a Tocache
desde Shiringal, Pucayal, Almendras, destituyeron autoridades y pusieron
sus delegados (regidores) ellos administraban el motor de luz, baja policía,
la limpieza de los pueblos lo hacían cada fin de semana, todo el mundo.
Transmitían por la radio a través de un comité encubierto200

La destrucción y eliminación de autoridades era seguida por nuevos


delegados nombrados por el Partido, se complementaba también con la
destrucción de la infraestructura que promovía la presencia del Estado

‘Manuel’ último mando de la provincia incursionó en Nuevo Horizonte,


destruyó el puente hecho por ingenieros y técnicos chinos, especialmente
materiales y vehículos de construcción privados y públicos [los fujis]. Si
alguien le rogaba que no destruyera sus vehículos, le exigía ver su
documento y tarjeta de propiedad y entre sonrisas le decía que fuera a
rescatar su vehículo que ya se estaba incendiando, presto iba a salvarlo [...]
si podía. 201

SL justificaba su ingreso a los pueblos bajo dos objetivos. Uno era poner
orden con los “narcos” y establecer precios. Los senderistas establecían la
producción y a quién vender y obtener ganancias en la cadena de tráfico. El otro
era hacer justicia a la población eliminando delincuentes, drogadictos,
homosexuales, prostitutas y maridos abusivos. Pero la justicia aplicada a la
población por SL no era la misma para todos, especialmente a sus socios
“narcos”.

199
Prof. CPG
200
prof. CPG "La subversión cobraba cupos y las autoridades (alcaldes) también negociaban con SL su
permanencia, les cobraba $ 5000 mensualmente. Como había ingresos informales (drogas) estas autoridades
podían pagar su permanencia. Cuando se llegó a formalizar ésto, los ingresos se había dejado de percibir. Tres
veces fue SL a exigirle el pago y en las tres se negó y se les enfrentó diciendo que si querían matar a alguien
elegido por el pueblo que lo hicieran. El 21 de mayo de 1993 lo mataron (en la entrada de la alcaldía)."
201
Reynaldo

151
En el primer caso SL alegaba que su ingreso se debía a las quejas que
habían recibido de la población, por ejemplo la construcción de puentes por el
gobierno era motivo para denunciar "la explotación del cual eran objeto" porque
les pagaban poco o no ganaban bien y les daba el derecho de entrar y destruir lo
que era del Estado o de alguien particular, generalmente un personaje prominente,
a menos que este último se humillase y consignase alguna prebenda o trato
preferencial en sus negocios para el Partido (extorsiones y acuerdos). Para SL
esto era hacer justicia202. El ingreso de SL estaba presidido por pintas, en ella se
designaba a cualquiera para pintar las paredes, ellos les dictaban sus consignas.
La elección de autoridades por SL era, por otro lado, otra de sus formas de hacer
un nuevo orden más justo, aunque las personas eran renuentes a aceptar los
cargos, pero el temor a que los expulsen del pueblo y se apoderasen de sus
tierras y bienes les hacía aceptarlos. Si esto no sucedía, las propiedades eran
tomadas por el partido y hacían trabajar allí al pueblo, los beneficios pasaban al
partido y, quizás, algo para la población. 203

La eliminación de las autoridades era un acto de refundación del nuevo orden y


en ese acto habían tres formas de ejecutarlos: acribillados a balazos, ultimados a
cuchillazos y ahorcados con torniquete en un poste.204 La consigna de SL era:
"nosotros somos el nuevo Estado", nosotros vamos a poner el verdadero gobierno,
esos miserables perros del gobierno van a morir", luego decían “necesitamos que
elijan ustedes a sus delegados ahora mismo". Se elegían 2, 3 ó 4 delegados
según el tamaño del pueblo. Uno que viera la parte de organización, otro que viera
la organización de la agricultura, allí se cobraban los cupos de los cocaleros de
acuerdo a las cosechas, para comprar armas, alimentos. En esta organización
había una estructura de mando de dos niveles: la superior, perteneciente al

202
Reynaldo. Muchos narcotraficantes salvaron así la vida, tejiendo alianzas con los SL, luego se repetiría la
situación con el EP y la policía. Defensoría del Pueblo Las Múltiples caras de la violencia. p.22-24.
203
Ex Guerrillero
204
Un profesor entrevistado en el lugar decía que la organización de SL de los pueblos era en la noche (otros
entrevistados no precisan en qué momento del día entraban) entraban y preguntaban "¿Quién es el teniente
gobernador?". En Balsayacu- Nuevo San Martín, por ejemplo, nadie quería decir quién era:
- "¿quién es o lo sacamos? Ya sabemos quién es", decían
"Yo señor, decía el agente municipal"... delante de todos lo mataban...en primera...

152
Partido Comunista SL y la de los designados por la población y que podemos ver
en el siguiente cuadro

Cuadro IV

Organización de los Pueblos de la Provincia de Tocache por el PCP - SL. 205

Sta. Rosa de Mishollo / Río Frijol o Nuevo Paraíso

1º Nivel de Organización: Mando político- Mando militar


(administra justicia) – Mando logístico
Partido Comunista del Perú Sendero (tesorero)
Luminoso
2º Nivel de Organización: Delegado - Delegado mayor

Población Subdelegado - Subdelegado mayor

Delegados menores:

De economía
De mujeres
Político
De jóvenes

Un primer nivel de mando estaba formado por los miembros del Partido,
militantes y cuadros, especialmente en el caso de los llamados mandos que
gobernaban en las zonas de conflicto y que, en el caso de los mandos militares,

205
Otra fuente "Domingo", suplemento del diario La República. 28 de junio de 1992. pp. 12-13, 14-15.

153
ejercían la administración de justicia. Esto señala la militarización de la justicia de
SL como instrumento de represión, principalmente a los adversarios, no solo a los
malhechores. La organización de la sociedad contenía un sentido estrictamente
militar, la “red territorial” que llegaron a conformar en el Alto Huallaga estaba divido
en 4 zonas territoriales de Monzón hasta Campanilla con una “Fuerza local”
conformado por elementos guerrilleros incorporados a la fuerza militar local de
base de las poblaciones, que se diferenciaban de la “Fuerza Principal” porque
estos últimos estaban formados por selectos y curtidos guerrilleros que se
desplazaban en todo el territorio controlado y hacia nuevos centros de interés para
la ocupación senderista. Ésta era la organización política primordial, el interés de
fondo del PCP SL estaba en proveerse primero de fondos indispensables y
logísticos (alimentos, armas, etc.) y luego de adeptos sin importar el nivel de
ideologización. La jerarquía de SL de los organismos se pueden dividir en dos: el
militar y el de apoyo. En el militar se constituía desde el pelotón, compañía,
batallón, el bolsón que incluía de 8 a 9 caseríos que incorporaban a los comités
de poder popular paralelo (CPPP),206 bases de apoyo logísticos y los futuros
contingentes del ejército guerrillero popular; en el margen izquierdo del río
Huallaga se conocían como tales al bolsón Cuchara en el pueblo de Venenillo, en
Aucayacu, el Bolsón Pucayacu, Bolsón La Magadalena, Bolsón La Morada,
Bolsón Huanuco; luego venía el Comité Regional y finalmente el Comité
Central.207 El bolsón en Tocache agrupó probablemente pueblos y caseríos del
norte desde Bambamarca, Nuevo Horizonte, Escote y Santa Rosa de Mishollo208
y además el caserío de Mariategui.

Un segundo nivel, la participación (muchas veces forzada) de la población


era indispensable para organizar la provisión de recursos materiales y humanos,
periféricos, hacia el primer nivel; estaban especialmente los organizados en

206
Es celebre en estos CPPP las llamadas “urbanas” red que en Tocache tuvo su pequeño auge hasta el
desalojo de SL por la FFAA en 1987 y que servía como red de espionaje, cobraba impuestos y extorsionaba a
comerciantes y asesinaba selectivamente a los “malos elementos”, se organizaban por cuadras y eran el terror
de la población.
207
Informe Final de la CVR. Vol. IV pp. 333-334. Vol. V. pp. 303, 304; 388-389; 738.
208
Ibidem Vol. V. p. 288.

154
sectores clave como economía (alimentos, medicina, cuotas o impuestos),
mujeres (organización familiar y de provisiones de alimentos), político (para la
formación ideológica de los nuevos miembros), de jóvenes.

Es importante reconocer que la elección forzosa de las autoridades para el


segundo nivel, suscitaba resistencias y temores. Un testimonio ilustrativo nos
muestra que SL era un grupo que creaba miedo en su propio orden y que para
elegir sus autoridades entre los pobladores, la propia población la evadía:

Mientras yo vivía en Sarita Colonia, […] yo llego de hacer compras, paso el


puente en mi moto, veo a gente armada, entonces yo pregunto a la gente
que pasa. -"ah, han venido los tíos a organizar los delegados me dicen. -
¡Ah, no! dije yo, yo tengo mucha ascendencia, aquí me eligen a mí, me dije,
mejor me voy. Y dentro de la fila, le conozco a un […], mi ex condiscípulo
de estudios, él estaba muy metido […] Entonces me aborda y me dice:
‘César tienes que venir a la reunión. Y ¿por qué? le digo, - ¡tú sabes que ni
yo simpatizo con ellos! Discúlpame te digo de frente pero a mi no me gusta,
así no se impone el orden social. Yo tengo otra perspectiva, yo tengo otros
ideales. Muy bien, hemos estudiado, sabemos que la justicia social debe
existir, pero arriba es una utopía. Yo tengo otras perspectivas, otras formas
de ver el mundo […]’ - ‘¿No vas a venir?’, me dijo - ‘¿Que, me vas a obligar
con tu pistola?’, le contesté y tenía dos pistolas en la mano, ¡no seas
cobarde!, le dije. - ‘¡No Cesar!, yo sé que vas a venir’, me dijo. - ‘No sé’, le
dije […] a la semana escapé a Lima.209

Ser autoridad no respondía a ningún criterio de preservación de la sociedad


y menos aún, en la manifestación de deseos y necesidades de la comunidad,
tampoco se ligaba al ejercicio directo del poder coactivo de la autoridad
popularmente elegida, éste lo ejercía SL a través de las armas, sus mandos
militares y una ideología que legitimaba la destrucción de cualquier forma de

209
Éramos "Retropatricidas" según SL. Prof. CPG.

155
establecimiento duradero. Sus discursos a la población (sintomáticamente del cual
ya no recuerdan con precisión), proclamaban que la única seguridad de la
sociedad estaba en pelear contra el viejo Estado donde todos eran recursos de
una maquinaria y una voluntad del Partido dispuesto a destruir las injusticias del
sistema actual de la sociedad, como dice mi informante

SL entró acabar con el ‘viejo estado’. Hacían cocinar a la población en ollas


comunes, desalojaban a las antiguas autoridades y ponían a otras en su
lugar. Reunían al pueblo en la plaza de armas, los formaban: hombres,
jóvenes, mujeres, niños, ancianos. Daban discursos. Preguntaban al pueblo
sobre sus problemas para administrar justicia con la sola acusación de
partes muchas veces se resolvía, especialmente cuando se eliminaban
delincuentes, prostitutas, homosexuales, soplones. Allí los juntaban o en el
puente o en la plaza: los mataban con balas y les ponían sus cartelitos. El
cartelito decía: ‘así mueren los soplones’, ‘por un lado estaba bien acabaron
con la delincuencia y la ladronería’ 210

La población pudo aprender rápidamente que la relación entre autoridad y


poder establecida por SL podía reportar algún beneficio para el bienestar de la
comunidad, pues si bien era cierto que el ser delegado no reportaba ningún poder
real y si mucho miedo, entonces podían elegir aquellas personas que resultaban
incomodas o desagradables a la comunidad, nombrándolos sus autoridades y
portavoces ante SL, forzándolos con ello también a escapar y huir del lugar si es
que rechazaban los cargos. La organización de delegados de pueblos en Shapaja
por ejemplo tenía esa connotación: SL procedía a reunirlos en la plaza, la
población nombraba a los menos agradables o simpáticos a la población, a los
que se tenía menos estima para las delegaturas y los puestos de Teniente
Gobernador o autoridades, con estos nombramientos las “flamantes” autoridades

210
Salvador, Santa Rosa de Mishollo. Lo más ilustrativo de este orden efímero y la seguridad que prestaban,
era la condición de población sometida, considerada como una fuerza de base y una zona liberada, la
tributación de la guerra y de guerrilleros no estaba en función de construir algo allí, sino de destruir algo fuera
de ellos: el estado reaccionario y burgués. "Muchas cosas se dejaron de hacer en Sta. Rosa porque pedían
muchos cupos a las familias a través de los delegados elegidos, cobraban $ 10 por familia"

156
se sentían amenazadas y se escapaban del lugar. Como dice mi informante “La
autoridad no valía nada entonces porque no duraban más de tres meses”.211

Hoy en día, ante la ausencia de SL, el problema de la inseguridad en estas


poblaciones lo identifican como un problema que renació cuando ingresó el EP o
la policía, es una cuestión que recuerdan con precisión. Mis informantes dicen que
ni bien llegaban los del Ejército, todos los pobladores corrían al monte puesto que
éstos efectivos militares saqueaban, torturaban y robaban los comercios:

Se les tenía miedo. Se ganaba la confianza coaccionando […]


especialmente entre los años 1988 y 1989 en que todavía no se tomaba la
perspectiva de […] conversar con la población, de que estaban
equivocados, de repente, siguiendo ese grupo armado.212

En 1991, el EP llega a Río Frijol o Nuevo Paraíso, abusaron y violaron


alumnas y a dos profesoras del centro educativo. El supuesto era que no había
población que, habiendo dado de comer o alojamiento a SL, no fuese terrorista.
No había población que no estuviese con los subversivos, especialmente los
hombres. Era la respuesta de las fuerzas del orden oficial a viejos agravios, los
que dieron a la subversión, cuando estos ingresaron en 1984 a la ciudad y
asaltaron la comisaría matando a 8 policías para luego incinerarlos en el límite de
la ciudad.213

5.3.2. Casos y procesos judiciales en SL

Cuando SL se impuso a la población, una vez cumplido la etapa de eliminación de


todo resquicio de poder legal y de cualquier otro rival, pasó a ejercer el dominio
efectivo a través de la constitución de las llamadas Bases de Apoyo y el

211
Nico, del pueblo de Shapaja
212
Profesor Eustaquio de Río Frijol o Nuevo Paraíso, opinión compartida también en santa Rosa de Mishollo
y en Pizana, donde los traficantes de droga se habían hecho más fuertes y violentos.
213
Testimonio de ex guardia municipal.

157
nombramiento de delegados que conformarían una administración de seguridad
de gobierno con el cual continuar su objetivo revolucionario, tal como establecía su
libreto original214. La implantación de los comités populares y la conformación de
las llamadas Asambleas Populares como órganos de gobierno, generarían
espacios donde se administraría justicia y se reactualizaría un orden dentro del
movimiento revolucionario.

El nuevo Estado y la fluidez de la guerra. La construcción del nuevo Estado


sigue la fluidez de la guerra popular, puede expandirse o contraerse,
desaparecer en un lugar y aparecer en otro. Es fluido.215

La justicia vendría a ser en los términos judiciales de SL la constitución


adecuada de un movimiento - partido, político y militar, en permanente depuración
por lograr:

una mejor selección de cuadros, de mandos y comisarios... distinguir entre


un revolucionario consecuente y un arribista infiltrado o un oportunista o un
infiltrado del enemigo y del revisionismo. Conocerlos bien, no sólo por lo
que predicen sino también por sus hechos, por su práctica cotidiana en la
política, en la guerra, en velar por defender y resolver los problemas y
necesidades del pueblo, etc. Si no cumple su papel como verdadero
revolucionario entonces, de inmediato debe ser criticado, desenmascarado
y denunciado por los canales respectivos a fin de que el Partido tome las
medidas pertinentes. Así tendremos un mejor control tanto de arriba como
de abajo y además lo que es más importante para conjurar estos problemas
debemos, por un lado, internamente en nuestras organizaciones del
Partido, del Ejército Popular de Liberacion, del Frente Nuevo Estado y del

214
Movimiento Popular Perú. Línea De Construcción De Los Tres Instrumentos De La Revolución. Partido
Comunista del Perú. "Lenin creó el Ejército Rojo y estableció la tesis de la milicia popular con funciones de
policía, ejército y administración" 1988. Ediciones Bandera Roja reproducido por el Movimiento Popular
Perú. Mayo 1999. [Preparado para Internet por la revista Sol Rojo] (De, 11 de septiembre 2002:
http://www.solrojo.org/pcp_doc/pcp_lpg.ci.htm)
215
Ibíd.

158
pueblo en general reforzar el estudio de nuestra política, de nuestra Base
de Unidad Partidaria y por el otro liquidar a esos miserables criminales
traidores.

Y terminan con la siguiente alocución a la justicia revolucionaria: Así pues los


errores e injusticias tienen solución [...]; es decir, solo con una visión totalitaria del
partido y la revolución se hace una auténtica justicia.

Para lograr asentar esta “administración de lo público” establecieron un


código normativo que se convirtió a la vez en referente de sanciones y disciplina
de la población dominada y que presentamos en el cuadro V

Cuadro V

LAS 8 ADVERTENCIAS, que son 7 LAS 8 ADVERTENCIAS según


(según se recuerda aún en Tocache) Gustavo Gorriti (1990)

No tomarse libertad con la mujeres de Hablar con cortesía


otros Pagar con honradez lo que se
No tomar ni una aguja ni una hebra de compre
hilo Devolver todas las cosas solicitadas
No estropear los cultivos en préstamo
Pagar con honradez lo que se compra lo Indemnizar por todo objeto dañado
que se debe No pegar ni injuriar a la gente
Indemnizar todo objeto dañado No estropear los cultivos
No dar falsa información al PCP No tomarse libertad con las mujeres
La subordinación del pueblo al PCP SL. No maltratar a los prisioneros
3 REGLAS DE ORO
Obedecer las órdenes en todas las
acciones

159
No tomar a la masa ni una sola
aguja, ni una sola hebra de hilo.
Entregar toda las cosas capturadas

Los momentos más propicios para ejecutar las normativas eran las
asambleas populares, las mismas que empezaban con el toque de puerta por los
miembros del partido o los delegados que pedía al pueblo reunirse en la plaza de
armas y que le contaran sus problemas. Con la acusación de uno y la venia del
pueblo, SL aplicaba sus códigos y normas elementales. La aplicación de las
sanciones era de acuerdo a la gravedad.

El primero, llamado advertencia, que consistía en la crítica y autocrítica o


llamado también el encuentro de dos líneas en contradicción, en la que el reo se
arrepentía de lo hecho y aceptaba su culpa. Cuando había sido criticado por el
pueblo y autocriticado a sí mismo, se le llamaba a esto la "lucha de dos líneas". En
la crítica y la autocrítica aceptaba el error y decía "ya no voy a cometer este error"
y lo "observaba" y lo dejaban tranquilo y luego no pasaba nada.

El segundo, llamado coacción, consistía en varios tipos de castigo. Un tipo


de castigo para un reincidente, luego de un tiempo que cometía el mismo error,
por ejemplo robar otra vez, le aplicaban un castigo fuerte. La coerción consistía en
darle un trabajo o faena muy duro: limpiar un cacto, cultivar. Otra modalidad era
ajustarle el cuello con una cuerda sin ahorcarlo. Este era ya una señal que la
próxima vez no había perdón, sería ajusticiado. Mucha gente que venía de la
costa, por ejemplo de Chimbote, comentaba: yo he robado pero he venido acá y
ya no puedo216. Se sentían en cierta forma comprometidos en su vida para no
realizar delitos. Con este castigo que usualmente rayaba con la muerte y consistía
en atornillarle con una soga alrededor del cuello del reo hasta el borde de la
asfixia, pretendían establecer una especie de precedente jurídico.

216
Fíjese en el testimonio de mi informante que coincide con otros testimonios sobre la figura del
chimbotano.

160
El tercer grado de castigo era la violenta o muerte del reo. Ponían al
sentenciado de rodillas con las dos palmas de las manos juntas, y los eliminaban
con arma blanca o pistola, eran frecuentemente los inculpados reincidentes,
especialmente los que sumaban un acto de deslealtad clara al partido por
soplonería o por desafiar directamente a su autoridad

SL mataba a quienes daba mal ejemplo. Un borrachito: trabajaba, tenía su


chacra, ganaba su plata, era soltero, solo que paraba de fiesta en fiesta y
borracho. Decía ‘¡que viva el Presidente Gonzalo, Viva Marx, viva Lenin,
Mao, el presidente Gonzalo y yo […] aunque ya sé que me van a matar los
compañeros, Abimael Guzmán!’... y eso que daba dinero y su camioneta
para la guerrilla, para los víveres, ‘por borracho, por hablar zonzeras, solo
cuando estaba borracho por que cuando estaba sano, negaba todo lo que
decía […] se cruzaba’ [y] lo mataron217.

Es, sin embargo, el delito de la soplonería que no necesitaba mayor trámite


ni contemplación por el partido y al igual que los reincidentes, les aplicaban la
muerte. Un testimonio nos ilustra al respecto como SL ejercía la justicia sobre la
deslealtad tanto hacia al partido como a los vínculos familiares, al poner ambas
faltas, al mismo nivel de una concepción que reclama compromiso total hacia sus
concepciones revolucionarias y al partido que lo ejecuta

Una noche vi por ejemplo que mataron por los pueblos de por abajo a una
mujer y a su amante, y también mataron a una chica de quince años,
juzgada por haber sido, la llamaban comúnmente "moroquera". ¿Qué había
pasado con esa chica? SL, la había obligado a meterse a las filas a los 12
años, triste idoneidad [...] de niña que le han lavado la cabeza y que no
pasaría del tercer grado de primaria, y más en un caserío. A los 14 años se
salió de las filas, pero dicen que no se ha escapado de las filas sino que ha

217
Edgard. Suceso acaecido en el pueblo de Mariátegui

161
dicho que quiere ir a vivir a la ciudad con sus padres y que después va a
volver. Y en eso se había ido a Pizana, donde hay una base militar, y en
Pizana dicen que estaba enamorada con un soldado. Y no ha faltado que le
ha visto la subversión, llegaron esa noche, [la] sacaron, [...] amarrada.
También había denuncias del pueblo de infidelidad: mataron tanto a la
mujer infiel como al hombre infiel... A la chica de 15 años le ataron las
manos para juzgarla, mientras empezaban a debatir el problema ella estaba
que se limpiaba las uñas como si estuvieran discutiendo si le hacemos su
fiesta de cumpleaños o no le hacemos. Bueno, entonces el pueblo había
ganado por determinar en no matar a la chica. Voy a dar un voto dirimente
dijo el jefe [SL]: yo digo que se le debe matar a la chica. La mataron con
torniquete en Pueblo Libre. Comúnmente si éstos no mataban en una
reunión volvían descontentos. Aquella noche se empezaba a ajusticiar uno
por uno. Determinada persona está viviendo con tal señor, tiene su marido,
tiene sus hijos y ¿dónde esta el esposo?, preguntaban. Al esposo también
lo metían, le decía ‘¿tú sabías señor?’ - ‘si, yo sabía compañero’ - ‘así que
tú también sabías, así que te gusta’. - También por permitir vas a morir con
ellos. Entonces empezaron a pedir opiniones, y cuando la gente opinaba
que no, que no se debe matar, ellos se molestaban. ‘Yo opino que sí, que si
debían matar, se deben ejecutar a estos miserables’ […] ellos con qué
autoridad moral juzgaban, sin embargo en la noche así mataron 218

218
Prof. CPG. Sobre la infidelidad al partido y la delación hay la siguiente declaración de SL:
Si con alguien se cometió un error o injusticia, estamos dispuestos a indemnizar el daño causado pero
en algunos casos, ¿es esa razón para que huyan cobardemente y se lancen a los brazos de nuestros
peores enemigos fascistas, cual paño de lágrimas... y se conviertan en miserables traidores
`arrepentidos' cuchillos del Partido, del pueblo y de la revolución? No, no es la razón. Es que en el
fondo han cambiado de posición, no olvidar que existe la lucha de clases entre el proletariado y la
burguesía, entonces toman posición de la burguesía y es por eso que se deciden por el camino negro
de la traición y servir a la contrarrevolución y eso prueba que nunca fueron lo que dijeron alguna vez
`comunistas', `revolucionarios', sólo de los dientes para afuera. La revolución siempre se encarga de
ubicarnos a cada uno de qué lado te pones, todo proceso revolucionario ha sido así, por eso no nos
extraña y no nos debe extrañar que hayan capituladores y traidores.
En Movimiento Popular Perú. ¡Luchar implacablemente contra la capitulación! ¡Desenmascarar y liquidar a
los traidores! ¡Desenmascarar y aplastar la campaña de guerra Psicológica de los fascistas reaccionarios!
Base Huallaga Partido Comunista del Perú Ediciones Bandera Roja reproducido por el Movimiento Popular
Perú. Mayo 1999. [Preparado para la Internet por la revista Sol Rojo].
La equiparación de las lealtades absolutas y totales tanto hacia el partido como a los vínculos matrimoniales
al interior de una sociedad dominada por SL, es el intento por construir también una sociedad molecularmente

162
Todos estos actos eran en público y la asistencia era obligatoria, los
castigos de este tipo eran los de hurto con violencia y muerte, la infidelidad
reiterada. Para los que llamaban "soplones" usaban el ritual habitual del cartelito
ejemplificador y pedagógico de "así mueren los soplones" o "traidores" y se
preparaba a los culpables con paciencia. Antes de morir veían como su bandera
roja y sus letras pintadas colgarían sobre ellos. En cuanto delitos menores eran los
castigos del primer tipo, muchas veces con la "venia y hasta aplauso de la
población". Los rituales y los discursos nos muestran el sentido público y
reactualizador de la justicia de una sociedad revolucionaria y esto lo vemos en los
tres grados de sanción y castigo:

Bueno, compañeros, en nombre del partido, saludo al Presidente Gonzalo.


Yo me reivindico, yo he cometido mis errores y los hago mil pedazos esos
errores, que jamás serán utilizados y no se va a cometer jamás.., el
culpable autodeclaraba y conciliaba en primera instancia.

Llegaban a 10 o 12 de la noche a tu casa: "entraban los compañeros y le


decían - compañero - usted está cometiendo estos errores..." Lo llevaban al
monte y allí lo amarraban toda la noche, parado. Estos eran aplicados
frecuentemente cuando se faltaba a las asambleas, (era) la coacción, en
segunda instancia.

comprometida al perpetuo movimiento revolucionario, lo encontramos también en el siguiente fragmento del


Acta de celebración de matrimonio. Procedimiento para celebración de matrimonios ante el partido (o ante
el nuevo estado)
La relación entre un hombre y una mujer es la más directa y estrictamente humana, constituye una
relación social. Cuando quienes contraen esa relación son comunistas (o revolucionarios) esa unión
debe coadyuvar a la brega que ambos realizan por el Comunismo (o por la revolución).
Hoy, que vivimos el III Momento de la sociedad peruana contemporánea y que nuestro pueblo se
levanta en armas bajo la dirección del PCP para transformar la sociedad a través de la Guerra Popular
del campo a la ciudad, los camaradas (o compañeros...) han decidido contraer matrimonio para que
su unión sirva al desarrollo de nuestra revolución.
Acta de celebración de matrimonio Comité Central Partido Comunista del Perú 19? Ediciones Bandera Roja
Reproducido Por El Movimiento Popular Perú.

163
Cuando mataban al sujeto en cuestión tenían todos que gritar dando vivas
al Presidente Gonzalo, celebraban... la muerte. Era la tercera instancia.

Al final de cada asamblea SL le pedía a la población cumplir con las tres


normas elementales: ser mudo, ser ciego, ser sordo. SL cuando aplicaba los dos
primeros tipos de castigo advertía siempre a los castigados que estaría siendo
observado, era un complemento a sus procedimientos de acusación. Fortificaba
así también su dominio sobre la población al hacerlos partícipes bajo el rubro de
la justicia y la seguridad que se derivaba de ella, la responsabilidad de vigilar el ex
- reo. No importaba la profesión o status de quién lo hacía, esto generaba
problemas especialmente con muchos narcotraficantes219. Del preso buscaban
también información, lo llevaban a la población, averiguaban si era un asaltante,
un delincuente, ladrón. Allí lo reconocían y si lo era no tenían compasión y
preguntaban si mataban al delincuente para la tranquilidad de la población la cual
asentía muchas veces.220 Cuando más bien se trataba de un robo de una gallina
(menores) muchas veces se contemplaba la situación y no pasaba nada. El
proceso en cuestión no estaba ausente de testigos, la otra prueba era la captura
con las manos en la masa. Los mil ojos y los mil oídos del partido eran entonces
una realidad.221

Otras actividades como la prostitución se permitieron pero tenía que ser un


trabajo reconocido y legalizado por alguien, obviamente SL. Sin embargo,
suscitaban desconfianza. "Yo he visto morir a dos de ellas porque decían que
estaban infiltradas y sacaban información de la subversión para la policía y el
ejército. Les habían seguido los pasos, decían, y por eso las habían aniquilado"222.
Los homosexuales por ejemplo no estaban prohibidos en el código, pero no se
permitía su presencia en la asamblea, decían que no era posible tener ese tipo de

219
Sendero utilizaba la igualación como un mecanismo social de atracción de la población en su lógica de la
justicia social revolucionaria en marcha. Un tal Ríos que ganaba mucho dinero, era narcotraficante, le dijeron
"estamos en una faena, queremos que agarres tu machete, acá no es que tú eres el patrón".
220
Eustaquio
221
Nico, Shapaja. Castigaban especialmente a los que no cumplían rondas nocturnas. Reynaldo en Kuwait
también dice lo mismo.
222
Eustaquio

164
personas que son desviadas sexualmente. La gente aceptaba finalmente ese tipo
de justicia porque conocían quiénes tenían esos errores y hacían una asamblea
pública para ventilarlas. Allí decían los de SL "acá hay una denuncia contra él,
ustedes lo conocen, entonces hay gente que denunciaba por que tenía cólera a
otras personas y allí salían otras personas y decían: no, no es así, el señor (o
señora) no tiene problema la señora tiene cólera por esto"

Si bien la justicia practicada por SL se caracterizaba sobretodo por motivos


ideológicos, no pocas veces apelaba a la opinión de las personas, especialmente
cuando no se tenía la seguridad plena de la culpabilidad de los acusados, en
casos como esos buscaba personas reconocidas en la comunidad, gente notable
de la población, para respaldar la efectividad de sus decisiones y sus penas. Un
profesor que se había ganado el respeto de los senderistas respaldó una vez a
dos amigos acusados de robo con violencia, ellos ya habían sido advertidos
anteriormente por el partido. Si bien el profesor no se percató de la reincidencia de
esos amigos y los respaldó ante SL pidiendo que no los mataran, aquellos sujetos
que estaban prohibidos de salir del pueblo se escaparon y SL le dijo al profesor
que saliera a buscarlos y los matara, naturalmente él se opuso pero le dijeron que
lo hiciera sino él respondería por ellos. Un día, él los encontró y les dijo que se
largaran y se fueran a la ciudad de Pucallpa, la policía los capturó allí, aunque no
me lo dijo posiblemente hizo creer a los del partido que los había eliminado.223

Aun cuando la población sintiera o no simpatía por los senderistas, ellos


aprovechaban los conflictos internos de la población para hacer que la gente
ventilara sus pleitos privados ante ellos como un tercero dirimente, del cual, sin
embargo, no siempre podían asegurar satisfacerlas. Muchas personas murieron
en esas reuniones de forma instantánea, pues al parecer de los senderistas a
veces los testimonios acusadores eran suficientes para advertir y ajusticiar sin
seguir un proceso, por ejemplo, cuando una persona robaba una vez, SL lo

223
Ibidem

165
llamaba a la Asamblea y le advertía de la nueva situación de dominio y de la
legitimidad de su dominio:

Estamos en un nuevo Estado, las reglas son estas […] Aquí no se debe
robar, aquí hay mucho trabajo, nosotros debemos ver que las personas
trabajen. No se permitía a la gente que esté jugando casino, que ande por
las esquinas que esté deambulando desocupados, se les buscaba un lugar
donde esté trabajando y allí se les ponía a trabajar224.

SL agudizaba sin embargo estas contradicciones con estas actuaciones


públicas y los empeoraba más al exigirles la lealtad incondicional al partido por
encima de aquellos conflictos sin resolver o que resolvía mal, aparte de las cargas
adicionales que se les imponía: alimentos, medicinas, dinero, gente para la
guerrilla. Esta situación se agravó más cuando Sendero empezó a exigir de los
habitantes muestras inconcebibles de su confianza ya no en función de todo lo
que les habían hecho creer y de la protección que ofrecían contra los traficantes
de droga, sino que también exigieron la plena sumisión al partido para reclutarlos
como guerrilleros

Mataron a un joven de 17 años porque no ayudó a matar a un tío suyo que


era infiel. ‘Prueba de valor’, lo llamaba SL, - era un buen hombre - dice mi
informante, y justificaban (su) muerte con "no debía haber este tipo de
gente, que no viva este tipo de gente 225

Esta actitud equiparaba a SL con la violencia sanguinaria desplegada por


los sicarios y narcotraficantes de la región que no confiaban ni respetaban la vida
de nadie. El grado de totalización del dominio absoluto llegaba, sin embargo, a los
extremos que ni siquiera los narcosicarios pudieron haber imaginado conseguir.

224
Eustaquio
225
Edgard.

166
La prevención de la traición practicada por SL se convirtió en la suprema
distinción entre amigo y enemigo. Esta noción copaba todos los aspectos de la
vida cotidiana hasta para prevenir la infidelidad de parejas, una falta muy especial
y frecuentemente castigado por el que se optó incluso en no permitir las relaciones
maritales informales. Si encontraban parejas sin compromisos previos los
senderistas los obligaban a formalizar en ceremonia pública.226 Estas medidas
fueron extremándose al punto que en muchas oportunidades la gente extraña era
identificada con los soplones y era eliminada, situación que al parecer se dio
cuando SL empezó a perder el control de la situación y las incursiones del ejército
empezaron a ser más permanentes, y es que la violencia desplegada por el
ejército ponía entre la espada y la pared las tenues lealtades de la población hacia
Sendero, pues cuando ellos entraban al pueblo, buscaban a la gente que ya los
tenían identificados y los desaparecían, torturaban o soltaban con dinero.

Con el tiempo, se tornó más difícil aplicar una justicia fundada en los
procedimientos judiciales construidos por el propio SL: hubo un momento en el
que se mataba por todo, ya no se contemplaba. Sendero empieza a perder terreno
y a perder credibilidad. Ya se mataba por todo [...] En ese momento Sendero
aparece ya como un grupo asesino, como un grupo que mata por gusto y que no
se debe creer. A consideración de alguno de mis entrevistados los infiltrados del
servicio de inteligencia que llegaba a todos los escalones de este grupo armado, al
tener el mando ellos, se mandaba que se ejecute y asesine a tales personas y se
les ponía su letrero. Esta es una hipótesis con que se pretende explicar también la
naturaleza sanguinaria de una agrupación que al haber impuesto un orden, que al
fin y al cabo supuso alguna seguridad frente a la violencia generalizada y que se
concentraba ahora en el derecho de un solo grupo como era SL, marcaba sin
embargo alguna predecibilidad de la vida diaria, virtud que fue diluyéndose gracias
a la intervención de las fuerzas de seguridad.

226
Nico

167
Muy pronto SL llegó a matar gente en función de pleitos que poco resolvía y
satisfacía, problemas como el de una vaca que invadía la chacra de otro y este la
retenía eran resueltos del siguiente modo

"Iba el afectado al partido a quejarse del robo de su vaca


- "compañero se ha robado mi vaca",
- "¿por qué se ha robado tu vaca?",
- "no sé pero está en su chacra mi vaca",...
- "¡ah! por ratero", (iban) y lo mataban227.

Con este tipo de ajusticiamientos sin proceso previo y muchas veces la razón
menos aparente, Sendero buscaba escarmentar a un enemigo interior potencial
que pudiera ser sacrificado a favor de una revolución que escarmentaba de la
forma más salvaje la traición y probablemente la debilidad del carácter de un
verdadero revolucionario - quizás la expresión viva del pueblo débil e ignorante
que tanto despreciaban y que debía ser conducido -, al asumir la figura del "ratero,
delincuente en el "miserable que no vale la pena gastar una bala, en este
desgraciado no vale".228 Sendero Luminoso no vacilaba en aplicarles suplicios
medievales

[…] lo agarraban, lo amarraban de sus pies y manos, lo ahorcaban, con


una tela lo amarraban en un palo por el cuello. Delante del pueblo reunido,
si es que no los botaban por los caminos o se daba a saber que los botaban
por el río para encontrarlos kilómetros abajo.229

227
Edgard
228
MELGAR, Ricardo. La memoria sumergida: muerte, martirologio y mitología del renacer en las
guerrillas latinoamericanas. Memoria(cemos). Revista mensual de Política y Cultura. Nº 165.Centro de
estudios del movimiento obrero y socialista. noviembre 2002.
En la medida en que las guerrillas se involucran con los estratos populares y marginales de la
sociedad, experimentan en mayor grado las caras de la crueldad de los de arriba y sus aparatos de
fuerza hacia los de abajo, las cuales potencian, a su vez, sus replicantes extravíos y excesos
(De, 27 de febrero, 2003: http://www.memoria.com.mx/165/melgar.htm)
229
Edgard. Que el suplicio público de las penas han constituido el espectáculo mismo de la justicia como
reactualizador del poder del monarca, especialmente entre los traidores y criminales al cuerpo político y
personal del rey, véase Michel Foucault "El cuerpo de los condenados" en Vigilar y Castigar. Siglo XXI
edtrs. 1984.

168
El prestigio inicial de la justicia de Sendero y el orden que había impuesto
fue mermado rápidamente cuando a su sola discreción y al margen de toda ley
comenzaron a señalar de traición a quienes creían comprometían la integridad del
partido y su lucha revolucionaria sin tener en consideración la propia integridad de
la población, yendo aún en contra de los mínimos criterios de sobrevivencia y de
judicialidad expresa que habían construido para hacer más o menos discernibles y
ausentes de cualquier arbitrariedad antojadiza y absoluta el castigo del partido. Un
profesor, que evitó la destrucción del pueblo donde vivía, tanto por Sendero como
por el ejército, al negociar con los primeros la lealtad incondicional del pueblo al
partido si es que le permitían cumplir de sus responsabilidades docentes, como
izar la bandera peruana y cantar el himno nacional, hasta que los senderistas se
cansaron de tal juego y decidió ejecutarlo, hizo reaccionar a la población rodeando
en gran número la escuela con palos, machetes, cuchillos y armas a los
senderistas que lo iban ejecutar, salvando al profesor de tal fin.230 Como dice
Reynaldo:

Lo peor de la guerrilla fue que se metieron a administrar justicia, con el


tráfico de drogas y a violar sus propias reglas. La población empezó a
rebelarse. Por otro lado el ejército llegó en forma más pacífica, pedían
documentos, no golpeaba a nadie, hacían su comida, "normal". La gente
empezó a tirar dedo a la guerrilla. ‘En tal sitio está’, pasaban y rastrillaba
por toda la montaña.

El sentido de la justicia disciplinaria de un movimiento como Sendero


Luminoso que escarmentaba y enjuiciaba sus actos como necesariamente justos y
determinados en una sociedad que no podía relajar en ningún momento la visión

230
Cualidad que reafirma el carácter totalitario de SL, al revés de la legalidad de las democracias fundadas en
el consenso del orden y la reparación de la comunidad. Una infracción de la ley sin su sanción respectiva en la
democracia moderna participativa es la negación de la reparación del orden y una amenaza por tanto a la
misma comunidad política. Una infracción de la ley en un régimen totalitario en cambio reafirma la
arbitrariedad absoluta de la voluntad del jefe o del partido que invalida cualquier orden ante su poder
personal. ARENDT, Hannah. Op. Cit.

169
de la guerra contra el viejo orden, puso de manifiesto que la escasa simpatía
inicial de una población profundamente afectada por la violencia previa del
narcotráfico y el propio abandono del Estado, no podía ser durable si es que ésta
le ponía como condición indispensable de orden la garantía de un seguro triunfo
revolucionario y a un altísimo costo en bienes y vidas especialmente. Sendero
Luminoso no podían siquiera garantizar su propia seguridad frente al ejército, la
policía, el narcotráfico y con el tiempo a la propia población que paulatinamente
llegó a percibir que no eran más que una fuerza más de violencia y expoliación
que entorpecía y complicaba además el negocio de la coca y la elaboración de
PBC. Por ese lado, la propia población ha reconocido que con un ejército peruano
victorioso, por lo menos se abrían posibilidades de menor violencia como el grupo
armado victorioso más fuerte, a cambio de no más guerra. Los pobladores han
comprendido que dejaron una justicia practicada por Sendero Luminoso que
aunque cruel, pudo calificarse en un momento de satisfactorio frente a los
patrones de violencia e inseguridad surgidos en los años del narcotráfico que no
tenía control alguno.

El precio por sobrevivir en medio de una guerra que no hacía


discriminaciones de culpables e inocentes o, por decirlo de algún modo, por
representar una enemistad en un pleito político que nadie entendía era demasiado
alto. Los campesinos han reducido así sus temores solo al chantaje del ejército y
la policía antes que a la violencia generalizada

Había un suboficial llamado Bruno, chimbotano, hacía atrocidades. [Yo]


conocía a un campesino que era agricultor y que también sembraba coca,
me decía que quería que lo asesore. Este tenía un vecino, campesinos que
le tenía envidia ¿qué sería? Tenían un entripado entre ellos, de repente se
había peleado entre ellos, que habían comprado droga y que no le habían
pagado. Allí estaba yo, indicándole cómo hacer sus bebederos, sus
comedores, sus galpones, qué posición debían tener para el sol, y es que
llegan en una patrulla los soldados del ejército, llega Bruno, de frente

170
agarran una soga que tenían, amarran a la dueña de la casa del señor, - si
ellos me han quitado mi droga - y yo de observador, ni me decían nada,
veía cómo amarraban a la señora, como sus hijitos gritaban que no lo
llevaran de pies y manos, cargados al carro. Fueron llevados a la base.
Tres niños allí llorando y yo parado en medio del galpón sin saber qué
hacer ¿qué tenía que hacer yo? Llamar a sus familiares para que atiendan
a los niños y regresar a mi casa, yo también pues. De igual forma hacían
cuando tenían que ejecutar a alguien ‘llegaban y sin ninguna explicación
levantaban a la gente, y no podías hacer nada, de nada servían ni las
lágrimas, ni las explicaciones, ni lamentaciones, nada, y así no aparecían
los familiares. Así sucedía’.231

El éxito relativo de SL en sus años como amo de la región lo consiguió por


haber canalizado entonces esta forma primordial de exclusión social y legal al dar
posibilidad a los campesinos de regular el negocio del trafico de drogas en su
propio orden, sujetándose siempre a las directivas del partido. Mas allá de una
visión dogmática y violenta del mundo que no caló en la población, si les otorgó en
cambio la oportunidad de señalar en asambleas públicas quiénes eran los que
causaban daño a la seguridad de cada pueblo y villorrio que sembraba o no coca,
bajo un código normativo de guerra que afirmaba el orden impuesto menos por
razones ideológicas que prácticas de la tranquilidad local. La redistribución de
significados de la justicia se volvió más tangible, aunque la población no consiguió
comprender los fines últimos de la ideología senderista, reflejado en la escasa
memorización de sus discursos. El rápido abandono de la población a SL, ante la
serie de crueles arbitrariedades que impuso por su impotencia para enfrentar al
ejército, se debió entre otras causas a la perdida de ese sentido práctico de la
justicia reconocido como seguridad inmediata. La propia organización guerrillera
además se decantó en el desprestigio por quebrar sus propios principios y
terminar mezclándose con los intereses particulares del narcotráfico y enredado
con los pleitos particulares de la población.

231
Prof. CPG

171
Con el retiro de SL de los pueblos, las FFAA presentes en la región, en vez
de asumir la tarea de dar seguridad e impartir justicia en las poblaciones, se
dedicó a extorsionar a la gente, ofrecerles protección al estilo de las mafias,
seguridad al menudeo y al mejor postor, de allí la expresión comúnmente
aceptada de que en este lugar no hay justicia ni presidente

Un oficial llamado Travieso se robó un ternero a una señora madre de


familia del centro educativo, era carnicera. Mató a la ternera preñada en la
misma base [...] El niño ha entrado por entre los soldados y sacó una pata y
dijo "aquí está la vaca". Al principio lo quiso negar, le dijo que los soldados
no son unos rateros, yo le voy a llevar al calabozo porque está hablando
cosas que no es [...] El capitán llamó a quién había hecho eso, le dio su
cachetada y le dijeron a la señora "yo te voy a devolver tu animal, no te
preocupes". Agarraron al hijo de un ganadero de allí, él no vivía allí,
estudiaba en Lima y le dijeron "él es un subversivo, pertenece a las fuerzas
subversivas en la parte urbana de Lima. Nosotros sabemos". Lo llevaron
tres días al calabozo y le dijeron: "llama a tu papá". A él le dijeron: ‘Yo
puedo soltar a tu hijo pero que se desaparezca, no queremos verlo, y
nosotros necesitamos una vaca’. Él fue y les trajo la vaca, su hijo salió libre
y se fue232

232
Nico. Obviamente la vaca fue devuelta a la señora. Si estos niveles de inseguridad se daba a niveles
individuales con una violencia que desarraigaba y destruía familias, a nivel de poblados esta situación era aún
más grave. Un buen ejemplo es lo efímero de los asentamientos humanos en la región en la época de bonanza
de la coca: el pequeño asentamiento humano de Kuwait en el distrito de Pólvora (Tocache) nos dice, desde el
nombre mismo, que se formó apenas en 1990 y desapareció en 1997 y que llegó a agrupar en su mejor
momento a 60 familias, que usaban el asentamiento como sitio de transito entre la chacra de coca y los
pueblos, caserío y anexos rurales sea también como pueblo, feria, lugar de asambleas populares y hasta
centro de diversión popular y senderista, al punto que el propio Ejército los visitaba continuamente. Allí, la
gente convivió, intercambió bienes y cocaína, hicieron juicios populares, fiestas y celebraciones como el día
de la heroicidad y el cumpleaños del líder de Sendero, incluso, representaciones teatrales y partidos de fútbol.
Hasta fue escenario de combates entre subversivos y soldados. Finalmente este poblado desapareció en virtud
de la crisis de los precios de la hoja de coca y al propio ejército que amenazaba a la población con eliminarlos
físicamente al calificarla de zona roja. Hoy solo queda una vivienda que es también establo y que llegó
mucho después de su virtual extinción.

172
Con el triunfo de las FFAA, los procesos judiciales y el concepto global de
una sociedad que debía ordenarse en función de la guerra revolucionaria
desaparecieron, y con ellos, la sensación de una relativa seguridad frente a los
delitos comunes existentes en los pueblos. Pero ahora podían vivir sin el temor de
verse asesinados por sus perturbadoras presencias.233

233
De la fecha de mi visita en enero del 2003, esta región sigue siendo zona de producción de coca y PBC
pero surgen otros álgidos problemas que deben ser resueltos como la inseguridad de las carreteras.

173
Mapa del Alto Huallaga
PARTE III

La "Justicia Popular" y Los Medios de Comunicación

"Estamos hartos de ser víctimas de estos


delincuentes que se meten con la gente más
humilde a la que les roban su ropa vieja y hasta
los animales que crían para dar de comer a sus
hijos. Por ello hacemos justicia con nuestras
propias manos”

Jorge Tapia, poblador de San Juan de


Lurigancho. Diario Ojo, año 1999.

Capítulo 6°

Imágenes de la noticia: el ajusticiamiento como justicia popular

Dos noticias nos darán la pauta de análisis de este apartado que concierne al
ajusticiamiento como modo de hacer justicia popular y que son tratados desde los
medios de comunicación en la ciudad de Lima. Las dos noticias aparecen en el
diario Ojo, tabloide limeño de masiva lectoría popular, y que están fechadas en
1985 y 1990 respectivamente. La primera trata sobre la captura y castigo de una
delincuente capturada por los pobladores en un asentamiento humano de los
arenales de Tablada de Lurín y que dice así

‘La madrugada fatal para Hilda, los vecinos de Tablada de Lurín habían
intensificado las rondas armadas de palos y coordinando con sonoros pitos.
De ese modo, uno de ellos divisó a la pequeña mujer (Hilda Corcova
Achuilla) cuando con su marido Félix Mendocilla intentaron romper el
candado de la puerta del inmueble de Lezama. Un pitazo alertó a la
población al promediar las tres de la mañana y en menos de lo que canta
un gallo Hilda, pese a ser "veloz como una bala", según relataron los
protagonistas, fue capturada y llevada en vilo hacia el "poste de los
castigos". Sin perder el humor pero temeroso de identificarse, los

174
pobladores reconstruyeron el castigo de Hilda a quién hicieron ‘cantar mejor
que en la celda’ los vecinos y confesó entre latigazos, jalones de oreja, ser
autora en sociedad con su marido de algunos ‘robitos’ entre los que se
cuenta un televisor, ropa de cordeles y una que otra ave de corral para
alimentarse. Sin embargo, la ladronzuela que dice tener 18 años, poniendo
cara de santa confesó a Ojo que nunca ha robado y que la obligaron a decir
cosas por temor a ser ahorcada [...] Lo que sí lamenta es que la turba le
haya cortado su larga cabellera "Me da vergüenza, ahora ya no podré salir
a la calle", dice llorosa. Su cabellera ha quedado prácticamente al rape y un
detective compadecido le ha regalado una redecilla para que se cubra la
cabeza [...] Exhibiendo un látigo con el que castigan a los indeseables, los
vecinos de diferentes comités advierten que serán inflexibles con quiénes
osen robarles ‘No queremos matarlos, ni hacer justicia con nuestras manos,
pero ya estamos cansados de sus abusos y unos cuántos latigazos los
harán recapacitar’ expresa un poblador". La policía ha mostrado su
preocupación por la forma como se hace justicia esa gente, pero reconoce
que no hay suficientes efectivos como para vigilar a las crecientes
poblaciones [...]234

La otra noticia está fechada en 1990 y trata sobre la captura de un


delincuente en la urb. Manzanilla en el céntrico distrito de La Victoria. En esta
oportunidad el delincuente varón, tuvo menos fortuna que su predecesora y fue
ejecutado de modo inmediato por los pobladores

‘Así mueren los ladrones’ [rezaba un cartel] ‘Vecinos [de la Urb. Manzanilla]
quienes cubierto con pasamontañas y armados de palos y verduguillos
lograron capturar tras varias cuadras de cacería a uno de ellos [...] Armando
Cabello Hurtado fue atado de pies y manos para ser castigado duramente a
palos [...] Todo hace pensar que el delincuente opuso resistencia y trató de
escapar pues en un ataque de cólera ‘los ronderos’ le cortaron las orejas

234
Ojo 21-7-1985. p. 18

175
con un filudo cuchillo. Además de raparlo totalmente. Enardecidos y
encolerizados no pararon de castigarlo de que el ladrón había muerto
producto de la golpiza, por lo que optaron por retirarse dejando el cadáver
abandonado y atado de pies y de manos al poste [...] Honorio Sánchez
Ramírez, presidente de la Asociación de propietarios de la mencionada
urbanización popular, ubicado en el corazón de la Victoria, dijo que los
propietarios se han visto obligados a organizarse en grupos de seguridad
para auto defenderse de los delincuentes y traficantes de drogas en vista de
la nula vigilancia de la policía en el sector235

Varios rasgos de análisis sobre el ajusticiamiento se apuntan en estas dos


noticias. Vemos fundamentalmente a los actores: población y delincuentes o
ajusticiadores y ajusticiados; los motivos de los pobladores para actuar de ese
modo: la falta de seguridad pública; cómo se conducen los hechos y que
procedimientos se siguen o las acciones que también se desprenden de ellos: el
ajusticiamiento como castigo y como violencia física, y las explicaciones y
justificaciones que dan los propios pobladores sobre este procedimiento: un modo
de justicia popular alternativo al que da el Estado; y como motivo final del diario, la
presentación de la noticia que apuntan como preocupación la falta de seguridad
pública y de la autoridad estatal en estas poblaciones: el vacío de autoridad. La
explicación final de la noticia termina implícitamente como acciones atribuibles a
pobladores que buscan conservar el orden y la tranquilidad de sus comunidades
ante la ineficacia y la ausencia de la seguridad y la justicia del Estado.

En este apartado, estudiaremos las prácticas de la justicia popular a través


de los medios de comunicación y lo que se considera hechos de justicia popular
llamados “ajusticiamientos” en plaza pública. Sobre las modalidades de la justicia
popular hay muchos trabajos, sin embargo ver la justicia popular a través de los
medios nos da una idea de cómo ante la ineficacia del orden institucional por
conseguir un orden estable y duradero, se procesa una imagen del orden social

235
Ojo 26-11-1990. p. 3.

176
precario a través de estos discursos periodísticos. A nuestro parecer estas
construcciones y equiparaciones de la Justicia Popular con los ajusticiamientos en
plaza no son gratuitas, en él se trasluce una validación o descalificación de las
experiencias judiciales populares que informan al poder institucional para que
evalúe y actúe en función de objetivos políticos.236 En este contexto consideramos
que el filtro mediático si bien aparece bajo un formato específico que es quizás el
aspecto empobrecedor de toda descripción, nos ofrece en cambio algunas
ventajas por dos motivos: primero, porque nos informa de las formas del
ajusticiamiento como hechos expresivos de una llamada “justicia popular”237 y
segundo, porque nos permite ver a través de estas representaciones cómo se
procesan las obsesiones del poder político dominante por los acontecimientos
judiciales populares.238

La cuestión del uso de los datos a partir de una observación indirecta desde
los medios, no disminuye ni la calidad de las observaciones – no por lo menos en
la medida sustancial que a veces desearíamos conservar – ni la calidad de los
conceptos, pues estos aparecen de modo implícito – aunque no con la densidad
que desearíamos - para abordar los hechos.

Las diferencias de fondo para una investigación periodística y una


investigación etnográfica son diferentes. La presentación de los hechos en los
medios forma una opinión genérica del asunto sin abandonar los referentes
fundamentales de un análisis profundo y denso con el interés de crear impacto en
el escenario público, especialmente frente al poder político; para el etnógrafo
existe en cambio la intención de comprender la articulación de los hechos en
función de conceptos que permitan poner en evidencia la densidad lógica de los
hechos en cada contexto social con el fin de agregar comprensiones más amplias

236
Por ejemplo la necesidad de plantear reformas judiciales.
237
La ligazón entre ajusticiamiento y justicia popular se hizo más constante y evidente tras la crisis del
régimen oligárquico en el Perú desde 1970. Para este problema ver DESCO Justicia fuera del aparato formal,
Lima. 1977.
238
No existen estudios que yo sepa sobre tal preocupación por lo menos desde los estudios de DESCO en esa
misma década que empezó a ver las modalidades de Justicia Popular en el ámbito de las Ciencias Sociales.
Véase al respecto la bibliografía citada al final.

177
de la realidad. En otras palabras, el periodista busca comunicar de modo genérico,
liviano y comprensible para amplios sectores de la población lo que para el
etnógrafo sería un universo denso y complicado de detalles que muestren el
sentido significativo de los hechos en cada sociedad particular para la
comprensión de su propia sociedad. La licencia para usar datos desde fuentes no
etnográficas o por observación directa o participativa en todo caso es un aval
garantizado por la visión teórica y metodológica que cada investigador etnográfico
utiliza para poner en evidencia el sentido lógico de los hechos.

Antes de ingresar a estas modalidades de justicia debemos precisar, sin


embargo, el contexto en que se equipara la Justicia Popular con los hechos de
ajusticiamiento y por qué motivos este se equipara y se promociona a la vez como
imagen de la crisis del orden, la autoridad y la seguridad desde los medios de
comunicación.

6.1. ¿Donde ubicar a la autoridad? El caso del diario Ojo

El interés de los medios de comunicación por presentar las formas de la justicia


popular se asocia con las premisas que contradicen los fundamentos del orden
político establecido, especialmente si las prácticas judiciales populares amenazan
de modo permanente la rememoración de un orden político convenido y sus
sentidos de quién es la autoridad y como debe ejercerse la seguridad de la
sociedad. Mantener informado al poder sobre las amenazas a este compromiso ha
sido cumplido desde diferentes épocas por la prensa nacional a través del papel
que ésta asumió como un supuesto cuarto poder,239 consolidado especialmente
con los diarios sensacionalistas o de tabloide y luego por la televisión.240

239
Un ejemplo sobre la construcción mediática de la violencia en el Perú, España y Estados Unidos de
América está en el texto de Víctor Peralta Sendero Luminoso y la Prensa. 1980-1992. La violencia política
peruana y su representación en los medios. Cusco. Centro de Estudios Regionales Andinos "Bartolomé de las
Casas". 2000.
240
Sobre la contribución mediática en la construcción de sociedades y culturas nacionales en Latinoamérica
véase el imprescindible texto de Jesús Martín Barbero De los Medios a las Mediaciones. Comunicación,
Cultura y Hegemonía. Barcelona. GG Mass Media. 1993.

178
El diario Ojo cumplió mejor esa tarea con la expropiación hecha por el
gobierno militar en 1974. Especialmente, las páginas policiales subrayaron dos
hechos que aparecían con notoriedad constante a la luz pública: primero, la
incapacidad estructural del Estado post-oligárquico para capilarizar su dominio
material, social y simbólico sobre la seguridad ciudadana y segundo, resaltar los
rituales locales de la justicia popular como formas alternativas de ejercer control
espacial y social eficiente y eficaz ante un dominio político en crisis.

No obstante, un primer antecedente lo puede señalar al respecto no el


diario Ojo, que hasta antes de su expropiación venía a constituir una mixtura de
páginas políticas moderadamente pro-gobiernistas, sociales, alguna que otra
policial y más ocupada en los eventos internacionales sino al decano de la prensa
y del poder en el Perú, el diario El Comercio.

El contexto en que se dio esta cobertura respondía a un acontecimiento


fundamental que afectó las líneas informativas predominantes hasta ese
entonces: la expropiación de los medios escritos en julio de 1974 por el gobierno
Revolucionario de las FFAA y su designación como vocero oficial a cada
corporación económica y social del país. Al diario Ojo se le asignó ser vocero de
las organizaciones culturales y artísticas. Al diario El Comercio, en una paradójica
pero significativa movida política, se le asignó a las federaciones y gremios
campesinos. Fue este diario el que puso a consideración de los lectores la
cuestión de la justicia popular con el caso de los inculpados por asesinato de un
abigeo en Huayanay, la problemática relación entre la justicia "tradicional" y de los
órganos oficiales del Estado. La perspectiva manejada en aquella ocasión por la
prensa era aquella que ponía al gobierno revolucionario y nacionalista de las
FFAA como conductor y transformador de una sociedad anclada aún a una justicia
"injusta" y que se puso, especialmente, a tono cuando la liberación de los
inculpados se enfocó desde los principios de la revolución en marcha.

179
10 de julio de 1975 habrá de constituir en el futuro, una fecha que marcará
un hito trascendental en la administración de justicia en nuestro país. El
caso Huayanay se ha incorporado ya a la jurisprudencia como el típico caso
de un delito de muchedumbres de la grave alteración de la conciencia y el
estado de necesidad, o sea la acción ejecutada ciega e irreflexibamente
[sic] por los comuneros de Huayanay, en perjuicio de la vida de Matías
Escobar que los causaba con amenazas de incendio, asesinatos y
violaciones en la comunidad una vez que obtuviese su libertad, produjeron
como resultado la acción colectiva de la muchedumbre que terminó con la
vida del abigeo encarcelado […]

Ama Sua, Ama Llulla, Ama Jella son normas morales que aún rigen […] Es
evidente que nuestros códigos aún padecen de anacronismos en muchos
casos, desesperante. En última instancia, el juzgador quién, mientras se
modifiquen los cuerpos legales vigentes, debe solucionar esta situación
contradictoria realizando una eficiente labor de administración de justicia
informada de los postulados humanísticos, socialista y cristianos, como ha
sucedido en el caso Huayanay. Donde la justicia revolucionaria primó sobre
el anacronismo legalista, auxiliado eficazmente por la solidez de la doctrina
penal241

A pesar del afán del régimen militar por crear desde los medios de
comunicación, la indispensable unidad y comunión de intereses entre el Estado y
la sociedad o mejor dicho el gobierno y la sociedad, la importancia temática y el
grado de compromiso que existían para la promoción de la revolución y las causas
populares tropezaba con las brechas que usualmente tejen el poder político
ejecutor con el poder de los medios que buscan solo informar de modo “objetivo”
la realidad. Pero no sería hasta la década de 1980, bajo la democracia y la
devolución de los medios a sus legítimos propietarios, que esta línea de

241
SALAZAR, Ulises. "Huayanay. La Injusticia quedó atrás" En: Dominical. Suplemento del Diario El
Comercio. 21-12-1975. p.6. La cobertura de este caso en ese mes fue importante.

180
demarcación entre el poder político y el poder de los medios encontraría una
fórmula salvadora de “independencia política” en una información privilegiada de
sangre, violencia y espectáculos faranduleros. La cuestión de los ajusticiamientos
populares y en general de las prácticas de justicia, control y seguridad popular se
mezcló con informaciones de la sección "roja" y policial de los hechos delictivos,
situando a la justicia popular como parte de un formato periodístico que se precia
de realista y veraz ya que sitúa, junto a la política y al deporte, como hechos
totalmente objetivos e inmaculados de cualquier interés que no sea de la sociedad
nacional.

Hasta la aparición de Sendero Luminoso, la cobertura inicial sensacionalista


dada a esta agrupación armada, entre 1982 y 1985, calificada entonces de
terrorista, rompió el patrón del sensacionalismo conservador impuesto desde la
década de 1970. El compromiso explícito de los editores para moderar y hasta
evitar en las primeras planas estos actos terroristas, hicieron volver en cierta forma
a la tónica anterior noticiosa y moderadamente sensacionalista, pues el PCP SL
se convirtió ya no en un hecho más de la cotidianeidad sino en un peligro latente
que no se podía tratar abiertamente como un hecho delictivo sin los problemas de
interpretación que rebasaban sus propósitos informativos. Aún así, el grado de
violencia política y social era mostrado en los medios y la justicia popular aparece
de modo permanente como hecho destacado por el realismo periodístico, con esta
exposición de los hechos noticiosos se salvaba la misión de mostrar la realidad en
un contexto de crisis y depresión económica y social sin minar más la moral
nacional242. El crecimiento espectacular de los titulares sobre la violencia política y
común en los segundos principales diarios del país (Expreso, La República y Hoy)
ocupaba entre los años 1984 y 1986, el 20 y el 40 por ciento de los titulares al
año.243 El diario Ojo ocupaba el primer lugar en exagerar los hechos de violencia

242
Un informe clave en esta época es de la comisión parlamentaria del senador Enrique Bernales en 1988.
Ella señalaba que el 58,6% de gente encuestada sobre el papel de los medios de comunicación consideraba
negativa la influencia de la violencia mostrada desde esos medios. QUEHACER. "Violencia y Pacificación.
Un Informe que debe ser escuchado" En revista Quehacer 54. Agosto- septiembre 1988. p.23.
243
QUEHACER. "Prensa diaria y violencia política. ¿Lobo estás? En revista Quehacer 46. Abril - mayo 1987
p.37.

181
según una encuesta, seguido de La República. Ambos diarios tenían una lectoría
que agrupaba al 34,6% de todos los diarios. El Comercio llegaba solo al 23,1%244.
Pero es el diario Ojo tal como veremos en el siguiente cuadro el que muestra una
continuidad sostenida de exposición de los ajusticiamientos como modo de justicia
Popular

Cuadro VI

Registro cronológico de actos de justicia popular


(Según meses revisados en el diario Ojo)

1974 1975 1976 1977 1978 1984 1985 1986 1987 1988 1990 1991 1992 1993 1999

Enero 0 0 0+ 0 1 1+
(1) * (1)
Febrero 2 1 5

Marzo 1 1

Abril 1

Mayo - - - - - - - - - - - - - - -

Junio 0

Julio 0 0 0 0 0 1+ 2+ 3 1+ 1 1 1
(2) (2) (2)
Agosto 0 3 3 1

Septiembre 0 0 0 2 0 1

Octubre 0 0 1 0 1+
(1)
Noviembre 0 0 1 2 3

244
QUEHACER. "Encuestas en Lima. Los medios y la Violencia". En revista Quehacer 46. p. 43.

182
Diciembre 0 0 1 0 1 1+ 1 1 1 0 0
(1)
Tendencia 0 0 1 0 1 7 8 4 4 1 5 5 2 10 12

Fuente: Diario Ojo.


(*)Los números en paréntesis en el cuadro indican por ejemplo en la década de 1980 la
acción de la población para evitar la captura de delincuentes resaltados por el diario, una
modalidad de resistencia a la autoridad en los ochenta. En la década de 1990, los números
entre paréntesis indican los ajusticiamientos de SL.

Esta tendencia informativa por mostrar los ajusticiamientos acentuaba más


la atmósfera de pesimismo a medida que la crisis social y política insuflaba a su
vez un aire de escepticismo sobre la población y su destino en el mediano plazo
en el contexto de la democracia. A principio de la década de 1990, la
encuestadora APOYO descubrió que un 80% de entrevistados en Lima reconocía
tener miedo frente a las acciones terroristas y entre un 17 y 23% en los estratos A,
C y D empezó a ver comprensivamente aquellas acciones como respuestas a una
sociedad que se abatía entre pobreza, miseria, injusticia social, abuso y
explotación, sumida además en una crisis y corrupción política como causas de
profunda desesperanza, fenómenos reconocidos preferentemente entre los
sectores B, C y D.245

Según aquella encuesta los estratos más pobres, C y D, eran los más
afectados con el endurecimiento de la violencia subversiva, si bien un 65 y 51% de
los entrevistados de esos estratos respectivamente la rechazaba, entre el 18 y el
19% le era indiferente y un 8 y 19% lo comprendía. La erosión de la confianza
hacia los otros que no fueran "los del entorno" común o al menos los conocidos,
parte de nosotros, quebraba la frágil solidaridad interna tejida en torno al discurso
nacionalista de las décadas anteriores y era ocupada por el miedo y la
desconfianza.

245
BALBI, Carmen Rosa. "Subversión. Una inquietante encuesta de opinión". En revista Quehacer 72. Julio-
agosto.1991. p.41

183
Aún cuando se aceptaba que no era solo la percepción de la violencia
generada entre la población por Sendero Luminoso o de cualquier otra facción
subversiva la que canalizaba la principal energía de terror, miedo e incertidumbre
o aún siquiera simpatías a un eventual éxito de estos grupos armados, existía un
profundo desencanto por las instituciones públicas que hacía presuponer que
gruesos sectores de la población estaban descontentos con lo que los grupos
subversivos llamaban el "viejo orden". Pero el "viejo orden" de la sociedad no solo
desencantaba sino que mostraba en la realidad inmediata de cada poblador las
inequívocas señales de una acumulación y un crecimiento inercial destructivo de
sus incipientes redes sociales y con ello los significados de la justicia. La cantidad
de ajusticiamientos habidos entre 1993 y 1999 mostrados en el diario Ojo, en su
tónica desenfadada de la noticia, reflejan con nitidez el grado de fragmentación y
descomposición social acumulados desde tiempos anteriores, la aparición de la
violencia en toda su magnitud publicitaria, proyectaba el agotamiento de anteriores
formas de organización. Una señal que unos han aplaudido y otros han visto con
preocupación según la óptica de los casos de justicia popular expuestos.246

De esa forma, lo que hemos venido a percibir a través de los medios de


comunicación y la prensa, especialmente sensacionalista, ha sido la prefiguración
de una sociedad en la que la justicia o las justicias como cosmovisiones del
mundo y sus prácticas judiciales que pretenden confirmarlas, no han aparecido en
el caos y la anarquía social como sola expresión de una disolución del orden
formal o solo al carácter naturalmente violento de la sociedad. Más bien, esas
expresiones diversificadas de una justicia que no funciona ha aparecido como el
denominador común negativo de una sociedad plural y contradictoria que está al

246
Las encuestas de Apoyo señalaron entre 1991 y 1994, años en que SL sufrió los más duros reveses con la
captura de su cúpula dirigencial y sus principales cuadros, una recuperación sustancial de confianza en la
seguridad pública. Hacia 1997 esa confianza en la seguridad pública había caído nuevamente a causa de la
delincuencia común que se perfiló especialmente no en las poblaciones más pobres y deprimidas sino en las
ciudades relativamente "acomodadas". REYNA, Carlos y Eduardo TOCHE. La inseguridad en el Perú.
Índices e interpretación en los '90. Lima. DESCO. 1999. La conclusión que se desprende es que la violencia
se asocia no a la pobreza en última instancia sino al grado de descomposición social y a la frustración
colectiva generada en contextos de depresión.

184
margen de controles políticos y consensuados del Estado, problemas que son
usados finalmente por los medios de prensa para explotar a favor del poder
establecido la reivindicación de poner límite a las expresiones caóticas del orden
político vigente. El fin de informar al poder establecido sin amenazarla de forma
inmediata es "una contestación controlada, que ha renunciado a regresar a su
estado salvaje"247

Asir de alguna manera una visión negativa del país publicitando la ineficacia
de un poder judicial torpe y poco realista para configurar y rememorar el orden y la
justicia original de la república, por otro, presentar una justicia popular que aunque
aparece como parte de noticias “realistas” a través del ajusticiamiento, muestran la
función dual de los medios de comunicación: informar de la dinámica social frente
a un orden formal en crisis y que incluyen sus significados de autoridad y
seguridad. En este contexto, la finalidad de los medios por rememorar y comunicar
las debilidades de la sociedad política organizada no está precisamente en afirmar
e impulsar la democracia sino para fortalecer más el poder político, más allá de si
es democrático o no, para ordenar a la sociedad que se desboca de los marcos
formales. Para que esta fórmula funcione el empleo de profesionales que hablen
desde una posición tecno- científica que encuadre los problemas de la sociedad
en una perspectiva de poder resulta clave como método de recuperación del
orden, de allí que los analistas resulten útiles como las voces serias del asunto
anecdótico de un ajusticiamiento

… no se puede hablar de individuos con trastornos sino de una sociedad


con trastornos. Individualmente los pobladores pueden ser muy equilibrados
y racionales. Los sentimientos de responsabilidad y culpa frente a una
acción violenta se diluyen en todo el grupo hasta desaparecer, por lo que
sujetos normalmente pacíficos se expresan colectivamente en conductas de
violencia248

247
BALANDIER, George. "La Pantalla". En El poder en escenas. P. 135.
248
Consulta hecho al Psicólogo Julio Cesar Vargas por el diario Ojo el 23 noviembre de 1999. p. 7

185
Los fines publicitarios de los medios: ineficacia del poder político por
conservar el orden formal, especialmente por el poder judicial, y el afán por
destacar las acciones de la justicia popular en el entorno local, constituye un
mismo fin: una sociedad en crisis que da sentido a la inseguridad local comunal en
el contexto de un problema mayor y que configura profundas implicancias socio-
políticas de una eventual amenaza a la integridad y seguridad del poder, tarea
que, sin embargo, ha podido ser preservado por un mecanismo de reconstitución
negativa de la sociedad, donde las solidaridades han dejado de ser el principal
motivo de noticia y los conflictos cotidianos se han convertido mas bien en su
tónica común.249 En palabras de otro especialista el asunto de la justicia popular
es un modo de autodefensa de una sociedad ante un estado inoperativo que
además no puede imponer su legitimidad ética

El linchamiento es un mensaje para todos los delincuentes potenciales que


dice: si robas acá, te sacamos la mugre entre todos. La carencia de
servicios […] genera respuestas positivas como los clubes de madres o
comedores populares, y negativas como el hacer justicia por su cuenta,... a
lo que se debe sumar nuevas y más frecuentes formas de violencia, así
como a un cambio de valores a un nivel nacional, donde los resultados son
más importantes que las consideraciones éticas250

En este contexto podemos entender así un ajusticiamiento como un ritual


expurgatorio de justicia popular que son publicitados para mostrar la crisis del
orden y de la seguridad de ese orden pero más aún la crisis de la autoridad formal.
De allí que las prácticas de la justicia popular en los medios de comunicación
están asociadas a la presentación de las formas violentas de su ejercicio, las
noticias no mienten o encubren la realidad sino siguen solo un formato de
entendimiento que el poder les imprime para su comprensión, siguen las formas

249
Esta es una actitud que va más allá incluso de la actitud mercantilista de vender tinta roja a los lectores.
250
Ibidem.

186
de los procedimientos, prácticas y hasta el tipo de justificación que expresan las
poblaciones organizadas, si no hay mayor reglamentación son enfocadas como
acciones épicas de restauración. El periodista intenta situarse en estas
circunstancias como un etnógrafo, describe la realidad siguiendo un patrón de
entendimiento, sabe que no existe una sola forma de ajusticiamiento ni una misma
intensidad si es que se repite el mismo patrón de ejecución, observa sus
modulaciones aunque no sin el detalle o la densidad que un etnógrafo desearía
para cada situación, pero lo que resulta distinguible de la misión de un periodista
con la de un etnógrafo, en estos contextos múltiples, diferenciados y hasta
antagónicos, es que el objetivo perseguido por los medios es uniformizar, a través
de su mirada pública inquisidora, el contexto de la evolución histórica de una
sociedad desde la visión del “ineludible compromiso" del Estado para conducir a
su sociedad.251

6.2. La justicia popular según los “hechos” periodísticos: la seguridad

¿A cuánto? - pregunta el incauto.- A cuatro mil responde- responde


el supuesto vendedor, un muchacho parado en una oscura esquina. -Dame
- dice, sacando el dinero, el ansioso comprador. Pero en vez de ketes, esos
cigarros cargados con pasta básica de cocaína, el "vendedor" extrae de su
bolsillo un pito con el que llama a los demás vecinos. El adicto se ve pronto
rodeado por numerosas personas, que lo llevan al local comunal donde,
luego de recibir su sanción - que pueden ir desde el resondrón hasta un
corte de pelo al rape, según se trate de un primerizo o de un reincidente
será expulsado del lugar252

La seguridad comunal es el primer factor de organización de la justicia. La


seguridad como conservación de un orden de convivencia dado en una comunidad

251
Sobre la violencia y su representación en los medios de comunicación ver Geoges Balandier: El Poder en
Escenas. De la representación del poder al poder de la representación. Barcelona. Edics. Paidos. 1994.
Especialmente el concepto "anestesiamiento catódico".
252
BURGOS, Hernando. "Rondando tu esquina". En revista Quehacer 75. p.46

187
se asume por tanto como la tranquilidad de sus integrantes. Cualquier
perturbación que altere esa rutina diaria, sea por cualquier motivo o persona, es
un motivo para ejercer la seguridad como salvaguarda o autoprotección a través
de averiguaciones, reglas, sanciones y ajusticiamientos. En este sentido el
ajusticiamiento recurre a está asociación entre la inalterabilidad de la tranquilidad
pública, y la igualdad de derechos de sus miembros dentro de la comunidad, la
Justicia aparecería entonces como reparación de este orden alterado por el daño
realizado a algunos de sus miembros. Entre los medios de comunicación, ambas
categorías: daño como alteración del orden y el ajusticiamiento como justa
reparación, aparecen juntas y asumen un cariz especial cuando son presentados
como modo de "justicia popular"

Yanana, antecedentes de pequeños o medianos hurtos aquí y allá, fue


sorprendido con unos repuestos de automóvil, a eso de las tres de la
mañana. Alguien dio la voz. Sonó un pitazo y, como sombras, algunos
pobladores abandonaron los camastros. El joven Yanana fue capturado,
una turba irritada lo arrastró hasta El Nazareno y mientras lo golpeaban,
alguien decidió el castigo: sería enterrado a medio cuerpo hasta el
amanecer. Avisarían a la policía, sería entregado, se firmaría un acta y -con
suerte- Yanana no robaría más.
Jorge Yanana Quispe no llegaría a cumplir los dieciocho años de edad. A
principio de Junio, ya moribundo, fue enterrado en los arenales de
Pamplona Alta, en una loma arenosa y seca, en el distrito de San Juan de
Miraflores.253

Precisemos, sin embargo, que el ajusticiamiento, especialmente la ejercida


sobre el cuerpo, no se presenta como el único recurso inmediato entre la
población organizada para juzgar a transgresores de la tranquilidad y el orden,
pero su ejercicio tiene que ver con las condiciones que la hacen posible,
especialmente a la hora del castigo. La pobreza y la marginalidad de los afectados

253
QUEHACER. "La Justicia Informal". En revista Quehacer 32. pp. 80-81

188
por un lado pueden contener esa condición explicativa, tal como lo reseñan los
diarios

Estamos hartos de ser víctimas de estos delincuentes que se meten con la


gente más humilde a la que les roban su ropa vieja y hasta los animales
que crían para dar de comer a sus hijos. Por ello hacemos justicia con
nuestras propias manos254

Pero también lo es la captura de un elemento extraño y desarraigado de la


comunidad que generalmente agudiza el sentido de la amenaza a la propia
existencia más allá de la condición de riqueza y pobreza, es decir, a la vida
misma. Ambos factores, agudización de la pobreza y el miedo a perder la
integridad física y la vida, originan que la violencia sobre el cuerpo del transgresor
de la tranquilidad aparezca como el modo normal de cobrar la reparación. La
noción de seguridad por tanto es una noción de preservación interna de los
miembros que se convierte en un hecho colectivo frente a los elementos que la
perturban, asume, por otro lado, una fuerza cohesionadora de los individuos que
encuentra legítimo devolver el daño que cada uno recibiría si estuviese en el lugar
del afectado. En este contexto el ajusticiamiento y la violencia aparecen como
elementos que no solo hacen de la seguridad un fin sino que la ritualizan haciendo
de los ajusticiamientos una reafirmación del plano de igualdad de todos sus
miembros frente al peligro común, el peligro se identifica por quiénes no
comparten su comunidad, es decir, los extraños, los ajenos y los excluidos de la
comunidad.

La violencia es entonces un modo frecuente de aplicar justicia a través del


ajusticiamiento del cuerpo y lo es porque están condicionadas por la exasperación
y porque en las concepciones de los pobladores, es un trato natural a los
transgresores si son especialmente ajenos a la comunidad. Las expresiones de la

254
Jorge Tapia, vecino del asentamiento Humano (A.H.) Ramón Castilla en San Juan de Lurigancho. Diario
Ojo 18-11-1999. Pagina central.

189
violencia pueden abarcar así diversas intensidades, desde la advertencia, el
escarmiento ritualizador hasta el exterminio. Estas prácticas están ligadas al
sentido de que la violencia es recíproca, es decir, “el daño que ejerces sobre uno
te lo devuelven todos”.

6.3. Organización y fines de la justicia popular: castigo y violencia

El segundo factor de organización de la justicia popular en los casos que muestran


los diarios es el modo como operan y como ejercen el castigo como modo de
ajusticiamiento y que han sido transcritos anteriormente (un drogadicto y un
delincuente). El uso de la violencia sobre los individuos tiene entonces menos que
ver con la idea de la emotiva irracionalidad desplegada en los hechos que en el
hecho mismo de la autoprotección que deben gozar todos los miembros de la
comunidad. El hecho de ser "cogidos" dentro de espacios y grupos de población
es un indicativo suficiente de un buen trabajo comunal, se captura a quién se
considera no está en “su lugar” más que una demostración por el gusto de la
violencia en sí, el modo bajo el cuál se organiza la población para ejercer la
violencia es un modo de expresar la necesidad de seguridad que como
mencionamos tiene un sentido ritual de igualación de sus miembros.

La primera acción de coger al sospechoso es siempre reactiva a la


necesidad de la seguridad, la violencia del ajusticiamiento es un paso subsiguiente
y aunque no poco frecuente en estos casos no es sin embargo un hecho
inevitable, es raro encontrar que quede claro para los miembros de una
comunidad quiénes son los extraños, sin afectar la convicción del ejercicio de la
violencia ritualizante de un ajusticiamiento, tal como nos muestra el caso del
ajusticiado Wilder Iglesias en un asentamiento humano

El linchamiento de Wilder Iglesias está rodeado de misterio, hecho que


generalmente no ocurre en estos casos pues ayer se observaba que
solamente una parte de la población lo sindicaba de delincuente mientras

190
que los demás dudaban o lo defendían en voz baja. Según sus acusadores,
junto a un grupo de pandilleros intentó atacar con un cuchillo a vecinos que
salían de una reunión. En tanto, otros pobladores, además de sus
familiares, señalaron que se trata de un muchacho alejado de todo vicio,
dedicado a sus tres hijos pequeños y a picar y vender piedras que retira de
los cerros aledaños255

Las claves para entender como se expresa la vitalidad organizativa de una


comunidad para hacer justicia entonces juega en este binomio: seguridad/
ajusticiamiento mediadas por la identificación del “extraño” o el sujeto “no
reconocido” en la comunidad.

Así la justicia popular se ha construido en torno a la idea y al ritual de la


seguridad. En la práctica, los medios de comunicación han captado esta realidad
concentrada en el rechazo expreso a los sujetos indeseables de la comunidad en
cuestión. Esta reacción activa dispositivos y sensores de seguridad que mantienen
el orden natural de convivencia. La expulsión del lugar o su no aceptación de
personajes extraños es una opción frecuentemente usada, el aislamiento y la
agresión o la advertencia son las otras. Ahora, la existencia de acuerdos previos
implícitos o explícitos sobre quiénes son los "indeseables" de la comunidad varían.
Los tipos más frecuentes a la sanción suelen compartir ese algo en común, ellos
son los ladrones, paqueteros de droga, sujetos de mal vivir y todos los señalados
como transgresores de la tranquilidad cotidiana

Cansados de tantos asaltos y robos a sus humildes viviendas, los


moradores formaron sus cuadrillas de autodefensa y vigilan durante las
noches con la finalidad de identificar a los elementos de mal vivir que
cometen sus actos delictivos aprovechando de la falta de vigilancia
policial256

255
Diario Ojo 22-11-1999. pp. 10-11.
256
Asentamiento Humano (AAHH) Señor de los Milagros Villa María del Triunfo. Diario Ojo 22-8-1993.

191
Entran en esta categoría los que afectan el orden establecido con la vida
familiar: adúlteros, sujetos sospechosos de libertinos, prostitutas, pendencieros
incorregibles y buscadores de pleitos; el rechazo de autoridades corruptas o
incapaces y conflictivas como docentes, policías o hasta alcaldes; sujetos de la
propia comunidad potencialmente sospechosos: borrachos, escandalosos y
violadores (privilegiados en la picota pública del barrio y de los diarios de media
tabla), maltratadores de esposas e hijos y los acusados de brujería. El cuadro VII,
elaborado con los casos mostrados por el diario Ojo, demuestra cómo se procesa
la imagen de la falta y la trasgresión entre los pobladores desde el medio de
comunicación

Cuadro VII

Motivos de actos de Justicia

Sátiro o violador 7
Cuatrero 2
Ladrón 17
Brujería 1
Adultero 3
Fumones 1
Subversivo 1
Abusadores de 9
autoridad
Autoridad corrupta 1

Fuente: Diario Ojo.


Enero - febrero, julio - diciembre, 1984.
Enero, julio, diciembre 1985.
Julio, diciembre, 1986.
Julio, diciembre 1987.

192
Julio 1988.
Enero - febrero, julio - agosto, noviembre - diciembre 1990.
Enero - febrero, mayo - junio, septiembre - octubre, noviembre - diciembre 1991.
Marzo - abril, septiembre - octubre 1992.
Enero, julio - agosto, septiembre - octubre, Noviembre - diciembre 1993.
Enero - febrero, julio - agosto, noviembre- diciembre, 1999.

Establecido quiénes son los sujetos peligrosos y su respectiva sanción tras


la acumulación de casos al interior de una comunidad, su administración de
justicia confirman a la larga un derecho común o jurisprudencia informal, que por
los efectos que tienen sobre la realidad son identificadas como buenas o malas
reglas para la población257.

En las organizaciones urbanas de Lima, estas reelaboraciones de los


motivos de seguridad/ajusticiamiento con violencia = justicia popular, produce
experiencias continuas de integración vecinal que suman, agregan y desplazan
motivos de forma permanente y que cambian y se agotan según las necesidades
de organización comunal

Cuando por fin el lugar logró urbanizarse, cuando obtuvo los servicios
indispensables, decayó entonces el entusiasmo de los vecinos. Poco a
poco cada uno se fue encerrando en su propia casa [...] muchos años
después, se ha tocado con otro motivo de encuentro [...] vecinos que no se
conocían son ahora amigos. Las ‘rondas’ son motivo para conversar,
intercambiar opiniones, proponer actividades, contar anécdotas, bromear.
Más allá del deber de vigilancia para con el barrio, la ‘ronda’ atrae también
por la amistad que en ella se encuentra. Algunos de los animadores de esta

257
El efecto variable desde el punto de vista de la población de determinadas acciones y casos tienen en los
casos de brujería, inalcanzable siquiera a la más mínima consideración de interpretación de derecho
intercultural, especialmente cuando involucra la muerte del culpable un reto muy serio para deslindar de que
modo una acción afecta a la comunidad. Para una opinión debatible al respecto Raquel Yrigoyen. Tratamiento
judicial de la diversidad cultural y la jurisdicción especial en el Perú. En Alertanet – Portal de Derecho y
sociedad ( De, 17 diciembre 2002: http://www.geocities.com/alertanet/ryf-arica2-vf.htm)

193
organización vecinal esperan que esta trascienda a los problemas de
seguridad urbana y abarque otros aspectos de la vida del barrio.258

La sensación de amenazas continuas a la seguridad que apela al sentido


profundo de las razones y motivaciones, que de no ser procesadas con
inteligencia pueden conllevar fácilmente a las peores injusticias, es una
preocupación continua de los pobladores organizados. Ampliar el sentido de
justicia favor de la convivencia, ligados a la noción de seguridad y de algún orden
por conservar, pone en evidencia que estas organizaciones requieren una
permanente renovación y rememoración de sus motivos para encontrar el canal
adecuado de organización: el ajusticiamiento lo da y para que ello funcione
requiere de un mínimo de consenso comunal que puede cristalizarse en juntas
vecinales de seguridad o rondas. Un vecino interrogado sobre el sentido de su
"ronda" enfatizaba el aspecto socializador y consolidador del sentido de seguridad
que debe primar en el grupo como un sentido de comunidad

‘Salgo con el mismo entusiasmo de siempre, a velar por la tranquilidad que


antes existía en el barrio [...] Yo converso frecuentemente con personas de
mi edad (a los que hay que seguir incentivándolos y motivándolos). Algunos
dicen: ‘estoy cansado’, a lo que yo les respondo: "pero anda siquiera un
rato; tu presencia hace mucho. Tú no vas a perseguir a los delincuentes.
Eso lo harán los ronderos. Pero basta que estés allí un par de horas porque
eso constituye un apoyo moral para la gente. Asimismo, la parte contraria
nos ve unidos. La mayoría se convence pero todavía, hay algunos que
dicen que no participan por que tienen miedo. Miedo a qué si no estamos
solos.259

Mantener los motivos, consolidarlos, reafirmarlos o transformarlos,


especialmente apelando a los "amenazadores" de la integridad del grupo puede

258
BURGOS, Hernando "Rondando tu esquina". pp.52-54
259
QUEHACER. "Juan Trigoso: Nuestra presencia hace mucho". En Revista Quehacer 75 p. 53

194
ser suficiente para la unión, pero el intercambio y la asociación activa involucran
también otros niveles de asociación y amplifica y refuerza también los motivos
iniciales que dieron inicio a la organización vecinal y que van incluso más allá del
miedo original.

Estas acciones sociales se convierten así en “verdades jurídicas” y


“prácticas judiciales” que son las que permiten a los medios de comunicación
llevarlas incluso a los extremos, formando muchas veces imágenes estereotipadas
que denuncian en el fondo los abismos existentes en la sociedad tales como la
discriminación social y el dominio racial. En la etapa de la violencia política y social
la imagen de la justicia popular adquiere también rasgos negativos y excluyentes
que los excluidos hacen de otros excluidos como sujetos peligrosos. Un ejemplo lo
dieron los prejuicios contra los ayacuchanos, un prejuicio propio de la Lima de la
década de 1980, mostrándonos que tras todo modo “ajusticiamiento” existe una
constante reconstrucción de las restricciones de la confianza social260.

6.4. Códigos y procedimientos, sanciones y ejecuciones: las reglas

Un tercer aspecto de la justicia popular y enfocados por los medios de


comunicación como puntos de interés es como operan las poblaciones con
medidas, códigos y procedimientos en los “ajusticiamientos” si es que los hay o en
todo caso anotarlos si es que se dan en los hechos. Son notorias las
contradicciones sobre si existen o no y si son reglas las que aplican o es
simplemente el desenfreno espontáneo de la justicia popular, en los medios de
comunicación es usual ver en este sentido más acciones épicas que normas
aplicadas a los delincuentes por los castigadores.

260
"Una turba de enardecidos pobladores casi matan a golpes a dos jóvenes ayacuchanos, a quiénes
constantemente tildaban de terroristas por su lugar de procedencia...Según refirieron los agraviados,
(resaltado es mío)... constantemente eran agredidos por los pobladores del lugar, ante cualquier dificultad
eléctrica o cuando explotaba un coche bomba por la zona, a pesar de que todos los días salían a trabajar en
el mercado del lugar" Ojo. 23 de agosto de 1990. P 7.

195
Más que la crueldad, dicen [los ajusticiadores], fue el cansancio el que la
noche en que enterraron a Yanana, deslizó un golpe de más. Unos dijeron
que aún respiraba, otros temblaron ante la inminencia de un cadáver
irreversible261

Algunos reglamentos, especialmente entre comunidades nativas,


establecen el calabozo temporal o los trabajos forzados (reglamentos de las
comunidades shapaja y huambisas) según el delito o infracción cometidos.
Reemplazan algunas formas de sanción más severos ligados a formas
vindicativas de la guerra pero con referentes claros sobre quién es y por qué se lo
trata así. Las rondas del norte son ilustrativas en el uso medido de la violencia:
humillaciones públicas y castigos corporales con agua fría en las noches o
pencazos - llevan ciertas formas de disciplina social- hasta modalidades de tortura
adquiridas en un aprendizaje perfectamente mimetizado de las fuerzas del orden
público estatal como el llamado "periquito", colgar al sujeto con los brazos tirados
arriba y hacia atrás desde un árbol.262

En los casos especialmente cubiertos por la prensa en las áreas urbanas


marginales, se resalta el uso frecuente del suplicio sobre el cuerpo como una
forma regular el ejercicio aleccionador. Aunque estos ejercicios aparecen como
fuera de cualquier reglamentación y norma escrita o codificada en varios niveles e
intensidades de castigo, tal como relatan los cronistas periodísticos en los
ajusticiamientos en los barrios populares entre los años 1970 y 2000, éstas
resultan ilustrativas sobre como ejercen la violencia como medidas disuasorias y
no siempre exterminadoras del delincuente, como por ejemplo el caso de Hilda,
mostrado a inicio de este apartado. En los casos extremos, donde las
proporciones de un castigo llegan a un asesinato, se da un efecto de demostración
inevitable del suceso, que sirve como advertencia al propio capturado y al resto de

261
QUEHACER. "La Justicia Informal". En: Quehacer 32. p. 81
262
Sobre las modalidades de castigos y torturas, ver la siguiente comparación con lo expuesto por la
Coordinadora Nacional de Derechos Humanos. Informe Sobre la tortura en el Perú 1995 en la pagina de
www.aprodeh.org.pe y la CNDDHH (De, 15 de marzo de 2002 http://www.derechos.net/tortura.txt)

196
maleantes que amenacen la tranquilidad comunal, como fue el caso de Armando
Cabello Hurtado en la urbanización Manzanilla en el distrito de La Victoria.

El hecho de la muerte del transgresor sirve así como una señal de la lógica
consecuencia de los propios actos delictivos que la prensa amplifica y da un
contenido valorativo sobre el hecho cierto. Es decir, los motivos de la población
para realizar estos actos tienen una explicación lógica y es que los daños y las
violaciones o robos originados dentro de una población tienen efectos
devastadores en la economía y seguridad de las familias por lo que
necesariamente estos no pueden quedar impunes

Preciso en que se encontraba perdido buscando una dirección (en la


Asociación de Vivienda San Juan Masía, Callao), cuando un grupo de
enardecidos pobladores lo interceptó, al parecer confundiéndolo con un
sujeto que atacaba sexualmente a las jovencitas y asalta sus casas en las
horas de la noche […] Unas cincuenta personas provistas de sogas y palos
salieron al encuentro de Huaranga (19 años) y sin pensarlo dos veces, lo
atraparon y golpearon luego para amarrarlo y llevarlo a un terreno
abandonado en la manzana J del mismo sector. Allí hicieron un hoyo de
aproximado 1.60 mts, para después cortarle el pelo y enterrarlo. Cuando
estaban a punto de rociarle gasolina apareció la patrulla de la comisaría de
Ingunza, cuyos efectivos rescataron a Humberto Huaranga y lo evacuaron
al Hospital San José del vecino puerto. En su defensa los pobladores
alegaron estar cansados que las autoridades se preocupen por brindarles
seguridad. "No es posible que no podamos vivir tranquilos. Nosotros
estamos dispuestos a actuar de la misma forma si atrapamos a otro
malhechor dijeron263

La prensa de este modo hace extensivo lo que aparecería como los motivos
comprensibles de la población que ajusticia delincuentes en los lectores de la

263
Ojo 3-2-1999. P. 9

197
comunidad nacional. La cuestión de fondo que los medios presentan en un
ajusticiamiento es resaltar como una población que puede contar con capacidad
de movilización ante eventuales delitos que el Estado no puede resolver con su
seguridad y su justicia pero que es asumida directamente por una población de un
modo violento.

Los Vecinos del pueblo joven "Cesar Vallejo" del distrito San Juan de
Miraflores capturaron al ladrón identificado como Enrique Merino
Quinteros (18) y luego de atarlo a un poste, varias personas lo apuñalaron
y posteriormente intentaron quemar su cadáver. Los vecinos gritaban:
‘muerte para el delincuente...’ mientras que cargaban al asustado joven
delincuente..., a un apartado lugar. ‘No me maten. Se lo suplico, no lo
hagan por favor’, decía Merino Quinteros, cuando se encontraba atado a
un palo. Mientras tanto, un grupo de jóvenes rogaba a sus padres para
que soltaran al delincuente, pero esto los molestó aun más. El delincuente
recibió una pedrada en el rostro. Luego los vecinos sacaron sus armas
blancas y lo hirieron. Finalmente, le rociaron combustible y quisieron
prenderle fuego. Pero en esos instantes hizo su aparición un grupo de
efectivos policiales que lanzando balazos al aire, dispersó a la multitud.
Se calcula que unas doscientas personas fueron las que ataron y
victimaron al individuo. "Es algo que no se puede explicar. Lo que ha
pasado es como una novela" dijo un efectivo de la policía de
investigaciones.’264

En suma, la violencia sobre el cuerpo fija acciones represivas y


demostrativas de las faltas ocasionadas sobre las personas afectadas y que se
mezclan también con los impulsos emotivos que se ciernen sobre individuos
extraños y sospechosos de quiénes la comunidad debe protegerse,
frecuentemente estos últimos son personas, jóvenes a veces, que rondan en
espacios considerados inusuales para ellos. Los ingredientes explosivos de la

264
Ojo 31-12-1976. p. 7

198
violencia presentes en los ajusticiamientos, vistos aquí como un modo de justicia
popular, están condicionados por un nivel de organización elemental que canaliza
a la multitud alertada por un pito o una voz de auxilio, y que lleva la acusación
directa de los capturados con "las manos en la masa" al poste o a la fosa de
castigos.

Usualmente la violencia sobre las "víctimas" desde la captura es la


estigmatización física: rape, latigazos y golpes contundentes, cortes de cuchillo
que provocan heridas, y finalmente, el rociado de combustible si es que aún hay
cuerpo y vida para el capturado que va sufrir una incineración. Estos suelen ser
procedimientos corrientes de la sanción, pero ellas no aparecen como reglas pre-
establecidas, resultan más bien de hechos que se suponen son proporcionales al
daño conferido y al único precio que los transgresores pueden pagar en el
momento del ajusticiamiento: el cuerpo y la vida. Estos hechos son relatados por
los medios de comunicación como medidas expeditivas de la comunidad. En ese
sentido los tribunales como mediación entre acusadores y acusados no existen y
no hay autoridad alguna que lo imponga o lo avale. La confrontación entre la
multitud, llevados por un sentido común de rechazo total a las acciones de un
sujeto considerado desde ya culpable, son conducidos hacia un fin: la destrucción
del intruso y el efecto demostrativo de ajusticiamiento como neutralización
simbólica de los enemigos a la seguridad local. El efecto reparador y restaurador
del ajusticiamiento hacia la comunidad es evidente.

Pero el perdón y la readaptación como oportunidad de la justicia popular al


trasgresor también es una opción y pueden aparecer con la entrega del malhechor
a la autoridad política estatal que se encarga del presunto reo. En estos aspectos,
se puede ver la diferencia entre un “ajusticiamiento” que sigue los aspectos más
elementales de procedimientos sumarios, que no juzgan en sí sino que ritualizan
la seguridad, y otras formas de justicia popular, donde los niveles de
procedimientos y ejecuciones siguen pautas más organizadas, modulando la
intensidad de las responsabilidades y sanciones junto a sus castigos.

199
El acusado en los ajusticiamientos asume también un rol ritual propiciatorio
en nombre de la seguridad. El orden de la sociedad local o del grupo de vida es
solo protegido como un hecho dado, no importa si éste es justo o no ante otras
consideraciones de tipo legal o moral para castigar la magnitud de los daños. Las
alternativas reparadoras de los daños a la comunidad no existen en la medida que
se persigue conservar la tranquilidad. La ausencia de procedimientos
reglamentados que pongan por ejemplo la vida de los individuos por sobre esta
consideración tampoco existen, de allí que se puede vislumbrar cierta uniformidad
en estas conductas ejemplarizadoras. Indica, por otro lado, lo superfluo que
resulta una autoridad para conducir y rememorar órdenes sociales que señale por
ejemplo la prioridad del orden y la seguridad bajo procedimientos distintos ya que
el poder esta siendo ejercido por los propios pobladores sin mediación
interpretativa de autoridad alguna.265

La muerte del trasgresor como conclusión final es sólo una opción más
entre otras en el ajusticiamiento, no siempre la más remota, pero los medios de
comunicación suelen presentarla más como una respuesta irracional de la
población ante la ineficacia de la autoridad política. En estos casos, la justicia
estatal, y aún los propios medios, prefieren engancharse mejor a la imagen
explicativa de la "violencia innata" de la justicia popular. Muchas veces la
conclusión lógica de un rescate de delincuentes ajusticiados en plaza por la
población se atribuyen a la "providencial o fortuita" aparición de la policía junto a
los periodistas, que los "salvan en último momento" de la muerte inminente. Éste
suele ser el colofón periodístico de la acción enérgica e irrenunciable de la
autoridad política constituida para salvar al delincuente, sin embargo, obvian

265
Noticias en su particular estilo como nos muestra el diario Ojo: "Estrangulan a dos fumones en Acho" 29-
9-1991. p. 3, o "Lo Cuelgan por confundir casa de Familia con Prostíbulo. Zapatero borracho intentó violar
chica creyendo que era lolita" 20-9-1991. p. 10

200
también esa dimensión alternativa contemplada por la propia población para no ir
más allá del aleccionamiento con la entrega del delincuente a la autoridad.266

En este último sentido se entiende lo sostenido por un poblador de ronda


urbana en el distrito de San Martín de Porres en la década de 1980 al ser
preguntado por la revista Quehacer sobre esta forma de exterminar a los
delincuentes. Él decía al respecto: Algunos en la directiva proponen medidas muy
radicales, pero yo creo que no hay que proceder con violencia. Habría que aislar a
esos vecinos..., la respuesta de este mismo vecino es poco evidente en los
medios ante la presunción de la violencia generalizada que suelen resaltar en los
actos de ajusticiamiento popular. Si bien resulta difícil precisar cuando la acción
violenta contra los sujetos transgresores se halla inserta en la acción organizada y
premeditada de los miembros y cuando ésta se les escapa de las manos, no se
puede descartar que pueda haber acciones violentas reglamentadas dentro de
consensos mínimos y controlados de las sanciones. En Cusco, por ejemplo,
podemos ver en los mercados y cuadras de barrios cartelitos que dicen así: “Señor
Ladrón esta prohibido robar, porque sino lo capturaremos, desnudaremos,
golpearemos y entregaremos a la policía” o “Señor delincuente, prohibido ingresar
a robar. Serás linchado sin compasión”. No descartamos tampoco que sea la
violencia extrema la que aparece en los medios pero no podemos precisar aún si
éstas se dan en poblaciones poco organizadas que actúan bajo el “calor” de la ira
y que son las privilegiadas en las informaciones periodísticas.

El recurso de la violencia física y simbólica de la justicia popular, expresada


en los “ajusticiamientos” por los medios de comunicación, resulta ilustrativo de
como la presentación de un hecho real, el ajusticiamiento de un delincuente, es
usado en función de estereotipar la justicia popular vía el ejercicio de la seguridad.

266
La frecuencia en que la población condiciona la entrega del "ajusticiado" a la autoridad con documentos
que señalen sus mutuas responsabilidades no es ajena al proceso de transferencia del transgresor. Más aún,
reclaman la presencia de autoridades con determinado rango como son: fiscales, jueces o policías de rango y
aún de periodistas que aseguren la publicidad de no impunidad del delito cometido. Por ejemplo en el caso de
Wilder presentado por el diario Ojo el 22-11-1999, nos muestra una población que se negaba a entregarlo a la
policía sin el fiscal presente. Sobre esta misma lógica Ana Teresa Revilla y Jorge Price en La Justicia
Informal. Posibilidades de Integración. pp. 254, 281-286.

201
Sin embargo, esta habilidad publicitaria para presentar los métodos y
procedimientos violentos como modo de justicia popular no es patrimonio
exclusivo de los medios de comunicación, la propia justicia popular emplea
también la imagen violenta del estado como un medio de control disuasorio entre
los miembros de su comunidad para resolver sus propios conflictos. Por ejemplo,
las comunidades campesinas y nativas usan la imagen de la justicia estatal como
un recurso intimidatorio para lograr el respeto del orden y la autoridad local entre
sus miembros. Lo exterior incierto y desconocido, de un impredecible monstruo
jurídico estatal, que, a pesar de sus leyes, no puede asegurar nada, es usado
entonces como medio de advertencia y control social interno de los miembros de
una comunidad, tal como los medios de comunicación hacen de la justicia popular
en relación a la sociedad nacional.267 En ambos casos se resalta la función de la
justicia como modo de obtener seguridad.

6.5. Los rituales y el sentido del “orden”

Hemos señalado que el ritual de la violencia física sobre el cuerpo del ajusticiado
cumple con el requisito de cohesionar a la población en torno al daño ocasionado
por el trasgresor. Éste, o mejor dicho su cuerpo, reparan el daño ocasionado a la
comunidad y, por otro lado, cumple con reactualizar el sentimiento de igualdad
existente entre los miembros de la propia comunidad que devuelven mediante el
castigo físico el daño recibido. Éste es el cuarto aspecto graficado por la prensa,
los castigos y sanciones son relevantes no solo para quiénes lo reciben sino
también para quiénes lo dan, para estos últimos supone actuar de un modo que no
desearían siempre pero que deben de hacerlo para reparar el daño causado. Ésta
es la expresión de uno de los vecinos que castigaron a Hilda cuando dice:

267
FUENTES, Miguel Humberto. "Autoridades Locales en una comunidad Aguaruna" En: Autoridades en
espacios locales". Lima. PUCP. 2000. pp. 167-168; y, PEÑA JUMPA, Antonio. Justicia Comunal en los
Andes. Lima. PUCP. pp. 292-303. Aunque aclara que no siempre funciona.

202
‘No queremos matarlos, ni hacer justicia con nuestras manos, pero ya
estamos cansados de sus abusos y unos cuántos latigazos los harán
recapacitar’

La acción punitiva de la justicia aparece como una forma de distribución


reparadora y tiene sentido porque permiten ver la falta como una acción negativa y
su castigo como un merecimiento de reposición. Para lograr este sentimiento de
coherencia entre daño o falta y reparación, deben seguirse pautas que en el
ínterin de tal tránsito alivien cualquier atisbo de arbitrariedad y esto lo brindan los
rituales.

Los castigos presentados en los "ajusticiamientos", no poco frecuentemente


como suplicios, exhiben así un tipo de reactualización intragrupal de las ética
interna de la población, dominada en los casos que estudiamos por la igualdad de
sus miembros frente a los peligros externos. Esta situación de igualdad, regida por
el criterio de seguridad, mantiene al grupo seguro en un espacio hostil que no
pueden controlar a plenitud.268

Los rituales de los castigos rememoran así los fundamentos de por qué se
castiga a los infractores y delincuentes en última instancia y este fundamento está
centrado en la reafirmación del orden social en que viven. No discutimos aquí el
sentido del orden local según las poblaciones locales pero todas comparten que
resolver los conflictos en la tranquilidad de su propio entorno no puede ser
alterado sin pagar una consecuencia. La historia del asesinato de la familia
Huamán del pueblo de Jarhua Uran en Huanta, nos enseña como el capítulo del
linchamiento con cuchillo, incluida una mujer embarazada por que "¡si nace este

268
Clifford Geertz llama más bien a estas actitudes expresivas un espectáculo ceremonial de dramatización
pública de las obsesiones dominantes de una cultura, tal como lo presenta en la sociedad balinesa, donde la
desigualdad social y el orgullo de rango son puestas en evidencia para ser reactualizadas en cada evento. La
expresión máxima de esta dramatización es la constitución del Estado - Teatro o Negara o el poder al servicio
de la representación o en este caso el teatro. GEERTZ, Clifford. Negara. El Estado teatro en el Bali del siglo
XIX. Paidos. Barcelona. 2000. p. 28.

203
también será una maldición!", nos muestra porque el ritual de ajusticiamiento se
convierte en una necesidad de reinstalación del orden social.269

El relato del diario El Comercio en 1975 ubica la trágica trama de la historia


de los hermanos Huamán en el pueblo de Jarhua Uran acusados de "arranchar" o
robar el ganado de sus vecinos. Si bien sus fechorías eran de por sí ya un motivo
de insatisfacción, los hermanos desestabilizaban más la tranquilidad del pueblo
cuando acusaban a sus víctimas de robos de ser más bien ellos quiénes les
robaban ante las autoridades estatales, creando con ello más confusión,
resentimiento e impunidad para sus delitos. La tragedia de los Huaman, se
resolvió justo en el momento de enfrentar a la población con la policía que había
detenido a algunos pobladores señalados por los hermanos como ladrones. Para
la población de Jarhua Uran la disyuntiva de someterse a una autoridad estatal
precaria y desprestigiada que además hacía más caso de los hermanos sin
escucharlos a ellos, los empujaba a buscar no solo la reparación si no también la
venganza total con sus propios medios. La obtención de la paz local se dio de
modo trágico y fue cuando la población halló en un ritual sangriento de
ajusticiamiento con la muerte de estos hermanos y sus familiares:

Hace dos meses poco más o menos se presentó en el distrito de Jarhua


Uran una pandilla de abigeos que estaba rondando de casa en casa.
Vaciaban las casas a vista y paciencia de la población de Jarhua Uran. En
esta situación presentaron en la subprefectura unos recursos los hermanos
Huaman. Estos eran víctimas de los asaltos de sus ganados y su abogado
presentó una solicitud a la Subprefectura; la cuál pasó a la investigación y a
la acción correspondiente de la jefatura de la línea de la G.C. [Guardia Civil]
Pero en vista de que eran ocho hermanos y que los robos ascendían a más

269
En nuestra opinión, los espectáculos en justicia popular muestran como la disputa con los extraños a la
comunidad y a la ley, conducen a ritualizar conductas que se convierten en alternativas de justicia para
quienes lo ejercen, un modo de solucionar la ineficiencia del estado, otro modo podría ser la ideología
emergente de las rondas campesinas del norte que han reivindicado hasta cierto punto sus procesos, algunos
violentos, como alternativos. Véase Raquel Yrigoyen. Rondas Campesinas y Desafíos del Pluralismo Legal
en el Perú. Especialmente las propuestas de pluralismo jurídico.

204
de 380 mil soles el puesto de la G.C. devolvió el expediente con un
proveído que no era de la conveniencia de la G.C. Era pertinente de la PIP,
recomendando su investigación y acción correspondiente. Pero estos
señores demoraron mucho tiempo. Pidieron auxilio a la comunidad, a las
autoridades de Ayacucho: pero, por último, vieron resolverlo todo al ir con
dos guardias [los Huamán]. Al llegar al pueblo cercano de Jarhua Uran
tomaron algunos presos sospechosos a indicación de la familia Huamán.
Pero la población de Jarhua Uran se levantó en más de mil hombres y niños
y les quitaron a los presos tomados y obligaron [a los G.C.] si no les
entregaban, ellos no salían con vida. Asustados se escaparon dejaron a los
quejantes a quiénes fueron víctimas270.

Para este caso, las autoridades y el propio diario concluyeron que el efecto
de una acción violenta que castigaba un delito, un ritual de sangre, era para los
pobladores la expresión de la desprotección de su pequeña localidad por la ley. Se
trataba de explicar de modo inequívoco como esta forma de actuación: el
degollamiento con cuchillo en mano de, era la conclusión lógica y hasta justificada
de un vecino que por ejemplo dice sobre los delincuentes "queremos darles solo
una lección y advertencia de lo que les espera si reinciden...".

Los ritos entran así como acciones que tratan de vislumbrar la permanencia
de un orden dado, que bueno o malo siempre mantiene a sus miembros a buen
recaudo de otros peligros externos, actúa con firmeza. "Hacerse machos" reza la
frase frente a la blandura de la ley (la señora ley). La violencia de los
ajusticiamientos encara en ese sentido una acción épica de restauración al
equilibrio perdido y a la seguridad de la comunidad. La mayoría tienen que ver
precisamente con mostrar y recordar sobre el cuerpo señales que estigmatizan y
deshonran: rapados de cabello, golpes y cortes, que sancionan pero que también
reparten la cuota de dolor que se ha hecho merecedor al producirlos a otros. El

270
CERVANTES MENDIVIL, Gotardo. "Justicia Popular en Jarhua Uran: El Abigeo". En: Dominical
Semanario de El Comercio. Órgano de las Organizaciones Campesinas. 14 - 12 - 1975. Pp. 10-11.

205
poste elegido para escarmentar se ubica siempre en espacios públicos o abiertos
y que se los puede identificar con una razón de comodidad pero también de
ubicación céntrica espectacular, tales como las plazuelas o coliseos, al frente de
algún centro escolar o local comunal. En caso contrario las zanjas abiertas
constituyen el lugar ideal de concentración y de sanción. Todo siempre a la vista
del vecindario o del pueblo.

El exterminio total con fuego o piedras, si es que han llegado hasta allí, y si
no, la amenaza de hacerlo cuando está llegando justo la policía y el periodismo
para salvar al delincuente en el momento final y supremo de extinción, puede
formar parte también de este mismo espectáculo ritual. Finalmente, deshacerse
furtivamente del cuerpo ajusticiado en arrabales abandonados o basurales y el
mutismo absoluto de la gente sobre los hechos, señalan que el ritual de reparación
de aquellos quiénes más los amenazaban, crean precedentes sobre lo arriesgado
que es crear zozobra en esos pequeños universos sociales.271 El ritual se
convierte así en la repetición permanente, una y otra vez, de una historia épica
que a veces no se sabe a ciencia cierta cuando o con quién empezó pero que
funciona bastante bien para los propósitos de la comunidad.

6.6. El orden, la seguridad y la autoridad de la justicia popular en los medios


de comunicación y en la población

Hemos visto que las acciones más comunes de ajusticiamiento en los medios de
comunicación vienen a ser una forma de presentar la “justicia popular”. Los relatos
periodísticos en este sentido no son falsos en un sentido etnográfico pues
describen a los actores, sus necesidades, las motivaciones, los hechos y sus
271
El exterminio físico del sujeto trasgresor es una constante casi nunca producida si la policía llega justo en
el momento final de la consumación del hecho acompañado de los periodistas que retratan y relatan los
momentos dramáticos del ajusticiamiento como " casualidad de la providencia". Puede ser un indicativo real
de que en última instancia, el ritual unificador y exoneratorio de sentimientos de culpa no tenga la eficacia
solidaria sobre todos para crear un solo sentimiento, más aún cuando es la familia del ajusticiado el que avisa
a las autoridades o algún vecino inconforme con esa actitud vindicativa de parte de la población. No obstante
logra otra función que no podemos dejar de lado, convertir el acontecimiento en un relato épico que de
sentido al mundo y a las acciones que sobre él se ejercen entre los propios moradores. CASSIRIER, Ernst. El
Mito del Estado. FCE México. 1988. p.38.

206
rituales de ajusticiamiento, introducen además ciertos modos de análisis social e
introducen en sus explicaciones percepciones éticas e ideológicas subyacentes
que también existen en las consideraciones del tema de la justicia desde un
ángulo etnográfico. El sesgo de la presentación de sus noticias si bien se
caracterizan por enfatizar en exceso el carácter violento del ajusticiamiento para
equipararla como el modo de hacer justicia popular, este es una lectura dirigida
esencialmente para el resto de la sociedad nacional y mundial, lo que no
disminuye su capacidad para formar una percepción del asunto del ajusticiamiento
como modo de justicia popular. Los medios de comunicación construyen un
concepto de justicia entre los estratos populares variable, se destaca por patrones
compartidos de violencia que van desde las poblaciones más organizadas a las
más alejadas de la autoridad formal y del Estado. El ajusticiamiento, en este
sentido, no niega la violencia de su realización, oculta a la percepción de la
opinión pública otros modos de hacer justicia popular sin violencia.

El Orden en este contexto aparece entonces más como un hecho


socialmente dado que los pobladores deben ir resolviendo día a día bajo sus
propios medios. No se niega con esto que no tengan perspectivas de cambio o
que no aspiren a mejorar su modo de vida sino que lo que la población identifica
como orden es la situación habitual de convivencia donde existen armonías,
acuerdos, conflictos y desavenencias que deben ser resueltos con tranquilidad,
equilibrio y viabilidad en su propio espacio de vida. Estas dificultades son solo
resueltos en casa y uno de esos problemas es el de la inseguridad, pues como
dice el ajusticiador de Hilda o el poblador Jorge Tapia del asentamiento humano
Ramón Castilla de san Juan de Lurigancho, “saben que hay ladronería pero los
abusos de los ladrones especialmente hacia los pobres también cansan y no
pueden convivir más tiempo con ello”, más aún cuando saben que no pueden
esperar nada de la autoridad formal como es el Estado. En este contexto
entienden que el propio orden local (en otras palabras la casa o la comunidad) no
puede ser perturbado por algún elemento ajeno a él, incluso por el propio Estado,
este último se convierte frecuentemente para un poblador en un factor más de

207
peligro de la tranquilidad pública, pues la inseguridad de los propios aparatos
públicos y judiciales crean más incertidumbre y desconfianza lo que acentúa la
hostilidad hacia él

Los vecinos indicaron que pese a semejante ola de atracos en la zona, ya ni


se dan el trabajo de denunciar los hechos en la delegación del sector, pues
saben que la autoridad policial no hace otra cosa que de recibir de mala
gana la acusación para luego no hacer gran cosa por tratar de poner tras
las rejas a los delincuentes.

Lo raro [dicen los vecinos al reportero] es que pese a que todos saben que
aquí hay robos todos los días, la policía casi nunca realiza rondas
nocturnas. La policía no hace nada [...] Es precisamente por eso que
tenemos que hacer justicia por nuestras propias manos. Si fuéramos gente
con plata o con influencia la policía estaría pendiente de detener la
delincuencia, pero como somos gente pobre a nadie le interesa que Ramón
Castilla siga siendo una guarida de rateros272

El orden en este contexto se entiende para la población como una


comunidad de individuos que viven sin la alteración y exclusión de sus propios
intereses, donde los conflictos internos pueden resolverse allí mismo entre todos
en igualdad de condiciones y donde los elementos que lo perturban pueden ser
eliminados de ser necesarios. En este sentido, el mayor obstáculo y alterador del
orden local son los poderes externos dominantes, tales como el estado y otras
organizaciones de dominio social y político que tratan de imponerse a la fuerza
sobre la población.

De esta última consecuencia, la intervención de actores externos a la


comunidad, se entiende que la Seguridad sea vista por los pobladores más como

272
Jorge Tapia, vecino del asentamiento Humano (A.H.) Ramón Castilla en San Juan de Lurigancho. Diario
Ojo 18-11-1999. Pag. central.

208
un problema de autoprotección de la comunidad frente a los extraños peligrosos,
delincuentes y en última instancia de poderes que no nacen del propio seno de la
comunidad. La necesidad indispensable de reparar los daños ocasionados por
extraños a la tranquilidad pública y que ellos mismos deben resolver se convierte
en una necesidad primordial que cada uno de ellos debe realizar dentro de la
propia comunidad, hacerlo de otro modo o al margen de ella es crear más
alteración y conflictos tal como se vio en la división de criterios para ajusticiar a
Wilder Iglesias, según nos refiere el diario Ojo. La idea de seguridad tiene la
capacidad de crear cohesiones internas en la comunidad a partir de dos factores.
Por un lado a través de la organización participativa de la población en comités y
juntas vecinales o populares de seguridad con reglamentos y procedimientos para
sanciones y castigos; y por otro lado, con la ejecución ritual de los ajusticiamientos
en plaza, sea a través estas juntas y comités o a través de una acción colectiva
inmediata que cuente con algunos de los presupuestos mínimos de defensa de la
tranquilidad pública y que reafirme el derecho de cada miembro de la comunidad a
ejercer el castigo físico reparador sobre el cuerpo del ajusticiado.

La seguridad se equipara por tanto a la Justicia como concepto que protege


y preserva a los miembros de una comunidad de cualquier amenaza externa o
interna, lo hace participe también en igualdad de derechos de los rituales de
justicia, el ajusticiamiento es la ejecución judicial de la seguridad que en este caso
es igual a justicia y lo hace a través de los castigos violentos en el cuerpo del
ajusticiado, lo único identificable en un espacio territorial definido por la
comunidad.273

La Autoridad se presenta en el contexto del ajusticiamiento como un hecho


relativo y a veces hasta superfluo. En realidad, ésta es la visión de los medios de
comunicación, pero no es una visión deleznable, pues la presencia de una

273
Eventualmente la invasión de un territorio por elementos extraños a una comunidad o población sea
campesina, nativa o incluso en las propias urbes es causa frecuente de conflictos y luchas batallas campales y
hasta sangrientos por recuperar los espacios físicos territoriales ocupados por quiénes no son considerados
miembros de una comunidad.

209
autoridad local reconocida por la población tampoco es decisiva para el ritual del
ajusticiamiento y puede realizarse al margen de él y muchas veces se la dirige
contra las autoridades especialmente del Estado, tal como sucedió con los
campesinos de San Jerónimo en Cuzco que pusieron un cartel en la puerta del
poder judicial en 1986 con dos inscripciones que decían Abajo los Traidores del
Pueblo.

Hombres, mujeres y niños bloquearon las puertas del palacio de Justicia


[del Cusco] y colocaron cartelones que rezaban "Abajo los traidores del
pueblo" y otras inscripciones parecidas." [...] Y agrega el diario

En caso de que en 48 horas la Corte (advertían los campesinos) no ha


subrogado a los jueces, los pobladores del distrito primeramente los
pasearan por las calles de San Jerónimo montados en burros y luego los
colgarán en plena plaza, [...] El presidente de la Corte ofreció
inmediatamente a una reunión de vocales para solucionar el problema y
evitar el linchamiento.274

En esta situación, los medios de comunicación identifican el peligro de la


deslegitimación de la autoridad pública estatal porque no empata con las
necesidades de su sociedad y más bien crea distorsiones al punto que los medios
de comunicación inclinan estos desencuentros en contra de la población,
adjudicándoles, sin mayor explicación, el ribete de criminales y delincuentes.
Muchos pueblos jóvenes, barriadas o asentamientos humanos son inscritos así en
la categoría de zona roja o peligrosa con las siguientes descripciones

[…] cuál no sería su sorpresa [de la policía] , cuando al tratar de forcejear la


puerta para ingresar a la casa y atrapar al ladrón, los ladrones de esa
cuadra [es decir los vecinos] impidieron a toda costa su labor sin dejarlos

274
Diario Ojo 12-7-1986. p.2 El motivo eran los cobros excesivos de los jueces de primera instancia para
administrar justicia y hasta para levantar muertos u otras diligencias.

210
ingresar y haciéndoles perder tiempo, mientras "Caballon" (el delincuente)
se fugaba por los techos de las casas vecinas275

Esta visión antagónica entre estado y sociedad, donde la autoridad aparece


como nudo de desencuentro y conflicto muchas veces, no ha sido una visión
históricamente homogénea en los medios de comunicación. Como hemos visto en
la década de 1970 se veía la justicia popular con alguna simpatía paternalista
pues en la ideología predominante de la época ella no suponía disolución de la
autoridad pero sí una amenaza al dominio político establecido. En todo caso era
vista como un síntoma de vitalidad organizativa de la población frente a los
problemas de inseguridad e injusticia y que aparece en las noticias como por
ejemplo ésta

Y un célebre caso en 1976 sirvió para poner en evidencia ese conflicto de


‘Justicias’: la oficial y la práctica […] Una pandilla de delincuentes tomó dos
niños de rehenes ante la multitud que los rodeaba para capturarlos luego de
una de sus fechorías. Los dirigentes vecinales acudieron al puesto de la
Guardia Civil, pero la policía no aceptó asentar la denuncia afirmando que
solo los padres de las criaturas tenían las facultades para hacerlo. En un
medio propicio a la confusión de paternidades como el de nuestros pueblos
jóvenes, los pobladores se vieron obligados a reducir a los propios captores
con sus propias armas: una hábil estrategma y contundentes palos […]
Actuando con sentido práctico, la Corte Suprema de la República sostuvo
una serie de diálogos con la organización vecinal, en una situación de
concordancia de mecanismo de ‘concordancia" jurídica que reconoció - en
los hechos - la eficacia de la justicia" informal’ 276

275
Estos hechos se atribuyen a barrios como Mirones Altos o El Planeta, otros ejemplos son Tablada de
Lurín: 18-7-1984 p.6; en Barrios Altos 13-7-1984 p.13; Otuzco -Casma 12-12-1984 p.7 (estos eran aún
narcotraficantes); Caja de Agua de San Juan de Lurigancho 14-1-1985; Villa el Salvador 19-7-1985 p.13;
Mirones Altos 14-7-1987 p.8; Urb. Palermo -Trujillo 26-7-1987 p. 12.
276
QUEHACER. "La Justicia Informal" En revista Quehacer 32. Revista Bimestral de Centro de Estudios y
Desarrollo Rural- DESCO. Lima. Diciembre 1984. p. 85

211
En la década de 1980, esta visión contra la autoridad se decantó por la
violencia política pero volvió a recuperar cierto optimismo entre los medios por la
percepción de los políticos que vieron la oportunidad de utilizarla como medio de
publicidad y uso de las necesidades de la población en favor de sus objetivos.277
El ajusticiamiento como noticia, sin embargo, siguió manteniendo su interés
publicitario como la expresión de la justicia popular, no hacía caso en cambio de
otras formas pacíficas de administración judicial popular tapando el sentido real de
la vitalidad organizativa de la sociedad con esta imagen desbocada de la
sociedad.

277
GHERSI, Enrique. "Justicia Popular" En Ojo. 27-10-1991. p.1. Opinión compartida por ejemplo por
ONG's de izquierda como Centro de Estudios y Promoción para el Desarrollo, DESCO y la Comisión Andina
de Juristas, CAJ. El aparente triunfo de la tesis política de la validez de la justicia popular se da finalmente
con el artículo 149 de la Constitución Política del Perú pero nunca se ha reglamentado para su verdadera
aplicación.

212
CONCLUSIONES

Las prácticas judiciales como expresión de la justicia tienen un valor organizador


de la sociedad. Las formas en que las personas procesan el arreglo de sus daños
y aplican las reparaciones configuran patrones de comportamiento que toman
sentido en el concepto de Justicia, estos patrones de conducta se relaciona
además con la diversidad cultural que existe en el país. La Justicia no sería
entonces más que el producto de complejos y diversos medios y formas (prácticas
y representaciones) por el que las personas resuelven sus conflictos en la
sociedad, dan a cada uno de sus miembros lo que les corresponde según las
concepciones del mundo donde viven. Para hacer justicia las personas parten
entonces de concepciones fundamentales sobre el orden, la seguridad y la
autoridad. Cada mecanismo judicial busca asignar en un proceso judicial las
responsabilidades, los daños, las reparaciones y las compensaciones en el
contexto particular de estas tres esferas que generan microcosmos de dominio
social.

La presentación en esta tesis de tres prácticas judiciales distintas: la del


poder judicial, la del PCP SL en el Alto Huallaga y los ajusticiamientos vistos en
los medios de comunicación como un modo de justicia popular, nos ilustran
entonces por qué los principios del orden, la seguridad y la autoridad traducen a
través de procedimientos judiciales una expresión propia y particular de la justicia
distributiva y con ello sentimientos y aspiraciones que diversos sectores sociales
guardan sobre lo que debe ser la justicia en la sociedad peruana. Estos
sentimientos y aspiraciones de justicia se confrontan en la realidad del ámbito de
lo judicial del siguiente modo:

EL ORDEN

213
El orden de la sociedad peruana aparece en el poder judicial como una realidad
precaria y altamente excluyente, esencialmente, porque la desigualdad en que se
hallan los habitantes de esta sociedad no encajan con un sistema o poder judicial
que no puede incorporarlos como sujetos iguales de derecho para la
administración de justicia en todos los casos. La permanente necesidad de ubicar
a los individuos según su condición social, cultural o política en los juicios,
especialmente, para sustentar exclusiones de las reglas de juego que
supuestamente deben regir para todos es una constante en nuestros casos
presentados. Las consecuencias jurídicas de las normas no son por esto
previsibles y, por tanto, no hay la seguridad jurídica que tanto se proclama, de allí
que hallemos un permanente conflicto entre el Poder Judicial con otras
instituciones del Estado y con todos los sectores de la sociedad que representa. El
orden en este sentido es paradójico, pues doctrinalmente es una sociedad que se
rige por leyes pero en la realidad se las aplica según las desigualdades y
exclusiones existentes. En este contexto el principio legal de la imparcialidad
colapsa también con facilidad.

Otro caso de desigualdad y exclusión hallamos en el orden que instaura en


sus juicios populares el PCP SL en la región del Alto Huallaga, en la provincia de
Tocache en el departamento de San Martín. La existencia de una amplia base de
campesinos pobres y sin derechos y los narcotraficantes situados en la cima de la
estructura social, pudo ubicar a los diferentes poderes armados también en la
cúspide de esta estructura social desigual junto a los narcotraficantes más
poderosos. La proclama ideológica de SL que es la destrucción violenta de la
sociedad “feudal- burguesa”, es decir la sociedad peruana, hace congruente
entonces su prédica ideológica de colocar al adversario, especialmente político en
los “juicios populares”, en una condición desigual y excluyente dentro de las
desigualdades económicas y sociales ya existentes de una sociedad dominada
por la economía cocalera. En la práctica el PCP SL hacía manifiesto con su
ideología que la destrucción de los “otros”, identificados especialmente con los
opositores, los tibios y los traidores de la “lucha armada”, expresase en realidad

214
las exclusiones sociales que existían a raíz de la violencia previa a su ingreso a la
región. Los juicios de SL, sea eliminando o castigando a los transgresores de su
orden, reflejan también ese afán de hacer de la lucha contra el Estado y la
sociedad nacional una depuración ritual de sí mismo y de los elementos interiores
nocivos a su lucha, sacando a todos aquellos que fuesen sospechosos de
conspirar contra su dominio. Esto fue posible gracias a la promoción que hacía SL
de la violencia contra aquellos que no se adscribiesen a su ideología. El orden
aquí es desigual y excluyente no solo por necesidad sino por convicción ideológica
y el sentido de imparcialidad es sustituido por el de arbitrariedad también
ideológica si es que no personal.

En el caso de las sociedades donde no hay siquiera presencia del Estado o


de algún otro poder que se imponga a la fuerza como en el caso de las
sociedades del Alto Huallaga, encontramos un orden local a través de sus
llamados ajusticiamientos, predominando aquí una doble realidad: la inclusión
igualitaria de quiénes viven solo en ese espacio geográfico y cultural y la exclusión
de quiénes no se hallan reconocidos e insertos en ese mismo espacio local. El
orden en este contexto es una realidad dada por la convivencia y el equilibrio de
relaciones cotidianas que rigen entre sus miembros, la no alteración de las
relaciones cotidianas y la supresión de esas contradicciones, tal como vemos en la
eliminación de los transgresores, reflejan esta condición de inalterabilidad. En este
orden no hay motivos ideológicos para su realización, no hay el ideal utópico que
rige a la sociedad moderna republicana, la sociedad libre e igualitaria entre sus
miembros por una convivencia pacífica, tampoco se rige por la utopía de la nueva
república popular de SL que busca la realización de una sociedad igualitaria a
través de la destrucción de quiénes se consideran diferentes a ellos. Aquí se
privilegia la preservación de la tranquilidad pública de todos sus miembros con el
mantenimiento de condiciones que permitan resolver cada uno sus propios
problemas y lograr sus propias aspiraciones. El orden es práctico y está dado en
estos microcosmos sociales, es igualitario e inclusivo como principio pero solo
entre sus miembros, no acepta injerencias o intromisiones de elementos y sujetos

215
ajenos o no reconocidos, más aún si estos vienen desde poderes que no nacen de
su propio seno. La imparcialidad aquí no existe como un principio racional que
indaga los hechos y los motivos de la transgresión, pues se suprime con el ritual
del ajusticiamiento.

LA SEGURIDAD

La seguridad que se expresa en el poder judicial lo podemos ver en dos niveles.


En el primer nivel no ofrece las garantías y seguridades que hagan manifiesto en
sus propios códigos y procedimientos judiciales la seguridad jurídica que tanto
proclama. En el segundo nivel, sin embargo, hace manifiesto que esta negación
de principio de las realidades jurídicas conserve en el fondo las desigualdades y
exclusiones sociales que se hacen evidentes en los procesos judiciales. El
carácter contradictorio de los procesos judiciales (visto en el modo en que se
saltan siempre en los juicios los códigos, los procedimientos y los fueros) resalta la
precariedad del orden jurídico y por tanto convierte al motivo de la seguridad
jurídica en una evidente contradicción del orden social que está regido por la
desigualdad y la exclusión social. En esta contradicción entre el poder judicial y la
realidad social ingresa la política que fuerza las realidades jurídicas y judiciales,
especialmente el principio de imparcialidad, para hacer prevalecer las necesidades
políticas de los sectores sociales interesados en mantener las desigualdades y
exclusiones. La seguridad por tanto es un elemento que agudiza la desigualdad y
los conflictos sociales, lo que produce a la larga es mayor desconfianza e
inseguridad entre los habitantes del país donde rige esa estructura jurídica y
judicial. La seguridad de un juicio se convierte así en inseguridad social.

La seguridad en los juicios del PCP SL también es incierta e impredecible


pero no por contradicción entre la norma jurídica y la realidad social como en el
poder judicial sino por convicción ideológica ya que se sujeta a la total adhesión de
la exclusiva voluntad de los jefes o líderes de mandos político militares. Si bien
podríamos entender que esta capacidad voluntariosa de los jefes se define

216
también por las necesidades de la guerra contra el Estado, lo real es que se define
más por su simple y arbitrario parecer que por las necesidades tácticas o
estratégicas de la lucha armada. En los juicios de SL se ve especialmente los
casos en que el simple aleccionamiento y escarmiento, más allá del motivo real de
un daño que hay que reparar o por la necesidad de eliminar efectivamente a un
infiltrado, rige la lógica del exterminio por ser solo en realidad el “otro” ideológico.
La lógica de la seguridad de SL no es la reparación sino destrucción del
adversario que es el “otro”, castigar para prevenir se rige menos por la
conservación de sí mismo que por el hecho mismo del exterminio, solo así puede
afirmar que tiene el control total de la situación, así puede decir que hay seguridad
y nadie puede contradecirlo. En esta característica extrema de la seguridad como
eliminación total del adversario y de adhesión total al partido existe también la
necesidad de la conservación estratégica de lo obtenido, es decir, la necesidad de
dar satisfacciones mínimas a una población sometida para sus necesidades de la
guerra pero no bajo condiciones donde todos puedan conocer con certidumbre las
reglas y sepa uno que puede conservar lo obtenido por su cumplimiento sino solo
por adhesión de la impredecible voluntad al jefe o mando senderista. En este
sentido la seguridad de SL es también la inseguridad de todos.

Al revés de los anteriores, la Seguridad de un ajusticiamiento nos muestra


que el carácter de igualdad y corresponsabilidad de sus miembros frente a estos
actos son de una solidaridad mancomunada hacia los peligros de desestabilizar la
tranquilidad de la población, un ajusticiamiento como acción judicial traduce
entonces una certidumbre de lo que efectivamente pasará con quiénes quiebren el
espacio de seguridad de la comunidad o localidad. Esta seguridad entendida como
conservación física inmediata de la población y castigo a los transgresores, es la
que otorga la cohesión indispensable frente a las amenazas externas. Un
ajusticiamiento encierra un acto de realización de la seguridad como aspecto
elemental de la igualación de sus miembros. El ajusticiamiento en plaza se
convierte por tanto en un ritual que rememora y reactualiza los sentimientos de la
igualdad y el orden que priman en el concepto de seguridad. No obstante esta

217
seguridad de la población se convierte en parte de la imagen de la inseguridad
“ciudadana” que asola a la sociedad peruana desde hace varias décadas y se
convierte en el leitmotiv de la exposición noticiosa de los medios de comunicación.

LA AUTORIDAD

La autoridad del juez en los juicios del poder judicial aparecen como sumamente
desprestigiados. La capacidad coercitiva y simbólica del juez para imponer la ley
aparece disminuida frente al hecho de la contradicción existente entre el precario
orden social y la realidad jurídica que pretende conducir. En todo caso la autoridad
del juez no deja de ser, en este contradictorio contexto, funcional a la estructura
social hecha de desigualdades y exclusiones, en ese sentido la voluntad de la
política extrajudicial puede ingresar a someter la conducción de la justicia ante el
desprestigio de la autoridad judicial y someterla a esas voluntades, la incapacidad
del juez para hacer cumplir la ley en este caso es reemplazado por su capacidad
para hacer cumplir esas voluntades extralegales y es lo que permite convertir al
poder judicial en una entidad fácilmente sometible y parcializada lo que crea más
inseguridades sociales y precariedad del orden social.

La autoridad de SL en cambio está dada por el sentido práctico de la


oportunidad para manejarse en contextos convulsivos de violencia y desorden
social. Esto es lo que demuestra por lo menos en los juicios de la sociedad
tocachina, por un lado muestra el lado severo de sus códigos y procedimientos
para impartir sanciones, castigos y algunas veces reparaciones pero no lo hace
con el fin de satisfacer a la población, su concepción estratégica de la justicia
convierte a esta última en solo un aspecto más del engranaje de la maquina de
guerra revolucionaria contra el estado que intenta conducir desde la sociedad
excluida. Por tanto impartir justicia es una necesidad práctica de resolver
problemas de convivencia en medio de la lucha armada, sus ocho advertencias,
tres reglas de oro y sus varios modos de realización judicial es una manera de
crear facilidades para que su lucha armada no se vea entorpecida por estos

218
“detalles secundarios” de la población, finalmente saben que la única autoridad
que reciben es por la fuerza de las armas y su auto convencimiento de estar
desarrollando una lógica preestablecida de la violencia como modo de realización
de su guerra. Con el tiempo, y a medida que se fueron involucrando más con los
negocios del narcotráfico, el factor ideológico fue perdiendo también su peso y
solo quedaba el de las armas. La violencia aplicada en sus métodos de
ajusticiamiento y su ritualidad judicial tienen por eso un significado de
demostración del dominio que poseen en la realidad, sin embargo es sintomático
ver que esta violencia, doctrinaria y moderada al principio, fue extremándose a
medida que iban perdiendo terreno frente a sus contendientes, las fuerzas
armadas. En este sentido la autoridad de los juicios de SL aparecen más como
una expresión de la voluntad circunstancial por ejercer el dominio bajo el signo de
la violencia, donde la legitimidad de la imparcialidad es un aspecto irrelevante para
su autoridad regida por pura coerción.

La autoridad en los ajusticiamientos populares es un aspecto que no


aparece con claridad, lo que traduce su irrelevancia para los rituales judiciales
dado que la población lo ejerce de modo directo en acciones épicas restauradoras,
no requiere la aparición de un personaje específico que rememore lo que todos los
miembros de la sociedad local están haciendo de modo directo. No hay necesidad
de interpretación ni de juicios con tribunal ni mediaciones interpretativas con
criterios de imparcialidad. Los rituales de ajusticiamiento reafirman que la justicia
es una acción que debe satisfacer a todos de manera directa, la legitimidad de la
autoridad en el ajusticiamiento resulta por esto también en un aspecto irrelevante
en la práctica judicial y más bien se ve la pretensión de la autoridad estatal para
salvar delincuentes como un entorpecedor de la realización de la justicia popular.

Para concluir debemos considerar que la justicia visto a través de la


presentación de casos judiciales enmarcados en cada contexto social en
particular, aparece entonces como un descubrimiento y una rememoración, quizás
inconsciente, sobre lo que es el orden, la autoridad y la seguridad existentes en el

219
país. Definir la Justicia en el Perú como un concepto normativo, homogéneo y
valido para todos es poco coherente con lo demostrado hasta aquí, los supuestos
principios de la igualdad y la inclusión dentro la imparcialidad que tanto se
proclaman en el orden formal republicano y que se halla representado
principalmente por el Estado, es una ilusión, en tanto que para el PCP SL la idea
de la igualdad y la inclusión dentro de la imparcialidad choca frontalmente con sus
supuestos ideológicos y, para las poblaciones excluidas del orden formal, la
igualdad y la inclusión dentro de la imparcialidad son solo concepciones
restringidas a sus propios entornos. Si tenemos que definir en cambio la Justicia
como un valor axiológico, es decir, dar a cada quién lo que le corresponde dentro
de los principios reconocidos del orden sea como búsqueda del equilibrio interno
entre los miembros de una sociedad, que la seguridad es el derecho de que todos
tengan la certidumbre de que son tratados igualmente y sin exclusiones y que la
autoridad sea finalmente el garante funcional y simbólico de ese orden social que
se dice imparcial, estas tres prácticas judiciales (del Estado, del PCP SL y de la
justicia popular según los medios de comunicación) nos muestran todo lo
contrario: el Orden es una realidad en constante convulsión e intranquilidad social;
la Seguridad es una permanente incertidumbre por saber de qué modo se
resolverán los conflictos, sus “soluciones” no traen más que riesgos y peligros
para quiénes dependen de ella; y, la Autoridad no es una fuente de garantía
funcional y simbólica de lo que se dice sino más bien es una permanente amenaza
a las personas.

El cuadro de la realidad de los casos presentados como administración de


justicia, es decir, dar a cada quién lo que le corresponde en los tres contextos
sociales de las prácticas judiciales que hemos estudiado entre 1970 y 2000, nos
dice entonces que ella existe de diferentes modos y se aplica judicialmente de
diferentes maneras entre todas las esferas de la sociedad (orden, seguridad y
autoridad), las ideas de Justicia que se derivan de esas tres esferas no es por
tanto igual entre sí porque existe en medio de la desigualdad y la exclusión de
derechos de las personas ante la ley en una sociedad atravesada por la violencia.

220
Documentos

Diarios:

Dominical del diario El Comercio. Diciembre 1975.

Ojo

Enero, julio, septiembre, octubre, noviembre, diciembre 1974.


Julio, diciembre 1975.
Julio, diciembre 1976.
Enero, julio, diciembre 1977.
Julio, agosto, septiembre, noviembre, diciembre 1978
Febrero, julio, diciembre 1984.
Enero, julio, diciembre 1985.
Julio, diciembre 1986.
Julio, diciembre 1987.
Julio 1988.
Enero, febrero, junio, agosto, septiembre, noviembre, diciembre 1990.
Septiembre, octubre, noviembre 1991.
Marzo, abril, septiembre, octubre 1992.
Enero, marzo, julio, agosto, septiembre, octubre 1993.
Enero, febrero, julio, agosto, noviembre, diciembre 1999.

Semanario

El Pueblo, año 8, enero 2003, Uchiza.

221
Mensajes
Congreso de la república del Perú

Mensaje a la nación del Presidente del Perú, General de División Juan


Velasco Alvarado, el 28 de Julio de 1969.

Mensaje a la Nación del presidente del Perú Juan Velasco Alvarado, el 28


de julio de 1973.

Mensaje a la Nación del Presidente del Perú, General de División EP Juan


Velasco Alvarado, el 28 de julio de 1974.

Entrevistas

(Los nombres por obvias cuestiones de seguridad han sido cambiados).

Testimonio de Don Cristóbal Ojeda, refundador del Pueblo de Tocache Viejo.


Entrevista al profesor CPG
Entrevista a Edgard
Sr. Gustavo Corvera. Promotor de DDHH en la provincia de Tocache.
Testimonio de Reynaldo.
Testimonio de Ex guerrillero
Testimonio de Salvador
Testimonio de Nico
Testimonio de Profesor Eustaquio
Testimonio de exguardia municipal.

222
BIBLIOGRAFÍA

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"El compadrazgo" reciprocidad de favores en la clase media urbana de Chile" en


Redes sociales, cultura y poder: ensayos en Antropología latinoamericana.
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"Totalitarismo" en Los Orígenes del Totalitarismo. Vol. 3. Madrid. Alianza Editorial.

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APRODEH. 1994

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Informe de APRODEH sobre la situación de los DDHH y las libertades
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ARANZANDI, Juan. 2001

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