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DESINFECCION DEL AGUA

La Ley del Medio Ambiente 1333 en su Reglamento en Materia de Contaminación Hídrica, clasifica a los
cuerpos de agua según su aptitud de uso, en 4 clases: clase A, clase B, clase C, clase D. Esta clasificación está
basada en valores máximos admisibles de una serie de parámetros de control.

En el caso de abastecimientos para agua potable, estas aguas deben seguir una serie de tratamientos, los
cuales dependerán de la clase en que fueron clasificadas.

Clase Tipo de Tratamiento


A Desinfección
B Físico y Desinfección
C Físico, Químico y Desinfección
D Pre sedimentación, Físico, Químico y Desinfección

El abastecimiento de agua a la población, se puede realizar a partir de dos fuentes de características bien
diferenciadas: aguas superficiales (lagos, ríos, embalses) y aguas subterráneas (pozos, manantiales).

En los casos de aguas cuya calidad se ha comprobado y se consideran aptas para ser susceptibles de
consumo humano (agua potable), como pueden ser muchas aguas subterráneas y superficiales, es necesario
realizar un tratamiento que dependerá de su calidad original, dentro de los cuales el tratamiento de

desinfección es imprescindible.

En el tratamiento de desinfección lo que se intenta es destruir o inactivar los organismos patógenos


presentes en el agua, principalmente bacterias, virus y protozoos. Estos organismos en el caso de las aguas
clase B,C,D, son eliminados en gran parte durante las operaciones de tratamiento físico - químico, pero éstas
no son suficientes para asegurar una inocuidad total, siendo necesario el tratamiento de desinfección.

Los tratamientos de desinfección pueden ser físicos (radiaciones gamma, radiaciones x, radiaciones
ultravioleta, esterilización térmica) o químicos (uso de reactivos químicos), siendo el cloro y sus compuestos
derivados, los agentes desinfectantes más utilizados a nivel mundial.
Los productos químicos más habituales para realizar la desinfección del agua son: cloro gaseoso, hipoclorito
de sodio y el hipoclorito de calcio.

El cloro (Cl2) es un gas tóxico, extremadamente corrosivo, irritante por lo que su manejo debe ser realizado
por personal especializado, siendo necesarios sistemas de control y de alarma muy efectivos.

El hipoclorito de sodio (NaClO) en solución, es el desinfectante más utilizado y se lo conoce popularmente


con el nombre de lavandina, teniendo como ventajas su bajo costo, fácil manejo y su efectividad y como
desventaja su inestabilidad.
El hipoclorito de calcio (Ca(ClO) 2) es sólido muy corrosivo pero presenta dos ventajas respecto al hipoclorito
de sodio por su mayor estabilidad y mayor contenido en cloro.

El cloro y sus derivados, además de reaccionar con los microorganismos, también lo hace con otra materia
disuelta en el agua (materia orgánica, hierro, manganeso) dando lugar a la formación de los Trihalometanos
(THM) muchos de los cuales se ha demostrado que son tóxicos o carcinogénicos. Por este motivo para tener
un cierto nivel de cloro residual en el agua, la cantidad necesaria que se ha de añadir, es bastante superior al
residual obtenido por análisis, por lo que antes de decidir la dosis de cloro que se ha de utilizar para
desinfectar, es necesario determinar la demanda de cloro, es decir, la cantidad de cloro que se consume
hasta la aparición del residual. La demanda de cloro es por lo tanto la diferencia existente entre la cantidad
de cloro aplicada al agua y la de cloro residual (conocido también como cloro libre o disponible).

El cloro residual puede presentarse en forma de cloro gaseoso (Cl 2), ácido hipocloroso (HClO) y/o ión
hipocloroso (ClO-) dependiendo del pH del agua. Este cloro residual es el que garantiza la no existencia de
microorganismos patógenos en el agua, siendo por lo tanto imprescindible su presencia en el agua
destinada al consumo humano (agua potable), por lo que la normativa de los países hace referencia a los
límites permitidos. En el caso de nuestro país indica que debe encontrarse entre 0,2 a 1 mg/L, la Argentina
dice debe contener cloro residual hasta un máximo de 0,5 mg/L, España entre 0,2 a 0,6 mg/L.

Efectos sobre la salud

El agua por definición ha de ser incolora, inodora e insípida, generalmente en los nacimientos de los ríos el
agua es segura, pero conforme va descendiendo puede encontrar restos de materia fecal que proceden de
animales y del hombre que pueden estar enfermos o ser portadores de enfermedades, puede tomar
contacto con cadáveres de animales, con contaminantes producto de explotaciones mineras, agrarias, etc.
Por ejemplo, la agricultura biológica propugna el uso de abonos naturales, entre los que se pueden
considerar materiales fecales con elevada contaminación microbiológica los que pueden pasar al agua y de
aquí ser distribuidos a núcleos de población importantes.

El agua que sale por el grifo o agua de boca, no debería desencadenar inicialmente ningún problema de
salud pública. Este objetivo se ha conseguido, tras muchos siglos de problemas de transmisión de gran
cantidad de brotes epidémicos con miles y miles de afectados, gracias al uso entre otros, del hipoclorito.
Durante siglos se ha hecho evidente la presencia de cólera sin conocer cuál era el agente causal, hasta que
se evidenció que la fuente de diseminación de la infección era el agua que actuaba como vector del vibrión
colérico. Actualmente, este problema ha quedado erradicado en muchos países, gracias a la eliminación de
microorganismos en el agua de consumo a través de la adición de sustancias potabilizadoras o higienizantes.

Según la Organización Mundial de la Salud, la desinfección con cloro es la mejor garantía del agua
microbiológicamente potable. Por sus propiedades, el cloro es efectivo para combatir todo tipo de microbios
contenidos en el agua, incluidos bacterias, virus, protozoos, algas y limos que proliferan en el interior de las
tuberías de suministro y en los depósitos de almacenamiento. No elimina contaminantes químicos, solo va a
actuar sobre microorganismos que son los principales responsables de infecciones intestinales.

La acción bactericida (cuando se produce "muerte" de bacterias) va a depender entre otras cosas de:

- pH: es una medida de la cantidad de iones hidrógeno (H+) que presenta una solución (en este caso,
el agua) y de acuerdo a su valor el cloro tiene mayor o menor poder para eliminar microorganismos.
- Contenido de materia orgánica: la materia orgánica es aquella que proviene de excretas de
animales, restos de animales y plantas, desechos industriales, componentes de la tierra, etc. En
presencia de de materia orgánica, el cloro se "liga" o "combina" con esta y como consecuencia de
esto, tenemos una menor cantidad de cloro para que reaccione con los microorganismos.

Cuando las aguas naturales son tratadas con cloro y éste reacciona con la materia orgánica, se producen los
llamados trihalometanos. Los TRIHALOMETANOS en general, y el CLOROFORMO en particular (conocido
carcinogénico), se encuentran en el agua potable como directa consecuencia de la práctica de la cloración.
Según Francis T. Mayo, Director del Laboratorio Municipal de Investigaciones del Medio Ambiente de EE.UU.
cuanto mayor es el cloro agregado, mayor la probabilidad de contraer cáncer de vejiga y de recto. Según el
Dr. Robert Morris, investigador del Colegio Médico de Wisconsin, mientras más cloro se use, más peligrosa
es el agua, siendo la vejiga y el recto los más vulnerables al cáncer, debido a que ambos órganos almacenan
residuos corporales durante largos períodos.

En consecuencia, prohibir el uso del cloro y sus derivados, puede no ser una buena solución por el riesgo de
padecer una enfermedad microbiana de transmisión alimentaria. Un claro ejemplo de lo que podría ocurrir
si se limita su uso es lo ocurrido en Perú en el año 1991. El gobierno de este país siguió las recomendaciones
de la EPA (agencia de protección de medio ambiente de EEUU), relativas a los riegos de los THM en aguas
tratadas con hipoclorito. Al disminuir los niveles de cloración de las aguas de consumo, la contaminación de
las mismas no fue controlada, contabilizándose un total de 1.000.000 de casos de infección y unos 11.000
muertos hasta el año 1995.

Por todo lo expuesto, es necesario recalcar la importancia de realizar la desinfección del agua de consumo
humano con cualesquiera de los productos químicos señalados, respetando claro está, el rango establecido
por la Norma Boliviana 512 para la concentración del cloro residual en los puntos terminales y/o de
consumo, con monitoreos permanentes realizados por personal técnico calificado.

CEANID – FAC. CIENCIAS Y TECNOLOGIA

UAJMS

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