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UNIVERSIDAD DE GUAYAQUIL

FACULTAD DE CIENCIAS PSICOLÓGICAS

VE-5-5 Ciclo II

Asignatura: Psicología de la Personalidad II


Tema: Personalidad y Bienestar Subjetivo-Cultura y
Bienestar Subjetivo.
Grupo #6

Integrantes:

• Quimis Barzola Adriana Lissette


• Bohórquez Baque Carolina Alexandra.
• Buestán Morocho María de los Ángeles.
• Lara Quiñonez Erick Nathanael.
• Moreira Alcívar Angie Nathaly.
• Ardave Maria Camila.

Docente:
Psc. Carmen Echenique .
2018 – 2019
PERSONALIDAD Y BIENESTAR SUBJETIVO

Otra de las áreas de investigación más relevantes se centra en el análisis de cómo


determinadas características personales influyen en el desarrollo del BS. Aunque el
interés de los investigadores ha llevado a estudiar numerosas variables de personalidad,
nosotros examinaremos, a continuación, algunas de las más significativas como son la
extraversión, el neuroticismo o el optimismo, tanto por la literatura psicológica
generada, como por los datos empíricos aportados.
Extraversión y neuroticismo
El concepto de personalidad está formado por constructos hipotéticos que ayudan a
explicar la conducta de los sujetos. Los factores ambientales en interacción con factores
temperamentales (heredados) y caracteriales (aprendidos) constituyen una explicación
necesaria y suficiente para los clínicos que siguen un modelo de la personalidad (Tous
1989)9 . La personalidad es uno de los predictores más fuertes y consistentes del
bienestar subjetivo. La asociación personalidad bienestar se sostiene en un gran número
de investigaciones, postulándose diversas teorías para explicarlo. Tellegen y Col10, en
estudios realizados en gemelos univitelinos y mellizos bivitelinos intento explicar como
inciden los genes en el bienestar, concluyendo que los genes son responsables de
aproximadamente el 40 % de las emociones positivas y el 55 % de las variaciones
emotivas negativas. También refiere que estas estimaciones de la herencia se
influencian por la variabilidad medioambiental. Los rasgos de la personalidad que
recibieron más atención teórica y empírica respecto al bienestar son la extraversión y el
neuroticismo.

Cuando se analiza la literatura sobre la relación entre personalidad y BS se encuentran


numerosos estudios que indican la existencia de una clara relación entre ambos
constructos, en el sentido de que una «parte importante del BS estable es debida a la
personalidad» Asimismo, se comprueba que la mayoría de las investigaciones se han
centrado en los rasgos de personalidad propuestos en el modelo de los Cinco Grandes
factores elaborado por Costa y McCrae (1985), especialmente en los factores de
Extraversión y Neuroticismo, dada su posible influencia en los dos componentes
emocionales del BS (el afecto positivo y el afecto negativo, respectivamente).
Según Costa & McCrae, la extraversión influye en el afecto positivo y el neuroticismo
en el afecto negativo. La extraversión es un recurso que ayuda al bienestar
probablemente por ayudar a los individuos a lograr ciertos tipos de metas, como tener
amigos y un mayor número de relaciones sociales.También la autoestima se asocia al
bienestar y la rumiación de eventos negativos predisponen al malestar. El neuroticismo
o vulnerabilidad a la neurosis, implica una baja tolerancia para el estrés tanto de carácter
físico (ejemplo, el dolor) como psicológico (ejemplo, la frustración). El neuroticismo
hace mención a la dimensión de estabilidad/inestabilidad emocional de la persona. Los
investigadores dedicados al estudio del bienestar subjetivo centraron su atención en los
procesos de adaptación. Parten de la premisa de la determinación biológica de los rasgos
de la personalidad, refiriéndose buena parte de los estudios al temperamento, el cual por
tener una mayor carga genética tiene un poderoso efecto sobre el bienestar subjetivo.

Según los supuestos teóricos de Eysenck, la personalidad puede ser resumida en tres
dimensiones fundamentales: extraversión, neuroticismo y psicoticismo. Los individuos
que tienen altos puntajes en extraversión se caracterizan por ser sociables, asertivos,
vivaces y propensos a la búsqueda de sensaciones; los que poseen altos niveles de
neuroticismo, son ansiosos, deprimidos, emocionales y con baja autoestima; mientras
los puntajes altos en psicoticismo evidencian agresividad, conducta antisocial,
egocentrismo y creatividad.

Extroversión
El primer factor, la extroversión, también ha sido llamado dominio-sumisión y
“surgencia” (John, 1990). No es sorprendente que la extroversión sea uno de los Cinco
Grandes. De hecho, se encuentra rutinariamente siempre que se realizan análisis
factoriales de cuestionarios de personalidad (Watson y Clark, 1997). Dado que es una
dimensión obviamente importante de la personalidad, la extroversión predice muchas
conductas sociales.
Pregunte a un extrovertido lo que valora en la vida y la respuesta a menudo será una
vida
alegre y excitante (Dollinger, Leong y Ulicni, 1996). Sujetos extrovertidos, en un
estudio en el cual llevaron registros de sus interacciones sociales, interactuaban con más
gente que quienes eran bajos en extroversión, también informaron tener más control e
intimidad en esas interacciones (Barrett y Pietromonaco, 1997). Sus compañeros
consideran que la gente extrovertida es amistosa, amante de la diversión, afectuosa y
locuaz (McCrae y Costa, 1987). En los grupos de camaradas, los integrantes perciben
que sus compañeros extrovertidos hacen contribuciones valiosas a los proyectos de
grupo (Barry y Stewart, 1997).
Los extrovertidos a menudo parecen felices, y se ha propuesto que la experiencia
emocional positiva es una característica central de la extroversión; es posible que el
extrovertido sea incluso biológicamente más sensible al placer que otros (Watson y
Clark, 1997). Lo que caracteriza al extrovertido típico no es una felicidad serena, sino
una felicidad activa y con energía.

Neuroticismo

El neuroticismo describe a las personas que con frecuencia son atormentadas por
emociones negativas como la preocupación y la inseguridad (McCrae y Costa, 1987).
Emocionalmente son lábiles en lugar de estables, como sus compañeros con bajas
puntuaciones, y es por esto que al dirigir la atención al polo opuesto del factor (el bajo
neuroticismo) también se le ha denominado estabilidad emocional, control emocional y
fortaleza del yo (John, 1990). Las personas que califican bajo en neuroticismo son más
felices y están más satisfechas con la vida que quienes califican alto (DeNeve y Cooper,
1998; Schmutte y Ryff, 1997). En el matrimonio, los muy neuróticos no son felices y
están insatisfechos con la vida (McCrae y Costa, 1991). Además de las dificultades con
las relaciones y el compromiso (Karney y Bradbury, 1995; Kurdek, 1997), a menudo
sufren de baja autoestima (Costa, McCrae y Dye, 1991).Otro estudio informa que los
adultos en la comunidad que calificaron alto en neuroticismo también reportaron, en un
diario en el cual supervisaban los eventos de la vida que ocurrían cada día, que les
sucedían más hechos desagradables con la familia y amigos, en el tiempo libre y las
finanzas, lo cual puede explicar por qué su estado de ánimo era generalmente negativo
(David y otros, 1997).

Cada uno de los cinco factores consta de componentes, llamados facetas, que pueden
medirse por separado. Cada faceta es un rasgo de personalidad algo más preciso y
centrado que el factor mayor al que pertenece, aunque todas las facetas que pertenecen a
un factor están correlacionadas positivamente entre sí.
Extraversión: Calidez , carácter sociable, asertividad, actividad , búsqueda de excitación
, emociones positivas.

Neuroticismo: ansiedad , hostilidad, depresión , escrupulosidad propia, impulsividad ,


vulnerabilidad.

Descripción según la puntuación en los factores de extraversión y neuroticismo:

Extroversión

Puntaje alto: Jovial, apasionado , activo , dominante , sociable.


Puntaje bajo: Callado , insensible , pasivo.
Neuroticismo

Puntaje alto: Preocupado, emociona, vulnerable, ansioso.


Puntaje bajo: Tranquilo, no emocional , fuerte, autocontrolado, sentido de bienestar.
En general, los individuos extravertidos experimentan sentimientos y emociones más
positivas y tienen umbrales más bajos para la activación del afecto positivo, mientras
que los individuos neuróticos experimentan sentimientos y emociones más negativas y
tienen umbrales más bajos para la activación del afecto negativo.
En 1998 DeNeve y Cooper realizaron un meta-análisis en el que examinaban la
significación de la relación entre 137 rasgos de personalidad y distintas medidas de BS
(satisfacción con la vida, afecto positivo, afecto negativo, felicidad) sobre la base de 142
investigaciones previamente publicadas que cumplían todos los requisitos para ser
incluidas en el meta-análisis. Sorprendentemente, los datos obtenidos por estos
investigadores indicaban que la correlación entre el BS y los Cinco Grandes factores era
muy poco significativa (Extraversión: 0,17, Neuroticismo: –0,22, Apertura a la
experiencia: 0,10, Afabilidad: 0,17 y Tesón: 0,21), hasta el extremo de que no
explicaban
más del 4% de la varianza asociada a todos los índices del BS.

Una explicación de estos resultados tan bajos estriba en la posibilidad de que el meta-
análisis realizado por DeNeve y Cooper (1998) hubiera examinado datos de estudios
con medidas excesivamente amplias o generales. Acorde con esta hipótesis, Lucas y
Fujita (2000) llevaron a cabo un re-análisis de los datos del meta-análisis de DeNeve y
Cooper (1998) referidos a la extraversión, seleccionando aquellos estudios diseñados
exclusivamente para evaluar la relación entre extraversión y BS, encontrando una
correlación media más alta (0,37). Más recientemente y siguiendo el principio de
equivalencia en las escalas utilizadas para medir la personalidad, Steel,Schmidt y Shultz
(2008) realizaron un meta-análisis en el que revisaron los datos de 249 estudios que
analizaban la relación entre personalidad (medida por el NEO, el EPQ o el EPI) y los
distintos componentes del BS (felicidad, afecto positivo, afecto negativo, afecto total y
calidad de vida), que cumplían todos los requisitos para ser incluidos en el meta-
análisis. Los resultados obtenidos confirmaron la relación entre personalidad y BS,
poniendo de manifiesto la existencia de una fuerte correlación entre los factores de
neuroticismo, extraversión, cordialidad y minuciosidad con todos los componentes del
BS, de modo que en torno al 40% de la varianza en BS estaba asociada a estos rasgos de
personalidad.

Será interesante evaluar cómo las estrategias cognitivas pueden influir sobre la
personalidad y de esa forma alcanzar un mayor estado de bienestar. Lograr el refuerzo
de las evaluaciones positivas del entorno, permitiendo una participación activa del
sujeto, con una valoración más optimista, impactaría en el estado de salud del individuo
de manera positiva. La relación personalidad / bienestar subjetivo, no puede ser
examinada abstrayendo rasgos aislados de la personalidad, necesariamente se debe
analizar integralmente, como un todo. Este es un principio básico de la Teoría General
de los Sistemas que postula la falacia de interpretar subsistemas aislados, por carecer de
relevancia su papel, fuera del sistema al que pertenece. Por lo tanto, el bienestar no
estaría determinado por la posesión de determinado rasgo, sino por el resultado de
complejas relaciones que se dan como un todo, interactuando un considerable número
de variables.

Carolina
A la hora de explicar la correlación de la extraversión y el neuroticismo con el BS se
han propuesto diversas hipótesis, de entre las que destacan dos explicaciones:
1) la temperamental y 2) la instrumental.
La explicación temperamental postula que la personalidad influye directamente en el
nivel de BS de los individuos mediante la acción de mecanismos biológicos. De las
diversas teorías que postulan este tipo de mecanismos, la que mayor consenso ha
alcanzado es la teoría de la sensibilidad al refuerzo y el castigo (Gray, 1991) que
propone la existencia de un Sistema de Activación Conductual (SAC) responsable del
grado de sensibilidad que muestra la persona hacia las señales de refuerzo y
recompensa, y un Sistema de Inhibición Conductual (SIC) responsable del grado de
sensibilidad que muestra la persona hacia las señales de amenaza o castigo
condicionados.
De acuerdo con la propuesta de Gray (1991), los individuos extravertidos serían más
sensibles a experimentar emociones positivas, mientras que, por el contrario, los
individuos con alta puntuación en neuroticismo serían especialmente sensibles a
experimentar emociones negativas. Diferentes estudios, por ejemplo, Smits y Boeck
(2006), han confirmado las predicciones de la hipótesis temperamental al encontrar que
los individuos extravertidos son muy reactivos a los procedimientos de inducción de
estado de ánimo positivo y más sensibles a las señales de refuerzo que de castigo.
La explicación instrumental asume que la personalidad incide en el BS de manera
indirecta, a través del tipo de situaciones o acontecimientos vitales que experimentan las
personas. Esta hipótesis se sustenta, fundamentalmente, en los datos que indican la
existencia de una estrecha relación entre sociabilidad, una faceta de la extraversión, y el
afecto positivo. Más concretamente, postula que las personas extravertidas tienden a
dedicar más tiempo a las actividades sociales y suelen tener una influencia más positiva
sobre las personas que le rodean (familiares, pareja, amigos, compañeros de trabajo,
etc.), aspectos que facilita la creación de una amplia red de relaciones sociales que
favorece el BS.
Optimismo- Maria
Dentro del creciente interés por identificar los factores que inciden en el bienestar
subjetivo de las personas, el optimismo ha sido una de las variables de personalidad que
más interés ha suscitado en los últimos años. La importancia del optimismo estriba en
su capacidad para producir un estado de ánimo que tiende a favorecer el bienestar
subjetivo, facilita el ajuste psicológico e incide favorablemente en los distintos ámbitos
de la vida (familiar, profesional, la salud, etc.)
Desde una perspectiva teórica, el optimismo puede ser considerado como un estilo
explicativo que tiene su origen en el desarrollo del modelo reformulado de la
Indefensión Aprendida y en la necesidad que tiene el ser humano de encontrar
explicación a lo que le sucede. Como se verá con más detalle en el siguiente capítulo,
las personas suelen adscribir los sucesos que le ocurren en base a tres grandes
dimensiones atribucionales: 1) Locus de control (interno-externo): en qué medida
consideran que los acontecimientos se deben a ellas o a los demás; 2)
Estabilidad (estable-inestable): en qué medida consideran que las causas de lo
ocurrido se mantendrán en el tiempo; y 3) Especificidad (específico-glo- bal): en qué
medida afecta a un área específica de la vida o tiene una influencia más global. En
general, los datos experimentales muestran que las personas optimistas tienden a atribuir
los éxitos a causas internas, estables y globales y los fracasos a factores externos,
inestables y específicos, patrón atribucional que genera una percepción de sí mismo más
favorable («sesgo autoensalzante»).

Otro modo de definir el optimismo es considerándolo como una variable disposicional


relacionada con la expectativa que la persona tiene sobre su futuro, esto es, como una
expectativa generalizada (estable a través del tiempo y las distintas situaciones) de que
en el futuro ocurrirán resultados favorables frente a los desfavorables. En términos
generales, todas las personas suelen pensar acerca de su futuro de manera relativamente
positiva. Sin embargo, en el caso de las personas optimistas, esta tendencia es mucho
más intensa y tiende a mantenerse incluso hasta cuando la evidencia existente
previamente es desfavorable.

Ambos tipos de optimismo son evaluados mediante autoinformes. En el caso del


optimismo como estilo explicativo, se utiliza el Cuestionario de
Estilo Atribucional desarrollado por Peterson y colaboradores (1982), que se analizará
con detalle en el capítulo siguiente. En cuanto a la evaluación del optimismo como
disposición, se suele emplear el Test de Orientación Vital (Life Orientation Test; LOT),
un cuestionario elaborado por Scheier y Carver (1985) y adaptado al castellano por
Fernández y Bermúdez (1999), que consta de 12 ítems, 4 de control y 8 para medir el
optimismo, aunque en una versión revisada (Scheier, Carver y Bridges, 1994) se reduce
a 6 el número de ítems para medir el optimismo. Ambas escalas muestran adecuados
niveles de fiabilidad con una consistencia interna de 0,76 y 0,78, respectivamente, así
como una buena correlación test-retest que, en el caso de la escala abreviada es, por
ejemplo, de 0,68 (4 meses) y 0,56 (24 meses).
Dado que las personas optimistas tienen expectativas positivas tanto del presente como
del futuro, en cuanto que esperan que les sucedan cosas buenas, cabe esperar como
afirman Scheier y Carver (1992), que «mantengan cotidianamente niveles más elevados
de bienestar subjetivo en períodos de estrés que la gente menos optimista» (pág. 227).
El hecho de que las personas optimistas se enfrenten a la realidad diaria con unas altas
expectativas de que el futuro les deparará resultados favorables, promueve senti-
mientos positivos y mejora el ajuste psicológico. Aspectos que posiblemente influyen en
que las personas optimistas, en comparación con los pesimistas, suelen puntuar más alto
en la mayoría de los distintos indicadores de BS, como ponen de manifiesto los
resultados de numerosos estudios prospectivos, que indican que las personas con un alto
nivel de optimismo suelen tener más facilidad para establecer relaciones sociales y más
éxito en el ámbito académico y profesional.
Asimismo, las investigaciones realizadas en las dos últimas décadas señalan que el
optimismo tiene un efecto beneficioso en la salud de la población general y es un
recurso psicológico de primer orden para enfrentarse al estrés que producen los
diferentes traumas en el ámbito de la población clínica, actuando en muchas ocasiones
como un mecanismo psicológico que amortigua el efecto del estrés haciendo que la
persona sea más resistente.
ERICK
Igualmente, el optimismo disposicional está relacionado con un buen pronóstico o
recuperación en pacientes con trastornos cardiovasculares y cáncer, y con menor
morbilidad y mortalidad, incluyendo las que se producen por causas relacionadas con el
funcionamiento del sistema inmunológico, como el VIH o el cáncer (ver capítulo 14 de
este libro para un análisis más detallado de la relación entre optimismo y salud, así
como los posible mecanismos a través de los cuales incide en la enfermedad). Este
patrón o estilo de pensamiento optimista, basado en un sesgo atribucional que lleva a la
persona a interpretar los éxitos como debidos a sus atributos positivos, la creencia de
que el futuro le será propicio y la sensación de que tiene control sobre la realidad
(incluso cuando no existe tal posibilidad), constituye una fórmula que dificulta la
experiencia de estados afectivos negativos.
Aunque en términos generales, este patrón optimista de conducta puede considerarse
como beneficioso, en determinados contextos puede convertirse en desadaptativo,
especialmente cuando las ilusiones positivas asociadas al optimismo distorsionan
excesivamente el concepto de sí mismo o alteran peligrosamente la realidad,
produciendo un autoengaño que podría minimizar la percepción de riesgo en situaciones
de claro peligro para la salud.
CULTURA Y BIENESTAR SUBJETIVO

Concepto e implicaciones

La cultura sería a la sociedad lo que la memoria es a los individuos (Kluckhohn, 1954),


es decir, incluye lo que se transmite de generación en generación en una determinada
sociedad: procedimientos, hábitos, normas, creencias y valores compartidos que,
además, afectan a la información que se considera importante. No obstante, dentro de
cualquier cultura los individuos difieren en la medida en que adoptan y cumplen los
valores y comportamientos del grupo cultural al que pertenecen, e incluso, puede
hablarse de distintas subculturas dentro de una misma cultura con relación a los
aspectos que producen felicidad (Larsed y Eid. 2008). Existen estudios donde existe
conciencia de las características que definen las culturas individualistas y colectivas.

La búsqueda del bienestar y la felicidad es constante, existen datos que mencionan


diferencias culturales individualistas (comprometidos con la promoción y el
mantenimiento de un yo altamente independiente de los demás, y tienden a igualar una
vida feliz)

Angie

El proceso por el que se transmite a los miembros de una cultura los valores, creencias,
opiniones y conductas se conoce como aculturación . Como resultado de este proceso de
aculturación, podemos interactuar con la gente de nuestra propia cultura porque
compartimos el mismo lenguaje verbal y no verbal (p. ej., gestos, que pueden cambiar
de significado de unas culturas a otras, llegando a provocar importantes malentendidos
sí se desconocen esas variedades; cantidad de expresiones corporales que acompañan al
lenguaje verbal; el espacio personal que la gente necesita o puede permitirse, hecho que
suele implicar posición y poder) (ver Liebert y Spiegler, 2000, para una revisión).
Cuando las personas emigran a una nueva cultura experimentan una discontinuidad
entre las expectativas de su cultura de origen y las de la nueva cultura. Con el tiempo,
los inmigrantes y sus hijos tienden a cambiar su conducta y sus expectativas,
acercándose a los parámetros de la nueva sociedad.

Para ello, deben aprender la lengua, asociarse también con personas que no sean
miembros de su cultura de origen, seguir las costumbres (alimentación, hábitos de vida)
del nuevo medio más que los de la propia cultura, pudiendo incorporar elementos de las
dos culturas y moverse, según las situaciones, de una a otra, bajo la premisa de que
ambas comparten un mismo nivel de estatus (Cloninger, 1996). Las culturas se
diferencian en aspectos fundamentales como los siguientes (ver Kluckholm, 1956, Avia
1995, para una revisión):

Adarve

1. Su visión de la naturaleza humana como esencialmente buena o positiva, o mala,


negativa o perversa, así como en qué grado se defiende la posibilidad de cambio. La
sociedad norteamericana, por ejemplo, se basa en una concepción básicamente negativa
de la naturaleza humana pero modificable a través del esfuerzo y control constante.
Otras sociedades, como la española (Avia, 1995) tiene un concepto más tolerante de los
defectos humanos. No solo admite desviación de la norma, sino que a veces se valora
más esa conducta desviada (p. ej., saltarse los límites de velocidad al conducir) que la
conducta que la propia sociedad define como adecuada.

2. La relación que el hombre establece con la naturaleza. Mientras en las sociedades


industrializadas, la naturaleza se ha puesto al servicio del hombre, en las poblaciones
indígenas o en las sociedades rurales, el hombre depende de la naturaleza para su
supervivencia; o en las sociedades orientales la tranquilidad de espíritu se alcanza si hay
una relación armónica con la naturaleza.

3. La forma de entender el tiempo . Si bien en occidente, se prima el futuro,


especialmente en la sociedad norteamericana; o el presente y cierta improvisación, por
ejemplo, en el sur de Europa. En oriente o en la propia Inglaterra se guarda un enorme
respeto por el pasado y la tradición.

4. El tipo de personalidad más valorado . En la cultura norteamericana se valora en


mayor medida la personalidad activa que logra sus metas individuales, mientras que en
la cultura mediterránea se valora a la persona que sabe, por ejemplo, disfrutar de la vida.
O, en la oriental, la persona que actúa de acuerdo con las normas del grupo al que
pertenece para sacar adelante sus objetivos comunes.

5. Las formas habituales de las relaciones entre los miembros . En las sociedades más
individualistas se espera obtener satisfacciones personales a partir de la relación con los
demás. Sin embargo en las culturas donde prima más la colectividad, se valoran en
mayor medida la armonía en las relaciones y la colaboración de cada persona en el
bienestar colectivo.

También la cultura se ve influenciada por variables que podríamos considerar


ecológicas. Así, el terreno, el clima, la flora, la fauna, o los recursos naturales se
relacionan con el sistema de mantenimiento (patrones de subsistencia, estructuras
sociales, medios de producción) y con la cultura subjetiva. Por ejemplo, los relieves
elevados con grandes montañas o las tierras rodeadas de mares y océanos reducen la
probabilidad de difusión cultural, haciendo que la cultura de la zona sea más
homogénea, generando más normas y reglas sobre la conducta y el posible castigo en
caso de desviación, siendo además dichas normas más obedecidas por sus miembros en
aras de una convivencia estable (Triandis y Suh, 2002). El clima, por ejemplo, también
influye en la cultura.

La influencia de la cultura en la conducta y humana..

Según Salvador Giner, (en Sociología de1969 y 1976) consideraba que la cultura
consiste en contenidos de conocimiento y pautas de conducta que han sido socialmente
aprendidos. Además que requiere un proceso de aprendizaje, el cual es social, lo que no
sólo quiere decir que nace de la interacción humana, sino que la cultura consiste en
patrones comunes a una colectividad.

Claude Lévi-Straus 1908-2009 Define la cultura en base a las diferencias:


“Llamamos cultura a todo conjunto etnográfico que, desde el punto de vista de la
investigación, presenta, respecto a otras, diferencias significativas” “el término cultura
es empleado para agrupar un conjunto de diferencias significativas cuyos límites
coinciden aproximadamente”.

En la constante búsqueda del bienestar y la felicidad, sus posibles vías o procesos para
el alcance de las mismas, una variante que resulta interesante e imprescindible
considerar es la diversidad cultural.

Concepciones de los términos “Felicidad” y “Bienestar”

Evidentemente para profundizar en este tópico es relevante abarcar como conciben los
términos “felicidad” y “bienestar” las poblaciones con respectivas culturas. Lu y
Guilmour (citado por Bermúdez y otros, 2011) realizaron un estudio que consistía en
realiza a estudiantes chinos y norteamericanos qué significado tenía para ellos el
concepto de felicidad. Aunque todos los participantes coincidían en señalar que era un
estado positivo de la mente, los estudiantes chinos enfatizaban el cultivo de los valores
espirituales y la necesidad de lograr un balance emocional en su vida, subrayando la
importancia de alcanzar todas las expectativas sociales relacionadas con un sentido
amplio de la felicidad. Por su parte, los estudiantes norteamericanos hacían más énfasis
en los aspectos materiales, en las expectativas asociadas a la necesidad de disfrutar de la
vida que consideraban que estaba por encima de las restricciones sociales que limitan el
desarrollo personal de felicidad.

En general, la evidencia experimental aportada por las investigaciones transculturales


indica que los individuos pertenecientes a las culturas individualistas tienen mayor
percepción de BS que los individuos que pertenecen a las culturas colectivistas. Shu y
Koo (2008) sugieren dos posibles explicaciones para entenderlas diferencias
encontradas a nivel de BS entre estos dos tipos de cultura (individualistas vs
colectivista). En primer lugar, señalan que se necesita una mayor cantidad de sacrificio
de las necesidades instintivas y de los deseos para vivir una vida plena en la cultura
colectivista que en la individualista. En las culturas colectivistas el ser aceptado por los
otros adquiere una especial significación y constituye una de las mayores recompensas
sociales que la persona puede lograr.

Sin embargo, esta necesidad de obtener la aprobación de los demás supone limitar los
impulsos instintivosy los deseos de auto-gratificación, incluida la felicidad personal.
Una segunda explicación que proponen Shu y Koo (2008) es que el colectivismo puede
nutrir varias cualidades disposicionales que de manera no intencional producen
“baches” en el camino hacia la felicidad» (pág.421).

Una característica de las culturas colectivistas es, como hemos señalado previamente,
que sus miembros están especialmente preocupados por el establecimiento y
mantenimiento de relaciones sociales, y esta ppación supone la planificación de metas
orientadas a la prevención (no fracasar) más que a la promoción que son las que suelen
producir emociones positivas y BS.

Finalmente, señalar que de lo expuesto previamente no se puede deducir que «ciertas


culturas son intrínsecamente mejores que otras; simplemente significa que diferentes
culturas podrían tener diferentes opiniones acerca de qué es lo más conveniente
considerar» (Shu y Koo, 2008, pág. 423).

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