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TEMA 1.

- LOS NEGOCIOS JURÍDICOS

1.2. ELEMENTOS ESENCIALES DEL NEGOCIO JURÍDICO

Los elementos esenciales/necesarios son los indispensables para la existencia del negocio mismo y dentro de ellos se incluyen: La
forma: representa el aspecto externo del negocio y es un elemento esencial del mismo, puesto que la mera voluntad interna es
algo desconocido que se corresponde, tan solo, con la esfera de la conciencia individual. Inicialmente la forma de los actos de
derecho civil fue oral, y escrita tan solo a partir de la época posclásica, planteándose el problema de si la escritura tenía valor Ad
probationem (a los efectos de probar la voluntad manifestada) o As substantiam (como requisito de validez de negocio).

El contenido: Los negocios jurídicos representan una regulación de intereses. El contenido puede ser cualquier composición lícita
de intereses que las partes convengan y así, por tanto, el interés puede ser material y concreto o bien espiritual como sería si se
defiende el honor de una persona o su intimidad personal. La causa: Para Betti, la causa es el aspecto o la finalidad económico-
social que cumple el negocio. Jurídicamente, la causa negocial es la razón de ser, ante el ordenamiento, de acto dispositivo de la
autonomía privada.

1.3. ELEMENTOS ACCIDENTALES

Presuponen alteraciones establecidas por las partes, que en virtud del principio de autonomía de la libertad, se convierten en lex
privata del propio negocio, es decir, se convierten en declaraciones negociales vinculantes con el mismo valor que la lex pública. En
este sentido, se manifiesta asimismo el artículo 1091 del Código Civil: “las obligaciones que nacen de los contratos tienen fuerza de
ley y las partes contratantes deben cumplirse a tenor de las mismas”.

La condición: es la supeditación de los efectos del negocio jurídico a la realización de un hecho futuro y, objetivamente incierto.
Quedan excluídas as condiciones en los Actus Legitimi (actos jurídicos más importantes de la sociedad romana y que no admitían la
posibilidad de intervención de circunstancias modificativas de los efectos presentes del negocio en el momento de conclusión del
mismo) como la mancipatio y la hereditatis aditio (aceptación de la herencia). /

La dogmática moderna suele distinguir entre: -condición suspensiva: tiene lugar cuando los efectos del negocio no se producen
hasta que se verifique la condición o evento previsto. -condición resolutoria: cuando cesan los efectos del negocio al producirse la
condición o evento previsto. En el derecho romano clásico, por no concebirse la revocación de la propiedad romana, no fueron
admitidas las condiciones resolutorias pero se lograron resultados semejantes mediante el establecimiento de pactos resolutorios.

Este es el caso de compraventa condicionada al evento de aparición de un mejor comprador (in diem addictio) o de impago por el
comprador del precio dentro del plazo (lex commissoria). Las condiciones pueden ser: positivas, si prescriben o contemplan un
hecho; y negativas, si contemplan una omisión. Pueden ser:

potestativas y causales según que intervenga o no, respectivamente, un determinado comportamiento de las partes. Y dentro de
las potestativas, se incluyen también las potestativas negativas (consistentes en una actitud negativa y que se hacen depender de
un no hacer por parte de la persona a quien se impone la condición. Por ejemplo: se instituye como heredera a una persona con la
condición de que no ascienda al capitolio- si capitolium non ascenderis).

Otra distinción es la que se establece entre expresas y tácitas. Condiciones expresas si de una manera explícita establecen la
supeditación de los efectos del negocio al acaecimiento del evento. Y tácitas si dicha subordinación se establece tan solo
implícitamente. Son inadmisibles las condiciones imposibles, es decir, aquellas en las que el evento sea irrealizable, por ejemplo, si
tocaras el cielo con el dedo (si digito caelum tetigeris).

Tampoco surten efecto las condiciones ilícitas o torpes, que son aquellas en que el suceso previsto supone una actuación contraria
al ordenamiento jurídico o a las costumbres sociales. Efectos de la condición suspensiva Durante el periodo de incertidumbre o de
pendencia de la condición suspensiva, el negocio jurídico no entra en vigor, si bien puede producir ciertos efectos de carácter
anticipado tendentes a asegurar la conservación del derecho mismo. En este sentido dispone el artículo 1121 del Código Civil: “El
acreedor puede, antes del cumplimiento de las condiciones, ejercitar las acciones procedentes para la conservación de su
derecho”. Por otra parte, en Roma pendientes de cumplimiento la condición en los negocios sometidos a condición suspensiva, se
tiene por cumplida la condición cuando alguien dolosamente (intencionadamente) impida su cumplimiento.

En este sentido dispone el artículo 1119 del Código Civil: “Se tendrá por cumplida la condición cuando el obligado impidiese
voluntariamente su cumplimiento”. Efectos de la condición resolutoria Pendiente la condición resolutoria, en Roma no fue
regulada; el negocio produce todos sus efectos, los cuales únicamente cesan, cumplida la que fuera la expresa condición
resolutoria. El término: consiste en la supeditación de los efectos del negocio a un hecho futuro y objetivamente cierto, es decir,
que necesariamente tiene que llegar aunque se ignore su fecha de llegada, hecho éste a partir del cual han de comenzar o cesar los
efectos del negocio mismo.
El término dies (en latín) es la supeditación de os efectos del negocio a un plazo. Puede distinguirse entre término inicial o
suspensivo (dies a quo- día a partir del cual), que señala el momento a partir del cual comienzan los efectos del negocio mismo.

Y término final o resolutorio (dies as quem- día hasta el cual), que indica el momento o fecha en que han de cesar los efectos del
negocio mismo.

Al igual modo que en la condición no puede admitirse el término en los actus legitimi, y así mismo en el derecho clásico, al igual
que en la condición, el término resolutorio que era desconocido, era sustituido por un pactum (pacto) o cláusula resolutoria.
Finalmente podemos distinguir las siguientes modalidades de término:

-Dies certus an certus quando: (día cierto y cierto el cuando), es decir, se sabe que llegará el día y cuando llegará. Ej.: te entregaré la
casa el 3 de marzo. -Dies certus an incertus quando: (día cierto e incierto el cuando): se sabe que llegará el día pero no cuando
llegará. Ej.: la muerte de una persona. -Dies incertus an certus quando: se desconoce si llegará o no el día, pero de llegar se sabe el
momento de llegada. Ej.: al alcanzar Paulo la mayoría de edad. -Dies incertus an incertus quando: no se sabe si llegará el día ni
cuando llegará. En este caso se trata más bien de una condición. Ej.: el día en que mi heredero Ticio se case con Gala.

El modo. Podemos definir el modo como la carga que el autor de una liberalidad (donación, institución de heredero, la disposición
de un legado o de un fideicomiso) establece a cargo del beneficiario, sin que ello suponga condicionar los efectos del negocio a la
ejecución del modo (modus), mientras que la persona agravada por una condición debe proceder al cumplimiento de la misma, o
bien afianzar su no cumplimiento, si fuese una posición potestativa negativa, a fin de adquirir el beneficio que se le atribuye, en
cambio, la persona agravada por un modo adquiere inmediatamente la ventaja patrimonial atribuida, siendo independientes los
efectos del negocio, del cumplimiento o no por parte de beneficiario, de la actividad requerida por el autor de la liberalidad. No
obstante, para asegurar el cumplimiento del modus, el otorgante, en ocasiones, podía exigir del beneficiario la prestación de una
fianza (cautio), o bien fijarse una estipulación penal (Stipulatio Poenae) para el caso de beneficiario/donatario incumplidor.

En el Derecho Clásico, la imposición de un modus imposible o ilícito no era obstáculo para la validez de negocio, en el Derecho
Justiniano en cambio, dicha circunstancia determinaba la invalidez del negocio, si el modus era un elemento principal del negocio
mismo. Los negocios de liberalidad modales dieron lugar al establecimiento de las fundaciones (patrimonios con destino a un fin-
beneficiencia, instituciones eclesiáticas…)

1.4. VICIOS DEL NEGOCIO JURÍDICO

Podemos indicar que en las fuentes romanas no se construyó una teoría general sobre los vicios de la voluntad, pero según la
dogmática moderna, son definibles como aquellas circunstancias o situaciones que influyen sobre la voluntad de los sujetos de un
negocio jurídico, y provocan una divergencia (discrepancia) entre voluntad interna y voluntad manifestada o declarada: -
SIMULACIÓN: en la actualidad podríamos distinguir entre simulación absoluta, que tiene lugar cuando las partes aparentan realizar
un negocio con la intención de no celebrar negocio alguno, y simulación relativa en cambio, cuando las partes realizan
aparentemente un determinado negocio queriendo llevar a cabo en realidad otro distinto.

De tal modo, que bajo negocio simulado se oculta otro realmente querido, que es el negocio disimulado. A pesar de no existir en
Roma una teoría general sobre la simulación, podría afirmarse que la simulación absoluta conduce a la nulidad radical del negocio,
y en cuanto a la simulación relativa (Ej.: venta que oculta una donación), el derecho Justinianeo estimó que es ineficaz el negocio
simulado o aparente, y válido el negocio disimulado si fuese lícito y tuviese una notable importancia práctica. -RESERVA MENTAL:
podría definirse como la declaración hecha para producir en el otro sujeto la opinión errónea de que el declarante tiene la voluntad
declarada, siendo diversa su voluntad interna, y ya se proceda con fin malévolo o bueno.

Efectos: mientras que en el Derecho Clásico prevalece la voluntad declarada y es, por tanto, válido el negocio e irrelevante la
reserva mental, en cambio, en el Derecho Justinianeo, la reserva puede anular el negocio por excluir un consentimiento verdadero.
-ERROR: consiste en el conocimiento equivocado de una cosa o de un hecho, basado sobre la ignorancia o el incompleto
conocimiento de la realidad de esa cosa o de ese hecho (error de hecho), o de la regla jurídica que lo disciplina (error de derecho).
En general, para que el error pueda invalidar la declaración de voluntad, y por consiguiente el negocio, el error ha de ser esencial,
es decir, constituir la causa principal o determinante del negocio.

El error de hecho se subdivide en:

Error in negotio, es el error sobre la índole, o consideración de la misma, del negocio del que se trate, y que siempre se estima vicio
invalidante. Error in persona, es el error sobre la identidad de la persona. Solo anula el negocio si la referida persona fuese esencial
para el negocio mismo.

Error in corpore, (error en el cuerpo), error sobre la identidad física absoluta de la cosa u objeto de negocio. Siempre invalida el
negocio (cuando una de las partes pretende vender una finca y la otra se cree que pretende venderle otra diferente).
Error in substantia, (error en la sustancia), error sobre la existencia o cualidades esenciales de la cosa.

Error in qualitate, sobre las cualidades secundarias de la cosa. No determina la nulidad del negocio.

Error in quantitate, sobre la cantidad, que solo en ciertos supuestos invalida el negocio.

DOLO: se llama dolo a todo artificio, engaño o fraude por el cual se induce a una persona a otorgar un negocio jurídico, que de otro
modo no habría consentido, o lo habría hecho en distintas condiciones. Puede distinguirse entre:

Dolo causante: es aquel que tiene influencia sobre la realización del negocio mismo, que sin él no se hubiese celebrado.

Dolo incidental: que únicamente influye en las condiciones más o menos favorables en que el acto se realiza. Los juristas romanos
hablan también de:

Dolus Malus: comportamiento consciente e inexcusablemente malicioso de una persona frente a otra para determinarle a la
conclusión del negocio.

Dolo Bonus: la malicia y trucos no ilícitos, normalmente utilizados en el comercio.

-VIOLENCIA: en su sentido más general, es la coacción ejercitada sobre una persona para determinarla a realizar o abstenerse. En
derecho romano podía abstenerse entre:

Violencia abosoluta, que es la vis impulsiva. Es la coacción física ejercitada por una persona sobre otra y que, generalmente, privaba
de efectos al negocio por inexistencia de voluntad negocial.

Violencia moral o intimidación, que es la vis compulsiva. Es la coacción psicológica o amenaza contraria al derecho, empleada por
una persona para determinar a otra a manifestar una determinada voluntad negociable. Únicamente anulaba el negocio ésta
última si la amenaza no fuese de un mal grave e injusto.

TEMA 2.- STATUS PERSONAE

2.1. LA CONDISCIÓN JURÍDICA DE LA PERSONA EN EL DERECHO ROMANO. COMIENZO Y FIN DE LA PERSONALIDAD JURÍDICA EN
ROMA. EL PROBLEMA DEL NASCITURUS

Desde la perspectiva del derecho romano, son sujetos de derecho o sujetos con capacidad jurídica todos aquellos seres a quienes el
ordenamiento considera como titulares de derechos y obligaciones. Ahora bien, para que dichos sujetos puedan intervenir por sí
mismos como sujetos activos de derecho y actuar con eficacia en el mundo del tráfico jurídico se precisa, además, que concurra
respecto de los mismos, no solo la capacidad jurídica, sino también la capacidad de obrar.

En cuanto a la capacidad jurídica, no toda persona era sujeto de derecho y así, por ejemplo, el esclavo no era sujeto sino objeto de
derecho (era una cosa). Y en cuanto a la capacidad de obrar o capacidad para emitir declaraciones de voluntad aptas para la
creación, modificación o extinción de relaciones jurídicas, solo gozaban de ellas las personas en quienes concurriesen estos tres
estatus:

Familiae: se requería ser paters familias (padre de familia).

Civitatis: se requería ser ciudadano romano. (Los peregrinos no tenían capacidad de obrar hasta que no extendió la ciudadanía a
todos los habitantes del Imperio)

Libertatis: se requería ser hombre libre, no esclavo. Por otra parte, el término persona, en su acepción actual, fue desconocido por
la jurisprudencia clásica, y solo surgiría en época muy tardía. En Roma, para el nacimiento de una persona física, humana o natural
se requería el nacimiento de un ser vivo y vital (con viabilidad de vida), con forma y naturaleza humanas.

Ya en el Derecho Romano se acuñaría “El nacimiento exigía la completa separación del ser vivo del claustro materno”, dicha
concepción produjo grandes efectos jurídicos. En la actualidad también lo contempla el artículo 29 del Código Civil, según el cual el
concebido se entiende por nacido para todos los efectos que le sean favorables, siempre que nazca con las condiciones que expresa
el artículo 30 del Código Civil, es decir, que tuviere figura humana y viviere veinticuatro horas enteramente desprendido del seno
materno.

La prueba del nacimiento: con la existencia en Roma del censo, parece ser que con Augusto existía un registro de recién nacidos. La
personalidad jurídica de las personas físicas se extingue con la muerte, cuya prueba correspondía en el derecho romano a la
persona para quien se derivasen ventajas de la referida muerte.
2.2. STATUS FAMILIAE: POTESTAS PATRISFAMILIAS, PERSONAS SUI IURIS Y ALIENI IURIS.

(El papel del Pater) Pueden distinguirse dos tipos de familia romana:

Familia romana arcaica: estaría representada por el conjunto de personas sujetas a la patria potestas o a la autoridad del
paterfamilias, cuyo poder se extendía al ius vitae et necis sobre los hijos, y el ius vendendi sobre los mismos. Esta familia estaba
integrada tanto por los hijos de generación directa, como por los adoptivos (esclavos, animales e incluso la tierra cultivable); de la
misma sólo quedaban excluidos los parientes por parte de la mujer y los hijos emancipados. En virtud del estatus familiae, que
determinaba la inclusión de cada ciudadano en una sola familia, cada ciudadano podía pertenecer a dos grandes categorías:

SUI IURIS, eran los jefes de familia (pater de familias), que no dependían de ninguna potestas, o también quienes no tenían
ascendientes legítimos y los liberados de los ascendientes, es decir, los emancipados.

ALIENI IURIS: son los sometidos a la potestad de otras personas, y éstos a su vez podían estar frente al pater familias en algunas de
las siguientes tres situaciones: - In potestate, situación de los hijos. - In manu, situación de la esposa. - In mancipio, situación de los
esclavos sometidos al mancipium del pater familias. En la familia el pater era el único sujeto económico, de suerte que todo lo
adquirido por los hijos y esclavos pasaba a formar parte del patrimonio del pater, y sólo en una época posterior se posibilitaría la
libre administración por los hijos, con independencia del pater, de una pequeña masa de bienes o peculio. Podemos indicar que,
ante la ausencia de un fuerte núcleo estatal, la familia romana primitiva asumiría funciones políticas, así el autogobierno, el orden
disciplinario y la creación de cultos religiosos propios.

Familia propio iure dicta: es la familia en sentido moderno, y que representaría un organismo constituido tan solo por los padres y
los hijos, y a la que únicamente se alude muy tardíamente por los juristas romanos.

TEMA 7.- DERECHOS REALES I 7.1. CONCEPTO DE COSA EN DERECHO ROMANO

En su acepción más general, las cosas son el objeto de la propiedad y de los derechos reales, si bien jurídicamente, sólo son cosas
las entidades útiles para los hombres, accesibles, apropiables y dotadas de un valor económico.

7.2. CLASIFICACIÓN DE LAS COSAS

La distinción más antigua es la que se establece, como apunta Gayo (jurista del siglo II d.C.) entre las res mancipi y las res nec
mancipi. - Las res mancipi: eran las cosas de mayor valor tales como el esclavo, los animales de tiro y carga y las fincas situadas en
suelo itálico. Precisaban para su transmisión de un negocio jurídico solemne que era la mancipatio. La res nec mancipi: eran las
restantes cosas de poco valor y de menos importancia para cuya transmisión bastaba un negocio jurídico más simple y exento de
formalismo (no solemne) que era la tracitio. -

A partir de la época clásica esta distinción perdería interés llegando a desaparecer en el corpus iuris civilis de Justiniano. Desde otro
punto de vista puede distinguirse entre res in patrimonium y res extra patrimonium: - Res in patrimonium: son aquellas cosas que
se encuentran en el patrimonio de los hombres y con las que se puede comerciar. - Res extra patrimonium: son aquellas cosas que
figuran fuera del patrimonio de los hombres, es decir, que no pueden incluirse dentro de los bienes de una persona, y que por
tanto no son susceptibles de negocio jurídico alguno. Dentro de este tipo de cosas existen varias categorías:

Las res derelictae: son las cosas abandonadas por su dueño con intención de renunciar a su propiedad y que por tanto pueden ser
adquiridas por cualquiera que las ocupe. o Las res nullius: son las cosas de nadie carentes de dueño y que también eran
susceptibles de ocupación por cualquiera. o Las res extra commercium: cosas fuera de comercio no susceptibles de trafico jurídico y
dentro de estas se incluirían:

Las res sacrae: cosas sagradas, son las cosas sagradas o consagradas a un culto religioso como los templos Las res religiosae:
aquellas cosas a las que la religión hubiese dado un especial significado, principalmente las cosas destinadas al reposo de los
muertos, tales como los sepulcros o los cementerios.

Las res sanctae: cosas santas pertenecientes a la ciudad tales como sus puertas y sus murallas. Las res comunes: eran las cosas de
todos tales como el aire, el agua corriente y el mar. Las res publicae: cosas públicas destinadas al uso y servicio público y que por
exigencias sociales pertenecían a la comunidad tales como calles o plazas. - Cosas consumibles y no consumibles: o Cosas
consumibles que son aquellas que se destruyen por su uso tales como los comestibles y los combustibles. o Cosas no consumibles o
inconsumibles, que son aquellas cuyo uso no las destruye o consume, tales como las casas, los fundos, etc.

- Cosas fungibles y no fungibles: o Cosas fungibles, susceptibles de sustitución por otras, cosas genéricas tales como el aceite, el
vino y el dinero. o Cosas no fungibles que son las no susceptibles de sustitución por otras, cosas específicas tales como una obra de
arte.
- Cosas divisibles e indivisibles: o Cosas divisibles, que zona aquellas susceptibles de fraccionamiento sin por ello perder su
naturaleza jurídica, tales como una cantidad de dinero o un fundo sin edificar

o Cosas indivisibles serían aquellas que no pueden ser fraccionadas sin menoscabo, sin que disminuya considerablemente su valor
o bien se altere su naturaleza jurídica, como un animal, un edificio…

- Cosas corporales e incorporales: o Cosas corporales, que son aquellas que se puede tocar con las manos, es decir, aquellas que se
perciben con los sentidos y que tienen una existencia concreta en la naturaleza, tales como una casa, un animal… o Cosas
incorporales, son las intangibles que solo se perciben por el entendimiento y según la doctrina clásica solo tienen una existencia
intelectual como los derechos de servidumbre, de superficie, etc.

- Cosas fructíferas y no fructíferas o Cosas fructíferas, puede general frutos, las entidades materiales con existencia separada,
autónoma y distinta respecto de la cosa que las produce y que no presupone alteración respecto de la esencia y sustancia de la
misma. o Cosas no fructíferas serían aquellas que no generan frutos.

- Cosas simples y compuestas o Cosas simples son aquellas que tienen una unidad unitaria, como un caballo o un libro. o Cosas
compuestas resultan de la unión o conexión más o menos intensa de varias cosas simples como un edificio o nave.

- Cosas principales y accesorias o Cosas principales son aquellas que tienen existencia autónoma y sustancialidad propia y distinta,
como un fundo. o Cosas accesorias son las incorporadas por voluntad de los interesados a otra cosa considerada como principal
para aprovechar y servir al uso de la cosa principal pero sin necesariamente, según la doctrina moderna, formar con ella una unidad
de destino económico, como los instrumenta fundi tales como esclavos, animales y aperos de labranza, que a pesar de ser
independientes son puestas al servicio del fundo en cuanto que explotación agraria.

7.3. CARACTERÍSTICAS DE LOS DERECHOS REALES POR CONTRAPOSICIÓN A LOS DERECHOS PERSONALES

Desde el punto de vista del derecho romano si la acción ejercitada era una actio in rem estaríamos en presencia de un derecho real,
es decir, de un derecho que recae sobre las cosas, mientras que si la actio era un actio in personam, una acción personal,
estaríamos en presencia de un derecho de obligación o de crédito.

En segundo lugar por razón de su eficacia el derecho real en cuanto que derecho absoluto es ejercitable y puede hacerse efectivo
contra todos, erga omnes; mientras que el derecho personal de obligación, como típico derecho relativo, sólo puede exigirse y
hacerse efectivo de la persona del deudor. En tercer lugar, y por razón del poder que atribuyen al titular, el derecho real implica un
poder sobre una cosa; el derecho de crédito un poder o facultad contra la persona del deudor para exigirle una prestación de hacer
o de no hacer.

Desde el punto de vista de las personas que intervienen en la relación jurídica, se suele decir que en el derecho real intervienen un
sujeto activo, individualmente determinado, que es el titular del derecho; y un sujeto pasivo, colectivo e indeterminado, que es la
comunidad. Mientras que en el derecho de obligación figura un sujeto pasivo que está también individualmente determinado
constituido por el deudor o deudores.

Por razón del objeto, el objeto del derecho real es una cosa corporal, específica y determinada, mientras que el derecho de crédito
tiene siempre por objeto directo una prestación o acto del deudor. El ultimo criterio de distinción, por la diversa importancia que la
voluntad y la ley tienen en el ordenamiento, mientras que los derechos de crédito pueden nacer bajo las fórmulas más variadas y se
rigen por el principio de autonomía de la voluntad, los derechos reales por el contrario toman su configuración de la ley y obedecen
en lo esencial al principio de orden público.

TEMA 8.- DERECHOS REALES II: LA PROPIEDAD

8.1. CONCEPTO Y EVOLUCIÓN ROMANA DE LA PROPIEDAD.

La propiedad, en su acepción más restringida y técnica, es un derecho real que recae sobre cosas corporales, y que se diferencia de
los restantes derechos reales en que atribuye a su titular un poder general y pleno sobre la cosa. La propiedad representa una
facultad de apropiación sobre los bienes, excluyendo a todos los demás del gozo y disfrute de los mismos. Frente a la propiedad,
que es un concepto económico jurídico, con un significado predominantemente objetivo que acentúa la relación de pertenencia de
la cosa a la persona, en cambio, la palabra dominio tiene un sentido predominantemente subjetivo, que implica la potestad que
sobre la cosa corresponde al titular. Como tipos históricos de la propiedad podemos destacar:
Dominium ex iure quiritium (dominio por derecho quiritario). Es durante algún tiempo la única forma de propiedad reconocida por
el ius civile. Sus requisitos formales fueron los siguientes:

1) que el sujeto titular del dominio fuese un ciudadano romano o bien un latino, al cual se le hubiese otorgado el ius comercii;

2) que el objeto del dominium fuese una cosa mueble o un bien inmueble sito (situado) en suelo itálico;

3) que la adquisición se llevase a cabo mediante un modo civil, es decir, la mancipatio para las res mancipi, la traditio para las res
nec mancipi y la in iure cessio para ambar modalidades;

4) en los casos de transmisión de una cosa de una persona a otra, era preciso además que el transmitente ostentase a su vez el
dominium ex iure quiritium sobre la cosa transmitida.

Propiedad bonitaria pretoria o in bonis habere. Esta era la propiedad surgida de la protección concedida por el pretor a los que,
por no haber adquiridos con arreglo a los modos civiles solemnes, fuesen meros poseedores de las cosas. Dicha protección
consistía:

1) en la atribución a dichos poseedores de la exceptio rei venditae et traditae (excepción de la cosa vendida y entregada), frente a
la acción que intentase el propio Dominus (propietario) transmitente de la cosa para la recuperación de la misma;

2) en segundo lugar, dicha protección consistía en la concesión a dichos poseedores del remedio representado por la actio
republicana, por cuya virtud se fingía a favor de dichos poseedores que había transcurrido el tiempo suficiente en su posesión para
adquirir la propiedad de la cosa mediante la usucapión. Propiedad provincial.

Se ha discutido por numerosos romanistas si se puede o no hablar de propiedad provincial, por cuanto que el derecho de
propiedad, privada o particular, sobre bienes inmuebles sólo era posible respecto del sueo itálico. Los fundos (fincas) situados, en
cambio, en suelo provincial, es decir, fuera de Italia, pertenecían al Estado, el cual no obstante, podía conceder a los particulares su
uso o disfrute mediante el pago de in tributo o canon.

Con la supresión de la distinción entresuelo provincial e itálico y la consiguiente imposición de tributos también a los fundos
itálicos, esta modalidad de propiedad desaparece del derecho romano.

Propiedad de los peregrinos (extranjeros). Si bien los peregrinos no podían ser propietarios por derecho quiritario, regulándose su
capacidad jurídica por el ius Pentium, a pesar de ellos, el pretor peregrino concedió cierta protección a la propiedad de hecho
correspondiente a los peregrinos, con la Constitutio Antoniniana (de Antonio Caracaldo), del 212 d.C. , desaparecería la condición
jurídica de los peregrinos y se produce la unificación del derecho de propiedad.

8.2. MODOS ORIGINARIOS DE LA ADQUISICIÓN DE LA PROPIEDAD

Son modos de adquisición del dominio aquellos hechos jurídicos a los que la ley reconoce la virtud de originar el dominio de una
persona. Son originarios los modos de adquirir la propiedad independientemente de un derecho anterior de cualquier otra
persona, y derivativos los que hacen adquirir una propiedad fundada en un precedente derecho que tenía otra persona. Modos
originarios:

Ocupación. Modo de adquisición originario consistente en la aprensión o toma de posesión de una cosa que no tiene dueño (res
nullius) con intención de hacerla propia. Como supuestos de ocupación podemos citar: - Insula in mari nata. La isla nacida en el
mar, que puede pertenecer al primero que la ocupe por carecer de un dueño efectivo anterior.

Pesca y caza. Sólo pueden adquirirse por ocupación los animales salvajes que están en estado de libertad natural, así
como los domesticados que hubiesen huido de la custodia del dueño y que hubiesen perdido el animus revertendi (intención de
regresar). No son susceptibles de ocupación los domésticos. - También son susceptibles de ocupación las res derelictae, que son las
cosas libremente abandonadas por su dueño, exigiéndose para la ocupación de cosas inanimadas la intención inequívoca por parte
del dueño de las mismas de renunciar a su propiedad.

Res hostium. Podía así mismo adquirirse por ocupación la propiedad de las cosas pertenecientes al enemigo o a
poblaciones con las que Roma no tuviese tratados de amistad. - Puede incluirse en la ocupación la adquisición del tesoro, respecto
de la cual prevalecería una disposición del emperador Adriano, que pertenece por mitad al dueño del fundo en que se encuentre y
al descubridos, aplicándose esta regla incluso cuando el sitio del descubrimiento fuese un fundo público. Únicamente si e lugar del
descubrimiento fuese sagrado o religioso pertenecía todo el tesoro al descubridor.

2. Accesiones. Es un modo de adquisición de la propiedad consistente en la unión o incorporación de una cosa a otra natural o
artificialmente, para integrarse ambas en un solo cuerpo. Pueden distinguirse las siguientes modalidades: o Accesión de inmueble a
inmueble:
Alluvio: es el incremento o acrecentamiento que las fincas de las heredades confinantes con los ríos reciben paulatinamente por
efecto de la corriente de las aguas. El incremento se atribuye a los propietarios ribereños.

Avulsio: es una fuerza del río consistente no ya en una incorporación lenta sino en una repentina operada por el ímpetu de la
corriente de un río y de una porción destacada de un predio (finca) superior a otro predio situado más abajo, que es el predio
inferior.

Alveus derelictus: (cauce abandonado) cuando un río público variaba de cauce (alveo) el lecho abandonado se adquiría por los
dueños de los predios situados en las que fuesen sus orillas.

Insula in flumine nata: (la isla nacida en el río) la isla que emergía en un río público se repartía también entre los propietarios de los
fundos ribereños sitos frente a ella. Accesión de mueble a mueble: Ferruminatio: unión de dos objetos metálicos operada por
soldadura de la propia materia. El propietario de la cosa principal se hace dueño de la accesoria.

Scriptura: el dueño de la materia en que se escribió se hace dueño de lo que en ello se hubiese escrito. Pictura: la solución
propuesta por el derecho justinianeo es contraria al hecho anterior. Es el propietario de la obra pictórica el que adquiere por
accesión la tabla, tela… sobre la que hubiese pintado.

Textura: los hilos adheridos a un paño eran propiedad del dueño del tejido, por lo tanto el dueño de la materia se hace dueño de lo
añadido. Accesión de mueble a inmueble: los romanos mantuvieron el principio de superficies solo cedit (lo que esté sobre la
superficie cede al suelo).

Tipos:

Inaedificatio: es la hipótesis de construcción de un edificio en suelo ajeno. Toda obra humana fijada de un modo estable al suelo y
principalmente los edificios pertenecen por accesión al dueño del suelo.

Implantatio satio: lo mismo sucedía con las plantas,una vez arraigadas y con las semillas sembradas (siempre pertenecían al dueño
de la tierra).

8.3. MODOS DERIVATIVOS DE ADQUISICIÓN DE LA PROPIEDAD

Son unos modos que hacen adquirir una propiedad fundada en una precedente de hecho que tenía otra persona y por tanto sujeta
las mismas características que presentaba para el dueño precedente. A diferencia de gran parte de los ordenamientos jurídicos
modernos que han prescindido de la modalidad de los modos de adquisición de la propiedad y que admiten la transmisión de la
misma en virtud del mero acuerdo o consentimiento de las partes, en Roma, en cambio, el mero acuerdo o consentimiento no es
suficiente para transmitir la propiedad, requisándose para ello la concurrencia de alguno de los modos típicos de transmisión a
título singular: la mancipatio, iure cessio, traditio y usucapio. o Mancipatio.

Fue un modo solemne y arcaico de transmitir el dominium ex iure quiritium (dominio por derecho quiritario) y solo podía utilizarse
por los ciudadanos romanos o por aquellos que tuvieran el ius comercii (derecho de comerciar con ciudadanos romanos) y respecto
de las res mancipi (cosas de mayor valor). Sus formalidades fueron las siguientes: en presencia de cinco testigos, ciudadanos
romanos y púberes (12 años chicas y 15 chicos), y de una sexta persona, que era el libripens (agente público que sostenía la
balanza), el que fuese a adquirir la propiedad (que es el mancipio accipiens) golpeaba la balanza con un trozo de bronce, y al mismo
tiempo pronunciaba una fórmula solemne, afirmando que la cosa era suya, con arreglo al derecho quiritario, porque la compraba
valiéndose del metal y de la balanza.

Si la cosa era mueble debía estar presente, y si era inmueble se utilizaba algún objeto que la simbolizase (una teja, una porción de
tierra…), desapareciendo con posterioridad este requisito. La mancipatio fue, originariamente, una venta en la cual el metal era el
precio, pero con posterioridad, perderá este carácter de compra-venta efectiva, convirtiéndose en una imaginaria venditio
(compra-venta imaginaria), es decir, en un negocio jurídico abstracto de múltiples aplicaciones y variadas finalidades. Así, por
ejemplo, se utilizaba para transferir la patria potestas sobre a mujer o sobre los hijos, así como para fines testamentarios. Aunque
fue utilizada en las épocas clásicas y postclásicas, paulatinamente iría desapareciendo.

In iure cessio. Otro modo derivativo de transmisión del dominio, también muy antiguo y que, a diferencia de la mancipatio, servía
para las res mancipi y res nec mancipi. Consistía en un traspaso de la propiedad, hecho ante el magistrado y desarrollado en la
forma de iniciación de un proceso acerca del dominio de la cosa. Representaba la simulación de un pleito en el cual las partes se
ponían previamente de acuerdo. El adquirente actuaba como demandante y el transmitente como demandado allanándose este
último (el demandado) a las pretensiones del primero y verificando el magistrado la addictio de la cosa al supuesto actor. La iure
cessio fue un negocio jurídico de naturaleza marcadamente abstracta, es decir, que transmite la propiedad prescindiendo de la
naturaleza y del negocio causal (compraventa, donación…).
Desapareció paulatinamente, incluso antes que la mancipatio. o Traditio. Modo derivativo de transmitir el dominio, más
espiritualizado y simbólico que los anteriores, y que servía tan solo en el derecho clásico para las res nec mancipi, ya que las res
mancipi tenían en la mancipatio su forma propia de transmisión.

La traditio consiste en la entrega de una cosa con la intención de transferir/transmitir a aquel en cuyo favor se hiciera la entrega, la
propiedad de la misma, y en virtud de una justa causa. Los elementos integrantes de la traiditio son: - Corpus. Elemento formal;
entrega del cuerpo. - Elemento subjetivo, representado por la intención de transmitir la propiedad del transmitente (tradens) y de
adquirirla el adquirente (accipiens). - El tercer elemento es muy discutido y de naturaleza estrictamente jurídica, que es la iusta
causa traditionis (justa causa de la tradición), por cuanto que la traditio no es un negocio jurídico abstracto, sino que requiere de
una justa causa, es decir, fundamento o motivo inmediato que justifique la actuación de las partes (compraventa, donación…). o
Usucapión.

La usucapio o usucapión puede definirse como la adquisición del dominio o de la propiedad por la posesión continuada del objeto
durante un cierto tiempo en las condiciones que señala la ley. Los juristas modernos la denominan también prescripción
adquisitiva. Se discute si la usucapión debe encuadrarse entre los modos originarios o derivativos de adquisición de la propiedad, e
incluso se estima por algunos autores que se trataría de un modo de adquisición especial al margen de los originarios y los
derivativos. Desde el punto de vista histórico, en el derecho romano, podemos distinguir tres fases en el modo de adquirir: a.
Usucapio del ius civile.

Tiene una antigüedad remotísima y puede que las XII Tablas presupongan ya su existencia. Servía para la adquisición del dominium
ex iure quiritium, y se corregían con ella las consecuencias de otros modos de adquisición que hubiesen resultado defectuosos. El
plazo de posesión era de dos años para los inmuebles y de un año para los muebles.

Sin embargo, existían ciertas cosas que no fueron susceptibles de usucapión, como es el caso de la res extra commercium, res
furtivae y res vi poséase (las arrebatadas por la fuerza). La jurisprudencia de finales de la República llegó a señalar dos requisitos
para la usucapión. - Iusta causa, que era la causa que sirve de fundamento a la posesión y consiste en una cierta relación con quien
anteriormente tenía la cosa, relación ésta que siendo defectuosa para transferir por sí sola el dominio inicia y justifica, sin embargo,
la posesión.

- La buena fe del poseedor. Es un requisito de carácter psicológico, consistente en la convicción de que al tener o poseer la cosa no
se lesiona ningún derecho ajeno. b. Praescriptio longui temporis. (Praescriptio de largo tiempo) del derecho honorario. Frente a la
usucapión, que era una institución del ius civile y era aplicable, tan solo, entre los ciudadanos romanos y respecto de las cosas
susceptibles del dominio criterio, esta praescriptio fue una institución del derecho Pentium/de gentes, introducida por los pretores
para proteger las adquisiciones de los peregrinos o las realizadas por los ciudadanos romanos respecto de los previos provinciales.

Recibió el nombre de exceptio o praescriptio porque en su origen fue una excepción o remedio procesal para detener la
reivindicación del propietario. El plazo fijado para esta prescripción era de 10 a 20 años según se tratara de presentes o ausentes. c.
Praescriptio adquisitiva. Podemos indicar que en los últimos tiempos del Imperio, al adquirir todos sus habitantes la categoría de
ciudadanos romanos, y al igualarse también la condición jurídica de los fundos romanos y de los previos provinciales, desaparece ya
la distinción entre la usucapión y la prescripción de largo tiempo.

Justiniano refundó ambas instituciones y estableció las siguientes clases de prescripción: - Ordinarias de 3 años, con buena fe o
justo título para bienes muebles. - Ordinaria. De 10 a 20 años entre presentes y ausente respectivamente, concurriendo los
requisitos de buena fe y justo título para los bienes inmuebles. - Extraordinaria. Praescriptio longissimi temporis, de 30 años, y de
40 en los casos en que el poseedor careciera de buena fe.

TEMA 9.- DERECHOS REALES III: LOS DERECHOS REALES SOBRE LA COSA AJENA (servidumbre)

9.1. SURGIMIENTO DEL CONCEPTO DE DERECHO REAL SOBRE COSA AJENA: LAS SERVIDUMBRES. TIPOS DE SERVIDUMBRES.
CONSTITUCIÓN Y EXTINCIÓN DE LAS SERVIDUMBRES.

Si bien la propiedad es el derecho real por excelencia, existen también otros derechos ejercitables directamente sobre las cosas,
pero sobre cosas cuya propiedad pertenece a otra persona, estos serían los denominados iura in re aliena (derecho sobre cosa
ajena). La servidumbre (servitus) constituye precisamente un derecho real sobre cosa ajena, consistente en el poder de impedir
ciertos actos al dueño de ésta o en la facultad de utilizarla de cierta manera. Tipos de servidumbre: - Servidumbres personales, si
constituyen un gravamen (una carga) concebido de modo que beneficie a una persona determinada como tal persona.

Servidumbres personales son, por tanto, aquellas en que la cosa grabada sirve a la persona. - Servidumbres prediales. Si
constituyen un gravamen concebido de modo que beneficie al propietario, sea quien sea, de una finca. Servidumbres prediales
serían, por tanto, aquellas en las cuales el predio gravado (predio sirviente) sirve a otro predio (predio dominante). Las
servidumbres prediales se subdividen, a su vez, en servidumbres prediales rústicas, que satisfacen exigencias propias de la
agricultura, y prediales urbanas, que tienden a solucionar exigencias propias de los centros urbanos. Como servidumbres rústicas
más frecuentes podemos citar las siguientes:

Servidumbre de paso. Se subdivide en: - Iter. Concedía al titular del fundo dominante el derecho de pasar a pie o sobre un animal a
través del fundo ajeno. - Actus. Es el derecho de conducir o guiar animales o carros a través del fundo sirviente. - Vía. Es el derecho
de paso del titular del fundo dominante, a través del sirviente por el lugar que le resultase menos incómodo y le causara menor
daño. Servitus aquaeductus. Es el derecho de hacer pasar una corriente de agua por el fundo sirviente, bien por acequia al
descubierto (rivus), por acequia subterránea (specus) o bien por cañerías (fistulae).

Servitus aquae haustus. Consistente en poder sacar agua del fundo sirviente. Como servidumbres urbanas podemos citar las
siguientes:

Servitus stilicidii. Consistente en la facultad de verter las aguas de lluvia del tejado del predio dominante al sirviente sin encauzarlas
en conducción alguna.

Servitus fluminis. Cuando la caída de las aguas pluviales sobre el fundo vecino se hiciera a través de canales u otra modalidad de
conducción.

Servitus oneris ferendi. Derecho a apoyar una construcción sobre un muro o columna del vecino.

Constitución y extinción de las servidumbres Modos de constitución de las servidumbres - Por negocio jurídico entre el dueño de la
cosa y el que va a ser titular de la servidumbre. - Por negocio jurídico unilateral mortis causa otorgado por el propietario. - Por
prescripción adquisitiva, es decir, por usucapión, ya que podía adquirirse un derecho de servidumbre por su ejercicio prolongado. -
Por ley. Modalidad de constitución de la servidumbre ipso iure (significa por el mismo derecho).

Extinción. Podemos citar como modos de terminación de la servidumbre los siguientes:

- Confusión. Tiene lugar cuando el fundo dominante y el sirviente se hacen propiedad de la misma persona. - Renuncia del titular
del fundo dominante, si el que tiene derecho de hacer uso de la servidumbre renuncia a ella. - Acuerdo de las partes. - No uso de la
servidumbre, durante un período de dos años en el derecho clásico, y de 10 años entre presentes y 20 años entre ausentes, en el
derecho postclásico.

sta es la denominada prescripción extintiva, y en el caso de las servidumbres se denomina usucapión liberatoria. - Destrucción del
fundo sirviente o del fundo dominante o por transformación de éstos, de tal manera que se hiciera materialmente imposible la
subsistencia o el ejercicios de la servidumbre.

9.2. EL USUFRUCTO

(usufructus) Partiendo de la definición de Paulo, puede definirse el derecho de usufructo como un derecho real que concede el uso
o tenencia, así como los frutos de una cosa ajena dejando a salvo la sustancia de la misma. Es, por tanto, un derecho real de una
cosa ajena, que podría definirse como el derecho inalienable (que no se puede enajenar) y temporal de usar y disfrutar de una cosa
inconsumible ajena y de percibir los frutos dejando inalterada su sustancia y el destino económico social de la cosa. En el usufructo
podemos decir que la fundamental facultad del usufructuario consiste en adquirir el uso y los frutos de la cosa.

El usufructuario está obligado a la conservación de la cosa usufructuada y a su devolución cuando el usufructo finalice. En garantía
del cumplimiento de estas obligaciones fue creada por el pretor la denominada cautio usufructuaria, prestación de fianza o de
caución por parte del usufructuario en garantía del cumplimiento de sus obligaciones. El usufructo era un derecho inalienable e
intransferible , que en un principio sólo podía constituirse a favor de personas físicas.

Sólo podía ser titular del derecho de usufructo una persona determinada, la cual no podía transmitir su derecho ni por acto inter
vivos ni mortis causa. El derecho de usufructo cesaba, por tanto, a la muerte de su titular. A partir del s. II d.C. empezó a admitirse
la posibilidad de que las personas jurídicas, os casos como por ejemplo los municipios, fuesen titulares del derecho de usufructo,
estableciendo Justiniano la regla de que el usufructo constituido a favor de personas jurídicas no podía tener una duración superior
a 100 años.

El usufructo podía constituirse sobre cualquier cosa mueble o inmueble, siempre que fuese inconsumible y susceptible de utilidad.
El usufructo es un derecho que solamente podía recaer sobre cosas corporales fructíferas, no consumibles por el uso, sin embargo,
a partir de un senadoconsulto de principios del Principado, de la época de Tiberio (14-37 d.C.), se admitió la posibilidad del legado
de cosas singulares consumibles, cuya propiedad era atribuida al usufructuario con obligación, no ya de destruir las mismas cosas
sino de devolver una cantidad igual de las mismas. A este derecho se le denominó quasi usufructo. El quasi usufructo estaba
también obligado a prestar la cautio (caución), la cual en estos casos abarcaría solo la obligación de restituir otro tanto del mismo
géneto y calidad. Constitución del derecho de usufructo
La primera forma de constitución del usufructo fue a través del legado per vindicationem (legado real que recaía sobre cosas), con
el que el testador favorecía a la viuda, dejándole el usufructo de sus bienes. Otros modos del ius civile para la constitución de
usufructo, porque lo representaron son: - In iure cessio, en ningún caso la mancipatio, porque el usufructo nunca fue considerado
una res mancipi. - Deductio.

Por cuya virtud se constituía el usufructo cuando en una venta hecha por mancipatio el oferente/vendedor se reservaba el
usufructo de la cosa. - Adjudicatio en los juicios divisorios (adjudicación). Por virtud de la adjudicatio el juez podía atribuir el
usufructo a uno de los comuneros o coherederos y la nuda propiedad a otro. A partir del derecho postclásico pudo constituirse el
usufructo mediante traditio, y en el derecho justinianeo se admitiría respecto del mismo la longi temporis praescriptio.

Extinción del derecho de usufructo Según Paulo, pueden incluirse aquí las mismas causas determinantes de la extinción de las
servidumbres prediales, y además las siguientes causas específicas de extinción del propio usufructo. - Por muerte o pérdida de la
capacidad jurídica del usufructuario. Por razón de su propia naturaleza, el usufructo es un derecho temporal que se extingue por
muerte de su titular o por extinción de su capacidad jurídica.

Por cumplimiento del término (plazo), si hubiese sido constituido con carácter temporal o por cumplimiento de condición si
hubiese sido constituido bajo condición resolutoria. - Por consolidación, es decir, por reunirse en una misma persona la titularidad
del usufructo y de la nuda propiedad.

TEMA 10.- DERECHOS REALES IV: LOS DERECHOS REALES DE GARANTÍA

10.1. CONCEPTO DE DERECHOS REALES DE GARANTÍA

Se llaman así porque son constituidos a favor de un acreedor para reforzar la obligación, asegurándose el pago de la misma. En la
vida romana no tuvieron la importancia que presentan en la época moderna porque en Roma se prefirió siempre asegurar el
cumplimiento de las obligaciones acudiendo a la garantía personal (cautio, fianza), consistente en colocar junto al deudor principal
a otra u otras personas, denominadas fiadores, que se comprometían también a pagar la deuda.

Fiducia, pignus e hipoteca son las tres modalidades, y a la vez las tres etapas históricas de la evolución de las garantías reales, que
sirven para asegurar el cumplimiento de una obligación. Fiducia. Es, en general, una institución por cuya virtud el deudor transmite
el acreedor la propiedad de la cosa objeto de la garantía, en virtud de la mancipatio o de la in iure cessio, obligándose el acreedor a
su devolución, en virtud de la remancipatio, si la obligación así asegurada fuese cumplida a su debido tiempo.

Esta figura jurídica representaba grandes ventajas para el acreedor, ya que como garantía del pago de la deuda se hacía propietario
de la cosa con todas las facultades que el dominio implicaba pero, en cambio, ofrecía ciertos inconvenientes para el deudor, por
cuanto que al quedar privado de la propiedad de la cosa lo estaba también de la percepción de sus posibles frutos. Pignus
(prenda). Por virtud de esta figura, el deudor no transmitía al acreedor la propiedad o dominio de la cosa, sino tan solo su posesión,
quedando con ello eliminados los inconvenientes de la fiducia.

En un principio, la constitución de pignus no atribuía al acreedor pignoraticio otra facultad que la de retener la cosa mientras no
fuese satisfecha la deuda. Sin embargo, con posterioridad, la jurisprudencia de los severos estableció que al constituirse la prensa,
tácitamente se sobreentendía el pacto, por cuya virtud se acordaba que incumplida la obligación por parte del deudor, el acreedor
gozaba del ius vendendi o del ius distrahendi, es decir, del derecho de vender la cosa objeto de la prenda y de cobrarse con el
precio el importe de su crédito. La hypotheca.

Dado que el pignus representaba todavía ciertos inconvenientes para el deudor, por cuanto que en virtud de esta figura jurídica el
deudor quedaba privado del uso de la cosa, se acudió finalmente para remediarlos a la institución de la hypotheca, basada en el
principio de que los bienes del deudor pueden servir de garantía al acreedor mediante un simple acuerdo o convención y sin
necesidad de traspasar ni su dominio ni su posesión.

El origen de la hypotheca reside en los arrendamientos rústicos, en los cuales era costumbre que el arrendador conviniese con el
arrendatario un acuerdo, que los aperos de labranza, propiedad de este último, garantizasen el pago de las rentas, es decir, un
canon arrendaticio. A tal fin el pretor concedió un interdicto posesorio, cuando existía entre ambos contratantes el pacto indicado.
Dicho interdicto fue denominado interdictum salvianum.

La prenda y la hypotheca coexistieron en el derecho romano sin existir una precisa diferenciación entre ambas figuras. A partir de
Marciano, se llamó pignus, en un sentido estricto, a la garantía real que implicaba una transmisión de la posesión de la cosa a
manos del acreedor, mientras que la hypotheca representaba un vínculo constituido sin desplazamiento posesorio. A partir de
Justiniano se empezó a referir el pignus especialmente a las cosas muebles, por oposición a la hypotheca, relativa a los bienes
inmuebles, pero sin llegar a hacer de esta característica un requisito esencial o natural de la prenda.
TEMA 11.- OBLIGACIONES I. LA OBLIGATIO EN GENERAL

11.1. CONCEPTO DE OBLIGATIO

Podemos definir la obligación, en sentido amplio, como una relación jurídica en virtud de la cual una persona, denominada
acreedor, tiene a facultad de exigir a otra, el deudor, un determinado comportamiento positivo o negativo, que es la prestación, de
cuyo cumplimiento responderá en última instancia el patrimonio del deudor. Las obligaciones, junto con los derechos reales,
forman en su conjunto los llamados derechos patrimoniales.

A diferencia de los derechos reales, que representan derechos absolutos que deben ser respetados y observados por todos, y que
atribuyen a su titular una actio in rem ejercitable erga omnes, y frente a cualquiera que perturbe la utilización de la cosa, en
cambio, los derechos de crédito o de obligación sólo vinculan a dos personas, que son el acreedor y el deudor, y facultan al
acreedor para exigir el pago de la deuda únicamente de su deudor o deudores, y además en tercer lugar, atribuyen al acreedor la
actio in personam que sólo puede intentarse contra una persona determinada, que es la del deudor, y en base a una relación
anterior, que es la constituida por la obligación.

En los textos de Gayo y de Paulo, aparecen como posibilidades del objeto de la obligación las siguientes: - Dare (dar). Se dirige a la
constitución o transmisión de un derecho real o a la entrega de la posesión de una cosa. - Facere (hacer). Comprende cualquier
actividad que deba el deudor realizar al acreedor. - Paestare (prestar). Puede ser comprensiva de las dos anteriores y sobre todo
comprende al asunción por parte del deudor de una garantía para el supuesto de incumplimiento.

11.3. FUENTES DE LAS OBLIGACIONES

Se denominan fuentes de las obligaciones a aquellos hechos a los que el ordenamiento jurídico romano atribuía la eficacia de hacer
surgir un vínculo obligatorio entre dos o más personas. En la primera época republicana era todavía muy restringido el número de
hechos reconocidos como generadores de obligaciones, si bien con el creciente desarrollo económico y comercial de Roma se fue
ampliando el número de aquellos.

En el derecho clásico solo podían ser fuentes de obligación aquellos hechos específicamente determinados por el ius civile, por
cuanto que las obligaciones protegidas por el pretor y contempladas por el ius honorarium no eran técnicamente obligatio, es
decir, que no eran consideradas propiamente como obligación, sino como acción. En la época clásica, como pone de relieve Gayo,
se contemplan como fuentes de las obligaciones las siguientes: - Constractus (contrato).

Está representado por las diversas manifestaciones de voluntad bilaterales dirigidas a poner en vida una obligación entre las partes.
- Delito. Es decir el acto ilícito, siempre que se tratase de alguno de los siguientes delicta: Furtum (hurto). Es un delito amplio
comprensivo del robo, hurto, estafa y abuso de confianza.

Iniuria. Delito comprensivo, tanto de las lesiones corporales (golpes, heridas, etc.), como de las morales (insultos).

Damnum Iniuria Datum. Tiene lugar cuando una persona causa a otra un perjuicio patrimonial sin por ello perseguir la obtención
de un lucro, sino tan solo con la mera intención de dañar.

Rapina. Delito constituido para casos de daños causados con violencia por grupos armados. El delito generaba también una
responsabilidad y, por consiguiente, una obligación. En efecto, cometido un delito, la víctima del daño podía pretender una
reparación (generalmente, una suma pecuniaria del sujeto agente). En la época posclásica las fuentes de las obligaciones aumentan
citándose como tales los contratos, los delitos y las varias figuras de causas que nacen de actos y de hechos diversos. Finalmente,
en la época justinianea, las instituciones de Justiniano admiten como tales fuentes de las obligaciones los contratos, los cuasi-
contratos, los delitos y los quasidelitos.

11.4. SUJETO Y OBJETO DE LA OBLIGACIÓN

El sujeto Inicialmente, en Roma, la obligación debía contraerse entre dos únicas personas: el sujeto activo o acreedor y el pasivo o
deudor. Si bien, con posterioridad, se admitió la posibilidad de intervención en la obligación de una pluralidad de acreedores del
lado activo y de deudores del lado pasivo. El objeto Por lo que se refiere al objeto de las obligaciones, se hallaba externamente
constituido por lo que denominamos prestación, término éste procedente del latín (praestare: responder, cumplir).

En los textos romanos, el contenido de la prestación se identifica con alguna de las siguientes tres posibilidades: - Dare , que
apunta a un resultado y que probablemente representaría el primer objeto de la obligación. Probablemente en su origen significó la
entrega de una cantidad de dinero y con posterioridad, en el digesto, el término dare, aplicado a las cosas, representaría la
transmisión de la propiedad o bien la constitución de un derecho real sobre las mismas cosas.
- Facere, que se admitiría en una fase posterior en el desarrollo de la obligación y que representa un comportamiento del deudor,
por cuya virtud, éste se obliga a la realización de un hecho positivo en favor de otra persona. El facere (hacer positivo) era sin
embargo comprensivo, en su caso, del non facere, es decir, del no hacer; de la abstención por parte del deudor (obligación con
contenido negativo).

- Praestare, que es un término omnicomprensivo difícil de procesar por cuanto que la mayor parte de las obligaciones podrían
encuadrarse en las dos categorías precedentes. Sin embargo, puede afirmarse que a partir de la escuela pandectística (estudiosos
del Digesto), representada entre otros por Brinz y

Ihering, tienden a identificar el praestare, por oposición al facere y al dare, con la asunción de cualquier tipo de garantía o de
responsabilidad.

11.5. REQUISITOS DE LA OBLIGATIO

Para que la obligación sea válida, la prestación debe reunir los siguientes requisitos: - La posibilidad. La prestación ha de ser posible.
Es doctrina clásica que nadie puede obligarse a una prestación imposible.

La imposibilidad puede ser originaria, es decir, aquella que existe desde el momento mismo de la constitución del vínculo jurídico; y
su subsiguiente o sobrevenida, que será cuando la prestación posible al nacer la obligación, se convierte o se hace imposible
después. La imposibilidad originaria acarrea la nulidad de la obligación; la sobrevenida, en cambio, sólo produce la transformación
de la misma si se hubiese producido la imposibilidad sobrevenida por culpa del deudor, convirtiéndose en resarcimiento de daños y
perjuicios o bien, puede producir también la extinción de la obligación si dicha imposibilidad se hubiese producido por un hecho
fortuito.

También puede distinguirse entre:

Imposibilidad natural, física o de hecho; si la prestación fuese de imposible cumplimiento por naturaleza, como es el caso de la
obligación de dar cosa que no haya existido nunca o que haya dejado de existir, o que no haya podido existir (que no se encuentre
en la naturaleza de la cosa).

Imposibilidad jurídica: cuando la prestación fuese de imposible cumplimiento por disposición del derecho, como por ejemplo, la
obligación de dar cosa no susceptible de tráfico o de lícito comercio (es decir, una res extracomercium).

Ambas especies de imposibilidad producen la nulidad de la obligación. También permiten las fuentes hablar de: - Imposibilidad
objetiva o absoluta, cuando la prestación es imposible en sí misma y para toda clase de personas como, por ejemplo, la obligación
de transferir una cosa o de transmitir una cosa que no existe.

Este tipo de imposibilidad impide siempre el nacimiento de la obligación. - Imposibilidad relativa o subjetiva, solo es tal con relación
a la persona del deudor y que, en principio, no anula sino que mantiene la obligación. Es un supuesto distinto del de imposibilidad
el de mera dificultad para el cumplimiento de la prestación. Si bien, cuando dicha imposibilidad puede ser extraordinaria puede, en
ocasiones, ser equiparada a la imposibilidad liberatoria. Licitud

La prestación ha de ser lícita. Es ilícita la prestación que contraviene un precepto legal, es decir, la prestación contraria a derecho o
contra ius; así como la prestación contraria a la moral y a las buenas costumbres, es decir, las prestaciones contra boni mores.

Podemos encontrar como ejemplo de prestaciones ilícitas contra ius, o atentatorias del orden jurídico mismo, los pactos
prohibitivos totalmente de la libertad del matrimonio, los cuales se consideran nulos; estimándose lícito, en cambio, el pacto
positivo que no limite la libertad totalmente, como por ejemplo: “te nombro heredero si te casas con…”

Otro requisito que los juristas romanos no llegaron a establecer de una manera clara y definitiva y que fue propiamente elaborado
por la escuela pantectística es el relativo a la patrimonialidad de la prestación, es decir, se exige que la prestación sea patrimonial
,es decir, valorable, traducible en dinero. Esta exigencia viene confirmada, en lo que al Derecho Romano se refiere, en el
procedimiento formulario, en el cual la condemnatio (condena) siempre es pecuniaria, lo que confirma la existencia de que
únicamente puedan ser objeto de obligación válida las cosas susceptibles de conversión en dinero.

TEMA 12.- OBLIGACIONES II: RESPONSABILIDAD Y EXTINCIÓN 12.1. TIPOLOGÍA DE LA OBLIGATIO (IMPORTANTE)

Los juristas romanos no llegaron propiamente a establecer una clasificación de las obligaciones. Sólo es a partir de la Edad Media
cuando los juristas empezaron a establecer su clasificación sistemática, que es la que ha llegado hasta nuestros días. Atendiendo al
vínculo, las instituciones de Justiniano distinguen entre: obligaciones civiles, que son las reconocidas por el ius civile; y obligaciones
honorarias, que son aquellas que el pretor constituye en virtud de su propia jurisdicción.
También puede distinguirse en atención al vínculo entre: las obligaciones civiles, que son las plenamente tuteladas por el
ordenamiento jurídico, mediante una actio in personam (acción personal), o al menos mediante una exceptio (excepción); y las
obligaciones naturales, que representaría en el Derecho Romano una categoría intermedia entre el deber moral y la obligación civil,
separándose del deber moral por producir ciertos efectos jurídicos tales como la irrepetibilidad del pago (es decir, que no se puede
reclamar la devolución de lo pagado), y se separa también de la obligación jurídica civil por cuanto que de la obligación natural no
surge acción alguna dirigida a reclamar el cumplimiento de la obligación.

Se trata, en definitiva, de obligaciones asimismo consagradas a nuestro código civil y cuyo incumplimiento no generaría sanción
alguna. Se trata por tanto de ciertos deberes morales y sociales que impulsan a su cumplimiento aunque el derecho no lo exija. En
Roma, las primeras manifestaciones de obligaciones naturales se dieron en torno a las relaciones constituidas por esclavos e hijo de
familia (personas sometidas a patria potestad), por cuanto que, dada la incapacidad de éstos para actuar en el mundo del

- derecho, técnicamente no podían crear obligaciones civiles tuteladas o protegidas con los medios judiciales ordinarios. En
atención al objeto de la obligación se distingue en: obligación divisible, cuando la obligación fuese susceptible de fraccionamiento,
como por ejemplo la obligación de pagar una suma de dinero; obligación indivisible, aquella cuya prestación no fuese susceptible
de cumplimiento parcial, debiéndose cumplir de una sola vez la prestación íntegra, así sucede por ejemplo, con la obligación de
pintar un cuadro. En cuarto lugar, y también desde el punto de vista del objeto, se distingue entre:

Obligaciones específicas: aquellas cuya prestación recae sobre una cosa individualizada en todas sus propiedades de atributos y
que únicamente se cumplen entregándose a cosa determinada.

Obligaciones genéricas: aquellas en que el deudor se obliga a devolver o prestar, no ya un objeto determinado, sino un género
que se mide por cantidad, número o peso. En quinto lugar, también en relación al objeto, puede distinguirse entre: Obligaciones
alternativas: aquellas que tienen por objeto dos o más prestaciones, de las cuales el deudor se libera entregando a una sola de
ellas.

Obligaciones facultativas: aquellas en que se faculta al deudor para liberarse entregando una prestación diversa de la debida o
convenida.

La diferencia con las alternativas reside en que en las facultativas si desaparece el objeto que se previó como verdadera
prestación, la prestación se extingue. En las alternativas en cambio, la obligación subsiste mientras subsista alguna de las diversas
posibilidades de la prestación, es decir, mientras quede alguna prestación de posible cumplimiento.

Desde el punto de vista de los sujetos pueden distinguirse entre: Obligaciones mancomunadas o parciarias: en este tipo de
obligaciones, cada una de las partes sólo puede exigir su cuota, es decir, que de ser varios los acreedores, cada acreedor sólo puede
pretender el cobro de su cuota o de su parte del crédito; y de ser varios los deudores, cada deudor sólo está obligado al pago de su
parte en la deuda.

Obligaciones solidarias: suponen que cada uno de los coacreedores puede pretender el cobro de la totalidad del crédito; y de ser
varios los deudores, cada uno de ellos, si fuese requerido para el pago, estaría obligado a pagar la totalidad de la deuda.

Ambas tienen de común la existencia de varios sujetos, tanto activos-acreedores; como pasivos-deudores.

TEMA 13.- OBLIGACIONES III. LOS CONTRACTUS

13.1. LA IDEA DEL CONTRACTUS EN EL PENSAMIENTO ROMANO

En el derecho moderno, la noción de contrato es un concepto abstracto que engloba cualquier relación obligatoria entre las partes.
Todo acuerdo de voluntades que no sea contrario a la Ley, la moral y las buenas costumbres es un contrato. En este sentido se
manifiesta el artículo 1255 del Código Civil. En cambio, en Roma, el concepto de contractus tiene un contenido mucho más
restringido que en el derecho moderno.

En Roma se desconoce la noción abstracta de contractus y se admiten tan solo ciertos tipos singulares de contratos a los que se
reconoce la virtud de generar obligaciones. En el derecho romano sólo son contratos aquellos acuerdos típicos reconocidos por el
Ius Civile.

La mayor parte de los romanistas reconocen que la noción de contractus evolucionó sustancialmente desde el derecho clásico al
derecho justinianeo y que, en dicha evolución, tiende a acentuarse cada vez más la idea de conventio, es decir, de convención, de
consentimiento, de acuerdo entre las partes. Podemos distinguir las siguientes fases en dicha evolución:

- En la época clásica. El puro y simple acuerdo de voluntades respecto de algún aspecto no contemplado en el Ius Civile, no era
considerado como un contrato, sino como un simple pactum.
El pactum (pacto) no engendraba una acción, sino tan solo una excepción y la acción nacía únicamente de los contratos, es decir, de
aquellas convenciones o acuerdos que fuesen, además, acompañados de una causa o forma civil. Originariamente, el vínculo
obligatorio sólo nacía por la realización de ciertos actos solemnes, es decir, formales, preestablecidos por la Ley a los que tenían
que acomodarse las partes, las cuales no podían modificar ni su forma ni sus efectos. Este era el caso del nexum y de la sponsio.

- En una segunda fase, empieza a concederse un mayor relieve al acuerdo de las partes al surgir la figura de los contratos reales, en
los cuales, el vínculo obligatorio nace de la entrega por una de las partes a la otra de una cosa para su ulterior restitución.

- Posteriormente, en los denominados contratos consensuales es claramente el acuerdo de las partes, siempre que estuviese
basado en una causa preestablecida por el Ius Civile, el determinante de la eficacia obligatoria de dichos contratos.

- En el derecho posclásico, y sobre todo, justinianeo, el núcleo del contrato se encuentra constituido por el acuerdo de voluntades.
Esta es la concepción que ha pasado al derecho moderno.

13.2. EL SISTEMA CONTRACTUAL ROMANO

Para Gayo, el contractus representa, junto con el delito, una de las diversas fuentes de las obligaciones. Gayo no utiliza
propiamente el término de contractus, es decir, de contratos para establecer su clasificación y prefiere hablar de modos de
contraer las obligaciones. Establece el siguiente cuadro de los contratos:

1. Los contratos verbales y literales, que los modernos romanistas refunden bajo la denominación de contratos formales. Son
aquellos en los cuales, o bien el vínculo obligatorio surge de una acto solemne prefijado por la Ley con palabras rituales, éste es el
caso de los contratos verbales de sponsio y stipulatio; o bien surge de la redacción por escrito del acuerdo entre las partes, éste
sería el supuesto de los contratos literales como la expensilatio.

2. Los contratos reales. Se caracterizan porque en ellos siempre hay una datio o entrega de una cosa, ya se trate de la entrega de la
propiedad, de la posesión o de la mera detentación. Como tales contratos podemos citar el mutuo (préstamo), el depósito, el
pignus, y el comodato.

3. Contratos consensuales. Esta clasificación la propuso Gayo. Son aquellos en los cuales el simple acuerdo de las partes o
conventio, unido a una causa civil y sin que tenga importancia la forma, determina el nacimiento del contrato.

4. En la época posclásica se introdujo una nueva categoría representada por los contratos innominados, llamados así por no tener
un nombre específico y por comprender una serie de posibilidades de obligarse que no aparecían reconocidas en el Ius Civile
clásico.

5. Finalmente, en la época justinianea, se cierra el ámbito del sistema contractual romano al añadirse al contrato y al delito como
fuentes de las obligaciones, el cuasicontrato y el cuasidelito. Los pactos En relación a los pactos podemos decir que en la actualidad,
podemos entender pacto como contrato.

En Roma, pactum y pactio indicaría la pacificación de una controversia, y posteriormente el acuerdo para modificar una situación
procesal o obligatoria ya constituida. Frente al contractus clásico generador de obligatio según el ius civile, los pactos no creaban
directamente obligaciones y por eso no era tutelada su eficacia mediante acciones, sino todo lo más podían hacerse mediante
excepciones.

Solo a partir del ius honorario, y en virtud del edicto de pactis, quedan ya garantizados los pactos convenidos siempre que no
fuesen opuestos a leyes plebiscitos, senadoconsultos y decretos de los emperadores ni que se dicten en fraude de algunas de estas
normas. Todavía en el derecho clásico, el pacto no genera acción, sino extención.

TEMA 14.- OBLIGACIONES IV. LOS CONTRATOS REALES

Se caracterizan todos ellos porque al acuerdo o consentimiento de las partes acompaña siempre un elemento material consistente
en la entrega de la cosa, es decir, por una datio rei. Por lo tanto, el mero acuerdo entre ambos contratantes no basta, por cuanto
que para que el contrato real exista, es necesario que el creditor (acreedor) traspase al obligatus (deudor) una cosa, y la indicada
entrega genera en el obligatus la obligación de restituir la cosa recibida. Tales contratos son el mutuo, el depósito, comodato y
prenda, y algunos también incluyen la fiducia.

- El mutuo. Se le llama también préstamo de consumo. Es un contrato real unilateral por el cual, una persona, conocido como
mutuante o prestamista, entrega la propiedad y una cantidad de dinero u otras cosas fungibles a otra persona, conocido como
mutuario o prestatario; el cual se compromete a devolver, pasado un cierto tiempo, igual cantidad de cosas del mismo género y
calidad. Es un contrato real porque no existe hasta que el mutuante o prestamista entrega o traspasa las cosas al prestatario o
mutuario; y es unilateral, porque solo surge obligación a cada una de las partes, que es el prestatario o mutuario. Son los requisitos
del mutuo los siguientes:
1. Que el mutuante o prestamista sea propietario de las cosas prestadas, o al menos, que tengan facultad para enajenarlas
(trasmitirlas).

2. Entrega efectiva de las cosas.

3. Fungibilidad de las cosas o carácter fungible de la cosa, es decir, que sea sustituible por otras.

4. Acuerdo entre ambas partes de que el mutuante o prestamista da o entrega para que se le devuelva; y que el prestatario recibe
para restituir. La obligación del mutuario o prestatario es devolver exactamente la cantidad en que consistió la datio, es decir, la
entrega. No cabe en el contrato el acuerdo de abonar intereses.

El préstamo romano es un principio por sí sólo y por su propia esencia, gratuito. Incluso la relación nacida del mutuo podía ser
hecha valer por medio de una exceptio, siendo el caso más claro la exceptio del senadoconsulto Macedoniano, que prohibía los
préstamos a hijos de familia, que toma su nombre de un tal Macedón, un filiusfamilias que había asesinado a su padre para heredar
y pagar de esta manera las deudas que había contraído. Los hijos sometidos a la patria potestad no tienen potestad para prestar
dinero. - El depósito.

Es un contrato real por el cual una persona, que es el deponente o depositante, entrega a otra, que es el depositario, una cosa
mueble a fin de que se la custodie gratuitamente y se la restituya pasado el plazo fijado o al requerimiento del depositante. Es un
contrato real porque sólo se perfecciona con la entrega efectiva de la cosa.

Es, además, un contrato bilateral imperfecto, porque si bien de ordinario sólo surgen obligaciones a cargo del depositario,
eventualmente, durante la vida del contrato, dicho depositario puede hacer ciertos gastos que deban serle reembolsados (gastos
de conservación), naciendo en estos casos obligaciones, también, a cargo del depositario.

Es, además, un contrato esencialmente gratuito porque si se pactara una cantidad de dinero para realizar el depósito ya no sería un
contrato de depósito, sino de arrendamiento de servicios. Aparte de los requisitos generales de cada contrato, son requisitos
peculiares del depósito los siguientes:

1. La entrega de la cosa, basta con que el depositante ostente la posesión propia. 2. Que la finalidad del depósito sea la custodia o
conservación gratuita. 3. Que se acepte, asimismo, que la devolución de la cosa por el depositario se realice tan pronto como la
reclame el depositante. En el derecho justinianeo nacerían del contrato de depósito dos acciones: actio depositi directa, a favor del
depositante contra el depositario a fin de reclamarle la devolución del depósito, y actio depositi contraria, ejercitable por el
depositario contra el depositante para reclamarle el reembolso de los gastos que le hubiere originado el depósito. Finalmente,
podemos decir que existen ciertas figuras especiales de depósito y que son las siguientes:

2. El depósito necesario. Es aquel que se verifica con ocasión de alguna calamidad que implique un peligro inminente para las cosas,
tipo: saquero, ruina, incendio o naufragio; supuestos éstos en los que el depositante se ve obligado a depositar una cosa sin
conocer las cualidades del depositario y sin poder elegir a la referida persona.

3. El secuestro. Es aquella figura de depósito por virtud de la cual, varios depositantes entregaban una cosa en litigio a una tercera
persona de su confianza, que sería el secuestratario, para que ésta la custodiara y restituyera a quien resultase ser vencedor en el
litigio, o según las condiciones preestablecidas por los depositantes.

4. El depósito irregular. Consistiría en un depósito de cosas fungibles, especialmente de dinero, en el cual el receptor, es decir, el
accipiens, adquiría la propiedad de la cosa con la obligación de restituir la misma cantidad a requerimiento del depositante. -El
pignus. El pignus es el contrato de prenda (es un derecho real o un contrato real).

Es un contrato real y bilateral imperfecto por cuya virtud una persona, que es el deudor pignoraticio entrega la posesión de una
cosa a otra, que es el acreedor, en garantía del cumplimiento de una obligación, obligándose el acreedor a su devolución cuando le
fuese satisfecho el crédito.

Se trata de un contrato real porque la entrega de la cosa es necesaria, se contempla en los artículos 1869 y siguientes del CC.
Obligaciones del acreedor pignoraticio, está obligado a conservar la cosa recibida sin usarla, salvo el posible pacto de Anticresis,
recogido en el artículo 1881 CC, que da derecho a percibir los frutos de la cosa pignorada, asumiendo respecto de la misma cosa
una responsabilidad por custodia.

Obligaciones del deudor pignorante: el pignorante por tratarse de u n contrrato bilateral imperfecto puede tener también,
eventualmente, ciertas obligaciones tales como las de resarcir los gastos necesarios, hechos en la cosa, o los perjuicios procedentes
de los vicios ocultos de ésta.
Del indicado contrato nacen dos acciones personales: la acción pignoraticia directa, que es utilizable por el que recibió la cosa, el
deudor pignoraticio, para pedirle por ejemplo, la devolución de la cosa pignorada si fuese satisfecho el crédito o bien también el
exceso del precio obtenido en la venta de la cosa pignorada, si el deudor no hubiese satisfecho su crédito con respecto al importe
de la deuda garantizada. Y la acción pignoraticia contraria, sería ejercitable por el acreedor pignoraticio contra el deudor
pignorante para reclamarle por ejemplo los gastos de conservación efectuadas en la cosa pignorada.

-El comodato. El contrato de comodato se contempla en el artículo 1740 CC y sucesivos, también se denomina préstamo. Es un
contrato real bilateral imperfecto y gratuito, por cuya virtud una persona a la que llamamos comodante o prestamista, entrega a
otra, que es el comodatario o prestatario, una cosa no consumible, mueble o inmueble, para que la use y la restituya después al
comodante. Son requisitos peculiares de este contrato los siguientes:

- La consigna/entrega de la cosa: como no se transmite la propiedad de la misma ni la posesión jurídica, basta que el comodante
sea simple poseedor natural de la cosa.

- Que la cosa sea inconsumible, o al menos, que aun siendo por naturaleza consumible, como el dinero, se utilice tan solo Ad
Pompam o Ad ostentationem. - Que la cosa se ceda gratuitamente, ya que en otro caso, se trataría de un arrendamiento.
Contenido del contrato: Obligaciones del comodatario:

Debe usar de la cosa conforme a la convenido o, en su defecto, con arreglo a la naturaleza de la misma y a su destino económico,
en segundo lugar, debe así mismo, devolverla acabado el uso o finalizado el término fijado, con las accesiones y frutos que
obtuviese. Obligaciones eventuales del comodante:

-Resarcir en su caso al comodatario de los gastos necesarios y extraordinarios de conservación de la cosa. - Indemnizarle, en su
caso, de los perjuicios causados por los vicios ocultos de la cosa. A diferencia del depositario, el comodatario o prestatario tiene, en
tales casos, un Ius retentionis.

Al igual que el depósito, el comodato estuvo al principio tan solo protegido por una actio in Facttum (acción de hecho), concedida
por el pretor, si bien, con posterioridad surgiría de este contrato una actio in ius ex fide bona (acción jurídica basada en la buena
fe). En el derecho justinianeo surgieron las siguientes acciones: 1. Actio commodati directa: a favor del comodante o prestamista
contra el comodatario para reclamarle la devolución de la cosa prestada. 2. Actio commodati contraria: a favor del comodatario o
prestatario contra el comodante para reclamarle, en su caso, el resarcimiento de los gastos realizados o la indemnización de los
perjuicios ocasionados.

TEMA 15 CONTRATOS CONSENSUALES

15.1. CONCEPTO DE CONTRATO CONSENSUAL

Se caracterizan porque la obligación no surge en ellos por la adopción de una forma, como en el caso de los contratos verbales y
literales, ni tampoco de la entrega de una cosa como en el caso de los contratos reales, sino que, el vínculo obligatorio surge
exclusivamente del acuerdo/consentimiento entre las partes. En ellos, una de las partes consiente en sus prestaciones recíprocas,
el contrato produce sus efectos.

En la Roma clásica, sólo se admitieron cuatro figuras de contratos consensuales, que son: compraventa, arrendamiento, sociedad y
mandato. Los postclásicos y, sobre todo, los bizantinos, ampliarían el ámbito de estos contratos, que se haría finalmente extensivo
a cualquier acuerdo lícito susceptible de crear obligaciones entre las partes.

15.3. SOCIETAS:

La sociedad (El 15.2 lo dicta detrás de esto) Podemos decir que el contrato de sociedad es un contrato consensual y bilateral
perfecto, por cuya virtud dos o más personas se obligan a poner en común bienes o trabajo/industria para dividir entre ellos, según
una proporción preestablecida, las ganancias y las pérdidas. Es un contrato bilateral o plurilateral, y perfecto porque surgen
obligaciones para todas las partes contratantes.

Todos los socios se obligan recíprocamente a poner en común bienes o su propia actividad a favor de la sociedad con el fin de
alcanzar un objetivo o un fin lícito y útil para todos ellos. Son elementos esenciales de este contrato los siguientes: - Affectio
societatis: la intención de constituir una sociedad.

- Aportaciones recíprocas de los socios, las cuales pueden ser de distinta naturaleza para unos y para otros contratantes. Pueden
aportarse cosas concretas, rentas, servicios, etc., pero en cualquier caso dichas aportaciones son indispensables, so pena de
transformar esta relación social en una donación.

– La licitud e interés común del fin perseguido. Antecedentes del contrato de sociedad: para la mayor parte de los romanistas
estiman que el origen del contrato de sociedad se encuentra en relación con el consorcio familiar que, a la muerte del pater
familias, se producía inter frateres (entre hermanos), porque en efecto, a la muerte del pater familias se formaba una comunidad
familiar integrada por sus hijos.

También se señala que el origen de este contrato podría residir en la politio, que era un contrato por cuya virtud, el propietario de
un fundo y el perito agricultor (el politor), que dirige la explotación, acordasen participar en los beneficios. Clases de sociedad.
Podemos decir que en atención a la índole y extensión de los medios aportados se distingue entre:

- Societates rerum (sociedades de cosas): si se aportan bienes.

- Societates operarum: si se ponen en común actividades.

- Societates mixtae: si se aportan ambas cosas.

- Societates omnium bonorum (de todos los bienes). Si los socios contribuyen con la totalidad de su patrimonio. Se trataría de las
denominadas sociedades universales.

- Societates lucri: de una sola cosa. Si se aportan solamente los bienes adquiridos por los socios a título oneroso; se excluyen, por
tanto, las herencias, donaciones y demás adquisiciones a título gratuito.

- Societates unius rei (sociedades de una sola cosa). Son aquellas en que se contribuye solo con una cosa. Estas son las sociedades
particulares que se celebran para un solo negocio o con un único fin.

También se las denomina societales unius negotiationis. En atención al fin, puede distinguirse entre:

- Societates non quaestoriae: si el fin perseguido no consiste en lucro o beneficio de tipo económico.

- Societates quaestoriae: si se proponen obtener una ganancia.

Obligaciones y Derechos de los socios: todo socio está obligado a efectuar la aportación a la que se hubiese comprometido, si la
aportación consistiese en cosas se utilizará el modo más adecuado para el traspaso de su dominio:

Mancipatio, in iure cessio o traditio. Salvo acuerdo en contrario, cualquier socio podía realizar actos de administración (actos de
menos entidad o de disposición), reintegrando a la caja social todo lo adquirido, debiendo ser resarcido de los gastos necesarios o
útiles que hubiese anticipado.

Respecto de extraños, la sociedad romana no da lugar a una persona jurídica, la responsabilidad del socio que hubiese contratado
con el tercero es puramente personal, a no ser que claramente aparezca como representante de los demás socios o que contraten
con dicho tercero todos los socios.

Para exigir las obligaciones correspondientes a todos los socios, el socio lesionado por el incumplimiento de los demás se valía de la
actio pro socio (acción a favor del socio), caracterizada por ser única y por el respeto al socio condenado de un mínimo de medios
económicos para su subsistencia.

Extinción del contrato de sociedad: por razón de la persona la sociedad termina por la muerte de alguno de los socios, si bien en
ocasiones puede pactarse que continúe entre los supervivientes, o bien puede terminar por la capitis de minutio, máxima y media
de uno de los socios (pérdida absoluta o medio de la capacidad), esta causa, sin embargo, no se aplicaba trantándose de la societas
publicanorum (recaudadores de impuestos, que seguían funcionando siempre).

También se extingue la sociedad por voluntad de los socios, o por separación de uno solo, con excepción del caso nuevamente de la
societas publicanorum. En tercer lugar, también se extingue la sociedad por la: - Bonorum venditio: ejecución sobre los bienes de
uno de los socios. - Bonorum publicatio: confiscación de los bienes de unos de los socios. También se extingue la sociedad por
perecimiento del patrimonio social (por ejemplo, un incendio).

Si fuese una sociedad a término/plazo, se extingue por cumplimiento del término. También se puede terminar por la obtención del
fin por el que se creó. También por imposibilidad sobrevenida o ilicitud del fin social (Esto era el 15.3) 15.2. Compraventa emptio-
venditio Podemos decir que la compra-venta es un contrato consensual y bilateral perfecto en el cual uno de los contratantes, que
es el venditor (vendedor), se obliga a entregar al otro, que es el emptor (comprador), la posesión pacífica y definitiva de la cosa y el
emptor se obliga a pagar al primero una cantidad de dinero, el Premium.

Los precedentes históricos de este contrato no son conocidos. Para algunos romanistas esta denominación emptio-venditio induce
a pensar que el fin logrado por la compraventa se consiguió inicialmente con dos stipulationes (estipulaciones), una para la cosa y
otra para el precio. Parece en todo caso que la aparición de la compra-venta consensual debe relacionarse con las necesidades del
comercio internacional y la falta de acceso de los peregrinos a negocios tales como la stipulatio o la mancipatio.
La compra-venta romana no es título suficiente para que el comprador adquiera el dominio (la propiedad de la cosa). De este
contrato solo nace para el comprador un derecho de crédito amparado por una actio in personam (acción personal), que le servirá
para reclamarle al vendedor el cumplimiento de su obligación de entregar la cosa o en otro caso, de indemnizarle daños y
perjuicios.

A diferencia de lo que sucede en las legislaciones modernas, el vendedor no se obliga a procurar al comprador el dominio de la
cosa. Requisitos de la cosa y el precio: la cosa que se vende no hace falta que sea corporal, también se pueden vender derechos,
que son res incorporales; y, entre los objetos materiales, en principio son susceptibles de venta todas las res in commercium, es
decir, todas las cosas que estén en el comercio de los hombres, si bien, sobre algunas de ellas, en ocasiones podía recaer alguna
prohibición especial de la ley, que impidiese que pudiesen venderse, como los venenos, las cosas propias de los pupilos, etc.

En relación al precio se dice que debe reunir las siguientes condiciones: - Verum: (siginifica verdadero) efectivo, no simulado. Si se
conviene que no será exigido el precio, la venta es nula. - Certum (cierto): tiene que ser concreto, conocido, bien porque quede
fijado expresamente en una cantidad o bien porque sea fácilmente determinable con arreglo a las bases que se señalen. - Debe
consistir en dinero, es decir, in pecunia numerata.

El derecho justinianeo introdujo un cuarto requisito: que el precio fuese justo (iustum) porque si el precio no alcanzase a la mitad
del valor de la cosa podía el vendedor conseguir la rescisión de la venta, a no ser que el comprador pagase el complemento para el
justo precio.

Obligaciones del vendedor: - Conservar la cosa vendida hasta el momento de su entrega al comprador. - Efectuar dicha entrega. -
Responder al comprador de los casos de evicción (se dice que hay evicción cuando el comprador fuese vencido en un proceso en el
que un tercero ejercitase la acción reivindicatoria demostrando dicho tercero ser el propietario de la cosa vendida al comprador, o
bien cuando dicho tercero ejercitando la correspondiente acción fuese declarado titular de ciertos derechos reales sobre la cosa
comprada).

- El vendedor debe, así mismo, responder de los vicios o servicios ocultos que tuviese la cosa. Obligaciones del comprador: - Debe
pagar el precio, transfiriendo al vendedor la propiedad de las monedas en que dicho precio consista. El pago se efectuará en el
término fijado, si es que se señaló alguno, o en otro caso, inmediatamente después de celebrado el contrato. Mientras el
comprador no pague el precio no podrá exigir del vendedor que le entregue la cosa.

- El comprador debe, así mismo, indemnizar al vendedor de los gastos que le hubiese producido la conservación de la cosa cuando
el motivo de no haberla entregado antes fuese imputable al comprador. El periculum: (literalmente riesgo). La cuestión del riesgo,
periculum, no es exclusiva de la compra-venta, sino que afecta a todos los contratos sinalagmáticos (es lo mismo que bilaterales), y
consiste en determinar quien debe soportar el riesgo de perecimiento de la cosa una vez perfeccionado el contrato, estando aún la
cosa en poder del vendedor y antes de haber sido entregada al comprador. En tal supuesto debe el comprador pagar el precio, o
bien soportar el precio el vendedor.

En roma, no siendo el contrato de compra-venta un acto traslativo del dominio, parece lógico pensar que si la cosa pereciese sin
culpa de nadie en el tiempo que media desde la celebración del contrato hasta el momento de su entrega deba quedar el
comprador exento del pago del precio, soportando, por tanto, la pérdida de la cosa el vendedor, puesto que él continuaba siendo
todavía el propietario de la misma. El Derecho Romano sentó el principio que ha pasado a nuestro Código Civil: la cosa perece para
el comprador (res perit emptori), el cual debe pagar el precio, aunque no pueda recibir la cosa.

15.4. CONTRATO DE MANDATO

Puede definirse como un contrato consensual bilateral imperfecto, por cuya virtud uno de los contratantes, que es el mandatario,
se obliga a cumplir gratuitamente el encargo que el otro contratante, que es el mandante, le hace, consistente dicho encargo en
llevar a cabo un servicio determinado o la total gestión del patrimonio de dicho mandante.

A pesar de ser el mandato generalmente gratuito, en ocasiones se admitía que el mandatario recibiese una remuneración, que era
un honorarium o salarium.

La gestión encomendada no podía ser ilícita o inmoral, porque en tal supuesto el mandato sería nulo, ni tampoco dicha gestión
podía ofrecer un interés exclusivo para el mandatario. El mandato podía versar sobra un asunto concreto o sobre la administración
general de todo el patrimonio del mandante.

Clases de mandato: a partir de las instituciones de Gayo puede establecerse la siguiente clasificación:

- Mandatum mea gratia (mandato a mi favor): si el encargo tiene interés exclusivo para el mandante. En él, el mandatario se obliga
a desarrollar su actividad a favor del mandante transfiriendo a éste los efectos de su actividad.
- Mandatum aliena gratia: es el mandato en beneficio de un tercero. En él, el mandatario deberá rendir cuentas de su gestión al
mandante y no al tercero beneficiado por su actividad.

- Mandatum tua gratia: se considera nulo porque es el establecido en interés exclusivo del mandatario.

Derechos y obligaciones de las partes - El mandatario está obligado a llevar a cabo la gestión encomendada según las instrucciones
recibidas o según lo que aconseje la naturaleza del asunto. - Debe, así mismo, rendir cuentas al mandante y restituirle los intereses
de los capitales colocados y, en general, todas las adquisiciones que sean consecuencia del mandato.

Aunque tal vez en el Derecho Clásico el mandatario no respondiese de los perjuicios causados, si no cuando pudiese apreciarse
dolo en su conducta a partir, en cambio, del Derecho Posclásico se admite su responsabilidad por culpa. - El mandante debe
resarcir al mandatario de todos los gastos que la ejecución del encargo le haya producido, así como de los intereses de las sumas
propias del mandatario que estuviese empleado para la realización del mandato y de los daños que como consecuencia directa de
la gestión encomendada haya sufrido.

Para la reclamación judicial de todas estas obligaciones nacen del contrato dos acciones: a) Actio mandati directa: es la ejercitable
por el mandante contra el mandatario. b) Actio mandati contraria: es la ejercitable por el mandatario contra el mandante.

Extinción del contrato: el mandato se extingue: - Por revocación por parte del mandante. - Por renuncia del mandatario, que debe
estar fundada en una justa causa. - Por cumplimiento total del encargo. - Por muerte de cualquiera de los dos contratantes
(mandante o mandatario). De esta última causa estaban exceptuados, a partir del Derecho Justinianeo, los casos de mandatum
post mortem collatum, encargo consistente en realizar algo bien después del fallecimiento del mandante o bien después del
fallecimiento del mandatario, en cuyo caso la ejecución correspondía a los herederos

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