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LA GRATITUD A DIOS Y EL GOZO

Filipenses 1:3-4 “Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros,


siempre en todas mis oraciones rogando con gozo por todos vosotros”.

El apóstol Pablo daba gracias a Dios por los filipenses, porque ellos estaban
perseverando en el Señor. Ese es un gran motivo para dar gracias. Como
aplicación, podemos decir que los padres creyentes dan gracias a Dios porque
sus hijos perseveran en el Evangelio. Este es un gran motivo para agradecer a
Dios, pero en realidad el cristiano debe dar gracias a Dios por todo y en todo.

La gratitud a Dios es un imperativo moral y una fuerza poderosa

La gratitud a Dios es la actitud correcta del corazón humano perdonado, redimido


y bendecido. Esta gratitud a nuestro Creador, Salvador y Señor está enfatizada
en muchos pasajes de la Escritura. Lucas 17:11-19 “Yendo Jesús a Jerusalén,
pasaba entre Samaria y Galilea. Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro
diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz, diciendo:
!!Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! Cuando él los vio, les dijo: Id,
mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron
limpiados. Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió,
glorificando a Dios a gran voz, y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole
gracias; y éste era samaritano. Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que
fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese
gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado”.

Relata el portentoso milagro por el cual el Señor Jesucristo sanó a diez leprosos.
Sin embargo, sólo uno volvió al Señor para darle las gracias y para adorarle.
Éste era nada menos que un samaritano y el Señor Jesús dijo refiriéndose a él:
"¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo:
Levántate, vete; tu fe te ha salvado" (vv.18-19).

La gratitud nos impulsa a obedecer a Dios. En Juan 14:21, el Señor dice: "El
que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me
ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él". La persona
agradecida comprende muy bien que su deber es obedecer al Señor. Al hacerlo
está demostrando su amor.

La gratitud nos impulsa a adorar al Señor con todo nuestro ser. Lucas 7:36-
50 “Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en
casa del fariseo, se sentó a la mesa Entonces una mujer de la ciudad, que era
pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un
frasco de alabastro con perfume; y estando detrás de él a sus pies, llorando,
comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y
besaba sus pies, y los ungía con el perfume. Cuando vio esto el fariseo que le
había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase
de mujer es la que le toca, que es pecadora. Entonces respondiendo Jesús, le
dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Di, Maestro. Un acreedor
tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; y no
teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos le amará
más? Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien perdonó más. Y él le
dijo: Rectamente has juzgado. Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta
mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado
mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. No me diste beso;
mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi
cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies. Por lo cual te digo
que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a
quien se le perdona poco, poco ama. Y a ella le dijo: Tus pecados te son
perdonados. Y los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a
decir entre sí: ¿Quién es éste, que también perdona pecados? Pero él dijo a la
mujer: Tu fe te ha salvado, ve en paz”.
Narra el episodio en que una mujer pecadora se postra al Señor y lo adora
mientras que un fariseo sólo observa y critica. Jesús dijo al fariseo acerca de la
mujer: "Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque
amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama" (v.47).

La gratitud a Dios nos impulsa a anhelar vivir en santidad. La Biblia dice que sin
santidad nadie verá a Dios (Hebreos 12:14). “Seguid la paz con todos, y la
santidad, sin la cual nadie verá al Señor”. Sólo una persona agradecida por
haber recibido la salvación de Dios puede anhelar vivir en santidad.

La gratitud a Dios nos impulsa a ser genuinamente humildes. La gratitud a Dios


nos protege de caer en orgullo y nos recuerda que somos totalmente
dependientes de Él. En Lucas 18:9-14 el Señor narra la diferencia entre la
oración de un fariseo orgulloso y un publicano arrepentido y dice: "Os digo que
éste (el publicano) descendió a su casa justificado antes que el otro (el fariseo);
porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será
enaltecido (v.14).

La gratitud nos impulsa a predicar el Evangelio. Es imposible comprometernos


con la iglesia y con la extensión del reino de Dios sin gratitud. De hecho, el Reino
de Dios, desde la perspectiva humana, se basa en la respuesta de la persona
redimida ante el amor tangible de Dios expresado en la muerte del Señor. La
respuesta correcta sólo puede ser una: gratitud.

La ingratitud hacia Dios es moralmente injustificable y es destructiva

La ingratitud hacia Dios es una actitud diabólica. Fue introducida por Satanás en
el jardín de Edén (Génesis 3).

La ingratitud y la incredulidad van de la mano. Aunque Israel fue liberado


milagrosamente de Egipto, se negó a agradecer a Dios. Por el contrario murmuró
contra Dios muchas veces. Hallamos un ejemplo en Éxodo 17:3. “Así que el
pueblo tuvo allí sed, y murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Por qué nos hiciste
subir de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros
ganados?”. El resultado: una generación entera murió en el desierto sin alcanzar
la promesa.
La ingratitud lleva a traicionar a Dios. Fue la ingratitud la que convirtió a Judas
en un traidor (Lucas 22:1-6).” Estaba cerca la fiesta de los panes sin levadura,
que se llama la pascua. Y los principales sacerdotes y los escribas buscaban
cómo matarle; porque temían al pueblo Y entró Satanás en Judas, por
sobrenombre Iscariote, el cual era uno del número de los doce; y éste fue y habló
con los principales sacerdotes, y con los jefes de la guardia, de cómo se lo
entregaría. Ellos se alegraron, y convinieron en darle dinero. Y él se
comprometió, y buscaba una oportunidad para entregárselo a espaldas del
pueblo”
Fue la ingratitud la que engañó al hijo pródigo (Lucas 15:11-32). Al exigir a su
padre su parte de la herencia le estaba diciendo: "¿Por qué no te mueres de una
vez?" Fue un ingrato.

La ingratitud es característica del hombre pecador. Pablo pide muy seriamente


a Timoteo evitar a los ingratos. En 2 Timoteo 3:2, “Porque habrá hombres
amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos,
desobedientes a los padres, ingratos, impíos”, los ingratos forman parte
principal de una lista de gente absolutamente reprobable desde la perspectiva
de Dios.

Tenemos que aprender a ser agradecidos a Dios en todo y por todo

La Escritura está llena de referencias acerca de la importancia de cultivar un


corazón agradecido. El Salmo 103:1-2exhorta: "Bendice, alma mía, a Jehová, y
bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides
ninguno de sus beneficios". Efesios 5:20 “dando siempre gracias por todo al
Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”. Y Colosenses
3:17 “Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el
nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él”.
exhortan a los creyentes a vivir en una continua acción de gracias a Dios, por
todo y en todo.

La gratitud a Dios conduce al gozo y la ingratitud a la amargura. Filipenses


tiene unas 16 referencias al gozo y a regocijarnos. Pero sólo podemos
experimentar el gozo de Dios cuando tenemos una gratitud profunda y práctica
hacia El. "Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud,
y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia" Hebreos
12:28.

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