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Resumen
Las fronteras entre México y Estados Unidos han sufrido diversas modificaciones a lo
largo de la historia, cada una de ellas ha marcado a la sociedad que se desarrolla en ambos
lados del muro fronterizo. A esto hay que añadir que el reforzamiento de la seguridad
impuesto en las zonas más transitadas de la frontera a partir de 1994 ha marcado una pauta
en la relación bilateral entre estos vecinos.
Introducción
El siguiente artículo argumenta que las leyes migratorias, es decir, aquellas medidas
establecidas por el gobierno federal para determinar quién tiene la autorización de entrar al
país y cuánto tiempo pueden permanecer ahí. Además regula el proceso de naturalización
de aquellos extranjeros que desean convertirse en ciudadanos estadounidenses. Regula los
procedimientos de detención y deportación cuando son necesarios. (HG.org Legal
Resources, 2016)
“En 2013, México recibió 21,892 millones de dólares por remesas, monto
equivalente a 1.7 puntos porcentuales del PIB. Ese monto de recursos provino casi en su
totalidad de Estados Unidos.” (perfil del mexicano, p. 1)
Esta cantidad tan significativa de remesas se debe en parte a lo que destaca el Perfil
Mexicano a continuación:
Es evidente una asimetría considerable entre los dos países desde el punto de vista
económico, incluso es una relación bilateral que pudiera considerarse dependiente de parte
de México hacia Estados Unidos puesto que la unión americana exporta anualmente a
México aproximadamente 194 mil millones dólares. Sin embargo, Estados Unidos también
depende de cierta manera de México. De acuerdo con el noticiero The Hufftington Post
haciendo referencia al artículo “U.S Exports Depend on Mexico”, Estados Unidos exporta a
México el doble de sus productos a comparación con los que exporta a China o a Canadá.
Se han creado alrededor de 6 millones de trabajos que directa o indirectamente se han
beneficiado por esta relación comercial. Inclusive, solamente en el año 2012 el país obtuvo
una ganancia de $180 billones dólares provenientes de las exportaciones a México. Los
estados como Nuevo México y California fueron y aún siguen siendo los estados más
beneficiados y dependientes del comercio con México.
Todo estos es una prueba de porqué los mexicanos tienen un gran incentivo de
desarrollar su vida económica en Estados Unidos:
“La primera medición del número de mexicanos inmigrantes en Estados Unidos fue con el
censo de población de ese país en 1850. De mediados del siglo XIX a mediados del siglo
XX el flujo migratorio mexicano fue reducido. Sin embargo, en el decenio de los setenta
ese flujo migratorio se aceleró y a partir de los ochenta los mexicanos representaron el
principal grupo migratorio en Estados Unidos. El número total de mexicanos inmigrantes
en Estados Unidos creció a una tasa promedio anual de 8.7% de 1970 a 2000 y de 7.1% de
1970 a 2010. Ello reflejó un flujo promedio anual de 143,951 mexicanos en el decenio de
los setenta, que se elevó a 487,947 mexicanos por año en los noventa, para desacelerarse de
2000 a 2010. Esto último se derivó de un flujo muy elevado en la primera mitad de ese
decenio que se frenó fuertemente en la segunda mitad, situación que ha permanecido a la
fecha. ” (perfil del mexicano, p. 3)
Figura 1.
Figura 2.
Fuentes: Oficina del Censo de los Estados Unidos para los datos de ese país. INEGI para las cifras de
población mexicana de 1895 a 2010 y 2013. CONAPO para la población mexicana en 2011 y 2012. (Perfil
mexicano, p.5)
Perfil Mexicano posteriormente destaca el motivo por el cual la migración neta mexicana
fue negativa en los años siguientes al periodo de 1997 a 2007 “La migración neta negativa
en los años recientes hacia Estados Unidos ha sido el resultado de un flujo negativo en el
caso de los hombres y positivo en el de las mujeres”
“•La persistencia en ese país durante los primeros años del periodo indicado de una elevada
tasa de desempleo.
•El periodo de elevado desempleo afectó en mayor grado a la población mexicana
inmigrante, ya que el debilitamiento de la demanda de trabajo fue más grave en los sectores
de la construcción y la manufactura donde hay una fuerte presencia de trabajadores
mexicanos. Asimismo, el desempleo fue muy elevado en los trabajadores con bajo grado de
escolaridad.
•En ciertos años de ese periodo el desempeño de la economía mexicana, mostró una mejoría
lo que pudo haber desincentivado en algún grado el flujo migratorio.
•El retorno compulsivo y en algunos casos voluntario de migrantes mexicanos a México. El
sentimiento antiinmigrante en algunos lugares de Estados Unidos, como en Arizona, afectó
de manera importante al número de mexicanos inmigrantes.
•Un fuerte fortalecimiento del grado de control fronterizo por parte de las autoridades
estadounidenses. Este factor y el anterior son posiblemente los principales que explican el
freno del flujo migratorio. “
No obstante todo lo anterior, las estadísticas de la Encuesta de la Comunidad
Estadounidense y de la Encuesta de Población Actual indican que el flujo migratorio neto
de los países centroamericanos hacia Estados Unidos ha continuado, lo que podría
explicarse por un mayor diferencial de remuneraciones entre esos países y Estados Unidos
que en el caso de México. Un resultado importante es que el descenso del flujo migratorio
mexicano hacia Estados Unidos se ha reflejado en una fuerte disminución de las
previsiones de inmigración neta en las proyecciones de población de ese país que dio a
conocer a mediados de mayo de 2013 la Oficina del Censo de los Estados Unidos” (perfil
del mexicano, p. 8)
“Los principales sectores en Estados Unidos en que laboran los inmigrantes provenientes de
México son los servicios de alimentos, recreación y hospedaje; así como en las industrias
de la construcción y manufacturas; y en los servicios de administración y el comercio”
(perfil del mexicano, p. 28)
Durante los últimos años el cociente de las remesas enviadas por el conjunto de los
inmigrantes mexicanos en Estados Unidos a México con relación a su ingreso total se ha
mantenido entre un 10% y un 12%. En 2013, el ingreso total del grupo migratorio
mexicano en Estados Unidos resultó de 217,000 millones de dólares (perfil del mexicano,
p.32)
“Los principales aspectos que destacan en el documento son los siguientes:
• La debilidad en los años recientes del flujo migratorio hacia Estados Unidos ha sido
el resultado neto de un flujo negativo en el caso de los hombres y positivo en el de las
mujeres. De hecho, el porcentaje de mujeres de la población mexicana inmigrante en
Estados Unidos se elevó de 44.1% en 2007 a 47.1% en 2013.
• Al conjuntar para 2013 las cifras de población por estado, tanto de México como de
Estados Unidos, resulta que el Estado de México es el que cuenta con la mayor población
de origen mexicano (16.4 millones de personas), seguido por el estado de California (12.3
millones) y luego el Distrito Federal y Texas (cada uno con 8.9 millones de mexicanos). En
el estado de California habitó en 2013 el 36.5% de la población inmigrante mexicana y en
dicho estado más Texas e Illinois se ubicaron dos tercios de ese grupo migratorio. •
La población mexicana inmigrante en Estados Unidos se concentra en población en edad
laboral, dado que en 2013 el 86.4% de tales inmigrantes se ubicaron en un rango de edad de
18 a 64 años. Con relación a la escolaridad de tales inmigrantes en su mayoría es muy
baja, y como grupo migratorio tiene la menor cuando se considera a los grupos migratorios
provenientes de 121 países.
Relación histórica
La relación existente entre México y Estados Unidos data desde antes de que el
primero se constituyera como una nación independiente. Dependiendo de la perspectiva
con la que se analice la historia entre ambas naciones se determina cuáles son los
testimonios más antiguos de su relación. De acuerdo con Lynn (2011), España creó una
capa de fronteras a través de un proceso de colonialismo que (...) sigue penetrando
actualmente en las experiencias de gente en comunidades transfronterizas” (p.10). Es
precisamente este proceso de colonialismo que, junto con aspectos económicos,
demográficos e históricos se ha visto determinada la relación entre México y Estados
Unidos, condicionando a su vez el papel que población mexicana desempeña dentro de éste
último “desde el año 1500, fronteras de colonialidad se incorporan a construcciones
históricas y contemporáneas de raza, origen étnico y pertenencia en los EE. UU. y
México.” (Lynn, 2011, p. 10)
Cuando Estados Unidos obtiene su independencia del Reino Unido, éste busca su
expansión territorial “creciente imperio colocado para absorber el territorio de la Nueva
España en su expansión hacia el oeste” tomando el nombre de Estados Unidos de América
como un reclamo de expansión territorial siendo una expresión del nacionalismo de EE.
UU. (Lynn, 2011, p. 10)
Así pasarían los años en los que las fronteras se mantendrían con muy poco control
hasta que en 1924 nace la Ley de Orígenes Nacionales, tras la cual se establece una patrulla
fronteriza a las órdenes de la Oficina de Inmigración del Departamento de Trabajo de
EE.UU, medidas que comienzan a marcar el discurso popular y político de los mexicanos
como “ilegales”, categoría en la que cualquier persona que pareciera latino podía ser
catalogado por la sociedad estadounidense. (Lynn, 2011 p. 19) (Mencionar el viernes negro
y cómo afectó para la promoción de estas medidas)
Sin embargo el mundo se volvería a sumir en una guerra, en la cual Estados Unidos
participaría, sacando gran parte de su mano de obra del mercado para llevarlos al campo de
batalla, por lo que era necesario atraer a nueva mano de obra que sustituyera de manera
temporal la falta de sus ciudadanos dentro de la economía estadounidense (justificar), con
esto en mente en 1942 se crea la Ley Pública 45 por medio de la cual nace el Programa
Braceros con el objetivo de “importar miles -y eventualmente millones- de trabajadores
invitados o braceros” (Lynn, 2011, p.20) A pesar de que el programa contaba con el claro
objetivo de “aliviar la escasez de mano de obra durante los tiempos de guerra” (Lynn, 2011,
p.20) éste se prolongó aún después terminada la guerra, terminando su función en 1965.
De acuerdo a Lynn, los braceros eran trabajadores subcontratados por Estados Unidos
bajo contratos negociados directamente con México, en términos bajo los cuales se les
debían de garantizar “vivienda, transporte, salarios, contratación, seguro de salud,
alimentación y número de horas trabajadas”, sin embargo estos contratos no contaron con
la debida supervisión de su cumplimiento por parte del gobierno mexicano y tras su primer
vencimiento en 1947, el programa continuaría pero por medio de contratistas privados
estadounidenses, los cuales convenientemente ignorarían los términos de los contratos
originales. El Programa Braceros sería suspendido en 1964 dejando olas de migrantes que
viajaban al norte no sólo para buscar formar parte del mismo, sino que también buscaban
otras oportunidades laborales iniciando de esta manera el cruce ilegal que se convertiria en
una preocupación para ambos gobiernos desde 1940 años en los que “la rápida
industrialización de la agricultura mexicana en la década de 1940, un aumento en la
población y la escasez de alimentos empujaron a la gente hacia el norte” (Lytle-Hernandez,
2010).
Curiosamente la petición para fomentar un mayor control en la frontera
estadounidense para evitar la entrada de mexicanos se produciría por parte de México,
gracias a la presión de los productores agrícolas mexicanos que se estaban quedando sin
mano de obra. Gracias a estas peticiones en 1944 se inician los Grupos Especiales de
Deportación Mexicana, mediante los cuales para finales de ese año ya se habían deportado
a 42,928 mexicanos en California, cifras que aumentarían estandarizandose en los años
venideros bajo la Operación Mojado (Lynn, 2011, p. 21), la cual consistía en la prevención
del ingreso de migrantes indocumentados a Estados Unidos, así como en redadas dentro del
país para deportar a los indocumentados que se les habían escapado en la frontera.
(Lytle-Hernandez, 2010: 169).
El resultado de estos programas fueron “cambios claros en los patrones y las formas
de migrar y de cruzar la frontera” (Rubio, 2011, p. 4). Por su parte, Lynn (2011) destaca la
manera en la que los migrantes empezaron a morir debido a las condiciones en las que se
veían obligados a cruzar, siendo relocalizadas sus rutas migratorias hacia áreas desérticas y
zonas montañosas de difícil acceso, aduciendo que se “produjo un campo de muerte”
(p.25). Rubio (2011) menciona que “la escala de muertes que ha secundado estas
estrategias es el indicador más inhumano de las acciones de dichos programas” (p.6),
destacando que hasta el 2007 se tenía el registro de casi 5,000 migrantes, sin contar a los
migrantes desaparecidos durante su intento de cruce a Estados Unidos. A pesar de la mayor
dificultad para cruzar la frontera, el flujo migratorio no disminuyó el flujo total de
indocumentados “al contrario, las aprehensiones de indocumentados se elevaron
notablemente por casi toda la frontera” (Cornelius, 1995, p.2) esto debido en gran parte a la
crisis económica que vivía México en ese entonces, en la cual los trabajadores intentaron
salvarse de la recesión en la que el peso se vio fuertemente devaluado en comparación al
dólar.
Esto nos lleva a lo que Massey et. al (1999) identifican como la “era de la
contradicción” en la cual la política que regía en la frontera iba dirigida en dos direcciones
opuestas en la que por una parte se buscaba quitar las barreras que evitaban el libre tránsito
de bienes, mercancías, entre otros aspectos, mientras que por otro se creaban las barreras
que consideraban necesarias para impedir el tránsito de trabajadores. Dicha era tendría un
impacto importante en el sistema migratorio mexicano en el que “paradójicamente [se]
incrementó el volumen neto de la migración indocumentada en Estados Unidos” (Massey
et al., 2002 y 2009, p.2). Es debido a estos niveles migratorios, que en 1996 el Congreso
estadounidense aprobaría la Ley de Reforma a la Inmigración Ilegal y Responsabilidad del
Inmigrante (IIRIRA), que nuevamente suponía el reforzamiento de la seguridad de la
frontera con México así como a su vez se “castiga a los migrantes legales residentes, y no
sólo a los indocumentados, al no permitirles acceder a una serie de servicios y
prestaciones especialmente en el campo de la educación y la salud” (Massey et al. 2009, p.
5).
La Ley Patriota del 2001 estaba dirigida contra los terroristas, pero en la práctica
sería también aplicada en contra de los migrantes “la frontera y los migrantes mexicanos
fueron el chivo expiatorio” (Massey et al. 2009, p. 5) para justificar el miedo e inseguridad
de la sociedad estadounidense. Este tipo de medidas pararían los intentos de México por
regularizar la migración, dicho plan consistía en cinco puntos fundamentales:
Este tipo de perfil ha fomentado que se creen estereotipos alrededor del mexicano que
no siempre resultan favorables para la población que vive dentro de Estados Unidos, dentro
de los medios de comunicación y en redes sociales se puede observar este tipo de
comportamientos que determinan la manera en la que la sociedad contempla a los
migrantes dentro de su país y que pueden terminar llevando a conductas abiertamente
racistas. En el video Media Representation of Latinos
(https://www.youtube.com/watch?v=0A21X7qhSUE) se manifiesta la inconformidad de la
comunidad latina dentro de Estados Unidos ante la manera en la que son representados
dentro de la industria del entretenimiento. E incluso, en cierto momento se pregunta “What
does the media teach Latinos about themselves?” y esa es una pregunta en la que vale la
pena estudiar un poco, ya que los estereotipos en cierta manera determinan la manera en la
que la sociedad ve y trata a determinados grupos sociales; entre las cosas que se destacan
sobre los latinos en series, películas y otros medios de entretenimiento, los latinos
-incluidos los mexicanos, los cuales representan aproximadamente más de la mitad de la
población de dicho segmento
(http://www.bbc.com/mundo/noticias/2016/03/160304_internacional_elecciones_eeuu_201
6_cifras_latinos_lf )- generalmente se presentan con trabajos de servidumbre o del campo y
cuando no es así puede que sean representados como delincuentes, las mujeres son
representadas como ignorantes o sobre-sexualizadas, pocas veces los representan sin un
acento marcado o hablando un inglés fluido, entre otras caracteristicas que no terminan de
representar de manera homogenea a la población hispana o latina y por tanto, tampoco a la
mexicana. Todo esto fomenta el racismo emotivo y el racismo de costumbre al encasillar a
los latinos como delincuentes la sociedad comienza a sentir temor ante la presencia de los
mexicanos en la calle, o que se les ignore o se les quiera hablar de cierta manera
condescendiente suponiendo que no hablan o no entienden bien el inglés, la representación
de los mexicanos como servidumbre o como trabajadores de campo influye en que estos
sean tratados como personas o ciudadanos de segunda categoría en la que no merecen que
se les hable. Sobre el racismo de costumbre existe otro video interesante de
BuzzfeedYellow (2014) titulado “If Latinos Said The Stuff White People Say” y en ella se
notan los comentarios que muchas veces revelan el desconocimiento de la sociedad latina
influido por los estereotipos mencionados anteriormente y las actitudes que denotan
condescendencia y que, a pesar de no ser hechos de manera malintencionada, terminan
siendo otra manera de racismo.
A pesar de todo, Segato (2006) infiere que el racismo “es siempre un producto de la
historia, es decir, de relaciones que se dieron, históricamente, entre pueblos, con sus
respectivas marcas raciales” (p.7). A esto, añade que la racialización tiene dos aspectos
que es importante reconocer para comprender y superar esta problemática: la marca racial
que cargan las sociedades nacionales latinoamericanas que son vistas como sociedades
no-blancas, a su vez, el racismo que nace dentro de su misma sociedad. En relación a esto,
Stephen Lynn (2011), menciona que México tiene una “condición históricamente
subordinada a los EE. UU.” (p.17), esto en parte debido a que la dinámica de la relación
entre ambos estados estuvo marcada por el resultado de la guerra que se tuvo gracias a las
intenciones expansionistas de Estados Unidos, suponiendo el apoyo “a ideologías de
‘superioridad anglosajona como el Destino Manifiesto” (Alonso, 2008: 232).
La pérdida de territorio mexicano, supuso que los mexicanos que vivían en ese
territorio súbitamente cambiaban de leyes, en las que la exclusión racial estaba respaldada,
y bajo las cuales los mexicanos se veían limitados en sus capacidades ciudadanas, como su
derecho a votar o recibir terreno, debido a que parecían “indios” (Menchaca, 2001). Es por
ello que hoy en día existen construcciones sociales que jerarquizan a la sociedad
dependiendo de los orígenes étnicos que tienen sus ciudadanos (Lynn, 2011, p. 31).
De acuerdo a Stephen Lynn (2011), la narrativa en la que se vinculaba a los
mexicanos con la ilegalidad y con una apariencia física característica como “café”/
“marrón” se iniciaría aproximadamente en la década de 1920 dentro de la frontera sur
gracias al endurecimiento de la misma que se traduciría en la división de la corriente
migratoria en “legal” e “ilegal”.
Así que lo que se puede rescatar en cierta manera es que la aceptación que pueda
tener el tema migratorio -y por tanto los inmigrantes- en Estados Unidos, depende en gran
medida de la situación económica interna, en la que el rencor ante la mano barata y los
recursos que los ciudadanos estadounidenses sienten perder en relación a los migrantes
puede cobrar sentido si la economía se encuentra en crisis y se necesita un enemigo en el
cual enfocar la culpa. En relación a esto, Lynn menciona que si la economía estadounidense
requiere de mano de obra, la frontera -metafóricamente hablando- se abre, mientras que si
la economía está en crisis y la política nacional no puede resolverlo de manera inmediata,
generalmente se utiliza a los inmigrantes como chivo expiatorio, siendo estos los
responsables de los problemas del país (Lynn, 2011 p. 17).
Tony Payan (2006) menciona como Estados Unidos fusionó tres “guerras” diferentes
–la guerra contra las drogas, la guerra de aplicación de las leyes de inmigración y la guerra
contra el terror– en una, convirtiéndose de esta manera el discurso para cada una de estas
guerras en uno solo, ligándose a los migrantes mexicanos en los representantes de las crisis
económicas, de la porosidad de sus fronteras y por tanto de su inseguridad nacional ante el
terrorismo, de las drogas que afectan a su población, entre otros males; todo este discurso
ha servido para justificar la militarización de la frontera, Payan (2006) lo expresa de la
siguiente manera: “se han integrado con la política de inmigración más grande de los EE.
UU. de construir un muro de exclusión y crear una frontera borrosa”.
Conclusión
PUNTOS A RESALTAR: No importa si hay muro o no, igual lo cruzan/ Sí hay racismo y
menosprecio por los hispanos/ Trump es un fenómeno que demuestra la opinión política
de un gran sector de la población estadounidense, que no brilla por su inteligencia./
México es un socio estratégico que EUA no ha sabido apreciar/ México debe de buscar
nuevos mercados porque la dependencia hacia un solo mercado es peligrosa. Tomar
ligeramente en cuenta la culpa que tiene México y cómo éste tampoco se queda atrás en
la discriminación hacia los migrantes centroamericanos. Los muros físicos, no impiden
que la gente migre: hay muros más importantes que sortear (sociales) la economía y el
desarrollo de México es la mejor solución para reducir la migración de los mexicanos.
“Poner las tierras fronterizas al centro nos da una óptica importante para comprender la
historia transnacional y de integración a largo plazo de las dos naciones que hoy en día son
México y EE. UU.” (Lynn, 2011,p.16)
“Necesitamos un enfoque realista y completo, que debe incluir como mínimo: un camino a
la ciudadanía, de reunificación familiar, una avenida segura, legal y ordenada para que
entren y salgan de los EE. UU. los trabajadores migrantes, derechos laborales para todos los
trabajadores y políticas de seguridad fronteriza que en realidad protegen la nación de
aquellos que efectivamente sean una amenaza (no los inmigrantes que quieren trabajar),
resguardando a la vez los derechos humanos de todos los individuos. Tal política sugiere ir
más allá del uso de la frontera y del muro fronterizo como armas ideológicas. En su lugar,
podemos aceptar la realidad de zonas fronterizas amplias y garantizar que todas las
personas dentro de ellas sean respetadas e incluidas.” (Lynn, 2011, p. 34)
“El otro elemento de la tormenta perfecta fue la tragedia del 11 de septiembre del 2001, que
desató realmente un proceso cultural involutivo en los Estados Unidos: el miedo al otro, el
temor a lo que Ortega y Gasset llamaba “la otredad”, el miedo a otras culturas, a lo foráneo,
a lo ajeno, a lo extranjero, y el terror, en muchos casos irracional, a lo que algunos perciben
como la invasión hispana, la invasión de personas que llegan del sur. En ese contexto —el
de un México empobrecido y el de una sociedad en los Estados Unidos cada vez más
paranoicamente temerosa de otras culturas y otras naciones— creo que es necesario
entender el proyecto del muro fronterizo” ( muro ine: Ezcurra, 2007, p. 52)
“El gobierno de Estados Unidos ya sea con los demócratas o los republicanos al frente del
mismo, continuará fortificando su frontera sur. Las presiones políticas internas harán
intensificar el trato disuasivo fronterizo. Se erigirán nuevos obstáculos, para que los
indocumentados no consigan trabajo, como un registro nacional computarizado de todas las
personas a quienes esté autorizado trabajar en el país. Pero ninguna de estas medidas
impedirá que cantidades significativas de migrantes mexicanos con fuertes motivaciones
económicas, intenten ingresar repetidamente a Estados Unidos, hasta lograrlo” (Cornelius,
1994, p. 5). Esto mientras sea económicamente conveniente para los migrantes
Fuentes:
De Artículos y Libros
● The Hufftington Post. (14 de January de 2013). U.S. Depends on Mexico for
Export.Obtenido de
http://www.huffingtonpost.com/2013/01/14/us-depends-on-mexico-for-_n_2471961
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● Douglass, M., Karen, P., & Jorge, D. (2009). Nuevos escenarios de la migración
México-Estados Unidos. Las consecuencias de la guerra antiinmigrante. Papeles Poblac,
101-128.
● Tribuna, L. (2016). México y EEUU violan los derechos humanos de los
inmigrantes, según la CIDH. La Tribuna.Tribuna, L. (2016). México y EEUU
violan los derechos humanos de los inmigrantes, según la CIDH. La Tribuna.
● HG.org Legal Resources. (2016). Immigration Law. Obtenido de
https://www.hg.org/immigration-law.html
● Schiavon, J., & Jorge, D. (2014). Perspectivas migratorias: Un análisis
interdisciplinario de la migración internacional. Ciudad de México: CIDE.
● Lynn, Stephen. (2011). Murallas y fronteras: El desplazamiento de la relación entre
Estados Unidos-México y las comunidades trans-fronterizas. Antropología Social
No. 33, 7-38.
●
Tweets:
https://twitter.com/realDonaldTrump/status/716019755682045952 (muro)
https://twitter.com/realDonaldTrump/status/615866741994954752 (mexicanos)
http://www.sandiegouniontribune.com/sdut-mexican-consul-hate-crime-2016may20-story.h
tml
Alonso, Ana. 2008. “Borders, Sovereignty, and Racialization”. En: D. Poole (ed.) A
Companion to Latin American Anthropology. Malden: Blackwell Publishing Ltd. pp.
230-254.
PAYAN, Tony. 2006. The Three U.S.-Mexico Border Wars: Drugs, Immigration, and Ho-