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La teoría de la verdad

¿Qué es la verdad?

El problema de la verdad correspondencia y relación del pensamiento con las


cosas era ya una inquietud para platón y Aristóteles, los dos más grandes
filósofos clásicos. “verdadero es el discurso que dice las cosas como son; falso
es el que dice las cosas como no son”, sentenció Platón. Aristóteles, por su
parte, planteo que “negar lo que es y afirmar lo que no es, es lo falso; en tanto
que afirmar lo que y negar lo que no es, es lo verdadero.

Las distintas teorías de la verdad pueden ser clasificadas en dos grupos, a


saber, la teoría de la verdad por correspondencia y la teoría de la verdad por
coherencia.

Esencia de la verdad.

La verdad es algo exterior al pensamiento y el hecho de que se cumpla no


depende que haga el hombre. El pensamiento y el ser tienen que tener una
identidad común para no darse totalmente a espaldas de la verdad, por lo que
en el fondo, pensamiento y ser tienen que coincidir. Hegel dinamiza esta idea
de la unidad entre pensamiento y ser (Parménides). Son distintos a lo largo del
camino hasta que al final se identifique.

El pensamiento es distinto de las cosas porque el pensamiento es finito, pero


en la totalidad se hacen uno, se identifican. Heidegger parte de la unidad
originaria entre pensamiento y ser-lo mismo- que han derivado en una
distinción secundaria entre pensamiento y ser. El distingue entre identidad y
diferencia, de donde el pensar y ser han de ser idénticos, lo que conduce al
pensamiento absoluto hegeliano (el ser más allá de los entes).

Para Leonardo polo la identidad originaria es Dios. Pensar y ser pueden


unificarse: la mismidad y la identidad se distinguen. Tienen que haber conexión
entre verdad y ser; identidad y mismidad es el límite, lo humano que tiene
pensamiento.

A cualquier objeto cognoscente se le manifiesta la realidad de forma plural.


Pensamos en el conocimiento objetivo, pero lo que denominamos experiencia
no es algo objetivable, pues se trata de la propia experiencia, de donde la
experiencia de cada uno, su descripción es algo que no se puede hacer
completamente,

El problema de la verdad.

Existen 3 formas clásicas de negación de la verdad, las cuales son


agnosticismo, escepticismo y relativismo. Claro está, estas negaciones tienen
bases y justificaciones diferentes.
 Agnosticismo. Del griego agnostos, de agnoein, -no saber ignorar-, es
un término acuñado por Thomas Henry Huxley en 1869, para diferenciar
su sistema de ideas del de los metafísicos, que mantenían poder probar
la existencia de Dios o sostenían la racionalidad de la fe. En general,
supone la afirmación de que no hay que creer en aquello para lo cual no
existe suficientes pruebas, racionalmente la existencia de Dios ni su no
existencia.
 Escepticismo. Del griego skeptomal, investigar atentamente, o
simplemente de skeptesthai, investigar. Concepción en teoría del
conocimiento que sostiene, en principio, que la mente humana no es
capaz de justificar afirmaciones verdaderas. Un escepticismo extremo o
absoluto sostendría que no existe ningún enunciado objetivamente
verdadero para la mente humana de poder conocer las cosas y, por lo
mismo, la somete a examen. Este relativismo propugna ante una actitud
crítica ante el dogmatismo.
 Relativismo. Del latín relativus, relativo, de referre, que es llevar algo a
su punto de partida- es aquella afirmación de que todo conocimiento o
todo valor moral depende esencialmente del punto de vista del sujeto de
los tiene. Hay relativismo cuando la dependencia del punto subjetivo es
total. Sus dos especies clásicas son el relativismo epistemológico y
relativismo ético. El primero defiende que no hay verdades universales
validas e independientes de la apreciación de los sujetos; el segundo
niega que exista normas morales universales válidas. La consecuencia
es que tanto el mundo del conocimiento como el de la moral dependen
de diversos condicionamientos, que pueden ser el individuo, la sociedad
o cultura, ya sea en el aspecto psicológico, sociológico o histórico.

Teorías de la verdad.

I. Teorías de la correspondencia.

Teoría semántica de la verdad.

En las primeras décadas del ciclo veinte, Ludwig Wittgenstein dejo claro que
todos los problemas de la filosofía eran problemas de lenguaje. Para acabar
con el mal que asolaba a la pobre filosofía, un grupo de valientes se propuso la
tarea de rescatar a la pobre filosofía de las garras de la ambigüedad, las fauces
de la indeterminación y del embrujo de las perversas paradojas. Este grupo de
valientes fue conocido como los “Neopositivistas”. Alfred Tarski perteneció a
ese audaz grupo de jóvenes.

Dado que los problemas de filosofía eran causa de la ambigüedad del lenguaje,
era lógico arrancar y atacar de raíz esta ambigüedad, por lo menos del
lenguaje científico y filosófico. Un intento de realizar esto en las matemáticas
fue dado a principios del siglo. Para expulsar las auto referencias y paradojas
que estas conllevan, de las matemáticas, los autores se dispusieron a basar
todas las matemáticas conocidas hasta entonces en la lógica formal. Fue hasta
1931, que Kurt Godel demostró que la auto referencia se encontraba desde un
principio en los principia mathematica. Simplemente Godel presento a las
axiomas en términos e números. Pero en la demostración de su famoso
“teorema de la incomplenitud” se puede deducir que Godel demuestra que
ningún sistema formal es demostrable así mismo.

No obstantes los neopositivistas, también conocidas como positivistas lógicos,


siguieron intentando hacer ajustes en los lenguajes para expulsar a las
malvadas paradojas de ellos.

Discusión.

En su trabajo, Tarski propone llegar a una definición satisfactoria de la noción


del termino verdad. Esta definición seria materialmente adecuada y
formalmente correcta. Pero desde un principio, Tarski advierte que el problema,
debido a su generalidad, su puede considerarse de una forma inequívoca. La
adecuación material serviría para deshacerse de la ambigüedad, mientras que
la corrección formal, requerirá de una descripción de la estructura formal del
lenguaje en el cual se dará la definición de verdad. Desde este punto, la
definición no se podría aplicar al lenguaje natural, ya que este no es forma.

Tarski propone aplicar el término verdad solo a enunciados, y no a


proposiciones; debido a la ambigüedad de la definición de estas últimas. Esto
lleva a relacionar a la noción de verdad, así como a un enunciado, un lenguaje
específico.

En cuanto ha significado del término verdad, es claro que es extremadamente


ambiguo. Tarski cita la definición de Aristóteles de verdad. “El decir de lo que
es que no es, es falso; mientras que el decide lo que es, o de lo que no es, es
verdadero. Adapta esta definición a terminología moderna como: “la verdad de
un enunciado consiste en una concordancia con la realidad”. Aquí podríamos
objetar un problema de percepción: no es posible demostrar con la mente que
es realidad, ya que podemos definir a la realidad como “aquello que perciben
nuestros sentidos”. Y la validez de nuestros sentidos Y la validez de nuestros
sentidos sólo son probables empíricamente. También en estas definiciones hay
un problema de contexto. Algo puede cambiar su valor de verdad al cambiar
de contexto. Y en el fondo de todo, se esconde una metafísica, en la cual la
noción de "verdad" debe estar basada. Y, usando el teorema de la
incomplenitud de Gödel, podemos demostrar que esta verdad no podrá
demostrar a la metafísica que la propone (no se puede encontrar la verdad de
la metafísica). Estos son sólo algunos de los problemas que presentan estas
definiciones de verdad, que aunque Tarski no discute ninguna, es claro que
estas no son definiciones satisfactorias de verdad.
Para evitar estas paradojas y antonimias, Tarski decide definir su concepto de
verdad sobre un lenguaje especificado exactamente. Esto es, que se
caractericen sin ambigüedades las palabras y expresiones que se vallan a
considerar con sentido. Para eso requiere de axiomas, reglas de indiferencia, y
teoremas. Aunque sea un lenguaje formal, gracias a Godel hemos visto que no
es posible desterrar a las paradojas. Entonces ¿Por qué tratar de
comprenderlas? Desde aquí los intentos de Tarski pierde toda esperanza.

Principalmente Tarski describe a las causas que provocan la inconsistencia de


los lenguajes cerrados:

1. Hemos asumido que el lenguaje contiene tanto a las expresiones, como


a los nombres de las expresiones.
2. Que asumido que en el lenguaje rigen leyes ordinarias de la lógica.

Alfred Tarski (concepción semántica de la verdad y los fundamentos dela


semántica)

El problema principal. Este discurso tendrá como centro de atención la noción


de verdad, el problema principal es dar una definición satisfactoria de esta
noción, es decir, una definición que sea materialmente adecuada y
formalmente correcta. Pero semejante formulación del problema no puede, por
su generalidad, considerarse inequívoca, requiere pues algunos comentarios
adicionales.

Con fin de evitar toda ambigüedad debemos empezar por especificar en las
condiciones que la definición de la verdad será considerada adecuada desde el
punto de vista material. La definición deseada no se propone especificar el
significado de una palabra familiar que se usa para denotar una noción nueva;
por el contrario, se propone así el significado real de una noción vieja. Por
consiguiente, debemos caracterizar esta noción con la suficiente precisión para
que cualquiera pueda determinar si la definición desempeña realmente su área.

En segundo lugar debemos determinar de qué depende la corrección formal de


la definición. Por esto, debemos especificar las palabras o conceptos que
deseamos usar al definir la noción de verdad; y también debemos dar reglas
formales a que debiera someterse la definición. Hablando con mayor
generalidad, debemos describir la estructura formal del lenguaje en que se dará
la definición

La extensión del término verdadero. Comenzaremos por hacer algunas


observaciones acerca de la extensión del concepto de verdad que aquí
consideramos.
el predicado verdadero se usa con referencia a fenómenos psicológicos, tales
como juicios y creencias, otras veces con relación con ciertos objetos físicos a
saber, expresiones lingüísticas y específicamente oraciones y a veces con
ciertos entes ideales llamados proposiciones. Aquí por oración entenderemos
aquí lo que en gramática se llama usualmente oración enunciativa en lo que
respecta al termino proposición, su significado es notoriamente, tema de largas
disputas de varios filósofos y lógicos, y parece que nunca se ha tornado
bastante claro. Por diversas razones, lo más conveniente parece aplicar el
término verdadero a las oraciones.

El significado el término verdadero. El problema de concepto de significado


de verdad plantea dificultades mucho más graves.

la palabra verdad como otras palabras del lenguaje cotidiano, ciertamente no


es inequívoca, y no parece que los filósofos encontramos muchas
concepciones diferentes de la verdad y falsedad; debemos indicar cuál de ellas
constituirá la base de nuestra discusión.

Quisiéramos que nuestra definición hiciese justicia a las intuiciones vinculadas


con la concepción aristotélica clásica de la verdad, intuiciones que encuentran
su expresión en las conocidas palabras de la metafísica de Aristóteles.

Si quisiéramos adaptarnos a la terminología filosófica moderna quizá


podríamos expresar esta concepción mediante la familiar formula:

La verdad de una oración consiste en su acuerdo con la realidad

En cambio, si decimos entender el uso popular el termino designa aplicamos no


solo a nombres, sino también a oraciones; y si acordamos hablar de los
designados de las oraciones como de estados de cosas. Posiblemente
podríamos usar, para los mismos fines, la oración siguiente:

Una oración es verdadera si designa un estado de cosas existente.

Un criterio de adecuación material de la definición. Empecemos con un


ejemplo concreto. Consideremos la oración “la nieve es blanca”. Nos
preguntamos en qué condiciones esta oración es verdadera o falsa. Parece
claro que, si nos basamos sobre la concepción clásica de la verdad, diremos
que la oración es verdadera si la nieve es blanca, y falsa si la nieve no es
blanca. Por consiguiente, si la definición de verdad ha de conformarse a
nuestra concepción, debe implicarla siguiente equivalencia:

La oración “la nieva es blanca” es verdadera si y solo si, la nieva es


blanca
Observemos que la oración la “la nieve es blanca” figura entre comillas en el
primer miembro de esta equivalencia, y sin comillas en el segundo miembro. En
el segundo miembro tenemos la oración misma, y en el primero el nombre de la
oración. Empleando la terminología lógica medieval, también podríamos decir
que el segundo las palabras “la nieve es blanca” figuran en suppositio
formalis y el segundo en suppositio materialis. Apenas hace falta explicar
porque debemos poner el nombre de la oración, y no la oración misma, en el
primer miembro de la equivalencia. En primer lugar desde el punto de vista de
la gramática en nuestro lenguaje, una expresión de la forma “X es verdadera”
no se convertirá en una oración significativa si en ella reemplazamos “X” por
una oración o por cualquier otra cosa que no sea un nombre, ya que el sujeto
de una oración solo puede ser un nombre o una expresión que funcione como
nombre

Conclusión.

De ninguna manera el trabajo de Tarski no es importante, alcanza lo que Tarski


se propuso: hacer una definición parcial y limitada de verdad en un sistema
formal cerrado. No será práctica, pero indudablemente define mejor la noción
de verdad. No es necesario saber que significan las palabras para usarlas.
Manejamos un automóvil sin saber nada de mecánica. Utilizamos una
computadora sin saber nada de electrónica. Pensamos sin saber cómo,
amamos sin saber que es amor, y vivimos sin saber que es la vida. Pero es
necesario por lo menos tener una idea, y Tarski da una muy buena idea de que
podemos entender por verdad.

Teoría no semántica de la verdad.

CARNAP, es un connotado representante del positivismo lógico, debido a su


rechazo de la metafísica es un tópico de la historia de la filosofía vincularlo a
los empiristas científicos. Para el positivismo lógico el concepto metafísica se
refiere a una filosofía que pretende conocer la realidad solo por medios a
priori. Si se tuviera que encerrar en una breve formula la convicción básica,
común a los empirista a los empiristas, se la podría expresar más o menos así:
“es imposible lograr mediante la reflexión pura y sin un control empírico
(por medio de observaciones) una explicación sobre las cualidades y
leyes del mundo real”. Para los empiristas el conocimiento es o bien las
ciencias formales o de las ciencias fácticas, y solo el posible hacer filosofía con
estos conocimientos diferenciados. La filosofía de Rudolf carnap ha de
enfocarse en este contexto.

Los trabajos de Carnap en el campo de las ciencias formales son obras


pioneras de construcción de lenguajes formalizados. En sus investigaciones
sobre una teoría general de los signos, divide a esta en: sintaxis, semántica y
pragmática. El síntesis será el puro estudio de las relaciones entre los signos,
independientemente de todo contenido real o material; una teoría de la
construcción y identificación de la secuencia de formación. La semántica se
ocupara de las relaciones entre signos y aquellos que estos designan. La
pragmática se ocupara de la indagación semiótica en la que entran en juego las
relaciones entre los elementos de un lenguaje y los sujetos hablantes, ósea el
lenguaje en cuanto forma de conducta, en cuanto a actividad de un sujeto o un
grupo de sujetos.

Como se puede apreciar en fundamentos de lógica y matemáticas, el autor


se ocupó ampliamente de los lenguajes formales en un desarrollo que marco
una clara diferencia de los filósofos que, haciendo uso del lenguaje ordinario,
procuran aclarar problemas filosóficos, puesto que los principales
procedimientos teóricos en la ciencia tienen como componentes esenciales la
deducción y el cálculo, considero que debía precisarse en el papel de la lógica
y la matemática para ser aplicadas a la ciencia empírica.

En el nivel puramente sintáctico, carnap genera un cálculo lógico, que distingue


el lenguaje objeto del metalenguaje: “siempre que se lleva a cabo una
investigación sobre algún lenguaje, llamamos a ese lenguaje el lenguaje objeto
de la investigación, y metalenguaje a aquel en el que son formulados los
resultados de la investigación”. Por ejemplo, el cálculo de la lógica
proposicional.

II. Teorías pro-oracionales.

Frank P. Ramsey (la naturaleza de la verdad)

¿Qué es la verdad? ¿Qué carácter es el que adscribimos a una opinión o a un


enunciado cuando lo llamamos verdadero? Esta es nuestra primera cuestión,
pero antes de intentar contestarla, reflexionamos por un momento sobre lo que
significa. Porque debemos distinguir una cuestión, “que es la verdad”, de la
cuestión bastante diferente “que es verdadero”. Si un hombre preguntara que
era verdadero, el tipo de respuesta se podría esperar seria o bien una
enumeración tan completa como fuera posible de todas las verdaderas. Pero
por lo que estamos preguntando no es ninguna de estas cosas, sino algo
mucho más modesto; no esperamos aprender un medio infalible de distinguir
verdad de falsedad sino simplemente saber qué es lo que esta palabra
“verdadero” significa. Es una palabra que todos entendemos, pero si tratamos
de explicarla, podemos fácilmente vernos envueltos, como nuestra historia de
la filosofía, en un laberinto de confusión.

Una fuente de tal confusión debe eliminarse directamente; junto con el


significado primario en el que aplicamos a enunciados u opiniones, la palabra
verdadero puede también usarse en una cantidad de sentidos derivados y
metafóricos cuya discusión no es parte de nuestro problema. No intentaremos
elucidar preferencias oscuras como “la belleza es verdad, verdad belleza”, y
nos limitaremos al simple sentido de todos los días en el cual es verdadero que
Carlos primero fue decapitado y que la tierra es redonda.

Lo primero que tenemos que considerar es a que clases de cosas los epítetos
verdadero y falso se aplican primariamente, puesto que hay tres clases que
pueden ser sugeridas. Porque usamos verdadero y falso tanto para estaos
mentales, tales como creencias, juicios, opiniones o conjeturas; como también
para enunciados u oraciones indicadas; y en tercer lugar; de acuerdo con
algunos filósofos, aplicamos estos términos a proposiciones que son los
objetos de juicio y el significado de las oraciones, pero ellos mismos ni juicios y
oraciones.

Peter F. Strawson (verdad).

El señor Agustín nos ofrece una versión purificada de la teoría de la verdad


como correspondencia. Por una parte, el renuncia al error del semántico
consistente en suponer que verdadero es un predicado de oraciones; por otra
el error de suponer que la relación de correspondencia es otra que la
puramente convencional, el error que modela la palabra, su propia teoría
consiste. Aproximadamente, en que decir que un enunciado es verdadero es
decir que un determinado episodio de habla está relacionado de una
determinada manera convencional con algo del mundo que es exclusivo del
mismo. Pero ni la explicación del señor Agustín da de los dos términos de la
relación que confiere verdad ni su explicación de su relación misma me parece
satisfactoria. La teoría de la correspondencia requiere no purificación, sino
eliminación.

Christopher J. W. Williams (la teoría pro-oracional de la verdad)

Llegar a Polonia y empezar a criticar a Tarski parece de muy mala educación.


Pero me temo que es lo que voy a hacer. La teoría de la verdad de Tarski ha
tenido un desgraciado efecto en el estudio de este concepto. Hay una cierta
perversión en su enfoque que ha distorsionado la mayoría de los intentos
posteriores de descubrir la verdad acerca de la verdad.

Tarski toma como su objetivo la definición de verdadero en proposiciones como


“la nieve es blanca, es verdadero” o sus equivalentes formales. Podemos
empezar útilmente un examen de las proposiciones como está recordando la
así llamada “teoría de la redundancia” de Ramsey: “es verdad que la nieve es
blanca” no significa ni más ni menos que “la nieve es blanca”. El significado de
la nieve es blanca no se altera en lo más mínimo al colocar la palabra
“verdadero que” delante de ella. Ramsey, de hecho tenía más cosas que decir
acerca de la verdad, pero por decir esto es por lo que fundamentalmente se le
recuerda. Pero la redundancia de “es verdadero que” necesita alguna
explicación.
Williams en una pocas páginas escondidas en su monumental obra the
development of logic, introdujo las ideas de una designación de una
proposición y una expresión. Si la “nieve es blanca” está escrita al principio de
la página 423 de logic and metamathicas de Tarski, me puedo deferir a ella con
las palabras “la proposición al principio de la página 423 de logic and
metamathicas de Tarski. Si Jorge acaba de proferir las palabras “la nieve es
blanca” me puedo referir a esta proposición con las palabras “lo que Jorge dijo”.
Si digo no es probable que se niegue que la nieve es blanca, la proposición de
la que estoy diciendo que probablemente pocos negaran es indicada por mí,
mediante las palabras “la nieve es blanca”. Finalmente puedo indicar esta
proposición colocando comillas alrededor de las palabras “la nieve es blanca”
mismas. Todas estas maneras de hablar constituyen, en la terminologíe
Kneale, “designaciones” de la proposición. Las mismas palabras, “la nieve es
blanca”, junto con “Snieg istjest bialy”, “Der schnee ist weiss” “la neige est
blanche”, etc. Constituyen expresiones de ella.

III. Teorías fenomenológicas.

Edmund Husserl (el ideal de la adecuación evidencia y verdad)

En las consideraciones anteriores no se ha hablado para nada de las


cualidades de los actos; no se ha supuesto nada acerca de ellas. La posibilidad
y la imposibilidad no tienen ninguna relación especial con las cualidades. La
posibilidad de una proposición, por ejemplo, no depende par nada de que
realicemos la materia de la misma como materia de un acto ponente, o de que
la hayamos dado en modificación cualitativa de un mero representar, siempre
es válido que la proposición es posible, cuando el acto concreta el significar
proposicional admite la identificación impletiva con una intuición objetivamente
completa de igual manera, tiene así mismo, poca importancia que esta intuición
impletiva sea una percepción, o una mera fantasía, etc. Como la producción de
imágenes en la fantasía está sometida a nuestro albedrio en medida
incomparablemente mayor que las percepciones y de las proposiciones en
general, solemos referir con predilección la posibilidad a la fantasía. Como
posible vale para nosotros lo que se puede realizar en el modo de una imagen
adecuada a la fantasía formulado objetivamente; séanos ello posible a no a
nosotros mismo, los distintos individuos empíricos. Pero esta afirmación es
equivalente a la nuestra, y la restricción del concepto a la imaginación resulta
inesencial en virtud de la condición ideal entre la percepción y la imaginación,
por lo cual corresponde a priori a toda percepción y la imaginación. Tratase por
tanto, ahora examinar, con toda brevedad, el influjo que las distinciones que
acabamos de indicar tienen sobre las relaciones de cumplimiento, a fin de
lograr una conclusión provisional, al menos, para nuestras consideraciones y
una perspectiva para las investigaciones anteriores.

José Ortega y Gasset. ¿a que llamamos verdad?


Comprenderán ustedes que ningún problema y menos el problema de los
problemas que el escepticismo plantea, puede ser resuelto mientras se le
mantenga en la penumbra de la comprensión. Todo problema es un imperativo
de mayor claridad y una apelación de que el crepúsculo que hacemos al
mediodía. Inútil es, por lo tanto, que nos movamos en torno a la proposición
escéptica con vagas generalidades sobre la luctuosa experiencia de errores
que el hombre ha hecho a lo largo de su historia. Para el presente menester,
resulta tan ineficaz la elegía como el ditirambo. El escepticismo filosófico no es
una melancolía, no es un dolor indefinible ni una inquietud difusa que
vagabundea por nuestro pecho. Si tal fuese, en efecto, solo podría curarse con
las untuosas palabras de una mística plática.

Es una cuestión teórica, puramente teórica y teoría quiere decir visión y visión
es faena e claridad. Quien no tenga esa audaz voluntad de ver claro, esa
trágica voluntad luciferina, que no hable de verdad ni de duda, porque en ellos
comienza la cultura, la cual es ante todo, y después de todo, como Goethe
sugería, un inmenso afán desde lo oscuro hacia lo claro, una indomable
voluntad de medio día.

Digo esto porque es frecuente en nosotros como amedrentamiento ante la


sombra que en el aire tienden las palabras y que nos impiden ir derechos a su
sentido concreto. Al amparo de esta imprecisión en que quedan adquieren
sobre nosotros un mágico poder que, en rigor, le es ajeno.

Así ante la proposición escéptica nosotros no tenemos otro quehacer sino


atenernos a lo que ella dice y reducirnos a examinarlo: y habremos hecho todo
cuanto no es forzoso hacer, si mostramos que se destruya así misma. Ni
siquiera es necesario conste bien esto para el escepticismo quede como
inadmisible, que lo contrario de él sea probado, es decir, que logremos estatuir
una teoría firme de la verdad y de su posesión por nosotros.

Paul Ricoeur (verdad y mentira).

Nos gustaría empezar con una meditación de la verdad con una celebración de
la unidad; la verdad no se contradice, la mentira es legión; la verdad congrega
a los hombres, la mentira los dispersa y los enfrenta entre sí. Pero no es
posible comenzar así: el uno es una recompensa demasiada remota, y antes
aun es una tentación maligna. Por eso, la primera parte de este estudio se
dedicara a la diferenciación de nuestra noción de verdad. Me gustaría mostrar
que este esfuerzo por desmultiplicar los planos o los órdenes de la verdad no
es un simple ejercicio escolar, sino que corresponde a un movimiento histórico
el problema de la verdad afecta al movimiento mismo de nuestras civilizaciones
y se presta a una sociología del conocimiento.

Pero a este proceso de diferenciación responde un proceso inverso de


unificación, de totalización, al que dedicaremos la segunda parte de este
estudio. La interpretación de este proceso será la clave de esta exposición;
intentare demostrar que la unificación de la verdad es a la vez un anhelo de la
razón y una primera violencia, una falta; tocaremos así un punto de
ambigüedad, un punto de grandeza y de culpabilidad; es precisamente el punto
en que la mentira toca más de cerca a la esencia de la verdad. Iremos
directamente al aspecto del problema que concierne a la interpretación de
nuestra civilización.

Históricamente, la tentación de unificar violentamente lo verdadero puede venir


y ha venido realmente de dos polos: el polo clerical y el polo político; más
exactamente, de dos poderes, el poder espiritual y el poder temporal. Me
gustaría mostrar como la síntesis clerical de lo verdadero es culpa de la
autoridad especial que el creyente concede a la verdad revelada, lo mismo que
la síntesis política de o verdadero es culpa de la política, cuando pervierte su
función natural y auténticamente dominante en nuestra existencia histórica. Por
consiguiente, tendré que esbozar cual es la especie de autoridad que puede
ejercer la verdad teológica en los otros planos de la verdad, cual es el sentido
escatológico y no sistemático con que puede unificar todos los órdenes de la
verdad a los ojos del creyente. E igualmente tendré que aclarar los límites de
una filosofía de la historia en sus pretensiones de unificar los múltiples planos
de la verdad en un único sentido, en una dialéctica de la verdad. así pues, los
puntos neurálgicos de mi análisis serán: la pluralización de los órdenes de
verdad en nuestra historia cultural el carácter ambiguo de nuestra voluntad de
unidad, a la vez como tarea de razón y como violencia la naturaleza
escatológica de la síntesis teológica el carácter meramente probable de toda
síntesis hecha por la filosofía de la historia.

IV. Teorías hermeuticas de la verdad.

Martin Heidegger (esencia de la verdad)

Se trata de la esencia de la verdad. La pregunta por la esencia de la verdad no


se preocupa de si la verdad es en cada caso una verdad de la experiencia
práctica de la vida o el cálculo económico, la verdad de una reflexión técnica o
de la perspicacia política, en particular, una verdad de la investigación científica
o de una creación artística, o aun la verdad de una meditación pensante o e
una fe en un culto. La pregunta esencial aparta la vista de todo eso y mira
hacia lo único que caracteriza toda verdad.

¿Pero. Con la pregunta con la esencia, no nos extraviamos en el vacío de lo


general, que deja sin aliento a todo pensar? ¿El extravió de ese preguntar no
pone en claro lo inconsistente de toda filosofía? Un pensamiento radical vuelto
hacia lo real debe insistir en establecer, en primer término sin rodeos, la verdad
real que nos da hoy medid y base contra la confusión de las opiniones y los
cálculos. Frente a la indigencia real, ¿Qué importa la pregunta por la esencia
de la verdad, que prescinde en todo lo real? ¿No es la pregunta esencial lo
más inesencial y lo menos comprometedor que se pueda preguntar en
general?

Nadie eludirá la evidente certeza de estas objeciones, nadie puede


menospreciar superficialmente la apremiante gravedad de estas objeciones.
¿Pero quién se expresa en estas objeciones? El sano entendimiento humano.
Insiste en la exigencia de la utilidad aprensible y se encoleriza contra el saber
acerca de la esencia del ente, saber esencial que se llama desde hace mucho
“filosofía”. El entendimiento humano común tiene su propia necesidad; afirma
su derecho con la única arma que le corresponde. Esta es la apelación a la
evidencia de sus pretensiones y objeciones. La filosofía no puede refutar como
el entendimiento común, porque este es sordo a su lenguaje. Ni siquiera debe
querer refutarlo, porque el entendimiento común es ciego para lo que ella pone
ante la mirada esencial.

Además, nosotros mismos permanecemos en la inteligibilidad del


entendimiento común, en cuanto nos creemos seguros en aquellas verdades
de la experiencia de la vida y de la acción, de la investigación, la creación y la
fe. Nosotros mismo tomamos parte en esa sublevación de lo evidente contra
toda exigencia de lo digno de ser puesto en cuestión.

Karl Jaspers (la verdad)

Verdad: la palabra tiene un encanto incomparable. Parece prometernos lo que


realmente nos importa.

La vulneración de la verdad envenena aquello que se consigue al precio de


esta vulneración, lo convierte en culpable. En el fondo, la no verdad se agita sin
descanso, pero la misma verdad soporta penas “quien aumenta el saber,
aumenta el dolor” ¡que abismo separa al ser humano de todos los demás seres
solo porque él sabe a qué ha de morir.

¿Existe la verdad?: lo pensamos así, como si fuera obvio. Escuchamos y


afirmamos verdades sobre cosas, sucesos, realidades que son incuestionables
para nosotros. Quizás tengamos incluso confianza en que la verdad triunfara
en el mundo. Pero estamos perplejos. Poco se puede advertir acerca de una
presencia segura de lo verdadero.

Las opiniones usualmente se manifiestan en la mayoría de los casos como


expresión de la necesidad, pero no de la verdad sino de un apoyo: se refiere
con algo mucho firme para liberarse de seguir pensando continuamente.

Lo que se dice es que la mayoría de las veces, inexacto y sobre todo en su


claridad aparente es la expresión de ocultos intereses de existencia.
Entre los seres humanos hay tan poca confianza en lo verdadero que, en lo
público, no se puede prescindir del abogado para hacer prevalecer una verdad
en el mundo. La pretensión de verdad se convierte en un medio de lucha
también de lo no verdadero. Existe la maleza de lo irresoluble y la lucha
mediante el engaño y el poder. Parecen que so n casualidades quienes
deciden que se imponga la verdad, no el ser verdadero como tal. Y al final llega
para todo lo insospechado, ante lo cual sucumbe.

Hans George Gadamer ¿Qué es la verdad?

Es evidente que la ciencia confiera su peculiaridad y su unidad la civilización


occidental. Pero si se requiere comprender este hecho habrá que indagar los
orígenes de la ciencia occidental es decir su procedencia griega. La ciencia
griega es una novedad frente a todo lo que sabían los hombres y cultivaban
como saber. Al elaborar esta ciencia, los griegos segregaron el occidente del
oriente y le marcaron su propio camino. Fue un afán de saber, de
conocimiento, de explotación de lo ignoto, raro y extraño y un singular
escepticismo hacia lo que se narra y se da por verdadero, lo que impulso a
crear la ciencia. Valga como ejemplo una escena homérica: preguntan a
Telémaco quien es, el responde: “mi madre se llama Penélope, pero nadie
podrá saber con certeza quien es mi padre. La gente dice que es Ulises”. El
escepticismo extremo revela el talento especial del hombre griego para
convertir en ciencia su sed espontáneamente de conocimiento y su ansiedad
de verdad.

Por eso fue muy esclarecedor que Heidegger en nuestra generación, ocurriera
al término que los griegos designaron la verdad. No fue Heidegger el primero
en averiguar que significa propiamente desocultacion. Pero él nos ha enseñado
lo que significa para la concepción del ser que la verdad tenga que ser
arrebatada del estado de ocultación y encubrimiento. Ocultación y
encubrimiento son correlativos. Las cosas se mantienen ocultas por naturaleza,
“la naturaleza tiende a ocultarse”, parece que dijo Heráclito igualmente el
recubrimiento es propio de la acción y el lenguaje humano. Porque el lenguaje
humano no solo expresa la verdad, sino la ficción, mentira y el engaño. Hay
pues una relación originaria entre el ser verdadero y el discurso verdadero. La
desocultacion del ente se produce en l sinceridad del lenguaje.

El modo de discurso que realiza con mayor pureza esta relación es la


enseñanza. Debemos hacer constar que para nosotros la experiencia singular y
primaria del discurso no es enseñar, sino esa experiencia que la filosofía griega
tradujo primero en concepto y la esencia movilizo con todas sus posibilidades.
Es frecuente traducir el discurso o habla por razón, y ello es legítimo en cuanto
que los griegos vieron pronto que son las cosas mismas en su inteligibilidad lo
que el discurso encierra y guarda primariamente. Es la razón misma de las
cosas la que se presenta y comunica en un modo específico de discurso. Este
modo se llama enunciado, proposición o juicio. La palabra griega que lo
designa es apophansis. La logia posterior lo llamo juicio. El juicio se caracteriza
frente a todos los otros modos de discurso por la pretensión de ser verdadero,
de relevar un ente tal como es, se da el mandado, la súplica, la imprecación, se
da el fenómeno tan enigmático de la interrogación, sobre el que volveremos, se
dan innumerables formas de discurso, y todas ellas contienen algo de verdad;
pero no se definen exclusivamente por la pretensión de mostrar el ente como
es.

V. Teoría coherentista.

“surgió una teoría de la verdad que evolucionó a partir de la teoría


correspondientemente, por lo tanto, debemos empezar por esbozar algunas
líneas sobre esta última, antes de abocarnos al tema que es de nuestro interés"

La teoría de la verdad por correspondencia, postula la concordancia entre un


enunciado dado y la realidad (mundo fenoménico). En este sentido, la teoría
aboga por la correlación entre una proposición y los hechos. Sobre la teoría de
la verdad por correspondencia, la autora Susan Haack nos dirá que “la verdad
de una proposición consiste, no en sus relaciones con otras proposiciones, sino
en su relación con el mundo, en su correspondencia con los hechos.

Los positivistas logistas partiendo desde Wittgenstein, abrazan la teoría de la


verdad por correspondencia incluso, podemos señalar que en el Tractatus
Logico-philosophicus, Wittgenstein afirmo que debemos considerar a un
enunciado como verdadero si o solo si existe el hecho descrito, es decir, si
existe una correspondencia entre el enunciado y los hechos. De forma similar,
Tarski presenta el concepto de verdad cuando señala que: “una expresión
verdadera es una expresión que enuncia que las cosas se comportan de esta
manera, y las cosas se comportan exactamente e esta manera”. El problema
de las teorías correspondentistas es precisamente el cómo determinar ese
vínculo con los hechos, ¿Cómo comparar los enunciados con la realidad?

Frente a este panorama Neuranth sería el primero en cuestionar la teoría de la


verdad por correspondencia, y más tarde, Carnap se sumaría a esta labor, y
entre los dos, desarrollarían lo que conocemos como la teoría de la verdad por
coherencia.

La teoría de la verdad por coherencia “la verdad es una propiedad que pueden
poseer ciertos sistemas de enunciados como un todo, dicho con otras palabras,
la verdad consistirá en una cierta conformidad de los enunciados entre sí”. Por
lo tanto, el criterio de verdad, deberá atender la compatibilidad de los
enunciados dentro de un sistema coherente, es decir, un sistema en el que sus
premisas no entran en contradicción.
Carnat busco a forma elaborar una nueva teoría de la verdad, en la que se
prescindiera del difícil compromiso de tener que llegar a hacer un vínculo
relacional con los hechos del mundo, para de esta manera, ver que se podría
salvar de las tesis de Wittgenstein, ya que según el criterio de este último, una
proposición que no pueda verificarse no tendrá significado. Es por ello, que
Carnap reparo en la importancia de elaborar una teoría que abogue por la
verdad dentro de un sistema de enunciados, sin pretender realizar un
problemático vínculo con los hechos.

El filósofo Pablo Noriega de Loma, en su ensayo, El problema de verdad


evidencia su existencia a defender con vehemencia y argumentos concepción
de verdad como adecuación del pensamiento con las cosas, como adecuación
de la mente con la realidad, afirmando que las posiciones o nociones de verdad
ajenas a esta noción no responden a la pregunta si es verdad que ellos
manejan. Este concepto de verdad (como adecuación) se funda en el principio
de no contradicción, considerado como una condición trascendental del
pensamiento, porque si ese principio este es imposible. Por medio de principio
de no contradicción podemos conocer que es la verdad. “como consecuencia,
es el mismo pensar también está implícito el concepto adecuacionista de
verdad que es solidario del principio de no contradicción”. Pensar es respetar
este principio ínsito en el sujeto como habito.

Teoría de la coherencia de la verdad. La verdad es lo que concuerda con toda


idea reconocida. La verdad es cualidad de una declaración. La verdad es
coherencia sistemática. Esa coherencia es algo más que la consistencia lógica.
Es una declaración que cuadra con otras declaraciones que conozco que en la
verdad. Si se enlazan las ideas, eso es suficiente para decir que son verídicas.
Una declaración verdadera debe enlazarse o ser coherente con otra idea. Una
proposición es verdadera en la medida que es componente necesaria de un
todo sistemáticamente coherente. Una proposición tiene un grado de verdad
proposicional a la completitud de la coherencia sistemática del sistema de
entidades que pertenece.

La teoría de la coherencia ve la verdad como coherente de algún grupo


específico de sentencias o, más a menudo, de creencias. Normalmente, la
coherencia es tomada para implicar algo más fuerte que mera consistencia: la
justificación, evidencia y comprensión del conjunto de creencias son
restricciones comunes. Si alguien dice 4 veces 4 es igual a 16, escucho algo
que es verdad. Pero si se dice que “4 veces 4 es 15 escucho algo que no es
verdad, porque esa expresión no coincide con la idea previa que tengo de esa
afirmación matemática. “algunos opinan que la verdad es una declaración que
cuadra con las otras declaraciones que conozco que son la verdad. De acuerdo
con esta idea, si otra contradicción no contradice a las otras ideas que son
verídicas, entonces es la verdad. Según esta definición “la verdad es lo que
concuerda con toda otra idea conocida”. Se llama teoría de la coherencia de la
verdad. Si se enlazan las ideas, eso es suficiente para decir que son verídicas.

VI. Teoría pragmática de la verdad.

La verdad consiste en la congruencia de los pensamientos con los fines


prácticas del hombre, en que aquellos resulten útiles y provechosos. Verdad es
lo que funcionan en nuestras vidas. Verdad es todo aquello que funciona en mi
vida para atraer felicidad y ayudarme a sobrevivir, es verdad. El hombre no es
un ser pensante o teórico, sino un ser practico, un ser de voluntad y acción.

La vida es para lo pragmatistas esencialmente prácticas. Toda actividad


humana tiene una finalidad, y su finalidad en su control de la experiencia
humana con vistas en su mejora, tanto en el individuo como en la especie. La
verdad no significa sino un medio para este fin. Las ideas, hipótesis y teorías
no son sino instrumentos que el hombre ha forjado en orden a mejorarse a si
mismo y a su medio; y, aunque de tipo específico, como todas las demás
formas de actividad humana existen solamente para este fin, y son verdaderas
en tanto en cuanto lo cumplen. La verdad es así una forma de valor: es algo
que funciona satisfactoriamente; algo que sirve a los intereses humanos,
finalidades y objetos de deseos. No axiomas ni verdades auto-evidentes. Hasta
que una idea o un juicio no ha probado su valor en el manejo de la experiencia
concreta, no es sino un postulado o pretensión de verdad. Ni hay verdades
absolutas o irreversibles. Una proposición es verdadera hasta en el momento
que se prueba útil, y no más. “la verdad es una cualidad de una declaración
esa cualidad es más que el mero hecho de encajar en mi sistema de creencias
actual. Una declaración verdadera debe de enlazarse o ser coherente con otra
toda idea mía, pero esto en si no es garantía que es verdad, porque es posible
que mis otras ideas no estén de acuerdo con los hechos. El pragmatismo,
teoría que dice que l verdad es solo aquello que funciona en mi vida para traer
la felicidad y ayudarme a sobrevivir en el mundo, tampoco es suficiente porque
cualquier concepto raro puede ser defendido así a base de su supuesta
funcionalidad o utilidad. Por eso, la definición más adecuada es lo siguiente: “la
verdad es cualidad de las declaraciones que corresponden con los hechos y la
realidad”. La verdad es la correspondencia con la realidad. De otra forma,
¿Cómo pudiéramos nunca hablar una mentira? Una mentira es lo opuesto de
una verdad.

Esencia de la verdad.

La verdad es algo exterior al pensamiento y el hecho de que se cumpla no


depende que haga el hombre. El pensamiento y el ser tienen que tener una
identidad común para no darse totalmente a espaldas de la verdad, por lo que
en el fondo, pensamiento y ser tienen que coincidir. Hegel dinamiza esta idea
de la unidad entre pensamiento y ser (Parménides). Son distintos a lo largo del
camino hasta que al final se identifique.

El pensamiento es distinto de las cosas porque el pensamiento es finito, pero


en la totalidad se hacen uno, se identifican. Heidegger parte de la unidad
originaria entre pensamiento y ser-lo mismo- que han derivado en una
distinción secundaria entre pensamiento y ser. El distingue entre identidad y
diferencia, de donde el pensar y se han de ser idénticos, lo que conduce al
pensamiento absoluto hegeliano (el ser más allá de los entes).

Para Leonardo polo la identidad originaria es Dios. Pensar y ser pueden


unificarse: la mismidad y la identidad se distinguen. Tienen que haber conexión
entre verdad y ser; identidad y mismidad es el límite, lo humano que tiene
pensamiento.

A cualquier objeto cognoscente se le manifiesta la realidad de forma plural.


Pensamos en el conocimiento objetivo, pero lo que denominamos experiencia
no es algo objetivable, pues se trata de la propia experiencia, de donde la
experiencia de cada uno, su descripción es algo que no se puede hacer
completamente,

El problema de la verdad.

Existen 3 formas clásicas de negación de la verdad, las cuales son


agnosticismo, escepticismo y relativismo. Claro está, estas negaciones tienen
bases y justificaciones diferentes.

 Agnosticismo. Del griego agnostos, de agnoein, -no saber ignorar-, es


un término acuñado por Thomas Henry Huxley en 1869, para diferenciar
su sistema de ideas del de los metafísicos, que mantenían poder probar
la existencia de Dios o sostenían la racionalidad de la fe. En general,
supone la afirmación de que no hay que creer en aquello para lo cual no
existe suficientes pruebas, racionalmente la existencia de Dios ni su no
existencia.
 Escepticismo. Del griego skeptomal, investigar atentamente, o
simplemente de skeptesthai, investigar. Concepción en teoría del
conocimiento que sostiene, en principio, que la mente humana no es
capaz de justificar afirmaciones verdaderas. Un escepticismo extremo o
absoluto sostendría que no existe ningún enunciado objetivamente
verdadero para la mente humana de poder conocer las cosas y, por lo
mismo, la somete a examen. Este relativismo propugna ante una actitud
crítica ante el dogmatismo.
 Relativismo. Del latín relativus, relativo, de referre, que es llevar algo a
su punto de partida- es aquella afirmación de que todo conocimiento o
todo valor moral depende esencialmente del punto de vista del sujeto de
los tiene. Hay relativismo cuando la dependencia del punto subjetivo es
total. Sus dos especies clásicas son el relativismo epistemológico y
relativismo ético. El primero defiende que no hay verdades universales
validas e independientes de la apreciación de los sujetos; el segundo
niega que exista normas morales universales válidas. La consecuencia
es que tanto el mundo del conocimiento como el de la moral dependen
de diversos condicionamientos, que pueden ser el individuo, la sociedad
o cultura, ya sea en el aspecto psicológico, sociológico o histórico.
Bibliografía.

 Álvarez, M. “la verdad, dialogo filosófico” (1990) pp 355- 391


 Correas, C. el problema de la verdad, Buenos aires (1990)
 www.Taringa.net. la teoría de la verdad.
 J.L.Austin (1970) philosophical Papers, Oxford University press.
 Kirkham, Richard L. (1992). Theories of truth: A critical introduction, MIT.
 Bertrand Russell. (1992) the problems of philosophy. Oxford university
press.

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