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Dios y de lo que ha hecho y hará por nosotros, se sienten atraídas a él. Al aumentar su
amor por Jehová, su corazón las impele a engrandecerlo. ¿Cómo? Una forma consiste
en hablar de él al prójimo. “Con la boca se presenta declaración pública para
salvación”, indica Romanos 10:10. Otra forma es imitándolo de palabra y obra.
“Háganse imitadores de Dios, como hijos amados”, dice Efesios 5:1. Para cumplir ese
mandato a mayor grado, es preciso conocer bien a Jehová.
3 Por toda la Biblia encontramos muchas afirmaciones que nos revelan las cualidades
naturaleza espiritual y humana. ¿Fue su sabiduría? ¿Su poder? No. Aunque utilizó
estos atributos, no constituyeron su motivación. Por otra parte, su justicia no exigía que
impartiera el don de la vida. Fue, más bien, su gran amor lo que lo indujo a compartir
las alegrías de la existencia inteligente y a proponerse que los seres humanos
obedientes vivieran para siempre en el Paraíso (Génesis 1:28; 2:15). El amor también
lo impulsó a encargarse de eliminar la condena que el pecado de Adán había impuesto
a la humanidad.
5 Así pues, el amor es la más sobresaliente de todas las cualidades divinas. Es la
esencia del Creador. Pese a la importancia que tienen su sabiduría, justicia y poder, la
Biblia nunca dice que Jehová sea ninguno de esos atributos; pero sí dice que es amor.
En efecto, Jehová es la personificación del amor. En su caso, esta cualidad no se rige
por la emoción, sino por los principios de la verdad y la justicia. Es la forma más
elevada de amor, que él mismo ejemplifica, y una expresión de altruismo total que va
siempre acompañada de pruebas tangibles.
6 Es precisamente esta maravillosa cualidad de Dios la que nos permite imitarlo. Tal
muchas cosas buenas que él nos ha dado para que disfrutemos de ellas, como
hermosos montes, bosques, lagos y océanos. Nos ha proporcionado también una
increíble variedad de alimentos sabrosos y nutritivos, una gran diversidad de flores
bellas de fragante aroma y el fascinante reino animal. Creó cosas que causarían placer
a la humanidad, aunque no tenía por qué hacerlo. Es cierto que en nuestro actual
estado imperfecto y viviendo en este mundo perverso no podemos disfrutar de Su
creación a plenitud (Romanos 8:22). Pero imaginémonos lo que Jehová hará por
nosotros en el Paraíso. El salmista nos asegura: “Estás abriendo tu mano y
satisfaciendo el deseo [apropiado] de toda cosa viviente” (Salmo 145:16).
8 ¿Cuál es la mayor expresión del amor de Jehová a la humanidad? La Biblia explica:
“Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe
en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16). ¿Fue la bondad del
hombre lo que motivó a Jehová a actuar así? Romanos 5:8 contesta: “Dios recomienda
su propio amor a nosotros en que, mientras todavía éramos pecadores, Cristo murió
por nosotros”. Efectivamente, Dios envió a su Hijo perfecto a la Tierra para que
ofreciera su vida como sacrificio redentor y así nos liberara de la condenación al
pecado y la muerte (Mateo 20:28). De este modo se abrieron las puertas para que las
personas que aman a Dios obtengan vida eterna. Felizmente, el amor del Creador se
extiende a todo aquel que desea hacer Su voluntad, pues, como dice la Biblia, “Dios
no es parcial, sino que, en toda nación, el que le teme y obra justicia le es acepto”
(Hechos 10:34, 35).
9 ¿Cómo debe influir en nuestra vida el hecho de que Jehová haya ofrecido a su Hijo
como rescate por nosotros, posibilitando así que vivamos eternamente? Debería
intensificar nuestro amor por el Dios verdadero, Jehová, y a la vez, hacer que
deseemos escuchar a Jesús, quien lo representa. “[Jesús] murió por todos para que los
que viven no vivan ya para sí, sino para el que murió por ellos.” (2 Corintios 5:15.)
Como Cristo imitó a la perfección el amor y la compasión de Jehová, seguir sus pasos
resulta muy agradable. Las siguientes palabras, que dirigió a los humildes, lo
corroboran: “Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los
refrescaré. Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí, porque soy de genio apacible y
humilde de corazón, y hallarán refrigerio para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi
carga es ligera” (Mateo 11:28-30).
Demostremos amor al prójimo
10 ¿Cómo podemos demostrar que sentimos por nuestros hermanos cristianos la clase
de amor que Jehová y Jesús sienten por nosotros? Notemos de cuántas formas es
posible hacerlo: “El amor es sufrido y bondadoso. El amor no es celoso, no se
vanagloria, no se hincha, no se porta indecentemente, no busca sus propios intereses,
no se siente provocado. No lleva cuenta del daño. No se regocija por la injusticia, sino
que se regocija con la verdad. Todas las cosas las soporta, todas las cree, todas las
espera, todas las aguanta. El amor nunca falla” (1 Corintios 13:4-8; 1 Juan 3:14-18; 4:7-
12).
11 ¿A quiénes más debemos expresar amor, y cómo? Jesús mandó: “Vayan, por lo
confiarán en ti”. Dicho conocimiento entraña más que saber que se llama Jehová, pues
eso no hace que automáticamente se confíe en él. Conocer su nombre significa valorar
la clase de Dios que es, respetar su autoridad, obedecer sus mandatos y confiar en él
sin reservas (Proverbios 3:5, 6). De igual modo, andar en el nombre de Jehová supone
dedicarse a él y representarlo como uno de sus adoradores, viviendo en armonía con la
voluntad divina (Lucas 10:27). ¿Está usted haciéndolo?
14 Si queremos servir a Jehová eternamente, nos debe impulsar algo más que el
sentido del deber. El apóstol Pablo dirigió esta exhortación a Timoteo, que llevaba
muchos años sirviendo a Jehová: “Ve entrenándote con la devoción piadosa como
mira” (1 Timoteo 4:7). La devoción hacia una persona nace de un corazón rebosante de
gratitud por ella. Cuando es “piadosa”, implica reverencia profunda hacia Jehová,
cariño a él a causa del enorme aprecio que sentimos por su persona y sus caminos.
Esta virtud nos infunde el deseo de que todo el mundo tenga Su nombre en gran
estima. A fin de andar para siempre en el nombre de Jehová, el único Dios verdadero,
hemos de cultivar la devoción piadosa en nuestra vida (Salmo 37:4; 2 Pedro 3:11).
15 Para servir a Jehová de la forma que él acepta, debemos adorarlo solo a él, pues es
“un Dios que exige devoción exclusiva” (Éxodo 20:5). No podemos amarlo a él y al
mismo tiempo amar este mundo perverso, cuyo dios es Satanás (Santiago 4:4; 1 Juan
2:15-17). Jehová sabe exactamente la clase de persona que cada uno de nosotros
intenta ser (Jeremías 17:10). Si de verdad amamos la justicia, él lo verá y nos ayudará
a aguantar las pruebas diarias. Nos dará su poderoso espíritu santo para que podamos
triunfar sobre la maldad que reina en este mundo (2 Corintios 4:7). También nos
ayudará a mantener nuestra sólida esperanza de vida eterna en una Tierra paradisíaca.
¡Qué perspectiva tan maravillosa! Deberíamos estar muy agradecidos por dicha
esperanza y servir de buena gana al Dios verdadero, Jehová, quien la hace posible.
16 Millones de personas de todo el planeta han aceptado con gusto esta invitación del