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Proyecto politico y Sistema Educativo.

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La Argentina tiene una forma de organización que responde al Estado nación, a la que
estamos habituados de tal manera que se puede considerar como algo natural. Pero para
arribar a la formación del Estado nacional que hoy conocemos, debemos entender que es
el producto de procesos históricos complejos.

En nuestro territorio antes de la llegada de los españoles, han coexistido diferentes


culturas originarias. Claramente con una cosmovisión de la economía y de la política
totalmente opuesta a la de los conquistadores; y que sufrieron la codicia del hombre blanco
a través de los tiempos. La primera tarea que emprendió la conquista un ejemplo de ello,
fue destruir el sistema de agricultura de terrazas del pueblo Inca, entendieron que, al
destruir la economía de un pueblo, cae al mismo tiempo la superestructura política, jurídica
y su sistema de trasmisión cultural. Ya que ambas estructuras la política y la económica
están íntimamente relacionadas de manera dialéctica. (Caciabue, 2018) Hoy día son
víctimas de la miseria, de la discriminación y de la negación de parte del Estado Nacional;
continuando su lucha en el reclamo de sus tierras.

Recorriendo las páginas de la historia la escuela nos enseñó que los “indios” eran
barbaros, sucios, borrachos, que no les gustaba trabajar, que adoraban a muchos dioses y
eso estaba mal, que el proceso de evangelización era beneficioso para esos salvajes porque
se convertían en cristianos, hay una historia que no nos contaron, que está en los márgenes
de la historia. O como la mentalidad de la maestra rural que enseña a los niños criollos la
historia de la oligarquía exterminó de manera cruel a los pueblos originarios. (Hernandez
Arregui, 2004). Como argentinos nos falta el pasado, a partir de fines del siglo XIX y a
comienzos del XX, se construyó una historia oficial, una forma de ver muy particular de la
realidad del pasado, algunos hombres se convertían en estatuas de bronce y a otros en
villanos.

Este recorte de la historia, nos privó de la historia del pueblo, de la cultura popular,
fue pisoteada. Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz:
se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento
se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta. La región sigue
trabajando de sirvienta. Continúa existiendo al servicio de las necesidades ajenas, como
fuente y reserva del petróleo y del hierro, el cobre y la carne, las frutas y el café, las materias
primas y los alimentos con destino a los países ricos que ganan, consumiéndolos, mucho
más de lo que América Latina gana produciéndolos. (Galeano, 1971)

Para la generación del 37, el modelo de país a construir estaba en Europa o lo que
mejor se consideraba el lugar de la civilización. Ya que por entonces Europa encarnaba la
civilización, el progreso, lo imitable. Nuestro territorio encarnaba la barbarie, lo primitivo
todo aquello que nos ataba a las culturas aborígenes y gaucha que nos impedía avanzar
hacia un futuro de progreso.

Esta generación entendía que para progresar se debía “estudiar el movimiento


progresivo de la inteligencia europea”; entendiendo que era “el centro de la civilización de
los siglos y del progreso humanitario” (Echeverría), se consideraba heredera legítima de la
patria; usaban la simbología de la asociación Joven Italia de Mazzini.
Para entender como fue el proceso de la constitución del Estado nación en la
Argentina hay que entender que no se originó desde un hecho aislado, ni aleatorio como
podría pensarse a priori, sino que, todo lo contrario, se debe a múltiples procesos, como
por ejemplo la economía mundial que a la Argentina le asignó el rol de país productor de
materias primas y consumidor de productos manufacturados. El liderazgo de Gran Bretaña
que supo jugar a la geopolítica, delineo claramente esta división del trabajo, reorganizando,
de esta manera el país quedó en una encerrona, que hasta la actualidad la padecemos, que
es que nuestra economía se reduce a la producción y exportación de materias primas,
quedando el Estado permanentemente endeudado año tras año. No pudiendo salir nunca
de esta lógica productiva que nos esclaviza ante el mundo y que por otro lado en el 2018
dependamos si hay o no sequía para el campo.
El surgimiento y los cimientos del Estado-nación de la argentina tienen un fuerte
sostén desde el dispositivo escolar, de las ciencias y de la filosofía positivista.
Constituyéndose en un saber-poder que tendrá injerencia en la vida social de la época en la
conformación de este Estado-nación, instalando los mecanismos de adiestramiento,
regulación, administración, disciplinamiento y principalmente el control de los cuerpos en
tanto individuos particulares, culturales y también como cuerpo especie avalado desde una
comunidad/institución científica como el museo de Ciencias Naturales de la ciudad de La
Plata.
Uno cuando piensa en el dispositivo escolar y su construcción, inmediatamente
aparece la imagen del Sarmiento como el padre del aula, pero hay varias cuestiones que
aparecen, y una de ellas es que Sarmiento no es ese recorte del padre de aula, ni de ese
niño que nunca falto a la escuela, como representaciones de fuerte arraigo, con una imagen
de alumno perfecto, casi un abstracto del propio imaginario Sarmientino.
El proceso de la conformación del Estado-nación estuvo liderado por sectores
dominantes de Buenos Aires, que se encargaron de formar un ejército, que sirvió a los fines
de establecer el “orden” y de una forma u otra la política se podría decir que se militarizó
con representaciones que eclosionarán años después en el siglo XX.
El proceso de construcción del Estado no se caracterizó por ser pacífico, ya que
cuando fue necesario el ejército fue utilizado para apagar las últimas rebeliones después de
la batalla de Pavón, estas rebeliones fueron protagonizadas por caudillos como por ejemplo
el “Chacho Peñaloza”, Felipe Varela y López Jordán. Pero indudablemente la mayor
atrocidad producida por el Estado, controlado por la incipiente oligarquía, que brindaba
toda la fuerza ideológica en aras de mantener sus privilegios.
¿Cómo se constituyó esta oligarquía? ¿Cómo fue ese proceso? El Estado fue
“capturado” por la oligarquía terrateniente que asumió el rol de un papel activo en el
proceso de organización nacional, condición indispensable para la consolidación capitalista.
Oligarquía terrateniente, que detentó exclusiva del poder político y única beneficiaria de su
patrimonio económico. (Alliaud, 2007)
Este poder económico tenía en claro que para conformar la nación se requería de un
poder fuerte y centralizado y con una nueva definición cultural y moral dada a través de un
sistema educativo.
La Oligarquía se formó con un espíritu de clase con una fuerte ideología. Un mismo
culto ritual por los héroes de la historia, el mismo deslumbramiento por Europa propio de
los bárbaros culturales convencida de la eficacia de sus instituciones liberales y sus
mármoles sagrados, (Hernandez Arregui, 2004)
Esta oligarquía no solo se ocupó de los espacios ideológicos y simbólicos, sino que
también los fue haciendo con los espacios materiales; primeramente, hallando
justificaciones desde lo ideológico para luego justificar sus vejaciones, y genocidio de los
pueblos originarios. Tomando las palabras de Pierre Bourdieu, “Quien nomina domina” es
que la oligarquía llamó “Conquista del desierto” a lo implica decir, que en primer lugar “no
mate a nadie”, por lo tanto, no cometí ningún crimen, esta acción fue vista como una
condición indispensable que permitía el acceso de la Argentina al mercado internacional.
Fue necesario construir la imagen del territorio como “desierto”, por parte de
pensadores como Sarmiento, con el fin de hacer legítimas las aspiraciones voraces de los
apellidos más ilustres del país que se estaba conformando sobre las ruinas de otras culturas.
Si había un desierto, quería decir que no vivía nadie y por lo tano era legítimo su ocupación,
(UNAHUR). La denominación, de desierto es negar al Otro, es invisibilización del otro
cultural e instalar esta idea que los argentinos “descendemos de los barcos” que desde ya
se procura de imponer la noción de que nuestro país se pobló íntegramente por los
inmigrantes que arribaron a la Argentina a fines del siglo XIX. Indudablemente esto busca la
eliminación de la historia a unos y exaltar algunos rasgos particulares que le convienen a la
élite.
Para ello es necesario un sistema escolar que se va inscribir en el entramado de
sujeción del pueblo, que va a sumar un dispositivo a la escuela como disciplinamiento de
los sujetos, con claros propósitos de que la escuela debe formar ciudadanos. Para arribar al
tan ansiado progreso, y poder establecer un puente de la ignorancia al conocimiento, de la
oscuridad a la luz, de la condición de súbdito a la de ciudadano. “Si los ciudadanos no se
ilustran” afirmaba Mariano Moreno, “si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no
conoce lo que vale, lo que puede y lo que debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas y
después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar
de tiranos sin destruir la tiranía” (Siede), pero lamentablemente estas ideas fueron
envenenadas con enunciados que poco a poco se fueron conquistando el derecho de ser la
guía de una nación en un proceso de integración mundial, para ello era necesario “civilizar
a los barbaros”.
Esta idea pedagógica deriva del liberalismo elitista desde los tiempos de Rivadavia, el
sujeto pedagógico imaginado pro Rivadavia se garantizaba por su aislamiento respecto del
resto de los connacionales, una mentalidad, utilitaria, economista y desinteresada del
contexto social.
Esta generación del 80 se sentía heredera legitima de la patria, y sentían que debían
llevar a la Argentina al progreso. Había que cambiar as costumbre, la cultura y e lenguaje
para a gente se volviera industriosa. Solo en ese orden se alcanzaría el progreso. Sarmiento
propuso darle a la población una educación básica integral que elevara su cultura. Dio
importancia al desarrollo de las escuelas de artes y oficios y quiso una educación de racional
y científica. Por el contrario de lo que se podría pensarse Sarmiento promovió un sistema
educativo formalmente más democrático de su época, al mismo tiempo que realizó una
operación de exclusión de los sectores populares. A esta escuela pública del imaginario
sarmientino concurría un sujeto abstracto, que jamás llegó a existir (Puiggrós, 2003).
Quiso construir un modelo educativo capaz de operar sobre la sociedad cambiándola
y controlándola, y creyó posible imponer una forma de ser, de sentir y de hablar a quienes
escapaban de la categoría de bárbaros (Puiggrós, 2003). Pero al mismo tiempo se agrega, el
problema del inmigrante, que traía su trabajo, pero también su cultura, su identidad, su
ideología, había que realizar un proceso de asimilación del recién llegado, dotarlo de una
identidad nacional, se establece de esta manera la normalidad como concepto, la
anormalidad había que corregirla, su cuerpo, su habilidad, su docilidad y obediencia, para
realizar su actividad en una fábrica, en el ejército, la cárcel o cuando no se ajustaba a las
normas era expulsado con la Ley de Residencia, de Defensa Social principalmente; porque
no todos estaban dispuestos a entregar sus ideas, sus libertades, y estaban dispuestos a dar
batalla por estos lares.
Poco a poco la sociedad se fue ligando a las corrientes positivistas asociadas al
darwinismo como analogía de lo social, con explicaciones e interpretaciones y aplicaciones;
determinismo, evolución, adaptación y lucha por la vida, configuran un esquema
interpretativo provisto por las ciencias.
En el documental prisioneros de la ciencia, de cómo la ciencia justifica, el pensamiento
ideológico de justificar, el genocidio de ver al otro como diferente, como raza, estaban
destinados a la extinción y la desaparición.
Así se establece la distinción de razas superiores, y en tal sentido con derechos de
unas sobre otras. Una más fuerte y evolucionada con respeto a otras inferiores, más débiles
y menos evolucionadas. La raza marca de esta manera una segmentación de la organización
social.
Los recursos ideológicos fueron instrumentados a través de la escuela, que funcionó
como “máquina” de educar y de imponer una estética en común, el Estado trató de difundir
un sistema de creencias, valores y normas de conducta. Que buscaron la formación cívica
tanto de los argentinos como de los recién llegados del extranjero. (UNAHUR).
La escuela fue el dispositivo más eficaz para trasmitir esos saberes y lo pudo realizar
en la masividad a partir de la sanción de la Ley 1420 de Educación común, que estableció la
enseñanza gratuita, obligatoria y laica. Buscando homogeneizar esas poblaciones,
unificándolas a través de la estética compartida en los referido a la indumentaria o al corte
de pelo; y negando al mismo tiempo las diferencias sociales culturales y económicas de cada
uno de los habitantes que deseaban vivir en suelo argentino o para los que ya estaban.
Para concluir la etapa de la consolidación del Estado-nación argentino, la escuela
inauguró una serie de momentos para actuar en la producción hacia la civilización y
progreso de las sociedades anglosajonas. Con una lógica de homogenización nacional que
implicaría procesos de exclusión de lo impropio, lo extranjero, de lo bárbaro para incluirlo
en una identidad nacional impostada e impropia; forzando la argentinidad y poniendo bajo
la alfombra el conflicto social.
De esta manera se constituyó un bloque histórico, logrando imponer un “orden”
relativamente estable de dominación y de consenso. Imponiendo un modelo económico el
agroexportador donde claramente tubo sus ganadores la élite oligárquica que acumularon
territorios y los capitales extranjeros principalmente los empresarios ingleses que se
llevaron parte importante de la “torta”. Por otro lado, ejercieron un control y desarrollo de
lo institucional y de sus ideas de lo público apoyado con un proyecto educativo claro en
cuanto a sus fines y objetivos.

Bibliografía
Alliaud, A. (2007). Los maestros y su historia. Buenos Aires: Granica.

Caciabue, M. G. (2018). UT1 El siglo XIX y la corformación del Estado argentino. UNAHUR.

Echeverría, E. (s.f.). El Dogma Socialista a la Juventud Argentina. Obtenido de


https://www.ensayistas.org/antologia/XIXA/echeverria/dogma1.htm

Galeano, E. (1971). Las venas abierta de América Latina (Primera ed.). México: Siglo Veintiuno
Editores México.

Hernandez Arregui, J. J. (2004). La formación de la conciencia nacional. Buenos Aires: Lillo


Edicciones Continente.
Puiggrós, A. (2003). Qué pasó en la educación argentina. Breve historia desde la conquista hasta el
presente.

Siede, I. (s.f.). La educación política. Ensayo sobre ética y ciudadanía en la escuela.

UNAHUR. (s.f.). Formación del Estado Nacion.

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