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ACTO MORAL

DEFINICIÓN

El término latino actus llegó a nuestra lengua como acto. El vocablo puede aludir a un evento o a una acción.
Moral, como adjetivo, califica a aquello que realizan los seres humanos de acuerdo a un análisis de su maldad
o bondad.

Se llama acto moral a la acción que desarrolla una persona y que es valorada desde el plano de la ética (por
su rectitud, honradez, etc.). Si bien muchas acciones son neutrales para la ética, otras pueden acarrear una
valoración moral ya que pueden definirse como negativas o positivas de acuerdo a los efectos del acto.

Supongamos que una persona, cuando comienza a llover, decide refugiarse bajo el cartel de una tienda, que
le brinda protección contra las gotas. Este acto no tiene ninguna consecuencia moral: no puede juzgarse
como negativo o positivo. La situación cambia si el sujeto, para encontrar refugio debajo de ese cartel,
empuja a un anciano que planeaba ampararse en el mismo lugar. Esa primera acción (empujar al anciano)
lleva a que el acto de refugiarse bajo el cartel sea malo desde el punto de vista moral. Se trata, por lo tanto,
de un acto inmoral.

Como se puede advertir, el contexto muchas veces determina que un acto sea moral o no. Además hay otras
cuestiones que inciden en la eventual valoración del acto: si la persona comprende las consecuencias de sus
actos antes de llevarlos a cabo, si los realiza en libertad o bajo presión, etc.

Pero no siempre es necesaria una actitud negativa realizada directamente por el sujeto para que sus acciones
sean juzgadas bajo la lupa de la moral. Pensemos en el caso de una persona que trabaja en una tienda de
artículos para animales. Vender accesorios y alimento para perros y gatos no parece tener nada de malo (o
bueno); sin embargo, si los dueños destinan parte de sus ingresos para sostener un negocio de peleas de
perros, o bien si esconden dicha actividad ilegal tras una normal y aceptable, todo cambia.

Esto nos demuestra que si bien existen los actos neutrales, aquellos que no pueden ser considerados buenos
o malos, muchas veces el análisis depende de la cantidad de información, ya que pueden esconder una faceta
que satisfaga los requisitos del juicio moral.

Los actos morales son actos humanos, voluntarios, que podemos elegir realizar o no, y que podemos valorar
según las normas y criterios morales que hayamos asumido previamente. Ante la posibilidad de elegir, el
primer elemento de estos actos que se nos muestra es la existencia de un motivo para los mismos. El motivo
es la causa directa de la realización del acto, la respuesta a la pregunta '¿por qué?'. Además, este tipo de
actos tiene un fin, esto es, la representación o anticipación mental del resultado que se pretende alcanzar
con la acción. El fin se hallaría respondiendo a la pregunta '¿para qué?' Pero la finalidad que se pretende
conseguir con cualquiera de estos actos ha de conseguirse de algún modo. Cuando hablamos de los pasos
que hay que seguir necesariamente para completar el acto moral, para conseguir el fin propuesto, estamos
hablando de los medios. Estos se hallan respondiendo a la pregunta '¿cómo?' El elemento que completa la
estructura de los actos morales es el resultado efectivo de los mismos, sus consecuencias.

Podemos distinguir entre motivos conscientes y motivos inconscientes. Los primeros los pensamos antes de
que nos hagan actuar. De los segundos no tenemos esta representación previa a la actuación: pueden ser
derivados del hábito, del capricho o de la misma biología del ser humano, pero también pueden ser aquellos
que no nos atrevemos a reconocer ni ante nosotros mismos, y que ocultamos tras de otros más dignos que
los justifican -a veces, por envidia o celos, atacamos a otras personas, y lo hacemos convencidos de que éstas
actúan mal y deben ser reprendidas-. Contrariamente a lo que pudiera parecer, la inconsciencia de los
motivos no anula totalmente el carácter moral de un acto humano.
APRECIACIÓN DEL ACTO MORAL

Un acto moral es aquella acción realizada por un individuo y que puede ser valorada como buena o mala
desde un punto de vista ético. Las acciones que realizamos podrían dividirse en dos grupos: las que no tienen
implicaciones morales porque son neutrales (respirar, moverse, rascarse o protegerse de la lluvia ) y aquellas
acciones que sí pueden tener alguna consideración moral, es decir, pueden valorarse como buenas o malas.
Este último tipo de acciones es mucho más amplio de lo que parece a primera vista. Dar la mano a alguien
puede parecer neutral, pero dar la mano a un terrorista sanguinario ya se puede discutir moralmente.
Trabajar en una fábrica para ganarse el pan de la familia no tiene una implicación moral, pero si la fábrica
contamina un río y esto provoca enfermedades, la neutralidad del trabajo en la fábrica desaparece. Esto
quiere decir, que casi cualquier acto es un acto moral en potencia, pues el contexto en el que se produzca
determinará una valoración determinada.

LA OBLIGACIÓN MORAL

La obligación moral se define como la presión que ejerce la razón sobre la voluntad, enfrente de un valor. Por
ello, está lejos de ser una presión originada en la autoridad, o en la sociedad, o en el inconsciente, o en
el miedo al castigo. La obligación moral no es la obligación que se siente por la presión externa, ni mucho
menos ese tipo de acción psíquica originada por el inconsciente.

Cuando una persona capta un valor con su inteligencia, se ve solicitada por dicho valor, y entonces la
inteligencia propone a la voluntad la realización de tal valor. Pero la inteligencia presiona suavemente, sin
suprimir el libre albedrío; simplemente ve una necesidad objetiva y como tal la propone a la voluntad para su
realización. Se trata pues, de una exigencia propia de la razón, fundamentada en un valor objetivo, pero
nacida en lo más íntimo y elevado de cada hombre: su propia razón. Por lo tanto la obligación moral es
autónoma y no incompatible con el libre albedrío.

La base de la obligación, tal como se explicó, es la razón frente a un valor. Por esto se dice que el fundamento
próximo de la obligación moral es el valor. Y no solo en el plano subjetivo, sino que también en el plano
objetivo, ya que, la ley es la expresión de un valor originada en la razón. Esta misma ley la cualidad de
producir en el sujeto, que se guía por su recta razón, el sentimiento de obligación. A esto se le
llama obligatoriedad de la ley, propiedad típica y que se deduce a partir del valor expresado por ella. En otras
palabras: el hombre, con su razón, trasciende al plano de los hechos y percibe el valor de las leyes, con esto el
mismo se impone una obligación o exigencia de tipo racional, sin menospreciar su libre albedrío y
su autonomía. Esta es la fundamentación inmediata de la obligación moral.

CONCIENCIA MORAL

La conciencia moral es esa voz interior que nos obliga a actuar de una forma y también nos dice si son
correctas o no nuestras acciones. Es la capacidad de juzgar no solo nuestras acciones, sino también las de los
demás, como buenas o malas.

Juez de nuestras acciones

Para juzgar y dirigir las acciones la conciencia se sirve de principios, es decir, de la moral con la que cada
persona rige su vida. Estos principios que forman la moral son los que trajo de su hogar, y los que fueron
adquiriendo e imponiéndose racional y libremente.

Conducta moral e inmoral

Sabemos que algunas personas tienen una conducta moral y que otras no; por lo tanto, podemos decir que la
misma persona es el sujeto de la conducta moral, porque la conciencia moral es la que capacita al ser
humano para captar y vivir los valores morales. Su desarrollo y perfección dependen de la personalidad de
cada uno, pero una vez que esto se logra, la conciencia moral es indeleble; es decir, sabe distinguir entre el
bien y el mal.

Los juicios y la conciencia moral

La conciencia juzga el hecho antes y después del acto moral. Los juicios previos establecen los principios; por
ejemplo, sabemos que hay que hacer el bien y evitar el mal; es decir se juzga que, si un acto es bueno, debe
ser realizado; si es malo, debe ser evitado. Después del acto, la conciencia acepta el hecho si fue bueno, pero
si fue malo, lo rechaza; juzga también si el acto fue digno de recompensa o de castigo. Si fue malo sabe que
tiene la obligación de reparar los males causados.

Acto de voluntad

El ser humano elige hacer el bien o el mal; es decir, su voluntad depende de su conciencia. Por ejemplo, dos
personas observan que un bombero entra a un edificio en llamas para salvar la vida de un niño. Una de ellas
valora el riesgo y la bondad del bombero, cuyo objetivo en este caso es arriesgar su propia vida por el
prójimo. La otra persona juzga que es una locura exponerse al gran peligro de perder la vida para salvar la de
otro. Cada uno juzgó de acuerdo con sus principios. Eso es conciencia moral.

EL VALOR DE LA CONCIENCIA MORAL

El ser humano es un ser de una enorme grandeza como muestra el núcleo personal. Una de las notas
características de lo humano es la intimidad. Es decir, la capacidad de reflexión que tiene todo ser humano
sobre aquello que es correcto en relación con el obrar. La conciencia moral muestra la rectitud ética del ser
humano que a través del juicio racional es capaz de discernir aquella acción buena de aquella que no lo es.

Así como existen acciones que pueden ser un medio en la consecución de un fin, por el contrario, la
realización del bien es un fin en sí mismo puesto que hacer buenas acciones aporta bienestar a quien se
siente tranquilo y satisfecho por su modo de obrar. Desde el punto de vista social, la conciencia moral
muestra la importancia del respeto al otro ser humano.

La realización del bien


Dicha conciencia moral también queda determinada por unas normas de actuación, leyes generales y
universales que ayudan al individuo a interiorizar el concepto de deber moral. Uno de los principales criterios
de la conciencia moral es la justificia. El ser humano tiene la capacidad de reflexionar sobre sus propias
acciones con el objetivo de poder valorar posibles errores.

La sociedad también tiene una función muy importante en la construcción de la ética social puesto que la
educación es uno de los medios más importantes para formar a las personas. El conocimiento es un
horizonte de libertad y también, de reflexión moral. El ser humano tiene el don de la libertad. Es decir, tiene
la capacidad de realizar una buena acción pero también, puede realizar una mala praxis. Lo importante es
que desde el punto de vista ético, el ser humano sea virtuoso para actuar haciéndose responsable de las
consecuencias de sus actos y pueda reparar el daño cometido en caso de cometer un fallo determinado.

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