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Fundamentos de la ética

Alejandro Tena
Ensayista de ética y geopolítica, hispanista
La palabra ética viene del griego ethos, que significa costumbre. Como definición, la ética es la
ciencia que estudia la bondad o maldad de los actos humanos.

En cuanto a bondad o maldad, la bondad significa la cualidad de bueno, bien y bondad coinciden
en cuanto a su significado esencial, aunque bondad es un sustantivo abstracto y bien se utiliza
para designar la bondad de un objeto concreto (Sáenz 1999).

Bueno significa algo acorde con las cualidades que cabe atribuirle por su naturaleza o destino
(Real Academia de la Lengua Española, 2016). Atendiendo a esta definición “malo” no puede
definirse como algo opuesto a bueno, pues siempre que algo esté acorde con las cualidades que
cabe atribuirle será bueno. Malo es entonces algo falto de las cualidades que cabría atribuirle
por su naturaleza, función o destino.

Ahora bien, ¿cuáles son los principios por los que se puede juzgar los actos humanos como
buenos o malos?

El único principio sería el hecho del deseo que tiene todo ser humano de ser completamente
feliz, siendo la felicidad un estado de consciencia plenamente satisfecho (André 2010), que
comprende no solo el placer o la ausencia del dolor, como han propuesto los filósofos modernos,
sino más bien un conjunto de estados como el júbilo, la ligereza, la confianza, la fuerza, la
armonía, la plenitud, la paz interior, la serenidad, el sentimiento de pertenencia y la fraternidad.

Los estados de felicidad se consiguen por consecuencia de los bienes adquiridos y ejercidos a
través de los actos. Así mismo, los diferentes estados de felicidad deseados y experimentados
están jerarquizados según el nivel de ser humano del que corresponden. Los niveles de ser
humano son: naturaleza humana, esencia humana y persona humana.

Niveles del ser humano

1. La naturaleza humana

Funciones y facultades. La naturaleza humana es la herencia biológica, es decir el cuerpo


humano y todas sus funciones y facultades. Las funciones incluyen a las funciones vegetativas
y las funciones corporales como la nutrición, reproducción y desarrollo, las facultades
cognoscitivas sensibles (sentidos internos y externos), los apetitos y los sentimientos sensibles
(www.encuentra.com, 2015). Los sentidos externos consisten en el oído, el olfato, el gusto, el
tacto y la vista. Los internos se componen de la percepción sensible (sensorio común), memoria,
imaginación y cogitativa. Dentro de estos sentidos internos podemos distinguir a los apetitos
sensibles, compuestos del apetito concupiscible y el apetito irascible.

Los sentidos externos son aquellas facultades sensibles que además de vivificar a su propio
órgano corpóreo, permiten conocer de modo sensible las realidades físicas particulares que
están presentes. En los sentidos externos se pueden diferenciar dos grupos, 1. Inferiores: tacto,
gusto y olfato. 2. Superiores: oído y vista (www.encuentra.com, 2015).

Al conocimiento sensible que permiten los sentidos externos sigue el de los sentidos internos
que captan, o bien, los actos de nuestros sentidos (sensorio común), también llamada percepción
o síntesis sensorial en psicología. Las cuatro funciones del sensorio común son: 1. Captar los
objetos de los sentidos externos. 2. Diferenciarlos entre sí. 3. Unificarlos en la percepción. 4.
Captar los actos de los sentidos externos y ejercer así de conciencia sensible (Choza 1988).
Pueden también retener objetos conocidos por la sensibilidad externa (memoria), o bien, forman
otros nuevos (imaginación), o bien, los valoran (cogitativa). Estos tienen soporte orgánico en el
cerebro (www.encuentra.com, 2015).

El sentido común y la imaginación se denominan sentidos formales porque sus objetos son las
formas o cualidades sensibles que están o han estado presentes. A la estimativa y la memoria
se les llama intencionales porque sus objetos son valores concretos de las cosas a los que el
viviente tiende (Choza 1988).

La estimativa (cogitativa) es el punto de cierre de circuito de la vida animal: es el punto de


articulación de las funciones cognoscitivas con las apetitivas y motoras. La estimación es la
conexión que produce una emoción o sentimiento positivo o negativo. La actuación de los deseos
e impulsos sensibles se desencadena a partir de la estimativa (Choza 1988).

Los apetitos sensibles son la inclinación que sigue al conocimiento sensible. Lo propio del apetito
sensible es desear lo sensible agradable y eludir lo nocivo sensible. Consiste en dos
inclinaciones, el apetito concupiscible y el apetito irascible. El primero inclina a buscar lo
conveniente y a evitar los nocivo actualmente percibido, el segundo mueve a resistir lo adverso
y a conseguir de modo arduo lo conveniente.

2. La esencia humana

La inteligencia

La inteligencia y voluntad no forman parte de la naturaleza humana, sino de su esencia, no son


algo pues físico o fisiológico. Estas dos facultades son pasivas, según santo Tomás y se activan
con la sindéresis, es decir cuando el hombre comienza a preguntarse sobre la verdad de las
cosas. La sindéresis se entiende como la capacidad natural para juzgar rectamente
(www.encuentra.com, 2015).

El objeto conocido por la inteligencia es en universal, es decir abstracto. El objeto es por tanto
ideal e intencional, lo ideal e intencional no es material en modo alguno. La meta final de la
inteligencia es la verdad. El descubrimiento de la verdad es notar que ésta es independiente de
opiniones, gustos y pareceres subjetivos. Es comprobar que el hombre no es dueño de ella, ni
tampoco de sí mismo (www.encuentra.com, 2015).

En la inteligencia hay dos tipos de hábitos, los hábitos de la razón teórica y la razón práctica. Los
teóricos perfeccionan a la razón en orden al conocimiento de la verdad, los prácticos también la
perfeccionan, pero para conocer más verosimilitud o probabilidad en las cosas y derivadamente
para realizar productos culturales cada vez mejores y humanos. La razón práctica no busca la
verdad, sino la verosimilitud (www.encuentra.com, 2015).

La voluntad

La voluntad no actúa por propia iniciativa, sino que necesita del concurso de varias instancias
para ponerse en marcha. Una de esas instancias es la inteligencia, en concreto, la razón práctica,
sin la presentación de objetos como bienes por parte de la inteligencia la voluntad nada puede
querer. Otras instancias son la sensibilidad humana, los apetitos y las tendencias
(www.encuentra.com, 2015).

A la voluntad le interesa no solo el bien particular, sino también el universal. El bien particular
puede ser entendido como un objeto que contiene algunos valores deseados por el hombre, por
otro lado, un bien universal se va convirtiendo en el valor en la medida que es más superior.

La voluntad está abierta a todo lo real (material, inmaterial y espiritual). El querer de la voluntad
puede crecer indefinidamente, querer más y mejor, el crecer de esta potencia se denomina virtud,
la virtud se puede purificar cada vez más. La ausencia de límite implica inmaterialidad
(www.encuentra.com, 2015).

De las buenas costumbres se pueden sacar virtudes en la voluntad, de las malas, vicios. En rigor,
la virtud es un acto, aunque no cualquier acto, sino un acto superior que refuerza a esta potencia
para querer mejor.

3. La persona humana
El tercer y más elevado nivel del ser humano es la persona, al contrario de la inteligencia y la
voluntad, la persona humana no es pasiva y no necesita de ningún acto previo para activarse,
sino más bien que es la esencia humana la que descubre la existencia de la persona a partir del
deseo de saber el sentido de su vida y existencia personal. ¿Quién soy yo? ¿Por qué y para qué
existo? ¿Qué sentido tiene mi vida? Son las clases de pregunta que surgen del deseo de conocer
el sentido personal.

Por lo anterior, el descubrimiento de la persona puede pasar por un ejercicio de la inteligencia,


pero siempre limitada a la generalidad, la inteligencia es incapaz de responder a la pregunta a
un nivel íntimo.

El quid del tema es que, según el sentido final y último con todo y sus implicaciones, será el
sistema de valores, así como su orden. Por otro lado, también según el sentido final y último está
el grado de felicidad.

Interacción y orden de los niveles

Todo acto humano va encaminado a obtener o ser parte de un bien, aunque a medida que el
acto tiene fundamento en los niveles superiores del ser humano, el grado de felicidad
experimentada puede ser mayor.

El valor es una especie de atractivo especial que poseen unos entes por el estado de felicidad
que produce, gracias al cual una persona dice preferir un objeto. Los valores pueden ser además
jerarquizados según una serie de criterios como los que propone Max Scheler (Sáenz 1999).

1. Duración: Es superior un valor que dure más que otro.


2. Divisibilidad: Es superior un valor cuanto menos pueda dividirse
3. Fundamentación: Es superior el valor fundamentalmente con respecto al valor fundamentado.
4. Satisfacción Es superior el valor que satisface más, el grado de satisfacción entendida como
el nivel de los elementos del conjunto de felicidad.
5. Relatividad: Es superior el valor que se relaciona con los niveles superiores del objeto o la
persona que está complementando.

De lo anterior se deduce que los valores en cuanto tal son potenciales productores de estados
de felicidad.

Grado de felicidad según el sentido personal

La felicidad tiene grados que se corresponden con el tipo de bien adquirido, así mismo los bienes
están clasificados según el nivel de ser humano. El deseo es el que da pie a la búsqueda y
obtención de bienes. Los deseos también se clasifican según el nivel de ser humano. Toda la
clase de deseos que tiene el hombre derivan del deseo más básico de ser feliz.

Siempre que los actos de la persona sean coherentes con unos bienes del sentido personal
asimilados y que producen estados de felicidad (como las virtudes teologales), el hombre
comenzará a experimentar los estados de felicidad.

Conclusiones

La ética es una ciencia de los actos humanos cuya razón de ser está en el deseo de todo ser
humano de ser plenamente feliz. La felicidad es un conjunto de estados que el hombre va
deseando, entre otros factores, por su nivel de maduración su entorno y conocimiento.

Los estados de felicidad deseados se experimentan a través de actos encaminados a obtener y


ejercer bienes. Los bienes al igual que los estados de felicidad se clasifican según el nivel de ser
humano. Existen tres niveles de ser humano que todo hombre tiene y están ordenados
jerárquicamente según el tipo de bienes que desea y que en última instancia crean estados de
felicidad superiores. Los niveles de ser humano, de menos importante a más importante son:
naturaleza humana, esencia humana y persona humana.

Los bienes pertenecen a los valores y estos pertenecen a su vez a estados de felicidad, por tanto,
podríamos decir que a final de cuentas un estado de felicidad es un bien a medida que este se
encuentra lo más abstraído.

Por la jerarquía que tienen los bienes, los actos humanos pueden ser juzgados como buenos o
malos, es decir que los actos encaminados a obtener bienes inferiores deberán estar
subordinados y en función de bienes superiores, Sería entonces malo cuando una persona elige
un bien cuyo acto se opone a la obtención de un bien mayor.

Tena, Alejandro
"Fundamentos de la ética", Ensayos de Filosofía, nº 5, 2017, semestre 1, artículo 9
si es evidente que para una convivencia sana y fructífera de una sociedad serequiere que los
profesionistas tengan una actividad ética.

Capítulo VIGlobalización Ética y Medios de Comunicación.

Para Josep F. Maria i Serrano (2000) “en una primera aproximaciónentendemos la


globalización como un proceso de interconexión financiera,económica, social, política y
cultural que se acelera por el abaratamiento de lostransportes y la incorporación en algunas
instituciones (empresas, grupossociales, algunas familias) de tecnologías de información y de
la comunicaciónen un contexto de crisis económica (1973), de victoria política del
capitalismo(1989) y de cuestionamiento cultural de los grandes ideales”.De este concepto se
extrae algunos rasgos importantes como el hecho de queel número de pobres se ha duplicado
desde 1974 y al observar a los paísespobres y ricos se observe que sigue en aumento. La
globalización es, en parte,responsable de éste fenómeno, puesto que su lógica es la lógica de
laacumulación, la libertad económica sin restricciones y la eficiencia.

La Globalización Ética

En la década de los setenta, cuando nadie hablaba todavía de globalización,algunos filósofos


ya apuntaban la necesidad de unos valores y unas normaséticas universales para la
supervivencia de la especie humana en la tierra.Pocos años después Adela Cortina afirmaba
que “necesitamos actualmenteuna ética universal porque las consecuencias de la razón
técnica, movida por una idea equivocada de progreso, amenaza a toda la humanidad en
suconjunto”.La discusión sobre una ética global es larga y poco a poco va dando sus
frutos.Desde diversas doctrinas filosóficas se discute la universalidad de los valores ylas
normas morales, pero existen bastantes razones para hablar de valores ynormas
universales.Esta ética universal, que tanto se necesita, avanza muy lentamente, y ladinámica
globalizadora, no facilita su desarrollo. El papel de los medios decomunicación en este
proyecto de globalización de la justicia es decisivo,primero porque hace referencia a la
finalidad y la dinámica de funcionamientode los medios; segundo porque hace referencia al
contenido de lacomunicación, a qué tipo de valores se transmitan y a cómo influirán éstos enel
reconocimiento social de unos principios éticos y en la conciencia colectivade lo que se debe o
no hacer.

Ética Cívica y Medios de Comunicación

En un mundo global necesitamos una ética universal. Para ello es necesariopreguntarse si lo


medios tanto en su funcionamiento como en el contenido de

sus mensajes hacen realidad la libertad, la igualdad, la solidaridad, el respetoactivo y el ethos


dialógico.

La Libertad:

Según Funiok (2002), la libertad es una de las ideas guía de la ética de losmedios de
comunicación. El público gana en libertad cuando accede a lainformación completa y crítica
que le permite hacerse una idea más completade la realidad social y política influyendo esto
en su calidad de vida.

La Igualdad:

La igualdad de todos los ciudadanos ante la ley se ve potenciada por laglobalización, puesto
que ésta favorece la convergencia de los sistemas jurídicos. Pero por otra parte la desigualdad
real entre los habitantes de la tierrase ha incrementado puesto que en la sociedad del
conocimiento, donde elconocimiento y la información son fuente de riqueza, quienes más
tienen hoymás preparados están para mañana.

La Solidaridad:

La solidaridad es uno de los valores más demandado en los últimos tiempos ymás necesario
para acondicionar la existencia humana. Los medios puedenmotivar la disponibilidad a la
ayuda y ser un buen instrumento de denuncia dela injusticia y la marginación pero, aún
cuando hay buenos ejemplos, éstos sonla excepción de la regla. Sigue habiendo en la “aldea
global” muchos conflictosy situaciones de injusticia a las que los medios de comunicación no
les prestanatención, bien porque no les interesa a quienes controlan esos medios, oporque
tienen otros temas más “importantes” que tratar.El valor del respeto hacia los diferentes es
esencial para la convivencia ensociedades pluralistas. Una sociedad plural descansa en el
reconocimiento delas diferencias, de la diversidad de costumbres y formas de vida. Así, el
respetoactivo significa ir más allá de la mera tolerancia.

El Ethos Dialógico:

El respeto activo, la solidaridad, la igualdad y la libertad difícilmente puedendesarrollarse si no


hay una sincera valoración del diálogo como proceso desolución de conflictos y de disposición
básica para una convivencia pacífica. Ypara éste diálogo el papel de los medios de
comunicación es esencial.La dinámica de la mayoría de los medios es poco dialógica y ni
siquieraparecen preocuparse por llegar a serlo. De hecho, la disposición al dialogo,
tannecesaria en sociedades pluralistas, no se ve potenciada por los contenidosque nos hacen
llegar la mayoría de los medios de comunicación.

Capítulo VIIConclusiones

La Ética guía no solamente la toma de decisiones (lo que debo hacer) sinotambién el proceso
que sigue una vez tomada la decisión (cómo lo debohacer).En la actuación profesional, cada
individuo tiene su propio patrón de valores,por ello se hace necesario que cada uno haga su
propia reflexión, a modo decompatibilizar los comportamientos con los valores corporativos,
el Código deConducta y Ética Empresarial, las normas internas de las Compañías y lalegislación
aplicable.Vivimos en un mundo en constante cambio y expansión, tiempos deglobalización que
han hecho que las organizaciones cambien, sedescentralicen y con personal más autónomos y
con mayor poder de decisión,por esto se hace necesario que las relaciones no sólo al interior
de lasempresas sino entre empresas, organizaciones y el mercado se basen envalores, lo cual
generará mejores patrones de conducta y permitirá generar valor.
La ética estudia las costumbres y hábitos dando ciertos principios:- La ética va encaminada
hacia la realización del hombre como persona.- Los principios éticos apuntan hacia la
solidaridad, equidad, imparcialidad,eficiencia y responsabilidad.

Bibliografía

Cortina, A. "

Ética de la Empresa

. Claves para una nueva cultura empresarial".Madrid. Editorial Trotta, 1994. Cap. V.Velásquez,
M. "

Ética en los Negocios

. Conceptos y Casos". Sexta Edición.Pearson Educación. México 2006. Editorial Prentice


Hall.Varela Fregoso, Guadalupe. Ética. México: Instituto Politécnico Nacional, 2010.p
46.http://site.ebrary.com/lib/bibliociuvirtualsp/Doc?id=10365445&ppg=46 Copyright © 2010.
Instituto Politécnico Nacional. All rights reserved.
la etica en mi vida

jueves, 10 de mayo de 2012

La Etica en mi vida personal

LA ÉTICA EN EL DIARIO VIVIR

Ética y servicio.

Introducción.

Preguntarse por la ética equivale a preguntarse por el modo de vivir. Ética equivale al modo
del comportamiento humano en cuanto a la calidad de dicho comportamiento. Un
comportamiento es ético si es bueno, y antiético si es malo. Otra cosa es preguntarse cuándo
algo es bueno y cuándo no lo es, pues hay distintos criterios para conducirse en este campo: lo
que para unos es bueno, es posible que no lo sea para otros. Por eso la ética ha de basarse en
unos principios mínimos, fundamentales y objetivos en los que todos estemos de acuerdo. Son
principios asociados a grandes valores objetivos, y que lo son para toda la humanidad. Por ej.
la Declaración Universal de los Derechos Humanos, contiene principios objetivos, suscritos por
la casi totalidad de los países.

Hoy se habla mucho de ética. Hay ética con apellidos: bioética, ética del deporte, ética
profesional, ética política, ética empresarial, etc., pero lo importante es que la vida de todas
las personas funcione éticamente todos los días y en todo lo que ellas hacen. Es decir, que en
el actuar de cada uno predominen los criterios del bien y de la justicia, y sean esos criterios y
valores los que prevalezcan. Comportarse bien en momentos importantes de la vida, igual que
aparecer solidario ante algunos sucesos catastróficos divulgados insistentemente en los
medios informativos, es probablemente más fácil que comportarse así en lo normal y ordinario
de cada momento. No es difícil ser generosos y solidarios ante acontecimientos
extraordinarios e impactantes de la vida, pero no es tan fácil permanecer fiel, justo, delicado,
bondadoso y solidario durante todos los días de nuestra vida, entre la gente que nos es más
próxima, cuando no suceden acontecimientos extraordinarios.

Nos referiremos en este tema a esa ética de todos los días, una ética que tiene que ver con la
vida común y corriente, pero que es la que nos lleva y prepara a vivir la vida de una manera
llena de sentido. Es una ética que marca todo un estilo de vida, un modo de ser que se hace
habitual en la persona que la practica, y gracias a la cual, dicha persona actuará siempre de
una manera justa y recta que le es como connatural. Cuando la persona que vive un estilo de
vida así, se separa de su línea directriz porque actúa de una manera no acorde con esos
principios y valores que son fundamentales para ella, se siente mal consigo misma. Ese
sentimiento de malestar equivale a lo que llamamos la voz de la conciencia, que es como la
internalización de la ética.

Ética y felicidad.
Vivir de acuerdo a valores fundamentales, que están insertos en el corazón de cada uno,
contribuye a la felicidad de las personas. Es falso creer que el que vive de acuerdo a unos
valores éticos labra su propia infelicidad puesto que no haría lo que él quiere sino lo que le
está impuesto por las normas. Eso es tener un concepto muy pobre y errado de la ética y de la
propia libertad. Se puede amargar la vida la persona que es reprimida, impedida para la
espontaneidad, incapaz de expresar sentimientos y quereres, poco libre, de baja autoestima y
asertividad, pero eso no tiene nada que ver con la ética. No podemos confundir la vida de
quien vive lealmente, de acuerdo a sus valores y compromisos, en forma autónoma y adulta,
con la vida de una persona neurótica, reprimida, de moral heterónoma, inmadura e infantil,
incapaz de la propia autonomía y autodeterminación.

La ética tiene que ver con valores y principios fundamentales a los que la persona moral se
abraza libremente con toda su alma, vida y corazón. Ser libre significa ser capaz de tomar
decisiones en forma responsable, y saber responder tanto de los éxitos como de lo fracasos
consecuencia de esas decisiones. Ser libre significa saber discernir adecuadamente las
realidades que nos presenta la vida, y elegir consecuentemente ante las distintas opciones y
alternativas, haciéndolo con plena responsabilidad. El buen discernimiento es signo de
madurez humana y libertad, y ayuda a la toma responsable de decisiones importantes. Una
madre que ha abrazado conscientemente su maternidad, se siente plenamente libre cuando
ha de levantarse varias veces en la noche para atender al pequeño hijo, necesitado de sus
cuidados. Ella es libre para amar, y esa libertad, a pesar del sacrificio que implica, la hace
sentirse feliz. Ama, y haz lo que quieras, decía San Agustín, seguro como él estaba de que la
persona que ama en serio, jamás hará algo que perjudique a los demás o a sí misma. Por eso,
amor y libertad son inseparables: el amor es hijo de la libertad (E. Fromm).

Pero hay algo más: la ética conduce a la felicidad. ¿Qué es la felicidad? Es el objetivo principal
del ser humano; el fin de la conducta humana es la felicidad. En el fondo, todo lo que hacemos
y emprendemos, aunque no lo pensemos explícitamente cada vez, lo hacemos para llegar a ser
felices. Muchos confunden la felicidad con la obtención rápida del logro y del éxito; la felicidad
así entendida sería incompatible con el sacrificio y el esfuerzo, y sería imposible lograrla cada
vez que la gratificación se viera aplazada o postergada para otro momento. La sociedad de hoy
con sus propagandas de un mundo liviano, hueco, lleno de éxitos fáciles que se lograrían en un
abrir y cerrar de ojos, estaría contribuyendo a ese error. Es fácil que muchos jóvenes piensen
que si algo cuesta esfuerzo y sacrificio, eso es ya un impedimento para la felicidad.

Otra creencia muy común hoy día es la de confundir la felicidad con el placer. La felicidad sería
en este caso un producto que se puede lograr fácilmente con sólo dejarse llevar de los
impulsos y deseos del momento. Todo lo que fuera autocontrol, dominio de la voluntad, poner
atención a determinados valores, ajustarse a ciertos principios superiores, postergación de los
deseos para otro momento más adecuado y apropiado, podría parecer atentatorio a la
felicidad. Si la felicidad se equipara al placer, sucederá también que muchos creerán que
pueden comprarla con dinero , algo muy de acuerdo con la cultura consumista que nos
envuelve.

Sin embargo la felicidad verdadera es mucho más que el placer. Estamos hartos de ver
personas que gracias a su dinero no se privan de nada, que obtienen todos los placeres
deseados, pero que llevan una vida bastante amargada y poco feliz. La felicidad, repito,
aunque no se opone al placer, es mucho más que este. La felicidad tiene que ver con el sentido
que encontremos a los grandes misterios de la existencia humana: el trabajo, los sentimientos,
el amor, la vida, la muerte, la belleza, la alegría, el sufrimiento y el dolor, los conflictos en
nuestras relaciones humanas especialmente con los seres queridos, la capacidad de compartir.

Es feliz la persona que ha encontrado sentido pleno a su vida, que es fiel a su vocación, que
sigue los indicativos de sus carismas, cualidades, aptitudes y capacidades, y que no pierde el
sentido de la vida a pesar de las incomodidades, dificultades, y aun el sufrimiento. Es feliz la
persona capaz de ser constructora de vida nueva, que es creativa, que conserva la suficiente
lucidez mental para el buen discernimiento aun en momentos turbulentos de la vida, que
jamás se siente abatida, que ve el lado positivo de las personas y las cosas, y que se levanta
cada vez que cae.

Naturalmente que la felicidad absoluta no existe; cuando hablamos de felicidad humana, ya


sabemos que se trata de algo relativo, puesto que todo lo humano es imperfecto. Lo
interesante es que la persona sea feliz porque se siente feliz, porque se empeña en serlo, y
porque ella construye su propia felicidad. Es feliz la persona que construye un mundo donde la
belleza, los gestos de delicadeza, el arte, la alegría, el gozo y el placer sean posibles para todos
. Y esto tiene mucho que ver con la ética de la vida, con el actuar bien en cada momento de
nuestra historia. Sería bien distinta la vida si todos la viviéramos en forma más ética y valórica.

Construir una ética de la vida.

El criterio fundamental para una ética que abarque todos los aspectos de la vida es el que se
refiere a la dignidad de la persona humana. Todo aquello que favorezca el desarrollo de la
dignidad de la persona, será bueno; y al contrario, todo aquello que atente contra esta
dignidad será malo. Y esto es así en el acontecer de cada día, y en cualquier lugar donde se
encuentre una persona. Quien carezca de una exquisita formación valórica desde la infancia,
es muy fácil que, sin casi darse cuenta, ofenda frecuentemente su propia dignidad y la de los
demás, especialmente de las personas más cercanas.

La construcción de una ética para la vida de cada día pasa por la actitud de solidaridad y
autoestima. La solidaridad verdadera consiste en poner amor en la vida de todos los días. Sólo
puede ser verdaderamente solidaria una persona que ha llegado a adquirir un adecuado nivel
de autoestima y asertividad. Nadie puede amar a otro si no experimenta el amor a sí mismo
(que nada tiene que ver con egoísmo), y nadie puede estimar a otro si no experimenta primero
la necesaria dosis de autoestima; igual que nadie puede respetar la dignidad de los demás si no
sabe defender la propia dignidad.

La solidaridad auténtica produce en el solidario sentimientos de felicidad y alegría porque el


solidario se siente feliz haciendo felices a los demás:

Dormía, y soñaba que la vida no era sino alegría. Me desperté, y vi que la vida no era sino
servicio. Serví, y vi que el servicio era alegría. (Rabindranath Tagore).

Construir una ética para la vida significa vivir la vida de cada día en actitud de generosidad. Es
una actitud que se practica en hechos cotidianos, sencillos, no ruidosos, pero que están llenos
de delicadeza y significado. Es la vida de los gestos bonitos, que valen más que las palabras; se
trata de una actitud de buena educación que brota no de manuales de cortesía externa sino de
la profundidad de un corazón tierno y amoroso, porque el amor está en la base de toda ética.
Por eso San Pablo, el hombre que vivió intensa y éticamente la vida de cada día nos dice que:
El amor es paciente, es afable; el amor no tiene envidia, no se jacta ni se engríe, no es mal
educado ni busca el propio interés, no se exaspera ni lleva cuentas del mal, no simpatiza con la
injusticia, simpatiza con la verdad. Disculpa siempre, confía siempre, aguanta siempre. El amor
no falla nunca. (1 Cor. 13, 4 s.).

Este tipo de ética nos lleva a una cercanía humana que va más allá del contacto físico y de la
ayuda económica, y que se expresa en una necesidad imperiosa de actuar, de no quedarnos
inmóviles e insensibles ante el dolor ajeno. Es sentir en el corazón y en la piel, en todo nuestro
ser, que necesitamos a los demás, y que los demás nos necesitan a nosotros. Nos lleva a una
relación fraternal que se expresa en un servicio que no es asistencialismo, en una ayuda que
no ofende; un servicio hecho de respeto y delicadeza hacia el otro. Es un servicio que nos
acerca al otro, conocido o desconocido, diciéndole: cuenta conmigo, estoy contigo

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