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Ignacio Telesca

CURAS, PUEBLO Y VATICANO

La reorganización de la Iglesia paraguaya

después de la Guerra contra la Triple Alianza,

1870-1880
2

Consejo Directivo del FONDEC

Presidente: Bruno Barrios


Miembros
del Consejo Directivo: Katty Ortega
Mario Coscia
Elizabeth Vinader
Judith María Vera
Director Ejecutivo: Víctor Achucarro

FONDEC (Fondo Nacional de la Cultura y las Artes)


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Asunción - Paraguay
3

Ignacio Telesca

CURAS, PUEBLO Y VATICANO

La reorganización de la Iglesia paraguaya

después de la Guerra contra la Triple Alianza,

1870-1880
4

Ignacio Telesca /
CURAS, PUEBLO Y VATICANO / La reorganización de la Iglesia
paraguaya después de la Guerra contra la Triple Alianza, 1870-1880
FONDEC (Fondo Nacional de la Cultura y las Artes) Asunción, 2006

© 2006 Ignacio Telesca

Diagramación: Ricardo Ruiz Díaz


Corrección: Rebeca González Garcete

Impreso:

ISBN

Hecho el depósito que prescribe la Ley


Derechos reservados conforme a la Ley

Impreso en el Paraguay
Printed in Paraguay
5

PUEBLO, CURAS Y VATICANO

La reorganización de la Iglesia paraguaya

después de la Guerra contra la Triple Alianza,

1870-1880

Ignacio Telesca
6
7

CONTENIDO

página

Presentación 9

Lista de abreviaturas 13

Introducción 15

I – La reorganización

de la Iglesia paraguaya, 1869-1877 19

II – La Misión de Di Pietro, 1878-1879 41

III – Curas y pueblo en el Paraguay 59

Conclusión 75

Referencias bibliográficas 79

Anexos documentales 91
8
9

Presentación

Una primera versión de esta obra la presenté en la


Universidad de Oxford para obtener mi título de grado. La
compartí con un público más amplio en el I Simposio
Internacional sobre Religiones, Religiosidad y Cultura llevado a
cabo en ciudad de Dourados, Brasil, en septiembre de 2004.
Lo que ahora presento es una traducción de la versión
original, con algunos añadidos, fundamentalmente en lo que se
refiere a la misión de Gregorio Benítez, cuyos manuscritos
fueron publicados posteriormente gracias a la tarea
mancomunada del FONDEC con la Academia de Historia. Se
agrega también un amplio anexo documental, proveniente éste
del Archivo Secreto Vaticano, entre otros.
Sin lugar a dudas, los archivos eclesiásticos son muy
ricos para poder profundizar en una historia no sólo política e
institucional, sino también, y sobre todo, social. Un uso
interesante hizo ya Barbara Potthast en su libro ¿‘Paraíso de
Mahoma’ o ‘País de las mujeres’? Igualmente, el historiador
francés Luc Capdeville ha trabajado las partidas matrimoniales
posteriores a la Guerra, descubriendo que las mujeres
paraguayas sí se casaban, y muchas de ellas con miembros de
las tropas brasileñas.
Sin embargo, los archivos eclesiásticos están aún casi
sin explorar. El debate sobre la población previa y posterior a la
Guerra podría ganar mucho si alguien se tomase el trabajo de
rescatar todos los libros parroquiales de bautismos,
confirmación y defunción. Es una labor ardua, pero necesaria.
Asimismo, hoy por hoy, son los únicos archivos que se
encuentran disponibles al investigador que quiera trabajar el
período posterior a 1870.
Además de los archivos, una fuente inagotable son los
periódicos de la época. Tanto la Universidad Católica como la
Biblioteca Nacional tienen importantes colecciones. Sin
embargo el estado de conservación de los periódicos no es el
10

ideal. En la biblioteca de la Universidad Católica se encuentran


en mejor estado y pueden ser consultados, ya sea en su formato
original o a través de microfichas. La Biblioteca Nacional posee
una buena colección pero casi inutilizable porque al dar vuelta
la página, éstas se destruyen. Si bien existen copias en
microfilm, la máquina no funcionaba. Una tarea urgente es
rescatar estos periódicos realizando ediciones facsimilares como
se hizo con Eco del Paraguay, también con apoyo del FONDEC.
Aparte de la investigación en los archivos, fueron claves
otras lecturas. Los trabajos de Harris Gaylord Warren, de Milda
Rivarola y de Juan Carlos Herken, entre otros, fueron muy
importantes para mi comprensión del Paraguay posbélico.
La idea original de esta obra era explorar el universo de la
religiosidad de la gente. Mi hipótesis era que, a pesar de la
magnitud de la guerra, la población permaneció arraigada en su
religiosidad, ya que ésta no se pierde en un corto plazo. Mi
objetivo era entonces sumergirme en la vivencia religiosa de las
personas. Sin embargo, me encontré con una doble dificultad.
Por un lado, me veía en la necesidad de investigar primero la
religiosidad previa a la guerra y, por otro, y más importante
aún, los archivos consultados, tanto el del Vaticano como el de
la Arquidiócesis de Asunción y el de Villarrica,
desgraciadamente no me brindaron los datos que yo necesitaba
encontrar.
Una vez que pasé de una historia social, o de las mentalidades,
a una más de corte institucional y/o política, sobre la
reorganización de la Iglesia paraguay, me encontré con que
estaba en curso un debate sobre el resurgir del catolicismo a
fines del siglo XIX en América Latina, siendo su punto
culminante el Primer Concilio Plenario de la América Latina
llevado a cabo en Roma en 1899. El debate no es nuevo; siempre
se discute si existe alguna manera de medir algo tan íntimo
como la religiosidad, o si un país es más o menos cristiano.
Siempre se suele mirar a la institución eclesial como centro de
referencia. Si ésta está más activa es buena señal, sino, lo
11

contrario. Pero una postura así nos remite al universo


exclusivamente eclesiástico, entendiendo por esto la formalidad
de la Iglesia como institución, y no a la vivencia de la gente.
Además, el servicio eclesial no cambia a corto plazo porque
haya habido una reorganización del estrato clerical. Sin lugar a
dudas, como vamos a ver en este libro, la misión de Monseñor
di Pietro fue excelente y se pudo encarrilar una situación
anómala de la Iglesia paraguaya, además de re-abrir el
seminario y traer congregaciones religiosas. Sin embargo, la
Iglesia paraguaya no experimentó ningún resurgir. Esto último,
entonces, es el tema del presente libro. Esta obra, más que un
capítulo cerrado, se presenta como una puerta de entrada a
otras múltiples investigaciones.

Como estaba fuera del país, los contactos epistolares y


electrónicos fueron muy importantes, y le agradezco a Milda
Rivarola y a Thomas Whigham el apoyo que recibí de ellos cada
vez que los consultaba. Este último y Ricardo Scavone Yegros
leyeron la versión original, y ambos me animaron a publicar el
trabajo.
Siempre fui bien acogido en los archivos y bibliotecas.
Quiero agregar a las anteriormente citadas bibliotecas, a la del
Museo Etnográfico Andrés Barbero. Este museo se ha
convertido para muchos investigadores en un oasis, no sólo por
la excelente biblioteca sino también por la calidez de la
atención.
Por más de una década he formado parte de la
Compañía de Jesús y esta investigación la realicé siendo jesuita.
Así que mi vocación por la historia y por el Paraguay se la debo
a ellos.
En la Universidad de Oxford Alan Knight me orientó
en este trabajo y Nicholas Davidson fue mi tutor de estudios.
Campion Hall y su comunidad me brindaron todas las
facilidades para que no sucumbiera en la tarea. A todos ellos,
más que agradecido.
12

Quiero agradecer también al FONDEC por la


posibilidad que me brinda de publicar esta investigación
histórica.
Finalmente, quiero agradecer a Paz, tanto por su apoyo
y constante ánimo, como también, y fundamentalmente, por su
cercanía.
13

Lista de Abreviaturas

AAA Archivo Arquidiocesano de Asunción


ASV, AAEESS Archivio Segreto Vaticano, Affari Ecclesiastici
Straordinari
ASV, ANB Archivio Segreto Vaticano, Archivio Nunciatura in
Brasile
ASV, SS Archivio Segreto Vaticano, Segretaria di Stato
P.R.O., FO Public Record Office, Foreign Office
R.O. Registro Oficial de la República del Paraguay
14
15

Introducción

Débil como era, sin embargo, la Iglesia en Uruguay era mucho más fuerte que
la de su vecino Paraguay, donde la Iglesia emergió de los horrores de la guerra
en 1870 poco menos disminuida y desmoralizada que el resto de la población.
Por las siguientes décadas, la Iglesia paraguaya quedó postrada y por lo
general en silencio: olvidada por los conservadores, atacada ocasionalmente
por los liberales y largamente ignorada por la historia.1

La historia de la Iglesia en Paraguay necesita aún ser escrita.


Salvo la obra de Margarita Durán2, que como bien indica el
título, es mínima, y la de Fidel Maíz y Hermenegildo Roa 3, que
tiene ya más de cien años de ser narrada, nada aún se ha
producido para cubrir este hueco. Este libro, aunque breve,
quiere ser una primera aproximación a la Iglesia en el Paraguay
en el período posterior a la guerra de la Triple Alianza. 4

1 LYNCH: ‚The Catholic Church in Latin America, 1830-1930’’ en L.


BETHELL: (ed.) The Cambridge History of Latin America, IV, p. 569. Weak
as it was, however, the Church in Uruguay was stronger than that in
neighbouring Paraguay, where the Church emerged from the horrors of war in
1870 hardly less diminished and demoralized than the rest of the population.
For the next decades the Paraguayan Church lay prostrate and usually silent,
neglected by conservatives, occasionally attacked by liberals and largely
ignored by history.
2 DURÁN: La Iglesia en el Paraguay. Una historia mínima, Asunción, 1990

3 MAÍZ, Fidel y Roa, Hermenegildo: Breve reseña histórica de la Iglesia de

la Santísima Asunción del Paraguay, Asunción, 1906


4 Los únicos trabajos en tratar este tema son los de: NÚÑEZ:

‚Evangelización en los 25 años de posguerra (1870-1895)‛, en La


evangelización del Paraguay. Cuatro siglos de historia, Asunción, 1979, pp.
175-187; MELIÀ: ‚El fusilamiento del Obispo Palacios. Documentos
vaticanos‛, Estudios Paraguayos, 21.1, 1983, pp. 25-50; HEYN: ‚Biografía
y obras del padre Fidel Maíz‛, en MAÍZ: Etapas de mi vida, 3rd ed.
Asunción, 1996, pp. 217-290;. y CHARTRAIN: L’Eglise et les partis dans
16

Para 1870 Paraguay había sido totalmente destruido


después de una inmisericorde guerra contra Brasil, Argentina y
Uruguay. Todo necesitaba ser reconstruido5. Más de la mitad de
la población había muerto y aquellos que sobrevivieron eran
fundamentalmente mujeres y niños6. La Guerra no dejó
institución sin tocar, y desde esta poco prometedora base tenía
que iniciarse una reconstrucción, aunque la vida política no
haya cambiado mucho. El concepto de un Estado patrimonial
permaneció casi intacto, mientras que las estructuras familiares
y las relaciones de géneros tampoco experimentaron grandes
cambios. Una situación similar puede observarse en la Iglesia:
aunque sólo un tercio de los sacerdotes sobrevivieron a la
guerra, la tragedia no cambió realmente la práctica de la
religión.
Obviamente, esto último necesita una investigación
meticulosa y este trabajo pretende ofrecer un punto de partida
examinando la reorganización de la Iglesia paraguaya en la
primera década después de la guerra, y en particular en el rol
que jugó el delegado apostólico, Monseñor Angelo Di Pietro.
La investigación se basa sobre fuentes que no fueron
previamente utilizadas o apenas tenidas en cuenta.

la vie politique du Paraguay depuis l’Independence, Universidad de París I,


Ph.D. tesis, 1972
5 Cf. RIVAROLA: Obreros, utopías & revoluciones, Asunción, 1993;

KLEINPENNING: Rural Paraguay, 1870-1932, Amsterdam, 1992;


HERKEN: El Paraguay rural entre 1869 y 1913, Asunción, 1984;
WARREN: Paraguay and the Triple Alliance: the Postwar Decade, 1869-
1878, Austin, 1978, entre otros
6 De acuerdo al cónsul inglés en Buenos Aires la población paraguaya

en 1872 era 231.796: 176.000 nativos, y 55.796 extranjeros; P.R.O.,


Foreign Office Papers, FO 59/35, MacDonnell al Conde de Granville,
Buenos Aires, 2 agosto 1872. Más detalles en POTTHAST y
WHIGHAM: ‚The Paraguayan Rosetta Stone: New Insights into the
Demographics of the Paraguayan War, 1864-1870‛, Latin American
Research Review 34.1, 1999, pp. 182-184.
17

Últimamente se viene hablando de un resurgimiento


religioso al final del siglo diecinueve en América Latina
impulsado fundamentalmente desde el Vaticano 7. Sin embargo,
el presente estudio pondría en duda dicha hipótesis al menos
en el caso de Paraguay. Veremos que las problemáticas de la
historia paraguaya se reflejaban también la historia de la Iglesia.
Aunque el pueblo en general seguía siendo eminentemente
religioso, notaremos que esto no fue debido a una
reorganización institucional sino más bien a la manera en que la
gente había aprendido a practicar su fe sin la asistencia de la
institución.
En la primera sección, el estudio se centra
específicamente en la reorganización institucional de la Iglesia
hasta el momento en que el gobierno envía una delegación a
Roma en 1877. En la siguiente sección trataré la misión de Di
Pietro, resultado de la previa delegación paraguaya a Roma.
Como esta historia no ha sido hasta ahora tratada
minuciosamente, tendré que adoptar un estilo más narrativo.
La tercera sección ya se aparta de la narrativa institucional para
discutir el día a día de la vida religiosa de los habitantes del
Paraguay, tanto de los sacerdotes como de la gente.
La política de la primera década de pos guerra estuvo
caracterizada por tres aspectos importantes: el establecimiento
de un nuevo sistema político, la inestabilidad de dicho sistema
y por la interferencia extranjera en los asuntos internos del
Paraguay. Asunción estuvo ocupada por las tropas brasileñas
desde el 1 de enero de 1869 y, con la ayuda de exiliados
paraguayos, instalaron un nuevo gobierno con una nueva
constitución siguiendo el modelo argentino. El grupo de
paraguayos que formaron el nuevo gobierno se dividió en dos
facciones de acuerdo a alianzas de familia. Otro grupo de
paraguayos, formado por aquellos que habían luchado junto a

7IVEREIGH (ed.): The Politics of Religion in an Age of Revival, London,


2000
18

López o habían sido enviados al exterior por el mismo López,


también se las arreglaron para entrar en la arena política. La
combinación de un sistema político impuesto desde arriba con
conflictos internos entre la clase política paraguaya fue el caldo
de cultivo ideal para una larga inestabilidad política. Ningún
presidente pudo cumplir el término constitucional hasta 1886.
Golpes, intentos de revoluciones y el asesinato marcaron los
diez años siguientes a la conclusión de la Guerra contra la
Triple Alianza8.

8 Esta situación política ya ha sido tratada por otros autores de manera


exhaustiva, Cf. WARREN: Paraguay and the Triple Alliance, y Rebirth of
the Paraguayan Republic: the First Colorado Era, 1878-1904, Pittsburgh,
1985; LEWIS: Political Parties and Generations in Paraguay’s Liberal Era,
Chapel Hill, 1993; HERKEN: El Paraguay rural entre 1869 y 1913,
Asunción, 1984; CABALLERO AQUINO: La Segunda República
Paraguaya, Asunción: Arte Nuevo, 1985; ABENTE: ‚The Liberal
Republic and the Failure of Democracy in Paraguay‛, The Americas
45.4, April 1989, pp. 525-46
19

I – La reorganización de la Iglesia paraguaya, 1869-1877

Después de la independencia, la Iglesia nunca tuvo en


Paraguay la influencia social que tenía en otros países
latinoamericanos. El Estado se arrogó para sí mismo el anterior
patronato real. El Doctor Francia cerró el seminario en 1820 y
cuatro años m{s tarde suprimió las órdenes religiosas ‚por ser
innecesarias y sin utilidad‛, confiscando sus pertenencias.
Cuando Francia murió en 1840, sólo cuarenta y tres sacerdotes
servían a las ochenta y tres parroquias que formaban la diócesis
de Asunción, la única diócesis en Paraguay. El sucesor de
Francia, Carlos Antonio López, reabrió el seminario y el Estado
volvió a pagar los salarios de los sacerdotes, pero López seguía
en control de la Iglesia, hasta el punto de escribir las cartas
pastorales9. Francisco Solano López continuó la política de su
padre, y la Iglesia permanecía bajo el control del Estado. El
último obispo de la sede de Asunción antes de 1870, Manuel
Antonio Palacios, nombrado en enero de 1865, fue ejecutado
por López durante la guerra en diciembre de 1868, por
conspirar contra el presidente. Sin embargo, López contaba con
elementos dentro de la Iglesia que estaban de su lado: dos

9 Cf. DURÁN: 1990, p. 43. Sobre la época de Francia y los López Cf.
COONEY: ‚Independence, Dictatorship, and Fray Pedro García de
Panés, OFM: Last Bishop of Colonial Paraguay (+ 1838)‛. Archivum
Franciscanum Historicum, 68, Roma, 1975, pp. 421-449; ‚The Destruction
of the Religious Orders in Paraguay, 1810-1824‛ The Americas 36:2,
1979, pp. 177-198; HEYN SCHUPP: Iglesia y estado en el Paraguay
durante el gobierno de Carlos Antonio López, 1841-1862. Estudio jurídico-
canónico. Asunción: Biblioteca de Estudios Paraguayos, 1987; Iglesia y
Estado en el proceso de emancipación política del Paraguay (1811-1853).
Asunción: Editorial Don Bosco, 1991; NOGUES: ‚El general López en
Roma‛. Historia Paraguaya, 1969-70; La Iglesia en la época del doctor
Francia. Asunción, 1988; ‚El Provisor Roque Antonio Céspedes Xeria‛,
Historia Paraguaya, 1958, pp. 45-64; GAONA, El Clero en la Guerra del 70,
Asunción, n.d.
20

sacerdotes, Fidel Maíz y Justo Román 10, estaban entre el jurado


que sentenció a muerte al obispo Palacios11.
El sacerdote capuchino italiano, Salvador María de
Nápoles12, que era uno de los capellanes de las tropas
brasileñas, caracterizaba a López -desde su parcial punto de
vista- como el ‚Nerón americano‛ a quien el pueblo y el clero
obedecían, y explicaba:
El capricho del Nerón Americano era la verdadera
Constitución, y so pretexto de igualdad ante la ley,
militarizaba el Sacerdocio, esclavizaba la Iglesia, ... El
sacerdote cargaba la espada o el fusil, vestía la camisa
colorada; era en fin comisario de guerra, o fiscal de
sangre en las sentencias de muerte. En el Clero, entre los
Campeones no faltaron los pusilánimes y débiles, los
espías y acusadores del finado Obispo, y de sus mismos
hermanos!! ... López tuvo el talento de destruir a la flor
del Clero, que, sea dicho a su gloria, formaba la mayoría,
y los mejores magistrados y hombres públicos, dejando
en el suelo Nacional un puñado de hombres ignorantes
(con pocas excepciones) y unos 25 clérigos de la misma
ralea, con una sola excepción13.

En la confusa situación de 1869, algunos sacerdotes


permanecieron con López hasta el final de su lucha, mientras
que otros ya intentaban reorganizar la Iglesia en Asunción. El
internuncio apostólico en Brasil, Monseñor Domenico

10
Ambos sacerdotes siguieron a al Mariscal López hasta Cerro Corá,
pero mientras que Maíz fue llevado prisionero al Brasil, Román fue
degollado por las tropas brasileñas, después de caer López. Cf.
GAONA, p. 24.
11
Cf. El dictamen formulado por estos sacerdotes en DURÁN,
Margarita, Catecismo de San Alberto, pp. 3-37 del anexo
12Él utilizaba la versión castellana de su nombre.
13 Archivio Segreto Vaticano (ASV), Affari Ecclesiastici Straordinari
(AAEESS), Paraguay, fascículo 135, Nápoles a Marini, Nápoles, 19 de
julio 1875, f. 79.
21

Sanguigni,14 recibió una carta firmada por tres sacerdotes


paraguayos—Policarpo Páez, Claudio Arrúa, y Cecilio
Román—en Asunción el 2 de abril de 1869, pidiéndole que
nombre a alguien para tomar la responsabilidad 15. El
internuncio ya sabía desde enero acerca del fusilamiento del
obispo Palacios por López.16 La cabeza de facto de la Iglesia en
Asunción era Fidelis de Avola, uno de los seis sacerdotes
capuchinos italianos que sirvieron como capellanes en el
ejército brasileño. Desgraciadamente para la Iglesia paraguaya,
estos extranjeros eran los únicos corresponsales del internuncio,
o, al menos, los únicos a quienes él creía. Cuando los sacerdotes
paraguayos comenzaron a volver a la ciudad, éstos eran
enviados junto a Avola por el ministro brasileño en Paraguay
para que obtuviesen las facultades necesarias para realizar su
ministerio. El internuncio utilizaba a los frailes capuchinos no
sólo para informarse acerca del Paraguay, sino también para
juntar sugerencias sobre los posibles candidatos para la sede de
Asunción. Tanto Avola como de Nápoles tenían en baja estima
al clero paraguayo afirmando que ninguno de sus miembros era
digno de ser nombrado obispo. Nápoles le comentó a Sanguigni
que ‚aunque ellos *los sacerdotes paraguayos+ eran
razonablemente decentes, carecían de sano juicio y de la
inteligencia necesaria para gobernar la Iglesia en estos tiempos
espinosos‛. Propuso adem{s que uno de los capellanes del

14 Fue internuncio desde 1863 hasta el 30 de enero de 1874. Hasta el


arribo de monseñor Di Pietro, el delegado pontificio en Brasil tenía
jurisdicción sobre el Paraguay.
15 ASV, Archivio Nunciatura in Brasile (ANB), fascículo 293, ff. 19-20, a

Sanguigni, Asunción, 2 abril 1869


16 El proceso de ejecución y su desarrollo en el Vaticano está

excelentemente tratado en MELIÀ, ‚El fusilamiento del Obispo


Palacios. Documentos Vaticanos‛, Estudios Paraguayos, 21.1, 1983, pp.
25-50
22

ejército brasileño fuera nombrado obispo de manera interina17.


Desde Roma querían que Sanguigni nombrara a un paraguayo
como vicario apostólico, y sugirió algunos posibles candidatos:
Fidel Maíz, Vicente Moreno, Cecilio Román, Manuel Antonio
Corvalán, Pedro León Caballero y José Teodoro Escobar
(aunque estos dos últimos ya estaban muertos). Sin embargo
hay que añadir que el internuncio estaba también bajo la
presión del gobierno brasileño para que no nombrara a ningún
paraguayo como vicario, ni delegara el asunto al arzobispo de
Buenos Aires (desde 1865 la diócesis de Paraguay había pasado
a ser sufragánea de la de Buenos Aires). Por su parte, el
arzobispo de Buenos Aires sostenía que el nuevo obispo debería
ser un delegado papal. Finalmente, el papa Pío IX decidió dejar
la cuestión enteramente al internuncio en Río de Janeiro.
Sanguigni designó a Avola como vicario apostólico foráneo, 18
designación que fue aprobada por el gobierno provisional
paraguayo en diciembre de 1869. Un mes más tarde, Avola
tomó posesión de la sede.
En abril de 1870 Avola contaba sólo con diecisiete
sacerdotes, todos ellos paraguayos, para poder enviar a las
diferentes parroquias. Estos sacerdotes tenían que cubrir todo el
país, por lo que casi todos ellos estaban a cargo de todo un
departamento: ‚< Barrero Grande y su departamento, Vicente
Moreno; Villa Rica y su departamento, Miguel de Dios Pinto;
<‛ 19.

17 Citado por MELIÀ, 1983, p. 34, a quien seguimos para el desarrollo


este período 1869-70.
18 Normalmente, el Vicario Apostólico Foráneo era designado por el

obispo como su representante en un grupo de parroquias. En este caso,


Avola era un representante del internuncio con algunos poderes
episcopales, tales como conferir la confirmación.
19 ASV, ANB, fascículo 293, f. 40, Avola a Sanguigni, Asunción, 21 abril

1870. Sin embargo, es importante no perder de vista que los


nombramientos eran hechos por el Estado, como queda constancia en
el Registro Oficial; el mes de septiembre de 1869 fue un mes de
23

En sus inicios, el clero paraguayo aceptó


silenciosamente la autoridad de Avola: el padre Duarte, quien
luego se convertiría en su feroz opositor, le envió a este último
una carta alabando de esta forma:
sus virtudes, su celo paternal, y su alta influencia servirá
de mucho a la Iglesia del Paraguay para recobrar su
antiguo esplendor y sus legítimos derechos de que fue
despojada por los déspotas que han gobernado esta
República20.
Tanto el clero como el pueblo estaban exhaustos por la
guerra. La totalidad de los sacerdotes se habían unido en la
lucha contra la Triple Alianza, no así la mayoría de la clase
política asunceña que había estado en el lado vencedor. Es
materia de especulación si la gente estaba consciente o no de
esta distinción; pero en las elecciones de 1870 para formar la
asamblea constituyente, encargada de redactar la nueva
constitución, siete sacerdotes fueron elegidos: Claudio Arrúa
(por Luque), Pedro Juan Aponte (por Ihacangua), J del C.

reorganización parroquial para el Estado: el 4 se nombra capellán de la


parroquia del departamento de Tobati, al presbítero Don Miguel de
Dios Pintos; el 17,capellán de la parroquia de Itapé, al presbítero Don
Pedro Aponte; el 18, capellán de las parroquias Recoleta y Trinidad, al
presbítero don Tomás Castelvi; capellán de la parroquia de san Roque,
al presbítero don Claudio Arrúa; capellán de la parroquia de la
Catedral, al presbítero don Policarpo Páez; el 22, capellán de la
parroquia de la Villa Concepción y su departamento, al presbítero
Cecilio Román; capellán de la parroquia de Barrero Grande,
Caraguatay y Piribebuy, al ciudadano Manuel Vicente Moreno; el 23,
capellán de las parroquias de Luque, Areguá y Limpio al presbítero
don Claudio Arrúa; el 24, capellán para la parroquia de la Villa del
Pilar, al presbítero don Isidro Insaurralde; el 25, capellán de la
parroquia de la recoleta al presbítero don Pedro Pablo Benítez; el 27,
capellán de las parroquias de Yaguarón, Itá y Paraguari al presbítero
don José María Velásquez; el 28, capellán de la parroquia de la
Encarnación al presbítero don Jerónimo Becchis. Cf. RO, tomo I.
20 Archivo Arquidiocesano de Asunción (AAA), carpeta Avola, Duarte

a Avola, Asunción, 22 enero, 1870.


24

Arzamendia (por Altos), Miguel Pintos (por Villarrica),


Policarpo Páez (por Pilar), Jerónimo Ortiz (por Carapegua), y
José Ignacio Acosta (por Lambaré). Los cinco primeros
pertenecían al Gran Club del Pueblo y los dos últimos al Club
del Pueblo21.
En el ya citado reporte de Nápoles, se deja igualmente
clara la dependencia de la Iglesia en el apoyo brasileño:
La ocupación brasileña fue al principio más bien una
medida prudente y acertada, porque dio lugar a
nosotros, encargados por la Nunciatura Apostólica para
establecer la regular administración de los SS.
Sacramentos, y la disciplina Eclesiástica, para congregar
todo lo desparramado, y ordenar aquel caos insondable.
Y en verdad, no sin sacrificios y fatigas increíbles, en
poco tiempo se restablecieron, según los Cánones, más
de 50 Parroquias (de las 103 que tenía la Diócesis) se
abrió un Seminario para Eclesiásticos, y un Colegio
nacional en grandes proporciones.22

A pesar de estos esfuerzos, ni el seminario ni el colegio duraron


más de un año; y los extranjeros comenzaron a ser resentidos
por el clero paraguayo.
El padre Fidel Maíz, quien había servido como uno de
los fiscales en los ‚tribunales de sangre‛ en donde fue ejecutado
el obispo Palacios, volvió al Paraguay desde el Brasil el 5 de
diciembre de 1870, habiendo justificado sus acciones bajo el
comando de López ante el internuncio. Él era reconocido tanto
por amigos y enemigos, como el mejor educado entre el clero
paraguayo, ‚el único sacerdote competente‛ decía N{poles en
su informe.23

21 Cf. DECOUD, 1934


22 ASV, AAEESS, fascículo 135, Nápoles a Marini, Nápoles, 19 julio
1875, f. 79-80.
23 Ibíd., f. 82. Fidel Maíz en su Etapas de mi vida narra estos años a partir

de la página 75
25

Avola y Maíz chocaron desde un inicio. El vicario


foráneo no podía permitirle a Maíz volver al Paraguay como si
nada hubiese pasado; Maíz había estado envuelto en la misma
ejecución del anterior obispo. Sin embargo, Avola, como vicario
foráneo, carecía de la autoridad para resolver dicha cuestión,
aunque, yendo más allá de sus poderes, él trató de suspender a
Maíz a divinis.
De hecho, el 26 de diciembre el padre Fortunato José de
Sousa, capellán también de las fuerzas imperiales y secretario
de Avola, le escribe un nota en donde le comunica a Maíz que
‚estando acusado de hechos que acarrean graves censuras eclesiásticas
ha de abstenerse de celebrar todo y cualquier acto del ministerio
sagrado hasta ulterior resolución”. De más está decir que el padre
Maíz no se quedó atrás y al día siguiente contestó con otra carta
en donde manifestaba que hasta que no se le realice un juicio él
seguirá ejerciendo su ministerio24.
Avola temía la influencia de Maíz sobre el resto del
clero, y con buena razón: el padre Ignacio Duarte, cura párroco
de la Iglesia de San Roque en Asunción, invitó a Maíz a
predicar en su parroquia el 12 de febrero de 1871. Esto era en
clara oposición a Avola, quien en el mes anterior había enviado
una circular a los curas párrocos informándoles que el padre
Maíz estaba suspendido. Este asunto generó un debate
considerable en los periódicos de Asunción, y Avola comenzó a
sentir claramente la oposición del clero nativo, quien trataba de
forzar al gobierno para que se retracte del nombramiento de
Avola. Su argumento era que el artículo 3º de la nueva
Constitución Nacional establecía que: ‚la religión del Estado es
la Católica, Apostólica, Romana, debiendo ser paraguayo el jefe
de la Iglesia; sin embargo, el Congreso no podrá prohibir el
libre ejercicio de cualquiera otra en todo el territorio de la
república‛25, mientras que el artículo 102, refiriéndose a los

24MAÍZ, ídem
25DECOUD, 1934, comenta que el artículo fue objeto de una larga
discusión en donde los presbíteros presentes se opusieron a la
26

poderes del presidente, establecía que éste ‚ejerce los derechos


del Patronato Nacional de la República en la presentación de
Obispos para la Diócesis de la Nación, a propuesta interna del
Senado, de acuerdo con el Senado Eclesiástico, o en su defecto,
del Clero Nacional reunido‛26.
El presidente Cirilo Rivarola trató de revocar el
exequátur de Avola, pero este último desconocía la medida de
Rivarola hasta que el Vaticano nombrase a su sucesor 27. De
hecho, Rivarola le retiró el exequátur el 10 de febrero de 1871 y
para elegir a un nuevo Jefe de la Iglesia entre los miembros del
clero nacional, el 21 de dicho mes convocó ‚a todo el clero
nacional para una reunión que tendrá lugar el día 30 del próximo mes
entrante ... con el fin de proponer una terna para el objeto indicado”28.
Finalmente, el clero nacional se reunió en abril de 1871
y envió al gobierno una lista con tres candidatos para el
obispado: Manuel Vicente Moreno29, Feliciano Eliseche30 y Blas
Ignacio Duarte. El decreto presidencial lo deja claro:

redacción del artículo, pero éste fue sancionado por una mayoría de 28
votos contra 17 (Cf. pp. 245-6). Avola había sido nombrado antes de la
redacción de la Constitución.
26 DECOUD, 1934, aclara que en vez de ‚interna‛ debería leerse en

terna, como de hecho fue la propuesta de Cayo Miltos. Este inciso fue
aprobado por unanimidad, es decir que todos los sacerdotes presentes
se adhirieron a la propuesta; pp. 292-3 Cf. MAÍZ, 1996, pp. 81-88
27 Incluso el Internuncio Sanguigni le escribía a Avola desde Río de

Janeiro dándole autorización para confirmar y para dispensar de


impedimentos en 10 casos de primer grado, además de afirmarle que
su celo, dedicación, empeño por la causa de la religión es merecedor de todo
elogio, y apruebo sin reservas sus actos. ASV, ANB, fascículo 297,
Sanguigni a Avola, Río de Janeiro, 21 octubre 1871.
28 R.O., tomo I, p. 171

29 Manuel Vicente Moreno había sido ordenado sacerdote en 1849

30 Al año siguiente, el padre Eliseche fue nombrado director del

Colegio Nacional de la Asunción, 23 de septiembre de 1872, R.O., tomo


I, p. 360. El apellido Eliseche en otras ocasiones se lo encuentra con ‘z’,
Elizeche, lo mismo ocurre con otro apellidos.
27

El Presidente de la República.

Visto el Art. 3° de la Constitución y estando aprobada


por el Senado la terna compuesta de los Presbíteros
ciudadanos Manuel Vicente Moreno, Blas Ignacio
Duarte y Feliciano Eliseche, presentada por el Clero
Nacional reunido a convocación del ejecutivo para la
presentación del Obispo de esta Diócesis, de
conformidad con lo prescrito en el artículo 102, inciso 7°
de la Constitución, en uso del derecho de Patronato que
le acuerda dicho artículo: oído el parecer del Consejo de
Ministros,
DECRETA :
Art. 1° Nómbrase al Presbítero ciudadano Manuel
Vicente Moreno para asumir la administración de este
Obispado mientras sea definitivamente instituido y
confirmado un nuevo Diocesano, que el Gobierno
propondrá dentro del más breve término a la Santa Sede
Apostólica.
Art. 2° En este intervalo el nombrado
administrador ejercerá pleno jure toda la jurisdicción
temporal de la Iglesia.
Art. 3° Comuníquese a quienes corresponda por el
órgano respectivo, publíquese y dese al R.O.
Dado en la Asunción a los veinte y dos días del
mes de septiembre de mil ochocientos setenta y uno.
RIVAROLA.
José S. Decoud31
Aunque el presidente Rivarola haya nombrado a
Moreno como administrador de la diócesis, Avola continuaba
ejerciendo los poderes. Las rivalidades crecieron durante los
siguiente meses, y varios sacerdotes decidieron no aceptar la
autoridad de Avola. En 1872 los sacerdotes paraguayos, Blas
Ignacio Duarte, Eliseo Díaz Canteros, Feliciano Elizeche y José
María Núñez se negaron a aceptar los nombramientos hechos

31 R.O. tomo I. pp. 259-260


28

por Avola.32 Sin embargo, más que problemas doctrinales, lo


que estaba en juego eran cuestiones políticas. La dominación
brasileña era resentida por la población en general, e incluso
más por el clero paraguayo quienes se habían opuesto a los
brasileños en la guerra. Tampoco era un problema de fácil
resolución para la nueva elite política. Ellos se negaron a tomar
una posición definitiva respecto al exequátur. A veces apoyaron
al vicario en contra de los curas ‚lopiztas‛, otras veces
reaccionaron en contra de la dominación extranjera en asuntos
eclesiales. Podemos ver en La Regeneración, el primer periódico
que apareció en Asunción después de 1869, ejemplos tanto de
artículos quejándose de los sacerdotes que apoyaron a López,
como de artículos apoyando al clero paraguayo en contra de los
capuchinos extranjeros.
El sacerdocio fue el primer elemento del despotismo; el
primer sostenedor del déspota y el primer defensor de la
maldad. El que ayer alzaba sus preces al cielo pidiendo
gloria y larga vida para el tirano, no puede hoy entonar
los himnos inmortales de la libertad.33

Tenemos un clero paraguayo que puede muy bien


llenar las Iglesias y parroquias, a qué pues admitir a
capuchinos, a esos hombres arrojadlos por malditos de
todo el mundo!34

Mientas tanto, los sacerdotes paraguayos participaban


activamente en las discusiones políticas del momento. Maíz
estaba en contacto con Rivarola quien lo apoyaba en contra de
Avola. Cuando Rivarola cayó a fines de 1871 Fidel Maíz fue
puesto en prisión. Luego Maíz, Gerónimo Becchis35 y Blas

32 AAA, carpeta Avola, Loizaga a Avola, Asunción, 18 mayo 1872.


33 La Regeneración, Asunción, 5 noviembre 1869.
34 Ibíd., 20 marzo 1870.

35 Gerónimo Becchis fue reconocido por el gobierno de Rivarola como

agente consular del rey de Italia en Asunción, el 10 de agosto de 1871


(Cfr. R.O., tomo I, p. 230) lo cual originará un descontento de Roma
29

Ignacio Duarte se ubicaron con Cándido Bareiro. Otros


sacerdotes tuvieron que exiliarse cuando el intento de
revolución que ellos apoyaban fracasó, como es el caso de
Jerónimo Ortiz quien tuvo que escapar a Argentina después de
las revueltas de 1872-336. Al mismo tiempo que el clero
paraguayo estaba envuelto en las discusiones políticas del
momento, nuevos curas extranjeros llegaron al país, la mayoría
de ellos expulsados de las diócesis vecinas de Argentina. Avola
los fue enviando a las parroquias del interior, en donde quedó
pronto en claro el por qué habían sido expulsados. Pedro
Antonio Cione, un sacerdote italiano, fue enviado a Capiatá, en
donde fue acusado por su feligresía en enero de 1872 de golpear
a una mujer en la sacristía, y dos meses m{s tarde ‚por hechos
escandalosos y criminales‛37.
Cuando Cirilo Rivarola fue reemplazado al final de ese
año, tanto el nuevo gobierno como parte del clero continuaron
reconociendo a Avola como la cabeza de la Iglesia. En esta
situación, el gobierno de Salvador Jovellanos decidió enviar a
Gregorio Benítez38 a Roma para pedir el nombramiento de
Moreno como nuevo obispo de Asunción. A pesar de las
protestas de Avola y del gobierno brasileño, Roma finalmente
instruyó el 1 de septiembre de 1873 al internuncio Domenico
Sanguigni que nombre a Moreno39.

hacia Avola por dar tal autorización. El padre Becchis, de origen


italiano había llegado al Paraguay en 1855.
36 AAA, Notas Recibidas, 1870-4, Ortiz a Avola, Corrientes, 17 Abril

1873. José Ignacio Acosta también fue suspendido por Avola por haber
participado en el levantamiento de Caballero en 1873, Cf. la carta de
Acosta a Avola desde Itá, el 7 de julio de 1873, en ídem.
37 Ibíd., Jefe Político de Capiatá a Avola, Capiatá, 16 enero. 1872;

Ferreira a Avola, Capiatá, 7 marzo 1872


38 El nombramiento de Benítez como Enviado Extraordinario y

Ministro Plenipotenciario es del 1 de julio de 1872, R.O., tomo I, pp.


339-340. Benítez, en otras ocasiones figura Benites.
39 La misión de Benítez a Roma se encuentra detallada en BENITEZ,

Gregorio, Misión en Europa (1872-1874). Asunción: FONDEC –


30

La misión de Benítez, sin embargo, no estuvo exenta de


complicaciones. Llegó a Roma el 1 de junio de 1873 y
permaneció en dicha ciudad hasta el 7 de julio. Allí se dio
cuenta de que el informante del Vaticano respecto al Paraguay
era el mismo internuncio de Río de Janeiro, y de éste los padres
capuchinos, en especial Fidelis de Avola40. A esto se debe la
reticencia de parte del papa Pío IX en nombrar a alguien del
clero nacional para vicario administrador. La razón principal
era que en el Paraguay no había sacerdotes capaces de ocupar el
puesto de jefe del clero.
Sobre Moreno, de manera especial, tenían bastantes
reparos, ya que se había inmiscuido en política y que al ser de
carácter débil sería fácilmente manejado por Fidel Maíz. La
difícil situación, Benítez se la comentaba en una carta a José del
Rosario Miranda:
Cúmpleme advertir al gobierno que el señor capuchino
Fidelis de Avola que se halla provisoriamente al frente
de la Iglesia Paraguaya, ha dado a la Corte Pontifical los
informes más tristes sobre el clero paraguayo,
presentando a todos los sacerdotes como nulidades
absolutas. Que ninguno de ellos es digno de ser
colocado a la cabeza de la Iglesia del país. Por mi parte,
comprendo perfectamente el verdadero móvil de los
informes del señor capuchino. No obstante, espero
convencer a Su Santidad y a sus Ilustres consejeros de la
realidad de la situación. Al efecto, me ocupo de tomar
las medidas necesarias. Entretanto, es de absoluta
necesidad que el Gobierno de la República no acepte
ninguna proposición de parte del Internuncio residente

Academia Paraguaya de la Historia, 2002. Ver también el Anexo


Documental final.
40 M{s claro lo deja Benítez cuando afirma: ‚Sin duda la observación de

Su Santidad se fundaba en los informes de los capuchinos que


pretenden mantener indebidamente su autoridad temporal en el
Paraguay, a fin de monopolizar los principales puestos‛. Ídem. p. 448-
9.
31

en el Brasil o del mismo fray Fidelis. Es preciso que el


gobierno sepa hacer ejecutar y respetar la Carta
Fundamental de la nación. Que responda netamente que
no puede tratar de un asunto que ha sido objeto de una
misión especial cerca del Santo Padre y que la nación se
ha visto obligada a costear. Que hasta que reciba noticias
del resultado final de las negociaciones de su
plenipotenciario, no podría entablar discusiones ni
aceptar proposiciones de ninguna especie.41
Gregorio Benítez, en una exquisita labor diplomática,
no dejó puerta sin tocar y no dudó en recurrir incluso al padre
general de los jesuitas, el padre Bex, para solicitarle la ayuda
necesaria para lograr su objetivo. Es importante notar que entre
las razones más importantes esgrimidas por Benítez para la
pronta designación de Moreno, estaba la de la anarquía
reinante en la Iglesia paraguaya, entre los sacerdotes y Fidelis
de Avola.
Roma aceptaba nombrar a Daniel Sosa, cura de la
Catedral, pero como vicario apostólico. Finalmente, y después
de un largo trabajo de pasillos, Benítez consiguió que Pío IX
autorice a Monseñor Domenico Sanguigni, internuncio
apostólico en el Brasil,
...para que proceda efectuar el nombramiento de dicho
sacerdote Moreno al puesto referido, ad beneplacitum
Santa Sedis, confiriéndole las facultades necesarias para
poder ejercer el cargo que se le confía, en bien espiritual
de los fieles de aquella Diócesis.
El 1 de septiembre de 1873 se escribe el Breve en Río de
Janeiro nombrando a Moreno como administrador de la
diócesis del Paraguay y el 28 de octubre Jovellanos le da el
pase42.
El 27 de noviembre del mismo año, Moreno escribió su
primera carta pastoral al clero y al pueblo dándoles a conocer
su nombramiento como administrador apostólico de la Diócesis

41 Ídem, 451.
42 R.O., tomo I, pp. 484-485.
32

de tal manera que ellos puedan ‚recurrir a mí con vuestras


necesidades espirituales‛43. Primeramente, Moreno pidió al
papa que excuse de todos los defectos canónicos que pudieron
haber surgido por la anterior situación y le solicitó que escuche
al clero paraguayo como fiel intérpretes de sus propios interese.
En clara referencia a Avola, él declaraba:
Ay! Se le ha negado aún el derecho de existir como
corporación; y lo que es más, se ha sostenido como
doctrina de la Iglesia Católica, que no merece ya tener
un Pastor ó Prelado de su propia nacionalidad, si no es
pasados 40 años!44
Al mismo tiempo, el obispo Moreno reorganizó las
parroquias nombrando vicarios foráneos y dándoles nuevas
instrucciones.45
Avola, finalmente, dejó el país junto con los demás
sacerdotes capuchinos, con la excepción de Salvador de
Nápoles, quien permaneció en su parroquia de Villa Rica. Tan
pronto como se enteró del nombramiento de Moreno, Nápoles
le escribió inmediatamente al nuevo administrador
reconociéndole ‚como superior y padre‛, y dej{ndole claro que,
[...] si yo soy del hábito seráfico, no opinaba como aquel
[Avola] que lo revestía y me mandaba ¡¡no poseía en
muchos puntos las mismas ideas!! Mis amigos han sido,
y que creo que aún lo sean, los RR. PP. Duarte, Elizeche,
Aponte, Gil, Sosa, Casco, Ortiz, Insaurralde, Maíz
(aunque no lo conozca) y cuantos Sacerdotes sirven a
esta Iglesia Paraguaya.46

43 AAA, carpeta Moreno, Moreno a la Diócesis, Asunción, 27


noviembre 1873.
44 Moreno a Antonelli, Asunción, mayo 1874, citado en MAÍZ y ROA,

1906, p. 39.
45 AAA, carpeta Moreno, Moreno a los Sacerdotes, Asunción, 3 marzo

1874; y 23 marzo 1874.


46 AAA, Notas Recibidas 1870-1874, Nápoles a Moreno, Villa Rica, 16

noviembre 1873.
33

Además, Moreno recibió —como era de esperar— el


reconocimiento de todos los sacerdotes paraguayos quienes
habían tenido problemas con Avola y el gobierno. Desde su
exilio en Villa Occidental (en ese tiempo bajo control argentino),
el padre Acosta le envió una carta a Moreno presentándole su
obediencia y declarando que,
[...] desde un principio he sido opuesto contra la
administración perversa del mercenario Avola, y de los
gobiernos pasados y actuales, y me he impuesto como
una ley Sagrada, de llevar siempre una sistemática
oposición, y una fuerte persecución contra ellos hasta
morir, ó hasta conseguir que un Sacerdote paraguayo
venga a regir el destino de nuestra Iglesia.47

Desgraciadamente para la Iglesia paraguaya, Moreno


murió siete meses más tarde, el 30 de mayo de 1874. Antes de
morir nombró a su secretario, no otro que el padre Fidel Maíz,
como administrador ad interim hasta que un nuevo obispo sea
designado48. El gobierno aceptó el nombramiento el 2 de junio y
el 28 de julio de dicho año convocó al clero para el 10 de
septiembre con el fin de elaborar una terna y presentar al papa
a quien fuera electo49. La terna electa y aprobada por el senado
estuvo conformada por Fidel Maíz, Feliciano Eliseche y
Gerónimo Ortiz.
Los siguientes tres años fueron los más difíciles de toda
la historia de la Iglesia en el Paraguay de post-guerra. En
primer lugar había dificultades canónicas: ¿podía Moreno,

47 AAA, carpeta Moreno, Acosta a Moreno, Villa Occidental, 22


noviembre 1873.
48 Moreno había rehabilitado oficialmente a Maíz a través de una

publicación oficial el 23 de noviembre de 1873 igualmente lo nombró


su secretario. Cfr. MAÍZ, 1996, pp. 91-92. El padre Maíz también había
sido nombrado director del Colegio Nacional el 5 de marzo de 1874 en
reemplazo del padre Elizeche. R.O. tomo I, p. 517.
49 AAA, carpeta Moreno, ‘In Nomine Domine. Amen’. R.O. tomo I, ver

anexo
34

siendo sólo un administrador, delegar sus funciones en Maíz?


Por otro lado estaba la duda sobre la validez del nombramiento
de Maíz por el gobierno. De acuerdo a las provisiones del
patronato, dicho nombramiento era totalmente válido, pero
Roma se negaba a reconocer la transferencia del patronato del
reino español a las nuevas repúblicas independientes, aunque
de hecho sí aceptaba pragmáticamente nombramientos
gubernamentales, como fue el caso de Moreno. Pero el real
problema era Maíz, su responsabilidad por la ejecución del
obispo Palacios estaba todavía sin resolver. Quizá, si Moreno
hubiese elegido otro sacerdote paraguayo, Roma habría
aceptado al nuevo administrador. Aunque el clero había
nominado a Maíz para ocupar la sede, ellos no formaban una
unidad homogénea —como había quedado de manifiesto en la
participación en la Asamblea Constituyente de 1870. Antiguos
amigos de Maíz, tales como Duarte, Insaurralde, Becchis y Jara,
comenzaron a hacerle oposición y a enviar cartas al internuncio
acusándole tanto de haber presionado a Moreno a firmar
cuando éste estaba en su lecho de muerte, como de perseguir a
todos aquellos curas que no estaban de acuerdo con él. Uno de
ellos escribía:
Como tuve el honor de anunciar a V. E. Rma, jamás me
he degradado hasta el punto de adherirme al cisma
desgraciadamente iniciado en mi patria por el presbítero
Fidel Maíz; y si hasta cerca de la última Pascua me
mantuve cerca de mi curato de Villa del Pilar, fue con la
más completa independencia de este Presbítero Maíz,
prelado impuesto a la fuerza y anticanónicamente por el
gobierno de mi país.
Mas en la fecha arriba apuntada, habiendo
caprichosamente pretendido Maíz separárseme de la
parroquia conferida legítimamente por el Rmo. Vicario
Apostólico Fray Fidelis de Avola, para colocárseme en
otra, obligome darme de este modo adhesión al cisma;
me negué resueltamente aceptarla, por cuyo motivo,
siendo en gran manera perseguido por el gobierno que
pretendía encerrarme en un calabozo, me determiné a
35

emigrar clandestinamente de mi país, hallándome ahora


en Corrientes.
Doy a saber a V. E. Rma. este suceso con el objeto de
manifestar mi constancia en el propósito de confesar la
debida obediencia a V. E. y sobre todo al Padre
Universal y Vicario de Jesucristo, de quien jamás me he
apartado. Aquí espero las órdenes de V. E. Rma.
dispuesto a hacer de mi parte cualquier sacrificio por
salvar mis esencias católicas, y cumplir con los deberes
que incumben a todo sacerdote que cifra toda su gloria
en el consagrarse hasta la muerte fiel a las doctrinas de
la iglesia católica apostólica romana. 50
Los documentos consultados no ofrecen una clara
explicación del por qué ellos cambiaron de posición. Maíz
especula en su autobiografía que Duarte también ambicionaba
convertirse en obispo.51 De hecho, cuando Aponte fue
nombrado más tarde obispo, Duarte pasó a ser su secretario.
Por varios motivos, no sólo eclesiásticos, el presidente
Jovellanos decidió enviar una misión especial a Europa. Higinio
Uriarte, quien fue enviado a Roma, recién llega en septiembre
de 1875,52 pero fracasó en hacer que Maíz fuera nombrado.
Mientras tanto, cartas quejándose de Maíz habían llegado tanto
a Río de Janeiro como a Roma. El internuncio Sanguigni había
sido transferido a Portugal en enero de 1874 y se le encargó a su
secretario Ferrini que hiciera las veces de nuncio hasta que el
nuevo llegara. Sin embargo, Ferrini murió en febrero y otro
secretario, Luis Bruschetti lo sustituyó hasta septiembre de
1876, cuando finalmente llegó a Río de Janeiro el nuevo
internuncio, César Roncetti. Todos estos cambios atrasaron y

50 ASV, ANB, fascículo 296, Insaurralde a Bruschetti, Corrientes, 16


mayo 1876, f. 135; Ver además, ibid., fascículo 297, Becchis a Bruschetti,
Buenos Aires, 3 febrero 1876, ff. 73-73; ibid., Duarte a Bruschetti,
Asunción, 16 agosto 1875.
51 Cf. MAÍZ: 1996, p. 109

52 Jovellanos estuvo a cargo de la presidencia desde el 18 de diciembre

de 1871 hasta el 25 de noviembre de 1874.


36

complicaron el proceso de normalización de la Iglesia


paraguaya. Es m{s, el ‚consejero‛ en asuntos paraguayos en la
nunciatura de Río de Janeiro no era otro que Fidelis de Avola.
Cuando Uriarte retornó de Roma y su fracaso en dicha
ciudad era ya conocido en Asunción, el gobierno propuso al
padre Claudio Arrúa en lugar de Maíz como nuevo
Administrador (6 de diciembre de 1875)53. El Ministro de
Relaciones Exteriores, Facundo Machain, le reconocía a
Bruschetti que en Paraguay se vivía una situación muy tensa
por este tema, y que la población estaba dividida en bandos,
algunos apoyando al padre Duarte y otros a Maíz, es por eso
que le ruega
encarecidamente a Monseñor, quiera acceder al pedido
que le hago como Ministro, instituyendo siquiera una
autoridad meramente interina, aunque más no sea que
para alejar definitivamente a Maíz y sin perjuicio de
seguir trabajando en nuestro común deseo para lo cual
me encontraré siempre firme y decidido como Hijo fiel
de nuestra santa madre la iglesia católica 54.
El nuncio en Río, instruido por Avola55, una vez más
ponía sobre el tapete la antigua creencia que ningún sacerdote
paraguayo era digno de ser nombrado obispo, y que, por lo
tanto, no aceptaba la nominación de Arrúa. La situación ya
estaba convirtiéndose imposible para Maíz. Una parte del clero
estaba en contra suya, e incluso una gran parte de la población
se le oponía. Maíz aceptó la situación y presentó su renuncia el
27 de abril de 1876.56 Sosa, el secretario de Maíz, fue el
responsable de mantener la administración funcionando, pero

53 ASV, ANB, fascículo 297, Machain a Bruschetti, Asunción, 6


diciembre 1875
54 Id., 7 diciembre 1875

55 También le solicitó informes a Insaurralde, quien le habló mal de

Arrúa, de los padres Daniel Sosa, Maíz y de Gill. ASV, ANB, fascículo
297, Insaurralde a Bruschetti, Corrientes, 6 junio 1876
56 "Memoria del Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción Pública‛, La

Reforma, Asunción, 2 julio 1876, Maíz, 1996, p. 99.


37

él no hizo ningún nombramiento,57 y en tanto que Roma no


nombrase un nuevo administrador, Maíz estaba técnicamente a
cargo58.
Las cartas enviadas a Roma y a Río de Janeiro hablan de
una situación de caos: sacerdotes dejando sus parroquias (y
algunos dejando incluso el país, como en los casos de
Insaurralde y Becchis); y la gente solicitando autorización para
abrir oratorios privados con el fin de evitar a los curas fieles a
Maíz. En una carta abierta al clero paraguayo, Maíz acusó a
Duarte y a Becchis de estar creando ‚la m{s deplorable división
en el seno de la madre Iglesia., lanzando a muchas mujeres,
pobres almas, hacia el público debate de un cisma religioso—
mujeres que se han dejado engañar por un falso celo religioso ‛59.
Roma había instruido a Roncetti que presionase al
gobierno para que aceptara a un sacerdote extranjero como
administrador ad interim, dándole incluso un nombre concreto:
Fidelis de Avola60. Roncetti, sin embargo, decidió pedirle al
arzobispo de Buenos Aires que vaya al Paraguay para resolver
la cuestión.
De hecho, el obispo de Buenos Aires, Monseñor
Aneiros ya estaba haciendo gestiones en Argentina para
resolver la situación, como lo manifiesta la siguiente carta
dirigida a Roncetti.
El Doctor Espinosa ha contestado a V. E. la última en
que se dignaba hablarnos del infeliz Paraguay.

57 ASV, ANB, fascículo 293, Duarte a Roncetti, Asunción, 18 septiembre


1876, y 28 octubre 1876, ff. 17-20.
58 La casi totalidad de los documentos referidos al período de Maíz al

frente de la Iglesia Paraguaya con sus respectivos análisis se


encuentran en MAÍZ, 1996, y en especial en el trabajo documental que
realiza HEYN, 1996. Cfr. también BALZA, 1969.
59 MAÍZ, 1996, al Clero Nacional, Asunción, 30 Julio 1877, p. 101.

POTTHAST, 1996 nos llama la atención sobre rol que le cupo a las
mujeres en la reconstrucción de la sociedad.
60 ASV, AAEESS, Brasile, fascículo 188, Instrucciones a Roncetti, Roma,

21 julio 1876, f. 26.


38

No he omitido ocasión de hacer algo a favor de esta


desgraciada diócesis. Me han hecho algunas promesas y
aun espero resultados. Últimamente me dijeron que
Maíz no estaba en la capital y aun pareciera retirado. No
tengo certidumbre ni explicación de esto.
El Sr. Ministro de Relaciones Exteriores de esta
República Argentina a quien hablé varias veces,
últimamente me dijo que le escribiera lo que me
pareciese mejor hacer, aunque confidencialmente le he
dicho que si el gobierno argentino protege y recomienda
un comisionado que yo mande para tratar con aquel
gobierno e inducirle que reconozcan al arzobispo
nombrado por el Santo Padre en la erección del
arzobispado de Buenos Aires, en la que se da por
sufragánea al Paraguay; podríamos tener alguna
esperanza de hacer bien. Así trataríamos con aquel
gobierno que se nombre legítimamente una autoridad
eclesiástica y que se someta el P. Maíz. El Sr. Ministro
me avisó que estaba tratando con el presidente el asunto
después de mi escrito. Por tanto espero pronto alguna
respuesta y tengo yo al Dr. Espinosa mi secretario con
otro sacerdote para esta misión. Todo ello está .... y
espero que V. E. se digne ordenarme lo que crea
conveniente. Cuidaré de comunicar lo que ocurra.61
El obispo porteño no fue, pero envió en su lugar a su
secretario, el doctor Antonio Espinosa. Este último llegó a
Asunción en el mes de diciembre de 1876 para discutir el
asunto con el gobierno y el clero. Sin embargo, dado que la
misión de Espinosa era persuadir al gobierno para que aceptara
a un sacerdote extranjero como obispo, sus credenciales no
fueron aceptadas por el gobierno. Espinosa se quedó hasta
mayo sin ningún éxito, proveyendo un foco de continuo
descontento. Al final de su estancia, él ya había sacado su
conclusión: ‚o se nombra un vicario paraguayo, o la Iglesia

61ASV, ANB, fascículo 296, Aneiros a Roncetti, Buenos Aires, 9 de


agosto 1876.
39

paraguaya se pierde‛62, y le propuso al Internuncio que se


nombre a Castelvi o a Gill como administrador. También le
propuso nombrar un vicario general que fuese un cura
extranjero y supiese de derecho canónico. También le aclaraba
que ‚no crea V. E. R. que al gobierno le importa el regularizar la
diócesis en otra manera, más allá que por las complicaciones
políticas que esto podría traerle al gobierno. El presidente es la
cabeza, el hombre visible, de la francmasonería‛63.
Desgraciadamente, Roncetti una vez más prefirió escuchar a sus
‚consejeros‛, Avola e Insaurralde, y declaró sin ambages: ‚le
confieso honestamente a su excelencia que no me atrevería a
señalar a ningún sacerdote paraguayo que fuera digno de tal
posición‛64. De hecho, lo que Roncetti quería hacer, era imponer
una censura eclesiástica sobre la Iglesia paraguaya, pero la
gente en Roma juzgó tal actitud como excesiva65.
El impasse estaba siendo cada vez más largo y el
gobierno ya estaba preocupándose. Espinosa le comentó a
Roncetti que el interés del gobierno no estaba sólo en la
cuestión religiosa per se, sino que también estaba preocupado
por las complicaciones políticas a las que podría llevar al
gobierno si esto no se resolvía.66 En el mes de abril de 1877, el
presidente Gill fue asesinado y el vicepresidente Uriarte, quien
había estado en Roma dos años antes, asumió la presidencia.
El 12 de julio de 1877, Uriarte convocó al clero nacional
para que se reuniera el 12 de agosto para elegir una nueva
terna. El 24 de agosto se elige a Claudio Arrúa como ‚jefe

62 ASV, AAEESS, Paraguay, fascículo 136, Asunción, Espinosa a


Roncetti, 24 febrero 1877, f. 28r.
63 ASV, ANB, fascículo 297, Espinosa a Roncetti, Asunción, 6 enero

1877.
64 ASV, AAEESS, Paraguay, fascículo 136, Roncetti a Simeoni, Río de

Janeiro, 28 marzo 1877, f. 25.


65 Id., Roma, minuta a Roncetti, 8 junio 1877, ff 27-28; y 28 diciembre.

1877, ff. 137-141.


66 ASV, ANB, fascículo 299, Espinosa a Roncetti, 6 enero 1877, f. 57.
40

efectivo de la administración eclesi{stica de esta Provincia‛.


Finalmente, el 6 de septiembre se envió una nueva misión
diplomática a Roma con José del Rosario Miranda a la cabeza
de la misma, la tercera en esta década.
Una vez más, Maíz presentó su renuncia, pero esta vez
se la envió también a Roncetti.67

67MAÍZ, 1996, a Roncetti, Asunción, 25 julio 1877; al Ministro de Culto,


26 julio 1877, pp. 96-98.
41

II – La Misión de Di Pietro, 1878-1879

La primera década después de la guerra terminó tan


incierta como había comenzado. Las tropas brasileñas dejaron
Asunción en 1876, con severas consecuencias para los pequeños
comerciantes de la ciudad. El presidente Juan Bautista Gill fue
asesinado en 1877 y Espinosa, representante del Internuncio,
dejó la ciudad en mayo de ese mismo año después de una
infructuosa misión.
El gobierno quería un obispo paraguayo; Río de Janeiro
y Roma, por el contrario querían uno extranjero, sobre la base
que ninguno de los curas paraguayos era competente. Espinosa
había sugerido dos nombres, Tomás Antonio Castelvi y Juan
Facundo Gill, como posibles candidatos. Sin embargo, el
internuncio sólo tenía oídos para sus ‚consejeros‛, Fidelis de
Avola, el ex vicario Foráneo, y el padre Juan Isidro Insaurralde,
sacerdote paraguayo que había dejado el país por su conflicto
con Maíz. Fray Salvador María de Nápoles, luego de realizar
todo un racconto al secretario de estado del papa sobre la
situación de la Iglesia paraguaya terminaba su informe con la
siguiente sugerencia:
Yo estoy en la firme creencia que enviando allí el Padre
común de los fieles a un comisionado, dotado de
prudencia y capacidad, y con facultades extraordinarias,
conocedor de la lengua y costumbres del Paraguay,
produciría buenos resultados. Acompañado de unas
letras paternales del Santo Padre al presidente, a los
ministros, a las cámaras, al clero, con una absolución
general a los culpables del mismo, sería el Comisionado
atendido, recibido con amor, y la Suprema Autoridad de
la Iglesia acatada y venerada como es debido.
Comprendo, Excmo. Señor, que esto sería exigir mucho,
pero considerando el carácter de aquella gente, la mala
educación de aquel clero, la política de un gobierno, que
obra más por ignorancia que por malicia, yo juzgo
necesaria esta medida para bien espiritual de tantas
42

almas. Además, dando el Santo Padre un obispo al


Paraguay, aunque hostilizado al principio por algunos
del gabinete y miembros del clero, sería no obstante
recibido a brazos abiertos por la población en masa, que
aguarda con ansia este instante68.

Debido a las consecuencias políticas que podía acarrear


esta ausencia de obispo, el nuevo presidente Higinio Uriarte,
nombró provisionalmente a Claudio Arrúa en agosto de 1877,
evitando de esta manera dejar la Iglesia sin cabeza, ‚siempre
inaceptable y siempre con malas consecuencias‛, decía el
Ministro de Relaciones Exteriores69. En septiembre, Uriarte
había decidido enviar una vez más una delegación para
resolver la situación.
José del Rosario Miranda, cabeza de la misión, llegó al
Vaticano en octubre, y comenzó a trabajar por el
reconocimiento de Arrúa. En una carta presentando a Arrúa al
secretario de estado, Cardenal Giovanni Simeoni, Uriarte
afirma, ‚Dios nuestro Señor, en su infinita misericordia, ha
salvado de entre el remanente del destruido clero nacional
algunos sacerdotes dignos de llevar nuestra pobre Iglesia. Uno
de ellos es Claudio Arrúa‛70. Miranda tuvo varios encuentros
con las autoridades del Vaticano, pero no pudo conseguir el
nombramiento de Arrúa. Lo que él sí pudo conseguir se ve en la
siguiente declaración:
Se ha convenido que su Santidad se dignará elegir al que
haya de gobernar dicha Iglesia en calidad de
administrador eclesiástico interino, debiendo recaer esta
elección en un sacerdote nativo del país; y que para
proveer definitivamente y proceder al arreglo del estado

68 ASV, AAEESS, fascículo 135, Nápoles a Marini, Nápoles, 19 julio


1875, f. 84.
69 ASV, NAB, fascículo 299, Jara a Roncetti, Asunción, 31 agosto 1871, f.

39.
70 ASV, AAEESS, Paraguay, Fascículo 137, Uriarte a Simeoni,

Asunción, 17 septiembre 1877, f. 13.


43

religioso de aquella diócesis, su Santidad se dignará


también enviar de Roma un Delegado Apostólico
investido del carácter episcopal71.

Al mismo tiempo, Miranda le envió a Simeoni una lista


con los nombres de 23 sacerdotes paraguayos y sus respectivas
parroquias. Dos semanas más tarde, Simeoni le respondía
comentándole el nombramiento de Dionisio Riveros72 como
administrador de la Diócesis.
Miranda no viajó solo. Fidel Maíz era uno de los
miembros de la delegación, buscando obtener la absolución
definitiva por sus actividades durante la guerra. Después de
realizar un retiro espiritual, firmó su retracción y el papa le dio
la absolución bajo la condición de que no se vuelva a involucrar
en la administración de la diócesis y que obedezca al nuevo
Administrador73.
La persona elegida para ir al Paraguay como ‚Delegado
Apostólico y Legado Extraordinario para la República
Argentina, Uruguay y Paraguay‛ 74 fue Angelo Di Pietro,
arzobispo de Nazianzus75. Junto con Miranda, Monseñor

71 Ibíd., Miranda a Simeoni, Roma, 4 diciembre, 1877, f. 20.


72 Ibíd., Simeoni a Miranda, Roma, 18 diciembre, 1877, f. 25. Dionisio
Riveros, sacerdote paraguayo ordenado en 1857
73 Ibid, Confesión de Maíz, Roma, 12 diciembre, 1877, f. 44; absolución

del Papa, Roma, 18 Enero. 1878, f. 51. F. MAÍZ, 1996, pp. 133-6.
74 ASV, Segretaria dei Brevi, No. 5719. ‘Delagati Apsostolici et missi

extra ordinem ad Republicas de Paraguay et Uruguay et ad


Confederationem Argentinam’, ff. 43-50
75 Di Pietro, nació en Italia el 25 mayo de 1828, hecho arzobispo titular

de Nazianzus el 28 de diciembre de 1877 y nombrado Delegado


Apostólico el 18 de enero de 1878. Después de su misión fue nombrado
internuncio en Brasil –30 de septiembre de 1879-, Nuncio en Bavaria –
21 de marzo de 1882-, y Nuncio en España –23 de mayo de 1887-; y,
finalmente, hecho Cardenal el 16 de enero de 1893. Murió en Roma el 5
de diciembre de 1914.
44

Antonio Sabatucci76 y otros dos sacerdotes, Di Pietro dejó


Génova el 6 de febrero de 1878. Como el barco no hizo escala en
Río de Janeiro, le fue imposible encontrarse con Roncetti, para
la suerte de la Iglesia paraguaya. Sin embargo, pidió que se le
enviaran los informes de la nunciatura a Buenos Aires77. Su
misión duró hasta diciembre de 1879. Durante este tiempo se
nombró un nuevo obispo, se reabrió el seminario, se invitaron a
órdenes religiosas, y algunas de las estructuras eclesiales fueron
una vez más organizadas. Di Pietro escribió más de cincuenta
cartas a Roma durante su misión contando sus actividades con
extremo detalle.
En Asunción, las novedades llegaban despacio.
Miranda envió un telegrama desde Roma anunciando los
acuerdos, pero su carta final recién llegó el siguiente febrero. El
Padre Lapitz vino desde Buenos Aires trayendo las cartas
oficiales del nombramiento, y en marzo Riveros reemplazó a
Arrúa como administrador eclesiástico78.
Cuando Di Pietro, Miranda y Maíz arribaron a Cabo
Verde en su camino a Asunción, se enteraron de la muerte de
Pío IX, que había ocurrido un día después de su partida.
Llegaron finalmente a Buenos Aires el 1 de marzo. Miranda y
Maíz continuaron viaje a Asunción, pero Di Pietro y su
comitiva permanecieron en Buenos Aires, esperando los
informes de Río. Al mismo tiempo, Di Pietro le pidió a Lapitz
que permanezca en Asunción hasta su llegada; de esta manera
podía tener otra fuente de información así como alguna ayuda
al administrar la confirmación. Los informes de Roncetti nunca

76
Italiano, nacido en 1835. Fue internuncio luego en Argentina en
1900 y delegado apostólico y enviado extraordinario en Paraguay y
Uruguay. Sin embargo nunca pudo presentar sus credenciales en
Paraguay. Murió en Roma en 1929.
77 ASV, AAEESS, Paraguay, fascículo 137, Di Pietro a Simeoni, Génova,
1 febrer, 1878., f. 58
78 La Reforma, Asunción, 5 Feb. 1878; 21 Feb. 1878; 5 marzo 1878; 27

marzo 1878.
45

llegaron y lo que pudo enterarse en Buenos Aires acerca de


Paraguay era ‚peor de lo esperado‛79. Finalmente llegó a
Asunción el 8 de abril.
Miranda y Maíz habían llegado en marzo, siendo
recibidos por el gobierno y un gentío que, a pesar de la lluvia,
llenó el puerto. Maíz presidió la misa en la Catedral y el
presidente ofreció una recepción para mostrar su gratitud a
aquellos que ‚con celo y talante fueron capaces de llegar a una
solución razonable para nuestra complicada cuestión
religiosa‛80. Maíz fue inmediatamente nombrado por Riveros
como párroco de la Iglesia de La Encarnación, una de las tres
parroquias en Asunción.
Como Pío IX había muerto, Di Pietro tuvo que esperar
las nuevas credenciales firmadas por el nuevo papa, León XIII.
Mientras tanto, iba comprendiendo más profundamente la
realidad paraguaya a la par que cumpliendo su rol como
obispo: en mayo celebró la confirmación, la primera en
Asunción desde el tiempo de Avola81. Finalmente, presentó sus
credenciales el 20 de mayo de 1878 en su primer encuentro con
el ministro de Relaciones Exteriores, Juan Antonio Jara. Éste
presionó a Di Pietro para que nombrara un obispo para la sede
paraguaya. Di Pietro fue hábil y pudo salir de la cuestión
diplomáticamente, explicando que él aún no tenía el Breve para
llevar a cabo dicho asunto. Sin embargo, en una carta escrita al
nuevo secretario de estado del Vaticano, Alessandro Franchi82,
él agrega otras razones:
2º porque sospechaba, y con fundamente, que se
me quería embarazar grandemente metiendo

79 ASV, SS, 251, 1878, fascículo 4, Di Pietro a Simeoni, Buenos Aires, 4


marzo 1878, f. 94.
80 La Reforma, Asunción, 16 marzo 1878; 21 marzo 1878, 22 marzo 1878.

MAÍZ, 1996, p. 137


81 Ibid., 8 mayo 1878.
82
Nacido en Roma en 1819 asumió el cargo el 5 de marzo de 1878,
pero el 31 de julio de dicho año falleció.
46

súbitamente en escena al sacerdote Maíz, quien


continuaba teniendo mucha influencia en el
gobierno.
3º porque antes de pasar a nuevas demandas o
pretensiones, debería al menos hacer o permitir
algunas de las cosas que me piden para llevar
algún remedio a la miserable condición de esa
desgraciadísima diócesis.
4º porque hasta hora no estaba en condiciones de
tener precisa información sobre el clero paraguayo
ni siquiera sobre el padre Castelvi, del cual tanto se
habla en las instrucciones en la eventualidad que el
gobierno quisiese (pero no así de rápido) un
Obispo.83

La principal preocupación de Di Pietro era la condición


en que se encontraba la Iglesia, y fue a este asunto al que
primeramente le puso todo su empeño. En ese mismo
encuentro con el Ministro Jara, Di Pietro señalaba la necesidad
de más sacerdotes. Jara estuvo de acuerdo y afirmó que el
presente gobierno ‚no se iría a oponer en lo más mínimo a la
entrada de sacerdotes extranjeros‛ aunque preferiría que no
viniesen de Brasil, de Argentina, de Uruguay, ni que fuesen
jesuitas. Di Pietro enfatizaba en las necesidades de la diócesis y
en la cantidad de indígenas esperando ser bautizados. Para éste,
‚teniendo en cuenta el estado del clima, del clero, del gobierno,
y de la gente –que hasta ahora han sido abandonados o
escandalizados— es importante que los sacerdotes que vengan
san personas seguras, caritativas y de probada virtud‛. Pensaba
que sería mejor que fuesen curas de órdenes religiosas, ‚como
los salesianos u otros‛, antes que del clero secular, dada la mala

83ASV, AAEESS, Paraguay, Fascículo 1, Di Pietro a Franchi, Asunción,


30 mayo 1878, ff. 31-2
47

reputación que los sacerdotes extranjeros ya tienen en


Paraguay84.
Los salesianos eran una congregación recién fundada y
estaban jugando un rol muy importante entre los inmigrantes
italianos en Argentina. Después de la muerte de Franchi en julio
de 1878, el nuevo secretario de Estado, el Cardenal Lorenzo
Nina85, hizo contactos con Juan Bosco, cabeza de la
congregación, y le pidió que enviara misioneros al Paraguay 86.
Bosco respondió pronto prometiéndole ‚diez misioneros, curas
o catequistas, más otras diez hermanas de nuestro instituto‛.
Desgraciadamente, el superior salesiano en Buenos Aires no
contaba con ese número de gente disponible para enviar al
Paraguay. Sólo pudo prometer no más de tres, de los cuales
sólo uno fue a Asunción, y sólo por tres meses para ayudar a Di
Pietro durante la Semana Santa en 1879. Los otros dos
desistieron cuando se enteraron del intento revolucionario de
1879. Paraguay tuvo que esperar hasta 1892 para recibir al
primer grupo de salesianos87.
Di Pietro tenía dos objetivos claros: conseguir
misioneros para cubrir las necesidades inmediatas, y formar
una nueva generación de sacerdotes paraguayos para el futuro.
Su poco éxito con los salesianos tiene que ser contrabalanceado
con la reapertura del seminario. Este asunto ya había surgido en
la primera conversación con el Ministro. El gobierno se
comprometió a ‚solventar un seminario en esta ciudad capital,
y a enviar algunos jóvenes a Roma, al colegio Pío-Latino-

84 Ibid, 6 June 1878, f. 33


85
Reemplazó a Franchi el 9 de agosto de 1878 y estuvo a su cargo la
secretaría hasta el 16 de diciembre de 1889. Nacido en Italia en 1812,
falleció en Roma en 1885.
86Ibíd., Nina a Bosco, Roma, 28 diciembre, 1878, ff. 27-8
87 Para una reseña de la llegada de los salesianos al Paraguay, cfr.
HEYN, 1996, San Juan Bosco... Ahí se relata también el enojo de di
Pietro con los salesianos por no cumplir las promesas que había hecho
don Bosco.
48

Americano‛88. Sin embargo, cuando el proyecto fue a la Cámara


de Diputados, los legisladores incluyeron varios artículos, ‚los
cuales iban en contra de la libertad y la independencia de la
Iglesia‛. De hecho, el gobierno quería un estricto control sobre
el currículo y el nombramiento de profesores, quienes tendrían
que jurar no enseñar ninguna doctrina opuesta a las leyes del
estado. Di Pietro, enojado con la noticia, le contaba al Cardenal
Nina que haría lo posible para frenar este proyecto, pidiendo
personalmente al presidente Uriarte el veto de la ley, y
presentando un nuevo borrador en la siguiente sesión89.
Las Cámaras se reunieron nuevamente en sesión
extraordinaria en noviembre para la proclamación del nuevo
presidente. Di Pietro trabajó duro durante esos meses y
finalmente el Congreso aprobó la creación del seminario sin
interferencia del estado en su funcionar diario90.
El Senado y Cámara, etc., etc.
LEY:
Art. 1° Créase en esta Capital un seminario conciliar
para la educación de los jóvenes que quieran dedicarse
ala carrera eclesiástica; el cual deberá fundarse en el
mismo edificio en que estaba el anterior seminario.
Art. 2° Autorízase al P. E. a invertir hasta la cantidad de
tres mil pesos fuertes para reparar el edificio y atender a
los gastos de la instalación, la cual se hará lo mas pronto
posible.
Art. 3° Autorízase asimismo a invertir para su
sostenimiento desde el día de la inauguración, la
cantidad de cuatrocientos pesos fuertes mensuales de las
rentas de la Nación.
Art. 4° El seminario sostendrá diez becas gratis, de las
cuales dos serán de gracia y estarán á la disposición del

88 Ibíd., Di Pietro a Franchi, 14 agosto, 1878, f 13.


89 ASV, SS, 251, 1878, fascículo 4, Di Pietro a Nina, Asunción, 17
septiembre, 1878, f. 144
90 Ibid, 24 noviembre, 1878, ff. 137-145. La nueva ley está incluida en la

carta, ff. 138-139.


49

prelado de la diócesis, y ocho se concederán por


oposición en concurso público.
Art. 5° Los agraciados con esas becas, recibirán
gratuitamente en el establecimiento la educación,
alimentos, habitaciones, libros y todos los útiles de la
enseñanza.
Art. 6° En lo demás, el Obispo Diocesano, bajo cuya
dependencia estará el seminario, se pondrá de acuerdo
con el Poder Ejecutivo.
Art. 7° Para sufragar los gastos del art. 2°, la comisión
del ‚Colegio Nacional‛ har{ un préstamo al P. E. por la
expresada cantidad.
Art. 8° El cinco por ciento de las rentas nacionales
destinadas a pagar los gastos de revolución, quedará
afectado á la amortización de este préstamo, tan pronto
como queden saldados esos gastos. Al efecto, una vez
conseguido ese objeto, el producto de ese cinco por
ciento se entregará mensualmente a la comisión del
‚Colegio Nacional‛ hasta la extinción de su préstamo.
Art. 9° Comuníquese al P. E.
Dado en la sala de sesiones del Congreso Legislativo, a
los 22 días del mes de Noviembre de 1873.

José Falcón José del R. Miranda


Presidente del Senado Presidente de la C. de DD.
Pascual Gomes Clímaco Valdovinos
Secretario Secretario

Asunción, Noviembre 23 de 1878.

Téngase por ley, publíquese y dese al R. Oficial.

URIARTE.
Juan A. Jara.

Para el envío de algunos jóvenes para estudiar en


Roma, Di Pietro tuvo que esperar un poco más. Paraguay no
podía ayudarlos financieramente. Aunque el nuevo presidente,
Cándido Bareiro, estaba dispuesto a apoyar la propuesta, el
50

asunto tuvo que ser pospuesto a causa del intento


revolucionario de junio de 1879. El gobierno hizo un préstamo
de $50.000, declaró el estado de sitio y movilizó a las Fuerzas
Armadas. Por suerte para Di Pietro, el intento revolucionario
fracasó y el estado de sitio fue levantado el 5 julio. Para agosto,
Di Pietro consiguió lo que quería: ‚ahora que este gobierno est{
libre de esta preocupación ocasionada por el intento, le pidió y
consiguió del Congreso los fondos necesarios para llevar a cabo
las iniciativas respecto a la Santa Sede‛. Algunos diputados se
quejaron por la formación jesuítica que irían a recibir en Roma
— ‚Paraguay no necesita jesuitas‛. Pero el gobierno prevaleció.
Un diputado argumentaba que ‚si jesuita quiere decir un
sacerdote bien formado, yo quisiera que al menos por el futuro
inmediato, todo los curas fueran jesuitas‛91.
Mientras que Di Pietro permanecía en Asunción, no
tenía contacto directo con el clero paraguayo. Él los conocía sólo
por los informes que recibió en Roma y en Buenos Aires.
Cuando el gobierno le pidió que le diera a Dionisio Riveros las
facultades que la Santa Sede solía dar a los obispos
latinoamericanos, Di Pietro accedió, aunque señaló que sería
mejor no proveer las facultades de asignar las mismas
facultades a otro cura, en caso de morir Riveros. Ciertamente,
estaba preocupado por que no se repitiese lo sucedido con
Moreno y Maíz. Sin embargo, tampoco le daría todas las
facultades mientras él permaneciera en Asunción92. Cuestiones
económicas estaban en juego ahora: indultos y dispensas eran
una fuente importante de ingreso. No debemos olvidar que Di
Pietro tenía responsabilidad sobre Argentina, Uruguay y
Paraguay, y durante su primer año en oficio (25 de febrero 1878
– 25 de febrero 1879) dio 44 dispensas para matrimonios, una
dispensa por votos simples, cinco indultos de secularización

91 ASV, AAEESS, Paraguay, fascículo 1, Di Pietro a Nina, Asunción, 24


agosto, 1879, ff. 18-19.
92 ASV, SS, 251, 1878, fascículo 4, Di Pietro a Franchi, Asunción, 13 julio

1878, f. 116
51

perpetua, un indulto de secularización temporal, y dos indultos


para oratorios domésticos93. Es decir, detrás del interés
gubernativo para que Riveros tenga las facultades normales de
un obispo, puede apreciarse una motivación también
económica.
En septiembre, Di Pietro decidió salir fuera de la
ciudad, en parte para administrar el sacramento de la
confirmación, pero fundamentalmente ‚para levantar un poco
el espíritu religioso, para ver lo que las parroquias está o no
haciendo, y para ordenar algunas cosas‛ 94. En la carta anterior,
se contiene de hacer algún comentario sobre el clero, sobre la
base que no tenía suficiente información, a pesar de haber
estado en Asunción por seis meses. Salió de Asunción a fines de
septiembre y en octubre le escribió al Cardinal Nina acerca de
su experiencia.
Del 26 de septiembre al 16 del corriente mes
[octubre] pude hacer una excursión en diez parroquias
distantes de esta ciudad de 8 a 50 millas. Por todos lados
observé que a pesar de no pocos desórdenes en las
costumbres, el pueblo está animado de un vivo
sentimiento de fe, de religión y de profundo respeto a la
Iglesia y a la S. Sede Apostólica. Se juntaban con
premura y ansiedad extraordinaria por el sacramento de
la Confirmación que he administrado a cerca de 10 mil
personas entre niños y adultos. Para preparar a estos
últimos, al menos con la confesión, los sacerdotes que
me acompañaba tuvieron que fatigarse arduamente.

93 Ibid, 1880, fascículo 2, Di Pietro a Nina, Asunción, 25 mayo, 1879, ff,


241-245. Para este primer período, él cobró 7.943 francos: 1.053,25
francos fueron a pagar su casa, artículos de escritorio, suscripciones de
diarios, y limosna; 5.375 francos fueron para su propio salario y le
quedó un remanente de 1.514,74 francos. Para el siguiente período (25
feb 1879 – 10 enero 1880) recibió 9.613,90 y gastó 6,242.02 incluyendo
su salario; Ibid, Petrópolis, 7 mayo, 1880, f. 246.
94 ASV, SS, 251, 1878, fascículo 4, Di Pietro a Nina, Asunción, 20 Sep.

1878, f. 124
52

En esta gira me he convencido, aún más, de la extrema


necesidad de buenos operarios evangélicos en que esta
desgraciada región. De las 90 parroquias, sólo 35 o 36
tienen párroco, y qué párrocos, salvo pocas excepciones.
Pero también, la obra de un párroco bueno, a qué puede
ayudar cuando está solo para llevar el peso de la cura de
4, 5 y hasta 8 y 10 mil almas, diseminadas en la mayor
parte en casas y cabañas lejanas de la iglesia parroquial
hasta 10 o 12 millas. En algunos lugares no se cumple el
precepto pascual más que para 15 o 20 personas y menos
todavía, pero no por la mala voluntad de los fieles, sino
por la carencia de sacerdote, o por la desconfianza en la
cual el sacerdote ha caído. Se agrega además la
propaganda de incredulidad que se viene haciendo por
la masonería, especialmente de los extranjeros residentes
en esta república95.
Di Pietro insistió en la necesidad de enviar misioneros a
Paraguay, tanto para llenar los vacíos como para ‚mostrar con
su ejemplo y palabras la conducta que los sacerdotes y pastores
deberían seguir‛. Al mismo tiempo, le escribió una carta a
Riveros pidiéndole que exhorte a los curas a predicar y a
enseñar el catecismo; al menos en esta área ellos podrían
hacerlo mucho mejor, pensaba Di Pietro96.
Sin embargo, la misión más importante que tenía Di
Pietro, y su principal razón para venir al Paraguay era el
nombramiento de un obispo. Para llevar a cabo esto, necesitaba
investigar más de cerca la conducta del padre Maíz: estaba claro
que, al tenor de las cartas escritas por Di Pietro, Roma no
confiaba en él. En una carta escrita al Cardenal Nina a fines de
1878, Di Pietro recordaba que cuando llegó Asunción el rumor
generalizado era que venía a nombrar un obispo, y que dicho
nombramiento recaería sobre Maíz, ahora que estaba

95 ASV, AAEESS, Paraguay, fascículo 1, Di Pietro a Nina, Asunción, 30


octubre, 1878, ff. 25-6.
96 AAA, Notas Recibidas, 1879, Di Pietro a Riveros, Asunción, 21 marzo

1879,
53

reconciliado con el papa. Di Pietro sospechaba, ‚y m{s tarde


quedé seguro‛, que el gobierno estaba detr{s del rumor. Sin
embargo, estaba en una posición difícil: no podía rechazar
públicamente la idea de raíz sin arruinar toda su misión. Él
utilizó ‚la carta‛ de carencias de facultades para nombrar un
obispo como una salida rápida97.
Maíz había sido nombrado párroco de una de las
parroquias más importantes de Asunción y en su primera
homilía él habló sobre paz, ‚paz yo les traigo, paz yo les pido‛,
amor, y perdón: ‚¿no comprenden, no sienten la necesidad de
poner fin a todos los muchos males que han dado origen a
nuestros odios y divisiones?‛98 Maíz permaneció en la
parroquia hasta el febrero siguiente, cuando se retiró a su
pueblo natal de Arroyos y Esteros, y presentó su renuncia.
Las razones por las cuales Maíz se retiró no estaban
totalmente claras. Di Pietro describe cómo, cuando Maíz se
enteró que el gobierno y el Delegado Apostólico estaban
pensando en nombrar un obispo sin considerar su nombre, ‚él
pareció estar resentido e inmediatamente dejó su parroquia y se
retiró al campo. Los que lo apoyaban no fueron lerdos en
ayudarle con insinuaciones, con artículos en los diarios, y
haciéndolo aparecer como víctima, con la intención de mover
los sentimientos de la gente a su lado‛99. La versión de Maíz,
aunque no muy lejana de la de Di Pietro, era un tanto diferente.
En su autobiografía, Maíz argumenta que como en el ministerio
parroquial ‚se ofrecen casos... que pueden arrastrar a un
párroco a inmiscuirse en la administración gubernamental... y
por eso me sentía preso de un sentimiento de zozobra o temor,

97 ASV, AAEESS, Paraguay, fascículo 1, Di Pietro a Nina, Asunción, 26


noviembre, 1878, ff. 47-49.
98 ‚Discurso pronunciado por el presbítero don Fidel Maíz, con motivo

de constituirse Cura Párroco de la Encarnación de esta Capital, Mayo


26 de 1878‛ La Reforma, Asunción, 29 mayo, 1878.
99 ASV, AAEESS, Paraguay, fascículo 1, Di Pietro a Nina, Asunción, 30

abril 1879, ff. 68-69.


54

no pueril, sino bien fundado y prudente‛ 100. Es cierto que el


administrador no deseaba aceptar su renuncia,101 pero es cierto
también que Riveros era el primo de Maíz. Al final, Maíz
permaneció en Arroyos y Esteros. Aunque el nombre de Maíz
apareció una vez más en los diarios, él le escribió a Di Pietro
para manifestarle que él no estaba detrás de los artículos, y que
él quería permanecer sumiso a la Santa Sede 102.
Mientras tanto, con el apoyo del nuevo gobierno, Di
Pietro sintió que ya era el tiempo para ir adelante con el
nombramiento del nuevo obispo. Tanto él como el gobierno
estaban de acuerdo en este punto: el gobierno porque
‚consideraba importante el nombramiento del obispo como una
necesidad política‛; Di Pietro por
[...] lo altamente inefectivo que resulta el gobierno de un
administrador interino; por el espíritu ambicioso de
Maíz, por la influencia que este hombre va a tener
siempre sobre el gobierno, en una mayor o menor
medida, tanto por el no insignificante elemento que lo
apoya como por su inteligencia y orgullo; por la calidad
del clero quienes en general son seguidores de Maíz; por
la brevedad del término presidencial que dura sólo
cuatro años; y porque muy fácilmente esta república
cambia o entra en revolución103.

No perdieron tiempo y para fines de año Di Pietro les


reportaba a Roma acerca de las conversaciones que sostuvo con
el presidente Bareiro. Mencionaba tres puntos centrales: los
nombres de los candidatos, la necesidad de nombrar a un
sacerdote extranjero como Vicario General, y la fórmula del
juramento con la cual el nuevo obispo debía jurar.

100 MAÍZ, 1996, p. 138


101 AAA, Notas Recibidas, 1879, Sosa a Maíz, Asunción, 28 mayo 1879.
102 ASV, AAEESS, Paraguay, fascículo 1, Di Pietro a Nina, Asunción, 23

mayo 1879, ff. 79-82.


103 Ibíd., Di Pietro a Nina, Asunción, 26 noviembre, 1878, ff. 47-49
55

Fácilmente llegaron a un acuerdo en la lista de


candidatos—Pedro Juan Aponte, Dionisio Riveros y Tom{as
Antonio Castelvi—y en el mejor de éstos: Aponte. Sin embargo,
‚yo pienso‛, decía Di Pietro, ‚que ninguno de ellos sería
indigno del nombramiento; es cierto que no tienen cualidades
espectaculares, en especial en lo que se refiere a los
conocimientos. Pero teniendo en cuenta todo y la calidad de sus
conductas, ellos me muestran lo suficiente como para dejarme
en paz‛104. Por ejemplo, escribiendo sobre Aponte en la misma
carta, dice:
Sacerdote anciano de 59 años, de buena conducta,
prudente y reflexivo. Tiene buen sentido y criterio
práctico, pero instrucción mediocre. Es párroco dese
hace muchos años, siempre estimado y respetado tanto
en su parroquia como en la capital. Personas pías, que lo
conocen bien lo exaltan como virtuoso y óptimo
sacerdote, y van de lugares lejanos a confesarse con él. ...
Resulta, entonces, de la información presente, que no
tiene fundamento lo que reportaba el Sr. D. Antonio
Espinosa en su informe sobre el clero paraguayo.105

El segundo punto era el nombramiento por el futuro


obispo de un ‚prudente y virtuoso‛ sacerdote extranjero
formado en Derecho Canónico como vicario general. Como ya
hemos visto, esta idea había sido propuesta por primera vez
por Espinosa como la mejor manera de cubrir las necesidades.
Di Pietro y el presidente también concordaron en este aspecto.
El tercer y último punto era el juramento del obispo.
Riveros había jurado ‚ser fiel a la Nación, reconociendo su
soberanía y su Patronato‛. Di Pietro quería abandonar el
patronato estatal, sin perder, sin embargo, su apoyo económico.
También en esto hubo acuerdo, y una nueva victoria para Di

104Ibíd., Di Pietro a Nina, Asunción, 29 Dic. 1878, ff. 55-62.


105Espinosa había dicho que Aponte tenía ‘una mujer en su casa con
quien, de acuerdo a los vecinos, vivía en concubinato’, en ASV, ANB,
fascículo 309, Espinosa a Roncetti, Buenos Aires, 8 May 1877, ff. 1-8
56

Pietro: un nuevo juramento fue redactado evitando toda


referencia al Patronato y además se garantizó la ayuda
económica estatal106.
El Vaticano, obviamente, se sintió gustoso con las
noticias provenientes de Paraguay e, inmediatamente después
de recibirlas autorizaron a Di Pietro seguir adelante con las
negociaciones107. Éste se movió rápido y a comienzos de mayo
todo estaba listo: un documento con ocho artículos fue firmado,
en el cual el gobierno se comprometía a:
1.- proponer a Aponte como nuevo obispo;
2.- permitir al obispo el nombramiento de un sacerdote
extranjero como vicario;
3.- restablecer el capítulo de la catedral tan rápido como sea
posible;
4.- apoyar económicamente al obispo, al vicario, su secretario,
un sacerdote de la catedral, los servicios de la catedral (6.800
pesos);
5.- apoyar a cuatro jóvenes en sus estudios en Roma;
6.- apoyar el seminario;
7.- ayudar en la restauración de los templos y aceptar a los
sacerdotes extranjeros que el delegado apostólica pueda enviar;
8.- aceptar el nuevo juramente del obispo108.
Por su parte, Aponte prometió nombrar a un sacerdote
extranjero como su vicario.
Sin embargo, Di Pietro tuvo que enfrentar un
acontecimiento inesperado: Riveros murió el 22 de Agosto;
antes que la bula de consagración episcopal haya sido recibida.
De acuerdo al patronato el gobierno tenía que nombrar
directamente a Aponte, pero Di Pietro se opuso a esta solución.
La Cámara de Diputados y la prensa urgían al presidente a

106 ASV, AAEESS, Paraguay, fascículo 1, Asunción, Di Pietro a Nina, 29


diciembre, 1878, ff. 55-62
107 Ibíd., Roma, Nina a Di Pietro, 28 febrero, 1879, f. 67

108 Ibíd., Asunción, Di Pietro a Nina, 12 mayo 1879, ff. 70-76. Artículos

in ff. 74-5
57

ejercer sus prerrogativas, pero Aponte, bajo presión de Di


Pietro, declinó la invitación a asumir el obispado.
Afortunadamente, Di Pietro recibió la bula papal a inicios de
octubre, y el domingo 19 Aponte fue consagrado obispo de la
sede paraguaya109.
Di Pietro concluyó exitosamente su misión en
Paraguay, pensando ya en su nuevo trabajo. En septiembre
había recibido su nombramiento como Nuncio en el Brasil
reemplazando a Roncetti. Antes de dejar el país, sin embargo,
su último acto fue asegurarse que el obispo llegase a un
acuerdo con el gobierno acerca de quién iría a conducir el
seminario: la Congregación de la Misión, los lazaristas, fue
designada para ese trabajo. Iría a ser director del seminario, el
padre francés Julio Montagne, quien ya había estado en
Paraguay acompañando a Espinosa en su misión. Los lazaristas
fueron los primeros religiosos en establecerse en Paraguay
después de la supresión de 1824. Di Pietro también tuvo éxito
en traer a las Hijas de la Caridad, la congregación femenina de
los lazaristas, para trabajar en el hospital. Ellas llegaron en
enero del siguiente año y fueron la primera congregación
femenina en establecer un convento en el Paraguay. Di Pietro
reportaba también en su carta que dos jóvenes estaban viajando
hacia Roma para estudiar en el Pio-Latino-Americano110.
Finlmente, Di Pietro dejó Asunción el 17 de diciembre de 1879.
Me es altamente satisfactorio anunciaros, que, como
consecuencia de las gestiones empleadas por el Poder
Ejecutivo han quedado definitivamente zanjadas las
dificultades que obstaron a la reorganización de nuestra

109 Ibid, 4 Oct. 1879, ff. 97-98; 23 Oct. 1879, ff. 99-100; ASV, SS, 251, 1879,
fascículo 1, Di Pietro a Nina, 23 Agosto, 1879, f. 43. El breve papal en
ASV, AAEESS, Paraguay, fascículo 1, 24 Julio 1879, ff. 91-92 firmado
por el Cardinal Martel.
110 ASV, SS, 251, 1879, fascículo 2, Di Pietro a Nina, Asunción, 10 Dic.

1879, ff. 35-36


58

Iglesia y a la dotación de un jefe efectivo que se hiciera


cargo del Obispado de la República.
El gobierno, en uso del derecho del patronato nacional
que le acuerda la Constitución, procedió a la designación
del sacerdote que debía ser investido de esta alta
dignidad de la terna aprobada por el Senado en 21 de
agosto de 1877 de acuerdo con el clero nacional; y
habiendo sido confirmado por el Sumo Pontífice el
nombramiento hecho en la persona del presbítero
ciudadano Don Pedro Juan Aponte para Obispo de esta
Diócesis, tomó solemne posesión de su elevado cargo
con las formalidades debidas.
A pesar del estado precario de nuestras rentas, el
Poder Ejecutivo continúa prestando, en la medida de lo
posible, su atención preferente al culto, ha enviado
recientemente a Roma, en uno de los más afamados
establecimientos, dos jóvenes paraguayos para ser
educados en la carrera eclesiástica; y dentro de breves
días se efectuará la apertura del Seminario que será
sostenido con fondos de erario nacional.111

111Mensaje del Presidente de la República del Paraguay al abrir las sesiones


del Congreso de la Nación en Abril de 1880, Asunción: La Reforma, 1880,
pp. 4-5.
59

III – Curas y pueblo en el Paraguay

El número de curas había disminuido


considerablemente como resultado de la guerra: sólo una
tercera parte sobrevivió. Algunos curas extranjeros, la mayoría
italianos, llegaron al Paraguay, pero los informes enviados a
Roma indicaban que estaban menos interesados en ayudar a
sus colegas que en encontrar un lugar seguro para ejercer su
ministerio después de haber sido expulsados de otras diócesis.
Los que escribían a Roma acerca de la situación de la Iglesia
paraguaya, mencionaban como los principales problemas el
bajo número de sacerdotes y su baja condición moral 112.
De acuerdo a Gaona, sólo 31 curas sobrevivieron a la
guerra, todos paraguayos salvo un italiano, Gerónimo
Becchis113. Más de 80 curas murieron durante la guerra: 17 en el
campo de batalla, 24 ejecutados por López (incluido el obispo
Palacios), y 39 desaparecieron114. Al menos ocho murieron en la
primera década después de la guerra. Dos fueron ordenados en
Buenos Aires en 1872 (Bernardino Sandoval y José del Pilar
Jiménez). Cuando en 1877 Espinosa presentó su informe sobre
el estado de la Iglesia paraguaya al internuncio en Brasil,
Monseñor Roncetti, listaba 40 curas en el país, pero no incluía el
nombre de Maíz115. Había otros dos curas más en el exilio, uno
en Brasil y otro en Argentina. Encontramos en la lista de
Espinosa 18 nuevos curas, 17 italianos y un argentino. Tres años
más tarde, el nuevo Delegado Apostólico, Luigi Matera visitó la

112 Cf. ASV, AAEESS, Paraguay, fascículo 1, Di Pietro a Nina,


Asunción, 30 octubre, 1878, f. 25.
113 GAONA, El clero en la Guerra del 70.

114 Sin embargo, José María Velázquez, a quien Gaona consideraba

desaparecido, aparece en la lista de nuevos curas nombrados por


Avola. Es posible que más de uno de estos curas ‚desaparecidos‛
hayan estado todavía vivos después de la Guerra.
115 ASV, ANB, fascículo. 309, Buenos Aires, Espinosa a Roncetti, 8

mayo, 1877, ff. 1-2.


60

diócesis y escribió otro informe con una nueva lista de curas 116.
Él contó 46 curas y un obispo: había diez nuevos curas, y de los
que estaban en lista de Espinosa ya no estaban seis. Una vez
más, todos los nuevos eran extranjeros: siete italianos, dos
españoles y un argentino. En 1872 había 32 curas paraguayos y
sólo un italiano; diez años más tarde encontramos 23
paraguayos y 24 extranjeros, 20 de los cuales eran italianos (ver
cuadro).

120

100
Nº de Sacerdotes

80

60

40

20

0
Antes de1870 1870 1877 1880

Extranjeros 1 1 18 24

Paraguayos 110 30 23 23

Extranjeros
Paraguayos

Aunque es clara la distinción de nacionalidades, los sacerdotes,


sean estos paraguayos o extranjeros, tenían —según los
informes— todos la misma calidad moral. Espinosa, después de
revisar la conducta de cada uno de los sacerdotes, concluye:

116 Ibid ff. 3v.r.


61

Ordinariamente hablando se puede decir que salvo


alguna rarísima excepción, ninguno dice el oficio,
ninguno lleva la vestimenta talar, todos son
ignorantísimos exceptuando sólo al intruso Maíz. Todos
borrachos, inmorales, escandalosos. Ninguno se confiesa
más, salvo los padres Castelvi, Daniel Sosa y Riveros y
alguna otra excepción, el resto ha violado el sigilo
sacramental. Todos tienen un grandísimo descuido por
la Iglesia y los elementos sacros, los cuales se encuentran
todos estropeados. Todos han aceptado parroquias del
intruso Maíz, salvo los que desde antes tenían sus
parroquias: Castelvi, Rivero, Acosta, Aponte, Eliseche,
Vivari, Román.
Respecto a los padres extranjeros basta decir que todos
han reconocido al intruso Maíz. Todos, salvo Netto y
Faraone, son inmorales, no dicen el oficio ni la misa si no
se les paga; borrachos y escandalosos. Todos echados
por inmorales tanto de Buenos Aires como de otras
diócesis.117

Es cierto que Espinosa estuvo en Paraguay sólo cinco


meses, y la mayor parte de su información le vino de segunda
mano, de personas fidedignas, (‚personae fide dignae‛). De
hecho, cuando Di Pietro escribió sobre Aponte en relación a su
candidatura para el obispado de Asunción, él mismo dijo que lo
que había informado Espinosa carecía de fundamento118 Sin
embargo, Espinosa no era el único en sus críticas al sacerdocio
en Paraguay. El cónsul inglés, Edmund Monson, le informaba
al Conde de Granville la baja opinión de clero que tenía el
Ministro de Relaciones Exteriores, Decoud:
En Paraguay, un día a la semana es reservado para la
instrucción religiosa en las escuelas normales; y la
asistencia de los alumnos en ese día es puramente
voluntaria. Los sacerdotes en los distritos rurales son, ...

117ASV, ANB, fascículo. 309, Espinosa a Roncetti, f. 5.


118ASV, AAEESS, Paraguay, Fascículo 1, Asunción, 29 Dic. 1878, Di
Pietro a Nina, f. 60
62

desgraciadamente de un muy bajo orden. Ellos no sólo


son ignorantes y por lo tanto casi incapaces de impartir
conocimientos religiosos, sino también groseramente
inmorales, y por lo tanto igualmente incapaces de dar un
buen ejemplo a los parroquianos sobre la manera de
vivir virtuosamente. Ellos, por lo general viven en
abierto concubinato, algo que es muy sencillo en un país
donde la proporción de mujeres respecto a los varones
es abrumadora.119

Es más, tan tarde como 1889 el padre Antonio Scarella,


uno de los profesores del nuevo seminario que se abrió en 1880,
le escribió al secretario de estado del Vaticano informando
acerca de la situación religiosa en Paraguay. En su relación
repite la misma crítica:
El clero está compuesto de extranjeros y de nacionales:
estos últimos comprenden la vieja y la nueva generación
[...] Los primeros, esto es, los extranjeros
desgraciadamente son todos de aquellos nuestro pobres
curas italianos echados de otros lugares, y que además
de no hacer casi nada por no saber hablar la lengua
indígena, vienen a escandalizar con una inmoralidad y
cupidigia espantosa. Los nacionales de la vieja
generación son casi todos borrachos, jugadores y
concubinarios; [...]120

Pocos en número y de pobre calidad moral, los curas no


podían responder a las necesidades de la gente. Ya hemos visto
el pedido de Di Pietro a Riveros respecto a la instrucción
religiosa121. Espinosa decía que ‚el culto est{ realmente muerto
tanto en la ciudad como en el interior. El Santísimo Sacramento

119P.R.O., FO 59/41: Monson a Granville, 8 octubre, 1884.


120 ASV, AAEESS, Paraguay, fascículo 2, Scarella a Rampolla,
Asunción, 7 julio 1889: ff. 85-88.
121 AAA, Notas Recibidas, 1879, Di Pietro a Riveros, Asunción, 21

marzo 1879.
63

no se reserve ni siquiera en la Iglesia catedral, ni en las Iglesias


del interior, con raras excepciones‛. Y continuaba,
[...] la frecuencia de los sacramentos era casi extinta. Del
Corpus Domini hasta fines de diciembre en que nosotros
llegamos no se había dado más la Santa Comunión. En
toda la cuaresma y semana santa de 1876 no hubo una
sola prédica en Asunción. En la Catedral no se dijo más
que una misa baja el jueves santo. No se predica más si
la gente no paga.122

No debemos olvidar que los problemas acerca de la baja


condición moral del clero en Paraguay se comentaba no sólo
sobre los extranjeros sino también sobre los nacionales. En el
pueblo de Ita, los parroquianos se le quejaban a Riveros,
administrador de la Diócesis, de su cura José Acosta, un
paraguayo. Éste dejó la parroquia sin misa por semanas, y
cuando celebraba usaba la oportunidad para atacar al
gobierno123. En Caazapá, los parroquianos se quejaban de su
cura Genaro Cieri, italiano:
Es público y notorio su lenguaje obsceno que le es
habitual y del cual hace ostentación en todas las
pulperías y parajes públicos de este pueblo; es público y
notorio que se embriaga continuamente habiendo
cometido escándalos en las pulperías de este pueblo
repetidas veces con juego repugnante y deshonestos tan
inmundos que son dignos solamente de un hombre
completamente prostituido; es público y notorio que no
nos es posible soportar por más tiempo el lenguaje soez
y libre con que se jacta en los parajes públicos de ser el
autor él y con su dinero de haber mancillado el honor de
alguna de las señoritas de este pueblo, haciendo alarde
de varias inmoralidades que diariamente comete con su
vida completamente disipada y de la que ya ni le
importa guardar reserva; es público y notorio que parte

122 ASV, ANB, fascículo 309, Espinosa a Roncetti, Buenos Aires, 8 mayo
1877, f. 6.
123 AAA, Notas Recibidas 1878, a Rivero, Ita, 8 abril 1878.
64

de las noches se retira de las orgías y bacanales en que él


es protagonista a las dos y tres de la mañana.124

Cuestiones económicas también estaban en juego en la


relación entre los curas y sus parroquianos, al punto tal que el
presidente Cirilo Rivarola decretó un ‚arancel de derechos
parroquiales‛ el 1 de febrero de 1871. El presidente justifica tal
medida ‚en el deber de reducir a sus justos términos los
derechos de los curas en vista de la exigencia exorbitante de
algunos, haciendo un comercio vergonzoso, sin lástima ni
consideración, a este pueblo indigente, cuyo clamor llega
diariamente al oído del Gobierno, principalmente en orden al
matrimonio‛125.
Sin embargo, las quejas no sólo se refrían al
matrimonio. En San Pedro del Paraná, el juez de paz le escribió
al obispo Aponte sobre su problema: el párroco, el padre
español Telésforo Baquero, no quiso celebrar la fiesta patronal
con sermón, procesión y novena a menos que la gente le pague
300 pesos más los costos del viaje. El juez terminaba su carta
pregunt{ndole al obispo, ‚¿tiene el sacerdote derecho a cobrar a
los parroquianos por celebrar las ceremonias religiosas que son
de car{cter público?‛126 Los diarios también se hacían eco de la
misma queja de la gente. En la Nación Paraguaya, leemos que la
gente de Itaugua se quejaba de su párroco porque quería cobrar
un real por escuchar confesiones127. Por esta razón, la primera
medida que el obispo Aponte tomó fue la de estipular una
nueva tarifa eclesiástica, con los cobros por casamientos y
bautismos abolidos, y los otros disminuidos. ‚Esto se hizo”,
decía el Obispo,‛ como un regalo a los pobres y para aplacar las
críticas de aquellos que no ven en las tarifas eclesiásticas otra

124 AAA, Notas Recibidas 1878, a Riveros, Caazapa 14 spiembre, 1878.


125 R.O., tomo I, pp. 164-168, ver Anexo.
126 AAA, Notas Recibidas 1880-1881, Juan Rojas a Aponte, San Pedro

del Paraná, 20 septiembre, 1880.


127 Nación Paraguaya, 12 marzo 1873.
65

cosa sino excesos y venta de lo sagrado, y fallan en notar que


esto no es sino una pequeña recompensa por el trabajo del cura.
Nadie, por lo tanto, desde ahora va a decir que el sacerdote se
hace rico a expensas de sus parroquianos.‛128
La relación entre paraguayos y extranjeros también era
un motivo de problemas. En el libro de Notas Recibidas en el
Archivo de la Arquidiócesis de Asunción, encontramos varias
cartas de miembros de cada grupo quejándose del otro. El
ejemplo más llamativo es la carta escrita por el sacerdote
paraguayo Rufino Jara a Fidel Maíz, como Administrador de la
Diócesis, quejándose del nombramiento del italiano Giuseppe
Tufari como vicario foráneo del Departamento de Piribebuy.
‚Yo no siento la obligación‛, dice Jara, ‚de reconocerle como
superior si él es un extranjero, más bien preferiría dejar el cargo
que tengo [...] Hay muchos sacerdotes paraguayos aptos para
ese puesto, ¿por qué usted prefiere curas extranjeros a los
nacionales?‛129.
La religión practicada por la gente era duramente
criticada también por los observadores extranjeros. Lionel West,
el cónsul inglés en Argentina, informando sobre el ‚Estado
político, financiero y social presente de la República del
Paraguay‛ en 1875, culpaba a los jesuitas por los despóticos
gobiernos que Paraguay había sufrido y agregaba:
Los desastres que siguieron a la Guerra, por lo tanto,
dejaron al país postrado. Una abyecta pobreza ahora
prevalece. Mujeres medio desnudas realizan la mínima
cantidad de trabajo necesario para el día a día, y entre
ellas parece no haber ningún miramiento hacia las
decencias de la vida social. El único signo de la anterior
enseñanza se encuentra en los remanentes degradados

128 AAA, Notas Enviadas, 1880-1890, Memoria del Obispado de


Paraguay correspondiente al año 1880, f. 23.
129 AAA, Notas Recibidas, 1870-1874, Jara a Maíz, 19 julio 1874. Cf. en

AAA, Notas Recibidas 1878, los problemas entre Sosa y Massari, Yuty,
26/5/76; Eliseche y Lentini, Hiati, 16/8/77; Tufari e Insaurralde, Pilar, 21
de enero, 1878.
66

de viejas supersticiones, mientras que no parece que se


vayan a hacer ninguna provisión ni para el
mejoramiento ni para la educación de la generación
presente.130

Antonio Espinosa, en su informe de 1877 era un poco


más positivo, reconocía un elemento de fe en medio de la
superstición:
La familia tanto del alto como del bajo pueblo, salvo
raras y honorables excepciones, unen una corrupción
espantosa a muchas prácticas devotas y a una fe
sorprendente. Los bastardos abundan. Los señores, salvo
poquísimas excepciones no practican la religión, no así
las mujeres, ellas son piadosísimas; y si no frecuentaban
los sacramentos antes que nosotros viniésemos era por
no confesarse con los padres corruptos. Ellas son las que
sostienen el culto. Hombres y mujeres tienen la bella
costumbre de pararse al toque del Ave María y recitar el
Angelus Domini .... Es un placer llevar el Santísimo
Viático por las calles. Si suena la campana, siempre
concurre mucha gente, toda la gente se arrodilla, y si
también pasa por el mercado, la gente suspende la venta
y se arrodilla. Es verdaderamente un milagro como se
conserva tanta fe en medio de tanta corrupción y con
padres así de pérfidos.131

La prensa satírica tampoco se quedaba atrás en la crítica


a un cierto tipo de religión. El español Juan Plácido Casajús
desde el semanario La Verdad Autógrafa no daba tregua. En su
edición del domingo 10 de mayo de 1885 podemos leer el
siguiente diálogo:
(Señorita:) ¿Dando limosna padre, ganaré indulgencia plena?
(Padre:) ¿Cómo no? ¡Sí hija mía, sí!
- ¿Dando limosna, sacaré ánimas del Purgatorio?

P.R.O., FO 6/328, 30 octubre, 1875, f. 85 r.


130

ASV, ANB, fascículo. 309, Espinosa a Roncetti, Buenos Aires, 8


131

mayo, 1877, f. 7. Las negrillas son agregadas


67

- ¿Cómo no? ¡Sí hija mía, sí!


- ¿Dando limosna, puedo comer carne padre?
- ¿Cómo no? ¡Sí hija mía, sí!
- ¿Dando limosna, podé casarme con mis primos?
- ¿Cómo no? ¡Sí hija mía, sí!
- Dando limosna podré, en caso de que él no me sirviera por
algún impedimento físico, podría alcanzar dispensa de
divorcio?
- ¿Cómo no? ¡Sí hija mía, sí!
- Entonces mi querido padre me marcho contenta y tranquila,
a la vuelta entregaré a Usted más plata y le haré otra
preguntita, la cual creo será contestada con las sacramentales
palabras, las que son a medida de mi deseo.
Una católica apostólica romana132

Sin embargo, el pueblo sencillo conservaba su vida


religiosa incluso cuando hacía mucho tiempo que no contaban
con un cura. El mayordomo de la Iglesia de Villa Oliva
presentando las cuentas de la Iglesia, comentaba, ‚es de publico
conocimiento que estamos sin cura desde la guerra, y abrimos
la Iglesia sólo en domingos para rezar el rosario‛133.
Es claro que el pueblo paraguayo, especialmente en el
interior, aprendió y desarrolló su propia vida religiosa, la cual
podía ser practicada sin la asistencia de la Iglesia institucional.
Ellos tuvieron necesidad de hacer esto, tanto por la escasez de
curas como porque la mitad de los curas no hablaban el
guaraní, el lenguaje hablado por la gente en el interior. Se
preservaban todavía entre la gente la mayoría de las tradiciones
populares traídas por los españoles y desarrolladas por los
franciscanos y jesuitas en sus misiones. Había nuevas canciones
y oraciones, la mayoría en guaraní, pero la estructura que
estaba por detrás era la misma. Cuando los jesuitas volvieron a
Paraguay ente 1843 y 1846 uno de ellos, Vicente López, quedó

132La Verdad Autógrafa, Año 1, nº 9, domingo 10 de mayo de 1885


133AAA, Notas Recibidas, 1870-74. al Ministro de Justicia, Culto e
Instrucción pública, Villa Oliva, 7 Abril 1874
68

sorprendido de encontrar en Santa María, una de las ex


misiones, un pueblo más que devoto: los niños rezaban el
rosario dos veces al día, y los domingos era toda la comunidad
la que lo rezaba. También cantaban el Bendito e himnos a la
Virgen María, acompañados por doce instrumentos hechos a
mano. Cuando él celebró la misa, todo estaba listo y en
perfectas condiciones, incluso cuando habían quedado sin
sacerdote por un largo tiempo. Todo ellos conocían las
respuestas, y tanto el coro como los ocho indígenas que servían
al altar sabían perfectamente lo que tenían que hacer. López
concluía diciedno que, ‚nunca he de borrar de mi memoria la
imagen del amanecer del 1 de marzo de 1845, y nunca dejaré de
alabar al Señor por este beneficio‛134. Aunque este testimonio
viene de un período anterior a nuestro tiempo, el informe de
Espinosa sugiere que esta clase de situación encontrada por el
padre López era todavía común un par de décadas más tarde.
Relatos de otras fiestas religiosas, tales como los de la
Semana Santa confirman este punto. Informes del clero no
existen porque estas ceremonias eran de rutina 135. Sólo los
extranjeros y la clase alta asuncena se hacían eco de estas
manifestaciones religiosas. Un periódico asunceno relataba las
celebraciones en honor a San Blas, santo patrono del Paraguay,
en Ita:
Nos sorprendimos al ver una multitud de gentes de
ambos sexos en dirección a la Iglesia, conduciendo en
procesión como cincuenta y tantas imágenes del mismo
santo entre chicos y grandes, seguido de un gran
alboroto de repiques, cohetes voladores, descargas de
fusilería y demás estruendos, a más del ruido de una
orquesta compuesta de unas veinte piezas todas ellas

134 Archivium Romanum Societatis Iesu, Argentino-Chilensis, 1001, XI,


doc. 14, Vicente López a Vanni, Asunción, 26 abril 1845.
135 In AAA, Notas Varias, 1873-99, podemos leer en el testamento

dejado por un hombre de Villa del Pilar en el cual deja 1982 árboles de
naranjas para ser usado por una de las devociones de Semana Santa, al
Señor de los Milagros. Villa del Pilar, 22 Febrero, 1879
69

tambores, bombos, clarinetes y pífanos, que cubrían la


delantera de las innumerables imágenes. En vista de esta
originalidad, que nos era bastante extraña por la
colección de santos y el ruido infernal que aturdía los
oídos, nos paramos a contemplar el acto hasta la entrada
a la Iglesia. Pero aún no es esto todo, lo que completaba
este cuadro; una partida de jinetes haciendo el papel de
‚guaicurú raanga‛ vestidos con plumas de avestruz,
venían silbando y ejecutando alrededor de la gente toda
clase de revoloteos, y otros juegos propios de su papel
que nos pareció ridículo. Otra gran partida de
disfrazados a los que llaman ‚camba raanga‛ y a pie
hacían otro tanto, bailando cada vez más con un
entusiasmo aterrador al son de la ya dicha célebre
orquesta. Lo más natural de este espectáculo es que
entre el ruido de los jinetes y bailarines, se oía
igualmente el rezo de las mujeres, que a lo lejos
formaban un murmullo incomprensible ...136

El informe de Espinosa menciona la misma celebración,


pero bajo el título de ‚superstición‛.137 Otro diario se refiere a la
celebración en Itaugu{ donde ‚a las diez, el p{rroco dijo la misa
..., y a las dos se hizo la procesión con un sinnúmero de altares
tanto en la plaza como en las casas‛138.
Estas celebraciones a veces generaban conflictos con la
Iglesia parroquial. En el mismo pueblo de Ita, una mujer tenía

136 La Reforma, 9 febrero. 1878. Cfr. COLOMBINO, 1989


137 ASV, ANB, fascículo. 309, Espinosa a Roncetti, Buenos Aires, 8
mayo, 1877, f. 6 ‚La gente del pueblo bajo hace ciertas promesas
curiosas, por ejemplo la de vestirse de Guascurú, o sea como los indios
del Chaco que llevan este nombre, medio desnudos, sólo cubiertos de
plumas, y así a caballo, pintada la cara, y van delante en la procesión
de San Blas, patrono de la República. Otros van vestidos de Camarangá,
o sea máscaras de carnaval delante de la procesión saltando y gritando,
pareciendo diablos, perturbando todo y haciendo parecer a la
procesión no m{s que una mascarada‛
138 Nación Paraguaya, Asunción, 13 octubre, 1872.
70

una imagen de San Blas, conocida como San Blas Cantero, por
el apellido de la familia que poseía la imagen. La mujer decía
que la imagen no sólo era milagrosa sino que también exigente.
Se le aparecía a ella cada noche en sus sueños, y había ya
acumulado varias joyas y regalos. Con lo sacado, la señora solía
brindar fiestas delante del santo en donde, según los informes,
habían ocurrido ‚esc{ndalos, heridos, y otras cosas‛. El
informante era el mayordomo de la Iglesia, quejándose que
mientras ella gastaba una gran suma de dinero, la Iglesia no
tenía suficiente dinero para comprarle una vela al santo patrón,
que después de todo era también su santo. Por lo tanto, le pedía
al obispo que le autorice a pedirle a la señora una cuenta
detallada de los ingresos y egresos, que entregue las ganancias
a la Iglesia, y obligarle a que suspenda esas fiestas frente al
santo139. Aquí se pueden ver tanto problemas económicos como
de autoridad sagrada.
Aunque la gente desarrolló nuevas maneras de vivir su
religiosidad, ellos no estaban en contra de la Iglesia
institucional. En cuanto había un cura presente, especialmente
si el obispo lo había enviado, ellos no perdían la oportunidad
de recibir la mayor cantidad de sacramentos. Fray Nápoles,
escribiendo desde Caazapá a su amiga después de la guerra,
parecía casi quejarse:
No puedo más: los trabajos son dobles, y la gente nunca
acaba. Ni la mitad pude alcanzar! El crisma está por
concluir, y Viernes 27 del corriente he determinado
cerrar la Misión y la Confirmación: en este día hemos
confesado más de 300 almas, confirmándose nada menos
que unos 700! Me dicen que ... hay como unas 6.000
almas esperando llegar a ésta. ¡Parece que los jefes, los
extranjeros y la gente no nos quieren dejar!140

AAA, Notas Recibidas 1880-1, a Aponte, 21 Julio 1881.


139

140Nápoles a Juanita Dávalos, Caazapá, 24 octubre, 1871. Del archivo


del Padre Salas.
71

El sacramento de la confirmación no había sido


suministrado en los previos cinco años y era el punto principal
de las visitas pastorales de Avola. Durante su visita a la diócesis
en el año 1872 él confirmó a 21.910 personas, además de
bautizar a 3.000 niños y casar a más de 400 parejas; ‚la mayoría
de ellas viviendo una unión ilícita‛141. Fray Nápoles, autorizado
por el internuncio en Brasil para conferir el sacramento de la
confirmación, durante los años 1871-1872 confirmó a 10.599
personas en su jurisdicción142. En los siguientes años la
confirmación se paró, para ser reasumida con Aponte: 32,051 en
1879-80; 3,890 en 1881-2 (sólo porque Aponte estaba enfermo);
8,977 en 1883; 10,156 (4,893 varones, 5,263 mujeres) en 1884;
12,754 (5,261 varones y 7,493 mujeres) in 1885143.
Sorprendentemente, en este período apenas si hay
noticias de organizaciones laicales. Sabemos por previa
documentación, tanto del Archivo Nacional de Asunción como
del Arquidiocesano que varios pueblos sí tenían cofradías
(aunque habían sido prohibidas por el Decreto de Francia de
1824)144. Pero ninguna sobrevivió a la guerra. En el único lugar
en donde se reabrió una cofradía fue en Villa Rica. El párroco
de esa ciudad, el capuchino italiano Nápoles, tomó la vieja

141 ‘Visita pastoral’ en Nación Paraguaya, Asunción, 30 marzo 1873.


142 Archivo Diócesis de Villarrica, Libro de Confirmaciones de
Villarrica, f. 91. (Villarrica: 3401; Capilla Borja: 1487; Caazapá: 5037;
Reducción: 442; Hiaty: 232).
143 AAA, Notas Enviadas 1880-1890, ff. 23, 67, 109, 120, 139

144 Archivo Nacional Asunción, Nueva Encuadernación, Vols.: 2055,

Cofradía de las Ánimas, Villa Rica, 1853; 2703, ídem 1852; Cofradía de
las Ánimas, Luque, 1850; 3082, Archicofradía de Santa Ana, Asunción,
1802-18; 3091, Cofradía del Santísimo Sacramento, Villa Rica, 1803;
3154, ídem, 1853; 3161, ídem, 1854; 3238, Cofradía de las Ánimas, Villa
Rica, 1856. AAA, Libro de Cofradías. Cofradía de los Siete Dolores,
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Ánimas de Luque 1856-1664; Cofradía del Santo Entierro de Cristo y
Soledad de María, 1815; Cofradía del Santísimo Sacramento, San José
de los Arroyos, 1819.
72

constitución de la Cofradía del Santísimo Sacramento e introdujo


algunos cambios, en particular haciendo que el capellán tenga
más poderes. El Vicario Foráneo, Avola, aprobó la cofradía el 22
de abril de 1872145. Sin embargo, no fue encontrado ningún
informe económico o referencia alguna de esta u otra cofradía
ni en el Archivo de la Arquidiócesis, ni en los informes escritos
por Espinosa o Di Pietro. Fray Nápoles dejó Villa Rica y
Paraguay en 1874, y parece ser, teniendo en cuenta la carencia
de información, que la cofradía desapareció con él. Esto, sin
embargo, no debería tomarse en cuenta como la evidencia más
importante en contra del objetivo central de esta sección: la gran
vitalidad de la religiosidad popular en el Paraguay de este
período. Es también importante recordar, que la cofradía
necesita un nivel de organización que era imposible encontrar
en el Paraguay de posguerra. Es también posible argumentar
que aunque las cofradías eran importantes, no eran el vehículo
fundamental para canalizar la religiosidad de la gente,
especialmente los pobres, quienes nunca podrían ser capaces de
pagar una cuota mensual.

145 AAA, Carpeta: Avola.


73

Conclusión

A través de estas páginas se ha querido mostrar cómo


lo tortuoso de la historia del Paraguay durante la primera
década posterior a la guerra se refleja también en la historia de
la Iglesia. Como cualquier otra institución, la Iglesia tenía que
readaptarse al nuevo escenario político con sus propios
recursos. Recursos que no eran suficientes para desarrollar un
nuevo camino para la Iglesia, y por casi toda la década la
institución estuvo a la deriva. El clero estaba unido en su
oposición a Avola, pero separado en dos grupos después que
Maíz tomara el control de la Iglesia. Ambición e intereses
políticos estaban por detrás de dicha división, situación que era
mirada por preocupación por el gobierno, por la gente, e
incluso por los curas. El Vaticano decidió enviar un delegado
apostólico como un último recurso, y la reorganización de la
Iglesia fue llevada a cabo de la mano de Monseñor Di Pietro.
Un informe producido para el Concilio Plenario de América
Latina señalaba sus logros:
El nuevo Delegado Apostólico, ahora Excmo. Cardenal
di Pietro, con gran esfuerzo y prudente sagacidad, logró
además de la nominación de un nuevo obispo, la
reapertura del seminario destinando, para regentarlo, a
los lazaristas; obligó al gobierno a enviar, a expensas del
seminario, cuatro jóvenes al colegio pío latinoamericano
para completar su educación eclesiástica; mitigar el rigor
del poder ejecutivo en la aplicación de la ley hostil a la
Iglesia y, finalmente, inició tratativas con don Bosco para
que envíe algunos misioneros salesianos en aquella
región.146

146‘America Latina. Sulle condizioni político-religiose delle repubbliche


americane del centro e del sud’ in ASV, AAEESS, America 1894,
fascículo 6, f. 170.
74

Di Pietro no sólo sentó las bases para la reorganización


de la Iglesia paraguaya, sino que también previno de que caiga
en un total caos. Sin embargo, quedan dudas sobre la duración
de su trabajo. Como hemos visto, los salesianos recién llegaron
al Paraguay en 1892. El padre Montagne fue nombrado vicario
general, pero después de dos años tuvo que renunciar porque el
gobierno ya no quería permitirle a un extranjero estar en tal
puesto. La calidad moral de los curas no parece que haya
mejorado mucho: como ya hemos visto, el informe de Scarella
de 1889 sobre la Iglesia paraguaya no es muy diferente al de
Espinosa de 1877. Los nuevos sacerdotes formados en el nuevo
seminario no estaban verdaderamente bien formados. De
hecho, el seminario era un poquito más que una escuela
secundaria que también proveía algún conocimiento básico de
teología. Los nuevos sacerdotes pasaban no más de cinco años
allí, y el principal objetivo del seminario era el de proveer
sacerdotes lo antes posible para cubrir las vacancias en las
innumerables parroquias. Sin embargo, el seminario no pudo
seguirle el paso a la población. En 1879 la relación entre
población y curas era de 1:7.363 (47 sacerdotes para una
población de 346.048); en 1899 la relación era 1:11.700 (54 curas
para una población de 635.571). Si tenemos en cuenta que de
hecho siete sacerdotes no estaban empleados en trabajo pastoral
con la gente, la relación aumenta a 1:35.500147.
Al mismo tiempo, es importante resaltar que la Iglesia
no estaba mucho mejor después que antes de la guerra, y su
influencia sobre la sociedad no creció después dela partida de
Di Pietro del Paraguay. Varios años después, el Encargado de
Negocios británico en Asunción, Cecil Gosling, podía constatar
que ‚la influencia de la Iglesia ha disminuido en gran medida
durante los últimos treinta años. ... No hay acá un partido
clerical y la influencia de la Iglesia en la política no tiene ningún

147 En Argentina, la relación en 1895 era 1:3.390, IVEREIGH, 1995, p. 48


75

peso‛.148 Si el cónsul hubiese dicho ochenta años en vez de


treinta, hubiese igualmente estado acertado en su análisis. Por
suerte para la Iglesia, la fe de los paraguayos tanto de la ciudad
como del interior no colapsó. Ellos tuvieron que aprender,
incluso antes de la guerra, a llevar su vida religiosa sin la
asistencia de la institución eclesiástica.
Por lo tanto, este relato de la Iglesia paraguaya entre los
años 1870 y 1880 nos sugiere que la idea de un resurgimiento
religioso en América Latina a fines de siglo XIX tiene que ser
matizada. Un obispo, un seminario, estudiantes a Roma, buenas
relaciones Iglesia-Estado, y nuevas órdenes religiosas, todo esto
no implica de por sí un resurgimiento espiritual. Todo esto nos
habla sólo de un aumento de las actividades religiosas y de una
institución mejor organizada. Aunque sea importante, no son
indicadores de la vitalidad religiosa de una región. En
Paraguay, parece claro que el pueblo, en especial en el interior
donde las estructuras eclesiásticas se sentían menos, ha
aprendido a vivir la dimensión religiosa de sus vidas en
ausencia de la Iglesia institucional. No estaban en contra de la
institución, pero en muchas ocasiones ellos desarrollaron
formas de prácticas religiosas que podían sobrevivir
independientemente a ella.

P.R.O., FO 881/8904, General Report on Paraguay for the year 1906,


148

by Cecil Gosling, 7 febrero, 1907, p. 5.


76
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WHIGHAM, Thomas L. and Barbara POTTHAST. ‚Some


Strong Reservatios: A Critique of Ver Blinn Reber’s ‘The
Demographies of Paraguay: A Reinterpretation of the Great
War, 1864-70’‛. Hispanic American Historical Review. Vol 70 nº 4
(November, 1990): 667-675

WILLIAMS, Hoyt John. ‚Dictatorship and the Church: Doctor


Francia in Paraguay‛. Journal of Church and State, 15 (1973); 419-
436 (en español: ‚El doctor Francia ante la Iglesia Paraguaya‛.
Estudios Paraguayos, 2/1 (junio 1974)
88
89

Anexos Documetales
90
91

Índice de los Anexos

Documentos página

1.- Informe sobre la situación de la Iglesia en Paraguay


redactado en 1894 preparando el Concilio Plenario de
América Latina. 93

2.- Relaciones sobre la situación de la Iglesia en Paraguay


escritos por el padre Espinosa, Monseñor di Pietro, y el
padre Scarella, que se utilizaron para preparar el Anexo.- 1 103

3.- Carta de Fray Salvador María de Nápoles a Monseñor


Marini sobre la situación de la Iglesia en Paraguay, del 19 de
julio de 1875. 117

4.- Lista de sacerdotes en Paraguay, 1870-1880 131

5.- Edición del Guayreño de Villa Rica del domingo 23 de


enero de 1874 135

6.- Registro Oficial de la República del Paraguay, 1871-1878,


decretos y leyes referentes a la Iglesia del Paraguay 139

7.- Informes enviados por Gregorio Benites de su misión en


Roma, seguido por sus escritos autobiográficos sobre dicha
misión. 159

8.- Archivo Secreto Vaticano. Archivo de la Nunciatura en


Brasil 209

9.- Archivo Romano de la Congregación de la Misión –


Padres Lazaristas - Provincia Argentina – Casa de Asunción 231
92
93

Anexo.- 1

Informe sobre la situación de la Iglesia en Paraguay redactado en 1894


preparando el Concilio Plenario de América Latina149

Paraguay150

Sumario – I. Estado actual de la Iglesia y del pueblo – Informe


del padre Espinosa – Opiniones del Cardenal di Pietro, ahora
Delegado Apostólico – II. Prejuicio patriótico del gobierno –
Causas permanentes de tales daños – Breve descripción de los
tristes acontecimientos que condujeron a tal estado – III. Obra
de reparación comenzada por el Cardenal di Pietro – Leyes
constitucionales – Depravación de las costumbres del clero – IV.
Relación del Delegado Monseñor Matera y del Señor Scarella
d.M. – Instrucción requerida – Recientes noticias – V. Carta del
Cónsul General en Buenos Aires al Excmo. Señor Cardenal
Secretario de Estado.

I. La república del Paraguay es desde hace dos décadas


objeto de continua preocupación por la Santa Sede. Sin

149
El presente informe se encuentra en: America Latina. Sulle
condizioni político-religiose delle repubbliche americane del centro e
del sud’ in ASV, AAEESS, America 1894
150 Superficie 253.100 kilómetros cuadrados, población cercana a los 500

mil habitantes. La capital Asunción tiene una población de 24 mil, y


fue erecta en sede episcopal en 1547. Pío IX en 1865 la hizo sufragánea
de Buenos Aires. La inmigración es abundante. La mayoría de los
inmigrantes son italianos, seguido en número por los españoles y
alemanes; estos últimos han establecido florecientes colonias y
fundado centros habitacionales. De un informe de Monseñor Matera
del 18 de abril de 1887 se releva que las parroquias de la diócesis eran
92, las cuales, a causa de los desastres producidos por la última guerra
se encuentran en gran número sin cura.
94

embargo, después de los horrores de la rebelión y de la


consecuente guerra civil, que duró cinco años, parece que el
clero y el gobierno quieren plegarse a un proceder más racional.
Las condiciones locales, de por sí, no ofrecerían gran dificultad.
Las antiguas tradiciones, ya que todos pueden recordarse de los
tiempos prósperos cuando la religión florecía y existían muchas
casas de sacerdotes regulares. El pueblo es por su índole,
inclinado a las cosas de la Iglesia, siente vivamente la fuerza de
la fe, no resiste al catolicismo sino que lo ama casi por instinto.
No le repugna verse guiado por un sacerdote extranjero, al
contrario, son amados, y a los misioneros se les presta un honor
grandísimo. Basta que un padre tenga un cultura mediocre y
sirva con una conducta complaciente para que sea tenido como
apóstol.
Lo narra el sacerdote Espinosa, ex alumno del colegio
pío-latino-americano, y ahora muy reputado en aquella región,
en una relación enviada desde Buenos Aires, el 8 de mayo de
1877 a Monseñor Roncetti. Él, después de haber constatado los
grandes actos de fe que se efectuaban entre aquella gente y las
otras prácticas pías en uso concluye: es verdaderamente un
milagro como se conserva tanta fe en medio de tanta corrupción y con
sacerdotes así de pérfidos (Informe n. LXVII).
Lo confirmó el Excmo. Cardenal di Pietro, a cuya
prudente acción se debe que todo no esté perdido en el
Paraguay, en su informe enviado el 30 de octubre de 1878,
donde escribe a propósito de una visita hecha en algunas
parroquias. ‚Por todos lados observé que entre no pocos
desórdenes en las costumbres, el pueblo está animado de un
vívido sentimiento de fe, de religión y de profundo respeto a la
S. Sede Apostólica. La gente se aglomeraba con premura y
ansiedad por el sacramento de la Confirmación que administré
a otros casi 10 mil, entre niños y adultos‛. (Informe n. LXVIII).
Todos aquellos que han mandado noticias y relaciones
sobre el estado de la Iglesia en el Paraguay han concluido
95

invocando el envío de misioneros que sean al mismo tiempo


sabios educadores del pueblo y ministros celosos de la religión.

II. La única veleidad patriótica, que se ha mostrado tensa


en estos últimos diez años, por instigación de los sacerdotes
turbulentos en el pueblo, y por insistencia de lo enemigos de la
religión, es aquella de tener un obispo elegido entre el clero
indígena, y la de no reconocer la dependencia del
metropolitano, que es el Arzobispo de Buenos Aires.
Pero a esto se llegó obviando, al menos por la primera
parte directamente, por la otra, por vía de expediente. Ya que
habiendo puesto primero la Santa Sede todo el esfuerzo posible
para enviar un vicario apostólico para administrar la diócesis, y
no pudiendo superar la grave dificultad opuesta, se encontró
un sacerdote menos inadecuado para el alto ministerio y se lo
nombró obispo. Entonces, se le confirió a él mismo la facultad
de nombrar un administrador de la sede en caso que de muerte.
Sin embargo, esto no llegó a constituir una condición normal y
estable de la cosa, ya que cuando murió el Obispo el 16 de
septiembre de 1891, el gobierno ha insistido sobre la pretensión
del patronato, y se han propuesto nombres de personas, en
torno a las cuales hasta ahora no se ha tenido más que noticias
inciertas y poco seguras. Por lo tanto hasta ahora no se ha
podido llegar a cumplir una nueva elección, por el contrario,
este argumento se ha convertido en objeto de estudio y
preocupación por parte de la S. Sede.
La condición del estado en relación a los intereses
religiosos queda siempre en una situación muy infeliz. Su razón
se encuentra en los tristes hechos que viene sufriendo aquella
república por más de quince años.
Es bien sabido a la EE.VV. que en el Paraguay, por la
tiránica dominación de los López, todo devino en desorden y a
la Iglesia se la perseguía ferozmente; el concepto mismo de la
vida civil no existía. El obispo, Monseñor Palacios, fue
condenado a muerte y fusilado el 21 de octubre de 1868.
96

Compiladores y jueces del proceso han sido dos padres,


Romano y Maíz151.
A la muerte del administrador apostólico que sucedió
al Obispo, estuvo intruso en el gobierno de la Iglesia el padre
Maíz, al cual se adhirió todo el clero nacional y extranjero, no
obstante la protesta solemne del Delegado Apostólico. Este
cisma duró hasta 1877 cuando Maíz vino a Roma e hizo una
completa sumisión.
III. Recién ahí fue posible comenzar la obra de
reparación. El nuevo Delegado Apostólico, ahora Excmo.
Cardenal di Pietro, con gran esfuerzo y prudente sagacidad,
logró además de la nominación de un nuevo obispo, la
reapertura del seminario destinando para regentarlo a los
lazaristas, obligó al gobierno a enviar a expensas del seminario
cuatro jóvenes al colegio pío latinoamericano para completar su
educación eclesiástica, mitigar el rigor del poder ejecutivo en la
aplicación de la ley hostil a la Iglesia, y finalmente inició
tratativas con don Bosco para que envíe algunos misioneros
salesianos en aquella región.
Pero con la partida del representante pontificio se
estancó la buena obra.
Quedó en pleno vigor la legislación constitucional,
inspirada en los más reprobados principios152; quedó en vigor la

151 Cfr. Causa Célebre – N. Manuel Palacios Obispo del Paraguay


procesado y declarado reo de muerte por los presbíteros Fidel Maíz y
Justo Romano – 1875 [dejamos de lado la cuestión de fechas y
nombres, para tal fin cfr. El trabajo de MELIÀ, El fusilamiento...]
152 Artículos de la Constitución de la República del Paraguay concernientes a

la Religión, la Moral, y los sagrados derechos de la Iglesia.


1º Parte - Capítulo 1° - Declaraciones generales.
Artículo 3. La Religión del Estado es la Católica Apostólica Romana;
debiendo ser Paraguayo el Jefe de la Iglesia; sin embargo, el Congreso no
podrá prohibir el libre ejercicio de cualquiera otra religión en todo el territorio
de la República.
97

Artículo 16. Esta Constitución, las leyes que en su consecuencia se


dicten por el Congreso, y los tratados con las potencias extranjeras, son
la ley suprema de la Nación.
Capítulo 2° - Derechos y garantías.
Artículo 23. Ninguna habitante de la República será obligado a hacer lo
que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe.
Artículo 24. La libertad de la prensa es inviolable, y no se dictará ninguna ley
que coarte de ningún modo esto derecho.
Artículo 26. .... No hay en ella (en la Nación) fueros personales. Todos
sus habitantes son iguales ante la ley.
Artículo 30. Todo ciudadano paraguayo está obligado a armarse en defensa
de la Patria y de esta Constitución.
Capítulo 7° -' Disposiciones comunes de ambas Cámaras.
Artículo 69. Ningún eclesiástico podrá ser miembro del Congreso;
tampoco podrán serlo los empleados a sueldo de la Nación, sin
renunciar antes a su puesto.
Capítulo 8° - Atribuciones del Congreso.
Artículo 72. Corresponde a! Congreso: - ....... 18. Aprobar a desechar los
tratados con las de más Naciones.
Capítulo 11° - Del Poder Ejecutivo - De su naturaleza,
duración y elección.
Artículo 89. Para ser Presidente y Vice Presidente de la República se
requiere ser natural de la República, tener 30 años de edad, y profesar
la religión cristiana. (!)
Artículo 93. (Juramento) ... ‚Yo N. N-, juro solemnemente ante Dios y
la Patria desempeñar con fidelidad y patriotismo el cargo de
Presidente (o Vice) de la República del Paraguay, y observar y hacer
observar fielmente la Constitución de la Nación Paraguaya. Si así no lo
hiciere Dios y la Patria me lo demanden‛.
Capítulo 12° - Atribuciones del Poder Ejecutivo.
Artículo 102. El Presidente de la Republica tiene las siguientes
atribuciones. .......
6° Nombra y remueve los Agentes Diplomáticos con acuerdo del
Senado.
7° Ejerce los derechos de Patronato Nacional de la República en la
presentación de Obispos para la Diócesis de la Nación, a propuesta
interna del Senado, de acuerdo con el Senado Eclesiástico, o en su
defecto, del clero Nacional reunido.
98

laicidad de la escuela y toda aquella serie de leyes, sancionadas


para impedir el ejercicio del ministerio sacro. Queda en tanto el
germen de todo mal: la lubricidad de las costumbres de clero.
Es más, se ha llegado al punto en que cada día se puede
señalar un progreso no leve en el mal. Dos relaciones, una
escrita por Monseñor Matera en 1880 y otra enviada por el
señor Scarella d.M. en el año 1889, dan testimonio de esto.
IV. Monseñor Matera de hecho se limita a deplorar:
1º algunos malentendidos surgidos entre el Obispo y los
lazaristas en la dirección del seminario; 2º la acción de un
sacerdote indigno, el cual ha logrado hacer aprobar una ley que
establece que el vicario general se escogiese entre los padres de
la diócesis; 3º la ingerencia del gobierno en la escuela pública y
en la eclesiástica; 4º la poco loable conducta del clero, en
especial el italiano. Scarella, por su parte, después de nueve
años, constata que las condiciones actuales forman un cuadro
verdaderamente espantoso; que en la misma capital las tres parroquias

12. Concluye y firma tratados de paz. .... concordatos y otras


negociaciones requeridas para el mantenimiento de buenas relaciones
con las potencias extranjeras, recibe sus ministros, y admite sus
cónsules.
Capítulo 15. De la Reforma de la Constitución.
Artículo 122. Ninguna reforma podrá hacerse a esta Constitución total
ni parcialmente, hasta pasado de 5 años de su promulgación.
Dado en la Sala de Sesiones de la Convención Constituyente en la
ciudad de la Asunción a 24 de noviembre de 1870.
El Presidente provisorio de la Republica. . . . Decreta:
Artículo 5. El mismo día de la Jura los párrocos de los tres distritos de
la Capita! celebraran un Te Deum, poniendo de manifiesto e! Señor,
después de rendirle el culto debido, y tributarle las gracias.
Artículo 12. Concluida la lectura, previas las formalidades prevenidas
en el artículo anterior, Jurará el Jefe, el párroco y los hombres de más
representación hasta el número de 10 en manos del Presidente [Habla
de cada Partido de campaña].
[mayúsculas, paréntesis y cursivas del original]
99

no tienen más un sacerdote (quizá para cada una) por más que los
habitantes son cercanos a los 20.000; que en la escuela pública se
ha abolido completamente la enseñanza del catecismo. Y luego,
hablando del clero, agrega: el clero está compuesto de extranjeros y
de nacionales: estos últimos comprenden la vieja y la nueva
generación formada en el seminario establecido por obra de Monseñor
di Pietro... los primeros... además de no hacer casi nada por no saber
hablar la lengua indígena, vienen a escandalizar con una inmoralidad
y cupidigia espantosa. Los nacionales de la vieja generación son casi
todos borrachos, jugadores y concubinarios; por lo que los padres de la
nueva generación se encuentra entre las llamas, esto es en medio de un
grandísimo peligro. En las parroquias de la campaña, dice luego,
que no hay más que un sacerdote y que se encuentran a una
distancia de poderse recorrer apenas en quince días.
Allí invoca la ayuda de los misioneros.
Además agrega una urgente necesidad de instrucción
especial para regular las celebraciones de los matrimonios, ya
que la ley, que impone al párroco el requerir dos testimonios, es
de hecho insuficiente para los inmigrantes, los cuales logran
siempre comprarlos o con la amistad o con el dinero. De ahí
proviene la gran frecuencia de un concubinato legal (Informe n.
LXIX). ...
Recientemente, en 1892, a pedido del cónsul general del
Paraguay en Argentina se hicieron tratativas con los salesianos
para que acudiesen a la necesidad espiritual de la vasta región
del Chaco. En dicha ocasión se hubo de constatar nuevamente
la triste condición del catolicismo en el Paraguay y del esfuerzo
hecho por el protestantismo para introducirse en las misiones
que fueran de la Compañía de Jesús.
V. La carta que el mencionado cónsul general escribiese
al Excmo. Cardenal Secretario de Estado el 6 de noviembre de
1892 para interesarlo para que acuda a esta ingente necesidad,
basta por sí misma para mostrar cuanta necesidad de ayuda
tiene aquella pobre población que aún permanece en la
100

barbarie. Es por esto que se estima oportuno reproducirla por


completo:

Consulado General Del Paraguay


Montevideo Noviembre 6 de 1892.
Ilmo. y Revmo. Sr. Cardenal
D. Mariano Rampolla del Tindaro
Secretarlo de Estado de la Santa Sede
Roma.
Sr. Ministro:
Las necesidades espirituales y temporales de la
República del Paraguay me impulsan a dirigirme a S. S. [en]
nombre de aquel católico pueblo reclamando del celo
Apostólico de la Santa Sede el envío de alguna orden religiosa,
que arroje la semilla de la fe y de la civilización en aquellas
apartadas regiones.
En todo América es el Paraguay el país mas
desgraciado, víctima de su alejamiento y de las grandes
desgracias históricas que ha sufrido. La mayor parte de su
territorio se halla ocupado por salvajes que carecen de toda idea
religiosa.
Desde la supresión de la Compañía de Jesús en 1876 no
ha vuelto ninguna orden religiosa católica para civilizar los
indígenas. Sin embargo la índole de éstas es buena, y la tierra y
las producciones del Paraguay, hacen de éste un paraíso. La
sociedad Bíblica de Propaganda protestante ha establecido en el
Chaco un centro de catequística metodista para los indios y no
hay centro alguno católico que detenga tan funesta escuela.
Desde 1865 a 1870, fue destruido y arrasado el país por una
guerra con el Brasil, República del Uruguay y Confederación
Argentina.
101

Ahora bajo la honrada y cristiana Presidencia de D.


Juan O. Gonzáles153 todo ha mejorado y se levanta el Paraguay
cual nuevo Lázaro.
EI pueblo y el Gobierno desean el establecimiento de
ordenes religiosas, no sólo para regularizar el culto, y educar a
la juventud, huérfana hasta hoy de toda enseñanza religiosa,
sino también para convertir a las indios, formar colonias
agrícolas y establecer escuelas de Artes y Oficios.
Conociendo las obras benéficas de los Salesianos,
discípulos del. P. Bosco en la Patagonia, Republica Argentina y
Brasil, me permito suplicar a S. S. I. Ordene y autorice a tan
benéfica institución extienda al Paraguay su cristiana
propaganda e institución.
La orden salesiana se instala con mas economía y
prontitud que ninguna otra y como hay aquí gran numero de
hijos de Italia, forma centros de propaganda y trabajos
materiales con más espontaneidad que otras congregaciones
religiosas. Como en la gran región del Chaco Paraguayo no
existe ninguna reducción religiosa, conservándose solamente
las ruinas de! siglo XVII y XVIII, con más de 80.000 indios sin
bautizar, en nombre de varias familias tengo autorización para
ofrecer terrenos a los Salesianos para fundar un centro en el
Paraguay.
Es para llenar tan sentida y urgente necesidad, que me
dirijo a S. S. I. para que interponga su valiosa autoridad a favor
de este pedido para el establecimiento de las Salesianos
fundados por el P. Bosco en el Paraguay.
Es tierra que necesita y pide la semilla de la fe, y no
dudo que será éste un nuevo servicio que mi patria tendrá que
agradecer a la Santa Sede, por el órgano autorizado del
venerable prelado que pongo por intercesor para este pedido
que es el grito unánime del pueblo paraguayo.

153
[Gualberto González asume el 25 de noviembre de 1890, quien es
derrocado meses antes de terminar su período por los generales
Egusquiza y Caballero.]
102

Acepte mi gratitud y pidiéndole su bendición, tiene el


honor de saludar al Sr. Cardenal con su más alta consideración
S. S.
Matías Alfonso Criado
Cónsul General del Paraguay.

La simple lectura de este documento dispensa de


insistir más allá en la exposición de los hechos y de las
condiciones personales, que si no fueran por ser oficialmente
verdadero, harían dudar de la sinceridad o al menos de la
exactitud de la noticia.
103

Anexo.- 2
Relaciones sobre la situación de la Iglesia en Paraguay escritos por el
padre Espinosa, Monseñor di Pietro, y el padre Scarella, que se
utilizaron para preparar el Anexo.- 1

Informe Núm. LXVII

Relación sobre el estado de la Iglesia del Paraguay dirigida a


Monseñor Roncetti, Internuncio, por el Dr. Espinoza. – 8 de mayo de
1877.

Excelencia Reverendísima,

Con ésta tengo el honor de remitirle a V. E. Rma. la


relación sobre el estado presente de la Iglesia del Paraguay que
V. E. Rma. me pidió en su preciada carta del 25 de enero del
presente año.
Acompaño a V. E. Rma. una lista de las parroquias y de
los párrocos dada por el conocido padre Llosa con la nota sobre
su nacionalidad; como también de los padres no párrocos que
se encuentran en esta república, con observaciones sobre sus
conductas que me han dado personas fidedignas.
Uno la visita fiscal sobra la causa de Monseñor Palacios
firmada por el intruso Dr. Fidel Maíz; eso es bien sabido por V.
E. Rma. y es tanto mal visto por el pueblo que el ex presidente 154
estuviese a una con él; se ve también la necesidad de alejarlo de
la capital ya que hasta cuando Maíz salía de la sacristía para
decir la misa la gente salía de la iglesia para no escucharla.
Últimamente el mismo ex presidente nos dijo que ese
emborrachaba y otras personas nos han asegurado que juega a
menudo y que tiene en la casa una mala mujer, además de una
conocida viuda con la cual vive en concubinato; se asegura que
en sus discursos muestra odio al Papa.

154 [Se refiere al presidente Gill, asesinado el 12 de abril de 1877]


104

De la nómina que sigue, las tres primeras parroquias


están en al ciudad, las que les siguen, alrededor de la ciudad, y
el resto en la campaña155.
Estas son las noticias que he podido adquirir del clero
en particular. Ordinariamente hablando se puede decir que
salvo alguna rarísima excepción, ninguno dice el oficio,
ninguno lleva la vestimenta talar, todos son ignorantísimos
exceptuando sólo al intruso Maíz. Todos borrachos, inmorales,
escandalosos. Ninguno se confiesa más, salvo los padres
Castelvi, Daniel Sosa y Riveros y alguna otra excepción, el resto
ha violado el sigilo sacramental. Todos tienen un grandísimo
descuido por la Iglesia y los elementos sacros, los cuales se
encuentran todos estropeados. Todos han aceptado parroquias
del intruso Maíz, salvo los que desde antes tenían sus
parroquias: Castelvi, Rivero, Acosta, Aponte, Eliseche, Vivari,
Román.
Respecto a los padres extranjeros basta decir que todos
han reconocido al intruso Maíz. Todos, salvo Netto y Faraone,
son inmorales, no dicen el oficio ni la misa si no se les paga;
borrachos y escandalosos. Todos echados por inmorales tanto
de Buenos Aires como de otras diócesis.

Culto

El culto está verdaderamente muerto tanto en la ciudad


como en la campaña. El Santísimo Sacramento no se conserva ni
en la Catedral ni en ninguna iglesia de la campaña, con alguna
rarísima excepción.
En el tiempo en que nosotros estuvimos se conservaba
permanentemente en la Catedral, la frecuencia de los
sacramentos era casi extinta. Del Corpus Domini hasta fines de
diciembre en que nosotros llegamos no se había dado más la

[en este informe no figura la lista, pero éste se encuentra en ASV,


155

ANB, caja nº 64, Fasc. 309, Diocesi dell’ Assunzione; Sacerdotes,


Seminario (1880-1885), fojas 1-10. Cfr. Anexo, p. 213 y ss.]
105

Santa Comunión. En toda la cuaresma y semana santa de 1876


no hubo una sola prédica en Asunción. En la Catedral no se dijo
más que una misa baja el jueves santo. No se predica más si la
gente no paga. Casi toda las familias tienen grandes y bellas
imágenes de Nuestro Señor, de la Virgen, etc., etc. Cuando toca
el día de la festividad se llevan a la iglesia en procesión y hacen
una función bien pagada, incluso, para no perder el dinero,
éstas se realizan cuando no se debería. Por ejemplo, en la
semana santa quitan el velo negro del altar mayor para hacer la
función de la Dolorosa, no sólo en el día de su fiesta sino
también en la misma semana santa, cantando la misa a las
diversas imágenes que llevan los devotos, sean de la Virgen o
de san Juan Evangelista. Por la misa razón, la misa de los
muertos se canta con ornamento negro en los días prohibidos
por la rúbrica.

Superstición

La gente del pueblo bajo hace ciertas promesas


curiosas, por ejemplo la de vestirse de Guascurú, o sea como los
indios del Chaco que llevan este nombre, medio desnudos, sólo
cubiertos de plumas, y así a caballo, pintada la cara, y van
delante en la procesión de San Blas, patrono de la República.
Otros van vestidos de Camarangá156, o sea máscaras de carnaval
delante de la procesión saltando y gritando, pareciendo diablos,
perturbando todo y haciendo parecer a la procesión no más que
una mascarada.

Los fieles

La familia tanto del alto como del bajo pueblo, salvo


raras y honorables excepciones, unen una corrupción espantosa
a muchas prácticas devotas y a una fe sorprendente. Los

156 *Se refiere a los Guaycurú ra’anga y Kamba ra’anga+


106

bastardos abundan. Los señores, salvo poquísimas excepciones


no practican la religión, no así las mujeres, ellas son
piadosísimas; y si no frecuentaban los sacramentos antes que
nosotros viniésemos era por no confesarse con los padres
corruptos. Ellas son las que sostienen el culto. Hombres y
mujeres tienen la bella costumbre de pararse al toque del Ave
María y recitar el Angelus Domini y al mismo tiempo todos los
días el concierto suena en la plaza un bella oración. Es un placer
llevar el Santísimo Viático por las calles. Si suena la campana,
siempre concurre mucha gente, toda la gente se arrodilla, y si
también pasa por el mercado, la gente suspende la venta y se
arrodilla. Es verdaderamente un milagro como se conserva
tanta fe en medio de tanta corrupción y con padres así de
pérfidos.

Relación entre la Iglesia y el Estado

Quizá, en ninguna parte del mundo la Iglesia es más


esclava del poder civil como en el Paraguay. Lo sacerdotes no
son más que instrumentos bajísimos y vilísimos del gobierno,
que es su Papa. Las nóminas de los curatos, las licencias para
ejercer el ministerio, todo se hace con pleno sometimiento y
beneplácito del gobierno. Estando por morir la señora de
Machain, que hacía mucho tiempo que no podía ir a la iglesia
por su enfermedad le pidió al padre Llosa el permiso para decir
la misa en su casa. Fue a consultar el gravísimo caso con el
Presidente, el cual no consintió, y el padre Llosa vino a darle su
excusa y no le dio el permiso. Para decir la misa a los presos
para la celebración de la pascua, se necesitó pedirle también los
ornamentos al Presidente, quien lo concedió. Cuando llegamos
era un sacristán el que nos ayudaba en el altar, y nos miraba
con mal ojo y no nos quería servir; lo habría amenazado con
denunciarlo al cura, pero tuve que amenazarlo con denunciarlo
ante el presidente de la República. Dado esto, V. E. Rma. no se
maravillará si tanto el padre Llosa como todos los otros
107

sacerdotes, ya sean paraguayos o extranjeros, no sólo han


celebrado solemnes exequias al ex presidente, tanto en el día
posterior de su muerte como en el solemne novenario con misa
cantada con ornamento negro todo el día. También, el ex
presidente era el gran Maestro de la francmasonería del
Paraguay y la mañana de sus funerales, al día siguiente de su
muerte salió en los diarios la invitación oficial del gran consejo
de la francmasonería para asistir al funeral de su gran maestro.
El padre D. Güemes estando en la campaña suspendido por el
mismo Sosa, y queriendo hacer en el país la semana santa, no
pidió la autorización de celebrarla a Maíz o a Llosa, sino al
Ministro de Culto, quien se lo concedió y la hizo.
El 26 de abril salimos del Paraguay sin que quedase
ninguno de mis compañeros entre el llanto de cuantos supieron
de nuestra partida.
Habiendo así cumplida la orden de V. E. Rma. tengo el
honor de firmar.
108
109

Informe Núm. LXVIII

Reporte del Monseñor Delegado, ahora Eminentísimo Cardenal Di


Pietro sobre una visita hecha en algunos lugares del Paraguay. – 30 de
octubre de 1878

Del 26 de septiembre al 16 del corriente mes pude hacer


una excursión en diez parroquias distantes de esta ciudad de 8
a 50 millas. Por todos lados observé que a pesar de no pocos
desórdenes en las costumbres, el pueblo está animado de un
vivo sentimiento de fe, de religión y de profundo respeto a la
Iglesia y a la S. Sede Apostólica. Se juntaban con premura y
ansiedad extraordinaria por el sacramento de la Confirmación
que he administrado a cerca de 10 mil personas entre niños y
adultos. Para preparar a estos últimos, al menos con la
confesión, los sacerdotes que me acompañaba tuvieron que
fatigarse arduamente.
En esta gira, me he convencido aún más de la extrema
necesidad de buenos operaros evangélicos en que esta
desgraciada región. De las 90 parroquias, sólo 35 o 36 tienen
párroco, y qué párrocos, salvo pocas excepciones. Pero también,
la obra de un párroco bueno a qué puede ayudar cuando está
solo para llevar el peso de la cura de 4, 5 y hasta 8 y 10 mil
almas, diseminadas en la mayor parte en casas y cabañas
lejanas de la iglesia parroquial hasta 10 o 12 millas. En algunos
lugares no se cumple el precepto pascual más que por 15 o 20
personas y menos todavía, pero por no la mala voluntad de los
fieles, sino por la carencia de sacerdote, o por la desconfianza
en la cual el sacerdote ha caído. Se agrega además la
propaganda de incredulidad que se viene haciendo por la
masonería, especialmente de los extranjeros residentes en esta
República.
Además de eso, me parece que no puede esperarse una
enmienda del clero sin el concurso de dignos eclesiásticos, lo
110

cuales con el ejemplo y con la palabra mostrarán la conducta


que deben tener los sacerdotes y los curas de almas. Este punto
se exponía con sabiduría en la instrucción que me dieron según
la cual ya desde el principio me esforcé de remover ante el
gobierno la dificultad que se temía por el expedición de los
Misioneros Apostólicos. Y no tardé en cumplir el deber de
referirme al resultado bastante favorable con las respetuosas
cartas del 30 de mayo y 8 de junio señaladas con los número 7 y
8. Pero no teniendo respuesta después de 5 meses, cgomienzo a
temer que aquellas hojas no han sido recibidas, aunque fueron
enviadas, como las anteriores y posteriores, a la Curia
Arzobispal de Buenos Aires. Esperaré algunos días más con la
esperanza que mi temor se aminore en alguna manera, y en
caso contrario mandaré los duplicados. Entretanto vuelvo a
suplicar a V. E. Rma. que quiera obtener del Santo Padre que
sean enviados como 8 o 10 sacerdotes celosos, como yo le
proponía subordinadamente en dicha hoja n. 8. A mi estricto
deber de promover en todos los modos posibles las ventajas de
la Religión y de la Iglesia en estas partes, confieso que se ha
agregado un sentimiento de viva compasión por tantas pobres
almas, que andan en la ruina, con toda la voluntad de salvarse,
por la falta de las necesarias ayudas espirituales.
111

Informe Núm. LXIX

Carta del P. Scarella sobre la condición del Paraguay. – 7 de julio de


1889

Eminencia;

...
Con muchísimo gozo fue recibida la circular expedida
por Vuestra Eminencia el 18 de marzo de 1889. el Obispo se
alegra mucho que se deba a Vuestra Eminencia la iniciativa de
un bien tan grande como es aquel que se espera de un Concilio
Latinoamericano; sin embargo, pienso hacer una obra buena
manifestando que con toda esto, quizá, esta Iglesia no recibirá
la gracia de tan grande beneficio.
El obispo, como ya bien sabe Vuestra Eminencia, está
muy viejo y arruinado de salud, por lo que no piensa ir
personalmente al Concilio. No sabe siquiera si mandará alguno
[al Concilio]; porque no quiere mandar un sacerdote de la vieja
generación, la razón bien la conoce Vuestra Eminencia. No
quiere tampoco mandar un padre de la nueva generación
porque son todos muy jóvenes; por lo tanto la necesidad de esta
Iglesia no serán quizá examinada.
Esta es la razón principal que me motiva a escribirle,
para que Vuestra Eminencia pueda disponer alguna cosa para
el bien de esta Iglesia, si es posible. Una privación tal, sería una
gran desgracia porque todas las necesidades de esta pobre
iglesia son de mucha importancia teniendo en cuenta
precisamente los puntos señalados por Vuestra Eminencia en la
mencionada circular; esto es la educación de la juventud, la
buena prensa, la recta conducta de los sacerdotes y la cura que
se debe hacer de las colonias que vienen aquí en gran número,
sobre todo de Italia.
112

Un cuadro verdaderamente espantoso nos presentan en


América todas estas colonias de religiones y costumbres tan
diversas. Desgraciadamente nuestros italianos son aquello que
mayor escándalo causan. En primer lugar no son
ordinariamente los buenos italianos los que dejan su país, y
aunque sean buenos, estando lejos de los parientes y amigos
pierden rápido toda vergüenza, se dan al vicio y quedan en un
estado miserable, porque ninguno le tiende una mano
compasiva. Ni siquiera confesarse pueden, lo padres nacionales
además de no entenderlos tienen mucho trabajo que hacer, ya
que en la misma capital, las tres parroquias no tienen más que
un sacerdote aunque los habitantes son cercanos a 20.000.
Entonces, los desórdenes en la colonia italiana, que es la
más numerosa, son grandísimos. El otro día hablaba con el
cónsul italiano: qué se puede hacer, me decía, cada vez que
muere un italiano me encuentro delante de un hombre que se
ha casado dos veces religiosamente: una vez en Italia, y la otra
en América. Naturalmente, si este italiano deja alguna cosa, yo
pienso en la mujer y en los hijos que dejó en Italia pero viene la
otra mujer y los otros hijos, y también ellos quieren un poco de
los bienes. La mujer me dijo una vez: por lo tanto yo soy sólo
una adúltera ... y hecha tal por la Iglesia de Dios? Ah!
Eminencia, estos reproches son durísimos. No se sabe cómo
resolver el asunto civil, ¿pero qué se puede hacer respecto a lo
religioso? ¿Qué cosa se puede hacer para impedir un mal tan
grande? A todos estos vagabundos, que hoy están acá, mañana
allá, pasado mañana en otro lugar, ¿qué certificado podemos
pedirles? Quizá se casen en cada lugar que van, adquiriendo
sucesivamente tantos domicilios que sería imposible exigirles
tantos certificados como países han habitado. Además, siempre
pueden esconder el certificado que queremos.
Es cierto que se exigen siempre dos testimonios
conocidos casi ab incunabulis, pero ¿cómo pueden todos los
fieles presentar dos testimonios semejantes? ¿Dónde lo podrán
encontrar en regiones tan lejanas? Esto es exigir un imposible,
113

por lo tanto estos dos testimonios lo compran casi siempre la


amistad o el dinero. Este medio puesto en práctica no basta.
Se necesita otro medio más seguro y expeditivo, porque
si los preliminares los hacemos muy largos y difíciles, quizá
ninguno se case quedando todos viviendo en concubinato.
Ésta es una de las grandes cuestiones que deberían ser
examinadas en el Concilio venturosamente proyectado por
Vuestra Eminencia.
Sobre este punto hace falta notar otra cosa lamentable:
el deseo que tienen también aquí de establecer el matrimonio
civil; ya han hablado los diarios y se dice que se estudia un
proyecto casi similar a aquel recientemente adoptado en la
vecina Buenos Aires. Esto es más de lamentar, ya que no veo a
nadie que pueda decir algo en contra.
Otro mal aflige a esta Iglesia, y la afligirá siempre más,
porque los efectos se harán sentir más tarde. Quiero hablar de
la abolición absoluta del catecismo católico en las escuelas
públicas. Y esta abolición no se hace legalmente, la hacen los
administradores subalternos, con mucho displacer del pueblo;
de modo que, con un poco de iniciativa se podría fácilmente
impedir. Pero esta iniciativa no la asume nadie. Yo había escrito
un folleto de 30 o 40 páginas, pero siempre quedó manuscrito
porque se temía que, estando en el seminario, se comprometería
este establecimiento. Lo mismo ocurre ahora con la abolición de
muchísimas fiestas religiosas. Si hubiese habido alguien que
hubiese dicho: Amigos, el Obispo está viejo, no es prudente
disgustarse con la Santa Sede; yo creo que esta ley no existiría.
Tanto más que no le gustaba a nadie, y todos son todavía muy
católicos para querer quedarse sin obispo. Yo le hablé al
Obispo, pero me respondió: Usted sabe bien que yo no puedo
entrar en polémicas, por lo que es buenísimo que usted
personalmente quiera ayudarme, pero no basta el querer,
también se necesita el poder, y usted no es libre. Entretanto,
Eminencia, el mal se hace y las conciencias gritan porque los
patrones exigen el trabajo en estos días festivos.
114

La circular expedida por Vuestra Eminencia habla


también de la buena prensa, y sobre este punto diré también
una cosa lamentable: todavía no tenemos ninguna publicación
católica. Ahora un hombre ya posee todo lo necesario y quiere
establecer una, pero no saldrá porque no hay nadie que pueda
combatir con ventaja, y no sea cosa que esta publicación haga
más mal que bien. Es cierto que este hombre ha venido junto a
mí para que le ayude, pero no puedo hacerlo por la misma
razón que antes. Mientras tanto, Eminencia, cuando se quiere
responder alguna cosita se ha de pagar tamo como si se tratase
de comprar un arma del propio enemigo.
Se necesita hablar también del clero. ¿Qué es lo que se
puede decir? También sobre este punto vi cosas lamentables. El
clero está compuesto de extranjeros y de nacionales: estos
últimos comprenden la vieja y la nueva generación formada en
el seminario establecido por obra de Monseñor di Pietro
después de aquellos disturbios religiosos que ya le mencioné en
mi primera carta. Los primeros, esto es, los extranjeros
desgraciadamente son todos de aquellos, nuestros pobres curas
italianos, echados de otros lugares, y que además de no hacer
casi nada por no saber hablar la lengua indígena, vienen a
escandalizar con una inmoralidad y cupidigia espantosa. Los
nacionales de la vieja generación son casi todos borrachos,
jugadores y concubinarios; por lo que los padres de la nueva
generación se encuentran entre las llamas, esto es en medio de
un grandísimo peligro. A todo esto se necesita agregar la
inmensa distancia que los separa uno del otro y la falta de
medios para vencer esta distancia. Esta diócesis del Paraguay
no se extiende a menos de 99.000 leguas, y sin embargo no son
más que 80 parroquias, y cada parroquia solo con un sacerdote,
de modo que para ver al párroco más cercano se necesita perder
más de 15 días, y si este sacerdote no es digno de confianza, es
mejor evitarlo...
Entonces, Eminencia, la posición del nuevo clero,
¿cómo puede conservarse en estas condiciones? No es maravilla
115

que ya alguno que otro se haya corrompido. Ah! Eminencia,


cuánto no sufro yo que soy el padre espiritual de todos los que
están afuera! Sería necesario que alguno recorriera los campos
cada tanto para llevar por todos lados la gracia y el consuelo.
Sería también necesario establecer los misioneros indígenas
para socorrer aquella región más abandonada. ¿Qué es lo que
queda de todas aquellas célebres misiones del Paraguay que
tanto florecieron en otros tiempos? Se necesitan establecer los
Ejercicios Espirituales para los sacerdotes. Pero para todo esto
se necesita un hombre activo que posea la confianza y la estima
tanto de los padres como de los estudiantes. ...
116
117

Anexo.- 3157
Carta de Fray Salvador María de Nápoles a Monseñor Marini sobre la
situación de la Iglesia en Paraguay, del 19 de julio de 1875

Nápoles, julio 19 de 1875

A S Eª Reverendísima
Monseñor Marino Marini Arzobispo de Palmira

Excelentísimo Monseñor.

Enterado del contenido de su venerable carta, con fecha


11 del corriente, hubiera querido apersonarme ante Vª Eª Rma.
a fin de satisfacer sus buenos deseos, a respecto de la infeliz
República del Paraguay; pero, no permitiéndolo aun mi salud y
los negocios de mi larga familia, me tomo por en cuanto la
libertad de escribirla la presente relación; a fin de que no pase
largo tiempo el paternal corazón de Vª Eª Rma. y remedie,
cuanto es posible, aquellos males que prolongados, podrían
producir la gangrena en el orden moral y religioso de aquella
República. Empezaré pues en nombre de Dios y de su Madre
Inmaculada, haciéndole una reseña genuina e imparcial de los
hechos acaecidos durante los 10 años, empleados en su mayor
parte en el territorio Paraguayo en misión extraordinaria, a fin
de que Dios N. S. inspire el corazón paternal de nuestro
Beatísimo Padre, y se apiade de la miserable condición de
aquellas almas, dignas por cierto de mejor suerte. Vª Eª Rma
tendrá sin duda paciencia conmigo, disculpándome si lo hago
en el idioma castellano, siéndome hoy día este más fácil que el
mío propio.
1.- Y primeramente, remontándonos a los tiempos
anteriores a la sangrienta guerra, Vª Eª Rma, como Delegado
Apostólico, ha tenido ocasión de examinar e investigar la índole

157
Archivio Segreto Vaticano (ASV), Affari Ecclesiastici Straordinari
(AAEESS), Paraguay, fascículo 135
118

de aquellos gobiernos, que desde la emancipación política, y


durante la guerra de los 5 años, han empañado más bien la
historia de aquel país, con una serie de males y desórdenes.
2.- El orgullo natural del Mariscal Presidente López, su
vida libertina y su terror, su desprecio o indiferencia por la
Religión; la absorción del Poder civil de toda autoridad, mismo
sacerdotal; el poco afecto a la Santa Silla Apostólica; el
militarismo del Presidente del Paraguay.
3.- Pueblo y Clero obedecían; el capricho del Nerón
Americano era la verdadera Constitución, y so pretexto de
igualdad ante la ley, militarizaba el sacerdocio, esclavizaba la
Iglesia, y martirizaba con el último suplicio, sin distinción de
personas. Para autorizar sus hechos se rodeaba al mismo
tiempo del Clero, excluyéndolo del lugar que le correspondía
en el orden social y religioso. El sacerdote cargaba la espada ó el
fusil, vestía la camisa colorada; era en fin comisario de guerra, o
fiscal de sangre en las sentencias de muerte. En el Clero, entre
los Campeones no faltaron los pusilánimes y débiles, los espías
y acusadores del finado Obispo, y de sus mismos hermanos!!
Los más edificantes e ilustrados en tiempos de paz, fueron los
más escandalosos y verdugos en los de guerra. El Paraguay
tuvo sus verdaderos mártires porque miles perecieron por amor
a la justicia y a la verdad. López tuvo el talento de destruir a la
flor del Clero, que, sea dicho a su gloria, formaba la mayoría, y
los mejores magistrados y hombres públicos, dejando en el
suelo Nacional un puñado de hombres ignorantes (con pocas
excepciones) y unos 25 clérigos de la misma ralea, con una sola
excepción.
4.- Desorganizada de esta manera la Iglesia del
Paraguay, destruido su clero, y concluidos los prohombres del
país, la desorganización política, como es natural, siguió su
curso más precipitadamente. Durante la terrible guerra el dedo
de Dios se sirvió de tres azotes, ministros de su furor, a saber: la
guerra, la peste y hambre, que despedazaron a una nación de
más de medio millón de habitantes, destruyeron sus tesoros y
119

propiedades particulares, y sembraron por doquier el espanto y


la muerte; pues la sangre de tantos Abeles clamaba venganza
ante el trono de Cristo, Juez Eterno de los vivos y de los
muertos. ¡Tal es, Excmo. Señor, en lacónicas palabras, el
resultado horroroso de la tragedia sangrienta de la guerra de
los 5 años en el pobre Paraguay!!!
5.- Vencido López en los desiertos de Cerro Corá,
después de ser batido en Itá Ybaté, Ascurra, Curuguaty,
Piribebuy, etc. se hizo la paz, quedando los aliados
permanentes en el país, movidos no sé de qué política.
Prescindiendo de las miras del Imperio, que no cabe en la
metería, la ocupación brasileña fue al principio más bien una
medida prudente y acertada, porque dio lugar a nosotros,
encargados por la Nunciatura Apostólica para establecer la
regular administración de los SS. Sacramentos, y la disciplina
Eclesiástica, para congregar todo lo desparramado, y ordenar
aquel caos insondable. Y en verdad, no sin sacrificios y fatigas
increíbles, en poco tiempo se restablecieron, según los Cánones,
más de 50 Parroquias (de las 103 que tenía la Diócesis) se abrió
un Seminario para Eclesiásticos, y un Colegio nacional en
grandes proporciones que regentábamos con calor e interés. El
Seminario confiado a mis cuidados, dio en pocos meses tres
sacerdotes que permanecieron ordenados in sacris durante toda
la guerra. Se formó una regular biblioteca, de los libros
dispersos que hicimos recoger a nuestras expensas. Se
confirmaron cerca de 40 mil almas, previa confesión, en todo el
territorio, por el Señor Vicario y por mí, destinado ad hoc, y
habilitados por la Nunciatura Apostólica. Abjuraron por la
gracia de Dios, los errores de su secta, 22 protestantes que
catequicé en varias ocasiones como se releva de los archivos de
la dicha Nunciatura; se trabajó en suma con alacridad a fin de
dar a nuestro Santísimo Padre el consuelo de ver restablecido y
organizado el orden y la disciplina eclesiástica en aquella
dilatada diócesis, tan católica y fervorosa.
120

6.- Mas, desgraciadamente el primer gobierno después


de la guerra iba olvidando que el elemento religioso debía
figurar el primero en la composición de aquella naciente
sociedad: él deliraba por aspirar a una organización nacional
sin la previa o simultánea de la religión. En una palabra, cada
uno se afanaba sólo en ambicionar puestos que no pudieron
obtener por su incapacidad en tiempos de López. Esta guerra
sorda, lo confieso con dolor, fue provocada por algunos
sacerdotes, cuyos nombres omito por caridad cristiana, los que
en lugar de arrepentirse de su vida pasada, fomentaban la
discordia y el odio de los malos, para gobernar a su antojo
aquella excelente parte de la grey de Jesucristo. El gobierno
ambicioso, a fin de hacerse fuerte con el apoyo del clero,
aplaudió la idea y apoyó el cisma, sin saber que por el contrario
minaba su propia existencia, así como sucedió. Entonces dirigí
una piadosa carta a una matrona respetable, hermana del
mismo presidente de la república, señor Rivarola, inteligente y
cristiana, la que contestó las preciosas palabras que ad litteram
transcribo: ‚Con respecto a la discordia de las dos autoridades,
debo decirle que es el asunto que más ocupa hoy día todas las
familias principales y particularmente a mí, que me toca más de
cerca por varios títulos, por lo que vino a turbarme hasta la paz
y la calma del corazón, pues desde el momento que tuve
conocimiento del inicuo decreto del Gobierno, ya preveía las
fatales consecuencias que podían sobrevenir a la Iglesia
paraguaya, destruida por los infames tiranos, y hoy perseguida
por sus impíos hijos, y profanada por sus indignos ministros, y
lo que más me abruma es que mi hermano es el único
responsable ante Dios, y ante el mundo de todas las
calamidades que acarrearán estas cosas, y desgraciadamente él
no está dotado del inestimable don e rectitud de corazón, y
firmeza de carácter, cual requiere la posición en que hoy se
encuentra en la primera magistratura de un país
completamente desmoralizado, y en medio de un círculo
corrompido que le ofusca su razón con la densa nube de viles
121

adulaciones, por donde no pueden penetrar las verdades, con


que pretenden persuadirlo sus verdaderos amigos. Pero no por
esto me cansaré de hacer todo lo posible para hacer triunfar la
verdad evangélica, y confundir la impiedad, y para esto cuento
con el concurso de los fervientes votos de V. R. al
Todopoderoso, para que ayude con los nuestros, aunque tibios
y débiles, al menos sinceros, para el éxito feliz de nuestra ardua
empresa...etc‛
7.- Y realmente, la verdad triunfó, pero costó el triunfo
sudores y disgustos. ‚M{s vale, decía el Maestro Dávila, un
gracias a Dios, un bendito sea Dios en la adversidad, que miles
de actos de gratitud en la prosperidad‛. Sí, nosotros
bendecíamos la mano del Señor que nos probaba como oro en el
crisol, pero cumplíamos a un tiempo con nuestro deber. Se
trataba a la sazón de retirar al Señor Vicario el Exequátur, este
verdugo de los derechos sagrados de la Iglesia, esta arma, de
que se sirve la impiedad de ciertos gobiernos temporales para
esclavizar a la Esposa de Jesucristo... No paraba aquí la hidra de
la herejía. Se intentó además de excluir la religión católica
apostólica romana de la carta fundamental, que entonces se
formulaba por los padres de la patria, y se esforzaban de
establecer el matrimonio civil, verdadero concubinato,
sarcasmo de la moral evangélica. En las cámaras 7 sacerdotes
nacionales representaban sus partidos, los que a excepción del
R. P. Páez, ya difunto, no pronunciaron una palabra a favor de
la religión, como era notorio, ni siquiera hacían frente a los
desmanes de diputados ignorantes que hablaban por
inspiración de masones y carbonarios. Nosotros, encargados de
mantener el depósito de la fe en el Paraguay luchamos por la
prensa y el púlpito, hasta que convencido el pueblo, se presentó
en masa al palacio presidencial pidiendo a gritos la religión
católica como la del Estado, y rechazando el matrimonio civil.
Todo se consiguió gracias a la Divina Providencia.
8.- Mas el torrente devastador continuaba a invadir
aquel Estado desdichado. El seminario y colegio, sitos en el
122

palacio llamado de Madame Lynch, eran la única compensación


consoladora de tantos desastres. Allí se educaban 150 jóvenes, y
nosotros habíamos sacrificado nuestras limosnas particulares
para sostén de esta grandiosa institución. Pero el espíritu de las
tinieblas, introduciendo ya las guerras civiles entre aquellos
restos sedientos del mando, destruía en pocos días la obra del
tiempo y del sacrificio... El gobierno de Rivarola quiso utilizar
los colegios para formación de los ministerios, reduciéndonos
en un rincón para continuar la tarea de la enseñanza. El tiempo,
la ocasión y la espinosa misión exigieron paciencia y prudencia,
y las tuvimos. El señor Presidente quiso suspender al padre
Duarte, y remover a otros sacerdotes nacionales de sus curatos;
yo fui comisionado a defender a estos párrocos de la autoridad
usurpadora de derechos inviolables, y lo conseguí así como
obtuve de aquellos magistrados otros favores para bien de las
almas.
9.- A vista de este cambio benigno, algunos sacerdotes
quisieron atentar al gobierno constituido, para obtener el cisma
deseado. Entonces hallándome en las santas misiones del
interior, según costumbre, busqué la protección de los buenos
católicos. El señor Ministro Loizaga me escribía esta preciosas
palabras: ‚23 agosto de 1871. A mi vuelta de Río de Janeiro he
encontrado con dolor la preponderancia que va tomando en
política el clero cismático, que cada día recrudece más en sus
ataques, y por colmo de desgracia parte de la prensa los
favorece... En manos del Señor que rige los destinos de los
pueblos está pendiente la suerte del desgraciado pueblo
paraguayo. Espero de V. P. le pida con fervor se apiade de él.
Etc.‛ y en otra, el mismo Excmo. Señor me comunicaba la
siguiente noticia digna de ponderación. ‚Los padres M. y D. Se
hallan presos e incomunicados, y es casi cierto que su destino
será el ostracismo del país, con lo que renacerá la calma, y se
anatematizará el cisma que amenazaba a esta pobre Iglesia.
Ellos se convirtieron en partido político para voltear al
presidente y hacerse dueños de la situación. El odio que a éste
123

tenían era causado por no haberse prestado a sancionar


oficialmente el cisma, pues que todo lo que de él pudieron
conseguir fue la creación de una entidad eclesiástica negativa,
(hicieron nombrar Administrador temporal de la Iglesia al
padre Moreno) que dio por resultado el reconocimiento de la
autoridad legal del Vicario, como verá V. R. por el fragmento de
periódico que le adjunto... Espero que el nublado político se
disolverá con provecho de la Nación, y por consiguiente de la
Religión, que es primer elemento moral. Dios que ha
comenzado la obra, la terminará. Roguemos todos los fieles que
así sea.‛
El señor ministro citado, que había ocupado todos los
puestos civiles y militares, antes y después de la guerra, era tan
bien intencionado que cuando le propuse la idea de una misión
definitiva entre los salvajes, por una excursión que hice entre
los mismos, y las dificultades encontradas, y los medios para
vencerlas, respondía así: ‚Aunque no estoy informado
detalladamente de sus sufrimientos, me hago cargo de ellos,
pues estoy cierto que el Reformador, que el Apóstol cristiano ha
de seguir la suerte de su Divino Maestro, y esto en todo tiempo
y lugar, porque el hombre y sus pasiones son, han sido y serán
las mismas... Su idea de la misión ha sido la mía también y no
creo que no haya un pensamiento más cristiano y civilizador,
por consiguiente puede V. R. contar en mí con un obrero
modesto, pero decidido a apoyar su idea. Etc.‛
10.- yo temo, venerado Monseñor, de cansar la
paciencia y bondad de V. E. Rma., empero le pido perdón y
licencia de continuar la relación presente, pues es menester que
esa Santa Sede conozca los hechos y la posición actual de
aquella remotísima Iglesia, hechos que por tantas peripecias
ocurridas en el Río de la Plata y Brasil, no ha podido conocer
completamente. Un testigo ocular que ha vivido casi 10 años en
aquellas regiones, como yo, podrá dar más razón de ellos,
siempre concienzudamente, y a la presencia del Señor, que
sondea los corazones. La Providencia Divina permitió que
124

cayese, sin pensarlo de la silla presidencial de la república el


inconstante magistrado Señor Rivarola, por uno de estos juegos
de política insana, que huele a desinterés afectado, y a un
patriotismo mal entendido. Deposuit potentes de sede. El
presidente del Senado Señor Don Salvador Jovellanos, sobrino
del Señor Ministro Loizaga, fue proclamado por las Cámaras,
Poder Ejecutivo de la Nación. Fue éste buen sujeto, mas flojo;
esto no obstante oyendo los consejos de los leales amigos del
Paraguay, inició su política poniéndose en relación con la S.
Sede, pero erró en la elección del enviado, Señor Benítez (que
hoy gime en los fondos de un calabozo en Asunción por haber
extraviado a su favor particular un millón y medio de pesos
fuertes, parte del empréstito negociado por él mismo en
Londres), como erró en la escogida del prelado. Es preciso ser
claro en obsequio de la verdad. Mientras que el Paraguay no
tenga un seminario, donde se eduque una nueva generación
sacerdotal, que pueda dar legítimos y buenos pastores
nacionales, no es posible dar un paso en este sentido en la
actualidad. Cualquiera que haya visto y observado las cosas de
aquel país desgraciado, en conciencia no podrá dar otro
dictamen a los superiores. El padre Maíz, no hay duda, es el
único capaz, pero, aquella Iglesia necesita de sacerdotes de
sanos principios, de recta moral, de corazón compasivo, y de
una prudencia a toda prueba. Estas dotes faltan a nuestro
infeliz hermano, y a sus pocos compañeros. El único mediocre
entre los demás fue propuesto por el citado Señor Benítez a la S.
Sede, y ésta nos dio en persona del M. R. P. Moreno un
Administrador Eclesiástico. Varón de antecedentes no muy
buenos, pero que hace tiempo había dado pruebas de
arrepentimiento, llevando en seguida una vida sacerdotal.
Canónicamente nombrado, fue reconocido y respetado como
jefe de la Iglesia, sin la menor oposición, máxime de los
misioneros comisionados. Desde entonces terminó nuestra
misión especial. Rodeado el padre Moreno de sus compañeros,
intentos de arrebatarle el mando espiritual so pretexto de su
125

incapacidad, y suma debilidad, afligido a cada paso por las


exigencias imprudentes de los mismos, que quisieron devolver
mal por bien a sus desafectos, fue tal el sentimiento del Sr.
Administrador que cayó gravemente enfermo.
11.- ¡El horizonte de esta Iglesia se iba de nuevo
oscureciendo, para dejarla después largo tiempo viuda, y en
tinieblas! Sin que nadie lo pensara, y sin saber cómo, en pocos
días Dios llamó a los eternos descansos el alma del Pastor! ...
Aseguran sacerdotes nacionales, testigos de vista, que el R.
Padre Maíz hizo firmar por la mano trémula del difunto
Administrador (casi moribundo) dos papeles formulados por el
dicho Maíz, de los cuales una contenía acusaciones contra los
misioneros para hacerlos retirar (cosa que no pudo obtener del
gobierno y de la población) y otro declarando a la Iglesia que,
fallecido Moreno, él quedaría al frente de la misma. Ambos
paso produjeron honda impresión en el corazón del excelente
pueblo paraguayo. Examinado el texto de las bulas del Sumo
Pontífice, y los privilegios de los obispos de América, nadie, a
no ser el Papa, o su Nuncio podía autorizarlo a gobernar la
diócesis. Abusando de la debilidad del gobierno de Jovellanos,
hizo reunir el Clero nacional y extranjero para formar una terna
amoldada a su paladar. A excepción de los canónigos brasileros
y de los dos misioneros quedados en el país, todos
comparecieron. La noche antecedente se pasó toda en la casa
episcopal entre licores y contiendas, hasta que, amanecido el
día, se reunieron de nuevo, y entre pitos y palabras injuriosas,
como es notorio, eligieron la terna: Maíz – Eliseche – Ortiz. Si V.
E. Rma. desea informarse de la moral de estos tres electos, no
faltará persona más competente que yo, pues mi objeto no es
aquel de acusar a nadie, sino de exponer simplemente los
hechos ocurridos. Todo esto tuvo lugar en septiembre del año
pasado.
12.- En tales críticas circunstancias, constituidos los
fieles y hasta algunos sacerdotes nacionales recurrieron a la
Nunciatura Apostólica por su regulación, pero o no recibían
126

contestación o ésta era para ellos incomprensible. Mientras


tanto los principios anti-cristianos se propagaban y la
desobediencia a las leyes y cánones echaban raíces. Los buenos
paraguayos huían de las iglesias y confesionarios; nosotros
celebrábamos los S. Misterios en oratorios privados. Algunos
que conocieron su error y quisieron protestar, o fueron
desterrados, como el P. Becchis, o engrillados como el P.
Duarte, y otros perseguidos y maltratados, como allí es notorio.
El P. Maíz, deseoso de atraerme a su partido, me dirigió a Villa
Rica la carta siguiente: ‚R. P. Salvador. Quiera usted en
recibiendo la presente venirse para que acordemos sobre
asuntos de gran importancia a la Administración de la diócesis.
Me cabe por primera vez entenderme con V. R. y espero que no
tendrá que resentirse de habernos puesto en fraternal relación.
Soy de V. R. Fidel Maíz‛. Como creí legal la circular remitida a
todos los curas después de fallecido el Sr. Administrador, así no
hallé inconveniente, y me puse en viaje. Me presenté en la
Curia, y el P. Maíz, después de haberme narrado todas las
peripecias de la guerra, me rogó que aceptara la dirección del
Colegio Nacional, y me propuso otros cargos; mas, tenido
conocimiento en la capital del modo con que había escalado el
puesto, prudentemente le contesté: ‚La obediencia a quien es
constituido por Dios a gobernar la Iglesia es un deber sagrado
para mi, así pues, yo reconoceré en V. R. o en cualquier otro
nacional o extranjero mi legítimo Pastor, siempre que descienda
su origen de la Sede de Pedro, y se comunique con ella‛. En una
conversación que tuve con el presidente electo, Sr. Don Juan B.
Gill, hablando de la Iglesia del Paraguay yo le proponía a fin de
remediar tantos males: 1º una franca y leal comunicación con el
Padre de los fieles. 2º Implorar de su nota clemencia y bondad
la provisión del Obispado. 3º Establecer y dotar un seminario
diocesano para la educación de los ministros del altar. 4º Pedir a
la S. Apostólica un perdón general de todas las censuras
reservadas al Papa contraídas por el clero durante la guerra, y
una revalidación de todas las demás necesidades espirituales de
127

la dilatada diócesis. El Presidente me aseguró que después de


haber tomado cuenta del mando, daría todas las providencias
conducentes a un desenlace benigno de la cuestión religiosa.
13.- En este ínterin recibo una nota del Sr. Internuncio,
que conservo, quien me comisionaba para llevar a cabo en
Belgrano, República Argentina, una obra religiosa iniciada por
mí al principio de mi llegada en la América. Esta nueva medida,
imprevista por cierto, y la muerte prematura de S. E. El óptimo
Monseñor Ferrini, me privaron del consuelo de continuar las
negociaciones oficiosas y amistosas del Paraguay. Una vez en
Buenos Aires, consulté al óptimo Monseñor Aneiros, porque de
aquel país llovían cartas, las que todas conservo, que trataban
asuntos de conciencia en materias sacramentales. El Sr.
Arzobispo lamentaba los hechos, pero no podía remediarlos. El
Sr. Loizaga arriba mencionado, hoy presidente del Senado,
entre los dem{s, me escribía lo siguiente: ‚Estoy muy conforme
con el dictamen del Sr. Arzobispo respecto a la invalidez de los
actos del P. Maíz, pero aún cuado ellos hubieran sido válidos,
mañana o pasado terminarían, porque terminan las facultades
otorgadas al finado Administrador. Veremos que se hace para
proveer de cabeza a esta pobre Iglesia viuda. Yo creo ... que será
recibido el que venga si oficiosamente el Internuncio nos envía
un Vicario‛. En otra me hablaba del nombramiento de los
miembros del gabinete y fijándose sobre el del Sr. Ministro de
Culto, varón inteligente y virtuoso, Don Machain, como
también de la noticia recibida en aquel país de que S. Santidad
había ya nombrado a un obispo, e impuesto al Paraguay, se
felicitaba a sí mismo en estor términos: ‚Éste (nombramiento
del ministro de Culto) nos viene perfectamente, y él me hace
ver que el dedo de Dios rige este asunto (el nombramiento del
obispo) de modo que, aun cuando se presenten por lo pronto
algunas dificultades, ellas serán vencidas. Alegrémonos pues,
dando infinitas gracias al Autor de las alegrías bendiciéndolo
como a buen Padre, que en los momentos extremos no
abandona a sus sagrados hijos... Aquí todo lo debemos esperar
128

de Roma y desgraciadamente parece que allí poco se cuidan de


nosotros (Es preciso compadecer esta expresión, dictada tal vez
por el demasiado interés que toma este señor por el bien de su
país). Concluiré ésta con el pensamiento de que confiamos sólo
en Dios, y esperando todo de su providencia, que es también el
único remedio que nos resta. (Asunción, enero 12 de 1875)‛. Los
originales de estas correspondencias podré exhibirlos siempre
que V. E. R. me los exija.
14.- El nuevo presidente Gill, antes de mi partida
prometió escribirme en Italia; veremos si cumple con su
palabra. Uno de los obstáculos interpuestos en los asuntos de la
Iglesia, es la ocupación de los brasileños en el territorio
paraguayo. Hubo un tiempo en que la Internunciatura hubiera
podido establecer todo definitivamente y no lo hizo. Pero en
seguida la gran cuestión religiosa del Imperio ha repercutido su
maléfico eco en los inocentes bosques del Paraguay. El gobierno
brasileño, es preciso confesarlo, como el Brama del panteísmo
oriental, quiere ostentar su omnipotencia en todas las
cuestiones internacionales con sus vecinos, sean o no religiosas.
Él se considera fuente de todo bien y único y solo que pueda
influir en las destinos ajenos. Para tener supremacía, hace lucir
su oro, y con esto seduce a incautos. Hablo así, Monseñor,
porque he tratado a los jefes y titulados del Imperio. Él ha
introducido en Asunción la masonería y la hubiera plantado en
Villa Rica si yo no me hubiese opuesto enérgicamente con el
encargado ad hoc. Gracias a la Providencia que ya van
evacuando el territorio, y los que están en la capital del
Paraguay son buenos en su mayoría, y por lo tanto podrían
influenciar para el arreglo de los asuntos religiosos de la
diócesis.
15.- Todos los católicos de la América meridional
comprendieron la farsa del plenipotenciario brasileño enviado
cerca del Soberano Pontífice, el Inmortal Pío IX el Grande.
Aquella gesta tua non laudantur puestas por aquel alto
magistrado en la boca del Papa en reprobación de los actos del
129

ilustre mi hermano, el Sr. Obispo de Olinda, fue considerado


por los americanos como una invención del diplomático de
mala fe, para amedrentar al episcopado brasilero, modelo de
invicta constancia. Esta misma política siguen los poderes
civiles y militares del Imperio en materia religiosa, y ésta es la
que han seguida hasta hoy en el Paraguay a fin de separar de la
cabeza de la Iglesia aquella bella porción del cuerpo místico de
Jesucristo. Hoy día es tanto el escándolo del gobierno brasileño
que el pueblo aguarda el momento de la caída de Rio Branco y
de su gabinete, causa de estos males, caída que traerá como
consecuencia el triunfo de la verdad y de la justicia, y quizá la
disciplina y el orden en el clero paraguayo.
16.- Excmo. y Rmo. Señor. A pesar de todas las
lacrimales reminiscencias arriba mencionadas, y de los hechos
que amargan las conciencias de tantos católicos fervorosos, la
causa de la Iglesia paraguaya no es desesperada. Yo estoy en la
firme creencia que enviando allí el Padre común de los fieles a
un comisionado, dotado de prudencia y capacidad, y con
facultades extraordinarias, conocedor de la lengua y
costumbres del Paraguay, produciría buenos resultados.
Acompañado de unas letras paternales del Santo Padre al
presidente, a los ministros, a las cámaras, al clero, con una
absolución general a los culpables del mismo, sería el
Comisionado atendido recibido con amor, y la Suprema
Autoridad de la Iglesia acatada y venerada como es debido.
Comprendo, Excmo. Señor, que esto sería exigir mucho, pero
considerando el carácter de aquella gente, la mala educación de
aquel clero, la política de un gobierno, que obra más por
ignorancia que por malicia, yo juzgo necesaria esta medida para
bien espiritual de tantas almas. Además, dando el Santo Padre
un obispo al Paraguay, aunque hostilizado al principio por
algunos del gabinete y miembros del clero, sería no obstante
recibido a brazos abiertos por la población en masa, que
aguarda con ansia este instante. ¡Bendito sea Dios que en estos
tiempos difíciles nos ha dado un pontífice que con los atractivos
130

de su bondad y caridad y con la fuerza de su Autoridad


Suprema hace temblar a los pudientes de la tierra, y doblegar
los ánimos duros al suave yugo de la fe! ¡Dios y la Virgen
Inmaculada permitan que la Iglesia del Paraguay por medio de
su clero, suavice los groseros sentimientos de sus gobernantes,
consuele y proteja con el buen ejemplo y la palabra a aquellos
pueblos débiles y oprimidos, temperando sus males, e
inspirando a las víctimas del infortunio sentimientos de
cristiana resignación y derramando sobre las heridas el bálsamo
consolador de la Religión Católica Apostólica Romana!
Yo, Excmo. y Rmo. Señor, aunque pobre de virtudes y
de méritos, no he perdido la esperanza de prestar aún mi débil
contingente a una nación digna de conmiseración, y pido a Dios
Nuestro Señor que así sea.
...
V. E. Rma. Perdonará sin duda la prolijidad de la
presente concienzuda relación, hecha únicamente con el objeto
de prestar un pequeño servicio a la santa causa de la Iglesia
Católica Apostólica Romana, mi Madre carísima y Maestra
infalible de verdad. V. E. Rma. Hará de ésta el uso que crea
conveniente, y que resulte a mayor gloria de Dios
Todopoderoso, y a salvación de todas las almas redimidas por
la preciosísima sangre de N. S. J. C Redentor del mundo.
Beso por último las santas manos de V. E. Rma. y con
profundísima humildad los pies al Inmortal Pontífice Pío IX (D.
G.)

Humildísimo Servidor y Capellán


Salvador María de Nápoles
Misionero Apostólico Capuchino
131

Anexo.- 4
Lista de sacerdotes en Paraguay, 1870-1880

Nombre158 Nacional. Gaona159 Carta160 Lista


Espinosa Matera
Manuel Vicente Moreno Paraguayo X (+
30/5/74)
Fidel Maíz Paraguayo X (x) X
Claudio Arrúa Paraguayo X (conv) X X
Dionisio Riveros Paraguayo X X (+
22/8/79)
Pedro Juan Aponte Paraguayo X (conv) X (x,
obispo)
Blas Ignacio Duarte Paraguayo X X X
Daniel Sosa Paraguayo X X X
Mariano del Rosario Aguiar Paraguayo X X X
Juan Carlos Casco Paraguayo X X X
Tomás Antonio Castelvi Paraguayo X X X
Bernardino Sandoval Paraguayo X X X
Juan Facundo Gill Paraguayo X X X
José Ignacio Acosta Paraguayo X (conv) X X
Cecilio Román Paraguayo X X X
José del Pilar Giménez Paraguayo X X X
Pedro Pablo Benítez Paraguayo X X X
José del Carmen Arzamendia Paraguayo X (conv,
74)
Miguel de Dios Pintos Paraguayo X (conv,
78)
Pedro Felix Cazal Paraguayo X (x) X
Eliseo Díaz Canteros Paraguayo X X X

158
Sigo el orden que propone GAONA
159En la columna de Gaona, hay 33 nombres, pero Corvalán sobrevivió
a la guerra pero no se sabe nada de él. Conv, significa que fueron
convencionales en la Convención de 1870
160 En la lista de Espinosa, él menciona a 40 curas, de los cuales

Insaurralde estaba en Río de Janeiro, pero no menciona ni a Maíz ni


Cazal (que era secretario de Maíz) ni a Bechis que estaba exiliado; el
número de curas entonces en Paraguay era de 41 más 2 más que
estaban exiliados (uno en Brasil y el otro en Argentina)
132

Policarpo Paez Paraguayo X (conv)


Gernónimo Dolores Ortiz Paraguayo X (conv) X X
Juan Isidro Insaurralde Paraguayo X (Río) X
Claudio Astigarrabia Paraguayo X
Eleuterio Benítez Paraguayo X X X
Francisco Pablo Aguilera Paraguayo X , 70
Bartolomé Aguirre Paraguayo X
Feliciano Elizeche Paraguayo X X X
Rufino Jara Paraguayo X X X
José María Núñez Paraguayo X X X
Alejandro Sosa Paraguayo X X X
Juan Antonio Corvalán Paraguayo ¿?
Jerónimo Becchis Italiano X exiliado
José Tufari Italiano X X
Moisés Valentini Italiano X
Luis Vivari161 Italiano X X
Gabriel Lentini Italiano X
Jerónimo Ravioli Italiano X
Gandulfo Valenza Italiano X
Pedro de Netto Italiano X
Vicente Buffardi Italiano X
Leonardo Reghini Italiano X
Pedro Antonio Cione Italiano X X
Lorenzo Mayorana Italiano X
José Camardella Italiano X X
Genaro Cieri (o Cievi) Italiano X X
Luis Massari Italiano X X
José Cosentino Italiano X
Feliz Matio Italiano X
Victor A. Faraone162 Italiano X X
Vicente Conte (o Canti) Italiano X X
David Cidrazo (o Cedraro) Italiano X X
Andrés Selitti Italiano X X
Rafael Laurenzana Italiano X X
Lorenzo Bonifacio Italiano X
Vicente Marchiano Italiano X
Eusebio Frisoni Italiano X

161 Ya está en 1873, cfr, AAA Notas recibidas, 1870-74, en donde escribe
de su parroquia, Santísima Trinidad, felicitando al Moreno, 30 de
noviembre de 1873.
162 Ídem Vivari.
133

José Filpi Italiano X X


Telésforo Baquero Español X
Federico Reyero Español X
Juan de Dios Güemes Argentino X X
Agustino de los Santos Argentino X
TOTAL 32 41 47
(+ 1) (+ 2 ex) (1 ob)
134
135

Anxo. -5
El Guayreño
Bisemanario
Año II, nº 31 del domingo 23 de enero de 1874

‚Hace tres días se ha levantado una presentación, para


dirigir a su S. S. el Sr Obispo y al Gobierno. En ella se pide que
en atención a sus virtudes y cualidades y a los grandes servicios
que ha prestado y sigue siempre prestando, no se separe de
nuestra Iglesia al R. P. Salvador María Dr. Nápoles.
No dudamos que tanto el gobierno como el Sr. Obispo
tomará en consideración debida la referida solicitud, es de
esperarlos por cuanto ella va suscrita por más de quinientas
firmas entre las que figuran las de los más principales
caballeros de esta ciudad y las de las principales familias‛

Solicitada
Presbítero Eliseche
En el número 146 del periódico ‚La República‛ que se
publica en la Asunción he visto con sorpresa un suelto anónimo
que ha dejado sentidos a todos los amigos del R. P. Fray
Salvador María de Nápoles por la manera de expresarse poco
favorable a dicho señor.
En el último número de ‚La República‛ se registra un
suelto en que da la noticia que el estimable P. Eilseche, ... a el
curato de Villa Rica en reemplazo del P. F. Salvador María de
Nápoles.
En cuanto a esto nada tengo a decir; pues su Señoría
Ilustrísima sabrá los motivos para hacerlo.
Sigamos, ...
Estoy seguro que esta nueva habrá agradado tan
solamente a los que no tuvieron el coraje de poner su nombre
en el suelto como la serpiente oculta en los pasteles pretende
morder a los transeúntes, asímismo quieren herir al virtuoso
Fray Salvador María de Nápoles no teniendo el coraje de
136

hacerlo de frente porque sus virtudes, ilustración y justicia les


impone una barrera invencible.
Seguimos al suelto: ‚El curato de Villa Rica, uno de los
más importantes de la campaña reclamaba imperiosamente una
atención preferente capaz de iniciar las mejoras y llevarlas a
cabo.‛
El curato de Villa Rica es tal vez el único que progresa
en moral y en religión como probaré en hechos, debido todo a
su ilustrado pastor así es que el autor del suelto, ha estado mal
informado respecto a Villa Rica.
Adelante: ‚El señor Eliseche que ha probado no sólo ser
una persona de mérito en cuanto a conocimientos sino también
por sus sentimientos filantrópicos y moralidad en sus
costumbres, indudablemente es la persona que precisa Villa
Rica en la actualidad‛.
No dudo de la capacidad y de los buenos sentimientos
que le adornan al Sr. P. Eliseche, pero no es eso un motivo para
que el vecindario de Villa Rica olvide tantos desvelos y afanes,
no, mil veces no: el pueblo de Villa Rica es noble, generoso y
agradecido, exceptuando una que otra mala semilla que Dios
permite exista en la sociedad lo mismo que la malas yerbas
entre los sembrados que es preciso limpiar. Pasaremos a
analizar todo en sus partes, en cuanto a conocimientos no creo
sea inferior al señor Padre Eliseche y creo serán de mi opinión
todos los hombres de alguna ilustración en sus numerosos
escritos no solamente en la República, como en el extranjero;
pueden tener orgullo la colonia italiana en el Paraguay de
poseer al P. F. Salvador María de Nápoles entre ellos, que honor
hace a la culta Italia y feliz se consideraría la República del
Paraguay de tener en su seno muchos padres Salvadores, es
decir a muchos fuertes baluartes de la religión y de la moral,
único camino que conduce en los pueblos a la felicidad.
En cuanto a filantropía y moral probaré solamente con
algunos hechos, temeroso de fatigar a nuestros amables
lectores, cuando el P Salvador se ha hecho cargo del curato de
137

Villa Rica lo ha encontrado en el estado más triste, principiando


por el tiempo de Dios, ayudado de los buenos feligreses, él
personalmente trabajando y expendiendo de su bolsillo ha
conseguido ponerlo en estado decente. Pasaremos al cementerio
público que no era más que una montaña desierta, y qué ha
hecho el Padre Salvador, con sus elocuentes palabras pidió a
todo el vecindario que lo acompañe a la gran obra humanitaria,
cual es atender a los túmulos de nuestros antepasados. Era cosa
maravillosa de ver a su Pastor con sus ovejas con asadas,
machetes y otros útiles, voz unánime a la limpieza del
cementerio público, y el Padre Salvador con asada en mano
dando ejemplo a sus ovejas, no será ésta falta de virtud y
moralidad. Una botica que él tiene, siempre está bien surtida, se
encuentra abierta a todos los feligreses pobres y de su bolsillo
socorre a muchas familias necesitadas que bendicen al cielo por
tener tan benéfico pastor y protector. No será esto filantropía y
moralidad; hay más, al pisar el Padre Salvador en el pueblo de
Villa Rica no se veía otra cosa que bailes escandalosos aquí y
allá, no se trataba de otra cosa, mucho más que las autoridades
locales eran los primeros en visitarlos, mucho tuvo que luchar
P. Salvador para concluir con estos escándalos, pues que las
autoridades en vez de auxiliarlo eran los primeros en
combatirlo, pero sus elocuentes palabras en la cátedra del
Espíritu Santo fueron más fuertes y ha triunfado. Hoy en Villa
Rica nadie se acuerda de tales bochinches, todos los habitantes
se entregan a sus trabajos, ya domésticos, agrícolas e
industriales, creo muy pocos partidos en este estado, ¿debido a
quién es esto? Al P. Salvador, y no será esto filantropía y
moralidad.
Sigamos el suelto: ‚este pueblo recibir{ la noticia con
general aplauso, por cuanto allí es bien estimado el Padre
Eliseche y reconoce sus virtudes que le adornan como sacerdote
y educacionista‛ Es falso, mil veces falso ... al contrario, el
pueblo de Villa Rica ha recibido con sentimiento, porque el
pueblo de Villa Rica es agradecido y noble al que tanto ha
138

trabajado por él y creo que en estos momentos levantará la voz


al Superior Gobierno y a su Señoría Ilustrísima para que no
aparezca jamás con la mancha de la ingratitud. Yo y el pueblo
de Villa Rica no despreciamos las buenas cualidades y
capacidad del Sr. P. Eliseche, mas sí defendemos las mismas
buenas cualidades y capacidad del P. Salvador, y no es posible
que seamos ingratos a tantos beneficios; salvo unas que otras
familias que lo puedan conocer, pero jamás la mayoría.
Sigue el suelto: ‚Amigos sinceros del progreso, débiles
pero constantes, cooperadores por su incremento reconocemos
en la elección que hace su Señoría Ilustrísima, un acierto
indisputable cuyos benéficos .... Villa Rica‛ Sí, reconozco que el
autor o autores del suelto estarán muy satisfechos, pero
también conozco que la mayoría de Villa Rica no lo está y
también conozco que S. S. Ilma. tan luego tenga conocimiento
del justo y noble proceder del P. Salvador no dejará de hacer la
justicia que pide el pueblo de Villa Rica. Concluye el suelto: ‚es
así de esperarlos por cuanto tendrá de parte del nombrado todo
aquel importante vecindario.‛ No dude, pero para que esperar
cuando ya lo tenemos, no tienen por si acaso el autor o autores
del suelto, noticias de la gran obra del templo dedicado a la
Inmaculada Concepción y no han sabido de las lindas prendas,
trabajo de las manos de las guayreñas que hacen honor a Villa
Rica y a la República del Paraguay dedicada para el templo de
la Inmaculada Concepción, no habrán sabido que la mayoría de
este pueblo voluntariamente contribuye con su óbolo mensual
para el mismo fin, y no conocen que tan solamente un P.
Salvador con su elocuencia e ilustración podía inocular en los
corazones de sus feligreses el Espíritu de nuestra santa religión,
y aun no solamente en Villa Rica sino de la misma Asunción
han contribuido los principales personajes. Son estos los
motivos poderosos que nos obligan a defender al P. Salvador.
No desprecio al Sr. P. Eliseche mas sí defiendo la conducta del
P. Salvador por ser de justicia y de razón.
Villa Rica, enero 22 de 1874, A. Pires.
139

Anexo.- 6
Registro Oficial de la República del Paraguay, 1871-1878, decretos y
leyes referentes a la Iglesia del Paraguay

Febrero 1° de 1871.

ARANCEL DE DERECHOS PARROQUIALES.

El Presidente de la República

En el deber de reducir a sus justos términos los derechos de los


curas en vista de la exigencia exorbitante de algunos, haciendo
un comercio vergonzoso, sin lástima ni consideración, a este
pueblo indigente, cuyo clamor llega diariamente al oído del
Gobierno, principalmente en orden al matrimonio, sujetando
así al carro de las restricciones, una institución que por su
laudabilidad conviene libertarse de toda y cualesquiera trabas,
como se hace actualmente, obligando á los pretendientes a
renunciar por medio de esas exigencias desmedidas, no
encontrándose todos en el caso de soportarlas por la
insolvencia, so pena de contraer deudas, o privarse de los
escasos recursos para la subsistencia; lo que hace tanto más
odioso, cuanto falta a la sociedad, y repugnante a la moral
evangélica; y siendo también necesario regularizar los
impuestos de dobles, repiques y otros derechos de fábrica para
auxiliar al Gobierno al sostén del culto, porque así le acuerdan
el derecho de los Cánones y demás leyes por que se rigen, hasta
que la Legislatura dicte una ley á esos fines, oído al parecer del
Consejo de Ministros,

DECRETA:

Art. 1° Cobrarán por una Misa nupcial cinco pesos fuertes,


saldo á los insolventes incluso el desposorio.
140

Art. 2° Por cada proclama, 4 reales.


Art. 3° Por dispensa de cada proclama, dos pesos fuertes.
Art. 4° Por dispensa de impedimentos dirimentes, tres
pesos fuertes.
Art. 5° Por igual diligencia en causas de consanguinidad,
cualquiera que fuese el grado, siendo en la órbita que marca el
derecho Canónico, cuatro pesos fuertes.
Art. 6° Por una diligencia de certificación de soltero, un
peso fuerte.
Art. 7° Por el acto de consensos, dos reales.
Art. 8° Por aprobación de toda diligencia preparatoria al
matrimonio redactada en auto, cuatro reales.
Art. 9° Por la fe de testigos, dos reales.
Art. 10. Por la declaración de cada uno de los testigos
siendo hábiles, dos reales.
Art. 11. Ningún derecho llevarán, resultando estos,
comprendidos en las generales de la ley.
Art. 12. Por un bautismo solemne, cuatro reales, y siendo
privado gratis, como también otro sacramento cualquier
administrado.

DERECHOS DE MISAS

Art. 13. Por una misa cantada de gloria, cuatro pesos


fuertes, partibles con los músicos cantores.
Art. 14. Por ídem de réquiem y en idénticas condiciones,
cuatro pesos fuertes, y si es con vigilia, seis pesos fuertes.
Art. 15. Por un responso solemne al concluir la misa, un
peso fuerte.
Art. 16. Por cada responso en el entierro cantado, cuatro
reales y si es rezado dos reales.
Art. 17. Los mismos derechos llevaran las misas de honras y
cabo de año.
Art. 18. En lo concerniente á los pobres de solemnidad, los
oficios funerarios se harán gratis.
141

Art. 19. Por rezar una novena en la Iglesia el sacerdote


llevará dos reales por día, cualquiera que lo fuere.
Art. 20. Por cada acto de función eclesiástica, con vísperas,
tercia, misa procesión, etc., cobrará ocho reales haciendo oficio
de diácono y subdiácono.
Art. 21. Igual cantidad cobrarán los que asisten en dichos
actos, de sobrepelliz simplemente, o exigiendo algún servicio
de ceremonial religioso, como acólito, turiferario, etc.
Art. 22. Por los sermones panegíricos de santos,
ministerios de la Religión diez y seis pesos.
Art. 23. Por los del Viernes Santo, veinte pesos fuertes.
Art. 24. Por las pláticas doctrinales, ocho pesos fuertes.

DERECHOS DE FÁBRICA

Art. 25. Cuatro reales fuertes por anuncio por la


campana de la muerte de un Sacerdote.
Art. 26. Por ídem de seglar, dos reales.
Art. 27. Por redobles de los Sacerdotes en los entierros
solemnes con misa y vigilia, tres pesos fuertes.
Art. 28. Por los dobles en iguales condiciones de
seglares, dos pesos fuertes.
Art. 29. En los funerales de menos solemnidad se
cobrará la mitad de las cantidades respectivas, lo mismo que en
los aniversarios, conforme las prescripciones de los dos
artículos anteriores.
Art. 30. Por los redobles de Sacerdotes, siendo tres
veces al día, a las doce, al Ave María, y a las ocho, diez reales
fuertes, dándose ocho redobles en cada una.
Art. 31. Por los dobles en los mismos términos de
seglares, cinco reales fuertes.
Art. 32. Por anuncio de agonía con la campana, dos
reales, prohibiéndose desde las ocho de la noche, como también
los repiques sin previa autorización del Jefe de Policía.
142

Art. 33. Por los repiques de los párvulos, cuatro reales


fuertes al entrar en la Iglesia y salir de ella.
Art. 34. Por los mismos en los entierros solemnes y en
iguales condiciones, un peso fuerte.
Art. 35. Por los repiques para misa que no sea
parroquial y la de los jueves y sábados, así como para los
Tedeum, misas de gracias y otras en los días de fiestas Civiles,
que no tendrán impuesto alguno, tres pesos fuertes.
Art. 36. Igual tarifa se observará en los repiques de las
vísperas de las funciones particulares.
Art. 37. Por cada repique, en la conclusión de alguna
imagen, cuatro reales.
Art. 38. Por ídem en la procesión al salir y entrar en la
Iglesia, ocho reales.
Art. 39. En los funerales de que trata el artículo desde el
13 hasta el 17, inclusive, pagarán por cada candelero de plata,
cuatro reales fuertes, siendo la cera de cuenta de los deudos, y
si los candeleros no fueren de este metal, dos reales y por los de
madera, un real.
Art. 40. Por los mismos servicios en las funciones de
Santos, seis reales en el primer caso, y en los demás
proporcionalmente, según la clase.
Art. 41. Por la cruz parroquial de plata un peso fuerte
en todas las funciones indistintamente.
Art. 42. Por una sepultura de adulto, dos pesos hasta
doce varas de distancia de la Cruz de los dos lados adelante, y
siendo atrás 12 reales, que designará el Mayordomo de Fábrica.
Art. 43. Lo demás que exceda á esta distancia, ocho
reales, y a los pobres de solemnidad, gratis.
Art. 44. Por el privilegio de una sepultura, dos onzas de
oro, adquiriéndola en propiedad.
Art. 45. Por el mismo título, cinco pesos fuertes por el
término de tres años.
143

Art. 40. Por una sepultura sobre la cual se exija panteón


en la área que corresponda á nueve cuartas de largo y cinco de
ancho, dos onzas de oro, con derecho de propiedad.
Art. 47. Por el sitio de un panteón que tome mayores
dimensiones que la que establece y con las mismas condiciones
al artículo anterior, tres onzas de oro, no debiendo nunca
exceder de nueve pies de largo y seis de ancho
Art. 48. Por la sepultura de párvulo en idénticas
circunstancias y condiciones la mitad de lo que paga por la de
los adultos.

Adición.

Art. 1° En todos los casos de que trata el presente


decreto no se llevará ningún derecho á los pobres de
solemnidad.
Art. 2° Todos los derechos de Fábrica asignados, serán
destinados en beneficio de las Iglesias á que correspondan y
percibirán los Mayordomos respectivos con las formalidades
siguientes: Llevarán separadamente un libro el Cura y el
mayordomo, foliados y rubricados por ambos todas las fojas
que contuviese, en los que asentarán todas las partidas de
derechos percibidos, expresando el titulo, el mes, la fecha y el
nombre de la persona que haya pagado.
Art. 3° El mayordomo acusará recibo a los interesados,
bajo su firma registrando textualmente en copia dichos
documentes en el mismo libro.
Art. 4° El Cura revisará trimestralmente el estado de
dicho libro y según resulte inexactitud o falta que imprima un
carácter malicioso, en el primer caso le pondrá el Visto Bueno, y
en el segundo dará cuenta al Ministro respectivo para las
providencias que corresponda.
Art. 5° Llevarán uno y otro un libro más, con las
mismas formalidades prescriptas en el Art. 2° adicional en que
asentarán los ingresos y egresos con toda claridad.
144

Art. 6° En los gastos que el mayordomo hiciera de esos


fondos para el servicio y mejora de las Iglesias, procederá
siempre con acuerdo del párroco respectivo.
Art. 7° Cada Mayordomo de Fábrica rendirá cuenta al
fin de cada año al Ministerio correspondiente de su
administración, presentando los libro á que se refieren los
artículos 2° y 3° del caso.
Art. 8.° El aseo y cuidados de las Fábricas es de la
inspección de los mayordomos, quienes deberán entenderse
directamente con el Ministro de Culto, sobre toda ocurrencia al
respecto, con ingerencia también del párroco.
Art. 9.° Comuníquese a quienes corresponda,
publíquese y dése al R.O.

Dado en la Asunción, a ocho de Febrero de mil ochocientos


setenta y uno.

RIVAROLA.
José M. Collar,
Ministro de J. C. e I. P.

Departamento de Culto.
Asunción, Octubre
27 de 1873.

Dase por recibido el Breve expedido por S. E. Rma. el


Internuncio y Delegado Apostólico el 1° de Septiembre del
corriente año, nombrando Administrador de la Diócesis de esta
República al Presbítero D. Manuel Vicente Moreno; y siendo
necesario disponer su versión al idioma castellano;
El Vice-Presidente de la República en ejercicio del Poder
Ejecutivo.
DECRETA:
145

Art. 1° Nómbrase al Presbítero D. Blas Ignacio Duarte


para hacer la traducción del expresado Breve, a cuyo efecto le
será entregado.
Art. 2° Comuníquese a quienes corresponda.
JOVELLANOS.
José del R. Miranda

Departamento de Culto.
Asunción, Octubre
28 de 1873.

Vista la antecedente traducción y atendida la imperiosa


necesidad de la Iglesia Paraguaya que requiere sea
inmediatamente puesto en posesión del importante empleo que
la Santa Sede ha tenido á bien conferirle al provisto
Administrador de la iglesia pensable en lo temporal al Breve J
que le da la institución canónica;
El Vice-Presidente de la República en ejercicio del Poder Ejecutivo, ha
acordado y—
DECRETA :
Art. 1° Concédese el pase al Breve expedido en Río Janeiro
por S. E. Rma. el Internuncio y Delegado Apostólico el día 1° de
Septiembre del año 1873, por el cual instituye Administrador de
la Diócesis del Paraguay al muy Reverendo Padre D. Manuel
Vicente Moreno, presentado al Santísimo Padre Pío IX para este
cargo, por el Gobierno de la República como patrono de la
Iglesia Paraguaya.
Art. 2° El muy Reverendo Administrador de esta Diócesis
prestara ante el Poder Ejecutivo de la Nación, el juramento de
fidelidad que previene la Ley Patria.
Art. 3º Estando en receso las Cámaras Legislativas, el
Ministro del ramo comunicará oportunamente á la
Representación Nacional la presente resolución para su
conocimiento y aprobación.
146

Art. 4° Agréguese a sus antecedentes, comuníquese,


publíquese y dese al Registro Oficial.
JOVELLANOS.
José DEL R. miranda.

Asunción,
Junio 2 de 1874.

El Vice-Presidente de la República en ejercicio del Poder Ejecutivo de


la Nación.

Considerando:
Que el ciudadano presbítero D. Manuel Vicente Moreno,
administrador apostólico de esta diócesis, ha fallecido; y
constando de la autenticidad del documento que acompaña, de
acuerdo con el parecer del Consejo de Ministros,

DECRETA:

Art. 1° Aceptase en todas sus partes las disposiciones otorgadas


por el presbítero ciudadano Manuel V. Moreno.
Art. 2° Reconózcase al presbítero ciudadano Fidel Maíz, como
administrador interino de la Diócesis, con los fueros,
prerrogativas y regalías anexas á este cargo.
Art. 3° Espídase la correspondiente convocatoria al clero, para
la formación de la terna, y consiguiente presentación del electo
a su Santidad, conforme a lo prescripto por la Constitución del
Estado.
Art. 4º Comuníquese a quien corresponda, publíquese en el
Boletín Oficial

JOVELLANOS

Bernardino Caballero

---------
147

Ministerio de J. C. e I. Publica.
Asunción, Julio 28 de 1874.

El Vice-Presidente de la República en ejercicio del P. E. de la Nación.


De conformidad con el artículo 3° del Decreto de 2 de Junio
último, por el que se ordena la convocatoria del clero, para la
formación de la terna, y consiguiente presentación del electo a
Su Santidad conforme a lo prescripto por la constitución del
Estado;
DECRETA :
Art. 1° Desígnase el día diez del mes de Septiembre próximo
entrante para la reunión del clero en esta ciudad al objeto
indicado.
Art. 2° El administrador interino de la diócesis expedirá dicha
convocatoria llamando a quienes corresponda por derecho.
Art. 3° Comuníquese y publíquese en el Boletín Oficial.
JOVELLANOS.
Patricio Escobar.

---------

El Senado Nacional, ha acordado y—


DECRETA:

Art 1° Apruébase la terna formada y presentada por el


concurso del clero nacional reunido el día 19 del presente mes,
con arreglo al decreto de S. E. de fecha 28 de Julio último, y
cuya elección ha recaído en los presbíteros ciudadanos D. Fidel
Maíz, D. Feliciano Eliseche y D. Gerónimo Ortiz.
Art. 2° Comuníquese al P. E. -
Dado en la Sala de sesiones del Senado, a veintinueve de
Septiembre de mil ochocientos setenta y cuatro.
Wenceslao Velilla,
Antonio Zayas,
148

Secretario.

-----

Ministerio de J., C. e I. Pública.


El Presidente de la República.

Consultando el mejor orden y confiando en la lealtad,


patriotismo, idoneidad y celo religioso del Presbítero ciudadano
Mariano del Rosario Aguiar, vengo en nombrarlo cura párroco
de la iglesia de la Encarnación de esta Capital y mando se le
guarden las prerrogativas y exenciones que por derecho le
corresponden a tal empleo.
En esta virtud, el nombrado se presentara con este
despacho ante el Administrador interino de la Diócesis a los
efectos de jurisdicción eclesiástica; con prevención de que
prestará en sus manos el juramento de fidelidad en su proceder
con sujeción al orden constituido.
Dado en la Asunción, Capital de la Republica del
Paraguay, a los 26 días del mes de Enero de 1875.
GILL.
Facundo Machain.

-----

Ministerio de J. C. e I. P.
El Presidente de la República.

Teniendo necesidad el Superior Gobierno de establecer


algunas recriminaciones que se hacen al Presbítero D. Fidel
Maíz, administrador interino de Nuestra Diócesis, sobre la
participación que directa y personalmente (se dice) tuvo en el
fusilamiento de S. S. Illma. el señor Obispo Palacios, que era su
superior; y además de esto, muchos actos de crueldad (que se
dice) ejercidos por él, actos en que, más de una vez corrió la
149

sangre de inocentes victimas (según se dice) y encontrándose


dicho presbítero impedido para entender y disponer en causa
propia: en uso de las facultades que ejerce como Patrono de la
Iglesia Nacional—
DECRETA:
Art. 1° Nómbrase una Comisión compuesta de los Sres.
curas de la Catedral, Encarnación y San Roque de esta Capital,
para que, previas las formalidades de derecho, constituyéndose
en cuerpo colectivo y pudiendo funcionar con la mayoría de sus
miembros, proceda al esclarecimiento de las citadas
recriminaciones.
Art. 2° Facúltase a, dicha Comisión para tomar
declaraciones a cuantas personas puedan suministrarle luz al
respecto de su cometido.
Art. 3° Encárgase a dicha Comisión, proceda con la
actividad posible, guardando la más estricta imparcialidad.
Art. 4° Comuníquese a quienes corresponda y dese al R. O.
Dado en la Asunción, a. los diez y siete días del mes de Abril de
mil ochocientos setenta y cinco.
GILL.
Facundo Machain.
----

Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción Pública


El Vice-Presidente de la República, en ejercicio del P.E.

Teniendo que presentar al Santo Padre una nueva


terna, a fin de obtener la provisión de Vicario para esta Iglesia,
y en cumplimiento del art. 102 inciso 7º de la Constitución de la
República, acuerda y—
DECRETA:

Art. 1º Convócase para el 12 de agosto próximo


venidero, al clero Nacional, que deberá reunirse en esta ciudad
150

a efecto de dar su acuerdo de conformidad con el art. 102 inciso


7º de la Constitución.
Art. 2º Comuníquese, publíquese y dese al R. O.
Dado en la Asunción, a 12 de julio de 1877

URIARTE
B. Caballero

----

Ministerio de ]., C. e I. Pública.


El Vice-Presidente, etc., etc.

Habiéndose aprobado la terna formada por el Senado


de acuerdo con el clero nacional reunido para la elección de un
jefe efectivo para la administración de la Iglesia Paraguaya, y
debiendo en virtud del derecho de patronato que ejerce el P. E.
designar de esa terna el presbítero cuyo nombramiento debe ser
presentado a la Santa Sede para su confirmación y canónica
institución, oído el parecer del consejo de ministros y de
acuerdo con el ministro del ramo, acuerda y—
DECRETA:
Art. 1° Elígese al ciudadano presbítero D. Claudio Arrúa
para jefe efectivo de la administración eclesiástica de esta
Diócesis.
Art. 2° Procédase a la formación del proceso informativo
que debe acreditar al electo para ser presentado a Su Santidad y
obtener su confirmación e institución canónica.
Art. 3° Comuníquese, publíquese y dese al R. O.
Dado en la Asunción, a veinticuatro de Agosto de mil
ochocientos setenta y siete.
URIARTE.
Juan A. Jara.

----
151

Ministerio de J., C. e I. Pública.


El Vice-Presidente, etc., etc.

Considerando que el Gobierno de la Republica, en uso


del derecho de patronato, ha elegido al presbítero ciudadano
Claudio Arrúa, uno de los candidatos de la terna últimamente
formada por el Senado de la Nación, y aprobada de acuerdo
con el clero nacional reunido, para jefe efectivo de la Iglesia del
Paraguay; y que el mismo Gobierno de la Republica ha
dispuesto se haga cargo de la administración interina de la
diócesis, en tanto venga la confirmación de la Santa Sede para
la institución canónica en la forma ordinaria, supuesta, la
renuncia que hizo de ese cargo el presbítero don Fidel Maíz,
quien a la vez, ha depuesto dicho interinato en el nombrado
presbítero Arrúa: con el parecer y consejo de ministros, acuerda
y—
DECRETA:

Art. 1° Nómbrase y reconózcase al presbítero


ciudadano Claudio Arrúa en el empleo de administrador
interino de la diócesis, con los fueros, preeminencias y
prerrogativas que le corresponden en tal carácter.
Art. 2° El nombrado presbítero Arrúa, para entrar en el
ejercicio de dicho empleo, prestará el juramento de fidelidad a
las leyes constitucionales del país.
Art. 3° Comuníquese a quienes corresponda, publíquese y dese
al R. O.
Dado en la Asunción, a 12 de Septiembre de 1877.
URIARTE.
Adolfo Saguier.

----

Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción Publica.


152

El Vice-Presidente de la República en ejercicio del P. E.

En virtud del breve pontificio expedido en Roma el 11 de


Diciembre de 1877, por el cual se nombra administrador de esta
diócesis al presbítero don Dionisio Riveros, y siendo de
conveniencia publica ponerlo cuanto antes en posesión del
importante empleo, que la Sana Sede ha tenido a bien conferir
al provisto administrador de la iglesia Paraguaya; oído el
parecer del consejo de ministros, acuerda y—
DECRETA:

Art. 1° Concédese el pase, al breve pontificio expedido en


Roma el 14 de Diciembre último, por el cual se instituye
administrador de la diócesis del Paraguay, al muy reverendo
padre ciudadano Dionisio Riveros, presentado en terna para
este cargo al Santo Padre Pío IX por el Gobierno de la República
como Patrono de la iglesia Paraguaya.
Art. 2" El muy reverendo administrador de esta diócesis,
prestará ante el Poder Ejecutivo de la Nación en el despacho de
Gobierno el juramento de ley que previenen las leyes patrias,
señalándose para ese acto el Domingo próximo a las 8 de la
mañana.
Art. 3" Estando en receso las cámaras legislativas,
comuníqueseles oportunamente esta resolución.
Art. 4° Comuníquese, publíquese y dese al R. O.
Dado en la Asunción, a 1° de Marzo de 1878.
URIARTE,
Adolfo Saguier..

----

Ministerio de Relaciones Exteriores.


EI Vicepresidente de la República, en ejercicio del P. E.
Habiendo presentado el Ilustrísimo y Excmo. señor Arzobispo
de Nacianza, don Angelo di Pietro, las credenciales expedidas
153

por el Sumo Pontífice León XIII, acreditándolo en el doble


carácter de Delegado Apostólico y Enviado extraordinario de la
Santa Sede en esta República, acuerda y—

DECRETA;

Art. 1° Reconócese en el doble carácter expresado, al


Ilustrísimo y Excmo. señor Arzobispo, don Angelo di Pietro.
Art. 2° Publíquese y dese al R. O.
Dado en la Asunción, a 16 de Mayo de 1878.
URIARTE.
Juan A. Jara.

-----

El Senado y Cámara, etc., etc.


LEY:

Art. 1° Créase en esta Capital un seminario conciliar para la


educación de los jóvenes que quieran dedicarse a la carrera
eclesiástica; el cual deberá fundarse en el mismo edificio en que
estaba el anterior seminario.
Art. 2° Autorizase al P. E. a invertir hasta la cantidad de tres mil
pesos fuertes para reparar el edificio y atender a los gastos de la
instalación, la cual se hará lo más pronto posible.
Art. 3° Autorízase asimismo a invertir para su sostenimiento
desde el día de la inauguración, la cantidad de cuatrocientos
pesos fuertes mensuales de las rentas de la Nación.
Art. 4° El seminario sostendrá diez becas gratis. de las
cuales dos serán de gracia, y estarán a la disposición del
prelado de la diócesis, y ocho se concederán por oposición en
concurso publico.
Art. 5° Los agraciados con esas becas, recibirán
gratuitamente en el establecimiento la educación, alimentos,
habitaciones, libros y todos los útiles de la enseñanza.
154

Art. 6° En lo demás, el Obispo Diocesano, bajo cuya


dependencia estará el seminario, se pondrá de acuerdo con el
Poder Ejecutivo.
Art. 7° Para sufragar los gastos del Art. 2°, la comisión del
«Colegio Nacional» hará un préstamo al P. E. por la expresada
cantidad.
Art. 8° El cinco por ciento de las rentas nacionales destinadas a
pagar los gastos de revolución, quedará afectado a la
amortización de este préstamo, tan pronto como queden
saldados esos gastos. Al efecto, una vez conseguido ese objeto,
el producto de ese cinco por ciento se entregará mensualmente
a la comisión del «Colegio Nacional» hasta la extinción de su
préstamo.
Art. 9° Comuníquese al P. E.
Dado en la sala de sesiones del Congreso Legislativo, a los 22
días del mes de Noviembre de 1878.

José Falcón, José del R. Miranda


Presidente del Senado. Presidente de la C. de DD.
Pascual Gómez, Climaco Valdovinos,
Secretario. Secretario,

Asunción, Noviembre 23 de 1878.

Téngase por ley, publíquese y dese al R. Oficial.


URIARTE.
Juan A. JARA.

-----

Departamento de Culto.
Asunción, Mayo 3 de 1879.
155

Debiendo procederse a la provisión del Obispado de la Diócesis


de la República y vista la terna aprobada por el Honorable
Senado en 21 de Agosto de l877, con acuerdo del Clero
Nacional;

El Presidente de la República.
Acuerda y—
Decreta :

Art. 1° Preséntase a Su Santidad para Obispo de la Diócesis de


la República, al presbítero ciudadano Pedro Juan Aponte, a fin
de que se sirva conferirle la investidura canónica, con las
prerrogativas que corresponden a su alta dignidad.
Art. 2° Hágase saber al designado y promuévanse las gestiones
competentes por donde corresponda.
Art. 3° Solicítese del Congreso Nacional, la competente
autorización al P.E. para los gastos de esta provisión y la
asignación de que gozará el electo una vez confirmado y que
entre en el gobierno de la Diócesis.
Art. 4° Comuníquese a quienes corresponda, publíquese y dese
al Registro Oficial.

BAREIRO.
José S. Decoud.

----

Asunción, 5 de Mayo de 1879.

Al Sr. Presbítero ciudadano Pedro Juan Aponte, cura y vicario foráneo


de Villa Rica

Tengo el honor de comunicar a V. que por decreto fecha 3 del


corriente, el Gobierno de la República, en Ejercicio del
Patronato Nacional que le confiere la Constitución, ha resuelto
156

elegir a V. Obispo de esta Diócesis, de la terna aprobada por el


Senado en 21 de Agosto de 1877, de acuerdo con el Clero
Nacional, en cuya virtud, se pedirá oportunamente a Su
Santidad se sirva investirle canónicamente para esta alta
dignidad.
En consecuencia el gobierno espera que V. se sirva comunicarle
su aceptación para que pueda promover las gestiones
competentes para la confirmación de su nombramiento.
Aprovecho esta oportunidad para saludar a V. con mi
distinguida consideración.

José S. Decoud.
----

Asunción, 5 de Mayo de 1879.

Al ciudadano Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública.

Tengo el honor de acusar recibo de la nota de fecha de hoy, que


V. E. se ha servido pasarme, comunicándome que por decreto
de fecha 3 del corriente, el Gobierno de la República en ejercicio
del Patronato Nacional que le confiere la Constitución, ha
resuelto elegirme Obispo de esta Diócesis, de la terna aprobada
por el Senado en 21 de Agosto de 1877, de acuerdo con el Clero
Nacional, y en su consecuencia el Gobierno espera que me
sirviera comunicarle mi aceptación para que pueda promover
las gestiones competentes para la confirmación de mi
nombramiento.
En està virtud, al tener la honra de manifestar al superior
Gobierno por el órgano de ese ministerio a su cargo mi
aceptación, me cabe también el alto honor de tributar al
Gobierno de la República los homenajes de mi gratitud por el
honor que me ha dispensado, confiándome tan delicado puesto.
Con este motivo saludo al ciudadano Ministro con el debido
respeto y estima.
157

Dios guarde a V. E.
Pedro Juan Aponte.
----
Departamento de Culto.
Asunción, Mayo 5 de 1879.
Publíquese y archívese.

Decoud.

-----

Congreso Nacional.

El Senado y Cámara de Diputados de la Nación Paraguaya, reunidos


en Congreso, acuerdan y—
DECRETAN :

Art. 1° Autorízase al P. E. para hacer los gastos que demande la


provisión del obispado de la Diócesis de la República.
Art. 2° Comuníquese al P. E.
Dado en la sala de sesiones del Congreso Legislativo, a los 25
días del mes de Agosto de 1879.

Adolfo Saguier, Juan González,


Presidente del Senado. Presidente de la C. de DD.
Pascual Gómez, Climaco Valdovinos,
Secretario. Secretario.

----

Congreso Nacional.

El Senado y Cámara de Diputados de la Nación Paraguaya, reunidos


en Congreso, sancionan con fuerza de—
LEY:
158

Art. 1° El presupuesto general de gastos para el año económico


de 1880 queda fijado en la suma de doscientos setenta mil
treinta y dos pesos fuertes distribuidos en la forma siguiente:

Inciso 3°—ADM1NISTRACION DE CULTO

1 Obispo como asignación y gastos de visitas $ 350


pastorales
2 Vicario general o provisor $ 100
3 Secretario del obispado $ 34
4 Gastos de secretaría $ 8
5 Sacerdote, sacristán mayor de la Catedral $ 25
6 Gastos de culto $ 400
$ 917

-----

Ministerio de ]., C. e I. Pública.


Asunción, Octubre 15 de 1879.

Habiendo prestado con esta fecha el juramento de ley ante el


Gobierno de la República, el Reverendo Obispo de la Diócesis
del Paraguay, ciudadano don Pedro Juan Aponte, del elevado
cargo con que ha sido investido, de acuerdo con lo dispuesto
por resolución del P. E. de 13 del corriente;

El Presidente de la República.
DECRETA :
Art. 1° Póngase en posesión de su cargo con las
formalidades debidas, al expresado Obispo de la Diócesis,
ciudadano don Pedro Juan Aponte.
Art. 2° Comuníquese a quienes corresponda, publíquese y dese
al Registro Oficial. \
BAREIRO.
José A. Bazaras,
159

Anexo.- 7163
Informes enviados por Gregorio Benites de su misión en Roma,
seguido por sus escritos autobiográficos sobre dicha misión

Gregorio Benites a José del Rosario Miranda. Roma,


5 de junio de 1873. AMREP164, DPD, 242

Roma. Junio 5 de 1873

Señor Ministro.
Según tuve el honor de informarle por mis últimas
comunicaciones de Londres y París, me he transportado a esta
capital con el objeto de llenar la parte religiosa de mi misión a
Europa.
Llegué a esta ciudad en la noche del 1 ° del corriente y
el día 3 tuve el honor de ser recibido en audiencia privada por
Su Eminencia el Cardenal Antonelli, Secretario de Estado de Su
Santidad el Papa. La acogida que merecí del ilustre Cardenal
fue cordial y benévola. Le encontré prevenido ya de mi
próximo arribo a Roma como Ministro del Paraguay, así como
del objeto de mi misión, el cual se lo confirmé en términos
convenientes. Hablamos largamente sobre la situación general
del Paraguay, por cuyo porvenir y felicidad me manifestó el
más vivo interés. La mayor parte de nuestra conversación rodó
naturalmente sobre tópicos religiosos y creo haber satisfecho,
desde luego, a Su Eminencia con las explicaciones y detalles
que le di sobre todos los puntos que tocamos.
Ayer tuve otra conferencia con el Secretario de Estado.
Al parecer Su Eminencia está en la persuasión de que hay en el

163
BENITEZ, Gregorio, Misión en Europa (1872-1874). Asunción:
FONDEC – Academia Paraguaya de la Historia, 2002. Estudios
preliminares de Ricardo Scavone Yegros y Washington Ashwell; pp.
443-460.
164
AMREP: Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores del Paraguay;
DPD: Departamento Político y Diplomático
160

Paraguay escasez absoluta de sacerdotes capaces de ocupar el


puesto de Jefe del clero / nacional y que el padre Moreno se ha
mezclado alguna vez en política y se ocupa de ella todavía.
Me apresuré a afirmarle de una manera formal y
positiva que el padre Moreno nunca se ha ocupado de política y
que siendo uno de los más virtuosos de nuestros sacerdotes, es
digno del puesto solicitado en favor de él.
El Cardenal Antonelli reprueba severamente la
conducta de los eclesiásticos que se mezclan en política. Dice
que el deber de los sacerdotes es dedicarse exclusivamente al
cumplimiento de su profesión religiosa y de la Iglesia.
Por mi parte, le aseguré que el gobierno paraguayo y
todos los hombres sensatos del país, incluso casi todo el cuerpo
eclesiástico pensaban del mismo modo que Su Eminencia.
Me ha sido lisonjero observar que el Cardenal Antonelli
tiene opinión muy favorable del pasado del pueblo paraguayo.
Aproveché la coyuntura para decirle que el interés y la
aspiración del gobierno de la República son de inculcar y
alimentar sentimientos religiosos en el ánimo de la Nación que
dirige. Le he demostrado las causas verdaderas que han
producido la especie de escisión momentánea entre ciertos
miembros del clero nacional y signifiqué a Su Eminencia que el
gobierno se permitía contar con la protección de la autoridad
competente de Su Santidad para poder cortar, en su cuna, todo
germen de disidencia o de indisciplina que pudiese surgir entre
el clero paraguayo.
El Cardenal me respondió que trataríamos de arreglar
todo del mejor modo posible. Reconoce el principio establecido
en la Constitución del Paraguay relativo a la Iglesia, pero hace
cierta reserva sobre la situación excepcional del clero nacional.
No obstante, espero poder remover las dificultades que se
opongan al éxito de mi delicada misión en esta Corte.
Muy pronto tendré la honra de ser recibido en
audiencia oficial por Su Santidad el Papa, que con anticipación
había tenido conocimiento de mi próxima llegada en calidad de
161

Ministro del Paraguay acreditado en Roma según me lo han


referido algunos miembros del Cuerpo Diplomático extranjero
en esta ciudad.
Entretanto, tengo el gusto de enviarle adjunta con el
número I copia (en español) de la nota que según es de práctica
dirigí a Su Eminencia el Cardenal Antonelli. solicitando la
audiencia del Papa.
En la esperanza de que me sea posible tener en breve la
satisfacción de obtener el objeto de mi viaje a Roma ruego a
usted quiera elevar el contenido de esta comunicación al
conocimiento del Gobierno de la República y aceptar la
seguridad de la distinguida consideración con que me repito de
usted atento servidor y colega,

Gregorio Benites

Señor Ministro de Relaciones Exteriores de la República del


Paraguay.
Don José del R. Miranda

Post scriptum. Incluyo a usted la nota oficial que acabo de


recibir de Su Excelencia Lord Granville.

G.B.

Gregorio Benites a José del Rosario Miranda. Roma. 10 de


junio de 1873. AMREP. DPD, 242

Roma. Junio 10 de 1873

Señor Ministro.
Cúmpleme informar que el sábado 7 del corriente a las 11
1/2 de la mañana tuve el honor de ser recibido en audiencia
oficial por Su Santidad el Papa en el Palacio del Vaticano según
162

se informará usted por la copia de la nota del Cardenal


Antonelli que con el número I le envío adjunta.
Su Santidad me acogió con suma bondad: me entretuvo
durante más de un cuarto de hora sobre diversas materias. Me
preguntó con mucho interés por la situación del Paraguay
después de la guerra, del gobierno, de sus hombres en general,
de sus sacerdotes. A todas sus preguntas respondí en términos
convenientes. Manifesté a Su Santidad con encarecimiento los
deseos del gobierno y de la población del Paraguay de ver lo
más pronto posible a la cabeza de su Iglesia un prelado
paraguayo. Le expliqué con minuciosidad la situación anormal
de la Iglesia paraguaya, por tener un jefe de nacionalidad
extranjera y que esta situación irregular afectaba la buena
armonía y disciplina del clero paraguayo y hacía correr ciertos
peligros a la religión misma. Su Santidad escuchó con mucha
atención todo lo que le he manifestado en nombre del gobierno
y pueblo del Paraguay. No me hizo la menor objeción y
comprendió el derecho del gobierno de hacerle el pedido que le
presentaba en su nombre. La única observación que me hizo fue
que a su juicio no hay por ahora en el Paraguay un sacerdote
para Obispo. Sin duda la observación de Su Santidad se
fundaba en los informes de los capuchinos que pretenden
mantener indebidamente su autoridad temporal en el
Paraguay, a fin de monopolizar los principales puestos. Esta
situación desgraciada, que ha producido entre el clero nacional
una especie de escisión y resistencia a la autoridad competente,
es debida Señor Ministro, a la debilidad inexplicable del último
Ministro de Culto, que se ha dejado llevar a remolque por sus
subordinados los capuchinos, tolerándoles toda clase de abusos,
en detrimento del honor de las familias. Estadistas de esta clase
jamás harán un gobierno regular, ni la felicidad de su patria.
Serán siempre el juguete y el instrumento pasivo de los
adversarios de la prosperidad de su país. Respondí al Santo
Padre, con el más profundo respeto y evadiendo su
observación, que el Gobierno del Paraguay se limitaba por
163

ahora a pedirle el nombramiento de un Vicario General,


mientras el país vuelva a un estado normal que le permita
sostener con dignidad el rango del Obispo, que tendrá el honor
de solicitar de Su Santidad oportunamente.
Su Santidad me prometió atender de un modo conveniente
la solicitud que le he presentado en nombre del gobierno y en
obsequio de los intereses de la Iglesia paraguaya.
Entre otras cosas me refirió Su Santidad las contrariedades
que le han hecho sufrir todos los sucesos que han hecho de
Roma la capital de la Italia. Me dijo que desde la entrada de los
italianos en Roma se ha encerrado en el Vaticano sin salir un
instante fuera del Palacio, y que ni piensa salir: que esto duraba
ya cerca de tres años; que es completamente inexacta la versión
que se hacía circular en el público de que él se resolvía a
transigir con los italianos, cosa que no haría jamás por serle
imposible. Después de dejar a Su Santidad, pasé a saludar al
Cardenal Antonelli y a agradecerle por la brevedad con que me
proporcionó la audiencia del Santo Padre. En esta ocasión,
volvimos a hablar con el Cardenal Secretario de Estado de los
asuntos de mi misión. Me pidió una Memoria de los principales
puntos. Este trabajo lo tenía ya casi listo, en la previsión de que
me lo pidiese, de suerte que ayer mismo se lo llevé y del cual
adjunto a usted copia con el número 2. Espero que no tardaré
en obtener la concesión de los tres puntos indicados. Con los
números 3 a 6 van copias de la nota circular que después de mi
recepción por el Papa pasé al Cuerpo Diplomático extranjero
acreditado cerca de la Santa Sede y de algunas de las
contestaciones que recibí de los colegas.
Quiera usted llevar al conocimiento del Gobierno de la
República el contenido de esta comunicación.
Dios guarde a usted muchos años.

Gregorio Benites

Señor Ministro de Relaciones Exteriores de la República del


Paraguay, Don José del R. Miranda
164

Gregorio Benites a José del Rosario Miranda. Roma, 23 de


junio de 1873. AMREP, DPD. 242.

Roma, Junio 23 de 1873

Señor Ministro.
Estoy en posesión de sus dos notas del 1 ° y 6 de mayo
próximo pasado. Por la primera me hace saber que por
correspondencias particulares de don S. Alcorta el gobierno
había sabido el arreglo final de las dificultades financieras en
Londres, y que las comunicaciones oficiales de esta Legación,
anunciadas por el mismo señor Alcorta no habían aún llegado a
sus manos. Por la del 6 me acusa recepción de estas
comunicaciones fechas 9 y 18 de marzo, y me participa que el
Gobierno de la República ha aprobado plenamente el contenido
de ellas, así como las medidas que he tomado en obsequio de
los intereses de la nación.
Tomo nota de la recomendación que me hace el señor
Ministro de realizar la venta iniciada por el señor Alcorta del
ferrocarril de Villa Rica. Interesado como soy por los intereses
de la República y por la buena administración del gobierno de
que tengo el honor de hacer parte, le diré a usted que no se
puede efectuar con la rapidez que pretenden los caballeros
interesados pecuniariamente en el asunto del ferrocarril.
Usted y yo, ni ninguno de nuestros colegas, que no
somos negociantes y que no tenemos que recibir nuestras
comisiones en el negocio de que se trata, y que sólo tenemos en
vista los intereses primordiales de la nación no podemos
precipitar la solución de ese importante asunto, solo por una
mira de condescendencia perjudicial al país.
Me ocupo, desde aquí del asunto del ferrocarril y será
resuelto de un modo conveniente, y no según los intereses
personales de tal o cual especulador, bien entendido si el
Gobierno de la República no me da instrucciones perentorias
165

para proceder conforme a los deseos de los señores que tienen


prisa en realizar una comisión pecuniaria en el referido asunto
del ferrocarril. Debo prevenir al Gobierno de la República, para
su inteligencia, que después de haberme prometido y
asegurado que la solicitud que he presentado en nombre del
Gobierno del Paraguay al de la Santa Sede, sería atendida y
satisfecha, siendo muy justa y natural, el Cardenal Antonelli y
el Subsecretario de Estado Monseñor Marini, me han hecho
saber en estos últimos días que Su Santidad el Papa no acepta el
candidato presentado por el Gobierno de la República, es decir,
el padre Moreno y que prefiere al padre Sosa. Sobre este
incidente he tenido ya largas discusiones con ambos prelados,
de que oportunamente tendré el honor de dar cuenta al
gobierno. En presencia de esta dificultad inesperada, me vi en
la necesidad de pedir al Cardenal Antonelli una nueva
audiencia de Su Santidad para exponerle en persona y en
detalle el objeto de mi misión. Adjunta hallará usted copia de
mi nota al Cardenal Secretario de Estado.
Cúmpleme advertir al gobierno que el señor capuchino
Fidelis de Avola que se halla provisoriamente al frente de la
Iglesia Paraguaya, ha dado a la Corte Pontifical los informes
más tristes sobre el clero paraguayo, presentando a lodos los
sacerdotes como nulidades absolutas. Que ninguno de ellos es
digno de ser colocado a la cabeza de la Iglesia del país. Por mi
parte, comprendo perfectamente el verdadero móvil de los
informes del señor capuchino. No obstante, espero convencer a
Su Santidad y a sus Ilustres consejeros de la realidad de la
situación. Al efecto, me ocupo de tomar las medidas necesarias.
Entretanto, es de absoluta necesidad que el Gobierno de la
República no acepte ninguna proposición de parte del
Internuncio residente en el Brasil o del mismo fray Fidelis. Es
preciso que el gobierno sepa hacer ejecutar y respetar la Carta
Fundamental de la nación. Que responda netamente que no
puede tratar de un asunto que ha sido objeto de una misión
especial cerca del Santo Padre y que la nación se ha visto
166

obligada a costear. Que hasta que reciba noticias del resultado


final de las negociaciones de su plenipotenciario, no podría
entablar discusiones ni aceptar proposiciones de ninguna
especie.
Creo también de mi deber prevenir al gobierno, que se
alimenta aquí la idea de mantener al jefe de la Iglesia paraguaya
el titulo de Vicario Apostólico, como si el Paraguay fuese un país
de infieles o de bárbaros. Conviene que el gobierno no olvide
que el título de Vicario Apostólico no se puede dar con propiedad
a un sacerdote paraguayo, pues corresponde a los enviados del
Papa a los países no católicos. Lo que el gobierno pide y yo
sostengo y quiero obtener es el titulo de Administrador General
de la Diócesis del Paraguay con todas las facultades espirituales
necesarias, hasta que nos hallemos en situación de solicitar el
nombramiento de un Obispo.
El Cardenal Antonelli. en una conferencia que tuve con
él últimamente, me sugirió la conveniencia de anular el
nombramiento del padre Moreno y elegir en su lugar al padre
Sosa. Que para abreviar este proceder daría instrucciones al
Internuncio de Río Janeiro, para que concediera las facultades
espirituales al referido padre Sosa. Por mi parte, he rechazado
la proposición del Cardenal Secretarlo de Estado. y espero
confiadamente que el Gobierno de la República no será menos
digno y consecuente que los gobiernos fuertes de su derecho,
para apoyar y sostener con firmeza los actos de su agente, que
procede en conformidad a sus instrucciones. En una palabra,
conviene que el gobierno obre exactamente como lo hizo con las
sugestiones capciosas de los señores Terrero y Fleming en el
asunto del segundo empréstito y que no tome ninguna medida
hasta que reciba la noticia oficial del resultado definitivo de mi
misión a Roma. Dios guarde a usted muchos anos.

Gregorio Benites
167

Gregorio Benitos a José del Rosario Miranda. Roma, 6 de julio


de 1873. AMREP. DPD, 242

Roma, Julio 6 de 1873

Señor Ministro,
En mi nota del 23 de junio próximo pasado anuncié a
usted que, a consecuencia de las dificultades serias que he
tocado en la Secretaría de Estado de la Santa Sede para obtener
la solicitud que he presentado, en nombre del Gobierno de la
República, en favor del presbítero ciudadano don Manuel
Vicente Moreno, para Administrador de la Diócesis de la
República, me había visto en la necesidad de pedir una
audiencia de Su Santidad, para tratar con él directamente el
asunto, pues se me había declarado terminantemente en la
Secretaría de Estado, que Su Santidad se negaba a aceptar al
padre Moreno para el alto puesto solicitado en su favor. El 1°
del corriente me fue acordada por Su Santidad la audiencia
pedida. Hallé, en efecto, al Santo Padre bastante predispuesto
hacia el padre Moreno. Me declaró de un modo terminante que
los informes que tenía de dicho sacerdote eran muy
desfavorables, que no le permitían investirle de las altas
facultades espirituales solicitadas en su favor. Su Santidad me
refirió los motivos en que fundaba su negativa.
El Señor Ministro comprenderá fácilmente la impresión
que debió hacerme la declaración neta y formal del venerable
jefe espiritual. Sin embargo, no me dejé abatir por el non
possumos del Santo Padre, negándose a nombrar al padre
Moreno como jefe de la Iglesia paraguaya.
Después de haber escuchado respetuosamente los
motivos expresados por Su Santidad, le pedí permiso para
responder a ellos con igual respeto, lo que hice con la facilidad
que me daba la justicia de la causa que tenía el honor de
sostener. Demostré a Su Santidad, de una manera convincente,
la urgente necesidad que había de poner fin al estado de cosas
irregulares en el Paraguay, que afecta seriamente a los intereses
168

religiosos, a la unidad y a la paz de la Iglesia paraguaya.


Contesté con respeto y firmeza a todas las quejas y alegaciones
contra el clero paraguayo en general, y en particular contra el
padre Moreno. He declarado formalmente al Santo Padre, que
en mi calidad de ciudadano paraguayo y miembro del gobierno
de mi país tenía mayor interés que nadie por la unidad y paz de
la Iglesia paraguaya, y que por esa razón y por respeto a la
autoridad del Santo Padre, no me atrevería a aceptar el honor
de recomendarle un sacerdote que fuese indigno al puesto a
que el voto del clero nacional, del Congreso y del Poder
Ejecutivo, le recomienda.
Su Santidad me replicó que todo lo que le decía no
podía hacerle cambiar de su resolución. Que en su calidad de
Vicario de Jesucristo es el único responsable ante Dios de la
dirección dada a la Iglesia Católica y que por lo tanto no podía
nombrar a la dirección de una Diócesis tan importante como la
del Paraguay a un sacerdote que no le inspiraba tanta confianza
por la debilidad de su carácter y otros motivos. A lo que volví a
contestar con todo el respeto y firmeza que me fue posible.
Aquí creí necesario entrar en largas y detalladas
demostraciones de la inexactitud de los informes de Su
Santidad respecto al padre Moreno, y a mi entender logré
impresionar favorablemente a mi venerable interlocutor.
El Santo Padre, en su profunda ilustración y grande
experiencia no ha podido dejar de comprender el alcance y la
necesidad de mi réplica a los fundamentos de su negativa.
Después de una conferencia de más de media hora en que tuve
la honra de discutir con altura y respeto con el Santo Padre, Su
Santidad terminó por decirme que iba a reflexionar, y que me
daría su contestación por el órgano de la Secretaria de Estado.
Le supliqué incontinenti que se dignara darme con la brevedad
que le fuese posible. Me la prometió. Esto pasó el 1° del
corriente a las 11 1/2 de la mañana en el Palacio del Vaticano.
Del despacho de Su Santidad pasé al del Cardenal
Secretario de Estado, a informarle del resultado de mi
169

conferencia con el Santo Padre y le pedí se sirviera obtenerme


con alguna brevedad la respuesta que Su Santidad me ha
prometido darme por su conducto.
El Cardenal Antonelli me acogió como de costumbre
con mucha afabilidad y me prometió que recordaría a Su
Santidad su promesa. Con este motivo discutimos algunos
puntos del asunto con el eminente Cardenal. Todo se pasó en
los términos más amistosos y satisfactorios. En esa situación me
hallaba desde el 1° del corriente, cuando ayer 5 de este mes,
recibí la nota cuya copia me apresuro con placer a enviar
adjunta a ese Ministerio. Por ella verá el Señor Ministro que el
objeto de mi misión a Roma está obtenido plenamente. Esta
mañana estuve con el Cardenal Antonelli y otros prelados de
alto rango, y me han asegurado que darán instrucciones al
Internuncio Apostólico en el Brasil, Monseñor Sanguigni para
que procediera inmediatamente a la instalación del padre
Moreno, como administrador de la Diócesis del Paraguay, con
las facultades espirituales necesarias. Así pues, pronto quedará
regularizada la situación anormal de la Iglesia paraguaya.
En los momentos en que recibía la nota del Cardenal
Antonelli con la contestación satisfactoria de Su Santidad, me
llegó también la comunicación de ese Ministerio, fechada 15 de
mayo. en que se me ordena pasar a esta capital a tratar el
asunto de Vicariato, de cuyo arreglo feliz doy cuenta en la
presente nota.
Siento vivamente no encontrar en su nota del 15 de
mayo una sola palabra relativa a las negociaciones con el
plenipotenciario argentino, al estado de la revolución en el
Paraguay y a otros varios asuntos que conviene estén en
conocimiento de esta Legación, que representa oficialmente al
Gobierno de la República.
Muchas versiones circulan sobre la actitud del gobierno
paraguayo hacia el plenipotenciario argentino y sobre el
progreso de la revolución en el Paraguay. Hasta se dice, por la
prensa, que el Gobierno de la República, viéndose impotente
170

para dominar la revolución, pensaba pedir el protectorado del


Brasil. Esta noticia ha producido pésimo efecto para el crédito
del Paraguay. Aunque sin tener el menor aviso de ese
Ministerio, como es necesario, he desmentido bajo mi nombre la
noticia dada por la prensa inglesa de que no hay Gobierno en el
Paraguay, y que el pueblo iba a pedir el protectorado del Brasil.
Usted comprende que estos son los momentos en que la
Legación debiera estar al cabo de los menores detalles ocurridos
en el Paraguay, a fin de poder dirigir la defensa del gobierno,
con conocimiento de causa y competencia. Pero estoy en la mas
absoluta ignorancia de la política internacional del gobierno
que tengo la honra de representar en Europa y del cual soy
miembro.
Sin duda las ocupaciones administrativas le impiden
tenerme al corriente de lo que conviene conocer en el interés
primordial del Gobierno de la República. Tal vez las
comunicaciones se han extraviado en esta época extraordinaria.
Mañana salgo para Francia a ponerme al alcance inmediato de
los negocios de la República que también reclaman mi atención
en Londres.
Sírvase llevar el contenido de esta comunicación al
conocimiento del Gobierno de la República, y aceptar la
seguridad de los sentimientos distinguidos, con que soy de
usted atento servidor y colega.

Gregorio Benites

Señor Don José R. Miranda. Ministro de Relaciones Exteriores


de la República del Paraguay
171

MISIÓN A ROMA165

Introducción

Esta parte de la obra encierra los antecedentes y


detalles de la misión religiosa que el gobierno de la República
me ha confiado cerca de la Santa Sede, con el objeto especial de
solicitar de Su Santidad el Papa Pío IX el nombramiento del
sacerdote paraguayo don Manuel Vicente Moreno para Vicario
o Administrador de la Diócesis del Paraguay, que hasta
entonces se hallaba regenteada por el misionero capuchino fray
Fidelis María de Avola, La presencia de este sacerdote de
nacionalidad extranjera al frente de la Iglesia paraguaya, siendo
contradictoria con la prescripción constitucional, que establece
que el Jefe de la iglesia debe ser ciudadano paraguayo, había
creado una situación tirante y peligrosa entre el clero nacional y
el jefe de la Iglesia.
Como ese conflicto se extendía en sus efectos a la
sociedad del Paraguay, los miembros del Congreso habían
intervenido en la cuestión. Al efecto, nombraron de su seno una
comisión compuesta de los Senadores don Mateo Collar, Cirilo
Solalinde y Nicasio Isasi y de los Diputados Eduardo
Estigarribia y otros, para acercarse al Presidente de la República
y acordar con él un medio eficaz de hacer efectiva la disposición
constitucional relativa al jefe de la Iglesia.
Esta comisión, en el desempeño de su cometido,
conferenció con el Presidente Jovellanos, y en mi calidad de
Ministro de Relaciones Exteriores tomé parte en la conferencia,
que tuvo lugar en la casa particular del Presidente.
Los propósitos de los honorables representantes eran
ajustados a los preceptos legales. Así, por mi parte no tuve

165
BENITEZ, Gregorio, Misión en Europa (1872-1874). Asunción:
FONDEC – Academia Paraguaya de la Historia, 2002. Estudios
preliminares de Ricardo Scavone Yegros y Washington Ashwell, pp.
185-214
172

inconvenientes en declararles que los aceptaba y me adhería a


ellos: que sólo diferíamos en la forma de llevarlos a la práctica.
Les manifesté con franqueza que si procediesen como pensaban
hacerlo, despidiendo administrativamente a los padres
capuchinos, obtendrían un resultado contraproducente, pues se
enajenarían la buena voluntad del Papa, de quien nunca se
podría prescindir en los nombramientos de los prelados
paraguayos.
Los señores de la comisión, con la buena fe y el sano
criterio que les caracterizaba, comprendieron y aceptaron la
observación que les hacía, y convinieron en esperar el resultado
de las gestiones oficiales que les prometí hacer en el sentido de
satisfacer sus propósitos. La Asamblea Legislativa que se reunió
extraordinariamente en la tarde del día en que tuvo lugar la
conferencia que queda relatada, sancionó el dictamen de la
Comisión Mixta que le fue presentado.
En esa situación me encontraba ente el Congreso de la
República al presentar las credenciales del Poder Ejecutivo que
me acreditaban su Enviado Extraordinario y Ministro
Plenipotenciario cerca de la Santa Sede.

Llegada a Roma. Visito a la Embajada francesa. Primera conferencia


con el Cardenal Antonelli. Pido audiencia del Papa. Larga conferencia
con el Secretarlo de Estado. Sus reproches a ciertos sacerdotes-
Antonelli anúnciame audiencia del Papa

El día 30 de mayo de 1873 llegué a Roma y me alojé en


el Hotel Constanzi.
El siguiente día fui a visitar al Embajador francés
monsieur Courcelles para quien llevaba carta de introducción
del Ministro de Relaciones Exteriores, Conde de Rémusat, y al
Ministro del Brasil acreditados cerca de la Santa Sede a objeto
173

de orientarme, como es de práctica, de los ceremoniales


diplomáticos de la Corte Pontificia.
El 2 de junio fui al Palacio del Vaticano, a hacer mi
primera visita al Cardenal Antonelli, Secretario de Estado de Su
Santidad el Papa. El eminente hombre de Estado me acogió con
suma afabilidad y me dijo, después de los saludos de etiqueta,
que hacía ya algún tiempo que Su Santidad tenia conocimiento
de mi misión a Roma.
Después de haber hablado algo del objeto especial que
me llevaba a la capital del mundo católico, el Cardenal me
significó en los términos más finos la conveniencia de no perder
tiempo en pasarle la nota de uso, solicitando la audiencia del
Santo Padre. Vuelto al hotel preparé dicha nota que el día
siguiente la llevé en persona a entregar al Cardenal Secretario
en propias manos. Era e] día en que recibía al Cuerpo
Diplomático extranjero,
La nota es la siguiente:
Roma. Junio 3 de 1873.
A Su Eminencia Reverendísima. Monseñor el Cardenal
Antonelli, Secretario de Estado de los Negocios Extranjeros de
Su Santidad el Papa Pió IX:
Su Excelencia el Señor Vice Presidente de la República
del Paraguay, en ejercicio del Poder Ejecutivo, don Salvador
Jovellanos, animado de la mas respetuosa veneración por el
Santo Padre y dando la mayor Importancia al mantenimiento
de las buenas relaciones que felizmente existen entre ambos
gobiernos, ha tenido a bien nombrarme su Enviado
Extraordinario y Ministro Plenipotenciario cerca de la Santa
Sede.
En consecuencia, tengo el honor de dirigirme a Vuestra
Eminencia Reverendísima para rogarle se sirva hacerme
conocer el día y la hora en que Su Santidad quiera dignarse
recibirme, para presentarle mis credenciales, cuya copia
encontrará adjunta Vuestra Eminencia
174

Me consideraría muy feliz si en el desempeño de mi


cometido, pudiese merecer la alta benevolencia del Santísimo
Padre, así como las bondades de Vuestra Eminencia.
Aprovecho, con placer, de esta oportunidad, para
ofrecer a Vuestra Eminencia Reverendísima la seguridad de mi
alta y muy respetuosa consideración.
Gregorio Benites

El mismo día 3 de junio tuve una larga conferencia con


el Cardenal Secretario de Estado, sobre los asuntos religiosos
del Paraguay. Yo tenía pleno conocimiento del profundo
respeto que inspiraba a la diplomacia europea el ilustrado
talento, la firmeza de carácter y las maneras cultas y seductoras
del eminente estadista, a quien tenia por interlocutor el
modesto representante paraguayo.
Los tópicos principales de nuestra primera conferencia
fueron la situación del clero paraguayo después de la guerra,
los méritos del padre Moreno para el puesto que iba a solicitar
en su favor y los derechos del Paraguay a tener un jefe de la
Iglesia que fuera ciudadano paraguayo. El honorable Cardenal
me manifestó desde luego que el padre Moreno se mezclaba en
asuntos políticos, con quebrantamiento de los deberes de su
ministerio. Respondí a Su Eminencia negando en absoluto lo
que me decía: que el padre Moreno era uno de los sacerdotes
paraguayos virtuosos, intachables en su conducta. Le expliqué
minuciosamente las verdaderas causas que han producido la
desavenencia existente entre los miembros del clero paraguayo
y el Vicario Apostólico residente en Asunción. Fundé mi
afirmación en la letra de la Carta Fundamenta! de la República,
en el sufragio unánime del clero nacional, y en la sanción del
gobierno en favor del padre Moreno, demostrándole de una
manera tangible la urgente necesidad de proveer a la Iglesia del
Paraguay de su legítimo prelado, que sólo de este modo se
cortaría de raíz la resistencia a la autoridad eclesiástica de
algunos sacerdotes paraguayos y de una parte no pequeña de la
175

población del país: que conjurar este principio de anarquía


religiosa era el objeto primordial de la misión que me había
confiado mi gobierno, acreditándome en carácter diplomático
cerca de la Santa Sede.
El Cardenal Antonelli, que me escuchó con suma
atención, me dijo que por su parte haría todo lo que fuese
necesario en el interés y en servicio de la Iglesia paraguaya.
Reprochó la conducta de los sacerdotes que se ocupaban de
asuntos políticos, diciendo que la misión del sacerdote era
dedicarse exclusivamente a su ministerio religioso y al servicio
especial de la Iglesia: que toda otra actitud seria contraria a los
compromisos expresos que han contraído ante Dios al
adoptarla carrera eclesiástica.
En la tarde del día 6 recibí la siguiente contestación del
Cardenal Antonelli a mi nota del día 3, anunciándome que Su
Santidad el Papa me recibiría en audiencia el día siguiente a las
11 y media de la mañana:
Palacio del Vaticano Junio 6 1873
A Su Excelencia el Señor Don Gregorio Benitos,
Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de la
República del Paraguay cerca de la Santa Sede.
En conformidad al deseo manifestado por Vuestra
Excelencia, el abajo firmado Cardenal Secretarlo de Estado se
apresura a comunicarle que el Santo Padre recibirá con placer a
Vuestra Excelencia mañana sábado 7 del corriente, a las 11 y
media de la mañana, para la presentación de las credenciales
que le acreditan como Enviado Extraordinario y Ministro
Plenipotenciario de la República del Paraguay cerca de la Santa
Sede.
El Infrascrito Cardenal Secretario de Estado aprovecha
con placer de esta oportunidad para ofrecer a Vuestra
Excelencia los sentimientos de su distinguida consideración.
Antonelli
176

II

Memoria en preparación. Audiencia del Papa. Extensa conferencia con


él. Sus objeciones a la candidatura del sacerdote Moreno. Mi petición a
la Santa Sede. Desconocimiento de leyes civiles. Informes
desfavorables. Refutación, de los mismos. El Papa insiste en su
negativa.

Tenía ya muy adelantada la confección de una memoria


de los puntos principales que constituían el objeto especial de
mi misión a Roma, que debía presentar en la Santa Sede, como
es de práctica en la Corte del mundo católico, en cuanto fuese
recibido por el Papa.
A las 11 de la mañana del día fijado 7 me presenté en el
Palacio del Vaticano. En cuanto llegué fui introducido por el
funcionario de servicio a presencia del Santo Padre, quien me
acogió con esa bondad paternal y expresión suave que
caracterizan al nobilísimo anciano.
Después de haberle dirigido las palabras de uso al
poner en sus augustas manos las cartas credenciales que me
acreditaban Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario
del Paraguay, Su Santidad me ofreció un asiento en el sillón que
tenía enfrente del suyo, hablándome en castellano bastante
correcto.
Me preguntó con el más vivo interés por la situación
general del Paraguay, de su gobierno, del clero nacional. A
todas sus preguntas le contesté a su satisfacción. Hablamos
largamente sobre la última guerra del Paraguay y sus
consecuencias desastrosas. Aquí me cupo la coyuntura para
expresar al Santo Padre el objeto especial de la honrosa misión
que se me había confiado cerca de él, cual era pedirle el
poderoso concurso de su autoridad competente para facilitar y
llevar a buen fin la reorganización de los poderes públicos del
país, y especialmente el restablecimiento de la autoridad
eclesiástica, que se encontraba en condición anormal a
177

consecuencia de las desgracias del pueblo paraguayo. Que al


efecto le pedía a nombre del gobierno y del pueblo del
Paraguay se dignara conferir los títulos de Vicario
Administrador de la Diócesis del Paraguay al sacerdote don
Manuel A. Moreno, que ha sido designado por el clero
paraguayo y aceptado por el Poder Ejecutivo.
Me interrumpió Su Santidad diciéndome que por las
causas expresadas por mí era de suponer que no hubiese un
solo sacerdote paraguayo sobreviviente en condiciones de
dirigir la Iglesia paraguaya, y menos de llevar la mitra; que en
tal situación del clero nacional. convendría más al Paraguay y a
los fieles de la Diócesis que él enviase un prelado ilustrado y
competente para administrar la Iglesia paraguaya; que sólo así
se podría mantener el jefe de la Iglesia en perfecta neutralidad
hacia los partidos políticos del país.
Llamé respetuosamente la atención de Su Santidad a la
seria dificultad constitucional que existía para colocar al frente
de la Iglesia paraguaya a un prelado de nacionalidad extranjera.
A lo que replicó el Papa con cierta vivacidad, que la Iglesia no
reconocía ninguna prescripción constitucional ni leyes civiles, y
que las razones que le expresaba eran las viejas ideas con que el
doctor Francia había aislado al Paraguay del mundo exterior.
Le contesté siempre con todo el debido respeto que la
Constitución del Paraguay hacia esa excepción con respecto al
jefe de la Iglesia, pero que acordaba plena libertad y garantías a
todo extranjero para entrar y salir del país libremente o residir
en su territorio si le conviniese.
Yo sabía que al Santo Padre no le agradaba que se le invocasen
prescripciones legales o sanciones de leyes civiles, pero me fue
imprescindible apoyar la defensa de mi causa en esas
disposiciones constitucionales.
Me dijo Su Santidad que los informes que tenia acerca
del padre Moreno no le eran del todo favorables, y que por esa
circunstancia le era imposible confiarle la administración de la
Iglesia paraguaya.
178

Le respondí que el padre Moreno gozaba en el país de


una reputación intachable, como uno de los sacerdotes más
virtuosos de nuestro clero nacional. Sí, será así, me interrumpió
el Santo Padre, pero "Moreno no tiene la preparación necesaria
para el puesto que se solicita en su favor, y menos para ser
Obispo".
A esa observación contesté diciendo a mi venerable
interlocutor que si la preparación intelectual del padre Moreno
no estaba a la altura de la de los sacerdotes que han tenido la
feliz oportunidad de hacer sus estudios especiales en
establecimientos de educación mejor organizados y dirigidos
que los del Paraguay, tenía, sin embargo, la suficiente
idoneidad para el desempeño del cargo que se solicitaba a su
favor. Que el gobierno se limitaba, entonces, a pedirle el
nombramiento del padre Moreno como Vicario Administrador
de la Diócesis del Paraguay, mientras el país volviese a una
situación normal y próspera, para poder mantener con
dignidad el rango de su Obispo, que oportunamente se
solicitaría a Su Santidad.
Habiéndose prolongado la audiencia, y sabiendo que la
salud del Santo Padre se encontraba algo quebrantada, le pedí
permiso para retirarme, agradeciéndole respetuosamente la
benevolente acogida con que me había honrado.

III

Extensa conferencia con el Cardenal Antonelli. Me pidió la memoria.


Visita al Embajador francés. Circular al cuerpo diplomático. Texto de
la memoria presentada al Cardenal Secretario

Al salir de la audiencia del Papa, y según es de práctica


en la Corte Pontificia, pasé al despacho del Secretaria de Estado,
Cardenal Antonelli, en una de las reparticiones del inmenso
Palacio del Vaticano, a hacerle la visita de estilo, y agradecerle
179

por la brevedad con que me había proporcionado la audiencia


del Pontífice.
Hablamos extensamente con el Cardenal sobre el objeto
de mi misión y le di explicaciones más amplias de todos los
puntos de mi primera conferencia con el Papa. Al despedirme
me pidió le pasara una memoria escrita y detallada del objeto
de mi misión, cuya memoria la tenía ya confeccionada casi
entera, por indicación oportuna de mis colegas del Cuerpo
Diplomático.
Ese mismo día, al retirarme del Vaticano, fui a la
Embajada francesa a hacer la visita de ceremonia al Embajador,
señor de Courcelles. Este notable diplomático francés me
recibió con esa perfecta hidalguía que caracteriza a todos los
hijos de esa grande y noble nación europea. Regresé al hotel y
mandé a mi Secretarlo, a distribuir a las Legaciones extranjeras
acreditadas cerca de la Santa Sede, la circular de estilo en la
Corte Pontificia, participándoles mi recepción por el Papa.
En la noche de aquel día recibí las comunicaciones de la
Asunción con fecha 19 de abril. Tanto el Ministro de Relaciones
Exteriores en su nota oficial, como el Presidente de la República
en su carta confidencial, aprobaban el proyecto del Convenio
Conciliatorio que de Londres había enviado al Ministerio del
ramo, y cuyo proyecto había servido de base de arreglo
definitivo con los señores Robinson, Fleming y Compañía en la
cuestión del 2° empréstito, de que estos señores eran
contratistas. El Ministro del ramo y el Presidente de la
República, me indicaban la conveniencia de aceptar y concluir
lo más pronto posible el arreglo conciliatorio, en las condiciones
estipuladas en el proyecto del Convenio que había enviado al
gobierno.
El día 9 fui al Vaticano a entregar al Cardenal Antonelli
la memoria que me había pedido del objeto u objetos de mi
misión en Roma, cuyo texto es el siguiente:

Roma. Junio 9 de 1873.


180

A Su Eminencia Reverendísima el Cardenal Secretarlo


de Estado de Su Santidad el Papa Pío IX.
A consecuencia de la guerra desastrosa que durante
más de cinco años ha tenido que sostener la República del
Paraguay, la administración general del país ha quedado
completamente desorganizada. La Iglesia ha sufrido tanto como
el Estado, y esa calamidad ha afectado profundamente a la
población del Paraguay, que, como lo sabe Vuestra Eminencia
Reverendísima, es muy religiosa.
Una vez concluida la guerra, en 1870, se ha procedido a
la reconstitución del país; y habiendo la población reclamado la
reorganización inmediata de la Iglesia, el gobierno provisorio se
apresuró a satisfacer los Justos deseos de los fieles. Gracias a la
asistencia de Su Eminencia el Internuncio Apostólico,
acreditado en Río de Janeiro, la Iglesia del Paraguay pudo ser
dotada de una administración provisoria.
El padre Fidelis María de Avola, capuchino misionero
apostólico, ha sido nombrado Vicario en el Paraguay con
poderes espirituales concedidos por el Internuncio Apostólico
ya citado, mientras se procediera legalmente a la elección del
sacerdote que sería presentado al Santo Padre, y para el cual se
pediría las facultades necesarias para dirigir la Diócesis del
Paraguay.
Acabados los primeros trabajos de reorganización, la
Asamblea Constituyente redactó una Constitución para el
Paraguay, cuya Constitución fue promulgada y jurada en
noviembre de 1870. El Presidente de la República fue nombrado
en seguida.
En esa Constitución, la Religión Católica Apostólica
Romana está consignada como religión de la Nación paraguaya
y del Estado, y en ella se ha establecido formalmente que el jefe
del clero nacional ha de ser ciudadano del país.
En obediencia a esa Constitución y para observar la ley,
el Poder Ejecutivo ha ordenado una convocatoria del clero
nacional, y ha pedido a sus miembros que le presentaran una
181

terna. De los tres candidatos designados por el Congreso


eclesiástico, el Poder Ejecutivo y el Senado escogieron al digno
y virtuoso sacerdote don Manuel Vicente Moreno.
Para completar su tarea de reorganización religiosa, el
gobierno propone y recomienda a la competente sanción del
venerable Santo Padre el nombramiento del digno sacerdote
don Manuel Vicente Moreno, a fin de regularizar la situación de
la Iglesia paraguaya.
Al efecto, mi gobierno, atento mi calidad de Ministro de
Relaciones Exteriores, me ha nombrado su Enviado
Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Europa,
encargándome de varias misiones especiales, entre tas cuales la
de dirigirme respetuosamente al Santo Padre, implorando su
alta protección en favor de un pueblo que acaba de sufrir una
larga serie de desgracias, y que mantiene y observa
religiosamente los preceptos de la Santa Iglesia Católica
Apostólica Romana.
La misión de que tengo el alto honor de estar
encargado cerca de la Santa Sede, se resume a tres puntos
principales, a saber:
1°. Suplicar al Santo Padre quiera tener a bien acordar
los poderes espirituales necesarios al Vicario de la Diócesis del
Paraguay, el sacerdote don Manuel Vicente Moreno, quien,
como he tenido ya el honor de decir a Vuestra Eminencia
Reverendísima, ha sido propuesto legalmente, de acuerdo con
la Constitución y la ley, y cuya designación hi sido aprobada
por el Senado y sancionada por el Poder Ejecutivo del
Paraguay;
2°. En presencia del aumento continuo de la población
extranjera y de los casamientos en el país, así como atenta a la
muy grande distancia que nos separa desgraciadamente de la
Santa Sede y de sus dignos representantes, pedir humildemente
a Su Santidad se digne acordar al Vicario nombrado las
facultades necesarias para que pudiese conceder permisos para
182

los casamientos de consanguinidad, de afinidad y mixtos,


durante el número de años que a Su Santidad plazca fijar;
3°. Pedir a Su Santidad que se dignara dar al Vicario
propuesto, padre Moreno, las facultades necesarias para que
pueda transmitir provisoriamente sus facultades de Vicario a
otro sacerdote legalmente designado, en caso de enfermedad
grave o muerte natural.
Tales son, Eminencia Reverendísima, los tres puntos
principales de la misión de que me ha encargado mi gobierno al
acreditarme especialmente cerca de la Santa Sede,
Si, como mi gobierno se atreve a esperarlo, el Santo
Padre se digna acordar el nombramiento que solicito en su
nombre del digno sacerdote don Manuel Vicente Moreno, al
Vicariato de la Diócesis del Paraguay, así como las facultades
espirituales arriba expresadas, el gobierno de la República verá
la cesación de un estado anormal que le causa cuidados en el
presente, e inquietudes en el porvenir; estado que, entre otros
inconvenientes afecta la buena armonía y la excelente disciplina
que siempre han reinado entre el clero nacional del Paraguay.
Con este motivo, creo oportuno y útil hacer conocer a
Vuestra Eminencia que el fray Fidelis María de Avola ha visto
varias veces discutida su Jurisdicción temporal. Los disidentes
se apoyan en el texto fundamental e irrefutable de la
Constitución Nacional de la República, que exige, como en
otros países, que el Jefe del clero nacional fuese ciudadano del
país, y no de nacionalidad extraña.
Además, el padre Fidelis de Avola ha comprendido
perfectamente su situación y se ha mostrado desinteresado
como verdadero misionero de su orden. Últimamente, e! 8 de
abril de este año, según resulta de un acto oficial publicado en
los diarios de la Asunción, el padre Fidelis María de Avola, ha
sido el primero en reconocer el derecho indiscutible que tiene el
Estado de que su Iglesia fuese administrada por un miembro
del clero nacional.
183

El gobierno paraguayo se limita a pedir a Su Santidad


el nombramiento de un Vicario corno administrador general de
la Diócesis del Paraguay, atenta a la presente situación difícil
del país, por ahora, e ínterin el Estado vuelva a encontrarse en
posición holgada, que le permita sostener con dignidad, como
en lo pasado, el rango de su Obispo, que solicitará de la Santa
Sede un poco más tarde.
Para llenar el objeto de mi misión de una manera
satisfactoria, y según los deseos vehementes de la población del
Paraguay, ruego a Vuestra Eminencia Reverendísima se digne
acordarme su poderoso y benevolente concurso.
Al agradecer de antemano a Vuestra Eminencia,
aprovecho esta oportunidad para reiterarle la expresión de la
más alta consideración con que tengo el honor de ser.
De Vuestra Eminencia Reverendísima, muy humilde y
obediente servidor.
Gregorio Benites

IV

Conferencia con el Subsecretario de Estado Arzobispo Marini. Título


de Vicario Apostólico. Preferencia por el padre Sosa. Otra conferencia
extensa con el Cardenal Antonelli. Mis explicaciones. Se objeta al
padre Moreno. Insinuación sobre titulo de Vicario Apostólico. Mis
observaciones. Conducta del capuchino Avola desaprobada.

El 11 me constituí en casa del Subsecretario de Estado


Arzobispo Marini, quien me recibió con la mayor cordialidad.
Hablamos extensamente de las cosas del Paraguay y en todos
sus detalles de mi misión diplomática a Roma.
El honorable Subsecretario no hacia la menor objeción a
las explicaciones que le daba del objeto de mi cometido.
Refiriéndose al titulo que solicitaba para el padre Moreno, es
184

decir de Vicario Administrador, me insinuó la conveniencia de


darle el de Vicario Apostólico; pero como viera que yo no
aceptaba su amistosa indicación, no insistió en ella. Me habló
con detención de los sacerdotes paraguayos, preguntándome
con mucho interés por los que él había conocido cuando visitó
el Paraguay, antes de la guerra. Le informé que la mayor parte
de ellos había ya muerto. Me dijo que del padre Maíz tenia
formada una opinión muy favorable sobre su capacidad y
méritos. Le contesté que, sin desdeñar a los demás miembros
del clero nacional del Paraguay, el padre Maíz era una
inteligencia superior y de un carácter cultivado: que por otra
parte, lamentábamos todos los paraguayos la situación anormal
que le habían creado al ilustrado sacerdote paraguayo, tan
inmerecidamente, las vicisitudes de la guerra nacional pasada.
El padre Sosa, cura entonces de la Catedral, tenía la
estima y confianza de Monseñor Marini. Me habló en términos
muy favorables a su respecto. Le manifesté que realmente el
padre Sosa era uno de los sacerdotes paraguayos distinguidos:
que no obstante, el padre Moreno era el que había reunido el
sufragio del clero, del Congreso y del Poder Ejecutivo del
Paraguay, por tener más experiencia y los mismos méritos que
sus compañeros, para ocupar el puesto solicitado en su favor.
Monseñor Marini opinó que el padre Moreno era de
carácter débil, capaz de admitir sugestiones extrañas. Le dije
que el padre Moreno era un sacerdote de conducta
irreprochable, que no se dejaría influenciar por nadie en el
desempeño de su ministerio: de lo contrario, el gobierno no le
hubiera recomendado a la aceptación de Su Santidad para el
cargo que solicita en su favor: que ni yo tampoco hubiera
admitido el mandato de patrocinarle ante la Santa Sede si le
considerase indigno de la confianza del gobierno de la
República y de Su Santidad el Papa.
Después de haber demostrado a Monseñor Marini con
extensas y minuciosas explicaciones cuan urgente era
regularizar el estado de la Iglesia del Paraguay, el ilustre
185

prelado me aconsejó que fuese aquella misma mañana a ver al


Cardenal Antonelli y le repitiera todo lo que le había dicho
sobre la situación de la Iglesia paraguaya.
La indicación me agradó, y enseguida me dirigí al
Vaticano. El honorable Secretario de Estado me recibió con su
acostumbrada afabilidad, y me informó que todos los papeles
relativos al objeto de mi misión habían sido ya pasados a la
Dirección de los Asuntos Eclesiásticos, para su debido estudio,
y que en cuanto se lo devolviesen con la relación del examen,
me lo haría saber. Le agradecí su bondadosa oferta.
Hablamos largamente sobre el asunto del Vicariato. Le
expliqué en detalle y con precisión el estado real de la Iglesia
paraguaya, el mal que de tal estado resultaba, tanto para la
religión corno para los fieles del Paraguay.
El 14 a la mañana fui a hacer una visita a Monseñor
Marini y saber algo por él del estado del asunto que me
interesaba. El Arzobispo de Palmira se apresuró en decirme que
no conocían al padre Moreno, y que por qué no pedíamos más
bien el nombramiento del padre Sosa, en lugar de aquel. Le
respondí que sentía infinito que el padre Moreno les fuese
desconocido, personalmente, como no lo era del clero y del
Poder Ejecutivo del Paraguay. A la pregunta que le hice si
conocía personalmente al padre Sosa, me contestó
negativamente. Entonces le dije que el clero nacional y el
gobierno de la República, que conocían a ambos sacerdotes,
habían resuelto recomendar el padre Moreno a la paternal
aceptación de Su Santidad: que en cuanto a mi personalmente
no hacia diferencia alguna entre ellos, no teniendo más motivo
para presentar y sostener la candidatura del padre Moreno ante
Su Santidad que ser esa la misión que me había confiado mi
gobierno.
Monseñor Marini continuó objetando el nombramiento
del padre Moreno, por ser éste desconocido en la Corte
Pontificia, y aún en la misma Roma, Le reiteré lo que ya le había
dicho, que era sensible que no conocieran al padre Moreno,
186

personalmente, y que le afirmaba que el gobierno paraguayo,


que le conocía bien, y que se interesaba por la religión católica y
la felicidad del pueblo, recibiría con gratitud la noticia del
nombramiento de su recomendado, por Su Santidad el Papa.
Monseñor Marini me preguntó si, en efecto, el padre Moreno no
sería capaz de dejarse dominar por influencias extrañas,
aludiendo al padre Maíz. Respondí a Monseñor en la negativa,
formalmente.
Después de una detenida discusión sobre el padre
Moreno, el Arzobispo de Palmira me insinuó que se le
confiriese el título de Vicario Apostólico. A lo que le observé
que ese titulo sólo se daba a los prelados que el Santo Padre
enviaba a los países de infieles, y que por tanto tenían el
carácter de agente directo del Papa: que no encontrándose la
población del Paraguay en las condiciones indicadas,
deseábamos que el jefe de nuestra Iglesia llevase el titulo de
Vicario General o Vicario Administrador de la Diócesis del
Paraguay.
Repuso Monseñor que no era posible conferirle tal
titulo por cuanto el Papa no lo daba nunca, y que por
consiguiente sería una irregularidad en el procedimiento: pero
que se podría dar al padre Moreno el titulo de Administrador
de la Diócesis del Paraguay. Por mi parte, insistí en el título de
Vicario que se me había recomendado por el gobierno, y el
Subsecretario de Estado a su vez no cedía en su negativa. La
conferencia se había prolongado y, notando que había mucha
gente que esperaba a Monseñor, me despedí de él, reiterándole
la urgente necesidad de despachar el nombramiento del padre
Moreno, a fin de poner término a la anarquía que se producía
en el seno del clero paraguayo, y evitar el desarrollo de la
escisión e indisciplina causadas por el estado anormal de
nuestra Iglesia; que la población religiosa de la República estaba
muy alarmada en presencia del conflicto que existía entre el
Vicario Apostólico residente en la Asunción y los miembros del
clero nacional.
187

Monseñor Marini tuvo la franqueza de expresar en el


curso de nuestra larga conferencia su desaprobación respecto
del proceder del padre Fidelis de Avola quien, a su juicio, no
había obrado con suficiente tino en el desempeño de su
mandato.

Visita al Director de Asuntos Eclesiásticos. Discusión sobre título a


discernir

El 15 fui a visitar al Secretario de la Dirección de los


Asuntos Eclesiásticos. Hablamos extensamente sobre el titulo
que debía conferirse al padre Moreno. Noté que el señor
Secretarlo estaba de perfecto acuerdo con las opiniones de sus
dignos Jefes. Insistía también como estos en que no se podía
conferirle el titulo de Vicario, no siendo de práctica que el Papa
confiriese ese título, sino el de Vicario Apostólico. Le repetí lo
que ya había manifestado, a saber: que el título de Vicario
Apostólico sólo se confería a los prelados enviados por el Papa
a los países de infieles: que a la población del Paraguay no se
debía equiparar con la del África, por ejemplo. A esto me
respondió el honorable Secretario con perfecta corrección, que un
Vicario de Diócesis es nombrado por el Obispo, o por el
Capitulo; a lo que le observé que no existiendo
desgraciadamente en el Paraguay ni el Obispo ni el Capitulo, a
consecuencia de la desastrosa guerra que el país había
soportado durante cinco luctuosos años, recurríamos a Su
Santidad pidiéndole directamente el nombramiento de un
Vicario que administrase la Diócesis de la República, en
ausencia del Obispo: que en cuanto a no existir antecedentes
relativos a ese hecho no podría impedir que el Santo Padre
pudiera proceder en toda la plenitud de su soberana facultad
espiritual, concediendo el título solicitado. Mi interlocutor no
refutó este argumento. Se limitó a insistir que bastaba conferir
188

al padre Moreno el título de Administrador de la Diócesis; a lo


que le dije que ese titulo tenía más bien carácter civil que
eclesiástico.

VI

Telegrama del doctor Levi sobre revolución en el Paraguay.


Desmentido telegráfico. Visita al Arzobispo Maríni. Repite las
objeciones del Papa y del Cardenal Antonelli. Mi franca declaración.
Actitud correspondiente al Congreso paraguayo. Falta de Concordato.

El 18 a las 6 a.m. recibí del doctor Levi un telegrama


avisándome que el Times de Londres había publicado la noticia
del derrocamiento del gobierno paraguayo, por una revolución
y que el país iba a pedir el protectorado del Brasil.
En el acto despaché un telegrama al Ministro del Brasil
acreditado en París, Vizconde de Itajuba, rogándole se sirviera
decirme lo que supiese respecto a la noticia dada por el Times
de Londres. El ilustrado diplomático brasilero me contestó sin
tardanza, diciéndome que nada sabía sobre el particular. Esto
me bastó para dirigir inmediatamente un telegrama a la oficina
Reuter de Londres, declarando, en mi calidad de representante
oficial del Paraguay, ser completamente destituida de
fundamento la noticia publicada por el Times.
Di ese paso, sin datos directos del gobierno, sólo
inspirado en el conocimiento que tenía de los sentimientos
innatos de patriotismo que animan a mis conciudadanos, cuyos
sentimientos los alimentaba también yo personalmente, de ver
a la noble y heroica nación paraguaya gozar de su
independencia soberana, y cultivar relaciones amistosas y
cordiales con los países vecinos que le brinden sincera y
perfecta reciprocidad.
A mi juicio, la noticia del coloso Times fue inspirada
por algún enemigo malintencionado del Paraguay y del mismo
Brasil.
189

El mismo día a las 9 a.m. fui a ver al honorable


Subsecretario de Estado, Monseñor Marini para inquirir si algo
se había resuelto en mi asunto. Me dijo que el viernes, 20 del
mes, seria tomada en consideración por Su Santidad la solicitud
que le presenté a nombre del gobierno del Paraguay. Me repitió
Monseñor en esta ocasión lo que el Papa, el Cardenal Antonelli
y él mismo me habían manifestado ya, a saber: que no había un
solo sacerdote paraguayo que tuviera la preparación necesaria
para desempeñar el elevado cargo de jefe de la Iglesia del
Paraguay; que era una desgracia que hubiesen desaparecido los
padres Román, Caballero, Escobar, etcétera: a lo que le contesté
que el padre Moreno era tan idóneo y tan digno sacerdote por
sus virtudes personales, como los finados que ha recordado.
Decía que Su Santidad no quería nombrar al padre Moreno a
causa de los informes desfavorables que tenia de él.
Viendo tanta insistencia de parte de los consejeros del
Papa en desechar el sacerdote recomendado por el gobierno,
declaré con franqueza a Monseñor Marini que el Gobierno de la
República, de que tenia yo el honor de formar parte, conocía
mejor que nadie las cualidades y los méritos de los sacerdotes
paraguayos, y que tenia mucho más interés por la paz, por la
unidad y la felicidad de la Iglesia del Paraguay que todos los
que pretendan enviar al Santo Padre informes inexactos y
apasionados sobre el clero paraguayo. El Subsecretario dijo que
el Vicario Apostólico, padre Fidelis de Avola, tenía el apoyo del
Brasil por haber sido capellán del ejército brasilero, a lo que le
respondí que esa circunstancia no constituía motivo alguno
para que se le conservase al frente de la Iglesia paraguaya; ni
tenía relación con el objeto especial de la misión que se me
había confiado cerca de la Santa Sede y cuyo resultado
interesaba profundamente al pueblo paraguayo, y lo esperaba
con impaciencia para saber a qué atenerse respecto al jefe de su
Iglesia. Previne a Monseñor Marini que, en mi calidad de
Ministro de Relaciones Exteriores, había tomado una parte
decisiva en la conservación del statu quo en la administración
190

de la Diócesis del Paraguay, ínterin se obtenía del Santo Padre


el nombramiento del padre Moreno, y terminé advirtiendo al
digno Subsecretario de Estado que el Congreso paraguayo
estaba resuelto a asumir la actitud que le corresponde en el
sentido de hacer efectiva la ley nacional que reglamenta la
forma y condiciones del gobierno de la Iglesia del Paraguay.
El Arzobispo de Palmira dijo que el Paraguay no tenia
Concordato con la Santa Sede y que por consiguiente su
gobierno civil carecía de facultad espiritual para inmiscuirse en
el gobierno de la Iglesia. Le respondí que si el Paraguay no
tenia Concordato con el Papa no era por mala voluntad de su
gobierno, sino a causa de fuerza mayor, según era de pública
notoriedad.
Monseñor tuvo la galantería de repetirme que el día
viernes, 20 del mes, presentaría a Su Santidad la relación
sucinta de mi solicitud, y que esperaba quedaría arreglado el
asunto definitivamente. Le agradecí su bondadosa oferta y me
despedí de él, no del todo satisfecho de mi larga conferencia. A
mi regreso al hotel escribí un billetín adjuntándole un número
del diario de la Asunción La Nación Paraguaya, que contenía la
memoria del Ministro de Culto, en que se hacia referencia al
objeto urgente de mi misión a Roma.

VII

Cumpleaños del Papa. De lo que dependía la causa del conflicto.


Promesa del Papa. El gobierno aprueba el Convenio Conciliatorio. El
Papa persiste en su mala disposición. Actitud del Congreso paraguayo
hacia el capuchino de Avola. Réplica de Monseñor Marini. Lo que
prometió el ministro Carlos Loizaga. Deseos personales no hacen ley.
Revelar el objeto de la misión es contravención. Nueva insinuación del
Subsecretario de Estado. Sufragio del clero nacional. La escisión del
clero nacional. Consejo de solicitar nueva audiencia del Papa.
191

El 19 de Junio fue el cumpleaños de Pío IX. El Vaticano


estuvo ese día concurridísimo desde la mañana temprano. Toda
la población, nacionales y extranjeros de alguna representación,
acudieron a Palacio a presentar sus respetos al Santo Padre. Los
miembros del Cuerpo Diplomático extranjero acreditados cerca
de la Santa Sede concurrieron también todos, incluso el
modesto Ministro paraguayo, a cumplir el deber de cortesía
oficial, y el de fieles. Su Santidad me acogió en ese gran día con
bondad extremada y me habló extensamente y con cariño del
Paraguay. Aproveché la solemne oportunidad para
recomendarle con instancia el pronto despacho del asunto de
que había tenido el honor de
entretenerle anteriormente: le reiteré que del resultado de mi
misión cerca de él dependía la supresión de la causa que
motivaba el conflicto entre la autoridad eclesiástica y algunos
miembros del clero paraguayo. Su Santidad me repitió lo que
ya me había dicho en nuestra entrevista anterior: que deploraba
el que no existiese un solo sacerdote paraguayo con la
conveniente idoneidad para desempeñar el cargo de jefe de la
Iglesia, o para ser Obispo. A este argumenta, que se reproducía
en todas mis conferencias con los altos dignatarios eclesiásticos
de Roma, no podía menos que repetir al Santo Padre que el
gobierno de la República del Paraguay se limitaba a pedirle el
nombramiento de un Vicario que administrase la Diócesis del
Paraguay en ausencia de un Obispo; que cuando el país se haya
repuesto de su desgracia, y vuelva a un estado normal, se le
pediría el nombramiento de un Obispo. El venerable jefe
espiritual se dignó prometerme que haría uso de todas sus
facultades en obsequio de la Iglesia paraguaya, la cual
recomendaba a la protección de Dios.
En la noche de aquel día recibí la correspondencia de la
Asunción con fechas 6 y 8 de mayo. El gobierno aprobaba en
todas sus partes el Convenio Conciliatorio que había firmado
con los señores Fleming en Londres, y cuyo texto le había
mandado oportunamente.
192

El 20 por la tarde recibí la visita de Monseñor Marini.


Director de los Asuntos Eclesiásticos. Al recibirle me manifestó
que no me traía noticia halagüeña: que en la mañana de ese día
había estado con el Santo Padre con el objeto especial de
hablarle sobre mi asunto pendiente; que a pesar de sus
esfuerzos a favor del padre Moreno, no había podido disuadir
al Papa de su mala disposición hacia este sacerdote, a quien
conceptuaba completamente inepto para las funciones a que se
le destinaba, ya por su edad, por el estado de su salud, o ya por
la debilidad de su carácter: que por tanto convenía que el
gobierno del Paraguay desistiese de recomendar y sostener la
candidatura del padre Moreno, para el jefe de la Iglesia
paraguaya.
Respondí al Arzobispo de Palmira que me inclinaba
respetuosamente ante la decisión de Su Santidad, pero que le
anticipaba las graves consecuencias que produciría el fracaso de
la misión que me había hecho el honor de confiar el gobierno
del Paraguay ante la Santa Sede. Le referí en detalle todo lo que
había pasado en el Congreso paraguayo respecto a la
permanencia del padre capuchino Fidelis de Avola al frente de
la Iglesia del Paraguay y la parte que me cupo en mi calidad de
Ministro de Relaciones Exteriores, en la resolución
conciliatoria del Congreso: y que había contraído compromiso
formal con la representación nacional de obtener de Su
Santidad el nombramiento del prelado que le pidiéramos, para
sustituir al Vicario interino.
Monseñor Marini me replicó que el mismo gobierno del
Paraguay había pedido ya al Internuncio Apostólico, residente
en Río Janeiro, el nombramiento del padre Sosa como Vicario
Apostólico, y que yo mismo me había conformado con las
observaciones que el referido Internuncio me había hecho a mi
pasaje por Janeiro, respecto a las condiciones y méritos del
padre Moreno: que Monseñor Sanguigni había elevado a Roma
una extensa memoria de la conferencia que tuvo conmigo sobre
mi misión; y que, además de todo esto, el señor Ministro don
193

Carlos Loizaga estando en Río Janeiro había prometido


formalmente al Internuncio del Papa que, a su regreso al
Paraguay, ejercería su influencia con el gobierno de la Asunción
para que el padre Sosa fuera el designado y nombrado en lugar
del padre Moreno; pero que el señor Loizaga no había
cumplido su promesa.
Respondí a mi fino interlocutor que, respecto a la
solicitud que decía haber sido hecha por el gobierno paraguayo
en favor del padre Sosa como Vicario Apostólico, nada sabía ni
me constaba, y que probablemente habrá sido anterior a la
misión e instrucciones que yo recibí del gobierno del Paraguay,
y de cuyas instrucciones no podía separarme: que posible era
que el señor Ministro Loizaga haya hecho las promesas
mencionadas, pero que Monseñor podía comprender
perfectamente que la voluntad y los deseos del señor Loizaga
no podrían derogar el decreto del nombramiento del padre
Moreno, por cuanto el citado Ministro podría abrigar, como a
mi mismo me sucedía, excelente disposición de ser agradable al
Internuncio Apostólico en Río de Janeiro, y a otras autoridades
eclesiásticas, pero que todo eso no bastaba para que los deseos
personales de un hombre o de un funcionario hiciesen ley en los
países constitucionales; que en cuanto a mi conformidad con las
observaciones que me haya expresado Monseñor Sanguigni, en
la entrevista particular que tuve con él de paso por Río Janeiro,
le afirmaba la imposibilidad de haberme conformado con las
observaciones del digno Internuncio Apostólico, siempre que
tales observaciones hayan tenido el carácter de las que se hacían
en Roma, y que sobre todo no podría, en contravención de mis
instrucciones oficiales, y en el carácter público que investía, dar
explicaciones a Monseñor Sanguigni, ni revelar a nadie el objeto
de la misión que había recibido de tratar directamente con Su
Santidad el Papa: lo que explicaba que no podía haber dado yo
a nadie los detalles de mi misión, antes de hacerlos conocer al
Santo Padre, y a su Corte, y que en este concepto los informes
194

del honorable Internuncio Apostólico Monseñor Sanguigni


carecían completamente de valor y autoridad.
Agotando sus recursos oratorios, Monseñor Marini me
insinuó nuevamente la conveniencia de pedir al Papa el
nombramiento del padre Sosa, por cuanto Su Santidad, ni él, ni
nadie en Roma conocía al padre Moreno: que él no recordaba
haberle visto en la Asunción.
Repuse a Monseñor que si Su Santidad tenia inclinación
por el padre Sosa, le declaraba que por mi parte no tenia la
menor objeción que hacer contra los méritos del digno
sacerdote paraguayo, y que así se le podría recomendar más
tarde para Obispo del Paraguay: pero que, entretanto, no había
tiempo que perder en poner término inmediatamente al estado
anormal de la Iglesia paraguaya.
Monseñor Marini me replicó que tampoco el padre
Sosa podría ser Obispo, en razón de que a causa de su escasa
preparación era también una nulidad como el padre Moreno.
Interrumpí a Monseñor preguntándole por qué entonces
rechazaban al padre Moreno y preferían en su lugar al padre
Sosa, siendo así que ambos eran nulidades. A lo que me
contestó que la razón era por ser el padre Sosa más joven y de
más carácter que el padre Moreno. Entonces le dije que a pesar
de eso, este último había obtenido el sufragio del clero nacional
y merecido la aceptación del Congreso y del Poder Ejecutivo de
la República.
Mi ilustre contradictor medio se impacientó al oír las
razones que le expresaba, y me dijo que el clero no tenia
facultad para elegir su jefe, ni el gobierno tampoco, siendo el
Papa el único competente para hacer esos nombramientos. A lo
que con toda moderación y el debido respeto le respondí que la
Constitución del Paraguay acordaba al clero nacional el derecho
de designar su jefe, y al Presidente de la República la facultad
de presentar a la sanción espiritual del Papa el nombramiento o
elección del sacerdote destinado a ser jefe de la Iglesia
paraguaya; que, además, si el Jefe espiritual en el Paraguay no
195

tuviera la confianza del clero nacional y la aceptación del


gobierno, esta circunstancia redundaría en perjuicio directo del
país y de la Iglesia misma, dando mayor desarrollo a la escisión
del clero nacional y a su resistencia a la autoridad competente.
Que por todas estas consideraciones le explicaba quisiera hacer
uso de su influencia cerca del Santo Padre, a fin de que el noble
objeto de mi misión fuese satisfecho a la mayor brevedad
posible, asegurándole que de ellos resultaría sumo beneficio, no
sólo para la religión, sino también para la sociedad religiosa del
Paraguay, de la cual tenia el honor de ser yo representante e
intérprete.
A pesar de mis esfuerzos, no he podido notar cambio
alguno en la disposición de mí espiritual interlocutor. Sin
embargo, no insistió más en sus objeciones, y se limitó a
decirme que por su parte había hecho ya con el Santo Padre
todo lo que en su esfera le ha sido posible, pero que no había
podido conseguir impresionarle favorablemente en favor del
padre Moreno, y que por lo tanto me aconsejaba solicitase una
audiencia especial de Su Santidad, a fin de exponerle
nuevamente yo mismo, en persona, todos los detalles relativos
al objeto de mi misión y darle con franqueza todas las
explicaciones del caso.
Agradecí cual merecía a Monseñor Marini su
bondadosa y respetable indicación.
Me contrariaban las dificultades que se me suscitaban,
después que el Cardenal Antonelli y el mismo Monseñor
Marini me habían dejado esperar que se efectuaría el
nombramiento del padre Moreno, y que sólo habría que buscar
el titulo que conviniese darle.

VIII

Conferencia detenida con el Cardenal Antonelli. Decepción del clero y


de los Poderes Legislativo y Ejecutivo. Observaciones del Cardenal.
Valor y capacidad del clero paraguayo. Nombramiento del padre Sosa.
196

Prescripción constitucional imprescindible. El Cardenal declara no


poder hacer resolver nada.

El 21a las 11 1/2 a.m. fui al Vaticano a tener una


conferencia detenida con el Cardenal Secretario de Estado sobre
el objeto de mi misión a Roma, habiendo sabido por Monseñor
Marini que Su Santidad se negaba a tomar en consideración la
solicitud que le había presentado a nombre del pueblo y
gobierno del Paraguay, y en favor del padre Moreno.
El Cardenal me confirmó la advertencia de Monseñor
Marini, diciendo que el Papa no aceptaba la persona del padre
Moreno para Jefe de la Iglesia paraguaya. Que prefería al padre
Sosa.
Le manifesté que por profundo que fuera mi respeto
por la palabra y la opinión autorizada del Santo Padre, era de
mi deber llamar seriamente su atención a las graves
consecuencias que podría tener la decepción causada tan
gratuita e inmerecidamente al cuerpo eclesiástico, al Congreso y
Poder Ejecutivo del Paraguay, con el rechazo inmotivado de la
persona del digno y virtuoso sacerdote presentado a la
aceptación de Su Santidad para ocupar el puesto de jefe de la
Iglesia de la República: cuya medida, lejos de poner término al
estado anormal de la Iglesia, lo agravaría a punto de no poder
quizás llevarlo ya a una solución conciliatoria, en vista de lo
que disponía nuestra Carta fundamental.
El Cardenal me observó que en materias religiosas no
admitía alegatos constitucionales, pues la Iglesia tenía sus
principios fijos inmutables: siendo el Papa la única autoridad
competente y responsable de todos sus actos y resoluciones en
materias religiosas: y que por consiguiente tenía facultad
soberana para rechazar las personas que no le parecieran
dignas de los elevados puestos a que son destinados. Que por
cuya razón prefería al padre Sosa, a quien nada tenía que
objetar.
197

Respondí al ilustrado Cardenal que como se trataba de


intereses tan considerables del pueblo católico del Paraguay, al
que pertenecía, y teniendo por otra parte el más vivo interés por
la unidad y la paz de la Iglesia de mi país, me permitía
observarle que en mi calidad de paraguayo, de miembro del
gobierno de la República, y de su representante diplomático
cerca de la Santa Sede, me sería permitido afirmar que conocía
mejor el valor y la capacidad de mis compatriotas, que el
mismo Santo Padre, que Monseñor Sanguigni y que todos los
capuchinos residentes en el Paraguay; que no era mi ánimo ni la
misión que tenía discutir la personalidad de tal o cual sacerdote
paraguayo, sino presentar al Santo Padre y sostener con
respetuosa firmeza la persona del digno sacerdote escogido por
el clero nacional y aceptado por el gobierno de la República.
Que no hubiera abandonado el elevado puesto que tenía el
honor de ocupar en la administración de mi país, si el asunto de
que había sido encargado cerca de la Santa Sede no fuese de
tanta trascendencia para la Iglesia y los fieles del Paraguay,
pues con su rechazo se pueden comprometer el bienestar y la
tranquilidad de la población religiosa de la República.
El honorable Secretario de Estado me replicó que,
comprendiendo y apreciando la importancia de la materia en
discusión, Su Santidad estaba dispuesto a proveer el
nombramiento del padre Sosa y que para abreviar el tiempo iba
a escribir al Internuncio Apostólico en Río Janeiro para que
procediera a la remisión de las facultades espirituales
necesarias.
Nada se podía decir sobre el particular, sino que con
poner en práctica la disposición del Papa de que me prevenía se
agravaría profundamente el conflicto ya existente entre el
Vicario Apostólico de la Asunción y los miembros del clero
paraguayo. Además, el gobierno de la República nunca podría
prescindir de las prescripciones constitucionales en sus actos
administrativos.
198

Previne por mi parte al Cardenal Antonelli que no sería


extraño que al recibo de la noticia del fracaso de mí misión a
Roma, el Congreso hiciera cesar inmediatamente en la
administración temporal de la Iglesia paraguaya al padre
Fidelis de Avola, el cual debía en gran parte a mi intervención
personal y directa en su favor, como miembro del gobierno
para con el Congreso de la Nación, su permanencia hasta
entonces en el puesto que ocupaba.
Habiéndome dicho el Cardenal que él no podía resolver
nada en mi asunto, siendo Su Santidad y no él quien no
aceptaba al padre Moreno, le pedí se dignara tomar las órdenes
del Santo Padre e indicarme el día y la hora en que me haría el
honor de recibirme, a lo que Su Eminencia se prestó gustoso.

IX

Pidiendo audiencia del Papa. Varías risitas. Cardenal Franchi.


Acogida cariñosa del anciano padre Bex, general de los jesuitas.
Banquete en la Embajada francesa. Visita a Monseñor Marini. Sus
gratas noticias. Disidencia con el Papa, según Cardenal Antonelli.
Insisten en favor del padre Sosa. Audiencia del Papa. Su acogida
afectuosa. Le pedí pronto despacho de mi solicitud. Insiste en la falla
de aptitud del padre Moreno. Opuse formal contradicción a sus
Informes. Designación con miras políticas. Respetuosa protesta. Único
responsable ante Dios. Amenaza a la religión y a los fieles. Ni 5 % que
no supiera leer y escribir. Obispos Urbieta y Palacios. Familias que no
van a misa. Dominio del padre Maíz. El Papa me ofrece contestación
escrita.

De regreso al hotel dirigí una nota al Cardenal


Secretario de Estado, solicitando una audiencia de Su Santidad
el Papa.
En la tarde de aquel día visité algunos colegas del
cuerpo diplomático extranjero, a fin de oírles su opinión sobre
las dificultades que se me oponían al éxito de mi misión. El
199

Juicio de los colegas guardaba perfecta conformidad con la


conducta que he iniciado y sostenido desde mi arribo a Roma.
Estuve también a visitar al ilustrado Cardenal Franchi,
de quien merecí la más amable acogida. Era uno de los prelados
de vasta ilustración de la Corte Pontificia. Más tarde fue el
sucesor del eminente Cardenal Antonelli. Monseñor Franchi,
impuesto de los antecedentes y objeto de mi misión, me
prometió ayudarme en todo lo que le fuera posible.
En la tarde de ese día, visité también al general de los
padres de la Compañía de Jesús, el anciano y sabio padre Bex,
quien me recibió con alta benevolencia y maneras las más
cultas. Me habló del Paraguay con vivas simpatías y cariño
paternal. Puse en su conocimiento las causas y el objeto especial
de mi misión a Roma, y le supliqué me prestara el apoyo de su
poderosa influencia cerca de la Santa Sede. Me contestó que con
el mayor placer haría lo que estuviera a su alcance en pro de mi
causa.
Me acompañó en persona a visitar y mostrarme la
espléndida iglesia de la Compañía de Jesús.
El 24 asistí a un banquete en la Embajada francesa. Allí
conocí al célebre Monseñor de Merode, Arzobispo y ex Ministro
de Armas del Papa. Este prelado era en otro tiempo capitán de
línea del ejército pontifical. Le recomendé mi asunto.
El día siguiente fui a ver a Monseñor Marini para
averiguar el estado de mi comisión. El digno Director de los
Negocios Eclesiásticos me dijo que el Cardenal Antonelli le
había entregado mi nota en que solicitaba nueva audiencia de
Su Santidad, y que no dudaba de que me la acordaría muy en
breve. Me dijo más: que le parecía que el Santo Padre estaba
dispuesto a satisfacer mi pedido. La noticia me llenó de
extraordinario Júbilo.
Con la grata nueva que me dio Monseñor Marini, me
dirigí al Vaticano a inquirir noticia de la audiencia del Papa que
había solicitado.
200

Me anunció el Secretario de Estado que ya había


hablado al respecto con Su Santidad, y que muy pronto se me
fijaría día y hora para la audiencia solicitada, observándome, no
obstante, el eminente consejero del jefe espiritual del mundo
católico, que yo me encontraba en disidencia con Su Santidad
sobre el candidato para el cargo de jefe de la Iglesia paraguaya:
que él prefería al padre Sosa y yo recomendaba al padre
Moreno. ¡Qué espíritu de contradicción!
Reiteré al Cardenal lo que ya le había manifestado en
conferencias anteriores, que por mi parte no tenía motivo
ninguno para desdeñar al padre Sosa, que únicamente no podía
violentar las instrucciones que había recibido para el
desempeño de mi mandato. Terminó por convenir en lo que le
expresaba, y me dijo al despedirnos que el Papa decidiría la
cuestión y que esperaba fuese en mi favor. Albricias.
El 30 recibí la nota del Cardenal Antonelli fijándome el
día siguiente 11 y media a.m. para la audiencia del Santo Padre.
A la hora indicada del día 1° de julio me trasladé al
Vaticano, donde encontré numerosa concurrencia que esperaba
ver al Papa. En cuanto llegué fui introducido ante Su Santidad,
a quien encontré de perfecto buen humor, acogiéndome con la
bondad y dulzura que le son característicos. Lo que me vio
penetrar en su sala de recibo, me dirigió la palabra en los
términos más afectuosos.
Incontinenti abordamos el objeto de mi visita, que era
de suplicarle se dignara tomar en consideración y despachar la
solicitud que le había presentado a nombre del gobierno del
Paraguay, en favor del padre Moreno, e investir a este sacerdote
con las facultades espirituales necesarias para administrar la
Diócesis del Paraguay.
El Santo Padre me interrumpió, diciéndome que ya me
había manifestado que el padre Moreno no merecía su
confianza, por los datos que poseía a su respecto, y que por
tanto no le conceptuaba con las aptitudes necesarias para
nombrarle administrador de una Diócesis.
201

Respondí con el debido respeto a mi venerable


contradictor que yo, en mi calidad de ciudadano paraguayo y
miembro del gobierno de mi país, muy interesado por la
reorganización de la Iglesia paraguaya, y por la felicidad de los
fieles de la República, me permitía oponer la más formal
contradicción a los informe erróneos enviados a Su Santidad
sobre el padre Moreno; que nadie, por respeto a la verdad y a la
venerable persona del Santo Padre, debía permitirse
transmitirle informes incorrectos, como los relativos al padre
Moreno, siendo éste uno de los sacerdotes paraguayos el más
digno, por sus virtudes y méritos personales, del puesto a que
era destinado por el clero nacional y el Soberano Congreso de la
República.
El Papa dijo que no sabía por qué ni para qué hacían los
gobiernos elecciones o presentaciones de sacerdotes con miras
políticas, cuando el jefe de una Iglesia no debía ocuparse de
ningún asunto político, sino dedicarse exclusivamente al
cumplimiento de sus deberes religiosos.
Le afirmé de una manera firme y respetuosa que el
gobierno del Paraguay, que tenía el honor de representar, al
solicitar el nombramiento del padre Moreno no tenía en vista
más que los intereses exclusivos de la Iglesia y el bienestar de la
población fiel del Paraguay, y que protestaba respetuosamente
contra la imputación gratuita hecha al padre Moreno de
mezclarse en cuestiones políticas.
Que así debía y podía ser, repuso Su Santidad, pero que
sus informes no favorecían al referido sacerdote y que siendo él
el único responsable ante Dios de sus actos en la tierra, como
Vicario de Jesucristo, tenií la repugnancia de proceder de un
modo que no le parecía conveniente ni digno.
Dije a Su Santidad que respetaba cual merecía el noble
escrúpulo que se dignaba manifestarme, y que me permitiera
decirle que en el asunto que tenía el honor de representar no
podría, en manera alguna, proceder con quebrantamiento de la
conveniencia y de la dignidad de la Iglesia, siendo muy justo lo
202

que le pedía en su calidad de jefe supremo de nuestra religión:


que siendo el gobierno del Paraguay gobierno de un país
esencialmente religioso, sería feliz de poder contribuir al
desempeño eficaz de la santa misión del Santo Padre: siendo así
que el gobierno del Paraguay, aunque sin tener carácter
eclesiástico, es por excelencia católico y está muy interesado por
el éxito y prosperidad de la religión del Estado; y que, a fin de
contener y evitar el desarrollo de la anarquía que se ha iniciado
entre los miembros del clero paraguayo, se había apresurado a
acreditarme en misión especial cerca de la Santa Sede, para
exponer, a Su Santidad la situación real de la Iglesia paraguaya,
e implorar del Santo Padre un pronto remedio a la desgracia
que amenazaba a la religión y a los fieles.
El Santo Padre insistía con cierta firmeza en lo que ya
me había expresado en conferencias anteriores, a saber: que era
sensible que el clero paraguayo tuviera tan poca preparación,
hasta el extremo de que, según informes, existían entre los
sacerdotes algunos que apenas sabían leer y escribir.
Fácil es comprender la amargura del efecto que hiciera
en el ánimo del Ministro paraguayo la afirmación tan ingrata
del Santo Padre, cuya afirmación habría recibido
indudablemente una refutación condigna si hubiese procedido
de otro interlocutor, cuya persona y carácter no tuvieran mi
más profundo respeto.
Así, me limité a responder a Su Santidad,
respetuosamente, que era de notoriedad pública que el
Paraguay era uno de los países del mundo donde la instrucción
primaria estaba más generalizada, a tal punto que en su
población no se encontraba un 5 % que no supiera leer y
escribir: que esto, como Su Santidad lo sabe, no sucedía aún en
los países más adelantados de la Europa. Que con respecto al
padre Moreno, particularmente, le afirmaba que no era menos
instruido, ni menos virtuoso, que los finados sacerdotes Urbieta
y Palacios, a quienes el Santo Padre había hecho Obispos del
Paraguay, a presentación del gobierno de la República, siendo así
203

que los informes que le han sido transmitidos tenían móviles


apasionados e interesados. Y si Su Santidad había aceptado y
sancionado espiritualmente las designaciones hechas de los
sacerdotes Urbieta y Palacios en tiempos y gobiernos anteriores
del Paraguay, no había motivo para que la Santa Sede
desconociera ese derecho al actual gobierno del Paraguay,
precisamente en los momentos de apremio en que se
encontraba el país.
Me parecía experimentar Su Santidad cierta satisfacción
al escuchar el formal desmentido que daba a sus informes sobre
los sacerdotes paraguayos. Aproveché esta coyuntura para
reiterarle mi súplica se dignara despachar un poco pronto el
asunto de mi representación; súplica que le hacía en nombre del
pueblo católico del Paraguay, cuyas familias sufrían
inmerecidamente de la división que existía entre el clero
nacional y el Vicario Apostólico, padre Fidelis de Avola:
hallándose una gran parte de las familias privadas hasta de ir a
misa; que por último le pedía ese favor por tener necesidad de
trasladarme a Londres, donde me llamaba el servicio de otros
intereses serios del Paraguay, que me habían sido confiados.
El Santo Padre se refería siempre a los informes que
tenia sobre el padre Moreno, a quien consideraba muy mal
preparado, de carácter débil, enfermizo y capaz de dejarse
dominar por el padre Maíz y que además se mezclaría en
política.
Le repetí lo que tantas veces le había protestado ya, que
el padre Moreno no se mezclaba ni se ha mezclado jamás en
cuestiones políticas, siendo del todo inexactos y hasta injuriosos
los informes que a ese respecto le han sido transmitidos. Que el
padre Moreno era hombre íntegro y rígido en el ejercicio de su
ministerio, incapaz, por tanto, de ceder a influencias extrañas.
La conferencia fue larga, y al despedirme me dijo Su
Santidad que me daría su contestación al pedido que le hacía a
nombre del gobierno paraguayo por intermedio del Secretario
de Estado. Le agradecí su bondadosa oferta y me retiré.
204

Un algo que daba esperanza de éxito. Pedido de pronto despacho al


Cardenal Antonelli. Argumentos sacados de informes exagerados.
Visita al Arzobispo Marini. Su opinión sobre el padre Maíz.
Sacerdotes Duarte y Maíz. Ningún sacerdote paraguayo resistía a la
autoridad del Papa. Sacerdote italiano agente consular.

La impresión que recibí de esa larga conferencia con el


venerable Pontífice, si bien no fue lisonjera en todas sus partes,
observé sin embargo en el semblante de mi noble interlocutor
un algo que me daba esperanza de una resolución favorable en
el asunto de mi delicadísima comisión, a pesar de que durante
nuestra extensa conferencia no cesaba de manifestar su negativa
absoluta a mi pedido. La satisfacción que experimentaba era la
de haber tenido la honrosa oportunidad de ser el primer agente
paraguayo que diera al Pontífice las informaciones exactas
sobre la situación moral y material del país y la verdad pura de
los hechos, después de su larga y destructora guerra.
Al salir de la audiencia del Santo Padre, me dirigí al
despacho del Secretario de Estado, Cardenal Antonelli, a
informarle del resultado de mi conferencia con el Papa, cual era
de darme su contestación por el órgano de la Secretaría de
Estado. Le rogué encarecidamente se sirviera recordar a Su
Santidad la promesa que me había hecho a fin de que su
contestación no tardara tanto. El Cardenal Antonelli me
prometió satisfacer mi pedido. No obstante, volvió a hablarme
del padre Moreno, en los mismos términos en que tanto él,
como Monseñor Marini y Su Santidad, se me habían expresado
sobre dicho sacerdote en conferencias precedentes de suerte
que mi contestación fue la misma que ya les había dado.
La persistencia de la Corte Pontificia en sostener malgré
tout los informes apasionados de sus agentes, era de carácter a
quebrantar el espíritu más conciliador y más paciente; mas. en
205

el deseo de conseguir el noble objeto de mi misión, me abstenía


de responder cual convenía a los provocativos argumentos de
los altos dignatarios de la Corte
Pontificia sacados de los informes exagerados de los
representantes de la Santa Sede, residentes en la Asunción. Sin
embargo, no estaba dispuesto a llevar esa parsimonia y la
conducta conciliadora y respetuosa que había adoptado desde
mi arribo a Roma hasta un extremo perjudicial a los intereses
generales del pueblo paraguayo, y desdoroso para el crédito del
clero nacional.
Al despedirme de Su Eminencia, me reiteró que
hablaría a Su Santidad sobre la contestación que me prometió
dar por su conducto.
El 2 fui a visitar al Director de los Asuntos Eclesiásticos,
y le comuniqué el resultado de mi última conferencia con el
Santo Padre. Me preguntó si el Papa me había hablado del
padre Maíz, a lo que le respondí negativamente. Entonces me
expresó la pena que le causaba de ver a dicho sacerdote en la
situación equívoca en que se encontraba. Monseñor Marini
opinaba que el padre Maíz era uno de los sacerdotes más
ilustrados del Paraguay.
A la pregunta que me hizo de mi opinión respecto al
referido sacerdote, le afirmé que, aún sin conocer ni haber
tratado personalmente al padre Maíz. podía asegurarle que su
juicio no iba errado. A mi vez, pregunté a Monseñor Marini,
cuál era la disposición del Santo Padre hacia el padre Maíz. Dijo
que Su Santidad, en su carácter de Vicario de Jesucristo, sería
bondadoso con él y le perdonaría todos los errores que hubiese
cometido en su calidad de sacerdote. No indicó los errores a
que se refería, ni yo tampoco los conocía ni se los pregunté.
Respecto al padre Duarte, le dije que era uno de los buenos
sacerdotes paraguayos, y que sólo debido a las consecuencias
de la situación anormal de la iglesia paraguaya se encontraba
en disidencia, a la par de otros miembros del clero nacional, con
el Vicario Apostólico padre Fidelis de Avola: pero que tenía la
206

fundada convicción de que tanto el padre Duarte como el padre


Maíz y todos los demás sacerdotes disidentes, volverían a
someterse a la autoridad eclesiástica, tan pronto como se
normalice la administración de la Diócesis del Paraguay: que
ninguno de los sacerdotes mencionados resistía a la autoridad
superior del Santo Padre, sino a la de un prelado de
nacionalidad extraña que inconstitucionalmente se encontraba
al frente de la Iglesia paraguaya.
Aproveché los momentos de expansión con que
manifestaba mi ilustre interlocutor sobre la inhabilidad y poco
tino con que se conducían en la Asunción los padres
capuchinos, para ponerle al comente de ciertos datos que
confirmaban literalmente su apreciación autorizada de la
conducta de dichos padres capuchinos. Se sabía en la Corte
Pontificia que el Vicario Apostólico en la Asunción había
consentido en que un sacerdote de nacionalidad italiana
aceptase y desempeñase en el Paraguay el cargo de agente
consular del Rey de Italia. Esto era grave.
Al despedirme de Monseñor Marini, me prometió
recordar al Papa su promesa de despachar mi asunto.

XI

Visita al Cardenal Antonelli. Día fijado para la contestación escrita del


Papa. Nota del Secretario de Estado, transmitiéndome resolución
favorable de Pío IX. Simultáneamente llegó correspondencia oficial del
gobierno. Cuestión Vicariato preocupaba opinión pública en
Asunción. Entrevista con Cardenal Antonelli. Santo Padre bastante
fatigado. Visita de despedida al Arzobispo Marini y al Cuerpo
Diplomático.

El 4 volví al Vaticano a solicitar del Cardenal Antonelli


pronto despacho de mi asunto pendiente. El ilustre Secretario
de Estado me recibió con la fina urbanidad que le es peculiar, y
me prometió disponer de manera que se pudiera enviarme la
207

contestación escrita a mi solicitud el día siguiente sábado, sin


falta. Por ello le expresé mi gratitud anticipada, despidiéndome
de él.
En efecto, el 5 a las 5 p.m. recibí la nota del honorable
Cardenal Secretario de Estado, concebida en los términos
siguientes:
Roma. julio 4 1873

A Su Excelencia el Señor Don Gregorio Benites.


Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del
Paraguay cerca de la Santa Sede. Señor Ministro;

Habiendo cumplido el deber de llevar al conocimiento


del Santo Padre lo que Vuestra Excelencia exponía en su nota
fecha 9 del mes próximo pasado, me es sumamente grato
significarle que Su Santidad, habiendo tomado en benigna
consideración la solicitud de Vuestra Excelencia presentada en
nombre de su gobierno para que el Presbítero Don Manuel
Vicente Moreno fuese nombrado Administrador de la Diócesis
del Paraguay, se ha dignado autorizar a Monseñor Dominico
Sanguigni, Internuncio Apostólico en el Brasil, para que
proceda efectuar el nombramiento de dicho sacerdote Moreno
al puesto referido, ad beneplacitum Santa Sedis, confiriéndole las
facultades necesarias para poder ejercer el cargo que se le
confía, en bien espiritual de los fieles de aquella Diócesis.
Aprovecho, con placer, de esta oportunidad para
expresar a Vuestra Excelencia los sentimientos de alta
consideración, con que soy de Vuestra Excelencia, muy atento
servidor.
Antonelli

Inútil es decir que el contenido de la nota del ilustre


Cardenal me llenó de satisfacción, tanto más cuanto que hasta
entonces, en todas las conferencias que había celebrado con los
208

altos dignatarios de la Corte Pontificia, se me había respondido


con el expresivo non possumus.
Esa misma tarde del día 5, momentos después de
recibir la nota del Cardenal Antonelli, me llegaron también las
correspondencias oficiales de la Asunción, en la que me
ordenaba el gobierno de pasar a Roma a gestionar el asunto del
Vicariato, el cual preocupaba incesantemente al gobierno, a
causa de que cada día se producían conflictos entre el Vicario
Apostólico padre de Avola y los sacerdotes paraguayos.
En la mañana del día siguiente fui al Vaticano a
agradecer al Cardenal Antonelli por su nota del día anterior, y
convenir con él sobre una audiencia de despedida de Su
Santidad- El Cardenal me significó que teniendo yo asuntos
serios de mi país que atender en Londres, y encontrándose el
Santo Padre bastante fatigado en aquellos días, me sería
indispensable esperar o perder en Roma tres o cuatro días más
para obtener la audiencia: que por tanto, podía dispensarme de
pedir dicha audiencia, que él por su parte me excusaría con Su
Santidad. Agradecí a Su Eminencia su exquisita bondad, y nos
separamos en los términos de la más perfecta cordialidad.
Enseguida me dirigí a casa de Monseñor Marini,
también con el propósito de agradecerle por su concurso
amistoso en el feliz resultado de mi misión a Roma. Al mismo
tiempo le supliqué que no retardaran el envío de las
instrucciones a Monseñor Sanguigni, a efecto de la instalación
del padre Moreno como jefe de la Iglesia paraguaya. Al
despedirnos. Monseñor Marini me dio un abrazo amistoso.
Antes de volver al hotel hice las visitas de despedida a
los colegas del cuerpo diplomático extranjero, y a otros
personajes civiles y eclesiásticos, a quienes he tratado durante
mi corta permanencia en la capital del mundo católico.
El 7 de julio de 1873 salí de Roma, con dirección a
Francia e Inglaterra.
209

Anexo.- 8

Archivo Secreto Vaticano


Archivio della Nunziatura in Brasile
(Arch. Nunz. Brasile)

caja Fascículo Asunto


61 293 Paraguay (1863-1875)
61 294 Nuevo administrador del Paraguay: D.
Manuel Vicente Moreno ad Beneplacitum S.
Sedis. Gobierno: ‚Correspondencia entre el
Gobierno Imperial y el de la Republica
Argentina relativa a los tratados celebrados
entre Brasil y la Republica del Paraguay; Río
Janeiro 1872 (impreso): Paraguay: diarios

62 296 Documentos de Argentina, Uruguay y


Paraguay (1875-1876)
62 297 Chile, Bolivia, Paraguay, Uruguay
62 299 Obispado de la Asunción; Cuestión religiosa
en el Paraguay; Constitución de la República
del Paraguay (impreso); periódicos
63 301 Gestión de Di Pietro (1878-1879)
64 309 Diócesis de la Asunción; Sacerdotes del
Paraguay; Seminario (1880-1885)

Nunciatura Apostólica en Brasil


Caja 61, fascículo 293
Sanguigni-Ferrini
Paraguay, Miscelánea.
210

ff. 1-2, carta de Avola al Internuncio, 3/1/71


ff. 3-4, ídem, 1/11/69
f. 5, de un capuchino al internuncio, en Montevideo, 20/10?/70
ff. 6, de Aneiros al internuncio, 14/1/70, en Buenos. Aires
ff. 9-10 de Becchis al Internuncio, asunción 29/10?/70
ff. 19-20 carta de 3 sacerdotes paraguayos, Fabián Páez, Claudio
Arrúa y Cecilio Román, al internuncio del 2/4/69 pidiendo que
nombre un Magistrado eclesiástico.
ff 40 hay una ‘relación nominal de los padres promovidos a
cura y de los curatos del Paraguay’. Y cita a 17 padres (asunción
21/4/70)
Hay más cartas de Avola, desde el 1869 hasta el 1874, en total
son 228 folios,

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Nunciatura Apostólica en Brasil


N. 61, fascículo 294
Sanguigni-Ferrini
-Nuevo administrador del Paraguay: Manuel Vicente Moreno
-gobierno
-diarios

En los ff- 2-19 están las respuestas a un proceso iniciado contra


Fidel Maíz.
Hay cartas de Maíz de 1870, sigue con las de Avola y de
Salvador María de Nápoles,
En la sección de gobierno, un documento sobre tratados
firmado con Paraguay
Varios periódicos.
190 folias, con periódicos incluidos

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Nunciatura Apostólica in Brasil


211

N. 62, fascículo 296


Mons. Bruschetti, (1875-1876)
-documentos de Argentina, Uruguay y Paraguay

f. 135, carta del Padre Insaurralde, fechada en Corrientes el


16/5/76,
f. 144, carta de Aneiros a Roncetti del 9/8/76
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Nunciatura Apostólica en Brasil


N. 62, fascículo 297
Mons. Bruschetti, (1875-1876)
-documentos de Chile, Bolivia, Uruguay y Paraguay

ff. 65.67 hay una carta del 21/10/71 del delegado apostólico
Sanguigni en Río de Janeiro dirigida a Avola, en portugués.
f. 66 Hay un ejemplar de Nación paraguaya del 12/11/73 en
donde está la correspondencia entre Antonelli (5/7/73),
Sanguigni 1/9/73, y el gobierno respecto al nombramiento de
Moreno.
f. 68 Carta de Avola a Arrúa, el 3/12/72, reprendiéndolo por su
conducta y por los matrimonios que ha realizado
f. 70, del Ministro de Relaciones Exteriores del Paraguay, a
Michele Ferrini, encargado de los negocios de la Santa Sede,
1/2/75 en Asunción,
f. 71 IN NOMINE DOMINI. AMEN, sobre el nombramiento de
Moreno
f. 73-74 carta de Becchis al Internuncio, 4/2/76, en Buenos Aires.,
sobre que fue echado del Paraguay por no querer someterse a
Maíz.
f. 75. del presbítero Cione al internuncio, en Asunción, 15/4/75,
que le pide facultades para celebrar y confesar porque no
reconoce a Maíz. El fue capellán del establecimiento naval de
Brasil en la Isla del Cerrito, pero como este se cerró, y está
enfermos, está residiendo en Asunción.
212

ff. 77-80, del presidente [Juan Bautista Gill] al internuncio del


26/5/75, en que se hace eco de la muerte de Ferrini, pero dice:
‚V. E. Rma. ser{ ciertamente el que venga a hacer
práctica aquella sublime misión del divino Maestro, que lejos
de romper la caña cascada, no ha de apagar la mecha que
humea aún, hizo todo por salvar lo que estaba perdido.
La Iglesia paraguaya bajo el horrible contraste de una
espantosa guerra de destrucción no ha podido sustraerse a esas
consecuencias de desolación y ruina; y al procurar su nueva y
difícil reorganización y necesidades, hace esfuerzos supremos
por volver a su ser de nación y al goce de todos los derechos y
prerrogativas de que Dios le ha hecho acreedora‛
Dice que manda a Higinio Uriarte a Roma, le pide que confirme
en el régimen de la administración diocesana interina al mismo
que se halla encargado de ella, y que le comunique las
facultades que sean necesarias para mejor sobrevivir a las
necesidades espirituales de los fieles. Y continúa:
‚Mis sentimientos de patria, en perfecta armonía con
los de mi creencia cristiana, y realzados unos y otros por la
duple condición de presidente de esta república y de patrono
de la Iglesia, me hacen firmemente confiar que V. E. Rma hará
siempre justicia desde el alto puesto que ocupa para apreciar
mis razones oficiales con preferencia a otras, que sin duda no
dejarán todavía de surgir de fuentes desautorizadas y por la
mano irresponsable ante Dios y la humanidad.‛
ff. 81-82 carta de Blas Duarte a Bruschetti del 16/8/75
le cuenta los sucesos a la muerte de Moreno, cómo son
perseguidos por Maíz, un grupo de sacerdotes, y le pide las
facultades necesarias para gobernar la Iglesia catedral, porque
tiene miedo que sus actos no sean válidos.
f. 83, de Machain a Bruschetti, el 6/12/75 desde el Ministerio de
Relaciones Exteriores; propone a Arrúa para reemplazar a
Moreno, como administrador eclesiástico de la diócesis. Arrúa
tiene 45 años, es de Santísima Trinidad y lleva 15 de sacerdote.
(carta oficial)
213

ff. 85-6, ídem del 7/12/75


f. 87, ídem del 21/2/76: le presenta la terna de Arrúa, Sosa, y
Gill, para que de entre ellos elija a quien rija aunque
interinamente la diócesis.
ff. 89-90, ídem del 1/5/76: insiste en lo mismo porque aun no
han recibido contestación.
ff. 91-92, de Insaurralde a Bruschetti, del 4/5/76 : volviéndole a
contar su situación, y porque está en Corrientes, y para que no
lo confunda con los otros sacerdotes.
ff. 93-4, ídem del 6/6/76: da informe de Arrúa, a pedido de
Bruschetti, pero le habla mal de él
ff. 95-103, cartas de Insaurralde
95-96 a Bernardino Caballero, ministro de culto, 10/6/76
en donde le explica porque se va del país, cuenta mejor lo de
Villa del Pilar, dice que hay una carta de Ferrini del 26/11/74 en
donde se dice que Paraguay no tiene una cabeza emanada de su
Santidad. etc.
97-98 copia de la carta a Bruschetti del 4/5/76
99-100 copia de la carta del 16/5/76 que estaba en el
fascículo anterior
101-102 copia de la carta de Ferrini a Maíz del 26/11/74
en donde le dice que no es canónico su nombramiento.

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Nunciatura Apostólica in Brasil


N. 62, fascículo 299
Gest. Roncetti – Aiuti (1876-1878)
Obispado de Asunción - Chile
Obispado de la Asunción; Cuestión religiosa en el Paraguay;
Constitución de la República del Paraguay (impreso);
periódicos

f. 2, carta de Insaurralde a Roncetti, en donde le sugiere que


como las relaciones con Brasil ahora están bien, que envíe un
214

Delgado bajo la protección de Brasil, en espacial a Fidelis de


Avola (en Río)
f. 3, ídem, 14/10/76 (en Río) pidiéndole indulgencia plenaria
para la señora Juana Gonzáles de Insaurralde
f. 5, ídem, sin fecha (pero dice que fue respuesta a la del
29/12/76) en donde le presenta los informes sobre Arrúa y Gill
(pero no en esta carta)
f. 6 ídem, sin fecha, en donde presenta otra carta de fieles del
Paraguay
f. 7 ídem donde le envía la copia que le había enviado a
Bruschetti, el 6/6/76,
f. 8, ídem, le presenta la carta que le enviara desde Villa del
Pilar Dolores Hermosa de Jiménez el 6/8/76 que dice:
‚Muy apreciado mío: después de saludarle muy
cordialmente en unión con mi familia, participo a V. que he
recibido su muy apreciable de fecha 13 de junio último en
contestación debo decirle que hemos informado del folleto que
nos ha remitido.
En su consecuencia, las principales familias se
movieron reclamando por la Santa Sede apostólica, que
actualmente el Paraguay se encuentra en acefalía por motivo de
que nuestro Padre Santo Pío IX ha declarado que todos los actos
del presbítero Fidel Maíz son nulos y de ningún valor *...+‛
ff. 10-12 Carta de Carlos Loizaga a Luis Bruschetti, delegado
apostólico en Río de Janeiro, fechada en asunción el 22 de
agosto de 1876. Pide por un pastor para la Iglesia, pero
entretanto dice:
‚Esta pobre grey se halla sin pastor, lo que se agrava en mucho
su vida espiritual ya tan hondamente trabajada en sus
sufrimientos pasados [...] Si esto siguiera así, Exmo. Señor, por
un tiempo largo e indefinido, quién sabe si no desaparecerá del
Paraguay esta religión, que, por más de medio siglo, ha sido
combatida por unos, y fuertemente contrariada por otros de sus
impíos gobernantes.‛ Señala a Duarte como candidato, que ha
estado en Buenos Aires durante la guerra, luego termina con
215

‚*...+ lamento el que Monseñor no hubiese visitado por algunos


momentos la Asunción, para que juzgara por sí mismo y con
más acierto sobre la grave situación en que se halla esta
desgraciada Iglesia, situación creada por los gobiernos de
Francia y los López con profundas raíces, siendo éstas una
rémora más que traba la marcha reformadora del actual
gobierno‛.
ff. 14-15 Carta de Insaurralde al Internuncio, del 1/9/76: critica a
todos los sacerdotes existentes en el Paraguay, por que
-ofenden la moral pública
-insultan la religión con prédicas contra la virginidad de María
-ídem, casando judíos con cristianos, tíos con sobrinos, sin
dispensas ni facultades
-realizan sin facultades la confirmación
y propone a Avola.
Adjunta un lista de curas, todos malos, de 29 nacionales y 12
extranjeros, pero agrega, ‚y otros que no recuerdo el nombre‛
ff. 17-17’ De Duarte a Roncetti, 18/9/76: present{ndose al nuevo
internuncio, comentándole un poco de la situación de la Iglesia
en Paraguay, que actualmente vive sin cura de almas a 7 leguas
de la capital, y que le pide la renovación de las licencias.
Comenta que de vez en cuando va a al capital, para confesar a
los que tienen escrúpulos de confesarse con algún sacerdote que
reconocen al administrador interino.
ff. 18-20 ídem, 28/10/76: a pedido de Avola, quien le escribiera
el pasado 25 de septiembre a pedido de Roncetti, para que le dé
informes de la situación de la Iglesia, y dice que una vez que el
gobierno se enteró que Roma rechazaba a Maíz, lo sacó de la
curia eclesiástica y se retiró a Arroyos y Esteros desde donde
gobierna la diócesis a través de Sosa y cita a los sacerdotes que
los apoyan, tanto nacionales como extranjeros.
ff. 22, de Machain a Roncetti, 30/10/76: dándole la bienvenida,
(oficial)
ff. 24 de Andrés María Selliti a Roncetti, en italiano, del
18/11/76: sobre las conversaciones que fue teniendo con
216

diferentes personas en el interior sobre la situación de Maíz y


de la Iglesia.
f. 25 de Insaurralde a Roncetti, 15/12/76: sobre el oratorio que le
permite crear a la señora Insaurralde, pero que le advierte que
no se celebre misa si antes no da el visto bueno el obispo o
quien él delegue, pero si no hay obispo qué hacer, se pregunta
Insaurralde.
f. 26, de Benjamín Aceval a Roncetti, 28/12/76 (hay un copia en
el AAEESS 136, 11-12)
f. 27, copia de la carta de Gill a Roncetti, del 30/10//76:
expresando la buena voluntad del gobierno.
ff. 29-30 de Aceval a Roncetti, del 24/2/77: repitiendo lo anterior,
respondiendo a una de Roncetti del 22/1, en que le pide que el
administrador sea un extranjero, pero éste le pide que ‚no le
exija al gobierno un imposible‛
ff. 31-32, de Maíz a Roncetti, del 25/7/77, comentando lo
sucedido con Espinosa, y aclarando su situación
f. 33 de Joaquín Pinto de Campos a Roncetti, en Río el 18/8/77
diciendo que el vizconde de Río Branco habló con el presidente
del Paraguay sobre la situación de la Iglesia
f. 34 de Alburquerque a Roncetti, 27/8/77 en que le avisa que el
gobierno ha rechazado la admisión de un delegado apostólico.
ff 35-36 de Duarte a Roncetti, 20/8/77: pide que vaya
urgentemente porque se ha levantado un cisma, pero que ni él
ni Becchis se han adherido y que la gente del pueblo tampoco le
da la adhesión. Habla de solicitudes firmadas por 1392
personas. Se refiere a la reunión del clero del 12/8 en que
eligieron para la terna a Aponte, Riveros, y Arrúa, los cuales
tres se adhieren al cisma
ff. 37-40 del ministro de RR.EE. Juan Jara a Roncetti del 31/8/77,
(original): sobre la carta del secretario de estado sobre si el
Paraguay est{ dispuesto ‚aceptar un delegado apostólico
temporáneo enviado de Roma para reorganizar los asuntos
religiosos de esta república‛, lo cual el gobierno est{ deseoso
siempre y cuando ‚su car{cter no importare la provisión para
217

esta Iglesia de un jefe que la gobierne, sino que concretaría su


misión a regularizar los negocios religiosos de esta república‛, y
presente a Arrúa como administrador eclesiástico
ff. 41-2, ídem del 15/9/77: sobre una carta de éste del 11/7 en
donde también presentaba otra de Ferrini del 16/11/75, y le
avisa que el gobierno ha decidido dar todas les ‚explicaciones‛
con un misión a Roma
ff. 43-44 de Duarte a Roncetti 22/9/77: el cisma no ha
desaparecido sino mudado de cabeza. Luego sobre la misión de
Miranda con Maíz.
ff. 45-46 de Becchis a Roncetti, 17/10/77: sobre el pedido de
María Antonia, Juana y Magdalena García de establecer un
oratorio público en su propia casa, porque la gente no quiere ir
a los templos cismáticos, y recomienda a Duarte como capellán.
f. 48 carta de Di Pietro a Roncetti del 27/3/78 (nº 5 166)
f. 49 del Ministro a Roncetti, 13/6/78: de despedida,
f. 50 de Espinosa a Roncetti, en donde le avisa que parte
Paraguay
f. 52-54 de Espinosa a Roncetti del 7/12/76: minucioso informe
de sus primeros días en Paraguay y sus primeras tratativas.
Manifiesta que el gobierno quiere el seminario y un colegio
dirigido por sacerdotes, también quiere hermanas, él le
prometió todo, un vez que se constituyera la autoridad
eclesiástica. Que el superior de los lazaristas en Buenos Aires, le
ha prometido venir y apoyar el seminario y con ellos vendrían
las hermanas de San Vicente. También los padres salesianos y
otras congregaciones. Le dice que no envíe a los capuchinos
porque el gobierno los considera instrumentos de la política
brasileña.
ff. 56-57 ídem, del 6/1/77: donde le dice que el gobierno no hace
problema de personas sino de nacionalidad, y le habla bien de
Castelvi, luego le aclara. ‚no crea V.E.R. que al gobierno le
importa el regularizar la diócesis en otra manera, más allá que

166
Di Pietro numeraba todas sus cartas.
218

por las complicaciones políticas que esto podría traerle al


gobierno. El presidente es la cabeza, el hombre visible, de la
francmasonería‛.
ff. 58-61 ídem, 14/1/77: comentando sus actividades, y vuelve a
insistir en Castelvi, aunque en la posdata menciona a Aponte.
ff. 62-65, de Becchis a Avola, 22/1/77: desde Corrientes, en
italiano
ff. 66-69, ídem del 12/2/77,
ff. 70-73, tres cartas de Avola al Internuncio, de enero del 77,
desde Río, presentando las cartas de Becchis
ff. 74-5 de Espinosa a Roncetti, del 27/1/77: sobre lo que salió
publicado en la reforma, y los problemas con Maíz.
f. 76, ídem, 24/2/77
f. 78-9 de Avola al internuncio, del 27/2/77: presentando otra
carta de Becchis
ff. 88-1 de Espinosa a Roncetti, 2/3/77: sobre 3 personas que
pidieron oratorio privado para poder celebrar la misa, Manuel
Derqui, Mercedes Llanos de Derqui, y Carmen Molina de
Llano.
ff. 82-3 de Avola al internuncio, del 14/3/77:en contra de varios
sacerdotes paraguayos, en especial de Gill y Eliseche
ff. 84-5 de Insaurrlade a Roncetti, 27/?/1877: sobre la situación
de la Iglesia leído a través de los periódicos.
ff. 86-88 de Becchis a Avola, 1/3/77 en Corrientes
f. 89, de Espinosa a Bruschetti, 5/4/77: sobre sus actividades en
Asunción, la semana santa, que llegaron Rovelliere y Montagne
ff. 90-2 de Becchis a Avola, 12/4/77
ff. 93-4 de Espinosa a Roncetti, 17/4/77: sobre el asesinato de
Gill; sobre al semana santa; sobre la carta que le escribió a
Aceval de que si no lo reconoce como representante de Roncetti
que se vuelve a Buenos Aires, pero como está en medio de la
revolución que se espera un tanto; que hizo repartir la nota de
Ferrini a Maíz entre algunas gentes, que cuando regrese a
Buenos Aires lo imprime (cuatro mil copias), que se olvide del
oratorio para los Derquies que se volvieron a Argentina; que el
219

superior lazarista se volvió a Buenos Aires, también Marcial


Álvarez, que era su acompañante, y sólo queda con él, el otro
lazarista, Montagne.
ff. 95-6 de Becchis a Avola 25/4/77
ff. 97-8, de Brisuela a Avola 21/4/77, en Montevideo
ff. 99-100 ídem del 24/4/77, comentando la situación política del
Paraguay.
ff. 101-2 de Insaurralde a Roncetti, 30/4/77, en donde se dice que
ninguna orden fue tomada en Asunción, ni las suyas ni las de
Espinosa.
ff. 103-4 de Espinosa a Roncetti, 7/5/77, desde Buenos Aires,
sobre su salida de Asunción, y que recomienda a Castelvi, y que
hay que fulminar a Maíz.
ff. 105-6, ídem, 15/5/77, sobre que hizo imprimir la nota, y le
envía la relación
ff 107-8 ídem, de junio 1877, mandándole periódicos.
ff 109-10, ídem del 24/6/77, sobre recortes y sobre un carta de
Loizaga que le avisa que el senado aplazó lo del seminario
hasta se resuelva primero la cuestión religiosa.
f. 111-4, ídem 1/7/77, sobre una carta de Machain, en que insiste
en que el internuncio tome más cartas en el asunto,
ff. 115-6 de Salvador María de Nápoles al internuncio cita varias
cartas sobre la situación de la Iglesia, en portugués, en bahía,
5/10/77
f. 117, de Juan de la Cruz Ricardos, a Salvador María de
Nápoles, del 2/7/77
ff. 118-9, de Nápoles al internuncio, 6/10/77 en Bahía, donde
dice:
‚Muchos juzgan que en aquellas tierras se alcanza todo con
nada. No, no es así como se piensa. El pueblo es excelente, pero
los altos poderes que era una X en tiempo de López, hoy se ven
en el auge de la fortuna mundana, imaginan que son
omnipotentes, y que nadie les sobrepasa, ni en el orden
espiritual ni en el orden temporal, ‘allende del supremo no hay
nadie’ o en Guarani, ‘ñande ruvicha mante’ es preciso pues
220

mucho tino, prudencia, caridad y criterio para alcanzar de ellos


alguna cosa‛.
ff. 120-1, de Becchis a Roncetti,
f. 122. de Espinosa a Roncetti, 1/11/77: sobre las últimas
novedades que tiene del Paraguay, su informante, además de
los periódicos, es Machain.
f.123 de Carlos Nicolás Rosselli, agente consular del Brasil, a
Roncetti, el 2/1/78
dice que las cosas en Paraguay van de mal en pero, y
que le emigración es grande.
f. 124-5, de Espinosa a Roncetti, del 1/1/78, donde dice que se
recibió un telegrama de Miranda (el Ministro del Paraguay en
Buenos Aires) anunciando lo de Riveros y lo del delegado
apostólico
ff. 126-129, de Insaurralde a Roncetti, del 26/1/78 desde la villa
del Pilar: sobre su llegada a Pilar, el 17/1 y sobre cómo está el
Paraguay
ff. 130-1 de Becchis a Roncetti, 15/1/78
ff. 132-22 de Dionisio Riveros a Roncetti, el 28/3/78: recibiendo
la nota de éste del 3/2, agradeciendo, lo mismo que por la
misión de di Pietro, que ya tomo posesión; que Maíz no tiene
censura, y que está en el interior; que los curas han aceptado el
nombramientos sumisamente. Luego dice. ‚en cuanto a los
otros dos documentos de que V.E. Ilma y Rma. hace mención es
de mi deber acusarle recibo, y solamente debo decirle en deber
de mi conciencia que he visto con el más profundo sentimiento,
y he lamentado con todo el dolor de mi corazón, que el Espíritu
de odiosidad y mala fe habido para con nosotros por parte del
señor secretario de la curia arzobispal de Buenos Aires D.
Antonio Espinosa, le ha llevado hasta el extremo de
desobedecer el expreso mandato de su santidad, pues
encargándose expresamente el decreto en lo referente a la
disposición prudentísima de Ntro. Smo Padre, sobre la
subsanación de los actos de jurisdicción no se ha parado en
medios, llegando hasta el abusísimo caso de darla a conocer
221

públicamente en su diario ‚La América del Sur‛ como puede


ver V.E. Ilma y Rma en el número 591 de la expresada
publicación.
f. 134- 156 folleto Cuestión religiosa en el Paraguay. Expediente
ajustado con motivo de una Nota bajo el nombre de Monseñor Miguel
Ferrini, Encargado que fue de los negocios de la Santa Sede en el
Brasil, y reproducida por Monseñor César Roncetti, Internuncio y
delegado apostólico en la misma Corte. Motivos y razones de su
retención por el gobierno de la República del Paraguay. Asunción:
Imprenta ‚El Comercio‛, 1877.
ff 157-171, copia de la Constitución del 1870.
ff 172-189, otra copia de la Constitución
f 190- copia de La Reforma del 21/1/77
f. 191-2, copia del El orden de Corrientes, del 23/3/77
f. 194. copia de La Reforma del 3/4/77
f. 196 ídem del 4/6/77
----

(nº 63) Fasc. 301 Gestión de di Pietro (1878-1879)

f. 1 de Nina a di Pietro, Roma, 19/2/79: sobre que se extiende el


tiempo de la indulgencia hasta agosto
f. 2, ídem, circular 32993, del 29/1/79 donde remite bula
apostólica
f. 4.6, ídem 26/6/79, 35637, sobre problemas en Italia
f. 7, de Simeoni a di Pietro, 6/2/78, circular donde le envía el
anuario pontificio
f 9, Carta a di Pietro, 9/7/79 sobre que le envía dos decretos de
las congregaciones (ff. 10-11) sobre el uso de indulgencias
f. 13, de Franchi a di Pietro, 6/3/78: que lo nombraron secretario
de estado.
ff.16-18 telegramas en que se anuncia la muerte de Franchi y el
ascenso de Nina
f. 19 de Nina a di Pietro, remitiéndole circular 30872, 9/8/78
222

f. 20, ídem 9/11/78, 31908, le responde a su congratulación del


20/9/78
f. 24 de Simeoni a di Pietro, 8/2/78, (sobre la vacancia de la santa
sede)
f. 26, ídem, ídem
f. 28 telegrama sobre la proclamación de León XIII
f. 29, ídem, 20/2/78
ff. 30-31 circular 29933 del 24/6/78 agradeciendo las
manifestaciones de afecto
ff. 33.37, ídem, 9/5/78, sobre la erección de Montevideo, 28885
f. 34, de Nina a di Pietro, 8/11/78, 31784, sobre Mamerto Esquiú
f. 35, ídem, 27/11/78, 32190, ídem
f. 36, ídem, 9/5/79, 34789, Uruguay
f. 38, ídem, 6/9/79, 36629, le anuncia el recibió de las cartas 43,
41,42, respecto a los salesianos
f. 40, ídem, 4/7/79, 35761, sobre el informe económico.
ff. 42-43, ídem, 4/4/79, 34148, que recibió la carta 30, sobre el
seminario, y que vengan a estudiar a Roma,
f. 44, ídem, 12/9/78, 31155, respondiendo a la 9, y que le da a
Riveros las mimas facultades que tenía Moreno,
ff 46-7, ídem, 17/1/79, 32441, que recibe el 20
f. 48, de Franchi a di Pietro, 15/3/78, sobre la muerte de Pío IX
f. 50-1, ídem, 19/4/78, 28568, recibe la 1 y 2, se confirma en las
instrucciones dada por el antecesor.
f. 52, de Nina a di Pietro, 9/10/78, 31337, recibió la 13
f. 53, ídem, 1/10/79, 36895, recibió las 44 y 45
f. 55, ídem, 12/2/79, 33029, que mandó la carta del Papa para
Bareiro
f. 57-8, ídem, 2/10/79, 36760, Mamerto Esquiú
f 59, ídem, 29/10/79, 37291, recibió la 47, sobre la muerte de
Riveros,
f. 60, ídem, 1/8/79, 35738, recibió 35-38, que el Papa dice que se
nomine a Aponte, con breve apostólico, obispo de Asunción,
dándole la facultad de consagrarlo con la presencia de dos
sacerdotes
223

f. 61, carta original de Maíz, del 1/5/79


f. 64, de Nina a di Pietro, 28/2/79, 33485, recibió la 27, dándole
facultad para que elija in domine
f. 66, ídem, 7/1/79, 32710, recibió 16 y 23
f. 102, carta de Jara a di Pietro, 31/3/79, saludando
f. 103, de Barreiro, 3/5/79, que consage a Aponte
f. 105, de Jara, 12/5/79, presentado la carta a León XIII por la
provisión del obispado
f. 106, dicha carta, ídem,
f. 108, de Jara, 7/5/79, sobre el diario La Reforma
f. 110, de Uriarte a León 13, 7/5/78, sobre la muerte de Pío IX
ff. 111, de Jara, 26/11/78, anunciando fecha de la recepción
oficial, para el 28/11
f 112, de Jara, 26/11/78, que se hizo el cambio de presidente
f. 114, de di Pietro al ministro, 12/9/79 anunciando su paso a
Brasil y la venida de Matera
f. 115, de Decoud, 26/9/79, acusando recibo de la anterior,
agradeciéndole de parte del gobierno
f. 118, de Decoud, 11/7/79, le avisa que es nuevo ministro de
RR.EE.
f. 120, del 28/5/78 que está de acuerdo con el proyecto de di
Pietro
f. 122, de Jara, 31/5/78, sobre que los extranjeros serán recibidos
con mucho aprecio.
f. 123-4, ídem, 2/8/78, en donde le resume lo conversado, acerca
de Riveros y del seminario,
f. 125.7 ídem, 3/5/79, lo del acuerdo del gobierno con los 8
puntos
f. 126, juramento de Aponte, 5/5/79
f. 128, de di Pietro a Roma, desde Río, 5/8/80 presentando la
carta de Aponte, borrador
f. 129, de Nina a di Pietro, 25/6/80, 40380.

---
224

(nº 64) Fasc. 309 Diócesis de la Asunción; Sacerdotes, Seminario


(1880-1885)

Doc. 1, f. 1-8 informe de Espinosa- lista de sacerdotes de la


diócesis del Paraguay con expresión de nacionalidades y
curatos que ocupan en el obispado (sin fecha), Luego hay una
lista más clara, con anotaciones (ff. 3A.B), y luego una carta de
Espinosa dirigida a Roncetti, fechada en Buenos Aires, el 8 de
mayo de 1877, en italiano, en donde informa de la lista previa
(que había sido pedida por Roncetti el 25 de enero de 1877)(ff.
4-8).
La carta presenta primero la situación de Maíz, sigue con la lista
y a continuación un relación de cada sacerdote. Aclara que la
información la obtuvo de personas fidedignas:
‚1.- Padre Sosa: tenía trato ilícito con una mujer viuda
cuando era párroco en Villarrica, y tuvo un hijo, tiene otros
cuatro hijos. De su prédica no dice otra cosa que loas al tirano
López. Se dice que además ha tenido otro hijo de una cierta
señora que tiene en su casa y que según él dice esa hija de su
hermana. Es borracho y vil, y capaz de decir al medio día que es
medianoche si el gobierno se lo manda.
2.- El Padre Aguiar está todo el día borracho y siempre va
a dormir junto a su mujer y tres hijos. Su iglesia es un foco de
corrupción.
3.- El Padre Tufari fue vice párroco en la Iglesia de la
Piedad en Buenos Aires, y la Curia le hizo salir de la
Arquidiócesis por escándalo con una mujer. En el Paraguay le
dieron un curato en la campaña pero por el mismo escándalo lo
mudaron a la ciudad.
4.- El Padre Castelvi es aceptado por el pueblo que lo tiene
como hombre santo; es un hombre penitente y hace muchos
años que atiende las parroquias de Lambaré y Recoleta donde
vive. Dice el Oficio Divino y se confiesa. Es ignorante como
todos los demás[...] En su prédica no se olvida de rezar por el
225

Santo Pare. El pueblo lo querría de buen grado como Vicario


Apostólico.
5.- El Padre Vivari tiene mujer, no sé si tiene hijos
6.- El Padre Arrúa es el más corrupto de los padres
paraguayos, ha tenido cinco mujeres y veintidós hijos. No es
contrario a la devoción popular pero sí a los padres extranjeros.
7.- El Padre Jiménez es uno de los tres ordenados en
Buenos Aires después de la guerra, me han asegurado que es
inmoral.
8.- El Padre Riveros está de cura en San Lorenzo hace más
de seis años. Tuvo un hijo antes de ser padre y no sé si otro
después. Predica y confiesa cuatro veces al mes. En cuaresma
no permite fiesta en su parroquia. Después del padre Castelvi
es el más aceptado por el pueblo, al cual lo aceptarían como
Vicario Apostólico.
9.- El Padre Casco tiene mujer y es un hombre inmoral,
también va a las fiestas a litigar por la mujer.
10.- El Padre Núñez no hay momento en que no esté
borracho. Tiene mujer e hijos.
11.- El Padre Canteros lo tengo por un tirano. Es inmoral.
12.- El Padre Acosta tiene dos mujeres, con una de las cuales
vive en concubinato, tiene cinco hijos. Decía delante nuestro
que en diez años y más no había abierto un libro.
13.- El Padre Gill primo del Padre del Presidente Gill, lleva
una vida licenciosa. Es borracho, jugador, va al baile y baila,
tiene un hijo, y hace poco se presentó ante el juez de paz para
reclamar el hijo que la mujer no le quiere dar. Predica y confiesa
de tiempo en tempo.
14.- El Padre Duarte. Tiene la mujer en la casa y tiene hijo.
Confiesa, predica y habla bien del Papa. Estuvo en prisión por
haberle dicho al Presidente que no reconocía la autoridad del
intruso Maíz.
15.- El Padre Filipi, Cura del Pilar. [...] No se presta
fácilmente a la confesión.
226

16.- El Padre Benítez Eleuterio. Es uno de los tres ordenados


en Buenos Aires después de la guerra. Es borracho, va al baile y
tiene diversas mujeres.
17.- El Padre Masaro. Se ocupa de vender bestias
18.- El Padre Eliseche. Tiene mujer e hijos. Habla contra el
papa. Se baña completamente desnudo en el río y se la pasa
persiguiendo a las que van a recoger agua. Es borracho y va a
los bailes. Va borracho incluso al púlpito. Hace poco Maíz le
bautizó solemnemente a un hijo suyo.
19.- El Padre Aponte. Tiene una mujer en la casa con la cual,
dice el vecindario, vive en concubinato. Ordinariamente está
enfermo
20.- El Padre Cievi. No he podido averiguar nada sobre su
moralidad. Vino en tiempos de Maíz, lo reconoce y le aceptó
una parroquia.
21.- El Padre Pedro Pablo Benítez. Tiene hijos. Hemos
visitado su parroquia de campaña y es la única en donde hemos
encontrado el Santísimo Sacramento.
22.- El Padre Lentini. Corrupto, fue echado de Buenos Aires
por inmoral y continúa haciendo lo mismo
23.- El Padre Ortiz. Tiene mujer y dos hijos, y es jugador.
24.- El Padre Jara. Tenía mujer y dos hijos antes de la
guerra, a lo que agregó otra mujer e hijos.
25.- El Padre Cedraro. Echado de Buenos Aires por bailarín,
continúa igual de inmoral que antes
26.- El Padre Faraone. Echado de Buenos Aires [...] se fue a
Italia y a su regreso aceptó una parroquia de Maíz
27.- El Padre Conti. Es inmoral [...]
28.- El Padre Ravioli. No he podido saber nada.
29.- El Padre Sandoval. Es uno de los tres ordenados en
Buenos Aires después de la guerra. Vive en concubinato con
una mujer viuda.
30.- El Padre Larenzana. No he podido saber nada.
31.- El Padre Roman. Tiene mujer e hijo, va al baile, lo
preside, baila y hace bailar.
227

32.- El Padre Valenza. No he podido saber nada.


33.- El Padre De Nitto. No he podido saber nada.
34.- el Padre Cione. Es inmoral, tiene mujer... .
35.- El Padre Camardella. Es un poco borracho, dice la misa
cuando le pagan, sino no. Dice la misa en menos de un cuarto
de hora, tiene mujer en casa.
36.- El Padre Buffardi. No se viste de sacerdote ni dice más
la misa. Se ocupa de vender bestias.
37.- El Padre Selliti. No he podido saber nada.
38.- El Padre Güemes. Este miserable fue ordenado en
Montevideo con dimisorias falsas. Lleva una vida inmoral con
mujeres, es borracho y va a los bailes.
39.- El Padre Insaurralde. Cuando era vice párroco en
Villarrica tuvo un hijo. Fomentaba la devoción del pueblo.
40.- El Padre Sosa Alejandro. Es inmoral, tiene mujer y va a
los bailes. Habla a favor del papa, está en el exilio por no
reconocer al intruso Maíz.‛

f.11: carta de Aponte (10/9/81, Asunción) en donde le presenta


el nombre de Montagne para el cargo de provisor y vicario
general del obispado.
f 12, carta de Blas Ignacio Duarte (10/9/81) para Matera,
anunciándole que ya consiguió la plata para enviar dos jóvenes
al Colegio Pío Latino.
f. 14: Aponte le escribe a Matera (20/10/81) sobre el
nombramiento de Montagne (se adjunta la nota del
nombramiento con fecha del 15/10/81)
f. 18, 13/7/82, de Aponte a Matera, comunica que en el congreso
han habido problemas.
Folio 19: carta del 10/8/82 de Aponte a Matera, donde le
comunica la partida de Hermenegildo Roa y Narciso Palacios al
Colegio Pío Latinoamericano.
f. 20 carta de Sacan del 18/10/82 en donde le dice que han
llegado los dos paraguayos, y que le apure al gobierno para que
mande los fondos.
228

ff. 22-23: carta de Montagne en francés a Matera del 10/5/85,


acerca del seminario y le informa que dos se han ordenado ya
de curas, el 8 de marzo. De los cuales uno es secretario del
obispado, y otro cura de la Encarnación. Le comenta de las
dificultades que tuvieron al principio, y luego que acaban de
abrir una sección con seis alumnos para las familias que querían
una educación en la fe para sus hijos.
Folio 24, Aponte le envía a Matera 297 pesos fuertes (147 para el
óbolo; 100 para el cardenal Sacconi para la construcción del
Colegio Pío Latinoamericano; y 50 producto de las dispensas
matrimoniales para el rector del Colegio Pío Latinoamericano) y
adjunta una carta a su santidad y otra al cardenal (2/8/84)
f. 25-26, carta de Aponte a Matera (20/1/85) acerca de la
situación de los padres Mattio y Reghini
f. 27, ídem, le pide las facultades quinquenales.
f. 29, ídem del 5/5/85 sobre los padres Mattio, a quien agradece
sus servicios, y Reghini, le hizo llegar su carta ya que está en
Encarnación.
f. 32, copia de la ley del congreso del 22/11/78 acerca del
seminario
ff. 33-34 convenio entre Aponte y los lazaristas del 11/11/79.
Un recorte de periódico del 30/11/83 sobre los resultados de los
exámenes. Total de 21 alumnos.
ff. 37-38 hay una resumen de Montagne sobre los alumnos. Se
divide en vocación, capacidad, conducta y piedad (22 alumnos)
ff. 39-42 Hay un reglamento del seminario donde se incluye,
condiciones de admisión, reglas generales de disciplina; sanción
del reglamento; casos dignos de expulsión; ejercicios de piedad;
alimentación; horario; exámenes; plan de estudio (primer y
segundo años, humanidades; año de filosofía; curso de materias
eclesiásticas en dos años)
(hay más documentos sobre el seminario).
ff. 64-69, notas sobre la aceptación de las credenciales de
Matera, del año 80
229

f. 72, de Decoud a Matera avisando la asunción de Caballero,


6/9/80
f. 73, invitación a Matera a las ceremonias fúnebres, 5/9/80
ff. 74-48, sobre el reconocimiento de Matera, cartas que se le
envían al secretario de estado, en el 80
ff.80-86 carta de la Legazione Pontificia, Asunción octubre 1882,
quejándose al gobierno sobre la ley del congreso por el cual el
vicario tiene que ser paraguayo, pero el legado puntualiza que
‚ninguno puede ignorar la deplorabilísima condición en que se
encuentra reducida la Iglesia del Paraguay‛.
ff. 83-84 (intercalada en la anterior) le responden desde el
gobierno, y dicen: ‚no faltar{n en su seno sacerdotes dignos
que puedan desempeñar el cargo de vicario general y que se
hagan acreedores como el Padre Montagne a la estimación del
prelado de la diócesis‛.
Hay artículos de la Reforma, del jueves 14/8/884, y del 12-
13/2/84
230
231

Anexo.- 9

Archivo Romano de la Congregación de la Misión – Padres


Lazaristas
Provincia Argentina – Casa de Asunción167

Fecha De y para Asunto


Prov. D’Argentine. Maison: Asunción, Paraguay, Séminaire 1880-1882, I
(25 cartas más páginas de libro)
19/10/79 Mons. Di Pietro, al ‚la necesidad espiritual de esta
(italiano) general de los Padres diócesis de Paraguay exige la
de la Misión (1 p.) fundación de un seminario‛
Parte del libro L’année religieuse par D’Egremont, 1899. Parísl Licotré,
pp.484-499
16/2/80 De Birot al General (4 Sobre la situación de la nueva
pp.) misión y que Montagne no parece
estar a la altura de las
circunstancias y pide por otro
encargado
31/3/80 De Birot al General (4 Confirmando lo anterior
pp.)
27/4/87 De Montagne al Un excelente recuento de lo
General (7 pp.) sucedido desde su llegada hasta el
presente, con cuestiones del
seminario y de la realidad
8/1/81 De Montagne al Comentando su año pasado y sus
General (4 pp.) dificultades, y que el problema es
de moralidad.
19/2/81 De D’Onofrio al Sobre su llegada al Paraguay, como
General (11 pp.) vio la situación,.
19/2/81 De Birot al General (4 Sobre la situación del seminario, en
pp.) contra de Montagne
29/3/81 De Birot al General (2 Notas adicionales confirmando lo

Superior General de la Congregación de la Misión desde 1878 hasta


167

1914, el Padre Anthony Fiat. El presente es un catálogo confeccionado


por el autor sobre el material existente.
232

pp.) anterior
30/4/81 De Birot al General (4 Pidiendo un nuevo visitador y un
pp.) nuevo superior
10/6/81 De Birot al General (4 Sobre las relaciones con Mons.
pp.) Matera (dice que Mons. Di Pietro es
‚le restaurater de l’eglise du
Paraguay‛) y en contra una vez
más de Montagne.
13/6/81 De D’Onofrio al Situación interna de la comunidad
General (12 pp.) en relación con la actuación de
Birot en contra de Montagne y del
Seminario
1/7/81 De Birot al General (4 Se queja de todo, de la comunidad,
pp.) del clima, del agua, etc.
/7/81 De Birot al General (3 Sobre la propuesta del obispo del
pp.) Paraguay de hacer a Montagne
Vicario General.
3/9/81 De Birot al General (3 Necesidad de salir de misión, pero
pp.) que tienen oposición en las altas
esferas, pero si Montagne es
Vicario General, podría
solucionarse, a la vez se necesitaría
un nuevo superior.
16/9/81 De Birot al General (4 Queja por decisión de Montagne
pp.) sin consultarles acerca del corista
de la capilla
8/1/82 De D’Onofrio al Asuntos comunitarios
General
(4 pp.)
9/1/82 De Birot al General (3 Sobre la pronta renuncia de
pp.) Montagne como Vicario General
1/2/81 De Montagne al Un resumen de la situación de la
General misión en Paraguay
(5 pp.)
12/4/82 De d’Onofrio al Sobre su propio destino y algunas
General (8 pp.) dudas sobre el vicariato general de
Montagne
9/7/82 De Birot al General (2 Desde Buenos Aires, anuncia que
pp.) las cámaras han declarado
233

inconstitucional la nominación de
Montagne como vicario.
12/7/82 De Montagne al Sobre el vicariato y sobre la vida
General comunitaria (Birot ya no está más
(4 pp.) en Paraguay)
16/8/82 De D’Onofrio al Sobre su salud y la necesidad que
General tuvo de suspender sus clases
(8 pp.)
13/11/82 De Montagne al Sobre su salida como Vicario, sobre
General la necesidad de reemplazar a
(4 pp.) D’Onofrio que se va, y la vida del
seminario
11/12/82 De Scarella al General Sobre su arribo a Asunción,
(4 pp.) pasando por Senegal, y como
encontró al seminario y la situación
del clero en Paraguay.
Prov. D’Argentine. Maison: Asunción, Paraguay, Séminaire 1883-1887; II
(18 cartas)
13/5/83 De Montagne al Sobre la necesidad de gente, y
General problemas con el obispo que les
(4 pp.) quiere hacer entrar un alumno.
19/6/83 De Montagne al Repite la anterior y aclara un poco
General más el caso de la expulsión de un
(4 pp.) alumno por sodomía
29/12/83 De Scarella al General Sobre los resultados de los
(4 pp.) exámenes; y quejándose de M.
Gómez
6/4/84 De Scarella al General Sobre la comunidad.
(2 pp.)
2/5/84 De Scarella al General Carencia de sujetos
(3 pp.)
4/5/84 De Montagne al Sobre el seminario, pero
General fundamentalmente sobre los
(5 pp.) sujetos de su comunidad.
8/7/84 De Hna. Leonie Del Hospital de la Caridad, dona
Eetienette Desbrasses 20.000 francos para el seminario
al General (1 p.)
29/8/84 De Montagne al Sobre el uso del dinero (sólo los
General intereses) y acerca de la
234

(4 pp.) comunidad.
3/9/84 De Scarella al General Sobre su vida, parece que responde
(6 pp.) a una carta del general en donde le
exponía las quejas de Montagne
sobre él.
¿/? /84 De Falempe al Sobre la vida comunitaria
General
(6 pp.)
2/12/84 De Scarella al General Respondiendo a una del General
(2 pp.) del 17/6/84
10/1/85 De Scarella al General Respondiendo a una del General
(4 pp.) del 30/8/84, vida comunitaria, se
queja. Y está dispuesto a partir si él
es la causa de los problemas
25/1/85 Del seminarista Parece que el Padre se fue de
Valiente al Padre Asunción y la gente en esta ciudad
Cellerier (4 pp.) está haciendo lo imposible para
que vuelva (en español)
7/4/85 De Montagne al Sobre la salida del anterior Padre, y
general de su mala conducta
(6 pp.)
31/5/85 De Montagne al Sobre el uso de D’Onofrio del
General dinero que la hermana había dado,
(2 pp.) que aún no está disponible
14/7/85 De Scarella al General Que hace 16 meses que el gobierno
(3 pp.) no les pasa el ‚pan de cada día‛
4/2/86 De Montagne al Sobre Falampe, y sobre la apertura
General de una escuela o sección para
(5 pp.) niños, y propone a Falampe como
director.
21/5/87 De Montagne al Pidiendo gente a gritos, y cuenta
general que los primeros sacerdotes
(4 pp.) ordenados del seminario lo están
haciendo bien.
Prov. D’Argentine. Maison: Asunción, Paraguay, Séminaire 1888-1892, III
(25 cartas, un plano y un mapa)
22/4/88 De Scarella al General Sobre sus actividades, y pidiendo
(4 pp.) gente que se necesita porque el
colegio crece y porque parece que
235

se va a abrir un colegio protestante.


25/4/88 De Montagne al Sobre la respuesta del General que
General (4 pp.) no puede enviar más gente, y
Montagne le pide de no cerrar el
anexo. Pero si no envían a otro, el
año que viene se tendrá que cerrar.
Están, él, Scarella, Varela y
Tramonti.
30/4/88 De Tramonti al En español, contando las
General actividades de cada uno y la
(4 pp.) necesidad que tienen de más gente.
7/5/88 De Scarella al General El mismo tenor que la anterior
(4 pp.)
13/5/88 De Montagne al Pidiendo gente
General
(2 pp.)
16/5/88 De Tramonti al Que dos colaboradores que habían
General venido de Buenos Aires se van sin
(2 pp.) mayor pena ni gloria (en español)
5/8/88 De Scarella al General Respondiendo a la del General del
(3 pp.) 24/6
19/10/88 De Davani al General Contándole de su arribo y como
(3 pp.) vio a los cohermanos
21/11/88 De Montagne al Sobre Davani y sobre que el pasado
General (3 pp.) 7/10 se ordenó el noveno Sacerdote,
pero que teme por ellos porque los
van enviando lejos.
6/1/89 De Scarella al General Sobre problemas en el Hospital
(2 pp.)
2/2/89 De Scarella al General Sobre la entrada de los
(6 pp.) protestantes, y la situación del
obispo
20/5789 De Scarella al General Sobre algo qué éste hizo y que
(4 pp.) escandalizó a Montagne.
24/5/89 De Montagne al Que necesitan gente, y sobre el
General (5 pp.) seminario y los recién ordenados,
que algunos se están perdiendo y
que si sigue así, va a ser campaña
en contra del seminario. Sobre la
236

adaptación de Davani.
/11/89 Al visitador (3 pp.) Informe sobre la administración de
la casa del Paraguay
15/11/89 De Davani al General Le cuenta su nuevo nombramiento
(3 pp.) como procurador
2-20/2/90 De Davani al General Un detalle de sus actividades, y
(4 pp.) que si bien el año anterior sufrió
bastante, espera que el próximo
mejore.
2/7/90 De Montagne al Le pide gente, y luego se refiere a la
General vida comunitaria y se retracta de lo
(7 pp.) que dice de Davani y lo critica, y
que estuvo a punto de renunciar.
7/11/90 De Scarella al General Respondiendo a acusaciones de
(4 pp.) otros,
7/12/90 De Montagne al Pide que Davani se vaya
General
(3 pp.)
1890 Plano de la manzana en donde se halla el seminario y la
casa, al lado de la Catedral.
17/2/91 De Montagne al (fotocopia) sobre su viaje a Buenos
General (2 pp.) Aires, para tratar asuntos de su
casa
26/2/91 De Scarella al General Sobre la comunidad, él es el nuevo
(4 pp.) procurador de la casa.
15/5/91 De Scarella al General Sobre la vida comunitaria
(3 pp.)
7/6/91 De Montagne al Le pide gente y rechaza a un
General (4 pp.) posible candidato por los
problemas que tuvo en Luján
19/1/92 De Montagne al Vida comunitaria, y le pide de
General (4 pp.) separar el anexo del seminario
18/5/92 De Scarella al General (fotocopia) sobre la dicha
(3 pp.) separación
Prov. D’Argentine. Maison: Asunción, Paraguay, Séminaire 1893-1902, IV
(25 cartas)
5/8/93 De Scarella al General Sobre al visita de M. George, la
(4 pp.) separación del anexo, y sobre el
237

futuro obispo.
13/10/93 De Montagne al Sobre la conducta de Varela, la
General (6 pp.) visita de M. George, sobre el anexo
que si lo cierran todos irían a
educarse en una escuela atea, pero
qué hacer si no hay personal..
17/4/94 De Montagne al Sobre su viaje a Buenos Aires y lo
General (4 pp.) que se encontró en al escuela
apostólica. Pide cambio de cabeza
26/1/95 De Montagne al Sobre que ‚notre college est mort.
General (2 pp.) Mgr a manisfesté sa volonte‛
7/7/95 De Montagne al Problemas con Scarella
General (4 pp.)
8/7/95 De Bogarín al General Necesidad de gente, menciona la
(2 pp.) ‚casa misional‛
9/7/95 De Scarella al General Sobre una carta de Maíz, y sus
(2 pp.) relaciones con Montagne
14/8/95 De Scarella al Sobre la relación con Montagne,
Visitador (8 pp.) sobre Monseñor Crouzet que
estableció una obra nueva, la casa
de la misión, y cuestión de quién
es superior de tal obra, si Scarella o
si tiene que recibir órdenes de
Montagne. Luego se refiere, en
una segunda carta, a la misión de
Villeta, de Barrero Grande,
10/9/95 De Montagne al Haciendo un reporte de la vida
General (6 pp.) comunitaria, y sobre el cierre del
colegio y sus consecuencias.
2/10/96 De Montagne al Sobre que no tiene gente. El mismo
General (3 pp.) tenor que la anterior, parece que
hay problemas entre él y el
visitador.
13/3/97 De Montagne al Sobre la situación de la provincia,
General (3 pp.) y quejas sobre Kübler
30/7/97 De Bogarín al General Sobre la necesidad de operarios
(4 pp.)
7/10/97 De Montagne al Sobre la triste situación de la casa,
General (3 pp.) y que si se sigue así se habrá de
238

cerrar la obra.
27/3/98 De Scarella al General Sobre la situación de la provincia
(4 pp.)
15/5/99 De Montagne al Sobre como se reciben a los
General (4 pp.) alumnos y de la necesidad de un
seminario menor. Sobre la misión,
y el papel secundario que juega
Scarella acompañando al obispo,
por su desconocimiento del
Guarani. Cuestión del confesor de
las hermanas, y sobre la necesidad
de traducir algunos tratados
espirituales.
1/6/00 De Bogarín al General Pidiéndole personal para el año
(4 pp.) próximo
1/6/00 De Bogarín a Idem. (Bettembourg es visitador
Bettembourg (4 p.) extraordinario para la provincia)
16/7/00 De Donckier al En contra de M. Heck, visitador en
General (4 pp.) Buenos Aires
29/3/01 De Montagne al Sobre los problemas ocasionados
General (3 pp.) por la nueva visitadora de las
hermanas
10/4/01 De Montagne al Sobre la comunidad y seminario.
General (4 pp.)
27/4/01 De Donckier al Informe sobre comunidad y
General (4 pp.) seminario pedido por el General
10/4/02 De Bogarín al General Pidiendo gente y sobre la
necesidad de un seminario menor
21/5/02 De Donckier al Larga y detallada exposición de la
General (16 pp.) situación en Paraguay.
7/8/02 De Montagne al Escrita en París, un informe
General (8 pp.) minucioso sobre las actividades y
personal.
30/8/02 De Montagne al Sobre los elogios del ministro al
General (4 pp.) seminario, y le pide 2 hermanos
más.

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