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(Ward E. Jones)
Los decisores políticos de todo el mundo toman decisiones de alto perfil sobre la base
del testimonio de la ciencia, no solo sobre salud pública, sino también en lo que
concierne a maneras de desarrollar armas o naves espaciales, para citar solamente
dos ejemplos vistosos. Nosotros, el común de las personas, tomamos decisiones de
modo similar cuando decidimos dejar de fumar cigarrillos, tomar vitaminas o votar por
un partido político, todas decisiones basadas en testimonios provenientes de la ciencia.
Todas estas decisiones presentan una cuestión difícil pero urgente con respecto a la
1
Robert Johnston, Matthew Irwin y David Crowe, Nature 406 (6791), (6 July 2000), p. 3.
relación epistemológica entre, por una parte, el público y los decisores políticos y, por
otra, los científicos. ¿Tenemos buenas razones para creerle a un científico “Leal”, que
está de acuerdo con la posición dominante en la comunidad científica, por sobre un
“Disidente”, que en algún sentido es un miembro de la comunidad científica pero que
discrepa sobre un aspecto importante con la posición dominante? ¿Un Leal está en
mejor posición que un Disidente para decirnos cuál es la teoría correcta?
Contestar “no” a esta pregunta implicaría afirmar que no hay ninguna diferencia
epistémica importante entre la posición de los Disidentes y la de los Leales. Un
científico o una científica que discrepa con la línea dominante en su comunidad tendría
una teoría igualmente digna de ser atendida que un científico que acepta la teoría
dominante. Mbeki claramente apoya esta línea, como indica de forma poderosa y
elocuente en una carta escrita a otros líderes mundiales en abril del 2000.
“Nuestra búsqueda... está siendo intesamente condenada por algunos en nuestro país
y en el resto del mundo como si se tratara de un abandono criminal de la lucha contra
el HIV-SIDA. Algunos elementos en esta orquestada campaña de repudio me
preocupan muy profundamente. Se sugiere, por ejemplo, que algunos científicos son
‘peligrosos y desacreditados’ y que nadie, nosotros incluidos, debería comunicarse o
interactuar con ellos...No hace mucho, en nuestro propio país, personas fueron
asesinadas, torturas, encarceladas y prohibidas de ser citadas en privado y en público
porque la autoridad establecida creía que sus perspectivas eran peligrosas y
desacreditadas. Ahora, nos piden que hagamos lo mismo que la tiranía del apartheid
racista al que nos opusimos hizo porque, dicen, existe una perspectiva científica que es
apoyada por la mayoría, contra la que el disenso está prohibido. Entre los científicos
que supuestamente deberíamos poner en cuarentena científica hay ganadores del
Premio Nobel, miembros de Academias de Ciencias y profesores eméritos de varias
disciplinas médicas. Los científicos, en nombre de la ciencia, están reclamando que
cooperemos con ellos para congelar el discurso científico sobre el HIV-SIDA en el
punto específico al que este discurso llegó en occidente en 1984. Gente que en otra
situación lucharía con todas sus fuerzas para defender los derechos clave de libertad
de pensamiento y discurso, con respecto al HIV-SIDA se ubica en la primera línea de
fuego de la campaña de intimidación intelectual y terrorismo que argumenta que la
única libertad que tenemos es la de estar de acuerdo con las ellos decretan que son
verdades científicas establecidas.”2
2
Ver www.virusmyth.com.
política pública que un Leal. Prohibir que la posición del Disidente sea considerable en
la esfera pública sería silenciar una posición que tiene tanto derecho epistémico a ser
oída como la posición dominante. No hay nada epistémicamente especial, piensa
Mbeki, en una posición científica dominante. Sencillamente es aceptada por más
científicos.
La otra posibilidad es que Mbeki esté equivocado en poner estas dos posiciones en
paridad de condiciones. No se trataría de una cuestión de dejar el debate abierto para
la libre consideración de varias voces, porque habría una diferencia epistémica entre
las posiciones del Leal y el Disidente. Los decisores políticos deberían desestimar el
testimonio de los Disidentes, precisamente porque los Disidentes son disidentes de la
comunidad científica y son, por eso mismo, menos confiables. Tenemos mejores
razones para actuar sobre la base de una teoría aceptada por la comunidad entera de
las que tenemos para actuar en base a una teoría aceptada solo por una clara minoría
dentro de la comunidad. En la medida en que las afirmaciones de los Leales están en
línea con las de la comunidad, estas afirmaciones cuentan con una ventaja epistémica.
Tenemos una razón para privilegiar el testimonio del Leal sobre el del Disidente.
Un proponente de la idea de que un lego tiene mejores razones para confiar en un Leal
que en un Disidente no necesita negar que la disidencia es algo positivo. Puede
perfectamente acordar en que los Disidentes, como miembros de la comunidad que
cuestionan teorías vigentes, son buenos para la ciencia. Tampoco necesita negar que
algún Disidente en particular podría tener razón. Sin embargo, sí tendrá que afirmar
que cuando alguien que no pertenece a la comunidad científica (como Mbeki) busca
apoyo en la ciencia para tomar una decisión, debe elegir como informante a un Leal y
no a un Disidente. En un caso cualquiera, un Leal será una fuente más justificada de
creencia que un Disidente. Hay razones para creer que esta idea sobre nuestra
relación testimonial con la ciencia es la correcta.
2.
Podría objetarse que este tema no se trata de una cuestión de testimonio, de que
simplemente confiemos en la autoridad de los expertos, sino de que evaluemos la
evidencia nosotros mismos. Los decisores políticos deberían decidir qué hacer caso a
caso, examinando la evidencia en favor y en contra de un curso de acción particular.
Desde el punto de vista de esta objeción, no hay ninguna diferencia epistémica
relevante entre Disidentes y Leales. Simplemente se trata de dos expertos ofreciendo
sus perspectivas Los decisores políticos deberían escuchar ambos lados de la historia,
pero en última instancia deberían hacer lo que juzguen mejor. Deberían seguir su
propio juicio sobre la evidencia.
Este es el modo en que algunos legos, incluyendo a Mbeki, ven nuestra relación con la
ciencia. Decir que los Leales no tienen ninguna ventaja epistémica sobre los Disidentes
es dejar el debate abierto para que un decisor político tome su propia decisión. Si la
comunidad no tiene nada epistémicamente especial, entonces cuando una persona que
no pertenece a la comunidad científica se encuentra con un desacuerdo científico, lo
mejor que puede hacer es confiar en su propio juicio epistémico sobre el asunto. Esta
situación sería bastante poco feliz. El tipo de afirmaciones que se encuentran en
disputa pueden ser muy complejas y difíciles siquiera de comprender (y mucho menos
de evaluar). Los decisores políticos, como la mayoría de nosotros, no poseen ni el
tiempo ni la formación para evaluar con propiedad entre dos posiciones científicas
discordantes. No estamos capacitados para evaluar con propiedad cuál es el lado
correcto en un desacuerdo científico. Este debate debe ser dejado en manos de los
científicos. Sería mejor establecer que los decisores políticos no tienen que confiar en
su propio juicio desinformado sobre asuntos científicos.
3.
Fundar nuestras creencias en la ciencia implica fundarlas sobre lo que creemos son
afirmaciones sinceras de otras personas. Podemos llamar a esto una fuente testimonial
de creencias. Las fuentes testimoniales son distintas de las fuentes individuales, que
incluyen percepción o inferencia, y en las que nuestras creencias no provienen de los
compromisos de otras personas. Al evaluar una fuente testimonial de creencias, o
comprar dos fuentes testimoniales de creencias, debemos considerar cómo llega cada
individuo a hacer las afirmaciones que hace. Esto no significa que la justificación del
testimonio per se dependa de la justificación de los compromisos del informante. Existe
un intenso debate teórico sobre si la justificación del testimonio como proceso de
formación de creencias se reduce a la justificación que el informante tiene para su
propia creencia. Si los reduccionistas están en lo cierto, entonces nuestra justificación
para formar creencias basándonos en el testimonio de alguien deriva solamente de la
justificación de quien testimonia para sostener los compromisos sobre los que está
testimoniando. El testimonio no es, en sí mismo, una fuente de justificación. Sin
embargo, sea o no cierto el reduccionismo, tiene que ser posible comparar fuentes
testimoniales, determinar si una es mejor que otra, y esto implicará chequear los
procesos por los cuales los informantes o testimoniantes formaron sus propias
creencias. Incluso si la justificación para confiar en otra persona no se reduce a la
justificación que esa persona tiene de sus propias creencias, podemos apelar a ese
tipo de justificación para comparar potenciales informantes con respecto a algún tema
en particular.
Una manera en la que una fuente testimonial de creencias puede ser mejor que otra es
por ausencia de parcialidad. Si podemos demostrar que es menos probable que una
persona A esté parcializada en la determinación de sus convicciones que otra persona
B, entonces, considerando todos los demás aspectos, tenemos más razones para creer
en A que en B.
Jones está comprometido con una teoría porque juzga que esa teoría es más elegante
que las teorías rivales.
4.
Un compromiso doxástico es imparcial si cumple con dos condiciones individualmente
necesarias y conjuntamente suficientes. La primera es que el compromiso del individuo
está determinado por su consideración sobre lo que él cree que son consideraciones
epistémicas. La segunda es que el compromiso esté preparado para ser afectado por
evidencia contraria. Estas condiciones deben ser explicadas, especialmente la idea de
“preparado para ser afectado”. La explicación, sin embargo, es más pertinente para la
determinación de si estas condiciones ocurren en un caso particular que para decidir si
constituyen o no una descripción verdadera de la práctica científica.
5.
En la medida en que se sigue esta ruta hacia la aceptación, las dos condiciones para la
creencia sin parcialidad están siendo cumplidas. La primera se cumple porque la
publicación y consideración pública de la afirmación en cuestión estará solamente
guiada por la evidencia en favor de la afirmación. En ningún discurso teórico la defensa
pública de una afirmación será no epistémica. Los científicos no defienden sus teorías
señalando que son, por ejemplo, buenas para la sociedad o fáciles de enseñar. Por
eso, en la medida en que la aceptación comunitaria de una afirmación depende de su
publicación y defensa, entonces la aceptación comunitaria será el resultado de la
consideración sobre su apoyo epistémico.
Se sigue entonces que la aceptación de una teoría por una comunidad científica está
determinada por la evidencia y es sensible a la evidencia. La aceptación no ocurre si
miembros de la comunidad logran cuestionar con éxito a la teoría. Es importante, con
respecto a esto, que no solo la consideración pública sobre una afirmación sino
también los desafíos a esa afirmación sean epistémicos. Las preocupaciones no
epistémicas no son parte del discurso público científico. Los científicos no desafían las
teorías de sus colegas apuntando a sus defectos pragmáticas. Desafían teorías
cuestionando la evidencia en su favor, o postulando evidencia en favor de afirmaciones
incompatibles con la teoría del caso. Solo si la evidencia no tiene problemas para la
comunidad la teoría ganará aceptación comunitaria. Como cualquier persona que
sostiene una creencia, un científico no se somete a un desafío si no lo respeta. No
cualquier desafío es capaz de impedir que una afirmación sea aceptada. Pero la
empresa científica, con el fin de la aceptación comunitaria, es tal que los desafíos
pueden ser públicamente comunicados, y esto para permitir la posibilidad de un desafío
que bloquee la aceptación comunitaria.
Si esto es correcto, entonces las dos condiciones para la creencia imparcial son
características de la aceptación comunitaria de teorías, y entonces tenemos razones
para creer que la aceptación de una teoría por parte de la comunidad tiene el propósito
de obtener conocimiento verdadero sobre un determinado tema. La naturaleza pública
del discurso científico, parte necesaria de la aceptación unificada de una teoría por
parte de una comunidad, es también la fuente de su falta de sesgo o parcialidad. La
aceptación comunitaria de una teoría depende de consideraciones evidenciales, así
como de si los miembros de esa comunidad desafían esa aceptación con apoyo
evidencial. Entonces, hay razones para suponer que deberíamos ver a la aceptación
comunitaria de una teoría como orientada la verdad.
6.
De esto no se sigue que los Disidentes nunca tienen razón o nunca están justificados
en sus compromisos. El reciente revival del presidente Mbeki del debate sobre el HIV y
el SIDA ha generado la habitual retórica negativa por parte de la comunidad dominante.
Miembros de la comunidad dominante han declarado que la afirmación de que el HIV
causa el SIDA es un hecho irrefutable, y se han referido a los Disidentes como locos
que quieren llamar la atención. Nada de lo dicho en este trabajo implica estas
afirmaciones. No se ha dado ninguna razón para pensar que ninguna posición
Disidente en particular, incluyendo esta, está injustificada o equivocda. Todo lo que se
ha establecido es que los Disidentes son susceptibles a sesgos no epistémicos de un
modo en que los individuos que siguen la línea comunitaria no lo están. Los decisores
de política pública y demás legos por fuera de la ciencia, como Mbeki, deben apostar a
la comunidad dominante, y no a los individuos que disienten, cuando toman decisiones
que influencian a la comunidad. Aunque la comunidad dominante podría no tener
razón, tenemos razones para creer que los Leales no están siendo parciales, y eso
puede ser lo más lejos que nosotros, y los decisores políticos, podemos llegar.