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Científicos Disidentes vs científicos Leales. ¿En cuáles deberíamos confiar?

(Ward E. Jones)

El presidente de Sudáfrica, Thabo Mbeki, generó recientemente fuertes controversias al


cuestionar la relación entre el Virus de Inmunodeficiencia Humano (HIV) y el Síndrome
de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA). Esta afirmación, teniendo en cuenta de quién
viene, es decisiva. Mbeki es el más poderoso decisor político en Sudáfrica y su
posición sobre este tema bien podría determinar si miles de personas reciben (o son
alentadas a tomar) medicaciones anti-HIV (antirretrovirales) para la prevención o el
tratamiento del SIDA, o no.

Como sucede con la mayoría de las decisiones de política sanitaria, la decisión de


asignar fondos a medicaciones antirretrovirales se toma sobre la base de testimonios
de científicos. La afirmación de que el HIV causa SIDA es una afirmación científica,
hecha sobre la base de inferencias derivadas de complejos experimentos, y la
afirmación de que una determinada droga antirretroviral es efectiva es, del mismo
modo, una cuestión científica, decidida sobre la base de inferencias estadísticas
basadas en pruebas controladas. Los comentarios de Mbeki son controvertidos porque
él ha sido considerablemente influenciado por los ahora llamados “investigadores
disidentes’ en uno de los campos relacionados con la investigación del HIV y el SIDA.
Mbeki ha estado leyendo y asesorándose con científicos que cuestionan múltiples
aspectos de la perspectiva ortodoxa sobre el HIV y el SIDA, incluyendo la afirmación de
que el HIV es causa necesaria del SIDA. La afirmación de Mbeki de que hay lagunas
en el modo en que hoy entendemos el HIV y el SIDA y su aplicabilidad sobre la
demografía del SIDA en África ha suscitado una respuesta vehemente por parte de
científicos convencidos por la perspectiva ortodoxa. La señal más explícita de que la
mayoría se opone a la perspectiva alternativa se encuentra en la llamada “Declaración
de Durban”, un pronunciamiento público firmado por más de 5000 científicos afirmando
que la evidencia que apoya la relación entre el HIV y el SIDA es “clara, exhaustiva y sin
lugar a ambigüedades”1.

Los decisores políticos de todo el mundo toman decisiones de alto perfil sobre la base
del testimonio de la ciencia, no solo sobre salud pública, sino también en lo que
concierne a maneras de desarrollar armas o naves espaciales, para citar solamente
dos ejemplos vistosos. Nosotros, el común de las personas, tomamos decisiones de
modo similar cuando decidimos dejar de fumar cigarrillos, tomar vitaminas o votar por
un partido político, todas decisiones basadas en testimonios provenientes de la ciencia.
Todas estas decisiones presentan una cuestión difícil pero urgente con respecto a la

1
Robert Johnston, Matthew Irwin y David Crowe, Nature 406 (6791), (6 July 2000), p. 3.
relación epistemológica entre, por una parte, el público y los decisores políticos y, por
otra, los científicos. ¿Tenemos buenas razones para creerle a un científico “Leal”, que
está de acuerdo con la posición dominante en la comunidad científica, por sobre un
“Disidente”, que en algún sentido es un miembro de la comunidad científica pero que
discrepa sobre un aspecto importante con la posición dominante? ¿Un Leal está en
mejor posición que un Disidente para decirnos cuál es la teoría correcta?

Contestar “no” a esta pregunta implicaría afirmar que no hay ninguna diferencia
epistémica importante entre la posición de los Disidentes y la de los Leales. Un
científico o una científica que discrepa con la línea dominante en su comunidad tendría
una teoría igualmente digna de ser atendida que un científico que acepta la teoría
dominante. Mbeki claramente apoya esta línea, como indica de forma poderosa y
elocuente en una carta escrita a otros líderes mundiales en abril del 2000.

“Nuestra búsqueda... está siendo intesamente condenada por algunos en nuestro país
y en el resto del mundo como si se tratara de un abandono criminal de la lucha contra
el HIV-SIDA. Algunos elementos en esta orquestada campaña de repudio me
preocupan muy profundamente. Se sugiere, por ejemplo, que algunos científicos son
‘peligrosos y desacreditados’ y que nadie, nosotros incluidos, debería comunicarse o
interactuar con ellos...No hace mucho, en nuestro propio país, personas fueron
asesinadas, torturas, encarceladas y prohibidas de ser citadas en privado y en público
porque la autoridad establecida creía que sus perspectivas eran peligrosas y
desacreditadas. Ahora, nos piden que hagamos lo mismo que la tiranía del apartheid
racista al que nos opusimos hizo porque, dicen, existe una perspectiva científica que es
apoyada por la mayoría, contra la que el disenso está prohibido. Entre los científicos
que supuestamente deberíamos poner en cuarentena científica hay ganadores del
Premio Nobel, miembros de Academias de Ciencias y profesores eméritos de varias
disciplinas médicas. Los científicos, en nombre de la ciencia, están reclamando que
cooperemos con ellos para congelar el discurso científico sobre el HIV-SIDA en el
punto específico al que este discurso llegó en occidente en 1984. Gente que en otra
situación lucharía con todas sus fuerzas para defender los derechos clave de libertad
de pensamiento y discurso, con respecto al HIV-SIDA se ubica en la primera línea de
fuego de la campaña de intimidación intelectual y terrorismo que argumenta que la
única libertad que tenemos es la de estar de acuerdo con las ellos decretan que son
verdades científicas establecidas.”2

Al presentar esta cuestión como un problema de “libertad de pensamiento y discurso”


Mbeki revela que que considera que los Disidentes y los Leales están en el mismo nivel
epistémico. Un Disidente tiene el mismo derecho a ser escuchado por un decisor de

2
Ver www.virusmyth.com.
política pública que un Leal. Prohibir que la posición del Disidente sea considerable en
la esfera pública sería silenciar una posición que tiene tanto derecho epistémico a ser
oída como la posición dominante. No hay nada epistémicamente especial, piensa
Mbeki, en una posición científica dominante. Sencillamente es aceptada por más
científicos.

La otra posibilidad es que Mbeki esté equivocado en poner estas dos posiciones en
paridad de condiciones. No se trataría de una cuestión de dejar el debate abierto para
la libre consideración de varias voces, porque habría una diferencia epistémica entre
las posiciones del Leal y el Disidente. Los decisores políticos deberían desestimar el
testimonio de los Disidentes, precisamente porque los Disidentes son disidentes de la
comunidad científica y son, por eso mismo, menos confiables. Tenemos mejores
razones para actuar sobre la base de una teoría aceptada por la comunidad entera de
las que tenemos para actuar en base a una teoría aceptada solo por una clara minoría
dentro de la comunidad. En la medida en que las afirmaciones de los Leales están en
línea con las de la comunidad, estas afirmaciones cuentan con una ventaja epistémica.
Tenemos una razón para privilegiar el testimonio del Leal sobre el del Disidente.

Un proponente de la idea de que un lego tiene mejores razones para confiar en un Leal
que en un Disidente no necesita negar que la disidencia es algo positivo. Puede
perfectamente acordar en que los Disidentes, como miembros de la comunidad que
cuestionan teorías vigentes, son buenos para la ciencia. Tampoco necesita negar que
algún Disidente en particular podría tener razón. Sin embargo, sí tendrá que afirmar
que cuando alguien que no pertenece a la comunidad científica (como Mbeki) busca
apoyo en la ciencia para tomar una decisión, debe elegir como informante a un Leal y
no a un Disidente. En un caso cualquiera, un Leal será una fuente más justificada de
creencia que un Disidente. Hay razones para creer que esta idea sobre nuestra
relación testimonial con la ciencia es la correcta.

2.

Podría objetarse que este tema no se trata de una cuestión de testimonio, de que
simplemente confiemos en la autoridad de los expertos, sino de que evaluemos la
evidencia nosotros mismos. Los decisores políticos deberían decidir qué hacer caso a
caso, examinando la evidencia en favor y en contra de un curso de acción particular.
Desde el punto de vista de esta objeción, no hay ninguna diferencia epistémica
relevante entre Disidentes y Leales. Simplemente se trata de dos expertos ofreciendo
sus perspectivas Los decisores políticos deberían escuchar ambos lados de la historia,
pero en última instancia deberían hacer lo que juzguen mejor. Deberían seguir su
propio juicio sobre la evidencia.
Este es el modo en que algunos legos, incluyendo a Mbeki, ven nuestra relación con la
ciencia. Decir que los Leales no tienen ninguna ventaja epistémica sobre los Disidentes
es dejar el debate abierto para que un decisor político tome su propia decisión. Si la
comunidad no tiene nada epistémicamente especial, entonces cuando una persona que
no pertenece a la comunidad científica se encuentra con un desacuerdo científico, lo
mejor que puede hacer es confiar en su propio juicio epistémico sobre el asunto. Esta
situación sería bastante poco feliz. El tipo de afirmaciones que se encuentran en
disputa pueden ser muy complejas y difíciles siquiera de comprender (y mucho menos
de evaluar). Los decisores políticos, como la mayoría de nosotros, no poseen ni el
tiempo ni la formación para evaluar con propiedad entre dos posiciones científicas
discordantes. No estamos capacitados para evaluar con propiedad cuál es el lado
correcto en un desacuerdo científico. Este debate debe ser dejado en manos de los
científicos. Sería mejor establecer que los decisores políticos no tienen que confiar en
su propio juicio desinformado sobre asuntos científicos.

Lo que está en juego en la decisión entre un Disidente y un Leal es el valor epistémico


de la comunidad científica. ¿El hecho de que una teoría sea aceptada por la comunidad
nos da más razón para creer en una teoría que el hecho de que esa teoría aceptada
(en base a métodos suficientemente similares) por una persona que no pertenece a la
comunidad? ¿Hay algo epistémicamente especial en el hecho de que los científicos
Leales pertenecen a comunidades? Responder “no” no significa afirmar que la ciencia
está en bancarrota epistémica. Sí implica, no obstante, que la confiabilidad epistémica
de la ciencia quede completamente desvinculada de la aceptación de la comunidad.
Contestar “sí” implica que al menos una parte de lo que hace a la ciencia una buena
fuente de creencias es el hecho de que los compromisos de los científicos con las
teorías son un asunto comunitario, y eso implica que alguien que no pertenece a la
comunidad científica tiene más razón para actuar en base a lo que dice el Leal
simplemente porque es Leal que para actuar en base a lo que dice el Disidente
calificado (que, a partir de métodos aceptables, ha llegado a una conclusión
alternativa).

Si un Leal es mejor informante que un Disidente esto es porque sobre un determinado


tema el Leal sigue la línea de la comunidad, y hay algo más confiable en la línea de la
comunidad. En conclusión, una defensa exitosa de la idea de que el Leal es mejor
informante que el Disidente se apoyará en una teoría de la aceptación de teorías
científicas que revele que la aceptación comunitaria de una teoría es mejor que la
aceptación individual de una teoría.

3.
Fundar nuestras creencias en la ciencia implica fundarlas sobre lo que creemos son
afirmaciones sinceras de otras personas. Podemos llamar a esto una fuente testimonial
de creencias. Las fuentes testimoniales son distintas de las fuentes individuales, que
incluyen percepción o inferencia, y en las que nuestras creencias no provienen de los
compromisos de otras personas. Al evaluar una fuente testimonial de creencias, o
comprar dos fuentes testimoniales de creencias, debemos considerar cómo llega cada
individuo a hacer las afirmaciones que hace. Esto no significa que la justificación del
testimonio per se dependa de la justificación de los compromisos del informante. Existe
un intenso debate teórico sobre si la justificación del testimonio como proceso de
formación de creencias se reduce a la justificación que el informante tiene para su
propia creencia. Si los reduccionistas están en lo cierto, entonces nuestra justificación
para formar creencias basándonos en el testimonio de alguien deriva solamente de la
justificación de quien testimonia para sostener los compromisos sobre los que está
testimoniando. El testimonio no es, en sí mismo, una fuente de justificación. Sin
embargo, sea o no cierto el reduccionismo, tiene que ser posible comparar fuentes
testimoniales, determinar si una es mejor que otra, y esto implicará chequear los
procesos por los cuales los informantes o testimoniantes formaron sus propias
creencias. Incluso si la justificación para confiar en otra persona no se reduce a la
justificación que esa persona tiene de sus propias creencias, podemos apelar a ese
tipo de justificación para comparar potenciales informantes con respecto a algún tema
en particular.

Una manera en la que una fuente testimonial de creencias puede ser mejor que otra es
por ausencia de parcialidad. Si podemos demostrar que es menos probable que una
persona A esté parcializada en la determinación de sus convicciones que otra persona
B, entonces, considerando todos los demás aspectos, tenemos más razones para creer
en A que en B.

La parcialidad doxástica, o parcialidad en la formación de creencias, es la tendencia a


dejarse llevar a la creencia por consideraciones no relacionadas con la verdad respecto
de un tema en particular. Una puede ser parcial a creer que mañana será un día
soleado solo porque mañana cumple años, o ser parcial a aceptar una teoría que una
misma ha creado. Ser parcial a creer algo es inclinarse a creerlo como consecuencia
de consideraciones que una no cree verdaderas. El rango de determinantes que
parcializan la aceptación de teorías científicas incluye características científicas
deseables de las teorías como elegancia, simplicidad y utilidad y también autointerés
de los propios científicos.

Alternativamente, podemos definir una creencia parcializada (o la aceptación


parcializada de una teoría) como una creencia o compromiso teórico que se explica de
forma no epistémica. Las explicaciones no epistémicas son explicaciones que
presentan un compromiso como originado en un compromiso distinto del compromiso
con la verdad sobre ese tema en particular. Como ejemplo, pensemos en una
explicación ambigua, que por su formulación podría ser tanto epistémica como no
epistémica.

Jones está comprometido con una teoría porque juzga que esa teoría es más elegante
que las teorías rivales.

Lo que haría a esta explicación epistémica o no epistémica es lo que Jones entienda


por “elegancia”. La versión epistémica de esta explicación diría que Jones está
comprometido con la teoría porque cree que la elegancia está de alguna manera
correlacionada con la verdad. La existencia de esta creencia de trasfondo muestra que
el compromiso de Jones con la teoría deriva de su compromiso con la verdad sobre el
tema del que versa la teoría.

Si estuviéramos convencidos de que Jones no sostiene una creencia de trasfondo


como esta, nuestra explicación de su creencia sería no epistémica. Una explicación no
epistémica de la creencia de Jones diría que Jones está comprometido con la teoría
solamente porque le gustan las teorías elegantes. Jones acepta esta teoría porque le
gustan las teorías elegantes, pero no porque cree que la elegancia es indicadora de
verdad. Jones está comprometido con la teoría en virtud de algo que no tiene que ver
con un compromiso con la verdad sobre un determinado tema. La versión no
epistémica presenta a Jones parcializado. Estar parcializado hacia el compromiso con
una teoría o tipo particular de teoría es estar inclinado a comprometerse con una teoría
por factores no epistémicos. La explicación no epistémica del compromiso de Jones
describe su parcialidad hacia las teorías elegantes como aquello que lo convenció de
comprometerse con una teoría. La versión epistémica también se refería a la
preferencia de Jones por las teorías elegantes, pero no porque Jones tuviera una
parcialidad hacia ellas. Jones, en la explicación epistémica, piensa que una teoría
elegante tiene más chances de ser verdadera, ceteris paribus, que una teoría no
elegante. La parcialidad es algo que nos gustaría que no tuvieran nuestros informantes,
científicos o no. Si queremos tomar una decisión exitosa sobre algún tema, lo más
probable es que queramos conocer la verdad sobre ese tema, y queremos que
nuestros informantes quieran lo mismo. Queremos que estén comprometidos con el
objetivo de comprometerse con la verdad, y no con otro objetivo, como hacer fama y
fortuna. En consecuencia, si podemos demostrar que la posición Leal tiene menos
chances de estar parcializada que la posición Disidente, entonces las personas que no
pertenecen a la comunidad científica tendrán razones para dar más crédito a un Leal
cuando busquen apelar a la autoridad de la ciencia.

4.
Un compromiso doxástico es imparcial si cumple con dos condiciones individualmente
necesarias y conjuntamente suficientes. La primera es que el compromiso del individuo
está determinado por su consideración sobre lo que él cree que son consideraciones
epistémicas. La segunda es que el compromiso esté preparado para ser afectado por
evidencia contraria. Estas condiciones deben ser explicadas, especialmente la idea de
“preparado para ser afectado”. La explicación, sin embargo, es más pertinente para la
determinación de si estas condiciones ocurren en un caso particular que para decidir si
constituyen o no una descripción verdadera de la práctica científica.

La motivación de la primera condición es obvia. Si un compromiso es sostenido con el


propósito de comprometerse con una verdad, entonces los factores responsables de
ese compromiso son factores que el sujeto cree conductores a la verdad. Sin embargo,
este criterio no es suficiente por sí mismo para una determinación epistémica, porque el
sujeto podría no renunciar al compromiso si los factores responsables de conducir la
verdad fueran sustraídos. Por ejemplo, Jones podría estar comprometido con una
teoría por su poder predictivo, pero si Jones fuera a sostener su compromiso incluso si
descubriera que la teoría no tiene ese poder, entonces tendríamos razones para
describir el compromiso de Jones de forma no epistémica. Comparemos con el caso de
alguien que cree que los miembros de una etnia determinada son intelectualmente
inferiores, cuya creencia ha sido determinada a partir de leer que tienen cráneos más
pequeños. Para determinar si su creencia es imparcial deberemos averiguar si su
creencia se vería afectada si, por ejemplo, la premisa de que existe una relación entre
intelecto y tamaño del cráneo fuera desacreditada. Si la creencia no se viera afectada,
si el sujeto sostuviera la creencia de que los miembros de una etnia son
intelectualmente inferiores a pesar de la evidencia contraria, entonces diríamos que
probablemente su creencia no sea epistémica. Cuestionaríamos que el sujeto esté
efectivamente en búsqueda de la verdad sobre las habilidades intelectuales de los
miembros de una etnia. Los compromisos imparciales deben ser sensibles a la
evidencia contraria.

La segunda condición para la creencia imparcial intenta capturar su intuición. Si una


creencia merece una explicación epistémica, debe estar orientada a la verdad. Los que
creen deben demostrar que están buscando la verdad sobre el tema en cuestión, y no
algún otro tipo de meta no cognitiva, y para estar orientado a la verdad, el compromiso
debe ser sensible a la evidencia contraria. Lo contrario de una creencia sensible a la
evidencia es una idea fija. Una creencia que permanece fija o inmodificable frente a la
evidencia en contrario revela que el sujeto está comprometido con algo que no es la
verdad sobre el tema en cuestión. Consecuentemente, si notamos que la creencia de
una persona es sensible a la evidencia contraria, entonces podemos afirmar que ese
sujeto está orientado hacia la verdad. Al igual que sucedía con la primera condición
para el pensamiento no sesgado o parcializado, esta no es una condición suficiente,
porque es posible que una creencia no determinada epistémicamente sea
aparentemente sensible a la evidencia. Un caso de autoilusión, por ejemplo (wishful
thinking) puede ser susceptible a evidencia perceptual en contrario. Por ejemplo: una
persona que se autoilusione con la fidelidad de su pareja seguramente abandonará su
autoilusión si la encuentra o lo encuentra con las manos en la masa.

5.

Las dos condiciones para el pensamiento no sesgado son propiedades de la


aceptación científica comunitaria. Una de las lecciones más importantes que dejó Kuhn
sobre la práctica científica es que la etapa final de la aceptación de teorías es
comunitaria. El final del proceso de investigación y debate se caracteriza por una
remarcable unidad en la comunidad científica en lo que respecta a la aceptación de
teorías. Kuhn dice además que este rasgo es la característica definitoria de las
comunidades científicas. Una comunidad no es una comunidad científica hasta que sus
miembros aceptan teorías de forma unificada. De hecho, Kuhn también sugiere que
esta característica constituye el progreso científico. Cuando todos los miembros de una
comunidad aceptan una teoría, la comunidad como un todo puede pasar a una nueva
área de estudio. La práctica del compromiso unánime inevitablemente conducirá a
patrones de cambio doxástico claros y extendidos a lo largo de toda la comunidad,
patrones que pueden ser interpretados como progreso. En contraste, en un campo
como la filosofía o la historia, Kuhn sugiere, la falta de acuerdo comunitario significa
que es más difícil encontrar cambios de largo plazo sostenidos por toda la comunidad
que puedan ser definidos como progreso.

Esté o no Kuhn en lo correcto al definir a las comunidades científicas y el progreso


científico en términos de la unidad en la aceptación, hay algo digno de pensar en su
afirmación de que esa unidad es una característica llamativa de las comunidades
científicas. Aunque existen enormes conflictos entre científicos sobre áreas actuales de
estudio, existe un grado de acuerdo notable sobre debates de otras épocas. El conflicto
sobre la aceptación de teorías inevitablemente termina en la aceptación comunitaria. Si
no existiera este grado considerable de unidad en la aceptación de teorías científicas,
entonces la noción de “científico disidente” no tendría asidero. El propio concepto de
intelectual disidente toma su fuerza de la imagen de un individuo que se opone a un
adversario poderoso en desacuerdo. Mientras que un disidente político está en contra
de individuos que tienen posiciones de poder, esa jerarquía de poder no se verifica en
la ciencia. Por eso, el oponente de un científico disidente es la comunidad misma, o
una mayoría de esa comunidad. Los disidentes científicos son disidentes respecto de
una comunidad científica entera. Otra vez, podemos contrastar a la ciencia con la
filosofía. Aunque hay visiones dominantes y mayoritarias en la filosofía, la comunidad
filosófica no se caracteriza por una unidad que permita dar significado a la noción de
“disidente filosófico”.

Para la naturaleza comunitaria de la aceptación de teorías científicas es esencial la


naturaleza pública del discurso científico. Es esencial para la unidad de aceptación de
la comunidad que todos sus miembros tengan acceso a las cosas que se afirman y los
argumentos con que se defienden dichas afirmaciones. En relación con esto, podemos
a la actividad de publicación científica y a la aceptación de teorías científicas como dos
etapas de un proceso público de revisión entre pares. En la primera etapa un artículo
pasa el filtro de los editores y referatos de una determinada publicación, y es publicado.
Se hace público, se presenta a la comunidad en su conjunto. La comunidad entera
actúa como la segunda etapa de revisión de pares del artículo. Si las afirmaciones
publicadas no son desafiadas, entonces están disponibles para ser incorporadas por la
comunidad de alguna manera. Esos descubrimientos, puede decirse, fueron aceptados
por el edificio teórico de la comunidad. Si las afirmaciones hechas en un artículo
publicado no son desafiadas por miembros de la comunidad y no quedan sepultadas en
la oscuridad, entonces se convierten en parte de los compromisos de la comunidad.

En la medida en que se sigue esta ruta hacia la aceptación, las dos condiciones para la
creencia sin parcialidad están siendo cumplidas. La primera se cumple porque la
publicación y consideración pública de la afirmación en cuestión estará solamente
guiada por la evidencia en favor de la afirmación. En ningún discurso teórico la defensa
pública de una afirmación será no epistémica. Los científicos no defienden sus teorías
señalando que son, por ejemplo, buenas para la sociedad o fáciles de enseñar. Por
eso, en la medida en que la aceptación comunitaria de una afirmación depende de su
publicación y defensa, entonces la aceptación comunitaria será el resultado de la
consideración sobre su apoyo epistémico.

La segunda condición para la creencia no sesgada o imparcial se cumple porque la


aceptación comunitaria científica depende de que no haya ningún contraargumento en
la comunidad. La aceptación comunitaria científica de una teoría depende de hacer una
afirmación públicamente y esperar a la aceptación pública de esa afirmación. La
publicación sirve no solamente para difundir la afirmación: permite que sea discutida. Si
una comunidad acepta o no las afirmaciones hechas en un artículo científico dependerá
de si los miembros de la comunidad desafían o no esas afirmaciones de forma
epistémica. La aceptación comunitaria depende entonces de la falta de desafío en la
comunidad. La falta de desafío y la consecuente utilización de esa teoría en la
comunidad implican que la comunidad como un todo ha aceptado esa teoría.

Se sigue entonces que la aceptación de una teoría por una comunidad científica está
determinada por la evidencia y es sensible a la evidencia. La aceptación no ocurre si
miembros de la comunidad logran cuestionar con éxito a la teoría. Es importante, con
respecto a esto, que no solo la consideración pública sobre una afirmación sino
también los desafíos a esa afirmación sean epistémicos. Las preocupaciones no
epistémicas no son parte del discurso público científico. Los científicos no desafían las
teorías de sus colegas apuntando a sus defectos pragmáticas. Desafían teorías
cuestionando la evidencia en su favor, o postulando evidencia en favor de afirmaciones
incompatibles con la teoría del caso. Solo si la evidencia no tiene problemas para la
comunidad la teoría ganará aceptación comunitaria. Como cualquier persona que
sostiene una creencia, un científico no se somete a un desafío si no lo respeta. No
cualquier desafío es capaz de impedir que una afirmación sea aceptada. Pero la
empresa científica, con el fin de la aceptación comunitaria, es tal que los desafíos
pueden ser públicamente comunicados, y esto para permitir la posibilidad de un desafío
que bloquee la aceptación comunitaria.

Si esto es correcto, entonces las dos condiciones para la creencia imparcial son
características de la aceptación comunitaria de teorías, y entonces tenemos razones
para creer que la aceptación de una teoría por parte de la comunidad tiene el propósito
de obtener conocimiento verdadero sobre un determinado tema. La naturaleza pública
del discurso científico, parte necesaria de la aceptación unificada de una teoría por
parte de una comunidad, es también la fuente de su falta de sesgo o parcialidad. La
aceptación comunitaria de una teoría depende de consideraciones evidenciales, así
como de si los miembros de esa comunidad desafían esa aceptación con apoyo
evidencial. Entonces, hay razones para suponer que deberíamos ver a la aceptación
comunitaria de una teoría como orientada la verdad.

6.

La conclusión a la que arribamos no se aplica a explicaciones sobre los compromisos


teóricos de científicos individuales, a menos que las explicaciones se hallen
completamente en línea con los compromisos de la comunidad. La aceptación
comunitaria, dependiente como es de la publicación y el potencial desafío evidencial
público, debe ser vista como orientada a la verdad. No podemos estar seguros de esto
sobre la aceptación individual. La lección es que cuando estamos buscando en la
ciencia una autoridad, tenemos al menos una buena razón para escuchar a los
miembros de la comunidad que son leales a la “línea comunitaria”, y no a aquellos que
disienten con ella. No tenemos ninguna seguridad de que los compromisos de los
disidentes no sean el resultado de una parcialidad.

De esto no se sigue que los Disidentes nunca tienen razón o nunca están justificados
en sus compromisos. El reciente revival del presidente Mbeki del debate sobre el HIV y
el SIDA ha generado la habitual retórica negativa por parte de la comunidad dominante.
Miembros de la comunidad dominante han declarado que la afirmación de que el HIV
causa el SIDA es un hecho irrefutable, y se han referido a los Disidentes como locos
que quieren llamar la atención. Nada de lo dicho en este trabajo implica estas
afirmaciones. No se ha dado ninguna razón para pensar que ninguna posición
Disidente en particular, incluyendo esta, está injustificada o equivocda. Todo lo que se
ha establecido es que los Disidentes son susceptibles a sesgos no epistémicos de un
modo en que los individuos que siguen la línea comunitaria no lo están. Los decisores
de política pública y demás legos por fuera de la ciencia, como Mbeki, deben apostar a
la comunidad dominante, y no a los individuos que disienten, cuando toman decisiones
que influencian a la comunidad. Aunque la comunidad dominante podría no tener
razón, tenemos razones para creer que los Leales no están siendo parciales, y eso
puede ser lo más lejos que nosotros, y los decisores políticos, podemos llegar.

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