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A mis hijos,
Mary,
Thays,
América,
Ignacio,
Yakeline,
Douglas,
Ernesto.
A mis hijos políticos,
Miguel,
Guillermo,
Antonio,
Luciano,
Thierry,
Nancy,
Zarbella,
Y a mi esposa,
Manuela Perdomo
.
Alfredo Almeida, espectador de los cielos rojisos y de las nubes grises, de
los cambios de un siglo con los acontecimientos más trascendentes en la historia
de esta humanidad, con sus dos conflagraciones mundiales, con sus
enfrentamientos étnicos, con la lucha ideológica de mayor alcance, con los más
enconados resurgimientos religiosos. Espectador de las esperanzas azules y de
los arcoiris de vida, surges como un pájaro libre, como un ave ejemplar, desde
la hermosa tierra sabanera de Unare, del estado oriental de Anzoátegui.
Vengo del fondo del cosmos. Mis partículas primarias energéticas estuvieron
siempre bullendo y viajando en el infinito del universo, o en los genes de los
cromosomas ancestrales que fueron cambiándose en infinitos cruces en la
noche del tiempo. También hubo partículas de formación en la leche materna, la
de las vacas, en el agua del Unare, en los peces en las yucas, en la luz solar de
mis insolaciones infantiles, en la sombras sedantes del borde del conuco y en la
carne de los pollos, gallinas, guacharacas, palomas, perdices, y en los huevos
azules de los gervedores, en los morados frutos de la quizandas de quebrada
honda, en las iguanas, en los conejos y las lapas de los campos aledaños al río
Güere de mi entorno.
Mis azúcares y calcios se formaron con las mieles de las colmenas silvestres,
guanotas, ericas, rubitas y zamuritos de las selvas del Caño Terecay y las
sabanas Marquiche. Allí tiritando con la fiebre del paludismo y los sabañones del
becerro, adquirimos los anticuerpos necesarios para enfrentar los morbos
tropicales de este entorno cálido americano que conformaron la idiosincrasia de
mi carácter campesino. Vengo de los genes cruzados y entrecruzados de los
6000 años de mis ancestros Caribes, los genes y cromosomas inevitables de los
tatarabuelos africanos cazados bestialmente en el continente africano y
hacinados en la sentina insalubre del barco negrero que los trajo a Venezuela en
el siglo XVI, en aquel tétrico viaje de la muerte. Y en fin vengo del tozudo abuelo
gallego portador de sangre Ibérica y Mora, que llegó a estas tierras en son de
descubridor y conquistador de Indias, de las partículas de energías estacionadas
en el entorno aparentemente apacible del oriente tórrido del onoto, del Estado
Anzoátegui, donde nací como un individuo más de la familia Homo sapiens.
Viene por un proceso de conservación de la especie, como un animal pensante
y prepotente.
Quién soy
Soy ese ser que un 29 de abril de 1913 salió de la matriz de una madre joven
con esa herencia de tres vertiente, que nos aglutinan, quieras ó no, en una
nación que todavía no tiene conciencia de su destino. Soy el segundo hijo natural
de Ignacia Almeida, a quien la decidia y la ignorancia de su pueblo Hizo regresó
prematuramente al seno del gran pozo eterno del Universo, del cual salimos y al
cual regresamos, para eternamente repetir la transformación sin concierto y sin
razón que lo explique.
Repito, soy un Homo sapiens, como todos los demás lleno de egoísmos, sin
razón, sin camino concreto, destinado a ser un montón de células con
razonamiento pero sin ninguna misión como ser biológico, proclive a
desesperarse y vivir en un mundo cada vez más loco menos comprensible.
Cómo vivo
Después que tuve uso de razón logré encontrar algunas verdades, comencé
a entenderme a mi mismo, a investigarme por dentro y por fuera, y a entender el
entorno. Es doloroso saberse inútil.
Todo lo harás tú solo, no culpes a nadie de tus actos, se tú! Y te das cuenta
que esa verdad es absoluta, única, que esa verdad te obliga a hacer las cosas
bien hechas, no debes fallar, debes prepararte siempre con buena calidad, con
óptima calidad. No podrás avanzar si no tienes la seguridad de hacerlo bien.
Tendrás que aprender todo, saberlo todo. Cuando no sepas una cosa no lo
hagas, tú no puedes hacer las cosas mal hechas.
Lucho contra el egoísmo que me quiere invadir cada día, contra la ignorancia
de las cosas que me rodean y que no comprendo. Lucho contra mis caprichos
que me ciegan a veces y que me hacen soberbio y petulante. Vivo aprendiendo
algo cada día.
Hace mucho tiempo que desterré de mi entorno la “flojera”. Antes caminaba
despacio por capricho, ahora voy de prisa como el tiempo. Trato de aprovechar
todo lo que vivo. Voy de prisa y advierto a quienes quieran ir conmigo que no
puedo esperar, tendrán que alcanzarme si quieren ir a la par. No hago nada
apresurado. Todo debe tener un tiempo adecuado. No pierdas ese tiempo.
Donde estoy
Estoy en el país más lindo del Universo, un país lleno de riquezas humanas
y materiales donde no falta nada. Con petróleo, hierro, diamante, perlas, sabanas
ríos, selvas, pájaros, flores; toda una naturaleza lujuriante con climas
insospechados. Donde la industria petrolera es una de las más grandes del
mundo. En un suelo donde conviven numerosos grupos humanos, blancos,
negros, indios y diversas formas culturales. Con una historia fascinante, Caribes,
Araguacos, Jiraharas, Piaroas, Jivis. Con un Guaicaipuro, un Bolivar, un Simón
Rodriguéz, un Andrés Bello y un Ezequiel Zamora, donde con quinientos años
de existencia aún somos un país virgen.
Estoy en el país más triste de la tierra, donde la gente dejó de vivir bien para
atormentarse por mandar, tener poder de mano y acumular dinero, y que para
ser felices. Pero la miseria más oscura nos ha invadido, acá la luz de la vida ha
desaparecido y “dejó” de “amarse unos a otros” como decía el Cristo.
Todos nos desconocemos y con avaricia anhelamos los bienes de los demás,
para apropiárnoslos, a como de lugar, aprovecharnos de lo que hacen los demás
“sin tirar un tirito”. Y nos creemos merecedores de todos los honores y toda la
sabiduría del mundo. “Yo soy mejor que los demás” “qué se cree la gente”, lo
que pasa es que yo…siempre “yo”, “yo solo” “yo nada más”. Y esto es así en
todos los estratos sociales.
Se me ocurre pensar que si nada soy, cuando muera se acaba todo. Sino
analicemos la historia que dejamos. Si no analicemos la historia que dejamos.
En la poesía 1995, poema de fin de año escribí…
A todos nos preocupa dejar un rastro limpio. Eso se debe porque a la hora de
morir quisiéramos que se nos tome en cuenta para no ir al “infierno”. Puede ser
que nadie crea en el infierno propiamente dicho y si crea en la “gloria”, y al final
de cuenta parece que es incómodo no saber que será de uno cuando se muera,
pero como “todo el mundo” sabe que después de muerto, no hay retroceso.
Cuando mueres, muerto estás, y listo, esa es la realidad, lo que queda es la
historia buena o mala. Quieras o no, ya no es posible enmendar. Entonces mi
conclusión es así:
Hacer una historia llena de de errores, fracasos, delitos, llenar la vida con
necedades, ociosidades, tramposerías, traiciones hasta con la familia,
mediocridades, es muy fácil. Lo difícil es ser solidario, honesto, justo, claro, llenar
la vida de cariño, verdades, buenos amigos, amante de sus familiares y dueño
de sí mismo, respetuoso y leal aún consigo mismo, eso debemos ser.
¿Pero qué pasa con el universo- transformación- caótica?, que no es otra cosa
que transcurrir, sin concierto, sin programa, y sin meta. Solamente podemos
comprar ese transcurrir en las aguas de una corriente, de un rio. Un río es un
ejemplo de lo que es el infinito Universo.
Las aguas son la vida total, van… van siempre, hacia un infinito, no tienen
ninguna misión, el agua va caóticamente pasando, arrastrando, disolviendo,
amontonando aquí, arrancando allá, mezclando cosas, desordenadamente,
despiadadamente, ahoga plantas, animales, bacterias, virus, gente, no hay
preferencia, ni discriminación, piedras, arenas… todo. Un sabio, un inteligente,
un enfermo, un mendigo, corren igual suerte, desaparecen con su sabiduría o
con su ignorancia. Hoy, mañana, siempre.
Pero el hombre, ese yo que describo, que se me… que gozo y que sufro,
riendo y llorando, descubro mi inutilidad ante el todo y pauto mi vivencia. Tengo
dos alternativas, o dilapido mi tiempo de vida, lúcida y comprendida; o la gozo,
entendiendo y sublimando esa vivencia. Si vivo como un gánster, egoísta,
inmoral y desordenado me alejo de la paz. Encuentro placer y paz cuando
dulcemente doy bondad.
Lucho en este momento para que entre todos hagamos de este caos, una
corriente como el río menos dolorosa y menos despiadada. Hagamos otro cause.
Que nuestra inteligencia sirva para encontrar esa manera de darle razón
agradable a nuestra corta existencia. Este es mi mensaje.
Almeida, A. (1996) “El Todo Infinito” Ediciones: Tinta, Papel y Vida C.A
Caracas: Venezuela