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1. Introducción
Según el artículo 384 del Código Procesal Civil, uno de los fines de la casación es la
uniformidad de la jurisprudencia nacional por la Corte Suprema de Justicia. La
uniformidad de la jurisprudencia se logra mediante la emisión de precedentes
judiciales, que se producen como consecuencia de un pleno de magistrados civiles de
la Corte Suprema, en la que pueden darle calidad de precedente judicial a algún
fundamento jurídico que ha usado en una de sus decisiones. La decisión que tome la
mayoría absoluta de los asistentes al pleno casatorio convocado por la Sala Suprema
Civil, constituye precedente judicial y vincula a los órganos jurisdiccionales hasta que
sea modificado por otro precedente[1].
Cabe precisar que desde el año 1993 (año que entró en vigencia el Código Procesal
Civil) hasta el año 2008, solo se había emitido una sentencia vinculante, es decir, no
se estaba cumpliendo de manera adecuada con unificar la jurisprudencia en el país[2].
Así, la comisión encargada de modificar los artículos de casación, señaló que ―la
predictibilidad de las decisiones judiciales es un objetivo que no fue alcanzado con la
regulación del recurso de casación, prueba de ello es la ausencia de líneas
jurisprudenciales en los distintos órganos jurisdiccionales, donde por el contrario
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existen decisiones contradictorias entre órganos jurisdiccionales para casos idénticos,
todo lo cual contribuye a la generación de inseguridad jurídica‖.
Por ello, mediante Ley 29364 de fecha 28 de mayo de 2009, se dispuso que era
necesario modificar el régimen de casación. En el caso del precedente judicial se
dispuso que solo se necesitaba la presencia de los magistrados civiles, con el fin de
facilitar la creación de precedentes judiciales.
Señala que en dicho inmueble nacieron sus hijos, manteniendo hasta la fecha la
posesión del mismo, y conduciéndolo como propietario en forma continua, quieta,
pacífica y de buena fe por más de sesenta años, habiendo realizado innovaciones en
el predio a raíz de la ampliación de la calle María Izaga, teniendo en la actualidad un
área total de 31.51 metros cuadrados.
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La sentencia fue apelada únicamente por la codemandante Gladys Lluncor, por lo que
la Sala Superior de Lambayeque, declaró nula la sentencia apelada en el extremo que
declaró infundada la demanda interpuesta por Gladys Lluncor, ordenando que el a quo
emita nuevo fallo, ya que en ella se había determinado que la apelante tenía la
condición de ―servidora de la posesión‖, situación que no fue expuesta como
fundamento de la contestación de la demanda ni fue fijada como punto controvertido,
por lo que se imposibilitó la defensa en cuanto a dicha imputación, infringiéndose el
inciso 3) del artículo 122 del Código Procesal Civil.
3.2. De oficio, el juez de primera instancia se pronunciará sobre estos puntos, siempre
que la parte interesada haya alegado o expresado de alguna forma hechos concretos
referidos a los perjuicios resultantes de la separación de hecho o del divorcio en sí.
Aquellos hechos pueden ser alegados o expresados incluso después de los actos
postulatorios. En estas hipótesis, el juez concederá a la otra parte la oportunidad
razonable de pronunciarse sobre aquellos hechos y de ofrecer la prueba pertinente. Si
ya se llevó a cabo la audiencia de pruebas, los medios probatorios que se ofrezcan
serán de actuación inmediata.
3.3. En el estado correspondiente del proceso, y de ser el caso, el Juez debe fijar
como parte de los puntos controvertidos los extremos ya mencionados.
En el texto se la sentencia del Pleno, la Corte Suprema señaló que en ninguna de las
sentencias de mérito se hace alusión a los artículos del Código Civil referido al
contrato de arrendamiento que menciona la recurrente, con lo cual, no se puede
señalar que dichas normas hayan servido de sustento jurídico a los jueces de mérito
para resolver sobre el fondo de la litis.
Una persona tendrá la condición de precaria cuando ocupe un inmueble ajeno, sin
pago de renta y sin título para ello, o cuando dicho título no genere ningún efecto de
protección para quien lo ostente, frente al reclamante, por haberse extinguido el
mismo.
5.2. Será caso de título de posesión fenecido, cuando se presente supuesto previsto
por el artículo 1704 del Código Civil, puesto que con el requerimiento de la devolución
del inmueble se pone de manifiesto la voluntad del arrendador de poner fin al contrato.
No constituirá un caso de título fenecido el supuesto contemplado por el artículo 1700
del Código Civil, dado que el sólo vencimiento del contrato de arrendamiento no
resuelve el contrato sino que, por imperio de la ley, se asume la continuación del
mismo hasta que el arrendador le requiera la devolución del bien. Dada esta
condición, recién se puede asumir que el poseedor ha pasado a constituirse en
poseedor precario por fenecimiento de su título.
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5.3. Si en el trámite de un proceso de desalojo, el Juez advierte la invalidez absoluta y
evidente del título posesorio, conforme lo prevé el artículo 220 del Código Civil, sólo
analizará dicha situación en la parte considerativa de la sentencia –sobre nulidad
manifiesta del negocio jurídico–, y declarará fundada o infundada la demanda
únicamente sobre el desalojo, dependiendo de cuál de los títulos presentados por las
partes es el que adolece de nulidad manifiesta.
5.6. La mera alegación del demandado, en el sentido de haber adquirido el bien por
usucapión, no basta para desestimar la pretensión de desalojo ni declarar la
improcedencia de la demanda, correspondiendo al Juez del desalojo valorar las
pruebas en las cuales sustenta el demandado su derecho invocado, sin que ello
implique que está facultado para decidir sobre la usucapión. Siendo así, se limitará a
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establecer si ha surgido en él la convicción de declarar el derecho de poseer a favor
del demandante. De declararse fundada la demanda de desalojo por precario, en
nada afecta lo que se vaya a decidir en tro proceso donde se tramite la pretensión de
usucapión, puesto que el usucapiente tendrá expedido su derecho para solicitar la
inejecución del mandato de desalojo o en todo caso para solicitar la devolución del
inmueble.
En todos los casos descritos, el Juez del proceso no podrá expedir una sentencia
inhibitoria, sino que deberá de pronunciarse sobre el fondo de la materia controvertida,
en el sentido que corresponda, conforme a los hechos y la valoración de las pruebas
aportadas.
En lo que concierne a lo dispuesto por el artículo 601 del Código Procesal Civil,
cuando ya ha prescrito el plazo para interponer la pretensión interdictal, el accionante
no podrá optar por recurrir al desalojo para lograr la recuperación de su bien.
Asimismo, señala que la persona jurídica no lucrativa está conformada por 930
socios, el 90% está conforme con la junta directiva, por lo que la voluntad unilateral
del demandante no puede privilegiarse en oposición a los acuerdos válidamente
adoptados por la mayoría en la Asamblea General, celebrados con la convocatoria,
quórum de asistencia y aviso de publicidad en el Diario Oficial, respectivamente.
Refiere que su derecho de oposición debió constar en el acta respectiva en caso
hubiera asistido y en su defecto contaba con 60 días para hacerla valer judicialmente,
por lo que la demanda resulta improcedente. Finalmente anota que no se acredita la
inasistencia de los 121 socios que se indican en la demanda, no existe coherencia en
su petitorio, no es requisito de la convocatoria a la asamblea la notificación personal,
bastando la publicación en el Diario Oficial, las publicaciones en el local y los llamados
por megáfono; respecto de la causal de simulación deducida en autos agrega que el
accionante se limita a señalar que no estuvo presente en la asamblea lo que no
resulta arreglado a ley.
Sobre la infracción normativa de una norma material, señala que la resolución de vista
inaplica lo dispuesto en los numerales 1 y 5 del artículo 219 del Código Civil, por
cuanto la simulación absoluta del acto jurídico está probada con la ausencia de
voluntad de los asociados que supuestamente celebraron el acto jurídico contenido en
las asambleas cuestionadas, en las que no se encontraban presentes algunos de los
asociados por estar fuera del país o porque habían fallecido con anterioridad a la
celebración de las mismas. Ello implica que la supuesta manifestación de la voluntad
de los asociados declarada por el propio presidente de la asociación no corresponde a
su verdadera intención, por lo que las asambleas materia de autos no han sido
convocadas bajo las normas estatutarias de la Asociación y sólo se sustentan en la
inscripción registral de éstas, efectuadas me ante una simple declaración jurada ante
los Registros Públicos por parte del codemandado Homero Castillo Alva.
En la sentencia del Pleno, la Corte Suprema señaló que la Sala Superior sí había
motivado las razones fácticas y jurídicas por las cuales considera que la demanda era
improcedente, porque debe desestimarse la causal de contravención al debido
proceso.
La Corte Suprema precisa que la parte demandante tiene calidad de socio y por ende
expedita la pretensión de impugnación de acuerdos prevista en el artículo 92 del
código civil, dentro de los plazos que el indicado dispositivo establece, pero en lugar
de ello decidió interponer la pretensión precedentemente señalada en base a las
normas de ineficacia estructural del libro II del Código Civil de 1984, soslayando la
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normativa especial imperativa vigente y con ello el ejercicio de la acción
predeterminada por ley, por lo que la Sala Superior no ha incurrido en la infracción
material denunciada, referida a la inaplicación de los numerales 1 y 5 del artículo 219
del Código Civil.
Finalmente, respecto a la interpretación errónea del artículo 92 del Código Civil, indica
que aparentemente se presentan dos normas aplicables al mismo supuesto de hecho,
que son el artículo 92 del Código Civil, referido a la interposición de la pretensión de
impugnación de acuerdos de asociaciones y el artículo 219 del mismo cuerpo
normativo, que establece taxativamente las causales de ineficacia estructural en el
supuesto de nulidad del negocio jurídico.
En el caso, señala la Corte Suprema, se aplica el artículo 92 del Código Civil, toda vez
que la pretensión de impugnación de acuerdos de asociación, es de aplicación
preferente a las normas generales de ineficacia del negocio jurídico reguladas en el
libro II del Código Civil u otras formas que regulan la ineficacia negocial. Por lo que el
asociado, únicamente puede impugnar los acuerdos de la asociación de conformidad
con el artículo 92 del Código Civil y no indistintamente en base a los supuestos de
ineficacia estructural estatuidos en el libro II del Código Civil u otras normas. En
consecuencia, la Corte Suprema declaró infundado el recurso de casación, y
estableció como doctrina vinculante lo siguiente:
1.1 En el año 1994, el ex Banco Regional del Norte Sucursal Chiclayo le otorgó a su
difunto esposo Marciano Fernández Gonzáles, un sobregiro de dos mil setecientos
cincuenta y 00/100 soles (S/. 2,750.00), el mismo que por el transcurrir del tiempo y
por la aplicación de los elevados intereses compensatorios y moratorios, en el año de
mil novecientos noventa y ocho se elevó a treinta y dos mil nuevos soles (SI.
32,000.00), monto por el cual se les conminó a suscribir con fecha ocho de mayo de
mil novecientos noventa y ocho, la escritura pública de hipoteca hasta por la suma de
veintiún mil dólares americanos ($ 21.000.00), así como el Pagaré 045519 a favor de
NORBANK el treinta y uno de agosto de ese año, cuya última fecha de vencimiento
fue el veintiuno de noviembre del dos mil.
1.2 Su difunto esposo fue realizando pagos parciales en las oficinas del NBK BANK y
del Banco Financiero para cancelar la suma total de 99/100 soles (S/. 38.977.99),
pagos que no han sido tomados en cuenta por LA EJECUTANTE.
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1.3 La única deuda que mantenía con la entidad bancaria era el Pagaré 093-1574, el
mismo que se aceptó el treinta y uno de agosto de mil novecientos noventa y ocho, y
que vencía el treinta de octubre de ese mismo año.
2.2 Al haber fallecido su cónyuge, era legal y procedente que sea la propia entidad
demandante la que haga efectivo el seguro de desgravamen y extinga toda la deuda.
3.1 Que, la obligación se originó con el Pagaré 093-1574, suscrito el treinta y uno de
agosto de 1998, por lo que al haber tomado conocimiento de la presente demanda el
06 de junio de 2008, ha transcurrido más de diez años del plazo establecido en el
artículo 2001 del Código Civil, por lo que la deuda ha prescrito.
c) inaplicación del artículo 1099 del Código Civil, el cual señala que la hipoteca se
constituye pero para garantizar un supuesto préstamo, el cual nunca existió sino que
fue un sobregiro, pero por el cual se firmó un pagaré así como la hipoteca.
La Corte Suprema de Justicia de la República, declaró FUNDADO el recurso de
casación interpuesto por la ejecutada AURA VIOLETA SALAS GONZÁLES y en
consecuencia, CASARON la resolución de vista, declararon INSUBSISTENTE la
resolución apelada así como NULO todo lo actuado, debiendo el juez de la causa
emitir nueva resolución que se pronuncie sobre la procedencia de la ejecución de
garantía demandada, requiriendo previamente a la parte ejecutante, la presentación
del original del pagaré debidamente protestado emitido por la parte ejecutada a favor
de Norbank, Banco Regional, así como de un estado de cuenta de saldo deudor,
suscrito por apoderado de la entidad ejecutante con facultades para liquidación de
operaciones; estado de cuenta que debe contener cronológicamente detallados los
respectivos cargos y abonos desde el nacimiento de la relación obligatoria hasta la
fecha de la liquidación; así como el certificado de gravamen correspondiente.
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ii) Asimismo, la mencionada entidad le cedió la hipoteca constituida por los ejecutados
la cual al tener la característica de ―abierta‖ no contiene la obligación.
iv) No hay acta de entrega de los pagarés suscritos en Chiclayo a COFIDE (solo los
de Lima).
vi) Tanto el a quo como el ad quem consideran que en una ejecución de garantías,
incluso cuando la garantía sea ―abierta‖ (sábana), basta que se presente el
documento que la contiene como estado de cuenta de saldo deudor (ambos
documentos constituirían el título de ejecución). Sin embargo, deberá presentarse otro
documento que corrobore la existencia de la obligación, pues en un título compuesto
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debe de constar el documento donde obre la garantía y la liquidación del saldo
deudor; además, como se tiene expresado, puede presentarse otro documento que
acredite que la obligación aún persiste.
vii) Un título ejecutivo para ser tal debe ―contener la obligación‖, conforme lo exige el
artículo 689 del Código Procesal Civil y debe tener mérito ejecutivo. Este título está
integrado por: i) el documento (escritura pública) que contiene la hipoteca; y ii) la
liquidación del estado de saldo deudor y la obligación puede corroborarse con otro
documento o un título valor (el cual puede no estar protestado).
viii) Solo las liquidaciones de saldo deudor de empresas del sistema financiero son
consideradas títulos ejecutivos. Sin embargo, cuando la obligación esté contenida en
un título valor, tal liquidación no suple al título valor, en particular porque los derechos
cartulares tienen sus propias reglas a comenzar por los plazos de prescripción, que no
pueden ser soslayadas con la emisión de una liquidación, por lo demás, hechas ―como
sea‖.
ix) Cuando se está ante una ejecución de una garantía abierta (que no contiene la
obligación), la certeza de la existencia y exigibilidad de la obligación (que es lo que
hace legítima la ejecución), debe provenir de ―otro documento‖: un título ejecutivo
reconocido como tal por la ley.
xi) Si a COFIDE se le cedió un pagaré, el único derecho que puede ejercitar en este
proceso es el derecho cartular (y no el de la causa de la emisión que no se le cedió),
siendo que para ejercitar su derecho cartular, tiene que presentar en original (por lo
demás oportunamente protestado).
xiii) Nada de ello ha sido advertido por el a quo y el ad quem, que han hecho una
suerte de acto de fe del ―estado‖ de la situación de la operación presentada por
COFIDE con su demanda, por demás inconsistente, prima facie, que presentaba ese
―estado de operación‖ (que en setecientos sesenta y dos días, o sea poco más de dos
años una obligación por el monto de veintidós mil quinientos ochenta y siete nuevos
soles con cincuenta y seis céntimos de nuevos sol –S/. 22.587.56– creció
exponencialmente a trecientos once mil novecientos quince nuevos soles con
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sesentiún céntimos de nuevo sol (S/. 311,915.61 -). En virtud a lo expuesto, debe
declararse fundado el recurso y declararse nulo todo lo actuado hasta que se vuelva a
calificar la procedencia de esa ejecución.
iii) Los demás documentos indicados en el artículo 720 del Código Procesal Civil.
PRECEDENTE SEGUNDO:
ii) Los demás documentos indicados en 720 del Código Procesal Civil.
PRECEDENTE TERCERO:
ii) El saldo deudor realizado por la parte ejecutante comprende abonos y cargos, o
pagos a cuenta si los hubiere, atendiendo que el pacto de capitalización de intereses
solo es lícito en los supuestos indicados en los artículos 1249 y 1250 del Código Civil,
esto es cuando se trate de cuentas bancarias, mercantiles y similares, o cuando se
celebre por escrito el pacto después de contraída la obligación, siempre que medie no
menos de un ano de atraso en el pago de los intereses.
PRECEDENTE CUARTO:
El juez de considerar que el estado de cuenta de saldo deudor presente evidentes
omisiones de los requisitos y formalidades ya precisadas o tiene notorias
inconsistencias contables, debe declarar inadmisible la demanda a los efectos de que
el ejecutante presente nuevo estado de cuenta de saldo deudor conforme a sus
observaciones.
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PRECEDENTE QUINTO:
El juez ejecutor, una vez determinada la procedencia de la ejecución, debe emitir el
mandato de ejecución, disponiendo el pago íntegro de la suma liquidada en el plazo
indicado en el artículo 721 del Código Procesal Civil, bajo apercibimiento de proceder
al remate judicial del bien dado en la garantía, incluso si aquella suma excede del
monto del gravamen establecido en el acto de constitución de la garantía o en sus
actos modificatorios y/o ampliatorios.
PRECEDENTE SEXTO:
El pago dispuesto en el mandato ejecutivo debe ser por suma liquida, no pudiendo
emitirse mandato ejecutivo disponiendo el pago de suma dineraria en parte liquida y
en parte ilíquida, a liquidarse tras el remate judicial o el pedido de adjudicación en
pago del ejecutante conforme al artículo 746 del Código Procesal Civil, salvo en lo
atinente a los intereses, costas y costos que se generen después de la emisión del
mandato de ejecución hasta la fecha de pago.
PRECEDENTE SÉTIMO:
El acreedor tan solo podrá ejecutar la hipoteca por el monto de esa garantía, es decir,
que su concesión está limitada al bien o bienes que se especifican al constituir la
garantía y que también está limitada a la suma que expresa y claramente se
determina en el correspondiente documento constitutivo de la hipoteca. En los
supuestos en que la suma dispuesta en el mandato ejecutivo exceda el monto del
gravamen de la garantía real, la parte ejecutante a fin de asegurar la posibilidad de
ejecución debe proceder conforme a lo establecido en el artículo 724 del Código
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Procesal Civil (por el saldo deudor tras la realización del remate del bien o, en su uso,
la adjudicación en pago al ejecutante).
Refiere que con fecha 26 de mayo de 2004 suscribió con la demandada Desarrollos
Siglo XXI Sociedad Anónima Abierta una minuta de compraventa por la Que adquirió
el Departamento 202 y el estacionamiento 202 (Segundo Edificio) Gran Mansión
Monticello de la Manzana H, Lote 6-8, del Condominio Residencial Isla Cerdeña,
Distrito de Lurín, Provincia y Departamento de lima, inscrito en las Partidas 12169166
y 12169170 del Registro de la Propiedad Inmueble de lima.
Añade que con posterioridad a dicha venta, la codemandada Jesús Esther Tambini
Miranda interpuso una demanda de indemnización contra Desarrollos Siglo XXI
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Sociedad Anónima Abierta, y en dicho proceso por resolución 2 de fecha 22 de
diciembre de 2011, el Primer Juzgado Especializado en lo Civil de la Corte Superior
de Justicia de Lima trabó embargo sobre los inmuebles materia de litis, consignando
como propietario a Desarrollos Siglo XXI Sociedad Anónima Abierta, título presentado
el 10 de febrero de 2012.
v) En tal virtud, resulta evidente que al momento de ejecutarse la medida cautelar, los
inmuebles sub litis no eran propiedad de la deudora demandada Desarrollos Siglo XXI
Sociedad Anónima Abierta sino de la demandante tercerista Miriam Ivonne Hermida
Clavijo.
vi) Siendo así, el inmueble sub litis no debe responder por la obligación de la
emplazada Desarrollos Siglo XXI Sociedad Anónima Abierta, siendo procedente el
levantamiento de la medida cautelar decretada, por lo que la demanda de tercería de
propiedad resulta amparable.
ii) En consecuencia, el artículo 2016 del Código Civil no es aplicable, al caso concreto,
puesto que un derecho de crédito (derecho personal), no resulta oponible al derecho
de propiedad de la tercerista (derecho real), no obstante no encontrarse inscrito con
anterioridad a su acreencia; cabe resaltar que nuestro Código Civil ha adoptado el
sistema espiritualista francés, por el cual, la sola voluntad de las partes, contenida en
el acto jurídico creador de la relación obligatoria, resulta suficiente para producir un
efecto traslativo de la propiedad.
ii) En relación al artículo 2022, señala que la Sala de mérito interpreta de manera
errada la mencionada norma, por cuanto al haber operado la transferencia según lo
dispuesto en el artículo 949 del Código Civil, al tercerista le asiste oponer su derecho,
siempre y cuando haya sido inscrito su título en el Registro de la Propiedad Inmueble
correspondiente; sin embargo, cuando se dio inicio a la ejecución forzada de la
sentencia, la recurrente solicitó tutela cautelar de embargo en forma de inscripción,
que fue concedido por el Primer Juzgado Civil de Lima; agrega además, que dicho
mandato fue inscrito el 10 de febrero de 2012, cuando los inmuebles embargados
aparecían inscritos a favor de la empresa Desarrollos Siglo XXI (ejecutada); por otro
lado, la demandante presentó su título en SÚNARP el 03 de mayo de 2012, luego de
varios meses de haberse inscrito el embargo; asimismo, aplica erróneamente las
disposiciones del derecho común, lo cual ha originado que se emita una sentencia
indicando que a pesar de existir un documento de fecha cierta que no ha sido inscrito
en el Registro de la Propiedad Inmueble, respectivo, dicho acto jurídico es oponible al
embargo inscrito, error material que tiene relevante incidencia en el resultado del
proceso.
iv) De acuerdo a lo ya expuesto, cuando la segunda parte del artículo 2022 del Código
Civil se refiere al ―derecho común‖, expresa una voluntad (objetiva y explicitada) del
legislador civil por no adoptar un criterio registral para resolver el conflicto de derechos
materia de los procesos de tercería de propiedad sobre bienes inmuebles registrados.
Una interpretación sistemática de las normas que regulan conflictos de derechos en
nuestro Código Civil, demuestra que cuando el legislador ha preferido un criterio
sustentado en la inscripción registral, ha expresado esta preferencia de forma diáfana
e indubitable en las normas. En cambio, el texto empleado por el legislador en la
segunda parte del artículo 2022 del Código Civil no refleja en modo alguna una opción
registral clara y concreta, lo que hace concluir que, en realidad, el legislador ha optado
por un criterio distinto, no sustentado en el registro. Caso contrario, no tendría
explicación el hecho de que el legislador no haya establecido un criterio registral de
forma clara, sino apelando a una fórmula un tanto imprecisa como ―derecho común‖.
Por consiguiente, el conflicto normado en la segunda parte del citado artículo 2022 no
puede resolverse aplicando criterios registrales. No se puede amparar, en
consecuencia, la interpretación del artículo 2022, segunda parte, hecha por la parte
recurrente, según la cual debe aplicarse un criterio registral para dirimir el conflicto de
derechos en cuestión.
v) En relación a la presunta infracción de los artículos 2012 y 2013 del Código Civil,
debe indicarse que los mismos no tienen por objeto regular conflictos de derechos
subjetivos, por lo que su aplicación a esta causa no resulta pertinente. Como también
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se expuso en los considerandos de esta resolución casatoria, el problema de fondo en
los procesos de tercería de propiedad se refiere a la dilucidación de un conflicto de
derechos, no a otra clase de problema, motivo por el cual la norma aplicable es la
segunda parte del artículo 2022 del Código Civil, no otra, cosa expresamente
reconocida por la doctrina en favor de la propiedad no inscrita, como por la doctrina en
favor del crédito inscrito. Siendo ello así, no resultan pertinentes las normas que no se
refieren a conflictos de derechos subjetivos de naturaleza diversa. Estas, como
también se indicó oportunamente, se caracterizan por aludir a por lo menos tres
sujetos: los ―causahabientes‖ o ―adquirentes‖ y el ―causante‖ o ―transmisor‖ común.
Esta estructura está por completo ausente en los artículos 2012 y 2013 del Código
Civil. La primera norma se refiere al principio de publicidad registral, en tanto que la
segunda se refiere al principio de legitimación. Ninguno de estos preceptos o
principios tiene por objeto dirimir conflictos de derechos de naturaleza diversa. A
mayor abundamiento, estos preceptos tampoco resultan pertinentes para resolver
dicho conflicto de derechos, puesto que, habiéndose adoptado la interpretación que
no considera pertinente la aplicación del criterio registral, el conflicto de derechos
materia de análisis no puede resolverse aplicando normativa registral.
vi) Respecto al carácter erga omnes otorgado por la inscripción registral, de igual
forma, en los considerandos ya se analizó el argumento normalmente empleado por la
jurisprudencia de mérito para defender la propiedad no inscrita, arribándose a la
conclusión de que, tal como lo expusiera la doctrina defensora del crédito inscrito, no
resulta adecuado seguir postulando la diferencia entre tutela erga omnes (absoluta)y
tutela inter partes (relativa), puesto que los mal llamados derechos relativos también
tienen tutela extracontractual o erga omnes, por lo que no cabe amparar un
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argumento que se construya sobre la base de esa diferenciación. Por lo demás, cabe
reiterarlo, según la interpretación adoptada por este Supremo Tribunal, el conflicto de
derechos en cuestión no se soluciona, según el legislador civil, en función de un
criterio registral, por lo que mal puede invocarse la oponibilidad que confiere la
inscripción registral, ya que este es un criterio, que no resulta aplicable al caso de
autos, según una adecuada interpretación del tantas veces mencionado artículo 2022
del Código Civil, segunda parte.
viii) Por lo tanto, no cabe amparar ninguno de los argumentos expuestos por la parte
recurrente en su recurso de casación, al no ser pertinentes las normas que invoca, ni
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tampoco plantear una interpretación adecuada para la segunda parte del artículo 2022
del Código Civil.
ii) Los demandados, en el año 2005, se fueron a radicar al Callao y dejaron el lote de
terreno de su propiedad al cuidado de una tercera persona. Luego, los demandados
manifestaron su voluntad de vender el lote de terreno de Ilo, indicando que habían
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adquirido un lote de terreno en el Callao por lo que necesitaban con urgencia el dinero
para pagar esta última adquisición. Es así que demandantes y demandados se
pusieron de acuerdo en el precio del lote de terreno y acordaron que estos últimos
arribarían a la ciudad de Ilo para la suscripción del contrato correspondiente.
iii) Con fecha 25 de agosto del 2008 arribó a la ciudad de Ilo el demandado Ángel
Gabriel Collantes Arimuya, quien manifestó que por motivos de salud su esposa no
pudo viajar, sin embargo, podían celebrar el contrato de compraventa en documento
privado con el compromiso de que en los días posteriores se formalizaría la
transferencia mediante escritura pública, situación que fue ratificada, vía telefónica,
por la señora Rosa Estrella Reátegui Marín quien además indicó que su esposo
estaba autorizado para recibir el precio pactado.
iv) Con fecha 26 de agosto del 2008 se celebró el contrato en documento privado, el
mismo que fue suscrito por el demandado Ángel Gabriel Collantes Arimuya y por la
demandante Liliana Amanda Mejía García, entregándosele ese mismo día, a aquel, el
precio convenido: US$5,000.00 Dólares Americanos. El inmueble fue desocupado por
la persona que lo estaba custodiando y los demandantes entraron en posesión del
mismo desde fines de agosto del 2008, conservándola hasta la fecha.
vi) Invocan como fundamento de derecho de su demanda los artículos 140, 141, 949,
1412, 1529 y 1549 del Código Civil.
La demanda fue admitida en la vía del proceso sumarísimo, y se confirió traslado a los
demandados; quienes fueron declarados rebeldes; y se fijó fecha para la audiencia de
pruebas.
iii) No existe prueba que acredite que doña Rosa Estrella Reátegui Marín haya
expresado su voluntad de enajenar el bien, siendo que los indicios de no vivir o
reclamar el bien no conducen a concluir que ésta transfirió el bien.
iv) De acuerdo con el artículo 315 del Código Civil para disponer de bienes que
pertenecen a la sociedad conyugal se requiere de la intervención de ambos cónyuges,
es más si uno de los cónyuges actúa en representación del otro, requiere poder
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especial. Por lo tanto, al no haberse acreditado la transferencia de la propiedad de la
sociedad conyugal, no cabe amparar la pretensión de otorgamiento de escritura
pública.
i) Infracción normativa del artículo 141 del Código Civil concordante con el artículo
1352 del Código Civil, en tanto los contratos se perfeccionan con el solo
consentimiento, y la manifestación de voluntad puede ser tácita, que es lo que se
habría producido respecto de la señora Rosa Estrella Reátegui Marín ya que ésta por
vía telefónica comunicó que por razones de enfermedad no podía viajar del Callao a
Ilo para la firma del contrato de compraventa y lo haría su esposo Ángel Gabriel
Collantes Arimuya, quien, en efecto, el 26 de agosto del 2008, celebró el contrato.
Luego, han sido los propios demandados los que entregaron el inmueble y retiraron
sus bienes muebles para trasladarlos al Callao, no habiendo solicitado la restitución
del inmueble en ningún momento;
ii) Indebida aplicación e interpretación del artículo 315 del Código Civil, pues se habría
realizado una interpretación literal de la precitada norma, sin tener en cuenta lo
establecido en el artículo 141 del Código Civil, ya que la demandada Rosa Estrella
Reátegui Marín sí ha manifestado su voluntad de vender el inmueble, de manera
tácita.
LOS PRECEDENTES CIVILES VINCULANTES
ORGANIZADOS POR MATERIAS
Mediante auto calificatorio del recurso de casación, la Sala Civil Permanente de la
Corte Suprema de Justicia de la República desestimó las denuncias formuladas por la
recurrente, en tanto pretenden lograr un reexamen fáctico y/o probatorio lo cual no
resulta viable en sede de casación, al no constituir una tercera instancia; sin embargo,
al amparo del artículo 392-A del Código Procesal Civil, concedió excepcionalmente el
recurso de casación por la causal de infracción normativa de los artículos 1549 y 1412
del Código Civil.
i) Como puede verse, y aun cuando no se haga referencia explícita al mismo, el juez
ha desestimado la demanda sobre la base del ejercicio (ciertamente irregular) del
poder conferido por el artículo 220 del Código Civil, pues de oficio –los demandados
no la alegaron y es más fueron declarados rebeldes– ha apreciado la nulidad del
contrato que se pretendía formalizar. Sin embargo, conforme se ha señalado en los
fundamentos precedentes, al no habérsele concedido a la parte demandante la
posibilidad de plantear argumentos y aportar medios probatorios relativos a las
causales de nulidad por las que finalmente se desestimó la demanda, se ha vulnerado
su derecho de defensa. Cabe precisar que el hecho de que se haya observado la
necesidad de promover el contradictorio entre las partes, sin haber emitido ningún
juicio sobre la configurabilidad o no de la nulidad manifiesta que han apreciado las
instancias de mérito, no puede llevar a considerar que este supremo tribunal coincide
con la posición adoptada en tales instancias, pues, lo cierto es que al no haberse
respetado las garantías procesales en cuestión, no puede aún emitirse un
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pronunciamiento sobre el fondo de la controversia, lo que se hará, de ser el caso, en
su oportunidad.
ii) Sin perjuicio de lo anterior, también es necesario recordar que para que las partes
puedan ejercitar su derecho de defensa es imprescindible que tomen conocimiento de
los distintos actos que se suscitan dentro del proceso, debiendo tenerse presente,
sobre el particular, que el artículo 155 del Código Procesal Civil señala: ―El acto de
notificación tiene por objeto poner en conocimiento de los interesados el contenido de
las resoluciones judiciales. Las resoluciones judiciales sólo producen efectos en virtud
de notificación hecha con arreglo a lo dispuesto en este Código […]‖.
10. Colofón
Finalmente, consideramos adecuado que se sigan produciendo plenos casatorios, ya
que de esa manera, con el fin de uniformizar la jurisprudencia nacional contenida en el
artículo 384 del Código Procesal Civil, se puede aspirar a lograr la tan anhelada
predictibilidad de las decisiones judiciales en el Perú.