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ESCUELA NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA

DIVISIÓN DE POSGRADOS
POSGRADO EN ANTROPOLOGÍA SOCIAL

La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

TESIS
QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE
MAESTRO EN ANTROPOLOGÍA SOCIAL

PRESENTA
Ivan Artión Torres Urbina

DIRECTORA DE TESIS: Mtra. Adriana López Monjardin

Investigación realizada gracias al apoyo del


Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología
(CONACYT)

CIUDAD DE MÉXICO 2018


1
La cultura del trabajo
en la cooperativa llantera
TRADOC
Ivan Artion Torres Urbina
“Sólo soy libre cuando todos los seres humanos que me rodean,
hombres y mujeres, son igualmente libres. Lejos de limitar o
negar mi libertad, la libertad de los demás es su condición
necesaria y su confirmación. Sólo soy libre en el verdadero
sentido de la palabra en virtud de la libertad de los demás”.

Mijaíl Bakunin.

“Anarquista es, por definición, aquél que no quiere estar


oprimido y no quiere ser opresor; aquél que quiere el máximo
bienestar, la máxima libertad, el máximo desarrollo posible
para todos los seres humanos”.
Errico Malatesta.
AGRADECIMIENTOS

“La anarquía es la máxima expresión del orden”

Elisée Reclus

“Los anarquistas saben que un largo período de educación debe preceder a todo gran
cambio fundamental en la sociedad”

Lucia Eldine González Parsons

El viejo anarquista, Piotr Kropotkin, señala que difícilmente puede haber una obra humana
que sea esencialmente individual, pues para que casi cualquier cosa -idea o acción- sea
posible, es necesario el concurso de un esfuerzo colectivo y social, así, para algo tan simple
como, por ejemplo, caminar por un camino, no es posible creer que basta el individuo y sus
ganas de caminar, sino una amplia gama de trabajos, conocimientos, vidas e historias
colectivas que hacen posible la existencia del camino, y aquello que le permite a la persona
caminarlo, enfatizando así que toda obra, por más “simple” e “individual” que pueda parecer,
es posible sólo por el concurso de las fuerzas y conocimientos colectivos que van más allá
del momento histórico contemporáneo y del contexto concreto.

Por su lado, el oso libertario, Mijaíl Bakunin insiste en que el individuo –así como la
Libertad- no puede existir, sino en medida en que es reflejo de los y las demás con quienes
comparte la vida, más allá de la esfera inmediata, señalando que el individuo o mejor dicho,
la persona, sólo es, en medida en que existe colectivamente.

Con todo este embrollo, sólo quiero señalar lo difícil que es redactar la parte “más
fácil” de este trabajo, que es el cómo agradecerle a quienes lo hicieron posible, sin dejar a
nadie fuera, y Kropotkin y Bakunin me vienen a revolver las ideas, haciendo que lo “más
fácil” se vuelva difícil, pues bajo esta lógica, y siguiendo además lo que en este trabajo se
plantea, emerge la enorme dificultad de decir categóricamente “este trabajo es mío, yo lo
hice”.

Este trabajo difícilmente puedo decir que “es mío”, pues no hubiera sido posible sin
el concurso de lo colectivo que rondan la historia, la mía y la que va más allá de mí; y sin
irnos tan lejos como nos insiste el viejo Kropotkin, fue posible gracias a mucha gente que
de una manera u otra participaron, aun sin darse cuenta, en su realización, y desde aquí se
hace obvio que muchas personas tendrían que ir en estas líneas y lo riesgoso de olvidar
algún nombre o mejor dicho de tener que nombrar algunos.

De entrada tengo que agradecer en primera línea a quienes sin su participación


directa, no hubiera sido posible, es decir, a las mujeres y hombres cooperativistas que día
a día trabajan para mantener en pie su sueño colectivo, y de entre ellos y ellas, en especial
a aquellos con quienes compartí pláticas en la fábrica, en los pasillos, en las oficinas, en
las bancas, entre sus máquinas, quienes me compartieron su historia, su experiencia, su
palabra. No podría nombrarlos a todos y todas, más sin embargo este trabajo les pertenece
a ellas y ellos.

Pero tengo que mencionar algunos nombres de quienes me acompañaron de


manera más cercana, quienes me permitieron entrar a la fábrica y la cooperativa para
conocer su proyecto, su lucha, su trabajo, sus hombres y mujeres. Indudablemente de entre
ellos, a Federico Martínez, quien me recibió la primera vez que llegué a la fábrica y quien
me fue acompañando a lo largo de la investigación; a Jesús Torres, quien a pesar de estar
desbordado de trabajo, siempre estuvo pendiente de la investigación y de colaborar en todo
lo que le fuera posible para que pudiera desarrollarla de la mejor manera, siempre dispuesto
a abrirme las puertas que fueran necesarias; y junto a ellos a Rosendo Castillo y Jorge
Wilber.

Además es necesario nombrar a Lizeth Alonso, Vania Vélez, María Luisa Espadas,
Vianey Hernández, Alberto Sermeño, Alfredo Zabala, Héctor Velázquez, Leopoldo
Gutiérrez, Miguel Meléndez, Ricardo Vázquez, Rubén Soto, Sergio Valdivia, José Luis
Santillán, Israel Pérez, quienes me compartieron de manera más profunda su historia y su
trabajo, y junto a ellas y ellos, a todas aquellas compañeras con las que me encontré,
platiqué, compartí un refresco, un cigarro, una sonrisa entre la máquinas y el trabajo.

Una mención especial es necesaria para quien se convirtió en mi compañero


durante toda la investigación, guiándome para conocer la historia de lucha, el proceso de
trabajo en la cooperativa, recibiéndome y ayudándome a planear cada estancia en la
fábrica, y llevándome a conocer a más cooperativistas. Francisco Ramírez, Panchito, se
volvió un compañero de investigación, y por lo tanto este trabajo de manera especial y
sentida también es su trabajo. Junto a Pachito, también requiere una mención especial Juan
Briones, quien me permitió acompañarlo en el día a día del trabajo y me guío en mis
estancias dentro de la fábrica, acercándome a otros y otras cooperativistas.
Sin el concurso de su propia historia, de su lucha incansable, de su trabajo diario, y
de cada uno y una de ellas, este trabajo no hubiera sido posible.

Es necesario un agradecimiento especial a Juan Manuel Sandoval de la DEAS,


quien me contactó y presentó con la gente en TRADOC.

Este trabajo está dedicado y le pertenece en gran medida Laurita, aunque ya no


pueda leerlo, y a Moisés, sin sus irredentas enseñanzas, su amor, su apoyo y su vida
misma, no sería lo que soy; a mis hermanas y hermano; a Irenita Medina, por ser todo lo
hermosa y digna que ella es; a las y los pequeños del corazón: Samara, Karenina, Iker,
Julio, y al ya nada pequeño Samir.

Con el corazón anárquico en la mano, y todo el torpe amor que puedo sentir y ser,
a Barbarita, compañera de amores, de vida, de lucha, de sueños irredentos y de libertades,
con quien intentamos construirnos libres, amorosos, anárquicos y compartidos,
aprendiendo, soñando, siendo, sin ella poco de lo que soy sería posible, por enseñarme la
dignidad y la hermosa anarquía con cada idea, cada beso, cada cariño, cada paso.

Y como en la vida siempre hay otros amores que son parte de uno y sin quienes uno
no puede ser: a Jaimito-Valerito; a Patxón cachetón del corazón; a Wenda Amargatita; Al
Wax; al Werito; a la Cole del cora; a Frijolita Monroy; a mis anarcos y anarcas queridas de
la Biblioteca Social Reconstruir, en y con quienes he logrado encontrar un espacio
irredentamente anárquico en el cual seguir amando y luchando por la libertad: Martha, Tobi,
Kiko, Omar, Cabo, Barbarita, el resto y el restaurant de la bandita con quienes nos
encontramos ahí para compartirnos.

Una mención sumamente especial: a María Gracia, porque “todos somos


Maríagracistas del mundo”, por haberme hecho siempre un lugarsote en casa, por cada
charla, cada trago, cada café, cada risa, y desde luego a Truman, Sombra y Sancho, el más
guapo entre los guapos, por ser compañera de rebeldías y amores; a Tere, por los ratos de
compañía en las calles de Guanatos, por los cafés, las pláticas, las sonrisas, los abrazos,
por el encuentro de los pasos.

Indudablemente este trabajo también es de Adriana López Monjardin, quien insisto,


es un oasis en la ENAH, que más que una simple profesora es una compañera, siempre
dispuesta a acompañar, escuchar, intentar comprender las marañas que uno trae, a
corregir, proponer, a pararte en seco cuando es necesario, a guiarte, discutirte y abrirte
posibilidades en todo este camino, desde la licenciatura y ahora en la maestría, y más allá
de él, y para ser justos con la dimensión colectiva, no puedo dejar fuera a Nuria y Julio, con
quienes compartimos reflexiones, sesiones, consejos en la línea; a Mario Camarena, por el
acompañamiento y las enseñanzas de las irredentas memorias.

Aún faltan vidas, miradas, cariños, sueños irredentos que también son parte de este
trabajo: a Angélica, por cariño y acompañamiento de años; a Jimenita, por todo, que no es
poco; a la Const, por el encuentro de los pasos, las charlas, las palabras, las historias, las
sonrisas, las ideas revoloteando y estremeciendo a la vida, por los momentos de compartir-
nos, que es la única forma de hacer-nos, de soñar-nos, de reinventar-nos; a Monse, Mateo
y la familia obrera que siempre está presente resguardando en el corazón las raídas
banderas rojinegras; a Ireri, por las charlas siempre agradables, y bueno, a la tropa de
chicas irredentas todas; y a la bandita entre quienes compartimos ideas, risas, miradas.

Por último, porque no pueden faltar: a cada mujer y hombre que ha entregado la
vida y no ha dudado de entregar hasta su muerte en la lucha por la libertad: a los y las
irredentas anarquistas a lo largo de la historia, envueltas en sus bandera negras y
rojinegras, aunque estén hechas jirones, que se empecinan en soñar un mundo libre que
un día podremos construir con nuestras propias manos desnudas, pero también a cada
persona, más allá de las ideologías, que albergan en su mente, en su corazón, en sus
manos, sus pies, y en su acción el sueño de la libertad para construir otro mundo.

Este trabajo no es “mío” sino nuestro, porque mi acción, mi vida, mis ideas y hasta
mis manos y mis pasos, no son, y no podrían ser sin el concurso colectivo de todas y todos
ustedes. Este trabajo no sólo les pertenece por dedicatoria, sino que yo les pertenezco,
aunque eso sea irreductiblemente imposible.

A todas y todos ustedes.

¡Salud, libertad, amor, e irremediable e irredentamente, anarquía!

Suyo y de la anarquía, su ridículo e inútil compañero.

Ivan.
INDICE

I. INTRODUCCIÓN…………………………………………………………………………..5

II. COOPERANDO COMPRENSIONES………………………………………………….17

1.- El giro hacia la flexibilidad………………………………………………………………...17


1.1.- Grandes transformaciones hacia lo flexible…………………………………………..17
1.2.- La crisis del viejo modelo y la emergencia de lo flexible…………………………....19
2.- La estrecha relación entre cultura y trabajo……………………………………………24
2.1.- Las culturas del trabajo…………………………………………………………………24
2.2.- La acción y la identidad colectiva……………………………………………………...29
2.3.- La fuerza performativa………………………………………………………………….31
2.4.- La metis…………………………………………………………………………………..35
3.- La importancia del pasado en el presente……………………………………………...39
3.1.- La memoria, romper el tiempo…………………………………………………………39
3.2.- La subcultura de la resistencia………………………………………………………...44
4.- El ensamble, opuestos que se acomodan………………………………………………48
5.- La importancia del trabajo. Una reflexión necesaria………………………………….51
5.1.- Las concepciones del trabajo, sus orígenes…………………………………………51
5.2.- Otras concepciones……………………………………………………………………..53
5.3.- El giro a la flexibilidad y el supuesto fin del trabajo………………………………….55
5.4.- No todo lo solido se disuelve en el aire: apuntes para un debate…………………57
5.5.- Hacia un definición amplia y antropológica del trabajo……………………………..60
6.- Para cerrar…………………………………………………………………………………….64

III. EL COOPERATIVISMO, UN SUEÑO CON RAICES ANTAÑAS…………………..67


1.- Orígenes y fundamentos…………………………………………………………………...67
1.1.- Los precursores del socialismo y el cooperativismo………………………………...67
1.2.- Las formas de cooperativismo…………………………………………………………71
1.3.- El cooperativismo y sus fundamentos………………………………………………...73
1.4.- La economía social……………………………………………………………………...75
2.- El cooperativismo en la región mexicana………………………………………………76
2.1.- Los albores: etapa germinal y autónoma……………………………………………..76
2.2.- El trance revolucionario: de la convulsión al germen corporativo………………….78
2.3.- La consolidación del Estado mexicano: el corporativismo y el fin de la
autonomía………………………………………………………………………………………80
2.4.- El giro neoliberal: el reacomodo del Estado y la posibilidad de recuperar la
autonomía………………………………………………………………………………………82
3.- El moderno Prometeo obrero, un sueño cooperativista……………………………..85
3.1.- Un susurro antaño y difuso…………………………………………………………….86
3.2.- Un susurro un poco menos lejano…………………………………………………….88
3.3.- Susurros rojinegros, la mítica batalla en Euzkadi……………………………………91
3.4.- Susurros de utopías, el moderno Prometeo obrero…………………………………96

IV. LA MEMORIA: EL TRABAJO, LA HUELGA Y LA COOPERATIVA…………….103


1.- Las memorias de dos jóvenes cooperativistas………………………………………104
1.1.- La huelga en la memoria……………………………………………………………...105
1.2.- La huelga más allá de la huelga……………………………………………………..109
1.3.- El “nosotros”, enredando el “ellos” y el “yo”…………………………………………112
1.4.- La importancia de la memoria………………………………………………………..116
2.- Las memorias de los viejos cooperativistas………………………………………….118
2.1.- La vida y el trabajo…………………………………………………………………….120
2.2.- Perder el trabajo: ver derrumbarse tu vida………………………………………….128
2.3.- Lo importante es el trabajo: resistir o perderlo todo………………………………..135
2.4.- La magia obrera: revivir un “cadáver”……………………………………………….145

V. ASOMÁNDONOS AL TRABAJO COOPERATIVO………………………………..155


1.- Ser cooperativista: otra forma de trabajar…………………………………………….155
1.1.- El sentido identitario del trabajo……………………………………………………...155
1.2.- Ser trabajador y cooperativista……………………………………………………….159
1.3.- El trabajo como acción e interacción………………………………………………...162
1.4.- La complejidad del trabajo y el orgullo que genera………………………………..165
1.5.- El trabajo y su carácter colectivo…………………………………………………….170
1.6.- Jerarquías que se desdibujan sin desaparecer…………………………………….175
2.- Hacerse cooperativista: el trabajo y su fuerza performativa………………………181
3.- La batalla de las mujeres. Tomar el trabajo en sus manos………………………...185
3.1.- Un trabajo históricamente para hombres……………………………………………185
3.2.- Primer asalto. El papel de las mujeres en la resistencia obrera………………….186
3.3.- Segundo asalto. Las primeras mujeres en un ambiente de hombres.………......190
3.4.- Tercer asalto. El avance de las mujeres en la cooperativa……………………….193
4.- Aprender las mañas del trabajo y sentir las máquinas……………………………..195
5.- Los ensambles en la cooperativa. Contradicciones que conviven……………….202
5.1.- Cooperación-Competencia: las penitencias de una cooperativa dentro del
capitalismo……………………………………………………………………………………204
5.2.- Trabajo industrial-Trabajo artesanal: la coexistencia de ambas
nociones………………………………………………………………………………………208
5.3.- TRADOC-Cooper Tires: la alianza con una transnacional………………………..211
5.4.- Ser dueños: dos concepciones diametralmente diferentes……………………….214
5.5.- Cooperativismo-Sindicalismo: dos memorias en un mismo proyecto……………217
5.6.- Jerarquía-Igualdad: el desdibujamiento que no anula……………………………..219

VI. ALGUNAS REFLEXIONES PARA NO CONCLUIR………………………………..221


1.- El trabajo de las memorias cooperativistas……………………………………………222

2.- El trabajo cooperativo……………………………………………………………………..229

VII. BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………………………241
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

I. INTRODUCCIÓN

Blackstone Tires TRADOC

Cuando hablamos de trabajo, es común que pensemos en actividades simples que


son repetidas una y otra vez durante largas jornadas, que aparecen desligadas entre
sí y que en vez de dejarle al sujeto algo positivo, lo envuelve en un aliento de hastió
embrutecedor. No es difícil imaginar porqué bajo las condiciones económicas y
políticas imperantes, éste sentido puede adquirir fuerza, sin embargo es necesario
comprender que el trabajo en sí mismo no es aquello que el capitalismo busca que
sea.

¿Qué es lo que hace asfixiante al trabajo? ¿Es el trabajo en sí mismo o el


ambiente y las disposiciones que se imponen sobre él? ¿Es realmente el trabajo
una actividad intrínsecamente asfixiante, extenuante y alienante o ese es el sentido
que el capitalismo busca imprimirle?

A lo largo de la historia, en lo que se ha dado por llamar “occidente” se han


planteado concepciones sobre el trabajo que lo caracterizan como una actividad
“infrahumana” de la que es necesario liberarse para entregarse a actividades
relacionadas con la contemplación. Esta concepción deviene desde la Grecia
clásica, y fue postulada por sectores sociales que reivindicaban para sí mismos la
liberación de toda actividad dirigida a cubrir sus necesidades y su derecho a
dedicarse a actividades propias de “lo humano”, lo cual era representado por ellos.

Obviamente estos grupos dominaban sobre su sociedad y no estaban


dispuestos a trabajar para satisfacer sus necesidades, pero tampoco a renunciar a
los frutos del trabajo, por lo que tenían un sistema político y económico donde los

5
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

“no-humanos” estaban destinados a realizar todas las actividades denigrantes,


relacionadas con cultivar la tierra, producir utensilios, ropa, enseres y proporcionar
una diversidad de servicios para que ellos pudieran dedicarse al arte, la filosofía, el
disfrute, la contemplación, la política, la religión, etc.

Esta noción sobrevivió hasta el medievo europeo en donde se le relacionó


con el tripallium, de donde derivan al mismo tiempo los términos de tortura y trabajo.
Es necesario no perder de vista que esta concepción nunca partió de aquellas
personas y poblaciones dedicadas a estas actividades, sino al contrario, de aquellas
que no trabajaban, que revindicaban y legitimaban su prerrogativa de no hacerlo y
vivir del trabajo de otras y otros.

Entre los siglos XV y XVI, en el mundo “occidental” comenzó a darse un giro,


en relación a la irrupción del capitalismo y el Estado moderno que se venían
gestando desde siglos atrás, del que parten transformaciones del pensamiento, que
tomaron forma en concepciones propias sobre los diferentes ámbitos de la vida
social, en las que el capitalismo postuló al trabajo, ya no como una actividad
denigrante, sino “positiva”, caracterizándolo a partir de lo productivo.

Sin embargo debemos entender el origen de esto. Para el capitalismo el


trabajo es necesario y “positivo”, porque a partir de su explotación logra la
generación de ganancias en la que se basa, y necesitó contraponerse a las
nociones que lo caracterizaban como denigrante. Sin embargo, no debemos olvidar
que ésta sigue siendo una definición que no parte de quienes trabajan, sino de
quienes postulan su derecho a explotar el trabajo de éstos, y a pesar de este
carácter “positivo”, las nociones denigrantes siguen estando presentes, sobre todo
en referencia al trabajo manual, frente a actividades “intelectuales”, académicas,
artísticas, políticas, etc., y tenemos que tener en cuenta que a pesar conferirle este
supuesto carácter positivo, el capitalismo necesitó reducirlo y simplificarlo -junto a
los trabajadores- para poder implementar su dominación y explotación, dando pie a
la noción de tareas simples, repetitivas, fragmentadas y alienantes.

Más allá de las definiciones y concepciones sobre el trabajo, en términos lo


más amplios posibles, ha sido una actividad eminentemente humana que no ha

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

dejado de estar presente y que es dotada de sentidos y significados, de acuerdo a


cada grupo y su contexto social, político, económico, cultural e histórico concreto; a
partir de lo cual el ser humano -en especial los grupos subordinados- intenta
conseguir lo socialmente necesario para sobrevivir, ya sea mediante tareas
agrícolas, industriales o proporcionando servicios diversos, por lo que adquiere una
importancia para quienes viven en relación a él, que no se circunscribe a lo
económico, sino que forma parte de cómo se entienden a sí mismos en relación a
su actividad y a su entorno social.

Es decir, adquiere una importancia cultural profunda para los sujetos


individuales y colectivos. ¿Cuál es esta importancia? ¿Cuáles son los sentidos,
significados y prácticas que se generan y relacionan en torno a él? ¿Es
concretamente económica? ¿Es una tarea denigrante y alienante? ¿Es sólo realizar
tareas simples, fragmentadas y repetitivas?

Para responder estas preguntas, la antropología mediante el método


etnográfico, nos permite un acercamiento concreto en relación a los propios sujetos
que viven en torno al trabajo, haciendo posible alejarnos y problematizar las
nociones simplificadas, denigrantes, y construidas desde quienes no trabajan, a
partir de las cuales, muchas veces, le pensamos y pretendemos comprenderlo.

¿Qué piensan los trabajadores del trabajo? ¿Cómo lo viven? ¿Qué les
significa?, son preguntas que nos podemos hacer para comprender su papel en la
vida social y cultural, desde los sujetos que hacen su vida alrededor de él. Esa es
una de las apuestas de esta investigación.

Existen formas de trabajo que no nacen, ni están ligadas en sí mismas al


capitalismo, como el trabajo campesino o artesanal, que si bien no logran escapar
de la fuerza del sistema político y económico, no surgieron desde éste, y por lo tanto
generan otras formas, prácticas, significados y sentidos a su alrededor. Y existen
otras que nacen desde la médula misma de este sistema económico, como el
industrial, que es una forma capitalista por excelencia, aunque no la única, sobre
todo si tomamos en cuenta la irrupción del sector servicios y su importancia en
cuanto a empleo y generación de capitales.

7
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Desde que el capitalismo se hizo imperante, comenzaron a irrumpir


disidencias frente a él, y una de éstas es el proyecto cooperativista, que con su
diversidad busca oponerse a las condiciones de vida impuestas, o bien, transformar
las formas de relacionarnos, postulando en contra de la lógica de la explotación,
dominación y competencia, la de la no explotación, la decisión democrática y
colectiva, y la cooperación voluntaria entre las personas.

El cooperativismo, como lo veremos, se configura cómo una propuesta en


donde sea la cooperación, la solidaridad, la democracia directa, la libertad del
sujeto, lo que marque nuestras formas de relacionarnos económica, laboral,
comercial y socialmente, y ha intentado poner en práctica estas postulaciones desde
las primeras décadas del siglo XIX, y hoy en día mantiene importancia en cuanto a
la construcción de otros modelos de trabajar, comerciar, ahorrar y consumir.

¿Qué sucede en un proyecto así en cuanto al trabajo? ¿Se piensa igual el


trabajador, a su trabajo, a sus compañeros, a su entorno? ¿Es capaz el
cooperativismo, y en qué sentido, de generar prácticas y significados diferentes en
torno el trabajo? ¿Cuáles son las limitantes que el capitalismo les impone y cómo
las sortean?

En mi anterior investigación, realizada entre trabajadoras de la industria


maquiladora textil en la región de Tehuacán, pude acercarme a comprender la
fuerza e importancia que adquiere el trabajo para ellas, y vislumbrar que, incluso
cuando está envuelto en una ambiente eminentemente violento y precario de
explotación, no es, como nos dicen las definiciones que se esgrimen desde arriba,
una tarea simple, repetitiva, fragmentada, denigrante y alienante, sino que adquiere
un papel importante, profundo y vital, para pensarse a sí mismas.

Si acercarnos al trabajo en general, a partir de sus sujetos adquiere una


importancia antropológica, acercarnos a estos otros modelos que intentan romper
con las lógicas de dominación y explotación también, para comprender lo que
posibilitan, lo que generan, sus limitantes y sus formas de resolver sus
contradicciones.

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

En este sentido surgió el interés de abordar una experiencia de trabajo


cooperativo, y la Sociedad Cooperativa Trabajadores Democráticos de Occidente
(TRADOC), es un caso paradigmático en el cooperativismo actual en este país. Esta
cooperativa fue fundada hace un poco más de 12 años por los obreros de lo que
fue la Compañía Hulera Euzkadi, dedicada a fabricar llantas automotrices.

La transnacional Continental Tires, última patronal de la compañía, intentó


implementar una serie de medidas de flexibilización del trabajo para aumentar sus
índices de explotación anulando en los hechos el Contrato Ley, y ante la oposición
del Sindicato Nacional Revolucionario de Trabajadores de la Compañía Hulera
Euzkadi, en diciembre del 2001 anunció de facto el cierre de la empresa, obligando
a los obreros a sostener una huelga por 1,141 días y noches con el objetivo de
recuperar su trabajo.

Después de una larga lucha, entre la urgencia económica cotidiana en la que


las familias obreras se vieron envueltas; guardias para custodiar las puertas de la
fábrica, rodeándolas con barricadas para defenderse de los intentos patronales para
sustraer la maquinaria; múltiples movilizaciones en la localidad, en la ciudad de
Guadalajara, donde el acoso policial se hizo constante, que llegaron hasta la ciudad
de México y los llevaron hasta Hannover en Alemania, entre finales del 2004 e
inicios del 2005 estos trabajadores lograron recibir en co-propiedad el 50% de la
planta ubicada en el municipio del Salto, Jalisco, y se conformaron como
cooperativa TRADOC, y en alianza con un socio comercial Llanti System –
actualmente con Cooper Tires & Rubber Company-, conformaron la empresa
Corporación de Occidente S.A. (COCSA).

Así, a inicios del siglo XXI, en una realidad política y social, en que las luchas
obreras difícilmente triunfan, estos trabajadores se vieron con una fábrica
desvencijada en sus manos. Y con éstas, sus conocimientos y capacidades se
dieron a la tarea de recuperarla físicamente para, en menos de medio año,
comenzar a producir, operando la nueva empresa bajo el modelo cooperativo.
Infinidad de dificultades han tenido que enfrentar para recuperar su trabajo, ahora
como cooperativistas, desde tener que aprender a administrar una empresa;

9
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

transformarse a sí mismos como trabajadores; tener que enfrentarse a sus propias


limitantes; y a las contradicciones y dificultades que el capitalismo les imprime
ineludiblemente.

Sin embargo, pese a todo esto, lograron, no sólo vencer a una de las
principales transnacionales del ramo llantero, y recuperar la fábrica para levantar un
proyecto propio en el que el trabajo, su administración y organización estuviera en
sus manos, sino que han logrado enfrentar una diversidad de dificultades para
mantener su proyecto en pie.

Han logrado crecer como cooperativa, pasando de los 587 socios fundadores
de TRADOC, incorporando a los nuevos socios y socias por medio de la Sociedad
Cooperativa Producción Empresarial de Profesionistas y Servicios (PROEM),
llegando a ser hasta antes de enero del 2018, alrededor de 1,400 cooperativistas,
quienes operan las áreas productivas, se encargan de diversos servicios internos
como Servicio Médico y Paramédico, Protección Civil, Seguridad, Seguridad
Industrial y la mayor parte de las tareas administrativas, en la cuales trabajan junto
al personal no cooperativista de Cooper Tires & Rubber Company.

Todo esto hace que esta experiencia fuera idónea para realizar esta
investigación, pues venían de una fuerte tradición obrera y sindicalista
independiente que logró derrotar a un monstruo transnacional, para constituir un
caso paradigmático del cooperativismo en México, por su persistencia y crecimiento,
que nos permite conocer un caso de más de 1,000 trabajadores, que además han
logrado proporcionarse uno de los mejores índices de percepciones económicas de
la región.

Cuando realicé mi investigación con las obreras de la maquila, señalaba


cómo el mundo del trabajo, desde las patronales, es pretendidamente cubierto por
un velo opaco diseñado para no permitir que uno se asome a sus adentros,
buscando evitar que sea vista la violencia laboral a la que son sometidas las
obreras. El mundo industrial, y el del trabajo explotado, por lo general es un mundo
que los patrones ocultan para mantener escondidas sus dinámicas cada vez más
violentas, y para evitar que los “revoltosos” interfieran con esto.

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Esto me obligó en ese caso, a realizar parte de mi investigación afuera de las


maquilas, en los parques y esquinas que las obreras convierten en comedores
colectivos, siempre pendientes de la vigilancia de los encargados que
constantemente preguntaban por mi presencia y amenazaban a las obreras si las
veían hablando conmigo.

En contraste, en la cooperativa apenas me presenté para exponer y proponer


esta investigación, encontré una aceptación y una apertura total, incluso cuando la
naturaleza de una investigación etnográfica y antropológica no fue comprendida
inmediatamente, sin embargo, desde un principio fui aceptado con los brazos
abiertos, proporcionándome todas las facilidades que tuvieran en sus manos. Los
trabajadores miembros del comité cooperativo y del consejo de administración se
mostraron desde el inicio y hasta el final, dispuestos a colaborar, pero también el
resto de las y los socios, al enterarse de mi presencia y mi interés se mostraron
dispuestos a contarme su historia y dejarme ver el orgullo con que viven su proyecto
y trabajo. Esta aceptación y apertura me permitió realizar la investigación en un
ambiente amigable.

La investigación la comencé en octubre del 2016, cuando realicé mi primera


visita a la cooperativa para exponerles la propuesta, y de ahí siguieron diversas
visitas extendidas en diciembre del 2016, abril, julio, agosto y diciembre del 2017 y
en enero del 2018, en el interior de la fábrica ubicada en el Salto. En cada una de
esas visitas realicé diferentes actividades, desde entrevistas iniciales con miembros
del comité cooperativo y del consejo de administración; observación participante en
las áreas de producción, acompañando a un coordinador de área o moviéndome
entre las áreas de trabajo directamente con los y las socias durante lo cual, en medio
de su trabajo podíamos platicar libremente; pláticas abiertas y colectivas en el
comedor o las mesas ubicadas afuera de las áreas productivas; y entrevistas
abiertas con socios y socias de diferentes áreas tanto de producción, como de
servicios internos y administrativas.

Además de esto, también incluyó investigación bibliográfica en torno a la


cooperativa en particular, a partir de los trabajos de Enrique Gómez (2005) y María

11
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Atilano (2008 y 2017), así como respecto al cooperativismo en general, y visitas al


propio archivo histórico del sindicato y la cooperativa.

El marco teórico es construido a partir de diferentes propuestas y enfoques,


por ejemplo de David Harvey (2004), que nos permite contextualizar las prácticas
laborales flexibles, características de la explotación del trabajo actual. El eje
vertebral gira en torno a planteamientos respecto a las culturas del trabajo de Luis
Reygadas (2002 y 2002b) a partir de lo que podemos observar la relación entre
trabajo y cultura; junto esto retomo señalamientos de Alberto Melucci (1999)
referentes a la relación de la acción colectiva con la construcción de la identidad
colectiva; apunto el concepto de fuerza performativa señalado por George Yúdice
(2002) para comprender la importancia de las prácticas colectivas recurrentes en la
configuración de los sujetos; de James C. Scott (1998) recupero el concepto de
metis, para observar los conocimientos eminentemente prácticos, experienciales y
contextualizados, y su importancia.

Al ser en parte una investigación en torno a las memorias cooperativistas,


retomo algunos señalamientos de Jaques Le Goff (1991) y de Elizabeth Jelin (2002),
a partir de quienes podemos comprender la memoria y su acción sobre los sujetos
y su presente; y de James C. Scott (2000), el concepto de subcultura de la
resistencia, para comprender cómo los significados y prácticas ligadas al trabajo y
la lucha obrera, se hacen presentes en la actualidad cooperativista.

Retomo el concepto-enfoque de ensamble, planteado por Stephen Collier y


Aihwa Ong (2005) y Aihwa Ong (2006), a partir de lo que conseguimos un enfoque
para comprender las contradicciones que se hacen presentes en la cooperativa y
cómo se ensamblan sus opuestos, lo cual nos permitió una apertura de visión y
comprensión para observarlas y comprenderlas, entendiéndolas desde su carácter
vivo y cómo se resuelven en lo concreto.

Además señalo algunas cuestiones sobre el origen de las diferentes


concepciones del trabajo, tanto las que lo plantean como una actividad denigrante
o como un castigo, la propia del capitalismo, y otras que se postulan en contra de
éste sistema político y económico; y por último enunció algunos apuntes sobre el

12
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

debate a su alrededor y cómo la antropología puede participar en éste, y señalo


algunas ideas que han sido planteadas para construir una noción antropológica y
amplia del trabajo.

A partir de estos planteamientos teóricos y conceptuales se logró tener un


enfoque a partir del cual acercarnos a comprender lo que sucede en esta
cooperativa y sus hombres y mujeres que día a día trabajan desde una perspectiva
específica, y cómo viven, piensan y sienten su propia historia colectiva, su triunfo
sobre la patronal, la construcción de su proyecto laboral, así como los significados,
sentidos y prácticas en torno al trabajo, con su especificidad en relación a la
cooperativa.

El texto se compone, aparte de esta introducción, de cinco capítulos. El


primero de ellos está dedicado al marco teórico conceptual, que se ha mencionado
líneas antes, a partir de lo cual podemos acercarnos a comprender el trabajo desde
los sujetos y su especificidad cooperativista.

El siguiente está dedicado a hacer un breve recorrido histórico sobre el origen


del proyecto cooperativista y sus fundamentos; su derrotero en México y una posible
caracterización de sus diferentes etapas; para finalmente relatar, en forma épica, la
historia de lucha de los obreros de Euzkadi, su huelga, el triunfo sobre la Continental
Tires y la fundación de la cooperativa.

Posteriormente tenemos un capítulo dedicado a las memorias


cooperativistas, en el cual podemos asomarnos, no sólo a sus relatos, sino a
entender cuáles son los sentidos con que significan su pasado de trabajo y lucha y
la fundación de la cooperativa, a partir de memorias jóvenes de mujeres socias, así
como de cooperativistas fundadores. En este capítulo observamos cómo actúa la
memoria sobre el pasado, sobre los sujetos y sobre el presente, y comenzaremos
a acercarnos a lo que para ellas y ellos significan el trabajo y en especial el
cooperativista, pero en relación a su memoria obrera.

Seguidamente tenemos un capítulo dedicado al trabajo en la cooperativa, en


el que podremos acercarnos a comprender cómo lo viven y piensan, a sus prácticas,

13
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

significados y sentidos, y cómo adquiere importancia para ellas y ellos, haciendo


posible romper con las nociones simplificadas y economicistas; también podremos
asomarnos al proceso de las mujeres, en relación a su participación durante la
huelga y especialmente a su incorporación en la cooperativa, en donde podremos
observar un proceso paulatino, en el que han ido desmontando prácticas y
significados machistas, a fuerza del empuje que ellas han dado para tomar su lugar;
además observaremos la importancia de las metis trabajadoras en este caso en
concreto; así como de la fuerza performativa de las prácticas cooperativistas; para
finalmente adentrarnos en algunas de las contradicciones que toman forma al
interior de este proyecto, y cómo los juegos de opuestos se resuelven mediante
ensambles, en los que éstos no se anulan ni se destruyen unos a otros, sino que se
acomodan de formas diversas y complejas para permitir a la cooperativa continuar
existiendo.

Por último, tenemos un capítulo en el que intentaré dar forma a una serie de
reflexiones finales, que esperan no concluir demasiado y apuestan por la
continuidad. En éste, señalaré en un primer momento cómo actúan las memorias
cooperativistas, retomando el término acuñado por Elizabeth Jelin del trabajo de la
memoria en tres sentidos de su acción principalmente: sobre el pasado, en donde
la trabaja en la construcción de sentidos; sobre los sujetos, en donde adquiere una
fuerza formativa; y sobre el presente, en donde toma participación activa sobre la
actualidad cooperativista y su proyección hacia el futuro.

Además señalaré, a partir de las memorias cooperativistas, cómo la huelga


obrera traspasó fronteras, no sólo geográficas, a partir de lo cual podemos observar
cómo un proceso de lucha se traslada a otros espacios sociales, trastoca la realidad
cotidiana, y puede impulsar procesos de transformación social y cultural, que no
eran pretendidos, que nos permiten pensar lo político más allá de la política y la
huelga más allá de la huelga, en especial en torno a cómo se trastocó la realidad
cotidiana y los roles familiares, abriendo la posibilidad de transformar las relaciones
y el papel de las mujeres, en torno a la lucha de huelga.

14
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Por otro lado extraeré una serie de reflexiones sobre una concepción
profunda y antropológica, que nos permita romper, o al menos problematizar la
concepción simplificada y economicista del trabajo, señalándolo cómo una compleja
gama de acción e interacción en cinco sentidos especialmente: entre conocimiento
y práctica, mediado por la experiencia directa; entre sujetos; y entre sus
conocimientos y experiencias; que forman parte de la interacción entre la dimensión
individual y la colectiva del trabajo; así como entre los conocimientos y experiencias
de un mismo sujeto, que nos permite romper con la idea de que trabajar es realizar
una tarea simple, fragmentada y repetitiva.

A partir de esto, señalaré cómo adquiere una importancia profunda para ellas
y ellos, una fuerza y un sentido formativo, identitario y de comunicación, rompiendo
con la idea de que el trabajo es una actividad denigrante, alienante y embrutecedora
que no implica ni permite un crecimiento de quien trabaja. También señalo cómo la
cooperativa fomenta y fortalece una concepción colectiva del trabajo, que el
capitalismo soterra constantemente; y cómo las prácticas cooperativistas adquieren
una fuerza performativa que actúa sobre sus sujetos; así como la importancia que
adquieren las metis trabajadoras, para cerrar con unas reflexiones sobre las
contradicciones que habitan en la cooperativa y cómo se ensamblan sus opuestos,
y la importancia de mantener un enfoque abierto que nos permita acercarnos a
comprender desde lo concreto cómo la vida social va tomando forma.

Para cerrar esta introducción, sólo falta insistir en la necesidad de


comprender el trabajo desde los sujetos mismos, para poder acercarnos a una
concepción viva de éste, que nos permita entenderlo más allá de la lógica que el
capitalismo ha querido imprimirle, lo cual logra en cierta medida, y lejos de
abstracciones que pierden de vista a las personas, para lo cual la antropología y el
método etnográfico nos permite un acercamiento, que es difícil desde otros
enfoques disciplinarios, y esto nos hace posible intentar comprender la importancia
del trabajo, de la antropología al respecto de este tema y de este ámbito de la vida
social para nuestra disciplina.

15
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Tal vez mi experiencia personal con el trabajo manual me permitió vislumbrar


esta apuesta como antropólogo, y la etnografía me hizo posible conseguir el
enfoque para acercarme a esta afirmación desde una perspectiva académica.
También mi posicionamiento político como anarquista influyó, en gran medida, en
la apuesta por observar una experiencia de trabajo cooperativo, con el fin de poder
comprender la potencialidad, posibilidades, limitantes y contradicciones para
construir otras formas de trabajar, que intenten alejarse de las lógicas capitalistas y
de dominación, para comenzar a construir otros significados y prácticas de trabajo,
en las que la competencia y la explotación no sean el eje rector, sino por el contrario,
a partir de la cooperación y lo colectivo.

El caso de esta cooperativa nos permite vislumbrar posibilidades y


potencialidades, en este caso obreras, para construir otras formas de trabajar y de
vivir, tanto en la práctica como en los significados, sin perder de vista tampoco las
dificultades, limitantes, contradicciones que se hacen presentes en un proceso
social vivo, envuelto en medio la brutal fuerza capitalista que insiste en devorar todo
a su paso, soñando con que no sea posible otra cosa que la dominación y la
explotación. En este sentido la existencia de estos trabajadores y trabajadoras
cooperativistas es un ejemplo vivo de cómo es posible hacerle frente al monstruo
capitalista y construir, no sin traspiés, otra cosa que se intente diferente y opuesta
a éste, desde las propias manos obreras que se han empeñado en soñar, pensar,
sentir y trabajar un proyecto que no sólo es laboral, sino en el que apuestan sus
vidas.

16
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

II. COOPERANDO COMPRENSIONES

Sonriendo y trabajando

En este capítulo intentaré señalar un marco teórico-conceptual que nos sea útil para
observar –desde la antropología- el trabajo como ámbito de vida, relaciones,
significados, prácticas y configuraciones de sujetos, a partir de diferentes
propuestas y conceptos que son útiles para asomarnos a este ámbito y a sus sujetos
desde un enfoque antropológico, y enriquecer el marco referente a las culturas del
trabajo en general, y en especial en lo respectivo a esta investigación en torno a
trabajadores y trabajadoras cooperativistas.

No intentaré señalar nada novedoso, e incluso en muchos sentidos me


parece que los conceptos que retomaré de otros autores, están incluidos en la
propuesta de Reygadas, pero enunciarlos de manera más puntual servirá para
ampliar éste marco teórico que nos permita observar la interacción del trabajo con
la cultura en su amplia gama de prácticas y significados que la configuran.

1. El giro hacia la flexibilidad

1.1.- Grandes transformaciones hacia lo flexible

Para comenzar es necesario entender el contexto político y económico global en el


que nos encontramos, y a eso dedicaré este primer apartado. Éste ha sido señalado

17
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

con diferentes nombres, tales como neoliberalismo o globalización económica, que


si bien no son sinónimos, sí señalan aspectos de un mismo proceso mundial que
toma formas en lo político y económico, que influyen en las condiciones sociales y
en transformaciones culturales situadas.
David Harvey (2004) señala que en la década de 1970 irrumpió una crisis en
el capitalismo que lo orilló a un reajuste que puso en primer plano lógicas que le son
inherentes como la de lo fragmentario, lo efímero y lo caótico que hoy se hacen
presentes e imperan en lógicas políticas y económicas globales. Estas
transformaciones obedecen a la necesidad del capitalismo de re-articularse para
mantener e incrementar sus índices de acumulación de ganancias.
Esto marcó el inicio de la transición hacia lo que David Harvey caracteriza
como el modelo o régimen flexible, en el que se dan una serie de cambios
industriales, económicos, políticos, además de sociales y culturales (Harvey, 2004;
171-172), en los que se acentúa lo nuevo, lo transitorio, lo efímero y se fomenta una
dinámica que impulse el individualismo como valor cultural, lo cual genera una crisis
en la experiencia sobre las dimensiones del espacio-tiempo, la cual es necesario
dar cuenta (Ibíd.; 225).
En las últimas décadas hemos vivido una fuerte fase de compresión espacio-
temporal, basada en el rápido despliegue de nuevas formas de organización
tecnológicas-productivas para acelerar los ritmos de acumulación de capital, que se
expresan en la intensificación de los procesos laborales; la dislocación industrial; la
discapacitación-recapacitación laboral; las pautas de consumo; y el reajuste de las
barreras comerciales. Esto se relaciona con la necesidad de acelerar a los ritmos y
formas de consumo, lo cual requiere transformaciones de la forma de pensar, sentir,
vivir e identificarse, donde entran en juego los valores culturales que acentúan la
volatilidad y la creación de deseos y necesidades (Ibíd.; 315).
Harvey señala algunas consecuencias de esto, como la sensación de que
“todo se disuelve en el aire”, que va más allá de los productos y el consumo, y que
se genera a partir de la acentuación de valores que otorgan virtudes a lo instantáneo
y lo desechable.

18
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

“Se traduce en algo más que tirar a la basura bienes producidos (…) significa
también ser capaz de desechar valores, estilos de vida, relaciones estables, apego
por las cosas, edificios, gente y formas de hacer y de ser tradicionales” (Ibíd.; 316).

Esto se logró a partir de aprender a planificar la volatilidad, manipulando el


gusto y la opinión a partir de la moda, las imágenes utilizadas por el mercado y del
manejo y producción de signos, símbolos e imágenes en relación a las mercancías
y servicios, influyendo en el deseo, induciendo nuevas necesidades, haciendo de lo
efímero parte de la forma de vivir. Junto a esto, la disminución de las barreras
espaciales permite al capital extender su explotación hacia diversos recursos y
fuerzas de trabajo, a partir de lo cual, la competencia capitalista reconfigura
constantemente lo local y se relaciona con cambios políticos, sociales, económicos
y culturales.
Harvey plantea que las prácticas estéticas y culturales son susceptibles a las
transformaciones de la experiencia espacio-tiempo que están sometidas a
presiones de la circulación y acumulación del capital, que se acompañan de
transformaciones industriales, laborales, políticas, sociales y culturales, a lo que
nombra la condición de posmodernidad, donde lo transitorio, lo inestable y lo
efímero se hacen parte de las formas de producción y consumo, de los deseos,
procesos identitarios y de la producción y comercialización de signos, símbolos e
imágenes.

1.2.- La crisis del viejo modelo y la emergencia de lo flexible

En las últimas décadas del siglo XX la hegemonía del modelo de producción


fordista-taylorista, las políticas de corte keynesiano y la posición norteamericana en
la economía mundial entraron en una crisis ineludible, por lo que -señala Harvey-
comenzó una transición, alrededor de 1973, con una serie de transformaciones en
cuanto a lo productivo, lo laboral, los hábitos de consumo, la configuración
geopolítica y las políticas de Estado.

El viejo modelo de producción surgió, por un lado, con los planteamientos de


Frederick Taylor sobre la organización del trabajo, que implicaron la división
especializada; movimientos parciales; tareas fragmentadas; división entre dirección-
19
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

concepción-control-ejecución de la producción con el fin de incrementar la


productividad y restar control a los trabajadores, y se le denomino taylorismo. Por
otro lado encontramos las innovaciones tecnológicas de Henry Ford con su cadena
de montaje que permitió la producción en línea; aumentar la división del trabajo en
tareas simples; disminuir los costos de producción; una mayor especialización de la
fuerza de trabajo; mayor reducción del control obrero sobre el proceso de
producción; y aumento de la productividad. A partir de esto se estableció un modelo
de producción denominado fordismo-taylorismo (Harvey, 2004; 147-150).

En la primera mitad del siglo XX este modelo encontró dificultades para


establecerse y extenderse, la tradición artesanal obrera dificultaba su
implementación, la clase trabajadora se negaba a aceptar un nuevo modelo que no
le permitía desarrollar y aprovechar sus habilidades, ni participar en el diseño y
organización de la producción, lo que junto a reivindicaciones políticas y sociales,
explica el incremento de la lucha obrera. Ante esto y la crisis capitalista de 1929
surgió la necesidad de un modelo político que permitiera sortear esta situación. En
este sentido encontramos los planteamientos de John Keynes sobre la función y
estrategias del Estado para estabilizar la economía mediante el gasto social,
planteando una “alianza”1 (Harvey, 2004; 151-152), donde el capital “concedía”
mejoras salariales y laborales, los sindicatos cooperantes se comprometían a
colaborar con la estabilidad social, política y económica, y el Estado a intervenir
mediante políticas para contrarrestar las crisis económicas.

El fordismo-taylorismo dependió de las políticas keynesianas, lo que


configuró un modelo político-económico-productivo que se implementó de manera
resuelta hacia mediados de la década de 1940, con la “derrota”2 del movimiento
obrero. Esto posibilitó el surgimiento de empresas, la expansión del modelo

1
Este proceso no fue armónico, su implementación sobre la clase obrera fue una combinación de represiones
que obligaron a los sectores obreros combativos a amoldarse al modelo económico-productivo, y de
cooptación, mediante prebendas, de sindicatos para que cooperaran, lo que generó un debilitamiento de los
sectores combativos. De igual manera la aceptación de exigencias obreras por parte de la burguesía y del
Estado fueron resultado de fuertes presiones.
2
Esta “derrota” es en términos generales, no implica que el movimiento y la resistencia obrera hayan
desaparecido. Podemos plantear que el movimiento obrero combativo sufrió una fuerte derrota que lo llevó
a perder fuerza ante la preponderancia de sindicatos cooperantes.

20
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

productivo-político a nivel internacional y una división internacional del trabajo


basada en países centro-industrializados y países periféricos-en vías de desarrollo,
y se estableció el modelo de Estado del bienestar que asumió el salario social para
incentivar el consumo masivo y la regulación de las relaciones salariales, laborales
y de la economía3.

Sin embargo, mientras EEUU consolidaba su hegemonía económica, las


economías europeas y asiáticas comenzaron a recuperarse en la década de 1950,
y además irrumpieron descontentos sociales desde sectores marginados que se
expresarían en luchas de género, raza, origen étnico, etc. (Harvey, 2004; 162-163).
Así, en la década de 1960 el modelo fordista-taylorista, las políticas estatales
keynesianas y la hegemonía económica norteamericana comenzaron a ser
criticados y potencialmente amenazados. Entre 1965 y 1973 este modelo entró en
crisis ante la recuperación económica de Japón y Alemania Occidental, la caída de
productividad norteamericana y la adopción de políticas de sustitución de
importaciones4 en los países periféricos que generaron la incapacidad de EEUU y
del modelo para regular el sistema financiero internacional y contener la crisis
(Harvey, 2004; 164-168).

Con la emergencia de los capitales competitivos se hizo imperante que EEUU


buscara una solución para enfrentar la desaceleración económica y mantener su
hegemonía, a esto responde el proceso de Internacionalización del Capital.

“Entendemos por internacionalización del capital la trasposición del capital de


países desarrollados a aquellos en donde la mano de obra es más barata; con el fin
de reducir los costos de producción mediante el empleo de fuerza de trabajo de
forma intensiva. La reubicación de los procesos productivos está integrada

3
Es necesario señalar que el Estado del bienestar, aunque comúnmente se asume que es llamado así por
ciertos objetivos sociales que reivindicó, en realidad, me parece que, debemos concebirlo por el objetivo de
lograr un bienestar para el capitalismo mediante las políticas económicas, productivas y sociales que le
permitieron estabilizarse y desarrollarse a nivel mundial.
4
Esta es un giro en las políticas económicas nacionales de los países periféricos para cambiar su modelo
industrial, pasando de la exportación de materias primas e insumos, y la importación de medios de
producción, hacia una industrialización para generar propios medios de producción.

21
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

verticalmente a un proceso global de producción, bajo el control de las


corporaciones trasnacionales” (Carrillo y Hernández, 1985; 29).

La internacionalización del capital comenzó a tomar fuerza hacia 1965 y en


este proceso se encuentra el germen de la estrategia adoptada (Carrillo y
Hernández, 1985; 29-76). En 1973 fue imposible contener la crisis y se incrementó
la necesidad de una restructuración económica: intensificación del control de la
fuerza de trabajo; cambios tecnológicos tendientes a la automatización de la
producción; nuevos productos y mercados; y la dispersión geográfica de la
producción en búsqueda de nuevos mercados de fuerza de trabajo con una débil
regulación laboral.

David Harvey acuña el concepto de acumulación flexible para señalar este


posible nuevo régimen, relacionado con “nuevos” modelos de producción y las
políticas neoliberales, basado en la flexibilización de procesos productivos;
mercados de fuerza de trabajo; pautas de consumo; sectores productivos; formas
financieras; nichos de mercado; e innovación tecnológica y organizativa en los
procesos de producción (Harvey, 2004; 170-171).

La flexibilidad abre el mercado laboral a mano de obra menos calificada,


generando un crecimiento del ejército industrial de reserva5 que permite la reducción
del costo de la fuerza de trabajo; reducción de derechos y estabilidad laboral;
disminución del poder sindical. Se introducen “nuevas” formas de contratación-
despido; uso de mano de obra de sectores marginados6 con alta movilidad;
reducción-eliminación de derechos laborales; intensificación de ritmos y extensión
de jornadas de trabajo. A nivel industrial hace referencia a plantas con alta
capacidad de movilidad; “nuevas” formas de organización del trabajo; alta movilidad
y fragmentación de tareas; producción en pequeños lotes; búsqueda de nuevos
nichos de mercado; tendencia a innovaciones tecnológicas; la disminución o
anulación de la injerencia de los sindicatos (Pérez, 2009; 28-30).

5
El ejército industrial de reserva es la población desempleada en busca de un puesto laboral, lo que genera
que aumente la demanda por trabajo y la competitividad por mantenerlo o lograrlo, con esto el capital puede
reducir los salarios.
6
Principalmente mujeres, jóvenes, indígenas, migrantes.

22
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

A nivel político implica la tendencia a eliminar las políticas keynesianas y con


ellas el llamado Estado del bienestar y la implementación de las políticas
neoliberales donde el Estado disminuye su inversión en la producción, asumiendo
políticas en beneficio del libre mercado y que permiten la flexibilización del mercado
de trabajo.

“Se acostumbra denominar modelo neoliberal a aquella economía y política


económica en la que ha disminuido substancialmente la inversión productiva del
Estado (privatizaciones de por medio) y las políticas de fomento al crecimiento
económico…a las políticas de reducción de las barreras de entrada y salida de
mercancías y capitales del país; a las que han flexibilizado las regulaciones sobre
las empresas y los mercados laborales” (De la Garza, 2005; 19).

Llegó a ser común utilizar el término toyotismo para referirse al nuevo modelo
productivo adoptado7, sin embargo es necesario aclarar que éste es sólo uno de los
modelos de producción flexibles. Enrique de la Garza (1993) aclara que existe una
diversidad de éstos, que tienen como común denominador su tendencia hacia la
flexibilización de la organización del trabajo; procesos productivos; uso y
contratación de la fuerza de trabajo; uso de nuevas tecnologías. En este sentido la
caracterización del nuevo modelo es la flexibilidad, incluso en los modelos
productivos que implementa (De la Garza, 1993, Sotelo, 2003).

Con esta contextualización podemos partir entendiendo a la flexibilidad no


como un modelo específico, sino como una lógica que impera en los modelos
políticos, económicos y productivos, que obedece a las necesidades del capitalismo
por aumentar su acumulación de capitales eliminando las barreras que regulaban la
explotación del trabajo, así como permitiéndole el acceso a recursos y territorios, por
medio de las políticas neoliberales. Este pequeño recordatorio buscaba solamente
dejar claro el contexto político y económico global actual y señalar cómo éste tiene
repercusiones sociales, políticas, económicas y laborales situadas, que empujan una

7
Se le nombra toyotismo al modelo de organización del trabajo implementado en las fábricas Toyota.

23
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

serie de transformaciones culturales que se materializan de acuerdo a cada contexto


específico.

Hay que tener en cuenta que el término flexibilidad, sí es conceptual pero


también descriptivo de las formas en cómo la dominación política y la explotación
económica toman forma en nuestros días, y esto no debemos olvidarlo ni obviarlo,
pues la flexibilidad no sustituye a la explotación, sino que la posibilita y la actualiza.
Esto es importante señalarlo porque tanto en ámbitos académicos como políticos
este término –junto con el de precarización- han ido sustituyendo –al menos en lo
discursivo- al de explotación, y es necesario entender que éstos operan en función
de la explotación y la dominación.

Tampoco hay que olvidar que el uso de los términos de flexibilidad y


precariedad buscan señalar las “nuevas” formas políticas y económicas que
emergieron en la década de 1970 y sus repercusiones tanto sociales como laborales,
sin embargo podemos observar las lógicas propuestas por el liberalismo económico
original en el siglo XVIII y las condiciones de vida y trabajo hasta las primeras
décadas del XX, para entender que no son del todo nuevas como se llega a pensar,
pues muchas de éstas imperaban antes de que se implementara el Estado del
bienestar, e incluso en diferentes contextos -en menor o mayor medida- siguieron
estando presente ocultas detrás de sus discursos, en cuyo caso debemos entender
que al señalarlas, es necesario entrecomillarlas, para tener claro que no son del todo
nuevas, pero sí una actualización de las formas de dominación y explotación.

2. La estrecha relación entre trabajo y cultura

2.1.- Las culturas del trabajo

La construcción de un marco teórico a partir del cual poder abordar las


intersecciones entre la cultura y el trabajo, entre sus dimensiones simbólica y
material, es antecedida por discusiones dadas por diversos investigadores, que en
la región mexicana pueden ubicarse hacia finales de la década de 1970, que
pondrían su atención sobre el tema (Novelo et al, 1986), y que fueron tomando
cuerpo en la década de 1980, cristalizándose con la propuesta de Luis Sariego

24
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

quien acuñó el término culturas del trabajo (Ibarra, 2011; 34). En la década de 1990
estas investigaciones centrarían su atención en la diversidad de factores
económicos, sociales, políticos y culturales, así como en las trayectorias biográficas-
laborales en relación a la identidad étnica, el género, la edad, las tradiciones
organizativas, etc., en la conformación no de una Cultura Obrera, sino de una
diversidad de culturas laborales o del trabajo en relación a cada contexto específico
(Guadarrama, 2000).

Aquí no haremos el recorrido por las discusiones, pues esto ya ha sido


realizado de manera extensa y detallada (Novelo et al, 1986; Guadarrama, 1995 y
2000; Quiroz, 1995; Ibarra, 2011).

Nos centraremos en la propuesta de Luis Reygadas (2002, 2002b), la cual


nos permite un enfoque para comprender estas culturas del trabajo a partir de la
interacción entre lo simbólico y lo material mediada por las interacciones entre los
diferentes sujetos laborales. Su propuesta será nuestro punto de partida y el eje
transversal del marco teórico para esta investigación, el cual intentaré relacionar
con otras propuestas conceptuales-teóricas –no necesariamente relacionadas a lo
laboral- para poder construir un marco a partir del cual abordar esta investigación.

Este autor señala que la cultura del trabajo es “la generación, actualización y
transformación de formas simbólicas en la actividad laboral”, en la cual es
importante observar “tanto la influencia que tiene la acción simbólica sobre el
proceso productivo, como el papel del trabajo en la formación de la cultura”
(Reygadas, 2002b; 20)

Es importante entender que en el proceso de trabajo8 interactúan una serie


de ideas, percepciones, sentimientos, utopías, ilusiones, signos, símbolos y valores,
lo que es necesario observar, pues los procesos simbólicos no existen aislados de

8
Reygadas entiende por trabajo el proceso mediante el cual se transforman las materias primas en un
producto, a partir de un esfuerzo humano (2002; 103).

25
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

la realidad material y los procesos productivos no existen sin un trasfondo de


actividad simbólica (Reygadas, 2002; 103)

“El concepto de cultura del trabajo alude a la intersección de dos aspectos de la


vida social: la dimensión simbólica y la dimensión productiva. En esta intersección
se deben analizar, al menos, dos procesos, que se refieren a la influencia que cada
una de las dimensiones ejerce sobre la otra” (Ibíd.; 106).

Para poder atender esta interacción entre lo material (el trabajo) y lo simbólico
(la cultura), propone el concepto de eficacia simbólica del trabajo, a partir del cual
plantea observar el impacto que tienen las transformaciones productivas en los
sujetos individuales y colectivos, en su construcción de significados. Señala que los
sujetos exportan representaciones, concepciones y prácticas desde lo laboral hacia
los demás ámbitos de su vida, experimentando una creación simbólica desde el
trabajo. Al trabajar se piensa, se generan concepciones, actitudes, valores,
prácticas a partir de las cuales se concibe el propio trabajador y concibe a los
diferentes sujetos con los que interactúa así como a las prácticas inmersas en la
interacción; es decir, se configuran significados y prácticas que se emplean en el
trabajo y más allá de éste (Ibíd.; 106-110).
Por el otro lado señala el concepto de la eficacia laboral de la cultura, a partir
del cual plantea observar la influencia de las maneras de percibir, sentir, valorar, de
los significados y prácticas desde lo no laboral hacia el ámbito del trabajo, es decir
cómo lo simbólico influye en el proceso material, cómo repercuten las costumbres,
valores y significados culturales en la actividad laboral.

“Los agentes no sólo exportan estructuraciones de significado desde sus centros


de trabajo hacia otros espacios vitales, también se produce el fenómeno inverso: la
importación de maneras de percibir, sentir y valorar desde el conjunto de la
experiencia social hacia la actividad productiva (…) Las repercusiones de las
costumbres, valores y representaciones sobre el proceso productivo son menos
visibles que las de la economía o la tecnología sobre la cultura; más que un impacto
demoledor o revolucionario, se trata de una serie de acciones paulatinas y
cotidianas que, también tienen consecuencias de largo alcance. Por eso han sido

26
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

descritos como acciones moleculares que, poco a poco, hacen sentir su efecto
sobre la realidad material” (Ibíd.; 110).

Los sujetos llegan al trabajo con una carga simbólica que afecta directamente
su dinámica en la actividad y relaciones laborales, estos significados no son
exclusivamente referentes a lo laboral, sino que incluyen otras concepciones
respecto ámbitos más amplios. Así, la cultura del trabajo es el resultado de la
intersección entre estas dos dimensiones con sus tensiones, desfases,
correspondencias y diferentes configuraciones de significados.

“Al trabajar, los sujetos producen, reproducen y se apropian significados: el trabajo


es también acción simbólica. Las tradiciones culturales de los agentes productivos
se entrelazan y confrontan con las concepciones del mundo y con los sistemas de
valores de otros agentes productivos (…) el proceso laboral es el ámbito donde
éstas se enfrentan y se integran para repercutir en el curso mismo de la actividad
productiva y, también para modificar estas tradiciones culturales. La importación de
significados hacia el trabajo y la exportación de los mismos desde el proceso laboral
pasa, necesariamente, por las interacciones de los sujetos” (Ibíd.; 116).

Es importante tener en cuenta que en los centros de trabajo convergen


diferentes sujetos que interactúan unos con otros9, con otros más10, con ellos
mismos, con maquinaria, herramientas y productos y en esto interactúan
significados que constantemente se importan, exportan, producen, apropian y
transforman. Entonces la interacción –señala Reygadas- entre los sujetos
involucrados en el proceso productivo es la que media entre ambas dimensiones,
en la que es importante tener en cuenta las relaciones de poder dadas entre los
sujetos.

9
Otros trabajadores como uno, es decir sus “iguales”, pertenecientes a su misma actividad, estatus: obreros
con obreros, empleados con empleados, etc.
10
Otros trabajadores diferentes a uno, es decir sus “no iguales”, pertenecientes a otra actividad o estatus:
obreros con empleados, con gerentes o con patrones, etc.

27
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

“Esta tercera vertiente del concepto de cultura del trabajo apunta hacia la creación
de otro campo de análisis: el de la interacción en el proceso de trabajo que, a su
vez se inserta dentro del conjunto de la estructura global de las relaciones de poder
entre los actores en la producción. Así, la relación entre lo material y lo expresivo
en el trabajo se encuentra mediada por la dimensión del poder (…) La eficacia
simbólica del trabajo y la eficacia laboral de la cultura dependen de las relaciones
de poder que se establecen entre los actores productivos” (Ibíd.; 117).

Para entender la cultura del trabajo es necesario atender estas tres


dimensiones: la eficacia simbólica del trabajo; la eficacia cultural del trabajo; y las
interacciones entre los sujetos y sus relaciones de poder/dominación, sus luchas,
negociaciones y sus formas de representarlas. En estas interacciones se
construyen, comparten y apropian significados, valores, concepciones y se actualiza
la cultura de los sujetos.
Así mismo es importante –insiste Reygadas- entender que las empresas o
centros de trabajo no están aislados de la realidad social, por lo que en ellos permea
el enfrentamiento entre los valores de competencia del mercado y la pujanza de la
sociedad civil por relaciones de solidaridad y equidad (Ibíd.; 23).
En esta concepción es necesario prestar atención a diferentes aspectos de
índole social, económico, político y cultural, tales como como la región, la cultura
local, el ramo de producción, el modelo organizativo, la historia local, las relaciones
entre los sujetos productivos, etc., para intentar comprender cómo se configuran,
así como también es necesario tener en cuenta aspectos biográficos-laborales de
los sujetos como sus diferencias etarias, de género, étnicas, sus experiencias,
procesos identitarios, su capacitación, tradiciones políticas, etc. (Ibíd.).
Así en cada contexto laboral es importante observar las interacciones entre
diferentes culturas laborales de los sujetos inmersos en la relación de trabajo,
poniendo atención a las relaciones de poder y sus expresiones como la cultura de
violencia patronal respecto al control sobre los tiempos de producción, los cuerpos
de los y las trabajadoras y los espacios laborales, lo cual es parte de cómo los
trabajadores conciben el trabajo y los significados que gravitan alrededor de éste
(Reygadas, 2002b; 69), así como las respuestas de éstos frente a la relación de

28
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

poder y sus expresiones (Ibíd.; 99), lo cual nos habla de la relación del trabajador
con el proceso y el producto del trabajo (Ibíd.; 102)
A partir de este marco teórico contamos con un eje con el cual relacionar
otras concepciones teóricas, que si bien pueden estar señaladas en la propuesta
de Reygadas, podemos encontrarlas más desarrolladas con otros autores y que
pueden servirnos para complementar este enfoque.

2.2.- La acción y la identidad colectiva

Al momento de observar las culturas del trabajo será importante atender cómo se
configuran las identidades colectivas –en este caso de los trabajadores-, para lo
cual me parece importante retomar los planteamientos de Alberto Melucci (1999)
que nos permitirán tener un enfoque para comprenderlas como -siguiendo a
Melucci- procesos anclados a la acción colectiva.

Esto nos permite comprender las “identidades colectivas como sistemas de


acción colectiva”, que “no se comprende (…) como una “cosa” (…) se trata de
descubrir el sistema de relaciones internas y externas que constituye la acción”.
Esta acción colectiva es ““construida” gracias a una inversión organizativa” que
implica “distribuir valores, y fronteras establecidas por las relaciones sociales”, que
“condiciona la acción, pero ni los recursos ni las construcciones pueden ser
activados al margen de la acción” (Melucci, 1999; 34).

Concebir la acción colectiva como una construcción nos permite entenderla


a partir de la integración de los sujetos –individuales y colectivos-, de sus objetivos,
decisiones, creencias y relaciones, estos sistemas de acción.

Así, la configuración de la identidad colectiva se establece a partir de una


compleja red de negociaciones, intercambios y decisiones de los sujetos
involucrados en la acción colectiva en la que se articulan orientaciones y
propósitos (Ibíd.; 35). A partir de esto podemos entender que no parten de una
esencialización, sino de la interacción y negociaciones de objetivos, intereses,
orientaciones, determinaciones que los sujetos involucrados tienen para actuar
colectivamente.

29
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Melucci señala la importancia de entender que los intereses y objetivos que


llevan a los sujetos a actuar en colectivo, no sólo parten de orientaciones
económicas, sino que los sujetos
“También están buscando solidaridad e identidad (...) Ellos se concentran en las
necesidades de autorrealización, pero no en una orientación política, porque
responden a la lógica del sistema en el campo cultural y en la vida cotidiana de
las personas” (Ibíd.; 36).

Es necesario entender que los actores colectivos son diversos y complejos


en sí mismos, en los que convergen procesos sociales, actores y formas de acción
que producen la acción colectiva y se definen a partir de relaciones internas y
externas en la creación de un “nosotros” en el que los sujetos involucrados
mantienen una constante negociación de fines, medios y ambientes de acción (Ibíd.;
38).
Esta definición de la identidad colectiva no es lineal, sino que se produce en
la interacción y las negociaciones de la diversidad de orientaciones que incluso
pueden ser opuestas entre sí. Entre estas orientaciones Melucci identifica por lo
menos tres tipos.

“Los individuos crean un “nosotros” colectivo (más o menos estable e integrado de


acuerdo con el tipo de acción), compartiendo y laboriosamente ajustando por lo
menos tres clases de orientaciones: aquellas relacionadas con los fines de la acción
(el sentido que tiene la acción para el actor); aquellas vinculadas con los medios
(las posibilidades y límites de la acción) y, finalmente aquellas referidas a las
relaciones con el ambiente (el campo en el que tiene lugar la acción)” (Ibíd.; 38).

Esta construcción de lo colectivo es un proceso que toma forma de acción,


en la que constantemente se está construyendo y negociando lo que significa
(Ibíd.; 39), en la que se abarcan tres dimensiones:

“a) basada en la solidaridad, b) que desarrolla un conflicto y c) que rompe los límites
del sistema en que ocurre la acción” (Ibíd.).

30
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Y en ella, por sobre las otras dos dimensiones, la de la solidaridad debe estar
contenida, entendiéndola como la “capacidad de los actores de reconocerse a sí
mismos y de ser reconocidos como miembros del mismo sistema de relaciones
sociales” (Ibíd.; 41).
Es importante considerar que la identidad es un proceso que enmarca
relaciones y se produce a partir de éstas, y está en constante producción y
negociación con una complejidad interna y con relaciones hacia el exterior que
entrelaza tres dimensiones.
“La identidad colectiva como proceso enlaza tres dimensiones fundamentales que
distingo analíticamente, aunque en la realidad se entretejen: 1) Formulación de las
estructuras cognoscitivas relativas a los fines, medios y ámbito de la acción; 2)
activación de las relaciones entre los actores, quienes interactúan, se comunican,
negocian y adoptan decisiones, y 3) realización de inversiones emocionales que
permiten a los individuos reconocerse” (Ibíd.; 55).

Un proceso a partir del cual se generan estructuras cognoscitivas,


significados comunes, definiciones, donde está incluido el reconocimiento
emocional, por lo que no se genera solo en base a cálculos (Ibíd.).

Esta propuesta conceptual nos llama a enfocarnos en la acción colectiva de


los sujetos trabajadores para la conformación de su identidad colectiva, incluyendo
en ésta, una constante negociación de intereses y objetivos, y la búsqueda de
construirse colectivamente en la solidaridad para actuar sobre su realidad social
frente y en relación a otros actores.

2.3.- La fuerza performativa

George Yúdice (2002) señala el concepto de fuerza performativa para comprender


los

“Campos de fuerza en cuanto a conjunto de mandatos performativos relacionados


con los pactos interacciónales, los marcos interpretativos y los condicionamientos
institucionales de la producción de comportamiento y conocimiento” (Yúdice, 2002;
17).

31
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Este concepto nos habla de una serie de imperativos sociales que interpelan
a los sujetos de acuerdo al contexto social en el que se desenvuelven y que los
llevan a reproducir formas de conducta y comportamiento (Ibíd.; 24)
Yúcide propone la noción de performatividad “entendida más allá de la
instrumentalidad, como el modo en que se practica cada vez más lo social” (Ibíd.;43)
para comprender los procesos por medio de los cuales se constituyen “identidades
y entidades de la realidad social por reiteradas aproximaciones a los modelos (esto
es, a la normativa)” (Ibíd.; 46). Con esto, nos da un enfoque que nos permite
entender cómo las prácticas, comportamientos, actitudes y acciones reiterativas en
un conjunto social interpelan a los sujetos y se vuelven elementos que forman parte
de las identidades y de los grupos.
Bajo este enfoque es necesario tener en cuenta que los sujetos y el conjunto
social en el que interactúan, están interconectados por estas fuerzas performativas
que permiten la constitución y singularidad de los sujetos y la ordenación social,
además nos señala que tanto individuos como sociedades son campos de fuerza,
en los cuales –siguiendo a Judith Butler- se genera tención de la cual se deriva no
sólo el actuar interpelado por el grupo y sino la posibilidad de oponerse a esto.

“El sujeto y la sociedad se hallan conectados por fuerzas performativas que operan,
por un lado, para «refrenar» o hacer converger las muchas diferencias o
interpelaciones que constituyen y singularizan al sujeto, y por otro, para rearticular
la ordenación más amplia de lo social. Tanto los individuos como las sociedades son
campos de fuerza que constelan la multiplicidad. Según Butler, la tensión entre estas
fuerzas o «leyes» permite a los individuos-en-cuanto-constelaciones cambiar y no
conformarse a las circunstancias.” (Ibíd.; 47).

Esta idea la conceptualiza como “los condicionamientos, exacciones y


presiones ejercidos por el campo multidimensional de lo social y por las relaciones
institucionales” (Ibíd.; 55), los cuales interpelan y condicionan expectativas,
comportamientos, concepciones, etc., (Ibíd.; 58) que dependen de “los pactos
interaccionales, de los marcos conceptuales interpretativos, de los
condicionamientos institucionales del comportamiento y, sobre todo, de la
producción del conocimiento” (Ibíd.; 60), es decir, que es un campo de fuerza

32
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

“generado por relaciones ordenadas diversamente entre instituciones estatales y la


sociedad civil, la policía, las escuelas y universidades, los medios masivos, los
mercados de consumo” (Ibíd.; 60-61), con lo que es necesario tener en cuenta que
no hay un solo estilo performativo y que estos campos de fuerza son ensambles
“sinérgicos específicos de los valores constituyentes” (Ibíd.; 61).

Esta fuerza configura de manera contextual y específica, estilos de relaciones


sociales (Ibíd.; 65), y se genera a partir de la repetición de las normas performativas,
las cuales interpelan el sujeto a reproducirlas y mantenerlas, no sólo como prácticas,
sino como formas de accionar y relacionarse, y con esto, de la sociedad, sus
concepciones organizativas, jerárquicas, así como sobre aquellos elementos que
las legitiman. Esto se logra en medida en que se da de manera reiterada una forma
de relacionarse socialmente que nos interpela hacia ella y que se expresa en
acciones que parecieran innocuas como las formas de vestir, de mirar, de hablar,
etc., cuya repetición nunca se da con exactitud.

“Ensayamos diariamente los rituales de la conformidad a través de la vestimenta, el


gesto, la mirada y la interacción verbal dentro del ámbito del lugar de trabajo, la
escuela, la iglesia, la oficina de gobierno. Pero la repetición nunca es exacta; los
individuos, especialmente aquellos que albergan el deseo de desidentificar o
«transgredir», no fracasan en repetir sino que «fracasan en repetir fielmente»” (Ibíd.;
66)

La performatividad ha sido utilizada para señalar el acto de producir lo que


se nombra, y genera una exclusión obligatoria sobre aquellos a quienes dichas
normas invalidan, quienes responden a la exclusión de diferentes formas,
incluyendo la resistencia, cuyas alternativas también llevan una fuerza performativa
propia. Es necesario tener en cuenta que los imperativos performativos no sólo
provienen de las cúpulas, sino también de otros grupos e individuos que generan
mandatos de actuar o desviarse (ibíd.; 66-67).

“Se obliga a los sujetos no solo a actuar, sino a imaginar su acción dentro de una
estructura <<fantasizada>> (…) cuyos soporte son los contextos institucionales de
todo tipo, puede obligarnos a ocupar una posición normativa, aunque criticable (…)

33
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

la posición <<alternativa>> sancionada institucionalmente (…) o incluso instancias


opositoras (…) condicionadas por los medios masivos y por el mercado” (Ibíd.; 68).

Esta fuerza performativa se hace parte de las identidades, los roles sociales,
de las formas de entablar relaciones y de las concepciones alrededor de todo esto,
por medio de la fuerza que ejerce y las formas en las que nos interpela, y que entra
en juego con otras, por lo que se vuelve en una fuerza importante para la
configuración de los sujetos, sus formas de actuar y sus concepciones, pues nos
dice Yúdice “me refiero pues a este encuadre de interpretación mediante el cual se
encauza la significación del discurso y de los actos” (ibíd.; 81) y –siguiendo a Butler-
las señala como acciones que son movilizadas tanto por las normas sociales que
tiene efectos materiales a partir de la reiteración de éstas, y que son parte de lo que
configura a los sujetos.
Tener en cuenta a la fuerza performativa, nos proporciona un ancla que nos
llama poner atención a las prácticas cotidianas –en este caso- alrededor del trabajo,
que también se inscriben y forman parte de lo que constituyen los procesos
identitarios, así como los significados alrededor de ser trabajador en un contexto
específico. El marco de las culturas del trabajo nos llama a atención justamente a la
intersección de lo material y lo simbólico y dentro de lo material debemos atender
no sólo a los actos de la producción, sino a una serie de comportamientos, formas
de interactuar y accionar.
En este sentido este concepto nos permitiría observar cómo el grupo –o los
grupos- a los que pertenece el sujeto, sus normativas, instituciones o formas
instituidas van ejerciendo una fuerza que entra en juego en la configuración, no sólo
sobre sus actos, sino sobre su relaciones, comportamientos y concepciones, por lo
que toman relevancia en su cultura del trabajo. Además, también entraría en juego
con sus procesos identitarios, tanto en lo individual como en lo colectivo.
Es necesario tener consideración sobre el hecho de que los sujetos no
forman parte de un exclusivo grupo social, sino –en diferentes escalas- de una
diversidad de éstos, que también tienen su propia fuerza performativa, por lo que la
interacción entre éstas se vuelve un campo en el que unas y otras se encuentran,

34
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

se complementan, se rozan, chocan, y el sujeto va siendo interpelado de manera


diversa, de acuerdo a su condición de sujeto situado.
Entre los y las trabajadoras hay formas instituidas de relacionarse, de
comportarse y de actuar que se relacionan con formas de pensar que son reiteradas
por el grupo, lo cual participa en la construcción de su identidad colectiva e
individual, de sus concepciones sobre sí mismos, sobre sus compañeros, sobre los
otros, sobre su trabajo y sobre el mundo en el que viven. En este sentido la fuerza
performativa se entrelaza con los significados y las prácticas en las que un sujeto
trabajador se configura en relación a sus grupos sociales.
2.4.- La metis

James C. Scott, en su libro Mirando como un Estado. Cómo fallaron ciertos


esquemas para mejorar la condición humana11 (1998), dedica un capítulo a abordar
el concepto y las prácticas de la metis, que Scott señala como “una amplia gama de
habilidades prácticas e inteligencia adquirida” (Scott, 1998; 313).

La metis son aquellas habilidades y conocimientos prácticos que son


adquiridos mediante la experiencia, lo cual -dice Scott- hace que casi todas las
actividades humanas requieran diferentes grados de ésta. Éstas no pueden ser
enseñadas o aprendidas en manuales o libros, pues es la experiencia directa la que
hace que el sujeto las adquiera, y son aplicables en contextos específicos y en
condiciones mutables, justo donde las respuestas dadas en manuales y formulas
generales no pueden ser aplicadas (Ibíd.; 116). Además son generadas desde lo
local (Ibíd.; 317) y sus practicantes mantienen un interés manifiesto en los
resultados de su aplicación, por lo que es un conocimiento situado (ibíd.; 318).

Para explicar la diferencia entre el conocimiento formal o la regla general y la


metis, Scott utiliza el lenguaje como una metáfora que nos lleve a entender cómo
éste no se adquiere mediante la regla formal, sino mediante un proceso de
experiencia del sujeto (Ibíd.; 319).

11
Traducción de todas las citas extraídas del texto de Scott (1998) es mía.

35
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Este “conocimiento local o metis es necesario para el éxito de la práctica” que


“probablemente se aprenda mejor en la práctica y experiencia diaria”, haciendo que
“cualquier fórmula que excluya o suprima la experiencia, el conocimiento y la
adaptabilidad de Metis se arriesga a la incoherencia y el fracaso” (Ibíd.), sin
embargo han sido negadas, minimizadas y denigradas por los sistemas de
conocimiento simplificado y formalizado del alto modernismo, por su naturaliza local,
experiencial y práctica. Es necesario señalar que nunca es estática, pues
constantemente está actualizándose, y su naturaleza no es la búsqueda de generar
un cuerpo de conocimiento formal, sino resolver problemas concretos (Ibíd.; 324).

Es necesario entender que no es un conocimiento rígido, sino dinámico y con


plasticidad.

“Metis, lejos de ser rígido y monolítico, es plástico, local y divergente. De hecho, es


la idiosincrasia de metis, su contextualidad, y su fragmentación lo que le hace tan
permeable, tan abierto a nuevas ideas. Metis no tiene doctrina o capacitación
centralizada; cada practicante tiene su propio ángulo” (Ibíd.; 332).

Si bien es un conocimiento que el sujeto adquiere específicamente mediante


su experiencia, esto no implica que sea individual, pues sus posibilidades de
creación y de mantenerse están ancladas al contexto social (Ibíd.; 324), y que tiene
dos ironías.

“La primera es que metis no está distribuida democráticamente. No solo depende


en un toque o una habilidad que puede no ser común, sino que el acceso a la
experiencia y la práctica necesaria para su adquisición pueden estar restringido (…)
Mejor dicho, la disponibilidad de tal conocimiento para otros depende en gran
medida de la estructura social de la sociedad y las ventajas de que un monopolio
en algunas formas de conocimiento puede conferir. En este sentido, metis no es
unitaria, y quizás deberíamos hablar de metises, reconociendo su no
homogeneidad. La segunda ironía es que, sin embargo metis es plástica y receptiva,
algunas formas de ella parecen depender de elementos clave de vida preindustrial
para su elaboración y transmisión. Comunidades que son marginales a los
mercados y al estado es probable que retengan un alto grado de metis; no tienen

36
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

otra opción, ya que tienen que depender desproporcionadamente del conocimiento


y los materiales a mano” (Ibíd.; 334-335).

Así, es una forma de conocimiento que no se adscribe a las simplificaciones


delgadas de conocimiento estandarizado y formalizado (Ibíd.; 334-336), y su
subordinación y eliminación es necesaria para el Estado y el capitalismo. Scott nos
señala que el caso más obvio se expresa en la producción en masa, es decir en la
industrialización y su necesaria división del trabajo, y en la imposición de los
regímenes estatales, que requieren de controlar y apropiarse de las formas de
conocimiento local que está disperso y mantiene diferentes grados de autonomía
(Ibíd.; 335), para imponer sus formas simplificadas.

“La lógica que anima el proyecto, sin embargo, es de control y apropiación del
conocimiento local, porque está disperso y es relativamente autónomo, es casi
inadmisible. La reducción o, más aún utópico, la eliminación de metis y el control
local que conlleva son precondiciones, en el caso del estado, el orden administrativo
y la apropiación fiscal y, en el caso de la gran empresa capitalista, de la disciplina y
el beneficio del trabajador” (Ibíd.; 335-336)

En el caso de la dominación y explotación del trabajo por el capitalismo, nos


señala que el modelo fabril se caracterizó no sólo por buscar una mayor eficiencia
del trabajo que permitiera el aumento de la explotación de las ganancias, sino en
posibilitar su control por parte del capitalismo (Ibíd.; 336), siendo ésta una de las
características del taylorismo, y ahora se podría llevar esta afirmación hacia los
modelos flexibles del trabajo, aunque de formas diferentes como vimos unos
apartados antes.

Así el taylorismo se basó en intentar destruir o subordinar las metis de los


trabajadores a las simplificaciones delgadas.

“Bajo la gestión científica... los gerentes asumen... la carga de reunir todos los
conocimientos tradicionales que en el pasado habían sido poseídos por los obreros
y luego de clasificar, tabular y reducir este conocimiento a reglas, leyes, fórmulas...
Por lo tanto, toda la planificación que bajo el antiguo sistema fue hecho por los
trabajadores, necesariamente bajo el nuevo sistema paso a ser hecho por la

37
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

administración de acuerdo con la ley de la ciencia'' (Taylor citado en Marglin, 1990


citado en Scott, 1998; 336)

En el modelo taylorista, el gerente –representante concreto del capitalismo-


controla el conocimiento y dirige el proceso de producción, reduciendo el trabajo a
tareas simples, subordinando las metis de los trabajadores, en busca de este control
y eficiencia, aunque señala Scott, tampoco logró reducirlas del todo a las
simplificaciones delgadas (Scott, 1998; 336-337).

Retomar este concepto-práctica nos será útil para tener en cuenta un foco de
atención dirigido a aquellas habilidades y conocimientos prácticos como elemento
de la cultura del trabajo. Estás metis no sólo nos hablarán de experiencia y
conocimientos prácticos, sino que –asumo- serán parte importante del repertorio de
elementos a partir de los cuales los trabajadores se reafirman como sujetos
creativos y capaces.

En no pocas ocasiones las y los trabajadores a partir de la experiencia con


una maquina o en una parte del proceso de producción, son los más capacitados
para resolver un desperfecto de manera más “económica”, frente a lo que implica
esperar al personal técnico o abocarse a un manual que no conoce el
funcionamiento concreto de esa máquina concreta con la que él o ella está
familiarizada, con sus sonidos, sus ritmos, su funcionamiento y por lo cual, incluso
puede darse cuenta del desperfecto antes de que éste sea evidente para el técnico
profesional. Así, las metis les dotan de la capacidad de innovar, corregir y optimizar
el proceso de producción, y además les permite posicionarse frente a otros sujetos
que no cuentan con ellas.

En este sentido adquieren un valor significativo, pues se expresan como una


capacidad, mediante lo cual se presenta frente a otros. Los y las trabajadoras
constantemente reivindican su capacidad y señalan la importancia de “saber
trabajar” como parte de lo que les confiere valor y que adquiere un sentido identitario
(Torres, 2014), y se relaciona con significados sobre sus compañeros, otros sujetos
laborales y su trabajo.

38
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Además estas metis pueden ser un importante elemento de resistencia


(Scott, 1998), pues forman parte de la prácticas de sabotaje, como la del
tortuguismo laboral12, por lo que se relacionan con las subculturas de la resistencia
(Scott, 2000) y los enfrentamientos, tensiones, conflictos y negociaciones entre
diferentes sujetos laborales y sus interacciones.

Bajo estos supuestos, las asumo como un elemento que forma parte de la
cultura del trabajo, pues generaran conocimientos que sí bien son individualizados,
requieren de una comunidad de interés, que serán significados e incorporados como
elementos identitarios –individuales y colectivos- frente a una lógica laboral que
constantemente busca despojarlos de sus capacidades y creatividades y con esto,
de su valor como sujetos.

Me parece necesario incluir las metis en el análisis de las culturas del trabajo,
en medida en que son habilidades generadas en la interacción laboral cotidiana que
están cargadas de conocimientos situados que sólo pueden ser aprendidos
mediante la práctica y la experiencia, inmersas en una comunidad y un contexto
concreto. Además, bien señala Scott (1998) no sólo se refieren a actividades físicas,
sino también con habilidades que permean las interacciones sociales entre los
sujetos.
3. La importancia del pasado en el presente

3.1. La memoria. Romper el tiempo

Pensar la memoria es una discusión que se diversifica entre disciplinas científicas y


sociales, que van desde lo biológico, lo cognitivo, lo psicológico, hasta llegar a lo
social. No nos detendremos en hacer una revisión de estas discusiones, pues esto
ya ha sido realizado por otros autores (Le Goff, 1991 y Jelin, 2002 entre otros), por
lo que nos conformaremos con retomar de éstos algunas consideraciones.

12
El tortuguismo laboral es una práctica común de sabotaje sobre la producción, que puede ser ejercido de
manera individual o colectiva frente a un descontento laboral, pudiendo ser parte de procesos de resistencia
organizada pero no frontal o una expresión de bajo perfil.

39
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Cooperativista en acción

Jaques Le Goff (1991) señala que la memoria es “la capacidad de conservar


determinadas informaciones, remite ante todo a un complejo de funciones
psíquicas, con el auxilio de las cuales el hombre está en condiciones de actualizar
impresiones o informaciones pasadas, que él se imagina como pasadas” (Le Goff,
1991; 131) cuyos fenómenos “ya en sus aspectos biológicos, ya en los psicológicos,
no son más que los resultados de sistemas dinámicos de organización y existe sólo
en cuanto la organización los conserva o los reconstruye” (Ibíd.; 132), por lo que no
sólo se habla de un proceso psíquico, sino también social.
Le Goff señala que no se trata de recuerdos y olvidos, sino de cómo estos
son manejados –consciente o inconscientemente- de acuerdo a intereses y
emociones, y que en lo colectivo constituyen un elemento importante en las luchas
por el poder. A demás nos invita a concebir los olvidos y silencios de la historia como
un mecanismo de manipulación de las memorias colectivas (Ibíd.; 134), y enfatiza
su dinamismo (Ibíd.; 174).
Retomando a Pierre Nora, señala la importancia de entenderla –en referencia
a la memoria social- como lo que queda del pasado en lo vivido por un grupo, o
aquello que un grupo hace del pasado (Ibíd.; 178), y como un elemento importante
de lo que configura la identidad tanto en lo individual como en lo colectivo, por lo
que se hace un instrumento y objetivo del poder (Ibíd.; 181).

40
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Le Goff señala que no sólo hace referencia al pasado, sino que “apunta a
salvar el pasado sólo para servir al presente y al futuro” (Ibíd.; 183), lo que nos indica
la afirmación de que no se le puede considerar como un recuerdo, sino de cómo
éstos son utilizados, concebidos, manipulados, significados para actuar sobre el
presente y más aún, sobre un futuro.
Por su parte Elizabet Jelin (2002) señala que es imposible encontrar una
única memoria, aun cuando una pueda presentarse como hegemónica, en cuyo
caso es necesario tener claro que los “libretos únicos” cuentan la versión de los
vencedores y que siempre hay otras interpretaciones, por lo que es necesario hablar
de memorias, lo que nos lleva a entenderla como un campo de lucha política activa
(Ibíd.; 5-6), siendo una acción que adquiere un sentido altamente significativo pues
es un mecanismo para afirmar la pertenencia y permite construir sentimientos de
autovaloración colectiva e individual (Ibíd.; 9), lo cual nos señala su carácter político.
La acción de la memoria, señala Jelin, es “el sentido del pasado en el
presente, y en función del futuro deseado” (Ibíd.; 12), lo que nos habla de su
complejidad, pues no es simplemente “lo pasado”, sino cómo algo de ese pasado
es traído y significado en el presente y entra en juego con una expectativa de futuro,
por lo que rompe con la linealidad del tiempo y se construye en una complejidad de
subjetividades, pues se construye en el presente.

“Ubicar temporalmente a la memoria significa hacer referencia al <<espacio de la


experiencia>> en el presente. El recuerdo del pasado está incorporado pero de
manera dinámica, ya que las experiencias incorporadas en un momento dado
pueden modificarse en períodos posteriores” (Ibíd.; 13).

A esta complejidad es necesario añadir la complejidad de la experiencia del


sujeto, pues incorpora experiencias propias y ajenas, por lo que entonces hace
referencia a procesos de significación y re-significación que son subjetivos, pero
tampoco esencialmente individuales (Ibíd.).
Jelin propone entender la memoria como un trabajo, es decir como una
acción que produce y transforma, que actúa sobre el tiempo y los recuerdos, sobre
los sujetos mismos y la sociedad, lo que nos habla de una “naturaleza” dinámica,
constitutiva y transformadora.

41
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

“El trabajo como rasgo distintivo de la condición humana pone a la persona y a la


sociedad en un lugar activo y productivo. Uno es agente de transformación, y en el
proceso se transforma a sí mismo y al mundo. La actividad agrega valor. Referirse
entonces a que la memoria implica <<trabajo>> es incorporada al que hacer que
genera y transforma el mundo social" (Ibíd.; 14).

Es importante seguir a la autora cuando señala la importancia de pensarla en


relación a cómo se construye, lo que nos abre las puertas para no concebirla como
algo dado, sino como procesos diversos y complejos en los que se construyen estos
sentidos para hacerlos actuar y trabajar en el presente y hacia el futuro. Así las
memorias, aunque tienen una esfera ligada a la experiencia subjetiva, no está
contenida ahí, sino que interactúa con otros sujetos insertos en redes de relaciones
sociales y que sin embargo no dejan de expresarse de forma individual (Ibíd.; 18-
19).

“Las memorias individuales están siempre enmarcadas socialmente. Estos marcos


son portadores de la representación general de la sociedad, de sus necesidades y
valores. Incluyen también la visión del mundo, animada por valores, de una sociedad
o grupo" (Ibíd.; 20)

Así, son procesos tanto individuales como colectivos en las que se relacionan
estrechamente el sujeto y su grupo, junto con concepciones, valores, significados y
prácticas, en donde las memorias individuales habitan o se posibilitan en los marcos
culturales del grupo, es decir “están inmersos en narrativas colectivas” (Ibíd.; 21),
en marcos históricos y culturales cambiantes, por lo que es necesario concebirla
más como una reconstrucción que cómo un recuerdo (Ibíd.).
Por otra parte, cuando habla de las memorias colectivas señala que éstas se
pueden entender como sentidos compartidos y producidos a partir de la interacción
en un contexto social y político específico, en el que se entretejen tradiciones y
memorias individuales que entablan diálogos.

"Se la puede interpretar también en el sentido de memorias compartidas,


superpuestas, producto de interacciones múltiples, encuadradas en marcos sociales

42
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

y en relaciones de poder. Lo colectivo de las memorias es el entretejido de


tradiciones y memorias individuales, en diálogo con otros, en estado de flujo
constante, con alguna organización social -algunas voces son más potentes que
otras porque cuentan con mayor acceso a recursos y escenarios- y con alguna
estructura, dada por códigos culturales compartidos (...) Esta perspectiva permite
tomar las memorias colectivas no sólo como datos <<dados>>, sino también centrar
la atención sobre los procesos de construcción. Esto implica dar lugar a distintos
actores sociales (inclusive a los marginados y excluidos) y a las disputas y
negociaciones de sentidos del pasado en escenarios diversos" (Ibíd.; 22).

Jelin señala que es necesario entender su relación con la identidad, a partir


de la importancia que adquiere el sentido de permanencia y pertenencia, para lo
cual la rememoración del pasado adquiere relevancia.

"Esta relación de mutua constitución implica un vaivén para fijar ciertos parámetros
de identidad (nacional, de género, política o de otro tipo), el sujeto selecciona ciertos
hitos, ciertas memorias que lo ponen en relación con <<otros>>. Estos parámetros,
que implican al mismo tiempo resaltar algunos rasgos de identificación grupal con
algunos y de diferenciación con <<otros>> para definir los límites de la identidad, se
convierten en marcos sociales para encuadrar las memorias. Algunos de estos hitos
se tornan, para el sujeto individual o colectivo, en elementos <<invariantes> o fijos,
alrededor de los cuales se organizan las memorias" (Ibíd.; 25).

La memoria rememora acontecimientos que son cargados de significados,


estos ligan al acontecimiento con el presente en el que se rememora, por lo que son
mutables y están en relación no sólo al contexto específico, sino al momento en que
se rememora.

“El acontecimiento o el momento cobra entonces una vigencia asociada a


emociones y afectos, que impulsan una búsqueda de sentido. El acontecimiento
rememorado o <<memorable>> será expresado en una forma narrativa,
convirtiéndose en la manera en que el sujeto construye su sentido del pasado, una
memoria que se expresa en un relato comunicable, con un mínimo de coherencia”
(Ibíd.; 27).

43
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Es necesario entender que las memorias son diversas e interactúan, que son
tanto individuales como colectivas, que tienen un carácter político, en el sentido de
la búsqueda de sentido del pasado que es disputado tanto dentro de un mismo
grupo, como en grupos más amplios; como un proceso que se construye y re-
configura a partir de las subjetividades y la interacción de éstas, lo que nos será útil
al relacionarlo con la cultura del trabajo, por un lado en cuanto a su relación con los
procesos identitarios de los trabajadores; y por el otro, en relación a la subcultura
de resistencia (Scott, 2000) y cómo ésta se hace presente.
Será importante observar cómo estas memorias se hacen parte de los
significados, prácticas, concepciones, valores, expectativas, etc., que configuran la
subcultura de resistencia y cómo ambas entran en juego en los procesos de
construcción de la acción y la identidad colectiva y de la cultura del trabajo.

3.2. La subcultura de la resistencia

El trabajo está inmerso en relaciones de poder, al situarse en una realidad en la que


el capitalismo y la dominación política se expresan en formas que pueden “no ser
evidentes”, tales como el acto mismo de la explotación del trabajo o el despojo de
la capacidad de decidir, pero que se expresan de manera concreta, tanto material
como simbólicamente en la interacción entre los sujetos.
Es decir, en el ámbito laboral hay expresiones materiales y simbólicas de
dominación, que en lo concreto toman forma en una serie de relaciones y acciones
que se significan como agravios derivados de la relación de dominación del capital
y el poder político sobre el trabajador. Estos agravios pueden variar de acuerdo a
cada caso, y pueden concebirse a partir de malos tratos, insultos, burlas, violación
de derechos, y diferentes aspectos de la dinámica laboral, hasta el hecho mismo
del despojo de la capacidad y la explotación del trabajo.
Es necesario tener esto en cuenta, pues la explotación del trabajo en sí
mismo implica una relación de dominación tanto política como económica, que se
expresan en las relaciones concretas en torno al proceso de producción.
Entendiendo esto, los trabajadores forman parte de los sectores dominados –

44
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

política y económicamente- y por lo tanto en el ámbito laboral es constante encontrar


también expresiones de resistencia, tanto abierta como de bajo perfil.
James C. Scott (2000) nos da un marco para entender las expresiones y
procesos de resistencia, en el que acuña los conceptos de los discursos públicos y
los discursos ocultos. Los primeros13 son aquellas prácticas y discursos que los
dominados –y dominantes- llevan a cabo de acuerdo a lo que se espera de su
actuación en la relación de poder en la que está inserto (Scott, 2000; 24); mientras
que los segundos, son aquellos que los dominados –y también los dominantes-
ejecutan cuando se encuentran “tras bambalinas”, cuando no están frente al otro en
la relación de poder (Ibíd.; 28), donde pueden expresarse libremente sin tener que
enfrentar represalias por romper el “guion” establecido.

Para poder tener una vista completa es necesario observar ambos14, pues
en el primero se expresa cómo el poder/dominación se hace presente, y se concibe
a sí mismo y a la sociedad, mientras en el otro se muestran las aspiraciones,
utopías, la necesidad y las prácticas para negar-enfrentar la dominación. El discurso
público adopta formas establecidas por los dominantes, es una escena donde quien
ejerce la dominación tiene el control, mientras que el discurso oculto se construye
en espacios lejos de la mirada del otro (Ibíd.; 28).

El discurso oculto de los dominados se construye en medida en que éstos


comparten una misma condición (Ibíd.; 32) y en él encontramos una serie de
prácticas y significados que buscan negar y rechazar la relación de dominación
tanto en términos materiales como simbólicos, en los que los dominados expresan
cómo la viven, piensan y significan (Ibíd.; 142), qué es lo que les implicas las
humillaciones y cómo se construye la concepción de los agravios. Éste se expresa
ahí donde estos se sienten seguros en un entorno de solidaridad, lejos de la

13
James C. Scott cuando habla de “discursos” (público y oculto), refiriéndose a prácticas discursivas,
expresiones, lingüísticas, gestuales, culturales, así como a una serie de acciones referentes o frente a la
relación de dominación.
14
Scott hace énfasis en no concebir el discurso público como falso y el oculto como verdadero, planteando
que es más complejo: el público son puestas en escena que reafirman la relación de dominación, mientras
que el oculto muestra como los subordinados conciben y viven la relación de dominación.

45
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

mirada del dominante, por lo que tiene espacios, formas expresivas y un público,
adquiriendo un carácter colectivo con expresiones individuales (Ibíd.; 144-145).
En éstos podemos encontrar expresiones de rebelión velada o simbólica,
donde se niega o rechaza la dominación, que Scott señala como una
contraideología que normativiza sus prácticas, donde la solidaridad es importante
entre los sujetos y requiere de complicidad, de espacios sociales autónomos del
poder, donde se posibilitan la construcción de estas negaciones y la formulación
de patrones en los que se expresa de forma definida la cólera, en un proceso de
comunicación que posibilita la creación de una subcultura de la resistencia.

“La cólera, la humillación y las fantasías son, siempre, experiencias que se realizan
dentro de un marco cultural creado en parte por la comunicación marginal entre los
subordinados. En este sentido, probablemente no exista nada como una cólera,
humillación o fantasía completamente cruda. Incluso cuando no se comunican con
nadie, todas ellas están determinadas de antemano por la historia cultural de las
experiencias individuales. La idea fundamental es que una subcultura de la
resistencia o una contracostumbre es forzosamente un producto de la solidaridad
entre subordinados” (Ibíd.; 148).

Los dominados ejercen una vigilancia sobre estos espacios en los que se expresa
y florece su discurso oculto, pues en ellos se va construyendo a nivel colectivo, de
acuerdo al propio contexto, tomando diferentes formas en el lenguaje, gestos,
discursos, prácticas y significados que son excluidos del discurso público, creando
una subcultura de la resistencia que se opone a la dominación (Ibíd.; 53).

En él también se configuran fantasías de justicia, maldiciones, deseos de


venganza, expresiones culturales que invierten la relación de dominación, formas
de llevar a cabo ajustes de cuentas simbólicos –y materiales- contra la dominación,
formas de comunicarse y expresarse por medio de diferentes formas de chistes,
canciones, rituales, eufemismos, etc. (Ibíd.; 42-43). En este sentido se configura la
subcultura de la resistencia, que nos habla de prácticas y significados mediante los
cuales los dominados no sólo expresan su oposición a la relación de dominación,

46
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

sino que la enfrentan, la niegan e intentan fracturarla de formas materiales y


simbólicas, y que legitiman la resistencia, volviéndose su sustrato cultural (Ibíd.; 53).

Ésta es el fermento en el cual se configura la infrapolítica de los subordinados


que nos habla de una diversidad de formas de acción política discreta que se
disfraza de diferentes maneras para poder expresarse (Ibíd.; 44) y que es vivida
intensamente por los subordinados, lo que nos permite entender los significados
dados no sólo a la dominación, sino también a la resistencia, sus prácticas y formas
de expresión. Ambas son el sustrato material y simbólico de la acción política de los
subordinados, en los que se contienen prácticas, concepciones políticas invisibles
que hacen posible sus expresiones políticas visibles (Ibíd.; 217-218)

Es necesario tener en cuenta que las resistencias no se dan sólo como un


enfrentamiento simbólico, pues la dominación está relacionada estrechamente con
prácticas materiales, es un proceso de apropiación, donde los dominantes extraen:
impuestos materiales: trabajo, recursos, granos, servicios; e impuestos simbólicos:
respeto, conductas, actitudes, formas verbales y actos de humildad, por lo que en
el discurso oculto se construyen justificaciones y prácticas discretas y concretas
para minimizar la apropiación ejercida por la dominación, tales como robos,
ausentismo laboral, descuidos, sabotajes, ocupación de tierras, etc. (Ibíd.; 222).

Estas prácticas de resistencia son el ejercicio de los derechos negados y no


se pueden realizar sin un discurso marginal que les legitime a partir de valores,
significados y concepciones culturales, a partir de las cuales se constituyen para
renegociar discretamente las relaciones de poder, negarlas o fracturarlas, por lo que
este es el terreno político de la lucha donde se imponen formas de conducta y
resistencia. Esta infrapolítica de los subordinados y la subcultura de la resistencia
nos señala que los dominados hacen política, aun cuando pareciera que no.

Este concepto de subcultura de la resistencia, tenemos que tenerlo presente


para entender la configuración de los agravios y los significados y prácticas que son
dados a las expresiones concretas de dominación, pero también a las de
resistencia, tanto las de bajo perfil, como las abiertas, entendiendo que es el

47
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

sustrato cultural que permite que las resistencias, sus prácticas, significados y
formas se legitimen entre los dominados.
Entre los trabajadores, al estar insertos en relaciones de dominación, está
será significada en la construcción del agravio y las formas de resistencia abierta
estarán en relación con esta subcultura de la resistencia y la infrapolítica de los
subordinados, la cual se hará parte de los significados y prácticas en torno al trabajo,
de las formas de interactuar entre ellos y con los otros sujetos laborales, de sus
concepciones de ellos mismos, de sus compañeros y también serán parte de sus
memorias e identidades tanto individuales como colectivas.
No perder esto de vista, nos permitirá entenderlo como uno de los elementos
que configuran al sujeto trabajador, sus identidades –individuales y colectivas- y sus
memorias, y también entrará en relación con sus metis y las prácticas y significados
alrededor de éstas, haciendo que tome relevancia en relación a la configuración de
su cultura del trabajo.
4. El ensamble, opuestos que se acomodan

Dice Aihwa Ong (2006)15 que una característica de los antropólogos es el


escepticismo hacia las grandes teorías y la propensión a hacer grandes preguntas
desde una perspectiva situada, en la que la etnografía nos posibilita hacer
reflexiones a ras del suelo, alejándonos de los altos vuelos teóricos que tienden a
desvanecerse en sueños lógicos. Esta autora insiste en observar la realidad social
más allá de una rigidez teórica y postula un enfoque que nos permita acercarnos a
comprenderla.

A partir de sus investigaciones en torno al neoliberalismo y ciudadanía, y


cómo van mutando en diferentes contextos asiáticos, señala el concepto –y
enfoque- de ensamble16, a partir del que plantea entender cómo en la realidad
concreta se generan una serie de mutaciones móviles, inestables y situadas que
producen respuestas diversas e inesperadas, en las que elementos opuestos –
cómo el neoliberalismo y las formas estatales fuertemente centralizadas- se

15
La traducción de los textos de Ong (2006) y de Collier y Ong (2005) es mía.
16
Assemblage, que se puede traducir como ensamblaje o ensamble.

48
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

ensamblan para responder a una situación concreta. A partir de esto caracteriza al


neoliberalismo como excepción y a las excepciones del neoliberalismo, y las
mutaciones concretas –por ejemplo en las formas de ciudadanía-.

A partir de esto, señala la posibilidad de abrir un camino de comprensión


donde las respuestas concretas ante una situación no son reducibles a la rigidez
binaria, en el cual, a partir de la exploración etnográfica es posible acercarnos a las
formas de interacción de los elementos opuestos y sus ensambles flexibles, que es
necesario comprender como una serie de ajustes y reajustes que toman forma
situada, llevándonos a cuestionar modelos teóricos totalizantes que parten de esta
rigidez, y nos convoca a tomar un enfoque mediante el cual podamos acercarnos a
comprender la complejidad de la realidad concreta y sus relaciones vibrantes, sin
dejar de observar las tensiones generadas (Ong, 2006).

Aihwa Ong, junto con Stephen Collier (Collier y Ong, 2005), insisten en
reflexionar los ensambles para abordar los fenómenos sociales y culturales, y
comprender cómo se articulan en situaciones específicas de ensamblaje, y
examinar sus elementos heterogéneos, permitiéndonos una orientación analítica
sobre lo maleable, específico e histórico de las formas de vida.

“Un ensamblaje es el producto de determinaciones múltiples que no son reducibles


a una sola lógica. La temporalidad de un ensamblaje es emergente. No implica
nuevas formas, sino formas que cambian, están en formación o están en juego (…)
el ensamblaje implica lo heterogéneo, lo contingente, lo inestable, lo parcial y lo
situado” (Collier y Ong, 2005; 13).

Con esto nos insisten en un enfoque de abordaje, desde la etnografía, en


donde, lejos de concepciones totalizantes, podamos acercarnos a comprender
cómo se configuran estos ensamblajes en los que se articulan y re-articulan de
manera flexible y situada elementos, no sólo diversos, sino contrarios para resolver
situaciones concretas. Si bien, ellos utilizan este enfoque para comprender al
neoliberalismo como excepción y las excepciones al neoliberalismo, y las formas
globales contemporáneas, su enfoque nos es útil para alejarnos de modelos teóricos

49
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

basados en la rigidez binaria, en donde los opuestos supuestamente chocan y se


contraponen hasta destruirse uno u otro y dar pie a un nuevo modelo.

En torno al universo del trabajo, el concepto-enfoque del ensamble ha sido


señalado por Luis Reygadas (2002b), para analizar qué ocurre en la industria global,
en donde interactúan sujetos provenientes de diferentes contextos sociales,
culturales y económicos. A partir de una metáfora con el proceso productivo, este
autor plantea que en las fábricas globales –en referencia a la industria maquiladora-
no se genera una cultura del trabajo global, sino que se da un complejo ensamble
cultural, que es diverso, situado y móvil, de acuerdo a cada contexto.
A partir de esto, podemos retomar el ensamble como un enfoque y un
concepto que nos permita comprender las articulaciones y rearticulaciones
constantes y situadas que se generan ante una situación y en un contexto especifico
como respuesta, donde se ensamblan elementos no sólo heterogéneos, sino
incluso opuestos entre sí. Este enfoque nos permite renunciar a modelos rígidos, en
los que de antemano se plantea que lo diverso se homogeniza y lo opuesto genera
un choque en el que uno u otro serán eliminados para anular la contradicción.

Cuando hablamos de contradicciones, comúnmente pensamos en conflictos


irresolubles entre dos opuestos, o en la incongruencia derivada de la existencia de
ésta. A partir del concepto de ensamble podemos ver cómo estos pueden
acomodarse, sin armonía ni caos absoluto, en un proceso con constantes tensiones
y fricciones, sobre el que se van generando respuestas concretas ante la situación
específica, permitiéndonos comprender cómo las contradicciones pueden cohabitar
y acomodarse, como lo propone el modelo dialectico de Proudhon, que se acerca
mucho al concepto de ensamble.

Este pensador anarquista propuso un modelo dialéctico que ha sido llamado


dualista, diferente a la dialéctica marxista y hegeliana, en la que la contradicción se
resuelve en el acomodo de los opuestos que logran coexistir en cierto equilibrio
(D´Auria, 2007). Esta idea proudhoniana, parece estar cerca del concepto de
ensamble que esgrimen Ong y Collier (Collier y Ong, 2005, y Ong, 2006), que nos
proporciona un enfoque para comprender la coexistencia de aquello que pensamos

50
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

opuesto y su acomodo, sin que esto signifique eliminar las fricciones y tensiones en
torno a esto.

5. La importancia del trabajo. Una reflexión necesaria

Trabajando y concentrado

5.1.- Las concepciones del trabajo, sus orígenes

Pensar en la importancia del trabajo es necesario y requiere de un abordaje amplio


para acercarnos a su comprensión. Tendríamos que comenzar por entender que el
alto modernismo –capitalismo y Estado moderno- requirió implementar esquemas
de simplificación sobre la vida social para instaurar su dominio (Scott, 1998), de lo
cual se desprenden dos cuestiones. Por un lado la concepción fragmentada de la
vida social, en la que es posible pensar cada uno de sus ámbitos de manera aislada;
y por el otro la noción simplificada del trabajo, que lo presenta como tareas simples,
fragmentadas y repetitivas cuya importancia es exclusivamente económica.

Es necesario no perder esto de vista, para comprender por qué es común


que lo pensemos de manera “escindida” del resto de la vida social, como lo
ejemplifica Thompson, cuando señala la dominación capitalista sobre el tiempo y el
trabajo (Thompson, 1984; 239-293). Ante esto es necesario insistir en pensarlo en

51
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

relación a otros aspectos de la vida y más allá de lo económico para postular su


importancia antropológica.

Existen una serie de concepciones comunes que persisten hasta nuestros


días, y es necesario señalar su origen, para comprender desde donde se postulan.

Sobre todo al trabajo manual, se le relaciona con actividades denigrantes que


no permiten el crecimiento de la persona. Esta concepción viene desde la Grecia
clásica, donde se postuló que las actividades para sobrevivir no eran propias de “lo
humano”17, pues eran humillantes y serviles, por lo que eran destinadas para los “no
humanos”, es decir para los esclavos, mientras que los “humanos”, liberados de
estas actividades podían dedicarse a las disertaciones filosóficas, artísticas,
políticas, etc. (Rieznik, 2001).

Por otro lado, se le llega a concebir como una condena y un castigo (Chirinos,
2009), noción derivada de la tradición judeo-cristiana común en la Europa medieval,
en donde se relaciona estas actividades con el tripallium18, del cual se deriva el
término trabajo (Rieznik, 2001). Sin embargo, aun en la edad media comenzó a
darse un giro que fue alejándose de éstas, y emergió un enfoque positivo,
expresado en el término laboriosidad, ligado nociones protestantes, que marcan el
inicio de lo que se ha llamado la edad moderna. Esta concepción activa y positiva
fue retomada por pensadores como Adam Smith y es propia del capitalismo, que lo
liga a su carácter productivo (Chirinos, 2009).

Como podemos observar las concepciones previas al capitalismo, lo


postulaban como una actividad humillante y como un castigo, destinado a sectores
específicos de la población, considerados “no humanos” o que ameritaban la
condena de dedicarse a estas actividades. En ambos casos observamos que parten
específicamente desde quienes “sí eran humanos” y “no ameritaban vivir el castigo”,
y por lo tanto postulaban su liberación de estas actividades y su derecho a dedicarse

17
Pablo Rieznik hace uso del término “hombre” para referirse al genérico humano, sin embargo en pos de
eliminar el uso de este término que pretende postular al masculino como el representante del género
humano, lo sustituiré por el término “humano”.
18
El tripallium era un instrumento con tres puntas con el que se herraba a los caballos y era usado como un
instrumento para “tripaliare” que significa torturar.

52
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

a ocupaciones “humanas” relacionadas con la contemplación filosófica, artística,


política o religiosa. Es decir, son concepciones construidas desde los sectores
dominantes, que postulan su derecho a no trabajar para vivir.

Pero el capitalismo –y sus postulados- irrumpieron en la vida social y fue


afianzando su dominio y sus definiciones. Como sistema se basa en la explotación
de las riquezas generadas a partir de producir –transformar las materias primas en
productos-mercancías-, por lo que necesitó construir una noción positiva y centrada
en su carácter productivo (Rieznik, 2001), y para lograr dominarlo –y a las
sociedades- requirió de un esquema de simplificación (Scott, 1998) sobre el trabajo
y el trabajador, en donde el primero quedara reducido a tareas simples,
fragmentadas y repetitivas, mientras que el segundo fuera alienado de su proceso
y su producto, reduciéndolo a una mercancía con valor económico (Chirinos, 2009)
que repite una y otra vez una misma acción, como un autómata apéndice de la
maquinaria.

Si bien, el capitalismo necesitó postular una noción positiva y activa sobre el


trabajo, su concepción –al igual que la griega o la judeo-cristiana y medieval- parte
de quienes postulan su derecho a explotar el trabajo de otros y otras, y este carácter,
sólo le es conferido en medida en que pueden dominarlo y explotarlo, centrándolo
en su dimensión productiva y meramente económica.

5.2.- Otras concepciones

Por otra parte, frente –y contra- al capitalismo emergieron concepciones en torno al


trabajo, desde posiciones políticas e ideológicas ligadas al pensamiento socialista
que no podemos dejar de mencionar, sin profundizar en ellas.

Karl Marx lo define como una relación entre el ser humano y la naturaleza,
una actividad propia del ser humano mediante la cual transforma su entorno a partir
de la acción de sus fuerzas para apropiarse de las materias y darles forma útil para
su vida, mediante lo cual se transforma a sí mismo (Rieznik, 2001), es decir, que lo
plantea cómo una actividad constituyente del ser humano y de la historia, cuya
alienación convierte al trabajador en una mercancía (Chirinos, 2009).

53
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Por su parte, desde el anarquismo, Proudhon señaló la fuerza colectiva como


una característica del trabajo, enfatizando que ésta es la que genera las riquezas
que son explotadas por el capitalismo, alejándose de las nociones que pretenden
individualizarlo y Bakunin apuntó que los individuos no son sino producto de ésta,
ligando al ser humano -y al trabajo- a su dimensión colectiva (D´Auria, 2007). Para
éste último, el trabajo sería una realización humana necesaria no sólo para
sobrevivir, sino para desarrollarse plenamente, pues le implica la generación y
acumulación de conocimientos, mientras que para Kropotkin sería la posibilidad de
satisfacer las necesidades, incluidas las morales y artísticas, por lo que postularía
la idea del trabajo agradable, contrapuesto a lo que genera la explotación (Vita,
2007).

Desde estas concepciones señaladas por Proudhon, Bakunin y Kropotkin, el


trabajo está enmarcado en una dimensión colectiva, mediante el cual el sujeto busca
satisfacer sus necesidades, generando conocimientos, relacionándose con su
entorno, constitutivo de los sujetos. Además Kropotkin insistiría con fuerza en su
sentido social, apuntando que la posibilidad de que exista una máquina, una
tecnología, un conocimiento, una vía de comunicación que hacen posible producir
algo, está ligada al esfuerzo y conocimiento colectivo más allá del núcleo productor,
su entorno inmediato y de su momento histórico concreto (Kropotkin, 2013), por lo
que no puede ser fragmentado como pretende el capitalismo, y a partir de estos
postulados se levanta la negativa anarquista contra la propiedad privada, la
explotación del trabajo y la dominación social.

Como vemos, desde dos posiciones socialistas diferentes –y en muchos


sentidos opuestas entre sí- se levantan concepciones que insisten en su fuerza
constitutiva y transformativa de lo humano, en su dimensión colectiva, e incluso
social. Si bien, en muchos sentidos, parecieran centrarse en lo productivo, también
van más allá de este aspecto, pues ambas hablan del trabajo como actividad
humana, más allá y a pesar de la forma en que el capitalismo lo domina y explota.

54
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

5.3.- El giro a la flexibilidad y el supuesto fin del trabajo

El devenir del capitalismo ha sido un proceso cuyos orígenes se pueden rastrear


hacia el siglo XI (Braudel, 1986), que tiene un primer momento importante hacia el
siglo XV y XVI (Sombart, 1946), cuando irrumpe el mercantilismo que comienza a
disputar un lugar en la configuración social y económica; sin embargo es hacia el
siglo XVIII cuando se configura el capitalismo moderno-industrial (Maddison, 1986),
y toma su lugar como sistema de dominación y explotación19.

El siglo XIX vivió la consolidación del capitalismo, sus lógicas y dinámicas,


que alcanzaron un punto especial al inicio del XX, en relación a la implementación
del modelo fordista-taylorista que fragmentaba las tareas del trabajo y aumenta los
índices de productividad, que se consolidó en gran medida, gracias a las políticas
keynesianas que postularon la regulación estatal sobre la economía para afianzar
el desarrollo capitalista (Harvey, 2004), que se relacionan con el llamado “Estado
del bienestar”. Es durante este periodo en el que el capitalismo se expande
geográficamente y se profundiza en la vida política, social y económica a nivel
mundial.

Sin embargo, llegó un momento en que este modelo, mediante el cual se


había consolidado, no permitía que aumentaran los índices de acumulación de
ganancias, generando una crisis capitalista que junto a la irrupción de economías
emergentes y de actores sociales que cuestionaron fuertemente el modelo, hizo
necesaria una reconfiguración global, que se hizo patente en la segunda mitad del
siglo XX, que empujó una serie de cambios en lo político y económico, que a su vez
impulsan cambios en lo social, lo cultural, lo laboral.

Este giro ha sido señalado por David Harvey (2004) como hacia la flexibilidad,
que ya hemos señalado en este capítulo, por lo que sólo diremos que ésta, más que
un modelo laboral o económico, hace mención de una lógica específica que se va
imponiendo de acuerdo a cada contexto, siendo un factor en diversas

19
Es necesario no perder de vista el paralelismo temporal del proceso capitalista, en relación al del Estado
moderno.

55
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

transformaciones. Una de estas, en relación al trabajo, es la flexibilización de los


modelos y nichos productivos y financieros.

La flexibilidad es una lógica en sí misma que va configurando modelos o


semi-modelos que se reacomodan constantemente de acuerdo a la inflexible
necesidad capitalista de acumular ganancias. En contraste con épocas anteriores,
donde la explotación del trabajo productivo era central para la generación de
capitales, irrumpieron otros espacios laborales y otras formas de generar y acumular
ganancias, que complejamente se comprenden dentro del llamado sector terciario
o de servicios.

Éste engloba una serie de servicios convertidos en mercancías para generar


capitales, no necesariamente anclados en la producción, que en las últimas décadas
del siglo XX tomaron un papel importante en la generación y acumulación de
riquezas, así como en la generación de empleos, desplazando a la industria y la
producción material. Definir a este sector es una tarea amplia y compleja, pues
incluye una gama de actividades que van desde comerciales –formales e
informales-, de transporte, comunicación, de oficina, informáticas, financieras, de
diseño, hasta otras como actividades de intendencia, trabajo doméstico, tareas
educativas, etc. (Valotto, 2011).

Este sector ha ganado terreno e importancia innegable en tanto a la


generación de empleos y capitales, y junto a los procesos de automatización
industrial, han generado una serie de debates en torno al “fin del trabajo”, que se
postulan a partir de la pérdida de importancia del trabajo productivo para el
capitalismo, cómo lo señalado por Jeremy Rifkin (1996), sólo por mencionar un
ejemplo. Sin embargo, sin negar la importancia que han adquirido otros nichos
laborales y financieros para el capital, creo necesaria la tarea de poner a debate el
“fin del trabajo”, para acercarnos a comprender su papel, no sólo económico, sino
social y culturalmente.

Es innegable que el sector servicios se posiciona por encima del trabajo


industrial y actividades campesinas, en términos de empleo a nivel mundial. La base

56
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

de datos estadísticos de la Organización Internacional del Trabajo20 señala que el


49.7% de la población mundial empleada corresponde a este sector, mientras que
el 21.5% trabaja en la industria y un 28.8% se dedica a actividades agrícolas21.

A nivel de país o región estos porcentajes se mantienen más o menos


estables, aunque hay casos concretos, como el de Angola, donde la industria
mantiene un 37.6%, o Ruanda donde las actividades agrícolas ocupan al 75% de la
población. En México, el trabajo industrial oscila alrededor de un 27%, mientras que
el sector servicios alcanzó un 61.3% y el agrícola un 13.4%, en el 201722

En términos económicos, por ejemplo, el Banco Mundial marca una


reducción paulatina en cuanto a la participación industrial en el PIB entre 1990 y el
2015, de un 34% a un 27% en términos mundiales; mientras que en México en el
2015 la industria aportó alrededor del 33% del Producto Interno Bruto23.

A partir de estos datos, parece lógico hablar del “fin del trabajo”, sin embargo
no podemos olvidar, que por ejemplo, el 27% de la población mexicana empleada,
implica hablar de alrededor de 15 millones de personas. A demás hemos insistido
en la necesidad de no pensar el trabajo estrictamente desde lo económico, sino
abordarlo desde nuestra especificidad disciplinaria.

5.4.- No todo lo solido se disuelve en el aire: apuntes para un debate

El mundo del trabajo se ha transfigurado con la flexibilización económica global y


productiva-laboral, en pos de acrecentar los márgenes de ganancias. Estas
“nuevas” formas han instaurado dinámicas parecidas a las del siglo XIX, pero
actualizadas al XXI. Al capitalismo le dejó de interesar lo que nunca le interesó: el
bienestar de las poblaciones humanas, de los ecosistemas, de los trabajadores; y
le volvió a interesar lo que siempre le interesó: el bienestar del capitalismo mismo,
con un Estado ceñido a cumplir su finalidad fundamental: asegurar el cumplimiento
del orden político y económico.

20
Organización Internacional del Trabajo. Modelos Estimados Noviembre 2016. Empleo por Sector.

22
Organización Internacional del Trabajo. Estimación Modelada por país 2017.
23
Banco Mundial, aportación de la industria al PIB, a nivel mundial y por país.

57
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Los trabajadores volvieron a la precariedad de la que muchos nunca


escaparon. La flexibilidad económica se traduce en la precariedad, en la que el
trabajo pareciera des-configurarse. Esto ha originado opiniones que postulan que el
trabajo está encaminándose a perder su importancia, por un lado respecto a su
fuerza formativa sobre los sujetos; y por el otro en cuanto a su papel en la
generación de capitales.

Desde una perspectiva antropológica, el trabajo es la actividad mediante la


cual el ser humano procura conseguirse lo necesario para sobrevivir, forma parte
de la vida social y se significa por quienes lo realizan, haciéndose parte de los
elementos que ejercen una fuerza formativa. Es vivido cotidianamente, es
generador y está cargado de significados y prácticas.

Sin profundizar, apuntaré que la antropología puede complejizar la discusión,


pues mediante sus postulados metodológicos podemos asomarnos desde los
sujetos mismos a los elementos que ejercen una fuerza formativa.

Podemos ubicar diferentes momentos históricos del capitalismo, y del trabajo


dominado por él; diferentes formas en que se configura esta fuerza formativa, que
no depende solamente del capitalismo, sino también de otros factores alrededor y
más allá de él. En la actual re-configuración política y económica, esta fuerza
apuesto que no deja de estar presente, y en este sentido tenemos la responsabilidad
desde la antropología, de observar y comprender cómo ésta se configura de manera
situada. Bajo esta premisa se puede partir a explorar, atender y comprender el
mundo del trabajo y su fuerza formativa desde nuestra disciplina desde la
especificidad.

Entre las obreras textiles de Tehuacán, el trabajo explotado y precario


adquiere una fuerza formativa en la que se da una constante pelea entre sentidos
“negativos” generados por las dinámicas de explotación y precariedad, y los
sentidos “positivos” del orgullo en relación al trabajo. El trabajo en las maquilas se
caracteriza por ser altamente precario: jornadas de alrededor de 12 horas;
inestabilidad laboral; ritmos intensivos de trabajo; salarios precarios; violencia
cotidiana; discursos y prácticas individualizantes.

58
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Se empuja con fuerza una dimensión “negativa” de la fuerza formativa del


trabajo que podría englobarse en dos grandes ámbitos: la fragmentación y la
desvalorización obrera. Éstos adquieren forma tanto en prácticas como en
significados entre las trabajadoras. Pero el trabajo también adquiere una dimensión
“positiva” de la fuerza formativa, que se puede englobar en el orgullo de ser
trabajadora y definirse a partir del trabajo.

Podemos observar cómo esta fuerza formativa del trabajo no es


unidireccional, sino que puede tener al menos estas dos posibles dimensiones que
se relacionan, se confrontan, se empujan, ganando o perdiendo terreno una frente
a la otra, interrelacionándose con lo histórico, lo político, lo económico, lo cultural,
lo colectivo, lo individual, y con la agencia de las sujetas trabajadoras.

El trabajo mantiene su fuerza formativa, que se da en relación a los propios


contextos y a los sujetos situados, y no se dará de igual manera entre las diferentes
formas de trabajo explotado, ni entre las formas de trabajo no explotado, como es
el caso de los sujetos cooperativistas de TRADOC-PROEM entre quienes se realiza
esta investigación, adquiriendo relevancia antropológica.

Por último, señalaré algunas cuestiones que nos ayudarían a tener un mejor
panorama de lo que ha ocurrido con las transformaciones globales y sus
implicaciones locales, si intentamos sostener que el trabajo productivo está
perdiendo –o no- su importancia en la generación de capitales.

Será necesario observar los índices respecto al trabajo productivo; las


transformaciones en los modelos industriales; y la re-configuración de las fuerzas
de trabajo, para pensarlas de manera situada. Con las transformaciones globales
se ha re-configurado el modelo industrial, como ocurrió en la industria textil en
Tehuacán, en la que se pasó de la llamada “gran industria” hacia formas industriales
flexibles, entre las que encontramos los talleres de traspatio, informales y
clandestinos y el trabajo a domicilio. En este sentido podría parecer que la industria
desaparece, sin embargo sigue estando presente bajo “nuevas” formas
“fantasmagóricas”.

59
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

La “des-industrialización” sólo es posible entenderla de manera situada. La


industria flexible se configura de manera en que le sea posible aparecer y
desaparecer de una región. Los procesos concretos de “des-industrialización” son
el ejemplo de esto. La industria abandonó los antiguos centros productivos, no para
desaparecer, sino para relocalizarse en regiones con “nuevas” formas flexibles, o
bien en los mismos países y ciudades, pero con “nuevos” modelos, asentándose en
pequeños talleres, sótanos -formales o informales-, con diversos grados de
clandestinidad.

A partir de observar estos aspectos podríamos acercarnos a comprender la


reconfiguración de la industria, y la importancia que el trabajo productivo mantiene
en la generación de capitales; entender el trabajo de manera situada para
comprender que estos fenómenos como la “des-industrialización” y reducción de la
importancia de lo productivo en la generación de capitales, no son absolutos, sin
negar tampoco las nuevas formas de generación de capitales a partir de lo
“inmaterial”

Al respecto, tenemos que tener en cuenta que la generación “inmaterial” de


capitales, como por ejemplo, los servicios digitales o la moda, no dejan de tener un
soporte material importante, que requiere de la producción, obsolescencia y
circulación de productos que son renovados constantemente tecnológica y
socialmente, para funcionalizar la generación de capitales por medio de lo
“inmaterial”.

Es importante señalar que mediante las investigaciones antropológicas


realizadas, es posible observar como aún en los modelos de trabajo flexible y
precario, sigue dándose una continuidad y herencia en cuanto tradiciones laborales,
familiares y hasta comunitarias, en las que el trabajo sigue marcando a los sujetos,
no solo de manera individual, sino colectiva.

5.5.- Hacia una definición amplia y antropológica del trabajo

Luis Reygadas enmarca al trabajo en términos culturales, señalando su importancia


más allá de lo económico, sin embargo lo define como la actividad mediante la cual

60
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

se transforman materias primas en productos (Raygadas, 2002; 103), anclando esta


definición en la dimensión productiva, lo cual lo define perfectamente en sus ámbitos
artesanales e industriales.

Es necesario extender la definición hacia ámbitos no productivos, que


actualmente ganan espacio, para poder entenderlo como la actividad mediante la
cual el ser humano obtiene –de acuerdo a su contexto- lo que material y socialmente
es necesario para intentar sobrevivir. Esta apuesta por una definición amplia y
antropológica nos permitiría no excluir una serie de espacios laborales que van más
allá de lo que en forma es productivo, tales como actividades agrícolas –campesinas
o no campesinas- o bien del sector servicios.

Pablo Reizkin, intenta construir desde una posición marxista, una definición
antropológica del trabajo que vaya más allá de la postulada por el capitalismo y de
su carácter productivo, señalándolo como “la posibilidad del hombre de adecuar
especialmente el entorno a sus necesidades es, en definitiva la condición misma de
su supervivencia” (Rieznik, 2001; 1)24.

Su definición amplia, lo señala como las actividades mediante las que el ser
humano adecúa su entorno en relación a su sobrevivencia –que en el capitalismo
adquiere una dimensión económica-monetaria-. Insiste en definirlo antropológica e
históricamente, y retoma a Marx para entenderlo como una actividad propia del ser
humano en relación a la naturaleza, mediante la cual, transforma su entorno y a sí
mismo mediante sus fuerzas para apropiarse de las materias y darles una forma útil
para su vida, en la que participa su imaginación y creatividad para proyectar un
resultado esperado, que lo relaciona con el pensamiento simbólico (Ibíd.; 8-12).

Por su parte, María Pía Chirinos (2009) intenta hacer lo propio, señalándolo
como una respuesta del ser humano a sus necesidades, más allá del instinto y de
lo material, sino que busca también un bienestar ético y espiritual, insistiendo en
entender al trabajador no como un sujeto aislado, sino en relaciones vivas,

24
La referencia al paginado del texto Rieznik (2001), al ser una reedición digital se marca del 1 al 21,
correspondiente al numerado no de la revista, sino del artículo en formato PDF.

61
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

apuntando aquí su fundamentación antropológica, poniendo énfasis en la


interacción en la que participan las capacidades del sujeto (Chirinos, 2009; 1-14).

Apunta una definición no centrada en lo productivo, sino en la acción y la


interacción, en busca de una concepción antropológica y amplia, entendiéndolo
como una actividad basada en avances cognoscitivos, teóricos y prácticos que
contribuye a generar tradiciones culturales y laborales; que influye sobre la persona
y la sociedad a partir de la adquisición de los bienes internos25, los cuales señala
no son individuales sino sociales (Ibíd.; 14-15); que fomenta actitudes y enfrenta al
trabajador con la realidad, por lo que es una actividad intrínsecamente abierta a la
“dimensión moral” (Ibíd.; 16), que debe ser entendida como la potencialidad de
generar valores morales o éticos diversos.

Plantea que mediante la acción del trabajo manifestamos nuestro ser y


nuestro hacer dependientes de nuestra condición corpórea; de la realidad en la que
se realiza la actividad concreta; de los demás con quienes entablamos relaciones,
y plantea su definición como:

“La actividad que lleva a cabo el hombre o la mujer, con la participación de sus
facultades y potencias intelectuales y corporales, para alcanzar en primer lugar
aunque no exclusivamente unos bienes internos –conocimientos prácticos, teóricos,
habilidades, experiencia, etc.-, y contribuir a la mejora de las distintas dimensiones
de la vida humana” (Ibíd.; 19).

Esta actividad refleja una dimensión social pues “se aprende dentro de una
comunidad, se realiza en servicio de los demás y contribuye al enriquecimiento de
las tradiciones y culturas dentro de las que se desarrolla” (Ibíd.), y está en relación
directa con la dimensión moral del ser humano y su perfeccionamiento ya que “el
trabajador mejora en su trabajo y también en cuanto hombre cuando posee

25
Los bienes externos los se señala como “auténticos bienes” –materiales o no- que no están relacionados con
la actividad que uno realiza y que se hacen individuales, tales como: dinero, productos, honor, poder; mientras
que los bienes internos no son bienes individuales sino sociales, tales como: conocimientos teóricos o prácticos
y capacidades adquiridas que no pueden pertenecer a un individuo, sino que se comparten socialmente
(Chirinos, 2009; 14-15)

62
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

determinadas virtudes y, a la vez, el trabajo se presenta como una ocasión muy


propicia para alcanzarlas” (Ibíd.).

Chirinos nos señala que esta relación intrínseca entre trabajo y vida moral no
debe confundirse con una relación entre trabajo y virtud.

“La relación entre trabajo y vida moral es intrínseca y necesaria. La relación entre
trabajo y virtud, en cambio, no, ya que cabe también que el trabajo induzca vicios.
La perversión del trabajo y del trabajador no es una quimera: se da por ejemplo
cuando se buscan sólo bienes externos como el poder, el honor, el dinero. En un
caso como en el otro, el trabajo puede ser un cauce para la realización de todo ser
humano como persona o también para su perversión” (Ibíd.).

Chirinos (2009 y 2011) apuesta por construir una noción más allá de la
oposición entre las nociones aristotélicas y tomistas26, que oponen la esencia de lo
humano con el realizar actividades dirigidas a resolver las necesidades inmediatas
humanas, en las que lo intelectual es considerado superior, de donde se deriva el
menosprecio –aún presente- del trabajo manual (Chirinos, 2011; 207).

Lo plantea como actividades dirigidas a satisfacer las necesidades humanas,


tanto vitales como sociales para conseguir –o al menos intentarlo- la “buena vida”,
lo cual se resuelve en lo cotidiano, en donde se entablan relaciones sociales y se
adquieren virtudes, a partir de lo que señala su dimensión humana y positiva (Ibíd.;
214-222).

Retomar algunos de estos planteamientos, nos será útil para entender el


trabajo como un concepto más allá, pero sin olvidarla, de la noción capitalista, que
nos sea útil para pensarlo a pesar del capitalismo, que nos sirva para hablar de
trabajos que no son estrictamente productivos. Esto último nos permitirá incluir los
diferentes ámbitos del sector servicios en los que al menos de manera directa y
evidente no se está produciendo un producto27.

26
Es decir, las concepciones presentes en la filosofía de Aristóteles y Santo Tomas y sus neo versiones.
27
Al respecto de si en el sector servicios se produce o no, me parece que de manera superficial, podemos
señalar que si bien, puede no hacerlo físicamente, sí se producen productos –y mercancías- aun cuando estas

63
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

6. Para cerrar

A partir este recorrido podemos acercarnos un marco teórico y conceptual que nos
permita pensar al trabajo más allá de lo económico y productivo, y desde la
especificidad antropológica, para intentar aproximarnos a una definición amplia
desde donde comprenderlo en sus propios contextos.

Este acercamiento nos será útil para comprenderlo más allá de la noción
simplificada y economicista, como una actividad en la que el ser humano actúa e
interactúa contantemente con otros sujetos, con su entorno y consigo mismo, en
busca de satisfacer las necesidades que socialmente requiere para sobrevivir, en la
que genera y acumula conocimientos que son parte de lo que le configura y que
está envuelta en una importante dimensión colectiva.

Esta definición debe tomar en cuenta cómo el trabajo se va transformando


de acuerdo a cada contexto, por lo que es necesario comprenderlo de manera
situada social, cultural, política, económica e históricamente, considerando a los
sujetos que viven en relación a él. Tendrá que atender su relación con la cultura y
cómo en un sentido bidireccional influye y es influido por ésta, y se vuelve parte de
su configuración, a partir de la interacción entre sujetos y sus propias cargas
sociales y culturales, en medio de relaciones de poder, a partir de lo cual genera
prácticas y significados que pueden ir más allá de lo laboral.

Además tendrá que considerar cómo la acción, en torno al trabajo y los


movimientos sociales y políticos a su alrededor, toma parte de la configuración de
sentidos identitarios, tanto en los sujetos individuales como en los colectivos, que
están en constante negociación a partir de sus intereses y objetivos.

Tendrá que tomar en cuenta la importancia de la fuerza performativa que las


prácticas recurrentes de un colectivo ejercen sobre los sujetos adscritos a éste, que
forman parte de sus propias prácticas, pero también de la construcción de
significados, sin olvidar el papel de la propia agencia del sujeto. Junto a esto, es

sean intangibles, que además sí generan capital que en última instancia es lo que le interesa producir al
capitalismo.

64
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

necesario que considere la importancia de las metis relacionadas al trabajo, como


una forma de conocimiento contextual y situado indispensable, propia de los sujetos
que viven en torno a él, al que sólo es posible acceder a partir de la práctica y la
experiencia propia, en relación a una dimensión colectiva que hace posible su
circulación y actualización, que no se pretende universal ni dado, sino que se genera
constantemente.

Por otra parte, tendrá que tomar en cuenta cómo las memorias y su trabajo,
actúan sobre los sujetos y su presente, para observar su relación con los sentidos
identitarios individuales y colectivos, con sus formas de actuar e interactuar, que
nos permita acercarnos a comprender cómo lo viven y realizan y se piensan a sí
mismos, a su trabajo, a sus compañeros, a otros sujetos con los que interactúan,
sin olvidar el carácter político de la memoria. Y en este sentido tendrá que observar
cómo la subcultura de la resistencia toma parte en este sentido.

Por último, no podemos dejar fuera la importancia de mantener un enfoque


abierto que nos permita observar más allá de abstracciones ideales y alejadas de la
realidad concreta, para intentar comprender cómo la vida social está plagada de
contradicciones que muchas veces no se resuelven mediante un choque que anula
a uno u otro de los opuestos, sino mediante un complejo ensamble de estos.

A partir de todo esto podemos tener un marco que nos sea útil para observar
e intentar comprender la realidad concreta del trabajo, su importancia, sus sujetos,
más allá de lo estrictamente económico y de concepciones simplificadas que nos lo
presentan cómo actividades simples, fragmentadas, repetitivas, denigrantes y
alienantes, para intentar comprenderlo más allá y a pesar del capitalismo, sin dejar
de lado lo que éste le imprime mediante sus lógicas y dinámicas; y también más allá
de su carácter productivo, que nos permita acercarnos a otros ámbitos laborales
diversos.

65
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Nota periodística en el Archivo Histórico de TRADOC sobre el cierre de Euzkadi

66
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

III. EL COOPERATIVISMO, UN SUEÑO CON RAICES ANTAÑAS

Llanta hasta el techo

1. Orígenes y fundamentos

1.1.- Los precursores del socialismo y el cooperativismo

Es necesario empezar este capítulo señalando obviedades al respecto de que el


cooperativismo es un proyecto específico que tiene una génesis histórica y política
concreta, que cómo veremos se traslada hacia el siglo XIX y se relaciona
estrechamente, pero no exclusivamente con el surgimiento del pensamiento y
movimiento socialista28. Sin embargo es necesario entender que las concepciones
y prácticas de cooperación no surgen con esta propuesta, sino que pueden
encontrarse ancladas en concepciones culturales y prácticas en la vida de las
diferentes comunidades humanas, desde las indígenas, campesinas y hasta las
obreras y urbanas.

28
Es importante entender que aquí hablamos de socialismo en su más amplia concepción, dentro del cual se
desarrollan diferentes concepciones y práctica específicas, que pueden ir desde el primer socialismo, el
libertario o anarquista, el marxista o estatal con sus vertientes electoral o revolucionaria, el cristiano, por
mencionar los más conocidos.

67
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Estas lógicas, dinámicas, prácticas y concepciones de cooperación pueden


ser atestiguadas en una diversidad de estudios antropológicos, tanto pasados como
contemporáneos, y también han sido señaladas por propios pensadores socialistas
cómo por ejemplo el anarquista Piotr Kropotkin, quien a partir de sus investigaciones
biológicas, históricas, así como de observaciones y lecturas antropológicas plantea
que la cooperación es un factor no sólo presente, sino importante en la evolución
biológica, así como en el devenir social e histórico de los pueblos, tanto europeos,
como no europeos (Kropotkin, 1989). Incluso en no pocas ocasiones es importante
concebir la construcción de las ideas socialistas en medida de que supieron
observar, comprender y abrevar de estas concepciones y prácticas de cooperación
en la vida social.

Partiendo de entender la cooperación como una práctica humana y social


que toma formas concretas de acuerdo al contexto histórico, social y cultural,
podemos entonces comprender al proyecto cooperativista como la construcción de
una propuesta en este sentido, que se formaliza, conceptualiza y constituye como
tal en las realidades sociales europeas, especialmente entre trabajadores artesanos
y obreros.

El cooperativismo tiene un origen relacionado íntimamente con el surgimiento


de las ideas socialistas, pero no podemos entenderlo como una propuesta
esencialmente socialista; tiene sus primeras expresiones en las primeras décadas
del siglo XIX, y toma fuerza como movimiento hacia mediados del mismo. (Rama,
1976). Es necesario entender dicha relación estrecha -no exclusiva- para
comprender su surgimiento.

Carlos M. Rama (1976) hace un recorrido por el universo diverso del


pensamiento y propuestas que se han denominado socialistas, en las que se
pueden encontrar concepciones alejadas unas de otras, dificultando la definición del
término amplio socialismo, el cual ancla su origen en relación a la revolución
industrial y la revolución francesa. Definir al socialismo –señala Rama- es complejo,
debido a la gran diversidad de definiciones que han esgrimido diferentes
pensadores, sin embargo plantea entenderlo como “un conjunto de ideas que

68
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

pretenden solucionar los problemas de la convivencia humana” (Ibíd.; 21) cuyo fin
“es hacer imposible la explotación del hombre por el hombre” mediante la
socialización de los medios de producción (Ibíd.; 22).

Bajo esta idea base es que se han ido desarrollando las diferentes corrientes
socialistas, cada una con definiciones propias. El cooperativismo –nos dice el autor-
aunque tiene su origen en relación a las ideas socialistas, no podemos entenderlo
como esencialmente socialista, pues hay concepciones cuyo objetivo puede ser
simplemente mejorar las condiciones de la vida social, y también hay concepciones
que mantienen en su centro la idea socialista en términos generales o están
vinculadas directamente a concepciones concretas de este pensamiento (Ibíd.; 187-
198).

El socialismo y el cooperativismo comparten sus orígenes en las ideas de por


lo menos tres personajes que han pasado a la historia como sus precursores en los
inicios del siglo XIX, tanto en Francia como en Inglaterra, como lo fueron el conde
de Saint-Simon, Charles Fourier y Robert Owen.

Ellos han sido conocidos como parte de lo que el marxismo llamó socialismo
utópico, resaltando su carácter “no científico” y “no realizable”; sin embargo, el
anarquista Rudolf Rocker los cataloga dentro del socialismo constructivo o
experimental (Rocker, 1982), en referencia a sus puestas en práctica. Estos tres
pensadores y los grupos formados en torno a ellos y sus ideas, fueron participes de
las primeras ideas y experiencias que comenzaron el derrotero socialista y
cooperativista.

Claude-Henri de Rouvroy, conde de Saint-Simon fue un pensador que influyó


de manera importante sobre las ciencias sociales29 y las ideas socialistas, siendo el
primero en señalar la sociedad dividida en dos clases sociales30 (Cole, 1974; 44 y
Rama, 1976; 39-39). De entre quienes se acuerparon en torno a él y su pensamiento
emergieron personajes que intentaron poner en práctica sus ideas, como P. J. B.
Buchez, quien participó activamente en la conformación de cooperativas de

29
La influencia más conocía es la que ejerció en su discípulo Auguste Comte y su sociología.
30
La clase de los ociosos y la de los industriales

69
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

producción. Además de entre este grupo también emergió la afirmación al respecto


de que la propiedad privada sería la causa fundamental de la explotación del trabajo
(Rama, 1976; 42). Así, de las ideas del conde de Saint-Simon y sus discípulos
emergieron ideas importantes para el pensamiento socialista, y también
sobresaldrán personajes importantes en la conformación de cooperativas (Cole,
1974; 58-68).

Otro pensador, también francés, aunque con posiciones muy dispares a las
de Saint-Simon y sus discípulos (Ibíd.; 69), sería Charles Fourier y quienes se
acercaron a sus ideas, quienes insistieron que la transformación social debería estar
basada en la cooperación, por lo que pusieron en práctica un modelo de
comunidades amplias organizadas cooperativamente en lo referente a la producción
–agrícola e industrial-, vivienda, alimentación, educación, regidas mediante
asambleas democráticas, a las que Fourier llamó falansterios (Rama, 1976; 47-48),
los cuales fueron puestos en práctica en diferentes experiencias desde 1830, siendo
una importante influencia del cooperativismo, además, de entre estos grupos
surgieron pensadores que ejercieron influencia en las ideas socialistas como Víctor
Considerant, cuyo Manifiesto de la Democracia Pacífica se reconoce como la base
del Manifiesto del Partido Comunista -que años más tarde escribieron Marx y
Engels- y a la par también ejerció influencia en el socialismo anarquista (Ibíd.; 50-
51).

Por último, tenemos el caso de Robert Owen, en Inglaterra, quien emprendió


un amplio experimento en su fábrica New-Lanark, en torno a la cual creó almacenes
cooperativos de consumo que adquirieron gran importancia31 (Ibíd.; 52-54).
Después de esta experiencia, e influido indirectamente por las ideas de William
Godwin, es que Owen se acercó al socialismo (Rama, 1976; 54 y Cole, 1974; 94),
y postuló la necesidad de eliminar la propiedad privada, y siendo el primero en
plantear la propiedad colectiva dentro de este pensamiento (Rama, 1976; 55).

31
La fábrica no era organizada bajo el esquema cooperativo, pero sí implementó un modelo en el que gran
parte de las ganancias de los propietarios eran redistribuidos entre los obreros mediante una serie de
derechos sociales.

70
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Posteriormente emprendió otras experiencias socialistas tanto en Escocia como en


Norteamérica, donde fundó la comunidad de New Harmony.

También impulsó la creación de un modelo de comercio cooperativo que


tomó cuerpo en la National Equitable Labour Exchange, en el que el valor de los
productos giraba en torno a las horas de trabajo para producirlos32, volviéndose un
importante difusor de las cooperativas de producción y consumo en Gran Bretaña,
y también emprendió experiencias antecesoras del cooperativismo de ahorro y
préstamo, y de entre quienes participaban con él salieron tanto organizadores
sindicales como cooperativistas.

Las ideas de estos pensadores y los grupos a su alrededor, en las primeras


décadas del siglo XIX tomaron un papel importante en la conformación del
pensamiento socialista y la propuesta cooperativista y los intentos por llevarles a la
práctica. Hace falta señalar a Pierre-Joseph Proudhon quien dentro de su modelo
mutualista planteó la asociación de productores y consumidores que establecieran
modelos de trabajo e intercambio (Vita, 2007; 106) en los que fuera la ayuda mutua
o cooperación su eje vertebral en vez de la explotación y la usura, lo que lo llevó a
ejercer una importante influencia en las sociedades mutualistas -y el movimiento
obrero francés-, que fueron una suerte de cooperativas de servicios, ahorro y
préstamo entre los trabajadores (D´Auria, 2007; 29), y también intentó poner en
práctica su modelo de Banco del Pueblo (Cappelletti, 2011; 22-23).

1.2.- Las formas de cooperativismo

Dentro del cooperativismo, señala Carlos Rama (1976), podemos encontrar


concepciones que pueden acercarse o alejarse entre sí. Por un lado está la
concepción de la cooperativa como un medio económico para mejorar las
condiciones de vida de sus miembros sin mayor pretensión política, que se
caracteriza como un cooperativismo no socialista.

32
Cada trabajador llevaba su producto y declaraba el tiempo invertido de trabajo y recibía un bono
intercambiable por productos equivalentes en tiempo de trabajo

71
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Por otro lado encontramos una concepción de cooperativismo socialista que tiene
por objetivo “desaparecer la explotación del hombre por el hombre” (Rama, 1976;
188) mediante la transformación paulatina y no violenta de la sociedad, rechazando
la intervención del Estado o postulando su desaparición, y rechazando la injerencia
de otros movimientos socialistas en su seno.

Por último una tercer concepción del cooperativismo es aquella que mantiene
estrecha relación con diversas ideas y programas socialistas, en la que el
cooperativismo “es una formula provisional para mejorar la condición del pueblo y a
la vez un organismo de la futura sociedad” (Ibíd.), dentro de la cual encontramos las
concepciones cooperativistas marxistas, anarquistas, socialistas cristianas, etc.

Carlos Rama plantea que la clasificación ideológica del cooperativismo


dificulta su definición, por lo que lo define de acuerdo a sus actividades económicas,
encontrando tres formas principales: de producción; de consumo; de ahorro o
crédito (Ibíd.; 189).

Las cooperativas de producción fueron las primeras en desarrollarse y en


ellas cada socio aporta trabajo y capital, eliminando la fórmula trabajador-patrón.
Sus primeras experiencias están relacionadas al falansterio de Fourier y al taller
social de Louis Blanc, quien fue influido por el saintsimoniano Buchez, que datan de
1830 como los talleres de sastres de París. Mientras que en Inglaterra los
owenianos fueron sus impulsores, e importantes experiencias se fundaron ya en
1840 como la comunidad Queenwood; también los socialistas cristianos que
abrevaron de los saintsimonianos llevando a cabo diversas experiencias, como la
Labour Co-parnership Society que formó cooperativas de producción, consumo y
distribución agrícola (Ibíd.; 188-191).

Las cooperativas de consumo pronto adquirieron importancia y se volvieron


preponderantes. Las primeras experiencias surgieron alrededor de la década de
1830, como The Cooperative Trading Association en Brighton, la Auu commerce
véridique en Lyon o la Rochdale Society of Equitable Pionners, cuyo éxito la volvió
un caso paradigmático en la formación de cooperativas mayoristas de consumo
(Ibíd.; 191-193). En Francia el movimiento cooperativista vio cortado su desarrollo

72
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

con la derrota de la Comuna de París, por lo que no alcanzó a tomar verdadera


fuerza sino hacia 1880, época en que se acuña la idea del socialismo cooperativista
(Ibíd.; 194-195).

El cooperativismo de ahorro y préstamo –o crédito- tuvo sus antecedentes en


las sociedades de socorro mutuo y en la propuesta proudhoniana, pero no tomó
fuerza sino hacia 1850 con las cooperativas de crédito agrícolas alemanas con la
fundación del Banco Rural Flammerfeld (Ibíd.; 196).

Así en 1855 se fundó la Alianza Cooperativa Internacional con la participación


de diferentes delegaciones europeas con diferentes modelos cooperativos y
tendencias políticas, con la predominancia de las de cooperativas consumo que
representaban el 95% frente a las de crédito y producción.

1.3.- El cooperativismo y sus fundamentos

Se constituyó esta propuesta para organizar la producción, el consumo y el crédito


en base a la cooperación, con menor o mayor fuerza de acuerdo a cada contexto,
con diferentes tendencias ideológicas, pero reclamando su lugar como propuesta
para organizar los ámbitos económicos de la vida bajo la idea del beneficio común,
y ha cobrado importancia en diferentes momentos, en especial ante el
recrudecimiento que las crisis económicas cargadas sobre las poblaciones.

La Alianza Cooperativa Internacional define el cooperativismo como “una


asociación de personas que se ha unido de forma voluntaria para satisfacer sus
necesidades económicas, sociales y culturales en común mediante una empresa de
propiedad conjunta y gestión democrática” (I. C. A., 1996; 17, citada en Martínez,
2015; 35).

La diversidad de concepciones, prácticas y ámbitos cooperativos mantiene


ciertos fundamentos básicos: asociación voluntaria; propiedad colectiva o
participación económica conjunta de los socios; gestión democrática; autonomía e
independencia de los socios; educación, formación e información constante de los
socios; cooperación entre cooperativas; interés por la comunidad (I.C.A., 1996,
citado en Martínez, 2015; 37). Además es importante señalar que en las

73
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

cooperativas de producción el trabajo es el factor de asociación, por encima del


capital social (Gómez-Calcerrada, 1983; 9).

Además se plantea el respeto de las cooperativas hacia los sentidos de


identidad de sus socios, en referencia a política, raza, religión, y en los últimos años
se incluye género, edad e identidad étnica o cultural. Junto a esto se plantean una
serie de valores básicos para la concepción y práctica cooperativa: ayuda mutua
como método para resolver los problemas; esfuerzo propio y voluntario como motor
de la acción colectiva; responsabilidad individual y colectiva; democracia como
método de tomar decisiones; igualdad en derechos y obligaciones entre los
asociados; equidad en la distribución de tareas y excedentes; solidaridad como
práctica de compromiso social (Martínez, 2015).

Actualmente se estima que alrededor de 1,000 millones de personas en el


mundo están asociadas a algún tipo de cooperativa (Rivera y Labrador, 2013), y
sigue manteniendo un lugar como alternativa social para resolver y organizar
diferentes ámbitos de la vida, lo que suele incrementarse en medida en que la lógica
capitalista y sus crisis precarizan la vida social, que se vuelve un factor para la
conformación de cooperativas de diferentes tamaños, formalizadas o informales33,
de diversos tipos y tendencias ideológicas.

Así el cooperativismo es una propuesta de organización en torno a diversos


ámbitos de la vida social y económica para resolver diferentes necesidades de sus
asociados, pero también adquiere una fuerza transformadora a partir de sus
principios y valores en medida en que se ponen en práctica, que ejercen una función
educativa y formativa de relaciones sociales, oponiendo la cooperación frente a la
competencia; lo colectivo frente a la individualización; el bien común frente al
beneficio personal; enarbolando principios y prácticas de solidaridad para resolver

33
Conformarse formalmente como una sociedad cooperativa tiene implicaciones no sólo jurídicas, sino
económicas, que forman parte de los obstáculos que las pequeñas cooperativas encuentran para sobrevivir,
ante una serie de disposiciones legales, así como atribuciones hacendarias que pueden poner en riesgo su
viabilidad económica. Por esto, es cada vez más común encontrar proyectos cooperativos, de producción,
consumo, servicios, comercio, tanto en las grandes ciudades, como en el mundo campesino que deciden no
formalizarse jurídicamente como cooperativa, pero sí organizarse y funcionar como tales.

74
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

y organizar la vida social y construir una posibilidad de vida diametralmente diferente


a los principios y prácticas del explotación y la dominación.

1.4.- La economía social

Junto a esta propuesta emergió en el siglo XIX la concepción de una economía


social o solidaria en oposición a la capitalista. Este término apareció a la par que los
primeros gérmenes cooperativistas en el Nuevo tratado de economía social, de
Charles Dunoyer publicado en 1830 (Salsón, 2014). Sin embargo su uso se
popularizó hacía las últimas décadas del siglo XX (Fernández, 2006) y ha ido
tomando relevancia más allá de los círculos cooperativistas, como entre algunos
círculos académicos enfocados a estas formas de economía.

María Eugenia Fernández (2006) señala la importancia de puntualizar este


concepto para evitar “una ambigüedad terminológica”, señalando que la economía
social se concibe como un tercer sector económico, diferente tanto al público o
estatal como al privado, que se diferencia por su dinámica específica, que de
acuerdo a los postulados del Primer Congreso de Economía Social de 1992 se
puede caracterizar como:

“Toda actividad económica, basada en la asociación de personas en entidades de


tipo democrático y participativo, con la primacía de las aportaciones personales y de
trabajo sobre el capital. Los modelos de sociedades que configuran este sector son:
a) Las cooperativas y sociedades laborales; b) las mutualidades y mutuas; c) las
asociaciones y fundaciones y otras entidades que respeten los principios de la
Economía Social” (citado en Fernández, 2006; 238).

En este modelo de economía se pone acento en la importancia de los sujetos


sobre la del capital y se enfatiza la dinámica democrática y voluntaria en la que se
fomenta la solidaridad y la responsabilidad, pugnando por la autonomía frente al
poder político, utilizando sus excedentes para el beneficio común. Si bien, las
cooperativas no son el único modelo de esta propuesta, sí se inscriben dentro de
ella, hacia adentro y hacia afuera de las cooperativa, en medida en que se

75
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

reconocen junto a otros organismos compartiendo la noción de crear otras prácticas


y lógicas económicas frente a las capitalistas (Vélez, 2014).

Estos proyectos y concepciones de la economía social o solidaria participan


en la conformación de prácticas y concepciones económicas específicas, siendo
parte de una apuesta por transformar las relaciones sociales, insistiendo en la
cooperación, la solidaridad y el bienestar común como ejes de las puestas en
práctica en las cooperativas -u otras formas de economía social.

2. El cooperativismo en la región mexicana, un breve recorrido

2.1.- Los albores: etapa germinal y autónoma

Si comenzamos el apartado anterior señalando lo importante que es tener en cuenta


que las concepciones y prácticas de cooperación anteceden a las cooperativas, en
el caso concreto de México esto no pierde vigencia, pues han existido y persisten
diferentes concepciones y prácticas que se anclan culturalmente en la vida social
de los pueblos, por ejemplo, indígenas –pero también en pueblos campesinos y en
poblaciones artesanas y obreras- que se basan en la lógica de la cooperación y que
seguramente fueron -y son- importantes para las concepciones socialistas y
cooperativistas. Inclusive es importante señalar que no faltaron señalamientos de
socialistas del siglo XIX y XX, como Rhodakanaty o Ricardo Flores Magón, que
apuntaron las formas de vida de los pueblos como característicamente socialistas o
comunistas, y en no pocas ocasiones estos entablaron una relación directa no sólo
con trabajadores urbanos, sino con comunidades indígenas, de las que
seguramente abrevaron sus lógicas culturales para incorporarlas a sus
concepciones políticas.

La historia de las cooperativas en México ha sido caracterizada de diferentes


maneras, sin embargo aquí hablaremos generalmente de cuatro etapas, a partir de
su relación frente al Estado, que influye en sus concepciones, prácticas, postulados
y objetivos buscados.

La primera, podríamos señalarla como germinal y autónoma, desde la


fundación de las primeras experiencias en el siglo XIX, muy ligada al movimiento

76
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

obrero y socialista, manteniendo una importante lejanía del Estado y sus aparatos
gubernamentales y políticos. El proyecto cooperativista llegó a México en tiempos
tempranos y se dieron experiencias incluso antes de adoptar el término
“cooperativa”, como el caso de la Caja de Ahorros fundada por trabajadores que
alcanzan a ser influidos por las primeras experiencias europeas, en 1839 en Orizaba
(Izquierdo, 2009). Aunque estos casos son marginales es importante observar que
se desarrollan prácticamente en la misma época en que se están desarrollando en
Francia o Inglaterra.

En esos tempranos momentos proliferó la fundación de sociedades de


socorros mutuos entre trabajadores artesanos, que adquieren forma de
cooperativas de servicios y de ahorro y préstamo sin nombrarse como tales. Hacia
1860 comenzó la época de los socialistas activos en México con la llegada de
Plotino Rhodakanaty (Valadés, 2013, Hart, 1984, Illades, 1998), seguidor de las
ideas de Fourier y Proudhon y que desde una perspectiva libertaria crearon las
primeras organizaciones socialistas del siglo XIX que jugaron un importante papel
en los procesos organizativos entre trabajadores artesanos, obreros y campesinos
durante el resto del siglo. Es importante señalar a Rhodakanaty y La Social34, pues
si bien, poco –o nada- se menciona de este grupo libertario cuando se habla de la
conformación de las primeras cooperativas en México, por la relevancia que
adquirieron en el entorno es muy probable que estuvieran relacionados directa o
indirectamente.

34
Rhodakanaty llegó a México en 1861 con la idea de poner en práctica los falansterios y formó entre 1861 y
1863 el Grupo de Estudiantes Socialistas que se transformó en la primera organización socialista que tuvo por
nombre La Social, que se adscribiría al ala libertaria del socialismo y al anarquismo.
Este grupo fue protagonista de primera línea de lucha social prácticamente por el resto del siglo XIX, tanto en
ámbitos artesanos, obreros y campesinos. Participaron activamente en: la rearticulación de Sociedades
Mutualistas como Sociedades de Resistencia; las primeras huelgas y victorias obreras; las insurrecciones
campesinas 1868-1880 que se extendieron por el valle de México, Puebla y Morelos y llegaron a Hidalgo,
Querétaro y Veracruz; la configuración del agrarismo campesino insurreccional; la organización de los Grandes
Círculos Obreros y del Congreso Obrero de 1876; las pugnas por mantener la autonomía obrera frente al
gobierno; los principales periódicos obreros y socialistas; la organización de la sección mexicana de la
Asociación Internacional de los Trabajadores (La Internacional) adscrita al ala anarquista; además fueron
pioneros en las reivindicaciones sobre la libertad de la mujer en sus programas de lucha y sobre la
participación activa de las mujeres en la vida política de los órganos obreros, como cuando de sus cinco
delegados al Congreso Obrero, tres eran mujeres obreras.

77
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Formalmente es en 1873 cuando se fundó la primera cooperativa de


producción entre los sastres de la ciudad de México, a la que le siguieron la
Compañía Cooperativa de Obreros de México nacida de la sociedad mutualista
Sociedad Progresista de Carpinteros, o la Fraternal de Sombrereros y la
Sombrerera Mexicana La Huelga (Izquierdo, 2009). Así emergieron diferentes
cooperativas de producción, consumo o crédito en el siglo XIX mexicano, surgidas
de las viejas sociedades mutualistas artesanales y ligadas a las luchas obreras.

Así tenemos una primera etapa germinal y autonómica muy relacionada con
el movimiento obrero y socialista, con cooperativas conformadas desde las propias
comunidades obreras o artesanas, manteniendo su autonomía frente al Estado, y
como una de las expresiones de lucha y organización que emergían de las viejas
sociedades mutualistas o de las luchas obreras.

2.2.- El trance revolucionario: de la convulsión al germen corporativo

La última década del siglo XIX se caracterizó por la anulación, mediante la violencia
o la política, de los diferentes procesos de lucha entre los trabajadores, por parte
del gobierno de Porfirio Díaz, quien logró apoderarse de los órganos obreros y
eliminar a los opositores, pero pronto el naciente siglo XX irrumpió como una época
de convulsiones, principalmente en los ámbitos campesinos, pero también entre los
trabajadores urbanos, levantando una polvareda de historias que tomaron forma de
revoluciones convulsionadas a las que se caracteriza como la “Revolución
mexicana” que fueron estallando antes o después de 1910 con una diversidad de
orígenes y objetivos.

Se formaron diferentes visiones, incluso opuestas unas a otras que


continuaron después de la derrota del gobierno dictatorial de Díaz, haciendo que
existieran diferentes revoluciones, desde las exclusivamente políticas, hasta las que
se planteaban una transformación profunda de las relaciones sociales y
económicas, desde aquellas con signo político burgués, hasta las de concepciones
libertarias. Así tenemos, más que una Revolución, una época de convulsiones
revolucionarias que comenzó, si tomamos en cuenta los levantamientos de los

78
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

grupos de combate del Partido Liberal Mexicano, por lo menos en 1906 y se


intensificó en 1910 para extenderse hasta el final de la década.

En esta época revolucionaria actuaban diferentes ideas y grupos, desde el


anarquismo de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano o la Casa del
Obrero Mundial, pasando por las fuerzas campesinas fuertemente libertarias del
Ejército Libertador del Sur; las enormes columnas combatientes de la División del
Norte de Francisco Villa; hasta las fuerzas que buscaban apoderarse del poder del
Estado para restaurar el dominio político y echar a andar la maquinaria capitalista.

Las limitantes de esta investigación me obligan a tener un vacío al respecto


de esta época en el movimiento cooperativista, no encontré textos sobre los
procesos políticos de las cooperativas una vez afianzada la hegemonía porfirista
que eliminó toda oposición y cooptó a muchos órganos sociales para mantenerlos
bajo su control, por lo que no puedo hacer señalamientos respecto al devenir
cooperativista mexicano durante el final de la dictadura ni la época de las
convulsiones revolucionarias, salvo conjeturar la posibilidad de que estos proyectos
se vieran envueltos en las convulsiones sociales, sin poder dudar de su participación
en una u otra de las concepciones revolucionarias.

De lo poco que pude encontrar sobre cooperativismo en el período


revolucionario, por ejemplo, está la discusión dada durante el Congreso
Constituyente de 1917 en donde se señala marginalmente el tema, impulsado por
cooperativistas de la península de Yucatán (Izquierdo, 2009; 98) y la existencia de
un efímero Partido Cooperativista Mexicano, que para 1920 llegó a contar con
diputaciones y gubernaturas (Velázquez, 2013), sin embargo se plantea que este
órgano no era conformado por verdaderos cooperativistas, sino por un grupo político
ligado a Luis Napoleón Morones35, que se apoderó del término para posicionarse
en la política del Estado (Nava y Barajas, 2015; 27).

35
Luis N. Morones, dirigente del Sindicato de Electricistas fue quien a nombre de la Casa del Obrero Mundial
–sin consultar con los sindicatos- junto con el Dr. Atl, firmaron el pacto con Venustiano Carranza para organizar
los Batallones Rojos en contra de las fuerzas zapatistas y villistas; fundó del primer intento de corporativismo
sindical, que fue la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM); fundó el Partido Laborista Mexicano

79
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

En la década de 1920 resurgió la acción obrera y comenzó también a


impulsarse los órganos corporativos para implementar el control estatal sobre las
organizaciones, tanto sindicales como cooperativas. Este corporativismo enfrentó
las concepciones autonómicas de los órganos obreros y cooperativos, sin embargo
las regulaciones jurídicas implementadas hacia finales de la década de 1920 y
principios de la de 1930 afianzaron la posibilidad de regular políticamente a estas
organizaciones, junto con la acción de los órganos corporativos obreros y la
fundación de los órganos corporativos cooperativos.

En 1929 se promulgó la Ley General de Sociedades Cooperativas que muy


probablemente jugó –en cuanto al cooperativismo- un papel similar al de la Ley
Federal del Trabajo –en cuanto al sindicalismo-, en el que la regulación jurídica
posibilitó y fomentó su creación, pero también reguló su acción, constriñéndolas a
un actuar económico específico, coartando su acción política y arrebatándoles su
carácter autonómico frente al Estado.

Durante esta época comenzó la fundación de grandes órganos nacionales


cooperativistas, como la Confederación Nacional de Sociedades Cooperativas
Socialistas en 1925, la Confederación Nacional Cooperativista en 1927, y el Primer
Congreso de Sociedades Cooperativas celebrado en Tampico en 1929 (Nava y
Barajas, 2015; 27), que fue el inicio del corporativismo cooperativo y el fin de su
autonomía, no sin que hubieran existido resistencias al respecto.

2.3.- La consolidación del Estado mexicano: el corporativismo y el fin de la


autonomía

Con la década de 1930 el corporativismo estatal logró afianzarse sobre los


diferentes sectores sociales, consolidando el poder del Partido Nacional
Revolucionario y del Estado. Dicha consolidación fue posible en gran medida
mediante los órganos gubernamentales y los corporativos, mediante lo cual se logró
un imponente control social y político. En 1931 se fundó la Dirección Nacional de
Cooperativismo, encargada de difundir una educación cooperativa en manos de la

que postuló a Álvaro Obregón como presidente. Fue Secretario del Trabajo y participó en la elaboración de la
Ley Federal del Trabajo promulgada en 1931.

80
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Secretaria de Educación Pública, y el PNR controlaba la Escuela Técnica de


Cooperativismo (Ibíd.; 28). Es en esta época en la que se fundan importantes
cooperativas como la cementera Cruz Azul, Excelsior o Alijadores de Tampico
(Velázquez, 2013; 98).

El corporativismo mexicano fue consolidado por el gobierno de Lázaro


Cárdenas del Río, quien mediante un discurso social e incluso socialista se encargó
de consolidar los grandes entes corporativos que permitieron al partido36 afianzarse
en el poder político y fortalecer al propio Estado. Durante esta época se conformaron
una serie de importantes cooperativas como Talleres Gráficos de la Nación y la
Sociedad Cooperativa de Obreros del Vestuario y Equipo, los ingenios azucareros
y también surgieron otras organizadas directamente por campesinos, artesanos y
obreros.

El cooperativismo encontró una época de crecimiento cuantitativo sin igual y


la política cardenista estrechó la relación con los órganos cooperativos, sin que
dejara de existir cierta oposición frente a disposiciones y dinámicas
gubernamentales, sin embargo el gobierno logró no sólo crear una regulación
estatal, sino la consolidación de los órganos corporativos cooperativistas37 mediante
los cuales se afianzó el control político estatal sobre el cooperativismo (Ibíd.; 29-
32).

A partir de esto, el cardenismo debe ser entendido, no sólo como un momento


de auge en la formación, fomento y educación cooperativista, sino como la
construcción del corporativismo estatal sobre el sector cooperativo que fue
perdiendo su autonomía para ser utilizado políticamente -como también ocurrió con
el movimiento obrero- en la construcción de la hegemonía política y social del
Estado.

36
Partido Nacional Revolucionario, que se transformaría en el Partido Revolucionario Institucional.
37
El paralelismo frente a la situación del movimiento sindical continúa, durante ésta época también se
consolida el corporativismo sindical con la formación de la Confederación de Trabajadores de México (CTM)
que en un inicio fue posible por la participación de órganos marxistas junto a órganos pro-gubernamentales,
que una vez consolidado el modelo se encargarían de expulsar a los marxistas de la central sindical.

81
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Hacia mediados del siglo XX mexicano el cooperativismo había sido atrapado


en los órganos y la lógica corporativa del Estado mexicano y a pesar de haber
encontrado un breve momento de difusión y crecimiento, esto implicó la pérdida de
su autonomía, volviéndose parte de los órganos que permitieron al régimen político
implementar un fuerte control sobre los sectores sociales. Cabe decir también, que
si bien existieron cooperativas de producción, estas fueron minoritarias frente a
cooperativas agrícolas y sobre todo frente a cooperativas de consumo y de ahorro
y préstamo que se volvieron preponderantes en las décadas del medio siglo XX
(Velázquez, 2013; 100-101).

2.4.- El giro neoliberal: el reacomodo del Estado y la posibilidad de recuperar


la autonomía

Las crisis económicas del capitalismo que se hicieron innegables entre las décadas
de 1960 y 1070 hicieron imperante la necesidad de adoptar “nuevas” 38 estrategias
para permitir que el capital repuntara en sus índices de acumulación (Harvey, 2004),
a partir de lo cual se originó el giro neoliberal que fue adoptado por los gobiernos
mexicanos. Frente a estas condiciones comenzaron a irrumpir nuevamente
concepciones cooperativistas fuera de los órganos corporativos para enfrentar las
condiciones económicas imperantes. En esta misma época irrumpieron diversas
expresiones del movimiento social que intentan sacudirse el control del control
corporativo y estatal, tanto en ámbitos cooperativos, obreros, campesinos, así como
de otros sectores que son entendidos dentro de los llamados “nuevos”39
movimientos sociales.

38
Insisto en entrecomillar “nuevas” pues muchas de estas estrategias y dinámicas habían imperando en el
mundo del trabajo y en la política estatal desde finales del siglo XVIII y hasta las primeras del siglo XX.
39
Entre las décadas de 1960 y 1970 irrumpieron diversos tipos de sujetos que levantaron movimientos sociales
que no partían de la “clásica” reivindicación de clase y cuyas reivindicaciones podían partir de sus sentidos de
identidad u otras concepciones, a los que se les han caracterizado como los “nuevos movimientos sociales”,
entre los que se conciben movimientos feministas, ecologistas, estudiantiles, contra el racismo, étnicos, etc.,
sin embargo la catalogación de estos movimientos como “nuevos” también es necesario mantenerla
entrecomillada, pues si bien, los movimientos clásicos se organizaban en torno a la cuestión de la clase social,
si revisamos a fondo dichos movimientos, incluso durante el siglo XIX, podremos encontrar fuertes
reivindicaciones feministas, ecologistas, contra el racismo e incluso étnicas y sexuales presentes dentro de
movimientos obreros; y por el otro lado, en estos “nuevos movimientos sociales” también es posible

82
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

El gobierno de Miguel de la Madrid comenzó el desmantelamiento de ciertas


políticas e instituciones como la Dirección Nacional de Fomento Cooperativo y el
Banco Nacional de Fomento Cooperativo (Velázquez, 2013; 101-102). Si el
movimiento cooperativo, tal como el obrero habían servido para implementar el
control político del Estado mexicano desde el cardenismo, por lo cual requería
ciertas políticas de fomento y protección, ahora era necesario abandonarlas, en pos
del camino neoliberal40.

En esta época se fundó una importante experiencia cooperativa, surgida a


raíz de un largo movimiento obrero en la década de 1980, que después de años de
huelga, fundan la Sociedad Cooperativa de Trabajadores de Pascual, tomando
posesión sobre lo que era la Refresquera Pascual y sus marcas (Ortiz, 2014). El
cooperativismo volvió a encontrar la posibilidad constituirse sin someterse al control
político del Estado, por lo que el ocaso del siglo XX y los albores del XXI han
significado, no sin dificultades y limitantes, un revivir del cooperativismo más o
menos autonómico para construir modelos de cooperación en cuanto al trabajo,
consumo y crédito que respondan a las necesidades sociales.

Es en este contexto surge también el caso que nos ocupa en esta


investigación, de la Sociedad Cooperativa Trabajadores Democráticos de Occidente
(TRADOC), nacida de la lucha de los obreros aglutinados en el Sindicato Nacional
Revolucionario de Trabajadores de la Compañía Hulera Euzkadi, que ya como
cooperativa constituyen como co-propietarios la empresa Corporación de Occidente
S. A. (COCSA), la cual es operada mediante la Sociedad Cooperativa Producción

encontrar conexiones con cuestiones de clase, aun cuando estas no figuran centralmente, por lo que insisto
en entrecomillar el “nuevos” como recordatorio de la necesidad de problematizar la conceptualización.
40
La estrategia del llamado “Estado del bienestar”, debe ser entendida como una estrategia para profundizar
y legitimar al capitalismo en lo local y extenderlo en lo internacional, permitiendo su desarrollo mediante las
llamadas “políticas proteccionistas” del Estado, pero disfrazándolo en discursos de “bienestar social”. Así las
políticas Keynesianas del “Estado del bienestar” permitieron profundizar, extender y legitimar al Estado y al
capitalismo, utilizando discursos sociales, sirviendo también como estrategia de mediatización social y
política. Pero es necesario entender que el bienestar buscado, esencialmente fue el del Estado y el Capital,
aún sí para ello había que hacer algunas concesiones sociales. En este sentido el neoliberalismo es una ruptura
en las formas políticas, pero no con el fondo de la política capitalista, siendo una vuelta de tuerca en la lógica
de la explotación y la dominación.

83
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Empresarial de Profesionistas y Servicios (PROEM), a la cual están integrados los


socios de la cooperativa fundadora.

En estos últimos años ha emergido una diversidad de cooperativas que


atestiguan cómo esta propuesta es retomada como una alternativa en diferentes
ámbitos de la vida social, lo mismo en experiencias campesinas e indígenas que
combinan modelos de trabajo, distribución, consumo, crédito y servicios
comunitarios, que en experiencias urbanas donde emergen pequeñas cooperativas,
principalmente –más no exclusivamente- conformadas por jóvenes para dotarse de
formas de trabajo, consumo y servicios, guiados por una lógica diferente a la de la
explotación y la dominación.

Algunos de estos proyectos se formalizan jurídicamente y tienen por objetivo


específico crear posibilidades de atravesar las condiciones económicas adversas,
mientras que otros mantienen también un carácter político, como aquellas ligadas a
ideas anarquistas o autonomistas, para quienes la cooperativa es también una
apuesta social y política en la búsqueda de transformar las relaciones sociales
desde una lógica de la cooperación y la solidaridad, y estas muchas veces se niegan
a constituirse jurídicamente para escapar de los requisitos tanto jurídicos como
económicos que les impone el Estado y negarle toda potestad política sobre ellos.

Desde estos proyectos están impulsando la creación de espacios colectivos


amplios en los que coincidan diversidad de cooperativas con el fin de encontrarse,
reflexionar, difundirse y organizarse, a la vez que crean un espacio de comercio
compartido, tales como los esfuerzos de la Red de Organizaciones Cooperativas y
Autogestivas o el Autogestival, sólo por mencionar algunos.

En términos industriales existen hoy en día pocos proyectos cooperativistas,


algunos de ellos en pequeña escala que están ligados a organismos obreros, por
ejemplo del Frente Autentico del Trabajo que tiene su propio sector cooperativo, o
a otras experiencias de lucha obrera.

Una experiencia que está por desarrollarse, es el caso de la Cooperativa Luz


y Fuerza que se está constituyendo en torno a los ex-trabajadores de la extinta

84
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Compañía Luz y Fuerza del Centro aglutinados en el Sindicato Mexicano de


Electricistas, quienes después de años de resistencia lograron la adjudicación de
diferentes instalaciones de la compañía paraestatal, para trabajarlas bajo el modelo
cooperativo.

Podemos ver cómo el cooperativismo es un derrotero extenso en esta región


del mundo que ha atravesado por diferentes etapas en las que adquieren sentidos
diferentes de acuerdo al contexto político y social en el que se desenvuelven, pero
a casi dos siglos de haber irrumpido en esta región, vuelve a aparecer como una
posibilidad, con sus propias limitaciones y potencialidades, que insiste en la
cooperación como concepción del trabajo, de consumo, de servicios, pero sobre
todo de vivir en pos de construir una sociedad diferente, que se aleje de las
concepciones de explotación y dominación.

3. El moderno Prometeo obrero, un sueño cooperativista41

Difícil es contar una historia que tiene orígenes vivos que se asoman por los ojos de
los hombres y mujeres que trabajan en esta fábrica con sus manos agrietadas,
andando con lo único que tienen para sí, su trabajo y su vida. A estos dedos que
escriben les bastará con garabatear susurros de esta historia, intentando delinear
un asomo que permita conocer esta pequeña utopía obrera y cooperativista.

No pretendo contar una historia como tal, sino hacer eco de los susurros que
se asoman entre sus voces, sus miradas y sus manos, que trazan un invisible mapa
en el tiempo, cantado por una voz que recorre la fábrica en la que ellos y ellas
apuestan su vida, haciéndola vivir con sus manos; una voz silenciosa que inunda el
ambiente de esta fábrica que se levanta en los llanos del Salto, en las orillas de la
zona metropolitana de Guadalajara en Jalisco y que hacen que ésta rompa con otras

41
La historia de la lucha de los obreros del Sindicato Nacional Revolucionario de Trabajadores de la Compañía
Hulera Euzkadi ha sido contada en los trabajos de Enrique Gómez (2005), quien fuera asesor político del
sindicato y actualmente de la cooperativa, y de María Atilano (2008 y 2017), por lo que aquí no me dispongo
a hacer un texto histórico riguroso, sino más bien un relato en tono épico, para tener una imagen general de
su historia como sindicato, de la huelga en contra de Continental Tires y de la formación como Cooperativa
TRADOC, y es preciso señalar que este relato parte de los trabajos mencionados, así como de los propios
relatos de los y las cooperativistas.

85
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

tantas fábricas que le rodean, una ruptura que tal vez no es perceptible a simple
vista, pero que se hace evidente e innegable si logramos asomarnos a sus adentros.

3.1.- Un susurro antaño y difuso

Antigua fábrica de Euzkadi en el valle de México

Este cuento no es un cuento, es un susurro de memorias, de una voz viva y colectiva


que nace entre las manos de mujeres y hombres que trabajan día a día para
mantener una utopía en la que apuestan su vida, en la que se funden unas con otros
para vivir un nosotros en base al trabajo y la cooperación.

Esta fábrica pareciera no diferenciarse de otras: grandes instalaciones


industriales, rejas bordeando sus límites, trailers formados para salir repletos de
llantas; tan parecida a cualquier otra del corredor industrial del Salto que crece día
con día, como queriendo contradecir a quienes insisten en que la economía
industrial quedó atrás para dar paso a una economía post-industrial, pues aquí la
industria crece cual si fuera un monstruo que va devorando terrenos y poblaciones.

Las carreteras abren la tierra, rompen el panorama para reinventarlo en los


mapas, serpentean mordidas por el sol que persigue los pasos de quienes brincan
entre baches y charcos en busca de una sombra, perdiéndose entre trailers
formados que esperan su turno para llenarse de lo que hacen las manos
trabajadoras. Por ellas transitan camiones repletos de obreras que se dirigen a ser
devoradas por los monstruos fabriles que insisten en arrebatar vidas y trabajo.

86
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Conforme te vas acercando a esta fábrica se inunda el viento de susurros


que cuentan memorias y voces obreras, cuya historia les hace un tanto diferentes.
Como primer advertencia una placa silenciosa grita impasible que “esta fábrica es
co-propiedad de sus trabajadores” y celebra décadas de lucha sindical
independiente en lo que un día fuera la empresa Euzkadi fundada en los años 30s
por un empresario que hoy tiene el nombre de un tal Eje 6 Sur o Ángel Urraza –no
recuerdo bien-, y los ahora cooperativistas juegan desdeñosamente a preguntar
¿Quién sabe que habrá hecho ese señor para que le pusieran el nombre de una
importante calle de México?, mientras sonríen con una mezcla de ternura y malicia.

Antaños son los susurros que se rumorean aquí. Apenas unos años después
de fundada la empresa, los obreros nada perezosos, porque los obreros rara vez
son tal cosa ¿te los podrías imaginar andando entre las máquinas moviéndose des-
pa-ci-to para no gastar energía como aquellas especies folívoras que escalan entre
los arboles selváticos?, no verdad. Bueno, decíamos que pronto echaron a andar
susurros sindicales que a la postre terminaron por llamar Sindicato Nacional
Revolucionario de Trabajadores de la Compañía Hulera Euzkadi. Y revuelto como
de por sí es el transcurrir de la historia, estos obreros participaron en la fundación
de lo que llegó a ser el monstruo sindical por excelencia en México, la CTM, y pronto
se vieron enfrentando a los lobitos que terminaron siendo una atroz jauría que logró
maniatar al movimiento obrero bajo el control del Estado, ante lo cual decidieron
romper con el monstruo charro y mantener su independencia sindical.

Los susurros dejan constancia de la diversidad de voces a lo interno del


Sindicato de Euzkadi, que se identificaban por colores, como los azules, los
naranjas, los blancos y los rojos, de acuerdo al color con que se presentaban en las
elecciones internas, y de entre estos sobresalen dos grupos opuestos, por un lado
los blancos o guadalupanos, constantemente del lado del patrón y por el otro los
rojos o comunistas, con sus nociones de un sindicalismo casi extinto, que sería
importante cuando en el amanecer del siglo XXI la patronal intento dejarlos sin
trabajo.

87
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Las imágenes de ese pasado son difusas, parece que no quedan más que
en viejos libros con portadas descoloridas que son atesorados por Panchito, quien
no duda en compartir los tesoros del archivo histórico del sindicato y la cooperativa,
mientras te sigue con la mirada que se asoma bajo su boina, al viejo estilo obrero,
para desplegar antiguas fotografías y libros que guarece celosamente como
custodio de un viejo tesoro obrero.

Aquel empresario con nombre de Eje 6 Sur, pronto se alió con una importante
empresa norteamericana de un tal Goodrich, haciendo que la Euzkadi se dedicara
exclusivamente a fabricar neumáticos automotrices y despidiera a sus obreras, para
quienes se cerraron las puertas de esta empresa, dejándola como un universo para
hombres, que no volvió a abrirse hasta que muerta la Euzkadi fue reinventada por
el sueño cooperativo.

Los susurros se difuminan en el aire y se pierden como los libros-tesoros que


Panchito regresa a su guarida, se cierra el anaquel, se silencian los susurros que
por instantes ocultaron el sol que va mordiendo e inundando el ambiente de
memorias lejanas, de voces y miradas, que pese a la lejanía del tiempo nunca se
pierden del todo y se asoman tras los ojos de quienes se hicieron parte de esa
historia para derrotar al tiempo.

3.2.- Un susurro un poco menos lejano

Caminas a lo largo de la fábrica, se levanta blanca, inmensa, posible a costa del


trabajo de hombres y mujeres que entran y salen por las puertas situadas a lo largo
de las áreas de producción, se miran, se sonríen y gritan saludos que juegan en el
viento; te miran sentado en una banca fumando un cigarro; te saludan y los susurros
vuelven a aparecer entre sus miradas, se asoman entre las grietas de la memoria
que se marcan en sus manos llenas de trabajo.

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Fundación del Sindicato Único de Trabajadores de Euzkadi

Fotografía ubicada en las oficinas de TRADOC

Nada mejor para crecer la lógica de la dominación y la explotación sobre el


mundo y la gente como un Estado que le resguarde -porque el Estado no podría ser
diferente- de la constante amenaza latente de manos que se asoman rojas y negras
como banderas que enarbolan utópicos sueños que reviven en los pies cansados
de tanto surcar historias. Nada como un modelo político que arrebate y desdibuje
los discursos sociales para soterrarlos bajo su peso para permitir a la “mano
invisible” del capital –siempre con la ayuda de la mano visible del Estado- avanzar
en su andar de explotación y dominación.

Los susurros del Estado del bienestar, aun cuando todavía hay quien cree en
la ilusión capitalista, dejan claro que el único bienestar que les importa es el suyo.
Durante años este sortilegio capitalista y estatal maniató al movimiento obrero
envolviéndolo en una pesadilla corporativa, soterrándolo bajo su control político.
Oscuras quimeras se erigieron de entre sus vapores para permitir al Estado y el
Capital esparcirse por el mundo, invadiendo comunidades, colándose bajo los
quicios de las ventanas hasta envolver a quienes viven del trabajo, enredándolos
en un sopor, mientras ellos se apoderaban de la vida social.

Las lógicas y formas del Estado y el capital se enraizaron, la industria creció


y se fue apoderando como nunca antes del trabajo; la explotación y la dominación
avanzaron monstruosamente apoderándose de la vida social, infectándola hasta el
tuétano, aun entre quienes buscaban oponérseles, invadieron mentes y sueños. Las
formas de vida fueron devoradas a grandes bocados, los campesinos fueron

89
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

orillados hacia las ciudades y los trabajadores despojados de sus herramientas para
ser acorralados en grises fábricas; las escuelas buscaban formar un pensamiento
uniforme para diluir los sueños y las voces diversas de los pueblos; toda la
maquinaria política buscaba despojar y maniatar las utopías para atraparlas bajo las
propias formas del Estado y el Capital.

Sin embargo la historia nunca es tan como parece, siempre persisten


susurros irredentos que se sueñan cual piratas y brujas para evadir los controles de
la distopía, resguardando utopías que habitan en húmedas cuevas oscuras que se
trasforman en miradas y voces por las que la rebeldía se asoma, aun cuando
pareciera imposible.

Euzkadi fue creciendo hasta convertirse en una de las más importantes


empresas llanteras, y sus trabajadores continuaron peleando. La empresa fue
abriendo diferentes plantas hasta tener tres en nororiente del valle de México, y
abrió en los 70s su cuarta planta en el Salto, en lo que pronto fue un importante
corredor industrial que sigue creciendo hasta nuestros días.

Esta cuarta planta se convirtió en una de las más importantes de la región,


volviéndose un imán para los obreros que buscaban traspasar sus puertas para
comenzar afanando pisos, hasta llenarse de ese conocimiento que sólo es posible
mediante el trabajo. La empresa buscaba encontrar poblaciones sin tradiciones
sindicales para poder implementar esquemas laborales -que más tarde fueron
nombrados como “precarios” o “flexibles”- y eliminar aquello que los sindicatos
habían logrado mantener frente al capital. Así esta planta se volvió la más
importante de la Compañía Euzkadi, hacia donde se trasladó poco a poco toda su
producción, adelgazando la plantilla obrera de sus otras fábricas, hasta que
finalmente fueron muriendo junto con el siglo XX.

Los obreros del Salto adquirieron importancia en el sindicato y ocuparon los


puestos de su comité. Tal vez la patronal pensó que iba a poder disolver los núcleos
fuertes del órgano obrero, soñando que acá serían más fáciles de manipular, sin
pensar que estos ya abrevaban y fortalecían la tradición de lucha para volverse su
peor pesadilla. La semilla obrera encontró un terreno fértil, abonado por las manos

90
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

y el trabajo, y frenaron constantemente –en menor o mayor medida- los avances de


la pesadilla flexible enarbolando banderas rojas y negras con sus manos ásperas,
en un constante juego de estira y afloja que para los obreros nada tiene de lúdico.

Los años continuaron pasando, las patronales de la rama del hule, y la de


Euzkadi, no abandonaron sus sueños de desmoronar poco a poco los contratos que
conformaban el Contrato Ley, ansiando un día ver cumplida la profecía capitalista
de extinguir cualquier asomo de derechos laborales; los obreros continuaron
defendiendo lo poco que el capitalismo no les había podido arrebatar. El mundo y
la historia siguieron girando y el neoliberalismo emergió como nuevo disfraz y lógica
del Estado, la flexibilidad laboral se hizo la estrategia de la explotación para invocar
los antiguos sueños del liberalismo económico.

El tormentoso siglo XX se extinguió y a la pesadilla capitalista le urgía


extinguir todo reducto obrero, y Euzkadi fue uno de estos. Carlos Slim, el hombre
más rico de México compró la empresa para desmantelarla, pero los obreros se
interpusieron en su camino, así que terminó por venderla a una de las más grandes
trasnacionales del ramo, cuya gerencia tenía fama entre los círculos empresariales
por desmantelar sindicatos y contratos, así llegó la Continental Tires a Euzkadi.

3.3.- Susurros rojinegros, la mítica batalla en Euzkadi

Los patrones han heredado de sus ancestros sus propias tradiciones, una de ellas
radica en despreciar y subestimar constantemente a los obreros. Sus propios relatos
sobre la clase obrera y el trabajo industrial les han hecho creer, no sólo que han
ganado todas las batallas, sino que el trabajo no tiene otro valor más que el
económico.

El siglo XXI nació envuelto en la pesadilla capitalista que avanza a pasos


asfixiantes eliminando sindicatos, reductos utópicos, sueños de libertad, devorando
comunidades, barrios, voces y memorias, y el monstruo echa las campanas al vuelo
creyéndose vencedor sobre el mundo y quienes le habitan. Mira sobre sus hombros
a la vida misma, escupe migajas y sonríe a carcajadas; observa hilarante los fiascos
que resultaron de los regímenes comunistas; mira la tierra destrozada por la

91
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

voracidad, observa reinar al dinero y le brillan los ojos, creyendo que su distopía ha
triunfado. Observa la desesperanza, se alimenta de ella y engorda más y más,
siempre insatisfecho; mira al mundo inundado de muerte, despojo, explotación,
brutalidad, desprecio, dominación y se siente enamorado de sí mismo.

Barricadas durante la huelga en Euzkadi

Fotografía ubicada en las oficinas de TRADOC

Se piensa invencible y en su vanidad se cree las imágenes de sí mismo que


ha inventado, pensando que nadie entre los nadie será capaz de enfrentarle, ni
arrebatarle siquiera un poco de lo tanto que él ha arrebatado. Pero siempre hay
susurros que enarbolan banderas de dignidad levantando voces irredentas para
hacer frente a la historia con las manos y los pies desnudos, con los cuerpos y la
vida misma, desafiando al monstruo de la explotación y la dominación, a veces con
pequeños actos, demostrando que lo pequeño se antoja inmenso y que los y las
nadie son el nosotros a partir del cual es posible no rendirse.

Estos obreros con sus manos llenas de trabajo y sus miradas llenas de
historia enarbolaron su dignidad, y siendo nadie, se hicieron un nosotros que pudo
enfrentar al monstruo y arrebatarle un poco de lo tanto que ha devorado y que para
ellos lo es todo: su trabajo. La Continental intentó implementar su lógica flexible de
explotación, donde lo único que no se flexibiliza es la voracidad por las ganancias y
la dominación sobre el trabajo, y como si se tratara de un épico enfrentamiento

92
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

relatado en antiguos cantos olvidados que cuentan cruentas batallas, ellos


enarbolaron su dignidad.

Se antoja imaginarlos como una representación contemporánea de la antigua


leyenda persa -que Elisée Reclus enunció en su obra El hombre y la tierra-, que da
cuenta de una mítica rebelión protagonizada por el herrero Kaueh (Kāveh o Kawe),
quien enarboló como estandarte su mandil y como armas sus herramientas de
trabajo contra el Rey Zohak (Zahhāk), también identificado con el monstruo Azhi
Dahaka y que sobrevive como mito entre los pueblos kurdos.

“La tenaz memoria del pueblo y la precisión de la narración, tal como la trasmite la
epopeya persa, no permite duda acerca de esta revolución en los antiguos tiempos,
encajada en la extraña fabula del monstruoso Zohak, que llevaba sobre sus hombros
dos enormes serpientes que sólo se alimentaban de cerebros humanos. Diecisiete
hijos del herrero Kaueh habían sido ya trepanados por las serpientes reales y no le
quedaba más que uno, designado por el tirano para sufrir el mismo destino.
Entonces Kaueh enarbolando su mandil de herrero en un palo y seguido de otros
trabajadores blandiendo sus herramientas, se precipitó sobre Zohak: el monstruo,
acobardado, huyó hacia el Demavend, donde el héroe Feridun le clavó sobre el
peñasco del volcán” (Reclus, 1906; 400).

La batalla en Euzkadi se había anunciado con anticipación, el entonces


recién electo comité sindical conformado por trabajadores rojos se negó a aceptar
los nuevos planes productivos y ante esto, una noche a mediados del último mes
del primer año del siglo nuevo, encontraron cerrada la fábrica con candados,
cadenas y un escueto aviso que anunciaba el cierre definitivo de la empresa.

La incertidumbre corrió por las casas murmurando a gritos el cierre patronal,


desconcertando a los obreros quienes sintieron en carne viva cómo el mundo se
derrumbó, ¿qué es un trabajador sin trabajo? -insisten ellos-, y en estas palabras
se asoma con fuerza una noción del trabajo que no se puede entender desde las
lejanas abstracciones que miran desde lo alto al mundo terrenal.

Un susurro de desesperación envolvió a quienes viven en relación a su


trabajo, al verse despojados de él, pues es como dejar de ser, como perder de

93
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

pronto todo lo que has sido, tu historia, identidad, conocimientos, orgullo y mirarte
en medio de una nada atroz que te devora. No hace falta ser un genio para saber
que si al trabajador le quitan el trabajo, apenas quedaría siendo una d, una o, y una
r, para entender su importancia, no desde el capitalismo, sino desde quienes hacen
de él su vida.

Entre ellos emergieron Kauehs, tantos como tantos eran ellos, que lograron
resistir y emprender su propia batalla mítica para enfrentarse a la Zohak-Continental
hasta sus últimas consecuencias. Si uno alcanza a vislumbrar que la importancia
del trabajo para el trabajador va mucho más allá de lo económico –rompiendo el
sueño capitalista-, alcanza a entender por qué estos obreros apostaron su vida por
recuperar el trabajo enarbolando con fuerza una consigna que se convirtió en una
profecía obrera que ellos mismos se encargaron de cumplir: ¡Resistir un día más
que la Continental!

Vivieron 1,141 días con sus noches abrigados bajo la bandera roja y negra,
arropados por toda una historia de lucha de su clase: por aquellos irreductibles que
inventaron al imposible Capitan Ludd, construyéndose un rostro y un nombre
colectivo que se erigió como la pesadilla de quienes soñaban con arrebatarles el
trabajo, tradiciones, conocimientos, capacidades y la vida, para amontonarlos en
sus fábricas, donde soñaban se volverían apéndices mecánicos; por los susurros
de la Internacional de los Trabajadores que despertó la gran utopía obrera de
recuperar para sí mismos la vida, la historia y el trabajo; por aquellas mujeres y
hombres que cantaron entre las ruinas ¡Vive la Commune!; por cada susurro obrero
que ha resistido a lo largo y ancho de la historia.

La huelga les trastocó la vida, transformándolos a ellos y sus familias en


muchos sentidos, las mujeres, acostumbradas a estar ancladas al trabajo doméstico
rompieron la lógica de la tradición y salieron al frente para incorporarse a las
fábricas, en las plazas y esquinas para hacerse cargo económicamente de sus
familias y asumir un papel político fundamental; los hijos abandonaron las escuelas
y vieron a sus padres abrazados entre la desesperación económica buscando
centavos perdidos entre los sillones para completar el día, entre lágrimas, pero

94
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

sobre todo con una dignidad desbordada que les urgió a no rendirse; algunos
obreros fueron aprendiendo a ocuparse de las tareas domésticas; la solidaridad se
desplegó hermosa y digna, para hacer posible el no claudicar, y comenzó en las
propias familias para hacer soportable la desesperación económica, aunque a
veces también las familias se tornaron hostiles ante la huelga.

Por más de tres años estos obreros y sus familias mantuvieron la cruenta
lucha, replicando la batalla entre Zohak y Kaueh, movilizándose en la localidad;
inundando las calles de una Guadalajara resguardada por la reacción del
gobernador Ramírez Acuña; resistiendo el constante asedio policial afuera de la
fábrica; mirando el ejército privado que la Continental mantenía resguardando la
planta; enfrentando la dolorosa presión cotidiana de las comunidades que vieron su
vida económica reducida al mínimo; viendo cómo en cada empresa ser de Euzkadi
se volvió una mancha negra que les condenó a no ser contratados; teniendo que
resistir las burlas de quienes aceptaron sus liquidaciones y que incluso se volvieron
parte de la estrategia patronal para romper la huelga.

La batalla traspasó las geografías haciendo que la huelga se viviera más allá
de la huelga, hacia la vida familiar y comunitaria, hacia la región paralizada
económicamente, hacia Guadalajara donde eran rodeados amenazantemente por
la policía, y les llevó a transitar por diferentes regiones del país donde les recibieron
obreros, sindicatos, estudiantes, campesinos, organizaciones sociales que les
acompañaron hasta a la ciudad de México en la Marcha de la Dignidad Obrera.

Los susurros de la dignidad obrera llegaron hasta la ciudad de Hannover en


Alemania y se escabulleron por rendijas en la asamblea de accionistas de
Continental Tires, ayudados por un grupo de accionistas minoritarios, quienes les
otorgaron su lugar para tomar voz frente al máximo órgano de la transnacional, en
el que lograron llamar la atención, obligando más tarde a la gerencia en México a
llegar a un acuerdo. Las puertas del conflicto fueron abiertas a empujones por los
obreros, siempre cargando su historia detrás de ellos, dispuestos a todo, menos a
renunciar a su dignidad y empecinados en recuperar lo que les hace ser: su trabajo.

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

3.4.- Susurros de utopías, el moderno Prometo obrero

Obreros de Euzkadi en huelga

Los susurros no dejan de inundar esta fábrica, se asoman, se te enredan en la


mirada, habitan las manos que día a día hacen vivir con su trabajo esta utopía
obrera, en la que ellos se hicieron capaces de revivir un cadáver capitalista para
transformarlo en un moderno Prometeo obrero, al estilo del de Mary Shelley,
dotándolo de vida y haciéndolo capaz de volar para alcanzar a acariciar un cielo que
el capitalismo insiste es negado para los trabajadores.

Hace muchas décadas, un joven de nombre Juan Nepomuceno Carlos Pérez


Rulfo Vizcaíno, antes de ser conocido por los susurros de la inexistente Cómala en
la que habita una polvareda llamada Pedro Páramo, trabajó en las fábricas de
Euzkadi por poco tiempo y renunció al ver las condiciones asfixiantes de vida y
trabajo a las que eran sometidos los obreros, y se lo contó en una carta a Mayecita:

“Ellos no pueden ver el cielo. Viven sumidos en la sombra, hecha más oscura por
el humo. Viven ennegrecidos durante ocho horas, por el día o por la noche,
constantemente, como si no existiera el sol ni nubes en el cielo para que ellos las
vean, ni aire limpio para que ellos lo sientan. Siempre así e incansablemente, como
si sólo hasta el día de su muerte pensaran descansar.

Te estoy platicando lo que pasa con los obreros en esta fábrica, llena de humo y de
olor a hule crudo. Y quieren todavía que uno los vigile, como si fuera poca la

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

vigilancia en que los tienen unas máquinas que no conocen la paz de la respiración.
Por eso creo que no resistiré mucho a ser esa especie de capataz que quieren que
yo sea. Y sólo el pensamiento de trabajar así me pone triste y amargado” (Rulfo,
citado en Gómez, 2005; 7-8).

“Ellos no pueden ver el cielo” fue el susurro que caracterizó por décadas a
Euzkadi, oscuro signo de lo que el capitalismo hace con el trabajo y los trabajadores,
sin embargo estos obreros pudieron dar un giro a su historia, lograron que se les
adjudicara la mitad de la fábrica del Salto después de más de tres años de huelga.
Enrique Gómez, quien acompañó esta lucha, tituló a su libro Ellos sí pudieron mirar
el cielo, como testimonio de este giro.

Los susurros se enredan como el humo del cigarro que serpentea entre los
dedos dando giros anárquicos, acariciando memorias mientras estos obreros te
comparten su vida y voltean a ver su fábrica buscando los recuerdos del comienzo
de su utopía que les hizo ser dueños de su trabajo. Ser cooperativa no fue sino su
última opción, cuando ningún grupo empresarial quiso arriesgarse a comprar una
fábrica llena de obreros que habían derrotado a una gran trasnacional, haciendo de
la cooperativa una utopía obligada, un destino manifiesto que ellos no buscaban,
pero que se volvió la única posibilidad de recuperar su trabajo.

Ya como cooperativa hicieron una alianza con una pequeña empresa


comercializadora de llantas del bajío mexicano llamada Llanti System, que asumió
el riesgo de asociarse con ellos para conformar la empresa Corporación de
Occidente. A esta sociedad se sumó posteriormente una importante transnacional
norteamericana llamada Cooper Tires & Rubber Company, que finalmente compró
las acciones de Llanty System, quedando como socio mayoritario.

Pero hay que regresar un poco en la historia.

Un día un representante de Continental Tires asistió a la fábrica y al abrir los


candados, dijo despectivamente “vengo a entregarles el cadáver”, entregándoles
una fábrica carcomida por los años. Los obreros habían visto -con la tristeza con la
que un trabajador ve desmoronarse parte de su historia- desde las guardias

97
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

rojinegras, mientras bebían café y soñaban con recuperar su trabajo, cómo la fábrica
se caía a pedazos.

Descubrieron que no sólo era un cadáver, sino que había sido invadida por
la fauna y la flora; la maleza había reclamado su lugar sobre la industria; las
máquinas se habían vuelto nidos y madrigueras; las víboras se atravesaban a su
paso; las lechuzas volaban escapando ante la presencia obrera; la naturaleza había
recuperado el espacio industrial, derrotando al desarrollo. La fábrica literalmente era
un cadáver capitalista.

De ese tamaño era su desafío. Habían derrotado a una importante


transnacional sin nada más que su dignidad para recuperar su trabajo y recuperarse
a sí mismos, pero no habían ganado aún. Tuvieron que invocar antiguas magias y
mezclarlas con los oscuros conocimientos científicos del Dr. Víctor Frankenstein
para revivir este cadáver y darle vida a su propio moderno Prometo.

¿Habíase visto alguna vez que alguien lograra revivir un cadáver y dotarlo
hermosamente de vida, sin nada más que sus manos y su trabajo?

Los rumores de la memoria se asoman estrepitosos por entre las máquinas


que hoy trabajan como nunca lo hicieron, entre manos llenas de dignidad y trabajo,
pero en ese tiempo se asomaba la duda por las miradas que se preguntaban cómo
lograrían ellos revivir el cadáver. Del otro lado, el capitalismo y sus representantes,
no obstante haber cometido el error de subestimarlos una vez, se burlaron de ellos,
ansiando verles derrotados.

Pero estos obreros se asoman irreductibles por los susurros de la memoria,


y así, sin nada más que el trabajo en sus manos descubrieron su capacidad
personal y colectiva, si habían derrotado al monstruoso Zohak-Continental, no
podían ahora derrotarse a sí mismos; así que acopiaron lo que son, se miraron,
seguramente llenos de angustias, pero sobre todo de dignidad y comenzaron a
hacer lo que saben hacer como nadie: trabajar. Primero a limpiar, sí, es lo primero
que hay que hacer si uno realiza sortilegios obreros para intentar revivir un cadáver,
invocar una antigua magia que sólo quien trabaja puede invocar: sus conocimientos,

98
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

experiencias y capacidades para el trabajo; su voluntad enclasada; su dignidad


irreductible, siendo un Kaueh colectivo, enarbolando más que nunca y de forma
literal su trabajo como estandarte de lucha.

Tuvieron que despedazar máquinas irrecuperables para armar una


diversidad de Frankensteins con piezas de unas y otras, cortar tubos y varillas, y
hacer uso de la inventiva obrera para hacer ensambles imposibles hasta echar a
andar un montacargas entre jubilosos aplausos, como sí ese montacargas fuera su
gran desafío. Echar a volar una máquina aquí, un molino allá, la energía eléctrica,
el sistema de calderas, el hidráulico, arreglar una banda, una polea, celebrando
cada triunfo sobre el cadáver como si en él se jugaran la vida, y es que es necesario
insistir, para un trabajador el trabajo es la vida, entonces sí, en cada tarea pusieron
en juego su vida y apostando por el nosotros que son.

Poco a poco lograron tener listo lo necesario para comenzar a producir


mientras continuaban recuperando más máquinas; las manos les ardían por volver
al trabajo, aunque en realidad nunca dejaron de hacerlo desde que les cerraron la
fábrica en aquel lejano inverno. Los expertos de la Continental Tires habían
calculado que en el mejor de los casos, tendría que pasar mínimo un año para que,
si es que lo lograban, la fábrica volviera a producir.

La soberbia capitalista volvió a menospreciar la capacidad obrera y estos


obreros que se convirtieron en un colectivo Dr. Frankenstein, estaban logrando darle
vida al cadáver que abrió un ojo, respiró abruptamente, emitió sonidos guturales,
ante lo que ellos lo volvieron a subir a la torre del laboratorio antes que cesara la
tormenta, y pronto el cadáver abrió los ojos, alzó las manos, se sacudió
espasmódicamente rompiendo las correas que le ataban a la mesa y se levantó, y
la primer llanta salió de las máquinas en menos de medio año.

¡El cadáver tenia vida!, pero como todo ser vuelto a la vida, poco quedaba de
lo que había sido anteriormente y se inventaba diferente. Las manos obreras
lograron lo que la ciencia cree imposible, lo que sólo las antiguas magias que ya
nadie recuerda aseguran poder lograr. El cadáver dejó de ser cadáver, se movía,
remendado, oxidado, un tanto maltrecho, pero vivía y respiraba ansias de vivir más,

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

el moderno Prometeo de Shelley había nacido de entre las manos obreras y tomaba
forma a fuerza de trabajo. La fábrica se volvió casa, comedor y dormitorio, los
obreros se acurrucaron sobre cartones a dormir entre las máquinas en jornadas que
no se contaban en horas, sino en la necesidad, porque ahora el trabajo era suyo, y
lo era en colectivo.

La primer llanta cooperativa hecha por este moderno Prometeo obrero iba a
ser servida en vajilla de fiesta para aquellos que burlándose y ansiando
anticipadamente su derrota, les habían dicho “la primer llanta que hagan les prometo
que yo me la como”. Poco a poco fueron comenzando a trabajar más máquinas,
integrándose más cuadrillas de obreros ahora cooperativistas para seguir dándole
vida a lo que un día fue un cadáver capitalista.

Estos obreros demostraron que es un error subestimarlos y despreciar su


capacidad. Sus manos llenas de trabajo lograron revivir al cadáver capitalista,
dotarlo de vida, volverlo un moderno Prometeo obrero, que como Prometeo,
encargado de entregar el fuego –es decir el conocimiento- a la humanidad, les
entregaría la posibilidad de tomar en sus manos el trabajo –que también es
conocimiento- de manera colectiva, y no conformes con esto, le pusieron alas para
echarlo a volar como un hermoso moderno Prometeo obrero y alado. Sí el Dr. Víctor
Frankenstein se había arrepentido de su creación, pudo deberse a que creyó que
bastaba su genio individual para revivir un cadáver y darle una hermosa forma, pero
estos obreros habían logrado superarlo, precisamente porque lo hicieron en
colectivo, y tal vez ahí radique el secreto de la vida.

Sí Juan Rulfo insistió en que estos obreros no podían ver el cielo, y Enrique
Gómez apuntó que conquistaron su derecho a mirarlo, ellos demostraron que
además, por medio de su moderno Prometeo obrero, son capaces de acariciarlo,
pues para un trabajador ser dueño de su trabajo es igual a acariciar el cielo, y
además lo hacen en colectivo, sacudiéndole un tanto de lo que de capitalista le
queda, para inventarlo constantemente obrero.

Han pasado más de 12 años desde que recibieron el cadáver capitalista y


hoy el Prometeo obrero no se parece a lo que fue antes de revivir, ellos miran su

100
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

fábrica y señalan “ni yo mismo me la creo cuando veo todo esto que hemos logrado
nosotros”. La fábrica funciona como nunca antes lo había hecho, produciendo entre
20,000 y 23,000 llantas por día; sus condiciones de trabajo son impensables en la
región, no sólo en cuanto a los adelantos a rendimiento que sustituyeron a los
salarios, sino en cuanto a derechos laborales que están en extinción ante la
voracidad capitalista en México y el mundo.

Crecieron exponencialmente, de ser 587 los socios fundadores, han llegado


a ser alrededor de 1,400 trabajadores cooperativistas. Para esto idearon un modelo
complejo que permite incluir a nuevos trabajadores sin entablar una relación
patronal, pues para ellos es importante no sólo ser trabajadores, sino también no
ser patrones, para lo cual crearon la cooperativa PROEM que se encarga de
proporcionar el trabajo en la empresa, en la cual se incorporan tanto los socios sin
capital social, como los socios co-propietarios y fundadores de TRADOC.

Esta cooperativa PROEM puede ser confundida con una empresa de


outsoursing, sin embargo, a diferencia de ésta que busca eliminar derechos
laborales, éste modelo busca incorporar a los socios no co-propietarios al trabajo
cooperativo con las mismas condiciones y derechos laborales que los socios
fundadores.

Esta cooperativa abrió las puertas, no sin empujones, al trabajo de las


mujeres en las áreas productivas, siendo la primera en tener mujeres trabajadoras
en el ramo llantero, y ellas han ido avanzando, tomando su lugar en esta historia
cooperativa. Además, al haber nacido en gran medida gracias a la solidaridad, este
es un principio que se ancla en su centro, por lo que constantemente mantiene
diferentes acciones de solidaridad con movimientos obreros y sociales, tanto en
México como a nivel internacional.

Estos obreros lograron revivir un cadáver capitalista y frente al constante


menosprecio, demostraron ser capaces de darle vida a su moderno Prometo como
una utopía obrera para poder recuperar y ser dueños de eso que les hace ser: su
trabajo, el cual siempre es mucho más que una acción repetitiva y se adivina como
un proceso importante en el que se incluyen conocimientos, experiencias,

101
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

capacidades, sentidos de orgullo e identidad, que rompen con la idea del trabajo
fragmentado, para enarbolar el trabajo desde lo colectivo, desde ese nosotros que
les habita y que les ha permitido luchar frente al monstruoso Rey Zohak para
mantener vivo a su moderno Prometeo obrero.

Esta utopía, este moderno Prometeo obrero no está dado de una vez y para
siempre ni se erige perfecto, pues cojea, trastabilla, se tambalea y se mantiene vivo
sólo en medida en que estos trabajadores y trabajadoras asumen que tienen que
seguir luchando día a día, mediante su trabajo para que no se derrumbe, pues está
rodeado Reyes Zohaks que toman múltiples formas, y tiene en sus adentros
diversas contradicciones, propias unas y otras impuestas por el capitalismo del que
no se pueden escapar por completo.

Como el amoroso ser inventado por Mary Shelley, éste también está
ensamblado y remendado, y por las suturas se le cuelan susurros capitalistas que
imperan en el mundo, sus costuras constantemente están bajo amenaza de abrirse
y supurar, por lo que los trabajadores que se inventaron como un colectivo Kaueh
para terminar siendo un colectivo Dr. Víctor Frankenstein, saben que para mantener
su utopía viva y que su Prometeo obrero se mantenga en pie, no tienen otra
posibilidad que continuar trabajando y luchando en torno a sus propias
problemáticas, asumiendo sus múltiples contradicciones y enfrentando la necesidad
de existir en un mundo dominado por un monstruo capitalismo que busca devorarlos
o destruirlos.

102
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

IV. LA MEMORIA: EL TRABAJO, LA HUELGA Y LA COOPERATIVA

Mujer trabajadora y cooperativista

Trabajar sobre la memoria implica hablar de un fenómeno social en el que se puede


observar, no el pasado, sino el sentido que un sujeto o un grupo le otorga a éste,
por lo que la memoria más que ubicarse en el pasado, se ubica en el presente del
relato (Le Goff, 1991). Junto a esto es necesario tener presente los apuntes de Jelin
(2002) que nos señalan que no existe una única memoria, sino una diversidad de
memorias que se entretejen dentro de un mismo grupo y que trabajan sobre su
presente y su futuro.

Partiendo de esto, debemos entender que entre los y las socias cooperativistas
existen una diversidad de memorias que parten de las propias experiencias vividas
de manera individual insertas en las experiencias colectivas por las que atravesaron
los entonces obreros de la Euzkadi, sus familias, y que comparten ciertos
significados dados a ese pasado en torno a su presente y futuro cooperativista.

En este capítulo no pretendo hacer un recorrido cronológico sobre la historia


de los obreros de la Euzkadi y la conformación de su cooperativa, pues este trabajo
ya ha sido realizado, por ejemplo por Enrique Gómez (2005) o María Atilano Uriarte

103
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

(2008 y 2017), además de que en el Capítulo histórico de este mismo trabajo se


hace un breve recuento de esta historia; tampoco pretendo aquí hablar de La
Memoria cooperativista, sino presentar algunos ejemplos de estas memorias
cooperativistas42, sin pretender señalar que son las únicas. En diferentes relatos
encontramos una serie de elementos, momentos y sentidos que claramente se
comparten entre unos y otras y se vuelven relevantes para asomarnos a entender
cómo se piensan como cooperativa, como trabajadores y trabajadoras, cómo
piensan a sus compañeros y que nos permitirán vislumbrar cómo su historia es
recordada y qué sentido le es dado, y cómo éste se vuelve importante respecto a
su cultura del trabajo y su proyecto cooperativista.

1. Las memorias de dos jóvenes cooperativistas

La huelga en la Euzkadi y la conformación de la cooperativa TRADOC fue un


proceso vivido por diferentes colectivos, el de los obreros, el de sus familias y el
conjunto de estos. Las familias fueron no sólo fundamentales para posibilitar la
resistencia obrera frente la difícil situación económica derivada del cierre de la
fábrica, sino que además, vivieron este proceso desde un espacio diferente, por lo
que significa un espacio de experiencia inserto en el proceso de la huelga, y que en
no pocos casos, se están integrando –sobre todo hijos e hijas- al trabajo en la
cooperativa.

Para ejemplificar las memorias jóvenes cooperativistas, tomaremos por un


lado el relato de Vania Vélez, quien al momento de la entrevista (abril 2017) tenía
31 años de edad y dos años de haberse integrado a la cooperativa TRADOC, ella
trabaja formalmente en el área administrativa de Seguridad y Gestión Ambiental, sin
embargo buena parte de su trabajo es realizado “en piso”, es decir en las áreas de
producción; y por el otro el de María Luisa Espadas, de 28 años de edad, quien al
momento de la entrevista (diciembre 2017) tenía dos años de haber ingresado al

42
Cuando mencionó Sujetos Cooperativistas diferentes, no sólo es en mención a las personas que relatan su
memoria, sino a, por ejemplo cooperativistas nuevos; cooperativistas fundadores, etc., pues su experiencia
colectiva e individual se diferencia de otros de sus mismos compañeros por el momento y situación desde
donde vivieron los sucesos recordados.

104
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

área productiva. Ambas cooperativistas ingresaron sustituyendo a sus padres como


socias de TRADOC.

Estos relatos nos permiten acercarnos a la memoria de dos jóvenes mujeres


-y esto último es importante debido a la creciente incorporación de mujeres a la
cooperativa-, que nos permiten acercarnos a momentos y sentidos dados en la
memoria que están presentes entre muchos de estos jóvenes hijas e hijos de los
obreros fundadores de la cooperativa y que son incorporados a sus propias
concepciones del trabajo y de la cooperativa.

1.1.- La huelga en la memoria

La huelga fue un proceso político que atravesó a las familias obreras. Tanto Vania
como María Luisa eran adolescentes y uno de los primeros recuerdos que nombran
son las emociones que vieron reflejadas en sus padres.

“Fue una etapa bien difícil para todos en ese sentido, al principio yo creo que todos
de pronto, mis papás u otros, pensaron que iba a ser algo rápido, yo creo que nadie
se imaginaba que iba a ser tan largo el proceso (…) sí se le veía la tristeza, la
preocupación en la cara. Sí se le reflejaba… pues la tensión, de saber que había
cerrado y que no iba a haber ingresos” (Vania Vélez, abril 2017).

Estas emociones marcan un primer momento importante e impactante ante


el cierre de la fábrica, con lo que vieron su realidad trastocada. La huelga vino a
transformar sus vidas cotidianas. Vania hace hincapié sobre una de estas
transformaciones al respecto del cambio de roles dentro de las familias, cuando las
madres -y en menor medida los hijos- tuvieron que salir a trabajar para mantener a
la familia.

“Mi mamá (…) entró a trabajar por primera vez a una empresa como obrera (…) Para
mí fue impactante porque nunca había visto trabajar a mi mamá afuera y sí llegaba
toda cansada y toda sucia” (Vania Vélez, abril 2017).

Este cambio de rol de las madres no es exclusivo de la familia de Vania, pues


en diferentes relatos (Gómez, 2005; Atilano, 2008 y 2017) los mismos
cooperativistas señalan cómo las esposas se volvieron -las más de las veces- el

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

sostén económico de las familias, además es muy común que al hablar con los
ahora cooperativistas, éste sea un aspecto señalado con importancia, pues
constantemente mencionan que si ellos pudieron resistir tanto tiempo, se debió a
sus familias. Esta transformación ha quedado fuertemente marcada en las
memorias de ellas.

En sus relatos se significa la importancia del colectivo familiar para afrontar


la problemática, a lo que se le dota de un sentido especial que amerita ser
recordado. Vania señala lo que significó para ella ver a sus padres apoyándose para
atravesar la situación y su relato deja claro el impacto que esto dejó en ella. Frente
a la tristeza generada por la incertidumbre, los cambios en la relación familiar se
marcan claramente como positivos para ella.

“Se veían los dos cansados, se veía que era pesado el trabajo, pues sí, eran ocho
horas, le batallaban porque igual, porque a esta empresa que se tenía que trasladar
no había transporte. Pero fue, bueno, fue muy como muy emotiva esa parte para mí,
ver como hacían ellos como para sacarnos adelante” (Vania Vélez, abril 2017).

De igual forma en la memoria de María Luisa, estas expresiones de


solidaridad en su familia adquieren importancia.

“Mi papá pus muy triste decía que él no merecía comer, porque no aportaba y mi
mamá le decía que no fuera payaso, que estaban casados, que eran en las buenas
y en las malas “hay que apoyarnos, siempre unidos, siempre juntos” (María Luisa
Espadas, diciembre 2017).

Otro momento en los relatos señala lo que para el padre implicó mantenerse
en la huelga y el acompañamiento de las familias.

“Ellos se iban poniendo de acuerdo, rolaban como ahorita, por decir, si estaban en
la mañana ellos se venían en la mañana a cuidar la entrada, si estaban en la tarde,
pues en la tarde, y en la noche igual pues, se venían a cuidar que nadie entrara y
que no sacaran nada (…), se venían las esposas a ayudar, para que fuera más
ameno la guardia (…), mi mamá sí llegó a venir, y recuerdo que mi hermano la trajo
en el carrito, ahí venían bien asustados, se fueron por donde las vías y estaba muy
oscuro (…) y ahí se quedaban, mi papá, pues bien agüitado, todo el tiempo bien

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

agüitado, pero pues nunca se echó para atrás” (María Luisa Espadas, diciembre
2017).

Vania por su lado relata haber observado las movilizaciones por la televisión
y recuerda el miedo experimentado por ella, y tras sus palabras se puede encontrar
también el coraje de ver cómo eran señalados y tratados los obreros por el gobierno,
y es importante observar que su preocupación se traslada de su papá hacia el
colectivo de obreros.

“Nos llegamos a enterar, incluso de cómo los trataban, cómo los recibían, todo lo que
les hacían (…) en los mítines, en las marchas que hacían, y cómo se comportaban,
el miedo que les hacían… bueno que les trataban de formar miedo, incluso que les
ponían antimotines y todo (…) Pues sí, sí me daba miedo, sí me daba miedo porque
iba mi papá, mi familia, y por todas las personas” (Vania Vélez, abril 2017).

Recuperar el trabajo es un tema que está presente en los relatos de los


cooperativistas, pues expresa el objetivo de los obreros durante la huelga, a partir
de lo cual explican su negativa a liquidarse, pues constantemente señalan que para
ellos no se trataba de dinero sino de trabajo. Entre las hijas –como el caso de Vania
y María Luisa- esta noción está presente cuando hablan los motivos de sus padres
para resistir, junto a lo cual también se menciona constantemente el papel del
Comité Sindical y la confianza generada entre los obreros y la fuerza que tuvo el
pensarse en colectivo.

“Yo creo que veía la esperanza, en lo que todos buscaban, era pues una fuente de
trabajo, conseguir tu fuente de trabajo, más a parte yo creo que confiaba mucho en
las personas que estaban dirigiendo todo el proceso, y pues no sé, yo creo que veía
la parte fuerte, el equipo, unos allá a lo mejor haciendo las confrontaciones, otros
apoyando las huelgas, y tenía una fe de que tal vez sí iba a haber la fuente de trabajo”
(Vania Vélez, abril 2017).

Otro momento sobresaliente es el inicio de la cooperativa, señalado


generalmente desde las emociones vividas, incluso, cuando quien relata, como en
el caso de Vania o María Luisa no estuvieran presentes. A partir de sus relatos
podemos asomarnos a las sensaciones que vivieron las familias huelguistas que

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

resistieron hasta el fin del proceso. Vania señala abiertamente su orgullo ante la
victoria obrera.

“Mucha emoción, mucha felicidad y orgullo de saber todo lo que han logrado y cómo
lo lograron, a pesar de que la empresa estaba a lo mejor en malas condiciones,
después del desgaste con todo el proceso, pues sí fue algo muy impactante el que se
hayan logrado quedar con la empresa y que hayan logrado recuperar el trabajo”
(Vania Vélez, abril 2017).

Por su parte María Luisa señala al respecto

“Cuando se acabó la huelga y anuncian que iba a volver a abrir (…), no nos la
creíamos (…) que ya iba a abrir, y que al principio no iban a ganar pues, pero que
iban hacer por las ganas de ya estar produciendo (…) Mi papá nos dijo que ahora
que lo mejor de todo, de que se abriera, era que ahora ellos iban a ser una
cooperativa, que ellos iban a hacer parte dueños de la empresa, que ya no iba a ser
nada más, por decir, en ese entonces, Euzkadi, sino que ellos mismos que
aguantaron la lucha iban a ser también los dueños de la misma, pues a mí me dio
mucho gusto cuando escuché eso” (María Luisa Espadas, diciembre 2017).

En el relató Vania, sin haber estado presente, cuenta cómo recibieron la


fábrica los obreros. Este momento también toma relevancia, pues indica el inicio de
la cooperativa y es importante observar cómo ella incorpora en su memoria los
relatos que ha escuchado de otros cooperativistas, por lo que su memoria adquiere
un carácter colectivo.

“Lo que cuentan es que estaba el pasto grandísimo, todo sucio, empezaron todos,
creo que en limpieza, empezaron a quitar hierba, la maleza, empezar a limpiar
adentro, las máquinas también para poderlas echar a trabajar más adelante, creo que
sí estuvieron haciendo mucho trabajo de campo antes, respecto al proceso y que fue
cansado sobre todo (…) todos trabajando igual en conjunto y todos en lo mismo”
(Vania Vélez, abril 2017).

Aquí se señala con fuerza la importancia de lo colectivo, lo que adquiere un


sentido especial en su memoria en torno a la huelga y a la cooperativa. Lo colectivo,
la acción conjunta, por un lado a lo interno de cada familia y por el otro entre los
obreros es situado en un papel fundamental para explicarse la cooperativa.
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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

En ambos relatos podemos ver cómo la huelga fue un proceso político que
atravesó y transformó a las familias obreras, las cuales no sólo se vieron
atravesadas por, sino que tuvieron un papel primordial en él, haciendo de la huelga
un suceso y una lucha colectiva más allá del colectivo obrero de Euzkadi, y desde
luego la huelga fue un proceso que se extendió como ondas hacia otros espacios
sociales. Hemos podido observar cómo compartieron emociones comunes: la
desesperación económica, la solidaridad y la esperanza colectiva que ambas
abrevaron de sus padres.

También podemos observar cómo ellas significan el inicio de la cooperativa,


aun cuando ellas no estuvieron físicamente en la fábrica carcomida por los años, y
el papel que le dan a lo colectivo para explicar la historia de la huelga y la
cooperativa. Si bien, en sus relatos, lo colectivo toma fuerza, cuando entran a hablar
sobre la cooperativa adquiere mayor importancia.

1.2.- La huelga más allá de la huelga

La huelga atravesó diversos escenarios sociales, el conflicto entre los obreros y los
patrones generó una serie fricciones y rupturas en las comunidades, y abrió un
campo de enfrentamiento más en la -de por sí- complicada situación.

“Mi papá es como muy reservado, por lo general no suele así como contestarles pero
sí se veía que le pegaba mucho, él se agüitaba que le decían ese tipo de comentarios,
porque en sí no eran así como muy amistosos, eran así como tipo burla, le decían “ya
agarra tu dinero, no estés batallando, esto no se va a abrir”, pero pues a ratos se veía
como que si se agüitaba y a lo mejor lo dejaba pensativo” (Vania Vélez, abril 2017).

Una parte de los ex-trabajadores de Euzkadi aceptaron sus liquidaciones y la


otra se mantuvo en la huelga, por lo que los obreros vieron trastocadas sus
relaciones con amistades, vecinos y ex–compañeros de trabajo, haciendo que la
huelga se viviera más allá de los ámbitos formalmente políticos.

“Había gente muy cruel (…) que se burlaba de nosotros, nos decían que “ay
pobrecitos llanteros, tanto dinero y de repente nada” y nos decían que esta empresa
nunca iba a volver a abrir “va a pasar como en la textil, ni se hagan ilusiones” así
nos decían” (María Luisa Espadas, diciembre 2017).

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Esta extensión de la huelga, se vivió sobre todo en las localidades de El Salto


y Juanacatlán, que vieron trastocada su vida económica. Este factor se hizo parte
de la compleja situación, pues al depender económicamente de Euzkadi, en las
comunidades se avivaron las divisiones ante un clima de desolación económica.
Los huelguistas también cargaron el peso de los señalamientos de quienes se
habían liquidado, así como de comerciantes locales.

“En el tianguis ahí en la cabecera, cuando la empresa estaba abierta, tú veías,


porque siempre había mucha gente comprando, el comercio muy activo y cuando
cerró ya muy poca gente iba al mercado, los negocios comenzaron a irse para abajo,
todo, todo afectó, no nada más a la empresa, sino que al comercio y todo, a las
tiendas todas” (María Luisa Espadas, diciembre 2017).

Estas ondas expansivas del conflicto no se confinaron tampoco al ámbito de


El Salto y sus poblaciones, sino que tuvieron eco en la región.

“Yo recuerdo que ninguna empresa aquí en el corredor industrial les abrió las puertas,
al contrario, les cerraron todas las puertas de la industria para que no los contrataran
en producción o en algo. Igual los trabajos, fue muy difícil, duró mucho tiempo sin
trabajar” (Vania Vélez, abril 2017).

A partir de los relatos vemos como diferentes espacios sociales cada vez más
amplios fueron atravesados por la huelga y podemos hablar de cómo el conflicto se
expandió, lo que nos da pie a hablar de la huelga más allá de la huelga, para
entender a partir de este caso concreto, que la huelga es un conflicto que nunca
queda reducido al mero espacio laboral, ni está contenido alrededor de la fábrica, y
que nunca es solamente un conflicto jurídico o político, sino que atraviesa los
diferentes espacios y relaciones sociales en los que los involucrados interactúan.

El conflicto obrero-patronal no sólo se extendió hacia los ámbitos sociales en


donde interactuaban los obreros, sino que se hizo presente, por ejemplo en las
escuelas donde estudiaban sus hijos, haciendo de la huelga algo que les
acompañaba.

“A mí me tocó estar en la prepa cuando el cierre e incluso mismos maestros nos


decían “ya”, yo recuerdo muy bien, tenía una camisa, mi papá me había regalado una

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

camisa de aquí que decía “Euskadi”, entonces yo me la llevé una vez en el proceso
de la huelga, para hacer educación física y me dice una maestra “¡ya quítate eso, no
se va a abrir!, quítate eso, ¿no te da vergüenza?”, y yo así de… dije guau, hasta ahí
mismo, en la misma escuela se tenía como, se podría decir que bullin” (Vania Vélez,
abril 2017).

Sin embargo la huelga también se hace presente en otro sentido, señalado


como satisfactorio por ellas, del cual ellas han aprendido y se sienten orgullosas.

“Pues mi familia fue la que estuvo ahí apoyando (…) que apoyaban la decisión que
iban a tener, la que habían tenido, igual también mi abuelito tenía una tienda de
abarrotes y en ese sentido, decía… apoyar en lo que necesitara ahí estaban mis
abuelitos (…) y esa parte fue bien importante y también bien bonita, porque que veías
que no todo eran burlas y reproches, sino que había algo más fuerte, que era eso, ver
que mi mamá siempre estaba ahí, mis abuelos y así, y es bien bonito recordar esa
parte, porque con la otra hasta te dan ganas de llorar nomás de acordarte, pero esta
otra parte es como… como… no sé, bien bonita, importante, y a mí me da orgullo
haber visto todo eso, haberlo vivido, sentirlo” (Vania Vélez, abril 2017).

El éxito de la cooperativa se ha ido conociendo en la región, haciendo que


algunas opiniones que en aquel entonces se mostraran negativas hacia los obreros,
cambien por el reconocimiento.

“Me tocó encontrarme a una de mis maestras que me dijo, y me dice “guauuu yo
pensé que no se iba a abrir”, yo creo que, también creo que queda en ella la parte
cuando me hizo, no sé si me veía que me pegara mucho o no sé, pero sí me dijo “no
creí que esto se iba a abrir” (Vania Vélez, abril 2017).

Otra experiencia recordada por ella refiere a un profesor de la universidad


con quien constantemente tenía fricciones por comentarios respecto a las huelgas
obreras y que ahora recibe cada año a una comisión de la cooperativa para que
expongan su experiencia con los estudiantes.

“Ya cuando se acaba la plática él pasa al frente y me dice “me retracto de todo lo
dicho, ahora comprendo porque la defensiva siempre y siempre era algo positivo
acerca de la empresa”, -dice-, “y me deja un buen sabor de boca y otra imagen de
otra forma que yo no lo había visto”, -dice-, “yo no conocía realmente la historia”, y

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

dijo que “era un orgullo haberlos conocido, que tuvieran la oportunidad y el tiempo
que haber ido a platicarles acerca de eso”, a partir de eso el profe me pidió el disco y
que si se pudiera estar apoyando en ese sentido, de que se estuviera yendo a contar
la historia ahí a la universidad. Eso sí me dio mucho gusto, mucha satisfacción” (Vania
Vélez, abril 2017).

A partir de los relatos podemos observar como la huelga se extendió y tomó


vida como conflictos y como solidaridades en diferentes espacios sociales que no
entran en lo que se considera “estrictamente político” y que es vivido y significado
por quienes son atravesados en su vida, desde lo inmediatamente económico y en
sus relaciones sociales, haciendo que las huelgas vivan y actúen en ámbitos
diversos, atravesando transversalmente la vida y las relaciones de quienes están
involucrados en ellas, haciendo posible una huelga más allá de la huelga, que no
se circunscribe a un ámbito geográfico ni jurídico.

1.3.- El “nosotros”, enredando el “ellos” y el “yo”

En los relatos de estas jóvenes cooperativistas es posible encontrar por un lado una
constante distinción del “ellos” conformado por los obreros huelguistas y el “yo”, en
el que ellas se sitúan, sin embargo también irrumpe un “nosotros”. En el relato de
Vania es muy claro como ella se funde con el “ellos”, para situarse ella en la huelga
cuando enuncia “son frutos muy buenos los frutos que dio nuestra huelga” (Vania
Vélez, abril 2017).

En esta frase, simple pero contundente, Vania formula un “nosotros” que


desdibuja los tiempos del relato. El “ellos” huelguistas hace referencia al pasado y
el “nosotros” en el que ella se incluye y que se habla desde el presente, pero es
trasladado al pasado. Así Vania se inserta en la historia de la huelga, la hace suya,
ya no sólo como la hija de un obrero huelguista y construye un “nosotros” desde su
presente cooperativista que se extiende hacia la huelga.

Por su parte María Luisa no traslada su “nosotros” hacia la huelga, sino que
se inserta en la conformación de la cooperativa diciendo “me da orgullo saber que
somos muy luchones (…) somos luchones y (…) se vio demostrado el día en que
esta empresa se abrió” (María Luisa Espadas, abril 2017).

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

En ambos relatos el “nosotros” se construye desde el presente y se traslada


hacia el pasado del “ellos”, se enuncia apenas, de forma simple y en pocas frases,
pero es notable cómo estas jóvenes cooperativistas construyen una noción del
“nosotros”. No necesitaron ser obreros huelguistas, ni haber estado presentes en
las guardias, en las marchas, ni haber entrado en la fábrica para hacerla revivir con
sus propias manos, ellas se insertan en esa historia y la hacen parte de ellas.

Ellas construyen su relato a partir de su familia, pero también desde su ser


cooperativistas, y se insertan desde la huelga y afirmándose cuando ellas se
volvieron cooperativistas, en el que la concepción de lo colectivo toma un papel
central.

Poco a poco, en el relato, la diferenciación del “yo” frente al “ellos” comienza


a perder fuerza y el “nosotros” se vuelve el pronombre en primera persona
predominante frente al “yo” que utilizan para señalar su incorporación, aprendizajes
y lo que esperan aportar a la cooperativa.

“Estoy creciendo y aportar a la cooperativa y ver como te comentaba, en el cambio


cultural, pues es muy padre, ver cómo estamos ahorita y cómo vamos a llegar a ser.
Porque no sólo es trabajar y trabajar, sino ver hacia adelante y todo lo que pinta la
empresa” (Vania Vélez, abril 2017).

La concepción del “nosotros” se va volviendo predominante a partir del


momento en que ellas ya forman parte de la cooperativa, y poco a poco van dejando
atrás la diferencia entre su “yo” y el “ellos”, que deja de enunciarse, al grado que es
común -no sólo en ellas- que al hablar de la cooperativa, de su trabajo, se hable
desde el “nosotros”.

“Lo bueno de trabajar aquí, pues…, no pues son muchas cosas, mira, te queda la
satisfacción, el orgullo de saber que es una empresa reabierta por los trabajadores,
por el esfuerzo de nuestros padres, por el esfuerzo, por la dedicación, por el amor,
que tenían de que no se acabara su trabajo (…) A uno le gusta trabajar y trabajar
bien, porque sabes estamos produciendo las cosas bien, sabes que va a los
llanteros mi trabajo y que va bien (…) y sabes que estamos produciendo todos juntos
de la mejor manera y saber que tu trabajo es parte de todo eso, es bien bonito, y

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

además, saber que mi trabajo es parte de la historia de mi papá, de mi familia, de


mí, entonces es bien bonito” (María Luisa Espadas, diciembre 2017).

Al entrar como socias de TRADOC lo colectivo es dotado de un sentido más


importante, como una expresión de una transformación, que en el caso de Vania,
señala en cuanto la forma de trabajar.

“En el transcurso fue como fui aprendiendo que hay muchas cosas muy diferentes,
sobre todo la parte que aquí que todos, no necesitan que los supervisen, sino que
más que nada cada quien hace su parte y apoyar, y ese fue el cambio (…) sí me costó
adaptarme en la forma de cómo se manejan las cosas, pues sí, aquí no es la típica
empresa que si pasa algo se hace un castigo, se corre a la gente, sino más bien se
trata de ver cómo ayudarla para cambiar ese comportamiento, tratar de trabajar con
ellos, ir de la mano y trabajar en conjunto” (Vania Vélez, abril 2017).

Los adelantos a rendimiento -que es la figura que sustituye el salario en la


cooperativa- y la situación económica son factores que importan para haber querido
entrar a la cooperativa, sin embargo, es común encontrar otros intereses más allá
de lo económico.

“Me interesó también seguir en lo que mi papá estuvo, o sea, entrar en su empresa,
te encariñas, o sea te encariñas con lo que ves que él hace, lo que ves que a él le
encantaba hacer, cómo él se desvivió porque esta empresa se viniera arriba y dices
“bueno pues que emoción entrar a donde él se desenvolvió, donde él pasó tantos
años de su vida”, entonces dije “no, pues yo sí le entro entonces”” (María Luisa
Espadas, diciembre 2017).

Y en este proceso surge una transformación en la que ellas se piensan más


allá de sí mismas y se insertan en un colectivo, marcando esto como una importante
diferencia al trabajar en la cooperativa.

“En cualquier otra empresa pasa algo y corren a las personas, no se tientan el corazón
si tienen familia y demás. En ese caso, lo que se me hace muy padre aquí de la
cooperativa es eso, que todos se agrupan y todos tratan de protegerse, es como una
familia grande, esa parte de las cooperativas se me hace muy padre, que todos se
apoyan y que siempre tratan de ver el bien por todos, no por sólo uno (…) se me hacía
difícil tratar de cómo hacer eso, por lo regular siempre necesitas, bueno yo en la otra

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

empresa, era de que siempre andar detrás de las personas o sólo te ves en lo
individual, tratar de ver por ti mismo y cambiando y avanzando (…) y entro aquí y me
encuentro con ese cambio y tratando de cambiar también el chip de cómo sí apoyar
y cómo estar todos unidos, todos en conjunto” (Vania Vélez, abril 2017).

En los relatos se va asomando una concepción del trabajo cooperativista que


es importante tener en cuenta, y que retomaremos más adelante. El trabajo se
piensa en gran medida a partir de lo colectivo.

“Porque no sólo es que una haga bien lo que hace, sino que las hacemos bien entre
todas, entre todos, porque no sólo en su área de una, sino que es parte de todas las
demás áreas, digamos que es como algo que es parte de algo, y entonces la llanta
necesita de todas las áreas y todas son importantes, entonces eso es como que
bien padre, que no sólo es tu trabajo de tus manos, sino que además es tu trabajo
de como cooperativa” (María Luisa Espadas, diciembre 2017).

Lo colectivo resalta como un aspecto fuertemente significado en su


concepción y práctica cooperativista, y alrededor de lo cual gira ese “cambiar el
chip” que menciona Vania. Este colectivo extendido que es la cooperativa es común
que sea señalado como un colectivo familiar, lo cual está cargado de un importante
significado.

“Que siempre hay una familia, no sólo sanguínea, sino también de otras gentes, la
unión. Que fuerte… que fuerte unión de todos, porque sí fueron muchas personas las
que estuvieron ahí (…) es padre porque como muchos se conocen, son familiares,
amigos, pues tratan de protegerte, aunque ves en unos envidia y todo, pero pues
siempre están al pendiente de ti, que no te haga falta algo o si estás bien o cómo
estas” (Vania Vélez, abril 2017).

En sus relatos la mirada hacia el futuro está presente, Vania, siempre


hablando desde el ámbito colectivo en el cual se inserta, expresa el orgullo que
siente por la cooperativa, por lo que se ha construido.

“Ya con mucho orgullo, cómo un contexto, no una empresa sino una cooperativa está
logrando todo eso y así como ahorita estamos siendo ejemplo para otras empresas o
para muchas personas que viven un proceso de huelga, también sea un ejemplo de
cómo sí se pueden hacer las cosas o cómo vamos a caminar y cómo se está logrando

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

(…) Bueno yo siento que así como estamos trabajando, en un futuro, pues a pesar de
que ya TRADOC es una cooperativa muy reconocida y muy conocida, yo creo que va
a ser más fuerte” (Vania Vélez, abril 2017).

Por su parte María Luisa mira hacia un futuro más inmediato, a días del
nacimiento de su bebé siente el peso y la tristeza por abandonar su puesto de
trabajo, lo que nos habla de la estrecha relación con su trabajo, y además, en esta
parte de su relato introduce su preocupación por el proyecto cooperativista,
volviendo su relato hacia lo colectivo nuevamente.

“A mí me da mucho orgullo, me siento feliz de formar parte de esta empresa, yo ya,


unos días más y ya no voy a venir, porque voy a meter un permiso por maternidad,
y le digo a mi esposo que a mí me da nostalgia… perdón… me da nostalgia, así
porque digo “mira, mi empresa”, sí me siento cansada y luego digo “ay ya no quiero
ir” porque me siento cansada por el embarazo… perdón… pero me da como tristeza
decir “ay, ya no voy a ir a mi empresa unos meses, ya no voy a ir todos los días a
trabajar” y sí siento que voy a extrañar mucho esto, me da, no sé, sabe, no sé, me
da tristeza saber que voy a dejar venir, y luego uno escucha que salió una llanta
mala y uno se siente triste cuando pasa eso, porque uno piensa que es nuestra
empresa y entonces debemos hacer las cosas bien, debemos todos tener
conciencia y echarle ganas, eso también me da mucho, me agüita mucho pues”
(María Luisa Espadas, diciembre 2017).

1.4.- La importancia de la memoria

Por último, a pesar de que tal vez no sea nada nuevo, es necesario insistir -a partir
de los relatos vivos de estas dos jóvenes cooperativistas- que los procesos políticos
nunca están contenidos en las esferas políticas formales o jurídicas, sino que se
extienden y trastocan los demás ámbitos de la vida social de los sujetos que son
atravesadas por el proceso. Las familias -y quienes las conforman- son trastocadas,
aunque nunca de una manera unívoca y exclusiva, por los procesos políticos que
van adentrándose en sus vidas cotidianas. Estas transformaciones pueden llegar a
trastocar las formas de relacionarse, de interactuar, los roles desempeñados por
cada uno y traer consigo rupturas o cohesiones que son vividas emocionalmente,
dándole al conflicto político otras aristas más allá de lo “propiamente político”, aristas

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

emocionales, culturales, relacionales, las cuales adquieren importancia para los


propios procesos y los sujetos que los viven.

Estos procesos políticos, de lucha, resistencia y conflicto, no están


contenidos en el espacio geográfico que sería identificable con –en este caso- la
huelga, sino que trastocan los espacios, diluyen las fronteras del conflicto político,
desde las escalas micro hasta las macro. El conflicto, la lucha y la resistencia se
trasladan hacia lo familiar, hacia los vecindarios, hacia las relaciones familiares y
comunitarias y llegan –por lo menos en estos casos- a la región. En estas escalas
de la vida social el conflicto se hace presente con tensiones propias y diversas.

Podemos observar que los procesos de lucha transforman –en diversos


sentidos- a los sujetos que están relacionados en ellos. Vania y María Luisa, son
ejemplos de esto, relatan transformaciones individuales y colectivas a partir de la
huelga y la cooperativa. En este transcurso se construyen conscientemente en
relación a lo colectivo que adquiere importancia en sus relatos, trastocan el tiempo
y a sí mismas, insertándose en un “nosotros” al que jalan hacia ellas, amalgamando
lo personal y lo colectivo, como símbolo del propio proyecto cooperativista,
situándolo como un eje central que va apareciendo en el relato, en ocasiones
difusamente y que se va haciendo contundente, para ellas y para la cooperativa
proyectada a futuro.

Hasta aquí hemos podido –a partir de los relatos de dos jóvenes


cooperativistas- observar ejemplos de memorias de cooperativistas de recién
ingreso, quienes por un lado vivieron el conflicto de la huelga más allá de la huelga,
pero que se insertan a partir de su presente como cooperativistas en la historia de
sus padres como huelguistas, y la hacen parte de ellas mismas; hemos podido
observar cómo el conflicto laboral, jurídico y político que significó la huelga se
extiende como ondas, alcanzando otros espacios y relaciones sociales que pocas
veces son considerados en los conflictos políticos y sociales, y los trastocan, y
empujan transformaciones que se pueden dar en lo colectivo y también en lo
individual, haciendo que lo colectivo adquiera mayor presencia en sus relatos,
donde el “nosotros” es el pronombre de enunciación para ellas como sujetas

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

cooperativistas, en el que se asoma también el eje central del cooperativismo, que


es la concepción colectiva del trabajo de la que ya a mediados del siglo XIX hablará
Proudhon, para entender al trabajo.

A partir de estos relatos podemos observar la relación específica que se


generan desde las sujetas con el trabajo, cuestión que aparece constantemente
entre los y las cooperativistas, donde el trabajo de uno, no está desligado del trabajo
de los otros, donde lo colectivo del trabajo adquiere una fuerza importante para
entenderse como trabajadores cooperativistas, y para entender el trabajo mismo, lo
cual es importante, no sólo para la subsistencia del proyecto cooperativista, sino en
general para entender el trabajo como actividad humana. Si bien, está noción no es
exclusiva de proyectos cooperativistas, pues también se encuentra en otros
contextos laborales, la naturaleza del proyecto cooperativista le hace adquirir una
fuerza especial, sin la cual no se explica a sí mismo, y desde la cual, las y los sujetos
cooperativistas no se conciben, ni a sí mismos, ni a su trabajo.

También podemos observar, cómo esta memoria toma un papel importante


en cuanto a cómo cada sujeto se adscribe al proyecto de la cooperativa, y cómo se
entienden dentro del mismo y se desenvuelve. No será lo mismo, si el nuevo
cooperativista no tiene tan vividos y sentidos recuerdos de la huelga, de la
cooperativa, por lo que su memoria adquiere una fuerza política que forma parte de
cómo cada sujeto cooperativista entiende a la cooperativa y a sí mismo.

2. Las memorias de los viejos cooperativistas

Las memorias de Vania y de María Luisa son ejemplos de memorias jóvenes


cooperativistas, de dos mujeres de recién ingreso, ambas hijas de huelguistas que
vivieron la huelga y la formación de la cooperativa desde el seno familiar, y que se
adscriben a la historia de sus padres y el resto de obreros que vieron cerrada la
fábrica en diciembre del 2001, que hicieron suya esa historia previa a su ingreso
como cooperativistas. Sin embargo, hemos insistido como dice Elizabeth Jelin
(2002) en que es más pertinente hablar de las memorias, en plural, pues son parte
de un proceso social como señala Le Goff (1991), es decir, son parte de procesos
vivos, que no son sólo recuerdos, sino cómo estos recuerdos son dotados de

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

sentido, para trabajar sobre el presente (Jelin, 2002) y se vuelven parte de lo que
constituye los sentidos de identidad individuales y colectivos (Le Goff, 1991).

En la chamba

Así en el caso de las memorias cooperativistas, estas son diversas, mucho


más de lo que alcanzaremos a ejemplificar aquí, y presentamos sólo ejemplos de
estas memorias para dar cuenta de su diversidad, al menos de las principales. En
este sentido, a parte de las memorias jóvenes, es necesario ejemplificar las
memorias de los cooperativistas fundadores, padres de muchos y muchas quienes
hoy trabajan en esta cooperativa. Tampoco pretendemos aquí un relato cronológico
de la historia de la huelga, pues ya hemos dicho que este trabajo ya ha sido
realizado anteriormente, y más bien seguimos en nuestro objetivo de mediante
algunos relatos de las memorias cooperativistas, ejemplificar su diversidad y poder
asomarnos a entender cómo estas adquieren relevancia para la cooperativa y sus
sujetos.

Para esto tomaremos los relatos de cuatro compañeros cooperativistas,


todos ellos, ex-trabajadores de Euzkadi desde los años 70s, y miembros fundadores
de TRADOC. Ellos son Alberto Sermeño Aguayo, quien entró a Euzkadi en 1979 y
actualmente tiene la comisión de la Secretaria de Previsión Social de la cooperativa;
Francisco Javier Ramírez Márquez, mejor conocido por todos como “Panchito”,
quien entró a Euzkadi en 1978, y actualmente, ya jubilado, trabaja voluntariamente
como responsable de los Archivos Histórico, Técnico y Tecnológico, tanto del

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

sindicato, como de la cooperativa y la empresa, además de ser responsable de


ciertas partes de los cursos de inducción que les son dados a los nuevos
cooperativistas; Héctor Manuel Velázquez Becerra, quien ingresó a trabajar en
1975, y actualmente se encuentra ya jubilado; y Ricardo Vázquez García, quien
ingresó alrededor de 1976 a la Euzkadi, y actualmente trabaja en el área de
Seguridad Industrial, específicamente en el área del Sistema contra Incendios de la
fábrica.

2.1.- La vida y el trabajo

De los 587 obreros que resistieron la larga huelga de Euzkadi para conformar la
cooperativa fundadora, muchos de ellos llevaban años trabajando en la fábrica
cuando la Continental decidió cerrar la fuente de trabajo para doblegar al sindicato
e implementar modelos flexibles de trabajo. Estos trabajadores llevaban ya una
larga historia en relación con este trabajo, y por lo tanto, la etapa de sus vidas que
trabajaron en Euzkadi adquiere una fuerte relevancia, pues representa en muchos
casos la mitad de su vida laboral, en la que aprendieron a trabajar y en la que fueron
creciendo como trabajadores.

Entrar a trabajar a la Euzkadi era algo importante para ellos, por un lado,
porque en la región era de los trabajos mejor pagados, pero además porque trabajar
en esta fábrica significaba alcanzar un estatus –no sólo económico- por el renombre
de la empresa. El camino para ingresar era mediante la recomendación de algún
otro trabajador, quien mediante el sistema de escalafón y la fuerza del sindicato,
permitía a cada trabajador, llegado su turno, proponer a uno nuevo, por lo general,
parte de su familia, sus compadres o amigos, o bien vender su pase a alguien
interesado en ingresar.

“Yo entré por recomendación de un pariente, un tío mío al área de limpieza, lo que
pasaba es que alguien de adentro, o sea que un trabajador cuando le tocaba su
turno, pues podía recomendar a otro, o incluso vender su pase a alguien, porque
era muy valorado poder entrar aquí, todos querían entrar porque además de la paga,
pues como que era decir “yo estoy en la Euzkadi”, y pues eso era mucho, porque
era de las empresas más grandes de aquí en ese entonces. Antes teníamos un área

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

de limpieza y ahí empezábamos todos a trabajar y depende de los Departamentos


donde te iban ocupando pues ibas escalando” (Ricardo Vázquez García, enero
2018).

El camino de ingreso a la fábrica es señalado comúnmente en un sentido de


“escalar”, pues todos ingresaban al área de limpieza y con el tiempo, de acuerdo a
las necesidades de las diferentes áreas de producción y mediante el aprendizaje de
los procesos de producción, los obreros iban buscando moverse de área en área,
hasta encontrar el área de mayor agrado para cada uno.

“Entré a limpieza, todos entrabamos así, me tocó entrar a lavar baños y un mes
después me mandaron al departamento de molinos y bamburi (…) ahí duré
alrededor de un año, dos años y de ahí me fui a hacer prueba a llantas y ahí me
quedé de ensamblador de llanta en máquinas programadas, máquinas 75 de
camión, hacía llantas de camión” (Alberto Sermeño Aguayo, abril 2017).

Este transcurrir por diferentes áreas de producción, hasta quedarse


finalmente en una de ellas es común entre los viejos obreros de la Euzkadi, pues el
modelo de organización del trabajo les implicaba este recorrido y a partir de su
aprendizaje e interés, podían buscar hacerse de un puesto en las áreas de
producción. Esto por un lado sí hace referencia a una cuestión salarial y de estatus
como trabajador, pero también de la relación intrínseca del trabajador con el
aprendizaje43. Escalar implicaba observar a los obreros más experimentados,
hacerse una idea del proceso de producción, aprender a conocer o “sentir” las
máquinas, abrevar de ellos, para un día poder competir por un puesto en un área
de producción y de ser necesario –a partir de sus intereses- seguir aprendiendo,
conociendo otros procesos de la producción, hasta llegar a un puesto deseado y
satisfactorio para ellos.

“Posteriormente, como a los tres meses, cuatro meses me mandan al área de


bamburi, conocí el procedimiento de la transformación del hule, los compuestos que
llevan, las ciertas medidas, los ciertos compuestos que llevan, cómo se podría decir,
para los procesos diferentes de la llanta vamos, porque son hules diferentes,

43
Abundaremos al respecto de esto en el siguiente capítulo.

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

compuestos diferentes que se utilizan. Posteriormente de ahí del bamburi me


mandan a tubuladora, que era la tubuladora 10x10 donde se hacia el recubierto o el
piso de la llanta y pues uno va aprendiendo a sentir las máquinas, a conocerlas
pues, así conociéndolo el trabajo, ahí estuve menos del año y después me mandan
a construcción de llantas, pero siempre era ir aprendiendo, uno observaba a los que
trabajan en las máquinas, se arrimaba a ellos para aprenderles, miraba qué hacían,
cómo hacían, conocía las máquinas, primero viéndolos trabajar, y pues sí tú querías
escalar, pues ponías atención y cuando se abría la oportunidad pues competías por
llegar a otro puesto o a otra área, y ya llegabas y pues ya tenías que aprender a
sentir tu máquina, o sea que pos a conocerla pues, y así hasta que llegabas a donde
te sentías cómodo, donde te enseñabas a trabajar y te gustaba, entonces ahí pues
ya te quedabas” (Héctor Manuel Velázquez Becerra, diciembre 2017).

Aprender a trabajar, para ellos era –y sigue siendo- importante, pues por un
lado les implicaba poder moverse en las diferentes áreas de producción y adquirir
un estatus fuera y dentro de la planta, pero además un crecimiento como trabajador,
lo que implica tener más conocimiento del proceso de producción de la llanta, así
como una mayor experiencia en su máquina y su paso.

“El trabajo siempre ha sido pesado pues, en las diferentes áreas, yo trabajé en
construcción de llantas haciéndole llanta de camión que anteriormente se construía,
era un trabajo pesado, la llanta era pesada, pero nos gustaba pues, nos gustaba
porque rendía, el trabajo lo sabíamos hacer y pues, remunerado, pues con mayor
razón, o sea, que a uno le gustaba trabajar aquí, porque por un lado afuera había
un reconocimiento de “mira él es de la Euzkadi”, pero adentro también, porque pues
por ejemplo, si uno llegaba a ser llantero, pues era como lo máximo, no sólo por el
pago, que era de los mejores, sino porque para llegar a ser llantero era que ya había
pasado por muchas áreas y habías aprendido mucho, sabías trabajar muchas
máquinas, porque así llegabas a ser llantero, no es que fuera regla, pero así
crecíamos todos, ibas aprendiendo cada vez más de lo que era producir una llanta,
ibas conociendo los procesos desde el principio, aprendías a usar en tu camino
diferentes máquinas, y ya cuando llegabas a llantero es porque ya habías pasado
por todo eso, entonces el que era llantero pues ya tenía su reconocimiento adentro,
porque ya habías aprendido mucho” (Héctor Manuel Velázquez Becerra, diciembre
2017).

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Los años de trabajar en Euzkadi quedan en su memoria como algo positivo,


que les implicó ser lo que hoy son como trabajadores, aprender a trabajar, en el que
trascurrieron muchos años, por lo que mantienen un sentido de identidad con su
pasado como obreros de Euzkadi, haciendo que esta etapa de su vida quede
marcada como positiva “a pesar de cómo terminó la historia de Euzkadi”.

“Fíjate que a pesar de cómo terminó la historia de Euzkadi, o sea, de cómo


terminamos nosotros con la empresa, yo tengo buenos recuerdos de la empresa,
porque el problema se podría decir, pues que el problema grave fue al final, aunque
sí había descontentos y todo, como en todo, lo feo pues fue el final, cuando nos
cerraron la fábrica, pero yo no sé pues, pero sí recuerdo con cariño a Euzkadi, con
todo y todo, porque, pues se puede decir que pues ahí es donde nos formamos, ahí
pues fuimos aprendiendo a ser lo que somos, ahí aprendimos a trabajar la llanta, las
máquinas y todo, yo era joven cuando entré y casi todos pues, éramos chamacos,
y ahí pues fuimos aprendiendo, fuimos creciendo, o sea que como que vivimos ahí
con la Euzkadi, y por eso le tengo cariño, porque pues ahí empecé, de ahí pude
darle lo que le di a mi familia hasta que cerró, de ahí conocí a muchos compañeros
con los que hoy somos familia, entonces pues sí, la historia terminó como terminó,
y ahora somos otra cosa, creo que mucho mejor que si hubiéramos seguido siendo
Euzkadi, pero eso es aparte, no quita el cariño que le podemos tener a todo lo que
significó esta empresa en ese momento, ahí yo aprendí a amar mi trabajo, y eso es
mucho, no es poco, y por eso” (Héctor Manuel Velázquez Becerra, diciembre 2017).

Durante su historia en Euzkadi, en sus relatos es común que aludan a tenerle


cariño a esa empresa, que señala cómo en su memoria toma importancia positiva
haber trabajado, por lo que les permitió como trabajadores, enfatizando por un lado
la posibilidad de mantener a sus familias, y por el otro, ser –y para ellos en este
caso esto implica aprender- los trabajadores que hoy son. Este orgullo que su etapa
de obreros de la Euzkadi les imprime, se relaciona en gran medida con su orgullo
de ser trabajadores, que de igual manera entra en relación con saber trabajar.

“Es que ahí en Euzkadi, pues, ¿cómo te podría explicar?, pues ahí nos hicimos
trabajadores pues, ahí aprendimos este oficio que tenemos, porque somos llanteros,
y sí, ahora somos una cooperativa y eso lo hace mucho mejor, pero no podemos
olvidar que fue en esta misma fábrica cuando era Euzkadi donde nos hicimos y nos

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

enseñamos a ser lo que ahora somos pues, o sea que ahí aprendimos a trabajar,
ahí aprendimos a manejar las máquinas y los procesos, ahí pues nos hicimos como
trabajadores y eso no lo puedo olvidar, entonces cómo que sí, a pesar de lo que
ocurrió al final, pues yo sigo recordando Euzkadi como con cariño, o sea, no sé si
me dé a entender, no es que yo prefiera volver a como era en Euzkadi, esto que
tenemos ahora es mucho mejor, pero sí que no puedo negarte que con todo y todo
lo que ocurría en Euzkadi, porque había sus problemas pues, yo recuerdo como con
cariño el nombre de Euzkadi, no el de Continental, o sea, no al patrón, sino el
nombre, porque nosotros éramos Euzkadi, el dueño es otra cosa, pero nosotros los
trabajadores éramos Euzkadi y ahí es donde nos enseñamos a ser trabajadores, o
sea que ahí nos hicimos pues, aprendimos pues, eso quiero decir” (Ricardo Vázquez
García, enero 2018).

Ellos señalan que este orgullo y sentido de identidad con Euzkadi, más que
con la empresa o con el patrón, es en relación con su historia y su trabajo y también
señalan los problemas que surgían en la empresa, que causaba descontentos entre
los obreros, que más allá del conflicto final, en el que la Continental intentó
implementar una serie de medidas de flexibilización laboral, para dar por terminado
por los hechos las prestaciones y condiciones laborales ganadas y expresadas en
el Contrato Ley, y que se relacionaban con medidas de movilidad obrera.

“Por ejemplo que mi máquina se descomponía o me mandaban a otra máquina que


no fuera a 75 y pues yo no me quería ir porque mi clasificación era ensamblador en
máquinas programadas 75 y no me iba a otra porque ahí era mi clasificación,
específicamente ahí era mi trabajo (…) cuando no había material o cuando estaba
fuera de programa e intentaban cambiarnos a otros tipos de máquinas, a las radiales
de camión, a las radiales, ya sea en máquinas 88, las 72 y no nos íbamos porque
estábamos de camión, pos mi clasificación me avalaba, y eso hacía los dimes y
diretes, jalones y estirones más como de siempre, y pos a veces nos íbamos y a
veces no nos íbamos, y ese era uno de los pleitos más comunes, de irse o no irse,
ese era el pleito” (Alberto Sermeño Aguayo, abril 2017).

Esto, referente a mover a los trabajadores de sus pasos es señalado como


uno de los problemas más comunes en el día a día del trabajo en Euzkadi, junto a
esto, señalan que otro problema cotidiano tenía relación con la forma de trabajar, y

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

esta reflexión no se puede entender si no se parte de la forma en que trabajan


actualmente en la cooperativa, en retrospectiva, al respecto se puede observar el
descontento con que ahora observan la fragmentación del trabajo, en referencia a
cómo entienden su trabajo bajo el régimen patronal frente a cómo lo entienden en
la cooperativa, en el que se asoma un aspecto fundamental para ellos que
contrapone el modelo cooperativo frente al modelo patronal. Aunque esta reflexión
implica un observar su trabajo en Euzkadi en retrospectiva, es importante considerar
esta fragmentación del trabajo y del proceso, como un elemento que genera hastío
entre los trabajadores.

“No era muy agradable porque era muy egoísta, cada quien hacia su trabajo y lo
demás no importaba, era mi trabajo, mi trabajo, mi trabajo y yo encerrado en mi
trabajo y lo demás no, me valía gorro, individualmente yo era mi trabajo y lo demás,
cada quien a rascarse con sus uñas, casi así con los compañeros. (Alberto Sermeño
Aguayo, abril 2017).

También hacen referencia hacia la relación con los encargados y gerentes


con los que interactuaban en Euzkadi, lo cual señala cómo la dinámica de separar
abismalmente a los trabajadores de producción de los mandos operativos, vuelve
ríspida la relación, en constante tensión y fricción, lo que va generando un
descontento por parte de los obreros, que va generando una dinámica de hastío y
desgana frente al trabajo.

“Con los encargados era pleitos (…) a veces hasta decía uno “voy a trabajar” casi a
fuerzas, “ya voy a ver a este cuate el supervisor y voy a peliarme con este cuate,
porque no hay material o porque va a faltar esto y va a quererme mandar a otro
departamento a otra máquina y no voy a querer ir y van a empezar los pleitos” y era
lo que uno pensaba cuando iba a venir a trabajar ahí en ese tiempo” (Alberto
Sermeño Aguayo, abril 2017).

En relación a lo anterior, es posible observar cómo los obreros se sienten


descontentos cuando sus superiores, supervisores o gerentes, no les toman en
cuenta frente a problemáticas del día a día, la separación entre producción y
organización de la producción se traduce, para los obreros en un menosprecio a su
conocimiento y capacidad, lo que se vuelve fuente de descontentos cotidianos.

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

“Es que antes, digamos… no es que ahora no tengamos gerentes, sí tenemos, ya


no tenemos supervisores, ahora tenemos Coordinadores, pero la diferencia no es el
nombre en sí, porque el nombre que se les dé es lo de menos, lo que hace diferente
es cómo se daba la relación con estos… digamos superiores, porque antes, pus
nada que te tomaban en cuenta para nada, tú, ellos pensaban que tú como
trabajador no valías más que para apretar un botón o echar a andar la máquina o
cargar y así, pero sí había un problema, pues tú, no te tomaban en cuenta y eso es
cómo que tú que eres el que está día a día con la máquina, el que la conoce, el que
la siente, el que sabe cómo es el trabajo así en vivo y no en teoría, cómo si todo eso
de nada valiera, cómo si no supieras, cómo sí todo lo que uno como obrero sabe y
aprende pues no fuera importante, entonces cómo que te hacían menos, y eso no
se siente bien, enoja, porque mira, tú eres obrero y conoces las máquinas, sabes
cómo suenan, sabes cómo se mueven y entonces, pues claro que uno tiene mucho
que decir, porque ellos saben en teoría pero no en práctica pues, y entonces es
como hacerte menos a todo lo que eres, y eso a mí, y no sólo a mí pues, me enojaba
siempre, porque creían que ellos por su título y por su puesto sabían más que uno,
aunque luego no supieran nada, entonces eso pues, es feo lo que voy a decir, hasta
como que te quita las ganas de trabajar, porque resulta que no sabes, que no
conoces, y pues eso también eran pleitos en Euzkadi, que no te tomaban en cuenta,
no te escuchaban, el obrero para ellos no es más que como una máquina más, y
pues no, uno como obrero, sabe, conoce, pues es trabajador y conoce bien el
trabajo, la máquina y todo, y eso lo hacen menos cuando no te toman en cuenta”
(Héctor Manuel Velázquez Becerra, diciembre 2017).

Además de estos descontentos cotidianos, también se daban en Euzkadi una


serie de conflictos más formales, que si bien no eran del día a día, sí mantenían
relación estrecha con estos. Estos conflictos se expresaban en las negociaciones
durante la revisión de las condiciones laborales, así como frente a la implementación
de dinámicas laborales que rompían con lo establecido en el Contrato Ley.

“Antes hubo intentos por reducir las condiciones de trabajo del Contrato, eso es lo
que se peleaba en la revisión de Contrato. Ellos tenían una estrategia, tenían
varias, pero una especial era despedir trabajadores para obligar por medio del
chantaje a una negociación al precio que ellos quisieran. Por ejemplo, a mí me
despidieron junto con otros compañeros en el 95, entonces, cuando yo estoy

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

despedido, fuimos 74 compañeros los que salimos, entonces iniciamos una lucha
para rescatar nosotros nuestro trabajo (…) Fue una táctica política que tenía que
ver con la revisión contractual anual, era parte de ese sistema sucio que tenían las
empresas: te voy a sacar trabajadores, pero a cambio de reinstalártelos te voy a
dar una prestación o te voy a hacer el favor de respetarte x artículos del Contrato
Ley, en fin, era el chantaje, como un secuestro para negociar lo que yo quiero al
precio que a mí me conviene. Con esto le quitaban la atención para lograr mejores
conquistas, mejorar en prestaciones, en incremento salarial, engrosar de alguna
manera el Contrato Ley, entonces en la práctica era un secuestro de contrato para
negociar al precio que ellos quisieran, ese era el sistema del estira y afloja entre la
relación obrero-patronal” (Francisco Javier Ramírez Márquez, enero 2017).

Hasta aquí, podemos observar cómo en la memoria de los ahora


cooperativistas se da sentido a la experiencia mientras fueron trabajadores de
Euzkadi, en la que es notable la fuerte significación que adquiría poder ingresar a
esta empresa, un tanto por la cuestión económica, pero también más allá de ésta,
así como el proceso que todos los obreros tenían que transcurrir desde su entrada
hasta irse acomodando en los puestos en los que estuvieron hasta el cierre de la
fábrica. También podemos observar lo que para ellos implica ser trabajador y su
relación con un proceso de aprendizaje y conocimientos, no sólo sobre su área de
trabajo específica, sino sobre el proceso de producción, que adquirían en su recorrer
áreas de trabajo escalando de acuerdo a sus capacidades.

También es relevante observar cómo recuerdan Euzkadi, más allá de los


conflictos cotidianos y no cotidianos durante la revisión contractual, en la que
podemos identificar su sentido de identidad con el nombre Euzkadi, en relación a
su propia historia personal y su volverse trabajadores, en el que resalta la relevancia
de los conocimientos que ellos iban adquiriendo para hacer su trabajo, es decir, con
su capacidad, así como los conflictos derivados del menosprecio a esa capacidad,
lo cual se traduce en una afrenta en contra de su ser trabajadores.

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

2.2.- Perder el trabajo: ver derrumbarse tu vida

Solución a la huelga

Previo al cierre de Euskadi, recuerdan los ahora cooperativistas, el clima en la


fábrica se tornaba extraño, debido a los rumores constante que esparcía la patronal
sobre posibles reducciones de personal, paros técnicos, así como la amenaza
velada del posible cierre de la fábrica, sin embargo ellos señalan, nunca creyeron
se materializaría, y muchos lo consideraban una las estrategias acostumbradas que
se implementaban durante la época previa a la revisión contractual.

“Es que nunca nos imaginamos que fuera a hacer realidad lo que decían, venían
diciendo desde antes que quesque iba a cerrar la fábrica, que según iban a reducir
la planta, pero en rumores, pero pues es que siempre decían o hacia algo así cuando
se acercaba el tiempo de revisión de contrato, era, ahora entiendo, una amenaza
para nosotros, era como decirnos “o aflojan o cerramos”, pero en ese tiempo, pues
eso, pensábamos que eran sólo rumores como siempre, nunca llegamos a imaginar
que cumplirían, y creo que ellos no llegaron a imaginar que nosotros lograríamos
aguantar como aguantamos” (Héctor Manuel Velázquez Becerra, diciembre 2017).

El conflicto estaba latente desde meses antes, cuando la Continental


comenzó a implementar de facto una serie de dinámicas laborales que implicaron
para los trabajadores una amenaza en contra de sus condiciones laborales ganados
y acordados en el Contrato Ley, con vistas a imponerlas en la futura negociación
contractual.

“La táctica de la empresa fue bajar la producción de la planta, argumentando que


era caro el Contrato Ley (…) entonces ellos buscaban dentro de ese convenio de
productividad que ya estaba implementado, modificar los estándares de producción,

128
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

eran varias propuestas o ideas que traían, era trabajar 12 horas diario, trabajar
cuatro días, descansar tres; eran varios esquemas que ellos planteaban de
diferentes formas, pero en todos ellos era el desconocimiento del Contrato Ley, era
bajar los salarios de los trabajadores, todas las prestaciones ya no las querían
reconocer, era empezar prácticamente como una empresa, un outsoursing, con
personal indirecto” (Francisco Javier Ramírez Márquez, enero 2017).

Ante estas medidas implementadas, que anunciaban la flexibilización laboral


en Euzkadi, como estaba ocurriendo en otras empresas de la Coalición de
Empresas del Hule, en las que el Contrato Ley venía siendo desmantelado por las
patronales y los sindicatos charros, el Sindicato de Euzkadi, con su entrante Comité,
en manos de la corriente Roja, empujo el camino de la defensa de las condiciones
de trabajo y del Contrato Ley, intentando negociar con la empresa.

“La postura de nosotros, del nuevo sindicato, de la corriente roja, fue “vamos a
renegociar lo que se tenga que renegociar del Contrato Ley, pero me vas a
demostrar a mí con pruebas irrefutables por qué razón tenemos que modificar esos
esquemas de trabajo establecidos, entonces si tienes pruebas, demuéstramelo”.
Ellos decían que estaban a la quiebra, incluso con amenazas a nosotros “la empresa
está en quiebra y va a cerrar”, “bueno, hay un proceso para la quiebra, haz tu estudio
y preséntaselo al sindicato y demuéstramelo que estas en quiebra, pero nada más
porque a ti se te antoja ya no vas a reconocer el Contrato Ley, yo no lo voy a aceptar”
(Francisco Javier Ramírez Márquez, enero 2018).

Vislumbrar el conflicto fue lo que llevó a los trabajadores a elegir a miembros


de la corriente Roja para el Comité Sindical, frente a los de la conocida como
corriente “Guadalupana”. Estas corrientes, representaban posiciones políticas
diferentes y divergentes dentro del Sindicato de Euzkadi. Mientras que los
conocidos como “Guadalupanos” mantenían acuerdos con la patronal para
permitirles implementar su planes para reconfigurar el esquema de trabajo, los
llamados “Rojos”, ligados ideas socialistas, planteaban la defensa del sindicato y de
las condiciones de trabajo ganadas. En julio del 2001, en las elecciones sindicales,
debido a las políticas del Comité anterior -en mano de los “Guadalupanos”-, llevó a
la mayoría de los obreros a elegir a los miembros de los “Rojos” para el Comité,

129
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

comenzando proceso de negociaciones con la patronal que antecedió al cierre de


la fábrica.

“Los “Guadalupanos” obviamente estaban a la orden del patrón, mientras que la


corriente Roja obviamente era la otra cara de la moneda y es donde surgen esas
fuerzas opuestas que se contrapuntean toda la vida (…) entonces tenemos una
etapa de negociación donde la empresa quería prácticamente despedazar el
Contrato Ley, pero lógicamente con el Comité que nos antecede, prácticamente le
dio todo a la empresa en charola de plata para hacer lo que ellos pretendían, vamos,
entonces cuando llegamos nosotros la respuesta categórica fue: “Vámonos
sentando a platicar y vamos viendo qué no funciona y de qué manera lo podemos
solucionar” (Francisco Javier Ramírez Márquez, enero 2017).

La posición férrea del nuevo Comité Sindical, fue apuntalando la confianza


de los obreros en ellos, que durante la huelga se fortaleció, debido a la integridad
de sus miembros.

“Yo nunca me había acercado al sindicato, nunca, nunca, la verdad yo siempre fui
mis ocho horas de trabajo, era muy dedicado a mi trabajo, yo me dedicaba a mi
trabajo, yo sí, me invitaban compañeros, pero la verdad nunca… nunca me llamó la
atención a estar dentro del sindicato, o a estar dentro de comisiones, ni nada. Sí me
simpatizaban muchos compañeros y me invitaban también “oye vente”, no pues le
dije “no, la verdad, yo a mi trabajo” yo siempre fui muy dedicado ahí, pero uno veía
cómo se comportaban ellos y pues uno iba agarrándoles más confianza, porque se
veía pues que la merecían, aunque uno nunca se hubiera acercado a eso de
comisiones ni nada de eso, pero pues te digo, se veía que podíamos confiar en ellos,
después con la huelga esto fue contundente, pero antes pues sí tenían nuestra
confianza de hacer lo que se supone que deben hacer los sindicatos, y sí, lo hicieron,
desde que entró el comité nuevo en ese momento, se veía que sí iban a
defendernos, que iban a estar al pie del cañón” (Héctor Manuel Velázquez Becerra,
diciembre 2017).

En la memoria de los ahora cooperativista, la mayoría de ellos hacen hincapié


en la confianza que el Comité que entró justo antes del conflicto se ganó a partir de
sus posiciones, incluso cuando muchos trabajadores no participaran activamente
en cuestiones sindicales, sí avalaban al Comité y confiaban en su gestión para la

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

negociación, defendiendo a los trabajadores. Este factor se volvió más relevante


durante la huelga, y sigue teniendo importancia en la vida de la cooperativa, incluso
entre algunos socios que aceptan no simpatizar con este grupo interno -que asume
un importante papel en la cooperativa- reconocen que no se les puede señalar de
corruptos, ni de aprovecharse de sus puestos en la cooperativa.

La posición clara del Comité Sindical que entró en julio del 2001, que se
mantuvo durante los meses en que se entablaron negociaciones con la patronal, si
bien no fue intransigente, en el sentido de no estar dispuesto a negociar aspectos
del Contrato Ley que fueran aceptables y necesarios para un buen acuerdo entre
ambas partes, sí fue irreductible a aceptar las intenciones de la patronal, que
después de meses de negociación, llevó a la Continental a decidir el cierre unilateral
de la fábrica. Junto a esto, es necesario decir que la importancia de la planta del
Salto, respecto a las otras plantas de Euzkadi fue creciendo con los años, debido al
adelgazamiento de las plantillas laborales de las plantas uno, dos y tres, al punto
que al momento del cierre, la planta cuatro era la más importante de la empresa a
nivel nacional, y por lo tanto los trabajadores de ésta adquirieron mayor fuerza
dentro del sindicato.

“Las pretensiones de ellos eran tajantes, el Contrato Ley era muy caro para ellos,
entonces se requería hacer una transformación radical que de hecho, que hay que
decir que esta planta se operaba con otras condiciones de producción a diferencia
de las otras plantas (…) aquí la planta arrancó en las condiciones que le dio la gana
(…) y con el tiempo, fueron enviando la producción para esta planta, al punto que
se volvió la más importante de las plantas de Euzkadi, cuando cerró aquí, allá en
México ya sólo eran bodegas, ya habían reducido todo allá (…) y entonces como el
Comité se negaba a aceptar las propuestas de ellos, porque todas implicaban
acabar con el Contrato Ley, es que ellos deciden cerrar la fábrica en diciembre (…)
nosotros le exigíamos “demuéstrame que lo que dices es verdad” porque no íbamos
a aceptar así porque sí sin pruebas irrefutables (…) y por ese motivo es que la
fábrica sigue en operaciones hasta diciembre” (Francisco Javier Ramírez Márquez,
enero 2017).

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

La decisión patronal de cerrar la fábrica, si bien, estaba anunciada con


anterioridad en las constantes amenazas durante las negociaciones, los
trabajadores no esperaban que ocurriera cómo ocurrió a mediados de diciembre del
2001, dejando a más de 1,000 trabajadores sin trabajo un domingo, lo que ya hemos
visto, atravesó a los trabajadores, llevándolos a emprender una larga lucha de
huelga, que no esperaban fuera tan larga.

“Cuando cerró la fábrica fue una cosa que no se lo deseamos a nadie, yo recuerdo
perfectamente que fue un domingo, que estábamos en una comida, yo tenía que
trabajar al otro día temprano (…) y… nos avisan que la planta la habían cerrado, fue
un golpe muy duro, nos avisan los mismos compañeros, de vecinos de el Salto y por
teléfono, vía telefónica obviamente los de la… los del sindicato (…) me avisaron que
había cerrado la planta y que el Secretario General Jesús Torres se había ido a
México y que nos ocupaban en las oficinas sindicales para ver que íbamos a hacer,
hacer un plan de resguardo en la planta” (Alberto Sermeño Aguayo, abril 2017).

En los relatos de las memorias de los entonces trabajadores de Euzkadi,


podemos observar, a diferencia de los relatos de las jóvenes cooperativistas que
vivieron este suceso desde la esfera familiar, que lo enuncian desde otro punto, si
bien, relatan haber estado en sus casas, el centro de su relato gira en torno al
trabajo, y aunque las emociones aparecen en él, discurre directamente en torno al
conflicto laboral.

“Cuando cerraron la fábrica, pues me sentí mal, imagínate, yo me quedé con 2,000
pesos en mi bolsillo, yo estaba fincando mi casa, la estaba arreglando, entonces
pues todo lo que me habían dado de aguinaldo y eso, como yo lo debía en la caja
de ahorro, pues me lo descontaron, entonces, pues para mí fue una cosa muy fuerte
de que “y ahora que voy a hacer, qué vendrá en seguida” y eso, pues es una cosa
que sí, te afecta mucho emocionalmente, pero bueno, ya me guardé la cosa, y ya
hablé con mi familia y mi esposa se puso muy triste, porque ya se oía, se oía ya, se
murmuraba que esto iba a cerrar” (Héctor Manuel Velázquez Becerra, diciembre
2017).

En sus relatos se refleja la tristeza y la desesperación ante la situación, pero


inmediatamente relatan la acción que emprendieron, y este aspecto se vuelve

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

importante, pues les permite sentirse acuerpados en el sindicato, lo cual es un factor


que los lleva a emprender la larga lucha y a resistir a pesar de la desesperación que
significaron los años de huelga.

“Nadie nos lo esperábamos, nadie, yo pienso que a nadie. Cuando dicen que se
cerró la planta se nos vino el mundo abajo a la gran mayoría porque nadie lo
esperábamos, llegamos a la planta y comenzamos a organizarnos y a hacer
marchas, obviamente con el Sindicato por delante, el Comité Ejecutivo por delante
y nosotros respaldándolo, y a tocar puertas, emplazar a huelga y a empezar la lucha,
una lucha muy desigual, porque ellos tenían todo de su lado, y nosotros, pues
nosotros sólo nos teníamos a nosotros, fue como mirarnos con el mundo
derrumbado, pero pues teníamos que hacer algo, y pues el Sindicato, el Comité nos
iba guiando, pero tuvimos que hacer algo, y fue entonces, que, pues nos veíamos
haciendo, y eso daba fuerza, porque no es lo mismo ver que el Comité hace, a
vernos a nosotros con la necesidad de hacer, porque o le entrábamos o perdíamos
todo, entonces pues a hacer lo que nos tocaba, el Comité lo que le tocaba y nosotros
lo que nos tocaba, y pues veías a los compañeros haciendo, juntos, aunque luego
no estábamos juntos todos todo el tiempo, pero sabias que estábamos juntos como
trabajadores y eso daba fuerza pues” (Alberto Sermeño Aguayo, abril 2017).

En estos relatos resalta la importancia de “hacer” y cómo verse “haciendo”


se vuelve un elemento importante para ellos para dar la lucha, y es importante
señalar que el “hacer juntos” va más allá de estar juntos todo el tiempo, sino de
saberse juntos, haciendo cada quien lo que le corresponde. Este “saberse haciendo
juntos” reluce entre quienes se mantuvieron en la lucha, como un motivo para no
aceptar las liquidaciones.

“Es que, de un día para otro ves que te quedas sin nada, que el lugar donde
trabajaste 10, 20 años de pronto ya no se abre y te dicen así como si nada que ya
no va a abrir, pues imagínate qué se siente, imagínate qué es ver tu trabajo perdido,
pues es muy doloroso, y pues había que hacer algo, el Comité ahí tomo el papel
que le correspondía, cada uno a hacer lo que le corresponde, y pues todos a ver
que teníamos que hacer para enfrentar esto, porque no te puedes quedar parado
mirando, sí duele, pero había que hacer lo que había que hacer, a como podías
pues, pero pues eso, resguardar las puertas, esperar el trámite de la huelga, hacer

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

los turnos, no dejar que sacaran nada, pues eso, o actuábamos juntos o perdíamos
todo, y pues sí, todos actuábamos y actuábamos juntos, claro, el Comité nos dirigía,
porque ellos son los que sabían que se tenía que hacer en lo jurídico, y pues todos
a entrarle, aunque no quisieras le entrabas porque veías a tus compañeros entrarle,
y ahora que lo pienso, fíjate que creo que eso, aunque lo recuerdo con mucho dolor,
creo que es muy bueno, porque así es como te animas a no rendirte, cuando ves
que todos están jalando” (Ricardo Vázquez García, enero 2018).

Los primeros días después del cierre son recordados por los ahora
cooperativistas con una mezcla de tristeza, vértigo y también esperanzas de lograr
recuperar la fuente de trabajo, y en estos, la acción colectiva refuerza su sentido de
identidad como trabajadores de Euzkadi, que sí bien ya estaba presente, va
tomando mayor importancia para ellos.

“Los primeros días, creo que era cómo un remolino, que no sabías ni donde tenías
la cabeza, porque pues estábamos tristes, nos dolía mucho vernos así como
estábamos, pero también es que no podías quedarte parado, tenías que hacer lo
que tocaba, a veces creo que ni sabíamos qué hacíamos, el chiste era que hacíamos
porque había que hacer algo, el sindicato, los miembros del Comité pues ellos ahí
nos informaban y nos decían qué había que hacer, y formaron comisiones para
ayudarse con todas las tareas, y como que veías que éramos una misma cosa pues,
porque todos hacíamos, claro había quien no, pero la mayoría sí, y es en esos
momentos cuando te das cuenta que somos trabajadores, no sé cómo explicarlo, o
sea sabíamos que éramos trabajadores de Euzkadi porque todos los días
trabajábamos juntos, pero cuando cerraron, pues era diferente, porque veías que no
sólo estábamos juntos, sino que éramos juntos, no sé si me entiendes, es difícil
explicar, o sea que estábamos pues haciendo esto juntos de defendernos del cierre”
(Héctor Manuel Velázquez Becerra, diciembre 2017).

Estos momentos álgidos que son recordados vívidamente por los entonces
trabajadores de Euzkadi, sólo fueron los primeros de los 1,141 días que duró la
huelga, pero adquieren una importancia crucial para ellos, pues habla del día que
se les “vino el mundo abajo”, y también de una acción colectiva que les significó
fuertemente para entablar una larga lucha.

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

2.3.- Lo importante es el trabajo: resistir o perderlo todo

Resistir un día más que la Continental

En los relatos de los cooperativistas se muestra el papel que jugó el recuperar el


trabajo, como la reivindicación central de su lucha, por un lado, sí en el sentido
económico, ante el cierre de puertas del resto de las empresas del corredor
industrial del Salto debido a su afiliación al Sindicato de Euzkadi. En este sentido,
luchar por el trabajo, es una reivindicación concretamente económica, que los lleva,
conforme avanzo el tiempo, a colocar la lucha por el trabajo en primer plano.

“Pues ya cuando empezó a avanzar el problema, pues lo que queríamos nosotros


era el trabajo y el dinero no nos interesaba, queríamos el trabajo, porque veíamos
la situación laboral que estábamos viviendo en el ambiente de corredor industrial
que por ser parte de Euzkadi, simple hecho de haber sido trabajador Euzkadi ya no
te daban, ya no tenías cabida en ninguna empresa ¿entonces que íbamos a hacer?
Si no íbamos a tener trabajo en ningún lado, entonces es trabajar, hay que peliar
por el trabajo. Eso fue lo que se nos vino a la cabeza y lo que fue la idea de todos
en conjunto: peliar por la fuente de trabajo” (Alberto Sermeño Aguayo, abril 2017).

Luchar por recuperar el trabajo se volvió para ellos en el centro de su lucha,


y en un primer momento, claramente en referencia la preocupación económica de
contar con una fuente de ingresos que permitiera la sobrevivencia familiar, además,
jurídicamente, por cómo está planteado el derecho laboral, la reivindicación
135
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

formalmente tiene que plantearse en términos económicos y en la defensa del


puesto de trabajo, pero más allá de la cuestión económica concreta y de la formal,
en sus relatos se asoma otro sentido que toma la lucha por recuperar el trabajo, que
tiene más que ver con cuestiones emotivas y del sentido de lo que es el trabajo para
los trabajadores y su relación intrínseca con él.

“Es que obviamente que teníamos que luchar por recuperar nuestro trabajo, porque
de qué íbamos a vivir, por un lado nadie nos iba a dar trabajo, sólo por haber sido
trabajador Euzkadi nos cerraban las puertas de todas las empresas en el corredor
de aquí del Salto, no nos querían trabajando ahí, y pues uno tiene que comer y
mantener la familia y todo, entonces, pues luchar por nuestros trabajos fue la única
opción que teníamos enfrente, y esa la tomamos, bueno, también podíamos agarrar
la liquidación y tener dinero por un tiempo, como hicieron muchos, pero el dinero al
final no es tan importante como el trabajo, porque mira, del trabajo no sólo comes,
que sí, pero además, renunciar a nuestro trabajo, aceptar que nos lo quitaran, era
como dejar que te arrancaran una parte de ti, de tu vida, yo así lo pienso, porque
¿qué es un trabajador sin su trabajo?, pues nada, y entonces nosotros somos
llanteros, eso es lo que somos, y teníamos que luchar porque no nos quitaran eso”
(Héctor Manuel Velázquez Becerra, diciembre 2017).

Entender la importancia que para ellos adquirió el defender y recuperar su


fuente de trabajo nos ayuda, desde sus mismos relatos, a comprender su noción
del trabajo y su relación con éste más allá del sentido económico, que tiene que ver
con su sentido de identidad, su historia, sus conocimientos y capacidades como
trabajadores y como personas.

“Es que, pus teníamos que aferrarnos con mil uñas a que teníamos que recuperar
nuestro trabajo, ese era lo que teníamos en mente y lo que nos hizo no claudicar,
porque imagínate, yo tenía toda una vida de trabajar aquí, y así como yo, muchos
compañeros nos habíamos hecho aquí, ¡toda una vida!, cómo puedes aceptar así
tan fácil que venga alguien y te arrebate esa parte de tu vida, que te diga “ya no
más”, pues no tan fácil lo acepta uno, y yo lo pienso, yo aquí aprendí, me arrimaba
a ver, a aprender, fui aprendiendo y sería como perder todo eso que había aprendido
desde que entré” (Ricardo Vázquez García, enero 2018).

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

El trabajo adquiere sentido para ellos, en medida en que forma parte de sus
conocimientos, de sus aprendizajes y de su crecimiento como trabajadores y como
seres humanos, y lo dotan de una importancia vital, a partir de ser la actividad en la
que son conocedores y capaces, pero que además implica un proceso de
aprendizaje que los lleva a generar un conocimiento práctico que es parte del orgullo
por el trabajo y del sentido de identidad de los trabajadores.

“Uno ama su trabajo, porque uno se enseña trabajando, aprende, crece, porque
trabajar no sólo es apretar un botón, no, es conocer el proceso, la máquina, el paso,
y entonces uno va aprendiendo como trabajador y eso es importante aunque otros
no lo valoren, yo soy bueno en mi trabajo porque he aprendido y hago bien mi trabajo
porque lo amo y porque lo conozco y porque mi trabajo habla por mí, y entonces
imagínate que te lo quitan de pronto, es cómo si te quitaran tu vida creo yo, o no sé
si tanto así, pero sí más o menos pues, por ahí va la cosa, yo perdí mi brazo
trabajando en Euzkadi, en un accidente en una máquina, y volví a barrer y a limpieza
y eso, desde abajo otra vez, y pues se me dificultaba hacer muchas cosas, pero me
enseñé a hacer las cosas otra vez y busque la oportunidad de llegar a otra área, y
pues ahí me enseñé nuevamente y me clasifiqué en el área de Calderas, donde
estuve hasta el cierre de la fábrica, entonces aceptar perder mi trabajo, es como
renunciar a esos logros” (Ricardo Vázquez García, enero 2018).

Junto a la defensa del trabajo se conjuga otro elemento importante que llevó
a estos obreros a resistir 1,141 días de huelga, que enuncian como “orgullo” y
“dignidad”. Estos elementos son centrales en las motivaciones que los llevaron a no
aceptar el cierre de la fábrica y se repiten en sus relatos constantemente.

“Yo a veces pienso, y quizás esté mal, pero digo, arriba de la urgencia está una
palabra que se llama orgullo y dignidad, y yo, y los compañeros también, tenía esto
arriba de la urgencia, es decir seguir adelante y tratar de ganar el pleito a la
transnacional que era Continental, ya teníamos en la cabeza que le íbamos a ganar,
no sabíamos cómo pero teníamos que ganarle, porque estábamos defendiendo
nuestra dignidad, nuestro orgullo como trabajadores, no podíamos dejar que la
Continental sólo porque sí nos arrebatara nuestro trabajo, entonces pienso que la
dignidad, el orgullo nos llevó a resistir, a tener ese objetivo en nuestra cabeza, no
íbamos a dejar que nos hicieran eso, y no íbamos a dejar que nos arrebataran

137
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

nuestro trabajo, porque ¿qué seriamos sin nuestro trabajo y sin nuestra dignidad?”
(Alberto Sermeño Aguayo, abril 2017).

La fuerza de estas ideas, emociones y significados en torno al trabajo y a la


dignidad son los elementos centrales que llevaron a los obreros de la Euzkadi a
resistir todo lo que conlleva una larga huelga, además del apoyo y empuje que las
familias ejercieron sobre los huelguistas.

“Mi familia me empujó a seguir a delante, me empujó, porque yo en ningún momento


voltié hacia atrás a querer agarrar el dinero, ¡jamás!, jamás ni por la mente me pasó
agarrar la liquidación, porque yo estaba convencido que este pleito lo íbamos a
ganar, no sabíamos cómo, pero lo íbamos a ganar, esa era la convicción que desde
el principio teníamos y el empuje de mi esposa fue muy importante para que yo
pudiera aguantar” (Alberto Sermeño Aguayo, abril 2017).

En otros trabajos, cómo los de María Atilano (2008 y 2017) se ha hecho


hincapié del papel jugado por las familias durante la huelga, en especial el papel de
las esposas de los obreros, quienes en no pocas ocasiones asumieron el papel de
mantener económicamente a las familias, y es necesario recalcar el papel, más allá
de lo económico, pues ellas, las esposas de los obreros muchas veces fueron una
fuerza que empujó a los obreros a reafirmar y sostener su lucha.

“Yo tuve un gran apoyo, que yo digo que fue un… fue fundamental, y no nada más
conmigo, sino con todos los compañeros, que fue el apoyo de la esposa, que fue un
valor que no tiene… no tienes ni cómo sopesar, porque fue muy grande el apoyo
que nos dieron, al menos a mí en lo personal (…) me decía mi esposa que no
agarrara el dinero porque ellos habían cerrado la planta, muy malamente, de mala
gana la habían cerrado. (…) ella me decía que no agarrara el dinero, que teníamos
que seguir luchando, porque ellos no tenían la razón y que teníamos que luchar por
nuestro trabajo, ellas nos impulsaban mucho a seguir adelante” (Alberto Sermeño
Aguayo, abril 2017).

El papel de las esposas se vuelve fundamental en la resistencia obrera, no


sólo al asumir la manutención económica de la familia, sino en cuanto a empujar a
los obreros a no desistir en la lucha. Esto es parte de la mayor parte de los relatos
de los obreros sobre cómo lograron resistir los años de lucha, y es común que hagan

138
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

referencia sobre este tema, como uno de los aspectos que los llevó a mantenerse
en la lucha, reconociendo que sin sus esposas, y sus familias en general, ellos
difícilmente hubieran podido mantenerse en la lucha, reconociendo el papel activo
que tuvieron las mujeres durante la huelga, incluso cuando no acostumbraran asistir
a la huelga, por lo que al momento de hablar de la huelga, ponen por delante el
papel jugado por ellas.

En este aspecto vale la pena señalar que en muchos de los relatos de los
obreros huelguistas, a pesar de que son ellos -los hombres- los que son miembros
del sindicato y quienes participan en las reuniones y decisiones formalmente
políticas de la lucha, mientras que ellas -las esposas- asumen un papel, pareciera
encajonado al seno de la familia, manteniendo la separación entre lo público como
espacio masculino y lo familiar como espacio femenino, es común que en el relato
de los obreros –y no sólo en este caso particular-, las decisiones políticas que ellos
llevan al sindicato, a las asambleas, sean discutidas previamente con la esposa,
donde ellas imprimen sus posiciones y forman pare de la decisión política formal,
aunque no de manera expresa, apuntando con esto, no que no exista la separación
de lo público y lo privado en términos masculino-femenino, sino que esto llega a ser
más complejo aún, pues las discusiones, posiciones y decisiones políticas llevadas
a cabo en el ámbito público y político, como lo es en este caso el sindical, no
excluyen, y más aún, no son, sin la discusión, la reflexión, la posición y la decisión
que se dan en el espacio privado o familiar, con las esposas, en este caso, de los
obreros.

Junto a las esposas, sus familias se vuelven un elemento central para


explicar cómo pudieron resistir durante la huelga, tanto en lo económico como en lo
moral, y en este sentido, las luchas, en este caso, de huelga, no son sólo un conflicto
de los obreros frente a los patrones, sino de las familias obreras frente a los
patrones, pues la resistencia obrera –así como la vida obrera- no se puede entender
sin la participación de las familias de los trabajadores.

“Desde mi papá, en paz descanse, mi papá, mis hermanos, mi esposa, a veces mis
cuñados, mi papá me apoyaba a veces económicamente, a veces juntaba a mis

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

hermanos “y échenle” y me compraban despensa, moralmente me apoyaba y “no te


caigas” me decía, era la palabra de mi papá “no te caigas hijo y échenle ganas, dios
les va a ayudar y sigan adelante y se están haciendo fuertes, se están haciendo
fuertes, se están haciendo fuertes” (…), mis hermanos algunos me decían “no creo
que seas tan menso para que lleves a tu familia a banca rota, tú sabes a donde la
vas a llevar y cuenta con nuestro apoyo”, eso eran las palabras que algunos de mis
hermanos me decían” (Alberto Sermeño Aguayo, abril 2017).

Mantenerse en la huelga, para los obreros y sus familias tienen diferentes


aristas; por un lado se habla de un proceso jurídico en el que tienen que pelear en
las instancias legales mediante la representación sindical; por otro lado implica la
resistencia física en las afueras de la fábrica manteniendo guardias para custodiar
que no sea extraída maquinaria por la patronal, lo que le imprime una esfera
cotidiana a la lucha; por otro lado también implican movilizaciones que pueden ir
desde lo local hasta lo internacional para presionar a la patronal; y obviamente una
esfera familiar del día a día, por conseguir lo económicamente necesario para
sobrevivir sin aceptar la liquidación ofrecida por la patronal.

Las huelgas, y esta huelga en concreto, discurren por estos ámbitos. En lo


familiar pasa por reorganizar la vida de la familia, los roles de sus miembros, las
actividades cotidianas para lograr por un lado mantener económicamente a la
familia y por el otro mantener la participación en la huelga. Para algunos significó
combinar el trabajo de ambos, padre y madre de la familia, para lograr ambos
aspectos.

“Mi esposa… se puso a vender gorditas y tacos ahí en la casa de mi suegro, como
es pasadero de camiones y eso, ahí vendía sus gorditas (…) y yo agarré un trabajo,
con un compadre nos pusimos a pulir piezas, para DICA, una empresa de aquí, que
está aquí por la carretera (…) y ahí empezamos a trabajar en Juanacatlán, nos
daban, como éramos nuevos pues nos dejaban muy poco trabajo, mi salario era de
500 pesos a la semana y pues, la verdad, pus con eso empezamos, empezamos.
(Héctor Manuel Velázquez Becerra, diciembre 2017).

Para otros implicó dedicarse de lleno a la huelga y las comisiones sindicales,


dejando la responsabilidad económica familiar en manos de la esposa.

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

“La situación fue muy dura, porque no nos daban trabajo en el corredor, sí había
trabajo, pero sí eras de Euzkadi no te querían dar trabajo, ni a las familias, si
detectaban que eras familiar de alguien de aquí, no le daban trabajo aunque fueras
hijo (…) además la fábrica tenía que estar custodiada 24 horas al día y teníamos
trabajos de la comisión que te tocaba, entonces, pues tenías que estar aquí,
entonces pues para mantener la familia, buscabas un trabajito y después te venías
a tu turno o la esposa es la que trabajaba (…) mi esposa, ella casi no se acercó a la
huelga, casi no, muy raro, ella se dedicaba más al hogar y a ayudarme porque
pusimos un negocito y ella se encargaba y yo me venía acá a luchar por la fuente
de trabajo” (Alberto Sermeño Aguayo, abril 2017).

Muchos obreros tuvieron que combinar su participación en la huelga con


trabajar, y no pocos alternaron con temporadas laborales en los Estados Unidos de
Norteamérica para sobrellevar la situación económica sin renunciar a la huelga.

“Yo estuve en Estados Unidos un año, dejé mi familia, mi esposa y todo y me fui a
trabajar después de que se terminó el trabajo con mi cuñado (…) aquí estaba
siempre en mis guardias, y apoyando, acompañando y todos echándole ganas y ya
después se acabó el trabajo, y ya le dije “yo me voy (…) no, no te apures, yo voy a
buscar otras oportunidades mejores, yo me voy a ir a Estados Unidos” (…) y me fui
a Estados Unidos a trabajar (…) luego volví cuando se hizo legal la huelga, pero no
se resolvía, entonces me volví a ir, primero yo, luego mi esposa también (…) y ya
cuando comenzó a resolverse esto nos regresamos” (Alberto Sermeño Aguayo, abril
2017).

Para otros, más implicados en el Sindicato, en el Comité y en las Comisiones


Sindicales, la huelga implicó también una dedicación de tiempo completo.

“Yo tuve que estar prácticamente viviendo aquí día y noche por ser el responsable
de los archivos y ser el enlace de comunicación de lo que se estaba dando en
materia de negociación entre las dos partes, entonces era aterrizar la información
con todo el personal de base, con todos los compañeros del sindicato, pero además
era el enlace, lógicamente, cuando estaban en un trabajo externo, entonces
prácticamente yo estuve viviendo aquí los 1141 días que tuvimos de huelga”
(Francisco Javier Ramírez Márquez, enero 2017).

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

La huelga tenía su propia cotidianidad, en el día a día afuera de la fábrica,


custodiando las puertas, una cotidianidad en donde se estrechaban lazos entre
compañeros, se compartían historias, sueños, añoranzas, y en sus relatos se puede
observar su relación con trabajo, con las emociones que les atravesaban al mirar la
fábrica haciéndose vieja tras las rejas, bajo las banderas rojinegras.

“En las guardias cada tres o cuatro días se rolaban de puerta y de turno, para mí
era igual estar donde tocaba, porque ya teníamos en la mente que de aquí nada van
a sacar, ni un tornillo van a sacar, ni una llanta, menos (…) platicábamos,
cantábamos, tomábamos café, o a veces un trago (…) platicábamos de cuando
entramos a trabajar, del futbol, de las necesidades, de los problemas económicos,
de los problemas familiares, de sí llegáramos a ganar “no pues sí” y volteábamos a
ver la fábrica, y la fábrica todo el pasto seco, telarañas (…), cuando veía la fábrica
desde la huelga, sentía nostalgia, tristeza, ganas de llorar, porque yo debería estar
adentro trabajando y no era así, porque para mí lo importante era trabajar, para
sacar adelante a mi familia y mantenerme activo, no dejar de vivir, trabajar pues,
hacer lo que soy, soy trabajador y entonces sin trabajo como que no es uno, por
eso” (Alberto Sermeño Aguayo, abril 2017).

Acompañado de esto, la huelga también se vivió en movilizaciones locales,


regionales, nacionales e internacionales, mediante las cuales los obreros buscaban
presionar al gobierno y a la transnacional para llegar a un acuerdo que permitiera
reabrir la fábrica. Este camino ha sido relatado en otros trabajos, por lo que aquí no
nos detendremos a exponerlo, y sólo señalaremos que estas movilizaciones se
dieron en El Salto y Guadalajara a nivel local, y los llevaron a emprender la
Caravana por la Dignidad, en la que recorrieron diferentes estados de la república,
en especial, aquellos donde había movimientos obreros y plantas de la propia
Continental o de otras industrias llanteras, hasta la ciudad de México; y estas
movilizaciones los llevaron hasta la ciudad de Hannover en Alemania, en donde
lograron entrar a la Asamblea de Accionistas de Continental Tires, apoyados por un
grupo de accionistas críticos, que aunque minoritario, tenía acceso y voz a la
asamblea, la cual cedió para darle voz a los obreros de Euzkadi para exponer su
caso, lo que tuvo importancia para lograr que la Continental aceptara sentarse a

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

dialogar con el Sindicato de Euzkadi, así como presionar al gobierno federal para
participar de este proceso de negociación.

Este largo proceso de lucha implicó para los obreros, también un proceso de
aprendizaje, que mantienen vivo en sus memorias, dándole un importante sentido
a aquello que vivieron y aprendieron durante la huelga, para explicar lo que son
ahora como cooperativa.

“Todo esto me enseñó mucho, el Sindicato, la huelga, la lucha me enseñó mucho,


me enseñó a defender mis derechos, me enseñó a no estar agachado, me enseñó
a tener que pelear por la verdad, me enseñó a pelear por lo que es (…) Me lo
enseñaba, como puede decir, te lo puedo decir, me lo enseñaba en la práctica (…)
me enseñó lo que es la solidaridad porque insisto, nunca pensé en tener el apoyo
con gente que ni conocíamos, con alguna gente que decía que estaba contigo y no
era cierto a la hora de los fregadazos (…) y eso pienso fue muy importante, porque
aprendimos lo que es la solidaridad y es algo muy bueno darte cuenta de eso, no
sólo recibirla, sino también darla, porque ahora nosotros siempre intentamos
solidarizarnos con quien lo necesita, porque nosotros resistimos gracias a esa
solidaridad y ahora nos toca regresarla, porque sin eso no seríamos” (Alberto
Sermeño Aguayo, abril 2017).

Después de 1,141 días de huelga, después movilizaciones, amenazas,


resistencia cotidiana estos trabajadores y su Sindicato lograron doblegar a una
importante transnacional, obligándola a llegar a un acuerdo negociado en el que la
empresa cedió el 50% de la fábrica del Salto a los trabajadores, mientras que el otro
50% sería comprado por un particular. Este acuerdo se derivó de la negativa de la
Continental a reabrir Euzkadi, como era la pretensión obrera, pues ellos buscaban
que la empresa reabriera simplemente para recuperar sus trabajos, pues en ese
momento no concebían la posibilidad de abrirla como cooperativa, con la negativa
de la Continental a reabrir la fábrica y restaurar las condiciones colectivas de trabajo,
fue entonces que el ser cooperativa se presentó en el horizonte de estos obreros,
con el orgullo de haber derrotado a una de las principales empresas transnacionales
del mercado llantero.

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

“El alma de nosotros fueron las asambleas (…) nosotros teníamos el compromiso
de ofrecer un proyecto de vida, que era recuperar la fuente de trabajo y punto,
buscamos quien comprara la empresa, porque Continental no quería, y el
compromiso del Sindicato era recuperar la fuente de trabajo con el Contrato Ley
incluido (…) en las negociaciones, Continental no quiso reabrir (…) y ya en las
negociaciones, logramos el 50% de la fábrica como pago de los salarios caídos de
los que permanecimos en la lucha (…) la huelga no se ganó por dictamen, fue una
negociación que obligamos a Continental, y a partir de eso es que construimos un
proyecto de vida, que es esta cooperativa” (Francisco Javier Ramírez Márquez,
enero 2017).

Haber logrado derrotar a una importante transnacional ha quedado grabado


en las memorias de los ahora cooperativistas, y en esto entra una mezcla de un
sentido de identidad obrera y sentidos de identidad nacional, que ellos resaltan en
sus relatos. Derrotar al patrón no es una cuestión fácil en el mundo obrero y
derrotarlo siendo éste una importante transnacional, menos aún, por lo que este
hecho queda marcado en sus memorias y se expresa en sus relatos.

“Vivir una huelga tan larga es desesperante, no ves el final, quizás ves una luz como
decía hace rato, pero no, nunca ves llegar, nunca le ves llegar, ves que ya llega y
ves que llega y se acerca y se acerca y se acerca y a la vez se aleja la posibilidad
de llegar a un acuerdo (…) es una lucha muy desigual porque los patrones tienen
de su lado a los gobiernos, a los medios, a la policía, y más aún, a quienes les gana
la desesperación, uno entiende que tenían que buscar la papa los que se liquidaron,
eso los llevó a aceptar el dinero, por eso es una lucha desigual (…) La luz la
empezamos a ver más clara cuando dictamina que la huelga es existente, ya la veo
un poco más clara, fueron 1,141 días de huelga, uffff…, es algo que no sabes ni
cómo lo resistes, lo resistes porque el mismo día a día te va empujando a resistirlo,
vuelvo a insistir, el orgullo, la dignidad, la convicción y las ganas de ganarle a una
trasnacional como era Continental, porque veíamos como se paseaban guardias
extranjeras fuertemente armadas dentro de la planta y te da más coraje, porque si
un mexicano roba un chicle va preso, pero si es una gran empresa transnacional la
que te roba la vida, ellos podían estar libremente armados dentro de la fábrica”
(Alberto Sermeño Aguayo, abril 2017).

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

2.4.- La magia obrera: revivir un “cadáver”

En los últimos meses del 2004 comenzó el camino hacia constituirse como
cooperativa de trabajadores. Este momento marca un claro cambio en todo sentido
para los obreros que lograron resistir hasta el final de la huelga. Muchos de ellos no
sabían qué era una cooperativa, no estaba en su horizonte reabrir la fábrica bajo
este modelo laboral, en sus mentes estaba recuperar el trabajo, y sí la forma
propuesta era una cooperativa, entonces era la opción a seguir para conseguir su
principal objetivo de lucha.

“La verdad, cuando nos dijeron que iba a ser una cooperativa, pues no sabía ni qué
era una cooperativa, pus yo había oído hablar de cooperativas de ahorro y todo eso,
pero una cooperativa como la de la Pascual, sí oía, pero el sistema no sabía yo lo
que era una cooperativa, y pensé que era un reto muy grande, que era un reto para
nosotros, que teníamos un compromiso enfrente y la verdad, pus yo sabía que todo
dependía de nosotros (…) para estas alturas, aunque no sabía bien que era una
cooperativa, tenía claro que lo que fuera que fuera, dependía de lo que hiciéramos
nosotros, de nuestro trabajo y entonces había que entrarle con todo y aguantar lo
que viniera (Héctor Manuel Velázquez Becerra, diciembre 2017).

El reto que tuvieron enfrente es señalado por ellos como un reto muy grande,
que fueron comprendiendo conforme se fueron capacitando al respecto del modelo
cooperativista. El reto, ahora lo señalan como una transformación completa en todo
sentido, transformar su concepción del trabajo, de ellos mismos como trabajadores,
asumirse parte de un proyecto de vida y colectivo.

“Cuando se empieza a ver lo del acuerdo yo dije “ya la hicimos y nuestra historia va
a cambiar, nuestra forma de pensar debe cambiar, porque ya no iba a ser lo mismo
porque lo que queríamos era trabajar, y ya cuando nos dimos cuenta que sería como
cooperativa, se llegó al acuerdo de la cooperativa, nos dieron cursos de
cooperativismo y nos dimos cuenta que si no recojo esa basura, esa basura te va a
dar mal aspecto, entonces la tienes que recoger, porque ya eres tú la fábrica, eres
tú tu trabajo, eres tú el proyecto de vida, eres tú tus compañeros, eres tú el trabajo,
entonces pues si tienes que hacer las cosas, las tienes que hacer, porque ya no es
sólo hacer tu trabajo simple, sino que es hacer tu trabajo como parte de algo más

145
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

grande que tú, y si hay que recoger la basura hay que recogerla aunque tú seas
maestro llantero” (Alberto Sermeño Aguayo, abril 2017).

Este proyecto de vida, cómo ellos lo enuncian, no fue fácil, aún ganado el
acuerdo con Continental, si la larga lucha durante la huelga implicó para ellos
procesos de transformación, conformarse en cooperativa supuso una
transformación aún más profunda y además un proceso extenuante e intensivo de
trabajo para recuperar “el cadáver” que la Continental les había entregado.

“Cuando abrimos la reja, era un desastre, el licenciado que nos entregó la planta
nos dijo “les entrego el cadáver”, y Jesús decía “no es el cadáver, es peor que un
cadáver”, “¿quién lo va a levantar?” decíamos, “nosotros lo vamos a levantar”
decíamos, y “¿cómo lo vamos a levantar?” “vamos a hacer la lucha”. Fue muy duro
ver la fábrica por dentro por primera vez en muchos años, sí la veíamos desde afuera
cuando estábamos en huelga, y veíamos los pastos y veíamos todo abandonado,
pero ya entrar y ver “el cadáver” como nos dijo el licenciado éste, pues fue muy
impactante ver los cables que estaban rotos por lo roedores, ver las grúas
arrumbadas, ver el zacate que parecía selva, ver las máquinas arrumbadas con
telarañas, ver que todas las lechuzas volaban dentro de la planta, y pues ¿qué
hacíamos?, llorar y decir “dame fuerzas Dios mío para sacar adelante esto y lo
vamos a hacer” porque si duramos 1,141 días batallando, que no podamos sacar
adelante esta cosa” (Alberto Sermeño Aguayo, abril 2017).

Revivir la fábrica-cadáver implicó una extensión de la larga lucha que ya


habían dado, enfrentándose a algo que nunca habían imaginado: revivirlo por su
cuenta, como si invocaran una suerte de magia con lo único que los trabajadores
tenían: sus manos y su trabajo.

“Nos dijeron “ahí está el cadáver” y nos entregaron la fábrica, no sabes lo que fue
ver la fábrica cómo estaba, casi cayéndose a pedazos, había lechuzas, víboras,
animales por todas partes, cuando la vi así, no sé, me dieron ganas de llorar, yo
había pasado muchos años en esa fábrica y nunca imaginé verla así como muerta,
y entramos y pues sí era como un muerto, y uno pensaba “híjole y ahora ¿cómo
vamos a revivir esto?¿cómo se revive un muerto?”, pues sólo que fuera uno mago
o algo así, porque pues uno piensa que no hay forma, pero pues teníamos que
hacerlo, teníamos que revivir este muertito y darle vida, y pues lo único que teníamos

146
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

como trabajadores era nuestro trabajo y nuestras manos ¿qué otra?” (Héctor Manuel
Velázquez Becerra, diciembre 2017).

Esta etapa de revivir al cadáver implicó mucho trabajo, y sobre todo trabajo
colectivo por parte de todos los obreros ahora cooperativistas, para enfrentarse con
los peores pronósticos que pesaban sobre ellos. La Continental había pronosticado
un lapso no menor a un año para que la fábrica comenzara a funcionar nuevamente;
otros pronósticos auguraban que no iban a poder echar a andar la fábrica.

“Los especialistas calculaban que tardaríamos por lo menos un año en echar a andar
la planta, no menos, aseguraban, y ¿qué crees?, que en unos meses ya comenzó
a funcionar, así fue esta historia de nosotros, nos decían que no íbamos a poder,
qué éramos puros viejos obreros, pero sí pudimos, la echamos a volar, así con todo
y todo, y en la mitad del tiempo que decían los ingenieros” (Ricardo Vázquez García,
enero 2018).

El trabajo colectivo fue fundamental para revivir el cadáver, sin paga, sin
horario de entrada o salida, muchos de ellos viviendo en la fábrica, durmiendo en
cartones junto a las máquinas, haciéndola de todo un poco, arreglando máquinas,
destartalando las inservibles para recuperar aquellas que tenían esperanza,
limpiando maleza, lo que hiciera falta hacer para lograr darle vida a lo que la patronal
insistía estaba muerto.

“Todo fue trabajar en equipo hombro con hombro, codo con codo, nadie era nadie
más que nadie, todos éramos iguales, para empezar, porque nadie iba a decir “yo
soy dueño”, y fue la mentalidad que tuvimos, nadie es más que nadie, todos tenemos
que trabajar, todos tenemos que recoger, todos tenemos que ser albañil, todos
tenemos que echar talacha, todos tenemos que cortar pasto, todos tenemos que
hacer lo mismo, todo tenemos que hacer todo, porque nadie nos lo va a pagar y no
vas a pagar a nadie y ya en base a eso sacamos adelante la planta. Primero fue
escombrar, limpiar, limpiar la planta tratadora, limpiar, cortar el pasto, tratar de echar
a volar los montacargas, las máquinas limpiarlas, tratar de conectar los cables que
estaban desconectados, estaban rotos, la planta de luz que fue un trabajo muy
arduo” (Alberto Sermeño Aguayo, abril 2017).

147
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

En este proceso los obreros pusieron en acción aquello que es el centro de


su orgullo por el trabajo: sus conocimientos sobre su área, sobre su máquina, sobre
su trabajo, ponerlos -y ponerse a prueba a sí mismos-, ahora no para escalar a un
puesto de trabajo, sino para echar a volar un cadáver. Una vez limpiada la fábrica,
se fueron acomodando de acuerdo a sus conocimientos para empezar los trabajo
de arreglar las máquinas.

“Cuando reabre la planta, uno no de mis mayores orgullos es que me mandaron


llamar para ayudar a arrancar las calderas ya que las personas que estaban ahí, la
mayoría se habían liquidado, y entonces ese fue uno de más más grandes logros,
haber arrancado esta planta, en tres meses el Departamento de Calderas ya
estábamos produciendo aire, vapor y agua para el servicio de la planta. No fue fácil
echarla a andar, el trabajo nos costó, porque no había personal calificado, entonces
fue irnos enseñando con lo que uno sabia y lo que otro sabia y ahí dándole, poniendo
cuidado, aprendiendo el funcionamiento de todo, teniendo cuidado, pero pues
trabajando pues, así nos fuimos enseñando y luego le enseñábamos a otros, todos
teníamos ganas de trabajar eso sí, puede ser que no tuviéramos la capacidad
técnica, pero sí las ganas por de aprender y trabajar, y así, yo me subía, escalaba
ahí donde se ven aquellos, ya te imaginaras, sin brazo, sólo con una mano, pues a
ver cómo te agarras y cómo trabajas, y ya me veían mis compañeros y yo creo que
decían “no sí el Ricardo puede que tiene un solo brazo, pues cómo no vamos a
poder” y ya le entrababan” (Ricardo Vázquez García, enero 2018).

Poco a poco se fueron integrando más compañeros, conforme se echaban a


andar las diferentes áreas de trabajo, y el muerto parecía poco a poco ir reviviendo,
con la magia que estos obreros ponían en acción con sus manos, arreglando una
máquina, un montacargas, otra máquina, poco a poco en una acción colectiva que
les daba vida en medida en que llenaba de vida al cadáver-fábrica.

“Poco a poco fuimos echando a volar todo esto, unos compañeros echaban a andar
un montacargas, otros la planta de luz, otros las Calderas, y así poco a poco, se
arreglaba una máquina, otra, un área de producción, otras, y poco a poco el cadáver
dejaba de estar muerto, y pues uno también, porque conforme veías que iba
levantando esto, pues uno se llenaba de vida también, así hasta que comenzaba a
echarse a volar las áreas de producción, con el material que había, que no era de

148
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

muy buena calidad, pero así, con lo que teníamos a la mano comenzamos a echar
a volar toda esta fábrica, hasta dejo de ser un cadáver, lo revivimos con nuestras
manos” (Héctor Manuel Velázquez Becerra, diciembre 2017).

Una vez revivido lo que fuera un cadáver, la fábrica comenzó a “echar a volar”
-como dicen ellos-, es decir que las manos obreras, mediante el trabajo colectivo
habían logrado no sólo revivir un cadáver, sino que además lo dotaron con alas para
volar como un proyecto no sólo de trabajo, sino que cómo apuntan ellos, de vida.

“A mí me tocó el área de tratadora de aguas residuales, andar sacando todo ahí,


excremento y limpiando, pero todo lo hacíamos con gusto (…) y pus fue un reto para
todos, transformar la planta porque esto estaba muy triste, entonces pus ya fue
como empezamos y luego ya empezaron a trabajar las llantas de camión. Hicimos
la primera llanta, entonces pues fue un gusto tremendo, hasta el corazón se sentía
ver que mis compañeros habían hecho la primera llanta, porque yo estuve ahí como
espectador, fue una cosa maravillosa ver todo eso, sentir todo eso, fue muy bonito,
porque fue nuestra primera llanta y de ahí vamos a empezar (…) y ya después me
hablaron que me presentara en Departamento de Construcción y pues ya me vine
a construcción” (Héctor Manuel Velázquez Becerra, diciembre 2018).

Recuperar la fábrica, es revivido por los cooperativistas como un logro que


no sólo les pertenecía a ellos, sino que compartían -como habían compartido la
huelga- con sus familias, un proceso no sólo de aprendizajes, sino de emociones
colectivas en el que demostraron su capacidad colectiva como trabajadores.

“Yo en lo personal, no me desesperé, yo en lo personal no, al contrario me


ilusionaba, porque si antes no nos pagaban nada por venir a huelga, ahora que
estamos luchando y trabajando, y ya veíamos mucho más cerca la planta, producir
era emoción, se emocionaba uno. Mi familia pegaba brincos de gusto, lloraban,
decían “no puede ser posible que hayan abierto la planta y la vamos a echar a
andar”, y la echamos a andar. Lo más difícil fue hacer el material, la materia prima
el procesarla, hacer el recubierto, en cortadoras hacer las capas, material, fue difícil
porque no teníamos materia prima buena, primer lugar el material es, teníamos que
procesarlo desde el principio, normal, como debe de ser, pero nos costaba trabajo
porque las máquinas estaban batallando, porque eran las primeras después de

149
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

mucho tiempo y cuando las echabas a andar, era batallarla, batallarle” (Héctor
Manuel Velázquez Becerra, diciembre 2017).

El acto de comenzar a producir, ya como cooperativa, imprime un sentido


especial a lo colectivo en sus memorias, al trabajo colectivo, al compromiso
adquirido con ellos mismos, que nos ayuda a entender porque para ellos la
cooperativa no sólo es un proyecto laboral, sino un proyecto de vida.

“Fue muy emotivo, yo siempre estuve encerrado aquí, vivíamos aquí, dormíamos
aquí, fue muy bonito, muy emotivo, y si un compañero no podía venir, pues órale,
yo siempre me quedaba aquí, así fue hasta que esto lo echamos a volar y comenzó
a volar todo. De ese tiempo recuerdo bien bonito ver a todas las máquinas
trabajando, ver cómo íbamos echando a volar las máquinas, ver cómo poco a poco
íbamos volando, y veías que un día esa máquina se echaba a volar, y al otro día la
otra y así íbamos viendo como poco a poco todo iba volando, hasta que veíamos
todas las maquinas volando, veíamos como jalaban las cosas, los montacargas, las
máquinas, poco a poco todo iba levantando vuelo y ver que los estábamos echando
a volar nosotros, juntos, y veías que los compañeros trabajamos sin importar el
horario, sin importar la paga, que si era necesario aquí dormíamos, así en cartones,
así si era necesario estar aquí trabajando todo el día y la noche y la madrugada y
volver al otro día temprano, y que ese esfuerzo de todos era el que estaba
levantando esto, y lo estábamos echando a volar con nuestras manos, y
pensábamos cómo hacerle, como mejorar todo, y ahí todos dábamos ideas como
iguales, el ingeniero, el maestro, el operador, todos y así entre todos iba saliendo,
poco a poco, o sea que pus era como, por decir, que era tal cual nuestro trabajo y
nuestras manos las que estaban logrando esto, las que estaban echando a volar
todo esto, y que uno como obrero, o sea no uno como persona pues, nosotros como
obreros, como compañeros estábamos haciéndolo, lográndolo, y cuando veías cada
vez más máquinas volando, uyyyyyy, era algo bien bonito, se te movía todo, las
manos las sentías felices, lo que veías era algo que sentías en todo el cuerpo,
estábamos haciendo nuestro trabajo ya, nuestro producto, nuestra llanta y los
compañeros todos estábamos echándoles ganas. (Héctor Manuel Velázquez
Becerra, diciembre 2017).

150
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Así poco a poco, estos obreros revivieron el cadáver que la Continental les
había entregado, y lo habían echado a volar con sus manos y su trabajo, en una
acción colectiva en la que descubrieron ampliamente sus propias capacidades y su
orgullo ahora no sólo por el trabajo, sino por su cooperativa.

Al poco tiempo de la victoria de los obreros de Euzkadi y la conformación de


su cooperativa, Enrique Gómez tituló a su libro Ellos sí pudieron mirar el cielo
(Gómez, 2005) en contraposición al “Ellos no pueden ver el cielo”, señalando cómo
estos obreros, más de 50 años después de la carta de Rulfo, habían conquistado
su derecho a mirar el cielo. Ahora, a más de 12 años de constituida la cooperativa,
podríamos repetir el parafraseo realizado por Enrique Gómez, y señalar que estos
obreros no sólo lograron mirar el cielo sino que fueron capaces de volar y echar a
volar un proyecto de vida disfrazado de fábrica.

La cooperativa ha tenido altibajos en los 12 años de existencia que han


sabido sortear. Sus condiciones laborales y de vida sobresalen, no sólo en la región,
y no sólo en términos económicos, han llegado a crecer a más del doble de los
cooperativistas fundadores, y dotarse de condiciones dignas de vida y trabajo, no
sin problemas, pero sí sin que estos problemas hayan logrado detenerlos. Ellos
insisten que su proyecto no sólo es un proyecto de trabajo, sino de vida, y esto entra
en relación directa con como ellos conciben la vida y el trabajo.

El camino no ha sido fácil y necesitaron transformar sus propias


concepciones de trabajo, sobre ellos mismos, sobre sus compañeros, sobre cómo
se organiza el trabajo, ahora desde una perspectiva cooperativista, “cambiar el chip”
dicen ellos, porque no es lo mismo trabajar para un patrón que trabajar en una
cooperativa. A lo largo de este recorrido por sus memorias, hemos podido observar
algunas de estas diferencias sustanciales que ellos mismos señalan, en especial la
referencia al concebir al trabajo como colectivo y no segmentado en actividades
meramente individuales; junto a esto sobresale el asunto de asumir la
responsabilidad de mantener el proyecto de vida, lo que implica estar dispuesto a
trabajar voluntariamente, incluso actualmente, en la que muchos socios realizan

151
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

trabajo voluntario en cuestiones de mantenimiento, o bien cuando falta personal o


cuando surge alguna problemática en la producción.

No son pocos los que -de ser necesario- se quedan después de su hora de
salida, o lo que asisten a jornadas dominicales cuando es necesario cubrir la
ausencia de otros; o quienes forman parte de las cuadrillas voluntarias para realizar
actividades de mantenimiento; o los que al llegar el momento de jubilarse piensan
la posibilidad de seguir trabajando de manera voluntaria.

En sus relatos sobresale el tema del amor por su trabajo, en el que resaltan
la relación que tienen ellos con el proceso y el producto de su trabajo, con el
conocimiento que supone, con el proceso de aprendizaje que les implica.

“Uno se entrega a su trabajo, porque me gustaba lo que hacía, yo siempre amé


mucho mi trabajo, yo siempre fui, conocí mucho, aprendí mucho, mucha experiencia,
conocí la llanta, los problemas de la llanta y todo, entonces esta es una empresa en
la que cada día aprendes algo nuevo, la verdad, es como una escuela para todos,
son cosas que pasan muchos, a veces inconveniente, porque la llanta es noble, la
llanta es tan sensible que con tantito que le muevas le duele, es como en un
pellizquito, dices “ayyy lo sentí”, así es la llanta, le mueves tantito un material, le
mueves tantito una luz y la llanta te dice “ayyyyy” (Héctor Manuel Velázquez Becerra,
diciembre 2017).

Esta, su historia es significada con un orgullo cooperativista en el que resalta


lo colectivo en su centro.

“Lo que más me da orgullo es haber pertenecido a esta cooperativa, de haber


arrancado esto de la nada, porque estaba muy muerto, la verdad, de hecho cuando
nos entregaron esto, el licenciado decía “ahí le entrego el muerto”, entonces, te
imaginas, se hicieron muchas cosas, los compañeros le echamos muchas ganas y
pus es la unión hace la fuerza, hubo mucha disponibilidad y esto, está donde está
por todas las ganas que se le han echado, por lo poquito de cada quién, y todo eso,
no, mis respeto para ellos, han luchado mucho mis compañeros también” (Héctor
Manuel Velázquez Becerra, diciembre 2017).

152
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Y señalan lo que consideran la principal diferencia frente a otras formas de


trabajar.

Se trabaja diferente aquí, la diferencia es que, nosotros mismos somos los


coordinadores, nosotros mismos somos los supervisores, anteriormente teníamos
jefes que la empresa nos ponía y pues tienes que disciplinarte a lo que ellos hacían
cuando el sindicato era nada más el sindicato y la empresa, entonces, pos ellos te
decían qué tenías que hacer, y si no lo hacías, pues te vas y cuando estás tú de
cooperativa, como cooperativista tienes una gran responsabilidad, y sabes que lo
tienes que hacer por mejorar ¿sí?, en una palabra, no sé, que no nos valga gorro
esto, sino que le echemos las ganas que deben de ser, la conciencia para hacer
más, hacerlo bien” (Héctor Manuel Velázquez Becerra, diciembre 2017).

La cooperativa, señalan ellos, no es que no tenga problemas que resolver, y


son insistentes en este aspecto. En este sentido, uno de los principales aspectos,
que señalan los viejos cooperativistas es que entre los nuevos cooperativistas, en
medida en que vivieron más lejana la huelga y la conformación de la cooperativa,
este sentido se diluye, y señalan que entre los jóvenes, algunas veces comienza a
importar más el dinero que toda esta historia, que para ellos va mucho más allá de
lo económico, sin embargo, entre los jóvenes también es posible observar -como
con los casos presentados anteriormente- memorias que se inscriben en esta
historia, retomando las memorias propias, pero también las de sus padres y otros
compañeros que vivieron la huelga y la conformación de la cooperativa.

Este es uno de los principales retos que ven por delante, cómo hacer que los
jóvenes cooperativistas no olviden esta historia, estas memorias, y el sentido que
tiene para ellos la cooperativa.

Queda, para cerrar este capítulo, las palabras de Ricardo Vázquez, quien
pronto tendrá que jubilarse, y no puede evitar la tristeza al pensar en separarse de
su trabajo. Este es una emoción que comparten los cooperativistas cuando se
acerca el momento de su jubilación, o bien, cuando ya están jubilados, que se
asoma entre sus relatos. El trabajo para ellos –y ahora para ellas también- es mucho

153
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

más allá que sólo una fuente de ingresos, es parte importante de su vida, de su
historia, y en cooperativa esto se potencializa hasta tocar el cielo.

“Estoy muy contento de estar aquí, al grado que no sé qué voy a hacer ahora que
me vaya, me falta poco tiempo ya y no sé qué voy a hacer, yo seguiría trabajando
aquí hasta sin que me pagaran, yo podría entrarle de capacitador, pero pues
depende de lo administrativo. Pero yo no quiero dejar de trabajar, porque es una
actividad, es una actividad diaria, de la cual uno aprende todos los días, y eso es
vivir, tener actividad y aprender, sino eso, yo creo que no se puede vivir, porque aquí
en este trabajo siempre estoy aprendiendo más, cada día, aprende uno con los
eventos que suceden, de cómo hacerlo, cómo debes actuar, cómo dirigirte con la
gente, que debes decir, lo bonito de trabajar, es aprender, eso es lo más bonito, de
otra manera sería muy monótono, no creces, no aprendes, es como si fueras una
máquina” (Ricardo Vázquez García, enero 2018).

La fábrica actualmente

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La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

V. ASOMÁNDONOS AL TRABAJO EN LA COOPERATIVA

El orgullo por el trabajo

1. Ser cooperativista: otra forma de trabajar

1.1.- El sentido identitario del trabajo

Esta fábrica un día fue “un cadáver” que les fue entregado desdeñosamente por un
representante de Continental Tires a los obreros de Euzkadi, quienes con sus
propias manos llenas de trabajo y esperanza lograron invocar una suerte de extraña
magia obrera para revivirla y construir un proyecto que les permitió recuperar lo que
la patronal había intentado arrebatarles, constituyéndose en una importante
experiencia de la lucha laboral del naciente siglo XXI en México y un vivo ejemplo
de las capacidades, posibilidades, limitaciones y contradicciones obreras para
levantar una pequeña gran utopía que para ellos va mucho más allá de lo laboral,
en la que han apostado su historia.

A simple vista podría parecer que no se diferencia de otras tantas fábricas en


las que mujeres y hombres atraviesan el tiempo apretando botones, acomodando
materiales, revisando que nada se atore; se les mira concentrados en sus máquinas
con las miradas fijas tras los lentes de protección, con manos experimentadas y
llenas de silenciosas historias atentas al trabajo, con el calor escurriéndoles por el
rostro, en ratos intercambiando sonrisas, miradas y palabras.

155
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Sin embargo aquí algo es diferente, y se va evidenciando en medida en que


te zambulles en las voces y te enredas en las miradas de quienes han apostado su
vida por este proyecto, en medio del ruido ensordecedor de las máquinas que
obligan a las pláticas a convertirse en gritos que se susurran al oído mientras el
trabajo continua enredado sin parar, contándote su historia entre sonrisas y
lágrimas, con la memoria asomándose por los ojos y el trabajo en las manos. Y
entre todo eso van dejando que conozcas su historia y su proyecto -insisten- “no
sólo de trabajo sino de vida”, a partir del cual han recuperado aquello que les
quisieron arrebatar y que es tan importante en sus vidas: el trabajo, reviviendo un
cadáver al que con sus propias manos lo hicieron capaz de volar.

Es notable cómo el trabajo alcanza una importancia especial, se vuelve parte


de su historia y su memoria, al grado de que señalan “es lo que somos” y recalcan
“sin él no somos”, destacando la fuerza que adquiere, pasando de ser una actividad
para conseguir recursos económicos a tener un sentido mucho más profundo.
Cuando señalan que el trabajo “es lo que somos”, podemos ver cómo éste entra en
juego –junto a otros elementos- en sus procesos identitarios adquiriendo cierta
centralidad, tanto en lo individual como en lo colectivo.

“Eso somos, trabajadores pues, no sé cómo decirlo bien, pero yo creo que uno es
lo que hace, o sea que nosotros tenemos que trabajar, el trabajo es lo que somos y
si no trabajamos pues nos morimos, ¿qué seríamos sin trabajar?, no, sin él no
somos, el trabajo es lo que nos hace ser” (Alberto Sermeño, abril 2017).

Su ser cooperativista está estrechamente ligado con su ser trabajadores y si


bien, sí diferencian entre uno y otro aspecto, pues no conciben el trabajo
exclusivamente a partir de su experiencia cooperativista, también los amalgaman.

“Es que yo creo que el problema es cuando piensas que primero eres otra cosa y
luego eres trabajador, no, yo creo, así pienso yo eh, que aquí antes que socios,
antes que co-propietarios, antes que nada somos trabajadores, ¿por qué?, por una
sencilla razón, todo este desmadre que hicimos tenía un objetivo que era recuperar
nuestro trabajo, eso era lo importante, entonces, bien, ya somos cooperativa y esto
es muy grande sí, pero sólo es posible porque antes que otra cosa somos
trabajadores” (Juan Briones, enero 2018).

156
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Constantemente están haciendo hincapié al respecto de su identidad como


trabajadores u obreros, haciendo del trabajo un elemento central para explicarse a
sí mismos –aunque nunca el único- alrededor del cual van construyendo sus
sentidos de identidad y más aún, no pueden imaginarse a sí mismos sin trabajar.
Esto aparece sobre todo en los relatos de los socios fundadores para quienes
pensar en el retiro, inevitablemente los lleva a sentir una tristeza anticipada al
abordar el tema que fácilmente les inunda la mirada de lágrimas.

Por su lado, entre quienes son jóvenes, la idea del retiro es muy lejana, sin
embargo una tristeza anticipada similar les invade la mirada cuando alguna piensa
en la inminente separación temporal de su trabajo.

“Yo no sé qué voy a hacer ahora que deje de venir al trabajo, voy a extrañar mucho
todo esto, aunque parezca mentira, voy a extrañar mucho venir todos los días, ver
a mis compañeras, ponerme a trabajar en mi máquina, no sé, me da mucha tristeza
pensar que voy a dejar de venir no sé por cuánto tiempo” (María Luisa Espadas,
diciembre 2017).

Estas nociones nos hablan del papel fundamental que adquiere el trabajo, y
son recurrentes entre diferentes poblaciones obreras para quienes el trabajo
siempre es más que una simple actividad que les permite acceder al salario -en este
caso al adelanto a rendimiento- que les permite sobrevivir económicamente, sino
que se relaciona con una serie de procesos personales, tradiciones familiares,
experiencias de vida, aprendizajes y capacidades como sujetos, a partir de lo cual
se conciben a sí mismos.

“Soy trabajador, es lo que he sido toda mi vida, trabajando me hice pues, o sea aquí
aprendí a trabajar y es lo que soy, algunos pensarán que es bien fácil, pero no, para
ser quien soy ahorita, y mira que no es que me crea mucho, he tenido que aprender
muchas cosas, aquí pasas por muchas áreas y en cada una de ellas pues aprendes
y todo eso es parte de quien eres” (Ricardo Vázquez García, enero 2018).

Decir “soy trabajador/a” no sólo es hacer referencia a una ocupación, sino a


un sentido de identidad en el que se construye la imagen de sí mismo en torno a
aquello que les hace posible realizar el oficio, tales como conocimientos y

157
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

experiencias que entrelazan lo individual con lo colectivo, a partir de lo que se van


adjudicando un valor como sujetos.

En otros ambientes laborales sumamente violentos y precarios como las


maquilas textiles (Torres, 2014) podemos encontrar también esta importancia del
“ser trabajadora” relacionada con conocimientos, experiencias y capacidades a
partir de las cuales las sujetas se construyen una concepción de sí mismas y de su
valor, incluso a pesar y en contra de los sentidos negativos que la violencia y la
precariedad puedan imprimirle al trabajo44.

El sentido de identidad y valor se relaciona con sus capacidades,


conocimientos y experiencias, en medida en que se conciben portadores de éstos,
se adscriben un valor como sujetos, al grado que constantemente podemos
observar como uno de los principales agravios que sienten las y los trabajadores se
relaciona con la desvalorización de estos, lo que se traduce en un atentado en
contra de sus personas.

“Nosotros como trabajadores valemos, nosotros importamos porque el trabajo habla


por nosotros, cuando uno hace bien su trabajo se nota, pero no es que uno tenga
una buena máquina, es que uno sabe su trabajo y lo demuestra pues ahora sí que
trabajando, ahí es donde uno demuestra lo que sabe y lo que es y entonces que te
digan que tú no vales a pesar de todo eso, pues no, porque sí valemos y sí no me
quieres creer mira, mira esto y lo hicimos nosotros como obreros con nuestras
manos y fuimos capaces de todo esto porque sabemos el trabajo, somos
trabajadores y aquí se demuestra todo lo que puede un trabajador, bueno no, uno
no, porque uno no hubiera logrado mucho, lo que podemos los trabajadores”
(Alfredo Zabala, diciembre 2017).

44
Esta importancia del trabajo para el sujeto, si bien aquí se habla en el caso general del trabajo obrero y en
particular del trabajo cooperativo, apuesto no es exclusivo de este tipo de trabajadores, sino que adquiere
importancia para el sujeto, sea que trabaje en una fábrica, en un taller artesanal, en el campo, en una oficina,
en un salón de clases, etc.; y esta importancia del trabajo para el sujeto no es unidireccional, sino que puede
adquirir un sentido negativo también, de acuerdo al contexto concreto y del sujeto.

158
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

1.2.- Ser trabajador y ser cooperativista

Trabajando y posando

Entre las y los trabajadores socios de esta cooperativa podemos observar


cómo el trabajo adquiere un sentido identitario que se entrelaza con el “ser
cooperativista”, aunque es importante no perder de vista que el trabajo mantiene
una centralidad en su “ser cooperativista”. Es común que señalen que “antes que
socios somos trabajadores”.

Con esto están señalando cómo no pueden entenderse como cooperativistas


sin ser trabajadores. Se pueden concebir como trabajadores sin ser cooperativistas,
pero no en sentido contrario, y este aspecto es importante para entender su historia
y su proyecto de vida. Ser cooperativistas les implicó la posibilidad de recuperar su
trabajo y la responsabilidad de mantenerlo, ahora sin la participación de un patrón.

En el capítulo anterior pudimos observar que la idea de recuperar el trabajo


se convirtió en una importante fuerza que los movió a resistir la larga huelga. Así, la
noción de “no ser sin el trabajo” es una constante que se vuelve una carta de
presentación, colocando al trabajo como parte importante de lo que les define y sin
lo cual no se explican a sí mismos, y a esto se amalgama el “ser cooperativistas”.

“Ahora somos cooperativa y eso es mucho mejor, porque el trabajo ahora es


nuestro, seguimos siendo trabajadores pero es diferente, ya no te ves igual que
antes, ahora trabajar es muy diferente a cuando lo hacíamos para un patrón porque

159
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

aquí somos cooperativistas, trabajamos para nosotros, es bien diferente trabajar sin
el látigo detrás y además trabajas con tus compañeros, colaboras con ellos, sabes
que lo que tú haces importa para el otro, para todos” (Alberto Sermeño, abril 2017).

Esto último adquiere importancia, sobre todo para quienes mediante la


memoria mantienen viva y latente su historia pasada, dándole un sentido que trabaja
sobre ellos en el presente, dándole al “ser cooperativista” un sentido identitario en
el que expresan haber sido capaces de revivir a la fábrica-cadáver con sus propias
manos, pero también una forma específica de entenderse como trabajadores.

“Ser cooperativista” de entrada señala que son co-propietarios y participan


en las decisiones de la empresa45, pero en el fondo señala una forma de entender
el trabajo, en la que está presente una transformación en las formas, concepciones
y relaciones de trabajo. Entender el elemento cooperativista en un sentido identitario
nos permite asomarnos a su concepción del trabajo y de sí mismos, pues
activamente forman parte del proyecto, lo que les adjudica responsabilidades sobre
éste y fortalece su relación con el trabajo y sus compañeros. Es importante señalar
como esta conjunción de “ser trabajadores” y “ser cooperativistas” hace que en
términos generales se nieguen a la idea de dejar de ser lo primero.

Saber que el trabajo es suyo se marca como importante y además para los
socios de TRADOC fue importante no dejar de ser trabajadores ni convertirse en
patrones, a lo que respondió la creación del modelo de PROEM al que los
fundadores se integran junto con los nuevos socios que no cuentan con capital
social.

“Mira aquí para empezar el trabajo es nuestro, nadie nos está explotando, somos
co-propietarios de la empresa, pero además de eso aquí nosotros tomamos las
decisiones, todos contamos y eso es algo de la cooperativa, porque en una empresa
tradicional tú no vales, lo que pienses no importa, entonces ahí la cooperativa ya es
muy diferente y todos somos cooperativistas y eso también es importante para

45
Los y las socias de TRADOC participan de manera directa en las grandes decisiones de la empresa, mientras
que la totalidad de PROEM, en la que se incluye TRADOC, participan en diferentes niveles de decisiones
operativas en las áreas de trabajo.

160
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

nosotros porque la idea no es convertirnos en patrones, sino ser cooperativistas”


(Alberto Sermeño, abril 2017).

Es cierto que existen diferentes áreas de trabajo que son cubiertas mediante
contratistas46, como jardinería, limpieza, cocina, algunas tareas especializadas de
mantenimiento o algunas tareas de revisión final y embalaje del producto, y es
común que ellos mismos señalen sus propias limitantes e incapacidades como
cooperativa para cubrir estas áreas mediante el modelo cooperativista.

Al respecto reconocen sus dificultades respecto a la negativa de muchos


socios a cubrir dichas tareas, lo que les ha obligado a utilizar contratistas, pese a la
contradicción que les representa. Además, explican la imposibilidad que tienen en
este momento para poder incorporar al modelo cooperativista a las diversas áreas
que son cubiertas mediantes contratistas, pues esto requeriría la creación de un
modelo cooperativo específico que se incorporara al binomio TRADOC-PROEM,
posibilidad que sí han pensado realizar, pero que no han podido concretar.

En contraparte existen otras áreas no productivas que sí están integradas en


el modelo cooperativo, como los servicios internos de protección civil, bomberos,
seguridad, seguridad industrial, servicio paramédico y médico, mantenimiento
industrial así como el área administrativa47.

Pero volviendo al tema, podemos observar cómo toman fuerza las nociones
de “ser trabajadores antes que socios” o de “ser socios en medida en que somos
trabajadores”, lo que señala la amalgama entre estos dos elementos con sus
sentidos identitarios, haciendo que no pueda haber socios que no sean
trabajadores, ni –con los limites mencionados- trabajadores que no sean socios,
especialmente en el área de producción y la mayor parte de administración,
manteniendo el acento sobre el trabajo dentro de su concepción cooperativista.

46
El término “contratista” lo utilizan en la región para señalar a los trabajadores de empresas de
subcontratación u outsoursing.
47
Salvo el personal perteneciente a Cooper Tires & Rubber Company o de la Gerencia General que es
contratado por COCSA.

161
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

“Es importante la cooperativa porque aprendes a trabajar diferente, pero es


importante si eres trabajador, si no quieres trabajar la cooperativa no tiene sentido,
aquí lo importante es trabajar, eso es lo importante porque no puedes pensar que
ser cooperativista es no trabajar, al contrario, ser cooperativista es trabajar más
porque trabajas para ti y para tus compañeros, entonces la cooperativa no funciona
si no quieres trabajar” (Héctor Manuel Velázquez Becerra, diciembre 2017).

El trabajo adquiere una fuerza identitaria que se amalgama con la del ser
cooperativista y éstos, obviamente entran en relación con otros elementos diversos,
tales como religiosos, familiares, políticos, comunitarios, en una interacción
constante que conforma los procesos identitarios.

1.3.- El trabajo como acción e interacción

El trabajo, en una primera dimensión es una acción compleja que implica una inter-
acción entre conocimientos, experiencias y capacidades que adquieren un sentido
identitario; en una segunda dimensión es una inter-acción entre sujetos que las
adquieren y las despliegan; y en una tercera dimensión es una inter-acción con otros
sentidos identitarios más allá del trabajo, por lo que podríamos hablar del trabajo
como una acción y una interacción compleja que adquiere un sentido de identidad.

“Uno es lo que hace por eso el trabajo habla por ti, sí tú haces un buen trabajo estas
mostrando quién eres, si tú haces mal tu trabajo no importa lo que digas, ahí
demuestras quién eres y para hacer bien tu trabajo pues tienes que aprender, por
eso el trabajo es como una escuela, tienes que aprender y entre más aprendes eres
mejor y sólo lo puedes demostrar trabajando, por eso para mí es importante siempre
hacer mi trabajo lo mejor que pueda, porque es lo que soy” (Miguel Meléndez, enero
2018).

En los relatos de estos trabajadores podemos observar cómo el trabajo es


mucho más que una acción simple, lo que nos remite a lo señalado por Alberto
Melucci (1999) cuando apunta la importancia de entender la acción y la interacción
como parte de las identidades colectivas. Si bien este autor hace referencia a
procesos colectivos de identidad en movimientos sociales, que no pueden ser
entendidos sino como sistemas de acción e interacción colectiva; aquí, a partir de

162
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

los relatos de las y los cooperativistas podemos señalar la importancia de la acción


y la interacción –concretamente del, y en el trabajo- en los procesos y sentidos de
identidad “individuales”48.

En esta acción-interacción del trabajo ellas y ellos van haciéndose de


conocimientos, experiencias, capacidades que despliegan y a partir de lo cual se
adscriben un valor como sujetos, que adquiere importantes sentidos identitarios que
entran en juego en su concepción de sí mismos. Entenderlo así nos permite, a partir
de los relatos de estos cooperativistas asomarnos a una acción e interacción más -
también compleja- entre lo individual y lo colectivo que en cierto sentido pareciera -
al menos- desdibujar el sueño “occidental” liberal de escindir estas dimensiones
tajantemente, pero además, esto, desde un tipo de sujeto “surgido” en el seno de la
modernidad capitalista, es decir el obrero industrial.49

“Yo creo que de por sí uno nunca trabaja solo, me parece que es imposible porque
tú haces algo, pero ese algo le sirve a alguien más que va a hacer otra cosa y así,
por ejemplo, el que hace almohadilla pues sí la hace, pero la almohadilla pasa a otro
paso donde alguien más hace otra cosa y así, entonces pues no es que tú trabajes
solo aunque tú hagas tu paso, y en la cooperativa eso es más fuerte, porque aquí
sabemos que cada quien hace su parte y entre todos hacemos el trabajo, es más
grande cómo aprendes a trabajar en la cooperativa” (Leopoldo Gutiérrez, enero
2018).

Siguiendo a Melucci, podemos observar cómo la acción e interacción


colectiva de estos obreros –ahora cooperativistas- adquiere especial importancia
para comprender sus concepciones colectivas, sin que esta identidad sea
monolítica, sino parte de un proceso complejo de negociaciones constantes de

48
Es importante entrecomillar lo “individual”, como lo veremos más adelante, pues sí el trabajo es una acción
y una inter-acción constante, lo individual como tal, si bien no deja de estar, también se desdibuja.
49
La clase obrera surgió en el seno de la modernidad capitalista como sujeto social, y por lo tanto se liga
también al pensamiento del liberalismo, o lo que se ha dado por llamar “occidente”, que se podría
problematizar en muchos sentidos, sobre todo sí más allá de lo abstracto, entendemos que quienes la forman
no aparecieron de pronto como “seres nuevos” inventados por el capitalismo, sino que venían de poblaciones
existentes con sus concepciones, prácticas, lógicas, tanto artesanales como campesinas y le imprimieron sus
propios sentidos concretos a la abstracción de la “clase obrera”.

163
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

intereses, voluntades, objetivos que están mediados por la acción y la interacción


(Melucci, 1999; 35-38).

En nuestro caso la acción colectiva no comienza específicamente con la


huelga, pero es en este momento donde adquiere un realce que es parte de la
construcción de un “nosotros” que se ha transformado, pero mantiene ligas entre su
“nosotros obreros de Euzkadi”, su “nosotros obreros en huelga”, su “nosotros
obreros convirtiéndose en cooperativistas” y que se amalgaman en su actual
construcción del “nosotros trabajadores cooperativistas”.

“Lo que hemos logrado es muy grande, la huelga, la cooperativa, tú ves cómo ha
crecido esta empresa y te das cuenta de lo grande que es lo que somos y hemos
logrado” (Vania Vélez, abril 2017).

La interacción de sus diferentes momentos del “nosotros” les permite


configurarse una identidad colectiva actual fuerte, que obviamente interactúa con
diversos sentidos de identidad, intereses particulares, deseos, voluntades, en la que
a su vez participan otras posibles identidades colectivas internas.

En todos estos procesos complejos, la acción y la interacción adquieren, junto


con el trabajo -que a su vez hemos dicho, podemos entenderlo como una acción e
interacción- una especial presencia y fuerza, por lo que podemos señalar que en la
construcción de sus sentidos de identidad, individuales y colectivos, el trabajo
mantiene un sitio central para ellas y ellos, mediante una complejidad de acciones
e interacciones.

“Yo creo que todo esto que lograron nuestros padres y que ahora también nosotros
como cooperativistas es muy importante, yo recuerdo todo lo que les costó a ellos
luchar por esto cuando la huelga, y ahora que estoy aquí veo lo que hemos logrado
y es grande, y creo que no se hubiera logrado si no hubiera sido por la unión, porque
ahora ya como cooperativa es posible si todos hacemos lo que nos corresponde en
el trabajo, pero yo pienso que no sería posible si cada quien trabajara como aislado,
porque así no se puede” (María Luisa Espadas, diciembre 2017).

164
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

1.4.- La complejidad del trabajo y el orgullo que genera

Cooperativistas trabajando

Hemos hecho mención al orgullo por el trabajo y su relación con el sentido de


identidad entre estos trabajadores cooperativistas, lo que nos permite observar el
lugar en el que sitúan al trabajo. Este orgullo por el trabajo se liga a la adquisición,
generación y despliegue de conocimientos, experiencias y capacidades y es
importante para comprender su concepción de sí mismos.

La idea del trabajo ha sido pretendidamente reducida por las concepciones y


prácticas capitalistas a “una acción simple, fragmentada, repetitiva y alienante”, sin
embargo desde las trabajadoras cooperativas50 se descubre como una acción y una
interacción compleja que es parte de un proceso en el que transitan acumulando,
generando y desplegando conocimientos respecto al material o la maquinaria, sus
sonidos y movimientos, a partir de lo que adquieren y despliegan su capacidad para
“hacer bien la chamba”.

Esta capacidad no está ligada sólo a la tarea específica que realizan en un


momento determinado, sino que es parte un transcurrir en el tiempo mediante su
biografía laboral, por lo que los conocimientos de un trabajador nunca 51 se
circunscriben exclusivamente a una máquina, un paso o un área de trabajo, por lo
que implica un proceso constante de adquisición, generación y despliegue de

50
Esto no es exclusivo de las y los trabajadores de esta cooperativa, se presenta en términos generales entre
poblaciones obreras, pero también en referencia otros ámbitos de trabajo diversos.
51
Salvo tal vez al inicio de su historia laboral.

165
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

conocimientos y capacidades respecto al proceso productivo –o de trabajo- más allá


del “botón que oprimen una y otra vez”.

“Para hacer bien tu chamba tienes que aprender a trabajar, tienes que saber hacer
las cosas y eso es algo que sólo aprendes chambeando poco a poco y pues así vas
aprendiendo conforme avanzas de un lado a otro y te haces bueno en tu chamba y
cuando haces bien tu trabajo te sientes orgulloso porque el trabajo habla por ti”
(Rubén Soto, diciembre 2017).

Es importante tener esto en cuenta, sobre todo cuando impera la noción de


que el trabajo –y sobre todo el trabajo obrero- es simple, fragmentado, repetitivo y
alienante, como el capitalismo lo quisiera en su afán de despojar a los trabajadores
de sus conocimientos y capacidades sobre el proceso de la producción y del trabajo
(Harvey, 2004). Esta noción simple del trabajo es tal, si sólo observamos desde la
lejanía, en la que el trabajador aparentemente –en esta u otra fábrica- “sólo hace
tareas simples”, sin embargo, acercándonos a ellas y ellos, sobresale la complejidad
y el proceso que les permite hacer su trabajo, y que sólo es posible a partir de su
transcurrir y acumular conocimientos amplios sobre diferentes máquinas, tareas,
áreas.

“Aquí vas aprendiendo a trabajar, pero no es que aprendas una vez y ya, sino que
constantemente estás aprendiendo, sobre una máquina, sobre otra, sobre lo que se
hace en un área y en otras, así por donde vas pasando vas aprendiendo y eso es lo
que te hace poder ser bueno en el trabajo, uno es mejor dependiendo de lo que
sepas hacer” (Héctor Manuel Velázquez Becerra, diciembre 2017).

Ellas y ellos van acumulando y generando diferentes conocimientos sobre las


máquinas con las que han trabajado, sus movimientos, reacciones posibles,
posibles fallas y soluciones; sobre las materias con las que trabajan, cómo deben
sentirse, acomodarse, desplazarse, con el fin de poder realizar esa “tarea simple”
que el modelo fordista implementó como la “forma universal de trabajar” en las
fábricas y que sirve como un despojo, no sólo del producto y del proceso de
producción, sino también de dichos conocimientos y capacidades (Harvey, 2004).

166
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Para ellos es importante su trayectoria laboral, pues han transitado –o


transitarán- por una gama de actividades y áreas de trabajo hasta encontrar una en
la que se sientan satisfechos, lo cual implicará un largo proceso de aprendizaje para
adquirir un conglomerado de conocimientos que les confiere su capacidad como
trabajadores.

“Yo soy maestro obrero, es decir que mi trabajo es enseñar a los demás, pero para
que yo sea hoy lo que soy, pues bueno, comencé desde hacer limpieza y fui pasando
por varias áreas y aprendiendo a hacer de todo, a trabajar en cada una de ellas, y
ser maestro obrero es que soy alguien que conoce diferentes áreas de trabajo, que
sé de diferentes máquinas, de diferentes tareas, eso es lo que soy y me da orgullo
decir que hoy mi trabajo en enseñar todo eso que he aprendido” (Alfredo Zabala,
diciembre 2017).

En Euzkadi los obreros hacían un recorrido que ellos señalan como “escalar”
que los hacia transitar desde las labores de limpieza hacia diferentes áreas en las
que tenían que aprender a trabajar para poder ocupar un puesto, y seguir
aprendiendo para continuar su trayecto, aprendiendo sobre diferentes máquinas,
procesos, materiales y tareas.

Este proceso es lo que les confiere la capacidad de “realizar bien” su trabajo,


lo que adquiere importancia al ser la expresión de sus capacidades y de su valor
como trabajadoras, por lo que se vuelve un motivo de orgullo, incluso en ambientes
sumamente precarios y violentos52, y que en la cooperativa adquiere mayor fuerza
en relación a la noción colectiva del trabajo que es posible no necesariamente
debido a que aquí no se fragmente el proceso de producción, sino por el sentido
colectivo que imprime el modelo cooperativista.

La cooperativa organiza el trabajo bajo una cadena de montaje, por lo que


las tareas aparecen como fragmentadas, sin embargo entre los socios emerge con
fuerza la concepción de que su trabajo está estrechamente ligado al de sus

52
Esto lo pude observar entre las obreras textiles de Tehuacán durante mi investigación de licenciatura (2014),
en el que “saber trabajar” se vuelve un motivo de orgullo obrero que se traslada hacia que “el trabajo habla
de ti”, por lo que también es un elemento de su identidad como trabajadoras, y por lo tanto un acto
comunicativo.

167
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

compañeras, en un proceso en el que cada uno realiza la tarea que le


corresponde53.

Cuando hablan del orgullo por su trabajo, por un lado están señalando sus
conocimientos y experiencias que les confieren capacidades y valor como
trabajadores y como sujetos, por lo que es común escucharles referirse a que “tu
trabajo habla por ti”, lo que nos hace volver al trabajo como una carta de
presentación. Esto nos permite asomarnos a la complejidad que hemos insistido
adquiere el trabajo como una acción y una interacción que adquiere sentido
identitario y de orgullo que además se descubre como un acto de comunicación.

Al “hacer bien tu trabajo” están mostrando quienes son, sus conocimientos,


experiencias, capacidades, su valor como sujetos y cuando “el trabajo habla por ti”
señalan la cualidad comunicativa del mismo, pues mediante él se comunican
consigo mismos, con sus compañeros y más allá.

Estos sentidos que adquiere el trabajo, constantemente intentan ser


fuertemente soterrados por la dinámica capitalista que intenta fragmentar el trabajo
y al trabajador despojándoles no sólo del proceso y del producto, sino también de
sus conocimientos, experiencias, capacidades y con esto de sus sentidos de
identidad, orgullo y valor como sujetos, y además de su comunicarse con el mundo
en el que se desenvuelven, sin embargo a pesar de esto, en diferentes ámbitos
laborales es posible encontrar referencias a estas características del trabajo54, y en
el caso de la cooperativa se presenta con mayor fuerza.

Junto a esto emerge el orgullo de ser cooperativista, que está en relación


directa con sus memorias como obreros, huelguistas y cooperativistas. Un elemento
importante de este orgullo cooperativista, refiere a haber sido capaces de enfrentar

53
Más adelante hablaremos al respecto de esta noción colectiva del trabajo.
54
Insisto en el caso de las trabajadoras de maquila textil con quienes trabajé durante la licenciatura, al trabajar
en un contexto sumamente violento y precario en el que aun así, estas características del trabajo están
presentes, pero en medida en que podamos asomarnos a otros ámbitos de trabajo diversos no exclusivamente
industrial o productivo, en los que, apuesto, esto estará más o menos presente, tomando formas específicas
de acuerdo a cada contexto.

168
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

y derrotar a su patrón, cuantimás siendo éste una de las más grandes empresas
transnacionales del ramo, lo que redobla el orgullo cooperativista55.

“Me siento orgulloso de todo esto, siento que ha valido la pena todo, la lucha y
aguantar tanto porque ahora tenemos esta empresa, imagínate lo que es haber
derrotado a una de las más grandes transnacionales de las llantas, no es fácil lograr
esto que hicimos, y ver cómo estaba la fábrica cuando nos la entregaron y ver cómo
la tenemos hoy. Es un orgullo saber que todo esto lo hicimos nosotros, porque no
ha sido fácil, ahorita ya parece fácil pero no, ha costado mucho” (Miguel Meléndez,
enero 2018).

Si esto no fuera poco, se suma el elemento de haber demostrado su


capacidad a sus detractores –ex compañeros, sindicatos charros, empresarios
locales, nacionales, transnacionales y al gobierno-, al haberse quedado con esa
fábrica en la que habían dejado tantos años de vida y trabajo, y más aún, haber sido
capaces de revivirla hasta hacerla funcionar con sus propias manos, demostrando
todas sus capacidades individuales y colectivas.

Ellos fueron capaces de revivir el cadáver, dotarlo de alas y echarlo a volar,


en menos de la mitad de los estimados temporales de los expertos de Continental
Tires, lo que les demostró, en primera instancia, a sí mismos sus capacidades. Y
por sí siguiera pareciendo poco, hoy esta empresa operada por la cooperativa es
una de las más importantes en la región y sus socios se dotan a sí mismos de uno
de los indicies más altos de percepciones económicas, así como de condiciones
dignas de trabajo, cada vez más imposibles en el país y en el mundo, lo cual
alimenta su orgullo colectivo y personal.

“Claro que todo esto es un orgullo, más cuando te enteras de cómo está la situación,
aquí mismo en las fábricas del corredor industrial, cómo están los trabajadores, cada
vez peor, y entonces siento más orgullo, porque aquí lo que tenemos lo hemos

55
Para los trabajadores, sobre todo en medida en que están inmersos en ambientes de violencia patronal, el
sólo hecho de poder enfrentar al encargado o al patrón adquiere un sentido de orgullo, que se magnífica si en
la lucha laboral se logra ganarle, y entre más poderoso es el patrón se vuelve a magnificar, pues les implica
descubrirse con algo que la violencia patronal y la dinámica política y económica cotidiana les insiste que no
tienen: su capacidad de hacer frente a quien se presenta como alguien o algo a lo que ellos no pueden
enfrentar, ni mucho menos derrotar.

169
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

logrado nosotros con nuestra lucha y nuestro trabajo, fuimos capaces de lo que casi
nadie, ni nosotros creo, creíamos que íbamos a poder y ahora ves y sí pudimos y
no sólo pudimos sino que mira qué grande es esto ahora” (Ricardo Vázquez, enero
2018).

1.5.- El trabajo y su carácter colectivo

Hasta aquí hemos podido ir observando cómo el trabajo -en concreto el trabajo
obrero y cooperativista- ha pasado de la ilusoria imagen de una “actividad simple,
fragmentada, repetitiva y alienante”, a descubrirse como una acción compleja que
también es una interacción en el que podemos observar una serie de conocimientos
y capacidades que se vuelven parte de los sentidos de orgullo e identidad de los y
las trabajadoras, que además se presenta como un acto comunicativo. Hemos
enfatizado la dimensión del trabajo como inter-acción, y hasta ahora hemos podido
observar algunos aspectos desde dónde nos permitimos tal afirmación.

Hemos podido vislumbrar como las fronteras entre lo individual y lo colectivo


parecen desdibujarse -en menor o mayor medida-, para complejizar la interacción
entre ambas dimensiones del trabajo -y en términos generales de la vida social-. A
partir del tema que nos ocupa -el trabajo-, en el caso abordado -las y los
trabajadores de esta cooperativa- hemos señalado la complejidad de intentar
escindir lo individual de lo colectivo, imprimiendo un desdibujamiento de sus
fronteras. Sin embargo hasta el momento sólo hemos hecho señalamientos que nos
permiten vislumbrar esta cuestión, por lo que hace falta intentar abundar al respecto.

El trabajo mantiene una primera dimensión individual, sin embargo para los
cooperativistas adquiere fuertemente una dimensión colectiva que sobresale, y que
nos puede ayudar a entender el trabajo como proceso eminentemente colectivo aún
en otros ámbitos laborales no cooperativos. Insisto en señalar esta dificultad para
escindir lo individual de lo colectivo, y en el caso de trabajo, esto no es menos
complejo, aun cuando la lógica y dinámica capitalista insiste en fragmentarlo en
supuestas tareas simples realizadas por cada trabajador, y sin embargo no alcanza
a perder su carácter colectivo.

170
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

“Uno de por sí aprende a trabajar con los compañeros, ellos te enseñan incluso
aunque no quieran, ahora que somos cooperativa sí es diferente porque ahora si
nos enseñamos todos (…) ahora que somos cooperativa no se trata de que tú hagas
lo tuyo, sino que entre todos lo hacemos, antes también era un poco así pero no lo
pensabas tanto así, con la cooperativa sí, porque si cada uno hace lo que le toca el
trabajo sale bien, aquí aprendes que cada quien hace algo, no importa en qué área
trabaja cada uno, todos hacemos el trabajo, allá en las oficinas, donde sea, aquí
aprendes eso que el trabajo no sólo lo que haces tú” (Miguel Meléndez, enero 2018).

Hemos mencionado que esta dimensión colectiva del trabajo emerge con
fuerza entre las y los cooperativistas, sí en relación al propio modelo cooperativo,
sin embargo también se hace presente más allá de éste. El capitalismo ha insistido
en fragmentar el trabajo, su práctica y sus nociones, y tiene sus intereses propios
en instaurar esto, tal vez el ejemplo más claro de esta pretensión sea el modelo
fordista-taylorista, mediante la cual, aparte de aumentar la productividad y
generación de ganancias, se busca arrebatar a los trabajadores de su capacidad de
incidir en el proceso de producción (Harvey, 2004), sin embargo el trabajo es un
proceso que difícilmente puede ser fragmentado e individualizado y puede –y debe-
ser entendido como un proceso de acción e interacción colectiva, lo que incluso se
puede entender más allá del núcleo productivo, de la geografía y del momento
histórico.

Al respecto, es útil recordar nociones colectivas del trabajo que han sido
señaladas, por ejemplo por Pierre Joseph Proudhon en el siglo XIX, para quien el
trabajo colectivo o asociado no es simplemente la suma del trabajo individual,
señalando que el capital explota justamente esta fuerza colectiva del trabajo, y junto
a esta, sus conocimientos y saberes, que tampoco son individuales (D´Auria, 2007;
18), mientras que otro anarquista reconocido, Piotr Kropotkin, apuntala aún más,
señalando que un trabajo específico en un momento histórico y en un contexto
concreto no pueden comprenderse exclusivamente a partir del núcleo productivo,
pues la posibilidad de que exista una máquina, una fábrica y un trabajador con un
conocimiento concreto no puede desligarse de un proceso más amplio de trabajo y

171
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

conocimientos que trascienden geográfica e históricamente al núcleo productivo


(Kropotkin, 2013), señalando con esto el carácter social del trabajo.

Señalo esto para remarcar el carácter colectivo del trabajo –incluso social- y
la pretensión capitalista de fragmentar no sólo su realización como acción e
interacción, sino su concepción, lo que nos hace pensar “mi trabajo” fragmentado
del de los y las demás. Si bien, de acuerdo a cada contexto específico podemos
encontrar fuertes nociones individualizadas del trabajo56, en este caso concreto
emerge constantemente una noción del trabajo que no niega su dimensión
individual, sino que la integra en la colectiva.

En la cooperativa los trabajadores realizan cada quien una actividad concreta


en una cadena de montaje de estilo fordista, haciendo que haya actividades que
aparezcan fragmentadas y repetitivas, sin embargo en las nociones del trabajo de
cada uno, siempre se concibe estrechamente relacionado con el trabajo de sus
compañeras del área y de otras áreas, para conformar un trabajo colectivo que se
materializa en una llanta que termina siendo almacenada al final de la cadena de
producción y en muchos casos también vendida por compañeros cooperativistas.

Podemos desmenuzar la idea del trabajo individual desde sus relatos –que
van más allá de la cooperativa-, en los que señalan cómo aprenden a trabajar en
relación a sus compañeros cuando ingresan a una determinada área de producción,
comenzando con esto a complejizar la dimensión individual del trabajo.

“Una no llega sabiendo, llegas y ves y no sabes qué hacer, y tus compañeras te van
enseñando a hacer las cosas y también vas mirando y aprendes así de ellas, te
ayudan, te dicen cómo ajustar tu máquina y tú vas aprendiendo” (Vianey Hernández,
diciembre 2017).

Este proceso de aprendizaje abre la posibilidad para asomarnos a la


dimensión eminentemente colectiva del trabajo, complejizando la propia noción de
trabajo y su ilusoria separación entre lo individual y lo colectivo, pues ninguno

56
Que también pueden problematizarse en este mismo sentido.

172
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

aprende a trabajar solo, dependen de sus compañeras para ir adquiriendo sus


conocimientos, experiencias y capacidades.

Los más experimentados se encargan de compartir sus conocimientos y


experiencias mediante un proceso de aprendizaje centrado en la práctica, por lo que
volvemos al trabajo como acción e interacción, en la que van “aprendiendo en carne
viva”, siempre en relación a sus compañeros. De ellos abrevan conocimientos y
experiencias, adquiriendo desde el inicio una dimensión eminentemente colectiva
sin la cual no podrían adquirir y generar sus “propios” conocimientos y experiencias
para desarrollar su capacidad. Aquí ya tenemos una imagen que nos permite
complejizar la relación entre las dimensiones individual y colectiva del trabajo.

“El que sabe le enseña al que no sabe, así aprendemos, yo así aprendí de la gente
y ya vas aprendiendo lo tuyo a partir de trabajar y llega el momento en que tú eres
el que sabe y te toca enseñarle a los que no saben, siempre ha sido así desde que
era Euzkadi, aunque en ese entonces sí había más como envidias porque luego
pensaban que les querías quitar su puesto y ahora eso ya casi no lo hay, ahora
aprendimos que si enseñamos a los nuevos entonces la carga es más pareja” (Juan
Briones, enero 2018).

En el día a día es común observarles desplazándose por su área de trabajo,


apoyando a sus compañeros cuando tienen dificultades y señalan la importancia de
apoyarse mutuamente para que el trabajo no se obstaculice. Aquí aparece otra
expresión de la dimensión colectiva del trabajo individual, pues conciben que es su
responsabilidad apoyarse cuando alguien enfrenta una dificultad57.

“Ahora es más común que nos apoyemos entre nosotros, sí tú ves que uno está
atorado, que no sabe o que se atrasa, pues intentas echarle la mano, ya sea que le
enseñes a hacerlo o que le digas “pásame unas”, porque la cooperativa te enseña
que se trata de colaborar entre nosotros y pues de nada sirve que yo acabe mi tarea

57
Aquí estamos hablando del caso específico de la cooperativa, donde posiblemente es más fácil que emerja
la concepción colectiva del trabajo, y por lo tanto que podamos observar más claramente esta dimensión, sin
embargo es necesario señalar que durante la investigación que realicé con obreras de la maquila textil en
Tehuacán, también era posible encontrar prácticas y relatos que permiten observar esta dimensión colectiva,
aunque con su obvia distancia.

173
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

y no me importen mis compañeros, porque al final la cooperativa es como si


fuéramos uno sólo trabajando” (Lizet Alonso, julio 2017).

Aprender a trabajar siempre ha sido –no sólo en esta cooperativa- a partir de


la práctica, sin embargo este modelo sí imprime con fuerza la posibilidad de que
florezca y se enuncie la concepción colectiva del trabajo, por ejemplo, en relación al
proceso de enseñanza/aprendizaje y a la responsabilidad de apoyarse mutuamente.
Cuando eran obreros de Euzkadi señalan que también aprendían en relación con
sus compañeros más experimentados, sin embargo podía ocurrir que algunos de
éstos se negaran a enseñar todo su conocimiento para evitar tener competencia en
su puesto de trabajo, es decir, la lógica capitalista sí logra mermar la dimensión y la
concepción colectiva de trabajo, mientras que la cooperativa puede fomentarla.

Ahora, no es que sea imposible encontrar quien se niegue a compartir sus


conocimientos, pero esto cuando se da, es marginalmente, pues la cooperativa sí
logra fomentar el florecimiento de una concepción colectiva del trabajo en la que
compartir conocimientos y experiencias no abre la puerta a la competencia, sino
que les permite socializar las responsabilidades y potencializar las posibilidades del
trabajo en el área específica. Esta lógica cooperativa está muy presente entre las y
los socios, haciendo que quienes tienen más experiencia se muestren ávidos de
compartir sus conocimientos.

Esta concepción colectiva del trabajo no queda reducida al área específica,


sino que es común escucharles referir a que su trabajo está estrechamente
relacionado con el de las demás áreas, por lo que “hacer bien tu trabajo” adquiere
un sentido de responsabilidad para con los compañeros de las demás áreas,
abriendo la dimensión colectiva, primero del sujeto a su área y de ésta a las demás.

“Aquí cada quien hace su parte, pero lo importante es lo que hacemos entre todos,
porque no importa que tengas, por decir algo, la almohadilla, sino tienes todo lo
demás pues no hay llanta y como cooperativa pues importa que esté la llanta toda
y no sólo una parte, entonces aunque sí cada quien hace su parte, lo importante es
que todos hagamos la llanta, desde el que está en las oficinas hasta el que la vende
ahí afuera de la fábrica” (Leopoldo Gutiérrez, enero 2018).

174
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Así, la noción colectiva del trabajo termina sobresaliendo sobre su


individualización, pues lo entienden como parte de un proceso en el que incluyen a
todos sus compañeros y compañeras. Al ser una cooperativa y una fábrica tan
grande58, es difícil que se conozcan de manera cercana todos con todas y que
mantengan una interacción directa entre las diferentes áreas, sin embargo en sus
relatos constantemente relacionan su trabajo al de sus compañeros “porque aquí
más que importar lo que hace cada quien, importa lo que hacemos todos como
cooperativa”, haciendo que sea posible entender el “hacer bien tu trabajo” con una
dimensión colectiva.

Claro que no dejan de hacer mención de su participación personal en el


proceso y hacen hincapié en su valor como sujetos trabajadores, pero
irremediablemente terminan refiriéndose a su trabajo en colectivo, posicionando el
“nosotros” en un primer plano, permitiéndonos asomarnos a la complejidad de la
dimensión individual del trabajo, y entenderla dentro de su dimensión colectiva.

1.6.- Jerarquías que se desdibujan sin desaparecer

Hemos mencionado que el trabajo no sólo es una acción, sino además una
interacción entre dimensiones, conocimientos y sujetos. En esta cooperativa existen
diferentes puestos mediante los cuales se organiza el proceso administrativo y
productivo. En el área productiva existen maestros obreros y coordinadores de área,
que son socios que por sus capacidades son designados a diferentes
responsabilidades, y también están los Jefes de Área y Gerentes administrativos.
Estas diferentes jerarquías, en ratos parecen desdibujarse tanto en el trato cotidiano
como en el trabajo, aunque no desaparecen.

Los coordinadores operativizan el día a día en cada área de producción y son


propuestos a partir de sus conocimientos y capacidades, y deben contar con la
aprobación de sus compañeros para poder funcionar, y en no pocas ocasiones ellos
proponen a quien creen puede asumir dichas funciones.

58
El área de producción de principio a fin, tiene una extensión de 1 km de largo, y en algunas áreas tiene hasta
tres niveles de altura, y durante la realización de esta investigación estamos hablando de alrededor de 1,400
cooperativistas que se dividen en tres turnos.

175
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

La jerarquía del coordinador y la del maestro obrero, están marcadas


administrativamente, sin embargo no dejan de ser trabajadores ni cooperativistas,
con la diferencia de que asumen mayores responsabilidades en su área,
encargándose unos de enseñar y apoyar a sus compañeros frente a algún
problema, y otros de operativizar el trabajo del día, organizando la cuadrilla de
trabajo y resolviendo conflictos y problemas que puedan surgir, a ellos su jerarquía
no les implica una relación de superioridad frente a sus compañeros, sino una carga
de trabajo más ardua.

Llegar a ser coordinador es concebido como “un premio, donde lo que ganas
es más trabajo, más responsabilidad y más compromiso”, lo que nos hace pensar
ciertas cercanías –con su amplia distancia- con las concepciones de autoridad en
comunidades indígenas. Ser coordinador implica “estar dispuestos a trabajar más
que los demás en lo que sea necesario para que esto no se pare” (Juan Briones,
enero 2018).

A partir de esto podemos pensar que estas jerarquías hacen referencia a una
relación con la responsabilidad colectiva y señalan “administrativamente somos
como jefes, pero no somos jefes de nadie sino compañeros que nos toca más
chinga, o sea que aquí ser jefe no es ser jefe, sino chingarle más” (Juan Briones,
enero 2018), lo que nos permite entender una concepción de jerarquía, no
inexistente, pero sí diferente.

El término “jefe” es utilizado con regularidad para señalar a una diversidad de


puestos que van desde los coordinadores, los jefes de área, los maestros obreros,
hasta los puestos administrativos y del Consejo de Administración de la empresa,
sin embargo también al respecto de estos últimos existe un cambio en la forma de
entablar relaciones, que nos permite señalar que es necesario entender las
concepciones de “jefe” y a lo que se refieren, pues evidentemente no señalan lo
mismo que se puede señalar en una fábrica patronal.

No implica una relación de dominación y violencia como ocurre en las fábricas


patronales, sino que señala una jerarquía administrativa que interactúa bajo
concepciones cooperativas. No existen relaciones de violencia entre quienes

176
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

ocupan estos puestos y el resto de los socios y es posible observar que entablan
relaciones respetuosas entre unos y otros, sin que esto signifique ausencia de
conflictos.

“Aquí sí tenemos jefes, pero no es igual que en otras empresas tradicionales, aquí
es diferente, los jefes no son jefes se podría decir, porque el trato es diferente, por
ejemplo aquí los jefes toman en cuenta lo que la gente piensa y opina, te respetan,
es una cosa diferente aquí, sí son jefes pero a veces pareciera que no lo fueran”
(Ricardo Vázquez, enero 2018).

Los “jefes”, cooperativistas o no cooperativistas59 acostumbran usar tonos


respetuosos y pedir constantemente las cosas por favor, y es común ver a los socios
dialogando de tú a tú con quienes ocupan jerarquías administrativas. Evidentemente
existe una diferencia entre ser “jefe socio” y “jefe no socio”, mientras que los
primeros procuran un trato entre iguales, con los segundos si se nota una distancia
mayor, pero sin que se permita llegue a ser una relación de superioridad y
subordinación.

La cooperativa y sus miembros con jerarquías administrativas velan mucho


porque los jefes de área, gerentes y personal de Cooper Tires entiendan que en
esta fábrica las relaciones no pueden entablarse como se hace en otras y que la
relación “si bien no es de iguales, porque por supuesto que no somos iguales, sí es
de socios” (Federico Martínez, enero 2017), por lo que si bien la jerarquía
administrativa tiene que ser respetada en cuanto a sus funciones, esto no puede
traducirse en una relación de superioridad y subordinación.

Este ha sido un camino que los y las cooperativistas han ido construyendo
en la práctica, intentando “cambiar el chip” de cómo se relacionan unos con otros,
por medio del diálogo directo para que por un lado los que participan en las áreas
de producción no se salten las jerarquías administrativas y les permitan participar
con ellos en el día a día de la fábrica, y por el otro que las jerarquías administrativas
no se entiendan como una relación de superioridad sobre los socios.

59
Personal de Cooper Tires & Rubber Company y contratado por la COCSA para puestos gerenciales.

177
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

“Aquí se intenta que haya respeto de todos, que los socios respeten al coordinador
y a los jefes de área, pero también al revés, aquí tenemos que cambiar de chip,
como decimos aquí, tenemos que pensar diferente, no importa si trabajas en la
máquina o de jefe o en las oficinas” (Juan Briones, enero 2018).

Cuando surge algún problema se pone en marcha un diálogo que comienza


entre los miembros del área de trabajo con la participación del coordinador y va
subiendo hasta el consejo de administración de ser necesario, en el que se busca
encontrar los puntos de desacuerdo o descontento y la forma de solucionarlo, en el
que el coordinador del área se convierte en una suerte de vocero de sus
compañeros.

Este desdibujamiento de las jerarquías a veces llega a tal grado, que muchos
insisten en que “las jerarquías son en el papel y en lo administrativo”, a partir de lo
cual las caracterizo como jerarquías administrativas, pues muchas veces en la
práctica, se conciben como iguales al momento de trabajar y resolver alguna
situación, especialmente cuando quien ocupa el puesto es cooperativista.

“Yo siento que somos iguales, tengas el puesto que tengas, somos iguales, porque
cada quien hace lo que corresponde pero al final todos trabajamos igual, todos
cumplimos lo que nos toca y no hay diferencia sí te toca trabajar en oficinas o acá”
(Leopoldo Gutiérrez, enero 2018).

No pretendo decir que estas jerarquías no existen, existen y tienen una


función administrativa clara, pero no se traducen en relaciones de superioridad y
subordinación, y cuando esto llega a darse, se busca eliminarlo mediante charlas
que los cooperativistas que participan en el Consejo de Administración entablan con
las partes.

Por otro lado, entre los coordinadores así como entre los socios que
participan en el consejo de administración de la empresa y las áreas administrativas,
es común rechazar para sí la categoría de “Jefes” y enfatizar que son obreros que
realizan tareas administrativas u operativas.

“Mira, yo por ejemplo, se supone que sería una especie de jefe para mis
compañeros, pero en realidad no soy jefe de nadie, no, soy trabajador y mi trabajo

178
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

es coordinar pero no soy jefe de nadie, simplemente yo intento hacer lo mejor posible
mi trabajo para que todo esto funcione, pero yo no mando, yo no ordeno, yo pido
todo por favor, así aprendí, no soy más que nadie, aquí se puede decir que sí
demuestras que puedes hacer las cosas, puedes llegar a ser jefe, pero no mandas
a nadie, aquí los que llegamos a ser algo así como un jefe, el premio es más trabajo,
más responsabilidad, eso es para nosotros cubrir un puesto de jefes, y lo mismo
para este puesto que para quienes están ahí en las oficinas” (Juan Briones, enero
2018).

Existen otras jerarquías que podrían señalarse como políticas. Los socios
que adquieren éstas, por lo general también desempeñan funciones en las
jerarquías administrativas, ya sea de las cooperativas y/o de la empresa, sin
embargo su carácter no está marcado por sus funciones formales, sino por la
importancia política –hacia adentro y hacia afuera- que han adquirido desde poco
antes del cierre de Euzkadi y durante la huelga, así como desde la fundación de la
cooperativa. A estas jerarquías políticas, es común que los socios se refieran como
“nuestros líderes” o “nuestra dirección”.

Éstas se configuran a partir de la participación política de los sujetos, tanto


en el sindicato como en la cooperativa, en las que por su capacidad y su actuar han
sido reconocidos como dirigentes políticos, todos ellos también trabajadores y
cooperativistas. El caso más representativo de éstas se presenta con la persona de
Jesús Torres Nuño, quien poco antes del cierre de Euzkadi fue electo como
Secretario General del Sindicato, y posteriormente en la cooperativa, pero junto a
Jesús es importante entender a un grupo de trabajadores cooperativistas, la mayor
parte de ellos adscritos a lo que era la corriente roja dentro del sindicato y que
continúa actuando en la cooperativa.

Estas jerarquías políticas son indiscutibles, tanto quienes se muestran a favor


como en contra de este grupo, les reconocen un sitio específico en su historia y
devenir, y son representadas colectivamente por el nombre y la figura de Jesús
Torres. Sin embargo es necesario señalar cómo, incluso quienes sostienen estar en
contra, no discuten la importancia del papel político de Jesús y el grupo del que
forma parte, reconociéndoles incluso aspectos positivos, alrededor de lo cual

179
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

adquieren su jerarquía política: su eficacia política durante el sindicato, la huelga y


la cooperativa. A demás, es común escuchar entre los cooperativistas opiniones
similares, en torno a Jesús y este grupo.

“Se ganaron nuestro respeto, pues no sólo supieron guiarnos cuando se nos vino
el mundo encima, sino que pudiendo vendernos y hacerse ricos, no lo hicieron y nos
demostraron ser dignos de nuestro reconocimiento. Todos supimos que a Chuy
Torres le ofrecieron sumas enormes de dinero por vendernos y él no aceptó ni un
quinto, él podría ser rico ahora, porque no eran miles de pesos lo que le ofrecían,
eran millones, y creo que hasta en dólares y no lo aceptó. Por eso él y los
compañeros que están con él se ganaron nuestro respeto, nuestra admiración,
porque además no sólo nos dirigieron y fueron quienes maquinaban las cosas, sino
que nos demostraron que ante todo eran parte de nosotros y hasta la fecha, tú los
ves, y es Presidente del Consejo, pero nunca lo vas a ver sintiéndose más que uno”
(Héctor Manuel Velázquez Becerra, diciembre 2017).

Durante mis estancias en la fábrica, sí pude escuchar a socios que se


marcaban contrarios al “grupo de Jesús”, sin embargo, la mayoría de los y las socias
con quienes conviví compartían la posición a favor, e incluso entre quienes
reconocían ser contrarios a la dirigencia cooperativa, la mayoría no evitaba
reconocer la importancia de Jesús y el grupo del que forma parte, tanto en la historia
de la huelga como durante la cooperativa.

Pero es importante señalar, que estas indiscutibles jerarquías políticas


tampoco se traducen en una relación de superioridad y subordinación frente al resto
de las y los socios, y quienes acceden a ellas, si bien no niegan su papel como
dirigentes, sí niegan ser superiores a sus compañeros e insisten en reconocerse
como obreros que desempeñan funciones administrativas y que han tomado
importancia política.

En suma, podemos observar una serie de jerarquías que se complejizan, y


sin dejar de existir, no implican relaciones de superioridad y subordinación, y
adquieren en su centro mayor responsabilidades para con el proyecto, por lo que
insisten “el premio es más trabajo y más responsabilidad, eso es para nosotros
cubrir un puesto de jefes”.

180
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

2. Hacerse cooperativista: el trabajo y su fuerza performativa

El trabajo puede ser agradable

Para comprender el “ser trabajador” y “ser cooperativista”, es importante observar


la práctica recurrente y colectiva que va generando una fuerza centrípeta que atrae
a los sujetos hacia ciertas formas de acción e interacción, actuando tal como una
fuerza performativa (Yúdice, 2002) que entra en juego en la configuración del hacer
cooperativo. El actuar recurrente ejerce una fuerza mediante la práctica que no sólo
muestra pautas de acción e interacción para quienes se integran al colectivo, sino
que también para quienes ya pertenecen a él y pueden intentar salirse de las
formas colectivas.

Constantemente insisten en la necesidad de “cambiar el chip” de sí mismos,


de quienes se integran a la cooperativa, del personal de Cooper y de quienes
adquieren prácticas que rompen con las formas cooperativistas. Si bien es cierto
que a quien se integra se le dan cursos de inducción en los que les explican durante
varios días cómo funciona el modelo cooperativista, su propia historia colectiva y en
los que se incluyen recorridos por las planta de producción para que comiencen a
ver el trabajo, sin embargo aprender a ser cooperativistas está en estrecha relación
con vivir la práctica cooperativa recurrentemente.

“Aquí es importante cambiar de chip, esto quiere decir que tienes que pensar
diferente, tienes que olvidar mucho de lo que se aprende en las otras empresas

181
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

porque somos diferentes, entonces todos tenemos que cambiar nuestro chip y
ponernos otro, ahora sí que cooperativista” (María Luisa Espadas, diciembre 2017).

Esta fuerza ejercida en la acción por el colectivo sobre los sujetos es


primordial en su aprender a ser cooperativistas “porque aquí no se trabaja como en
otras empresas, puede parecer que sí, pero no, porque aquí pensamos que debe
haber sobre todo cooperación entre todos y respeto y eso se aprende sólo viendo a
tus compañeros hacerlo” (Ricardo Vázquez, enero 2018).

Hemos mencionado la importancia que adquiere lo colectivo sobre lo


individual, y es en el día a día de la fábrica en el que ellas y ellos despliegan
cotidianamente una forma de trabajar y relacionarse que ejerce esta fuerza
performativa en la que el colectivo muestra recurrentemente a sus miembros cómo
actuar e interactuar generando una fuerza hacia sí misma que los lleva a
reproducirla.

Esto se puede observar acercándose a la cotidianidad del trabajo cooperativo


en cada área específica en la que el colectivo muestra y jala a los sujetos a accionar
e interactuar en una forma específica, por ejemplo, respecto a apoyarse unos a otras
en el trabajo, lo cual es una dinámica que sí bien se insiste constantemente, se
aprende del grupo cuando éste actúa de esta determinada forma.

Es en la cuadrilla de trabajo en la que aprendes a colaborar o a no hacerlo, y


en medida en que el colectivo actúa recurrentemente de esta forma, quienes se
integran van aprendiendo esta dinámica cooperativista. Cuando alguien se integra
a una cuadrilla o a un área de trabajo comienza un proceso de aprendizaje práctico
en el que no solo abrevas del colectivo para aprender el trabajo, sino la forma de
trabajar y relacionarte con tus compañeros.

“Como muchas cosas, uno aprende de la gente con la que trabaja, sí la cuadrilla es
responsable y trabaja bien, la gente aprende a trabajar bien, pero sí la gente es
trabajosa entonces enseñan a ser trabajosa a la gente, como que es una escuela
también en ese sentido el trabajo, aprendes a cómo comportarte, desde ser
descuidado, grosero, buen trabajador, responsable, por ejemplo aquí cuando llegan
los nuevos, piensan que hay regaños, que tienes que pedir permiso para todo, y

182
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

como ven que aquí no es así, pues pronto ya entienden cómo se trabaja, pero eso
lo aprendes viendo a tus compañeros, lo bueno y lo malo ahí se aprende” (Juan
Briones, enero 2018).

Si existe una dinámica de cooperación entre el colectivo, quien se integra irá


siendo orillado performativamente hacia la cooperación, lo que está en estrecha
relación con el aprender a trabajar, pues hemos insistido que no sólo se trata de
aprender una tarea, sino una forma de relacionarte, es decir de acción e interacción.

La fuerza performativa en esta cooperativa puede ser diversa, pues también


puede tender hacia la no cooperación, dependiendo de la cuadrilla de trabajo y los
sujetos que la conforman. El colectivo concreto puede jalar al sujeto hacia la
cooperación o hacia la no cooperación, y esto se vuelve fundamental en la
performatividad de los sujetos cooperativistas.

Estas fuerzas performativas concretas de una cuadrilla o área de trabajo


ejercen un papel fundamental para la dinámica cooperativista en la configuración de
sus sujetos, pero también cohabitan con la cooperativista general, en la que la
tendencia es hacia instaurar formas de acción e interacción en base a la
cooperación.

“Cuando yo entré aquí, pues no sabía cómo era, aquí he aprendido a colaborar con
la gente, y eso es bien bonito, porque vas viendo que en el área la gente colabora y
se ayuda y está al pendiente y te enseñas a ser también así, aprendes esas cosas”
(María Luisa Espadas, diciembre 2017).

Esto se da mediante un proceso paulatino en la que los sujetos van


incorporándose a la dinámica colectiva, no sin conflictos diversos, al ser un proceso
en el que los sujetos y el colectivo interactúan con sus respectivas dinámicas,
fuerzas, intenciones, etc., pero adquieren gran importancia para el actuar
cooperativista.

No sólo se marcan pautas sobre cooperar o no cooperar, sino sobre cuidar o


no el área de trabajo, las máquinas, la generación de desperdicio, y en cada uno de
estos aspectos puede haber una fuerza performativa diferente en una misma área
de trabajo. También adquiere importancia en cuanto a las formas de relacionarse
183
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

con los compañeros de trabajo, con coordinadores, con las jerarquías


administrativas, etc., haciéndose un aspecto del proceso de aprendizaje y
construcción de los sujetos cooperativistas que toma cuerpo en conflictos o
posibilidad de evitarlos o resolverlos.

Esta fuerza y su importancia no pasa desapercibida, ya que es entendida por


las y los socios sobre la importancia que ejerce el grupo sobre ellos para que
aprendan a ser y hacer de una forma u otra, como por ejemplo cuando un
compañero es “trabajador” o “trabajoso”. Ambos términos son relacionados con el
trabajo, pero en sentido contrario, un compañero “trabajador” es alguien
responsable con su trabajo, mientras que uno “trabajoso” es alguien que le cuesta
trabajo a la cooperativa.

Ser uno u otro, depende en gran medida –nunca exclusivamente- de la fuerza


performativa que tu grupo ejerza sobre ti, y cuando hablan del grupo no sólo se
refieren a la cuadrilla de trabajo, sino que se puede extender a la familia, amistades,
etc., en donde uno se hace “trabajador” o “trabajoso”.

Al no pasar desapercibida, también tienen estrategias para influir en el


sentido de esta fuerza performativa. Ante una cuadrilla “trabajosa”, buscan la
posibilidad de separarla e integrarla a diferentes cuadrillas “trabajadoras” o en
separar a algún miembro de ella para “que no eche a perder toda la cuadrilla” o para
que “no se eche a perder como ellos”.

“Luego ves que llegan chavos que son muy aplicados, pero llegan a donde la gente
es trabajosa y sabes que los van a echar a perder, entonces, pues si puedes,
intentas jalarlo hacia otro lado para que no se eche a perder como ellos, porque si
se vuelve trabajoso es bien difícil jalarlo pa´ este lado, entonces pues como uno ya
más o menos conoce a la gente, pues tienes que tener cuidado con eso para que
no se eche a perder la gente, que aprenda de gente trabajadora” (Juan Briones,
enero 2018).

Esta fuerza performativa se ejerce mediante la práctica cotidiana colectiva e


instaura prácticas cotidianas en el sujeto, sin embargo también se hace parte de la
generación de sentidos y significados entre las socias, formando un circuito entre

184
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

prácticas y significados que se retroalimenta constantemente, por ejemplo, al


respecto de la concepción colectiva del trabajo, o la propia concepción de la
cooperativa, cuyos significados y sentidos adquieren fuerza en relación a las
prácticas establecidas.

Así aprender a cooperar y trabajar en cooperativa en un proceso en el que la


práctica cotidiana adquiere importancia en la configuración de las y los sujetos, sus
prácticas y dinámicas, así como sus significados y sentidos dados al trabajo y a la
cooperativa.

3. La batalla de las mujeres. Tomar el trabajo en sus manos

3.1.- Un trabajo históricamente para hombres

El trabajo en Euzkadi era considerando exclusivamente masculino60, como lo es el


gremio llantero, pero esta cooperativa ha roto dicha dinámica, siendo la primera
fábrica en la que las mujeres ingresan en igualdad de condiciones tanto a las áreas
de producción como de administración, rompiendo poco a poco la noción de que
hay trabajos exclusivamente masculinos.

Vale la pena señalar, para no olvidar, que la imagen del trabajo obrero como
masculino, más que una realidad trans-histórica, ha sido la construcción de un
relato que no necesariamente refleja la realidad social y obrera. Las mujeres han
formado parte de la clase obrera, trabajando dentro de las fábricas, dejando su vida
y trabajo entre las máquinas, y participando en los movimientos obreros
constantemente, seguramente no en igualdad de condiciones, pero no se podría
intentar contar la historia obrera y la de sus luchas sin tomar en cuenta su
participación.

El trabajo femenino en las fábricas ha sido una constante que puede tener
variaciones de acuerdo al momento y el lugar concreto del que se hable. Por
ejemplo, durante el siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX las mujeres

60
En sus inicios la Compañía Hulera Euzkadi producía diversos productos del hule y sus derivados, tales como
mangueras, guantes, zapatos tenis, neumáticos para bicicletas, pero conforme el mercado automotriz creció,
se convirtió en una empresa exclusivamente llantera, y con esto su fuerza de trabajo se masculinizó por
completo hasta su cierre en diciembre del 2001.

185
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

formaron parte abiertamente de la fuerza de trabajo en las industrias, aunque nunca


han faltado actividades concretas que se llegan a considerar eminentemente
masculinas. A pesar de esto ha existido una fuerte imagen del obrero como hombre,
imagen que se fortaleció con las políticas del llamado “Estado del Bienestar”, en el
cual sí hubo una importante masculinización del trabajo obrero, pero sin que se
mantuvieran ciertas ramas de la industria en las que las mujeres siguieron estando
presente, como por ejemplo, la textil.

Así, debemos entender que, sobre todo, esta imagen del trabajo obrero
como masculino es un relato político, que sin embargo pronto volvió a
resquebrajarse con la fuerte feminización del trabajo obrero en las maquilas, que
en el caso de México tomó cuerpo en la década de 1960. Es importante tener esto
en cuenta para romper con una imagen construida e instaurada social y
políticamente en la que el trabajo obrero es esencialmente masculino, aun cuando
en ciertos momentos y ramas industriales, como el caso de la llantera, sí fuera un
reflejo de la realidad social.

En Euzkadi, aunque en un principio más de la mitad de la fuerza de trabajo


estaba constituida por mujeres (Atilano, 2008), se podría decir que históricamente
ha sido una fuerza de trabajo masculina hasta el cierre de la empresa. El trabajo
llantero actualmente a nivel mundial sigue siendo considerado “un trabajo para
hombres” argumentado el esfuerzo físico que se requiere para realizarlo.

Esa dinámica ha comenzado a ser rota en esta cooperativa, poco a poco en


un proceso en el que las mujeres han dado una batalla en diferentes asaltos para
ir tomando sus lugares en el trabajo, rompiendo poco a poco la concepción de
“trabajo para hombres”, que sigue estando presente, pero en menor medida.

3.2.- Primer asalto. El papel fundamental de las mujeres en la resistencia


obrera

Las mujeres dieron un primer asalto en esta batalla para tomar su lugar, en la larga
resistencia obrera durante la huelga en Euzkadi. En los relatos de los
cooperativistas es recurrente escucharlos hablar sobre la participación de las

186
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

mujeres de las familias obreras durante la huelga, permitiéndonos señalar que en


primer lugar las luchas obreras nunca son dadas exclusivamente por quienes
trabajan en la fábrica, sino que se vuelve una lucha en la que un sector de la clase
obrera participa desde sus núcleos productivos y sociales.

Las mujeres en la huelga

Este tema ha sido abordado por María Atilano (2008), quien recupera
diversos testimonios de las mujeres de las familias obreras sobre su participación
durante la huelga de Euzkadi, sin embargo amerita ser señalado en esta
investigación, pues la participación de ellas fue fundamental para la resistencia y la
huelga en diferentes sentidos.

El primero refiere a lo económico, pues ellas fueron las que asumieron –en
gran medida- la responsabilidad de sostener a las familias, haciendo posible la
resistencia económica, sin la cual los obreros no hubieran podido mantenerse
firmes hasta derrotar a la Continental Tires. Esto llevó –en menor o mayor medida-
a una transformación que impactó, rompiendo la lógica del “hombre proveedor”,
llegando a generar cambios en las relaciones y concepciones a lo interno de las
familias obreras.

“Aquí, nosotros decimos que de no ser por las mujeres no hubiéramos podido
resistir y nada de esto sería lo que es, porque cuando nosotros nos quedamos sin

187
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

trabajo, ellas salieron, no sólo nos apoyaron, sino que agarraron al toro por los
cuernos y sacaron a flote a las familias, y no fue fácil, porque uno pensaba que las
mujeres tenían que estar en la casa, pero eso nos sacó de ahí” (Héctor Manuel
Velázquez, diciembre 2017).

Uno de estos cambios es referente de rol que jugaron las esposas, quienes
salieron del sitio del hogar, al que socialmente estaban “destinadas”, para volverse
la cabeza económica de las familias, muchas de ellas entrando como obreras en
fábricas o abriendo pequeños negocios que les permitieron sobrevivir la urgencia
económica familiar. Si bien, es cierto que estas transformaciones fueron parciales,
y no significa que se haya logrado desarraigar las dinámicas machistas de las
familias obreras, sí implicó una fisura importante que llegó a casos de cambios más
profundos en las relaciones y dinámicas familiares.

“Yo me quedé en la casa a cuidar a los niños, y aprendí a cocinar y hacer todo en
casa, y fíjate que no me costó mucho trabajo (…) no sabía cocinar, no sabía hacer
los lonches para mis hijos más grandes, peinar a mi hija (…) y pues aprendí, desde
entonces en casa pues así es” (Alfredo Zabala, diciembre 2017).

Además, no pocos socios señalan que a partir de este proceso, ellos


aprendieron “a ser mejores personas, en todos los sentidos, no sólo en la chamba,
sino en la casa, con la familia, con la pareja, porque la cooperativa no es algo que
exista sólo en la fábrica, sino que lo llevas contigo” (Miguel Meléndez, enero 2018).
Si bien, estas transformaciones señaladas pueden ser parciales, de acuerdo a cada
caso, es importante notar sus reflexiones al respecto de cómo su historia de lucha
y la cooperativa los lleva a exportar lo que han aprendido aquí hacia sus otros
ámbitos de vida.

Ellos constantemente reconocen el papel que jugaron sus parejas y le


asignan un sentido fundamental en la resistencia obrera durante la huelga, usando
la metáfora en la que la resistencia es una mesa que no se puede mantener en pie
sin sus cuatro patas, una de ellas enunciada siempre en primer plano, es
justamente la participación de las mujeres de sus familias.

188
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Más allá del sentido económico, las mujeres tuvieron una participación
importante políticamente durante la huelga, especialmente en dos formas. Por un
lado, asistiendo individual o colectivamente a las guardias afuera de la fábrica, y
además asumieron una acción política activa dentro de sus comunidades con otras
mujeres de las familias obreras, llevando a cabo campañas de información para
contrarrestar las campañas de desinformación, ilusión y miedo con lo que la
Continental buscaba debilitar la huelga. (Atilano, 2008).

Estas acciones tuvieron un papel importante, pues para la totalidad de los


obreros de Euzkadi, la posibilidad de resistir dependía en gran medida de la
participación de sus familias, entonces ellas daban la batalla en ese ámbito,
haciendo trabajo político con las mujeres de otras familias obreras. La Continental
Tires empleó una estrategia en la que intentaba convencer u obligar a los obreros
a recibir sus liquidaciones y alejarse de la huelga, mediante el ahorcamiento
económico o fomentando ilusiones respecto a que los que aceptaran su liquidación
serían recontratados al terminar el conflicto con la amenaza latente de que quien
no se liquidara no tendría esta posibilidad.

El triunfo de estas campañas y las contra-campañas huelguistas, implicaba


al obrero pero también a sus familias, quienes podían ejercer su fuerza sobre las
decisiones, por lo que la acción política de las mujeres de las familias huelguistas
adquirió una importancia fundamental, no sólo para la resistencia económica de
cada familia, sino para la huelga misma.

Por último, la participación de las mujeres en la resistencia y la huelga tiene


otro ámbito que es el de la toma de decisiones. Si hemos dicho que la lucha obrera,
como la clase misma, no está sólo conformada por los obreros, sino por sus núcleos
sociales, es posible imaginar que las decisiones de éstos, no son personales sino
familiares también.

En términos formales eran los obreros los que “tomaban” las decisiones
respecto a la huelga, sin embargo, por lo menos las más importantes de éstas, es
común que no fueran tomadas de manera individual por ellos, sino en junto a sus
esposas. En no pocas ocasiones, la permanencia de ellos en la huelga, no sólo

189
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

dependía de que ellas les apoyaran, sino que incluso es posible encontrar relatos
donde ellos pensaron aceptar la liquidación y la oposición de ellas se volvió
fundamental.

“Yo no me liquidé, en parte porque cuando lo pensé mi esposa me lo dijo, que me


iba a arrepentir si lo hacía, me dijo que si quería lo hiciera pero que después me iba
a dar de topes porque el dinero se me iba a acabar y pues me dijo “aguántate””
(Alfredo Zabala, diciembre 2017).

Esto nos lleva a señalar la importancia que adquirieron ellas en la toma de


decisiones respecto a la huelga, pues recurrentemente las decisiones “formales”
de ellos eran previamente discutidas y acordadas en un espacio “informal” con
ellas. Esto nos lleva a complejizar la separación de los espacios “público” y
“privado” y las discusiones y decisiones al respecto en relación a ellos y ellas.

“Mi señora me apoyó muchísimo, cuando yo me desesperaba ella era de “ni madres,
vamos a aguantar hasta donde se pueda”, así me decía, entonces pues ya uno
agarraba fuerzas, y pues las cosas las decidíamos así entre los dos, no es que yo
haya decidido estar en la huelga, es que fue decisión de los dos” (Juan Briones,
enero 2018).

Así, ellas dieron un primer asalto en la batalla, tomando un lugar importante


para la resistencia, la huelga y las decisiones en torno a esto que se hizo
fundamental para la permanencia obrera en la huelga y posteriormente en la
cooperativa, sin la cual, ellos señalan “no podríamos estar aquí si no fuera por todo
lo que hicieron”.

3.3.- Segundo asalto. Las primeras mujeres en un ambiente de hombres

El segundo asalto de las mujeres se dio ya en la cooperativa, cuando comenzaron


a ingresar a la fábrica como socias trabajadoras, invadiendo lo que por años había
sido un espacio para hombres.

190
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Una de las primeras mujeres en entrar al área de producción como cooperativista

Las primeras en ingresar, en especial a las áreas de producción, tuvieron


que enfrentar no pocos obstáculos, comenzando con la noción de que era “un
trabajo para hombres”, lo cual les implicaba un rechazo, tanto de ellos como de
ellas mismas para llevarlo a cabo. La fisura de esta concepción comenzó cuando
algunos socios fundadores llegaron al momento del retiro, y al no tener hijos,
empujaron la posibilidad de dejar sus derechos como cooperativistas a sus hijas.

“En aquel entonces, eran puros hombres, no había nada de mujeres y ya yo le dije
“no pá, yo no voy a entrar, ahí trabajan puros hombres ¿cómo crees?” y me dijo “no
mira, ya lo platicamos con el Consejo de Administración, con Chuy Torres (…) y
pues bueno, acepté y así fue como entré, fui de las primeras mujeres en entrar al
área de producción” (Lizet Alonso, abril 2017).

Esto encontró un fuerte rechazo entre la mayoría de los socios, sin embargo
la cooperativa empujó el derecho de las hijas de los socios a incorporarse al
proyecto en igualdad de condiciones, con lo que comenzaron a tomar su lugar en
el trabajo y la cooperativa en un ambiente “de hombres”. Las pioneras tuvieron que
enfrentar una serie de obstáculos cotidianos como el rechazo a su ingreso y ciertas
dinámicas en las que “no querían enseñarnos a trabajar bien, no echaban al ruedo
sin decirnos cómo se hacían las cosas, yo creo que querían vernos fracasar”.

191
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

No eran pocos los socios que buscaban o esperaban verlas fracasar como
trabajadoras y cooperativistas, además muchas veces tenían que enfrentarse a sus
propias concepciones de que este no era un trabajo para mujeres. Sin embargo
“por orgullo y por dignidad me aferré, sí ellos podían hacerlo, porque yo no iba a
poder”, lo que las obligó en muchos sentidos a aprender –casi- sin maestros,
observando a sus compañeros para aprender a trabajar, animándose a hacer las
cosas para “demostrarme primero a mí misma que ellos estaban equivocados y
que yo también, que uno como mujer sí podíamos hacer este trabajo tan bien o
incluso mejor que ellos”.

Poco a poco fueron aprendiendo a trabajar hasta aprender a “hacer bien tu


trabajo”, pero también tuvieron que enfrentar el acostumbrarse a realizar un trabajo
al que no estaban habituadas.

“Era bien cansado, porque requiere mucho esfuerzo, te duelen las piernas, los pies,
la espalda, las manos, me dolía hasta el cabello porque nunca había hecho algo así,
pero poco a poco te vas acostumbrando, no que te dejes de cansar, eso nunca,
siempre te cansas y mucho, pero te acostumbras” (Vianey Hernández, diciembre
2017).

El esfuerzo físico requerido, es parte del argumento de que es un “trabajo


para hombres” que es compartido socialmente, sin embargo poco a poco estas
cooperativistas van desmontado estas concepciones pues

“Yo me canso muchísimo, de verdad que es muy cansado trabajar aquí, no es fácil,
yo al principio creía que me cansaba así porque era mujer, pero ahora creo que ellos
se cansan igual, sólo que no lo aceptan, pero les ves la cara y yo creo que les duele
el cuerpo igual que a mí” (María Luisa Espadas, diciembre 2017).

Las primeras de ellas se hicieron a contracorriente de conocimientos y


experiencias a partir de lo cual fueron poco a poco demostrando su capacidad en
el trabajo, lo que se volvió importante para transformar la percepción masculina.
Este asalto recayó en la primeras mujeres que entraron a las áreas de producción,
y si hemos dicho que para los trabajadores desplegar la capacidad en el trabajo es
importante en su concepción de sí mismos, también lo es respecto a su percepción

192
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

de la otra, pues ante la capacidad que fueron adquiriendo ellas, se fueron


desmontando las concepciones machistas de que era un trabajo para hombres.

Abrieron una puerta a empujones y fueron entrando poco a poco más


trabajadoras, que ahora tenían a estas pioneras como sus maestras y compañeras,
lo que les permitió no enfrentar tantos obstáculos que habían comenzado a ser
zanjados por ellas. Esta nueva avanzada femenina ya tenía quien les enseñara a
trabajar y las acompañara en su proceso de aprendizaje práctico, para continuar
desmontando la opinión de que ellas no podían hacer el trabajo.

El primer asalto había abierto una brecha importante en las concepciones


obreras respecto al rol de las mujeres en las familias y en el movimiento que puede
darse en menor o mayor medida de acuerdo a cada caso, y este segundo asalto
llevaría esta brecha hacia el ámbito del trabajo en la cooperativa

3.4.- Tercer asalto. El avance de las mujeres en la cooperativa

Ocupando sus lugares

Poco a poco las mujeres han ido tomando su lugar en el trabajo en la cooperativa,
adquiriendo conocimientos y experiencias que les permiten desplegar sus
capacidades obreras, que son parte de lo que ha permitido contrarrestar la negativa
masculina a aceptarlas como compañeras de trabajo. Actualmente hay alrededor
de 200 mujeres en la cooperativa, tanto en las áreas administrativas como
productivas.

193
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Para ellas es notable el avance que han tenido al respecto y observan “un
cambio de chip” importante, y reconocen que aún no es completo, pero lo entienden
como un proceso paulatino.

“Yo creo que hemos avanzado mucho, hemos cambiado el chip como decimos aquí,
yo desde que entré aquí no he sentido que haya ese machismo de antes, me
cuentan sí había mucho de no querer a la mujer trabajando aquí, pero ya no, somos
muchas las que estamos aquí y trabajamos bien, a veces hasta mejor que ellos”
(María Luisa Espadas, diciembre 20017).

Ellas van demostrando en la práctica sus capacidades y así han ido ganando
espacios, empujando, aferrándose a sus lugares en la fábrica y la cooperativa, pero
compartiendo iguales derechos que sus compañeros en todos los sentidos.

El rechazo masculino, señalan, ha casi desaparecido, pues ellas han


demostrado día a día sus capacidades como trabajadoras, a partir de lo que han
conquistado su lugar en el trabajo y logrado que sus compañeros se los
reconozcan.

“Yo creo que ya nos consideran como iguales, porque trabajamos igual que ellos y
así una se gana el respeto, y sí es muy cansado, a veces hasta creo que tal vez sí
es trabajo de hombres, pero es cosa de acostumbrarse a eso, yo creo que ellos se
cansan igual que nosotras” (Vianey Hernández, diciembre 2017).

Por otro lado, no son pocas las mujeres que participan en labores
administrativas, lo que de acuerdo con sus tareas puede ponerlas en una condición
de cierta jerarquía administrativa, al respecto de lo cual también han ido avanzando
poco a poco en construir una cotidianidad en la que los compañeros pueden recibir
indicaciones de una compañera sin que esto implique un conflicto.

“Ya no hay eso que había antes, ya saben que las mujeres trabajamos igual de bien
que ellos, ha sido un trabajo de ir cambiando el chip, poco a poco siento que se ha
ido avanzando en esa cuestión, al principio entiendo sí les costó mucho aceptar a la
mujer en la fábrica pero han ido cambiando el chip, también por ejemplo yo soy
administrativa, pero trabajo mucho en piso, o sea en producción, les damos charlas
y todo eso, y al principio sí como que no les gustaba eso de recibir indicaciones de

194
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

una mujer, pero poco a poco vamos cambiando la forma de pensar” (Vania Vélez,
abril 2017).

Para terminar, es necesario señalar que ellas han comenzado un cuarto


asalto al respecto de tomar participación activa en las diferentes comisiones de la
cooperativa, apoyadas por el consejo de la cooperativa, participando en las
elecciones internas de TRADOC, sin embargo aún no han logrado ser elegidas por
la asamblea para ocupar un lugar en estas comisiones, pero esperan pronto
comenzar a tomar parte en este ámbito de la vida cooperativista, avanzando en la
batalla por tomar su lugar como mujeres trabajadoras y cooperativistas.

Esta batalla ha representado un avance importante para ellas, y en muchos


casos también para ellos, aunque es difícil hablar de triunfos totales, pues también
es posible observar aun ciertas negativas hacia su participación en el trabajo, pero
que han sido reducidas de manera importante, y señalan que no son pocos los
avances que han tenido, y lo colectivo vuelve a asomarse, pues conciben que el
avance lo han logrado no sólo ellas sino la cooperativa, al “cambiar el chip” poco a
poco.

4. Aprender las mañas en el trabajo y sentir las máquinas

Hemos hablando ya sobre el papel que juega la práctica –o la acción- en el “ser


trabajador”. Aprender a trabajar depende fundamentalmente de la práctica, dándole
a la acción una dimensión de interacción que se vuelve primordial en el trabajo, en
la que lo colectivo adquiere un sitio predominante en el que participa la propia
experiencia y capacidad.

James C. Scott (1998) señala un tipo de conocimiento que es esencialmente


práctico y se relaciona con habilidades situadas a las que conceptualiza como
metis. Al respecto del trabajo y de la cooperativa se hacen presentes estas metis
obreras con una especial importancia, que son referidas como “la mañas del
trabajo” o bien como la capacidad que desarrollan para “sentir la máquina”. Con
estos términos hacen referencia al proceso de aprendizaje y los conocimientos
obreros, a los cuales sólo se puede acceder mediante la práctica y la experiencia

195
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

directa, que además entran en juego en los procesos identitarios y de valorización


de los propios sujetos obreros.

Aprender a trabajar es un proceso activo en el que se abreva de los


compañeros, mediante la práctica enseñan y aprenden a trabajar, observando y
haciendo –interacción y acción-. No hay otra forma de hacerse de estos
conocimientos sino mediante la práctica y la experiencia. Si bien, pueden tomar
diversos cursos especializados y algunos han estudiado carreras técnicas o
ingenierías, estas metis obreras son esenciales para trabajar.

“No hay otra forma de aprender a trabajar más que trabajando, sí te enseñan un
poco los que ya saben, pero no es que te den clases de plática, sino que te jalan, te
dicen ven, pon atención, obsérvame y ya luego te van dejando a ti hacer cosas
cuidándote y ahí va uno agarrándole sus mañas al trabajo” (Rubén Soto, enero
2018).

Estos conocimientos y habilidades se abrevan del colectivo, nunca


permanecen intactos ni adquieren un sentido de totalizarse, sino que es un proceso
constante en el que mediante la experiencia los abrevan, generan, actualizan y
comparten, es decir un tipo de conocimiento que comienza a generarse en la
interacción -en el colectivo-, y se actualiza constantemente mediante la experiencia
–en la acción-, y que regresa al colectivo inminentemente -nuevamente a la
interacción-, y que además se nutre de otros conocimientos similares abrevados
con anterioridad, por lo que adquiere una amplitud compleja en una actividad
concreta.

Ninguno de ellos o ellas llega teniendo este conocimiento, pero tampoco es


un receptáculo vacío, pues a partir de sus trayectorias laborales ya cuentan con
metis que pueden incorporar a la actividad concreta del trabajo a la que se integran,
en donde abrevan de sus compañeros para aprender la tarea concreta, por lo que
comienza con una dimensión colectiva que se traslada a la individual para ser
experimentada.

Mediante la experiencia propia, estos conocimientos son actualizados, pues


para desarrollarlos tienen que trabajar y en esa acción el sujeto incorpora su

196
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

experiencia directa a lo abrevado del colectivo para actualizarlos situadamente, lo


que nos lleva a reflexionar que este conocimiento no puede ser ni pretenderse
universal, pues como señala Scott, es esencialmente contextual, valido para
aplicarse a los ámbitos de la experiencia y aunque pueden ser útiles en otro
contexto, antes requerirían de ser incorporados al nuevo contexto y conocimiento
colectivo.

En un sentido complejo, estos conocimientos son jerárquicos y anti


jerárquicos a la vez, pues a partir de ellos las y los trabajadores establecen
jerarquías fácticas entre ellos, ligadas a la capacidad y experiencia de cada quien,
pero también les permite romper las jerarquías ligadas al puesto de trabajo y la
antigüedad –que supone mayor experiencia-, siempre y cuando demuestren en la
práctica y mediante la experiencia la posibilidad de romper estas jerarquías
formales.

“Uno se gana su lugar demostrando que sabe trabajar, sólo así, sí sabes trabajar
los compañeros te van a dar tu lugar, te van a reconocer, incluso aunque seas más
joven o tengas menos antigüedad, si demuestras que sabes brincas a los números
viejos, aquí el número viejo marca, porque supone que al tener más antigüedad
tienes más conocimientos entonces eso te da un lugar entre los compañeros, pero
sí sabes trabajar no importa si eres número nuevo puedes brincar al viejo” (Alfredo
Zabala, diciembre 2017).

Podemos observar que los cooperativistas establecen jerarquías informales,


que pueden traducirse en formales, como en el caso de los maestros obreros o los
coordinadores, que son reconocidas administrativamente y en términos generales,
respetadas. La capacidad y la experiencia les adjudica no sólo un valor a sí mismos,
sino en la inter-acción con sus compañeros, reconociéndoles una posición
jerárquica “informal” a quienes tienen y demuestran mayor experiencia y capacidad,
que pueden llegar a ocupar –o no- un espacio en las jerarquías administrativas
“formales”.

Pero también este conocimiento práctico contenido en saber las mañas del
trabajo o en saber sentir las máquinas, les permite la posibilidad constante de

197
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

romper las jerarquías establecidas “formales” e “informales”, cuando la experiencia


y capacidad demuestra que éstas carecen de lo mismo. Si bien, no implica que se
rompa la jerarquía administrativa, por lo menos complejiza la relación con éstas.

En los relatos sobre cómo aprendieron a trabajar en Euzkadi es común


encontrar episodios en los que un trabajador con menor antigüedad –y
supuestamente menor experiencia- logra demostrar mayor experiencia que otro de
mayor antigüedad y ocupar un puesto de trabajo específico. Entonces, en este tipo
de jerarquías “informales” es constante el desdibujamiento de la misma, y no queda
establecida como tal de manera permanente, atada a la experiencia y capacidad
que se pone en juego.

“Antes sucedía mucho que luego no te querían enseñar para que no fueras
competencia, entonces te enseñaban unas cosas pero otras no, pero uno aprendía
mirándolos trabajar, ahí se asomaba uno y cuando había chanza pues uno
comenzaba a meter las manos para ir aprendiendo (…) luego pues ya agarrabas
experiencia, incluso llegabas a ser mejor que los que no te querían enseñar al
principio y pues sí demostrabas hacer bien la chamba ya no importaba que fueras
número nuevo, la experiencia te daba tu lugar” (Alfredo Zabala, diciembre 2017).

Con respecto a las jerarquías administrativas o “formales”, en la cooperativa,


si bien saber estas mañas del trabajo, no las elimina, sí complejiza su relación, en
muchos sentidos imposible si no fuera por el modelo cooperativo. Es común que
los socios participen mediante sus conocimientos al respecto de cómo implementar
mejorar o solucionar problemas, frente a los jefes de área, quienes muchas veces
se adscriben a sus conocimientos profesionales para implementar sus decisiones,
sin embargo en no pocas ocasiones las metis obreras demuestran superioridad
para el objetivo buscado, por lo que las jerarquías administrativas van aprendiendo
a tomarlas en cuenta.

“Luego pasa que los jefes de área creen que porque son ingenieros lo saben todo,
pero nosotros conocemos las máquinas y el trabajo, le sabemos sus mañas y vas
aprendiendo a sentir la máquina, sabes cómo se mueve, cómo se va desplazando
el material y eso ellos no lo saben, y ellos creen que porque tienen título pues saben
más que tú y no quieren hacerte caso, entonces pues lo dejas y cuando sale mal lo

198
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

que hicieron tú sólo los miras como diciéndoles “no que muy muy” y aprenden que
te tienen que escuchar, no porque uno sea muy muy, ellos serán muy lo que quieran,
pero nosotros llevamos años trabajando, sabemos qué les duele a las máquinas,
cómo hacen, cómo se mueven, y eso tiene un valor que no puedes aprender más
que trabajando” (Israel Pérez, diciembre 2017).

Estas metis obreras no sólo comienzan en una dimensión colectiva, sino que
vuelven a ella y en la cooperativa esto adquiere mayor fuerza, pues es común que
los socios más experimentados se muestren interesados en compartir sus
conocimientos y experiencias con los menos experimentados a partir de la
concepción colectiva del trabajo que la cooperativa fortalece, haciéndolos concebir
que al socializarlos potencializa que el área de trabajo realice bien su trabajo y
pueda solucionar problemas sin cargar esta responsabilidad exclusivamente entre
los más experimentados.

“Yo creo que uno siempre aprende de los demás y al final te toca la responsabilidad
de enseñar a otros, yo lo pienso así, porque yo así aprendí y mira ahora yo soy el
que me toca enseñarles a otros y me gusta enseñar, porque es mi trabajo, porque
apoyo a mis compañeros y a la cooperativa, pero también porque en medida en que
yo les enseñe lo que yo sé a la gente, pues la responsabilidad ya no sólo es mía y
si somos más los que sabemos entonces es más fácil hacer las cosas bien o
arreglarlas” (Alfredo Zabala, diciembre 2017).

Este compartirse las mañas del trabajo se vuelve parte importante del ser
cooperativistas, que entra en acción de manera cotidiana, buscando fortalecer el
proyecto colectivo, así en la cooperativa se fortalece la dimensión colectiva de este
conocimiento, que no deja de estar presente en todo conocimiento obrero.

Entonces volviendo al eje de este apartado, este conocimiento obrero vuelve


a la dimensión colectiva cuando el sujeto enseña de manera directa o indirecta a
los nuevos trabajadores estas mañas sobre el trabajo.

Tenemos un conocimiento que mediante la práctica se hace eminentemente


colectivo pero no está desligado a la experiencia directa del sujeto en la que se
actualiza constantemente; un conocimiento que no puede existir sino en un

199
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

contexto específico, aunque pueda ser útil para otros contextos con su propia
experimentación necesaria. Esta forma de conocimiento no es exclusivo de la
cooperativa, ni del trabajo obrero, pero es importante señalar cómo en este caso
aparece como la forma “natural” obligada del conocimiento valido que se vuelve
parte del “ser trabajadores”

Es necesario remarcar que este proceso de aprendizaje no se da por


concluido y esto se vuelve importante para sentirse satisfecho en el trabajo pues
en medida en que el trabajo les permite continuar aprendiendo se vuelve
satisfactorio, lo cual señalan es fomentado por el modelo cooperativista, incluso
después de llevar décadas trabajando.

“Yo creo que lo bonito de trabajar es que siempre sigues aprendiendo, no me creas
si no quieres, pero yo llevo muchos años trabajando aquí y me gusta porque siempre
estoy aprendiendo algo nuevo, eso hace bonito el trabajo, cuando sigues creciendo
como trabajador, y aquí en la cooperativa hay esa oportunidad de siempre estar
aprendiendo, así el trabajo es bonito” (Ricardo Vázquez, enero 2018).

Señalan que aprenden a “sentir las máquinas” como parte de estas “mañas
del trabajo”, lo que nos habla de la constante acción e interacción del sujeto con su
materia de trabajo61, que es parte de la complejidad de la supuesta “simplicidad”
del trabajo obrero, en torno a texturas, sonidos, movimientos de la máquina o la
materia con la que trabajan, en la que el sujeto entabla una estrecha relación con
su ambiente de trabajo que sólo es posible mediante la acción y la interacción
directa en el trabajo. Mientras platicas con ellos observas cómo atienden
constantemente con la mirada o el oído su trabajo.

“Aprender a trabajar, aquí le decimos saber las mañas del trabajo, tiene que ver con
saber qué tienes que hacer y cómo tienes que hacerlo para que salga bien, por
ejemplo, aprender a sentir las máquinas, esto es que uno va conociendo a la
máquina, sabes que ruido hace, que movimiento hace, sabes dónde puede fallar,
porque la ves, la oyes y aprendes a identificar cuando está trabajando bien y cuando

61
Máquinas o materias

200
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

no, y cómo hace cuando va a fallar y cuando esta al punto” (Sergio Valdivia, enero
2018).

“Sentir la máquina” les permite conocer sus sonidos, movimientos,


reacciones esperadas, e incluso las inesperadas, lo que lo hace un conocimiento
esencial para realizar bien su trabajo e incluso para su seguridad personal, pues al
saber cómo se mueve una máquina les permite calcular posibles riesgos durante
el trabajo o en caso de accidentes. Este conocimiento, si bien está presente en
diferentes ámbitos obreros, en la cooperativa adquiere no sólo importancia sino
reconocimiento colectivo e histórico, pues fue fundamental para revivir la fábrica-
cadáver y hacerla capaz de volar, y se mantiene vivo en sus memorias.

En los inicios de la cooperativa este conocimiento les permitió recuperar las


máquinas en mal estado, crear frankensteins fabriles para recuperar máquinas, y
les permitió superar los pronósticos de los expertos y comenzar a producir en
condiciones nada favorables. Por un lado, esto hace que este conocimiento obrero
sea reconocido, mientras que por lo general es despreciado en las fábricas
patronales, aun cuando sea aprovechado por las empresas.

Este reconocimiento se relaciona con el hecho de que los cooperativistas


que cumplen funciones administrativas son “obreros en tareas administrativas”, por
lo que saben de su importancia. Así, en la cooperativa este conocimiento es un
elemento importante para ocupar los puestos de trabajo, incluso dentro algunas
jerarquías administrativas, como los casos de los maestros obreros y los
coordinadores que son trabajadores con una amplia gama de este tipo de
conocimientos.

Para ocupar el puesto de coordinador se requiere que le sean reconocidos


estos conocimientos, tanto por el consejo de administración como por sus
compañeros del área, sin lo cual no podría funcionar en el día a día, pero además
los coordinadores requieren de metis sociales, pues no sólo tienen que conocer
máquinas y materias, sino a los sujetos con los que trabajan y las propias metis de
cada uno y una. Requiere conocer cómo trabaja cada uno de los socios del área,

201
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

sus metis específicas, pero además requiere saber cómo tratar con cada una de
ellas y ellos para crear el mejor ambiente y dinámica de trabajo posible.

Si bien, estas metis sociales pueden ser necesarias para todos los
trabajadores y en otros casos de jerarquías administrativas, para los coordinadores
se vuelven fundamentales como parte de sus propias metis sobre su trabajo, pues
él está en constante interacción con sus compañeros del área y no sólo se dedica
a resolver problemas productivos sino posibles conflictos y disgustos entre sus
compañeros, capacidad que sólo puede adquirir mediante la práctica y la
interacción directa con sus compañeros, y le son útiles específicamente con ellos,
por lo que adquiere la forma de un conocimiento y una habilidad práctica y situada,
es decir de una metis.

Tampoco faltan conflictos entre los socios, a partir de la importancia de estas


metis frente a los conocimientos, por ejemplo de los Jefes de Área o personal
profesionista, cuando se trata de resolver una situación concreta, en la que el
conocimiento profesionista nunca ha adquirido una experiencia directa

En no pocas ocasiones ambos tipos de conocimientos llegan a enfrentarse,


principalmente cuando las jerarquías administrativas desprecian las metis de los y
las trabajadoras cooperativistas, por ejemplo al momento de tener que resolver un
problema operativo o de implementar mejoras en el área de trabajo. En estos
casos, se intenta resolver la discrepancia entre los tipos de conocimientos por
medio del diálogo, en el que los coordinadores y los obreros en tareas
administrativas intervienen como mediadores intentando fomentar un
entendimiento en el que los profesionistas tomen en cuentas la experiencia de los
trabajadores y sus metis, y viceversa, los socios aprendan a tomar en cuenta los
conocimientos profesionistas.

5. Los ensambles en la cooperativa. Contradicciones que conviven

Esta cooperativa es un proceso vivo y social y como tal adquiere una serie de
contradicciones constantes ineludibles, que son reconocidas y señaladas
constantemente por la propia cooperativa y sus socias y socios. Esto adquiere

202
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

importancia, ante la nula intención de ocultar o negar sus propias contradicciones


y limitaciones, lo cual se relaciona con la estrategia que TRADOC ha emprendido
para intentar sobrellevarlas de la mejor manera que les es posible, siempre
mediante la práctica, sin renunciar a sus orígenes y objetivos.

Revisando que el trabajo no pare

Es importante insistir que al hablar de contradicciones debemos ser


cuidadosos, en especial porque el uso del término puede llevar a la casi automática
noción de choques irreconciliables. Sin embargo, socialmente las contradicciones
son una constante, que no necesariamente se resuelve con la eliminación de lo
opuesto, por lo que aquí tomamos un enfoque diferente que nos ayude a entender
la complejidad de estos juegos de opuestos que no se resuelven necesariamente
con la eliminación de uno u otro, sino con una suerte de ensamble o dualidad en la
que cohabitan, no sin conflictos ni fricciones.

Con este enfoque no pretendemos negar el carácter de los opuestos, sino


comprender su posible ensamble en el que coexisten, con sus fricciones y
acomodos diversos, haciendo parte de la vida social, y en este caso de la
cooperativa. Asumir este enfoque nos posibilita acercarnos a la comprensión de la
complejidad de la existencia de las contradicciones inherentes a todo proceso
social vivo.

203
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

5.1.- Cooperación-Competencia: las penitencias de una cooperativa dentro


del capitalismo

Una de las obvias contradicciones que vive la cooperativa, es la ineludible realidad


social, en la que impera la lógica y dinámica capitalista en la que la competencia
adquiere una importancia sustancial, para la que es necesaria la fragmentación del
trabajo tanto en su práctica como en su concepción. Esto hace que la cooperativa
exista en un ambiente adverso a su propia lógica conceptual, social e histórica, pues
adquiere sus orígenes como propuesta y como experiencia concreta, en la oposición
a éstas.

“Nosotros sabemos que tenemos contradicciones y que muchas veces no sabemos


cómo superarlas, por ejemplo, somos una cooperativa obrera que existe dentro del
capitalismo, sabemos que eso ya es una gran contradicción, pero pensamos que
nuestro principal objetivo es defender el trabajo, el de los socios, entonces pues
tenemos que ver cómo le hacemos para seguir adelante” (Jesús Torres, enero
2018).

Este juego de oposiciones se puede señalar de acuerdo a las lógicas que


imperan en uno y otro modelo de trabajo. Por un lado la cooperación, y por el otro
la competencia; la colectivización del trabajo frente a su fragmentación; la
socialización de lo generado por el trabajo frente a su explotación.

La cooperativa está anclada a sus orígenes en la lucha obrera en contra de


sus patrones, y en su seno existen sujetos y grupos que se adscriben a ideas
socialistas, sin embargo la realidad social la obliga a convivir con su opuesto, el
capitalismo, sus lógicas y dinámicas. Esta contradicción se vive, en un primer
momento hacia afuera de la fábrica, en una realidad social en la que tienen que
enfrentar la presión de la lógica de la competencia en el mercado, la cual no pueden
eludir si pretenden sobrevivir, pues requiere vender su producción y por lo tanto
entrar en el juego de la competencia comercial frente a verdaderos monstruos
trasnacionales.

Los obliga a intentar reducir los costos de producción para poder tener
precios competitivos -trasladando el juego de opuestos hacia adentro de la fábrica-

204
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

sin afectar las condiciones de trabajo y vida que han logrado como trabajadores 62,
por lo que esta reducción de costos de producción se constriñe a la posibilidad de
aumentar la productividad.

Mantener un precio accesible de sus productos, no sólo es parte del juego


de la competencia en el mercado, sino que para ellas y ellos implica una
responsabilidad social como cooperativistas, pues implica que la gente tenga la
posibilidad de acceder a un producto de calidad, y esto último también adquiere
relevancia para ellos, es parte de su noción de responsabilidad social con quienes
consumen sus llantas63, pues “en la calidad de nuestro trabajo llevamos en nuestras
manos la vida de la gente, o sea que nuestra calidad, nuestro trabajo es de vida o
muerte se podría decir”.

Lograr ofrecer sus productos a precios accesibles les obliga a buscar reducir
sus costos de producción, llevando esta contradicciones hacia la fábrica, pues
tienen que lograr esto sin afectar sus condiciones de trabajo y vida ni la calidad de
su producción, por lo que no pueden eludir la necesidad de usar la estrategia de
aumentar la productividad -lo cual también es una forma capitalista- para lograrlo.
Aumentar la productividad les implica aumentar los ritmos de trabajo, lo que ha
llegado a generar descontentos entre algunos socios, que llegan a aludir a su
memoria sindicalista, al respecto de la negativa a aceptar los aumentos en los
ritmos de trabajo, señalando que esto implica arriesgar las condiciones y la calidad
del trabajo.

La competencia capitalista obliga a la cooperativa a no poder eludir ciertas


lógicas, dinámicas y estrategias propias del capitalismo, tanto adentro como afuera
de la fábrica para mantenerse existiendo y toma presencia como fricciones
constantes frente a la lógica cooperativista y la memoria sindicalista.

62
Reducir las condiciones de trabajo es una de las principales estrategias en el modelo capitalista para reducir
sus costos de producción y aumentar sus indicies de ganancia.
63
En esta fábrica se producen con la misma calidad las marcas propiedad de Cooper Tires & Rubber Company,
como Black Stone Tires, que es propiedad de TRADOC.

205
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Por ejemplo, dentro de los planes de crecimiento de la cooperativa, en el


2016 se integró una cuadrilla de trabajo especial para cubrir la jornada dominical64,
con el fin de lograr aumentar la productividad. La integración de esta cuadrilla
dominical fue necesaria ante el rechazo de los socios a cubrir la jornada dominical,
lo que se debe entender como parte de una sentida demanda en el mundo obrero
y como tal, parte de una memoria sindical que persiste en la cooperativa.

La cuadrilla dominical tendría un periodo de asimilación en el que


paulatinamente iría integrándose a lo especificado en el acuerdo de integración, sin
embargo pronto comenzó a generar conflictos en la cooperativa, cuando parte de
los nuevos socios comenzaron a negarse a trabajar los domingos, lo que obligó a
otros socios a cubrir voluntariamente la jornada de manera reiterada. En diciembre
del 2017 el tema había escalado de manera importante al hacerse insostenible la
situación y era comentado en la fábrica por los socios y socias, sobre todo cuando
el Consejo de Administración emitió una circular en la que anunció que de no
resolverse la situación se tendrían que tomar medidas drásticas que durante toda
su existencia la cooperativa había buscado evitar: la reducción de personal65.

“Ya te habrás dado cuenta de lo que está ocurriendo, pues a eso a lo que me refiero,
que como somos cooperativa luego la gente cree que no tiene que trabajar porque
aquí no se corre a la gente, entonces pasa como con esto de la jornada dominical,
y pues yo la verdad sí creo que estamos a tiempo de acomodar las cosas, si la gente
no quiere trabajar está bien, que no trabaje, pero aquí uno viene a trabajar, tú ves a
compañeros que están aquí todo el día, vienen de madrugada, vienen en días
festivos y lo hacemos porque este es nuestro proyecto, pero ves que hay unos que
se agarran de cualquier cosa para no trabajar” (Juan Briones, enero 2018).

Un par de meses después, la cooperativa PROEM tuvo que dar de baja a


alrededor de 250 miembros, correspondientes a esta cuadrilla dominical. En enero
del 2018, previo a esto, en la fábrica se hacía notorio el clima de tensión frente a

64
Esta cuadrilla de trabajo no trabajaría exclusivamente los domingos, pero tendría condiciones especiales de
trabajo, como una prima dominical sobre sus adelantos a rendimiento, así como condiciones especiales
respecto a sus descansos, y los nuevos socios que se integraron en ella, lo hicieron mediante un acuerdo
específico.
65
Esta reducción de personal implicaba la extinción, por lo menos parte, de dicha cuadrilla dominical.

206
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

esta situación. Por un lado la cooperativa siempre se había negado a aceptar esta
como una medida para solucionar sus problemas de productividad, por medio de
acordar una reducción general de los adelantos a rendimiento para evitar la
reducción de personal, sin embargo en esta ocasión era diferente.

En las pláticas con socios, era notable un importante apoyo a la posible


reducción de personal “es que no quieren trabajar, si no quieren trabajar para que
vienen, aquí lo fundamental es querer trabajar, si trabajas los problemas se pueden
resolver de otra manera, pero si no quieres trabajar ¿entonces cómo?” (Alfredo
Zabala, diciembre 2017), la mayor parte de quienes opinaban al respecto se
mantenía en torno a esta opinión pues señalaban tener un problema al que no le
veían otra forma de solucionar.

Estos son ejemplos de cómo la contradicción entre el modelo cooperativista


y el sistema capitalista se ven obligados a coexistir, generando fricciones y
conflictos, pero que no se puede evitar por más que la cooperativa quiera, sobre
todo entendiendo que ésta depende de producir y vender bajo el sistema capitalista,
haciendo imposible que este juego de opuestos no se haga presente y se vean
obligados a buscar una forma de coexistir sin que esto signifique que se elimine la
contradicción.

La cooperativa busca que la lógica del capitalismo traspase lo menos posible


hacia adentro de ella, fomentando formal e informalmente la cooperación en el
trabajo, para lograr en términos generales, que impere la cooperación frente a la
competencia, pero sin poder evitar que las lógicas del capitalismo atraviesen las
paredes de la cooperativa y la obliguen a coexistir con su contradicción. En este
sentido la cooperativa busca protegerse de la lógica capitalista, por ejemplo,
integrando a los nuevos trabajadores como socios de PROEM, cooperativa que
permitió a TRADOC no volverse patrones de otros obreros, y han logrado mantener
las tareas productivas, así como la mayor parte de las administrativas bajo el
modelo cooperativista, pero también se ven imposibilitados de incorporar otras
áreas de trabajo, como limpieza, jardinería y cocina al modelo cooperativista,
viéndose obligados a cubrirlas mediante contratistas. Esta es otra arista de cómo

207
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

la cooperativa no puede eludir, pese a sus deseos e intenciones, la contradicción


que los obliga a coexistir con lógicas que como trabajadores y cooperativistas
buscan rechazar.

5.2.- Trabajo industrial-Trabajo artesanal: la coexistencia de ambas nociones

Haciendo llantas

Otro juego de oposiciones que se ensamblan es la coexistencia de las nociones del


trabajo industrial y artesanal. No es difícil escuchar la idea que “nuestro trabajo es
tanto industrial como artesanal” (Francisco Ramírez, abril 2017), ensamblando dos
nociones de trabajo que si bien, no son opuestas del todo, si son diferentes.

Obviamente el trabajo aquí se caracteriza por ser industrial, con su cadena


de montaje y su producción masiva y en serie, con maquinaria moderna, alguna
con alta tecnología. Como en muchas ramas industriales, la actualización
tecnológica es un factor importante para aumentar la productividad y reducir los
costos de producción, y esto no está ausente en esta empresa que constantemente
está actualizándose tecnológicamente, en lo que se vuelve fundamental el papel
de Cooper Tires, para posibilitar esto.

Es innegable el carácter industrial de esta fábrica y en el trabajo de los y las


socias, y sin embargo es común escuchar referencias al carácter artesanal de su
trabajo, resaltando en especial algunos aspectos que para ellos significa lo anterior,
haciendo coexistir dos nociones de trabajo que parecieran opuestas. Los aspectos

208
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

a partir de los cuales emerge esta concepción de su trabajo “en parte artesanal” es
por un lado la relación de sus sentidos con el trabajo; su relación con el proceso de
producción y las decisiones al respecto; así como su relación con el producto de su
trabajo.

“¿Por qué te digo esto?, porque nuestro trabajo, aunque somos una fábrica con
tecnología de punta, hay aspectos que son artesanales porque la calidad no la da la
máquina, la dan nuestras manos, son trabajos muy manuales y visuales, sí tienes el
láser que te guía, pero es fundamental nuestra vista, nuestras manos más que la
máquina” (Francisco Ramírez, enero 2017).

Suelen hacer mención al respecto de que aunque las máquinas sean muy
modernas, la calidad del trabajo depende de cómo ellos se involucran –por medio
de sus sentidos- con él, haciendo referencia principalmente al tacto y la vista para
sentir y ver, tanto la materia prima con la que trabajan como el proceso en la
máquina, insistiendo con énfasis en que hacer bien su trabajo no depende de la
máquina sino de ellos, a partir de lo que llegan a concebir el carácter artesanal de
su trabajo a pesar de ser industrial.

Es necesario, antes de continuar, señalar que no necesariamente todos los


socios hacen referencia al término “artesanal”, pero sí insisten en ciertos aspectos
que otros señalan directamente con éste.

Otro aspecto de este “carácter artesanal” es la relación con el proceso de


producción, lo cual es uno de los aspectos fundamentales que separan al trabajo
industrial del artesanal. Es común que se sientan fuertemente involucrados en el
proceso de producción, en un primer plano en su área de trabajo, en el que
acostumbran participar en el día a día.

“Aquí es diferente, porque aquí nosotros estamos muy involucrados con el proceso
de trabajo, sobre todo en tú área, sabes qué es lo que tenemos que hacer en el día,
nos organizamos para ver cómo le vamos a hacer para cumplir eso y si pasa algo
nosotros vemos cómo se resuelve, entonces es diferente a otras fábricas donde a ti
ni te preguntan ni nada, tú sólo te quieren para hacer sólo tú tarea, aquí aunque

209
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

todos tenemos nuestra tarea es diferente en ese aspecto” (Leopoldo Gutiérrez,


enero 2018).

Aun cuando los planes de producción se organizan en las áreas


administrativa y se organizan en las áreas de planeación de producción, ellos
afirman su participación estrecha con el proceso, y en donde sí son tomados en
cuenta para organizar el día a día y para resolver las problemáticas que puedan
surgir. Además su relación como cooperativistas los liga de manera directa con las
grandes decisiones de la empresa, de las que deriva la planeación de la producción
del día a día.

Si bien las dimensiones de la fábrica hacen imposible que se dé dicha


relación de manera directa, el modelo cooperativista sí imprime el sentido de
mantener una relación con las decisiones y el proceso de producción, primero en
el área, pero también más allá de ésta, lo que es parte de esta concepción
“artesanal de nuestro trabajo”.

“Sí, es cierto que no podemos estar en todo, pero sí estamos involucrados, o sea,
por ejemplo en el área sí mucho, pero también en general, como socios sabemos
por qué se está haciendo tal cosa, eso lo vemos en general en las asambleas,
entonces pues uno ya sabe el porqué de tal cuestión, y ahí sí estamos involucrados,
es como si fuéramos artesanos pero muy en grande claro, pero somos nosotros los
que estamos detrás de las decisiones” (Miguel Meléndez, enero 2018).

Otra característica importante del trabajo artesanal es la relación del


trabajador con el producto del trabajo, la cual es truncada por la lógica industrial y
capitalista, en la que el trabajador es alienado de éstos, sin embargo la concepción
cooperativista permite entablar una relación diferente, tanto con el proceso como
con el producto de trabajo. El trabajo no sólo depende de sus sentidos y su
involucramiento directo y estrecho, no sólo se sienten parte del proceso
organizador de la producción –aunque esta relación se dé más en la dimensión
simbólica-, sino que ellas y ellos son dueños del producto de su trabajo.

“Yo pienso que lo diferente, entre muchas otras cosas, es que aquí somos dueños
de nuestro trabajo, nosotros somos los que nos organizamos, somos los que

210
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

hacemos el trabajo, somos los que vendemos las llantas, y el trabajo es nuestro, no
le estamos trabajando a nadie, entonces eso es una gran diferencia, yo veo las
llantas, y aunque yo soy del área de seguridad contra incendios, yo sé que esa llanta
la hicimos nosotros” (Ricardo Vázquez, enero 2018).

Estos tres factores hacen que sea posible pensar su trabajo “en parte como
artesanos pero muy en grande” haciendo que coexistan dos nociones de trabajo,
que si bien no necesariamente son opuestas, sí se separan diametralmente. Esto
no significa que nieguen el carácter industrial de su trabajo, pero sí que conciben
algunos aspectos de su trabajo como artesanal. Si bien puede ser común que los
obreros reivindiquen que la parte más importante del trabajo no es realizada por la
máquina sino por ellos, el modelo cooperativista posibilita que los trabajadores
entablen –práctica y simbólicamente- una relación diferente tanto con el proceso
como con el producto de su trabajo, que hace posible pensarlo “en parte artesanal”.

Más allá de discutir que tanto sí o no, el trabajo aquí adquiere un carácter
artesanal, es importante observar cómo coexisten y se ensamblan estas nociones
del trabajo que suelen ser pensadas diametralmente, si no opuestas, sí distantes.

5.3.- TRADOC-Cooper Tires: la alianza con una transnacional

Otro juego de opuestos que se ensamblan es la relación de la cooperativa obrera


TRADOC con una importante historia y tradición sindicalista y de lucha obrera, con
grupos adscritos a ideas socialistas, con una importante empresa transnacional
Cooper Tires & Rubber Company de origen norteamericano que ocupa un lugar
importante en el mercado de llantas automotrices, como socios en la empresa
Corporación de Occidente.

Esta oposición aparece como obvia, sin embargo en la experiencia de esta


empresa las oposiciones han logrado funcionar para ambas parte de la sociedad
mediante una serie de estrictos acuerdos establecidos que guían la relación
comercial. Estos señalan desde la distribución de los lugares en el Consejo de
Administración de Corporación de Occidente, la forma de tomar los diferentes
niveles de decisiones, las potestades de cada una de las partes, así como la
independencia de ambos proyectos.

211
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Mediante estos acuerdos han logrado una relación en la que se ensamblan


las oposiciones y sus intereses particulares, por ejemplo, para la transnacional su
generación de ganancias –mediante la comercialización de sus marcas-, mientras
que para la cooperativa, la defensa de su proyecto y sus socios.

“Hasta hoy la relación con Cooper ha sido de entendimiento, no es que sea fácil,
tenemos una serie de acuerdos a partir de los cuales entablamos la relación, ahí se
establece todo lo que tiene que ver con la sociedad con ellos y creo que hasta ahora
hemos logrado una relación de mutuo respeto, claro, no somos iguales, porque ellos
son lo que son y nosotros somos una cooperativa obrera, pero hemos encontrado
la forma de que sea una relación buena, a secas” (Jesús Torres, enero 2018).

Cooper Tires llegó ya formada la empresa por la cooperativa y su socio


comercial Llanti System, quien le vendió sus acciones a Cooper, primero como un
tercer socio, y posteriormente como único socio de TRADOC66. En el esquema de
acuerdos establecidos entre los socios, por ejemplo, para decisiones vitales de la
empresa se requiere el consenso, mientras que para decisiones no vitales pero sí
fundamentales se requiere del 75% de los votos del Consejo de Administración,
haciendo que ninguno de los socios pueda tomar decisiones fundamentales sin el
otro, incluso cuando Cooper es socio mayoritario en la empresa.

La relación, reconocen los cooperativistas, no ha sido fácil, sin embargo han


logrado equilibrarla en buenos términos para ambos socios en una alianza que de
entrada parecería imposible, de no ser por esta experiencia cooperativa.
Obviamente esto no significa que no existan fricciones constantes que se generan
cuando personal de Cooper Tires se integra a COCSA y traen consigo una cultura
del trabajo patronal, que “aquí no puede ser así de ninguna manera”.

66
Al fundarse Corporación de Occidente (COCSA) cada uno de los socios (TRADOC y Llanti System) contaban
con 50% de las acciones. Al incorporarse Cooper Tires, cada socio vendió una parte de sus acciones, en un
esquema en que TRADOC resguardaba el 42%, Cooper 42% y Llanti System 16%, buscando que ninguno de los
socios tuviera mayoría de acciones, sin embargo cuando Llanti System se retiró de la sociedad, TRADOC no
pudo comprar el 8% de acciones que permitiera que los socios que quedarían en la sociedad mantuvieran
paridad en acciones, por lo que Cooper Tires se volvió socio mayoritario de COCSA con un 58%, mientras que
TRADOC mantiene un 42%.

212
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

La cooperativa está constantemente al pendiente de situaciones en torno a


esto, para que “cuando llega la gente de Cooper tiene que entender que aquí no
pueden relacionarse con los socios como están acostumbrados a relacionarse con
otros trabajadores”, entablando un diálogo constante hacia ambas partes para
evitar que los cooperativistas asuman actitudes hostiles hacia el personal de
Cooper que trabaja en la fábrica y que éstos “lleguen creyéndose jefes sobre los
socios porque aquí los jefes no son jefes, al menos no como se entiende en las
fábricas tradicionales, aquí es otra cosa”. (Federico Martínez, abril 2017).

La cooperativa insiste a este personal la necesidad de “cambiar su chip” y


entender que “los trabajadores aquí son socios, son sus socios, por lo que digamos
que son sus iguales” por lo que no pueden entablar relaciones a partir de
expresiones de superioridad ni mucho menos de violencia. De igual forma con los
gerentes contratados por COCSA la cooperativa insiste en el “cambio de chip”
insistiendo que en esta empresa “en dado caso los jefes son los trabajadores de
los verdaderos jefes, o sea de los socios”, complejizando las relación entre las
jerarquías, que son administrativas, pero “aquí les decimos que ellos –los socios-
son tus jefes aunque ellos tengan los puestos de jefes”.

Un aspecto importante en la sociedad es la generación de ganancias para


ambos socios, que se centra especialmente en la comercialización de las marcas
propiedad de cada socio. Es ahí donde Cooper Tires –y TRADOC- encuentran la
posibilidad de generar ganancias, para que la cooperativa tenga la posibilidad
económica de sobrevivir y los socios capitalistas obtengan la satisfacción de su
primordial interés, estableciendo una relación de “ganar-ganar” para que pueda
existir un equilibrio que permita la existencia de la sociedad comercial.

Así han logrado hacer funcionar una alianza que “sólo puede funcionar si es
una relación de ganar-ganar, de igual a igual aunque obviamente no seamos
iguales”, que se nos podría presentar como imposible debido a la oposición de las
lógicas de cada una de las partes. Una relación que no ha sido fácil mantener
equilibrada, y en la que la cooperativa han tenido que reconocer sus limitantes,
pero insistir en sus capacidades y potencialidades, que los hacen atractivos como

213
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

socios, sin que este equilibrio signifique la ausencia de conflictos, desacuerdos y


concepciones diferentes, debido a la naturaleza opuesta de quienes conforman la
sociedad.

5.4.- Ser dueños: dos concepciones diametralmente diferentes

Hace 12 años estos obreros se convirtieron en dueños –en colectivo- de la mitad de


la fábrica, lo que ha transformado sus concepciones del trabajo, pues desde ese
momento conseguir condiciones dignas de trabajo y vida, ya no sería a partir de la
lucha contra su patrón, sino que pasó a depender de ellos mismos y su trabajo.

Ninguno dejó de ser trabajador, pero sí comparten la propiedad de una parte


de la fábrica entre los 587 socios de TRADOC, mientras que de manera simbólica
muchos socios de PROEM que no pertenecen a TRADOC, también se sienten “un
poco dueños de la fábrica, porque mi papá es socio fundador y mi tío también,
entonces de cierta forma siento que también me pertenece a mí, aunque yo no soy
de TRADOC” (Sergio Valdivia, enero 2018).

La idea de “ser dueño” remite a la idea de la propiedad privada que es


fundamentalmente capitalista, pero también remite a otra idea basada en la
propiedad colectiva, propia de las nociones cooperativistas. Aquí irrumpe otro juego
de opuestos que coexisten -no sin conflictos- en los propios socios de la
cooperativa, que se expresan en dos diferentes nociones de “ser dueños” de la
fábrica que se traduce en diferentes formas de acción e interacción entre los socios,
con la cooperativa, con el personal de Cooper Tires y con el trabajo mismo.

Si bien, una de estas nociones aparece con más fuerza entre los socios67, la
otra no deja de estar presente haciendo obligada la coexistencia de dos nociones
opuestas de “ser dueños”.

El primero de estos usos de “ser dueño”, que se presenta como el


predominante, es entendido desde la propia concepción cooperativista en la que el

67
Por lo menos en cuanto a mi experiencia durante esta investigación, a partir de los socios y socias con
quienes pude platicar, ya sea en entrevistas o en pláticas informales durante mi permanencia en las áreas de
producción o en las áreas de comedor y descanso.

214
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

trabajo y la responsabilidad es aquello que permitirá la supervivencia del proyecto,


por lo cual asegurar el trabajo y su estabilidad laboral esta exclusivamente en sus
manos y su entrega al proyecto colectivo. Esta concepción se acompaña de un
sentido de responsabilidad directa del sujeto y el colectivo para mantener el
proyecto por lo que “ser dueño para nosotros es entregarnos por completo al
proyecto, asumir nuestra responsabilidad personal de hacer lo que te corresponde
y lo que sea necesario” (Ricardo Vázquez, enero 2018).

Quienes aluden a esta concepción señalan que “si se necesita trabajar más
pues trabajamos más, si toca venir a deshoras pues venimos, si toca trabajar en
días festivos pues venimos, no importa, porque todo esto depende sólo de nosotros
y de nadie más” (Juan Briones, enero 2018) y señalan el objetivo y origen del
proyecto, así como su esencia colectiva. En este sentido no son pocos los socios
que intentan cumplir lo mejor posible con su trabajo, pues señalan su
responsabilidad con el proyecto, que a su vez es una responsabilidad consigo
mismos y con su memoria.

Esta noción de “ser dueños” entra en juego con lo que constantemente


llaman “cambio de chip”, que en parte les implica aceptar los cambios “aunque no
nos gusten, siempre y cuando sean para bien del proyecto y aunque no nos gusten,
porque somos humanos y no nos gustan los cambios” (María Luisa Espadas,
diciembre 2017).

Esta concepción es esencialmente colectiva, aun cuando cada socio tiene


sus certificados de capital social, señalan “no es que yo sea el dueño, hay que
entender eso, es que somos dueños, pero así, en conjunto” (Lizet Alonso, julio
2017), lo que la coloca en sentido opuesto a la otra concepción de “ser dueños”.

Esta otra concepción de “ser dueños”, es señalada por diferentes socios


como “ser dueños como patrón” derivada de “no entienden que una cosa es ser
dueños en cooperativa, y otra muy distinta es ser dueños como si fuéramos
patrones, son cosas muy diferentes” (Alfredo Zabala, diciembre 2017).

215
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Es difícil encontrar quien de manera abierta se adscriba a esta concepción


de “ser dueño”, pues la fuerza del discurso cooperativista hace que no se exponga
de manera abierta, sin embargo llega a asomarse en tono de chiste, y se reivindica
más desde lo individual “es que yo creo que sí soy dueño de la fábrica, entonces
pues nadie me puede decir nada si no vengo a trabajar ¿no?, si quiero irme pues
me voy, porque para eso soy el dueño o ¿a poco no así son los dueños?”.

También es constantemente señalada por quienes se adscriben a la


concepción cooperativista de “ser dueños” cuando se refieren a sus compañeros
“trabajosos”68, a quienes señalan que no entienden lo que debe implicar “ser
dueños” en cooperativa, diciendo “es que ellos creen que ser dueños aquí, es como
ser dueño, o sea como si fueran patrón, no quieren entender que aquí ser dueño
no es trabajar menos, sino al revés, es trabajar más” (Juan Briones, enero 2018).

La coexistencia de estas dos concepciones de “ser dueños” que pueden ser


caracterizadas como “cooperativista” y “patronal” genera fricciones cotidianas entre
los socios debido a cómo asumen diferencialmente sus responsabilidades en el
trabajo y con la cooperativa, sin embargo están obligadas a coexistir. La
cooperativa y los socios que se adscriben a la concepción cooperativista insisten
en entablar diálogo con quienes se adscriben a la concepción “patronal” para que
estos “cambien su chip”, pero también reconocen que en muchos casos no se
puede hacer nada porque “ya se malearon y uno puede decirles misa y muchos de
ellos ya no van a cambiar porque no quieren entender que aquí ser dueño es otra
cosa muy diferente, incluso al revés de como ellos lo creen” (Juan Briones, enero
2018).

Por lo tanto ambas concepciones se ven obligadas a coexistir y buscar


enfrentarse lo menos posible entre socios y socias, con el fin de evitar conflictos
que puedan crecer más, tanto en el día a día en el trabajo, como en la cooperativa.

68
“Trabajoso” es el término con el que designan a una persona con la que cuesta trabajo relacionarse y
trabajar y que se niega a colaborar.

216
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

5.5.- Cooperativismo-Sindicalismo: dos memorias en un mismo proyecto

Cooperativistas trabajando

Otro juego, que no es esencialmente de opuestos, pero que en ocasiones llega a


crear oposiciones dentro de la cooperativa, es el ensamble entre las memorias
cooperativista y sindicalista. Es importante señalar que estas memorias se articulan
y una forma parte de la otra, sin embargo en ocasiones adquieren tintes opuestos
en casos específicos, lo que nos permite incluirlo en torno al tema de las
oposiciones, que nos lleva a pensar el ensamble conceptual entre “opuesto-no
opuesto”.

Como señalamos en el capítulo anterior, la memoria sindicalista forma parte


importante de la memoria cooperativista, al grado de que no es posible hablar de
la segunda sin la primera. La memoria sobre el trabajo en Euzkadi y sobre la huelga
no se puede escindir de la memoria sobre la cooperativa, una trabaja sobre la otra
para entonces trabajar juntas sobre el presente.

Estas memorias son parte de una misma, pudimos ver cómo mantener viva
la memoria sindicalista articulada con la memoria cooperativista de la fundación del
proyecto, fortalece las nociones y prácticas cooperativistas. En este sentido la
memoria sindicalista ejerce una fuerza importante sobre el proyecto cooperativista
pues “sabemos lo mucho que nos costó lograr todo esto” (Vania Vélez, abril 2017),
y esto está ligado a la noción cooperativa de “ser dueño”.

217
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Es decir, aquí ambas memorias se fortalecen y se fusionan en una que


trabaja en el presente de los cooperativistas, adquiriendo importancia en cuanto a
sus concepciones de la cooperativa, del trabajo y su relación con éstos,
traduciéndose no sólo en significados, sino en prácticas concretas que señalan
“nuestra responsabilidad hacia el proyecto” (Francisco Ramírez, abril 2017), lo cual
a su vez se relaciona con “hacer bien el trabajo”, que llevan a los socios a no
escatimar esfuerzos si estos buscan fortalecer a la cooperativa.

Por el otro lado también podemos encontrar como estas memorias, que en
esencia no son opuestas, sí llegan a tomar forma en nociones y prácticas opuestas
entre las y los socios, por ejemplo, al respecto de cubrir la jornada dominical. La
oposición de muchos socios a integrarse a esta jornada se relaciona con la
memoria sindicalista, en la que persiste la sentida negativa de trabajar los
domingos, que puede relacionarse con reivindicaciones religiosas, recreativas,
familiares, etc., lo que obligó a incorporar una cuadrilla de trabajo especial para
cubrir dicha jornada, que pronto también abrevó de esta memoria sindicalista para
justificar su negativa a incorporarse al trabajo dominical.

Algo similar ocurre al respecto a la necesidad de aumentar los ritmos de


trabajo para aumentar la productividad y reducir los costos de producción, en torno
a lo que emergen opiniones que se inconforman acudiendo a elementos de la
memoria sindical “cuando estábamos en Euzkadi siempre rechazamos cuando
querían imponernos un aumento en la productividad”, frente a lo que se argumenta
“tenemos que entender que ya no trabajamos para un patrón, que aquí, si
queremos que esto siga creciendo y existiendo no hay otra forma más que
ponernos a trabajar lo que sea necesario, si no esto se va al carajo”.

Podemos observar que esta oposición de las memorias sindicalista y


cooperativista no es esencial ni constante, puesto que también se complementan y
fortalecen, sin embargo en temas y sujetos concretos pueden tomar sentidos
opuestos, por lo que en este caso encontramos un ensamble conceptual de lo
opuesto y lo complementario.

218
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

5.6.- Jerarquía-Igualdad: el desdibujamiento que no anula

Ya hemos mencionado anteriormente la complejidad de las jerarquías en esta


fábrica, señalando como las jerarquías administrativas no se traducen en una
jerarquía de poder-dominación, así como los señalamientos que las desdibujan, o
por lo menos las complejizan.

Existen las jerarquías administrativas, sin embargo, emerge la concepción de


que “aquí somos iguales, con los jefes, los coordinadores, y con los compañeros
que trabajan en las cosas de administración” (María Luisa Espadas, diciembre
2017).

Insistimos en que las jerarquías existen pero también se desdibujan en


términos de no marcar una relación de superioridad, y mantienen una dimensión
administrativa. De igual manera, entre los cooperativistas que ocupan cargos de
jerarquías administrativas se insiste en señalar “aquí soy jefe, se podría decir, pero
aquí ser jefe no es ser jefe”, un juego de palabras que nos muestra su complejidad

En este caso las jerarquías se construyen de una forma muy específica y


compleja, en la que no se rompe –en términos generales- el sentido de igualdad.
Estas jerarquías pueden contar con un reconocimiento, por ejemplo, en términos
políticos respecto a quienes han ocupado la dirigencia del sindicato y ahora de la
cooperativa69, a quienes reconocen su papel e importancia, sin embargo, esta
jerarquía política indiscutible no implica una ruptura en la condición de igualdad en
la cooperativa.

Entonces, tenemos un proyecto en el que existen jerarquías políticas –en el


caso de esta dirigencia- y administrativas, pero estas –en términos generales- no
son identificadas con una ruptura con la condición de igualdad entre los y las socias.
Este elemento hace que observemos un modelo de jerarquías complejas, que sin

69
Constantemente hablan de su dirigencia y su papel, señalando de manera especial a Jesús Torres, pero
también al grupo que junto a él entró a la dirigencia sindical justo antes del cierre y durante la huelga, y que
al convertirse en cooperativa fueron elegidos para sus órganos directivos. El caso de estas jerarquías políticas
es indiscutible, Jesús Torres y su grupo, que pertenecen a lo que en el Sindicato se conoció como la Corriente
Roja, de tendencia socialista han sido ratificados constantemente por la asamblea en sus cargos tanto dentro
de la cooperativa como de Corporación de Occidente.

219
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

desaparecer, parecieran a ratos desdibujarse con fuerza, pero manteniendo


también su importancia.

Podemos observar cómo este juego de oposiciones, que de entrada


pareciera imposible que coexistan, logra un ensamble en términos generales, que
permite que no se tengan que anular los opuestos, y que logren ensamblarse
complejamente.

Atenta al trabajo

220
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

VI. ALGUNAS REFLEXIONES PARA NO CONCLUIR

Para cerrar este trabajo señalaré algunos aspectos, esperando más que concluir,
abrir continuidades a las reflexiones y discusiones. No pretendo mencionar
cuestiones que no hayan sido señaladas con anterioridad sino insistir en la
potencialidad de la antropología y la etnografía para intentar acercarnos a la vida
social desde los propios sujetos, sus prácticas y concepciones, para aspirar a
acercarnos a una comprensión viva y a “ras de suelo” sobre una realidad que
siempre es más compleja de lo que se ve a simple vista, y que a la par, se nos
escapa entre abstracciones que se disipan en marasmos etéreos que pierden de
vista a las personas concretas.

En este sentido apuesto por la continuidad que nos permita construir un


pensamiento no cerrado ni concluso, sino vivo, como el conocimiento obrero que
pudimos vislumbrar aquí, que se antoja siempre en actualización mediante la acción
y la interacción, anclado en lo colectivo, y en este sentido señalaré algunas
cuestiones, esperando encontrar ojos e ideas atentas que las hagan suyas y las
actualicen mediante la experiencia para finalmente devolverlas a lo colectivo, cual
si fuéramos trabajadores aprendiendo a trabajar.

Es necesario señalar en primer lugar lo más obvio, pero a la vez importante,


en relación a cómo el proceso de estos trabajadores es una muestra de que es
posible enfrentarse al monstruo capitalista e intentar construir otras formas de
trabajar y de vivir, que si bien, no dejan de tener contradicciones, ni limitantes, se
vuelve importante, en un contexto donde pocas veces es posible para los y las
trabajadoras derrotar a las patronales, más siendo éstas poderosas
transnacionales, adjudicarse los medios de producción, rescatarlos y echarlos a
andar con sus propias manos y trabajo.

Esto puede ser obvio, pues es el origen de esta cooperativa, pero adquiere
importancia, ante una realidad donde los dominadores insisten en decirnos que no
podemos enfrentarles y mucho menos ganarles. En ese sentido se hace vital
señalar esto en primer lugar, pues los hombres y mujeres parte de esta historia y
esta cooperativa son una muestra, pequeña tal vez, seguramente llena de

221
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

imperfecciones, contradicciones y limitantes, que nos dejan ver que sí es posible,


que entre quienes no tienen más que su vida y su trabajo, se contienen capacidades
que les hacen posibles levantar un proyecto como éste, a partir del cual se hacen
dueños de su trabajo, imprimiéndole, en medida de lo posible, un sentido diferente
al que el capitalismo busca imprimirle.

1. El trabajo de las memorias cooperativistas

Deteniéndose a saludar

Retomaré el término trabajo de la memoria acuñado por Elizabeth Jelin para


referirse a su carácter activo que interviene en el presente para postular un futuro.
Relacionar ambos términos nos permitirá ponerlos en juego con la noción del trabajo
como acción e interacción, en la que he insistido a lo largo del texto.

He insistido sobre la complejidad de pensar lo “individual”, sobre todo si


pretendemos comprenderlo escindido de la dimensión colectiva, y esto no implica
una pretensión de anular la singularidad de los sujetos y su agencia, sino de
problematizar esta dimensión siempre envuelta en la otra, y volveré con esta
insistencia al respecto de la memoria.

222
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Señalaré el trabajo de la memoria en tres sentidos: sobre el pasado, sobre


los sujetos y sobre el presente, y como fuerza formativa a partir de una acción-
interacción compleja entre experiencias propias, de otros, diferentes momentos de
la memoria propia y entre las dimensiones “individual” y colectiva. Además, apuntaré
algunas cuestiones que a partir de las memorias de las y los cooperativistas,
adquieren importancia.

El primer sentido nos invita a entenderla como una acción y una interacción
entre la experiencia propia y otras memorias, que podemos observar con las
jóvenes cooperativistas, cuyas memorias no parten exclusivamente de su
experiencia, sino que abrevan de las de sus padres, madres, familiares y socios con
los que trabajan en la cooperativa. Las memorias “individuales” se conforman en
una dimensión colectiva y no están dadas, sino que son una producción a partir de
la experiencia personal, la agencia del sujeto sobre qué abreva -y qué no- de otros,
y requiere de una interacción a partir de lo cual se integran y generan esos sentidos
con que se significa al pasado.

Esto depende de la interacción que permite que una persona se haga parte
de un suceso pasado, más allá de su participación directa en éste -como la huelga
o la fundación de la cooperativa-, incorporándose a un proceso y una historia que
hace suya y de la que se hace parte, adquiriendo una dimensión socializadora. Es
importante tener esto en cuenta para comprender el trabajo de la memoria como
una acción que produce sentidos sobre el pasado mediante la interacción entre la
experiencia propia y la incorporación de elementos de otras memorias,
incorporando al sujeto a la experiencia grupal, tomando parte en la construcción de
un “nosotros” que sitúa al “yo” en una dimensión colectiva.

El segundo sentido es su acción sobre el sujeto por medio de su fuerza


formativa e identitaria, influyendo en sus prácticas, sentidos y significados sobre sí
mismo y su entorno, lo que podemos observar cuando vemos que entre las y los
cooperativistas, sus sentidos sobre el trabajo en Euzkadi, la huelga y la fundación
de la cooperativa entran en juego para influir en cómo se piensan así mismos, a su

223
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

trabajo, a sus compañeros y al proyecto colectivo, llevándolos a tener prácticas


específicas.

Los sujetos no se piensan exclusivamente desde el presente, sino también


en relación a su memoria, y en esta interacción se configuran significados y
prácticas en torno a sí mismos y su entorno, haciéndola trabajar en un sentido
formativo, es decir que hablamos de una interacción entre diferentes momentos,
significados y sentidos identitarios contenidos en la memoria de un sujeto. Los viejos
cooperativistas mantienen una fuerte identidad obrera y señalan que “a pesar de
cómo terminó todo” para ellos sigue siendo importante Euzkadi porque ahí se
hicieron trabajadores, es decir, adquirieron conocimientos y experiencias que les
permiten desplegar su capacidad para ser los cooperativistas que son.

Su ser cooperativistas mantiene una fuerte relación no sólo con ser


trabajadores, sino con Euzkadi, y estos sentidos identitarios interactúan en sus
memorias, formando parte de lo que les define como sujetos y participan en la
configuración de significados y prácticas como trabajadores, hacía sí mismos, sus
compañeros y la cooperativa.

El tercer sentido es su acción sobre el presente. Los significados y prácticas


de estos trabajadores se construyen, en parte, en relación a los sentidos que
interactúan en sus memorias, haciendo imposible comprender su presente sin
éstas. Sus prácticas y significados en torno al trabajo y la cooperativa se relacionan
con los sentidos dados por su memoria al trabajar bajo el modelo patronal, haber
perdido el trabajo, haberlo recuperado mediante su lucha y haber revivido la fábrica,
y esto adquiere importancia para comprender cómo piensan y viven el trabajo en la
cooperativa.

Por ejemplo, a partir de estos sentidos contenidos en la memoria, los socios


asumen una práctica específica que los lleva a colaborar con las necesidades del
proyecto, a asumir responsabilidades más allá de horarios formales, con el objetivo
de mantenerlo. Ellos saben lo que ha costado ser lo que son, supieron lo que es
sentir que el mundo se les viniera abajo y haber recuperado la fábrica con sus

224
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

propias manos, lo que es parte de los significados y prácticas hacia su trabajo y la


cooperativa.

Otro ejemplo diferente es cuando elementos de sus memorias obreras y


sindicalistas toman parte en prácticas de rechazo hacia alguna cuestión en la
cooperativa, como el aumento de los ritmos de producción o la jornada dominical.
Quienes se oponen a estas medidas recurren a su memoria sindicalista, señalando
que tales dinámicas no hubieran sido aceptadas por el sindicato en los tiempos de
Euzkadi, legitimando así su rechazo y su práctica.

En estos ejemplos observamos la interacción de diferentes momentos y


sentidos contenidos en las memorias cooperativistas y cómo trabajan sobre el
presente, generando, fomentando o legitimando prácticas específicas, significados
y sentidos en torno al trabajo en la cooperativa, que no necesariamente concuerdan
unas con otras.

Un ejemplo más lo encontramos en la expresión “cambiar el chip”, usada para


señalar la necesidad de transformarse en relación con sus memorias, que implica
dejar atrás prácticas y significados que corresponden al trabajo cuando eran obreros
de Euzkadi y apuntalar otras propias de la cooperativa. Con esta expresión señalan
la necesidad de lograr una transformación cultural profunda que implica recordar
cómo eran las cosas, ver cómo son ahora y vislumbrar cómo tendrían que ser, para
transformar su presente en ese sentido, siendo una apuesta constante en la que la
memoria trabaja sobre el presente y toma parte de la proyección hacia el futuro
mediante un proceso paulatino.

Hasta aquí he señalado los tres sentidos del trabajo de la memoria,


entendiéndola como una acción y una interacción compleja que actúa sobre el
pasado, dotándolo de sentidos; sobre los sujetos, ejerciendo una fuerza formativa e
identitaria; y sobre el presente, adquiriendo un carácter activo sobre la actualidad y
el futuro. Además de esto me gustaría señalar algunos aspectos importantes en
cuanto al proceso de lucha obrera, que nos invitan a reflexionar sobre el
desdibujamiento de la frontera de “la política”, llevando “lo político” más allá de lo

225
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

que se insiste formalmente como tal y que nos da pie para observar sus
posibilidades de transformación social y cultural.

Pudimos observar cómo la huelga fue un proceso que atravesó no sólo al


colectivo obrero, sino que se extendió hacia diferentes espacios sociales,
permitiéndonos hablar de la huelga más allá de la huelga. Esto nos deja ver que los
procesos de lucha, aun cuando pretendidamente están circunscritos a ámbitos
formales de lo “político” o lo “jurídico”, traspasan los espacios y trastocan la realidad
social y pueden generar, aun sin buscarlo, procesos de transformación.

La huelga es una forma de lucha que por medio de la legislación laboral ha


sido fuertemente regulada para contener su ámbito político en lo estrictamente
laboral y económico70, obligando a los obreros a contenerse en demandas
económicas inmediatas y concretas, dejando atrás otras reivindicaciones sociales y
políticas que habían germinado entre sus organizaciones, lo cual junto con el control
corporativo maniató al movimiento obrero en términos políticos.

Sin embargo, a pesar de esto, los movimientos obreros albergan o generan,


incluso sin buscarlo, la posibilidad de transformar otros ámbitos de la vida más allá
de lo estrictamente laboral. La huelga en Euzkadi, sin pretenderlo llegó a generar
cierta posibilidad de transformación, que si bien, se presentó en diferente medida
en cada caso, sí fueron trastocadas ciertas prácticas y significados en torno a las
relaciones y roles familiares.

Es importante señalar que no pretendo decir que estas transformaciones


fueran igualmente profundas en todas las familias, ni que necesariamente fueran
permanentes en todos los casos, ni mucho menos que se trate de una
transformación acabada, pero es importante observar la posibilidad y potencialidad
de transformación del movimiento en un ámbito que no buscaba transformar.

La huelga se extendió más allá de los espacios fabriles hacia los núcleos
sociales de los obreros, sus familias, comunidades y región y en cada uno se hizo

70
La Ley Federal del Trabajo emitida en 1931 reguló jurídicamente la lucha obrera, legalizando la huelga pero
constriñéndola políticamente a demandas concretamente laborales y económicas de cada centro de trabajo,
coartando cualquier reivindicación política y social más allá de esto.

226
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

presente de forma particular, haciéndolos espacios de lucha concretos en los


emergieron otros conflictos distintos, en relación a ésta, complejizando el conflicto
más allá de lo laboral, lo que nos invita a problematizar la noción de lo “estrictamente
político”, permitiéndonos entender lo político más allá de la política. La huelga
atravesó la vida social de los obreros y sus núcleos familiares, y trastocó su
cotidianidad abriendo la posibilidad de transformar un ámbito en el que no pretendía
actuar.

En un primer momento las familias obreras vieron su realidad trastocada con


el cierre de la empresa, la huelga y las dificultades para ser contratados, debido a
las listas negras mediante las cuales fueron boletinados en las empresas de la
región. Esto obligó a la mayoría de sus esposas a moverse del sitio que socialmente
les era asignado como encargadas del trabajo doméstico y los cuidados familiares,
convirtiéndose en un importante sustento económico, sin lo cual no hubiera sido
posible resistir la urgencia monetaria.

Esto se dio en términos generales en todas las familias, donde las mujeres
pasaron a ser el sostén económico, y si bien, por sí mismo no apunta a una
transformación profunda, sí implicó trastocar la cotidianidad familiar en la que el
trabajo fuera del hogar era para los hombres, mientras que ellas eran asignadas al
trabajo doméstico, y por lo tanto implicó la posibilidad de transformar significados y
prácticas de la cultura machista.

Otro aspecto importante es su participación activa en la toma de decisiones,


pues es común escuchar a los obreros relatar que esto se compartía con ellas,
haciendo que las decisiones políticas no fueran tomadas por ellos exclusivamente
sino en conjunto a sus esposas con quienes discutían la situación antes de expresar
su opinión y decisión en las asambleas. Este aspecto es importante porque nos
habla de la complejidad de pensar la separación de lo público y lo privado en
relación a hombres y mujeres.

Si bien, el espacio de las asambleas era ocupado por ellos y sus voces, a
partir de lo que se podría asegurar que las decisiones políticas fueron tomadas por
los hombres, en sus relatos constantemente aparece el señalamiento sobre que

227
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

estas decisiones emitidas en el espacio público y político por ellos, eran discutidas,
consultadas y consensuadas con sus esposas. Esto nos señala que la decisión
política y su expresión pública, aunque era enunciada por ellos, no era tomada
individualmente sino compartida con ellas, lo que si bien, no rompe la frontera entre
lo público –o político- y lo privado –o familiar- en relación a hombres y mujeres, sí
nos muestra una complejidad sobre su frontera desdibujada en la forma de tomar
las decisiones.

Además, no fueron pocas, aunque tampoco todas, las esposas que


asumieron una abierta participación y un papel político durante la huelga. Muchas
decidieron acompañar directamente la huelga asistiendo a las guardias, haciéndose
parte física de ésta, y también se formaron grupos de mujeres que asumieron tareas
políticas para contrarrestar las campañas y amenazas patronales, entre las
comunidades y familias, para hacer posible la larga resistencia.

Esto nos habla de una participación diversa, compleja y abierta, en diferentes


formas y medidas, de las mujeres en la huelga obrera, no sólo económicamente,
sino en torno a la toma de decisiones políticas, supuestamente tomadas por los
hombres, pero en realidad compartidas con las mujeres, y en la participación
abiertamente política, haciendo presencia en las guardias y asumiendo tareas y un
papel político importante.

Es innegable que esto refleja cómo la huelga trastocó la realidad cotidiana de


las familias obreras, lo roles característicos de hombres y mujeres se movieron y
con esto se abrió la posibilidad de transformar significados y prácticas concretas
alrededor de lo socialmente designado como masculino o femenino, que tal vez de
otra forma no se hubiera dado. Es innegable que estas transformaciones no
necesariamente fueron permanentes y que se presentaron en diferente profundidad
de acuerdo a cada caso, sin embargo lo importante aquí es insistir en la
potencialidad y posibilidad de trastocar y transformar significados y prácticas
sociales y culturales, a partir de un movimiento, incluso cuando éste no se lo
proponía.

228
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

A pesar de que pudo ser momentáneo y variar en su profundidad, sí se abrió


una brecha importante para desmontar concepciones y prácticas machistas, no de
tajo ni por completo, pero sí potencialmente, que posteriormente encontraría otro
momento de continuidad con el ingreso de las mujeres como trabajadoras
cooperativistas.

Otro aspecto importante es en referencia al sentido dado a la acción


colectiva, que adquiere fuerza desde la memoria y trabaja sobre el presente
cooperativo, al otorgarle un sentido especial al “hacer juntos” para triunfar en la
huelga, recuperar la fábrica y el trabajo, lo cual se traslada a sus concepciones y
prácticas en las que lo colectivo adquiere especial importancia. Su proceso es
significado como un descubrir sus capacidades colectivas, adquiriendo un sentido
identitario, el cual no sólo gira en torno a su acción política, sino también alrededor
de la cotidianidad durante la huelga en la que fueron estrechando lazos colectivos.

A partir de todo esto podemos comprender porque insisten en señalar que su


proyecto no sólo es laboral, sino de vida, y cómo la memoria significa su pasado,
cuyos sentidos trabajan sobre ellos mismos y su presente, que nos permite
asomarnos a la complejidad de lo político, más allá de la política estrictamente, y
cómo los procesos de lucha traspasan las fronteras no sólo geográficas sino que
trastocan la realidad social, abriendo posibilidades de transformar social y
culturalmente, más allá lo estrictamente político.

2. El trabajo cooperativo

Cuando hablamos de trabajo -en especial del industrial- persiste la concepción que
nos referimos a la realización de tareas simples, fragmentadas, repetitivas que no
permiten el crecimiento del sujeto, que es reducido a una especie de autómata que
repite una y otra vez la misma acción, cuya importancia principal -e incluso
exclusiva- es la económica. Esta es una noción simplificada y economicista, ansiada
y fomentada desde la lógica capitalista, la cual podría parecer cierta sí partimos de
abstracciones que no toman en cuenta a los sujetos.

229
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Desde la etnografía podemos acercarnos desde los propios sujetos a una


concepción profunda y antropológica del trabajo que nos permite comprender su
importancia en términos formativos, que hace posible problematizar la noción
simplificada. Observamos cómo el trabajo adquiere sentidos de orgullo e
identitarios, a partir de lo cual el trabajador se confiere a sí mismo, y a los demás,
un valor como sujeto.

A partir de esto podemos plantearlo como una acción e interacción compleja


que podemos identificar en cinco posibles sentidos: entre conocimientos y prácticas;
entre la dimensión individual y la colectiva; entre sujetos; entre conocimientos y
experiencias de diferentes personas; entre conocimientos y experiencias de uno
mismo.

El primer sentido del trabajo como acción-interacción implica la adquisición


de una serie de conocimientos que son puestos en práctica mediante la experiencia
directa, a partir de lo cual el sujeto genera y actualiza los conocimientos que le
permiten realizar su actividad, es decir, hablamos de una interacción de los
conocimientos y la práctica, sin la cual no se aprende a trabajar.

Un segundo sentido refiere a la acción-interacción entre las dimensiones


individual y colectiva. Ninguna persona llega sabiendo trabajar, todos pasan por un
proceso de adquisición, generación y actualización de conocimientos para
conseguir la experiencia que le permita desplegar sus capacidades, lo que implica
una interacción entre ambas dimensiones, haciendo que la acción individual esté
cargada de una dimensión colectiva. Al llegar a un área laboral, el sujeto abreva
conocimientos que le pueden ser enseñados de manera directa y voluntaria o bien
de manera indirecta e involuntaria, lo cual es un primer momento de la dimensión
colectiva del trabajo “individual”.

Una vez que se aprendió lo básico, se lleva a la práctica mediante la acción


y en este proceso el sujeto genera una experiencia en la que actualiza y genera sus
propios conocimientos que le permiten realizar el trabajo, que sería su dimensión
“individual”, pero el camino vuelve a un segundo momento de la dimensión colectiva,

230
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

cuando éstos serán abrevados por otras personas, que aprenderán directa o
indirectamente de él.

En este segundo sentido se contienen a la vez un posible tercer y cuarto


sentido como acción e interacción, entre sujetos por un lado, y sus conocimientos y
experiencias por el otro. En el trabajo actúan e interactúan sujetos de manera
constante y hacen interactuar entre sí sus conocimientos y experiencias, a partir de
lo cual éstos circulan, se adquieren, experimentan, actualizan, generan y vuelven a
ser socializados.

Un quinto sentido es referente a la interacción de la diversidad de


conocimientos y experiencias acumulados por el sujeto a lo largo de su vida. La
capacidad de trabajar, casi nunca -salvo tal vez al inicio de la biografía laboral- hace
referencia a una única tarea, sino que es parte de un proceso en el que se van
acumulando una amplia gama de conocimientos y experiencias en cuanto a tareas,
áreas, máquinas, materiales diferentes que le dan al sujeto un conocimiento amplio
sobre el proceso productivo más allá de la tarea concreta en la que participa.

Hasta aquí observamos cómo se complejiza la acción e interacción del


trabajo, entre conocimiento y práctica; sujetos; conocimientos y experiencias de
diferentes personas; conocimientos y experiencias adquiridos por uno mismo; en la
que se descubre una interacción entre las dimensiones individual y colectiva; a partir
de lo que el sujeto adquiere la posibilidad de desplegar su capacidad para trabajar.

Entender el trabajo desde esta perspectiva nos permite desmontar la idea de


que es sólo hacer tareas simples y repetitivas, descubriéndolo como una compleja
gama de acción-interacción de sujetos, conocimientos, experiencias, capacidades
y dimensiones, que hace posible que un trabajador realice su tarea. Además la
interacción entre dimensiones, descubre cómo la acción individual de trabajar
adquiere una importante dimensión colectiva, lo que nos permite también desmontar
la idea del trabajo fragmentado, incluso a pesar de la fragmentación concreta de las
tareas realizadas por cada uno en la línea de montaje.

231
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Hemos dicho que podemos entender el trabajo como una compleja gama de
acciones e interacciones mediante las que el sujeto adquiere la capacidad para
“hacer bien” su labor, que adquiere suma importancia para él, pues es la expresión
de su capacidad, su proceso de aprendizaje, su generación de conocimientos y su
historia como trabajador.

Constantemente señalan que el trabajo “es lo que nos hace ser”, “es lo que
somos” y más allá aún, “sin él no somos”, lo que nos señala cómo no se conciben
a sí mismos sin trabajar, pues esto les implicaría perder sus capacidades, invalidar
sus conocimientos y experiencias, y con esto, anularse a sí mismos. En este sentido
se descubre como una acción que es parte de lo que les hace ser y en la que se
expresan a sí mismos. Podemos observar cómo “hacer bien el trabajo” implica
saberse portadores de conocimientos, experiencias y capacidades, que adquieren
un sentido de orgullo, no sólo en un ambiente cooperativo, sino incluso en ámbitos
laborales sumamente violentos y precarios.

En este sentido adquiere un sentido de orgullo importante para el trabajador,


pues expresa lo que ha aprendido, su experiencia y se vuelve una expresión
innegable de sus capacidades, y por lo tanto de uno mismo, adquiriendo también
un importante sentido identitario. Es decir que el sujeto se siente identificado con su
trabajo, en él ve sus conocimientos, experiencias, capacidades y a sí mismo, y a
partir de lo cual se confiere un valor.

A partir de esto, continúa desmontándose la noción simplificada y nos permite


señalar su fuerza formativa, desmantelando también la idea de que es una actividad
alienante que no permite el crecimiento del sujeto. Es cierto que el ambiente y la
dinámica pueden envolverlo en un aire de hastío, pero en sí mismo el trabajo, a
pesar y en contra de esto, se descubre como una acción e interacción en la que el
sujeto adquiere y genera conocimientos, experiencias y capacidades que lo hacen
sentirse orgulloso y forman parte de lo que le define y confiere valor.

Además se descubre como un acto de comunicación mediante el cual


interactúan entre sujetos y su entorno. Esto es posible vislumbrarlo cuando insisten
–no sólo estos cooperativistas- que “el trabajo habla por uno” y “habla de lo que es

232
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

uno”, lo que le denota como una acción comunicativa a partir de la cual interactúa
consigo mismo, con otros y con su entorno, haciéndolo una carta de presentación
sobre sus conocimientos, experiencias, capacidades, valor como sujeto, que habla
por uno y sobre quién se es.

Después de este recorrido poco queda sobre la noción simplificada del


trabajo, con la cual es posible romper, asomándonos desde otra perspectiva que
incluya la de los propios sujetos que viven en torno él, para acercarnos a
comprender lo que desde ellos significa y la fuerza y sentidos que adquiere.

Sin embargo no debemos perder de vista que la dinámica y la lógica


capitalista se imponen sobre la vida social en sus diferentes ámbitos, y el trabajo se
sitúa de una manera especial en medio de ésta, lo que hace prácticamente
imposible encontrar espacios laborales completamente alejados, en uno u otro
sentido, de la fuerza con la que se impone el capitalismo social, política, económica
y culturalmente.

El capitalismo se impone sobre el trabajo por medio de prácticas de


dominación y explotación que imperan en la vida social, y el modelo industrial y sus
formas de organizar el trabajo responden a esto, desde la fragmentación del
proceso en la línea de producción que intenta reducir al trabajador a un accesorio
que no tenga incidencia en la planeación y organización, ni en el producto del
trabajo. Es decir que lo despoja de su agencia sobre el proceso y el producto, con
lo que intenta despojarlo de sus conocimientos, experiencias, capacidades, y con
esto de sus sentidos identitarios, de orgullo y su valor como sujeto.

Para el capitalismo el trabajo tiene como único objetivo ser explotado de su


capacidad de producir y generar ganancias, para lo cual requiere dominarlo, lo que
hace necesario su simplificación y reducción, junto con la del trabajador, requiriendo
que se vuelva una actividad embrutecedora o alienante que no permita ni implique
un crecimiento para el sujeto. Desde aquí debe entenderse la noción simplificada
del trabajo como una pretensión propia del capitalismo.

233
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

El capitalismo intenta implementar esta simplificación, tanto en la práctica


como en los significados en torno al trabajo y los trabajadores, y con su fuerza
política, económica, social y cultural logra que sus dinámicas de violencia,
fragmentación, precarización y explotación soterren, en menor o mayor medida,
estas características de la concepción profunda del trabajo. Sin embargo también
es importante observar cómo, a pesar de eso, no logra desparecerlas, incluso en
ambientes sumamente violentos y precarios de explotación, como la maquila textil 71,
entre cuyas obreras se asoman estas características, desde lo cual podemos
apostar que estarán presentes, con sus diferencias contextuales, en otros ámbitos
de trabajo, incluso más allá de lo obrero.

Por otro lado el modelo cooperativista permite que emerjan con fuerza estas
características del trabajo. Si bien, es cierto que la cooperativa no logra escapar del
capitalismo, sí logra impulsar dinámicas que parten desde una lógica diferente,
haciendo posible que éstas se presenten con mayor claridad que en otros ámbitos
laborales y que adquieran mayor importancia para los sujetos y para el proyecto.

La cooperativa hace posible enfatizar la concepción colectiva del trabajo,


tanto en las prácticas e interacciones como en los significados, y dotándole de una
importante presencia. Es común observar y escuchar cómo las y los cooperativistas
piensan constantemente su trabajo en colectivo y actúan en torno a esto, que se
extiende desde el sujeto hasta la cooperativa en su totalidad.

El primer nivel de esta concepción colectiva se presenta en el área laboral o


la cuadrilla, en la que el sujeto liga su trabajo al colectivo con el que lo comparte,
que al ser el círculo inmediato, es posible que sea fácil observar las prácticas a partir
de las cuales se materializa la concepción colectiva, principalmente a partir de
ayudarse entre sí, compartirse conocimientos y experiencias, con el fin de que el

71
A lo largo de este trabajo he mencionado el caso de las obreras textiles de la industria maquiladora en la
región de Tehuacán para contrastar algunos aspectos, frente a lo arrojado en la presente investigación. He
utilizado este caso, no porque sea el único, sino porque para empezar es un ejemplo de un ambiente laboral
sumamente violento y precario, pero además, porque realicé mi anterior investigación en torno a él, lo que
me permite contrastar de primera mano ambos ejemplos.

234
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

trabajo del área sea cubierto y bien hecho. En este nivel el sujeto sabe claramente
que su hacer está relacionado directamente con el de cada uno de sus compañeros.

Un segundo nivel se extiende del área de trabajo hacia las otras, más allá de
su inmediatez en la cadena de montaje, pues los trabajadores de cada una,
conciben que realizar bien su trabajo es parte de que las demás puedan hacerlo
también.

Un tercer nivel se extiende hacia la totalidad de la cooperativa, en la que la


concepción de la importancia de realizar bien lo que te corresponde, está en relación
a que se pueda hacer bien el trabajo en colectivo. En este sentido es común que
más allá del área y la tarea que les corresponda, asuman que lo que realizan es
producir llantas, es decir, lo conciben colectivamente, en lo cual cada quien participa
en una tarea específica pero donde lo importante es hacer bien el trabajo conjunto.

Este nivel se extiende más allá de las áreas productivas e incluye a las
administrativas y a las áreas de venta y montado de llantas que son operadas por
cooperativistas en sus puntos de venta en la entrada de la fábrica, en la plaza
comercial “Las vírgenes” y en la ciudad de México.

Esta concepción hace que los cooperativistas piensen constantemente su


trabajo en colectivo, en círculos cada vez más amplios, comenzando por el sujeto y
extendiéndose al área o cuadrilla, hacia las diferentes áreas y por último como
cooperativa, incluyendo las áreas no productivas. Al final “hacer bien el trabajo” no
sólo nos habla de realizar una tarea específica, sino que gira en torno al quehacer
colectivo en su conjunto.

En este sentido el cooperativismo adquiere una fuerza formativa y un sentido


identitario, que posibilita formas de acción e interacción específicas entre los sujetos
y respecto al trabajo, que sería difícil que se generaran fuera de la cooperativa.

Las prácticas cooperativistas no sólo se logran impulsando discursos en


torno a la cooperación en el trabajo, sino que depende en gran medida de la fuerza
performativa que las prácticas recurrentes colectivas ejercen sobre los sujetos. Las
formas de trabajar e interactuar del colectivo cooperativista actúan como fuerza

235
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

sobre quienes forman parte de él, que aprenden a trabajar, actuar e interactuar de
formas determinadas a partir ésta.

En cada cuadrilla se practican recurrentemente formas de trabajar y


relacionarse, y de acuerdo a éstas, los sujetos son sometidos a la fuerza
performativa que los orilla hacia reproducir dichas formas. Por ejemplo, si un
trabajador se integra a una cuadrilla que procura mantener limpio su espacio, no
generar desperdicios, cumplir con sus responsabilidades y relacionarse de forma
respetuosa entre sí y con las jerarquías administrativas, aprenderá a relacionarse y
actuar de dicha forma, mientras que sí por el contrario, se integra a una cuadrilla
donde esto no se da, es muy probable que aprenda a trabajar de tal manera.

Al respecto, es necesario tener en cuenta que existen diversidad de fuerzas


performativas en la cooperativa, desde una general que está en relación con la
concepción colectiva del trabajo, hasta las específicas de cada área o cuadrilla, por
lo que no es difícil encontrar tensiones entre éstas, y es necesario no olvidar que el
sujeto tiene una agencia propia a partir de la cual puede oponerse y disponerse al
sentido de la fuerza performativa del grupo concreto al que se integra.

Es importante observar la participación de éstas en la generación no sólo de


prácticas concretas, sino también de significados en torno al trabajo y la cooperativa,
pues éstos pueden adquirir mayor fuerza si encuentran una práctica colectiva
recurrente en congruencia. La noción colectiva del trabajo -y los significados en
torno- se fortalecen, y en cierto sentido, son posibles en medida en que se
encuentran con ésta, y viceversa, la fuerza de los discursos –y los significados-
cooperativos participan en la generación de prácticas recurrentes dentro del
colectivo que generan una fuerza performativa en ese sentido.

Por otro lado, es importante señalar la continuidad del proceso de las mujeres
para irrumpir en la realidad de este grupo obrero, que comenzó con la incursión de
la participación femenina en roles económicos y políticos durante la huelga, y que
continuó con su ingreso al trabajo mediante un proceso paulatino en que han
reclamado y tomado su lugar en la cooperativa. A partir de este proceso han logrado
romper ciertas concepciones y prácticas machistas que les negaban un lugar en un

236
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

espacio históricamente masculino, y poco a poco, no sin empujones, y con el apoyo


de la cooperativa han ido desmontándolas, logrando avances que a pesar de no ser
completos, sí son significativos para ellas.

Otro aspecto importante es en referencia a los conocimientos y habilidades


prácticas de las y los trabajadores, es decir sus metis trabajadoras72, y vale la pena
señalar cómo estas denotan la interacción de los trabajadores con su ambiente, es
decir, con las máquinas y materiales con los que trabajan, a partir de lo cual señalan
la importancia de aprender las mañas del trabajo y se hacen capaces de “sentir las
máquinas”.

Estas metis se descubren como un conocimiento propio de los trabajadores


y vital para su hacer, al que sólo se accede mediante la experiencia, la acción y la
interacción, es decir en una dimensión colectiva y mediante la experiencia personal,
que está abierto a cualquier persona que trabaje. Este conocimiento está ligado a
la experiencia, por lo tanto es concreto y nunca se pretende universal ni totalizado,
sino que es en relación a un contexto específico. Sin embargo es necesario aclarar,
tampoco es un conocimiento simple, sino diverso y complejo, que el sujeto va
acumulando y le proporciona cada vez mayor capacidad.

Este conocimiento constantemente es menospreciado por quienes tienen un


conocimiento profesionista, incluso cuando es comúnmente aprovechado por el
capital para ahorrar recursos, y sin él, no es posible realizar el trabajo. En la
cooperativa, aunque es más difícil que se dé esto, también es posible encontrarlo
marginalmente, sobre todo desde algunos jefes de área o miembros de Cooper
Tires, que acostumbrados a lógicas patronales, llegan a esta fábrica a tener que
aprender a relacionarse de otra manera con los socios.

En esta fábrica, estas metis adquieren reconocimiento y por lo tanto, mayor


importancia, pues si en general los trabajadores tienen que aprender las mañas del
trabajo y a sentir a las máquinas y materias con las que trabajan, en la cooperativa,
muchos de los puestos administrativos y de las jerarquías operativas son ocupados

72
Con estas, me refiero a las metis obreras y a las metis cooperativistas

237
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

por socios, es decir por trabajadores que conocen en carne viva la importancia de
estos conocimientos, y le confieren un reconocimiento no sólo individual, sino
colectivo, por lo que son tomados en cuenta constantemente para la organización y
realización del trabajo, y se vuelven un elemento importante para llegar a ocupar
puestos operativos y administrativos.

Por último, es importante señalar las contradicciones existentes en la


cooperativa y cómo llegan a ensamblarse los opuestos. Es necesario entender que
los procesos sociales son vivos y por lo tanto sería imposible que no presentaran
contradicciones en su seno, llegando a generar fricciones y tensiones, y en cierta
medida, tenerlas presentes ha permitido a la cooperativa mantenerse alerta
respecto a lo que se puede generar alrededor.

El enfoque que nos proporciona el concepto de ensamble nos permite


observar la vida social y sus contradicciones, y acercarnos a comprender que, más
allá de las abstracciones ideales, éstas muchas veces no se resuelven con la
anulación de uno de los opuestos, sino con un ensamble que permite su
coexistencia, a partir de lo cual, se generan soluciones concretas que hacen posible
resolver situaciones en las que las contradicciones no se pueden eludir.

El ensamble nos abre las puertas para comprender los procesos vivos desde
su realidad concreta, más allá de idealizaciones y lejos de un autoproclamarnos en
jueces sobre lo que debiera ser. Observar los procesos sociales desde este enfoque
nos permite acercarnos a comprender los juegos de opuestos y en qué medida es
verdad que la contradicción genera un choque inevitable en el que terminará por
destruirse uno u otro, o en qué medida se resuelven en ensambles complejos, con
sus fricciones y tenciones, que permiten la persistencia de la vida social.

En esta cooperativa observamos una diversidad de contradicciones, muchas


de las cuales devienen de la lógica y dinámica capitalista, haciéndose ineludibles, y
otras son propias de la cooperativa. Es notable cómo estas contradicciones se
resuelven, sin anularse, en un ensamble de los opuestos, que entre fricciones y
tensiones, coexisten de tal manera que la cooperativa va, con sus propias limitantes
y problemáticas, resolviendo las situaciones concretas que enfrenta para sobrevivir.

238
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Algunos de estos ensambles se viven eminentemente con tensiones y


fricciones constantes, como el caso de los opuestos cooperación y competencia, y
aquello que se genera a su alrededor, o entre las dos concepciones diametralmente
diferentes de ser dueños de la fábrica y las prácticas y formas de interactuar
relacionadas con cada una de éstas; otros se viven sin mayores tensiones, como la
interacción entre las nociones de trabajo artesanal e industrial; otros adquieren una
doble faceta, pues pueden ser por un lado complementarios y por el otro también
generar tensiones y fricciones que toman parten en la vida y en el trabajo de la
cooperativa, como ocurre con la interacción de las memorias cooperativista y
sindicalista; y otros más complejizan la interacción de los opuestos, como ocurre
con las jerarquías y el sentido de igualdad.

Para cerrar este texto, insistiré en señalar cómo a partir de estas y estos
trabajadores cooperativistas podemos acercarnos al trabajo desde otra perspectiva
ligada a quienes son atravesados por él y lo que les significa, que nos permite
esgrimir una concepción profunda y antropológica que nos permite comprenderlo
como una compleja acción e interacción a partir de la cual, el sujeto realiza una labor
específica, que adquiere un fuerte sentido de orgullo e identitario, haciendo posible
alejarnos y romper, o por lo menos problematizar de la noción simplificada y
economicista, surgida de la propia lógica y concepción del capitalismo, que insiste
en presentarlo como una actividad simple, fragmentada, repetitiva y alienante que
centra su importancia en torno a lo económico.

A la vez, hemos podido observar cómo el cooperativismo como proyecto


permite transformar las relaciones de trabajo e impulsa con fuerza prácticas y
significados que intentan ir en sentido contrario a los buscados por el capitalismo,
que no deja de ejercer una brutal fuerza no sólo económica, sino política, social y
cultural, que hace que estos proyectos encuentren diferentes dificultades para
sobrevivir y alberguen diversas contradicciones en su seno, que llegan a resolverse
mediante ensambles, en los que los opuestos interactúan y coexisten, buscando un
acomodo, no armónico necesariamente, que permite sortear las situaciones
concretas por las que atraviesa la vida social.

239
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

Si bien, es cierto que la cooperativa no puede romper del todo con la fuerza
del capitalismo, también es cierto que abre posibilidades para entender y vivir el
trabajo de una manera diferente a la capitalista, que se hace parte de pensar la vida
de manera diferente también, donde lo colectivo sobresale frente a lo individual, sin
anularlo, en donde la cooperación adquiere fuerza como prácticas y significados
que viven en los sujetos, en un mundo donde política y económicamente se postula,
desde quienes dominan y explotan, lo individual y la competencia como esencia del
trabajo y la vida.

Presumiendo el trabajo de todas y todos

240
La cultura del trabajo en la cooperativa llantera TRADOC

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