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Cazador

Negro
Por
Daniel Estefan Berrio


Meki sostenía la mirada sobre la deslumbrante ciudad. Los fuegos
artificiales inundaban el cielo mientras que los trenes balan recorrían la
Bogotá del 2025, sobre kilómetros de puentes de cristal, fulminados en luces
de neón.

No era una noche cualquiera, era la noche de fin de año, y el cumpleaños


número seis de la compañía UltraTecno; la primera compañía del mundo en
lograr la tele-transportación usando portales; conectando a todo el mundo en
segundos y convirtiendo a la capital colombiana, en una ciudad líder en
tecnología y progreso.

La chica aún seguía en pie sobre el pináculo de la torre Independencia,


observando el espectáculo, cuando su BM (brazalete multifuncional) echó a
timbrar. Con sus dedos desplegó la pantalla holográfica y abrió el buzón de
mensaje; era un trabajo. Alguien seria eliminado esa noche.

Ahora Meki debía darse prisa si quería quedarse con la recompensa, ya


que sus empleadores dejaban la oferta abierta para todos los cazadores negros
de la ciudad. Solo quien cumpliera el trabajo y presentara las evidencias se
llevaría el premio.

Meki desplegó otro menú de su BM y presionó un botón que emitió una


onda electromagnética. Esta se encargó en dejar obsoletas a todas las cámaras
dentro de un perímetro de doscientos metros a la redonda, por un periodo
mínimo de diez minutos.

Caminó hasta el borde del edificio y después de haber cerrado sus ojos,
se dejó caer de los trecientos noventa metros de altura. Sabía que eso era
innecesario, pero le encantaba la adrenalina, la adrenalina y sentir la brisa
correr por todo su cuerpo.

Los metros entre el piso y su cabeza se redujeron rápidamente. Abrió los


ojos y llevó su mano a su brazalete multifuncional. Activó uno de las decenas
de comandos y desapareció al instante.

Dan no estaba muy lejos de la casa de Willy. Su preocupación por llegar


lo más pronto posible lo obligó a conducir por en medio de un parque con el
fin de acortar la distancia. Sabía que lo que fuera que Willy hubiera hecho, lo
metería en serios problemas.

Ya faltaban escasos metros para atravesar por completo al parque. El


edificio de apartamentos donde Willy residía se hacía visible a los ojos del
motorizado. De repente, de la nada aparecieron millones de partículas que se
juntaron en su camino, tomando la forma de una mujer.

Dan pisó el freno y trató de esquivarla, pero era demasiado tarde. La


alcanzó a golpear lanzándola hacia la carretera. El joven perdió el control de la
motocicleta y chocó contra un árbol. Dolorido, se incorporó lentamente y se
recostó contra el tronco. Luego se escucharon un par de disparos. Levantó la
mirada y vio a la mujer saliendo de entre los autos mientras cojeaba. De
inmediato recordó lo que había pasado hace un momento y corrió a ayudarla.

—¿Estás bien? —preguntó mientras la ayudaba a sostenerse—. No


entiendo como… ¿Cómo hiciste para aparecer de la nada? ¡Te tele-
transportaste! ¡Pero eso solo es posible usando los portales de UltraTecno!

Meki trató de hacerlo a un lado para marcharse, levantó la cabeza y al


verlo a la cara se quedó paralizada.

—¡Meki! —exclamó Dan, impresionado al reconocerla.

Hacía más de cinco años que no la veía. Ella se había ido sin dejar rastro
ni explicación y ahora había aparecido de la nada. Dan se le acercó
rápidamente y le rodeó las mejillas con la palma de las manos, sin dejar de
mirar aquellos ojos cafés claro, los cuales se llenaban de sentimientos y
recuerdos que surgían segundo a segundo.

—¡Dan, no! ¡Déjame! ―él no hizo caso—. ¡Déjame, Dan! ¡Que te digo
que me dejes! —lo empujó hacia atrás y echó a correr, luego se detuvo para
verificar en el BM la fotografía de su víctima, mas no se percató de que Dan le
seguía.

—¿Willy? —preguntó Dan sorprendido—. ¿Qué haces con una foto de


mi amigo? ¿Por qué su imagen está en ese aparato?

Meki ignoró las preguntas y desapareció, para en menos de nada


aparecer en el apartamento del objetivo. Allí, Willy yacía muerto; le habían
dado un disparo en la cabeza, justo en la ceja derecha. Esa era una firma muy
familiar. Estaba segura de que era obra Marbon, otro cazador negro muy
competitivo. Además de eso, su principal competencia. Meki tendría que tener
cuidado, él siempre estaba buscando la forma de deshacerse de ella.

La chica se escondió tras un mueble y escaneó todo el lugar. Quería


cerciorarse de que Marbon no se encontrara o ya hubiera entrado al
apartamento. No había evidencia de él en el lugar, ni huellas que evidenciaran
que ya hubiera estado allí. Así que lo más seguro era que en cualquier
momento entraría para tomar las evidencias, y así poder reclamar la
recompensa.

Ya habían pasado tres minutos desde que se habían escuchado los


disparos y Marbon no había entrado al lugar; no era nada extraño. Estaba
jugando con ella. Él sabía que Meki estaba ahí y aprovecharía la oportunidad
para eliminarla.

La muchacha aún atenta, desplegó el menú del BM y seleccionó un par


de armas. Los objetos aparecieron justo donde los necesitaba; uno en su mano,
otro en la cintura y una pequeña pistola en el tobillo. Cargó las armas y esperó
en silencio.

La puerta se abrió con violencia y Meki giró hacia ella, lista para
disparar. Era Dan.

—¡Rayos, Dan! —gritó furiosa—. ¡Casi te mato!

—¡Willy! ―exclamó Dan, corriendo hacia el cuerpo de su amigo—.


¡No! ¡Willy, no! ―después de revisarle los signos vitales se volvió hacia Meki
—. ¿Quién lo mató? ¿Por qué?

Ella se lanzó contra Dan y lo tomó por el brazo para arrastrarlo a


cubierta.

—Creo que fue Marbon —contestó—. Un cazador negro. Está cerca de


aquí y no dudará en matar a cualquiera de nosotros. Así que es mejor que te
vayas.

—¡Claro que no me iré! ―reprochó el muchacho—. ¡Quiero una


explicación! ¿Por qué mataron a Willy? ¿Qué haces tú aquí? ¿Por qué hace
cinco años desapareciste sin decir nada?

Meki dejó salir un suspiro y se dejó caer al piso. Rastrilló su cabello con
los dedos y preguntó:

—¿Seguro que no sabes por qué lo mataron?

Dan deslizó su espalda por la pared hasta que también quedó sobre el
embaldosado. Luego volvió su rostro hacia Meki.

—Por eso estas aquí. Tú también venias a matarlo, pero alguien se te


adelantó. Ahora entiendo porque te fuiste sin decir nada, para convertirte en
un… —hizo una pausa buscando la palabra en su memoria—. ¡Un Cazador
Negro! ―contempló los ojos de la chica que afirmaban lo que había dicho—.
Willy me llamó para decirme que había logrado jaquear unos archivos de
UltraTecno. Sabía que se metería en problemas. Así que no dudé en venir.
Ellos lo mandaron a matar —su ceño se frunció. Estaba enojado—. ¡Esto lo va
a saber la policía! —se levantó al tiempo que sacaba su celular para tomar
unas fotos.

—¡No, Dan! —lo tomó por el brazo y le quitó el teléfono de las manos.
Se escuchó un disparo y Meki fue lanzada contra la pared por el impacto de
una poderosa bala.

—¡Meki! —gritó Dan. La arrastró por los pies y la llevo a cubierta. Se


escuchó otro disparo, este impactó contra la puerta— ¿Meki, estás bien?
¡Meki, háblame!

—Tranquilo… —dijo dolorida— me dio en el pecho, pero mi traje es


antibalas.

—¡Cielos…! —exclamó aliviado. Tomó una de las armas de la chica y


recuperó el celular—. Pero… ¿Qué rayos pasa? La cámara de mi teléfono no
funciona.

—Marbon debió activar las ondas electromagnéticas anti-cámaras. Deja


obsoletas todo tipo de cámaras en un radio de doscientos metros. Así no
dejamos rastro. Pero volverá a funcionar en diez minutos. No te preocupes.
Dan miró hacia la sala y vio en una esquina el celular de Willy. Sin
dudarlo, corrió a toda prisa hacia ese lugar. Un disparo impactó cerca de él
mientras corría, pero Dan no se detuvo. Tomó el celular y regresó hacia donde
estaba Meki haciendo arrastre bajo.

—Veo que cumpliste tu meta de convertirte en un guarda de elite —dijo


Meki sonriente.

—¡Aquí están! —exclamó Dan, chequeando el teléfono—. Son archivos


de UltraTecno. Todas las carpetas contienen información clasificada. Tal
parece que la compañía tiene un lado muy oscuro.

Meki dejó salir un suspiro.

—Sí, lo sé. UltraTecno se ha convertido en un gigantesco monopolio.


Tienen cientos de empresas bajo su firma. Eso incluye a los Cazadores Negros
—volvió a exhalar un suspiro—. Trabajo para ellos. Ahora entrégame el
teléfono —extendió la mano.

—No lo haré —le quitó la otra arma, y se levantó para salir del lugar.
Una granada de humo toxico cayó junto a ellos—. ¡Vaya! parece que debo
marcharme. Lo bueno es que tú no necesitas ir a un portal de tele-transporte
para ir a donde quieras. Así que te puedes ir sin ningún problema. No importa
que aun sigas coja.

El joven puso un trapo sobre su boca y huyó por la puerta.

—¡Dan, espera! —gritó al verlo marchar—. ¡Ayúdame a salir! ¡No


puedo usar el BM para transportarme más de dos veces en un periodo de
veinticuatro horas! ¡El efecto podría ser fatal!

Dan se detuvo en el pasillo a pensar si sería cierto lo que Meki que


acababa de decir. Levantó sus ojos hacia el techo y dejó salir un suspiro.

—¡No puede ser! ―rugió apresurándose a sacarla—. ¡Salgamos de aquí!


―la levantó y la llevó en sus brazos hasta su motocicleta—. ahora
larguémonos.

—Espera… —dijo al tiempo que tocía. Transportó una droga para


curarse y le dio también a Dan—. Ten, inyéctala; tú también inhalaste el humo
toxico. Puede que ahora no sientas nada, pero si no recibes el antídoto, morirás
en menos de doce horas.

Dan recibió la jeringa y se la inyectó en el brazo. Luego Meki apuntó


con su BM al apartamento de Willy y lo volvió a escanear.

—Está ahí. Marbon vendrá por nosotros. Necesita entregar los archivos
o el trabajo estará incompleto. Ese es el objetivo principal.

Dan encendió la motocicleta, condujo por la avenida y tomó la calzada


exclusiva del autobús de la autopista norte.

Meki abrazada a la cintura del muchacho, recostó su cabeza contra su


espalda y recordó momentos similares cuando eran novios. De pronto el
sonido de un disparo la regresó a la realidad. Era Marbon que venía tras ellos
en otra motocicleta.

—¡Diablos! —rugió Dan—. ¿Necesitas tus armas de nuevo? —


preguntó.

—No hace falta, tengo muchas más —hizo aparecer una calibre 9mm
semiautomáticas, y abrió fuego contra el sujeto. Este desaceleró y se cubrió
detrás de un autobús —. ¡Más te vale quedarte ahí! —advirtió.

—¡Ahí viene otra vez! —dijo Dan, observando el retrovisor.

—¡Oh, no! ―se quejó Meki al ver a Marbon apuntar con una lanza
granadas MGL―. ¡Dan, cuidado!

El cazador negro abrió fuego haciendo un tiro parabólico. El proyectil


impactó a varios metros de delante de ellos, haciendo volcar a un autobús.

—¡Dan! —gritó la chica al ver venir el vehículo contra ellos, cerrando el


paso.

Dan no tuvo más que salir de la carretera, pero al chocar la rueda de la


motocicleta contra el borde del andén, salieron catapultados cayendo sobre la
avenida. Allí quedaron tendidos sobre el pavimento.

Meki apenas podía moverse. Levantó la cabeza y solo vio caos en la


carretera. Los autobuses habían chocado unos contra otros.

La muchacha tele-transportó una jeringa de medicina y la inyectó en su


pierna. A los pocos segundos su cuerpo se había curado. Buscó a Dan con su
mirada y lo vio a lo jejos rodeado de personas. Corrió hacia él rompiendo
entre la gente y le inyectó la medicina. Lo ayudó a levantarse y apenas se hubo
curado de los golpes, raspaduras y moretones, huyeron del lugar, dejando atrás
a muchos espectadores asombrados.

Pasados unos minutos, se detuvieron a descansar debajo de un puente.

—¿Es cierto lo que dijiste en el apartamento? —preguntó Dan—. ¿De


que no podías usar la tele-transportación por tercera vez?

—Así es. Hoy ya la he usado dos veces. Me hace daño pero el impacto
es acumulativo. Si la uso una tercera vez dentro de veinticuatro horas, podría
causarme un severo daño cerebral. Creo que esa es la razón por la cual
Marbon tardó en llegar al apartamento de tu amigo, y en perseguirnos.

—¡Claro! Lo mató con un arma de largo alcance porque no podía tele-


transportarse por tercera vez hasta el apartamento. Eso justifica su demora —
hizo una pausa y preguntó—: Los portales que usan las personas en las
estaciones de tele-transporte, ¿también causan daño?

—Sí, pero es menor. Muchos sufrirán de cáncer a largo plazo si


frecuentan mucho los viajes en portales de tele-transportación. Es por eso que
a las personas no se les permite usarlos más de cinco veces en veinticuatro
horas.

Dan analizó la información.

—¿Me muestras como te tele-transportas?

—¿Quieres matarme? —preguntó casi riendo

—Si quisiera ya lo hubiera hecho… —le guiñó un ojo—. Tuve mi


oportunidad.

Ella rió.

—Okey, te lo diré —le brindó una sonrisa—. Solo debes presionar dos
veces el botón que está en el lado izquierdo del BM, pero antes debes elegir el
lugar al que deseas ir; de lo contrario te llevará por defecto al último lugar de
destino.

—Entiendo. No es nada del otro mundo —ella se quedó mirándolo


fijamente, mientras sostenía la sonrisa en sus labios—. Solo una pregunta más,
prometo que será la última —Meki ladeó la cabeza y se echó el mechón para
un lado. Él la tomó de la mano—. ¿Me olvidaste?

—Claro que… —se acercó a sus labios.

El lugar se estremeció y ambos fueron lanzados a varios metros por la


explosión de otra granada. Marbon los había encontrado.

El cazador negro se dirigió hacia Meki, la cual estaba por hacer un tele-
transporte de medicina, más no pudo completar la operación, Marbon le
propinó una patada.

La chica desfundó la pequeña arma de su tobillo y le disparó al sujeto.


Este se agachó y se cubrió con el brazo. La bala golpeó su BM y lo estropeó.

Marbon lanzó un rugido al tiempo que se cubría con una de las base del
puente. Se asomó con rapidez y disparó otras granada. Meki volvió a surcar
los aires. El sujeto se le acercó y procedió a arrancarle el BM de la muñeca;
Lo chequeó e hizo aparecer una espada catana. Levantó la espada con la
intención de atravesar a la muchacha, pero Dan lo detuvo con varios disparos,
haciéndolo caer al suelo.

—¡Meki! ¡Meki! ¿Estás bien? ―levantó el BM del suelo y como pudo


hizo aparecer la medicina—. Con esto te pondrás…

Una espada le atravesó la clavícula. El joven lanzó un alarido y soltó el


dispositivo de tele-transportación, junto con las jeringas.

—¿Cómo te atreves a interferir? —Preguntó Marbon, enfurecido a sus


espaldas—. ¡Ahora esta es tu recompensa! —le propinó una patada, para
después recoger el BM y ponérselo en remplazo del que Meki le había dañado.

Se puso frente Dan y lo levantó por el cuello. Lo estaba estrangulado.


—¿Disfrutas tu recompensa, muchacho? —inquirió contrayendo los
músculos de la cara.

—Espero que tú disfrutes de la tuya —colocó su mano sobre el BM que


lleva el sujeto.

La expresión de Marbon se tornó en sorpresa y desapareció al momento


en que Dan presionó dos veces el botón izquierdo del dispositivo. El
muchacho tomó una de las jeringas y se apresuró en aplicarla en Meki, luego
él se aplicó la otra.

La muchas permaneció inconsciente por unos segundos y después


exhaló un suspiro. Se había recuperado.

—Gracias —musitó incorporándose—. Creo que esta es la segunda vez


que me salvas la vida —sin previo aviso procedió a besarlo.

El sonar de las sirenas de la policía los interrumpió.

—Parece que tenemos compañía —susurró Dan después de separar sus


labios de los labios de la muchacha.

—Sí… creo que ya es hora de irnos. ¿Tu casa está lejos?

—¿Nos vamos? ¿Mi casa? —preguntó Dan, sonriente.

—Una chica no puede andar por ahí sola a estas horas.

El muchacho se echó a reír y procedió a levantarla.

—Creo que ahora estamos en un lio, ¿Qué pasa si envían por nosotros?

—Soy un Cazador Negro, Dan. Les daremos una buena bienvenida.

Ambos sonrieron y se marcharon por entre las calles de la capital.

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