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8 DE JULIO DE 2014
INSTITUTO UNIVERSITARIO CARL ROGERS
PUEBLA,PUEBLA
El niño interior es la parte vital, pero sumergida del Yo, que nos conecta con la alegría y con la
tristeza de nuestra infancia y a través de ello se puede alcanzar la plenitud en la adultez. Para
Jung, el niño interior es, “el símbolo de la parte de la personalidad humana que quiere
desarrollarse y llegar a ser todo”. Al recuperar al niño interior es la oportunidad de un trabajo
colectivo que se dirige a aflorar toda la sabiduría del niño, pudiendo aportar a la conciencia
adulta.
El niño interior representa nuestra totalidad psíquica, la parte genuina que se va perdiendo al
hacernos adultos; se presenta en los sueños, fantasías, deseos, imaginaciones, intuiciones, al
crear y principalmente a la sensibilidad.
Al establecer contacto con el niño interior se consigue liberar emociones, en ocasiones los
encuentros pueden ser dolorosos, pero al mismo tiempo el liberador al dejarse llorar
libremente, principalmente descubrir que no es verdad lo que nos han hecho creer acerca de
quiénes somos. El modo en qué fuimos tratados de niños es el modo en cómo nos trataremos
durante el resto de nuestra vida y el modo en como muchos tratan a sus hijos. De niños quizá
no hemos podido modificar o comprender la realidad, pero ahora, de adultos, sí podemos y
debemos hacernos responsables por eso niño, como si fuésemos nuestro propia madre o
padre.
(Jean-Paul Sartre)
Objetivo: Reconocer y ayudar al niño herido que existe en el interior, evitando que se lamente
por sus necesidades de desarrollo insatisfechas.
Los niños necesitan seguridad y una orientación positiva de las emociones para entender sus
propias señales interiores. También requieren de ayuda para aprender a separar sus
pensamientos de sus sentimientos
Entorno Aprender a
valorarse a sí
mismo
Codependencia
Niño herido
Las heridas de los niños comienzan cuando los padres son incapaces de satisfacer las
necesidades de afecto y esto es reflejado en un adulto insatisfecho, con desordenes
narcisistas. John Bradshaw, describe las necesidades de los adultos despojados de su
narcisismo en su infancia asumen varias formas:
Para comprender cómo el niño herido que se aloja en nuestro interior actúa para satisfacer
necesidades pendientes desde la infancia y traumas no resueltos, tenemos que entender que
la principal fuerza motivadora en nuestra vida es la emoción, siendo esas una especie de
combustible que nos mueve para defendernos y satisfacer nuestras necesidades básicas.
Nuestra ira nos impulsa a defendernos, protegemos nuestros derechos y luchamos por ellos.
El miedo nos hace huir de los peligros, impulsándonos a correr y buscar refugio. La tristeza
nos hace llorar, a través de las lágrimas aliviamos nuestro dolor. Si éstas emociones no son
bien llevadas, el adulto puede reproducir la violencia en oros, hacer o decir a los hijos lo que
dijimos que nunca se haría o diría, experimentar regresiones espontáneas como berrinches o
rabietas, e incluso ser inapropiadamente rebelde.
Piaget, quien denomina a los niños como “extraños cognoscitivos”, por no pensar como
adultos, describe el desarrollo cognitivo, el cual pasa por un periodo absolutista – “todo o nada”,
donde son generados pensamientos como “si mi padre me abandona, todos los padres me
abandonarán”, por lo tanto se siguen generando heridas que no son explicadas por los padres.
Los niños afectados que viven en el adulto, se abstraen de la contemplación del sí mismo. El
niño tiene la necesidad innata de saber, experimentar, explorar, observar y tocar, de manera
espontánea y así cubrir sus necesidades. La elasticidad y flexibilidad son el resultado de
nuestra habilidad para adaptarnos a situaciones nocivas; las cuales también le permitieron
sobrevivir a la enfermedad, los desórdenes y el abandono emocional.
“si podemos confiar en el mundo, seremos capaces de aprender a confiar en nosotros mismos”
John Bradshaw, propone un cuestionario para conocer en qué grado nuestro niño interior está
herido, el cual consta de tres áreas (identidad, necesidades básicas y socialización), donde se
pide conteste sí o no a cada ítem y si contesta afirmativamente a diez, la herida va
incrementando mientras más ítems afirmativos sean contestados.
Se cree que conforme vamos creciendo el juego debe de ir desapareciendo por su poca
seriedad, sin embargo es parte de la espiritualidad, los niños son espirituales por naturaleza,
es lo más profundo y auténtico en nosotros, se encuentra en verdadero Yo. Si esto no es
atendido, se crea una herida que puede desembocar a la codependencia.
Conforme sigue el desarrollo, los niños se topan con violaciones y abusos, donde no se
respetan los límites de los niños, por ejemplo el besarlos en la mejilla sin que ellos lo deseen,
saludar a un familiar, abrir la puerta del baño cuando ellos están dentro, etc., además de los
abusos y violaciones sexuales. Al ser víctimas de del abuso sexual, se siente que no son
dignos de ser amados tal cual son y hay una transformación en dos caminos, en un ser anti
sexual o un ser súper sexual.
Por otro lado el niño golpeado difícilmente podrá creer que es un ser especial, maravilloso y
único por las heridas ya echas. El abuso emocional también genera perfeccionismo y se basa
en la vergüenza, el control y la culpa, así como la manipulación. Constantemente son
marcadas las fallas en el comportamiento. “No debes sentir lo que sientes, tus ideas son locas,
tus deseos son tontos”…
Alice Miller realiza una comparación entre el niño herido y un sobreviviente en el campo de
concentración. Los reclusos de un campo de concentración, en su interior son libres de odiar
a sus perseguidores, tienen la oportunidad de experimentar sus sentimientos, aún de
compartirlo con otros reclusos, y eso les evita tener que rendir su Yo… los niños, no tienen esa
oportunidad. No deben odiar a su padre o madre, temen que por esa causa ya no los amen;
así a diferencia de los recluidos en campos de concentración, afrontan a un verdugo que aman,
por lo tanto el niño continua viviendo en su tormento, sufriendo pasivamente o regañando,
fingiendo externa e internamente, proyectándose y expresándose de la única manera que
reconoce, y recobrar a ese niño es la primera etapa de regresar al Yo.
“Recuperar al niño interior implica retroceder a sus etapas de desarrollo y concluir los
asuntos pendientes”
El niño herido está lleno de energía no resuelta, debido a la tristeza de los traumas de la niñez,
así evitar o terminar lo sucesos dolorosos del pasado y utilizar esa energía en el presente. Si
no ocurre, la energía se congela. Al tocar “el sentimiento legítimo” (Jung), la energía se libera.
Por lo que necesitan ser vividos a través del grito, sollozando, llorando, el sudor el temblor.
Carl Rogers comenta que “Lo que es más personal, es más general”. Las más íntimas
necesidades humanas, los más profundos temores y ansiedades, son más o menos
compartidos por todo el mundo. Si la madre no está consciente de su cuerpo será difícil que
esté en contacto con su bebé, por lo tanto se desconecta de las necesidades de ambos.
Para ser buen padre o madre, es necesario estar mentalmente sano, satisfaciendo las propias
necesidades con los propios recursos y con un cónyuge que los apoye en el proceso. Aun así
ningún padre o madre, nunca ha sido perfecto y ninguno lo será; lo importante es tratar de
curar las heridas del niño interior para no dañar a sus hijos.
Por lo tanto no seríamos adultos con bloqueos si nuestras necesidades de desarrollo hubieran
sido cubiertas, es por eso que se plantean las siguientes estrategias para el trabajo con niño
interior, buscando satisfacer en cada etapa las necesidades surgidas.
confiar: encontrarse como aliado para
superar el dolor original.
ira:
tristeza
remordimiento
soledad
emociones
reprimidas
Conmoción y
depresión: ira,
herida y tristeza, La huella del
remordimiento, trauma inicial
verguenza
recurrente
Sanar
heridas del
niño
Confirmación interior La compulsión
del abuso
de repetir
sufrido
Restauración del
Restauración del
puente
dolor original
emocional
Milton Erickson