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GRUPO # 5
INTEGRANTES:
circulatorio
Rodríguez Alcívar Omara Teresa
Distribuir por todo el organismo los alimentos y hormonas, así como recoger los
productos de desecho del metabolismo celular y llevarlos hasta los órganos que
intervienen en su eliminación.
Distribuir el oxígeno por todo el organismo, mediante la circulación de la sangre
rica en oxígeno, desde los pulmones hasta los espacios intercelulares y conducir el
anhídrido carbónico, resultante del metabolismo celular, desde los espacios
intercelulares hasta los pulmones mediante la circulación de la sangre pobre en
oxígeno.
Las arterías son los vasos que conducen la sangre desde el corazón hasta los distintos
órganos.
Las venas conducen la sangre de vuelta al corazón desde los distintos órganos.
Los capilares son pequeños vasos a través de los cuales se filtran el plasma sanguíneo y los
nutrientes hacia las células, y los productos de desecho de los tejidos hacia la sangre.
Así pues, por la parte derecha del corazón circula la sangre desoxigenada, también
llamada sangre venosa, y por la izquierda, lo hace la sangre oxigenada, que recibe el
nombre de arterial. En estado de reposo, la sangre realiza la totalidad del recorrido en un
minuto y, en situación de extraordinaria actividad, puede hacerlo hasta seis veces por
minuto.
Es conveniente destacar que las arterias parten siempre de los ventrículos, mientras que
las venas siempre entran en las aurículas independientemente de que lleven sangre
arterial o venosa. Así, la arteria pulmonar, que sale del ventrículo derecho, contiene
sangre venosa, mientras que las venas pulmonares, que llevan la sangre de los pulmones a
la aurícula izquierda, contienen sangre arterial.
La sangre se mueve impulsada por la contracción del músculo cardiaco (al contraerse el
miocardio disminuye el volumen interno de las cavidades cardiacas obligando a la sangre a
desplazarse) y dirigida por las válvulas cardiacas que se abren solo en un sentido, como
respuesta a los cambios de presión que se producen en el latido cardiaco.
El corazón actúa como una bomba aspirante-impelente de la sangre. Para ello realiza un
movimiento de contracción rítmico:
En los seres humanos, la frecuencia cardiaca normal es de 72 latidos por minuto, y el ciclo
cardíaco tiene una duración aproximada de 0,8 segundos. La sístole auricular dura
alrededor de 0,1 segundos y la ventricular 0,3 segundos. Por tanto, el corazón se
encuentra relajado durante 0,4 segundos, casi la mitad de cada ciclo cardíaco. Este ritmo
varía con la edad, el ejercicio, la salud, etc.
Los RUIDOS DEL CORAZÓN: En cada latido el corazón emite dos sonidos, que se continúan
después de una breve pausa. El primero coincide con el cierre de las válvulas tricúspide y
mitral y el inicio de la sístole ventricular; es sordo y prolongado. El segundo se debe al
cierre brusco de las válvulas semilunares, es más corto y agudo.
El PULSO es la onda de presión que se transmite por las arterias a una velocidad de unos
11 m/s. Se origina al salir la sangre del ventrículo izquierdo a la arteria aorta, la cual, al
encontrarse llena de sangre, se dilata en forma anular. El pulso se determina,
normalmente, en la arteria radial de la muñeca. Con las yemas de los dedos índices y
corazón, se localiza el área en la muñeca junto al tendón extensor del pulgar, en la parte
exterior de la flexura de la muñeca (canal del pulso). No debe presionarse excesivamente,
pues se obstruirá el flujo de sangre y no se detectará el pulso.
El fascículo de His, formado por fibras del tejido nodal que, procedentes del
nódulo auriculoventricular, descienden por la pared interventricular y se ramifican
en las denominadas fibras de Purkinje por las paredes de los ventrículos
propagando a éstos la excitación. El fascículo de His es capaz de contraer por sí
solo al corazón a un ritmo de 15 a 20 latidos por minuto.
Aunque el corazón produzca sus propios impulsos, la frecuencia cardiaca debe variar
adaptándose a las circunstancias del resto del organismo. Los requerimientos de oxígeno y
demás nutrientes varían con la actividad celular. Cuando las células están muy activas,
como durante el ejercicio muscular intenso, necesitan un aporte mayor de oxígeno: en
esos casos, el corazón debe bombear más sangre aumentando el volumen sistólico y la
frecuencia cardiaca. En un ejercicio intenso el gasto cardiaco puede multiplicarse por 5.
El control del gasto cardiaco es realizado por el sistema nervioso autónomo y por las
hormonas liberadas por la médula suprarrenal: las fibras simpáticas aceleran el ritmo
cardiaco, mientras que los nervios parasimpáticos lo hacen más lento. Las hormonas
adrenalina y noradrenalina aumentan la eficacia del bombeo aumentando el ritmo y la
fuerza de la contracción muscular cardiaca.
Otros factores como la edad, el sexo, el estado físico o la temperatura corporal, también
influyen en la frecuencia cardiaca.
Existen tres tipos de vasos sanguíneos -arterias, capilares y venas- que constituyen una
red de conductos que transportan la sangre desde el corazón a todos los tejidos del
organismo y, desde ellos, nuevamente al corazón.
Las ARTERIAS son los vasos sanguíneos por los que circula la sangre proveniente del
corazón hacia los distintos órganos.
La estructura histológica de las arterias comprende tres capas: la túnica adventicia, capa
externa de tejido conjuntivo laxo; la túnica media, capa intermedia de fibras musculares
lisas y de fibras elásticas, y la túnica interna, capa interna de tejido epitelial (endotelio),
en contacto con la sangre. El músculo liso de la capa media está inervado por el sistema
nervioso autónomo, que controla su contracción o relajación, regulando el diámetro del
vaso y, por tanto, la cantidad de sangre que circula por él.
Las arterias de gran calibre que salen del corazón se ramifican dando arterias de mediano
y de pequeño calibre, que se vuelven a ramificar en pequeñas arterias o arteriolas. Estas,
al ramificarse, dan origen a los vasos capilares.
Los CAPILARES son vasos muy delgados constituidos, únicamente, por un epitelio
pavimentoso simple (endotelio) que es continuación del revestimiento endotelial de las
arterias y las venas.
Los capilares resultan al ramificarse las arterias en los órganos corporales que irrigan. Los
capilares forman una red tanto más densa cuanto mayor es la actividad metabólica del
órgano en cuestión. En general, cada arteria que llega a un órgano se ramifica de seis a
ocho veces, dando lugar a arteriolas, que tienen diámetros menores de 20 pm. Estas se
ramifican de nuevo dando origen a los capilares.
Los capilares sanguíneos son conductos, de unos 10 pm de diámetro, por donde circula la
sangre. Todos los tejidos están recorridos por capilares, lo que representa que, en un
individuo adulto, hay varios miles de kilómetros de ellos.
Los capilares se reúnen, después, en grupos para formar vénulas, que van confluyendo en
conductos mayores hasta constituir las venas; éstas recogen la sangre de los tejidos y la
llevan de vuelta al corazón.
Los capilares más cercanos al extremo arteriolar de la red disponen de esfínteres que
controlan el paso de la sangre por diferentes vías de la red capilar. Cuando las necesidades
nutricias de un órgano se incrementan, se relajan los esfínteres, con lo que aumenta la
irrigación sanguínea.
Las paredes finas del endotelio capilar permiten la salida del oxígeno y sustancias
nutritivas desde el capilar hacia los tejidos y el paso a su interior del dióxido de carbono y
de los productos de desecho procedentes del metabolismo celular.
Las VENAS son los vasos sanguíneos por los que circula la sangre que se dirige al corazón
desde los distintos órganos. Su estructura es similar a la de las arterias, pero con la túnica
media más delgada, mientras que la adventicia es más gruesa, lo que las hace menos
elásticas. Para evitar el retroceso de la sangre, las venas poseen, a lo largo de todo su
trayecto, válvulas que evitan el retorno y ayudan a dirigir la sangre hacia el corazón.
LA PRESIÓN ARTERIAL
Las paredes arteriales están sometidas a una presión que ejerce la sangre en ellas
contenida. Debido al bombeo de sangre procedente del corazón, las paredes arteriales
soportan una presión máxima que coincide con la sístole ventricular, que es del orden de
140 mm de Hg, y una presión mínima de unos 70 mm de Hg, coincidente con la diástole
del corazón (persona adulta sana).
HIPERTENSIÓN ARTERIAL
Es una enfermedad que se produce cuando la presión que ejerce la sangre sobre las
paredes de los vasos sanguíneos es demasiado alta.
Las consecuencias
Pero además, una elevación transitoria de la tensión por encima de 125 ó 130 en la
diastólica o de entre 200 y 210 en la sistólica puede en sí misma ocasionar, y si se tienen
patologías asociadas, enfermedades más inminentes como la ruptura de una arteria si se
sufre un aneurisma (una modificación de esa arteria) o un edema agudo de pulmón, es
decir, la inundación brusca del tejido pulmonar.
Las causas
No hay síntomas
Tratamiento
Los capilares linfáticos, que son vasos muy finos de tejido endotelial; se hallan
repartidos por todos los tejidos del organismo y son de extremo ciego.
Los vasos linfáticos, de estructura similar a la de las venas. En su interior presentan
unas válvulas semilunares y tienen una forma externa arrosariada.
Los vasos quilíferos son vasos linfáticos que proceden de las vellosidades intestinales y
desembocan en un depósito denominado cisterna de Pecquet.
CIRCULACIÓN LINFÁTICA
ANGINA DE PECHO
Dejar de fumar.
Perdida de peso.
Ejercicio. Tener angina no significa que tenga uno que volverse sedentario. De
hecho, el ejercicio es parte clave en el manejo de la enfermedad coronaria. Tiene
que ser, desde luego, compatible con las limitaciones impuestas por el dolor y por
su estado general.
La nitroglicerina (cafinitrina) dilata las arterias coronarias y suele revertir el dolor
en minutos. Se toma en pastillas debajo de la lengua. Puede dar dolor de cabeza
como efecto secundario.
Los calcio-antagonistas o bloqueantes de los canales del calcio impiden la entrada
de calcio en las células del miocardio. Esto disminuye la tendencia de las arterias
coronarias a estrecharse y además disminuye el trabajo del corazón y por tanto sus
necesidades de oxígeno. También disminuyen la tensión arterial.
Betabloqueantes. Actúan bloqueando muchos efectos de la adrenalina en el
cuerpo, en particular el efecto estimulante sobre el corazón. El resultado es que el
corazón late más despacio y con menos fuerza, y por tanto necesita menos
oxígeno. También disminuyen la tensión arterial.
Cirugía. En caso de angina inestable o que resista al tratamiento con
medicamentos, la cirugía puede conseguir corregir la obstrucción de los vasos
coronarios, bien mediante by pass (derivación) o en algunos casos mediante la
apertura de los vasos estrechados o angioplastia coronaria.
INFARTO DE MIOCARDIO
Signos y síntomas:
Dolor torácico intenso y prolongado que se percibe como una presión intensa, y
que puede extenderse (irradiarse) a brazos y hombros sobre todo izquierdos,
espalda, e incluso los dientes y la mandíbula. El dolor es similar al de la angina de
pecho, pero más prolongado, y no responde a la nitroglicerina bajo la lengua
La corona de vasos sanguíneos que llevan oxígeno y nutrientes al propio músculo cardíaco
(vasos "coronarios") puede desarrollar placas de ateroma, lo que compromete en mayor o
menor grado el flujo de oxígeno y nutrientes al propio corazón, con efectos que varían
desde una angina de pecho (cuando la interrupción del flujo de sangre al corazón es
temporal) a un infarto de miocardio (cuando es permanente e irreversible).
Pronóstico y complicaciones
Si el área de infarto es pequeña y no compromete más al sistema bioeléctrico que
controla los latidos del corazón, las probabilidades de sobrevivir a un infarto son altas.
Tratamiento
Pedir ayuda y buscar atención médica inmediata. No intentar conducir uno mismo
hasta un hospital.
Oxígeno. Puede ser la primera medida en el hospital o en la propia ambulancia.
Analgésicos (medicamentos para el dolor). Si el dolor torácico persiste y es
insoportable, se administra morfina o medicamentos similares para aliviarlo.
Trombolíticos. Son medicamentos para disolver el coágulo que impide que fluya la
sangre. Se ponen sustancias como la estreptoquinasa o un "activador del
plasminógeno tisular", bien en la vena, o bien directamente en el coágulo por
medio de un catéter (un tubito largo y flexible).
Nitratos. Los derivados de la nitroglicerina actúan disminuyendo el trabajo del
corazón y por tanto sus necesidades de oxígeno. En la angina de pecho se toman
en pastillas debajo de la lengua o también en spray. También pueden tomarse en
pastillas de acción prolongada o ponerse en parches de liberación lenta sobre la
piel. En la fase aguda de un ataque al corazón, suelen usarse por vía venosa.
Betabloqueantes.
Ácido acetilsalicílico, administrado en la fase aguda, solo o asociado a trombolisis,
logra reducir la mortalidad.
Tanto la hipertensión como la enfermedad coronaria, son procesos que no tienen una
causa única, sino que las causas son múltiples, aumentando la probabilidad de padecerlos
cuando se suman dichas causas o factores de riesgo.
Los principales factores de riesgo cardiovascular son:
Edad.
Herencia.
Nivel plasmático elevado de colesterol y triglicéricos.
Hábito de fumar cigarrillos.
Obesidad.
Diabetes mellitus.
Hipertensión.
Compomentes de la dieta: excesivo consumo de sodio, disminución del consumo
de potasio, calcio y magnesio y consumo excesivo de bebidas alcohólicas.
Estrés y falta de ejercicio físico regular. La mayoría de estos factores pueden
prevenirse y evitarse, modificando hábitos y estilos de vida.