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Flora Perelman:
Elisabeth Bautier, una socióloga francesa, plantea: “legitimar las prácticas del
lenguaje como objeto de enseñanza es un modo de encarnar el proyecto de democratizar el
proyecto de acceso al conocimiento.” Delia Lerner agrega que si están ausentes estas
prácticas en los diseños curriculares, si no están en el centro de la escena escolar, si los
sistemas educativos no asumen la responsabilidad de crear las condiciones para que los
alumnos se apropien de ellas, las consecuencias son la reproducción de las desigualdades
sociales relacionadas con el dominio de la lectura y la escritura que van a ser patrimonio
exclusivo de aquellos que nacen y crecen en medios letrados.
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Manual de 4°.
históricas, sociales y culturales. También, el emisor y el receptor son concebidos como
sujetos abstractos desligados de sus contextos socio-culturales.
Por lo tanto, lo que se hace objeto de estudio ahora es, no sólo la clasificación de
palabras y oraciones, sino el circuito de la comunicación y el reconocimiento de cada uno
de sus elementos.
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Como información accesoria en el manual que se ejemplifica.
modelo se utiliza el modelo de procesamiento de adultos expertos para investigar a los
niños y jóvenes (novatos y expertos) Además, se describen las estrategias de los jóvenes
desde la negativa: no “transforman el conocimiento” mientras producen un texto, sólo dicen
el conocimiento, no lo planifican ni revisan. Se observa una caracterización del alumno
desde una mirada adulta.
Tampoco introducir las Prácticas del Lenguaje significa que los chicos ‘tienen que
practicar más’ la lectura y la escritura. Se torna imprescindible generar en el aula múltiples
y variadas situaciones en las que los alumnos ejerzan las prácticas sociales del lenguaje de
manera sostenida y articulada para que desde muy pequeños y hasta que finalicen su
escolaridad se apropien de ellas en forma progresiva, con el objetivo de que alcancen cada
vez más control, precisión y autonomía sobre sus propias intervenciones y sobre las
intervenciones de los otros.
Pero, ¿cuáles son los desafíos de ingresar las Prácticas del Lenguaje en las aulas?
En primer lugar, se trata de crear situaciones donde se lee, se escribe, se habla y se escucha
en diferentes ámbitos: el literario, el de estudio y el de formación ciudadana. Estos ámbitos
fueron elegidos por su preeminencia cultural. Tomamos la distinción que hace Bajtin sobre
ámbitos: “Los ámbitos de ejercicio de las prácticas son esferas de la actividad humana
establecidas socialmente”. Se trata, entonces, de construir una biblioteca en el aula o seguir
a un autor o leer novelas. Se busca abrir espacios en la escuela en los que el Lenguaje se
ejerza en estos ámbitos porque esto legaliza las prácticas, por ejemplo, democráticas de
discutir y acordar, de escuchar al otro y reconocerlo o a acceder a conocimientos gracias a
procesos compartidos de producción de conocimientos en el interior del aula. En los
ámbitos también, circulan géneros discursivos que se materializan en textos concebidos,
ahora, en clases de objetos reales producto de una historia cultural y de tensiones sociales,
cuya organización se descubre y reelabora en la medida en que se participa de una variedad
de situaciones de lectura, escritura e intercambios orales.
También aparece una práctica que es escribir a través del dictado pero del dictado
del docente. No se conciben la lectura y la escritura como instrumentos de control sino
como prácticas. Además, desde el punto de vista psicolingüístico, se empiezan a analizar
los procesos que se ponen en juego cuando los niños observan cómo escribe el docente.
También aparece la lectura por sí mismos. Aquí hay una transformación importante
porque aparecen lecturas no legalizadas por la escuela. De una lectura exhaustiva, se
empieza a legalizar que los alumnos realizan ‘lecturas exploratorias’ por sí mismos que aún
se hallan en proceso de investigación.
Estos desafíos ponen en evidencia que hacer ingresar las Prácticas del Lenguaje en las
aulas supone profundos cambios en las escenas de lectura, escritura e intercambios
orales y supone una transformación que involucra un cambio en la cultura escolar y un
cambio en los docentes. La democratización de la enseñanza parece depender
fuertemente de que estas condiciones puedan crearse en el aula para que la diversidad
de las prácticas de los sujetos, de los objetos de conocimiento, así como de las
interacciones que se suscitan entre ellos, puedan tener lugar en la escuela.