Vous êtes sur la page 1sur 41

EVALUACIÓN PSICOLÓGICA

DÉBORA I. BURIN
MARINA A. DRAKE
PAULA HARRIS
(compiladoras)
1 '1. . J. Neimeyer (comp.): Eva- 80. E. Pérez,J. Passera, F. Olazy
/ mi ión constructivista M. Osuna: Orientación, infor­
(l , T. Millon:Inventario Millon de mación y educación para la
b'stilos de Personalidad (MIPS) elección de la carrera
t: . 11. Phillipson: Test de Relacio- 81. V. Feld,C.Azarettoel. Taussik:
11,•s objetales (TROJ Test para la evaluación del pro­
. 'L'.I .BrazeltonyJ.K.Nugent:
füwala para la evaluación del
cesamiento del cálculo y el nú­
mero en niños EVALUACIÓN
,·omportamiento neonatal
'/O. 'I'. irchner, M. Torres y M.
82. A. Beck y otros: Inventario de
Depresión de Beck (Segunda
NEUROPSICOLÓGICA
F'orns: Evaluación psicológica:
modelos y técnicas
edición) (BDI II)
83. S. Defior Citoler, B. Gottheil,
EN ADULTOS
'l 1 ,J. P. hocayE. Denburg: Guía L. Fonseca y otras: Test de
pura lu Interpretación del lectura y Escritura en español
M MI (Millon Clinical (LEE)
MuLtiaxial Inventory) 84. D. Burin,M. Drake y P. Harris:
7' ., R. A. N imeyer: Métodos de Evaluación neuropsicológica
1•1mluw;i6n de la ansiedad ante en adultos
ltJ muerte 85. S. Torimbeni, E. Pérez y F.
7 M. M. Casullo (comp.): Aplica­ O laz: Introducción a la
cil}nes del MMPI-2 en los ám­ psicometría
bitos clínico, forense y laboral 202. D. Wechsler: Test de Inteli­
A. N. ayssials: La escala de gencia para preescolares
i,tt('ligcncia WISC III en la (WPPSI). Equipo completo
,·,mlua.ción psicológica 205. D. Wechsler: Test de Inteli­
i11/iwto-j1wenil gencia para niños (WISC III).
B. T. Millon: Inventario Millon Equipo completo
d,• Estilos de Personalidad 206. D. Wechsler: Test de Inteli­
(MIPS). Manual gencia para adultos (WAIS
7!i. A. Castro Solano, M. M. III). Equipo completo
' :,milo y M. Pérez:Aplicacio- 303. D. Wechsler: Test de Inteli­
111•s rlr-L MIPS en los ámbitos
laboml, Pclu ativo y médico
711 A. CaHtro Solano: Evaluación
gencia para preescolares
(WPPSI). Manual
305. D. Wechsler: Test de inteli­
�,1�
/J ÍC'Ol(ll(ÍC-u1•n/m11mhitosmi­ gencia para niños (WISC III).
PAIDÓS
Buenos Aires
l1lt1t'l'H Manual Barcelona
México
LOS AUTORES

Allegri, Ricardo F.
Servicio de Neurología, Hospital Británico, Buenos Aires. Consejo Na­
cional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET).

Baumann, Denise
Centro de Asistencia, Investigación, Tratamiento y Prevención de las
Enfermedades de la Memoria (CAITPEM). Servicio de Neurología aso·­
ciado a la Universidad de Buenos Aires, Hospital D. F. Santojanni.

Burin, Débora l.
Programa de Estudios Cognitivos, Facultad de Psicología, Universidad
de Buenos Aires (UBA). Consejo Nacional de Investigaciones Científi­
cas y Técnicas (CONICET).

Butman, Judith
Laboratorio de Investigación de la Memoria, Hospital Zubizarreta, Bue­
nos Aires. Sección Psicogerontología y Trastornos Cognitivos, Psimedi­
cal, Buenos Aires.

De Simone, Verónica
Laboratorio de Neuropsicología. Servicio de Neurología, Hospital Britá­
nico, Buenos Aires.

Drake, Marina A.
Laboratorio de Neuropsicología, Servicio de Neurología, Hospital Britá­
nico, Buenos Aires. Carrera de Especialización en Neuropsicología Clí­
nica, Facultad de Psicología (UBA).

Ferreres, Aldo R.
Carrera de Especialización en Neuropsicología Clínica, Facultad de Psico­
logía (UBA). Unidad de Neuropsicología, Hospital Eva Perón (ex Castex),
Buenos Aires.
EVALUACIÓN NEUROPSICOLÓGICA EN ADULTOS

· norris, Paula
l ,uhoratorio de Investigación en Memoria, Hospital Zubizarreta, Buenos
PREFACIO
i r . Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONI-

,J ,¡ ·henco, Virginia
1' 11-r r., de Especialización en Neuropsicología Clínica, Facultad de Psico-
1,JK•U A). Cátedra de Psicolingüística y Neurolingüística, Facultad de
I• ilo (> y Letras (UBA). Unidad de Neuropsicolo�a, Hospital Eva Perón
(1 ;, ilt ·x), Buenos Aires.

Mirtino, Diego J.
, 1 lnv •Atigación y Desarrollos en NeurociP.nci:as ClíTJie::is Hnenos Aires,
, , nlint.
La neuropsicología es una de las ramas de la psicología que más ha
crecido en los últimos años. Particularmente en nuestro país, las pa�
Poi U , Uoniel G.
11111 1111 ul dP Psicología, Universidad de Buenos Aires. INEBA�CONICET.
sadas dos décadas han sido decisivas para su expansión, la cual se ha ·_
1 v1t·111 el· Neurología, Hospital Eva Perón (ex Castex), Buenos Aires. producido a una velocidad asombrosa tanto en el ámbito clínico-asis­
tencial como en el académico. En la actualidad, diferentes servicios de
Jtuhln t in, Wanda Y. neurología, neurocirugía o psiquiatría de los principales hospitales e
1•'11 •1ilL 111 d Psicología (UBA). INEBA-CONICET. instituciones de salud cuentan en su plantel con profesionales especia­
listas en neuropsicología. En algunos casos, incluso, se han creado de­
ltub, Ad �laida partamentos autónomos dedicados exclusivamente a esta especiali­
specialización en Neuropsicolgía Clínica, Facultad de Psicolo- dad, para atender la creciente demanda de asistencia. Pacientes con
111 1 IJ1 A). átedra de Neuropsicología, Universidad de Belgrano. Centro diversas enfermedades -como traumatismo de cráneo, accidente cere­
N1 urol ,gi ··o de Tratamiento y Rehabilitación. brovascular, enfermedad de Alzheimer, epilepsia, esclerosis múltiple,
depresión, esquizofrenia, etc.- son derivados por sus médicos para co­
H rr mo, Cecilia M. nocer el estado cognitivo.
1, 1horulorio de Investigación de la Memoria, Hospital Zubizarreta, Buenos El crecimiento de esta disciplina se advierte también en el plano
A i rt ·. � rvicio de Neuropsicología (SIREN), Instituto Universitario CE­ académico. Varias universidades, por ejemplo, ya incluyen ''Neuropsi­
M 11 ;, H1J1mos Aires. cología" como materia obligatoria dentro del plan de estudios para la
Licenciatura en Psicología. En la formación de posgrado, asimismo, se
Sl.rtJil •vich, Sergio A. cuenta en la actualidad con carreras de especialización, maestrías,
ren Tnv ·stigación y Desarrollos en Neurociencias Clínicas, Buenos Aires. programas de actualización, además de cursos y seminarios destina­
1111lilut.o d • Neurología Cognitiva, Buenos Aires, Argentina. dos a los profesionales que deseen ahondar en el conocimiento neurop-
···
sicológico.
Turrolva, Teresa En paralelo con la expansión de los servicios de neuropsicología se
In t.itutu de Neurociencias Cognitiva (INECO), Buenos Aires. ha producido un desarrollo de medidas y tests neuropsicológicos. Es
incontable ya la cantidad de tests y técnicas al servicio de la evalua­
Wilsnn, Maximiliano A. ción neuropsicológica. En el excelente libro Neuropsychological Assess­
C 1n'f'rU ti · specialización en Neuropsicología Clínica, Facultad de Psico­
1
ment de Muriel Lezak (Nueva York, Oxford University Press, 2004),
l 1 • 11 ('U ílA). ons jo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de lectura obligatoria para todo aquel que se dedique a la neuropsico­
ICONI •T).
logía, se detallan más de 600 tests. Permanentemente se publican
'A EVALUACIÓN NEUROPSICOLÓGICA EN ADULTOS
PREFACIO 25
Ú11Pvas herramientas, cada vez más sensibles y específicas a las dife-
1• 1 ,nt' disfunciones neurocognitivas de los pacientes. Si bien la mayo­ El texto que aquí presentamos, sin embargo, se diferencia en varios
, 11 ¡11· ceden del mundo anglosajón, en los últimos años se ha visto un aspectos de las obras mencionadas. En principio, presenta un formato
111L r sante surgimiento de técnicas para la población hispanoparlan­ má� cercano al "manual", orientado al estudiante o al profesional, y no
t . Algunas de ellas son adaptaciones de tests que han demostrado esta tan centrado en las normas, como los anteriores. Al entender la
rn11liubilidad y validez en su idioma original (inglés o francés) pero evaluación como un proceso, parte de la caracterización de la entrevis­
11111 ·hns otras han sido diseñadas especialmente para el paciente de
ta clínica y la selección de los instrumentos, pasa luego a pormenori­
l111hla custellana.
zar las técni�as en función de los dominios a evaluar, y finaliza con
t•:I avance de la especialidad se evidencia también por la existencia u�a perspectiva global proponiendo modelos de informe e interpreta­
_
c10n de los resultados. La perspectiva que recorre todo el libro sin
,t i cliv r s asociaciones profesionales que, a escala nacional y regional,
11111'111u1 o. los neuropsicólogos y que cada vez gozan de mayo� reconoci- �s
aban�onar la mirada "transregional" que caracteriza a la ciencia, la
111 1 nl11 ti •ntro del mW1do de la salud. En la Argentina, SONEPSA (So­ obtemda a lo largo de una extensa práctica profesional en nuestro ám­
' 1 rl 11 d d l ' Neuropsicología de Argentina), creada en 1987 y de la cual
bito específico. Los tests a los que hace referencia la obra abarcan las
1111 mi, 111hros la mayoría de los autores del presente libro, ha promoví­ herr�ientas :stándar, de conocimiento obligado para cualquier neu­
.tu 1 1 111v1 Hl.i1,tnción y formación en el marco de los avances globales de rops1cólogo, as1 como algm1as técnicas diseñadas en el ámbitolocal la�
l I ili ,1,1¡11 11111 . l•,sto ha implicado esfuerzos en la búsqueda del rigor cien- tinoarnericano o español. Asimismo se han incluido algunas pru:bas
1 thw .Y pro� . ional, tanto en la comprensión teórica de los trastornos, novedosa�, ya sea por su enfoque basado en modelos de procesamien­
1111 1,1 1 n la aptación y actualización de técnicas e instrumentos. to provementes de la neuropsicología: cognitiva (como en el caso de la
'1'111 lo P:;t · recorrido no se ha visto correspondido, sin embargo, con percepción viso-espacial o el lenguaje, por ejemplo), o porque evalúan
111111 nh ru qu plasme el desarrollo de la evaluación neuropsicológica
a�pectos del funcionamiento cognitivo relativamente nuevos en el ám­
1 11 1 11 r,:gión, ya que no hay a disposición de los estudiantes y profesio-
bito de la neuropsicología (como, por ejemplo, el capítulo sobre cogni­
11111 n ch I disciplina un "manual de evaluación" en idioma castellano, ción social).
411111 r •11 •jC' la práctica local. Las referencias obligadas al ya menciona- Si bien el texto fue concebido pensando en el profesional de Lati­
1 1 1 1111 11111 l de Lezak y al compendio de Spreen y Strauss (A Compen­ noam �rica, creemos que también puede ser útil para el estudiante o
tf 111111 11{ N uropsychological Tests, Nueva York, Oxford University profes10nal del ámbito hispanohablante en los Estados Unidos en Es­
l ' 11 1 :W06) ponen aún más al descubierto este vacío, que empieza con paña, o inclus� en E�ropa, toda vez que la corriente de migr;ción de
PI 1d 111n1 1\, continúa con los tests descriptos (publicados en inglés, con personas de ongen hispanoamericano va en aumento.
IH rnm n.ort americanas), y finaliza con la escasa o nula referencia a Las limitaciones del presente trabajo emergen tanto de la ampli­
1 11 p1• cti concreta en América latina. El objetivo de la presente obra tud del campo abarcado, imposible de contener en un solo volumen
·1 ni ,nzar a cubrir este vacío.
como de la diná�ica de cambio y rápido crecimiento de la disciplina'.
M r n mencionarse, como antecedentes de este esfuerzo, el tra­ En cuanto a lo pnmero, se ha recortado, necesariamente, la inclusión
hr�ll d1 • Ardila, Roselli y Puente, Neuropsychological Evaluation ofthe de temas e instrumentos de evaluación. Respecto de lo segundo, la
_
SpC11 1.í.·h peaker (Nueva Cork, Plenum Press, 1994), destinado funda- obra r:fleJa e� estado de la evaluación neuropsicológica tal como está
1111 ni rtlm · Jte a la evaluación del paciente hispano en los Estados Uni­
consolidado hic et nunc. Esperamos que futuras ediciones del libro va­
do, , y I formidable Manual de Normas y Procedimientos para la Ba­ yan subsanando estas limitaciones .tanto en extensión como en pro­
f 1•r•fc Nt•urop.<;icológica en Español de Artiola, Romo, Heaton y Pardee fundidad.
.
('1' 1 'liclll, m 'r ss, 1999), con la adaptación al español de técnicas de
1

pr ohad valid z y con normas que abarcan diferentes grupos poblacio- DÉBORA BURIN
111111·11 (M •xico., España y población hispánica estadounidense). Asimis- MARINA DRAKE
11111, l'I m s r ciente Tests neuropsicológicos de Peña-Casanova, Gra­ PAULA HARRIS
nn111t.-F'ombu na y Gich Fullá brinda un necesario relevamiento de
dlwr os t.c•Htl'I y normas disponibles en España.
1
INTRODUCCIÓN A LA EVALUACIÓN
NEUROPSICOLÓGICA

Marina A. Drake

La neuropsicología es una especialidad clínica que se ocupa del


diagnóstico y tratamiento de los problemas cognitivos, conductuales y
emocionales que pueden ser el resultado de una disfunción cerebral
conocida o sospechada.
La Comisión de Estándares en Evaluación Neuropsicológica, de la
Sociedad de Neuropsicología de Argentina (2003) define a la neuropsi­
cología como "aquella disciplina científica que estudia la relación entre
las estructuras y el funcionamiento del sistema nervioso central y los
procesos cognitivos-comportamentales. Su aplicación comprende tanto
a las áreas clínica y experimental como al desarrollo de modelos teóri­
cos".
Partiendo en sus orígenes de la neurología y la psicología, en los úl­
timos años ha recibido un renovado impulso del creciente desarrollo
de las ciencias cognitivas (psicología cognitiva, inteligencia artificial,
lingüística) y de las ciencias neurobiológicas (neuroanatomía, neurofi­
siología, neuroquímica).
Si bien podría argumentarse que el origen de la neuropsicología
(definida de manera muy amplia como el estudio de la relación cerebro­
mente) se remonta tan atrás en la historia como a los tiempos del mis­
mo Aristóteles (siglo IV a.C.), la práctica de la evaluación neuropsico­
lógica, es mucho más reciente y s.� la puede ubicar en los inicios del
siglo XX.
Al finalizar la Primera Guerra Mundial, la existencia de numerosos
heridos con lesiones cerebrales generó la necesidad de estudiar las alte­
raciones cognitivas y conductuales presentes en esa población a través
de instrumentos idóneos para mensurar esas disfunciones. La Segun­
da Guerra Mundial agregó nuevo ímpetu a su desarrollo, ampliando el
conocimiento y mejorando los instrumentos de exploración. Sin embar­
go, y tal como lo destacan Hebben y Millberg (2002), no será hasta la
MARINA DRAKE INTRODUCCIÓN A LA EVAL\IAI ·11 N Nl·:1 IHOPSICOLÓGICA

11 nd de 1970, en que la neuropsicología clínica se establecerá como neuropsicológicos, los cuales provocan r p111•1 t 11 1·11nd��tuales espe­
111t1 rlisciplina coherente, en paralelo con la revolución cognitiva en psi­ cíficas frente a estímulos también específico 111 '11 1•011111 ·iones contro-
ologfa y la explosión de la tecnología en neuroirnágenes. ladas.
,
,n nuestro país, si bien el desarrollo ha sido considerablemente Dentro de este propósit� general de la evaluación n •11rop i ·ol6gica
m -nte
1111 t rdío que en Norteamérica y Europa, la última década se ha ca­
se pueden diferenciar varios objetivos (los cuales no son mut.un _
s):
r,i t.r,rízado por un crecimiento veloz, afianzándose cada vez más como
excluyentes, sino por el contrario en muchos casos complem ·111,nno
Lln .-, p cialidad reconocida entre los profesionales de la salud.
neuropsicología actual incluye el estudio de los problemas clási- • contribuir con el diagnóstico . ·
1 11 psicología general (atención, aprendizaje, percepción, cogni­ • evaluar las consecuencias de una enfermedad ya diagnosticada
¡ 11, 1 rsonalidad y psicopatología), utiliza técnicas propias de los mé­ • describir el funcionamiento cognitivo actual del paciente, deter-
udo · d h. psicología experimental así como de las metodologías de minando las capacidades alteradas y aquellas preservadas
1•1111 t.rncción de tests y de la psicometría, y se nutre también por su- • planificar un tratamiento de rehabilitación cognitiva
lltt L11 d los conocimientos provenientes de las neurociencias. • valorar los efectos de un tratamiento
, · 1 1 i II al6•1.mos de los métodos que usa, así como de los procesos • objetivar cambios en el tiempo
. . .
q 11 1• Ludl , provienen en muchos casos de la psicología y la psicome­ • brindar información para el cuidado y segmm1ento del paciente
l I h , , 1 l' \1' ·ter distintivo de la evaluación neuropsicológica reside en • brindar información y asesoramiento a los familiares del paciente.
l "' , ,. . d · r fi rencia conceptual, que toma la función cerebral como
p1111to d partida. Tal como refieren Lezak, Howieson y Loring (2004)
•¡, 1 v11lwu·ión es neuropsicológica en tanto las preguntas que se plan­ 1.1. El rol diagnóstico de la evaluación neuropsicológica
r,•u, /,¡¡¡ wq,e ·tos centrales, los hallazgos o las inferencias obtenidas de
•/lo , HC relacionan en último término con la función cerebral". Tradicionalmente, las preguntas del diagnóstico diferencial se cen­
t h 1• t r gos esenciales de la evaluación neuropsicológica se des- traban en poder determinar si la sintomatología que pre� entab� un
1 111-,ull• qu • l profesional que la practique debe acreditar una sólida paciente dado correspondía a una causa "orgánica" (es dec1�, debido a
_
í11111111 ·onocimientos tanto de neuroanatomía funcional, neurofi­ una patología cerebral) o "funcional" (un término que se utilizaba co­
y p tologías neurológicas, como de psicología cognitiva, de psi- mo sinónimo del carácter "psicógeno" de un síntoma).
111111 •11 1 nic (conocimiento de trastornos psiquiátricos, conocimiento Con la evidencia creciente de los correlatos neuropatológicos Y quí­
11 lo proceso' emocionales, aspectos evolutivos, etc.) y de teoría y téc­ micos de los llamados trastornos funcionales, esta distinción "orgáni­
,¡, 1 JJ 1c métrica. co/funcional" se volvió cada vez más vaga. Por ejemplo, como destaca
Groth-Marnat (2000), en los primeros tiempos de la psiquiatría, la es­
quizofrenia era conceptualizada como "funcional':, y sin embargo, _ la
1. Objetivos de la evaluación neuropsicológica investigación actual da fuerte apoyo a la presencia de correlatos b10-
químicos y estructurales en esta patología.
xclusivamente diagnóstico que había adquirido luego de la Además otro de los propósitos históricos de la evaluac1on,. , Y por
ucrra Mundial, la evaluación neuropsicológica actual ha el cual ganó su reputación, fue su -�apacidad para orientar acerca d_e
pn ll lo , t ner uno en el que el objetivo esencial es la caracterización la localización o lateralización de la lesión cerebral. En aquellos pn­
di' 1 \ l'ort. l za y debilidades en las funciones cognitivas y la explica­ meros tiempos era, en algunos casos, una alternativa diagnóstica su­
ti n d1· lu ·onducta que presenta un paciente (Goldstein y McNeil, perior a las técnicas de las que se dispo�í� (electroencef�lo�ama,
'J()() . En p�1labras de Benton (1994), a lo que toda evaluación debiera neumoencefalografía, etc.). Pero el advemm1ento de las tecmcas de
11p11nt.11r a "realizar inferencias acerca de las características funcio- neuroimágenes más sofisticadas y precisas (tomogr�fia computad�,
11t1frs y ,•str11,ct.urales del cerebro de una persona, evaluando la conduc­ resonancia magnética, tomografía por emisión de positrones, etc.) hi­
'" i/1· 1111 incliuidu.o en situaciones definidas de estímulo-respuesta". zo que el rol diagnóstico de la evaluación (entendido de manera res­
l,11 it.uucion s d · estímulo-respuesta a que se refiere son los tests tringida en términos de determinar presencia de patología cerebral)
:10 MARINA DRAKE INTRODUCCIÓN A LA EVALUACIÓN NEUROPSICOLÓGICA 31

lut ra perdiendo peso. Está claro que son éstos los instrumentos más dar al diagnóstico, el manejo y el cuidado longitudinal de pacientes con
111 n s para informar la localización, extensión y etiología de una le- enfermedades neurológicas. El subcomité de Evaluación de Terapéuti­
1 111. i bien es cierto que no cabe esperar el diagnóstico de un tumor ca y Tecnología de 1a Academia Americana de Neurología (1996) pre­
("I rchral a partir de una evaluación neuropsicológica, en ocasiones son sentó un informe en donde detalla aquellas enfermedades en las que se
111.1 hallazgos en ésta, a través de ciertos indicadores, los que dan la se- recomienda realizar una evaluación neuropsicológica y subraya el
11111 el alarma y de sospecha de un proceso cerebral patológico, promo­ aporte que la misma puede brindar para el manejo de cada una de es­
vit•nrlo, entonces, la realización de exámenes complementarios que tas patologías. Las patologías listadas por este informe son las siguien-
.
p1•rmitan arribar al diagn óstico definitivo. .-- tes: a) Traumatismo cráneo�encefálico; b) Accidente cerebro-vascular;
1 l todas formas, existen algunas situaciones donde la evaluación e) Demencias; d) Enfermedad de Parkinson; e) Esclerosis múltiple; D
rll'urupsicológica sigue siérido crucial para el diagn óstico de patología Epilepsia; g) Sujetos con exposición a rieurotóxicos; h) sida.
'I rf'liral. Es el caso de la enfermedad de Alzheimer y otras demencias Todas estas patologías pueden cursar con alteraciones neuropsico­
d1 R n rativas, el traumatismo de cráneo leve y las encefalopatías tó-
1 lógicas, presentando perfiles cognitivos relativamente característicos.
1• 11-1,, ntre otras. Con relativa frecuencia en estos casos las neuroimá- Su deteccÍón . es de suma importancia para encarar un tratamiento
1 11 60n normales, míen.tras que la evaluación neuropsicológica pue­ adecuado.
d, 11IP11tificar claramente la presencia de una patología cerebral. Este listado de patologías dista de ser excluyente; más bien enume­
l ,os criterios del NINCDS-ADRDA para el diagnóstico de la enfer- ra aquellas en las que la evaluación cognitiva suele ser un estudio mu­
11u d 1d dt' Alzheimer (Me Khann et al., 1984) incorporan la evaluación chas veces de rutina. Existen, por lo demás, otras patologías crónicas,
111•11ropsicológica como uno de los requisitos indispensables para la de- como la diabetes, el hipotiroidismo, el lupus, en las que también suelen
11 rminución de "enfermedad de Alzheimer probable" (Allegri, Harris y verse alteraciones cognitivas. Asimismo muchas enfermedades psi­
llr11k , �002). quiátricas (como la esquizofrenia, la depresión, la enfermedad bipolar
dem , si bien la evaluación neuropsicológica sola puede no dife­ y el trastorno obsesivo-compulsivo) comprometen ciertas funciones cog­
, r ,id r ntre un amplio abanico de diagnósticos neurológicos, sí pue­ nit.ivas y en muchos casos ameritan la exploración neuropsicológica.
tl1 P ulil para diferenciar entre dos o más etiologías probables. Por
Jl l ll1µlo, una demencia cortical como la enfermedad de Alzheimer pue­
de 111 r diferenciada de una demencia subcortical (como la enfermedad 1.3. Descripción de fortalezas y debilidades cognitivas
d1· l'urkinson) basada en el perfil de la evaluación neuropsicológica
111.. , Lon y Marcotte, 2000). Se espera que toda evaluación neuropsicológica provea una des­
Ln •valuación neuropsicológica puede también ayudar a predecir la cripción del funcionamiento del paciente, que identifique las fortalezas
1 r hnl,ilidad de que una condición neuropatológica llegue a manifes­ y las debilidades en su desempeño cognitivo, y que pueda hacerse una
LH •. En personas con riesgo de enfermedad de Huntington, por ejem­ inferencia en relación a si el estado actual del mismo representa un
plo, la evidencia más temprana de la enfermedad puede aparecer co­ cambio respecto a un estado previo (habitualmente no muy claramen­
rno sutiles alteraciones en la evaluación neuropsicológica (Lezak et al., te definido) o nivel premórbido. La identificación de qué dominios o
:WCMl. subdominios se encuentran preservados y cuáles afectados, así como
el intento de determinar la presencia o ausencia de cambio, son dos
aspectos que deben ser encarados antes de realizar cualquier otra in­
1.2. Valoraci6n de las consecuencias de una enfermedad ya ferencia acerca del funcionamiento del paciente en estudio. Partiendo
cliagnosticada del perfil co gnitivo objetivado en la evaluación, el profesional deberá
tratar de inferir qué aspectos de las observaciones actuales reflejan la
Muchas de las enfermedades neurológicas producen habitualmente dotación cognitiva "normal" del paciente y cuáles muestran cambios
c•111nbios en la conducta, los cuales incluyen trastornos en las habilida­ atribuibles a disfunción cerebral.
dPs cognitivas y la producción de síntomas neuropsiquiátricos. El cono­
l'irni nLo de la presencia y características de estos cambios puede ayu-
MARINA DRAKE
INTRODUCCIÓN A LA EVALUACIÓN NEUROPSICOLÓGICA 33

1.4. Planificación de un tratamiento de rehabilitación tamientos destinados a mejorar la función cognitiva, como en demen­
cognitiva cias, trastorno por déficit de atención, etc.-, o los efectos no deseados
de un tratamiento psiquiátrico o neurológico -como en epilepsia, es­
uando un pacíente recibe una indicación de un tratamiento de re­ quizofrenia, etc.-. Asimismo, en tratamientos de rehabilitación y esti­
hnbilitación cognitiva, este tratamiento debe ser ''hecho a medida" de mulación cognitiva, es importante medir los efectos de la terapia. En
1 1 11 cesidades del paciente y exige una planificación en términos de todos los casos la información que brinde la evaluación neuropsicoló­
unciones a rehabilitar, objetivos de mediano y largo plazo, expectati­ gica puede ser de suma utilidad para continuar, ajustar o interrumpir
v, de logros, etc. Para ello se necesita de la aplicación de una batería un tratamiento (Lezak et al., 2004).
111•11rupsicológica diseñada para tal fin, que suele ser más amplia que
111 r. u rida para un.diagnóstico. Esta batería debe ser sensible y cu­
lirir un amplio espectro de funciones, de modo que permita identificar 1.6. Identificación de cambios en el tiempo
el, m 1wra muy fina qué aspectos del funcionamiento cognitivo son los
1111 • K hallan comprometidos, en qué grado, y cuáles funciones están En ocasiones resulta importante realizar evaluaciones periódicas
1111li•m11uR. Además de saber cuáles son los puntos deficitarios sobre los que permitan ver la evolución de los trastornos cognitivos en el tiem­
1 11' tl ·b rá trabajar, el profesional debe conocer las capacidades in- po. En pacientes con enfermedades crónicas de distintas etiologías
111111 ·, ya que se apoyará en ellas para encarar el trabajo con el pa- (epilepsia, esclerosis múltiple, esquizofrenia, diabetes, etc.) las repeti­
,. , 1 11t •, particularmente para las técnicas compensatorias. Es también
das evaluaciones permiten conocer el impacto de la enfermedad sobre
mpnrtunte que la evaluación brinde información respecto del poten­ la cognición. En el caso de las demencias, las sucesivas re-evaluacio­
r1 il d<' r cuperación y de la estimación del nivel premórbido para pla- nes permiten ver la progresión de la enfermedad, establecer en qué es­
111 w 11· m tas realistas para el tratamiento.
tadío de severidad se encuentra y realizar los ajustes necesarios para
A imismo la evaluación debe incluir una medición acerca de la con- una mejor calidad de vida del paciente. Además, muchas veces en los
1·11 ll ·i 1 1I ·l déficit y de los aspectos neuropsiquiátricos, ya que si estos estadíos iniciales de una enfermedad degenerativa, en sujetos cuya
1 ¡11• ·l.o::; no están evaluados, muchas veces pueden hacer fracasar los evaluación de base era dudosa (particularmente en pacientes con un
,, 11 ·rzns de rehabilitación. Por ejemplo, la escasa conciencia de défi- rendimiento cognitivo superior al promedio, o en el extremo opuesto,
1•11. tl un paciente y su consiguiente baja motivación para el trabajo en aquellos con una dotación intelectual inferior), el monitoreo de cam­
111 H11Aion s, podría dar por resultado una ausencia de mejoría. La bios en la función cognitiva es lo que permite frecuentemente definir y
11 t fH'nci.i de sintomatología neuropsiquiátrica debida a la propia en- precisar el diagnóstico (Morris, Worsley y Matthews, 2000).
11 rn1NJ d puede interferir el trabajo en la sesión con el paciente, pero
lnml>i n impactar negativamente en la familia, por lo requiere traba­
j 1 ·on ol grupo para adecuarse a esos cambios. 1. 7. Cuidado y seguimiento del paciente

La evaluación neuropsicológica puede realizarse también con el ob­


I.G. Vuloraci6n de los efectos de un tratamiento jetivo de orientar al profesional a cargo del paciente respecto a cómo
encarar el tratamiento. Es fundamental que el profesional sepa qué
La •valuación neuropsicológica puede muchas veces demostrar los e pacidad presenta el paciente para cuidar de sí mismo, para enten­
!i• ·lús n el plano cognitivo de un tratamiento dado. En casos de ciru­ der las indicaciones que le prescribe, para recordar la toma de los me­
H 1t por ejemplo en cirugía de la epilepsia, hidrocefalia normotensiva, dicamentos, para acudir a las citas, etc. Anticipar las dificultades que
l'Íru a carotídea, etc., es importante observar si, tras la intervención, pueda presentar el paciente para cumplir con el tratamiento puede
e 1 pnci ntc presenta alguna secuela cognitiva, o si, por el contrario, la evitar situaciones que pongan en riesgo su salud y su vida.
•1rngí ha permitido la recuperación de alguna función que se hallaba
1)11lprometida. De igual manera, frente a tratamientos medicamento­
li la "valuación puede objetivar ya sea su efectividad -en caso de tra-
34 MARINA DRAKE INTRODUCCIÓN A LA EVALUACIÓN NEUROPSICOLÓGICA 35

1.8. Información para el paciente y los familiares 2.1. La anamnesis

Algunos pacientes necesitan contar con una evaluación que objetive La entrevista inicial es clave para realizar una correcta evaluación
su rendimiento cognitivo para tomar conciencia de la existencia de una neuropsicológica. En primer lugar, dado que es el primer contacto del
uisfunción real (y que no sea meramente fruto de la incomprensión fa­ profesional con el paciente, es importante que sé establezca un víncu­
miliar), entender las causas de sus dificultades en ciertas actividades lo positivo que favorezca la colaboración activa del paciente hacia fa
cotidianas; tomar decisiones a futuro, etc. Por otra parte, es cada vez evaluación. Es también una ocasión para observar el desempeño del
más frecuente, entre los sujetos mayores, que la evaluación haya sido paciente en una situación menos formal y más libre que en las sesio­
olicitada por ellos mismos, para ver si las fallas mnésicas que obser­ nes de administración de tests. Es conveniente, dentro de lo posible,
von corresponden al inicio de una enfermedad de Alzheimer. El poder contar con la presencia de un familia�o un allegado del paciente, que
contar con datos objetivos y confiables que les demuestren que no pre­ pueda aportar datos que complementen lo brindado por éste.
fl •ntan indicadores de deterioro cognitivo puede aliviar mucho la an­ La anamnesis y los datos que se puedan extraer del registro de his­
gustia y ansiedad que el fantasma de esta enfermedad genera.. toria clínica (en caso que se cuente con ella) proveen elementos esen­
Para los familiares es también muy Ímportante conocer cuáles son ciales para comprender las características y el desarrollo en el tiempo
capacidades y dificultades del paciente, para poder prever o enten­ de la enfermedad de un paciente. Sirven para orientar hacia el diag­
c l •r las dificultades que éste presente en la realización de las activi- nóstico y pronóstico, e informan sobre aspectos médicos y psicológicos
1ladcs de la vida diaria, y asimismo conocer qué actividades son reco­ que pueden afectar el funcionamiento cognitivo y emocional y, por tan­
mendables y cuáles deberían ser evitadas. Así, la evaluación debería to, el desempeño en los tests. Además, indagar acerca de la historia
permitir predecir, por ejemplo, la capacidad del paciente para conducir educativa, SQ�jalj' evolutiva ermite C<2_nocer cómo era el paciente an­
un automóvil, manejar sus finanzas, o retomar su actividad laboral. tes de la enfermedad o situación que lo trae a la evaluació�, de-;;;¿m;_
El conocimiento de los déficit por parte de los familiares permite ra de poder comparar el funcionamiento actual con el que se estima
comprender algunas conductas que hacen difícil la convivencia y que poseía en el pasado.
muchas veces son erróneamente atribuidas a un acto "voluntario" del Para que la entrevista sea provechosa hay toda una serie de datos
paciente o al desinterés, y no son comprendidas como una consecuen­ que no deben obviarse y que permitirán orientar el curso que tomará
cia de la misma enfermedad (por ejemplo, comentarios socialmente el proceso de evaluación. En primer lugar, debe indagarse acerca del
inapropiados, olvidos de fechas familiares importantes, reiteración de propósito de la evaluación. Es importante tener en c aro cuálesfa pr�
una misma pregunta, "obsesiones" con algún tema en particular, etc.). gunta que intenta responderse el profesional que deriva al paciente, a
fin de implementar las herramientas adecuadas para responderla, o
incluso determinar si la pregunta puede ser respondida desde la neu­
2. El proceso de evaluación neuropsicológica ropsicología. Además debe clarificarse también_ la motivación del pa­
ciente respecto de la evaluación y las expectativas acerca de lo que és­
Más allá del motivo que la genere, existe cierta lógica general que ta le pueda brindar.
debe seguir toda evaluación neuropsicológica, con una secuencia de pa­ Las variables demográficas del paciente (edad, ocupación, instruc­
sos. En principio, previo a la administración de las técnicas neuropsi­ ción escolar, dominancia manual, etc.) son fundamentales tanto para
cológicas, es necesario realizar una entrevista detallada de recolección •legir las técnicas como para la interpretación posterior, y además,
de datos, a partir de la cual se seleccionarán las pruebas más adecua­ por medio de la indagación de la historia de algunas de ellas, el profe­
das, las cuales deberán ser administradas, puntuadas y posteriormen­ �ional puedeir obteniendo algunos datos que le permitan inferir el ni­
te interpretadas, llevando a la generación de un informe con su consi­ v l premórbido iel s11jeto� Así, por ejemplo, respect¿; de -i;; ;s�ol��id;;;:d,
guiente devolución al paciente, familiar o profesional derivante. .,¡ ntrevistador deberá preguntar no sólo por el mayor nivel educacio­
nul alcanzado, sino también por las características del desempeño aca­
d mico, lo motivos por los que interrumpiera los estudios, etc. Lo
mismo en referencia al ámbito laboral: no bastará con conocer el oficio
36 MARINA DRAKE
INTRODUCCIÓN A LA EVALUACIÓN NEUROPSICOLÓGICA 37
o profesión del sujeto y si se encuentra en actividad o no, sino que es
fácilmente) o mnésicos (fallas en recordar hechos recientes o remotos
importante conocer las características del trabajo (complejidad y nivel
de su propia historia, reiteración de algún comentario durante la en­
de responsabilidad), los diferentes cambios de trabajo a lo largo de la
tre':'ista, etc.).También son esenciales el grado de colaboración (moti-
vida, motivo de los cambios, etc. _
vac1on y esfuerzo) y el estado anímico.
Es indudable que se debe contar con una descripción detallada de
U na perspicaz observación puede orientar en gran medida al profe­
la e?J.fermedad actual o problema que fue motivo de consulta (los sín­ _
s10nal con respecto a las técnicas a utilizar y a la interpretación de los
tomas y quejas actuales, severidad y duración de los mismos, momen­
hallazgos posteriores.
to de aparición, etc.). Conjuntamente, habrá que pregu ntar también
por el funcionamiento de aquellos dominios cognitivos que no hayan
sido relevados como sintomáticos ni por el médico ni por el paciente. Si
2.2. Selección de las pruebas
posee estudios anteriores (neurorradiológicos, análisis clínicos, etc.) o
evaluaciones neuropsicológicas previas, se deben consignar los resul­
Determinar qué tests son los más apropiados para la evaluación
tados.
neuropsicológica exige tomar en cuenta diferentes variables. En este
Otro apartado lo constítuyen los tratamientos recibidos (en la ac­
apartado enfocaremos algunas de ellas, las cuales se retoman en el ca­
tualidad y en el pasado), la medicación (qué droga y la dosis), y la per­
p�tulo 13 sobre planificación de la batería de evaluación neuropsicoló­
cepción de su efectivi�a
gica.
También conviene preguntar sobre antecedentes médicos en gene­
En primer lugar, la elección dependerá en parte del propósito explí­
ral (enfermedades, accidentes, etc.) é indagar de manera explícita .
cito d � la evaluac�ón, es decir, el motivo de derivación. Por ejemplo, si
acerca de antecedentes de pérdida de conocimiento, epilepsia, acciden­
un suJeto es enVIado para confirmar un diagnóstico presuntivo de
te cerebro-vascular, enfermedad cardíaca, hipertensión arterial, énfer­
medades infecciosas. Las enfermedades psiquiátricas son de particu­ �rastorno por déficit de atención segu ramente será evaluado con otros
mstrumentos que un sujeto que ya posee un diagnóstico de enferme­
lar importancia también.
dad de Alzheimer, donde el objetivo será determinar la evolución.
Tanto la situación actual del paciente (incluyendo rutinas de traba­
También los datos recopilados en la entrevista conducirán al neu­
jo, en el hogar, actividades sociales, recreativas, hobbies), como la com­
ropsicólogo a orientar su evaluación centrándose más particularmen­
posición familiar (cónyuge, hijos, padres) y la dependencia/independen­
te sobre tal o cual aspecto del funcionamiento cognitivo (si, por ejem­
cia de ellos, merecen ser tenidas en cuenta ya que permiten apreciar
plo, detectara problemas de lenguaje durante el curso de la entrevista
las capacidades funcionales y su adaptabilidad a la vida diaria.
podrá decidi�se a realizar en primer lugar una investigación más apo�
Por último, se debe registrar la existencia de situaciones de conflic­ _
yada en func10nes lmgüísticas).
to actuales (crisis familiar, malas relaciones interpersonales, proble-=­
Otra fuente de información usada para seleccionar los tests son las
mas laborales o financieros, etc.).
quejas del paciente en relación con los déficit, aunque conviene eva­
Por otra parte, además de los datos obtenidos a través del pacien­
luar también aquello de lo que el sujeto no se ha quejado, ya que, en
te, el familiar o la historia clínica, otra fuente de datos es la observa­
ción de la conducta de aquél durante la entrevista. Por ejemplo, es im­ �eneral, los reportes de los pacientes tienen una validez limitada y
ti 'nden a e�t�r más relacionados con su estado emocional que con su
portante precisar el nivel de alerta (si está atento o somnoliento), los
c� tado cognitivo (lo que se ve refleja.do en la evaluación neuropsicoló­
hallazgos motores (inquietud motora, temblores, etc.), la velocidad de
gica�. Muchas veces el paciente puede minimizar o negar la existencia
respuesta ante las preguntas u otros estímulos, la apariencia (tanto
d dificultad algu na (ya sea por falta de conciencia del déficit o porque
respecto de la vestimenta, como la marcha y la postura). Las habilida­
no ha e�frentado aún las consecuencias de éste), y hasta puede llegar
des discursivas (capacidad de comprender y producir un discurso co­
1 ocurrir que tampoco las dificultades sean identificables en el curso
municacional) y el habla (tono, prosodia, articulación, fluidez, etc.) son
el una anamnesis, por ejemplo porque son demasiado sutiles o porque
otros de los indicadores a observar. Se debe estar atento a la detección
l.ocun aspec�os del funcionamiento cognitivo que no se ponen en juego
de los procesos y contenidos del pensamiento (respecto a su organiza­
"" 1 entrevista. Por lo tanto, la selección de las técnicas no puede apo­
ción y adaptación a la realidad), y a fallos atencionales (si se distrae
ym· sólo en los datos obtenidos o inferidos en la entrevista, sino que
38 MARINA DRAKE INTRODUCCIÓN A LA EVALUACIÓN NEUROPSICOLÓGICA 39

debe ser más amplia para permitir determinar o confirmar la presen­ versas pre guntas que puedan surgir en la práctica frente al paciente
cia de déficit, al mismo tiempo que permita identificar las aptitudes particular. Incluso pueden estar desactualizadas, ya que no cambian
cognitivas que permanecen intactas. al ritmo de los nuevos descubrimientos en el campo de las neurocien­
Si el paciente presenta algún déficit sensorial o motor también se­ cias, que se encuentra en constante desarrollo. Por otra parte, como
rá decisivo a la hora de elegir las pruebas a administrar, puesto que se destacan Heaton y Marcotte (2000), algunas baterías son relativa­
deberán seleccionar aquellas que superen las limitaciones de aquél mente ateóricas, no basadas en ninguna teoría moderna sobre las re­
(por ejemplo, utilizar técnicas que utilicen el canal auditivo en pacien­ laciones cerebro-conducta y, además, varios tests en estas baterías
tes no videntes, o que no exijan respuestas motoras en pacientes con son complejos, involucran múltiples funciones, y por tanto son limita­
dificultades motrices, etc.). dos en su potencia para establecer la naturaleza de algunos déficit,
Sin embargo, fa selección de las técnicas está determinada no sólo restringiendo las conclusiones que uno pueda extraer de su adminis­
por las características del caso, sino también de manera más general tración.
por ci •rta concepción del profesional frente a la evaluación y por algu - En contraste, el abordaje flexible se basa en un modelo centrado en
11tt8 propiedades de los tests. Se describen a continuación algunos de el paciente. La elección de los tests está guiada por las hipótesis for­
l'Rl.o factores muladas por el clínico luego de revisar toda la información disponible
sobre el paciente. La batería es armada individualmente para cada ca­
• Abordaje fijo vs. flexible so, para incluir pruebas que pongan a prueba hipótesis a priori sobre
posibles perfiles de disfunción cognitiva. Alexander Luria y Kurt
En cuanto a las baterías a utilizar, históricamente han predomina­ Goldstein, entre otros, son claros representantes de este abordaje fle­
do dos abordajes: xible (Mitrushina, Boone y D'Elia, 1999).
El abordaje de batería fija propone la administración de un único, Hay dos ventajas potenciales en este abordaje. La primera es que
extenso y relativamente abarcativo, conjunto de tests para todos los evita evaluaciones innecesarias: a ningún paciente se le administran
pacientes, en orden invariante, independientemente de las condicio­ todos los tests disponibles, por lo que hay un ahorro de tiempo, de di­
nes específicas que presente el paciente en particular (Mitrushina et nero y, posiblemente, de cierto estrés del paciente. El estrés y la fati­
al, 1999). Los que defienden su uso plantean que se deben estudiar to­ ga son factores que influyen negativamente en el desempeño en las
das las funciones en todos los paciente para evitar un sesgo diagnósti­ pruebas, por lo cual el diseño de las baterías a la medida del paciente
co o un error de detección de problemas sutiles. Un ejemplo de batería puede proveer información más confiable. La segunda ventaja puede
fija es la batería de Halstead Reitan (Reitan y Wolfson, 1993) amplia­ Her un incremento en la capacidad para determinar más precisamen­
mente usada en los Estados Unidos; también la Escala de Inteligencia te la naturaleza de los déficit de cada paciente. Para esto, el profesio­
para Adultos-WAIS III (Wechsler, 1997; 2002), o la batería de Barce­ nal debe llevar a cabo pequeños experimentos con el objetivo de explo­
lona (Peña-Casanova, 1990), que algunos profesionales en nuestro me­ rm· un problema con mayor profundidad que lo que podría realizar
dio utilizan (véase capítulo 13). una batería fija. Al interpretar los resultados de tales experimentos,
El uso de baterías fijas asegura una comunicación efectiva y provee in embargo, se debe confiar más en el juicio clínico que en normas
una base estable de comparación de desempeños entre diferentes su­ hi •n establecidas o reglas de interpretación previamente validadas, lo
jetos y entre grupos diagnósticos distintos (Benton, 1994). Por otro la­ 1 lo torna un método proclive al sesgo subjetivo y menos objetivo
do, un aspecto interesante es que las normas de todas las pruebas que 1 abordaje rígido.
componen la batería provienen del mismo grupo poblacional, por lo tra limitación del abordaje flexible es que no se presta tan fácil-
que la comparación entre las diferentes pruebas, es decir su perfil de 1111'nt · a comparaciones entre pacientes o entre grupos como las bate­
desempeño, es mucho más confiable que si se utilizan pruebas con ba­ l tna fijas.
remos correspondientes a poblaciones diferentes. Afortunadamente estos dos abordajes no son mutuamente exclu­
Varios autores han planteado al gunas limitaciones que presenta V 1111.<• ·, y �n la actualidad la mayoría de los neuropsicólogos utilizan
eRte abordaje. En primer término, se plantea que la administración d 1111 , hordaj "mixto", caracterizado por una batería de tests mínima,
un conjunto rígido d • t.ests cancela la poi:1ibilidarl di' r •. ponclcr laM rli 111 NI l,1 rmi11 da, <¡11i' aplican en todos los pacientes, a la que suelen
40 MARINA DRAKE INTRODUCCIÓN A LA EVALUACIÓN NEUROPSICOLÓGICA 41
agregar otras pruebas cuya elección se basa en parte en los datos ob­ (Kaplan, 1988). Si bien éste se vale de tests con fuertes propiedades
tenidos en la entrevista clínica y en parte en el desempeño en la bate­ psicométricas, su principal característica es el desarrollo de procedi­
ría nuclear (Heaton y Marcotte, 2000) .. Esta tendencia se vio confirma­ mientos para evaluar el proceso de resolución que utiliza el paciente;
da por una reciente encuesta llevada a cabo en los Estados Unidos, para ello incorpora metodologías estandarizadas de puntuar el cómo
entre profesionales dedicados a la evaluación neuropsicológica, donde una persona resuelve la tarea (esto es, cuantificar lo cualitativo). Es
la gran mayoría refirió utilizar un abordaje flexible, según el paciente decir, se destaca la importancia de considerar la manera en que un pa­
que se trate, con una sene de pruebas "fijas"; invariables de paciente ciente resuelve, o fracasa en resolver, los ítems individuales de los
a paciente (Rabin et al., 2005). · tests, más que considerar sólo el puntaje cuantitativo final. Por ejem­
Como bien apunta Lezak (1995): "Al realizar las evaluaciones los plo, a pesar de que dos pacientes diferentes pueden tener dificultad en
neuropsicólogos clínicos se enfrentan con una variedad de preguntas, la realización de la prueba de Diseños de Cubos del WAIS III, y reci­
una amplia gama de conductas y capacidades sumamente dispares de bir la misma puntuación según los criterios de dicha batería, el de�
los pacientes. Esta diversidad de problemas y personas presenta un de­ sempeño de uno de ellos puede caracterizarse por la pérdida de deta­
safío para el examinador que quiere satisfacer los propósitos para los lles internos, aunque mantiene la confi guración externa, en tanto la
cuales se realizó la evaluación. Pocos hechos o principios pueden ser to­ producción del otro paciente puede mostrar una ruptura de la confi gu­
mados como seguros por lo que la práctica de la neuropsicología exige ración de 2 x 2, o 3 x 3, pero con relativa preservación de los detalles
fiexibilidad, curi osidad e inventiva incluso en las situaciones de ma yor internos. Las inferencias que se pueden realizar a partir de uno u otro
rutina". desempeño son claramente distintas, ya que en el primero podría pen­
En el capítulo 13 sobre las baterías de evaluación neuropsicológica, sarse en una compromiso hemisférico izquierdo, en tanto el segundo
· se amplían y ejemplifican estos dos abordajes. podría corresponderse a una disfunción del hemisferio derecho.
El Test de Aprendizaje Verbal de California, CAVLT (Delis, Kra­
• Abordaje cualitativo vs. cuantitativo mer, Kaplan y Ober, 2000) o el WAIS-R co:ino herramienta neuropsico­
lógica (Kaplan, Fein, Morris y Delis, 1991) son buenos ejemplos de es­
En directa relación con los abordajes fijos y flexibles, otro aspecto te último enfoque que incorpora lo mejor de los abordajes cuantitativo
que diferencia a los tests es la modalidad de medir los desempeños: es­ y cualitativo.
tán aquellos representantes de una modalidad cuantitativa y otros ba­
sados más en aspectos cualitativos. • Empirisimo vs. cognitivismo en la construcción del test
El abordaje cuantitativo tiene su base en la psicometría. El diseño
e implementación de los tests están fundamentados en la estadística, Muchos de los tests neuropsicológicos que se utilizan en la actuali­
Y los desempeños son objetivados en un número. Se trata, en aparien­ dad fueron construidos antes de que se contara con los conocimientos
cia, de un abor daje objetivo y empírico puro, relativamente ciego. 11 ·luales sobre las funciones cognitivas y las relaciones entre el tras-
Es un enfoque que tiene sus mayores representantes en los Estados 11 rno cognitivo y la disfunción cerebral (American Academy of Neuro­
Unidos. ! 1gy, 1996). Así, pues, el uso de estos tests en la evaluación neuropsi-
El abordaje cua litativo se corresponde con la tradición europea, y !ll gica deriva de una concepción empírica, es decir, fue la experiencia
su mayor exponente fue Alexander Luria, quien enfatizó las observa­ 11 qu ' demostró que eran útiles para g_iscriminar la presencia de algu-
ciones intensivas y cuidadosas de las conductas de los pacientes, su 1111 tlbfunción neuropsicológica. Pero la construcción de tales tests no

modalidad de respuesta, el estilo propio de cada sujeto. Se trata de un , tuvo guiada por una concepción o teoría neurocognitiva. Es el caso,
abordaje más sens ible a los matices que se perderían en un abordaje p 1r >' mplo, del Test de Clasificación de Cartas de Wisconsin (Wiscon-
puramente cuanti tativo, y que exige un alto grado de habilidad y co­ 111 :ard Sorting Test, véase Heaton, Chelune, Talley, Kay, Curtiss,
nocimiento por parte del evaluador. Es, por lo mismo, potencialmente 11 •,:n que fuera originalmente concebido como un test de formación de
más subjetivo. r111i1• •pto-·, y que fue mostrando a través de la experiencia con pacien-
Un enfoque intermedio entre estos dos extremos es el "abordaje 1, un l •, iones frontales o con epilepsia del lóbulo frontal, que era
cen�o en los procesos" desarrollado por Edith Kaplan, en Boston 111111 lwrramienta muy sensible a estas patologías, lo que lo ha conver-
42 MARINA DRAKE
INTRODUCCIÓN A LA EVALUACIÓN NEUROPSICOLÓGICA 43
tido en una de las medidas más útiles para evaluar función ejecutiva
y disfunción frontal. a) Validez de las pruebas
En el otro extremo, existen cada vez más tests que fueron diseña­
dos y construidos a partir de una teoría cognitiva o neuropsicológica, La validez de un test se refiere a su capacidad de medir efec­
los cuales también incluyen la sensibilidad a disfunción cerebral, pero tivamente aquel aspecto del funcionamiento que se supone debe·
como una consideración secundaria. Existen muchos ejemplos de estos medir, lo cual permite, por tanto, tomar decisiones acertadas o
tests, algunos de ellos provenientes de diferentes laboratorios de Gran realizar predicciones correctas.
Bretaña, construidos básicamente a partir de las ideas contemporá­ En efecto, un aspecto importante de la psicometría es si un
neas provenientes de la neuropsicología cognitiva. La batería de per­ test es válido para predecir, medir y definir patología o dominio
cepción visual y espaciaJ VOSP -Visual Object and Space Perception de comportamiento, lo cual implica diferentes tipos de validez:
Battery- de Warringtori y James (1991), la batería de atención TEA validez de criterio o predictiva, validez de constructo y validez
-Test ofEveryday Attention- (Robertson, Ward, Ridgeway y Nimmo­ de contenido (Hebben y Millberg, 2002).
Smith, 1994); la batería de lenguaje PALPA-Psycholinguistic Assess­ . Un test o una medición alcanza validez de criterio (o validez
ment of Language Processing in Aplasia- de Kay, Lesser y Coltheart según criterio) en la medida en quese corresponde o correlacio­
(1992) son sólo algunos ejemplos de los múltiples tests originarios de na con alguna otra observación o prueba que ya se ha estableci­
esa región. En los Estados Unidos, varios de los tests basados en el do que mide con precisión el fenómeno de interés (el patrón oro,
abordaje de Edith Kaplan pueden ser incluidos en este grupo. Por o gold standard). Si la medida propuesta se corresponde con el
ejemplo, el ya mencionado Test de Aprendizaje Verbal de California, criterio o patrón medido simultáneamente, se trata de validez
la última versión de la Batería para el Diagnóstico de la Afasia de concurrente (por ejemplo, si un nuevo test de viso-construcción
Boston, o la Batería de Evaluación de Funciones Ejecutivas de Delis­ correlaciona con la subprueba de Cubos del W AIS III adminis­
Kaplan, DK-EFS (Delis, Kaplan y Kramer, 2001) fueron, ya desde el trada en el mismo momento). Si la medida a validar predice un
origen, construidos en base a las teorías reinantes sobre las funciones criterio a futuro se denomina validez predictiva (por ejemplo, si
de memoria, lenguaje y funciones ejecutivas respectivamente, y con el el puntaje en un test de lectura predice el desempeño en tareas
objetivo de medir los aspectos específicos de dichas funciones que se de lecto escritura en el colegio).
saben afectados por daño cerebral. La validez de constructo es considerada la forma más impor­
Es importante que quien vaya a utilizar estos tests conozca cuál tante de validez ya que refleja el grado en que los comporta­
fue la concepción con que fueron construidos, y con qué objetivo, para mientos observables medidos por el test representan el cons­
evitar esperar del test más de lo que éste puede dar. tructo teórico subyacente (Mitrushina et al., 1999).
La validez de contenido es la demostración de que los ítems
• Propiedades psicométricas de los tests de un test y el test mismo representan adecuadamente el domi
nio que se supone deben medir. Consiste en el juicio de expertos
Otro aspecto importante al considerar los tests a eleg.ir tiene que sobre la capacidad de un test para medir todos los aspectos del
ver con ciertos aspectos que provienen de la tradición psicométrica y fenómeno o función que se pretende evaluar.
estadística. Así, al referirse a lo que considera una "batería neuropsi­
cológica ideal", Mitrushina et al. (1999) la describe como aquella que h) Confiabilidad
consta de "una serie de técnicas validadas, confiables, estandarizadas
y normatizadas que ayudan a dilucidar y cuantificar cambios cogniti­ La confiabilidad de un test se refiere a la .!;Qnsistencia y esta­
vos y conductuales que puedan haber sido resultado de una lesión ce­ bi.lidad de los puntajes medidos a través de diferentes situacio­
rebral u otros trastornos del sistema nervioso central". nes (Mitrushina et al., 1999).
Esta rigu rosa caracterización merece detenerse en algunas de es­ Por ejemplo, la confiabilidad puede expresarse a través de la
tas propiedades: ·onsistencia con que se obtiene la misma información si el test
1'S tomado por diferentes evaluadores (confiabilidad inter-eva­
lull or), por el mismo evaluador en más de una ocasión (intra-
INTRODUCCIÓN A LA EVALUACIÓN NEUROPSICOLÓGICA 45
44 MARINA DRAKE

aumenta la proporción de casos que no es capaz de identificar o


evaluador) o al mismo paciente en días diferentes (confiabilidad
test-retest). "falsos negativos" (esto es, pacientes con enfermedad de Alzhei­
mer que son diagnosticados como normales).
· La confiabilidad también puede ser vista como el grado en
La
_ especificidad, en tanto, es la proporoión de sujetos sanos,
el que los resultados de los tests son internamente consisten­
o que no poseen a disfunción que se pretende medir, y que son
tes (consistencia interna) (Hebben y Millberg, 2002). La corre­
clasificados como tales por el test. Un test absolutamente espe­
lación entre los ítems de un test y la correlación entre un ítem
cífico sería aquel que clasifica correctamente a todos los sujetos
y el puntaje total son las medidas más típicas de la consisten­
· sanos. La especificidad disminuye en función de la cantidad de
cia interna de un test. Estas medid.as son importantes en el ca­
sujetos sanos que sean clasificados como presentando la condi­
so de tests que constan de varios ítems y pueden determinar
ción que se evalúa o "falsos positivos" (sujetos normales diag-
hasta que grado estos ítems están midiendo el mismo cons­
tructo. . nosticados con enfermedad de Alzheimer).
La sensibilidad y la especificidad varían generalmente en
Merece destacarse que un cierto grado de variación es inhe­
sentido inverso: cuando la sensibilidad aumenta, la especifici"
rente al desempeño en el test y obedece a factores asociados con
dad disminuye, y viceversa. · · ·
la situación de evaluación y con el estado de paciente al mo­
El riesgo de aumentar la sensibilidad de un test es provocar
mento de la evaluación. Ya la teoría plantea que el puntaje de
en forma paralela un aumento de falsos positivos y el riesgo de
un test es siempre una aproximación del puntaje hipotético
aumentar la especificidad es que al mismo tiempo se incremen­
verdadero (el puntaje que obtendría si el test fuera perfecta­
te la cantidad de falsos negativos.
mente confiable y válido). La diferencia entre el puntaje hipo­
tético verdadero y el puntaje del test obtenido por un individuo
d) Estandarización
es el error de medición (Crawford, 2004). Al utilizar un deter­
minado test, el neuropsicólogo debe conocer su confiabilidad y
El hecho de que un test sea estandarizado implica que posee
el error estándar de medición (que se publican en el manual o
un procedimiento claramente especificado de administración y
la bibliografía de cada test) tanto para la valoración de los pun­
puntuación, el cual debe ser seguido de manera estricta por el
tajes de tests obtenidos como para interpretar las diferencias
evaluador. En algunos casos los procedimientos de ad.ministra­
entre los puntajes de un individuo cuando el test se administre
ción y puntuación pueden llegar a ser suficientemente comple­
en múltiples ocasiones. Cuanto menor sea el error estándar de
jos como para requerir un entrenamiento intenso antes de admi­
medición más confiable será el test y más podrá el examinador
nistrarlos. La ausencia de una adecuada estandarización pone
confiar en la precisión del puntaje observado (Frederiksen,
n riesgo la confiabilidad y validez del test.
Mislevy y Bejar, 1993).
Mitrushina et al. (1999) enuncian cuatro criterios (de los cua­
l<�s se deben cumplir al menos tres) para que un test sea consi­
c) Sensibilidad y especificidad
cl •rado estándar.
1. El test debe estar disponible para la comunidad profesional y
Existen dos criterios que también deben tenerse en cuenta a
contar con normas adecuadas.
la hora de elegir una prueba: su sensibilidad y especificidad pa­
ra aquello que se pretende evaluar. �- Los estímulos y los materiales del test deben estar estanda­
La sensibilid�de un test se refiere a la proporción de perso­ rizados. Debe existir un manual que describa los procedi­
mientos de administración y puntuación y que provea infor­
nas que poseen alguna disfunción o enfermedad (por ejemplo,
mación sobre la validez y confiabilidad.
enfermedad de Alzheimer) y que son diagnosticadas como tales
:1 Lo investigaciones que impliquen la utilización del test de-
por el test. El test idealmente sensible sería aquel que permitie­
111·11 hab r sido revisadas y publicadas en revistas profesiona­
ra identificar a todas las personas que presenten esa condición
l • reconocidas.
(en el ejemplo, detección de todo sujeto con enfermedad de Alz­
·1 1 ,, · l • ·t,s <l b n hnb r sido revisados y publicados en más de
heimer que se evalúe). La sensibilidad disrninuy a medida que
r

46 MARINA DRAKE INTRODUCCIÓN A LA EVALUACIÓN NEUROPSICOLÓGICA 47

un libro de neuropsicología cuyos autores no tengan relación tanto desde el punto de vista técnico y económico como del tiem­
con su construcción ni su desarrollo. po que demanda, hace que se disponga de relativamente pocas
normas confiables para la población a estudiar. El hecho de que
e) Normatización la mayoría de las técnicas neuropsicológicas sean adaptaciones
de las provenientes de países anglosajones no hace sino agravar
Un aspecto esencial a la hora de seleccionar un test es que esta dificultad. En los últimos años, sin embargo, se han comen­
posea las normas apropiadas para el sujeto que se pretende eva­ zado auspiciosamente a publicar algunos datos normativos inte­
luar. resantes y apropiados para la región.
El puntaje del desempeño de un sujeto en un test dado carece
de valor alguno si no se lo compara con un grupo de referencia.
Las normas o datos normativos señalan el rango de desempeño 2.3. Administración de las pruebas
en un test particular de una muestra de sujetos sanos o "norma­
les", y por tanto, proveen una guía en relación a cuál sería el de­ Una vez que el evaluador seleccionó las pruebas a administrar de
sempeño esperable si el sujeto no tuviera un trastorno cerebral y acuerdo a los datos obtenidos en la entrevista, las inferencias realiza­
cuál sería un nivel de desempeño que mostraría una probabili­ das, el tiempo disponible para la administración, las consideraciones
dad de que haya sufrido alguna pérdida de función (Heaton y con referencia a las características psicométricas y normativas ya
Marcotte, 2000). En ocasiones, además de las normas correspon­ mencionadas, se inicia la etapa de administración de las pruebas.
dientes a sujetos sanos, algunos tests traen normas de sujetos Ésta exige que se sigan ciertas normas básicas para que los resul­
con algún trastorno neurológico o psiquiátrico reconocido. tados sean válidos y confiables. En primer lugar, se debe intentar que
El desempeño de la gente normal está significativamente re­ el desempeño del sujeto en los tests refleje el mayor esfuerzo del pa­
lacionado con la edad, la educación alcanzada, el nivel sociocul­ ciente en términos de su rendimiento. El evaluador debe poder estar
tural y, en algunos casos, el género. Es fundamental que las 'eguro de que un rendimiento descendido en las pruebas corresponde
normas que el neuropsicólogo utilice se correspondan con las ca­ füctivamente a una disfunción del paciente y no a otros factores, tal
racterísticas demográficas del paciente que está evaluando. como podría ser un exceso de ansiedad, un estado de incomodidad de­
En una encuesta realizada entre casi 900 neuropsicólogos en bida al ambiente (asiento incómodo, mala iluminación, temperatura
los Estados Unidos con respecto a qué condiciones debería reu­ ,mbiente elevada o excesivamente fría, etc.), presencia de distractores
nir una batería neuropsicológica "ideal" casi el 95% de los en­ (ruidos, interrupciones). Estos factores suelen alterar el rendimiento
cuestados coincidió en señalar a la disponibilidad de normas de­ • >hrnitivo, y por tanto contaminan la posterior interpretación de los
mográficamente corregidas como una de las tres características ltados. Por ello debe asegurarse el establecimiento de un buen
esenciales de una prueba (White y Stern, 2003). , a¡,pnrt con el sujeto, bajando los niveles de ansiedad frente al exa-
Cuando se quiere determinar si el desempeño de un sujeto de 111t n, n un ambiente cómodo y en lo posible libre de distracciones.
>

75 años que sólo cursó hasta tercer grado del colegio primario es l•:l valuador deberá también planificar la(s) sesion(es) de adminis­
"normal" o representa algún grado de deterioro, se corre el ries­ ' r11c•i 111, teniendo en cuenta las pruebas seleccionadas así como las
go de equivocarse seriamente si se utilizan normas que corres­ 1 11 nrl rísticas del paciente. Idealm�nte, la evaluación no debería ex-
ponden a sujetos de 65 años con un promedio de escolaridad de 1, 1trl1•rs demasiado en el tiempo (es decir, no es recomendable fraccio-
10 años. Cuanto más se aleje el sujeto de las características de­ 11 11111 ,•n demasiadas sesiones y a lo largo de varias semanas), sino que

mográficas del promedio de la muestra normativa, tanto más di­ 1 011 w11L' r atizarla en la menor cantidad de sesiones posibles y lo más
chas normas subestimarán o sobredimensionarán la presencia , , 1 ·,,un. c•nLT sí. La longitud de las sesiones muchas veces es defini­
de un deterioro en la función evaluada (Heaton y Marcotte, d 11 r 1•1 , t lo del paciente. En general la severidad de los problemas
1

2000). 1111 11 l flC t. l paciente, la edad y su estado de salud general son fac­
El desarrollo relativamente reciente de la neuropsicología en h duración de las siones. Por ejemplo, en un pa­
nuestra región, sumado al esfuerzo de realizar una normativa distn1ctibiliclnc.l y marcada tendencia a la fatiga, la
48 MARINA DRAKE INTRODUCCIÓN A LA EVALUACIÓN NEUROPSICOLÓGICA 49
sesión deberá ser más corta que lo habitual para poder tener una relativa baja complejidad para el final de la sesión, para no dejar al
muestra confiable de sus capacidades cognitivas. En cambio, en un pa­ paciente con la sensación de fracaso en la evaluación.
ciente en quien se pretende evaluar su capacidad y resistencia para el Nunca podrá enfatizarse lo suficiente la importancia de adherir
esfuerzo mental y eventual retorno al trabajo, las sesiones debieran fielmente a las pautas de administración estandarizadas. Las instruc­
ser más prolongadas. ciones deben ser segu idas exactamente como figuran en el manual, in­
Si bien muchas veces la forma en que está estructurado el sistema cluso utilizando las mismas palabras en las consignas. No se deben
en las instituciones lo hace imposible, lo ideal sería completar la eva­ dar explicaciones adicionales, o repetir las consignas a menos que el
luación en un único día (con suficientes pausas para evitar la fatiga manual así lo permita. Como ya se dijo, alterar las pautas de adminis­
del paciente). Cuando los tests se administran en días diferentes, pue­ tración puede poner en riesgo la validez y confiabilidad de una prue­
den existir diferencias con respecto a las horas de sueño, estado ge­ ba, y torna difícil la comparación de los resultados con los datos nor­
neral, ansiedad, etc., que pueden afectar diforencialmente el rendi­ mativos del test, dado que los sujetos que componen las normas
miento en las diversas pruebas. Al administrarse todas las pruebas un recibieron una administración diferente.
mismo día se están controlando en cierta manera estas variables ya
que todos los tests se administran bajo las mismas circunstancias
(Hebben y Millberg, 2002 ). Dado que esta aspiración es muchas veces 2.4. Puntuación
difícil de llevar a la práctica, lo que sí se debería respetar es que las
sesiones se realicen en el mismo horario, y que por ejemplo, tests que · El desempeño del sujeto en las pruebas es objetivado en una pun­
constan de varias partes sean administrados en una única sesión (da­ tuación, la cual, en la mayoría de los casos, consiste en una sumatoria
do que así fueron estandarizados y normatizados). de los aciertos en los diferentes ítems que componen la prueba, mien­
El orden en que se administran los tests también debe ser tenido tras que en otros casos, por el contrario, lo que se puntúa es la canti­
en cuenta. En general, los profesionales que utilizan una batería fija l] d de errores. Además, en algunos casos la puntuación expresa el
suelen administrar las pruebas en un orden prefijado, que para todos · t,i ropo que le demanda al sujeto completar la tarea. Es esencial que el
los pacientes es el mismo. Algunas baterías imponen, además, un or­ v luador conozca acabadamente la forma de puntuación de la prueba
den preestablecido que no se debería alterar, como por ejemplo la ba­ 1111t1;s de administrarla dado que, además de agilizar el trabajo al ir
tería de memoria de Wechsler, W.MS-III (Wechsler, 1997). En todos 11 antuando al mismo tiempo que el sujeto realiza la tarea, en muchas
los otros casos, el orden de los tests debería se guir algunas reglas bá­ 11111 has existen criterios de interrupción luego de cierta cantidad de
sicas. Primero, no conviene comenzar con tests que sean demasiado J t u o o de transcurrido cierto tiempo.
exigentes para el pacient�, porque puede minar su autoconfianza Q_ el ; mo fuera expresado, ese puntaje obtenido por el paciente (punta­
vínculo con el evaluador. No conviene colocar las pruebas que deman­ l ''bruto" o "directo") no permite, sin embargo, conocer la capacidad
d;n esfuerzo atencional al final de la sesión. Al evaluar diferentes mo­ tl1·I . i uj to en la función medida por la prueba si no se lo compara con
dalidades de memoria (material específico), en pruebas que incluyen 1 dl't tim eño de un grupo de individuos de características similares
un lapso de demora para-el recuerdo diferido, no deberían adminis­ n 1 1 rnisma prueba (las normas). Una forma posible de expresar los
trarse en ese intervalo pruebas del mismo material que puedan incre­ , , 1rlt.1rlo. de n1anera que indique la posición relativa del sujeto con
mentar los efectos de interferencia2?r ejemplo, si _se administra u:ia 1 p t·l.c, al grupo normativo es usando percentiles. El rango percenti-
prueba de memoria visual, como la Figura CompleJa de Rey, en el m­ 1 ,, r lh·i l porcentaje de la muestra de estandarización que puntúa
tervalo de 30 minutos que se debe esperar para administrar el recuer­ 11r1t tlt h j d l puntaje obtenido por el paciente. Es decir, si, por ejem­
do diferido, no conviene incluir pruebas que impliquen estímulos vi­ ' 111 d rl'nrlimj nto del paciente le corresponde un percentil 75, esto
suales y/o visomotores, como el Test de Bender (Bender, 2000) o el 1 1 1111lkrrnrlo qu el 75% de los sujetos del grupo normativo recibió
Beery-VMI, Test de Integración Visomotora (Beery, 1997). Es preferi­ 111 I'' 111 l IJ( m npr al obtenido por el paciente.
ble alternar también entre pruebas que plantean un esfuerzo excesivo 1 1 1111 V( rp:¡i 1 loii punt jes a percentiles posee la ventaja de que
para el paciente, o en los que éste fracasa, con otras gue le res�en 1 11 , 1·111 d ,, T .sa d manera dir eta lo atípico o anormal del punta­
_más fáciles y amenl!s. En lo posible, se oebería reservar una prueba de l, 1111 11 1hvid11 ,. 8ir 1·mb· rgo, debid qu tal conv rsi6n sólo indi-
50 MARINA DRAKE INTRODUCCIÓN A LA EVALUACIÓN NEUROPSJCOLÓGICA 51

ca la posición ordinal del puntaje dentro de la distribución, no provee rresponde a 50 y el desvío estándar a 10). Otro modalidad es utilizar
información sobre la restante distribución por debajo del puntaje, ni el puntaje escalar que utilizan los subtests de las baterías de Wechs­
indica la cantidad absoluta de la diferencia entre puntajes (por ejem­ ler, que posee una media de 10 y un desvío estándar de 3.
plo, la diferencia de 10 que eX.Íste entre un percentil 10 y un percentil La batería que utiliza el neuropsicólogo está _compuesta en general
20, no es para nada comparable a la que existe entre un percentil 80 y por tests de muy diversa procedencia y que utilizan diferentes formas
90, también 10). Además, el desempeño de un sujeto determinado pue­ de expresar los puntajes estandarizados. Para poder tener un perfil
de no estar demasiado alejado de la media y aún estar en el rango per­ global conviene llevar los puntajes a una escala estándar común,
centilar extremo (percentil 95, por ejemplo} o puede ser que difiera va­ aquella con la que el profesional se siente más cómodo, o la que crea
rios puntos de la media y sin embargo le corresponde un percentil que será mejor entendida por quien hizo la derivación y que leerá el
promedio (Crawford, 2004). informe.
Una forma más clara de expresar los puntajes es a través de los Con la excepción de los percentiles, que, como fue descripto, impli­
puntajes estándar. Éstos permiten interpretar rápidamente el desem­ can una transformación no lineal, los puntajes estándar pueden con­
peño de un sujeto en relación con los sujetos del grupo normativo de vertirse de uno a otro indistintamente aplicando una simple fórmula,
referencia, es decir, cuánto se alejan o se acercan al rendimiento pro­ dado que, finalmente, son todos derivados del puntaje z.
medio de ese grupo (habitualmente, sujetos sanos). Existen diferentes En el apéndice de este capítulo se explicita dicha fórmula, se brin­
escalas pero todas están basadas en la curva de distribución normal, y da una tabla de equivalencias entre puntajes y se brinda un ejemplo
la unidad en que está fundada la escala es el desvío estándar (que in­ de conversión (véase pág. 59).
dica el grado de dispersión de los puntajes dentro de una población da­
da). La utilidad de esta transformación es que los valores de la escala
poseen una significación unívoca; esto es, un puntaje T de 40 siempre 2.5. Interpretación
indica que el sujeto se encuentra a un desvío estándar por debajo del
promedio del grupo normativo. La transformación a puntajes estándar En el proceso de interpretación el neuropsicólogo debe considerar
presenta, sin embargo, una limitación y es que la distribución de los varias fuentes de datos, contrastarlos unos con otros para ver su con­
puntajes debe ser normal. htencia y la existencia de perfiles distinguibles, e integrar todo ello
Las formas más usuales de expresar los puntajes estándar en neu­ flll una descripción coherente del paciente en particular.
ropsicología y psicometría son el puntaje z, el puntaje T, el puntaje es­ Los datos pueden ser agrupados en dos áreas básicas, según la
tándar análogo al que se utiliza para medir CI, y los puntajes de esca­ ' 11P11 t de la que derivan: a) datos obtenidos de la observación y de in­
la análogos al que utilizan las subpruebas de las escalas de Wechsler. f.,rm •. (del paciente, del familiar, del médico, etc.); y b) datos de los
El puntaje z es el puntaje más básico y representa cuánto se aleja lt I n uropsicológicos aplicados. La integración de estos datos depen­
un puntaje de la media de la población, utilizando el desvío estándar .J 1 ·1 1 juicio clínico del profesional, que estará influido por su fonna-
como unidad. Al desempeño promedio (la media) le corresponde un va­ 1 n11, HII marco conceptual, su experiencia profesional, etc. (Mitrushi-

lor z de O (cero), por lo cual un puntaje z de -1, por ejemplo, está indi­ 11 1 ,•l u/., 1999). Tal como destaca Cimino (2000), la existencia de un

cando que el desempeño en esa prueba se aleja un desvío estándar por 1 111111Pl 1 conceptual neuropsicológico le permite al examinador plan­
1

debajo del desempeño promedio, un puntaje z de +1,5, indica que el ' 1 1 11 ttl ¡¡ 1ma.s expectativas razon�ples respecto del nivel de desempe-

desempeño supera al promedio en un desvío estándar y medio. La des­ 1 1 p1•rn1iti: e tablecer una ventana de estimación dentro de la cual
ventaja que algunos autores refieren es la existencia de números ne­ uh 11 1 c•nmpf rar la historia, el desempeño en los tests y otras observa-
1

gativos y posiciones decimales, que complican el manejo de los datos. 11w • l 'or .i mplo, en un paciente con traumatismo de cráneo las re­
Algunos autores sugieren convertir todos los puntajes a una escala '""' 1•nlr • la duración del coma, la amnesia postraurnática y otras
con una media de 100 y un desvío estándar de 15, dado que hace posi­ 11 1 11
1 perrn.it, establecer ciertas expectativas del desempeño basa-
ble la comparación con el CI y otras pruebas que usan esa métrica, co­ 1111 11 11 1v1 ,ü,�uciones previas.
mo la WMS-III, por ejemplo (Crawford, 2004). 1 1 1111 tl •lo 1·11nc ptual ayuda al examinador a reconocer e1 desempe­
Otra alternativa muy utilizada es usar puntajes T (cuya media co- qll e 111rnn:4ÍH!.ontc con un trastorno neuropsicológico dado. Si uno
52 MARINA DRAKE INTRODUCCIÓN A LA EVALUACIÓN NEUROPSICOLÓGICA 53

e�t� familiarizado con l as cara ct erísti cas bási cas asociad as a una con­ las norm as que cont empl an difer e nt es nive le s d e escolaridad, de­
,
d1c10n particul ar, entonces se está en buen a posición p ara reconocer muestran el important e pes o que el gr ado d e instruc c ión previ a tie­
a �pectos d el de sempeño que son inconsist en tes con e se desord en. Por ne sobr e el desempeño. El Mini M ent al Stat e Exarninati on (MMSE)
eJ e��lo, en n paci nte die stro con epi lepsia del lóbulo temporal, con de Folstein es un claro ejemplo de este último caso. Por eso, cuando
� : _ _
activida d_ epi leptogem ca lateralizad a a izquierda, la existencia de un no se dispon e de norm as ajustadas demográficámente, el profesional
desempen� normal en memori a verbal y deficitario en memoria visual deb e aplicar su cri terio para interpr etar el desempeño del paci ente y
no es c on �iste:11-te con lo que se espera ( en s uj etos normales, el lóbulo conte xtuar el puntaj e estándar obt enido. Como señala Heaton (Hea­
temporal izqu _ �erdo está especi alizado en memoria verbal, y el derecho ton y Mar c ott e, 2000), las normas no corregidas tienden a ser más
en em ona vISual). L as causas d e e sta inconsistencia m er ecerán in- apropiados para las personas similar es al promedio de la muestra de

vestigarse en mayor profundidad. .· estandarización.
Una vez que se han convertido los puntaj es, el paso siguiente es iri­ El poseer una estimación de la inteligenci a global premórbida del
_
terp et ar la significac ión d e los mismos en relación con el paciente paciente (su CD es fundamental, particularmente para los suj etos que

particular que se está evaluando . Para ello, el profesional debe tener �e encuentran en los extremos de la curva de int eligencia. Se debe te­
en uenta diversos aspe ctos referidos tanto a las c ar acterísticas del ner en cuent a que muchos suj etos con un CI inferior al promedio ti en­

p�ciente Y a las técnicas utilizadas, como a aspectos relativos a su pro­ llen a tener un desempeño acorde a ést e en las pruebas neuropsico ló-
pia formación. icas. E n el capítulo 3 se desarrollan e n profundidad las difere ntes
_ En l a int �rpretación t ambién deben t enerse en cuenta aquellas v a­ maneras en que tal estimación de la inteligenci a puede ser r ealizada.
riable� que mfluyen en el d esempeño de l as pruebas neuropsicológi­ Otro aspecto a considerar en l a interpretación del desempeño del
cas. D1fer� nte � inve stigaciones h an d emostrado que variab les disími­ ujuto está relac ionado con las variables emoc ion ales. E l desempeño
les como mt �hge � cia, estado emoci onal, edad, edu cación, ocup ación ti · un sujeto con escasa motivación, o deprimido, por ejemplo, puede
labor�!, medicac 10n, cansancio, motivación, afectan el rendimien to de 110 H r reflejo de su real pot enc ial. Lo mism o o curre si el suj eto se h a-
los suJ etos en los tests. 1111 f1�tigado o ansioso.
Idealmente, s� se utilizaron las normas adecuadas, los efectos de la Además, el profesional debe conocer el efec to que algunas drogas
e�a � Y l a ed ucación s e hallan con templados en los puntajes es t ándar. I• r r·C'n obre el re ndimie nto cogn itivo, para poder ponderar si el d e­
81 bien la mayorí a de las pruebas presentan normas p ara los diferen­ • 111()1 o pobre en una prueba r efl eja un déficit real o si es en re alidad
tes grupo � etarios, °:1uch as d e ellas no presen tan normas que contem­ IP1 1 o el la medicación. Algunas funciones, como la atención y l a me-
plen los difer entes m�ele s de educación. El WAIS III, por ejemplo, que 1r11111 ,. ·on parti cul armente vulner able s a algunas drogas psiquiátri-
es una de las h e rramien tas más utilizadas por los neuropsicólogos, só­ 11 ,, rwuro lógicas. Entre los m edicamentos que presentan mayor inci­
lo pres ent a normas por edad. tl1 111 111 d ,fec tos colaterales sobre la cognición se encuentran los
L a a usen cia de corr ección d emográfi ca (sea por edad educación 111111' ,1111 rgicos, las benzodiacepinas, los neurolépticos, las drog as an-
gé ?ero, ocupación l abor al, int �ligencia, etc.) aten ta cont;a la especi� 1 1 I' h 111 i n y los hipnóti cos (Lezak et al., 2004).
ficidad d e una prueb a ( es decir, la probabilidad de clasificar correc­ 1111 h, y Walsh (2005) alert an c ontra "el pecado de l a sum atoria",
tame� te a la pe rsona normal como normal), puesto que si se utilizan 1111111 1111 1t11• a las dificult ades que pl antea utilizar punt uaciones glo-
los mismos �al ar es de c orte, por ejemplo, para sujetos de difer ente 1 11 q111• nn el fruto de la sum a (prom edio) de diferente s pruebas ( co­
mvel ed�cativo, muy probablem ente se ti enda a interpretar como ' 11 111 d1 it 1111.os 'I en el WAIS, por·'ejemplo) para ente nd er lo que le
_
de ��itano el pu ntaje más bajo ob tenido por un suj eto de menor edu­ 1111 ,il p1wil'nt. •. Los puntaj es sumatorios pueden ocultar los datos
c�c10n, cuando, en realidad, lo más posibl e es que ese p untaj e bajo 1 11tl1t•11Uvos para la compr ensión de las dificultades del pacien-
_
so lo refleJe su baJa escolaridad. Si bi en esto es par ticularm ente evi­ 1 11 p111 i 111.1· 1¡11r. obtiene un CI Verbal de 100, por ej emplo, que es
dent e en al gunas pru ebas que d epend en de la escolarización previa 111111111j1· 1101111al p1·umedio, puede h aber obtenido ese puntaje como
_
del suJeto (como podría ser el caso de los sub tests d e información 0 1111 '111 lt 11111it.11n ·ivn s de escala t an diversos, como 5, 14, 4, 16,
_
vocabulano de las escalas de Wechsler, por ej emplo), existen muchas 111 L 1 1 r in ti i�:p • ·::,;iün y las diferencias significativas entr e esos
_
que en apanencia no depend en de la escolaridad y que, sin embargo ult. 111 a simple vista, no se reflejan en el puntaj e es tán-
lCA 55
LUACIÓN NEUROPSICOLÓG
54 MARINA DRAKE JNTRODUCClÓN A LA EVA
za difere nte
. que p recen ser de n aturale
dar de 100, lo cual h ce que se pierdan algunos datos v liosos y útiles te que ciertos déficit. en t reas , · ca di· � 111cult d s ub-
a

cor�esponder a una um
a

podrí n estar relac10nados y


a a a

par el diagnóstico (ya que los puntajes 4 y 5 de escala están señalan­ ortante
p;no en;;:lquier tarea es imp
yacente. Al ev lu r el desem
a a

do lguna disfunción). r se a la in­


en la tare r�p
a

e _esemp
a

considerar el grado en q:1e es


a
e nt
Al comen zar a trabajar con los d tos "duros" de la evaluación (esto
a

ía d e las pru b s neu­


ogn 1ti�;s - L mayor
fluencia de otros domm 10s c
a
e a

es, los punt jes obtenidos) se plante la pregun ta de cuándo un pu nt a­ , n l senti­


c ns e d:s medidas pura
ropsicoló�icas no p�e ?en/er _ � � :� ste mismo sentido
a a
s e e
je o un a diferencia de puntajes son significativos. En principio, para de­ , qu e D arby
. s _
do que midan una un1ca unc1on .
e
termin r cuánto difiere de lo normal un puntaje individual, se debe an­ la " va lidez a P arente" de
advierten tener cui d d c n
a

tes precisar cuál va a ser el parámetro de "lo normal". Lo normal puede y W a1sh .(2005)
o ao
.
, . "exi.ste el pel.ig,.o de suponer que si un paciente fr�ca�a _en
referir se al desempeño p omedio de sujetos sanos de la misma edad y una tecmca. lafunción psi cologica
r debe tener una dific ultad en
r

característic s demográficas del paci ente, o puede referirse al rendi­ un test en p articul a .la mayo-
, e mi d e el test· Pero , en reali dad
a

miento esperado para ese sujeto en particular. En la mayoría de los ca­ que seg un el ma� ual. se s upon con la vari ble que se
a re la ción in directa
a
sos hay un coincidencia entre estos dos criterios. Esto es, para este pa­ ría de los tests solo tienen un . terpreta un desemp ño en un
ndo se in
suponen mi.den" . Por eso, . cua
a
e
ciente en particular su desempeño n orm l es el mismo que para el rite las ca-
. te tener en me
º'.. co part1cular, es 1mportan .
a

grupo de referencia. Por ej emplo, el desempeño que está un desvío es­ test neuropsi·colóm es na s pa-
. la tarea y las h bilidades nec
a
tándar por de bajo del promedio se con sideraría dentro de límites nor­ racterísticas constitutivas de al como l a
a

en una t r d m m ria visu


r comp1etar1a. por e jemplo
e e e o
males para la mayoría de los suj etos, s in embargo en un sujeto de itely, 1979;
a a

ía de Si oret (Signoret y Wh
que se presenta en la bater
a

quien se sabe posee un capacidad premórbida superior al promedio, em oria a tra­


el suJ. et º �be reproducir de m
a

no es normal. vé se capítulo 9), en la que tada, un mal


compleJ. a que le fuera presen
a

No existe un criterio definitivo de cuán distante de l medi de be vés de un dibujo un a figu ra

falla atencional (ya sea en el


ser res� ltado de
a a

estar un pu ntaj e para ser con s ider do como significativo y refle jar un desempe ño puede . cultad viso-
como a��-l� UJ arla)', de una .difi
momento de la. presentac1on,
a

déficit. En general se conside ra que un puntaje que está dos des víos . a.
, o de una.alter c10n mnés1c
estándar por deb jo de la media refleja claramen te u n puntaj e defici­ perceptiva o visoconstrucfi v los aspecto s
a

un de
a

ten t s e
El grado en que los da��s so
a
n cons:� e s o
t rio (suponien do siempre un rendimiento premórbido normal ). Los , . La consistenci de los
n n;ur�ps�ol ogi.ca
centrales de la interpretac10
a a

puntajes que c en en tre 1 y 2 desvíos es tán dar se consider n limítro­


en ro un mismo dominio cognitivo
d tos debe considerar.se t nt�
a a

fes y si caen entre 1 1/2 y 2 desvíos estándar, pueden estar indicando no sólo de-
m10s cogm�t l vos . Esto implica
a

como lo largo de vanos dom


a

un déficit leve, depen diendo del nivel premórbido del sujeto (Lezak, son cons1s-
tests son consistentes, sino si
termin r s1 los d tos de los
a

2000, comunicación person l). tades relata­


la historia clínic , l s dificul
a a

tentes con otros datos, como


a

La conversión de los punt jes estándares a una métrica común fa­


a

b s er vaciones
a

.
1·1·i r en l a _vi da di ria y las o
a

cilit l comparación entre diferentes t re s y permite obse rvar qué d s p or el paciente y . el fam -�1 cult des en l con-
a
a

emplo ' s1 . l s queJ s


sob re d 11
a a a a a

r eJ
a

d cta . p
a

puntajes caen dentro del rango norm l y cuáles se encuentran fuera de la con nden con un desempe-
a

.
a
o
.
u
., a,ciente se coirespo
centr ac10n e Dendas por el p .
a

del mismo , pudiendo identificar un p trón de funcion es (o subfuncio­


º 'e . d
. · n paci ente con una le-
a r

nes) preser v d s y deficitari s. n


ruebas que
:e:t� :l�e:��i���s en las p
r

�:�ª��0:�:i �:�:;1�:e:!� ;;�


a a a

Goldstein y McNeil (2004) se ñ lan l importancia de no sobrei nter­


etc._ ·-.
miden funciones e j�ct_1tiv s,
a a

pretar discrep nci s menores entre puntaj es de tests. Es un error su­ l


b de u n mismo dominio, e
a

Cuando se adm1rnstr n
a a

poner, por ejempl o, que un p ciente que se desempeña en un puntaje n e d s mp ño del


;'::�:::;::si::encia e
a
e
profesional debe ob servar s
a
l e e
de percentil 10 en un prueba se diferencia signific tiv mente de otro . st ran varias
. o es si. ' por eJ eInpl o , se admini
a a a

p unt j e de test que corresponde a un percentil de 2 ó 5. Las diferen ­ paciente en las mi. smas · Est ' un des vío st ánd r por
· y todas encuentr n ma's de
a
e a

cias en l con fiabilidad de cada t est hacen que esta diferencia re l ti­ t reas de memona gar un defi-
a
a a
t r , en roeJior pos ició n par a juz
debaJ· o -de lo esperado, se es
a

v mente pequeña no necesariam ente est é reflej ndo una difere nci a
pru b a.
m do un umca
a

. , que s_1. so'lo se hubiera t o


a a a , •
e
del p ciente si no, más bien, de las técnic s. Por e1lo es importante co­ cit m�es�co a una con-
a a

do es suficiente par ll var


Nmgun puntaJ�- de test aisl
a a
e a

nocer el error de medida del test que se está util izan do. s val u ciones ca-
a

que en l·a mayorí de l


el sión de disfunc1on, puesto
e a a
Al examinar los datos neuropsicológicos es importante tener presen -
a
1

56 MARINA DRAKE

be esperar una instancia de desempeño anómalo inexplicable. La des­


viación observada puede deberse a un fallo atencional o un error de
medición. Por eso, un hallazgo de un fracaso ocasional en un test tie­
ne menor valor que si se encuentra un patrón de hallazgos en diferen­
tes medidas de un mismo dominio cognitivo dado (Mitrushina et al.,
1999). Cuando ello no ocurre, se debe considerar el carácter multifac­
torial y la interacción entre dominios cognitivos para poder interpre­
tar esa discrepancia.
Al considerar el desempeño en las diversas funciones evaluadas (el
perfil), el profesional observa si este perfil es acorde con las expectati­
vas (basadas en el conocimiento teórico y de investigaciones y en la ex­
periencia previa). Estas expectativas pueden estar relacionadas con el
nivel estimado de habilidades premórbidas, o con el patrón de desem­
peño que suele estar asociado con varias enfermedades neurológicas o
psiquiátricas. Por ejemplo, en la enfermedad de Parkinson, un patrón
consistente con lo esperado sería la presentación de dificultades mné­
sicas de evocación, pero con reconocimiento preservado, una denomi­
nación relativamente normal, junto a dificultades atencionales y len­
tificación del procesamiento de la información.
Los aspectos mencionados no pretenden agotar, en forma alguna,
todas las cuestiones que deben ser tenidas en cuenta en la interpreta­
ción de una evaluación neuropsicológica, pero permiten apreciar la
complejidad de la tarea y el amplio rango de conocimientos de que de­
be disponer el profesional para llegar a una correcta apreciación del
estado del paciente.
En el capítulo 14, sobre el informe de evaluación neuropsicológica,
se retoman algunos de estos conceptos, y se brindan lineamientos
pa­ra la confección del informe, con abundantes ejemplos.

Vous aimerez peut-être aussi