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CP: ¿En todo este proceso tuvieron contacto con otras experiencias de escuelas de gestión social?
B: Nos acercamos, primero, a conocer las experiencias más cercanas, es decir, la de los bachilleratos que
existen en Rosario; el Bachillerato “Ética” que era del movimiento “Giros” (lo que actualmente es Ciudad
Futura) y el Bachillerato de la Tablada. Después nos fuimos a Buenos Aires a conocer tres bachilleratos
populares que pertenecen al Movimiento La Dignidad. Ahí nos empezamos a interiorizar sobre distintas
cuestiones, sobre todo el tema -y problema- del reconocimiento estatal a este tipo de experiencias. En
Buenos Aires, a diferencia de lo que pasa acá, como fruto de procesos de lucha que llevaron años, los
Bachi son reconocidos por el Ministerio de Educación. Estos encuentros nos sirvieron mucho. Nosotros
aprendimos de sus trayectorias, ellos nos compartieron materiales y experiencias, pero sobre todo nos
animaron a que arranquemos, porque teníamos algunas dudas e inseguridades… era nada menos que
empezar con una escuela. En todo sentido, conocer estas experiencias nos dio un empujoncito para
encarar nuestro propio proceso.
- Yo como estudiante me siento muy bien en el Bachi, muy cómodo. Comencé el año pasado y fue para
mí una experiencia totalmente nueva y muy rica. Me sume porque venían mis hermanos y una tía. Yo
notaba como ellos venían entusiasmados de las clases y el empeño que ponían en estudiar, cuestión que
me llamo mucho la atención. Compartir clases con ellos el año pasado me hacía sentir muy cómodo, me
daban ganas siempre de expresarme, de decir lo que pensaba y de escuchar a los demás. Por otra parte,
la horizontalidad que recién mencionábamos, también se da en las clases, en la relación entre el
educando y el educador, hay un buen trato, un trato de iguales. No hay una presión a la hora de aprender,
sino que se respetan los tiempos, por ejemplo, si te atrasas en algo se revé, se vuelve a explicar sin
problema.
-Otra cosa muy importante del Bachi y la educación popular tiene que ver con actividades que no pasan
adentro del aula; jornadas de socialización, salidas, experiencias transversales como el Club de Ciencias
u otro tipo de actividades que exceden al espacio áulico. Para nosotros no son actividades
extraescolares, sino que son parte de la escuela. Nos parece muy importante plantear la construcción
del saber a partir de la ocupación del espacio público en sus múltiples maneras. Sobre todo el hecho de
transitar lugares que tradicionalmente no iríamos si no fuese por el Bachi como museos, muestras de
artes, teatro, cine charlas y etc. Estas salidas tratamos de fomentarlas como parte fundamental del
proyecto educativo que proponemos.
CP: Una de las cuestiones que nos llamaban la atención es la vinculación entre escuela y territorio, en la
que suelen insistir ¿Nos pueden comentar un poco como piensan esta relación? ¿Por qué le dan tanta
importancia?
B: Uno de los principios de la educación popular es justamente concebir que la construcción del
conocimiento, no sólo es colectiva, sino que siempre parte del aquí y ahora. Nuestro aquí y ahora es
nuestro territorio y no tiene sólo que ver solamente con el espacio físico de lo que es la Vuelta del
Paraguayo, sino que tiene que ver también con la manera en que nosotros pretendemos que sea. Por
eso hablamos de “construcción” del territorio. Se trata de las relaciones sociales que queremos tejer
dentro y a través de ese territorio. Por eso, entendemos que el Bachi no puede ser una institución
desvinculada de las maneras en que se desenvuelve y se va construyendo esa territorialidad, sino que
tiene que ser un lugar para potenciar las relaciones sociales y las formas de construcción territorial.
Algo fundamental que tenemos presente a la hora de pensar el proyecto educativo, las currículas y las
clases tiene que ver con insistir en la idea y en el objetivo de que siempre podamos territorializar lo
aprendido. Que lo aprendemos sirva como herramienta para mejorar y construir un territorio nuevo,
más justo. Entendemos que la construcción del conocimiento no puede darse de manera aislada del
territorio, y que también aquello que aprendemos tiene que tener una vinculación fuerte con el
territorio y la vida cotidiana.
CP: ¿Cuentan con recursos como biblioteca e instrumentos tecnológicos para las clases y el aprendizaje?
B: Contamos con una pequeña biblioteca con libros agrupados por materias y áreas. También tenemos
un proyector con una pantalla y compus. Los docentes lo utilizaban mucho. El año pasado, por ejemplo,
nos pasaban videos para que entendemos temas de historia argentina. Ahora estamos mejor porque
tenemos internet acá, entonces las compus se pueden usar muchas veces para buscar información.
También es muy frecuente que se usen como recursos para aprender distintos juegos, dinámicas… o
experimentos en Ciencias Naturales, por ejemplo. A veces las propias materias van haciendo sus
recursos como maquetas de los átomos, afiches sobre las células y así. En las clases se da importancia a
la parte práctica, y no sólo teórica.
- Después otros desafíos más generales, que se viene pensando desde Revuelta, pero también es una
intriga de otros Bachilleratos, tiene que ver con la particularidad de estas experiencias y la dificultad
que esto implica para llevarlas y de pensarlas como “modelos” de Escuela para otros barrios o lugares.
El Bachi es la primera la experiencia de este tipo en la ciudad y su dinámica está pensada, como
decíamos territorialmente, desde la Vuelta del Paraguayo, desde la realidad, necesidades y problemas
propios de la costa. Se nos han acercado organizaciones y nos han traído la inquietud que puede
resumirse en la pregunta de “¿cómo se organiza un Bachi en nuestros barrios o territorios?” y es una
pregunta en la cual nos sentimos, todavía, sin demasiadas herramientas para recomendar qué hacer. En
el sentido, de que vemos que nuestro camino es muy particular, que todo el proceso de pensar el Bachi
tiene que ver con la particularidad de nuestro barrio y del modo en que se organiza y se piensa Revuelta,
es que nos cuesta responder a cómo replicar la experiencia en otro barrio. No sé si es un obstáculo, pero
es al menos algo que a nosotros todavía nos cuesta pensar. Pensamos que estaría buenísimo que haya
Bachi en muchos otros lugares, porque es una experiencia educativa alternativa y muy potente, pero
bueno nos cuesta pensar cómo dar una respuesta clara la pregunta de ¿de cómo llevar esta experiencia
a otro lado?
-Otro desafío creo que es la cuestión de qué pasa con las trayectorias de los estudiantes después de que
terminan Bachi. Nos queda siempre seguir pensando cómo acompañarlos ya desde otro lugar con lo que
quieran hacer, sea empezar algún emprendimiento o seguir sus estudios.
-A principios de año otro desafío fue volver a armar los grupos. A mí me parecía que iba a ser algo difícil
cursar con gente nueva, pero en realidad la mayoría uno ya lo conoce desde chicos porque son vecinos
y vecinas del barrio. Hoy al grupo que se hizo en 2do no lo cambiaría, porque es un bueno, somos re de
hablar, de dar ese espacio para que todos opinemos. Si alguien no entiende siempre alguien le explica o
intenta ayudarlo. En mi grupo veo mucho empeño y ganas de querer aprender. Cuando, por ejemplo,
alguien falta por distintos motivos intenta pedir las cosas para no atrasarse. O también hubo casos de
compañeros que casi dejan y ahí entre todos lo convencemos de que no deje porque esta oportunidad
no se da en otros lados. Hay que aprovecharla.
B: - Yo recomendaría el Bachi una y mil veces. La forma que hay de estudiar acá es muy especial, siempre
aprendemos cosas nuevas día a día, entre todos. También tenemos la posibilidad de expresarnos acerca
de cómo entendemos o qué pensamos de cada tema y de las clases. En otras escuelas es sólo uno quien
dice “acá se hace así” y se tiene que hacer de esa manera. Acá se permiten muchos modos de estudio y
eso hace que uno se sienta bien. Por ejemplo, en clases de inglés del año pasado trabajamos mucho con
fotocopias y nos costaba pronunciar bien el idioma, y este año, por nuestra sugerencia, las educadoras
incorporaron videos y creo que es mejor para poder mejorar la pronunciación. Además acá uno sabe
que tiene el apoyo de los educadores, que se preocupan por uno. Faltas y te mandan un mensaje si estás
bien o te paso algo. Uno se siente muy acompañado en todo el proceso de aprendizaje. Por eso
recomendaría el Bachi.