recepción de la poesía como experiencia psicológica de aprobación
e identificación, gobernada por la textura verbal de la expresión
poética pero obviamente alojada en una dimensión extrainmanente.
Finalmente, trataremos de la polémica definición por parte de
Bousoño de lo poético como “comunicación” a que conducen las
mencionadas dos leyes de la Teoría
1.2.1. Ley primera, “intrínseca” o de “modificación de uso”.
Dentro del ámbito inmanente de su teoría, Bousoño concentra
en la “ley de modificación del uso” las peculiaridades de la poesía
como “expresión”, como material verbal dado. Los principales
caracteres de la poesía: el relieve desautomatizado de la forma
literaria y el esplendor transracional del lenguaje poético, son
explicados por Bousoño en virtud de la diferencialidad del discurso
poético respecto del lenguaje comunicativo más práctico, efectuada
mediante una serie de procedimientos retóricos o “sustitutivos”.
1.2.1.1. La desautomatización poética.
Según Bousoño, la “expresión poética” posee dos propiedades
que permiten distinguirla del uso lingilistico comunicativo
ordinario: la prevalencia de la “forma” sobre la “función”, y la
“impresión de individualización”, cuyo común origen puede
localizarse en las modificaciones lingilisticas del discurso
poético. Entendemos que los dos apuntes de Bousoño pueden ser
agrupados en el concepto de desautomatización, denominación más
. 30 generalmente extendida para el intenso poder de fascinación o
extrañamiento característico del material artístico.
1) Relieve de la forma. La expresión poética enfatiza la
“forma” lingúistica, la sustancia material del mensaje, que en el
uso cotidiano desaparece absorbida por la “función”:
en situación de espontaneidad, la forma “desaparece” en
la función. <...) las formas que como tales formas, exentas de fines pragmáticos, nos significan de un modo desinteresado son precisamente las que llamamos formas artísticas. ~ El arte es (...) contemplación desinteresada de la forma, para que ésta, por si misma se ponga a significar. <.,.) Esto requiere una especial actitud de libertad por parte del autor, y luego por parte del lector o espectador, quienes deben abandonar su maniática adscripción atencional a los fines pragmáticos <1: 62—5).
A la prevalencia de la forma sobre la función, lograda gracias
a la “modificación del uso”, corresponde también una percepción
desusadamente aguda, plena o “saturada”, escribe Bousoño, de la
“expresión poética”, en contraste con la desatención provocada por
el carácter consabido del lenguaje cotidiano o del estilo amanerado
de una escuela literaria desgastada <1: 109-12). Tanto frente a los
usos lingiiisticos ordinarios como frente a los clichés expresivos
de un estilo caduco, 31 el cambio lingilistico o «sustitución» restaura la plenitud perceptiva del lenguaje, haciéndolo expresivo, artístico. Dicho de otro modo: el instante poético para existir debe ser fruto de la modificación del hábito verbal, debe ser fruto de una «caricia» lingúistica <1: 113).
2) Individualización. Según Bousoño, la forma de la expresión
poética está “individualizada”; o, más exactamente, produce una
sensación ilusoria de “individualización”, en virtud de la serie
de modificaciones lingilisticas que desautomatizan su material
lingilistico (1: 116), singularizándolo tanto desde el punto de
vista de su estructura verbal como de su valor significativo (Cf.
1.2.1.2. La metaconceptualidad poética.
En su análisis, Bousoño parte de la descripción esquemática
de la vivencia psicológica expuesta por Dámaso Alonso en Poesía
española. Citando a Dámaso, Bousoño distingue en la experiencia
psíquica, concebida como conglomerado simultáneo y sintético, tres
componentes simples:
nuestra representación interior de las cosas posee un
aspecto triple: un aspecto conceptual, un aspecto sensorial y el aspecto constituido por nuestra reacción subjetiva frente a ellas (sentimientos, etcétera), aspectos, los tres, que se corresponden con nuestro triple modo de captar una realidad cualquiera, viendo: