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K. Popper.

Este autor critica el método inductivo y en general cualquier método que sea partidario de aplicar un
criterio de verificación empírica de las teorías. En primer lugar, crítica el método inductivo, hasta el punto que se ha
llegado a decir que la falsación es la antítesis del inductivismo. Este autor apunta que se comete con frecuencia el
error de identificar a las ciencias empíricas como aquéllas que emplean el método inductivo.
Popper rompe con la racionalidad aparente de este método: “Desde un punto de vista lógico, dista mucho de ser
obvio que estemos justificados al inferir enunciados universales partiendo de enunciados singulares, por elevado
que sea su número, pues cualquier conclusión que sacamos de este modo corre siempre el riesgo de resultar algún
día falsa” (Popper, 1962
En segundo lugar, Popper critica el principio de verificabilidad, su razonamiento consiste en plantear que por muchas
pruebas que tengamos para apoyar una teoría, nunca podemos estar seguros de que la siguiente observación no
será incompatible con ellas.
La principal aportación metodológica de Popper, puede resumirse de la siguiente forma, aunque una teoría no
puede ser verificada, sí puede ser falsada, es decir, si el conjunto de observaciones favorables no puede demostrar la
veracidad de una teoría, un hecho contrario a ella, puede demostrar que la teoría es falsa. A partir de aquí, Popper
establece un criterio de demarcación, distinguiendo entre la ciencia y la no-ciencia, concluyendo que a una teoría se
le otorga el carácter de científica si es susceptible de ser falsada, en caso contrario, no es científica: “Estas
consideraciones nos sugieren que el criterio de demarcación que hemos de adoptar no es el de la verificabilidad,
sino el de la falsabilidad de los sistemas. Dicho de otro modo, no exigiré que un sistema científico pueda ser
seleccionado, de una vez para siempre, en un sentido positivo, pero sí que sea susceptible de selección en un sentido
negativo por medio de contrastes o pruebas empíricas, ha de ser posible refutar por la experiencia un sistema
científico empírico” (Popper, 1962).
La teoría es contrastada con resultados de experimentos y datos obtenidos de la realidad, mientras la teoría no sea
falsada es admitida provisionalmente. Si por el contrario es falsa, deberá abandonarse debido a que alguno de los
principios sobre los que se fundamenta es falso y sustituirse por una teoría alternativa.

Todas estas cuestiones lo llevan a Popper a preguntarse: ¿Dónde se encuentra la frontera entre la verdadera ciencia
y la pseudociencia? ¿Cómo discriminar entre una hipótesis científica y otra que no lo es? A este problema se lo llama
habitualmente el problema de la demarcación.
La frontera entre ciencia y pseudociencia no estaría dada por el recurso a la observación y a la experimentación.
Existen otras disciplinas que también pueden hacer registros minuciosos de experiencias para confirmar sus
afirmaciones y no por ello estaríamos dispuestos a llamarlas “científicas”. Un astrólogo, por ejemplo, puede registrar
todos aquellos testimonios que confirmaron sus predicciones. Puede incluso tomar nota de sucesos notables
acaecidos en distintos momentos de la Historia y que fueron predichos por astrólogos de renombre. Y, teniendo en
cuenta que la astrología es una disciplina milenaria, son muchos los datos que podrían confirmarla.
Pensar que lo que distingue a la ciencia es la búsqueda de datos a través de la observación y la experimentación
puede llevar al investigador a elegir sólo las observaciones favorables a su teoría. No es el recurso a la experiencia lo
que define a la ciencia.
Popper propone otro criterio de demarcación entre ciencia y pseudociencia: el de la falsabilidad. Hay una condición
fundamental que toda hipótesis debe cumplir para que adquiera el status de “científica”. Para formar parte de la
ciencia, esta hipótesis debe ser falsable. ¿Qué significa que una hipótesis sea falsable? Significa que se puede indicar
con precisión qué tendría que suceder para declararla falsa o refutada. No significa que la hipótesis deba ser falsa.
Afirmar esto sería un absurdo. Que una hipótesis sea falsable quiere decir que es posible describir las situaciones en
las cuales se la debería dar por refutada, o sea, que su falsabilidad reside en la posibilidad de pensar en alguna
situación o hecho tal que, si realmente se produjera, la falsaría o refutaría. Es perfectamente posible que una
hipótesis sea falsable y, a la vez, verdadera. Una hipótesis es falsable cuando es posible formular al menos un
enunciado incompatible con ella.

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