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Pero sin duda su obra más importante Teorías del empleo, el interés y el
dinero, publicada en 1935, no sólo responde acertadamente al porqué de la gran
depresión económica de 1929, sino que también desencadena un cambio
enorme en todo el pensamiento económico. La obra en resumen, indica que el
nivel de empleo en la economía moderna estaba determinado por tres factores:
la propensión marginal a consumir, la eficiencia marginal del capital y la tasa de
interés. Ante una economía debilitada por la baja demanda (como por ejemplo,
en una depresión), donde hay un problema desencadenante (dificultad en
conseguir una economía que crezca vigorosamente), el gobierno puede
incrementar la demanda agregada incrementando sus gastos (aunque incurra en
déficit público), sin que el sector público incremente la tasa de interés lo
suficiente como para minar la eficacia de esta política. La importancia de los
puntos de vista contenidos en aquel libro fue tal que fundó toda una rama de la
teoría económica moderna, la macroeconomía, dedicada a explorar las
relaciones entre los grandes agregados de la renta nacional.
Keynes logró toda una revolución en la economía, pero fue después de la
segunda Guerra Mundial (1939-45) cuando el pensamiento keynesiano se
conformó como una nueva ortodoxia, determinando las políticas económicas de
todo el mundo occidental durante más de tres décadas de crecimiento sostenido.
El prestigio de Keynes fue tan grande que, el Rey Jorge VI le nombró barón en
1942, ingresando en la Cámara de los Lores. Desde ese puesto argumentó
en ¿Cómo pagar la guerra? que el esfuerzo bélico debería financiarse mediante
el aumento de colonias en África y por mayores impuestos, en vez de gasto
deficitario, y así evitar la inflación. Murió de un infarto. Sufría de problemas
cardiacos, los cuales se agravaron tras el arduo trabajo de los problemas
financieros de la postguerra.
SURGIMIENTO DE LA TEORIA KEYNESIANA
Hacia principios de los años 30 del siglo pasado el mundo entraba en una crisis
muy profunda, los niveles de desempleo y marginación se extendieron por la
debacle conocida como la “Gran Depresión” que, iniciada en Estados Unidos,
se dilató a todo el mundo capitalista. Por aquel entonces reinaba en el mundo
académico económico las teorías de los denominados clásicos, expresión
que Karl Marx usó para envolver las ideas de economistas como Adam Smith y
David Ricardo; a los que Keynes sumará los nombres de John S. Mill, Francis
Edgeworth, Alfred Marshall y Arthur Pigou.Los pensadores clásicos suponían
pleno empleo para todos los factores de la producción, si bien hay momentos de
la vida económica en que esto no sucede así, afirmaban que hay una clara
tendencia a su cumplimiento.
Por otro lado, no sólo el desempleo, también la inflación depende del volumen
de demanda efectiva; cuando la demanda es deficiente se produce el desempleo
y cuando la demanda es excesiva se produce la inflación. Keynes acepta la
conclusión tradicional de que los aumentos de la cantidad de dinero llevarán a
aumentos en el nivel de precios, pero difiere en el proceso causal. El impacto
inicial del aumento en la cantidad de dinero disminuye los tipos de interés, lo que
aumenta la demanda efectiva por inversión, asociada a un aumento de la renta,
del empleo y de la producción. Es a causa del incremento en el costo de la mano
de obra que los precios también comienzan a subir.