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HERRAMIENTAS

PARA LA
PSICOLOGÍA
SOCIAL- 2018

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Índice.

Tema 1 – La construcción del campo de intervención

Díaz, E. (2017) El mito de que el poder no tiene nada que ver con el saber…..pág.5

Martínez Guzmán, A. (2014) Cambiar metáforas en la Psicología Social…..pág.8

Raggio, A. (2000) Intervención y campo de intervención……..pág.11

Tema 2 – Dispositivo y encuadre

Rodriguez Nebot, J. (1998) Dispositivo y encuadre.……..pág.12

Tema 3 - Perspectivas desde el Análisis Institucional

¿Qué noción de institución/es operativizamos en las intervenciones? ¿De que forma están
presentes en nuestro trabajo?. ¿Qué herramientas clave aporta el análisis institucional para la
intervención desde la Psicología Social? Estas preguntas serán las que orientarán este tema.

De Barros, H., y Batista, V. (1989) El análisis institucional ……..pág.15

Kaminsky, G. (1994) Prólogo y Cap. 1 Propuestas…….pág.20

Manero, R. (1990). Introducción al análisis institucional…………pág.22

Tema 4 - Estrategias desde la perspectiva de la Psicología Social del Río de la Plata.

¿Cuáles son las principales estrategias de intervención desde esta perspectiva?¿De qué forma se
pueden operativizar? ¿Cuáles son sus principales componentes teóricos – técnicos? ¿Qué
problemas abordan? ¿Cómo? ¿De qué forma se analiza el alcance de la intervención?. Como forma
de operativizar estas preguntas, se desarrollarán dos líneas convergentes de análisis. La primera
refiere al grupo operativo como estrategia de intervención y sus herramientas. La segunda implica
focalizar en las estrategias clínicas de la Psicología Social del Río de la Plata: La clínica móvil, las
estrategias terapéuticas de abordaje pluridimensional, el grupo como dispositivo psicoterapéutico,
los “corredores terapéuticos”, el modelo multidimensional y su mapa de ruta de la intervención.

Bauleo, A.; Duro, J.C. y Vignale, R. (1989). La idea y la práctica ……..pág.36

Berriel, F. y Pérez, R. (2007) Las demencias. Diferentes paradigmas y teorías……..pág.37

Del Cueto, A. y Fernández, A. (1985). El dispositivo grupal.……..pág.44

Gelencser, A., y Scherzer, A. (1979) Dinámica de las estrategias….…pág.49

Jasiner, C. (2000). Dispositivos en Psicología social. Observando la observación…..pág.54

Pichon Rivière, E. (1989). Técnica de observación de grupos operativos. En: Ilusión Grupal Nº2
Cuernavaca, México: UAEM. …….pág.59

Sobrado, E. (1979) La observación del observador……….pág.64

Rodríguez Nebot, J. (2004) Clínica móvil. En: Clínica móvil………pág.66

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Tema 5 – Estrategias desde la perspectiva de la Psicología Social Comunitaria.

¿Cuáles son las principales estrategias de intervención que se plantean desde esta perspectiva?.
¿Cómo dialogan con sus diferentes perspectivas teóricas y enfoques?. ¿Cuáles son los principales
componentes teórico – metodológicos? ¿De qué forma se analiza el alcance de la intervención?.
¿Qué problemas abordan? ¿Cómo? Estas preguntas serán trabajadas a partir de desarrollar, por
un lado, diferentes enfoques para la intervención comunitaria: el cambio social planificado, la
perspectiva situada y la articulación de posiciones parciales, los procesos psicosociales
comunitarios, el enfoque multireferencial. A su vez, se trabajarán algunos de sus principales
componentes: construcción de demanda, participación e implicación.

Ferullo, A. G. (2006) Una aproximación al tema de la participación ……..pág.69

Lapalma, A. (2012) Psicología comunitaria. Niveles múltiples en los procesos de intervención


comunitaria. ……..pág.72

Montero, M. (2004) Procesos psicosociales comunitarios. ……..pág.75

Montenegro, M. (2002). Otredad, Legitimación y Definición……..pág.85

Rodríguez, A., Giménez, (2001) De ofertas y demandas……..pág.88

Pacheco, G. (1991) Aportes para una teoría de la implicación ……..pág.90

Soto, A. (2002). Procesos de intervención comunitaria.……..pág.92

SEGUNDO RECORRIDO: DISPOSITIVOS TÉCNICOS- 6 – Dispositivos técnicos de la Psicología Social

¿Qué es un dispositivo técnico?. Presentado ya en los temas anteriores la noción de dispositivo


integrado a las estrategias de intervención, se avanzará conceptualmente en el mismo a partir de
la discusión de algunos dispositivos técnicos en psicología social, de uso habitual en nuestro
medio.

Cano A. (2012) La metodología de taller en los Procesos de Educación Popular……..pág.97

García, D. (1997) El taller como espacio de aprendizaje……..pág.102

Dabas, E. (2001) Redes sociales……..pág.104

TERCER RECORRIDO: EXPERIENCIAS DE INTERVENCIÓN- Tema 7 – Experiencias de intervención


desde la Psicología Social

Es el momento de visualizar en experiencias específicas los conceptos y herramientas trabajadas


en los temas anteriores. Para ello, en este tema se presentarán diversas experiencias de
intervención desde la Psicología Social. La bibliografía de referencia será la misma de los
recorridos I y II.

CUARTO RECORRIDO: RESIGNIFICANDO LOS SOPORTES CONCEPTUALES DE LAS INTERVENCIONES


DESDE LA PSICOLOGÍA SOCIAL. LOS DISPOSITIVOS SOCIALES

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Ya estudiados y trabajados los principales constructos teóricos – técnicos que, a modo de
herramientas, permiten construir problemas complejos y estrategias de abordaje desde la
Psicología Social, es momento de re-visitar los anteriores recorridos, ahora desde una mirada más
transversal que permita realizar una síntesis conceptual. Para ello, este último recorrido retomará
varios de los aspectos conceptuales trabajados, como forma de visualizar una nueva trama que
incluya tres aspectos claves: los dispositivos sociales, el trabajo en equipo y el tema de la
implicación. La posibilidad de visualizar esta nueva trama de significados y sentidos teóricos y
técnicos, implicará haber alcanzado los objetivos formativos del curso.

Tema 8 – Dispositivos sociales

¿Qué implica la noción de dispositivo social? ¿Cómo se relacionan con las estrategias de
intervención? ¿Qué aportan a la Psicología Social en tanto herramientas?. Trabajada ya la noción
de dispositivo en general y la de dispositivo técnico en particular, es momento de abordar la
dimensión de los dispositivos sociales, a los efectos de repensar conceptualmente la orientación
estratégica de la intervención.

Goffman, E.(1961/ 2001) La carrera moral del paciente mental……pág.110

Moro Abadía, O. (2003). ¿Qué es un dispositivo?……..pág.113

Stolkiner, A. (2013) Medicalización de la vida……..pág.117

Tema 9 - El problema de los equipos y el plano de la implicación

¿Quién y cómo se construyen y desarrollan las estrategias de intervención? ¿Cómo? ¿Con quién?
Estas preguntas, ya trabajadas anteriormente, son aquí retomadas desde la perspectiva del trabajo
en equipo, de los equipos de trabajo y del manejo de la implicación. Estos aspectos permiten
redimensionar lo trabajado en el primer tema del curso, y por tanto, re-significar los demás, a
modo de síntesis.

Acevedo, M. (2001). La implicación: Luces y sombras del concepto lourauniano……..pág.124

Manero, R. (1995) El análisis de las implicaciones.……..pág.127

Marqués, J. (1996). El trabajo de equipo.……..pág.131

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Díaz, E. (2017) El mito de que el poder no tiene nada que ver con el saber

Mi intención es analizar el tema de la interdisciplinariedad desde los campos prácticos en los que
la interdisciplina se ejerce realmente, e investigar así mismo otros campos en los que se impide
que la interdisciplina se despliegue de manera efectiva.

La primera premisa que sostiene mi trabajo es que a nivel teórico la interdisciplina es una
consigna que casi no se discute. Por ejemplo, la categoría de interdisciplina fundamenta y
diagrama planes educativos en algunos países de nuestra región. Sin embargo -con honrosas
excepciones- la aplicación real de la interdisciplina (en educación superior, en empresas, en
programas de investigación, en institutos de salud, entre otros) choca con obstáculos para
instrumentarse de manera solidaria, con respeto mutuo entre disciplinas y sin subordinarse unas a
otras, es decir, con horizontalidad entre los poderes epistemológicos y los poderes de gestión.

Ante esta problemática, la hipótesis que guía mi trabajo es que la creencia de que el poder se
ejerce de modo piramidal o vertical obstaculiza desarrollos sólidos de diagramas (o
agenciamientos) interdisciplinarios, porque la interdisciplina, además de acuerdos teóricos y
técnicos, requiere acuerdos estratégicos consensuados desde poderes horizontales, reticulares,
con autoridad pero sin autoritarismos.

Entre los múltiples interrogantes que suscitan los temas interdisciplinarios he elegido dos
preguntas como guía de esta comunicación:

I. ¿Cómo se forman dominios de saber interdisciplinarios a partir de prácticas sociales (poder)?

II. Una historia del conocimiento (genealogía), ¿puede despejar el campo de comprensión de los
obstáculos con los que se encuentran los agenciamientos interdisciplinarios? Considero que la
respuesta a la primera pregunta se comienza a iluminar si pensamos que las prácticas sociales
generan dominios de saber. Y esos nuevos dominios de saber constituyen a su vez nuevos objetos,
nuevos conceptos, nuevas técnicas y nuevos valores. Este proceso cognoscitivos y político (o de
poder), a su vez, conforma nuevos sujetos. La segunda respuesta, por su parte, se fundamente en
que la verdad tiene historia (no es atemporal ni formal), y que nuestro saber actual surgió de
prácticas de control y vigilancia, fundamentalmente desde la biopolítica moderna reforzada con la
biopolítica contemporánea.

La metodología de la presente reflexión se basa en el análisis de los discursos en relación con las
prácticas sociales. No se analiza el discurso como hecho lingüístico sino desde su irrupción entre
diferentes relación de poder. En el caso de las prácticas interdisciplinarias, como en todo
emprendimiento institucional, los discursos y los silencios se dirimen mediante la polémica y la
estrategia. Es decir, son del orden de lo político. Apelo a dos metáforas o paradigmas de poder
diferentes entre sí. Por un lado el poder entendido de manera piramidal y jerárquica. Este modelo
de poder supone que quienes están en la cúspide de la pirámide aplican un poder vertical sobre
“los de abajo”, que carecerían de poder recibiendo las coacciones que les imprimen “los de
arriba”. La otra metáfora es la del poder reticular y horizontal. Aquí el poder se concibe como una
red o malla que recorre todo el entramado social y atraviesa a todos los sujetos de un dispositivo.
No se niega que haya ciertos núcleos con mucha intensidad de poder y otros que casi carecen de
poder. Esta red se piensa con diferentes tramas, en algunos lugares de la red el tejido es muy
apretado -he aquí la concentración del poder- y en otros el entramado es ralo, su entretejido deja
buracos o zona carenciadas de poder.

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Sabido es que el poder no se posee, el poder se ejerce. Y no de manera unilateral sino como poder
y contra-poder, como potencia y resistencia. Además el poder es productor. Si pensamos en la red
institucional que sostiene los agenciamientos (o diagramas) interdisciplinarios, podemos
deconstruir el poder piramidal, posibilitando un intercambio ágil entre diferentes saberes.

El imaginario social que alienta a la mayoría de las instituciones es el del poder piramidal. Pues
independientemente de que el poder siempre se da en dispositivos y que estos son reticulares,
existen imaginarios institucionales que se rigen como si el poder realmente fuera piramidal.
Algunos de los organismos productores o ejecutores de saberes en la red institucional que
sostienen los agenciamientos interdisciplinarios son el hospital, la escuela, la empresa, la
universidad y las agencias de investigación. Deconstruir el poder piramidal posibilita un
intercambio ágil entre diferentes saberes. Pero quienes ejercen densamente el poder suelen
formar dispositivos cerrados sobre sí mismos en su afán de hegemonizar.

Esto no favorece el intercambio dificultando por lo tanto el accionar de lo interdisciplinario. Ahora


bien, cabe preguntarse, ¿Por qué los dispositivos piramidales obstaculizaban la realización efectiva
de diagramas interdisciplinarios? Porque al ser un poder con pretensiones jerárquicas, y
aparentemente “dueño” de la verdad, choca con la circulación real de los poderes que atraviesa a
gobernantes y gobernados, a autoridades y subordinados, a docentes y alumnos, a todos los
miembros de un proyecto de investigación. Las prerrogativas que otorga un poder jerárquico
propician -entre otras cosas- falta de espacio crítico. La crítica es tan necesaria hacía el interior de
cada disciplinas como en la interrelación de unas con otras. No menos necesaria es la libertad, que
es un elemento indispensable para intercambios innovadores. Incluso se puede pensar el accionar
de la interdisciplina como un rizoma, en tanto categoría de pensamiento, tal como lo proponen
Deleuze y Guattari, cuya condición de posibilidad sea justamente la horizontalidad de un poder
que avale un saber entre heterogéneos.

Pero aquí se presenta una paradoja, ya que el saber interdisciplinario consiente de serlo, surge de
las universidades. Sin embargo, la institución Universidad, desde su creación en el siglo IX, ha
propiciado el aislamiento de los saberes: Facultad de Medicina, Facultad de Teología, Facultad de
Humanidades y más y más compartimentos estancos. Estos dispositivos de poder-saber- en su
estructura profunda todavía no se han desarticulado. Recién en la década de 1960 se originaron
fuertes corrientes de opinión rescatando los beneficios de la interdisciplina. El dispositivo de poder
universitario necesita flexibilizarse y presentar fronteras porosas para que los saberes puedan
intercambiarse de manera fecunda.

Los dispositivos de poder tienen sus territorios inmanentes. La arquitectura, por ejemplo, da
cuenta del esquema de poder sobre la que se consolida. Los edificios -con sus separaciones
edilicias para diferentes disciplinas o sus panópticos- materializan los esquemas jerárquicos.
Ejemplo: hospitales o universidades en los que la salud mental está fragmentada en edificios de
“Servicio o Facultad de Psiquiatría” por un lado y “Servicio o Facultad de Psicología” por otro.
Analizar las disposiciones arquitectónicas es una perspectiva posible para comprender cómo se
distribuye el poder en el interior de dichos edificios y por lo tanto en las instituciones.

Otro importante elemento de análisis es la realización efectiva de las prácticas profesionales que,
en general, suelen reforzar los esquemas piramidales. Es común que las enfermeras estén
subordinadas a los médicos, a pesar de que sus créditos académicos sean equivalentes o, en
algunos casos, existan enfermeros con títulos habilitantes superiores a los de algunos médicos
(doctores en enfermería versus médicos sin posgrados), pero en la práctica no se termina de

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reconocer su rango. También representa un obstáculo para la puesta en práctica de dispositivos
interdisciplinarios el lugar común del discurso neopositivista, que considera que las ciencias
sociales son epistemológicamente inferiores a las ciencias naturales o “duras”.

Todo lo aquí expresado no niega que existen espacios en los que los diagramas interdisciplinarios
funcionen. No obstante considero que a nivel general la interdisciplina real y concreta sigue siendo
una ilusión.

Se impone una aclaración, en el presente trabajo utilizo los términos “diagramas” y


“agenciamiento” como sinónimos para referirme a multiplicidades heterogéneas que se unen o
conforman unidades de análisis o tareas en común. Estas relaciones son equitativas (no
jerárquicas ni discriminatorias) entre profesiones, edades, sexos y diferentes reinos (humano,
animal, vegetal). En el agenciamiento se producen alianzas entre objetos, cuerpos y enunciados de
modo horizontal, no se piensa en infraestructura ni en superestructura. Se trata de pensar desde
otro lugar. Desde territorios no hegemónicos sino desde diferentes perspectivas. Se trata de un
inter-juego entre signos y cuerpos como componentes de una misma máquina. Aunque
obviamente existe pluralidad de máquinas.

Los enunciados interdisciplinarios no soportan sujetos individuales, necesitan agentes colectivos.


Sin personalismos y con consciencia de la circulación del poder y los inter atravesamientos de
saberes. Ocurre que si el poder se considera así mismo piramidal favorece los intercambios
autoritarios y trascendentes que operan en contra del trabajo interdisciplinario eficaz. Por el
contrario, si el poder se asume como red o malla se favorece la distribución equitativa, las
relaciones concretas y los intercambios democráticos e inmanentes, que favorecen los
desplazamientos entre diferentes epistemes.

Cuando los equipos interdisciplinarios se organizan siguiendo el esquema piramidal de poder se


dificulta la integración real por falta de equidad. Utilizando un concepto de Bourdieu entiendo que
se debe realizar una “vigilancia epistemológica” consensuada puntillosamente entre todos los
miembros de un equipo. El dispositivo no es jerárquico pero requiere responsables, y la vigilancia
epistemológica consiste (en este caso particular) en estar atento a que los responsables de los
equipos no se enamoren del poder. Es importante también controlar que los discursos sean
adecuados a las prácticas.

Veamos un ejemplo de la vida real. Hace dos meses, en un congreso en un Hospital Público del
conurbano bonaerense (Argentina) no se permitió la asistencia de enfermeros y obstetras, ¡el
tema del congreso era la Interdisciplina! Y, cuando las conferencias versaban sobre ciencias
sociales o humanidades, aproximadamente la mitad de los asistentes -en su mayoría médicos-
abandonaban la sala de conferencias porque la filosofía o la sociología “no les servía para nada”.

Ilustro el tema con un nuevo ejemplo: Durante 2011, en una Jornada Universitaria sobre
Interdisciplina en la región argentina de Cuyo (zona de conflictos en torno al abastecimiento de
agua). Las primeras conferencias de la jornada fueron filosóficas y científico-sociales. El resto del
día expusieron ingenieros y, en varias oportunidades, expresaron que “de filosofía ya se había
hablado bastante, ahora había que dedicarse a temas importantes” (!!!).

Entiendo que estos ejemplos son efectos de superficie, pero las raíces de estas manifestaciones
hostiles a la interdisciplina deben buscarse en las estructuras profundas de nuestras sociedades y
en las prácticas profesionales heredadas. Esas estructuras y esas prácticas son paternalistas y
autoritarias Esto se traslada al saber. Los profesionales que ejercen poder institucional piramidal

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inhiben la creatividad de los equipos interdisciplinarios. También entre pares se pueden detectar
coacciones que imposibilitan líneas de fugas del deseo. Las líneas de fuga son indispensables para
la creación; ya se trate de creación científica, humanística o artística.

Destaco tres ejes de investigación entre las que conforman este marco teórico. En primer lugar el
hecho de que nuestra cultura, desde Platón en adelante, se haya aferrado al mito de que el poder
no tiene nada que ver con el saber. En segundo término el trabajo genealógico de Nietzsche que
ha dejado en claro que detrás de todo saber se esconden siempre luchas de poder. Y por último
las investigaciones de Foucault sobre esta problemática, que podrían resumirse con su
manifestación de que no existe fragmento de verdad que no esté atado a condición política (es
decir a relaciones de poder).

Considero que la complejidad del presente asunto debería abordarse desde prácticas discursivas y
no discursivas micropolíticas. ¿De qué manera? Comenzando con una deconstrucción de las
formas de discriminación que representa una tecnología de poder (o contra-poder), para enfrentar
las veladas configuraciones de dominación que entorpece el éxito de las prácticas
interdisciplinarias, a las que aspiramos como parámetro de excelencia. Expongo ahora algunas
consideraciones finales. Entiendo que se trata de resistir la exclusiones, tanto aquellas
monumentales y acuciantes que nos rodean y aplastan, como las menores y aparentemente
insignificantes que entorpecen la interacción entre los saberes y la reafirmación de la vida.
Entiendo asimismo que no es necesario ser solemne para ser sólido. Por consiguiente si la
búsqueda interdisciplinaria es alegre y vital resulta más fecunda no solamente como emancipación
personal sino también como aporte para la ciencia, la docencia y demás actividades cognoscitivas
y sociales en las que estamos comprometidos.

Martínez Guzmán Cambiar metáforas en psicología social de la acción pública

Intervención como dispositivo discursivo para concebir y organizar la acción, escape casi por
completo a la problematización y la revisan crítica. Intervención a través de los lentes de la
metáfora y analizar sus implicaciones para la concepción y construcción de las practicas a las que
se refiere.

Involucramiento como metáfora que se aleja del sentido interventivo de la acción y abre espacio
para pensar de distinta manera la acción social en tres aspectos: la posición del
profesional/investigador ante el escenario social, la relación entre los actores, y la concepción el
conocimiento y la acción en un proyecto de transformación social. Involucatamiento como una
metáfora que sugiere distintas lógicas e acción y moviliza presupuestos teórico y metodológicos
que se alejan del determinismo y la univocidad presente en la idea de intervención.

Intervención como problema La intervención es usualmente pensada como una estrategia o un


programa para la solución de problemas sociales. Sugiero el planteamiento contrario: aproximarse
a la intervención como problema.

Montenegro, define intervención como “un conjunto de prácticas que buscan incidir en un estado
de cosas para transformarlo a partir de la demanda hecha desde algún ente social que expresa un

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descontento con el estado actual de cosas”. Blanco y Valera definen intervenir “a una actividad
presidida por la solución de un problema practico que abordamos con la inexclusible e
imprescindible ayuda de una determinada estructura conceptual”.

La intervención es considerada como una tarea cardinal de lo que suele llamarse “psicología
aplicada”, en tanto busca poner a funcionar, en contextos específicos, una serie de herramientas
teóricas y metodológicas en la persecución de una fina practico. La intervención se considera
perteneciente al amito de lo práctico.

La metáfora como una herramienta para interrogar el concepto de intervención y para discutir sus
implicaciones. La metáfora como vía de interrogación - la metáfora puede definirse como una
figura lingüística en donde una cosa es comparada con otra implicando que una cosa es la otra,
cono el caso de “la laguna es la ventana a la tierra”. A menudo su función consiste en comunicar lo
desconocido mediante su transposición en término de lo conocido.
La metáfora y la acción mantienen íntimos parentescos. Cuando alguien construye una metáfora
está literalmente haciendo algo.

Los conceptos metafóricos son asociaciones sistemáticas entre dos dominios, uno conocido,
estructurado o manipulable (origen) y otro desconocido, no tan estructurado o no manipulable
(destino). Ejemplo: “las criticas dieron justo en el blanco” de derivan de la metáfora de una
discusión es una guerra. En esta metáfora el dominio de origen es “guerra” mientas que el
dominio meta es “discusión”, el primero le concede sentido y estructura al segundo. Si las
metáforas son dispositivos para producir conocimiento y vehiculizar la acción, entonces su análisis
es una buena oportunidad para dar cuenta de lo que podríamos llamar la dimensión instituida del
concepto metafórico de intervención.

La metáfora se vuelve una forma de preguntas y reinventar, un instrumento de interrogación y


producción de conocimiento, un medio para aprehender lo social y para desarrollar un
“entendimiento alegórico” que abre vías para producir figuras retoricas que hablen de las cosas sin
agotarlas.

La intervención como metáfora La intervención es una operación quirúrgica. El cirujano toma el


bisturí y se dispone a ejecutar la cisura. Esta incisión inaugura un acto de intervención: la
intervención quirúrgica. Lo que define este acto e la acción de las manos del cirujano, invadiendo
el espacio anatómico del paciente, rasgando el tejido para intervenir con una intencionalidad
fundamentalmente terapéutica.

Es posible rastrear resonancias de la noción de intervención quirúrgica en la idea de intervención


psicosocial. Hay un “parentesco metafórico” entre las intervenciones quirúrgicas y psicosocial.
Este parentesco es evidente cuando, a definir intervención, la primera connotación a la que se
recurre es a la de “operación quirúrgica”. Aquello que se hace (procedimientos, aplicación de
conocimientos y protocolos, negociaciones) es una intervención. Cooperación, ayuda o
sencillamente acción, se nombran como intervención.

Intervención social. Suele decirse que debe realizarse un diagnostico social, que hay que evaluar el
resultado de los programas, realizar un análisis de las circunstancias y los recursos, establecer un
diseño de tratamiento y dar un seguimiento adecuado. Para trabajar sobre el problema o
necesidad que precisa análisis e intervención, tenemos que definirlo en términos de conductas

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problema, establecer indicadores para evaluarlo y analizar la pertinencia de esos indicadores.
Definir operativamente el problema es describirlo en términos de las variables relevantes que lo
componen, que nos permitan su media, manejo y/o su tratamiento.

Intervenir es como cerrar una ventana La secuencia de acción que la intervención psicosocial
hereda pueden ilustrarse haciendo referencia a la base metafórica de la causación.

La causación proviene de la experiencia cotidiana de la manipulación directa. Esta experiencia


consiste en acciones cotidianas como activas un interruptor, abotonarse la camisa o cerrar una
ventana.

Es posible evidenciar esta relación trazando un paralelismo entre a) las propiedades que
caracterizan las manipulaciones directas prototípicas y b) la lógica de acción asumida comúnmente
en el significado de intervenir en un escenario social. En la intervención social, hay una implícita
distinción entre interventor (agente) e intervenido (paciente); deben estar claramente
diferenciado para fines de que la metáfora funcione.

“se puede definir la intervención social como la acción que se realiza sobre personas y grupos con
la intención de producir una mejor”

La intervención como una metáfora zombie En el sentido de que esta tan convencionalmente
fijada en el léxico de las disciplinas sociales que ha perdido su aureola alegórica para terminar por
percibirse como una expresión literal y objetiva.

Catacresis: una figura que consiste en utilizar metafóricamente una palabra para nombrar un
conjunto de experiencias que carecen de concepto ej.: pata de mesa La intervención con una
tecnología de gobierno: mecanismos, estrategias y procedimientos utilizados para hacer efectivo
un campo de poder, orientadas a producir efectos determinados en la conducta de otros, de los
intervenidos.

LA METAFORA DEL INVOLUCRAMIENTO - Involucramiento como una forma alternativa de situarse


y concebir el papel de investigador/profesional en el campo, de organizar la acción y de generar
relaciones con otros actores sociales.

a)la posición del investigador/profesional ante el problema y el campo b) la relación entre los
actores c) la concepción de conocimiento y acción en un proceso de transformación social. La
posición del profesional/investigador en el escenario social: formar parte de un entramado.

Desde esta posición, el sujeto profesional/investigador no es un agente externo que, desde la


distancia y desde fuera, decide intervenir voluntariosamente en una problemática que, en
principio le es ajena. El desafío consiste en pensarse como parte de la situación problema o del
escenario social sobre el cual se quiere incidir, introducirse en un campo-tema de forma que
habitemos un espacio en un panorama más amplio del que formamos parte.

Involucramiento nos remite a envolverse o a participar, del latín involurum, involucrar refiere a
comprender, abarcar, incluir, involucrarse hacer para dé.

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Lewin, campo nos sugiere aproximarnos a las situaciones sociales buscando comprender las
diferentes fuerzas actuando en su entorno y en un contexto más amplio, sean estas psicológicas o
no.

LA ARTICULACION ENTRE LOS ACTORES SOCIALES: ARTICULACION -

Esta interioridad del sujeto profesional/investigador y del resto de los actores involucrados no es
identitatia: no se refiere a la pertenencia. Asumir que formamos parte de una red que conforma el
escenario social no significa asumir que los actores son homogéneos. La red no los homogeniza.
Cuando decimos que “uno se involucra con alguien”, que e “nos hemos involucrado en algo”, no
estamos diciendo que estamos asistiendo a alguien o conduciendo algo. Involucrarse nos sugiere
más bien un “tener que ver con”

Articulación: la noción de articulación desafía la relación representacional en que los otros son
descritos y circunscriptos a una poción de objeto e intervención a través de los discursos y las
prácticas de los ventrílocuos-portavoces que se constituyen como los únicos actores.
La articulación supone una aposición radicalmente distinta para comprender el vínculo: el
entramado de actores sociales no es el objeto que será representado por el
profesional/investigador sino que será el sujeto de la acción que define y produce sus propios
términos de representación.

CONCEPCION DE CONOCIMIENTO Y ACCION: CONOCMIENTO SITUADO, ACCION INMANENTE


Involucramiento nos aproxima al a idea de que la dirección de un cambio no está preestablecida y
responde a una sucesión e intereses y fuerzas locales y temporales. No se trata de que los
conocimientos en psicología social funcionen para concienciar, formar, corregir o evaluar a una
colectividad o para catalizar cambios que de otra manera no podrían suceder, sino de que
participen en la generación alianzas y tensiones creativas que permitan articular distintas
posiciones de sujeto, conocimientos, habilidades, deseos.

RAGGIO Intervención y campo de intervención.

Una dicotomía entre campo clínico y campo comunitario. Campo de análisis como
singularización inmanente al campo de intervención.

De la naturaleza del campo de intervención


El rol de un psicólogo en el ámbito clínico, no puede ser el mismo que tendría en un ámbito
comunitario. 3 líneas de sentido predominante: La evidencia empírica, las lógicas técnicas y los
objetivos disciplinarios.
“La comunidad” es una noción teorico-tecnica, una particular decodificación del campo social
comunitario, que busca hacer operativo este campo a los fines de la estrategia referida. Siempre
intervenimos en procesos subjetivos. El campo de intervención es pensado como una red de
composición.

Freud: el lugar del médico, el lugar del experto, es desplazado y la producción del saber (sentido)
se resitúa en una dialógica entre paciente y analista. La apertura de un espacio de análisis queda
ubicada en esa dialógica, en el cual es sentido acerca de lo que se manifieste como padecimiento o
conflicto, es inevitablemente un sentido a producir, no está dado a priori. La cuestión centras es

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abrir en el campo de intervención la perspectiva crítica del problema. La idea de problema, la ética
del investigador, quien a priori debe reconocer su ignorancia acerca de aquello que investiga

La supuesta diferencia entre campo de intervención y campo de análisis: si el campo de análisis no


es inmanente al campo de intervención, no es campo de análisis, es otra cosa. El campo de análisis
es un espacio diferencial en el campo, pero no diferente.

El campo de análisis o espacio analítico es un espacio diferencial que se forma por singularización
a partir del propio campo de intervención, un pliegue desde ese mismo campo que reflexiona
sobre sí mismo y sus sentidos posibles. Pensar al campo de análisis como una lógica de
subjetivación, reflexivamente establecida y articulada en una continuidad topológica con el
espacio social.

DISPOSITIVO Y ENCUADRE – NEBOT

El encuadre es una forma de organizar el pensamiento y la experiencia. El encuadre no es privativo


de la indagación científica, sino que tiene su base en la vida cotidiana. Sabemos que esta se
organiza en una serie interminable de “encuadres”, por lo menos para hacerla un poco más
tolerable. Dicha serie de encuadres se articulan y se regulan entre sí dando origen a los
dispositivos. Existe entre ambos dispositivos (el científico y el de la vida cotidiana) una
interdependencia mutua; pues las modificaciones de uno impacta sobre el otro viceversa. Los
avances científico-tecnológicos, en su dimensión de inserción social, transofrman los diferentes
encuadres de la vida cotidiana y a su vez, la vida cotidiana y sus distintos encuadres aportan
modelos de pensamiento, conforman así matrices de pensamiento que son reproducidos
socialmente.

El encuadre es parte de la teoría. No podemos separar la teoría de los aspectos técnicos, ya que lo
técnico es la mediatización de la teoría hecha presencia. Entonces tenemos que el encuadre no
solamente contiene la organización del espacio y tiempo, sino que tambie´n contiene los principios
teóricos que sustentan tanto el encuadre como a su objeto de trabajo. Dicho de otra manera, es
un dispositivo de semiotización. Este objeto de trabajo a su vez está implicado en la construcción
teórica, como también los sujetos que la sustentan.

Hay dos tiempos del encuadre: el que ocurre dentro del encuadre y el tiempo que desarrolla el
encuadre en si mismo. El dispositivo ya sea institucional y/o grupal se da la combinación de los
dos, en los dispositivos no existe un adentro y afuera temporal. En primer término tenemos al
tiempo como principio regulador de la clasificación, y de las teorías que sustentan los tipos de
encuadres mencionados. El problema es que dichas teorías forman a los tiempos como tiempos en
sí. En realidad el tiempo es mucho más complejo, y más lo es en psicología.

El pasado es una construcción del presente con un sentido prospectivo (futuro). Es evidente que
los hechos del pasado están. Pero también es evidente que igual fuerza tiene la interpretación de
los hechos (Freud) del pasado, construidos en el pasado y/o en el presente. En conclusión Freud
nos lleva a otra realidad (psíquica) tan fáctica, tan conflictiva como la otra.

12
Por otro lado el deseo es atemporal, el esfuerzo del sujeto es temporizarlo, el temporizarlo escribe
su historia. En psicoanálisis el encuadre “facilita” la regresión, pero esta es una forma de
simbolización creciente en el paciente, logrando el desplazamiento de los síntomas presentes,
acercándolo a una “línea de futuro posible y transofrmadora”. Tenemos que la regresión es
paradójica, ya que permite la aprehensión de un futuro deseante y posible. Cuando decimos
posible, quiere decir afirmar que la regresión es un avance hacia la comprensión totalizadora, al
nudo del que hablamos: futuro- presente- pasado.

El otro principio organizador es el relato, es el discurso. Todo encuadre es un sistema discursivo


que fundamenta en sí mismo los objetivos y principios de un accionar práctico. El discurso del
encuadre es el discurso instituido, que reglamenta los espacios y tiempos, inaugurando los
dispositivos, que precipitan en una multiplicidad de relatos generando los discursos instituyentes.

Todo encuadre es un sistema discursivo que fundamenta en sí mismo los objetivos y principios de
un accionar práctico. El discurso del encuadre es el discurso instituido, que reglamenta los
espacios y tiempos, inaugurando los dispositivos, que precipitan en una multiplicidad de relatos
generando los discursos instituyentes. De la confrontación de lo instituyente y lo instituido surge
el proceso de la institucionalización, precipitando una serie de actos y acciones o sea, un hacer
institucional y grupal.

Encuadre deviene de encuadrar que significa: encerar en un marco o cuadro, encajarlo, introducir
una cosa dentro de otra, incluir dentro de si una cosa, servirle de límite. El concepto de dispositivo
deriva de colocar poner, poner separadamente, mecanismo dispouesto para obtener un resultado
automático. Colocar las cosas en orden, decidir, ordenar, preparar, prevenir.

La noción de dispositivo, si bien contempla a la noción de encuadre, remite a un contenido


dinámico del accionar, más allá del lenguaje. La connotación del concepto de dispositivo trae
aparejada la problemática del poder. Desde nuestra concepción los dispositivos engloban el
concepto de encuadre, es más diremos que el dispositivo es el que regula los diferentes
encuadres. El concepto de dispositivo permite entender la articulación de diferentes encuadres al
interior de toda institución.

De allí afirmamos que el encuadre es propiamente lo instituido, mientras que los dispositivos
comprenden a lo instituido, lo instituyente y la institucionalización. El dispositivo institucional no
es solo la sumatoria y regulación de los diferentes encuadres, sino que también comprende el
carácter dinámico que se genera en los diferentes encuadres. Funciona en la intersección de lo
manifiesto y lo latente, a su vez que es histórico, procesual y constructor de efectos y formaciones
del campo institucional y grupal. Son la mediación y soporte del discurso teórico que contempla en
su interior objetivos y principios a largo plazo. Lo inmediato es el encuadre, lo mediato el
dispositivo. De la idea de dispositivo sacamos la noción de diseño, que apunta al o a los proyectos
de la institución. Históricamente es lo contrario, se reduce la problemática del dispositivo a la
noción de encuadre.

13
Tenemos la relación continente-contenido. Lo continente es el encuadre, continente que dispara
el proceso y los contenidos temporales anteriormente descritos. El continente es lo que aparece
como inmutable, la constante y lo inmutabe, lo que se modifica, es el contenido, las variables. El
encuadre organiza una serie de constantes y a través de ellas deja un terreno a la manifestación
de las variables.

El encuadre aporta el objeto, y el dispositivo la ausenta, es lo que en la teoría de winnicott se


denomina “holding” sostén, función específica de los encuadres.

Toda reconstrucción implica grados de transformación de ese objeto teórico. Con esto queremos
decir que nunca hay un objeto adecuado perfectamente al sujeto, que en el afuera no vamos a
encontrar el espejo de nuestro interior, sino que siempre lo vamos a encontrar en forma
parcializada. El proceso de la reconstrucción- deconstrucción remite a una relación sujeto- objeto
que se desarrolla en un devenir histórico, construyéndose mutuamente; dicho de otra manera,
uno se realiza a través del otro y viceversa, en un proceso que denominamos de producción. Todo
objeto teórico es un discurso que remite a una intertextualidad, que cuando es analizada es
desmontada la articulación de sus componentes textuales generando una diseminación textual.
Esto implica desde el vamos una labor epistemológica.

El análisis de los dispositivos insittucionales facilita la elaboración epistemológica del proceso de


reconstrucción- deconstrucción que adquiere cuerpo en la institucionalización. Si la demanda está
puesta en el plano de las representaciones son aquello que se busca y se quiere conseguir –lo que
marca la imposibilidad de la demanda- entonces esto quiere decir que la condición de la demanda
es ser siempre frustrante, es decir, siempre hay un resto incumplido: el deseo.

El soporte y los dispositivos de la institución son la condición deseante, que luego se transmuta en
demanda y que por lo tanto invoquen en el aquí y ahora institucional: demandamos ser psicólogos
sociales, psicoanalistas, etc.

Lo que se pretende desde el dispositivo pichoniano es el análisis permanente de este tipo de


situaciones, para evitar caer en situaciones transferenciales complejas, está en la condición del
sujeto deseante, pero el dispositivo institucional permite analizar el trabajo realizado y la
capacidad creativa o no, de los integrantes del taller, en todas sus funciones. Esto permite una
revisión crítica constante, que atenta contra el narcisismo de aquellos que desmepeñan las
funciones en todos sus niveles. Esta situación obliga a todos los integrantes del taller a modificar
constantemente situaciones “Internas” y “externas”. Aquel que no puede adecuarse a los cambios
exigidos desde los planos de la institución, sucumbe, se rigidiza, se estereotipa y no puede
contemplar la demanda.

El dispositivo institucional lo que realiza es la reproducción de los efectos sociales sobre los sujetos
y los grupos, produciendo una miniatura, como lo llamaba Pichon- Riviere , a los efectos de
reproducción ideológica, matrices de aprendizaje. En los grupos este proceso permite el análisis de
las situaciones in situ, completando la formación de los operadores en el campo gruapl e
insittucional. De allí se desprende que el encuadre promueve y dispara las situaciones dentro de

14
un contexto teórico que permite el análisis de las mismas. Pero como el mismo objeto teórico esta
sujeto a cuestionamientos y revisiones, resulta de ello una tensión institucional poderosa que sólo
puede ser resulta en el intercambio con todos los participantes del taller, rompiendo como decía
Bleger, con el clivaje de la institución, generando en definitiva lo que Pichon denominó con su
chiste: enseñaje.

De Barros y Batista- el análisis institucional y la profesionalización del psicólogo

Actualmente el término institución parece ser omnipresente en los discursos "psi". Hace cerca de
6 ó 7 años se viene tornando cada vez más común en el lenguaje del psicólogo debido,
inicialmente a la influencia de los argentinos —Bleger, Malffé, Ulloa, etc.— y más tarde a la de les
franceses —básicamente Lourau y Lapassad.

hay en estos discursos de moda, algunos que se destacan por la complejidad. Las instituciones se
tornan vagas, parecen fluctuar o estar en todos los lugares, poseer dimensiones, momentos,
fuerzas... Infelizmente en este caso la impresión es que no hay mucho para hacer porque ¿cómo
trabajar lo que no se ve, oír no se sabe qué o a quién? Si hasta el sujeto —antes supuestamente
tan concreto y visible— se tornó una "institución"...De pronto no estamos más en una institución,
no tratamos más a la institución pero somos, por ejemplo, atravesados por la institución.
Desprofesionalizados, dislocados de nuestro campo discursivo habitual, cuestionados en cuanto a
nuestro referencial teórico, mezclados con otros trabajadores de especialidades diferentes... ¿será
que no perderíamos demasiado por ganar apenas un discurso bonito? El tono irónico de las
descripciones anteriores pretende ser provocador de una necesidad: la de investigar y explicitar la
historia del término institución en su articulación necesaria con las prácticas concretas que a cada
momento le son asociadas. Esto porque nuestra "moda" actual parece condensar, en el presente,
momentos y prácticas diferentes, con presupuestos diferentes y consecuencias distintas para la
acción del profesional.

Según Lapassade, podemos remontar el énfasis actual del término institución a la noción de
Psicoterapia Institucional. Esta, aunque elaborada desde la década del 40, aparece "oficialmente"
en 1952 en una comunicación de Daumezon y Koechlin. En el mismo año, Maxwell Jones define a
las Comunidades Terapéuticas y no resulta difícil percibir las analogías entre los dos movimientos
dado que, en este primer momento, institución es pensada como ESTABLECIMIENTO de cuidados,
en un sentido doble: un establecimiento que merece ser cuidado (terapeutizado) y que, de este
modo, puede ser movilizado al servicio de la acción terapéutica —los enfermos serían curados por
la institucionalización o mejor, por la participación activa en las transformaciones institucionales.

La ampliación del sentido de esta primera concepción, originaria del movimiento de Psicoterapia
Institucional, responde por la mayor parte de los usos que hacemos actualmente del término. Son
instituciones, entonces, todos los ESTABLECIMIENTOS u ORGANIZACIONES, con existencia material
y/o jurídica: escuelas, hospitales, empresas, asociaciones, etc. Dicho sentido se encuentra
presente en afirmaciones tales como: "trabajo en una institución"; "es* tamos en una institución"

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o, en nuestro contexto universitario particular, "el SPA es una institución" (afirmación que más
adelante discutiremos). Eh un segundo momento, aún según Lapassade, se llegó a la idea de que
las instituciones serían DISPOSITIVOS instalados en el interior de los establecimientos, y no más los
propios establecimientos. El trabajo institucional consistiría en este caso, en una actuación que
hiciera uso de tales dispositivos. Como ejemplo, podríamos pensar en instituciones tales como
grupos operativos, grupos de discusión, asambleas, equipos de trabajo, consejos de clase, etc.,
insta ladas en el interior de establecimientos como escuelas, hospitales, empresas, etc.

A primera vista no parece que dicho uso del término haya tenido reflejos evidentes entre
nosotros, al menos en cuanto al hecho de llamar tales dispositivos de instituciones. Esto
raramente ocurre. Sin embargo, el sentido de institución-dispositivo está presente, transformado
en "técnicas de trabajo institucional". Aprender a trabajar en instituciones Restablecimientos)
sería, así, adquirir informaciones y prácticas en cuanto a tales dispositivos. Las técnicas grupales,
en sus diferentes modalidades, acostumbran surgir aquí como "ideales para el trabajo
institucional". O mejor, en nuestra "babel terminológica", conocer tales técnicas y saber
manejarlas calificaría, al menos parcialmente, al "trabajador institucional", el "perito" o
"especialista" en instituciones. En nuestro contexto universitario específico, por ejemplo, tal
concepción surge en afirmaciones como: "la terapia de grupo es ideal porque estamos en el SPA,
una institución", "trabajo en una escuela (u hospital) y hago por lo tanto grupos". El trabajador es
aquí un "técnico en dispositivos", y la institución permanece identificada con el establecimiento o
la organización. Este simple hecho demandaría el uso de ciertas técnicas en detrimento de otras.

Pero el tercer momento citado por Lapassade nos trae sorpresas; son los movimientos anti-
institucionales (antipsiquiatría, anti-escuela, etc.), en su opinión, los que introducen en la
actualidad, un sentido conceptual y no meramente empírico del término institución. Por ello
considera que son esos movimientos los primeros que podrían reivindicar, en un sentido estricto,
la práctica (conceptual y concreta) de un Análisis Institucional. Acompañemos la argumentación
del autor.

Dentro de esta concepción, las corrientes anti-institucionales serían institucionalistas (en sentido
conceptual) porque revelan que la institución no es una NATURALEZA. Ciertas prácticas tomadas
como universales (por ejemplo en el campo de la psiquiatría y de la educación) instrumentalizan
determinadas hipótesis de base (separación enfermos mentales-normales, maestro-alumno, por
ejemplo) que precisan ser interrogadas en primer lugar, a propósito de las condiciones históricas
de su producción y reproducción. En un intento personal de definición, diríamos que institución es
producción, es actividad. Esto se torna rápidamente algo problemático debido a que tal
producción no es algo localizable empíricamente. Dentro de esta línea de pensamiento, podría ser
concebida como una especie de inconciente político que instituye nuevas realidades, siempre
separando, siempre dividiendo.

En este movimiento, transforma relaciones y prácticas que se presentan como forma general y
natural, en otras relaciones y prácticas que se presentarán (se mostrarán) de la misma manera, y a
través de las cuales la institución se instrumentaliza. El objetivo del Análisis Institucional sería traer

16
a luz esa dialéctica instituyente-instituido, de manera generalizada (en todos los ámbitos y
realizada por todos). Para conseguirlo, puede intervenir EN establecimientos y CON dispositivos,
pero siempre intentando entender a la institución como algo activo.

"El SPA es una institución". En un primer sentido, la afirmación indicaría que el SPA es una
organización que ocupa un espacio físico determinado, tiene sus normas y sus leyes, y reúne a un
grupo de personas que trabajan en él con un objetivo determinado (institución=establecimiento).
En un segundo sentido, el SPA aparece como organización (o establecimiento) que
INSTRUMENTALIZA una serie de instituciones, entre las cuales se destaca la institución formación
profesional. A su vez aparecen en esta instrumentalización, una serie de dispositivos y de prácticas
como por ejemplo la evaluación y la supervisión.

Si abordásemos una escuela, un hospital o una empresa determinada, podríamos hacer


consideraciones semejantes. Mediante esta reflexión se torna claro, por ejemplo, que la clásica
división de las "áreas" de la psicología (clínica, escolar e industrial), remite al primer sentido del
término (institución=establecimiento), y puede o no implicar un abordaje institucional (institución
como concepto, según como es pensada por el Análisis Institucional). Esto porque, si hablamos de
Análisis Institucional, en todos los casos se impone una reflexión sobre la demanda y sobre el
cliente.

Lapassade- "Se puede decir entonces, que si el análisis institucional toma al pie de la letra
demandas de intervención que son análisis de establecimientos, se convierte en un análisis
organizacional en el sentido más trivial del término, o mejor dicho en un sentido que ni siquiera
tiene en cuenta la organización como proceso captándola solamente como producto, sistema y
disposición instrumental, como conjunto práctico organizado para determinados fines. Para que
exista un análisis institucional distinto de las otras operaciones de intervención, es necesario que
el albo sea la institución que se instrumentaliza en una organización social determinada, en un
establecimiento-cliente".

O sea que en este sentido, para el Análisis Institucional no hay institución-cliente, dado que el
cliente (aquel que demanda) siempre es un grupo, un establecimiento, una organización.
Paradojalmente, por otro lado, no hay Análisis Institucional cuando se atiende a la demanda del
cliente, lo que hay en este caso es un trabajo de Desarrollo Organizacional, Psicología Institucional,
Psicosociología o como sea que se llame. Y ello, sea cuales fueran las técnicas o dispositivos —por
más grupales que sean— que se utilice en el trábajo. Estas reflexiones sugieren que se coloque en
discusión la posibiliad del analista institucional en cuanto profesional, y la especificidad de su
práctica.

Como hipótesis podemos decir que el cliente demandaría: mejoría o cambio en las relaciones
organizacionales, mayor eficacia en la obtención de los objetivos propuestos, mayor flexibilidad en
las orientaciones teóricas, alteración en las relaciones supervisores-estudiantes practicantes,
modificaciones en los criterios de selección y de evaluación. A su vez el analista institucional
tendería a intervenir no a nivel de la organización-producto (dispositivos y objetivos
naturalizados), sino a nivel de la (s) institución (es) que se instrumentaliza (n) en la misma. En este

17
caso específico, problematizando la formación profesional, la supervisión, la evaluación y la
selección. Es por esto que Lapassade, al levantar los problemas del Análisis Institucional, afirma11:
"En su punto límite, en su principio mismo, la intervención institucionalista es un emprendimiento
imposible; en efecto, contrariamente al trabajo de los psicosociólogos intervencionistas y
consejeros en organización, su objetivo no es una terapia social, un mejoramiento, sino por el
contrario una subversión de lo instituido.

Gracias a estas nuevas preguntas y respuestas, podemos percibir que en las primeras preguntas y
respuestas se instrumentalizan algunos instituidos resistentes, a sa-ber: que la profesionalización
de todo saber y de toda práctica es una especie de hecho natural (luego, el Análisis Institucional
debe y sólo puede ser una profesión); que según esta línea de pensamiento, lo que no es
profesionalizable o profesión atizador debe ser inmediatamente criticado y abandonado; que
solamente se puede levantar una pregunta si da origen, inmediatamente, a la implementación
pragmática d» su solución, o mejor, que su valor como pregunta sólo es mensurable por la eficacia
inmediata de tal respuesta.

Retomando la consideración realizada anteriormente, o sea de que son los anti-institucionalistas


los más claros analistas institucionales, podemos, por analogía, decir: la pregunta formulada al
Análisis Institucional no es respondida solamente por intervenciones concretas relativamente bien
sucedidas, sino por el hecho de que engendran entre los psicólogos, indagaciones necesarias sobre
nuestra profesión en tanto que institución, sobre su aparecimiento histórico en un momento
determinado, sobre nuestro lugar de pericia en el contexto social, en suma, sobre nuestra
implicación en la práctica y en la investigación

"Aceptar ser especialista de Análisis Institucional, significa aceptar su lugar en la división del
trabajo..." ¿Por qué aceptamos, en cuanto psicólogos? El hecho de ser psicólogos define,
aparentemente, como PSICOLOGICAS las demandas que atendemos, pero como bien sabemos, el
Análisis Institucional tiene un contenido casi exclusivamente POLITICO.

Pensamos que la mayor dificultad consiste —como el Análisis Institucional lo propone— en llevar
este tipo de cuestionamiento al cliente, en realizar CON él el análisis de nuestra implicación, en
cuestionar EN NUESTRA PRACTICA nuestro rol de peritos. Y esto, porque el problema fundamental
que de inmediato se colocará, será el siguiente: ¿seremos capaces de soportar el riesgo de la
desprofesionalización a la cual este cuestionamiento nos conduce? Como conclusión parcial,
podemos decir que si el Análisis Institucional no profesionaliza, éste no es un DEFECTO sino su
EFECTO: al exigir un permanente análisis de la implicación del psicólogo en la intervención que
realiza, provoca el cuestionamiento de la "naturalidad", tanto de su lugar de perito como también
de su supuesto "objeto natural" (ya que, "lo psíquico" o "el individuo", no podrían también ser
considerados instituciones?). "Profesión imposible" en su límite último lo es. Pero también es, por
definición y propuesta, PROFESION PERMANENTEMENTE EN CRISIS o LUGAR DE LA
DESPROFESIONALIZACION INMINENTE. Y esto en los más variados ámbitos organizativos: de la
investigación, de la práctica, de la formación. Una óptica, un desafío, una propuesta. Y no
simplemente un lugar, algunas técnicas o un conjunto de términos teóricos.

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En nuestra opinión, nos decimos institucionalistas no tanto por claridad conceptual (como este
artículo lo demuestra...) sino por un cierto grado de acuerdo respecto a ciertos puntos, llamados
por ello "puntos de convergencia". Lo que desarrollaremos a continuación constituye una
tentativa de sistematizar algo que, en la práctica cotidiana de cada uno de nosotros, en realidad es
asistemático y que es vivido más como "clima de acuerdo" que como profundización realizada
efectivamente y de manera colectiva por los "institucionalistas". ¿Qué nos une entonces? Quizás
—solo en tanto que hipótesis provocadora— sea una cierta convergencia respecto a los cuatro
puntos que siguen.

No nos parece, al contrario de lo que piensan ciertos autores, que la cuestión principal pueda
resumirse a la necesidad de analizar la manera de relacionarse de aquel que interviene, con los
individuos, grupos y organizaciones con los que trabaja. Nos encontramos aquí en el nivel de las
identificaciones, de las rivalidades o, como máximo, de las alianzas y conflitos políticos dentro, por
ejemplo, de cierta organización. Esto constituye lo que acostumbra llamarse contratransferencia
del analista que, llevada a un nivel más político se denomina contratransferencia institucional
(nosotros la llamaríamos organizacional). Cuando hablamos de análisis de implicación no nos
referimos apenas, y ni siquiera principalmente, a esto. Nos referimos al análisis de los vínculos
(afectivos, profesionales y políticos) con las instituciones en análisis en aquella intervención, en
una u otra organización y, de un modo más general, al análisis de los vínculos (afectivos,
profesionales y políticos) con todo el sistema institucional. Ejemplificando: si un grupo de
practicantes en Psicología de una universidad particular realiza una intervención en una escuela
pública determinada, ¿qué se incluiría en el análisis de la implicación? Sin duda que las
identificaciones, rivalidades, etc. entre los analistas y los alumnos, los profesores, la dirección, etc.
Pero, según nuestro punto de vista, fundamentalmente los vínculos con las instituciones en
análisis (la institución universidad y la institución escuela, de manera más evidente) y los vínculos
con todo el sistema institucional (el público y el privado, el dinero, la comunidad científica, el
Estado... e, inclusive, la propia institución del análisis institucional!!!) Cuando esta idea de
implicación es generalizada a todos los agentes y grupos sociales envueltos —y no se limita
solamente a los llamados "analistas"— ella deriva en la idea de transversalidad. Individuos, grupos
y organizaciones se vinculan de un modo u otro, tanto con las instituciones en análisis como con
todo el sistema institucional. De este modo se rompe la ilusión de la totalidad cerrada. Nadie es
más, solamente lo que aparenta ser ("miembro" de "un" grupo, por ejemplo). Quizás ésta sea una
manera de entender la enigmática afirmación de que "estamos atravesados por las instituciones",
como también de pensar el "coeficiente de transversalidad"16 alcanzado en nuestras
intervenciones y análisis.

Rechazados los análisis totalizadores y apriorísticos, percibimos que los conceptos que podamos
llegar a producir teóricamente sobre este punto, son inseparables de su origen social. Ellos piden
análisis de nuestra implicación en tanto que profesionales "psi" llamados "institucionalistas", en
los cuales podamos poner en práctica cierta capacidad de interrogación social, en vez de
adherirnos a formas determinadas de corporativismo o de "defensa de intereses profesionales
comunes". Ya que, si el Análisis Institucional a veces aparece como una valiosa "propiedad" de los

19
psicólogos, el análisis de esta institucionalización constituye el. Más nuevo desafío con el que nos
confrontamos.

Instituciones III: Prólogo y Análisis y propuestas. Kaminsky

La corriente del denominado “análisis institucional” se instala en el contexto latinoamericano


hace, aproximadamente, 15años. Aún cuando la transición democrática es metaforizada como el
“retorno de las instituciones”, ello ha quedado solo en el registro de lo jurídico-político; mientras
que la sociedad civil y sus instituciones (FFAA, iglesias, sindicatos, escuelas, hospitales, cárceles,
hospicios, etc) se diluyen dentro de modalidades maniqueas de interpretación.

Se enfatiza una preocupación managerial de las organizaciones, se exalta hasta el ridículo la órbita
recortada y circunscripta de lo individual, se atisban dinámicas grupales pero poco, y más bien
nada, se estudian los problemas específicamente institucionales.
Las instituciones “no son tan bien conocidas”, damos por obvio muchas cosas de ellas, y al final, no
las conocemos. A la institución, además de vivirlas, las padecemos, las transitamos, aceptamos y
criticamos. Es indispensable.

Toda institución tiene una organización material y también una organización jurídica. Estas son
organizaciones productivas. Las instituciones, además, tienen un sistema de circulación y
distribución (por ejemplo: personas). Todo esto “habla de la institución”. Lo hablado es todo
aquello que podemos conocer o presuponer previamente de una institución. La dimensión de lo
hablado está asociada al plano de lo instituido.
Lo hablado instituido no es material de desecho, muy por el contrario, las vestimentas, las
inscripciones en las paredes, los modos y costumbres prototípicos, etc, son elocuentes de los
códigos que pueden ser percibidos pero su registro nos puede introducir en la dimensión de lo
“hablante”.

Lo hablante es aquello que nos facilita otra comprensión de la institución. Aparece bajo la ruptura
de lo habitual, las fracturas, contradicciones, oposiciones, las situaciones paradojales de lo
“hablado”. Lo hablante institucional puede ser asociado con el par complementario de lo instituido
que es lo instituyente. Todas las instituciones, aún las aparentemente más estáticas, se mueven.
Este movimiento está dado por el juego, por la permanente articulación de dos dimensiones o
planes: lo instituido y lo instituyente.

Instituido es estructura ya dada, instituyente no es solo algo dado sino que se va conformando. Es
un constante movimiento psicosocial de la institución. Esta relación no debe tomarse como
sinónimo de actividad/pasividad. No solo conocemos instituciones singulares y concretas, sino
también la dimensión universal de la institución. Esto se refiere, por ejemplo: hablar de salud
mental es referirse al complejo dispositivo de instituciones singulares que la realizan.

Denominamos las instituciones espacios de condensación social, porque en sus singularidades


conjugan y anudan una constelación de discursos y prácticas económicas sociales, políticas,
jurídicas, técnicas, etc. Es un nudo de relaciones complejas y móviles. Es algo vivo, no inmóvil ni
inerte. El proceso de institucionalización es el producto permanente de un interjuego entre lo
instituido y lo instituyente. Aquí pueden registrarse fines, objetivo, funciones, pero no debemos
olvidar también la dimensión de lo imaginario de las instituciones. Cuando investigamos una

20
institución, no solo interesa conocer que son las instituciones sino también que creen que son, y
esto también forma parte de la misma dimensión institucional.

Si la institución es un proceso en movimiento, son los grupos quienes pondrán en juego este
movimiento. Aquí podemos identificar a los grupos objeto y los grupos sujeto. El grupo objeto es
el grupo sometido a las consignas instituidas: soportan la jerarquización, su acción es lo que se
espera de ellos, etc. Los grupos sujeto operan ciertos desprendimientos de la jerarquización y
pueden abrirse a un más allá de sus propios intereses aunque no sea un más allá institucional.
Estos grupos no pueden sostener de forma permanente una posición instituyente pero son
aquellos que respecto de lo hablado/hablante tienen vocación de “tomar la palabra” mientras que
los grupos objeto son los que tienden a “repetir al pie de la letra”.

No existen grupos sujeto y objeto puros, sino que hay mutaciones grupales frecuentes. Aparece el
concepto de verticalidad: las instituciones son un vasto sistema de relaciones y comunicaciones,
organizadas en torno a sus reglas formales y también a las informales.
Existen algunas orientadas a la posición vertical, pero existen otras que dan lugar a formas
horizontales de relación y comunicación. El coeficiente o producto de la ecuación
verticalidad/horizontalidad nos aproxima al nivel de transversalidad de cada institución, registro
que nos induce a considerar ciertos grados de optimización, alejando los excesos instituidos y
también los excesos instituyentes. Mejorar la transversalidad es uno de los objetivos prácticos del
analista institucional.

El coeficiente de transversalidad es ese grado de optimización que una institución puede alcanzar
ante el complejo anudamiento y condensación de relaciones de variado carácter. Con el concepto
de transversalidad ponemos en juego el atravesamiento social que tiene toda institución. La
transversalidad es un fenómeno para reconocer en las instituciones y no para diluirlas. Se trata de
una realidad inmanente a las mismas aunque los fenómenos las trasciendan.

Debemos entender que toda perspectiva de cambio o transformación pasa necesariamente por la
autoconciencia de la institución. La autoconciencia supone la forma de conciencia de las instancias
institucionales del juego de fuerzas sociales que la atraviesan. Autonconciencia de lo que es, de lo
que cree ser y de lo que desea ser; la revelación del plano imaginario articulado en la misma
realidad institucional.

El analista institucional no puede estar demasiado lejos del espacio anudado que analiza, por ello
es que se denomina a su trabajo “intervención” institucional; tampoco puede estar excesivamente
próximo, sino se toma a sí mismo como objeto de análisis y estudio. Nos metemos con los objetos
y los objetos de meten con nosotros, aquí no hay neutralidad posible. La implicación institucional
es el conjunto de relaciones, conscientes o no, del acto y el sistema institucional. Se trata de todo
aquello que articula al actor con la institución. Se observan los siguientes tipos de implicación:

1. Implicación epistemológica: el punto de vista del actor “crea” el objeto en el plano del
conocimiento. Se trata de unas cuantas verdades que explicitadas o no reconocidas, o no operan
en la estrategia socioanalítica 2. Implicación semiológica: los elementos de este tipo los tomamos
de la lingüística, operan en 2 niveles, el paradigmático y el sintegmático 3. Implicación
paradigmática: corresponde al efe formal de la institución. Toda institución tiene su realidad, su
reglamentación, se trata de una institución organizada según reglas que no son visibles en el
acontecer institucional. El eje formal y reglamentado se complementa con la dimensión

21
sintagmática de la implicación que tiene que ver con la sucesión de los acontecimientos de una
manera lineal y extendida. Las instituciones tienen sus planos de acontecimientos los cuales están
ordenados por reglas y disposiciones que les proveen una organización particular. 4. Implicación
social e ideológica: los agentes institucionales son todos actores sociales y el analista no puede
prescindir, salvo imaginariamente, de la dimensión social que lo y los atraviesa. 5. Implicación
afectiva o libidinal: las instituciones no son meros espacios en donde tan solo se cumplen
funciones o alcanzan finalidades, también pasan otras cosas que van desde
la conformación de grupos o subgrupos de afinidades, actos personales temperamentales que
pueden traducirse en autoritarios, amorosos, hostilidades, etc. Es el infinito universo de las
pasiones institucionales.

Lo que el analista busca, al estar insertado en las instituciones, procura detectar analizadores. Un
fenómeno aislado, a veces ínfimo o parcial, un acontecimiento imprevisto, inesperado o
impensado, puede constituirse en analizadores institucionales. Todo el material institucional
puede ser significante. Existen analizadores de tipo natural, o sea, no causados por el actor pero
detectados por él y también artificiales, generados por el propio analista como táctica de prueba
de los efectos que tal acto o hecho pueden generar. Acá aparece también el concepto de
contratransferencia institucional.

La intervención del analista institucional provoca en las instituciones un proceso de


desplazamiento en la dimensión de lo instituido a través de acciones instituyentes de éste. Esta es
la transferencia institucional. El análisis instituye una crisis en las instituciones; y una crisis de las
instituciones es una forma de análisis.

El nivel transferencial de las instituciones implica al propio socioanalista porque está dentro del
mismo campo en donde interviene; este nivel de la transferencia del propio analista sobre el
campo institucional de la intervención es lo que denominamos contratransferencia. Porque es el
sujeto o el grupo de sujetos que tienen como objeto la propia institución y no el gobierno de ella o
la gestión de alguna actividad recortada, parcial o especifica en la institución. Hay que estar en la
propia institución para reconocerla en sus dimensiones fundamentales.

INTRODUCCIÓN AL ANÁLISIS INSTITUCIONAL- MANERO BRITO

El problema de la ensefianza del Analisis Institucional es bastante complejo, y ha dado lugar a


interminables discusiones, conflictos y escisiones en el movimiento institucionalista frances. La
imposibilidad de comunicar el Analisis Institucional a traves de los canales mas o menos
tradicionales (catedra, conferencias, etcetera.), ha dado lugar a las mas diversas posiciones, desde la
postura de que el Analisis Institucional no se puede ensefiar, hasta experimentaciones diversas,
pasando por el entrenamiento a la intervencion, las exposiciones de perspectivas teoricas, etcetera.
En una comunicacion personal, Lourau decia que el problema de la formacion ha caido en una serie
de falsos dilemas: ensenanza teorica vs. aprendizaje por la intervencion; al interior de esta ultima
corriente, aprendizaje por intervencion interna vs. aprendizaje por intervencion externa.

Lourau decia que la problematica real se encuentra en la oposicion entre estas vias institucionales y
las vias no institucionales de aprendizaje del Analisis Institucional, los movimientos anti-

22
institucionales o eventualmente las experiencias contra-institucionales, que son los que podrian dar
sentido a su proyecto. el Analisis Institucional constituye una disciplina auxiliar de otras practicas
(psicosociologicas, psicoterapeuticas, comunitarias, etcetera), perdiendo la especificidad tanto
practica como teorica de sus c'onceptos.

Los tres terrenos profesionales del Aniilisis Institucional. La Psicoterapia Institucional.

Nacida en la inmediata posguerra, la Psicoterapia Institucional es un movimiento de


cuestionamiento y de analisis de la institucion psiquihtrica. Este movimiento pronto se dividio en
dos corrientes: una sociologica, que no dejaba de tener inserciones politicas importantes a nivel de
los partidos politicos franceses, y una tendencia psicoanalftica que, con la sola excepcion de
Tosquelles, estaba constituida fundamentalmente por los jovenes que participaban en dicha
msvimiento.

El movimiento de la Psicoterapia Institucional paso por tres fases. La primera de ellas, ayudada por
la situaci6n de racionamiento y las condiciones de vida durante la ocupacion, se constituyo a partir
del eje de cambiar la relacion medicopaciente. Este cambio se veia promovido por la necesidad de
dejar los aspectos propiamente terapeuticos en funcion de las necesidades de supervivencia de los
pacientes. Los medicos, más que pensar en los procesos de la enfermedad mental, tenian que
esta'olecer, junto con los pacientes, los mecanismos necesarios para hacerse de los satisfactores
basicos, muy escasos en situacion de guerra y ocupacion. A este periodo, sucedio la fase de
socializacion mediante el grupo.

En esta segunda fase, la ergoterapia, la psicoterapia de grupo, los experimentos alrededor del Club
Terapeutico, espacio organizado por los pacientes, todas estas modalidades pusieron de manifiesto
que, como los psicoterapeutas institucionales decian, no era al paciente, sino a la institucion a la que
debian curar. Sin embargo, su critica no se detenia alli. El trabajo con los pacientes permitio
descubrir, en lo que se refiere a los procesos terapeuticos, que era la actividad instituyente de los
pacientes el elemento propiamente terapeutico.

Esto descentraba la posicion del medico, inserto en un cuestionamiento mas o menos permanente de
su lugar de poder. La autogestion de los pacientes y del hospital tenia una eficacia terapeutica. La
tercera fase se constituyo como una fase propiamente psicoanalitica. La tabla de actividades
permanecio practicamente inalterable, o con enriquecimientos eventuales. Sin embargo, si en el
momento anterior era la autogestion y las posibilidades instituyentes de los pacientes el agente
terapeutico, el psicoanalisis, introducido por los medicos al hospital, convertia dichas actividades en
soporte de otro analisis.

El agente terapeutico ya no es la actividad misma paciente, sino el analisis realizado sobre dichas
actividades. El psicoanalisis que se introdujo en el hospital era un psicoanalisis critico frente a las
practicas predominantes en el medio frances: el lacanismo, en nombre del "retorno a Freud", se
mantenia critico frente a la problematica del sujeto individual, relevando el papel de la "estructuran.

Esto permitio un avance teorico innegable en el seno de la Psicoterapia institucional, pero al mismo
tiempo mermaba las bases mismas desde las que esta se habia constituido. La insercion del
Psicoanalisis sustituyo con la teoria la experimentacion que se realizaba en psicoterapia. Tiempo
despues, los movimientos de las comunidades terapeuticas en Inglaterra, la experiencia italiana
lidereada por Basaglia, permitieron cuestionar la frontera entre salud y enfermedad mental.

Estas experiencias mostraron menos los problemas relacionados con la complejidad sofisticada del
inconsciente freudiano que el problema del poder. Aunque la creencia casi religiosa en el

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Psicoanalisis fuera ganando poco a poco a la pequena burguesia, la evolucion de la ultra-izquierda y
su critica radical de la vida cotidiana, del problema de la homosexualidad y de la mujer, etcetera.,
significaron un dique importante a dicha tendencia.
Asi, los debates actuales sobre la institucion psiquiatrica tratan menos sobre las divergencias de las
diferentes escuelas psicoanaliticas, que sobre las politicas psiquiatricas o la politica en la
psicoterapia. La Pedagogia Institucional. Con un itinerario mas breve y bastante diferente, la
Pedagogia Institucional encuentra tambien la problematica de una teoria de la accion politica fuera
de las organizaciones politicas o sindicales. Este movimiento tuvo influencias, a veces paralelas y a
veces convergentes.

Por un lado, la influencia de la Psicoterapia Institucional, en sus aplicaciones a ninos desadaptados


o "debiles mentales", tendencia que seria representada por Fernand Oury, Deligny y,
posteriormente, por Maud Manoni. Por otra parte, la influencia de una corriente psicosociologica
desviante, marcada por la autogestion y la pedagogia libertaria, tanto como por la psicosociologia,
creada por Lapassade.

En un principio, todos los practicantes de la Pedagogia Institucional estan de acuerdo en tres puntos:
a) considerar la institucion escolar (y no solamente el establecimiento donde se ejerce) como objeto
de analisis; b) establecer las formas de regulacion (autogestion, "instituciones" de clase, etcetera)
sobre la base de un funcionamiento lo mas democratico posible del conjunto maestro-alumnos; c)
crear las condiciones de este funcionamiento y, consecuentemente, de un analisis colectivo de la
institucion escolar a partir de relaciones no-directivas entre maestros y alumnos. Al poco tiempo, en
un terreno tan explosivo como el de la ensenanza, aparecieron situaciones que orillaron la escision
del movimiento en dos tendencias: psicoanalitica (Oury, Deligny ...) y autogestiva (Lourau,
Lapassade, Lobrot, Fonvieille).

Si bien las discusiones giraban en torno a conceptos de origen psicoanalitico o ~sicosociológico de


fondo existian diferencias tanto de sensibilidad politica como de comportamientos politicos y
apreciaciones estrategicas. El debate entonces actual en la izquierda francesa alrededor de la
autogestion permeaba fuertemente las tendencias pedagogicas. Al mismo tiempo, la concepcion
pedagogica estaba, ya de inicio, abierta hacia lo politico, a traves de las tesis del grupo Socialismo o
Barbarie sobre la autogestion yugoslava y argelina.

El problema de la autogestion pedagogica desembocaba, necesariamente, sobre el de la autogestion


social. Se analizaron intensamente las relaciones entre el no-directivismo y la autogestion. Por su
parte, otro elemento importante fue la colectivizacidn del analisis. Estos analisis colectivos sobre lo
instituido de la formacion, esas instituciones "externas" o transversales al grupo que determinaban
su quehacer y los limites de sus acciones posibles, sufrieron diferentes suertes de acuerdo al grado
de aislamiento, de virulencia, al origen social de los alumnos, etcetera. Pero quizas!a aportacion
mas importante de la Pedagogia Institucional fue el analisis de la dinamica de la institucion. por lo
pronto centrado en la institucion escolar.

Desde alli, fue posible observar como las transformaciones de la institucion tenian relacion con
diversos modos de accion, que van desde la apatia, la desercion, acciones no-institucionales; el
rechazo mas o menos expresado a los examenes, a las instrucciones oficiales, acciones anti-
institucionales; o experimentaciones pedagogicas que ponian en cuestion los fundamentos mismos
de la institucion escolar, tales como las pedagogias autogestivas, acciones contra-institucionales.

Estos modos de accion se convertirian pronto en los referentes basicos tanto de la psicoterapia
como de la pedagogia institucionales. La Pedagogia Institucional descubrid que el analisis de la
institucion escolar desemboca, necesariamente, en el analisis generalizado de las instifuciones.

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Esto mismo descubrieron los practicantes del Socioanalisis. Intervencion hecha bajo encomienda de
un "cliente" en diversas organizaciones.

El Socioanalisis. El Termino socioanalisis fue enunciado por primera vez por el equipo de Van
Bockstaele (psicosociologo frances) en los anos 60. Se trata de un metodo de intervencion que tiene
orígenes diversos y a veces desconocidos. Sin embargo, podemos decir que este metodo de
intervencion se situa en la prolongacion de la Psicoterapia y Ia Pedagogia Institucional, en
particular en lo que concierne a los conceptos de autogesfion, implicacion (el cual reemplaza,
ampliandolos, los conceptos de transferencia y contrafransferencia instifucional), de
transversalidad y de analizador, poco elaborado pero enunciado por la Psicoterapia Institucional.

Se ha confundido mucho al Socioanalisis, asociandolo a una forma más de la practica


psicosociologica, o tratando de equiparlo como una forma especifica de intervencion grupal. Es
cierto que, en este sentido, el Socioanalisis heredo de la psicologia de los grupos, un dispositivo de
analisis micro-social: una reunion de grupo pequeno, en un espacio cerrado y con un tiempo pre-
delimitado.

En efecto, es en el preciso momento en el que Lapassade, con sus primeros "clientes, analizan lo
instituido de la practica psicosociologica, es decir, las condiciones sobre las cuales esta practica es
posible, la serie de reglas sin las cuales resultaria imposible realizar dicha practica, es en este
momento en el que se origina el Analisis Institucional. Asi, resultaria imposible comprender el
Socioanalisis sin la practica grupal que le dio origen. Pero al mismo tiempo, no lo podemos reducir
a dichas prácticas. El Socioanalisis rebasa, desde un analisis de caracter politico, las practicas
psicosociologicas. Y este analisis politico es el analisis de lo impensado y lo impensable de dichas
practicas, desde el marco conceptual de la psicosociologia misma.

Ademas de los origenes psicoterapeuticos, pedagogicos y psicosociologicos del Socioanalisis,


tenemos que reconocer la importancia de una reflexion decisiva, la Critica de la razón dialéctica de
Sartre, asi como la experiencia del movimiento estudiantil del mayo del 68 frances entre las raices
fundamentales de este metodo de intervencion. Durante algunos anos, el dispositivo de
intervencion (encuadre) del Socioanalisis fue muy similar al de las intervenciones papales. No
obstante, muy pronto las fronteras del grupo estallaron por la introduccion de la dimension
institucion del analisis.

Pueden participar en la experiencia socioanalitica todos aquellos que, de cerca o de lejos, tengan
que ver con la encomienda o encargo de intervencion. Asi, tendremos un numero siempre
fluctuante de participantes y una circulacion bastante fuerte de los mismos. Aparece entonces un
grupo abierto permanentemente, que no cierra su entrada a aquellos que esten interesados o sean
requeridos para la intervencion. En la medida en que la participacion tiende a generalizarse al
conjunto del establecimiento donde se efectua la intervencion, el grupo tiende a constituirse mas
como una forma de Asamblea General. De la misma manera, los horarios y los lugares en los
cuales se realiza la intervencion, pueden ser modificados, incluso pueden verse destruidas las
formas psicosociologicas de intervencion, por la presion del grupo cliente o por la voluntad
experimental de los analistas.

El Socioanalisis se estructura a partir de tres polos principales: a) el "staff" analitico, constituido por
los "expertos" demandados por la intervencion, aunque eventualmente pueda ampliarse con
miembros del establecimiento donde se efectua el socioanalisis: b) el "staff" cliente, es decir, la
persona o personas que son portadoras del encargo de intervencion, quienes realizan directamente la
demanda a los analistas; y c) el grupo cliente, el conjunto de personas que participan en la
intervencion.

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Podriamos decir que la base del dispositivo socioanalitico consiste en trastornar, descomponer el
recorte espacio-temporal de los intercambios y del trabajo instituidos, la desestructuracion
provisoria del organigrama, la des-institucionalizacion mas o menos profunda, de acuerdo con las
posibilidades del establecimiento y del grupo-cliente.

Existen algunas tecnicas que van en este sentido de des-institucionalizacion:


- La socializacion del proceso de contratacion de la intervencion, es decir, de la forma en que se
efectuo la encomienda (encargo) y su respuesta, lo cual permite elaborar colectivamente una
relacion que podria leerse como una alianza de poder.
- La desaparicion de las "cajas negras", es decir, de las reuniones exclusivas del "staff" analitico, del
"staff" cliente o de cualquier otro subgrupo de presion.
- La restitucion de toda informacion obtenida fuera de la Asamblea General al interior de esta.
- Si el origen de la demanda es poco claro, puede ser necesario, para el "staff" analitico, trabajar en
el sentido de la constitucion de un "staff" cliente, que de cualquier manera existe, aunque tenga
interes en disimularse.
- Al contrario, si el "staff" cliente aplasta con su presencia todo intento de socializacion del analisis,
de emergencia de demandas distintas a las suyas propias, el "staft" analitico intentara trabajar en el
sentido de la constitucion de un grupo-cliente, obteniendo, por ejemplo, a traves de diversos
medios, la presencia de los "ausentes" terriblemente "presentes" simbolicamente en la sesion.

B. El campo de analisis. El campo de analisis de la intervencion socioanalitica no son las personas


(no se trata de un psicoanalisis en instituciones), ni las interacciones, ni el "grupo" como objeto o
instancia de conocimiento. La agrupacion que constituye ai grupo-cliente se entiende como la
resultante de una cantidad infinita de determinaciones sociales que adquieren formas y sentidos
especificos, determinaciones politicas cuya piedra de toque es el Estado y que atraviesan
transversalmente al conjunto del grupo-cliente.

Estas determinaciones transversales actuan unas sobre otras, y su elucidacion se constituye como el
objeto propio del socioanalisis. La elucidacion de estas determinaciones es necesariamente
colectiva, puesto que no puede existir un saber especializado propio del "analista" que iluminara
el no-saber social. A lo mas, el especialista puede darse los medios para inyectar o restituir en el
grupo-cliente los datos o informaciones sobre las caracteristicas de la poblacion o la situacion que
va a enfrentar. En otras ocasiones, el analista escucha y aprende del analisis efectuado por el grupo-
cliente. No es el saber especializado del interviniente un saber privilegiado, que le permita
situarse por encima de los saberes y no-saberes del grupo-cliente.
C. El campo de intervencion. Si lo que sucede antes, exteriormente y despues de la interven- ' cion
constituye el campo de analisis de la intervencion socioanalitica, estas dimensiones constituyen
tambien elementos del campo de intervencion:
- Antes, la negociacion del contrato de intervencion con el "staff" cliente, que puede haberse
realizado mucho tiempo antes de la primera sesion socioanalitica, es lo que traera, durante la
intervencion, un analisis de la encomienda diferente al de la demanda (cuestion que
profundizaremos despues). El Socioanalisis, a diferencia de muchas corrientes de analisis grupal,
insiste mucho sobre la restitucion de tal negociacion durante las sesiones.
- El exterior: personas, grupos, elementos materiales exteriores a las fronteras originales del grupo-
cliente pueden entrar en el campo de intervencion. Asi por ejemplo, en ciertas instituciones las
secretarias, el personal de limpieza, etcetera., pueden jugar un papel importante en la realizacion de
ciertas tareas de la institucion, en la produccion de ciertos conflictos, en la elucidacion de algunas
problematicas.
- Despues: El "seguimiento" es un principio bastante conocido en la consulta o las intervenciones
psicosociologicas. El dispositivo de intervencion esta necesariamente delimitado en el tiempo. Sin

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embargo, no es raro que el mismo proceso de la intervencion haga estallar el límite de tiempo
establecido para la intervencion. Se trata de un momento privilegiado de análisis colectivo, y tienen
tanta importancia como el contrato de intervencion o los proyectos de un grupo-cliente que discute
calmadamente en una Asamblea General. Las condiciones de este desbordamiento del tiempo
originalmente establecido, asi como los efectos de intervencion que se desarrollan despues de las
sesiones socioanaliticas constituyen tambien al campo de intervencion.

D. El nivel conceptual del analisis. Podriamos partir de la hipótesis de que el nivel conceptual del
Socioanalisis, es la resultante de la transposicion de un campo de analisis macro-social
("institucionalista": entre la ultra-izquierda y el anarquismo), y un campo de intervencion micro-
social, delimitado en el tiempo y el espacio, y esto determina la utilizacion y la transformacion de
ciertos conceptos, la construccion de ciertos metodos, etcetera. De esta manera, no podemos
considerar el nivel conceptual del Analisis Institucional como una teoria acabada, como una concep
cion homogenea de los hechos sociales. Al contrario, los conceptos del Analisis Institucional han
sido importados o construidos en momentos distintos de su historia, frente a problematicas
disimiles.

El campo conceptual se constituye no como una teoria, sino como una encrucijada de nociones y
conceptos de disciplinas multiples y prácticas diversas. Quizas, si alguna unidad pudiera
encontrarse, seria en el sentido de la posicion anti-institucional de las practicas que estan en el
origen de los conceptos constituyentes del Analisis Institucional.
- Analisis de la encomienda y de la demanda. Este analisis encuentra, a cada momento, el lugar
ocupado por el "staff" analitico (la oferta), y el lugar del "staff' cliente. Entre los dos, una
complicidad politica, de cualquier orden, se establece, para que exista encomienda. La diferencia, la
oposicion o el conflicto entre aquellos que dirigen y aquellos que son dirigidos, entre los
"responsables" y la "base", entre líderes y lidereados, exige una diferenciacion entre encomienda y
demanda. Y aqui se hace necesaria una distincion. La diferencia entre encomienda y demanda de
ninguna manera puede confundirse con el procedimiento de analisis de la demanda manifiesta y la
demanda latente.
En el caso de los conceptos de encomienda y demanda en Socioanalisis, la referencia es distinta.
Podriamos decir, de una manera muy simplista, que la encomienda es la demanda del "staff' cliente,
¿Cómo se constituye esta demanda? Suponer que el "staff' cliente es el portavoz de una demanda
del conjunto de la institucion seria caer en una vision romantica de las estructuras sociales. Al
interior de un establecimiento surgen una serie de demandas multiples y contradictorias, de acuerdo
a los diferentes lugares que ocupa la base social, los integrantes de dicho establecimiento.

La encomienda de intervencion, el encargo, surge en el momento en que una o un grupo de


demandas es privilegiada respecto de las otras, que son negadas, curvadas, desplazadas o
resignificadas. Al "staff" analitico llega, entonces, una demanda procesada ya por diversas fuerzas
al interior de la institucion. Es una demanda que recubre otras tantas, y que aparece privilegiada,
importante, respecto de las demas. El proceso analitico sera el camino inverso de la constitucion de
la encomienda. El o los analistas intentaran desconstruir el encargo hacia las multiples demandas
contradictorias que le dieron origen. Sin embargo, la encomienda de intervencion no seria posible si
no existe una oferta especifica de ciertos servicios. Se acude a un especialista de las instituciones,
porque la creencia en este saber especializado permite esperar la resolucion o esclarecimiento de
ciertas problematicas. La encomienda de intervencion juega, entonces, con lugares sociales que
rebasan con mucho los limites de un grupo o establecimiento.

El papel social del conocimiento, del saber, esta en el origen mismo de toda encomienda. Y en tanto
saber socialmente legitimado, el saber socioanalitico no esta exento de todo aquello que Basaglia
analizaba respecto del mandato social. Por ello es no solo encargo, sino encomienda. Encomienda,

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porque se espera que el socioanalista actue en cierto sentido, mantenga la significacion dominante
de los vinculos sociales, se sostenga como especialista, que pronto se transforma un juez.

En resumen, esta dimension de la encomienda supone que el socioanalista actue en cierto sentido,
mantenga la significacion dominante de los vinculos sociales, se sostenga como especialista, que
pronto se transforma en juez. En resumen, esta dimension de la encomienda supone que el
socioanalista, respondiendo al encargo, legitime en su totalizacion al sistema social vigente. Pronto
veremos que, en la esencia de todo socioanalisis, esta el rechazo de este mandato social. Asi, la
encomienda inicial debe ser no solo ampliada, sino tambien desviada de sus objetivos originales.
Deciamos que el encargo o encomienda debe ser entendidos como una de las multiples demandas
que aparecen en la base social de la institucion. Sin embargo, no siempre es facil la emergencia de
las diversas demandas del grupo-cliente.

La emergencia de las demandas del grupo-cliente se constituye a partir de los lugares especificos de
los actores del establecimiento, es decir, de la manera en la que se encuentran implicados en la
institucion. Sin embargo, la definicion mas simplista, pero a su vez la mas ilustrativa, seria aquella
en la cual la demanda se refiere a la expresion del deseo en situacion institucional. Representada de
esta manera la demanda, el Socioanalisis adquieren sentido. Este sentido se centra en la creacion o
estructuracion de situaciones que permitan la emergencia de tales deseos. El dispositivo se centra en
esta posibilidad.
-La implicacibn. El modelo de intervencion socioanalitico pone en cuestion el saber y el no saber
del especialista en la situacion misma de la intervencion. Si bien no es primera vez en la historia de
las ciencias sociales que este cuestionamiento aparece, lo que si es cierto es que la corriente
socioanalitica del Analisis Institucional es la que mas ha profundizado esta perspectiva. El analisis
de la implicacion es lo que nos permite relativizar historicamente nuestras "verdades", abriendo, en
e1 terreno mismo, la posibilidad de reflexion sobre nuestro propio entendimiento. Este
cuestionamiento aparecio, por primera vez en el movimiento institucionalista, en el periodo
psicoanalitico de la Psicoterapia institucional.

En este sentido, la constratransferencia institucional aparecia como un concepto que no podia


restringirse a la respuesta del medico ante la posicion transferencial del paciente. La respuesta del
medico era una respuesta a la posicion del paciente, a su lugar en el hospital, a su posicion en la
jerarquia, a la ideologia hospitalaria. La contratransferencia institucional permite pensar la respuesta
del terapeuta como una totalizacion ue involucra toda su existencia. Esto mismo permitio a Pontalis
analizar como el medico, mas que establecer un contrato con el paciente, pasa contrato con la
comunidad, no solo del hospital, sino en la cual este se inserta, comunidad geografica y comunidad
cultural.

Podemos observar, con esto, que los referentes teoricos del concepto de contratransferencia dejan
de estar centrados en el Psicoanalisis, y empiezan a ampliarse hacia la Sociologia. Desde las
experiencias de la Pedagogia institucional al Socioanalisis, el concepto de contratransferencia
institucional se amplio, y se prefirio, en este sentido, la denominacion de implicacion. Implicación,
asi, contiene y rebasa los limites del concepto de contratransferencia institucional.

Lourau habla de diferentes niveles de analisis de la implicacion, partiendo de la nocion de "distancia


practica" (a su vez elaborada en referencia a Weber), e inspirado en un modelo sociolinguistico
elaborado por Henri Lefebvre: a) implicacion institucional, como el conjunto de relaciones que
existen, conscientemente o no, entre el actor y el sistema institucional; b) implicacion practica, que
indica las relaciones reales que el actor mantiene con lo que se denomina la base material de las
instituciones; c) implicacion sintagmatica, implicacion inmediata propia a la practica de los grupos,
al agenciamiento de los datos disponibles para la accion; d) implicacion paradigmatica, implicacion

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mediatizada por el saber y por el no saber sobre lo que es posible o lo que no es posible hacer,
pensar, etcetera.; e) implicacion simbolica, es decir, el lugar en el cual todos los materiales gracias a
los cuales se articula la sociabilidad hablan de su funcion y, ademas, de otra cosa: sociabilidad
misma, el vinculo social, el hecho de vivir iuntos, de oirse y de confrontarse, etcetera.

Esta comprension del problema de-la implicacion contenia, ya en germen, desarrollos posteriores
que la irian verificando, fuera de las complejidades dem unico modelo linguistico. Durante el
periodo de 1978 a 1984, el problema de la implicacion fue el paradigma central del Analisis
Institucional. La retraccion de las encomiendas de intervencion, resultado de las crisis economicas y
politicas en Francia y en el extranjero podria explicar, al menos parcialmente, este mirar ahora
"hacia adentro", este aspecto de volverse hacia si para analizar lo que realmente se esta haciendo.
La sistematizacion del concepto de implicacion trajo consigo la necesidad de volverlo mas
operativo, un poco mas esquematico para las situaciones de intervencion.

Modelo de analisis de las implicaciones, de la siguiente manera: Implicaciones Primarias: a)


implicaciones del investigador-practicante en su objeto de investigacion/intervencion;
b) implicacion en la institucion de investigacion u otra institucion de pertenencia, y en primera
instancia en el equipo de investigacionlintervencion; c) implicacion en el mandato o encomienda
social y en las demandas sociales. Implicaciones Secundarias: a) implicaciones sociales, historicas,
de los modelos utilizados (implicaciones epistemologicas); b) implicaciones en la escritura o en
cualquier otro medio utilizado para la exposicion de la investigacion. Este modelo de analisis de las
implicaciones supone una serie de reflexiones, estudios e investigaciones que, desde diversas teorias
y puntos de vista, han reflexionado sobre el lugar del saber en los procesos sociales.

Asi, en mi tesis, intente sistematizar estos aportes en cuatro dominios o dimensiones fundamentales
de la implicacion: a) dimension psicologica o contratransferencial, en donde los aportes de la
corriente del Etnopsicoanalisis complementarista, creada por George Devereux, ha realizado
avances sorprendentes. La posibilidad de objetivar los procesos contratransferenciales a partir de la
observacion complementaria que realiza el "objeto" de investigacion, la evidencia de que el
investigador es tambien observado por el sujeto analizado, permite sentar las bases de una "teoria
del deslinden.

Devereux, en su famoso libro, permite analizar los elementos propiamente psicologicos de este
campo de relaciones tan especial que se organiza a partir de la situacion de investigacion o
intervencion. b) dimension sociologica, en donde el campo de relaciones que establece el intelectual
con el fin de producir conocimientos, aparece ya atravesado por variables de orden sociologico, lo
cual explica, a su vez, el lugar social del conocimiento.

La pregunta podria plantearse de la siguiente manera. En Ciencias Sociales, donde las diferentes
investigaciones sobre el cambio social intentan acercarse cada vez mas a planteamientos sobre las
condiciones de las revoluciones sociales, etcetera., en este discurso sobre el cambio y como
realizarlo, que los intelectuales cooperamos para el mantenimiento del orden social existente?
Frente a los planteamientos del intelectual organico de Gramsci, del intelectual comprometido de
Sartre, aparece asi un intelectual implicado, a quien no le salen alas de angel; pero que no rechaza
los analizadores de su propia práctica cotidiana en tanto intelectual. c) dimension epistemologica,
muy asociada al efecto Heisenberg (que explicaremos mas adelante), en la cual el analisis de los
diferentes dispositivos de investigncion determinan los alcances y los resultados mismos de la
investigacion.

En Psicoanalisis, el dispositivo produce una neurosis transferencial, desde la cual es posible el


analisis del paciente y consiguientemente los efectos terapeuticos. Ampliada a la dimension de las

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Ciencias Sociales, la dimension epistemologica de la implicacion nos remite al estudio de como los
dispositivos de investigacion o de intervencion producen los fenomenos que quieren observar. d)
campo de implicacion, en donde todas estas dimensiones anteriores se formulan como un campo de
fuerzas que atraviesa las totalizaciones de los dispositivos estructurados para producir
conocimientos, dando sentido y relatividad historica a conocimientos que, queriendose universales,
en realidad se constituyen como conceptos situados y fechados, sometidos, como todo concepto, a
un proceso de envejecimiento y caducidad. - La autogestion de la sesion. El problema de la
autogestion atraviesa de inicio a fin la historia del Analisis Institucional. Recordamos que en el
segundo momento de la Psicoterapia Institucional, el momento de la socializacion mediante la
psicoterapia de grupo, el elemento propiamente terapeutico podria entenderse como una
autogestion en ciernes del hospital. De la misma manera, la escision en la Pedagogia Institucional
estuvo fuertemente marcada por las experimentaciones de caracter autogestivo.

Desde su creacion, el Analisis Institucional estuvo en contacto con corrientes y momentos historicos
en los cuales la autogestion jugo un papel protagonico. En el origen del Analisis Institucional, se
encuentra precisamente una demanda de formacion a la dinamica de grupos, pero una demanda que
habia sido vehiculizada por un sindicato estudiantil (la UNEF, Union Nationale d'Etudiants de
France), Es asi que la autogestion, siendo un concepto cuya referencia es fundamentalmente
politica, se integra en el mismo origen de la constitucion de un Corpus de nociones que constituiria
al Analisis Institucional.

El proyecto autogestivo ataco de inicio esa situacion. Con los estudiantes de la UNEF, en este caso
el cliente, fue posible organizar conjuntamente el curso, una especie de cogestion, que permitia
mostrar las posibilidades de trabajo. Si era posible trabajar sin que el coordinador o animador fijara
desde su propia voluntad las condiciones del curso. En el origen de la Pedagogia Institucional al
estilo del GPI (Grupo de Pedagogia Institucional) se encuentra precisamente esta discusion. En el
momento de la creacion del Socioanalisis como metodo de intervencion, el problema de la
autogestion se generaliza. Recordemos tambien que este momento es muy especial en la historia
francesa. La primera intervencion socioanalitica se realiza a finales del ano 1967, cuando ya
empiezan a manifestarse algunos elementos de la efervescencia que tendria lugar el siguiente Mayo.
En cierto momento, la autogestion de la sesion comenzo a cuestionar tambien el pago al staff
analitico. Existe tambien una autogestion del pago, que se constituira en el analizador privilegiado
de la base material oculta de la institucion. Como podemos observar, la autogestion se constituye
como un disparador de una serie de procesos al interior del grupo clientey, en general, de todos los
Participantes en la intervencion socioanalitica. Sin embargo, en los procesos sociales la suerte de la
problematica autogestiva corrio por distintos caminos. Los planteamientos autogestivos, que de
alguna manera eran bandera de grupos sociales bastante radicales, que habian tenido experiencias
de este tipo en sus propias organizaciones, fueron pronto absorbidos por el Estado. Se constituyen
asi "autogestiones dirigidas" o lo que Lourau denomino "la autogestion de los gerentes".

Lapassade analiza con una claridad sorprendente como, en el movimiento universitario y juvenil de
1968, la cogestion en instancias colegiadas fue el arma mas eficaz del Estado contra el fantasma de
la autogestión. En lo que respecta la intervencion socioanalitica, la autogestion es una especie de
mito movilizador, la escenificacion de una fuerza que trabaja en favor de una des-
institucionalizacion necesaria para el proceso de Analisis Institucional. - La transversalidad. Este
concepto ha sido central para la crítica de las diferentes metodologias para abordar al grupo.

Tosquelles decia, en una historia de la Psicoterapia Institucional, que todos ellos, respecto del
trabajo grupal, se habian iniciado a partir de la teoria de la Gestalt. Esta afirmacion continua siendo
valida. En terminos de manejo de grupos y analisis grupal, es necesario ver el grupo como una

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totalidad, como una unidad que nos permite pensar las determinaciones psiquicas y sociales de su
proceso.
Guattari desarrollo con más profundidad este concepto. Esto lo realizo desde dos marcos
referenciales en momentos distintos. De inicio con una referencia psicoanalitica, y posteriormente
con una referencia mas filosofica y sociologica. En Guattari, existen dos puntos de partida para
trabajar el problema de la transversalidad del grupo: por un lado, el problema de la
contratransferencia institucional, que nos remitia, como vimos mas arriba, a una serie de elementos
en la cual el medico reaccionaba a partir de la totalizacion de vectores sociales que aparecian, mas o
menos ocultos, en la situacion del hospital. Pero la transversalidad no se detiene alli. Los grupos de
pacientes, y cualquier otro grupo, eran tambien objeto de estos vectores. De esta manera, Guattari
realiza una especie de taxonomia, una clasificacion dinamica de los grupos a partir de la manera
como se situan en el contexto social, de inicio el más inmediato: la institucion.

Surge asi la aproximacion a las nociones de grupo objeto y grupo sujeto. Grupo objeto y grupo
sujeto son denominaciones que Sartre Pero estas denominaciones no tienen sentido sino en relacion
con dos problemas: el de la verticalidad y la horizontalidad. Adiferencia de la teoria de los Grupos
Operativos, la nocion de verticalidad no nos refiere a la verticalidad historica, procesal, de los
sujetos. No es la historia de los sujetos que constituyen al grupo. Podriamos decir, de manera muy
grosera, que la verticalidad designa las relaciones sociales institucionalizadas, jerarquizadas,
mediatizadas en funcion de un tipo de sociedad, de sistema economico, etcetera. De igual manera,
la horizontalidad no es solamente un aqui y ahora que articula las historias individuales.

La horizontalidad designa las relaciones inmediatas, no mediatizadas por la institucion o intentando


huir de tal mediatizacion a traves de la transparencia intervenciones- individual. Asi, la
autonomizacion de la dimension vertical del grupo nos conduce a un nivel ideologico, a una vision
de grupo alienado, reificado (palabra que se deriva del latin res, cosa: cosificado) de las relaciones
sociales reales: vivas, contradictorias, en movimiento perpetuo. La autonomizacion de la dimension
horizontal nos conduce a un nivel libidinal, en donde no existe nada mas que las relaciones
inmediatas, correspondiente a una ideologia "libidinalista" que hace abstraccion de otras
dimensiones.

Los grupos objeto son aquellos que caen en cualquiera de estas dos autonomizaciones: el grupo
fuertemente burocratizado, que no se reconoce sino en funcion de la jerarquia que aparentemente
los funda; o la pequena secta o banda, que no puede reconocer sus atravesamientos verticales, en
funcion de una horizontalidad de sus relaciones que se constituye como ley. Guattari dice que el
pasaje al grupo sujeto se da en la elaboracion de estas dos formas de alienacion. La elaboracion de
la verticalidad y la horizontalidad del grupo lo remite a su estar en el mundo, a su situacion y, en
ultima instancia, al sin sentido, en ese proceso de totalizacion y destotaluacion que constituye a
toda forma colectiva. Esta elucidacion de la relacion entre verticalidad y horizontalidad que
atraviesa al grupo es su coeficiente de transversalidad. La elucidacion de la transversalidad del
grupo es un objeto fundamental en la intervencion socioanalitica. Desconstruccion de las relaciones
marcadas por el signo de la verticalidad pura o la pura horizontalidad. v elaboracion de las
relaciones transversales. inconscientes, ignoradas o desconocidas, que revelan el analisis de la
encomienda y de la demanda, el analisis de la implicacion de cada participante y del socioanalista,
la alteracion de lo instituido por efecto de la autogestion de la base material, sin olvidar la accion
subterranea o espectacular de los analizadores.
Sin embargo, entre la concepcion de Guattari sobre la transversalidad y la concepcion socioanalitica
hay un salto, que se refiere a la referencia teorica, al nivel conceptual del analisis. Porque la
verticalidad en Guattari nos refiere a verticalidades inmediatas, que solo en un segundo analisis se
ligan con el conjunto de las instituciones sociales. En el Socioanalisis, esta verticalidad totalizadora

31
es inmediata, en la multiplicidad de instituciones sociales que atraviesan segmentariamente al grupo
cliente.

Guattari tiene enfrente un grupo en proceso, con cierta historia, buscando, quizas sin mucho
desearlo, porque lo teme, su lugar en el mundo, cuestionado su propia actividad cotidiana. El
Socioanalisis tiene enfrente un colectivo que presenta, en su propia constitucion, los
atravesamientos del sistema social completo, que constituyen, de inicio, su propio objeto de
elucidacion. No hay mas proyecto fuera de esto. Esto tiene repercusiones a nivel de la concepcion
de la institucion. Tratando de elucidar este coeficiente de transversalidad, nos damos cuenta de que
no es analizable desde esa concepcion en la cual el establecimiento es sinonimo de institucibn.

El problema de la transversalidad hace aparecer al grupo, entonces, como un grupo abierto,


permanentemente atravesado por fuerzas cuyo origen es muchas veces desconocido, y articulado
por el no-saber de estos mismos atravesamientos. De aqui la critica socioanalitica a los diversos
metodos grupales que, en su mayoria desconocen esta dimension. Aparece un grupo determinado
por y desde lo social, pero que al mismo tiempo es capaz de dar formas específicas y de curvar,
desde su propio proyecto, dichas determinaciones.

El interjuego entre el adentro y el afuera grupa1 resulta cada vez mas dificil de determinar: no se
saben exactamente las fronteras de dicho grupo. En la elucidacion de la transversalidad no
buscamos un "equilibrio" entre la verticalidad y la horizontalidad, que seria el de la ausencia de
la Historia, sino una confrontacion, un conflicto, una contradiccrbn por resolver o resuelta a
nuestro pesar en la accion, primer y ultimo analizador.
– El analuador. es un concepto basico del Analisis Institucional, y su validacion es la validacion
misma del metodo. Hablar del analizador es hablar del principio mismo del analisis, que en esta
corriente de pensamiento tiene significados distintos al significado comun, significados que ponen
en juego el proyecto mismo del Analisis Institucional. A grandes rasgos, podemos decir que el
analizador es toda aquella persona, situacion, accion, que descontruye lo instituido de la institucion.
Y en esta definicion encontramos ya una serie de elementos interesantes. El primer elemento en el
que podriamos situar la atencion es precisamente el que nos senala que lo que realiza el analisis es
el analizador.

Mas alla de las teorias o conceptualizaciones, el analisis es aqui entendido como el efecto
analizador, el analisis es una accion de desconstruccion que tiene efectos mediatos e inmediatos, en
funcion de las relaciones de poder, de autoridad, del saber de los participantes de toda la estructura
oculta de la institucion, revelada de manera mas o menos virulenta por los analizadores. Asi, el
proyecto de Analisis Institucional revela dos cuestiones: una concepcion del analisis que critica la
concepcion tradicional, en donde, a traves del saber de los especialistas, es posible develar
dimensiones no percibidas por el sentido comun de los participantes (esto sera profundizado mas
adelante, en la exposicion del efecto Weber y del efecto Luckacs); la segunda cuestion se
precisamente la colectivizacion del analisis, puesto que la significacion y el efecto de los
analizadores no puede existir sino en relacion a las diferentes posiciones y jerarquias presentes en el
grupo cliente. De esta manera, el concepto de analizador es un concepto que tiene que ver mas con
una accion especifica, una accion de denuncia o de develar las situaciones que conforman el no-
saber de los miembros respecto de la institucion a la que pertenecen.

La accion del analizador se opone a las fuerzas institucionales, que pueden tener origen en
diferentes momentos de la institucion, que pugnan por mantener un secreto, un no-saber, incluso de
ellas mismas, que constituye la base del funcionamiento y la funcionalidad institucional. El analisis
deja de ser un mero ejercicio intelectual, con posibles aplicaciones practicas, y se constituye como
un trabajo, una accion de desconstruccion en la accion de lo instituido, de las formas de

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funcionamiento ya establecidas y naturalizadas, ya integradas en la institucion. Podemos reconocer
tres tivos fundamentales de analizadores: a) El analizador construido, dispositivos de intervencion
diversos que tienden a poner de manifiesto, durante su operacion, dimensiones y elementos diversos
que normalmente se constituyen como un no-saber colectivo sobre la institucion.

b) El analizador natural, que al interior de los dispositivos de intervencion construidos irrumpe


generando consigo un saber sobre los fundamentos mismos d e la institucion. La irrupción de lo
inesperado, la manifestacion de todos aquellos elementos que se encontraban ocultos y cuya
invisibilidad sostenia una forma de funcionamiento, se constituyen como analizadores naturales.
Estos son los más virulentos, revelando todas aquellas alianzas y relaciones que mantienen una
forma específica de implicacion del grupo cliente y del staff analitico con- la institucion.- c) El
analizador historico.

No podemos confundir el concepto de analizador con el de emergente. Las referencias teoricas y de


proyecto son enormes.
-mientras que el primero nos remite a la emergencia de las estructuras latentes de un grupo, el
segundo nos remite a la transversalidad institucional del grupo.
El emergente tiene que ver con las estructuras imaginarias del grupo, y el analizador es
fundamentalmente un concepto politico, que devela las relaciones de poder al interior del mismo, o
entre el grupo y su medio institucional. Esto no obsta para que un emergente se pueda constituir en
analizador, lo cual sucede en momentos limite, en los momentos agonisticos del propio grupo: por
ejemplo, su disolucion.
Lapassade se da cuenta de que el analista, capaz en un momento de proponer un analizador
construido, obtura, obstaculiza la accion de los analizadores que surgen en la situacion. El analista,
que en un momento dado puede funcionar como analizador, se opone a su misma accion. Asi, se
constituye una oposicion: analizador-analista. Los efectos y las significaciones de la accion de los
analizadores son multiples y se efectuan en muy diversas dimensiones de lo real. Sin embargo, es
desde el saber del analista (saber sobre el inconsciente, sobre el grupo, sobre las instituciones, sobre
la sociedad) donde estas multiples significaciones quedan reducidas al significado privilegiado
desde el saber del analista. El analisis de la implicacion sociologica del analista se constituye, ast,
como condicion necesaria para que exista un Analisis Institucional.

El interes de Lourau es el de encontrar una forma de ver al grupo, de situarlo en funcion de la


dinamica institucional que lo contiene y determina. El grupo no se constituye, ni se puede constituir
como objeto propio del Analisis Institucional, sino a condicion de estallar sus fronteras, tanto en el
campo de analisis como en el de intervencion. Esta tipologia estuvo formulada a partir del concepto
de valencia en Bion, pero valencia que se resignificaba a partir de la ampliacion de la exploracion
de la dinamica grupal fuera de sus fronteras. En Bion, el concepto o la nocion de valencia se refiere
a una cuestion que, como el decia, es un elemento proto-mental, la posibilidad de combinacion o
sociabilidad que existe entre los miembros de un grupo. Este concepto no deja de recordarnos el
instinto gregario tan criticado por Freud. Sin embargo, para Lourau la valencia se refiere más bien a
una tendencia del grupo, tendencia para constituirse de acuerdo a ciertas caracteristicas: grupo de
base de trabajo o grupo de accion.

Grupo de base, grupo que privilegia la horizontalidad, las relaciones afectivas inmediatas, grupos
centrados en si mismos y sus relaciones. Lourau lo llama instancia GB (grupo de base) siguiendo la
logica de Bion, que decia que a todo grupo de trabajo subyacia una instancia de base, que podria
formularse a partir de sus ahora ya famosas hipotesis de base o hipotesis basicas. Pero Lourau no
intenta elucidar la relacion dinamica existente entre lo manifiesto del grupo de trabajo y la latencia

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cxpresada como hipotesis basica, sino mas bien como esta hipotesis basica, o esta instancia GB se
representa en el grupo, a traves de un subgrupo o en la forma de la praxis grupal.
- Grupo de trabajo, grupo que se centra estrictamente en su tarea, como forma de obediencia al
encargo institucional, grupo cuya unica referencia es la jerarquia institucional, situado dentro del
momento instituido de la institucion. Nuevamente, este concepto, extraido de Bion, es sacado de su
sistema de referencia.

La instancia GT (grupo de trabajo) es tambien representada en el grupo, es el grupo


que trabaja, que funciona alrededor de las tareas encomendadas.
Estas dos instancias (GT y GB) corresponden perfectamente a los grupos objeto que Guattari
analiza tan brillantemente en su formulación.

Grupo de accibn, Directamente inspirado en el grupo sujeto de Guattari, nuevamente encontramos


el cambio de referencia. Mientras que en Guattari la referencia es la de un
grupo que, a partir de su propio analisis y practica, ha podido discernir un maximo coeficiente de
transversalidad, lo que le permite enunciar su propia ley, su propio proyecto, el grupo de accion,
tomando este punto de partida, se constituye como
un grupo que actua su propio proyecto, lo cual le permite salir de la horizontalidad absoluta de la
instancia GB o la verticalidad absoluta de la instancia GT. El grupo de accion presenta un trabajo
determinado desde sus propios deseos, sus propias
demandas, elaborando su distancia y su identificacion institucionai.

Nuevamente, la instancia GA (grupo de accion) se representa en el grupo, generalmente a traves de


la constitución de una fraccion.
Como podemos ver, a traves de esta formulacion de una tipología de los grupos, lo que Lourau
intentaba era comprender la distancia que los diferentes subgrupos, al interior del Seminario de
Analisis Institucional, establecian con la institucion universitaria.
Las condiciones sociales en las cuales se realizaba el seminario eran bastantes peculiares: en medio
del movimiento del 68. Era necesario preguntarse por que algunas gentes preferian el juego
afectivista de la dinamica de grupos, por que otras se planteaban estudiar los curricula establecidos,
en plena negacion de lo que estaba sucediendo afuera, por que otros se planteaban, como tarea
propia del seminario, botear, boletinar, articularse y hacer propaganda con los obreros, etc.
Algunos anos mas tarde, despues de las experiencias fallidas de un Analisis Institucional que
tuviera como eje la experiencia corporal, la critica al palabrismo, y sustentada por la bio-energetica,
se vuelve a trabajar el problema de la relacion grupo -institucion. En La Imaginacion Socioanalitica,
libro inedito de Lourau (1985), hay un capitulo que actualmente me encuentro traduciendo, sobre
esta difícil relacion, en donde plantea el fenomeno de la interferencia como un eje desde el cual
pensar esta problematica. Remitiria a esta proxima traduccion.

La conceptualizacion desde el Analisis Institucional de los aspectos microsociales no se agota en la


relacion grupo-institucion. Apartir de la reflexion sobre los diferentes momentos del concepto de
institucion, de una caracterizacion de los analizadores que se presentan en la situacion de
intervencion, asi como de la observación de los fenomenos que tienen lugar en las intervenciones,
ha sido posible tambien abordar el problema de la desviacion.

Lo que resultaria importante mencionar alrededor del concepto de desviacion es precisamente una
descolocacion frente a lo instituido, de alli su caracter eminentemente analizador.

A lo largo de la experiencia socioanalitica, las desviaciones se han categorizado en tres tipos:

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- Desviacion ideologica, que se constituye en el mismo plano de universalidad que su propio
objeto, la ideologia que sustenta la institucion.

- Desviacion libidinal, que se manifiesta en-el plano de las relaciones humanas al interior de la
institucidn. La desviación libidinal tiene un impacto sorpresivo, y podriamos decir que es portador
de una funcion poetica.

- Desviacion organizacional. Este tipo de desviacion resulta la mas dificilmente asimilable por la
institucion, y es la que devela de manera mas clara la violencia sobre la que esta se monta. La
desviación organizacional ya no se manifiesta a traves de desacuerdos teoricos, como en el caso de
la desviacion ideologica, o de conductas
fisicas ansiogenas, como el desviante libidinal. La desviacion organizacional interpela las
cuestiones mas concretas, los canales de comunicacion instituidos. que son formas mas bien de
mantener una cierta incomunicacion, los sistemas de poder disfrazados, los funcionamientos
falsamente democraticos. Pone en cuestion un elemento teorico fundamental: la organizacion y sus
supuestos conceptuales.

La institucion. Como podremos haber observado a lo largo de toda esta exposicion, todos los
conceptos del Analisis Institucional estan atravesados por una concepcion peculiar de la institucion.
Cuando desde el lenguaje corriente hablamos de la institucion, lo podemos hacer desde dos
perspectivas: en primer lugar, desde una perspectiva o lenguaje politico. Asi, cuando el presidente o
el ejercito de un pais se propone como el representante y el defensor de las instituciones de la
nacion, hace referencia a una forma de organizar la vida social, politica y economica. Hace
referencia a un sistema politico partidista, a una organizacion politicae los Poderes (ejecutivo,
legislativo, etcetera.) En segundo lugar, hablar de institucion nos remite a establecimientos
especificos, con su base material, su existencia visible: una asociacion, una universidad, etcetera.

Estas dos formas de concebir la institucion han permanecido a lo largo de la historia, en


problematicas teoricas diversas. Sin embargo, lo que tenemos que senalar es que para designar la
institucion, permanentemente hacemos llamado a lo instituido. Tanto
para Hegel como para los sociologos modernos, y de acuerdo al tipo de lenguaje utilizado
(sociologico, juridico, etcetera.), la institución se presenta como un sistema de normas o reglas que
estan ya ahi, con una existencia posiblemente transformada por la historia, pero de alguna manera
con una estructura rigida que las define. El concepto de institucion se constituye a partir de la critica
a esta concepcion.

Castoriadis fue el primero que hablo de una sociedad instituyente y de una sociedad instituida. Es
desde esta polaridad desde donde toman sentido los conceptos de alienacion y de autonomia. En
periodos normales, la autonomizacion de esta sociedad instituida hace desaparecer a la vista la
sociedad instituyente, aunque la presupone. sin embargo, la distancia tan grande entre estas dos
"sociedades" manifiesta eso que Marx llamaba el "reino de los muertos sobre los vivos".

Ayudado por una simplificacion de la logica hegeliana, Lourau realizo un intento de mostrar a la
institucion en su dinamica, a traves de momentos de un proceso en el cual movimiento e institución
aparecen confundidos, en el sentido mas estricto del termino, en una forma social visible:

- Momento universal, positivo, instituido o ideologico de la institucion, que se constituye como lo


que ya esta alli de la institucion, lo ya instituido, el sistema de normas y objetivos universales que
sostiene y que la sostienen. La "carta de la institucion", como esta se presenta, su razon de ser,
constituyen este momento.

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- Momento particular, negativo, instituyente o libidinal de la institucion, que es el momento de la
institucion que nos habla de la negatividad actuante, de como toda verdad universal deja de serlo
cuando se particulariza, que expresa la multiplicidad de demandas de la base social de la institucion,
que manifiesta como esta no se
encuentra unida por el consenso, sino por una multiplicidad infinita de factores que rebasan la mera
ideologia.

-Momento singular, de unidad negativa, de institucionalización u organizacional de la institucion,


que nos habla del movimiento necesario para absorber, al interior de las practicas dominantes, la
accion de lo negativo, de los desviantes que manifiestan otros posibles; momento en que la
institucion, a traves de la organizacion, mantiene el predominio de un proyecto o de un movimiento
sobre todos los otros posibles. Es importante mencionar que desde este concepto la institución no
puede confundirse con el establecimiento.

Bauleo, A.; Duro, J.C. y Vignale, R. (1989). La idea y la práctica de los corredores terapéuticos

Intentamos pasar, empujados entre otras cosas por la necesidad de dar nuevas respuestas
asistenciales a los viejos problemas psiquiátricos y psicológicos, el grupo operativo, entendido
como modalidad técnica, a una concepción operativa de grupo, entendida como una tendencia en
la psicología grupal. La C.O.G (concepción operativa de grupo) nos permite disponer de algunos
elementos teórico-técnicos para su aplicación en los distintos ámbitos de intervención de las
instituciones. El pasaje de la técnica a la concepción operativa de grupo exige un nuevo
replanteamiento de la discusión grupo operativo-grupo terapéutico.

Los grupos terapéuticos se han asociado más a la aplicación del psicoanálisis a los individuos en
grupo, a integrantes con patología psiquiátrica, etc. para nosotros la vieja diferencia entre grupo
operativo y terapéutico se cuestiona. Desde la C.O.G. el grupo cobra significado en y por su tarea;
esta será la que proporciona singularidad y especificidad. Es en la diferencia de los encuadres,
desde donde podemos observar el singular desarrollo grupal y sus efectos en los integrantes, en
los coordinadores y en la institución donde se enclava.

Actualmente, definimos a los C.T. como dispositivos grupales con elementos fijos en su encuadre
institucional y por los que transitan personas que requieren ayuda psicoterapéutica. Estos
elementos estables del setting son; - la terapia como tarea grupal, es decir, la elaboración de
conflictos en el transcurso grupal, - los coordinadores como roles fijos, - un espacio permanente y
un tiempo definido (sala de grupos y una hora y media semanal)

El aspecto más diferencial de los corredores respecto a otro tipo de estructura terapéutica lo
constituye la entrada y salida de integrantes en unos períodos fijados en el encuadre. Estos
períodos, llamados de evaluación se realizan cada 3 o 4 meses y sirven para repensar la situación
de cada integrante ene l grupo, los cambios conseguidos, la necesidad de continuar la ayuda
terapéutica o la disponibilidad para continuar su vida por si solo, siendo dado de alta en el C.T y en
la propia institución.

El método para efectuar esta evaluación consiste en fijar unas sesiones (4) a tal efecto donde las
personas individualmente, los otros integrantes del grupo y los coodinadores, reflexionan sobre
todos y cada uno de los integrantes con el fin de tomar la decisión de permanecer o terminar su

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experiencia grupal. Como ya indicamos, consideramos la situación actual como transitoria,
ignorando nosotros mismos las futuras variaciones que podemos introducir en base al análisis de
los efectos conseguidos.

La aplicación de este dispositivo grupal constituye un proceso de investigación que exige un


análisis continuo y una permanente readecuación del setting en base al momento en que se
encuentra la institución. Hay que tener presente que el setting oscila entre las condiciones
institucionales y la contratransferencia de los coordinadores.

El encuadre de estas características exige una internalización, clarificada, en los coordinadores y


en el equipo, que eviete la ambigüedad generadora de confusión en los integrantes.

En un grupo, se persigue la aceptación, por cada uno de los participantes, de su individualidad, y la


de sus iguales, o dicho de otra manera, la curación vendría por la aceptación de la diferencia
frente a la ilusión de la igualdad. Los C.T. el hecho de las altas periódicas de miembros del
corredor y de otros nuevos integrantes manteniéndose fijo el dispositivo, permite la elaboración
en lo real de las continuas separaciones con la pertinente contrastación de las diferencias. Otro
aspecto que se consigue con los C. T. es evitar la excesiva repetición del grupo primario (familia)
en el grupo terapéutico, favoreciendo así la socialización y el proceso de maduración de los
individuos. Por último, y en relación con esto, se fomenta más la transferencia con la tarea y entre
los integrantes (opinión sobre las altas) que con el coordinador, que es un elemento más en el
proceso de curación pero no el único ni el más importante. Nos acercamos más al modelo de
autoayuda y autogestión (aunque sigan siendo utópicos) que a las formas yatrógenas de la
dependencia infantilizada de los pacientes con los técnicos.

Berriel- Dispositivo psicoterapéutico en el campo de las Demencias Tipo Alzheimer

En el presente capítulo presentamos el dispositivo de abordaje psicoterapéutico para las DTA que
hemos ido construyendo en más de una década de práctica clínica en equipo. Hacia el final, el lector
encontrará también algunos de los hallazgos clínicos que el desarrollo de este dispositivo nos ha
permitido producir junto con los pacientes, sus familiares y los miembros de su red vincular que han
solicitado nuestra asistencia y se han plegado al trabajo terapéutico.

Como veremos esta perspectiva estratégica resulta muy compleja y exigente, cuanto estimulante a
partir de sus resultados, tanto para el equipo profesional como para quienes acuden a él. Para
presentar este modelo de intervención psicoterapéutica, se hace necesario volver sobre algunos de
los temas abordados en el capítulo 1, pero no ya en cuanto a los aspectos eminentemente teóricos,
sino para analizar lo que se ha configurado como una calle cerrada en el campo de la asistencia a
pacientes que cursan una DTA: la instrumentación de medidas terapéuticas.

Actualmente, sin desconocer el peso de lo biológico en las demencias, concebirlas simplemente


desde una perspectiva orgánica constituye un reduccionismo muy difícil de sostener, al menos fuera
de las relaciones de poder que han cristalizado en los ámbitos profesionales y científicos
internacionales.

Para resumir, podemos decir que esta perspectiva hegemónica es errónea si se considera que puede
dar cuenta cabalmente de las DTA, ya que un enfoque así de abarcativo conlleva tres errores

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conceptuales que representan un callejón sin salida al momento de abordar la enfermedad y a las
personas, grupos e instituciones que, afectadas por la misma, demandan atención. A saber:

a. Concibe a la DTA como una forma de envejecimiento patológico. Esto tanto considerando a una
persona como una globalidad (el individuo o las poblaciones constituyen los campos más amplios y
complejos de comprensión que llega a delimitar) como en un plano micro (a nivel celular e
intracelular). Como cualquier gerontólogo formado puede claramente visualizar, esta perspectiva
parte del error de considerar al envejecimiento en clave de declive, de donde se sigue que un
envejecimiento lo suficientemente malo sería patológico y viceversa, cuando el enfoque adecuado
es considerar al envejecimiento como un proceso normal en el que podrán o no producirse
enfermedades. Resulta clara que esta visión implica un posicionamiento prejuicioso (de seguro
impensado) sobre el envejecimiento.

b. Considera, como ya hemos planteado, que la DTA constituye una enfermedad individual
producida en sujetos que, a lo sumo, interactúan con otros. Esto es así también en los enfoques que
buscan integrar una perspectiva epidemiológica, ya que aún en ellos se elude la pregunta sobre los
procesos subjetivos (individuales y colectivos) que están involucrados en la producción de un cierto
tipo de funcionamiento psíquico y social que imbrican los procesos ligados a la enfermedad antes,
durante y después de la constatación de la configuración de la misma.

c. Este paradigma se da por satisfecho cuando considera a la DTA como una enfermedad definida
por su dimensión biológica que tiene su fundamento explicativo en las bases químicas de los
procesos biológicos, aún cuando los resultados obtenidos en la resolución de los problemas que la
DTA implica son considerablemente reducidos. Este es tal vez, considerando la dimensión ética de
la actividad científica, su principal error. Los aportes de las disciplinas que más seriamente
sustentan esta perspectiva tradicional son innegables, tanto cuanto injustificables son sus
pretensiones totalizadoras y la notoria prescindencia de las contribuciones de las disciplinas que
estudian los procesos fuera de los cuales los seres humanos y sus circunstancias, incluidas las
enfermedades, no tienen lugar como tales, esto es: los procesos psicológicos y sociales.

La producción científica actual sobre las DTA continúa avanzando y produciendo conocimientos
relevantes. Sin embargo, el tributo que debe pagar por la existencia de este paradigma hegemónico
se expresa al menos en tres efectos no deseados del abordaje de las DTA que determina:

a. La asistencia que se brinda a los pacientes con DTA y sus familias suele ser prejuiciosa,
básicamente por dos razones. Porque como recién veíamos, ofrece a los pacientes, en su mayoría
adultos mayores, y sus familias, un abordaje basado en una visión prejuiciosa del envejecimiento,
en tanto lo entiende en clave de declive, de donde se sigue que la psicoterapia con adultos mayores
se vea como algo superfluo o con pocas perspectivas (Berriel, 2000). Y porque, al inscribirse en
dispositivos institucionales de atención que sitúan al paciente y en general al sujeto de consulta
(familia, pareja, grupo) en un lugar pasivo, se refuerza aquella visión prejuiciosa del
envejecimiento.

b. La terapéutica ofrecida es, por fuerza, también reduccionista, ya que exilia a la dimensión
subjetiva del paradigma comprensivo de la enfermedad a un rol accesorio o, en el mejor de los
casos, a un plano meramente sintomático, convirtiendo a los agentes y servicios de salud en
verdaderas presas de sus propias limitaciones de pronóstico e intervención.

c. La labor técnico – profesional que no excede los límites de este paradigma resulta en muchos
casos patogénica, ya que muchas de sus intervenciones tendrán el efecto de cristalizar algunos
mecanismos psicosociales que el paradigma ignora que intervienen en el proceso de la enfermedad,

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convirtiendo muchos de sus pronósticos, emanados de las experiencias que va recogiendo entre sus
límites de comprensión, en verdaderas profecías autocumplidas emanadas, al menos parcialmente,
de sus propias indicaciones.

Una forma de posicionarnos ante esta realidad de la aproximación científico – profesional al campo
de las DTA es la de esperar a que el arsenal de la investigación financiada por el complejo
tecnológico – industrial que le da sustento económico y social al paradigma hegemónico dé, por fin,
algunos frutos sustanciales. Este posicionamiento sin duda ofrece un lugar relativamente
confortable a los aportes de las disciplinas psi y a los fenómenos por ellas estudiados y abordados.

No es éste sin embargo el posicionamiento por nosotros adoptado. Por el contrario, consideramos
que las disciplinas que abordan los procesos psicológicos y sociales están llamadas antes bien a
contribuir a superar este estado de cosas en la comprensión y el tratamiento de las DTA, claro está,
en forma articulada con las neurociencias. De otro modo estaríamos insistiendo en avanzar por lo
que, al menos por ahora, se presenta como una vía muerta, un callejón sin salida.

En efecto, la estrechez de los resultados obtenidos en el abordaje clínico de las DTA no debe verse
solamente como un campo externo a las ciencias sociales ni a las disciplinas psi. La propia
Psicología, en sus diferentes vertientes, y en tanto disciplina relativamente nueva en el campo
científico, ha tenido una serie de limitaciones para abordar clínicamente el envejecimiento
(Salvarezza, 1988) y en particular algunas patologías que presentan una fuerte impronta, ya desde
su definición, de los abordajes biológicos. Tal vez las demencias sean uno de los ejemplos más
claros de esto, en tanto en la producción científica respecto a ellas la pregnancia de la perspectiva
biológica es tan fuerte que ha hecho perder la dimensión de sujeto de las personas afectadas y
también ha invisibilizado la dimensión subjetiva puesta en juego en la producción y curso de la
propia enfermedad.

En este sentido, nuestra disciplina se ha ubicado mayoritariamente en un plano instrumental


respecto a concepciones hegemónicas de los procesos de salud y enfermedad que provienen de otras
disciplinas.

Por otra parte, en el campo interdisciplinario de la Psicogerontología, se han desarrollado algunas


investigaciones en la última década que fundamentan la importancia de factores psicológicos,
psicosociales y sociales en la etiología y evolución de la DTA

Teniendo en cuenta los aportes científicos referidos, actualmente existe suficiente masa crítica para
conceptualizar las demencias degenerativas de tipo Alzheimer (DTA) como una patología
multicausal y multidimensional, que se manifiesta a nivel de los procesos biológicos, psicológicos y
sociales, donde el curso de la enfermedad dependerá mayoritariamente de cómo se conjuguen estos
procesos entre sí. Esta nueva forma de concebir la patología toma distancia de la concepción de
enfermedad individual, para plantear que lo que enferma no es sólo el SNC, sino que enferman
también la vida anímica, los vínculos, las relaciones, la red social y las instituciones que
incluyen/excluyen al sujeto designado como enfermo.

Lo mismo sucede en el área social, donde la enfermedad se desarrolla, y de alguna forma está ya
ahí, en la red social de la persona, en su entorno inmediato, en la comunidad, en sus soportes
institucionales y simbólicos.

Este enfoque, que hemos desarrollado en el Capítulo 1, recibe la denominación de modelo


multidimensional de las DTA. Concomitantemente a la formulación de ese modelo, hemos
construido un dispositivo de intervención psicológica que pretende articular las dimensiones más

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comprometidas en la producción de la enfermedad, habilitando una nueva perspectiva de
intervención psicoterapéutica en la patología, en un campo donde, hasta hace poco tiempo atrás, la
Psicología se limitaba simplemente a medidas funcionales de entorno.

Consistentemente con el modelo multidimensional de las DTA, el dispositivo que sustentamos


contempla los siguientes abordajes: Psicoterapia individual del paciente y el cuidador principal;
psicoterapia en grupos de pacientes que contemple, además de los aspectos psicodinámicos, las
dimensiones de estimulación cognitiva y de desarrollo de los procesos creativos; psicoterapia en
grupos de cuidadores que contemple aspectos de psicoeducación; intervenciones psicoterapéuticas
familiares; intervenciones en red.

La pertinencia del abordaje del paciente en un dispositivo individual de psicoterapia psicodinámica


se fundamenta en los desarrollos psicológicos que sitúan en la producción de la demencia a una
elaboración fallida de una serie de conflictos ubicados en el plano del proyecto identificatorio
(Aulagnier, 1994). Esta elaboración fallida traería aparejada en algunos sujetos una huida de la
depresión (Catullo Goldfarb, 2004), en tanto ésta sería tan insoportable y el vacío identificatorio tan
absoluto que fracasarían todas las estrategias de elaboración. De este modo, el sujeto se somete a sí
mismo a una especie de paulatina muerte subjetiva que, sin embargo, permite conservar una vida
biológica a la que no puede renunciar.

El elemento central del enfoque que postulamos respecto a la psicoterapia individual es que lo que
va a estar en tratamiento no es un ―enfermo de alzheimer‖, sino un sujeto que se irá produciendo en
el curso del tratamiento, de manera que la DTA es sólo una de las circunstancias de su historia
individual, familiar y social. Tratamos a un sujeto que ha sido diagnosticado como enfermo de
Alzheimer, pero descentrándonos de tratar la enfermedad para tratar al sujeto de consulta, que se
configura en el curso del tratamiento. De ahí que la psicoterapia psicodinámica con elementos
tomados del psicoanálisis, de la psicología social rioplatense (Scherzer, 1997) y del socioanálisis
(Rodríguez Nebot, 2004) desde un enfoque de clínica móvil.

El espacio psicoterapéutico individual con el cuidador principal, por su parte, basado en las mismas
concepciones teóricas, permite abordar tanto las transformaciones psíquicas que el desempeño de
ese rol, con sus consiguientes dimensiones de adjudicación y asunción del rol, conlleva para quien
lo ocupa, como los niveles de implicación del cuidador en el proceso de producción de la propia
enfermedad. A la vez habilita y promueve el descentramiento de la concentración afectiva que suele
producirse sobre el vínculo con el enfermo como salida, paradójicamente bajo la forma de una
captura, para la conflictiva individual actualizada en el cuidador a partir de la nueva configuración
que conlleva el enfermar del paciente.

La implementación de un espacio de psicoterapia grupal con los pacientes con


DTA ha sido uno de los primeros hallazgos en el programa de investigación que venimos
desarrollando desde 1996 (Berriel, Leopold y Pérez, 1998). El fenómeno de la grupalidad ha sido
ampliamente estudiado en ambas márgenes del Río de la Plata (Berriel, 2004b) y en otros ámbitos
académicos, como un dispositivo de alto potencial en el campo de las psicoterapias. La
especificidad del dispositivo grupal (Del Cueto y Fernández, 1985) radica en que en situación de
grupo se producen fenómenos de índole psicológica que superan los recursos de cada integrante, en
cuanto a producciones imaginarias grupales, redes identificatorias y transferenciales, juegos de
roles, acontecimientos de transversalidad y estrategias complejas de comunicación y cooperación.

Estos elementos son de alta complejidad para el manejo del sustrato afectivo, intelectual y cognitivo
que subyace al despliegue manifiesto de contenidos y dinámicas grupales pero, a la vez, permiten

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contar con esos mismos instrumentos para el despliegue deseante y enunciante en situación
colectiva, circunstancia de la que las personas en situación de estar diagnosticadas de DTA suelen
estar excluidas casi en forma absoluta. Al representar un medio exigente y estimulante de las
habilidades sociales y comunicacionales, al aportar, en la medida que avanza el proceso grupal, el
continente y el estímulo afectivo de la cooperación, este espacio se presenta como particularmente
adecuado para el trabajo con pacientes con DTA en sus estadíos iniciales y medio (GDS 4 - 5).

El grupo, como es sabido, se presenta asimismo como un dispositivo altamente favorecedor para el
empleo de técnicas psicodramáticas, de expresión corporal y de desarrollo de los procesos creativos
mediante recursos plásticos. Además, estas metodologías de desarrollo de los procesos creativos
elevan el potencial de las técnicas de estimulación cognitiva logrando un compromiso afectivo e
intelectual más integral en lo individual y colectivo.

El dispositivo terapéutico grupal ha mostrado asimismo su efectividad en el trabajo con los


cuidadores principales. Desde las mismas bases teórico – metodológicas que el grupo de pacientes,
el manejo técnico en este caso reposa, sin embargo, en una mayor apelación a lo verbal, lo que lo
acerca, en el enfoque de la coordinación por parte de los terapeutas, a la técnica operativa de grupos
(Pichón Rivière, 1985).

Destacamos el hecho de que el dispositivo psicoterapéutico se revela como muy superior al grupo
de autoayuda en el tratamiento del proceso que los cuidadores principales desarrollan a partir del
vínculo con el paciente con DTA - el que hemos descrito en otro lugar como de dependencia
psíquica mutua (Berriel, Leopold, Pérez, 1998) - junto con el impacto familiar que implica el
trastocamiento de roles y discursos identificatorios individuales y colectivos que la enfermedad,
tanto como sus condiciones de producción, traen aparejados. La situación grupal con otras personas
que ocupan este lugar asignado – asumido de cuidador principal favorece, si está coordinado por
dos terapeutas grupales entrenados, el descentramiento de la posición de queja y el discurso fatalista
o maníaco (cristalizado) que suele consolidarse (no sin la complicidad involuntaria de la perspectiva
hegemónica de la DTA) aportando al deterioro de la situación general y del paciente en particular.

Por otra parte, este dispositivo permite no limitarse a un espacio de psicoeducación, sino a elaborar
colectiva e individualmente los obstáculos epistemofílicos (Pichón Rivière, 1985) que estereotipan
la forma de posicionarse ante la enfermedad y ante sí mismos.

Las intervenciones psicoterapéuticas familiares constituyen un punto nodal del dispositivo global
(Pérez, 2004b). Según varios autores relevantes, los grupos familiares en su evolución genealógica,
constituyen la unidad mínima de los procesos de ―enfermedad mental‖ (Bauleo, Monserrat y
Suárez, 2005).

En la familia se producen los mecanismos psíquicos de orden grupal que, mediante complejos
procesos de asunción y adjudicación de roles, resuelven conflictos que por algún motivo exceden
las posibilidades de los recursos disponibles para la elaboración colectiva, mediante la
configuración de un depositante que tarde o temprano se constituye en enfermo designado.

Desde esta perspectiva, entonces, el enfermo es un emergente de su grupo familiar o, más


precisamente, de la historia y de la dinámica de su familia. La familia como campo de
regularidades, es decir, como institución, produce un imaginario familiar que anuda con el
imaginario social, de manera que el proyecto identificatorio será posible por la disponibilidad de
emblemas identificatorios (Berriel, 2003 y 2004) que este imaginario proveerá. Estas producciones
imaginarias familiares, en su expresión narrativa, constituyen lo que se ha denominado novela
familiar.

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Ya habíamos mencionado que el conflicto que, desde una perspectiva psicológica, da condiciones
subjetivas para la producción de una DTA, radica en un conflicto identificatorio. Por lo tanto, el
trabajo sobre las condiciones de posibilidad de ese proyecto a partir del imaginario familiar resulta
central.

La intervención terapéutica familiar, implementada estratégicamente en el marco de un dispositivo


complejo pluridimensional, permite a la vez abordar el sustrato histórico familiar que antecede y da
lugar en parte al proceso de enfermar, y también la crisis actual. Un aspecto concreto en cuanto a
ganancia terapéutica que este nivel de intervención aporta, lo constituye el descentramiento que
favorece la depositación en el ―enfermo‖ de los aspectos insoportables para el grupo y en el
cuidador principal del movimiento reparador y el encargo grupal del cuidado, aumentando de este
modo el índice potencial de transversalidad del grupo, ya no sólo respecto a la enfermedad, sino a
su historia, sus condiciones sociales y deseantes de existencia, su dinámica, su imaginario, sus
narrativas.

Este modelo que venimos planteando se plasma por tanto en un dispositivo complejo integrado a su
vez por diversos dispositivos psicoterapéuticos. No se propone sustituir el abordaje médico de la
enfermedad, sino aportar dialógica, simétrica y omplementariamente al mismo. Si se producen
fricciones con algunos agentes ubicados en la perspectiva tradicional de asistencia en el campo,
siempre que las mismas puedan enfocarse hacia el bienestar de las personas asistidas y no en el
campo de una lucha por hegemonías disciplinarias y campos profesionales, ellas son las lógicas y
necesarias contradicciones productivas que van implícitas en los abordajes múltiples.

Nuestro enfoque se define, por lo tanto, como multidimensional. Eduardo, el hijo menor de la
familia Sánchez, consulta porque su padre, ha recibido hace ya un año el diagnóstico de ―probable
alzheimer‖. Solicita atención psicológica ―para papá, porque la familia ha decidido brindarle toda la
atención posible‖. El Sr. Sánchez, de 82 años, es atendido por un médico geriatra. Lo que más
preocupa a la familia, en términos de Eduardo y su esposa, es que ―papá está siempre con esas ideas
de que quiere volver a Toledo27 a ver a los padres y cuando la señora que lo cuida, que tiene orden
de no permitirle salir solo, se interpone, él ha llegado a ponerse violento con ella. Además es como
monotemático con esto de que quiere ir a Toledo, yo lo he llevado y mi hermana también, pero
claro, vamos, la casa pertenece a una familia muy amable que nos deja pasar y todo pero cuando él
ve a esa gente saluda, preguntan cómo andan y dice que se quiere volver‖.

El trabajo clínico en estos casos suele comenzar con un pedido de asistencia al paciente que encierra
la esperanza de una mejoría. Pero, ¿qué mejoría? Básicamente suelen plantearse dos tipos de motivo
de consulta en estos casos, motivos que suelen presentarse combinados: una apuesta a que una
técnica novedosa con el paciente pueda surtir algún efecto de mejoría o enlentecimiento de la
enfermedad; o bien una situación de desborde familiar no ocasionado en general directamente por la
DTA sino por lo que suele denominarse trastornos psicológicos y conductuales (SPCD)

En efecto, la asistencia médica de calidad en general brinda información importante para que las
familias puedan conocer la información básica sobre la enfermedad, incluido el capítulo de
pronósticos. Esto sin duda abre un período de transformaciones en todo el grupo familiar con
facetas más ligadas a los procesos de duelo y sus etapas (negación, dolor, aceptación) y con la
emergencia de nuevos conflictos.

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Una de las aristas centrales de esto lo constituye lo que hemos conceptualizado en términos de
dimensión institucional del diagnóstico (Berriel, Leopold y Pérez, 1998). Una vez establecido un
diagnóstico, y por ese solo hecho, un conjunto de transformaciones tendrán lugar:

Cambios en el vínculo con el paciente: Quien hasta ese momento era el padre, la madre, el cónyuge,
pasará paulatinamente a convertirse en un objeto de cuidado, y en una persona cuyas conductas
pasarán cada vez más a explicarse a partir de la enfermedad que padece. Estos nuevos roles
comienzan a re – matrizar la realidad preexistente.

Cambios en los tránsitos institucionales: La determinación del diagnóstico, a la vez que hace
posible el comienzo de una atención adecuada, implicará un conjunto de nuevos tránsitos
institucionales y de asignación de lugares para las personas involucradas, a la vez que otras
inscripciones comienzan a verse obturadas.

Cambios en los códigos de interpretación: La información sobre la enfermedad, muchas veces


parcialmente aportada y comprendida da lugar a un nuevo contexto de codificación y
sobrecodificación de situaciones cotidianas que trastoca el sistema de significados en el que
las relaciones interpersonales tienen lugar. Además, la formulación del diagnóstico, como
enunciado, tiene carácter performativo.

Esto es, constituye un acto de habla, da lugar a una realidad a partir del hecho de ser enunciado en
el contexto institucional y semántico en el que el diagnóstico se establece. En cierto modo, alguien
pasa a estar enfermo de DTA a partir de que el diagnóstico se pronuncia y la realidad que de ahí en
más tendrá lugar será en cierta medida producto de ese pronunciamiento y no sólo de la realidad
―objetiva‖ que da lugar a ese enunciado.

Un primer nivel de intervención, por lo tanto, consiste en problematizar el conjunto de certezas con
las que el sujeto de consulta llega. La actitud clínica lleva a adjudicarle a la reiteración y
perseveración en el discurso de los pacientes, al menos el beneficio de la duda en cuanto a la
presunción de sentido. Habíamos señalado que los trastornos psicológicos y conductuales suelen ser
un motivo de consulta más poderoso que los síntomas más ―propios‖ de la enfermedad.

Curiosamente, la mirada técnico – profesional hegemónica habitual, junto con la lógica


preocupación por suprimir la mayor cantidad de trastornos posibles, disocia estas manifestaciones
de la enfermedad considerada globalmente cuando las toma como meramente secundarias al núcleo
(biológico) de la enfermedad.

A nivel de la personalidad pre mórbida, la indagación clínica permite identificar elementos que
parecen inscribirse en lo que algunos autores denominan como ―identidad unívoca‖ (Zarebski,
2005) y que ha sido señalado como un factor de riesgo contrario a un envejecimiento saludable
desde el punto de vista psíquico. Junto con este elemento se destaca una visión negativa del
envejecimiento que comparten el paciente y su entorno antes de la emergencia de la enfermedad.

Las observaciones clínicas permiten destacar la existencia, en la historia de los pacientes, de


instancias de pérdidas no elaboradas o duelos patológicos. En los casos estudiados, las historias
familiares presentan también conflictos claramente no elaborados, con poco procesamiento psíquico
individual y colectivo, dando lugar a limitaciones en las posibilidades de subjetivación de lo
conflictivo, expresado ello en el poco espacio de tramitación psíquica ante instancias traumáticas o
circunstancias de pérdidas relevantes para los sujetos.

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Ya en 1970 Bleger planteaba la existencia de ―formaciones no integradas al psiquismo individual,
que son depositadas en todo vínculo y puestas en juego en todo grupo‖ (André-Fustier y Aubertel,
en Eiguer y col., 1988: 124). Estos elementos son subjetividad, pero muchas veces son procesos
inconscientes, clivados, a los efectos de permitir el funcionamiento, y no interferir en el despliegue,
de otras formaciones psíquicas.

Una de las funciones de la intervención familiar y de grupo es recoger y permitir la inscripción, en


la cadena asociativa grupal, de las huellas de lo que ha quedado en suspenso en la elaboración, en la
transmisión psíquica familiar. ―Estas huellas, probables efectos de contrainvestiduras originarias
frente a un exceso traumático, mantienen a cada sujeto de la familia en la imposibilidad de hacer
propio algo que está grupalmente sostenido … y que, no obstante, lo afecta‖ (ídem: 123). En tal
sentido lo grupal es psíquico.

Consideramos que los alentadores resultados que habilita el tipo de abordaje psicoterapéutico que
postulamos radica en que, además de contemplar las dimensiones que la perspectiva tradicional y
hegemónica ―admite‖ con relevancia central, considera con la misma relevancia algunos de sus
puntos ciegos, a saber: Lo psicoafectivo, lo grupal, la dimensión familiar, la red vincular, la red
social, los procesos creativos y la multiplicación de recursos de registro y expresión (cuerpo,
plástica, literaria, entre otros). Sin embargo, este dispositivo no está exento de algunos
inconvenientes que es necesario considerar:

El cuidador principal, la familia y el sistema de asistencia sanitaria suele presentar serias


resistencias al descentramiento del abordaje de la enfermedad del paciente designado. Ello debe
contrarrestarse con un equipo donde existan recursos para pensar las variables institucionales
intervinientes y para desarrollar la capacidad de visualizar las ganancias de la participación en el
dispositivo por parte de las personas que sostienen la consulta.

A veces los pedidos de asistencia no llegan a formularse sólidamente hasta que la enfermedad ha
avanzado tanto que los efectos favorables que pueda tener el dispositivo se ven comprometidos.
Los procesos son largos y ello lleva a que sea difícil sostenerlos con el mismo nivel de compromiso.
En general el abandono del tratamiento, cuando tiene lugar, no se produce a partir del paciente con
DTA, el que suele mostrar gran adhesión al dispositivo, sino de parte del cuidador principal. Esto
puede pensarse a partir de la dependencia psíquica mutua (Berriel, Leopold, Pérez, 1998) que se
desarrolla a menudo y que configura un vínculo que necesita que el enfermo permanezca
exactamente en la misma posición dependiente con la que llega a la consulta. Tómese en cuenta que
más allá de los déficits directamente ligados a la enfermedad, suele haber una sobre-
disfuncionalidad como consecuencia de este vínculo de dependencia psíquica mutua.

Aún con estos inconvenientes, el dispositivo funciona en la mayoría de las consultas en las etapas
iniciales y medias de la enfermedad, siempre que se atienda a la instrumentación de los
profesionales como equipo de trabajo y que la estrategia clínica de cada intervención se maneje con
la flexibilidad que requiera. Sin duda es mucho lo que queda por recorrer en el desarrollo de
recursos psicoterapéuticos en el campo de las DTA y otros trastornos cognitivos graves. Pero el
camino ha comenzado.

Del Cueto, A. y Fernández, A. (1985). El dispositivo grupal.

Creemos que los grupos constituyen, a nivel de la teoría más que un objeto teórico, un campo de
problemáticas, donde se producen múltiples atravesamientos imposibles de abordar desde una
sola disciplina. En los grupos reales se producen permanentemente efectos de atravesamiento de

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inscripciones deseantes, institucionales, históricas, sociales, políticas, etc. por lo tanto pensamos
que podremos avanzar en una teorización si enfocamos ésta desde una transfersalidad, lo cual
implica renunciar a dar cuenta de los acontecimeintos grupales desde un solo cuerpo teórico: el
psicoanálisis, la sociología, la teoría de la comunicación, etc. planteamos más bien abordar este
campo de problemáticas en el seno mismo de su complejidad y atravesamiento.

La etiología de la palabra grupo, propociona dos líneas de fuerzas al decir de Anzieu, por un lado
nudo y por otro círculo. En esta línea lo efectivamente registrable, no son los hilos sino el nudo,
por lo tanto, si bien en su constitución están presentes hilos deseantes, económicos,
sociohistóricos, políticos, etc. no nos orientamos a encontrar el objeto teórico de los grupos, sino
más bien hacia los nudos problemáticos caledoscópicamente atravesados por los múltiples
inscripciones que los constituyen. Así pensaremos a los grupos como espacios tácticos donde se
da la producción e efectos singulares e inéditos.

En este sentido consideramos que el llamado contexto, sea institucional y/o social, es en rigor
texto del grupo. Es decir, no hay una realidad externa que produce mayores o menores efectos de
influencia sobre los acontecimientos grupales, sino que son parte del propio texto grupal, en sus
diversas modalizaciones; son por ende, fundante de cada grupo, más que escenograf{ia, drama
grupal.

Nos parece altamente ilustrativo al respecto, el desarrollo de Pavlovsky referido al profundo


entramado de lo fantasmático social y lo imaginario grupal en los años de reciente de la dictadura,
cuando en los grupos comenzaron a aparecer personajes investidos de sospechas terroríficas.

Si pensamos al grupo como un nudo, se desdibujan adentro-afuera, arriba- abajo y empezamos a


pensar en términos de complejo entramado de múltiples inscripciones. Ahora está ahí, es decir
todas las inscripciones están presentes en cada acontecimiento grupal.

Hay un doble movimiento que enunciábamos arriba, que es la necesidad de no desdibujar la


grupalida, o sea lo específico del acontecer grupal.

En nuestra reflexión sobre lo grupal abordaremos entonces el proceso grupal prestando atención a
la constante dialéctica que embarca en permanentes juegos caleidoscópicos a:

Serialidad-grupo

Repetición-reproducción----- transformación-creatividad

SERIALIDAD GRUPOS

El proceso grupal más que como juegos transitorios de fuerzas, como una dialéctica de una
totalización en proceso, permanente tensión entre estos dos polos extremos. Por lo tanto, será
esta tensión la que constituya el motor de la dialéctica de los grupos. Por cuanto si bien un grupo
se constituye contra la serialidad, siempre tiende a volver a ella. No olvidemos que los grupos
siempre tienen vida efímera. Así, contienen la posibilidad de disolución en la organización y la
virtualidad de estructuración en la dispersión.

En su tensión contra la serie un grupo deberá juramentarse dice Sartre. En este sentido pensamos
que un grupo se estructura como tal, más que por su tarea cuando va consolidadndo un
conglomerado de representaciones imaginarias comunes (red de identificaciones cruzadas, ilusión
y mitos grupales la institución como disparador de lo imaginario grupal)

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Todo grupo alberga en su seno aspectos repetitivos y transformadores en una dialéctica
permanente. Determinadas coordinaciones favorecen su tendencia en uno u otro sentido. Esto se
hallará indisolublemente ligado a los objetivos explicitos e implícitos que la institución real o
imaginaria en que se inscriben tenga planteados, como asimismo a las ilusiones y mitos grupales
en que se estructura el grupo, la red de identificaciones que ligue a sus miembros, como también
los aspectos transferenciales que son la coordinación y la institución establezca.

El tema de la repetición- transformación nos remite a un aspecto muy silencioso en las


teorizaciones sobre gurpos, como es el problema del poder en los grupos, las relaciones de saber-
poder en su seno, por ejemplo, el ejercico de la violencia simbólica, la circulación de micropoderes
en los grupos, etc.

Guattari- grupos- objeto y grupos-sujeto, en ese sentido en los grupos –objeto todo desviante será
visto como un transgresor, como un eventual peligro a expulsar: se formarán así los heterodoxos y
los ortodoxos, las sectoas, las rupturas de escuelas, etc.

Por el contrario, grupo- sjeto será aquel con capacidad de enunciar algo; esto se hace posible
desde el soporte de la transversalidad, en tanto dimensión permanente de la institución en la que
tal grupo se inscribe.

En la tradición dramática, el rol es un modo de identificarse imaginariamente con un personaje, así


un rol enuna obra teatral existe independientemente del actor particular que lo encarne. En el s.
XVIII que el término rol lempieza a ser empleado en un sentido figurado, como función social o
profesión. Rol es la manera en que una persona desempeña los requerimientos de su posición. Se
alude a una especie de marca de identificación social que coloca a los individuos en relación con
otros individuos.

P.Rivére. el rol social remite, como decíamos anteriormente a un lugar o status. Y roles informales
cuando los sujetos juegan un papel, situacionalmente dado, en el aquí y ahora, dependiendo estos
de la red de interacción grupal. Estos mecanismos hacen referencia a la posición en que cada uno
de los integrantes de un grupo se ubica en esta red de interacciones, dicha red estará íntimamente
referida a la historia individual de ese individuo, tanto como a su forma de inserción en el grupo.
La tarea que dicho grupo realice, constituye su finalidad y va a estar basada, fundamentalmente:
en lo explícito y lo implícito (ansiedades básicas, miedo a la pérdida, miedo al ataque. Estas dos
ansiedades configuran la situación básica de resistencia al cambio.

El papel del coordinador, en el interjuego de roles propiamente dicho que tiene para pichon un
carácter estructurante en el grupo, destaca especialmente tres roles que podemos presentar
como prototípicos: el portavoz, chivo emisario, el líder. El rol de saboteador, integrante que en
determinado momento asume el liderazgo de la resistencia al cambio.

El interjuego de roles en una lectura de lo grupal, pensamos este más como un efecto de la
latencia grupal, que como una causa estructuranet del grupo. Nos resulta más preciso abordar la
estructuración del grupo desde la producción de sus formas propias, esto es, las formaciones
imaginarias grupales

Transversalidad- delimitamos los grupos como campo de problemáticas, estos es´tan


permanentemente atravesados por múltiples inscripciones: deseantes, institucionales,
indeológicas, socio-históricas, políticas, etc.

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¿Por qué puede ser una útil herramienta en el intento de desdibujar la antinomia individuo-
sociedad? Por cuanto implica un significante social operando, no como efecto de influencia sobre
el individuo, sino como fundante del sujeto. Deleuze y Guattari: todo fantasma es de grupo, esto
es que, no sólo operan en èl las inscripciones edípicas, sino que habrá una inscripción social, e
histórica fundante aún de la dimensión inconsciente.

Nos parece importante destacar que si bien el grupo es efecto del atravesamiento mencionado,
esto no debe llevarnos a borrar un omitir la especificidad de las formas propias que un grupo
constituye, en tanto espacio táctico de producción de efectos singulares e inéditos.

En toda situación grupal (sea el grupo grande o pequeño, de formación, recreativo, de trabajo,
terapéutico, etc) hay una representación imaginaria subyacente, común a la mayoría de sus
miembros. Son el “algo común” en el grupo. Y no la tarea. Esta opera como convocante del grupo
pero no como fundante. No hay grupo sin formaciones imaginarias estrictamente grupales. Dentro
de las formaciones grupales incluímos: la red de identificaciones cruzadas (Y la red transferencial),
las ilusiones grupales, los mitos de grupo, la institución (como disparador del imaginario grupal).

La matriz grupal de la que hablábamos tiene que ver con la posible organización libidinal que este
grupo se ha dado. Estos lazos libidinales tienen que ver con la red de identificaciones que se va
estableciendo en el transcurso del grupo, que está íntimamente relacionada – en realidad es lo
que la constituye- a lo que se ha dado en llamar matriz grupal. Es decir que esta matriz sería en
realidad una matriz de identificaciones formadas por supuestas identificaciones secundarias.

La matriz de identificaciones que es un circuito del conjunto de relaciones objetales, ya que lo que
se introyecta no es un objeto sino un circuito de relaciones de objeto.

El concepto de identificación como el proceso psicológico mediante el cual un sujeto asimila un


aspecto, una propiedad, un atributo de otro y se transforma sobre el modelo de este. Por otro
lado, siempre que hablamos de identifición en los grupos estamos hablando de identificaciones
secundarias. Este concepto de red de identificaciones está unido, tanto en la clínica como en la
teoría, al concepto de transferencia. Así como las identificaciones son el motor de la vida de los
grupos, las transferencias son las que posibilitan que dichas identificaciones se den, brindando el
campo propio para que se realicen.

Cuando hablamos de transferencia en los grupos, haciéndolo desde el lugar de los sujetos que
transfieren, podemos observar que hay ciertos emblemas ideológicos de poder que los sujetos
proyectan en las instituciones y en los grupos a los que pertenecen, que muchas veces están
actuando diríamos que casi independientemente de los mismos grupos e instituciones.
Afirmaríamos aún más, que a veces también las instituciones y los grupos ususfructúan de estos
emblemas proyectados por el sujeto para garantizar su permanencia sin cambios dentro de un
dispositivo ideológico institucional determinado.

El lugar puntual de las identificaciones tiene más que ver con el grupo todo y que el lugar de las
transferencias tiene más que ver con la coordinación y con la institución. Esta red de
identificaciones y esta red transferencial se hallan totalmente entretejidas entre sí. cuando
planteamos que la transferencia es un movimiento que opera fundamentalmente desde los
integrantes al coordinador, y que los procesos identificatorios circulan preponderantemente entre
los integrantes, aludimos aque estas serán sus cristalizaciones mas patentes. En rigor, para que la

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red de identificaciones se produzca, es necesario que en su base, este organizándose una red
transferencial, en el sentido de que se dispare la posibilidad de repetir circuitos de relaciones
arcaicas.

Podríamos distinguir diferentes tipos de identificaciones: narcisista, de repetición, actual,


terapéutica, al síntoma, pero pensamos que cualquier tipo de clasificación de los procesos
identificatorios en los grupos sólo sirve a los fines didácticos ya que sería lo mismo que intentar
tabular los sueños, es tal la profusión y diferencia de dichos procesos.

La red transferencial esta acumulada mayormente en la coordinación y la red de identificaciones


en la figura de los líderes. Esto da como resultado lo que denominamos matriz identificatoria.

La ilusión grupal- Freud habla de la ilusión religiosa, la ilusión artística y científica. En el caso de la
religiosa, señala con su origen el precedente infantil de temor al padre y la necesidad de su
protección amorosa frente a los peligros desconocidos, es decir el deseo de ser amparado por un
padre omnipotente. Para Anzieu el grupo es una boca. Es así como pierde, sin quererlo, la
especificidad de lo grupal, en tanto un acontecimiento grupal es leído desde parámetros válidos
para las estructuras inconscientes individuales.

¿qué entendemos por ilusión grupal?- es aquello que un grupo dado cree que es, cree que puede
realizar, todo grupo necesita creer qué es lo que desea ser, para poder lograr sus objetivos, solo
desde una ilusión obtendrá la fuerza necesaria para lograrlos, para enfrentear sus adversidades,
sostener sus creencias, etc. a su vez esta ilusión creará las condiciones para llegar a un “nosotros”,
desarrollar una pertenencia, organizar un código común. Dicha ilusión es lo que los integrantes del
grupo esperan que este grupo realice, así todo el conjunto de la vida del grupo aparece como
modelado con carácter estructurante por una ilusión grupal que habl de sus deseos. La novela
grupal da cuenta de la modalidad típica de las escenificaciones fantasmáticas que ese grupo ha
construido a lo largo de su historia.

Solamente la ideología cubre los caracteres de real y de imaginario, de aparencial y de real de


manifiesto y de latente que creemos que todo grupo posee.

Mito grupal- una totalización en proceso. La formación de tales formaciones va dotando al grupo
de cierta atmósfera de convivencia, de pacto, secreto, depositación de inquietudes, aparece el
nosotros, cierto código común, cierta identidad grupal. Los mitos que un grupo construye acerca
de su origen, del por qué de su existencia, pero vividos por sus integrantes como la historia real;
junto con la ilusión grupal formarán lo que hemos dado en llamar novela grupal haciendo
obviamente referencia al término novela familiar acuñado por Freud.

El mito está inscripto necesariamente en el origen novelado del grupo mientras que la ilusión-
aunque se nutre de este origen novelado- tiene siempre un referente prospectivo. Siempre fiel a sí
mismo pero en la repetición ha perdido autorías individuales colectivizándose. Así , entonces,
como un colectivo creado por el entrecruzamiento fantasmático soportado por el juego de
identificaciones de las personas en él involucrados. De esta manera se organiza un campo
imaginario en el cual lo recortado del lenguaje constituirá el código que permitirá la identidad
grupal. Por nuestra parte preferimos rescatar una dialéctica en donde el grupo es hablado por la
institución y la institución vive en sus grupos.

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Dinámica de las estrategias terapéuticas de abordaje pluridimensional.

I. Abordaje pluridimensional - “Utilizamos la noción técnica de abordaje pluridimensional,


elaborada por Pichon Rivière, en base a los principios de pluralidad fenoménica, como la aparición
de los síntomas en las tres áreas de expresión (mente, cuerpo y mundo exterior), y al principio de
policausalidad, o expresión etiológica que sigue al principio configuracional de las estructuras
patológicas en sus diversas dimensiones. Esto parte, originariamente, de las series
complementarias de Freud, quien relacionó varios tipos de causas recíprocas en la aparición del
trastorno mental individual.”

“Según Pichon Rivière, el abordaje terapéutico pluridimensional tiene como objetivo cubrir, lo más
extensamente posible, las múltiples dimensiones etiopatogénicas de los conflictos
psicopatológicos y la diversidad de las áreas de expresión de los mismos. Pichon Rivière sostiene
que por su acontecer y su sintomatología, el sujeto da cuenta de que sus conflictos no son
solamente de él, sino que son de su grupo familiar”.

Nosotros pensamos que los conflictos de un sujeto están en relación con variables más globales
que comprenden, por lo menos, a su grupo familiar” y las instituciones por las que atraviesa en su
tránsito vital (3). O sea, que planteamos que su grupo familiar y las instituciones delimitarán
operativamente una globalidad más amplia por la que cursa la vida de un sujeto y lo determina en
la construcción de su subjetividad.

Abordaje Terapéutico - “Por lo que antecede es que nosotros realizamos nuestra intervención
terapéutica sobre la situación emergente que apunta al discurso y a la actuación (hacia la
comunicación en un sentido más amplio) que sirve de puente, de pasaje, hacia el desarrollo
sobredeterminado” de la dinámica grupal “que trasciende y va más allá de lo empírico e
individual.” Esto recorta nuestra diferencia de enfoque con otras escuelas en donde el manejo
comunicacional e interaccional no está relacionado con el plano latente familiar.

Escotomizan desde esta posición estructuralista/sistémica la causalidad histórica y genética (en el


sentido de génesis) de esa familia (Palo Alto, por ejemplo).
“Partiendo de Freud, quien a través de las series complementarias relacionó varios tipos de causas
recíprocas en la aparición del trastorno mental individual, Pichon Rivière habla de la noción de
policausalidad (o sea multiplicidad de causas), instrumentando por ello un abordaje terapéutico
pluridimensional que tiene como objetivo cubrir lo más exactamente posible a las múltiples
dimensiones etiopatogénicas de los conflictos “psicopatológicos” y la diversidad de las áreas de
expresión de los mismos (mente, cuerpo, mundo exterior).”

“El enfoque pluridimensional permite reconstruir parte del contexto en el cual cobra otro sentido
la organización de la clásicamente llamada ‘enfermedad mental’. Para nosotros, parte del trabajo
estaría dado en delimitar, lo más exactamente posible, cuál es ese otro contexto al cual nos vemos
enfrentados, lo sepamos o no, lo podamos abordar técnicamente o no, cuando estamos con un
‘paciente’.

“Es decir, que aquí se movilizan, ya no meramente aspectos teóricos y técnicos vinculados a la
psicopatología individual, grupal, familiar, etc., sino problemas institucionales, epistemológicos,
frente a los cuales esperamos tener la oportunidad de polemizar, cuestionarnos y discutir.”

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“Como se ve, nuestra direccionalidad apunta hacia una elaboración del contexto latente, esto es
nuevo, (que late y que se puede tornar “visible y palpable”) y no sólo hacia lo explícito, ni a lo
fenomenológico-descriptivo como meta final del trabajo psicológico.” “Por eso instrumentamos
las estrategias terapéuticas de un caso clínico hacia un lugar que está más allá de los sujetos, más
que en el inconsciente “individual”: en la latencia de las configuraciones psicopatológicas.

Reservamos la palabra Inconsciente para una categorización de lo individual, y latencia para


referirnos a elementos no conscientes (preconscientes o inconscientes) sean grupales,
institucionales, etc., conceptualizaciones que desarrollamos en otro trabajo. La necesidad de
producir transformaciones “terapéuticas” en el contexto latente nos lleva a movilizarnos con una
instrumentación técnica abarcativa de la amplia gama de unidades operativas en juego, como
momentos de intervención en “profundidad”, y simultáneamente, en la extensión del espacio más
global en superficie y amplitud.

Espacio en realidad virtual, expresado en un polo, el del emergente, y con otro polo: el de su
relación con la dinámica latente. Por eso, la orientación de la intervención en el proceso
terapéutico sigue la línea de los emergentes considerados en su causalidad recíproca. Queremos
decir que seguimos pensando al emergente como el momento del discurso grupal que surge como
parte de la problemática latente expresada a través de la comunicación y metacomunicación de
los sujetos involucrados en una tarea y una finalidad común, de cuya intencionalidad da cuenta la
sobredeterminación reglada de las contradicciones, conflictos y el contexto en juego.”

II. Estrategias terapéuticas - “Como corolario de estos aspectos utilizamos, decíamos, distintos
encuadres terapéuticos atendiendo a esas unidades operativas en juego. Por eso, instrumentamos
psicoterapia individual psicoanalítica, psicodramática con base analítica, grupal, familiar, de
pareja, familiar extensa (que incluye los personajes significativos para la familia), etc. Para lograr
estos objetivos y comprender mejor la utilización de estos recursos aplicamos una noción técnica
proveniente de nuestra experiencia clínica, a saber, la diferencia entre Psicoterapia Asociada y
Psicoterapia Combinada.

Estas denominaciones fueron planteadas, en 1975, en un trabajo denominado “Diferentes formas


de participación de los padres en la psicoterapia de niños”, reformulado y publicado en el libro “La
Familia” (Tomo II), “Diferentes formas de participación de los padres y personas significativas en la
psicoterapia de niños y adolescentes”.

Aquí, se intentó sistematizar los distintos encuadres técnicos utilizados en psicoterapia de niños y
adolescentes, de acuerdo a la estrategia terapéutica del caso. Entre esos recursos técnicos surgió
la distinción entre Psicoterapia Asociada y Psicoterapia Combinada. Recordamos aquí,
brevemente, que Psicoterapia Asociada es la unión de diferentes recursos terapéuticos sin que
necesariamente haya similitud entre los esquemas referenciales teóricos, técnicos y
metodológicos, que sustentan dichos recursos terapéuticos. “Queremos significar la coincidencia
temporal de la asociación sin que conformen, ni siquiera tiendan, hacia el mismo objetivo, aunque
sí puedan coadyuvarse o aún potenciarse. Por ejemplo, en una familia: el esposo en análisis
individual y la esposa en otro análisis individual o en otra psicoterapia con otro esquema
referencial.” “Psicoterapia Combinada es la unión de dos o más técnicas psicoterapéuticas, de
modo tal que constituyan un procedimiento articulado, apunten hacia un mismo objetivo e
integren, simultáneamente, un complementario esquema teórico, técnico y metodológico.”

50
Algo de historia en la aparición de estos temas en nuestro medio. “En un principio comenzamos
haciendo Psicoterapias Asociadas. Recordamos que hace varios años proveníamos de formaciones
donde se visualizaban los problemas desde una perspectiva psicopatológica individual. Constituyó
todo un acontecimiento para nosotros, el derivar a un paciente individual a otro profesional para
efectuar una psicoterapia de pareja en vez de derivar al otro integrante de la pareja hacia una
psicoterapia individual. Descubrimos (no sin gran asombro) que la cura psicoanalítica dejaba de
ser (para nosotros, al menos) la única técnica psicoterapéutica, para ir convirtiéndose, como
veremos luego, en una técnica de elección para algunos casos, pero no la única para todos ellos.

A través de las vicisitudes de los procesos terapéuticos se fueron constatando que diversos
problemas surgían, particularmente derivados de la desconexión entre los terapeutas
participantes, cuyas actividades sólo coincidían en la simultaneidad temporal en la que se
desarrollaban las respectivas psicoterapias. La concepción psicopatológica se fue ampliando,
modificándose, pero los recursos técnicos de Psicoterapia Asociada no eran suficientes para tales
fines. Fue el punto en que apareció la Terapia Combinada.”

“Diversos problemas surgían entre los profesionales participantes y con los pacientes (confrontar
Terapia Combinada o Asistencia Combinada I (4), 1972), que nos fue llevando a comprender que
eran originados por una no explicitación de enfoques terapéuticos, por la ausencia de una
integración en un equipo terapéutico.

Pasamos, a raíz de ello, a una combinación de recursos técnicos con vistas a un objetivo común.
Combinación en el sentido de la química: unión indisoluble ya entre los recursos, logro de un
efecto nuevo a raíz de esa unión. La configuración disfuncional se ampliaba en el abordaje
concreto: no era más exclusiva y aisladamente individual.

Se vio, entonces, la necesidad de lograr, primero, una integración en la cual se pudieran plantear
los mismos objetivos (una finalidad común) y, a su vez, determinar las estrategias, delimitando los
campos terapéuticos en los que cada uno iba a actuar. Para lo cual hubo que constituir, después
de fallidos intentos de integración individual, un equipo terapéutico. Este es el punto al que se
había llegado en “Asistencia Combinada I” (1971) y “Asistencia Combinada II” (1974). Luego,
englobando los avances anteriores y desarrollándolos en su contexto ampliado (implícito y
latente), apareció más claro el problema estratégico (el de las Estrategias Terapéuticas). O sea,
que había que lograr no sólo un mismo objetivo en el equipo terapéutico, sino que ese objetivo
estaba en función de una ideología asistencial que, como primer paso, había que elaborarla dentro
del equipo para luego articularla con una visión teórica y una perspectiva técnica coherente con
esa ideología asistencial, que con validez científica propia actuara sobre el campo.

De tal forma, para nosotros, el problema del abordaje de la “estructura” pluridimensional se


convirtió en el centro de la problemática y, su dinámica en el problema de la elucidación, tanto
teórica como técnica, a ser aplicada en las estrategias terapéuticas. Tal como ejemplificamos
anteriormente, nuestro abordaje lo efectuamos sobre una situación y no sobre un paciente. Es
decir, tratamos de diagnosticar una situación psicopatológica, una “estructura psicopatológica”, y
no un diagnóstico meramente individual.

“La estructuración dinámica del campo no la explicamos solamente por una dinámica individual,
sino que el abordaje de los sujetos empíricos involucrados da cuenta de las fuerzas en juego a
través de ellos, y de otros fenómenos comprendidos en el abordaje pluridimensional, como ser: la

51
inscripción de los factores culturales y sociales en el inconsciente individual, la ideología familiar
(los mitos de la “estructura” latente del grupo familiar), los factores institucionales.

Así, como vimos, abordamos diferentes situaciones de acuerdo al caso clínico en juego. En nuestra
experiencia, algunas veces, fue conveniente iniciar el tratamiento con una psicoterapia individual,
pasar luego a una psicoterapia familiar y luego a una psicoterapia de pareja. Otras veces, lo
indicado fue comenzar con una psicoterapia familiar para pasar luego a psicoterapia individual de
uno de los integrantes, particularmente de niños y adolescentes, y derivar a psicoterapia de pareja
a los padres.

Otras, en el curso de una psicoterapia individual efectuamos un psicodiagnóstico de pareja con


otro técnico, para luego realizar una psicoterapia combinada de un paciente analizándose en
forma individual y efectuando, simultáneamente, una psicoterapia de pareja con otro terapeuta
(el de psicodiagnóstico).” “Otras veces, comenzamos con una psicoterapia individual combinada
con psicoterapia familiar y psicofármacos, particularmente con pacientes psicóticos (Asistencia
Combinada II). Podríamos así, seguir desarrollando distintos enfoques técnicos con los cuales
abordamos distintos casos clínicos que, en este momento, preferimos no transcribir por razones
de tiempo y porque han sido y serán objeto de otros trabajos.

Lo que sí diremos es que los pasos estratégicos mencionados obedecen a una teorización
determinada y a recursos técnicos subordinados a ella, que fuimos desarrollando en distintas
comunicaciones científicas desde 1971 a la fecha. No constituyen pasos arbitrarios, “caprichos
técnicos” sino una comprensión desde una perspectiva pluridimensional que requiere la utilización
articulada de diferentes técnicas psicoterapéuticas.

No alcanza con tener una sólida formación psicoanalítica para lograrlo, ni tampoco una sólida
formación como psicoterapeuta grupal, ni aún como psicoterapeuta familiar. Es menester una
integración particular de varias disciplinas sustentadas por una base epistemológico-metodológica
coherente con la concepción pluridimensional, que permita un uso pertinente de los recursos
técnicos.

Las limitaciones de otros enfoques en esta perspectiva lleva a que algunos autores se planteen
dilemáticamente, como alternativas excluyentes, psicoanálisis (o psicoterapia psicoanalítica)
individual o terapia familiar. Si un paciente (niño, adolescente, o psicótico) no puede analizarse
por interferencias de los padres, o de la familia, o de la institución involucrada, algunos colegas
indican una psicoterapia familiar d’emblé (de entrada) precipitadamente, no respetando las
variadas maniobras de pasaje que articulan las distintas instancias en juego.”

“También observamos como otros profesionales indican la psicoterapia familiar como el recurso
omnipotente que permitirá solucionar los conflictos familiares y psicopatológicos individuales.”

La Concepción Operativa de la Intervención Familiar no era, ni es, la solución de alternativa para


las lagunas que el psicoanálisis individual no aborda, ni a la inversa. Sino que el centro del
accionar terapéutico pasa por tratar de abordar el funcionamiento latente según un ordenamiento
que privilegiamos desde el ECRO, quien, según el caso clínico, nos dará la sucesión estratégica de
los pasos a seguir.

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“Las indicaciones precisas fueron hechas, entonces, después de evaluar en el caso clínico las
posibilidades de los pacientes: culturales, intelectuales, económicas; la disponibilidad de los
técnicos, el esquema referencial, los horarios y las variables institucionales (cuando era efectuada
en la práctica hospitalaria, sanatorial, mutual o de otra índole).” “Para nosotros, los elementos
que de alguna manera abarcan los límites del conjunto y la articulación de los factores
involucrados en él, estarían dados por;

1. El grupo familiar. 2. La familia extensa ( o sea aquellas personas significativas que intervienen
en la familia y no sólo por los individuos que la componen). 3. La especificidad de los mecanismos
de la latencia grupal familiar, distintos de aquellos mecanismos inconscientes individuales
abordables y descifrables en la dinámica latente. 4. Los pasajes de un subgrupo a otro y la
transformación de los mismos. 5. Los conflictos condensados, desplazados y actuados en el
síntoma que se manifiestan en los emergentes. 6. Las seudotransformaciones y posiciones
defensivas adoptadas y actuadas por el grupo a través de seudorrotaciones de conflictos,
ansiedades y roles, posturas “como si” producto de la racionalización y el formalismo que aluden
a un seudocambio. 7. La organización de las contradicciones en las cuales el conflicto dominante
no toma, por momentos, correspondencia entre su apariencia y las instancias involucradas en el
mismo.”

EN SUMA Nos planteamos el abordaje pluridimensional de las configuraciones psicopatológicas y


la necesidad de una estrategia terapéutica que comprenda las distintas dimensiones de la misma,
con técnicas, métodos y una ideología asistencial común a los profesionales intervinientes.” No es
el “vale todo”, ni la contraactuación del terapeuta cuando no entiende qué sucede en su trabajo,
ni sabe cómo hacer.

“Los obstáculos teóricos y técnicos para explicar ciertos fracasos terapéuticos por parte de las
concepciones psicopatológicas individualistas, nos llevó a plantear una nueva dimensión, una
problemática nueva, para cuya aproximación necesitamos un planteo instrumental y estratégico
distinto, en el cual los recursos técnicos, agotados en la exploración vertical, aborden esta nueva
dimensión de forma tal que no sea una reproducción analógica de la ideología ni de la técnica
individual y que explique los mecanismos en juego”.

Sin embargo, por ahora en los comienzos de esa delimitación, sólo podemos dar cuenta de algunas
de sus características, desde el campo de la llamada ‘patología’, a través de los emergentes que
plantean y conformarían las aristas y contornos de esa dinámica latente, conjuntamente con los
determinantes institucionales y sociohistóricos que atraviesan el campo de análisis. Como
corolario de ello, nos hemos planteado diferentes pasos en los tratamientos de abordaje
pluridimensional. En ese enfoque, nuestro punto de vista parte de una globalidad situacional,
grupal, de un ser social, cuya articulación con el grupo conforma parte de las vicisitudes de la
técnica operacional.

Consecuentes con ello, sostenemos la necesidad de homogeneizar el proceso terapéutico, que sus
técnicas involucren el esclarecimiento de las formas de vida, hábitos y costumbres de la vida
cotidiana, que articulen los abordajes individuales, grupales, institucionales y comunitarios por
medio de un esquema referencial, conceptual y operativo común entre los profesionales que
abordan el campo.” Por ahora, el que mejor contempla estas variables, es la Concepción Operativa
de la Psicología Social, de los Grupos.

53
Jasiner, C. (2000). Dispositivos en Psicología social. Observando la observación: adiós a Pilatos

Se impone como punto de partida preguntarnos por qué hablar de observación hoy. A esta
indagación me condujo mi trayectoria de formadora de observadores y coordinadores grupales,
signada por la sensación creciente de estar atrapada sin salida en un dispositivo. Esta vivencia fue
el efecto, en mi caso, de lo que denominé como la bunkerización cada vez mayor del dispositivo
con el que, y desde el cual, trabajaba. Partiré del relato de una experiencia para continuar
planteando la problemática de la observación como cuestión central para la recreación de los
dispositivos grupales.

Estimado lector: Lo invito a un desconcertante y mágico viaje. Una expedición que nos conduce
desde un universo de objetos externos a nosotros y observables en el sentido de descriptibles, a
un mundo fascinante y misterioso. Es probable que un escalofrío nos recorra. Nos invade la
pregunta: ¿Cómo hablar de misterio, si la observación produce efectos supuestamente exactos,
seguros y tranquilizantes? ¿Cómo imaginar que el tema de la observación pueda conectar con el
azar, o lo innombrable? Si la promesa que nos impregna es que una adecuada observación nos
lleva a un conocimiento exacto del objeto y por consiguiente, a seguridades y certezas. Debo
desilusionarlo. Pero puedo prometerle, a cambio, una sensación de estar vivos y latiendo. En un
principio, no lo haré teóricamente.

Más bien quiero contactarlo con la vivencia de lo desconocido. Lo invito a un taller virtual. En este
taller nos conectaremos vivencialmente con la temática de la percepción y, desde esta
experiencia, interrogaremos nuestra concepción de observación. Por favor, disponga de papel y
lápiz a su alcance. Primero le pido que anote brevemente su idea respecto de qué. es observar.
Una vez que escribió. qué es observar para usted, tómese un momento para leer para sí mismo
esa frase.

En segundo término, escriba a continuación una breve observación de la situación en que se


encuentra. Una vez hecho esto, disponga nuevamente de un momento para leerla. El tercer paso
consiste en que usted cierre los ojos e imagine que es un ladrón, por ejemplo. También puede
imaginar que es un pintor, una mucama u otro personaje que se le ocurra. Por favor, abra los ojos
y anote en su papel qué observa usted en tanto ladrón o pintor, en la habitación en que se
encuentra. Por favor, compare ahora esta segunda observación con la primera.

Seguramente las observaciones son diferentes entre sí. En tanto distintas posiciones subjetivas del
observador, la producción de observaciones es distinta. Un ladrón organiza su mundo perceptivo
de forma diferente a un psicólogo social, un psicodramatista u otro profesional que esté leyendo,
por ejemplo, este artículo sobre observación. Imagine ahora que en el lugar en que usted está
realizando con nosotros este taller virtual, irrumpiera corriendo un niño de seis años. ¿Qué
observaría? ¿Acaso los mismos aspectos que usted y el ladrón?

Ahora bien, nos preguntamos a esta altura de nuestra experiencia, que aún no ha finalizado, ¿cuál
de las observaciones producidas es la mejor, la más adecuada o la más objetiva? Resulta
interesante apreciar el intento de atrapar en una frase o bien en una fórmula aquello que nuestro
paradigma naturalizado nos informa que es claro y definido.

54
Mucho más aún, cuando se les pide a los concurrentes que cada uno anote en pocas líneas su
observación de la situación que todos compartimos, ¿cómo seguir manteniendo la confianza en
que es posible y deseable arribar a una observación objetiva en tanto que consensuada, al
descubrir que, para cada uno esta situación implica aspectos totalmente diferentes? ¿Puede una
situación quedar atrapada totalmente en el lenguaje?

A partir de este momento nos internamos en esta experiencia en una cuestión nuclear, el tema de
la percepción. Le solicito ahora que observe con atención el esquema siguiente. El mismo muestra
una estrella y un círculo. Le pido a usted que en tanto participante de esta actividad virtual,
observe el diagrama siguiendo las instrucciones de la figura uno. Luego tómese un momento para
reflexionar acerca de lo que sucede.

Bien, nuevamente cada uno reflexione acerca de esta experiencia en relación con el tema de la
observación. Según Von Foerster, este sencillo experimento nos descubre que no solo no vemos,
sino que, en un proceso de conocimiento de segundo orden, tenemos que aceptar que no vemos
que no vemos.

Previamente a la reflexión acerca de este punto, le solicito que observe las figuras que constan a
continuación y que, nuevamente, se conceda un momento para relacionar esta observación con
nuestro tema de observación. Bien, nuestro taller prosigue a partir de este momento, dando lugar
a las sensaciones e interrogantes que se desprenden de él. Luego de plantearlos, compartiremos
un fragmento literario, antes de despedirnos.

La sensación predominante es el asombro, la extrañeza. Percibir alternativamente, en la misma


figura, una calavera y una mujer mirándose al espejo, por ejemplo, abre la puerta de lo complejo,
de lo incontrolable. Constatamos que nuestra idea de objetividad en la observación, hace agua.
Más que mostrarme realidades, la observación me descubre a la vez lo captable y lo inasible.

¿No sienten al imaginarlo, una sensación de escalofrío? Surge la pregunta ¿qué veo cuando veo? Y
también una más inquietante: ¿qué no veo cuando veo? - A pesar de que intente sumar, añadir y
completar con otros los registros perceptuales, ellos no pueden reflejar el mundo, no puedo
totalizar porque mi percepción construye el mundo. Percibir implica seleccionar, distinguir, filtrar,
priorizar, imaginar.

¿No es curioso que cuanto más reflexionamos sobre la observación, cuanto más intentamos
completar una descripción, buscando dar cuenta de la totalidad, más cerca estamos de poder
percibir que sólo aumenta lo innombrable, lo indecible, lo que nuestro lenguaje no puede
aprehender?

¿Cómo sostener dispositivos basados en una rigurosa transcripción de lo sucedido en los grupos si
al intentar llevar a cabo esta tarea constatamos asombrados que cada uno ve otras cosas? Algunos
jerarquizan lo que escuchan, otros priorizan el clima emocional, cada uno produce al observar
elecciones personales conscientes o inconscientes. Compartimos ahora la lectura de un tramo de
El Aleph, en el que Borges relata su experiencia de haberse entregado a los lineamientos de un
dispositivo de observación gracias al cual pudo en un solo instante observar un punto inefable
desde el cual se observaban todos los puntos, los cuales a su vez eran observados en la esfera de
el Aleph.

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La lectura de esta experiencia imaginada por Borges nos permitirá conectarnos con lo asombroso.
Si el dispositivo es adecuado, puedo en un segundo, observarlo todo. Todo está. allí., en un
instante. Nos dimos cuenta que un instante, si es vivido desde adentro, puede contener todos los
instantes. Y que ninguna observación, por más estricta, aséptica y detallada que fuera, puede dar
cuenta de nuestra vida, si la realizamos desde afuera y creyendo que puede o debe nombrar,
designar, describir o reflejar.

Esta propuesta busca a través de experiencias perceptivas, desestabilizar las certezas acerca de la
observación, sobre todo del ideal de objetividad que nos ajeniza de nuestra propia vida y que
empobrece, en nuestro caso, los dispositivos. Podemos pensar que observamos aquello que el
dispositivo permite, indica y, más aun, construye. Pero no basta el dispositivo. Dado que el mismo
está sostenido por nuestra subjetividad. Debemos dar cuenta complejamente de este entramado
para pensar la observación.

Si este relato no bastara para convencerlo, lector, de que la observación produce mundos muy
lejanos de lo objetivo y mensurable, la observación subjetivante se desprograma a sí misma, se
demuestra productora del desgarro, de lo inasible. Si este relato no bastara, lo invito a que usted
mismo haga una experiencia sugerida por Denise Najmanovich en relación con el problema de la
supuesta objetividad de la observación: Imagine que de pronto, se dedica a observar el destello de
los ojos de la gente. ¿Qué observación producirá? De ningún modo podría observar esto desde un
borramiento de la propia subjetividad.

Observar el destello de los ojos de los otros conllevará observarse a sí mismo reflejado en ellos.
El grupo operativo de aprendizaje fue creado por Pichon Riviére para enriquecer la formación en
psicología social de observadores y coordinadores grupales. Sin embargo, han transcurrido varias
décadas y la novedad ya no es tal. Al no renovarse las fuentes teóricas y las modalidades de la
práctica, el dispositivo se fue cristalizando y, por lo tanto, empobreciendo. La apertura devino
cierre. En un afán creciente de mantenerse idéntico a sí mismo, un dispositivo que había sido
diseñado para formar agentes de cambio, clausuró sus propias posibilidades de transformación. El
cierre fue de tal magnitud, que propuestas teóricas que mantienen su interés aún hoy, perdieron
nitidez y parecieron sucumbir al achatamiento y la pobreza derivadas de la repetición sin
cuestionamiento.

Propongo el desafío de ir más allá. del grupo operativo a través de una observación renovada del
propio dispositivo. Invito a cada lector a emprender la travesía que lo llevar. Más allá de la propia
práctica y la propia teoría, ya que el dispositivo no es externo a cada uno de nosotros. La
invitación consiste en emprender juntos un periplo que no incluye punto de llegada pero sí
desafíos y paisajes nuevos, así como la promesa de aventuras. Existe cierto riesgo pero
garantizamos que en esta excursión no nos invadirán el letargo ni el aburrimiento, característicos
de la repetición del discurso y las prácticas grupales. Aburrimiento generado por la imposición de
eternizar el dispositivo del grupo operativo, convertido en un fin en sí mismo.

El primer sendero nos lleva a un cartel enorme que nos convida a ir construyendo dispositivos de
dispositivos. Detrás de este cartel, surgen las puertas misteriosas de una mansión que todos
llaman observación. Veamos qué descubrimos.

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Es imprescindible interrogar como primer hito nuestra concepción de observación, ya que, en
tanto impregna nuestros dispositivos de trabajo y de investigación, nuestro marco referencial
construye subjetividad.

En un bucle de construcción compleja, se genera a la vez subjetividad en la grupalidad y grupalidad


desde lo subjetivo. Más perentorio aún es pensar de qué estilos de subjetividad emergen dichas
concepciones de observación y, por consiguiente, ciertos dispositivos.

Esta doble interrogación es necesaria para revitalizar la tarea de quienes trabajamos con grupos.
La idea central consiste en ubicarnos en observadores de la observación. Esta intención conlleva,
en términos de Maturana, la propuesta epistemológica de utilizar el instrumento de conocimiento
para conocer el mismo instrumento. Lo cual tiene derivaciones éticas y repercusiones en nuestra
práctica.

Nuestros dispositivos están impregnados por una red de suposiciones derivadas de la idea de que
observamos un objeto externo a nosotros y que lo percibimos tal cual es. Esta perspectiva, además
de otros efectos de cierre, nos desimplica respecto de lo observado y respecto de nosotros
mismos. Por el contrario, según Maturana, la observación emerge de una experiencia que tiene
más que ver con nuestra configuración como organismos que con las características del objeto:
nuestra observación produce un mundo.

¿Por qué interrogar la observación como cuestión nuclear para pensar aperturas y flexibilizaciones
imprescindibles en nuestras modalidades de trabajo grupal? - Cada dispositivo indica, dispone,
cómo vamos a trabajar, pero sobre todo, qué voy a recortar, qué voy a considerar válido y
relevante, qué tomo en cuenta. Es decir, cada dispositivo, centralmente, construye en mí una
propuesta, una concepción de observación, indica qué se observa, para qué, y sobre todo, en un
bucle de segundo orden, qué es observar.

Vivimos en un mundo cada vez más complejo, confrontados con problemáticas polifacéticas, que
no se dejan recortar dócilmente en campos claramente delimitados. Situaciones imprevisibles,
ambiguas, inaprehensibles desde las perspectivas tradicionales de la ciencia. La aventura consiste,
como lo sugiere Von Foerster, retomando a Bateson, en construir conocimiento del conocimiento.
Observar la observación implica, entonces, producir procesos cognitivos de segundo orden.

Transitamos una crisis en los modos tradicionales de abordaje del acontecer humano; los
dispositivos habituales se revelan hoy insuficientes para dar cuenta de nuestro caleidoscópico
mundo. No solamente tenemos que abordar el tema la observación hoy, sino interrogar por qué
surge la metáfora del abordaje tan ligada a la observación . Es decir, tenemos que observar cómo y
por qué abordamos la observación.

Ahora bien, encontramos escollos en este intento. ¿Cómo expresar lo que está naturalizado en
nuestra cultura, aquello inefable que, a través de nuestras metáforas, nos habla? Quiero decir que
tenemos que abordar el tema de la observación hoy para desabordarlo. Dado que abordar implica
uno de los modos con que nuestros paradigmas nos indican qué es conocer y cómo conocer.

Abordar conlleva al menos dos sentidos: tocar, tomar contacto con dicho objeto y meterse por la
fuerza dentro de él, someterlo. Abordar supone un objeto de abordaje anterior e independiente y
por consiguiente, externo, ajeno a quien lo aborda. Se trata de un ejemplo privilegiado para dar

57
cuenta de los complejos sistemas metafóricos que construyen, desde nuestros paradigmas
naturalizados, nuestra constelación conceptual relativa a la observación. Dado que observar
conlleva la idea de abordar desde afuera el objeto de conocimiento.

Siguiendo a Denise Najmanovich, la concepción de la observación constituye una zona paradójica


de nuestra cultura. Se trata al mismo tiempo de un eje en nuestras concepciones teóricas y
prácticas acerca del conocimiento; por otro, se mantiene como un área de invisibilidad teórica, ya
que al estar organizada como sistema metafórico, forma parte de nuestras categorías de
conocimiento, construye nuestra subjetividad, sin que habitualmente, tomemos nota de ello. Esta
autora afirma que las teorías clásicas no podían dar cuenta de las redes y relaciones informales
porque no las veían. Esto implica que nuestros sistemas conceptuales nos habilitan para ver
ciertas situaciones. Usamos nuestra ideas acerca de la observación, pero no la vemos como una
zona que delimita y legitima nuestra modalidad de conocer.

Ahora bien, esta concepción de observación conduce a que, por ejemplo, la comunidad quede
ubicada como aquel lugar de donde los alumnos provenían y al cual, una vez ubicados dentro del
dispositivo, tenían que salir para reencontrarse o bien trabajar con ella o en ella. Nunca desde ella.
Queda, al finalizar la formación, una zona totalmente separada de la comunidad, zona que se
delimita como el área del grupo operativo y que excluye aquello que no está planteado en
términos del dispositivo.

Se impone, pues, una critica epistemológica a la concepción objetivista de la observación. Para


ello, más que abordar el concepto de observación, es imprescindible desentrañarlo, construirlo de
otro modo y al hacerlo, deconstruirnos y reconstruirnos de distintos modos posibles.

La concepción objetivista de observación funciona como un modelador cultural. Implica un


sistema de conceptos y metáforas que ubican de cierto modo la relación con los otros y con los
objetos. Por ello, des-abordar el concepto de observación implica por un lado interrogar qué
efectos produce en la construcción de subjetividad, la concepción según la cual el observador da
cuenta, desde la descripción, de un objeto externo a él, recortable y delimitable desde el área de
la cual da cuenta el marco teórico del que observa. De qué modo nos configura como sujetos este
sistema metafórico que incluye, por ejemplo, el abordaje del objeto de conocimiento. Ahora bien,
es ineludible, y en esto consiste mi propuesta para desabordar el tema de la observación,
preguntarnos de qué estilos de subjetividad surge esta concepción acerca de la misma. Esta
perspectiva, intersectada con la anterior, permite pasar del abordaje del tema de la observación, a
una interrogación a nuestra subjetividad. A un cuestionamiento acerca de nuestros modos de
conocer y vivir. Y también nos permite crear dispositivos más flexibles. Dado que de lo contrario,
en lugar de producir y crear, podemos quedar fagocitados por el dispositivo. Ya que todo
dispositivo tiene modalidades que posibilitan y limitan. Cuando los factores limitantes son
mayores que los que propugnan el cambio, se produce una fagocitación por el dispositivo. Esto
implica rigidez y empobrecimiento subjetivo. Lo paradójico es que estos dispositivos fagocitantes
están producidos muchas veces desde discursos que pretenden la apertura.

El dispositivo del grupo operativo para lograr operar como agente de cambio tiene que aceptar
cambiar él mismo. Y las subjetividades en juego, las nuestras concomitantemente, tienen que
aceptar interrogarse. Los invito a seguir la propuesta de Proust cuando nos dice que “El acto real
de descubrimiento no consiste en encontrar nuevas tierras sino en ver con nuevos ojos”.

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Pichon Riviere- Grupo Operativo y psicología social

Problemas de la psicología grupal (el grupo operativo-productivo) No podemos establecer la


vinculación entre lo social y lo individual si no la recortamos a través de lo grupal.
2 corrientes: Institucionalistas y grupalitas. Cuando hablamos de relación individuo-sociedad, no
podemos dejar de habla de la participación social. Es decir, la necesidad individual de:
a) verificar su inserción social. b) sentir su inclusión a través de pertenencias a diferentes
organizaciones. c) gestionar su presencia en el contexto social. d) el de su implicación en el poder
de decisión. Hay ciertos planos de enunciación: a) En toda concepción de grupo la presencia de la
historia social es un elemento indispensable en su elaboración y por tanto la realidad debe tenr su
lugar en esa conceptualización. b) Esa misma historia social se hace presente en la práctica y en la
experiencia. c) La presencia de la realidad no conlleva a una cuestión moral de lo aceptado o de lo
rechazado o de lo verdadero y lo falso, sino que constituye el marco para la dialéctica entre lo
utópico y lo posible. Otro momento corresponde al de la tarea. El grupo constituido como tal
efectúa una especie de insight alrededor del tema que se ha propuesto. Es un momento de
reflexión, en el cual se observan los alcances de la significación que ese tema tiene para ellos.

Se denomina tarea al objetivo de un grupo, y tarea a los momentos de centrarse en el objetivo, de


insight. Señalamos aquí que siempre la puesta en práctica de lo propuesto por un grupo tendrá
un grado de dependencia con el contexto social. Paralelamente frente a la probabilidad de
participar en un grupo (latentemente estará presente durante todo el desarrollo) subyace una
fantasía: la de creación de proyectos. Siendo la otra cara de la moneda, la fantasía, la de un
proyecto de creación. La creación de proyecto se quiebra en dos: Por un lado el engranaje
procesual de un grupo. Aparece al inicio del grupo como los “propósitos” (de hacer algo, llegar a
algo). Luego ene l transcurrir del tiempo y del proceso grupal se transformaran en otras
“intenciones”.

Dijimos que la situación grupal mínima era un triángulo constituido por coordinacióngrupo-tarea.
Esta situación mínima de tres elementos se configura como estructura a partir de un cuarto que le
da sentido, y aquí Proyecto juega esa función. Proyecto no pertenece a ninguno de los elementos
de la estructura, pero influye sobre los tres posibilitando el movimiento. Proyecto como lo
establecido y programado desde una individualidad.

Algunas consideraciones sobre la violencia simbólica y la identidad como emblema de poder.


Mientas que el avance contemporáneo consistiría en transformar las relaciones clásicas en modelo
más dinámicos, igualitarios, particpacionistas, es decir más horizontales. Es necesario modificar las
maneras en que el poder se lleva a cabo. Observamos a si mismo, que ambas posturas se mueven
solo en el campo de las relaciones intersubjetivas, confundiendo las situaciones de poder con los
individuos en los cuales se encarnan. La horizontalidad del vínculo es “como si” siempre hubiese
debido ser de tal forma y en su desarrollo ya no hubiese marca de dominio sino de tranca
colaboración.

Grupo familiar - Definición de familia: familia es, en nuestra sociedad, un grupo humano centrado
alrededor de las tareas de procreación, afectivo sexuales, educativas, de supervivencia,
económicas y sociales, prescriptas por el sistema sociopolítico organizado para el cumplimiento de
esas tareas en base a la diferencia de sexo, edades y roles, sometidos a una interacción dinámica
interna y a un intercambio con el exogupo social, determinados por la prohibición del incesto, por

59
la estructura edipica y por la estructura social, para renovar el parentesco por medio de la alianza
heterosexual.

Comentarios sobre la definición: 1. “nuestra sociedad” sociedad con un modo de producción


capitalista de bienes materiales como la nuestra. 2. “es un grupo humano” Riviere- situación
grupal, a todo conjunto de personas y/o personajes que se reúnen para realizar una tarea, ligadas
entre sí por constantes de tiempo y espacio, articuladas por su mutua representación psíquica,
que funciona como una estructura con un plano manifiesto y otro latente, sometido a una
interacción dinámica interna y con el exogrupo social, por medio de un complejo mecanismo de
prescripción, adjudicación y asunción de roles y funciones.

El grupo está centrado en una tarea común a sus integrantes que justifica su reunión, sino no es
un grupo. Características comunes en el caso del grupo humano y de la familia como grupo
humano: sus integrantes están unidos por constantes de tiempo y espacio; existencia de los planos
manifiesto y latente; centrado en tareas, tareas de procreación (en la familia se producen los
sujetos que son los agentes del proceso de producción de bienes materiales), de las tareas afectivo
sexuales(la relación de pareja y sobre la sexualidad de la pareja y de la familia), de las tareas
educativas (la familia en el proceso de socialización del niño en la educación para el pasaje de
endogrupo al exogrupo), de las tareas de supervivencia (cocinar, lavar, limpiar la casa); tareas
económicas (la economía de la familia, clase social perteneciente, conciencia de clase, manejo del
dinero por parte de las figuras parentales); tareas sociales (el pasaje del individuo de su grupo
familiar a otro grupos de pertenencia de acuerdo a su clase social, cultura; unión de diferentes
grupos familiares a través de alianza de pareja; la reproducción repetición y la inscripción de
modelos de conducta.

Bauleo plantea que las fantasías proyectadas en el grupo no son solo productos del individuo sino
además de lo permitido por la sociedad, el individuo “fabricado” en la familia va hacia los grupos
secundarios y hacia la sociedad.
Abordaje terapéutico El niño procesa psíquicamente de acuerdo a pautas y modelos aprendidos
en su grupo familiar. Por lo tanto, con su sintomatología ese sujeto da cuenta de que sus conflictos
no son solamente de él, sino son de una totalidad, de una estructura, son de su grupo familiar.
Pichón Riviere habla de la noción de poli causalidad, o sea multiplicidad de causas, por ello un
abordaje terapéutico pluridimensional que tiene como objetivo cubrir lo más extensamente
posible las múltiples dimensiones etiopatogenias (mente, cuerpo, mundo exterior)

Direccionalidad de nuestro enfoque


1. Manejo de la sexualidad en y entre los diferentes subsistemas que constituyen el grupo familiar.
2. La elaboración del complejo de Edipo, su resolución, aceptación del tabú del incesto así como
de la seducción de los hijos por parte del padre y/o de la madre de sus propios conflictos no
resueltos 3. El análisis de los fenómenos latentes de la interacción entre los integrantes del grupo
familiar que configuran diferentes subsistemas. 4. Elaboración de los miedos básicos al cambio 5.
Asunción, depositacion y prescripción de roles, funciones, ansiedades y conflictos entre los
integrantes del grupo familiar. 6. Los secretos familiares 7. Los mitos familiares 8. Los arquetipo
familiares 9. Las contradicciones, conflictos generaciones, relaciones de poder en el grupo familiar.
Técnica Cuando lo indicado es efectuar una psicoterapia familiar lo que nos permite acceder a la
estructura latente es el manejo instrumental con una técnica, la técnica operava de grupo con las
adaptaciones efectuadas al campo psicoterapéutico familiar, particularmente cuando se

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encuentran niños formando parte de ese grupo familiar. Tenemos así, el empleo del dibujo, la
pintura, del juego, rolplaying etc.

Partiendo de lo manifiesto del grupo familiar, desde las reglas, normal, roles, el tipo de
comunicación avanzamos despejando y discriminando distintos niveles de profundidad en la
estructura que configura la familia. Dinamia de las estregias terapéuticas de abordaje
pluridimensional. Abordaje pluridimensional: como la aparición de los síntomas en las tres áreas
de expresión (mente, cuerpo, mundo exterior).

Emergente, proviene de la conceptualización sobre categorías de lo grupal, en el cual el


emergente es el momento del discurso grupal que emerge como parte de la problemática latente
expresada a través de la comunicación y meta comunicación de los individuos empíricos
involucrados en una tarea y una finalidad común, de cuya intencionalidad da cuenta la sobre
determinación reglada de las contradicciones y conflictos en juego. Estrategias terapéuticas
dinámica de las mismas: psicología individual psicoanalítica, psicodramatica con base analítica,
grupal familiar, de pareja, familiar externa. La diferencia entre la psicoterapia asociada y la
psicoterapia combinada es que: la Psicoterapia Asociada es la unión de diferentes recursos
terapéuticos sí que necesariamente hay similitud entre los esquemas referenciales teóricos,
técnicos y metodológicos, que sustentan dichos recursos terapéuticos. Psicoterapia Combinada es
la unión de dos o más técnicas psicoterapéuticas de modo tal que constituyan un procedimiento
articulado, apunten hacia un mismo objetivo e integren simultáneamente un similar y
complementario esquema teórico, técnico y metodológico.

Matrimonio: pareja institucionalizada Vamos a tratar de pensar sobre el vínculo hombre-mujer.


Del cómo, del porque y del para que de su configuración como organización misma, de su finalidad
y objetivos, en lo que se cree que es, resulta o debe ser.

¿Qué es lo que aparece a nuestros ojos cuando viene a la consulta un matrimonio? La presencia
de un vínculo en crisis. Tengamos presentes algunas premisas para iniciar nuestro quehacer
racional. -establecer un vínculo presupone la posibilidad de efectuar una tarea en común que
surge con el deseo de compartirla y realizarla. - Un grupo adquiere la categoría de tal, cuando
tiene tarea. - La necesidad afectiva y la búsqueda de satisfacción, son agentes aglutinantes. - El
matrimonio es la mínima expresión de vínculo institucionalizado - La entropía, medida de la
incertidumbre existente entre un conjunto de mensajes, del cual va a recibirse uno solo. - Todo
sistema, en tanto orden, busca controlar para mantener su estabilidad. A esta propiedad la
llamamos homeostasis. -la ideología es el componente predeterminado y determinante de la
relación grupal que la impone, sostiene, mantiene y reproduce.

Todo sistema implica y todo sistema busca mantener su estabilidad constante, resistiendo toda
acción tendiente a perturbarla. La relación homeostasis vs entropía, es una relación que ha sido
perturbada en la esencia misma de su significado en beneficio de la organización del sistema por
los intereses que tiene en juego. El objetivo que persigue es asegurar su constancia y su desarrollo
progresivo.

“el matrimonio civil, principio, base y fundamento de la familia…. Por el hecho del matrimonio se
contraen los cónyuges diversas obligaciones, las de guardarse fidelidad mutua, mantener y educar
a sus hijos, dándoles la profesión y oficio convenientes a sus estados y circunstancias”.

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El matrimonio civil principio, base y fundamento de la familia, el contrato civil tiene por finalidad la
regulación de la relación hombre mujer para la procreación. Fidelidad mutua, de modo de evitar
así que no se corra el peligro de división de la molécula reproductora. Mantener y educar a los
hijos, dentro de cada status social, elegir la profesión u oficio que el sistema ha previsto y creado
para poder cumplir sus fines. De esta manera, la suscripción del contrato hace que lo que
inicialmente fue pareja, empiece a funcionar como matrimonio, a no encontrar su nivel de relación
necesario y satisfactorio, para perderse en las relaciones instituidas.

La pareja, como grupo natural, pierde así su lugar y pasa a postergar las más de las veces, sus
necesidades afectivas y de convivencia en función y por obra de la rutina instalada. “te quiero a ti
y me entrego a ti y prometo serte fiel en las alegrías y las penas, salud y enfermedad, todos los
días de mi vida”. Afirma nada menos que el propósito de hacer de ese amor una praxis de
convivencia con voluntad de permanencia que solo la muerte puede quebrar.

Por lo tanto sintetizando diremos: 1. El matrimonio en crisis es un síntoma denunciante de que los
criterios utilizados para la construcción de esta unidad binaria deben ser cuestionados y revisados.
2. esa organización tal cual está establecida hoy en día en nuestra sociedad, no apunta ya a dar
cumplimiento a las necesidades propias de la pareja, sino a otras de diferente naturaleza que la
distorsionan al obligarla a funcionar dentro de un entorno institucional preconcebido. 3. que una
organización tal inserta al ser humano en un escenario donde el drama se desarrollara según roles
y funciones rescriptos. 4. lo que podemos llamar vida de pareja, continua en estado latente por
obra de esas prescripciones que nos vemos obligados a asumir y que no dan lugar a la espiral
creativa y renovadora del hecho singular del amor.

Aportes de la psicoterapias combinadas. Psicoterapia individual de niños combinada con


entrevistas con padres.
Introducción: el tratar de comunicar nuestra experiencia clínica con respecto a la participación de
los padres en las psicoterapias individuales de los niños que asistimos psicológicamente.

La participación de los padres en la psicoterapia de sus niños es trascendental para la resolución


adecuada y más amplia de la problemática del niño. Inscribimos dentro de nuestros objetivos el
tratar de contribuir a la elaboración de un esquema referencial de asistencia común a los distintos
profesionales, que articule y posibilite la combinación entre los diferentes recursos terapéuticos.

Ubicación teórica breve reseña histórica. Es Freud, quien comienza con la temática del grupo
familiar en dos niveles: teórico y práctico. Complejo de Edipo, interpretación de sueños, la novela
familiar. Por ese entonces las discrepancias entre los psicoanalistas oficiales y no oficiales estaban
referidas, a si preferían o no atender a miembros de una familia simultáneamente y a sus
porqués.
Grotjahm 1956, en grupo para el progreso de la psiquiatría, postula premisas para la ubicación
frente al grupo familiar. “al cambiar el foco de investigación del individuo al grupo familiar se
hacen necesarios nuevos instrumentos conceptuales y nuevos métodos de observación”

Históricamente se partió de la psicoterapia del niño asilado, con una teoría y una técnica que
poniendo énfasis exclusivamente en lo individual, veía que los padres celosos envidiosos y
competitivos obstaculizaban el proceso terapéutico. Luego se hizo participar en la psicoterapia del
niño a sus padres, donde no estaba claramente delimitado como intervenían los mismos, con que
técnica y que teoría se realizaba esta inclusión, se confundía padres con familia. El abordar

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terapéuticamente al niño y su familia seria el siguiente paso. Una familia no tiene por qué estar
solamente constituida por el niño y sus padres, por ejemplo tíos, abuelos, hermanos etc., Par a
nosotros hablar de familia es hablar de grupo familiar. Tratar de comprender lo que sucede con el
niño “enfermo” y su grupo familiar es tratar de comprender la relación entre el niño, su familia y la
enfermedad mental, en el cual el niño es para nosotros el emergente, de una estructura familiar.

Nos basamos pues en un ECRO (esquema conceptual referencial y operativo) que nos permite
pensar la psicopatología individual desde una perspectiva más abarcativa, descentrando la
“enfermedad” de un sujeto, al grupo familiar en su totalidad. Nos referimos y remitimos al lector
entonces a: -teoría de le enfermedad única - mecanismos de depositario - mecanismos de
segregación - noción de emergente - de tarea - noción de grupo

Con los aportes, las reformulaciones y las críticas que dialécticamente han enriquecido a cada
nuevo desarrollo. Entendemos por psicoterapia combinada la unión de dos o más técnicas
psicoterapéuticas de modo tal que constituyen un procedimiento articulado, apunten hacia un
mismo objetivo e integren simultáneamente un similar o complementario esquema teórico,
técnico y metodológico.

La participación de los padres en la psicoterapia de niños puede ser clasificada en dos aspectos
fundamentales: A) que la participación de ellos eta centrada en la psicoterapia del niño, individual
o grupal. B) en el grado de integración y articulación entre la psicoterapia del niño y el o los
métodos empleados para posibilitar la participación de los padres en dicho tratamientos.

Psicoterapia asociada - De acuerdo al número de niños en psicoterapia: a. Psicoterapia individual


asociada. De acuerdo a la tarea a realizar con los padres la clasificamos en: 1. Entrevista con los
padres de acuerdo a la frecuencia de las entrevistas: - esporádicas. – periódicas De acuerdo con la
presencia física del niño en la entrevista: - con el niño presente - con el niño ausente (por decisión
terapéutica, por decisión asilada: del niño, de los padres) 2. Entrevistas con integrantes del grupo
familiar - esporádicas - periódicas 3. Psicoterapia de los padres -de uno de los padres -de los dos
padres (psicoterapia individual, psicoterapia de pareja) 4. Grupo de padres -grupo informativo
para padres (“Escuela para padres”)

B. Psicoterapia Grupal asociada. De acuerdo a la tarea a realizar con los padres clasificamos en: 1.
Entrevistas aisladas con los padres de cada niño 2. Entrevistas grupales con los padres de los niños
del grupo 3. Psicoterapia de los padres
PSICOTERAPIA COMBINADA - asistencia combinada I - asistencia combinada II
Psicoterapia familiar centrada en el niño - del niño en la familia -Del grupo familiar centrada en el
niño

TECNICA La técnica empleada fue la Técnica Operativa de Grupo (TOG) adaptada y aplicada al
trabajo con grupos familiares. La TOG es una técnica de aplicación en pequeños grupos. El grupo
debe poseer una tarea explicita. Por ej.: el tratamiento del niño, la relación con su padre y
viceversa. Hay dos roles prescriptos: el de integrante y el de coordinador. Las entrevistas serán
efectuadas por el terapeuta individual del niño. Son realizadas en días y horas diferentes de las
sesiones individuales, siendo su duración de sesenta a setenta y cinco minutos. Variaciones del
encuadre terapéutico:

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1. Entrevistas con el niño presente 2. Entrevista con el niño ausente: -por decisión terapéutica
(excepcional) - por decisión asilada (frecuentemente en los primeros meses de tratamiento) -del
niño - de sus padres
De cualquier manera el niño estuvo siempre presente como temática y objetivo central de la
entrevista.

Observación del observador La noción de que el grupo operativo es un grupo centrado en la tarea,
ha ido transformándose en una generalización inconsciente. Creo que hay que distinguir el grupo
operativo natural, en cuanto sea aquel grupo con tarea explicita que lo nuclee, del grupo operativo
instrumental que es el que además está coordinado con la técnica operativa de grupo. La técnica
operativa de grupo implica la instrumentalización de las nociones grupales descriptas. Nociones
resignificadas en la experiencia, que permite la configuración de un ECRO. La función del
observador consiste en analizar los efectos de la acción del coordinador sobre el grupo, para qué a
través de la lectura de emergentes o mediante el rescate a posteriori de la dinámica grupal
mediante la lectura del registro, el coordinador pueda reubicarse, detectando los puntos de sutura
a la fantasía grupal.

Enrique A. Sobrado.

La noción de que el grupo operativo es un grupo centrado en la tarea ha ido transformándose con
el transcurso del tiempo, en una generalización inconsistente. Por eso, creo que hay que distinguir
lo que podríamos llamar el grupo operativo natural, en cuanto sea aquel grupo con tarea explicita
que lo nuclee, del grupo operativo instrumental que es el que además esta coordinado con la
técnica operativa de grupo.

La técnica operativa de grupo implica la instrumentalización de las nociones grupales descritas por
Pichon Rivière, nociones resignificadas en la experiencia, que permite la configuración de un ECRO
, sometido constantemente a una critica y autocritica, tanto a nivel individual como grupal e
institucional.

Esta dinámica del ECRO ha permitido que se pudiera evolucionar de los fundamentos kleinianos-
existencialistas del primer Pichon, llegando a la reelaboración, tras los aportes materialistas
dialecticos, realizados por Armando Bauleo y otros. Pero quizás por esa misma plasticidad,
determinadas contingencias de índole social, y la propia difusión de la técnica, han producido que
algunos sectores detuvieran su desarrollo. En algunos casos recuperando su arqueología, en otros,
desviándose en los meandros del empirismo, o bloqueando el aporte intersistémico que
permitiera la incorporación de otros desarrollos teóricos.

La constatación (desde mi nunca objetivo punto de vista) de estos fenómenos, mediante la lectura
de diversos textos producidos en diferentes partes del mundo, me llevo a la cuenta de un punto
en la técnica que aparecía poco analizado: el rol de observador. Si tenemos en cuenta que una de
las consignas en la practica técnica de los grupos operativos es la clara discriminación de los roles,
este hueco en el método no deja de ser significativo. Posiblemente uno de los problemas que
perturban esta clasificación sea el modelo instaurado por los terapeutas de las asociaciones
psicoanalíticas.

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El modelo psicoanalítico ha configurado la imagen del observador como rol secundario, como
función menor. Tiene prohibida la palabra, surge como sometido al coordinador (a menudo lo es).
El coordinador analista es el dueño de la palabra, el que “sabe” en el grupo, el que tiene el don de
interpretar. El observador, silencioso, aparece como su amanuense.

La reacción a esto ha sido subjetiva. La proposición fue: homogeneizar, borrando las diferencias.
¿Coordinador y observador, son desde la técnica, lo mismo?, Preguntamos. Si así fuera, ¿para qué
dos?, ¿Por qué es complejo “interpretar” y registrar a la vez? Si es así, entonces tienen razón, el
observador es un amanuense. Esto, evidentemente, es un circulo cerrado producido por un
ideologismo afectivo. Pero es a su vez efecto de fenómenos que recurren, en la medida en que la
imagen del observador concita todo un complejo de fantasías.

Por un lado encontramos una problemática ligada a la asunción de todo rol, por cuanto: ¿Qué es
asumir un rol si no diferenciarse?, Y diferenciarse, ¿no implica asumir la castración?. Por eso,
igualar el observador al coordinador implica indiscriminar a la pareja coordinadora, es caer en la
trampa subtendida por las fantasías de totalización.

Por consiguiente, ¿Cómo podrán ayudar a discriminar si operan desde la indiscriminación? Si el


coordinador tiene una función precisa: co-pensar para intentar producir las palabras que encajen
en los huecos del discurso grupal, y actuar, para tratar el relanzamiento de ese discurso en un
nuevo movimiento de la tarea, también el observador debe tener su tarea específica.

La función del observador consiste en analizar los efectos de la acción del coordinador sobre el
grupo, para que, ya sea a través de la lectura de emergentes o mediante el rescate a posteriori de
la dinámica grupal mediante la lectura del registro, el coordinador pueda reubicarse, detectando
los puntos de sutura a la fantasía grupal. Solo la clara ubicación y distribución de funciones evita
las competencias encubiertas o explicitas de la pareja coordinadora. Discriminados, podrán ser
discriminantes. Por supuesto que con esto no queremos construir una racionalización
omnipotente. Si ciertos movimientos de la fantasía grupal suturan al coordinador, también pueden
indiscriminar al observador.

La dinámica grupal elicita a veces ansiedades tan arcaicas que llevan a la contra-actuación de la
pareja coordinadora, sea porque acierten en un punto ciego de uno o de ambos, o porque
movilizaciones de ese nivel generan defensas consecuentes.

Claro esta que esta movilización cobra sentido desde una correcta distribución de funciones. En
caso contrario, al no tener fijada la variable, ¿Cómo vamos a medir sus desviaciones? . De esta
manera también, termina siendo falaz la denominación de observador participante para ciertas
modalidades. El observador siempre participa del proceso aunque no hable. El hablar no define el
nivel de participación. Entenderlo así no es otra cosa que un deslizamiento positivista. Hay toda
una jerarquización de la palabra detentada, pero eso no es un problema de la técnica, sino de ese
otro campo en que el uso de la técnica se inserta. Y esas desviaciones no están solo provocadas
por las fantasías inconscientes. El grupo genera un campo en que las fantasías inconscientes
tienden a articularse con las formaciones sociales.

Ese plano, que Bauleo denomina el lugar del mito, juega también para los coordinadores,
determinándoles demandas o sometiéndolos a esquemas de los que solo a través de una rigurosa
practica de critica y autocritica se puede intentar modificar. Pero para que esta cumpla su

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cometido debe además estar apoyada en una correcta concepción filosófica de las practicas. Por
eso, el problema de la discriminación teórica de la función del observador, tanto como las
vicisitudes de su práctica, terminan no siendo solo un problema técnico.

Rodríguez Nebot- Clínica Móvil

Lo que intento es dar cuenta de esta microexperiencia en mi concepción de trabajo el


socioanálisis se presenta como la posibilidad de armar pequeñas miniaturas ¿nanomáquinas?-
cajas de herramientas que producen cierta luz sobre los avatares del sufrimiento, que
permanentemente me cruzan el camino y hacen forma y parte de mi hacerser.

En nuestra herencia pesan como relación de desconocimiento los dispositivos sedentarios. Son
aquellos que hemos heredado de la psiquiatría, la medicina y de la psicología del Two Bodies. Es
aquella que diagnostica, evalúa, examina y categoriza a ultranza los pacientes, metiéndolos en los
cuadros del DSM 4. Los dispositivos sedentarios manejan una concepción de lo normal y lo
patológico que en suma son condiciones de cristalización que la propia sociedad construye a
través de su imaginario social.

Es una operación epistemológica que tiende a separar al sujeto del objeto, es más, no da cuenta
de la implicación del observador que realiza una operación sobre el objeto y redunda
inevitablemente en su transformación. Dicha transformación implica necesariamente el
acomodamiento del sujeto y del objeto y viceversa del objeto sobre el sujeto. Esto lleva a
entender, a las clínicas como operaciones de corte muy complejo, y tienden a producir un efecto
de transmisibilidad. Por transmisibilidad, se garantiza un saber, un saber sobre otro, un saber
sobre el sufrimiento y el dolor, de aquella persona que llegando a nuestro consultorio o a nuestra
clínica privada o pública realiza una abreacción, una descarga, en suma una demanda, un pedido
de alivio.

Ya no podemos hablar de la existencia de una clínica sino de una multiplicidad de ellas. Prueba de
ello es la multitud de psicoterapias y de modalidades de intervención. La clínica sedentaria es
aquella que deviene de la medicina, que ha producido la psiquiatría a lo largo de los últimos 150
años y que como elemento culminante tenemos la construcción de este nuevo tabulador o este
nuevo scaner denominado DSM-4.

Estos dispositivos que denominamos sedentarios tienden a tratar de hacer pasar a los pacientes
por determinados lugares prefigurados, prearmados y que de esta manera van a dar siempre, los
mismos resultados, dentro del universo simbólico al cual están adscriptos.

Es por eso que la clínica no es una sola sino son muchas, pero no son muchas solamente porque
hay una transformación de las subjetividades en el contexto de las psicopatologías actuales, sino
que también son muchas porque el acto clínico es una operación sumamente compleja de
investigación, de elaboración teorética, de principios de regulaciones de encuadres y dispositivos y
de encuentros con el sufrimiento humano. En este sentido la clínica se transforma en un
constructo que tiene al sufrimiento psíquico por base y a su vez una elaboración teórica que da
cuenta o intenta dar de un posible devenir, o de una posible respuesta ante la pregunta de aquel
que sufre.

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Las clínicas sedentarias son aquellas que refuerzan los circuitos del poder del imaginario, que
refrendan y que potencializan una repetición, la estereotipia, y permiten por su acción tecnológica
categorizar a los sujetos sufrientes, dominarlos en una suerte de violencia simbólica y que
promueven encierros reales, concretos o simplemente encierros discursivos, tautológicos, que en
última instancia no ayudan en nada a los propios pacientes o a aquellos que sufren y que reclaman
con su dolor algún tipo de alivio, algún tipo de ayuda. Las clínicas sedentarias en realidad basan su
potenciación en esta suerte de naturalización de la estereotipia y la repetición, con lo cual el
análisis es un imposible. El psicoanálisis como práctica terapéutica ha devenido sedentario y
tiende a repetirse al infinito, no hay escucha, no hay trabajo interpretativo, lo único que hay es
una suerte de hermenéutica que refrenda a si misma en una especie de tautología al infinito.

El tiempo libre se ha transformado en una verdadera industria que sobre estimulando a las
subjetividades planetarias lo único que hace es exacerbar el propio consumo, con lo cual uno se
consume en tiempo libre y se consume en tiempo productivo. Cuando el paciente habla y nos
relata sus síntomas, en última instancia está dando cuenta de un problema, como dice Deleuze,
plantear el problema no es simplemente descubrir, es inventar.

Hemos abandonado esa epistemología causal en donde hay un factor que origina los problemas,
sino que al revés, son muchos problemas que originan otros problemas, estamos en un terreno de
policausalidades y de complejidades en donde la fuerza de la palabra interpretativa es una gestión
de articular diferentes planos lógicos productivos que no guardan una coherencia entre si, sino
que la característica esencial es la incoherencia.

No nos alcanza con la noción edipica, ni con la problemática de la relación temprana, ni tampoco
con la de la castración, sino que encontramos también el hecho que para llenar la falta de un
objeto protector o la falta de uno estructurante, simbolizante y marcativo con cierta significancia,
es que el sujeto cae en una adicción del otro, del partenaire. En este sentido consideramos que
los proceso de socialización secundaria son tanto o más importantes o son del mismo orden que
esta socialización primaria, en el entendido socialización primaria aquel derrotero que el
psicoanálisis tanto ha indgado.

En suma: hay que re-tecnologizar y modelizar al psicoanálisis.


Los trabajos de Pichon- riviere en cuanto al esquema de abordaje múltiple, esto es individual,
pareja, grupo y familia se puede armar un pool de trabajo en donde la subjetividad está allí para
poder desplegarse en los ámbitos y los puntos de fuga provoquen sus pautas de conexiones, en
donde el analizador habilite un espacio de reflexión y de simbolización que permita la posibilidad
del encuentro de una función analítica. La función analítica se encuentra en función del vector de
fuerza que marca una demanda, que plantea un problema y que hay allí un agente, u otro, que
está para testimoniar el efecto de desarrollo que el otro hace a partir de su sufrimiento o de su
síntoma, y que permita la apertura de juego que inaugure la conformación de un espacio analítico.

En los últimos años a partir de diversos trabajos de autores que hemos mencionado y otras formas
de modelos de abordaje: el tema de las redes sociales o de las terapias en red Elkaim, Dabas, etc.
lo que se puede visualizar es la potenciación creadora que tiene el hecho de no quedarse agarrado
como psicoterapeuta a una técnica específica sino al manejo de múltiples técnicas.

Esto lleva a la noción de caja de herramientas instalada por Foucault en la década de los 70, a
partir del análisis genealógico en la conferencia que da sobre Nietzche. Este enfoque permite

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distinguir lo que son modalidades sedentarias a nómades. Lo nómade proveniente de Guattari y
Deleuze, es una forma de ser, de devenir ser en un plano de fuga y transito, de senderos que
permanentemente determinan rutas, ya que lo nómade se apropia de un sistema de tránsito, no
de un espacio territorializado sino de un efecto de desterritorialización en donde lo que se
especializa en realidad es una ruta, un sendero. De esos senderos es lo que son las clínicas
actuales.

En este sentido, la clínica debe ser móvil, no nómade, porque nómade implica la articulación de un
tránsito ya prefigurado. Pensar la clínica nómade es pensar a nuestro entender también desde un
punto de vista prefigurativo y preformado. Es por eso que pretendemos hablar mejor de lo que es
una clínica móvil, transhumante y en tránsito. Por clínica móvil entendemos una clínica no
desarrollada, no taxonómicamente desarrollada ni genéticamente desarrollada, sino que por el
contrario una clínica en vías de desarrollo y de posible inscripción en la medida que se adosa a
problemáticas subjetivas y va pudiendo desarrollar micro espacios en las estructuras mentales que
permitan el desarrollo de una reflexión o el desarrollo posible de una potenciación del devenir. En
este sentido se trabaja con un esquema multiterapéutico y con la articulación de diferentes
referentes teóricos y de articulaciones tecnológicas diferentes, puede ser el psicodrama,
sociodrama, esquizoanálisis, psicoanálisis, psicología social, teoría de los grupos, las concepciones
de Pichon, las dinámicas de grupo de Lewin, etc. la clínica móvil implica entonces la construcción
de un modelo de estructura cartográfica. No hay un centro monocausal. El mapa cartográfico no
tiene centro, es una red, y esto permitiría entonces que el punto de la demanda contempla un
nodo de la red, y ese nodo tiene una serie de hilos de estructuras causales que deben de ser
analizadas y deben de ser desarrolladas por un trabajo, es muy semejante a la epistemología
dialógica y o intertextual inaugurada por M. Bajtin.

El nodo se caracteriza por lo siguiente: contiene una res-extensa, que se demarca a partir de una
serie de pautas de conexión de los siguientes elementos construyendo un territorio de existencia:
a- una población, b- instituciones y organizaciones, c- un universo simbólico consistente –discursos
políticos y folklóricos y c- discursos y prácticas vinculares.

Esto implica que cualquier artefacto técnico, sea una terapia grupal, familiar, puede de pronto
devenir en otra cosa, una familiar puede devenir en pareja, una de pareja en conjunto de parejas,
una de conjunto de parejas en estructuras de técnica multifamiliar, una de multifamiliar en una
técnica de articulación de trabajo institucional y viceversa. Los tiempos reales del encuadre no
tienen que ver con las temporalidades de la subjetividad, sin embargo contratamos por tiempos
reales, la resolución del conflicto de las diferencias de tiempos, es resulta por el ajuste
permanente de los agentes implicados en el proceso. Por eso nuestra clínica está basada
fundamentalmente en los emergentes de la producción de acontecimientos que provocan un
devenir.

El acontecimiento no lo puede definir el propio terapeuta sino es que es un evento y un


constructo-puerta en la subjetividad. En la clínica un acontecimiento adviene en la intersección del
terapeuta con el paciente, el mismo implica el haber accedido a otro plano en la medida que el
paciente es proyectado a un plano de dimensión de su potencialidad creadora o recreativa que
remite en una redundancia –pliegue- en la posibilidad de mitigación del dolor y posibilidad
esclarecida de dar luz en el camino al placer. El acontecimiento en el sentido foucaultiano es
aquello que revela no solamente la estructura institucional sino que revela la potencialidad de la
emergencia de nuevos dispositivos. Para Deleuze el acontecimiento puede ser un instante pero

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continum, en un tiempo muertoatemporalidad- en su densidad, extensión intensidad y expansión.
Hay un antes y un después del acontecimiento, no punto de retorno, porque el sujeto ya no es el
mismo es otro, ha devenido en otro, su realización es una metamorfosis. En la vida de una persona
hay muchos eventos pero no hay muchos acontecimientos más bien muy pocos. En el
acontecimiento el sujeto es tomado por el mismo, sin embargo, su vida a sido larga espera para
devenir este momento, que inaugura la posibilidad del ser.

Nosotros entendemos que la psicoterapia es un arte- sanía, en donde lo que se juega es una
artesano- hay un aspecto de la invención del propio psicoterapeuta y hay un aspecto de la
potencialidad creadora del conjunto de los pacientes.

Elina Dabas, la potencialidad de trabajo comunitario en red y en articulación con determinados


conjuntos poblacionales que tienen condiciones de existencia próximas y comunes y que por tanto
esas condiciones de existencia próximas y comunes delimitan una serie de objetivos en el avatar y
en la potenciación creativa del agenciamiento, de poder en la consecución de bienes, servicios, de
espacios territoriales y también de lo lúdico, del placer y de la fiesta.

Victor Giorgi: la permanente revisión de la dinámica institucional, nuestras motivaciones, nuestros


vínculos a nivel de los equipos de trabajo y de la propia institución en su conjunto de modo de
comprender y elaborar la doble inscripción en lo personal y colectivo.

Se trata de producir agenciamientos de los espacios necesarios para que los actores produzcan su
realidad social y su devenir, en suma de tratar de construir una esperanza posible de un mundo
posible, o sea alcanzar no un deseo arquetípico- antiguo- presentificado, sino de construir un
deseo inmanente pleno que libere el desarrollo de las potencialidades de cada una de las personas
que integran estos conjuntos de trabajo. En suma el trabajo clínico no es una clínica, no existe la
clínica, sino el trabajo clínico como proceso de producción en donde lo que se juega es no
solamente el sufrimiento, sino que también se juega la esperanza de ese mundo posible.

Ferullo La participación como herramienta de trabajo del psicólogo


El triángulo de las tres P: Participación, Poder, Psicología.

El psicólogo como trabajador del campo de la salud


La identidad profesional del psicólogo lo coloca, como un trabajador del campo de la salud,
definida está en su aceptación más amplia. Hay una doble línea de significaciones del término
salud:

a) En sentido restringido, este término sigue aludiendo a la ausencia de enfermedad, modelo


biologicomedico. La unidad de análisis es el individuo y la práctica médica supone, una
intervención de tipo curativo que no toma en cuenta el complejo entramado de factores ambientales,
socioculturales y comportamentales que son determinantes conjuntos de nuestra salud.

b) en sentido amplio, el cambio de acento de lo negativo a lo positivo. La salud se define ya no solo


como ausencia de enfermedad sino como presencia de potencialidades y capacidades en los
hombres que desencadenan búsquedas para su realización y permiten trabajar para el logro de un
―mayor desarrollo y bienestar‖. Desarrollo humano integral, de un mayor bienestar, del

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mejoramiento de las condiciones de vida de los seres humanos, de una mayor calidad de vida de las
personas, etc. Se define salud no solo como uno de los derechos esenciales de los seres humanos
sino también como una de sus responsabilidades básicas.

Posición del psicólogo


La finalidad última del trabajo de la psicología es la misma, independientemente de los distintos
campos y las diferentes acciones que se realicen en ellos: todo psicólogo puede definirse como un
trabajador del campo de la salud entendida en su acepción más amplia. El psicólogo para aportar,
desde lo psicológico, a la búsqueda de las mejores formas de vida posible que los seres humanos
determinen para sí mismos.No son las conductas visibles, sino el lugar desde el que se las realiza lo
que permite entender un accionar profesional.

La psicología social comunitaria

-Algunas demarcaciones posibles:Partimos del reconocimiento de que toda psicología social ―en un
sentido amplio, pero plenamente justificado‖. Respecto a la psicología social comunitaria podría
pensarse que el problema de su demarcación esta en torno al término ―comunitaria‖, pero la
cuestión no es tan simple por varias razones:
*en primer lugar, este término que podríamos llamar ―palabras trampa‖, porque bajo una
apariencia de claridad referencial tal claridad no existe en absoluto. Tal vez sería más conveniente
hablar de ―abordaje comunitario‖ que de ―abordar a la comunidad‖

*en segundo lugar, la polisemia de este término que, nos coloca frente a la más variada
gama de definiciones.

En uno de los extremos trabajando a nivel comunitario se aborda n ámbito territorial determinado
en el que se incluyen distintas organización sociales tomadas en el sentido estricto del término.

En el otro extremo, consideran comunidad a todo conjunto de personas diferenciado por compartir
ciertos aspectos de la sociedad de la que forman parte. Así, puede incluir grupos de los más diversos
tamaños, siendo el único requisito necesario que los miembros del colectivo tengan un común
denominador. Este común denominador es lo que sostendrá el sentido de comunidad.

*en tercer lugar, si bien esta idea de ámbito sirve de referencia para nuestra demarcación, no
es suficiente porque la psicología comunitaria no está definida solamente por la amplitud con que se
considera el fenómeno en estudio sino, por la finalidad perseguida y el tiempo de acciones que con
esa finalidad se originen y sostengan. Es esa finalidad y alcance y el cómo de la acción lo que
define si se está o no trabajando a nivel comunitario.

Los aspectos éticos de la participación, pueden ser abordados desde diferentes perspectivas. Dos
que nos parecen importantes:

a) Una de ella es la que alude a quien define qué es lo mejor para determinados seres
humanos, refiriéndonos a los integrantes de cada comunidad concreta con la que se trabaja.
Deben ser los mismos interesados los que determinen, en cada caso y en cada situación, que
es lo mejor para ellos.
Puede garantizarse la aceptación de que ―lo bueno y lo malo para mi‖ puede ser distinto de

70
lo que otros consideran ―lo bueno y lo malo para ellos‖. Y de que esos otros deben tener la
oportunidad de fijar sus propios criterios. Esto se conecta directamente con la búsqueda del
cambio social como característica propia de la psicología comunitaria.
una vez que uno ha adherido a la meta general de ―búsqueda de las mejores condiciones de
vida posibles‖, los dos caminos por seguir son: o fijar ellos mismos cuáles son esas mejores
condiciones según sus propios parámetros o trabajar para que las fijen los propios
interesados.
b) La segunda perspectiva tiene que ver con la frecuente búsqueda de manipulación que se da
entre los seres humanos. Distinguir dos tipos de participación, participación crítica y
participación acrítica.
La primera constituye no solo una herramienta de trabajo adecuada para el campo de la
psicología social comunitaria sino también necesaria en ese campo, a través de la cual se
busca el crecimiento de los sujetos y sus comunidades.
El segundo tipo de participación, denominado acrítico, busca exclusivamente la adhesión de
los sujetos. No pretende ni le interesa el logro de la reflexión consiente de ellos.

Sobre definiciones de la psicología comunitaria

Tres delas muchas definiciones dadas sobre este campo de la psicología. Las 2 definiciones
conectan con la historia de la psicología comunitaria y su surgimiento como reacción (en contra de
la psicología clínica, en el caso de la línea estadounidense; de la psicología social en el caso de
americalatina) y como la búsqueda de obtener mejores respuestas que dieran soluciones a
problemas que la psicología de ese momento, en las ramas señaladas no podían resolver
satisfactoriamente.

1) Disciplina que acentúa la importancia de la perspectiva ecológica de la interacción, sosteniendo


la posibilidad de mejorar la adaptación entre las personas y su ambiente por medio de la creación de
nuevas posibilidades sociales y a través del desarrollo de recursos personales en vez de hacer
hincapié exclusivamente en la supresión de las deficiencias de los individuos o de sus comunidades.
RAPPAROT

2) Psicología comunitaria como la rama de la psicología cuyo objeto es el estudio de los acores
psicosociales que permiten desarrollar, fomentar y mantener el control y poder que los individuos
pueden ejercer sobre su ambiente individual y social para solucionar problemas que los aquejan y
lograr cambios en esos ambientes y en la estructura social. MONTERO

3) Entendemos la Psicología Comunitaria como una ciencia de la salud aplicada en la que confluyen
las distintas disciplinas básicas, medicas, psicológicas, epidemiológicas etc. Que fundamentan los
programas de intervención para la prevención de la enfermedad, la promoción de la salud y la
educación para la salud.

Las tres P –psicología, participación y poder-


participación, en tanto es el ejercicio del poder de los sujetos, como herramienta fundamental de
trabajo en el campo de la psicología social comunitaria. Esto es así en la medida que la psicología
persigue el logro de dicho ejercicio en su búsqueda de potenciar a los seres humanos.

71
LAPALMA El escenario de la intervención Comunitaria.

Este trabajo presenta y analiza los componentes para la construcción de un ―escenario para la
intervención comunitaria‖ que permita contextualizar el rol el psicólogo comunitario. A partir de la
interrelación de tres aspectos:
a) necesidades sociales
b) organización
c) el medio ambiente,

Y de su vinculación con los procesos de participación social, se construyen alternativas de


cooperación, alianzas o confrontación entre diversidad de actores sociales presentes.
Cuatro racionalidades básicas existentes en el campo de la intervención: la política, la técnica, la
burocrática y la de la población. Estos aspectos, examinados en un contexto histórico social
determinado, pueden ser utilizados como instrumento de diagnóstico comunitario, de planificación
estratégica y de evaluación, desde una perspectiva participativa.

La intervención social comunitaria hacer referencia a procesos intencionales de cambio, mediante


mecanismos participativos tendientes al desarrollo de recursos de la población, para ser activo en la
modificación de las condiciones que las marginan y excluyen. Se desarrollan en un escenario social
que el psicólogo comunitario contruir para la comprensión de las ―multifacéticas condiciones en las
cuales se expresan las conductas en diversas condiciones ambientales‖.

La comprensión de la diversidad de los aspectos que constituyen un escenario social comunitario


facilita el diagnóstico del mismo.

La reflexión de la realidad se instala en situaciones concretas y en su dimensión histórica.


Aspectos para la construcción del escenario de la intervención comunitaria:
-1) Las necesidades sociales, 2) La diversidad de formas organizativas que surgen para modificarlas
y 3) La interacción con otros actores sociales en un medio ambiente determinado.
-el reconocimiento de que estas relaciones se estructuran en un contexto histórico, político,
económico y social determinado.
-La existencia de racionalidades específicas que representan a la diversidad de actores sociales. La
política, la técnica, la burocracia.

Desarrollo de sus componentes

a. Las necesidades socials- han sido estudiadas desde una variedad de perspectivas: como
carencia y potencialidad; como insatisfacción percibida; como un sistema tríadico: deseo,
necesidad, carencia y como capacidades para funcionar. Las necesidades humanas
conforman un sistema, no pueden establecerse criterio de jerarquías dado que se expresan a
través de simultaneidades, complementariedades y compensaciones. Las necesidades son
carencias pero también potencialidades, en tanto recurso que movilizan a las personas.
Los satisfactores tienen una doble trayectoria, por un lado se modifican al rito de la historia
y por el otro se diversifican según la cultura: 1) se modifican al rito de las coyunturas, 2) se
diversifican dentro de la cultura y 3) lo hacen también de acuerdo con los estratos sociales.

72
SATISFACTORES CARACTERISTICAS
Violadores o destructores Aniquilan la posibilidad de su satisfacción e
impiden la satisfacción de otros, son
impuestos. Ej. Censura
Pseudo satisfactores Producen una falsa sensación de
satisfacción, son inducidos. Ej.
Sobreexplotación de recursos ambientales

Inhibidores Sobresatisacen, pero dificultan la posibilidad


de satisfacer otras necesidades. Están
ritualizados. Ej. Aula autoritaria

Sinérgicos Satisfacen a una y estimulan y contribuyen a


la satisfacción simultánea de otras. Ej.
Lactancia materna.

Singulares Apuntan a la satisfacción de una sola


necesidad, son neutros de otras. Ej. Planos
alimentarios

b. Las organizaciones- El interés por las organizaciones ha estado vinculado a organizaciones


más complejas y antiguas como las prisiones, escuelas, hospitales. Y todas ellas poseen un
grado de desarrollo organizacional e historia que le especifica. Se distinguen por una
estructura diferenciada horizontal y vertical, ordena un sistema de roles asignados y su
tendencia es a la burocratización. Para este autor las organizaciones más pequeñas
estructuradas por lazos familiares o de comunidad, donde el trabajo es una forma de vida,
más que un desempeño de funciones delimitadas, no entran en categoría de organizaciones.
En el ámbito comunitario se observa una diversidad de organizaciones. Katz y Kahn
sistematizan la diversidad de modelos organizacionales:

I. Organizaciones que poseen una estructura poco diferenciada del medio, para resolver problemas
comunes de sus integrantes. Las tareas están basadas en la cooperación y solidaridad (todos hacen
todo). La estructura está basada en valores y expectativas compartidas y el principio de autoridad
está centralizado en un liderazgo personalizado.
II. Además de las necesidades comunes del párrafo anterior, en la estructura aparecen
diferenciaciones interna, originadas por aspiraciones personales, por capacidades individuales para
resolver nuevas demandas del medio ambiente. Los objetivos y reglas de funcionamiento,
comienzan a ser explicitadas. La autoridad es una función diferenciada coexistiendo a veces con el
liderazgo personalizado.

III. Presentan una mayor complejidad, sus objetivos y norma estas escritos para todos los
integrantes. La división de trabajo es basada en roles y funciones y la autoridad es un rol. Aparecen
mecanismos de coacción para el cumplimiento de las normas y reglas

Diversidad organizacional
Aspectos I II III
Objetivos Implícitos Explícitos Escritos
Autoridad Liderazgo Según tarea Función

73
personalizado
División del trabajo Cooperativo y Roles iniciales y por Roles y funciones
solidario tarea
Normas Afectivas Explicitas Escritas

La población, a través de esta diversidad de formas organizativas, interactúa entre si e intenta


satisfacer las necesidades sociales, en un espacio social y territorial correspondiente: el campo de la
participación comunitaria. Esta heterogeneidad se inserta en un espacio histórico, social y
económico específico, al acula denominaremos: Medio Ambiente.

c. El Medio Ambiente- Hace referencia al espacio histórico, político, económico y cultural. El


medio ambiente es un espacio de ejercicio de posiciones de poder.
El medio ambiente e un espacio social y territorial conflictivo: los actores sociales se
articulan, establecen mecanismos de cooperación, alianza, confrontan y negocian.
de una mirada más amplia entre la población, surgen los procesos de participación social
orientada a la gestión de intereses sociales.
Aspectos básicos del medio ambiente, conflictividad, poder y posibilidades de ejercer
influencia activa para modificarlo
d. El context- Los aspectos estudiados, las necesidades sociales, las organizaciones y el medio
ambiente, los procesos participativos, las racionalidades existentes se hallan insertos y
muchas veces determinado por un espacio histórico, económico y social, mucho más
abarcador, que ejerce influencia y al que no es posible modificarlo. Lo denominaremos el
Contexto. Cuando es posible su modificación lo llamaremos Medio Ambiente.

La exclusión social se refiere por un lado a la situación experimentada por los individuos (privación
económica y asilamiento social) y por otro, a un proceso social como la fragmentación social, los
dualismos (pocos ricos muy ricos y muchos pobres muy pobres) y la ruptura de la cohesión social.
Un grupo social se considera excluido cuando no se le permite participar de algunas relaciones del
proceso social que considera valioso.

La exclusión abarca 3 dimensiones:


-económica (cuando los sujetos no pueden o no cuentan con lo medio para participar de los
procesos productivos)
-política (ordenamiento político institucional que regula el ejercicio del poder, educación, salud
básica, seguridad social)
-cultural (los códigos, valores y aspiraciones mediante los cuales las personas se comunican entre sí,
interpretan la realidad y orientan su práctica, se transmite a través de las relaciones primarias, la
educación, la religión y los medios de comunicación.

Acerca de las racionalidades existentes- Cuatro nacionalidades básicas: la política, la técnica, la


burocrática y la de la población; que poseen: una cosmovisión del escenario de la intervención y de
actores sociales presentes en él. Tienen diferentes lenguajes para expresarse, metodologías, normas,
tiempos para la obtención y verificación de resultados, y formas de organización y control de
recursos. La racionalidad política cuya lógica es la acumulación del poder. El decisor político
requiere de resultados y que estos sean ―visibles‖ en el momento político adecuado.

El modelo de racionalidad política tiene en uno de los extremos los estilos de conducción
―clientelar‖ como medio de vinculación con la población, y en el otro un modelo participativo.
La racionalidad técnica sus teorías y metodologías fundamentan ―encuadres de trabajo‖, son

74
fundamentos ―científicos‖, que demandan el mayor tiempo posible para la elaboración de
diagnósticos y el diseño de las propuestas.

La racionalidad burocrática, con sus tiempos administrativos, rutinas y estilos aferrados a las
normas, poco comprometidos y con resultados que a veces desconoce. La racionalidad de la
población con sus representaciones de la sociedad, de sí misma, con sus estrategias de
relacionamiento y de obtención de recursos. Estas racionalidades, a veces son, complementarias,
fragmentadas o enfrentadas entre sí, generando un ámbito complejo, turbulento y con alto grado de
incertidumbre.

CONCLUSIONES: los componentes del escenario social (necesidades sociales, organización, su


relación con el medio ambiente). Se ha contextualizado a los procesos participativos y las relaciones
entre actores sociales en un momento histórico de profunda crisis. Estos elementos constituyen la
realidad donde se efectúan las intervenciones comunitarias que, desde la perspectiva de la
psicología comunitaria, se orientan a la solución de problemas de la población mediante procesos
participativos y que, mediante la reflexión, amplían niveles de concientización y generan nuevas
praxis organizativas.

Procesos psicosociales comunitarios. Montero

Este capítulo trata de procesos psicosociales. Son procesos que influyen en las relaciones
sociales de las personas y a su vez están influidos por las circunstancias sociales y que suponen
subprocesos de carácter cognoscitivo, emotivo, motivacional que tienen consecuencias
conductuales.

La construcción de un campo habitual de conocimiento, es donde se codifica y organiza la


realidad cotidiana a través de procesos de habituación y normalización de las situaciones
adversas y de familiarización de nuevas circunstancias adecuándolas a las habituales,
integrándolas dentro de lo ya conocido y haciéndolas similares, semejantes a lo ya conocido y,
por lo tanto, familiares. Un efecto de tal proceso son las bajas expectativas de cambio respecto
de las circunstancias de vida, a la vez que se perciben las circunstancias alternativas como
alejadas, imposibles, ajenas o fuera del alcance de las personas que se encuentran en esa
situación. Ese campo de conocimiento se caracteriza por el bloqueo o el corte en el
establecimiento de relaciones de causa-efecto en cuanto a esas condiciones de vida, lo cual
produce lo que conocemos como ideología y que se expresa en la hegemonía de ciertas ideas
sobre otras, con la consiguiente influencia en el modo de construir la realidad que puede llevar a
aceptar aerifica y pasivamente lo que hace daño y limita las posibilidades individuales y
grupales, cuando no las niega definitivamente.

Habituación- Las normas y la visión del mundo de cada cultura generan estilos de vida que son,
a la vez, el producto y los productores de patrones estructurados de comportamientos regulares y
relativamente estables, algunos de los cuales pasan a consustanciarse de tal manera con esa
visión del mundo y con la normatividad conjuntamente construida que son ejecutados de
manera espontánea, mecánica, no mediada por la reflexión ni por las decisiones explícitas.
Esas "estructuras" de comportamiento, estructuradas y estables, no discutidas, no conscientemente
asumidas, son lo que se ha llamado habitus.
Bourdieu se caracteriza por:Ser una regularidad asociada a un entorno socialmente estructurado, es
decir, una forma de estructurar los comportamientos, de actuar y de responder, dentro de un sistema

75
social.Ser duradera, pues tiende a mantenerse a través del tiempo.Constituir una conducta
estructurante, que a la vez es estructurada, es decir, un patrón de comportamiento establecido y
estable, que produce sistematización de patrones conductuales, a la vez que se ajusta a los patrones
existentes.Ser una práctica y una representación de condición regulada y regular.
Llevarse a cabo sin que haya una dirección conscientemente elegida, ni tampoco dominio explícito
de las operaciones necesarias para alcanzar sus objetivos.Estar ajustada a regulaciones colectivas,
sin necesidad de recibir instrucciones específicas.Permitir que las personas encaren situaciones
inesperadas, para las cuales provee modos de acción establecidos.Dar una anticipación implícita de
las consecuencias de tales situaciones.Constituir una respuesta socialmente codificada y esperada.

Tender a reproducir las estructuras sociales objetivas de las cuales es el efecto, a la vez que las
mantiene.Carecer de intención estratégica, ya que actúa como enlace coyuntural. Los habitus
configuran, entonces, modos de enfrentar la vida cotidiana. Facilitan ciertamente la vida social,
pues si debiésemos pensar continuamente sobre cada acción que llevamos a cabo para producir
nuestra cotidianidad, probablemente dejaría de ser tal.

Naturalización y familiarización
Ejemplos de maneras de naturalizar son presentados, en un contexto ajeno al de la psicología
comunitaria, por la teoría de las representaciones sociales, cuando se describe cómo se dota de
"realidad" a un esquema conceptual, "ontologizándolo"; "es decir, tratando al concepto como si
fuese un ser, atribuyéndole preferencias y acciones, valores y tendencias‖. El mismo procedimiento
cognoscitivo de esquematización señala otro de los pasos conducentes a la naturalización. En la
esquematización el lenguaje es utilizado para componer las imágenes que utilizaríamos para
"mostrar" un objeto a otras personas, a la vez que se le da una estructura a ese objeto

El proceso de naturalización está además unido a otro que ha sido definido como familiarización.
Nuevamente la psicología de la cognición social nos describe la función. Así, Moscovici (1981), al
hablar del anclaje del proceso de representación social, habla de la familiarización de lo extraño,
menciona los mecanismos de clasificación, categorización, etiquetamiento, denominación y
explicación, que, sujetos a una lógica específica, permiten asumir lo extraño haciéndolo
familiar, es decir, acercándolo mediante los mecanismos indicados a lo ya conocido,
asemejándolo a lo sabido. Tal cadena de acontecimientos cognoscitivos lleva a "anclar" el
conocimiento así estructurado al conocimiento ya habido, "objetificándolo". Esta última
condición, según Moscovici (1981: 198), "satura el concepto no familiar con la realidad,
transformándolo en un bloque constructor de la misma realidad".

Como vemos, el proceso de naturalización es parte del proceso de conocimiento. Cada día
naturalizamos múltiples objetos y hechos por medio de los procedimientos de habituación y
familiarización, tan bien descritos por la psicología. Pero, a la explicación constructiva de esos
mismos mecanismos que nos permiten vivir, es necesario añadir su función responsable del
mantenimiento, según las circunstancias, de la aceptación de aspectos negativos que pueden hacer
difícil, cuando no insoportable, nuestras vidas. Nuevamente, como en el caso de las teorías de la
atribución desarrolladas paralelamente a estas descripciones, la psicología de la cognición social
estudia aspectos que permiten explicar, desde el nivel psicológico, formas complejas de la
conducta social que en el caso de las comunidades es necesario conocer para poder trabajar, como
lo plantea la psicología social comunitaria, por la transformación social. Naturalización y
familiarización son las vías para aceptar, conocer y relacionarse con lo extraño, con lo diverso;

76
para hacerlo aceptable, admisible y también para internalizarlo y considerarlo como parte del
"modo de ser del mundo". Junto con la habituación, son los mecanismos microsociales que
mantienen ciertas estructuras y ciertos modos de vida, a la vez que sostienen la permanencia o
estatus social. El choque entre estas formas de actuar fijas, no cuestionadas, maquinales y
la introducción de otras formas de acción o de nuevas concepciones del mundo que tocan esos
aspectos profundos y básicos de la vida social podrían estar en la base de transformaciones
psicosociales producidas en los procesos que combinan la acción con la reflexión. Combinación
ésta que, como ya lo indicara Freiré, conduce al proceso de concientización y desnaturalización,
revelando contradicciones y mostrando posibilidades de actuar de manera diferente.

Problematización y desnaturalización- La problematización consiste en el proceso de analizar


críticamente el ser en el mundo "en el que y con el que" se está. La persona debe negar lo
comunicado y dar existencia a la comunicación. Con esto, Freiré quiere decir que se contradice lo
que se recibe, lo establecido y estatuido, en beneficio de la actividad de producción de la
comunicación como intercambio productivo, reflexionado en el diálogo.

Al plantear el concepto de problematización en el ámbito de la psicología es necesario también


vincularlo con la cognición, en cuanto ésta se refiere a los modos en que construimos el
conocimiento del mundo en que vivimos y de nosotros mismos, a la vez que al hacerlo recibimos
la influencia histórica de ese conocimiento. La problematización se entiende en el campo
psicosocial comunitario como un proceso crítico de conocimiento en el cual se desecha el
carácter natural relacionado con ciertos fenómenos reflexionando sobre sus causas y sus
consecuencias, de tal manera que, como dice el mismo Freiré: "el objeto cognoscible, en vez de ser
el término del acto cognoscente de un sujeto, es el mediatizador de sujetos cognoscentes". En este
sentido, la problematización produce una movilización del campo cognoscitivo.
La problematización conduce, entonces, a la desnaturalización. Cuando en la psicología
comunitaria se detectan y se jerarquizan las necesidades de las comunidades y recursos, como
primer paso en los programas de intervención-investigación, la problematización y
desnaturalización son procesos psicosociales intrínsecos al proceso.

Concientización y desideologización
Por concientización se entiende el proceso de movilización de la conciencia, de carácter liberador,
respecto de situaciones, hechos o relaciones, causas y efectos hasta ese momento ignorados o
inadvertidos, pero que inciden de una manera que los sujetos de ese proceso consideran negativa.
Según, Barreiro, es la adquisición de conciencia de sí como persona en una sociedad con la cual
está comprometida, porque en ella interactúa; es conciencia del carácter dinámico de las relaciones
que se tiene con el mundo y es también conciencia de la propia capacidad crítica ante ellas y de la
situación negativa en que se vive. Tal forma de conciencia supone un modo de conocer que conduce
al compromiso de la persona con la sociedad en que vive, en el sentido de que asume su rol activo
en ella, de que deja de ser alguien que sigue la corriente, que se somete sin reparos y sin análisis, sin
pensarlo, a los dictámenes de personas en su entorno inmediato o de líderes de la sociedad en que
vive. Es llegar a ser alguien con un compromiso en la construcción cotidiana de esa realidad
ejerciendo derechos y asumiendo deberes respecto de los cuales sabe por qué y para qué los
contrajo.

En el ámbito de la educación popular, donde surge el concepto, se habla de toma de conciencia, la


cual supone siempre un cambio en la conciencia que lleva de pasar de lo real negativo o
insatisfactorio a lo posible deseado o positivo, dándose cuenta la persona de que existe una
situación de opresión. Destaco aquí el uso del término movilización, que prefiero al de toma de
conciencia, pues todos los seres humanos tienen conciencia. Se trata, pues, de suscitar una

77
movilización transformadora del contenido de la conciencia y no de generar una conciencia donde
no la había. Y ese proceso ocurre en la persona debido a su reflexión y acción, no es obra de la
imposición de manos o de ideas de un agente externo al cual se atribuyen poderes especiales.

Esa movilización tiene un carácter liberador y supone una posición política, en el sentido amplio
del término. Es decir, en el sentido de ser un ciudadano consciente. Y por cuanto conlleva un
proceso de producción de conocimiento que conduce a revelar causas, a establecer conexiones, a
levantar el velo de la ignorancia necesaria para el mantenimiento de un estado de cosas, acarrea un
proceso de desideologización. Por tal se entiende la construcción y re- construcción de una
conciencia integral, no fraccionada, mediante la cual se produzca una comprensión del mundo en
que se vive y de las circunstancias de vida, en lo que tiene de totalidad.

Supone, además, el desarrollo de una perspectiva crítica a través del diálogo. Crítica en el sentido
de que es reflexiva, analítica, observadora y problematizadora de las relaciones entre fenómenos y
circunstancias, supuestas y aceptadas, y las somete al examen y a la discusión que permiten
integrar juicio y hechos. La conciencia crítica así generada sustituye a lo que Vieira Pinto (1960)
denominó "conciencia ingenua", que "se cree superior a los hechos dominándolos de amera y por
eso se juzga libre para entenderlos como mejor le agrada". Aparta también la conciencia mágica,
que capta los hechos pero les otorga un poder superior a sí misma, por lo cual les teme y se
somete, constituyendo así una nueva forma de alienación.

La concientización es un proceso continuo, sometido a la fuerte presión de la influencia de las


tendencias dominantes, que, en la medida en que emanan de los grupos con poder estatuido,
suponen no sólo la contraposición de ideas, sino más aún, el uso de numerosos medios represivos.
Por ello, la movilización de conciencia y el compromiso no son imperecederos, inmutables, no se
dan de una vez por todas y para siempre, sino que evolucionan de acuerdo con la vida y los logros
de la comunidad, conforme a las influencias y presiones que se puedan recibir.
En los procesos de problematización, desideologización y concientización radicará la posibilidad
de los cambios tanto esperados como inesperados, según se den en una relación intencional o como
parte de algún proceso específico que puede darse en una colectividad, grupo o persona, en sus
experiencias de vida.

La problematización vista desde la praxis: la perspectiva de los agentes internos


El concepto de concientización ha sido planteado por todos sus propulsores como un producto de
la praxis comunitaria, no sólo dentro del campo psicológico, sino desde sus inicios en la
sociología, en la educación popular y en la psicología política.
Las personas participantes en la investigación mostraron:
a) Sentido de su existencia en el mundo, que produce:
a. Conciencia de las necesidades.
b. Conciencia de la necesidad de organizarse para satisfacerlas. a. 3. Sentido de
responsabilidad y de corresponsabilidad.
b) Solidaridad, que las llevó a organizarse como grupo dentro de la comunidad. c.
Compromiso con la acción y superación de las situaciones negativas.
c) Carácter "histórico, dinámico y circunstancial" del proceso, ligado al transcurso de la
vida de esos participantes.
d) Relación entre acción y reflexión.
e) Carácter dialógico de las relaciones entre esos participantes entrevistados y agentes
externos a la comunidad.
Estos resultados muestran que en el proceso de movilización de la conciencia (concientización)
de los participantes están presentes los mismos elementos.

78
El proceso de conversión
Es un fenómeno psicológico por el cual, de manera sutil, se produce un cambio en los procesos
de conocimiento y de percepción mediante el cual se adoptan implícitamente los puntos de vista
o las respuestas de otro. Es "el paso de una creencia considerada como falsa a una verdad
presumida, y un cambio de conducta". O, como agrega Touraine, la conversión supone una
ruptura con la experiencia pasada. El proceso ha sido estudiado como el producto de la
influencia de una minoría activa, que introduce una innovación, lucha por ella y, aun cuando no
resulte victoriosa, logra por ese proceso de instilación inconsciente que se produce en el
intercambio de ideas, aun beligerante, que sus propuestas sean parcial y a veces totalmente
aceptadas; si bien no siempre las personas que postulan el cambio son bien recibidas (incluso
pueden sufrir por ello). Esto significa que más que de un triunfo personal se trata de un éxito de
las ideas, que beneficia a un grupo o sector social.

La relación entre conversión, conciencia e influencia social


El proceso de conversión puede darse por dos vías: de la comunidad como minoría activa hacia la
mayoría dominante, y también desde ésta hacia sectores o miembros de la comunidad, que también
pueden de manera no consciente cambiar sus modos de pensar y de actuar. Lo que hemos
observado es que entre mayorías y minorías hay una tensión dialéctica que continuamente ejerce
presión desde ambos lados. Y eso es lo típico de la vida social. Esa tensión no va a desaparecer; se
superan ciertas coyunturas, se obtienen importantes avances, pero las situaciones al transformarse
generan nuevas formas de disentimiento e innovación y también nuevas formas de opresión. Por
tal razón es necesario trabajar con las comunidades para que conviertan sus debilidades en
fortalezas, y hagan de sus fortalezas instrumentos adecuados para cambiar las cosas, a fin de
que sepan reconocer sus recursos mirándolos desde perspectivas diferentes de aquellas
consideradas como las vías "naturales" de acción y para que igualmente reconozcan las formas de
la conversión y de los mecanismos usualmente utilizados para dar curso a esas vías de acción: la
censura, la amenaza, la psicologización (descalificación en función de criterios psicológicos, la
sociologización y la negación de lo que el otro hace o es capaz de hacer.

En una comunidad problematizada, desideologizada respecto de ciertas circunstancias y


explicaciones naturalizadas, la fuerza de la conciencia estructurada en el grupo o comunidad puede
llevarla a plantear decididamente el conflicto que opondrá sus ideas y sus exigencias al grupo, la
institución o, en general, la mayoría, que al ejercer su poder puede muchas veces oponerse
explícitamente, o bien usar los recursos necesarios para la oposición implícita. La conciencia
crítica también puede permitir a la comunidad hacer frente a grupos mayoritarios que aceptan en
apariencia una propuesta, para combatirla luego mediante acciones contrarias a ella, o que
introduciendo desviaciones o intervenciones destinadas a cambiar su rumbo, intentan conducir a la
comunidad en el sentido conveniente para la corriente mayoritaria. Asimismo, esa conciencia le
permite a la comunidad producir los argumentos y las acciones para expresar, comunicar y
divulgar sus ideas, que contrariamente a lo que muchos críticos del trabajo comunitario expresan,
van más allá de exigir reivindicaciones sociales (acción, por cierto, nada deleznable). Estas
acciones son las que otorgan carácter político al desarrollo y la organización comunitarios, al
constituir una alternativa ciudadana al partidismo indiferente, corrupto y desvirtuador del sistema
democrático; una alternativa de organización social y nuevos modos de ejercer la democracia
(Montero, 1998b; 2003b, 2003c).

Cuando la comunidad se moviliza en la defensa de sus intereses o para la consecución de sus


fines, puede tener que enfrentarse a intereses opuestos de grupos de poder. Es posible que en tales

79
situaciones algunas comunidades, como se ha dicho, generen movimientos organizados y
constituyan una minoría activa. De acuerdo con la teoría de las minorías activas, al generarse el
conflicto con una minoría activa, a la cual le agregamos el complemento de la conciencia, se
inicia un proceso dinámico de confrontación de fuerzas entre la mayoría dominante opositora y
la insistente acción del grupo innovador, que es visto como distinto, resistente a las presiones
sociales y con poca o ninguna legitimidad, con poca o ninguna credibilidad y, además, como
disidente respecto de la norma esperada y deseada desde la posición mayoritaria. La resistencia y
la disidencia otorgan al grupo minoritario asertividad respecto de sus propias razones, a la vez
que fortalecen la conciencia que sustenta la necesidad de reclamar o de plantear lo justo, lo
adecuado. El proceso de desarrollo de la conciencia, la construcción por el grupo de esa
conciencia, tanto de sí como para sí, en el sentido de que permite la generación del compromiso
de los miembros respecto de los objetivos y las acciones para lograrlos, y la convicción
razonada de las metas a alcanzar y los medios a emplear necesitan del fortalecimiento de la
identidad grupa, que se logra a través del proceso de concientización antes mencionado.

Es esa conciencia la que lleva a la producción de lo que Vieira Pinto denomina actos límite, es
decir, "aquellos que se dirigen a la superación y negación de lo otorgado, en lugar de implicar
su aceptación dócil y pasiva" y que permiten la superación de las situaciones límite, sobre las que
se tiene que actuar y producir las transformaciones necesarias. Por situaciones límite se
entiende aquellas en las cuales las personas se encuentran ante barreras, obstáculos o presiones
de tal tipo que ya no pueden ni aceptarlas, ni soportarlas, ni ocultarlas, y cuyo carácter
insoportable debe ser contrarrestado con actos límite que permitan superarlas. Estos, por
arriesgados que sean, no serán nunca tan repulsivos como aquéllas. Son entonces
circunstancias de vida en las que, al no ser posible seguir siendo objeto de su negatividad, se
produce la ruptura de la ficción de naturalidad, de manera que ninguno de los mecanismos
adaptadores e ideologizadores funciona ya, dado que el carácter negativo de esas circunstancias
las hace absolutamente insufribles. Constituyen el límite de lo que se está dispuesto a aceptar e
inducen a llevar a cabo actos límite. Este concepto, según lo plantea Vieira Pinto (1960), se
origina en el filósofo alemán Kari Jaspers, quien concibe los actos límite como infranqueables y,
por lo tanto, paralizantes. Pero como son tomados por Vieira Pinto se convierten en "el
margen real donde comienzan todas las posibilidades" (1960: 2, 64). Es decir, el punto de corte
donde no hay retroceso, donde sólo hay la posibilidad de transformar o desaparecer.

La acción disidente y divergente, persistente, consistente y resistente de la comunidad organizada


como minoría activa puede producir en la mayoría lo que se ha denominado un fenómeno de
conversión. Este concepto se aplica a los cambios que se producen pero que no son percibidos
sino mucho después de haber sufrido una influencia minoritaria (Moscovici y Mugny, de tal
manera que se acepta una idea pero sin necesariamente aceptar a su autor. Esto explica por qué,
a veces, la acción de la comunidad produce represión inmediata o respuestas negativas, pero a la
vez, la idea o el reclamo son adoptados por la mayoría con poder de decisión e implementados
como parte de sus políticas, sin reconocer la influencia minoritaria. En tales casos es necesario
que en la comunidad se reflexione sobre los efectos de sus acciones y se establezcan los nexos de
influencia, a fin de evitar los efectos desmovilizantes que podrían tener la represión y la
descalificación recibidas. En nuestra experiencia, la intervención de los medios de comunicación
social puede tener un efecto positivo, va que, por una parte, dan visibilidad a las demandas y
acciones comunitarias y, por otra, constituyen por sí mismos una forma de reconocimiento
social, de recompensa para los miembros de la comunidad, además de constituir una forma de
registro público del origen de las ideas y las transformaciones.

80
El juego dialéctico entre presión social, conversión y concientización
Pero no se debe olvidar que así como la comunidad organizada puede ser una fuente de influencia
transformadora, la situación social tiene varios mecanismos de defensa, algunos capaces
de fagocitar las reformas o los cambios propuestos por las minorías, aceptándolos y a la vez
desvirtuándolos y adaptándolos a sus propios intereses, a fin de que no ocurran los cambios
deseados por las comunidades. Ibáñez (1987: 234) advierte sobre este peligro cuando dice:

[...] la sociedad es de una naturaleza tal que sus mecanismos reguladores son a la vez
reproductores y modificadores de lo que ya está instituido: la naturaleza de la situación es
preservada, pero su evolución constante es igualmente asegurada.
Y recuerda a la vez que la evolución social tiene un sentido dentro del cual se inscriben las
innovaciones, lo cual explicará por qué algunas no son comprendidas ni aceptadas sino a veces
largo tiempo después de haber sido producidas.

Hay, pues, una dialéctica basada en la tensión entre concientización, conversión y presión
conservadora (Montero, 1998b, 2003b). Se puede luchar por el cambio con denuedo, asumiendo
numerosos riesgos, arrastrando peligros, y obteniendo ciertos logros; se puede también pasar a la
pasividad, evolucionar hacia formas de conservadurismo y salir de ellas nuevamente para analizar
los cambios habidos y la situación que los siguió, sin que ello signifique que una vez
alcanzado un nivel de compromiso, participación y conciencia, éstos se mantengan inmutables.
Cabría decir que en el proceso de construcción social del conocimiento y de la realidad hay una
tensión constante. Por tal razón, las acciones tendientes a lograr la construcción de la conciencia
movilizándola hacia la crítica deben ser múltiples, variadas y mantenidas en el tiempo, porque
cada miembro del grupo o comunidad está sujeto a la presión conservadora del estatus, así como
sobre éste hacen sentir los embates del cambio.

Conciencia e inconciencia en los procesos de cambio social


El concepto de conversión forma parte de lo que en la teoría de las minorías activas se conoce
como influencia social inconsciente, pero como lo planteamos aquí supone un interjuego entre
conciencia y no conciencia. Lo que se plantea la psicología social comunitaria se manifiesta no
sólo a través de acciones y verbalizaciones, sino que además entra en el campo de la conciencia.
De eso trata el proceso de concientización. Entonces, un grupo o comunidad con conciencia crítica
respecto de sus condiciones materiales de vida puede asumir la conducción de su destino y de las
acciones concomitantes, logrando sus objetivos y, en casos extremos, llegando a constituir una
minoría activa o a generar un movimiento social. Tanto en los grupos mayoritarios como en los
minoritarios hay personas que cobran conciencia de la incoherencia entre su posición pasada y sus
opiniones actuales y ese interjuego es también parte de la vida social y debe ser tenido en cuenta,
particularmente cuando se trata de los procesos psicosociales que se producen en una comunidad
que necesita encontrar o recuperar dentro de sí la capacidad de transformar su entorno y sus
miembros.
Por otra parte cuando se habla de minorías activas y se recuerdan sus características de insistencia,
persistencia, resistencia, disidencia, ese aspecto heroico hace pensar en grupos muy homogéneos,
muy claros, muy unidos, que actúan en bloque. Cuando los psicólogos comunitarios vamos a
trabajar al campo, encontramos personas que responden cabalmente a esas características;
encontramos también que lo hacen durante un cierto tiempo; y encontramos otras que lo hacen a
veces, esporádicamente, incluso a regañadientes. Hay de todo en una comunidad. La comunidad no
es una pequeña legión que marcha al mismo paso; es heterogénea, cambiante, dinámica. Y lo
maravilloso es que de esa diversidad nace el cambio. Por eso debe recordarse que hay
concientización y que las conversiones no conscientes adquieren mediante ella expresiones

81
militantes explícitas, que producen transformaciones claramente discernibles en las personas y los
grupos.

La afectividad en los procesos psicosociales comunitarios


Trabajar con comunidades no es ni fácil ni sencillo. Horarios y fechas, al depender de muchas
personas con ocupaciones muy variadas, exigen trabajar en momentos en que podríamos estar en
casa o en ocupaciones alternativas menos exigentes. Todo eso es bien conocido y no se trata aquí
ni de hacer la letanía de las dificultades, ni la apología de la tarea, sino de agregar otra condición a
ese trabajo: la parte afectiva. En efecto, una característica del trabajo con comunidades es
que suele estar acompañado de alegría, de simpatía y, en general, de afectividad (positiva, aunque
también la hay negativa, pero no en la proporción de los afectos positivos).
Sin embargo, en la mayoría de los informes de trabajo (comunitario y también de otros ramos), la
parte gozosa cede ante la "dolorosa" o la "gloriosa", pues en ellos se suele colocar el énfasis en los
aspectos metodológicos, en los datos "duros" (cualitativos o cuantitativos) y en la discusión y los
resultados obtenidos, desprovistos de toda referencia a las características del proceso llevado a
cabo, a sus altos y a sus bajos y a la relación generada entre agentes externos e internos. Toda la
parte atractiva, motivadora, lúdica, alegre, humorística, original, creativa, chispeante, divertida y
emotiva desaparece. Y también las penurias y dificultades suelen evaporarse. Quizás esto se deba
a que lo cognoscitivo es visto como lo racional y, por lo tanto, de acuerdo con el paradigma que ha
sido dominante hasta hace muy poco, como superior, probablemente porque la conexión somática
de las emociones ligadas a la afectividad, casi siempre incontrolable, es responsable de su "mala
fama". La supresión de la afectividad no es un problema exclusivo de la psicología comunitaria,
pues parece ocurrir en todas las áreas de la psicología y, en general, es el mal de los científicos,
quienes al parecer, para ser considerados "serios" creen que deben matar de aburrimiento a sus
lectores, o expurgar sus relatos y descripciones de los aspectos cotidianos en los cuales abrevaron
sus investigaciones.

Pero mi experiencia y la de muchos colegas es que el trabajo con las comunidades está lleno de
sorpresas, de chistes, de risa y, aunque también hay dolor y carencias, no son esos sentimientos los
únicos que expresan las personas que los sufren. Uno de los aspectos fortalecedores del trabajo
psicológico comunitario es la jovialidad, el buen humor y la alegría con que muchos miembros de
comunidades comprometidos en proyectos comunitarios asumen las tareas, se preparan para
realizarlas, toman decisiones de importancia y discuten los resultados obtenidos. La visión
considerada "objetiva" sustrae esos aspectos en los documentos producidos en el trabajo
comunitario, reduciéndolos a relatos o enumeraciones desprovistos de la motivación surgida a
partir de los afectos, o bien, en el esfuerzo por eliminar la afectividad, y sobre todo cuando se
trabaja con personas de bajos recursos económicos: se borran la alegría y el gozo y se exageran los
aspectos negativos. Una consecuencia de esto puede verse en las descripciones de las
comunidades como entes enfermos o débiles e incapacitados para hacerse cargo de su
transformación (capítulo 7).

Ejemplo de lo anterior es lo que ocurrió a unas estudiantes que llevaban a cabo una investigación
participativa con un animoso grupo comunitario de un barrio de bajos recursos económicos en la
ciudad de Caracas que se había constituido como "grupo de apoyo" para otros grupos organizados
de la comunidad dedicados a la solución de problemas y la satisfacción de necesidades de la misma
comunidad. Como parte del proceso de consolidación y autoconocimiento del grupo, se realizó un
ejercicio en el que cada miembro debía hacer una representación gráfica del grupo. De los cinco
dibujos producidos, cuatro representaban a "un grupo unido, alegre, afectivo, capaz de solucionar
problemas" (León y Montenegro, 1993: 149). Estos dibujos provenían de jóvenes hombres y

82
mujeres nacidos en el barrio y habitantes de él. El quinto fue hecho por un persona que no pertenecía
al barrio, figura de autoridad por su profesión y estudios, pero que había vivido allí mucho tiempo,
aunque ya no lo hacía. El dibujo de esta persona presentaba una visión que los asistentes calificaron
como "pesimista del grupo: una mujer fea y triste (que representa al grupo) tiene dudas sobre su
futuro ('Tu bi or not tu bi'4 ) y se encuentra contemplando el cielo - la utopía: libertad, aire, sueños"
(León y Montenegro. Tal representación fue rechazada por el resto de los asistentes. Lo interesante
es que este ejemplo revela que aun cuando se están discutiendo problemas de la vida cotidiana en
circunstancias precarias, las personas pueden tener no sólo una buena opinión de sí mismas, lo
cual es necesario para poder impulsar y ejecutar transformaciones, sino que además lo hacen
a partir de afectos positivos que les permiten ver sus recursos inmateriales. En ese caso fueron
mencionados los siguientes:

• La unión entre los miembros del grupo.


• El ambiente de alegría, festividad y conocimiento mutuo.
• El método empleado para trabajar.
• El cumplimiento de los compromisos asumidos.
• La afectividad y receptividad, y el hecho de sentir que las opiniones personales
eran tomadas en cuenta. (León y Montenegro, 1993: 149-150).

También se reconocieron las fallas, pero en medio de un ambiente energizante, impulsor del
compromiso y la creatividad. La visión negativa de la comunidad es parte (aunque puede estar
relacionada con otros factores, además) de ese no ver lo afectivo, de la incapacidad aprendida
para aceptar las emociones. En el ejemplo en cuestión, el autor del dibujo descalificador se sintió
muy afectado al comparar su dibujo con los otros y al oír los comentarios del grupo. Esa emoción
perturbadora probablemente le enseñó algo acerca de su relación con el grupo y con la comunidad,
así como respecto de la imagen que tiene de ellos. Haber manifestado el valor de la afectividad
para la vida del grupo y para la ejecución de sus tareas es una muestra de la importancia que tienen
los afectos para la vida cotidiana.

La psicología parece haber olvidado esa condición motivadora de la afectividad, a pesar de que ya
Henri Wallon, en la primera mitad del siglo XX (1934), señalaba que la relación afectiva es una
necesidad humana moldeada durante el proceso de socialización, en el cual se establecen pautas y
normas que van conformando los modos de expresar esa relación, la cual está unida a la
sensibilidad e influye sobre la acción y sobre el aprendizaje. Según ese autor, la expresión de las
emociones necesita siempre del otro y "necesita suscitar reacciones similares o recíprocas en el
otro e, inversamente, tiene sobre el otro una gran fuerza de contagio" (Wallon, 1934/1964: 85). Esa
unión a la sensibilidad expresa una experiencia primaria en las personas; una experiencia fundante,
siempre presente, de base biológica y de expresión social.

Y ¿qué se entiende por afectividad?. León y Montenegro (1993, 1998) la definen como el "conjunto
de estados y expresiones anímicas -ubicados dentro de un continuo cuyos polos son el agrado y el
desagrado- a través de los cuales el individuo se implica en una relación consigo mismo y con su
ambiente" (1993: 68). Los afectos son construidos psicosocialmente e incluyen a las emociones,
que son reacciones afectivas momentáneas de gran intensidad, con manifestaciones
neurovegetativas (por ejemplo, disnea, sudoración, temblor, rubor) con expresiones socialmente
codificadas, y también a los sentimientos, que son estados afectivos relativamente duraderos y a la
vez modificables a través del tiempo. Markus y Kitayama (1994: 339-340) dan una definición
socialmente integrada de las emociones que integran la afectividad, cuando dicen que son un
"conjunto de guiones socialmente compartidos" compuestos de procesos fisiológicos y que se

83
expresan subjetivamente a través de comportamientos, que se "adaptan y ajustan a su entorno
sociocultural y semiótico inmediato".

Lo importante es que la afectividad es un aspecto constitutivo de la actividad humana que se


expresa en los innumerables actos de la vida cotidiana. En tal sentido, el trabajo comunitario, al
proponer procesos de problematización, de desnaturalización conducente a la desideologización, de
concientización, necesariamente debe tomar en cuenta la parte afectiva de tales procesos. El afecto,
la conciencia y la acción están relacionados y es sólo por un acto de prestidigitación teórica que
podemos separar lo cognoscitivo, lo afectivo y lo conativo.

Esto es algo que han reconocido algunos psicólogos comunitarios y otros investigadores sociales;
por ejemplo, Agnes Heller (1980) decía que actuar, pensar, sentir y percibir constituyen un proceso
unificado, y Lane y Sawaia (1991) se referían a la necesidad de "introducir en la investigación
científica la pasión", ya que "conocer con pasión es comprometerse con la realidad" [...] y permite
la comprensión que lleva al saber" (1991: 83). En el campo de la sociología crítica, Fals Borda, en
su Historia doble de la Costa, trató de retener el carácter holista de orientación fenomenológica,
colocando al lado de las páginas que contenían el recuento científico, las correspondientes
descripciones fenomenológicas en las cuales recogió sus notas e impresiones y sentimientos, y en
general los aspectos que se suelen dejar fuera.5 Sawaia, en su acucioso estudio psicosocial de la
obra del filósofo Spinoza (1999, 2004 en prensa), recupera para la psicología la noción spinoziana
de la bondad de las pasiones, que sacuden la monotonía y contrarrestan la inercia, dando interés y
sentido a nuestras vidas, motivando a la acción. Así, la felicidad y el sufrimiento públicos y
privados son el centro de la praxis psicosocial que lucha contra la exclusión y la sumisión -
temas que tocan al trabajo comunitario-.

La indiferencia y la supuesta neutralidad no comprometida no conducen a la transformación social.


Es por tal razón que el estudio de la afectividad y de los modos en que ella se expresa en la
práctica son tan importantes en la psicología comunitaria. ¿Cómo pensar en la participación
comprometida y en el compromiso participativo, en los efectos de la concientización, sin
considerar la emoción de darse cuenta de que es posible ver las cosas desde otros ángulos,
entender por qué lo que se creía esencial e inmutable puede mutar, que todo puede cambiar,
incluyéndonos a nosotros mismos? ¿Cómo ignorar la afectividad cuando vemos las múltiples obras
del afecto en el día a día del trabajo comunitario? ¿O las manifestaciones que causa el miedo?
Y esto es así, pues, como lo señaló Agnes Heller (1980), la afectividad permite anticipar en el
sentido de seleccionar y motivar lo que deseamos conocer y hacer; acompaña a la acción y el
conocimiento y se deriva de las transacciones o relaciones que mantienen las personas con su
entorno. A esto, Harré y Parrott (1996) agregan las siguientes funciones de las emociones presentes
en la afectividad: inducir a la actividad y facilitar el control social, pues las emociones negativas
están relacionadas con las normas sociales y con las costumbres destinadas a actuar de la manera
que se juzga adecuada para reprimirlas.

La afectividad interviene en el desarrollo de lo que se ha llamado sentido de comunidad y en la


construcción colectiva de otra noción que incluye a la anterior: la identidad comunitaria, así como
también en las formas de rechazo a la comunidad. Los afectos están igualmente presentes en la
generación de movimientos de protesta y de cambio o en la constitución de grupos organizados
dentro de las comunidades. Y es la pasión la que puede lograr que una comunidad se convierta en
una minoría activa, cuando se trata de defender algo que toca profundamente a ese proceso unitario
que amalgama cognición-emoción-acción.

84
Montenegro. OTREDAD, LEGITIMACION Y DEFINICON DE PROBLEMAS EN
LA INTERVENCION SOCIAL: UN ANALISIS CRÍTICO.

La intervención social busca transformar un estado de cosas a través de la incidencia de n equipo de


profesionales e una situación definida como problemática. Esta intervención proveerá elementos de
solución de dichas situaciones, aumentando la calidad de vida de las personas beneficiarias.

En el campo de la intervención social se han desarrollado discursos y prácticas que buscan la


transformación de situaciones que son definidas como problemáticas. Los agentes como técnicos,
políticos y profesionales, a partir del conocimiento científico y técnico, deben identificar cuáles son
aquellos elementos de la sociedad que se erigen como problemas sociales, encontrar maneras en las
que estado puedan ser resueltos.
Como se definen los problemas sociales.

La definición de los problemas sociales se realiza a partir de dos vías:


1. Criterios objetivos de situaciones que podrían o deberían ser cambiadas y
2. Cuando un grupo social relevante define algunas condiciones como problema y pone en marcha
acciones para su solución.

El modelo de ―observación objetiva de situaciones problemáticas‖ plantea que un problema social


surge cuando hay condiciones o prácticas que suponen una alta de armonía con los valores sociales
de una sociedad dada.

La responsabilidad colectiva sobre estos actores es una de las diferencias más importantes entre lo
que son problemas personales y problemas sociales. Estos últimos, son afectados por las formas de
organización social o la evolución de las prácticas sociales, por ejemplo cambios estructurales tales
como la guerra, crisis económicas o políticas. Por esta razón, la solución de los problemas que
surgen, lleva una responsabilidad colectiva que, en el caso de los Estados modernos se atribuye al
Estado como representante del conjunto dela ciudadanía.

Para la perspectiva que propone que un problema social surge cuando grupos de presión definen
algo como problema. Según esta definición son necesarias ciertas condiciones para que algo sea
erigido como problema social.
1. La conciencia de grupo de que existe un problema que eles afecta.
2. La influencia de este grupo para lograr que el problema ubicado sea considerado como tal por
otros agentes sociales.
3. La posibilidad de actuar para buscar su solución, la posibilidad (y deseabilidad) de la
transformación de la condición problemática.

La asunción de base es que es posible ―convertir‖ alguna condición social especifica en problema
social a través de la influencia que pueda tener un grupo dado en su definición, en esta postura
ciertos grupos sociales erigen un tema como problema al ver afectados sus intereses como grupo. Se
asume que existen diferentes grupos sociales y que estos tienen intereses diferentes y a veces
contrapuestos.

Para estas dos posturas las condiciones sociales son externas al conocimiento que podamos tener de
ellas. En el primer caso, estas condiciones pueden ser definidas a parir del conocimiento objetivo y
en el segundo caso, estas condiciones pueden ser erigidas como problema por la conciencia de un
grupo social influyente. En ambos casos la definición está hecha desde un grupo social que valora

85
una condición dada como problema, bien sea científicos (conocimiento objetivo) o grupo social
(conocimiento relativo a intereses). Ambos parten del supuesto de que las condiciones sociales
están en la realidad y que es posible determinarlas, conocerlas y tener conciencia de ellas como
problema, la diferencia fundamental solo se expresa en que grupo social la propone como relevante
en un momento dado y en la influencia que pueda tener este grupo social en movilizar recursos para
su solución.

Ambos modelos se basan en ciertas premisas:

1. La idea de que existen condiciones sociales determinadas en una sociedad.


2. Que estas condiciones pueden ser convertidas en problema visible por parte de grupos de
presión o instituciones (movimiento sociales, políticos, científicos)
3. Que afectan a los individuos y grupos sociales creando situaciones de malestar social.
Para poder llevar a cabo la intervención social debe ser posible:

1. El conocimiento de las condiciones que son problemáticas en un momento dado


2. La atención de las situaciones problemáticas por parte de las diferentes instituciones
competentes para darles solución.
3. Las técnicas y recursos para implementar intervenciones que solucionen el malestar
causado por los problemas sociales.
La principal crítica se refiere a que en las intervenciones ―tradicionales‖ los problemas sociales son
definidos desde la óptica de los equipos interventores. Señalan la importancia de que miembros de
la comunidad y colectivos se incorporen, a través de su participación, en los procesos de
transformación social.

Las perspectivas participativa, sostienen que lo problemas sociales son producto de las relaciones de
asimetría presentes en la sociedad. La explotación de los seres humanos en el sistema capitalista es
el problema social fundamental al cual apelan estas posturas.
Las perspectivas participativas no se plantean una transformación radical del sistema, sino
intervenciones con grupos y comunidades para lograr su concientización y su participación en los
asuntos que eles aquejan. Aunque el problema se ubica en la totalidad de la sociedad, la solución
está situada en ámbitos concretos de dialogo entre quienes intervienen y quienes son intervenidos.

La representación de la realidad
Vivian Burr hace un recuento de las premisas fundamentales que sostiene el sociocontruccionismo:
1. Una actitud critica hacia el conocimiento dado por sentado.
2. La especificidad histórica y cultura del conocimiento.
3. Que el conocimiento es sostenido por los procesos sociales.
4. Que las descripciones o construcciones del mundo sostienen algunos patrones de acción social y
excluyen otros.

El construccionismo social rechaza que el conocimiento sea una percepción directa e la realidad. No
hay maneras en las que la realidad pueda ser percibida objetivamente.
A partir de esta combinación se define qué e, en momentos y contextos específicos, lo norma y lo
anormal, lo saludable y enfermo, lo correcto e incorrecto, lo susceptible a cambio y lo que debe
mantenerse tal como está.

Las corrientes sociocosnruccionistas (posestructuralistas) han dado lugar a estudios que enfatizan en
los efectos que pueden tener en las prácticas sociales los discursos de verdad propuestos por la
verdad científica. Movimientos como el feminismo o el movimiento de los derechos homosexuales,

86
han utilizado las herramientas de los desarrollos posestructuralistas para ―deconstruir‖ aquellos
discursos que, desde el conocimiento científico definen como problema social.

La legitimación propia del conocimiento científico permite definir tanto la ―otredad‖ como los
―problemas sociales‖ a los que se debe atender a través de la intervención social. La intervención
social, por tanto, produce efectos de control y domesticación de desviaciones.

Aquello “digno de transformar”


Definición de ―aquello digno de transformar‖ por parte de procesos de intervención/articulación.
Este movimiento pretende abrir caminos de reflexión sobre la transformación social y de definición
de aquello que se quiere transformar que no impliquen procesos de delimitación de la otredad como
espacio de lo ―desviado‖ y ―excluido‖ pero que, al mismo tiempo, mantengan un carácter político
de la acción social hacia la transformación.

Transformación desde espacios de acción colectiva (o se intervención social).


¿Qué es necesario para transformar? ¿Cómo son los mecanismos que permiten definir aquello
―problemático‖?

Aceptemos el carácter construido de la realidad enmarcada en contextos históricos y sociales donde


procesos de transformación social se pueden llevar a cabo y la imposibilidad de una mirada total
que pueda definir cuáles son los problemas sociales que afectan a una sociedad. Utilizaremos la
noción de articulación como concepto que describe los mecanismos de creación de puntos nodales
específicos que fijan los significados para definir ―aquello problemático‖.

La decisión de aquello que resulta problemático o digno de transformar se da en fijación


(temporales y siempre inestables) de significados a partir de articulaciones diferentes posiciones de
sujeto. La articulación es un espacio social y político relativamente unificado que se construye
como antagónico a otros espacios sociales y adquiere su significado en contextos y relaciones
específicas. Además, estos espacios están construidos por juegos de poder, en ciertos contextos
históricos y culturales que limitan los discursos y prácticas de definición.

En el caso de la intervención social queremos proponer que la definición de ―aquello que es digno
de transformación‖ sea hecha a parir de las articulaciones donde participen diferentes posiciones de
sujeto, incluyendo interventores, personas afectadas, grupos, asociaciones y organizaciones
preocupadas por la temática a tratar y en las que sea posible negociar construcciones de lo que
puede ser visto, desde diferentes posturas como problemático.
La delimitación de qué es un ―problema social‖ se dará en el seno de las conexiones parciales que
permitan desde puntos nodales específicos, construir condiciones como problemáticas o dignas de
cambio, la acción de definición, en estos términos será un asunto político.

―aquello digno de transformación‖ es conceptualizado en lugar del concepto de problema social


para producir:

1. Un efecto de critica a las formas de definición de ―problema social‖ como algo que está en la
sociedad y que puede ser conocido a través de tecnologías propias del conocimiento científico
utilizado por parte del equipo interventor.
2. Para proponer una manera alternativa de entender los problemas sociales; a través del concepto
de articulación que implica normas de definición en el seno de la relación entre diferentes
posiciones de sujeto que configuran, en un momento dado, algo como digno de transformar y se
movilizan hacia acciones de transformación.

87
Estos movimientos teóricos se presentan como figuras que pueden iniciar un dialogo sobre formas
de acción social que eviten las maneras en la que se ha conformado la ―otredad‖ y las ―situaciones
problemáticas‖ en la literatura propia de los modelos actuales de intervención social.

RODRIGUEZ GIMENEZ. De ofertas y Demandas


Surge la importancia de delimitar y dilucidar las nociones de necesidad, pedido, demanda y encargo
para la especificidad del trabajo comunitario.
Necesidades, pedido, demanda y encargo.

Elementos a tener en cuenta al implementar una intervención comunitaria.El momento inicial de


una intervención, en tanto fundante, pautara el desarrollo de la misma. Lapalma llama el
―establecimiento de la relación inicial‖. Permite un ajuste de expectativas a la vez que obliga a
recortar el campo de trabajo.
Las intervenciones comunitarias pueden fundarse de diversas formas:

a) a partir de un pedido formulado directamente por la comunidad. Perciben la insatisfacción de


determinadas necesidades o la presencia de problemas para cuyo abordaje piden ayuda.
b) A partir de un pedido formulado por un tercero (técnico, organización) puede suceder que la
comunidad perciba sus necesidades y problemas pero no sepa a quien recurrir y entonces el
tercero oficia de ―puente.‖

c) A partir de una oferta. Cuando no aparece un pedido y la intervención se genera desde la


oferta de un servicio.
En todos los casos, las estrategias será distinta pero siempre supone transitar por la construcción de
un vínculo para posibilitar el desarrollo de un trabajo.

Conceptos claves
para posibilitar el análisis hay cuatro términos, deben ser abordado: necesidades, pedido, demanda y
encargo
Necesidades

El proceso de identificación de necesidades por parte de los propios actores comunitarios resulta un
momento clave para la explicitación de los problemas a abordar.
Montero, las necesidades pueden clasificarse en normativas o inferidas y sentidas. En el primer
caso, las necesidades surgen de la comparación que un agente externo realiza entre la realidad y un
canon preestablecido. Las necesidades sentidas son las propias personas que las manifiestan
explícita o implícitamente.

Desde la perspectiva de la psicología comunitaria la cuestión no pasa por la ―verdad‖ de las


necesidades así definidas, sino por su condición de existencia para los que en definitiva serán
sujetos de la intervención.
Max Neff, las necesidades serian universales, de número limitado y clasificables, los satisfactores
serian objeto de múltiples satisfacciones históricas y culturales. Las necesidades según criterios
existenciales (ser, tener, hacer y estar) y axiológicos (subsistencia, protección, afecto,
entendimiento, participación, ocio, creación, identidad, libertad)

Pedido.La autopercepción de las necesidades supone que las personas nos podamos reconocer como
carentes. MaxNeff la necesidad es potencialidad en tanto se constituye en un motor que nos pone en

88
movimiento para buscar su satisfacción y para pedir ayuda cuando la misma se hace necesaria. La
explicitación del deseo de satisfacer las necesidades y de resolver los problemas con la ayuda de
otro, se constituye en la formulación de un pedido. El pedido es entonces la explicitación de la
necesidad de ayuda, dirigida a quien o quienes se cree podrán responder a la misma.

Demanda. Proceso de construcción de la demanda.A partir de la explicitación del pedido, será


necesario entonces abrir el juego de la construcción de la demanda.
La demanda no puede ser entendida sin considerar su relación con la oferta, es desde esta última
que la primera puede desplegarse. Cuando existe un pedido explicito, el mismo se genera desde la
idea de que alguien puede darle respuesta.

Cuando no aparece un pedido, y la intervención se genera desde la oferta de un servicio, se abre la


posibilidad a la demanda. La propia oferta y la eventualidad de que ella sea aceptada, implica un
cierto diagnóstico de situación y de coyuntura.

La problematización del pedido- La lectura del pedido existe, incluye su problematización y un


análisis de los aspectos implícitos.Problematizar supone entonces, abrir un espacio para la
comprensión.Este momento de la intervención es un momento de apertura.
No siempre están dadas las condiciones para dar lugar a un intercambio y problematización del
pedido.

Las condiciones para interrogar directamente el pedido pueden no estar dadas por diferentes
razones. Por un lado el tiempo real con el que se sustenta, el pedido lo realicemos en forma
simultánea a la ejecución de la propuesta.

Partiendo desde la oferta de intervención.En el caso en que el pedido no se formula desde la


comunidad, o desde un tercero, sino que lo que abre la intervención es una oferta, el proceso puede
darse de diferente forma.Requerirá por parte del psicólogo una serie de acciones tendientes a
involucrar en la propuesta a los actores de la comunidad. Deberá darse lugar a la flexibilidad
necesaria para la introducción de los cambios que la situación requiera. De no existir articulación
con las necesidades del otro la intervención no será posible.

Construcción de Demanda y Diversidad.Posibilitar el despliegue de las distintas subjetividades


presentas respecto a una misma realidad ―objetiva‖. La construcción de la demanda no será pues,
una sumatoria de los pedidos formulados, sino más bien el producto del interjugo de las diversas
subjetividades.

Encargo - la formulación del pedido lleva consigo una serie de depositacones en el psicólogo. A
ello nos referimos cuando hablamos de Encargo. Depositaciones que implican el reconocimiento de
un saber y de una autoridad en el profesional y que por lo tanto posibilitan una intervención y
también despotiaciones que obstaculizan, sin dar lugar a un intercambio donde ambos términos de
la relación tengan un papel activo y protagónico.

CONCLUSIONES: como disciplina o como un particular enfoque de la psicología, la psicología


comunitaria se constituye en una oferta que busca dar respuesta a los problemas sociales que hoy la
aquejan.

89
Pacheco, G. (1991) Aportes para una teoría de la implicación en Psicología Comunitaria

Señala que el proceso investigación- intervención no es un objetivo, lineal y sin rupturas, ya que
carga la vida cotidiana de quien investiga e interviene. Es un proceso bidireccional, ya que quien
interviene es con frecuencia trastocdo/a y se cuestiona profundamente en el proceso. La
propuesta de trabajo grupal incluye un proceso de involucración cognitiva y afectiva. Es un
proceso de conocimiento y aprendizaje, generado por el grupo. El grupo constituye también, para
el equipo que interviene, un instrumento necesario para su propia transformación en el proceso
de intervención.

René Lourau nos presenta materiales para una teoría de la implicación en un libro publicado por la
Univ. De Guadalajara. Establece las relaciones entre el texto, es decir, los reportes formales de
investigación y el extratexto, es decir, los diarios de investigación, “quizá demasiado íntimos y
personales”, que relatan la vida cotidiana de estos destacados investigadores durante el arduo
proceso investigativo.

No me referiré a la implicación en abstracto. El propósito de abordar este tema para su reflexión y


la ulterior propuesta grupal, han surgido de mi actual participación en el proceso de investigación
e intervención que se realiza en un asentamiento irregular de Guadalajara.

El proceso de investigación – intervención, particularmente en ciencias sociales nunca es un


proceso totalmente objetivo, lineal, y sin rupturas como pretende revelarse, por lo menos en lo
aparente, en la publicación de reportes formales y trabajos de investigación. Este proceso
involucra, aunque existen sólidas resistencias para reconocerlo, la subjetividad del investigador,
las modalidades de su inserción institucional, su visión del mundo, en una palabra su vida
cotidiana que, con frecuencia viene a ser trastocada y cuestionada profundamente en este
proceso. Estas implicaciones centrales, presentes en todo proceso de investigación suelen
desdeñarse u ocultarse, no obstante que siempre están ahí, pertinazmente presentes. Al
incorporar sistemáticamente la familiaridad la subjetividad, la contigüidad, los límites y alcances
de la inserción en el terreno a expensas de la neutralidad y objetividad, se viene a cuestionar y a
poner en tela de juicio la credibilidad de la institución científica y cultural, así como la relación
entre saber, institución y contexto social.

Por ello, el concepto de implicación se opone radicalmente a las pretensiones de objetividad


alardeadas por muchos investigadores en ciencias sociales. La implicación quiere poner fin a las
ilusiones de la neutralidad heredadas de un cientificismo superado que olvida que el observador
se encuentra atrapado en el campo de observación y que su intervención modifica el campo de
estudio. En otras palabras, es necesario introducir la dialéctica en la observación lo cual requiere el
análisis del investigador en torno a su propia implicación en el acto de indagación- intervención.

Heller se refiere a la implicación cuando formula la hipótesis acerca de la función antropológica del
sentimiento. Sentir, afirmar en aparente tautología, significa estar implicado en algo. Ese algo
puede ser otro ser humano, un concepto, un proceso, un problema más no necesariamente un
objeto conocido, ya que alguien puede sentir temor o deseo sin objeto aparente.

90
Los iniciadores de la elaboración conceptual de la implicación distinguen entre primarias y
secundarias. La implicación siempre supone un vínculo, una relación, la relación del investigador
con diferentes objetos y/o sujetos. De este modo las implicaciones primarias comprenden: a- la
relación del investigador con el objeto de estudio, b- la relación con la institución en la cual es´t
ainmerso, c- la relación con el mandato social en el contexto de una determinada estructura
histórico-social.

Las implicciones secudnarias, en la medida en que no son susceptibles de análisis por el


investigador individual o colectivo en el momento mismo en que éste produce un acto de
investigación, comprenden: a- la relación con el informe de investitación, b- la relación con el
paradigma de investigación.

A partir de estas relaciones, los escritos de investigación en ciencias sociales se han construido un
estatuto de autocensura y negación: se rechazan, en la medida de lo posible, las implicaciones
personales del investigador en el proceso de investigación. Eso no ocurre en otros escritos que
tienen un cierto margen de libertad y una especie de autorización para trabajar sobre el
significante. (Lourau, 1989)

Otro nivel de implicación se refiere a su ubicación social y política en una determinada estructura
de clases: su nivel de compromiso en el acto de investigación. Martín Baró, destaca que a lo largo
de su obra fecunda, el mismo encarnó este compromiso, en tanto investigador social, y no solo
como militante como se ha dicho, que finalmente, lo condujo a la muerte.

Concibo la psico. Comunitaria como un intento de reconceptualización de los modelos de


investigación que han sido dominados por una lógica formal y disociante. Un posible modelo de
investigación- intervención comunitaria tendería a totalizar el objeto de conocimiento cuyas
interrelaciones han sido oscurecidas por la ideología dominante que promueve la disociación
entre pensamiento, afecto y acción y conceptualiza a los individuos, familias, grupos e
instituciones ahora también a las comunidades, como compartimientos estancos y escindidos de la
estructura social en la cual se insertan.

Esta modalidad de trabajo, implica todo un proceso de involucración, cognoscitiva y afectiva, tanto
por parte del investigador, como de la población con la que se trabaja. El proceso de investigación
se materializa en la posibilidad de diálogo, y en la búsqueda de implementación de actividades
transformadores, por tanto, de aprendizaje par aambas partes involucradas.

Martín- baró considera el grupo como una instancia en la cual se manifiestan las contradicciones y
es posible incidir en el análisis de la ideología subjyacente en la acción- interacción
humanidad.Pichón – Riviere también contribuyó con una propuesta de psicología grupal que nos
permite comprender el proceso de elaboración del conocimiento en el interjuego dialéctico entre
el sujeto y la estructura social. De este modo, el grupo puede constituirse también en instancia e
instrumento de análisis de las implicciones del equipo; sus conflictos, sus propias contradicciones,
sus relaciones con la institución y sus propias resistencias al cambio.

91
En este proceso de conocimiento y aprendizaje, la población está implicada, pero también el
equipo que interviene, por lo que la instancia grupal puede también constituirse en un
instrumento necesario para su propia transformación en el proceso de intervención.

Soto, A. (2002). Procesos de intervención comunitaria.


En un primer momento, la instrumentación de la licenciatura en psicología se enfrentó a la
necesidad de distanciarse de las concepciones más tradicionales de esta profesión, caracterizadas,
principalmente, por enfoques positivistas y experimentalistas. Así, la estructuración de la curricula
quedaría fincada básicamente en la problemática del sujeto y la construcción de la subjetividad.

En un inicio, gracias a los aportes de la escuela piagetana, se privilegiaron las reflexiones en torno a
los procesos de aprendizaje. Otro momento en la génesis de la carrera estaría caracterizado por la
influencia del psicoanálisis, teóricos como Marie Langer o Armando Bauleo fueron determinantes
en el perfil de la licenciatura. La escuela de Pichon-Riviére de Argentina orientaría, también, hacia
una idea de la psicología a partir del trabajo de grupos. Desde un inicio quedaría formulada, en el
perfil de la carrera, la necesidad de tomar en cuenta los aportes de otras disciplinas; de esta manera,
la lingüística, la antropología, la filosofía, la sociología y las reflexiones teóricas y metodológicas
del análisis institucional, entre otros, fueron conformando, a través del tiempo, el marco conceptual
de nuestra disciplina.

Si bien los campos de acción que se ofrecen para los profesionales de la psicología han sido
diversos —establecimientos gubernamentales, instituciones de salud, establecimientos educativos,
empresas, iglesias, instituciones de asistencia privada (IAP), organizaciones no gubernamentales
(ONG), grupos populares—, es importante señalar que las formas de intervención no se han dado
sin tropiezos. Cuando los alumnos y profesores "aplican a la realidad social sus conocimientos"
aparecen serias problemáticas en torno a cuestiones tales como conflictos de paradigmas,
metodología, técnicas o herramientas, demandas y encargos, presupuestos, contratos, etcétetera.
Mencionar lo anterior tiene sentido puesto que da cuenta de la complejidad que aparece cuando
hablamos de las formas de intervención comunitaria, problemática que hemos heredado de los
psicosociólogos y hasta de los modelos desarrollistas y funcionalistas.

Hablar de intervención, de intervención grupal, institucional o comunitaria no sólo es referirse a las


técnicas que deben ser empleadas para optimizar la acción de quien interviene. Es necesario
comprender que la comunidad, los grupos, las instituciones u organizaciones, son formas sociales
colectivas sostenidas por una subjetividad social que las dota de sentido; por lo tanto, la
implementación de dispositivos de intervención deberá, necesariamente, tomar en cuenta cuestiones
tales como las relaciones que se establecen entre el sujeto y el objeto de estudio, el saber social y el
científico, la relevancia de las problemáticas, la escucha, la negatricidad, las creencias, los deseos,
las angustias.

La hipótesis que sostiene este trabajo es que la realidad se transforma y por lo tanto las estrategias
de intervención también. La presencia de nuevos actores sociales que han problematizado
cuestiones como violencia, sexualidad, educación o salud, nos obliga a replantear los modos en los
que la psicología social se ha venido involucrando con estas temáticas. Los paradigmas
asistencialistas, que han determinado muchas de nuestras acciones, han sido fuertemente
cuestionados y las interrogantes en relación con nuestro compromiso y trabajo ético han definido las
rutas de nuestro quehacer profesional.

92
La intervención comunitaria reconoce en sus orígenes múltiples herencias teóricas que coincidirán
en vincular la investigación y la práctica.

Nuevas formas de análisis social se vuelven concebibles, mientras que, hasta ahora, las
investigaciones tendían a ser una calca de las metodologías experimentales de las ciencias nobles y
maduras a las que las jóvenes ciencias humanas buscaban asemejarse. De los laboratorios
científicos y las experimentaciones reducidas a la manipulación de variables, en el seno de modelos
hipotéticos para la administración de la prueba, se pasa a la perspectiva de una búsqueda de datos,
incluyendo los testimonios obtenidos en "laboratorios" a cielo abierto, que coincida con tal o cual
resquebrajamiento de la realidad social‖.

Indudablemente, la intervención comunitaria hecha desde la psicología, se ha fundamentado, en


muchos de sus casos, en un modelo médicohigienista de atención. Centrada en los procesos
mórbidos y en la gestión de los riesgos, la intervención psicológica se convierte en heredera de una
intervención de índole sanitaria fuertemente influida por los trabajos epidemiológicos que desde la
psiquiatría se han llevado a cabo. Otro de los linajes teóricos de la intervención comunitaria puede
ser reconocido en la propuesta de Kurt Lewin en torno a la investigación acción; en este
planteamiento vamos a encontrar una especie de deslizamiento progresivo del "investigador" al
"interviniente".

Considerando los grandes cambios sociales que se darían en el contexto de la Segunda Guerra
Mundial, Lewin estaría planteando la intervención del profesionista como un dispositivo de ayuda
para la solución de problemas y la toma de decisiones. Si bien se reconoce en este autor una gran
contribución al campo de la discusión metodológica y epistemológica, autores como Ardoino van a
hacer notar el carácter fuertemente praxeológico de esta propuesta.

La investigación acción más corrientemente realizada desde Lewin es praxeológica, es decir,


ciencia de la acción o más exactamente lógica de la acción orientada esencialmente hacia el
conocimiento refinado, para la optimización de la práctica, articulando para ello, en el seno de un
mismo modelo, las intenciones de la política, los cálculos de la estrategia y los riesgos de la táctica
[...] Por supuesto, los objetivos se hallarán siempre privilegiados respecto de las finalidades, las
intenciones y el proyecto [Ardoino, 1981:33].

En una génesis teórica más cercana, vamos a encontrar los trabajos de Gómezjara en relación con el
desarrollo de la comunidad. En una crítica a las estrategias gubernamentales de contener la miseria
de miles de explotados mediante programas para desarrollar la comunidad, este autor plantea la idea
de que el desarrollo comunitario, es decir el cambio y el mejoramiento de la comunidad, no debe
venir desde afuera y desde arriba, sino desde dentro, tomando en cuenta sus necesidades y
promoviendo una organización consciente.
Este nuevo desarrollo comunitario significa organizar independientemente y democráticamente a
los explotados de las comunidades rural-urbano no para adaptar, incorporar o modernizarlas, según
el modelo capitalista, sino para oponerlo y sacarlas de ese proceso, a través de la crítica y la acción
cooperativa solidaria en favor del cambio social radical [Gómezjara, 1977:13].

En el campo del trabajo social parecen encontrarse formas críticas de intervención que, inspiradas
en los métodos antropológicos, amplían sus objetos de observación e implementan nuevas formas
de proceder y de conceptualizar la intervención comunitaria. Temas tales como cultura, identidad,
memoria y conciencia colectiva van siendo relevantes en las experiencias de terreno que
fundamentan al trabajo social.

93
En este breve e incompleto recorrido disciplinario sobre la intervención comunitaria, no puede dejar
de mencionarse el modelo de psicocomunidad impulsado por Cueli y Biro en la década de los
setenta. De origen básicamente psicoanalítico, se planteaba un proyecto preventivo que permitiera
un mejor nivel de salud, específicamente de salud mental. Algunos de los elementos centrales de
este modelo son: la utilización de un grupo como instrumento explorador frente al grupo que
constituye la comunidad, y el manejo continuo de las fantasías previas de los miembros del grupo
explorador y que se cotejan frente a las experiencias del trabajo en comunidad. Por ejemplo, el tipo
de relación entre padres e hijos, la relación entre la familia y algunas instituciones del lugar como la
iglesia o iglesias, la escuela, la delegación, etcétera, eran algunos de los elementos que se
exploraban en este proyecto. Para Ricardo Blanco y Pablo Moch algunas de las características de
este modelo son las siguientes: Asimetría en la relación supervisor, promotor y comunidad.

Unidisciplinar. Estructurado, encuadre rígido: estrictamente definidos rol, objetivo, espacio y


tiempo. Movilizador de ansiedades básicas inconscientes de la comunidad contenidas por el
encuadre. Busca la reactualización de potencialidades de los miembros del grupo y de la
comunidad.

Aparecen también las construcciones teóricas y metodológicas de la psicología comunitaria o de la


psicología social comunitaria, que tienen como fin la prevención de la enfermedad y la promoción
de la salud. Recuperando diversos paradigmas disciplinarios, la psicología comunitaria trata de
definirse a partir de un trabajo interdisciplinario y comprometido con la transformación de la
sociedad. Entre sus principios, reivindican el contexto social como un texto; el carácter activo de los
seres humanos; las capacidades, fortalezas y posibilidades de las comunidades; el conflicto como
motor de cambio y los métodos cualitativos de intervención. Maritza Montero señala:

Aproximadamente podríamos describir a la psicología comunitaria como la rama de la psicología


cuyo objeto es el estudio de los factores psicosociales que permiten desarrollar, fomentar y
mantener el control y poder que los individuos pueden ejercer sobre su ambiente individual y social
para solucionar problemas que los aquejan y lograr cambios en esos ambientes y en la estructura
social [Ferrullo, 2000:47].

Finalmente, es importante señalar que en el centro de estas reflexiones teóricas ha estado presente la
discusión en torno a la definición del concepto comunidad; pese a las diferencias que podemos
encontrar, sus planteamientos nos remiten a un concepto geográfico en su sentido físico y humano.
Es decir, comunidad territorial y comunidad entendida en función de la distribución de la población
y su infraestructura.

Sin embargo, creo que una reflexión sobre los dispositivos de intervención comunitaria, debe
contemplar los sistemas de interferencia que se manifiestan en ésta; esto es, es necesario plantear a
la comunidad como un contexto de máxima transversalidad, en donde la creación artificial de
límites puede hacernos perder la complejidad de las relaciones que se establecen en ella. Los
elementos culturales e identitarios, la historia, la articulación entre el presente y el futuro, la
elaboración de proyectos y otras de las manifestaciones en las que se organiza el imaginario social
—como producciones utópicas, esperanzas, memoria colectiva— aparecen como elementos
centrales en los procesos comunitarios y de constitución de la subjetividad social.

En el problema de los sujetos hay una doble realidad: la que es aprehensible conceptualmente
(condiciones estructurales, formas organizativas, patrones de comportamiento, actitudes), y otra que
no es aprehensible con la misma lógica (experiencias, memoria, conciencia, mitos); esta conjunción
de realidades, que define una ampliación en los mecanismos de análisis, desafía a la conciencia
cognoscitiva a construir una relación de conocimiento que sea más congruente en la representación

94
de la realidad con esta complejidad. El análisis de los sujetos supone como requisito tanto no darlos
por terminados como concebirlos desde la complejidad de sus procesos constitutivos que tienen
lugar en distintos planos de la realidad.

Lo anterior significa que cuando hablamos de intervención comunitaria no sólo tenemos frente a
nosotros un conjunto indiferenciado de pobladores instalados en una delimitación geográfica.
Hablamos de sujetos, no de objetos, con potencialidades que constantemente están transformando
su realidad. Y esta transformación de la realidad sólo puede ser comprendida en el marco de la
subjetividad social que, en palabras de Hugo Zemelman, incorpora la dimensión de la posibilidad.
La comunidad entonces, deja de ser un agregado de individuos y pasa a convertirse en un espacio o
contexto de reconocimiento común en el que se articulan información y cultura, conocimientos y
tradiciones, experiencias y visiones y un conjunto de universos y significaciones que dan forma a un
pensamiento que trasciende a cada uno de los sujetos.

De acuerdo con lo anterior, tenemos entonces comunidades heterogéneas con varios tiempos y
espacios que coexisten; si bien la génesis teórica de la intervención comunitaria poco ha tomado en
cuenta estos elementos, podemos plantear también una génesis social que da cuenta de las
transformaciones en las relaciones sociales y que además de cuestionar nuestro lugar de expertos en
los procesos de intervención, plantean a la psicología social nuevas demandas.

La intervención comunitaria no puede seguir siendo la misma de hace veinte años; ahora tenemos
una sociedad fuertemente politizada, con nuevas demandas y con procesos de promoción social que
confrontan directamente las labores asistenciales de los especialistas. Así, los trabajos y propuestas
para intervención comunitaria deben tomar en cuenta la profunda transformación de las relaciones
sociales, promovida por la politización de los espacios colectivos y comunitarios.

En el centro mismo de las prácticas de intervención comunitaria, sea en sus orígenes teórico-
disciplinarios o sociales, aparece una fuerte tensión en entre dos tendencias: los modelos
asistenciales y los promocionales. La institución asistencial, heredera de la caridad, la beneficencia
pública y la filantropía, estará caracterizada básicamente por funcionar como un paliativo de los
efectos de la marginación y la exclusión; por no atacar realmente las causas que originan la
infelicidad de millones de personas; y por establecer un proceso de individualización de la
necesidad. La lógica promocional tendrá, entre una de sus más representativas características, la
polémica de la autorización. La finalidad de la intervención promocional convierte al actor en autor,
en el creador e incluso generador de sus propios procesos de transformación. El quehacer del
psicólogo social, educador, investigador o algún otro interviniente está centrado aquí en promover
en los sujetos la capacidad para autorizarse, reconocerse y decidir las cosas por ellos mismos.

De esta manera se puede observar cómo la intervención comunitaria, en el contexto de la psicología


social, ha estado fuertemente asociada más que a los procesos promocionales, a los modelos
asistenciales.

Podemos observar entonces cómo, éstos y otros espacios, son dinámicos y por lo tanto nuestra labor
profesional no puede quedar reducida a las funciones asistencialistas. Una reflexión constante sobre
nuestra práctica profesional y docente, nos lleva a levantarnos contra la implementación de
paliativos que instituyen la infelicidad como condición para la supervivencia.

De este modo, la intervención comunitaria tiene en los procesos de promoción un terreno, un


espacio social privilegiado para mirarse críticamente y redefinir el proyecto y el objeto de su acción.

95
Lo anterior significa también que todo trabajo de intervención debe cuestionar el recorte apriorístico
de su objeto de estudio. En los orígenes de la licenciatura en psicología de la UAM-Xochimilco,
encontramos ya las primeras distancias en torno a las psicologías abstractas, psicologías que se
separan del terreno y elaboran así sus problemas y supuestos desde un trabajo de escritorio. Tal y
como plantea Ardoino, el trabajo del investigador e interventor deberá buscar la relevancia de la
problemática, no pensar desde la abstracción las demandas del terreno; ello implica evidentemente
la utilización de un método clínico, no en el sentido terapéutico, sino en la capacidad de escucha del
terreno. El terreno de intervención, se convierte de esta manera, en un referente más.

El vínculo universidad-sociedad se complejiza cuando observamos que:


• Existen múltiples planos de la realidad social y por lo tanto ésta no puede ser entendida como
única y sin movimiento. • No se puede dejar de reconocer la fuerte politización y concientización
que existe actualmente en diversos sectores de la sociedad.

La reflexión sobre estas dos cuestiones nos ha llevado entonces a distanciarnos de las lógicas que
pretenden cambiar, influir o explicar "la realidad", asimismo se ha abierto un constante
cuestionamiento sobre nuestras prácticas y hemos aprendido que no sólo existe el saber científico,
sino que es necesario reconocer el saber social, ese saber que portan mujeres, jóvenes, niños,
trabajadores, reclusos, grupos o movimientos organizados, acerca de su sociedad.

Lo anterior significa entonces que todo trabajo de intervención comunitaria debe reconocer que la
complejidad de la realidad no puede ser analizada o dividida en partes para su "profundización",
sino que es necesario entender que lo que estudiamos son siempre fenómenos complejos. A
continuación anotaré algunos de los elementos que son indispensables para pensar el problema de la
intervención comunitaria.

Los sujetos con los que intervenimos no son indiferentes a las producciones del saber que les
conciernen (saber social), por lo tanto reaccionarán y van a interferir constantemente con los
instrumentos de análisis e investigación que les sean destinados y perturbarán seguramente su
funcionamiento. Como hemos convenido, la investigación es una estrategia de conocimiento, lo que
tenemos que recalcar es que tal objetivo es susceptible de provocar una especie de contraestrategia.
Hemos visto en nuestra experiencia que existe una gran capacidad de negación, de negatricidad que
difícilmente podrá ser eliminada del campo o del objeto. Reconocer la negatricidad del objeto es
reconocer a éste como sujeto.

El objetivo del enfoque multirreferencial no es el mismo que el de los enfoques trans, inter o
multidisciplinarios, en los que, señala Ardoino, cada una de las disciplinas quiere conservar el uso
propio de su lenguaje sin querer aprender y hablar el de los otros. Además, el proyecto de la trans,
inter o multidisciplina apuesta claramente a la ilusión de la "totalidad" del conocimiento, como si
los hechos sociales pudieran ser transparentes de una vez y para siempre.

Lo grupal, institucional y comunitario no deben ser entendidos como instancias separadas. El


conjunto de las relaciones sociales en una sociedad están atravesadas por estas tres dimensiones.
Incluso, debemos anotar aquí también a las organizaciones. Desde algunas perspectivas teóricas el
estudio sobre los grupos ha dejado de estar centrado en el grupo mismo, para reconocer la
determinación de procesos mas amplios. Cuando Castoriadis propone su tesis sobre el imaginario
social y sobre el conjunto de significaciones imaginarias que lo constituyen, abre la posibilidad de
comprender las fuertes cargas de transversalidad entre estas tres formas sociales colectivas.
Castoriadis, seguido por la vertiente francesa del análisis institucional, han planteado que cuando se
habla de instituciones no se está hablando necesariamente de establecimientos o de espacios físicos,
como comúnmente lo pensamos; sino que nos remiten más bien a esas formas y prácticas sociales

96
que otorgan sentido y significado a una sociedad en un momento histórico determinado. En nuestra
sociedad, por ejemplo, se puede hablar de la asistencia, de la calificación, del castigo o de la moda,
como instituciones; en otras sociedades han sido instituciones el potlach o el derecho de pernada.

Cano. La metodología de taller en los procesos de educación popular.

En el presente trabajo se aborda la definición, componentes, momentos y modos de realización de la


metodología de taller en los procesos de educación popular, partiendo de ubicar el tema en el marco
de una reflexión metodológica general en sus dimensiones teóricas, políticas y éticas.

Presentación
La educación popular, a través de sus diferentes trayectorias y experiencias, ha generado
metodologías y técnicas de diverso origen disciplinario y experiencial, que conforman un fecundo
cuerpo instrumental para los procesos educativos, la planificación participativa, la sistematización
de experiencias, la evaluación y el monitoreo entre otras acciones.

Junto a las perspectivas teóricas y políticas que le dan sentido, la formación y reflexión sobre las
metodologías de educación popular guardan una importancia fundamental para la posibilidad de una
praxis transformadora.

El término ―taller‖ se lo utiliza desde muy variados modos. Esta condición polisémica del término
obliga a definir al taller en tanto metodología de la educación popular.

En el presente trabajo se abordará la definición, componentes, momento y modos de realización de


la metodología de taller en los proceso de educación popular.

Breve aproximación al concepto de educación popular- ―educación popular‖ a un conjunto


heterogéneo de prácticas en diferentes momentos históricos. Educación: constituye el proceso
diversificado, conflictivo y dialógico de construcción del ser humano como persona. Requiere, tanto
para sobrevivir como para desarrollarse, entrar en relación e intercambio con otras personas y con la
realidad.

La educación trasciende a las instituciones formales. Mark Twain ―nunca permití que la escuela
interfiriera con mi educación‖, ese pensamiento tiene una doble constatación: que lo educativo
trasciende a os establecimientos educativos; que el rol de dichos establecimientos trasciende por
parte lo que es stricto sensu podríamos llamar educativo.

Como hecho histórico social, la educación tiene una condición paradójica: por una parte, tiene a su
cargo la transmisión intergeneracional de un determinado acervo cultural y de conocimientos y al
mismo tiempo también compete la recreación, intervención y transformación del mismo. Tomando
parte activa de este conflicto y priorizando la dimensión cultural de las relaciones de dominación
emancipación, es que se ubi a la teoría y la praxis de la educación popular.

La educación popular es concebida como un ―movimiento político cultural‖ donde pueden


encontrarse un conjunto heterogéneo de prácticas, tienen en común una vocación transformadora,
un fin liberador organizado en base a la coherencia entre fines y medio y una opción por los
sectores populares.

Distinguirse en el concepto de educación popular una dimensión política, una dimensión


pedagógica y una dimensión ética metodológica.

97
La concepción metodología en la educación popular-Para comenzar a abordar el taller en tanto
metodología, es importante ubicar la concepción metodológica en educación popular, la
importancia del pensamiento estratégico y la organización de las acciones, métodos, técnicas que
utilizamos, en fin de determinados objetivos y finalidad.

Se llama ―espontaneismo‖ al desarrollo de acciones despojadas de una determinada formación


estratégica. El ―voluntarismo‖ es un problema vinculado al o anterior, consiste en el desarrollo de
un practica sin la necesaria organización del trabajo, estrategia de los recursos y del equipo. Ambos
conceptos, expresan problemas frecuentes en el trabajo en comunidad.

En tanto uno de los actores definitorios de la educación popular es un fin transformador, el cuidado
de la organización estratégica de las acciones, su orientación hacia objetos concretos, tiene una gran
importancia. La estrategia es la concepción y organización de las diferentes acciones que
realizaremos en función de los objetivos que se quiere alcanzar. La estrategia está supeditada a los
objetivos: los objetivos son el lugar al que se quiere llega, la estrategia es el camino para llegar.

En el caso de la educación popular, la relación ente objetivos y la estrategia está pautada por el
principio ético metodológico de la coherencia entre fines y medios, entre objetivos y métodos.

Los métodos son las formas o maneras de organizar los procesos específicos de trabajo popular en
función de situaciones concretas y objetivos particulares. Ambas variables son fundamentales para
definir los métodos.

Las técnicas son instrumentos y herramientas que oerativizan cada paso del proceso. El
procedimiento metodológico refiere a los modos concretos que se utilizan las técnicas en función
del contexto concreto en que se harán es decir cómo se aplican las técnicas seleccionadas.

Taller en tano metodología que se adopta en determinado momento, así como para el propio
desarrollo de un taller, dentro del cual también se cuidara esta coherencia interna entre sus
diferentes momentos.

El taller en la Edad media-Edad media europea, taller constituía la unidad productiva de los
artesanos.

Etimología de la palabra taller-Taller proviene de la palabra francesa ―atelier‖, refiere al lugar


donde trabaja un artista plástico o escultor, que reúne a artistas conocedores de determinada técnica
u obra fin de compartir lo que conocen al respecto, o bien a los discípulos de dicho artista a fin de
aprender del maestro. En la educación popular el taller seguirá siendo de algún modo un lugar en el
que se trabaja, se cran obras, se comparten conocimientos, se esculpen nuevas formas y se reparan
barcos para emprender nuevos viajes.

Acepciones y usos del termino RAE


―Lugar en que se trabaja una obra de manos‖, ―escuela o seminario de ciencia o de artes‖,
―Conjunto de colaboradores de maestro‖, Wikipedia ―taller es propiamente el espacio donde se
realiza un trabajo manual o artesano, como el taller de un pintor o un alfarero, un taller de costura o
de elaboración de alfajores etc., aunque también puede designar otros conceptos derivados de este‖

Taller en los procesos de educación popular


taller en la educación popular: la integración de trabajo manual con el trabajo intelectual, la reunión
de personas trabajando en torno a una tarea común, la transformación colectiva de una situación, y
la creación colectiva de una nueva forma o producto. Desde la concepción metodológica ya

98
Planteada, el taller constituye: a) un dispositivo de trabajo con y en grupos; b) una metodología de
trabajo educativo que buscara alcanzar objetivos preestablecidos, organizando para ello la
utilización de determinadas técnicas.

El taller en la concepción metodológica de la educación popular es: un dispositivo de trabajo con


grupos, que es limitado en el tiempo y se realiza con determinados objetivos particulares,
permitiendo la activación de un proceso pedagógico sustentado en la integración de teoría y
práctica, el protagonismo de los participantes, el dialogo de saberes y la producción colectiva de
aprendizajes, operando una transformación en las personas participantes y en la situación de partida.

Principales características de la metodología de taller:

 Es un dispositivo de trabajo con grupos


 Es limitado en el tiempo
 Tiene objetivos específicos
 Es un proceso en sí mismo
 Es un espacio que se caracteriza por la producción colectiva
 Busca la generación de aprendizajes y la transformación de una situación así como de los
propios participantes.
 Busca la integración de teoría y práctica ―aprender haciendo‖
 Se basa en un trabajo colectivo y dialógico, procura la integración de teoría y práctica, el
taller es el soporte para el desarrollo de un proceso educativo.
El taller como dispositivo- Foucault noción de dispositivo: un conjunto resueltamente heterogéneo
que incluye discurso, instituciones, lees, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, estos son
elementos del dispositivo. El dispositivo mismo es la red que se establece entre estos elementos, por
dispositivo, entiendo una especie de formación que tuvo por función mayor responder a una
emergencia en un determinado momento.

Giorgio Agambem noción de dispositivo distinguiendo 3 dimensiones del concepto:


1) es un conjunto heterogéneo, que incluye cirtualmente cualquier cosa, lo lingüístico y lo no
lingüístico. El dispositivo en sí mismo es la red que se establece entre estos elementos.

2) el dispositivo siempre tiene una función estratégica concreta y siempre se inscribe en una
relación de poder.

3) es algo general, una ―red‖.

Es decir que la noción de dispositivo destaca un énfasis en la red, en las relaciones, en las múltiples
conexiones y articulaciones de elementos diversos, que no obstante convergen en una función
estratégica potente, definitoria, al punto de establecer los límites de lo aceptado para un
determinado enunciado en un determinado contexto historicosocial.

―el dispositivo es pensado como máquina que dispone a…, que crea condiciones de posibilidad, que
provoca o pone en visibilidad y eventualmente en enunciabilidad latencias grupales, institucionales
y/o comunitaria.

La pedagogía de la praxis y el proceso de transformación.El taller es una metodología apropiada


para la generación de un proceso educativo basado en una concepción de la pedagogía de la praxis.
La praxis es la unidad y la mediación a la vez, en la dialéctica de la identidad y objetivación de lo
concreto.

99
Como se asume el trabajo en taller en la educación popular: a) partir de los saberes y las ideas de los
participantes. B) buscando dinamizar descubrimientos colectivos mediante un trabajo de análisis y
problematización también colectivo. C) concibiendo a las contradicciones como motor del proceso
dialectico de aprendizajes, esto es como oportunidad pedagógica.

¿Para qué sirve un taller? Su utilización en la educación popular- En la educación popular, el taller
es una metodología apropiada para fines como:

 Diagnostico. Análisis colectivo de una situación o problema


 Planificación. Organización de acciones y actividades con el fin de operativizar una
estrategia dirigida a alcanzar determinados objetivos.
 Evaluación. Análisis del grado de cumplimiento de determinados objetivos previamente
formulad
 Sistematización.
 Monitoreo o seguimiento. Análisis del desarrollo de determinadas acciones, durante el
proceso de su implementación.
 Análisis de una temática. Abordaje colectivo de una temática para su discusión.
 Formación. El taller es también una metodología apropiada para realizar objetivos de
formación sobre determinados temas específicos.
Dos puntos de partida para la planificación de un taller- Para la organización de un taller es
necesario considerar dos puntos de partida: uno de orden estratégico y otro de orden metodológico.

El punto de partida estratégico consiste en tener en cuenta los objetivos que se pretende alcanzar: el
―para que‖ de la realización del taller, contenidos, técnicas que se utilizaran.

El punto de partida metodológico de un taller desde la perspectiva de la educación popular, consiste


en partir de conocimiento de las personas participantes, sus intereses, historia, códigos. Implica
tanto el momento de la planificación del taller como el momento de trabajo en el taller su
desarrollo. Es importante tener en claro para que se realiza, así como partir de un conocimiento de
las personas que participaran.

¿Cómo se planifica un taller? Guía para la planificación de un taller- Tener en cuenta los
siguientes elementos:

a) Objetivos, ¿Qué se busca con el taller? Es importante tener claros los objetivos que se buscan
alcanzar con el talle, para poder ver que osas pueden lograrse con el taller y cuáles no, y por otro
par a poder luego hacer una adecuada evaluación, valorando el taller en el marco de la totalidad el
proceso.

b) Participantes ¿a quién va dirigido?

c) contenidos. En función de los objetivos que se persigan con el taller, lo contenidos que se quieran
trabajar en él y las características de los participantes, se analizara la estrategia dela bordaje de los
contenidos.

Es importante realizar un adecuado análisis de la relación entre objetivos contenido y tiempo


disponible. Los contenidos deben responder a los objetivos del taller.

100
d) Recursos: en la planificación de los recursos se incluye todo lo necesario según la actividad
planificada: desde el salón, hasta los materiales de trabajo grafico u otros. Es necesario conocer
previamente el lugar donde se realizara el taller, el espacio, las condiciones de iluminación.

f) responsable y roles: dentro del equipo de coordinación es importante definir quien se hacer
responsable de que tarea (coordinador, registro)

g) el tiempo: el tiempo adecuado de duración de un taller también es variable, según los objetivos
del taller y las características de los participantes.

Los 3 momentos de un taller


1) Planificación: el taller comienza antes del taller. Refiere a la convocatoria, la invitación a los
participantes.

2) Desarrollo: Refiere a lo que sucede efectivamente en el taller con lo que se planifico


previamente.
a) apretura: si los integrantes del taller no se conocen, es bueno dedicar un tiempo a la
presentación.
Lo fundamental de la apertura, es el análisis de las expectativas, el contrato de trabajo y el
establecimiento del encuadre. Es importante comenzar por poner en común las expectativas de cada
uno de los objetivos que el taller tiene.
El análisis de las expectativas está vinculado al establecimiento del contrato de trabajo y del
encuadre.
B) desarrollo: El desarrollo con flexibilidad y creatividad de las tareas planificadas.
C) Cierre: el cierre de la actividad es un momento importante en sí mismo, y además es el
momento en que se realiza la evaluación de taller. Es importante que cada taller, tengo un cierre en
sí mismo más allá de su eventual pertenencia a un ciclo de talleres.
Es importante que cada taller tenga un cierre en el cual capitular, repasar acuerdos, objetivar
aprendizajes, dar cuenta del proceso, y vivenciar las transformaciones operadas dando cuenta de un
proceso de acumulación.

3) Evaluación: Refiere al análisis y reflexión de lo producido en el taller. La evaluación abarca tanto


lo producido creado en el taller, así como los aspectos referentes a como nos sentimos durante el
mismo.

Otros elementos a tener en cuenta

 Disposición del espacio: en círculo. La organización de las personas en círculo permite una
disposición del estadio en que las jerarquías se diluyen.
 La importancia del registro. Un buen registro será un importante instrumento de trabajo
posterior al taller.
Las técnicas participativas: criterios para su utilización
Existe una gran cantidad de técnicas participativas de distinto tipo. Oscar Jara organiza las técnicas
según el siguiente criterio:

- Técnicas vivenciales (de animación o de análisis)


- Técnicas que implican actuación (ej. Juego de roles, dramatización de cuento)
- Técnicas auditivas y audiovisuales (ej. Una radio-foro o video-foro)
- Técnicas visuales (escritas y graficas)

Es bueno tener en cuenta tres aspectos a la hora de seleccionar que técnica utilizaremos en taller:
Un primer aspecto a tener en claro es el ―para que‖, los objetivos que queremos lograr con dicha

101
técnica. Un segundo aspecto que consideramos, refiere a las características del grupo con el que se
va a trabajar. Por último, es importante que se utilicen las técnicas con creatividad y flexibilidad.
No realizar una técnica 2 veces del mismo modo.

Procedimiento de aplicación de las técnicas- Tendrá diferentes características según la técnica que
se trate.

1. Presentación de la técnica
2. Aplicación
3. Descripción de lo realizado. Una vez culminada, resulta importante realizar una
reconstrucción de lo realizado. La acción de descripción-reconstrucción aporta
un sentido de unidad a lo realizado.
4. Interpretación de lo sucedido. En algunas técnicas, se realiza una interpretación
de lo sucedido-producido durante la técnica.
5. Discusión de las interpretaciones. Discusión colectiva.
6. Síntesis y cierre. Luego de la discusión, se realiza la síntesis de lo trabajado y
producido por el grupo.

García, D. (1997) El taller como espacio de aprendizaje.


Taller- se utiliza generalmente para indicar que se trata de una opción pedagógica alternativa al
curso o seminario, como una modalidad opuesta a una enseñanza de tipo expositiva, memorística.
La palabra taller proviene del francés que significa estudio, obrador, obraje, oficina. Los primeros
surgieron en la edad media: los gremios de artesanos. El taller como lugar de trabajo y aprendizaje
no es algo absolutamente novedoso.

Puede parecer una moda y para algunos lo es. Pero el taller no es eso, por el contrario requiere de
una decisión personal más que de normas impuestas. No debe ser una imposición, como tampoco
puede improvisarse. Si no es libre opción puede generar resistencias, encubiertas en razones ciertas
o pretextos: falta de espacio, tiempo, materiales, etc.
Algunos elementos constitutivos del taller:
-una opción por trabajar en pequeños grupos
-una valoración de la participación de los propios sujetos en la responsabilidad de sus propios
aprendizajes
-una integración de las experiencias personales de cada participante en el proceso de enseñanza-
aprendizaje
-una intencionalidad operativa, es decir, que los aprendizajes adquiridos en el taller tengan una
influencia en la acción de los propios participantes.

El taller se constituye en una experiencia social en la medida que los participantes interactúan entre
sí en torno a una tarea específica.
El propio sujeto se convierte en objeto de estudio. Participa del grupo para vivir un proceso
colectivo de conocimientos tendiente a la comprensión global de la realidad. De esa manera el
proceso de conocimiento es asumido por el grupo, el que cuenta con una coordinación de carácter
cooperativo y que favorece la democracia grupal.

Podemos definir el taller, como tiempo-espacio para la vivencia, la reflexión y la conceptualización.


La vivencia puede entenderse como el primer paso en el cual se implementarán ciertas técnicas
disparadoras con el objetivo de romper el hielo y movilizar algunas estructuras cognitivas en
relación al tema que se trate. Esta vivencia puede desarrollarse progresivamente desde un escaso

102
compromiso intelectual-afectivo. Hasta un momento de alto grado de compromiso. Ello dependerá
del tipo de grupo, del grado de confianza e integración de los miembros del mismo.

El tiempo-espacio para la reflexión es tan rico como el anterior. En él se repiensa acerca del cómo
se sintió la experiencia y qué ideas aporta, desde ese pensar, cada integrante, con el cual se van
hilvanando distintos contenidos más emocionales que conceptuales en relación con las técnicas
disparadoras. Esos contenidos se dejan en suspenso hasta la siguiente etapa, en la que se busca
articular aquél hacer con el sentir para producir nuevas hipótesis que llevarán a la síntesis y
conceptualización final.

De esta manera en el taller se van produciendo diferentes aprendizajes, aprender es aquel proceso
que lleva a todo sujeto humano a adquirir, indagar, investigar la realidad y que le permite tomarla
para producir las modificaciones en ella, al mismo tiempo, que se realizan en el propio sujeto. De
alguna manera, ese transitar por las diferentes experiencias, lo lleva a ratificar o rectificar modelos
aprehendidos, actitudes, comportamientos. También, durante la tarea educativa, se movilizan las
estructuras personales, rompiendo con los estereotipos que no ayudan a crecer. Todo aprendizaje
parte de una experiencia previa y de una red de interacciones, que en el taller se ponen de
manifiesto, mostrando una acuarela de fragmentos que es preciso integrar. Por lo tanto el taller
puede convertirse en un lugar de vínculos de participación, donde se desarrollan distintos estilos de
comunicación y por ende, un lugar de producción social de objetos, hechos y conocimientos.
En el taller confluyen método y la técnica, una metodología que, exige la relación lógica entre los
objetivos, los contenidos en que se plasman los objetivos, los métodos con los cuales se lleva
adelante el proceso de generación y apropiación de contenidos, al mismo tiempo se deben tener en
cuenta las técnicas o instrumentos que se requieren para generar acciones de cambio tendientes a los
objetivos planteados en la planificación.

El espacio de taller se inicia con la presentación de un problema, a partir del cual se da un proceso
de desestructuración, desconstrucción, para llegar a través de los pasos sucesivos a una nueva
estructuración. Proceso dialéctico por la naturaleza, que nos permitirá ir de la acción a la reflexión y
a un nueva conceptualización, resultado de la dinámica que se produce en el taller.
Dicha dinámica genera un proceso educativo, aprendizaje, pero al mismo tiempo efecto terapéutico
por cuanto aparecen conflictos personales intrasubjetivos que se ponen en juego durante la
experiencia y que es posible visualizarlos a la luz de la explicitación ,en un ámbito de comunicación
y confianza que se facilita en el taller y que ayuda a pensar y co-pensar con el otro.

En definitiva, el taller es un nuevo camino con alternativas pedagógicas que estimulan el


aprendizaje, las intersubjetividades, la creatividad, en busca de la apropiación del objeto de
conocimiento.
Los pasos previos al desarrollo de cualquier actividad, es fundamental tener presente:

1- Conocimiento de las personas que formarán parte del taller. Si es un grupo conocido; si
algunos integrantes se conocen y otros no; qué características tienen esas personas: son
miembros de una comunidad barrial, de una escuela, son profesionales, técnicos, docentes,
padres, adolescentes, embarazadas, etc.
2- Conocer cuál es la demanda del grupo, en otras palabras, cuál es la necesidad. Diferenciar
entre necesidades personales, grupales, comunitarias o institucionales. Esclarecer
concretamente tal necesidad para enfocar la tarea profesionalmente. Descubrir si esa
demanda tiene relación con algún programa nacional, provincial, zonal o local, para
mantener la coherencia.
3- A partir de especificar bien la demanda, elaborar objetivos de alcance concreto, si es
posible, factibles de lograr en el taller o disparadores para analizar en un corto plazo

103
4- En coherencia con la demanda y los objetivos, planificar el número de encuentros que serán
necesarios para cumplimentar la tarea. Muchas veces se solicita un taller, pensando
erróneamente que de esa manera se producirán los grandes cambios y naturalmente que esto
no ocurre, lo que deja una cuota de frustración importante como para rever la situación.
5- Quién va a oficiar de coordinador, aquí es importante analizar cuál es su capacidad, su
experiencia, grado de compromiso, su habilidad para tomar decisiones en relación a la
necesidad del grupo o la institución.
6- A veces, teniendo los puntos anteriores en cuenta, se pierde de vista la relevancia del
tiempo y espacio físico, y entonces la tarea se suspende por no haber previsto este tema. Es
otra de las cosas que puede generar sensación de fracaso. No lo olvide.
7- Algo muy importante, no dejar librado al azar el tema de los recursos y los materiales. Es
parte de la infraestructura educativa.
8- Por último, para muchos talleres es fundamental contar con material bibliográfico adicional
ya que los participantes, a través del taller, descubren otros conocimientos y sienten avidez
por este tipo de material.
Para planificar el taller propiamente dicho tenemos que pensar en el o los objetivos. Los
mismos pueden definirse como conductas deseables a alcanzar en un tiempo determinado y a
las que se procura llegar a través de acciones previstas y por medio de recursos afectivos. Las
acciones hacen referencia a todo movimiento consciente o inconsciente que realiza todo se
humano grupo social.

La técnica de formulación de objetivos operacionales, como los enunciados, posee cuatro


elementos fundamentales: conducta, contenido, condición y rendimiento. La conducta siempre
se piensa a partir de lo que el sujeto de aprendizaje debe hacer y se formula con un verbo:
organizar, informar, realizar, etc. el contenido manifiesta que cosa debe realizarse con el
comportamiento observable, ej: los del párrafo anterior.

Dabas, E. (2001) redes sociales

Las primeras intervenciones desde el enfoque de Redes Sociales se registran en el campo de la


Psiquiatría y Psicología Social a mediados de los años 60 y en la década de los 70. Uno de los
pioneros fue Ross Speck, quien frente a la dificultad de ver progresar ciertas terapias familiares por
agotamiento de los integrantes o por falta de recursos para ayudar al paciente identificado,
convocaba a grandes asambleas de familiares y allegados al mismo.
Resulta particularmente interesante que las convocatorias masivas que Speck realizaba las
denominaba intervención en red, en lugar de terapia de red. Introducía con esto una mirada
significativa: él intervenía en una red que prexistía. El primer momento de este proceso era llamado
―retribalización‖, en el cual fundamentalmente se trabajaba sobre la conciencia del lazo que unía a
los participantes. Dentro de los pasos subsiguientes resulta importante reconocer la organización de
comisiones mutirrepresentativas donde se discutía lo más conveniente para la persona afectada, al
mismo tiempo que se generaba el ―efecto de red‖, esto es la sensación de dar y recibir, de contar
con otros que eventualmente podrían aportar ayuda en otro momento.

Desde esta concepción, que fue generalizada como modalidad de intervención en situaciones de
crisis aguda o de urgencias, fueron surgiendo otros grupos de trabajo, que dieron un marco a este
modo de intervención ligado a una diversidad de situaciones que intersectaban el campo de la salud
mental con lo social, lo político y lo organizacional. Menciono especialmente al desarrollado por el
grupo de Estocolmo, coordinado por Johan Klefbeck y la perspectiva de red en el tratamiento de

104
problemas tan diversos como migraciones voluntarias y forzadas; tercera edad; problemas
escolares; iatrogenia producida por la superposición de múltiples enfoques en el tratamiento de un
problema6; problemas de violencia en los ámbitos institucionales.

También en el campo de las organizaciones comienza a incluirse este enfoque cuando se cuestiona
la estructura organizacional concebida por el taylorismo y fordismo. Las empresas intentan realizar
una reingeniería de su organización pensada desde el enfoque de red, a partir de incorporar el
pensamiento complejo en sus prácticas
Las ―redes‖ comienzan a cobrar foco, y en el campo de la sociología y de la teoría de las
organizaciones surgen diversos intentos de incluir la ―modalidad de organización en red‖ en lugar
del clásico abordaje administrativo.

Cuando la perspectiva de Redes comienza a difundirse, asistimos al surgimiento de otras


modalidades de intervención pensadas desde este enfoque, como por ejemplo, las comunitarias. De
estas podemos destacar como antecedentes importantes las realizadas por psicólogos comunitarios y
trabajadores sociales italianos y belgas; el psicólogo argentino Sebastián Bertucelli así como la
inclusión de esta perspectiva en temas como hábitat, educación rural y justicia.

En un plano ―entre‖ la intervención familiar y comunitaria surgen las prácticas de abordaje


multifamiliar en el ámbito de salud mental19, dispositivo que progresivamente se irá incluyendo en
prácticas en los diversos ámbitos mencionados En un intento de ―ordenar‖ la visibilidad de las
redes, se desarrollan algunas clasificaciones, con el consiguiente riesgo que estas conllevan, ya que
la toda categorización invisibiliza la perspectiva multidimensional en el abordaje y ―detiene‖ el
flujo dinámico del transcurrir de las redes.

Encontramos, por un lado clasificaciones que designan a los sujetos involucrados: personales,
familiares, de tercera edad, etc. Más recientemente han surgido otras categorizaciones donde se
produce un salto del sujeto a una ―agrupación‖ que aparece subjetivada. Se habla así de redes de
disciplinas y/o sectores: redes en salud, educativas, judiciales; comerciales, etc.; institucionales:
redes de escuelas; de hospitales; de juzgados; de universidades; de municipios; de comedores, entre
otras; regionales, como la de MERCOSUR; de servicios, que se cruza en algunas situaciones con
las institucionales: de atención a la infancia en riesgo; de alcoholismo; de adicciones, etc.

Surgen entonces las redes como una nueva ―moda‖ organizativa. Pareciera que ahí está el cambio,
en la denominación. Pero observamos que ahí no reside la transformación: las prácticas están
igualmente concebidas desde la metáfora piramidal; los actores sociales son ignorados y el
operador continúa actuando como ―externo‖ al campo de intervención. En una exploración acerca
de los procedimientos para la constitución de este tipo de redes, observamos que estos intentos, se
confunde la organización con la perspectiva de la dinámica fluida de la red. Es decir que adoptan la
concepción organizacionista, centrada en el trabajo del diseño en lugar del trabajo basado en el
diagrama y desde la dinámica vincular.

Las llamadas redes de servicios, establecimientos, intersectoriales, generalmente ―son organizadas‖


desde arriba hacia abajo‖ (decretos que sustentan su creación20) y desde ―afuera hacia el núcleo‖,
generando una extraña sensación para los actores sociales de no reconocerse miembros de esa red a
partir de una práctica, sino por una adscripción nominada por otros y vaciada de contenido.

He aquí un desafío ya no sólo para las intervenciones en red, sino para modalidades de organización
que pretenden alejarse del centralismo piramidal: como desarrollar prácticas que recuperen la
experiencia de pertenencia y abran nuevas alternativas de organización; como promover
organizaciones como redes y trabajando en red.

105
Itinerario para pensar los Niveles ¿Cómo pensar los diversos niveles de intervención y de
organización?.

Un camino posible es reconstruir un itinerario que algunos pensadores y científicos atravesaron, el


cual aparece iluminado por las propuestas actuales acerca del enfoque de la complejidad.

En el Siglo XX se produce un fuerte cambio del paradigma mecanicista al ecológico. De acuerdo a


los textos y disciplinas que se consulten el concepto mecanicista adopta como sinónimos
reduccionista o atomista y el de ecológico se homologa con holístico; sistémico u organicista.

Si recorremos los desarrollos de las diversas disciplinas se reconoce una tensión básica: ¿cómo se
conocer un fenómeno o un hecho social? ¿analizando cada una de las partes? ¿visualizando el todo?
Una frase de Edgard Morin sintetiza los obstáculos epistemológicos de esta discusión,
introduciendo la visión de la complejidad en el tratamiento de fenómenos físicos, naturales o
sociales: El Todo es la Nada. Esto implica que no hay ciencia ni teoría que pueda explicar ―la
realidad‖. Siguiendo nuevamente a Morin: ―Todo está en todo y recíprocamente‖. El principio ―el
todo está en la parte‖ no significa que la parte sea un reflejo puro y simple del todo. Cada parte
conserva su singularidad y su individualidad pero, de algún modo, contiene el todo. Nos topamos
aquí con la primera complejidad: nada está realmente aislado en el Universo y todo está en relación.

Esta transformación en el pensamiento comienza a darse en diversos campos, poniendo en cuestión


las ideas dominantes en la Era moderna. Dichas ideas buscaron una explicación acerca del mundo,
asimilando su funcionamiento al de una máquina Galileo excluyó la cualidad de la ciencia, para
que los fenómenos pudiesen ser medidos y cuantificados. Descartes creó el método analítico, para
que se lograse desmenuzar los fenómenos complejos en partes para comprender así el todo.

En este mundo con dominancia del Hombre portador de la Razón (hombre, género masculino,
adulto, blanco, urbano) no cabían las percepciones, los afectos, las sensaciones, la diversidad. Eran
consideradas banales o despreciadas, estableciendo la necesidad de ser eliminadas para acceder así
al ―conocimiento objetivo‖ .

Es interesante destacar que una de las primeras oposiciones parte del movimiento romántico, en los
campos del arte, la literatura y la filosofía (fines S XVIII y XIX). Podemos citar al poeta y pintor
William Blake, quien fue un apasionado crítico de Newton; a Goethe, quien introduce el término
morfología para el estudio de la forma biológica. Destaca la importancia de considerar el orden en
movimiento de la naturaleza; respecto a la forma, que siempre había sido ubicada como secundaria
respecto a la sustancia, el escritor alemán la concibe como un patrón de relaciones en el seno de un
todo organizado. Agrega que la percepción visual puede constituirse en la vía de acceso a la forma.

Kant planteó que la ciencia, tal como estaba concebida, sólo podía ofrecer explicaciones
mecanicistas. En Crítica de la Razón discute acerca de la naturaleza de los organismos en contraste
con el de las máquinas. Concibió que la naturaleza de los organismos es la de ser
autorreproductores y autoorganizadores, en contraste con las máquinas. En éstas, las partes existen
unas para las otras, ya que se apoyan mutuamente dentro de un todo funcional. En un organismo,
en cambio, las partes existen además por medio de las otras, en el sentido de producirse entre sí.

Es interesante también destacar los cambios que surgen en el campo de la Biología, cuando ésta
evoluciona de la celular a la Organicista. Harrison exploró el concepto de organización:
identificaba la configuración y la relación como dos aspectos de la organización y el patrón o pauta
como configuración de relaciones ordenadas. Woodger realizó un interesante aporte al plantear que

106
la característica clave de la organización de los organismos vivos es su naturaleza jerárquica. Éstos
tienen tendencia a constituir estructuras multinivel de sistemas dentro de sistemas: las células se
combinan para formar tejidos; éstos órganos, los cuáles están en los organismos, que existen en el
seno de sistemas sociales y ecosistemas.

A estas estructuras multinivel se las denomina jerarquías; el concepto de RED provee una nueva
perspectiva sobre las jerarquías de la naturaleza. Son diferentes niveles de complejidad con
diferentes leyes operando en cada nivel. Resulta interesante destacar que en los sistemas sociales y
en la dinámica vincular entre las personas el concepto de jerarquía remite a la metáfora piramidal.
Pensadores como Von Foerster 27 acuñan el concepto de heterarquía, para referirse a las relaciones
humanas desde una perspectiva de red. Se refiere a la posibilidad de coexistencia de ―jerarquías‖
distintas, tanto sucesivas como simultáneas, en el funcionamiento de un sistema determinado. En
este caso las diferentes posiciones se reconocen no por la función adscripta sino por la idoneidad en
el desempeño de la misma. No implica la negación de la jerarquía sino la coexistencia y el
reconocimiento de una variedad de las mismas.

Las ideas propuestas por los biólogos organicistas durante la primera mitad de siglo contribuyen al
nacimiento del pensamiento sistémico en términos de conectividad, relaciones y contexto. El
sistema emerge de las relaciones organizadoras entre las partes; de la configuración de relaciones
ordenadas. Reconoce una habilidad para enfocar la atención en distintos niveles, a los que
corresponde distintos niveles de complejidad. La perspectiva del pensamiento sistémico impactará,
al mismo tiempo a biólogos, y físicos; a psicólogos (recordemos el desarrollo de la Psicología
gestáltica) y a cientistas sociales.
Dice Capra: ―mientras que los biólogos organicistas se encontraban con la totalidad irreductible en
los organismos, los físicos cuánticos en los fenómenos atómicos y los psicólogos de la gestalt en la
percepción, la Ecología, comienza a estudiar las comunidades de animales y plantas‖

Esta ciencia surge de la escuela organicista en biología durante el siglo XIX. Incorpora dos nuevos
conceptos: comunidad y red. Su planteo puede sintetizarse en que la trama de la vida está
constituida por redes dentro de redes. Avanza en sus postulados cuando plantea que una comunidad
humana es sostenible cuando es consciente de las múltiples relaciones entre sus miembros.

Los diversos niveles de abordaje nos plantean un enfoque multidimesional, desde el cual todo foco
es justamente eso: un foco, a los efectos de la intervención, el estudio o el análisis de un hecho
social o colectivo. Al realizar esa focalización nos hacemos cargo de la exclusión, que es
inseparable de la inclusión, por lo cual podemos operar integrando ambas.
Estos desarrollos, lejos de proponerse como ―teorías ejemplares‖ desde las cuales pensar las redes,
abonan un campo de metáforas a través de las cuales circular desde esta perspectiva. A través de
ellas las diversas prácticas sociales pueden ser cartografiadas. Al ser reconocidas, abren un proceso
de reflexión e interrogación, alejado tanto de ―verdades‖ como de ―tecnologías‖ salvadoras.

Intentos de analizar los niveles de abordaje Desde el campo de las intervenciones basadas en el
enfoque de las redes sociales han surgido intentos de sistematizarlas como modo de comprender la
riqueza de la dinámica relacional.

En esta dirección se vienen desarrollando diversas estrategias, que confluyen en diagramas


pensados como modalidades de cartografiar o mapear redes. En todas las situaciones, este mapeo
implica una gestión de búsqueda de información para promover posibilidades de cambio en las
condiciones de vida de la población que provee dicha información. Este cambio está orientado hacia
la visibilización de recursos, optimización de la participación de los mismos, redefinición de

107
problemas, entre otros. Siempre implican un análisis situacional, basado en la significatividad de la
misma para la persona involucrada o del problema definido como prioritario para un colectivo.

Este mapeo ha sido utilizado de diversa manera. 1. En primer lugar, para graficar la dinámica de las
relaciones personales. En estos casos, el mapeo se realiza en conjunto con la persona que plantea un
problema o con un allegado a la misma. Muchas veces se introduce la dimensión temporal,
solicitando la confección del diagrama de relaciones en un momento anterior al que se está
realizando el actual. ¿Cómo surge la selección de ―los momentos‖? De acuerdo a los hitos
significativos que aparecen en la dinámica de la conversación con la persona. Ésta suele mencionar
un ―antes‖ y esta mención abre un punto de entrada, o el operador le pregunta acerca de con quiénes
se relacionaba antes de que un hecho significativo aconteciese (pérdida de trabajo; divorcio;
fallecimiento de un allegado; nacimiento de un hijo, etc) Esta modalidad de contar con un análisis
de la red social personal se viene realizando fundamentalmente en el campo de la salud, con
algunos intentos llevados a cabo en el ámbito escolar (en el tratamiento de una situación
problemática con un niño o joven) y en el ámbito judicial (derecho de familia) En el campo de la
salud, existe evidencia comprobada de que una red personal estable, sensible, activa y confiable
protege a las personas de las enfermedades, actúa como agente de ayuda y derivación, afecta la
pertinencia y la rapidez de la utilización de los servicios de salud, acelera los procesos de curación y
aumenta la sobrevida, es decir, es salutogénica. Podemos afirmar que existe una correlación directa
entre calidad de la red social y calidad de la salud. Esto se apoya tanto en la diversidad de las
prácticas asistenciales en los diferentes países como en una serie de estudios epidemiológicos de
tipo prospectivo, que han demostrado que la mortalidad mayor se acumula en los subgrupos con
una red social mínima. Al no considerar la perspectiva de red, la calidad33, eficacia y eficiencia 34
del nivel promocional y asistencial se ve muchas veces disminuida por situaciones que desde el
sector salud se consideran ajenas y externas al mismo.
Algunas de estas situaciones son:

Desconocimiento o ignorancia acerca de situaciones que incrementan el riesgo personal y/o


familiar

Pérdida de oportunidades de aprendizaje acerca de la salud y de su cuidado dentro del núcleo


familiar, de amigos, laboral y de la aplicación de esos conocimientos en su entorno

Postergación del inicio oportuno de tratamiento efectivo

Dificultad de los pacientes para cumplir con indicaciones terapéuticas. El profesional se encuentra
en las consultas siguientes con que las indicaciones proporcionadas, tanto con relación a estudios,
medicaciones, curaciones o dietas se han cumplido parcialmente o no se han cumplido

Internaciones reiteradas, muchas veces por falta de cuidados adecuados después de un alta

Internaciones prolongadas más de lo necesario, por no contar tanto con una red de servicios
efectiva como con una red de sostén del paciente o un hogar continente.

Fuga de internaciones (casos de madres que no tienen o no pueden organizar el cuidado de sus
hijos, tanto si son ellas las pacientes como si es uno de los hijos el afectado; falta de contención por
parte del equipo de salud).

Sin embargo, muchas de estas cuestiones podrían ser resueltas, y por lo tanto incidir en el
incremento de la calidad y la eficiencia de la atención y del cuidado de la salud, si se considerara la
perspectiva de red social de inserción de la persona o paciente ya desde el ingreso del mismo a la

108
institución y luego en su entorno social. Este es un enfoque que generalmente no está incluido en la
semiología médica. Con suerte en algunos casos, se solicita la intervención de Servicio Social del
hospital, pero desde una visión de derivación y no de articulación. Este servicio en general se ve
sobresaturado por la demanda, respondiendo muchas veces burocráticamente a la misma.

Desde esta propuesta, la importancia del abordaje radica en la interconexión entre los diversos
integrantes del equipo de salud, en forma primordial, y con los integrantes de la red social del
paciente, de modo articulado y coherente. La admisión es una situación clave para interrogar acerca
de su red de inserción, la cual debería formar parte de su historia clínica. Cabe aclarar que el
interrogatorio sobre la red no se limita a preguntar y registrar un listado de nombres. La red no es un
catálogo. Por ejemplo, en el caso del grupo familiar del paciente interesa conocer cuáles son las
relaciones más significativas, ya que preguntando solamente por la composición del mismo no es
posible conocer las relaciones que podrían constituirse en ayuda y sostén en una situación de
necesidad.

Según C. Sluzki, la red social personal es la suma de todas las relaciones que un individuo percibe
como significativas o define como diferenciadas de la masa anónima de la sociedad. Esta red
contribuye sustancialmente a su reconocimiento como individuo y constituye una de las claves
centrales de la experiencia individual de identidad, bienestar, competencia y protagonismo,
incluyendo los hábitos de cuidado de la salud y la capacidad y adaptación a una crisis.

La importancia de los distintos grupos de relaciones intenta focalizar sobre una situación que no ha
sido considerada sistemáticamente por los prestadores de salud. Cuando se logra traspasar el límite
de considerar al paciente como alguien aislado, descontextualizado, el grupo que se ha privilegiado
es el familiar. La importancia central que nuestra sociedad ha dado a cosanguineidad, ha llevado a
que en situaciones en que ésta se halla debilitada, no puedan considerarse la importancia de otros
lazos que poseen los mismos atributos que los vínculos familiares. En situaciones tales como
migraciones adquieren una importancia central.

La historia clínica del paciente se realiza generalmente en forma individual, centrada en la consulta
por patología. Sería importante realizarla en términos de considerar la red social personal, lo cual
conlleva a la necesidad de armar carpetas familiares y/o por núcleos habitacionales.

La red social personal podría ser registrada mapeando las relaciones en un diagrama construido en
interacción del consultante.
La información proporcionada se sistematiza al menos en cuatro campos, aunque en cada situación
plateada surge un campo de ―otros‖ que da significatividad y valor al diagrama. Los campos básicos
son:

Familia: precisando en este punto no sólo como está compuesta, sino las relaciones que resultan
más significativas. Desde este punto de vista, es importante precisar tanto los integrantes de la
familia nuclear como la extensa, sin prescindir de aquellas que estén geográficamente distantes.

Amistades: éstas resultan altamente significativas en el caso de migraciones, que determinan una
pérdida o disminución de las relaciones familiares de sostén. En este caso, es importante indagar
por las relaciones de vecindad, que pueden constituirse en apoyos importantes para la persona.

Relaciones laborales o escolares: muchas veces estas relaciones son las únicas que una persona
posee, fuera de su ámbito familiar. La cotidianidad de estos vínculos hace que resulten sumamente
importantes tanto para brindar información como para las funciones de acompañamiento y apoyo.

109
relaciones comunitarias, de servicio o de credo: pueden conformar un mundo significativo de
pertenencia, posible de ser activado en caso de necesidad Un aspecto fundamental a considerar es el
registro de la densidad de las relaciones, esto es las interacciones establecidas entre los integrantes
de la red, independientemente del informante
Este mapeo posibilitaría contar con un banco de recursos que puedan operativizar acciones que
incluso trascienden el área de la salud.

Es importante aclarar que le trascienden en cuanto a la operación pero no en cuanto a la


responsabilidad. Por ejemplo, al sistema de salud le resulta difícil el seguimiento de un paciente
después de un alta pero su responsabilidad está en asegurar los procedimientos para dicho
seguimiento, conociendo la situación socio - familiar de esa persona. Por el otro a través de la
focalización, estimulación y desarrollo de estas redes sociales se pueden establecer relaciones hasta
el momento no promovidas que pueden constituir un recurso para otros casos (por ejemplo,
asociaciones vecinales). En el Cuadro 1 se puede observar el diagrama básico que realizamos para
mapear la red personal 35 36. Para cada persona señalada, se pregunta nombre, eventualmente edad
y forma de localizarla.

2. También se ha desarrollado el mapeo de relaciones institucionales y de redes comunitarias.

Éstas últimas han tenido una evolución muy interesante. Los diseños se realizan en
micropoblaciones. La información recogida se vuelca sobre el mapa catastral de la comunidad.
Dicha información se activa cotidianamente con la captación de los actores sociales, quienes no
sólo la proveen sino que son informados acerca de los resultados obtenidos. Estos se visualizan en
un ―mapa‖, que es dinámico, compartido y enriquecido por todos los involucrados en la resolución
del problema planteado. Actualmente, algunos equipos disponen de un Programa, el SIG, sistema
de información georreferenciado. Éste es un conjunto de herramientas integradas en un sistema
automatizado capaz de colectar, almacenar, manejar, analizar y visualizar información referenciada
geográficamente (OPS) Está basado en la concepción de las organizaciones y comunidades como
organizaciones en red. Ha implicado la construcción de un soft que comprende una base de datos
especialmente diseñada para la realidad local y un mapa catastral de la localidad digitalizado para la
georreferenciación. Imprime velocidad al procesamiento y uso de la información, por lo cual
posibilita ver la movilidad de áreas estratégicas o áreas de riesgo.

Esta perspectiva de análisis de las redes nos implica la reflexión permanente acerca de la
imposibilidad de manejarnos con un pensamiento apriorístico y por lo tanto con herramientas que
funcionen como aparatos de captura de lo que es en sí un movimiento dinámico, fluido, (a)
sincrónico y multidimensional.

Por esto, desde nuestra perspectiva analizamos las redes en conjunto con los actores involucrados,
incluyéndonos no como un observador externo sino presente en el campo del mapeo,
situacionalmente a tono con el problema necesario de resolver.

Goffman, E.(1961/ 2001) La carrera moral del paciente mental.

Una de las ventajas del concepto de carrera consiste en su ambivalencia: por su lado, se relaciona
con asuntos subjetivos tan íntimos y preciosos como la imagen del yo, y el sentimiento de
identidad; por el otro, se refiere a una posición formal, a relaciones jurídicas y a un estilo de vida, y
forma parte de un complejo institucional accesible al público. Gracias al concepto de carrera

110
podemos, pues, oscilar a voluntad entre lo personal y lo público, entre el yo y su sociedad
significativa, sin necesidad de ceñirnos, como única fuente posible de datos, a lo que la persona
dice pensar que imagen ser.

La categoría paciente mental, debe entenderse aquí en un sentido estrictamente sociológico. En


esta perspectiva, la concepción psiquiátrica de una persona solo cobra significación en cuanto
altera su destino social, y en nuestra sociedad esta alteración parece hacerse significativa solo
cuando la persona es sometida al proceso de hospitalización. Los efectos de ser tratado como
enfermo mental, pueden distinguirse claramente de los efectos que tienen sobre la vida de una
persona ciertos rasgos que un médico consideraría como psicopatologías.

Las personas que se convierten en pacientes de un hospital psiquiátrico, que se convierten en


grado considerable en el tipo y grado de enfermedad que les diagnosticaría un psiquiatra, y en los
atributos que les adjudicarían los legos. No obstante ello una vez lanzadas por ese camino, todos
enfrentan circunstancias significativamente similares a las que responden de manera también
similar. Puesto que tales similitudes no son consecuencia de la enfermedad mental, parecería que
se producen a pesar de ellas. Testimonía el poder de las fuerzas sociales que el status uniforme de
paciente mental pueda no solo asegurar a un agregado de personas un destino común, sino que
esta reelaboración social pueda efectuarse sobre la diversidad acaso más irreductible de
materiales humanos que una sociedad es capaz de reunir.

El estudiante del hospital psiquiátrico puede descibrir, de modo análogo, que la locura o el
comportamiento enfermizo atribuidos al paciente mental son en muchos casos producto de la
distancia social desde la cual se juzga su situación más que de la propia enfermedad mental.

La vida en las salas cerradas es absurda, y cuando este en una sala cerrada para los enfermos
recién ingresados, o en una sala de convalecientes, puede sentir que las salas de pacientes
crónicos son, socialmente hablando “loqueros”. Pero hasta que traslade su esfera de participación
simpática a la peor sala del hospital, para que también esta se incorpore al ámbito social como un
lugar dotado de un mundo social habitable y continuamente significativo. Esto no excluye la
posibilidad de que encuentre, en cualquier sala o grupo de pacientes una minoría totalmente
incapaz en apariencia, de someterse a normas de organización social, también es cierto que en
una sociedad de pacientes, el cumplimiento ordenado de las expectativas normativas es en parte
posible gracias a ciertas medidas estratégicas, que de algún modo han llegado a institucionalizarse
en los hospitales psiquiátricos.

Según la opinión vulgar, la carrera del enfermo mental puede dividirse en 3 etapas: el peridoo
previo a su internación, que llamaremos etapa del pre-paciente, el periodo de estadia en el
hospital, etapa del paciente, y el período posterior al alta del hospital si se produce, que
llamaremos etapa expaciente. En este trabajo consideraremos solo las 2 primeras.

Pre-paciente Apareada con esta revaluación desintegradora de sí mismo se presenta otra


circunstancia nueva y casi tan penetrante como la primera: el esfuerzo de ocultar a los otros lo
que considera las nuevas verdades fundamentales acerca de sí mismo, el intento de descubrir si
los otros también les han percibido. Quiero destacar aquí que la impresión de estar perdiendo la
cabeza se basa en interpretaciones estereotipadas, de procedencia cultural e impregnación social,
sobre la significación de síntomas como oír voces, perder la orientación en el tiempo y en el
espacio y sentirse seguido. Para la persona que con motivo o sin él, se cree mentalmente

111
desequilibrada, el ingreso a un hospital psiquiátrico resulta a veces un alivio, en parte quizá por la
transformación repentina de la estructura de su situación social.

En otros casos, la hospitalización puede empeorar las cosas para el paciente que se interna pro su
propia voluntad. Al confirmarse, mediante la situación objetiva, lo que hasta entonces sólo había
sido asunto de la experiencia interna del yo. Su primer contacto con la institución adopta una de
las 3 formas típicas siguientes: algunos se internan porque la familia les ha suplicado que lo hagan
o ha amenazado romper, en caso contrario, los vínculos de parentesco, otros llegan por la fuerza,
bajo escolta policial, otros casi exclusivamente los muy jóvenes, acuden porque los llevan
engañados.

La carrera del pre-paciente puede considerarse en términos de un proceso de expropiación:


cuando se inicia esta primera etapa, es poseedor de derechos y de relaciones; cuando termina y
da comienzo su estadía en el hospital, los ha perdido, casi todos. Los aspectos morales de esta
carrera parten así, típicamente, de una experiencia de abandono, deslealtad, y resentimiento
aunque para los demás sea obvio que necesita tratamiento, y él mismo pueda reconocerlo a poco
de estar en el hospital.

Desde el punto de vista formal de la sociedad, los internos de un hospital psiquiátrico se


encuentran allí porque padecen enfermedades mentales. Empero, si se considera que el número
de enfermos mentales no internados iguala, y hasta excede al de los internados, podría decirse
que estos son víctimas de las contingencias, más que de una enfermedad mental.
Agentes y agencias constituyen un sistema social que adquiere una importancia cada vez mayor, y
cuyos elementos entran en contacto sistemático por la necesidad de atender y transferir a las
mismas personas.

Mientras se desarrolla el proceso que culminará con su internación el pre-paciente puede


participar como tercera persona en lo que él puede experimentar como un tipo de coalición
alienativa. Su persona más allegada lo insta a conversar sinceramente sobre el asunto con un
médico clínico, con un psiquiatra particular o con algún otro consejero.

Al llegar al consultorio el pre-paciente descubre de pronto que no le ha sido adjudicado el mismo


rol que a su persona más allegada y que al parecer existe un entendimiento previo entre ésta y el
profesional en el sentido de actuar en su contra. En el caso extremo, pero común, el profesional ve
al pre-paciente a solas, para el examen y el diagnóstico y después también a solas, a la persona
más allegada para el consejo oportuno, y evita hablar formalmente del tema con los dos juntos.

No es común que quienes sugieren a otro la posibilidad de internarse en un hospital psiquiátrico le


pinten un cuadro realista de lo que va a encontrar. Se le dice casi siempre que allí conseguirá el
tratamiento médico y el reposo que necesita y que acaso esté de vuelta en unos pocos meses. El
hecho de haber vivido una carrera de pre-paciente, que comenzó con una denuncia efectiva, se
convierte en un elemento de extrema importancia en la orientación del paciente mental; este
elemento sólo empieza a actuar, sin embargo, a partir de la internación, porque entonces el
paciente comprueba que no ha tenido otra cosa que una carrera de pre-paciente y ya ni eso le
queda.

Etapa del paciente El nuevo paciente se encuentra desposeído de pronto de una cantidad de sus
afirmaciones, satisfacciones y defensas ordinarias, y sometido a una sucesión casi exhaustiva de

112
experiencias mortificantes: restricción de la libertad de movimiento, vida en común, autoridad
difusa de toda una escala jerárquica y otras similares. Aprende entonces en qué pobre medida
puede mantenerse la imagen de uno mismo, cuando se quitan repentinamente el conjunto de
respaldos que por lo general lo apoyaban.

Moro Abadía, O. (2003). ¿Qué es un dispositivo?

Efectivamente, desde que Michel Foucault (1926-1984) hablase del «disposi- tivo disciplinario»
(Foucault 1975: 173) o del «dispositivo de la sexualidad», hemos asistido a la proliferación de
trabajos que desde pers- pectivas tan diferentes como la filosofía, el derecho, la pedagogía o el
feminis- mo, hablan de «dispositivos» carcelarios, pedagógicos, televisivos e incluso funerarios
(Vandendorpe 1999). Como acabo de señalar y como me propongo repasar en esta introducción,
dicha proliferación ha sido especialmente impor- tante en el caso de la sociología.

Trabajos de Steven Shapin, Ian Hacking y Bruno Latour entre otros. Todos ellos han incidido en el
análisis de la produc- ción, circulación y recepción del saber científico/ técnico a través de lo que
noso- tros denominamos «dispositivos».

El concepto también ha sido utilizado recurrentemente en el campo de la sociología del trabajo


donde se ha planteado desde la importancia de analizar «dispositivos técnicos sofisticados o que
hacen un uso importante de útiles informáticos de comunicación, permitiendo a grupos dispersos
trabajar juntos en un grupo-proyec- to,» hasta la necesidad de considerar que «toda práctica tiene
lugar en un dispositivo que comprende objetos materiales […] en un espacio organizado
socialmente y bajo la regulación de discurso.» Lo mismo podría decirse de la sociología de los
medios de comunicación donde, desde que en 1971 Schaeffer definiera las relaciones entre los
profesionales de la comunicación y el público como un «dispositivo estratégico», se ha venido
hablando de «dispositivos televisuales», de una «edad de oro de los dispositivos» o de un
«dispositivo que concierne únicamente a la proyección [cinematográfica] y en la que está incluido
el sujeto al que se dirige dicha proyección»

Tan prolífica utilización contrasta con el escaso número de «enfoques real- mente reflexivos,
abstractos, de la noción de dispositivo. Habitualmente, el término […] aparece sin verdadera
definición, modestamente enrollado en el corazón de una frase o de una expresión más boyante»
En mi opinión, dos razones explican tan escasa reflexión teórica: en primer lugar la poligénesis del
concepto (que invalida la extendida creencia de su origen foucaultiano) y, en segundo lugar, su gran
plasticidad que ha acabado por convertirle en una palabra-maleta que «permite explicar de manera
elegante y concisa lo que de otro modo exigiría el empleo de perífrasis azarosas»

Por todo ello, el objetivo de este artículo es sugerir una reflexión teórica sobre el concepto dispositivo
que permita, en la medida de nuestras posibilidades, reducir la mencionada distancia que separa su
definición y su uso. Dado el carácter poligenético y maleable del término, existen dos posibilidades
para llevar a cabo esta tarea: Proceder a una genealogía temática que permita comprender la génesis
del concepto en cada disciplina en la que se ha aplicado , o examinar la referencia a la que remiten la
mayoría de los autores y sobre la que, de una manera u otra, se han apoyado buena parte de los
estudios sociológicos que analizan «dis- positivos». Estamos hablando, por supuesto, del trabajo de
Michel Foucault.

113
La épistémè foucaultiana toma cuerpo en un período muy concreto de la tra- yectoria del filósofo
(la segunda mitad de los años sesenta) en el que su preocu- pación fundamental giró en torno a
una cuestión central: ¿Qué es el saber?. Para dar respuesta a esta pregunta, Foucault trabaja con
varios conceptos que van a lle- varle primero hasta la definición de épistémè y, más adelante, hasta
el dispositivo. El primero es el de système (sistema) o «conjunto de relaciones que se mantie- nen,
se transforman, independientemente de las cosas que ligan» . La definición de système está muy
próxima al concepto de structure (estructura) y a los trabajos de Dumèzil, Lévi-Strauss, Lacan, etc.
La idea es que, «antes de toda existencia humana, de todo pensamiento humano, existiría ya un
saber, un sistema que noso- tros redescubrimos».

Por tanto, ya se encuentra aquí una idea que más tarde sera fundamental en la definición que
Foucault aporta del «dispositivo disciplinario»: El sistema (igual que el dispositivo) se define a
partir de un criterio de posición que afirma que los elementos que lo componen no son signi-
ficantes en sí mismos sino que su significado deriva de su posición relativa dentro del conjunto. Por
otro lado, el sistema tiene un carácter constrictor que nos impide escapar de su red: siempre se
piensa en el interior de una ordenación definida por una época y por un lenguaje. En este sentido, nos
antecede. En 1966, Foucault defi- nía su tarea como «poner al día este pensamiento anterior al
pensamiento, ese sis- tema anterior a todo sistema... Él es el fondo sobre el cual nuestro
pensamiento «libre» emerge y centellea durante un instante...»

En definitiva, tomando como referencia esta definición y como veremos más adelante, puede
señalarse una doble coincidencia entre el concepto de épistémè y el de dispositivo:

— El primer lugar, ambos remiten a un espacio topológico, i.e. un espacio que se define tanto
por la posición que ocupan los elementos que se distribuyen en él (incluida la distancia
que los separa) como por las funciones de dichos elementos. Como veremos más adelante,
los sociólogos han utilizado recurrentemente esta idea para definir «dispositivos». Un buen
ejemplo es el «dispositivo pedagógico» donde sus elementos (el profesor, los alumnos,
etc.) no son significantes per se, sino que adquieren su sig- nificado por la posición que
ocupan en un determinado espacio, por la función que desempeñan y por el tipo de
relaciones que entablan entre ellos.
— En segundo lugar, ambos se refieren a una multiplicidad. Tanto la épis- témè como el
dispositivo definen multiplicidades de elementos: la primera hace referencia a la pluralidad
de componentes del espacio del saber, el segundo a un conjunto de piezas que, en forma de
réseau, estructuran un espacio determinado.
A través de un movimiento que «subraya el tránsito del momento de la
«arqueología» al propio de la «genealogía»,» a mediados de la década de los setenta Foucault
reemplaza el concepto de épistémè por el de dispositivo.

En Surveiller et punir, Foucault examina el funcionamiento del poder y habla del «dispositivo
disciplinario» como el específico de nuestra contemporaneidad:
«El poder disciplinario […] se convierte en un «sistema integrado», ligado desde el interior a la
economía y a los fines del dispositivo donde se ejerce». El dispositivo disciplinario se organiza como
un poder múltiple, auto- mático y autónomo que funciona a través de múltiples técnicas que se
entrecruzan y se extienden por el tejido social en forma de redes: «Poder que no se encuentra
ubicado históricamente en las instancias superiores de la censura, sino que también se sumerge más
profundamente, más sutilmente, en todo el entra- mado de la sociedad»

Ese gran dispositivo que conforma el «aparato disciplinario» se articula sobre una serie de
instrumentos que se entrecruzan en el juego de la vigilancia, del castigo y del examen. El más
representativo de estos «dispositivos de disciplina» (Foucault 1975: 187) es el examen,

114
procedimiento que combina las técnicas de la vigilancia y de la sanción normalizadora y que
establece sobre los individuos una vigilancia a través de la cual les diferencia y les sanciona. Por
ello, tomaremos el examen como ejemplo de la descripción que hace Foucault de un dispositivo.

El examen es la forma jurídica característica de nuestra modernidad que com- bina la vigilancia y el
castigo, regulando en su interior un tipo de relación entre saber y poder Esta forma de saber-poder
dará lugar a las «ciencias humanas» (psiquiatría, psicología, sociología, etc.) surgidas dentro del
dispositivo definido por el propio examen: ciencias nacidas para clasificar, vigilar, determinar la
posición exacta del individuo dentro de una sociedad (y, lo que es más importante, su peligrosidad).

En definitiva, en Surveiller et punir Foucault ofrece una idea de dispositivo que va más allá de su
trabajo epistemológico. Como la épistémè, el dispositivo describe el espacio de una dispersión, la
realidad de una multiplicidad de ele- mentos. Sin embargo, el dispositivo introduce nuevos
elementos: (a) define una serie de conexiones íntimas entre saber y poder (b) establece la dispersión
del poder a través una multiplicidad de dispositivos (la vigilancia, el castigo, el exa- men) y (c)
describe la producción de modos de subjetivación del individuo a par- tir de determinadas técnicas
(el propio examen). Ideas que Foucault retomará más adelante en La Volonté de savoir (Foucault
1976). Allí, el dispositivo de la sexualidad hace referencia al conjunto de prácticas, instituciones y
conocimien- tos que hicieron, hacia el siglo XVIII, de la sexualidad un dominio coherente y una
dimensión absolutamente fundamental del individuo. Frente a quienes definen la sexualidad como
represión, Foucault propone insertar esa hipótesis represiva en un dispositivo más amplio que
permitiera comprender la sexualidad como un campo estratégico donde se ligan discursos, prácticas,
tácticas, estrategias, poder-represión, poder-seducción y modos de subjetivación.

Deleuze hace una interpretación excesivamente amplia del término, su definición es un buen punto
de partida: Un dispositivo es «una especie de ovillo o madeja, un conjunto multilineal. Está
compuesto de líneas de diferente naturaleza y esas líneas del dispositivo no abarcan ni rodean
sistemas cada uno de los cuáles serían homogéneos por su cuenta (el objeto, el sujeto, el lengua-
je), sino que siguen direcciones diferentes, forman procesos siempre en dese- quilibrio y esas
líneas tanto se acercan una a otras como se alejan unas de otras» (Deleuze 1989: 155) Deleuze
distingue cuatro líneas principales que componen un dispositivo:

— Líneas de visibilidad. Los dispositivos tienen como primera función hacer ver. Su régimen
de luz describe una arquitectura de la realidad, haciendo visibles ciertas partes y dejando
otras en penumbra.
— Líneas de enunciación. Su función es hacer hablar a través de la producción de un régimen
de enunciación concreto. Estas líneas determinan el espacio de lo enunciable, aquello que
puede ser dicho en el campo de un dispositivo dado.
— Líneas de fuerza. Añaden la tercera dimensión que permite al dispositivo ocupar un
determinado lugar en el espacio, adoptar una forma concreta. Recorren la interioridad de
dicho espacio (o más bien la atraviesan) y regulan el tipo de relaciones que pueden
producirse.
— Líneas de subjetivación. Se refieren al individuo y describen las condiciones en las que
este se convierte en sujeto/objeto de conocimiento, defi nen procesos y funcionan como
líneas de fuga: «Escapa a las líneas ante- riores, se escapa. El sí-mismo no es ni un saber
ni un poder. Es proceso de individuación que tiene que ver con grupos o personas y que se
sustrae a las relaciones de fuerzas establecidas como saberes constituidos: es una especie
de plusvalía»
El dispositivo como «esquema primordial del pensamiento». Foucault define el dispositivo
como la red que puede establecerse entre un conjunto heterogéneo de elementos que incluye
discursos, instituciones, reglamentos, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos,

115
proposiciones filosóficas y morales. Por tanto, el concepto hace referencia a un esquema de
representación o grille d’intérpretation (cuya forma remite a una retícula o a una red) a través
del cuál pensar fenómenos socio/ culturales. Tanto la épistéme como el dispositivo describen
espacios topológicos, i.e. espacios defini- dos por la relación entre un conjunto heterogéneo de
elementos que no son significantes en sí mismos. Así, la idea de réseau que pone en juego el
«dispositivo» se encuentra a medio camino entre el concepto de «estructura» (que reduce la
multiplicidad a un esquema totalizante) y el de «rizoma» (pura mul- tiplicidad).

«la noción de dispositivo […] contribuye a la reformulación de una problemática antigua y


recurrente que es la del status de los objetos técnicos, la del uso y de apropiación de los útiles en
las relaciones hombres-máquinas». Dicho concepto ha posibilitado un modelo alternativo de
acción donde el actor ya no se define por constituir una entidad separada de las máquinas sino por
compartir con ellas una relación en el marco de un dispositivo. De este modo, los dispositivos
técnicos concebidos como «un compuesto de humano y de no humano»

«El concepto de dispositivo parece dar cuenta del hecho de que una nueva relación con los objetos
caracteriza a la sociedad contemporánea o de que otra relación con el mundo material, de los
objetos, es posible, no según el modo de la instrumentación o de la alineación, sino a través de la
frecuentación, el contacto o incluso la experiencia afectivo- corporal»

Por último, hay que señalar que la sociología de las ciencias ha extraído al menos dos enseñanzas de
la definición foucaultiana de dispositivo. En primer lugar la necesidad de analizar prácticas
concretas: «Analizar el saber y el poder que están haciéndose, como diría Latour, que están
construyéndose; atraer nuestra atención sobre el aspecto productivo de un cierto número de
dispositi- vos». En segundo lugar, una manera diferente de comprender la relación entre saber y
poder: «No solamente cada dispositivo incluye saberes múltiples, transversales, ramificados, sino
que el propio dispositivo se convierte en un medio productor de saber». A través del análisis de la
praxis científica, el «dispositivo» introduce una idea fundamental en el campo de la sociología de la
ciencia: El poder produce saber. Frente a la tradición que desde Platón establece la
incompatibilidad entre ambos, Foucault recupera el pensamiento nietzscheano para mostrar que «el
poder produce saber […] que poder y saber se implican directamente el uno al otro, que no existe
relación de poder sin constitución relativa de un campo de saber, ni saber que no suponga y no
constituya al mismo tiempo unas relaciones de poder»

Este artículo trata de superar lo que podría llamarse la paradoja del dispositivo, paradoja que
resulta de la prolífica utilización del término en numerosos campos de la investigación social
durante los últimos años y de los escasos ejercicios de reflexión teórica que ha suscitado.

Dicha situación provoca el evidente riesgo de vaciar el concepto de sig- nificado. El


«dispositivo» corre el peligro de seguir el mismo camino que otros conceptos como el de
«postmodernismo» del que decía Richard Rorty que, después de tantas páginas dedicadas a su
definición, se había converti- do en un concepto demasiado borroso para transmitir nada.
Conviene reiterar que dicha amenaza no remite a un problema teórico sino práctico: desde hace
algún tiempo son varios los trabajos que hacen una utilización inadecuada y
descontextualizada del concepto precisamente por haber renunciado a la siempre complicada
(pero necesaria) tarea de dotarlo de contenido.

De cualquier modo, no pretendíamos aquí ofrecer la única definición posible del concepto. Tal y
como hemos tratado de mostrar, existen otras posibi- lidades de aproximación teórica que deben
ser exploradas y que deben enriquecer la reflexión sobre el mismo. En este sentido, hemos
optado por una de las opciones posibles: retomar la reflexión foucaultiana del «dispositivo»

116
(reflexión que, a nadie se le escapa, está en el origen de su amplia difusión) y mostrar su
influencia sobre numerosos trabajos que se enmarcan dentro de una metodología cualitativa de
las ciencias sociales. Esperamos que dicha reflexión pueda convertirse tanto en una referencia
válida para futuros trabajos empíricos como en una invitación a quienes, desde el campo de la
historia de las ideas, deben retomar el desafío lanzado por Deleuze hace casi quince años y
respondiendo a una pregunta de plena actualidad: ¿Qué es un dispositivo?

Medicalización de la vida, sufrimiento subjetivo y prácticas en salud mental

Sucede que el fenómeno de la medicalización es un analizador privilegiado de la articulación entre


lo económico, lo institucional y la vida cotidiana en los procesos de producción de subjetividad, e
igualmente en los procesos vitales de salud/enfermedad/cuidado. La hipótesis en la cual fundamos
esta articulación es que el antagonismo central de nuestra época entre objetivación y subjetivación,
aparece en las prácticas en salud de manera singular, a través del proceso de medicalización o
biomedicalización.

Las mujeres de familias pobres de una comunidad del interior que entrevistamos hace unos años2
utilizaban un término para designar el dolor vivido en algunas circunstancias: ―quebranto‖ (Barcala
y Stolkiner, 2000). Sus frases permitían un atisbo de comprensión del sentido: …―cuando los hijos
se van, una se quebranta‖.., ―cuando él se quedó sin trabajo me quebranté‖. No referían a un dolor
exclusivamente ―psíquico‖ ya que también lo ligaban a enfermedades ―orgánicas‖:… ―me
quebranté y me dio esa enfermedad de los riñones‖. Preguntada una de ellas sobre cómo se cura el
―quebranto‖, tardó en responder, probablemente no asociaba ese padecimiento con la idea de
enfermedad-curación. Finalmente dijo:… ―lo que hace muy bien es llorar‖.

Los y las jóvenes estudiantes de psicología que realizaban las entrevistas, traducían el término por
―depresión‖ (―eso que ellas llaman quebranto es depresión‖). Tal traducción entrañaba un
movimiento en el cuál se concretaba en acto un producto de la cultura moderna occidental: la
transformación de una vivencia dolorosa en categoría psicopatológica. En este pequeño gesto
cotidiano mostraban la presencia de la medicalización en las prácticas discursivas, a la vez que se
establecía la subalternización de un significante a otro, lo que forma parte de una hegemonía
discursiva.

Hay una profunda imbricación entre el lenguaje ―científico‖ y el ―común‖, de modo que los
términos de uno terminan circulando en el otro o metaforizando en los discursos de otras ramas
científicas y formando parte de prácticas sociales diversas. La presencia hegemónica del discurso
médico en la vida colectiva y en las vidas singulares cotidianas de los sujetos forma parte del
proceso de medicalización. Éste se inició con el nacimiento de los estados capitalistas modernos
occidentales cuando la medicina científica de base positivista hizo parte de la gubernamentalidad
estatal incorporando la vida ( ―bios‖) como objeto de la política, configurando la biopolítica
(Foucault M, 2007, 2008) .

Si bien el análisis que realiza M. Foucault (2008) refiere fundamentalmente a la gubernamentalidad


estatal, en la actualidad el motor de la medicalización es la incorporación de la vida y la salud al
proceso mercantil, lo que se denomina ―mercantilización de la salud‖ (Laurell A.C., 1994). Dos
grandes fuerzas corporativas globales son actores mundiales de este proceso: las aseguradoras que
forman parte de la acumulación financiera de capitales sociales y las industrias de aparatología y
farmacología médica.

117
Las aseguradoras aumentan su ganancia en la medida en que el uso, o sea el gasto en salud,
disminuya, por ello son propugnadoras de ―prácticas masivas preventivas‖ y abonan una cultura en
la cual la salud se transforma en la nueva moral de la época, su nueva utopía, una cultura de
búsqueda de la salud perfecta—

el mito de la Gran Salud-- en la que se estructuran prácticas cotidianas y ―estilos de vida‖. (Sfez, L,
2008). En función de ello, ya no se recurre a la medicina y a los medicamentos solamente ante
una situación vivida como enfermedad sino para ―prevenir‖ riesgos, ampliar los límites corporales y
reducir cualquier forma de malestar. La medicación tampoco es necesariamente propuesta por un
médico tratante sino que forma parte de las ―elecciones‖ vitales de los sujetos.

La naturaleza misma de las industrias de aparatología y farmacología requiere que el consumo


aumente3. La expansión de este mercado se acompaña de un discurso neo-biologista que se
construye ideologizando los notables avances de la biología, la farmacología y la genética
(Stolkiner A., 2012) y opera reduciendo la complejidad del proceso de salud–enfermedad- cuidado
a una sola de sus dimensiones , a eso se suma la utilización clínica del concepto epidemiológico de
riesgo (por lo cual se basa el diagnóstico del caso singular en la probabilidad estadística
poblacional) , para finalizar en un proceso que ha sido denominado ―disease mongering‖ o
―creación de enfermedades‖.

La ―creación de enfermedades‖ involucra a actores diversos, entre ellos los centros de investigación
e investigadores cuya dependencia de la financiación suele determinar que la elección de problemas
y la búsqueda de productos sea determinada por sectores privados, o estatales con los cuales los
privados tienen capacidad de influencia. Al respecto dice Ana María Vara (2008): ― Este fenómeno
puede considerarse una de las consecuencias indeseables de un cambio en las reglas de juego de la
actividad científica, marcado por una creciente mercantilización, que puso en tensión el tradicional
―ethos académico‖ que guiaba la investigación, con un nuevo ―ethos corporativo‖. Algunos autores
atribuyen este cambio a la nueva legislación aplicada en los Estados Unidos para promover la
transferencia de tecnología y al reconocimiento de la propiedad intelectual a través del
otorgamiento de patentes, que se impuso al resto del mundo a través de la Organización Mundial de
Comercio‖.

La complejidad de actores, como vemos, implica además de las corporaciones a unidades de


investigación, médicos y especialistas, empresas de marketing, periodismo científico de divulgación
general y la promoción de organizaciones de usuarios, apoyadas financieramente por la industria
correspondiente. Así, se aísla o define un problema, se lo nomina como ―enfermedad‖ o
―síndrome‖ y se lo reduce a su dimensión individual biológica, a la par que se seleccionan algunas
de sus características como ―sintomatología‖, a la cual se ofrece respuesta específica
preferentemente medicamentosa y, eventualmente, acciones preventivas ( algunas de ellas en la
línea de la nueva ―eugenesia‖ basada en las innovaciones de la genética) . Al hacerlo,
simultáneamente se generan prácticas e identidades.

Una vez instalada la ―enfermedad‖ se apela a los estados y/o a los sistemas de seguro para que sea
incluida dentro de las coberturas. Lo paradójico, es que el pedido de inclusión se apoya
generalmente en una reivindicación de derechos, por lo cual resulta difícil diferenciar los
―legítimos‖, entre ellos el derecho a la no medicalización de la vida (Stolkiner A, 2010). Ej. la
expansión del diagnóstico en niños de distintos problemas de atención o de disciplina (ADD,
ADHD, Síndrome de Oposicionismo Desafiante, etc) la mayoría definidos como de origen orgánico
y promotores del consumo abusivo del metilfenidato y otros fármacos

En desamparo, como contraparte, quedan quienes padecen las llamadas ―enfermedades huérfanas‖,
que pese a su gravedad y cronicidad son de tan baja prevalencia que no resultan rentables a las

118
industrias (no configuran mercado) y están fuera de cobertura de los seguros, dado que su escaso
número impide a las personas y sus familias constituirse en actores significativos de reclamo. Se
afirma que se invierte más en la búsqueda de un remedio para la calvicie que en investigación
referida a estas dolencias. Como en otros campos, en el de la salud el mercado no demuestra ser el
mejor distribuidor de servicios y bienes. Tampoco lo demuestra el hecho de que mientras el gasto
en salud se incrementa exponencialmente y algunos sectores padecen un exceso de aplicación de
tecnologías médicas, una parte importante de la humanidad no tiene acceso a servicios médicos y
medicamentos, aunque no queda exenta de conocer su existencia y por lo tanto saber de qué carece.

Es de destacar, que esta forma de medicalización directamente ligada a la mercantilización no


reemplaza a la anterior (la que Foucault analiza en relación a la gubernamentalidad), sino que la
incorpora. Históricamente el discurso médicocientífico coadyuvó a la normalización social
colocando las diversidades y anomalías bajo la categorización de enfermedades, tal el caso de las
diversidades de género o identidades sexuales que no se adecuan a la heteronormatividad, o buena
parte de las conductas atípicas que se incluyeron como ―enfermedades mentales‖. El modo y motor
actual de la medicalización es co-extensivo al anterior. Esta combinación lleva a algunos autores a
denominar este proceso como biomedicalización. Según Iriart y Ríos (2012) ―La medicalización
implica la expansión del diagnóstico y tratamiento médico de situaciones previamente no
consideradas problemas de salud, como por ejemplo, la reproducción humana. La
biomedicalización, por su parte, supone la internalización de la necesidad de autocontrol y
vigilancia por parte de los individuos mismos, no requiriendo necesariamente la intervención
médica. No se trata, solamente, de definir, detectar

y tratar procesos mórbidos, sino de estar alerta de potenciales riesgos e indicios que pueden derivar
en una patología‖.

En este punto, no podemos dejar de mencionar el debate planteado alrededor del DSMV, el nuevo
Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la Asociación Americana de
Psiquiatría que reemplazará en breve al DSM IV vigente. Lo primero a señalar es que resulta
asombroso que la increíble diversidad de formas y padecimientos humanos sea descripta y
catalogada por una sola corporación —los psiquiatras-- de un solo país del mundo –Estados Unidos
de Norte América-- y se la postule como herramienta prácticamente universal. Por ejemplo, existe
la Guía Latinoamericana de Diagnósticos Psiquiátricos, desarrollada por la Asociación Psiquiátrica
de América Latina (APAL, 2003). Más allá de que su forma y sistema de categorización no es
novedoso (se apoya en el CIE-10), incluye una anotación latinoamericana para señalar las
particularidades sintomáticas propias de la región de los cuadros generales, y un capítulo destinado
a ―Síndromes Culturales Latinoamericanos‖. Tales particularidades no encuentran referencia en el
DSM-IV5, pero éste se utiliza en la Argentina mucho más que el latinoamericano.

Definir la categorización implica generar los campos de sentidos y prácticas que la acompañan: se
trata obviamente de un proceso de hegemonía discursiva. Una de las características del DSMV es la
forma en que amplía la gama de procesos mórbidos por medio de dos recursos centrales: la
―patologización de procesos vitales‖ y la utilización del concepto de ―riesgo‖ como elemento
diagnóstico de intervención. Señalemos ejemplos: el primero sería que habilita el diagnóstico de
depresión ante la persistencia, en un período de dos semanas posteriores a una pérdida importante,
de síntomas como ánimo depresivo, falta de interés en actividades, insomnio, pérdida de apetito, y
problemas de concentración. Frente a ello, no se puede dejar de inquirir cuánto más eficaces que los
fármacos parecen todos los rituales colectivos y comunitarios de duelo ante la muerte, tan
suprimidos y desdibujados en nuestra cultura.

Sucede que el proceso de medicalización es el modo en que se manifiesta en este campo el


antagonismo central de nuestra época, la tensión indialectizable entre la tendencia hegemónica a la

119
objetivación y la tendencia a la subjetivación, esta última sostenida por actores y sujetos que
desarrollan prácticas de ampliación de derechos, que ponen en escena lo irreductible de la vida
(Stolkiner A., 2001). En esta fase histórica, el paradigma mercantil, en tanto restauración cultural,
se ha impuesto como vector civilizatorio de la modernización neoliberal (Altamira C., 2006, p.44).
Como núcleo está el fenómeno de fetichización propio de lo mercantil: hacer aparecer como
relaciones entre cosas lo que son relaciones entre personas (K. Marx, 1975), concomitante al
proceso de objetivación. El discurso medicalizante es un componente habilitador del proceso por el
cual todos los aspectos relevantes para la vida, e inclusive la vida misma adquieren condición
mercantil, o sea condición de ―cosa‖. Ya no se trata sólo de ―gobernar‖ los cuerpos sino de
incorporarlos definitivamente en la producción de valor. Andrea Fumagalli (2007) señala que en el
nuevo capitalismo ―la vida misma es puesta en valor porque la producción de valor ya no se basa
sólo en la producción material sino que, cada vez más, incorpora ‗materias primas intangibles‘ que
devienen del uso de las facultades relacionales, sentimentales y cerebrales del trabajador‖, lo que
genera ―una de las características esenciales del capitalismo cognitivo, que es la desmaterialización
del capital fijo y la transferencia de sus funciones productivas y organizativas en el cuerpo vivo de
la fuerza-trabajo.‖.

Queremos señalar, al final de este punto, que hegemonía no significa nunca dominio estático y
absoluto, se trata siempre de una arena de conflicto donde hay actores que ponen otras voces y, por
ende, otras formas de nominación y producción de sentido, otras prácticas.

Hemos abordado la medicalización y algunos modos de su hegemonía discursiva en el eje de la


compleja articulación entre lo económico y las formas institucionales, trataremos de continuar ahora
trabajando sobre la producción de subjetividad en las prácticas cotidianas. Las instituciones de
salud, las prácticas en salud, en las que hegemoniza el paradigma medicalizante son productoras de
subjetividad y, simultáneamente, de padecimiento subjetivo.

Veamos dos definiciones que hemos citado reiteradamente en otros textos. Definiciones en las
cuales la subjetividad se constituye como singularidad de lo genérico. Toni Negri (1992, pág. 36)
define al sujeto como:

…―Un ser común y potente que se forma en el proceso histórico. Ser común, porque está compuesto
de las necesidades comunes de la producción y de la reproducción de la vida. Ser potente, puesto
que rompe continuamente estas necesidades para determinar innovación, para producir lo nuevo y el
excedente de vida. El sujeto es un proceso de composición y recomposición

continua de deseos y actos cognoscitivos que constituyen la potencia de la reapropiación de la


vida‖...

Dejando pendiente un interrogante sobre las diferencias conceptuales y etimológicas entre sujeto y
subjetividad que señala Marcelo Raffin ( 2006, pag. 70), podemos agregar un párrafo de Agamben
(2005, pag.92,93):

….‖El sujeto …no es algo que pueda ser alcanzado directamente como una realidad sustancial
presente en alguna parte; por el contrario, es aquello que resulta del encuentro cuerpo a cuerpo con
los dispositivos en los cuales ha sido puesto –si lo fue—en juego ...la historia de los hombres no es
quizás otra cosa que el incesante cuerpo a cuerpo con los dispositivos que ellos mismos han
producido: antes que ninguno el lenguaje….la subjetividad se muestra y resiste con más fuerza en el
punto en que los dispositivos la capturan y la ponen en juego. Una subjetividad se produce cuando
el viviente, encontrando en el lenguaje y poniéndose en juego en él sin reservas, exhibe en un gesto
su irreductibilidad a él‖.

120
Si bien hay diferencias entre ambas definiciones, apuntan en común a desontologizar el concepto de
sujeto y a diferenciarlo radicalmente del de individuo. En ellas el sujeto y la subjetividad adquieren
condición de proceso o devenir constante, y se abre a una gama de diversidades. Señalemos
también que, en ambas definiciones, está contenida una idea de potencia e innovación, que se aleja
de la idea del sujeto como predeterminación o repetición absoluta (sujeción), y de anteriores
definiciones estructuralistas.

Estos breves comentarios sobre la condición de sujeto y subjetividad, ameritan muchos debates y
son herramientas para comprender variadas formas de producción de padecimiento actual, pero a
los fines de este trabajo volveremos a las prácticas en salud, sabiendo que las mismas configuran un
campo.

El campo de las prácticas médicas hegemónicas puede ser considerado un conjunto de dispositivos
en los cuales se concreta el ―cuerpo a cuerpo‖ que menciona el texto de Agamben. Detengámonos
un momento para señalar que este análisis no significa proponer una alternativa anti-medicina,
coincidimos con la observación crítica de Foucault (2008) que, en su polémica con Ivan Ilich,
rechaza el ―bucolismo antimédico‖ afirmando que analizar críticamente el proceso de
medicalización indefinida no significa renunciar al saber médico sino someterlo a la arqueología y
a la crítica, dado que …‖la medicina no debe ser rechazada ni aceptada como tal‖. No es necesario
negar la eficacia pragmática que este campo tuvo en relación a algunas dimensiones de los procesos
de salud-enfermedadcuidado al señalar los proceso objetivantes y de dominio en que se implica en
el marco de la mercantilización.

Porque si analizamos el proceso de medicalización, el mismo no es un devenir directo del


conocimiento sino de su subsunción a la razón de poder o de mercado. En nuestra época la
medicalización es un subrogado de la mercantilización indefinida de la vida. Así Foucualt nos
propone ... ―determinar los vínculos entre la medicina, la economía, el poder y la sociedad para ver
en qué medida se puede rectificar o aplicar el modelo‖ (Foucalt, ,2008, p.84) …. Allí donde el texto
dice medicina podríamos colocar cualquier otro saber incorporado al campo de la salud, inclusive el
psicoanálisis, dado que todos son factibles de quedar subordinados a la lógica medicalizante. Se
trata entonces, de no medicalizar sin renunciar por ello a herramientas y conocimientos producidos
por el hombre y la cultura, que pueden formar parte de una intervención eficaz sobre el
padecimiento. Eso formaría parte, siguiendo a Walter Bejamin (1996), de ―una reconstrucción
teórica de la modernidad que al mismo tiempo dé cabida al ideal de reconciliación entre el ser
humano y el mundo‖ (Stolkiner,A; 2011)

Trataremos de mostrar, en un ejemplo, en qué medida las prácticas en salud son ―productoras‖ de
subjetividad. No conforme con colonizar el nacimiento y el parto, la medicalización lo hizo
también con lo más primario del vínculo cuidador/aniño/a. normatizando las prácticas de crianza,
reemplazando la lactancia materna por las fórmulas artificiales o prescribiéndola como si fuera un
medicamento. Paradigmáticamente, trató de dar una solución rápida y tranquilizante al gesto más
primario de la voz infantil: el llanto, proveyendo un fármaco para acallarlo aún sin presunción de
enfermedad alguna. Durante algunas décadas del siglo XX, un psicofármaco combinado con
antiespasmódico7 fue prescripto sin demasiadas precauciones para ―tranquilizar‖ a bebes llorones o
que dormían poco, extendiéndose al uso doméstico de manera naturalizada. Se lo denominaba con
un término afín a lo cotidiano: ―la gotita‖. Aunque sus indicaciones aclaran que puede producir
depresión respiratoria en el neonato, y que puede generar dependencia, se indicaba para menores de
1 año. En su uso indiscriminado (dado que como

medicamento tenía quizás algunas prescripciones atendibles), se interrumpía ese delicado


ordenamiento del caos que se establece entre un bebé que llora y la persona cuidadora, quien al
responder adecuadamente a un malestar indiferenciado lo nomina y lo construye como sentido, lo

121
liga a los objetos de satisfacción. Si la respuesta es un fármaco, se comienza a construir un modelo
de respuesta al malestar que se enlaza al uso de una droga para suprimirlo e introduce al infans en la
lógica del consumo (Stolkiner A., 2009). En la nursery de algunas clínicas y hospitales se lo
administraba como rutina por necesidad de ordenamiento del trabajo del personal de salud.

Otro de los mecanismos es la dupla normalización-patologización. Sobre esto se ha escrito y


analizado mucho, pero su extensión hoy se amplía en la forma biomédica, ya que se plantea la
utopía de vivir con ―malestar cero‖ y por ende, una serie de padecimientos subjetivos que forman
parte de las vicisitudes de la vida son considerados suprimibles médicamente a partir de
incorporarlos a la patología.

En un segundo movimiento, todo dolor o malestar de una persona que ha sido encuadrada en una
categoría psicopatológica queda subsumido a ello y termina definiendo algo del orden del ser.
Veamos un ejemplo: el momento de delirio de una mujer joven diagnosticada como ―paciente
ezquizofrénica‖ bien puede requerir de la psicopatología como una de las herramientas necesarias
para su abordaje; pero la incertidumbre y el temor que a ella le produce al iniciar una relación
amorosa o de amistad, elegir si explicita que toma medicación psiquiátrica, no es compresible sin
incorporar la dimensión del estigma. Esta situación la acerca más al dilema que tienen las personas
que viven con HIV, que a las encuadrables por la psicopatología. Una ansiedad y dolor que se liga
al temor al rechazo, al ser borrado por el otro de su condición de sujeto en una situación cuyo
sobre- sentido social resulta ineludible. A su vez, esta mujer enfrenta tal problema porque es de las
personas beneficiadas con la atención ambulatoria de las problemáticas psiquiátricas, sino su
padecimiento probablemente sería el que inevitablemente produce la institucionalización, e
imposibilitaría el establecimiento de esos vínculos cuya ruptura teme. Una escucha adecuada debe
ser capaz de alojar y darles dimensión a estos dolores sin subsumirlos a síntomas, cuadros,
síndromes o trastornos.

Este ejemplo nos acerca a la complejidad de la producción de sufrimiento, dolor o malestar, y a la


imposibilidad de reducirlo a una objetivación nosográfica. Simultáneamente incorpora el cuerpo,
dado que no hay ―dolor psíquico‖ que no lo implique, y coloca lo social en la determinación misma
del proceso. Dentro de lo social, las prácticas y discursos medicalizantes tienen un lugar
privilegiado en este caso.

Así, la introducción del concepto de sufrimiento subjetivo –no sin reconocer sus límites-- permite
ampliar el campo de comprensión de las problemáticas, descentrándolas de la ontologización
psicopatologizante. Al proponer el concepto de ―sufrimiento‖ psíquico como categoría clave de la
epidemiología en Salud Mental, Cecilia Ausburger (2002) nos recuerda que ….―la emergencia del
sufrimiento psíquico no conduce necesariamente a la enfermedad, puede tanto precederla como ser
divergente de ella‖… (p. 66).

Una muestra de que este viraje de introducir la dimensión ―psíquica‖ del sufrimiento vital es un acto
político discursivo con efectos en las prácticas, es el debate corporativo con respecto a la Ley
Nacional de Salud Mental 26657 (2011). Una de las críticas que se le hace a la ley es que define sus
sujetos como ―personas con padecimiento mental‖ (p.12) y no como enfermos.

Sucede que la objetivación es probablemente un determinante fundamental en todas las formas de


producción de sufrimiento psíquico de la época y es, simultáneamente, un componente de las
prácticas en salud. Todo acto en salud invoca una intervención disciplinaria o técnica,
potencialmente objetivante. En los modelos hegemónicos de atención, es ésta prácticamente la
única que su

122
organización y producción permite. No obstante, en la perspectiva del pensamiento médico
social/salud colectiva, se señala la relevancia de su otra dimensión: la del cuidado, que implica,
entre otras características, una ―relación intercesora con el mundo subjetivo del usuario y el modo
en que construye sus necesidades en salud‖ (Mehry E.E., 2006 p. 105). Requiere de prácticas en
salud integrales que incorporen la dimensión subjetiva, histórica y social tanto en el abordaje de
poblaciones como de sujetos singulares. Prácticas que se desplazan de la ―ontología de la
enfermedad‖ al sujeto, produciendo una ―clínica ampliada‖ (De Souza Campos GW, 2001) y que
requieren de nuevos modos de gestión del trabajo en salud: horizontalización y articulación entre
especialización e interdisciplinareidad (Stolkiner y Ardila, 2012). Se trata de prácticas en las cuales
el componente de objetivación inherente a toda intervención disciplinar queda subordinado al
reconocimiento del otro como sujeto con capacidad de innovación y como sujeto de derechos.

Como vemos, el proceso de medicalización-mercantilización-objetivación no sólo se manifiesta en


el nivel macrosocial sino que se plantea en cada acto en salud, en una tensión irreductible. Es en
función de ello que hemos propuesto reiteradamente que el éxito del campo de la salud mental sería
su desaparición, en cuanto campo específico, en el marco de prácticas integrales. Lejos de tratarse
de una subordinación a la dimensión biológica de la enfermedad, se dirige a la reincorporación de la
dimensión subjetiva en todas las prácticas en salud.

Si la objetivación se concreta por un triple movimiento: individualizar el proceso de salud-


enfermedad-cuidado, reducir el padecimiento psíquico a la psicopatología y ontologizar luego el
cuadro psicopatológico, es posible preguntarse cómo operan estos movimientos en una práctica que
tiene potenciales subjetivantes y se plantea la subjetividad como uno de sus nudos teóricos
centrales.

El reduccionismo en este caso no suele hacerse sobre conceptos biológicos sino sobre el constructo
de ―estructura‖ o directamente tomando prestada de la psiquiatría la nosografía tradicional,
remozada con lenguaje psicoanalítico. La ―estructura‖ pese a ser solamente una herramienta teórica
es ontologizada , quizás porque se anhela encontrar un punto de anclaje inamovible en procesos de
transformación constante, de tal manera que obtura la escucha del acontecimiento y de la narrativa,
núcleo de los procesos vitales y del sufrimiento psíquico.

El hecho de que la clínica psicoanalítica haya sido una práctica desarrollada fundamentalmente
bajo el modo del ―ejercicio profesional liberal‖ ha producido algunos fenómenos aparienciales. Uno
de ellos es la confusión entre sujeto e individuo. Esto se manifiesta en el lenguaje coloquial del
campo, al referirse al ―psicoanálisis individual‖ término que encubre el hecho de que no habría
nada menos ―individual‖ que el sujeto del psicoanálisis, pero al superponerle el individuo se opera
en una abstracción que habilita dejar fuera el cuerpo y lo social. El dispositivo psicoanalítico en el
cual dos sujetos singulares ocupan posiciones que hacen marco a una forma particular de discurso y
emergencia de la palabra, no puede ser homologado a un contacto entre dos ―individuos‖. Por lo
menos están presentes allí, además de las corporeidades, un referencial teórico disciplinario, los
componentes sociales y culturales de una práctica (no la hay que no sea construida con ellos) y la
incertidumbre que ello produce en cuanto acontecimiento.

La escucha (no sólo la analítica sino la inherente a cualquier acto en salud) puede ser entendida
como un acto de hospitalidad, tal como la reflexionan Jaques Derrida, y Anne Duformantelle
(2008) en el texto que lleva como título ese

término. Pero entonces, supone que aquel que hospeda debe enfrentarse a su propio desamparo, a
su propia incompletud, como aparece en el texto citado: …‖―la hospitalidad se ofrece, o no se
ofrece, al extranjero, a lo extranjero, a lo otro. Y lo otro, en la medida misma en que es lo otro nos
cuestiona, nos pregunta. Nos cuestiona en nuestros supuestos saberes, en nuestras certezas, en

123
nuestras legalidades‖8. Alojar la pregunta carece de sentido si quien hospeda no está dispuesto a
dejarse interrogar, se trata de una ―legítima exigencia de paridad en la hospitalidad ofrecida a la
pregunta‖. En el mismo texto se plantea la hospitalidad incondicional como un imposible lógico
(―no existe la hospitalidad‖) y se abre la puerta para mantener el espacio de lo teórico en la escucha,
pero no sin someterlo a cuestionamiento y vigilancia permanente.

La implicación. Luces y sombras del concepto lourauniano. Acevedo

El origen de esta disciplina se remonta a Francia, a partir de los médicos de los internados
psiquiátricos cuando toman conciencia del funcionamiento de esos hospitales, y su forma de
relacionarse con los pacientes. Proponen transformar las relaciones sociales dentro de los
hospitales para convertirla en una ―comunidad terapéutica‖, para ello recurren a psicoterapia de
grupos.

Habiendo cumplido con lo que Laourau llamara ―fase empírica‖ de la modificación de la relación
médico/paciente, llego el tiempo para comenzar a interrogarse sobre que estaban instituyendo a
través de nuevas formas de práctica. Se inaugura así la ―fase teórica‖ en la que se definirá el
concepto de institución, llegando a la conclusión de que se pueden definir dos tipos de
instituciones: las internas que los miembros de la organización pueden modificar a su voluntad, y
las externas, organismos estatales y movimientos sociales sobre los que no se tiene ningún poder.
El hospital psiquiátrico es una articulación entre ambos tipos de instituciones. En esta fase teórica
se desarrollar conceptos clave como grupo-objeto, grupo-sujeto, transferencia y contratransferencia
institucional, transversalidad y analizador.

A fines de los 50 nace el movimiento de Pedagogía Institucional de la mano de Fonvieille y F.


Oury. F Oury impulsa una pedagogía entendida como un conjunto de dispositivos y técnicas que
enfrenten a los alumnos y docentes en situaciones en las que deban asumir mayor compromiso e
iniciativa. La crítica que se le hará a esta corriente es que no logra ir más alla de la fase ideológica,
y que es incapaz de analizar instituciones internas que pone en funcionamiento y sus efectos
institucionales.

Existe un segundo grupo que en verdad introduce el análisis institucional. R Fonvieille y


Lapassade, junto con sus discípulos, se consagran al análisis de las instituciones externas y su
influencia en las instituciones externas creadas por la pedagogía institucional. Es el nacimiento de
la autogestión pedagógica como análisis institucional.

Lapassade se aboca al estudio de los fenómenos de la burocracia. Afirma que dicha organización
burocrática tiene originariamente la función de organizar el trabajo de manera que las prácticas
institucionales sean más eficaces y coordinadas. Pero poco a poco quienes las organizan se van
autonomizando y transformando en una casta aislada que imparte ordenes sin escuchar los
mensajes de base. Esto produce disfuciones y conflictos a los que se responde mediante la
multiplicación de las normativas y reforzamiento de controles. Los fines se van perdiendo y la
organización acaba siendo el burocratismo.

Lapassade define la concepción de análisis institucional acerca de la intervención: método por el


cual el grupo de analistas, respondiendo a la demanda de una organización social, instituye en esa
organización un proceso colectivo de autoanálisis.

124
Paralelamente, Lourau estudiaba las distintas acepciones del termino institución en las diferentes
disciplinas, y designa dos posibles significados de esta noción para el análisis institucional: las
formas sociales establecidas o los procesos a través de los cuales se organiza una sociedad.
En este último sentido retoma la definición de institución de Castoriadis para el cual la institución
de la sociedad es un proceso dialéctico en el que se oponen constantemente lo instituido y lo
instituyente, produciendo como resultado la institucionalización.

Lourau acuña el término de implicación para referirse al fenómeno designado como transferencia y
contratransferencia institucional. Estos aluden a la comunicación inconsciente se establece entre el
paciente y el analista (a nivel de psicoanálisis).

Origen y especificación del término-


La implicación del concepto de contratransferencia llevó a pensarla como ―la repuesta a todas las
realidades‖ tanto del analizado como del analista, como así también de las significaciones
socioculturales y económicas de la institución psicoanalítica. Los signos que permiten descubrir la
contratransferencia son del orden de la percepción. Los psicoterapeutas institucionales requirieron
de la creación de dispositivos aptos para analizar la transferencia y contratransferencia en ámbitos
institucionales.

Hasta ese momento, la implicación de Lourau lo lleva a coincidir con ciertas premisas de la
investigación-acción como metodología etnológica: rechazo a la objetividad como fin en si misma,
a la separación entre investigador y objeto, investigación al servicio del cambio, interés en que el
proceso investigativo forma parte de la propia investigación, etc. Su implicación con la práctica
socio analítica le permitió generar nuevos conceptos: otorgar atención a las autoridades que
presentan consulta y a las demandas del conjunto de los miembros de la organización.

La implicación es de los observados/analizados pero ante todo del investigador/analista con:


 Su objeto de investigación o intervención
 Las instituciones de pertenencia y referencia del investigador/analista (empezando por el
propio equipo)
 El encargo y la demandas sociales
 La epistemología del propio campo disciplinario
 La escritura o cualquier otro medio que sirva para exponer los resultados de la
investigación.

Un discípulo de Lourau propone distinguir en el análisis de cada uno de esos niveles, las
dimensiones organizacional/material, libidinal/afectiva e ideológica/política. El análisis de estas
implicaciones, en el aquí y ahora, deviene una tarea clave para los analistas institucionales. La
explicitación de sus implicaciones en el marco de la asamblea general, facilitará la emergencia
de las implicaciones de los miembros de la organización con las instituciones que los
atraviesan. La puesta en palabras de dichas implicaciones producirá el efecto buscado por el
dispositivo socioanalitico: el develamiento de las contradicciones encarnadas en los individuos y
escenificadas en los grupos y las organizaciones.

En el terreno de la investigación ese mismo análisis permitirá al propio investigador y a los


destinatarios de sus descubrimientos, comprenden los condicionamientos que han actuado en el
antes, durante y después del proceso investigativo, dando cuenta de la singularidad de su
producción. Es ese individuo el que decide cuál será su objeto de investigación, el que elige el
marco teórico y la metodología con las que abordará dicho objeto, el que determinará a quien
comunicar sus resultados y la forma de hacerlo. Y lo hará desde el lugar social en el que se ubica,

125
y también desde el lugar que le es adjudicado por la institución.

La implicación – según Lourau – no es buena ni mala, simplemente existe. No se trata de


eliminarla sino de analizarla. El intelectual implicado se define al mismo tiempo por la voluntad
subjetiva de analizar a fondo las implicaciones de sus pertenencias y referencias institucionales, y
por el carácter objetivo de ese conjunto de determinaciones. Estar implicado es admitir finalmente
que soy objetivado por lo que pretendo objetivar: fenómenos, acontecimientos, grupos, ideales, etc.

Advertencia sobre la trampa del implicacionismo- Implicación no es compromiso. La implicación


viene con nosotros en tanto sujetos socio históricos y políticos, y es activado por el encuentro con el
objeto: el otro, los grupos, las instituciones, todo aquello que involucre un pronunciamiento o una
acción de nuestra parte. Lo deseemos o no, estamos involucrados intelectual y afectivamente, sujetos
a una particular manera de percibir, pensar y sentir en razón a la pertenencia a una determinada
familia, clase social, comunidad religiosa, política, etc. Estas implicaciones condicionaran nuestros
juicios.

La implicación no nos determina. Gracias a la capacidad imaginante de la sociedad, las fuerzas


instituyentes trabajan constantemente lo instituido y lo transforman. Nuestro objeto va cambiando, y
como tiene el poder de objetivarnos, nos reinstituye permanentemente de nuevas maneras.
Implicados sí, pero no sobreimplicados.

Acepciones de la noción de implicación- La implicación no es un concepto que tiene un sentido fijo


y único, es una noción. Las nociones se caracterizan porque existen de ellas diferentes acepciones
según el campo que provengan, y su significación varía a lo largo de las épocas.

El desprendernos de nuestras implicaciones primarias, aquellas que se constituyeron en las distintas


etapas del proceso de socialización, encuentro con otros, y que han devenido en nuestra singular
identidad, no es algo que dependa de nuestra voluntad. El acto voluntario es el tomar conciencia
de esas implicaciones. Esto lo logra el investigador confrontándose con otros, exponiendo su
perspectiva respecto del objeto que lo ocupa frente a otro. Esto puede conducir a un cambio de
posición subjetiva, pero no a un ―cambio de piel‖.

Lourau distingue dos grandes categorías de implicaciones:


1. La institucional: definida como el conjunto de relaciones, conscientes o no, que existen
entre el actor y el sistema institucional
2. La práctica: indica las relaciones reales que este actor mantiene con lo que antes se
denominó la base material de las instituciones.

Ardonino, por otro lado, nos habla de implicación libidinal y social o institucional.
1. Libidinal: dada por la estructura psicológica del individuo, racional e inconsciente, que
determina su forma de observar al mundo y a otros, sus comportamientos en base a la
realidad y su singular manera de ejercer una práctica
2. Social o institucional: ubica aquí los determinantes culturales en general, y en
particular, la clase social de origen.

La sobre implicación-
Aparece como un efecto, como la fatal consecuencia de la incapacidad de analizar las propias
implicaciones. Es la ceguera que lleva al sujeto a una identificación institucional en la que queda
alienado a la voluntad de un poder que desconoce en su particularidad. El individuo

126
sobreimplicado es un individuo sobre-explotado, explotado en su subjetividad ya que no tiene
conciencia del punto en que sus interés resultan irreductiblemente opuestos a los del sistema para
lo cual trabaja (como puede ser la política del sobretrabajo que el neoliberalismo impone)

Manero Brito El análisis de las implicaciones

El conocimiento contiene en si mismo las formas singulares por las que se establece: supone,
evidentemente, la elucidación del acto mismo de conocer. Al conocer el objeto, el conocimiento
debe elucidar al mismo tiempo la acción misma de conocimiento. El desarrollo y la diversificación
de las Ciencias Sociales, la secularización de la ciencia, el desarrollo del conocimiento en tanto
fuerza productiva en el contexto del capitalismo trajo consigo una profundización del papel del
conocimiento y de los grupos científicos o sabios en las sociedades contemporáneas.

La separación de la Iglesia y el Estado y la consecuente secularización de muchas instituciones,


entre ellas la institución científica, puso en escena una reactualización del debate alrededor del
conocimiento. Lakatos llama la "historia interna" sobre la "historia externa" de la ciencia. Es decir,
que situamos nuestro campo de observación, nuevamente, hipostasiando la relativa autonomía de
la institución científica. Frente a esta tendencia, se yergue la sociología del conocimiento, que
enfatizara la "historia externa", las condiciones sociales y políticas que permiten y determinan la
emergencia de diferentes formas de conocimiento.

El análisis de las implicaciones ha sido malentendido de diversas maneras: en ocasiones,


ocnfundiéndolo con la sobreimplicación, con la medida del compromiso establecido,
conscientemente con algunas cosas, en otras, convirtiéndolo en un anecdotario, un extratexto-
que puede ser induido en el texto mismo que morbosamente leemos para enterarnos de algunas
intimidades del autor.

Todo parecería indicar que el edificio científico se sostiene en independencia y completa


autonomía respecto de los actores o grupos sociales que lo generan. La autonomización de la
ciencia en relación a la sociedad que la instituye define claramente su característica enajenada,
alienada. Marx, Malinowski, Mead o Einstein fueron la mano de una razón que opera
independientemente de las vicisitudes históricas de la humanidad.

Castoriadis plantea, con toda claridad, que la misma idea de razón que manejamos es producto de
un imaginario social, históricamente producido, que lleva la racionalización a su límite. Hegel hizo
coincidir la Razón con el Espiritu absoluto, con Dios, y al parecer tenia razón.

El conocimiento y la ciencia actuales no pueden, consecuentemente, ahorrarse la interrogación


filosófica. El saber y la ciencia se han constituido históricamente como una institución.

El proyecto del análisis institucional de la institución científica solo puede correr de la mano de
transformaciones sociales más amplias, de un cuestionamiento generalizado de la alienación
entendida como autonomizacion de las instituciones respecto de la sociedad que las instituye. El
proyecto en el que se inscribe queda así enunciado.

Si el gran proyecto de la transformación de la sociedad pasa por el autorrebasamiento de la razón,


y este no es posible sin el cambio de nuestra relación con la institución del saber, de la institución
científica, el análisis de las implicaciones tiene una dirección y un sentido, y se constituye como un
proyecto de análisis institucional de dicha institución.

127
Sería injusto y completamente falso pensar que el análisis de las implicaciones del investigador o
científico es un asunto nuevo. Podríamos plantear que se inicia con el proceso mismo de
institucionalización del conocimiento científico, es decir, como efecto de la institucionalización del
saber. En este ensayo, repasaremos, sin ningún intento de exhaustividad, algunas de las fuentes
que nutren el concepto de implicación, en cinto trabajo de la negatividad en el contexto de la
institución científica. Estas han sido reseñadas ya en otro artículo.

En psicoanálisis, Freud con la contratransferencia. En sus dimensiones colectivas, quizás hayan


sido antropólogos y sociólogos quienes hayan reflexionado más profundamente sobre el problema
de sus propias condiciones e implicaciones en la producción de conocimiento. En muchas
ocasiones, artistas, poetas, ensayistas, operan como sociólogos en el descentramiento que supone
el análisis de las implicaciones. En antropología, desde hace bastante tiempo es moneda corriente
el debate sobre las implicaciones políticas de la investigación etnológica.

Pero para la antropología, el análisis diaristico muestra otra faceta: las políticas inconfesables que
se niegas analizar se encuentran soportadas en la propia intimidad del investigador. Es como si
existiera una articulación profunda entre la subjetividad " del investigador y las formas que
adquiere la dominación cultural. Los arranques racistas de Malinowski están allí para-probarlo (a
pesar de la muy decente censura de la familia y la institución editorial). Muchos anos después de
la publicación de su obra científica y de sus diarios, Condominas, después de haber leído el libro de
Loreau le escribe y amplia sus confesiones. En su fuero intimo,. Condominas considera de mayor
cientificidad su diario al texto científico, que califica como "escritos de ocasión" hechos bajo
encargo.

En la sociología este tipo de reflexiones está presente de dos maneras. Existe la obra de algunos
sociólogos que incluyen el análisis de sus implicaciones como parte de su texto científico. Pero
quizás el aspecto más desarrollado es la sociología del conocimiento. Muchos intelectuales no
necesariamente sociólogos actúan como tales en el análisis de las implicaciones de su pertenencia
a este estrato social. Así, literatos y poetas, por ejemplo, realizan lucidos análisis en torno a los
saberes especializado.

Sin embargo, en el campo epistemológico, resulta especialmente interesante aportes indirectos al


debate sobre el conocimiento, como resultado de investigaciones en áreas especificas del
conocimiento.

Lourau concluye que el contexto de justificación determina, por la vía de la institución científica, a
partir del futuro, al contexto de descubrimiento. Así, se puede concluir, deforma aun
posiblemente aventurada, (que los dispositivos de investigación producen los fenómenos que
desean observar. De esta manera, el conocimiento de los fenómenos producidos desde la
artificialidad de los dispositivos de análisis será una representación de la realidad, distinta a
aquella que procede de la vivencia directa de la continuidad de lo social-histórico.

El análisis institucional, en su proyecto de análisis generalizado de las instituciones, ha


desarrollado, a través de su concepto de análisis de las implicaciones, un intento de análisis
institucional de la relación que liga al investigador con la institución científica, es decir, directa y
llanamente un análisis institucional de la institución científica. Hasta donde tengo conocimiento,
esta tendencia o tradición de conocimiento es la que más directamente se ha interesado en el
análisis microsociológico de la producción de conocimiento, y sus aportes han sido interesantes
para varias disciplinas científicas. Antes que el concepto de implicación, la noción de

128
contratransferencia institucional hizo su aparición como uno de los elementos básicos a tomar en
cuenta en el dispositivo socioanalitico. La primera vez que este se expone en una publicación, el
análisis de las implicaciones toma un lugar importante en la literatura como un - elemento del
dispositivo. El concepto de implicación aparece por primera vez en el libro de Lourau, El análisis
institucional, que fue, a su vez, una versión bastante resumida y esquematizada (de allí su
dificultad de comprensión) de su tesis de doctorado, con el mimo nombre, que realizó bajo la
dirección de Henri Lefebvre.

En ese momento, las fuentes mas directas y primarias del concepto de implicación se refieren mas
al contexto pedagógico y socioanalitico, en tanto reflexión sobre el lugar del formador o el
interviniente en el contexto de su intervención (pedagógica o socioanalitica, respectivamente).
Esta primera reflexión sobre el concepto estará marcada por ser una reflexión en torno a las
implicaciones primarias, susceptibles de ser formuladas y analizadas en la situación de
intervención.

Sin embargo, allí mismo está ya presente un proyecto de análisis de implicaciones de carácter
secundario, tales como las pertenencias y referencias teóricas, la colocación del formador o
interviniente en torno a los modelos de investigacion-accion lewinianos o el paradigma anarco-
izquierdista de la autogestion. Otra implicación secundaria tenía que ver con los modos de
restitución del análisis, como por ejemplo, bajo la forma de monografías a ser evaluadas y
discutidas colectivamente, de difusión restringida o publicables.

En lai medida en la que el análisis institucional se manifestó de inicio en los terrenos de la


formación psicosociologicos, no es de extrañar que la noción de contratransferencia surgiera como
síntesis de la transposición de la clínica dual a la clínica colectiva.

Lourau, no consiste tanto en las alas de ángel que surgen de la pureza del intelectual sino, en todo
caso, por la disposición a analizar lo que realmente está haciendo con sus prácticas intelectuales,
es decir, a analizar sus implicaciones. En el mismo texto, las condiciones sociopolíiticas de
posibilidad de estudio del Estado permiten a Lourau iniciar una larga reflexión, que durara más de
un decenio, sobre la institucionalización de los intelectuales, incluida los institucionalistas.

En el Estado-inconsciente, Lourau ya plantea la autodisolución como analizador y estrategia de


resistencia frente a los procesos de institucionalización (mas adelante, repetidamente manifestara
que, como par dialectico de los procesos de insutucionalizacion, estaremos en presencia de
permanentes procesos de desinstitucionalización, entre los cuales la autodisolución puede ser una
de las estrategias). El análisis que, en el momento de 'la autodisolucion, producían dichos
intelectuales de sus propias implicaciones, era, en el momento más comprometido, en el
momento del militantismo (momento instituyente o momento de institucionalizacion), un análisis
reprimido, denegado. A partir de este momento, el programa lourauniano sobre el análisis
institucional estará básicamente centrado en el concepto de implicación.

En síntesis, la implicación denotaba un proceso y un campo, que no está dado Únicamente por la
posición del intelectual en la división del trabajo, o por sus relaciones subjetivas, con el objeto de
estudio, sino por el rechazo activo y más o menos permanente al análisis de su relación con la
institución científica, y más ampliamente, con la institución del saber. Esto es lo que Raul Villamil y
yo mismo resaltamos; como un mecanismo de denegación cobre el que se construye todo
proyecto de saber en nuestro contexto, todo proyecto de investigación, y que constituye

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propiamente un campo de implicación, concebido como proceso, que marcha a la par y contiene
tanto al campo de análisis como al campo de intervención.

Lapassade, paralelamente a Lourau, viene desarrollando otra tendencia en el contexto de lo que


pudiéramos pensar se trata del mismo programa de investigación. Efectivamente, hay un gran
contraste en la tradición lapassadiana respecto a Lourau, a quien Lapaaade considera parte del
fracaso, de la traición al proyecto del Análisis institucional, en la medida en la que se aleja
significativamente de la tradición intervencionista que abandera. lapassade es un clínico por
naturaleza, y el tipo de estudios louraunianos sobre las vanguardias, los movimientos sociales,
etc., estudios propiamente sociológicos, alejan análisis institucional de sus fuentes
psicosociológicas.

Pero también en Lapassade estaba presente la interrogación sobre la producción del


conocimiento. La exploración de los etnométodos y la indagación a partir de la etnometodología
proporcionarían al Análisis institucional una fructífera interferencia, a partir esta vez de
perspectivas constructivistas. A diferencia de las sociologías tradicionales, la etnometodología
lappassadiana permitía hipostariar el momento instituyente de los procesos sociales de
conocimiento.

Como hemos visto más arriba, el terreno fundamental del Análisis institucional en los últimos
quince anos ha sido el análisis de la misma institución científica, una especie de análisis interno, si
tomamos en cuenta la propia institucionalización. Como toda institución, la condición misma de su
análisis es su constitución contradictoria. La institución, como momento instituido, esta siempre
ronda por el trabajo, en ocasiones sordo y callado, en otras explosivo y festivo, de la negatividad.

El programa del análisis institucional en torno al problema de las implicaciones, es (decir, del
análisis de la institución científica, esta presuponiendo una lectura de la situación. En esta lectura,
una constante es la presencia de diferentes dimensiones de los procesos de investigación, una
variada y riquísima producción imaginaria y simbólica que preside a dichos proyectos, de las cuales
una da dimensión, predeterminada por la forma de una razón, de una racionalidad, deja a las
demás en la sombra. Es lo que se observa en el diarismo. Y esta reducción unidimensional de la
vasta producción que se constaría en los procesos mimos de investigación, tiene también su
referente en una escritura lineal, unidimensional.

El análisis de las implicaciones se enfrenta directamente a dos obstáculos emanados de las formas
instituidas del saber: en primer lugar, la fragmentaron del conocimiento y de la escritura. Los
recortes de objeto son también formas en las que se encuentra diseñado un dispositivo. Resultara
difícil analizar al dispositivo mimo. Estos recortes son también recortes perceptuales: el dispositivo
de observación, de investigación, produce los efectos que desea observar, pero a veces no solo
eco. informaciones fragmentarias, discursos que no pueden cobrar sentido en el dispositivo, son
denegados en el contexto de fa producción de conocimiento. El análisis de las implicaciones, la
negatividad en el [proceso de conocimiento o la negatricidad del objeto son reducidos
monorreferencral y monodimensionalmente. Así, por ejemplo, muchas formas de resistencia son
formas de análisis de las implicaciones reducidas por el efecto del dispositivo. La escritura, por su
parte, definida como una escritura lineal, monodimensional, monotemática, es la escritura que
formalmente requiere la institución científica. Posiblemente acepte ensayos de plumas inspiradas,
capaces de desviar esta escritura plana y lineal y recupere, aunque sea parcialmente, algo de la
poiesis implícita en todo acto de escritura. Pero otros ejercicios, tales como la escribra automática,
el cutup, formas dadaictas o surrealistas, serian sinoplemente poco aceptables, y, por vía de la

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fragmentación, turnadas a la mesa de los productos literarios. Es posible, entonces, generar una
escritura que contenga, en el cuerpo mismo del texto científico, el análisis de: sus propias
condiciones de producción? Es posible generar otra escritura? El segundo obstáculo,
evidentemente muy ligado al primero, esta dado por el efecto Goody, es decir, la determinación,
desde el futuro, del proceso de observación por la institución científica. La escritura no está
determinada por la riqueza del proceso sino que, a la inversa, este se encuentra obturado por la
preconcepción de la escritura final, del texto científico. Y normalmente este texto no es un texto
multidimensional y multirreferencial, que pueda incluir en el texto mismo el análisis de las
implicaciones del investigador. Consecuentemente, las obcecaciones del objeto empírico, así como
la construcción del objeto de conocimiento, tenderán a descuidar este aspecto. No obstante, estos
obstáculos pueden ser, al menos, analizados, ya que contamos a favor de esto con una serie de
fenómenos interesantes inmanentes al proceso mismo de producción de conocimiento.

Un riesgo que se corre es el de instrumentalizar el análisis de las implicaciones, que significaría al


mismo tiempo restarle su negatividad respecto de la misma institución científica. Pero, por el otro
lado, si no logramos plantear dicho análisis in situ, corremos el riesgo de estar gastando tinta, sin
ninguna transformación red en los dispositivos de investigación.

Marqués, J. (1996). El trabajo de equipo. En: Historia, Violencia y Subjetividad.

Tomemos la distinción entre trabajo de equipo y equipo de trabajo. En el primero se jerarquiza el


trabajo, la producción, el movimiento, la diversidad y la multiplicidad, el descentramiento, la
periferia, la tarea y la figura que se conforma es colectiva. En el segundo se jerarquiza la
organización, roles, la producción ligada, las sistematizaciones, el centro, el objeto y la figura que
se conforma es la de representante.

En ambos ―…siempre se estará sujeto a una finalidad que es de orden institucional, en la medida
que las organizaciones cumplen con encargos sociales, justamente a través de los sujetos o de los
equipos (castro). Podemos pensar que los niveles de transversalidad que hacen el diseño de las
políticas institucionales explícitas e implícitas, repercuten de manera diferente en una y otro. Así
también, los niveles de atravesamientos, tomados como la percepción y afectaciones concretas que
los sujetos y los equipos experimentan, pueden ser comprendidos y resueltos de manera diferente.

Cuando se da un trabajo de equipo hay una producción colectiva, que es lo que permite crear una
trama que va a ser soporte y referencia, cada integrante delineará un tránsito propio. Dibujará una
trayectoria teniendo el equipo como referencia, por el cual transita, generando un surco (por lo que
tiene de siembra, de seminal), que no comienzan en esa instancia, ni ahí termina.

Hablar de equipo no es fácil, porque es una realización la que puede dar cuenta si hubo o o no
conformación del equipo. Hay una tarea un proyecto que incita el movimiento, el echar a andar,
pero es la producción realizada la que da cuenta si se conformó un equipo.

Cuando se logra trabajo de equipo, éste es fluctuante, diverso, rizomático, de intensidades variadas,
donde las diferencias adquieren su expresión más productiva. Quizás también, donde se realiza gran
parte de la formación docente. Es el trabajo sobre las diferencias, las distintas trayectorias que
realizan los integrantes de un equipo, lo que permite lograr niveles de discriminación que
potencializan la creatividad. Esta creatividad como producción colectiva, hace que en el juego de la
discriminación, cada integrante pueda ejercer la transmisión de esa producción, con la precisión de
una singularidad. Es a partir de aquí, que podemos hablar de una conducción colectiva de un

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proceso de trabajo. Los liderazgos son móviles y varían en función de las temáticas y problemáticas
que estén en juego en cada momento del proceso.

Desembocamos en el problema de la representación, en el sentido de la delegación. La misma con


la fuerza de lo constituyente, desde la constitución, pues nos movemos en una democracia
representativa, lo que no significa que haya una producción y conducción colectiva. La
representación aparece ligada generalmente a una figura, a una persona (recordemos que este
término se relaciona con el personaje, con el de máscara de teatro griego.

El trabajo de equipo, como lo veníamos planteando, más allá de la figura organizativa concreta en
que se establezca, privilegiando la producción colectiva, el juego de las diferencias y las distintas
trayectorias, puede ser un buen instrumento, que nos permita encontrar mejor parados y con más
claridad para enfrentar la indiscriminación, la violencia y el miedo.

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