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PARA LA
PSICOLOGÍA
SOCIAL- 2018
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Índice.
Díaz, E. (2017) El mito de que el poder no tiene nada que ver con el saber…..pág.5
¿Qué noción de institución/es operativizamos en las intervenciones? ¿De que forma están
presentes en nuestro trabajo?. ¿Qué herramientas clave aporta el análisis institucional para la
intervención desde la Psicología Social? Estas preguntas serán las que orientarán este tema.
¿Cuáles son las principales estrategias de intervención desde esta perspectiva?¿De qué forma se
pueden operativizar? ¿Cuáles son sus principales componentes teóricos – técnicos? ¿Qué
problemas abordan? ¿Cómo? ¿De qué forma se analiza el alcance de la intervención?. Como forma
de operativizar estas preguntas, se desarrollarán dos líneas convergentes de análisis. La primera
refiere al grupo operativo como estrategia de intervención y sus herramientas. La segunda implica
focalizar en las estrategias clínicas de la Psicología Social del Río de la Plata: La clínica móvil, las
estrategias terapéuticas de abordaje pluridimensional, el grupo como dispositivo psicoterapéutico,
los “corredores terapéuticos”, el modelo multidimensional y su mapa de ruta de la intervención.
Pichon Rivière, E. (1989). Técnica de observación de grupos operativos. En: Ilusión Grupal Nº2
Cuernavaca, México: UAEM. …….pág.59
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Tema 5 – Estrategias desde la perspectiva de la Psicología Social Comunitaria.
¿Cuáles son las principales estrategias de intervención que se plantean desde esta perspectiva?.
¿Cómo dialogan con sus diferentes perspectivas teóricas y enfoques?. ¿Cuáles son los principales
componentes teórico – metodológicos? ¿De qué forma se analiza el alcance de la intervención?.
¿Qué problemas abordan? ¿Cómo? Estas preguntas serán trabajadas a partir de desarrollar, por
un lado, diferentes enfoques para la intervención comunitaria: el cambio social planificado, la
perspectiva situada y la articulación de posiciones parciales, los procesos psicosociales
comunitarios, el enfoque multireferencial. A su vez, se trabajarán algunos de sus principales
componentes: construcción de demanda, participación e implicación.
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Ya estudiados y trabajados los principales constructos teóricos – técnicos que, a modo de
herramientas, permiten construir problemas complejos y estrategias de abordaje desde la
Psicología Social, es momento de re-visitar los anteriores recorridos, ahora desde una mirada más
transversal que permita realizar una síntesis conceptual. Para ello, este último recorrido retomará
varios de los aspectos conceptuales trabajados, como forma de visualizar una nueva trama que
incluya tres aspectos claves: los dispositivos sociales, el trabajo en equipo y el tema de la
implicación. La posibilidad de visualizar esta nueva trama de significados y sentidos teóricos y
técnicos, implicará haber alcanzado los objetivos formativos del curso.
¿Qué implica la noción de dispositivo social? ¿Cómo se relacionan con las estrategias de
intervención? ¿Qué aportan a la Psicología Social en tanto herramientas?. Trabajada ya la noción
de dispositivo en general y la de dispositivo técnico en particular, es momento de abordar la
dimensión de los dispositivos sociales, a los efectos de repensar conceptualmente la orientación
estratégica de la intervención.
¿Quién y cómo se construyen y desarrollan las estrategias de intervención? ¿Cómo? ¿Con quién?
Estas preguntas, ya trabajadas anteriormente, son aquí retomadas desde la perspectiva del trabajo
en equipo, de los equipos de trabajo y del manejo de la implicación. Estos aspectos permiten
redimensionar lo trabajado en el primer tema del curso, y por tanto, re-significar los demás, a
modo de síntesis.
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Díaz, E. (2017) El mito de que el poder no tiene nada que ver con el saber
Mi intención es analizar el tema de la interdisciplinariedad desde los campos prácticos en los que
la interdisciplina se ejerce realmente, e investigar así mismo otros campos en los que se impide
que la interdisciplina se despliegue de manera efectiva.
La primera premisa que sostiene mi trabajo es que a nivel teórico la interdisciplina es una
consigna que casi no se discute. Por ejemplo, la categoría de interdisciplina fundamenta y
diagrama planes educativos en algunos países de nuestra región. Sin embargo -con honrosas
excepciones- la aplicación real de la interdisciplina (en educación superior, en empresas, en
programas de investigación, en institutos de salud, entre otros) choca con obstáculos para
instrumentarse de manera solidaria, con respeto mutuo entre disciplinas y sin subordinarse unas a
otras, es decir, con horizontalidad entre los poderes epistemológicos y los poderes de gestión.
Ante esta problemática, la hipótesis que guía mi trabajo es que la creencia de que el poder se
ejerce de modo piramidal o vertical obstaculiza desarrollos sólidos de diagramas (o
agenciamientos) interdisciplinarios, porque la interdisciplina, además de acuerdos teóricos y
técnicos, requiere acuerdos estratégicos consensuados desde poderes horizontales, reticulares,
con autoridad pero sin autoritarismos.
Entre los múltiples interrogantes que suscitan los temas interdisciplinarios he elegido dos
preguntas como guía de esta comunicación:
II. Una historia del conocimiento (genealogía), ¿puede despejar el campo de comprensión de los
obstáculos con los que se encuentran los agenciamientos interdisciplinarios? Considero que la
respuesta a la primera pregunta se comienza a iluminar si pensamos que las prácticas sociales
generan dominios de saber. Y esos nuevos dominios de saber constituyen a su vez nuevos objetos,
nuevos conceptos, nuevas técnicas y nuevos valores. Este proceso cognoscitivos y político (o de
poder), a su vez, conforma nuevos sujetos. La segunda respuesta, por su parte, se fundamente en
que la verdad tiene historia (no es atemporal ni formal), y que nuestro saber actual surgió de
prácticas de control y vigilancia, fundamentalmente desde la biopolítica moderna reforzada con la
biopolítica contemporánea.
La metodología de la presente reflexión se basa en el análisis de los discursos en relación con las
prácticas sociales. No se analiza el discurso como hecho lingüístico sino desde su irrupción entre
diferentes relación de poder. En el caso de las prácticas interdisciplinarias, como en todo
emprendimiento institucional, los discursos y los silencios se dirimen mediante la polémica y la
estrategia. Es decir, son del orden de lo político. Apelo a dos metáforas o paradigmas de poder
diferentes entre sí. Por un lado el poder entendido de manera piramidal y jerárquica. Este modelo
de poder supone que quienes están en la cúspide de la pirámide aplican un poder vertical sobre
“los de abajo”, que carecerían de poder recibiendo las coacciones que les imprimen “los de
arriba”. La otra metáfora es la del poder reticular y horizontal. Aquí el poder se concibe como una
red o malla que recorre todo el entramado social y atraviesa a todos los sujetos de un dispositivo.
No se niega que haya ciertos núcleos con mucha intensidad de poder y otros que casi carecen de
poder. Esta red se piensa con diferentes tramas, en algunos lugares de la red el tejido es muy
apretado -he aquí la concentración del poder- y en otros el entramado es ralo, su entretejido deja
buracos o zona carenciadas de poder.
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Sabido es que el poder no se posee, el poder se ejerce. Y no de manera unilateral sino como poder
y contra-poder, como potencia y resistencia. Además el poder es productor. Si pensamos en la red
institucional que sostiene los agenciamientos (o diagramas) interdisciplinarios, podemos
deconstruir el poder piramidal, posibilitando un intercambio ágil entre diferentes saberes.
El imaginario social que alienta a la mayoría de las instituciones es el del poder piramidal. Pues
independientemente de que el poder siempre se da en dispositivos y que estos son reticulares,
existen imaginarios institucionales que se rigen como si el poder realmente fuera piramidal.
Algunos de los organismos productores o ejecutores de saberes en la red institucional que
sostienen los agenciamientos interdisciplinarios son el hospital, la escuela, la empresa, la
universidad y las agencias de investigación. Deconstruir el poder piramidal posibilita un
intercambio ágil entre diferentes saberes. Pero quienes ejercen densamente el poder suelen
formar dispositivos cerrados sobre sí mismos en su afán de hegemonizar.
Pero aquí se presenta una paradoja, ya que el saber interdisciplinario consiente de serlo, surge de
las universidades. Sin embargo, la institución Universidad, desde su creación en el siglo IX, ha
propiciado el aislamiento de los saberes: Facultad de Medicina, Facultad de Teología, Facultad de
Humanidades y más y más compartimentos estancos. Estos dispositivos de poder-saber- en su
estructura profunda todavía no se han desarticulado. Recién en la década de 1960 se originaron
fuertes corrientes de opinión rescatando los beneficios de la interdisciplina. El dispositivo de poder
universitario necesita flexibilizarse y presentar fronteras porosas para que los saberes puedan
intercambiarse de manera fecunda.
Los dispositivos de poder tienen sus territorios inmanentes. La arquitectura, por ejemplo, da
cuenta del esquema de poder sobre la que se consolida. Los edificios -con sus separaciones
edilicias para diferentes disciplinas o sus panópticos- materializan los esquemas jerárquicos.
Ejemplo: hospitales o universidades en los que la salud mental está fragmentada en edificios de
“Servicio o Facultad de Psiquiatría” por un lado y “Servicio o Facultad de Psicología” por otro.
Analizar las disposiciones arquitectónicas es una perspectiva posible para comprender cómo se
distribuye el poder en el interior de dichos edificios y por lo tanto en las instituciones.
Otro importante elemento de análisis es la realización efectiva de las prácticas profesionales que,
en general, suelen reforzar los esquemas piramidales. Es común que las enfermeras estén
subordinadas a los médicos, a pesar de que sus créditos académicos sean equivalentes o, en
algunos casos, existan enfermeros con títulos habilitantes superiores a los de algunos médicos
(doctores en enfermería versus médicos sin posgrados), pero en la práctica no se termina de
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reconocer su rango. También representa un obstáculo para la puesta en práctica de dispositivos
interdisciplinarios el lugar común del discurso neopositivista, que considera que las ciencias
sociales son epistemológicamente inferiores a las ciencias naturales o “duras”.
Todo lo aquí expresado no niega que existen espacios en los que los diagramas interdisciplinarios
funcionen. No obstante considero que a nivel general la interdisciplina real y concreta sigue siendo
una ilusión.
Veamos un ejemplo de la vida real. Hace dos meses, en un congreso en un Hospital Público del
conurbano bonaerense (Argentina) no se permitió la asistencia de enfermeros y obstetras, ¡el
tema del congreso era la Interdisciplina! Y, cuando las conferencias versaban sobre ciencias
sociales o humanidades, aproximadamente la mitad de los asistentes -en su mayoría médicos-
abandonaban la sala de conferencias porque la filosofía o la sociología “no les servía para nada”.
Ilustro el tema con un nuevo ejemplo: Durante 2011, en una Jornada Universitaria sobre
Interdisciplina en la región argentina de Cuyo (zona de conflictos en torno al abastecimiento de
agua). Las primeras conferencias de la jornada fueron filosóficas y científico-sociales. El resto del
día expusieron ingenieros y, en varias oportunidades, expresaron que “de filosofía ya se había
hablado bastante, ahora había que dedicarse a temas importantes” (!!!).
Entiendo que estos ejemplos son efectos de superficie, pero las raíces de estas manifestaciones
hostiles a la interdisciplina deben buscarse en las estructuras profundas de nuestras sociedades y
en las prácticas profesionales heredadas. Esas estructuras y esas prácticas son paternalistas y
autoritarias Esto se traslada al saber. Los profesionales que ejercen poder institucional piramidal
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inhiben la creatividad de los equipos interdisciplinarios. También entre pares se pueden detectar
coacciones que imposibilitan líneas de fugas del deseo. Las líneas de fuga son indispensables para
la creación; ya se trate de creación científica, humanística o artística.
Destaco tres ejes de investigación entre las que conforman este marco teórico. En primer lugar el
hecho de que nuestra cultura, desde Platón en adelante, se haya aferrado al mito de que el poder
no tiene nada que ver con el saber. En segundo término el trabajo genealógico de Nietzsche que
ha dejado en claro que detrás de todo saber se esconden siempre luchas de poder. Y por último
las investigaciones de Foucault sobre esta problemática, que podrían resumirse con su
manifestación de que no existe fragmento de verdad que no esté atado a condición política (es
decir a relaciones de poder).
Considero que la complejidad del presente asunto debería abordarse desde prácticas discursivas y
no discursivas micropolíticas. ¿De qué manera? Comenzando con una deconstrucción de las
formas de discriminación que representa una tecnología de poder (o contra-poder), para enfrentar
las veladas configuraciones de dominación que entorpece el éxito de las prácticas
interdisciplinarias, a las que aspiramos como parámetro de excelencia. Expongo ahora algunas
consideraciones finales. Entiendo que se trata de resistir la exclusiones, tanto aquellas
monumentales y acuciantes que nos rodean y aplastan, como las menores y aparentemente
insignificantes que entorpecen la interacción entre los saberes y la reafirmación de la vida.
Entiendo asimismo que no es necesario ser solemne para ser sólido. Por consiguiente si la
búsqueda interdisciplinaria es alegre y vital resulta más fecunda no solamente como emancipación
personal sino también como aporte para la ciencia, la docencia y demás actividades cognoscitivas
y sociales en las que estamos comprometidos.
Intervención como dispositivo discursivo para concebir y organizar la acción, escape casi por
completo a la problematización y la revisan crítica. Intervención a través de los lentes de la
metáfora y analizar sus implicaciones para la concepción y construcción de las practicas a las que
se refiere.
Involucramiento como metáfora que se aleja del sentido interventivo de la acción y abre espacio
para pensar de distinta manera la acción social en tres aspectos: la posición del
profesional/investigador ante el escenario social, la relación entre los actores, y la concepción el
conocimiento y la acción en un proyecto de transformación social. Involucatamiento como una
metáfora que sugiere distintas lógicas e acción y moviliza presupuestos teórico y metodológicos
que se alejan del determinismo y la univocidad presente en la idea de intervención.
Montenegro, define intervención como “un conjunto de prácticas que buscan incidir en un estado
de cosas para transformarlo a partir de la demanda hecha desde algún ente social que expresa un
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descontento con el estado actual de cosas”. Blanco y Valera definen intervenir “a una actividad
presidida por la solución de un problema practico que abordamos con la inexclusible e
imprescindible ayuda de una determinada estructura conceptual”.
La intervención es considerada como una tarea cardinal de lo que suele llamarse “psicología
aplicada”, en tanto busca poner a funcionar, en contextos específicos, una serie de herramientas
teóricas y metodológicas en la persecución de una fina practico. La intervención se considera
perteneciente al amito de lo práctico.
La metáfora como una herramienta para interrogar el concepto de intervención y para discutir sus
implicaciones. La metáfora como vía de interrogación - la metáfora puede definirse como una
figura lingüística en donde una cosa es comparada con otra implicando que una cosa es la otra,
cono el caso de “la laguna es la ventana a la tierra”. A menudo su función consiste en comunicar lo
desconocido mediante su transposición en término de lo conocido.
La metáfora y la acción mantienen íntimos parentescos. Cuando alguien construye una metáfora
está literalmente haciendo algo.
Los conceptos metafóricos son asociaciones sistemáticas entre dos dominios, uno conocido,
estructurado o manipulable (origen) y otro desconocido, no tan estructurado o no manipulable
(destino). Ejemplo: “las criticas dieron justo en el blanco” de derivan de la metáfora de una
discusión es una guerra. En esta metáfora el dominio de origen es “guerra” mientas que el
dominio meta es “discusión”, el primero le concede sentido y estructura al segundo. Si las
metáforas son dispositivos para producir conocimiento y vehiculizar la acción, entonces su análisis
es una buena oportunidad para dar cuenta de lo que podríamos llamar la dimensión instituida del
concepto metafórico de intervención.
Intervención social. Suele decirse que debe realizarse un diagnostico social, que hay que evaluar el
resultado de los programas, realizar un análisis de las circunstancias y los recursos, establecer un
diseño de tratamiento y dar un seguimiento adecuado. Para trabajar sobre el problema o
necesidad que precisa análisis e intervención, tenemos que definirlo en términos de conductas
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problema, establecer indicadores para evaluarlo y analizar la pertinencia de esos indicadores.
Definir operativamente el problema es describirlo en términos de las variables relevantes que lo
componen, que nos permitan su media, manejo y/o su tratamiento.
Intervenir es como cerrar una ventana La secuencia de acción que la intervención psicosocial
hereda pueden ilustrarse haciendo referencia a la base metafórica de la causación.
Es posible evidenciar esta relación trazando un paralelismo entre a) las propiedades que
caracterizan las manipulaciones directas prototípicas y b) la lógica de acción asumida comúnmente
en el significado de intervenir en un escenario social. En la intervención social, hay una implícita
distinción entre interventor (agente) e intervenido (paciente); deben estar claramente
diferenciado para fines de que la metáfora funcione.
“se puede definir la intervención social como la acción que se realiza sobre personas y grupos con
la intención de producir una mejor”
La intervención como una metáfora zombie En el sentido de que esta tan convencionalmente
fijada en el léxico de las disciplinas sociales que ha perdido su aureola alegórica para terminar por
percibirse como una expresión literal y objetiva.
Catacresis: una figura que consiste en utilizar metafóricamente una palabra para nombrar un
conjunto de experiencias que carecen de concepto ej.: pata de mesa La intervención con una
tecnología de gobierno: mecanismos, estrategias y procedimientos utilizados para hacer efectivo
un campo de poder, orientadas a producir efectos determinados en la conducta de otros, de los
intervenidos.
a)la posición del investigador/profesional ante el problema y el campo b) la relación entre los
actores c) la concepción de conocimiento y acción en un proceso de transformación social. La
posición del profesional/investigador en el escenario social: formar parte de un entramado.
Involucramiento nos remite a envolverse o a participar, del latín involurum, involucrar refiere a
comprender, abarcar, incluir, involucrarse hacer para dé.
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Lewin, campo nos sugiere aproximarnos a las situaciones sociales buscando comprender las
diferentes fuerzas actuando en su entorno y en un contexto más amplio, sean estas psicológicas o
no.
Esta interioridad del sujeto profesional/investigador y del resto de los actores involucrados no es
identitatia: no se refiere a la pertenencia. Asumir que formamos parte de una red que conforma el
escenario social no significa asumir que los actores son homogéneos. La red no los homogeniza.
Cuando decimos que “uno se involucra con alguien”, que e “nos hemos involucrado en algo”, no
estamos diciendo que estamos asistiendo a alguien o conduciendo algo. Involucrarse nos sugiere
más bien un “tener que ver con”
Articulación: la noción de articulación desafía la relación representacional en que los otros son
descritos y circunscriptos a una poción de objeto e intervención a través de los discursos y las
prácticas de los ventrílocuos-portavoces que se constituyen como los únicos actores.
La articulación supone una aposición radicalmente distinta para comprender el vínculo: el
entramado de actores sociales no es el objeto que será representado por el
profesional/investigador sino que será el sujeto de la acción que define y produce sus propios
términos de representación.
Una dicotomía entre campo clínico y campo comunitario. Campo de análisis como
singularización inmanente al campo de intervención.
Freud: el lugar del médico, el lugar del experto, es desplazado y la producción del saber (sentido)
se resitúa en una dialógica entre paciente y analista. La apertura de un espacio de análisis queda
ubicada en esa dialógica, en el cual es sentido acerca de lo que se manifieste como padecimiento o
conflicto, es inevitablemente un sentido a producir, no está dado a priori. La cuestión centras es
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abrir en el campo de intervención la perspectiva crítica del problema. La idea de problema, la ética
del investigador, quien a priori debe reconocer su ignorancia acerca de aquello que investiga
El campo de análisis o espacio analítico es un espacio diferencial que se forma por singularización
a partir del propio campo de intervención, un pliegue desde ese mismo campo que reflexiona
sobre sí mismo y sus sentidos posibles. Pensar al campo de análisis como una lógica de
subjetivación, reflexivamente establecida y articulada en una continuidad topológica con el
espacio social.
El encuadre es parte de la teoría. No podemos separar la teoría de los aspectos técnicos, ya que lo
técnico es la mediatización de la teoría hecha presencia. Entonces tenemos que el encuadre no
solamente contiene la organización del espacio y tiempo, sino que tambie´n contiene los principios
teóricos que sustentan tanto el encuadre como a su objeto de trabajo. Dicho de otra manera, es
un dispositivo de semiotización. Este objeto de trabajo a su vez está implicado en la construcción
teórica, como también los sujetos que la sustentan.
Hay dos tiempos del encuadre: el que ocurre dentro del encuadre y el tiempo que desarrolla el
encuadre en si mismo. El dispositivo ya sea institucional y/o grupal se da la combinación de los
dos, en los dispositivos no existe un adentro y afuera temporal. En primer término tenemos al
tiempo como principio regulador de la clasificación, y de las teorías que sustentan los tipos de
encuadres mencionados. El problema es que dichas teorías forman a los tiempos como tiempos en
sí. En realidad el tiempo es mucho más complejo, y más lo es en psicología.
El pasado es una construcción del presente con un sentido prospectivo (futuro). Es evidente que
los hechos del pasado están. Pero también es evidente que igual fuerza tiene la interpretación de
los hechos (Freud) del pasado, construidos en el pasado y/o en el presente. En conclusión Freud
nos lleva a otra realidad (psíquica) tan fáctica, tan conflictiva como la otra.
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Por otro lado el deseo es atemporal, el esfuerzo del sujeto es temporizarlo, el temporizarlo escribe
su historia. En psicoanálisis el encuadre “facilita” la regresión, pero esta es una forma de
simbolización creciente en el paciente, logrando el desplazamiento de los síntomas presentes,
acercándolo a una “línea de futuro posible y transofrmadora”. Tenemos que la regresión es
paradójica, ya que permite la aprehensión de un futuro deseante y posible. Cuando decimos
posible, quiere decir afirmar que la regresión es un avance hacia la comprensión totalizadora, al
nudo del que hablamos: futuro- presente- pasado.
Todo encuadre es un sistema discursivo que fundamenta en sí mismo los objetivos y principios de
un accionar práctico. El discurso del encuadre es el discurso instituido, que reglamenta los
espacios y tiempos, inaugurando los dispositivos, que precipitan en una multiplicidad de relatos
generando los discursos instituyentes. De la confrontación de lo instituyente y lo instituido surge
el proceso de la institucionalización, precipitando una serie de actos y acciones o sea, un hacer
institucional y grupal.
Encuadre deviene de encuadrar que significa: encerar en un marco o cuadro, encajarlo, introducir
una cosa dentro de otra, incluir dentro de si una cosa, servirle de límite. El concepto de dispositivo
deriva de colocar poner, poner separadamente, mecanismo dispouesto para obtener un resultado
automático. Colocar las cosas en orden, decidir, ordenar, preparar, prevenir.
De allí afirmamos que el encuadre es propiamente lo instituido, mientras que los dispositivos
comprenden a lo instituido, lo instituyente y la institucionalización. El dispositivo institucional no
es solo la sumatoria y regulación de los diferentes encuadres, sino que también comprende el
carácter dinámico que se genera en los diferentes encuadres. Funciona en la intersección de lo
manifiesto y lo latente, a su vez que es histórico, procesual y constructor de efectos y formaciones
del campo institucional y grupal. Son la mediación y soporte del discurso teórico que contempla en
su interior objetivos y principios a largo plazo. Lo inmediato es el encuadre, lo mediato el
dispositivo. De la idea de dispositivo sacamos la noción de diseño, que apunta al o a los proyectos
de la institución. Históricamente es lo contrario, se reduce la problemática del dispositivo a la
noción de encuadre.
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Tenemos la relación continente-contenido. Lo continente es el encuadre, continente que dispara
el proceso y los contenidos temporales anteriormente descritos. El continente es lo que aparece
como inmutable, la constante y lo inmutabe, lo que se modifica, es el contenido, las variables. El
encuadre organiza una serie de constantes y a través de ellas deja un terreno a la manifestación
de las variables.
Toda reconstrucción implica grados de transformación de ese objeto teórico. Con esto queremos
decir que nunca hay un objeto adecuado perfectamente al sujeto, que en el afuera no vamos a
encontrar el espejo de nuestro interior, sino que siempre lo vamos a encontrar en forma
parcializada. El proceso de la reconstrucción- deconstrucción remite a una relación sujeto- objeto
que se desarrolla en un devenir histórico, construyéndose mutuamente; dicho de otra manera,
uno se realiza a través del otro y viceversa, en un proceso que denominamos de producción. Todo
objeto teórico es un discurso que remite a una intertextualidad, que cuando es analizada es
desmontada la articulación de sus componentes textuales generando una diseminación textual.
Esto implica desde el vamos una labor epistemológica.
El soporte y los dispositivos de la institución son la condición deseante, que luego se transmuta en
demanda y que por lo tanto invoquen en el aquí y ahora institucional: demandamos ser psicólogos
sociales, psicoanalistas, etc.
El dispositivo institucional lo que realiza es la reproducción de los efectos sociales sobre los sujetos
y los grupos, produciendo una miniatura, como lo llamaba Pichon- Riviere , a los efectos de
reproducción ideológica, matrices de aprendizaje. En los grupos este proceso permite el análisis de
las situaciones in situ, completando la formación de los operadores en el campo gruapl e
insittucional. De allí se desprende que el encuadre promueve y dispara las situaciones dentro de
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un contexto teórico que permite el análisis de las mismas. Pero como el mismo objeto teórico esta
sujeto a cuestionamientos y revisiones, resulta de ello una tensión institucional poderosa que sólo
puede ser resulta en el intercambio con todos los participantes del taller, rompiendo como decía
Bleger, con el clivaje de la institución, generando en definitiva lo que Pichon denominó con su
chiste: enseñaje.
Actualmente el término institución parece ser omnipresente en los discursos "psi". Hace cerca de
6 ó 7 años se viene tornando cada vez más común en el lenguaje del psicólogo debido,
inicialmente a la influencia de los argentinos —Bleger, Malffé, Ulloa, etc.— y más tarde a la de les
franceses —básicamente Lourau y Lapassad.
hay en estos discursos de moda, algunos que se destacan por la complejidad. Las instituciones se
tornan vagas, parecen fluctuar o estar en todos los lugares, poseer dimensiones, momentos,
fuerzas... Infelizmente en este caso la impresión es que no hay mucho para hacer porque ¿cómo
trabajar lo que no se ve, oír no se sabe qué o a quién? Si hasta el sujeto —antes supuestamente
tan concreto y visible— se tornó una "institución"...De pronto no estamos más en una institución,
no tratamos más a la institución pero somos, por ejemplo, atravesados por la institución.
Desprofesionalizados, dislocados de nuestro campo discursivo habitual, cuestionados en cuanto a
nuestro referencial teórico, mezclados con otros trabajadores de especialidades diferentes... ¿será
que no perderíamos demasiado por ganar apenas un discurso bonito? El tono irónico de las
descripciones anteriores pretende ser provocador de una necesidad: la de investigar y explicitar la
historia del término institución en su articulación necesaria con las prácticas concretas que a cada
momento le son asociadas. Esto porque nuestra "moda" actual parece condensar, en el presente,
momentos y prácticas diferentes, con presupuestos diferentes y consecuencias distintas para la
acción del profesional.
Según Lapassade, podemos remontar el énfasis actual del término institución a la noción de
Psicoterapia Institucional. Esta, aunque elaborada desde la década del 40, aparece "oficialmente"
en 1952 en una comunicación de Daumezon y Koechlin. En el mismo año, Maxwell Jones define a
las Comunidades Terapéuticas y no resulta difícil percibir las analogías entre los dos movimientos
dado que, en este primer momento, institución es pensada como ESTABLECIMIENTO de cuidados,
en un sentido doble: un establecimiento que merece ser cuidado (terapeutizado) y que, de este
modo, puede ser movilizado al servicio de la acción terapéutica —los enfermos serían curados por
la institucionalización o mejor, por la participación activa en las transformaciones institucionales.
La ampliación del sentido de esta primera concepción, originaria del movimiento de Psicoterapia
Institucional, responde por la mayor parte de los usos que hacemos actualmente del término. Son
instituciones, entonces, todos los ESTABLECIMIENTOS u ORGANIZACIONES, con existencia material
y/o jurídica: escuelas, hospitales, empresas, asociaciones, etc. Dicho sentido se encuentra
presente en afirmaciones tales como: "trabajo en una institución"; "es* tamos en una institución"
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o, en nuestro contexto universitario particular, "el SPA es una institución" (afirmación que más
adelante discutiremos). Eh un segundo momento, aún según Lapassade, se llegó a la idea de que
las instituciones serían DISPOSITIVOS instalados en el interior de los establecimientos, y no más los
propios establecimientos. El trabajo institucional consistiría en este caso, en una actuación que
hiciera uso de tales dispositivos. Como ejemplo, podríamos pensar en instituciones tales como
grupos operativos, grupos de discusión, asambleas, equipos de trabajo, consejos de clase, etc.,
insta ladas en el interior de establecimientos como escuelas, hospitales, empresas, etc.
A primera vista no parece que dicho uso del término haya tenido reflejos evidentes entre
nosotros, al menos en cuanto al hecho de llamar tales dispositivos de instituciones. Esto
raramente ocurre. Sin embargo, el sentido de institución-dispositivo está presente, transformado
en "técnicas de trabajo institucional". Aprender a trabajar en instituciones Restablecimientos)
sería, así, adquirir informaciones y prácticas en cuanto a tales dispositivos. Las técnicas grupales,
en sus diferentes modalidades, acostumbran surgir aquí como "ideales para el trabajo
institucional". O mejor, en nuestra "babel terminológica", conocer tales técnicas y saber
manejarlas calificaría, al menos parcialmente, al "trabajador institucional", el "perito" o
"especialista" en instituciones. En nuestro contexto universitario específico, por ejemplo, tal
concepción surge en afirmaciones como: "la terapia de grupo es ideal porque estamos en el SPA,
una institución", "trabajo en una escuela (u hospital) y hago por lo tanto grupos". El trabajador es
aquí un "técnico en dispositivos", y la institución permanece identificada con el establecimiento o
la organización. Este simple hecho demandaría el uso de ciertas técnicas en detrimento de otras.
Pero el tercer momento citado por Lapassade nos trae sorpresas; son los movimientos anti-
institucionales (antipsiquiatría, anti-escuela, etc.), en su opinión, los que introducen en la
actualidad, un sentido conceptual y no meramente empírico del término institución. Por ello
considera que son esos movimientos los primeros que podrían reivindicar, en un sentido estricto,
la práctica (conceptual y concreta) de un Análisis Institucional. Acompañemos la argumentación
del autor.
Dentro de esta concepción, las corrientes anti-institucionales serían institucionalistas (en sentido
conceptual) porque revelan que la institución no es una NATURALEZA. Ciertas prácticas tomadas
como universales (por ejemplo en el campo de la psiquiatría y de la educación) instrumentalizan
determinadas hipótesis de base (separación enfermos mentales-normales, maestro-alumno, por
ejemplo) que precisan ser interrogadas en primer lugar, a propósito de las condiciones históricas
de su producción y reproducción. En un intento personal de definición, diríamos que institución es
producción, es actividad. Esto se torna rápidamente algo problemático debido a que tal
producción no es algo localizable empíricamente. Dentro de esta línea de pensamiento, podría ser
concebida como una especie de inconciente político que instituye nuevas realidades, siempre
separando, siempre dividiendo.
En este movimiento, transforma relaciones y prácticas que se presentan como forma general y
natural, en otras relaciones y prácticas que se presentarán (se mostrarán) de la misma manera, y a
través de las cuales la institución se instrumentaliza. El objetivo del Análisis Institucional sería traer
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a luz esa dialéctica instituyente-instituido, de manera generalizada (en todos los ámbitos y
realizada por todos). Para conseguirlo, puede intervenir EN establecimientos y CON dispositivos,
pero siempre intentando entender a la institución como algo activo.
"El SPA es una institución". En un primer sentido, la afirmación indicaría que el SPA es una
organización que ocupa un espacio físico determinado, tiene sus normas y sus leyes, y reúne a un
grupo de personas que trabajan en él con un objetivo determinado (institución=establecimiento).
En un segundo sentido, el SPA aparece como organización (o establecimiento) que
INSTRUMENTALIZA una serie de instituciones, entre las cuales se destaca la institución formación
profesional. A su vez aparecen en esta instrumentalización, una serie de dispositivos y de prácticas
como por ejemplo la evaluación y la supervisión.
Lapassade- "Se puede decir entonces, que si el análisis institucional toma al pie de la letra
demandas de intervención que son análisis de establecimientos, se convierte en un análisis
organizacional en el sentido más trivial del término, o mejor dicho en un sentido que ni siquiera
tiene en cuenta la organización como proceso captándola solamente como producto, sistema y
disposición instrumental, como conjunto práctico organizado para determinados fines. Para que
exista un análisis institucional distinto de las otras operaciones de intervención, es necesario que
el albo sea la institución que se instrumentaliza en una organización social determinada, en un
establecimiento-cliente".
O sea que en este sentido, para el Análisis Institucional no hay institución-cliente, dado que el
cliente (aquel que demanda) siempre es un grupo, un establecimiento, una organización.
Paradojalmente, por otro lado, no hay Análisis Institucional cuando se atiende a la demanda del
cliente, lo que hay en este caso es un trabajo de Desarrollo Organizacional, Psicología Institucional,
Psicosociología o como sea que se llame. Y ello, sea cuales fueran las técnicas o dispositivos —por
más grupales que sean— que se utilice en el trábajo. Estas reflexiones sugieren que se coloque en
discusión la posibiliad del analista institucional en cuanto profesional, y la especificidad de su
práctica.
Como hipótesis podemos decir que el cliente demandaría: mejoría o cambio en las relaciones
organizacionales, mayor eficacia en la obtención de los objetivos propuestos, mayor flexibilidad en
las orientaciones teóricas, alteración en las relaciones supervisores-estudiantes practicantes,
modificaciones en los criterios de selección y de evaluación. A su vez el analista institucional
tendería a intervenir no a nivel de la organización-producto (dispositivos y objetivos
naturalizados), sino a nivel de la (s) institución (es) que se instrumentaliza (n) en la misma. En este
17
caso específico, problematizando la formación profesional, la supervisión, la evaluación y la
selección. Es por esto que Lapassade, al levantar los problemas del Análisis Institucional, afirma11:
"En su punto límite, en su principio mismo, la intervención institucionalista es un emprendimiento
imposible; en efecto, contrariamente al trabajo de los psicosociólogos intervencionistas y
consejeros en organización, su objetivo no es una terapia social, un mejoramiento, sino por el
contrario una subversión de lo instituido.
Gracias a estas nuevas preguntas y respuestas, podemos percibir que en las primeras preguntas y
respuestas se instrumentalizan algunos instituidos resistentes, a sa-ber: que la profesionalización
de todo saber y de toda práctica es una especie de hecho natural (luego, el Análisis Institucional
debe y sólo puede ser una profesión); que según esta línea de pensamiento, lo que no es
profesionalizable o profesión atizador debe ser inmediatamente criticado y abandonado; que
solamente se puede levantar una pregunta si da origen, inmediatamente, a la implementación
pragmática d» su solución, o mejor, que su valor como pregunta sólo es mensurable por la eficacia
inmediata de tal respuesta.
"Aceptar ser especialista de Análisis Institucional, significa aceptar su lugar en la división del
trabajo..." ¿Por qué aceptamos, en cuanto psicólogos? El hecho de ser psicólogos define,
aparentemente, como PSICOLOGICAS las demandas que atendemos, pero como bien sabemos, el
Análisis Institucional tiene un contenido casi exclusivamente POLITICO.
Pensamos que la mayor dificultad consiste —como el Análisis Institucional lo propone— en llevar
este tipo de cuestionamiento al cliente, en realizar CON él el análisis de nuestra implicación, en
cuestionar EN NUESTRA PRACTICA nuestro rol de peritos. Y esto, porque el problema fundamental
que de inmediato se colocará, será el siguiente: ¿seremos capaces de soportar el riesgo de la
desprofesionalización a la cual este cuestionamiento nos conduce? Como conclusión parcial,
podemos decir que si el Análisis Institucional no profesionaliza, éste no es un DEFECTO sino su
EFECTO: al exigir un permanente análisis de la implicación del psicólogo en la intervención que
realiza, provoca el cuestionamiento de la "naturalidad", tanto de su lugar de perito como también
de su supuesto "objeto natural" (ya que, "lo psíquico" o "el individuo", no podrían también ser
considerados instituciones?). "Profesión imposible" en su límite último lo es. Pero también es, por
definición y propuesta, PROFESION PERMANENTEMENTE EN CRISIS o LUGAR DE LA
DESPROFESIONALIZACION INMINENTE. Y esto en los más variados ámbitos organizativos: de la
investigación, de la práctica, de la formación. Una óptica, un desafío, una propuesta. Y no
simplemente un lugar, algunas técnicas o un conjunto de términos teóricos.
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En nuestra opinión, nos decimos institucionalistas no tanto por claridad conceptual (como este
artículo lo demuestra...) sino por un cierto grado de acuerdo respecto a ciertos puntos, llamados
por ello "puntos de convergencia". Lo que desarrollaremos a continuación constituye una
tentativa de sistematizar algo que, en la práctica cotidiana de cada uno de nosotros, en realidad es
asistemático y que es vivido más como "clima de acuerdo" que como profundización realizada
efectivamente y de manera colectiva por los "institucionalistas". ¿Qué nos une entonces? Quizás
—solo en tanto que hipótesis provocadora— sea una cierta convergencia respecto a los cuatro
puntos que siguen.
No nos parece, al contrario de lo que piensan ciertos autores, que la cuestión principal pueda
resumirse a la necesidad de analizar la manera de relacionarse de aquel que interviene, con los
individuos, grupos y organizaciones con los que trabaja. Nos encontramos aquí en el nivel de las
identificaciones, de las rivalidades o, como máximo, de las alianzas y conflitos políticos dentro, por
ejemplo, de cierta organización. Esto constituye lo que acostumbra llamarse contratransferencia
del analista que, llevada a un nivel más político se denomina contratransferencia institucional
(nosotros la llamaríamos organizacional). Cuando hablamos de análisis de implicación no nos
referimos apenas, y ni siquiera principalmente, a esto. Nos referimos al análisis de los vínculos
(afectivos, profesionales y políticos) con las instituciones en análisis en aquella intervención, en
una u otra organización y, de un modo más general, al análisis de los vínculos (afectivos,
profesionales y políticos) con todo el sistema institucional. Ejemplificando: si un grupo de
practicantes en Psicología de una universidad particular realiza una intervención en una escuela
pública determinada, ¿qué se incluiría en el análisis de la implicación? Sin duda que las
identificaciones, rivalidades, etc. entre los analistas y los alumnos, los profesores, la dirección, etc.
Pero, según nuestro punto de vista, fundamentalmente los vínculos con las instituciones en
análisis (la institución universidad y la institución escuela, de manera más evidente) y los vínculos
con todo el sistema institucional (el público y el privado, el dinero, la comunidad científica, el
Estado... e, inclusive, la propia institución del análisis institucional!!!) Cuando esta idea de
implicación es generalizada a todos los agentes y grupos sociales envueltos —y no se limita
solamente a los llamados "analistas"— ella deriva en la idea de transversalidad. Individuos, grupos
y organizaciones se vinculan de un modo u otro, tanto con las instituciones en análisis como con
todo el sistema institucional. De este modo se rompe la ilusión de la totalidad cerrada. Nadie es
más, solamente lo que aparenta ser ("miembro" de "un" grupo, por ejemplo). Quizás ésta sea una
manera de entender la enigmática afirmación de que "estamos atravesados por las instituciones",
como también de pensar el "coeficiente de transversalidad"16 alcanzado en nuestras
intervenciones y análisis.
Rechazados los análisis totalizadores y apriorísticos, percibimos que los conceptos que podamos
llegar a producir teóricamente sobre este punto, son inseparables de su origen social. Ellos piden
análisis de nuestra implicación en tanto que profesionales "psi" llamados "institucionalistas", en
los cuales podamos poner en práctica cierta capacidad de interrogación social, en vez de
adherirnos a formas determinadas de corporativismo o de "defensa de intereses profesionales
comunes". Ya que, si el Análisis Institucional a veces aparece como una valiosa "propiedad" de los
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psicólogos, el análisis de esta institucionalización constituye el. Más nuevo desafío con el que nos
confrontamos.
Se enfatiza una preocupación managerial de las organizaciones, se exalta hasta el ridículo la órbita
recortada y circunscripta de lo individual, se atisban dinámicas grupales pero poco, y más bien
nada, se estudian los problemas específicamente institucionales.
Las instituciones “no son tan bien conocidas”, damos por obvio muchas cosas de ellas, y al final, no
las conocemos. A la institución, además de vivirlas, las padecemos, las transitamos, aceptamos y
criticamos. Es indispensable.
Toda institución tiene una organización material y también una organización jurídica. Estas son
organizaciones productivas. Las instituciones, además, tienen un sistema de circulación y
distribución (por ejemplo: personas). Todo esto “habla de la institución”. Lo hablado es todo
aquello que podemos conocer o presuponer previamente de una institución. La dimensión de lo
hablado está asociada al plano de lo instituido.
Lo hablado instituido no es material de desecho, muy por el contrario, las vestimentas, las
inscripciones en las paredes, los modos y costumbres prototípicos, etc, son elocuentes de los
códigos que pueden ser percibidos pero su registro nos puede introducir en la dimensión de lo
“hablante”.
Lo hablante es aquello que nos facilita otra comprensión de la institución. Aparece bajo la ruptura
de lo habitual, las fracturas, contradicciones, oposiciones, las situaciones paradojales de lo
“hablado”. Lo hablante institucional puede ser asociado con el par complementario de lo instituido
que es lo instituyente. Todas las instituciones, aún las aparentemente más estáticas, se mueven.
Este movimiento está dado por el juego, por la permanente articulación de dos dimensiones o
planes: lo instituido y lo instituyente.
Instituido es estructura ya dada, instituyente no es solo algo dado sino que se va conformando. Es
un constante movimiento psicosocial de la institución. Esta relación no debe tomarse como
sinónimo de actividad/pasividad. No solo conocemos instituciones singulares y concretas, sino
también la dimensión universal de la institución. Esto se refiere, por ejemplo: hablar de salud
mental es referirse al complejo dispositivo de instituciones singulares que la realizan.
20
institución, no solo interesa conocer que son las instituciones sino también que creen que son, y
esto también forma parte de la misma dimensión institucional.
Si la institución es un proceso en movimiento, son los grupos quienes pondrán en juego este
movimiento. Aquí podemos identificar a los grupos objeto y los grupos sujeto. El grupo objeto es
el grupo sometido a las consignas instituidas: soportan la jerarquización, su acción es lo que se
espera de ellos, etc. Los grupos sujeto operan ciertos desprendimientos de la jerarquización y
pueden abrirse a un más allá de sus propios intereses aunque no sea un más allá institucional.
Estos grupos no pueden sostener de forma permanente una posición instituyente pero son
aquellos que respecto de lo hablado/hablante tienen vocación de “tomar la palabra” mientras que
los grupos objeto son los que tienden a “repetir al pie de la letra”.
No existen grupos sujeto y objeto puros, sino que hay mutaciones grupales frecuentes. Aparece el
concepto de verticalidad: las instituciones son un vasto sistema de relaciones y comunicaciones,
organizadas en torno a sus reglas formales y también a las informales.
Existen algunas orientadas a la posición vertical, pero existen otras que dan lugar a formas
horizontales de relación y comunicación. El coeficiente o producto de la ecuación
verticalidad/horizontalidad nos aproxima al nivel de transversalidad de cada institución, registro
que nos induce a considerar ciertos grados de optimización, alejando los excesos instituidos y
también los excesos instituyentes. Mejorar la transversalidad es uno de los objetivos prácticos del
analista institucional.
El coeficiente de transversalidad es ese grado de optimización que una institución puede alcanzar
ante el complejo anudamiento y condensación de relaciones de variado carácter. Con el concepto
de transversalidad ponemos en juego el atravesamiento social que tiene toda institución. La
transversalidad es un fenómeno para reconocer en las instituciones y no para diluirlas. Se trata de
una realidad inmanente a las mismas aunque los fenómenos las trasciendan.
Debemos entender que toda perspectiva de cambio o transformación pasa necesariamente por la
autoconciencia de la institución. La autoconciencia supone la forma de conciencia de las instancias
institucionales del juego de fuerzas sociales que la atraviesan. Autonconciencia de lo que es, de lo
que cree ser y de lo que desea ser; la revelación del plano imaginario articulado en la misma
realidad institucional.
El analista institucional no puede estar demasiado lejos del espacio anudado que analiza, por ello
es que se denomina a su trabajo “intervención” institucional; tampoco puede estar excesivamente
próximo, sino se toma a sí mismo como objeto de análisis y estudio. Nos metemos con los objetos
y los objetos de meten con nosotros, aquí no hay neutralidad posible. La implicación institucional
es el conjunto de relaciones, conscientes o no, del acto y el sistema institucional. Se trata de todo
aquello que articula al actor con la institución. Se observan los siguientes tipos de implicación:
1. Implicación epistemológica: el punto de vista del actor “crea” el objeto en el plano del
conocimiento. Se trata de unas cuantas verdades que explicitadas o no reconocidas, o no operan
en la estrategia socioanalítica 2. Implicación semiológica: los elementos de este tipo los tomamos
de la lingüística, operan en 2 niveles, el paradigmático y el sintegmático 3. Implicación
paradigmática: corresponde al efe formal de la institución. Toda institución tiene su realidad, su
reglamentación, se trata de una institución organizada según reglas que no son visibles en el
acontecer institucional. El eje formal y reglamentado se complementa con la dimensión
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sintagmática de la implicación que tiene que ver con la sucesión de los acontecimientos de una
manera lineal y extendida. Las instituciones tienen sus planos de acontecimientos los cuales están
ordenados por reglas y disposiciones que les proveen una organización particular. 4. Implicación
social e ideológica: los agentes institucionales son todos actores sociales y el analista no puede
prescindir, salvo imaginariamente, de la dimensión social que lo y los atraviesa. 5. Implicación
afectiva o libidinal: las instituciones no son meros espacios en donde tan solo se cumplen
funciones o alcanzan finalidades, también pasan otras cosas que van desde
la conformación de grupos o subgrupos de afinidades, actos personales temperamentales que
pueden traducirse en autoritarios, amorosos, hostilidades, etc. Es el infinito universo de las
pasiones institucionales.
Lo que el analista busca, al estar insertado en las instituciones, procura detectar analizadores. Un
fenómeno aislado, a veces ínfimo o parcial, un acontecimiento imprevisto, inesperado o
impensado, puede constituirse en analizadores institucionales. Todo el material institucional
puede ser significante. Existen analizadores de tipo natural, o sea, no causados por el actor pero
detectados por él y también artificiales, generados por el propio analista como táctica de prueba
de los efectos que tal acto o hecho pueden generar. Acá aparece también el concepto de
contratransferencia institucional.
El nivel transferencial de las instituciones implica al propio socioanalista porque está dentro del
mismo campo en donde interviene; este nivel de la transferencia del propio analista sobre el
campo institucional de la intervención es lo que denominamos contratransferencia. Porque es el
sujeto o el grupo de sujetos que tienen como objeto la propia institución y no el gobierno de ella o
la gestión de alguna actividad recortada, parcial o especifica en la institución. Hay que estar en la
propia institución para reconocerla en sus dimensiones fundamentales.
Lourau decia que la problematica real se encuentra en la oposicion entre estas vias institucionales y
las vias no institucionales de aprendizaje del Analisis Institucional, los movimientos anti-
22
institucionales o eventualmente las experiencias contra-institucionales, que son los que podrian dar
sentido a su proyecto. el Analisis Institucional constituye una disciplina auxiliar de otras practicas
(psicosociologicas, psicoterapeuticas, comunitarias, etcetera), perdiendo la especificidad tanto
practica como teorica de sus c'onceptos.
El movimiento de la Psicoterapia Institucional paso por tres fases. La primera de ellas, ayudada por
la situaci6n de racionamiento y las condiciones de vida durante la ocupacion, se constituyo a partir
del eje de cambiar la relacion medicopaciente. Este cambio se veia promovido por la necesidad de
dejar los aspectos propiamente terapeuticos en funcion de las necesidades de supervivencia de los
pacientes. Los medicos, más que pensar en los procesos de la enfermedad mental, tenian que
esta'olecer, junto con los pacientes, los mecanismos necesarios para hacerse de los satisfactores
basicos, muy escasos en situacion de guerra y ocupacion. A este periodo, sucedio la fase de
socializacion mediante el grupo.
En esta segunda fase, la ergoterapia, la psicoterapia de grupo, los experimentos alrededor del Club
Terapeutico, espacio organizado por los pacientes, todas estas modalidades pusieron de manifiesto
que, como los psicoterapeutas institucionales decian, no era al paciente, sino a la institucion a la que
debian curar. Sin embargo, su critica no se detenia alli. El trabajo con los pacientes permitio
descubrir, en lo que se refiere a los procesos terapeuticos, que era la actividad instituyente de los
pacientes el elemento propiamente terapeutico.
Esto descentraba la posicion del medico, inserto en un cuestionamiento mas o menos permanente de
su lugar de poder. La autogestion de los pacientes y del hospital tenia una eficacia terapeutica. La
tercera fase se constituyo como una fase propiamente psicoanalitica. La tabla de actividades
permanecio practicamente inalterable, o con enriquecimientos eventuales. Sin embargo, si en el
momento anterior era la autogestion y las posibilidades instituyentes de los pacientes el agente
terapeutico, el psicoanalisis, introducido por los medicos al hospital, convertia dichas actividades en
soporte de otro analisis.
El agente terapeutico ya no es la actividad misma paciente, sino el analisis realizado sobre dichas
actividades. El psicoanalisis que se introdujo en el hospital era un psicoanalisis critico frente a las
practicas predominantes en el medio frances: el lacanismo, en nombre del "retorno a Freud", se
mantenia critico frente a la problematica del sujeto individual, relevando el papel de la "estructuran.
Esto permitio un avance teorico innegable en el seno de la Psicoterapia institucional, pero al mismo
tiempo mermaba las bases mismas desde las que esta se habia constituido. La insercion del
Psicoanalisis sustituyo con la teoria la experimentacion que se realizaba en psicoterapia. Tiempo
despues, los movimientos de las comunidades terapeuticas en Inglaterra, la experiencia italiana
lidereada por Basaglia, permitieron cuestionar la frontera entre salud y enfermedad mental.
Estas experiencias mostraron menos los problemas relacionados con la complejidad sofisticada del
inconsciente freudiano que el problema del poder. Aunque la creencia casi religiosa en el
23
Psicoanalisis fuera ganando poco a poco a la pequena burguesia, la evolucion de la ultra-izquierda y
su critica radical de la vida cotidiana, del problema de la homosexualidad y de la mujer, etcetera.,
significaron un dique importante a dicha tendencia.
Asi, los debates actuales sobre la institucion psiquiatrica tratan menos sobre las divergencias de las
diferentes escuelas psicoanaliticas, que sobre las politicas psiquiatricas o la politica en la
psicoterapia. La Pedagogia Institucional. Con un itinerario mas breve y bastante diferente, la
Pedagogia Institucional encuentra tambien la problematica de una teoria de la accion politica fuera
de las organizaciones politicas o sindicales. Este movimiento tuvo influencias, a veces paralelas y a
veces convergentes.
En un principio, todos los practicantes de la Pedagogia Institucional estan de acuerdo en tres puntos:
a) considerar la institucion escolar (y no solamente el establecimiento donde se ejerce) como objeto
de analisis; b) establecer las formas de regulacion (autogestion, "instituciones" de clase, etcetera)
sobre la base de un funcionamiento lo mas democratico posible del conjunto maestro-alumnos; c)
crear las condiciones de este funcionamiento y, consecuentemente, de un analisis colectivo de la
institucion escolar a partir de relaciones no-directivas entre maestros y alumnos. Al poco tiempo, en
un terreno tan explosivo como el de la ensenanza, aparecieron situaciones que orillaron la escision
del movimiento en dos tendencias: psicoanalitica (Oury, Deligny ...) y autogestiva (Lourau,
Lapassade, Lobrot, Fonvieille).
Desde alli, fue posible observar como las transformaciones de la institucion tenian relacion con
diversos modos de accion, que van desde la apatia, la desercion, acciones no-institucionales; el
rechazo mas o menos expresado a los examenes, a las instrucciones oficiales, acciones anti-
institucionales; o experimentaciones pedagogicas que ponian en cuestion los fundamentos mismos
de la institucion escolar, tales como las pedagogias autogestivas, acciones contra-institucionales.
Estos modos de accion se convertirian pronto en los referentes basicos tanto de la psicoterapia
como de la pedagogia institucionales. La Pedagogia Institucional descubrid que el analisis de la
institucion escolar desemboca, necesariamente, en el analisis generalizado de las instifuciones.
24
Esto mismo descubrieron los practicantes del Socioanalisis. Intervencion hecha bajo encomienda de
un "cliente" en diversas organizaciones.
El Socioanalisis. El Termino socioanalisis fue enunciado por primera vez por el equipo de Van
Bockstaele (psicosociologo frances) en los anos 60. Se trata de un metodo de intervencion que tiene
orígenes diversos y a veces desconocidos. Sin embargo, podemos decir que este metodo de
intervencion se situa en la prolongacion de la Psicoterapia y Ia Pedagogia Institucional, en
particular en lo que concierne a los conceptos de autogesfion, implicacion (el cual reemplaza,
ampliandolos, los conceptos de transferencia y contrafransferencia instifucional), de
transversalidad y de analizador, poco elaborado pero enunciado por la Psicoterapia Institucional.
En efecto, es en el preciso momento en el que Lapassade, con sus primeros "clientes, analizan lo
instituido de la practica psicosociologica, es decir, las condiciones sobre las cuales esta practica es
posible, la serie de reglas sin las cuales resultaria imposible realizar dicha practica, es en este
momento en el que se origina el Analisis Institucional. Asi, resultaria imposible comprender el
Socioanalisis sin la practica grupal que le dio origen. Pero al mismo tiempo, no lo podemos reducir
a dichas prácticas. El Socioanalisis rebasa, desde un analisis de caracter politico, las practicas
psicosociologicas. Y este analisis politico es el analisis de lo impensado y lo impensable de dichas
practicas, desde el marco conceptual de la psicosociologia misma.
Pueden participar en la experiencia socioanalitica todos aquellos que, de cerca o de lejos, tengan
que ver con la encomienda o encargo de intervencion. Asi, tendremos un numero siempre
fluctuante de participantes y una circulacion bastante fuerte de los mismos. Aparece entonces un
grupo abierto permanentemente, que no cierra su entrada a aquellos que esten interesados o sean
requeridos para la intervencion. En la medida en que la participacion tiende a generalizarse al
conjunto del establecimiento donde se efectua la intervencion, el grupo tiende a constituirse mas
como una forma de Asamblea General. De la misma manera, los horarios y los lugares en los
cuales se realiza la intervencion, pueden ser modificados, incluso pueden verse destruidas las
formas psicosociologicas de intervencion, por la presion del grupo cliente o por la voluntad
experimental de los analistas.
El Socioanalisis se estructura a partir de tres polos principales: a) el "staff" analitico, constituido por
los "expertos" demandados por la intervencion, aunque eventualmente pueda ampliarse con
miembros del establecimiento donde se efectua el socioanalisis: b) el "staff" cliente, es decir, la
persona o personas que son portadoras del encargo de intervencion, quienes realizan directamente la
demanda a los analistas; y c) el grupo cliente, el conjunto de personas que participan en la
intervencion.
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Podriamos decir que la base del dispositivo socioanalitico consiste en trastornar, descomponer el
recorte espacio-temporal de los intercambios y del trabajo instituidos, la desestructuracion
provisoria del organigrama, la des-institucionalizacion mas o menos profunda, de acuerdo con las
posibilidades del establecimiento y del grupo-cliente.
Estas determinaciones transversales actuan unas sobre otras, y su elucidacion se constituye como el
objeto propio del socioanalisis. La elucidacion de estas determinaciones es necesariamente
colectiva, puesto que no puede existir un saber especializado propio del "analista" que iluminara
el no-saber social. A lo mas, el especialista puede darse los medios para inyectar o restituir en el
grupo-cliente los datos o informaciones sobre las caracteristicas de la poblacion o la situacion que
va a enfrentar. En otras ocasiones, el analista escucha y aprende del analisis efectuado por el grupo-
cliente. No es el saber especializado del interviniente un saber privilegiado, que le permita
situarse por encima de los saberes y no-saberes del grupo-cliente.
C. El campo de intervencion. Si lo que sucede antes, exteriormente y despues de la interven- ' cion
constituye el campo de analisis de la intervencion socioanalitica, estas dimensiones constituyen
tambien elementos del campo de intervencion:
- Antes, la negociacion del contrato de intervencion con el "staff" cliente, que puede haberse
realizado mucho tiempo antes de la primera sesion socioanalitica, es lo que traera, durante la
intervencion, un analisis de la encomienda diferente al de la demanda (cuestion que
profundizaremos despues). El Socioanalisis, a diferencia de muchas corrientes de analisis grupal,
insiste mucho sobre la restitucion de tal negociacion durante las sesiones.
- El exterior: personas, grupos, elementos materiales exteriores a las fronteras originales del grupo-
cliente pueden entrar en el campo de intervencion. Asi por ejemplo, en ciertas instituciones las
secretarias, el personal de limpieza, etcetera., pueden jugar un papel importante en la realizacion de
ciertas tareas de la institucion, en la produccion de ciertos conflictos, en la elucidacion de algunas
problematicas.
- Despues: El "seguimiento" es un principio bastante conocido en la consulta o las intervenciones
psicosociologicas. El dispositivo de intervencion esta necesariamente delimitado en el tiempo. Sin
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embargo, no es raro que el mismo proceso de la intervencion haga estallar el límite de tiempo
establecido para la intervencion. Se trata de un momento privilegiado de análisis colectivo, y tienen
tanta importancia como el contrato de intervencion o los proyectos de un grupo-cliente que discute
calmadamente en una Asamblea General. Las condiciones de este desbordamiento del tiempo
originalmente establecido, asi como los efectos de intervencion que se desarrollan despues de las
sesiones socioanaliticas constituyen tambien al campo de intervencion.
D. El nivel conceptual del analisis. Podriamos partir de la hipótesis de que el nivel conceptual del
Socioanalisis, es la resultante de la transposicion de un campo de analisis macro-social
("institucionalista": entre la ultra-izquierda y el anarquismo), y un campo de intervencion micro-
social, delimitado en el tiempo y el espacio, y esto determina la utilizacion y la transformacion de
ciertos conceptos, la construccion de ciertos metodos, etcetera. De esta manera, no podemos
considerar el nivel conceptual del Analisis Institucional como una teoria acabada, como una concep
cion homogenea de los hechos sociales. Al contrario, los conceptos del Analisis Institucional han
sido importados o construidos en momentos distintos de su historia, frente a problematicas
disimiles.
El campo conceptual se constituye no como una teoria, sino como una encrucijada de nociones y
conceptos de disciplinas multiples y prácticas diversas. Quizas, si alguna unidad pudiera
encontrarse, seria en el sentido de la posicion anti-institucional de las practicas que estan en el
origen de los conceptos constituyentes del Analisis Institucional.
- Analisis de la encomienda y de la demanda. Este analisis encuentra, a cada momento, el lugar
ocupado por el "staff" analitico (la oferta), y el lugar del "staff' cliente. Entre los dos, una
complicidad politica, de cualquier orden, se establece, para que exista encomienda. La diferencia, la
oposicion o el conflicto entre aquellos que dirigen y aquellos que son dirigidos, entre los
"responsables" y la "base", entre líderes y lidereados, exige una diferenciacion entre encomienda y
demanda. Y aqui se hace necesaria una distincion. La diferencia entre encomienda y demanda de
ninguna manera puede confundirse con el procedimiento de analisis de la demanda manifiesta y la
demanda latente.
En el caso de los conceptos de encomienda y demanda en Socioanalisis, la referencia es distinta.
Podriamos decir, de una manera muy simplista, que la encomienda es la demanda del "staff' cliente,
¿Cómo se constituye esta demanda? Suponer que el "staff' cliente es el portavoz de una demanda
del conjunto de la institucion seria caer en una vision romantica de las estructuras sociales. Al
interior de un establecimiento surgen una serie de demandas multiples y contradictorias, de acuerdo
a los diferentes lugares que ocupa la base social, los integrantes de dicho establecimiento.
El papel social del conocimiento, del saber, esta en el origen mismo de toda encomienda. Y en tanto
saber socialmente legitimado, el saber socioanalitico no esta exento de todo aquello que Basaglia
analizaba respecto del mandato social. Por ello es no solo encargo, sino encomienda. Encomienda,
27
porque se espera que el socioanalista actue en cierto sentido, mantenga la significacion dominante
de los vinculos sociales, se sostenga como especialista, que pronto se transforma un juez.
En resumen, esta dimension de la encomienda supone que el socioanalista actue en cierto sentido,
mantenga la significacion dominante de los vinculos sociales, se sostenga como especialista, que
pronto se transforma en juez. En resumen, esta dimension de la encomienda supone que el
socioanalista, respondiendo al encargo, legitime en su totalizacion al sistema social vigente. Pronto
veremos que, en la esencia de todo socioanalisis, esta el rechazo de este mandato social. Asi, la
encomienda inicial debe ser no solo ampliada, sino tambien desviada de sus objetivos originales.
Deciamos que el encargo o encomienda debe ser entendidos como una de las multiples demandas
que aparecen en la base social de la institucion. Sin embargo, no siempre es facil la emergencia de
las diversas demandas del grupo-cliente.
La emergencia de las demandas del grupo-cliente se constituye a partir de los lugares especificos de
los actores del establecimiento, es decir, de la manera en la que se encuentran implicados en la
institucion. Sin embargo, la definicion mas simplista, pero a su vez la mas ilustrativa, seria aquella
en la cual la demanda se refiere a la expresion del deseo en situacion institucional. Representada de
esta manera la demanda, el Socioanalisis adquieren sentido. Este sentido se centra en la creacion o
estructuracion de situaciones que permitan la emergencia de tales deseos. El dispositivo se centra en
esta posibilidad.
-La implicacibn. El modelo de intervencion socioanalitico pone en cuestion el saber y el no saber
del especialista en la situacion misma de la intervencion. Si bien no es primera vez en la historia de
las ciencias sociales que este cuestionamiento aparece, lo que si es cierto es que la corriente
socioanalitica del Analisis Institucional es la que mas ha profundizado esta perspectiva. El analisis
de la implicacion es lo que nos permite relativizar historicamente nuestras "verdades", abriendo, en
e1 terreno mismo, la posibilidad de reflexion sobre nuestro propio entendimiento. Este
cuestionamiento aparecio, por primera vez en el movimiento institucionalista, en el periodo
psicoanalitico de la Psicoterapia institucional.
Podemos observar, con esto, que los referentes teoricos del concepto de contratransferencia dejan
de estar centrados en el Psicoanalisis, y empiezan a ampliarse hacia la Sociologia. Desde las
experiencias de la Pedagogia institucional al Socioanalisis, el concepto de contratransferencia
institucional se amplio, y se prefirio, en este sentido, la denominacion de implicacion. Implicación,
asi, contiene y rebasa los limites del concepto de contratransferencia institucional.
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mediatizada por el saber y por el no saber sobre lo que es posible o lo que no es posible hacer,
pensar, etcetera.; e) implicacion simbolica, es decir, el lugar en el cual todos los materiales gracias a
los cuales se articula la sociabilidad hablan de su funcion y, ademas, de otra cosa: sociabilidad
misma, el vinculo social, el hecho de vivir iuntos, de oirse y de confrontarse, etcetera.
Esta comprension del problema de-la implicacion contenia, ya en germen, desarrollos posteriores
que la irian verificando, fuera de las complejidades dem unico modelo linguistico. Durante el
periodo de 1978 a 1984, el problema de la implicacion fue el paradigma central del Analisis
Institucional. La retraccion de las encomiendas de intervencion, resultado de las crisis economicas y
politicas en Francia y en el extranjero podria explicar, al menos parcialmente, este mirar ahora
"hacia adentro", este aspecto de volverse hacia si para analizar lo que realmente se esta haciendo.
La sistematizacion del concepto de implicacion trajo consigo la necesidad de volverlo mas
operativo, un poco mas esquematico para las situaciones de intervencion.
Asi, en mi tesis, intente sistematizar estos aportes en cuatro dominios o dimensiones fundamentales
de la implicacion: a) dimension psicologica o contratransferencial, en donde los aportes de la
corriente del Etnopsicoanalisis complementarista, creada por George Devereux, ha realizado
avances sorprendentes. La posibilidad de objetivar los procesos contratransferenciales a partir de la
observacion complementaria que realiza el "objeto" de investigacion, la evidencia de que el
investigador es tambien observado por el sujeto analizado, permite sentar las bases de una "teoria
del deslinden.
Devereux, en su famoso libro, permite analizar los elementos propiamente psicologicos de este
campo de relaciones tan especial que se organiza a partir de la situacion de investigacion o
intervencion. b) dimension sociologica, en donde el campo de relaciones que establece el intelectual
con el fin de producir conocimientos, aparece ya atravesado por variables de orden sociologico, lo
cual explica, a su vez, el lugar social del conocimiento.
La pregunta podria plantearse de la siguiente manera. En Ciencias Sociales, donde las diferentes
investigaciones sobre el cambio social intentan acercarse cada vez mas a planteamientos sobre las
condiciones de las revoluciones sociales, etcetera., en este discurso sobre el cambio y como
realizarlo, que los intelectuales cooperamos para el mantenimiento del orden social existente?
Frente a los planteamientos del intelectual organico de Gramsci, del intelectual comprometido de
Sartre, aparece asi un intelectual implicado, a quien no le salen alas de angel; pero que no rechaza
los analizadores de su propia práctica cotidiana en tanto intelectual. c) dimension epistemologica,
muy asociada al efecto Heisenberg (que explicaremos mas adelante), en la cual el analisis de los
diferentes dispositivos de investigncion determinan los alcances y los resultados mismos de la
investigacion.
29
Ciencias Sociales, la dimension epistemologica de la implicacion nos remite al estudio de como los
dispositivos de investigacion o de intervencion producen los fenomenos que quieren observar. d)
campo de implicacion, en donde todas estas dimensiones anteriores se formulan como un campo de
fuerzas que atraviesa las totalizaciones de los dispositivos estructurados para producir
conocimientos, dando sentido y relatividad historica a conocimientos que, queriendose universales,
en realidad se constituyen como conceptos situados y fechados, sometidos, como todo concepto, a
un proceso de envejecimiento y caducidad. - La autogestion de la sesion. El problema de la
autogestion atraviesa de inicio a fin la historia del Analisis Institucional. Recordamos que en el
segundo momento de la Psicoterapia Institucional, el momento de la socializacion mediante la
psicoterapia de grupo, el elemento propiamente terapeutico podria entenderse como una
autogestion en ciernes del hospital. De la misma manera, la escision en la Pedagogia Institucional
estuvo fuertemente marcada por las experimentaciones de caracter autogestivo.
Desde su creacion, el Analisis Institucional estuvo en contacto con corrientes y momentos historicos
en los cuales la autogestion jugo un papel protagonico. En el origen del Analisis Institucional, se
encuentra precisamente una demanda de formacion a la dinamica de grupos, pero una demanda que
habia sido vehiculizada por un sindicato estudiantil (la UNEF, Union Nationale d'Etudiants de
France), Es asi que la autogestion, siendo un concepto cuya referencia es fundamentalmente
politica, se integra en el mismo origen de la constitucion de un Corpus de nociones que constituiria
al Analisis Institucional.
El proyecto autogestivo ataco de inicio esa situacion. Con los estudiantes de la UNEF, en este caso
el cliente, fue posible organizar conjuntamente el curso, una especie de cogestion, que permitia
mostrar las posibilidades de trabajo. Si era posible trabajar sin que el coordinador o animador fijara
desde su propia voluntad las condiciones del curso. En el origen de la Pedagogia Institucional al
estilo del GPI (Grupo de Pedagogia Institucional) se encuentra precisamente esta discusion. En el
momento de la creacion del Socioanalisis como metodo de intervencion, el problema de la
autogestion se generaliza. Recordemos tambien que este momento es muy especial en la historia
francesa. La primera intervencion socioanalitica se realiza a finales del ano 1967, cuando ya
empiezan a manifestarse algunos elementos de la efervescencia que tendria lugar el siguiente Mayo.
En cierto momento, la autogestion de la sesion comenzo a cuestionar tambien el pago al staff
analitico. Existe tambien una autogestion del pago, que se constituira en el analizador privilegiado
de la base material oculta de la institucion. Como podemos observar, la autogestion se constituye
como un disparador de una serie de procesos al interior del grupo clientey, en general, de todos los
Participantes en la intervencion socioanalitica. Sin embargo, en los procesos sociales la suerte de la
problematica autogestiva corrio por distintos caminos. Los planteamientos autogestivos, que de
alguna manera eran bandera de grupos sociales bastante radicales, que habian tenido experiencias
de este tipo en sus propias organizaciones, fueron pronto absorbidos por el Estado. Se constituyen
asi "autogestiones dirigidas" o lo que Lourau denomino "la autogestion de los gerentes".
Lapassade analiza con una claridad sorprendente como, en el movimiento universitario y juvenil de
1968, la cogestion en instancias colegiadas fue el arma mas eficaz del Estado contra el fantasma de
la autogestión. En lo que respecta la intervencion socioanalitica, la autogestion es una especie de
mito movilizador, la escenificacion de una fuerza que trabaja en favor de una des-
institucionalizacion necesaria para el proceso de Analisis Institucional. - La transversalidad. Este
concepto ha sido central para la crítica de las diferentes metodologias para abordar al grupo.
Tosquelles decia, en una historia de la Psicoterapia Institucional, que todos ellos, respecto del
trabajo grupal, se habian iniciado a partir de la teoria de la Gestalt. Esta afirmacion continua siendo
valida. En terminos de manejo de grupos y analisis grupal, es necesario ver el grupo como una
30
totalidad, como una unidad que nos permite pensar las determinaciones psiquicas y sociales de su
proceso.
Guattari desarrollo con más profundidad este concepto. Esto lo realizo desde dos marcos
referenciales en momentos distintos. De inicio con una referencia psicoanalitica, y posteriormente
con una referencia mas filosofica y sociologica. En Guattari, existen dos puntos de partida para
trabajar el problema de la transversalidad del grupo: por un lado, el problema de la
contratransferencia institucional, que nos remitia, como vimos mas arriba, a una serie de elementos
en la cual el medico reaccionaba a partir de la totalizacion de vectores sociales que aparecian, mas o
menos ocultos, en la situacion del hospital. Pero la transversalidad no se detiene alli. Los grupos de
pacientes, y cualquier otro grupo, eran tambien objeto de estos vectores. De esta manera, Guattari
realiza una especie de taxonomia, una clasificacion dinamica de los grupos a partir de la manera
como se situan en el contexto social, de inicio el más inmediato: la institucion.
Surge asi la aproximacion a las nociones de grupo objeto y grupo sujeto. Grupo objeto y grupo
sujeto son denominaciones que Sartre Pero estas denominaciones no tienen sentido sino en relacion
con dos problemas: el de la verticalidad y la horizontalidad. Adiferencia de la teoria de los Grupos
Operativos, la nocion de verticalidad no nos refiere a la verticalidad historica, procesal, de los
sujetos. No es la historia de los sujetos que constituyen al grupo. Podriamos decir, de manera muy
grosera, que la verticalidad designa las relaciones sociales institucionalizadas, jerarquizadas,
mediatizadas en funcion de un tipo de sociedad, de sistema economico, etcetera. De igual manera,
la horizontalidad no es solamente un aqui y ahora que articula las historias individuales.
Los grupos objeto son aquellos que caen en cualquiera de estas dos autonomizaciones: el grupo
fuertemente burocratizado, que no se reconoce sino en funcion de la jerarquia que aparentemente
los funda; o la pequena secta o banda, que no puede reconocer sus atravesamientos verticales, en
funcion de una horizontalidad de sus relaciones que se constituye como ley. Guattari dice que el
pasaje al grupo sujeto se da en la elaboracion de estas dos formas de alienacion. La elaboracion de
la verticalidad y la horizontalidad del grupo lo remite a su estar en el mundo, a su situacion y, en
ultima instancia, al sin sentido, en ese proceso de totalizacion y destotaluacion que constituye a
toda forma colectiva. Esta elucidacion de la relacion entre verticalidad y horizontalidad que
atraviesa al grupo es su coeficiente de transversalidad. La elucidacion de la transversalidad del
grupo es un objeto fundamental en la intervencion socioanalitica. Desconstruccion de las relaciones
marcadas por el signo de la verticalidad pura o la pura horizontalidad. v elaboracion de las
relaciones transversales. inconscientes, ignoradas o desconocidas, que revelan el analisis de la
encomienda y de la demanda, el analisis de la implicacion de cada participante y del socioanalista,
la alteracion de lo instituido por efecto de la autogestion de la base material, sin olvidar la accion
subterranea o espectacular de los analizadores.
Sin embargo, entre la concepcion de Guattari sobre la transversalidad y la concepcion socioanalitica
hay un salto, que se refiere a la referencia teorica, al nivel conceptual del analisis. Porque la
verticalidad en Guattari nos refiere a verticalidades inmediatas, que solo en un segundo analisis se
ligan con el conjunto de las instituciones sociales. En el Socioanalisis, esta verticalidad totalizadora
31
es inmediata, en la multiplicidad de instituciones sociales que atraviesan segmentariamente al grupo
cliente.
Guattari tiene enfrente un grupo en proceso, con cierta historia, buscando, quizas sin mucho
desearlo, porque lo teme, su lugar en el mundo, cuestionado su propia actividad cotidiana. El
Socioanalisis tiene enfrente un colectivo que presenta, en su propia constitucion, los
atravesamientos del sistema social completo, que constituyen, de inicio, su propio objeto de
elucidacion. No hay mas proyecto fuera de esto. Esto tiene repercusiones a nivel de la concepcion
de la institucion. Tratando de elucidar este coeficiente de transversalidad, nos damos cuenta de que
no es analizable desde esa concepcion en la cual el establecimiento es sinonimo de institucibn.
El interjuego entre el adentro y el afuera grupa1 resulta cada vez mas dificil de determinar: no se
saben exactamente las fronteras de dicho grupo. En la elucidacion de la transversalidad no
buscamos un "equilibrio" entre la verticalidad y la horizontalidad, que seria el de la ausencia de
la Historia, sino una confrontacion, un conflicto, una contradiccrbn por resolver o resuelta a
nuestro pesar en la accion, primer y ultimo analizador.
– El analuador. es un concepto basico del Analisis Institucional, y su validacion es la validacion
misma del metodo. Hablar del analizador es hablar del principio mismo del analisis, que en esta
corriente de pensamiento tiene significados distintos al significado comun, significados que ponen
en juego el proyecto mismo del Analisis Institucional. A grandes rasgos, podemos decir que el
analizador es toda aquella persona, situacion, accion, que descontruye lo instituido de la institucion.
Y en esta definicion encontramos ya una serie de elementos interesantes. El primer elemento en el
que podriamos situar la atencion es precisamente el que nos senala que lo que realiza el analisis es
el analizador.
Mas alla de las teorias o conceptualizaciones, el analisis es aqui entendido como el efecto
analizador, el analisis es una accion de desconstruccion que tiene efectos mediatos e inmediatos, en
funcion de las relaciones de poder, de autoridad, del saber de los participantes de toda la estructura
oculta de la institucion, revelada de manera mas o menos virulenta por los analizadores. Asi, el
proyecto de Analisis Institucional revela dos cuestiones: una concepcion del analisis que critica la
concepcion tradicional, en donde, a traves del saber de los especialistas, es posible develar
dimensiones no percibidas por el sentido comun de los participantes (esto sera profundizado mas
adelante, en la exposicion del efecto Weber y del efecto Luckacs); la segunda cuestion se
precisamente la colectivizacion del analisis, puesto que la significacion y el efecto de los
analizadores no puede existir sino en relacion a las diferentes posiciones y jerarquias presentes en el
grupo cliente. De esta manera, el concepto de analizador es un concepto que tiene que ver mas con
una accion especifica, una accion de denuncia o de develar las situaciones que conforman el no-
saber de los miembros respecto de la institucion a la que pertenecen.
La accion del analizador se opone a las fuerzas institucionales, que pueden tener origen en
diferentes momentos de la institucion, que pugnan por mantener un secreto, un no-saber, incluso de
ellas mismas, que constituye la base del funcionamiento y la funcionalidad institucional. El analisis
deja de ser un mero ejercicio intelectual, con posibles aplicaciones practicas, y se constituye como
un trabajo, una accion de desconstruccion en la accion de lo instituido, de las formas de
32
funcionamiento ya establecidas y naturalizadas, ya integradas en la institucion. Podemos reconocer
tres tivos fundamentales de analizadores: a) El analizador construido, dispositivos de intervencion
diversos que tienden a poner de manifiesto, durante su operacion, dimensiones y elementos diversos
que normalmente se constituyen como un no-saber colectivo sobre la institucion.
Grupo de base, grupo que privilegia la horizontalidad, las relaciones afectivas inmediatas, grupos
centrados en si mismos y sus relaciones. Lourau lo llama instancia GB (grupo de base) siguiendo la
logica de Bion, que decia que a todo grupo de trabajo subyacia una instancia de base, que podria
formularse a partir de sus ahora ya famosas hipotesis de base o hipotesis basicas. Pero Lourau no
intenta elucidar la relacion dinamica existente entre lo manifiesto del grupo de trabajo y la latencia
33
cxpresada como hipotesis basica, sino mas bien como esta hipotesis basica, o esta instancia GB se
representa en el grupo, a traves de un subgrupo o en la forma de la praxis grupal.
- Grupo de trabajo, grupo que se centra estrictamente en su tarea, como forma de obediencia al
encargo institucional, grupo cuya unica referencia es la jerarquia institucional, situado dentro del
momento instituido de la institucion. Nuevamente, este concepto, extraido de Bion, es sacado de su
sistema de referencia.
Lo que resultaria importante mencionar alrededor del concepto de desviacion es precisamente una
descolocacion frente a lo instituido, de alli su caracter eminentemente analizador.
34
- Desviacion ideologica, que se constituye en el mismo plano de universalidad que su propio
objeto, la ideologia que sustenta la institucion.
- Desviacion libidinal, que se manifiesta en-el plano de las relaciones humanas al interior de la
institucidn. La desviación libidinal tiene un impacto sorpresivo, y podriamos decir que es portador
de una funcion poetica.
- Desviacion organizacional. Este tipo de desviacion resulta la mas dificilmente asimilable por la
institucion, y es la que devela de manera mas clara la violencia sobre la que esta se monta. La
desviación organizacional ya no se manifiesta a traves de desacuerdos teoricos, como en el caso de
la desviacion ideologica, o de conductas
fisicas ansiogenas, como el desviante libidinal. La desviacion organizacional interpela las
cuestiones mas concretas, los canales de comunicacion instituidos. que son formas mas bien de
mantener una cierta incomunicacion, los sistemas de poder disfrazados, los funcionamientos
falsamente democraticos. Pone en cuestion un elemento teorico fundamental: la organizacion y sus
supuestos conceptuales.
La institucion. Como podremos haber observado a lo largo de toda esta exposicion, todos los
conceptos del Analisis Institucional estan atravesados por una concepcion peculiar de la institucion.
Cuando desde el lenguaje corriente hablamos de la institucion, lo podemos hacer desde dos
perspectivas: en primer lugar, desde una perspectiva o lenguaje politico. Asi, cuando el presidente o
el ejercito de un pais se propone como el representante y el defensor de las instituciones de la
nacion, hace referencia a una forma de organizar la vida social, politica y economica. Hace
referencia a un sistema politico partidista, a una organizacion politicae los Poderes (ejecutivo,
legislativo, etcetera.) En segundo lugar, hablar de institucion nos remite a establecimientos
especificos, con su base material, su existencia visible: una asociacion, una universidad, etcetera.
Castoriadis fue el primero que hablo de una sociedad instituyente y de una sociedad instituida. Es
desde esta polaridad desde donde toman sentido los conceptos de alienacion y de autonomia. En
periodos normales, la autonomizacion de esta sociedad instituida hace desaparecer a la vista la
sociedad instituyente, aunque la presupone. sin embargo, la distancia tan grande entre estas dos
"sociedades" manifiesta eso que Marx llamaba el "reino de los muertos sobre los vivos".
Ayudado por una simplificacion de la logica hegeliana, Lourau realizo un intento de mostrar a la
institucion en su dinamica, a traves de momentos de un proceso en el cual movimiento e institución
aparecen confundidos, en el sentido mas estricto del termino, en una forma social visible:
35
- Momento particular, negativo, instituyente o libidinal de la institucion, que es el momento de la
institucion que nos habla de la negatividad actuante, de como toda verdad universal deja de serlo
cuando se particulariza, que expresa la multiplicidad de demandas de la base social de la institucion,
que manifiesta como esta no se
encuentra unida por el consenso, sino por una multiplicidad infinita de factores que rebasan la mera
ideologia.
Bauleo, A.; Duro, J.C. y Vignale, R. (1989). La idea y la práctica de los corredores terapéuticos
Intentamos pasar, empujados entre otras cosas por la necesidad de dar nuevas respuestas
asistenciales a los viejos problemas psiquiátricos y psicológicos, el grupo operativo, entendido
como modalidad técnica, a una concepción operativa de grupo, entendida como una tendencia en
la psicología grupal. La C.O.G (concepción operativa de grupo) nos permite disponer de algunos
elementos teórico-técnicos para su aplicación en los distintos ámbitos de intervención de las
instituciones. El pasaje de la técnica a la concepción operativa de grupo exige un nuevo
replanteamiento de la discusión grupo operativo-grupo terapéutico.
Los grupos terapéuticos se han asociado más a la aplicación del psicoanálisis a los individuos en
grupo, a integrantes con patología psiquiátrica, etc. para nosotros la vieja diferencia entre grupo
operativo y terapéutico se cuestiona. Desde la C.O.G. el grupo cobra significado en y por su tarea;
esta será la que proporciona singularidad y especificidad. Es en la diferencia de los encuadres,
desde donde podemos observar el singular desarrollo grupal y sus efectos en los integrantes, en
los coordinadores y en la institución donde se enclava.
Actualmente, definimos a los C.T. como dispositivos grupales con elementos fijos en su encuadre
institucional y por los que transitan personas que requieren ayuda psicoterapéutica. Estos
elementos estables del setting son; - la terapia como tarea grupal, es decir, la elaboración de
conflictos en el transcurso grupal, - los coordinadores como roles fijos, - un espacio permanente y
un tiempo definido (sala de grupos y una hora y media semanal)
El aspecto más diferencial de los corredores respecto a otro tipo de estructura terapéutica lo
constituye la entrada y salida de integrantes en unos períodos fijados en el encuadre. Estos
períodos, llamados de evaluación se realizan cada 3 o 4 meses y sirven para repensar la situación
de cada integrante ene l grupo, los cambios conseguidos, la necesidad de continuar la ayuda
terapéutica o la disponibilidad para continuar su vida por si solo, siendo dado de alta en el C.T y en
la propia institución.
El método para efectuar esta evaluación consiste en fijar unas sesiones (4) a tal efecto donde las
personas individualmente, los otros integrantes del grupo y los coodinadores, reflexionan sobre
todos y cada uno de los integrantes con el fin de tomar la decisión de permanecer o terminar su
36
experiencia grupal. Como ya indicamos, consideramos la situación actual como transitoria,
ignorando nosotros mismos las futuras variaciones que podemos introducir en base al análisis de
los efectos conseguidos.
En el presente capítulo presentamos el dispositivo de abordaje psicoterapéutico para las DTA que
hemos ido construyendo en más de una década de práctica clínica en equipo. Hacia el final, el lector
encontrará también algunos de los hallazgos clínicos que el desarrollo de este dispositivo nos ha
permitido producir junto con los pacientes, sus familiares y los miembros de su red vincular que han
solicitado nuestra asistencia y se han plegado al trabajo terapéutico.
Como veremos esta perspectiva estratégica resulta muy compleja y exigente, cuanto estimulante a
partir de sus resultados, tanto para el equipo profesional como para quienes acuden a él. Para
presentar este modelo de intervención psicoterapéutica, se hace necesario volver sobre algunos de
los temas abordados en el capítulo 1, pero no ya en cuanto a los aspectos eminentemente teóricos,
sino para analizar lo que se ha configurado como una calle cerrada en el campo de la asistencia a
pacientes que cursan una DTA: la instrumentación de medidas terapéuticas.
Para resumir, podemos decir que esta perspectiva hegemónica es errónea si se considera que puede
dar cuenta cabalmente de las DTA, ya que un enfoque así de abarcativo conlleva tres errores
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conceptuales que representan un callejón sin salida al momento de abordar la enfermedad y a las
personas, grupos e instituciones que, afectadas por la misma, demandan atención. A saber:
a. Concibe a la DTA como una forma de envejecimiento patológico. Esto tanto considerando a una
persona como una globalidad (el individuo o las poblaciones constituyen los campos más amplios y
complejos de comprensión que llega a delimitar) como en un plano micro (a nivel celular e
intracelular). Como cualquier gerontólogo formado puede claramente visualizar, esta perspectiva
parte del error de considerar al envejecimiento en clave de declive, de donde se sigue que un
envejecimiento lo suficientemente malo sería patológico y viceversa, cuando el enfoque adecuado
es considerar al envejecimiento como un proceso normal en el que podrán o no producirse
enfermedades. Resulta clara que esta visión implica un posicionamiento prejuicioso (de seguro
impensado) sobre el envejecimiento.
b. Considera, como ya hemos planteado, que la DTA constituye una enfermedad individual
producida en sujetos que, a lo sumo, interactúan con otros. Esto es así también en los enfoques que
buscan integrar una perspectiva epidemiológica, ya que aún en ellos se elude la pregunta sobre los
procesos subjetivos (individuales y colectivos) que están involucrados en la producción de un cierto
tipo de funcionamiento psíquico y social que imbrican los procesos ligados a la enfermedad antes,
durante y después de la constatación de la configuración de la misma.
c. Este paradigma se da por satisfecho cuando considera a la DTA como una enfermedad definida
por su dimensión biológica que tiene su fundamento explicativo en las bases químicas de los
procesos biológicos, aún cuando los resultados obtenidos en la resolución de los problemas que la
DTA implica son considerablemente reducidos. Este es tal vez, considerando la dimensión ética de
la actividad científica, su principal error. Los aportes de las disciplinas que más seriamente
sustentan esta perspectiva tradicional son innegables, tanto cuanto injustificables son sus
pretensiones totalizadoras y la notoria prescindencia de las contribuciones de las disciplinas que
estudian los procesos fuera de los cuales los seres humanos y sus circunstancias, incluidas las
enfermedades, no tienen lugar como tales, esto es: los procesos psicológicos y sociales.
La producción científica actual sobre las DTA continúa avanzando y produciendo conocimientos
relevantes. Sin embargo, el tributo que debe pagar por la existencia de este paradigma hegemónico
se expresa al menos en tres efectos no deseados del abordaje de las DTA que determina:
a. La asistencia que se brinda a los pacientes con DTA y sus familias suele ser prejuiciosa,
básicamente por dos razones. Porque como recién veíamos, ofrece a los pacientes, en su mayoría
adultos mayores, y sus familias, un abordaje basado en una visión prejuiciosa del envejecimiento,
en tanto lo entiende en clave de declive, de donde se sigue que la psicoterapia con adultos mayores
se vea como algo superfluo o con pocas perspectivas (Berriel, 2000). Y porque, al inscribirse en
dispositivos institucionales de atención que sitúan al paciente y en general al sujeto de consulta
(familia, pareja, grupo) en un lugar pasivo, se refuerza aquella visión prejuiciosa del
envejecimiento.
b. La terapéutica ofrecida es, por fuerza, también reduccionista, ya que exilia a la dimensión
subjetiva del paradigma comprensivo de la enfermedad a un rol accesorio o, en el mejor de los
casos, a un plano meramente sintomático, convirtiendo a los agentes y servicios de salud en
verdaderas presas de sus propias limitaciones de pronóstico e intervención.
c. La labor técnico – profesional que no excede los límites de este paradigma resulta en muchos
casos patogénica, ya que muchas de sus intervenciones tendrán el efecto de cristalizar algunos
mecanismos psicosociales que el paradigma ignora que intervienen en el proceso de la enfermedad,
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convirtiendo muchos de sus pronósticos, emanados de las experiencias que va recogiendo entre sus
límites de comprensión, en verdaderas profecías autocumplidas emanadas, al menos parcialmente,
de sus propias indicaciones.
Una forma de posicionarnos ante esta realidad de la aproximación científico – profesional al campo
de las DTA es la de esperar a que el arsenal de la investigación financiada por el complejo
tecnológico – industrial que le da sustento económico y social al paradigma hegemónico dé, por fin,
algunos frutos sustanciales. Este posicionamiento sin duda ofrece un lugar relativamente
confortable a los aportes de las disciplinas psi y a los fenómenos por ellas estudiados y abordados.
No es éste sin embargo el posicionamiento por nosotros adoptado. Por el contrario, consideramos
que las disciplinas que abordan los procesos psicológicos y sociales están llamadas antes bien a
contribuir a superar este estado de cosas en la comprensión y el tratamiento de las DTA, claro está,
en forma articulada con las neurociencias. De otro modo estaríamos insistiendo en avanzar por lo
que, al menos por ahora, se presenta como una vía muerta, un callejón sin salida.
En efecto, la estrechez de los resultados obtenidos en el abordaje clínico de las DTA no debe verse
solamente como un campo externo a las ciencias sociales ni a las disciplinas psi. La propia
Psicología, en sus diferentes vertientes, y en tanto disciplina relativamente nueva en el campo
científico, ha tenido una serie de limitaciones para abordar clínicamente el envejecimiento
(Salvarezza, 1988) y en particular algunas patologías que presentan una fuerte impronta, ya desde
su definición, de los abordajes biológicos. Tal vez las demencias sean uno de los ejemplos más
claros de esto, en tanto en la producción científica respecto a ellas la pregnancia de la perspectiva
biológica es tan fuerte que ha hecho perder la dimensión de sujeto de las personas afectadas y
también ha invisibilizado la dimensión subjetiva puesta en juego en la producción y curso de la
propia enfermedad.
Teniendo en cuenta los aportes científicos referidos, actualmente existe suficiente masa crítica para
conceptualizar las demencias degenerativas de tipo Alzheimer (DTA) como una patología
multicausal y multidimensional, que se manifiesta a nivel de los procesos biológicos, psicológicos y
sociales, donde el curso de la enfermedad dependerá mayoritariamente de cómo se conjuguen estos
procesos entre sí. Esta nueva forma de concebir la patología toma distancia de la concepción de
enfermedad individual, para plantear que lo que enferma no es sólo el SNC, sino que enferman
también la vida anímica, los vínculos, las relaciones, la red social y las instituciones que
incluyen/excluyen al sujeto designado como enfermo.
Lo mismo sucede en el área social, donde la enfermedad se desarrolla, y de alguna forma está ya
ahí, en la red social de la persona, en su entorno inmediato, en la comunidad, en sus soportes
institucionales y simbólicos.
39
comprometidas en la producción de la enfermedad, habilitando una nueva perspectiva de
intervención psicoterapéutica en la patología, en un campo donde, hasta hace poco tiempo atrás, la
Psicología se limitaba simplemente a medidas funcionales de entorno.
El elemento central del enfoque que postulamos respecto a la psicoterapia individual es que lo que
va a estar en tratamiento no es un ―enfermo de alzheimer‖, sino un sujeto que se irá produciendo en
el curso del tratamiento, de manera que la DTA es sólo una de las circunstancias de su historia
individual, familiar y social. Tratamos a un sujeto que ha sido diagnosticado como enfermo de
Alzheimer, pero descentrándonos de tratar la enfermedad para tratar al sujeto de consulta, que se
configura en el curso del tratamiento. De ahí que la psicoterapia psicodinámica con elementos
tomados del psicoanálisis, de la psicología social rioplatense (Scherzer, 1997) y del socioanálisis
(Rodríguez Nebot, 2004) desde un enfoque de clínica móvil.
El espacio psicoterapéutico individual con el cuidador principal, por su parte, basado en las mismas
concepciones teóricas, permite abordar tanto las transformaciones psíquicas que el desempeño de
ese rol, con sus consiguientes dimensiones de adjudicación y asunción del rol, conlleva para quien
lo ocupa, como los niveles de implicación del cuidador en el proceso de producción de la propia
enfermedad. A la vez habilita y promueve el descentramiento de la concentración afectiva que suele
producirse sobre el vínculo con el enfermo como salida, paradójicamente bajo la forma de una
captura, para la conflictiva individual actualizada en el cuidador a partir de la nueva configuración
que conlleva el enfermar del paciente.
Estos elementos son de alta complejidad para el manejo del sustrato afectivo, intelectual y cognitivo
que subyace al despliegue manifiesto de contenidos y dinámicas grupales pero, a la vez, permiten
40
contar con esos mismos instrumentos para el despliegue deseante y enunciante en situación
colectiva, circunstancia de la que las personas en situación de estar diagnosticadas de DTA suelen
estar excluidas casi en forma absoluta. Al representar un medio exigente y estimulante de las
habilidades sociales y comunicacionales, al aportar, en la medida que avanza el proceso grupal, el
continente y el estímulo afectivo de la cooperación, este espacio se presenta como particularmente
adecuado para el trabajo con pacientes con DTA en sus estadíos iniciales y medio (GDS 4 - 5).
El grupo, como es sabido, se presenta asimismo como un dispositivo altamente favorecedor para el
empleo de técnicas psicodramáticas, de expresión corporal y de desarrollo de los procesos creativos
mediante recursos plásticos. Además, estas metodologías de desarrollo de los procesos creativos
elevan el potencial de las técnicas de estimulación cognitiva logrando un compromiso afectivo e
intelectual más integral en lo individual y colectivo.
Destacamos el hecho de que el dispositivo psicoterapéutico se revela como muy superior al grupo
de autoayuda en el tratamiento del proceso que los cuidadores principales desarrollan a partir del
vínculo con el paciente con DTA - el que hemos descrito en otro lugar como de dependencia
psíquica mutua (Berriel, Leopold, Pérez, 1998) - junto con el impacto familiar que implica el
trastocamiento de roles y discursos identificatorios individuales y colectivos que la enfermedad,
tanto como sus condiciones de producción, traen aparejados. La situación grupal con otras personas
que ocupan este lugar asignado – asumido de cuidador principal favorece, si está coordinado por
dos terapeutas grupales entrenados, el descentramiento de la posición de queja y el discurso fatalista
o maníaco (cristalizado) que suele consolidarse (no sin la complicidad involuntaria de la perspectiva
hegemónica de la DTA) aportando al deterioro de la situación general y del paciente en particular.
Por otra parte, este dispositivo permite no limitarse a un espacio de psicoeducación, sino a elaborar
colectiva e individualmente los obstáculos epistemofílicos (Pichón Rivière, 1985) que estereotipan
la forma de posicionarse ante la enfermedad y ante sí mismos.
Las intervenciones psicoterapéuticas familiares constituyen un punto nodal del dispositivo global
(Pérez, 2004b). Según varios autores relevantes, los grupos familiares en su evolución genealógica,
constituyen la unidad mínima de los procesos de ―enfermedad mental‖ (Bauleo, Monserrat y
Suárez, 2005).
En la familia se producen los mecanismos psíquicos de orden grupal que, mediante complejos
procesos de asunción y adjudicación de roles, resuelven conflictos que por algún motivo exceden
las posibilidades de los recursos disponibles para la elaboración colectiva, mediante la
configuración de un depositante que tarde o temprano se constituye en enfermo designado.
41
Ya habíamos mencionado que el conflicto que, desde una perspectiva psicológica, da condiciones
subjetivas para la producción de una DTA, radica en un conflicto identificatorio. Por lo tanto, el
trabajo sobre las condiciones de posibilidad de ese proyecto a partir del imaginario familiar resulta
central.
Este modelo que venimos planteando se plasma por tanto en un dispositivo complejo integrado a su
vez por diversos dispositivos psicoterapéuticos. No se propone sustituir el abordaje médico de la
enfermedad, sino aportar dialógica, simétrica y omplementariamente al mismo. Si se producen
fricciones con algunos agentes ubicados en la perspectiva tradicional de asistencia en el campo,
siempre que las mismas puedan enfocarse hacia el bienestar de las personas asistidas y no en el
campo de una lucha por hegemonías disciplinarias y campos profesionales, ellas son las lógicas y
necesarias contradicciones productivas que van implícitas en los abordajes múltiples.
Nuestro enfoque se define, por lo tanto, como multidimensional. Eduardo, el hijo menor de la
familia Sánchez, consulta porque su padre, ha recibido hace ya un año el diagnóstico de ―probable
alzheimer‖. Solicita atención psicológica ―para papá, porque la familia ha decidido brindarle toda la
atención posible‖. El Sr. Sánchez, de 82 años, es atendido por un médico geriatra. Lo que más
preocupa a la familia, en términos de Eduardo y su esposa, es que ―papá está siempre con esas ideas
de que quiere volver a Toledo27 a ver a los padres y cuando la señora que lo cuida, que tiene orden
de no permitirle salir solo, se interpone, él ha llegado a ponerse violento con ella. Además es como
monotemático con esto de que quiere ir a Toledo, yo lo he llevado y mi hermana también, pero
claro, vamos, la casa pertenece a una familia muy amable que nos deja pasar y todo pero cuando él
ve a esa gente saluda, preguntan cómo andan y dice que se quiere volver‖.
El trabajo clínico en estos casos suele comenzar con un pedido de asistencia al paciente que encierra
la esperanza de una mejoría. Pero, ¿qué mejoría? Básicamente suelen plantearse dos tipos de motivo
de consulta en estos casos, motivos que suelen presentarse combinados: una apuesta a que una
técnica novedosa con el paciente pueda surtir algún efecto de mejoría o enlentecimiento de la
enfermedad; o bien una situación de desborde familiar no ocasionado en general directamente por la
DTA sino por lo que suele denominarse trastornos psicológicos y conductuales (SPCD)
En efecto, la asistencia médica de calidad en general brinda información importante para que las
familias puedan conocer la información básica sobre la enfermedad, incluido el capítulo de
pronósticos. Esto sin duda abre un período de transformaciones en todo el grupo familiar con
facetas más ligadas a los procesos de duelo y sus etapas (negación, dolor, aceptación) y con la
emergencia de nuevos conflictos.
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Una de las aristas centrales de esto lo constituye lo que hemos conceptualizado en términos de
dimensión institucional del diagnóstico (Berriel, Leopold y Pérez, 1998). Una vez establecido un
diagnóstico, y por ese solo hecho, un conjunto de transformaciones tendrán lugar:
Cambios en el vínculo con el paciente: Quien hasta ese momento era el padre, la madre, el cónyuge,
pasará paulatinamente a convertirse en un objeto de cuidado, y en una persona cuyas conductas
pasarán cada vez más a explicarse a partir de la enfermedad que padece. Estos nuevos roles
comienzan a re – matrizar la realidad preexistente.
Cambios en los tránsitos institucionales: La determinación del diagnóstico, a la vez que hace
posible el comienzo de una atención adecuada, implicará un conjunto de nuevos tránsitos
institucionales y de asignación de lugares para las personas involucradas, a la vez que otras
inscripciones comienzan a verse obturadas.
Esto es, constituye un acto de habla, da lugar a una realidad a partir del hecho de ser enunciado en
el contexto institucional y semántico en el que el diagnóstico se establece. En cierto modo, alguien
pasa a estar enfermo de DTA a partir de que el diagnóstico se pronuncia y la realidad que de ahí en
más tendrá lugar será en cierta medida producto de ese pronunciamiento y no sólo de la realidad
―objetiva‖ que da lugar a ese enunciado.
Un primer nivel de intervención, por lo tanto, consiste en problematizar el conjunto de certezas con
las que el sujeto de consulta llega. La actitud clínica lleva a adjudicarle a la reiteración y
perseveración en el discurso de los pacientes, al menos el beneficio de la duda en cuanto a la
presunción de sentido. Habíamos señalado que los trastornos psicológicos y conductuales suelen ser
un motivo de consulta más poderoso que los síntomas más ―propios‖ de la enfermedad.
A nivel de la personalidad pre mórbida, la indagación clínica permite identificar elementos que
parecen inscribirse en lo que algunos autores denominan como ―identidad unívoca‖ (Zarebski,
2005) y que ha sido señalado como un factor de riesgo contrario a un envejecimiento saludable
desde el punto de vista psíquico. Junto con este elemento se destaca una visión negativa del
envejecimiento que comparten el paciente y su entorno antes de la emergencia de la enfermedad.
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Ya en 1970 Bleger planteaba la existencia de ―formaciones no integradas al psiquismo individual,
que son depositadas en todo vínculo y puestas en juego en todo grupo‖ (André-Fustier y Aubertel,
en Eiguer y col., 1988: 124). Estos elementos son subjetividad, pero muchas veces son procesos
inconscientes, clivados, a los efectos de permitir el funcionamiento, y no interferir en el despliegue,
de otras formaciones psíquicas.
Consideramos que los alentadores resultados que habilita el tipo de abordaje psicoterapéutico que
postulamos radica en que, además de contemplar las dimensiones que la perspectiva tradicional y
hegemónica ―admite‖ con relevancia central, considera con la misma relevancia algunos de sus
puntos ciegos, a saber: Lo psicoafectivo, lo grupal, la dimensión familiar, la red vincular, la red
social, los procesos creativos y la multiplicación de recursos de registro y expresión (cuerpo,
plástica, literaria, entre otros). Sin embargo, este dispositivo no está exento de algunos
inconvenientes que es necesario considerar:
A veces los pedidos de asistencia no llegan a formularse sólidamente hasta que la enfermedad ha
avanzado tanto que los efectos favorables que pueda tener el dispositivo se ven comprometidos.
Los procesos son largos y ello lleva a que sea difícil sostenerlos con el mismo nivel de compromiso.
En general el abandono del tratamiento, cuando tiene lugar, no se produce a partir del paciente con
DTA, el que suele mostrar gran adhesión al dispositivo, sino de parte del cuidador principal. Esto
puede pensarse a partir de la dependencia psíquica mutua (Berriel, Leopold, Pérez, 1998) que se
desarrolla a menudo y que configura un vínculo que necesita que el enfermo permanezca
exactamente en la misma posición dependiente con la que llega a la consulta. Tómese en cuenta que
más allá de los déficits directamente ligados a la enfermedad, suele haber una sobre-
disfuncionalidad como consecuencia de este vínculo de dependencia psíquica mutua.
Aún con estos inconvenientes, el dispositivo funciona en la mayoría de las consultas en las etapas
iniciales y medias de la enfermedad, siempre que se atienda a la instrumentación de los
profesionales como equipo de trabajo y que la estrategia clínica de cada intervención se maneje con
la flexibilidad que requiera. Sin duda es mucho lo que queda por recorrer en el desarrollo de
recursos psicoterapéuticos en el campo de las DTA y otros trastornos cognitivos graves. Pero el
camino ha comenzado.
Creemos que los grupos constituyen, a nivel de la teoría más que un objeto teórico, un campo de
problemáticas, donde se producen múltiples atravesamientos imposibles de abordar desde una
sola disciplina. En los grupos reales se producen permanentemente efectos de atravesamiento de
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inscripciones deseantes, institucionales, históricas, sociales, políticas, etc. por lo tanto pensamos
que podremos avanzar en una teorización si enfocamos ésta desde una transfersalidad, lo cual
implica renunciar a dar cuenta de los acontecimeintos grupales desde un solo cuerpo teórico: el
psicoanálisis, la sociología, la teoría de la comunicación, etc. planteamos más bien abordar este
campo de problemáticas en el seno mismo de su complejidad y atravesamiento.
La etiología de la palabra grupo, propociona dos líneas de fuerzas al decir de Anzieu, por un lado
nudo y por otro círculo. En esta línea lo efectivamente registrable, no son los hilos sino el nudo,
por lo tanto, si bien en su constitución están presentes hilos deseantes, económicos,
sociohistóricos, políticos, etc. no nos orientamos a encontrar el objeto teórico de los grupos, sino
más bien hacia los nudos problemáticos caledoscópicamente atravesados por los múltiples
inscripciones que los constituyen. Así pensaremos a los grupos como espacios tácticos donde se
da la producción e efectos singulares e inéditos.
En este sentido consideramos que el llamado contexto, sea institucional y/o social, es en rigor
texto del grupo. Es decir, no hay una realidad externa que produce mayores o menores efectos de
influencia sobre los acontecimientos grupales, sino que son parte del propio texto grupal, en sus
diversas modalizaciones; son por ende, fundante de cada grupo, más que escenograf{ia, drama
grupal.
En nuestra reflexión sobre lo grupal abordaremos entonces el proceso grupal prestando atención a
la constante dialéctica que embarca en permanentes juegos caleidoscópicos a:
Serialidad-grupo
Repetición-reproducción----- transformación-creatividad
SERIALIDAD GRUPOS
El proceso grupal más que como juegos transitorios de fuerzas, como una dialéctica de una
totalización en proceso, permanente tensión entre estos dos polos extremos. Por lo tanto, será
esta tensión la que constituya el motor de la dialéctica de los grupos. Por cuanto si bien un grupo
se constituye contra la serialidad, siempre tiende a volver a ella. No olvidemos que los grupos
siempre tienen vida efímera. Así, contienen la posibilidad de disolución en la organización y la
virtualidad de estructuración en la dispersión.
En su tensión contra la serie un grupo deberá juramentarse dice Sartre. En este sentido pensamos
que un grupo se estructura como tal, más que por su tarea cuando va consolidadndo un
conglomerado de representaciones imaginarias comunes (red de identificaciones cruzadas, ilusión
y mitos grupales la institución como disparador de lo imaginario grupal)
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Todo grupo alberga en su seno aspectos repetitivos y transformadores en una dialéctica
permanente. Determinadas coordinaciones favorecen su tendencia en uno u otro sentido. Esto se
hallará indisolublemente ligado a los objetivos explicitos e implícitos que la institución real o
imaginaria en que se inscriben tenga planteados, como asimismo a las ilusiones y mitos grupales
en que se estructura el grupo, la red de identificaciones que ligue a sus miembros, como también
los aspectos transferenciales que son la coordinación y la institución establezca.
Guattari- grupos- objeto y grupos-sujeto, en ese sentido en los grupos –objeto todo desviante será
visto como un transgresor, como un eventual peligro a expulsar: se formarán así los heterodoxos y
los ortodoxos, las sectoas, las rupturas de escuelas, etc.
Por el contrario, grupo- sjeto será aquel con capacidad de enunciar algo; esto se hace posible
desde el soporte de la transversalidad, en tanto dimensión permanente de la institución en la que
tal grupo se inscribe.
P.Rivére. el rol social remite, como decíamos anteriormente a un lugar o status. Y roles informales
cuando los sujetos juegan un papel, situacionalmente dado, en el aquí y ahora, dependiendo estos
de la red de interacción grupal. Estos mecanismos hacen referencia a la posición en que cada uno
de los integrantes de un grupo se ubica en esta red de interacciones, dicha red estará íntimamente
referida a la historia individual de ese individuo, tanto como a su forma de inserción en el grupo.
La tarea que dicho grupo realice, constituye su finalidad y va a estar basada, fundamentalmente:
en lo explícito y lo implícito (ansiedades básicas, miedo a la pérdida, miedo al ataque. Estas dos
ansiedades configuran la situación básica de resistencia al cambio.
El papel del coordinador, en el interjuego de roles propiamente dicho que tiene para pichon un
carácter estructurante en el grupo, destaca especialmente tres roles que podemos presentar
como prototípicos: el portavoz, chivo emisario, el líder. El rol de saboteador, integrante que en
determinado momento asume el liderazgo de la resistencia al cambio.
El interjuego de roles en una lectura de lo grupal, pensamos este más como un efecto de la
latencia grupal, que como una causa estructuranet del grupo. Nos resulta más preciso abordar la
estructuración del grupo desde la producción de sus formas propias, esto es, las formaciones
imaginarias grupales
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¿Por qué puede ser una útil herramienta en el intento de desdibujar la antinomia individuo-
sociedad? Por cuanto implica un significante social operando, no como efecto de influencia sobre
el individuo, sino como fundante del sujeto. Deleuze y Guattari: todo fantasma es de grupo, esto
es que, no sólo operan en èl las inscripciones edípicas, sino que habrá una inscripción social, e
histórica fundante aún de la dimensión inconsciente.
Nos parece importante destacar que si bien el grupo es efecto del atravesamiento mencionado,
esto no debe llevarnos a borrar un omitir la especificidad de las formas propias que un grupo
constituye, en tanto espacio táctico de producción de efectos singulares e inéditos.
En toda situación grupal (sea el grupo grande o pequeño, de formación, recreativo, de trabajo,
terapéutico, etc) hay una representación imaginaria subyacente, común a la mayoría de sus
miembros. Son el “algo común” en el grupo. Y no la tarea. Esta opera como convocante del grupo
pero no como fundante. No hay grupo sin formaciones imaginarias estrictamente grupales. Dentro
de las formaciones grupales incluímos: la red de identificaciones cruzadas (Y la red transferencial),
las ilusiones grupales, los mitos de grupo, la institución (como disparador del imaginario grupal).
La matriz grupal de la que hablábamos tiene que ver con la posible organización libidinal que este
grupo se ha dado. Estos lazos libidinales tienen que ver con la red de identificaciones que se va
estableciendo en el transcurso del grupo, que está íntimamente relacionada – en realidad es lo
que la constituye- a lo que se ha dado en llamar matriz grupal. Es decir que esta matriz sería en
realidad una matriz de identificaciones formadas por supuestas identificaciones secundarias.
La matriz de identificaciones que es un circuito del conjunto de relaciones objetales, ya que lo que
se introyecta no es un objeto sino un circuito de relaciones de objeto.
Cuando hablamos de transferencia en los grupos, haciéndolo desde el lugar de los sujetos que
transfieren, podemos observar que hay ciertos emblemas ideológicos de poder que los sujetos
proyectan en las instituciones y en los grupos a los que pertenecen, que muchas veces están
actuando diríamos que casi independientemente de los mismos grupos e instituciones.
Afirmaríamos aún más, que a veces también las instituciones y los grupos ususfructúan de estos
emblemas proyectados por el sujeto para garantizar su permanencia sin cambios dentro de un
dispositivo ideológico institucional determinado.
El lugar puntual de las identificaciones tiene más que ver con el grupo todo y que el lugar de las
transferencias tiene más que ver con la coordinación y con la institución. Esta red de
identificaciones y esta red transferencial se hallan totalmente entretejidas entre sí. cuando
planteamos que la transferencia es un movimiento que opera fundamentalmente desde los
integrantes al coordinador, y que los procesos identificatorios circulan preponderantemente entre
los integrantes, aludimos aque estas serán sus cristalizaciones mas patentes. En rigor, para que la
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red de identificaciones se produzca, es necesario que en su base, este organizándose una red
transferencial, en el sentido de que se dispare la posibilidad de repetir circuitos de relaciones
arcaicas.
La ilusión grupal- Freud habla de la ilusión religiosa, la ilusión artística y científica. En el caso de la
religiosa, señala con su origen el precedente infantil de temor al padre y la necesidad de su
protección amorosa frente a los peligros desconocidos, es decir el deseo de ser amparado por un
padre omnipotente. Para Anzieu el grupo es una boca. Es así como pierde, sin quererlo, la
especificidad de lo grupal, en tanto un acontecimiento grupal es leído desde parámetros válidos
para las estructuras inconscientes individuales.
¿qué entendemos por ilusión grupal?- es aquello que un grupo dado cree que es, cree que puede
realizar, todo grupo necesita creer qué es lo que desea ser, para poder lograr sus objetivos, solo
desde una ilusión obtendrá la fuerza necesaria para lograrlos, para enfrentear sus adversidades,
sostener sus creencias, etc. a su vez esta ilusión creará las condiciones para llegar a un “nosotros”,
desarrollar una pertenencia, organizar un código común. Dicha ilusión es lo que los integrantes del
grupo esperan que este grupo realice, así todo el conjunto de la vida del grupo aparece como
modelado con carácter estructurante por una ilusión grupal que habl de sus deseos. La novela
grupal da cuenta de la modalidad típica de las escenificaciones fantasmáticas que ese grupo ha
construido a lo largo de su historia.
Mito grupal- una totalización en proceso. La formación de tales formaciones va dotando al grupo
de cierta atmósfera de convivencia, de pacto, secreto, depositación de inquietudes, aparece el
nosotros, cierto código común, cierta identidad grupal. Los mitos que un grupo construye acerca
de su origen, del por qué de su existencia, pero vividos por sus integrantes como la historia real;
junto con la ilusión grupal formarán lo que hemos dado en llamar novela grupal haciendo
obviamente referencia al término novela familiar acuñado por Freud.
El mito está inscripto necesariamente en el origen novelado del grupo mientras que la ilusión-
aunque se nutre de este origen novelado- tiene siempre un referente prospectivo. Siempre fiel a sí
mismo pero en la repetición ha perdido autorías individuales colectivizándose. Así , entonces,
como un colectivo creado por el entrecruzamiento fantasmático soportado por el juego de
identificaciones de las personas en él involucrados. De esta manera se organiza un campo
imaginario en el cual lo recortado del lenguaje constituirá el código que permitirá la identidad
grupal. Por nuestra parte preferimos rescatar una dialéctica en donde el grupo es hablado por la
institución y la institución vive en sus grupos.
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Dinámica de las estrategias terapéuticas de abordaje pluridimensional.
“Según Pichon Rivière, el abordaje terapéutico pluridimensional tiene como objetivo cubrir, lo más
extensamente posible, las múltiples dimensiones etiopatogénicas de los conflictos
psicopatológicos y la diversidad de las áreas de expresión de los mismos. Pichon Rivière sostiene
que por su acontecer y su sintomatología, el sujeto da cuenta de que sus conflictos no son
solamente de él, sino que son de su grupo familiar”.
Nosotros pensamos que los conflictos de un sujeto están en relación con variables más globales
que comprenden, por lo menos, a su grupo familiar” y las instituciones por las que atraviesa en su
tránsito vital (3). O sea, que planteamos que su grupo familiar y las instituciones delimitarán
operativamente una globalidad más amplia por la que cursa la vida de un sujeto y lo determina en
la construcción de su subjetividad.
Abordaje Terapéutico - “Por lo que antecede es que nosotros realizamos nuestra intervención
terapéutica sobre la situación emergente que apunta al discurso y a la actuación (hacia la
comunicación en un sentido más amplio) que sirve de puente, de pasaje, hacia el desarrollo
sobredeterminado” de la dinámica grupal “que trasciende y va más allá de lo empírico e
individual.” Esto recorta nuestra diferencia de enfoque con otras escuelas en donde el manejo
comunicacional e interaccional no está relacionado con el plano latente familiar.
“El enfoque pluridimensional permite reconstruir parte del contexto en el cual cobra otro sentido
la organización de la clásicamente llamada ‘enfermedad mental’. Para nosotros, parte del trabajo
estaría dado en delimitar, lo más exactamente posible, cuál es ese otro contexto al cual nos vemos
enfrentados, lo sepamos o no, lo podamos abordar técnicamente o no, cuando estamos con un
‘paciente’.
“Es decir, que aquí se movilizan, ya no meramente aspectos teóricos y técnicos vinculados a la
psicopatología individual, grupal, familiar, etc., sino problemas institucionales, epistemológicos,
frente a los cuales esperamos tener la oportunidad de polemizar, cuestionarnos y discutir.”
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“Como se ve, nuestra direccionalidad apunta hacia una elaboración del contexto latente, esto es
nuevo, (que late y que se puede tornar “visible y palpable”) y no sólo hacia lo explícito, ni a lo
fenomenológico-descriptivo como meta final del trabajo psicológico.” “Por eso instrumentamos
las estrategias terapéuticas de un caso clínico hacia un lugar que está más allá de los sujetos, más
que en el inconsciente “individual”: en la latencia de las configuraciones psicopatológicas.
Espacio en realidad virtual, expresado en un polo, el del emergente, y con otro polo: el de su
relación con la dinámica latente. Por eso, la orientación de la intervención en el proceso
terapéutico sigue la línea de los emergentes considerados en su causalidad recíproca. Queremos
decir que seguimos pensando al emergente como el momento del discurso grupal que surge como
parte de la problemática latente expresada a través de la comunicación y metacomunicación de
los sujetos involucrados en una tarea y una finalidad común, de cuya intencionalidad da cuenta la
sobredeterminación reglada de las contradicciones, conflictos y el contexto en juego.”
II. Estrategias terapéuticas - “Como corolario de estos aspectos utilizamos, decíamos, distintos
encuadres terapéuticos atendiendo a esas unidades operativas en juego. Por eso, instrumentamos
psicoterapia individual psicoanalítica, psicodramática con base analítica, grupal, familiar, de
pareja, familiar extensa (que incluye los personajes significativos para la familia), etc. Para lograr
estos objetivos y comprender mejor la utilización de estos recursos aplicamos una noción técnica
proveniente de nuestra experiencia clínica, a saber, la diferencia entre Psicoterapia Asociada y
Psicoterapia Combinada.
Aquí, se intentó sistematizar los distintos encuadres técnicos utilizados en psicoterapia de niños y
adolescentes, de acuerdo a la estrategia terapéutica del caso. Entre esos recursos técnicos surgió
la distinción entre Psicoterapia Asociada y Psicoterapia Combinada. Recordamos aquí,
brevemente, que Psicoterapia Asociada es la unión de diferentes recursos terapéuticos sin que
necesariamente haya similitud entre los esquemas referenciales teóricos, técnicos y
metodológicos, que sustentan dichos recursos terapéuticos. “Queremos significar la coincidencia
temporal de la asociación sin que conformen, ni siquiera tiendan, hacia el mismo objetivo, aunque
sí puedan coadyuvarse o aún potenciarse. Por ejemplo, en una familia: el esposo en análisis
individual y la esposa en otro análisis individual o en otra psicoterapia con otro esquema
referencial.” “Psicoterapia Combinada es la unión de dos o más técnicas psicoterapéuticas, de
modo tal que constituyan un procedimiento articulado, apunten hacia un mismo objetivo e
integren, simultáneamente, un complementario esquema teórico, técnico y metodológico.”
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Algo de historia en la aparición de estos temas en nuestro medio. “En un principio comenzamos
haciendo Psicoterapias Asociadas. Recordamos que hace varios años proveníamos de formaciones
donde se visualizaban los problemas desde una perspectiva psicopatológica individual. Constituyó
todo un acontecimiento para nosotros, el derivar a un paciente individual a otro profesional para
efectuar una psicoterapia de pareja en vez de derivar al otro integrante de la pareja hacia una
psicoterapia individual. Descubrimos (no sin gran asombro) que la cura psicoanalítica dejaba de
ser (para nosotros, al menos) la única técnica psicoterapéutica, para ir convirtiéndose, como
veremos luego, en una técnica de elección para algunos casos, pero no la única para todos ellos.
A través de las vicisitudes de los procesos terapéuticos se fueron constatando que diversos
problemas surgían, particularmente derivados de la desconexión entre los terapeutas
participantes, cuyas actividades sólo coincidían en la simultaneidad temporal en la que se
desarrollaban las respectivas psicoterapias. La concepción psicopatológica se fue ampliando,
modificándose, pero los recursos técnicos de Psicoterapia Asociada no eran suficientes para tales
fines. Fue el punto en que apareció la Terapia Combinada.”
“Diversos problemas surgían entre los profesionales participantes y con los pacientes (confrontar
Terapia Combinada o Asistencia Combinada I (4), 1972), que nos fue llevando a comprender que
eran originados por una no explicitación de enfoques terapéuticos, por la ausencia de una
integración en un equipo terapéutico.
Pasamos, a raíz de ello, a una combinación de recursos técnicos con vistas a un objetivo común.
Combinación en el sentido de la química: unión indisoluble ya entre los recursos, logro de un
efecto nuevo a raíz de esa unión. La configuración disfuncional se ampliaba en el abordaje
concreto: no era más exclusiva y aisladamente individual.
Se vio, entonces, la necesidad de lograr, primero, una integración en la cual se pudieran plantear
los mismos objetivos (una finalidad común) y, a su vez, determinar las estrategias, delimitando los
campos terapéuticos en los que cada uno iba a actuar. Para lo cual hubo que constituir, después
de fallidos intentos de integración individual, un equipo terapéutico. Este es el punto al que se
había llegado en “Asistencia Combinada I” (1971) y “Asistencia Combinada II” (1974). Luego,
englobando los avances anteriores y desarrollándolos en su contexto ampliado (implícito y
latente), apareció más claro el problema estratégico (el de las Estrategias Terapéuticas). O sea,
que había que lograr no sólo un mismo objetivo en el equipo terapéutico, sino que ese objetivo
estaba en función de una ideología asistencial que, como primer paso, había que elaborarla dentro
del equipo para luego articularla con una visión teórica y una perspectiva técnica coherente con
esa ideología asistencial, que con validez científica propia actuara sobre el campo.
“La estructuración dinámica del campo no la explicamos solamente por una dinámica individual,
sino que el abordaje de los sujetos empíricos involucrados da cuenta de las fuerzas en juego a
través de ellos, y de otros fenómenos comprendidos en el abordaje pluridimensional, como ser: la
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inscripción de los factores culturales y sociales en el inconsciente individual, la ideología familiar
(los mitos de la “estructura” latente del grupo familiar), los factores institucionales.
Así, como vimos, abordamos diferentes situaciones de acuerdo al caso clínico en juego. En nuestra
experiencia, algunas veces, fue conveniente iniciar el tratamiento con una psicoterapia individual,
pasar luego a una psicoterapia familiar y luego a una psicoterapia de pareja. Otras veces, lo
indicado fue comenzar con una psicoterapia familiar para pasar luego a psicoterapia individual de
uno de los integrantes, particularmente de niños y adolescentes, y derivar a psicoterapia de pareja
a los padres.
Lo que sí diremos es que los pasos estratégicos mencionados obedecen a una teorización
determinada y a recursos técnicos subordinados a ella, que fuimos desarrollando en distintas
comunicaciones científicas desde 1971 a la fecha. No constituyen pasos arbitrarios, “caprichos
técnicos” sino una comprensión desde una perspectiva pluridimensional que requiere la utilización
articulada de diferentes técnicas psicoterapéuticas.
No alcanza con tener una sólida formación psicoanalítica para lograrlo, ni tampoco una sólida
formación como psicoterapeuta grupal, ni aún como psicoterapeuta familiar. Es menester una
integración particular de varias disciplinas sustentadas por una base epistemológico-metodológica
coherente con la concepción pluridimensional, que permita un uso pertinente de los recursos
técnicos.
Las limitaciones de otros enfoques en esta perspectiva lleva a que algunos autores se planteen
dilemáticamente, como alternativas excluyentes, psicoanálisis (o psicoterapia psicoanalítica)
individual o terapia familiar. Si un paciente (niño, adolescente, o psicótico) no puede analizarse
por interferencias de los padres, o de la familia, o de la institución involucrada, algunos colegas
indican una psicoterapia familiar d’emblé (de entrada) precipitadamente, no respetando las
variadas maniobras de pasaje que articulan las distintas instancias en juego.”
“También observamos como otros profesionales indican la psicoterapia familiar como el recurso
omnipotente que permitirá solucionar los conflictos familiares y psicopatológicos individuales.”
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“Las indicaciones precisas fueron hechas, entonces, después de evaluar en el caso clínico las
posibilidades de los pacientes: culturales, intelectuales, económicas; la disponibilidad de los
técnicos, el esquema referencial, los horarios y las variables institucionales (cuando era efectuada
en la práctica hospitalaria, sanatorial, mutual o de otra índole).” “Para nosotros, los elementos
que de alguna manera abarcan los límites del conjunto y la articulación de los factores
involucrados en él, estarían dados por;
1. El grupo familiar. 2. La familia extensa ( o sea aquellas personas significativas que intervienen
en la familia y no sólo por los individuos que la componen). 3. La especificidad de los mecanismos
de la latencia grupal familiar, distintos de aquellos mecanismos inconscientes individuales
abordables y descifrables en la dinámica latente. 4. Los pasajes de un subgrupo a otro y la
transformación de los mismos. 5. Los conflictos condensados, desplazados y actuados en el
síntoma que se manifiestan en los emergentes. 6. Las seudotransformaciones y posiciones
defensivas adoptadas y actuadas por el grupo a través de seudorrotaciones de conflictos,
ansiedades y roles, posturas “como si” producto de la racionalización y el formalismo que aluden
a un seudocambio. 7. La organización de las contradicciones en las cuales el conflicto dominante
no toma, por momentos, correspondencia entre su apariencia y las instancias involucradas en el
mismo.”
“Los obstáculos teóricos y técnicos para explicar ciertos fracasos terapéuticos por parte de las
concepciones psicopatológicas individualistas, nos llevó a plantear una nueva dimensión, una
problemática nueva, para cuya aproximación necesitamos un planteo instrumental y estratégico
distinto, en el cual los recursos técnicos, agotados en la exploración vertical, aborden esta nueva
dimensión de forma tal que no sea una reproducción analógica de la ideología ni de la técnica
individual y que explique los mecanismos en juego”.
Sin embargo, por ahora en los comienzos de esa delimitación, sólo podemos dar cuenta de algunas
de sus características, desde el campo de la llamada ‘patología’, a través de los emergentes que
plantean y conformarían las aristas y contornos de esa dinámica latente, conjuntamente con los
determinantes institucionales y sociohistóricos que atraviesan el campo de análisis. Como
corolario de ello, nos hemos planteado diferentes pasos en los tratamientos de abordaje
pluridimensional. En ese enfoque, nuestro punto de vista parte de una globalidad situacional,
grupal, de un ser social, cuya articulación con el grupo conforma parte de las vicisitudes de la
técnica operacional.
Consecuentes con ello, sostenemos la necesidad de homogeneizar el proceso terapéutico, que sus
técnicas involucren el esclarecimiento de las formas de vida, hábitos y costumbres de la vida
cotidiana, que articulen los abordajes individuales, grupales, institucionales y comunitarios por
medio de un esquema referencial, conceptual y operativo común entre los profesionales que
abordan el campo.” Por ahora, el que mejor contempla estas variables, es la Concepción Operativa
de la Psicología Social, de los Grupos.
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Jasiner, C. (2000). Dispositivos en Psicología social. Observando la observación: adiós a Pilatos
Se impone como punto de partida preguntarnos por qué hablar de observación hoy. A esta
indagación me condujo mi trayectoria de formadora de observadores y coordinadores grupales,
signada por la sensación creciente de estar atrapada sin salida en un dispositivo. Esta vivencia fue
el efecto, en mi caso, de lo que denominé como la bunkerización cada vez mayor del dispositivo
con el que, y desde el cual, trabajaba. Partiré del relato de una experiencia para continuar
planteando la problemática de la observación como cuestión central para la recreación de los
dispositivos grupales.
Estimado lector: Lo invito a un desconcertante y mágico viaje. Una expedición que nos conduce
desde un universo de objetos externos a nosotros y observables en el sentido de descriptibles, a
un mundo fascinante y misterioso. Es probable que un escalofrío nos recorra. Nos invade la
pregunta: ¿Cómo hablar de misterio, si la observación produce efectos supuestamente exactos,
seguros y tranquilizantes? ¿Cómo imaginar que el tema de la observación pueda conectar con el
azar, o lo innombrable? Si la promesa que nos impregna es que una adecuada observación nos
lleva a un conocimiento exacto del objeto y por consiguiente, a seguridades y certezas. Debo
desilusionarlo. Pero puedo prometerle, a cambio, una sensación de estar vivos y latiendo. En un
principio, no lo haré teóricamente.
Más bien quiero contactarlo con la vivencia de lo desconocido. Lo invito a un taller virtual. En este
taller nos conectaremos vivencialmente con la temática de la percepción y, desde esta
experiencia, interrogaremos nuestra concepción de observación. Por favor, disponga de papel y
lápiz a su alcance. Primero le pido que anote brevemente su idea respecto de qué. es observar.
Una vez que escribió. qué es observar para usted, tómese un momento para leer para sí mismo
esa frase.
Seguramente las observaciones son diferentes entre sí. En tanto distintas posiciones subjetivas del
observador, la producción de observaciones es distinta. Un ladrón organiza su mundo perceptivo
de forma diferente a un psicólogo social, un psicodramatista u otro profesional que esté leyendo,
por ejemplo, este artículo sobre observación. Imagine ahora que en el lugar en que usted está
realizando con nosotros este taller virtual, irrumpiera corriendo un niño de seis años. ¿Qué
observaría? ¿Acaso los mismos aspectos que usted y el ladrón?
Ahora bien, nos preguntamos a esta altura de nuestra experiencia, que aún no ha finalizado, ¿cuál
de las observaciones producidas es la mejor, la más adecuada o la más objetiva? Resulta
interesante apreciar el intento de atrapar en una frase o bien en una fórmula aquello que nuestro
paradigma naturalizado nos informa que es claro y definido.
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Mucho más aún, cuando se les pide a los concurrentes que cada uno anote en pocas líneas su
observación de la situación que todos compartimos, ¿cómo seguir manteniendo la confianza en
que es posible y deseable arribar a una observación objetiva en tanto que consensuada, al
descubrir que, para cada uno esta situación implica aspectos totalmente diferentes? ¿Puede una
situación quedar atrapada totalmente en el lenguaje?
A partir de este momento nos internamos en esta experiencia en una cuestión nuclear, el tema de
la percepción. Le solicito ahora que observe con atención el esquema siguiente. El mismo muestra
una estrella y un círculo. Le pido a usted que en tanto participante de esta actividad virtual,
observe el diagrama siguiendo las instrucciones de la figura uno. Luego tómese un momento para
reflexionar acerca de lo que sucede.
Bien, nuevamente cada uno reflexione acerca de esta experiencia en relación con el tema de la
observación. Según Von Foerster, este sencillo experimento nos descubre que no solo no vemos,
sino que, en un proceso de conocimiento de segundo orden, tenemos que aceptar que no vemos
que no vemos.
Previamente a la reflexión acerca de este punto, le solicito que observe las figuras que constan a
continuación y que, nuevamente, se conceda un momento para relacionar esta observación con
nuestro tema de observación. Bien, nuestro taller prosigue a partir de este momento, dando lugar
a las sensaciones e interrogantes que se desprenden de él. Luego de plantearlos, compartiremos
un fragmento literario, antes de despedirnos.
¿No sienten al imaginarlo, una sensación de escalofrío? Surge la pregunta ¿qué veo cuando veo? Y
también una más inquietante: ¿qué no veo cuando veo? - A pesar de que intente sumar, añadir y
completar con otros los registros perceptuales, ellos no pueden reflejar el mundo, no puedo
totalizar porque mi percepción construye el mundo. Percibir implica seleccionar, distinguir, filtrar,
priorizar, imaginar.
¿No es curioso que cuanto más reflexionamos sobre la observación, cuanto más intentamos
completar una descripción, buscando dar cuenta de la totalidad, más cerca estamos de poder
percibir que sólo aumenta lo innombrable, lo indecible, lo que nuestro lenguaje no puede
aprehender?
¿Cómo sostener dispositivos basados en una rigurosa transcripción de lo sucedido en los grupos si
al intentar llevar a cabo esta tarea constatamos asombrados que cada uno ve otras cosas? Algunos
jerarquizan lo que escuchan, otros priorizan el clima emocional, cada uno produce al observar
elecciones personales conscientes o inconscientes. Compartimos ahora la lectura de un tramo de
El Aleph, en el que Borges relata su experiencia de haberse entregado a los lineamientos de un
dispositivo de observación gracias al cual pudo en un solo instante observar un punto inefable
desde el cual se observaban todos los puntos, los cuales a su vez eran observados en la esfera de
el Aleph.
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La lectura de esta experiencia imaginada por Borges nos permitirá conectarnos con lo asombroso.
Si el dispositivo es adecuado, puedo en un segundo, observarlo todo. Todo está. allí., en un
instante. Nos dimos cuenta que un instante, si es vivido desde adentro, puede contener todos los
instantes. Y que ninguna observación, por más estricta, aséptica y detallada que fuera, puede dar
cuenta de nuestra vida, si la realizamos desde afuera y creyendo que puede o debe nombrar,
designar, describir o reflejar.
Esta propuesta busca a través de experiencias perceptivas, desestabilizar las certezas acerca de la
observación, sobre todo del ideal de objetividad que nos ajeniza de nuestra propia vida y que
empobrece, en nuestro caso, los dispositivos. Podemos pensar que observamos aquello que el
dispositivo permite, indica y, más aun, construye. Pero no basta el dispositivo. Dado que el mismo
está sostenido por nuestra subjetividad. Debemos dar cuenta complejamente de este entramado
para pensar la observación.
Si este relato no bastara para convencerlo, lector, de que la observación produce mundos muy
lejanos de lo objetivo y mensurable, la observación subjetivante se desprograma a sí misma, se
demuestra productora del desgarro, de lo inasible. Si este relato no bastara, lo invito a que usted
mismo haga una experiencia sugerida por Denise Najmanovich en relación con el problema de la
supuesta objetividad de la observación: Imagine que de pronto, se dedica a observar el destello de
los ojos de la gente. ¿Qué observación producirá? De ningún modo podría observar esto desde un
borramiento de la propia subjetividad.
Observar el destello de los ojos de los otros conllevará observarse a sí mismo reflejado en ellos.
El grupo operativo de aprendizaje fue creado por Pichon Riviére para enriquecer la formación en
psicología social de observadores y coordinadores grupales. Sin embargo, han transcurrido varias
décadas y la novedad ya no es tal. Al no renovarse las fuentes teóricas y las modalidades de la
práctica, el dispositivo se fue cristalizando y, por lo tanto, empobreciendo. La apertura devino
cierre. En un afán creciente de mantenerse idéntico a sí mismo, un dispositivo que había sido
diseñado para formar agentes de cambio, clausuró sus propias posibilidades de transformación. El
cierre fue de tal magnitud, que propuestas teóricas que mantienen su interés aún hoy, perdieron
nitidez y parecieron sucumbir al achatamiento y la pobreza derivadas de la repetición sin
cuestionamiento.
Propongo el desafío de ir más allá. del grupo operativo a través de una observación renovada del
propio dispositivo. Invito a cada lector a emprender la travesía que lo llevar. Más allá de la propia
práctica y la propia teoría, ya que el dispositivo no es externo a cada uno de nosotros. La
invitación consiste en emprender juntos un periplo que no incluye punto de llegada pero sí
desafíos y paisajes nuevos, así como la promesa de aventuras. Existe cierto riesgo pero
garantizamos que en esta excursión no nos invadirán el letargo ni el aburrimiento, característicos
de la repetición del discurso y las prácticas grupales. Aburrimiento generado por la imposición de
eternizar el dispositivo del grupo operativo, convertido en un fin en sí mismo.
El primer sendero nos lleva a un cartel enorme que nos convida a ir construyendo dispositivos de
dispositivos. Detrás de este cartel, surgen las puertas misteriosas de una mansión que todos
llaman observación. Veamos qué descubrimos.
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Es imprescindible interrogar como primer hito nuestra concepción de observación, ya que, en
tanto impregna nuestros dispositivos de trabajo y de investigación, nuestro marco referencial
construye subjetividad.
Esta doble interrogación es necesaria para revitalizar la tarea de quienes trabajamos con grupos.
La idea central consiste en ubicarnos en observadores de la observación. Esta intención conlleva,
en términos de Maturana, la propuesta epistemológica de utilizar el instrumento de conocimiento
para conocer el mismo instrumento. Lo cual tiene derivaciones éticas y repercusiones en nuestra
práctica.
Nuestros dispositivos están impregnados por una red de suposiciones derivadas de la idea de que
observamos un objeto externo a nosotros y que lo percibimos tal cual es. Esta perspectiva, además
de otros efectos de cierre, nos desimplica respecto de lo observado y respecto de nosotros
mismos. Por el contrario, según Maturana, la observación emerge de una experiencia que tiene
más que ver con nuestra configuración como organismos que con las características del objeto:
nuestra observación produce un mundo.
¿Por qué interrogar la observación como cuestión nuclear para pensar aperturas y flexibilizaciones
imprescindibles en nuestras modalidades de trabajo grupal? - Cada dispositivo indica, dispone,
cómo vamos a trabajar, pero sobre todo, qué voy a recortar, qué voy a considerar válido y
relevante, qué tomo en cuenta. Es decir, cada dispositivo, centralmente, construye en mí una
propuesta, una concepción de observación, indica qué se observa, para qué, y sobre todo, en un
bucle de segundo orden, qué es observar.
Vivimos en un mundo cada vez más complejo, confrontados con problemáticas polifacéticas, que
no se dejan recortar dócilmente en campos claramente delimitados. Situaciones imprevisibles,
ambiguas, inaprehensibles desde las perspectivas tradicionales de la ciencia. La aventura consiste,
como lo sugiere Von Foerster, retomando a Bateson, en construir conocimiento del conocimiento.
Observar la observación implica, entonces, producir procesos cognitivos de segundo orden.
Transitamos una crisis en los modos tradicionales de abordaje del acontecer humano; los
dispositivos habituales se revelan hoy insuficientes para dar cuenta de nuestro caleidoscópico
mundo. No solamente tenemos que abordar el tema la observación hoy, sino interrogar por qué
surge la metáfora del abordaje tan ligada a la observación . Es decir, tenemos que observar cómo y
por qué abordamos la observación.
Ahora bien, encontramos escollos en este intento. ¿Cómo expresar lo que está naturalizado en
nuestra cultura, aquello inefable que, a través de nuestras metáforas, nos habla? Quiero decir que
tenemos que abordar el tema de la observación hoy para desabordarlo. Dado que abordar implica
uno de los modos con que nuestros paradigmas nos indican qué es conocer y cómo conocer.
Abordar conlleva al menos dos sentidos: tocar, tomar contacto con dicho objeto y meterse por la
fuerza dentro de él, someterlo. Abordar supone un objeto de abordaje anterior e independiente y
por consiguiente, externo, ajeno a quien lo aborda. Se trata de un ejemplo privilegiado para dar
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cuenta de los complejos sistemas metafóricos que construyen, desde nuestros paradigmas
naturalizados, nuestra constelación conceptual relativa a la observación. Dado que observar
conlleva la idea de abordar desde afuera el objeto de conocimiento.
Ahora bien, esta concepción de observación conduce a que, por ejemplo, la comunidad quede
ubicada como aquel lugar de donde los alumnos provenían y al cual, una vez ubicados dentro del
dispositivo, tenían que salir para reencontrarse o bien trabajar con ella o en ella. Nunca desde ella.
Queda, al finalizar la formación, una zona totalmente separada de la comunidad, zona que se
delimita como el área del grupo operativo y que excluye aquello que no está planteado en
términos del dispositivo.
El dispositivo del grupo operativo para lograr operar como agente de cambio tiene que aceptar
cambiar él mismo. Y las subjetividades en juego, las nuestras concomitantemente, tienen que
aceptar interrogarse. Los invito a seguir la propuesta de Proust cuando nos dice que “El acto real
de descubrimiento no consiste en encontrar nuevas tierras sino en ver con nuevos ojos”.
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Pichon Riviere- Grupo Operativo y psicología social
Dijimos que la situación grupal mínima era un triángulo constituido por coordinacióngrupo-tarea.
Esta situación mínima de tres elementos se configura como estructura a partir de un cuarto que le
da sentido, y aquí Proyecto juega esa función. Proyecto no pertenece a ninguno de los elementos
de la estructura, pero influye sobre los tres posibilitando el movimiento. Proyecto como lo
establecido y programado desde una individualidad.
Grupo familiar - Definición de familia: familia es, en nuestra sociedad, un grupo humano centrado
alrededor de las tareas de procreación, afectivo sexuales, educativas, de supervivencia,
económicas y sociales, prescriptas por el sistema sociopolítico organizado para el cumplimiento de
esas tareas en base a la diferencia de sexo, edades y roles, sometidos a una interacción dinámica
interna y a un intercambio con el exogupo social, determinados por la prohibición del incesto, por
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la estructura edipica y por la estructura social, para renovar el parentesco por medio de la alianza
heterosexual.
El grupo está centrado en una tarea común a sus integrantes que justifica su reunión, sino no es
un grupo. Características comunes en el caso del grupo humano y de la familia como grupo
humano: sus integrantes están unidos por constantes de tiempo y espacio; existencia de los planos
manifiesto y latente; centrado en tareas, tareas de procreación (en la familia se producen los
sujetos que son los agentes del proceso de producción de bienes materiales), de las tareas afectivo
sexuales(la relación de pareja y sobre la sexualidad de la pareja y de la familia), de las tareas
educativas (la familia en el proceso de socialización del niño en la educación para el pasaje de
endogrupo al exogrupo), de las tareas de supervivencia (cocinar, lavar, limpiar la casa); tareas
económicas (la economía de la familia, clase social perteneciente, conciencia de clase, manejo del
dinero por parte de las figuras parentales); tareas sociales (el pasaje del individuo de su grupo
familiar a otro grupos de pertenencia de acuerdo a su clase social, cultura; unión de diferentes
grupos familiares a través de alianza de pareja; la reproducción repetición y la inscripción de
modelos de conducta.
Bauleo plantea que las fantasías proyectadas en el grupo no son solo productos del individuo sino
además de lo permitido por la sociedad, el individuo “fabricado” en la familia va hacia los grupos
secundarios y hacia la sociedad.
Abordaje terapéutico El niño procesa psíquicamente de acuerdo a pautas y modelos aprendidos
en su grupo familiar. Por lo tanto, con su sintomatología ese sujeto da cuenta de que sus conflictos
no son solamente de él, sino son de una totalidad, de una estructura, son de su grupo familiar.
Pichón Riviere habla de la noción de poli causalidad, o sea multiplicidad de causas, por ello un
abordaje terapéutico pluridimensional que tiene como objetivo cubrir lo más extensamente
posible las múltiples dimensiones etiopatogenias (mente, cuerpo, mundo exterior)
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encuentran niños formando parte de ese grupo familiar. Tenemos así, el empleo del dibujo, la
pintura, del juego, rolplaying etc.
Partiendo de lo manifiesto del grupo familiar, desde las reglas, normal, roles, el tipo de
comunicación avanzamos despejando y discriminando distintos niveles de profundidad en la
estructura que configura la familia. Dinamia de las estregias terapéuticas de abordaje
pluridimensional. Abordaje pluridimensional: como la aparición de los síntomas en las tres áreas
de expresión (mente, cuerpo, mundo exterior).
¿Qué es lo que aparece a nuestros ojos cuando viene a la consulta un matrimonio? La presencia
de un vínculo en crisis. Tengamos presentes algunas premisas para iniciar nuestro quehacer
racional. -establecer un vínculo presupone la posibilidad de efectuar una tarea en común que
surge con el deseo de compartirla y realizarla. - Un grupo adquiere la categoría de tal, cuando
tiene tarea. - La necesidad afectiva y la búsqueda de satisfacción, son agentes aglutinantes. - El
matrimonio es la mínima expresión de vínculo institucionalizado - La entropía, medida de la
incertidumbre existente entre un conjunto de mensajes, del cual va a recibirse uno solo. - Todo
sistema, en tanto orden, busca controlar para mantener su estabilidad. A esta propiedad la
llamamos homeostasis. -la ideología es el componente predeterminado y determinante de la
relación grupal que la impone, sostiene, mantiene y reproduce.
Todo sistema implica y todo sistema busca mantener su estabilidad constante, resistiendo toda
acción tendiente a perturbarla. La relación homeostasis vs entropía, es una relación que ha sido
perturbada en la esencia misma de su significado en beneficio de la organización del sistema por
los intereses que tiene en juego. El objetivo que persigue es asegurar su constancia y su desarrollo
progresivo.
“el matrimonio civil, principio, base y fundamento de la familia…. Por el hecho del matrimonio se
contraen los cónyuges diversas obligaciones, las de guardarse fidelidad mutua, mantener y educar
a sus hijos, dándoles la profesión y oficio convenientes a sus estados y circunstancias”.
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El matrimonio civil principio, base y fundamento de la familia, el contrato civil tiene por finalidad la
regulación de la relación hombre mujer para la procreación. Fidelidad mutua, de modo de evitar
así que no se corra el peligro de división de la molécula reproductora. Mantener y educar a los
hijos, dentro de cada status social, elegir la profesión u oficio que el sistema ha previsto y creado
para poder cumplir sus fines. De esta manera, la suscripción del contrato hace que lo que
inicialmente fue pareja, empiece a funcionar como matrimonio, a no encontrar su nivel de relación
necesario y satisfactorio, para perderse en las relaciones instituidas.
La pareja, como grupo natural, pierde así su lugar y pasa a postergar las más de las veces, sus
necesidades afectivas y de convivencia en función y por obra de la rutina instalada. “te quiero a ti
y me entrego a ti y prometo serte fiel en las alegrías y las penas, salud y enfermedad, todos los
días de mi vida”. Afirma nada menos que el propósito de hacer de ese amor una praxis de
convivencia con voluntad de permanencia que solo la muerte puede quebrar.
Por lo tanto sintetizando diremos: 1. El matrimonio en crisis es un síntoma denunciante de que los
criterios utilizados para la construcción de esta unidad binaria deben ser cuestionados y revisados.
2. esa organización tal cual está establecida hoy en día en nuestra sociedad, no apunta ya a dar
cumplimiento a las necesidades propias de la pareja, sino a otras de diferente naturaleza que la
distorsionan al obligarla a funcionar dentro de un entorno institucional preconcebido. 3. que una
organización tal inserta al ser humano en un escenario donde el drama se desarrollara según roles
y funciones rescriptos. 4. lo que podemos llamar vida de pareja, continua en estado latente por
obra de esas prescripciones que nos vemos obligados a asumir y que no dan lugar a la espiral
creativa y renovadora del hecho singular del amor.
Ubicación teórica breve reseña histórica. Es Freud, quien comienza con la temática del grupo
familiar en dos niveles: teórico y práctico. Complejo de Edipo, interpretación de sueños, la novela
familiar. Por ese entonces las discrepancias entre los psicoanalistas oficiales y no oficiales estaban
referidas, a si preferían o no atender a miembros de una familia simultáneamente y a sus
porqués.
Grotjahm 1956, en grupo para el progreso de la psiquiatría, postula premisas para la ubicación
frente al grupo familiar. “al cambiar el foco de investigación del individuo al grupo familiar se
hacen necesarios nuevos instrumentos conceptuales y nuevos métodos de observación”
Históricamente se partió de la psicoterapia del niño asilado, con una teoría y una técnica que
poniendo énfasis exclusivamente en lo individual, veía que los padres celosos envidiosos y
competitivos obstaculizaban el proceso terapéutico. Luego se hizo participar en la psicoterapia del
niño a sus padres, donde no estaba claramente delimitado como intervenían los mismos, con que
técnica y que teoría se realizaba esta inclusión, se confundía padres con familia. El abordar
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terapéuticamente al niño y su familia seria el siguiente paso. Una familia no tiene por qué estar
solamente constituida por el niño y sus padres, por ejemplo tíos, abuelos, hermanos etc., Par a
nosotros hablar de familia es hablar de grupo familiar. Tratar de comprender lo que sucede con el
niño “enfermo” y su grupo familiar es tratar de comprender la relación entre el niño, su familia y la
enfermedad mental, en el cual el niño es para nosotros el emergente, de una estructura familiar.
Nos basamos pues en un ECRO (esquema conceptual referencial y operativo) que nos permite
pensar la psicopatología individual desde una perspectiva más abarcativa, descentrando la
“enfermedad” de un sujeto, al grupo familiar en su totalidad. Nos referimos y remitimos al lector
entonces a: -teoría de le enfermedad única - mecanismos de depositario - mecanismos de
segregación - noción de emergente - de tarea - noción de grupo
Con los aportes, las reformulaciones y las críticas que dialécticamente han enriquecido a cada
nuevo desarrollo. Entendemos por psicoterapia combinada la unión de dos o más técnicas
psicoterapéuticas de modo tal que constituyen un procedimiento articulado, apunten hacia un
mismo objetivo e integren simultáneamente un similar o complementario esquema teórico,
técnico y metodológico.
La participación de los padres en la psicoterapia de niños puede ser clasificada en dos aspectos
fundamentales: A) que la participación de ellos eta centrada en la psicoterapia del niño, individual
o grupal. B) en el grado de integración y articulación entre la psicoterapia del niño y el o los
métodos empleados para posibilitar la participación de los padres en dicho tratamientos.
B. Psicoterapia Grupal asociada. De acuerdo a la tarea a realizar con los padres clasificamos en: 1.
Entrevistas aisladas con los padres de cada niño 2. Entrevistas grupales con los padres de los niños
del grupo 3. Psicoterapia de los padres
PSICOTERAPIA COMBINADA - asistencia combinada I - asistencia combinada II
Psicoterapia familiar centrada en el niño - del niño en la familia -Del grupo familiar centrada en el
niño
TECNICA La técnica empleada fue la Técnica Operativa de Grupo (TOG) adaptada y aplicada al
trabajo con grupos familiares. La TOG es una técnica de aplicación en pequeños grupos. El grupo
debe poseer una tarea explicita. Por ej.: el tratamiento del niño, la relación con su padre y
viceversa. Hay dos roles prescriptos: el de integrante y el de coordinador. Las entrevistas serán
efectuadas por el terapeuta individual del niño. Son realizadas en días y horas diferentes de las
sesiones individuales, siendo su duración de sesenta a setenta y cinco minutos. Variaciones del
encuadre terapéutico:
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1. Entrevistas con el niño presente 2. Entrevista con el niño ausente: -por decisión terapéutica
(excepcional) - por decisión asilada (frecuentemente en los primeros meses de tratamiento) -del
niño - de sus padres
De cualquier manera el niño estuvo siempre presente como temática y objetivo central de la
entrevista.
Observación del observador La noción de que el grupo operativo es un grupo centrado en la tarea,
ha ido transformándose en una generalización inconsciente. Creo que hay que distinguir el grupo
operativo natural, en cuanto sea aquel grupo con tarea explicita que lo nuclee, del grupo operativo
instrumental que es el que además está coordinado con la técnica operativa de grupo. La técnica
operativa de grupo implica la instrumentalización de las nociones grupales descriptas. Nociones
resignificadas en la experiencia, que permite la configuración de un ECRO. La función del
observador consiste en analizar los efectos de la acción del coordinador sobre el grupo, para qué a
través de la lectura de emergentes o mediante el rescate a posteriori de la dinámica grupal
mediante la lectura del registro, el coordinador pueda reubicarse, detectando los puntos de sutura
a la fantasía grupal.
Enrique A. Sobrado.
La noción de que el grupo operativo es un grupo centrado en la tarea ha ido transformándose con
el transcurso del tiempo, en una generalización inconsistente. Por eso, creo que hay que distinguir
lo que podríamos llamar el grupo operativo natural, en cuanto sea aquel grupo con tarea explicita
que lo nuclee, del grupo operativo instrumental que es el que además esta coordinado con la
técnica operativa de grupo.
La técnica operativa de grupo implica la instrumentalización de las nociones grupales descritas por
Pichon Rivière, nociones resignificadas en la experiencia, que permite la configuración de un ECRO
, sometido constantemente a una critica y autocritica, tanto a nivel individual como grupal e
institucional.
Esta dinámica del ECRO ha permitido que se pudiera evolucionar de los fundamentos kleinianos-
existencialistas del primer Pichon, llegando a la reelaboración, tras los aportes materialistas
dialecticos, realizados por Armando Bauleo y otros. Pero quizás por esa misma plasticidad,
determinadas contingencias de índole social, y la propia difusión de la técnica, han producido que
algunos sectores detuvieran su desarrollo. En algunos casos recuperando su arqueología, en otros,
desviándose en los meandros del empirismo, o bloqueando el aporte intersistémico que
permitiera la incorporación de otros desarrollos teóricos.
La constatación (desde mi nunca objetivo punto de vista) de estos fenómenos, mediante la lectura
de diversos textos producidos en diferentes partes del mundo, me llevo a la cuenta de un punto
en la técnica que aparecía poco analizado: el rol de observador. Si tenemos en cuenta que una de
las consignas en la practica técnica de los grupos operativos es la clara discriminación de los roles,
este hueco en el método no deja de ser significativo. Posiblemente uno de los problemas que
perturban esta clasificación sea el modelo instaurado por los terapeutas de las asociaciones
psicoanalíticas.
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El modelo psicoanalítico ha configurado la imagen del observador como rol secundario, como
función menor. Tiene prohibida la palabra, surge como sometido al coordinador (a menudo lo es).
El coordinador analista es el dueño de la palabra, el que “sabe” en el grupo, el que tiene el don de
interpretar. El observador, silencioso, aparece como su amanuense.
La reacción a esto ha sido subjetiva. La proposición fue: homogeneizar, borrando las diferencias.
¿Coordinador y observador, son desde la técnica, lo mismo?, Preguntamos. Si así fuera, ¿para qué
dos?, ¿Por qué es complejo “interpretar” y registrar a la vez? Si es así, entonces tienen razón, el
observador es un amanuense. Esto, evidentemente, es un circulo cerrado producido por un
ideologismo afectivo. Pero es a su vez efecto de fenómenos que recurren, en la medida en que la
imagen del observador concita todo un complejo de fantasías.
Por un lado encontramos una problemática ligada a la asunción de todo rol, por cuanto: ¿Qué es
asumir un rol si no diferenciarse?, Y diferenciarse, ¿no implica asumir la castración?. Por eso,
igualar el observador al coordinador implica indiscriminar a la pareja coordinadora, es caer en la
trampa subtendida por las fantasías de totalización.
La función del observador consiste en analizar los efectos de la acción del coordinador sobre el
grupo, para que, ya sea a través de la lectura de emergentes o mediante el rescate a posteriori de
la dinámica grupal mediante la lectura del registro, el coordinador pueda reubicarse, detectando
los puntos de sutura a la fantasía grupal. Solo la clara ubicación y distribución de funciones evita
las competencias encubiertas o explicitas de la pareja coordinadora. Discriminados, podrán ser
discriminantes. Por supuesto que con esto no queremos construir una racionalización
omnipotente. Si ciertos movimientos de la fantasía grupal suturan al coordinador, también pueden
indiscriminar al observador.
La dinámica grupal elicita a veces ansiedades tan arcaicas que llevan a la contra-actuación de la
pareja coordinadora, sea porque acierten en un punto ciego de uno o de ambos, o porque
movilizaciones de ese nivel generan defensas consecuentes.
Claro esta que esta movilización cobra sentido desde una correcta distribución de funciones. En
caso contrario, al no tener fijada la variable, ¿Cómo vamos a medir sus desviaciones? . De esta
manera también, termina siendo falaz la denominación de observador participante para ciertas
modalidades. El observador siempre participa del proceso aunque no hable. El hablar no define el
nivel de participación. Entenderlo así no es otra cosa que un deslizamiento positivista. Hay toda
una jerarquización de la palabra detentada, pero eso no es un problema de la técnica, sino de ese
otro campo en que el uso de la técnica se inserta. Y esas desviaciones no están solo provocadas
por las fantasías inconscientes. El grupo genera un campo en que las fantasías inconscientes
tienden a articularse con las formaciones sociales.
Ese plano, que Bauleo denomina el lugar del mito, juega también para los coordinadores,
determinándoles demandas o sometiéndolos a esquemas de los que solo a través de una rigurosa
practica de critica y autocritica se puede intentar modificar. Pero para que esta cumpla su
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cometido debe además estar apoyada en una correcta concepción filosófica de las practicas. Por
eso, el problema de la discriminación teórica de la función del observador, tanto como las
vicisitudes de su práctica, terminan no siendo solo un problema técnico.
En nuestra herencia pesan como relación de desconocimiento los dispositivos sedentarios. Son
aquellos que hemos heredado de la psiquiatría, la medicina y de la psicología del Two Bodies. Es
aquella que diagnostica, evalúa, examina y categoriza a ultranza los pacientes, metiéndolos en los
cuadros del DSM 4. Los dispositivos sedentarios manejan una concepción de lo normal y lo
patológico que en suma son condiciones de cristalización que la propia sociedad construye a
través de su imaginario social.
Es una operación epistemológica que tiende a separar al sujeto del objeto, es más, no da cuenta
de la implicación del observador que realiza una operación sobre el objeto y redunda
inevitablemente en su transformación. Dicha transformación implica necesariamente el
acomodamiento del sujeto y del objeto y viceversa del objeto sobre el sujeto. Esto lleva a
entender, a las clínicas como operaciones de corte muy complejo, y tienden a producir un efecto
de transmisibilidad. Por transmisibilidad, se garantiza un saber, un saber sobre otro, un saber
sobre el sufrimiento y el dolor, de aquella persona que llegando a nuestro consultorio o a nuestra
clínica privada o pública realiza una abreacción, una descarga, en suma una demanda, un pedido
de alivio.
Ya no podemos hablar de la existencia de una clínica sino de una multiplicidad de ellas. Prueba de
ello es la multitud de psicoterapias y de modalidades de intervención. La clínica sedentaria es
aquella que deviene de la medicina, que ha producido la psiquiatría a lo largo de los últimos 150
años y que como elemento culminante tenemos la construcción de este nuevo tabulador o este
nuevo scaner denominado DSM-4.
Estos dispositivos que denominamos sedentarios tienden a tratar de hacer pasar a los pacientes
por determinados lugares prefigurados, prearmados y que de esta manera van a dar siempre, los
mismos resultados, dentro del universo simbólico al cual están adscriptos.
Es por eso que la clínica no es una sola sino son muchas, pero no son muchas solamente porque
hay una transformación de las subjetividades en el contexto de las psicopatologías actuales, sino
que también son muchas porque el acto clínico es una operación sumamente compleja de
investigación, de elaboración teorética, de principios de regulaciones de encuadres y dispositivos y
de encuentros con el sufrimiento humano. En este sentido la clínica se transforma en un
constructo que tiene al sufrimiento psíquico por base y a su vez una elaboración teórica que da
cuenta o intenta dar de un posible devenir, o de una posible respuesta ante la pregunta de aquel
que sufre.
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Las clínicas sedentarias son aquellas que refuerzan los circuitos del poder del imaginario, que
refrendan y que potencializan una repetición, la estereotipia, y permiten por su acción tecnológica
categorizar a los sujetos sufrientes, dominarlos en una suerte de violencia simbólica y que
promueven encierros reales, concretos o simplemente encierros discursivos, tautológicos, que en
última instancia no ayudan en nada a los propios pacientes o a aquellos que sufren y que reclaman
con su dolor algún tipo de alivio, algún tipo de ayuda. Las clínicas sedentarias en realidad basan su
potenciación en esta suerte de naturalización de la estereotipia y la repetición, con lo cual el
análisis es un imposible. El psicoanálisis como práctica terapéutica ha devenido sedentario y
tiende a repetirse al infinito, no hay escucha, no hay trabajo interpretativo, lo único que hay es
una suerte de hermenéutica que refrenda a si misma en una especie de tautología al infinito.
El tiempo libre se ha transformado en una verdadera industria que sobre estimulando a las
subjetividades planetarias lo único que hace es exacerbar el propio consumo, con lo cual uno se
consume en tiempo libre y se consume en tiempo productivo. Cuando el paciente habla y nos
relata sus síntomas, en última instancia está dando cuenta de un problema, como dice Deleuze,
plantear el problema no es simplemente descubrir, es inventar.
Hemos abandonado esa epistemología causal en donde hay un factor que origina los problemas,
sino que al revés, son muchos problemas que originan otros problemas, estamos en un terreno de
policausalidades y de complejidades en donde la fuerza de la palabra interpretativa es una gestión
de articular diferentes planos lógicos productivos que no guardan una coherencia entre si, sino
que la característica esencial es la incoherencia.
No nos alcanza con la noción edipica, ni con la problemática de la relación temprana, ni tampoco
con la de la castración, sino que encontramos también el hecho que para llenar la falta de un
objeto protector o la falta de uno estructurante, simbolizante y marcativo con cierta significancia,
es que el sujeto cae en una adicción del otro, del partenaire. En este sentido consideramos que
los proceso de socialización secundaria son tanto o más importantes o son del mismo orden que
esta socialización primaria, en el entendido socialización primaria aquel derrotero que el
psicoanálisis tanto ha indgado.
En los últimos años a partir de diversos trabajos de autores que hemos mencionado y otras formas
de modelos de abordaje: el tema de las redes sociales o de las terapias en red Elkaim, Dabas, etc.
lo que se puede visualizar es la potenciación creadora que tiene el hecho de no quedarse agarrado
como psicoterapeuta a una técnica específica sino al manejo de múltiples técnicas.
Esto lleva a la noción de caja de herramientas instalada por Foucault en la década de los 70, a
partir del análisis genealógico en la conferencia que da sobre Nietzche. Este enfoque permite
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distinguir lo que son modalidades sedentarias a nómades. Lo nómade proveniente de Guattari y
Deleuze, es una forma de ser, de devenir ser en un plano de fuga y transito, de senderos que
permanentemente determinan rutas, ya que lo nómade se apropia de un sistema de tránsito, no
de un espacio territorializado sino de un efecto de desterritorialización en donde lo que se
especializa en realidad es una ruta, un sendero. De esos senderos es lo que son las clínicas
actuales.
En este sentido, la clínica debe ser móvil, no nómade, porque nómade implica la articulación de un
tránsito ya prefigurado. Pensar la clínica nómade es pensar a nuestro entender también desde un
punto de vista prefigurativo y preformado. Es por eso que pretendemos hablar mejor de lo que es
una clínica móvil, transhumante y en tránsito. Por clínica móvil entendemos una clínica no
desarrollada, no taxonómicamente desarrollada ni genéticamente desarrollada, sino que por el
contrario una clínica en vías de desarrollo y de posible inscripción en la medida que se adosa a
problemáticas subjetivas y va pudiendo desarrollar micro espacios en las estructuras mentales que
permitan el desarrollo de una reflexión o el desarrollo posible de una potenciación del devenir. En
este sentido se trabaja con un esquema multiterapéutico y con la articulación de diferentes
referentes teóricos y de articulaciones tecnológicas diferentes, puede ser el psicodrama,
sociodrama, esquizoanálisis, psicoanálisis, psicología social, teoría de los grupos, las concepciones
de Pichon, las dinámicas de grupo de Lewin, etc. la clínica móvil implica entonces la construcción
de un modelo de estructura cartográfica. No hay un centro monocausal. El mapa cartográfico no
tiene centro, es una red, y esto permitiría entonces que el punto de la demanda contempla un
nodo de la red, y ese nodo tiene una serie de hilos de estructuras causales que deben de ser
analizadas y deben de ser desarrolladas por un trabajo, es muy semejante a la epistemología
dialógica y o intertextual inaugurada por M. Bajtin.
El nodo se caracteriza por lo siguiente: contiene una res-extensa, que se demarca a partir de una
serie de pautas de conexión de los siguientes elementos construyendo un territorio de existencia:
a- una población, b- instituciones y organizaciones, c- un universo simbólico consistente –discursos
políticos y folklóricos y c- discursos y prácticas vinculares.
Esto implica que cualquier artefacto técnico, sea una terapia grupal, familiar, puede de pronto
devenir en otra cosa, una familiar puede devenir en pareja, una de pareja en conjunto de parejas,
una de conjunto de parejas en estructuras de técnica multifamiliar, una de multifamiliar en una
técnica de articulación de trabajo institucional y viceversa. Los tiempos reales del encuadre no
tienen que ver con las temporalidades de la subjetividad, sin embargo contratamos por tiempos
reales, la resolución del conflicto de las diferencias de tiempos, es resulta por el ajuste
permanente de los agentes implicados en el proceso. Por eso nuestra clínica está basada
fundamentalmente en los emergentes de la producción de acontecimientos que provocan un
devenir.
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continum, en un tiempo muertoatemporalidad- en su densidad, extensión intensidad y expansión.
Hay un antes y un después del acontecimiento, no punto de retorno, porque el sujeto ya no es el
mismo es otro, ha devenido en otro, su realización es una metamorfosis. En la vida de una persona
hay muchos eventos pero no hay muchos acontecimientos más bien muy pocos. En el
acontecimiento el sujeto es tomado por el mismo, sin embargo, su vida a sido larga espera para
devenir este momento, que inaugura la posibilidad del ser.
Nosotros entendemos que la psicoterapia es un arte- sanía, en donde lo que se juega es una
artesano- hay un aspecto de la invención del propio psicoterapeuta y hay un aspecto de la
potencialidad creadora del conjunto de los pacientes.
Se trata de producir agenciamientos de los espacios necesarios para que los actores produzcan su
realidad social y su devenir, en suma de tratar de construir una esperanza posible de un mundo
posible, o sea alcanzar no un deseo arquetípico- antiguo- presentificado, sino de construir un
deseo inmanente pleno que libere el desarrollo de las potencialidades de cada una de las personas
que integran estos conjuntos de trabajo. En suma el trabajo clínico no es una clínica, no existe la
clínica, sino el trabajo clínico como proceso de producción en donde lo que se juega es no
solamente el sufrimiento, sino que también se juega la esperanza de ese mundo posible.
69
mejoramiento de las condiciones de vida de los seres humanos, de una mayor calidad de vida de las
personas, etc. Se define salud no solo como uno de los derechos esenciales de los seres humanos
sino también como una de sus responsabilidades básicas.
-Algunas demarcaciones posibles:Partimos del reconocimiento de que toda psicología social ―en un
sentido amplio, pero plenamente justificado‖. Respecto a la psicología social comunitaria podría
pensarse que el problema de su demarcación esta en torno al término ―comunitaria‖, pero la
cuestión no es tan simple por varias razones:
*en primer lugar, este término que podríamos llamar ―palabras trampa‖, porque bajo una
apariencia de claridad referencial tal claridad no existe en absoluto. Tal vez sería más conveniente
hablar de ―abordaje comunitario‖ que de ―abordar a la comunidad‖
*en segundo lugar, la polisemia de este término que, nos coloca frente a la más variada
gama de definiciones.
En uno de los extremos trabajando a nivel comunitario se aborda n ámbito territorial determinado
en el que se incluyen distintas organización sociales tomadas en el sentido estricto del término.
En el otro extremo, consideran comunidad a todo conjunto de personas diferenciado por compartir
ciertos aspectos de la sociedad de la que forman parte. Así, puede incluir grupos de los más diversos
tamaños, siendo el único requisito necesario que los miembros del colectivo tengan un común
denominador. Este común denominador es lo que sostendrá el sentido de comunidad.
*en tercer lugar, si bien esta idea de ámbito sirve de referencia para nuestra demarcación, no
es suficiente porque la psicología comunitaria no está definida solamente por la amplitud con que se
considera el fenómeno en estudio sino, por la finalidad perseguida y el tiempo de acciones que con
esa finalidad se originen y sostengan. Es esa finalidad y alcance y el cómo de la acción lo que
define si se está o no trabajando a nivel comunitario.
Los aspectos éticos de la participación, pueden ser abordados desde diferentes perspectivas. Dos
que nos parecen importantes:
a) Una de ella es la que alude a quien define qué es lo mejor para determinados seres
humanos, refiriéndonos a los integrantes de cada comunidad concreta con la que se trabaja.
Deben ser los mismos interesados los que determinen, en cada caso y en cada situación, que
es lo mejor para ellos.
Puede garantizarse la aceptación de que ―lo bueno y lo malo para mi‖ puede ser distinto de
70
lo que otros consideran ―lo bueno y lo malo para ellos‖. Y de que esos otros deben tener la
oportunidad de fijar sus propios criterios. Esto se conecta directamente con la búsqueda del
cambio social como característica propia de la psicología comunitaria.
una vez que uno ha adherido a la meta general de ―búsqueda de las mejores condiciones de
vida posibles‖, los dos caminos por seguir son: o fijar ellos mismos cuáles son esas mejores
condiciones según sus propios parámetros o trabajar para que las fijen los propios
interesados.
b) La segunda perspectiva tiene que ver con la frecuente búsqueda de manipulación que se da
entre los seres humanos. Distinguir dos tipos de participación, participación crítica y
participación acrítica.
La primera constituye no solo una herramienta de trabajo adecuada para el campo de la
psicología social comunitaria sino también necesaria en ese campo, a través de la cual se
busca el crecimiento de los sujetos y sus comunidades.
El segundo tipo de participación, denominado acrítico, busca exclusivamente la adhesión de
los sujetos. No pretende ni le interesa el logro de la reflexión consiente de ellos.
Tres delas muchas definiciones dadas sobre este campo de la psicología. Las 2 definiciones
conectan con la historia de la psicología comunitaria y su surgimiento como reacción (en contra de
la psicología clínica, en el caso de la línea estadounidense; de la psicología social en el caso de
americalatina) y como la búsqueda de obtener mejores respuestas que dieran soluciones a
problemas que la psicología de ese momento, en las ramas señaladas no podían resolver
satisfactoriamente.
2) Psicología comunitaria como la rama de la psicología cuyo objeto es el estudio de los acores
psicosociales que permiten desarrollar, fomentar y mantener el control y poder que los individuos
pueden ejercer sobre su ambiente individual y social para solucionar problemas que los aquejan y
lograr cambios en esos ambientes y en la estructura social. MONTERO
3) Entendemos la Psicología Comunitaria como una ciencia de la salud aplicada en la que confluyen
las distintas disciplinas básicas, medicas, psicológicas, epidemiológicas etc. Que fundamentan los
programas de intervención para la prevención de la enfermedad, la promoción de la salud y la
educación para la salud.
71
LAPALMA El escenario de la intervención Comunitaria.
Este trabajo presenta y analiza los componentes para la construcción de un ―escenario para la
intervención comunitaria‖ que permita contextualizar el rol el psicólogo comunitario. A partir de la
interrelación de tres aspectos:
a) necesidades sociales
b) organización
c) el medio ambiente,
a. Las necesidades socials- han sido estudiadas desde una variedad de perspectivas: como
carencia y potencialidad; como insatisfacción percibida; como un sistema tríadico: deseo,
necesidad, carencia y como capacidades para funcionar. Las necesidades humanas
conforman un sistema, no pueden establecerse criterio de jerarquías dado que se expresan a
través de simultaneidades, complementariedades y compensaciones. Las necesidades son
carencias pero también potencialidades, en tanto recurso que movilizan a las personas.
Los satisfactores tienen una doble trayectoria, por un lado se modifican al rito de la historia
y por el otro se diversifican según la cultura: 1) se modifican al rito de las coyunturas, 2) se
diversifican dentro de la cultura y 3) lo hacen también de acuerdo con los estratos sociales.
72
SATISFACTORES CARACTERISTICAS
Violadores o destructores Aniquilan la posibilidad de su satisfacción e
impiden la satisfacción de otros, son
impuestos. Ej. Censura
Pseudo satisfactores Producen una falsa sensación de
satisfacción, son inducidos. Ej.
Sobreexplotación de recursos ambientales
I. Organizaciones que poseen una estructura poco diferenciada del medio, para resolver problemas
comunes de sus integrantes. Las tareas están basadas en la cooperación y solidaridad (todos hacen
todo). La estructura está basada en valores y expectativas compartidas y el principio de autoridad
está centralizado en un liderazgo personalizado.
II. Además de las necesidades comunes del párrafo anterior, en la estructura aparecen
diferenciaciones interna, originadas por aspiraciones personales, por capacidades individuales para
resolver nuevas demandas del medio ambiente. Los objetivos y reglas de funcionamiento,
comienzan a ser explicitadas. La autoridad es una función diferenciada coexistiendo a veces con el
liderazgo personalizado.
III. Presentan una mayor complejidad, sus objetivos y norma estas escritos para todos los
integrantes. La división de trabajo es basada en roles y funciones y la autoridad es un rol. Aparecen
mecanismos de coacción para el cumplimiento de las normas y reglas
Diversidad organizacional
Aspectos I II III
Objetivos Implícitos Explícitos Escritos
Autoridad Liderazgo Según tarea Función
73
personalizado
División del trabajo Cooperativo y Roles iniciales y por Roles y funciones
solidario tarea
Normas Afectivas Explicitas Escritas
La exclusión social se refiere por un lado a la situación experimentada por los individuos (privación
económica y asilamiento social) y por otro, a un proceso social como la fragmentación social, los
dualismos (pocos ricos muy ricos y muchos pobres muy pobres) y la ruptura de la cohesión social.
Un grupo social se considera excluido cuando no se le permite participar de algunas relaciones del
proceso social que considera valioso.
El modelo de racionalidad política tiene en uno de los extremos los estilos de conducción
―clientelar‖ como medio de vinculación con la población, y en el otro un modelo participativo.
La racionalidad técnica sus teorías y metodologías fundamentan ―encuadres de trabajo‖, son
74
fundamentos ―científicos‖, que demandan el mayor tiempo posible para la elaboración de
diagnósticos y el diseño de las propuestas.
La racionalidad burocrática, con sus tiempos administrativos, rutinas y estilos aferrados a las
normas, poco comprometidos y con resultados que a veces desconoce. La racionalidad de la
población con sus representaciones de la sociedad, de sí misma, con sus estrategias de
relacionamiento y de obtención de recursos. Estas racionalidades, a veces son, complementarias,
fragmentadas o enfrentadas entre sí, generando un ámbito complejo, turbulento y con alto grado de
incertidumbre.
Este capítulo trata de procesos psicosociales. Son procesos que influyen en las relaciones
sociales de las personas y a su vez están influidos por las circunstancias sociales y que suponen
subprocesos de carácter cognoscitivo, emotivo, motivacional que tienen consecuencias
conductuales.
Habituación- Las normas y la visión del mundo de cada cultura generan estilos de vida que son,
a la vez, el producto y los productores de patrones estructurados de comportamientos regulares y
relativamente estables, algunos de los cuales pasan a consustanciarse de tal manera con esa
visión del mundo y con la normatividad conjuntamente construida que son ejecutados de
manera espontánea, mecánica, no mediada por la reflexión ni por las decisiones explícitas.
Esas "estructuras" de comportamiento, estructuradas y estables, no discutidas, no conscientemente
asumidas, son lo que se ha llamado habitus.
Bourdieu se caracteriza por:Ser una regularidad asociada a un entorno socialmente estructurado, es
decir, una forma de estructurar los comportamientos, de actuar y de responder, dentro de un sistema
75
social.Ser duradera, pues tiende a mantenerse a través del tiempo.Constituir una conducta
estructurante, que a la vez es estructurada, es decir, un patrón de comportamiento establecido y
estable, que produce sistematización de patrones conductuales, a la vez que se ajusta a los patrones
existentes.Ser una práctica y una representación de condición regulada y regular.
Llevarse a cabo sin que haya una dirección conscientemente elegida, ni tampoco dominio explícito
de las operaciones necesarias para alcanzar sus objetivos.Estar ajustada a regulaciones colectivas,
sin necesidad de recibir instrucciones específicas.Permitir que las personas encaren situaciones
inesperadas, para las cuales provee modos de acción establecidos.Dar una anticipación implícita de
las consecuencias de tales situaciones.Constituir una respuesta socialmente codificada y esperada.
Tender a reproducir las estructuras sociales objetivas de las cuales es el efecto, a la vez que las
mantiene.Carecer de intención estratégica, ya que actúa como enlace coyuntural. Los habitus
configuran, entonces, modos de enfrentar la vida cotidiana. Facilitan ciertamente la vida social,
pues si debiésemos pensar continuamente sobre cada acción que llevamos a cabo para producir
nuestra cotidianidad, probablemente dejaría de ser tal.
Naturalización y familiarización
Ejemplos de maneras de naturalizar son presentados, en un contexto ajeno al de la psicología
comunitaria, por la teoría de las representaciones sociales, cuando se describe cómo se dota de
"realidad" a un esquema conceptual, "ontologizándolo"; "es decir, tratando al concepto como si
fuese un ser, atribuyéndole preferencias y acciones, valores y tendencias‖. El mismo procedimiento
cognoscitivo de esquematización señala otro de los pasos conducentes a la naturalización. En la
esquematización el lenguaje es utilizado para componer las imágenes que utilizaríamos para
"mostrar" un objeto a otras personas, a la vez que se le da una estructura a ese objeto
El proceso de naturalización está además unido a otro que ha sido definido como familiarización.
Nuevamente la psicología de la cognición social nos describe la función. Así, Moscovici (1981), al
hablar del anclaje del proceso de representación social, habla de la familiarización de lo extraño,
menciona los mecanismos de clasificación, categorización, etiquetamiento, denominación y
explicación, que, sujetos a una lógica específica, permiten asumir lo extraño haciéndolo
familiar, es decir, acercándolo mediante los mecanismos indicados a lo ya conocido,
asemejándolo a lo sabido. Tal cadena de acontecimientos cognoscitivos lleva a "anclar" el
conocimiento así estructurado al conocimiento ya habido, "objetificándolo". Esta última
condición, según Moscovici (1981: 198), "satura el concepto no familiar con la realidad,
transformándolo en un bloque constructor de la misma realidad".
Como vemos, el proceso de naturalización es parte del proceso de conocimiento. Cada día
naturalizamos múltiples objetos y hechos por medio de los procedimientos de habituación y
familiarización, tan bien descritos por la psicología. Pero, a la explicación constructiva de esos
mismos mecanismos que nos permiten vivir, es necesario añadir su función responsable del
mantenimiento, según las circunstancias, de la aceptación de aspectos negativos que pueden hacer
difícil, cuando no insoportable, nuestras vidas. Nuevamente, como en el caso de las teorías de la
atribución desarrolladas paralelamente a estas descripciones, la psicología de la cognición social
estudia aspectos que permiten explicar, desde el nivel psicológico, formas complejas de la
conducta social que en el caso de las comunidades es necesario conocer para poder trabajar, como
lo plantea la psicología social comunitaria, por la transformación social. Naturalización y
familiarización son las vías para aceptar, conocer y relacionarse con lo extraño, con lo diverso;
76
para hacerlo aceptable, admisible y también para internalizarlo y considerarlo como parte del
"modo de ser del mundo". Junto con la habituación, son los mecanismos microsociales que
mantienen ciertas estructuras y ciertos modos de vida, a la vez que sostienen la permanencia o
estatus social. El choque entre estas formas de actuar fijas, no cuestionadas, maquinales y
la introducción de otras formas de acción o de nuevas concepciones del mundo que tocan esos
aspectos profundos y básicos de la vida social podrían estar en la base de transformaciones
psicosociales producidas en los procesos que combinan la acción con la reflexión. Combinación
ésta que, como ya lo indicara Freiré, conduce al proceso de concientización y desnaturalización,
revelando contradicciones y mostrando posibilidades de actuar de manera diferente.
Concientización y desideologización
Por concientización se entiende el proceso de movilización de la conciencia, de carácter liberador,
respecto de situaciones, hechos o relaciones, causas y efectos hasta ese momento ignorados o
inadvertidos, pero que inciden de una manera que los sujetos de ese proceso consideran negativa.
Según, Barreiro, es la adquisición de conciencia de sí como persona en una sociedad con la cual
está comprometida, porque en ella interactúa; es conciencia del carácter dinámico de las relaciones
que se tiene con el mundo y es también conciencia de la propia capacidad crítica ante ellas y de la
situación negativa en que se vive. Tal forma de conciencia supone un modo de conocer que conduce
al compromiso de la persona con la sociedad en que vive, en el sentido de que asume su rol activo
en ella, de que deja de ser alguien que sigue la corriente, que se somete sin reparos y sin análisis, sin
pensarlo, a los dictámenes de personas en su entorno inmediato o de líderes de la sociedad en que
vive. Es llegar a ser alguien con un compromiso en la construcción cotidiana de esa realidad
ejerciendo derechos y asumiendo deberes respecto de los cuales sabe por qué y para qué los
contrajo.
77
movilización transformadora del contenido de la conciencia y no de generar una conciencia donde
no la había. Y ese proceso ocurre en la persona debido a su reflexión y acción, no es obra de la
imposición de manos o de ideas de un agente externo al cual se atribuyen poderes especiales.
Esa movilización tiene un carácter liberador y supone una posición política, en el sentido amplio
del término. Es decir, en el sentido de ser un ciudadano consciente. Y por cuanto conlleva un
proceso de producción de conocimiento que conduce a revelar causas, a establecer conexiones, a
levantar el velo de la ignorancia necesaria para el mantenimiento de un estado de cosas, acarrea un
proceso de desideologización. Por tal se entiende la construcción y re- construcción de una
conciencia integral, no fraccionada, mediante la cual se produzca una comprensión del mundo en
que se vive y de las circunstancias de vida, en lo que tiene de totalidad.
Supone, además, el desarrollo de una perspectiva crítica a través del diálogo. Crítica en el sentido
de que es reflexiva, analítica, observadora y problematizadora de las relaciones entre fenómenos y
circunstancias, supuestas y aceptadas, y las somete al examen y a la discusión que permiten
integrar juicio y hechos. La conciencia crítica así generada sustituye a lo que Vieira Pinto (1960)
denominó "conciencia ingenua", que "se cree superior a los hechos dominándolos de amera y por
eso se juzga libre para entenderlos como mejor le agrada". Aparta también la conciencia mágica,
que capta los hechos pero les otorga un poder superior a sí misma, por lo cual les teme y se
somete, constituyendo así una nueva forma de alienación.
78
El proceso de conversión
Es un fenómeno psicológico por el cual, de manera sutil, se produce un cambio en los procesos
de conocimiento y de percepción mediante el cual se adoptan implícitamente los puntos de vista
o las respuestas de otro. Es "el paso de una creencia considerada como falsa a una verdad
presumida, y un cambio de conducta". O, como agrega Touraine, la conversión supone una
ruptura con la experiencia pasada. El proceso ha sido estudiado como el producto de la
influencia de una minoría activa, que introduce una innovación, lucha por ella y, aun cuando no
resulte victoriosa, logra por ese proceso de instilación inconsciente que se produce en el
intercambio de ideas, aun beligerante, que sus propuestas sean parcial y a veces totalmente
aceptadas; si bien no siempre las personas que postulan el cambio son bien recibidas (incluso
pueden sufrir por ello). Esto significa que más que de un triunfo personal se trata de un éxito de
las ideas, que beneficia a un grupo o sector social.
79
situaciones algunas comunidades, como se ha dicho, generen movimientos organizados y
constituyan una minoría activa. De acuerdo con la teoría de las minorías activas, al generarse el
conflicto con una minoría activa, a la cual le agregamos el complemento de la conciencia, se
inicia un proceso dinámico de confrontación de fuerzas entre la mayoría dominante opositora y
la insistente acción del grupo innovador, que es visto como distinto, resistente a las presiones
sociales y con poca o ninguna legitimidad, con poca o ninguna credibilidad y, además, como
disidente respecto de la norma esperada y deseada desde la posición mayoritaria. La resistencia y
la disidencia otorgan al grupo minoritario asertividad respecto de sus propias razones, a la vez
que fortalecen la conciencia que sustenta la necesidad de reclamar o de plantear lo justo, lo
adecuado. El proceso de desarrollo de la conciencia, la construcción por el grupo de esa
conciencia, tanto de sí como para sí, en el sentido de que permite la generación del compromiso
de los miembros respecto de los objetivos y las acciones para lograrlos, y la convicción
razonada de las metas a alcanzar y los medios a emplear necesitan del fortalecimiento de la
identidad grupa, que se logra a través del proceso de concientización antes mencionado.
Es esa conciencia la que lleva a la producción de lo que Vieira Pinto denomina actos límite, es
decir, "aquellos que se dirigen a la superación y negación de lo otorgado, en lugar de implicar
su aceptación dócil y pasiva" y que permiten la superación de las situaciones límite, sobre las que
se tiene que actuar y producir las transformaciones necesarias. Por situaciones límite se
entiende aquellas en las cuales las personas se encuentran ante barreras, obstáculos o presiones
de tal tipo que ya no pueden ni aceptarlas, ni soportarlas, ni ocultarlas, y cuyo carácter
insoportable debe ser contrarrestado con actos límite que permitan superarlas. Estos, por
arriesgados que sean, no serán nunca tan repulsivos como aquéllas. Son entonces
circunstancias de vida en las que, al no ser posible seguir siendo objeto de su negatividad, se
produce la ruptura de la ficción de naturalidad, de manera que ninguno de los mecanismos
adaptadores e ideologizadores funciona ya, dado que el carácter negativo de esas circunstancias
las hace absolutamente insufribles. Constituyen el límite de lo que se está dispuesto a aceptar e
inducen a llevar a cabo actos límite. Este concepto, según lo plantea Vieira Pinto (1960), se
origina en el filósofo alemán Kari Jaspers, quien concibe los actos límite como infranqueables y,
por lo tanto, paralizantes. Pero como son tomados por Vieira Pinto se convierten en "el
margen real donde comienzan todas las posibilidades" (1960: 2, 64). Es decir, el punto de corte
donde no hay retroceso, donde sólo hay la posibilidad de transformar o desaparecer.
80
El juego dialéctico entre presión social, conversión y concientización
Pero no se debe olvidar que así como la comunidad organizada puede ser una fuente de influencia
transformadora, la situación social tiene varios mecanismos de defensa, algunos capaces
de fagocitar las reformas o los cambios propuestos por las minorías, aceptándolos y a la vez
desvirtuándolos y adaptándolos a sus propios intereses, a fin de que no ocurran los cambios
deseados por las comunidades. Ibáñez (1987: 234) advierte sobre este peligro cuando dice:
[...] la sociedad es de una naturaleza tal que sus mecanismos reguladores son a la vez
reproductores y modificadores de lo que ya está instituido: la naturaleza de la situación es
preservada, pero su evolución constante es igualmente asegurada.
Y recuerda a la vez que la evolución social tiene un sentido dentro del cual se inscriben las
innovaciones, lo cual explicará por qué algunas no son comprendidas ni aceptadas sino a veces
largo tiempo después de haber sido producidas.
Hay, pues, una dialéctica basada en la tensión entre concientización, conversión y presión
conservadora (Montero, 1998b, 2003b). Se puede luchar por el cambio con denuedo, asumiendo
numerosos riesgos, arrastrando peligros, y obteniendo ciertos logros; se puede también pasar a la
pasividad, evolucionar hacia formas de conservadurismo y salir de ellas nuevamente para analizar
los cambios habidos y la situación que los siguió, sin que ello signifique que una vez
alcanzado un nivel de compromiso, participación y conciencia, éstos se mantengan inmutables.
Cabría decir que en el proceso de construcción social del conocimiento y de la realidad hay una
tensión constante. Por tal razón, las acciones tendientes a lograr la construcción de la conciencia
movilizándola hacia la crítica deben ser múltiples, variadas y mantenidas en el tiempo, porque
cada miembro del grupo o comunidad está sujeto a la presión conservadora del estatus, así como
sobre éste hacen sentir los embates del cambio.
81
militantes explícitas, que producen transformaciones claramente discernibles en las personas y los
grupos.
Pero mi experiencia y la de muchos colegas es que el trabajo con las comunidades está lleno de
sorpresas, de chistes, de risa y, aunque también hay dolor y carencias, no son esos sentimientos los
únicos que expresan las personas que los sufren. Uno de los aspectos fortalecedores del trabajo
psicológico comunitario es la jovialidad, el buen humor y la alegría con que muchos miembros de
comunidades comprometidos en proyectos comunitarios asumen las tareas, se preparan para
realizarlas, toman decisiones de importancia y discuten los resultados obtenidos. La visión
considerada "objetiva" sustrae esos aspectos en los documentos producidos en el trabajo
comunitario, reduciéndolos a relatos o enumeraciones desprovistos de la motivación surgida a
partir de los afectos, o bien, en el esfuerzo por eliminar la afectividad, y sobre todo cuando se
trabaja con personas de bajos recursos económicos: se borran la alegría y el gozo y se exageran los
aspectos negativos. Una consecuencia de esto puede verse en las descripciones de las
comunidades como entes enfermos o débiles e incapacitados para hacerse cargo de su
transformación (capítulo 7).
Ejemplo de lo anterior es lo que ocurrió a unas estudiantes que llevaban a cabo una investigación
participativa con un animoso grupo comunitario de un barrio de bajos recursos económicos en la
ciudad de Caracas que se había constituido como "grupo de apoyo" para otros grupos organizados
de la comunidad dedicados a la solución de problemas y la satisfacción de necesidades de la misma
comunidad. Como parte del proceso de consolidación y autoconocimiento del grupo, se realizó un
ejercicio en el que cada miembro debía hacer una representación gráfica del grupo. De los cinco
dibujos producidos, cuatro representaban a "un grupo unido, alegre, afectivo, capaz de solucionar
problemas" (León y Montenegro, 1993: 149). Estos dibujos provenían de jóvenes hombres y
82
mujeres nacidos en el barrio y habitantes de él. El quinto fue hecho por un persona que no pertenecía
al barrio, figura de autoridad por su profesión y estudios, pero que había vivido allí mucho tiempo,
aunque ya no lo hacía. El dibujo de esta persona presentaba una visión que los asistentes calificaron
como "pesimista del grupo: una mujer fea y triste (que representa al grupo) tiene dudas sobre su
futuro ('Tu bi or not tu bi'4 ) y se encuentra contemplando el cielo - la utopía: libertad, aire, sueños"
(León y Montenegro. Tal representación fue rechazada por el resto de los asistentes. Lo interesante
es que este ejemplo revela que aun cuando se están discutiendo problemas de la vida cotidiana en
circunstancias precarias, las personas pueden tener no sólo una buena opinión de sí mismas, lo
cual es necesario para poder impulsar y ejecutar transformaciones, sino que además lo hacen
a partir de afectos positivos que les permiten ver sus recursos inmateriales. En ese caso fueron
mencionados los siguientes:
También se reconocieron las fallas, pero en medio de un ambiente energizante, impulsor del
compromiso y la creatividad. La visión negativa de la comunidad es parte (aunque puede estar
relacionada con otros factores, además) de ese no ver lo afectivo, de la incapacidad aprendida
para aceptar las emociones. En el ejemplo en cuestión, el autor del dibujo descalificador se sintió
muy afectado al comparar su dibujo con los otros y al oír los comentarios del grupo. Esa emoción
perturbadora probablemente le enseñó algo acerca de su relación con el grupo y con la comunidad,
así como respecto de la imagen que tiene de ellos. Haber manifestado el valor de la afectividad
para la vida del grupo y para la ejecución de sus tareas es una muestra de la importancia que tienen
los afectos para la vida cotidiana.
La psicología parece haber olvidado esa condición motivadora de la afectividad, a pesar de que ya
Henri Wallon, en la primera mitad del siglo XX (1934), señalaba que la relación afectiva es una
necesidad humana moldeada durante el proceso de socialización, en el cual se establecen pautas y
normas que van conformando los modos de expresar esa relación, la cual está unida a la
sensibilidad e influye sobre la acción y sobre el aprendizaje. Según ese autor, la expresión de las
emociones necesita siempre del otro y "necesita suscitar reacciones similares o recíprocas en el
otro e, inversamente, tiene sobre el otro una gran fuerza de contagio" (Wallon, 1934/1964: 85). Esa
unión a la sensibilidad expresa una experiencia primaria en las personas; una experiencia fundante,
siempre presente, de base biológica y de expresión social.
Y ¿qué se entiende por afectividad?. León y Montenegro (1993, 1998) la definen como el "conjunto
de estados y expresiones anímicas -ubicados dentro de un continuo cuyos polos son el agrado y el
desagrado- a través de los cuales el individuo se implica en una relación consigo mismo y con su
ambiente" (1993: 68). Los afectos son construidos psicosocialmente e incluyen a las emociones,
que son reacciones afectivas momentáneas de gran intensidad, con manifestaciones
neurovegetativas (por ejemplo, disnea, sudoración, temblor, rubor) con expresiones socialmente
codificadas, y también a los sentimientos, que son estados afectivos relativamente duraderos y a la
vez modificables a través del tiempo. Markus y Kitayama (1994: 339-340) dan una definición
socialmente integrada de las emociones que integran la afectividad, cuando dicen que son un
"conjunto de guiones socialmente compartidos" compuestos de procesos fisiológicos y que se
83
expresan subjetivamente a través de comportamientos, que se "adaptan y ajustan a su entorno
sociocultural y semiótico inmediato".
Esto es algo que han reconocido algunos psicólogos comunitarios y otros investigadores sociales;
por ejemplo, Agnes Heller (1980) decía que actuar, pensar, sentir y percibir constituyen un proceso
unificado, y Lane y Sawaia (1991) se referían a la necesidad de "introducir en la investigación
científica la pasión", ya que "conocer con pasión es comprometerse con la realidad" [...] y permite
la comprensión que lleva al saber" (1991: 83). En el campo de la sociología crítica, Fals Borda, en
su Historia doble de la Costa, trató de retener el carácter holista de orientación fenomenológica,
colocando al lado de las páginas que contenían el recuento científico, las correspondientes
descripciones fenomenológicas en las cuales recogió sus notas e impresiones y sentimientos, y en
general los aspectos que se suelen dejar fuera.5 Sawaia, en su acucioso estudio psicosocial de la
obra del filósofo Spinoza (1999, 2004 en prensa), recupera para la psicología la noción spinoziana
de la bondad de las pasiones, que sacuden la monotonía y contrarrestan la inercia, dando interés y
sentido a nuestras vidas, motivando a la acción. Así, la felicidad y el sufrimiento públicos y
privados son el centro de la praxis psicosocial que lucha contra la exclusión y la sumisión -
temas que tocan al trabajo comunitario-.
84
Montenegro. OTREDAD, LEGITIMACION Y DEFINICON DE PROBLEMAS EN
LA INTERVENCION SOCIAL: UN ANALISIS CRÍTICO.
La responsabilidad colectiva sobre estos actores es una de las diferencias más importantes entre lo
que son problemas personales y problemas sociales. Estos últimos, son afectados por las formas de
organización social o la evolución de las prácticas sociales, por ejemplo cambios estructurales tales
como la guerra, crisis económicas o políticas. Por esta razón, la solución de los problemas que
surgen, lleva una responsabilidad colectiva que, en el caso de los Estados modernos se atribuye al
Estado como representante del conjunto dela ciudadanía.
Para la perspectiva que propone que un problema social surge cuando grupos de presión definen
algo como problema. Según esta definición son necesarias ciertas condiciones para que algo sea
erigido como problema social.
1. La conciencia de grupo de que existe un problema que eles afecta.
2. La influencia de este grupo para lograr que el problema ubicado sea considerado como tal por
otros agentes sociales.
3. La posibilidad de actuar para buscar su solución, la posibilidad (y deseabilidad) de la
transformación de la condición problemática.
La asunción de base es que es posible ―convertir‖ alguna condición social especifica en problema
social a través de la influencia que pueda tener un grupo dado en su definición, en esta postura
ciertos grupos sociales erigen un tema como problema al ver afectados sus intereses como grupo. Se
asume que existen diferentes grupos sociales y que estos tienen intereses diferentes y a veces
contrapuestos.
Para estas dos posturas las condiciones sociales son externas al conocimiento que podamos tener de
ellas. En el primer caso, estas condiciones pueden ser definidas a parir del conocimiento objetivo y
en el segundo caso, estas condiciones pueden ser erigidas como problema por la conciencia de un
grupo social influyente. En ambos casos la definición está hecha desde un grupo social que valora
85
una condición dada como problema, bien sea científicos (conocimiento objetivo) o grupo social
(conocimiento relativo a intereses). Ambos parten del supuesto de que las condiciones sociales
están en la realidad y que es posible determinarlas, conocerlas y tener conciencia de ellas como
problema, la diferencia fundamental solo se expresa en que grupo social la propone como relevante
en un momento dado y en la influencia que pueda tener este grupo social en movilizar recursos para
su solución.
Las perspectivas participativa, sostienen que lo problemas sociales son producto de las relaciones de
asimetría presentes en la sociedad. La explotación de los seres humanos en el sistema capitalista es
el problema social fundamental al cual apelan estas posturas.
Las perspectivas participativas no se plantean una transformación radical del sistema, sino
intervenciones con grupos y comunidades para lograr su concientización y su participación en los
asuntos que eles aquejan. Aunque el problema se ubica en la totalidad de la sociedad, la solución
está situada en ámbitos concretos de dialogo entre quienes intervienen y quienes son intervenidos.
La representación de la realidad
Vivian Burr hace un recuento de las premisas fundamentales que sostiene el sociocontruccionismo:
1. Una actitud critica hacia el conocimiento dado por sentado.
2. La especificidad histórica y cultura del conocimiento.
3. Que el conocimiento es sostenido por los procesos sociales.
4. Que las descripciones o construcciones del mundo sostienen algunos patrones de acción social y
excluyen otros.
El construccionismo social rechaza que el conocimiento sea una percepción directa e la realidad. No
hay maneras en las que la realidad pueda ser percibida objetivamente.
A partir de esta combinación se define qué e, en momentos y contextos específicos, lo norma y lo
anormal, lo saludable y enfermo, lo correcto e incorrecto, lo susceptible a cambio y lo que debe
mantenerse tal como está.
Las corrientes sociocosnruccionistas (posestructuralistas) han dado lugar a estudios que enfatizan en
los efectos que pueden tener en las prácticas sociales los discursos de verdad propuestos por la
verdad científica. Movimientos como el feminismo o el movimiento de los derechos homosexuales,
86
han utilizado las herramientas de los desarrollos posestructuralistas para ―deconstruir‖ aquellos
discursos que, desde el conocimiento científico definen como problema social.
La legitimación propia del conocimiento científico permite definir tanto la ―otredad‖ como los
―problemas sociales‖ a los que se debe atender a través de la intervención social. La intervención
social, por tanto, produce efectos de control y domesticación de desviaciones.
En el caso de la intervención social queremos proponer que la definición de ―aquello que es digno
de transformación‖ sea hecha a parir de las articulaciones donde participen diferentes posiciones de
sujeto, incluyendo interventores, personas afectadas, grupos, asociaciones y organizaciones
preocupadas por la temática a tratar y en las que sea posible negociar construcciones de lo que
puede ser visto, desde diferentes posturas como problemático.
La delimitación de qué es un ―problema social‖ se dará en el seno de las conexiones parciales que
permitan desde puntos nodales específicos, construir condiciones como problemáticas o dignas de
cambio, la acción de definición, en estos términos será un asunto político.
1. Un efecto de critica a las formas de definición de ―problema social‖ como algo que está en la
sociedad y que puede ser conocido a través de tecnologías propias del conocimiento científico
utilizado por parte del equipo interventor.
2. Para proponer una manera alternativa de entender los problemas sociales; a través del concepto
de articulación que implica normas de definición en el seno de la relación entre diferentes
posiciones de sujeto que configuran, en un momento dado, algo como digno de transformar y se
movilizan hacia acciones de transformación.
87
Estos movimientos teóricos se presentan como figuras que pueden iniciar un dialogo sobre formas
de acción social que eviten las maneras en la que se ha conformado la ―otredad‖ y las ―situaciones
problemáticas‖ en la literatura propia de los modelos actuales de intervención social.
Conceptos claves
para posibilitar el análisis hay cuatro términos, deben ser abordado: necesidades, pedido, demanda y
encargo
Necesidades
El proceso de identificación de necesidades por parte de los propios actores comunitarios resulta un
momento clave para la explicitación de los problemas a abordar.
Montero, las necesidades pueden clasificarse en normativas o inferidas y sentidas. En el primer
caso, las necesidades surgen de la comparación que un agente externo realiza entre la realidad y un
canon preestablecido. Las necesidades sentidas son las propias personas que las manifiestan
explícita o implícitamente.
Pedido.La autopercepción de las necesidades supone que las personas nos podamos reconocer como
carentes. MaxNeff la necesidad es potencialidad en tanto se constituye en un motor que nos pone en
88
movimiento para buscar su satisfacción y para pedir ayuda cuando la misma se hace necesaria. La
explicitación del deseo de satisfacer las necesidades y de resolver los problemas con la ayuda de
otro, se constituye en la formulación de un pedido. El pedido es entonces la explicitación de la
necesidad de ayuda, dirigida a quien o quienes se cree podrán responder a la misma.
Las condiciones para interrogar directamente el pedido pueden no estar dadas por diferentes
razones. Por un lado el tiempo real con el que se sustenta, el pedido lo realicemos en forma
simultánea a la ejecución de la propuesta.
Encargo - la formulación del pedido lleva consigo una serie de depositacones en el psicólogo. A
ello nos referimos cuando hablamos de Encargo. Depositaciones que implican el reconocimiento de
un saber y de una autoridad en el profesional y que por lo tanto posibilitan una intervención y
también despotiaciones que obstaculizan, sin dar lugar a un intercambio donde ambos términos de
la relación tengan un papel activo y protagónico.
89
Pacheco, G. (1991) Aportes para una teoría de la implicación en Psicología Comunitaria
Señala que el proceso investigación- intervención no es un objetivo, lineal y sin rupturas, ya que
carga la vida cotidiana de quien investiga e interviene. Es un proceso bidireccional, ya que quien
interviene es con frecuencia trastocdo/a y se cuestiona profundamente en el proceso. La
propuesta de trabajo grupal incluye un proceso de involucración cognitiva y afectiva. Es un
proceso de conocimiento y aprendizaje, generado por el grupo. El grupo constituye también, para
el equipo que interviene, un instrumento necesario para su propia transformación en el proceso
de intervención.
René Lourau nos presenta materiales para una teoría de la implicación en un libro publicado por la
Univ. De Guadalajara. Establece las relaciones entre el texto, es decir, los reportes formales de
investigación y el extratexto, es decir, los diarios de investigación, “quizá demasiado íntimos y
personales”, que relatan la vida cotidiana de estos destacados investigadores durante el arduo
proceso investigativo.
Heller se refiere a la implicación cuando formula la hipótesis acerca de la función antropológica del
sentimiento. Sentir, afirmar en aparente tautología, significa estar implicado en algo. Ese algo
puede ser otro ser humano, un concepto, un proceso, un problema más no necesariamente un
objeto conocido, ya que alguien puede sentir temor o deseo sin objeto aparente.
90
Los iniciadores de la elaboración conceptual de la implicación distinguen entre primarias y
secundarias. La implicación siempre supone un vínculo, una relación, la relación del investigador
con diferentes objetos y/o sujetos. De este modo las implicaciones primarias comprenden: a- la
relación del investigador con el objeto de estudio, b- la relación con la institución en la cual es´t
ainmerso, c- la relación con el mandato social en el contexto de una determinada estructura
histórico-social.
A partir de estas relaciones, los escritos de investigación en ciencias sociales se han construido un
estatuto de autocensura y negación: se rechazan, en la medida de lo posible, las implicaciones
personales del investigador en el proceso de investigación. Eso no ocurre en otros escritos que
tienen un cierto margen de libertad y una especie de autorización para trabajar sobre el
significante. (Lourau, 1989)
Otro nivel de implicación se refiere a su ubicación social y política en una determinada estructura
de clases: su nivel de compromiso en el acto de investigación. Martín Baró, destaca que a lo largo
de su obra fecunda, el mismo encarnó este compromiso, en tanto investigador social, y no solo
como militante como se ha dicho, que finalmente, lo condujo a la muerte.
Esta modalidad de trabajo, implica todo un proceso de involucración, cognoscitiva y afectiva, tanto
por parte del investigador, como de la población con la que se trabaja. El proceso de investigación
se materializa en la posibilidad de diálogo, y en la búsqueda de implementación de actividades
transformadores, por tanto, de aprendizaje par aambas partes involucradas.
Martín- baró considera el grupo como una instancia en la cual se manifiestan las contradicciones y
es posible incidir en el análisis de la ideología subjyacente en la acción- interacción
humanidad.Pichón – Riviere también contribuyó con una propuesta de psicología grupal que nos
permite comprender el proceso de elaboración del conocimiento en el interjuego dialéctico entre
el sujeto y la estructura social. De este modo, el grupo puede constituirse también en instancia e
instrumento de análisis de las implicciones del equipo; sus conflictos, sus propias contradicciones,
sus relaciones con la institución y sus propias resistencias al cambio.
91
En este proceso de conocimiento y aprendizaje, la población está implicada, pero también el
equipo que interviene, por lo que la instancia grupal puede también constituirse en un
instrumento necesario para su propia transformación en el proceso de intervención.
En un inicio, gracias a los aportes de la escuela piagetana, se privilegiaron las reflexiones en torno a
los procesos de aprendizaje. Otro momento en la génesis de la carrera estaría caracterizado por la
influencia del psicoanálisis, teóricos como Marie Langer o Armando Bauleo fueron determinantes
en el perfil de la licenciatura. La escuela de Pichon-Riviére de Argentina orientaría, también, hacia
una idea de la psicología a partir del trabajo de grupos. Desde un inicio quedaría formulada, en el
perfil de la carrera, la necesidad de tomar en cuenta los aportes de otras disciplinas; de esta manera,
la lingüística, la antropología, la filosofía, la sociología y las reflexiones teóricas y metodológicas
del análisis institucional, entre otros, fueron conformando, a través del tiempo, el marco conceptual
de nuestra disciplina.
Si bien los campos de acción que se ofrecen para los profesionales de la psicología han sido
diversos —establecimientos gubernamentales, instituciones de salud, establecimientos educativos,
empresas, iglesias, instituciones de asistencia privada (IAP), organizaciones no gubernamentales
(ONG), grupos populares—, es importante señalar que las formas de intervención no se han dado
sin tropiezos. Cuando los alumnos y profesores "aplican a la realidad social sus conocimientos"
aparecen serias problemáticas en torno a cuestiones tales como conflictos de paradigmas,
metodología, técnicas o herramientas, demandas y encargos, presupuestos, contratos, etcétetera.
Mencionar lo anterior tiene sentido puesto que da cuenta de la complejidad que aparece cuando
hablamos de las formas de intervención comunitaria, problemática que hemos heredado de los
psicosociólogos y hasta de los modelos desarrollistas y funcionalistas.
La hipótesis que sostiene este trabajo es que la realidad se transforma y por lo tanto las estrategias
de intervención también. La presencia de nuevos actores sociales que han problematizado
cuestiones como violencia, sexualidad, educación o salud, nos obliga a replantear los modos en los
que la psicología social se ha venido involucrando con estas temáticas. Los paradigmas
asistencialistas, que han determinado muchas de nuestras acciones, han sido fuertemente
cuestionados y las interrogantes en relación con nuestro compromiso y trabajo ético han definido las
rutas de nuestro quehacer profesional.
92
La intervención comunitaria reconoce en sus orígenes múltiples herencias teóricas que coincidirán
en vincular la investigación y la práctica.
Nuevas formas de análisis social se vuelven concebibles, mientras que, hasta ahora, las
investigaciones tendían a ser una calca de las metodologías experimentales de las ciencias nobles y
maduras a las que las jóvenes ciencias humanas buscaban asemejarse. De los laboratorios
científicos y las experimentaciones reducidas a la manipulación de variables, en el seno de modelos
hipotéticos para la administración de la prueba, se pasa a la perspectiva de una búsqueda de datos,
incluyendo los testimonios obtenidos en "laboratorios" a cielo abierto, que coincida con tal o cual
resquebrajamiento de la realidad social‖.
Considerando los grandes cambios sociales que se darían en el contexto de la Segunda Guerra
Mundial, Lewin estaría planteando la intervención del profesionista como un dispositivo de ayuda
para la solución de problemas y la toma de decisiones. Si bien se reconoce en este autor una gran
contribución al campo de la discusión metodológica y epistemológica, autores como Ardoino van a
hacer notar el carácter fuertemente praxeológico de esta propuesta.
En una génesis teórica más cercana, vamos a encontrar los trabajos de Gómezjara en relación con el
desarrollo de la comunidad. En una crítica a las estrategias gubernamentales de contener la miseria
de miles de explotados mediante programas para desarrollar la comunidad, este autor plantea la idea
de que el desarrollo comunitario, es decir el cambio y el mejoramiento de la comunidad, no debe
venir desde afuera y desde arriba, sino desde dentro, tomando en cuenta sus necesidades y
promoviendo una organización consciente.
Este nuevo desarrollo comunitario significa organizar independientemente y democráticamente a
los explotados de las comunidades rural-urbano no para adaptar, incorporar o modernizarlas, según
el modelo capitalista, sino para oponerlo y sacarlas de ese proceso, a través de la crítica y la acción
cooperativa solidaria en favor del cambio social radical [Gómezjara, 1977:13].
En el campo del trabajo social parecen encontrarse formas críticas de intervención que, inspiradas
en los métodos antropológicos, amplían sus objetos de observación e implementan nuevas formas
de proceder y de conceptualizar la intervención comunitaria. Temas tales como cultura, identidad,
memoria y conciencia colectiva van siendo relevantes en las experiencias de terreno que
fundamentan al trabajo social.
93
En este breve e incompleto recorrido disciplinario sobre la intervención comunitaria, no puede dejar
de mencionarse el modelo de psicocomunidad impulsado por Cueli y Biro en la década de los
setenta. De origen básicamente psicoanalítico, se planteaba un proyecto preventivo que permitiera
un mejor nivel de salud, específicamente de salud mental. Algunos de los elementos centrales de
este modelo son: la utilización de un grupo como instrumento explorador frente al grupo que
constituye la comunidad, y el manejo continuo de las fantasías previas de los miembros del grupo
explorador y que se cotejan frente a las experiencias del trabajo en comunidad. Por ejemplo, el tipo
de relación entre padres e hijos, la relación entre la familia y algunas instituciones del lugar como la
iglesia o iglesias, la escuela, la delegación, etcétera, eran algunos de los elementos que se
exploraban en este proyecto. Para Ricardo Blanco y Pablo Moch algunas de las características de
este modelo son las siguientes: Asimetría en la relación supervisor, promotor y comunidad.
Finalmente, es importante señalar que en el centro de estas reflexiones teóricas ha estado presente la
discusión en torno a la definición del concepto comunidad; pese a las diferencias que podemos
encontrar, sus planteamientos nos remiten a un concepto geográfico en su sentido físico y humano.
Es decir, comunidad territorial y comunidad entendida en función de la distribución de la población
y su infraestructura.
Sin embargo, creo que una reflexión sobre los dispositivos de intervención comunitaria, debe
contemplar los sistemas de interferencia que se manifiestan en ésta; esto es, es necesario plantear a
la comunidad como un contexto de máxima transversalidad, en donde la creación artificial de
límites puede hacernos perder la complejidad de las relaciones que se establecen en ella. Los
elementos culturales e identitarios, la historia, la articulación entre el presente y el futuro, la
elaboración de proyectos y otras de las manifestaciones en las que se organiza el imaginario social
—como producciones utópicas, esperanzas, memoria colectiva— aparecen como elementos
centrales en los procesos comunitarios y de constitución de la subjetividad social.
En el problema de los sujetos hay una doble realidad: la que es aprehensible conceptualmente
(condiciones estructurales, formas organizativas, patrones de comportamiento, actitudes), y otra que
no es aprehensible con la misma lógica (experiencias, memoria, conciencia, mitos); esta conjunción
de realidades, que define una ampliación en los mecanismos de análisis, desafía a la conciencia
cognoscitiva a construir una relación de conocimiento que sea más congruente en la representación
94
de la realidad con esta complejidad. El análisis de los sujetos supone como requisito tanto no darlos
por terminados como concebirlos desde la complejidad de sus procesos constitutivos que tienen
lugar en distintos planos de la realidad.
Lo anterior significa que cuando hablamos de intervención comunitaria no sólo tenemos frente a
nosotros un conjunto indiferenciado de pobladores instalados en una delimitación geográfica.
Hablamos de sujetos, no de objetos, con potencialidades que constantemente están transformando
su realidad. Y esta transformación de la realidad sólo puede ser comprendida en el marco de la
subjetividad social que, en palabras de Hugo Zemelman, incorpora la dimensión de la posibilidad.
La comunidad entonces, deja de ser un agregado de individuos y pasa a convertirse en un espacio o
contexto de reconocimiento común en el que se articulan información y cultura, conocimientos y
tradiciones, experiencias y visiones y un conjunto de universos y significaciones que dan forma a un
pensamiento que trasciende a cada uno de los sujetos.
De acuerdo con lo anterior, tenemos entonces comunidades heterogéneas con varios tiempos y
espacios que coexisten; si bien la génesis teórica de la intervención comunitaria poco ha tomado en
cuenta estos elementos, podemos plantear también una génesis social que da cuenta de las
transformaciones en las relaciones sociales y que además de cuestionar nuestro lugar de expertos en
los procesos de intervención, plantean a la psicología social nuevas demandas.
La intervención comunitaria no puede seguir siendo la misma de hace veinte años; ahora tenemos
una sociedad fuertemente politizada, con nuevas demandas y con procesos de promoción social que
confrontan directamente las labores asistenciales de los especialistas. Así, los trabajos y propuestas
para intervención comunitaria deben tomar en cuenta la profunda transformación de las relaciones
sociales, promovida por la politización de los espacios colectivos y comunitarios.
En el centro mismo de las prácticas de intervención comunitaria, sea en sus orígenes teórico-
disciplinarios o sociales, aparece una fuerte tensión en entre dos tendencias: los modelos
asistenciales y los promocionales. La institución asistencial, heredera de la caridad, la beneficencia
pública y la filantropía, estará caracterizada básicamente por funcionar como un paliativo de los
efectos de la marginación y la exclusión; por no atacar realmente las causas que originan la
infelicidad de millones de personas; y por establecer un proceso de individualización de la
necesidad. La lógica promocional tendrá, entre una de sus más representativas características, la
polémica de la autorización. La finalidad de la intervención promocional convierte al actor en autor,
en el creador e incluso generador de sus propios procesos de transformación. El quehacer del
psicólogo social, educador, investigador o algún otro interviniente está centrado aquí en promover
en los sujetos la capacidad para autorizarse, reconocerse y decidir las cosas por ellos mismos.
Podemos observar entonces cómo, éstos y otros espacios, son dinámicos y por lo tanto nuestra labor
profesional no puede quedar reducida a las funciones asistencialistas. Una reflexión constante sobre
nuestra práctica profesional y docente, nos lleva a levantarnos contra la implementación de
paliativos que instituyen la infelicidad como condición para la supervivencia.
95
Lo anterior significa también que todo trabajo de intervención debe cuestionar el recorte apriorístico
de su objeto de estudio. En los orígenes de la licenciatura en psicología de la UAM-Xochimilco,
encontramos ya las primeras distancias en torno a las psicologías abstractas, psicologías que se
separan del terreno y elaboran así sus problemas y supuestos desde un trabajo de escritorio. Tal y
como plantea Ardoino, el trabajo del investigador e interventor deberá buscar la relevancia de la
problemática, no pensar desde la abstracción las demandas del terreno; ello implica evidentemente
la utilización de un método clínico, no en el sentido terapéutico, sino en la capacidad de escucha del
terreno. El terreno de intervención, se convierte de esta manera, en un referente más.
La reflexión sobre estas dos cuestiones nos ha llevado entonces a distanciarnos de las lógicas que
pretenden cambiar, influir o explicar "la realidad", asimismo se ha abierto un constante
cuestionamiento sobre nuestras prácticas y hemos aprendido que no sólo existe el saber científico,
sino que es necesario reconocer el saber social, ese saber que portan mujeres, jóvenes, niños,
trabajadores, reclusos, grupos o movimientos organizados, acerca de su sociedad.
Lo anterior significa entonces que todo trabajo de intervención comunitaria debe reconocer que la
complejidad de la realidad no puede ser analizada o dividida en partes para su "profundización",
sino que es necesario entender que lo que estudiamos son siempre fenómenos complejos. A
continuación anotaré algunos de los elementos que son indispensables para pensar el problema de la
intervención comunitaria.
Los sujetos con los que intervenimos no son indiferentes a las producciones del saber que les
conciernen (saber social), por lo tanto reaccionarán y van a interferir constantemente con los
instrumentos de análisis e investigación que les sean destinados y perturbarán seguramente su
funcionamiento. Como hemos convenido, la investigación es una estrategia de conocimiento, lo que
tenemos que recalcar es que tal objetivo es susceptible de provocar una especie de contraestrategia.
Hemos visto en nuestra experiencia que existe una gran capacidad de negación, de negatricidad que
difícilmente podrá ser eliminada del campo o del objeto. Reconocer la negatricidad del objeto es
reconocer a éste como sujeto.
El objetivo del enfoque multirreferencial no es el mismo que el de los enfoques trans, inter o
multidisciplinarios, en los que, señala Ardoino, cada una de las disciplinas quiere conservar el uso
propio de su lenguaje sin querer aprender y hablar el de los otros. Además, el proyecto de la trans,
inter o multidisciplina apuesta claramente a la ilusión de la "totalidad" del conocimiento, como si
los hechos sociales pudieran ser transparentes de una vez y para siempre.
96
que otorgan sentido y significado a una sociedad en un momento histórico determinado. En nuestra
sociedad, por ejemplo, se puede hablar de la asistencia, de la calificación, del castigo o de la moda,
como instituciones; en otras sociedades han sido instituciones el potlach o el derecho de pernada.
Presentación
La educación popular, a través de sus diferentes trayectorias y experiencias, ha generado
metodologías y técnicas de diverso origen disciplinario y experiencial, que conforman un fecundo
cuerpo instrumental para los procesos educativos, la planificación participativa, la sistematización
de experiencias, la evaluación y el monitoreo entre otras acciones.
Junto a las perspectivas teóricas y políticas que le dan sentido, la formación y reflexión sobre las
metodologías de educación popular guardan una importancia fundamental para la posibilidad de una
praxis transformadora.
El término ―taller‖ se lo utiliza desde muy variados modos. Esta condición polisémica del término
obliga a definir al taller en tanto metodología de la educación popular.
La educación trasciende a las instituciones formales. Mark Twain ―nunca permití que la escuela
interfiriera con mi educación‖, ese pensamiento tiene una doble constatación: que lo educativo
trasciende a os establecimientos educativos; que el rol de dichos establecimientos trasciende por
parte lo que es stricto sensu podríamos llamar educativo.
Como hecho histórico social, la educación tiene una condición paradójica: por una parte, tiene a su
cargo la transmisión intergeneracional de un determinado acervo cultural y de conocimientos y al
mismo tiempo también compete la recreación, intervención y transformación del mismo. Tomando
parte activa de este conflicto y priorizando la dimensión cultural de las relaciones de dominación
emancipación, es que se ubi a la teoría y la praxis de la educación popular.
97
La concepción metodología en la educación popular-Para comenzar a abordar el taller en tanto
metodología, es importante ubicar la concepción metodológica en educación popular, la
importancia del pensamiento estratégico y la organización de las acciones, métodos, técnicas que
utilizamos, en fin de determinados objetivos y finalidad.
En tanto uno de los actores definitorios de la educación popular es un fin transformador, el cuidado
de la organización estratégica de las acciones, su orientación hacia objetos concretos, tiene una gran
importancia. La estrategia es la concepción y organización de las diferentes acciones que
realizaremos en función de los objetivos que se quiere alcanzar. La estrategia está supeditada a los
objetivos: los objetivos son el lugar al que se quiere llega, la estrategia es el camino para llegar.
En el caso de la educación popular, la relación ente objetivos y la estrategia está pautada por el
principio ético metodológico de la coherencia entre fines y medios, entre objetivos y métodos.
Los métodos son las formas o maneras de organizar los procesos específicos de trabajo popular en
función de situaciones concretas y objetivos particulares. Ambas variables son fundamentales para
definir los métodos.
Las técnicas son instrumentos y herramientas que oerativizan cada paso del proceso. El
procedimiento metodológico refiere a los modos concretos que se utilizan las técnicas en función
del contexto concreto en que se harán es decir cómo se aplican las técnicas seleccionadas.
Taller en tano metodología que se adopta en determinado momento, así como para el propio
desarrollo de un taller, dentro del cual también se cuidara esta coherencia interna entre sus
diferentes momentos.
El taller en la Edad media-Edad media europea, taller constituía la unidad productiva de los
artesanos.
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Planteada, el taller constituye: a) un dispositivo de trabajo con y en grupos; b) una metodología de
trabajo educativo que buscara alcanzar objetivos preestablecidos, organizando para ello la
utilización de determinadas técnicas.
2) el dispositivo siempre tiene una función estratégica concreta y siempre se inscribe en una
relación de poder.
Es decir que la noción de dispositivo destaca un énfasis en la red, en las relaciones, en las múltiples
conexiones y articulaciones de elementos diversos, que no obstante convergen en una función
estratégica potente, definitoria, al punto de establecer los límites de lo aceptado para un
determinado enunciado en un determinado contexto historicosocial.
―el dispositivo es pensado como máquina que dispone a…, que crea condiciones de posibilidad, que
provoca o pone en visibilidad y eventualmente en enunciabilidad latencias grupales, institucionales
y/o comunitaria.
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Como se asume el trabajo en taller en la educación popular: a) partir de los saberes y las ideas de los
participantes. B) buscando dinamizar descubrimientos colectivos mediante un trabajo de análisis y
problematización también colectivo. C) concibiendo a las contradicciones como motor del proceso
dialectico de aprendizajes, esto es como oportunidad pedagógica.
¿Para qué sirve un taller? Su utilización en la educación popular- En la educación popular, el taller
es una metodología apropiada para fines como:
El punto de partida estratégico consiste en tener en cuenta los objetivos que se pretende alcanzar: el
―para que‖ de la realización del taller, contenidos, técnicas que se utilizaran.
¿Cómo se planifica un taller? Guía para la planificación de un taller- Tener en cuenta los
siguientes elementos:
a) Objetivos, ¿Qué se busca con el taller? Es importante tener claros los objetivos que se buscan
alcanzar con el talle, para poder ver que osas pueden lograrse con el taller y cuáles no, y por otro
par a poder luego hacer una adecuada evaluación, valorando el taller en el marco de la totalidad el
proceso.
c) contenidos. En función de los objetivos que se persigan con el taller, lo contenidos que se quieran
trabajar en él y las características de los participantes, se analizara la estrategia dela bordaje de los
contenidos.
100
d) Recursos: en la planificación de los recursos se incluye todo lo necesario según la actividad
planificada: desde el salón, hasta los materiales de trabajo grafico u otros. Es necesario conocer
previamente el lugar donde se realizara el taller, el espacio, las condiciones de iluminación.
f) responsable y roles: dentro del equipo de coordinación es importante definir quien se hacer
responsable de que tarea (coordinador, registro)
g) el tiempo: el tiempo adecuado de duración de un taller también es variable, según los objetivos
del taller y las características de los participantes.
Disposición del espacio: en círculo. La organización de las personas en círculo permite una
disposición del estadio en que las jerarquías se diluyen.
La importancia del registro. Un buen registro será un importante instrumento de trabajo
posterior al taller.
Las técnicas participativas: criterios para su utilización
Existe una gran cantidad de técnicas participativas de distinto tipo. Oscar Jara organiza las técnicas
según el siguiente criterio:
Es bueno tener en cuenta tres aspectos a la hora de seleccionar que técnica utilizaremos en taller:
Un primer aspecto a tener en claro es el ―para que‖, los objetivos que queremos lograr con dicha
101
técnica. Un segundo aspecto que consideramos, refiere a las características del grupo con el que se
va a trabajar. Por último, es importante que se utilicen las técnicas con creatividad y flexibilidad.
No realizar una técnica 2 veces del mismo modo.
Procedimiento de aplicación de las técnicas- Tendrá diferentes características según la técnica que
se trate.
1. Presentación de la técnica
2. Aplicación
3. Descripción de lo realizado. Una vez culminada, resulta importante realizar una
reconstrucción de lo realizado. La acción de descripción-reconstrucción aporta
un sentido de unidad a lo realizado.
4. Interpretación de lo sucedido. En algunas técnicas, se realiza una interpretación
de lo sucedido-producido durante la técnica.
5. Discusión de las interpretaciones. Discusión colectiva.
6. Síntesis y cierre. Luego de la discusión, se realiza la síntesis de lo trabajado y
producido por el grupo.
Puede parecer una moda y para algunos lo es. Pero el taller no es eso, por el contrario requiere de
una decisión personal más que de normas impuestas. No debe ser una imposición, como tampoco
puede improvisarse. Si no es libre opción puede generar resistencias, encubiertas en razones ciertas
o pretextos: falta de espacio, tiempo, materiales, etc.
Algunos elementos constitutivos del taller:
-una opción por trabajar en pequeños grupos
-una valoración de la participación de los propios sujetos en la responsabilidad de sus propios
aprendizajes
-una integración de las experiencias personales de cada participante en el proceso de enseñanza-
aprendizaje
-una intencionalidad operativa, es decir, que los aprendizajes adquiridos en el taller tengan una
influencia en la acción de los propios participantes.
El taller se constituye en una experiencia social en la medida que los participantes interactúan entre
sí en torno a una tarea específica.
El propio sujeto se convierte en objeto de estudio. Participa del grupo para vivir un proceso
colectivo de conocimientos tendiente a la comprensión global de la realidad. De esa manera el
proceso de conocimiento es asumido por el grupo, el que cuenta con una coordinación de carácter
cooperativo y que favorece la democracia grupal.
102
compromiso intelectual-afectivo. Hasta un momento de alto grado de compromiso. Ello dependerá
del tipo de grupo, del grado de confianza e integración de los miembros del mismo.
El tiempo-espacio para la reflexión es tan rico como el anterior. En él se repiensa acerca del cómo
se sintió la experiencia y qué ideas aporta, desde ese pensar, cada integrante, con el cual se van
hilvanando distintos contenidos más emocionales que conceptuales en relación con las técnicas
disparadoras. Esos contenidos se dejan en suspenso hasta la siguiente etapa, en la que se busca
articular aquél hacer con el sentir para producir nuevas hipótesis que llevarán a la síntesis y
conceptualización final.
De esta manera en el taller se van produciendo diferentes aprendizajes, aprender es aquel proceso
que lleva a todo sujeto humano a adquirir, indagar, investigar la realidad y que le permite tomarla
para producir las modificaciones en ella, al mismo tiempo, que se realizan en el propio sujeto. De
alguna manera, ese transitar por las diferentes experiencias, lo lleva a ratificar o rectificar modelos
aprehendidos, actitudes, comportamientos. También, durante la tarea educativa, se movilizan las
estructuras personales, rompiendo con los estereotipos que no ayudan a crecer. Todo aprendizaje
parte de una experiencia previa y de una red de interacciones, que en el taller se ponen de
manifiesto, mostrando una acuarela de fragmentos que es preciso integrar. Por lo tanto el taller
puede convertirse en un lugar de vínculos de participación, donde se desarrollan distintos estilos de
comunicación y por ende, un lugar de producción social de objetos, hechos y conocimientos.
En el taller confluyen método y la técnica, una metodología que, exige la relación lógica entre los
objetivos, los contenidos en que se plasman los objetivos, los métodos con los cuales se lleva
adelante el proceso de generación y apropiación de contenidos, al mismo tiempo se deben tener en
cuenta las técnicas o instrumentos que se requieren para generar acciones de cambio tendientes a los
objetivos planteados en la planificación.
El espacio de taller se inicia con la presentación de un problema, a partir del cual se da un proceso
de desestructuración, desconstrucción, para llegar a través de los pasos sucesivos a una nueva
estructuración. Proceso dialéctico por la naturaleza, que nos permitirá ir de la acción a la reflexión y
a un nueva conceptualización, resultado de la dinámica que se produce en el taller.
Dicha dinámica genera un proceso educativo, aprendizaje, pero al mismo tiempo efecto terapéutico
por cuanto aparecen conflictos personales intrasubjetivos que se ponen en juego durante la
experiencia y que es posible visualizarlos a la luz de la explicitación ,en un ámbito de comunicación
y confianza que se facilita en el taller y que ayuda a pensar y co-pensar con el otro.
1- Conocimiento de las personas que formarán parte del taller. Si es un grupo conocido; si
algunos integrantes se conocen y otros no; qué características tienen esas personas: son
miembros de una comunidad barrial, de una escuela, son profesionales, técnicos, docentes,
padres, adolescentes, embarazadas, etc.
2- Conocer cuál es la demanda del grupo, en otras palabras, cuál es la necesidad. Diferenciar
entre necesidades personales, grupales, comunitarias o institucionales. Esclarecer
concretamente tal necesidad para enfocar la tarea profesionalmente. Descubrir si esa
demanda tiene relación con algún programa nacional, provincial, zonal o local, para
mantener la coherencia.
3- A partir de especificar bien la demanda, elaborar objetivos de alcance concreto, si es
posible, factibles de lograr en el taller o disparadores para analizar en un corto plazo
103
4- En coherencia con la demanda y los objetivos, planificar el número de encuentros que serán
necesarios para cumplimentar la tarea. Muchas veces se solicita un taller, pensando
erróneamente que de esa manera se producirán los grandes cambios y naturalmente que esto
no ocurre, lo que deja una cuota de frustración importante como para rever la situación.
5- Quién va a oficiar de coordinador, aquí es importante analizar cuál es su capacidad, su
experiencia, grado de compromiso, su habilidad para tomar decisiones en relación a la
necesidad del grupo o la institución.
6- A veces, teniendo los puntos anteriores en cuenta, se pierde de vista la relevancia del
tiempo y espacio físico, y entonces la tarea se suspende por no haber previsto este tema. Es
otra de las cosas que puede generar sensación de fracaso. No lo olvide.
7- Algo muy importante, no dejar librado al azar el tema de los recursos y los materiales. Es
parte de la infraestructura educativa.
8- Por último, para muchos talleres es fundamental contar con material bibliográfico adicional
ya que los participantes, a través del taller, descubren otros conocimientos y sienten avidez
por este tipo de material.
Para planificar el taller propiamente dicho tenemos que pensar en el o los objetivos. Los
mismos pueden definirse como conductas deseables a alcanzar en un tiempo determinado y a
las que se procura llegar a través de acciones previstas y por medio de recursos afectivos. Las
acciones hacen referencia a todo movimiento consciente o inconsciente que realiza todo se
humano grupo social.
Desde esta concepción, que fue generalizada como modalidad de intervención en situaciones de
crisis aguda o de urgencias, fueron surgiendo otros grupos de trabajo, que dieron un marco a este
modo de intervención ligado a una diversidad de situaciones que intersectaban el campo de la salud
mental con lo social, lo político y lo organizacional. Menciono especialmente al desarrollado por el
grupo de Estocolmo, coordinado por Johan Klefbeck y la perspectiva de red en el tratamiento de
104
problemas tan diversos como migraciones voluntarias y forzadas; tercera edad; problemas
escolares; iatrogenia producida por la superposición de múltiples enfoques en el tratamiento de un
problema6; problemas de violencia en los ámbitos institucionales.
También en el campo de las organizaciones comienza a incluirse este enfoque cuando se cuestiona
la estructura organizacional concebida por el taylorismo y fordismo. Las empresas intentan realizar
una reingeniería de su organización pensada desde el enfoque de red, a partir de incorporar el
pensamiento complejo en sus prácticas
Las ―redes‖ comienzan a cobrar foco, y en el campo de la sociología y de la teoría de las
organizaciones surgen diversos intentos de incluir la ―modalidad de organización en red‖ en lugar
del clásico abordaje administrativo.
Encontramos, por un lado clasificaciones que designan a los sujetos involucrados: personales,
familiares, de tercera edad, etc. Más recientemente han surgido otras categorizaciones donde se
produce un salto del sujeto a una ―agrupación‖ que aparece subjetivada. Se habla así de redes de
disciplinas y/o sectores: redes en salud, educativas, judiciales; comerciales, etc.; institucionales:
redes de escuelas; de hospitales; de juzgados; de universidades; de municipios; de comedores, entre
otras; regionales, como la de MERCOSUR; de servicios, que se cruza en algunas situaciones con
las institucionales: de atención a la infancia en riesgo; de alcoholismo; de adicciones, etc.
Surgen entonces las redes como una nueva ―moda‖ organizativa. Pareciera que ahí está el cambio,
en la denominación. Pero observamos que ahí no reside la transformación: las prácticas están
igualmente concebidas desde la metáfora piramidal; los actores sociales son ignorados y el
operador continúa actuando como ―externo‖ al campo de intervención. En una exploración acerca
de los procedimientos para la constitución de este tipo de redes, observamos que estos intentos, se
confunde la organización con la perspectiva de la dinámica fluida de la red. Es decir que adoptan la
concepción organizacionista, centrada en el trabajo del diseño en lugar del trabajo basado en el
diagrama y desde la dinámica vincular.
He aquí un desafío ya no sólo para las intervenciones en red, sino para modalidades de organización
que pretenden alejarse del centralismo piramidal: como desarrollar prácticas que recuperen la
experiencia de pertenencia y abran nuevas alternativas de organización; como promover
organizaciones como redes y trabajando en red.
105
Itinerario para pensar los Niveles ¿Cómo pensar los diversos niveles de intervención y de
organización?.
Si recorremos los desarrollos de las diversas disciplinas se reconoce una tensión básica: ¿cómo se
conocer un fenómeno o un hecho social? ¿analizando cada una de las partes? ¿visualizando el todo?
Una frase de Edgard Morin sintetiza los obstáculos epistemológicos de esta discusión,
introduciendo la visión de la complejidad en el tratamiento de fenómenos físicos, naturales o
sociales: El Todo es la Nada. Esto implica que no hay ciencia ni teoría que pueda explicar ―la
realidad‖. Siguiendo nuevamente a Morin: ―Todo está en todo y recíprocamente‖. El principio ―el
todo está en la parte‖ no significa que la parte sea un reflejo puro y simple del todo. Cada parte
conserva su singularidad y su individualidad pero, de algún modo, contiene el todo. Nos topamos
aquí con la primera complejidad: nada está realmente aislado en el Universo y todo está en relación.
En este mundo con dominancia del Hombre portador de la Razón (hombre, género masculino,
adulto, blanco, urbano) no cabían las percepciones, los afectos, las sensaciones, la diversidad. Eran
consideradas banales o despreciadas, estableciendo la necesidad de ser eliminadas para acceder así
al ―conocimiento objetivo‖ .
Es interesante destacar que una de las primeras oposiciones parte del movimiento romántico, en los
campos del arte, la literatura y la filosofía (fines S XVIII y XIX). Podemos citar al poeta y pintor
William Blake, quien fue un apasionado crítico de Newton; a Goethe, quien introduce el término
morfología para el estudio de la forma biológica. Destaca la importancia de considerar el orden en
movimiento de la naturaleza; respecto a la forma, que siempre había sido ubicada como secundaria
respecto a la sustancia, el escritor alemán la concibe como un patrón de relaciones en el seno de un
todo organizado. Agrega que la percepción visual puede constituirse en la vía de acceso a la forma.
Kant planteó que la ciencia, tal como estaba concebida, sólo podía ofrecer explicaciones
mecanicistas. En Crítica de la Razón discute acerca de la naturaleza de los organismos en contraste
con el de las máquinas. Concibió que la naturaleza de los organismos es la de ser
autorreproductores y autoorganizadores, en contraste con las máquinas. En éstas, las partes existen
unas para las otras, ya que se apoyan mutuamente dentro de un todo funcional. En un organismo,
en cambio, las partes existen además por medio de las otras, en el sentido de producirse entre sí.
Es interesante también destacar los cambios que surgen en el campo de la Biología, cuando ésta
evoluciona de la celular a la Organicista. Harrison exploró el concepto de organización:
identificaba la configuración y la relación como dos aspectos de la organización y el patrón o pauta
como configuración de relaciones ordenadas. Woodger realizó un interesante aporte al plantear que
106
la característica clave de la organización de los organismos vivos es su naturaleza jerárquica. Éstos
tienen tendencia a constituir estructuras multinivel de sistemas dentro de sistemas: las células se
combinan para formar tejidos; éstos órganos, los cuáles están en los organismos, que existen en el
seno de sistemas sociales y ecosistemas.
A estas estructuras multinivel se las denomina jerarquías; el concepto de RED provee una nueva
perspectiva sobre las jerarquías de la naturaleza. Son diferentes niveles de complejidad con
diferentes leyes operando en cada nivel. Resulta interesante destacar que en los sistemas sociales y
en la dinámica vincular entre las personas el concepto de jerarquía remite a la metáfora piramidal.
Pensadores como Von Foerster 27 acuñan el concepto de heterarquía, para referirse a las relaciones
humanas desde una perspectiva de red. Se refiere a la posibilidad de coexistencia de ―jerarquías‖
distintas, tanto sucesivas como simultáneas, en el funcionamiento de un sistema determinado. En
este caso las diferentes posiciones se reconocen no por la función adscripta sino por la idoneidad en
el desempeño de la misma. No implica la negación de la jerarquía sino la coexistencia y el
reconocimiento de una variedad de las mismas.
Las ideas propuestas por los biólogos organicistas durante la primera mitad de siglo contribuyen al
nacimiento del pensamiento sistémico en términos de conectividad, relaciones y contexto. El
sistema emerge de las relaciones organizadoras entre las partes; de la configuración de relaciones
ordenadas. Reconoce una habilidad para enfocar la atención en distintos niveles, a los que
corresponde distintos niveles de complejidad. La perspectiva del pensamiento sistémico impactará,
al mismo tiempo a biólogos, y físicos; a psicólogos (recordemos el desarrollo de la Psicología
gestáltica) y a cientistas sociales.
Dice Capra: ―mientras que los biólogos organicistas se encontraban con la totalidad irreductible en
los organismos, los físicos cuánticos en los fenómenos atómicos y los psicólogos de la gestalt en la
percepción, la Ecología, comienza a estudiar las comunidades de animales y plantas‖
Esta ciencia surge de la escuela organicista en biología durante el siglo XIX. Incorpora dos nuevos
conceptos: comunidad y red. Su planteo puede sintetizarse en que la trama de la vida está
constituida por redes dentro de redes. Avanza en sus postulados cuando plantea que una comunidad
humana es sostenible cuando es consciente de las múltiples relaciones entre sus miembros.
Los diversos niveles de abordaje nos plantean un enfoque multidimesional, desde el cual todo foco
es justamente eso: un foco, a los efectos de la intervención, el estudio o el análisis de un hecho
social o colectivo. Al realizar esa focalización nos hacemos cargo de la exclusión, que es
inseparable de la inclusión, por lo cual podemos operar integrando ambas.
Estos desarrollos, lejos de proponerse como ―teorías ejemplares‖ desde las cuales pensar las redes,
abonan un campo de metáforas a través de las cuales circular desde esta perspectiva. A través de
ellas las diversas prácticas sociales pueden ser cartografiadas. Al ser reconocidas, abren un proceso
de reflexión e interrogación, alejado tanto de ―verdades‖ como de ―tecnologías‖ salvadoras.
Intentos de analizar los niveles de abordaje Desde el campo de las intervenciones basadas en el
enfoque de las redes sociales han surgido intentos de sistematizarlas como modo de comprender la
riqueza de la dinámica relacional.
107
problemas, entre otros. Siempre implican un análisis situacional, basado en la significatividad de la
misma para la persona involucrada o del problema definido como prioritario para un colectivo.
Este mapeo ha sido utilizado de diversa manera. 1. En primer lugar, para graficar la dinámica de las
relaciones personales. En estos casos, el mapeo se realiza en conjunto con la persona que plantea un
problema o con un allegado a la misma. Muchas veces se introduce la dimensión temporal,
solicitando la confección del diagrama de relaciones en un momento anterior al que se está
realizando el actual. ¿Cómo surge la selección de ―los momentos‖? De acuerdo a los hitos
significativos que aparecen en la dinámica de la conversación con la persona. Ésta suele mencionar
un ―antes‖ y esta mención abre un punto de entrada, o el operador le pregunta acerca de con quiénes
se relacionaba antes de que un hecho significativo aconteciese (pérdida de trabajo; divorcio;
fallecimiento de un allegado; nacimiento de un hijo, etc) Esta modalidad de contar con un análisis
de la red social personal se viene realizando fundamentalmente en el campo de la salud, con
algunos intentos llevados a cabo en el ámbito escolar (en el tratamiento de una situación
problemática con un niño o joven) y en el ámbito judicial (derecho de familia) En el campo de la
salud, existe evidencia comprobada de que una red personal estable, sensible, activa y confiable
protege a las personas de las enfermedades, actúa como agente de ayuda y derivación, afecta la
pertinencia y la rapidez de la utilización de los servicios de salud, acelera los procesos de curación y
aumenta la sobrevida, es decir, es salutogénica. Podemos afirmar que existe una correlación directa
entre calidad de la red social y calidad de la salud. Esto se apoya tanto en la diversidad de las
prácticas asistenciales en los diferentes países como en una serie de estudios epidemiológicos de
tipo prospectivo, que han demostrado que la mortalidad mayor se acumula en los subgrupos con
una red social mínima. Al no considerar la perspectiva de red, la calidad33, eficacia y eficiencia 34
del nivel promocional y asistencial se ve muchas veces disminuida por situaciones que desde el
sector salud se consideran ajenas y externas al mismo.
Algunas de estas situaciones son:
Dificultad de los pacientes para cumplir con indicaciones terapéuticas. El profesional se encuentra
en las consultas siguientes con que las indicaciones proporcionadas, tanto con relación a estudios,
medicaciones, curaciones o dietas se han cumplido parcialmente o no se han cumplido
Internaciones reiteradas, muchas veces por falta de cuidados adecuados después de un alta
Internaciones prolongadas más de lo necesario, por no contar tanto con una red de servicios
efectiva como con una red de sostén del paciente o un hogar continente.
Fuga de internaciones (casos de madres que no tienen o no pueden organizar el cuidado de sus
hijos, tanto si son ellas las pacientes como si es uno de los hijos el afectado; falta de contención por
parte del equipo de salud).
Sin embargo, muchas de estas cuestiones podrían ser resueltas, y por lo tanto incidir en el
incremento de la calidad y la eficiencia de la atención y del cuidado de la salud, si se considerara la
perspectiva de red social de inserción de la persona o paciente ya desde el ingreso del mismo a la
108
institución y luego en su entorno social. Este es un enfoque que generalmente no está incluido en la
semiología médica. Con suerte en algunos casos, se solicita la intervención de Servicio Social del
hospital, pero desde una visión de derivación y no de articulación. Este servicio en general se ve
sobresaturado por la demanda, respondiendo muchas veces burocráticamente a la misma.
Desde esta propuesta, la importancia del abordaje radica en la interconexión entre los diversos
integrantes del equipo de salud, en forma primordial, y con los integrantes de la red social del
paciente, de modo articulado y coherente. La admisión es una situación clave para interrogar acerca
de su red de inserción, la cual debería formar parte de su historia clínica. Cabe aclarar que el
interrogatorio sobre la red no se limita a preguntar y registrar un listado de nombres. La red no es un
catálogo. Por ejemplo, en el caso del grupo familiar del paciente interesa conocer cuáles son las
relaciones más significativas, ya que preguntando solamente por la composición del mismo no es
posible conocer las relaciones que podrían constituirse en ayuda y sostén en una situación de
necesidad.
Según C. Sluzki, la red social personal es la suma de todas las relaciones que un individuo percibe
como significativas o define como diferenciadas de la masa anónima de la sociedad. Esta red
contribuye sustancialmente a su reconocimiento como individuo y constituye una de las claves
centrales de la experiencia individual de identidad, bienestar, competencia y protagonismo,
incluyendo los hábitos de cuidado de la salud y la capacidad y adaptación a una crisis.
La importancia de los distintos grupos de relaciones intenta focalizar sobre una situación que no ha
sido considerada sistemáticamente por los prestadores de salud. Cuando se logra traspasar el límite
de considerar al paciente como alguien aislado, descontextualizado, el grupo que se ha privilegiado
es el familiar. La importancia central que nuestra sociedad ha dado a cosanguineidad, ha llevado a
que en situaciones en que ésta se halla debilitada, no puedan considerarse la importancia de otros
lazos que poseen los mismos atributos que los vínculos familiares. En situaciones tales como
migraciones adquieren una importancia central.
La historia clínica del paciente se realiza generalmente en forma individual, centrada en la consulta
por patología. Sería importante realizarla en términos de considerar la red social personal, lo cual
conlleva a la necesidad de armar carpetas familiares y/o por núcleos habitacionales.
La red social personal podría ser registrada mapeando las relaciones en un diagrama construido en
interacción del consultante.
La información proporcionada se sistematiza al menos en cuatro campos, aunque en cada situación
plateada surge un campo de ―otros‖ que da significatividad y valor al diagrama. Los campos básicos
son:
Familia: precisando en este punto no sólo como está compuesta, sino las relaciones que resultan
más significativas. Desde este punto de vista, es importante precisar tanto los integrantes de la
familia nuclear como la extensa, sin prescindir de aquellas que estén geográficamente distantes.
Amistades: éstas resultan altamente significativas en el caso de migraciones, que determinan una
pérdida o disminución de las relaciones familiares de sostén. En este caso, es importante indagar
por las relaciones de vecindad, que pueden constituirse en apoyos importantes para la persona.
Relaciones laborales o escolares: muchas veces estas relaciones son las únicas que una persona
posee, fuera de su ámbito familiar. La cotidianidad de estos vínculos hace que resulten sumamente
importantes tanto para brindar información como para las funciones de acompañamiento y apoyo.
109
relaciones comunitarias, de servicio o de credo: pueden conformar un mundo significativo de
pertenencia, posible de ser activado en caso de necesidad Un aspecto fundamental a considerar es el
registro de la densidad de las relaciones, esto es las interacciones establecidas entre los integrantes
de la red, independientemente del informante
Este mapeo posibilitaría contar con un banco de recursos que puedan operativizar acciones que
incluso trascienden el área de la salud.
Éstas últimas han tenido una evolución muy interesante. Los diseños se realizan en
micropoblaciones. La información recogida se vuelca sobre el mapa catastral de la comunidad.
Dicha información se activa cotidianamente con la captación de los actores sociales, quienes no
sólo la proveen sino que son informados acerca de los resultados obtenidos. Estos se visualizan en
un ―mapa‖, que es dinámico, compartido y enriquecido por todos los involucrados en la resolución
del problema planteado. Actualmente, algunos equipos disponen de un Programa, el SIG, sistema
de información georreferenciado. Éste es un conjunto de herramientas integradas en un sistema
automatizado capaz de colectar, almacenar, manejar, analizar y visualizar información referenciada
geográficamente (OPS) Está basado en la concepción de las organizaciones y comunidades como
organizaciones en red. Ha implicado la construcción de un soft que comprende una base de datos
especialmente diseñada para la realidad local y un mapa catastral de la localidad digitalizado para la
georreferenciación. Imprime velocidad al procesamiento y uso de la información, por lo cual
posibilita ver la movilidad de áreas estratégicas o áreas de riesgo.
Esta perspectiva de análisis de las redes nos implica la reflexión permanente acerca de la
imposibilidad de manejarnos con un pensamiento apriorístico y por lo tanto con herramientas que
funcionen como aparatos de captura de lo que es en sí un movimiento dinámico, fluido, (a)
sincrónico y multidimensional.
Por esto, desde nuestra perspectiva analizamos las redes en conjunto con los actores involucrados,
incluyéndonos no como un observador externo sino presente en el campo del mapeo,
situacionalmente a tono con el problema necesario de resolver.
Una de las ventajas del concepto de carrera consiste en su ambivalencia: por su lado, se relaciona
con asuntos subjetivos tan íntimos y preciosos como la imagen del yo, y el sentimiento de
identidad; por el otro, se refiere a una posición formal, a relaciones jurídicas y a un estilo de vida, y
forma parte de un complejo institucional accesible al público. Gracias al concepto de carrera
110
podemos, pues, oscilar a voluntad entre lo personal y lo público, entre el yo y su sociedad
significativa, sin necesidad de ceñirnos, como única fuente posible de datos, a lo que la persona
dice pensar que imagen ser.
El estudiante del hospital psiquiátrico puede descibrir, de modo análogo, que la locura o el
comportamiento enfermizo atribuidos al paciente mental son en muchos casos producto de la
distancia social desde la cual se juzga su situación más que de la propia enfermedad mental.
La vida en las salas cerradas es absurda, y cuando este en una sala cerrada para los enfermos
recién ingresados, o en una sala de convalecientes, puede sentir que las salas de pacientes
crónicos son, socialmente hablando “loqueros”. Pero hasta que traslade su esfera de participación
simpática a la peor sala del hospital, para que también esta se incorpore al ámbito social como un
lugar dotado de un mundo social habitable y continuamente significativo. Esto no excluye la
posibilidad de que encuentre, en cualquier sala o grupo de pacientes una minoría totalmente
incapaz en apariencia, de someterse a normas de organización social, también es cierto que en
una sociedad de pacientes, el cumplimiento ordenado de las expectativas normativas es en parte
posible gracias a ciertas medidas estratégicas, que de algún modo han llegado a institucionalizarse
en los hospitales psiquiátricos.
Según la opinión vulgar, la carrera del enfermo mental puede dividirse en 3 etapas: el peridoo
previo a su internación, que llamaremos etapa del pre-paciente, el periodo de estadia en el
hospital, etapa del paciente, y el período posterior al alta del hospital si se produce, que
llamaremos etapa expaciente. En este trabajo consideraremos solo las 2 primeras.
111
desequilibrada, el ingreso a un hospital psiquiátrico resulta a veces un alivio, en parte quizá por la
transformación repentina de la estructura de su situación social.
En otros casos, la hospitalización puede empeorar las cosas para el paciente que se interna pro su
propia voluntad. Al confirmarse, mediante la situación objetiva, lo que hasta entonces sólo había
sido asunto de la experiencia interna del yo. Su primer contacto con la institución adopta una de
las 3 formas típicas siguientes: algunos se internan porque la familia les ha suplicado que lo hagan
o ha amenazado romper, en caso contrario, los vínculos de parentesco, otros llegan por la fuerza,
bajo escolta policial, otros casi exclusivamente los muy jóvenes, acuden porque los llevan
engañados.
Etapa del paciente El nuevo paciente se encuentra desposeído de pronto de una cantidad de sus
afirmaciones, satisfacciones y defensas ordinarias, y sometido a una sucesión casi exhaustiva de
112
experiencias mortificantes: restricción de la libertad de movimiento, vida en común, autoridad
difusa de toda una escala jerárquica y otras similares. Aprende entonces en qué pobre medida
puede mantenerse la imagen de uno mismo, cuando se quitan repentinamente el conjunto de
respaldos que por lo general lo apoyaban.
Efectivamente, desde que Michel Foucault (1926-1984) hablase del «disposi- tivo disciplinario»
(Foucault 1975: 173) o del «dispositivo de la sexualidad», hemos asistido a la proliferación de
trabajos que desde pers- pectivas tan diferentes como la filosofía, el derecho, la pedagogía o el
feminis- mo, hablan de «dispositivos» carcelarios, pedagógicos, televisivos e incluso funerarios
(Vandendorpe 1999). Como acabo de señalar y como me propongo repasar en esta introducción,
dicha proliferación ha sido especialmente impor- tante en el caso de la sociología.
Trabajos de Steven Shapin, Ian Hacking y Bruno Latour entre otros. Todos ellos han incidido en el
análisis de la produc- ción, circulación y recepción del saber científico/ técnico a través de lo que
noso- tros denominamos «dispositivos».
Tan prolífica utilización contrasta con el escaso número de «enfoques real- mente reflexivos,
abstractos, de la noción de dispositivo. Habitualmente, el término […] aparece sin verdadera
definición, modestamente enrollado en el corazón de una frase o de una expresión más boyante»
En mi opinión, dos razones explican tan escasa reflexión teórica: en primer lugar la poligénesis del
concepto (que invalida la extendida creencia de su origen foucaultiano) y, en segundo lugar, su gran
plasticidad que ha acabado por convertirle en una palabra-maleta que «permite explicar de manera
elegante y concisa lo que de otro modo exigiría el empleo de perífrasis azarosas»
Por todo ello, el objetivo de este artículo es sugerir una reflexión teórica sobre el concepto dispositivo
que permita, en la medida de nuestras posibilidades, reducir la mencionada distancia que separa su
definición y su uso. Dado el carácter poligenético y maleable del término, existen dos posibilidades
para llevar a cabo esta tarea: Proceder a una genealogía temática que permita comprender la génesis
del concepto en cada disciplina en la que se ha aplicado , o examinar la referencia a la que remiten la
mayoría de los autores y sobre la que, de una manera u otra, se han apoyado buena parte de los
estudios sociológicos que analizan «dis- positivos». Estamos hablando, por supuesto, del trabajo de
Michel Foucault.
113
La épistémè foucaultiana toma cuerpo en un período muy concreto de la tra- yectoria del filósofo
(la segunda mitad de los años sesenta) en el que su preocu- pación fundamental giró en torno a
una cuestión central: ¿Qué es el saber?. Para dar respuesta a esta pregunta, Foucault trabaja con
varios conceptos que van a lle- varle primero hasta la definición de épistémè y, más adelante, hasta
el dispositivo. El primero es el de système (sistema) o «conjunto de relaciones que se mantie- nen,
se transforman, independientemente de las cosas que ligan» . La definición de système está muy
próxima al concepto de structure (estructura) y a los trabajos de Dumèzil, Lévi-Strauss, Lacan, etc.
La idea es que, «antes de toda existencia humana, de todo pensamiento humano, existiría ya un
saber, un sistema que noso- tros redescubrimos».
Por tanto, ya se encuentra aquí una idea que más tarde sera fundamental en la definición que
Foucault aporta del «dispositivo disciplinario»: El sistema (igual que el dispositivo) se define a
partir de un criterio de posición que afirma que los elementos que lo componen no son signi-
ficantes en sí mismos sino que su significado deriva de su posición relativa dentro del conjunto. Por
otro lado, el sistema tiene un carácter constrictor que nos impide escapar de su red: siempre se
piensa en el interior de una ordenación definida por una época y por un lenguaje. En este sentido, nos
antecede. En 1966, Foucault defi- nía su tarea como «poner al día este pensamiento anterior al
pensamiento, ese sis- tema anterior a todo sistema... Él es el fondo sobre el cual nuestro
pensamiento «libre» emerge y centellea durante un instante...»
En definitiva, tomando como referencia esta definición y como veremos más adelante, puede
señalarse una doble coincidencia entre el concepto de épistémè y el de dispositivo:
— El primer lugar, ambos remiten a un espacio topológico, i.e. un espacio que se define tanto
por la posición que ocupan los elementos que se distribuyen en él (incluida la distancia
que los separa) como por las funciones de dichos elementos. Como veremos más adelante,
los sociólogos han utilizado recurrentemente esta idea para definir «dispositivos». Un buen
ejemplo es el «dispositivo pedagógico» donde sus elementos (el profesor, los alumnos,
etc.) no son significantes per se, sino que adquieren su sig- nificado por la posición que
ocupan en un determinado espacio, por la función que desempeñan y por el tipo de
relaciones que entablan entre ellos.
— En segundo lugar, ambos se refieren a una multiplicidad. Tanto la épis- témè como el
dispositivo definen multiplicidades de elementos: la primera hace referencia a la pluralidad
de componentes del espacio del saber, el segundo a un conjunto de piezas que, en forma de
réseau, estructuran un espacio determinado.
A través de un movimiento que «subraya el tránsito del momento de la
«arqueología» al propio de la «genealogía»,» a mediados de la década de los setenta Foucault
reemplaza el concepto de épistémè por el de dispositivo.
En Surveiller et punir, Foucault examina el funcionamiento del poder y habla del «dispositivo
disciplinario» como el específico de nuestra contemporaneidad:
«El poder disciplinario […] se convierte en un «sistema integrado», ligado desde el interior a la
economía y a los fines del dispositivo donde se ejerce». El dispositivo disciplinario se organiza como
un poder múltiple, auto- mático y autónomo que funciona a través de múltiples técnicas que se
entrecruzan y se extienden por el tejido social en forma de redes: «Poder que no se encuentra
ubicado históricamente en las instancias superiores de la censura, sino que también se sumerge más
profundamente, más sutilmente, en todo el entra- mado de la sociedad»
Ese gran dispositivo que conforma el «aparato disciplinario» se articula sobre una serie de
instrumentos que se entrecruzan en el juego de la vigilancia, del castigo y del examen. El más
representativo de estos «dispositivos de disciplina» (Foucault 1975: 187) es el examen,
114
procedimiento que combina las técnicas de la vigilancia y de la sanción normalizadora y que
establece sobre los individuos una vigilancia a través de la cual les diferencia y les sanciona. Por
ello, tomaremos el examen como ejemplo de la descripción que hace Foucault de un dispositivo.
El examen es la forma jurídica característica de nuestra modernidad que com- bina la vigilancia y el
castigo, regulando en su interior un tipo de relación entre saber y poder Esta forma de saber-poder
dará lugar a las «ciencias humanas» (psiquiatría, psicología, sociología, etc.) surgidas dentro del
dispositivo definido por el propio examen: ciencias nacidas para clasificar, vigilar, determinar la
posición exacta del individuo dentro de una sociedad (y, lo que es más importante, su peligrosidad).
En definitiva, en Surveiller et punir Foucault ofrece una idea de dispositivo que va más allá de su
trabajo epistemológico. Como la épistémè, el dispositivo describe el espacio de una dispersión, la
realidad de una multiplicidad de ele- mentos. Sin embargo, el dispositivo introduce nuevos
elementos: (a) define una serie de conexiones íntimas entre saber y poder (b) establece la dispersión
del poder a través una multiplicidad de dispositivos (la vigilancia, el castigo, el exa- men) y (c)
describe la producción de modos de subjetivación del individuo a par- tir de determinadas técnicas
(el propio examen). Ideas que Foucault retomará más adelante en La Volonté de savoir (Foucault
1976). Allí, el dispositivo de la sexualidad hace referencia al conjunto de prácticas, instituciones y
conocimien- tos que hicieron, hacia el siglo XVIII, de la sexualidad un dominio coherente y una
dimensión absolutamente fundamental del individuo. Frente a quienes definen la sexualidad como
represión, Foucault propone insertar esa hipótesis represiva en un dispositivo más amplio que
permitiera comprender la sexualidad como un campo estratégico donde se ligan discursos, prácticas,
tácticas, estrategias, poder-represión, poder-seducción y modos de subjetivación.
Deleuze hace una interpretación excesivamente amplia del término, su definición es un buen punto
de partida: Un dispositivo es «una especie de ovillo o madeja, un conjunto multilineal. Está
compuesto de líneas de diferente naturaleza y esas líneas del dispositivo no abarcan ni rodean
sistemas cada uno de los cuáles serían homogéneos por su cuenta (el objeto, el sujeto, el lengua-
je), sino que siguen direcciones diferentes, forman procesos siempre en dese- quilibrio y esas
líneas tanto se acercan una a otras como se alejan unas de otras» (Deleuze 1989: 155) Deleuze
distingue cuatro líneas principales que componen un dispositivo:
— Líneas de visibilidad. Los dispositivos tienen como primera función hacer ver. Su régimen
de luz describe una arquitectura de la realidad, haciendo visibles ciertas partes y dejando
otras en penumbra.
— Líneas de enunciación. Su función es hacer hablar a través de la producción de un régimen
de enunciación concreto. Estas líneas determinan el espacio de lo enunciable, aquello que
puede ser dicho en el campo de un dispositivo dado.
— Líneas de fuerza. Añaden la tercera dimensión que permite al dispositivo ocupar un
determinado lugar en el espacio, adoptar una forma concreta. Recorren la interioridad de
dicho espacio (o más bien la atraviesan) y regulan el tipo de relaciones que pueden
producirse.
— Líneas de subjetivación. Se refieren al individuo y describen las condiciones en las que
este se convierte en sujeto/objeto de conocimiento, defi nen procesos y funcionan como
líneas de fuga: «Escapa a las líneas ante- riores, se escapa. El sí-mismo no es ni un saber
ni un poder. Es proceso de individuación que tiene que ver con grupos o personas y que se
sustrae a las relaciones de fuerzas establecidas como saberes constituidos: es una especie
de plusvalía»
El dispositivo como «esquema primordial del pensamiento». Foucault define el dispositivo
como la red que puede establecerse entre un conjunto heterogéneo de elementos que incluye
discursos, instituciones, reglamentos, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos,
115
proposiciones filosóficas y morales. Por tanto, el concepto hace referencia a un esquema de
representación o grille d’intérpretation (cuya forma remite a una retícula o a una red) a través
del cuál pensar fenómenos socio/ culturales. Tanto la épistéme como el dispositivo describen
espacios topológicos, i.e. espacios defini- dos por la relación entre un conjunto heterogéneo de
elementos que no son significantes en sí mismos. Así, la idea de réseau que pone en juego el
«dispositivo» se encuentra a medio camino entre el concepto de «estructura» (que reduce la
multiplicidad a un esquema totalizante) y el de «rizoma» (pura mul- tiplicidad).
«El concepto de dispositivo parece dar cuenta del hecho de que una nueva relación con los objetos
caracteriza a la sociedad contemporánea o de que otra relación con el mundo material, de los
objetos, es posible, no según el modo de la instrumentación o de la alineación, sino a través de la
frecuentación, el contacto o incluso la experiencia afectivo- corporal»
Por último, hay que señalar que la sociología de las ciencias ha extraído al menos dos enseñanzas de
la definición foucaultiana de dispositivo. En primer lugar la necesidad de analizar prácticas
concretas: «Analizar el saber y el poder que están haciéndose, como diría Latour, que están
construyéndose; atraer nuestra atención sobre el aspecto productivo de un cierto número de
dispositi- vos». En segundo lugar, una manera diferente de comprender la relación entre saber y
poder: «No solamente cada dispositivo incluye saberes múltiples, transversales, ramificados, sino
que el propio dispositivo se convierte en un medio productor de saber». A través del análisis de la
praxis científica, el «dispositivo» introduce una idea fundamental en el campo de la sociología de la
ciencia: El poder produce saber. Frente a la tradición que desde Platón establece la
incompatibilidad entre ambos, Foucault recupera el pensamiento nietzscheano para mostrar que «el
poder produce saber […] que poder y saber se implican directamente el uno al otro, que no existe
relación de poder sin constitución relativa de un campo de saber, ni saber que no suponga y no
constituya al mismo tiempo unas relaciones de poder»
Este artículo trata de superar lo que podría llamarse la paradoja del dispositivo, paradoja que
resulta de la prolífica utilización del término en numerosos campos de la investigación social
durante los últimos años y de los escasos ejercicios de reflexión teórica que ha suscitado.
De cualquier modo, no pretendíamos aquí ofrecer la única definición posible del concepto. Tal y
como hemos tratado de mostrar, existen otras posibi- lidades de aproximación teórica que deben
ser exploradas y que deben enriquecer la reflexión sobre el mismo. En este sentido, hemos
optado por una de las opciones posibles: retomar la reflexión foucaultiana del «dispositivo»
116
(reflexión que, a nadie se le escapa, está en el origen de su amplia difusión) y mostrar su
influencia sobre numerosos trabajos que se enmarcan dentro de una metodología cualitativa de
las ciencias sociales. Esperamos que dicha reflexión pueda convertirse tanto en una referencia
válida para futuros trabajos empíricos como en una invitación a quienes, desde el campo de la
historia de las ideas, deben retomar el desafío lanzado por Deleuze hace casi quince años y
respondiendo a una pregunta de plena actualidad: ¿Qué es un dispositivo?
Las mujeres de familias pobres de una comunidad del interior que entrevistamos hace unos años2
utilizaban un término para designar el dolor vivido en algunas circunstancias: ―quebranto‖ (Barcala
y Stolkiner, 2000). Sus frases permitían un atisbo de comprensión del sentido: …―cuando los hijos
se van, una se quebranta‖.., ―cuando él se quedó sin trabajo me quebranté‖. No referían a un dolor
exclusivamente ―psíquico‖ ya que también lo ligaban a enfermedades ―orgánicas‖:… ―me
quebranté y me dio esa enfermedad de los riñones‖. Preguntada una de ellas sobre cómo se cura el
―quebranto‖, tardó en responder, probablemente no asociaba ese padecimiento con la idea de
enfermedad-curación. Finalmente dijo:… ―lo que hace muy bien es llorar‖.
Los y las jóvenes estudiantes de psicología que realizaban las entrevistas, traducían el término por
―depresión‖ (―eso que ellas llaman quebranto es depresión‖). Tal traducción entrañaba un
movimiento en el cuál se concretaba en acto un producto de la cultura moderna occidental: la
transformación de una vivencia dolorosa en categoría psicopatológica. En este pequeño gesto
cotidiano mostraban la presencia de la medicalización en las prácticas discursivas, a la vez que se
establecía la subalternización de un significante a otro, lo que forma parte de una hegemonía
discursiva.
Hay una profunda imbricación entre el lenguaje ―científico‖ y el ―común‖, de modo que los
términos de uno terminan circulando en el otro o metaforizando en los discursos de otras ramas
científicas y formando parte de prácticas sociales diversas. La presencia hegemónica del discurso
médico en la vida colectiva y en las vidas singulares cotidianas de los sujetos forma parte del
proceso de medicalización. Éste se inició con el nacimiento de los estados capitalistas modernos
occidentales cuando la medicina científica de base positivista hizo parte de la gubernamentalidad
estatal incorporando la vida ( ―bios‖) como objeto de la política, configurando la biopolítica
(Foucault M, 2007, 2008) .
117
Las aseguradoras aumentan su ganancia en la medida en que el uso, o sea el gasto en salud,
disminuya, por ello son propugnadoras de ―prácticas masivas preventivas‖ y abonan una cultura en
la cual la salud se transforma en la nueva moral de la época, su nueva utopía, una cultura de
búsqueda de la salud perfecta—
el mito de la Gran Salud-- en la que se estructuran prácticas cotidianas y ―estilos de vida‖. (Sfez, L,
2008). En función de ello, ya no se recurre a la medicina y a los medicamentos solamente ante
una situación vivida como enfermedad sino para ―prevenir‖ riesgos, ampliar los límites corporales y
reducir cualquier forma de malestar. La medicación tampoco es necesariamente propuesta por un
médico tratante sino que forma parte de las ―elecciones‖ vitales de los sujetos.
La ―creación de enfermedades‖ involucra a actores diversos, entre ellos los centros de investigación
e investigadores cuya dependencia de la financiación suele determinar que la elección de problemas
y la búsqueda de productos sea determinada por sectores privados, o estatales con los cuales los
privados tienen capacidad de influencia. Al respecto dice Ana María Vara (2008): ― Este fenómeno
puede considerarse una de las consecuencias indeseables de un cambio en las reglas de juego de la
actividad científica, marcado por una creciente mercantilización, que puso en tensión el tradicional
―ethos académico‖ que guiaba la investigación, con un nuevo ―ethos corporativo‖. Algunos autores
atribuyen este cambio a la nueva legislación aplicada en los Estados Unidos para promover la
transferencia de tecnología y al reconocimiento de la propiedad intelectual a través del
otorgamiento de patentes, que se impuso al resto del mundo a través de la Organización Mundial de
Comercio‖.
Una vez instalada la ―enfermedad‖ se apela a los estados y/o a los sistemas de seguro para que sea
incluida dentro de las coberturas. Lo paradójico, es que el pedido de inclusión se apoya
generalmente en una reivindicación de derechos, por lo cual resulta difícil diferenciar los
―legítimos‖, entre ellos el derecho a la no medicalización de la vida (Stolkiner A, 2010). Ej. la
expansión del diagnóstico en niños de distintos problemas de atención o de disciplina (ADD,
ADHD, Síndrome de Oposicionismo Desafiante, etc) la mayoría definidos como de origen orgánico
y promotores del consumo abusivo del metilfenidato y otros fármacos
En desamparo, como contraparte, quedan quienes padecen las llamadas ―enfermedades huérfanas‖,
que pese a su gravedad y cronicidad son de tan baja prevalencia que no resultan rentables a las
118
industrias (no configuran mercado) y están fuera de cobertura de los seguros, dado que su escaso
número impide a las personas y sus familias constituirse en actores significativos de reclamo. Se
afirma que se invierte más en la búsqueda de un remedio para la calvicie que en investigación
referida a estas dolencias. Como en otros campos, en el de la salud el mercado no demuestra ser el
mejor distribuidor de servicios y bienes. Tampoco lo demuestra el hecho de que mientras el gasto
en salud se incrementa exponencialmente y algunos sectores padecen un exceso de aplicación de
tecnologías médicas, una parte importante de la humanidad no tiene acceso a servicios médicos y
medicamentos, aunque no queda exenta de conocer su existencia y por lo tanto saber de qué carece.
y tratar procesos mórbidos, sino de estar alerta de potenciales riesgos e indicios que pueden derivar
en una patología‖.
En este punto, no podemos dejar de mencionar el debate planteado alrededor del DSMV, el nuevo
Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la Asociación Americana de
Psiquiatría que reemplazará en breve al DSM IV vigente. Lo primero a señalar es que resulta
asombroso que la increíble diversidad de formas y padecimientos humanos sea descripta y
catalogada por una sola corporación —los psiquiatras-- de un solo país del mundo –Estados Unidos
de Norte América-- y se la postule como herramienta prácticamente universal. Por ejemplo, existe
la Guía Latinoamericana de Diagnósticos Psiquiátricos, desarrollada por la Asociación Psiquiátrica
de América Latina (APAL, 2003). Más allá de que su forma y sistema de categorización no es
novedoso (se apoya en el CIE-10), incluye una anotación latinoamericana para señalar las
particularidades sintomáticas propias de la región de los cuadros generales, y un capítulo destinado
a ―Síndromes Culturales Latinoamericanos‖. Tales particularidades no encuentran referencia en el
DSM-IV5, pero éste se utiliza en la Argentina mucho más que el latinoamericano.
Definir la categorización implica generar los campos de sentidos y prácticas que la acompañan: se
trata obviamente de un proceso de hegemonía discursiva. Una de las características del DSMV es la
forma en que amplía la gama de procesos mórbidos por medio de dos recursos centrales: la
―patologización de procesos vitales‖ y la utilización del concepto de ―riesgo‖ como elemento
diagnóstico de intervención. Señalemos ejemplos: el primero sería que habilita el diagnóstico de
depresión ante la persistencia, en un período de dos semanas posteriores a una pérdida importante,
de síntomas como ánimo depresivo, falta de interés en actividades, insomnio, pérdida de apetito, y
problemas de concentración. Frente a ello, no se puede dejar de inquirir cuánto más eficaces que los
fármacos parecen todos los rituales colectivos y comunitarios de duelo ante la muerte, tan
suprimidos y desdibujados en nuestra cultura.
119
objetivación y la tendencia a la subjetivación, esta última sostenida por actores y sujetos que
desarrollan prácticas de ampliación de derechos, que ponen en escena lo irreductible de la vida
(Stolkiner A., 2001). En esta fase histórica, el paradigma mercantil, en tanto restauración cultural,
se ha impuesto como vector civilizatorio de la modernización neoliberal (Altamira C., 2006, p.44).
Como núcleo está el fenómeno de fetichización propio de lo mercantil: hacer aparecer como
relaciones entre cosas lo que son relaciones entre personas (K. Marx, 1975), concomitante al
proceso de objetivación. El discurso medicalizante es un componente habilitador del proceso por el
cual todos los aspectos relevantes para la vida, e inclusive la vida misma adquieren condición
mercantil, o sea condición de ―cosa‖. Ya no se trata sólo de ―gobernar‖ los cuerpos sino de
incorporarlos definitivamente en la producción de valor. Andrea Fumagalli (2007) señala que en el
nuevo capitalismo ―la vida misma es puesta en valor porque la producción de valor ya no se basa
sólo en la producción material sino que, cada vez más, incorpora ‗materias primas intangibles‘ que
devienen del uso de las facultades relacionales, sentimentales y cerebrales del trabajador‖, lo que
genera ―una de las características esenciales del capitalismo cognitivo, que es la desmaterialización
del capital fijo y la transferencia de sus funciones productivas y organizativas en el cuerpo vivo de
la fuerza-trabajo.‖.
Queremos señalar, al final de este punto, que hegemonía no significa nunca dominio estático y
absoluto, se trata siempre de una arena de conflicto donde hay actores que ponen otras voces y, por
ende, otras formas de nominación y producción de sentido, otras prácticas.
Veamos dos definiciones que hemos citado reiteradamente en otros textos. Definiciones en las
cuales la subjetividad se constituye como singularidad de lo genérico. Toni Negri (1992, pág. 36)
define al sujeto como:
…―Un ser común y potente que se forma en el proceso histórico. Ser común, porque está compuesto
de las necesidades comunes de la producción y de la reproducción de la vida. Ser potente, puesto
que rompe continuamente estas necesidades para determinar innovación, para producir lo nuevo y el
excedente de vida. El sujeto es un proceso de composición y recomposición
Dejando pendiente un interrogante sobre las diferencias conceptuales y etimológicas entre sujeto y
subjetividad que señala Marcelo Raffin ( 2006, pag. 70), podemos agregar un párrafo de Agamben
(2005, pag.92,93):
….‖El sujeto …no es algo que pueda ser alcanzado directamente como una realidad sustancial
presente en alguna parte; por el contrario, es aquello que resulta del encuentro cuerpo a cuerpo con
los dispositivos en los cuales ha sido puesto –si lo fue—en juego ...la historia de los hombres no es
quizás otra cosa que el incesante cuerpo a cuerpo con los dispositivos que ellos mismos han
producido: antes que ninguno el lenguaje….la subjetividad se muestra y resiste con más fuerza en el
punto en que los dispositivos la capturan y la ponen en juego. Una subjetividad se produce cuando
el viviente, encontrando en el lenguaje y poniéndose en juego en él sin reservas, exhibe en un gesto
su irreductibilidad a él‖.
120
Si bien hay diferencias entre ambas definiciones, apuntan en común a desontologizar el concepto de
sujeto y a diferenciarlo radicalmente del de individuo. En ellas el sujeto y la subjetividad adquieren
condición de proceso o devenir constante, y se abre a una gama de diversidades. Señalemos
también que, en ambas definiciones, está contenida una idea de potencia e innovación, que se aleja
de la idea del sujeto como predeterminación o repetición absoluta (sujeción), y de anteriores
definiciones estructuralistas.
Estos breves comentarios sobre la condición de sujeto y subjetividad, ameritan muchos debates y
son herramientas para comprender variadas formas de producción de padecimiento actual, pero a
los fines de este trabajo volveremos a las prácticas en salud, sabiendo que las mismas configuran un
campo.
El campo de las prácticas médicas hegemónicas puede ser considerado un conjunto de dispositivos
en los cuales se concreta el ―cuerpo a cuerpo‖ que menciona el texto de Agamben. Detengámonos
un momento para señalar que este análisis no significa proponer una alternativa anti-medicina,
coincidimos con la observación crítica de Foucault (2008) que, en su polémica con Ivan Ilich,
rechaza el ―bucolismo antimédico‖ afirmando que analizar críticamente el proceso de
medicalización indefinida no significa renunciar al saber médico sino someterlo a la arqueología y
a la crítica, dado que …‖la medicina no debe ser rechazada ni aceptada como tal‖. No es necesario
negar la eficacia pragmática que este campo tuvo en relación a algunas dimensiones de los procesos
de salud-enfermedadcuidado al señalar los proceso objetivantes y de dominio en que se implica en
el marco de la mercantilización.
Trataremos de mostrar, en un ejemplo, en qué medida las prácticas en salud son ―productoras‖ de
subjetividad. No conforme con colonizar el nacimiento y el parto, la medicalización lo hizo
también con lo más primario del vínculo cuidador/aniño/a. normatizando las prácticas de crianza,
reemplazando la lactancia materna por las fórmulas artificiales o prescribiéndola como si fuera un
medicamento. Paradigmáticamente, trató de dar una solución rápida y tranquilizante al gesto más
primario de la voz infantil: el llanto, proveyendo un fármaco para acallarlo aún sin presunción de
enfermedad alguna. Durante algunas décadas del siglo XX, un psicofármaco combinado con
antiespasmódico7 fue prescripto sin demasiadas precauciones para ―tranquilizar‖ a bebes llorones o
que dormían poco, extendiéndose al uso doméstico de manera naturalizada. Se lo denominaba con
un término afín a lo cotidiano: ―la gotita‖. Aunque sus indicaciones aclaran que puede producir
depresión respiratoria en el neonato, y que puede generar dependencia, se indicaba para menores de
1 año. En su uso indiscriminado (dado que como
121
liga a los objetos de satisfacción. Si la respuesta es un fármaco, se comienza a construir un modelo
de respuesta al malestar que se enlaza al uso de una droga para suprimirlo e introduce al infans en la
lógica del consumo (Stolkiner A., 2009). En la nursery de algunas clínicas y hospitales se lo
administraba como rutina por necesidad de ordenamiento del trabajo del personal de salud.
En un segundo movimiento, todo dolor o malestar de una persona que ha sido encuadrada en una
categoría psicopatológica queda subsumido a ello y termina definiendo algo del orden del ser.
Veamos un ejemplo: el momento de delirio de una mujer joven diagnosticada como ―paciente
ezquizofrénica‖ bien puede requerir de la psicopatología como una de las herramientas necesarias
para su abordaje; pero la incertidumbre y el temor que a ella le produce al iniciar una relación
amorosa o de amistad, elegir si explicita que toma medicación psiquiátrica, no es compresible sin
incorporar la dimensión del estigma. Esta situación la acerca más al dilema que tienen las personas
que viven con HIV, que a las encuadrables por la psicopatología. Una ansiedad y dolor que se liga
al temor al rechazo, al ser borrado por el otro de su condición de sujeto en una situación cuyo
sobre- sentido social resulta ineludible. A su vez, esta mujer enfrenta tal problema porque es de las
personas beneficiadas con la atención ambulatoria de las problemáticas psiquiátricas, sino su
padecimiento probablemente sería el que inevitablemente produce la institucionalización, e
imposibilitaría el establecimiento de esos vínculos cuya ruptura teme. Una escucha adecuada debe
ser capaz de alojar y darles dimensión a estos dolores sin subsumirlos a síntomas, cuadros,
síndromes o trastornos.
Así, la introducción del concepto de sufrimiento subjetivo –no sin reconocer sus límites-- permite
ampliar el campo de comprensión de las problemáticas, descentrándolas de la ontologización
psicopatologizante. Al proponer el concepto de ―sufrimiento‖ psíquico como categoría clave de la
epidemiología en Salud Mental, Cecilia Ausburger (2002) nos recuerda que ….―la emergencia del
sufrimiento psíquico no conduce necesariamente a la enfermedad, puede tanto precederla como ser
divergente de ella‖… (p. 66).
Una muestra de que este viraje de introducir la dimensión ―psíquica‖ del sufrimiento vital es un acto
político discursivo con efectos en las prácticas, es el debate corporativo con respecto a la Ley
Nacional de Salud Mental 26657 (2011). Una de las críticas que se le hace a la ley es que define sus
sujetos como ―personas con padecimiento mental‖ (p.12) y no como enfermos.
122
organización y producción permite. No obstante, en la perspectiva del pensamiento médico
social/salud colectiva, se señala la relevancia de su otra dimensión: la del cuidado, que implica,
entre otras características, una ―relación intercesora con el mundo subjetivo del usuario y el modo
en que construye sus necesidades en salud‖ (Mehry E.E., 2006 p. 105). Requiere de prácticas en
salud integrales que incorporen la dimensión subjetiva, histórica y social tanto en el abordaje de
poblaciones como de sujetos singulares. Prácticas que se desplazan de la ―ontología de la
enfermedad‖ al sujeto, produciendo una ―clínica ampliada‖ (De Souza Campos GW, 2001) y que
requieren de nuevos modos de gestión del trabajo en salud: horizontalización y articulación entre
especialización e interdisciplinareidad (Stolkiner y Ardila, 2012). Se trata de prácticas en las cuales
el componente de objetivación inherente a toda intervención disciplinar queda subordinado al
reconocimiento del otro como sujeto con capacidad de innovación y como sujeto de derechos.
El reduccionismo en este caso no suele hacerse sobre conceptos biológicos sino sobre el constructo
de ―estructura‖ o directamente tomando prestada de la psiquiatría la nosografía tradicional,
remozada con lenguaje psicoanalítico. La ―estructura‖ pese a ser solamente una herramienta teórica
es ontologizada , quizás porque se anhela encontrar un punto de anclaje inamovible en procesos de
transformación constante, de tal manera que obtura la escucha del acontecimiento y de la narrativa,
núcleo de los procesos vitales y del sufrimiento psíquico.
El hecho de que la clínica psicoanalítica haya sido una práctica desarrollada fundamentalmente
bajo el modo del ―ejercicio profesional liberal‖ ha producido algunos fenómenos aparienciales. Uno
de ellos es la confusión entre sujeto e individuo. Esto se manifiesta en el lenguaje coloquial del
campo, al referirse al ―psicoanálisis individual‖ término que encubre el hecho de que no habría
nada menos ―individual‖ que el sujeto del psicoanálisis, pero al superponerle el individuo se opera
en una abstracción que habilita dejar fuera el cuerpo y lo social. El dispositivo psicoanalítico en el
cual dos sujetos singulares ocupan posiciones que hacen marco a una forma particular de discurso y
emergencia de la palabra, no puede ser homologado a un contacto entre dos ―individuos‖. Por lo
menos están presentes allí, además de las corporeidades, un referencial teórico disciplinario, los
componentes sociales y culturales de una práctica (no la hay que no sea construida con ellos) y la
incertidumbre que ello produce en cuanto acontecimiento.
La escucha (no sólo la analítica sino la inherente a cualquier acto en salud) puede ser entendida
como un acto de hospitalidad, tal como la reflexionan Jaques Derrida, y Anne Duformantelle
(2008) en el texto que lleva como título ese
término. Pero entonces, supone que aquel que hospeda debe enfrentarse a su propio desamparo, a
su propia incompletud, como aparece en el texto citado: …‖―la hospitalidad se ofrece, o no se
ofrece, al extranjero, a lo extranjero, a lo otro. Y lo otro, en la medida misma en que es lo otro nos
cuestiona, nos pregunta. Nos cuestiona en nuestros supuestos saberes, en nuestras certezas, en
123
nuestras legalidades‖8. Alojar la pregunta carece de sentido si quien hospeda no está dispuesto a
dejarse interrogar, se trata de una ―legítima exigencia de paridad en la hospitalidad ofrecida a la
pregunta‖. En el mismo texto se plantea la hospitalidad incondicional como un imposible lógico
(―no existe la hospitalidad‖) y se abre la puerta para mantener el espacio de lo teórico en la escucha,
pero no sin someterlo a cuestionamiento y vigilancia permanente.
El origen de esta disciplina se remonta a Francia, a partir de los médicos de los internados
psiquiátricos cuando toman conciencia del funcionamiento de esos hospitales, y su forma de
relacionarse con los pacientes. Proponen transformar las relaciones sociales dentro de los
hospitales para convertirla en una ―comunidad terapéutica‖, para ello recurren a psicoterapia de
grupos.
Habiendo cumplido con lo que Laourau llamara ―fase empírica‖ de la modificación de la relación
médico/paciente, llego el tiempo para comenzar a interrogarse sobre que estaban instituyendo a
través de nuevas formas de práctica. Se inaugura así la ―fase teórica‖ en la que se definirá el
concepto de institución, llegando a la conclusión de que se pueden definir dos tipos de
instituciones: las internas que los miembros de la organización pueden modificar a su voluntad, y
las externas, organismos estatales y movimientos sociales sobre los que no se tiene ningún poder.
El hospital psiquiátrico es una articulación entre ambos tipos de instituciones. En esta fase teórica
se desarrollar conceptos clave como grupo-objeto, grupo-sujeto, transferencia y contratransferencia
institucional, transversalidad y analizador.
Lapassade se aboca al estudio de los fenómenos de la burocracia. Afirma que dicha organización
burocrática tiene originariamente la función de organizar el trabajo de manera que las prácticas
institucionales sean más eficaces y coordinadas. Pero poco a poco quienes las organizan se van
autonomizando y transformando en una casta aislada que imparte ordenes sin escuchar los
mensajes de base. Esto produce disfuciones y conflictos a los que se responde mediante la
multiplicación de las normativas y reforzamiento de controles. Los fines se van perdiendo y la
organización acaba siendo el burocratismo.
124
Paralelamente, Lourau estudiaba las distintas acepciones del termino institución en las diferentes
disciplinas, y designa dos posibles significados de esta noción para el análisis institucional: las
formas sociales establecidas o los procesos a través de los cuales se organiza una sociedad.
En este último sentido retoma la definición de institución de Castoriadis para el cual la institución
de la sociedad es un proceso dialéctico en el que se oponen constantemente lo instituido y lo
instituyente, produciendo como resultado la institucionalización.
Lourau acuña el término de implicación para referirse al fenómeno designado como transferencia y
contratransferencia institucional. Estos aluden a la comunicación inconsciente se establece entre el
paciente y el analista (a nivel de psicoanálisis).
Hasta ese momento, la implicación de Lourau lo lleva a coincidir con ciertas premisas de la
investigación-acción como metodología etnológica: rechazo a la objetividad como fin en si misma,
a la separación entre investigador y objeto, investigación al servicio del cambio, interés en que el
proceso investigativo forma parte de la propia investigación, etc. Su implicación con la práctica
socio analítica le permitió generar nuevos conceptos: otorgar atención a las autoridades que
presentan consulta y a las demandas del conjunto de los miembros de la organización.
Un discípulo de Lourau propone distinguir en el análisis de cada uno de esos niveles, las
dimensiones organizacional/material, libidinal/afectiva e ideológica/política. El análisis de estas
implicaciones, en el aquí y ahora, deviene una tarea clave para los analistas institucionales. La
explicitación de sus implicaciones en el marco de la asamblea general, facilitará la emergencia
de las implicaciones de los miembros de la organización con las instituciones que los
atraviesan. La puesta en palabras de dichas implicaciones producirá el efecto buscado por el
dispositivo socioanalitico: el develamiento de las contradicciones encarnadas en los individuos y
escenificadas en los grupos y las organizaciones.
125
y también desde el lugar que le es adjudicado por la institución.
Ardonino, por otro lado, nos habla de implicación libidinal y social o institucional.
1. Libidinal: dada por la estructura psicológica del individuo, racional e inconsciente, que
determina su forma de observar al mundo y a otros, sus comportamientos en base a la
realidad y su singular manera de ejercer una práctica
2. Social o institucional: ubica aquí los determinantes culturales en general, y en
particular, la clase social de origen.
La sobre implicación-
Aparece como un efecto, como la fatal consecuencia de la incapacidad de analizar las propias
implicaciones. Es la ceguera que lleva al sujeto a una identificación institucional en la que queda
alienado a la voluntad de un poder que desconoce en su particularidad. El individuo
126
sobreimplicado es un individuo sobre-explotado, explotado en su subjetividad ya que no tiene
conciencia del punto en que sus interés resultan irreductiblemente opuestos a los del sistema para
lo cual trabaja (como puede ser la política del sobretrabajo que el neoliberalismo impone)
El conocimiento contiene en si mismo las formas singulares por las que se establece: supone,
evidentemente, la elucidación del acto mismo de conocer. Al conocer el objeto, el conocimiento
debe elucidar al mismo tiempo la acción misma de conocimiento. El desarrollo y la diversificación
de las Ciencias Sociales, la secularización de la ciencia, el desarrollo del conocimiento en tanto
fuerza productiva en el contexto del capitalismo trajo consigo una profundización del papel del
conocimiento y de los grupos científicos o sabios en las sociedades contemporáneas.
Castoriadis plantea, con toda claridad, que la misma idea de razón que manejamos es producto de
un imaginario social, históricamente producido, que lleva la racionalización a su límite. Hegel hizo
coincidir la Razón con el Espiritu absoluto, con Dios, y al parecer tenia razón.
El proyecto del análisis institucional de la institución científica solo puede correr de la mano de
transformaciones sociales más amplias, de un cuestionamiento generalizado de la alienación
entendida como autonomizacion de las instituciones respecto de la sociedad que las instituye. El
proyecto en el que se inscribe queda así enunciado.
127
Sería injusto y completamente falso pensar que el análisis de las implicaciones del investigador o
científico es un asunto nuevo. Podríamos plantear que se inicia con el proceso mismo de
institucionalización del conocimiento científico, es decir, como efecto de la institucionalización del
saber. En este ensayo, repasaremos, sin ningún intento de exhaustividad, algunas de las fuentes
que nutren el concepto de implicación, en cinto trabajo de la negatividad en el contexto de la
institución científica. Estas han sido reseñadas ya en otro artículo.
Pero para la antropología, el análisis diaristico muestra otra faceta: las políticas inconfesables que
se niegas analizar se encuentran soportadas en la propia intimidad del investigador. Es como si
existiera una articulación profunda entre la subjetividad " del investigador y las formas que
adquiere la dominación cultural. Los arranques racistas de Malinowski están allí para-probarlo (a
pesar de la muy decente censura de la familia y la institución editorial). Muchos anos después de
la publicación de su obra científica y de sus diarios, Condominas, después de haber leído el libro de
Loreau le escribe y amplia sus confesiones. En su fuero intimo,. Condominas considera de mayor
cientificidad su diario al texto científico, que califica como "escritos de ocasión" hechos bajo
encargo.
En la sociología este tipo de reflexiones está presente de dos maneras. Existe la obra de algunos
sociólogos que incluyen el análisis de sus implicaciones como parte de su texto científico. Pero
quizás el aspecto más desarrollado es la sociología del conocimiento. Muchos intelectuales no
necesariamente sociólogos actúan como tales en el análisis de las implicaciones de su pertenencia
a este estrato social. Así, literatos y poetas, por ejemplo, realizan lucidos análisis en torno a los
saberes especializado.
Lourau concluye que el contexto de justificación determina, por la vía de la institución científica, a
partir del futuro, al contexto de descubrimiento. Así, se puede concluir, deforma aun
posiblemente aventurada, (que los dispositivos de investigación producen los fenómenos que
desean observar. De esta manera, el conocimiento de los fenómenos producidos desde la
artificialidad de los dispositivos de análisis será una representación de la realidad, distinta a
aquella que procede de la vivencia directa de la continuidad de lo social-histórico.
128
contratransferencia institucional hizo su aparición como uno de los elementos básicos a tomar en
cuenta en el dispositivo socioanalitico. La primera vez que este se expone en una publicación, el
análisis de las implicaciones toma un lugar importante en la literatura como un - elemento del
dispositivo. El concepto de implicación aparece por primera vez en el libro de Lourau, El análisis
institucional, que fue, a su vez, una versión bastante resumida y esquematizada (de allí su
dificultad de comprensión) de su tesis de doctorado, con el mimo nombre, que realizó bajo la
dirección de Henri Lefebvre.
En ese momento, las fuentes mas directas y primarias del concepto de implicación se refieren mas
al contexto pedagógico y socioanalitico, en tanto reflexión sobre el lugar del formador o el
interviniente en el contexto de su intervención (pedagógica o socioanalitica, respectivamente).
Esta primera reflexión sobre el concepto estará marcada por ser una reflexión en torno a las
implicaciones primarias, susceptibles de ser formuladas y analizadas en la situación de
intervención.
Sin embargo, allí mismo está ya presente un proyecto de análisis de implicaciones de carácter
secundario, tales como las pertenencias y referencias teóricas, la colocación del formador o
interviniente en torno a los modelos de investigacion-accion lewinianos o el paradigma anarco-
izquierdista de la autogestion. Otra implicación secundaria tenía que ver con los modos de
restitución del análisis, como por ejemplo, bajo la forma de monografías a ser evaluadas y
discutidas colectivamente, de difusión restringida o publicables.
Lourau, no consiste tanto en las alas de ángel que surgen de la pureza del intelectual sino, en todo
caso, por la disposición a analizar lo que realmente está haciendo con sus prácticas intelectuales,
es decir, a analizar sus implicaciones. En el mismo texto, las condiciones sociopolíiticas de
posibilidad de estudio del Estado permiten a Lourau iniciar una larga reflexión, que durara más de
un decenio, sobre la institucionalización de los intelectuales, incluida los institucionalistas.
En síntesis, la implicación denotaba un proceso y un campo, que no está dado Únicamente por la
posición del intelectual en la división del trabajo, o por sus relaciones subjetivas, con el objeto de
estudio, sino por el rechazo activo y más o menos permanente al análisis de su relación con la
institución científica, y más ampliamente, con la institución del saber. Esto es lo que Raul Villamil y
yo mismo resaltamos; como un mecanismo de denegación cobre el que se construye todo
proyecto de saber en nuestro contexto, todo proyecto de investigación, y que constituye
129
propiamente un campo de implicación, concebido como proceso, que marcha a la par y contiene
tanto al campo de análisis como al campo de intervención.
Como hemos visto más arriba, el terreno fundamental del Análisis institucional en los últimos
quince anos ha sido el análisis de la misma institución científica, una especie de análisis interno, si
tomamos en cuenta la propia institucionalización. Como toda institución, la condición misma de su
análisis es su constitución contradictoria. La institución, como momento instituido, esta siempre
ronda por el trabajo, en ocasiones sordo y callado, en otras explosivo y festivo, de la negatividad.
El programa del análisis institucional en torno al problema de las implicaciones, es (decir, del
análisis de la institución científica, esta presuponiendo una lectura de la situación. En esta lectura,
una constante es la presencia de diferentes dimensiones de los procesos de investigación, una
variada y riquísima producción imaginaria y simbólica que preside a dichos proyectos, de las cuales
una da dimensión, predeterminada por la forma de una razón, de una racionalidad, deja a las
demás en la sombra. Es lo que se observa en el diarismo. Y esta reducción unidimensional de la
vasta producción que se constaría en los procesos mimos de investigación, tiene también su
referente en una escritura lineal, unidimensional.
El análisis de las implicaciones se enfrenta directamente a dos obstáculos emanados de las formas
instituidas del saber: en primer lugar, la fragmentaron del conocimiento y de la escritura. Los
recortes de objeto son también formas en las que se encuentra diseñado un dispositivo. Resultara
difícil analizar al dispositivo mimo. Estos recortes son también recortes perceptuales: el dispositivo
de observación, de investigación, produce los efectos que desea observar, pero a veces no solo
eco. informaciones fragmentarias, discursos que no pueden cobrar sentido en el dispositivo, son
denegados en el contexto de fa producción de conocimiento. El análisis de las implicaciones, la
negatividad en el [proceso de conocimiento o la negatricidad del objeto son reducidos
monorreferencral y monodimensionalmente. Así, por ejemplo, muchas formas de resistencia son
formas de análisis de las implicaciones reducidas por el efecto del dispositivo. La escritura, por su
parte, definida como una escritura lineal, monodimensional, monotemática, es la escritura que
formalmente requiere la institución científica. Posiblemente acepte ensayos de plumas inspiradas,
capaces de desviar esta escritura plana y lineal y recupere, aunque sea parcialmente, algo de la
poiesis implícita en todo acto de escritura. Pero otros ejercicios, tales como la escribra automática,
el cutup, formas dadaictas o surrealistas, serian sinoplemente poco aceptables, y, por vía de la
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fragmentación, turnadas a la mesa de los productos literarios. Es posible, entonces, generar una
escritura que contenga, en el cuerpo mismo del texto científico, el análisis de: sus propias
condiciones de producción? Es posible generar otra escritura? El segundo obstáculo,
evidentemente muy ligado al primero, esta dado por el efecto Goody, es decir, la determinación,
desde el futuro, del proceso de observación por la institución científica. La escritura no está
determinada por la riqueza del proceso sino que, a la inversa, este se encuentra obturado por la
preconcepción de la escritura final, del texto científico. Y normalmente este texto no es un texto
multidimensional y multirreferencial, que pueda incluir en el texto mismo el análisis de las
implicaciones del investigador. Consecuentemente, las obcecaciones del objeto empírico, así como
la construcción del objeto de conocimiento, tenderán a descuidar este aspecto. No obstante, estos
obstáculos pueden ser, al menos, analizados, ya que contamos a favor de esto con una serie de
fenómenos interesantes inmanentes al proceso mismo de producción de conocimiento.
En ambos ―…siempre se estará sujeto a una finalidad que es de orden institucional, en la medida
que las organizaciones cumplen con encargos sociales, justamente a través de los sujetos o de los
equipos (castro). Podemos pensar que los niveles de transversalidad que hacen el diseño de las
políticas institucionales explícitas e implícitas, repercuten de manera diferente en una y otro. Así
también, los niveles de atravesamientos, tomados como la percepción y afectaciones concretas que
los sujetos y los equipos experimentan, pueden ser comprendidos y resueltos de manera diferente.
Cuando se da un trabajo de equipo hay una producción colectiva, que es lo que permite crear una
trama que va a ser soporte y referencia, cada integrante delineará un tránsito propio. Dibujará una
trayectoria teniendo el equipo como referencia, por el cual transita, generando un surco (por lo que
tiene de siembra, de seminal), que no comienzan en esa instancia, ni ahí termina.
Hablar de equipo no es fácil, porque es una realización la que puede dar cuenta si hubo o o no
conformación del equipo. Hay una tarea un proyecto que incita el movimiento, el echar a andar,
pero es la producción realizada la que da cuenta si se conformó un equipo.
Cuando se logra trabajo de equipo, éste es fluctuante, diverso, rizomático, de intensidades variadas,
donde las diferencias adquieren su expresión más productiva. Quizás también, donde se realiza gran
parte de la formación docente. Es el trabajo sobre las diferencias, las distintas trayectorias que
realizan los integrantes de un equipo, lo que permite lograr niveles de discriminación que
potencializan la creatividad. Esta creatividad como producción colectiva, hace que en el juego de la
discriminación, cada integrante pueda ejercer la transmisión de esa producción, con la precisión de
una singularidad. Es a partir de aquí, que podemos hablar de una conducción colectiva de un
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proceso de trabajo. Los liderazgos son móviles y varían en función de las temáticas y problemáticas
que estén en juego en cada momento del proceso.
El trabajo de equipo, como lo veníamos planteando, más allá de la figura organizativa concreta en
que se establezca, privilegiando la producción colectiva, el juego de las diferencias y las distintas
trayectorias, puede ser un buen instrumento, que nos permita encontrar mejor parados y con más
claridad para enfrentar la indiscriminación, la violencia y el miedo.
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