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Paul Feyerabend

Paul Karl Feyerabend (Viena, 13 de enero de 1924 - Zúrich, 11 de febrero de 1994) fue un filósofo
de la ciencia que a lo largo de su vida experimentó una evolución constante en su pensamiento
(popperiano, antirracionalista, empirista, antiempirista, antipositivista y relativista), siempre con
un alto grado de anarquismo y sentido crítico que lo llevaron a postular el anarquismo
epistemológico. Es uno de los dos autores de la tesis de la inconmensurabilidad.

En sus ensayos utilizó una comunicación clara y expresiva, distante del lenguaje frío y aséptico que
es, según Feyerabend, una de las carencias o defectos de forma de los que generalmente adolece
la redacción académica. Empleó con frecuencia citas de filósofos marxistas, entre otros Lenin, Mao
Tse Tung y Rosa Luxemburgo. Feyerabend se hizo famoso por su propuesta postura anarquista de
la ciencia y su rechazo a la existencia de reglas metodológicas universales.1 Las críticas negativas
iniciales que recibió su libro Contra el método le ocasionaron, como consta en su libro
autobiográfico Matando el tiempo, una profunda depresión.

Anarquismo es el nombre dado a toda filosofía política o social que llama a la oposición y la
abolición del Estado entendido como monopolio de la fuerza, y por extensión también puede
llamarse así al rechazo de todo gobierno político o de toda autoridad social impuestos sobre el
individuo, por considerarlos innecesarios o nocivos.12 Sébastien Faure (1858-1942), filósofo
anarquista francés, dijo: «cualquiera que niegue la autoridad y luche contra ella, es un
anarquista». Bajo una formulación tan simple, pocas doctrinas o movimientos han manifestado
una variedad tan grande de interpretaciones y acciones, que no siempre fueron bien entendidos
por la opinión pública. Históricamente hablando, el anarquismo generalmente es crítico de la
relación de los individuos con la sociedad presente con el objetivo de promover el cambio social
hacia una futura sociedad, en palabras de Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865), «sin amo ni
soberano».3

No existe acuerdo académico en cuanto a una taxonomía de las corrientes anarquistas; algunos
hacen una distinción entre dos líneas básicas de pensamiento, individualistas y socialistas;4
también es común señalar como las corrientes históricas más importantes: anarquismo
individualista, mutualismo, anarquismo comunista y anarcosindicalismo, y según algunas fuentes,
también el colectivismo.5

Aunque han surgido diversos pensadores y movimientos precursores desde la Antigüedad que son
debatidos por los historiadores, el punto de partida que suele tomarse para el inicio del
pensamiento anarquista moderno se remonta a finales del siglo XVIII, en la obra de William
Godwin (1756–1836).6 Sin embargo, el anarquismo entendido como movimiento intelectual y
social emerge recién en la segunda mitad del siglo XIX a través de distintas corrientes de
pensamiento y organizaciones y, si bien no dejó de ser un movimiento minoritario frente a otros
movimientos políticos, logró incrementar su influencia hasta tener algún nivel de relevancia
política en varios países occidentales, incluyendo algunos experimentos sociales libertarios
significativos en la primera mitad del siglo XX.7 El declive del anarquismo como movimiento social
internacional inicia en la década de 1910 hasta prácticamente extinguirse en la década de 1940, en
el contexto de las dos guerras mundiales, tras lo cual las ideas anarquistas han sido recuperadas y
reelaboradas por estudiosos y pensadores, y han estado continuamente insertadas en multitud de
doctrinas y movimientos contemporáneos, especialmente tras su emergencia en el contexto de
ciertos movimientos estudiantiles y antiautoritarios de la década de 1960

Resumen

La moderna filosofía de la ciencia ha prestado gran atención al entendimiento de la práctica


científica, a diferencia de su anterior concentración en el "método científico". La obra de Karl
Popper, Thomas Kunh e Imre Lakatos ha aoprtado una diversidad de planteamientos sobre lo que
es la práctica. Paul Feyerabend supera esta posición: sostiene que la mayor parte de las
investigaciones científicas de éxito nunca de han desarrollado siguiendo un método racional.
Examina en detalle los argumentos que utilizó Galileo para defender la revolución copernicana en
el campo de la física, y muestra que semejante éxito no depende de un argumento racional, sino
de una mezcla de subterfugio, retórica y propaganda. Y llega a una conclusión: "Galileo hizo
trampas".Afirmando que el anarquismo debe reemplazar ahora al racionalismo en la teoría del
conocimiento, Feyerabend arguye que el progreso intelectual sólo puede alcanzarse poniendo el
acento en la creatividad y en los deseos del científico más que en el método y la autoridad de la
ciencia. En la segunda mitad del libro examina el "racionalismo crítico" de Popper y el intento de
Lakatos de construir una metodología que reconozca al científico su libertad sin amenazar "la ley y
el orden" científicos. Descartando ambas tentativas de apuntalamiento del racionalismo, pone
toda su esperanza en el "arrollador alejamiento de la razón" y mantiene que "el único principio
que no inhibe el progreso es el todo pasa".

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