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¨Qué hay de nuevo viejo, alternatividad y clases sociales¨

Carlos Mangone
I Expresar, Utilizar, Transformar
La primera cuestión es si históricamente la intervención alternativa debería
limitarse a expresar los nuevos escenarios sociales, advertir la dimensión de los cambios y
en última instancia utilizarlos en su provecho, siempre y cuando estuviera claro el
carácter estratégico. ¿No es parte de lo verdaderamente alternativo la tarea conjunta de dar
cuenta de esos cambios pero también de colaborar en su transformación liberadora? Volver
a la tradición del pensamiento crítico y de la praxis revolucionaria: denunciar, confrontar,
organizar.

II Desigualdad y diferencia
La alternatividad no pudo escapar al desplazamiento culturalista de los años
ochenta, en el marco de derrotas políticas e ideológicas fue influido por flujos discursivos
posmodernos que pusieron en el centro la diferencia cultural por sobre la desigualdad
social. De esta manera se iba consolidando un piso de consenso y de visibilidad y se
replegaba paulatinamente el objetivo de disputar el poder político y comunicacional. Se
perdió de vista entonces que la comunicación alternativa nació por las desigualdades; entre
flujos informativos, entre posibilidades de expresión, entre ideologías en pugna, por los
derechos de sujetos sociales censurados.

III Clase, análisis de clase.intervención de clase


Entre las defunciones se ubicó la de clase social aunque se hablaba más en términos
de clase obrera y resulta lógico ya que la conciencia de la clase obrera organizó
modernamente la politización de la burguesía. En realidad este desplazamiento de las clases
sociales es el enmascaramiento del abandono de la ¨lucha de clases¨ que es lo que define la
existencia de las clases sociales. Otra vez aparece la influencia del culturalismo y las
diferencias y la juvenilización del sujeto social que protagoniza la comunicación alternativa
en los ochenta y noventa a diferencia de los cuadros políticos y religiosos que le dieron
forma en los sesenta y setenta. No hay mejor corolario para todo este proceso que la
cobertura ¨sofisticada¨ (de sofisma y no de complejo) que le dan Virno, Negri y Hardt con
el concepto de multitud y que informa a parte de las propuestas de comunicación alternativa
en clave de ¨reticulación¨

IV Estado, autonomía y organización


Para la intervención alternativa la cuestión del Estado fue en cierta manera
dilemática. En los años sesenta y setenta la existencia de dictaduras por una parte y de
proyectos nacionalistas con base estatal generaba ambivalencias en torno a recostarse en el
Estado para producir comunicación alternativa. En ese marco Simpson Grinberg
sistematiza las dos grandes líneas de la comunicación alternativa en América latina, una
enfrentada a lo trasnacional y otra, en oposición a las censuras ideológicas del Estado. El
problema se planteaba cuando la transición democrática desorienta el rumbo de los
proyectos alternativos. El Estado empieza a ser percibido como una referencia no solo de
protección legislativa sino de fomento de prácticas culturales que ya no tienen los públicos
formados como en décadas anteriores. Ya en los ochenta con los ajustes neoliberales, la
flexibilización social y la fragmentación, el Estado, atacado por el discurso dominante
empieza a ser apremiado por los movimientos sociales y la llamada sociedad civil en la que

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se depositan grandes expectativas. Para cierta alternatividad, el fracaso de las políticas
nacionales de comunicación, en parte, era su propio fracaso. El nuevo entusiasmo
autonomista con respecto al Estado, todo un eterno retorno después del mayo francés, no
logra consolidarse y solo se refuerza teóricamente con las posturas de Holloway, Negri,
Hardt y Virno que, con matices, apuran el entierro del Estado Nación a partir de una
peculiar lectura de la desterritorialización de los capitales y una más singular lectura de lo
que significa actualmente el imperialismo.
Ayuda además a este proceso las políticas de descentralización de la gestión estatal
en educación y la entrada en escena de las ONG´s y sobre todo de las fundaciones que
resulta el nuevo paragüas para intentos que quieren pasar por alternativos. Si bien tanto
Negri y Hardt como Virno tratan de mitigar o aligerar sus afirmaciones sobre la muerte del
Estado Nación, no resulta casual que el éxito mediático que estas afirmaciones tienen se
justifican en su perfecta articulación con lo que espera de las ¨mutitudes¨, la globalización y
la dirección política de las industrias culturales.

V Movimientos sociales
En los ochenta comienza a revalorizarse el aspecto cultural de las clases. Esto está
muy relacionado con la teoría de los movimientos sociales. Históricamente las clases
fuertes tuvieron que organizarse como estructuras: el partido, el sindicato, el estado. Esa
noción burocrática estructurada del partido, el sindicato o el estado, es una organización
rígida. Frente a esas estructuras, que aparentemente por su propia rigidez cayeron, apareció
la noción de movimiento. Todo lo que no quería aparecer como rígido aparecía como
movimiento. Y ese movimiento no era un movimiento histórico, sino que era un
movimiento puntual, concreto, que abandonaba las ambiciones de intervenir en una
transformación totalizadora.
Se puede rastrear en la evolución de ciertos teóricos de la comunicación y la cultura
en América latina los desplazamientos con respecto al tema de los movimientos sociales.
Del optimismo inicial de Martín- Barbero en De los medios a las mediaciones sustentado
en su crítica al concepto de masas y de clase del marxismo que se plasma de alguna
manera en Cultura híbridas en donde García Canclini comienza un camino de revalorizar
los movimientos sociales hasta llegar a Consumidores y ciudadanos en donde les da carta
de ciudadanía mercantil, si bien en los últimos años apela a los Estados para la protección
de los intereses de consumidores que no pueden obviamente organizarse de manera eficaz.
La horizontalidad, la aparente mayor democratización, la integración voluntaria, etc son
todos aspectos que se valoran junto con el espontaneísmo y la lucha por cuestiones
inmediatas y no estratégicas.

VI Posmodernidad , totalidad y fragmentación


En la antigua querella del alternativismo entre cambio radical y totalizador y
reforma parcial, la noción de alteratividad se articuló funcionalmente con el predominio
posmoderno del fragmento absolutizado. De la pedagogía alternativa, corolario del
programa moderno e iluminista, las prácticas-influencia juvenil mediante- se desplazan
hacia una agenda y formas ya enmarcadas en las experiencias mediáticas dominantes.
Relativismo ideológico y antintelectualismo militante sustituyen los aires existencialistas y
comprometidos de las generaciones anteriores: la comunicación, entonces, quiere ser más
comunicación que alternativa.
VII Anarquismo, su eterno retorno y los argumentos mediáticos anarquistas

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Las tensiones siempre vigentes entre verticalidad y horizontalidad, movimiento y
estructura, base y dirección, reponen cíclicamente el programa anarquista extrapolado para
justificar puntualmente algunas definiciones. Ya había ocurrido con el postmayo francés.
Con el nuevo auge de autónomos y neosituacionistas, el anarquismo- no el armado y
sindical- sino el individualista y ¨artístico¨ parece una referencia inorgánica con gran
tradición. El nuevo lugar de la expresividad artística por sobre las definiciones políticas en
las prácticas alternativas actuales se relaciona cómodamente con el anarquismo
individualista no confrontativo que difunden los medios de comunicación de masas.

VIII ¿Qué queda para la Alternatividad?


¿No sería función de la alternatividad la articulación (tarea histórica y política de la
vanguardia, del sindicato, del partido, de la teoría social y de la filosofía)? Como plantea
Daniel Bensaid: ¨Una consecuencia posible de la falta de articulación de los conflictos se
puede ver en la reducción de la política a simples alianzas tácticas, coyunturales y
puntuales, sin foco estratégico, de las diversas coaliciones multicolores. Es difícil evitar la
tendencia hacia un grado cero de la estrategia cuando se rechaza la crítica sistémica del
capitalismo en favor de una simple red de redes, una multitud de multitudes, un
movimiento de movimientos. Si a pesar de todo la diversidad de las resistencias es capaz de
converger en la experiencia de los foros sociales, se debe a que la lógica impersonal del
propio capital y la penetración del despotismo mercantil en todos los poros de la vida social
constituyen un poderoso factor de reagrupamiento¨.
También Virno lo advierte como un momento de apagón estratégico: "Después de
Seattle, el movimiento global acumula sin cesar energía, sin saber cómo utilizarla. Está
confrontado a una extraña acumulación sin salida adecuada"

IX Academia
Es cierto que la explosión demográfica de las carreras de comunicación coincidió
con su propia institucionalización y con el apogeo de un culturalismo que ha hecho
interesante todo objeto de análisis e investigación (menos el de la comunicación
alternativa), pero resulta un efecto de todo este proceso,- en el cual la comunicación
alternativa marcó a fuego a muchos de los constructores del campo en los sesenta y
setenta,- el hecho de que no tenga un lugar destacado en las currículas, carreras y áreas de
investigación. Los pocos trabajos que se realizan están más presentes en el grado que en el
posgrado, en el marco de una expectativa de llevar a cabo una vocación sin el realismo
político de la actividad profesional. También, para el tema de lo alternativo, el
funcionamiento autogestivo (en el peor sentido) de la universidad no permite intercambiar
conclusiones con los sujetos sociales involucrados en las investigaciones.
Por otra parte, la actividad académica dista mucho ella misma de desarrollarse bajo
el imperio de la comunicación alternativa, aunque su aparente (y elogiada)
descentralización termina siempre en la limitación de recursos y en su sistema de selección.

X Resignación de la Vanguardia. De ¨Lo hacíamos en lugar de ellos¨(vanguardismo),


pasando por ¨Lo hacemos para ellos¨(Estado populista), a ¨Lo hacemos con
ellos¨(movimientismo), para terminar en ¨¿Por qué lo vamos a hacer si ellos no
quieren?¨
Finalmente, el otro concepto que atraviesa toda la historia de la comunicación
alternativa en América Latina es el de vanguardia. El propio Simpsom Grinberg,(1986), en

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la antología más ambiciosa sobre comunicación alternativa que se haya hecho desarrollaba
una fuerte crítica a los intelectuales que se erigían como vanguardia alternativa. Bajo la
influencia de derrotas recientes asimilaba a las vanguardias a una nueva y perniciosa forma
de conductismo dejando abierta la puerta a lo que ocurrió después con la revisión de la
tarea de la vanguardia en la clave de los movimientos sociales de los ochenta y de los
autónomos de los noventa. En un contexto en el cual sobresalía también la crítica de Freire
al extensionismo y al mismo tiempo en que las universidades se institucionalizaban en las
disciplinas comunicacionales y periodísticas y crecían exponencialmente, estas definiciones
se leyeron como un repliegue justificado. La aplicación mecánica y superficial del
foquismo guevarista a las propuestas alternativas disimulaba en parte que los nuevos
sujetos de la comunicación alternativa no eran ya los cuadros marxistas y cristianos
formados al calor de las luchas de liberación de los sesenta sino jóvenes urbanos que
tomaban más en cuenta algunas formas de la vanguardia artística en detrimento de los
gestos históricos y tradicionales de la vanguardia política. En esta tensión entre vanguardia
artística y vanguardia política, tensión sincrónica pero también inscripta en una evolución
diacrónica, se instalan desplazamientos conceptuales como el de alternativo a alterativo y
de éste a ciudadano o comunitario. Se acentúa el origen social pequeño burgués de los
participantes en las propuestas alternativas así como el afán profesionalizador con el que se
toma la iniciativa.
No está de más reiterar aquello de tirar el agua sucia de la bañera con el pobre bebé
de la vanguardia adentro. Situacionistas, autónomos, autonómicos, movimientistas,
asimilaban muchas de las iniciativas más orgánicas con los planteos vanguardistas clásicos,
negándose a adoptar la autodefinición de vanguardia que partidos y sindicatos seguían
esgrimiendo. Para la actividad académica resulta funcional un discurso ultrarradical que
justificara (o racionalizara) la propia indiferencia de los académicos a toda organización
permanente que buscará transformar la realidad. Las dos vanguardias sufrieron desgastes,
una por su incorporación veloz y oportunista a la industria cultural, la otra por el
desprestigio que la teoría política le imprimió a partir de los fundamentos que
predominaron en la transición democrática en América Latina. El vanguardismo era
igualado a la vanguardia, el foquismo a una violencia simbólica que se quería evitar, el
brigadismo a una ¨orga¨ que limitaba la libertad crítica, y así siguiendo. ¨Ni un paso atrás,
ni un paso adelante del pueblo¨, podía resumir la consigna, justamente en momentos en que
el pueblo se parece cada vez más a una audiencia, un electorado manipulado y un
consumidor hiperestimulado. Dando vuelta un conocido refrán popular, no es lo mismo
haberse venido abajo que ser profundo.

Conclusiones
La intervención alternativa está atravesada actualmente por una serie de tensiones y
desplazamientos que podrían resumirse en la crisis del concepto de vanguardia, en su
relación con el Estado y con todo tipo de organizaciones, en su inscripción en políticas
culturales más abarcadoras y en la crisis de estrategia política de los sujetos sociales
involucrados en las prácticas. Sin embargo, una definición más relacional de lo alternativo,
más contextual y mirando un poco más lo que hace el enemigo, nos hace reflexionar sobre
la necesidad de una tarea alternativa que suture y no fragmente, que articule y no
absolutice, que vuelva al plano de lo social y de la lucha por la igualdad y que ponga en
cuestión los fundamentos de la barbarie capitalista actual. Como señalaba Paul Volcker, al
comentar la situación económica de los Estados Unidos y preocupado porque no se

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acentúan sus recetas reganianas, ante la pregunta sobre el principal logro de la política de
Reagan reconocía, con una mezcla igual de candor y cinismo, que había sido la destrucción
de los sindicatos (organización para nada alternativa para los nuevos movimientos). La
claridad de objetivos de la vanguardia del Estado mayor del capitalismo mundial nos puede
ayudar a reflexionar sobre la alternatividad actual.
Frente a un local de McDonald´s , distintos movimientos ejercen su derecho a la
contrainformación y la contracultura. Unos gritan y concientizan sobre el emblema
imperialista, el proceso de aculturación y su efecto alienador, los podemos imaginar
realizando una perfomance cercana a la vanguardia artística, festiva, juvenil, eufórica.
Otros, podrían desde una ecopolítica criticar la comida de McDonald´s, sus efectos
nocivos sobre la salud de los niños y jóvenes. Su apariencia es un poco tradicional,
pedagógica y argumentativa. Se dirigen a todos los potenciales consumidores de las
comidas rápidas y promueven desobediencias mercantiles. Ambos, pero más el primero,
cobrarían la forma de escraches.
Finalmente, cuadros políticos más tradicionales, con mayor o menor éxito, tratarán
de sindicalizar a los trabajadores de McDonald´s, reclamando que les paguen más de 1
peso la hora y desaceleren los ritmos de producción. Pregúntemonos qué actividades van a
ser más difundidas por los medios, ante qué cuestiones va a estar más preocupado el
Estado y nos acercaremos juntos a una definición siempre parcial y coyuntural de qué es
lo alternativo en cada momento.

(Ponencia leída en el marco del III Congreso Panamericano de la Comunicación,


realizado en Buenos Aires, en julio de 2005)

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