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TRES ENSAYOS SOBRE LA ANCIANIDAD
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TRES ENSAYOS SOBRE LA ANCIANIDAD
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Bellina Yrigoyen, Jorge E.
Tres Ensayos Sobre la Ancianidad: Derechos Humanos y Escasez
de Recursos: Significados de Vejez y Asignación de Recursos:
Educación Universitaria Para la Vejez. 1a ed. Rosario:
UNR Editora. Editorial de la Universidad Nacional de Rosario, 2009.
186 p.; 23x16 cm.
ISBN 978-950-673-749-8
ISBN 978-950-673-749-8
REUN EDITORIALES
DE LA A.U.G.M.
RED DE EDITORIALES
DE UNIVERSIDADES ASOCIACION DE UNIVERSIDADES
NACIONALES GRUPO MONTEVIDEO
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ÍNDICE
PRÓLOGO ........................................................................ 11
7
2.3. SITUACIÓN ACTUAL .............................................. 68
2.4. LOS CUATRO ESCENARIOS ................................. 72
2.4.1. Reducción de la morbilidad ..................................... 72
2.4.2. Prolongevidad: extensión indefinida de la vida ....... 76
2.4.3. Prolongación de la morbilidad ................................. 83
2.4.4. Recuperación del mundo de la vida ........................ 90
CONCLUSIONES ............................................................. 95
BIBLIOGRAFÍA ............................................................... 98
8
3.3. LA DEMANDA DE EDUCACIÓN
UNIVERSITARIA POR PARTE DE
LOS ADULTOS MAYORES ............................................. 142
3.3.1.Factores psicológicos y sociológicos ........................ 143
3.3.2. La edad, como condicionante vinculado al
estado de salud, física y mental ......................................... 144
3.3.2.1. La educación como una Compensación de
Pérdidas ............................................................................. 147
3.3.2.2. La educación como Potenciadora del Crecimiento 149
3.3.3. El Nivel Educativo ................................................... 150
3.4. CONDICIONES DE SALUD DE LOS AM DE
ARGENTINA PARA ACCEDER A LOS
ESTUDIOS UNIVERSITARIOS ....................................... 154
3.5. LOS ANCIANOS EN LA PROVINCIA DE
SANTA FE – SU SITUACIÓN
SOCIOECONÓMICA Y PARTICIPACIÓN
EN LA UNIVERSIDAD .................................................... 159
3.6. LOS AM EN EL GRAN ROSARIO Y SU
PARTICIPACIÓN EN LA UNIVERSIDAD ...................... 176
3.7. COMENTARIOS FINALES: JUSTIFICACIÓN Y
OBJETIVOS DE LOS PUAM ........................................... 181
BIBLIOGRAFÍA ................................................................ 185
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10
PRÓLOGO
S
in lugar a dudas, el libro Tres Ensayos Sobre la Ancianidad: Dere-
chos Humanos y Escasez de Recursos. Significados de la Vejez y
Asignación de Recursos. Educación Universitaria para la Vejez,
constituye todo un hito en la literatura científica actual, al menos por
dos razones. Por la interesantísima contribución al esfuerzo por aportar
nuevos puntos de vista a la discusión sobre la vejez con una mirada
transdisciplinaria: es decir, gerontológica. Pero también por las muestras
de la capacidad de su autor para abordar problemáticas novedosas en
este campo, tales como la temática de la Educación Universitaria en la
Vejez.
En este trabajo, el Profesor Bellina va desarrollando el análisis de
la problemática de los Derechos Humanos, la asignación de recursos y
los programas educativos, con clara conciencia de la compleja
vinculación que ellos tienen entre sí. Así, el primer ensayo, referido a
los Derechos Humanos y la escasez de recursos, el autor estudia la
temática de los derechos humanos dejando al descubierto la tensa relación
que existe entre el punto de vista jurídico, el político y la perspectiva
económica. Escenario dentro del cual los derechos sociales referidos a
la ancianidad, aparecen como directos emergentes. En el segundo ensayo,
por su parte, nuestro autor profundiza en el sustrato económico de los
derechos humanos, indagando en la temática de la asignación de los
recursos en relación al significado cultural del envejecimiento que la
sociedad actual sustenta. Allí se destaca, en particular, el análisis que se
realiza sobre los problemas de elección que se presentan en este campo.
Así como también, resulta de interés el diagnóstico planteado en atención
a los cuatro escenarios posibles en los cuales transcurren las situaciones
11
de elección en la vejez: la reducción de morbilidad, la prolongevidad, la
prolongación de la morbilidad y la recuperación del mundo de la vida.
Con mucha inteligencia, este libro se cierra con un tercer ensayo
destinado a reflexionar en torno a la Educación Universitaria para la
Vejez, como camino eficaz para la recuperación del mundo de la vida.
En este marco se analizan tanto los obstáculos que atentan contra la
educación para la vejez, como las propuestas de trabajo para su supera-
ción, que en la actualidad se están llevando a cabo en el plano
internacional, nacional y local. La educación, como sabemos, puede
brindar a los adultos mayores un interesante espacio para proyectarse
como sujetos activos y creativos, en un proceso que puede durar toda la
vida. Es, sin dudas, un interesante indicador de la calidad e vida de las
personas de edad; es, en suma: un derecho humano, un derecho funda-
mental que no tiene por qué perderse con el paso del tiempo de la vida.
Tal es su importancia que este derecho humano de las personas mayores
a acceder a la educación, fue plasmado de manera expresa entre las
recomendaciones1 del Plan de Acción Internacional sobre Enveje-
cimiento de Madrid del año 20022. Pero también ha sido contemplado
en los Principios de las Naciones Unidas en favor de las Personas de
Edad3, aprobado por la Asamblea General el 16 de diciembre de 1991
(Resolución 46/91). En ambos documentos internacionales, como puede
advertirse, existe un claro reclamo por el reconocimiento y potenciali-
zación del acceso de los adultos mayores a la educación y la cultura.
Pero también cabe destacar que este derecho a la educación en la vejez
ha sido receptado en la órbita del Derecho Nacional de dos formas: a
través del artículo 14 de nuestra Constitución Nacional, que contempla
1. En la órbita internacional, aún hoy no se cuenta con tratados que se hagan eco de la protección
de los derechos de los ancianos. Sólo existen planes o recomendaciones que carecen de fuerza
vinculante para los Estados suscriptores. Aunque debemos reconocer que son una fuente
importante a tener en cuenta por los Estados al momento de diseñar políticas o legislaciones a
favor de la población adulta.
2. SEGUNDA ASAMBLEA MUNDIAL SOBRE EL ENVEJECIMIENTO (8 al 12 de abril de 2002,
Madrid, España), Plan de Acción Internacional de Madrid sobre el Envejecimiento, http://
www.madrid2002-envejecimiento.org/
3. Los principios contemplados en éste documento son: Independencia, Participación, Cuidados,
Autorrealización y Dignidad.
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el derecho genérico de todos los habitantes de la nación a «enseñar y
aprender». Mas al propio tiempo ha sido reconocido de manera específi-
ca, a través de las Convenciones de Derechos Humanos incorporadas a
la Carta Magna con la reforma de 19944. Todo ello, inspira a este libro,
lo amalgama y vivifica. De modo tal que bien cabe señalar además, que
este trabajo representa un aporte significativo en la tarea de construcción
de esta nueva especialidad jurídica transversal: el Derecho de la
Educación, en franco crecimiento en Argentina.
Por último, no quiero dejar de destacar que estos tres ensayos que
hoy nos convocan, han sido fruto de un trabajo conjunto de la Facultad
de Ciencias Económicas de la UCEL y el Centro de Investigaciones en
Derecho de la Ancianidad Facultad de Derecho Universidad Nacional
de Rosario. Esta tarea inter-institucional fue posible gracias a la doble
condición de profesor e investigador de Jorge Bellina, en ambos espacios
académicos. ¡Celebro profundamente el gesto generoso de nuestro autor
por compartir ambos campos de trabajo en esta propuesta común, que
ha dado lugar a este fruto teórico de excelencia!
4. Nos referimos a las siguientes Convenciones: Declaración Americana de los Derechos y Deberes
del Hombre (1948); Declaración Universal de Derechos Humanos (1948); Convención Americana
sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica, 1969); Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales y Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
(1966); Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación
Racial (1967); Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra
la Mujer (1979).
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I
LOS DERECHOS HUMANOS Y
LA ESCASEZ DE RECURSOS
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16
INTRODUCCIÓN
A
lo largo del Siglo XX fueron emergiendo nuevos derechos
humanos, los cuales fueron proclamados, en primer lugar, en el
seno de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y luego
paulatinamente fueron incorporándose en las constituciones de cada vez
más países.
Quienes impulsan este proceso afirman que gracias a esa evolución
se está superando la etapa de Estado de Derecho para llegar a una etapa
superior: la del Estado Social de Derecho. Esta etapa superior reconoce
que toda persona tiene derecho al trabajo, a un nivel de vida apropiado
que le asegure a ella y a su familia la salud (física y mental), alimentación,
vestido, vivienda, educación gratuita, asistencia médica, servicios socia-
les necesarios, cuidados y asistencia especiales durante la maternidad,
la infancia y la vejez, medio ambiente sano, acceso a la informática, etc.
Es fácil advertir que la suscripción de tales compromisos obliga a
cualquier Estado a efectuar no solo cambios en su legislación interna
sino además, y sobre todo, obtener recursos tributarios adicionales para
cubrir un mayor gasto público que satisfaga las mayores demandas
derivadas de los nuevos derechos. Como éstos tienen jerarquía constitu-
cional han llegado para quedarse, con seguridad generarán una demanda
creciente de recursos para su satisfacción y el Estado tendrá la obligación
de asegurar su disfrute.
Ante esta creciente demanda de gastos a los economistas no les
queda otra alternativa que inmiscuirse en los debates del derecho y la
política, luego ver cómo se elaboran nuevos instrumentos para analizar
esta nueva realidad social, tratando de alcanzar estos recientes objetivos
con la mayor “racionalidad” posible, la cual con seguridad se encuentra
más allá que la estrictamente económica.
Este ensayo analiza cómo a partir de la problemática de los
17
Derechos Fundamentales del Hombre se ha entretejido una vinculación
llena de conflictos entre tres disciplinas, el Derecho, la Política y la
Economía. Se expone a continuación la perspectiva de cada una de
ellas.
18
presupuesto de idoneidad para ser titular de situaciones jurídicas
y/o autor de los actos que son ejercicio de éstas”1.
1. FERRAJOLI, LUIGI “Los fundamentos de los derechos fundamentales” Debate con Luca
Baccelli, Michelangelo Bovero, Riccardo Guastini, Mario Jori, Anna Pintore, Ermanno Vitale y
Danilo Zolo. Edición de Antonio de Cabo y Gerardo Pisarello. Editorial Trotta, Madrid. 2001.
Pág.19.
2. FERRAJOLI, LUIGI “Los fundamentos… Op. Cit. Pág. 21.
19
permiten predicar su igualdad, está referido a la clase de sujetos a quienes
su titularidad está normativamente reconocida. La medida de esta
intención de igualdad está en función de la cantidad y de la calidad de
intereses protegidos como derechos fundamentales, y la extensión de la
igualdad (grado de democracia) depende de la amplitud de tales sujetos
que son identificados por estatus, como “persona”, “ciudadano” y/o
“capaz de obrar”, estatus cuyos contenidos han ido variando a lo largo
de la historia, sufriendo limitaciones y discriminaciones en cuanto a
sexo, nacimiento, instrucción, edad, etc. La “personalidad”, “ciudadanía”
y “capacidad de obrar”, en cuanto a condiciones de la igual titularidad
de todos los tipos de derechos fundamentales, que empezaron siendo
muy restringidos en el pasado se fueron ampliando progresivamente.
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derecho a convertirse en propietario y b) el derecho de propiedad sobre
este o aquél bien; en el primer caso (a) se trata de un derecho fundamental
al igual que “la libertad”, en el segundo caso (b) se trata de un derecho
patrimonial.
Los Derechos Fundamentales se distinguen de los Patrimoniales
por poseer cuatro características: 1) son universales e inclusivos; 2)
indisponibles, inviolables e inalienables; 3) son conferidos por reglas
generales (Constitucionales); 4) son relaciones del individuo frente al
Estado. El cuadro que se expone en la siguiente página resume los
contrastes entre ambos tipos de derecho:
A partir de la primera diferencia se puede razonar del siguiente
modo: El derecho a adquirir o ser propietario (derecho fundamental)
está atado a la capacidad jurídica (derecho a hacerse deudor, acreedor,
empresario, etc.) y el derecho a disponer de los bienes de propiedad está
atado a la capacidad de obrar, ambos son derechos civiles y funda-
mentales porque conciernen “a todos”. Distintos son los derechos reales
sobre bienes determinados adquiridos o vendidos gracias a los primeros.
Por lo expresado, si son fundamentales todos los derechos universales
(reconocidos a todos) entre ellos también están incluidos los Derechos
Sociales, por lo tanto la universalidad de los Derechos Sociales no puede
ser excluida argumentando que “las prestaciones que cada uno tiene
derecho a pretender sean diversas y de contenido determinado, puesto
que se concretan en función de condiciones económicas del bene-
ficiario”3. Esto sería análogo a decir que la libertad de pensamiento no
es derecho universal porque tenemos pensamientos diversos.
Segundo argumento: Los derechos fundamentales son una
dimensión sustancial de la democracia. Los Derechos Fundamentales,
debido a que corresponden a intereses y expectativas de “todos”, se
3. Este es el argumento empleado por Danilo Zolo para negar la existencia de los derechos sociales
(en “La strategia della cittadanza”. Laterza, Roma-Bari, 1994). Para Ferrajoli la reducción de
los derechos sociales a meras prestaciones, siguiendo al iusrealista Zolo, puede ser una manera
sociológicamente útil de mostrar su ineficacia y la precariedad o ausencia de garantías, pero si
no se afirma correlativamente su carácter jurídico ello «equivaldría a una abdicación del papel
garantista del derecho» FERRAJOLI, LUIGI “Los fundamentos…Op. Cit. Pág. 170.
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constituyen como fundamento y factor necesario para evaluar el grado
de “igualdad jurídica” y son además la dimensión sustancial de la
Diferencia 1
Los derechos a la vida, a la libertad, a adquirir y disponer Son derechos singulares, para cada uno
objetos de propiedad, derechos políticos y sociales, como de los bienes existe un titular determina-
Derechos Fundamentales son derehos universales de la cla- do (o varios cotitulares) con exclusión de
se de sujetos que son sus titulares. todos los demás. Perenecen a cada uno
Son reconocidos a todos sus titulares de igual manera. de diversa manera, en calidad y en canti-
dad.
Son inclusivos (base de la igualdad jurídica)
Son exclusivos (base de la desigualdad
Diferencia 2 jurídica)
Son derechos indisponibles, inviolables, inalienables. Tanto la propiedad privada como los de-
Permanecen invariables. No se acumulan (no podemos rechos de crédito son disponibles nego-
ser más libres). ciables y alienables.
Son indisponibles porque están sustraidos de las deci- Se acumulan (podemos ser más ricos)
siones políticas y de mercado. Indisponibilidad activa: Se adquieren, se cambian y venden.
nadie puede vender su libertad; Son susceptibles de expropiación a cau-
sa de utilidad pública.
Indisponibilidad pasiva: no son expropiables o limitables
por otros sujetos, especialmente por el Estado.
Diferencia 3
Tienen su título inmediato en la Ley, conferidos por re- Están destinados a ser constituidos,
glas generales, normalmente en una Constitución. modificados o extinguidos por actos ju-
rídicos singulares. Tienen por título ac-
tos de negocios, contratos, donaciones,
sentencias, decisiones administrativas
que los producen, modifican o extinguen.
Diferencia 4
Son verticales, son relaciones del individuo frente al Es- Son horizontales. Las relaciones jurídi-
tado. Corresponden prohibiciones y obligaciones a car- cas entre los titulares de derechos patri-
go del Estado, su violación es causa de invalidez de las moniales son intersubjetivas, contractua-
leyes y de las demás decisiones públicas, cuya ob- les, sucesorias, etc. Con la genérica pro-
servancia es la condición de legitimidad de los poderes hibición de no lesión u obligaciones (de-
públicos. En las obligaciones, límites y vínculos puestos rechos reales) de deber (derechos perso-
por el Estado, para tutelar los Derechos Fundamentales, nales).
es donde reside la esfera pública del Estado constitucio-
nal de derecho.
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democracia, previa a su dimensión formal o política. Esta dimensión
sustancial es el conjunto de garantías aseguradas por el Estado de
Derecho, paradigma cuyo modelo se fundó en sus inicios amparando
exclusivamente los derechos de libertad y propiedad, y que actualmente
se ha ido ampliando a través de reconocimientos constitucionales al
Estado Social, el cual se fue desarrollando durante todo el siglo XX.
Los Derechos Fundamentales en virtud de sus características: uni-
versalidad, igualdad, indisponibilidad, rango constitucional, están supra-
ordenados a los poderes públicos como parámetros de la validez de su
ejercicio, convirtiéndose así en vínculos sustanciales que se imponen
normativamente a las decisiones que puedan provenir ya sea de la
mayoría o del libre mercado. A través de estas características se revelan
como una garantía para la defensa y cuidado de todo aquello que la
Constitución (como pacto) ha considerado fundamental satisfacer, la
satisfacción de estas necesidades fundamentales son el requisito de la
convivencia civil y justificación del artificio o razón social que llamamos
Estado.
Ante la pregunta sobre el contenido de los Derechos Funda-
mentales, es decir cuáles bienes deben ser protegidos como fundamen-
tales, debe responderse que son aquellos que se sustraen tanto del
mercado como de las decisiones de la mayoría, por eso son sustanciales
al Estado de Derecho y a la Democracia Constitucional. Las normas
que incluyen tanto los derechos de libertad (que imponen prohibiciones)
como los derechos sociales (que imponen obligaciones al Estado) son
sustanciales por que no se refieren al quién ni al cómo (a la forma) sino
a la sustancia o contenido: al qué de las decisiones. Es decir los Derechos
Fundamentales están contenidos en el ámbito de lo indecidible: de lo no
decidible que (de las prohibiciones establecidas por los derechos de
libertad), y de lo no decidible que no (de las obligaciones públicas
establecidas por los derechos sociales).
Según Ferrajoli, en este nuevo paradigma de Democracia Constitu-
cional no hay presunción de que los actos realizados por el poder se
ajusten y estén conforme a regla, el principio formal de la democracia
política (soberanía popular por mayoría) relativo al quién y al cómo se
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decide queda subordinado a los principios sustanciales contenidos en
los derechos fundamentales, que son relativos a lo que no es lícito decidir
y a lo que no es lícito no decidir. Vistos de este modo los Derechos
Fundamentales reconocidos por las constituciones pueden actuar como
fuentes de deslegitimación del poder.
En lo expresado hasta aquí hay una influencia de la filosofía
contractualista, puesto que la Constitución es considerada como un
contrato social escrito y positivo, fundamento de la convivencia civil,
que se impone a los poderes públicos, por lo general a través de movi-
mientos revolucionarios, como fuente de su legitimidad; una legitimación
del poder político desde abajo a través de un acuerdo que tiene como
cláusula la tutela de los derechos fundamentales4, cuya violación por
parte del Estado legitima la ruptura del pacto y el ejercicio del derecho
a resistencia.
Tercer argumento: La Internacionalización de los Derechos
Fundamentales y la Ciudadanía. Después del nacimiento de la ONU y
sobre todo después de los Pactos, Convenciones y Protocolos internacio-
nales sobre Derechos Humanos5, muchas Constituciones ya otorgan esos
derechos con independencia de la ciudadanía, pues se confieren a través
4. El hecho de que el contrato social tenga como causa la tutela de los derechos fundamentales
lleva a Ferrajoli a hablar de una democracia sustancial por oposición a una democracia formal
o política.
MICHELANGELO BOVERO considera contradictoria la expresión democracia sustancial y se
niega a entender la democracia como algo diferente a un método para adoptar decisiones
colectivas, ver FERRAJOLI, L. “Los fundamentos… Op. Cit. Pág. 237 y 241.
5. La ONU en materia de DDHH ha establecido comités para vigilar la implementación de los
siguientes pactos: Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (CESCR),
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (CCPR), dos Protocolos Facultativos del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (CCPR-OP1) y (CCPR-OP2-DP), Convención
Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial (CERD), La
Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la
Mujer (CEDAW) y su Protocolo Facultativo (CEDAW-OP); Convención contra la Tortura y
Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes (CAT), Convención sobre los Derechos
del Niño (CRC), vigilada por el Comité de los Derechos del Niño (CRC) y sus Protocolos
Facultativos relativos a la participación en los conflictos armados (CRC-OP-AC) y el relativo a
la venta de niños, la prostitución infantil y la utilización de niños en la pornografía (CRC-OP-
SC); la Convención Internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores
migratorios y de sus familiares (MWC).
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del derecho positivo a las personas y no solo a los ciudadanos (exceptuan-
do los derechos políticos y algunos derechos sociales). Gran parte de
los Derechos Fundamentales se han ido convirtiendo en derechos supra-
estatales y ya tienen esa jerarquía. Puede plantearse que desde 1948 ya
no existe soberanía en un sentido estricto pues la Declaración afirmó la
naturaleza supraestatal de los Derechos Fundamentales. Estos derechos
se van convirtiendo paulatinamente tanto en límites externos a los
poderes públicos como en normas en las que debe basarse la democracia
internacional que, aunque no siempre se practique, proclama su intención
de configurarse normativamente en base a los Derechos Humanos.
Lo indicado hasta aquí nos permite intuir ya las consecuencias y
reacciones que traen detrás de sí estos argumentos, una reacción la
encontramos en la línea de Thomas Marshall (Citizen and Social Class,
1950)6, quien tiende a identificar el desarrollo de la ciudadanía con el
establecimiento progresivo de diversos tipos de derechos y a identificar
al ciudadano como sujeto de derechos7. O mejor, tal como señala Pierre
Rosanvallon:
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status añadido al de la personalidad, sino como el presupuesto de todos
los derechos fundamentales… Así la ciudadanía viene a ocupar el puesto
de la igualdad como categoría básica de la teoría de la justicia y de la
democracia”9.
En la línea argumental de T. Marshall se ubicaría la respuesta
adoptada por las sociedades ricas ante el “peligro” de las inmigraciones
masivas, abandonando la categoría de igualdad precisamente en el
período en que la calidad de persona y la titularidad universal de los
derechos habían sido reconocidas a todos los seres humanos del mundo
por las Constituciones estatales y por la Declaración Universal de 1948.
Esta doctrina de la ciudadanía al expresar una concepción de la
democracia basada en la “pertenencia a una determinada comunidad”,
pone en duda la naturaleza de “Derechos Fundamentales” que tienen
los Derechos Sociales. Quienes adhieren a esta postura se colocan en la
incomoda posición de ir a contramano de un mundo, en el que parece
estar en crisis tanto el estado nacional como las soberanías estatales
(ligadas al status de ciudadanía), donde crecen la interdependencia y las
diferencias de ingresos entre países ricos y pobres, con los consiguientes
fenómenos migratorios internacionales, y en el que resulta claro que se
avanza hacia una integración mundial.
Para Ferrajoli, el empleo de la categoría de la ciudadanía puede
conducir a una democracia no fundada en la expansión de los derechos
sino en una escisión entre los países ricos y democráticos y el resto del
mundo, más pobre y con escasa democracia.
El concepto de ciudadanía que siempre ha tenido como uno de
sus elementos el status de pertenencia, parece colocar hoy al occidente
desarrollado frente al dilema de tener que elegir entre “una ciudadanía
que mantiene su cohesión e integridad mediante la clausura, y una
ciudadanía abierta, pero a riesgo de verse disuelta”10. La evolución
histórica del concepto de ciudadanía, nos enseña que ésta debía ser
(aparentemente) excluyente: solo los nacionales pueden ser ciudadanos.
26
Pero por otra parte las declaraciones de derechos son universalistas; se
refieren a los propios ciudadanos en cuanto hombres y es la común
humanidad la que funda sus derechos. Vemos que aquí hay una tensión
entre las particularidades de realización nacional versus el universalismo
de los principios, tensión que es difícil de resolver.
Para Rosanvallon esto forma parte de la historia social del ciuda-
dano, en particular del imperativo de inclusión11, que desde la Revo-
lución Francesa se debate por las imprecisiones de sus distintos sentidos:
el nacional, el elector, el hombre implicado. Desde entonces encontramos
intentos de limitación a la universalidad, percibida como una frontera
casi natural de la relación social, así, a título de ejemplo, en la Francia
de 1792 se decía: “estas armas debían ser distribuidas a todos los
ciudadanos, excepto los vagabundos, gente sin hogar, y personas
notoriamente reconocidas por su falta de civismo”12. Lo mismo ocurrió
en Norteamérica, aún mucho después de la Declaración de Virginia,
con los indios y los negros.
Desde los inicios de la Revolución de 1789 encontramos posturas
opuestas, que van desde un universalismo radical cosmopolita como el
de Robespierre: “Los hombres de todos los países son hermanos, y los
distintos pueblos deben ayudarse unos a otros como ciudadanos de un
mismo Estado”13; hasta una ciudadanía fuerte pero restringida como la
defendida por Rousseau, quien para dejar en claro la oposición entre
patriotismo y cosmopolitismo expone a la ciudadanía republicana como
algo siempre particular (preferiblemente la de una pequeña república,
como Ginebra), en cambio el cosmopolitismo lo describe como una
actitud artificial e insostenible afectivamente:
11. ROSANVALLON, PIERRE “La Consagración del Ciudadano…” Op. Cit. Págs. 41-96.
12. Decreto del 1º de agosto de 1792, en ROSANVALLON, Op. Cit. Pág. 92.
13. PEÑA, JAVIER. Op. Cit. Pág. 69.
27
que pensar de esos pretendidos cosmopolitas, que al justificar su
amor a la patria por su amor al género humano, se jactan de amar
a todo el mundo para tener derecho de no amar a nadie14.
28
Habermas como “chauvinismo del bienestar”16, que para él representa
una involución de las democracias desarrolladas y la formación de una
nueva identidad regresiva, signada por una aversión al diverso.
Vemos pues cómo estas bases teóricas de los derechos funda-
mentales no son inocuas, si bien parecen señalar correctamente hacia
dónde deberíamos tender, su exigencia de realización efectiva aquí y
ahora provocan una tensión entre lo utópico y lo posible, ponen además
sobre el tapete un tema realmente trascendente y es que: así como existe
un lazo profundo entre la democracia y la igualdad también existe su
reverso: el lazo entre la desigualdad en los derechos y el racismo. Así
como la igualdad en derechos genera el sentido de la igualdad basada
en el respeto por el otro como igual, del mismo modo la desigualdad en
los derechos genera la imagen del otro como desigual, es decir, inferior
en el plano antropológico.
Cuarto argumento: Los Derechos Fundamentales y sus garantías.
Algunos autores de la vertiente “realista” dicen que los derechos escritos
en las cartas internacionales no son derechos, porque están desprovistos
de garantías, particularmente los Derechos Sociales, ya que carecen de
garantías jurisdiccionales. Es decir que más allá de su proclamación,
aun cuando posean rango constitucional, un derecho que no está
garantizado no es un verdadero derecho. Esta postura descalifica tanto
la internacionalización de los Derechos Fundamentales como la constitu-
cionalización de los Derechos Sociales por no poseer garantías adecua-
das, observa tales derechos como simples declamaciones retóricas o
bien como vagos programas políticos17.
Esta postura, según Ferrajoli, confunde la naturaleza de los dere-
chos subjetivos (ya sean expectativas positivas de prestaciones, o nega-
tivas de no lesiones) que se atribuyen a un sujeto mediante una norma
jurídica, con los deberes correspondientes que constituyen las garantías
29
(que son las obligaciones, prohibiciones, sanciones o declaraciones de
nulidad correlativas a tales derechos). En los sistemas de derecho moder-
nos, la existencia o inexistencia de una situación jurídica (de una obliga-
ción, prohibición, etc.) depende de la existencia de una norma positiva
que la prevea, que a su vez no sea deducida de otras normas, sino inducida
como hecho empírico, del acto de su producción. Ferrajoli dice al respecto:
30
discrecionalidad de los aparatos burocráticos y no por la institución
de técnicas de garantía adecuadas a la naturaleza de los nuevos
derechos”19.
Reforzando esta última idea N. Bobbio opina que uno de los esfuer-
zos que debe hacerse no es tanto desentrañar la naturaleza de estos dere-
chos sino hacer efectivo su cumplimiento:
31
jurisdiccional de constitucionalidad de todos los actos de los Organismos
Internacionales y de todos los Estados por violaciones de los Derechos
Humanos, imposición y regulación de ayudas económicas e interven-
ciones humanitarias como garantías a favor de los países más pobres.
Hay que reconocer que, por ahora, las posibilidades de concreción de
tales garantías en el plano político es baja, porque: 1) la satisfacción de
los derechos sociales requiere disponer de grandes recursos financieros,
su implantación alteraría sustancialmente la lógica del sistema de
mercado y afectaría el goce de otros derechos (libertad y propiedad); 2)
los límites impuestos al funcionamiento del sistema de mercado a nivel
internacional chocaría con una férrea resistencia, por parte de los países
más desarrollados, porque pondría en discusión sus niveles de vida en
aras de una solidaridad global.
Si bien los obstáculos para la concreción de los derechos humanos
son en gran medida de naturaleza política y económica. La ideología de
los Derechos Humanos ha planteado un serio desafío político tanto a las
fuerzas democráticas como al sistema de mercado, en adelante sólo cabe
esperar una permanente lucha por materializar de modo inmediato de
los derechos y sus garantías aún en un contexto signado por una mayor
escasez de recursos derivada de la crisis económica global.
22. Pueden consultarse mayores detalles jurídicos en el apartado IV o Apéndice de este ensayo.
23. Ver BIDART CAMPOS y otros “Estudios Sobre La Reforma Constitucional de 1994”.
32
de los derechos quedaron fortalecidas mediante dos figuras: el Amparo
y el Defensor del Pueblo.
A partir de la reforma de 1994, la jurisprudencia ha tendido a
considerar el Amparo24 como alternativa principal, es decir los jueces
han decidido sobre la operatividad inmediata del Amparo, sin esperar
ley reglamentaria alguna. En general argumentan que: “las garantías
individuales existen y protegen a los individuos por el solo hecho de
estar consagradas en la Constitución e independientemente de las leyes
reglamentarias”25 .
Como vemos esta es la dura postura defendida por L. Ferrajoli.
Adoptando una mirada realista resulta evidente que, en los hechos,
los Derechos Sociales en Argentina no están garantizados, a veces ni
siquiera en casos elementales. Se pueden citar numerosas situaciones
extremas, como por ejemplo las muertes masivas por desnutrición de
aborígenes en el Chaco, en este caso ¿donde quedó el Artículo 12 del
Protocolo de San Salvador que dice: “Toda persona tiene derecho a una
nutrición adecuada que le asegure la posibilidad de gozar del más alto
nivel de desarrollo físico, emocional e intelectual...”?
Pese a todo podemos decir que en varias oportunidades los recursos
de Amparo resultaron exitosos. Esto se debe a que en Argentina, al igual
que en muchos países latinoamericanos, la Constitución ha dado a ciertos
derechos la condición de inmediatamente aplicables a través del recurso
de Amparo, permitiendo soluciones rápidas a las necesidades de muchos
individuos. Frente al mismo los jueces se han decidido sobre su opera-
tividad inmediata, y en consecuencia no han esperado ley reglamen-
taria alguna para hacer lugar a los amparos que eran sometidos a su
24. El Amparo es una institución legal que tutela la garantía de los derechos, consiste en una acción
judicial breve y sumaria, que tiene un tratamiento diferente del de los procesos ordinarios, por
cuanto satisface con urgencia la restauración de los derechos presuntamente conculcados.
25 Conocida frase del caso “Siri” (“L.L”,1958-II-476) Citado por ANDRICH DE ÁLVAREZ , Mar-
ta. ¿Existen los Derechos Sociales? Pág.79. en BIDART CAMPOS G.J. y SANDLER H.R.
(coordinadores) “Estudios Sobre La Reforma Constitucional de 1994”. Instituto de Investiga-
ciones Jurídicas y Sociales “Ambrosio L. Rioja” Ediciones Depalma y Departamento de Publi-
caciones de Fac. Derecho. UBA. Buenos Aires. 1995. Argumento fundado en los casos Siri y
Kot, mentados en la nota 26.
33
consideración26. Mediante el mismo se puede exigir a un gobierno
provincial desde la provisión de una vivienda a una familia27, hasta la
provisión de medicamentos, intervenciones quirúrgicas, prótesis, etc.
que debido a su alto costo no son reconocidos sus obras sociales, etc.
Estos recursos de Amparo pueden ser llevados adelante por la
Defensoría del Pueblo, que tiene competencia sobre instituciones públi-
cas y privadas, para pedirles informes por escrito y documentos, puede
además emitir una Resolución que luego es convalidada por los jueces.
A título de ejemplo, el Instituto Autárquico Provincial de Obra Social
(IAPOS), que brinda atención médica a los empleados públicos de la
provincia de Santa Fe, ante una intervención de la Defensoría del Pueblo
se quiso negar a reconocer y dar “Beneficios de Excepción por Razones
Sociales” argumentando que:
26. Han aplicado el argumento derivado de los conocidos casos Siri y Kot, el cual establece que:
“las garantías individuales existen y protegen a los individuos por el solo hecho de estar
consagradas en la Constitución e independientemente de las leyes reglamentarias”.
27. En el año 1996, en los Tribunales Provinciales de la Ciudad de Córdoba, en el Juzgado de
Menores de Primera Nominación, se resolvió en una Acción de Amparo, oficiar al Estado para
que intervenga a fin de garantizar una vivienda digna para un grupo familiar, “se consignó
oficiar al Superior Gobierno de la Provincia de Córdoba”..., a efecto de que se provea de
conformidad al deber de asistencia que surge de los Pactos Internacionales y de los arts. 55 y 58
de la Constitución Provincial. Se dictó una medida de carácter “urgente”, que sería dotar de una
vivienda adecuada y digna a la familia carente de recursos, a los fines de hacer efectivo las
normas de los Tratados Internacionales de Derecho Humano (Conv. Americana de Derechos
Humanos, Conv. de los Derechos del Niño).
28. CALCATERRA, MARCELA. Defensoría del Pueblo de la Provincia de Santa Fe. “Un resultado
no perseguido: el Amparo como generador de «privilegios»”.
http://www.defensorsantafe.gov.ar/articulos.aspx?id=27 visitado el 3/10/2007
34
similares interpuestos resultaron favorables para los afiliados reclamantes
en la gran mayoría de los casos. Otro fenómeno interesante es que una
parte de las respuestas negativas emitidas por el IAPOS fueron aceptadas
por otros afiliados resignados y estos no recibieron tales servicios. La
consecuencia fue que “algunos” los que recurrieron a la vía judicial
accedieron a prestaciones o coberturas que a “otros” en igual situación,
y por el solo hecho de no recurrir a dicha vía, les fueron vedadas. El
Amparo generó una categoría de ciudadanos “privilegiados”: los que
pueden acceder a la vía judicial.
Podemos notar que la necesidad de emprender acciones judiciales,
pueden generar inequidad: personas iguales reciben distinto trato; pero
además, en la medida que se consolide una cultura de defensa de los dere-
chos puede convertirse en un fenómeno masivo que ponga en riesgo el
equilibrio económico de las instituciones prestadoras de servicios. Pode-
mos afirmar pues que ya existen mecanismos jurídicos que aseguran la
exigibilidad inmediata de los DDHH, por lo que éstos pueden aparecer
como una fuente creciente de costos imprevistos para el sector público
y privado, una fuente de inestabilidad e imprevisibilidad en cualquier
plan económico.
Colocándonos nuevamente del lado realista, también es cierto que
cuando los derechos sociales y colectivos en juego cobran cierta dimen-
sión la garantía de su cumplimiento se vuelve por lo menos dudosa. Los
recursos de Amparo no prosperan simplemente porque las decisiones
judiciales en nuestro país están muy condicionadas por factores políticos
(p.e. la declaración de constitucionalidad de la Ley de Emergencia Eco-
nómica 25.561) y por el fuerte peso del Poder Ejecutivo Nacional, que
hace una década y media fue consolidando la costumbre de gobernar
mediante decretos de necesidad y urgencia y leyes de emergencia
económica que le otorgan superpoderes, burlando el Art. 76 de la
Constitución (1994) por el cual:
35
Esta debilidad en la independencia de poderes que empobrece la
calidad de la democracia argentina, atenta contra su sistema republicano
de gobierno y pone en peligro la concreción de todo tipo de derechos,
convirtiéndolos en auténticos “derechos de papel” librados a la arbitra-
riedad del gobernante. Por más que el Defensor del Pueblo esté legiti-
mado para actuar en procesos, en defensa y protección de los derechos
que tutela la Constitución, en los hechos en Argentina la Constitución
sigue siendo sistemáticamente vulnerada por el Poder Ejecutivo.
Poder Ejecutivo debe cumplir para poder dictar decretos de necesidad y urgencia, reglamentos
delegados o promulgaciones parciales, sin los cuales éstos carecen de validez. La concreción de
uno de esos requisitos le fue encomendada al Congreso de la Nación, el que, por mandato
constitucional, asume la obligación de crear y poner en funcionamiento una comisión bicameral
permanente que ratifique o deje sin efecto los decretos leyes firmados por el presidente de la
Nación. Así lo determinan los artículos 99, inciso 3º; 100, inciso 12, y 80 de la Constitución
nacional. Luego de más de 10 años (en el 2009) este requisito no se cumple.
36
social, derecho a formar sindicatos; derecho a un nivel de vida adecuado
que aseguren a la familia la salud, alimentación, vestido, vivienda,
asistencia médica y servicios sociales necesarios; derecho a la salud
física y mental; derecho a cuidados y asistencia especiales durante la
maternidad y la infancia; derecho a la educación primaria y secundaria
gratuita; etc.
La Tercera Generación, abarca los derechos de solidaridad, entre
los que se incluyen el derecho a la paz, a vivir en un medio ambiente sano
y el derecho al desarrollo, al uso de los avances de las ciencias y la tecno-
logía, etc. Esta generación de derechos también son llamados de la calidad
de vida y constituyen una etapa aún no concluida, pues también se viene
considerando incluir el derecho al patrimonio común de la humanidad, a la
asistencia humanitaria, el derecho de los pueblos a ejercer soberanía plena
sobre sus recursos naturales, el derecho de los trabajadores inmigrantes a
condiciones de vida dignas, etc. Algunos ya hablan de una cuarta generación
de derechos, vinculando el ejercicio de los anteriores derechos con el
ciberespacio30.
Es fácil advertir que cada nueva generación de DDHH es expresión
de una racionalidad diferente y que pueden entrar en conflicto entre sí,
además, desde el punto de vista jurídico existen muchas indeter-
minaciones, especialmente en las más recientes categorías de derechos,
que hace muy difícil y costoso garantizarlos31. Pese a todo los DDHH se
van convirtiendo en el centro activo de las democracias, y por ello se
van revelando como una creciente fuente de desafíos y nuevos problemas.
No es insensato pensar que con el paso de los años las democracias
han alterado su rumbo original, y se encaminan a una crisis de sí mismas,
crisis que reclama a un cambio en su configuración. El desvío del rumbo
30. Aunque el punto se discute, otros autores hablan de cinco generaciones de derechos: fundamen-
tales y cívicos o políticos, económico/sociales y culturales, de los pueblos y sectores ‘diferen-
tes’, de las futuras generaciones (ambientales) y de control sobre el propio cuerpo y la organiza-
ción genética de cada cual.
31. Las indeterminaciones son válidas incluso para las primeras generaciones. Pongamos como ejem-
plo el caso de los jugadores de fútbol profesional ¿no son acaso esclavos modernos que, aunque
muy bien remunerados algunos de ellos, se compran y venden? Es lógico que sus dueños (los
clubes) no planteen el tema de los DDHH, pero la FIFA ¿no se ha autolegitimado como un orden
jurídico paralelo que avala tales contratos?
37
se debe a que desde el Derecho se ha otorgado a los DDHH el rol de
definir la democracia con un carácter exclusivo, prácticamente sosla-
yando los elementos políticos, históricos y económicos subyacentes,
generando dificultades y tensiones ya que estos también forman parte
del mundo real. La supremacía unilateral del Derecho como fuerza estruc-
turante de la sociedad se revela hoy insostenible por ser insuficiente.
M. Gauchet32 al respecto opina que el hecho de erigir una ideología
de los DDHH como fuente de la dinámica social, es esperar de ellos más de
lo que pueden dar y el resultado no es otro que alejarnos de la democracia,
reduciendo su capacidad para deliberar y decidir en común; los DDHH no
sólo no bastan para definir la política, sino que la empobrecen.
Con la consagración constitucional de los tratados internacionales,
bajo el impulso de la ONU, los DDHH que originalmente eran entendidos
en su sentido clásico de “derechos negativos”, un límite a oponer contra
la arbitrariedad de los poderes y un mínimo exigible en materia de
garantías individuales, poco a poco fueron cambiando de función cargán-
dose de consecuencias que ahora escapan al control de cualquier
gobierno. La proliferación de DDHH, erigidos como fuente legitimadora
de la democracia, no sólo no nos proveerán de lo que esperamos de
ellos, sino que pueden liberar una dinámica social que nos conduzca en
la dirección opuesta dejándonos con una menor capacidad para razonar
y decidir en común. El sistema democrático al procurar asegurar sus
bases en los DDHH ha minusvalorado su capacidad para gobernarse, el
resultado de esto será la eclosión de una crisis de maduración que lo
obligará a redefinirse.
Los DDHH parecen reencontrar la posición que habían tenido en
1789, un alcance de fundamentos, no simplemente valores reguladores
a los que hay que tender, no sólo barreras infranqueables a oponer a los
poderes, sino posición de principios de definición de la democracia. A
diferencia de 1789, que se impusieron mediante luchas armadas revolu-
cionarias, los nuevos derechos se han impuesto mediante reformas
32. GAUCHET, MARCEL “La Democracia Contra Sí Misma” Homo Sapiens Ediciones. Rosario.
2004. Ver especialmente “Cuando los Derechos Humanos devienen una política” Págs. 247-285.
38
constitucionales, de forma difusa, velada, tranquila, a través de un trabajo
de modelado legalista, pero esta trayectoria pacífica no hace más que
ocultar su verdadera naturaleza radical.
Este retorno de las democracias a sus primeros principios podemos
entenderlo adoptando una perspectiva de largo plazo, así podremos captar
cómo este retorno equívoco compromete su futuro.
El “derecho natural moderno” a través de la noción de derechos
subjetivos (inherente a la existencia misma de los individuos) dio lugar
a la doctrina contractualista, en la cual tienen su origen nuestros DDHH.
Ante la opción de elegir entre la postura de que el poder y el orden caen
desde el cielo, desde una autoridad divina, o bien aceptar que ellos son
establecidos, desde abajo, por los individuos, se instala la idea de que el
individuo de derecho es el único principio de legitimación universal.
Dichos derechos declaraban la abolición del principio de legitimidad
religiosa y proclamaban la potencia democrática de gobernarse.
Otra idea subyacente en la primera generación de derechos, que
venía desarrollándose desde mediados del S XVIII y que emerge en la
Revolución francesa, es la historicidad, o factor de autonomía: los
hombres con su razón y voluntad, su ciencia y su industria, construyen
el orden de la ciudad que los une, se dan su propia ley, edifican su propio
mundo material, moral y cultural, este es un universo nuevo en el que
los hombres se inventan colectivamente a sí mismos en el tiempo. La
historicidad es la conciencia de la potencia liberal de inventarse: “La
humanidad es la obra de sí misma”.
Durante el S XIX la potencia democrática de gobernarse, plasmada
en el Estado-nación, y la potencia liberal de inventarse, en el seno de la
sociedad civil, confluyen simultáneamente en una complicada articu-
lación entre democracia y liberalismo, que va madurando hasta el
presente, aunque con serios tropiezos (como las aventuras comunista y
fascista), en ese proceso se va instalando el Estado Social que después
de 1945 recibió un fuerte impulso con las políticas económicas keyne-
sianas, altamente redistributivas bajo el signo de la solidaridad social,
modelando lo que se conoció como Estado Benefactor, período que
coincidió con altas tasas de crecimiento y prosperidad mundiales.
39
A partir de los años ′70 el Estado Benefactor y sus políticas
redistributivas empieza a perder su buena imagen de administrador, se
manifiesta claramente ineficiente y en muchos casos corrupto. Las
muestras de despilfarro se hacen evidentes y el estatismo aparece como
contrario a la modernización y a la razón. Esta situación se ve luego
agravada por la profundización de la globalización que, al imponer
límites a las políticas económicas nacionales, disminuye la efectividad
de las políticas económicas locales sobre sus economías. Este proceso
se hizo más intenso desde fines de los años ochenta, cuando se terminan
las utopías totalitarias con el colapso de la Unión Soviética, a partir de
entonces la figura del Estado fue injuriado en todas partes y, aunque se
embarca en una reestructuración de sus relaciones con la sociedad civil
y sus funciones fundamentales frente a ella, a través de procesos de
privatizaciones y de descentralización, en los años noventa, llegado el
nuevo siglo se hace patente que logró aferrarse y mantener sólidamente
sus antiguas dimensiones burocráticas, aun cuando ya habían triunfado
a escala planetaria los principios de la democracia y la economía liberal.
La globalización, la expansión del comercio, las inversiones y comuni-
caciones a escala mundial, vino acompañada de un mayor gasto público,
justificado ahora por las desigualdades que provoca.
Por otro lado, si bien la reciente crisis global desatada en el 2008,
por su escala, ha dado nuevas razones para una mayor intervención
estatal, también es cierto que, tras el anterior fracaso del Estado Bene-
factor, en la actualidad y en el porvenir imperará una desconfianza hacia
los gobiernos. Hoy, prácticamente todos los discursos políticos y sociales,
elaborados en los dos últimos siglos, para justificar la movilización de
la sociedad civil, están bajo sospecha: el nacionalismo, la tradición, la
revolución, el progreso, etc. Al menos en las democracias maduras
ninguna de esas banderas, que procuraban responder al estilo clásico
preguntas tales como ¿adónde vamos y por qué?, resisten una confron-
tación seria, o al menos una réplica desilusionada. Si bien ciertas nociones
como justicia social, grandeza de la patria, eficiencia del Estado,
soberanía del pueblo, etc. todavía se mantienen en los discursos, aparecen
40
como vaciados de contenido, sospechosos y hasta desacreditados 33.
Como los tradicionales símbolos sociales aglutinantes perdieron
jerarquía, es muy difícil que hoy se le pueda pedir a la población
sacrificios frente al porvenir, o que las personas comunes sientan que
tienen una deuda con su nación, o una fidelidad hacia su clase, etc.
Este vacío deja vacante un espacio que está siendo colmado por
la ideología de los derechos humanos, la cual parece recibir fácil adhesión
y se constituye en un medio para pensar la coexistencia y guiar el trabajo
de la colectividad sobre sí misma.
Cabe preguntarse si existe la posibilidad de que los derechos hu-
manos lleguen a convertirse en “el contenido” de la política, en una
guía de acción histórica, que reemplace a las ciencias sociales. Después
de todo ellos responden fácilmente preguntas tales como ¿qué debemos
hacer como comunidad?, ¿bajo qué fundamentos?, ¿por qué? Sus respues-
tas develan e indican con prontitud lo que debe hacerse para lograr lo
deseable, lo hace de un modo práctico y económico, ahorrándose prolon-
gados debates sobre los efectos macroeconómicos a largo plazo, etc.
Los DDHH tienen la ventaja (respecto de las ciencias sociales) que hacen
una buena síntesis de lo que debe conocerse sobre la naturaleza de las
comunidades humanas indicando lo que ellas deben ser; definiendo lo
que falta y a partir de qué actuar, y lo hacen como fundamento indiscu-
tible de la democracia.
Los DDHH se van convirtiendo en una “Ideología” que, desde
una mirada hegeliana, reinstala una visión redentora de la misión del
Estado Social. Se trataría de una ideología en el sentido marxista, algo
así como un fenómeno óptico en el que las imágenes aparecen invertidas,
transtocando la realidad, con apariencia de objetividad pero generando
una conciencia falsa34.
33. Contraejemplos de lo señalado son las experiencias nacionalistas de Venezuela, Cuba, Irán,
Bolivia, etc. pero a costa de una escasa división de poderes y una alta censura a la prensa.
34. Podríamos acordar una definición de la Ideología como: “una serie de visiones sintéticas y frag-
mentarias, elípticas y coherentes en apariencia, que engendran el sentido social de la acción
individual y la experiencia social del tiempo: orientan la memoria, las alternativas de acción, las
expectativas y los deseos de los actores sociales. Confieren un perfil a las identidades individua-
les y colectivas y enmarcan y alientan su acción política” definición de RAYMUNDO MIER en
41
Los DDHH humanos, como toda ideología, responde a la cuestión
de la unidad de las sociedades, lo hace denunciando eficazmente la
iniquidad del estado de cosas existente a la vez que enuncia de modo
convincente lo qué debería ser. Como dice Gauchet:
42
Si alguien argumenta que dicho esquema de toma de decisiones solo
está guiado por las emociones, y que las medidas adoptadas en medio de la
urgencia solo consiguen mitigar los problemas, impidiendo su tratamiento
a fondo, responderán que aun lo poco que se pueda hacer es mejor que
nada y que dados los valores que se ponen en juego (la vida, la justicia,
etc.) no se puede dejar de actuar. A pesar de todo lo señalado, en contraste
con las ideologías totalitarias del pasado, las presiones que despliegan
los ideólogos de los DDHH tienen como principio y guía la defensa de
la Democracia.
La ideología de los DDHH cumple en el presente el rol de utopía
futurista, sólo que la fe en un venturoso porvenir se reemplaza por la
indignación ante el hecho de que tal porvenir no se encuentre aquí ya
mismo. Debido a que, en los hechos, siempre existe y existirá una distan-
cia entre lo que prometen los principios y la realidad de las sociedades;
en nombre de la libertad y la igualdad de los individuos habrá siempre
algo que objetar al funcionamiento de la sociedad. Esta naturaleza utópica
de los DDHH es explotada por gran parte de los dirigentes políticos,
modelando así un estilo de política.
La eficacia del discurso de los DDHH descansa, en gran medida,
en la difusión que ofrecen los medios de información. La ideología de
los DDHH, por vivir de la denuncia (a través del relevamiento de
situaciones en las que la distancia entre lo que promete la Constitución
y lo que ocurra en realidad se perciban como graves) tiene necesidad de
denunciantes, si se trata de prensa amarilla mucho mejor, puesto que el
tema de los DDHH siempre encontrará oídos atentos.
Al suponer que los recursos para garantizar los DDHH están dispo-
nibles, y que su concreción plena es una posibilidad legal exigible y
constitucionalmente amparada, cualquier distancia entre los hechos y el
derecho se convierte en algo injustificable, consecuencia de la indife-
rencia por el prójimo e incluso de la mala voluntad. Como lo único que
se tiene que hacer es poner de relieve los males del presente, en su cruda
realidad y sin necesidad de teorizar inútilmente, esta nueva crítica social
se hace muy específica, considerando puntualmente cada causa, se
descentraliza en sus luchas, procurando no aliarse a ningún partido
43
político, y se aferra a una interpretación absoluta del derecho. La com-
binación de tales características da lugar a un campo casi ilimitado a la
puja demagógica, que es especialmente aprovechada por los enemigos
profesionales del sistema de mercado, ex militantes antiimperialistas
del pasado que se reciclan y encuentran una nueva oportunidad de rehacer
sus carreras políticas usando la bandera de los DDHH.
Por sus características, la ideología de los DDHH es fácilmente
apropiable intelectualmente por parte de los medios de comunicación.
De acuerdo a la lógica de la denuncia, el defensor de los DDHH se
dirige al periodismo, el cual transforma la denuncia en información y la
presenta ante la opinión pública de modo sensacionalista. Las causas de
los defensores de los DDHH se convierten así en el sostén intelectual de
los periodistas. La política que hace uso de la bandera de los DDHH
aporta precisamente lo que los medios de información andan buscando:
situaciones concretas y conmovedoras, que puedan transmitirse con
mensajes simples y contengan valores que gozan de consenso social.
Esta política ofrece testimonios y valores con los cuales la gente pueda
identificarse y pronunciarse unánimemente dejando de lado sus dife-
rencias. De este modo la ideología de los DDHH deriva en una sim-
plificación extrema del juicio colectivo, y al quedar en manos de los
medios de comunicación, éstos aprovechan y logran erigirse en uno de
los centros más importantes de la reflexión pública.
La consecuencia inmediata, y el daño que esta situación provoca,
es que la posibilidad que tiene una sociedad de forjarse reflexionando
sobre sí misma, deja de estar en manos de intelectuales o analistas serios
(a quienes se les puede exigir cierto nivel de conocimientos y cuya
autoridad se apoya en obras e investigaciones) para terminar cediendo
su rol a los periodistas36, es por eso que los temas de importancia social
se discuten y juzgan en la inmediatez del aquí y ahora, dejando de lado
análisis a largo plazo que proyecten y anticipen. Los periodistas desem-
peñan en nuestras sociedades el papel que antes correspondía a los
36. Los intelectuales, en el sentido tradicional, sólo tienen lugar en la medida de que participen
aceptando las reglas que los medios de comunicación les impone.
44
intelectuales (científicos, estadistas, etc.): esclarecer las reflexiones que
hace una sociedad sobre sí misma. Estos intelectuales, que antes influían
en función de una autoridad derivada del acerbo y profundidad de sus
conocimientos, son actualmente reemplazados por habilidosos
manipuladores de los sistemas de información.
Para entender mejor el papel que juegan los políticos, dentro de
este contexto mediático, debe señalarse el siguiente fenómeno: la casi
extinción de las antiguas oposiciones ideológicas, cuyos programas
políticos resultaban notablemente antagónicos. El debilitamiento de la
política de partidos se muestra ahora con gran descaro y pragmatismo,
como mera disputa por conquistar y conservar el poder, entre aparatos y
políticos intercambiables. El objetivo consiste en captar los votos de
colectivos diversos, con públicos fluctuantes, y la estrategia consiste en
adaptarse rápidamente a los cambios en la opinión pública, libres de
ataduras (convicciones) y sobre todo un buen manejo de la propia imagen.
Ha surgido un nuevo Maquiavelo, a quien le es necesario infiltrase en el
discurso de los DDHH y la justicia social, ha de ser un Maquiavelo con
imagen bondadosa, que haga votos por la defensa de los derechos funda-
mentales del hombre y dé testimonio de su humanidad y sensibilidad
ante la desdicha del prójimo. Sin embargo la situación para el nuevo
Maquiavelo resulta dificultosa ya que, como punto de partida, la sociedad
le atribuye un cinismo congénito. Aun así está obligado a intentar vender
la imagen de buen samaritano y generar expectativas que no son fáciles
de cumplir, de lo contrario no puede aspirar a detentar el poder. Una vez
conquistado el poder deberá gestionar los reclamos de la sociedad civil
a sus gobiernos, en el medio de una contradicción: por un lado la sociedad
tiene confianza en que puede apelar a su sistema legal, pero por otro
tiene una desconfianza profunda en sus titulares; esta contradicción no
es otra cosa que el reflejo de la distancia entre lo ideal y lo real, distancia
entre medios escasos y fines ilimitados, cuyo delicado equilibrio debe
ser eficientemente administrado por el gobernante de turno.
El creciente ímpetu de los reclamos para defender uno y otro
derecho fundamental prueba que la población cree realmente que sus
gobernantes poseen los medios suficientes para cumplir con sus expec-
45
tativas, y aunque admitan la gran distancia entre lo ideal y lo real,
supondrán que las vulneraciones más evidentes a los derechos, al menos
las más dolorosas, deberían poder ser solucionadas con prontitud. Existe
una desconfianza hacia quienes dirigen y administran las instituciones,
ellos son sospechosos de acomodarse al statu quo y tolerar el mal
existente, por lo que la única alternativa es presionar a sus administra-
ciones por todos los medios posibles. Se los acusa de ser responsables
de enorme distancia que separa los derechos consagrados en la cons-
titución y la realidad existente. De todo esto se deduce la imperiosa
necesidad que tienen los políticos de imponer, en confabulación con los
medios de prensa, una imagen de figura de buena voluntad, lo sufi-
cientemente creible como para neutralizar lo que desmiente la realidad.
46
prestaciones reduciendo la otra. Los críticos de esta postura afirmarán
que, siendo los dos derechos inalienables debe aumentarse el presu-
puesto. Esto significaría retirar recursos destinados a garantizar otros
derechos, como pueden ser la educación, justicia o seguridad. A su vez,
aumentar el presupuesto de todos los derechos sociales supone extraer
más recursos mediante más impuestos o deudas, es decir, detraerlos del
consumo o de la inversión privados, presente o futuro, lo que significa
reducir el derecho de propiedad de las generaciones actuales o futuras.
Este proceso de aumento en la presión impositiva, o endeudamiento,
tiene un límite, porque cada ampliación del presupuesto de gasto público
supone sacrificios crecientes en términos de otros objetivos privados
también valiosos.
Otro argumento equivocado es que garantizar algunos derechos
(como los sociales), deben tener prioridad absoluta. Esto significaría
que ninguna limitación económica debería restringir sus satisfacciones
ya que dichas necesidades tienen el carácter de absolutas. Sin embargo,
la verdad es que no existe ningún derecho o necesidad que deba satis-
facerse a cualquier costo, por importante que sea. La declaración de
“prioridad absoluta”, para justificar la financiación que garantice cual-
quier derecho humano, como por ejemplo la salud, confunde la utilidad
total que se deriva de un servicio con su utilidad marginal. Por muy
importante que sea la utilidad total que se deriva de los servicios de
salud, “una unidad más” de este servicio tiene un costo cuantificable en
términos de otros servicios que atienden otros derechos que ya no pueden
garantizarse. Sea que se trate de derechos sociales o de cualquier otra
naturaleza, lo único que puede decidirse es si conviene un poco más de
esto a cambio de un poco menos de aquello.
En definitiva, frente a la afirmación de que “el derecho a la salud”
o a una “jubilación digna” debe garantizarse a cualquier precio, lo único
que puede interpretarse es que expresa la preferencia de que se asignen
mayores recursos hacia esos derechos, aun a costa de menores garantías
en otros derechos como la educación, la seguridad, o bien vulnerando el
derecho a trabajar, a consecuencia del menor consumo e inversión
privados.
47
La función del análisis económico es, precisamente, la de inves-
tigar, y en la medida de lo posible cuantificar tanto los beneficios como
el costo de oportunidad en que se incurre, es decir, la renuncia a parte
de un objetivo para satisfacer otro. El análisis económico ayuda a
identificar y ordenar las distintas alternativas disponibles para alcanzar
un objetivo dado con el menor costo de oportunidad, sea cual fuera la
naturaleza de este objetivo.
48
que las evaluaciones costo-beneficio de gastos, destinados a garantizar
derechos, son demasiado complejas como para aceptar que puedan
expresar integralmente, en pocos números, todos los efectos de un cambio
en su cobertura. En segundo lugar, es indiscutible que cualquier análisis
cuantitativo debe interpretarse siempre a la luz de elementos cualitativos.
Sin embargo, ninguna de estas dos razones supone que debamos
resignarnos y aceptar que cualquier razonamiento legal engañoso, o
político interesado, determine el curso de acción que deba seguirse.
Un tipo de análisis que podría ser aplicado al ámbito de los DDHH,
es la denominada regla de Hand, por la cual se podría determinar hasta
dónde el Estado debe hacerse responsable de garantizar cada derecho37.
Supongamos como caso el derecho de los ciudadanos a recibir cierta
cantidad de servicios médicos precautorios x, con el fin de evitar la
aparición de enfermedades (y sus daños colaterales) que de ocurrir darían
lugar gastos de cobertura cuantificables en dinero por un monto A (que
incluiría gastos de atención médica y resarcimiento de los daños
colaterales). Cada enfermedad se puede presentar con una probabilidad
de ocurrencia p, la probabilidad de que aparezca la enfermedad o daño
depende inversamente de la cantidad de servicios precautorios de salud
x que se le den al ciudadano. A su vez mientras más cuidados precautorios
se le den, éstos acarrearán más costos unitarios de atención C. Es decir
suponemos que “p(x). A” es una función decreciente del nivel de
precaución, a “C(x)” como una función creciente de x; el costo social
unitario “CS” es la suma de los dos anteriores, se trata de una función
que primero cae ante aumentos de x y luego aumenta después de
alcanzado cierto nivel “xe” denominado nivel de precaución eficiente
(en el gráfico es donde se minimiza CS). Para determinar el nivel de
servicios precautorios socialmente eficiente que debería adoptar el Estado
debe hallarse el valor de xe, el cual se caracteriza por ser aquel en el
cual el beneficio marginal “Bmg” de incrementar la precaución se iguala
con su costo marginal “Cmg”. El Estado sería negligente si el costo
37. El nombre de esta regla proviene del nombre del juez Learned Hand que la enunció por primera
vez en un fallo del año 1947, una exposición simple de esta regla puede verse en R. COOTER Y
T. ULEN “Derecho y Economía” FCE. 1998 México D.C. Págs. 400-417.
49
marginal de las atenciones precautorias fuera menor que el beneficio
marginal resultante de evitar el daño, es decir cuando: Cmg < Bmg.
A.p
Xe
Servicios Precautorios
38. Las fallas que se atribuyen al mercado y que el Estado trata de solucionar son básicamente:
monopolio (poder de mercado), externalidades, bienes públicos, asimetrías de información y
distribución inequitativa del ingreso.
50
Especulando respecto a los beneficios podemos decir que el
derecho a la propiedad privada es un baluarte contra la tiranía de los
gobiernos, porque el capitalismo o economía de mercado fue inventado
precisamente para eliminar el absolutismo del poder económico del
Rey39, el derecho de propiedad le permite al hombre expresar su libertad
a través de sus obras, transformar el mundo y realizarse como persona.
En un mundo en el que los funcionarios del gobierno tienen enorme
poder para regular la vida económica, la propiedad privada crea una
zona de discreción dentro de la cual los ciudadanos no tienen que rendir
cuentas a los funcionarios del gobierno y por lo tanto ser libres.
No obstante lo anterior, podríamos hacer una distinción entre la
utilidad total que se deriva de estos derechos y la utilidad marginal de
los mismos. Lo realmente importante es el valor marginal que le asig-
namos a los mismos, se trata de responder ¿cuánto de nuestra libertad y
propiedad estamos dispuestos a sacrificar en el margen? ¿Cuánto vale
ese sacrificio marginal para nosotros? ¿Cuánto de otros derechos
deseamos obtener a cambio? ¿Me conviene el intercambio? ¿Acepto el
pacto social? En esto radica el principio de legitimidad de cualquier
forma moderna de poder político, el cual no se puede fundar de otra
manera sino con base en el mutuo acuerdo de los asociados. Más
directamente, si nos obligan a sacrificar áreas de nuestra libertad y
propiedad altamente valoradas a cambio de garantizar otros derechos,
que para nosotros valen sustancialmente menos, se ponen en tela de
juicio las reglas constitucionales de convivencia y la asignación de
recursos públicos forzada puede conducir a una crisis política.
En la actualidad el Estado interviene permanentemente para
garantizar los derechos de libertad y propiedad, con la consiguiente
aplicación de recursos. Para el cálculo de sus costos deberían incluirse
no sólo aquellos gastos en mecanismos tradicionales tales como la
39. Así por lo menos está implícita en la Declaración de Derechos de Virginia del 12/6/1776, que
es la base liberal de la Declaración francesa del 26/8/1789, ya que los franceses (como
Rousseau en su Contrato Social) tendían a sostener que la propiedad misma pertenece a los
individuos sólo en virtud de concesión del Estado. Ver GEORG JELLINEK “La Declaración
de los Derechos del Hombre” Librería General de Victoriano Suárez, Madrid.1908.
51
seguridad y el sistema judicial, sino que también en otros instrumentos,
instituciones y mecanismos creados para garantizarlos, como ser:
sistemas de registro de propiedades inmobiliarias, títulos y acciones,
registros de propiedad intelectual, marcas y patentes, sistemas de
garantías a compradores o vendedores, etc. plasmados en un amplio y
complejo conjunto de normas, mecanismos jurídicos, instituciones y
procesos, y sobre todo de la burocracia que se encargue de su funcio-
namiento y su aplicación, cuyo costo es muy difícil de calcular40.
Igualmente difícil es calcular el costo de solucionar las fallas del
mercado. De modo general el costo de sostener el Sector Público es
equivalente a su nivel de gasto más la pérdida de bienestar por las
distorsiones que ocasiona41. También podemos interpretar que nuestra
pérdida de libertad tiene un costo que crece proporcionalmente más que
el tamaño del Estado. Con respecto al valor de los servicios suministrados
por el universo de mecanismos e instituciones públicas, se puede
lícitamente sospechar que el costo de los gastos del Estado son sustan-
cialmente mayores al valor de los servicios que nos presta; incluso puede
plantearse si gran parte de los problemas identificados como fallas de
mercado no son creados y agravados por la actuación misma del sector
público.
A pesar de las dificultades señaladas sigue en pie la importancia
de evaluar las relaciones marginales entre el esfuerzo fiscal implicado
en la protección de cada derecho y la importancia real que éstos tienen
para la sociedad; debemos procurar una relación lógica entre el valor
que la sociedad asigna a cada derecho con el esfuerzo fiscal que realiza
para garantizarlos. Esto debería confrontarse con la importancia que
40. Tomando en cuenta solamente algunos organismos reguladores nacionales, deberíamos sumar
los presupuestos del Ente Nacional Regulador de la Electricidad, Ente Nacional Regulador del
Gas, Autoridad Regulatoria Nuclear, Comisión de Regulación del Transporte, Superintendencia
de Aseguradoras de Riesgo del Trabajo, OCRABA, Comisión Nacional de Comunicaciones,
ORSEP Comahue, Comisión Nacional de Valores y Organismo Regulador del Sistema Nacional
de Aeropuertos, etc.
41. Una primera aproximación al valor de estas distorsiones, desde la literatura económica, se cono-
ce como triángulo de Harberger, al cual habría que sumar además el coste de recursos para
presionar a políticos y burócratas, para que ellos otorguen las transferencias gubernamentales
pedidas, y los recursos empleados por quienes intentan evitar tales favores.
52
efectivamente se le está asignando en el presupuesto público, para ajustar
las diferencias.
Debe tenerse en cuenta claramente que quien financia la cobertura
de los DDHH no es únicamente el sector público. En el caso de los
derechos a la salud, educación, jubilación, etc. (muchos de ellos llamados
bienes preferentes)42 son financiados directamente por cada interesado,
y complementariamente por el Estado e incluso por empresas privadas,
en este caso el costo de financiar los derechos se traslada de unas personas
a otras43. También es común que los consumidores de un bien o servicio
terminen pagando precios más altos por la protección de sus propios
derechos (como por ejemplo en el caso de las normas de protección al
consumidor).
Muchas veces propósitos proteccionistas se disfrazan con argu-
mentos referidos a la defensa de DDHH. Es el caso de la imposición de
obstáculos a las importaciones bajo el argumento de que sus bajos precios
son consecuencia de haber sido elaboradas por trabajadores que no gozan
de derechos sociales, con niños explotados, o bien destruyendo el medio
ambiente. En este caso el costo de la defensa de los DDHH lo pagan los
consumidores locales desembolsando precios más altos y los extranjeros
que se quedan sin trabajo; por contrapartida, quienes realmente se
benefician son los empresarios locales y los burócratas.
Igualmente difícil es determinar a cuánto ascienden los beneficios
de los derechos, y quiénes son los realmente favorecidos por su protec-
ción. Un ejemplo clásico es el derecho a la sindicalización, que protege
a quienes ya están trabajando y provoca mayor desempleo entre los no
sindicalizados; además los trabajadores que pertenecen a un sindicato
42. Bienes que los consumidores equivocadamente no valoran lo suficiente y consumen poco de
ellos, entonces la Sociedad sabiendo qué es lo que le conviene más al consumidor participa para
asegurar mayor consumo del mismo.
43. Por ejemplo en el caso de una empresa privada, proveedora de servicios públicos, obligada a
tener una oficina encargada de garantizar a sus usuarios que sus quejas y reclamos serán atendi-
dos, el nuevo costo de tal servicio, ajeno a la actividad productiva de la empresa, será cargado al
precio del servicio y será pagado en definitiva por los usuarios. En el caso del sector público es
lo mismo, al financiarse la cobertura del derecho con impuestos parte de los mismos terminan
siendo pagados por los mismos beneficiarios.
53
ganan sueldos más altos, trabajan menos horas, reciben más capacitación
y permanecen un mayor período de tiempo promedio en sus trabajos
con respecto a sus pares no sindicalizados.
Las dificultades y necesidades expresadas, respecto al cálculo de
los costos y beneficios de garantizar los derechos, deberían ser suficientes
para crear conciencia de que éstos no deberían atenderse de acuerdo al
orden en que aparece la demanda de su cobertura, en función al éxito de
presiones competitivas sobre políticos y burócratas para obtener trans-
ferencias gubernamentales, o del éxito obtenido a través de los recursos
de amparo, etc. sino más bien a través de políticas globales y criterios
racionales previamente establecidos. Esto por ahora no es así, porque
como vimos los mecanismos legales, administrativos y políticos con-
fabulan contra ello.
54
Luego de la reforma constitucional del año 1994 el amparo es
más amplio por el Pacto de San José de Costa Rica, que en el Artículo
25. Protección Judicial, Inc. 2, dice: Los Estados Partes se comprometen:
b) a desarrollar las posibilidades de recurso judicial, y c) a garantizar
el cumplimiento, por las autoridades competentes, de toda decisión en
que se haya estimado procedente el recurso;
El mismo pacto de San José de Costa Rica, dice en su Artículo 26.
55
tercera pregunta y según el Art. 86 de la Constitución la respuesta sería
que sí:
44. Previsto en el Art. 43, 2º párrafo. Se trata de una ampliación del amparo individual o clásico.
Esta extensión involucra a dos elementos de la relación susceptibles de suscitar el ejercicio del
amparo; ellos son: 1) los derechos afectados o restringidos y 2) los sujetos legitimados para su
interposición.
56
legítimo o un derecho subjetivo para ello? Esta pregunta nos lleva a la
consideración del segundo elemento: el problema de los sujetos legiti-
mados para su interposición.
La reforma reconoce legitimación propiamente dicha a favor de
tres sujetos: a) El “afectado”: permite suponer una consagración de la
legitimación para actuar a cualquier afectado en reclamo de derechos
colectivos45; b) Defensor del Pueblo; c) Asociaciones registradas.
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58
II
LA ASIGNACIÓN DE
RECURSOS DE
ACUERDO AL SIGNIFICADO
DEL
ENVEJECIMIENTO
59
60
2.1 INTRODUCCIÓN
D
esde la ciencia económica los problemas gerontológicos han
sido usualmente abordados a partir de la llamada “Economía
Política del Envejecimiento”46, cuya orientación proviene mayo-
ritariamente de la teoría económica socialista47, en este artículo se
intentará incursionar a la problemática planteada desde una perspectiva
más cercana a la otra gran vertiente teórica de la ciencia económica,
popularmente denominada Teoría Neoclásica, siguiendo en parte a la
tradición de la denominada Escuela Marginalista, particularmente aquella
que hace uso de las matemáticas48.
La visión marginalista moderna parte del supuesto de que la
cantidad de recursos está dada, dentro de este marco de escasez (limi-
tación de recursos) toda elección implica un sacrificio, motivo por el
cual se hace imperativa la búsqueda de las posiciones óptimas, para
46. Respecto a la Economía Política del Envejecimiento Vern Bengtson dice: “La orientación de la
economía política tiene sus orígenes clásicos en el marxismo (Marx, 1967/1867), la teoría del
conflicto (Simmel, 1904/1966) y la teoría crítica…”, “…basándose en técnicas tanto interpre-
tativas como positivistas a fin de comprender o predecir y controlar” (extracto traducido de
“Teoría, explicación y una tercera generación de desarrollo teórico en Gerontología Social”.
VERN BENGTSON, ELIZABETH BURGESS and TONYA PAROTT. Journal of Geronlology:
SOCIAL SCIENCES. 1997, Vol. 52B, N°2, S72-S88).
47. Los representantes clásicos de esta corriente son Carlos Marx; R. Hilferding; R. Luxemburg; V.I.
Lenin; N. Bukharin E. quienes tuvieron continuadores destacados como O. Lange y M. Kalecki,
P. Sraffa y Paul Sweezy. Posteriormente esta orientación languideció, aun con pensadores de
cierta talla como: P. Baran, E. Mandel, M. Dobb etc. Sobrevivientes pensamientos económicos
marxistas podemos encontrarlos en Norteamérica, en la Union for Radical Political Economics
(S. Resnick, S. Bowles y R. Edwards), y en Latinoamérica entre los dependentistas de la CEPAL:
H. Cardoso, C. Furtado, A. Pinto, T. Dos Santos, etc. Quizás la debilidad del pensamiento
económico marxista actual contraste con su popularidad, en los ámbitos de la filosofía y sociología,
en autores como Althusser, Foucault, Bourdieu, Baudrillard y otros.
48. En este trabajo se sigue la tradición de autores como J. H von Thünen, S. Jevons, L. Walras,
Alfred Marshall, etc. puesto que Menger y toda la Escuela Austríaca rechazarían de plano el uso
de la matemática tal como se hace implícitamente en este trabajo.
61
llegar a ellas emplea como herramienta el cálculo diferencial, el cual
permite calcular máximos y mínimos (p. e. máxima ganancia o mínimo
costo) apelando a conceptos claves como Producto Marginal (PMg),
Utilidad Marginal (UMg), Costo Marginal (CMg), etc.
Uno de los precursores de esta escuela fue J. H. von Thünen (1783-
1850) quien luego de aplicar el principio marginalista a la producción,
culminó su análisis con el siguiente enunciado: “el ingreso neto será
máximo cuando el valor del producto marginal sea igual al costo de los
factores marginales”49. Este viejo y clásico principio neoclásico, amplia-
mente aceptado en todos los manuales de microeconomía moderna, será
aplicado a lo largo del presente trabajo a un fenómeno que está más allá
de los procesos de producción, la conducta del empresario o el consumi-
dor50, puesto que lo aplicaremos a la determinación del número óptimo
de años de vida de una persona.
Este planteo no debería llevarnos al escándalo, ya que no es la
primera vez que desde la teoría económica se trata de hacer este tipo de
evaluaciones. Todo el mundo conoce y acepta, con naturalidad por cierto,
que las compañías de seguro hagan sus cálculos de rentabilidad asignando
distintos valores a la vida de las personas, e incluso nosotros mismos al
parecer asignamos distinto valor a las personas, toda vez que nos mostra-
mos compungidos ante la muerte de personajes como Juan Pablo II y
simultáneamente nos mostramos indiferentes ante miles de muertes
anónimas por accidentes o enfermedades que podríamos evitar.
49. SPIEGEL, H.W. “El desarrollo del pensamiento económico”. Omega. Barcelona 1984. Pág. 596.
50. Jeremy Bentham como precursor del marginalismo empleaba el concepto de utilidad marginal
decreciente, basó su filosofía en los máximos de placer y mínimos de dolor. El marginalismo
inglés puede considerarse una formalización lógica-matemática de la filosofía utilitarista.
62
dio Lionel Robbins: “la Economía es una ciencia que estudia el
comportamiento humano como una relación entre fines y medios escasos,
susceptibles de usos alternativos”51. Esta definición goza de un consenso
general casi definitivo porque apunta a la esencia del problema econó-
mico: la escasez, que a su vez deriva de la contraposición de necesidades
o fines ilimitados y unos medios limitados.
Esta noción de escasez Robbins la extrajo de los economistas
austriacos, en especial de Ludwig Von Mises:
51. ROBBINS, L. En su obra “An Essay on the Nature and Significance of Economics Science”-
MacMillan. London, 1932, pp. 19-17, define la Economía del siguiente modo: “Economics is a
Science wich studies human behaviour as a relationship between (a given hierarchy of) ends
and scarce jeans which have alternative uses”. En este contexto escasez es un concepto relativo
que surge de comparar recursos limitados con fines o deseos ilimitados.
52. MISES, L. V. “La Acción Humana” Unión Editorial Madrid, 1980. Pág. 155.
53. MISES, L. V. Op. Cit. Pág. 367.
54. MISES, L. V Op. Cit. Págs.776-777.
63
deseamos mejorar de situación de los más viejos, debemos elegir siempre
la mejor opción en la asignación de recursos, la que nos dé el mejor
resultado al menor costo posible.
64
un instrumento del análisis neoclásico, cuyo estilo es simplificar la reali-
dad para tomar de ella únicamente lo que más interesa de acuerdo a los
fines del estudio. En el gráfico Nº 1 tenemos una Frontera de Posibili-
dades de Elección58, donde enfrentamos el difícil problema de tener que
elegir cómo repartir nuestros escasos recursos entre los ancianos incapa-
ces y debilitados versus la promoción de la salud entre quienes prometen
Gráfico Nº 1
58. La Frontera de Posibilidades de Elección (curva F-P del gráfico Nº 1) representa las máximas
combinaciones de bienes (cuidado a ancianos incapaces y promoción de la salud) que es posible
obtener empleando plenamente los recursos disponibles. Un punto sobre la curva F-P, tales
como Z y W, representan situaciones en las que tener más de un bien implica tener que renunciar
a cierta cantidad de otro, p. e. pasar del punto Z al W exige renunciar a X1-X2 de cuidados a
ancianos incapaces con el fin de incrementar en Y1- Y2 la promoción de salud. Un punto como
V, por debajo de la frontera, representa una situación en la que no se están aprovechando plena-
mente los recursos y, por lo tanto, es posible obtener más de ambos bienes sin sacrificio alguno.
Un punto como Y representa una situación inalcanzable, los recursos disponibles no son sufi-
cientes para lograr esa combinación de servicios.
65
un envejecimiento productivo (que a largo plazo equivale mejor nivel
sanitario para un número mayor de personas). Supongamos que la línea
de proporciones de la demanda preferida por la población sea O-A, con
un equilibrio dado por la combinación Z; las proporciones que el gobierno
prefiere están dadas por la línea O-B, por lo que decide ubicarse en el
punto W.
Esta decisión gubernamental, aunque racional, es difícil defender
o justificar públicamente, pues se trata de una “elección trágica” que
permite que algunos sigan viviendo mientras que otros deben morir.
Tales elecciones se están haciendo todo el tiempo de manera
velada, aunque no sea admitido, debido a que los políticos temen que si
las exponen, aun bajo la forma de una racionalidad más o menos
aceptable, se volverían moralmente intolerables y escandalosas.
Como estas acciones encubiertas59 “tienen patas cortas”, debemos
dejar de desviar la mirada y más bien debemos tratar de llegar al fondo
de estas cosas enfrentándolas, construyendo un modelo de democracia
que se apoye en condiciones comunicativas bajo las cuales el proceso
político tenga para sí la presunción de resultados racionales porque se
lleva a cabo de un modo deliberativo60.
El origen del problema no es fundamentalmente técnico (se puede
pasar del punto W al Z), se trata más bien de una crisis de legitimación
porque no hay ideas de significado compartidas, los ciudadanos desean
ubicarse en el punto Z y los políticos en W. Cuando éste es el estado de
59. Un ejemplo de acción encubierta fue por muchos años la política de racionamiento de la diálisis
renal en Gran Bretaña, donde el National Health Service decidía en función a la edad quienes
recibían el servicio de diálisis y quienes no, favoreciendo a los más jóvenes. Cuando se hizo
público este criterio surgió un escándalo de proporciones.
60. En esto coincidimos con Habermas en que sería necesario que esté suficientemente institu-
cionalizada una política deliberativa que tenga en cuenta “la pluralidad de formas de
comunicación en las que se configura una voluntad común …. No sólo por medio de la
autocomprensión ética, sino también mediante acuerdo de intereses y compromisos, mediante
la elección racional de medios en relación a un fin, las fundamentaciones morales y la
comprobación de lo coherente jurídicamente … Todo depende, pues de las condiciones de la
comunicación y de los procedimientos que prestan su fuerza legitimadora a la formación
institucionalizada de la opinión y de la voluntad común”. HABERMAS, J. “La Inclusión del
Otro – Estudios de Teoría Política”. Ediciones Paidos Iberoamérica SA Buenos aires 1999. Pág.
238.
66
cosas, resulta dudosa una solución al estilo de una “acción encubierta”,
porque no será aceptable. La salida es que el esquema de asignación sea
explicitado y abierto, de modo que las decisiones tomadas sean el efecto
de un consenso ético, de manera tal que el individuo pueda reconocerse
a sí mismo en las decisiones tomadas y en los valores que las inspiraron.
Solo así tales decisiones y sus consecuencias serían aceptables, y las
protestas mínimas.
En el caso de la asignación de recursos para el cuidado de la salud
de los ancianos, la toma de decisiones colectiva, sobre una base racional,
exige que podamos articular buenas razones que respondan a la pregunta
¿Cuáles son las necesidades que pueden considerarse legítimas? Esta
pregunta sólo puede responderse después de aclarar cuál es el “signifi-
cado de la vejez” implícito en la definición de sus necesidades.
Ante cada perspectiva sobre la vejez tendremos diferentes necesi-
dades que serán consideradas legítimas y, por lo tanto, un criterio racional
diferente para asignar recursos.
En otras palabras tendremos diferentes líneas de proporciones de
la demanda (OZA u OWB en el Gráfico Nº 1) y distintas asignaciones
óptimas, legitimadas, tales como Z o W.
Coincidimos con H. S. Moody61 respecto a que el debate sobre el
significado del envejecimiento, llegará a ser una responsabilidad cada
vez mayor, por varios motivos: la población sigue envejeciendo, se vuelve
más diversa, nos enfrentemos a un mayor número de dilemas éticos
provocados por la necesidad de contener los costos, la muerte auto
determinada y las tecnologías biomédicas que posponen los efectos del
envejecimiento.
La ausencia de una comprensión compartida sobre el significado
de la vejez, permite pensar en algo análogo a lo que políticamente Haber-
mas denomina crisis de legitimación. Como existe una diversidad de
posturas diferentes sobre el significado de la vejez, adoptaremos para
este trabajo los cuatro “escenarios” planteados por Moody62: a) Pro-
61. MOODY, H. S. “Ageing, Meaning and the Allocation of Resources”, Ageing and Society vol. 15,
jun. 1995, 163-184.
62. MOODY, H. S. “Ageing, Meaning and …” Op. Cit.
67
longación de la morbilidad; b) Reducción de la Morbilidad; c)
Prolongevidad (o Extensión de la vida); d) Recuperación del Mundo-
Vida.
68
y = −0,54283 x2 + 51,29097 x − 510,47686 para x∈[13,75]
Esta función ha sido calculada sobre las personas que reciben
ingresos laborales, cuyas edades oscilan entre 13 y 75 años, dichos
ingresos se representan en el gráfico Nº 2, aunque en el mismo se
proyectan valores hasta la edad de 83 años66. Para calcular el gasto anual
en servicios de salud para cada persona, a lo largo de toda su vida,
estimamos tales gastos en función a los problemas de salud a los que se
enfrentan en cada tramo de edad67, además supusimos que el gasto en
salud (tanto público como privado) es del 9 % del PBI68. Siendo este
gasto anual en salud el costo marginal CMg, la sumatoria de los CMg
representa el costo social en servicios de salud que requiere una persona
a lo largo de su vida (CT). De este modo según nuestros cálculos desde
el nacimiento hasta los 83 años el gasto acumulado en salud es de
$90.750, aproximadamente $1.090 por año en promedio, que es apro-
66. En realidad la actual expectativa de vida al nacer de un argentino es de 72 años, según el Minis-
terio de Salud y Ambiente de la Nación. Dirección de Estadísticas e Información de Salud de
Salud Indicadores demográficos. http://www.deis.gov.ar/indicadores.htm#, lo que hicimos fue
extrapolar la función hasta los 83 años, ya que de hecho hay personas que trabajan hasta dicha
edad. Cabe aclarar que los valores empleados no son del todo rigurosos, ya que el fin de este
trabajo es sólo señalar las posibilidades operativas de la teoría marginalista en caso de disponer
de suficiente información. Del mismo modo algunos conceptos pueden modificarse. Por ejem-
plo, en vez de tomar sólo el gasto en salud como el costo social de una persona pudimos haber
incluido también todos sus gastos en consumo.
67. Supusimos que tales problemas de salud guardan una relación directa con las el número de
muertes por causas definidas, no externas, ocurridas a cada edad; esta información la extrajimos
de MINISTERIO DE SALUD Y AMBIENTE. Secretaría de Políticas, Regulación y Relaciones
Sanitarias Subsecretaría de Relaciones Sanitarias e Investigación en Salud Dirección de
Estadísticas e Información de Salud “Agrupamiento de Causas de mortalidad por división
político territorial de residencia, edad y sexo república argentina - año 2003. SISTEMA
ESTADÍSTICO DE SALUD - Boletín Número 107, Buenos Aires, Enero de 2005.
68. Al respecto tenemos distintas estimaciones para el año 1997 el gasto en Salud era el 9.5 % del
PBI (según “Estimaciones del Gasto en Salud Argentina, Año 1997 y proyecciones”. MINISTERIO
DE ECONOMÍA; Secretaría de Política Económica y MINISTERIO DE SALUD - Secretaría de
Políticas y Regulación Sanitaria - Proyecto PNUD ARG 96/008. Noviembre 2001). Pero para el
año 2001 dicho gasto ascendía al 8.65%, sumando Atención Pública y Seguridad Social
(información del Ministerio de Economía), gasto del Sector Privado (información de la Fundación
Isalud). Luego de la recuperación económica, supusimos que a fines del 2004 volvimos a tener
un de gasto en salud del orden del 9% del PBI. No debemos estar muy lejos de las cifras reales
considerando que el capítulo “Atención Médica y Gastos para la Salud” tiene una ponderación
del 10,041% en el Índice de Precios al Consumidor del Gran Buenos Aires base 1999=100, del
INDEC.
69
ximadamente el gasto en salud por habitante en Argentina. Estos costos
son costos explícitos, que han sido valorados en el mercado, excluimos
del cálculo otros que denominaremos costos implícitos, que serían aque-
llas desventajas e incomodidades usuales que acompañan a la vejez,
tanto para el anciano como para quienes lo cuidan y que no han sido
valoradas por el mercado ni tienen asignado un valor monetario69. Los
resultados obtenidos como gastos explícitos en salud es una función
creciente que se presenta en el Gráfico Nº 2. Dicha función obedece a la
siguiente ecuación70:
69. Los ingresos y costos económicos incluirían el valor de tales los ingresos y costos tanto implícitos
como explícitos, pero en este trabajo sólo nos limitamos a considerar los últimos.
70. En esta ecuación la variable y representa el gasto en salud en pesos, x es la edad. Su forma está
muy afectada por el comportamiento de los gastos en el primer año de vida, los cuales tienen
una conducta muy particular.
70
A continuación veremos cuáles son las implicaciones para las polí-
ticas de salud subyacentes en cada uno de los cuatro escenarios planteados
por H. S. MOODY. Para ello se continuará con la metodología de considerar
como PMg y CMg únicamente los ingresos y costos explícitos respectivamente.
Gráfico Nº 2
PERFIL DE INGRESOS Vs GASTO EN SALUD
9000
8000
7000
6000
Pesos Anuales
5000
4000
3000
2000
1000
0
1 11 21 31 41 51 61 71 81
Edad
Gráfico Nº 3
BENEFICIO SOCIAL NETO
350000
300000
250000
200000
Pesos
150000
100000
50000
0
1 11 21 31 41 51 61 71 81 91
-50000
72
En este escenario, a largo plazo, las políticas de asignación de
recursos deberían reducir los métodos de rehabilitación para pacientes
severamente discapacitados, en favor de la investigación médica y la
promoción de la salud con el fin de hacer más saludable a una mayor
población de ancianos, por un período más largo, en la última etapa de
la vida, postergando la morbilidad y haciendo de la vejez una extensión
de la mediana edad, apuntando a una “modernización de la vejez”,
“envejecimiento exitoso” o “envejecimiento productivo. Es decir, se
deberían identificar aquellas intervenciones de probada efectividad para
producir la mayor cantidad de años de vida, de buena calidad, para la
mayoría de la población.
En cuanto a la asignación de recursos, a corto plazo, este escenario
se funda en la perspectiva utilitarista del máximo bienestar para el mayor
número posible de hombres, en “El credo que acepta la Utilidad o
Principio de la Mayor Felicidad como fundamento de la moral”, el
cual “sostiene que las acciones son justas en la proporción con que
tienden a promover la felicidad”73, en virtud de este credo parecería
razonable trasladar los escasos recursos de salud de los ancianos
incapaces o debilitados a favor de otros que obtendrían oportunidades
para la promoción de la salud y el envejecimiento productivo. En
términos del gráfico Nº 1 significa alejarse del punto Z y acercarse al W,
se haría esto no porque la gente más vieja como grupo etareo tuviese
menos derecho a los recursos que los más jóvenes, sino porque los
recursos darían mayor felicidad a mayor número de personas.
Los resultados de esta estrategia, de acuerdo al análisis margi-
nalista, aparecen en el Gráfico Nº 4. La curva de CMg original (la misma
que aparece en el gráfico Nº 2 como gastos en salud) se reproduce en
dicho cuadro acompañada de la curva CMg*, esta última representa los
nuevos costos en los que se incurriría de seguir esta estrategia.
Se observa que los costos o gastos en salud se elevan durante los
65 primeros años de vida, ya que en este escenario las personas, a fin de
tomar el control de su propio destino o de lo que les pueda ocurrir,
73. STUART MILL, J. “El utilitarismo” Aguilar Argentina S.A. 1980. Pág.28.
73
comienzan a cuidarse mucho antes de que llegue la vejez. Esta mayor
conciencia de cuidado en la salud, daría como resultado una sustancial
reducción de CMg* durante los años de una más prolongada vejez. El
correlato de este mejor estado de salud sería una elevación y prolongación
de la vida productiva, la curva de ingresos del gráfico Nº 2 (que aparece
como la curva PMg en el gráfico Nº 4) se transformaría en PMg*
trasladándose hacia la derecha, llegando hasta cerca de los 120 años.
Gráfico Nº 4
Escenario reducción de la morbilidad
100
•
90 • PMg*
Productividad laboral y gastos en salud
80 •
70 • PMg
CMg
60 •
50 •
40 •
CMg*
30 •
20 •
10 •
• • • • • • • • • • • • •
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100 110 120
Edad
74
una etapa de la vida que demanda legítimamente cierta clase de recursos
de cuidado de salud, pues la vejez en sí misma se transforma en una
especie de prolongación de la mediana edad.
Por lo tanto, visto de esta manera, este escenario en sí mismo no
da ninguna justificación para preferir una u otra etapa de la vida, no hay
ningún curso de vida “natural” al cual apelar. Más bien lo correcto, o
bueno, sería asumir el compromiso de remodelar la última etapa de la
vida, transformándola en algo totalmente diferente de lo que fue en el
curso natural de la vida, a lo largo de toda la historia.
Esta visión lo único que estima como absolutamente “natural”
es el límite superior del ciclo vital, pero tanto el significado de la
última etapa de la vida como la base ética para la asignación de recursos
entre las etapas de la vida, aparece como algo “antinatural” o, mejor
dicho, sujeto a una intervención tecnológica elegida por una libertad
humana total.
Este escenario sólo sería posible si lograse posponer todas y cada
una de las enfermedades y condiciones de cronicidad hasta justo antes
de la muerte. Esto supone poder eliminar los accidentes, de lo contrario
la casualidad, por la incapacidad para lograr el control total de los ultrajes
accidentales a lo largo de la vida, provocará una muerte antes del tiempo
programado genéticamente.
Esta perspectiva es optimista con respecto a la vejez, porque
aunque acepta un límite a la vida, dentro de ese límite, propugna que la
existencia humana florezca hasta el final de la vida, modernizando la
vejez, extendiendo la actividad propia de la juventud y la mediana edad
al máximo, hasta que la última etapa de la vida adquiera el significado
de “salud y actividad productiva”.
El hecho de que los ancianos permanezcan saludables durante
mucho tiempo hace que surja un interrogante ¿cómo justificamos la
asignación de recursos sociales para una vejez tan vital? De darse un
envejecimiento exitoso o productivo, aparecerá la idea de pedir a la
gente vieja que “devuelva” a la sociedad algo de lo que ella invirtió para
proporcionarle una vejez larga y saludable. Después de todo, la mayor
75
productividad de la futura población mayor permitiría desplazar hacia
afuera la Frontera de Posibilidades de Elección a un nivel tal que, aun
destinando una menor proporción de recursos al cuidado de los más
débiles, en valores absolutos tal reducción no sería tan dramática, sería
pasar del punto Z al punto Y en el Gráfico Nº 5.
Esta es una apuesta optimista en la tecnología médica, que implica
el sacrificio de una generación a favor de la siguiente. Aquí aparecen
cuestiones de justicia intergeneracional, respecto de las cuales el enfoque
marginalista tampoco puede aportar una solución, pero sí apoyaría la
idea de una actitud similar a la que adoptan los padres cuando dejan una
buena herencia a sus hijos.
Gráfico Nº 5
76
una supervivencia indefinida, bajo condiciones favorables de control
tecnológico, y retrasar o eliminar condiciones reconocidas como enveje-
cimiento normal.
A fin de combatir esta “enfermedad” se está trabajando con
diversas teorías: Teorías Genéticas (pérdida de telómeros en cada división
celular); Teorías no Genéticas (teoría de los radicales libres); Teoría del
Reloj Celular (nuestras células responden a un programa vital, que puede
ser alterado por factores químicos, biológicos y emocionales) y la Teoría
Inmunológica (la Inmunosenescencia va mermando la vitalidad del
organismo).
Existen muchos científicos embarcados en investigaciones para
detener o eliminar el envejecimiento: A. Prolla y R. Weindruch (Univer-
sidad de Wisconsin)74, Roy Walford (Univ. de California) que ha
publicado cientos de artículos exponiendo sus teorías de cómo evitar la
vejez75; Michael Fossel76 (Univ. Michigan) que dirige la revista Journal
of Anti Aging Medicine, ha manifestado su convencimiento de que en el
futuro los seres humanos vivirán cientos de años gracias a la “terapia de
los telómeros”. Los investigadores han conseguido rejuvenecer células
de la piel en el laboratorio y piensan que pueden invertir todo el proceso
de envejecimiento del ser humano. Existen compañías biotecnológicas
dedicadas al desarrollo de terapias que puedan acabar con la vejez y
conseguir prolongar indefinidamente la vida humana, una de ellas es la
Geron Corporation (San Francisco) que descubrió los telómeros, o bien
institutos con similares fines (National Institute on Aging, de Maryland,
el Albert Einstein College of Medicine de New York, Cenegenics Medical
Institute at the University of Miami, etc.).
74. PROLLA, T. A.; WEINDRUCH R. “Gene Expression Profile of Aging and Its Retardation by
Caloric Restriction” Science 1999 Aug 27; 285(5432):1390-3. También LEE CK, WEINDRUCH
R, PROLLA T. A. “Gene-expression profile of the ageing brain in mice”. Nature Genetics 2000
Jul;25(3):294-7.
75. Entre los últimos libros de R. Walford podemos citar: R. L. WALFORD, & L. WALFORD “The
Anti- Aging Plan” New York: Marlowe & Company, reissued 2005; R.L. WALFORD “Beyond
The 120-Year Diet, 2000” New York: Marlowe & Company, 2000; R.L. WALFORD & RICHARD
WEINDRUCH “The Retardation of Aging and Disease by Dietary Restriction”.
76. FOSSEL, M. Reversing Human Aging. National Institutes of Health’s Natcher Center. April.
1996.
77
Esta perspectiva considera ambigua; tanto en el campo científico
como en el filosófico, la idea de una “frontera natural” de la vida.
Considera posible quitar todos los límites a la extensión de la vida activa
ya que, en principio, la tecnología no reconoce límites, por lo tanto ¿Por
qué deberíamos aceptar tal límite máximo hipotético como algo dado?
Al respecto Calvin Harley, biólogo especializado en el envejecimiento
humano, afirmó en una entrevista que no cree que el hombre “haya sido
programado para morir”. Otro científico William Clark77 (inmunólogo)
hizo esta observación: “La muerte no está entretejida inseparablemente
con la definición de la vida”, y Seymour Benzer78 (genetista del Instituto
de Tecnología de California), afirmó: “El proceso de envejecimiento no
es comparable a un reloj, sino a una secuencia que esperamos ser capaces
de alterar”.
Este escenario es el más explícito en su rechazo de todas las ideas
sobre “lo natural” que pudieran determinar patrones éticos para la
asignación de recursos. Lleva implícito un compromiso incondicional
con el progreso científico y una duda radical acerca de cualquier
“naturaleza humana”. Supone que la mente humana tiene la capacidad
de conocer las leyes naturales y que, una vez asidas, no hay nada que
nos prevenga de aplicar ese conocimiento. Sería posible por tanto,
proveer al ser humano de una clase de inmortalidad, o por lo menos una
extensión de la vida indefinida.
Aquí se hace fuerte el imperativo tecnológico Baconiano, “lo que
se puede técnicamente hacer, hay que hacerlo”, ya no es asunto de fijar
metas discutidas socialmente y favorecer, luego, las tecnologías que se
estimen más oportunas, es al revés: es el pensamiento calculador que se
impone al pensamiento reflexivo79.
Para esta perspectiva, aceptar un “curso de vida natural” tiene
tanto fundamento como el que hay para aceptar una “sexualidad natural”
77. WILLIAM R CLARK “A Means to an End: The biological basis of aging and death”. Oxford
University Press 2002.
78. H. L. KANG, S. BENZER, AND K.TAI MIN “Life extension in Drosophila by feeding a drug”
838-843 - PNAS, January 22, 2002 - vol. 99, - nº 2. en www.pnas.org/
79. En este contexto la distinción entre pensamiento calculador y pensamiento reflexivo es la que
78
o la “viruela natural”. Los hechos acerca de la naturaleza o de la historia
son todos susceptibles de revisión indefinida dependiendo de los pro-
pósitos humanos. No hay límites que puedan garantizarse, ni siquiera a la
vida misma. El bien humano consiste en esta capacidad de revisar
indefinidamente lo que consideramos qué es el “bien”. Si consideramos
“el vivir” como una condición necesaria o “bien instrumental”, entonces
estamos obligados a desarrollar tecnologías que permitan a la gente vivir
más y más tiempo, quizás indefinidamente ¿Por qué no? Posiblemente en
el futuro los avances científicos y tecnológicos puedan poner en nuestras
manos los medios para lograrlo, y nos exijan responder a esta pregunta.
Responder negativamente a semejante pregunta sería negarnos a
desarrollar tecnologías para la extensión del ciclo vital. Deberá ser una
actitud heroica fundada en una decisión consciente, una voluntad de no
tomar cierto camino del desarrollo tecnológico. Las razones de esa
elección deberán explicitarse y fundarse en un pensamiento reflexivo“que
piense en pos del sentido que impera en todo cuanto es”80, y no apelando
irreflexivamente a una difusa idea de “curso de vida natural”. Para respon-
der con un no, deberíamos apelar a fundamentos tales como el expresado
por Heidegger en “Serenidad”cuando recrimina la frase de premio Nobel
de Química 1946 Stanley: “Se acerca la hora en que la vida estará
puesta en manos del químico, que podrá descomponer o construir, o
bien modificar la sustancia vital a su arbitrio”; para Heidegger aquí “se
está preparando, con los medios de la técnica, una agresión contra la
vida y la esencia del ser humano” frente a lo cual el hombre deberá
“enfrentar meditativamente lo que propiamente se avecina en esta
época”. Heidegger agrega:
79
tiempo, dejar que estos objetos descansen en sí, como algo que en
lo más íntimo y propio de nosotros mismos no nos concierne.
Podemos decir «sí» al inevitable uso de los objetos técnicos y
podemos a la vez decirles «no» en la medida en que rehusamos
que nos requieran de modo tan exclusivo, que dobleguen,
confundan y, finalmente, devasten nuestra esencia”81.
80
Gráfico Nº 6
100
90
80 CMg
PMg
70 PMg*
50
40
30
20 CMg*
10
0
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90
81
Otro problema que se plantearía, de carácter ético, es el de los efec-
tos irreversibles de las decisiones que una persona adopta sobre la
composición deseada del genoma de otra, sin el consentimiento de la
persona diseñada genéticamente: incluso quienes no han sido diseñados
para vivir de manera indefinida podrían incriminar a sus padres de
haberles dado una vida humana menoscabada, que les impide salir al encuen-
tro de los demás como personas de igual condición. Podría estarse
afectando de este modo la autocomprensión de sí mismas como artífices
plenos de su destino, de la posibilidad de “ser sí mismos” desde puntos
de partida contingentes o casuales, no imputables estrictamente a la
voluntad de terceros.
Esto último nos lleva a otro problema, ya de carácter existencial,
en efecto: la intrínseca historicidad del hombre no se la comprende mien-
tras no se la entienda como la asunción del pasado, como su conversión
en posibilidad propia y ello sólo sucede en la anticipación de la muerte.
La muerte, al ser la posibilidad de nuestro propio fin, dota a nuestra
existencia de la única visión de la totalidad de nuestro ser que nos es
posible; además en tanto que pura anticipación, pura posibilidad propia,
mantiene todos los comportamientos como posibilidades y revela esa
totalidad como poder-ser, un ejercicio constante de posibilidades. De
esta forma, al retornar desde las posibilidades a lo siendo sido, a lo que
ya somos en virtud de nuestro pasado, pasado que puede ser asumido y
recogido por nuestro poder ser (elegido), haciendo posible un destino
individual propio82.
Vemos pues que en la abolición de la muerte puede estar implícita
la negación del sentido a nuestra vida.
82. Interpretamos que éste es uno de los mensajes de M. Heidegger, quien a su modo dice : “Sólo un
ente que en su ser es esencialmente advenidero, de tal manera que, libre para su muerte, y
estrellándose contra ella, puede arrojarse retroactivamente sobre su «ahí» fáctico, es decir,
sólo un ente que en cuanto advenidero es con igual originalidad siendo sido, puede, haciéndo-
se «tradición» de la posibilidad heredada, tomar sobre sí su peculiar «estado de yecto» y ser,
en el modo de la mirada, para «su tiempo». Sólo la temporalidad propia, que es al par finita,
hace posible lo que se dice un «destino individual», es decir, una historicidad propia”. M.
HEIDEGGER, “El Ser y el Tiempo” Fondo de Cultura Económica – Buenos Aires. 2003. Págs.
415-16.
82
2.4.3 Prolongación de la morbilidad
83
de costos, y este grupo se enfrentará a una restricción presupuestaria.
Con el fin de evitar crecientes cantidades de personas en estado vegeta-
tivo, en sillas de ruedas, dementes, etc. cuyo costo en cuidados podría
hacer quebrar el sistema de cuidados de salud (según las ideas y valores
de quienes defienden este escenario) podrían adoptarse los siguientes
caminos: que la elección del momento de la muerte la haga el mismo
individuo y/o su familia, o bien que sea hecha por la sociedad. La idea
es alejarse del punto Z en dirección al punto W del gráfico Nº1. El
momento justo para suspender los cuidados de salud puede hacerlo el
paciente o la sociedad. A continuación se abordan los problemas
involucrados en ambas alternativas.
En el Gráfico Nº 7 se representa una posible evolución, correspon-
diente a este escenario, donde la línea de PMg se corre a la derecha
hasta PMg*, representando un aumento en el PT, como resultado de la
productividad adicional de los jóvenes viejos (de 65-75) quienes tendrían
períodos más largos de buena salud, pero luego la curva de CMg se
eleva rápidamente, neutralizando todo el aumento en la productividad,
sobre todo después de los 80 años.
Pasados los 85 años, o aun antes, muchos ancianos preferirán “irse
rápido”, antes que enfrentar una deteriorada calidad de vida que los
tendría viviendo encerrados en un hogar geriátrico. Otro elemento que
puede influir en esta decisión, es el hecho de que para obtener a una
cobertura médica o cuidados dentro de un hogar geriátrico, los ancianos
tendrían que gastar buena parte de su patrimonio. Antes de hacerlo
muchos preferirían una calidad de vida positiva en su casa, todo el tiempo
que pudieran permanecer en ella, con la tranquilidad de saber que sus
herederos estarán bien provistos después de su muerte. La justificación
filosófica de esta postura tiene sus raíces en el estoicismo. En esta
perspectiva la libertad absoluta de la voluntad individual frente al mundo
exterior y al propio cuerpo se expresa también en el derecho al suicidio,
para poner fin a una vida sin sentido, a una enfermedad irreversible que
provoca sufrimiento gratuito y decadencia espiritual, sería legítimo
acabar con la vida.
Este suicidio estoico, no sería una huida cobarde, sería más bien
84
un acto valeroso que afirma la vida porque acepta la muerte (mostrando
la evidente interdependencia entre el temor de la muerte con el temor a
Gráfico Nº 7
100
Productividad laboral y gastos en salud
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
Edad
85
adoptar una actitud permisiva hacia todas las formas de muerte autodeter-
minada, incluyendo la eutanasia activa y el suicidio asistido. Si esto no
fuera suficiente para reducir sustancialmente los costos, entonces la
adopción de patrones de calidad de vida para los ancianos exigiría, por
parte de la sociedad, la elección de métodos más drásticos de raciona-
miento de cuidados de salud. Las presiones en este sentido vendrían
claramente cerca de los 80 años (cuando CMg > PMg*).
De hecho, lo que actualmente ocurre es que, a medida que el
período de morbilidad se hace más largo, la demanda de “elección de
muerte” crece83. Según los sostenedores de este escenario, para quienes
el “derecho a morir” está ampliamente aceptado, al igual que el derecho
a la terminación del tratamiento, puede pensarse que la próxima polémica
girará en torno a la campaña por la eutanasia activa y el suicidio asistido
por el médico.
Podríamos citar muchas expresiones de esta postura, he aquí lo
expresado por Peter Singer:
86
una vida sin sentido, y que todas coinciden en emplear un mecanismo
de magia o sortilegio social: el convertir una decisión de naturaleza
social –el hombre quisiera casi siempre ser inmortal– en un principio
indiscutible de naturaleza natural –somos inmortales porque los
dioses, sean cuales fueren, nos dotaron con esa gracia–, sutil y al
mismo tiempo pueril razonamiento que pretende anclar la flaqueza
metafísica del género humano en la dura roca de la madre naturaleza.
El ser humano es un ser sin razón de ser, y lo sabe y pone multitud
de mecanismos en funcionamiento para justificar su existencia, para
legitimarla, para explicarla, y es comprensible. Pero el gran invento
occidental, el Estado aconfesional, es aconfesional precisamente
para que quepan todas las confesiones siempre y cuando respeten
el derecho a la vida y, en consecuencia, el derecho a la muerte, y no
puede defender el primero sin asegurar el segundo –en todas sus
formas y variedades y modalidades, sin escándalos ni artificiosas
hipocresías85.
87
El problema es que otros pueden avanzar más e incluir a pacientes
con Alzheimer, en su última etapa, en esta categoría de candidatos a la
eutanasia voluntaria. De hecho Adolf Hitler desarrolló un programa de
eutanasia para poner fin a lo que llamaban “vidas humanas sin valor”, y
en la actualidad también se ha avanzado sobre personas con sentimiento
de soledad y desprotección86. De hecho, algunos ideólogos defensores
de esta postura están dispuestos a pedir también la eutanasia activa o el
suicidio como un medio para ahorrar dinero. Pero, más allá de los argu-
mentos pseudo individualistas del derecho a morir, la preocupación
dominante en una sociedad que envejece es la de la restricción de costos
en los cuidados de salud. Desde este punto de vista lo mejor sería
suspender los cuidados médicos alrededor de los 80 años (cuando empie-
za a caer el Beneficio Social Neto porque el CMg empieza a superar al
PMg*, y en términos del Gráfico Nº 1 pasar del punto Z al W.
La calidad de vida como criterio patrón para asignar los escasos
recursos de cuidados de salud, en realidad constituye una amenaza al
mantenimiento de los derechos individuales. El derecho a morir tiene
implícita la idea de terminar con la vida de aquellos quienes tienen una
pobre calidad de vida, por eso quienes invocan la defensa de los incapaces
y el derecho a la vida, deben desconfiar del concepto de calidad de
vida, porque se aproxima a la idea de la eutanasia involuntaria.
El creciente clamor por la muerte autodeterminada, y el deseo de
tomar control de nuestros destinos, ha venido de la mano del éxito de la
medicina que condujo a la prolongación de vidas sin sentido, sin
propósito alguno. En el fondo está el deseo de escapar de esta lúgubre
fatalidad, tratando de devolver las decisiones sobre la muerte a la
responsabilidad individual, urgiéndonos a imponer límites sobre nosotros
mismos y de este modo darle sentido a nuestras vidas.
86. Vale la pena tener presente casos como el del patólogo Jack Kevorkian quien, en entre 1990 y
1999, en Michigan suministró drogas mortales a aproximadamente 130 pacientes que tenían
sentimientos de soledad y desprotección, especialmente divorciadas. Véase: MEIER, D. E.;
EMMONS, C.A.: WALLENSTEIN, S. Andothers “A National Survey of Physician-Assisted
Suicide and Euthanasia in the United States” The New England Journal of Medicine- Volume
338:1193-1201. April 23, 1998 Number 17.
88
La introducción de tecnologías médicas para la Prolongación de
la Morbilidad es vista en muchos casos, como una “antinatural” prolon-
gación de la debilidad, que da lugar a la protesta de que una existencia
tal es “indigna” y que la libertad humana debería apuntar a dar forma a
una vejez que mantenga tanto la dignidad como la vida natural. Esta
reacción podemos compararla con la posición del estoicismo, que tanto
en su ética como en su metafísica defendía que el bien humano es posible
solo cuando el hombre vive “de acuerdo a la naturaleza”, insistiendo
además en la libertad y la razón humanas. Convertida la razón en el
derecho natural, según este escenario, una prolongación indefinida de
la vida puede no ser juzgada como natural y sí en cambio una muerte
autodeterminada. La oportunidad de un suicidio racional como elección
apropiada, o una buena acción, podría hacerse sobre la base de un patrón
de calidad de vida.
Esta visión no es compartida por la inmensa mayoría de los que
profesan una fe religiosa, quienes ven en el concepto de calidad de vida
toda una propuesta de parámetros eugenésicos con el fin de seleccionar
a los que merecen ser aceptados o mantenidos vivos y a los que se debe
abandonar o suprimir a través de la eutanasia. Esta posición abogaría
por mantenerse firme en el punto Z del gráfico Nº 1. Sobre este punto
un cristiano opinaría que quienes sufren de problemas de salud están
gozando todavía del bien básico de la vida, que toda vida es digna porque
es un bien que se distingue de cualquier mal que la persona pueda
experimentar, y la dignidad humana es lógicamente “independiente de”
y no reducible a la calidad de vida de una persona, porque la dignidad
es una propiedad intrínseca que no admite grados. Un ser humano será
siempre un ser humano independientemente de su estado de desarrollo
físico o mental, y su vida, de principio a fin, están en manos del Creador,
por lo que, cuando se trata de manipular la muerte humana, se transgrede
su autoridad.
De otro modo podríamos decir que la vida del hombre no se colma
solamente creando y gozando, sino también sufriendo, salvo que nos
dejemos convencer por triviales éticas orientadas por el éxito. Porque
las cosas conservan su sentido más allá del éxito o del fracaso, indepen-
89
dientemente de todo resultado. Recordando la “Muerte de Ivan Illich”,
hombre que momentos antes de morir se da cuenta que, retrospecti-
vamente y pese a su aparente esterilidad, su existencia pasada está llena
de sentido, Tolstoi nos dice que la vida puede adquirir su sentido postrero
no sólo por la muerte, sino en la muerte misma. No es el sacrificio de la
propia vida lo que le da a ésta un sentido, sino que la vida puede llegar
a su colmo en su propio fracaso. La falta de éxito no significa falta de
sentido, así como la plenitud del dolor no significa el vacío de la vida,
pues el hombre madura en el dolor y crece en él. Como dice Frankl: “El
debatirse del hombre con lo que el destino pone ante él es la misión más
alta y la verdadera finalidad del sufrimiento…el análisis de la Existencia
nos descubre el sentido del sufrimiento, el que nos revela que el dolor y
la pena forman parte, con pleno sentido, de la vida, del mismo modo
que la indigencia, el destino y la muerte. No es posible separarles de la
vida sin destruir su sentido mismo”87.
Ante posiciones tan opuestas el enfoque marginalista poco tiene
para decirnos sobre qué hacer para dirimir una solución, no puede
encontrar un óptimo, no puede legítimamente optar por Z o W.
90
una imagen o representación histórica del mundo, en el sentido de las
ciencias humanas. Para Husserl el mundo de la vida podía ayudar a las
ciencias cumpliendo para ellas una triple función89: a) cimentándolas;
b) sirviéndoles de hilo conductor; y c) unificándolas. Para él los desarro-
llos equívocos de la ciencia podían ser subsanados mediante el regreso
al mundo de la vida. Husserl trata de rehabilitar la doxa, defiende las
experiencias, ideas y procedimientos cotidianos frente a las construc-
ciones y fórmulas poco plásticas de la episteme científica. Para él el
mundo de la vida cotidiano va más allá de las esferas culturales de la
ciencia, la política, el arte, y la religión, exponiendo éstas a un proceso
de “cotidianización”.
Muchos autores han hecho uso de este concepto, entre ellos
Habermas, para quien el mundo de la vida se transformó en un sistema
de creencias e intereses no explícitos y acríticamente aceptados por las
comunidades de comunicación, un mundo de la vida intersubjetivamente
compartido. Para él el mundo de la vida es el lugar donde interactúan
los hablantes, donde las actitudes de las personas manifiestan estabilidad
en el tiempo, porque allí expresan la identificación con grupos en los
que el sujeto encuentra conformación, seguridad y sentido. Aquí las
relaciones interpersonales cotidianas constituyen el medio en que las
personas desarrollan sus vidas y llegan a la comprensión de lo que les es
propio y lo que les es extraño.
De este difícil concepto del mundo de la vida, interpretado y
llevado de la mano por H. S. Moody90 emerge un cuarto escenario que
rechaza prácticas como la “biomedicalización de la vejez”, o las llamadas
tecnologías duras hospitalarias (equipos) que parecen estar manejadas
y diseñadas más por ingenieros que por médicos, buscando intencional-
mente recapturar algunas de las virtudes de la idea tradicional de las
“etapas de la vida”, evocando en alguna medida un ideal de compromiso
91
vital y preocupación de los ancianos por el bienestar de las generaciones
futuras. Atendiendo a los deberes morales que se presentan en la fase
vital del hombre senil, se supone que están dominadas por lo que épocas
pasadas se llamó el ars moriendi, el arte de morir o la justa orientación
hacia la muerte.
La significación de buena muerte hoy ha perdido significado, pues
detrás de ella no está la eternidad, ha perdido acentos positivos y sólo
provoca terror. Desde un punto de vista ético, la mengua de la energía
vital del anciano debe dar lugar, en la misma medida, a un creciente
deber de aquellos más jóvenes a quienes está encomendada esa vida en
disminución: un deber de ayudar, de sustentar y soportar, pues “el modo
como se echa a un anciano al asilo, aunque habría la posibilidad de
conservarle en casa, no hace, en el fondo, otra cosa que la «eugenesia»
de los años del nazismo”. El anciano también debe aceptar la muerte
venidera, de vivir hacia ella y comprender como regalo todo lo que en
cada ocasión se le conceda de tiempo, fuerza y logro91.
En esta perspectiva la longevidad puede restringirse razonable-
mente por razones de solidaridad o justicia intergeneracional. Tanto el
bien común como las necesidades de las generaciones futuras serían
valores que sostendrían la limitación de la longevidad en cualquier
generación.
Una política de asignación de cuidados de salud en la vejez debería
incluir tales valores favoreciendo aquellos programas sociales que hoy
se conocen como servicios extramurales (tales como cuidados de salud
hospitalarios o domiciliarios)92, promoviendo la condición ideal de que
los ancianos vivan en sus domicilios mientras puedan, en contra de las
intervenciones de alta tecnología médica que proveen solo un aumento
en los beneficios para aquellos que ya han completado una vida larga.
91. GUARDINI, ROMANO “La Aceptación de Sí Mismo - Las Edades de la Vida”. Ediciones Cris-
tiandad. Madrid. 1983. Pág.105-120 (El hombre senil).
92. BARCA R. E. menciona algunas experiencias: “… en Inglaterra se crea el Hospital de Día y los
Centros Diurnos, y políticas oficiales de «Mantenimiento en Domicilio» como ocurrió en Fran-
cia en la década del 70 con la Ley Larroque”. BARCA ROBERTO E. “Los Servicios Socio-
Sanitarios y las Modalidades Asistenciales”. FLACSO, 2004. Buenos Aires.
92
De acuerdo a lo señalado en el párrafo anterior podría ponerse como
ejemplo lo que según R. Barca ocurrió en Inglaterra:
93
Ejemplos que pueden ilustrar esta perspectiva son el nacimiento natural
y el movimiento del hospicio, que en oposición al “imperativo tecnoló-
gico” ha demandado el regreso del control, no a los individuos sino a las
familias en la situación de la vida diaria: la recuperación del mundo de
la vida.
Debe subrayarse que en ningún caso la finalidad sería eliminar la
tecnología moderna, ya que podría perfectamente permitirse la anestesia
mínima para nacimientos difíciles pero con la cesárea como último
recurso; igualmente para los pacientes cercanos a la muerte podría
disponerse de medicación sofisticada para el dolor, pero evitando una
inútil prolongación de la vida. La idea es que la decisión de morir y la
muerte se realicen en el entorno familiar, y no entre médicos descono-
cidos y en lugares ajenos para el moribundo. Se trata de lograr una
participación en un vivir y morir compartidos en tanto trascendemos los
límites de la vida individual.
Este escenario supone que el significado de la vejez debe encon-
trarse en la finitud de la vida humana como una condición a ser aceptada
voluntariamente, a través de un consenso familiar y social, quizás no
tanto a partir de una elección individual del hombre ya senil. Voluntaria-
mente se opta por algo menos que el máximo de prolongación de la vida
que la tecnología pueda proveer94.
Según Moody este último escenario representa un rechazo a la
Gran Narrativa de la Modernidad aplicada al significado de la vejez. La
deconstrucción que hace de las etapas “naturales” de la vida y la recu-
peración del mundo de la vida forman, parte de un “desencanto del
mundo” (M. Weber) más amplio.
94. Si este escenario fuera adoptado podrían surgir problemas de equidad serios. Habiendo puesto
límites al gasto público en salud, algunas personas podrían en el ámbito privado seguir invir-
tiendo en investigación biomédica que promueva la reducción de la morbilidad, la cual podría
tener éxito en cuanto a la extensión de la vida. Los grupos más ricos podrían entonces tener
acceso a estas tecnologías y extender y mejorar la calidad de su ciclo vital. Las desigualdades
resultantes de la expectativa de vida serían difíciles de controlar, por lo que la aceptación volun-
taria de límites a la vida perdería consenso y los controles de costos a la provisión de cuidados
de salud públicos perderían legitimidad.
94
CONCLUSIONES
95. HERRERA LIMA, MARÍA “Habermas, Jürgen: Moralidad, Ética y Política-Propuestas y críti-
cas” Alianza Editorial, 1993. Pág. 63.
95
autocomprensión, y el cómo se comprenda uno mismo, no depende sólo
de cómo uno se describa, sino también de los modelos que siga. En ella
se entrelazan dos componentes: el descriptivo de la propia historia vital
del yo, y el normativo, del ideal del yo. El esclarecimiento de autocom-
prensión y de la propia identidad exige una apropiación de la propia
historia vital, de las tradiciones y el mundo de la vida que ha determinado
el propio proceso de formación. La profundización de esta autocom-
prensión luego da lugar a orientaciones que implican un proyecto de
vida con normas sustanciales. Las cuestiones éticas ahora son respondidas
con imperativos incondicionales, que no dependen de fines o preferencias
subjetivos, tienen el sentido de “lo que uno debe hacer para transitar
una vida buena”.
4. Reconocida la importancia del mundo de la vida, para la
autocomprensión, la conformación de la propia identidad y del proyecto
de vida de cada persona, pasamos ahora a rescatar la importancia
metodológica que tenía este concepto para su autor. Husserl pensaba
que el mundo de la vida podía ayudar a las ciencias cumpliendo, para
ellas, tres funciones: a) El concepto de mundo de la vida tiene por objeto
ayudar a cimentar la ciencias, buscando el fundamento a las que se han
quedado sin él; 2) sirviéndoles de hilo conductor para que accedan a
una fenomenología orientada en el sujeto que permita rendirnos cuenta
a nosotros mismos acerca de nuestros logros intencionales; y 3) cumple
una función unificadora, que buscando una perspectiva histórica global
pueda detener la desintegración del mundo en una pluralidad de mundos
particulares.
5. A diferencia de Moody, diríamos que la función del concepto
mundo de la vida no es la búsqueda quimérica de un mundo tradicional
o la deconstrucción de las etapas “naturales” de la vida como resultado
de un “desencanto del mundo”, sino que se trata de un recuestionamiento
de la ciencia, en los tres sentidos mencionados, como el único modo de
evitar el desarrollo equívoco de la ciencia.
Esto es directamente aplicable a la gerontología como disciplina
que se debate por ser una ciencia, pero como ciencia no debe caer en el
cientificismo, que se desconecte a sí misma del flujo de la experiencia
96
humana concreta de la que está surgiendo. El concepto de mundo de la
vida debe servir como un llamado de atención constante para que la
gerontología no se olvide en ningún momento que nace como servidora
de la humanidad, para responder a los intereses vitales y subjetivos de
personas concretas.
Para todo ello, la gerontología debe: primero buscar sus funda-
mentos en el mundo de la vida, su sentido debe ser garantizar la autocom-
prensión, la conformación de la propia identidad y del proyecto de vida
de cada persona. Segundo: que esté orientada por un pensamiento
reflexivo (en el sentido que le da Heidegger) que repare en el sentido de
la vida, que asuma claramente la responsabilidad de sus consecuencias,
de modo que el sujeto pueda rendirse cuentas a sí mismo acerca de sus
logros intencionales. Tercero: apuntar a una concepción unificadora de
las ciencias, aceptar la interdisciplina, en una perspectiva histórica global.
6.Un último comentario crítico hacia la “economía neoclásica”,
es que a consecuencia de su desapego del mundo de la vida concibe la
escasez como un hecho universal, ella misma se define como la ciencia
de cómo el hombre lucha contra la escasez, pero el hombre del que trata
es un hombre con apetencias ilimitadas. Esto último no es universal. De
hecho es posible encontrar en muchas culturas antiguas, y en hombres
modernos con fuerte concepción religiosa, que realizan rituales de
agradecimiento por la abundancia de la vida (aun cuando a nosotros
nos pareciera que pasan por estrechez material)96, sin embargo estas
personas suelen tener una idea más clara de otro tipo de escasez: la
finitud de la vida humana. Tienen más conciencia de lo efímera que es
la vida, y es por eso que la inminencia de la muerte hace que todas las
cosas aparezcan como escasas y preciosas.
Desde esta otra perspectiva, del mundo de la vida, todos valoramos
las cosas por la finitud que tiene nuestra vida. Si fuéramos inmortales,
todos los posibles objetos de deseo serían alcanzables y el mundo ya no
sería un mundo con valores (dentro de la palabra valores incluimos tanto
97
los precios de los bienes y servicios, como de los valores éticos y mo-
rales)97.
Esto lo apreciamos mejor si imaginamos que sólo tenemos unos
días para vivir, entonces, el cielo, los amigos, el viento que nos sopla,
todo adquiere un sentido elevado.
En realidad frente a la muerte todo se convierte en valioso. Esta
situación no es imaginaria, ahora mismo nos encontramos en esa
situación, por eso las cosas tienen su valor.
Definir la escasez como una consecuencia de que las necesidades
del hombre son ilimitadas es aceptar una incapacidad para aceptar el
hecho de la finitud (la muerte), es un escapismo, un escape del mundo
de la vida.
BIBLIOGRAFÍA
97. Donde mejor y más poéticamente se expresan estas ideas es en el cuento de Borges “El Inmortal”
incluido en El Aleph (1949). Quien leyó dicho cuento se dará cuenta que La ciudad de los
Inmortales es la obra de una ciencia humana que, al abandonar el mundo de la vida, erigió una
ciudad (mundo) cuya arquitectura carecía de sentido. Borges dice de ella que “Mientras perdu-
re, nadie en el mundo podrá ser valeroso o feliz”. Los inmortales terminaron “juzgando que
toda empresa es vana” y que sus vidas habían perdido todo sentido, ellos sabían “que en un
plazo infinito le ocurren a todo hombre todas las cosas. Por sus pasadas o futuras virtudes,
todo hombre es acreedor a toda bondad, pero también a toda traición, por sus infamias del
pasado o del porvenir”… “Sé de quienes obraban el mal para que en los siglos futuros resulta-
ra el bien, o hubiera resultado en los ya pretéritos... Encarados así, todos nuestros actos son
justos, pero también son indiferentes. No hay méritos morales o intelectuales”.
98
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100
III
LA EDUCACIÓN
UNIVERSITARIA
EN LA VEJEZ
101
102
El mundo de los viejos es el mundo de la memoria, eres lo que
recuerdas, la dimensión en la que vive el viejo es el pasado. El
tiempo futuro es demasiado breve para que se preocupe por lo
que sucederá, dura poco, emplea su tiempo no tanto en hacer
proyectos sino en intentar comprender el sentido de su vida”
(Bobbio, N.,1997, p. 41)98.
INTRODUCCIÓN
A
rgentina, junto a Cuba, Uruguay y Puerto Rico, es uno de los
países más envejecidos de América Latina, puesto que el porcen-
taje que tiene de personas de 65 años o más supera holgadamente
el 7%, ubicándose en el 9,9%99. Este es un fenómeno que asemeja nuestro
país a las sociedades más desarrolladas, en las cuales se verifica un
aumento sin precedentes históricos de la esperanza de vida en las edades
avanzadas.
Estos grupos etarios de personas mayores esperan vivir cada vez
más años, con mejores condiciones de salud y mayores niveles educativos
que sus predecesoras. Es así como surge uno de los problemas más
importantes que involucrará a los Adultos Mayores (AM): su educación
98. BOBBIO, Norberto (1997) “De Senectute y otros escritos biográficos”. Madrid: Taurus. Pág.
41.
99. En este trabajo se clasifica como Adultos Mayor (AM) a las personas mayores de 65 años, de
acuerdo a la definición de Naciones Unidas de 1956 para las poblaciones envejecidas; otros
organismos de la ONU como la OPS y CELADE – CEPAL suelen emplear el límite de 60 años
para clasificar a una persona como AM.
Esta clasificación siempre será relativa, en la CEE se emplean los 65 años como límite, aunque
seguramente en África, en países como Nigeria y Bangladesh este límite se considerará elevado
puesto que menos del 3% de su población supera los 60 años, y en Japón considerarían adulto
mayor a quien haya superado los 70 años puesto que la expectativa de vida en este país supera
los 80 años. Incluso dentro de un mismo país y ciudad este indicador es relativo; en una población
con deficientes condiciones socioeconómicas, como en el partido de “La Matanza”, seguramente
ya a los 50 años una persona sea considerada vieja.
La proporción de personas mayores en relación a la población total sigue siendo el indicador
más significativo para evaluar la evolución del envejecimiento demográfico, representa el “peso”
que los mayores de 65 años tienen dentro del conjunto de una población, y se interpreta como
la cantidad relativa de personas de esta edad que existen en una determinada área geográfica,
[
se calcula del siguiente modo: N
65+
[ x 100
N
Donde 65+ N : es el número de personas mayores de 65 años, y N es la población total. La
facilidad de cálculo y su fácil interpretación convierten a este indicador en el de mayor uso para
103
y las alternativas que se les propondrá a nivel universitario. En el plano
internacional han aparecido muchas organizaciones ocupadas de estudiar
esta problemática.
Para afrontar este desafío muchas instituciones educativas de nivel
superior, en Europa, Norteamérica y América Latina, han puesto en
marcha variadas ofertas de formación académica, las cuales se enfrentan
a una demanda creciente. Esta tendencia internacional ha llegado también
a Argentina, donde hay cerca de 20 universidades con Programas
Universitarios Para Adultos Mayores (PUAM). Sin embargo en nuestra
sociedad parecen existir prejuicios y actitudes negativas en torno a la
vejez, que pueden estar afectando la participación activa de los adultos
mayores en la vida social, particularmente en los ámbitos laboral y
educativo, y específicamente en los contextos universitarios.
Posiblemente a estas actitudes negativas se agregan otros elemen-
tos que también podrían estar obstaculizando la participación de los AM
en las universidades, estos elementos serían las condiciones socioeconó-
micas, de salud e incluso menores motivaciones para participar de la
vida universitaria.
Si bien muchos ven la prolongación de la vida humana como un
nuevo y grave problema, muchos otros la observan como un logro de
las sociedades contemporáneas que debe consolidarse y enriquecerse a
través de distintas políticas, entre ellas la política educativa universitaria,
la cual debe diseñarse a partir de un mayor conocimiento de las variables
que afectan la participación de los AM en la educación superior.
En este trabajo discutimos los siguientes puntos:
medir el envejecimiento poblacional. Sin embargo, además de las limitaciones antes señaladas,
podemos agregar dos más: no da cuenta de la heterogeneidad existente al interior de este grupo
etario, y al referirse a porcentajes y no a números absolutos, se desconoce la magnitud de
personas de que se trata.
104
4) Factores condicionantes de demanda de educación universitaria
por parte de los AM.
5) La información existente sobre los aspectos demográficos y
socioeconómicos que permitan conocer los condicionantes objetivos de
la demanda de servicios educativos, estas son las condiciones de vida
de las personas mayores en nuestro país, en particular de nuestra región
(Provincia de Santa Fe y Gran Rosario). Entre los temas estudiados están
las condiciones de salud, la capacidad económica y las condiciones
educativas que ayudan u obstaculizan su inserción en el contexto edu-
cativo universitario.
Suponemos que abordar estos tres temas ayudará a la discusión
del diseño de políticas educativas que tiendan a mejorar las condiciones
de acceso de los adultos mayores en la educación universitaria.
100. ARANIBAR, PAULA “Acercamiento conceptual a la situación del adulto mayor en América
Latina” CELADE-FNUAP. Santiago de Chile, diciembre de 2001. Contiene un buen resumen
de las teorías mencionadas en este trabajo.
101. CUMMING, ELAINE; HENRY, WILLIAM E. (1961) “Growing Old: The Process of
Disengagement”. Basic Books. New York.
105
interacciones sociales de los entrevistados mostraban una merma signi-
ficativa a medida que las personas eran más viejas, también notaron un
desapego emocional hacia la sociedad por parte de los AM.
Esta teoría representa la más explícita aplicación del funcionalismo
estructural102 a la condición de los AM, en lo que se refiere la reacción
de los individuos, social y psicológicamente, ante el proceso de enveje-
cimiento. Desde el punto de vista de las ciencias sociales fue la primera
teoría que se centró en este tema, en ella la noción de desapego alude a
un proceso universal, recíproco e inevitable de aislamiento de los “ancianos”,
quienes reducen su participación en la configuración de roles sociales que
desempeñaban cuando eran más jóvenes, digamos entre los 30 y 40
años de edad.
Cumming y Henry hallaron que la tasa de desapego varía según
el género, debido a las diferencias ocupacionales entre hombres y muje-
res, influyendo también, el conocimiento y las aptitudes profesionales;
para estos autores estas dos últimas variables resultan de especial interés
por su papel en la tasa de desapego, señalan que hay individuos que
mantienen una vigencia profesional hasta edades muy avanzadas,
mostrando con ello que la educación juega un rol importante en el retrai-
miento o desvinculación de los AM. Sin embargo, por lo general, la
teoría del desapego afirma que tanto el conocimiento actualizado como
las aptitudes profesionales declinan con la edad, agregando que subje-
tivamente, cuando un individuo asume que es “viejo”, también tiende a
concebir sus conocimientos como los de un “viejo” y desactualizados,
como señaló Norberto Bobbio:
102. La obra de CUMMING, E. y HENRY, W. E. “Growing Old …” fue prologada por el mismo
Talcott Parsons, quien con R. K. Merton fueron los principales contribuyentes de esta escuela.
106
sobre lo nuevo … porque ya no le entiende ni le apetece esforzarse
por aprenderlo”(Bobbio, N., 1997, pp. 28-31)103.
103. BOBBIO, NORBERTO “De Senectute y otros escritos biográficos”, Santillana S.A. Taurus,
1997. Madrid. Págs. 28-31.
107
recibido muchas críticas, sobre todo por sus fundamentos formales y
metodológicos, deja sobre el tapete la preocupación por la actitud social
de excluir a los viejos de la corriente principal interactiva de la comuni-
dad, que se manifiesta en diversas formas de aislamiento104.
108
mento para minusvalorar el estatus social de los más viejos. El viejismo
involucra procesos psicosociales por los cuales los atributos personales
reales se ignoran y los individuos son etiquetados de acuerdo con este-
reotipos negativos apoyados en su afiliación grupal.
El viejismo puede involucrar tanto estereotipos como mitos, o
más directamente el desprecio y aversión, por ejemplo: “No me gusta
estudiar con viejos”. En algunos casos el viejismo significa evitar todo
tipo de contacto con las personas de edad avanzada. El viejismo incluye
una amplia gama de actitudes que impiden a las personas evaluar y dar
respuestas correctas a los problemas sociales y las condiciones de los
adultos mayores. El viejismo puede reflejarse en las prácticas discrimina-
torias en materia de vivienda, empleo y el acceso servicios de todo tipo,
entre ellos el educativo.
El viejismo es un fenómeno complejo y de larga data, con dimen-
siones históricas, culturales, sociales, psicológicas e ideológicas. Su
persistencia en la actualidad puede atribuirse, fundamentalmente, a dos
valores prevalecientes en nuestra cultura: a) el ensalzamiento de la juven-
tud y b) el materialismo que ciñe el valor de vida humana a su capacidad
productiva. Ambos valores generan un ambiente cultural en el cual se
pone énfasis en las desventajas del envejecimiento y se ignoran sus
aspectos positivos. Esta teoría, interesante y polémica desde el punto de
vista sociológico, aporta la idea de ubicar la vejez en el ámbito de las
valoraciones sociales y de la interacción social.
109
parte de algunos ancianos o la exposición a los peligros de la circulación”
(García Minués, J., 2004, p.78)107.
Esta teoría plantea que la desvinculación no se trata de un proceso
deseado por los AM, puesto que la pérdida de roles se da también como
consecuencia de la viudez, la jubilación y la emancipación de los hijos.
Estas circunstancias se convierten en una importante causa de inadap-
tación al sistema por parte de los AM. Es así como se plantea que a
medida que el individuo envejece va perdiendo sus roles más importantes,
lo que conlleva a la pérdida de las normas asociadas con esos roles,
pierde noción sobre lo que es correcto e incorrecto en el ámbito de su
conducta social. Si bien esta situación no necesariamente es negativa
para los AM, ya que al desligarlos de obligaciones y pautas establecidas
podrían experimentar sensaciones de libertad, sin embargo podría llevar-
los a situaciones de total desintegración con su medio social.
110
La teoría de la dependencia estructurada surgió como conse-
cuencia de la crisis del Estado de Bienestar, en los años ochenta. Parte
del supuesto que en las sociedades modernas los AM, debido su falta de
productividad, ocupan una posición social inferior en relación a los
grupos productivos; no obstante los AM viven a expensas de los más
jóvenes gracias a la legitimación, por consenso, de su estatus de jubilados.
El estatus de jubilado depende de las generaciones productivas a través
de la mediación del Estado. Debido a que tal situación está reconocida
formalmente por las políticas gubernamentales, patronales y sindicales,
es que recibe su denominación: dependencia estructurada. No obstante
esta previsión, política y socialmente legitimada, el sacrificio que hacen
los más jóvenes para prestarles ayuda, convierte a los AM en un grupo
social marginado de las redes “normales”, con un estatus político y
económico inferior a la hora de confrontar, o disputar, por el reparto de
recursos existentes a través de las transferencias del Estado de Bienestar.
Los grupos generacionales más jóvenes, quienes deben sostener cada
vez con mayores tributos a un Estado de Bienestar en crisis, van
cambiándole sus funciones e imponiendo límites cada vez más estrechos
a la ayuda dirigida a los AM, entre estos gastos estarían los de educación
superior para AM, los cuales serían considerados de baja prioridad. En
esta corriente se perciben influencias de diversos pensadores como
Manuel Castells y Alain Touraine, sobre todo en una destacada repre-
sentante como A.M. Guillemard (2000)109.
Otros representantes de la misma corriente son Phillipson C. y
Walker A.110 , así como Townsend, P. (1984)111. En general, para estos
autores, la vejez lejos de ser un asunto prioritariamente psicobiológico
es sobre todo una construcción social (en el sentido de T. Luckman112) o
una ideología (en el sentido marxista) que resulta de la división social
109. GUILLEMARD, A. M. “Aging and Welfare State Crisis” Londres: Associated University Presses
(2000).
110. PHILLIPSON, C. and WALKER A. “Ageing and Social Policy” Gower, Inglaterra. (ed.) (1986):
111. TOWNSEND, P. “The structure dependency of the elderly: A creation of social policy in the
Twentieth Century”, Ageing and Society .(1981) - 1(1):5-28.
112. BERGER, P. L. y LUCKMANN, Th. “La construcción social de la realidad”; Amorrortu. Bs.As,
1968.
111
del trabajo, de la estructura de desigualdad existente en la sociedad;
para ellos las representaciones sociales de la vejez son determinadas, en
todo momento, por las condicionantes sociales, económicas y políticas.
Plantean que las políticas públicas vigentes, dirigidas a los AM,
conforman modelos de sujeción de la vejez fundados en concepciones
normativas y criterios de edad, destinados a ejercer controles sobre el
desarrollo de los individuos mayores.
Podemos descubrir en gran parte de los representantes de la geron-
tología crítica la influencia de pensadores como Michel Foucault
(1992)113, en su idea de que el poder está inmerso en las formas domi-
nantes de conocimiento, en lo que para nosotros significa “la verdad”, y
opera no sólo a través de las clases sociales (visión marxista), sino como
una fuerza general en cualquier tipo de sociedad e independientemente
de sus agentes; siguiendo a este autor se imponen dos tareas: primero la
necesidad de examinar las prácticas corrientes para poder revelar la
parcialidad de las “verdades” (que dicen revelar), y segundo oponerse
al poder “criticándolo”, es decir revelándolo a través del razonamiento
y desenmascarándolo en sus efectos sobre las personas.
La gerontología crítica constituye la versión gerontológica de la
teoría crítica en sociología, y por lo tanto también está influida por
Jurgen Habermas respecto a la posibilidad de emancipación (aunque
otra mirada emancipadora ya había sido desarrollada por Moody114 en
los ochenta), esta perspectiva es básicamente optimista, en el sentido
que contempla la emancipación como algo posible debido a que, a través
de la crítica de las fuerzas del poder115, se puede dilucidar y enseñar a
las personas el modo en que las cosas se definen y ordenan, liberándolas
de este modo de la represión y haciéndolas capaces de imaginar otras
formas de existencia.
Para comprender la idea de movimientos de emancipación, al estilo
113. FOUCAULT, MICHEL “Microfísica del Poder” Madrid: Las Ediciones de la Piqueta (1992).
Ver capítulo 12 Verdad y Poder. Págs. 185-200.
114. MOODY, HARRY R. “Toward a Critical Gerontology: The Contribution of the Humanities to
Theories of Aging” en BIREE, J. E. y BENGTSON, V. L. “Emergent Theories of Aging” 1988:21.
115. HABERMAS no cree en una emancipación a través de la oposición a fuerzas del poder, pues las
concibe como incardinadas en la cultura (conocimientos, valores) así como en las estructuras y
relaciones económicas y alejadas de los entes que administran el poder, de manera que la opo-
sición a los agentes del poder difícilmente tendrá éxito.
112
que propone Habermas, debemos pensar en los movimientos nortea-
mericanos por los derechos civiles, tanto la autoafirmación de las sub-
culturas afro-americanas como la del movimiento feminista, sobre todo
este último por su rasgo “ofensivo” de “conquistar nuevos territorios”
proponiendo desarrollar otras formas de convivencia, relaciones sociales
y proyectos de vida. La emancipación sería posible en la medida que
exista un interés emancipatorio, un deseo de ser libres de toda opresión
y un interés en comprender al otro. Tales serían los fundamentos que
nos permitirían alcanzar consensos sobre la naturaleza del mundo social,
de modo que no predomine un único discurso o conjunto de intereses
instrumentales. Estas ideas tienen gran importancia, tanto para la
sociología de la vejez como la gerontología crítica, por el papel que le
conceden a la mejora de la posición social de los ancianos.
Por lo expuesto, y desde esta perspectiva, lo primero que debe
hacerse es examinar los programas educativos universitarios vigentes,
elaborados para los AM, tratando de revelar sus parcialidades o “verda-
des”, analizar si cumplen, o no, una función emancipadora para los viejos
y de no ser así debería estudiarse (con la participación activa de los
AM) la forma de modificarlos para que cumplan este fin.
Comulguemos o no con esta teoría, debemos reconocer su gran
predicamento. Además es razonable reconocer que buena parte de la
desigualdad económica y marginación social están fuertemente vincula-
das a las desigualdades educativas, por lo que es posible pensar que la
educación puede estar jugando un importante papel como causa de
marginación y exclusión de los AM. En este sentido la ONU afirma:
116. ONU “Estudio Económico y Social Mundial 2007: el desarrollo en un mundo que envejece”.
Naciones Unidas. Consejo Económico y Social- E/2007/50. Abril de 2007. Pág.16.
113
De ser esto cierto, las desigualdades económicas y la marginación
podrían agravarse en la medida que, en una sociedad del conocimiento,
el lugar que cada uno ocupa en la escala de valoración social dependa
de su nivel educativo. Actualmente ya es posible observar distintas
respuestas a esta problemática. A nivel internacional existe una serie de
instituciones que promueven la inserción de la población adulta mayor
en las universidades, tales como la Asociación Internacional de las
Universidades de la Tercera Edad117, Foro Iberoamericano de Programas
Educativos de Mediana y Tercera Edad - FIMTE, etc.
Estas iniciativas recibieron un gran impulso luego de la II Asam-
blea Mundial del Envejecimiento (Madrid, 2002), donde, entre otras
cosas, se destacó el potencial de las personas mayores para constituirse
en un sólido fundamento para el desarrollo futuro; se insistió en que los
adultos mayores deberían participar más activamente en la vida econó-
mica, política, social y cultural de sus sociedades; y se alentó la promo-
ción de relaciones más solidarias entre generaciones.
117. La AIUTA (Association Internationale des Universités du Troisième Age) es una ONG que
posee el estatus de órgano consultor del Consejo Económico y Social de la ONU.
114
en el anciano y el mismo se convierta en un inadaptado y alienado no
sólo respecto de su entorno sino también de sí mismo.
Según la teoría de la actividad, para contrarrestar las tendencias
del vaciado de roles y la desvinculación es necesario que los viejos
permanezcan activos. Afirma que es una falsedad considerar a la pobla-
ción de viejos deseosa de descansar, meditar y estar satisfecha de disponer
de su tiempo libre como recompensa a su vida laboral previa, más bien
ocurre todo lo contrario: la falta de estímulos y la anomia conducen a la
inadaptación y alienación. Una vejez bien lograda significa descubrir
nuevos roles o medios de conservar los antiguos; para concretar este
ideal es necesario revalorizar la edad y asignar a los AM nuevos papeles
que sean estimados por la sociedad, mejor aún si éstos van acompañados
de una remuneración, por dos razones: primero para cubrir sus nece-
sidades económicas y segundo porque nuestra sociedad tiende a apreciar
el trabajo pagado y a subestimar el que no lo es.
Si bien mantener a los AM en un trabajo normal suele resultar
complicado, debido a las dificultades derivadas del estado de salud, la
legislación (obligación de jubilarse a cierta edad) así como por el ince-
sante cambio tecnológico, la educación superior del AM puede facilitar
su permanencia en papeles sociales útiles (no sólo en lo productivo)
mejorando sus aptitudes para el trabajo e interrelación, una educación
fundada en las capacidades individuales y no sólo la edad.
La idea central de esta teoría es que el envejecimiento normal
debe concebirse como el mantenimiento de las actividades y actitudes
habituales de la persona por el máximo tiempo posible, que un enveje-
cimiento satisfactorio consiste en seguir haciendo lo que habitualmente
se hizo en la edad adulta118.
118. Una buena referencia sobre esta teoría se encuentra en: B. L. MISHARA; R. G. RIEDEL; “El
proceso de envejecimiento” Ediciones Morata, S. L. Madrid, 2000. 3ª Edición.
115
3.1.6 La Posición de los Organismos Internacionales
119. OMS “Envejecimiento activo: un marco político”, en Revista Española de Geriatría y Geronto-
logía, año 2002; 37(S2):74-105.
120. Instituto de la UNESCO para la Educación “La educación de adultos y las personas de edad”
documento preparado para Quinta Conferencia Internacional de Educación de las Personas
Adultas (CONFINTEA V). Hamburgo, 1997. Pág. 9. Ver http://redadultosmayores.com.ar/bus-
cador/files/EDUCA004.pdf
116
en el reconocimiento de los derechos humanos de las personas
mayores y en los Principios de las Naciones Unidas de indepen-
dencia, participación, dignidad, asistencia y realización de los
propios deseos. Sustituye la planificación estratégica desde un
planteamiento «basado en las necesidades» (que contempla a las
personas mayores como objetivos pasivos) a otro «basado en los
derechos», que reconoce los derechos de las personas mayores a la
igualdad de oportunidades y de trato en todos los aspectos de la
vida a medida que envejecen. Y respalda su responsabilidad para
ejercer su participación en el proceso político y en otros aspectos
de la vida comunitaria” (OMS. 2002; p.79)121.
117
individuos de diferentes generaciones, de viejos y de jóvenes, la educa-
ción cumple su importante papel.
La OMS (OMS. 2002; p. 88), respecto a la educación, señala
que: a) Los bajos niveles de educación y alfabetización se asocian a
mayores riesgos de discapacidad, muerte e índices de desempleo entre
las personas a medida que envejecen; b) La educación en los primeros
años de la vida, junto con las oportunidades de aprendizaje durante
toda la vida, puede ayudar a las personas a desarrollar las aptitudes y
la confianza que necesitan para adaptarse y seguir siendo
independientes a medida que envejecen; c) dado que los problemas
laborales de los trabajadores mayores frecuentemente se originan en
una educación relativamente escasa, y no en el envejecimiento
propiamente dicho, para que los AM puedan seguir ocupados en
actividades gratificantes y productivas necesitan una formación
continua en sus lugares de trabajo, así como oportunidades de
aprendizaje durante toda su vida; por eso, al igual que los jóvenes, los
AM necesitan de formación en las nuevas tecnologías; d) tanto el
autoaprendizaje asistido como la mayor cantidad de prácticas y
adaptaciones físicas (empleo de caracteres tipográficos grandes)
contrarrestan la menor agudeza visual, audición y memoria a corto
plazo, de modo que las personas mayores pueden seguir siendo
creativas y flexibles; e) el aprendizaje intergeneracional vence las
diferencias de edad, mejora la transmisión de valores culturales,
fomenta la apreciación de las distintas edades y ayuda a los jóvenes a
tener actitudes más positivas y realistas con respecto a las generaciones
anteriores.
Puede apreciarse que cada uno de los puntos señalados exigen
soluciones, a partir de cambios en las políticas educativas, que fomenten
una mayor incorporación de los AM en el sistema educativo. En este
sentido puede tomarse el ejemplo de los países europeos, en la Estrategia
de Lisboa, quienes acordaron como objetivo conseguir que su población,
con una edad cada vez más avanzada, se mantenga activa en el mercado
laboral; el medio para lograrlo sería el aprendizaje permanente; para
ello se están haciendo esfuerzos de adaptación del mercado de trabajo a
fin de que los trabajadores de más edad permanezcan en su trabajo,
118
suministrándoles capacitación y promoviendo la educación permanente
para las personas de más edad122.
119
anterior). Se trata pues de una concepción funcional del ciclo de vida,
independiente hasta cierto punto de la edad cronológica, que conduce a
cambios radicales en nuestra percepción de cómo se organiza la vida.
En su faz individual, la reproducción deja de ser la finalidad primordial,
sigue siendo una etapa importante, pero no es decisiva para la realización
personal, que ahora divisa nuevos horizontes de sabiduría y poder. En
su faz colectiva, y desde la perspectiva de sus consecuencias económicas,
el traspaso del concepto de edad funcional a tablas de “vida útil”, cálculos
y proyecciones actuariales, basadas ahora en la capacidad productiva
del individuo, provoca revoluciones en el ámbito de los seguros y de la
seguridad social, y deja abierta la posibilidad de alargar los años de
aportes o contribuciones para la jubilación y la salud a nuevos límites,
determinados principalmente por la capacidad y las decisiones indivi-
duales.
Desde el campo de la Demografía también empiezan a modificarse
las interpretaciones sobre la evolución demográfica, aparecen otros
matices al recalcularse las tasas de dependencia demográfica125 basadas
en edades funcionales en lugar de cronológicas. La nueva interpretación
de las tasas de dependencia y sus correlatos actuariales modifican los
requerimientos para la formulación de las políticas de jubilación y
seguridad económica durante la vejez, dando lugar a nuevos debates.
T. Engler responde afirmativamente a la pregunta ¿vale la pena
envejecer y prolongar la vida? Sí se justifica la inversión de esfuerzos y
[ [
años y más y la de 15 a 59 años: N60+ x 100
N15-59
Donde: N60+ : número de personas de 60 años y más; N15-59: número de personas de entre 15
y 59 años. Este indicador se utiliza para medir la necesidad potencial de soporte social de la
población adulta mayor por parte de la población en edades activas, y se interpreta como el
número de personas de 60 años o más por cada 100 personas de entre 15 y 59 años. En el caso
de Argentina, en el 2001, significa que por cada 100 personas en edad “activa” habría casi 23
personas mayores. Una de las potencialidades de este indicador es que provee una idea del
gasto social que debe sostener la población económicamente activa, especialmente en países
con sistemas de pensiones de reparto. Su problema es que supone como población activa a las
personas que tienen entre 15 y 59 años, lo que puede no resultar útil a los fines de colocación
del gasto social. Este inconveniente puede salvarse, en el ámbito nacional, adaptando el indicador
a los grupos en edad legal de trabajar.
120
recursos en prolongar la vida y lograr que las personas de bajos ingresos
puedan envejecer activas, saludables y autónomas. Sus argumentos son
los siguientes:
121
trabajo y ejercicio, dieta sana, moderación, etc.) la mayoría no requieren
para su consecución de tecnologías modernas ni del control o compen-
sación de estados patológicos y limitaciones por enfermedad (T. Engler,
2002, p. 56). Muchos estudios confirman una fuerte correlación entre
una actitud positiva ante la vida (sentimientos habituales de placer y
bienestar) con los años de supervivencia127. Por otro lado se ha com-
probado que, además de los factores tales como los genéticos, la dieta,
la actividad física, inciden fuertemente los factores psicosociales. Al
respecto se han comprobado los graves efectos en la expectativa de vida
de la soledad, la ausencia de estímulos mentales y la depresión y que los
grupos más vulnerables parecen ser los viejos más pobres, entre quienes
además se observa la presencia de una sinergia destructiva entre el
aislamiento, la autopercepción de inferioridad social, el fatalismo y la
pérdida de autoestima por exclusión128.
En gran parte de estos aspectos la educación puede jugar un papel
importante para los AM, elevando su autoestima y mejorando su
integración social, permitiéndoles concretar proyectos de vida y seguir
desarrollando su potencial personal, adoptando estilos de vida que
optimicen la calidad de los años ganados, facilitando la transición al
momento de retirarse de la vida laboral. Todo esto presupone, claro
está, que los AM gocen de una seguridad económica y social mínimos
que les permita educarse, y en esto juegan un papel importante las
políticas públicas, fundamentalmente la de pensiones y jubilaciones.
El papel de la participación social es relevante para los AM, puesto
que determina en gran medida su calidad de vida, lo cual es apoyado
por muchas investigaciones que vienen demostrando la correlación nega-
127. En 1973 el Dr Grossarth-Maticek hizo una prueba de medición de la intensidad de los senti-
mientos habituales de bienestar y placer por vivir la vida a miles de ancianos residentes de
Heidelberg (Alemania). Veintiún años después, en 1994, comparó los resultados de las pruebas
con el estado de salud. El resultado fue que las 300 personas que antes tenían los mayores
niveles de bienestar y placer por vivir resultaron tener treinta veces más probabilidades de estar
vivos en relación a las 200 personas que habían mostrado en 1973 el más bajo índice de satis-
facción por la vida. Ver. http://www.attitudefactor.com/
128. T. Engler cita en este punto a Randel, J., T. German y D. Edwing (Eds.) (2000) “The Aging and
Development Report: Poverty, Independence and World´s Older People”. Londres: Earthscan
Publishers Ltd.
122
tiva entre participación social y morbilidad. Sin embargo, reconociendo
que “La integración de estructuras sociales para todas las edades implica
el acceso libre de personas de cualquier edad a las actividades que se
desarrollan en las esferas educativa, laboral y recreativa” (T. Engler,
2002, p. 46), se observa un fuerte contraste con la situación imperante
en el ámbito de la educación, la cual está pensada casi con exclusividad
para niños y jóvenes, marginando a los AM de los planes educativos.
Por todo lo expresado el papel que puede desempeñar la educación,
particularmente las universidades para adultos mayores, es importante.
L. Wolfe al respecto señala que “El aprendizaje permanente para la «ter-
cera edad» será una parte esencial de la nueva serie de políticas públicas
y programas”129, y menciona cuatro áreas potenciales en las que el
aprendizaje puede ayudar a satisfacer las cambiantes necesidades econó-
micas y sociales de una población que envejece:
129. WOLF, LAWRENCE (2000) “Lifelong Learning For the Third Age”. TechKnowLogia, Sep/
Oct. 2000, pp. 9. 10. Este artículo se basa en una reunión celebrada en Washington D.C., junio
1-2 - 2000, «Consulta Inter Regional sobre el Envejecimiento de la Población», organizada por
el Banco Interamericano de Desarrollo. Ver www.TechKnowLogia.org/
123
en el que el ambiente laboral se hace más competitivo, los
sistemas de apoyo se hacen más frágiles y los riesgos de
desintegración social crecen. Con la madre y el padre trabajando
cada vez más, los niños tienden a ser dejados para su educación
y cuidado en guarderías de dudosa calidad. Sin embargo, se
sabe que una alta calidad educativa orientada a la atención de
los niños en su temprana edad (hasta los cinco años) puede
tener un profundo impacto a largo plazo en la salud emocional
del futuro adulto y por transición en la armonía y estabilidad
social. Al respecto, los AM pueden ser alentados y capacitados
para servir a sus propias familias, así como para llevar a cabo
actividades de voluntariado en la comunidad. En particular,
además de la sabiduría de los ancianos con respecto a la crianza
de los hijos, en la transmisión de valores y otros aspectos éticos,
ellos pueden aprender los fundamentos del desarrollo psicoló-
gico y cognitivo orientados al cuidado de los niños para apli-
carlos en sus propios nietos, así como en los de los demás. De
manera análoga puede capacitarse a los AM para el servicio
hacia los discapacitados y los enfermos crónicos. Las personas
mayores también pueden actuar cuidando ciertos asuntos, trá-
mites, compras, etc. que los familiares más jóvenes no pueden
atender por falta de tiempo.
3) El aprendizaje puede ayudar a los AM a conservar sus empleos
productivos. Ante la disminución relativa de la proporción de
personas entre 20 y 65 años, el aprendizaje permanente puede
facilitar a los AM a seguir formando parte de la fuerza laboral,
como medio de reducir la pobreza, aumentando el crecimiento
económico, y fortaleciendo su autoestima. Si bien los AM
pierden algunas habilidades, como la posibilidad de realizar
trabajos que requieren un esfuerzo físico prolongado e intenso,
en general pueden seguir ocupándose de tareas que van desde
las más simples hasta las más sofisticadas, especialmente si se
apoyan en la experiencia y competencias ya adquiridas y no es
necesario que el trabajo sea a tiempo completo. En el largo
124
plazo, la retención de los AM en la fuerza de trabajo será
fundamental para el crecimiento económico, ya que contribuirá
a reducir la “tasa de dependencia demográfica”. En muchos
casos, los ancianos requerirán la capacitación en nuevas
técnicas, como la alfabetización informática y en nuevos roles
productivos. Igual importancia reviste la re-educación de los
empleadores sobre el valor de los trabajadores de mayor edad
y en cómo ajustar el entorno de trabajo para los AM.
4) El aprendizaje para el propio enriquecimiento y autoafirmación
(empowerment) de los AM puede provocar mejoras individuales
y sociales de la salud mental. El auto enriquecimiento conduce
a un aumento de las interacciones entre los AM y enriquece a
todo el tejido de la vida social, y puede conducir a un papel
más protagónico por parte de los AM en el mercado laboral y
en las decisiones de su comunidad.
125
3.2. CARACTERÍSTICAS DE LA OFERTA UNIVERSITARIA
PARA ADULTOS MAYORES Y SU DESARROLLO EN EL MUNDO
126
Las características arriba señaladas para los PUAM no deberían
interpretarse como que la expansión de los mismos consista simplemente
en un aumento de la oferta de actividades dedicadas a mantener ocupadas
a personas ya retiradas de la actividad laboral y con más tiempo libre.
No necesariamente tiene que ser así, y puede sostenerse más bien que lo
que realmente debieran ofrecer las universidades es algo más que simples
pasatiempos, puesto que algunos adultos mayores demandarán encontrar
habilidades y conocimientos aplicables a carreras nuevas y diferentes,
que les sirva de complemento a la experiencia que ya poseen y a las
habilidades adquiridas en su trayectoria profesional anterior, buscando
nuevas habilidades que les abran fronteras; otros AM quizás sólo busquen
ampliar su formación por el simple placer de aprender. En ambos casos
la universidad debería brindar conocimientos que desarrollen capaci-
dades de análisis crítico, para que los AM participen activamente en la
erradicación de la actual construcción social de la vejez y que se constitu-
yan en agentes de cambio que reivindiquen mejoras en su posición
relativa como grupo social.
Otro hecho que podría propiciar una mayor adecuación de la oferta
de servicios educativos para los AM, es el surgimiento de la llamada
sociedad del conocimiento (knowledge society), antes denominada
sociedad de la información, ambos términos aluden al hecho de que la
adquisición, uso y distribución del saber se encuentran en la base del
funcionamiento de la sociedad130. Un importante organismo que está
impulsando cambios en los sistemas educativos a partir de este fenómeno
es la UNESCO131, el cual, dentro de sus políticas institucionales, ha
incorporado el término sociedad del conocimiento para desarrollar toda
una reflexión en torno al mismo, buscando lograr a través de él una
130. Uno de los autores que últimamente más ha trabajado sobre estos conceptos es Manuel Castells,
ver de él “La dimensión cultural de Internet”, Universitat Oberta de Catalunya, julio 2002.
http://www.uoc.edu/culturaxxi/esp/; y Castells, Manuel (1999) “La Era de la Información: Eco-
nomía, Sociedad y Cultura: La sociedad Red”, México, Siglo XXI. Sociedad y Cultura: La
sociedad Red”, México, Siglo XXI.
131. Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. UNESCO.
“Hacia las Sociedades del Conocimiento” Informe Mundial de la UNESCO. Ediciones
UNESCO. Mayenne. Francia. 2005.
127
concepción más integral, que supere la limitada dimensión estrictamente
económica que le dio Peter Drucker, su principal difusor132. La actual
tendencia es construir una nueva realidad social, en base a una oferta
educativa cuya estrategia se dirija a todos los miembros de la sociedad,
“de todas las edades”, y en gran medida se funda en el reconocimiento
de los Derechos Humanos. Esta tendencia se hace cada vez más evidente,
la observamos en “La Declaración de Principios de Ginebra” (CMSI
2003-a)133, la cual expresa en su primer artículo:
128
esta idea es la OMS, el que empleando el concepto de envejecimiento
activo135 defiende la idea de que los AM, al igual que los más jóvenes,
necesitan formarse en las nuevas tecnologías, argumentando que a través
del aumento de la práctica y las adaptaciones físicas (p. e. con el uso de
caracteres tipográficos grandes) se pueden compensar las pérdidas de
agudeza visual, audición y memoria a corto plazo; la OMS estima que
desde la perspectiva de un envejecimiento activo los AM pueden seguir
siendo creativos, flexibles y menos dependientes.
Los cambios en nuestra comprensión de la salud también proponen
una mayor oferta de PUAM, ya que reconocer la interacción entre lo
biológico, lo psíquico y lo social, implica reconocer que la actividad
psíquica y la participación social en los centros educativos pueden ser
de provecho para el organismo. Si bien el organismo físico como soporte
de las actividades intelectivas tiene sus límites (terminará cediendo al
tiempo) el intelecto considerado en sí mismo se puede mantener activo
y abierto con posibilidades ilimitadas.
Con respecto a la oferta educativa tradicional de las universidades,
consistente en cursos de grado abiertos a todos quienes hayan completado
sus estudios secundarios, sea cual fuese su edad, pueden cumplir el rol
de programas educativos intergeneracionales, ámbitos de intervención
educativa en los que se pueden conjugar objetivos compensadores y de
desarrollo. Estos, a pesar de que ofrecen menos posibilidades que los
PUAM, en el sentido de que sean los propios AM quienes ejerzan cierto
control del proceso de enseñanza y aprendizaje, tienen un valor educativo
adicional: que diversas generaciones aprendan juntas, o las unas de las
otras, participando conjuntamente en empresas de aprendizaje; dejando
abierta la posibilidad de que la transferencia de conocimientos deje de
ser unidireccional y se convierta en una comprensión de los diferentes
puntos de vista generacionales, de una modificación de actitudes y valores
Salud a la Segunda Asamblea de las Naciones Unidas sobre el Envejecimiento, Madrid, Espa-
ña. Abril de 2002.
135. Según la OMS “El envejecimiento activo es el proceso de optimización de las oportunidades de
salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las
personas envejecen” Ver. “Envejecimiento activo…” Op. Cit.
129
para las cohortes implicadas, de una transformación de la visión y
conocimientos que posee cada generación.
Este tipo de programas podría aumentar la comprensión de los
mayores respecto a las generaciones más jóvenes, su disposición a estable-
cer vínculos con ellas y su sentido de utilidad. Si bien el mero hecho de
poner dos cohortes generacionales en contacto no garantiza que los
resultados sean inmediatamente positivos, este contacto es imprescin-
dible en una sociedad que está siendo modelada por los cambios demo-
gráficos en la que cada vez habrá menos jóvenes y adultos, cada vez
habrá más trabajadores de edad, jubilados y ancianos.
Al respecto en Argentina el índice de envejecimiento136 o relación
Viejos/Jóvenes, es decir, el número de personas mayores de 65 años como
porcentaje de los jóvenes de 19 años o menos crece rápidamente (ver
Gráfico N°1). Ante este envejecimiento poblacional a nuestra sociedad
no le queda otro camino que desarrollar nuevas formas de solidaridad
Gráfico Nº 1
Relación Viejos/Jóvenes
0,4
0,35
•
0,3 •
• •
0,25
• •
• • •
0,2
•
0,15 • •
• •
0,1
0,05
0
1950 1955 1960 1965 1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 2005 2010 2015
Fuente: INDEC - Estimaciones y proyecciones nacionales de población por sexo y edad 1950-2015
136. El índice de envejecimiento demográfico, que se obtiene como la razón de personas mayores
sobre el total de menores en una población, y se interpreta como el número de personas mayo-
res por cada 100 menores de 19 años (también se suele utilizar para el cálculo 14 años o me-
nos). Una limitación de este indicador es a través de él no sabemos si un mayor índice de
envejecimiento se debe a que las personas están viviendo más años, están teniendo menos hijos
o ambos.
130
intergeneracional, partiendo de un apoyo mutuo para lograr la transfe-
rencia de competencias y experiencias entre distintas cohortes.
137. Además de la AIUTA existen otras instituciones internacionales con objetivos similares como la
LiLL (Learning in Later Life); TALIS (Third Age Learning International Studies); EUROWORK
AGE (European Older Workers Network), en el caso de la AIUTA ver http://www.aiuta.asso.fr/
historique.htm
131
demográfico y en segundo lugar el alto nivel socioeconómico alcanzado
por gran número de AM.
Estas iniciativas fueron en gran medida impulsadas por la Asocia-
ción Internacional de Universidades de la Tercera Edad (AIUTA), tam-
bién fundada en Toulouse, en 1975, por el mismo profesor Pierre Vellas.
Esta asociación tiene como objetivo favorecer la creación y desarrollo
de universidades para adultos mayores en todo el mundo. Actualmente
están adheridas a AIUTA más de tres mil PUAM.
La AIUTA también ha promovido una serie de programas en
muchas universidades de Latinoamérica y Norteamérica138. Como se
comprenderá, este tipo de programas, por la diversidad de la extensión
geográfica en que se encuentran, han tomado diferentes formas adaptadas
a cada realidad económica y cultural, por lo que no se puede decir que
haya un criterio único sobre el tipo de organización más adecuado a las
necesidades de los AM. Si bien todos estos programas se originan en el
modelo francés, solo tienen como común denominador el tutelaje de las
universidades convencionales, como una extensión de ellas y estructu-
rados por lo general en cursos académicos. Este modelo es el más formal
y es el que impera en la mayor parte de Europa y Latinoamérica.
Desde un punto de vista más general, es notable lo que está
ocurriendo en la Unión Europea, donde los cambios demográficos a los
que se enfrentará en los próximos decenios plantean retos específicos
derivados de la economía del conocimiento, su fuerza de trabajo y, sobre
todo, sus logros en materia de educación. Será difícil en una sociedad
que envejece cumplimentar inversiones en educación superior suficien-
tes, a un número suficiente de jóvenes educados para mantener el stock
de capital humano y el crecimiento económico basado en el conoci-
miento. Aunque en general la progresión en el nivel de instrucción
132
impulsa a más jóvenes europeos hacia la educación superior, les será
difícil alcanzar el número necesario de jóvenes con instrucción, incluso
con el apoyo positivo de los flujos migratorios139. Las consecuencias
para la educación y la formación son claras: existe la urgente necesidad
de aumentar la oferta educativa, especialmente invertir en la educación
de adultos e implantar el aprendizaje permanente. Para ello los actuales
sistemas educativos deben adaptarse a un entorno de aprendizaje más
flexible en el que las personas aprendan y continúen en su trabajo, y
más tarde en la vida para adquirir y mantener aptitudes y competencias
necesarias ante una cambiante economía del conocimiento. Esto implica
el desarrollo de las habilidades y las prácticas de aprender continuamente.
139. PUNIE, YVES “Learning Spaces: an ICT-enabled model of future learning in the Knowledge-
based Society” European Journal of Education,Vol. 42, Nº. 2, 2007. Pág.189.
133
la misma experiencia en los años 1970 fundando las Universidades de
la Tercera Edad (U3A) hechas realidad en 1982 y de las que actualmente
hay cerca de 400 en todo el Reino Unido140. Durante los años 1980 Laslett
volcó su interés hacia el estudio del envejecimiento, luchando contra la
idea de que los AM tengan que ser dejados de lado y no tenidos en
cuenta en los procesos de toma de decisiones, como por ejemplo en el
área educativa. Pensaba que la tercera edad (de los viejos jóvenes) era
la época del desarrollo personal completo y la cuarta edad (la de los
viejos viejos) la que corresponde a los estereotipos del envejecimiento,
el declive físico y una etapa de dependencia.
Los aportes de grupos de AM organizados, básicamente a partir
de grupos de discusión, de voluntariado y de ayuda mutua, dieron lugar
a un modelo de educación universitaria diferente, se desarrolló en Ingla-
terra en la década de los años ochenta. Es el caso de Age Concern (Reino
Unido), una institución que brinda servicios a las personas de edad y
desarrolla sus propias iniciativas locales en conexión con otros grupos
similares. El resultado de tales iniciativas locales ha sido la creación de
una demanda de diversos tipos de capacitación y educación, incluyendo
capacitación en asuntos administrativos para miembros de grupos locales,
capacitación para desarrollar actividades lucrativas y capacitación de
apoyo para quienes atienden a los enfermos141. Existen además muchas
organizaciones tales como Help Age International que apoyan estas
iniciativas, esforzándose y ejerciendo presión para obtener apoyo del
público y de los políticos para recibir este tipo de educación.
Estas experiencias sugieren que las personas de edad están más
motivadas que desmotivadas para aprender y, además, que tienen ideas
muy claras respecto a lo que desean aprender y del modo en que quieren
aprenderlo. Los AM expresan a menudo sus necesidades tomando la
iniciativa de fijar sus propias estructuras de aprendizaje; un caso concreto
140. RAMIRO FARIÑAS, DIEGO (2001) ”In Memorian- Peter Laslett Humanista y Científico
Social” Revista Española de Investigaciones Sociológicas - REIS Nº 96. pp. 13-17. Madrid:
Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).
141. UNESCO. “La educación de adultos y las personas de edad” V Conferencia Internacional de
Educación de las Personas Adultas, Hamburgo. 1997 http://www.unesco.org/education/uie/
confintea/pdf/8a_span.pdf.
134
es el de la Universidad de Strathclyde en Glasgow, que en 1987 inició
un programa piloto con clases diurnas para AM. Los fundadores de la
iniciativa fueron sólo AM, los cuales estaban conscientes de que muy
pocos de ellos participaban en los programas regulares de clases vesper-
tinas para personas adultas. El nuevo programa que crearon se denominó
Educación en la Etapa Posterior de la Vida, el mismo estaba destinado
sólo para personas mayores de 50 años. En 1987, dicho programa se
inició con sólo 200 alumnos, en 1997 contaba ya con 2000 participantes.
En 1988 se formó la Asociación de Estudiantes en la Etapa Posterior de
la Vida por una iniciativa de los mismos alumnos, todos de edad
avanzada142.
En Estados Unidos las opciones de los AM para estudiar son de
cuatro tipos143: 1) Universidades que abren sus matrículas a jubilados
interesados que no estén en ningún programa de graduados, dejando
algunos espacios para ellos en cursos seleccionados. Estos estudiantes
AM no buscan ninguna titulación y se matriculan en los cursos
participando con los mismos requisitos y en las mismas actividades que
los estudiantes jóvenes; 2) Programas tipo “Elderhostel”, que no tienen
fines lucrativos, trata de brindar un entorno en el que se estimule
intelectualmente a los ciudadanos mayores. Los AM se alojan en un
colegio mayor o en un “campus” universitario y acuden a las clases,
normalmente durante una semana, para experimentar la vida y el
aprendizaje de un estudiante universitario típico. La tarifa para esta
experiencia educativa es baja, U$S 250 por habitación, pensión y
enseñanza. La idea que está detrás del “Elderhostel” es que el retiro es
un período de oportunidades para que los AM participen y disfruten de
142. UNESCO. “La educación …” Op. Cit. Comenta además sobre la Universidad de Strathclyde:
“Como disfrutaban tanto las clases, querían seguir juntándose durante la época de verano en
la que se interrumpen las clases universitarias. Como resultado de esto, los educandos de
edad fundaron su propia asociación.
Actualmente tiene aproximadamente 750 miembros y organiza un conjunto de actividades
culturales y sociales, viajes de estudio y excursiones. La Asociación de Estudiantes adminis-
tra 14 círculos de aprendizaje diferentes, independientes del programa más formal ‘Educa-
ción en la Etapa Posterior de la Vida’ y organizados por los mismos estudiantes”.
143. EHLKE REILLY, KAREN “La población adulta mayor” en BURKE, M. y WALSH, M.B.
(1998) “Enfermería Gerontológica” España: Harcourt-Brace. pp. 41-42.
135
nuevas experiencias y desafíos; 3) El Older “Adult Service and System”
(OASIS), es una asociación integrada por departamentos gubernamen-
tales de la vejez, por lo general a nivel condado o municipal. Se localizan
en centros comerciales donde personal voluntario ofrece sus servicios
para enseñar a los AM interesados en aprender sobre cuidados sanitarios,
talleres literarios, apreciación musical, manualidades y otras actividades
recreativas; 4) Programas de verano, de jornada media o completa, son
atractivos porque los AM además de viajar realizan nuevas actividades
durante el verano. Los responsables de los centros educativos aprovechan
el período de receso para utilizar las aulas que quedarían vacías o
subutilizadas, posibilitando también a profesores a conseguir algunos
ingresos extra entre un semestre académico y otro. Aunque estos cursos
son pagos, son cada vez más regulares en los “campus”.
Para tener una idea de los resultados de estas experiencias, puede
mencionarse que una investigación realizada durante la segunda mitad
de los años ochenta, en la “Wichita State University” de Kansas, sobre
el comportamiento de los estudiantes mayores de 60 años, en la que se
reunieron datos de entrevistas durante más de 6 años “Los hallazgos
indicaron que más del 75% de los miembros de las facultades cuyas clases
fueron estudiadas comprobaron que los adultos mayores estaban mejor
motivados que los más jóvenes y aprendían con igual rapidez. Tres de
cada cinco miembros de la facultad pensaban que los estudiantes mayores
contribuían positivamente a las clases” (Burke, M. 1998, p. 41). Los miembros
o funcionarios de la universidad comprobaron además que los costos
adicionales asociados a la participación de los AM eran mínimos.
En el caso de Australia existe una “Asociación Australiana de
Educación de Adultos y de la Comunidad” que, luego de recibir una
subvención del gobierno en 1995, para llevar a cabo investigaciones
sobre políticas de aprendizaje en la tercera edad, en 1997 logró crear
sus propios programas de enseñanza en la tercera edad. “El axioma
fundamental de estos programas es que son las mismas personas de la
tercera edad quienes asumen el control sobre los programas de enseñanza”144.
136
3.2.2.3 En Asia
137
UTAs en China ha llegado a 16.676 a finales de 1999, y el número de
personas de la tercera edad que estudian en las UTAs es más de 1,38
millones”145. Los programas para el aprendizaje permanente, especial-
mente el desarrollo de UTAs, han sido apoyados y alentados por el
gobierno. La Ley de la República Popular de China sobre la protección
de los derechos e intereses jurídicos de las Personas de Edad, que fue
aprobada por el Congreso chino (Congreso Nacional del Pueblo) en
1996, estipula que los AM tienen derechos para acceder a la educación
continua y compromete al Estado a desarrollar la educación de los AM
y fomentar la creación y el funcionamiento de diversos tipos de UTAs.
En 1994, diez ministerios del gobierno central chino, en el marco de un
programa nacional de desarrollo para los AM, exigió a los gobiernos
locales de todos los niveles a elaborar un plan de desarrollo para la
educación de los AM.
En 1988, con el fin de promover el desarrollo de las UTAs en
China, se creo la Asociación China de Universidades para los Ancianos
(Caua). Se trata de una red cuya organización incluye 207 UTAs. Caua
publica una revista sobre el aprendizaje permanente, que proporciona
orientación a las UTAs de China y ha creado un equipo de investigación
sobre el desarrollo de libros de texto para UTAs.
Actualmente, la mayoría de las UTAs establecidas, son financiadas
y operadas por el gobierno y otras han sido creadas por el sector privado
aunque también reciben ayuda financiera del gobierno (de los 207
miembros de Caua, 26 son privadas).
Normalmente, una UTA es diferente e independiente de las univer-
sidades comunes. Tiene sus propias aulas y los cursos que ofrece son
diseñados de acuerdo a los intereses y demandas de los estudiantes más
avanzados. Los cursos más populares son los de caligrafía, pintura,
literatura, cocina, jardinería, cuidado de la salud, música, baile y compu-
tación, aunque en las zonas rurales los cursos están más vinculados con
tecnologías útiles para la agricultura.
145. XIAO CAIWEI (2000) “China: Lifelong Learning and the Use of New Technology” Washing-
ton: TechKnowLogia, September/October 2000. p.23.
138
Los cursos pueden ser incorporados o ajustados en función de los
intereses y demandas de los AM. Existen cursos televisivos de las UTA
que se transmiten dos días por semana, y los exámenes se llevan a cabo
en la forma de una prueba escrita o por medio de la discusión entre los
estudiantes. Los diplomas son expedidos después de completar 8 cursos.
Zhe Jiang TV UTA tiene sucursales en 22 ciudades, donde las personas
de edad pueden matricularse. Con el rápido desarrollo de Internet, en
1999 TV Shangai UTA abrió una UTA “on line”, en colaboración con
la estación de TV de Shanghai. A pesar de que es la única UTA “on
line” en China, y aunque la mayoría de las personas mayores no tienen
acceso a Internet, representa la nueva tendencia en franco desarrollo. Se
espera que esta nueva tecnología haga el aprendizaje permanente más
accesible y de hecho el número de AM anotados crece146.
La difusión de la enseñanza en AM en este continente va de la
mano con la realización de investigaciones sobre sus efectos. Algunos
hallan que la educación durante la vejez ayuda a las personas a darle
sentido a sus vidas147; otros, que los mayores conocimientos adquiridos
estudiando siendo ya viejos hacen la vida más satisfactoria148. Los autores
suelen señalar que estos resultados pueden estar determinados por
cuestiones culturales propias y que no pueden extrapolarse a la cultura
occidental.
3.2.2.4 En Iberoamérica
139
tercera edad. En el año 2000, la Universidad de Sevilla realizó un Congre-
so que convocó a sus pares latinoamericanos, con el fin de analizar y
debatir sobre las distintas experiencias educativas con adultos mayores.
El título del Congreso fue “Los Programas Universitarios de Mayores”,
en este encuentro se propuso ofrecer un espacio de encuentro e intercam-
bio de las actividades desarrolladas en los programas universitarios de
mayores.
Otro Congreso tuvo lugar en Lima, en el 2005, organizado por la
Pontificia Universidad Católica del Perú, que tuvo como objetivos
principales el intercambiar experiencias universitarias vinculadas a la
docencia con adultos mayores, plantear alternativas de acción conjunta
de universidades iberoamericanas que conduzcan a mejorar la calidad
de la oferta académica, e impulsar la formación de una Red de univer-
sidades que desarrollen experiencias universitarias con adultos mayores.
En el año 2006 se realizó el “III Taller Internacional de Universi-
dades de Adultos Mayores” realizado en La Habana, Cuba; en el año
2007 se organizó la Edición “Construcciones y Transformaciones de la
Educación Permanente” del Congreso Iberoamericano de Experiencias
Educativas Universitarias con Adultos Mayores, que se realizó en Paraná,
Entre Ríos, en la UNER.
3.2.2.5 En Argentina
140
Departamento de la Mediana y Tercera Edad, Facultad de Ciencias
de la Educación, Universidad Nacional de Entre Ríos.
Programa de Educación Permanente de Adultos Mayores, Facul-
tad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad Nacional
de La Plata.
Programa Educativo de Adultos Mayores, Facultad de Huma-
nidades, Ciencias Sociales y de la Salud, Universidad Nacional de
Santiago del Estero.
Talleres sobre vejez, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad
Nacional de San Luis.
PEAM Programa de Extensión para adultos mayores, Secretaría
de Extensión Universitaria, Universidad Nacional de General San Martín.
PEAM - Programa Educativo de Adultos Mayores, Secretaría de
Extensión y Desarrollo, Universidad Nacional de Río Cuarto (que cuenta
con alrededor de mil quinientos alumnos).
Programa UniTE, Secretaria de Extensión, Facultad de Ciencias
Sociales, Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
Programa UNIMAS, Facultad de Ciencias de la Salud, Univer-
sidad Nacional de Catamarca.
Aulas para el Tiempo Libre, Facultad de Artes y Diseño, Univer-
sidad Nacional de Cuyo.
141
Universitarios de Adultos Mayores”, se viene reiterando la necesidad
de que las universidades nacionales expliciten definitivamente como
uno de sus objetivos la educación de los AM. Simultáneamente se va
perfilando en el país un modelo de PUAM estructurado en cursos acadé-
micos, en los que los contenidos educativos que más se repiten son las
humanidades, seguidos por temas relacionadas con la salud y con las
nuevas tecnologías de la información y la comunicación.
Si bien no podemos afirmar que la expansión de los PUAM en
Argentina sea actualmente un fenómeno social importante, está presente
en casi en la mitad de las universidades del país, de las 38 universidades
nacionales ya son 19 las que cuentan con sus propios programas, los
cuales están dirigidos básicamente a los AM mayores de 50 años, quienes
sin cumplir ningún requisito, en cuanto a titulación oficial, pueden elegir
los conocimientos ofrecidos por las estas universidades. La mayor
conciencia de las universidades nacionales con respecto a esta proble-
mática se refleja en hechos tales como la reciente creación, por parte de
la Universidad Nacional de Rosario, en el año 2007, de una Carrera de
Postgrado de Especialización en Educación de Adultos Mayores, en
colaboración con la Universidad de Granada.
142
y otras condiciones materiales de vida. En este apartado desarrollaremos
las tres primeras, el último determinante se tratará más adelante, al
abordar las situaciones del país, de la provincia de Santa Fe y del Gran
Rosario.
143
en el descubrimiento de potencialidades, mejoras en la capacidad de
lectura y comprensión, en general mejorando en el concepto que tienen
de sí mismos.
La educación en la segunda mitad de la vida podría también ayudar
a que los sujetos superen ciertas limitaciones y puedan realizar deseos
que permanecían latentes en anteriores etapas de la vida, asimismo los
mayores podrían experimentar mejoras en sus hábitos de vida, en la
adaptación social y en sus relaciones familiares150.
Aceptando que las motivaciones en los seres humanos cambian a
lo largo de la vida y con la edad151, las oportunidades de aprendizaje
durante toda la vida ayudarían a los AM a desarrollar las aptitudes y la
confianza necesaria, para poder adaptarse a los cambios con más
independencia a medida que envejecen.
144
ignoraron la vejez como una etapa de desarrollo educativo, más bien la
asimilaron a una etapa de declinación tanto biológica como psíquica. El
planteo de educar en la tercera edad aparece recién con la teoría del
ciclo vital que observa la edad desde una perspectiva psicobiológica,
con una visión del ser humano que reconoce en él un potencial de cambio,
admitiendo que el adulto mayor tiene capacidad para aprender y progresar
durante toda su vida.
Esta perspectiva es relativamente nueva, ya que la Psicología
Evolutiva concebía el desarrollo como un progreso que se da funda-
mentalmente en las primeras etapas de la vida, constituyendo una visión
pesimista, respecto a la educación durante la vejez, que influyó a su vez
en las prácticas pedagógicas tradicionales, que atribuían, y aún lo hacen,
a la educación una función socializadora consistente en formar e insertar
a la persona en la sociedad adulta.
Las viejas concepciones implícitamente parecían dividir la vida
en tres etapas: 1ª) Etapa de adquisición de todos aquellos conocimientos
y habilidades que se utilizarán en la vida adulta, etapa en la que la educa-
ción adquiere su mayor justificación; 2ª) Etapa de producción, en la que
la persona se dedica a aplicar todo lo aprendido, su potencial productivo
acumulado en la primera etapa; 3ª) etapa de retiro, en la que se abandonan
las tareas productivas y de capacitación para descansar, o bien disfrutar
de actividades no productivas, es decir no destinadas al mercado.
Bajo la influencia de teóricos como Baltes, Lindenberger y
Staudinger152, estas visiones fueron cambiando durante los años 70, sur-
giendo una nueva teoría del ciclo vital que produjo un importante cam-
bio positivo respecto a cómo la sociedad percibe a los AM. Los gerontólogos
y los planificadores de la política pública señalaron con optimismo que
la vejez no es una época de deterioro, sino de crecimiento potencial
concebible como un modelo de progresión dual, en el que se distinguen
dos esferas de la inteligencia: la mecánica y la pragmática. La inteligencia
145
mecánica es semejante a la inteligencia fluida (como en la elaboración
de la información) y la inteligencia pragmática se refiere a la capacidad
de aplicar el conocimiento y las habilidades acumuladas. Los AM pueden
empeorar en relación a la inteligencia mecánica, pero en cambio mejoran
respecto a la inteligencia pragmática; este balance entre pérdidas y
ganancias se va modificando a medida que la persona avanza en edad,
en este esquema los AM van aplicando sus mayores potencialidades
para compensar sus pérdidas mientras la posibilidad de obtener ganancias
subsista.
A esta combinación de factores se conoce como la tercera edad
(Baltes y Smith, 2002)153, en la cual se ha demostrado, a través de muchas
investigaciones, que los ancianos menos viejos (de 60 a 80 años de edad)
tienen todavía mucho que esperar de la vida y de la educación. Las
investigaciones también demuestran de modo concluyente que los
ancianos más viejos (de 80 años en adelante) suelen tener una experiencia
muy diferente, a la que se da el nombre de cuarta edad; los AM de la
cuarta edad, que se hallan en el límite de su capacidad funcional,
disponen de pocas intervenciones que les puedan dar buenos resultados,
es por esto que los índices de enfermedades tales como el cáncer y la
demencia aumentan muchísimo en esta etapa; a la vez, también se advier-
te un deterioro significativo y acelerado en otros aspectos del funciona-
miento psicológico, entre ellos la memoria154.
Estos resultados mostrarían que los AM candidatos a realizar
estudios superiores serían fundamentalmente los de la tercera edad, que
en nuestro país ubicaríamos entre los 65 y 75 años y denominaremos
viejos jóvenes, por contraste a los AM de la cuarta edad los ubicaremos
entre los 75 y más años y denominaremos viejos viejos. Para Baltes y
Smith, estas diferencias entre la tercera y la cuarta edad son importantes
153. BALTES, PAUL B. & SMITH, JACQUI: “New Frontiers In The Future Of Aging: From
Successful Aging of the Young Old to the Dilemmas of the Fourth Age”. The Valencia Forum is
sponsored by the International Association of Gerontology in support of the Second United
Nations World Assembly on Aging. Valencia, España, Abril 1-4, 2002.
154. Ver KAIL, ROBERT V. y CAVANAUGH, JOHN C. “Desarrollo Humano. Una Perspectiva del
Ciclo Vital” Thomson Editores, S.A. México. 2007.
146
en la investigación y la política social, a la tercera edad la llaman “buenas
noticias” y a la cuarta edad “malas noticias”155.
Esta corriente comenzó a enfatizar la idea de que el desarrollo no
depende únicamente de los factores biológicos, sino que se trata de un
proceso abierto a influencias del contexto social y cultural, en el que
cada persona, independientemente de su edad, toma decisiones encami-
nadas a orientar y producir su propio desarrollo hacia metas que ella
misma establece.
Para esta teoría la persona nunca pierde cierta capacidad de cambio
y adaptación a nuevas circunstancias, y más bien posee cierta capacidad
de revertir o compensar aquellos eventos del pasado que ocasionaron
pérdidas en sus capacidades actuales. Estas premisas hacen posible
potenciar la capacidad de las personas para aprender y para disponer de
metas educativas durante toda la vida, incluso en sus últimos años.
A partir de esta teoría, la demanda de educación en la vejez llega
a tener al menos sentidos u objetivos, que a nosotros nos interesan
directamente: concebir la educación como una compensación de pérdidas
y como potenciadora del desarrollo.
155. BALTES, PAUL B. & SMITH, JACQUI: “New Frontiers In The Future Of Aging: From
Successful Aging of the Young Old to the Dilemmas of the Fourth Age”. The Valencia Forum is
sponsored by the International Association of Gerontology in support of the Second United
Nations World Assembly on Aging. Valencia, Spain, April 1-4, 2002.
147
personas mayores, ya que la habilidad que se ejercita y estimula tiene
mayores posibilidades de conservarse intacta con el paso de los años.
Ejemplos típicos son programas orientados a entrenar la memoria u otras
competencias intelectuales en personas mayores sanas, programas
destinados a prevenir o compensar los efectos perniciosos de ciertos
cambios psicosociales como la jubilación forzada156.
En general, los estudios realizados hasta ahora en el campo de la
cognición en la vejez son aludidos y trasladados, muchas veces de manera
directa, a propuestas que pretenden explicar el comportamiento de las
personas mayores en situaciones educativas y optimizar la efectividad
de las situaciones de aprendizaje con mayores. Estos conocimientos
enfatizan los diferentes declives que tienen lugar a medida que enveje-
cemos, y las implicaciones educativas se plantean desde la perspectiva
compensatoria o atenuadora del déficit157. Si bien estas implicaciones
pueden ser relevantes puntos de partida, en su mayoría suponen ajustes
a déficit que no caracterizan todas las personas mayores, ni siquiera a la
gran mayoría, y cuando lo hacen no es en el mismo grado ni de la misma
manera;
b) potenciar la actividad y relaciones sociales de la persona mayor,
se puede plantear desde diferentes niveles: primer nivel, tiene el objetivo
de fomentar nuevas relaciones sociales; implicarse en desafíos educa-
tivos, que tienen lugar en entornos sociales, puede ser un nuevo contexto
que los sustituya hasta cierto punto y evite la pérdida de vínculos sociales
que experimentan algunas personas mayores; segundo nivel, que se
156. Este objetivo educativo, no ya en el ámbito universitario, se extiende incluso a personas mayores
con envejecimiento patológico (demencias), son los ‘programas de psicoestimulación cognitiva’
que intentan mejorar la calidad de vida del paciente, reforzando competencias para ponerlas a
salvo el mayor tiempo posible.
157. Los puntos que se enfatizan, por lo general son los siguientes: a) El declive en las capacidades
sensoriales y perceptivas aconseja un rediseño de los entornos físicos y el material utilizado en
situaciones educativas; b) El enlentecimiento cognitivo general asociado al envejecimiento
implica planificar las secuencias educativas con un ritmo adaptado a los mayores; c) Los déficit
de atención suponen que, en la educación de mayores, sea especialmente clave evitar la sobrecarga
de información y la aparición de fatiga; d) La menor eficiencia mnemónica hace que sea
importante proporcionar el suficiente tiempo para recordar y repasar conocimientos ya
adquiridos, una estructura clara de contenidos, y un vínculo explícito entre lo nuevo y lo que ya
se sabe.
148
vincula al papel que tiene la persona mayor en su comunidad, tiene que
ver con la educación como un medio para que los mayores adquieran un
poder que han perdido, aludimos en este caso al concepto de empode-
ramiento, a la necesidad de que los AM que asisten a la universidad se
fortalezcan en su capacidad de controlar su propia vida.
Los mayores, improductivos en términos laborales, se contemplan
como un grupo aquejado fundamentalmente de necesidades, dependiente
de otros grupos sociales (los productivos) y con escaso poder de decisión
y poder político para configurar y transformar el mundo de acuerdo a
sus intereses. La educación sería uno de los medios para revertir esta
situación y hacer que las personas mayores no sólo se mantengan en
contacto con los nuevos conocimientos y eviten quedar relegados y al
margen de las corrientes de cambio social, sino para que adquieran
conciencia de sus circunstancias, tomen las riendas de su vida y puedan,
incluso, ser capaces de participar activamente en la transformación de
su situación e incluso en la definición de los rumbos de una sociedad en
la que deben implicarse activamente. Con la educación universitaria se
podría conseguir que los AM se perciban a sí mismos capaces y legítimos
para ocupar un espacio en la toma de estas decisiones, fomentando la
confianza en sí mismos como para poder realizar cambios, resolver
problemas, y organizarse con otras personas para alcanzar una meta
común.
149
pensamiento postformal; otros autores vinculan la sabiduría con la
identidad y la integridad, que permiten dar sentido a las experiencias
vividas y valorar lo conseguido, de este modo el valor del recuerdo y la
reelaboración de una historia personal propia no sólo ayudarían a
comprender su vida y sino que podría ser de ayuda a los demás.
La educación puede tener un importante papel en la vejez, y sus
objetivos, según la perspectiva del ciclo vital, son optimistas e incluyen
tanto la compensación de pérdidas como la adquisición de nuevas
ganancias. Sin embargo hacen falta aún más estudios empíricos que
respalden estas teorías, sobre todo respecto a los cambios experimentados
por los mayores como consecuencia de su participación en procesos
educativos, así como de explorar los factores que influyen en que esas
consecuencias sean unas u otras. Es decir, se trata de poner en relación
los conocimientos de Psicología de la Educación con el estudio de los
mayores como participantes en situaciones educativas concretas.
A pesar de que nuestro trabajo se refiere particularmente a un
fenómeno educativo formal, los PUAM se dan en un contexto universitario,
vale la pena hacer consideraciones sobre la educación de AM en otros
contextos. Un aspecto que debe considerarse es el valor educativo del
ocio, para el desarrollo personal y social Un segundo contexto muy
importante en la vejez es el contexto familiar, un contexto dinámico de
pleno cambio en la relación entre sus miembros, particularmente el tipos
de relación que se establece entre abuelos y nietos, cuando las parejas
delegan parte del cuidado de la educación de sus hijos a los abuelos.
Resumiendo, la perspectiva de ciclo de vida introduce la idea de
que envejecimiento no implica necesariamente una ruptura temporal en
la que se ingresa a una etapa terminal, más bien forma parte de un proceso
en el que el individuo continúa participando en la sociedad, al igual que
lo venía haciendo en etapas anteriores, es una etapa más en el proceso
total del ciclo vital.
150
plantearse la necesidad de saldar una deuda pendiente con las personas
mayores quienes, por sus propias circunstancias históricas, de haber
nacido en una época en que no existían las mismas posibilidades para
acceder a la educación, se vieron impedidos de acceder a un nivel de
educación suficiente para las exigencias del mundo actual. Está com-
probado que, a medida que transcurre el tiempo, el número de años de
educación formal va aumentando y los que se incorporan a la población
AM tienen cada vez mayor educación, éste es un fenómeno casi
universal158 que también se observa en Argentina. Este fenómeno lo
podemos apreciar con un corte transversal o en su evolución temporal.
En el primer caso, a través del Cuadro N° 1 se puede apreciar que, en
nuestro país, en el año 2001, el 40% de las personas que tenían entre 30
y 39 años completaron sus estudios secundarios o más, mientras que
entre los mayores entre 60 y 69 años dicho porcentaje baja casi a la
mitad (21%). Claramente se ve que el porcentaje de adultos que completó
el secundario empieza a caer conforme avanza la edad.
También podemos apreciar una mejora en el nivel educativo de
los AM a través del tiempo, entre 1991 y el 2001, tal como se aprecia en
el Cuadro N° 2 tanto los hombres como la mujeres mayores de 60 años
han mejorado su nivel educativo, principalmente las mujeres. Ver en los
cuadros siguientes.
Entre 1991 y el 2001 los AM que completaron el secundario o
más pasó del 13% al 18%, fundamente debido a las mujeres. Este proceso
seguramente continuará, y podríamos pensar que en el año 2020 los AM
con posibilidades educativas de acceder a la universidad se duplicará.
Sin el deseo de pronosticar una cifra exacta, podemos sí afirmar que en
las próximas décadas se acentuará la demanda educativa de los AM,
porque el número de personas AM con nivel educativo apto para la
educación universitaria será también cada vez mayor, esto se verá
reforzado con la tendencia a educarse a lo largo de toda la vida y la
mayor proporción de mujeres entre los AM.
158. En el caso de EEUU, por ejemplo, según el U.S. Census Bureau, 2001b, actualmente apenas la
mitad de las personas mayores de 65 años cuentan con un diploma de preparatoria y 10% cursó
4 o menos años de universidad. En el 2030, se estima que 85% tendrá el diploma y que 7%
tendrá un título universitario.
151
Cuadro N° 1
Nivel educativo según grupo de edad
Población con
Población secundario B/A en %
Total completo o más
Edades A B
20-24 3.199.339 772.291 0,24
25-29 2.695.341 984.094 0,37
30-39 4.594.520 1.817.632 0,40
40-49 4.108.447 1.444.517 0,35
50-59 3.354.527 964.107 0,29
60-69 2.394.125 512.428 0,21
70-79 1.724.420 282.789 0,16
80 y más 753.412 103.199 0,14
Cuadro N° 2
Adultos Mayores que completaron el secundario o más
(En % de grupo de edad respectivo)
Fuente: Elaboración propia en base a INDEC. Censos Nacionales de Población 1991 y 2001.
152
Gráfico Nº 2
0,45
123456
0,40 123456
123456 123456
123456 123456
123456
123456
123456
0,35 123456 123456 123456
123456
123456 123456
123456 123456
123456
123456 1234
0,30
123456 123456
123456
123456
123456 1234
1234
12345 123456 123456 123456 1234
Porcentaje
0,25 12345
12345 123456
123456 123456 123456 1234 1234
12345 123456 123456 123456 1234 1234
123456 123456 1234 1234
0,20 12345
12345 123456
123456 123456 123456 1234 1234
12345 123456 123456
123456
123456
123456 1234
1234 1234
1234
1234
1234
0,15 12345 123456 123456 123456 1234 1234 1234 12345
12345
12345 123456
123456 123456 123456 1234 1234 1234 12345
12345 123456 123456 123456 1234 1234 1234 12345
0,10 12345 123456 123456 123456 1234 1234 1234 12345
12345 123456 123456
123456
123456
123456 1234
1234 1234
1234
1234
1234 12345
12345
0,05 12345 123456 123456 123456 1234 1234 1234 12345
12345
12345 123456
123456 123456 123456 1234 1234 1234 12345
123456 123456 1234 1234 1234 12345
0,00
20-24 25-29 30-39 40-49 50-59 60-69 70-79 80 y más
Edades
153
también deberían ser más altos. De ser así la mayor escolaridad, y nivel
de ingresos que la acompaña, promovería en el futuro el acceso a una
serie de servicios que otorguen buena atención de salud, estilos de vida
más saludables, y por supuesto más servicios educativos.
Como vemos todo esto dependerá, en última instancia, del nivel
socio económico que el futuro tengan los AM, puesto que se sabe que la
clase social influye en la longevidad, limitando el acceso a todo tipo de
bienes y servicios (sobre todo a la atención médica), entre ellos la
educación. De modo que también debemos contemplar la posibilidad
de que la mayor parte de esta cohorte vea frustrada sus aspiraciones
educativas, por la inviabilidad financiera del actual sistema de pensiones
argentino, el cual no podría asegurarles en el futuro un nivel socioeconó-
mico que les permita satisfacer este tipo de necesidades. Es por tanto
previsible que en el futuro sólo una minoría de ancianos esté en
condiciones económicas de acceder a la educación universitaria.
159. Ver al respecto: FERNÁNDEZ ACQUIER, L. y LARREA, M. “La Integración de las Personas
154
Nº 22.431, del año 1981, que instituye el sistema de protección integral
de las personas con discapacidades, considera discapacitada a:
Gráfico N° 3
Total del país. Pirámide de población con discapacidad. Año 2002-2003
1234512345678
90 y más 12345
1234512345678
1234567890123
.....
.......
..
....
123451234567890123
........................................
........................................
........................................
123456789
12345
123456789012345
123456789 123456789012345678901
1234567890123
123456789012345678901234
123456789012345678901
80 - 84 123456789012345
123456789012345123456789012345678901234
12345678901234567 12
12345678901234567123456789012345678901234
123456789012345678901234 12
12 Varones
70 - 74 12345678901234567
123456789012345
123456789012345123456789012345678901234
1234567890123456789
1234567890123456789
1234567890123456
1234567890123456
1234567890123 1234567890123456789
60 - 64 12345678901231234567890123456789
1234567890123456
1234567890123456
1234567890123 12345678901234567
.........................
50 - 54 1234567890123
1234567890 12345678901234567
123456789012
1234567890 123456789012
123456789
1234567890 12345678
123456789012
.....................
.....................
123456789 12345678
40 - 44 12345678
123456789
12345678 12345678
1234567
12345678
123456781234567
30 - 34 12345678
123456781234567
1234567890 1234567
123456789012345678
12345678
20 - 24 1234567890
12345678
123456789012345678
123456789012
1234567890
123456789012 123456789
12345678
10 - 14 12345678901
12345678901
123456789
123456789
12345678901
123456 123456789
123456 123
123456
123456123456
123456 123
123
..
0-4 Mujeres
5,0 4,0 3,0 2,0 1,0 0,0 1,0 2,0 3,0
Nota: El total del país abarca al conjunto de los centros urbanos del país con 5.000 habitantes o más.
Fuente: INDEC. Encuesta Nacional de Personas con Discapacidad 2002-2003.
155
prejuicios relacionados con la discapacidad y la vejez, así como barreras
al acceso tanto en las ciudades (en el transporte público, grado de
señalización, etc.) como dentro de las propias universidades (por ejemplo
la ausencia y/o insuficiencia de las ayudas y soportes técnicos compati-
bles con sus necesidades). Las políticas activas de inclusión siguen siendo
escasas y prácticamente no han podido influir hasta ahora en el número
de AM como estudiantes universitarios.
De acuerdo con la “Primera Encuesta Nacional de Personas con
Discapacidad (2002-2003)”, denominada ENDI, hay 17.961 discapa-
citados que cursan estudios universitarios (alrededor del 0,83% de la
población total con discapacidad). Considerando que en el año de la
encuesta (2003), la matrícula universitaria en todo el país era de
1.493.556 alumnos, la proporción de alumnos con discapacidades respec-
to del total de alumnos universitarios es de sólo el 1,2%.
Respecto a las condiciones de salud necesarias para el aprendizaje,
a partir de la información disponible en la ENDI, podemos ser optimistas
respecto de los AM: una parte respetable de las capacidades que habilitan
el emprendimiento de estudios superiores se mantienen a edades
avanzadas.
Según la ENDI en nuestro país el 7,1% de la población tiene al
menos una discapacidad (el total del país abarca al conjunto de los centros
urbanos del país con 5.000 habitantes o más). En el Cuadro N° 3 se
observa que esta prevalencia161 en el caso de los mayores de 65 años
llega al 28,3%, en los viejos jóvenes es del 21,2% y en los viejos viejos
el 37,8%. Al respecto se puede hacer la siguiente interpretación: el 72%
de los AM, algo así como 2,2 millones, no tienen impedimentos de salud
para estudiar; y en el caso de los viejos jóvenes el 79% (1,4 millones) no
tienen tampoco ninguna discapacidad que les impida hacerlo.
Según la misma encuesta 17.961 personas discapacitadas asisten
actualmente a nivel universitario público y privado, estos representan el
0,9% de los mayores de 17 años.
161. La Prevalencia entendida como el total de personas con discapacidad de cada grupo de edad y
sexo dividido la respectiva población total por cien.
156
Cuadro Nº 3
Población
Grupos de Población con Prevalencia
edad total discapacidad
Fuente: Elaboración propia en base al INDEC. Primera Encuesta Nacional de Personas con Discapacidad
2002-2003 - Complementaria Censo 2001.
157
Aun teniendo en cuenta que existen 99 mil AM que tienen al menos
una discapacidad, esto no significa que tal discapacidad sea de naturaleza
tal que les impida comunicarse, aprender, aplicar conocimientos y
desarrollar tareas y relacionarse, este tipo de discapacidades podrían ser
las menos extendidas dentro de esta población, es un tema a estudiar.
De todos modos, de acuerdo con la metodología adoptada por el INDEC,
el hecho de padecer discapacidades no quiere decir que éstas sean tan
graves sino que simplemente están presentes. En efecto, según las
definiciones empleadas por la ENDI:
Si bien las estadísticas nos muestran que existe una mayor proba-
bilidad de padecer discapacidades por parte de las personas de edad
avanzada, dejan también muy claro, en contra de muchos prejuicios,
que las personas mayores que padecen problemas serios de discapacidad
son una minoría. Debería pues estudiarse más detenidamente si las
discapacidades, en los AM, son realmente tales que les impiden ver, oír,
comunicarse y aprender; es decir que se constituyen en barreras para
iniciar estudios universitarios.
Una observación simple del cuadro N° 5 indicaría que si el 28%
162. BADARACCO, MARÍA ZELMIRA “La medición de la Primera Encuesta Nacional de Perso-
nas con Discapacidad 2002-2003 Argentina - Abordaje Cualitativo” INDEC.
158
de las personas mayores de 65 años tiene al menos una discapacidad,
quiere decir que el 72% no la tiene. Por esta misma vía podemos afirmar
que el 98% de los viejos no tiene discapacidad mental, el 90% no tiene
discapacidad visual, el 99% no tienen discapacidades del habla y el
81% no tiene discapacidad motora, es decir la gran mayoría posee
condiciones de salud que le permiten estudiar. Aunque es cierto que, en
relación a los más jóvenes, los AM tienen claras desventajas en lo visual
y en la motricidad, pero son cuestiones solucionables a bajo costo, dado
el estado de la técnica actual. En cuando a las facultades mentales, la
diferencia con los jóvenes parece irrelevante.
Cuadro Nº 5
Discapacidad en Argentina según edad
Población Prevalencia
De 15 a 64 De 65 años o
De 15a 64 años De 65 años o más años más
Fuente: Elaboración propia en basea a INDEC. Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas
2001 y Primera Encuesta Nacional de Personas con Discapacidad 2002-2003 - Complementaria
Censo 2001.
159
promedio nacional (9,9%) y a las provincias de Córdoba y Buenos Aires,
ambas con un 10,6%.
Cuadro Nº 6
(1) Población de 65 años y más sobre el total de la población por cien. Este indicador remite al
concepto de envejecimiento demográfico.
Fuente: INDEC. Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001.
163. No estamos seguros quién utilizó esta clasificación por primera vez pero ya B. L. Neugarten en
su ensayo “Age Grups in American Society and the Rise of the Young-Old” utiliza esta clasifi-
cación. En nuestro medio esta clasificación es utilizada por estudiosos del tema como Oddone,
Maria Julieta en “Actitudes, Percepciones y Expectativas de las Personas de Mayor Edad”.
Documento de Trabajo Nº 2. Abril de 2001.
160
los viejos jóvenes como relativamente saludables, relativamente ricos,
relativamente libres de las tradicionales responsabilidades del trabajo y
de la familia, que son cada vez más educados y políticamente activos.
Este grupo podía desarrollar una variedad de nuevas actividades en
cuanto a un uso significativo de su tiempo, tratando de maximizar las
oportunidades de su libertad para participar en la comunidad. Los viejos
jóvenes, tienen un enorme potencial como agentes del cambio social en
la creación de espacios de participación en la sociedad y por lo tanto en
la mejora de las relaciones entre los adultos mayores164.
La presencia de viejos jóvenes antes de percibirse como un proble-
ma debe verse como un grupo lleno de posibilidades para ser aprove-
chadas socialmente.
Cuadro Nº 7
Porcentaje de población de 8
Provincia Población Índice de envejecimiento (2) años y más (3)
Total Varones Mujeres Total Varones Mujeres
Ciudad de
Buenos Aires 2,776,138 102.0 71.6 133.3 4.5 2.8 6.0
Santa Fe 3,000,701 43.8 34.3 53.6 2.5 1.6 3.4
164. NEUGARTEN, BERNICE L. “Age Grups in American Society and the Rise of the Young-Old”
Annals of the American Academy of Political and Social Science, Vol. 415, Political
Consequences of Aging. (Sep., 1974), pp. 187-198.
161
Respecto al índice de dependencia potencial, es decir la población
de 80 años y más como porcentaje de la población de 50 a 64 años, el
Cuadro Nº 8 muestra que nuestra provincia es la que tiene el mayor
índice (18,8%). Este indicador estaría mostrando una buena capacidad
de soporte funcional de las familias, ante el aumento de la proporción
de personas en edad extrema; así un valor bajo podría revelar problemas
asociados con la diferente localización de los hogares de los hijos adultos,
lo que podría obligar a las comunidades al diseño de más servicios de
cuidados domiciliarios o institucionales formales para la adecuada
atención de la vejez frágil, en esta lectura se supone que la población de
50 a 64 años son los potenciales hijos de la población de 80 años y más.
Cuadro Nº 8
TasaTasa
de actividad
de actividad
Provincia Índice de dependencia potencial de padres (1) económica
económica de las
de las
mujeres
mujeres de 45dea45 a
Total Varones Mujeres 64 años
64 años (2) (2)
165. Según Morales M.F. otros grupos en situación de riesgo, según la OMS son: los AM que viven
solos en una vivienda; las mujeres ancianas sobre todo solteras y viudas; los que viven en insti-
162
cada cinco personas de 50-64 años puede ocuparse de cuidar a un anciano
vulnerable o mayor de 80 años. Debemos considerar también que el 72%
de tales cuidadores informales son primariamente las mujeres y especial-
mente las esposas (32%)166, las que serían también AM, esto deja a buena
parte de las mujeres mayores sin tiempo para emprender estudios u otras
actividades como un trabajo remunerado.
En la provincia hay alrededor de 75.000 personas de 80 años o
más, que representan el 2,5% de la población total (ver Cuadro Nº 7). Si
bien el envejecimiento de la población adulta mayor de nuestra provincia
puede mostrarse como el resultado de la mejora en el nivel de vida y a
los mejores sistemas de atención médica para el control de las enferme-
dades degenerativas, de todos modos su alto número permite suponer la
posible presencia de una pérdida de autonomía funcional derivada de
diversos tipos de discapacidades crónicas y algunos problemas familiares
o comunitarios derivados del soporte funcional a dichas personas, todo
lo cual reclama una atención especial de las políticas públicas de salud.
En nuestra provincia uno de cada cinco AM tiene 80 años o más,
este es el primer grupo que restamos como potenciales estudiantes
universitarios, entonces de los 350 mil AM de nuestra provincia, debemos
deducir los 75 mil que tienen más de 80 años, para quedarnos con techo
de 270 mil AM cuya edad todavía les permitiría estudiar en una
universidad; en realidad esta cifra de alumnos potenciales debe ser mucho
menor debido a que los viejos viejos predominan más en las grandes
ciudades (donde están las universidades), que en las pequeñas y media-
nas, y fundamentalmente por que la población mayor de 75 años tiene
claramente mayores inconvenientes que la de 65 a 74 años.
tuciones; los socialmente aislados; los ancianos sin hijos; los que tienen limitaciones severas o
discapacidades; los que cuentan con muy escasos recursos económicos. Ver MORALES M. F.
“Evaluación Integral del Anciano” OPS.Washington D.C. 1994. Pág. 74-75 (Publicación cien-
tífica N° 546).
166. Hay abundantes trabajos que lo demuestran, el más conocido es el de TOBIN, S. S. & KULYS,
R. (1980). “The family and services”. In C. Eisdorfer (Ed.), Annual review of geriatrics and
gerontology (Vol. 1). New York: Springer.
163
Cuadro Nº 9
(3) Población de 65 años y más en hogares de ancianos sobre el total de población de 65 años y más por
cien.
(4) Población de 75 años y más en hogares con todos sus integrantes de 65 años o más sobre la
población de 75 años y más por cien.
Fuente: INDEC. Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001.
Cuadro Nº 10
Población AM en Instituciones Colectivas (Argentina)
Población En
Grupos de de 65 años instituciones En %
edad y más colectivas
164
Cuadro Nº 11
Ciudad de
Buenos Aires 3,53 2,07 4,33 65,7 69,3 63,9
Santa Fe 2,15 1,53 2,57 57,7 63,1 54,7
165
(el 4,72%) de los cuales el 65% son mujeres. En el caso de los viejos
jóvenes sólo el 1,46% está en este tipo de instituciones.
De acuerdo al Cuadro N° 11, el 63,1% de los viejos viejos (AM de
75 y más años) de nuestra provincia viven con otros AM, esto podría
estar mostrando la necesidad de posibles apoyos domiciliarios y el diseño
de acciones que faciliten el acceso privilegiado de estas personas a los
servicios básicos de infraestructura y sociales. Es muy probable que el
tiempo que les demande el apoyo mutuo conspire contra la oportunidad
de estudiar, descartándolos como potenciales estudiantes universitarios.
Cuadro Nº 12
Total del país. Población de 65 años y más por régimen de convivencia en
instituciones colectivas y hogares según tipo de hogar por provincia. Año 2001
Población de En ins- En hogares según tipo de hogar
Provincia 65 años y tituciones Total Unipersonal Nuclear Extendido o No familiar
más colectivas Sin hijos Con hijos compuesto
Total país 3.587.620 100.725 3.486.895 684.693 983.760 571.030 1.216.489 30.923
Buenos Aires 1.461.118 38.407 1.422.711 275.349 431.560 235.731 469.202 10.869
Ciudad Buenos Aires 478.445 23.138 455.307 121.633 145.190 66.390 116.275 5.819
Santa Fe 347.204 10.243 336.961 72.581 104.767 52.187 104.930 2.496
Córdoba 325.662 11.010 314.652 61.900 89.238 54.292 106.364 2.858
Mendoza 148.404 2.530 145.874 22.125 40.431 25.623 56.403 1.292
Entre Ríos 109.987 2.652 107.335 21.380 28.015 19.212 37.616 1.112
Tucumán 99.766 1.073 98.693 11.973 14.490 20.586 51.053 591
COMPOSICIÓN PORCENTUAL
Población de En ins- En hogares según tipo de hogar
Provincia 65 años y tituciones Total Unipersonal Nuclear Extendido o No familiar
más colectivas Sin hijos Con hijos compuesto
Total país 100 2.8 97.2 19.1 27.4 15.9 33,9 0,9
Buenos Aires 100 2.6 97,4 18,8 29,5 16,1 32,1 0,7
Ciudad Buenos Aires 100 4,8 95,2 25,4 30,3 13,9 24,3 1,2
Santa Fe 100 3,0 97,0 20,9 30,2 15,0 30,2 0,7
Córdoba 100 3,4 96,6 19,0 27,4 16,7 32,7 0,9
Mendoza 100 1,7 98,3 14,9 27,2 17,3 38,0 0,9
Entre Ríos 100 2,4 97,6 19,4 25,5 17,5 34,2 1,0
Tucumán 100 1,1 98,9 12,0 14,5 20,6 51,2 0,6
166
cónyuge y sin hijos, también podría encontrarse en esta situación. El
resto (30,2%) vive en hogares extendidos, es decir con parientes y/o no
familiares, bajo un mismo techo bajo un régimen familiar, es decir
comparte sus gastos de alimentación; sólo un 0,7% vive en hogares cons-
tituidos por personas no emparentadas entre sí.
En el Cuadro Nº 13 observamos que en nuestra provincia el porcen-
taje de población de 65 años y más jubilada o pensionada es alto (74,3%),
en relación al promedio nacional (70,5%). Este indicador muestra cierto
grado o nivel de autonomía económica de los adultos mayores, situación
que facilitaría el emprendimiento de estudios universitarios, sin embargo
no es tan así, puesto que los viejos jóvenes tienen menor cobertura (sólo
el 65% de ellos) en comparación a los viejos viejos de los cuales el 86%
de ellos cobran jubilación o pensión.
Cuadro Nº 13
Porcentaje de población de 65 años Porcentaje de población de 65 años
y más económicamente activa (1) y más jubilada o pensionada (2)
167
En el cuadro Nº 14 observamos tres indicadores. El primero es el
Porcentaje de población de 65 años y más con obra social y/o plan médico
o mutual, este indicador se refiere a la disponibilidad de servicios
privados de atención de la salud por parte de los adultos mayores. Se
definen a partir de la relación entre la población del grupo de edad de
referencia que tiene obra social y/o plan médico o mutual sobre el total
de población del mismo grupo de edad por cien. La alta cobertura en
Santa Fe (87,5% del total de AM) indica cierta calidad de vida o nivel
básico de cobertura de necesidades a partir del cual se puede pensar en
satisfacer necesidades intelectuales.
El segundo indicador, del cuadro Nº 14, es el porcentaje de pobla-
ción de 65 años y más analfabeta, el cual es también bajo tanto en nuestra
provincia (5,3%) como a nivel nacional (6,3%). Como este indicador es
demasiado modesto para nuestro objetivo, ya que la capacidad para leer
y escribir es insuficiente para emprender estudios universitarios, apela-
mos a un trabajo de la Dra. M. J. Oddone169 el cual da más detalles sobre
Cuadro Nº 14
Total del país. Población de 65 años y más, total e indicadores seleccionados de condiciones de
vida de los adultos mayores por sexo según provincia. Año 2001
Porcentaje de población de 65
años y más con obra social y/o Porcentaje de población de 65 Porcentaje de población de 65
plan médico o mutual (3) años y más analfabeta (4) años y más en áreas rurales (5)
Total Varones Mujeres Total Varones Mujeres Total Varones Mujeres
Total país 81,3 78,4 83,3 6,2 5,7 6,5 8,8 11,3 7,2
Ciudad de Bs. As. 90,7 89,6 91,4 0,9 0,5 1,0 _ _ _
Santa Fe 87,5 85,1 89,1 5,3 4,9 5,5 9,6 11,7 8,1
La Rioja 84,3 80,0 87,8 7,8 8,0 7,7 23,1 26,7 20,2
Córdoba 83,5 80,4 85,6 5,5 5,5 5,6 20,0 25,3 15,7
Santa Cruz 82,0 81,3 82,7 7,2 6,5 7,8 6,1 9,9 2,7
Buenos Aires 81,6 79,2 83,3 4,0 3,4 4,4 3,9 5,0 3,1
Tucumán 80,3 77,4 82,4 9,0 9,1 8,8 3,9 6,9 1,3
Entre Ríos 79,2 76,3 81,1 8,1 8,8 7,6 18,5 22,9 15,5
La Pampa 79,2 75,5 82,1 7,6 7,9 7,4 19,0 22,6 16,2
(3) Población de 65 años y más con obra social y/o plan médico o mutual sobre la población de 65
años y más por cien.
(4) Población de 65 años y más que no lee ni escribe sobre la población de 65 años y más por cien.
Fuente: INDEC. Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001.
169. ODDONE, M. J. “Actitudes, ...” en este trabajo se encuestaron 1.506 adultos mayores, en 15
ciudades del país, en octubre de 2000.
168
el nivel educacional de los adultos mayores. Ella señala en su trabajo
que el 66,7% de los AM que saben leer apenas completó el nivel primario.
Esto indicaría que son pocos los AM estarían en condiciones de estudiar
en una universidad por falencias en su nivel educativo.
Con respecto al tercer indicador, del cuadro Nº 14, con el porcen-
taje de población de 65 años y más residiendo en áreas rurales, es también
bajo (9,6%) aunque ligeramente superior al promedio nacional (8,8%),
de todos modos este valor no representa serios problemas de accesibilidad
a servicios sociales y particularmente educación universitaria, en relación
al área de residencia.
Cuadro Nº 15
169
Si ampliamos esta línea de análisis, siguiendo la misma fuente, la
cantidad de AM de las clases baja y media baja que sólo completaron el
nivel primario sería cercano al 61% del total de AM. Es decir aplicando
estas proporciones a los viejos jóvenes de nuestra provincia, un total de
196 mil, cerca de 120 mil no tendrían acceso a la educación superior
por no haber completado sus estudios secundarios y además tener
dificultades económicas.
Según Oddone, a nivel nacional, los AM que pertenecen a los
estratos socioeconómicos medio, medio alto y alto y que terminaron el
secundario y/o ya estudiaron en una universidad son aproximadamente
un 19% del total170. Aplicando esta proporción a los viejos jóvenes de
nuestra provincia el número de potenciales estudiantes universitarios
serían alrededor de 37.3 mil personas.
De los 196 mil viejos jóvenes en nuestra provincia, cerca de 160
mil (el 80%) no serían candidatos a seguir estudios universitarios por
tener dificultades económicas (estratos bajo y medio bajo) o bien por no
haber terminado el secundario; no obstante parte de estos viejos jóvenes
con dificultades económicas (cerca de 31.3 mil) que habrían terminado
el secundario y/o siguieron ya una carrera universitaria, también estarían
en condiciones académicas de estudiar si se les brindase apoyo eco-
nómico.
De los estratos bajo y medio bajo sólo estarían en condiciones de
estudiar un 21% de sus AM, por contraste el 77% de los viejos jóvenes
de las clases media, media alta y alta, estarían en condiciones económicas
y académicas de seguir estudios superiores.
Las cifras basadas en el estudio de la Dra. Oddone permiten
suponer que una política activa de las universidades para incorporar a
los AM beneficiaría fundamentalmente a los grupos de ingresos medios
y altos (alrededor de 37 mil), salvo que medien ayudas económicas
sustanciales para facilitar la incorporación de los más pobres (31 mil),
de ocurrir esto último la política educativa universitaria tendría un alto
170. En el trabajo de Oddone no se especifican los criterios para clasificar los estratos socio-econó-
micos.
170
componente redistributivo del ingreso, lo que indudablemente debe ir
acompañado de mayores presupuestos, sólo para este fin.
Resulta harto complicado saber cuántos adultos mayores de 65
años estudian en las universidades ubicadas en la provincia de Santa Fe.
Sabemos que en año 2001, en la Universidad Nacional de Rosario había
cerca de 70.388 alumnos y en la Universidad Nacional del Litoral 26.911,
un total de 198.046 alumnos en las dos universidades nacionales. Sabe-
mos que a nivel nacional las universidades privadas representaban un
14% del total de alumnos y que la proporción de alumnos mayores de
30 años era de 15,8% y 15,7% en las universidades privadas y públicas
respectivamente (es decir prácticamente ninguna diferencia)171. Incorpo-
rando como información que en la UNR los AM representan un 0,21%
de sus alumnos. Podemos arriesgar que, de mantenerse estas proporciones
para la provincia de Santa Fe, los alumnos mayores de 65 años en toda
la provincia son alrededor de 236 (ver Cuadro N° 16).
Cuadro Nº 16
171. Esta información fue recabada del “Anuario de Estadísticas Universitarias de la República
Argentina” (sexta edición) de la Secretaría de Políticas Universitarias (SPU). Ministerio de
Educación, Ciencia y Tecnología.
171
arriba, que ya completaron el secundario y que serían viejos jóvenes
rondan los 37,3 mil, apenas el 0,63% de ellos estarían estudiando en la
universidad. Si consideramos que en todo el país habían (en el año 2001)
6.123.324 personas, entre 15 y 59 años, que habían completado sus estudios
secundarios o más, y de ellas 1.408.893 estaban estudiando en la univer-
sidad, tenemos una cobertura del 23% para este grupo poblacional, una
cobertura 36 veces superior a la de los viejos jóvenes de nuestra provincia.
No existe ningún indicador que muestre una desventaja de motrici-
dad, visión, salud mental, de ingresos, vivienda, etc. que sea 36 veces
mayor en contra de los AM, y que justifique objetivamente semejante
desproporción. A continuación mostraremos algunos indicadores dispo-
nibles sobre la situación socioeconómica de los AM en nuestra provincia,
todos fueron extraídos directamente del Censo Nacional del 2001, no se
trata de estimaciones, dan otra idea, complementaria a lo expuesto en
las últimas líneas.
En el Cuadro N° 17 se indica que el 14% de los mayores de 65
años, en nuestra provincia, no asiste pero asistió al nivel secundario
completo y terciario incompleto (son aproximadamente 50 mil). En el
caso de los viejos jóvenes este indicador es mayor (16,8%), en números
absolutos estos son alrededor de 33.000, y son los típicos candidatos a
ser alumnos universitarios. En el mismo cuadro vemos que sólo el 0,7%
de los AM asiste a un Instituto Educativo (que puede ser de cualquier
nivel), y los viejos jóvenes algo más (0,8%).
Cuadro Nº 17
172
Otros indicadores aparecen en el Cuadro N° 18. El clima educacio-
nal en el hogar, es el resultado de la suma de años de escolarida alcanzada
de los integrantes del hogar de 14 años y más sobre el total de integrantes
de 14 años, un clima educacional medio es de 7 a 11,99 años y alto
cuando son 12 o más años de educación formal. En el cuadro observamos
que sólo un 12% de los AM vive en hogares con un clima educacional
propicio para emprender estudios universitarios, estos son alrededor de
10.941 AM, de los cuales son viejos jóvenes 6.210. Tomando esta última
cifra, y admitiendo que los AM que asisten a la universidad son 236,
tenemos que el 3,8% de los AM que viven en un clima educacional
propicio asisten a la universidad.
Cuadro Nº 18
Otro indicador que quizás sea bajo por la cantidad de años trans-
curridos desde el censo, es la tenencia de PC en el hogar, sólo un 10%
de los AM tiene a su alcance una computadora personal, y en general la
PC está presente en hogares multigeneracionales, cuando los AM viven
solos o con otros adultos mayores, las PC están más ausentes. Esto
mostraría la conveniencia de convivir con generaciones más jóvenes
173
para no quedar rezagados tecnológicamente, y que este hecho se convierta
en una desventaja más para quedar al margen de la universidad.
En el Cuadro N° 19 se presentan otros indicadores, se toma como
100% el total provincial.
De este modo la población con más de 65 años son los 336.708
AM de nuestra provincia.
Para la confección de este cuadro se consideró el Índice de Priva-
ción Material de los Hogares (IPMH), el cual es una variable que iden-
tifica a los hogares según su situación respecto a la privación material
en cuanto a dos dimensiones: recursos corrientes y patrimonial.
La dimensión patrimonial se mide a través del indicador de Condi-
ciones Habitacionales, que establece que los hogares que habitan en
una vivienda con pisos o techos de materiales insuficientes o sin inodoro
con descarga de agua presentan privación patrimonial.
La dimensión de recursos corrientes se mide a través del indicador
de Capacidad Económica, mediante el cual se determina si los hogares
pueden adquirir los bienes y servicios básicos para la subsistencia. Este
indicador se construye a partir de la relación entre la cantidad de ocupados
y/o jubilados del hogar y la cantidad total de sus integrantes.
En dicho cálculo se consideran algunas características de los
integrantes del hogar, tales como los años de escolaridad formal
aprobados, el sexo, la edad y el lugar de residencia.
La combinación de estas dimensiones define cuatro grupos de
hogares: sin ningún tipo de privación, con privación sólo de recursos
corrientes, con privación sólo patrimonial, y con privación convergente
cuando se presentan ambas privaciones simultáneamente172.
172. Estas son las aclaraciones metodológicas que da el INDEC para el Censo del 2001.
174
Cuadro Nº 19
Indicadores socioeconómicos de los AM en la Prov. de Santa Fe
175
Cuadro Nº 20
Provincia de Santa Fe. Población de 65 años y más en hogares por Índice de Privación
Material de los Hogares (IPMH) según tipo de vivienda
Con Privación
Sólo de Sólo
Tipo de vivienda Población de Sin Priva- Total recursos patrimo- Conver-
65 años y ción corrientes nial gente
más en hoga-
res (1)
(1) Se excluye la población censada en la calle y la población censada como servicio doméstico y sus
familiares.
Fuente: INDEC. Censo nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001.
176
ramos tiene una población de 1.231.000 habitantes, en el año 2006, y
aplicando la estructura poblacional de la Base Usuaria Ampliada (BUA)
de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del primer trimestre del
2007, aproximadamente el 11,4% de la población rosarina tendría más
de 65 años (unas 141 mil personas), de las cuales 62,3 miles serían
viejos jóvenes, y de éstos 23.100 habrían completado el secundario y en
algunos casos también habrían iniciado una carrera terciaria y/o univer-
sitaria.
Cuadro Nº 21
Porcentaje
Rango de de Viejos
Ingresos Per Jóvenes com- Número de
Estrato Cápita prendidos en Porcentaje Viejos
Socio Familiar (1) Cada Acumulado Jóvenes
económico Categoría
TOTAL 100.00%
173. Según el INDEC la Valorización mensual de la Canasta Básica Total, como línea de pobreza
para un adulto equivalente en marzo del 2007 estaba a 296 pesos y en setiembre a 308. Con
desmentidos de los técnicos del INDEC y analistas privados que la ubican entre un 25% y 30%
por arriba.
177
menor a ese monto, en el cuadro N° 21 corresponden al estrato socioeco-
nómico Bajo. Los restantes estratos socioeconómicos figuran en dicho
cuadro. Con los rangos de ingreso considerados podríamos pensar que
sólo los viejos jóvenes pertenecientes a estratos medios, medios altos y
altos podrían solventar sus estudios universitarios, éstos son alrededor
de 7.900 (3.946+2.819+1.127), es decir un 34% de los viejos jóvenes
que completaron el secundario (o estudiaron más) estarían en condiciones
educativas y económicas para estudiar, el 66% restante quedaría excluido
por dificultades económicas, aún cuando académicamente podrían tam-
bién hacerlo.
En el cuadro N° 22 se indica que en Rosario de los casi 74 mil
alumnos de la UNR solo el 2% tienen 65 años o más. En el caso de la
UBA, no tenemos dicha información, solo sabemos que el 4,2 % de sus
alumnos tienen 41 años o más. Si comparamos ambas poblaciones de
estudiantes, de la UNR y de la UBA, notamos las mismas preferencias
(ver Cuadro N° 23). Los alumnos de mayores edades prefieren las carreras
dictadas en la facultades de humanidades y artes, derecho, ciencias
médicas y psicología, que en el caso de la UBA concentran el 67% de
los AM y en Rosario el 93%. Tomando las dos facultades hegemónicas
que son Humanidades y artes y Derecho, ambas en Rosario atraen al
71% de alumnos AM; cuando consideramos éstas mismas 2 facultades
pero para la totalidad de lo estudiantes (jóvenes y viejos) vemos que
concentran sólo el 20% del alumnado, reflejando grandes diferencias
en cuanto a los motivos para la elección de las carreras.
178
Cuadro N° 22
Alumnos de 65 años y más que estudian en la Universidad Nacional de
Rosario (Año 2006)
LICENCIATURA EN ANTROPO-
LOGÍA 10 1,4% 724
PSICOLOGÍA 8 0,1% 5.979
HISTORIA 7 0,7% 986
LETRAS 5 0,6% 879
LICENCIATURA EN
ENFERMERÍA 4 0,1% 3.140
LICENCIATURA EN TRABAJO
SOCIAL 1 0,1% 1.058
MÚSICA: CANTO 1 0,6% 156
MÚSICA: EDUCACIÓN
MUSICAL 1 0,5% 190
MÚSICA: GUITARRA 1 0,3% 338
% %
FACULTAD Nº alumnos % Acumulado Nº Alumnos % Acumulado
Humanidades y
Artes 75 51 51 1.836 18 18
Derecho 29 20 71 2.170 21 39
Ciencias Médicas 24 16 87 1.413 14 53
Psicología 8 5 93 1.413 14 67
Cs. Económicas y
Estadística 5 3 96 1.223 12 79
Ciencia Política y
RII (2) 4 3 99 962 9 88
Arquitectura 2 1 100 325 3 91
Otros 0 0 100 916 9 100
(1) En el caso de la UBA corresponde a los adultos de 41 años y más; se dejaron de lado los AM del
Ciclo Básico Común y del Rectorado por no poder asignarlos a ninguna facultad en particular.
(2) Las carreras de la Fac. de Ciencia Política de la UNR se corresponde con la de Cs. Sociales de la
UBA.
Fuente: Elaboración propia en base a Dirección General de Estadística Universitaria de la UNR y
Cuadros del Censo de estudiantes UBA.
180
Cuadro Nº 24
Población Participación
Edades 2.001 2.006 %
181
universitarios más formales, y tradicionales. No creemos que el criterio
de edad sea suficiente para distinguirlos y establecer sus prioridades,
fundamentalmente porque este grupo etario es el más dispar.
Por último, tampoco es irrelevante decidir si los programas serán
gratuitos o pagos, por el simple hecho de que los bienes y servicios que son
gratuitos y valiosos tienden a hacerse insuficientes en relación a sus reque-
rimientos; esto será más cierto en la medida que la población adulta
mayor aumente su participación relativa. Como dar estos servicios tiene un
costo, necesariamente deberían fijarse prioridades y requisitos de admisión.
Lo expresado puede resultar chocante para algunos, pero debe
pensarse que la primera regla para la intervención debe consistir en la
identificación de las situaciones y lugares que por su gravedad, medida
en base a algún criterio objetivo, sea ponderada como de mayor impor-
tancia que otras. En segundo lugar deben establecerse los mecanismos
o instrumentos más apropiados para resolver el problema y tercero la
forma de financiarlo.
Lo dicho es válido aun aceptando como idea subyacente que
vivimos en un Estado de Bienestar, que en cierta forma consiste en una
sociedad interdependiente, donde la idea de la responsabilidad por el
otro está ampliamente compartida.
Cuadro Nº 25
182
Debemos tener en cuenta que lo que se gasta en las universidades
públicas nacionales es un suma respetable, en el cuadro N°25 podemos
apreciar que lo gastado por alumno era equivalente a una cuota media
de una universidad privada. Hay que considerar además que el Ministerio
de Educación tiene programas de gastos destinados a otros niveles
educativos y campos de la enseñanza, la investigación y la cultura, que
pugnan por ser considerados igual o más importantes que la educación
universitaria.
El reconocimiento del derecho a la educación de todos los ciudada-
nos, con independencia de sus características personales, requiere un
esfuerzo financiero público mayor, si se quiere proporcionar una
educación adecuada a las personas que presenten algún tipo de limitación
o discapacidad, no sabemos cuánto mayor, esto no ha sido estudiado.
Pero debe calcularse para saber qué servicios sí y cuáles servicios no se
van a prestar.
Los gastos en educación especial, por estar destinados a propor-
cionar ayudas pedagógicas más personalizadas, con material y/o técnicas
que los alumnos precisen para acceder a los fines de la educación
universitaria, necesariamente serán superiores. Esto de alguna manera
restringiría las asignaciones a niveles más elementales de educación. Si
no se quiere que sea así, el carácter gratuito asignado a la formación
especial que se destine a niños y adultos con deficiencias graves también
deberá ser cubierto con mayores gastos no sólo de enseñanza, sino de
los otros servicios complementarios, como tratamientos y atenciones
personalizadas. Esto podría significar un aumento explosivo de los gastos
en educación, a costa de otras áreas y servicio que brinda el Estado
¿cuál sería el área a reducir? Si no se desease reducir la dimensión del
sector público, entonces debería reducirse el consumo privado, a través
de mayores impuestos ¿estamos dispuestos como sociedad a sumir esa
deducción a nuestro gasto privado? Podríamos también reducir nuestra
inversión o endeudarnos. Todas son decisiones desagradables y difíciles,
pero más servicios públicos requieren financiamiento y alguien deberá
ceder.
183
CUADRO
Cuadro
CUADRONº Nº
26Nº2626
TotalTotal
delTotal
país.
del del
país.
Población
país.
Población
Población
de 65deaños
65
de años
65
y más
años
y más
según
y más
según
condición
según
condición
condición
de asistencia
de de y
asistencia
asistencia
nivel
y nivel
de
y nivel
instrucción
de instrucción
de instrucción
alcanzado
alcanzado
alcanzado
por provincia
porpor
provincia
provincia
Año
Año
Año
2001
2001
2001
Asistencia
Asistencia
a establecimiento
a establecimientoeducativo
educativo
NoNoasiste,
asiste,
pero
pero
asistió
asistió
Total país 2.970.586 218.936 21.523 202.079 656.434 1.342.132 312.260 217.222
Total país 2.970.586 218.936 21.523 202.079 656.434 1.342.132 312.260 217.222
Bs. As. 1.461.118 115.322 11.502 95.269 340.161 695.259 126.797 76.808
Bs. As. 1.461.118 115.322 11.502 95.269 340.161 695.259 126.797 76.808
Ciudad de
Bs. As. 478.445 16.056 3.943 7.317 40.728 237.287 95.490 77.624
Ciudad de
Bs. As. 478.445 16.056 3.943 7.317 40.728 237.287 95.490 77.624
Santa Fe 347.204 26.257 2.471 26.505 89.544 152.374 31.101 18.952
Santa Fe 347.204 26.257 2.471 26.505 89.544 152.374 31.101 18.952
Córdoba 325.662 26.319 1.638 34.317 88.347 123.128 28.418 23.495
Córdoba 325.662 26.319 1.638 34.317 88.347 123.128 28.418 23.495
Mendoza 148.404 15.318 791 15.366 41.424 55.756 11.566 8.183
Entre Ríos 109.987 10.660 475 12.757 31.767 39.478 9.478 5.372
Mendoza 148.404 15.318 791 15.366 41.424 55.756 11.566 8.183
Tucumán 99.766 9.004 703 10.548 24.463 38.850 9.410 6.788
184
impuestos y no reciben directamente los beneficios de la educación
universitaria. Hay un 45,2% de AM que no completó el secundario,
quizás sea más importante destinar recurso a este tipo de necesidades, o
al 6,8% que no pasó en segundo grado de la educación primaria.
Llama la atención que siendo la educación primaria, secundaria y
terciaria, gratuitos, los AM que asisten a un establecimiento educativo
de cualquier nivel) sólo sea un 0,7%. Ya vimos que esto no se explica
básicamente por razones de salud, ni capacidad cognitiva ni económica,
parece ser una cuestión cultural y de “barreras”.
Volviendo a nuestro anterior razonamiento, diremos que justificar
la existencia de programas específicos para AM, utilizando solamente
el criterio de edad, sería aceptable únicamente si se utiliza complemen-
tariamente con otros indicadores de desigualdad social.
Esta es una cuestión empírica, en la que poco se ha avanzado.
Justificador de los PUAM basándonos únicamente en la edad, por
ejemplo para eliminar carencias educativas de los AM en relación a los
más jóvenes (vistas en el Cuadro N°1 y Gráfico N°2) podría dar lugar a
que sólo se beneficien el 25% de los AM (que integran los grupos
socioeconómicos medio, medio alto y alto, según el Cuadro N°15), el
75% más pobre no tendría prácticamente ningún beneficio de esta
política. Por el contrario se trataría de una redistribución regresiva del
ingreso. Vemos que la realidad puede contradecir la intención de mayor
justicia social.
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