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Estudio Inductivo de Juan

MÉTODO CRÍTICO

1) ¿QUIÉN ESCRIBIÓ EL LIBRO? Juan (Juan 21:20-25)

2) ¿CUÁNDO FUE ESCRITO? 95-100 d.C

3) ¿A QUIÉN FUE ESCRITO? A los gnósticos y a nosotros.

4) ¿DE DÓNDE FUE ESCRITO? Éfeso

MÉTODO HISTÓRICO

1) ¿CUÁL ES EL TRASFONDO HISTÓRICO DEL LIBRO?

Juan, él más joven de los doce apóstoles, escribió este evangelio algún tiempo después de que Mateo, Marcos y Lucas
escribieron los suyos, y su propósito fue suplementar esos mensajes. Los primeros tres evangelios han sido llamados
"sinópticos"(del griego "ver juntos") debido a que presentan en general el mismo punto de vista de la vida y enseñanza de
Cristo. El evangelio de Juan es un libro extraordinario. Trata de los asuntos más profundos de la vida, usando un estilo
directo y simple. Juan presenta a Jesús como el Hijo de Dios y el "unigénito del Padre." El versículo 16 del capítulo 3 ha
sido llamado "el corazón del evangelio". Juan también estaba pensando en las enseñanzas del gnosticismo, para
desenmascararlo con la verdad del evangelio. 91 veces repite la palabra Padre

MÉTODO LITERARIO

1) ¿QUÉ GÉNERO DE LITERATURA ES EL LIBRO? Narración prosaica

MÉTODO PANORÁMICO

1) ¿CUÁL ES LA IDEA PRINCIPAL DEL LIBRO? La deidad de Jesucristo, y de que él en verdad es el hijo de Dios y la
vida eterna.

2) ¿CUÁL FUE LA RAZÓN PRINCIPAL POR LA CUAL SE ESCRIBIÓ ESTE LIBRO? Dar el testimonio de Jesús.
Por medio de alguien que estuvo recostado en el pecho del maestro. Testimonio de la vida del él, y cómo acabar con
gnosticismo y el Legalismo religioso. El Evangelio que faltaba. Propósito del Libro: Juan 20:30, 31

PALABRAS CLAVE EN JUAN (RV 1960) creer, vida, señal (s), juzgar (juicio), condenar (condenación), testimonio
(testificar), verdad (verdadero, veraz, verdaderamente), rey y reino.

TEMAS: Jesús es el Hijo de Dios que hace señales y, en base a su muerte y su resurrección, da vida eterna a todos los que
creen en El.

RECIPIENTES: ver 1 Juan, con la que este Evangelio se relaciona muy íntimamente.

ÉNFASIS: Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios; su encarnación y su crucifixión, por medio de las cuales reveló el amor de
Dios y también redimió a la humanidad; el discipulado significa "permanecer en la vid" (Jesús) y llevar fruto (amar como
él amó); el Espíritu Santo será dado a su pueblo para que continúa su obra.

CARACTERÍSTICAS PARTICULARES: De los ocho milagros descritos, seis son únicos (en relación con los
Evangelios), como es el caso del discurso en el aposento alto (capítulos 14-17). Más del noventa por ciento de Juan es
único, peculiar. Juan no incluye una genealogía ni referencia alguna al nacimiento de Jesús, su niñez, tentación,
transfiguración, elección de sus discípulos, tampoco hay parábolas, ascensión ni la Gran Comisión.
Autor y fecha
Aunque el nombre del autor no aparece en el Evangelio, la tradición de la iglesia primitiva fuerte y consecuentemente lo
identificó como el apóstol Juan. El padre de la iglesia primitiva Ireneo (130-200 d.C.) fue un discípulo de Policarpo (70-
160 d.C.), quién su vez fue un discípulo del apóstol Juan, y él testificó en la autoridad de Policarpo que Juan escribió
escribió el Evangelio durante su residencia en Éfeso en Asia Menor cuando él era avanzado en edad (Against Heresies
[Contra herejías] 2.22.5; 3.1.1). Después de Ireneo, todos los padres de la iglesia dieron por sentado que Juan era el
escritor del Evangelio. Clemente de Alejandría (150-215 d.C.) escribió que Juan, consciente de los hechos establecidos en
los otros Evangelios y siendo guiado por el Espíritu Santo, compuso un "evangelio espiritual" (Historia de la iglesia, de
Eusebio 6.14.7).

Reforzando la tradición de la iglesia primitiva hay características significativas internas del Evangelio. Mientras que los
Evangelios sinópticos (Mateo, Marcos, Lucas) identifican al apóstol Juan por nombre aproximadamente veinte veces
(incluyendo paralelos), él no es mencionado directamente por nombre en el Evangelio de Juan. En lugar de esto, el autor
prefiere identificarse a sí mismo como el discípulo "al cual Jesús amaba" (13:23; 19:26; 20:2; 21:7, 20). La ausencia de
cualquier mención del nombre de Juan directamente es impresionante cuando uno considera la participación importante
que tuvieron otros discípulos que son nombrados en este Evangelio. Sin embargo, la designación continua de sí mismo
como el discípulo "al cual Jesús amaba", una evasión deliberada por parte de Juan de su nombre personal, refleja su
humildad y celebra su relación para con su Señor Jesús. Ninguna mención de su nombre fue necesaria debido a que sus
lectores originales claramente entendieron que él era el autor del Evangelio. También, a través de un proceso de
eliminación basado primordialmente en un análisis del material en los capítulos 20-21, este discípulo "al cual Jesús
amaba" se reduce al apóstol Juan (21:24; cp 21:2). Debido a que el autor del Evangelio es exacto en mencionar los
nombres de otros personajes en el libro, si el autor hubiera sido alguien fuera del apóstol Juan, no habría omitido el
nombre de Juan.

La condición anónima del Evangelio fuertemente refuerza los argumentos en favor de que Juan sea el autor, ya que solo
alguien de su bien conocida y preeminente autoridad como apóstol podría ser capaz de escribir un Evangelio que fuera
diferente de una manera tan marcada en forma y sustancia de los otros Evangelios y haber recibido aceptación unánime en
la iglesia primitiva. En contraste, los evangelios apócrifos producidos a mediados del siglo segundo en adelante fueron
falsamente atribuidos a apóstoles u otras personas famosas asociadas de manera cercana a Jesús, sin embargo,
universalmente fueron rechazados por la iglesia.

Juan y Jacobo, su hermano mayor (Hch 12:2), eran conocidos como "los hijos de Zebedeo" (Mt 10:2-4), y Jesús les dio el
nombre de "Hijos del trueno" (Mr 3:17). Juan fue un apóstol (Lc 6:12-16) y uno de los tres asociados más íntimos de
Jesús (junto con Pedro y Jacobo, Mt 17:1; 26:37), siendo un testigo ocular y participante en el ministerio terrenal de Jesús
(1Jn 1:1-4). Después de la ascensión de Cristo, Juan se convirtió en un "pilar" en la iglesia de Jerusalén (Gá 2:9). Él
ministró con Pedro (Hch 3:1; 4:13; 8:14) hasta que fue a Éfeso (la tradición dice antes de la destrucción de Jerusalén),
desde donde escribió este Evangelio y desde donde los romanos lo exiliaron a Patmos (Ap 1:9). Además del Evangelio
que lleva su nombre, Juan también escribió 1, 2 y 3 de Juan y el libro de Apocalipsis (Ap 1:1).

Debido a que los escritos de algunos de los padres de la iglesia indican que Juan estuvo activamente escribiendo durante
su edad madura y que estaba consciente de los Evangelios sinópticos, muchos fechan el Evangelio en algún momento
después de la composición es estos últimos, pero previo al momento en el que Juan escribió 1, 2 y 3 Juan o Apocalipsis.
Juan escribió su Evangelio 80-90 d.C., alrededor de cincuenta años después de que fue testigo del ministerio terrenal de
Jesús.

Contexto Histórico de Juan


El hecho de que, de acuerdo con la tradición, Juan tenía conocimiento de los Evangelios sinópticos, es estratégico para el
contexto histórico de su Evangelio. Al parecer, él escribió su Evangelio para hacer una contribución única al registro de la
vida del Señor ("un Evangelio espiritual") y en parte, para ser suplementario como también complementario Mateo,
Marcos y Lucas.

Las características únicas del Evangelio refuerzan este propósito: En primer lugar, Juan suplió una gran cantidad de
material único no registrado en los otros Evangelios. En segundo lugar, frecuentemente suplió información que ayuda a
entender los acontecimientos en los sinópticos. Por ejemplo, mientras que los sinópticos comienzan con el ministerio de
Jesús en Galilea, implican que Jesús tuvo un ministerio previo a este (Mt 4:12; Mr 1:14). Juan suple la respuesta con
información del ministerio previo de Jesús en Judea (cap. 3) y Samaria (cap. 4). En Marcos 6.45, después de la
alimentación de los cinco mil, Jesús hizo que sus discípulos cruzaran el Mar de Galilea a Betsaida. Juan registró la razón.
Las personas estaba a punto de hacer rey a Jesús debido a su multiplicación milagrosa de alimento y Él estaba evitando
sus esfuerzos motivados erróneamente (6:26). En tercer lugar, Juan es el más teológico de los Evangelios, conteniendo por
ejemplo un prólogo fuertemente teológico (1:1-18), mayores cantidades de material didáctico y de discurso en proporción
a la narración (3:13-17) y la mayor cantidad de enseñanza del Espíritu Santo (14:16, 17, 26; 16:7-14). Aunque Juan
conocía los sinópticos y modeló su Evangelio teniéndolos en mente, no dependió de ellos para obtener información. Sino
que más bien, bajo la inspiración del Espíritu Santo, utilizó su propia memoria como un testigo ocular al componer el
Evangelio (1:14; 19:35; 21:24).

El Evangelio de Juan es el único de los cuatro que contiene una afirmación precisa del propósito del autor (20:30, 31). Él
declara: "Estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en
su nombre" (20:31). Los propósitos primordiales, entonces, son dos: evangelístico y apologético. Reforzando el propósito
evangelístico está el hecho de que la palabra "creer" se usa aproximadamente cien veces en el Evangelio (los sinópticos
usan el término menos de la mitad de esta cantidad). Juan compuso su Evangelio para proveer razones de la fe salvadora
en sus lectores y como resultado, para asegurarles que recibirían el regalo divino de vida eterna. (1:12).

El propósito apologético está relacionado muy de cerca al propósito evangelístico. Juan escribió para convencer a sus
lectores de la verdadera identidad de Jesús como Dios-Hombre encarnado cuyas naturalezas divina y humana estaban
perfectamente unidas en una persona quien era el Cristo ("Mesías") profetizado y Salvador del mundo (1:41; 3:16; 4:25,
26; 8:58). El organizó su Evangelio alrededor de ocho "señales" o pruebas que refuerzan la verdadera identidad de Jesús
llevando a la fe. La primera mitad de su obra se centra alrededor de siete señales milagrosas seleccionadas para revelar la
persona de Cristo y producir fe: 1) agua convertida en vino (2:1-11); 2) la sanidad del hijo del hombre noble (4:46-54);
3)la sanidad del hombre paralítico (5:1-18); 4) la alimentación de la multitud (6:1-15); 5) caminando sobre agua (6:16-
21); 6) la sanidad del hombre ciego (9:1-41); y 7) la resurrección de Lázaro (11:1-57). La octava señal es la pesca
milagros (21:6-11) después de la resurrección de Jesús.

El Apóstol Juan
Los demás apóstoles murieron martirizados, y solo Juan murió de vejez.

Su padre se llamaba Zebedeo (Mat. 4:21)

Su madre era Salome (Mat. 27:56; Mar 15:49) la cual comparándose con Juan 19:25 era la hermana de María la madre de
Jesús.

Juan era el primo de Jesús y siendo más o menos de la misma edad, puede haberle conocido desde la niñez.

Juan era comerciante más o menos acomodado. Era uno de los cinco socios de una empresa pesquera de importancia
suficiente como para emplear trabajadores a sueldo (Mar. 1:16:20).

Además de su negocio de pesca en Capernaum, tenía casa propia en Jerusalén (Juan 19:27), y era conocido del sumo
sacerdote (Juan 18:15, 16)
Era discípulo de Juan el Bautista (Juan 1:35, 40)

Por testimonio del Bautista, Juan se hizo luego discípulo de Jesús (Juan 1:35-51)

Unos de los primeros cinco discípulos de Jesús, y regreso con Jesús a Galilea (Juan 2:2, 11)

Jesús le apodo “Hijo de Trueno” (Marcos 3:17), lo cual parece indicar un carácter vehemente y violento.

Pero luego él pudo dominar este genio:

1. El incidente de prohibir al desconocido que usara el nombre de Jesús para echar fuera demonios (Marcos 9:38)

2. Y el querer pedir fuego del cielo sobre los samaritanos (Lucas 9:54) son vislumbres interesantes de su temperamento.

Fue uno de los tres del círculo íntimo entre los discípulos, y era reconocido como él más cercano a Jesús.

Cinco veces se le nombra como el discípulo “a quien amaba Jesús” (Juan 12:23; 19:26; 20:2; 21:7, 20)

Debe de haber sido hombre de carácter poco común, para atraer de esta manera las afecciones de Jesús.

El y Pedro llegaron a ser los caudillos reconocidos de los 12, y aunque de temperamento totalmente diferentes, estaban
generalmente juntos (Juan 20:2; Hechos 3:1, 11; 4:13; 8:14)

Durante algunos años, Jerusalén fue su residencia principal.

Y pasó sus últimos años en Éfeso, en donde escribió a edad muy avanzada su Evangelio, sus tres Epístolas y el
Apocalipsis

Solo lo dice Juan


“Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios” Juan 3:21

“Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” Juan 4:24

“Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis
verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” Juan 8:31,32

“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí" Juan 14:6”

“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiara a toda verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que
hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir”Juan 16:13

“Santifícanos en tu verdad; tu palabra es verdad”Juan 17:17

Retos de Interpretación
Debido a que Juan compuso su registro en un estilo simple y claro, uno puede tender a subestimar la profundidad de este
Evangelio. Debido a que el Evangelio de Juan es un Evangelio "espiritual", las verdades que él expresa son profundas. El
lector debe explorar el libro en oración y de una manera meticulosa, para descubrir la vasta riqueza de los tesoros
espirituales que el apóstol, bajo la guía del Espíritu Santo (14:26; 16:13), ha depositado amorosamente en su Evangelio.

El recuento cronológico entre el Evangelio de Juan y los sinópticos presenta un reto, especialmente con relación al tiempo
de la Última Cena (13:2). Mientras que los sinópticos muestran a los discípulos y al Señor en la Última Cena comiendo la
comida de la Pascua la tarde del jueves (Nisán 14) y Jesús siendo crucificado el viernes, el Evangelio de Juan afirma que
los judíos no entraron al pretorio "para no contaminarse, y así poder comer la pascua" (18:28). Entonces, los discípulos
habían comido la Pascua en jueves por la tarde, pero los judíos no. De hecho Juan (19:14) afirma que el juicio y
crucifixión de Jesús fueron el día de la preparación para la Pascua y no después de haber comido la Pascua, de tal manera
que con el juicio y la crucifixión, el viernes Cristo de hecho fue sacrificado el mismo tiempo en el que los corderos de la
Pascua estaban siendo sacrificados (19:14). La pregunta es: "¿Por qué es que los discípulos comieron la comida de la
Pascua el jueves?"

La respuesta se encuentra en una diferencia entre los judíos en la manera en la contaban el principio y el final de los días.
De Josefo, la Mishná y otras fuentes judías antiguas aprendemos que los judíos en Palestina del norte calculaban los días
de salida a salida del sol. Esa área incluía la región de Galilea, donde Jesús y todos los discípulos, a excepción de Judas,
habían crecido. Al parecer la mayoría, si no es que todos, de los fariseos usaban ese sistema para contar los días. Pero los
judíos en la parte sur, la cual se centraba en Jerusalén, calculaban los días de puesta a puesta del sol. Debido a que todos
los sacerdotes necesariamente vivían en Jerusalén o cerca de ella, como la mayoría de los saduceos, estos grupos siguieron
la forma del sur.

Esta variación sin lugar a dudas causó confusión en algunas ocasiones, pero también tenía algunos beneficios prácticos.
Durante el tiempo de la Pascua, p. ej. permitía que la fiesta fuera celebrada legítimamente en dos días adjuntos, así
permitía que los sacrificios del templo fueran llevados a cabo en un período de cuatro horas en total en lugar de dos. Esta
separación de días también pudo haber tenido el efecto de reducir tanto los choques regionales como religiosos entre los
dos grupos.

A la luz de esto, las aparentes contradicciones en los relatos de los Evangelios son fácilmente explicadas. Siendo galileos,
Jesús y los discípulos consideraban que el día de la Pascua había comenzado cuando salió el sol el jueves y que había
terminado cuando salió el sol el viernes. Los líderes judíos que arrestaron y juzgaron a Jesús, siendo en su mayoría
sacerdotes y saduceos, consideraron que el día de la Pascua comenzó a la puesta del sol del jueves y que terminó a la
puesta del sol del viernes. Por esa variación, predeterminada por la provisión soberana de Dios, Jesús pudo legítimamente
celebrar la última comida de la Pascua con sus discípulos y sin embargo, aún ser sacrificado el día de la Pascua.

Una vez más uno puede ver como Dios soberana y maravillosamente provee para el cumplimiento preciso de su plan
redentor. Jesús fue todo menos una víctima de los planes impíos de los hombres mucho menos de la circunstancia ciega.
Cada palabra que habló y cada acción que llevó a cabo fueron divinamente dirigidas y aseguradas. Aun las palabras y
acciones de otros en contra de Él fueron divinamente controladas. Vea, p. ej 11:49-52; 19:11.

Temas históricos y teológicos


De acuerdo con los propósitos evangelísticos y apologéticos de Juan, el mensaje general del Evangelio se encuentra en el
20:31: "Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios". El libro entonces, se centra en la persona y obra de Cristo. Tres palabras
predominantes ("señales", "creer" y "vida") en el 20:30, 31 reciben énfasis a los largo del Evangelio para reforzar el tema
de la salvación en Él, que es presentado por primera vez en el prólogo (1:1-18; cp. 1 Jn. 1:1-4) y se vuelve e expresar a lo
largo del Evangelio de diferentes maneras (6:35, 48; 8:12; 10:7, 9; 10:11-14; 11:25; 14:6; 17:3). Además, Juan provee el
registro de cómo los hombres respondieron a Jesucristo y la salvación que Él ofreció. En resumen, el Evangelio se enfoca
en:

Jesús como el Verbo, el Mesías y el Hijo de Dios.

Quien trae la dádiva de salvación a la humanidad.

Quien acepta o rechaza el ofrecimiento.

Juan también presenta ciertos temas secundarios de contraste que refuerzan su tema principal. Él usa dualismo (vida y
muerte, luz y oscuridad, amor y odio, de arriba y de abajo) para comunicar información vital acerca de la persona y obra
de Cristo y la necesidad de creer en Él (1:4, 5, 12, 13; 3:16-21; 12:44-46; 15:17-20).
También hay siete afirmaciones de "YO SOY" enfáticas que identifican a Jesús como Dios y Mesías (6:35; 8:12; 10:7, 9;
10:11, 14; 11:25; 14:6; 15:1, 15)

Vista Panorámica de Juan


El apóstol Juan escribió más libros del Nuevo Testamento que los otros escritores, excepto Pablo. El se llama el discípulo
a quien Jesús amó (13:23; 19:26; 20:2; 21:7, 20), que se reclinó en su pecho (13:23, 25; 21:20), y el otro discípulo (18:16;
20:3, 4, 8). También se autonombra como un testigo presencial (1:14; 19:35; 21:24; 1 Jn 1:1–4; 4:14; Ap 22:18, 20), el
anciano (2 Jn 1; 3 Jn 1), siervo de Jesucristo (Ap 1:1) y Juan (Ap 1:1, 4, 9; 22:8). Otros escritores de la Biblia se refieren a
él como apóstol (Mt 10:2–4; Lc 6:13–14), hijo de Zebedeo y Salomé (Mt 10:2–4; 27:56; Mr 1:19–20; 15:40) y por tanto
primo de Jesús (Mr 16:1; Jn 19:25). Juan es llamado hijo del trueno (Mr 3:17) y fue uno del círculo interior de tres, junto
con Pedro y Santiago, que gozaron cierta relación especial con Jesús (Mt 17:1; 26:37; Mr 5:37; 9:2; 14:33). El apóstol
Juan había sido discípulo de Juan el Bautista (1:35) y fue de los primeros en responder a la invitación de Jesús a seguirle
(1:36–39). Era socio en un próspero negocio pesquero (Mr 1:16–20) y amigo personal del sumo sacerdote (18:15–16).
Juan presenció la crucifixión de Jesús, y en ese momento, le asignó el cuidado de su madre (19:26–27). El se regocijó de
ver al Cristo resucitado el día mismo de la resurrección (20:19–20). Juan se asoció con Pedro en Jerusalén en los primeros
días de la iglesia (Hch 3:1; 4:13, 19; 8:14) y estaba en esa ciudad cuando llegó Pablo después de su primer viaje misionero
(Hch 15:2, 6; Gá 2:1, 9). Juan vivió hasta una avanzada edad, ministrando por muchos años en Efeso y murió de muerte
natural (21:20–23) durante el reinado del emperador Trajano (98–117 d.C.). El Evangelio lo escribió en Efeso entre 85–90
d.C. Los primeros recipientes probablemente eran creyentes de las iglesias en Asia Menor (Ap 2:1–3:22).

El Evangelio de Juan es bastante diferente de los otros. Presenta a Jesucristo como Dios (1:1–5, 9–18; 2:23–25; 3:31–36;
5:30–47; 6:66–69; 8:46–59; 9:35–41; 10:22–39), y no contiene narrativa de su nacimiento, genealogía, juventud,
bautismo, tentación, transfiguración ni ascensión. Su propósito se anuncia claramente: traer a todos a la fe en Cristo para
vida eterna (20:30–31). Noventa por ciento del material de Juan es exclusivo en su Evangelio. Mientras su contenido
abarca cuatro Pascuas (2:13; 6:4; 13:1; 18:28), sólo pocos días del ministerio de Jesús están en forma cronológica [los
capítulos 13–18 cubren sólo un día]. Juan desarrolla su caso para la Deidad de Cristo alrededor de sus nueve discursos
(3:1–21; 4:7–42; 5:19–47; 6:22–59, 60–71; 8:12–30, 31–59; 10:1–18; 14:1–16:33) y ocho señales milagrosas (2:1–11;
4:46–54; 5:1–18; 6:1–15, 16–21; 9:1–41; 11:1–57; 21:6–11). Jesús afirmó ser Dios en la manera más fuerte posible (4:24–
26; 8:24, 28, 58; 13:19). El también se presentó como el pan de vida (6:35), la luz del mundo ((8:12), la puerta (10:7, 9),
el buen pastor (10:11, 14), la resurrección y la vida (11:25), el camino, la verdad y la vida (14:6) y la vid verdadera (15:1,
5). Da enseñanzas sobre el nuevo nacimiento (3:1–15) y el Espíritu Santo (14:16–17, 26; 15:26; 16:7–15). Temas
importantes como la verdad (26 veces), el amor (57 veces), la gloria (33 veces) y creer (100 veces) son desarrollados.

El cuarto Evangelio se centra en la persona de Jesucristo, el Hijo de Dios (v. Bosquejo). Comenzando con su eterna
Deidad (1:1–3), Juan describe la encarnación de Cristo como el Dios-hombre perfecto (1:4–14) y su confirmación por el
testimonio de Juan el Bautista (1:15–34). A base de estas realidades históricas, el apóstol Juan proporciona ejemplos de la
presentación de Jesús de sí mismo por medio de discursos persuasivos y señales milagrosas en Judea, Samaria y Galilea
(1:35–4:54), y en varias fiestas en Jerusalén (5:1–12:50). Juan entonces gira bruscamente de este despliegue público de las
declaraciones de Cristo a la enseñanza privada a sus propios discípulos (13:1–17:26). El discurso del aposento alto provee
la muestra más íntima del corazón del Hijo de Dios que se encuentra en las Escrituras. Juan concluye el relato de su
evangelio con la crucifixión (18:1–19:42) y la resurrección (20:1–21:25) de Jesús.

Como en todos los escritos de Juan, el resultado anticipado es que el lector sea movido por el testimonio a la fe personal
en Jesucristo como Salvador y Señor, y al hacerlo, tendrá asegurada la vida eterna (20:30–31; 1 Jn 5:13; Ap 22:16–17).
¡Este libro es una herramienta muy efectiva para el evangelismo y está disponible a todo cristiano!

Hernández, E. A., & Lockman Foundation (La Habra, C. (2003). Biblia de estudio : LBLA. (Jn). La Habra, CA: Editorial
Fundación, Casa Editoral para La Fundación Biblica Lockman.

Conexiones
La imagen que Juan expone de Jesús como el Dios del Antiguo Testamento, se aprecia más enfáticamente en los siete “Yo
Soy” de las declaraciones de Jesús. Él es el “Pan de vida” (Juan 6:35), proporcionado por Dios para alimentar las almas de
Su pueblo, así como Él proveyó el maná del cielo para alimentar a los israelitas en el desierto (Éxodo 16:11-36). Jesús es
la “Luz del mundo” (Juan 8:12), la misma Luz que Dios prometió a Su pueblo en el Antiguo Testamento (Isaías 30:26,
60:19-22), y la cual llegará a su culminación en la Nueva Jerusalén, cuando Cristo, el Cordero sea su Luz (Apocalipsis
21:23). Dos de las declaraciones del “Yo Soy,” se refieren a Jesús, como el “Buen Pastor” y la “Puerta de las ovejas.”
Aquí vemos claras referencias de Jesús como el Dios del Antiguo Testamento, el Pastor de Israel (Salmos 23:1; 80:1;
Jeremías 31:10; Ezequiel 34:23) y, como la única Puerta dentro del redil, el único camino para la salvación.

Los judíos creían en la resurrección y, de hecho, usaban la doctrina para tratar de engañar a Jesús para hacer declaraciones
que pudieran usar en Su contra. Pero Su declaración en la tumba de Lázaro “Yo soy la resurrección y la vida” (Juan
11:25) debe haberlos escandalizado. Él estaba declarando ser la causa de la resurrección y el poseedor del poder sobre la
vida y la muerte. Nadie más que Dios Mismo podría pretender tal cosa. Similarmente, Su declaración de ser el “camino, la
verdad y la vida” (Juan 14:6) lo relacionaban indiscutiblemente con el Antiguo Testamento. Él es el “Camino de
Santidad” profetizado en Isaías 35:8; Él estableció la “Ciudad de la Verdad” de Zacarías 8:3 cuando Él, quien es la
“verdad” misma, estaba en Jerusalén y las verdades del Evangelio fueron predicadas ahí por Él y Sus apóstoles; y como
“la Vida,” Él afirma Su deidad, el Creador de la vida, Dios encarnado (Juan 1:1-3). Finalmente, como la “Vid verdadera”
(Juan 15:1, 5) Jesús se identifica a Sí Mismo con la nación de Israel, quien es llamada la viña del Señor en muchos pasajes
del Antiguo Testamento. Como la vid Verdadera del viñedo de Israel, Él se presenta a Sí Mismo como el Señor del “Israel
verdadero” –todos aquellos que vinieran a Él en fe, porque “... no todos los que descienden de Israel son israelitas,”
(Romanos 9:6).

Importancia en la Biblia
Está claro que, sin desentenderse por completo de la historia, Juan escribe con un interés más teológico que histórico. Los
demás Evangelios se esfuerzan en presentar a Cristo como el cumplimiento de las promesas de salvación
veterotestamentarias. Juan comienza con la preexistencia de Jesucristo (1.1). Jesús es divino (1.1), pero también es
humano, porque «aquel Verbo fue hecho carne (1.14). Solo así podría ser el que nos revelara al Padre.

En el mismo comienzo, Juan nos presenta a Jesucristo con siete títulos clave: Verbo, Cordero de Dios, Rabí, Mesías, Rey
de Israel, Hijo de Dios e Hijo del Hombre. Solo en Juan encontramos el «Yo soy» que afirma ser el pan de vida (6.35), la
luz del mundo (8.12), predecesor de Abraham (8.58), la puerta de las ovejas (10.7), etc. También lo hallamos diciendo:
«Yo y el Padre uno somos» (10.30) y «Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí» (14.6). En
cada una de estas afirmaciones, el «Yo» es enfático. Nos recuerda el nombre de Dios: «YO SOY» (Éx 3.14).

En el Antiguo Testamento las palabras de Dios había que aceptarlas reverentemente. Lo mismo con Jesús. En Juan Él
comienza sus mensajes diciendo: «De cierto, de cierto te digo», Así como en el Antiguo Testamento a Dios es al único al
que se debe adorar, Jesús es el único en quien se debe creer. Para Juan, la fe que salva es un verbo que expresa acción: la
acción de creer en Jesús.

En Juan Jesús no entra en cuestiones de orar, ayunar, matrimonio, riquezas, como lo hace en otros Evangelios. En vez de
eso, las relaciones de uno con Dios, los demás y el mundo se resumen en la palabra amor. El amor que Dios siente por su
Hijo (3.35; 15.9) pasa a través de su Hijo a los que son suyos (13.1). Como recipientes del amor de Dios, los cristianos
deben amar a Dios amándose unos a otros (13.34). Este amor que une a los creyentes es también un testimonio al mundo.
Juan 3.16 expresa la verdad teológica básica del evangelio: «De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna».

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