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Segunda Lección
Meta de la enseñanza
Identificar las causas detrás de las excusas para no aceptar la invitación de Dios a
un llamado especial para tu vida.
Visión
Ganar y restaurar las familias del Perú y todas las naciones, haciendo de cada uno
de sus miembros un discípulo, que guarde lo que Jesús enseño, por medio de grupos
en casa, donde aprendemos que a través de nosotros serán benditas todas las
familias de la tierra.
Base Bíblica
Éxodo 3:11 ”……. ¿Quién soy yo para que vaya al Faraón, y saque de Egipto a los hijos
de Israel?”.
Introducción
El limitante humano más conocido es la palabra “no puedo” y sacarlo de nuestra mente
puede ser más difícil que lo que suponemos pues ahí precisamente reside la causa de
no hacer lo que realmente deseamos, por ello y con razón el visionario
norteamericano Henry Ford dijo “Es solo tu forma de pensar lo que decide si tendrás
éxito o fracaso”
Ten presente que no estas llamado a vencer todos tus temores, pero si los que te
impedirán cumplir el propósito que Dios tiene pensado para ti. Por ejemplo un
clavadista más que vencer el temor a hablar en público debe vencer el temor a las
alturas, en cambio un predicador debe poder hablar en público, aunque le tema a las
alturas.
Desarrollo
Veamos a través de la biblia cual fue la reacción de Moisés frente a su llamado:
1. Se consideró indigno
Ante un llamado a liderar la respuesta instintiva del que recibe la invitación antes de
responder es mirar lo que él es, para ver si está a la altura de la tarea que se le
demanda.
Tal vez en esta mirada interior encontrara sus debilidades, fracasos, huidas y
defectos de allí que Moisés respondiera”……. ¿Quién soy yo para que vaya al Faraón,
y saque de Egipto a los hijos de Israel?”. Éxodo 3:11
Sin duda, el vio su pasado, la vez que fue echado del palacio del Faraón, cuando huyo
de Egipto, luego de asesinar al egipcio y rápidamente pensó ¿hay mejores personas
que yo? con más virtudes y cualidades. Y pueda ser que las halla, pero Dios no ha
pensado en otro sino en ti para realizar la tarea que te ha encomendado a ti y este
llamado es aun desde antes que nacieras.
Jeremías 1:5 “Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses
te santifiqué, te di por profeta a las naciones.”
Él no sabía o no quería saber que para ser usado por Dios no depende de quién soy
yo sino de quien es él.
Aunque Moisés había pasado cuarenta años en el desierto, aún carecía de claridad
sobre su identidad en Dios. En Egipto había creído que poseía sobradas aptitudes
para liberar a sus hermanos, puesto que él fue formado en lo mejor de las letras y
números de Egipto, es decir era un hombre preparado, sin embargo frente a su
llamado se vio indigno.
Dios le respondió en Éxodo 3:12 “Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto
te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo,
serviréis a Dios sobre este monte.”
Sabemos que Dios desea que nosotros y no otro haga la tarea y sentiremos y los
demás notaran que él está con nosotros, veremos su gracia y favor con puertas que
se abren y veremos caer a los enemigos que se levantan para detenerlos.
Sin duda Pablo tenía confianza en lo que hacía a pesar de los obstáculos, pues sabia
quien lo había llamado. Igualmente, cuando Jesús les pregunto a sus discípulos en
Mateo 16:13-16 ¿Quién dicen los hombres que es el hijo del hombre? ellos
mencionaron a Juan el Bautista, Elías, Jeremías y esto no resto identidad o desanimo
a Jesús, porque él sabía que su padre lo había elegido a él como el Cristo, el hijo del
Dios viviente.
2. La excusa de la incredulidad
Éxodo 3:13 “Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo:
El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál
es su nombre?, ¿qué les responderé?”
La frase “Yo Soy aquel que soy”, según las reglas de la gramática hebrea, significa
“yo soy aquel que estaba, que está y que estará”, es decir “yo soy aquel que está
siempre presente”, “yo estoy”. Dios se revela como un Dios personal (Dios de
Abraham, Isaac, Jacob)
“Entonces Moisés respondió y dijo: Ellos no me creerán, ni oirán mi voz, pues dirán:
No se te ha aparecido Jehová”. Éxodo 4:1
La tercera excusa de Moisés fue la duda de su llamado. Él pensó que el pueblo de
Israel no le iba a oír ni a creer. Cuando Dios pone un llamado sobre tu vida, las
personas te escucharán porque Dios siempre tendrá algo que decir o un mensaje que
dar a través de tu boca. Dios te dará la gracia para que las personas te quieran
escuchar.
Moisés no ha olvidado que, en su primer intento por ayudar a los judíos, estos le
dieron la espalda. Conoce el corazón de sus hermanos y no duda de que ahora ocurrirá
lo mismo. Las dudas que asaltan nuestra fe por lo general las motiva precisamente
este error: la incapacidad de atesorar lo que Dios ha hablado a sus hijos.
Dios confirmará tu llamado con señales convincentes de que él está con contigo y que
su llamado es genuino. Si usted tiene dudas con respecto a su llamado, pídale al Señor
que le confirme con señales cuál es su propósito, y él lo hará.
“Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! Nunca he sido hombre de fácil palabra,
ni antes ni desde que tú hablas con tu siervo, porque soy tardo en el habla y torpe
de lengua”. Éxodo 4:10
Esta fue solo una excusa más porque en Hechos 7:22 dice “Y fue enseñado Moisés
en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y obras.”
Dios le hace ver que él es Dios, que él creo todo y sus planes no se basan en que
Moisés hable bien o mal. Un ejemplo de ello también es Pedro y Juan quienes no
tenían una preparación teológica como los fariseos, pero tenían denuedo, valor y
brillo, tanto que cuando Pedro predico se convirtieron como tres mil personas
(Hechos 2:41)
Hechos 4:13 “Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran
hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado
con Jesús.
“…¡Ay, Señor! Envía, te ruego, por medio del que debes enviar.” Éxodo 4:13
Dios responde en Éxodo 4:14 “Entonces Jehová se enojó contra Moisés, y dijo: ¿No
conozco yo a tu hermano Aarón, levita, y que él habla bien? Y he aquí que él saldrá a
recibirte, y al verte se alegrará en su corazón.”
Dios deja en claro que su paciencia tiene un límite. Nuestras interminables excusas
pueden encender su ira.