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ÚLTIMA HORA Bernardo Montoya confiesa el asesinato de Laura Luelmo.

La entrevista final

Santiago Posteguillo: "Roma duró 1.000


años y la Unión Europea se nos rompe tras
60"
LUIS ALEMANY 19 DIC. 2018 | 02:18

/ SERGIO ENRÍQUEZ NISTAL

Santiago Posteguillo. Valencia, 1967.Profesor universitario en Castellón, novelista y ganador del Premio
Planeta gracias a 'Yo, Julia', una suntuosa novela sobre la mujer más importante en la historia del Imperio
Romano.

P . ¿Le ha cambiado mucho la vida el Planeta?

R. Hubo un momento de vértigo.Me vi en la lista con Vargas Llosa, con Matute y con Cela y pensé: ¿qué hago aquí? Y
luego hubo otro momento de pensar que esto es un respaldo, que igual no soy un desastre, y que tengo el reto de
intentar estar a la altura. El otro cambio es que yo tenía bastantes lectores pero había un público al que no
accedía.Había un prejuicio que ahora se ha roto.
p j q

P . ¿Cuánto vendía hasta ahora una novela suya a la que le fuera medio bien?

R. 300.000, 350.000.

P . Yo calculaba bastante menos.

R. No es poco, en este momento no lo es.

P . ¿No dejará de dar clase en la universidad?

R. Nunca, soy un profesor vocacional. Esta mañana he estado trabajando con el monólogo interior de Joyce en clase,
hemos visto un relato de Dublineses, otro de Wilde, ayer estuvimos con Hemingway... Son dos caras de una moneda.

P . ¿Sus clases y sus novelas se parecen?

R. Mis tres libros de relatos son, básicamente, mis clases.Sin examen, es lo bueno.

P . Este libro es un poco un ensayo político.

R. Cada novela es una tesis doctoral en la que la información está dispuesta de manera que capte al lector.

P . Insisto en la política. Todos los libros sobre Roma hablan de política, en realidad.

R. Sí. Porque de Roma como administración se pueden aprender muchas cosas. La Unión Europea existe porque el
Imperio Romano existió. Funcionó durante mil años, mientras que la UE se nos resquebraja en 60 años.

P . ¿Por qué?

R. En Roma, la inteligencia se hacía con el poder. Julia, el personaje de mi novela, conquista el poder porque es la
más inteligente. Eso lo echamos mucho de menos hoy.

P . ¿Había contrapoderes?

R. Sí. No contrapoderes democráticos como los que tenemos hoy pero había senadores, cónsules, pretorianos...
Cuando aparecía un emperador loco como el de esta novela, los contrapoderes actuaban.

P . ¿Qué frecuencia hubo de emperadores disparatados?

R. Hubo bastantes. Para empezar, porque aquél que llega al poder tiende siempre a la paranoia. También hay una
teoría que echa la culpa al plomo. Echaban plomo rallado al vino para endulzarlo. El plomo es como azúcar, lo malo es
que la gente se vuelve loca.

P . Hábleme del amor romántico en Roma.

R. En el caso de Julia y su marido, se quisieron de verdad, está recogido que fueron el primer matrimonio imperial en
200 años en el que existió el amor. No había margen para hacer gestos amorosos en público, pero, en privado, él era
un hombre de cuarenta y tantos loco por su mujer, que era joven y atractiva...

P . La idea de amor es, más o menos, la misma que tenemos hoy.

R. Básicamente sí: deseo erótico y conexión intelectual. Y su historia es la de un flechazo.

P . ¿Lo de que era guapa es una certeza o un adorno novelesco?

R. Guapa e inteligente. Es una certeza porque está en todas las fuentes.

P . Pero no era romana.


R. Y era su gran problema.

P . Pero se supone Roma era muy buena para integrar a sus extranjeros.

R. Era generosa con los occidentales: los hispanos y los galos. En cambio, las mujeres orientales como Julia eran el
monstruo.

P . LA ÚLTIMA PREGUNTA: ¿Por qué ese prejuicio contra las mujeres del Este?

R. Por Cleopatra. Cleopatra mareó a las élites romanas, volvió locos a César y a Antonio. ¿Quiere una lectura
feminista de la Historia? A Cleopatra la conocemos porque, en el fondo, perdió. En cambio, Julia fue la mujer que
triunfó y por eso la historia la ha olvidado.

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15 COMENTARIOS

necrendher
19/12/2018 06:17 horas #3
Roma duró mil años gracias a sus legiones, gracias a lo pequeña que era como ciudad-estado para
poder ser romano, realmente ciudadanos romanos eran pocos comparándolos con su imperio, gracias
al dominio de la estrategia en sus estudios de los Griegos, gracias a que movía sus ejércitos con una
intendencia perfecta, y sobre todo a que acaparaba como suyos a los Dioses y Diosas de los
territorios conquistados y gracias también a que sus representantes políticos solo estaban en Roma,
no perdidos en cuarenta senados repartidos por el resto de sus dominios. Roma es inimitable.
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CULTURA
La entrevista final

Jan Martí, editor de Blackie Books: "El


tema de James Rhodes se nos ha ido de
las manos"
JAVIER BLÁNQUEZ Barcelona 14 DIC. 2018 | 10:44
/ FOTOGRAFÍA: ANTONIO MORENO

JAN MARTÍ. Barcelona, 1982. Hace nueve años, fundó junto a Alice Incontrada Blackie Books, el sello más
exitoso del 'boom' reciente de las editoriales independientes. Tras 100 libros publicados, lo tiene claro: no
quieren crecer, sino compartir.

P.- Cumplieron nueve años hace poco, y en redes sociales dijo que nunca se había esperado que Blackie Books
durara tanto. ¿Tuvo dudas de que la editorial fuera a ser viable?

R.-Cuando salimos, todo lo que hicimos era tan poco consciente de la realidad, teníamos poca capacidad de
ver en lo que nos estábamos metiendo, que ni siquiera pensamos en cuánto podíamos durar. Nunca hubo un
plan de empresa, ni algunas otras cosas que hoy, con toda seguridad, haría. Cuando doy alguna charla en un
máster de edición, hacemos una actividad práctica que consiste en montar una editorial entre todos los que
estamos en clase, y ver si salen los números. Y los números nunca salen. A veces pienso qué hubiera pasado si
los primeros libros de Blackie no se hubieran vendido bien, y seguramente tendríamos que haber cerrado al
poco tiempo.

P.-Igual el secreto está más en fiarse de la intuición, y adivinar por dónde van los gustos de cierto público, que
no en calcularlo todo al detalle.

R.-Es muy difícil tirar adelante una editorial, pero si hubiéramos hecho el plan de empresa al principio, igual
tampoco habría salido. Pero salió bien desde el principio... Había muy poco control de la previsión económica,
pero teníamos bastante conciencia de lo que podía gustar. Pero en los inicios había mucha inseguridad,
salimos un año más tarde de lo previsto porque no todo lo veía claro.

P.-¿Había algún modelo en el que se inspirara, algún tipo de editorial de referencia?

R.-No, porque yo no era editor por entonces. Y quizá ni siquiera ahora lo soy... igual lo he sido alguna vez, pero
no me veo así. Yo venía de hacer prácticas en RBA y había estado en el departamento de las guías de viaje.
Escuchaba lo que se decía a mi alrededor, y me dejaba llevar por mi intuición. Antes de Blackie habíamos
tenido una aventura muy potente con Mendetz, el grupo de música que tenía con mis amigos, que también
empezamos de la nada más absoluta -o sea, de no saber ni cómo se hacía un concierto en una sala, o cómo
contactar con una discográfica-, y nos pasó de todo. Éramos cuatro amigos desapegados de la escena, muy
solos, y de repente dimos cien conciertos y pico entre la maqueta y el primer disco.

P.- ¿Qué se pudo aprovechar de la experiencia de Mendetz para Blackie Books?

R.-Que las redes sociales empezaban a ser importantes, y que ya por entonces eran una cosa básica. Y si
tenías valentía y las usabas bien, podías llegar a la gente. Te hablo de la época de Myspace, por entonces ni
existía Facebook. Probamos cómo iba Myspace y salieron cosas, fue divertido.

P.- Blackie Books factura mucho, pero se habla poco de sus libros en los medios tradicionales. ¿Sientes que las
secciones de cultura les ignoran, a la vez que el público les quiere?
R.- En algunos suplementos de cultura, desde que empezamos, habrán reseñado un libro nuestro quizá dos
veces... y llevamos cien. Es broma, son más de dos veces, pero en el fondo son muy pocas. No tengo quejas
sobre eso, seguro que hay editoriales que reciben menos atención y lo merezcan más. Lo que sí que creo es
que, con el tiempo, nos hemos ganado el respeto de mucha gente. Al principio nos catalogaban de modernos,
de hipsters, de capricho pasajero, pero esa amenaza ya hace tiempo que pasó. Como mínimo, hemos
demostrado que publicamos a gente interesante, que los libros son buenos y que lo hacemos en serio.

P.- ¿Es más importante hoy para una editorial tener buen impacto en redes sociales que recibir buenas críticas?

R.- No, las redes no son suficiente. Nunca descartamos los medios tradicionales para explicar algo, todas las
editoriales los necesitamos. Entendemos que queda poco espacio, y nos guardamos la insistencia para libros
concretos que creemos que merecen una reseña. Las secciones de cultura conservan un gran respeto y mucha
capacidad prescriptiva entre varios sectores importantes: los libreros, los distribuidores, los críticos, los
lectores... Hay que estar ahí.


SI SALES A LA CALLE Y LE PREGUNTAS A LA GENTE QUE TE DIGA NOMBRES DE
EDITORIALES, IGUAL NO SABEN QUÉ DECIRTE

P.- Pero no se llega a tener catorce reimpresiones, como con los libros de Mark Everett o James Rhodes, sólo
con reseñas en los suplementos de cultura.

R.- Es verdad, hay libros que consiguen que se hable de ellos sin salir en ningún sitio porque son muy buenos.
Hay veces en que se nota que un libro nos gusta mucho, y esa energía se transmite de alguna forma. Nos ha
pasado con Los asquerosos, la última novela de Santiago Lorenzo. Nos apasiona ese libro. Hay mucho trabajo
detrás, dedicamos muchas horas a conseguir que los libros destaquen y se explique como queremos nosotros,
sin necesidad de que otros lo hagan: eligiendo la portada, el subtítulo, la faja... Todo eso tiene que funcionar
desde el momento en que un libro llega a la mesa de novedades de una librería, y que te llame, que captes el
mensaje. Luego, si nos ayudan con todo lo demás, la cosa puede funcionar bien.

P.- Cuando la editorial está tan arraigada y tiene una identidad tan clara, ¿cómo se evoluciona a partir de ahí?
R.- Hay tres cosas que me dan mucha confianza. La primera es que, desde que tengo empleados a mi cargo, y
también hijos, he conseguido ser muy responsable con toda la parte pragmática del asunto, y lo segundo es
que me he juntado con gente para trabajar en Blackie que es un subidón constante. Al principio, la editorial la
montamos Alice [Incontrada] y yo, pero cuando entra nueva gente inquieta que no da nada por sentado, y
aporta ideas, el plan se renueva.

P.- ¿Y qué es lo tercera que le aporta confianza?

R.- Que de momento estamos consiguiendo no caer en lo que destruiría a la editorial, que es el cinismo. No
queremos hacer algo porque vende. La intención final sigue siendo la misma, que es compartir algo que crees
que debe ser compartido. Cuando una empresa va bien, te dicen: puede ir mejor, crece. Pero no sé si crecer
porque sí sirve para algo. El tipo que tenía el bar debajo de Blackie era un tipo que estaba él solo, que tenía
cosas de calidad, que tenía buen humor, le iba bien para pagarse su sueldo, y nunca quiso crecer ni
reinventarse. Ahora se ha jubilado y está súper contento. Si caes en esas presiones, puede ir mal: cierras un
año bien, y el distribuidor te dice que a ver si va mejor al siguiente. Pero no todo es eso. Hay que pagar los
libros y los sueldos, pero crecer por crecer no es el plan.

P.- El gran subidón de ventas de Blackie vino gracias a James Rhodes. ¿Vende aún más desde que está en el
centro de tantas disputas cainitas en las redes sociales por su amor a España?

R.- ¡El tema de Rhodes se nos ha ido de las manos! Hubo un día en que montamos una firma de libros en FNAC
y había cuatro pisos de cola, y la cola salía a la calle. Pero esto no lo hemos conseguido nosotros. Hemos
ayudado, lo hemos hecho bien, pero la dimensión que ha alcanzado James ya forma parte de otra cosa. Es un
fenómeno que va más allá de los libros. Lo que puedo decir es que él está muy agradecido por todo lo que le ha
pasado y por el amor que le transmite la gente. Estuvimos con él en la pasada Feria del Libro de Madrid,
cuando ya estaba instalado en la ciudad, y lo veía como si se hubiera liberado de un dolor muy fuerte.

P.- ¿Tienen miedo de que venga un grupo multinacional con más dinero y le robe al autor?

R.- Cuando James escribió aquel artículo tan viral en el que decía que le encantaba España, le escribió una
mega jefa de un grupo grande, en plan súper seductor, y él respondió con un mail con copia a mí en el que
decía que a él en España le publicaba Blackie Books, que yo era su editor, y que esas no eran formas de hacer
las cosas. Fue un momento muy guay, muy reconfortante. Una parte de su éxito es por Blackie, y le agradezco
que así lo sienta. Todo lo demás, lo ha hecho él solo.

P.- Al principio de todo, había una cierta tutela vuestra. ¿Siguen aconsejándole sobre qué decir y cómo moverse
en el campo de minas del carácter español, sobre todo en las redes?

R.- Ahora tiene más gente aquí, que le lleva prensa y esas cosas, sobre todo la gente de la promotora de
conciertos. Nosotros le hemos ido alertando sobre lo que se le puede venir encima según cómo diga las cosas,
porque a veces la redes son un poco engañosas.

P.- Algunos libros de Blackie parten de la idea de la nostalgia. ¿Cómo gestionan ese enfoque?

R.- La nostalgia es una cosa muy generacional, hay cosas que piensas que sólo te gustan a ti, porque fueron
importantes en un momento pasado de tu vida, pero que nunca piensas que puedan gustar a más gente. Lo
que ocurre es que sí gusta a más gente, y bien utilizada, la nostalgia es bonita, potente. Por ejemplo, como
hicimos con el libro de Gloria Fuertes, o con el Cuaderno de Vacaciones: partimos de un referente que mucha
gente tenía, pero que no lo recordaba como algo especialmente guay. Y cuando lo recuperas, te das cuenta de
que era mucho mejor de lo que pensabas. Con el Cuaderno, no se trata de repetir lo que hacías de pequeño,
sino hacerlo como adulto para seguir aprendiendo. Y con Gloria Fuertes, la intención era la de resituarla en la
historia, recordar que fue importante, y que no se puede decir que fuera una poeta menor.

P.- ¿Esa línea seguirá?

R.- Sí, ahora estamos haciendo el libro de Gila, el año que viene es su centenario, y saldrá a principios de
marzo. Gila escribió mucho sobre sí mismo, dejó una autobiografía y más cosas, pero no queríamos reeditar un
libro antiguo y ya está. Hemos preferido seleccionar textos, chistes, documentos, fotos... Lo estamos haciendo
con la ayuda de su hija. Habrá material de ficción, monólogos, recuerdos de giras, textos que publicó en
Hermano Lobo y La Codorniz...

P - ¿Hasta cuándo se puede estirar la nostalgia de los ochenta/noventa sin saturar a la gente o ser trivial en
P.- ¿Hasta cuándo se puede estirar la nostalgia de los ochenta/noventa sin saturar a la gente o ser trivial, en
plan las recopilaciones 'Yo fui a EGB'? Llegará un momento en que el comprador del futuro será millennial,
habrá crecido en los 2000, y aquellos referentes no le sonarán.

R.- Los referentes nostálgicos compartidos irán cambiando. Incluso a nosotros Gila ya nos suena un poco
antiguo, nos pilló de refilón, pero a la vez no podemos dar demasiada importancia a algunos fenómenos a los
que no les ha dado tiempo para funcionar, o armar un discurso. Por ejemplo, muchas editoriales están
obsesionadas con fichar a millennials en general. Cuando apareció Putochinomaricón, a mí me pareció
interesante, tenía un rollo bien buscado, y le preguntamos si tenía algún proyecto o idea que pudiéramos
desarrollar... y lo que nos respondió era que ya había vendido los derechos para un libro, que estaba todo
hecho. Y Putochinomaricón es interesante, pero no ha tenido todavía tiempo de funcionar.

P.- ¿Creen que hay un fenómeno fan con Blackie? ¿Han detectado mucho público completista?

R.- Hay unos cuantos, pero es un poco mito todo... Los libreros nos dicen que a veces entra gente preguntando
si ha llegado algo nuevo de Blackie, y eso es guay, significa que hay gente predispuesta a conocer cosas
nuevas en las que igual no esperaban entrar. Hay gente que los pone juntos, y quizá te entren ganas de tener
más porque son bonitos, pero no creo que haya coleccionistas... una editorial no es algo tan cool como un sello
discográfico. Si sales a la calle y le preguntas a la gente que te diga nombres de editoriales, igual no saben qué
decirte.

P.- ¿Le sigue apasionando la música? Mendetz, su grupo, lleva tiempo parado.

R.- Me obsesiona menos la actualidad musical, pero voy intentando estar al ritmo. No escucho solo oldies, pero
estoy escuchando música todo el día. No sé en qué momento lo pensé, pero una vez me imaginé una especie
de juicio sumario en el que me dijeran: tienes que prescindir de una de estas tres cosas para toda tu vida, sexo,
pizza o música. Y a lo que renunciaba era a la pizza, muy a mi pesar. Me encanta la pizza, pero me imagino no
volver a escuchar música, y no, sería imposible.

P.- ¿De qué error ha aprendido más?

R.- Hemos cometido muchos. A nivel de editorial, no considero que haya libros que sean errores, no cambiaría
apenas ningún libro de la colección. A nivel personal, me he enfadado mucho cuando hemos perdido libros o
autores, sin tener en cuenta que son las reglas del juego y no pasa nada, he escrito algún mail muy enfadado. Y
no soporto mucho las entrevistas que hice al principio, pero supongo que le pasa a mucha gente. Pero
necesitábamos que nos hicieran casito...

P.- En Blackie han publicado algunos de los humoristas más atrevidos de los últimos años. ¿Es de lo que está
más orgulloso de todo el volumen editorial hasta el día de hoy?

R.- Admiro mucho a la nueva generación de humoristas. Creo que es lo mejor que tenemos en el país. Que aquí
tengamos a gente como Miguel Noguera, Carlo Padial, Venga Monjas, el Hematocrítico, Santiago Lorenzo, los
Chanantes... Es increíble. Si pasado el tiempo me preguntaran de qué escena formé parte, no diría que del indie,
ni de nada así, sino de la de una generación de genios que hicieron humor. El día que descubrí a Noguera tuve
una epifanía. Era un genio, una inteligencia suprema, me sobrepasaba.

P.- ¿Cómo era Blackie, la perra de la que toma su nombre la editorial?

R.- Yo era de gatos hasta que me hice una persona de perros, y fue por Blackie. Era muy bajita, como un perro
salchicha, y olía muy mal. Era de Alice, tenía cuando la conocí y empezamos a salir, y por entonces Blackie ya
era muy mayor, tanto que se volvió un mito, como esa gente que no se muere nunca. Era ciega, sorda, le
extirparon una teta... Había un estoicismo en Blackie que nos daba mucho respeto. Murió en 2003, o así.

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2 COMENTARIOS

Ametsetan
14/12/2018 23 21 h #1
14/12/2018 23:21 horas #1
Toda la impresión de venir de familia con dinero y contactos. Si no, que me lo explique...

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