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º 8 (Sibelius)
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Fotografía de Jean Sibelius en 1939. Para esta fecha es probable que hubiera
abandonado la composición de su Octava sinfonía.
Tras la muerte de Sibelius en 1957, se hizo pública la noticia de que la Octava sinfonía
había sido destruida una década antes y se pensó que la obra había desaparecido para
siempre. En la década de 1990, mientras se estaban catalogando los cuadernos y bocetos
del compositor, varios estudiosos plantearon la posibilidad de que parte de las partituras
de la obra perdida podrían haber sobrevivido. Desde entonces, se han identificado varios
bocetos manuscritos como fragmentos de la Octava, tres de los cuales fueron grabados
por la Orquesta Filarmónica de Helsinki en 2011 —la duración total es inferior a los tres
minutos—. Mientras que algunos musicólogos han especulado que sería posible
reconstruir la sinfonía en caso de que otras partes lleguen a ser identificadas, otros han
apuntado a que es poco probable dada la ambigüedad del material en sí.
Índice
1 Antecedentes
2 Composición
o 2.1 Inicios
o 2.2 Progreso y postergación
o 2.3 Limbo
3 Destrucción
4 Descubrimiento
5 Especulaciones
6 Referencias
7 Bibliografía
8 Enlaces externos
Antecedentes
Jean Sibelius nació en 1865 en Finlandia, que desde 1809 era un gran ducado autónomo
perteneciente al zarato ruso después de haber estado bajo control sueco durante varios
siglos.1 El país se encontraba dividido entre una minoría de habla sueca, culturalmente
dominante y a la que la familia de Sibelius pertenecía; y una mayoría de habla
finlandesa, nacionalista y partidaria del movimiento fennómano.2 Hacia 1889, Sibelius
conoció a su futura esposa Aino Järnefelt, proveniente de una familia firmemente
fennómana.3 La asociación de Sibelius con los Järnefelt lo impulsó a desarrollar su
propio nacionalismo; en 1892, año en que se casó con Aino Järnefelt, completó su
primera obra de corte nacionalista: la suite sinfónica Kullervo.4 A lo largo de la década
de 1890, el control ruso sobre el ducado se volvió más opresivo. Sibelius produjo una
serie de obras en las que reflejaba la resistencia finlandesa a la dominación extranjera,
culminando con el poema sinfónico Finlandia.5
Sibelius fue reconocido como artista de talla nacional en 1897 cuando el Estado le
concedió una pensión para que pudiera dedicar más tiempo a componer. 6 En 1904, él y
su esposa se mudaron a Ainola, una residencia de campo que construyó a orillas del
lago Tuusula, en Järvenpää, donde vivieron el resto de sus vidas. 7 A pesar de que su
etapa en Ainola no fue siempre tranquila y alegre —Sibelius a menudo contraía deudas
y era propenso a episodios de consumo excesivo de alcohol— logró producir, durante
los siguientes veinte años, una gran cantidad de obras para orquesta, música de cámara,
piezas para piano y canciones, así como otros tipos de composiciones. 8 Su popularidad
se extendió por toda Europa así como a Estados Unidos, donde en una gira realizada en
1914 fue investido doctor honoris causa por la Universidad de Yale.9 En su país natal
su fama era tal que la celebración de su quincuagésimo cumpleaños en 1915 fue un
evento nacional, cuyo momento culminante fue el estreno en Helsinki de su Quinta
sinfonía.10
Composición
Inicios
A inicios de 1928, Sibelius realizó uno de sus viajes habituales a Berlín, para embeberse
de la vida musical de la ciudad e inspirarse para componer. Envió informes a su esposa
en las que hablaba satisfactoriamente del progreso en la obra, asegurando que la
sinfonía sería «maravillosa».15 A su regreso a Ainola, en septiembre, le comunicó a su
hermana que estaba «escribiendo una nueva obra, la cual enviaré a Estados Unidos. Aún
necesita tiempo, pero saldrá bien». 16 Sin embargo, en diciembre del mismo año, cuando
su editor Wilhelm Hansen le preguntó por la obra que estaba desarrollando, Sibelius
afirmó que solo existía en su mente. A partir de entonces, los informes de Sibelius sobre
el progreso de su sinfonía se volvieron erráticos, difíciles de seguir e incluso
contradictorios.15
Progreso y postergación
El director Serguéi Kusevitski, a quien Sibelius le prometió el estreno mundial de la
Octava sinfonía
Kusevitski decidió al próximo año presentar las siete sinfonías de Sibelius durante la
temporada 1932-33 de la Sinfónica de Boston, con el estreno mundial de la Octava
sinfonía como evento culminante. En junio de 1932, Sibelius le escribió al director
sugiriendo que se podría programar su nueva obra para finales de octubre. Una semana
más tarde, se retractó diciendo: «Estoy muy perturbado al respecto, por favor, no
anuncies la presentación».18 Igualmente, hizo promesas para diciembre de 1932 y enero
de 1933, sin llegar a cumplir ninguna. Kusevitski estaba perdiendo la esperanza; sin
embargo, volvió a preguntar por la composición en verano de 1933. Sibelius fue
evasivo; no realizó ninguna promesa de entregarla, pero mencionó tener intención de
«volver al tema en una fecha posterior». El asunto en relación a la Sinfónica de Boston
y su director terminó en ese punto.15 El compositor había llegado a acuerdos con otros
directores: prometió el estreno europeo a Basil Cameron y a la Royal Philharmonic
Society,16 así como la primera presentación en Finlandia a Georg Schnéevoigt, quien
hacía poco tiempo se había convertido en director de la Orquesta Filarmónica de
Helsinki.20 Sin embargo, todos estos acuerdos estaban encadenados al ilusorio estreno
en Boston, por lo que también quedaron en nada. 16 Además, según el crítico David
Patrick Stearns, posteriormente en esa década, Eugene Ormandy —un gran admirador
de Sibelius y director de la Orquesta de Filadelfia desde 1936— presionó fuertemente
por el derecho de realizar el estreno en caso de que terminara la sinfonía. 21
Durante sus dilaciones con Kusevitski, Sibelius continuó trabajando en la sinfonía. En
1931, pasó nuevamente un tiempo en Berlín, desde dónde escribió a Aino Sibelius en
mayo de ese año que «la sinfonía está avanzando a paso rápido». Su progreso fue
interrumpido por una enfermedad, pero para el final del año el compositor estaba
confiado, afirmando que «estoy escribiendo mi Octava sinfonía y me siento lleno de
juventud. ¿Cómo se explica esto?».22 En mayo de 1933, mientras seguía dándole
negativas a Kusevitski, Sibelius anotó en su diario que estaba completamente inmerso
en la composición: «Estoy tomando todo de otra manera, más profundamente. Un
gitano dentro de mí. Romántico».22 Más tarde ese verano, habló con un reportero al que
le dijo que su nueva sinfonía estaba casi acabada: «Será el resumen de toda mi
existencia, sesenta y ocho años. Esta probablemente será mi última obra. Ocho sinfonías
y cientos de composiciones. Tiene que ser suficiente». 16
Limbo
Destrucción
De vuelta a Ainola, Sibelius se entretuvo haciendo nuevos arreglos de antiguas
canciones. Sin embargo, su mente volvía con frecuencia a la sinfonía que en ese
momento tenía casi abandonada. En febrero de 1943, le dijo a su secretario que esperaba
completar una «gran obra» antes de morir, pero culpó a la guerra de su incapacidad para
progresar. «No puedo dormir por las noches cuando pienso en ello».27 En junio discutió
acerca de la sinfonía con su futuro yerno, Jussi Jalas, proporcionando otra razón para no
completarla: «Para cada una de mis sinfonías, he desarrollado una técnica especial. No
puede ser algo superficial, sino que tiene que ser algo que se haya vivido. En mi nueva
obra, estoy luchando precisamente con estas cuestiones». El compositor también
manifestó a Jalas que todos sus bocetos y borradores debían ser quemados después de
su muerte, pues no quería que nadie recordara sus fragmentos rechazados como los
«últimos pensamientos de Sibelius». 27
Ainola, circa 1938-1945. De derecha a izquierda: Jean Sibelius, Aino Sibelius y Santeri
Levas, secretario del compositor.
Aunque Sibelius informó a su secretario que la sinfonía había sido destruida, el hecho se
mantuvo en secreto entre el círculo privado del compositor. Durante los años restantes
de su vida, Sibelius de vez en cuando dio a entender que el proyecto de la Octava
sinfonía todavía estaba vivo. En agosto de 1945 le escribió a Basil Cameron: «He
terminado mi Octava sinfonía varias veces, pero todavía no estoy satisfecho con ella.
Estaré encantado de entregársela a usted en cuanto llegue el momento». 15 En realidad,
después de la quema, Sibelius había abandonado por completo la composición creativa;
en 1951, cuando la Real Sociedad Filarmónica le pidió una obra para conmemorar el
Festival de Gran Bretaña de ese año, él se negó.29 Todavía en 1953 le dijo a su
secretario, Santeri Levas, que estaba trabajando en la sinfonía mentalmente. Solo en una
carta de 1954, dirigida a la viuda de su amigo Adolf Paul, admitió que la obra nunca
estaría completa.30 Sibelius falleció el 20 de septiembre de 1957; al día siguiente su hija,
Eva Paloheimo, anunció públicamente que no existía la Octava sinfonía. La quema del
manuscrito se dio a conocer más adelante, cuando Aino Sibelius reveló el hecho al
biógrafo Erik W. Tawaststjerna.19
Los críticos y comentaristas se han preguntado las razones por las que Sibelius
finalmente abandonó la sinfonía. A lo largo de su vida, fue propenso a la depresión y a
tener crisis de confianza.31 Alex Ross en The New Yorker cita un texto de 1927 del
diario del compositor, cuando supuestamente se estaba escribiendo la Octava sinfonía:
«El aislamiento y la soledad me conducen a la desesperación... [...] Me siento
maltratado y todos mis verdaderos amigos están muertos. Mi prestigio en la actualidad
está por los suelos. Es imposible trabajar. Si solo hubiera una manera de salir». 32 Los
estudiosos de su figura han señalado al temblor que tenía en la mano, que le hacía difícil
la escritura, y al alcoholismo que lo aquejó en varias etapas de su vida.21 Otros han
argumentado que el ensalzamiento de Sibelius como héroe nacional acalló
efectivamente al compositor; tuvo miedo de que cualquier obra que realizara no
estuviera a la altura de las expectativas de la nación que lo adoraba. 17 Andrew Barnett,
otro de los muchos biógrafos del compositor, apunta a una intensa autocrítica del
compositor, quien paralizaría o reprimiría aquello que no cumpliera con sus estándares
autoimpuestos: «Fue esta actitud la que provocó la destrucción de la Octava sinfonía,
pero el mismo rasgo le obligó a mantener en revisión la Quinta hasta que estuvo
perfecta».33 El historiador Marc McKenna considera que Sibelius pudo estar reprimido
por una combinación de perfeccionismo y aumento de la desconfianza en sí mismo. De
acuerdo a él, el mito de que Sibelius todavía estaba trabajando en la sinfonía, sostenido
por más de quince años, fue un bulo deliberado: «Admitir que se había detenido por
completo sería admitir lo impensable, que ya no era un compositor». 17
Descubrimiento
Después de que Sibelius falleciera, su figura continuó siendo popular entre el público.
Sin embargo, entre los críticos fue comúnmente denigrado, pues encontraban a su
música anticuada y tediosa.34 René Leibowitz, partidario de la música de Arnold
Schönberg, publicó un folleto en que describía a Sibelius como «el peor compositor del
mundo».35 Los demás críticos lo descartaron como irrelevante, más aún en una época en
que había una tendencia irresistible hacia la música atonal.36 Este ambiente disminuyó
la curiosidad sobre la existencia de cualquier material de la Octava sinfonía hasta
finales del siglo XX, cuando revivió el interés de los críticos por el compositor. En
1995, Kilpeläinen, quien había publicado en la Universidad de Helsinki un estudio
sobre los manuscritos de Sibelius, escribió que todo lo que podía estar relacionado sin
duda alguna con la Octava sinfonía era una única página de los bocetos de la Séptima en
la que aparecía una parte remarcada y con un texto anexo que decía «VIII». Sin
embargo, añadió que la biblioteca de la Universidad contenía más bocetos de Sibelius,
datados desde finales de 1920 hasta inicios de 1930, algunos de los cuales eran
semejantes al fragmento remarcado y que probablemente serían parte de la Octava.
Kilpeläiner también manifestó: «recientemente han salido a la luz varios documentos
que nadie había soñado siquiera que existían. Tal vez todavía hay algunas pistas sobre la
Octava sinfonía escondidas y esperando a que algún estudioso las descubra». 15
En 2004, se publicó un