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Políticas culturales:
derroteros y perspectivas contemporáneas
recently UNESCO approved the Convention on the Protection and Promotion of the Di-
versity of Cultural Expressions. This last one reinforced the international presence of the
organization and revitalizes the debate on cultural policies from new perspective.
Key words: Cultural policies, UNESCO, access, participation, cultural diversity.
cidir es algo muy distinto y, como dijimos, y asociaciones no lucrativas, que han exis-
relativamente reciente. Si las políticas cul- tido usualmente y que hoy son objeto de
turales siempre involucran acciones, estas particular atención y desarrollo.
últimas no siempre implican la existencia
Aun cuando los diversos agentes arri-
de políticas que las sustenten, las acciones
ba señalados intervienen cada vez más, el
culturales pueden ser episódicas, desco-
consenso para el orden o la transformación
nectadas, proyectadas a lo inmediato. En
social, la unidad simbólica de la nación, sus
esta perspectiva las políticas culturales son
vinculaciones con otras, son cuestiones ati-
reflexivas, planifican y coordinan acciones
nentes especialmente a los Estados. Inclu-
en función de metas de mediano y largo
sive cuando se piensa en ‘orientar el desa-
alcance, con criterios para monitorear y
rrollo simbólico, satisfacer las necesidades
evaluar procesos e impactos, adecuando
culturales de la población’, es difícil imagi-
sus cursos acorde a los resultados y a los
nar que estas metas puedan ser asumidas
cambios contextuales.
como objetivos generales por otras instan-
Como puede verse en la definición ci- cias. Las ‘necesidades culturales’ resultan
tada, los agentes de las políticas culturales de difícil definición, aún de más difícil con-
están planteados con amplitud, pudien- senso, frecuentemente no alcanzan a ex-
do tratarse del Estado, las instituciones presarse en demandas claras (Domínguez
civiles, los grupos comunitarios. Tanto en 1996), e involucran la formación y el desa-
el marco organizativo como en el marco rrollo de creadores y de públicos a través
normativo del sector, resulta contrastan- de medidas para orientar el desarrollo sim-
te el orden de magnitud y de capacidad bólico. El mercado y los actores comunita-
de intervención por parte del Estado con rios proveen de bienes y servicios culturales
relación a los otros agentes. Por otra par- que satisfacen parte de estas necesidades
te, históricamente, en América Latina, los y de esta orientación, acorde a su interés
Estados han asumido funciones que en circunstancial y a sus fines particulares, no
otras partes discurrieron con vigor por la en función de intereses generales. A la vez
iniciativa privada y comunitaria, como ha usualmente obran con relación a las inter-
ocurrido con el sostén de los cultos reli- venciones del Estado, sus infraestructuras,
giosos, la educación, los sistemas de salud sus medios de financiamiento, sus regula-
y la acción cultural en los Estados Unidos ciones y sus arbitrajes de los conflictos, sea
de Norteamérica. En los países latinoame- por acción o por omisión. De aquí que en
ricanos, aun cuando podamos reconocer ocasiones se demande al Estado que com-
el lugar relevante que tuvieron desde fi- pre libros para favorecer a las editoriales
nes del siglo XIX bibliotecas populares, nacionales, o que no desenvuelva prácti-
cooperadoras escolares, sociedades pro cas comerciales en la radiodifusión oficial
fomento barrial, etc., la afirmación de la para no alterar la competencia empresa-
‘sociedad civil’ y su papel en vida social son ria. Más allá de situaciones coyunturales,
relativamente recientes y con frecuencia éstas son cuestiones que trascienden el
apadrinados por el Estado. Por otra parte, momento para desplegarse en un tiempo
muchas entidades que nacieron como em- largo, mayor que la duración y las metas
prendimientos privados y/o comerciales, de un gobierno de turno, involucrando
como universidades y teatros, fueron rápi- perspectivas y políticas de Estado. Esto no
damente transferidas a la órbita del Esta- quita que las nuevas perspectivas sobre lo
do, que usualmente se convirtió en el prin- público, ya no lo identifican con lo estatal
cipal jugador en el campo de la cultura. De sino con su accionar conjuntamente con
aquí que convenga pensar a las políticas empresas y organizaciones que refieren a
culturales con relación al Estado, sin per- consensos y debates de toda una sociedad
der de vista las interacciones con empresas (Rubim 2006).
Las tres generaciones de políticas Algunos autores han sostenido que una
culturales segunda generación de las políticas cultu-
rales refiere a la expansión conceptual y
Como señala el Informe “Nuestra di-
pragmática de la cultura hacia los domi-
versidad creativa” (UNESCO 1996) las pri-
nios de las industrias culturales y los me-
meras políticas culturales comenzaron
dios de comunicación (Fabrizio 1981). La
planteándose en la sintonía de “edificar la
reproductibilidad técnica y la transmisión
nación”, desde la concepción de una uni-
escrita y audiovisual constituyen sin duda
dad territorial y cultural relativamente ho-
un potencial de ampliación del acceso y la
mogénea. En este sentido las intervencio-
participación en la vida cultural, nada des-
nes en las artes, las letras y el patrimonio,
deñable en tanto constituyen el entrama-
con las que preponderantemente se iden-
do de la vida cotidiana y su principio orde-
tificaba a la ‘cultura’, han tendido a con-
nador más relevante. Pero las industrias y
formar un cuerpo consagrado y cerrado
los medios no conllevan por sí mismos una
de expresión ‘legítima’ y ‘auténtica’ de lo
democratización de la cultura, sino que
nacional, supuestamente compartido por
esto depende de procesos sociales más
la totalidad social dentro de un territorio
complejos. No casualmente, a la luz de las
dado. Más aún ese cuerpo, esa ‘cultura’ co-
experiencias totalitarias en Europa, las teo-
mún, se ha considerado como preexistente
rizaciones de Horkheimer y Adorno (1987)
a la nación y como la base y la argamasa a
alertaban sobre la estetización de la vida,
partir de la cual lo nacional cobraba sen-
la banalización de la cultura, la domestica-
tido. Por su parte los derechos culturales,
ción de las conciencias y el autoritarismo.
cuando se formularon asegurando a todo
Aun sin regímenes oprimentes, este tipo
individuo “participar libremente en la vida
de presión ha ido creciendo con la con-
cultural de la comunidad”, lo hicieron con
centración de las industrias y los medios,
referencia a la nación, la única comunidad
las asociaciones y fusiones corporativas, y
entonces ‘imaginada’ (Anderson 1983) le-
la más reciente conformación de un sector
gítimamente. No avanzaron para especifi-
audiovisual enlazado a capitales financie-
car la alusión a una comunidad determi-
ros transnacionales. Con este panorama ha
nada distinta de la nacional, ni para referir
sido difícil que la ampliación de la cultura
a una pluralidad de comunidades sub o
a las industrias culturales y los medios de
supra nacionales2. Las expresiones indíge-
comunicación trascendiera de la discursiva
nas y populares frecuentemente han sido
a la práctica en espacios nacionales, los que
víctimas del avance de la alta cultura y del
en muchos casos constituyen trabas para el
patrimonio de las elites hegemonizadoras
funcionamiento de empresas que operan
de la nación. Su aceptación ha sido posi-
en mercados más amplios. De hecho las re-
ble exorcizando los conflictos que plantea-
particiones públicas de estos dominios en
ban por la vía de asimilarlas a la tradición
áreas de cultura, si no son inexistentes son
nacional, o merced a procesos de folklo-
muy recientes. Pero usualmente las indus-
rización que acentuaron su color local y
trias culturales son espacios de la órbita de
su carácter extraño. Puede decirse que la
ministerios de producción y empleo, mien-
ampliación del acceso al disfrute de las ar-
tras que los medios se hallan en la esfera
tes, como modo de hacer llegar a todo el
de ministerios de comunicación, rara vez
territorio y a toda la población los bienes
de cultura.
y servicios culturales legitimados, expresa
en los términos positivos del paradigma de La existencia de esas reparticiones y de
la ‘democratización cultural’ lo que desde cuerpos normativos específicos no signi-
otra perspectiva puede verse como una fica que los Estados nacionales posean o
imposición, unificación y uniformización ejerzan capacidades regulatorias efectivas
de un canon nacional. sobre industrias y medios que atraviesan
sus fronteras, que integran capitales que hablar de ‘la noción antropológica’ de cul-
se autovalorizan exponencialmente y que tura, cada vez con mayor predicamento4.
conforman entramados capaces de enal- Este último no se corresponde con análisis
tecer o defenestrar gobiernos3 y obtener sólidos que respalden la pertinencia ni la
prerrogativas. De aquí que el potencial de univocidad de semejante noción, que ha
estos dominios, aun cuando se los conciba sido objeto de críticas fundadas (Wright
como parte de la ‘cultura’, reiteradamen- 1998), pero más que detenernos en ello,
te escapa a las políticas culturales y a los nos interesa destacar sus correlatos prácti-
paradigmas de democratización cultural o cos. Su carácter excesivamente abarcativo,
de democracia cultural. No obstante, tam- que como se ha señalado resulta inapro-
bién resulta claro que la teoría crítica con- piado para facilitar el delineamiento de
centrada en la ‘manipulación’, cayó en la políticas y de modos de gestión de la cul-
‘falacia internalista’ de identificar las gra- tura, por otro lado ha sido propicio para la
máticas de producción con las gramáticas inclusión en la esfera cultural de numero-
de consumo (Thompson 1995:139) y que, sas actividades como la moda, el diseño, el
al hacerlo, dejó de lado la consideración patrimonio intangible, la gastronomía, el
de la agencia de los sujetos colectivos e turismo, el regeneramiento urbano, etc. A
individuales, y su capacidad de apropiar- la vez su énfasis en los valores y creencias,
se, de acentuar, de resignificar en múlti- paradójicamente, ha acompañado la ins-
ples direcciones los sentidos hegemónicos. talación de una perspectiva fuertemente
Esto resulta más relevante por cuanto ese instrumental de la cultural, nunca mejor
papel activo trasciende la sola recepción manifiesto que en la expresión “la cultura
para instalarse también en la producción es un buen negocio”5.
simbólica, como muestran las numerosas
Las exigencias de eficacia, eficiencia y
experiencias de publicaciones, emisoras
rentabilidad que en las últimas décadas se
radiales y televisivas de carácter comuni-
establecieron sobre museos, teatros, salas
tario en Latinoamérica. Aun cuando desde
de concierto, patrimonio y hasta monu-
instancias nacionales este tipo de indus-
mentos, son más bien el punto de parti-
trias y medios frecuentemente resulten
da de los nuevos dominios que se han su-
tipificados y perseguidos como ‘ilegales’,
mado al sector cultural, entrevisto como
los más diversos colectivos (barriales, indí-
mercado y como ‘recurso’ para generar
genas, gremiales, religiosos, desocupados)
ingresos, empleos, recaudaciones fiscales,
los conforman y gestionan, haciendo cir-
exportaciones, etc.. Los sitios puestos en
cular sus visiones del mundo, exponiendo
valor, las áreas protegidas, las expresio-
sus intereses, estableciendo interacciones
nes intangibles preservadas, han derivado
y redes con otros.
hacia la museificación, la espectaculariza-
La tercera generación de políticas cul- ción, la conversión de ciudades en parques
turales planteó la imbricación de la cultura temáticos, la expulsión de grupos y formas
y el desarrollo, y la puesta del hombre en de vida preexistentes, reemplazados por
el centro de esta última problemática. Sus manifestaciones artísticas desconflictua-
mismos teóricos la reputaban de ‘utópica’ das, proveedoras de colores locales a tu-
en los tiempos de su formulación por estar ristas e inversores inmobiliarios. En este
más ligada a la reflexión que a cuestio- sentido, la cuestión de los medios y los
nes de hecho (Moulinier 1981 en Rabossi fines, ha sido volcada hacia los primeros,
1997), aunque como vimos, ésta también en muchos casos oscureciendo o descono-
fue una preocupación de anteriores con- ciendo los fines, o violentando los valores
ferencias intergubernamentales de políti- en los que supuestamente estos se fundan.
cas culturales. Es esta ampliación del con- El desarrollo cultural con demasiada fre-
cepto lo que desde entonces ha llevado a cuencia resulta una justificación estética
cho. “Pocas áreas de la vida social son tan mente en la conformación de un ámbito
monótonas como las políticas culturales. menos atento a los destinatarios de la ac-
Ocurren novedades en la cultura y las co- ción cultural y a lo político de las políticas
municaciones, pero no son asumidas por culturales, que a sus propias cuestiones
los actores políticos de los Estados (García internas. “El ‘sector cultural’ (...) con sus
Canclini 2004:209)”. códigos, sus ritos, su lenguaje propio, sus
sistemas de reconocimiento, de legitima-
El incumplimiento de los objetivos que
ción y de mediatización, se ha instituciona-
se habían propuesto alcanzar, para algunos
lizado fuertemente, apareciendo a muchos
autores hace posible hablar, del “fracaso
de nuestros conciudadanos como un mun-
de las políticas culturales” (Domínguez
do aparte que no está hecho para ellos”
1996:80,81). Las encuestas sobre compor-
(Rizzardo 1997:121). Así, se ponen en jue-
tamientos culturales muestran que “la des-
go prácticas y nociones de excelencia que
igualdad entre los grupos de élite y el resto
cultivan y refuerzan el elitismo, ecluyen las
de la sociedad no ha dejado de aumentar”,
diversas identidades, o escenifican estereo-
lo que significa que el acceso, la participa-
tipos distorsivos de la interacción intercul-
ción, y la pluralidad cultural siguen siendo
tural y disuasivos de la desigualdad social.
cuestiones pendientes. Ello se ve agravado
Estas acciones religan a la vieja edificación
pues los “consumidores y usuarios de la
de Estados nacionales monoculturales y
cultura espectacular y de élite, disfrutan
monolinguísticos, más que a la pretendi-
ahora de esos mismos bienes sufragados
da construcción de Estados pluriculturales
con fondos públicos”. Es decir que la ins-
conforme a la diversidad y la justicia social.
titucionalidad pública, o bien funciona de
A la vez, el elitismo va acompañando de
modo similar al mercado, o bien subsidia
un populismo que generaliza la estandari-
de modo anti redistributivo a quienes pue-
zación estética, y la primacía de la cultura
den pagar sus consumos, sin generar nue-
entendida como profusión de espectáculos
vos espacios. Las acciones han fracasado en
destinados a proporcionar placer y satisfac-
promover “una cultura más participativa
ción inmediata a los públicos. Quedan lejos
y creativa”, desaprovechando la participa-
la ampliación y promoción de las faculta-
ción ciudadana que facilitarían el “carácter
des intelectuales y sensibles, el desarrollo
menos especializado de lo cultural” (cfr.
de sentido crítico y de capacidades de de-
acciones no necesariamente artísticas o de
cisión ciudadanas. La institucionalidad cul-
excelencia), y las “actividades de carácter
tural justifica su existencia mediante una
social que no requieren de una condición
proliferación de actividades que esconde el
previa de inclusión/exclusión” como sucede
debilitamiento de la política, “una política
en otras ramas (cfr. en salud, estar enfer-
que considera la cultura como un segmen-
mo para recibir atención médica). En esto
to de su legitimidad y no como un resorte
las instituciones se han visto tensionadas
de su acción” (Djian 2005:146 y ss.).
por exigencias de servicios conveniados, de
profesionalización de los agentes y de crea- Si las políticas culturales han de te-
ción de empleo, en detrimento de la acción ner alguna injerencia en el futuro de las
altruista, la regeneración de vida comuni- sociedades, estas inercias deberían reem-
taria y la participación. Dichas exigencias plazarse por intervenciones que generen
pueden acomodarse en estrategias de de- transformaciones. Esto implica superar el
mocratización cultural, pero ponen dificul- estrecho criterio gestionario de las últimas
tades a paradigmas de democracia partici- décadas, orientadas tecnocráticamente ha-
pativa que demandan otras dinámicas. cia el mejor uso de medios supuestamente
escasos, lejos de un debate abierto sobre
El problema no sólo radica en no lograr
estos y sobre los fines sociales deseables.
la ampliación del acceso tematizado por la
Un sector cultura que acepta estetizar,
democratización, sino también y principal-
cuando no ‘lavar’, otras acciones despoján- ANDERSON, Benedict (1983) Imagined Com-
dose de la crítica, difícilmente se corra de munities: Reflection on the Origin and
la función balsámica y de la concomitante Spread of Nationalism Verso, Londres.
desvalorización entre las demás áreas de BAYARDO, Rubens (2007) “Cultura y de-
los poderes del Estado. Se requiere tras- sarrollo: ¿nuevos rumbos y más de lo
cender el carácter corporativo y fragmen- mismo?”, en: Marchiori Nussbaumer,
tario del sector cultura donde las distintas Gisele (Org.) Teorias & politicas da cul-
disciplinas o dominios bregan aisladamen- tura. Visões multidisciplinares, Editora
te por lo que les concierne, y donde el da UFBA, Salvador, Bahia, Brasil.
conjunto permanece desarticulado con las BECERRA, Martín (2005) “Un solo mundo,
agendas más amplias de la vida social. Pa- voces múltiples: a 25 años del Informe
radójicamente, la cultura y los creadores, Mac Bride”, en: Observatorio de Indus-
frecuentemente son instrumentados para trias Culturales de la Ciudad de Buenos
visibilizar, viabilizar y legitimar demandas Aires, nº 3, Secretaría de Cultura, Go-
comunitarias, iniciativas privadas y asocia- bierno de la Ciudad de Buenos Aires.
tivas, el sostenimiento de instituciones, BECERRA, Martín y MASTRINI, Guillermo
campañas de gobierno y asuntos interna- (2006) “Senderos de la economía de la
cionales. Resulta desconcertante que estas comunicación: un enfoque latinoame-
capacidades no se movilicen para el forta- ricano”, en: CIC Cuadernos de Informa-
lecimiento y la jerarquización del sector ción y Comunicación, vol.11, Universi-
dentro de los ámbitos de decisión, y para dad Complutense, Madrid.
ejercer sus potenciales de resignificación DJIAN, Jean-Michel (2005) Politique cultu-
del orden simbólico, vinculando campos relle: la fin d’un mythe, Éditions Galli-
hoy estancos como son la educación y la mard, Paris.
comunicación, entre otros. Por otra parte, DOMINGUEZ, Iñaki (1996) “La participación
las políticas culturales parecen tener más ciudadana en el espacio urbano”, en:
predicamento en la cooperación interna- Wechsler, D. y Lobeto, C. (Comps.) Ciu-
cional que fronteras adentro, se trata de dades. Estudios socioculturales sobre el
afianzarlas con renovado concepto de lo espacio urbano. Instituto Internacional
público en todos los niveles de los Estados del Desarrollo - Ediciones Nuevos Tiem-
y de cara a lo transnacional. De ser así, qui- pos, Madrid - Buenos Aires.
zás podríamos hablar de políticas cultura- DURHAM, Eunice (1984) “Cultura e ideolo-
les de cuarta generación, que subsumirían gía”, en: Giménez Montiel, G. La teoría y
los anteriores centramientos en las artes, el análisis de la cultura, SEP - COMECSO
las industrias culturales y el desarrollo, en - Universidad de Guadalajara, México.
el eje de la diversidad cultural y la justicia FABRIZIO, Claude (1981) Essai d’analyse de
social, no sólo como un instrumento nece- la problématique culturelle mondiale
sario para poner freno a las mega corpora- et esquise d’une prospective mondiale
ciones que las dificultan, sino como trabajo du développement culturel, UNESCO
creativo sobre los sentidos, que posibilite CC-81/615/REF.
imaginar y construir mundos pluralistas. GARCÍA CANCLINI, Néstor (Ed.) (1987) Polí-
ticas culturales en América Latina, Gri-
jalbo, México.
Bibliografía GARCIA CANCLINI, Néstor (2004) Desigua-
APPADURAI, Arjun (1994) “Disjunção e les, diferentes y desconectados. Mapas
diferença na économia cultural glo- de la interculturalidad, Gedisa Edito-
bal”, en: Featherstone, M. (Org.), Cul- rial, Barcelona.
tura Global. Nacionalismo, Globali- GENTILI, Pablo (1998) “El consenso de
zação e Modernidade, Editora Vozes, Washington y la crisis de la educación
Petropolis. en América Latina”, en: Álvarez-Uría,
tos, se han detenido sistemáticamente ante el dieron en su PBI per capita entre 1965 y 1990,
freno de las naciones y del orden internacio- mientras que 43 bajaron su PBI durante la cri-
nal que estas conforman (Shelton 2005). En su sis de la deuda en los ochenta. El mismo autor
momento, los desacuerdos por la definición de cita a Walton (1989:301) según el cual la deuda
los derechos culturales hicieron que estos se externa ascendió de 64 mil millones a 810 mil
aprobaran junto con los derechos económicos y millones de dólares entre 1970 y 1983, y hace
sociales, en un pacto separado de los derechos referencia a las hambrunas en Etiopía y en Ban-
civiles y políticos. En la actualidad, mientras se gladesh.
suceden las elaboraciones del Grupo de Fribur- 9 Gulick sostenía que se trataba de propa-
go y los borradores presentados ante UNESCO, ganda “anti-capitalista”, “anti-americana”,
aún dentro del marco global elogioso de la di- “pro-socialista”, “comunista”, “pro-maoista”, y
versidad, estos no alcanzan a ser consensuados. que estaba asociada a “maquinaciones políticas
3 Cfr. las últimas elecciones en Brasil, ana- del Tercer Mundo”, “teorías gubernamentales
lizadas en Venício de Lima (Org.) A mídia nas de planificación centralizada”, “esquemas de
elições de 2006, Editora Fundação Perseu redistribución de la riqueza ... ignorando el li-
Abramo, São Paulo. bre mercado” (1982 n/traducción).
4 Suele tomarse como referencia lo declara- 10 Como correlato del Plan de Acción en-
do en la Conferencia de México (1982) en cuanto tonces aprobado se llevaron a cabo dos Infor-
a que “la Cultura comprende el conjunto de los mes Mundiales de Cultura en 1999 y 2000. Ade-
rasgos distintivos espirituales y materiales, inte- más de articulos de fondo sobre problemáticas
lectuales y afectivos que caracterizan un grupo de actualidad, estos informe enfatizan en as-
social. Ella engloba, además de las artes y las le- pectos teórico metodológicos referidos a esta-
tras, los modos de vida, los derechos fundamen- dísticas, sistemas de información e indicadores
tales del ser humano, los sistemas de valores, las culturales, estimados como indispensables para
tradiciones y las creencias” (Arfwedson 1994:7). el diseño y evaluación de las políticas. Presen-
5 Este es el título de una publicación del tan numerosos cuadros consignando datos de
Ministerio de Cultura de Brasil (1995) durante todo el mundo sobre bibliotecas, archivos, salas
el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, de cine, receptores de radio y televisión, circula-
donde se convocaba a la inversión privada en ción de diarios, servicios telefónicos, entre otras
el sector, acorde a las leyes de incentivos fiscales informaciones.
implementadas en el país como eje de la políti- 11 Cabe consignar que los Estados Unidos,
ca pública. el Reino Unido y Singapore regresaron a la
6 “La culture compte” o “Culture counts” es UNESCO tras casi dos décadas de ausencia, con
el nombre con el que se difundió lo estableci- ocasión de las discusiones sobre la ‘diversidad
do por la Conference “Financement, ressources cultural’. Esta categoría se presenta como supe-
et économie de la culture dans le développe- radora de la ‘excepción cultural’, concepto que
ment durable” organizada por el Banco Mun- Francia y los países europeos interpusieron para
dial y el Gobierno de Italia, en cooperación con rechazar la libre comercialización de productos
UNESCO, que tuvo lugar en Florencia en octu- audiovisuales en las negociaciones del GATT en
bre de 1999. 1993 ante el avance del cine de Hollywood. La
7 La distinción que se realiza en la lengua in- conformación de la OMC en 1994, con el pro-
glesa entre ‘policy’ y ‘politics’ puede aclarar esta yecto de alcanzar la liberalización completa del
cuestión. El primer término refiere a las políticas comercio de bienes y servicios, incluyendo a los
como intervenciones administrativas de los go- culturales, concebidos como entretenimiento y
biernos con medidas concretas de acción, el se- asimilados a cualquier otra mercancía, alentó
gundo remite a la política en un sentido amplio el interés de muchos Estados por perfeccionar
de disputas entre intereses diversos por el senti- el recurso mediante un instrumento jurídico de
do de lo real y por la conformación de órdenes alcance internacional. La Convención se aprobó
sociales legitimados por esas categorizaciones. casi por unanimidad, con votos contrarios de Es-
8 Viola (2000:18) consigna datos del Ban- tados Unidos e Israel, y entró en vigencia el 18
co Mundial según los cuales 23 países retroce- de marzo de 2007.