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Ezequiel Maldonado'
Concepción Álvarez Casas**
Otra visión del mundo es pos ible: para que pudiera reali-
zarse, sería necesario primero despertar de una ilusión: la
fi cc ión de la hege monía de la modernid ad occ idental.
la cual ha causado los grandes males que padece la act ua -
lidad, como declaran tres fi lósofos occ identa les, Jurge n
Habe rmas. David Held y \ViII Kim licka .
L UIS VILLORO
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En la elección de un estereotipo que simbolizase a Mé-
xico y a la mexicanidad, y en un país supuestamente homo-
géneo, nunca se pensó en el indio y sus tradiciones sino en
su contraparte, el hacendado personificado en el charro
mexicano y su dama, la china poblana.
En este trabajo, revisamos también dos claves en la obra
de Rosario Castellanos que la distinguen de la misma genera-
ción del 50: el iniciar una profunda reflexión crítica sobre la
mujer mexicana y develar la presencia indígena contempo-
ránea. Estamos hablando de dos sujetos invisibles para la
ideología dominante. Castellanos, por desgracia, no se salvó
de la prédica indigenista y, por ende, de compartir el proyec-
to occidental. Pero, en la mujer y en el indio, imprimió una
dimensión novedosa: la teoría y la práctica de dos ámbitos
no reconocidos en su tiempo. A pesar de rasgos y ciertas fi-
liaciones indigenistas en sus obras, contempla al indio y su
universo no como objeto y tema de interés folklórico sino en
la problemática de un sujeto con una identidad muy defini-
da y diferente a la del mestizo en plena configuración.
Al final del cardenismo, en 1940, el proyecto nacional de
la Revolución mexicana, desplazados sus postulados radicales
con la derrota zapatista - la defensa de los pueblos indios y
su orientación agraria- , se orienta en el rumbo de la órbita
occidental y marca la ruta hacia la modernidad, lo urbano,
lo internacional. Ahí se inicia un modelo de desarrollo que
desplaza a posiciones agrarias y populares contempladas cual
rémoras frente del imponente desarrollo capitalista con una
incipiente industria y con fachas multicolores de lo naciente
urbano y cosmopolita.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el capital mono-
polista norteamericano a la cabeza y, años más tarde, el euro-
peo y japonés se expanden e internacionalizan como nunca
antes, refuerzan sus posiciones en México y Latinoamérica
bajo el manto protector de una política de desarrollo que se
orienta hacia la sustitución de importaciones y, simultánea-
mente, se combinan y asocian con el capital privado domés-
1 Vid Alonso Aguilar, "La fase actual del capital ismo mexicano", en
Estrategia, Méx ico, Publicac iones sociales mexicanas, 1975, pp. 10-12 .
B o. Paz, Posdata. 6a. ed. México, Siglo XXI , 197 1, pp. 13-14.
Zulaik a), Barcelona , Anagrama , 200 1. Cit. por Víctor Roura. Codicia e
inteleclualidad. México, Lectorum , 2004. Pp. 67. Por si hubiese dudas so-
bre la europeidad asumida por Paz, el inicio de la cita recogida por Roura
señala: "Para obtener el reconoci miento literario, los esc ritores domina-
dos deben acatar las normas decretadas universa les por quienes ostentan
el monopolio de lo universal"
11 Vid Fernando Carmona "La situación económica" en El mi/agro
Nos informa que ed ita en ese periodo las revistas Medio Siglo
y! poste riormente, la Revisia Mexicana de Literatura junto
con Emmanuel Ca rballo en 1955.
Carlos Fuentes hace un especial reconoc imi ento al ma -
gisterio de Alfonso Reyes y de Octavio Paz. Del primero,
Fuentes enaltece su lu cha contra e l "chov ini smo estéril"' o
un nacionalismo rampl ón que no en entiende una cu ltura
"generosamente uni versa l". En referencia a Pa z, señala que
lo conoció en París en 1950 cuando éste publicaba "dos
libros ca pitales de la literatura moderna" E/laberillto de la
soledad y Libertad bajo palabra. "Paz reali za ba un esfuerzo
supremo intelectual por asimilar el pasado de México con
relevancia poética , separando los va lores vivos de los muer-
tos y encontrando el contexto humano del particularismo me-
xicano". !~ En su reseña, Fuentes reconoce su origen fuera de
México, creció en las embajadas de Washington, Lima, Río
de Janeiro, Buenos Aires. Pero afirma que, si bien perdió raí-
ces, ganó en determinadas perspecti vas , en un di stanciamien-
to propio de un escritor que mantiene la heterodoxia a través
de la imaginación verbal.
El escritor analiza el "régimen clás ico mexicano", y lo
define como "un sistema paternalista y esqui zoide. Protec tor
de oficio de la paz social, la unidad nacional y la sucesión
sexenal. .. el Estado paternalista no logra esconder un senti-
miento de peligrosa dualidad". La caracterización de este
régimen clásico, adaptación francesa de lo que ya era un
sistema cap italista en su fase monopólica, le permite a Fuen-
tes denunciar a una prensa venal que fomenta el odio interna-
cional, oculta los problemas nac ionales e impide el libre cauce
lS ¡bid., p. 79.
16 [bid. , p. 80.
¿Qué hacer con ese enorme legado que, acaso ofrezca soluc iones ex·
traordinarias para la v ida contemporánea y sus contradicc iones? La
ex istencia mi sma de ese mundo, frágil y profundo .. nos propone una
pregunta que solemos evadi r o condenar: ¿Vamos a arrebatarle a esa
gente maravillosa su comunidad y su cultura reales, una cultura que
no está en los museos, sino en los cuerpos, en la manera de caminar,
en la manera de sa ludar, de bai lar, de imagi nar, para imponerles los
fetiches de l racionalismo y el progreso que nos viene del siglo xvm?
(... ) Esa cultura puede y debe ser un elemento más de liberac ión, tan-
lO de e llos como nuestra . Esa cultura puede desarroll arse libremente,
con la higiene, con el trabajo, con el bienestar físico .. (Más adelante,
cuatro páginas, señala :) En la medida en que somos occidentales,
seámoslo pl ena y positiva mente: vayamos más allá de la legitimidad
y la continuidad romanas a la capac idad gr iega de conc iliar e l cam-
bio con la esenc ia y configu remos de nuevo la comunidad política
de Platón.'9
Sólo en algunos esc ri tores. dice Vi llo To, cobra la te ndencia indige-
nista precisa figura y nítido perfil: sólo en ellos parece desa rrollarse y
adquiri r concienc ia de si misma hasta alcanza r un nive l reflex ivo (... )
Todos ellos (los neoindigenislas) pa rt ici pan qui zá en parle de modo
inconscienle , de una aC litud vital similar hacia el indígena de una
perspectiva común an le él que los unifica y sitúa históricamente .29
Sin imágenes f alsas, sin f a/sos espejos. Narradoras mexiccmas del siglo
Xx. México, El Colegio de México, 1995 , p. 188.