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Portugos y
brasileños
'
f % * 'ri i -
I . Los lusitanos en la
mar Océana
En las lindes de la antigua demarcación la
tina de "Lusitania”, el apeñuscado grupo
de campesinos y marinos ibéricos y de los
"portugos” resistirían con éxito los em
bates de la invasión musulmana, agregando
sus huestes a la conducción señera de Alfon
so el Sabio, unimismados en una misma fe
y una misma tierra, superando antiguos ce
los y cantonalismos. Emerge entonces, va
en el siglo XII, el flamante reino de Portu
gal, que hallará su destino en el mar, mien
tras los reinos hispánicos "adelantan” tierras
para la Cristiandad. Conquistada Ceuta, en
1415, sus marinos, bajo la dirección sabia
y prudente del Infante don Enrique "el
navegante”, se abrirán paso en la "mar
Océana”, desde el trampolín de las Azores
y Madeira.
La temprana alianza de sus monarcas con
las ricas burguesías cosmopolitas de sus
grandes ciudades puertos, encuentra en Juan
II, el "príncipe perfecto”, un brillante in
térprete y coordinador de esfuerzos. Bajo su
enérgica dirección, los lusitanos recorren en
todos los rumbos el "mar de Guinea”, y, al
amparo de la Bula de Nicolás V, de 1454.
rastrean los perfiles de islas y tierras, que
custodian secretamente en cartas y relacio
nes, en las que — valga la afinada crítica
de Jaime Cortesao— esconden la revelación
primera de América.
Cumplida la empresa colombina Juan II aceptará la
premiosa instancia de los Reyes Católicos para delimitar
jurisdicciones, lo que hace, finalmente, el Papa Alejandro
VI, en sus célebres Bulas "Inter Cartera” de 3 y 4 de mayo de
1493. Pero como la divisoria excluía a Portugal de toda
participación en la empresa americana, el monarca lusitano
se empeñó en obtener su rectificación, lo que logró, en
el tratado suscrito el 7 de junio de 1494, en Tordesillas,
al trasladar la línea 370 leguas al oeste del archipiélago de
Cabo Verde. Al morir, en 1496, el "Príncipe Perfecto”
legaba a su hijo, don Manuel, el secreto patrimonio ame
ricano y la amable benevolencia de sus padres políticos,
los Reyes Católicos, para culminar sin tropiezos un vasto
designio coloniaL
2. De “ Vera Cruz” al
Brasil
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Una nueva etapa en la organización de este mundo todo el dramático sentido de la hazaña de aquellos prime
colonial estuvo marcada, en 1530, por la empresa de Martín ros colonos, al decir que se trataba de "conquistar por
Alfonso de Sousa, cuyos objetivos eran defender la dilatada palmos una tierra que les fuera dada por leguas. . . ”
costa, precisar los límites del dominio lusitano, al norte y Las carencias del sistema llevaron a la creación del
al sur, y establecer y organizar los primeros núcleos de colo "Gobierno General”, a fines de 1548, destacándose el pri
nización, distribuyendo tierras y cargos. Supo desde enton mer titular, Tomé de Sousa, por su vasta labor de organi
ces Portugal el alcance territorial de Tordesillas; la natu zación administrativa y coordinación económica de los esta
raleza fluvial del Río de la Plata — explorado en 1531— blecimientos de la costa. Como hecho trascendente abe
y la inexistencia de metales preciosos en su región. Asimis señalar la llegada, junto con él, de los primeros padres de
mo, con la afirmación de los poblados de San Vicente y la Compañía de Jesús, entre los que descollaba Manuel de
Piratininga, quedarían echadas las bases sociales y econó Nóbrega. Su magnífica labor de catcquesis, que supo com
micas. prender y penetrar la mentalidad de los nativos no sólo les
Los ataques de los corsarios franceses promovieron, a permitió iniciar la aculturación del indígena, sino también
su vez, la creación de las llamadas "donatarias”, que, a cargo echar las bases de una organización y una pedagogía, que
de capitanes de probada experiencia en Oriente, se exten habrían de servir de modelo a las misiones guaraníticas, y
dían, en fajas perpendiculares a la costa, desde Marañón que culmina con la fundación de núcleo primario del "Co
hasta Santa Catalina. Los resultados concretos del sistema legio de San Pablo”, en las cercanías de la aldea de "San
serían la fijación de dos núcleos sólidos de población: San Andrés de Borda do Campo”, donde vivía el famoso Juan
tos, en la capitanía de San Vicente, y Olinda, en la de Ramalho, singular patriarca de innumerable gentío indí
Pemambuco. El sabio cronista Duarte Pacheco definiría gena y mestizo, cepa originaria de los futuros "mamelucos".
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C orresponde al período hispánico el establecim iento
holandés en el Brasil. D esd e com ienzos del siglo X V I los
navios holandeses, debidam ente autorizados, realizaban un
lucrativo com ercio triangular, con manufacturas, esclavos y
azúcar, entre Europa, A frica y Brasil. Pero, entre 1585 y
1609, los reyes hispánicos — en respuesta a la insurgencia
de H olanda y Z elandia— adoptaron drásticas m edidas res
trictivas, que se reim plantaron, luego de breve tregua, en
1621. C om o reacción, los com erciantes flam encos llegaron
a aconsejar a las autoridades de su país la conquista del
Brasil. Y en ese m ism o año se fundó la "Compañía de las
Indias O ccidentales", con participación estatal y m on op o
lio del com ercio, navegación y conquista de tierras en
A m érica y parte de Africa. El primer proyecto de con
quista fue dirigid o contra Bahía, en 1624, pero una pode
rosa escuadra ibérica liberó la ciudad al año siguiente. U n
segundo ataque, en 1630, esta vez contra Pernam buco, por
entonces la mayor región productora de azúcar del m undo,
tu vo éxito, consolidándose el d om in io con la designación
del C onde Juan M auricio de N assau-Siegen, com o G ober
nador. La excepcional capacidad del C onde y el am plio
apoyo obtenid o de las autoridades y com ercio de las "Pro
vincias Unidas", determ inaron una época de prosperidad
y desarrollo y una brillante vida cultural en la "Nueva
H oland a” brasilense.
La ruptura de la "U nión Peninsular”, con el adveni
m ien to de los Braganza al trono portugués, en 1640, des
pertó en los luso-brasileños el deseo de verse libres de la
dom inación holandesa, lo que lograron, luego de diversos
enfrentam ientos, merced al apoyo de Inglaterra, con la
capitulación del N ordeste, en 1654, ratificada por el tra
tado de paz suscrito en 1661.
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— ft
Latadero de o rod e l pico (Ita
udnAl IH.l 5 ). ontzReise ni
para cautivar a sus dueños. Si encontraban algún río nave
gable, improvisaban canoas ligeras, fáciles de desviar en
los saltos, de aligerar en los bancos o de ser conducidas a
5. La Colonia del
la sirga. Por tierra aprovechaban los senderos de los indios;
a falta de ellos seguían torrentes y riachuelos, pasando de
Sacramento y la
uno a otro lado según les convenía, y que hoy todavía
recuerdan las denom inaciones de "Passa-dois”, "Passa-dez", expansión hacia el Sur
"Passa-vinte"; "Passa-trinta”; deslizábanse por las alturas en
busca de gargantas; evitaban, naturalmente, los matorrales,
y caminaban preferentem ente por los cerros”.
Las principales "bandeiras” son las provenientes de
San Pablo de Piratininga. Estratégico punto de entronque
de rutas naturales, escala intermedia para las conexiones
entre el Litoral y el Planalto, y nudo, por el R ío T ieté, de
un importante sistema hidrográfico, estaba en inmejorables D ecisiva fue, en la expansión hacia el Sur, la atracción
condiciones para volcar la energía de sus pobladores en la del R ío de la Plata. D urante el período hispánico el estua
formidable empresa de penetración hacia el interior. rio funcionaría com o vía de tránsito con el Perú y con
Los itinerarios de las bandeiras se adaptaron princi los im portantes núcleos de población luso-brasileña in clu i
palmente a los rasgos de la hidrografía, en busca de los dos en las provincias del Paraguay y de Buenos Aires,
objetivos económicos que caracterizaron los diversos ciclos. siendo el m etal potosino el objetivo de mayor interés. El
La gigantesca geografía del Brasil fue así recorrida por la frecuente com ercio entre Buenos Aires y los puertos del
audacia de aquellos singulares "adelantados”, desde la cuen Brasil habría de resentirse com o consecuencia del estado
ca amazónica hasta las tierras del Plata y sus grandes tri de guerra derivado del ascenso de los Braganza, en 1640,
butarios, esponjando el territorio lusoamericano en pro al trono lusitano; y quedó oficialm ente interrum pido des
funda proyección continental, largamente superado el confín pués de 1678, en que se firm ó la paz entre las dos coro
de Tordesillas. nas ibéricas.
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La extraordinaria abundancia de ganado vacuno en la lerable en el p u n to llave de las provincias platenses, que
"banda oriental" del estuario, constituyó, asim ism o, pod e vulneraba seriam ente su seguridad y configuraba una grave
roso m otivo para decidir a Portugal a incorporarla a su fisura, por el com ercio clandestino, en las espaldas atlán
dom inio. La fundación de la "Nova Colonia do Sacramento”, ticas del m o n op olio lim eño.
por el gobernador de R ío de Janeiro, Manuel de Lobo, en La réplica hispánica fue la fundación de Montevideo.
la tercera semana de enero de 1680, concretó, en los h e Su proyección ulterior en el proceso poblacional de la Ban
chos, este propósito, que, desde tiem po atrás era objeto da y el prolongado asentam iento lusitano de la Colonia,
de planes, que llegaron a enfocar, incluso, la conquista de convergerían, entonces, para otorgarle a nuestro país el sin
la p ro p ia Buenos A ires, que "se puede hacer con gran faci gular carácter — único en A m érica— de comarca bifronte,
lidad e interés nuestro, d añ o y división de C astilla, y a la de con flicto y encuentro de las vertientes étnicas y cultu
q u e se p u ed en aplicar los hom bres de San P ab lo ”, com o rales de las dos Madres Patrias ibéricas, y de su refracción
su g eriría el p ad re A n to n io V ieira. El estab lecim ien to com americana. La condición de pradera abierta y extendida del
p letab a el sistem a circu lato rio del Brasil y aseguraba un territorio oriental, por lo dem ás, contribuiría a perpetuar,
vasto m ercado para la M etrópoli y sus colonias del A tlá n más que im pedir, el enlace de la Cartago coloniense con
tico; para los españoles, en vez, co n stitu ía un enclave in to el hinterland del R ío Grande, por donde se proyectaba
ENTRADAS
Características Geográficas
En el N jreste ' catingas", espinosas, calientes y áridas y falta Lo; campos que se extienden al
de agua. Penetración efectuada a pie . la penetración. Ausencia Je grandes bosq
En ¡a Amazonia excesiva humedad . pero innumerables cursos tación suficiente, clima favorable. A l
navegables. Penetración realizada en canoa.
Características Históricas
Lucha contra ¡os indígenas, muy dura; asimismo, luchas con 5i bten los vkentinos tuvieron que enfrt
tra los extranjeros. en la primera etapa, hasta 1639, los dominar
se vieron algo frenados por los jesuítas. La
jetos fue prácticamente nula.
C ara cterística s E c o n ó m ic a s
La prosperidad de la industria azucarera dim inuía deseos de La pobreza de los vicentinos estimu
penetración; la mano de obra esclava nací* inn«-&serias los tvdtos; otras riquezas — indiost metales preciosos,
el contacto con Europa jaciíiutca exportaciones e emigración. sólo en eí interior podrían
en su búsqueda.
Tomado de Helio
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entonces el empuje creciente del Brasil, conjugado con la sus terrenos hacia el Plata, le convertirían en un mundo
trashumancia de las vaquerías tapes y el tráfago de los de relación activa con la pradera oriental. N i las exitosas
"changadores” del área gaucha. campañas de Cevallos de 1762 y 1776, ni la nueva juris
El poblamiento sur del Brasil, a fines del siglo XVII, dicción del Virreinato del Plata, lograrían, asimismo, fijar
había alcanzado, hacia el litoral, dos puntos muy distantes en definitiva, el límite colonial. La demarcación de San
entre sí: San Antonio dos Anjos da Laguna, en Santa Cata Ildefonso, en 1777, a pesar de la extirpación del enclave
lina, y la Colonia. La zona intermedia, con una costa poco lusitano de la Colonia, tampoco perduraría. Y en 1801
acogedora, permanecía, en el confín de los dos imperios podrían los portugueses obtener, por el audaz golpe de
iberoamericanos, ajena a todo propósito poblacional. Las mano de José Borges do Canto, el territorio misionero
campañas navales francoespañolas, derivadas de la guerra oriental, inexistente ya la resistencia jesuítica, cuya expul
de la Sucesión de España, al amenazar las comunicaciones sión de los territorios americanos, ordenada casi simultá
marítimas entre la Colonia y su base de aprovisionamiento, neamente por ambas Coronas ibéricas, había quitado el
el lejano Río de Janeiro, impusieron la necesidad de abrir único fiel de balanza efectivo para equilibrar la recíproca
comunicaciones terrestres directas, que vino a orientar el gravitación de los dos mundos coloniales vecinos.
"Roteiro” escrito por Domingos de Filgueira en 1703. Con Y sería en esa circunstancia de pradera abierta y fron
cluida la guerra, y aceptado por España en 1715 —segundo tera frustrada, entre esos dos mundos — rivales y copartí
tratado de Utrecht— el dominio portugués de la Colonia, cipes, a la vez, de la conformación histórica de la Banda
se inició una activa porfía entre las autoridades de Río y Oriental— que ahondaría el afán centrípeto del patriciado
de Buenos Aires, para establecer guardias y núcleos de de Montevideo — vencedor de la Colonia y opositor de
población en la orilla izquierda del Plata. Fracasado el in Buenos Aires— para afirmar su vocación de predominio,
tento lusitano de poblar Montevideo, en 1723, y ocupado exclusivo y excluyente de todo rival.
el punto por los españoles, en 1724, con la fundación del
fuerte de San José, la corriente lusobrasileña avanzó, entre
1726 y 1730, hasta Curitiba, siguiendo el "Roteiro” men
cionado; con ello se hicieron conocidos los llamados "cam
pos do Viamáo", por los que se abría el acceso a las ricas
vaquerías "del Mar” y "dos Pinheiros".
Entretanto, en el interior riograndense, las "bandei-
ras" vicentinas habían desalojado de la región "del Tape"
a los misioneros jesuítas de la Provincia del Paraguay, que
retrogradaron, asentándose en el Guayrá y en la llamada
"Provincia del Uruguay", donde lograrían resistir con éxito
los embates de los mestizos lusoamericanos.
El ataque español a la Colonia, en 1735, habría de
determinar la .definitiva fundación lusitana del Río Grande.
Una expedición al mando de José da Silva Pais, organi
zada para socorrer la plaza sitiada y reconquistar Monte
video —detenida en su acción por la firma del armisticio
de París, de 1737— fundaría, en el mismo año, en la mar
gen derecha del sangradero de la laguna de los Patos, la
colonia de "Río Grande de San Pedro”. En 1738 era creada
la Capitanía de Santa Catalina y poco después los campos
de Viamáo eran poblados por matrimonios azorinos, fun
dándose en la margen del Guaíba, al fondo de la laguna
de los Patos, el "Porto dos Casais”, futuro Pono Alegre.
Suscrito el tratado de Permuta, en 1750, entre las dos po
tencias peninsulares, por el cual España trocaba las Misio
nes Orientales por la Colonia, estallaría la "Guerra Guara-
nítica", como se llamó a la resistencia de los indígenas
reducidos, acaudillados por los padres jesuítas, a la acción
conjunta de los ejércitos español y portugués, encargados
de imponer el cumplimiento del Tratado. Pero restablecida
la situación a los términos anteriores por el Tratado de El
Pardo, en 1761, las autoridades lusitanas consideraron pro
picia la oportunidad para demarcar una nueva jurisdicción
en el sur, creando la Capitanía de Río Grande de San
Pedro. Ingenio azucarero
Río Grande debía ser, en la intención de la Corona
lusitana, una "marca” de consolidación de los territorios
poblados a expensas del dominio hispánico; pero la natu
raleza del habitat geográfico y la natural declinación de
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6. La refracción de la
Revolución de Occidente
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El gobierno de don Juan echó las bases del futuro
del Brasil. H ubo un notable progreso material: obras p ú
blicas, un teatro, palacios, un herm osísim o jardín botánico;
se estim uló la inm igración de colonos suizos y alem anes
y se creó el primer Banco; se fundaron las academias m ili
tar y de marina, la imprenta real y una fábrica de pólvora;
se efectuaron experiencias siderúrgicas en Sorocabana; y
se crearon los órganos de gobierno, im plantándose todo el
com plicado engranaje de la adm inistración de un Im perio.
La tradicional política exterior no sufrió variantes:
afirmada la alianza con Inglaterra, se procuró, en Am érica,
alcanzar las fronteras naturales, lo que significaba desco
yuntar el Virreinato del Plata, incorporando la Banda O rien
tal y m ediatizando al Paraguay. La ocasión era propicia,
porque la invasión napoleónica aflojaba la capacidad d e
fensiva española; pero Inglaterra por m edio de Lord Strang-
ford, se interpuso, ya que no le convenía se m odificara el
"statu quo” en el Plata, ni adicionar problemas americanos
a la ya penosa situación europea de España.
M enos convenientes eran todavía los planes de la prin
cesa Carlota Joaquina de Borbón, esposa de don Juan y
hermana de Fernando VII, que aspiraba a custodiar los
dom inios de su Real casa, erigiéndose en R egente del V i
rreinato, ante la acefalía del trono hispánico. Ella fue el
centro de novelescas intrigas en la corte de R ío, en que
participaron por distintos m otivos las autoridades españo
las de M ontevideo, los gobiernos del Paraguay y del A lto
Perú, y dirigentes criollos de Buenos Aires — los herm a
nos Rodríguez Peña, Sarratea, Belgrano— que m editaron
un plan monarquista en el Plata, con la princesa com o
Emperatriz y la alianza portuguesa para asegurar la inde
pendencia. Pero Lord Strangford, siem pre vigilante, se en
cargaría de desbaratar la in icia tiv a . . .
En el Plata, entretanto, se precipitaban los aconteci
m ientos. D isuelta en la Península la "Junta Suprem a” y
constituido, irregularmente, en la isla del León, frente a
Cádiz, el C onsejo de R egencia, el patriciado criollo de
Buenos Aires, en oportuno golp e de mano, declaraba ca
duca la autoridad del Virrey Cisneros y tomaba directa
m ente el poder, el 25 de m ayo de 1810. Enfrentada la
Junta porteña a la contrarrevolución, con centros en Cór
doba, prontam ente reducida, Paraguay y M ontevideo —
ahora bajo la em pecinada conducción del Virrey Elío— el
m om ento era oportuno para la intervención lusitana. El
R egente m ovilizó fuerzas sobre las fronteras paraguaya y
oriental y envió emisarios a las respectivas autoridades
leales a la R egencia española, ofreciendo su apoyo p olítico
y militar; pero el levantam iento de las huestes cam pesinas
de la Banda bajo la jefatura carismática de José Artigas,
Desembarco de la Princesa Leopoldina en Río de y la deposición del gobernador V elazco, en A sunción, por
el patriciado criollo, a la par que la celosa custodia de
Strangford, volvieron a frustrar la habilidosa maniobra.
Inglaterra, firmando con ésta, el 19 de febrero, un Tra La coyuntura se presentaría nuevam ente, al solicitar
tado de Comercio y N avegación por el cual el pabellón Elío el apoyo portugués para tomar por retaguardia la línea
de aquélla se equiparaba con el portugués y sus com er sitiadora de M ontevideo, establecida por los patriotas. En
ciantes obtenían el privilegio de un juez propio para diri una rápida operación, el capitán general de R ío Grande,
mir sus causas; asim ism o, Portugal se obligaba a abolir D ie g o de Souza, invadió sim ultáneam ente el territorio de
gradualmente el tráfico de esclavos. Entraba así, tam bién la Banda y el m isionero, procurando evitar que la em igra
el Brasil, en la órbita ultramarina de la nación protecto ción oriental cruzara, "con la patria a cuestas”, el Uruguay,
ra, — com o dice Calmón— "sin libre voz, hasta mejores y apoyando, a la vez, a las "partidas tranquilizadoras” que
tiem pos. . . ” E lío — liberado del asedio por el arm isticio de octubre
y ------------------------------------------------------------------------------------- ■----------------
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de 1811, suscrito con Buenos Aires— derramaba sobre la agente secreto inglés— coronel Juan de Rademaker, y el
campaña. Pero una vez más el envite lusitano se v io con m on tevid ean o D r. N ic o lá s H errera, m inistro de Gobierno
tenido por el embajador inglés. Bajo su enérgica m edia y R elaciones E xteriores del triunvirato porteño. Hacia se
ción, el enviado porteño Sarratea redactaría las bases de tiem bre, de Souza se retiraba, a regañadientes, de la Banda,
un tratado de pacificación que, el 26 de m ayo de 1812, hostigado por las d iv isio n es artiguistas, y arreando, como
suscribirían en Buenos Aires el representante lusitano — y represalia ingentes tropas de ganado vacuno y ca b a lla r...
Entrada de las tropas portuguesas en Montevideo el 20 de enero de 7 . por el portón de San Pedro.
en este ob jetivo com ún, divergentes eran las motivaciones
7. La revolución popular y los fines concretos. Para la burguesía mercantil y la aris
tocracia terrateniente y esclavócrata del Brasil, el necesario
y la reacción patricia aplastam iento del artiguism o, com o peligroso fermento de
insurrección de las castas y del abigarrado mundo "gau
ch o” e indígena, se doblaba del propósito, dictado por la
geografía y la econom ía, de incorporar la Banda Oriental
al ám bito de un soñado im perio americano. Para la oligar
quía patricia porteña, embretada entre el avance del arti
guism o y la amenaza de una expedición reconquistadora
peninsular, la solución era obtener el acuerdo y apoyo del
flam ante "R eino U n id o de Portugal, Brasil y Algarves”,
para — com o expresaría crudam ente su agente confidencial,
el Dr. M anuel José García— "desviar el golpe que los
procedim ientos anárquicos del caudillo de la Banda Orien
H acia 1815, erguido el caudillo oriental en "Protector tal estaban preparando” y, en la coyuntura propicia, some
de los Pueblos Libres” y dom inando el puerto de M onte ter de nuevo a su autoridad el interior rebelde, utilizando
video, parecía inm inente el triunfo de la revolución p opu "la fuerza de un poder extraño", necesario para "formar
lar, republicana y federal, del artiguismo. T anto en R ío un centro com ún de autoridad, capaz de organizar el caos
com o en Buenos Aires, la reacción de los patriciados fue en que están convertidas estas provincias”. Como era "un
la misma: elim inar al "anarquista” y "sedicioso” Artigas. error im aginar proyecto alguno de sólida prosperidad mien
Pero, si bien coincidían los intereses de ambas oligarquías tras sus bases n o se asienten sobre la ruina de la anarquía
112
que actualmente nos devora ”, era evidente la coincidencia
del interés lusitano y del porteño en el estrangulam iento
del artiguismo, aunque el segundo debía, para ello, sacri
ficar una porción clave del territorio. Aún iría más allá
en su programa el agente García, procurando convencer
al vacilante Congreso de Tucum án, en la conveniencia de
"reconocer com o su monarca” a Juan VI, bajo una Carta
Constitucional.
El patriciado m ontevideano, entretanto, soportaba muy
a su pesar el austero régim en artiguista que, a la par que
limitaba sus oportunidades de lucro mercantil, ponía en
cuestión sus privilegios, con una política agraria fundada
en la efectiva posesión y en la productividad de las tierras,
con ascenso ‘ indeseable” del paisanaje pobre, del indio
cristiano y de los negros y hombres de casta libres. N o
faltarían en su seno los prom otores de una protesta que
en la “revolución de los cívicos” tentó sustraerse a la égida
del Caudillo; pero su verdadero intérprete y agente sería
el Dr. N icolás Herrera. H om bre dotado de una clara inte
ligencia e ilustración, superior a todos sus compatriotas
por la vastísima experiencia política adquirida en el pro
pio escenario europeo y desde las altas jerarquías del g o
bierno revolucionario porteño, Herrera sería el inductor
saga* de lo que él m ism o habría de calificar com o una
"sublime intriga” para, de un golpe, liberar al atemorizado
patriciado m ontevideano de la coyunda artiguista y restau
rarle el predom inio perdido. Suyas fueron las sugerencias
más atinadas que contenían las m inuciosas instrucciones
para la organización política y adm inistrativa de la Pro
vincia, de que fuera portador el Capitán General Carlos
Federico de Lecor, ”el pacificador. . B A SFS D E IN C O R P O R A C IO N A P R O B A D A S
Entre el 20 de enero de 1817, en que Lecor y su lucida P O R EL C O N G R E S O C I S P L A T I N O
comitiva hacían su entrada al Real de San Felipe, bajo El territorio te consideraría como un Estado diverso de
palio, y el 20 de enero de 1820, en que las últimas huestes * los demás del Reino Unido, bajo el nombre de Cisplatino ,
orientales leales al Caudillo caían derrotadas en Tacuarem ia ) Oriental. Tendría el mismo rango que los demás de la j
Monarquía y estaría representado en el Congreso Nacional,
bó — mientras, en el Pilar, Ram írez y López entregaban
Sus límites serían los del principio de la Revolución . . .
la victoria federal de Cepeda al provincialism o porteño— f,por el norte del río Cuareim hasta la Cuchilla de Santa
se inscribe el ciclo de la revancha patricia frente a la revo Ana. . .", ''sin perjuicio de la declaración que el Soberano
lución popular y americana del artiguismo. El 5 de setiem Congreso Nacional, con audiencia de nuestros diputados, dé
bre de 1820 el férreo "carai-guazú” cruza el Paraná y cae sobre el derecho que puede competer a este Estado, a los
campos comprendidos en la última demarcación practicada
en el encierro selvático del Paraguay del D octor Francia. . . en tiempos d tl gobierno español *.
Se conservarían las leyes, "en cuanto no se opongan a la
Constitución General', asi como las costumbres, derechos
y privilegios de todos los individuos de la Provincia, y se
establecía la independencia de las autoridades civiles y
militares.
8. La Cisplatina El comercio, la industria y la agricultura estarían libres
de toda traba.
Se reservarían los empleos de la Provincia para "sus
naturales o habitantes casados o avecinados en ella”.
Por ningún motivo se impondrían contribuciones extra-
ordinartas.
Se establecían garantías contra las levas y se afirmaba la
permanencia de las milicias dentro del territorio.
Se consultaría a las autoridades locales para cualquier
reforma del regimen fiscal.
En M ontevideo, entretanto, vencida la “tiranía d o Se mantenía la independencia eclesiástica.
m éstica”, el patriciado, satisfecho, veía restaurarse el orden "Continuará en el mando de este Estado el Sr. Barón
social y económ ico, en los marcos de una progresiva orga de la Laguna".
Se nombraba un Síndico Procurador general del Estado,
nización que le devolvía la seguridad y la directa adm i para vigilar el cumplimiento de lo establecido y reclamar
nistración de sus intereses, bajo la paternal tutela de Lecor, en caso de violación.
a quien sus “Instrucciones” le prescribían “halagar a la (Extractado de J. E. Pivel Devoto,
población inspirándole confianza”, respetar sus “leyes, usos "El Congreso Cisplatino”)
113
y costumbres", "derechos y propiedades”, y, en lo econó se encargaba de expl icitar, en abundantes bandos y prego
m ico, restablecer las normas vigen tes en la época hispá nes. N o m enos trascendencia tuvieron las disposiciones
nica. U na de las formas de premiar la colaboración patri referentes a la vida económ ica. El puerto de Montevideo
cia fue la proliferación de cargos y honores. Señala Arcos con oció un período de intensa actividad que culminaría,
Ferrand que "había un Capitán G eneral, un G obernador en 1818, en que p u d o constatarse un fuerte crecimiento
Intendente, un Síndico, un Presidente de la Cámara de de la población y una redoblada actividad mercantil. En
Justicia, una Junta de H acienda, un Cabildo, un Tribunal la bahía, las naves m ercantes — sobre todo inglesas— ,
de C om ercio, un Tribunal Eclesiástico y dos Juzgados ordi afluían cada vez en mayor núm ero, y en las tiendas de la
narios”, para un pueblo de "doce m il almas”. Todas esas ciudad las damas patricias encontraban el surtido de "no
instituciones fueron dócil instrum ento de los designios del vedades” que les perm itían lucir a la moda del siglo en
Barón de la Laguna; si acaso podría escapar a la crítica los salones frecuentados por los aristocráticos oficiales lusi
el Tribunal del Consulado, a cuyo frente el Dr. Lucas J. tanos y los prohom bres severos y condecorados del régimen,
O bes, uno de los "asesores” de la invasión, llegó a insi con aires de m úsica suave, plática culterana y brindis opor
nuar ciertos pujos de independencia de criterio, que lo tunos a la salud de su M ajestad F id e lís im a .. . Esta situa
llevaron a chocar con frecuencia con el Gobernador Inten ción tenía tam bién sus contraluces, provenientes sobre todo
dente y con el sum iso Cabildo. A él correspondió, justa de la autoridad sin lím ites que ejercía Lecor y de la vora
m ente, la iniciativa de dotar a la peligrosa Isla de Flores cidad fiscal con que se m anejaban las contribuciones, cada
de un fanal, que denom inaría "la V igía Lecor” y que, en vez m ás altas, frente a la necesidad de atender los desme
1819, sería objeto de un frustrado C on ven io de lím ites didos gastos burocráticos y de representación, con que se
que canjeaba la "Farola” por una am plia zona del terri sostenía el régim en.
torio de la Banda! M ientras tanto, Juan V I debía enfrentar, en Europa
Las obras de restauración material de ed ificios púb li y en Am érica, dificultades políticas y diplomáticas que
cos, calles, alumbrado; las m edidas de orden sanitario; los amenazaban su real dom inio. En el V iejo Mundo, Fernan
propósitos m oralizadores, contribuirían a afianzar ante la do VII había protestado por la intervención portuguesa
oligarquía m ontevideana, la im agen de un régim en larga en el Plata, ante las potencias reunidas en la "Santa Alian
m ente añorado, cuyas ventajas, por su parte, el gobierno za”. En las conferencias de París, de 1817, el representante
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9. El Brasil americano y
la Segregación platense
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DECRETO DE LECOR SOBRE
ECONOMIA G A N A D ER A
1 17
la campaña, Rivera y Lavalleja, y otros olvidados com an
dantes de la gesta artiguista, para obtener auxilios y hom
bres para la empresa revolucionaria.
Lavalleja, delatado a las autoridades por sus vínculos
con los conspiradores m ontevideanos, intentó reunirse en
el Rincón de Clara, con gentes de la campaña, pero fraca
sado en su intento, y perseguido de cerca por Rivera debió
refugiarse en el Entre Ríos. Rivera, por su parte, había
contestado al Cabildo, d efiniendo con claridad su op in ión
contraria al m ovim iento; y no vacilaría en jurar, con su
cuerpo de "Dragones de la U n ió n ”, al Emperador don P e
dro, el 17 de octubre de 1822. Pero ya maduraba en su
ánim o un am bicioso plan político, tendiente a coordinar,
en una vasta confederación republicana del área "gaucha”
a los pueblos del R ío Grande, M isiones, Corrientes, Entre
R íos y el U rugu ay. . .
A l retirarse D a Costa con sus tropas para Lisboa, en
octubre de 1823, el grupo aporteñado del Cabildo de M on
tevideo, ignorado por el tortuoso Rivadavia — que en vió
a R ío, por com prom iso, a V alentín G óm ez, y a M on tevi
deo, al Gral. Soler, en débil actitud com ponedora— ; per
dida la esperanza de ayuda, que prom etieron prim ero y
negaron luego, los débiles gobiernos provinciales, con sig
naría, m elancólicam ente, en acta del 29 de octubre, la nuli
dad de todos los actos de incorporación, juramentos y acla
m aciones "a los intrusos poderes de Portugal y el B r a s il.. . ”
Se abriría entonces el período de la dom inación bra
sileña. Bajo el im perio de la Constitución de 1824, la Cis-
platina se ordenaría con una "Presidencia”, cuyos titulares
habrían de ser Francisco de Paula M aggessi y T om ás G ar
cía de Zúñiga. Pero el orden p olítico y adm inistrativo del
régim en brasileño no acallaría la oposición creciente del
patriciado, que se sentía excluido del pleno dom in io de
la cosa pública y que, además, se agraviaba de las extrac
ciones de ganado — en cantidades que llegaron a más de
cuatro m illones de cabezas— para el R ío Grande; de la
com petencia ruinosa para los saladeros m ontevideanos d e
terminada por el auge de los riograndenses; y de las pre
ferencias en los repartos de tierras, a los brasileños sobre
los orientales. El patriciado, que recibió bajo palio al in
vasor cuando éste le prom etía la seguridad y la paz, se
mostró predispuesto a apoyar a la revolución de los patrio
tas, al sentirse m inado por aquél en sus bases políticas y
económicas.
Producida la Cruzada Libertadora de los Treinta y
Tres, el sentim iento de liberación oriental se encendió en
toda la campaña, tras la conducción de Lavalleja y Rivera,
incorporado a la gesta después de haber intentado frustrarla
desconfiando de su procedencia porteña, m ovido a acep
tarla por la eclosión fraterna del criollism o. En la Florida,
el 25 de agosto de 1825, la solem ne D eclaración de Inde
pendencia y de reasunción de la soberanía oriental, en el
retorno de las provincias hermanas del Plata, definen el
programa de los Cruzados que, sin nombrarlo, reafirman la
Patria V ieja de A r t ig a s .. . Rincón y Sarandí son victorias
de las huestes campesinas, a las que no faltan gallardos
escuadrones de gauchos brasileños, contra el sistem a de
aristocratism o patricio que defiende el ejército de Lecor, y x
deciden la aceptación de la Provincia Oriental en el cuer
p o nacional de las Provincias Unidas, y la consecuente de
Los hombres que desembarcaron en la Agraciada aniquilaron la
claración de guerra por p a n e del Emperador. ignominia.
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PO RTUG O S Y BRASILEÑOS
Mientras el débil gobierno nacional de Buenos Aires Disputado ardorosamente por los imperios ibéricos,
y el acosado gabinete de don Pedro acuden diplom ática rivales y copartícipes en su conform ación histórica, el terri
mente a solicitar de Gran Bretaña una m ediación para torio oriental del Uruguay, al estallar la revolución popular
poner fin a una guerra extenuante, en la Provincia O rien emancipadora, de la que fue intérprete y conductor señero
tal retoman la dirección de los negocios públicos hombres José Artigas, expandió el ideario republicano y federal hacia
que, com o Giró, aspiran a consagrar la "unidad” riopla- los dos perfiles de su entorno americano. Por las provin
tense bajo la égida rivadaviana, y que reconocerán com o cias del Plata, gestó la conciencia de la soberanía política
Carta Magna la Constitución unitaria de 1826. La réplica y económica de las comunidades-provincias en la articu
de los pueblos, sorprendidos y vulnerados en su represen lación de la unidad plural del federalismo. Por el Brasil,
tación soberana, encuentra en Lavalleja el digno intérprete entró en el área gaúcha y fecundó las raíces el alma repu
y ejecutor al reasumir el m ando supremo, en junio de 1827. blicana que habría de forjar, a la caída del Imperio aris
Mientras, "don Frutos”, hostigado por los com andos porte tócrata y esclavista, el grande y poderoso país moderno.
ños y recelosos de las actitudes políticas de su compadre Al recorrer la Historia, se verifica que, entré nosotros,
Juan Antonio, ponía en práctica su antiguo plan de em an la peripecia de las luchas y conflictos no fue una enconada
cipación gaucha, reconquistando las M isiones Orientales y "guerra de N aciones”, según el esquema europeo tradicio
llevando al coraron del R ío Grande el estandarte repu nal, sino la forja común del destino de nuestros pueblos.
blicano. . . Por ello, no hay odios ni rencores ancestrales entre com u
Pero entonces se interpuso la sagacidad del enviado nidades que unim ism izan cotidianam ente la vida de los
británico Lord Ponsonby, que, explotando hábilm ente la barrios de sus ciudades bicéfalas, en el lazo fronterizo nor
parálisis militar del Emperador le im pone las bases de una teño, y que hablan, cantan y sueñan, con acento común,
segregación del territorio oriental, que antes impusiera al en las lenguas ibéricas, forjadas en el crisol de los tiem
gobierno porteño. El pueblo oriental en armas, estrechan pos por las grandes Madres p e n in su la re s...
do filas alrededor de su jefe, Lavalleja, m arginado de la El explosivo desarrollo del Continente y sus contingen
tramoya política en el cam pam ento del Cerro Largo, sin tes poblacionales, es, en el presente, el más grave desafío
recursos, es conducido por la intriga patricia, que inter del destino ibero-americano; y en él, Uruguay, trasplatino
preta el saladerista Pedro Trápani, confidente de Ponsonby, puente de Bolivia, Paraguay y Argentina, y sim ultáneam en
y refuerza, con solem nidad el propio secretario de la m i te, y sin desnaturalizarse, com plem ento y proyección del
sión inglesa, Mr. Frazer, a pagar el duro precio de la Brasil, confronta una responsabilidad y una función que no
segregación de su patria de la hermandad platense, para puede eludir y que condiciona todo el futuro común de
obtener el anhelado fruto de la em ancipación. Suscrita la los pueblos hijos de una misma tierra y hermanos de una
paz, en agosto de 1828; constituido el G obierno Provisorio misma y dolorosa gestación histórica.
del Estado oriental; convocada la Asam blea Constituyente y
Legislativa, y, finalm ente, jurada la C onstitución de 1830,
ya retiradas las fuerzas de ocupación brasileñas y auxilia
doras argentinas, la frágil R epública iniciará el duro cam i BIBLIOGRAFIA
no que, bajo una independencia formal, esconde la realidad
CORTESAO, Jaime. — "Los portugueses", en "Historia de América y de
del aislamiento americano y de la celosa tutela británica. . . los pueblos americanos" (dirigida por Antonio Ballesteros y Beretta) ,
íBarcelona-Buenos Aires, 1 9 4 7 ) , tomo III.
Proyectándose desde la geografía y desde la historia,
Uruguay y Brasil se imbrican en los rumbos del D estino. CORTESAO, Jaime y CALMON, Pedro. — "Brasil", en Colección citada.
(Barcelona-Buenos Aires, 1 9 5 6 ) , tomo XXIV.
De raigambre hispano-criolla y vertebrado en el cuadro de
BUARQUE DE HOLANDA, Sergio. — "Historia geral da Civilizando Brasi
las comunidades del Plata, el país uruguayo, en su perfil leña", (San Pablo, 1 9 6 0 -1 9 6 3 ) , tomos I y II.
nor-este, apoya su cim iento geológico en el m acizo brasi- VIA NNA, Helio. — "Historia do Brasil", (San Pablo, 1 9 6 3 ) , 2 tomos.
lense y la penicolina de su pradera se continúa en el ám AZAROLA GIL, Lu is Enrique. — "La epopeya de Manuel Lobo", ( Madrid,
bito sureño del Brasil, del que declinan sus ríos y cuchillas. 1931).
Todo le hace tierra de transición y equilibrio entre el m un EALCAO ESPALTER, Mario. — "La Vigía Lecor", (Montevideo, 1919 >-
do rioplatense y el coloso brasílico, nexo y cam ino de sus PIVEL DEVOTO, Juan E. — El Congreso Cisplatino", ( Montevideo,
1935).
proyecciones étnicas y económ icas. Por ello su fracaso com o
ARCOS FERRAND, Luis. — "La Cruzada de los Treinta y Tres". ( Mon
"marca” fronteriza y su triunfo com o ám bito de continua tevideo, 1 9 2 5 ) .
relación e intercambio. Y , finalm ente, la posesión del puer CARBAJAL, Carlos. — La penetración luso-brasileña en el Uruguay ”,
to principal en su costa platense, — asom ando al A tlán ti (Montevideo, s / d . ) .
co— le impone com o epicentro de toda la vasta cuenca REYES ABADIE, BRUSCHERA, MELOGNO. — "La Banda Oriental. Pra
dera. frontera, puerto", (Montevideo, 1966)
geográfica a la que sirve, en la gravitación natural de sus
comarcas y sus pueblos.
Carátula: Embarque de las tropas portuguesas para la expedición <ontr.¡
Montevideo.
HISTORIA ILUSTRADA DE LA CIVILIZACION URUGUAYA
Enciclopedia C u ad ern o
Introducción Introducción
I. La historia política. • Carlos Real de Azúa. I. El pensamiento de Artigas.
II. 180 años de literatura. • Angel Rama. II. Cuentos de horror. - Horacio Quiroga.
III. La evolución económica. - Luis C. Benvenuto. III. Montevideo en cuentos. - Benedetti, Hernández,
Martínez Moreno, Onetti, Somers.
Tom o I Tomo I
1 . El mundo indígena. - Eugenio Petit Muñoz. 1. Los indios del Plata • Lozano, Azara , Larra-
ñaga, Zorrilla de San Martín, Acevedo Díaz.
2. Las tierras del sin fin. - Daniel Vidart. 2. Diario del viaje a Paysandú - Dámaso Larra-
ñaga.
3. La España de la conquista. - Darcy Ribeiro. 3. Cartas del nuevo mundo. • Colón, Vespucio,
Lopes de Sousa.
4. Conquistadores y colonizadores. - Washington 4. La voz de los vencidos. - (textos indígenas).
Reyes Abadie.
5. La conquista espiritual. - Alberto Methol. 5.
Las vaquerías del mar. * Cardiel, González.
6. Portugos y brasileños. • Tabaré Melogno. ó.
Muerte al invasor. - (poemas y proclamas).
7. El gaucho. - Daniel Vidart. 7.
La poesía política. • (antología).
8. El mostrador montevideano. - Lucía Sala de 8.
El nacimiento de la ciudad. - Pérez Castellano
Touron. y otros.
9. Amos y esclavos. - Agustín Beraza. 9. Cantos y bailes negros. - Rossi y otros.
10. La vida cotidiana en 1800. - Alfredo Caste 10. Las visitas extranjeras. - (antología).
llanos.
1 enciclopedia ekmnar
* 1 cuaderno Di
COUCCION
ENCICLOPEDIA
« - r! Arco, del Uruguay. Redacción y Administración: Cerro Largo 949,
Ang im a . Director ejecutivo: Luis Carlos Benvenuto. Administro-
■° ;drígu- Dirección artística: Nicolás Loureiro y Jorge CarrozwiM
impresora U ruguaya Colombino 5. A., Juncal 1511, Monf?
v Pap I). Junio 1968. Copyright Editores Reunidos.
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