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Estudiar la ciudad no tiene otro sentido que comprender el presente.

El

conocimiento de su pasado permite entender las estructuras que explican la realidad

actual. La ciudad es el resultado de una continua evolución y transformación del

espacio y de la sociedad en conjunto a través del tiempo. Es en este espacio donde se

forman los alumnos. El paisaje, el barrio, la escuela, la familia, los amigos…

conforman su identidad. Sus experiencias están marcadas por el entorno y por las

huellas socioculturales. En este medio, se adhieren y se transforman sus

conocimientos, sus creencias, sus valores, sus recuerdos, su historia. Por esta razón, la

ciudad es reconocida como un espacio socioeducativo para la formación de sus

habitantes. Brinda experiencias que facilitan la comprensión del espacio urbano y su

complejidad; educa la conciencia histórica y cultural, concede el contacto entre

ciudadanos y genera relaciones sociales que facilitan al alumnado su integración y su

identificación como parte de una comunidad.

La localidad se caracteriza por la identidad común, el esfuerzo colectivo y el

sentido de pertenencia. Pero, ¿qué sucede cuando estas experiencias no son de carácter

educativo y finalizan la escolaridad desconociendo la ciudad donde viven? Este trabajo

pone de relieve la inexistencia de la localidad como objeto de estudio en los estudios

de enseñanza media

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