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ARTÍCULO / ARTICLE 267

SALUD COLECTIVA. 2017;13(2):267-278. doi: 10.18294/sc.2017.1168


Un saber menos dado: nuevos posicionamientos
en el campo de la salud mental colectiva

Less well-established forms of knowledge: new


positionings in the field of collective mental health

Angel Martínez-Hernáez1, Martín Correa-Urquiza2

1
Doctor en Antropología RESUMEN La salud colectiva es ya un paradigma de largo recorrido en América Latina.
Social. Profesor Titular,
Departmento de
La salud mental colectiva, por su parte, ha tenido un desarrollo relevante en algunos paí-
Antropología, Filosofía y ses latinoamericanos, e incluso ha actuado como estímulo para la reforma psiquiátrica
Trabajo Social; Medical en estos países. Sin embargo, ambas aparecen encapsuladas en un tiempo y territorio,
Anthropology Research
Center; Universitat Rovira entre otras cosas, por la hegemonía de una epistemología-mundo que, mientras ha im-
i Virgili, Tarragona, puesto un modelo naturalizado de verdad, ha negado la posibilidad de que otros saberes
España. *
discutan sobre aquello ya ordenado (nosologías, protocolos, políticas, etc.), y menos
2
Doctor en Antropología aún sobre el propio ordenamiento. En este artículo reflexionamos sobre el poder de la
Médica y Salud
Internacional. Profesor etnografía, en tanto forma de conocimiento y relación social en sí misma, para ensanchar
Asociado, Departmento los espacios para una salud colectiva posible en un contexto donde aún es incipiente:
de Antropología, Filosofía
Europa. La idea es que el punto de vista etnográfico facilita repensar lo ya dado, creando
y Trabajo Social; Medical
Anthropology Research permeabilidad en las prácticas ya sedimentadas, así como nuevas ventanas de asombro.
Center; Universitat Rovira PALABRAS CLAVES Antropología Médica; Etnografía; Salud Colectiva; Epistemología;
i Virgili, Tarragona,
España.* Europa.

. ABSTRACT Collective health is a paradigm with a long history in Latin America.


Similarly, collective mental health has had an interesting development in certain
Latin American countries, even acting to stimulate psychiatric reform. However, both
paradigms appear to be encapsulated in specific times and places, among other reasons
because of a hegemonic global-scale epistemology that, by imposing a naturalized
model of truth, denies other forms of knowledge the opportunity to question not only
already-established disease categories, treatment protocols and health policies, but the
established order itself. In this article, we reflect on the power of ethnography, as both
a form of knowledge and a social relation in itself, to broaden the space available for
a possible field of collective health in a context where it is still incipient: Europe. The
ethnographic point of view allows us to rethink that which is already accepted, creating
permeability in entrenched practices and opening up surprising new possibilities.
KEY WORDS Medical Anthropology; Ethnography; Collective Health; Epistemology;
Europe.

Salud Colectiva | Universidad Nacional de Lanús | ISSN 1669-2381 | EISSN 1851-8265 | doi: 10.18294/sc.2017.1168
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SALUD COLECTIVA. 2017;13(2):267-278. doi: 10.18294/sc.2017.1168 MARTÍNEZ-HERNÁEZ A, CORREA-URQUIZA M.

INTRODUCCIÓN: DEL ASOMBRO recuperación de lo colectivo para ofrecer


un cauce a los procesos de reforma psiquiá-
trica. En Europa, sin embargo, tanto la salud
“El conocimiento nace del asombro”, colectiva como la salud mental colectiva son
decía Aristóteles, a lo que Canguilhem(1), en paradigmas con un reconocimiento aún li-
Lo normal y lo patológico, le añade su trazo mitado(11) y, habitualmente, encapsulados en
particular al afirmar que el conocimiento un tiempo y en un territorio, entre otras cosas
propiamente vital es aquel que nace de la por la hegemonía de una epistemología-
enfermedad. Ciertamente, el sufrimiento mundo que, mientras ha impuesto un modelo
aparece como una encrucijada que mueve a geopolítico de verdad, evidencia y sentido,
la apertura de horizontes, al cuestionamiento ha negado la posibilidad de que otros saberes
y la desorientación. También a desaprender y desde otros territorios se discuta sobre
lo ya aprendido, tras percibir aquello que es aquello ya ordenado (nosologías, protocolos
fruto de sedimento como algo artificialmente clínicos, políticas, etc.) y, menos aún, sobre
naturalizado y que, podríamos añadir, ha el propio ordenamiento.
constituido una imagen cómoda que no con- La antropología médica o antropología
testa nuestro mundo ni lo subvierte. Hay una de la salud ha aportado algunas claves para
incomodidad en el conocimiento –o quizá mantener el asombro y, en ese ejercicio,
deberíamos decir, en el pensamiento, en se ha aproximado a la tradición de la salud
tanto que su formulación es menos técnica– colectiva(12,13). Es por ello que no es in-
que nace de la interrogación y la reflexividad. usual que entre estos campos disciplinarios
Adicionalmente, hay un sufrimiento en la exista un diálogo y una cierta reciprocidad
enfermedad y en la aflicción que paraliza el que, por otro lado, apenas emerge en los
mundo vital, lo engulle y devuelve una cons- núcleos hegemónicos de las ciencias de la
ciencia lateral que permite pensar y pensarse salud en Europa. Una de estas claves apor-
a sí mismo de forma diferente. Cuando rei- tadas tiene que ver con la resocialización y
vindicamos en el título de este artículo la ex- rehistorización de lo humano y, en el caso
presión “un saber menos dado” apelamos a la que aquí compete, del sufrimiento humano.
relevancia de este tipo de mirada lateral para Resocializar es mostrar la desigualdad social
mantener el asombro. No nos referimos a la que subyace a los procesos de salud, enfer-
necesidad de una lateralidad vital ni tampoco medad y atención, pero también destacar el
ideológica, aunque podrían incluirse, sino al papel de las hegemonías en la construcción
ejercicio de pensar y repensar desde otros de doctrinas generadoras de la ilusión de
itinerarios y aproximaciones lo ya pensado. consenso cuando, en los hechos, impera el
Hablamos de ir al rescate del sujeto reflexivo conflicto y la inequidad(14). Hegemonías que
que suspende el saber ya dado para explorar facilitan las transacciones verticales hacia los
aquel que nace de la intersubjetividad y que colectivos subalternos desactivando la pro-
permite construir lo colectivo. ducción de sus propios saberes y también
Como es sabido, la salud colectiva es ya de sus contrahegemonías. Resocializar es,
un paradigma de largo recorrido en América a la vez, retomar la enfermedad como una
Latina y ha promovido mudanzas, no única- especie de “hecho biosocial total” en el
mente en las teorías y prácticas, sino también que se condensa la complejidad de lo que
en la forma de pensar ambas(2,3,4,5,6). La salud somos, desde nuestra anatomía y fisiología
mental colectiva, por su parte, ha tenido un hasta la corporalización (embodiment) de la
desarrollo relevante en algunos países lati- economía política en esa misma anatomía y
noamericanos como Brasil y Argentina(7,8,9,10), fisiología(14).
e incluso ha actuado como estímulo de una Sin intención de ser exhaustivos, otra de
salud ampliada que observaba en la atención las claves deviene, a nuestro juicio, del poder
al sufrimiento psíquico una oportunidad de de la etnografía para sostener la incerteza
legitimación en un campo donde urgía la como vía de conocimiento. La etnografía

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es un modo de pensar que, originalmente, se encuentra y funde en cierta manera con
responde más al objetivo antropológico de la salud colectiva y la salud mental colectiva
indagar y teorizar sobre cómo son las cosas desde el instante que se apropia de una vo-
–y sobre cómo han llegado a naturalizarse luntad transformadora, desde el momento
en una condición clausurada del ser–, que que asume una cierta responsabilidad po-
al propósito de prescribir cómo deberían ser. lítica con relación a aquello que analiza. A su
El objetivo etnográfico no se encuentra en vez, el posicionamiento etnográfico se puede
la necesidad de dictaminar la normalidad o convertir en la forma de conjurar el potencial
normatividad y sus opuestos (lo patológico, efecto que se desprende de un “Yo ya sé
lo psicopatológico, lo deforme, lo grotesco, cuáles son las necesidades de esta gente, de
lo desviado, etc.), sino de comprender cómo estos sujetos”, cuando esas necesidades son
son constituidos todos ellos en el juego pensadas desde la unilateralidad ideológica.
social(15). Elude, así, el posicionamiento sobre Cuando como investigadores asumimos
un saber ya dado para descubrir ese territorio que no sabemos, y no solo eso, cuando re-
que Weber definió como el “sentido de la conocemos un saber en los individuos y las
acción social”(16) o Geertz como “el punto de poblaciones llamados profanos o legos, el
vista nativo”(17). El trabajo etnográfico sitúa al conocimiento deviene un quehacer inter-
investigador en la posición del no-saber, en subjetivo. Lejos de la ilusión de lidiar exclu-
una intersticialidad –que es también una va- sivamente con realidades fisiopatológicas,
riación de la lateralidad– semejante a la que aquí se hace visible el sujeto que habita en
Gadamer(18) describió para el hermeneuta: un el cuerpo, la voz del paciente, las narrativas
“estar entre” (Zwischen) un sentimiento de de la aflicción. En un tiempo caracterizado
extrañeza o enajenación y un sentimiento de por la preeminencia de la llamada “me-
confianza o de pertenencia. dicina basada en la evidencia” o “medicina
Se podrá objetar que el enfoque etno- basada en pruebas”(19) , quizá deberíamos re-
gráfico no nace aparentemente con un pro- cordar que lo que realmente es evidente en
pósito político ni de intervención, como es el campo de la atención en salud es el sufri-
el caso de la salud colectiva y de la salud miento, y que dar cuenta de él o dialogar con
mental colectiva, sino de investigación. No él es también restituir la condición humana,
obstante, y aun entendiendo que su naci- social y subjetiva de la enfermedad, es ser
miento no tenga una funcionalidad política, más vínculo que certeza.
es producto de un mundo sociopolítico, a la En el ámbito de la salud mental, ser
vez que puede devenir –y ha devenido– en vínculo es construir la problematización
un instrumento político y de intervención. a partir de la demanda, del saber dado por
Pensemos en la antropología aplicada, que al otros sobre sus experiencias de aflicción.
indagar en el saber dado se crean también Es también recuperar el mundo social del
horizontes de transformación social. El marco sufrimiento, más allá de la sinécdoque or-
epistémico de la etnografía supone un tipo ganicista propia de la psiquiatría biomédica
de relación social que mueve a la interme- o de los excesos de un psicologismo en el
diación y a habitar los intersticios sociales. que lo social o está ausente o es puramente
El enfoque etnográfico es tanto un modo de fantasmático, pues se constituye como un
conocimiento como una relación social en sí “social interior” donde los sujetos emergen
misma que ofrece un vínculo singular con los como islas psicopatológicas no afectadas por
actores y colectivos sociales. Así, la acción la marea de la vida social. Quizá sea debido
del etnógrafo puede devenir en un hacer po- a que gran parte de las disciplinas y aproxi-
lítico que transforma las circunstancias en las maciones teóricas en salud mental suelen
que opera, ya que la investigación no puede aproximarse al sufrimiento a través de un
desentenderse de aquello “en” y “con” lo que marco de referencia que, mientras produce o
actúa, y que a menudo traspasa el propósito reproduce las propias certezas, genera un en-
puramente analítico. La antropología médica cuadramiento unidimensional de lo que está

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en juego, generalmente circunscrito a lo que reales. Un ejemplo de ello es definir el tras-


podemos llamar la demanda clínica. Y ahí torno mental como un fenómeno biopsico-
otras demandas suelen desatenderse, como social, mientras las prácticas muestran una
la demanda de equidad (vivienda, pensión, jerarquía profesional y de legitimidades: lo
alimentación), la demanda política y ciu- bio como territorio del psiquiatra, lo psico
dadana (la posibilidad de ser y estar siendo como espacio del psicólogo, y lo social como
percibido desde otro lugar/identidad ligada a arena del trabajador social(19). No estamos
su condición de paciente o enfermo) o la de- negando aquí la necesidad de desarrollar un
manda narrativa sobre el sufrimiento (lo que campo epistemológico que permita a cada
el “mundo hace con ellos” y no solo lo que disciplina habitar y habilitar una cierta geo-
“ellos hacen en el mundo”). Todas estas de- grafía de prácticas, sino que cuestionamos el
mandas desestimadas apelan, sin embargo, uso de los límites ficticios como muros de-
a instancias productoras de salud y de salud fensivos que dificultan tanto el diálogo inter-
mental. disciplinar como el abordaje de la salud. La
Tomando como punto de partida nuestra sinécdoque organicista o psicologista es uno
experiencia como investigadores, docentes y de los recursos de esta actitud defensiva, la
creadores de proyectos de innovación en an- impermeabilidad de los saberes uno de sus
tropología médica y salud mental colectiva, resultados.
en este artículo queremos reflexionar sobre Cada campo profesional implica un
las aportaciones de la antropología médica posicionamiento y un marco de referencia
y, especialmente, del punto de vista etno- y, como tal, necesita de otros posiciona-
gráfico para promover transformaciones so- mientos para encontrarse con un conoci-
ciales que permitan ensanchar los espacios miento atento a la complejidad de aquello
para una salud mental colectiva posible. que analiza. Asumir la incompletud del
Con este propósito nos vamos a centrar en saber hace evidente la necesidad de una ar-
cuatros principios que consideramos funda- ticulación permeable a la multiplicidad para
mentales, aunque no constituyen un listado consolidarse en su pretensión de abordar,
ni exhaustivo ni cerrado, pues el ánimo no explicar, tratar –en nuestro caso– la salud
es clausurar, sino mantener abiertas las ven- o la salud mental. Como indican Paim y
tanas que permiten el asombro. Almeida Filho: “La salud colectiva no im-
plica la adopción de un marco teórico de
referencia exclusivo y excluyente”(21), o
DE LA PERMEABILIDAD cuando Liborio la define como un “con-
junto articulado de prácticas técnicas, cien-
tíficas, culturales, ideológicas, políticas y
A nuestro juicio, pensar la salud mental económicas, desarrolladas en el ámbito aca-
colectiva implica asumir la necesidad de de- démico, en las instituciones de salud, en las
construir ciertas rigideces de los saberes ex- organizaciones de la sociedad civil y en los
pertos y abrirnos a un cuestionamiento de lo institutos de investigación, informadas por
que podríamos denominar como condición distintas corrientes de pensamiento, resul-
de impermeabilidad. Nos referimos a esa tantes de la adhesión o crítica a los diversos
vocación de delimitar un ámbito científico proyectos de reforma en salud”(22).
propio, con sus taxonomías y parámetros La salud colectiva es más bien un campo
actuando como límites que, a la vez, legi- interdisciplinario de abordaje de los pro-
timan la existencia de la propia disciplina. blemas estructurales e individuales relativos
Kleinman(20) se ha referido a este tipo de ejer- a la salud. De esta manera decimos que la
cicio como la construcción burocrática del salud mental colectiva puede pensarse desde
saber que, en este campo, podríamos añadir, ese esfuerzo por una permeabilidad que
se ha camuflado sobre constructos a menudo nos acerque a la construcción participativa,
más retóricos que apegados a las prácticas colectiva, de la aflicción. Hablamos de una

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porosidad o condición de permeabilidad asu- saber no-experto y como sujeto de la no-
mible como posición dispuesta a la coales- razón(24) . Esta circunstancia ha sido histórica-
cencia, a fundirse “en” y “con” otros marcos mente determinante en la articulación de las
de aproximación y referencia en favor de la prácticas con relación a los saberes profanos
generación de un contexto de posibles desde o relativos a la subjetividad de las personas
donde construir colectivamente los itine- que viven procesos de sufrimiento psíquico.
rarios para la recuperación. La salud mental Diversos estudios etnográficos(25,26,27,28,29) nos
colectiva emerge aquí como la necesidad de revelan que trabajar con narrativas nos abre
crear una estructura enunciativa, un marco un nuevo campo de conocimiento relativo
de articulación sensible para sostener lo a estas subjetividades. Nos ayudan a inter-
común en el campo de la salud. Hablamos pretar cómo es entendido el mundo desde el
de articular el abordaje desde un posicio- lugar de la aflicción. Se revelan saberes que
namiento etnográfico atento al pluralismo existen y son activos y efectivos, a pesar de
epistémico que devuelva a los procesos de ser constantemente negados, ocultados, des-
salud, enfermedad y atención su evidente atendidos. Saberes que, a su manera, cues-
multidimensionalidad. tionan las lógicas biomédicas, y reconocen y
Es palmario que aquella impermeabi- defienden la existencia de otros fenómenos y
lidad de la que hablamos implica, a su vez, otras prácticas que están más allá de la racio-
la constitución de relaciones de hegemonía/ nalidad instrumental en la construcción de
subalternidad entre las mismas disciplinas la terapéutica y el conocimiento alrededor
y prácticas. Resulta obvio decir que, en los del sufrimiento psíquico. Estos son, a nuestro
sistemas de salud contemporáneos, la pre- entender, los saberes profanos que se cons-
ponderancia de la biomedicina coexiste con tituyen en su insistencia como la dimensión
un posicionamiento subsidiario por parte del hereje –con relación a ciertos dogmas– que
resto de disciplinas vinculadas al campo de no ha dejado nunca de manifestarse a través
la salud mental (sociales, psicológicas, sisté- de procesos que podemos pensar como de
micas, etc.). Es decir, de muchas maneras y en rebasamiento en relación con la posición
muchas circunstancias estás últimas actúan de subalternidad que se le ha impuesto
como complemento que se suma a lo pro- históricamente.
puesto por el modelo médico hegemónico, De esta manera, desde esta aproximación
en tanto punto de partida para pensar la rea- no son solo pertinentes las circunstancias ob-
lidad del fenómeno del sufrimiento. Dicho jetivas de la enfermedad y del sufrimiento
de otro modo: pueden discutir sobre lo or- psíquico sino, al mismo tiempo, y sobre
denado, pero no sobre el ordenamiento. todo, la vivencia subjetiva de la aflicción y
Pero es obvio, a su vez, que cada disciplina las estrategias que derivan de ella articuladas
tiene la capacidad de aportar un marco de por los mismos individuos. En definitiva,
referencia propio, una manera de pensar la qué es lo que los sujetos hacen con lo que
salud, la enfermedad y la atención que da les es dado en términos de sufrimiento: la
sentido al proyecto de la salud colectiva y la “metabolización” subjetiva del proceso y
salud mental colectiva. sus reacciones. Partimos de la idea de que
Volviendo a la impermeabilidad, en el la enfermedad no es solo el cuerpo que evi-
ámbito de la salud mental, dicha condición dencia un síntoma, un signo físico; no es algo
se manifiesta no solo en la relación entre que sucede exclusivamente en la dimensión
aquellas disciplinas que intentan abordarla, somática. Nos interesan aquí las maneras a
sino también y, fundamentalmente, en el través de las cuales toda problemática incide
verticalismo inherente a la articulación de sobre el mundo vital(30); cómo es vivido y
la terapéutica; en el monólogo de la aproxi- actuado el proceso, y de qué manera afecta
mación biomédica(23) o en la constante con- al entramado de la existencia. Siguiendo a
dición de doble subalternidad, a la cual son Byron Good: la salud como la enfermedad
relegados los sujetos de la aflicción, como no suceden en un cuerpo, sino en la vida(30).

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La salud mental colectiva puede pensarse definible a partir de una hermenéutica de las
como un saber que se hace eco de una cierta relaciones entre los diferentes saberes que
condición de permeabilidad, de una predis- operan en la construcción de la salud y, por
posición a la coalescencia. Una condición lo tanto, es múltiple, mutable, dinámica y
que reside en la capacidad para asumir un política.
cierto posicionamiento etnográfico, un estar
de exégeta dispuesto a la decodificación
de sentidos, a interpretar interpretaciones, DE LA LATERALIDAD
a la pregunta y a la posibilidad de habilitar
contextos para la reconstitución de una sin-
gularidad negada. En lo etnográfico reside, La lateralidad puede pensarse como
en parte, el mecanismo del encuentro con un descentramiento de nuestra mirada que
el otro, un lugar de incerteza asumida plan- aporta nuevas perspectivas sobre lo ob-
teada como vía de conocimiento, un posi- servado. Nos aleja de lo predecible y en esa
cionamiento convocante de singularidad. medida alimenta tanto el asombro como la
La instancia de no-saber reconoce en su ac- creación de saberes nómadas. No se trata
cionar una producción posible en el otro. Es de la mirada lateral que imita otros saberes
por ello que la salud mental colectiva no es a los que desea emular, como nos indicó
tanto un saber dado y específico, sino que Canguilhem para las ideologías científicas(32),
se acerca más bien a un cierto tipo de po- sino más bien del salto del caballo que nos
sicionamiento epistemológico y político a ilustra Canetti cuando dice:
partir del cual materializar el abordaje de la
salud. Es una actitud, una disposición, que No hay uniformidad en el verdadero
se reivindica en el pluralismo y en la coales- saber. Todos los auténticos saltos se rea-
cencia –más que complementariedad– de lizan lateralmente, como los saltos del
saberes y conocimientos articulada desde la caballo en el ajedrez. Lo que se desarrolla
horizontalidad. Es un marco de referencia en línea recta y es predecible resulta irre-
que, en tanto suma posible de otros marcos, levante. Lo decisivo es el saber torcido, y
es un estado de alerta –y asombro–, una in- sobre todo, lateral.(33)
vitación al ejercicio hermenéutico como ele-
mento inexorablemente ligado a la práctica La lateralidad implica asumir la per-
cotidiana. Hablamos entonces de una incli- meabilidad y entender el marco de referencia
nación a lo complejo. De aquello que reside sobre el que se construye y constituye cada
en todo proceso de construcción compartida, disciplina, como un saber dado que precisa
de encuentro de saberes, de dialéctica no interaccionar con lo no dado, con lo que se
exenta de aquellos conflictos inherentes a la produce en el vínculo con el otro. La latera-
construcción de un saber en “equilibrio” que lidad es encrucijada y se relaciona, así, con
resulta del diálogo y la negociación perma- una predisposición a actuar por fuera de lo
nente entre saberes individuales y colectivos. dado, una actitud de acogida hacia la posibi-
En la salud mental colectiva hay poco lidad de desencriptar un conocimiento que
de técnica adquirida, de protocolo pautado y no forma parte de nuestro marco de refe-
establecido –eso quizás corresponda a cada rencia. La lateralidad es, en parte, reconocer
una de las disciplinas y/o saberes que entran lo etnocéntrico en lo constitutivo de las prác-
en juego en este ámbito–; hay, en cambio, ticas y disciplinas para poder, si es el caso,
una apertura a un cierto posicionamiento neutralizarlo.
hacia lo permeable, hacia el encuentro, hacia En el campo de la salud mental colectiva
lo que José Leal ha definido como saberes la lateralidad permite un pensar menos dado
nómadas(31). A nuestro entender la salud se sobre las diferentes formas de sufrimiento
crea en el proceso, se diseña y actúa en el psíquico, especialmente de la denominada
encuentro. La salud mental colectiva es aquí locura y sus significados sedimentados.

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Pensemos que, en la historia de Europa, la Los conceptos de “identidad” e “iden-
locura ha venido asociada a una atribución tificación” son aquí utilizados como una
de no-lugar social –que a su vez también variación y adaptación de las nociones desa-
es un lugar social–, ya fuese mediante la rrolladas por Terradas(35) de identidad vivida
condena a un movimiento permanente- e identificación jurídico-política. Según este
mente desubicado, como El Quijote o la autor, la identificación puede entenderse
Stultifera Navis, o el confinamiento, como como una alienación de la vida, “la reducción
es el caso de la constitución del asilo como y conversión abstracta de una memoria de
lugar de reclusión de no se sabe a ciencia vida en un signo de pertinencia o estigma
cierta qué: ¿la sinrazón, el caos, la falta de político”. En el ámbito que nos ocupa esta-
sentido común, el desorden, el miedo, la ríamos oponiendo la identidad vivida a la
diferencia, la disidencia?, pero que persiste identificación nosológica.
durante siglos como una forma de control En este contexto, entendemos la late-
social(34). Movimiento y reclusión consti- ralidad como un recurso para deshacer el
tuyeron dos prácticas sociales que con- nudo comunicativo que generalmente se
formaron un estar obs-ceno, en su sentido instala en la visión por parte de los saberes
etimológico de fuera de escena, pues expertos de fenómenos como la psicosis.
mientras el movimiento se convertía en una Este nudo hace que la locura no se considere
salida forzada o voluntaria del juego social, como necesaria de interpretación, de com-
el confinamiento supuso una anulación de prensión y, menos, de diálogo, quizá por
los derechos de ciudadanía. considerarse como la simple expresión del
Probablemente, esta atribuida obsce- error del juicio y del pensamiento, tal como
nidad sea gregaria de la especial refracción indicaba tempranamente Kraepelin(36). Más
de la locura con los procesos de hegemonía, bien, suele generar un monólogo en el que
persuasión e inculcación que operan habi- terapeutas, familiares y supuestos cuerdos
tualmente en la vida social y, en particular, acaban encontrando lo que buscaban: la sin-
con su opacidad, no a la razón, como gene- razón, la imposibilidad de un vínculo social
ralmente se invoca, sino al sentido común del afectado o las propias nosologías como
entendido como sistema cultural, como certezas que, a menudo, acaban generando
conjunto de convenciones sociales que han una idea de enfermo total(25) que requerirá de
sido naturalizadas hasta conformar nuestro una terapia total(37). La locura es algo que se
paisaje cotidiano. La locura implosiona el da por sabido, aunque de ella no sepamos
sentido común, lo fragmenta y lo retuerce, casi nada.
aunque sea actuando al margen de las volun- Sin lateralidad, sin descentrar nuestra
tades de quienes la sufren, para devolver una mirada de los lugares comunes difícilmente
imagen desmoronada de él que podemos de- podamos establecer un reconocimiento de
finir como sinsentido común o como sentido la locura como realidad “con sentido” y
obs-ceno(34). Esta refracción es la que induce también socialmente “consentida”. En este
a una gestión de la locura en los sistemas punto podemos pensar en el legado de la an-
expertos que busca subsumir la vivencia de tropología médica y el surgimiento de prác-
los afectados en categorías nosológicas pre- ticas y experiencias concretas que fueron
visibles, a la vez que disuade de cualquier encontrando en la salud mental colectiva el
mirada lateral en el campo profesional. Así, espejo desde donde legitimarse, sostenerse y
se facilita el énfasis del management frente proyectarse. Experiencias como la de Radio
a la narrativa, de la nosología frente a la ex- Nikosia(25), por ejemplo, fueron laboratorio
periencia, de la identificación burocrática de intenciones, una apertura, un cuestiona-
sobre la identidad vivida: la ausencia de una miento a la fosilización de la misma reforma
mirada lateral es proporcional al miedo a la psiquiátrica, un envite para pensar el sufri-
realidad psicótica y a las incertidumbres de miento mental más allá del encuadre bio-
su manejo. médico, una intencionalidad política, una

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predisposición a la necesidad de articular de ser-en-el-mundo, las adversidades y todo


una praxis de construcción compartida con aquello que se resista a la objetivación. Los
los sujetos de la aflicción, de crear disposi- procesos de reificación adoptan, así, un ca-
tivos para una arqueología de la subjetividad rácter de doble negación de las relaciones
y la singularidad veladas. La lateralidad es, sociales, tanto en el plano del sujeto-pa-
así, también el incentivo para una reforma ciente como del sujeto-profesional. Si antes
psiquiátrica permanente. criticamos la percepción de las personas con
sufrimiento psíquico como islas psicopatoló-
gicas, ahora podemos decir lo mismo de este
DE LA RECIPROCIDAD ideal del sujeto-profesional ajeno a la marea
del mundo, incluyendo sus propios pre-
juicios. Como decía Foucault(38), la locura es
A pesar de que los sistemas expertos que en una sociedad; la terapia también, aunque
trabajan habitualmente en salud mental han se enmascare su dimensión social bajo un
conformado un rico paisaje terminológico lenguaje técnico. Pero todo no queda aquí.
sobre lo social (psiquiatría social, salud Mientras que en la imaginación bio-
mental comunitaria, atención psicosocial, médica el paisaje de los sujetos es cosificado,
salud mental colectiva, etc.), el ejercicio más el de los objetos es a su vez personificado.
común en las prácticas hegemónicas –espe- Las enfermedades, los criterios diagnósticos,
cialmente de la psiquiatría biomédica–ha los trastornos, en tanto que categorías noso-
sido su desprendimiento. Un ejercicio que se lógicas, son los que cobran protagonismo
expresa en la naturalización y encubrimiento e identidad en el lado del sujeto-paciente,
de las relaciones sociales de producción, mientras que en el del sujeto-profesional
tanto de las enfermedades como de las formas emergen la medicación, los tratamientos y las
de tratamiento y de terapia(37). Así, en primera terapias, como entidades personificadas. Es,
instancia el sujeto que sufre es transformado como decía Marx “el mundo encantado, in-
en objeto (la enfermedad, el trastorno, etc.) vertido y puesto de cabeza en que Monsieur
y, por lo tanto, reducido a una situación pre- le Capital y Madame la Terre aparecen como
social, a un mundo de vísceras, disfunciones personajes sociales, a la par que llevan a
psicobiológicas y desequilibrios neuro-hu- cabo sus brujerías como simples cosas mate-
morales y/o emocionales. En ello tiene que riales”(39). Ahora bien, lo que queremos des-
ver la aprehensión de los síntomas –en su de- tacar aquí es que el problema de la dialéctica
finición de evidencia subjetiva de una enfer- de cosificación de los sujetos y personifi-
medad, aquello que dice el paciente– como cación de las cosas es, de nuevo, la media-
si fuesen signos físicos, entendidos como evi- tización del encuentro intersubjetivo. ¿Qué
dencias objetivas de la enfermedad, la obser- tipo de encuentro implica la clínica, el que
vación del clínico(23); de las narrativas como se establece entre dos sujetos o entre una no-
criterios diagnósticos, de la experiencia de sología y un tratamiento habitualmente psi-
sufrimiento como evidencia científica. cofarmacológico? ¿Hablamos de relaciones
En segunda instancia, la desocialización entre sujetos o entre los fantasmas o fetiches
del sujeto-paciente (ya reconvertido en no- de las cosas?
sología) evita cualquier interpelación, al En oposición a las relaciones de recipro-
menos en un sentido prioritario, sobre lo cidad basadas en la tríada dar-recibir-retribuir
social del sujeto-profesional. De esta forma, y en las cuales el sujeto es orientado a un
las propias interpretaciones clínicas navegan mundo externo en el que se produce un re-
autónomamente, libres ya de su contexto de conocimiento y subjetivización de un otro
producción y entendidas como meras copias relacional (el pariente, el amigo, el vecino,
de los hechos. Es el ideal baconiano del len- etc.), en algunos tipos de relación clínica el
guaje científico como espejo de la naturaleza sujeto es orientado a un mundo donde las
que deja de lado la biografía, las dificultades cosas (trastornos, enfermedades, fármacos)

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UN SABER MENOS DADO: NUEVOS POSICIONAMIENTOS EN EL CAMPO DE LA SALUD MENTAL COLECTIVA 275

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son personificadas y los sujetos cosificados. de reciprocidad reside en que proporcionan
De esta manera, la clínica se mimetiza con la un cobijo donde poder ser alguien.
relación consumidor-mercancía en la que el
fetiche de la cosa –o quizá deberíamos decir
de la mercancía– cobra vida. Y precisamente DE LA SINGULARIDAD
de esta falla surge el potencial de la recipro-
cidad como revulsivo.
Como cualquier relación social, la reci- En la atención en salud mental es no-
procidad no es algo ajeno o externo al sujeto, table el silenciamiento otorgado al decir
sino una urdimbre que lo constituye, lo sub- y actuar de los sujetos de la aflicción con
jetiviza, lo “sujeta” a un mundo, pues le dota relación a su propio sufrimiento. En cierta
de entidad e identidad. La reciprocidad puede forma, las personas han sido y son despo-
producirse entre iguales o entre individuos jadas de la semántica que las nombra. Todo
con posiciones asimétricas(40,41), como aquellas relato y constructo teórico relativo les es
que se establecen entre sistemas expertos y ajeno en su origen, pero se instala en ellas
profanos; puede implicar ayuda mutua u otro como “verdad total” que guarda rasgos de
tipo de transacciones; puede ser una reci- familia con la idea de institución total, pero
procidad generalizada o particular entre dos también de enfermedad total y de terapia
individuos; incluso puede hablarse de recipro- total de las que ya hemos hablado. Ese es
cidad negativa(42), pero siempre reconoce a los el dominio simbólico del estigma. La colo-
sujetos de la relación, ya que habitualmente nización de la subjetividad se encarna y es
es más importante el sujeto-otro del vínculo al mismo tiempo en tanto colonización y
(quién es) que la materialidad específica de la cuestionamiento a una manera de percibir
transacción (qué es). En esto se diferencia de el mundo. La singularidad es capturada,
otros tipos de relación sociales, como es la de asfixiada, domesticada a partir de un an-
consumidor-mercancía, en la cual lo que se damiaje taxonómico que suplanta toda re-
prioriza es la materialidad de la transacción (la flexión subjetiva. Hay una cierta desnudez
mercancía) frente a la identidad de los sujetos, del “sí mismo” en los sujetos de la aflicción,
que se desdibuja. En un campo en el que la una desnudez más ligada al despojo que a la
identidad del paciente suele desdibujarse o re- des-estructuración propia de la denominada
dibujarse con base en artificios conceptuales, psicosis(24). Más ligada a lo resultante de atra-
que en ocasiones son vividos como celdas, vesar el bosque de símbolos que nombran
la reciprocidad da luz, “revela”, en términos el sufrimiento, que la realidad relativa al
de Deligny(43), y dota de existencia al otro. Lo propio desencaje que significa la locura.
hace partícipe del juego social. Lo constituye De diversas maneras, la identidad vivida
en su legitimidad de ser y estar en el vínculo. es absorbida por la identificación clínica y
La salud mental colectiva no puede pen- fosilizada en un nombramiento dado. Las
sarse con sujetos desdibujados, sin identidad personas, circulen por donde circulen, se
vivida, capturados en una identificación(35) encuentran cercadas por la enunciación no-
burocrática del saber; sujetos sujetados a sológica. No pueden ser más allá de aquello
una trama relacional que les impide producir a partir de lo cual han sido nombradas. La
y reproducir su propia salud, a la vez que identidad vivida se asfixia, o más bien, es as-
dialogar sobre su propio proceso de auto- fixiada por la identificación patológica. Ante
rescate; sujetos, en fin, sin autonomía, sin re- esto, es quizás necesario volver a decir que
conocimiento, anclados a un ser sin historia; el problema no radica en la existencia del
sujetos que podríamos definir como abiográ- diagnóstico, sino en el traslado de ese diag-
ficos, para los cuales, podemos pensar que la nóstico como parte central de la identidad al
mejor terapia es, a menudo, tanto la narrati- campo de lo social, de la hegemonía de la
vidad, como reconocerse como partes activas identificación patológica sobre la identidad
de un vínculo. La relevancia de las relaciones vivida.

Salud Colectiva | Universidad Nacional de Lanús | ISSN 1669-2381 | EISSN 1851-8265 | doi: 10.18294/sc.2017.1168
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SALUD COLECTIVA. 2017;13(2):267-278. doi: 10.18294/sc.2017.1168 MARTÍNEZ-HERNÁEZ A, CORREA-URQUIZA M.

Ante esto, el posicionamiento etnográfico tiene en el sufrimiento mental el obstáculo


no implica partir de presupuestos sedimen- de la huella colonial sobre la subjetividad,
tados sobre el otro, sino que apunta a des- sumado al obstáculo de la dispersión inhe-
entrañar las complejidades narrativas de lo rente en ocasiones a las características de
subjetivo, se funda en la co-producción de lo la aflicción. El asombro hace lugar a lo sin-
singular, se abre a la consolidación de otras gular. Devuelve la opción de su existencia,
identidades potenciales. Y aquí, lo singular des-aprisiona.
hace referencia a lo que es propio, single,
específico de cada sujeto. Lo que se cons-
tituye en el vaivén cotidiano entre psiquis y A MODO DE (IN)CONCLUSIÓN
mundo y que deriva, ya no tanto de una im-
posición externa sobre el “deber ser”, sino de
decisiones y soluciones que surgen, en parte, La salud mental colectiva atiende, quizás,
de un cuestionamiento o un relativo estar “al a una cierta estructuralidad e historicidad en
margen” de los condicionantes sociales que los determinantes de la aflicción y, al mismo
materializan este tipo de opresión. Aquello tiempo, a la generación de contextos para la
que lo hace “sí mismo” y lo diferencia del producción de singularidad. Puede pensarse
resto mientras, al mismo tiempo, le permite como interfaz de encuentro permeable en pos
sumarse a lo colectivo. Lo colectivo no de lo singular. Un lugar que aloje lo diverso
puede pensarse sin lo singular. Desde allí, y lo disperso, que sea, en tanto posibilidad
la salud mental colectiva puede pensarse en abierta, aquel contexto de libertad donde los
tanto generadora de un contexto potencial sujetos puedan reconstruir una semántica
para lo singular. Un contexto que contribuya propia, nueva, desde donde pensar el mundo
en la descolonización de los cuerpos, identi- y pensarse en él. En definitiva, de la latera-
dades y vidas, y también que ayude a desen- lidad del asombro en aquellos que se cons-
trañar las condiciones de producción de esa tituyen como interlocutores y de una cierta
colonización. predisposición a la reciprocidad nace la posi-
Cuando hablamos de dar lugar a lo sin- bilidad de lo permeable, del encuentro, de la
gular, en nuestro caso, hacemos referencia coalescencia. Y, desde allí, deviene posible
no solo a la posibilidad de encuentro con los la generación de contextos para el rescate o
saberes profanos, sino a la necesidad de ge- la producción de la singularidad. La mirada
nerar contextos desde donde el sujeto de la etnográfica propia de la antropología y la an-
aflicción recupere una cierta autogestión de tropología médica puede vislumbrarse como
su mundo vital y de la semántica –tradicio- una herramienta para el encaje de la salud
nalmente capturada por el relato biomédico– colectiva y la salud mental colectiva, espe-
que construye su experiencia cotidiana; cialmente en contextos nacionales, como es
instancias e itinerarios que, al mismo tiempo, el caso de los europeos, donde estos para-
promuevan un “tramatizar lo disperso”, digmas aún no han adquirido una posición
como suele decir Olivera, fundador de Radio de centralidad en las ciencias de la salud.
La Colifata(44). Recordemos que lo singular

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FORMA DE CITAR
Martínez-Hernáez A, Correa-Urquiza M. Un saber menos dado: nuevos posicionamientos en el campo de la salud
mental colectiva. Salud Colectiva. 2017;13(2):267-278. doi: 10.18294/sc.2017.1168.

Recibido: 4 de octubre de 2016 | Versión final: 18 de enero de 2017 | Aprobado: 31 de enero de 2017

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