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‘Si avanzamos en esta descripcién, encontraremos quel placer tiene elementos ya no tanto biol6gicos uobjetivos, sino que adquiere tintes psicolégicos y ‘subjetivos que resignifican a la simple satisfaccicn yylaelevan a plans cada vez més humanos. Tal vez ‘con unos ejemplos podamos establecer mejor la diferencia: un plato de verduras puede satisfacer el ‘hambre, pero una golosina afiade un placer al hecho simple de comer; el tomar unas horas de suefio puede satisfacer el cansancio natural de una jornada de trabajo, pero un descanso con ta plenitud del relajamiento de las tensiones acumuladas, aftade el placer que renueva las fuerzas y que nos devuelve las ganas de vivir, una relacién sexual cualquiera, puede satisfacer simplemente la atraccién fisica, pero el placer afiade la dimensién psicol6gicacon la que coloreamos nuestras mas intimas necesidades y apetencias. Eneste sentido, lasatisfaccignes un peldaioinferior con respecto al placer. Pero, a su vez, el placer es un peldafio que precede al de la felicidad que es, digamos, la suprema completud del hombre, estado ceminentemente espiritnal que se alcanza en conta das ocasiones y por contados momentos, como si esta sublime vivencia estuviera reservada para ha- ccemnos entrar en comunién con lo verdaderamente trascendente. Si ustedes recuerdan a Platén, en su escala de perfecciones, pone como supremos valo- res (ideas) la trilogia bien, verdad, belleza, que son perspectivas diferentes de una sola realidad, la del ser supremo, DIOS, de quien derivan, poranalogia, el bien, Ia verdad y la belleza de todos los demas ‘eres, contingentes, que conformamos el universo. ‘Ahora bien, como seres naturales y contingentes, los hhumanos tenemos diversas facultades que requieren de un desarrollo, de un sentido o direccién, de ape- titos especificos que requieren de satisfactores pro- pios que restablezcan la armonia y la completud que Tes corresponden. Asi, a la inteligencia, s6lo:le apetoce la verdad (en ella encuentra su reposo y su realizacién més plena); a la voluntad le apetece la posesidn del bien (en él encuentra la voluntad el verdadero camino de la satisfaccién, del placer y de lafelicidad);y,ala sensibilidad le apetece la belleza (I sentimiento y la emotividad, ta imaginaci6n y la. cteatividad propias de estos apetitos sensibles, en- cuentran la fruicién y el gozo, la emocién y los sentimientos més elevados, en esa sintonia de las. cosas bellas entre si y con respecto a la belleza suprema del universo y de Dios). ‘Y aqui podemos entrever a intima relacién en donde se anudan las principales caracteristicas del ser (bien, verdad, belleza); aqui el intringulis en donde Jaontologia o tratado del ser, la axiologfa.o teoria de Jos valores, y la estética 0 explicacién filos6fica de labelleza (aunque también se afirma que la estética ¢s la filosofia de la emocién ante lo bello, y atin la teoria acerca del arte). ¥ estas tres disciplinas de la filosofia -la antologia, la axologfa, la estética- nos remiten a las méximas apetencias del ser humano, su sed de infinito, aquella que solamente puede ser contestada por las ciencias filossficas y satisfecha por el ser en todas sus manifestaciones. Porque el ser admite diversos grados 0 formas de expresi6n; la verdad tiene matices, aunque sea muy discutible sitiene ono tiene grados (segiin la aproximacién que ogre el espiritu en su camino a poseerla...): y la ‘emocidn estética, desde luego que admite elementos Objetivos y subjetivos que, mezclados de diferente forma y proporcién, permite grados y manifestacio- nes diversas, segiin la objetividad 0 subjetividad de Jos mismos seres involucrados. Todo ser, debemos reconocerlo, tiene cualidades ‘como proporcién, simetria, armonia, ritmo, belleza, ‘que le pertenecen de manera objetiva. Pero también el sujeto, segin las disciplinas filos6ficas nombra- das (ontologia, axiologia, estétca, y ain la filosofia antropol6gica), seialan que ciertas cualidades per- tenecen al objeto, pero que las categorias que per- miten “conocer”, “reconocer” y “apreciar” dichas, ‘cualidades, en gran parte son puestas por él, por el sujeto. Por eso es que, ante una misma escena natural o un objeto de arte, creado artficialmente, cuyas cualidades primarias, objetivas, son exacla- ‘mente las mismas para todos, a unos sujetos pueden causarles una exaltacién estética de méxima “belle-

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