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La poética del ladrón

Por Manuel Vilchez*

“La pila de mierda” 24x30 cm

Estamos rodeados de las columnas a las cuales debe su nombre este salón del Centro
Cultural “Paco Urondo”, en la Ciudad de Buenos Aires. A su vez, las columnas no sólo sostienen
hermosamente el alto techo de la planta baja del edificio ubicado en la calle 25 de Mayo al
201, sino que también están rodeadas de pinturas, fotografías, artesanías, un puesto de
comida, mesas con remeras, imanes, cuadernos, revistas y publicaciones. Lo particular de estos
objetos, cuya función no es simplemente adornar el espacio, es que todos son obra de
personas presas o liberadas. Es la tarde-noche del viernes 07 de Octubre de 2016 y se está
llevando a cabo el “Tercer Encuentro Nacional de Escritura en la cárcel”, organizado por la
Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y dicho Centro Cultural. Le acabo de pedir unos
minutos para hacerle una entrevista a Gastón Grossio, alias “Waikiki” o “WK”, autor del libro
79, el ladrón que escribe poesías, antología de poemas que publicó la editorial “Tren en
movimiento” el año pasado.
Gastón nació en Fuerte Apache, en el año 1981. Luego de 14 años y 6 meses preso, salió en
libertad hace tan solo dos semanas. Alejándose un poco de su familia que ha ido a
acompañarlo a la lectura y presentación de su libro, se acerca y me dice: “Vos me querías
hacer unas preguntas, ¿no?”. Tiene 35 años y lleva a su bella nieta en brazos. Prendo la
grabadora y comienzo la charla literaria:
- En primer lugar, me gustaría que me contaras acerca de tu historia personal con la
literatura: ¿cómo fue tu motivación para comenzar a escribir? ¿Qué fue lo que te motivó al
principio?
- Y… yo al principio escribía porque sí, veía el pizarrón en blanco y todos los días me escribía
una poesía en el pizarrón, un aforismo, de todo.
- ¿Eso lo hacías en el pizarrón de la escuela?
- Sí, en el secundario. Fue cuando hice mi primer libro, el libro que perdí. Se lo di a un
profesor del Servicio Penitenciario y no volvió más ese libro. Bueno, eso fue la poesía
ingenua mía.
- Dividís tu obra en dos momentos, dos etapas, ¿verdad?
- Dos momentos, exactamente. Después me empiezo a contaminar mucho de escritores,
todas esas cosas, la literatura misma. Entonces eso fue lo que me fue contaminando al
momento de escribir y consagrarme con el libro “79” como un escritor maldito, un poeta
maldito.
- Y en ese sentido, ¿qué es lo que vos retomás de toda esa poesía maldita?
- Y, de toda esa poesía maldita, retomo el sarcasmo frente a la autoridad, a las instituciones,
frente a la vida. Dentro de todo eso, rescato lo hermoso en circunstancias oscuras. Te
plantean algo hermoso cuando su vida es caótica, cuando su vida está llena de
complicaciones.
- ¿Vos sentís o percibís en tu escritura un estilo vinculado también a esa poesía o sentís que
has construido algo propio?
- No, como algo propio también, porque todos los escritores se quieren diferenciar, como
también todos los artistas se quieren diferenciar, etc, etc. La diferenciación existe en
nuestra sociedad, es humana, innata. Por un lado, dentro de la literatura, como nos
queremos diferenciar, nosotros hicimos un Manifiesto, un grupo que se llama “Pensadores
Villeros Contemporáneos” (PVC). Lo hicimos nosotros. Y donde, en ese mismo Manifiesto,
nos separamos del “Policial” y nos declaramos como “Literatura Delictiva”. Y esa literatura
delictiva tiene una teoría basada en la constatación de Popper, sobre una hipótesis sobre
otra. Y donde, de alguna manera, tanto el policial clásico como el policial negro los
dividimos en ítems y esos ítems le ponemos contrapuestos nosotros. Por ejemplo: en la
literatura policial, no siempre, pero en la mayoría de los casos, siempre parte del
investigador, siempre parte del policía y nunca está la mirada del delincuente en la
sociedad. Bueno, en este caso, de policial delictiva, la mirada tiene que ser pura y exclusiva
del marginal. Desde el que se rebela contra el orden establecido.
- Se está comenzando a vislumbrar, para quienes venimos siguiendo a autores como César
González (alias Camilo Blajaquis), entre otros, una especie de generación en surgimiento
en cuanto a este tipo de escritura, como vos la llamás, que puede ser Delictiva o Policial
Delictiva. Pero también algo generacional, no solo desde la edad, sino como un contexto
que se fue dando en común en distintos puntos y que ha dado lugar a una concepción del
arte similar, de manera simultánea. ¿Vos sentís que formás parte de algo que va más allá y
que se está dando actualmente?
- Son manifestaciones. No nos olvidemos que para la Revolución Francesa tuvo que hacer
parte la secularización del cristianismo. Lo mismo pasa acá. Y los escritores, toda esa
ebullición de escritores. Tanto en Alemania, más sumisos porque el hombre Ilustrado,
según Kant, el hombre aquel culto, se guardaba para sí la revolución, y no lo veía porque
estaba cómodo en su sillón, en su puesto, obedeciendo obviamente al príncipe. Pero
cómodo en sí. Cuando, en realidad, en Francia es todo lo contrario: el pueblo disconforme.
Y todo empieza por la escritura, los escritores anteriormente a la Revolución Francesa ya
dan cuenta de eso. Un caso claro de secularización del cristianismo lo vemos en el
Marqués de Sade, donde putea a dios, putea a Cristo y putea a todo. De alguna manera, su
literatura es un poco más provocativa, como la de Gustavo Flaubert.
- Vos lo nombras a Sade, pienso también en Cervantes, en Gramsci, el pasaje por la cárcel,
acerca de eso quería también preguntarte: ¿sentís que influyó, que contaminó (tomando
ese concepto tan interesante de contaminación) en tu escritura?
- Y, yo empecé a escribir literatura en la cárcel, puramente en la cárcel. Yo pasé 14 años y 6
meses detenido. Desde los 20 hasta los 35. Y, en ese contexto, fue que me empecé a
nutrir. Paralelamente yo hacía asignaturas dentro de la Facultad y la materia que me
pedían. Y paralelamente, buscaba de orden más bien autodidacta tratar de leer libros de
autoayuda y una literatura más liberada, no tanto canónica o exclusiva que la Universidad
pretende. Porque no nos olvidemos que la Universidad también corresponde al Aparato
Ideológico del Estado. No porque lo cite a Althusser, pero si Althusser está manifestando
que hay un aparato represivo y un aparato ideológico para dentro del sistema total, tiene
algo de coherencia, algo de claridad lo que dice. Y nos forman, de alguna manera, así como
a unos forman escritores, a otros forman abogados, a otros administradores, etc, para que
sean funcionales al sistema que ya está estipulado. Para que las cosas no se modifiquen. ¿Y
entonces la literatura? Es el mejor momento para romper todas esas cosas.
- En ese sentido, pienso en una doble apertura: por un lado, el de la persona que ingresa en
el ámbito de la literatura y, por otro lado, la apertura de la cultura letrada, que también
tiene que resquebrajarse para que pueda ingresar. ¿Lo habías pensado ese proceso que se
tiene que dar, o que se está dando, me parece, en esta nueva generación?
- Se está dando. Yo creo que una de las puntas de iceberg es tratar de que se cree una
generación de escritores. En las generaciones de escritores, por ejemplo, la generación del
80 y de los escritores Sarmiento, Alberdi, Cané, etc. Lo cierto es que en esto también se
podría reponer esa idea y armar una generación de escritores subversivos contra el orden
establecido. Para tratar de alguna manera de que la gente que lee los textos tomen un
poco más de conciencia y que podamos vivir en mejores condiciones. Yo sé que el
problema es cultural, más que nada, necesitamos cambiar la cultura para eso.
Necesitamos cambiar el orden de que las personas valen más por lo que tienen y no por lo
que son. En este sistema se valora la persona cuantitativa y no la cualitativa. Y eso
realmente es un problema cultural y habría que atravesarlo para que vivamos en una
sociedad no solamente más equitativa en bienes, porque ese no es el punto, sino también
equitativa en pensamiento, en ideas, en reflexión. Y eso es lo que te da recién la Facultad:
tener un criterio un poco más crítico. En la secundaria no lo ves, en la primaria no lo ves, y
en Fuerte Apache, donde vivo, no lo ves tampoco.
- Por último, ¿qué me podés decir acerca del por qué o el para qué de tu escritura, en
cuanto al lector?
- En cuanto al lector, trato de crear en él. Yo soy consciente cuando escribo de que me estoy
enfrentando a un lector. Y muchas veces hago parodia de eso, como que insulto al lector.
Una provocación frente al lector. Es más: uno de los proyectos que tengo, que está en
mente, ni siquiera lo escribí... Yo escribí 5 libros en contextos de encierro. Publiqué uno
solo, tengo entre ellos la “Autobiografía de un gusano”, que es mi biografía. Y tengo una
idea, en esto de hablar con el lector, el día de mañana, hacer un libro exclusivamente
interpretando al lector para que el lector de alguna manera, accione en su accionar. No
solamente que lea un libro, se duerma en su sillón gourmet y todo lo demás le chupa un
huevo al otro día. Por eso es mi intención de ir contra el lector también. Como idea te
puedo decir: “Yo sé que capaz estarás leyendo este libro en un sillón, mientras la sociedad
se está pudriendo. Levantate de ahí y andá a hacer algo por la gente”, ¿entendés?
- Bueno, sí, un poco la idea de la Vanguardia…
- Exactamente, tiene que ver mucho con la Vanguardia. Y no solamente la vanguardia en la
escritura, sino también en la pintura. Yo también pinto: hice 50 cuadros en el encierro y 16
murales. La pintura y la escritura fueron los que me ayudaron a hacer catarsis ahí dentro.
- En cuanto a tu pintura, ¿cómo surgió el nombre de “Arte binario”?
- Binario porque es el único, hasta ahora, que del otro lado del lienzo los cuadros tienen
poesía con agua y limón que se van a ver dentro de 200 años, o se pueden ver ahora, pero
con luz ultravioleta.
- Yo pensaba en lo simple del sistema binario de 1 y 0…
- No, es porque detrás está la poesía escrita por mí.
- Claro. Por un lado es simple lo binario, pero es súper complejo porque es la base del
sistema informático.
- Exactamente, del otro lado tiene eso para que, cuando el lienzo se ponga amarillo, se
vislumbren las letras.

Así concluyo la entrevista, felicitando a Gastón por haber logrado construir un “contradestino”,
es decir, a través de la literatura, la pintura y la educación, pudo romper el destino prefijado
socialmente para un joven nacido en Fuerte Apache. Y hoy su voz se difunde y se multiplica,
con la esperanza de que estemos dispuestos a escuchar, a leer y a reflexionar.

* Manuel Vilchez es estudiante avanzado de la Licenciatura en Letras de la Universidad


Nacional de Mar del Plata, miembro del grupo de investigación “Teoría y Crítica de la Cultura”.

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