Vous êtes sur la page 1sur 2

Fatima Ginebra

Significado del Árbol de Navidad

Todos los años, en mi casa, ponemos nuestro árbol artificial fiel de Navidad; verde y de menos
de dos metros de altura (Creó que como a los diez años, ya alcanzaba a tocar la punta del árbol). Lo
decoramos con los adornos que existen desde que tengo memoria, y le ponemos las luces de colores y
hasta arriba, le ponemos un ángel que alguna de mis hermanas hizo en la escuela. Jamás en la vida
encontrarías un árbol así en una revista, pero hemos aprendido a apreciarlo.
Hasta este momento, nunca he sabido la razón por la que ponemos árboles de Navidad.
Tampoco había hecho el esfuerzo de enterarme, porque honestamente, no me interesaba. Para empezar,
ni siquiera sabía que tiene un significado. Cada año en el Rockefeller Center de Nueva York, ponen un
árbol de como treinta metros de altura (que seguramente se ve impresionante en persona), y hacen un
show increíble que gente de todo el mundo ve. A pesar de tantas canciones y espectáculos que hablan
sobre árboles de Navidad, la mayoría de las personas tampoco saben lo que significa. Hasta rockeamos
alrededor del árbol y le ponemos los regalos abajo para abrirlos el 25 de diciembre. Como es tradición,
pues, hay que ponerlo, ¿no?
A quienes no conocemos el significado de nuestro árbol, nos hace falta una explicación para
ponernos a pensar sobre el trayecto de nuestra propia Navidad. Primero que nada, él árbol de navidad
no viene como una tradición como tal en el Evangelio, entonces, ¿cómo empezó?
No se sabe si es completamente cierta, pero se dice que empezó siendo una tradición de los
germanos (los alemanes), quienes ponían un árbol como símbolo de la renovación de la vida en
Invierno. San Bonifacio, un misionero y evangelizador en Inglaterra y Alemania, cambió esa tradición
ofrecida a Odín, su dios, a una tradición con sentido cristiano.
Plantó un pino y le puso manzanas y velas, representando nuestros pecados, pero también la luz
de Cristo. Ahora esas decoraciones son las luces y esferas de diferentes colores, los cuales tienen su
propio significado.
Los colores más comunes que vemos son rojo, dorado, plateado y a veces hasta azul. Yo casi no
veo de esferas de color azul pero seguro nada más no me he fijado.
El azul simboliza el arrepentimiento por nuestras faltas y la penitencia. Las plateadas y doradas,
el agradecimiento y la alabanza. Y finalmente, el color rojo son las peticiones que hacemos a Dios.
En estos tiempos de invierno, como nos dijo San Juan Pablo II, “El abeto siempre verde se
convierte en signo de la vida que no muere.” En México nuestro invierno es diferente al invierno
tradicional, como no pasamos tanto frío ni tenemos nieve, pero no quiere decir que deja de tener un
significado importante para el Cristiano. Los regalos que ponemos debajo del árbol son los dones que
Fatima Ginebra

debemos convertir para que la vida del árbol permanezca, pero dones espirituales, como la escucha, la
ayuda fraterna y el perdón. Nos recuerda al árbol de la vida, a Cristo mismo.
Cuando pones el árbol en el lugar correcto, prendes las luces del árbol. Claro, se ven bonitas,
pero el árbol no es el único símbolo de la Navidad. Tenemos las luces parpadeando a todas las horas, y
en mi casa, si alguien las apaga, las vuelvo a prender; no me importa si son las 12 del día, yo me encargo
de que estén fastidiando a la familia por toda la Navidad. Ahora que sé lo que significan, voy a seguir
prendiendo las luces, pero con más empeño.
Cuando prendemos las luces del árbol, pedimos que la luz de Cristo esté dentro de nosotros,
deseamos que la luz del árbol sea un reflejo de luz que llena Dios en nuestro alma. Nada de hostilidad,
nada de obscuridad. Solamente la luz de Jesús en nuestro alma, como nos dice el Papa Francisco. Lo que
muchos no nos damos cuenta, es que no es lo mismo hacer actos buenos sin Jesús a hacerlas con Él.
Puedes hacer una obra de caridad a una persona y darle algo que necesita para sobrevivir, pero no va
realmente más allá de eso. Si lo haces con la luz de Jesús, como dice el Papa, el acto no sólo vale
muchísimo más en el Cielo, pero dejas a una persona con más que una despensa, estás lle vándoles
también a Jesús para que los acompañe y los ayude a llegar al Cielo.
Desde que estábamos pequeñas, siempre nos decían que así como limpiamos la casa cuando
viene un invitado, hay que limpiar el alma para el nacimiento de Jesús. Siempre se me hizo muy cursi,
tal vez por amargada, pero la verdad es que todavía a mis 17 años, me ayuda a poner las cosas en
perspectiva. Dios siempre está viendo lo que haces, y no hay manera de que lo engañes pintando una
pared sucia de blanco para que no parezca tan descuidado.
Como dije al principio, todos ponemos nuestro árbol de Navidad, y eso es algo bueno. Pero
ahora, poner el árbol sirve para pensar cómo va mi relación con Dios. ¿Me doy cuenta con frecuencia
que estoy delante de Dios? ¿Cuántas veces le he dado las gracias por lo que tengo? ¿Me arrepiento de
mis errores y busco mejorar mi amistad con Jesús?
El árbol de Navidad invita a una reflexión muy personal, pero también a la entrega a los que
más nos necesitan, llevando a Jesús adentro y afuera.

Vous aimerez peut-être aussi