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En esta carta quisiera plantear algunas reflexiones que me surgen a partir de los
pensamientos filosóficos que plantea Bataille sobre la muerte. Iniciaré reconociendo los
planteamientos mismos de nuestro autor y junto a él intentaré plantear mis inquietudes.
Nuestro autor considera que la muerte no puede enseñarnos cosa alguna pues, si algo
pudiéramos aprender acerca de la muerte sería a condición de permanecer vivos pues
sólo en vida es posible aprender. En este punto Bataille, ve en la vida y en la muerte dos
mundos heterogéneos, ve la imposibilidad de indagar en el mundo de la muerte; la
muerte entonces es un eterno misterio y lo que de ella de afirme no será sino una
especulación. Por ende la muerte nada enseña. En este punto nuestro autor afirma lo
siguiente:
Es por lo anterior que para nuestro autor no resulta importante el tema de la muerte, es
decir, no es importante morir, ni pensar la muerte, ni hablar, ni preocuparse de ella pues
de antemano, nada enseña esa negatividad sobre la cual nos empeñamos por entender.
Sin embargo, dice Bataille “Podemos intentar una especie de corrección, evidentemente
no absoluta, pero sigue siendo posible responder con alguna precisión a los detalles del
problema.”2
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forma que se escinde un muro impenetrable entre la vida y la muerte) sino como una
aporía lógica: una negatividad sobre la cual nos empeñamos por entender pero de la cual
no estaremos seguros de nada.
Nuestro autor propone esta reflexión desde el amok porque considera que el espíritu
humano está formado de tal manera que por él no puede pasar la tragedia sin dejar
enseñanza. Para Bataille la tragedia necesariamente implica algún tipo de enseñanza en el
espíritu humano, algún tipo de consecuencia. Por ello afirma:
El espíritu humano está hecho de tal manera que la tragedia no ocurre sin enseñanza,
sin consecuencias. Debe tener consecuencias. O si no, es como si no existiera.
Justamente se trata de saber si la tragedia no tiene efecto en un mundo no trágico, en
el que se actúa útilmente o estúpidamente. Si está a merced de las explicaciones
dadas en el nivel de ese mundo, o si tiene algo de soberano.3
En las líneas siguientes nuestro autor argumenta que lo que la tragedia enseña es el
silencio, es un parar el habla, y el silencio no podría ser silencio y no tendría sentido si no
detiene, al menos por un lapso de tiempo, al pensamiento. De tal forma que nada hay que
decir acerca de la muerte porque la muerte es tragedia y ante la tragedia hay un silencio
que detiene el pensamiento.
Esta muerte trágica, muerte soberana, muerte que borra todo discurso y todo
pensamiento, esta muerte que impone un silencio es la muerte llama poderosamente mi
atención. ¿Por qué ese silencio que se impone ante nosotros? ¿Por qué ese quiebre del
pensamiento que lo trágico de la muerte nos impone? ¿Por qué esa incapacidad del
habla? ¿Por qué la pérdida del lenguaje? Si el fenómeno de la muerte es una aporía y de la
muerte nada podremos saber, entonces debemos al menos aprender a escuchar ese
silencio.
Ese silencio es todo lo que queda cuando entre nuestros muertos y nosotros se alza un
muro impenetrable que nos impide saber o experimentar la muerte del otro, ese silencio
es todo lo que tenemos ante la imposibilidad de saber lo más mínimo sobre la muerte.
Ante la aporía de la muerte, tenemos sólo silencio trágico, o en palabras de Bataile,
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tenemos quiebre del pensamiento, soberanía. Así, ante la muerte ya no hace falta el
pensamiento, ya no hace falta el lenguaje. En ese sentido afirma Bataille:
Así sabremos, al menos, que nuestros muertos siguen, de algún modo, vivos. Los seres
humanos no morimos, somos inexorablemente eternos, no tenemos posibilidad de morir.
Ojalá muriéramos y con ello murieran nuestras bajezas; no, no morimos. Seguimos
construyendo mundos.
3
Así, la idea de estar del otro lado del muro tiene una función ética y ontológica: ya que no
morimos y nuestros actos siguen creando mundos cuando orgánicamente ya no estamos,
entonces debemos ser de forma radical, debemos estar entregados y comprometidos con
nuestros actos, y estos deben ser lo mejor posible.
Citas:
2 Ibidem, p. 98.
3 Idem.
4 Ibidem, p. 100.
5 Ibidem, p. 104.
6 Ibidem, p. 106.