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Sin embargo, con demasiada frecuencia, una parte importante de los sectores de la sociedad,
así como muchos teóricos de la política y educación contemporáneas, acusan a la filosofía
por su incapacidad de impactar positivamente en la configuración de paradigmas culturales
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capaces de promover un clima social justo y equitativo para hacer frente a los retos y a las
problemáticas derivadas de las dinámicas gubernamentales y económicas del mundo
globalizado. Con todo, el interés por la verdad no debe permanecer ajeno a los desafíos
políticos actuales que exigen de la filosofía repensar la misión esencial de los agentes y de la
entidades públicas y privadas que permitan el auténtico despliegue de la dimensión práctica
y poiética de la razón para humanizar la vida comunitaria y política. En este sentido, tal y
como lo sugiere el Dr. Díaz, resulta indispensable superar las dificultades que las objeciones
a la filosofía enclaustrada en los círculos de investigación universitarios a través de la vuelva
del pensamiento hacia los verdaderos agentes de los que emergen los fenómenos que objeto
de estudio de la filosofía y a los que deben volver, después de haber analizado sus
particularidades esenciales, tales como el hombre y la sociedad en la que vive.
La invitación del Dr. Díaz para que la filosofía empiece a proyectarse más allá del ámbito
estrictamente académico puede ser materializada a través de la superación de la dimensión
ontológica, que domina gran parte de las escuelas de pensamiento en Europa y en
Latinoamérica, y la subjetivación de la estética para la rehabilitación del valor de la verdad
del arte. Tal y como lo expuso H.G. Gadamer (2012, pág. 121), la formación estética reviste
en nuestros días una importancia capital para la recuperacion de la experincia de la verdad a
través de la imagen de la obra de arte. Esto, aplicado a nustro tema, implica que la filosofía
puede volver a ocupar un lugar relevante en la vida de las personas de hoy si se cultivan
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nuestras disposiciones estéticas para descubrir que lo fudamental no es la pregunta por el ser
del ente sino aquella que, reconociendo que el ser ya nos ha sido dado y que participamos
activamente de él, apunte a descifrar en sí una idea de belleza que configure todo un universo
de referetes estéticos que eleven la dimensión del pensamiento desde la inmediatez de la vida
cotidiana a las cosas que se descubren ante una mirada atente y reflexiva sobre esa parte de
la realidad con la que topamos a diario.
Referencias
Abelardo, P. (1986). Historia de mis desventuras. Ed. y trad., J. Ciguel (Buenos Aires: Centro
Editorial de América Latina).
Aquino, T. d. (2001). Comentario al Libro sobre el Cielo y el Mundo. Ed. y trad., A. Maella (EUNSA:
Navarra).