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Escuela de Psicología
Asignatura: Filosofía de las Ciencias
Docente: Diego Pérez
Viernes 22 de Diciembre, 2017
Integrantes:
Javiera Garay D.
Camila Morales P.
Javiera Rojas M.
1. A partir de los presupuestos epistemológicos fenomenológicos tratados por E.
Husserl, desarrolle los presupuestos básicos e iniciales de la actitud fenomenológica;
colocando un principal énfasis en los procedimientos de una reducción
fenomenológica, la confección de una epojé y la importancia del lebenswelt como
afectación de la vida. También, reflexione en torno a las consecuencias en el discurso
científico con la llegada de la reflexión epistemológica.
A partir de esto, podemos decir que Husserl desarrolla el concepto de conciencia a la hora de
desenvolver su pensamiento entorno a la fenomenología. Según él, no es posible concebir la
conciencia como una estructura interna del sujeto que espera ser afectada por objetos, sino
que esta es la que preconstituye los objetos. Es decir, la conciencia no percibe objetos reales,
sino mas bien aprehende objetos, los cuales son denominados fenómenos.
En conclusión, podemos decir que Husserl considera que el discurso o visión científica es un
proyecto en marcha que esta constantemente evolucionando a partir de las reflexiones
epistemológicas. Dicho de otra manera, la propuesta husserliana estipula que sólo el espíritu
existe en sí mismo y para sí mismo, y de esta forma, desarrolla un método para comprender
en su intencionalidad la esencia fundamental del espíritu. Husserl consideró que con esto se
abría el camino a una nueva humanidad y cultura, pensadas principalmente desde la razón
filosófica, es decir, la autorreflexión universal, la comprensión del hombre sobre sí mismo y
la razón que se comprende y se autorregula.
2. Para Martin Heidegger, el giro ontológico de la pregunta por el Ser implicó una serie
de transformaciones en la percepción epistemológica de la Filosofía: tras advertir el
olvido de la tradición metafísica de la Filosofía en la pregunta por el Ser, continuó la
trayectoria ontológica como desenvolvimiento de la tipografía del da-sein. A partir
de las reflexiones heideggerianas, desarrolle la “analítica” sobre el Ser y sus
implicancias en la comprensión pro-yectiva.
Tras ser desplegado el giro hermenéutico heideggeriano de la pre-comprensión,
Hans-Georg Gadamer heredera la analítica de Heidegger y sus puntualizaciones sobre
la lengua, la poética y el sentido. Siguiendo la potencia de la comprensión histórica –
como antecedente de las reflexiones del antiguo historicismo diltheyano-, Gadamer
decide retomar la tradición hermenéutica post-teológica y post-jurídica; es decir, una
percepción de la comprensión histórica basado en la interpretación del sentido del
mundo. No obstante, la aventura hermenéutica heideggeriana, encuentra sus
diferencias gadamerianas en la dimensión ontológica del lenguaje: reflexione en torno
a la comprensión del lenguaje como experiencia hermenéutica, y, a la vez, analice los
elementos que componen dicha experiencia y su importancia epistemológica.
Martin Heidegger es un filósofo alemán discípulo de Husserl. Este quiso retomar la cuestión
del ser, el cual desde su perspectiva había sido abordada por los presocráticos y abandonada
por la metafísica occidental, en relación con un enfoque fenomenológico de la condición
humana en su finitud esencial. Para medir la originalidad y audacia del pensamiento
Heideggeriano es necesario colocarnos en el marco intelectual de la época.
El neokantismo dominaba la filosofía europea. Esta filosofía debía si quería tener seguidores
pensar de una manera kantiana, es decir, de manera crítica trascendental, dado que la
ontología era un título prohibido.
Para comenzar, la obra de Heidegger suele entenderse de manera separada en dos periodos
distintos. La primera parte y a la cual nos abocaremos principalmente está marcada por ser y
tiempo. En ella el autor parte del supuesto que la tarea de la filosofía debía determinar plena
y completamente el sentido del ser y no el de los entes. Entendiendo como ser aquello que
instala y mantiene a los entes concretos en la existencia. Es importante mencionar que en ésta
el autor señala que la esencia del ser nunca podrá ser de carácter ontológico, sino que debe
demostrarse tangiblemente.
Desde el punto de vista de Heidegger el hombre es el ente privilegiado al que se debe
interrogar por el ser, pues mantiene una relación directa de reconocimiento, el cual nunca es
de otros, sino siempre de uno. La forma específica de ser que corresponde al hombre equivale
al “ser-ahí’’, es decir, DA-SEIN. Lo anterior se puede distinguir de la filosofía moderna desde
Descartes entre un sujeto que se halla encerrado o delimitado en sí mismo, el que por lo
demás se enfrenta a un mundo totalmente ajeno. Para Heidegger este supuesto es
inconsciente, ya que el ser del hombre se define de su relación con el mundo, el cual significa
“ser – a – la -mano” (práctico) y no “ser- a -los-ojos” (teórico). Por otra parte, el DA-SEIN
no guarda relación con el sujeto mencionado por Kant, sino que es el hombre existencial, el
que se angustia, que muere el ser para la muerte.
La existencia presenta un carácter de caída, y de otro modo si no presentara esto existiría una
imposibilidad de dominar su ser, la vida enajenada, la inauténtica y el nombre de los entes
concretos. La dimensión temporal del ser en cuanto a proyecto “ser -ahí” y enfrentamiento a
la muerte considera el “ser-para-la-muerte”, vale decir, la que nunca es de uno, sino que la
sufren otros. Además, Heidegger menciona que el ser-ahí también se desenvuelve en el
mundo pre-comprensivo, es decir, el momento anterior a la pregunta.
Según el autor somos provenientes y habitamos de mundos distintos lo que produce que
tengamos distintas comprensiones de él. La concepción de pre-comprender equivale a la
comprensión misma, y dicha pre-comprensión está contenida en la muerte, viendo esta, como
etapa o límite de los cambios. El mundo pre-comprensivo en pocas palabras alude al hecho
de estar en comunidad y de ella se desprende la pregunta de qué es la muerte. Por lo tanto,
sabemos que estamos sujetos a la muerte, somos posibilidad pura, somos puro proyecto de
muerte, por lo que el DASEIN no se encuentra sujeto a nada, por el contrario, es posibilidad
pura. Dicho de otra manera, el ser posible en el mundo es el mundo sometido a lo posible.
Desde la perspectiva del autor, la espera a la muerte es una actitud de la interpretación de la
muerte antes de tiempo, manifestando que el caer en lo cotidiano es lo peor que le puede
suceder al ser humano, ya que produce que se sinteticen las experiencias esenciales, dejando
de preguntarnos y reduciendo la posibilidad.
Para el autor existen 3 elementos que definen a la humanidad considerada como momento de
movimiento. Como primer punto el Ser-para-la-muerte, este señala que uno está al servicio
hacia el horizonte mortuorio de cada uno, en el que tenemos una comprensión de la muerte,
y dicha comprensión se da a través de una interpretación por la lengua. Para Heidegger ser-
para-la-muerte es considerar la muerte como la excusa del ser, es decir, estamos siendo, dado
que estamos muertos. Como segundo punto menciona la lengua, manifestando que no
habitamos el mundo, sino que habitamos la lengua. La lengua nos habla a nosotros, pero a
pesar de esto no es de nosotros. Además, se puede identificar lo poético, lo que lleva al
encuentro con la lengua. Al interpretar, estamos interpretando la lengua, siendo dicha
interpretación una ligadura de la comprensión. Por último y como tercer punto considera el
tiempo, el cual no está sujeto a la comprensión, por lo que Wittgenstein se considera en
desacuerdo, dado que desde su perspectiva no existe lo que no se puede nombrar. El tiempo
para el autor es el movimiento y el ejercicio más absurdo de ser definido, pues este se escapa
constantemente lo que lo convierte como algo indefinible. De esta manera, la comprensión
no muere nunca porque está ligada al tiempo.
Heidegger en su hermenéutica establece una reciprocidad entre texto y contexto, lo que llama
“circulo hermenéutico”. La hermenéutica deja de comprenderla únicamente entorno al
espíritu de otras épocas y la piensa como el modo fundamental de situar al ser humano en el
mundo, es decir, existir es comprender. De esta forma, modifica el foco de atención de la
hermenéutica desde la interpretación a la comprensión existencial. A partir de esto la
hermenéutica se convierte en una filosofía que identifica la verdad mediante la interpretación
históricamente situada, desarrollándola Hans-Georg Gadamer, quien comienza a generar su
propia percepción hermenéutica.
Hans- Georg Gadamer filósofo alemán, quien era seguidor de Martin Heidegger y autor de
la obre “Verdad y método” contrasta estas dos posiciones, donde menciona que la conciencia
es afectada por la historia y que nos encontramos insertos en la cultura e historia de nuestro
tiempo. Pretende hacer una descripción de lo que hacemos cuando interpretamos cosas,
incluso si se desconoce el proceso de interpretación. Con respecto a la hermenéutica que
establece, esta se encuentra encaminada a revelar los misterios de la compresión y el sentido
que se le da a un texto, dialogo o historia. La comprensión se crea en el seno de una tradición,
ya que desarrolla una dinámica que capta la atención para poder ser comprendida e
interpretada. De modo la ontología que ofrece Gadamer en su hermenéutica permite la
comprensión de la persona en su experiencia constructiva de realidad y conocimiento.
De esta forma, Rorty desarrolla el concepto de mente-espejo, dado que considera que la
mente como espacio en el que se producen las representaciones como reflejos de la realidad
permite llegar a los métodos más puros, más que a un conjunto de metáforas creadas para
legitimar y fundamentar la teoría del conocimiento existente. En consecuencia, disuelve el
pensamiento fuerte y objetivo y lo transforma en una pluralidad de visiones basadas en
diversos intereses y contextos. Dicho de otra manera, se abre paso a la interpretación como
único discurso posible y a la literatura como forma de expresión de los sentimientos.