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Antítesis

del Yoga

POR JOCELYN

Copyright del original inglés©Jocelyn


Copyrigt de la traducción al español©José Luis Lahoz
Tabla de Contenidos

Un Sueño
Capítulo I. Érase una vez.
Capítulo II. Gran Señor y la Dama Celestial
Capítulo III. Ve y Vuelve
Capítulo IV. El Mundo de la Madre
Capítulo V. La Ciudad del Futuro
Capítulo VI. Una Vida Nueva en un Mundo Nuevo
Capítulo VII. Viviendo el Sueño
Capítulo VIII. No tan fácil como había imaginado
Capítulo IX. Unas Largas Vacaciones
Capítulo X. Todo el mundo tiene un Sueño
Capítulo XI. Revolución
Capítulo XII. De Vuelta al Caldero
Capítulo XIII. Sube y Baja
Capítulo XIV. De mal en peor
Capítulo XV. Políticamente Incorrecto
Capítulo XVI. Negocios
Capítulo XVII. Sola en el Bosque
Capítulo XVIII. Muy Sola en el Bosque
Capítulo XIX. ¡Smash!
Capítulo XX. Dieu ex Machina
Capítulo XXI. Desenlace
Capítulo XXII. Un respiro
Capítulo XXIII. Final
LISTA DE ILUSTRACIONES

1. Portada – Purusha Prakriti – Fotografía por Jurgen Putz


2. Darshan – Fotografía por Dominique Darr
3. Visita de Madre a la Isla de Ananta – Fotografía por Vidyavrata
4. John Kelly con Gabriel y la familia de Gabriel
5. Aspiración 1970 – Fotografía por Dominique Darr
6. Bernie, Ma Talyarcan, Gitananda
7. Primer cumpleaños de Bliss
8. Danza Drama en Forecomers– Fotografía por Vidyavrata
9. Panditji – Fotografía por Vidyavrata
10. Silencio – Fotografía por Vidyavrata
11. Jim Bean – Fotografía por Vidyavrata
12. La Comunidad de Kottakarai 1973 – Fotografía por Dominique Darr
13. Comienzo del Matrimandir – Fotografía por Vidyavrata
14. El Baniano 1970 – Fotografía por Dominique Darr
15. Una choza en el bosque – esquema por Shiv Kumar
16. Octavo cumpleaños de Bliss
17. Cómo construir una cápsula – Johnny
18. Galaxy – Fotografía por Dominique Darr
19. Testamento de Diane
20. Acceso a Janaka House – Fotografía por Verne
21. Leyendo Savitri bajo el Baniano
22. Con su Santidad en Forecomers – Fotografía por John Mandeen
23. La Cámara Interior
24. La Madre – Febrero 21, 1973
25. Contraportada – Fotografía de la autora por John Mandeen
UN SUEÑO

Debería existir en algún lugar de la tierra un sitio que ninguna nación pudiera
reclamar como propiedad exclusiva, un sitio en donde todos los seres
humanos de buena voluntad y sinceros en su aspiración, pudieran vivir
libremente como ciudadanos del mundo, obedeciendo a una sola autoridad, la
de la Verdad suprema; un lugar de paz, concordia, armonía, donde todos los
instintos de lucha del hombre fueran usados exclusivamente para triunfar
sobre las causas de sus sufrimientos y desdichas, para superar sus debilidades
y su ignorancia, para conquistar sus limitaciones e incapacidades; un lugar
donde las necesidades del espíritu y la preocupación por el progreso tuvieran
precedencia sobre la satisfacción de deseos y pasiones, sobre la búsqueda de
goces y placeres materiales.
En ese lugar, los niños podrían crecer y desarrollarse de manera integral,
sin perder contacto con su propia alma. La educación no se impartiría con
miras a aprobar exámenes y obtener certificados y puestos, sino para
enriquecer las facultades existentes y revelar otras nuevas. En ese lugar los
títulos y los cargos serían reemplazados por oportunidades de servir y de
organizar.
Las necesidades del cuerpo serían igualmente satisfechas en todos y cada
uno de los casos. En la organización general —intelectual, moral y espiritual
—, la superioridad no hallaría expresión en el fomento de los placeres y
poderes de la vida, sino en el incremento de los deberes y las
responsabilidades. La belleza artística en todas sus formas —pintura, escultura,
música, literatura— estaría igualmente al alcance de todos, y la oportunidad de
compartir los goces que de ellas emanan sólo se vería limitada por las
capacidades de cada uno, y no por su posición social o financiera.
Pues en ese sitio ideal, el dinero no sería ya el señor soberano. El valor
individual tendría una importancia mayor que el debido a la riqueza material y
a la posición social. El trabajo no sería allí el medio para ganarse la vida, sino
el medio por el cual el individuo podría expresarse y desarrollar sus propias
capacidades y posibilidades, prestando al mismo tiempo su servicio a la
totalidad del grupo, que aseguraría por su parte la subsistencia y el ámbito
laboral necesarios para cada uno.
En pocas palabras, sería un lugar donde las relaciones entre los seres
humanos, basadas por lo común casi exclusivamente en la competición y la
lucha, serían reemplazadas por relaciones de emulación en la realización del
bien, en la colaboración, relaciones de auténtica fraternidad.
— La Madre
Dharshan
CAPÍTULO I

ÉRASE UNA VEZ

Una pequeñez circunscrita por la muerte no es todo lo que somos:


inmortales nuestras olvidadas inmensidades
esperan ser descubiertas en nuestros yos supremos;
inconmensurables extensiones y profundidades del ser nos pertenecen.
Hacia esos dominios de altos picos sellados a nuestra búsqueda,
apunta en lo profundo de nosotros un olvidado parentesco
y una tenue voz de éxtasis y de plegaria
llama a esas luminosas inmensidades perdidas.
Incluso cuando dejamos de atender a nuestras almas
o permanecemos absortos en la consciencia terrena,
todavía tenemos partes que crecen hacia la luz.
“Savitri” de Sri Aurobindo
UANDO el sol se pone sobre el Océano Pacífico a lo largo de la costa de
C California, en los Estados Unidos de América, amanece sobre la Bahía de
Bengala, en la India, anunciando un nuevo día en Auroville, la Ciudad de la
Aurora.
Nada pertenece a nadie en particular en Auroville. Roslyn había vivido en
Auroville durante veinte años. Luego durante dos años en California. Puesto
que nada pertenece a nadie en particular en Auroville, cuando regresó en 1990
no pudo reclamar la casa en la que había estado viviendo antes de marchar.
La única casa vacía que pudo encontrar fue la casa construida por Jim Bean.
Él había sido su "verdadero amor" que había dejado de hablarle nueve años
antes de su muerte. Había prometido a Dhyan, que se había caído desde el
Matrimandir —el Santuario de la Verdad en el centro de Auroville— y se
había partido la espalda, que hasta tanto ella pudiera caminar, él no le dirigiría
la palabra a Roslyn.
En 1986 Jim Bean murió y Dhyan perpetró sati. Ambos habían participado
en el proceso de construcción de la casa. Nadie podía hacerse idea de qué
hacer con la casa. Se convirtió en una casa de huéspedes. Era opresivamente
sombría, sucia y vacía cuando Roslyn regresó a Auroville. Se instaló en ella
porque no tenía otro lugar a dónde ir. Hubiera preferido no volver a Auroville.
Sólo había ido a la casa una vez anteriormente, a presentar sus últimos
respetos al cuerpo de Jim, antes de que fuera enterrado. Aquel día la casa era
enteramente gris, cemento y piedra, algo parecido a Gormenghast.
El cuerpo de Jim estaba tendido sobre una mesa, acolchado en hielo,
envuelto en una sábana blanca, rodeado de cestos de jazmines. Cuando Roslyn
miró su cara quedó sobrecogida por la expresión que vio en ella. Había sido la
persona más gentil y más dulce del mundo. Había un rictus de rabia en su cara
que casi la golpeó. Depositó sobre su corazón la orquídea que había traído
para él, simbolizando "Amor Eterno por el Divino", y salió. Lo único en aquel
lugar que no era horrible eran las flores que colmaban el centro del patio,
vistosas flores de color rosa a las que Madre había dado el nombre de
"Compasión de Sri Aurobindo". Era lo único que hacía la casa soportable.
Odiaba el lugar y hubiera querido no volverlo a ver en su vida. Unos meses
más tarde, su mejor amigo se había instalado en la casa del guarda, próxima a
la casa de Jim Bean, y Roslyn le había dicho: —"Jamás vendré a visitarte aquí.
Odio este lugar. Si alguna vez quieres verme tendrás que venir al bosque." Y
ahora estaba allí, en aquella casa, y en absoluto contenta. El cuidador, Heinie,
antes de partir hacia Alemania, le preguntó si quería vivir en la casa, y ella
muy sinceramente le contestó: —"¡No!"
Sorprendentemente, la casa resultaba un bello espacio conforme la mugre
se iba disolviendo paulatinamente, a base de polvos Vim y de un perseverante
esfuerzo. Surgieron los recuerdos de los buenos días de antaño. A veces sentía
que Jim Bean estaba allí, con ella, en la casa.
Roslyn había huido de sus recuerdos. Había escapado a California. Pero
había llegado el tiempo de plantar cara a su recuerdos, y percibió la ironía del
destino de estar en aquella casa que representaba el símbolo de la historia. La
casa se levanta solitaria y majestuosa al borde de un cañón, al final de un
camino, en medio del bosque. Allí uno podía trascender la soledad; la paz de la
soledad es posible. La casa está construida en armonía con los movimientos
del sol y de la luna. Es exquisita. Durante el verano la fachada recibe y absorbe
el sol y actúa como una sombrilla que proporciona sombra a la terraza.
Durante el invierno el sol brilla sobre la terraza, de manera que nunca hace un
frío desagradable, a no ser que llueva durante muchos días seguidos. Roslyn
debía afrontar las horriblemente trágicas muertes de Jim Bean y de Dhyan para
encontrar la belleza en la casa. El lugar entero parecía cubierto con un
grisáceo miasma de completo abandono.
Los días de su regreso a Auroville se convirtieron en días de dolor,
extenuación e impotencia y se sintió como si todavía la estuvieran acosando.
Lloró y lloró y lloró, como si las lágrimas pudieran cambiar el pasado.
Incluso cinco años después de las muertes de Jim Bean y Dhyan, el sentimiento
de pérdida no había disminuido. Ellos eran también parte de Auroville, parte
de la enorme excitante aventura que Auroville prometía ser, y tan
completamente comprometidos con Auroville que no habían querido vivir en
ninguna otra parte. Murieron antes de que la casa estuviera terminada. No
teniendo otro sitio adonde ir, Roslyn había ido allí y se encontraba en el
monumento que Jim y Dhyan habían construido. Se había convertido en una
casa de huéspedes.
Se inscribió como huésped y le asignaron una habitación en la parte
superior, sobre la terraza, que resultaba más que deprimente. Era sombría. Era
una celda. Los colchones eran irrecuperables. Había aparadores para sus
vestidos y cosméticos. El cuarto de baño era sombrío. La cocina estaba
mugrienta. Las blancas paredes estaban recubiertas con una pátina de suciedad.
Las alacenas estaban llenas de hormigas. La casa estaba llena de moscas
durante el día y de mosquitos y murciélagos durante la noche, y ocupada por
un ejército de ranas.
Cuidaba de la casa un conserje, Heinie, a quien se la había encomendado
para su cuidado el padre de la hija de Dhyan. Cuando Roslyn mencionó que
estaba muy sucia, le dijo que si no le gustaba que la dejara.
No tenía a dónde ir, así que se calló. Pero cada mañana, como una especie
de práctica espiritual y un gesto de respeto hacia Jim Bean, dedicaba veinte
minutos a restregar una parte de la casa con cepillo, jabón y polvos Vim.
Recorrió toda la casa abriendo ventanas, lo que de repente transformó la
sombría caverna en una caja de luz. Sintió que Jim Bean estaba vivo en la casa,
en una dimensión espiritual, como un espíritu amistoso.
En otro tiempo Roslyn había sido muy, muy joven, en la lluvia de estrellas
de gas hilarante, en la época del "strawberry fields forever".
Sus padres le habían dado todo el confort, cuidado y privilegios que
pudieron imaginar. Estaban tristemente defraudados por la forma en que ella
había usado esos regalos.
Se encontraba sobre un puente de arco iris entre el pasado y el futuro.
En 1969 Roslyn tenía veinticinco años y era madre de un pequeño bebé.
Había estado vagabundeando alrededor del planeta durante años. A los
dieciséis se había graduado en la escuela de secundaria. A los diecisiete
suspendió en la Universidad, porque apenas había asistido a las clases,
habiendo tenido un flechazo con la canasta, una pierna rota y perdido casi
todos sus cursos. Trabajó y viajó durante un par de años, y regresó a la
Universidad. Deambuló por Méjico durante las vacaciones y por fin abandonó
los estudios. Vivió en Méjico en una tienda de tela de paracaídas de seda,
naranja y blanca. Pasó algún tiempo con su hermana en Nueva York trabajando
para una agencia de publicidad. Después, de nuevo vuelta a la Universidad.
Encontró y se unió a una tribu de hippies con un autobús repleto de peyote, que
andaban buscando La Ciudad de Dios. Vivió con ellos en una montaña próxima
a un cañón y quedó embarazada. Mientras estaba sentada en casa de un amigo,
mirando una pintura, tuvo una visión que le dijo que fuera a la India. Voló a
Nueva York, visitó a su familia, trabajó durante unas pocas semanas y compró
un pasaje en un carguero rumbo a Amberes. Su padre, Bernie, condujo hasta
Nueva York para ir a despedirla y le aseguró que le enviaría regularmente cien
dólares al mes en tanto en cuanto ella le escribiera regularmente.
El barco atracó en Amberes. Fue una travesía divina. En realidad no
conoció ni habló con nadie en el barco, pero se sentaba en el puente
observando el cielo y el mar y disfrutando de la brisa. Bliss nació en Berlín
unos días antes de Navidad. El padre de Roslyn, Bernie, voló a Berlín unos
días después del nacimiento del bebé. Roslyn no le había dicho que estaba
embarazada, y estuvo ligeramente sorprendido de que su hijita hubiera tenido
un bebé. Ella sentía que había sido llamada a la India por un lejano gurú [1]. Su
intuición concordaba con lo que anhelaba hacer: ir a la India con el bebé.
Bernie no esperaba que el bebé pudiera sobrevivir; pero sabía que si enviaba
dinero regularmente podría tener noticias de ellas regularmente.
Llegó al Ashram de Sri Aurobindo por vez primera aproximadamente a las
11:30 de la mañana del día 7 agosto 1969, con Bliss en un brazo y un bolsón
de tela conteniendo todo lo que tenía en este mundo, en el otro. Era una
calurosa mañana de verano.
Había estado viajando por la India y el Nepal durante meses, y se disponía a
escribir a su padre para pedirle que le enviara un billete de regreso a USA.
Dieciocho meses antes, embarazada de dos faltas, sentada en un sillón
confortable y enorme en casa de un amigo en Arizona, Roslyn había tenido
una visión. Estaba mirando un cuadro sobre una pared justo enfrente de ella y
la pintura desapareció, la pared desapareció, la casa desapareció, y en su lugar
aparecieron dos ojos y un rostro que le hablaba... "Ven a la India ahora". Sintió
palpitar su corazón, pero no sabía en dónde estaba ella en relación con su
cuerpo. Era como si se hubiera trasladado a otra dimensión y hubiera allí
alguien más convocándola a la India. Todavía conservaba ella su ego mental,
que fue capaz de replicar al invisible ser al que estaba mirando, y le dijo:
—"¡No! Estoy embarazada de dos faltas, no tengo ningún dinero".
El ser de la visión parecía haberla escuchado y comprendido, pero le
replicó, inequívocamente, como si el embarazo y la falta de dinero fueran
bagatelas: "¡¡¡Ven a la India ahora!!!"
Y se había ido a la India creyendo que algún remoto gurú la había llamado
y quería encontrarse con ella. Desconocía el nombre o la dirección del gurú,
pero había tenido suficiente fe en la visión para dejar aquel lugar en el que
estaba y viajar por mar y tierra hasta la India. Bliss había estado viajando al
Este, hacia el sol naciente, toda su vida. Cuando Bliss tenía cinco meses se
encontraban en la India. Roslyn no tenía ninguna idea de a dónde ir. Estaba en
India, pero no sabía cómo encontrar al enérgico gurú de la visión. Esperaba
que fuera cierto el dicho que había escuchado: "Cuando el discípulo está
preparado el gurú aparece".
Estaba cansada. Se había aventurado a lo largo y a lo ancho en busca de la
sabiduría, de la comprensión y de la verdad, y no había encontrado nada. No
importaba dónde estuviera; siempre era lo mismo. Estaba empezando a sentir
que ella y Bliss estaban solas contra el mundo.
Estaba realmente cansada de que la gente le preguntara: "¿De dónde eres?" o
"¿Dónde está tu marido?"
Sentía que los hombres, los encargados de hotel, los tenderos, estaban todos
tratando de aprovecharse de ella, una joven mujer extranjera, sola con un bebé.
El dinero parecía ser lo único que tenía respeto universal. La espiritualidad
parecía ser una ilusoria ficción.
Arrancada de un mundo estrecho en donde sentía que estaba muriendo de
asfixia psíquica, hasta esta otra dimensión en dónde debía de tomar un montón
de respiraciones profundas, puesto que el mundo se estaba revelando
constantemente como algo en nada parecido a lo que ella siempre había
imaginado que iba a ser. Quería escribir, pero incluso por encima de eso,
quería vivir, conocer, experimentar este mundo, y entender alguno de sus
misterios.
Cuando Roslyn estaba abandonando Katmandú, otro viajero le mencionó:
"Hay un ashram parecido a un club campestre a unas cien millas al sur de
Madrás, en Pondicherry, camino de Ceilán. Está en la costa, con excelentes
casas de huéspedes y hermosas playas de arena blanca".
Decidió que tal vez podía interrumpir el largo trayecto en autobús, tren y
barco, hasta Ceilán, en Pondicherry. Le habían gustado las playas de arena
blanca en Méjico, los largos días del trópico, las cálidas noches y los cielos
despejados.
Tras días de viaje desde Katmandú hasta Patna, luego en tren de tercera
clase hasta Madrás, no podía soportar la idea de otros dos días en el tren de
enlace hasta el barco que la llevaría hasta Colombo. Tomó un autobús a
Pondicherry.
Descendió del autobús en el apeadero para autobuses de Pondicherry y
tomó un rickshaw [2]. Tomó uno que parecía menos desvencijado. Incluso
conservaba marcas en sus neumáticos, y el conductor parecía más joven, más
fuerte y sano que la mayor parte de los demás conductores de rickshaw.
Algunos de ellos tenían el aspecto de no encontrarse bien. Uno tenía una pierna
horrible, hinchada monstruosamente por la elefantiasis; otro tenía muñones de
lepra en lugar de dedos en una de sus manos.
Ella parecía ser el único rostro blanco en la abarrotada estación de
autobuses, descalza, con Bliss sobre una de sus caderas y su bolsón afgano de
tela colgado del otro hombro, vestida con un llamativo pijama de algodón de
color rojo. Muchas mujeres, cubiertas con sábanas blancas como vestidos, se
detenían para mirarla, mientras negociaba con el conductor de su rickshaw
cuánto debía pagar por una carrera hasta el Ashram. Las mujeres se detenían y
la miraban. Las mujeres musulmanas locales, sus cabezas y sus cuerpos
cubiertos con vestiduras blancas, bajo las cuales una deliciosa falda, o una
falda andrajosa, o una destellante pulsera tobillera, o el vislumbre de un anillo
de nariz, con un niño en una de sus caderas y otro tomado de la mano. Mujeres
y hombres acarreando niños, bolsas y pollos caminaban juntos en grupos de
dos o tres. Roslyn se sentó en el rickshaw y su conductor pedaleó lentamente a
través de la muchedumbre de la estación de autobús. Las mujeres parecían
sonreírse bajo sus velos. Roslyn sentada en su rickshaw discurría lentamente
entre vendedores de dulces y mercaderes de flores que se apretujaban sobre
ella mostrando sus mercancías. Le había indicado al conductor del rickshaw
que la llevara al Ashram, pero ella no podía recordar el nombre del Ashram.
"Ashram" resultó suficiente para que el desastrado conductor se introdujera en
la corriente de bicicletas que se movían hacia el norte. Circularon lentamente
dejando atrás a gente que balanceaba sus cestos sobre sus caderas o sus
cabezas, mendigos, niños, y un rebaño de desagradables búfalos grises y
sucios. Pequeñas tiendas construidas con hojas de palma se alineaban a la
orilla de la atestada estación de autobús. Conducían a través de calles invadidas
de cerdos comiendo desperdicios, y hombres elegantemente vestidos y
mujeres vistosamente ataviadas con atractivos saris y llamativos brazaletes.
Las calles abarrotadas de bicicletas y rickshaws, gente y animales. No había
muchos vehículos de motor en la ciudad. Las tiendas estaban repletas de saris,
dulces y cacharrería de latón. Policías con silbato dirigían el multitudinario
tráfico en las saturadas esquinas próximas al bazar.
Pasaron por un pequeño parque encantador, y a través de calles apacibles en
donde todos los muros parecían pintados del mismo color gris/azul/blanco.
No había mucha gente por la calle a esa hora en esa parte de la ciudad, y los
pocos que Roslyn vio, a pie o en bicicleta por las calles, resultaban vestidos de
blanco y daban una impresión un poco etérea. Todo el mundo iba con vestidos
blancos impecables y radiantes, moviéndose tranquila y resueltamente a lo
largo de las calles de muros gris/azul/blanco, con un ritmo diferente al de la
gente que había dejado atrás en la calle de la estación de autobús y del bazar.
En las calles había puertas, vestíbulos, árboles y flores que asomaban por
encima de los muros. Ciertamente era más limpio y más tranquilo que
cualquier otro lugar que Roslyn hubiera visto en la India.
El rickshaw paró delante de una puerta abierta en los muros
gris/azul/blanco.
—¿Ashram? —le preguntó ella.
Él movió su cabeza y le pidió diez rupias.
Él había estado de acuerdo en la estación de autobús en llevarla hasta el
Ashram por cinco rupias, pero había sido una carrera larga, así que le dio seis
rupias y él sonrío. Cogió a Bliss y su bolsón y se dirigió a la puerta, descalza,
vestida con su llamativo pijama rojo, el oscuro pelo de su cabeza alborotado
unos centímetros en cada dirección.
Atravesó la puerta. Había flores a derecha e izquierda. Delante de ella había
unos escalones que conducían a un porche en donde varios hombres vestidos
de blanco estaban sentados en unas sillas.
Un hombre pequeño con un turbante azul pastel se levantó y preguntó con
una amigable sonrisa: —¿Puedo ayudarte?
—Estoy buscando un lugar para quedarme durante unos pocos días —
contestó Roslyn.
—Éste es el Ashram de Sri Aurobindo —replicó él.
—Sí. He oído que el Ashram tiene casas de huéspedes.
—Casas de huéspedes, sí, ¿quieres dejar tu bolsa? —preguntó él
amablemente.
—Sí —contestó ella con alivio, y dejó caer la bolsa de su hombro al suelo.
—Puedes dejarla aquí —dijo él, señalando uno de los espacios vacíos de un
casillero colocado a la izquierda de los escalones.
—Siéntate aquí —dijo otro de los hombres de blanco, señalando una silla
vacía.
—Me gustaría disponer de una habitación en una casa de huéspedes durante
algunos días, si es posible —dijo ella.
—Sí, pero lamentablemente la persona que se ocupa de esto ha salido para
comer y no regresará antes de las 3:30, esta tarde.
—¿Quieres sentarte aquí y esperarlo? —preguntó el hombre del turbante
azul.
—No, creo que iré a encontrar algún sitio para comer en la ciudad —
replicó ella.
—¿Puedo enseñarte el Ashram? —preguntó él.
Ella había leído "Viaje al Este" de Hesse, y pensó que sería descortesía
rehusar, así que aceptó su oferta de enseñarle el Ashram.
Llevando a Bliss, Roslyn siguió a su amable guía a lo largo de la senda
bordeada de flores hasta el patio central del Ashram. Él señaló a través del
patio hacia las ventanas del tercer piso y le dijo: —La Madre ha sido el
Maestro de este ashram desde que Sri Aurobindo murió en 1950. Ella vive ahí.
Sale de Su habitación sólo cuatro veces al año para dar Darshan [3] a Sus
devotos. Habrá Darshan la próxima semana por el aniversario del nacimiento
de Sri Aurobindo, el 15 Agosto. ¿Estarás aquí?
—No lo sé —replicó ella. Había hecho planes de quedarse únicamente
durante tres días. Su dinero se estaba acabando y necesitaba escribir a su padre
por más. Había previsto pedirle que enviara el dinero y el billete a Colombo,
pero podía quedarse en Pondicherry a la espera del dinero y después escribir
para el billete desde Colombo.

Su guía la condujo a través del patio hasta otro patio más pequeño y señaló
hacia la puerta de la oficina que estaría abierta por la tarde, en donde ella podía
obtener el permiso para alojarse en una casa de huéspedes. Después se
dirigieron a través de uno de los gráciles arcos de hormigón en el fondo del
patio pequeño al interior de un amplio vestíbulo con suelos de mármol.
—Ésta es la sala de meditación —dijo el guía suavemente. Apuntó con su
dedo hacia el techo—, la Madre está sentada en la planta de arriba.
Había una magnífica escalera con una alfombra verde que desaparecía en
un recodo hacia el interior de un mundo más elevado. Atravesaron el vestíbulo
hacia la parte de la habitación en donde el techo asemeja una abovedada cúpula
de plata. En un lado de la habitación había una pintura de La Madre y Sri
Aurobindo. La Madre, pálida y conmovedora, estaba envuelta en un sari
dorado dispuesto de forma que cubría Su cabeza, sobre la que se mantenía con
una diadema dorada, su mano descansando despreocupadamente junto a la
mano de Sri Aurobindo. Él se sentaba a Su lado sobre el trono recubierto con
una piel de tigre. La dorada luz de Su aura se mezclaba delicadamente en la
pintura con la luz blancoazulada que emanaba del poderoso sabio silencioso
que vestía cordón blanco, una toga blanca y un dhoti [4], increíblemente
luminoso, como si brillara desde el interior con una poderosa luz, inmóvil
aunque dinámica. El devoto que había pintado el cuadro había conseguido
captar la paz y el gozo, la magia y el misterio que Madre y Sri Aurobindo
habían inspirado en él. El guía de Roslyn le explicaba: —En la pintura están
sentados como lo estuvieron cuatro veces cada año, dando Darshan a todos sus
discípulos, devotos y huéspedes.
Al otro lado del vestíbulo había una foto de Sri Aurobindo, insertada en el
centro de su símbolo, una estrella de seis puntas con un cuadrado en el medio.
Roslyn miró esa foto y fue como si pequeñas campanillas sonaran a través
de todo su cuerpo. Se giró rápidamente. Había venido a la India en una
búsqueda espiritual, pero ya no estaba interesada. Si allí había algo, no quería
saber nada.
Su guía la condujo de vuelta, pasando por el pequeño patio al patio central
del Ashram. La acompañó al árbol grande que ocupaba el centro y le explicó
que Madre había dado a ese árbol el nombre de "El Árbol de la Felicidad". Le
señaló la losa de mármol cubierta de flores juntó al árbol y le dijo que era allí
donde Sri Aurobindo estaba enterrado.
De nuevo escuchó las pequeñas campanillas. Intentó ignorarlas y siguió
caminando, de vuelta a través del jardín hacia el porche. Dio las gracias a su
guía, y le preguntó si conocía algún buen restaurante no vegetariano.
—No —replicó él pesaroso.
—Puedes dejar aquí tu bolso —ofreció.
Todas las reglas del viajero la invitaban a tomar su bolso, pero no deseaba
cogerlo. Llevaba encima su pasaporte y el dinero, y a Bliss. Dejó todo lo
demás cerca del casillero y salió a la calle, en donde ordenó al conductor de
un rickshaw que la llevará a un "hotel de comidas".
Roslyn almorzó en un lugar que tenía un comedor separado para mujeres.
Era agradable y privado y comió animadamente, alimentó a Bliss, y volvió al
Ashram.
Su bolsón estaba todavía posado cerca del casillero. Su amigo el del
turbante azul la recibió.
—¿Has comido?
—Sí.
—Él está ahora en la oficina.
Le dio las gracias y se dirigió con Bliss a la oficina.
Las puertas francesas estaban abiertas, y había un escritorio muy grande
rodeado de estanterías llenas de libros frente a las puertas, pero no había nadie
sentado en el escritorio.
Dio otro paso en el interior de la habitación y escuchó una voz a su derecha,
—¿Puedo ayudarla?
Volvió su cabeza y vio a un hombre alto que la observaba mirando por
encima de sus gruesas gafas.
—Estoy buscando una habitación en una casa de huéspedes —replicó ella.
—Yo soy el encargado de las casas de huéspedes del Ashram.
—Necesitó una habitación.
—¿Para cuantos días necesita la habitación? —preguntó él.
—Me gustaría asistir al Darshan.
—De acuerdo, le daré una habitación en Castelini Guesthouse.
Se sentó e hizo un ademán señalando la silla frente a él: —Por favor tome
asiento.
Ella se sentía cansada y estuvo contenta de sentarse. Él apartó a un lado el
libro que tenía delante para hablar con ella.
Colocó un papel delante de él y tomó su pluma. Le preguntó por todos los
detalles de su pasaporte. Ella respondió sin buscar en su bolsa para
consultarlo, porque conocía los números de memoria; había sido preguntada
por ellos con frecuencia.
Después de haberle dado los detalles él le pidió su pasaporte con el que
chequeó lo que había escrito. Chequeó todo por dos veces, luego le devolvió el
pasaporte y le extendió un formulario para que lo firmara.
Le entregó un pequeño carnet verde que era un pase de huéspedes para ser
admitida en todos los servicios del Ashram. Le dijo que el coste por cada
noche era de diez rupias, incluyendo tres comidas por día en el comedor del
Ashram, y que los horarios del comedor estaban indicados en el carnet de
huéspedes. En negritas al pie del carnet verde ponía: "No tabaco, bebidas o
sexo".
Se alegró de estar de acuerdo con todo ello. Ofreció pagar por adelantado.
—Está bien, haga el favor de volver aquí para devolver el carnet de
huéspedes y firmar la salida, después del Darshan.
—Muchas gracias —respondió, tomando el carnet y dirigiéndose al
exterior para recoger su equipaje en el porche. Ordenó al conductor del
rickshaw que la llevara a Castelini.
El Comedor del Ashram estaba en uno de los extremos del parque, y la casa
de huéspedes se adentraba varios bloques en el interior de la ciudad, en el lado
opuesto del parque.
Contaba con un muro en el tono radiante gris/azul/blanco del Ashram y una
pulcra puerta de teca abierta. Pagó al rickshaw que le tendió su bolsa en la
puerta. Descalza, con su pijama rojo, caminó al interior del jardín. Llevaba a
Bliss en su brazo derecho, la bolsa colgada de su hombro izquierdo, mientras
subía los amplios escalones entre pilares, al interior de la galería de mármol.
Era un lugar acogedor, aunque absolutamente silencioso. Se sintió como
Alicia en la madriguera del conejo.
Las puertas francesas de la izquierda conducían a una escalera y las de su
frente a un amplio recibidor con bellas alfombras orientales en el suelo y
mobiliario victoriano cubierto con sus fundas.
Pasó al interior de la habitación, diciendo: —Hola. Pero allí no había nadie.
El techo tenía al menos cuatro metros y medio de altura. Como no había
nadie en la habitación, se adentró a través de otro conjunto de puertas, hasta
llegar a una nueva galería en donde encontró a un hombre en completo
silencio vestido con almidonados y planchados camiseta y pantalones cortos.
Ella no se había lavado los pies desde Calcuta.
—¿Puedo ayudarte? —preguntó él en voz muy baja.
Ella le mostró su pequeño carnet verde que decía que ella, Roslyn, era una
huésped del Sri Aurobindo Ashram en Castelini Guesthouse.
Él tomó el carnet sin mirarla directamente. Era muy tímido. Finalmente, tras
estudiar el carnet durante bastante tiempo, se presentó a sí mismo como el
administrador de Castelini Guesthouse y le pidió que le siguiera a su
habitación. La condujo al piso de arriba y le enseñó una habitación muy limpia
y agradable, a la que se accedía por un amplio salón de estar. Era una
habitación de rinconera, llena de luz, con flores frescas en un anaquel situado
debajo de una foto de la Madre y Sri Aurobindo.
—Muchas gracias. ¿Qué podría hacer con mi ropa sucia? —preguntó ella.
Él le aseguró que un sirviente vendría a recoger la ropa sucia por la
mañana y le devolvería las prendas limpias por la tarde. El sirviente le
colocaría también la red mosquitera al anochecer y la quitaría por la mañana y
limpiaría la habitación. ¿Prefería ella tomar té o café en la cama?
—Té —replicó ella, ya que nunca tomaba café; pero hasta entonces jamás le
habían ofrecido té en la cama.
—¿A qué hora?
—No comprendo.
—¿A qué hora quiere su té en la habitación por la mañana?
—Tan temprano como sea posible, por favor.
—¿A las cuatro?
—A las seis treinta.
—De acuerdo —replicó él. Señaló hacia el vestíbulo próximo a la puerta de
la habitación, en el salón de estar de esa primera planta—. El baño está ahí.
Ella le dio las gracias y él la dejó sola.
Roslyn y Bliss parecían ser las únicas personas allí. No habían visto ni oído
a nadie más en la enorme casa excepto al administrador. Su habitación daba a
un amplio salón de estar lleno de alfombras orientales, sofás victorianos y
sillas de enamorados, con fundas cuidadosamente dispuestas que daban la
impresión de que nadie se sentaba jamás en esta habitación. No había siquiera
una mota de polvo en las lustrosas mesas. Había dos puertas francesas abiertas,
una conduciendo a la galería situada en la fachada de la casa y la otra que daba
paso a la galería trasera. La habitación estaba inundada con la desvaneciente
luz del incipiente atardecer y había dos silenciosos ventiladores de techo
pintados en el mismo color que los relieves de las paredes. La habitación y la
casa estaban pintadas en delicados tonos del gris/azul/blanco de los edificios
del Ashram; había una atmósfera prístina y segura. En la pared más alejada del
amplio salón de estar había puertas que conducían a las otras habitaciones de
huéspedes, pero esas puertas permanecían cerradas, y las cortinas exteriores de
la abierta puerta del vestíbulo estaban recogidas. No había evidencia de otros
huéspedes.
Había un gran silencio. Era completamente diferente a cualquier otra cosa
que Roslyn hubiera experimentado en sus viajes. Parecía no haber otros
huéspedes. Roslyn calculó que si se aburría demasiado podía marcharse
después de dos o tres días tal como había planeado originalmente, pero antes
necesitaba asearse, cambiarse y descansar.
El cuarto de baño era grande, todo de azulejos blancos, y tenía un
inagotable caudal de agua corriente. La suciedad de días de viaje se disolvió
rápidamente y después de unos minutos, incluso sus pies estuvieron limpios.
Carecía de zapatos. Todas las cosas de Bliss necesitaban un lavado, así que
lavó un par de cosas, y como hacía bastante calor Roslyn sintió que estaría
bien para Bliss estar desnuda. Roslyn se había quitado su sucio pijama rojo de
algodón y se puso un pijama naranja limpio. Su pelo estaba limpio, pero
todavía permanecía encrespado sobre su cabeza.
Estaban limpias y dispuestas para salir, pero no tenía reloj y desconocía qué
hora era. Roslyn estaba pensando en ir paseando hacia la Sala de Comidas. Se
preguntaba qué hora era. Todavía no había visto a nadie más en la casa de
huéspedes. Salió a través de la puerta francesa a la galería trasera y vio a
alguien sentado allí, un hombre grande, de pelo rojo y barba, vistiendo un
pijama malva.
Estaba sentado sobre una silla de ratán azul al lado de una mesa redonda del
mismo color. Había varias sillas azules vacías alrededor de la mesa. Ella salió
a la terraza con Bliss en sus brazos y observó el espléndido jardín de rosas.
Roslyn se volvió hacia el hombre de pelo rojo en pijama malva y le
preguntó por la hora.
Él extendió la mano y cogió una botella de cerveza, llenando el vaso vacío
frente a él sobre la mesa. Ella se sorprendió de ver a una persona bebiendo
cerveza en la casa de huéspedes. En su pequeña tarjeta verde se afirmaba
claramente "No fumar, alcohol o sexo".
El hombre pelirrojo la estaba observando, pero parecía no haberla oído.
Luego le preguntó si quería una cerveza.
—No, gracias. No tomo cerveza.
—¿Qué demonios bebes? —preguntó él.
—Coca-Cola con hielo —replicó ella.

[1] Gurú es dios, es gracia — Maestro espiritual.


[2] Bicitaxi. Triciclo con un asiento sobre las ruedas traseras y un asiento para el conductor sobre la rueda
delantera.
[3] Momento en el que uno tiene contacto directo con el gurú.
[4 ] Pieza de tela que los hombres envuelven alrededor de su cintura que cae prácticamente hasta el suelo.
La Madre visita la isla de Ananta
CAPÍTULO II

GRAN SEÑOR Y LA DAMA CELESTIAL

Una memoria sin forma permanece en nosotros todavía


y a veces cuando nuestra visión se vuelve hacia el interior,
el velo ignorante de la Tierra es apartado de nuestros ojos;
se produce una breve evasión milagrosa.
Nuestras almas pueden visitar en enormes horas solitarias
apacibles regiones de Luz imperecedera,
omnividentes picos de águila de Poder silencioso
y océanos de halo de luna de súbita Dicha inagotable
y calmas inmensidades del espacio del espíritu.
“Savitri” de Sri Aurobindo
A persona del pijama malva se puso en pie e hizo una galante inclinación,
L presentándose a sí mismo como: —John Kelly de Brooklyn.
También Roslyn se presentó a sí misma y a Bliss.
Entonces dijo él: —Disculpa por observarte, pero he estado soñando
contigo, aunque aparecías con un pijama rojo.
Roslyn no tenía idea de cómo responder a eso. Había estado llevando su
pijama rojo durante días, pero acababa de cambiarlo por su pijama naranja
limpio.
Él se giró y llamó suavemente dirigiéndose al dintel acortinado detrás de él:
—¡Gabriel!
Desde el dintel acortinado del final de la galería apareció un hombre como
amojamado, de tez muy oscura, vestido con una vestimenta ligera y arrugada.
—Gabriel, la señora quiere Coca-Cola con hielo y yo otra cerveza.
—Cerveza terminada —replicó el pequeño hombre de tez oscura.
—Entonces ve a por más y alguna Coca-Cola con hielo. Anótalo en la
cuenta de Magree.
—Muy bien, ¿y la cena?
—¿Querrás acompañarme aquí para la cena? —preguntó Kelly.
Roslyn estaba muy complacida con la opción de no tener que caminar hasta
el Comedor. Pero replicó a la invitación: —Creo que debería ir al Comedor.
Contemplaba con pavor la larga caminata, llevando a Bliss.
—Tomaremos bistec. Estoy seguro que preferirás un bistec para cenar a la
comida del Comedor del Ashram. Gabriel, bistec y patatas fritas para dos y
cuatro botellas de cerveza, y Coca-Cola con hielo, y será mejor que traigas
una botella de brandy.
—Sí, muy bien —dijo el pequeño hombre de tez oscura, mirando a Roslyn
y a Bliss y sonriéndose.
—¿Quieres acompañarme? —preguntó Kelly, indicando una silla al otro
lado de la mesa.
Roslyn colocó a Bliss en una de las sillas vacías y se sentó, encantada con la
escena.
Era un apacible comienzo de atardecer tropical. Probablemente había
papagayos e incluso ruiseñores cantando en los árboles del patio. Era un
verdadero momento de esparcimiento, sobre la apacible galería, en la enorme
casa tranquila, en un bello atardecer, con un interesante nuevo compañero y
una cena que iba a ser servida, y en el que todo en el mundo parecía estar en su
sitio.
Hubo un poco de conversación inconexa, y ese tipo de preguntas que ella
siempre encontraba difíciles, como "¿De dónde eres?"
Gabriel volvió a entrar desde el dintel acortinado llevando bolsas de
algodón blanco repletas de botellas de cerveza y un alargado contenedor
plateado con un asa. Se volvió tímidamente hacia ellos mientras desaparecía a
través de las cortinas hacia el salón de estar.
—¿Dónde nací? ¿Dónde vivo? ¿A dónde voy? Sospecho que debo contestar
que soy de Hazleton, Pensylvannia, pero no he estado allí desde hace muchos
años, y desconozco si volveré de nuevo.
—¿Por qué estás aquí?
—No lo sé. Estoy aquí.
—¿Planeas permanecer durante algún tiempo?
—No lo sé. Me estoy planteando regresar a USA. ¿Cuánto tiempo llevas
aquí?
—Cuatro años.
—¿Has permanecido en esta casa de huéspedes durante cuatro años?
—Llevo aquí seis meses. Hace cuatro años que estoy en la India.
—¿Por qué viniste a la India?
—Es una larga historia.
—¿Qué hacías en Brooklyn?
—Era bombero.
—Nunca había conocido antes a un bombero.
—Estuve quince años en el Departamento de Bomberos de la Ciudad de
Nueva York.
—¿Y entonces viniste a la India?
—Y entonces vine a la India.
—¿Por qué viniste a la India?
—¿Realmente quieres saberlo?
Ella no tenía nada más que hacer ni ningún otro sitio a donde ir y resultaba
muy agradable estar allí sentada en la veranda, así que dejó que él le contara su
historia.
Estuvieron sentados durante tres días y tres noches, con Gabriel puntuando
las historias con comidas no vegetarianas de la cocina del sur de la India tres
veces al día, y cervezas para Kelly y Coca-Colas sin hielo para Roslyn a lo
largo de todo el día desde las 7 a.m. hasta las 10 p.m. Ella se ofreció a pagar
por sus comidas, pero Kelly era magnánimo y dijo que era para él un placer, y
los dos se estaban riendo tanto que ella fue feliz dejándole pagar la comida,
puesto que andaba muy escasa de dinero y necesitaba algo de ropa nueva.
John Thomas Kelly resultó para Roslyn un sorprendente primer contacto
con la Madre y Sri Aurobindo. Fue la más original e irreligiosa iniciación
imaginable, pero fue una deliciosa iniciación a un mundo en donde
ananda [1] es el propósito de la existencia.
Kelly le dijo que dejara su mente tan vacía como el cielo sin nubes de un día
de verano, sin prejuicio o preferencia, incorporando la gracia del momento
del invisible jeroglífico del tiempo en el espacio.
Kelly la llevó con él hacia atrás en el tiempo, a la época en la que él era un
bebé, tal vez del tamaño de Bliss. Él estaba en su cunita en Brooklyn. Las
personas que creían ser sus padres estaban al lado de la cuna deseándole
buenas noches. Cuando le dejaban solo en la habitación, sus padres celestiales
que eran mucho más grandes y más hermosos que sus padres humanos,
inundaban la habitación y su corazón de una alegría inefable y su vida con un
pedacito de resplandor. Kelly cantó con una dulce voz de tenor "Un pedacito de
cielo descendió desde el cielo un día" y levantó a bebé Bliss y le cantó con
delicadeza ofreciéndole su vaso de cerveza. Tal vez era medio duende, y
Roslyn se había enamorado anteriormente de un duende cuando tenía cuatro
años y sus padres la llevaron a ver "El Valle del Arco Iris", de Finian en
Broadway. Kelly tenía algo de viejo Atlante, de Irlandés, de Druida, de niño, de
místico y de divertido. Pensó que un poco de cerveza no le haría daño a Bliss,
y Bliss parecía totalmente encantada cuando el divertido hombre pelirrojo con
la gran nariz sonrosada canturreaba dulcemente despreocupadas tonadas
sentimentales.
Él continuó con sus recuerdos, tratando de explicar a Roslyn cómo había
llegado a estar sentado en esa terraza aquella tarde. —Conforme fui creciendo
ya no pude ver los seres mágicos que me habían cuidado de niño o incluso
recordarlos.
—Yo era un macho común americano de Brooklyn. En mi 18 cumpleaños
fui reclutado por el ejército y después de un entrenamiento básico embarcado
hacia Francia en la infantería.
En este punto llegó Gabriel con sus tintineantes bolsas que a Roslyn, que
siempre ostentaba un desbordante apetito, le parecieron muy prometedoras.
Roslyn se reía de Kelly. —Olvidaste a tus parientes mágicos, pero los
recuerdas esta tarde. Confío que no me vayas a cantar "Una tarde de encanto".
Kelly replicó cantando "Make believe” de "Showboat”.
Gabriel llegó al rescate de la tarde apareciendo con un vaso de Coca-Cola y
una botella de brandy, una botella de cerveza y un vaso para Kelly, además de
dos platos rebosantes de bistec y patatas fritas.
—Es asombroso, ¿pero vas a decirme qué te ocurrió como soldado
americano en Francia para explicar cómo acabaste en esta casa de
Pondicherry?
—Bueno, si quieres saber cómo llegué hasta aquí, tendrás que escuchar mi
historia, puesto que si no hubiera ocurrido lo que ocurrió, probablemente yo
no estaría aquí.
Comían y bebían. Roslyn fumaba. Bliss estaba sentada en la silla al lado de
Roslyn, como una muñeca, simplemente mirando a su mamá bebiendo y al
enorme hombre pelirrojo fanfarroneando.
—No recuerdo en absoluto la Segunda Guerra Mundial —dijo Roslyn—. Y
no puedo imaginar cómo algo de esa época pudiera tener algo que ver para
que nos encontremos aquí ahora, excepto que tú estabas allí, y ahora estás aquí.
—¿Prefieres seguir hablando o escuchar? —preguntó Kelly, ofreciendo su
vaso de cerveza a Bliss que tomó unos delicados sorbos.
Roslyn reía y masticaba el bistec, y aseguró a Kelly que estaba fascinada
con su historia, o por lo menos con su absurdo pijama malva. Su pelo rojo
dorado era casi tan luminoso como su roja nariz.
—Fui embarcado hacia Francia y llevado directamente al frente y estaba
aterrorizado y horrorizado. La primera vez que entré en batalla fue el día del
cumpleaños de la Madre, en 1945. Eran los últimos meses de la Segunda
Guerra Mundial y Francia estaba todavía ocupada por Alemania. Yo formaba
parte del nuevo grupo de soldados G.I. que habían sido enviados para
reemplazar algunos de los soldados que habían caído en la Batalla de las
Ardenas y Bastogne. Habíamos sido enviados a una ciudad llamada Faubourg.
No recuerdo durante cuántas horas o días estuve en medio de aquella batalla,
bajo constante bombardeo de cohetes de los alemanes, llamados "chillonas
Mimis"... ¡ruido terrible! Yo veía como la gente era alcanzada por esos cohetes
y lanzada al aire como una galleta. Sospecho que puede ser que eso cambiara
mi mente sobre un montón de cosas y me abriera a algo más.
—Nos encontrábamos en una trinchera en zigzag sobre una montaña, en un
camposanto de la Primera Guerra Mundial. Había sido cementerio incluso
antes de aquello. Había viejas cruces y señalizaciones de tumbas y nosotros
habíamos cavado nuestras trincheras en este cementerio como si fueran una
enorme tumba. La compañía original había sido completamente eliminada,
hasta el último hombre. Nosotros habíamos sido enviados como reemplazo.
Había cuerpos sin enterrar de soldados alemanes y americanos desperdigados
por todo el campo. El mundo parecía una jungla de árboles arrancados, tierra
y tumbas. ¡¡¡Grotesco¡¡¡
—Se dice, "No hay ateo en una trinchera". Yo había sido educado como
católico. Pensé que, en cualquier caso, estaba casi muerto, que iba a ser
golpeado por la muerte de un momento a otro, así que traté de imaginar qué
significa estar muerto. Fue como si por un momento fuera de nuevo un niño y
tuviera la sensación de mis gloriosos padres celestiales a mi lado. La mayor
parte de los tipos que habían ido a aquel cementerio conmigo habían muerto
ya y yo me preguntaba por qué yo estaba todavía vivo y que si no estuviera
vivo por la mañana ¿dónde estaría? ¿Quedaba algo de todos aquellos cuerpos
muertos, aparte de sus cadáveres sin enterrar?
—Hacía un frío glacial, 21 de Febrero, en mitad del invierno en Francia.
Había estado en este cementerio toda una eternidad. Era noche avanzada. Todos
mis compañeros estaban muertos. Yo estaba solo. No sabía si quedaba vivo
alguno más. Vi una voluta de humo blanco, como el humo de un cigarrillo,
pero allí no había nadie para fumar un cigarrillo. La voluta de humo comenzó
a brillar con pequeñas partículas de luz y deseé que fuera un ángel que venía a
llevarme antes de que la próxima "chillona Mimi" cayera en mi trinchera, me
lanzara al aire y me hiciera añicos. Es posible que hubiera habido alguien
próximo en alguna parte, había tanto maldito ruido, pero yo no podía ver a
nadie excepto cuerpos muertos y restos de cuerpos sin enterrar. La centelleante
voluta de humo se expandió como una brumosa neblina. Las deslumbrantes
chispas eran enormes pero no intimidantes como los destellos de los cohetes, y
entonces escuché una gorjeante risa suave, una risa que surgía de aquella
centelleante niebla en medio de aquel valle de muerte, y no se trataba de una
risa cruel, sino el compasivo suspiro de un sabio hombre anciano. Era
cautivadora, y algo de un orden diferente emergió del sombrío caos que me
rodeaba. Vi, en la neblina, una cara, un ser humano de largo pelo blanco y
barba, sonriendo dulcemente, transportándome fuera del dolor y del horror y
del miedo al interior de una profunda paz. Sus ojos emanaban una mirada que
me hubiera derribado si no hubiera estado ya yaciendo apretujado contra el
fondo de la trinchera, y tuve la certeza de que estaba muerto y viendo a Dios.
—No. No estaba muerto. Podía mover mi cabeza y mis manos y mis
piernas. La atmósfera de osario había desaparecido y aunque todavía
permanecía en medio de este camposanto lleno de cuerpos sin enterrar, había
algo más allí conmigo, o alguien más, que parecía tener poco que ver con la
vida y con la muerte, sino que era una emanación de un reino más allá.
—La visión habló: —"Si mi ayuda es tu elección, debes abandonar tu
religión." Entendí inmediatamente, "¡Se trata del demonio!" Pero no lo
rechacé. Repliqué: —"No tengo religión, tendrás que dármela tú", pero
interiormente estaba rezando el rosario.
—¡Se reía de mí como si supiera que estaba tratando de protegerme del
demonio diciendo el Ave María! La Madre. Repentinamente ya no era una
niebla, ojos, una cara, una voz, la risa, sino un hombre de apariencia
imponente con pelo blanco suelto y barba, erguido el medio del hediondo
campo de batalla, emanando vida, rodeado por una apacible luz blancoazulada,
como el cielo de un día de verano, como un imposible lago transparente. Sus
vestiduras blancas semejaban la toga de un romano, pero él era más augusto
que cualquier César.
—Yo estaba colmado por su amor y su compasión hacia mí y de una forma
vaga reconocí en él al padre celestial que se cernía sobre mí cuando yo era un
bebé. ¿Dónde estaba la Madre?
Se produjo un destello y a su lado apareció una construcción que parecía un
pequeño templo griego. Había una luminiscencia maravillosa. Pude ver a una
mujer en bata de terciopelo dentro del templo. Parecía como una diosa griega
de la sabiduría.
Kelly miró a Roslyn. —Debes recordar que yo estaba en una cochina
trinchera en un apestoso campo de batalla, en un cementerio de Francia, y era
como si estuviera en mi cunita con mis amorosos, maravillosos, etéreos
padres visitándome como si nada hubiera ocurrido. ¡Estaba justo en medio de
una maldita Guerra! Las pistolas disparaban bang, bang, y los hombres
morían, y de repente todo era perfecto; excepto que yo no sabía qué estaba
pasando. ¿Caí dormido y resulté alcanzado por una "chillona Mimi" y fui al
cielo? Nadie jamás me había sugerido en ninguna parte que podía existir algo
tan maravilloso y hermoso como esa mujer en su templo. Pero Ella no se
correspondía con aquel campo de batalla, así que Le dije: —"Escucha, cariño,
deberías largarte de aquí, pues estamos en un momento horrible, y si no te vas
enseguida me voy a volver loco de gusto."
—Me sonrió, y se desvaneció con Su templo en la noche, y yo me sentí muy
bien.
—Lo siguiente que recuerdo es a un soldado despertándome. "Kelly,
levanta. ¡Nos vamos de esta colina! ¡Nos han relevado!"
—El lugar estaba siempre cubierto de nubes y nunca podía decir qué hora
era. Descendíamos por la colina y yo intentaba imaginarme qué había
ocurrido, cuando escuché a dos tipos detrás de mí conversando: "¿Viste la
hermosa luz sobre la colina la noche pasada?" "¡Yeah, fue impresionante!"
¡También habían visto algo!
—Pero luego supuse que fue un sueño o que nunca había ocurrido y lo
olvidé.
Roslyn disfrutaba a conciencia escuchando esta increíble historia. Era un
tipo de experiencia completamente diferente a cualquier otra que ella hubiera
conocido. Se fue a la cama saciada de buenas historias y de buena comida. Por
la mañana se despertó escuchando un suave golpear sobre la puerta de su
habitación. El sirviente estaba allí con la bandeja del té.
Tomó la bandeja y salió a la galería. Kelly ya estaba sentado allí en la
pequeña mesa azul, con un puchero de café y un periódico.
No había más que una mesa, así que tuvo que sentarse con él. Era una
mañana espléndida, todavía con el ligero frescor de la noche. Había dormido
con el ventilador de techo, pero dentro de la red mosquitera, confortable, a
salvo y segura, después de cuatro noches de trenes en compartimentos de
tercera clase.
Kelly la miró por encima de su periódico: —Buenos días, querida. ¿Has
dormido bien?
—Como un tronco —contestó sonriéndole.
—¿Quieres café?
—No, gracias. Estoy tomando té.
—Gabriel estará aquí pronto con el desayuno.
Esto sonó a Roslyn de maravilla. No tenía gran interés en caminar por la
ciudad hasta el Comedor del Ashram para el desayuno. Estaba encantada de
poder sentarse y que le sirvieran la comida y que le contaran buenas historias.
No podía recordar sintiéndose de una forma más acogedora o confortable.
Era algo más que un entretenimiento, era algo nuevo, diferente de cualquier
otra sabiduría-vieja-y-agotada-del-mundo que Roslyn hubiera experimentado.
Exotéricamente la historia de Kelly era la historia de un soldado G.I. durante la
Segunda Guerra Mundial, pero era una maravillosa balada lírica del afecto
entre este grandullón pelirrojo en pijama malva y sus padres celestiales, su
vida interior inequívocamente tan real —o más real— que su vida externa. Se
sentaba allí feliz, tranquilo, satisfecho, irradiando paz interior, con un vaso de
cerveza en la mano, el corazón abierto y magnánimo. Roslyn ni siquiera
descendió por las escaleras de la casa de huéspedes durante tres días.
Él continuó: —Pensé que me volvía loco, lo cual tiene fama de no ser una
buena cosa entre la sociedad católico-irlandesa de América, pero anhelaba ver
de nuevo a la dama, y al hombre, a quien comencé a dirigirme internamente
como "Gran Señor". En el ejército todo el mundo es llamado “señor” y yo
estaba en el ejército. Después de ver a este hombre divino emergiendo de una
voluta de humo en el campo de batalla y haber sobrevivido a la batalla, sentí
que tenía una relación diferente hacia mi mortalidad e inmortalidad.
—Gran Señor fue mi invisible compañero cuando yo marchaba con el
ejército de liberación a través de Europa. Tengo una amiga encantadora que
me gustaría que conocieras, aquí en Pondicherry, una condesa francesa que
combatió en la Resistencia y que ahora está viviendo aquí. Ella tuvo una
experiencia similar durante la guerra.
—¡Me encantaría conocer a una condesa! —exclamó Roslyn.
—Le enviaré una nota para invitarla a cenar con nosotros en Magree el
viernes. ¡¡Gabriel!!
Gabriel apareció tras las cortinas, reclinado, en una postura servil.
Kelly se volvió hacia él: —Papel, pluma.
Y se eternizó componiendo la nota. Roslyn fue a su habitación para echar
una cabezada y cuando se levantó era mediodía.
Salió a la terraza. Kelly estaba sentado allí.
—Realmente creo que debería ir al Comedor del Ashram para la comida.
—No seas tonta, Gabriel estará aquí de un momento a otro con la comida
—replicó Kelly. Bliss comenzaba a organizar griterío desde el dormitorio.
Roslyn tenía que ir a darle de comer y bañarla y vestirla. Cuando volvió había
platos rebosantes de pollo al curri y botellas de Coca-Cola y de cerveza fría
sobre la mesa.
Escuchó y río y comió y durmió.
Había una imagen de la Madre con una cesta de flores en la pared al lado de
la mesa y un enorme retrato de Sri Aurobindo al fondo de la galería. En su
habitación había un calendario con una fotografía de la Madre.
Bliss se sentaba en la silla al lado de la suya, o sobre su regazo, mientras
ella comía, bebía, reía y escuchaba. Aunque Bliss tenía sólo ocho meses,
parecía viajar con Roslyn en el peregrinar de Kelly a través del horror y del
terror de la guerra y de la liberación de los campos de concentración. Roslyn
podía percibir cómo la compasión de sus padres celestiales le confortaron y le
transmitieron sabiduría y fortaleza. Kelly no hablaba desde su boca, sino desde
su corazón. Estaba volviendo a contar la historia que le había llevado a estar
sentado en esta galería.
Roslyn fue consciente de que una de las cosas que había echado en falta en
su vida era alguien que le contara entretenidas historias durante todo el día.
Kelly prosiguió: —Al final me hicieron sargento porque todos los demás
estaban enfermos o heridos o muertos, excepto los nuevos reclutas. Íbamos
andando por un camino en la campiña de Francia y de repente Gran Señor
apareció a mi lado y dijo: —"Ese paso subterráneo va a ser atacado." Había un
tren pasando frente a donde nosotros nos estábamos encaminando, así que
corrí por el camino y alcancé al lugarteniente que nos dirigía y pregunté:
—"¿A dónde vamos?" Intenté convencerle de ir por otro camino, pero no
quiso escucharme.
—Regresé con mis hombres y Gran Señor me dijo: —"Toma tus hombres y
colócate el primero."
—Yo estaba cansado, exhausto, asustado, no tenía demasiada esperanza de
llegar a viejo y carecía de pundonor alguno con tal de hacer cualquier cosa
que incrementara mis posibilidades de sobrevivir un día más. Dije a mis
hombres que me siguieran y corrí como un demonio colina abajo, a través del
paso subterráneo y hacia la antigua casa de labranza a medio camino de
ascenso de la colina del otro lado. Nos disparaban. Nosotros respondíamos a
sus disparos, pero no paramos hasta que estuvimos en aquella construcción y
tuvimos suerte de que no hubiera allí ningún alemán cuando llegamos. Toda
mi compañía me siguió. Cuando el último hombre hubo atravesado la puerta
las explosiones comenzaron. Empujamos con fuerza la puerta para cerrarla y
nos pegamos a las paredes y después de varios minutos todo recuperó la
tranquilidad.
Abrí la puerta. Cuando aclaró el humo pude ver que el paso subterráneo y
todo lo que había a su alrededor había saltado hecho añicos y el resto de la
compañía había desaparecido.
—Pero sabes, en una ocasión no Lo escuché. Yo estaba más bien fastidiado
con este ir y venir de Él por mi vida. Continuamente parecía como si Él
estuviera sentado en una enorme silla gris y navegara delante de mí en todo
momento y me dijera qué hacer. Estaba cabreado con Él, puesto que si Él era
tan listo, ¿por qué no hacía algo con todo aquel caos de la guerra en lugar de
navegar por ahí en un sillón? Así que cuando un día Él se me apareció y dijo:
—“Avanza todo recto”, yo me fui a la izquierda y un trozo de metralla me
alcanzó en el hombro. Me puse contento. Suponía que me enviarían a casa.
Inmediatamente di media vuelta y fui remitido al hospital de campaña más
próximo, pero el Hombre Anciano, Gran Señor, apareció de nuevo, riéndose
de mí. Vi que la herida era sólo un rasguño con mucha sangre. Yo no quería
seguir adelante, era una buena excusa para retroceder, pero no, Él me animo a
seguir y encontramos un depósito de municiones alemán, lleno de pistolas,
bombas, todas esas malditas cosas.
—Pero yo odiaba la guerra y estaba enfurecido con Gran Señor porque yo
continuaba en la línea del frente. Llegué a discutir con Él cuando se movía en
Su sillón. Al final me dijo: —"No te preocupes, estoy trabajando con el
General".
—"¿El nuestro o el de ellos?"
—Se rio de mí y se alejó sobre ese sillón y no volví a verLo nunca más. Él
era parte de mi guerra y yo estaba enfermo de guerra. Quise verLo de nuevo.
Lo que en realidad yo quería hacer era volver a Brooklyn y olvidar cuanto
había visto en Europa, pero no podía olvidar. Formaba parte de mi vida, pero
el horror y la insensibilidad me hacían avergonzarme de mi propia
humanidad.
—No podía pensar en mí mismo como una criatura, un ser humano de la
misma raza que había creado los campos de concentración. Liberar aquellos
campos fue para mí peor que el campo de batalla. La humanidad reducida a un
estado tan terrible mediante un tratamiento inhumano. Beber, bailar e ir con
prostitutas eran el único escape a tanto sufrimiento y a tanta muerte.
—Una noche en un burdel en Alemania, había estado bebiendo por yo no sé
cuántos días, y me encontraba vomitando en lo que parecía la medianoche.
Pensé que las mujeres me habían envenenado, al conquistador invasor; una de
esas gordas malditas zorras. Quería morir. Cerré la puerta de la habitación
desde dentro porque no quería que ninguna de aquellas zorras alemanas me
molestaran mientras moría. Me quité toda la ropa y me tendí sobre las sucias
cubiertas de la cama, crucé mis manos sobre el pecho, como lo hubiera hecho
un empleado de pompas fúnebres y me dije a mí mismo: "Ahora muero."
—Dije al palpitante dolor en mi cabeza: "¡No siento nada, estoy muerto!"
—No podía sentir nada. Tenía una sensación etérea, como si yo fuera un
cuerpo de luz flotando sobre el cansado, dolorido, enfermo cuerpo tendido
sobre el lecho. Puede ser que estuviera realmente muerto. No lo sé. Era tan
apacible; tal vez era el reino en donde Gran Señor cabalgaba montado en Su
sillón. Ciertamente era diferente de cualquier cosa que yo hubiera conocido en
Brooklyn o en el ejército. El cuerpo yacía desnudo sobre el lecho con los
brazos cruzados sobre el pecho. Yo era algo más. Estaba completamente
ataviado; pero no en uniforme. Estaba en algún sitio con otros dos hombres.
Uno era un cura, un tipo de aspecto pensativo, con una gran barba negra, cejas
de pirata, pero con una perceptiva, penetrante, sin embargo dulce, expresión.
Me atrajo hacia él y su amigo, que fumaba una pipa y tenía en su cara una
expresión muy seria y reflexiva.
—"Disculpe" —intervine— "si ustedes son de un lugar más elevado,
deberían conocerLa."
—El hombre de la pipa me miró, desconcertado.
El cura dijo: —"Sí, La conocemos."
—"¿Cree que podría arreglarlo para que Ella venga a verme de nuevo?"
—"Le preguntaré" —dijo, desvaneciéndose con su amigo en la noche, y allí
estaba Gran Señor en su sillón, riéndose de mí como si yo fuera Bob Hope.
—"¡No quiero verte a ti!" —exclamé—. "Quiero verla a Ella".
—Mi cuerpo había desaparecido, yo me había convertido en una niebla
humeante y Gran Señor se había disuelto dentro de una gran luz. Nos
encontrábamos en un gran rayo de energía viajando en nuestros cuerpos
etéricos sobre Alemania, Suiza e Italia. Yo podía ver otras vagas sombras que
no eran aeroplanos volando en la atmósfera.
—No podía pensar. Había una euforia total de estar moviéndonos más
rápido de lo que tú jamás podrías imaginar, muchísimo más rápido que
cualquiera haya nunca volado sobre un avión, pero en cualquier caso nos
encontrábamos todavía en la dimensión del espacio incluso aunque yo no
estuviera ya en la dimensión de la forma.
—La noche se convirtió en aurora, en día, y repentinamente yo estaba en
una hermosa habitación. Gran Señor estaba sentado allí en una silla, con la
apariencia más real en que yo jamás Le había visto. ¿Y yo? Yo parecía ser
simplemente un resplandor rosa sobre la cama. Ella atravesó la puerta.
—Ella permanecía allí, con la apariencia de una persona, pero la clase de
persona que podía ver y reconocer las diminutas volutas de humo rosa como
yo, John Kelly, sargento del Ejército de los Estados Unidos. Ella no sólo me
vio y me reconoció, sino que viajó conmigo a otros lugares y a otras edades.
Luego, ¡BANG! Yo estaba de vuelta en el cuerpo sobre el lecho en el burdel,
más feliz de lo que jamás había estado en mi vida.
—Miré fuera por la ventana y vi un soldado borracho subiendo por la calle
con una botella de vino en su mano y parecía tan puñeteramente hermoso. De
alguna forma él estaba conectado con la misteriosa dama.
—Vaya, podría seguir y seguir, como en ocasiones hago, pero el caso es
que cuando Ella se aparecía, incluso el campo de batalla se convertía en el
lugar más maravilloso.
—Con mi educación católica, era fácil para mí imaginar que pudiera estar
teniendo visiones como Juana de Arco.
—Pero yo no era un santo. Yo era un soldado G.I. americano de Brooklyn.
—Finalmente regresé a Nueva York y creía estar loco, o que alguien lo
estaba, puesto que parecía que para la gente que había vivido en Nueva York
durante la guerra, la guerra jamás había ocurrido.
—No podía hablar sobre ello, pero no podía pensar en otra cosa. Entré a
trabajar para el Departamento de Bomberos de la Ciudad. Todo el mundo
quería contratar a un veterano y yo quería trabajar en Manhattan, así que quedé
aparcado en el Departamento de Bomberos de Central Park.
—No quería acudir a un psiquiatra, pero me preocupaba mi salud mental,
así que decidí ir a la biblioteca, la gran biblioteca con los leones de piedra en
la entrada, y leer algunos libros sobre psicología.
—No sabía qué leer, así que decidí comenzar por la A. Los libros de
psicología estaban en el estante de filosofía. Comencé con un libro de Adler.
Luego pasé al siguiente autor de la estantería, Sri Aurobindo.
—Las palabras parecían fluir desde las páginas hasta mi alma y actuar
como un bálsamo para todas las heridas y rasguños. Pude disfrutar de cómo el
elixir de palabras sagradas curaba los conflictos de mi corazón y de mi mente.
Leí cada libro de la biblioteca escrito por o sobre Sri Aurobindo y
finalmente me sentí impulsado a tratar de contactar con este maravilloso ser.
Decidí buscar en el listín de teléfonos de la Ciudad de Nueva York y encontré
una Asociación Sri Aurobindo en Madison Avenue.
—Llamé al número de teléfono y concerté una cita para visitar las
dependencias. Esa misma tarde caminaba hacia ese lugar de Madison Avenue y
justo allí en medio de Madison Avenue, a plena luz del día, con centenares de
personas a mi alrededor, repentinamente Gran Señor, sentado en su sillón, se
materializó delante de mí.
—Yo no quería pararme y hablar con él. La gente hubiera pensado que
estaba loco. Hasta cierto punto estaba seguro de que nadie más podía verlo, así
que no me detuve, pero él no tuvo inconveniente en acompasar su paso al mío:
—"¿A dónde vas?" —preguntó él.
—"Me dirijo a la oficina de la Asociación Sri Aurobindo" —repliqué yo sin
mover mis labios.
—Parecía reírse de mí. Yo no quería tener visiones mientras paseaba por
Madison Avenue en mitad de la tarde. Finalmente le contesté bruscamente.
—"¡Al menos Sri Aurobindo es real. Él está aquí, sobre este planeta,
realizando algo, no como tú flotando por ahí en un sillón en cualquier parte
que te apetezca en mitad de la tarde!" Sospecho que estaba gritando. La gente se
volvía a mirarme.
—Él asintió y desapareció. Llegué a la oficina. Allí no había demasiado
movimiento, pero, a pesar de que en el ejército había aprendido a no
presentarme nunca como voluntario, solicité colaborar trabajando allí. Acudía
con bastante regularidad. Entré en contacto con el Ashram de Pondicherry y
vendíamos libros de Sri Aurobindo. Encontré a gente que había sido
profundamente conmovida por Sri Aurobindo y la Madre.
—Dos meses después de haber empezado a trabajar allí durante algunas
horas varias tardes a la semana, recibimos la noticia de que Sri Aurobindo
había fallecido. Yo había estado planeando un viaje a la India para conocer al
Maestro. Se había retirado a sus aposentos en 1926 y nunca volvió a salir. Su
habitación era en realidad más bien un apartamento, o una pequeña suite de
varias habitaciones, incluyendo un hermoso vestíbulo de entrada con una
especie de pequeña alacena en uno de sus extremos, en donde Él y Madre se
sentaban y daban sus bendiciones a sus discípulos, desde su trono cubierto por
pieles de tigre, cuatro mañanas al año. Darshan.
—Hay Darshan la próxima semana en el Ashram. La Madre saldrá a su
balcón y dará Su bendición a la gente que permanezca abajo en la calle.
—Suena un poco como el Papa de Roma —intervino Roslyn.
—Bueno, no es algo así. Tú misma podrás verlo.
—¿Qué hacía Sri Aurobindo en su habitación? —preguntó ella.
—Nadie sabe qué es lo que Sri Aurobindo estaba haciendo. Él dijo que
nadie conocía nada sobre su vida, a pesar de todos sus escritos, porque no
estaba en la superficie para que los demás pudieran verla.
—Déjame contarte otra historia —prosiguió Kelly.
—Sri Aurobindo falleció el 5 de Diciembre de 1950. No habían sido
tomadas fotos de Sri Aurobindo desde Noviembre de 1926, fecha en la que se
retiró. Todas las fotos de Sri Aurobindo que yo había visto eran las de un
hombre delgado, moreno, de pelo negro y tez oscura.
Cartier Bresson había preguntado a Madre si podía tomar fotos de Ella y
Sri Aurobindo. Ella y Sri Aurobindo estuvieron de acuerdo. Las fotos fueron
tomadas el 24 de Noviembre, 1950, tan sólo un par de semanas antes de que
Sri Aurobindo falleciera.
—Pocos meses después, una tarde, en la oficina me dieron un cheque
recibido de la Madre y me pidieron que fuera a la agencia de Cartier Bresson
para recoger las fotos. Caminé hasta la gran oficina de la Quinta Avenida y
pregunté a la recepcionista por las fotos de Sri Aurobindo. Me tendió una gran
carpeta, la abrió y extrajo un papel explicando cuál era su contenido y
comenzó a leérmelo. Allí ante mí había una foto del Hombre Anciano en su
sillón. ¡Gran Señor!
Kelly vertió el último resto de cerveza de la botella a su vaso.
—Es una gran historia —dijo Roslyn y brindó con él con el último resto de
Coca-Cola caliente en su vaso.
—Una amiga mía, Mari, quiere utilizarla para un libro. Habitualmente
trabajo con ella por las mañanas, pero no puede escribirlo. Las mujeres no
pueden escribir sobre la guerra. Pero ella te gustará. Ella ve a la Madre a
diario. Puede que te lleve a conocerla. ¿Te gustaría?
—Sí. Roslyn no había dejado la casa de huéspedes durante tres días.
—Quizás mañana por la tarde; mañana al anochecer tenemos cena con la
Condesa de B. en el Gran Hotel de Europa. Fue una gran heroína de la
resistencia en Francia.
—Apenas puedo esperar. Podría llevar mi nuevo vestido rojo de brocado de
seda de la China que he traído de Katmandú.
De improviso, una persona aparentemente desmedida, con cabello rubio
peróxido, vestida solamente con una fina pieza de tela blanca envuelta
descuidadamente alrededor de su cintura, irrumpió a través de las cortinas de
las puertas francesas, al interior de la veranda.
—Kelly, tú eres la única persona que puede salvarme —exclamó con una
voz estridente y resonante.
El hombre desmedido repentinamente paró de vociferar y despotricar y
miró a Roslyn y después a Kelly, luego habló con voz suave, amable y dulce:
—Lo siento mucho, ¡No tenía idea de que estuvieras en compañía! ¿Quién es
esta adorable dama?
—Gabriel —Kelly llamó a su amigo tamil, que parecía estar siempre
esperando justo detrás de la puerta acortinada de su habitación, cuando no
estaba comprando para él—: ¿Queda otra cerveza para Ananta?
—Toda la cerveza terminada —dijo Gabriel saliendo de detrás de la cortina.
—Ve a por más cerveza —dijo Kelly.
—¿Cuantas botellas compro?
—Dos —dijo Kelly.
—Cuatro —terció Ananta.
Roslyn había estado viendo este comportamiento durante días. Siempre era
igual. Una vez que Gabriel salía, nunca se sabía cuánto tiempo le tomaría
volver: quince minutos, una hora, dos horas. Ella no tenía que mover un dedo,
pero durante tres días a veces hubo de ser paciente. Gabriel podía desaparecer
a través de las cortinas y reaparecer en algún momento posterior, con bolsas
repletas que desaparecían en la habitación de Kelly para reaparecer en forma
de comida y bebida, inevitablemente servida en platos de porcelana, ¡con
cubertería y mantelería! ¡Ella no había visto manteles en años!
Ananta se arrojó sobre la silla vacía entre Roslyn y Kelly y observó a
Roslyn intensamente, luego le dijo: —¡Alabado sea Dios. Por fin has llegado!
Pensaba que se partía. Estaba segura de que nunca en toda su vida se había
reído tanto como en esos tres días.
—Roslyn encuentra a Ananta —dijo Kelly.
El recorrido a través del alocado y místico mundo de Kelly había sido
suave y ligeramente distante, como estar mirando una película. Ananta hizo
aparecer la película en el aquí y ahora
Ananta explicó que su nombre significaba "infinito".
—Mi nombre no es simplemente Ananta, Ananta es un nombre que me dio
mi gurú, Panditji, en Rameshwaran. Yo era Federico Fulsom Bushnell de
Boston.
Kelly refunfuñó sobre su cerveza. Roslyn era toda ojos y oídos para Ananta.
—¿Cuál es tu otro nombre? —preguntó ella.
—No puedo decírtelo esta noche, tal vez mañana. ¿Vendrás a la isla
mañana?
—Me gustaría.
—Ananta ¿qué haces aquí con esta pinta? —preguntó Kelly.
—Acabó de escaparme del Jipmer. Mi madre y los sirvientes pensaron que
me había vuelto loco, así que me llevaron allí, me quitaron todo y me
encerraron en una celda. He podido escapar porque hablo tamil. Me van a
echar del Ashram. Sólo la Madre puede salvarme. Gracias a Dios mi madre y
yo vamos a ir a verLa pasado mañana. Será el cumpleaños de mi madre.
Veremos a la Madre por la mañana, después comeremos en Magree; ¿querrás
acompañarnos? —volviéndose hacia Roslyn.
Roslyn estuvo encantada de aceptar.
Gabriel llegó con sus pequeñas bolsas blancas llenas de botellas de cerveza
y de Coca-Cola.
Kelly se volvió hacia Roslyn y le explicó: —El yoga de Sri Aurobindo ha
sido descrito como una experiencia de afirmación de la aventura que es la
vida.
Ananta bebió un vaso entero de cerveza de un trago, volvió a llenar su vaso
y propuso un brindis a Kelly: —¡Escucha! ¡Escucha!
—He sido un sadhu en India desde 1950. Estaba tan apesadumbrado cuando
murió mi padre que pensé que lo único que podía hacer era venir a la India y
buscar a Dios. No sé por qué vine a la India buscando a Dios. Yo no soy indio,
soy griego.
—Llegué a Pondicherry en 1953 después de haber viajado como un sadhu
por la India y por Ceilán durante tres años. Había recibido una "Notificación
para dejar la India".
—Estaba visitando a mi gurú en Rameshwaran y me entregaron ese trozo de
papel diciéndome que dejara la India en tres días. Era la época en la que no
había barcos a Ceilán desde Rameshwaran, así que vine a Pondicherry que
todavía era un territorio francés.
—Vine a Pondicherry para coger un barco hasta Ceilán. Pero tenía que
esperar en Pondicherry un par de días para el próximo barco. Mientras
esperaba, fui a visitar el Ashram. Pedí ser presentado inmediatamente al
Maestro, la Madre. Un asistente fue a preguntar a la Madre qué hacer. Ella
envió un mensaje diciendo que me recibiría la tarde siguiente. Se suponía que
yo partía hacia Ceilán a la mañana siguiente, pero no lo hice.
—Fui a ver a la Madre. Me recibió a la puerta del Ashram y me llevó en Su
coche fuera de la ciudad, hasta un río. Yo iba ataviado con las vestiduras
naranja que había estado llevando durante años y estaba prácticamente
abrumado con el honor de que la Madre Divina me hubiera llevado a dar un
paseo con Ella. Salimos del coche y paseamos a la orilla del río.
—Ella se volvió hacia mí y preguntó: —"¿Sabes nadar?"
—Yo había sido campeón de atletismo.
—Me quité la ropa y me zambullí en el agua, luego nadé hasta la isla y
volví. Cuando salí del agua, Madre dijo: —"Muy bien. Quiero que vivas ahí y
que construyas un templo."
—De eso hace dieciséis años. Todavía sigo aquí en Pondicherry. ¿Puedo
venir a recogerte mañana por la mañana y llevarte a la isla?
Ella estuvo contenta de aceptar.
Por la mañana Kelly estaba muy reservado. Apareció en la terraza muy
tarde para el café e ignoró a Roslyn y abrió su periódico. Roslyn ya había
terminado su té así que se levantó y cogió a Bliss.
Kelly la miró por encima del periódico y preguntó: —¿Roslyn, estarás aquí
para el almuerzo?
Ella replicó: —Estaba pensando que debería intentar comer en el Comedor
del Ashram puesto que voy a estar fuera toda la mañana, tendré un rickshaw y
estoy pagando mis comidas en el Comedor, sería divertido cambiar.
Él le recordó que tenían una cita para tomar el té esa tarde con su biógrafa,
Mari, y que iban a cenar con la Condesa.
Ella se sintió como el personaje de una novela de los buenos viejos
tiempos, y se fue a arreglar para salir. Era todavía muy temprano cuando
Ananta llegó sobre su bicicleta con un rickshaw, para Roslyn y Bliss,
siguiéndole. La mañana apenas había comenzado, las calles estaban limpias y
con poca gente. Dibujos recientes hechos a tiza, kolams, [2] destacaban en las
húmedas aceras y en los umbrales de las casas. Roslyn y Bliss subieron al
rickshaw y siguieron a Ananta en su bicicleta hacia las afueras, doblando la
esquina, a través del camino de las vías del tren y a lo largo de un hermoso,
tranquilo, asfaltado sendero campestre. Avanzaron dejando atrás las
construcciones y las bicicletas y la gente, los campos de arroz y las factorías,
las casas construidas en ladrillo y las casas hechas de hojas de palma. Multitud
de cocoteros crecían a lo largo del camino y allí no había ningún tráfico
motorizado.
Era una espléndida mañana soleada. Después de zigzaguear a través de
pequeños caminos durante bastante tiempo, Roslyn vio un amplio puente
extendiéndose sobre un río. Justo antes de llegar al puente Ananta giró al
interior de una calle pequeña y sucia que atravesaba una inmensa plantación
que, según dijo, pertenecía a la Madre. Al final de la senda estaba el río y una
escalinata en donde los cuerpos son cremados.
Al otro lado del río podía verse la isla. Parecía completamente salvaje, a no
ser por un muro verde con un pequeño embarcadero asomando al interior del
río. Ananta silbó y una pequeña barca, tripulada por un hombre atezado con
una pértiga, dejó el embarcadero y se acercó cruzando el río.
El hombre que manejaba la barca era el tamil de aspecto más apuesto y
lozano que Roslyn había visto. Ananta le dijo que su nombre era Ramakrishna,
que significa dios/dios. Llevaba resplandeciente ropa limpia, pantalones
amarillos y camisa blanca.
Descendieron desde la barca al frágil embarcadero y, cargando a Bliss,
Roslyn siguió a Ananta a través de los árboles. ¡Wow!
El muro verde desembocó en un jardín muy cuidado, con amplios y
pulcramente recortados céspedes, bordeados de flores y arbustos. Había un
gran número de cocoteros; ¡oh qué hermoso grupo de cocoteros! En medio de
ellos había una estatua kitsch de Atenea con un búho sobre su hombro y el
brazo derecho roto como la Venus de Milo. Había un pequeño templo. Ananta
le dijo que antes de que la Madre se retirara a Su habitación en 1958, Ella
venía a la Isla cada año en una hermosa barca por el cumpleaños de él. Había
fotos de la Madre, llegando a la Isla en Su barca especial, en las paredes del
templo.
Él le contó a Roslyn que un año, cuando la Madre le entregó su tarjeta de
cumpleaños con su nombre, Ananta, escrito en el sobre, él le dijo a Ella: —"Yo
no soy indio, soy griego. Por favor pon mi nombre real en el sobre."
La Madre tomó el sobre y envió a su asistente a por una pluma. Tachó
Ananta y escribió, "Zeus".
El camino desde el templo llevaba a un gran pilar ornamentado con cobras
esculpidas sobre él y una antorcha en la parte superior, representando el pilar
de Zeus. Cerca había una gran jaula con una enorme boa constrictor que —
según dijo Ananta— no había sido alimentada desde hacía varios días. Él
pensaba que Bliss era precisamente la exquisitez apropiada para la boa. Bliss y
Roslyn se estrecharon la una a la otra. La atractiva isla tenía también un
aspecto amenazante. Ananta las condujo a una gruta con estanques de lotos y
lirios, próxima a la vivienda, una pequeña casa de campo rosa en donde
algunos de los sirvientes de Ananta estaban esperando, todos vestidos con
inmaculados pantalones amarillos y camisas blancas. Ananta invito a Roslyn a
sentarse con él en la veranda y los sirvientes les trajeron cocos verdes con
tallos de loto como pajitas. La fría, dulce, agua de coco, resultó refrescante
tras el largo recorrido en rickshaw.
Ananta las invito a comer con él al día siguiente en el Gran Hotel de Europa
con su madre.
Roslyn quedó encantada. Cogió a Bliss y regresó a Pondicherry.
Esa tarde John Kelly las llevó a conocer a su amiga Mari. Mari vivía en una
pequeña casa encantadora en la manzana contigua al Ashram, que le había sido
asignada por Madre. Madre también envió a un absolutamente maravilloso,
cálido y encantador caballero italiano a vivir con Mari.
Mari y Bliss parecieron tener un flechazo a primera vista. Mari preguntó a
Roslyn si había venido para vivir en Auroville. Roslyn nunca había oído
hablar de Auroville.
Mari les preparó té y con su cálida, resplandeciente, dulce sonrisa, con su
voz tranquila de indefinible acento, les dijo que un nuevo orden para el viejo
planeta Tierra había nacido, el Mundo Supramental. El futuro sería algo
completamente nuevo y diferente, un nuevo orden en evolución. La Madre
había elegido un lugar, diez millas al norte de Pondicherry, de unas sesenta
millas cuadradas, en donde Ella planeaba construir una ciudad experimental
acorde con Su visión del Mundo Supramental. Gente de todo el mundo estaba
llegando para formar parte del nuevo mundo que estaba naciendo.
Roslyn le contó a Mari que ella había venido a la India porque había tenido
una visión y tras viajar por la India y Nepal durante cinco meses estaba
pensando en regresar a USA. Quería ser escritora, aunque no hubiera
publicado nada.
Se separaron con afecto. Mari prestó a Roslyn una copia de un libro que
había escrito y que había sido publicado en Londres.
Roslyn sólo tuvo tiempo de leer la reseña de la sobrecubierta antes de la
cena. Había una cita de uno de sus autores favoritos diciendo que era un libro
que a él le hubiera gustado escribir. Para Roslyn un buen libro era siempre
apasionante y estaba muy interesada en leer el libro de Mari, pero su vida era
tan dinámica que no tenía tiempo para leer. ¡Estaba teniendo tanta diversión!
Roslyn sólo tenía un vestido, pero era una espléndida creación
confeccionada por el mejor sastre de Katmandú en brocado de seda roja de
China, completamente forrado, bellamente entallado, que le sentaba
perfectamente. La Condesa de B. llevaba algo maravillosamente elegante y
sobrio y a pesar de que ella pudiera ser mucho mayor que Roslyn, era también
más glamurosa y atractiva. Roslyn se sintió como un payaso. Una auténtica
hippie americana con un bebé fue una genuina, inusual, compañera de cena
para la Condesa. La Condesa era gentil y parecía estar interesada en Roslyn y
Bliss. Fue una tarde de cameo, con John Kelly arrancando relatos de heroísmo
de la Condesa, quien se había disculpado —con un acento encantador— porque
su inglés no era perfecto. Había dejado atrás Francia, un apartamento en París,
una casa en la campiña, una casa en Saint Tropez, un marido y una hija, por el
remoto Pondicherry en el sur de la India, para estar cerca de la señora, la
Madre, después de haber sido un miembro activo de la resistencia francesa en
la Segunda Guerra Mundial y de haber vivido entre la sociedad más en boga en
París después de la guerra.
Roslyn estaba conociendo a personas que habían sido todas ellas atraídas a
Pondicherry por la presencia de la Madre y resultaban la gente más interesante
e inteligente que jamás había conocido.
Comenzaba a sentir que pudiera ser interesante permanecer más tiempo en
Pondicherry y estaba contenta de no haber escrito por su billete de vuelta a
USA.
El 15 Agosto fue al Ashram porque había oído que todo el mundo, los
devotos y los huéspedes, se reunían alrededor del Samadhi —la tumba de Sri
Aurobindo— y meditaban juntos. Iba descalza, como siempre, lo cual era de
absoluto rigor en aquel acontecimiento, y vestía su pijama rojo, llevando a
Bliss. En la puerta del Ashram fueron detenidas por un hombre, de inmaculada
camisa blanca y pantalones cortos, quien informó a Roslyn que no se
permitían niños en el Ashram durante la meditación. Roslyn se sintió insultada
y estaba indignada, pero él fue inflexible. Tomó un rickshaw y se volvió a
Castelini. Subió a sentarse en el fresco suelo de mármol de la galería superior
de la parte delantera de la casa. Recostada hacia atrás contra la baranda, Bliss
se acurrucó apaciblemente en su regazo; ella miró hacia arriba y en la pared
opuesta vio la foto de Sri Aurobindo exactamente con el mismo aspecto con el
que Kelly se lo había descrito: pelo blanco, barba blanca, con una especie de
toga blanca como vestidura. El porche estaba lleno de sol y el perfume del
dulce frangipani flotaba ligeramente en el aire. La imagen de la foto le sonreía
benevolentemente. Terminó retorciéndose de risa, imaginando estar ella
misma, por lo menos, tan loca como Kelly.
A última hora de la tarde la Madre salió desde Su habitación al balcón.
Roslyn era una entre los millares de personas que en la calle miraban hacia
arriba, viendo como las puertas de Su habitación se abrían y Ella salía,
envuelta en sedas que se agitaban al viento como el suave plumaje de un
minúsculo pájaro. Caminó hasta el borde del balcón y permaneció allí con Su
mano sobre la baranda y miró a la multitud reunida, abajo en las calles, en
todas las ventanas, subidos encima de todos los tejados colindantes.
Hubo un largo momento de silencio y fue como si alguien susurrara al oído
de Roslyn: "Está mirando a Bliss".
La mujer, la Madre, que permanecía en la baranda del balcón situado hacia
la mitad del edificio, a una altura de tres pisos, parecía estar mirando a Roslyn
y Roslyn sintió y pudo ver Su sonrisa. La Madre miraba buscando a toda la
gente que se había reunido procedente de todo el mundo para recibir Sus
bendiciones aquella tarde. En el momento preciso en que el cielo se volvía
rosa y oro con la puesta del sol, Ella giró y caminó de regreso a Su habitación.
Roslyn estaba asombrada de sentirse radiante de felicidad con la bendición.
A la mañana siguiente Kelly dispuso un coche y tomó a Roslyn y a Bliss
para ir a Auroville.
Auroville era un gran yermo desierto de arcilla roja, con un árbol baniano,
unas pocas chozas y un anfiteatro excavado de la misma tierra, en el centro.
Había un loto de mármol en el centro del anfiteatro, con una gran urna
conteniendo un poco de tierra de todos los países del mundo y un poco de
tierra de Auroville, sellada con una placa en la que destacaba la firma de La
Madre.
Caminaron alrededor y encontraron a una canadiense que vivía en una
hermosa choza, en un pequeño trozo de terreno cercado con unos cuantos
arbustos florecientes de pequeño tamaño y un perro de aspecto ruinoso.
—¿Quieres venir y vivir en Auroville? —le preguntó a Roslyn la mujer
canadiense, Jane.
—No lo sé.
—Sería imposible para ti vivir sola con un bebé en Auroville —estableció
con firmeza Jane.
Caminaron de vuelta al coche y condujeron hasta el otro lado de la
pretendida ciudad, hasta un área que dominaba la playa y la Bahía de Bengala.
Allí estaban siendo levantadas construcciones para los primeros colonos que
viajaban juntos en caravana desde París y cuya llegada se esperaba para ese
otoño. Era utopía. El sueño que Roslyn había estado buscando.
Todo el lugar vibraba con la promesa de una gran aventura de la
consciencia y el gozo. Roslyn quería quedarse y vivir en Auroville, pero
estaba sola con bebé Bliss y Auroville era una gran idea proyectada sobre un
vasto panorama desértico.
Volvieron a Castelini. Cuando llegaron le fue entregada a Roslyn una nota
en la que se le decía que hiciera el favor de ponerse en contacto con el hombre
al cargo de las casas de huéspedes en cuanto le fuera posible.
Fue a verle esa misma tarde.
La invitó a pasar y le indicó que tomara asiento. Ella se sentó en la silla
frente a él.
—¿Cuándo te vas? —preguntó él.
—Creo que me gustaría quedarme —replicó ella.
—No es posible. No hay sitio para ti aquí.
—¿Y en Auroville?
—Eso no es para ti.
—¿Cómo sabe que no es para mí?
—No es una senda apropiada para cualquiera. Muchas veces la gente venía y
Sri Aurobindo los enviaba a Tiruvanamalai. ¿Has estado en Tiruvanamalai?
Puedes ir desde aquí en autobús.
—No quiero ir a Tiruvanamalai. Quiero permanecer aquí.
—No puedes estar aquí.
—Si Ella es la Madre Divina, entonces Ella es mi madre también —insistió
Roslyn.
—No, no lo es. Las cosas no funcionan así. Por favor abona tu cuenta y vete.
—No tengo dinero. Estoy esperando recibir dinero de USA —replicó ella.
—Entonces, por favor, desocupa la casa de huéspedes y puedes enviarme el
dinero cuando lo recibas.
—Pero no puedo desalojar la casa de huéspedes. No tengo dinero ni lugar a
dónde ir hasta que consiga algo de dinero.
—Harás el favor de estar fuera de la casa de huéspedes mañana al mediodía.
Lo único que ella podía decir era: —Sí. Muy bien.
Volvió a Castelini. El regente, al que no había visto desde que se registró,
salió y le preguntó cuándo iba a marchar. Ella contestó que se marcharía a la
mañana siguiente. Kelly no estaba. Había esperado que él pudiera prestarle
alguna cantidad de dinero, pero él no estaba allí, ni tampoco Gabriel.
A la mañana siguiente tuvo que abandonar la casa de huéspedes. Se dirigió
al hotel cerca del parque y concertó permanecer allí y hacer sus comidas hasta
que llegara el dinero que estaba esperando.
Quedó sorprendida cuando Mari la visitó por la tarde en la habitación del
hotel. Roslyn no había contado a nadie a dónde iba a ir cuando dejó la casa de
huéspedes. Kelly y Gabriel no estaban allí y el administrador obviamente no
estaba interesado.
—La madre me envió —explicó Mari.
—Me dijo que te dijera que no te preocuparas por el dinero. También me
dijo que puedes utilizar todos los servicios del Ashram y de Auroville.
—Esperaré aquí hasta que llegue mi dinero y entonces me iré a Ceilán —
replicó Roslyn.
—¿Quieres escribir una carta a Madre? Se la llevaría de tu parte —ofreció
Mari.
—No.
Roslyn permaneció más de una semana en el hotel cercano al parque. Hizo
algunos amigos más; un americano que trabajaba en la prensa; una mujer
alemana con dos niñas pequeñas que vivían cerca del bazar; una señora danesa
que estaba estudiando sánscrito; una mujer italiana con un niño pequeño un
poco mayor que Bliss; y el tipo que había conocido en Katmandú. El tiempo
continuaba siendo hermoso. Roslyn se bañaba todas las mañanas y todas las
tardes en la playa del Ashram próxima a las pistas de tenis, en donde Madre
había jugado al tenis por la tarde hasta la edad de ochenta años.
Iba a comprobar el correo cada día a la Oficina de Correos del Ashram,
hasta que una mañana la carta con el dinero estaba allí. Roslyn cogió la carta y
corrió a casa de Mari.
Mari tenía otro mensaje de la Madre para Roslyn.
—¡Madre te recibirá cuando vuelvas de Ceilán!
No había pensado volver a Pondicherry desde Ceilán. Seguía pensando en
volar de vuelta a USA desde Ceilán. Pero tenía curiosidad por la Madre, así, a
consecuencia del mensaje de Mari, decidió dejar la mayor parte de sus
pertenencias en Pondicherry y visitar Ceilán. Escribiría a su padre y le pediría
que le mandara los tickets para regresar ella y Bliss a USA desde la India,
después de encontrarse con Madre.

[1] Gozo.
[2] Dibujo tradicional que se hace delante de la casa por la mañana.
John Kelly con Gabriel y la familia de Gabriel
CAPÍTULO III

VE Y VUELVE

Una Mano tendida es percibida sobre nuestras vidas,


está cerca de nosotros en innumerables cuerpos y nacimientos;
con irreductible presa guarda a salvo para nosotros
el inevitable supremo único resultado
que ninguna voluntad puede impedir ni ninguna fatalidad cambiar,
la corona de la consciente Inmortalidad,
que la divinidad prometió a nuestras esforzadas almas
cuando el primer corazón de hombre osó la muerte y sufrió la vida.
“Savitri” de Sri Aurobindo
ESDE la Oficina de Correos Roslyn se dirigió al banco y luego acometió
D la liquidación de sus facturas. Primero fue a pagar la cuenta de la casa de
huéspedes. El encargado estaba sentado detrás de su escritorio y estuvo muy
feliz de escuchar que ella dejaba Pondicherry. Ella le dijo que la Madre le
había prometido un Darshan privado cuando volviera de Ceilán.
Él le dijo: —El yoga de Sri Aurobindo no es para todo el mundo.
Ella contestó que tenía entendido que Sri Aurobindo había dicho: “Toda la
vida es yoga.”
Él esbozó una sonrisa y preguntó si iba a ir a Rameshwaran.
—Debo ir a Rameshwaran a tomar el ferry.
Él sugirió que visitara el Sri Aurobindo Nilayam en Rameshwaran y
conociera al famoso yogui, Panditji.
Ella había terminado el libro de Mari que trataba sobre un canadiense en
búsqueda espiritual en Ceilán, que encuentra a un excéntrico Swami irlandés
viviendo en un pequeño Ashram cerca de Jaffna. Roslyn estaba más bien
interesada en hoteles confortables, buenas comidas y libros interesantes, que
en yoguis y swamis.
Durmió con Bliss en el sector del portaequipajes del compartimento de
tercera clase para mujeres, a lo largo de la travesía nocturna del tren hacia
Rameshwaran.
Se despertaron temprano y las mujeres del compartimento le dejaron
sentarse al lado de la ventanilla mientras el tren se deslizaba a través de la parte
más meridional de la India. Hacía calor incluso en esa primera hora de la
mañana. El paisaje aparecía como de arena firme. Nada verde. La gente en las
estaciones iba vestida con vistosos colores. Había vendedores de café, té,
collares de conchas, cestos y galletas, en cada una de las pequeñas estaciones, y
mendigos. El tren paraba en cada pequeña aldea. Algunos viajeros descendían.
Algunas personas subían.
Luego pasaron sobre un muy, muy largo y algo bamboleante puente del
ferrocarril conectando la isla de Rameshwaran al subcontinente indio. Es un
puente increíblemente largo que conecta una franja de arena con otra franja de
arena. El sol rutilaba sobre el océano y el traqueteo del tren y el sonido del
oleaje los mantenía suspendidos en el tiempo como el tren sobre el agua.
Con un pitido el tren se detuvo frente a un delgado bloque de cemento
construido sobre una pila de arena. Algunas personas descendieron. Algunas
personas tomaron el tren. Entonces el tren arrancó de nuevo a través del
paisaje más yermo imaginable. Pudiera haber sido la luna. Se movían a paso
de caracol a través del océano de arena; incluso los escasos autobuses tenían el
color de hueso blanqueado de la arena. Luego una construcción en bloque de
cemento y el tren se detuvo y algunos subían o bajaban hasta que el conductor
hizo sonar su silbato y lentamente el tren arrancó de nuevo, moviéndose otra
vez lentamente a través de la arena hasta que finalmente alcanzó una gran
estación. El tren frenó en una gran plataforma de hormigón bajo un techo de
amianto y se detuvo.
Había varias vías, pero un solo andén en la estación. Era como si el intenso
calor y el sol luminoso lo hiciera todo más apagado. La atmósfera era tan
brillante que todo parecía palidecer dentro de ella. Roslyn se sintió
completamente insignificante y sola entre la muchedumbre de viajeros y
desconocía dónde se encontraba o a dónde tenía que ir. No había visto viajeros
europeos en el tren o en la estación.
Todo el mundo abandonó el tren. Había una vía polvorienta bien trazada a
través del cálido desierto que parecía partir de la estación e ir hacia el sur.
—¿El barco para Ceilán? —preguntó a los rickshaws.
—El barco a Ceilán ha partido, estará de vuelta en tres días.
Había perdido el barco.
Roslyn decidió esperar en Rameshwaran al próximo barco. No deseaba
regresar en el tren y volver a Pondicherry, y su visado estaba expirando. Debía
ir a Ceilán para obtener un nuevo visado. Preguntó a los rickshaws alineados
junto al muro: —¿Hotel?
Ellos menearon sus cabezas. Uno de ellos arrastró su rickshaw fuera de la
línea y le hizo señas para que subiera. Ella no quería subir hasta que él no
acordara cuánto debía pagarle por llevarla hasta el hotel
Acordaron cinco rupias y subió al rickshaw con su bolsa y con Bliss y
partieron desde la formación de vagones y rickshaws de la estación,
adentrándose en Rameshwaran.
Rameshwaran es una de las siete ciudades santas de la India. Roslyn
recordaba haber leído en un libro que cada devoto hindú aspira a visitar las
siete ciudades sagradas de la India a lo largo de su vida. Hay un gran templo en
Rameshwaran que ha sido construido por devotos hindús en el lugar exacto en
donde Sri Ram hizo su puja al dejar India por Sri Lanka antes de la gran
batalla con Ravana. Circularon por la tórrida vía polvorienta hacia la pequeña
ciudad que había crecido próxima al templo. El templo está cerca de la playa.
El conductor del rickshaw se detuvo frente a un edificio entre el templo y la
playa, con las palabras “Vivekananda Nilayam” sobre la puerta.
—¿Hotel? —preguntó ella.
El movió su cabeza. —Sí, sí.
En la entrada había una administración con un joven tamil angloparlante
que la saludó y le ofreció una habitación y un guía para enseñarle
Rameshwaran. Él le dijo: —Esta isla es sólo la Isla del Templo. No hay
alimentos que se obtengan en la isla. Todo el arroz, cualquier otra cosa, es
traída del continente por tren o por barco, puesto que no hay puente para
coches. El único trabajo en la isla es el templo y la atención a los peregrinos y
sacerdotes.
Roslyn había pasado delante del templo en el rickshaw cuando se dirigían a
la Casa de Reposo. El templo dominaba completamente la ciudad. Era al menos
tan grande como un campo de fútbol. Tenía enormes torres esculpidas en sus
partes norte y sur que ascendían en el aire unos catorce niveles de
sorprendentes relieves de mitos intrincadamente esculpidos. Las entradas de
cada uno de los cuatro lados estaban construidas de piedras inmensas, varias
veces la altura de un hombre. Toda la construcción era esencialmente de
grandes bloques de piedra que debían haber sido traídos a la isla desde la tierra
firme antes de que existiera un puente de ferrocarril.
No vio ni un solo vehículo a motor en la ciudad. Era el lugar más tranquilo
que jamás había visto. Había la sensación de silencioso bienestar de una época
diferente, anterior a los coches de motor etc. Todo el mundo parecía feliz y
satisfecho mientras caminaba por las calles polvorientas, cada persona una
pequeña mota en el espacio, comparada con la inmensidad del templo. Era
como si ella hubiera viajado a través del tiempo a un lugar en donde
claramente todo el mundo fuera un mendigo delante del Señor.
Roslyn fue al templo. Estaba impresionada por su imponente tamaño,
enormes estatuas y relieves por todas las partes representando escenas y
personajes del Ramayana. Muchas de las estatuas estaban vivamente pintadas.
El techo sobre el inmenso corredor principal tenía al menos diez metros de
altura y daba la vuelta a todo el templo con una anchura de alrededor de cuatro
metros. Los pasillos eran magníficos y cada pulgada diferente, esculpida,
pintada, con grandes monolitos. En la inmensidad del fresco silencio se sintió
muy segura.
A medio camino del corredor hacia el norte había una gran jaula. Un joven
elefante retrocedía y avanzaba, cogiendo ocasionalmente algo de paja con su
trompa y poniéndolo dentro de su boca. En el corredor del oeste había puestos
con postales, figurillas, juguetes para los niños, arroz hinchado, collares de
conchas marinas, cintas, kum-kum, y muchos exóticos recuerdos de precio
asequible. Había incluso pequeñas pulseras finas de bebé para Bliss que Roslyn
compró y puso en sus pequeñas muñecas regordetas. Bliss canturreaba
encantada con el tintineo de las pequeñas pulseras de vidrio. Atenta, mirándolo
todo, la niña parecía completamente contenta en brazos de su madre,
disfrutando del paseo a través del antiguo lugar sagrado. Allí no había turistas
extranjeros.
Cuando salió del templo al resplandor de la luz solar, Roslyn decidió ir a
buscar el Sri Aurobindo Nilayam. La ciudad era muy pequeña. Tomó un
rickshaw porque no sabía a dónde había que ir.
El hombre del rickshaw pedaleó lentamente recorriendo la calle desde la
entrada principal, en la parte oeste del templo. Las casas y edificios de la
ciudad estaban todas graciosamente construidas de ladrillo, madera y cemento,
sin techos de palma. Las casas quedaban minimizadas por el descomunal
templo. La ciudad era un único bloque alargado. En la esquina terminaban los
edificios y la calle pavimentada continuaba hacia la derecha, en donde había
algunas construcciones.
El rickshaw giró a la derecha adentrándose en un pequeño camino
polvoriento, comenzando la subida a una pequeña colina y se detuvo frente a
una genuina casa de cemento en el borde de la pista de tierra que atravesaba la
arena. En la puerta había una persona de aspecto extraño dándole la
bienvenida, pero ella estaba tan confusa que no pudo entenderle. “Sri
Aurobindo Nilayam” figuraba escrito encima de la puerta.
—Estoy buscando a Panditji —explicó ella a la persona calva y redondeada,
con gruesas gafas, que le daba la bienvenida.
Él sonrió abiertamente. En su sonrisa ella descubrió un diente de oro. —Yo
soy Panditji.
Si existe un límite, ella pudiera haber estado próxima a él en ese momento.
Ni siquiera sabía qué quería hacer, o ser, o por qué estaba allí donde estaba.
Desconocía qué pensar o decir.
La persona que le sonreía abiertamente, de forma obviamente acogedora,
no era como ninguna otra que ella hubiera visto antes, o visto fotos. Era muy
redondeado y su piel no era blanca o morena, sino de un cálido color dorado.
Su cabeza estaba afeitada y su frente y brazos rayados con tres anchas líneas
blancas y en medio de su frente había una gran U roja. Vestía un longi blanco,
un blanco cordón, y llevaba una toga blanca sobre su hombro.
Asintiendo con su cabeza la invitó: —Pasa, pasa.
Ella lo siguió al interior de la casa que consistía en un amplio patio rodeado
de terrazas. Había habitaciones a lo largo de los lados del patio que daban a la
parte frontal y trasera de la casa. Tenía mucha luz y una brisa fresca. Él le
ofreció café.
Ella nunca bebía café, pero aceptó.
Él dio unas palmadas y apareció una mujer desde la parte trasera de la casa.
Era muy hermosa, de tipo y rasgos muy delicados. Llevaba un sari muy
luminoso puesto de una forma diferente a los que Roslyn había visto,
envolviendo sus piernas como un dhoti —una especie de pantalón fruncido—
que luego cruzaba sobre su pecho. Llevaba cadenas y pulseras de oro y tenía
una amplia sonrisa. Extendió sus brazos hacia Bliss y Bliss saltó dentro de
ellos.
—Café —dijo Panditji.
Ella asintió con la cabeza y desapareció con Bliss.
Roslyn se sentó preguntándose qué estaba haciendo en una casa desconocida
próxima a la punta más meridional de la India. El ser humano que había frente
a ella era otro extraño, pero a pesar de que ella nunca lo había visto, ni a nadie
que se le pareciera vagamente, lo percibía como a un viejo amigo.
—¿Qué necesitas? —preguntó él.
—Estoy confusa —fue todo lo que ella pudo decir. No le dijo que le
asustaba perder el juicio. Apenas podía permitirse admitirlo, pero temía que
fuera el caso.
—Yo no hablo inglés. Vuelve mañana por la tarde y habrá aquí alguien que
me traduzca —dijo Panditji.
Se sentaron sin hablar. Él estaba sentado delante de una puerta que daba a
una habitación en donde ella podía ver diversas estatuas engalanadas con
flores frescas. Sobre la puerta de esa habitación había la fotografía de un
hombre obeso llevando un longi y un mala, con un halo luminoso alrededor
de su cabeza, y fotografías de la Madre y Sri Aurobindo.
La mujer volvió a aparecer con Bliss sobre una de sus caderas, y una
bandeja con dos tazas de café y algunos dulces en la otra mano. Colocó
graciosamente la bandeja en el suelo entre ellos y desapareció, con Bliss
completamente absorta en ella.
Panditji sirvió a Roslyn café y dulces. Ella no sabía qué decir, así que
simplemente estuvo sentada allí observando el espacio soleado que los
circundaba, disfrutando del café y de los dulces.
Cuando terminó su café le dio las gracias. El batió sus manos y su esposa
reapareció con Bliss que saltó a los brazos de Roslyn cuando ésta se puso en
pie. El cabello de la niña había sido peinado y tenía ribetes negros alrededor de
sus ojos y un punto negro como una bella marca en su mejilla. Con un brazo
alrededor de Bliss, Roslyn juntó sus manos frente a ella haciendo el saludo que
todo el mundo usa en la India, palmas juntas, dedos apuntando al cielo.
La esposa de Panditji le sonrió, devolviéndoles el mismo gesto de saludo,
asintiendo con su cabeza. Panditji las acompañó a la salida a través del
vestíbulo de entrada hasta el porche.
Él le recordó: —Ven mañana. Tendré alguien aquí para traducirnos.
Ella le dio las gracias y caminó hacia abajo de la colina sintiendo que
acababa de encontrar a alguien a quien ya conocía. Le quedaban dos días más
antes de tomar el barco para Ceilán.
Roslyn se detuvo en un pequeño café del que emanaba el sugerente aroma
de dulces recién hechos. Comió un plato de todavía calientes jellybies y
Mysore pack, acompañados de varias tazas de té y luego caminó a través del
templo de vuelta al hotel.
A pesar de que había mucha gente alrededor se sintió completamente sola.
Los mendigos de las cercanías del templo parecían estar haciéndole pasar un
mal rato, habiéndola escogido como objeto de su atención, ¿tal vez a causa de
su piel blanca?
En Rameshwaran los mendigos se alinean desde el pequeño templo a orillas
del mar, en donde se bañan los devotos peregrinos, hasta el templo grande.
Cuando los peregrinos caminan desde el gran templo al templo pequeño, dan
una moneda a cada mendigo. Roslyn carecía de monedas para todos los
mendigos. Cuando pasaba delante de ellos sin darles dinero, ellos la
apremiaban y se volvían escandalosos. Ella estaba aterrada, una mendiga ella
misma. Fue horrible. Los pedigüeños eran principalmente conflictivos sólo
alrededor del templo y no entraban en su interior.
Roslyn pasaba siempre a través del templo, pues el hotel estaba cerca de la
playa en la parte del templo opuesta a la ciudad. Ella caminaba a través más
bien que por fuera del templo porque estaba umbrío y fuera del alcance del sol.
Sola en los largos corredores vacíos se sentía menos temerosa, menos
confusa. Estaba allí desvalida y no había nada que pudiera hacer. Roslyn sabía
que había gente que pensaba que había escapado de su casa por haber tenido un
bebé sin estar casada. Pudiera haber estado de acuerdo con ellos si no hubiera
sido por la visión, pero pudiera ser que no fuera una visión, pudiera ser
simplemente una alucinación, o una figuración creada por su imaginación.
Bliss era lo único estable en su vida y aunque era sólo un bebé, había
ayudado a Roslyn a llegar a la India. Bliss tenía dos meses cuando estuvieron
en Turquía. Se alojaban en un pequeño hotel cerca de la Mezquita Azul y
habían tomado un autobús hasta el Hilton para comprobar el correo en el
American Express.
Roslyn estaba esperando dinero de su padre, Bernie, y carta de una amiga
que había prometido viajar por tierra con ella y Bliss a la India.
Roslyn recibió una postal de Bernie, “En el Caribe, con un tiempo
maravilloso. ¿Debo mandarte dinero a Estambul? Con amor, Papá.”
Estaba absolutamente sin un duro. La carta de su amiga le decía que se había
enamorado y que iba a quedarse en Alemania. Roslyn se derrumbó en un mar
de lágrimas. Bliss la miraba como si todo fuera una broma que ella entendía
perfectamente y no hubiera nada de qué preocuparse. Extendió su manita de
bebé y acarició la mejilla de Roslyn. Roslyn cesó de llorar. Sintió de repente
que todo estaba bien.
No tenía ningún sentido, pero estaba bien. Meses más tarde y todavía no
comprendía nada. Estaba sola con Bliss, aunque no podía ni imaginar cómo
habían sobrevivido. Habían conseguido llegar a la India. Habían tenido un
viaje fantástico; pero estaba vagabundeando sin saber a dónde ir. La visión
simplemente la había convocado a la India.
Estaba en Rameshwaran y era exótico y tropical. El océano era cálido. El
agua de la playa poco profunda y las olas más suaves que cualesquiera otras
que hubiese visto. Era un lugar incomparable para jugar con Bliss, excepto que
la gente se arremolinaba para mirarlas. Roslyn se metía al mar con sus
pijamas, que tenían cuello Nehru, mangas hasta las muñecas y pantalones hasta
los tobillos. Esperaba no enseñar demasiado de ella a lo que mirar a toda la
gente que la estaba observando.
A pesar de que el barco hacia Ceilán parte de la India desde Rameshwaran,
parecía haber muy pocos extranjeros visitando Rameshwaran.
Se despertó a las cuatro de la mañana con el sonido de los cánticos de los
altavoces del templo. Bliss y Roslyn se asomaron al balcón frente a su
habitación y miraron la calle polvorienta entre el templo grande y el pequeño
templo de la playa, en el momento de la salida del sol. Debajo de ellas, en la
calle, había músicos tocando el cuerno del sur de la India, el chenai, y
golpeando tambores delante de los sacerdotes de cabezas afeitadas vestidos
con blancos longis y cordones blancos. Portaban cosas extrañas y eran
seguidos por el elefante del templo, ataviado con un baldaquino dorado y
guiado por un mahout con taparrabos. Los peregrinos seguían al cimbreante
elefante y a los ruidosos músicos hacia la playa, y los mendigos se alineaban a
un lado de la calle. Roslyn observó a los músicos, al elefante y a algunos de
los sacerdotes regresando de la playa y continuando la procesión alrededor del
templo, seguidos de niños y de peregrinos. Luego regresaron de la playa los
devotos peregrinos, sus ropas empapadas, incluso su pelo empapado con el
agua del mar. Conforme regresaban hacia el gran templo daban todo el dinero
que llevaban a los mendigos silenciosamente alineados en las calles con sus
cuencos extendidos. La procesión parecía durar toda la mañana y era la hora
del desayuno, así que Roslyn decidió afrontar la calle y la aglomeración de
nuevo. Salió y fue a través del templo hasta el satisfactorio café que había
encontrado el día anterior para tomar el desayuno.
Estaba contenta de visitar a Panditji de nuevo esa tarde.
Él estaba allí para recibirlas cuando subieron la colina llevando a Bliss.
Estaba con otro hombre, bajo, de piel oscura, a quien presentó como el
profesor local de inglés. Panditji dio una palmada y apareció una mujer joven.
Él presentó a su hija. Ella le cogió Bliss a Roslyn. Panditji, el intérprete y
Roslyn se sentaron en esteras en la terraza que daba al luminoso patio.
Panditji mostró a Roslyn una tarjeta que le había dado la Madre en
Pondicherry. En la portada había una fotografía muy hermosa, muy misteriosa,
de la Madre envuelta en un sari que parecía como si fueran velos de gasa
fluyendo graciosamente alrededor de Su luminosa presencia, permaneciendo
Ella en lo alto de una escalera que estaba casi completamente cubierta de
flores. Sus ojos eran casi tan grandes como Su rostro y parecían ser el centro
de una exquisita pintura. Él abrió la tarjeta y mostró a Roslyn lo que la Madre
había escrito, en inglés. “Gracias por tu ayuda. Gracias por haberme ayudado a
vencer la fuerza que me paralizaba.” Estaba datada en 1958 y firmada, “Con
amor y bendiciones M.”
Luego miró a Roslyn y le preguntó: —¿Qué deseas?
—Estoy confusa —fue todo lo que pudo responder.
Él le dijo algo al traductor. El traductor le dijo algo a Él. Entonces Él miró
a Roslyn y de una forma muy sencilla dijo: —Confusión es ego.
—Sí, pero ¿qué se supone que debería hacer?
—Sí, sí. Toma un poco de té. Esos dulces son muy buenos.
La esposa de Panditji había traído discretamente té y dulces para ellos. Su
hija devolvió Bliss a Roslyn.
Roslyn no quería té. Ella quería respuestas; pero tomó el té y comió el
dulce.
Después del té, Panditji le dijo que volviera la tarde siguiente y él le daría
algo.
Regresaron a la habitación del hotel para dormir, escuchando el altavoz del
templo atronando con cánticos tradicionales y música carnática durante la
noche.
A la mañana siguiente, a Roslyn volvieron a despertarle los atronadores
sonidos de voces entonando cánticos del altavoz del templo. Se levantó con
Bliss y luego caminaron hasta el mar y vieron la salida del sol sobre el océano
inundando el aire y el agua con todos los colores imaginables. Fue un
momento callado, apacible y sagrado. Casi se olvidó de sí misma y de su
confusión. Simplemente estaba allí con Bliss, a la orilla del mar cálido y
amable viendo como la luz del sol coloreaba la oscuridad del mar y del cielo
hasta convertirse en una gloriosa llamarada, momentos antes del amanecer.
Los sacerdotes había encendido un pequeño fuego en el templo cercano a la
playa y el aire estaba dulcificado con el incienso y el canto de antiguos
mantras sagrados.
No había nada que hacer en todo el día y estaba contenta de poder partir
hacia Ceilán al día siguiente.
Esa tarde, en su camino a casa de Panditji, se detuvo para comprarle algunas
flores. Había visto muchas flores en su casa, guirnaldas recientes alrededor de
la foto de su Gurú, guirnaldas alrededor de las fotos de Madre y Sri
Aurobindo, montañas de flores frescas en su sala de meditación. Ascendió con
Bliss la pequeña colina desde la ciudad hasta la casa de Panditji. Su hija estaba
allí esperándolas. Tomó a Bliss y desapareció en la parte trasera de la casa.
El traductor estaba con Panditji y preguntó a Roslyn: —¿Quieres dar un
paseo?
Ella asintió y les siguió a él y a Panditji fuera de la casa, colina arriba
alejándose de la ciudad.
—A Panditji le gusta dar un paseo todas las tardes —explicó el traductor.
Caminó junto a ellos por el cálido camino polvoriento. La casa de Panditji
estaba próxima al borde de la ciudad. Había luego dos o tres cabañas y después
simplemente una calle a través de la arena. Había algunas cabras y vacas
pastoreando en la arena, acompañadas por chicos desarrapados. Los animales
estaban muy flacos. Se cruzaron con algunos peregrinos que caminaban en
dirección opuesta. Finalmente en el horizonte pudieron ver otro templo. Era un
templo a pequeña escala, totalmente encantador, en la orilla de la isla. No había
nada ni nadie en sus proximidades. Se levantaba sobre escalones de cemento
blanco que rodeaban la construcción rosa, asentada allí sólida y
silenciosamente, en la amable brisa del soleado atardecer, un lugar en donde
un hombre ha construido un monumento a su aspiración hacia Dios.
El traductor se volvió hacia Roslyn y le dijo que Panditji había vivido solo
en el templo durante doce años haciendo tapasya. Durante siete generaciones
los sacerdotes de su familia se habían ocupado del templo, del mismo modo
que habían estado al cargo del gran templo.
Caminaron de vuelta a casa de Panditji. Panditji los invito al té. Se sentaron
en las esteras de paja sobre la umbría terraza al lado del patio soleado.
Allí le dijo al traductor que le dijera a Roslyn: —La Madre envió Su
contratista a Rameshwaran por tren con contenedores de materiales y una
cuadrilla, y ellos reconstruyeron esta casa, que había pertenecido a su familia
durante muchas generaciones. Madre siempre guarda una casa para Él próxima
al Ashram en Pondicherry, aunque Él sólo va allí dos o tres veces a lo largo
del año, siempre que Ella le llama.
Roslyn sorbía su té, sin comprender.
Después del té Panditji pidió al traductor que le preguntara: —¿Quieres
hacer alguna práctica?
Ella dijo: —Estaría deseosa de hacer alguna práctica espiritual, pero tengo
un bebé.
Panditji dio una palmada y su hija vino corriendo a su lado. Él le dijo algo
en un lenguaje que Roslyn no entendió. La hija desapareció en una de las
habitaciones y reapareció un momento más tarde con un lápiz y un pequeño
cuaderno de papel.
Panditji arrancó un pequeño trozo de papel del cuaderno, escribió algo
sobre él y se lo tendió a Roslyn. Luego se volvió hacia el traductor y explicó.
El traductor se volvió hacia ella y le dijo que escribiera en un pequeño
trozo de papel exactamente lo que Panditji había escrito, tres veces cada
mañana durante treinta y cuatro días.
Era sencillo, así que asintió.
Entonces el traductor dijo: —Devuelve este trozo de papel a Panditji
mañana por la mañana.
—Me voy a Ceilán mañana —dijo ella.
—Sí, pero el barco no sale hasta el mediodía. Panditji quiere que vengas
mañana a las nueve de la mañana. Roslyn asintió. Panditji batió sus manos y su
hija trajo a Bliss de la parte trasera de la casa, seguida de su madre, que saludó
a Roslyn con una amigable y amplia sonrisa. El pelo de Bliss estaba recogido
en la parte superior de su cabeza. Llevaba lápiz de ojos en sus ojos, un punto
negro entre sus cejas y otro en su mejilla. Parecía muy feliz con sus nuevas
amigas.
El traductor explicó: —El punto de la frente es la señal del tercer ojo. El
punto sobre la mejilla es para preservar del mal de ojo.
Roslyn tomó a la niña y Bliss dedicó a todo el mundo una enorme sonrisa.
Se introdujeron en la calle y bajaron la colina para ir a tomar de nuevo dulces
recién hechos, exquisiteces y té.
Volvieron al hotel a través del templo, a su última noche de alojamiento
bajo el runruneante ventilador de techo, dentro de la fina gasa protectora de
los mosquitos.
Estuvieron con el equipaje preparado y listas para abandonar el alojamiento
antes de ir a visitar a Panditji por la mañana. De nuevo hacía un día delicioso.
Roslyn escogió algunas flores para Panditji y dulces para su hija y su esposa,
en el bazar. Cuando llegaron a la casa, su esposa e hija las esperaban en el
porche para recibirlas. Bliss les ofreció una canturreante sonora sonrisa.
Roslyn les entregó los dulces. La hija de Panditji pareció muy complacida y
tomó a Bliss y desapareció con ella. La esposa de Panditji introdujo a Roslyn
en el interior de la casa indicándole con gestos que debía permanecer
silenciosa. Panditji estaba sentado en su sala de meditación. Había un
resplandor de lámparas de manteca y olor a incienso. Su espalda enfrentaba la
puerta abierta de la terraza. Había una pequeña estera de bambú al lado de uno
de los grandes pilares de la terraza. Le indicó mediante gestos a Roslyn que se
sentara, así que se sentó con las piernas cruzadas sobre la estera.
Roslyn se sentó apoyándose contra el pilar, preguntándose qué estaba
haciendo allí, aunque era un lugar bastante agradable. Había una gran foto de
la Madre a un lado de la puerta de la habitación en donde Panditji estaba
sentado y una gran foto de Sri Aurobindo al otro lado de la puerta. Encima de
la puerta había una foto del gurú de Panditji, una especie de swami muy obeso
con un aura resplandeciente que de alguna forma el fotógrafo había incluido
en la foto. Aparte de la luz que parecía emanar de Él en la foto, el gurú de
Panditji parecía más gordo que cualquier otro indio que Roslyn hubiera visto
jamás. Cada una de esas fotografías tenía flores frescas cada día. Panditji
parecía tomar flores del montón a su derecha y, tras retirar las flores del día
anterior de cada uno de los objetos, recitaba un mantra y ponía flores frescas.
Luego derramaba agua sobre las cosas todo el tiempo cantando mantras que
eran casi inaudibles, como el sordo murmullo del agua corriente, excepto
ocasionalmente, como cuando hacía sonar una campanilla, o decía un mantra
que Roslyn casi podía escucharle, y luego de nuevo el murmullo.
Estaba realmente aburrida allí sentada. No quería ser descortés, así que
permaneció donde estaba. En cualquier caso no había realmente nada más que
pudiera pensar o hacer en aquel momento. Era muy tranquilo y apacible y el
patio estaba inundado de sol. De repente fue como si una nube o una limitación
en su interior se fundiera como hielo al sol; todo su ser se sintió
repentinamente liberado y oleadas de dicha tan dulces como las cálidas olas de
la playa la colmaron. Se sintió más confusa que nunca. Panditji finalizó su
meditación y salió de la habitación. Puso polvo sobre su frente y le indicó
mediante señas que debía hacer un cuenco con su mano. Derramó un poco de
agua en esta copa con rendijas y ella la bebió. Tenía el dulzor de especias y de
hierbas. Él explicó: —Esta agua era usada en el ritual para lavar
simbólicamente los pies de la Madre Divina. La Diosa.
Regresó a la habitación donde practicaba su culto y le entregó dos bananas,
una para ella y otra para Bliss.
Ella le dio las gracias y continuó diciéndole que había tenido una
experiencia mientras estaba allí sentada. Él la miró y sonrió. —Sí, sí, lo sé. No
tienes que hacer el trabajo que te encomendé. Yo lo haré por ti. ¿Tienes el
trozo de papel?
Ella le entregó el pedazo de papel.
Él la invitó a visitarle al regreso de Ceilán.
Ella no veía el momento de volverlo a ver de nuevo.
Tomó a Bliss, recogió su bolsa y se dirigió al muelle para embarcar.
Roslyn estaba completamente exhausta cuando, avanzada la tarde, finalizó
con la Aduana e Inmigración Ceilanesa. Se arrastró a sí misma y a Bliss y a su
bolsa, a través de la arena, desde el muelle hasta la estación de tren. Había un
tren de noche que salía hacia Anaradapura. Era el único tren. No tenía ni idea
de donde estaba eso. Alguien le explicó que estaba en el centro de Ceilán,
repleto de antiguos palacios y templos. Compró un billete en un
compartimento reservado de tercera clase, para descubrir que su sitio
correspondía a la litera más alta, en el tercer piso, e intentó dormir.
Los vendedores voceaban para vender sus mercancías en la algarabía de la
pequeña estación llena de cansados viajeros que habían descendido del barco
de Rameshwaran. Los niños chillaban, las mujeres parloteaban, los hombres
gritaban, todo el mundo arrastrando bolsas, maletas o cajas. Había unos
cuantos porteadores de turbante rojo con pilas de bolsas y de cajas sobre su
cabeza. Los vendedores entraban hasta el interior del vagón, y el tren, que se
suponía partía a las 10 p.m., esperó hasta que el último pasajero hubo pasado
por Aduana e Inmigración, el Departamento de Aduanas hubiera cerrado y los
oficiales hubieran subido al tren. Permanecieron en la estación la mayor parte
de la noche. Casi todo el mundo estaba dormido en el momento en que el tren
arrancó. Roslyn finalmente quedó dormida cuando el tren echó a andar y se
despertó un par de horas más tarde porque el tren había disminuido su marcha.
Sonó el silbato. Intentó mirar por la ventanilla. Había una mujer con unos ocho
niños en los asientos inferiores.
Estaban llegando a una estación. Hacía más frío que en ninguna otra parte
que ella hubiera estado en meses. Incluso los alrededores de la estación estaban
muy verdes. El tren se detuvo y ellos descendieron. Siguieron a la multitud al
interior de la estación. Roslyn se sintió completamente perdida entre la
muchedumbre que se movía en todas direcciones. Había tenido que ir a
Anaradapura para coger el tren a Colombo. Roslyn se encontraba fatigada,
pero no estaba en un apuro porque desconocía a dónde estaba yendo. Decidió
que sería mejor detenerse y descansar por un día antes de continuar hacia
Colombo. En lugar de ponerse en una cola para comprar otro billete se
encaminó a la salida y a la soleada calle. Había rickshaws e incluso unos pocos
taxis alineados fuera de la estación.
Se dirigió al conductor de un rickshaw. —¿Hotel? —preguntó.
—Casa de Huéspedes del Gobierno —replicó él.
—¿Agradable? —preguntó ella.
Él movió su cabeza.
—¿Cuántas rupias? —preguntó ella.
—Cinco rupias —replicó él, reiterando la cantidad levantando su mano
derecha y mostrándole sus cinco dedos.
Ella estuvo de acuerdo. Colocó su bolsa en el extremo del asiento, subió y
se acomodó. Abandonaron la estación, doblando la esquina, entrando en el
camino de acceso a un gran edificio nuevo de cemento blanco. El conductor
paró frente a la entrada. Roslyn pagó al rickshaw a regañadientes. Un trayecto
tan corto debería haber sido sólo una o dos rupias. Pero ella se había mostrado
de acuerdo con cinco, así que le pagó cinco rupias.
Atravesó la entrada hasta el vestíbulo. Allí había un hombre detrás del
mostrador con el letrero de “Recepción”.
—Hola —dijo ella—. ¿Hay habitación?
—Sí. ¿Sencilla o doble?
—Sencilla —replicó ella.
—¿Y la niña? —preguntó él.
—Duerme conmigo, una habitación sencilla está bien.
—No, imposible, dos personas habitación doble.
—¿Cuánto? —preguntó ella.
—Habitación doble doscientas rupias.
—Yo necesito una habitación sencilla.
—Habitación sencilla, cien rupias; pero, dos personas habitación doble.
Estaba verdaderamente afectada. Incluso una habitación sencilla era
excesivamente cara y ella estaba sucia e incómoda y desconocía cómo
encontrar otro lugar para quedarse en Anaradapura. Rompió a llorar.
Un hombre mayor, descalzo, de piel blanqueada, vestido con el longi
blanco y la toga de un swami les interrumpió. Le preguntó a ella cuál era el
problema y dado que estaba casi histérica, sugirió que primero le acompañara
a él y a sus amigos a tomar un trago y luego les podría explicar su problema.
Ella comenzó a argumentar con él, pero él la calmó y le aseguró que se
sentiría mejor después del trago.
Roslyn lo siguió afuera a la terraza. Él le presentó a sus amigos que eran las
únicas personas sentadas allí, hombres ceilaneses vestidos a la occidental, con
camisas blancas y corbatas.
La recibieron amablemente y le preguntaron qué quería para beber. Aunque
todavía no era el mediodía ellos ya estaban bebiendo whisky. Ella pidió Coca-
Cola con hielo.
Todos hablaban inglés. El swami con acento. Le preguntaron de dónde era y
ella les contestó que era una americana viajando por la India y que había
estado en Pondicherry y en Rameshwaran.
El Swami le preguntó si había conocido a Mari en Pondicherry.
Ella le contestó que sí.
Entonces él se presentó como “Swami Alemán”, la persona a quien Mari
había descrito como el personaje del “Swami Irlandés” en su libro.
Era el único libro que Roslyn había leído en meses. Estaba desconcertada
por la buena suerte de que la primera persona en dirigirle la palabra en Ceilán
fuera un devoto de Madre y amigo de Mari, y la persona por la que tenía cierta
curiosidad de conocer en Ceilán.
Sus amigos trabajaban para el gobierno en arqueología y turismo. Todos
ellos se hospedaban en la otra casa de huéspedes, la Antigua Casa de
Huéspedes, que era mucho más agradable. La invitaron a comer con ellos allí
y se ofrecieron a llevarla luego a recorrer los templos antiguos para ver las
antiguas esculturas, sagradas para los budistas y para los hindúes. Swami
Alemán le dijo que si quería esperar dos días en la Antigua Casa de Huéspedes,
él la llevaría a visitar su ashram en Jaffna.
Ella le dijo que quería ir a Colombo.
Él le replicó que había tren directo desde Jaffna a Colombo.
Sus dos amigos insistieron para que los visitara en Colombo.
Parecía que el paseo por Ceilán había quedado establecido. Roslyn y Bliss
se juntaron con sus nuevos conocidos al abandonar la Nueva Casa de
Huéspedes del Gobierno y se dirigieron en su coche a la Antigua Casa de
Huéspedes del Gobierno en Anaradapura.
Condujeron a través del cercado de piedra hasta las grandes puertas
ornamentadas de barrotes de hierro, que les fueron abiertas por un conserje
uniformado, quien saludó al coche conforme pasaban a un camino de grava
que se bifurcaba, a través de un vasto parque, con arriates de flores muy
cuidados a lo largo de la mediana del recorrido. El coche se detuvo en la
entrada, situada bajo un pórtico sustentado por grandes columnas. Un hombre
con guantes blancos y turbante les abrió las puertas del coche. Después de que
todos hubieron descendido, el conductor aparcó el coche al lado del glorioso,
inmenso, desperdigado, edificio colonial.
El vestíbulo de entrada era un gran salón lleno de mobiliario victoriano y
había algunas personas sentadas leyendo periódicos. Ella se inscribió en una
habitación sencilla por dos noches y se despidió de sus amigos hasta la hora de
comer.
Siguió a un chico con pulcra chaqueta blanca y pantalones desde el
mostrador hasta su habitación. El hombre del mostrador le había dado a él la
llave.
Entraron a la habitación desde la galería que daba sobre los jardines. Había
un árbol enorme, un frangipani, inundando el aire con el suave perfume de sus
flores blancas.
Era una habitación amplia, de techos altos. El chico colocó su bolsa en una
banqueta de madera próxima a un armario. Encendió el ventilador de techo y
le mostró el lujoso baño adosado que contaba incluso con una enorme bañera.
Era la primera bañera que veía desde Grecia.
Ella y Bliss se bañaron, se pusieron ropa limpia y bajaron para reunirse con
sus nuevos amigos. Estaban bebiendo whisky en el vestíbulo y le ofrecieron
beber algo. Pidió otra Coca-Cola con hielo.
Pocos minutos más tarde un hombre acicalado con una inmaculada chaqueta
blanca y pantalones, descalzo, con turbante y guantes blancos, se acercó y se
inclinó: —La comida está servida.
Luego se dirigió hacia otros huéspedes. Terminaron sus bebidas y fueron al
comedor.
El comedor era un salón alargado. Todas las puertas francesas a lo largo de
la pared trasera estaban abiertas a la terraza durante la comida. Ventiladores de
techo zumbaban sobre sus cabezas y había una enorme mesa bufé a lo largo de
una de las paredes. Había manteles y servilletas de lino almidonado y
planchado, y una flor en un vaso en cada mesa. Todos los camareros llevaban
uniforme blanco, guantes y turbante.
Sirvieron la sopa en la mesa y luego hubieron de servirse ellos mismos en
el bufé. Roslyn llevaba a Bliss sobre su cadera y su plato vacío en la otra
mano. Uno de los camareros se apresuró a ayudarla tomándole el plato. Sólo
tuvo que señalar qué quería. Cuidadosamente, sin siquiera una salpicadura en
sus inmaculados guantes blancos, el camarero llenó su plato, e incluso antes de
que hubieran recorrido la mitad de la mesa, su plato estaba a rebosar con
ensaladas, vegetales, pollo al curri, finos filetes de jamón y rosbif. Lo rulos de
patata se deslizaban por el borde del plato hacia el suelo. Finalmente tuvo que
decir: —Suficiente. El camarero llevó el plato a su sitio en la mesa.
Swami Alemán y sus amigos estaban muy animados. El Swami comenzó
bebiendo whisky por la mañana aunque no comió carne. El Swami contó
historias sobre la vida en el Tíbet hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando el
Ejército Alemán amenazó con invadir aquella región. Él abandonó Tíbet y se
fue a la India, viajando como un sadhu. En Pondicherry tomó un barco hacia
Jaffna. Encontró a un viejo swami cerca del templo, que estuvo dispuesto a que
permaneciera como discípulo en un pequeño ashram próximo al templo. Gente
chiflada de toda la India y Ceilán visitaba este templo esperando un milagro. —
Es muy difícil describir la diferencia entre gente que está chiflada y la que no
lo está —dijo el Swami.
Roslyn rio la observación, ignorando si ella estaba chiflada o soñando
cuando se atiborraba de arroz con mantequilla y pescado al curri. Realmente
tenía demasiada comida en su plato, pero la mesa de postres estaba allí
reclamándola. Todos necesitaron hacer una pausa con un cigarrillo antes de
los postres. Roslyn estaba disfrutando completamente. No tenía nada que decir,
apenas escuchaba la conversación de la mesa, tan completamente absorta
estaba en la magnífica comida. Después de varios días de pasteles rellenos de
arroz, dulces, bananas y té, en Rameshwaran, aquello era el éxtasis. Se sentía
un poco avergonzada. Las otras únicas mujeres del salón llevaban hermosos
saris y eran muy discretas. La mesa que les habían asignado parecía estar
rodeada por el resto de las otras mesas y se sintió como el centro de atención
de todos los ojos, con su ligeramente raído pijama, con su bebé en el regazo,
tragando cantidades ingentes de comida. El Swami con su longi blanco no iba
peor vestido que Roslyn con su pijama naranja, por lo que decidió que sería
mejor desenterrar de su bolsa el sari que había adquirido en Pondicherry para
la cena. Esperaba encontrar un sirviente que pudiera plancharlo.
Se metió en la cama y durmió hasta la hora del té. Cuando se levantó,
encontró a Swami Alemán y a sus amigos esperándola en una mesa de la
veranda, con té y pasteles. Después del té subieron al coche y condujeron y
anduvieron a hermosos templos antiguos y a una excavación arqueológica en
marcha. Era como el paraíso sobre aquellas frescas colinas verdes a última
hora de la tarde. Las piedras de los viejos templos parecían ser casi tan
antiguas como la ladera de la montaña. El lugar refulgía con los colores de la
puesta de sol. En una de las excavaciones acababan de encontrar estatuas de
Buda en oro puro y un bello, ligero, Ganesh danzarín, fabricado en oro y
pintado de negro.
Los grandes árboles, los bellos pájaros, la lujosa casa de huéspedes, todo
declamaba a Roslyn que estaba en un lugar muy especial y que por alguna
razón había recibido un día inesperado y maravilloso, un día muy especial.
A la mañana siguiente estaba un poco aburrida de todo ello, excepto de la
divertida conversación del Swami. Había comido suficiente. Había comido
demasiado. Toda su ropa estaba limpia. Las conversaciones entre Swami y sus
amigos consistían principalmente en: “¿Tomarías otra cerveza?” “¿Es
demasiado pronto para empezar con el whisky?” (a las 9 a.m.). “Tomemos otra
ronda”. Swami podía ocasionalmente soltar una perla de sabiduría: “Esta
botella está vacía.” Le alivió escuchar que no bebía en su ashram.
Estuvo feliz de partir con él en el tren hacia Jaffna, en un coche de primera
clase con billetes proporcionados por sus amigos de Colombo. Cuando
descendieron de las montañas al nivel del mar aumentó el calor y el paisaje
perdió su color verde.
Jaffna estaba al final de la línea y parecía casi tan árida como
Rameshwaran, aunque era mucho mayor. Estaba asentada sobre la arena a la
orilla del mar y el olor a mar persistía en el aire. Era una ciudad muy
tranquila.
El Swami rehusó tomar un rickshaw, así que tomaron un taxi desde la
estación al templo.
Swami Alemán dirigió al conductor del taxi hacia una pequeña senda
polvorienta que partía del final de una calle polvorienta que discurría delante
de un extenso templo con un gran pozo abierto debajo de un gran árbol, justo
como estaba descrito en el libro de Mari.
El taxi se detuvo. Había una descuidada cerca de espinos alrededor de un
pequeño trozo de terreno. Había en él dos pequeñas cabañas; en realidad una
pequeña cabaña y una cabaña muy pequeña.
La cabaña más grande era la casa de Swami Alemán, y tenía un amplio
banco de cemento que ocupaba la mitad trasera de la habitación en la que había
una estera de paja y un fino colchón de algodón. No había más mobiliario,
excepto un recipiente de agua y una taza, y otra estera de bambú.
La cabaña para huéspedes tenía un catre con una estructura fabricada de
bambú y unida con cuerdas, un recipiente de agua y una taza. El agua era del
pozo cercano al templo y las comidas llegaban en un tiffin [1] de acero
inoxidable desde la cocina del templo.
Era muy exótico, muy silencioso y muy apacible. No había siquiera un cojín
para sentarse. Roslyn se sentaba durante horas en el suelo sobre la fina estera
de bambú, mientras Bliss canturreaba y Swami Alemán compartía sus perlas de
sabiduría de un viajero occidental que había vivido en oriente durante casi
treinta años.
Carecía en absoluto de dinero. Tenía dos o tres longis y togas que llevaba
en una bolsa de tela, una escudilla, una cuchara, un recipiente de agua y una
taza. Tenía un lugar donde dormir que le había sido otorgado por el templo.
No tenía nada en absoluto y no quería nada. Roslyn le preguntó sobre su
creencia respecto al dinero y él le dijo: —Mi Gurú me dijo que está bien tener
dinero, pero no conservarlo durante la noche.
Roslyn se puso un sari y tomó un baño vertiendo catorce baldes de agua
sobre sí misma, que era como Swamaji y los otros hombres del templo se
bañaban. No fue muy satisfactorio. Se sentaba en el duro suelo, a veces
apoyándose contra el muro. Bliss era muy popular entre las mujeres de la
vecindad que traían la comida. La comida era una comida vegetariana muy
sencilla. Demasiado especiada para Roslyn. Usaban como aceite para cocinar
aceite de coco que a ella no le gustaba, así que principalmente comía arroz
blanco a secas. Algunas veces había dulces o fruta. Los chapattis estaban
recubiertos de aceite de coco, así que ella no quería comerlos.
Bliss parecía estar encantada. Había una chica pequeña que acostumbraba
llevar a Bliss sobre una cadera y a un pequeño bebé varón tamil de pelo negro,
sobre la otra. La chica pequeña tenía una amigable sonrisa y un pelo
cuidadosamente peinado con una trenza. Roslyn visitó la cabaña de la familia
de la niña en la que vivían siete personas. Era una minúscula choza de palma de
cocotero y la madre de la niña le dio la bienvenida e insistió en que tomara el
té. Roslyn se sentó sobre el suelo en el exterior de la choza bebiendo el té de
un vaso. Numerosos niños acudieron a su alrededor para mirarla.
Todo era muy interesante, pero estuvo contenta de partir al cabo de tres días
y continuar su recorrido por Ceilán.
Finalmente llegó a Colombo.
A Roslyn no le apetecía contactar con los amigos de Swami Alemán. Se
hospedó en el Albergue de Juventud durante unos días, paseó por la ciudad,
miró joyas y piedras preciosas y adquirió algunas de ellas para revenderlas en
USA. Tomó el tren de vuelta hacia la parte norte de la isla para embarcar hacia
Rameshwaran, India. Compró una piña para Panditji antes de unirse a la cola
en el cobertizo de la aduana. Unas cuantas horas más tarde estaban finalmente
en el barco hacia la India.
Se dirigió a la casa de reposo en donde habían estado anteriormente y
durmió. Por la mañana Roslyn se despertó ardiendo en ganas de ver de nuevo
a Panditji. Esperó hasta las 9 en punto para ir a su casa
Allí no había nadie en las escaleras para recibirla ni tampoco en el porche.
Se adentró en la casa llamando suavemente: —Hola.
La sala de meditación estaba cerrada y no había flores frescas en las
fotografías del Gurú de Panditji, Sri Aurobindo y la Madre.
Estaba una mujer a quien Roslyn había visto anteriormente en los
alrededores de la casa. Había llevado tanto tiempo unos grandes pendientes de
oro, que habían hecho unos grandes agujeros en los lóbulos de sus orejas y los
pendientes casi tocaban sus hombros.
—¿Panditji? —preguntó Roslyn.
La anciana repitió lo que había dicho varias veces antes de que Roslyn
entendiera lo que estaba diciendo: —Pondicherry.
Entregó a la anciana la piña y regresó al hotel para recoger sus cosas y
tomar el primer tren a Pondicherry.
[1] Recipiente para transportar comida.
Aspiración 1970
CAPÍTULO IV

EL MUNDO DE LA MADRE

Una visión mayor nos alcanza en las alturas


en la luminosa amplitud de la mirada del espíritu.
Por fin despierta en nosotros un Alma testigo
que mira hacia las verdades invisibles y escruta lo Desconocido;
entonces todo asume una nueva y maravillosa faz:
los límites de la vida se desmoronan y se junta con el infinito.
“Savitri” de Sri Aurobindo
L tren llegó a Pondicherry a las 5:45 de la mañana, justo cuando salía el
E
día.
sol y en el cielo la aurora colmaba la mañana con la promesa de un nuevo

Le pareció auspicioso estar de vuelta en Pondicherry. Tenía ganas de ver a


Panditji, Kelly, Ananta, Mari, sus otros amigos y la Madre.
No deseaba volver al hotel del parque. Quería quedarse en una de las casas
de huéspedes de la Madre, aunque no quería ver a la persona que estaba al
cargo de las casas de huéspedes del Ashram
Se dirigió a la pequeña casa de Mari, próxima al Ashram, e hizo sonar la
campanilla… y sonar y sonar. Había un pequeño letrero sobre la puerta,
“Cuidado con el Perro”. No había percibido ningún perro cuando visitó a
Mari. Continuó tocando la campanilla.
Al final la puerta se abrió. Allí estaba, todo vestido de blanco, con su pelo
blanco rizándose suavemente sobre su cuello, el caballero italiano que vivía
con Mari.
Eran tan sólo las 6:30 de la mañana. Roslyn espero que su comportamiento
no fuera imperdonable, pero no sabía dónde ir. Mari le había estado trayendo
los mensajes de la Madre. Quería preguntarle qué hacer.
El caballero de aspecto muy distinguido asintió con su cabeza y dijo: —Bon
giorno.
—Tengo que ver a Mari.
—No, no. Imposible —dijo él muy educadamente, en forma muy suave,
pero muy firme.
—No, no. Tengo que ver a Mari.
—Mari nunca ve a nadie hasta después de su visita a la Madre por la tarde.
Madre le indicó que no lo hiciera —dijo él amablemente, sin querer causar
dificultades, pero reacio a permitirle molestar a Mari.
—No sé a dónde ir. ¿Existen casas de huéspedes que no estén administradas
por ese tipo del Ashram?
—Sí, puedes intentar en la Casa de la Sociedad. Ellos también tienen casas
de huéspedes. Es justo al final de esta calle.
La acompañó desde la puerta hasta la esquina. —La Casa de la Sociedad es
la grande blanca al lado del templo de Ganesh.
—¿Sabes dónde está Panditji? —preguntó Roslyn.
—Sí, está en la casa grande a este lado del templo de Ganesh —replicó él,
atento y servicial al tiempo que cortés y distinguido.
Le dio muchas gracias y él le respondió con una amplia sonrisa deseándole:
—¡Buena suerte!
Comenzó a descender por la calle opuesta al muro del Ashram. Se cruzó
con personas que había visto anteriormente en Pondicherry. Le sonrieron.
Tuvo un impulso de ir a la habitación de la Madre e insistir en verLa
inmediatamente. Madre había dicho que Ella la vería cuando volviera de
Ceilán. Había vuelto de Ceilán. Todavía no sabía si estaba yendo o viniendo.
Estaba sola con un bebé y a pesar de lo buena que era, Bliss seguía siendo
un bebé humano y Roslyn no podía imaginar cómo, sola con un bebé, podría
vivir en el páramo yermo que era el lugar propuesto para Auroville. Para
Roslyn la Carta de Auroville había resonado como una verbalización de los
principios en los que creía y para los que quería vivir:

“Auroville no pertenece a nadie en particular. Auroville pertenece a toda la


humanidad en su conjunto, para vivir en Auroville uno debe ser un servidor
voluntario de la Consciencia Divina.

“Auroville será el lugar de la educación perpetua, del progreso constante y


de una juventud que nunca envejece.

“Auroville quiere ser el puente entre el pasado y el porvenir. Aprovechando


todos los descubrimientos exteriores e interiores, Auroville avanzará
audazmente hacia futuras realizaciones.

“Auroville será un lugar de investigaciones materiales y espirituales a fin


de dar un cuerpo viviente a una real Unidad Humana.”

—La Madre
28 de febrero de 1968

Roslyn siguió en dirección a la Casa de la Sociedad Sri Aurobindo. La


Sociedad Sri Aurobindo, no el Ashram de Sri Aurobindo, era la patrocinadora
de Auroville.
Se sorprendió al darse cuenta de que había estado pensando en Auroville
todo el tiempo que duró su caminata desde la puerta de Mari hasta la puerta de
la casa de la Sociedad Sri Aurobindo y frecuentemente durante su viaje a
Ceilán. Afrontó atravesar a los mendigos reunidos delante de la puerta y la
abrió. Roslyn se encontró en un exquisito jardín pequeño con una fuente,
delante de una amplia y antigua mansión colonial de color blanco. Estaba
realmente cansada, aunque sólo fueran las siete de la mañana. Necesitaba un
baño y una cama.
Una mujer india con un sari blanco, con las trenzas de su largo pelo
formando una corona sobre su cabeza, con gafas, recibió a Roslyn.
—Estoy buscando una habitación en una casa de huéspedes —explicó.
—Por favor vaya a la oficina al otro lado del Ashram, próxima a la escuela,
a partir de las nueve.
—Estoy muy cansada y muy sucia. Llevo cuatro días viajando desde
Colombo. Por favor, no me haga esperar.
La señora la invitó al interior de la sala de espera. Había grandes y lujosos
sofás rojos y sillas adosadas a las paredes de la amplia habitación. Una gran
lámpara de cristal colgaba de lo alto del techo.
—Por favor tome asiento —dijo ella, indicando una silla cercana a la
puerta.
Desapareció por un momento a través de una puerta acortinada y volvió con
algunos papeles y una pluma.
Se sentó en el sofá.
—Siento molestarla tan temprano por la mañana —dijo Roslyn.
—No tiene importancia. ¿Para cuánto tiempo?
—No lo sé.
—¿Más de un mes?
—No lo sé.
—¿Quieres hacer el pago diariamente o mensualmente?
—¿Resulta más barato por meses?
—Ligeramente, pero entonces el pago es por adelantado.
—De acuerdo.
—Por favor, rellena estos documentos.
Eran los formularios habituales que Roslyn había ya rellenado en cada
parada de noche durante meses. Tenía a su bebé en el regazo. Estaba muy
cansada, y sucia. No deseaba rellenar formularios. Quería un baño y una cama.
—Por favor, no. Estoy demasiado cansada y sucia. Llevo varios días
viajando desde Colombo, por favor, podría darme una habitación y dejarme
volver más tarde para rellenar los formularios.
La señora la miró con enorme compasión. —Discúlpame, un momento.
Debo hacer una llamada telefónica.
Desapareció de nuevo a través de la puerta acortinada. Después de unos
minutos regresó y dijo: —Han acondicionado una habitación en la Casa de
Huéspedes Shelter, justo al otro lado de la calle. Por favor regresa durante el
día y rellena los formularios.
—Debo venir aquí o a la oficina —preguntó Roslyn.
—Ven aquí, por favor.
Roslyn le dio las gracias y la señora la acompañó de vuelta a la calle, a
través de la fila de pedigüeños delante de la puerta. Desde la esquina le indicó
un edificio verde y desagradable al otro lado de la calle, con tiendas en su
planta baja y una anodina hilera de puertas en el cemento verde de la pared de
la parte superior. Ella señaló esa parte de arriba. —Esa es la Casa de
Huéspedes Shelter.
Roslyn realizó el recorrido a través de la calle y dio con la puerta entre las
tiendas y subió por las escaleras, llevando a Bliss y su bolsa. Al final de las
escaleras se encontró con un delgado joven indio.
—Soy el administrador, por favor pase un momento a la oficina.
La condujo a una oscura y sórdida oficina detrás de las escaleras, con
barras de hierro en la ventana. Había un gran escritorio viejo de madera que
prácticamente llenaba la habitación. Él se sentó en una silla detrás del
escritorio, señaló una vieja silla plegable de metal oxidado y dijo: —Por favor
tome asiento.
—Por favor, deme una habitación y déjeme rellenar los papeles más tarde.
—No, no. Eso no es posible. No puedo entregarle la llave de la habitación
hasta que los papeles estén cumplimentados y me entregue su pasaporte. Es
contrario a la ley.
Depositó su bolsa en el suelo y a Bliss en su regazo. No podía dejar al bebé
en el suelo; no parecía muy limpio. Le entregó el pasaporte y rellenó los
formularios.
Él examinó su pasaporte.
—¿Qué estuvo haciendo en Ceilán?
—Por favor, ¿puedo tener una habitación? La señora al otro lado de la calle
también quería que rellenara los formularios, pero dijo que podía obtener la
habitación y volver más tarde.
—Sí, sí. ¿Dónde está su marido?
—Por favor, devuélvame mi pasaporte.
—No, no. ¿Va a pagarme ahora la habitación?
—Tengo que ir al banco. Por favor, devuélvame mi pasaporte.
—No, no. Debo mostrarlo a la policía, después lo devolveré.
—Lo necesito para ir al banco —dijo ella.
—No se preocupe. Se lo devolveré antes de la hora de comer. ¿Tomará sus
comidas en el comedor?
—No lo sé. ¿Cuánto cuesta?
—Cuatro rupias al día.
—¿Y la habitación?
—Cinco rupias al día, ¿cuántos días permanecerá?
—No lo sé.
—Debe darme cien rupias ahora y le daré la llave.
—No tengo dinero. Debo ir al banco.
—Vaya al banco, regrese, deme el dinero y yo le daré la llave.
—Por favor, el banco no está abierto, por favor, permítame utilizar la
habitación y yo iré al banco cuando abra.
—Deme el pasaporte. Le mostraré su habitación. Le daré el pasaporte
cuando vaya al banco.
A regañadientes le tendió su pasaporte. Él se levantó y ella lo siguió a la
estrecha galería que tenía un pasamanos de hierro, a través de una hilera de
puertas indiferenciadas que tenían números apenas discernibles marcados a
mano. Él se detuvo casi al final de la hilera, abrió un candado y descorrió el
cerrojo de la puerta.
Le extendió la llave y el candado y le mostró el armario, la mesa, la silla, la
cama, la pila de agua y el diminuto cuarto de baño con una letrina de pie y una
ducha.
—Pase por la oficina antes de salir —dijo sujetando el pasaporte.
—Sí por favor, estoy muy cansada.
—Esto es una casa del Ashram, por favor, sea muy silenciosa.
—¿Hay alguien que lave la ropa?
—Sí. Una pieza, una rupia, en una semana devuelta. Urgente, una pieza, dos
rupias, devuelta el mismo día.
—¿Una semana para lavar la ropa?
—Sí. Muy bien. Muy limpia. ¿Envío sirviente?
—De acuerdo.
¡Hubiera querido arrojarlo de la habitación, desde la galería a la calle! Por
fin él salió y ella cerró la puerta por dentro. Había pequeñas ventanas a cada
lado de la puerta. Si estaban abiertas, cualquiera que pasara por la galería
podía mirar el interior de la habitación y eran las únicas ventanas, excepto un
montante encima de la puerta.
Cerró las ventanas y las cortinas y abrió el montante. Se sintió como si se
hubiera registrado en una prisión.
Abrió su bolsa llena de ropa sucia. Debería ir y recoger las cosas que había
dejado con su amiga danesa que vivía cerca de la playa. No tenía nada limpio
que ponerse, así que buscó las cosas que estaban menos sucias que las que
llevaba puestas.
Alguien golpeó la puerta.
Abrió. Era un hombre con unos sucios longi y camiseta blancos.
Él saludó con su cabeza —dobhi.
Lo miró. Sabía que dobhi significaba lavandero, ¡pero sus ropas estaban tan
sucias!
Ella dirigió su mirada hacia la pila de ropa sobre la cama.
Él también la miró y asintió con su cabeza —sí, sí, muy bien. ¿Cuántas
piezas?
Ella las contó. Había veintiséis piezas, incluyendo dos pañales de Bliss.
Puso su vestido tibetano azul marino sobre el suelo y encima de él toda la ropa
para lavar, la enrolló en un paquete y se la entregó al lavandero. —Urgente.
Veintiséis piezas.
Él movió su cabeza —sí, sí. Se lo devolveré mañana. Colocó el bulto bajo
su brazo y extendió su mano: —Cincuenta y dos rupias por favor.
—No, no, tienes que traerlo hoy. Cuando traigas las veintiséis piezas, te
daré el dinero.
—Sí, lo traeré. Por favor deme ahora cinco rupias. Debo comprar jabón.
Ella le dio cinco rupias. —¿A qué hora volverás?
Él meneó su cabeza. —Sí, sí. Estaré de vuelta a las cinco.
Ella cerró la puerta y echó el pestillo desde dentro. Tenía ciertas dudas
respecto a permanecer allí durante un mes. Era desagradable y caro. Pensó en
enviar un telegrama a su padre, Bernie, y decirle que enviara los pasajes de
avión. Había regresado a Pondicherry para ver a la Madre. Kelly, Ananta y
otros amigos le habían dicho que la Madre recibía habitualmente a sus devotos
el día de sus cumpleaños. Su cumpleaños estaba próximo; tal vez pudiera ver a
la Madre dos veces, una ahora que estaba de vuelta de Ceilán y de nuevo para
su cumpleaños.
Se aseó, durmió, se puso de nuevo sus ropas menos sucias y se llevó a Bliss
sin ropa, antes que vestirla con ropa sucia. Fue a recoger su pasaporte para ir
al banco.
El administrador había salido y la oficina estaba cerrada. Esperó y esperó,
cada vez más y más enfurecida. Finalmente él regresó y le dio su pasaporte.
Llevó a Bliss con su amiga italiana que tenía un niño pequeño. La amiga era
muy amable; feliz de que Bliss se quedara con ella mientras Roslyn iba al
banco. Invitó a Roslyn a comer cuando regresara para recoger a Bliss.
El tipo de la casa de huéspedes era un imbécil. Era un fastidio tener que
esperar hasta avanzada la tarde para ver a Mari. Pero Pondicherry estaba
encantador en esa mañana de otoño. El cielo estaba perfectamente claro. Había
pájaros cantando en todos los árboles del parque. El único tráfico era de
bicicletas y rickshaws. Caras familiares le devolvían una sonrisa al cruzarse.
Algunos conocidos que la adelantaban con sus bicicletas se paraban para
hablar. —Así que has regresado.
—Sí —replicaba ella—, Madre dijo que me vería cuando volviera de
Ceilán.
Francis, que era de Auroville, replicó a esto: —Querrás decir que tú la
verás a Ella, Ella te está viendo todo el tiempo.
Otros preguntaban por Bliss.
Roslyn fue al banco. Fue y rellenó los formularios en la Casa de la
Sociedad y pagó por su habitación y por su comida en el comedor del Ashram.
Fue a la Oficina de Correos: como había escrito a Bernie que iba a volver a
Pondicherry, esperaba que él hubiera escrito y enviado algún dinero más y no
resultó defraudada. Adquirió algunas guirnaldas de jazmín.
Se detuvo delante de la casa en donde residía Panditji. Atravesó la puerta de
entrada y el jardín. Panditji estaba sentado en una amplia veranda rodeado por
hombres con impecables ropas blancas y mujeres con blancos saris.
Él la vio, le dedicó una abierta sonrisa y dijo: —Sí, pasa.
Vio allí sentado al hombre encargado de las casas de huéspedes del Ashram
y al amigo de Ananta de California, Joe. Al resto de personas no las conocía.
Entregó a Panditji las guirnaldas de jazmín envueltas en hojas. Él abrió el
frágil paquete, sacó el jazmín y asintió con su cabeza: —Sí, sí, muy bonito.
Tomó la guirnalda de jazmines y la colocó alrededor de la fotografía de la
Madre ya engalanada con otras guirnaldas. Dio una palmada fuerte con sus
manos. Apareció su esposa. —¿Dónde está Bliss?
—Está con una amiga.
—Por favor, tráela esta tarde. Me gusta mucho.
—¿Tomarás café? —le preguntó Panditji.
—No, gracias.
—Por favor, toma asiento —dijo él señalando una plaza vacía en la esterilla
al lado de Joe.
Panditji se sentaba en una pila de cojines. Estaba hablando en un lenguaje
que Roslyn no entendía, pero resultaba entretenido estar allí. Luego Panditji
pidió a uno de los hombres que tradujera.
El traductor dijo, señalando a otro hombre: —Él escribe libros y quiere que
Panditji escriba un libro, pero Panditji dice que para qué escribir más libros
cuando ya tenemos los Vedas y los escritos de Sri Aurobindo y la Madre.
Había una atmósfera radiante en esta luminosa veranda soleada. Panditji se
excusó para ir a comer. Invitó a Roslyn a volver a las cuatro de la tarde para
dar un paseo con él.
Roslyn juntó las palmas de sus manos y se dirigió a casa de su amiga
italiana para la comida y a recoger a Bliss.
Visitó a Panditji por la tarde. Había varios discípulos, incluyendo a Joe y a
una joven mujer francesa, dibujando el símbolo místico “Sri Chakra”, de
acuerdo a la fórmula que Panditji les había dado. Les dijo que ninguno de los
dibujos era correcto y les volvió a dar la fórmula. Miró a Roslyn y sonrió.
Ella no entendía cómo la fórmula que les estaba dando podía resultar el bello
diagrama de treinta y seis triángulos entrelazados que es el Sri Chakra.
Los triángulos resultan ser la red invisible que los mantiene juntos a todos.
Roslyn pudo ver que hay más triángulos en el Sri Chakra que ramas hay en el
Árbol Cabalístico de la Vida.
Al cabo de un rato Panditji se excusó con los demás e invitó a Roslyn y a
Joe a un corto paseo alrededor del Ashram. Pasaron cerca de la casa de Mari.
Roslyn quería ver a Mari. Joe y Panditji la dejaron allí y Panditji le pidió que
transmitiera sus saludos a “La Mari”.
Roslyn transmitió los saludos de Panditji a Mari y le pidió que dijera a la
Madre que estaba de vuelta de Ceilán y que le gustaría encontrarse con Ella.
Mari le dijo que volviera al día siguiente por la tarde.
En casa de Panditji el té estaba siendo servido. Había dulces y algunas
personas más de las que había a primera hora de la tarde.
Panditji se sentaba en medio de las personas del Ashram que habían venido
a visitarlo. Había una fabulosa conversación. Roslyn no podía pensar en nada
que decir. No necesitaba pensar en nada que decir. Era más fantástico que
cualquier cosa que hubiera imaginado. Un grupo de sabios sentados
compartiendo historias de inspiración y a ella le había sido permitido sentarse
allí y escuchar mientras eran servidos té y dulces.
Panditji contó una historia sobre un Gurú y su discípulo. “El gurú pidió al
discípulo que sacara un cubo de agua del pozo. El discípulo no estaba
entusiasmado con la tarea. Fue al pozo con el cubo, pero allí había una larga
fila de mujeres con cubos delante de él y él había venido para aprender yoga
con el gurú. Era verano y hacía calor y sabía que si su gurú quería agua había
otras maneras de obtenerla que la de enviarle a él al pozo. Recordaba muy bien
haber visto grandes vasijas llenas de agua en el ashram. Él quería estar con el
maestro, no en una lenta cola para coger un cubo de agua que el maestro no
necesitaba, así que abandonó la cola y regresó al ashram. El maestro estaba allí
sentado y, repentinamente, ante él apareció una cobra real, enroscada,
dispuesta a atacar. El maestro la miró y ella muy gentilmente se desenroscó y
se marchó. El discípulo dijo con entusiasmo: —"Maestro, quiero aprender
cómo hacer eso". El maestro replicó: —"Primero debes aprender a sacar un
cubo de agua".
El momento resultó demasiado corto. Las sombras de la tarde se extendían
en el interior de la terraza y todos ellos hubieron de marcharse cuando Panditji
dijo: —Ahora iré a descansar. Roslyn tomó a Bliss con ella de regreso a la
casa de huéspedes y a la cena en el Comedor.
Por la mañana contrató a una sirvienta llamada Marie para cuidar a Bliss.
Las dejó en la casa de huéspedes y fue a la de Panditji.
Estaba sentado en su sala de meditación, cantando mantras, con los
discípulos sentados silenciosamente en la veranda. Algunos de los discípulos
llevaban malas. Estaban la mayor parte de las personas que había visto allí el
día anterior. Se sentó ensimismada, disfrutando de la tranquila mañana y del
jardín soleado.
Desconocía absolutamente el extraño ritual que Panditji estaba realizando.
Sin embargo de ninguna manera resultaba intimidante para ella observarlo
sentado en la pequeña habitación, bajo el alegre brillo de lámparas de manteca
y la humeante niebla del incienso, jugando con agua, con flores, con su mala,
con tallas de deidades, con símbolos de la divinidad, cantando mantras,
haciendo sonar una campanilla. Nadie de los que allí estaban se movía, ni
incluso un poquito. Finalmente Panditji se levantó y salió entre ellos con un
pequeño recipiente y una cucharilla. Se detenía delante de cada persona y
derramaba un poco de agua, con la que simbólicamente había lavado los pies
de la Madre, en las manos en forma de cuenco. Luego los discípulos bebían el
agua de sus manos y ungían sus frentes y ojos con sus palmas húmedas.
Roslyn intentó imitar lo que los otros hacían. Siempre había deseado tomar
la comunión en una iglesia católica. El agua estaba fragante con flores y
especias.
La mujer y la hija de Panditji sirvieron café. Uno de los discípulos era un
doctor homeopático que generalmente no se permitía a sí mismo o a sus
pacientes tomar café.
Uno de sus pacientes estaba allí y declinó tomar café porque su doctor se lo
había prohibido. El doctor sonrío y dijo: —Puedes tomar este café. Cualquier
cosa que Panditji te dé es mejor medicina que cualquiera que yo pueda darte. Y
estaba claro lo que quería decir, puesto que también él bebió el café, a pesar de
que como homeópata nunca lo bebía.
Después del café Panditji despidió a cada uno, invitándolos a regresar por
la tarde. Mientras salían, Roslyn tuvo un momento de conversación con Joe.
—¿Por qué no está aquí Ananta? —preguntó.
—Está en el hospital.
—¿Qué ha ocurrido?
—Tomó demasiadas píldoras para dormir.
—Debo ir a verlo.
—Está en la Clínica del Ashram.
Ella se apresuró en salir y tomó un rickshaw hacia la Clínica del Ashram.
Ananta se encontraba en una habitación privada del piso superior, gritando
en tamil a una pobre pequeña enfermera tamil atemorizada, cuando Roslyn
entró.
Pareció muy complacido de verla.
—Querida, cómo estás. Yo necesito un barbero.
Estaba sentado sobre una cama desarreglada, con tan sólo un longi blanco
descuidadamente envuelto alrededor de su cintura.
Se abrió la puerta y entraron dos sirvientes que ella había visto en la isla.
Ambos llevaban pantalones amarillos y camisetas blancas.
El más alto le sonrío, luego se volvió hacia Ananta. —Vamos a la isla.
Ananta lo miró —¿Ahora?
El más bajo dijo: —Sí, sí. Vamos a la isla.
Ananta dijo con su voz alta y resonante: —¿Qué dice el doctor?
—Doctor dice tú ir a América. Tú no puedes ir a América. Tú vas a la isla
—insistió Ramakrishna, el más pequeño y grueso de los sirvientes.
Ananta miró a Roslyn con expresión desesperada en su rostro. —Lo sé. Me
han dado una patada para sacarme del Ashram.
En ese momento alguien más entró en la habitación, un hombre delgado y
alto con pantalones azules y camiseta blanca que ella había visto en las
proximidades del Ashram.
Él la ignoró a ella y a los sirvientes y saludó efusivamente a Ananta. Tenía
una carta de la Madre para Ananta. Ananta la abrió.
La cara y la expresión de Ananta se transformaron. Se iluminó. Se puso de
pie de un salto. Le dio las gracias al mensajero y apresuradamente garabateó
una contestación para la Madre.
Ananta dijo algo en tamil a sus sirvientes. Ellos parecieron muy contentos y
salieron. El mensajero partió.
Ananta mostró la carta a Roslyn, “Mi Queridísimo niño”, había escrito la
Madre.
Roslyn dejó a Ananta discutiendo con una enfermera y prometió venir a
visitarlo de nuevo por la tarde.
Cuando volvió aquella tarde a la Clínica, él ya se había ido.
A la mañana siguiente dejó a Bliss gritando en brazos de Marie y se fue a
Panditji con su pijama naranja limpio. Él estaba sentado haciendo su puja
cuando Roslyn se unió a los silenciosos discípulos sentados recatadamente e
inmóviles.
Justo cuando Panditji terminó su puja y estaba compartiendo el theertham
entre sus discípulos, la puerta del jardín se abrió repentinamente y entró
Ananta, absolutamente radiante, su pelo peróxido próximo al platino, recién
rasurado, con camiseta amarilla de seda y ceñidos pantalones blancos, seguido
de todos sus nueve sirvientes con sus camisetas blancas y pantalones amarillos.
Ignoró a todos cuantos estaban allí sentados, a punto estuvo de arrollarlos, y se
arrojó al suelo delante de Panditji, cuando Panditji paseaba entre sus apacibles
y sobrios discípulos con el pequeño recipiente de agua suavemente fragante.
Panditji tomó la cucharilla y diestramente derramó una gota de theertham
sobre la parte trasera de la cabeza de Ananta. La nariz de Ananta estaba en el
suelo próxima al gran dedo gordo de Panditji.
La cara de Panditji tenía una amplia sonrisa y su talante había cambiado en
un instante, de muy imponente y sobrio a estar cercano a la hilaridad. —
Levántate Ananta, —dijo Panditji. Ananta se puso en pie, al lado de Panditji,
prácticamente pisoteando a Joe, que murmuró al cuello de su camisa al ser
forzado a moverse: —Por Dios, Ananta.
Ananta lo ignoró. En el momento en que Ananta se puso en pie, su
trabajador número uno, el delgado, postrado también a los pies de Panditji, se
levantó a su vez y retrocedió, así como el segundo, tercero, cuarto, quinto,
sexto, séptimo, octavo y noveno hombres, también postrados a los pies de
Panditji. El resto de los amigos y discípulos permanecían sentados
observando, la mayor parte de ellos más bien desdeñosamente.
Panditji señaló una esterilla vacía, detrás de los otros discípulos. —Toma tu
asiento, Ananta.
Ananta se movió en la dirección opuesta, delante de todos los discípulos,
justo frente a la puerta de la sala de meditación de Panditji, bajo las fotografías
engalanadas con guirnaldas de la Madre, Sri Aurobindo y el Gurú de Panditji,
y de nuevo se arrojó en una profunda postración, con sus narices tocando
suelo. Panditji continuó su peregrinación entre el resto de los discípulos,
dando a cada uno, incluyendo a los trabajadores de Ananta, algunas gotas del
agua sagrada de su pequeño cuenco. Luego Panditji regresó a su sala de
meditación. Ananta se sentó justo delante de la puerta. Panditji volvió a salir
llevando una bandeja de bananas, ignoró a Ananta, casi tropezando con él, y
distribuyó las bananas entre los otros discípulos, entregando dos a Roslyn, uno
para Bliss y otra para ella.
Panditji pasó de nuevo, a través de los discípulos, a la habitación de la puja.
Ananta estaba sentado muy tranquilo frente a la puerta. Panditji sacó de nuevo
el pequeño cuenco de cobre y la cucharilla y por tres veces derramó en la
ahuecada palma de Ananta el agua sagrada que había lavado los pies de la
Madre Divina en el ritual y Ananta puso parte en su boca y parte en su frente y
ojos con exagerada piedad.
Luego Panditji le dio algunas bananas y le sonrió.
La conversación que siguió era tan esotérica y dramática como uno pudiera
desear. Cada uno estaba intentando captar la sabiduría dorada; no se oía ni un
susurro mientras Panditji hablaba o el intérprete traducía sus palabras al inglés.
Cuando un discípulo preguntaba o hacía un comentario, Panditji contestaba
en inglés, sánscrito o hindi, utilizando a menudo fábulas de los Vedas como
ilustración, o de los shashtras o sutras u otro saber esotérico tradicional, para
explicar lo mundano.
La esposa de Panditji servía café y la centelleante conversación
complementaba la luz del sol sobre las flores del jardín.
Panditji sólo venía a Pondicherry durante dos o tres semanas, dos o tres
veces al año, cada vez que era llamado por la Madre. Ella siempre guardaba
esta bellísima casa próxima al Ashram para Él, y hacía que Sus jardineros
mantuvieran siempre los jardines y que los sirvientes mantuvieran la casa.
Siempre estaba dispuesta para Él.
Él estaba profundamente entregado a Ella. Ella le respetaba y le mantenía a
Él y a Su trabajo como yogui, así como generosamente Lo mantenía
financieramente, de tal manera que Su responsabilidad económica hacia Su
familia era cubierta largamente por Ella. Esto le permitía hacer el trabajo que
Él siempre había hecho para Ella de manera confortable y segura. El único
propósito del trabajo espiritual que Panditji hacía, de acuerdo con la tradición
de sus gurús, era por el amor y las bendiciones de la Madre Divina.
El discípulo de Panditji, Sri Navajata, lo invitó a visitar la exposición en las
nuevas oficinas para Auroville. Panditji invitó a Roslyn a acompañarlo por la
tarde.
Joe estaba también con ellos. Panditji había declinado utilizar un coche.
Caminaron más allá del Templo de Ganesh. Habitualmente los mendigos
molestaban a Roslyn cuando pasaba delante de este templo. Panditji, que se
había puesto chappals [1] antes de abandonar su casa, le explicó a ella: —
Chappals son muy cómodas. ¿Tú no llevas?
Joe, un superpulcro americano, la miró: —Panditji dice que deberías llevar
chappals.
Ella iba descalza; no llevaba zapatos porque carecía de ellos. Paseaban,
decididos, por el centro de las calles de Pondicherry; pulcro Joe llevaba una
camisa de cuello duro recién almidonada y planchada, alisados y limpios
pantalones cortos, y unas muy respetables chappals, que le daban el aspecto de
un estudiante “A”; luego estaba Panditji, una bola dorada con una pieza de ropa
blanca alrededor de su cintura, otra pieza de ropa blanca sobre un hombro, y
un blanco cordón sobre su otro hombro, con vibhuti y kum-kum
embadurnando su cara y su cuerpo, gafas colgadas de su nariz, cabeza afeitada,
lleno de júbilo; y por fin Roslyn, tan alta como Joe y Panditji, pero más gruesa
que Panditji y mucho más gruesa que Joe, con sus pelos de punta al aire,
descalza, con una bolsa de tela sobre uno de sus hombros y su pijama naranja,
paseando al lado de Joe y Panditji. Se sintió como una princesa real de tiempos
remotos.
Panditji se detuvo un momento delante del templo con sus revocadas
imágenes pintadas, juntó sus palmas y murmuró un mantra.
Joe le miró y preguntó: —¿Por qué lo haces?
Panditji sonrió y señalando el templo dijo: —Es muy bonito.
Había una horda de escuálidos mendigos, raquíticos cuerpos cubiertos de
harapos, haraganeando en el soleado atardecer de la calle tranquila. Pequeños
tenderetes languidecientes vendían flores, incienso, cocos. A través de la puerta
abierta podían escuchar la música y a los sacerdotes cantando mantras.
Finalmente, dejando atrás la Oficina de Correos del Ashram, llegaron a la
esquina en donde la Oficina de Auroville estaba situada. Sri Navajata esperaba
en la puerta para recibirlos.
Atravesaron la puerta blanca del edificio blanco frente al Ashram de Sri
Aurobindo. Panditji y Joe se quitaron sus chappals. Los suelos eran blancos.
Roslyn cayó en la cuenta de que sus pies estaban sucios. Había una
impresionante exhibición sobre “La Ciudad que la Tierra Necesita”, “La
Ciudad del Futuro”, “La Ciudad de la Aurora”, “La Cuna del Superhombre”,
“Auroville”, una ciudad a construir sobre el supuesto de que esta vez el
proceso evolucionario colectivo permitiría a la humanidad sobrepasar lo que
ha sido hecho y convertirse en lo que debe ser, unirse y sobrevivir en el
tiempo y en el espacio a pesar de haberle sido dado el poder de destruirse a sí
misma y a la Tierra.
Auroville sería el lugar en donde todos los instintos conflictivos de la gente
que decidiera construir la humanidad, serían usados para luchar contra la
pobreza, el sufrimiento y la ignorancia y no para enfrentarse unos con otros.
Panditji miró con gran interés la exhibición y dijo: —Es un sueño de
jóvenes.
La tarde siguiente Panditji les contó una parte de la fábula de Durga.
“Los dioses habían sido expulsados de su reino por el demonio-búfalo,
Mahisha, y estaban al borde de la extinción. Para salvarse invocaron a la
Madre Divina, que se les apareció bajo la forma de una flamígera, feroz y
hermosa Durga. Los dioses La armaron con todas sus armas y símbolos y Ella
se convirtió en la personificación de la fuerza cósmica.
“Durante diez días, en diez aspectos de shakti, luchó con el demonio que es
descrito a veces como una encarnación de la ignorancia con cabeza de búfalo.
Victoriosa, restauró el orden de la manifestación, el círculo de la Gran Madre,
de nacimiento, muerte y renacimiento.”
El traductor continuó: —Panditji se va mañana. La puja de Durga es la
semana próxima, y le gustaría celebrarla en Rameshwaran.
Panditji miró a Roslyn. —Ven a Rameshwaran para la puja de Durga.
Se sintió honrada por la invitación. Aunque había muchos discípulos y
devotos sentados allí, conocidos de Panditji desde hacía tiempo, sólo la
invitaba a ella. Inmediatamente dijo que iría a Rameshwaran para la puja de
Durga.
—¿Qué día? —preguntó ella.
—Comienza el miércoles —replicó él.
—Es mi cumpleaños; voy a ver a la Madre. Se había quedado asombrada
cuando recibió la respuesta de Madre a través de Mari.
Mari le había contado a la Madre que Roslyn había regresado de Ceilán.
Madre replicó: “La veré en su cumpleaños.” Roslyn no le había dicho a Mari
que su cumpleaños estaba tan próximo.
—Ve a ver a la Madre y luego ven a Rameshwaran — dijo Panditji.
Le apenaba que Panditji dejara Pondicherry para ir a Rameshwaran. Estaba
encantada de estar con Él y con Sus discípulos por las mañanas y por las
tardes, tomando café y té, meditando y escuchando historias estupendas. Tenía
ganas de ir a Rameshwaran después de su encuentro con la Madre. También
había mucha gente agradable e interesante en Pondicherry y tanto que hacer.
Paseaba sobre las más suaves nubes.
Era un tiempo que redefinía los días del paraíso. Cada día amanecía con un
sol glorioso elevándose sobre el océano. Se levantaba temprano y a la salida
del sol ya estaba paseando por la calle Chabrol, a lo largo de la blanca playa
en donde el sol se alzaba dramáticamente sobre el mar.
La calle era muy tranquila, excepto por un hombre en bicicleta con un gran
recipiente de acero inoxidable sujeto al trasportín, avanzando lentamente por
la calle, voceando: —Café, café.
Delante de algunas de las casas por las que pasaba, en su paseo desde la
playa hasta el Ashram, las sirvientas barrían y lavaban el pavimento frente a
las casas y dibujaban con polvo de tiza los tradicionales dibujos tamiles
llamados kolams en las aceras delante de sus puertas. Esos dibujos eran
renovados diariamente delante de muchas casas y eran muy bonitos recién
hechos por la mañana.
Los kolams son símbolos de protección y buena fortuna que nada ni nadie
debe estropear al entrar en la casa.
Roslyn iba al Ashram con Bliss y se sentaban cerca del Samadhi, situado
bajo el Árbol de la Alegría, observando a las mujeres de saris blancos
arreglando las flores. Unos minutos después de amanecer cada mañana, dos
hombres colgaban un dosel de seda pintado sobre la tumba de mármol del
Samadhi, que luego era cubierto con flores de una dulce fragancia
exquisitamente arregladas. Grandes varillas de incienso estaban encendidas. En
un rincón del patio había dos mujeres, una con un gran cesto de flores y otra
con un cestillo de incienso, y cualquiera podía tomar flores e incienso para
ofrecerlos en la tumba.
Todo el mundo permanecía en silencio. Era un momento muy apacible del
día, aunque muy dinámico. Sentada allí tranquilamente sin más, apoyada contra
la pared de una de las habitaciones del patio, Roslyn se sentía en paz consigo
misma y con el mundo. No pensaba en por qué estaba allí o qué es lo que iba a
hacer. Nada más se sentaba allí hasta que el cielo se ponía blancoazulado con la
clara luz de la temprana mañana tropical, después Roslyn sentía el gruñido de
su estómago y se levantaba para ir al Café Indio en la calle Nehru para el
desayuno.
Roslyn tomaba habitualmente huevos revueltos con tostada, café y varios
cigarrillos. A veces encontraba allí a un antiguo conocido, o a uno nuevo.
Después del desayuno iba de visita.
Tenía una amiga, Lorelei, con dos niñas pequeñas, una de unos meses más
que Bliss y otra de unos pocos menos. Era holandesa. Ella y su marido se
habían unido al Ashram. Su hija más pequeña había nacido en la pequeña
comunidad de Promesa, en el límite exterior de Auroville, que había sido
construida por la Madre como un lugar para los niños de Auroville que iban a
nacer. Cuando Lorelei y Roslyn estaban juntas, todo lo que hablaban y todo lo
que pensaban era sobre Auroville. Las tres niñas jugaban juntas, y ellas
hablaban y hablaban sobre Auroville. La Madre parecía pensar que los niños
son el futuro y los cuidados prenatales para aquellas que iban a ser madres y el
cuidado y la educación de los niños, eran la prioridad para la comunidad de
Auroville. Madre había dicho que los niños eligen a sus padres. Cada persona,
según la Madre, tiene un ser psíquico, un aspecto inmortal. Según Sri
Aurobindo “el ser psíquico vive en el corazón”. Los niños pequeños son tan
preciosos porque ellos son puro ser psíquico, no revestido de ego.
El primer niño que había nacido en la comunidad de Auroville se había
ahogado cuando tenía ocho meses. Eso había sido un terrible golpe para la
comunidad.
Lorelei vivía con su familia en una pequeña casa cerca del bazar que les
había sido proporcionada por el Ashram. Ella y su marido habían dado todo su
dinero al Ashram cuando llegaron a Pondicherry. Se les había dado una casa,
una sirvienta, comida, vestido y acceso a los servicios del Ashram, incluidos
los sanitarios y el cuidado dental y la educación. No tenían nada de dinero.
Lorelei pedía prestadas algunas rupias de vez en cuando y compraba unas
pocas camisetas baratas en el bazar a las que bordar flores alrededor del cuello
y venderlas con un pequeño beneficio en Auroboutique.
Ella y Roslyn ponían a las niñas en pequeños baldes de agua en el diminuto
patio de la casa de Lorelei y se sentaban a la mesa, hablando y soñando sobre
Auroville y sobre los bordados. Ayudaba a Lorelei a dejar las camisetas listas
para ser revendidas. Lorelei necesitaba las rupias extras para pequeñas
necesidades, como té o naranjas. Anhelaba una bicicleta y una máquina de
coser. Su marido la había dejado una vez que estuvieron en el Ashram.
Continuaba viviendo en la misma casa pero nunca le dirigía la palabra o hacía
las comidas con ella o con los niños. Trabajaba en la factoría del Ashram
donde se embotellaba la soda “Sodalicious”.
La sirvienta de Lorelei le traía la comida del comedor del Ashram. Estaba
sola y feliz de tener una amiga; las niñas juntas eran un tumulto. Después de
estar sentadas bordando y comadreando durante un par de horas, habitualmente
salían a tomar el té y dulces o dosais, y después Roslyn volvía a la casa de
huéspedes, dejaba a Bliss con Marie, e iba a comer.
Todos los días eran brillantemente soleados y claros. Jamás había una nube
en el cielo. Todos con quienes se reunía estaban llenos de devoción por la
Madre y de entusiasmo hacia el futuro.
Sri Aurobindo había escrito en 1940 que la humanidad estaba al borde de
un avance evolutivo y que el mundo sería transformado por la Fuerza
Supramental. Parecía que todas las cosas malas iban a evaporarse como rocío
de la mañana y que habría rosas sin espinas por todas partes en cuanto las leyes
del tiempo y el espacio cambiasen, y que la humanidad avanzaría al encuentro
de sus vecinos entre las estrellas.
La comunidad alrededor de la Madre era frecuentemente mencionada como
“el Mundo de la Madre”. Era un lugar y una época muy especiales. Era limpio
y organizado, y había una profunda buena voluntad e igualdad entre todos los
miembros de la comunidad. No era simplemente que la Madre se asegurara de
que cada uno de los miembros de la comunidad fuera mantenido en un
adecuado nivel de vida, había la comprensión de cada uno de los miembros de
la comunidad de que, como niño de la Madre, aunque tuviera más dinero o
mayor responsabilidad, uno no es más importante que cualquier otro niño de
la Madre. Era evidente que Su consciencia era radicalmente diferente y de que
ocurría aproximadamente lo mismo con todos los demás.
La Madre amaba a Sus niños incondicionalmente. Exigía una atmósfera de
mutua buena voluntad y respeto entre Sus niños. Explicaba a la gente que
debían encontrarse unos a otros cada día —fuese cual fuese su relación—
como si fuera por primera vez, con sinceridad y confianza.
La gente era sincera y amistosa. Era un lugar muy tranquilo y apacible en
donde el énfasis se ponía en la sabiduría, el autoconocimiento y la
comprensión del mundo, más que en la adquisición de posesiones y de poder.
El Ashram era muy poderoso. Había dos mil miembros residentes y puede
ser que otros tantos huéspedes. Había una escuela con un campus que se
extendía varios bloques en cada dirección alrededor del Ashram, un horno de
pan, Clínicas de Salud, fábricas, tiendas, casas de huéspedes, una imprenta,
todo dirigido por la Madre, todo pintado del mismo color azul/gris/banco del
Ashram, un color apacible que destaca suavemente en cualquier luz, incluso en
la oscuridad de la noche. Y además estaba el proyecto de Auroville. Había
cuartos de baño limpios y filtros de agua por doquier en el mundo de la
Madre. Los niveles estéticos e higiénicos eran sorprendentes para el planeta
Tierra, inimaginables para la India, sin embargo eran escrupulosamente
mantenidos y el resultado era bello y armonioso, un lugar en donde prevalecía
una atmósfera de feliz bienestar.
Fue a ver a Mari. Mari le dijo que tenía una cita con la Madre a las 2:30 de
la tarde, el día de su cumpleaños. Ella le dijo a Mari que Panditji la había
invitado a Rameshwaran para la puja de Durga, pero que no tenía dinero
alguno. ¿Podía Mari prestarle algo?
Mari le prestó cuarenta rupias: era suficiente para un billete de ida y vuelta
en tercera clase.
Por fin llegó el cumpleaños de Roslyn.
Esa mañana la salida del sol parecía más gloriosa incluso que las hermosas
mañanas habituales que habían tenido con Bliss en Pondicherry. El cielo estaba
más colorido de lo habitual y el espectáculo de luces del amanecer sobre las
olas era tal vez el más espectacular que había visto. Hubo un momento en que
el mundo entero se tornó repentinamente de un rosa deslumbrante, el rosa del
hibisco que Madre había designado como la flor de Auroville, el color rosa
del ser psíquico, que es más anaranjado que azul. El malecón y la arena y Bliss
y Roslyn quedaron bañados en el pálido resplandor rosa asalmonado por un
instante y luego, como un caleidoscopio que ha girado, los púrpuras brillantes
y cada matiz de rosa, azul, amarillo y blanco, inundaron el cielo. El día
comenzó como un brillante disco de oro anaranjado surgiendo refulgente
sobre el océano.
Bliss iba a horcajadas sobre la cadera de Roslyn. Estaban completamente
felices y en armonía la una con la otra, paseando por el fresco pavimento en la
cálida luz tropical, cuando el día estaba todavía lleno del resonante silencio de
las primeras horas de la mañana. El chico, en su bicicleta con el gran
recipiente de acero inoxidable, las adelantó voceando: —Café, café.
Recorrieron la pequeña y tranquila calle desde la playa hasta el Ashram.
Todos los edificios eran del color gris/azul/blanco del mundo de la Madre.
Aunque pintados del mismo color, por los mismos pintores que habían pintado
los otros muros, los del Ashram eran en cierta forma diferentes. Era como si
el revoque del edificio que albergaba a la Madre fuera más alegre que el de los
otros edificios.
En el muy sobrio azul/gris/blanco muro, sobre las hermosas puertas
amplias de madera abiertas en la entrada, había un símbolo de la Madre, un
loto de doce pétalos de neón rojo y azul brillando suavemente en la calle
silenciosa. Ocasionalmente Roslyn se encontraba a alguien vestido de blanco,
andando hacia o desde el Ashram, como un fantasma flotante aleteando a
través de la puerta bajo el psicodélico loto. Bliss llevaba una camiseta negra
bordada con un dragón dorado que Roslyn le había comprado en Cachemira, y
parecía que todos los demás llevaban ropas blancas. Dentro de la puerta del
Ashram había paz y silencio en las primeras horas de la mañana, luces cálidas,
flores y pájaros. Roslyn caminó hasta el patio central. Miró hacia arriba y vio
luces en el tercer piso, en la habitación de la Madre. Había una aparente quietud
especial preñada con la promesa de un día especial. Había mucha más gente de
lo normal a esa hora de la mañana en el Ashram, alrededor del Samadhi y en
la Sala de Meditación, puesto que era también el primer día de la puja de
Durga, uno de los días especiales en los que la Madre, antes de retirarse a su
habitación en 1958, colocaba Su silla en la planta baja, en la sala de
meditación, y daba Sus bendiciones a Sus discípulos. Roslyn nunca había visto
Su silla anteriormente. Era muy especial, delicadamente tallada, con un
exquisito escabel y delicados cojines de seda. Magníficas flores habían sido
dispuestas alrededor de la silla y había discípulos sentados silenciosamente
frente a la misma con rostros radiantes. Roslyn se sentó en el suelo con Bliss.
Casi se había acostumbrado a la mágica pequeña explosión de campanillas que
experimentaba cada vez que entraba dentro de esa sala de meditación.
Era una liberación de energía o una absorción de energía, que la dejaba
completamente calma, tranquila, sin pensamiento alguno, simplemente allí en
la orilla del tiempo próxima al ahora.
Estaba por completo en la felicidad absoluta. De repente se dio cuenta de
que su nariz estaba sobre el suelo. Estaba casi dormida, de tan relajada. Se
incorporó a su posición de sentada y tomó a Bliss, que estaba sentada a su lado
—ya de diez meses—, con sus piernecitas cruzadas como un viejo yogui,
como un querubín tradicional de rizos dorados, vestida como una diosa
asiática, de negro con bordados dorados, con pulseras en sus muñecas y
tobillos. Volvieron a salir a la mañana.
Roslyn tenía que prepararse para partir hacia Rameshwaran; debía coger
flores para presentarlas a la Madre; debía arreglarse ella misma para
presentarse a la Madre; tenía que comer y dar de comer a Bliss y arreglar a
Bliss para presentarla a la Madre. Caminó por delante del templo de Ganesh
hacia su habitación. Había músicos tocando alargados cuernos y tambores del
sur de la India, con sacerdotes entonando cánticos y representaciones del
Señor Ganesh. Había pinturas y estatuas del dios con la cabeza de elefante
alrededor de ellos. La mañana estaba llena de flores y de música, de niñas
pequeñas y de hermosas mujeres jóvenes con flores en el pelo y tintineantes
brazaletes tobilleros de plata. Era divertido estar allí observando el ritual, el
aire fragante de flores y de incienso. Algunos hombres giraban y giraban en
círculos como estáticos derviches frente al santuario interior en el centro del
patio del templo. Finalmente volvió a la calle y, dando la vuelta a la esquina, a
la Casa de Huéspedes Shelter.
Su sirvienta la estaba esperando. Roslyn dejó a Bliss con ella y marchó a
sus recados.
Tenía un sari nuevo de organdí blanco, con delicados bordados malva a lo
largo del dobladillo, que se había comprado para llevarlo en su encuentro con
la Madre. Bliss tenía un conjunto para bebé de lana blanca que era
horriblemente inadecuada para los trópicos, pero el único vestido blanco que
tenía, y Roslyn quería que Bliss estuviera primorosamente vestida cuando
fueran a ver a la Madre. Bliss tenía diez meses. Era el veintiséis cumpleaños de
Roslyn.
Mari se reunió con ellas en lo alto de la escalera, cubierta con una alfombra
verde, de la Sala de Meditación, con una gran sonrisa y un pequeño paquete
para Roslyn, a las 2:30 pm. Subieron las escaleras. En el segundo descansillo
Mari señaló una puerta a la derecha y dijo en voz baja que tras la puerta estaba
la habitación de Sri Aurobindo. Siguieron a través de una entrada abierta a su
izquierda, atravesando un largo salón —que tenía estanterías cubiertas con
sábanas protectoras del polvo en todas las paredes y una gran mesa larga en el
centro que pudiera haber sido la mesa de una biblioteca—, hasta afuera, al
interior de un pequeño porche, y entonces subieron de nuevo una escalera más
estrecha, alfombrada de verde, y a través de un vestíbulo hasta el interior de un
amplio balcón.
Había otra mujer en el balcón. Era una de las mujeres más hermosas que
Roslyn había visto jamás. Su pelo negro estaba recogido en un moño y tenía la
postura y la gracia de una bailarina de ballet. Mari la presentó como: —
Poorna, la nieta de la Madre.
En ese momento la puerta de la habitación que, a través del vestíbulo, daba
frente a la puerta del balcón, se abrió. Un hombre vestido con un longi y una
estola blanca sobre su hombro, de largo pelo blanco y ojos destellantes, miró
hacia fuera y captó los ojos de Poorna. Ella lo siguió a través de la puerta y la
puerta se cerró.
Mari le explicó a Roslyn: —Habitualmente la gente se arrodilla delante de
la Madre. Cuando entres a la habitación te arrodillas delante de Ella. Es muy
mayor y no puede mirarte si permaneces de pie frente a Ella.
Roslyn no creía en arrodillarse ante otras personas; puede ser delante de
Dios; pero nunca se había encontrado con Dios y no tenía claro que incluso
entonces se arrodillara. No obstante, no argumentó con Mari; no dijo nada.
Mari tenía una beatífica sonrisa en su cara. Permanecía allí, silenciosa,
como en un embelesado trance. Roslyn paseaba hasta el final del balcón y
miraba por encima de la baranda el tranquilo patio del Ashram, y más allá del
patio las otras habitaciones y terrazas. Bliss estaba quieta como una muñeca, a
horcajadas sobre su cadera, sonriéndole como un feliz querubín en una suave
tarde tropical. Una agradable brisa desde el mar las acariciaba. Roslyn abrió el
pequeño paquete que Mari le había dado, una pastilla de jabón de madera de
sándalo de Mysore, ¡precisamente lo que necesitaba! La deslizó al interior de
su mochila de tela.
La puerta de la habitación que, a través del vestíbulo, daba frente a la puerta
del balcón, se abrió de nuevo y salió Poorna que comenzó a descender por las
escaleras. El hombre pequeño hizo señas a Mari que avisó a Roslyn y entraron
en la habitación de la Madre.
Bliss estaba sobre uno de sus brazos y Roslyn tenía un desaliñado ramo de
flores en la otra mano, puesto que alguien le había dicho que era una tradición
llevar flores a Madre.
El suelo estaba densamente cubierto de alfombras y lo único que Roslyn
pudo ver en la habitación fue a la Madre sentada en su silla. Atravesaron la
habitación y, sin pensarlo, el cuerpo de Roslyn cayó de rodillas delante de Ella.
Ella estaba sentada en Su silla mirándolas detenidamente. Roslyn sentó a Bliss
sobre la alfombra próxima a ella.
Entre la Madre y Bliss había una bonita canasta de paja. Bliss se abalanzó
hacia la canasta. Mari dijo: —Detenla; es una canasta de huevos.
Roslyn agarró a Bliss y la sentó. De nuevo el bebé se abalanzó hacia la
canasta y Roslyn la agarró y la sentó; pero claramente Bliss iba a saltar de
nuevo hacia la canasta. Roslyn trataba de contener a Bliss con una mano y en la
otra todavía tenía el desmañado ramo de flores, cuando la Madre miró a Bliss,
una poderosa mirada penetrante que hizo que Bliss se sentara de nuevo bien
recta, atenta a la mirada de la Madre. Roslyn no sabía qué estaba pasando entre
ellas pero la contundente mirada que la Madre estaba dirigiendo a Bliss era
muy fuerte, Roslyn estaba contenta de no ser la receptora de esa penetrante
mirada. A continuación el semblante de la Madre se disolvió en la más dulce de
las sonrisas y Bliss le sonreía a Ella, y parecía como si compartieran la broma
más maravillosa, perfecta, clara, en una comunicación sin palabras. La Madre
tenía 90 años. Algunas personas le habían dicho a Roslyn lo que pensaban; tal
vez Ella era una mera apariencia senil. Viéndola comunicarse con Bliss,
Roslyn pensó, “tal vez Ella está senil”. Madre parecía entender a Bliss mejor
que Roslyn, así Ella debía tener la consciencia de un bebé.
Entonces Madre se volvió hacia ella y dijo: —Parlez-vous Français?
Bliss estaba sentada quieta, sonriendo felizmente al lado de Roslyn, sin
prestar atención alguna al cesto de huevos. Roslyn no había esperado que
Madre le hablara.
Todo el mundo le había dicho que Madre normalmente no hablaba a la
gente cuando iban a recibir Su bendición. Roslyn estaba tan pasmada que ni
siquiera se sintió capaz de hablar inglés o americano, que había estado
hablando durante toda su vida. Sólo miraba a la Madre.
Madre dijo en un inglés perfecto y sin acento: —Do you speak French?
Roslyn no pudo responder. Su ser por entero parecía estar atravesando tal
convulsión de gozo; pero era tan suave como la seda, nada era diferente, todo
era diferente, estaba completamente sumergida en la dicha para poder
contestar.
Mari contestó por ella: —Ella no habla francés, Madre.
No podía hablar, no podía moverse, no podía pensar, Madre la miraba, pero
ella estaba demasiado feliz como para sonreír, sin embargo Madre parecía
estar sonriéndole a ella. Ella continuaba haciéndole una serie de preguntas en
inglés y Roslyn fue consciente de que, por primera vez en su vida, el gato le
había comido la lengua. Mari contestaba por ella, a cosas como, —¿Te gusta
Pondicherry?, ¿Has visitado Auroville?, ¿Dónde nació Bliss?
Roslyn se sentía como una tonta y Mari muy gentilmente contestaba a la
Madre las preguntas que eran para ella, como si fuera una niña idiota.
Mari le dijo a Madre que Roslyn iba a ir a Rameshwaran para la puja de
Durga.
Madre dirigió a Roslyn una prolongada mirada. Se volvió hacia la mesa
junto a su silla y cogió una esponjosa flor verde con el más sorprendente
perfume acre y fragante.
Le extendió la flor a Roslyn y le dijo que la entregara a Panditji, porque era
una flor especial que significaba la manifestación Supramental.
Roslyn deslizó la flor en el interior de la mochila de tela, con la pastilla de
jabón y todos los cachivaches que siempre llevaba, y la olvidó.
Por último Mari le preguntó si quería entregar el pobre ramo mustio, que
había estado sujetando, a la Madre. Extendió las flores hacia la Madre. De la
mesa junto a su silla, la Madre tomó un bello ramo de flores frescas y se las
entregó a Roslyn, junto con una tarjeta y una única rosa de color rosa.
También le extendió un corderito de trapo que llevaba colgada una campanilla,
para Bliss.
Bliss cogió el corderito de mano de la Madre y pareció fascinada con el
sencillo juguete. Se estiró y tomó la flor que Madre le tendía también para ella,
en su otra manita de bebé y agitó hacia la Madre sus manos llenas con el
pequeño cordero y la flor, luego las llevó a su regazo y miró los maravillosos
regalos que Madre le había dado. Levantó la mirada hacia la Madre de nuevo,
apretando los pequeños tesoros firmemente contra su cuerpo.
La Madre miró a Roslyn y le dijo: —Tráeme de nuevo a Bliss en su
cumpleaños.
Había contestado la pregunta no formulada de Roslyn. Permanecerían en
Pondicherry por lo menos hasta el cumpleaños de Bliss.
Después Ella les dedicó una gran sonrisa y Roslyn se inclinó hasta tener su
nariz pegada al suelo. Cogió a Bliss y los regalos de la Madre y salieron. El
asistente de pelo blanco le sostenía la puerta, y comenzó a bajar la escalera
verde. Apenas había descendido unos escalones cuando se detuvo. No quería
seguir bajando aquellas escaleras. No sabía qué había ocurrido en la habitación
de la Madre pero, fuese lo que fuese, parecía ser más maravilloso que
cualquier otra cosa que nunca le hubiera ocurrido en toda su vida. Había tenido
muchas aventuras, muchas experiencias interiores y externas, pero lo que
había en aquella habitación era mejor que el champán, mejor que el sexo,
mejor que cualquier cosa que ella hubiera experimentado. Estar en la
habitación de la Madre era gozo perfecto, y no quería salir a la calle, quería
regresar a la habitación de la Madre.
Mari descendió por la escalera tras ella. Parecía entender perfectamente por
qué Roslyn se había detenido en los escalones. Miró a Roslyn con una
maravilloso brillo en sus ojos y le aseguró: —No te preocupes; puedes volver
el día del cumpleaños de Bliss.
En el momento en que habían descendido hasta el final de la escalera,
Roslyn se dio cuenta de que ya se había olvidado de cuán más maravillosa era
la sensación de estar simplemente cerca de Ella, y estuvo contenta pensando en
quedarse en el Mundo de la Madre por lo menos hasta el día del cumpleaños de
Bliss, en diciembre.

[1] Sandalias.
Bernie, Ma Talyarcan, Gitananda
CAPÍTULO V

LA CIUDAD DEL FUTURO

La mirada que eleva la tierra hacia un remoto Desconocido


es sólo un prefacio de la épica ascensión
del alma humana desde su liso estado terrenal
hacia el descubrimiento de un yo más grande
y hacia el lejano resplandor de una Luz eterna.
Este mundo es un inicio y una base
en donde Vida y Mente erigen sus estructurados sueños;
un Poder nonato debe construir la realidad.
“Savitri” de Sri Aurobindo
OSLYN reunió lo necesario para su viaje a Rameshwaran, pero carecía
R de dinero para su estancia. Confiaba en que puesto que Panditji la había
invitado, y era un gran poderoso yogui, no le preocupaban detalles como el
dinero. No sabía cuánto tiempo permanecería en Rameshwaran. Pensó que
cuando Panditji se diera cuenta de que no tenía dinero, la enviaría de nuevo a
Pondicherry.
No estaba preocupada. Tenía su habitación en Pondicherry y esperaba la
llegada de dinero a la Oficina de Correos del Ashram. Al dejar la casa de
huéspedes hacia el tren gastó varias de sus preciosas rupias en un rickshaw que
la llevó a Castelini para cenar con John Kelly, camino de la estación.
Kelly se estaba mudando desde Castelini a una casa de huéspedes al lado de
la playa, en donde podría estar en el jardín con un caballete y pintar el océano.
Todavía llevaba pijamas malva y bebía cerveza. La cena de esa noche fue
excepcional. La Condesa de B. había hecho que su cocinero preparara una
comida especial para ellos y se la enviara, caliente, en un tiffin. Había langosta
con una deliciosa salsa, judías verdes francesas, y mouse de chocolate. Gabriel
trajo algunas Coca-Colas con hielo, y Kelly le dijo a Roslyn: —Todavía no has
visto nada.
Ella replicó: —Me parece que mi vida es muy diferente de otras personas.
He tenido algunas experiencias verdaderamente increíbles y maravillosas,
como el encuentro de hoy con la Madre, pero he tenido algunos terribles
momentos muy difíciles, mucho peores de los que he visto ocurrir a los
demás.
Kelly replicó: —Es el yoga. Tu alma está siendo preparada como el acero,
primero fuego, luego hielo.
Ella contestó: —¿Cómo puede ser el yoga? Madre dice que la ecuanimidad
es una indicación del progreso espiritual. Yo estoy entre la dicha y el suicidio.
—¿Cómo te sientes hoy? —preguntó Kelly.
—Extasiada por el encuentro con Madre y asustada porque me voy a
Rameshwaran sin dinero alguno.
—No estés asustada. Has tenido siempre lo que has necesitado, ¿por qué
habría de cambiar eso? —preguntó él.
—Tal vez no debería ir. Tengo ya pagada mi habitación y mi comida aquí
—dijo ella.
—No, no, ve. Es un acto de fe. Siempre puedes regresar.
Comieron rápidamente y se fue a la estación de tren. El tren ya estaba allí.
Compró su billete y subió. La primera etapa del viaje fue tranquila y cómoda,
aunque al tren le costó una hora llegar al importante cruce quince millas al
oeste de Pondicherry. Allí hubo de dejar el tren en la gran estación, cansada,
cargada con Bliss y con su bolsa, y encontrar el tren a Rameshwaran.
Finalmente lo encontró y embarcó. Iba lleno, pero encontró un
portaequipajes vacío, se acurrucó con Bliss y se durmió. Durante la noche tuvo
necesidad de levantarse para ir al baño. Dejó a Bliss y su bolsa en el
portaequipajes por un par de minutos. Luego gateó de vuelta al sitio, junto a
Bliss.
Cuando se despertó, los dedos de la aurora acariciaban el cielo de la
mañana. Salió del portaequipajes. Muchas de las personas que habían estado en
el tren habían descendido en las diferentes paradas a lo largo de la noche.
Había un lugar en el asiento de abajo. El tren entró en una pequeña estación.
Había un chico en la ventanilla vendiendo té y galletas. Le pidió té y algunas
galletas y buscó en la bolsa el dinero para pagarle. ¡El dinero había
desaparecido! Estaba muy disgustada. Todo su dinero, aunque fuese sólo unas
cuantas rupias, había desaparecido. Alguien debió tomarlo de la bolsa cuando
fue al baño por la noche.
Un hombre del vagón de segunda clase, contiguo al coche de mujeres,
percibió su desasosiego. Le preguntó si necesitaba ayuda.
Ella le explicó que cuando miró en su bolsa, encontró que todo su dinero
había sido robado mientras dormía.
Él compró el té y las galletas para ella. Estuvo muy agradecida.
No le quedaba ni una paisa, ni la más pequeña de las monedas. Estaba en un
tren con bebé Bliss en el sur de la India. Trataba de no preocuparse. Panditji la
había invitado. Si verdaderamente era un gran yogui se ocuparía de ella.
El hombre que le había comprado el té y las galletas llegó hasta su ventana
agitando los brazos tratando de llamar su atención.
Le tendió un fajo de rupias y explicó: —He realizado una colecta en el
coche de segunda clase en donde viajo, puesto que no quiero que usted, una
dama extranjera, tenga un mal concepto del pueblo indio. No es mucho. Le dio
un buen fajo grueso de billetes de rupia.
Ella no le había dicho que solamente llevaba veinte rupias, y probablemente
no debería haber aceptado el dinero, pero se figuró que era la forma en que
Panditji resolvía el problema y lo aceptó.
—Ha sido un placer —dijo él.
Sonó el silbato y él regresó al otro coche. Ella contó el dinero, ¡casi
trescientas rupias, una fortuna!
El tren caminaba sobre del puente y llegaban a Rameshwaran.
Su bolsa estaba llena de rupias y tenía a Bliss, risueña, sobre su cadera. Era
una mañana dorada, suave y soleada. Descendieron del tren.
Tomó un rickshaw directamente a casa de Panditji.
No había nadie en la veranda y tampoco en el patio central. Panditji estaba
sentado en su sala de meditación entonando mantras. Roslyn se sentó con Bliss,
su espalda y su bolsa apoyadas contra un gran pilar, observando y escuchando
en el silencio de la mañana. Panditji jugaba con agua, flores y fuego, cantando
mantras con más sílabas a la vez de las que parecía posible. Las fotografías de
la Madre, de Sri Aurobindo y de su gurú, que rodeaban el marco de la puerta
de su habitación de puja, parecían resonar con una fuerza de bendición. Estaba
sentada allí sintiéndose bendecida en presencia de los Maestros. Bliss
permanecía sentada a su lado, quieta como una muñeca, su mano apoyada
ligeramente sobre el regazo de Roslyn como si estuviera meditando.
Roslyn había hecho la práctica de treinta y cuatro días y se sentía mucho
más estable de lo que estaba cuando conoció a Panditji. Ignoraba por qué él la
había aceptado, o por qué ella lo había aceptado a él, pero parecía haber un
entendimiento entre ellos, una relación que nada tenía que ver con el lenguaje,
la cultura o la apariencia. Él, de forma muy amable, era un amigo, un gurú, un
guía. Era jovial y encantador, firmemente impregnado por el Divino. Panditji
hacía sonar una campanilla y cantaba un mantra que sonaba como Omaha
Cream Cheese. Musitó algunos mantras más. La atmósfera cambió después de
repicar la campanilla. Se levantó y salió afuera de la sala de meditación con su
pequeña copa y su cucharilla.
Roslyn había sido cuidadosa para no hacer ruido. Él no podía haberla visto,
a menos que hubiera tenido ojos en la parte posterior de su cabeza, pero sabía
que estaban allí. Ella tomó el agua vertida en la palma de su mano y la bebió.
Él le dio dos bananas. Su hija llegó trayéndoles café y se llevó a Bliss.
Panditji se interesó por la Madre, y Roslyn recordó que Ella le había
entregado una flor para él el día anterior. Buscó en la mochila de cuyo interior
había sido sustraído el dinero en el tren. Su pasaporte estaba todavía allí y
todos los cigarrillos, fósforos, peine, dulces y otros cachivaches que siempre
llevaba consigo en esta pequeña mochila de tela, y debajo de todo ello
encontró la mullida y maravillosamente fragante flor verde. Estaba todavía
tersa y exhalando un suave perfume. Debería haber estado como un resto
estrujado. Estaba asombrada de que la flor hubiera sobrevivido al viaje desde
la habitación de la Madre hasta la sala de Panditji en Rameshwaran.
Panditji estuvo muy complacido de recibir una flor de la Madre. La
introdujo inmediatamente dentro de su sala de meditación y esparció agua
sobre ella y la ofreció a la Diosa, la Madre; el activo aspecto femenino de dios,
destructiva y benéfica, Durga, la diosa de los diez brazos, montada sobre un
león en batalla contra el mal. Cuando no hay luz ni calor ni sonido, incluso
entonces, en el interior, permanece Su gran calidez, el alma, el eterno uno en
todos.
Panditji le contó a Roslyn una historia sobre Durga. Había un devoto
príncipe hindú que se dirigía al templo de Durga. La India en aquel tiempo
estaba dominada por los mongoles. Un capitán mongol, musulmán, interceptó
a los hindúes en su camino hacia el templo y les conminó a que perdieran su
religión o sus vidas. Ellos le persuadieron para que los acompañara al templo.
Cuando llegaron, el capitán musulmán degolló el caballo del príncipe hindú y
le dijo a él y a su séquito que si la diosa a la cual habían venido a adorar no
devolvía la vida del caballo, él los mataría a todos y se quedaría con sus
caballos y con las ofrendas que habían traído al templo de su Señor. El
príncipe hindú estaba consternado y entró en el templo con el capitán, sacó su
espada y cortó su propia cabeza, antes que convertirse en un musulmán o que
los musulmanes lo mataran. La diosa quedó complacida con su devoción por
lo que le devolvió la vida y la vida de su caballo. Desde aquel día el capitán
mongol dejo de acosar a los hindúes.
Roslyn permaneció en Rameshwaran durante unos días en la casa de
huéspedes de Panditji. Era una casa tradicional del sur de la India, con grandes
pilares antiguos de madera soportando el techo de la entrada, y construida
alrededor de patios, como en la antigua Roma. Había una sirvienta que se
ocupaba de ellas. Los otros discípulos nunca hablaban con Roslyn y apenas
pronunciaban palabra cuando estaban con Panditji.
La estancia era apacible pero ligeramente austera. No había nadie con quien
pudiera hablar en Rameshwaran excepto Bliss y Panditji. Llevó a Bliss a la
playa. Llevó a Bliss al templo. Llevó a Bliss a Panditji. Comieron dulces,
bebieron café y vieron al elefante y la procesión alrededor del templo.
Escucharon los mantras cantados a través de los altavoces. Era agradable, pero
muy aburrido, excepto cuando podía estar con Panditji; entonces sentía su ser
colmado de luz y era tomada por una consciencia que enderezaba su espina
dorsal y la llenaba por dentro y por fuera de tranquilidad y alegría. Quería
regresar a Pondicherry donde se lo estaba pasando en grande. Ananta la había
invitado a la isla la última noche de la puja de Durga, “la Victoria”. Pidió a
Panditji que le diera un mantra y él le dijo que la vería en Pondicherry en
diciembre.
Roslyn tomó el largo, lento y polvoriento tren de vuelta a Pondicherry con
las últimas rupias que el Buen Samaritano le había dado. Abandonaron
Rameshwaran al mediodía y llegaron a Pondicherry al amanecer de la mañana
siguiente.
Llegaron a la estación en el momento de la salida del sol. Pondicherry
estaba resplandeciente con la belleza de los colores de la aurora. Roslyn había
escrito a su padre Bernie, “en Pondicherry, al lado del mar, es donde quiero
estar”.
Tomó un rickshaw desde la estación de tren a la Casa de Huéspedes Shelter.
En su habitación todo estaba como lo había dejado y su sirvienta Marie vino
para hacerse cargo de Bliss. El dhobi llegó con la ropa limpia. Roslyn salió a
la Oficina de Correos y a ver a sus amigos.
En la Oficina de Correos había una carta de su padre con dinero. Le decía
que iba a venir a Pondicherry para verla por el cumpleaños de Bliss en
diciembre.
Cobró el cheque. En el bazar compró tela que llevó a la calle de los sastres.
La calle de los sastres era un pequeño callejón que atravesaba la calle del
bazar, en la que había una hilera de hombres tamiles, sastres, sentados ante sus
máquinas de coser a lo largo de uno de los lados del callejón. Dejó la tela a
uno de los sastres, quien prometió tener sus nuevos vestidos listos para la
tarde. Luego fue a comprar una bicicleta y pidió que unieran al manillar un
cestillo para Bliss y después volvió para coger a Bliss y pagar a la sirvienta y a
la casa de huéspedes.
En la habitación de al lado había una mujer italiana que se había trasladado
poco antes de su partida hacia Rameshwaran. Era una persona mayor pero muy
elegante y divertida. Era vehemente en su desaprobación de que Roslyn no
llevara calzado, y de que Roslyn dejara al bebé con la sirvienta por las
mañanas, que Roslyn no estuviera casada, etc. Pilló a Roslyn cuando pasaba
por delante de su habitación.
—Así que estás de vuelta. He estado oyendo llorar a la niña.
En ese mismo momento se abrió la puerta de la habitación de Roslyn y salió
Bliss, toda limpia, con un lazo en el pelo y un vestido limpio, en brazos de la
agradable mujer tamil que se ocupaba de ella. Bliss estaba bien con Marie pero
inmediatamente agarró un berrinche cuando vio a Roslyn, en demanda de que
la cogiera.
—¿Vas a ir a comer? —preguntó su vecina.
—Sí.
—¿A dónde vas a ir?
—No lo sé, puede ser al Continental —replicó ella. Siempre disfrutaba del
Hotel Continental en la playa con su comedor que daba al mar. La comida era
no vegetariana, buena y de precio asequible.
—¿Por qué no pruebas el nuevo restaurante del Ashram en la playa “Tous
qu’il faut”? Es no vegetariano. Lo regenta la nieta de la Madre y hay unos
filetes dignos de elogio.
Roslyn rió. —Debemos estar en el único ashram en la India que cuenta con
un restaurante de bistecs.
Le había impresionado la nieta de la Madre cuando se encontraron en el
balcón exterior de la habitación de la Madre. Era muy elegante. Las cosas en el
mundo de la Madre eran más limpias, más bellas, que las cosas en el mundo
real, así que Roslyn estuvo contenta de escuchar que había un restaurante no
vegetariano asociado con el Ashram.
Era un pequeño edificio azul/gris/blanco en la calle de la playa, cerca del
Continental. No había ningún distintivo en la puerta, pero estaba abierta y había
un salón lleno de mesas y taburetes blancos y gente comiendo.
Era asombroso. Había muy pocos indios, casi todos eran europeos. Roslyn
no había visto otra cara blanca ni otro restaurante no vegetariano desde hacía
días. Pasaron a la siguiente sala, en donde la nieta de la Madre estaba sirviendo
comida desde una larga mesa cubierta con un mantel limpio, un bufé, todo lo
que quisieras comer por unas pocas rupias, incluyendo filete mignon, pescado,
patatas fritas, ensaladas vegetales, arroz, dhal, chapattis, mantequilla, yogur y
fruta. Exactamente el restaurante que Roslyn había deseado durante toda su
vida, a excepción de que sólo había té, café y jugo de limón, no Coca-Cola.
Roslyn apiló la comida en el plato que tomó con una de sus manos,
mientras estabilizaba a Bliss sobre la otra cadera. Se sentó en una de las mesas
blancas de la sala exterior.
Bliss estaba sentada sobre la mesa y metía sus manos en el plato de comida
de Roslyn. Puso comida en su cara, en su camiseta, en la mesa, en el suelo e
incluso una pequeña cantidad en su boca, mientras Roslyn comía, ignorando a
Bliss, mirando por la ventana, a través de la calle vacía, la playa, el destellante
mar claro y el brillante cielo azul.
Bliss manoteaba arroz con sus puños sobre la superficie de la mesa.
La vecina de Roslyn se acercó y preguntó por qué no había dejado a la niña
en la casa de huéspedes con la sirvienta, en lugar de traerla al restaurante
donde estaba molestando a todo el mundo.
A Roslyn no la molestaba. Roslyn no podía creer que nadie pudiera
molestarse por un bebé aplastando arroz en la superficie blanca de la mesa. Así
que ignoró la observación y le dijo a su vecina italiana: —La comida es muy
buena.
—Esta niña debería llevar pañales —replicó ella.
Roslyn le dio a Bliss un trozo de pescado para que jugara con él.
Su vecina se fue y no le volvió a hablar.
Durante la comida vio a Joe, el amigo de Ananta, que también iba a ir a la
puja en la isla esa noche. Éste le sugirió compartir un taxi con una señora de
Nueva York.
Pasó una tranquila tarde con Bliss arreglándose para la fiesta de la puja en
la isla.
Vistió su bello vestido de brocado de seda roja de la China que había
adquirido en Nepal. Empleó horas pintando su cara como una pintura de
Seurat, con puntos de color combinados alrededor de sus ojos y de sus
pómulos. Bliss llevaba su camiseta de algodón negro con el dragón dorado.
Parecían terriblemente exóticas cuando se detuvo el taxi con Joe y la vieja
amiga de Ananta, Miss América Pie, que llevaba mocasines con medias y un
impecable Peck & Pec de blusa y camiseta. Joe era su usual imagen de Mr.
Limpio, con su camiseta y pantalones cortos almidonados.
Joe preguntó a Miss América Pie si era cierto que montaba su caballo en
Central Park cada día, y ella contestó: —No cuando estoy en India. Después ya
no hubo más conversación en el taxi.
Llegaron a la isla y la Condesa B. estaba allí con Ananta, luciendo
completamente cautivadora. Ambos estaban bebidos. Ananta dio la bienvenida
a sus huéspedes superficialmente y desapareció en el dormitorio con la
Condesa, cerrando la puerta. Los tres invitados que no tenían nada que decirse
uno al otro en el taxi, seguían sin tener nada que decirse. Joe golpeó la puerta
del dormitorio de Ananta: —Ananta ¿tienes algo de brandy por ahí?
—Creo que deberíamos irnos si va a comportarse de esa manera —dijo a
Roslyn y a la señora de Nueva York.
Salieron al jardín. El sol se estaba poniendo. Las luces se encendieron
súbitamente en toda la isla, la gran luz del pilar de Zeus, hileras de luces —
como las de un árbol de Navidad— sobre el templo y luces en el jardín
iluminando las estatuas de Atenea y de Varuna y los estanques de lotos. Ananta
y la Condesa finalmente se reunieron con ellos. Caminaron juntos por la
limpia senda hasta el templo en donde había tres sillas. Ananta se sentó en la
del medio, con la Condesa de B. a su derecha. Miss América Pie se sentó en la
otra silla a su izquierda. Sobre el suelo había esteras para Roslyn, Bliss y Joe.
Roslyn estaba muy disgustada de que Ananta no le estuviera prestando
ninguna atención. El sacerdote comenzó a cantar y los músicos a tocar la
extraña música del sur de la India. Roslyn pareció perder contacto con el
tiempo y el espacio y entrar en una extraña nueva dimensión.
La orquesta tamil tocaba el chenai, la tabla y el armonio, mientras los
sacerdotes cantaban y jugaban con flores y otras ofrendas en el templo. Roslyn
percibió una inmensa presencia luminosa sobre la tranquila, pequeña isla. Dos
sacerdotes vestidos con longis blancos y ropa blanca sobre sus hombros
izquierdos, estaban sentados cantando mantras en el interior del templo que
resplandecía con la luz de muchas lámparas de manteca encendidas.
Roslyn escuchaba a Ananta explicando que los sacerdotes habían sido
enseñados por Panditji en Rameshwaran para ejecutar los rituales en su templo.
Era la celebración de la gran victoria de la Divina Madre como Durga, sobre
el monstruo Maisha, el búfalo de la ignorancia. El propósito del ritual no era
simplemente celebrar Su victoria, sino también invocar Su presencia.
De repente todo cambió y Roslyn se sintió maravillosa. Era como si ya no
estuviera confinada en su cuerpo; las molestias e incomodidades de su
personalidad desvanecidas, y ella fuera parte de algo inmenso y vasto que fluía
a través del infinito dentro del tiempo.
Los sacerdotes salieron del templo e hicieron un pequeño fuego en un
minúsculo hoyo, cantando mantras todo el tiempo. El sentimiento de una
profunda serenidad y dicha la mantenía embelesada. Bliss estaba sentada
tranquilamente. Los sacerdotes echaban manteca, flores, puñados de arroz, y
así, al fuego, cantando cadenciosos mantras. La música mantenía a todo el
mundo extasiado. Luego los sacerdotes volvieron a entrar al templo, dijeron
algunos mantras más e hicieron sonar una campana. Todos se pusieron de pie.
Dos de los sirvientes de Ananta sacaron la gran deidad de latón fuera del
templo y la colocaron sobre una pieza de seda en un pequeño palanquín
engalanado con guirnaldas. Lo elevaron y lo llevaron sobre sus hombros.
Detrás iban los sacerdotes que continuaban cantando mantras, llevaban
incienso ardiendo y una bandeja de latón con objetos sobre ella. Los músicos,
Ananta, las señoras, Joe, Bliss y Roslyn siguieron al palanquín.
La procesión continuó alrededor de la isla propiciando a varias deidades,
incluso a la deidad del río que rodeaba la isla, y luego regresó al templo.
Ananta los había invitado a todos a cenar, pero sugirió que propiciaran a su
mascota, la boa, echándole de comer a la niña. Roslyn no lo encontró divertido
y se sintió realmente molesta con Ananta.
Había una mesa con mantel de lino, plata, cerámica china y cristal, y una
excelente cena de cuatro platos con vino y brandy. Ananta se excusó después
del café, tras ignorar a Roslyn y a Joe durante toda la tarde, y se fue al
dormitorio. ¡La Condesa de B. lo siguió, y cerró la puerta! Los demás fueron
abandonados. Miss América Pie estaba muy disgustada de haber hecho todo el
camino desde Central Park para visitar a su amigo, sólo para ser abandonada,
sentada con un vaso de brandy mientras él desaparecía en el dormitorio con
una condesa francesa. —Supongo que deberíamos irnos —dijo, dejando sobre
la mesa su vaso vacío. Se fueron. El taxi los había estado esperando en la otra
orilla. Joe pensó que las mujeres estaban muy contentas desairando a Ananta.
Pondicherry era ciertamente el lugar donde quedarse durante el otoño para
una mujer soltera con un bebé. En ese particular momento en el tiempo era la
única comunidad con una actitud avanzada hacia una madre soltera. La Madre
había acogido a Roslyn, y todo el mundo las aceptaba a ella y a Bliss como
parte del sueño de la Madre de un Nuevo Mundo, surcando a través de las olas
sobre el horizonte del tiempo. Una especie evolutiva completamente nueva de
seres maravillosos, con una nueva consciencia que no incluyera la propiedad o
el convencional núcleo familiar, era esperada. Cada persona en la comunidad
pensaba en sí mismo o en sí misma como una persona individual, una persona
cuya relación principal era con el Divino.
El proyecto, Auroville, fue llamado en 1969 por la Madre, “Una cuna para
el Superhombre”. Toda la comunidad del Ashram de Sri Aurobindo parecía
muy entusiasta con el proyecto de la Madre, y entusiasmada con los bebés que
iban a nacer en Auroville. Había quienes pensaban que, por parte de la Madre,
era demasiado liberal abrir de par en par las puertas a Sus niños de todo el
mundo que estaban viajando hacia Pondicherry para reunirse con Ella. Había
quienes argumentaban que así como en el Ashram Sri Aurobindo había abierto
la senda al mundo Supramental, en Auroville Madre había abierto “El centro
del sexo”.
Ella, la Madre, invocaba un futuro, amplio y desconocido. Había abierto la
puerta para que un nuevo mundo se manifestara en el tiempo y condujera a la
humanidad a través de la crisis evolutiva planetaria hacia el futuro.
Madre había hablado de su visión interior de Auroville, “De la misma
manera que, en la historia del universo, la tierra constituye la representación
simbólica del universo para concentrar el trabajo en un único punto, el mismo
fenómeno está teniendo lugar ahora: India representa todas las humanas
dificultades sobre la tierra y es en India donde se encuentra la solución. Por
eso he hecho comenzar Auroville”.
Era como si todo el Mundo de la Madre hubiera sido organizado para
recibirlos e inspirarlos en el ideal de Auroville. Era una nueva familia, que
incluía la ciudad entera, como si fuera un microcosmos del mundo, puesto que
los ciudadanos provenían de todo el mundo. Había un frecuente ir de aquí para
allá, de un país a otro y de vuelta a Pondicherry, haciendo de la pequeña balsa
el centro de un escenario internacional. La bella ciudad tropical siempre ha
ofrecido un sitio amable para los viajeros. Roslyn había oído que Alejandro
Magno había estado en Pondicherry. La ciudad es antigua, y se dice que el
Ashram de Sri Aurobindo está situado exactamente en el mismo lugar que
estuvo el ashram del gran rishi védico Agastya. Sri Aurobindo llegó a
Pondicherry buscando refugio de los británicos. Allí era seguido por devotos
de toda la India y de todo el mundo.
La organización del Ashram de Sri Aurobindo era extraordinaria.
Proporcionaba vivienda, comida, cuidado y educación a miles de personas.
Había industrias, bibliotecas, clínicas, clínicas dentales, talleres artesanos, una
perfumería, negocios, zonas de recreo, una piscina, una playa, pistas de tenis,
una imprenta, casas de huéspedes, una sala de comidas, un restaurante, una
estación de servicio, y películas el sábado por la noche en el patio de juegos.
Todo funcionaba armoniosamente.
Cuantos participaban estaban profundamente comprometidos con la Madre
y trataban a todos los demás con respeto. La Madre estaba al tanto de todo y
era responsable de cada detalle.
Roslyn hacia nuevos amigos cada día. Todos eran afables. Había tantas
personas interesantes de todas las partes. Finalmente empezó a comer en el
comedor del Ashram al menos dos veces al día, porque estaba a la vuelta de la
esquina de la casa de huéspedes. La comida era muy saludable. Con frecuencia
comía en la playa, en “Tous qu’il faut”, en donde la comida era
invariablemente maravillosa.
Visitaba a Lorelei casi cada día. Se sentaban cosiendo y cotilleando, y las
niñas jugaban en baldes de agua o con ovillos de hilo, como gatitos. Roslyn
tenía mucha ropa nueva, confeccionada en el bazar para ella y para Bliss.
Lorelei y Roslyn llevaban a las niñas a Equals One, un centro experimental
para niños, donde experimentaban con nuevas propuestas educacionales que
pudieran funcionar para niños comenzando en una senda de Yoga evolutivo,
como Auroville.
Había allí un canadiense grande y pelirrojo, psicólogo, que había sido
discípulo de Swami Alemán y que había inspirado a Mari el héroe de su libro,
Austin.
Austin había sido paciente o estudiante en el Instituto Jung de Zurich. Tenía
una habitación llena de pequeñas cajas de arena y de juguetes, a las que
llamaba el Juego del Mundo. Llevaban allí a las niñas puesto que ni Bliss ni las
hijas de Lorelei tenían juguetes. Las niñas jugaban con los juguetes en las cajas
de arena y Lorelei y Roslyn conversaban con Austin y otras personas. Todos
estaban llenos de entusiasmo con la maravillosa nueva creación que estaba
comenzando.
La Era de Acuario, sobre la cual la gente estaba cantando en San Francisco,
Madre le estaba dando la bienvenida con una nueva ciudad, un lugar material
para una nueva creación. Jóvenes, viejos, negros, blancos, gente de todo el
mundo, se juntaba a jugar en las cajas de arena de Austin.
Lorelei debía estar en casa al atardecer por si a su marido, que no le dirigía
la palabra, le acontecía estar en casa. Roslyn era libre de salir y juntarse con
otros viajeros en Equals One, o escuchar música en la Biblioteca del Ashram,
meditar, o ir a una película en el campo de juegos del Ashram.
Llovía y en ocasiones incluso en grandes cantidades. Las calles eran como
ríos durante el monzón. Entretanto la caravana de pioneros desde París estaba
llegando a Auroville, por tierra. La comunidad esperaba a esos pioneros con
entusiasmo. Se esperaba algo maravilloso para Auroville.
La caravana iba a vivir en Aspiración, una comunidad temporal que había
sido construida como un modelo experimental para Auroville. Aspiración
había sido construido en el límite de una gran meseta de páramo erosionado,
dominando el mar. Se habían construido cabañas techadas con elementos
vegetales, dotadas de baños y electricidad, tal vez una docena de cabañas,
hermosamente diseñadas para acomodar a una sola persona. Cada dos cabañas
compartían un baño y un pequeño corredor en el que había espacio para un
hornillo de cocina y una pequeña alacena para la comida. Había una cocina
comunitaria desde la que se veía la reseca llanura de la Bahía de Bengala. Todo
esto había sido diseñado por el arquitecto de la ciudad, André, y construido y
pagado por la Sociedad Sri Aurobindo.
Cada cabaña estaba recién pintada. No había una grieta en el cemento. Había
vajilla nueva para la comida en la cocina. Aunque la ceremonia de
inauguración de Auroville había tenido lugar el 28 de febrero de 1968,
Auroville se había desarrollado muy poco hacia el final de 1969. Había unas
pocas cabañas dispersas construidas por algunos locos extranjeros que se
sentían llamados a vivir en la tierra salvaje, algunas cabañas próximas a una
granja, y la clínica maternal y Promesa.
La clínica maternal era interesante. No era un simple lugar para dar a luz.
Había una serie de apartamentos. Cuando las mujeres en la comunidad
quedaran embarazadas podrían ir a este lugar tranquilo, apacible, confortable
y pasar allí su embarazo en contemplación del Divino, escuchando música,
viviendo apaciblemente, saludable y armoniosamente para que el niño pudiera
adquirir una consciencia y un aura de paz interior desde antes del nacimiento.
El problema práctico se hizo patente cuando las madres embarazadas tenían
sus pequeños bebés y no querían moverse de los confortables apartamentos. El
complejo de cabañas de Aspiración estaba ya construido. Dos mil quinientos
acres de terreno habían sido comprados por la Sociedad Sri Aurobindo.
Una tarde Roslyn se acercó donde Austin y conoció a una hermosa pareja.
Él era increíblemente apuesto, abierto, amigable, encantador, y ella era más
bella que una estrella de cine. Tenían un niño de cinco años. No sólo eran
espléndidos a la vista sino inteligentes y divertidos y vivían en Auroville.
Estaban construyendo una primera casa permanente en Auroville. Eran los
padres del primer niño nacido en Auroville, que se había ahogado de pequeño.
Si esa era la clase de personas que iban a vivir en Auroville, entonces
Roslyn también quería estar allí.
Su amiga, la chica tamil de Equals One, desapareció cuando la caravana,
finalmente, llegó. Se había ido a vivir a Aspiración con los pioneros que
habían llegado con la caravana. Roslyn los vio en Pondicherry cargando su
vieja furgoneta Citroën blanca que habían conducido desde París. Una pareja
de australianos llegó a la casa de huéspedes. Fueron a visitar la comunidad en
Aspiración y —como todavía había cabañas libres— les fueron asignadas dos
y fueron invitados a trasladarse allí. Roslyn deseaba ardientemente vivir en
Auroville.
La gente de Aspiración formaba un grupo muy hermoso e inconfundible en
las calles de Pondicherry. Había un negro del norte de África increíblemente
alto y apuesto a quien Madre había asignado el nombre de Krishna cuando
todos ellos fueron a visitarla en el primer momento de su llegada, y una
hermosa mujer francesa que había tenido un bebé unas pocas semanas después
de llegar. El resto de las personas eran todas europeas y vestían pantalones
cortos y camisetas y tenían una atmósfera de exuberante energía. Siempre
había varios de ellos juntos cuando Roslyn quería conocerlos y ellos nunca
hablaban con ella.
Su amiga tamil de Equals One se había enamorado de un francés delgado e
iba a trasladarse a su cabaña. Ofreció la suya a Roslyn.
Para Roslyn, Auroville era más real que Pondicherry, o que cualquier otro
lugar que jamás hubiera visto. No importaba que en realidad fueran unas pocas
chozas en un trozo de páramo salpicado aquí y allí con improvisadas
comunidades. Para ella era un lugar en donde había otras personas
compartiendo la misma visión interior que la había llevado hasta la India. Los
requerimientos de su vida interior la habían guiado, y estaba muy agradecida
de haber encontrado un lugar que aspiraba ser lo que su alma estaba buscando.
Su amiga dijo: —Toma mi cabaña; yo estoy viviendo con mi amigo en la
suya.
Roslyn y Bliss fueron a Aspiración con ella por la tarde, en la furgoneta,
para estar en su cabaña.
La colonia era muy francesa y la mayor parte de la gente ignoraba a Roslyn
por completo, aunque hubo algunas sonrisas. Alguien se le acercó y le dijo que
no podía permanecer en Auroville sin un permiso de la Madre. No había traído
nada con ella a Aspiración excepto a Bliss, así que, en cualquier caso, tenía que
volver a Pondicherry al día siguiente. Decidió enviar una carta a Madre a
través de Mari pidiéndole permiso para vivir en Auroville.
Esa noche estaba sentada con Bliss en el duro suelo rojo del exterior de la
cabaña después de cenar. El atardecer era muy callado y había luna llena. Las
estrellas eran muy brillantes y, sentada allí, mirando las estrellas, tuvo una
bella experiencia interior que parecía confirmarle la visión que la había
guiado desde Arizona, dejando atrás al padre de Bliss y América, para venir a
la India.
Al día siguiente cuando llegó a Pondicherry fue a ver a Austin en Equals
One y le contó la visión que había tenido. Él le dijo que debería escribírselo a
la Madre; podría haber sido una alucinación más que una visión.
Así que escribió una carta de varias páginas contándole a la Madre su visión
en Arizona y su visión en Aspiración, pidiendo Su permiso para vivir en
Auroville, y se la envió a través de Mari.
Regresó a Aspiración. La comunidad no resultaba muy amistosa. Los
australianos que se habían trasladado unos días antes parecían formar parte de
la comunidad, pero nadie hablaba a Roslyn, nadie se sentaba con ella en las
comidas, la mujer con el bebé estaba demasiado ocupada con su nuevo bebé y
con los otros niños para darle la bienvenida a ella como otra madre. Todo el
mundo estaba muy atareado. Se sintió un poco como si ella y Bliss fueran
intrusas entre los aurovilianos, pero ¿por qué ellos eran “aurovilianos” y ella
sólo una común mortal?
Resultaba un sentimiento incómodo y ella se sentía como una extraña. Se
dio cuenta que ella suponía estar en Auroville, pero que la gente en Aspiración
parecía sentir que ella no pertenecía a aquel lugar. Uno de los hombres se
acercó a donde estaba comiendo. —Mañana todo el mundo trabaja en la
carretera. Ven a trabajar en la carretera.
—Tengo que ir a Pondicherry —respondió ella.
—Mañana todo el mundo en la comunidad de Aspiración trabaja en la
carretera.
—No puedo trabajar en la carretera; tengo que ir a Pondicherry.
Él se levantó y se fue.
Se sintió como si hubiera perdido una oportunidad, pero no quería trabajar
en la carretera, y estaba a la espera de un mensaje de la Madre en Pondicherry.
Se levantó a la mañana siguiente y se dirigió al comedor para el desayuno.
Uno de los hombres franceses se acercó a ella —¿Vas a venir a trabajar con
nosotros en la carretera?
—No, voy a ir a Pondicherry.
Observó a todo el mundo llevando palas y recipientes para mover la tierra
yendo a trabajar a la carretera y ella esperó a que llegara el Land Rover que
las iba llevar a ella y a Bliss a la ciudad.
Finalmente llegó en una nube de polvo. La meseta de Auroville era de dura
tierra roja. Parecía seca, quebradiza, agotada. No se veía nada verde. Tomaron
el vehículo y viajaron hasta la ciudad. Era el único vehículo de cuatro ruedas
en la carretera. El conductor no levantaba la palma de su mano del claxon, para
ahuyentar de su camino niños, gallinas, vacas, cabras, ciclistas y rickshaws.
Conducía por el medio de la carretera repicando el claxon constantemente con
su mano, a pesar de que faltaban todavía unos minutos para alcanzar la ciudad.
La sirvienta de Roslyn, Marie, la estaba esperando en su habitación. Roslyn
le dejó a Bliss y se fue a ver a sus amigos y a comer.
Antes de regresar a Aspiración en la furgoneta esa tarde, Roslyn vio a Mari
y recibió la respuesta de la Madre. Mari le explicó que habitualmente cuando la
Madre recibía una carta, escuchaba sólo unas pocas palabras o una sola frase y
era capaz de dar Su respuesta, pero en esta ocasión pidió a Mari que le leyera
la carta, de varias páginas, entera, y luego contestó: “Bon”.
¿Qué quería decir esto? La palabra “bon” en francés significa “bien” en
inglés, pero ¿cuál era Su respuesta? Roslyn estaba pidiendo permiso para vivir
en Auroville, en Aspiración; ¿quería “bon” decir que sí? Había escrito a la
Madre sobre la visión que había tenido en Arizona y la visión que había tenido
en Aspiración, ¿quería “bon” decir algo relacionado con esas visiones? No
importaba. Roslyn se conformó con ella y regresó a Aspiración.
Durante la cena el tipo italiano que le había dicho la noche anterior que todo
el mundo en Aspiración iba a trabajar en la carretera por la mañana, se le
acercó y le preguntó si iría a trabajar en la carretera la mañana siguiente. Ella
tenía que ir de nuevo a Pondi. Estaba a la espera de un cheque. Debía ir a la
Oficina de Correos a comprobar el correo.
Él regreso de vuelta a la mesa en donde sus amigos franceses estaban
sentados. Bliss y Roslyn estaban sentadas solas en un extremo del comedor,
porque no había sitio para ellas en la gran mesa en donde estaban los demás.
La gente en Aspiración no eran en absoluto como la gente del Ashram, o la
gente que había conocido en Equals One, eran muy antipáticos. Roslyn les
sonreía y ellos la miraban como si no existiera. Esperaba que las cosas
cambiaran a mejor. Era un lugar agradable para sentarse en el cálido y claro
atardecer tropical. Podía ver la luz de luna reverberando sobre el océano.
Varias de las personas de la mesa grande, incluyendo al tipo italiano, se
aproximaron a ella.
El tipo italiano le preguntó: —¿Qué piensas que es Auroville?
—Libertad —replicó ella.
—¿Qué quieres decir? ¿Piensas que Auroville es un hotel al que llegas para
comer y dormir y luego te vas a Pondicherry todo el día hasta la hora de la
comida?
—Auroville es el Mundo de la Madre.
—Sí, y tú no puedes vivir en Auroville sin el permiso de la Madre, así que
por favor márchate mañana.
—No, yo tengo permiso de la Madre.
—¿Cómo tienes permiso de la Madre?
—Le envíe una carta.
—¿Con quién Le enviaste una carta?
—Se la envié con Mari.
—No, sólo Poorna puede llevar cartas de Aspiración a la Madre.
— Mañana le daré a Poorna una carta para la Madre, pidiendo permiso para
permanecer en Aspiración.
—¿Puedes entregar algún dinero a la comunidad mientras permaneces
aquí?
—Sí, por supuesto —sabía que la gente de la caravana había puesto en
común sus recursos en París y que el dinero, supuestamente, debía mantener la
comunidad en Auroville durante un año, pero después de unas pocas semanas
se había acabado y la comunidad estaba ahora funcionando con un presupuesto
facilitado por la Sociedad Sri Aurobindo.
—¿Cuánto darás?
—No lo sé. En este momento estoy sin blanca. Estoy esperando dinero.
—¿Por qué estás aquí?
—Quiero vivir en Auroville.
—Muy bien, vive en Auroville, pero no te quedes aquí.
—Este es el único lugar en donde puedo vivir en Auroville, tenéis agua
corriente, electricidad, transporte a Pondi, una cocina comunitaria. Yo estoy
sola con un bebé. El resto de Auroville es sólo un terreno desértico.
—Sí, lo sé, pero tú te vas.
—No.
—Sí, ¡tú te vas! —dijo él.
—Mañana traeré una carta para la Madre.
—Muy bien. Y se fueron.
Se sentó a solas con Bliss. Su amiga tamil había sido absorbida por el
grupo francés y no parecía adecuado dirigir la palabra a Roslyn, así que
también ella la ignoraba. Había un francés mayor de pelo blanco viviendo con
una mujer muy joven, que se le presentó, pero tampoco él parecía formar parte
del grupo que se sentaba alrededor de la mesa en la cafetería de Aspiración.
Era un francés completamente desprovisto de humor, con gafas, cuya
esposa había dado una gran parte del dinero para construir Aspiración, que se
había señalado a sí mismo el papel de “responsable”.
Se acercó a Roslyn y le dijo: —Espero que comprendas que Auroville no es
para todo el mundo. No se desarrollará de la forma correcta a menos que
hagamos lo que la Madre quiere. Tú no puedes permanecer aquí. Tú no tienes
el permiso de la Madre.
—No tengo tu permiso, tengo el de la Madre —replicó ella.
—No. Éste no es el lugar para ti.
Se fue, y ella se sentó allí mirando la salida de la luna y su reflejo sobre el
océano, sintiendo que estaba donde se suponía que debía estar. Incluso si
Aspiración no fuera el lugar donde se suponía que ella tenía que estar, sentía
cierto que tal vez el propósito de su vida era venir a Auroville y vivir la
experiencia que aconteciera en un lugar consagrado a los ideales de la Carta de
Auroville.

“Auroville no pertenece a nadie en particular. Auroville pertenece a toda la


humanidad en su conjunto, para vivir en Auroville uno debe ser un servidor
voluntario de la Consciencia Divina.
“Auroville será el lugar de la educación perpetua, del progreso constante y
de una juventud que nunca envejece.
“Auroville quiere ser el puente entre el pasado y el porvenir. Aprovechando
todos los descubrimientos exteriores e interiores, Auroville avanzará
audazmente hacia futuras realizaciones.
“Auroville será un lugar de investigaciones materiales y espirituales a fin
de dar un cuerpo viviente a una real Unidad Humana.”

Roslyn creía que había sido arrastrada por el destino, a través del mundo
hasta la utopía experimental, porque nada más tenía sentido, y no había nada
más que ella quisiera hacer, ni ningún otro lugar en donde quisiera estar.
Quería estar cerca de la Madre. Quería formar parte del juego de Auroville.
Pondicherry era muy agradable, pero ella no quería vivir en Pondicherry.
Sentía que necesitaba formar parte de una nueva comunidad, Auroville, pero
debía de escribir otra carta a Madre pidiéndole de nuevo permiso para
quedarse en Aspiración.
Cogió a Bliss y llevó la carta a Pondicherry por la mañana.
Hacia el final de la tarde estaba reposando en su habitación antes de
regresar a Auroville. El administrador de la casa de huéspedes llamó a su
puerta.
Ella abrió.
—Mari llamó por teléfono y me pidió que te dijera que acudas a su casa
ahora. Tiene un mensaje para ti de la Madre.
Roslyn estaba sorprendida. Pensó que pasarían uno o dos días antes de
recibir contestación, y como había enviado la carta a través de Poorna,
esperaba la respuesta a través de Poorna.
Agarró a Bliss y fue a casa de Mari en su camino hacia la furgoneta.
Hizo sonar la campana, y la sirvienta le hizo pasar y le ofreció una silla en
el jardín. Se sentó allí y después de unos momentos llegó Mari.
—Hola Roslyn. ¿Cómo está Bliss?
—Estamos bien. ¿Cuál es el mensaje?
—La Madre me pidió que te dijera que debes dejar Aspiración y regresar a
Pondicherry.
Roslyn sintió como si hubiera sido golpeada en su interior con un mazo de
hierro.
—No entiendo —balbuceó.
—Todavía conservas la habitación en la ciudad, ¿no es así?
—Sí.
—Tienes una cita con la Madre dentro de dos semanas, por el cumpleaños
de Bliss.
—Debo irme o perderé la furgoneta.
Mari la abrazó y le dijo: —No te sientas mal. Todavía no ha llegado el
tiempo de que te traslades a Auroville.
Desolada por la decepción regresó en la furgoneta, pasó otro solitario
atardecer en Aspiración, garantizando a todo el mundo que iba a marcharse
definitivamente por la mañana, y a la mañana siguiente cogió sus escasas
pertenencias de vuelta a la ciudad.
En realidad no se sentía tan mal. En Pondicherry estaba más cercana a la
Madre, y Madre era mucho más interesante que Auroville. En Pondicherry
tenía amigos.
Regresó a su habitación por la mañana. Por la tarde la sirvienta de Poorna
vino a su habitación con una bandeja que contenía una espléndida langosta con
mayonesa y un mus de chocolate, y una nota de Poorna diciendo que esperaba
que Roslyn no estuviera decepcionada por estar de vuelta en Pondicherry. Fue
un gesto espléndido; Roslyn hubo de contestar que no estaba decepcionada,
estaba encantada de estar de regreso en Pondicherry. Durante las dos semanas
siguientes los días transcurrieron en un feliz aturdimiento. Roslyn se levantaba
temprano, paseaba hasta la playa y se bañaba a la salida del sol, desayunaba en
el comedor del Ashram y empleaba sus mañanas visitando amigos,
habitualmente Lorelei, con quien podía coser mientras Bliss jugaba con las
niñas. Después, la comida, una siesta, té y más amigos. Conoció a otras
personas de Auroville, americanos que vivían en chozas próximas al centro.
Eran más amigables y a ella le gustaban más que los franceses de Aspiración,
pero ya no pensaba en trasladarse a Auroville. Estaba en Pondi y era feliz.
Bliss en su primer cumpleaños
CAPÍTULO VI

UNA VIDA NUEVA EN UN MUNDO NUEVO

Oh Palabra-Solar, tú alzarás el alma de la tierra hasta la Luz


y harás descender a Dios a la vida de los hombres;
la tierra será mi gabinete de trabajo y mi hogar,
mi jardín de vida donde plantar una semilla divina.
Cuando todo tu trabajo en el tiempo humano esté hecho
la mente de la tierra será una casa de luz,
la vida de la tierra un árbol creciendo hacia el cielo,
el cuerpo de la tierra el tabernáculo de Dios.
Despiertos de la ignorancia de lo mortal
los hombres serán iluminados por el rayo de lo Eterno
y por la gloria de mi pleno sol en sus pensamientos
y percibirán en sus corazones la dulzura de mi amor
y en sus actos el milagroso impulso de mi Poder.
Mi voluntad será el sentido de sus días;
viviendo para mí, por mí, en mí vivirán.
“Savitri” de Sri Aurobindo
N Pondicherry, al lado del mar, es donde quiero estar”, había escrito
“E Roslyn a su padre, Bernie, tras su encuentro con la Madre en octubre.
Él le contestó que iría a visitarla.
Bernie y Roslyn se habían vuelto finalmente amigos unos años antes,
cuando él la visitó en Méjico y ella le dio LSD. Pasaron un día memorable
viajando en un Volkswagen alquilado, con su amigo indio, de las junglas de
Nayarit, Antonio, jugando con el océano en la playa de Matacán y bebiendo
agua de cocos tiernos. Se rieron un montón y Bernie comenzó a dejarse una
barba que llevó hasta que murió.
Realmente habían conectado en cierto nivel tras haber formado parte de una
familia en donde no había mucho afecto o comunicación. Aquel día se rieron
tanto juntos que su relación cambió. El papel de Bernie pasó de inalcanzable
padre responsable al de amigo.
Bernie era un judío americano dentista. Era una persona preocupada y
comprometida con la comunidad. Vivió la mayor parte de su vida en la
pequeña ciudad de Pennsylvania en donde había nacido y en donde Roslyn
nació. Siempre era ampliamente activo en las organizaciones locales que
trabajaban en beneficio de la ciudad o ayudando a la gente a ayudarse a sí
misma. Había trabajado ocasionalmente en bienes raíces y en la construcción,
pero sus ingresos básicos provenían de su actividad como dentista.
Cuando le prestaba alguna atención, siempre intentó empujar a Roslyn para
que se formara. En Méjico, durante su viaje juntos, él tuvo la suficiente
franqueza como para reírse un rato.
Había ido a ver a Roslyn a Berlín tras el nacimiento de Bliss. Las personas
de aquella familia sencillamente no iban por ahí teniendo niños fuera del
matrimonio, pero estaba deseoso de perdonar y olvidar y de llevar a Bliss con
él de vuelta a USA y encontrar a alguien que la adoptara.
Roslyn le había dicho: “¡Esfúmate!”
Volaron juntos a Creta, puesto que ella le convenció de que iba a irse a la
India con Bliss y Creta estaba al este de Berlín y era más cálida en invierno.
Desde Creta voló de regreso a Pennsylvania. Dejó a Roslyn y a Bliss en Creta
con unos veinte dólares y la promesa de cien dólares cada mes —enviados por
correo a cualquier parte a donde Roslyn le dijera que los enviara— durante un
año.
El año finalizaba y Bliss y Roslyn estaban en Pondicherry. Roslyn se sentía
feliz y confortable. Estaba más delgada de lo que había estado en su vida. Tenía
una bicicleta con una cesta para Bliss en el manillar y las dos estaban bien y
eran felices paseando por la ciudad, desde la playa hasta el Ashram, a ver a los
amigos, a Equals One, al comedor del Ashram, a Tous qu’il faut y a otro lugar
de comidas llamado Gompatram’s. Era un recorrido diario de simple
maravilla. Algunas veces por la tarde Roslyn se daba un gusto e iba al bazar a
tomar una Coca-Cola con hielo. Estaba dichosa y activa desde la mañana hasta
la noche y cada día encontraba un nuevo fragmento del Mundo de la Madre y
aprendía algo nuevo.
Para cualquiera que siempre había imaginado que le gustaría vivir como
parte de una comunidad más bien que en solitario o en un núcleo familiar, el
Mundo de la Madre, el Ashram de Sri Aurobindo en Pondicherry, era una
sorprendente organización de gente de corazón. Una de las premisas del yoga
es que todas las relaciones comienzan de nuevo cada día. La única cosa a la
que se está constantemente unido es al Divino.
El yoga de la Madre y de Sri Aurobindo, el Yoga Integral, abarca todos los
ámbitos de la vida. Roslyn había conocido durante ese otoño en Pondicherry a
las personas mejores y más interesantes que jamás había conocido. En el
momento en que su padre llegó ella tenía amigos de Italia, Francia, Holanda,
Brooklyn, Boston, Canadá, Suecia, Alemania, gente fascinante, niños
preciosos, y se sentía parte de una comunidad que tenía como meta construir la
nueva ciudad de Auroville. Quería estar en Auroville.
En la biblioteca, en el comedor y en el espacio de juegos del Ashram, se
colocaban y renovaban regularmente pequeñas citas de la Madre. Roslyn
siempre encontraba esas citas inspiradoras. “Auroville será un lugar para
todos aquellos que aspiran a vivir la Verdad del mañana”. “Auroville será un
lugar en donde las personas podrán vivir libres de todas las rivalidades
nacionales, convenciones sociales, morales contradictorias y religiones en
lucha”. “Todas las personas de buena voluntad que piensan que el mundo no es
lo que debería ser, son bienvenidas”. Roslyn, leyendo estos aforismos, sentía
que se le estaba recordando lo que sabía que realmente quería y que la haría
feliz. Quería vivir en Auroville con Bliss.
Bernie llegó al aeropuerto de Madrás después de tres días de vuelo en
avión, de Filadelfia a Nueva York, Londres, Frankfurt y Kuwait y finalmente
Bombay, en donde había reservado una habitación de hotel durante unas horas,
previo a tomar otro avión hasta Madrás. Una vez en Madrás subió con Roslyn
y Bliss al taxi que les condujo en cuatro horas desde el aeropuerto hasta
Pondicherry.
A Roslyn le había llevado un año llegar desde Nueva York a Pondicherry. Él
lo había hecho en dos días. El coche era el típico taxi indio, con un conductor
que conducía por el lado contrario de la carretera, puesto que todo el mundo
conduce por el lado contrario en las carreteras de la India. Bernie no se
encontraba bien cuando descendió del avión.
Apenas llevaban cinco minutos en el taxi cuando todo comenzó.
Roslyn dijo: —Mañana iremos a conocer a la Madre.
—¿Qué Madre es esa? —preguntó él.
—Ella es la Madre Divina.
—Me voy a llevar a Bliss de vuelta a América conmigo. Los niños mueren
en la India. Tú puedes hacer con tu vida lo que quieras, pero ella merece una
oportunidad.
Lo dejó continuar durante unos cinco minutos. Era exactamente igual que
cuando él había llegado a Méjico. Ella sabía que todo iría bien, pero tenía que
detenerlo para que no siguiera por ese camino, porque no era interesante y
podía conducir a una gran discusión entre ellos. Le interrumpió y dijo: —Mira
Bernie, mañana te llevaré a conocer a la Madre, y si crees que tú puedes hacer
más por Bliss de lo que Ella puede, entonces puedes llevarte a Bliss.
Así quedó establecido; sin discusión, él tomaría a Bliss de regreso a USA y
encontraría alguna persona indicada para adoptarla, y Roslyn conservaría a
Bliss en Pondicherry y la llevaría a Auroville.
—Había un tipo en Filadelfia que se llamaba a sí mismo Padre Divino —
dijo Bernie.
—No creo que sea lo mismo que la Madre Divina —replicó Roslyn.
—Él era un farsante.
—No hables de la Madre hasta después de haberla conocido —sugirió ella.
—¿Me has traído algo de dinero? —preguntó ella.
Él desabrochó su cinturón. Ella se asustó, temerosa de que pudiera
golpearla con él dentro del taxi porque le estaba haciendo pasar un mal rato,
pero él le sonrió mientras tiraba del cinturón a través de las trabillas de sus
pantalones — que no amenazaban con caerse sin él. Bernie tenía una gran
cintura y su excepcional cinturón negro de piel tenía una cremallera que corría
a todo lo largo de la cara interior del cinturón. Él se lo tendió a Roslyn. Ella
abrió la cremallera. Había allí cuidadosamente enrollados fajos de billetes de
cien dólares alrededor de la entera circunferencia. Él lo volvió a tomar antes
de que ella terminara de abrir la cremallera, pero estaba claro que llevaba
dinero suficiente para un par de semanas muy divertidas en Pondicherry.
—Me dijiste que trajera efectivo —dijo él evasivamente.
Ella no quería reñir con él. Quería que le diera algún dinero para
corresponder a la hospitalidad que había recibido de sus maravillosos amigos.
Había planeado una fiesta por el cumpleaños de Bliss e invitado a todos sus
amigos de Pondi e incluso a algunas de las personas más amistosas de
Aspiración. Carecía de dinero para pagar las tartas que había encargado a
Poorna. La carretera estaba terrible porque acababa de pasar el monzón y
había partes que habían desaparecido. Tenían que conducir por desvíos llenos
de barro. El coche era caluroso e incómodo, pero había palmeras y un nuevo
horizonte y cuando frenaban amontonándose unos encima de otros era
divertido estar juntos. Bliss era su primera y única nieta en aquel momento, y
estaba verdaderamente encantadora, con rizos rubios, tranquila y adorable.
Parecía reconocerle, a pesar de no haberle visto desde que tenía tres meses. Él
estaba en India, en donde jamás hubiera imaginado que pudiera estar. Rudyard
Kipling era lo más cercano a la India que él hubiera jamás esperado estar, y
allí estaba en un caluroso coche sobre una carretera polvorienta con un
pequeño conductor negro conduciendo como un diablo por el lado incorrecto
de la carretera, adelantando a duras penas carretas de bueyes, vacas y gente en
bicicleta.
A mitad de camino entre Madrás y Pondicherry, después de que Roslyn le
advirtiera sobre su espalda en la parte trasera del coche, Bernie pasó al asiento
delantero junto al conductor, tomando a Bliss. Durante el resto del viaje
Roslyn se inclinaba desde el asiento de atrás hablándole, mientras él hacía
amistad con el conductor y paraban y admiraban guirnaldas de flores y viejos
poblados y escuálidos niños pequeños.
Roslyn había arreglado que Bernie se alojara en El Gran Hotel de la calle
Suffren en Pondicherry. John Kelly y la amiga de Ananta, la Condesa de B., se
alojaban allí en lugar de en una casa de huéspedes del Ashram, porque les
gustaba el brandy. La condesa estaba buscando un apartamento. Había decidido
quedarse en Pondicherry. Roslyn, Bernie y Bliss llegaron al hotel. Kelly y la
Condesa estaban sentados en la terraza del piso superior, próxima a la
habitación de Bernie. Invitaron a Roslyn, Bernie y Bliss a cenar con ellos en la
terraza.
Bernie al ver a la Condesa pensó que se había enamorado. Ella iba, como
habitualmente, bellamente vestida y arreglada, con sus melifluos rizos rubios
enmarcando delicadamente su encantadora cara. Ella dijo: —Lo siento, no
hablo inglés.
Él replicó: —Lo siento, no hablo francés.
Ella le sonrió: —Un poquito de inglés sí que hablo, ¿no?
Él quedó fascinado por su encantador acento.
Kelly se presentó a sí mismo y ofreció a Bernie un trago. Enseguida
estuvieron todos sentados charlando en la terraza como viejos amigos.
Bernie entregó a Roslyn un baúl lleno de ropa y juguetes para Bliss que le
enviaba su madre, y ella se lo llevó a la casa de huéspedes Shelter, en donde
ella y Bliss se alojaban, para cambiarse para la cena. Había confeccionado
vestidos nuevos para ella y para Bliss en satén oro y púrpura, pero ella tenía
una hermosa seda para llevar encima del satén y Bliss tenía un montón de
adorables vestidos nuevos enviados por su abuela.
Era una tarde especial. M. Magree había encontrado un juego de
candelabros en alguna parte. Había luna llena y una suave brisa que provenía
del mar. Hubo vino blanco al comienzo de la comida y vino tinto durante la
comida. Junto con el vino hubo historias de la resistencia francesa y de la
liberación americana durante la Segunda Guerra Mundial, y durante los
postres, champán. Tras el postre, café, brandy y más historias, sobre Madre y
Sri Aurobindo.
Bernie había volado a la India para rescatar a su famélica nieta y se
encontró con esta espléndida magnificencia de elegancia colonial, la
reconfortante compañía de otro americano, John Kelly, y la encantadora
compañía de la Condesa de B., de no menor glamur que la Garbo, y puede que
más interesante, aunque él no estaba interesado en la Madre Divina.
Roslyn abandonó a Bernie y a Kelly en confortables sillones de ratán,
fumando los cigarros habanos de Bernie bajo la luna llena e intercambiando
patrañas. La Condesa se había retirado a su habitación. Bliss y Roslyn se
fueron prometiendo volver para el desayuno.
El día del cumpleaños de Bliss amaneció brillante y claro. Bernie estaba
golpeando la puerta de la habitación de Roslyn antes incluso de que hubiera
saltado de la cama.
Estaba de muy buen humor, excitado por estar en la India y en Pondicherry.
Había venido en un rickshaw que había alquilado para todo el día. Quería saber
qué iban a hacer por la mañana, así que Roslyn montó en su bicicleta y él la
siguió en su rickshaw, pedaleado por un delgado, pequeño hombre negro, que
era menos de la mitad de su talla. Fueron a la playa del Ashram para bañarse.
Bernie se horrorizó al ver a Roslyn en el océano con el bebé apenas sujeto
entre sus brazos.
Roslyn le contó la terrible historia de cómo un día estaba en el océano con
Bliss y llegó una ola y le arrebató de golpe al bebé de entre sus brazos, y por
un momento la perdió en la vastedad del mar, aterrada de que la hubiera
perdido para siempre, pero cuando intentó alcanzarla pudo recuperarla. El mar
había devuelto Bliss a Roslyn.
Bernie pensaba que Roslyn era interesante, pero demasiado libre para ser
una madre responsable. Aseguró a Bliss que estaría bien, porque la iba a llevar
a USA y le encontraría un buen hogar. A Bliss le gustaba Bernie y era un
encanto con él. Lo trataba como si supiera que era su abuelo, pero Bliss y
Roslyn eran inseparables. A Bliss no le gustaba mucho si no podía alcanzar y
tocar a Roslyn, y rehusaba tolerar dejar de ver u oír a Roslyn. Habían hecho
juntas el camino, paso a paso, a través de medio mundo, y Bliss tenía muy
claro que Roslyn era su persona. No le gustaba que Roslyn no estuviera a su
lado. Roslyn adoraba a Bliss, aunque a veces salía sin el bebé — y Bliss, con
frecuencia, berreaba hasta el regreso de Roslyn. Bliss no tenía miedo de otras
personas, y se iba alegremente con cualquiera siempre que Roslyn estuviera
allí, pero no le gustaba que la dejaran con otros, y habitualmente hacía pasar
un mal rato a la sirvienta, Marie, cuando Roslyn las dejaba solas.
Bliss tenía un año y había sobrevivido y prosperado. Aunque Bernie se
tranquilizó al comprobar que era una niña muy feliz y saludable, todavía
pensaba que estaría mejor en USA.
Después de un refrescante baño en el mar y una discusión porque Bliss
merecía una madre más responsable, se dirigieron al hotel para el desayuno.
Les sirvieron tortillas doradas en su punto y pan francés del día. Desayunaron
y se juntaron con Kelly que los iba a llevar a donde vivía su sirviente, Gabriel.
Subieron todos al viejo coche que Kelly había conseguido y se dirigieron al
pequeño poblado en las afueras de la ciudad. Pequeñas chozas techadas con
hojas de palma estaban amontonadas firmemente juntas. Cada una de ellas
albergaba familias enteras. Gabriel, su mujer y sus hijos (siete u ocho) les
dieron cálidamente la bienvenida en la polvorienta calle del exterior de su
choza. La cabaña era tan pequeña que era difícil imaginar dónde podían
acomodarse todos ellos, incluso de pie. Los vecinos de Gabriel se unieron a
ellos en la calle y les dieron flores. Bliss estaba sentada sobre el brazo de una
de las mujeres y Roslyn tomó a uno de los otros niños. Bliss le gritó desde el
otro lado del círculo de gente: —¡Mamá!
Fue su primera palabra. Kelly pensaba que era muda. Bernie creía que le
ocurría algo en la audición, porque parecía muy silenciosa cuando él había ido
a verla, en Berlín, cuando nació. Nunca lloraba. Era tan silenciosa que él
sospechaba que fuera sorda, así que aplaudía fuertemente con sus manos sobre
ella cuando estaba echada en la cama, mirándole apaciblemente. Ella no se
movía, ni un sobresalto, ni un estremecimiento. No respondía en absoluto al
ruido que él había hecho. Estaba seguro que a la niña le ocurría algo. Roslyn
no sentía que le ocurriera nada anómalo. No hablaba, pero había ocasiones en
que berreaba. Era muy capaz de comunicarse, incluso sin hablar. No le gustaba
que Roslyn cogiera a otros niños. Entonces tenía algo que decir, y lo decía.
Bernie entregó algún dinero a Gabriel y regresaron en el coche,
dirigiéndose al Ashram para coger ramos de flores que ofrecer a la Madre por
la tarde.
Después de la comida, Roslyn se apresuró a la casa de huéspedes y se
arregló para ir a la Madre; después pedaleó hacia el Ashram para reunirse con
Bernie y Mari.
Mari les condujo subiendo las escaleras hasta un bello balconcillo en el
exterior de las habitaciones de Sri Aurobindo, en la parte bajo la escalera que
conducía a la habitación de la Madre, y les pidió que esperaran. Les dijo que
los llamaría cuando la Madre estuviera dispuesta para verlos y desapareció por
las escaleras.
Bernie sacó de su bolsillo uno de sus grandes cigarros habanos y procedió
a cortarle la punta y a encenderlo.
Roslyn estaba apurada. —No puedes hacer eso aquí.
—Por qué no, sólo estamos nosotros. Desde allí podían ver abajo a la gente
en el patio del Ashram, pero nadie los observaba a ellos.
—Está prohibido fumar en el Ashram —dijo Roslyn.
Él tomó otra larga bocanada del largo, marrón, acre cilindro, le sonrió y
dijo: —Tranquila.
Ella había puesto a Bliss en el suelo de mosaico de mármol, junto con las
flores. Allí estaba, sentada al sol en medio de las flores, como un angelito
Buda.
Bernie aspiró otra bocanada de su cigarro y otra gran nube de humo acre
entró en la atmósfera del Ashram. Roslyn intentaba aquietar su mente y
recomponerse para ser receptiva a la Madre.
Mari regresó. —Madre os recibirá ahora. Dice que el humo del cigarro Le
recuerda a Sri Aurobindo.
Bernie dejó su cigarro. Roslyn tomó a Bliss y las flores.
Mari le dijo a Bernie: —Los visitantes se arrodillan delante de la Madre
para facilitar que pueda mirarlos.
Bernie replicó: —Yo no me arrodilló ante nadie.
Mari no respondió y los condujo escaleras arriba a la habitación de la
Madre.
Igual que cuando Roslyn La había visto allí en octubre, Madre estaba
sentada en Su silla en el centro de una habitación medianamente grande, con la
única diferencia de que estaba llena de cestillos de regalos que Madre estaba
preparando para sus discípulos y huéspedes con motivo de la Navidad. Roslyn,
ignorando a Bernie, avanzó y se arrodilló delante de Ella, y sentó a Bliss sobre
la alfombra.
La Madre dijo a uno de Sus asistentes: —Acerca una silla, por favor.
Bernie dijo: —No necesito silla. Y se arrodilló frente a Ella.
Nadie dijo nada durante un largo momento. Luego Madre dirigiéndose a
Roslyn le preguntó: —¿Dónde te alojas?
De nuevo Roslyn se había quedado sin palabras.
Mari respondió por ella: —Casa de Huéspedes Shelter.
La Madre se volvió hacia Bernie y le dio un cestillo de plástico verde lleno
de pequeños regalos, y después entregó a Roslyn un cestillo de plástico verde
así mismo lleno de regalos. Dio a Bliss un pequeño peluche hecho a mano
además de algunos dulces y flores. A Bernie y a Roslyn les dio rosas. Entregó
a Bliss una tarjeta de cumpleaños y le dijo a Roslyn: —Tráeme de nuevo a
Bliss el próximo año por su cumpleaños.
Todos ellos compartieron un momento de silencio. Madre les sonrió y
luego Mari les condujo fuera de la habitación.
Roslyn no sabía por qué, pero estar en la Presencia de la Madre era una
experiencia verdaderamente maravillosa. Las personas parecían cambiar
realmente durante los segundos o minutos que permanecían en esa Presencia.
Cuando llegaron a la puerta del Ashram, Bernie volcó todo el contenido de
su cestillo en el extremo del asiento de su rickshaw, colocó el pequeño cesto
verde de plástico sobre su cabeza y comenzó a dar saltos por la calle en
dirección a la playa. Bernie pesaba cerca de trescientas libras y vestía con
pantalones Bermuda cortos, calcetines altos, confortable calzado fino, una
limpia camiseta de deporte de algodón blanco, pelo gris, entradas en el pelo,
pequeña perilla, y no era en absoluto la clase de persona a la que esperarías
ver dando saltos por la calle con un cesto de plástico verde sobre la cabeza, en
el sur de la India, a mitad de la tarde.
—¿Qué haces? —le preguntó Roslyn.
—Únicamente estoy haciendo lo que todo el mundo hace aquí —replicó él
—, poner todo al revés. Creo que no había saltado así desde que era un niño.
¡Es divertido! Pero luego regresó al rickshaw que estaba esperando.
Bernie partió después del Año Nuevo de 1970.
Bliss y Roslyn permanecían en Pondicherry y Bernie había estado de
acuerdo en continuar enviando a Roslyn cien dólares al mes.
Ella estaba en mejor forma que nunca lo hubiera estado antes en la vida y
con menos peso que el que había tenido a los dieciséis años. Se veía bien, se
sentía bien, estaba feliz.
Para el cumpleaños de la Madre, el 21 de febrero, se estaba sintiendo un
poco aburrida de su saludable vida y sintió que era el momento de encontrar a
un hombre interesante.
Todos los devotos se reunían alrededor del Samadhi de Sri Aurobindo a las
diez de la mañana para la meditación.
A las diez de la mañana el Ashram estaba lleno de gente. Incluso a las seis
de la mañana había centenares de personas y el arreglo de flores sobre el
Samadhi de Sri Aurobindo era exquisito. Sobre la tumba había un dosel
especial de seda. Roslyn estaba sentada ensimismada en la suave, dulce,
temprana mañana. Mucha gente vestía de blanco. La Madre había hecho
entregar a todas las mujeres del Ashram nuevos saris, blancos saris de gasa
con el símbolo de la Madre impreso a lo largo del borde. Había muchos de
ellos y algunos espléndidos saris de seda. También había aurovilianos, muy
bronceados, en pantalones cortos. Los aurovilianos aportaban un color vívido,
tal vez ligeramente bárbaro entre el silencioso gentío reunido alrededor de la
tumba de Sri Aurobindo. El resto de los visitantes del Ashram habían optado
por difuminarse entre la respetuosa, devota comunidad del Ashram, vistiendo
de blanco o discretos colores pastel. Aunque había un profundo silencio en el
patio en donde se sentaban, solitarios o en grupos entre los silenciosos
devotos, los aurovilianos parecían en cierto sentido ser los más ruidosos.
Roslyn se sentó sola, llevando un bello sari de seda, con fervientes devotos a
su alrededor. Estaba sentada silenciosamente en el jardín de la Madre, bajo las
ventanas de la Madre, tras las cuales Ella se sentaba en silencio irradiando
bendiciones a la muchedumbre de devotos que colmaban cada rincón y
recoveco del Ashram. El lugar estaba fragante de armonía, amor, paz y
plegaria, lleno de gratitud de que ella los hubiera reunido a todos, Sus niños,
en Su jardín, representantes de todas las partes de la humanidad. Todo esto
impresionó a Roslyn sentada en un peldaño de la escalera próxima al pie del
Samadhi, engalanada en su espléndido sari de seda confeccionado en el
Ashram.
Se sentía sola entre la gente. Estaba allí invitada por la Madre, acogida por
la Madre y contenta de sentarse en Su patio el día de Su cumpleaños, entre Sus
devotos, pero en lugar de pedir por la transformación Supramental o algo
provechoso o importante, pensaba, “Madre, me gustaría encontrar un hombre
verdaderamente interesante”.
Esa tarde Roslyn se topó con Ananta y Kelly en el Darshan y la invitaron a
cenar con ellos en el Hotel Liberty.
El Hotel Liberty se encuentra en una calle polvorienta tras las vías del
ferrocarril. Ocasionalmente uno podía encontrar allí un sastre griego y Ananta
amaba a los griegos. A Kelly le gustaba porque servían un whisky fuerte.
Se encontraba sentada en la mesa próxima a la puerta, con sus buenos
amigos, y en el interior de la sala caminaba un hombre increíblemente apuesto.
Medía unos seis pies, muy bien parecido de cara, ojos azules y pelo castaño
cuidadosamente peinado, a la manera de Georges Washington, con un pequeño
moño sobre su nuca. Era el suyo un comportamiento principesco y caminaba
cual animal cauteloso.
Él miró a Roslyn. Ella le miró a él. ¡¡Impacto!!
Roslyn era la única mujer de la sala exceptuando a Bliss, que tenía catorce
meses y estaba recatadamente sentada en una silla. También Ananta fue
instantáneamente impactado. El alto y apuesto extranjero se aproximó y se
presentó a sí mismo, Edward Loring. Preguntó si podía unirse a ellos y pagar
una ronda. Ananta dijo algo en griego y Edward contestó en griego. Kelly
dirigiendo su mirada hacia el techo exclamó: —¡Oh Dios mío!
Loring no sólo era bien parecido y elegante, sino cortés, hablaba griego y
pagaba las bebidas de todos. Roslyn bebía Coca-Cola.
Kelly explicó a Edward que acababan de conocerse en un día auspicioso:
después de todo, era el cumpleaños de la Madre. Edward no había oído hablar
de la Madre, pero hablaba griego, y Ananta le aseguró que el gran semidiós
griego, Alejandro, también había visitado Pondicherry. Había una atmósfera
muy exuberante. El bar cerraba a las once y finalmente el barman apagó las
luces. Edward adquirió diez botellas de cerveza y los invitó a todos a
acompañarle a su habitación. Kelly dio las buenas noches a todos y tomó un
rickshaw para ir a su casa a acostarse. Ananta y Roslyn estaban alborozados.
Subieron las escaleras junto a Edward y entraron en una habitación con una
gran cama y una rubia dentro.
Se sentaron todos sobre la cama ya que no había ningún otro sitio donde
hacerlo. La mujer rubia no les prestaba atención. No parecía estar dormida,
simplemente insociable. Edward les aseguró que eran bienvenidos.
Roslyn estaba sentada junto a Bliss. Ananta y Edward bebían cerveza cuando
de súbito Ananta se arrojó a los brazos de Edward. Edward dijo: —Disculpa,
pero soy lesbiana, y embistió a Roslyn. Enseguida estuvieron tumbados sobre
la cama besuqueándose entre una rubia somnolienta y Bliss. Bliss comenzó a
alborotar.
Roslyn advirtió que Ananta había desaparecido con todas las botellas de
cerveza que quedaban sin abrir. No resultaba agradable estar practicando sexo
escuchando el alboroto de Bliss, así que se desenredó de Edward y dijo que
debía regresar a casa.
Mostrando un talante extremadamente gentil en ese momento, no quiso oír
hablar de ello a menos que la acompañara hasta su casa. Ella aceptó.
Resultaba muy romántico estar sentada en un rickshaw desplazándose
silenciosamente por las calles bajo la suave luz de la luna, acompañada de un
hermoso y apuesto extranjero para protegerla de cualesquiera fuerzas oscuras
que pudieran abordarla en la noche.
Llegaron a la casa de huéspedes y encontraron que la puerta de la calle
estaba cerrada. Roslyn hubo de golpear sobre ella y llamar hasta que el
vigilante despertó y vino a abrir. Edward parecía reacio a dar las buenas
noches, así que lo invitó a pasar a la habitación. Acostaron a Bliss y pusieron
el colchón en el suelo. Él le contó bellas historias de amor y heroísmo. Se
levantaron por la mañana y fueron a encontrar un lugar donde alojarse. Él y la
mujer rubia eran tan sólo amigos que viajaban juntos. No pensaban viajar
juntos en adelante. Él quería quedarse con Roslyn en Pondicherry.
Ella le habló sobre Auroville. Él pensó que sonaba interesante.
El 28 de febrero es el aniversario de Auroville.
Austin se trasladaba desde Equals One a su cabaña en Quiet Beach en
Auroville. Había invitado a muchos de sus amigos a reunirse con él el día 27
de febrero por la tarde, para acompañarlo en una larga barca, una tradicional
barca de pesca grande, de madera de balsa, que carecía de velas y de motor, tan
sólo una tripulación de varios pescadores tamiles con remos. Los pescadores
tamiles habían utilizado barcas como ésta desde tiempo inmemorial.
Edward seguía con Roslyn y Bliss. Habían pasado la semana en el hotel del
parque, engullendo inmensas comidas y haciendo el amor. Bliss no estaba
contenta de compartir a Roslyn.
Edward había confesado a Roslyn, como hacen todos los amantes, que había
estado casado dos veces y no tenía hijos, pero había tenido muchos asuntos de
mujeres. Sólo había estado verdaderamente enamorado una vez anteriormente,
y eso ocurrió cuando era joven y estudiaba en una Universidad europea. Se
había enamorado de una hermosísima y jovencísima mujer llamada Lorelei
que, un día, de forma repentina, había desaparecido de su vida.
Al caer la tarde del 27 de febrero se reunieron con Austin y un grupo de
otras personas en la playa, y subieron a la barca que se adentró en el mar.
Sentada en la proa Roslyn se sintió como Cleopatra en su gabarra, con Bliss en
su regazo, al lado de su amante, rodeada de amigos, y con una tripulación de
pequeños hombres negros entonando una canción casi tan antigua como el mar
en el que remaban.
Veían como desaparecían las blancas casas de la ciudad y veían pequeños
poblados intercalados entre largas arboledas de cocoteros e inmensas playas
blancas. La barca flotaba sobre el oleaje hacia la orilla.
Había un gran complejo, una enorme pieza de arena rodeada de una cerca
construida apresuradamente, levantada con postes de casuarina y palmas de
cocotero. Había varias pequeñas chozas como en el ashram del Swami alemán,
con muros de barro y techos de palma de cocotero. En una de esas chozas los
sirvientes tamiles de Austin habían preparado la cena para ellos.
En el Mundo de la Madre existía una igualdad bastante extraña. Había diez o
quince huéspedes que habían llegado en la barca y seis u ocho pescadores.
Habían sido dispuestas esteras de bambú formando un gran cuadrado sobre la
arena y Austin invitó a sentarse a todo el mundo. Había personas de Italia,
Canadá y Francia, pescadores tamiles y Austin. Austin obsequiaba
constantemente a todos con poéticas historias de sus aventuras y de su gozo y
gratitud como un niño y devoto de la Madre. Austin amaba a las mujeres en
general y a la Madre en particular.
Resultaba divertido estar allí. Fue un té chispeante y arenoso. Después del té
se acercaron a la playa para la puesta de sol, y Edward nadó tan lejos dentro de
la Bahía de Bengala que la gente en la orilla estaba preocupada por su
seguridad. Todos regresaron al complejo y durmieron en esteras sobre la
arena utilizado longis como sábanas.
Al amanecer varias personas de Pondicherry se reunieron con ellos para la
meditación en la playa, mientras el sol ascendía sobre el océano en el
comienzo del nuevo día, el aniversario de Auroville. La Madre había dado a
Auroville una palabra para el día, “Cambio”.
Lorelei, la amiga de Roslyn, había llegado con el grupo de Pondicherry.
Ella y Edward intercambiaron una mirada y ¡ZAS! ¡Ocurrió! La bella, la
maravillosa, la adorable Lorelei, la mujer que repentinamente había
desaparecido un día de su vida, la mujer a la que él nunca había sido capaz de
olvidar. Y en ese mismo instante Roslyn quedó olvidada.
Pero ella estaba con Bliss en Auroville. La aventura había comenzado.
En la época en que Bliss y Roslyn fueron a vivir a Auroville, el 28 de
febrero de 1970, Roslyn estaba convencida de que había sido llamada para
venir con Bliss a participar en el gran experimento.
Había de ser un lugar de trascendental verdad. El ego ya no sería soberano;
la gente sería amable, y aspiraría a la paz, a la unidad humana, a la
transformación Supramental, etc. Pero ¿quiénes serían esas personas? ¿Gente
como Roslyn? Ella no era una gran persona, en diversos sentidos. Era uno de
los niños traviesos malcriados de la civilización americana.
Cuando su padre, Bernie, la fue a ver nada más nacer Bliss, la acusó de
haber quebrantado cada uno de los Diez Mandamientos.
En cierta ocasión, su dulce, amable y amorosa abuela, mirándola con tierno
afecto, le había dicho: “¡Eres un alma perdida!”
A despecho de todo, se sentía confiada de que había sido llamada por la
Madre Divina a participar en Su gran experimento. Sería la ciudad perfecta.
Una espléndida maqueta había sido diseñada por un famoso arquitecto francés.
Arquitectos de Estados Unidos y de Europa habían llegado para vivir en el
lugar y ayudar a la gran visión de una ciudad verdaderamente nueva, no una
ciudad más, sino una ciudad verdaderamente nueva, construida en una nueva
forma, con nuevas normas, con gente dedicada al futuro.
No le importaba lo que su padre y su abuela pensaran de ella. No sabía qué
quería, pero sabía que no era aquello que ellos intentaban darle. Puede que no
fuera una persona perfecta, y probablemente los otros que llegaban para
trabajar juntos como representantes de la humanidad, eran igualmente
imperfectos, pero todos compartían una identificación con las metas de
Auroville.
En cierta ocasión, Madre había dicho algo como, “No podéis tener
Auroville y ego”. Estaban llenos de ego y de ignorancia. Allí, incluso sobre
“la senda soleada”, eran capaces de crear amplias bolsas de oscuridad.
Y además estaba el desafío del propio Auroville. Shayma le había dicho a
Roslyn que había una cualidad de gran heroísmo en la ceremonia de fundación
en 1968. Los representantes de todas las naciones depositaron su ofrenda en la
urna, mezclando la tierra de sus respectivas naciones con la tierra de todas las
demás naciones, en un gesto que simbolizaba la unidad de la Madre Tierra. La
urna fue sellada con una pieza de mármol en la cual había sido grabada la
firma de la Madre, como un gran mantra. La Madre había preparado una
grabación para el acontecimiento. Leyó la Carta de Auroville en inglés y en
francés. Shayma había dicho: “Fue como una declaración de guerra a las
fuerzas oscuras. Nada parecido había ocurrido nunca antes en el mundo. Era
escalofriante. El Divino había reclamado un pequeño pedazo de tierra para la
transformación Supramental y algo nuevo y maravilloso había sido
declarado”.
Sri Aurobindo había dicho: “Todo es Divino, incluso el diablo es Divino”.
El entero proyecto de Auroville estaba envuelto en el carisma. “La cuna del
superhombre” prometía trascender todo cuanto había sido hecho antes. No era
necesario cometer las mismas equivocaciones que anteriormente se habían
cometido. Madre había dicho de Sri Aurobindo: “Él lo ha hecho todo por
nosotros”. Roslyn tomó el significado de eso como que ir a Auroville era
como ir al mundo Supramental y que allí todo sería siempre maravilloso,
dorado y gozoso.
Era una comunidad muy excéntrica pero consistente. Los ingredientes eran
tan dispares como pudieran serlo. La gente provenía de todas las partes del
globo, de todas las condiciones de vida, de todos los entornos espirituales
imaginables, todos unidos por la creencia en su particular experiencia
individual, que resonaba tan profundamente con su personal verdad interior
que habían abandonado sus vidas reales en el mundo real y habían venido a
vivir en el Mundo de la Madre.
El Ashram tenía dos mil residentes en 1968.
Madre dirigía todo absolutamente, un benevolente dictador, y decía, “Si no
te gusta, vete”. A quienes les gustaba habían permanecido. A mucha gente les
gustaba el Ashram, Madre y Sri Aurobindo, pero no venían a vivir en
Pondicherry, aunque lo visitaban regularmente. Hay una gran alegría y fuerza
en un gran grupo de gente alrededor de un maestro iluminado.
Más tarde la Madre, con la ayuda de la Sociedad Sri Aurobindo, comenzó
Auroville, como una ciudad que también mostraría el Yoga en la vida diaria.
Las tres primeras personas que fueron para quedarse cerca del centro,
peleaban constantemente y había cartas a la Madre todos los días. Finalmente
Ella respondió: “Buena voluntad hacia todos, buena voluntad de todos, es la
base de la paz y de la armonía”. Y a continuación, al área central de Auroville
le dio el nombre de “¡Paz!”
El 28 de febrero, Roslyn se había despertado sobre una estera de bambú en
la playa de Auroville, entre Bliss y Edward. Luego habían ido con otros a la
playa, al amanecer, para la meditación. En la playa encontraron a Lorelei, el
verdadero amor, hacía tiempo perdido, de Edward.
Todos se sentaron en la arena, por encima de la marca de la marea alta,
viendo la salida del sol sobre la Bahía de Bengala. ¿Era sólo porque estaban
observando, o porque era un día especial —el aniversario de la Ciudad de la
Aurora— que parecía que el sol saliente mostraba una luz de increíble
esplendor?
Cuando el cielo se transformó en la clara luz azul de una típica mañana del
sur de la India, estaban ya dispuestos para la larga marcha desde la playa hasta
el centro de Auroville, a lo largo de una senda que Austin había elegido, a
través de la desolada tierra y de los barrancos. Caminaron a través de espinos
y subiendo por las empinadas quebradas, primero a Aspiración, en donde
desayunaron. La mayor parte de las personas que ya vivían en Auroville se
reunieron allí con ellos para ir juntos hasta la casa de Auroson, la primera
casa de verdad construida en Auroville. Lorelei tocó su flauta de plata y
Edward caminó a su lado, mientras Roslyn quedaba rezagada mucho más atrás
llevando a Bliss, que a los catorce meses todavía no sabía lo que era andar.
En casa de Auroson escucharon inspirada poesía leída por Rod, para
continuar luego por el largo, caluroso y polvoriento camino. Y ahí estaba
caminando sola, llevando a Bliss por el cálido y polvoriento camino, muy
alejada del grupo de aurovilianos que caminaban juntos. Sabía que Edward la
había dejado desde el momento en que vio a Lorelei. Ellos estaban en medio
del grupo delante de ella. Nunca se había sentido con tanto calor, tan cansada y
sola como aquella mañana caminando hacia el árbol Baniano del centro de
Auroville.
Un tipo bajito se acercó a Roslyn y Bliss. Llevaba gafas, pantalón corto y
una camiseta blanca, aunque sus pies tenían en el color rojizo de la tierra de
Auroville.
Meneando la cabeza, dijo: —Mira a todo el mundo regresando en sus
bicicletas a Pondicherry, la meditación es sólo el comienzo. Esto es Auroville.
Es el aniversario de Auroville.
—¿Es posible quedarse aquí? —preguntó Roslyn.
—Ciertamente, hay una choza vacía cerca de aquí —dijo, señalando a un
grupo de tres chozas no lejos del árbol Baniano, en la polvorienta llanura.
—¿Si nos quedamos, cómo podremos regresar a Pondi? —preguntó ella.
—No hay problema. Hay un Land Rover que hace dos viajes cada día a
Pondi y siempre está el autobús del poblado.
—Quedémonos —dijo Edward—. Lorelei se vuelve en el autobús.
—¿Qué haremos con la comida? —preguntó Roslyn.
—Podéis comer conmigo —ofreció el hombre pequeño con gafas.
Aceptaron con presteza. Él se presentó a sí mismo como Constance.
Constance los llevó a una de las cabañas del otro lado del árbol Baniano.
Tenía el suelo de cemento y las paredes y el techo eran de bambú y hojas de
palma. —Probablemente encontraré para vosotros un par de esteras de bambú
si os quedáis a pasar la noche —ofreció.
—Estaría bien —dijo Edward.
—¿Dónde está el agua? —preguntó Roslyn.
Constance replicó: —Vivo cerca del único pozo en funcionamiento del área
central. Llaman a mi casa la Casa de la Bomba.
—¿Eres la única persona que vive aquí?
—No. Hay otros dos americanos, uno un viejo amigo mío, el otro un
japonés-americano, y una mujer canadiense
—¿Cómo hacen con el agua?
—Bueno, hay una carreta de bueyes con un tanque de agua que se llena en la
bomba y reparte agua a todo el mundo. Se está haciendo un nuevo pozo cerca
del Baniano.
—¿Podría vivir aquí? —preguntó Roslyn.
—Por qué no os quedáis a comer y lo hablamos.
Los acompañó descendiendo hasta un barranco rocoso de poca profundidad
para subir luego un terraplén hasta un camino rocoso y polvoriento con
profundas roderas. A su alrededor la tierra se veía sofocada, seca, cuarteada.
Llegaron a un tanque de agua con una canilla, al lado del camino. —
Mantenemos este tanque lleno para la gente del poblado —explicó Constance.
Estaba situado al lado de la puerta de una cerca que rodeaba un campo en
donde algunos árboles jóvenes habían sido plantados recientemente.
Traspasaron la puerta y vieron la gran choza redonda con techo de paja que
dominaba el campo. La choza había sido construida utilizando solamente
postes de casuarina en un círculo, uniendo la parte superior de los palos verdes
recién cortados en el centro del techo para formar la estructura básica. Hojas
de palma, bambú y paja cubrían la estructura. Tenía un suelo de cemento y un
pequeño muro de ladrillo entre los postes de casuarina, y un espacio
aproximado de medio metro entre los muros y el techo. Toda la estructura
parecía estar sostenida por un largo poste central de casuarina al que las partes
superiores de los postes habían sido atadas y alrededor del cual la estructura
del techo había sido construida. Era imaginativa y atractiva.
Afuera en el jardín había otras dos cabañas. Una albergaba la bomba diesel
que se utilizaba en el pozo y la otra era una pequeña cocina.
Constance les dijo que se pusieran cómodos y desapareció en la cocina.
En el instante en que Constance los hubiera dejado solos, Edward se volvió
a Roslyn.
—Tú no eres mi mujer y este no es mi bebé.
—¿Qué quieres decir? —preguntó ella, sintiéndose embarazada y
avasallada.
—Me gusta el proyecto de Auroville. Es interesante. Creo que sería
divertido quedarse aquí por un tiempo. Puede ser que pudiéramos construir un
sitio aquí. No me importa que vivas conmigo, pero no haré el amor contigo y
en ningún caso seré responsable de ti y de tu diablillo.
El dinero no era realmente un problema para ella en ese momento. Acababa
de recibir un generoso suplemento de Bernie además del cheque
correspondiente a marzo.
Estaba allí, sentada, profundamente afectada, cuando Constance llegó
llevando una bandeja con té y pan frito.
Edward preguntó a Constance si había algún lugar cerca de la bomba donde
pudieran construir una cabaña. Constance replicó: —Justo detrás de la cerca
hay un pequeño campo que pertenece al poblado y junto a su parte posterior
hay un campo que pertenece a Auroville, que probablemente podríais utilizar.
Necesitaríais el permiso de la Madre y el del arquitecto jefe. Tal vez el
propietario del poblado os permitiera poner una tubería de agua atravesando
su campo, con lo que podríais tener agua de la bomba, pero en cualquier caso
la carreta de bueyes podría suministraros agua.
Roslyn no tenía idea de dónde se estaba metiendo. Saboreaba el pan frito y
el té con azúcar moreno de palma llamado jaggery. Decidió que lo primero
que quería construir era una cocina de gas, así incluso si carecieran de agua
podrían comer. Si tenían la cocina y agua, la comida podía comprarse en
Pondicherry. Constance les dijo que a todos los que vivían en Auroville el
Ashram les suministraba media pieza de mantequilla cada día. Sin problema.
Excelente pan integral de trigo, una carreta de bueyes para traerles agua, una
estera de bambú, los cheques de Bernie, y Roslyn sintió que tenía todo lo
necesario para vivir en Auroville, que era donde quería estar.
Edward y Constance iban a dar un paseo hasta el campo que Constance
había propuesto como lugar donde podían construir. La invitaron a unirse con
ellos, pero rehusó. Podía ver el trozo de terreno del que hablaban, un campo
grande, rodeado por un anillo de antiguos árboles de Palmyra.
Antes de que ellos salieran, pidió a Constance que conectara la bomba, así
podría fregar los platos y tomar un baño. El agua manaba desde una tubería a
la altura de la cintura a una acequia de riego frente a la casa.
Constance y Edward regresaron. Edward dijo que era un trozo de terreno
fantástico, no había nada de tierra, sólo rocas.
Constance les advirtió que dado que el campo estaba dentro del área de la
futura ciudad, sólo recibirían permiso para construir una estructura temporal.
Roslyn tenía dinero suficiente para construir una choza, no una casa. No quería
construir su casa. Después de más té y pan frito regresaron a la choza cercana
al centro, con dos esteras de bambú prestadas para dormir sobre ellas.
Cuando hubieron llegado, observaron que la puerta de la choza de al lado
estaba abierta. En la entrada estaba el amigo de Constance, Rod, vestido todo
de blanco con una larga barba rala y pelo largo, con cierto aire parecido a las
fotos del joven Sri Aurobindo, pero hablando con el acento suave y arrastrado
de Texas. Parecía encantado con Bliss. Les dijo que estaba construyendo una
escuela próxima al otro árbol Baniano cerca del centro de Auroville.
—Pero si aquí no hay niños —replicó Roslyn.
Él se rió de su observación. —Hay muchos niños. Hay miles de niños
tamiles en el área de Auroville. En el área hay veintitrés poblados tamiles.
—¿Hablas tamil? —preguntó ella.
—Estoy intentando aprender —replicó él.
Pasaron una noche muy incómoda en la cabaña, y Roslyn añadió colchones,
almohadas, red para los mosquitos, sábanas y lámparas de queroseno, además
de una cocina y comida, a su lista de compras para el día siguiente.
El Land Rover no bajaba a la ciudad hasta las 11, así que decidieron
caminar hasta el poblado y tomar allí el autobús. Fueron a buscar a Constance
y él los llevó hasta el camino del barranco frente a su puerta, a través de una
gran área reseca con cercados de espinas, pasando por delante de niños flacos
de tez bronceada vestidos con harapos que seguían a escuálidas vacas y cabras.
Escucharon el sonido de un claxon.
—Daros prisa —dijo Constance, y se puso a correr. Edward lo siguió.
Roslyn no podía seguirlos. Llevaba a Bliss. Intentó correr. Ellos ya estaban en
el poblado. Pudo escuchar al conductor del autobús dando otro pitido con el
claxon. Edward y Constance lo habían perdido. Permanecían bajo un gran
árbol al lado de la carretera, rodeados por el grupo de niños más patético
imaginable cuando, jadeante, Roslyn los alcanzó. Los niños mendigaban
solicitando diez paisas. Constance les preguntó para qué querían diez paísas.
Ellos replicaron que querían comprar un poco de tapioca. Los niños estaban
cubiertos de llagas, sus ojos estaban inflamados y vestían únicamente un
harapo de tela, atado con una cuerda alrededor de su cintura, y las niñas,
mugrientas faldas hechas jirones que casi iban arrastrando por el suelo. Roslyn
estaba horrorizada. Bliss estaba limpia, regordeta y asombrosamente saludable
en comparación: ¿Cómo podría vivir allí con ella en un mundo en donde los
niños nativos estaban tan mugrientos y andrajosos, los ojos supurantes y con
llagas?
—Tendremos que esperar durante una hora o andar hasta la Coot Road en la
carretera de Madrás, que no está muy lejos, y tomar allí un autobús —sugirió
Constance.
—Intentémoslo —dijo Edward.
Comenzaron a caminar por el largo, cálido y polvoriento camino. Era, en
realidad, un bello camino. Llegados a un punto había como una larga avenida
cubierta de polvo con grandes palmeras cocoteras a cada lado. A uno de los
lados del estrecho camino polvoriento, que carecía de anchura suficiente para
dos carretas, había arrozales, y al otro lado un hermoso estanque de lotos.
Pasaron por delante de un antiquísimo templo. Finalmente llegaron a un
pequeño puesto de té. Unos minutos más tarde paró el autobús y se fueron a
Pondicherry.
Representación de Danza en Forecomers
CAPÍTULO VII

VIVIENDO EL SUEÑO

Un vasto Desconocido está a nuestro alrededor y dentro;


todas las cosas están envueltas por el dinámico Uno:
un sutil lazo de unión une todas las vidas.
Toda la creación es una única cadena.
“Savitri” de Sri Aurobindo
UROVILLE pudiera ser una variante más del héroe en la contemporánea
A saga planetaria. El relato del héroe, en cada clima y en cada cultura
permanece el mismo, interminable variedad de detalles en muchos espejos.
El sorprendente aspecto del heroísmo de Auroville es que Auroville no
representa al tradicional héroe individual. Un grupo de gente entregada a un
proceso de manifestación de una gran visión, está forzado individual y
colectivamente a comportarse heroicamente.
Todo aquel que viene a vivir en Auroville debe renunciar a la ordinaria
senda que su vida, de él o de ella, pudiera haber tomado entre su familia y
amigos. Aunque cada cosa que está ocurriendo en cualquier parte nunca
ocurrió anteriormente, la permuta entre lo que está ocurriendo en Auroville y
en cualquier otro lugar obviamente va a ser más intensa.
Auroville era un sueño, una visión del futuro, implantada en el desolado
paisaje del sur de la India. Gente de Europa, de los Estados Unidos, de la India,
respondían a la llamada de la Madre a aquellas personas que estuvieran
buscando algo diferente en sus vidas, personas que quisieran vivir una vida
dedicada a la humanidad futura, con todo lo que eso implicaba.
Todo esto era maravilloso y excitante, pero, ¿dónde y cómo iban a vivir
estas exóticas criaturas? Eran simples personas, hombres y mujeres, jóvenes y
mayores, ricos y pobres, expertos e inexpertos, todos ellos obsesionados con
el loco pensamiento de que querían vivir en el área de treinta kilómetros
cuadrados que había sido designada sobre el mapa del arquitecto como
Auroville.
El área estaba llena de termitas y de mosquitos, aldeas míseras, con un cien
por cien de analfabetismo entre los veinte mil habitantes de los poblados del
área, y sin electricidad. El terreno, de acuerdo con una leyenda local, había
sido una vez un bosque, pero la foresta había sido talada y el terreno
lamentablemente erosionado. Edward, el amigo de Roslyn, encontró
evidencias de un antiguo lugar de enterramiento cerca del centro de Auroville,
lo que según él probaba que en años recientes toda la superficie del suelo había
sido arrastrada por el monzón, causa de la deforestación del área. Roslyn
recordó que, durante las lluvias del monzón, el océano cercano a Pondi
adquiría el color rojo ¡de la tierra de Auroville!
Apenas se veía un solo árbol en toda el área. La tierra era árida y dura, y
rebaños de escuálidas vacas y cabras, que deambulaban en búsqueda de alguna
brizna de verde, habían consumido prácticamente todo excepto las rocas. El
plano para la ciudad en la oficina de Pondicherry asemejaba algo a una
estación espacial intergaláctica. Cualquiera con el más mínimo sentido común
habría salido corriendo, pero Roslyn carecía de sentido común, pensaba que
había llegado el tiempo para algo diferente de lo que su madre había
conseguido y le había ofrecido a ella.
Estabilidad, seguridad, confort, no significaban mucho para Roslyn, puesto
que siempre los había tenido. Buscaba algo más, aunque no sabía qué.
Por otra parte ella no era una piedra: era una mujer joven con un pequeño
bebé y necesitaba un lugar para vivir en donde su hija pudiera crecer. No
necesitaba poseer nada, pero quería un hogar.
Roslyn había enviado una carta a Madre a través del arquitecto jefe,
pidiendo permiso para construir una vivienda temporal para ella misma,
Edward y Bliss en el campo vacío de Auroville próximo a la Casa de la
Bomba. Madre contestó: “Amor y bendiciones”.
Roslyn tomó a Bliss y caminó hasta el gran campo vacío rodeado por
enormes y añejos árboles de Palmyra. Recorrió el campo y se sentó por un
momento bajo uno de los árboles de Palmyra. Intentó imaginarse cómo
resultaría vivir en este campo de la India rural y decidió levantar allí una
pequeña cabaña y descubrirlo. Por fin viviría en Auroville. Un hombre joven
tamil se le aproximó.
—Mi familia era antes la propietaria de esta tierra —dijo.
—Voy a construir una casa aquí —replicó ella.
—Puedo ayudarte —dijo él—. Soy Ramchendran.
Roslyn se presentó a sí misma y a Bliss.
—¿Dónde está el padre? —preguntó él.
—América —replicó ella.
—¿Cuándo quieres empezar a construir?
—Mañana.
—No sé si mañana empezar. Primero yo compro materiales, todas las
cosas, y luego empezar.
En ese momento llegó Edward.
Extendió su mano al hombre tamil. —Soy Edward Loring.
Ramchendran tomó brevemente su mano y se presentó a sí mismo.
—Soy Ramchendran. Mi familia era antes la propietaria de esta tierra.
—Voy a construir una casa aquí —dijo Edward—. Puedes ayudarme.
—Pensaba que iba a construir mi casa aquí —dijo Roslyn.
—¿Tú su marido? —preguntó Ramchendran.
—Somos amigos. Construiré aquí una casa para ella y después otra para mí.
—¿Cuánto de grande quieres casa?
Edward tendió a Roslyn un palo y le dijo que diseñara la casa que quería en
el suelo.
En realidad no había pensado sobre ello, pero trazó una forma de U, que
dividió en dos habitaciones con el acceso en un lado y la fachada en el otro.
Edward le preguntó dónde quería construir. Ella dijo que el rincón del campo
en donde se encontraban estaría bien.
Edward se dirigió a la Casa de la Bomba y tomó prestada una cinta métrica.
Cinco minutos más tarde, él y Ramchendran estaban colocando estacas en el
suelo, en el sitio donde debían cavar hoyos para los postes que soportarían el
techo.
Roslyn y Edward apenas hablaban entre sí, pero participaban ambos en la
construcción de la choza. Constance los invitó a juntarse con él y estuvieron
contentos de dejar la pequeña cabaña del Centro.
Durmieron en esteras sobre el suelo, como radios de una rueda alrededor
del poste central, Bliss cerca de Roslyn, los dos chicos al otro lado de la
habitación. Habían adquirido barricas para el agua y Constance había
arreglado que la carreta de bueyes les trajera una carga de agua cada dos días.
El techado avanzaba muy rápido y no costó demasiado, pero luego el suelo
pareció tomar mucho tiempo y costaba mucho. Necesitaban ladrillos rotos, cal
y cemento, arena y piedras pequeñas, para los cimientos. Roslyn se estaba
quedando sin dinero. Dos personas más habían venido a vivir con ellos en la
Casa de la Bomba, una joven pareja de alemanes que Roslyn había conocido en
Pondicherry, Geoff y Gabi.
Una mujer alemana, que había conocido a la pareja de alemanes en Pondi, y
su hija, llegaron y se quedaron con ellos. Eran siete u ocho cuerpos durmiendo
en esteras alrededor del mástil central cada noche, compartiendo la comida y
compartiendo sus vidas. Roslyn parecía ser la única con algún dinero, así que
compraba la mayor parte de la comida, pero había elegido vivir en una
comunidad en Auroville y no miraba el dinero que le llegaba como
exclusivamente suyo; todo era ahora de la Madre. Bliss y la niña alemana se
adoptaron la una a la otra, y esto hizo a Roslyn más libre de lo que había
estado desde que Bliss nació.
Dejaba a Bliss en Auroville e iba a Pondicherry, a visitar a los amigos y a
comprar. Un día fue a ver a Mari.
Mari le dijo que la Madre le había dado el nombre y un paquete de
bendiciones para la casa de Roslyn. Se lo tendió a Roslyn y a Roslyn le dio un
repentino golpe de risa. Mari puso un dedo sobre sus labios diciéndole: —
Ssssssh.
La Madre había denominado la casa de Roslyn “Silencio”.
Roslyn envió a la Madre una carta solicitando permiso para verla y recibir
sus bendiciones antes de trasladarse a su nueva casa. Madre le dio una cita para
la mañana del día de Pascua.
La Pascua es en abril. Un día inequívocamente caluroso en el sur de la India.
Roslyn sintió que un Darshan con la Madre ciertamente merecía un vestido
nuevo y, puesto que no tenía mucho dinero, compró un sari de seda púrpura de
segunda mano en el bazar. Compró cintas: cintas de satén en bellos colores
sólidos y otras de cuadros. Diseñó y elaboró un vestido que era muy sencillo,
aunque no del todo conforme con las normas habituales de vestir en aquel
tiempo y lugar. En India es un estricto y terrible tabú para una mujer llevar los
hombros descubiertos. El vestido se sujetaba con tirantes y llevaba adornos de
cintas alrededor de la parte superior y de la parte inferior.
La mañana de Pascua caminaba hacia el Ashram llevando a Bliss, con el
extravagante vestido nuevo que alguien antes había desechado porque la seda
era demasiado vieja.
Se sentía muy entristecida a causa de la hostilidad que Edward le mostraba.
No sabía qué estaba haciendo; no hacía sino lo mejor que podía dadas las
circunstancias, y se sintió ridícula en su nuevo vestido que había comenzado a
estropearse nada más ponérselo. No estaba segura de por qué, a pesar de su
turbación, estaba yendo a Pondi a ver a la Madre, sin embargo todavía
conservaba su habitación en la Casa de Huéspedes Shelter.
Había recibido una tarjeta dándole cita para las 9:30 a.m. Llevaba un ramo
de flores para Madre. Conforme entraba en el Ashram, desde la puerta hasta la
escalera sintió que la gente la miraba. Su vestido provocaba una reacción muy
desfavorable. Desconocía el tabú de los hombros descubiertos. Intentó ignorar
las malas vibraciones y subió por las escaleras. Se dirigió directamente al
balcón exterior de la habitación de la Madre y se sorprendió de ver cuánta
gente permanecía allí sentada de forma apacible, todos aparentemente
esperando ver a la Madre.
Había marquesinas azul pálido para proteger la terraza de los rayos
directos del sol.
Por un momento Roslyn se sintió abrumada de encontrar allí a tanta gente,
pero se sobrepuso y encontró un lugar vacío cercano a la barandilla del
balcón, donde se sentó con Bliss. Debían estar al menos un centenar de
personas en el balcón y a las 9:30 a.m. ya hacía calor. La espera se hacía larga.
Pudo reconocer algunas de las caras, pero ellos no la reconocieron.
La mayor parte de la gente vestía de blanco. Se veían muchos símbolos de
oro en gruesas cadenas de oro. Todo el mundo permanecía en silencio. Había
una atmósfera de meditación. Incluso Bliss estaba extraordinariamente
tranquila, durante un rato. Permanecieron sentadas largamente. Llegaron más
personas y la terraza estaba cada vez más atestada. Ocasionalmente el asistente
de la Madre venía y llamaba a alguien al interior de la habitación. Nada ocurría
excepto que la terraza estaba cada vez más llena. Roslyn sentía que su soledad
iba en aumento y se preguntaba si podría soportarlo. El calor iba en aumento y
Bliss comenzó a alborotar.
Pasaron las horas. Roslyn se habría ido si hubiera tenido algún sitio más
interesante a donde ir, pero iba a comer en el Gran Hotel de Europa en donde
no servían la comida hasta la una, así que no tenía nada que hacer ni sitio a
donde ir hasta esa hora. Se sentó y observó el cielo y lo que ocurría en el patio
del Ashram, pensando sobre una mente calma y silenciosa y sobre el silencio.
El asistente salió y dijo: —Personas que cumplen años.
Mucha gente se puso en pie y formó una cola. La cola se movía de forma
lenta pero continuada, hasta que quedaron sólo unas pocas personas sentadas
en la terraza, que una por una se fueron levantando uniéndose a la fila.
Finalmente ella era la única que quedaba, así que Roslyn se unió al final de la
cola. Tenía ganas de llorar. Estaba muy deprimida.
Llegó el momento de entrar en la habitación de Madre, Bliss sobre uno de
sus costados, en la otra mano un desaliñado ramo, avanzando hacia la Madre.
La persona delante de ella salió y ella fue a arrodillarse frente a la Madre, que
levantó su mirada hacia ella y rió… y rió… y rió, hasta que Roslyn y Bliss
rompieron a reír con ella, como tres tontas felices. Madre indicó con un gesto
a Su asistente que diera un pequeño muñeco de trapo a Bliss, mientras ella daba
flores y paquetes de bendiciones y su mano a Roslyn. Roslyn estaba inundada
de amor y de gozo. Se levantó y caminó hacia la salida sintiéndose feliz y
segura de que Dios, Ella, está sano y salvo en Pondicherry.
A la mañana siguiente llegó el momento de regresar a Auroville. Hacía
calor. Roslyn estaba todavía feliz con el Darshan de la Madre y con la buena
comida del día anterior. Es decir, estuvo todavía feliz mientras viajaba en el
Land Rover, hasta que se topó con Edward y Jane cuando el Land Rover se
detuvo en el Centro. Se iban a la ciudad. Roslyn pasó un mal rato bajando del
Land Rover con su mochila, Bliss y los dos grandes cestos de mimbre
cargados de comida para la comunidad. Hasta que al final el conductor del
Land Rover descendió y se ofreció a ayudarla, puesto que el resto de los
pasajeros habían salido sin ofrecerle ayuda alguna. Habían llegado para
trabajar durante la mañana en el vivero de los jardines del Matrimandir. Una de
las mujeres llevaba un gran sombrero de paja, tenía un acento sureño
verdaderamente arrastrado y un nombre como Scarlet Finkleberger.
Edward y Jane ni siquiera miraron o dirigieron la palabra a Roslyn al subir
al Land Rover. Roslyn dejó los cestos con provisiones con el vigilante,
esperando que alguna de las otras personas que vivían en la Casa de la Bomba
o su tamby [1] pudiera ir a buscarlo. A pesar de que no había mucha distancia
desde el Centro a la Casa de la Bomba, el calor era tan tórrido que Roslyn
apenas podía respirar cuando llegó.
Abandonó a Bliss en las manos de la chica alemana y se derrumbó.
—¿Nos has traído algo para comer? —preguntó el chico alemán.
—Sí, pero lo he dejado en el Centro.
—Sí, ya lo había pensado. Iré y lo recogeré; ¿quién viene conmigo? —
preguntó Geoff.
La hija de la señora alemana se ofreció a acompañarlo. Había una nueva
cara bajo una descuidada barba, vestido con ropa hecha jirones que envolvían
o colgaban sobre partes del cuerpo, hablando con un claro acento australiano.
—Hola, soy Owen. Geoff y Gabi me trajeron aquí el sábado por la noche y
he decidido quedarme.
—Pero no puedes decidir quedarte aquí, sin más, debes solicitar el permiso
de la Madre —dijo Roslyn.
—¿Cómo hay que hacerlo?
—Tienes que enviarle una carta. A veces Ella solicita una foto.
Él encogió los hombros. —Como quieras; pero en cualquier caso ahora
estoy aquí. Estoy trabajando allí arriba en el sitio de la nueva casa. He oído que
nos echan a todos de aquí.
—¿Qué?
La señora alemana intervino: —Constance ha tenido que pedirnos que nos
mudemos, porque a él le han requerido para que desaloje. Un tipo que antes
vivía aquí, tenía un asunto con una señora americana en Pondicherry. Sedujo a
su hija de 17 años y afirma que la Madre los casó. Quiere traer a su novia a
casa en su vivienda de Auroville.
Todo esto había ocurrido en los dos últimos días.
—¡Ese lugar no está preparado!
—Tenemos que salir de aquí hoy. Constance ya se fue. Decidió regresar a
Pondi por un tiempo.
—Haríamos mejor construyendo una cocina allí. Con tanta gente en la
cabaña deberíamos tener una choza separada para nuestros viajes de
aprovisionamiento.
A Roslyn le tranquilizaba el hecho de que Bernie le había enviado algún
dinero extra. Ella le había escrito que estaba construyendo en Auroville.
Organizaron un gran festín y se trasladaron a la nueva vivienda, Silencio,
esa misma noche. Ella y Bliss durmieron sobre el montón de arena frente a la
casa. Era un poco caótico, pero en cierto sentido todo estuvo bien hasta el día
siguiente, cuando Roslyn recibió una citación de la Oficina de Auroville en
Pondicherry. El señor Vasudeva que hacía de jefe, dijo que había habido quejas
de que vivía gente en Silencio sin permiso de la Madre. Roslyn se dio cuenta
de que Edward y Jane habían estado quejándose, y parecía que Edward quería
que la Madre expulsara a todo el mundo de Silencio para quedarse él el sitio.
Madre envió una respuesta, “Nada pertenece a nadie en particular en Auroville,
y todo debe ser usado para el bienestar de todos”.
Roslyn sintió que la respuesta apoyaba a la comunidad de Silencio y pensó
que sería el fin del asunto, pero Jane y Edward escribieron de nuevo a la
Madre. Esta vez la respuesta de la Madre fue sugerir a Roslyn que trasladara
Silencio al otro lado de la ciudad hasta un terreno en donde había un gran
pozo, aunque ninguna otra edificación de Auroville. Roslyn no quería
trasladarse y el asunto quedó finalmente zanjado cuando Jane partió a Canadá
para recoger dinero para Auroville y Edward se fue a Europa.
Finalmente todos ellos obtuvieron el permiso de la Madre para quedarse y
Silencio fue aceptada como otra subcomunidad de la creciente comunidad de
Auroville.
El verano transcurrió sin incidentes, excepto que hacía mucho calor. Margie
se unió a la comunidad. Roslyn construyó una cocina y un patio que conectaba
la cocina con la casa. La señora alemana construyó otra cabaña y después se
trasladó a Pondicherry. Margie construyó una pequeña choza en la parte más
alejada del campo. Madre le dio el nombre de “Don de sí”.
La pareja en luna de miel abandonó la Casa de la Bomba después de un par
de semanas, y una mujer china-malaya, embarazada, y su marido francés se
trasladaron allí. Ya tenían una hija, Aura, algunos meses más pequeña que
Bliss.
Todos ellos eran amigables, trabajaban para Lorelei en Pondicherry, y
habían comenzado a usar el nombre de “Aurocreación” para la producción de
su creativa comunidad.
Amigos de Roslyn vinieron a visitarla desde California con una niña
pequeña. Comían más que todos los demás juntos y no tenían dinero. De
alguna forma todos se adaptaron. El alemán, Geoff, apareció de repente con
algún dinero y la vida siguió como una continua fiesta.
Todas esas comidas para toda esa gente representaban un trabajo a tiempo
completo para algunos de ellos, puesto que las compras había que hacerlas
todas en Pondicherry, excepto la mantequilla y los huevos que venían del
Ashram en el Land Rover, y la leche del poblado. Tenían un pequeño huérfano
del poblado que hacía de todo para ellos. Acostumbraban a dejar los platos
sucios en cubos en la cocina por la noche y él traía la leche por la mañana y
fregaba los platos.
Utilizaban linternas de queroseno para iluminarse. Siempre había visitas.
Roslyn encontró a un sorprendente hombre de Madagascar en el Parque de
Pondicherry, llevando las vestiduras rojas de un lama tibetano y tocando una
flauta. Lo llevó a casa para cenar, y él permaneció en Auroville durante diez
años creando unas pinturas excepcionales.
Ocasionalmente había reuniones oficiales de Auroville. En una de ellas, las
personas que vivían en Pondicherry y pensaban que estaban “al cargo” de
Auroville, se reunieron con las personas que estaban viviendo en Auroville.
Cuestiones sobre los tamiles de los poblados que vivían en Auroville,
especialmente sobre la anciana tamil cuya choza estaba próxima al Baniano,
los enfureció tanto que abandonaron la reunión y regresaron en sus coches a
Pondi. La choza de la anciana ardió unos días más tarde. Todo el mundo
sospechó que la oficina de Pondicherry era responsable, pero la oficina rehusó
aceptar cualquier responsabilidad para proveer de una nueva choza a la
anciana, así que algunas personas de Auroville le construyeron una nueva
choza cerca del poblado.
También hubo muchas reuniones sociales entre personas que vivían en
diversos asentamientos. La gente de Silencio fue a visitar Forecomers e
hicieron una fiesta. La gente de Forecomers visitó Silencio y la visita se
convirtió en otra fiesta. Los franceses llevaban una vida diferente en
Aspiración, con cuartos de aseo, agua corriente y electricidad. Desde el
principio estuvieron muy ocupados reproduciendo las vidas que habían dejado
para intentar algo nuevo. Los experimentos terminaban habitualmente en
fracasos, pero resultaban divertidos. En Forecomers, por ejemplo, alguien
construyó una esfera de bambú en el borde del cañón y quiso vivir en ella,
pero cayó dentro del cañón con el primer viento fuerte. Afortunadamente no
había nadie en su interior cuando rodó hasta el borde y cayó por la ladera.
Habían sobrevivido al verano y al monzón de verano. Había indicios verdes
en la gran meseta roja de Auroville. Incluso había algunas flores alrededor de
la casa en Silencio. Era octubre y el cumpleaños de Roslyn. Tenía una cita por
la mañana para ver a la Madre. Recogió la mayor parte de las flores del jardín
de Silencio y algunas del Vivero, para presentárselas a la Madre como un
ramo de flores de Auroville.
Estaba contenta de no haber traído a Bliss. Había mucha gente en el balcón.
Debía estar allí sentada durante un buen rato, pero era muy agradable. Había un
gran silencio y la atmósfera creada por la aspiración de las demás personas
sentadas allí, esperando la bendición de la Madre, era muy relajante. La
mañana era agradable y Roslyn se las había arreglado para encontrar ropa
limpia en su alacena. No había sido capaz de conseguir un nuevo conjunto para
su cumpleaños. Tan ocupada estaba viviendo, construyendo, dando de comer a
la gente. Gradualmente, el asistente iba llamando uno a uno. Al principio de
manera muy lenta, luego de manera algo más rápida, hasta que la señaló a ella.
Se levantó y caminó a través del pequeño vestíbulo hasta la habitación de la
Madre. Madre estaba sentada en su silla, muy silenciosa. Roslyn se puso ante
Ella, se arrodilló y Le ofreció el ramo que había cogido en un jardín en
Auroville. Madre aceptó las flores y meditó sobre ellas por un momento,
aceptando el espíritu de la ofrenda así como la ofrenda. Después entregó a
Roslyn un ramo de las mismas flores, aunque mucho más lozanas y vibrantes,
de los jardines del Ashram.
Roslyn quería agradecer a la Madre los maravillosos días que estaba
teniendo, pero no podía hablar. Sólo podía mirar a la Madre que la observaba
con dulce afecto. Luego la Madre sonrió y entregó a Roslyn una rosa y una
tarjeta y Roslyn se levantó para irse.
Se detuvo para una comida rápida en el Hotel Continental, en la playa. Dejó
sus paquetes en el rickshaw y entró en el Continental.
No le sorprendió encontrar allí a Kelly. Era uno de sus lugares favoritos.
Estaba alojado en esa misma calle, en una casa de huéspedes que daba sobre la
playa.
Se saludaron afectuosamente, puesto que hacía meses que no se veían. —Es
mi cumpleaños —anunció Roslyn.
—Estupendo querida, permíteme que te invite a comer.
Una agradable sorpresa. Después de meses dando de comer a todo el
mundo, haciendo la compra y preparando cestos de alimentos, alguien la
invitaba a comer. ¡Feliz cumpleaños!
—Bueno dime, cómo van las cosas por Auroville —dijo Kelly después de
encargar la comida y una Coca-Cola para Roslyn.
—Una maravilla. Estoy muy contenta —replicó.
—¿Cómo está Bliss?
—Cada vez más preciosa. Tienes que venir a vernos. He construido algo y
se está formando allí una comunidad de unas quince o veinte personas. Lo
estamos pasando realmente bien.
—Pero ¿qué hacéis?
—Vivir.
—¿Ya tenéis agua?
—Hace meses que estamos esperando el equipo para construir un pozo.
—¿Cómo os las arregláis para vivir todos juntos sin agua?
—Bueno, una carreta de bueyes con un tanque de agua viene cada mañana
alrededor de las diez. Hay más agua en el tanque de la que nuestros dos
bidones de agua pueden contener. Ponemos todos los cubos, ollas y jarras en la
boca de la manguera que entra hasta la cocina. También nos quitamos la ropa y
vertemos pozales, ollas y jarras, los unos sobre los otros hasta que el tanque se
vacía. Nos relacionamos, nos limpiamos y limpiamos las ollas y las jarras,
todo al mismo tiempo. Es muy divertido.
—¿Y crees que eso es la Manifestación Supramental? —preguntó él.
—Puede ser, pero ciertamente no hacemos daño a nadie, aunque pueda
impactar al conductor de la carreta.
—¿Hay alguien entre tu gente que trabaje en algo?
—Puede que hagamos algunos talleres de artesanía y una boutique en Pondi
con Lorelei.
—Eso suena bien. Dime ¿sabes algo de tu padre?
—Va a venir con mi madre en diciembre. Mi hermana viene el próximo
mes.
—Espero verlo de nuevo —dijo Kelly.
Comieron con premura, pues Roslyn tenía prisa por regresar a Auroville y
con Bliss. Le dio las gracias a Kelly por la comida y concertó con un taxi que
la llevara de vuelta al polvoriento terreno donde vivía con sus amigos.
Geoff dio la bienvenida al taxi con una cuchara en la mano. Roslyn se rio y
le sugirió que la ayudara a llevar toda la carga del coche a la cocina antes de
comenzar a comer.
Todos eran muy alegres. Amigos de otras partes de Auroville los visitaron
por la tarde. Alguien trajo un magnetofón, así que hasta hubo música y baile
bajo las estrellas.
Los días transcurrían en una rutina feliz.
Un día en Pondicherry, Roslyn pasaba por delante de la puerta del Ashram,
cuando se topó con Mari que en aquel momento salía del Ashram. Mari estaba
radiante. Acababa de bajar de la habitación de la Madre. Estaba en una nube, y
dijo: —Mira, Madre acaba de darme una flor para ti.
Era un ramillete aderezado con florecillas blancas.
Roslyn lo aceptó.
Mari la miró y muy tranquilamente dijo: —Es una flor de agua.
Roslyn no quería ni pensar de qué manera necesitaban el agua. Llevaban
seis meses esperando un equipo de perforación que se había demorado
perforando sin éxito a través de la roca en Forecomers durante meses, para
acabar encontrando más roca que agua.
Regresó a casa, y allí estaba, ya dispuesto, el equipo de perforación. Los
trabajadores vendrían por la mañana. Iban a comenzar a excavar su pozo, pero
debía de pagarles setenta y cinco rupias cada día. Su hermana iba a traerle
dinero de parte de Bernie para el pozo. Mientras tanto, debía mantener el
trabajo en marcha y pagar día tras día.
Casi había agotado su crédito, pero su hermana estaba llegando a Madrás.
Estaba a punto de ir a recibir el avión de su hermana, cuando recibió un
telegrama. “Robada en Delhi. Llego Madrás lunes 11 a.m.”
Roslyn trató de no dejarse llevar por el pánico.
Cada día debía preocuparse con el dinero para la excavación y el alquiler de
la perforadora. El próximo paso eran las tuberías de acero, que debían ser
instaladas inmediatamente puesto que la carcasa debía ser puesta mientras el
equipo de perforación del pozo estuviera allí, ya que si no se irían y podrían
pasar meses hasta que pudieran volver a colocar la carcasa.
Fue con Bliss en un taxi al aeropuerto de Madrás.
Dorrie, la hermana de Roslyn, llegó desde Delhi acompañada de una mujer
francesa rubia. Era demasiado mayor para resultar interesante, sin embargo
tenía un extraño y llamativo glamur, cabello rubio blanco, perfectamente
recogido en un moño. Ropa sencilla de safari de alta costura y unos bellos,
cálidos y destellantes ojos azules que confirmaban la primera impresión de
una verdadera dama. Dorrie presentó a su hermana la señora francesa: —
Yvonne LeMieux.
—¿Podría ir a Pondicherry en su coche? —preguntó la señora francesa.
Roslyn estaba encantada de tener una compañía tan fascinante para el largo
recorrido junto a su impertinente hermana mayor que ya estaba tratando a
Bliss como a un bebé, hablando goo-goo. Roslyn subió el equipaje al coche
mientras Dorrie sostenía a Bliss.
Finalmente estuvieron todos montados en el coche y dirigiéndose a
Pondicherry. Roslyn se volvió hacia Dorrie: —¿Qué ocurrió en Delhi?
—Me robaron.
—¿Cómo ocurrió?
—Cerré la puerta y me fui a dormir y cuando me levanté por la mañana mi
maleta había desaparecido. Debió ser alguien del hotel.
—¿Qué llevabas en la maleta?
—Todo, dinero, pasaporte, billetes, cheques de viaje.
—¿Qué hiciste? —preguntó la señora francesa sinceramente afectada.
—Llamé a la embajada de Estados Unidos, a la American Express y a mi
padre, y recuperé todo excepto el dinero que Bernie me dio para ti —le dijo a
Roslyn.
—Pero necesito dinero. Estoy haciendo un pozo.
—No te preocupes, Bernie envió algo al banco en Pondicherry.
—Espero que llegue; el dinero enviado a través del banco en India puede
tardar años en llegar.
—Animaros. Dime, ¿a dónde estamos yendo con este coche?
—Os llevó al sitio donde yo vivo en Auroville.
—Es interesante —dijo la señora francesa—. Estoy muy interesada en
Auroville.
—Vamos a atravesar Auroville antes de que el taxi la lleve a Pondicherry.
—Me gustaría ver Auroville. ¿Cómo van las cosas allí?
—Yo soy muy feliz allí —pudo contestar sinceramente Roslyn.
—¿Queréis que os cuente una historia divertida? —preguntó la señora
francesa.
Roslyn y Dorrie estuvieron contentas de no tener que confrontarse entre
ellas y Roslyn no deseaba pensar sobre la suerte de su dinero.
La señora francesa les contó: —He estado viniendo regularmente a
Pondicherry desde que murió mi marido. Experimenté un extraordinario pesar
cuando él falleció y el único alivio que encontraba era un lugar al que accedía
en alguna parte en mis sueños, que era muy tranquilo, tal vez una tumba,
cubierta de flores, pero había allí un sentimiento de alegría que hacia
desvanecer el dolor que encarcelaba mi alma.
Nunca había estado en Pondicherry, pero el día en que el periódico
publicaba la esquela de mi marido, traía también la esquela de un hombre
francés que había fallecido en Pondicherry, con el nombre indio de Pavitra.
Pensé que era extraño. Recordé que tras la boda, durante la cena, estaba sentada
al lado de un amigo de mi marido de Bombay y le pregunté: —“¿Dónde iré si
necesito ayuda?”
—Él me contestó: —“Ve a la Madre”.
—“¿Quién es la Madre?” —le pregunté.
—“Una anciana francesa en Pondicherry” —replicó él.
—Veinte años antes el amigo de mi marido me había dicho que debía ir a la
Madre si alguna vez necesitaba ayuda, tomé un avión y viaje a Pondicherry.
—Me dirigí al Gran Hotel de Europa y tomé una habitación. Era muy
agradable. Después de una buena cena me fui a la cama a dormir. Me desperté a
las cuatro de la mañana porque alguien me estaba llamando. Incluso pude oírlo
cuando estuve despierta. La voz me urgía para que fuera. Yo no sabía quién o
donde. No me permitía detenerme para vestirme, así que me puse por encima
una bata y unas pantuflas, abrí la puerta y descendí por las escaleras hasta la
calle. No podía detenerme hasta que no hubiera respondido a la llamada.
Caminé atravesando la calle vacía, preocupada de que estuviera volviéndome
completamente loca, pero incapaz de detenerme. Atravesé el parque. En lugar
de sentirme asustada o temerosa, sola antes del amanecer en una calle
desconocida, sin saber a dónde estaba yendo, me sentía sin miedo y era
hermoso. Continúe avanzando hasta que llegué a una puerta abierta bajo una
luz y entré. Era justo como en mi sueño.
—Extraña historia, ¿no?
Roslyn replicó: —Es una curiosa historia. ¿Llegaste a ver a la Madre?
—Sí, su nieta, Poorna, me presentó a la Madre.
—Nosotras vamos a ver a la Madre mañana —dijo Roslyn a Dorrie.
La señora francesa, Yvonne LeMieux, dijo: —Dedico tanto tiempo a viajar
que con frecuencia traigo mensajes de una persona a otra. Traigo de Francia
un mensaje muy importante para la Madre.
Sonaba como si estuviera hablando del mismísimo Luis XIV.
El conductor paró y todos bajaron para tomar té en un pequeño puesto del
poblado. Yvonne rehusó probar los exóticos dulces, pero Roslyn insistió a
Dorrie para que probara los aperitivos y dulces, que comieron junto con Bliss.
Yvonne comentó lo encantadora que parecía ser Bliss, y Bliss agarró un
trozo de pastel de arroz y se lo tiró, aunque fue a parar sobre la mesa.
Ocasionalmente Bliss se comportaba como un bebé cuando no se le prestaba
suficiente atención, aunque habitualmente se comportaba como una persona, de
hecho, de forma casi constante, desde el momento en que fue concebida.
Bliss no hablaba mucho. Parecía estar de acuerdo con Roslyn en que la vida
inconformista que estaban llevando era la apropiada. Era feliz, cariñosa, y se
relacionaba con mucha gente más bien que con un reducido núcleo familiar.
Regresaron al taxi y Roslyn les habló de Auroville.
Giraron a la izquierda en el pequeño templo de Ganesh que señala la
entrada al área de Auroville, abandonando la carretera de Madrás. Dorrie no
podía imaginar por qué Roslyn era tan entusiasta. Era como el Nuevo Vestido
del Emperador. A ella le parecía tan sólo calor y polvo.
El taxi se detuvo en el pequeño grupo de chozas próximo a los dos bidones,
de unos ciento noventa litros cada uno, que eran utilizados como toneles de
agua. Descansando desperdigado bajo el amplio techado había un grupo
desaliñado y dispar.
Yvonne se despidió: —Buena suerte. Y continuó en el taxi en dirección a
Pondi.
Dorrie deseó haberse ido con ella. Roslyn le pidió que se quedara por lo
menos una noche.
Finalmente Dorrie accedió, pero sólo después de que Roslyn le asegurara
que si verdaderamente le disgustaba, podría trasladarse a Pondicherry a la
mañana siguiente.
Una de las habitaciones de la cabaña había sido reservada para uso de
Dorrie. Las otras cinco personas se habían amontonado en la otra habitación,
cubriendo el suelo con sus sacos de dormir. Había una cama con colchón,
almohada, sábanas y mosquitera para Dorrie. Nunca había usado mosquitera,
pero la había visto en las películas y sabía que no le iba a gustar.
Tenía un montón de regalos y de productos alimenticios de Bernie para
Roslyn y Bliss. Había traído un vestido para Roslyn confeccionado con un
nuevo género sintético, estampado con una selva. Roslyn estaba contenta de
tener algo que ponerse para ir a ver a la Madre.
Cuando Dorrie estaba deshaciendo sus maletas, una mangosta atravesó
corriendo la habitación y después vio una enorme cucaracha. Le dijo a Roslyn:
—Mañana me mudaré a Pondicherry.
Roslyn y Bliss tuvieron una deliciosa cena de salami y pudin de chocolate.
Por la mañana el tamby las ayudó a transportar el equipaje de Dorrie hasta
el Centro, y fueron a Pondicherry en el Land Rover para acudir a la cita con la
Madre y encontrar una casa de huéspedes para Dorrie.
Dorrie estaba muy tensa. Había estado viviendo y trabajando en Manhattan
durante diez años y no era eso lo que quería hacer el resto de su vida. Pero no
conocía nada más. Ciertamente no quería vivir como Roslyn, en una choza sin
un teléfono o televisión.
Fueron a la habitación de la Madre con Mari y se arrodillaron delante de la
Madre.
La Madre miró a Dorrie, le sonrió y le dio una flor. Después miró a Roslyn.
La mente de Roslyn estaba llena de todos los detalles de su vida, Bliss, el
dinero, sus amigos y la comunidad. Quería agradecer a Madre por haberle
proporcionado tal experiencia de vida, única, libre y maravillosa. Entonces de
forma repentina e inesperada, “Silencio”, el nombre de su casa, llegó hasta su
mente. Recordó haber leído algo que Madre había dicho durante el Darshan
que había dado a la gente de Aspiración, que sus mentes eran demasiado
ruidosas. Roslyn detuvo sus pensamientos. Dejó de intentar ser cortés y decirle
a Madre lo apropiado. Sencillamente se sentó frente a Madre, tranquila,
silenciosa, e instantáneamente fue colmada con una energía que jamás antes
había experimentado. Parecía en cierta forma ser exactamente lo opuesto a lo
que ella conocía como su propio ser.
Era extraordinariamente maravillosa y vibrante, como si cada célula de su
cuerpo se hubiera avivado repentinamente, pero ocurrió en un destello, y
cuando su mente percibió algo que estaba ocurriendo, se detuvo. Entonces
Madre le sonrió y le dio una flor.
Roslyn y Dorrie se levantaron y bajaron las escaleras. En el patio Roslyn se
detuvo en la oficina de Madhav Pandit. Lo saludó y le explicó que había venido
para que su hermana conociera a Madre, y que su hermana necesitaba una
habitación en una casa de huéspedes para una semana.
Se mostró muy amistoso y confeccionó una tarjeta para “Good
Guesthouse”.
Dorrie quedó singularmente desconcertada en el encuentro con Madre. —
Parece tenerte un gran afecto, pero no entiendo por qué estás tan fascinada por
ella —dijo.
Roslyn instaló a Dorrie en un rickshaw con su equipaje y quedó en venir a
comer al día siguiente a la casa de huéspedes. Se apresuró para coger el Land
Rover de regreso a Auroville y dejó que su hermana se las arreglara por sí
misma en la ciudad.
Al día siguiente por la mañana regresó a Pondicherry para encontrarse con
su hermana para la comida.
Good Guesthouse estaba en la puerta contigua al Hotel de Europa. Tenía una
atmósfera muy diferente. Dando a la calle había un muro azul/gris/blanco con
una puerta recién pintada de color azul pálido. Ramas de buganvilia colgaban
sobre el muro. La puerta se abría al interior de un jardín con habitaciones de
huéspedes a los dos lados, y luego una amplia veranda, que había sido
dispuesta como una sala de estar mirando hacia fuera, al jardín. Grandes
fotografías de Madre y Sri Aurobindo dominaban el espacio.
Dorrie estaba esperando allí. Se la veía mucho mejor que cuando llegó a
Madrás.
—Se te ve como si no estuvieras encontrando Pondicherry tan duro de
digerir —dijo Roslyn.
—Estoy disfrutando. Hay algunas personas interesantes residiendo aquí en
la casa de huéspedes y la comida es estupenda.
—Estoy contenta de escuchar eso. Estoy hambrienta. ¿Cuándo es la comida?
Dorrie se acercó al mostrador y preguntó al encargado que estaba
enfrascado detrás de un periódico: —Disculpe ¿a qué hora es la comida?
Era un hombre muy afable, vestido con unos impecables y planchados
camisa y pantalones cortos. Tenía una agradable sonrisa. —A las 12:30,
aproximadamente dentro de diez minutos. Se presentó a sí mismo a Roslyn: —
Soy Mr. Doyle.
—Soy Roslyn. Vivo en Auroville.
—Oh sí, su hermana ya me ha contado. Debo ir a ver cómo marchan las
cosas en la cocina —dijo, y desapareció tras las cortinas en el interior del
comedor, donde Roslyn pudo ver las mesas dispuestas para el almuerzo.
Estaba hambrienta.
—¿Qué hiciste aquí ayer? —preguntó Roslyn a Dorrie.
—Hay aquí un tipo que fue a Harvard. Salió y compró cervezas que trajo
dentro de su bolsa verde para libros. También está una agradable chica joven
franco-canadiense. Estuvimos bebiendo juntos. Estuvo bien; pero no era lo que
hubiera esperado de un ashram en India.
Se produjo un destello de blancura y el ser más apuesto del mundo se estaba
inclinando sobre la extendida mano de Roslyn, que de alguna forma había
conseguido alzarla en el espacio. Miró dentro de unos ojos que parecían
contar la historia de la eterna primavera. Él estaba diciendo: —Tú debes ser la
terrible hermana que vive en una choza en Auroville.
—¿Y tú quién eres? —acertó a decir.
—James Anthony Drummond Bean IV —replicó él—. ¿Puedo acompañarte
a la mesa?
Roslyn se pensó por un momento Vivien Leigh en “Lo que el Viento se
Llevó”. Había pasado de un campo de batalla de polvo y pan frito al interior de
un comedor con manteles y servilletas limpios. Su hermana susurraba un
ininteligible balbuceo a un hombre infinitamente más atractivo que cualquier
estrella de cine. Su cabello castaño no era tan largo como para ser hippie o
descuidado, pero lo suficientemente largo para suavizar su cara alargada y
fina. Roslyn se perdía en esos soñadores ojos color de avellana, y apenas
podía oír, mucho menos tomar parte, en la sutil conversación, justo como una
abandonada heroína de novela.
Todos estuvieron esplendorosos a través del curso de la sopa, el pescado, el
entrante y el postre, y después prefirieron té mejor que café. Jim invitó a
Roslyn a un helado después de la comida en su camino hasta el Land Rover.
La comida pudiera haber sido noticia de periódico por las sensaciones que
despertó en ella mientras la engullía. Él se convirtió en su Crema de Helado
Jim.
Regresó cada día para comer con su hermana y, a veces, llevaba con ella a
Bliss. Jim siempre las acompañaba, y a ella la llevaba a tomar un helado
después de la inmensa comida.
Roslyn hizo reservas para sus padres, Bernie y Anna, en Good Guesthouse,
para su proyectada visita en Navidad. Jim le dijo que él iría a encontrarse con
sus padres en Inglaterra por Navidad.
Roslyn le preguntó: —¿Dónde vas a ir? ¿Has visto a Madre? ¿A dónde hay
que ir?
Él se rio y le compró otro helado.
Dorrie partió y se casó dos semanas más tarde. Cada vez que Roslyn iba a
Pondi corría al lado de Jim. Él siempre le compraba un helado. Un día cuando
corría al lado de él, acababa de quedarse sin dinero, y necesitaba terminar de
hacer las compras para la comunidad, así que le pidió prestadas cien rupias.
Unos días más tarde fue a recoger a sus padres al aeropuerto y los llevó a la
casa de huéspedes, prometiendo volver al día siguiente para la comida.
Cuando llegó por la mañana, su madre ya estaba enfadada. Jim Bean les
había pedido las cien rupias que había prestado a Roslyn. Luego otro tipo de
Auroville había venido y había pasado la mañana convenciendo a Bernie para
que diera dinero para un diario en Auroville.
Jim Bean estaba atravesando el vestíbulo con una rubia escultural.
—Ahí tienes a tu amigo, Jim Bean —dijo Anna sarcásticamente.
—Sí, ya veo. ¿Quién es la rubia?
—Una escritora suiza.
Llegó Bernie chupando un cigarro y haciendo carantoñas a Bliss. Anna
estuvo algo menos tensa con Bernie de lo que había estado con Roslyn, pero
no le gustaba India.
Comieron juntos, pero Roslyn encontraba gran dificultad en hablar con
ellos, especialmente porque lo único que parecía tener que decir era, “necesito
dinero”.
Apareció un divertido hombre pequeño, seguido de una mujer con un cesto
sobre su cabeza y un niño pequeño. —Haré magia para ustedes —dijo el
hombre pequeño.
—¿Por cuantas rupias?
—Las que quieran darme.
De repente apareció una bella rosa en su mano que entregó a Anna.
Ella dijo: —Muchas gracias —pero mientras se la entregaba se había
convertido en un pañuelo de seda que se desplegaba metros y metros, hasta que
hubo un montón de seda sobre el suelo.
Tomó una pequeña vasija de barro de la cesta y la llenó con agua de un
grifo del jardín. Vertió el agua dentro de una de las macetas de palmera, y
continúo vertiendo y vertiendo y vertiendo. Era como el cántaro de Baco.
Después sacó de la cesta un recipiente con un pequeño árbol de mango, de
un tamaño inferior a un pie. Volvió a llenar la vasija con agua y comenzó a
verterla sobre el arbolito. El árbol comenzó a crecer y al cabo de cinco
minutos había crecido centímetros y había echado más hojas.
—¡Wow! —exclamó Roslyn—. Verdaderamente necesitamos a este tipo en
Auroville.
—Sí, ¿qué está diciendo? —respondió el mago.
Al día siguiente era el cumpleaños de Bliss. Madre había dejado de ver a la
gente durante algunos días, así que sólo habría la fiesta, al atardecer, en
Silencio.
Anna y Bernie planeaban acudir a la fiesta en taxi.
—¿Mañana tú venir aquí ir taxi Auroville? —dijo Roslyn al mago en su
mejor tamil.
—Sí —mientras hacía aparecer del aire un montón de cintas multicolores
de satén.
El encargado de la casa de huéspedes entró en el vestíbulo. —Lo siento
mucho pero esto es una casa de huéspedes del Ashram. Aquí no queremos
magos.
—¿Por qué no? —preguntó la madre de Roslyn.
—Por favor, lo siento, pero esta persona tiene que irse.
El mago recogió sus cosas y colocó el cesto sobre la cabeza de su mujer;
Roslyn salió con ellos y lo arregló para que fueran a Auroville al día
siguiente. Les dio cien rupias y esperó que quisieran actuar al día siguiente.
Los amigos americanos de Roslyn habían partido finalmente a California.
Roslyn regresó un día de Pondi y encontró que se habían marchado y dos
cestos de provisiones sobre la mesa con una nota. “Muchísimas gracias,
volveremos a vernos”. Así que ahora sólo quedaban en Silencio, Geoff, Gabi y
Margie. Margie tenía su choza, Don de sí. Geoff y Gabi iban a trasladarse a la
cabaña construida por la mujer alemana, y por primera vez desde que había
construido, sólo Roslyn y Bliss vivían en su cabaña, aunque todos ellos
seguían compartiendo la cocina. Si sus padres hubieran llegado cuando había
ocho personas compartiendo la cabaña, hubieran alucinado, pero tal como
estaba ahora parecía correcto.
Todo el mundo de Auroville y muchas personas del poblado cercano habían
sido invitados a la fiesta de Bliss. Gabi, Roslyn y Margie habían estado
horneando pasteles y galletas durante días. El techado de palma del patio entre
la choza y la cocina estaba siendo reconstruido ya que la estructura original se
había construido demasiado rápido y el ángulo no tenía suficiente caída, con el
resultado de que se estaba desintegrando después tan sólo del primer monzón.
Ya tenían hecha la nueva estructura, pero no las hojas de palma, así que
Ramchendran empleó todo el día inflando globos y atándolos en la nueva
estructura, de tal manera que el techo era sólo cielo y globos.
Además colgaron algunas linternas mágicas japonesas que Roslyn había
encontrado en Pondicherry, y Ramchendran dijo que encendería las bujías que
llevaban dentro cuando empezara a oscurecer.
Había flores, comida y bebida, una pequeña banda tamil con chenai,
armonio y tabla, y mucha gente en el momento en que llegó el taxi a última
hora de la tarde.
Roslyn quedó sorprendida al ver a Jim Bean descender del coche junto con
los magos y sus padres.
Los magos involucraron inmediatamente a los aurovilianos en su actuación,
y todo el mundo estuvo enseguida participando, cautivado, conforme iba
haciendo los trucos que había realizado el día anterior y muchísimos más.
Hubo muchas risas y alegría, y Roslyn se sentó tranquilamente en el suelo con
Bliss en su regazo observando el acontecimiento. Resultó divertido, una fiesta
de verdad.
Un amigo de Forecomers trajo fuegos artificiales y estuvo tirando cohetes
frente a la casa. Ramchendran prendió las linternas y Bernie alucinaba. —Estás
loca. Vais a hacer que se incendie la casa.
Una de las grandes frustraciones de la infancia de Roslyn había sido que los
fuegos artificiales estaban prohibidos. A ella le gustaban los fuegos
artificiales. Ella y Bernie comenzaron a gritarse el uno al otro, y Bernie y
Anna cogieron al mago, a su mujer y su hijo y se fueron. No les había gustado
nada de aquello y estaban enfadados con Roslyn por todo lo que se había
estado haciendo.
Roslyn encontró en la cocina un gran termo de boca ancha lleno de helado.
Por todas partes había gente comiendo y bebiendo. Sonaba música pop en un
magnetofón y la gente bailaba. Roslyn dejó a Bliss sentada sobre una de las
mesas redondas de cemento del patio y se dedicó a circular un poco entre sus
amigos. Cuando regresó, alguien había dado a Bliss un elefante de peluche, y
la gente había puesto pulseras en sus pequeñas y regordetas muñecas,
llamativos collares alrededor de su cuello y cintas en su pelo; parecía estar
disfrutando.
Poco después del anochecer la fiesta comenzó a tocar a su fin, pero hubo
varios amigos, antiguos y nuevos, que se quedaron durante la noche.
Los padres de Roslyn aparecieron por la mañana en un taxi. Estaban
enojados con ella, pero querían pasar el día con Bliss. Su madre le dijo que
bañara a Bliss y que la vistiera para que pudieran llevársela a la ciudad a pasar
el día. Roslyn metió a Bliss en una tinaja llena de agua.
—¿Es así como la bañas?
Roslyn estaba en realidad temerosa de que Bernie y Anna trataran de
secuestrar a Bliss. Estaban muy enfadados con ella, pero pensaban que Bliss
era encantadora.
No deseaba entregarles a Bliss para pasar el día, pero tampoco quería
discutir con ellos, así que les dio a Bliss; pero se quedó muy tranquila cuando
la trajeron de vuelta a última hora de la tarde.
Se estableció entre ellos una molesta tregua. Se veían casi a diario. Sus
padres también veían mucho a John Kelly, Mari, la Condesa de B. y otras
personas en Pondicherry, así que, a pesar de su desacuerdo con Roslyn, sus
padres estaban fascinados por el Mundo de la Madre.
Roslyn los invitó para que vinieran con Kelly a comer el día de Navidad.
Llegaron sus huéspedes y todo el mundo estuvo muy alegre mientras
disfrutaban de las patatas fritas con sal y bebían agua del nuevo filtro de agua
en la comida. Roslyn esperaba que la tarta la redimiera. Intentó cortarla: el
cuchillo se dobló sin conseguir atravesarla. La tarta estaba más dura que los
ladrillos del suelo. Roslyn estaba apurada. Entonces Gabi confesó haber traído
harina de arroz en lugar de harina de trigo.
Tras la suntuosa fiesta y un paseo por la árida meseta, en donde hacía calor
a pesar de ser el mes de diciembre, sus padres no hacían sino volver una y otra
vez a que ella no debería llevar una vida como esa. Que si ella quería vivir así
podía hacerlo, pero que Bliss se merecía algo mejor, y dale y dale.
Finalmente subieron a su taxi y regresaron a Pondicherry.
Una monumental fiesta había sido preparada esa tarde en la Casa de la
Bomba. Roslyn quedó sorprendida al ver llegar a Jim Bean con su amiga suiza
a última hora de la tarde.
Roslyn llevaba su vestido de brocado rojo de seda de la China que sólo se
había puesto dos veces anteriormente. Era el vestido más precioso que había
tenido jamás. Y él y su amiga llegaron a la reunión con un grupo de personas y
después de saludar a varios amigos, se aproximó y dijo: —Hola Roslyn.
Le preguntó algo y comenzaron a hablar, permaneciendo allí mientras el
sol se ponía. Salió la luna. Se sirvió la cena, y no se movieron, como si se
hubieran parado por un momento en el espacio al decir “hola” y el tiempo y el
mundo se hubieran detenido. Permanecieron allí sin acercarse a otros, o sin
alejarse de otros. No habían visto a nadie ni oído nada. De repente la mujer
suiza estaba allí diciendo: —Son las 9:30 y cierran las puertas de la casa de
huéspedes a las 10:00. ¿Nos vamos?
—Pero no habéis comido nada —dijo Roslyn, mirando a la mesa, no
encontrando otra cosa excepto platos vacíos.
¡Se habían quedado sin cenar!
—No tiene importancia —dijo Jim, sonriendo al tiempo que rodeaba con su
brazo a la mujer suiza, mientras se dirigían hacia el taxi.
Roslyn quedó pensativa intentando sacar conclusiones de todo esto, pero su
sentido de supervivencia se impuso y fue a ver si habían quedado algunos
restos de la fiesta.
El uno de enero Madre proclamó 1971 “¡Un Dulce Año!”
Bernie y Anna regresaron a Filadelfia desde Madrás. Habían dado dinero
para el pozo, la bomba, la instalación eléctrica, una contribución para el diario
de Auroville e hicieron una donación al Ashram. Anna comentó en el
aeropuerto: —Creo que podíamos habernos quedado en el hotel más caro de
Nueva York y haber salido a comer y a cenar cada día y al teatro cada noche, y
hubiéramos gastado menos dinero del que hemos gastado en dos semanas con
Roslyn en el sur de la India.
Por mucho que hubieran hecho, por mucho que hubieran dado, no era
suficiente. Había todavía una Casa de la Bomba que construir, tuberías y
pintura que comprar, y Roslyn no se sentía muy estable. Era feliz. Pronto
habría agua corriente y electricidad. Sentía que hacer la compra y cocinar para
las personas en Silencio no iba a ser su trabajo durante mucho tiempo.
Ocasionalmente Roslyn se encontraba casualmente con Jim Bean en
Pondicherry. Apenas tenía tiempo para detenerse y tomar un helado con él.
La mayor parte de de las personas en Auroville estaban trabajando juntos en
una representación de danza que se iba a organizar al borde del cañón, en
Forecomers.
Rod había escrito un poema titulado: “El artista antes del amanecer y el
sueño de victoria”.

¿Por qué el viento salvaje merodea sobre este planeta


mientras el cazador corre entre las estrellas?
¿Y por qué, el cautivo viento de la flauta,
llama suavemente a la luna
cuando la claridad lleva el vestido de la noche?

La mejor música pop de aquel tiempo, como “Here comes the Sun”, de los
Beatles, orquestaba las danzas y la obra. La obra terminaba con los músicos
invitando a la audiencia a bailar alrededor de un Poste de Mayo con largas
cintas de colores, y todo el mundo era feliz imaginando que la Era de Acuario,
de la amistad y de la realización universal había comenzado ya en la Ciudad de
la Aurora, en la Costa del Coromandel.
Hubo dos representaciones. Roslyn llevó de nuevo su vestido de brocado
rojo, pero le iba un poco justo.
Jim Bean estuvo allí durante el último ensayo y en las dos representaciones.
Roslyn le preguntó: —¿Cuándo vas a venirte a Auroville?
—Me marcho a Hobe Sound dentro de tres semanas —replicó él.
—¿Dónde está eso?
—Florida
—¿Por qué?
—Mis padres me han invitado para Pascua.
—Creí que vivían en Londres.
—Tienen varias casas.
—Eso está bien.
—Si me das el termo grande que traje a la fiesta de cumpleaños de Bliss, te
lo traeré lleno de helado cuando regrese.
—Si te gusta tanto Auroville, ¿por qué te vas?
—Aquí hará mucho calor dentro de unas semanas.
—Es la cosa más tonta que he oído en mi vida. Y se marchó.
Ambas representaciones tuvieron un gran éxito y tanto los actores como la
audiencia estaban admirados de cuán divertidas, y sin embargo inspiradas,
habían sido las veladas. Una inmensa fotografía de la Madre de grandes
dimensiones estaba colgada, en el centro del proscenio, del arco provisional
de bambú y palma sobre el escenario. Luego, al final de cada tarde todo el
mundo estuvo bailando alegremente, porque el bello Auroville estaba justo
allí, todos felices, todos sonrientes, aquí llega el sol, en la ciudad de la aurora.
Una pareja americana con una furgoneta Mercedes y un niño dos meses más
pequeño que Bliss, apareció un día cerca de la cocina en Silencio. Él se acercó
y preguntó: —¿Puedo aparcar aquí?
Roslyn lo había visto una o dos veces en Katmandú. Le dijo que estaba bien.
Un chico alemán que fabricaba instrumentos musicales con la cáscara de un
coco y una vara con una cuerda, apareció un día y se quedó. Una mujer
americana completamente loca con una hija de 13 años apareció y desapareció
dejando a su hija.
Habían estado unos pocos días. Él se acercó a la pandilla reunida alrededor
de la mesa del desayuno tomando té y dijo: —Adiós, gracias por todo.
Dirigió a todos ellos una sonrisa amistosa y se despidió con la mano, y
entonces la mujer, que era realmente muy hermosa, apareció desde detrás de la
furgoneta, hizo un tímido saludo con la mano y pronunció también un tímido:
—Adiós.
Fue una magnífica escena. La gente venía y se iba. Siempre había gente
alrededor. Había una escena de comida representándose en el patio desde el
amanecer hasta el anochecer. Si no había nadie comiendo o bebiendo, había
gente hablando, o niños que jugaban. El pequeño tamby tamil pasaba entre la
gente limpiando. Las líneas eléctricas habían sido instaladas, la Casa de la
Bomba había sido construida, y todo ello había pasado la inspección. Estaban
únicamente a la espera de que la Compañía Eléctrica de Tamil Nadu conectara
la corriente; mientras tanto todavía seguían viviendo con dos bidones de agua
cada día.
Una hora después de que la furgoneta Mercedes se hubiera ido, regresó. La
pareja descendió de la furgoneta con su niño pequeño y caminó hasta el patio.
—Hola —dijo ella tímidamente.
—Hola —dijo Gaby—. ¿Habéis olvidado algo?
—Llegamos hasta la carretera de Madrás, y no pudimos imaginar a dónde
ir, porque sentimos que éste es exactamente el lugar que habíamos estado
buscando, así que dimos la vuelta. Nos gustaría quedarnos y construir una casa.
Roslyn y otros amigos construyeron un palacio de bambú y hojas de palma
en una cercana arboleda de lilos de la India. La familia de él eran comerciantes
mayoristas de suministro de agua en Bombay, por lo que él iba a ayudar a
unificar el abastecimiento de agua en Auroville.
Se estaba aproximando el cumpleaños de Madre e iban a comenzar los
trabajos en el Matrimandir. Ram, de Bombay, tenía que instalar una bomba en
el pozo próximo al Baniano.
La noche anterior al cumpleaños de Madre estaba claro que tendrían que
trabajar durante toda la noche y, si todo marchaba bien, pudiera ser que
hubiera agua para la ceremonia, fijada a la salida del sol. Roslyn fue a
ayudarle a mantenerse despierto, mientras él animaba a los mecánicos y
electricistas en su trabajo a lo largo de la noche. Con lentitud, cuidadosamente,
introdujeron la nueva bomba al final de un tramo de tubería dentro del pozo, y
luego fueron añadiendo tramos de tubería consiguiendo que no se
desprendieran y se perdieran en el interior del pozo para siempre. Finalmente,
justo al amanecer, Ram presionó un botón, el agua fluyó, y todo fue un delirio
de alegría.
Ram se fue a casa a dormir y Roslyn se dirigió al lugar preparado para la
ceremonia. Se sentó en una de las pocas esterillas y navegó entre la vigilia y el
sueño. Las estrellas se desvanecieron y el cielo se volvió más claro.
Silenciosamente llegaron otros desde Auroville, andando o en bicicleta,
penetrando en el área y sentándose tranquilamente en su cercanía.
Las dulces llamadas de los pájaros a primera hora de la mañana y el sordo
zumbido de la mañana del sur de la India fueron interrumpidos por el ruido de
un autobús, el Land Rover y varios coches que llegaban desde Pondicherry y
que parecían todos ellos emerger de la luz de la mañana, desbaratando el
mágico silencio.
Una de las personas que habían llegado en los vehículos le dijo a Roslyn
que se levantara, puesto que se había dejado caer en una de las esteras
reservadas para las VIPS. Se sintió como una VIP, habiendo dedicado la noche
con Ram ayudando a que el trabajo avanzara. Recordó la actitud de ciertas
personas en Pondicherry hacia los aurovilianos: los toscos y desmadrados
aurovilianos eran simplemente los trabajadores, que habían venido a construir
Auroville, como si de una casa se tratara. Los trabajadores venían, construían
la casa y luego se iban, tras lo cual los propietarios podían instalarse y
disfrutar del lugar.
Se sintió enfurecida y traicionada cuando le pidieron que dejara su sitio
para alguien más importante, así que en lugar de moverse hasta la apropiada
sección reservada al proletariado, caminó de vuelta a Silencio y se perdió la
ceremonia.
Unos días más tarde era el aniversario de Auroville, el 28 de febrero. Todo
el mundo iba al árbol Baniano para meditar a la aurora.
Roslyn caminó hasta el Baniano, dejando a Bliss durmiendo en la choza.
Cuando llegó al árbol, el cielo clareaba y los primeros colores de la mañana
coloreaban brillantemente el cielo por el Este. Podía ver las siluetas de otros
aurovilianos. La mañana era muy silenciosa. Era un silencio especial, sin el
croar de una rana, sin un silbido, sin el zumbido de un mosquito; era casi
luminoso, como si él mismo fuera un sonido.
Roslyn había estado indagando en los misterios de la espiritualidad durante
años, pero ninguno había sido capaz de mostrarle cómo meditar, ni le había
proporcionado un mantra. Lo único que había sido capaz de inferir con
claridad de lo que había leído y experimentado era permanecer en silencio.
Estaba sentada allí, tratando deliberadamente de impedir que los
pensamientos fluyeran en el interior de su mente, contemplando el cielo del
amanecer mientras las estrellas se desvanecían. Había una deslumbrante
gradación de todos los colores, desde el oro pálido hasta el púrpura profundo,
esparcidos por el cielo, dispuestos con una gracia caleidoscópica, colmando
de color el cielo y el nuevo día. Luego todos los colores huyeron hacia el
horizonte y se mezclaron en una aureola salmónrosada alrededor del sol
asomando sobre el borde de la tierra.
Ya no pensaba. Estaba allí; y escuchó a Madre que le decía: “Tu trabajo en
Silencio ha terminado”. Vio grandes construcciones blancas de cemento
descendiendo sobre el campo.
Roslyn estaba conmocionada cuando se alejaba del Árbol. No podía saludar
ni hablar con nadie. Había dedicado un año entero tratando de construir un
lugar habitable. Todo estaba dispuesto y pagado y no quería abandonarlo.
Había gastado toda una fortuna y sus padres jamás se lo perdonarían. No sabía
qué hacer. Se fue a Pondi para hablar con Austin, quien le dijo que escribiera a
la Madre y buscara en Auroville otro lugar donde vivir.
—¿Por qué?
—Bueno, si fue una verdadera visión no permanecerás en Silencio por
mucho tiempo.
Hubo de estar de acuerdo, pero no quería trasladarse. Escribió a Madre y
recibió como réplica un paquete de bendiciones. Roslyn no estaba segura de
que la carta hubiera llegado realmente a manos de la Madre, puesto que Madre
recibía la correspondencia de los aurovilianos únicamente a través de
Vasudeva, cuya actitud hacia Roslyn le hacía pensar que la tenía en poca
consideración.
Decidió ir a Rameshwaran y visitar a Panditji.
Encontró a Jim Bean por la calle y le mencionó que iba a ir a Rameshwaran.
—Me gustaría ir contigo. Conocí a Panditji el mes pasado cuando viajaba
por el sur y me encomendó una práctica de treinta y cuatro días que terminaré
dentro de poco. Deja que consulte el I Ching.
El I Ching dijo: “Tres días antes del comienzo”.
Acordaron encontrarse a los tres días e ir a Rameshwaran.
Roslyn se dirigió a la ciudad tres días más tarde, sin Bliss, con su equipo de
viaje, y fue a buscar a Jim.
Él había consultado el I Ching de nuevo, con el resultado de “No cruzar el
agua inmensa”, por lo que no iba a acompañarla.
Se fue sola y se quedó durante unos días. Consultó a Panditji qué debía
hacer.
Él replicó: —Cuida de Bliss. Bliss es encantadora.
Le pidió algún tipo de práctica.
Él le dijo: —No estés preocupada.
Finalmente regresó a Auroville. Hacía calor y no había mucho que hacer.
Dedicaba largas tardes a hablar con sus vecinos y a diseñar una nueva
comunidad construida de estructuras de bambú y palma interconectadas que
pudieran albergar talleres de trabajo, estudios, clases y salas de juego, una
cocina, un comedor, áreas de descanso y áreas sociales, como una colmena
gigante.
No le quedaba nada de dinero. Ninguno de ellos tenía dinero. Roslyn sabía
que, si se trasladaba, Bernie se enfadaría por todo el dinero que había gastado
en Silencio, y puede que no le diera dinero para volver a construir, pero no
obstante decidió trasladarse a un terreno amplio de playa vacía que Auroville
poseía próximo al poblado de Chinnacapalet.
Había escrito una carta a Madre sobre su visión de 28 de febrero y recibido
un paquete de bendiciones.
Ahora escribió a la Madre por permiso para trasladarse a la playa.
Vasudeva dijo: —Habla con el arquitecto jefe.
El arquitecto dijo: —No, es mejor que construyas algo en Auromodele.
—No quiero trasladarme a Auromodele. Quiero trasladarme a la playa. Por
favor pídele a la Madre permiso para mí —imploró.
Él le preguntó a Madre. Ella le dio permiso y un paquete de bendiciones.
Roslyn fue a ver a Jim Bean y le dijo que iba a comenzar una nueva
comunidad en la playa, y le preguntó si podía contribuir con algún dinero que
ayudara al trabajo.
Él le dio cien rupias.
Roslyn se trasladó el primero de mayo, incluso sin haber visto el terreno
que había elegido sobre el mapa en la oficina de Auroville. Dhyan y Guiom y
su pequeño hijo se trasladaron a Silencio.

[1] Hermano pequeño.


Panditji
CAPÍTULO VIII

NO TAN FÁCIL COMO HABÍA IMAGINADO

En nuestras partes ocultas guardamos este conocimiento;


despiertos a la llamada de un vago misterio,
encontramos una honda Realidad invisible
mucho más verdadera que la faz que ofrece al mundo la presente verdad:
somos acosados por un yo que ahora no podemos recordar
y movidos por el Espíritu que todavía debemos llegar a ser.
“Savitri” de Sri Aurobindo
ASTA el 21 de febrero de 1971, por lo que a Jose concernía, Auroville
H podía arreglárselas sin él. Había escuchado una conversación en
Pondicherry acerca de la inauguración del Matrimandir. Había autobuses que
salían desde el Ashram a las 5 a.m. el día del cumpleaños de la Madre. Él no
iba a coger ningún autobús a Auroville a las 5 a.m.
El día del cumpleaños de la Madre se despertó a las 4 a.m. Intentó volver a
dormir. Despertó a su mujer y le dijo que iba a tomar el autobús para ir a la
meditación en Auroville. Una fuerza seductora lo arrastraba a traspasar la
puerta, a subir al autobús, hacia Auroville.
Llevaba viviendo con Ethel en el Ashram desde 1965 y nada parecido le
había ocurrido nunca antes. Nadie se había preocupado por él y él no se había
preocupado por nadie. Procedía de Harlem y su esposa procedía de New
Jersey.
Había abandonado la casa de su madre cuando tenía 14 años y fue un hipster
tan colgado como uno pudiera serlo en las calles de Nueva York durante los
años cincuenta. Haciendo sus asuntos se colgó. Hacía negocios sobre la
marcha. Furtivo, indómito, vagabundeaba por las calles, sorbiendo
conocimiento a la moda, incompleto. Cuando escuchaba el silbato de un poli se
tragaba sus palabras exclamando: “A Dios pongo por testigo, yo no sé nada”.
Del reformatorio, vuelta a la calle, prostitutas callejeras y borrachos,
batiendo marcas, anotándose tantos. Se creía tan listo que pensaba que no
dejaba rastro. Pero pasó otra temporada en la cárcel y de nuevo vuelta al
mundo de las mentiras y de la estafa que era lo suyo. Robaba a los ricos, a
veces a los pobres. Jamás robó a una persona honrada, puesto que jamás
conoció a ninguna.
De noche acechaba a las parlanchinas multitudes en los lujosos bares y
restaurantes, mezclándose felinamente entre la muchedumbre en el teatro, para
sustraer las confiadas bolsas. Su faz de piedra cuando la víctima gritaba. Su
corazón se aligeraba con la velocidad. Su adolescencia fue una encarnación de
la voracidad. Saqueaba los callejones de las calles de la zona oeste de la ciudad
donde los traficantes hacían su negocio con los yonquis, los chulos chuleaban
prostitutas. Su pistola inspiraba terror.
Las víctimas esperaban su crimen; despreciable, perdido en el submundo
del terror. Había exprimido la vida como un rey, estrujando cualquier cosa que
inflamara su avidez, hasta que un día un atraco “salió mal”.
Entonces escuchó el “blues” del perdedor. Esposaron sus manos y sonaron
las sirenas estridentes. El juego había terminado con un choque. Paró porque la
muerte lo seguía de cerca, enrabiada. Los polis tenían puños y sus manos
fueron esposadas juntas.
En el tribunal todo el mundo estuvo de acuerdo en que lo mejor era
encerrarlo y tirar la llave. Así que acordaron quince años de trabajos forzados.
Su nueva vida era una muerte en vida. Trabajaba como un esclavo mientras
el tiempo pasaba, a buen recaudo. Quería venganza, pero su sentido común le
inclinaba a la astucia, le obligaba a la contención. Después de cinco años de
buena conducta salió bajo palabra, pero se prometió que su celda podía
esperar su vuelta. Por fin era libre.
Solitario como un lobo, al traspasar la puerta decidió que había de
encontrar otro camino que no le llevara de vuelta a la celda de la prisión. Se
registró en una universidad y le pagaron por ir a clase. Leyó absorto tomos de
cosas absurdas y aprendió a hablar en contenidos tonos. En la universidad
buscó su alma y encontró a su esposa, una chavala con suficiente dinero para
que él no tuviera que volver a robar.
Sabía que este no sería su escenario durante mucho tiempo, así que decidió
sacar el máximo de él mientras estaba ocurriendo y ver mundo.
Había conocido a la Madre en su viaje alrededor del mundo en 1962.
Habían estado viajando en una larga luna de miel en cargueros, de puerto en
puerto. El barco que habían tomado en Madrás se había detenido, sólo unas
horas después, en Pondi, y les dijeron que permanecería cargando mercancías
durante dos días.
Descendieron y encontraron un maravilloso bar desde el que se veía un
gran paseo y el océano. Estuvieron disfrutando de la brisa y de la cerveza fría.
Un tipo bebido, de Boston, con pelo rubio peróxido se ofreció a invitarles a
una ronda. Se reunieron con él en su mesa y entraron en algo parecido a un
largo intercambio de palabras. El extraño tipo les dijo que había estado
viviendo en Pondicherry durante nueve años.
—¿Por qué? —preguntó Jose.
—Aquí está la Madre Divina.
Ellos no le creyeron. El bostoniano bebido les invitó a reunirse con él en el
mismo bar a la mañana siguiente y él les llevaría a la Madre.
Había sido una tarde fascinante. A Jose no le gustaba mucho el tipo de
Boston, pero la cerveza estaba fría, la comida era buena y barata, y no
conocían otro lugar en la ciudad, así que estuvieron en el bar por la mañana.
El americano bebido con un exótico nombre indio entró en el bar justo en
el momento en que Jose terminaba su café. Jose no quería saber nada del tipo.
Ethel sentía curiosidad por “la Madre Divina”, y puesto que parecía estar
aburrida de casi todo excepto del sexo y la comida, ¿por qué no? Siempre
podían reírse de ello más tarde.
—Debéis venir ahora mismo.
—¡Eh! Vuelve dentro de media hora, o nos encontramos contigo más tarde
—dijo Jose. Acababa de encender un cigarrillo y no quería apresuramientos.
—Tenéis una cita con la Madre dentro de cinco minutos.
Jose pagó la cuenta y junto con Ethel siguieron a Ananta que recorría con
paso enérgico la ciudad atravesando el parque. Ananta se detuvo en el parque,
cogió algunas flores y se las dio a Jose y Ethel para que se las entregaran a la
Madre.
Atravesaron una puerta, un patio, subieron una escalera y se sintieron como
si fueran a reunirse con una VIP. Permanecían en un balcón al sol, bajo una
marquesina, junto con otras veinte personas. Había un gran silencio.
—¡Eh, tú! —dijo Jose volviéndose hacia el brahmin de Boston.
Ananta dijo: —Por favor no os mováis, habrá que esperar unos minutos.
Jose y Ethel se miraron el uno al otro y se rieron. Permanecieron mirando
por sobre la barandilla lo que ocurría en el patio de abajo y afuera en la calle.
Todos los edificios eran del mismo color azul/gris/blanco.
Un hombre mayor, pequeño, de pelo blanco, con una barba rala y un
impecable y almidonado dhoti blanco y una estola blanca, que se parecía, hasta
donde la imaginación podía alcanzar, a San Pedro a las puertas del cielo, entró
en la terraza y les hizo señas de que le siguieran.
Siguieron a Ananta al interior de Su habitación.
Allí estaba Ella sentada en Su Silla.
Jose no tenía palabras para describir lo que le ocurrió en los momentos
siguientes.
Descendiendo por las escaleras, después del encuentro con Madre, le dijo a
su esposa: —Cuando el barco regrese a Nueva York tomaré un avión y
regresaré aquí para estar con Ella.
Al atravesar el patio se detuvieron ante la tumba. Jose sintió algo que tiraba
de él, como si el espacio alrededor de la tumba magnetizara sus pies. Cuando
seguía a Ethel, en dirección a la puerta, dijo silenciosamente dirigiéndose a la
Madre: —Volveré.
Habían estado viviendo felizmente en el Ashram durante seis años. Se
encontraban a gusto. Sabían dónde tenían que ir a dormir. Sabían que iban a
comer. Como entretenimiento había una película en el patio de recreo la noche
de los sábados. Una paz armoniosa, un sencillo sentimiento de bienestar, que
jamás había imaginado posible, había entrado en su vida.
Él no quería ir a Auroville. No quería que nada cambiara. Las cosas estaban
bien como estaban, pero la fuerza que lo arrastraba fuera de la cama le
demandaba que fuera en el autobús a la ceremonia de Auroville.
La puesta de la primera piedra consistió simplemente en un niño ofreciendo
flores e incienso a una imagen de la Madre Divina. Luego la mayor parte de la
gente se fue. Unos pocos se quedaron para comenzar a excavar los cimientos
del Matrimandir.
Jose se quedó. Rompían la endurecida tierra con barras de hierro y ponían
la tierra en bandejas de esparto cuyo contenido era arrojado a una carretilla.
Alguien debía llevar la carretilla a un extremo del sitio y vaciar la tierra. Jose
decidió que él sería este alguien de la carretilla.
Durante todo el día trabajó con los aurovilianos. Cuando al atardecer
regresó el autobús, él lo tomó de vuelta a Pondi, sin advertir que estaba
cubierto por la tierra roja de Auroville. Ethel le dijo que parecía muy apuesto
y enérgico con los pies embadurnados.
Escribió a Madre; quería trabajar en el Matrimandir. Ella le envió un
paquete de bendiciones. Su esposa estuvo de acuerdo en que empleara unos
cuantos días a la semana, o incluso unas cuantas noches, en Auroville. Le
hubiera gustado no tener que dejar de trabajar por la tarde y regresar a la
ciudad. Quería trabajar hasta que estuviera terminada, hasta que estuviera
construida, una habitación para Ella en Auroville.
La primera noche que pasó fuera iba a dormir bajo el Baniano. En la
cercanía estaban siendo construidas cabañas, servicios, una cocina, para los
trabajadores del Matrimandir. Uno de los tipos, también de Nueva York, que
cantaba canciones de Bob Dylan todo el día mientras trabajaba con la barra de
hierro removiendo la tierra, le dijo que podía venir a Silencio. Había una
razonable cabaña nueva que había sido construida para los pollos, en donde
podría estar tan confortable como debajo del Baniano y habría algo para
comer. Era como regresar a los trabajos forzados empujando la carretilla todo
el día, pero diferente.
José suspiró. Había algunas “pollitas” de aspecto excitante en Silencio. En el
Ashram había un cartel con un amplio trazo manuscrito de la Madre, “¡No
cotilleos!” La comunidad era tan pequeña y tan estrecha que todo el mundo
sabía todo sobre todos los demás, y más.
Jose quería vivir tranquilamente en el Ashram. Quería ser el hombre
invisible, no el sujeto de cotilleos. Había demasiadas muchachas en Auroville
y todas llevaban pantalones cortos y camisetas sin mangas cuando llegaban a
trabajar al Matrimandir. Puede que pensaran que con toda la polvareda nadie
las advirtiera, pero él se fijó. Él y su esposa estaban “haciendo yoga”. Ellos no
follaban, excepto para hacer niños. Ella tenía dos niños. Él detestaba el yoga. A
él le gustaban las mujeres. Los extraviados ojos azules de la mujer americana
con el marido indio, ¿lo miraban a él? Ella tenía un niño pequeño. Su mujer
tenía dos niños pequeños. Demasiados niños pequeños.
La gente en Pondi decía imbecilidades como, “Madre finalmente cometió
un error, Auroville”.
“Madre abrió el centro del sexo, Auroville”
No era como el Ashram en donde todas las “pollitas” iban envueltas en
algodón blanco, como niñas o como cuerpos muertos. Viviendo con Ethel en
el Ashram pensó que había trascendido toda esa mierda de excitarse con un
polvazo, pero se sentía cien años más joven. Alguna parte de él simplemente
respondía a las mujeres. Estaba feliz trabajando en el Matrimandir y mirando
todas esas bellas mujeres durante todo el día. Repentinamente recordó que era
un macho y se preguntó si es que lo había olvidado o sólo creía haberlo
olvidado. En cualquier caso, había vuelto, y se sentaba en el rincón oscuro del
patio en donde las “pollitas” y todo el mundo se reunían alrededor de las dos
mesas de cemento. Se sentía más a gusto en este gallinero que en el
apartamento en donde él y Ethel habían vivido durante seis años.
Trataba de pensar en otras cosas. Se dio cuenta de que apenas pensaba. El
cuerpo se movía, trabajaba, nunca había sido más feliz. Comer, dormir, lo
único que deseaba, pues le hacía tan feliz, era hacer algo para Ella.
Fue a visitar a Ethel en Pondicherry. Ella le dijo que alguien había dicho a
Madre: “Algunos en Auroville piensan que son seres Supramentales”.
Madre había replicado: “Son inframentales. Se comportan como gatos y
perros”.
Jose quedó impactado de vuelta a esta otra realidad, pero después de unos
días de nuevo sintió la urgencia de ir al Matrimandir, así que regresó durante
unos días más. Apenas se dio cuenta de que Roslyn se había ido y de que Dhyan
había llegado.
Dhyan estaba muy contenta de que Madre le hubiera dado permiso para
trasladarse a Silencio. Se había sentido muy desgraciada y sola viviendo en la
zona de huerto, en Esperanza.
Había llegado a Pondicherry con Guiom la primavera anterior. Todavía no
tenía dieciocho años y estaba casada y embarazada. Había conocido a Guiom
en el pueblo cercano al convento, en una repostería. Era muy apuesto, con el
aspecto de un lobo, con su largo pelo rojo y su roja barba. Él era Guiom de
Juin y justo acababa de regresar de Baleares para continuar viaje hacia la India.
El padre de Dhyan había sido un pintor de casas que había tenido una caída,
se había roto el cuello y había muerto cuando ella tenía 11 años, y su vida
había quedado completamente destrozada. Su madre la envió al convento en
donde pasaba las horas del día arrodillada, rezando o restregando el suelo.
Había oído hablar de las Baleares y de la India en sus clases de geografía. Iba a
tener muchos problemas en el convento si descubrían que había hablado con
un extraño y le había permitido comprarle un pastel.
Él le pidió que se casara con él y que se fuera con él a la India.
Se pusieron de acuerdo para huir a París y casarse y seguir luego en viaje
hacia la India. Ella dijo a la Madre Superiora y a las monjas que quería visitar
a su madre, consiguiendo autorización para dejar el convento. Guiom se
encontró con ella en el tren. Escribió a su madre para decirle que se había
casado.
Había comenzado una nueva vida de amor y de aventura. Repentinamente el
mundo parecía eclosionar. En lugar de estar arrodillada rezando o restregando
suelos, estaba en un restaurante de París. No podía creer lo maravillosa que
podía ser la vida junto a Guiom y otros tomando café y riendo en una
conversación llena de insinuaciones sexuales con la que disfrutaba. Se
preguntaba si podía dar gracias a Dios de haberse escapado de las monjas.
Recibió una carta de su madre diciéndole que regresara al convento, que las
monjas la perdonarían. Su madre hacía decir una misa diaria por el alma de
Dhyan. Esto la hizo estremecer. Decidió no escribir a su madre durante mucho
tiempo, tal vez cuando estuvieran en la India.
Era muy feliz con Guiom. Era muy amable y atento, y se preocupaba mucho
por ella. Encontró un lugar donde vivir en Montmartre y hacía la compra, la
alimentaba, adquirió para ella un hermoso vestido blanco mejicano de novia,
de Oaxaca, con bordados azul pálido. Mientras él estaba trabajando, ella estaba
en el café tomando café y vino con sus amigos. A veces fumaban mariguana.
Ya no se sentía avergonzada. Se sentía sexy, hermosa, amada, ligeramente
ebria, y estaba comenzando a sentirse algo mal.
¡Estaba embarazada! Guiom estaba sorprendido, pero no quería permanecer
en París, así que entre lágrimas y abrazos tomaron el Oriente Express hacia
Estambul. Era un largo viaje en tren, pero encontraron muy acogedor el
pequeño compartimento. Luego otro largo recorrido en tren a través de
Turquía y días de autobuses a través de Irán y de Afganistán.
Había estado viajando durante semanas atravesando Europa y Asia. Sentada
al lado de la ventanilla, en el autobús desde Kabul hasta Lahore, se dio cuenta
de que estaba viendo uno de los más bellos espacios del mundo. Contenta de
estar al lado de Guiom. Él siempre estaba allí, protegiéndola, lejos del mundo
gris del convento.
En Pakistán se detuvieron brevemente en estaciones de tren repletas de
público, gente durmiendo en los andenes, mendigos por todas partes. No podía
imaginar a dónde estaban yendo. Mujeres con niños en sus brazos, colgados de
sus faldas, embarazadas. Se preguntaba si habría para ella y para su hijo algo
más que un andén de cemento en una estación de trenes donde dormir.
Tomaron otro autobús en la frontera y finalmente estuvieron en India.
Estaciones de trenes, establecimientos de té, trenes que atravesaban las
montañas y después de nuevo las planicies. Descansaban en alojamientos
baratos y comían con la gente del lugar, evitando hoteles caros y restaurantes,
pero su dinero se agotaba. Guiom se estaba poniendo ansioso. Quería
encontrar un lugar donde pudieran quedarse, donde ella pudiera dar a luz. Iban
de un sitio para otro. Alguien mencionó Pondicherry, en el sur de la India. Tras
viajar a Madrás, se dirigieron allí.
Tomaron una habitación en un alojamiento barato de una de las calles
principales y se dirigieron a la Casa del Café de la India para comer algo.
No había mesas libres. Una de las mesas estaba únicamente ocupada por una
obesa mujer occidental con apariencias de hippie con una niña pequeña.
Guiom preguntó si podían sentarse con ella. Ella respondió que sí.
La mujer obesa le dijo a Dhyan: —Eres muy guapa.
Dhyan llevaba su traje mejicano de boda.
Llegó el camarero y pidieron café.
—¿Estás viajando? —preguntó Dhyan.
—No, vivo aquí.
—¿Dónde?
—Vivo en Auroville.
Ellos tomaron su café.
La mujer obesa cogió a su niña y sus bolsas de compra.
Guiom y Dhyan fueron al Ashram de Sri Aurobindo desde donde los
remitieron al otro lado de la calle, a la Oficina de Auroville.
Vieron la exposición que mostraba una nueva ciudad en construcción. La
leyenda de la puerta decía: “Bienvenidas todas las personas de buena voluntad”.
Estuvieron viendo la exposición y leyendo la Carta de Auroville, y sintieron
que si Auroville no pertenecía a nadie en particular, sino a la humanidad en su
conjunto, y se daba la bienvenida a las personas de buena voluntad, también
ellos serían bienvenidos.
Se aproximaron al mostrador.
—Sí, ¿puedo ayudarles? —les preguntó la señora de sari blanco con una
larga trenza de cabello cano sobre su espalda.
—Queremos vivir en Auroville —dijo Guiom.
—Preferimos aspirantes que lo hayan solicitado desde su país y vengan
únicamente después de haber sido aceptados por la Madre.
—Hemos viajado hasta aquí por tierra desde Europa. No queremos regresar
a Europa para escribir una carta solicitando permiso para venir a Auroville —
replicó Guiom.
—Os entregaré una solicitud y si me la traéis de vuelta, con fotos, se la
entregaré a la Madre.
Fueron a hacerse fotos y al día siguiente regresaron con las fotos y las
solicitudes. La señora tomó los papeles y les pidió sus pasaportes. Les dijo que
regresaran el domingo por la mañana.
En la habitación donde se alojaban había cucarachas. Para escapar del
aburrimiento se fueron a dar un paseo y encontraron un hermoso recorrido a
lo largo de la playa. Al final del mismo había una casa de huéspedes del
Ashram. Guiom sugirió trasladarse allí, alejados del lúgubre alojamiento junto
al bazar. Tomaron una habitación que daba al mar y que era limpia y fresca.
Dhyan se sintió mejor enseguida al estar en un lugar limpio.
A la mañana siguiente regresaron a la Oficina de Auroville. La señora del
sari blanco les dijo que podían vivir en Auroville. Había un apartamento libre
en Promesa, la comunidad que había sido construida para las mujeres que
esperaban ser madres. Después del nacimiento del bebé deberían trasladarse a
algún otro lugar de Auroville. Había una comunidad agrícola, Esperanza,
cerca de Promesa, en donde se estaban construyendo algunas nuevas cabañas.
Si entregaban quince mil rupias podían tener allí una choza cuando naciera el
bebé.
—Pero ese es todo el dinero que tenemos —dijo Guiom.
—No os preocupéis. La Madre os ha aceptado en Auroville. La Sociedad Sri
Aurobindo facilita "Prosperidad" para los aurovilianos.
—Pero no conocemos nada sobre Auroville excepto lo que hemos visto
aquí. La sala de exposición estaba llena de maquetas de la galaxia en expansión
que sería la ciudad. Edificios futuristas conectados por aceras, una inmensa
bola dorada rodeada de pétalos de madera de palo de rosa, edificios
interconectados de formas extrañas, planos de una nueva ciudad, pero no
quedaba claro cuánto de la nueva ciudad estaba construido.
—Tal vez os gustaría ver Auroville antes de tomar una decisión. Hay un
recorrido para visitantes que parte de aquí a las 3:30 de la tarde y regresa
hacia las seis. Si estáis aquí esta tarde a las 3:25 podéis hacer el recorrido y ver
Promesa, Esperanza, el centro, Aspiración. Os costará tres rupias a cada uno y
posteriormente podéis venir mañana y decirme lo que hayáis decidido.
—Esto suena bien —dijo Guiom.
Dhyan sintió hostilidad y confusión por el hecho de que la señora les
hubiera pedido todo su dinero. En la pared, con grandes letras, había leído,
“No habrá intercambio de dinero en Auroville”.
Habían decidido utilizar el dinero que todavía les quedaba para regresar a
Europa o para permanecer en la India. No querían regresar a Europa. Estaban
felices de haber encontrado un lugar que ofrecía un nido donde ella pudiera
dar a luz. Estaban de acuerdo en que eran muy afortunados por haber
encontrado un lugar en el mundo donde poder tener a su hijo.
El primer lugar en el que se detuvo el autobús en su recorrido fue Promesa.
Allí la Madre había construido una comunidad residencial; apartamentos
agradables y sencillos, con cuartos de baño y cocinas, ventiladores en el techo,
una sala de partos y un comedor, para ser usado por aquellas que fueran a ser
madres en la Ciudad del Futuro. Un lugar que había sido planeado para
proporcionar a las que esperaban ser madres una atmósfera agradable y exenta
de preocupaciones durante sus embarazos, así como para los primeros días de
las vidas de aquellos nuevos seres que iban a llegar a la Ciudad del Futuro.
El guía del tour mostró a Dhyan y a Guiom el que podría ser su
apartamento si decidían permanecer en Auroville. Estaba sin estrenar. Nadie
había vivido en él todavía y estaba recién pintado. Estaba completamente
equipado, incluso con las tazas de té y las cubiertas de las camas.
Después el recorrido llegó a Esperanza, el lugar donde su cabaña sería
construida. Era una comunidad agrícola con unas pocas chozas en mitad de un
vasto terreno dedicado a la agricultura y a granja. Había árboles cubiertos de
frutos y de nueces. Allí no pasarían hambre.
Después llegaron a Aspiración, que parecía estupendo. Había hermosas,
pulcras y techadas cabañas blancas sobre la roja planicie, dominando el mar, y
muchos europeos en pantalón corto y camiseta que ignoraban a los visitantes.
Dhyan pensó que parecía mucho más atractivo que Esperanza. A Guiom le
gustaba la soledad de Esperanza y quería trabajar la tierra. No quería vivir con
un grupo poco amistoso de franceses.
A la mañana siguiente volvieron a la Oficina de Auroville, entregaron a la
señora del sari blanco su dinero y preguntaron cuándo podrían trasladarse al
apartamento de Promesa.
Ella les dijo que podían trasladarse esa misma tarde en el autobús o en el
Land Rover a la mañana siguiente. Estaban impacientes por salir de la casa de
huéspedes que les costaba veinte rupias diarias.
—¿Cómo haremos con la comida? —le preguntaron.
—Hay una cocina comunitaria en donde podéis comer. Creo que todo el
mundo se turna para cocinar, aunque hay un sirviente que mantiene limpia la
cocina. Hay un sirviente que limpiará vuestro apartamento y un dhobi que
lavará vuestra ropa.
—¿Pero cómo haremos con otras cosas que necesitamos, como vestidos,
pasta de dientes, jabón y cosas para el bebé?
—Hacéis una lista cada mes y la traéis aquí al finalizar el mes. Al comienzo
del mes se distribuye "Prosperidad". Proporcionadme una lista de lo que
necesitáis y trataré de conseguirlo para entregároslo.
—Nos gustaría trasladarnos en el autobús esta tarde.
—Muy bien —dijo la señora del sari blanco.
—¿Veremos a la Madre? —preguntó Dhyan.
—Tráeme una carta para la Madre y es posible que te reciba.
—Quiero ver a la madre —dijo Dhyan.
—Tal vez podrías darme una carta para Madre antes de tomar el autobús
esta tarde.
—Sí. Verdaderamente quiero verla.
—Puede que no sea posible. Normalmente no recibe a la gente.
—Escribiré solicitando Su permiso para verla.
—Sí.
—Gracias.
La señora del sari blanco les entregó un recibo y salieron, comieron en el
comedor del Ashram y después regresaron a la casa de huéspedes para
recoger sus cosas y pagar la cuenta.
Fueron a Promesa en el autobús de la tarde con todas sus pertenencias en
sus tan viajadas maletas. Cuando el autobús llegó les estaba esperando una
pareja italiana. Él era muy delgado, con el pelo plateado y ella era muy
pequeña, Lucio y Mariana.
Explicaron que la oficina les había llamado advirtiendo de su llegada y
estaban allí para darles la bienvenida en nombre de la comunidad. Una niña
pequeña se acercó y permaneció tímidamente cerca de ellos. La presentaron
como su hija. Mariana esperaba otro niño para diciembre. Dhyan esperaba el
suyo para octubre.
La pareja italiana les contó que ambos eran arquitectos. Ofrecieron a Dhyan
y a Guiom un té en la cocina de la comunidad. Todos en la comunidad comían
allí y hacían turnos para cocinar. Guiom y Dhyan deberían cocinar dos veces a
la semana. Llevaron las maletas al apartamento.
La comunidad agrícola, Esperanza, donde iba a construirse su cabaña,
estaba al otro lado de la carretera. Podían caminar hasta allí y observar los
trabajos, pues aparte de cocinar dos veces a la semana no tenían nada más que
hacer. El resto de la gente era de otra época, de otro mundo; a Dhyan le
recordaban a su madre.
No había escrito a su madre desde Francia. Decidió esperar hasta que el
bebé hubiera nacido. Allí no había nada que hacer. Había algunos libros de
Madre y de Sri Aurobindo en la cocina comunitaria. Los llevaron a su
habitación y los leyeron. Algunas veces veían a la mujer obesa hippie en el
Land Rover. Parecía estar rodeada de amigos hippies. Parecían felices y no tan
serios como la gente de Esperanza y de Promesa. Todo el mundo era muy
educado pero parecía existir una cortina entre ella y los demás.
Dhyan recibió una nota diciéndole que ella y Guiom tenían una cita con
Madre. Fue a Pondicherry con Guiom en el Land Rover. Pasaron la mañana en
el tórrido balcón. Dhyan se estaba encontrando mal, además de estar
embarazada, cuando finalmente fueron llamados a la habitación de la Madre.
Dhyan casi se desmoronó a los pies de la Madre cuando le alcanzó la ráfaga
del aire acondicionado después de haber estado en la terraza al sol durante más
de una hora, bajo la marquesina de lona. Le disgustaba esperar. Estaba un poco
disgustada de que a pesar de estar embarazada hubiera tenido que esperar
mientras otros pasaban delante de ella. No hubiera esperado si no fuera porque
le había conmovido profundamente un pequeño libro de plegarias y
meditaciones que había encontrado y había estado leyendo. Dhyan no vio nada
en la habitación excepto una alfombra y una silla y una maravillosa presencia
que emanaba de Ella. Dhyan se sentía perfectamente feliz acurrucada a los pies
de la Madre, hasta que en un momento sintió una dulce mano sobre su hombro.
Miró hacia arriba y quedó deslumbrada por la mirada tierna de la mujer
anciana. Dhyan sintió cómo se disolvían sus ilusiones de autocompasión y de
incomodidad. Ya no se sentía enferma y embarazada: era joven y fuerte y había
sido atraída hacia la Madre para formar parte de la gran aventura de la
consciencia y del gozo, Auroville.
Estaba tan espléndida y llena de gozo, las lágrimas corrían por sus mejillas,
agarrando la tarjeta y las flores que Madre le había dado. Se sintió reafirmada
de que ella y su niño habían sido elegidos para cumplir un maravilloso papel
en el excepcional drama que se estaba desarrollando, formar parte de la Nueva
Creación en el evolutivo ciclo planetario.
Comieron en el comedor del Ashram y esperaron en el parque hasta que
llegó el momento de tomar el autobús de regreso a Promesa. Estaban
exultantemente contentos con la oportunidad de una vida que prometía
transformación desde dentro y desde fuera.
Era un lugar en donde se hablaban muchos idiomas y todos muy
dulcemente.
Había una pareja americana trabajando en los jardines del Matrimandir,
aunque ella no estaba embarazada, y había una pareja de ancianos franceses
que cuidaban de las vacas y que estaban a la espera de que su casa en Esperanza
estuviera terminada, pero todos los demás estaban esperando a la cigüeña.
Era el momento y el lugar para tener un bebé y ella no podía aceptar que
hubiera tropezado con ellos sin más en su ciega peregrinación. Sentía que
había sido elegida, llamada, con el nuevo ser en su interior, como una parte del
designio de la Madre para el futuro.
Los días transcurrían espléndidos. Ella y Guiom eran felices juntos y
estaban enamorados. Iban de paseo a ver cómo iba la cabaña que se estaba
construyendo para ellos. Se detenían en el pequeño templo sobre el camino y
disfrutaban con el enlucido azul de las estatuas del dios con una cabeza de
elefante. No había mucho tráfico en la carretera y tan sólo tráfico peatonal en
el polvoriento camino que se adentraba en Auroville, unos pocos aurovilianos
en bicicletas, y el Land Rover por la mañana y el autobús por la tarde. Había
una charca en el hortal y multitud de pájaros se reunían en los árboles de
alrededor. Por la noche se escuchaba el aullido de los chacales. Había cuatro
tipos viviendo en Esperanza que siempre llevaban los pies desnudos cubiertos
de polvo y que comían en la cocina comunitaria de Promesa.
Ella apenas se fijaba nunca en nadie; estaba muy absorta en la minucia de su
vida. La comadrona gujarati venía desde Pondicherry todas las semanas y le
tomaba la presión sanguínea y le recomendaba tener cuidado de no poner
demasiada sal en las comidas.
Algunos días el tiempo se hacía largo entre una comida y la siguiente, con
poco que hacer entre medio. Leyó en alguna parte que Madre había dicho:
“Uno debería comer para vivir, no vivir para comer”, pero las comidas eran el
momento álgido del día. Únicamente los hombres hablaban en la mesa. En
realidad ella no podía entender todo lo que se decía, puesto que la
conversación discurría en inglés, alemán o italiano. Los tipos de la granja
llegaban, se sentaban, comían y se iban. Frecuentemente no pronunciaban ni
una palabra. Guiom estaba absorto en algunos de los libros de Sri Aurobindo.
En ocasiones leía cosas en voz alta para ella. No entendía nada, pero resultaba
agradable y apacible después de haber cruzado el mundo atravesando
populosas ciudades y estaciones de tren agobiadas por la desordenada
muchedumbre.
Dhyan y Guiom pronto se hicieron amigos de sus vecinos de Promesa, Ram
y Susan. Ellos estaban en el apartamento contiguo. Él era un indio rico de
Bombay y ella era americana. Esperaban un bebé para enero. Estaban
construyendo una casa en un bosque de lilos indios cercano a los felices
hippies de Silencio. Ella estaba atareada cosiendo ropa y un edredón para su
bebé. Dhyan apenas podía hacer los remiendos de su escasa ropa. Guiom había
adoptado la indumentaria local, un longi que cubría la mitad inferior de su
cuerpo y una toalla sobre sus hombros. Le habían sugerido que ayudara en el
trabajo de la granja. Pasaba fuera la mayor parte del día. A pesar de que estaba
trabajando, no recibían ningún dinero. Carecían totalmente de dinero. Susan
llevaba a Dhyan a la ciudad para comer o hacer compras, puesto que Ram se
iba a visitar amigos o a alguna juerga nocturna y ella no lo veía durante días.
Ram era una maravilla cuando estaba sobrio; simplemente un bullicioso
ebrio. En Auroville no había reglas. Cualquier cosa que ocurría era “una
Gracia de la Madre” y estaba bien. La pareja italiana intentaba aconsejar a Ram
y Sue. Les dijeron que se metieran en sus asuntos. Incluso cuando Ram y Sue se
gritaban el uno al otro, todos los demás se movían a su alrededor con una
silenciosa expresión vacía, que Dhyan esperaba fuese una expresión de paz
interior o calma yóguica.
En el comedor la conversación comenzó a incluir a los tipos de Esperanza,
todos ellos descontentos, como Guiom, por estar trabajando todo el tiempo en
la granja para la Sociedad Sri Aurobindo sin obtener dinero, sólo comida,
habitación y pasta de dientes.
Dhyan era sin embargo muy optimista. Ella y Guiom tenían una estrecha y
cálida amistad con Ram y Sue. Había un gran sentimiento psíquico de haber
entrado en el mundo de la Madre, y estaban esperando un niño, un nuevo niño
para la nueva ciudad. Los dolores comenzaron en medio de la noche. No
habían previsto esta eventualidad, por lo que no había nadie a quien llamar.
Dhyan se retorcía en el lecho mientras Guiom permanecía impotente a su lado
hasta el amanecer. Se dirigió al desayuno y dijo: —Dhyan está de parto. ¿Qué
debería hacer?
La mujer italiana inmediatamente ofreció su ayuda para trasladar a Dhyan a
la sala de partos. Su marido dijo que iba a llamar a la comadrona gujarati para
que viniera en el Land Rover.
Los dolores eran terribles. Cada contracción la dejaba exhausta y asustada,
incapaz de protegerse de la tortura de la próxima contracción. Mariana
sujetaba su mano y le decía que hiciera respiraciones profundas.
Alguien encendió un incienso bajo una fotografía de la Madre. Dhyan se
preguntaban si Madre quería o podía ayudarla. Su aliento se detuvo mientras
una nueva contracción atormentaba su cuerpo y ella era arrojada de nuevo al
interior de la inmensa caverna del dolor.
Finalmente llegó la comadrona. Examinó a Dhyan y advirtió que el niño
venía en posición de nalgas.
El parto continuó durante más de dos días y finalmente nació un hermoso
niño. La Madre le puso por nombre Auro.
Exhausta, humillada por el dolor, atemorizada por el extraño niño que
permanecía sobre su vientre, Dhyan finalmente se durmió. Se encontraba
cansada y deprimida después del parto, aunque adoraba a su pequeño y feliz
hijo que tenía una corona dorada invertida.
Era un niño disparatado, puesto que asemejaba a un viejo y parecía
entenderlo todo, especialmente a ella. Ella no sentía que Guiom, su madre, ni
ninguna otra persona excepto su padre, la hubieran entendido nunca, pero este
pequeño bebé parecía conocerla y entenderla completamente. Inmediatamente
después del nacimiento, les pidieron que abandonaran el apartamento, porque
otra mujer embarazada lo necesitaba.
Se trasladaron a la nueva cabaña. Era muy satisfactoria y limpia, olía a
pintura fresca y estaba rodeada por jóvenes árboles de anacardo. Tenía un
cuarto de baño, agua corriente, electricidad, una pequeña alcoba para la cocina
y tres habitaciones bajo el fresco y excelentemente construido techo. Se
suponía que Guiom iba a traerle la comida de Promesa, pero cayó enfermo
dos días después de que se hubieran trasladado a la cabaña. El primer día
intentó continuar, por lo menos yendo a buscar la comida, aunque no pudiera
trabajar en la granja; pero luego tuvo que pedir a uno de los otros muchachos
si podía traerles la comida, y cayó postrado con una fiebre muy alta. Estuvo
delirando y diciendo incoherencias durante días sin que nadie interviniera.
Dhyan estaba apenas recobrada del parto y apenas tenía fuerzas para ir al baño,
y tenía un diminuto bebé y un hombre delirante a los que cuidar.
El amigable muchacho belga de la granja vio que Guiom estaba muy
enfermo y después de unos pocos días llamó a la comadrona. Diagnosticó
fiebres tifoideas. No podían llevarlo a una Casa de Salud, podía ser
contagioso: debía de cuidarlo Dhyan.
Sólo tenía dieciocho años, pero hizo lo que pudo y no cayó enferma,
aunque aborreció a Guiom. Nunca quiso volver a tocarlo después de haberlo
estado limpiando mientras estaba enfermo. Se había trasladado a otra de las
habitaciones de la cabaña con el bebé y cuando él mejoró permaneció en ella
con el niño. Guiom continuó adorándola pero ella no podía dirigirle la
mirada. Vivía con él, pero ni siquiera podía dirigirle la palabra. No había nadie
más a quien hablar excepto al bebé que día a día crecía más hermoso y
radiante.
Comenzó a fijarse en otras personas a las que encontraba en el Land Rover
o en el comedor de Promesa. Le sonreían a ella y al niño y ella sintió una
comunidad de amigos a su alrededor. Estaba incomunicada de ellos cuando se
encontraba en su cabaña de Esperanza. Bastaba que sonriera a cualquiera de los
otros hombres para que Guiom se enrabiara y le dirigiera miradas furiosas el
resto del día. Estaba enroscado sobre ella como una serpiente.
Ella vio a un hombre que vestía ropa blanca fina e impecable y parecía un
ángel de ojos sonrientes, y que era casi tan delgado como su bicicleta. Él y la
bicicleta parecían ingrávidos cuando, conduciendo lentamente, sin esfuerzo, en
un movimiento estático, pasaban por delante de Esperanza en el camino hacia
Auroville.
Un día en el Land Rover coincidió con un americano de largos rizos
negros, revueltos como los de un caniche sin esquilar. Descuidadamente le
pasó el brazo sobre sus hombros. Ella se había metido con calzador en la
última plaza libre de la parte posterior y Guiom se había sentado en la parte
delantera con el conductor.
Estaba ruborizada y furiosa, intentando zafarse, cuando el hombre susurró
en su oído: —Eres la chica más bonita de Auroville.
Ella no podía sustraerse de él puesto que estaba apretujada entre él y la
puerta.
Guiom le estaba lanzando miradas furiosas, cuando la niña pequeña de la
hippie obesa trepó desde su madre sobre el tipo de rizos revueltos para
acercarse a Auro. La pequeña y el bebé parecían estar fascinados el uno con el
otro, agarrándose de los dedos y riendo, y luego el otro niño que viajaba en
Land Rover, un niño pequeño de la misma edad que la niña, también trepó
sobre las otras personas. El tipo sentado cerca de ella hubo de mover su brazo
rápido para que el niño no aterrizara encima del bebé que estaba en el regazo
de Dhyan. La afección y amistad espontánea e instantánea que había brotado
entre los tres niños fascinó a los adultos que los estaban observando. Cuando
el coche se detuvo en Pondi, los dos niños más mayores querían ir con el bebé,
pero sus padres los arrastraron en otras direcciones.
Guiom había oído que Roslyn se iba a trasladar a la playa para empezar una
nueva comunidad. Le preguntó si podía escribir a Madre solicitando permiso
para cambiarse a su cabaña en Silencio. Ella no tuvo ninguna objeción. Había
entregado la cabaña a Madre. Madre otorgó a Dhyan y Guiom permiso para
cambiarse a Silencio.
Dhyan estaba feliz de trasladarse cerca de donde su amiga Sue estaba
construyendo y donde había otros niños para Auro. Le dijo al Guiom: —En
Auroville nada pertenece a nadie en particular. Yo no soy tu esposa.
Él no dio importancia a lo que ella había dicho. La amaba locamente,
apasionadamente y para siempre. Se sentía morir por la forma en que ella lo
ignoraba y flirteaba con todos los demás hombres. Él no quería golpearla,
pero, ¿cómo si no podía conseguir que se sometiera a él?
Podía percibir que ella se comportaba como si le odiara después de su
enfermedad. No era su culpa si había caído enfermo. Hacía cualquier cosa que
pudiera pensar que la complacía, pero nada de lo que hiciera le parecía bien a
ella. Pensaba que al trasladarse a Silencio, en donde estarían rodeados de
desconocidos, Dhyan volvería a él.
La Sociedad Sri Aurobindo estaba construyendo un campamento de
trabajadores con una cocina comunitaria cerca del Matrimandir, pero hasta que
estuviera dispuesto, el único lugar cerca del Matrimandir donde podía estar la
gente era Silencio. Estaba lleno de tipos de pelo rizado y guitarras, hermosas
mujeres y un hosco puertorriqueño que vivía en el cobertizo de las gallinas.
Era un revoltillo de humanidad, pero Dhyan pensaba que quería estar allí, no
en Esperanza. Iban a dejar su confortable cabaña, pero esto era lo que ella
quería.
Él había esperado que tendrían la cabaña entera para ellos, pero allí había
demasiada gente. Sólo disponían de la habitación trasera. Dhyan le dijo a
Guiom: —Si me tocas gritaré. No quiero que vuelvas a tocarme jamás, ni
siquiera una mano o el pie.
Él no podía entender por qué o cómo podía ella sentirse así. Él la quería.
Quería hacer todo cuanto pudiera hacerla feliz.
—Lo único que puedes hacer para hacerme feliz es dejarme sola —dijo
ella.
Él estuvo a punto de que le saltaran las lágrimas.
Por la mañana tomó el Land Rover y decidió ir a Pondicherry y regresar a
California.
Una carreta de bueyes había llegado a Silencio justo al amanecer y Roslyn
cargó en ella sus colchones, su armario con la ropa, un hornillo, una alacena
con vajilla y dos sillas. Le dijo al conductor que se encontrara con ella en la
playa, cerca de Chinnacapalet. Dejó allí incluso los paquetes de bendiciones
que le había dado Madre para Silencio, enmarcados como parte de un collage
colgado en la pared de Silencio.
Se fue con Bliss a la ciudad en el Land Rover. Iba andando desde donde el
Land Rover las había dejado hasta donde debía coger un taxi que las llevara a
la playa, cuando se encontró con John Kelly.
Él pensaba que lo que estaba haciendo era tan alocado que insistió en
acompañarla en el taxi hasta la playa. Él había tenido una visión de Auroville,
un bello paseo a lo largo de una extensa playa blanca. Así, a pesar de que era
alocado, tal vez era exactamente lo que debía de hacerse, abordar Auroville a
lo largo de la playa.
El taxi discurría por la carretera de la playa, atravesando poblados,
plantaciones de cocoteros y playas tropicales, hasta que Roslyn vio un destello
a su derecha. Dijo al conductor que se detuviera. Pararon junto a una choza
cercana a la carretera. Había unos cincuenta hombres de los poblados
cercanos, sentados allí, en la tienda local de bebidas, en diversos estados de
embriaguez. El establecimiento de bebidas estaba al lado de la extensa parcela
de terreno de Auroville a la que Roslyn se trasladaba.
Kelly estaba encantado. Un establecimiento de bebidas y un pedazo de playa
salvaje con pequeños y delgados abetos le parecía como una redefinición del
paraíso, especialmente después del segundo litro de toddy [1]. Roslyn lo había
arreglado para que los trabajadores del bambú trajeran también una bomba de
mano y una larga tubería y se encontraba atareada uniendo dos pequeñas
chozas, una para una cocina, otra para dormir, y observando al pequeño tamil
forzar la tubería a través de la arena. Colocaron la bomba de mano y —¡voilá!
—, agua corriente por fin.
Hubo un desfile de hombres tamiles de ambos poblados, uno en cada
extremo de esta franja de la playa. El lugar donde estaba emplazando su cabaña
era un pequeño promontorio, y toda la franja de playa contaba con pequeños
árboles, tan escasos y tan pequeños que casi podía verse un poblado desde el
otro, de no ser por la ligera curva de la línea de costa.
La playa era utilizada por los pescadores locales. Los jefes de ambos
poblados vinieron a verla. Kelly charló y bebió con ellos y arregló que uno de
los hijos del jefe trabajara para Roslyn. Una mujer bien parecida de cabello
cano, la mujer del jefe, trajo arroz y pescado al curri y se llevó a niña Bliss al
poblado.
La señora tamil mayor trajo de vuelta a Bliss varias horas más tarde con
una cinta en el pelo, pulseras en sus muñecas, un punto negro entre sus cejas y
en la mejilla, y varios pescados fritos. La cabaña estaba en pie y la bomba
funcionando. El día terminaba. Kelly regresaba a Pondicherry y Roslyn se
quedaba, sola con Bliss, en la playa desconocida. Hacía demasiado calor para
dormir dentro de la choza, así que sacó afuera el jergón de bambú y dejó que
el martilleo de las olas y el viento entre los árboles la arrullara hasta el sueño.
El día siguiente resultó más duro de enfrentar. Fue tan caluroso que desde
las nueve de la mañana hasta bien entrada la tarde no se movió de la cabaña,
porque la arena estaba tan caliente que quemaba sus pies y ella todavía no tenía
sandalias.
Iba a poner un suelo de cemento en la cabaña. Todavía no sabía por dónde
empezar con las compras y la cocina. La mujer del jefe continuaba trayéndole
las comidas. Roslyn había esperado que alguna de las personas de Silencio se
hubiera trasladado con ella a la playa, pero nadie lo hizo, aunque la visitaban.
Prácticamente todo el mundo en Auroville estaba ocupado en el Matrimandir.
Un campamento estaba siendo construido cerca del centro para quienes allí
trabajaban.
Después de varios días en la playa, Roslyn fue finalmente a Pondicherry en
un rickshaw. Fue un largo y lento recorrido hacia la ciudad y un largo y lento
recorrido de vuelta a la playa. Al final de su segunda semana, algunos de sus
amigos de Auroville llegaron en bicicleta a visitarla para insistirle que
asistiera a una reunión, porque todo el mundo había sido requerido para dejar
Silencio en un plazo de quince días. El arquitecto jefe había decidido usar ese
terreno para construir Bharat Nivas, el Pabellón de la India en Auroville. El
Gobierno de la India había concedido dinero para comenzar la construcción.
Había habido un concurso nacional de arquitectos para diseñar el edificio y la
Madre había elegido al ganador. El lugar había sido escogido porque la
donación no incluía cantidades para la instalación de agua y electricidad. Allí
había agua y electricidad. La Compañía Eléctrica de Tamil Nadu finalmente
había pulsado el interruptor y enviado la fuerza tan sólo unos días después de
que Roslyn se hubiera marchado.
Visitó Silencio en su camino hacia la reunión. Le pareció grandioso. No
podía imaginar cómo o por qué se le había ocurrido marcharse. El collage con
el paquete de bendiciones para la casa había desaparecido. Pregunto por él.
Todos ellos fueron a la reunión que había sido convocada en el nuevo
comedor del campamento cercano al Matrimandir. Era una construcción
temporal en bambú y hojas de palma, que había sido diseñado por el arquitecto
jefe en Pondicherry o en París. Él mismo estaba allí junto con los otros de la
oficina de Pondicherry, con sus trajes blancos.
Con total sinceridad, las personas provenientes de Pondicherry que habían
descendido de los coches, trataban de explicar al grupo reunido frente a ellos
que aunque Auroville no pertenece a nadie en particular, la veintena de
personas viviendo en Silencio tenían dos semanas para buscarse realojamiento.
Si trabajaban en el Matrimandir podían trasladarse al campamento de
trabajadores, o podían irse a vivir a Forecomers, o regresar a San Francisco.
Casi todos estaban trabajando en el Matrimandir, pero encontraban
desproporcionado que alguien de Pondi pudiera venir y echarlos de sus
cabañas, sin que tuvieran otra opción que marcharse.
Auroville no pertenece a nadie en particular, ¿pero quién era “nadie en
particular”?

[1] Bebida alcohólica de fabricación local.


Silencio
CAPÍTULO IX

UNAS LARGAS VACACIONES

Hay un Poder interior que conoce más allá


de nuestros conocimientos; somos más grandes que nuestros pensamientos,
y en ocasiones la tierra desvela aquí esa visión.
Vivir, amar son signos de cosas infinitas,
el Amor es una gloria de las esferas de la eternidad.
“Savitri” de Sri Aurobindo
OSLYN regresó a la playa. Algunos de Silencio llegaron y se unieron a
R ella. Bernie envió más dinero que emplearon para construir una hermosa
y amplia estructura del tipo de una colmena utilizando como materiales el
bambú y las hojas de cocotero. La construcción tenía diversas alas que partían
de un amplió patio central que albergaba discretamente un cuarto de aseo y una
ducha y era el área de cocina y comedor de la comunidad. Constaba de un
taller, un estudio de danza y espacio para tres familias.
Aparecieron nuevas caras que se iban convirtiendo en viejos amigos
conforme se instalaban en las nuevas construcciones, antes incluso de que los
espacios estuvieran listos, como nuevos miembros de la comunidad. Todos
ellos colaboraban con Lila en Pondicherry y esperaban crear una organización
para los artesanos y artistas de Auroville llamada Aurocreación. Roslyn fue a
visitar a Bernie por Navidad, y al regresar a finales de enero había una joven
pareja francesa a la que jamás había visto antes alojada en su cabaña. La
comunidad le dijo: “Nada pertenece a nadie en particular en Auroville, ¡y no es
tu cabaña!"
Escribió a Madre preguntando qué debía hacer. Madre replicó: “Encuentra
tu ser psíquico. Inténtalo y te ayudaré”.
Bernie llegó para visitarla en abril y se ofreció a comprarle una casa en la
carretera de la playa en Pondicherry. Le dijo que no quería una casa en Pondi.
Después de que Bernie se hubiera marchado, se trasladó a una cabaña vacía
en Esperanza en donde se hizo amiga de un hombre italiano que le habló de
construir una cabaña cerca de la que él estaba construyendo en una pequeña
pieza de terreno cerca del poblado de Erinchavadi. Cuando la cabaña estuvo
terminada, sólo permaneció allí dos días porque cada vez que se encontraban,
él le daba una palmada en el trasero. Finalmente se trasladó a la casa de un
amigo alemán, en la playa. A partir de entonces se sintió parte de una
comunidad. Trabajar juntos, participar juntos y compartir había creado en ella
la ilusión de un fuerte vínculo. Todos los productos, desde los que se obtenían
en las granjas hasta los que salían de los talleres de artesanía, se vendían y
exportaban a través de Aurocreación. Crear bienes que pudieran ser vendidos
para generar un ingreso para la comunidad y realizar trabajo medioambiental,
como plantar árboles y construir embalses, se habían convertido en los dos
centros de interés de la comunidad. Puesto que había tantos niños pequeños, la
educación era también una actividad importante.
La por otra parte intensa relación entre Roslyn y Jim Bean estaba plagada
de encuentros y desencuentros. Él la tomaba en fines de semana perdidos que
podían convertirse en perdidas semanas. Bliss, abandonada con nadie en
particular, ¡estaba furiosa! Jim prometió a Roslyn que la seguiría a USA. Ella
tenía un billete de vuelta, válido durante cuatro meses. Hubo un difícil adiós en
el aeropuerto de Madrás. Roslyn le dijo a Bliss que tal vez no regresaran a
India. Bliss dijo: —Mamá, tenemos que volver a India.
Roslyn preguntó: —¿Por qué?
Bliss replicó: —Por mi pandilla.
—¿Qué pandilla?
—La de chicos tamiles.
Roslyn aterrizó en USA con Bliss en octubre de 1973. Fue al apartamento
de sus padres en Pennsylvania, donde se enteró de que Bernie se había retirado.
Anna era la que manejaba ahora el dinero y no había dinero para ella y Bliss.
Podían regresar a India, podían permanecer en USA, pero Anna creía que
Bernie las había mantenido durante demasiado tiempo. Bliss todavía no era
muy mayor. Todavía era posible encontrarle un buen hogar si Roslyn no se
ocupaba de ella.
Bernie regaló a Roslyn una vieja ranchera blanca y su abuela le había
enviado quinientos dólares por su cumpleaños, así que se subió al coche y se
fue con Bliss.
Enfiló en dirección a San Francisco. Le tomó varias semanas. Llamaba a
Bernie regularmente. Cuando lo llamó desde Nuevo Méjico, él le dijo que la
Madre había fallecido.
Roslyn estaba anonadada. Madre estaba trabajando en la transformación
Supramental. ¡Se suponía que no iba a morir! Roslyn, y tal vez otros, había
imaginado que la transformación cambiaría lentamente el cuerpo de Madre en
un nuevo cuerpo, una nueva especie, seres Supramentales que ya no
necesitarían comer, morir, defecar o fornicar.
No había sido así. Tal vez el cuerpo físico de Madre se quedaba demasiado
pequeño para Ella, y al morir, simultáneamente, entró en un nuevo cuerpo en
cualquier otra parte del mundo. Aun con todo, Roslyn estaba desolada. Jim
Bean escribió diciendo que quería dedicar el resto de su vida a cuidar los
jardines alrededor del Matrimandir, que iba a ser —al menos simbólicamente
— la Tumba de la Madre.
Roslyn no sabía si utilizar su billete de avión y regresar a la India para estar
con Jim Bean, o continuar hacia San Francisco. Antes de abandonar
Pondicherry había recibido bendiciones de la Madre para comenzar una
comunidad en California, Auroville Occidente. Madre había dicho que la
segunda ciudad de Auroville estaría en el norte de California. Roslyn decidió
continuar hasta California. Cuando llegó se puso en contacto con un viejo
amigo, artista, que estaba a punto de irse a Colombia, abandonando a su mujer
y su estudio sobre un acantilado en una ciudad llamada Bidonville, veinticinco
millas al norte de San Francisco, dominando el Pacífico. Él le ofreció el
estudio. El estudio era propiedad de los vecinos. Vivían en San Francisco y
utilizaban su casa ocasionalmente los fines de semana. Estuvieron contentos de
tener a alguien viviendo en la propiedad. No le impusieron renta alguna. No
creían que fuera un espacio adecuado para vivir. Se mostraron tan interesados
por su comodidad que hicieron instalar una línea eléctrica desde su casa al
estudio para que tuviera electricidad. ¡No tenía ella idea de lo milagroso que
era conseguir un espacio libre de renta, con una espectacular y hermosa vista
del océano, en USA y en una de las más agradables comunidades!
En el estudio no había cuarto de baño. Un vecino, Frankie, cuyo alojamiento
estaba cerca, al otro lado del estudio, ofreció a Roslyn y a Bliss libre acceso a
su cuarto de baño, cuya puerta daba a la parte trasera de la casa, por lo que
podían utilizarlo sin necesidad de atravesar la vivienda.
Frankie y su esposa eran franceses. Habían crecido en la región de castillos
del sur de Francia. Como sus padres no habían tenido hijos varones y ella era
la hija mayor, Suzanne había heredado el título y era condesa. No le gustaba
hablar sobre el tema. Había estudiado la Revolución Francesa en la escuela,
cuando era niña, y estaba aterrorizada de que ella y su familia pudieran ser
ejecutados por su condición de aristócratas. Poseía un maravilloso palacio
antiguo con escaleras serpentinas, torres y numerosas habitaciones, que
ayudaban a compensar los peligros de poseer un título.
Frankie, por otra parte, había nacido cuando sus padres todavía no estaban
casados. Su madre, Françoise, ¡era la única hija de un Barón! Había rehuido la
vida de la aristocracia y, en París, se había enamorado a los treinta. Había
frecuentado el salón de Gertrude Stein, conocido a F. Scott Fitzgerald, Anais
Ninn, Picasso, y numerosos bohemios. Era de una espléndida belleza y no
estaba en absoluto interesada en hacer un matrimonio de conveniencia que
hiciera feliz a su padre.
Rebosante de generaciones de comodidad y tradición, quería algo más.
Llegó a formar parte de una inapropiada pandilla — Jean Cocteau, Henry
Miller, y su amante, un joven americano adicto a la heroína. Finalmente fue
rescatada por un apuesto americano que había sido dentista, pero había huido
de la respetabilidad de la clase media. Había llegado a Francia en busca de
aventura y había adquirido un barco en el que navegaba por el Mediterráneo.
Abandonó París con él, para ir a Niza, donde embarcaron. Tenía náuseas
todo el tiempo. Cuando llegaron a Estambul tenía la certeza de estar
embarazada. Él hizo protestas de amor eterno y quería casarse con ella
inmediatamente. Pero entonces, en aquel lugar, ella se dio cuenta del valor de
todo lo que había rechazado. No quería casarse en Turquía. Quería casarse en
Francia. No quería regresar en el barco, al que le costaría meses llegar a
Francia.
Así que envió un telegrama a Papá, y él contestó: “Todo está perdonado,
vuelve a casa. Con amor. Papá. Adjunto diez mil francos”. Reservó una suite en
el Oriente Express a París y dedicó una afectuosa despedida al papá de Frankie,
que prometió zarpar inmediatamente para Francia.
Él prometió ir al castillo de su padre y solicitarle permiso para desposarla.
Incluso aceptó casarse por la Iglesia Católica; todo lo que ella quisiera. Él la
amaba y quería su felicidad. ¿Reconsideraría ella regresar a Francia con él en
el barco? ¡No! No quería.
Se deshicieron en lágrimas el uno en brazos del otro y ella hubo de subir al
tren que comenzaba a moverse. Agitaron sus brazos para despedirse y luego se
acomodó en su lujoso compartimento y se dedicó a comer y dormir durante
todo el viaje hasta París. Papá la fue a recibir en París y la llevó a casa. Su
madre había fallecido cuando ella nació. Su padre nunca se había vuelto a
casar. Tenían cincuenta sirvientes en la casa y cientos en la hacienda. Él no
sabía qué hacer con ella que volvía sola, soltera y embarazada, pero estaba
feliz de que hubiera vuelto a casa y porque iba a tener un nieto.
Ella amaba a su americano Mr. Smith. Papá estaba tan rebosante de alegría
por tenerla de vuelta que consentía todos sus caprichos y fantasías, pero
pareció defraudado cuando finalmente llegó Mr. Smith. En el momento de su
llegada ya hacía varias semanas que Frankie había nacido. Françoise estaba
exultante de volver a verlo. Estaban tan patentemente enamorados que su padre
hubo de consentir el casamiento, pero insistió en que Mr. Smith firmara un
acuerdo prematrimonial mediante el cual nunca reclamaría la hacienda.
Se casaron y les fueron otorgadas varias habitaciones del castillo. Si la vida
fuese un libro, uno podría cerrarlo aquí y decir que todos fueron muy felices
para siempre, no obstante, la vida es algo más que eso.
Mr. Smith vendió su barco, porque Françoise rehusó volver a poner sus
pies en él nunca jamás.
Ciertamente su vida en el castillo era muy confortable. Para disgusto de
Frankie, llegó otro niño, no obstante fue muy querido y colmado de
atenciones, y era en especial el favorito de su abuelo. Aunque la mayor parte
de las comidas las hacía con su nodriza en la habitación de los niños, los
domingos se le permitía juntarse con la familia y con el abuelo en el comedor
para el almuerzo. Detrás de cada silla había un criado.
La vida era una maravilla. Había perros y caballos, jardines y personas que
constantemente se ocupaban de él. De la aldea vecina llegaba un profesor para
instruirle. Al pasar el tiempo, cada domingo, en las comidas con sus padres y
su abuelo, pudo observar cómo su padre y su abuelo tenían desavenencias con
respecto a Hitler.
Su abuelo creía que para Francia no tenía importancia lo que estaba
ocurriendo en Alemania, mientras que Mr. Smith veía a Hitler como una
amenaza para Europa. La discusión se tornaba más violenta cada semana.
Cuando Frankie tenía siete años, Françoise, Mr. Smith y sus hijos fueron
desterrados del castillo a la casa del cura, una construcción del siglo XV, a una
cierta distancia del castillo. El profesor ya no venía desde la aldea y Frankie
debía desplazarse a la escuela del pueblo. Mr. Smith partió para luchar contra
Hitler. Después de unos meses dejaron de recibirse sus cartas. Para Frankie fue
el final de la infancia y el comienzo de la angustia. Había perdido a su padre.
¿Habría muerto? ¿Los había abandonado marchándose de regreso a USA?
Pasaron años antes de que les comunicaran que había muerto sirviendo en el
Servicio Secreto de los aliados. En ese período de tiempo Frankie llegó a la
pubertad y descubrió a la chica de la puerta de al lado; o a la princesa del otro
castillo de su valle.
Una tarde, el abuelo invitó a Frankie a tomar el té y le preguntó si quería ser
el próximo Barón de Monte D’Or.
Frankie sólo tenía trece años, pero para él su padre era un héroe y su abuelo
un villano, así que contestó: “Mi padre era Mr. Smith, y yo seré Mr. Smith. ¡No
quiero ser el Barón!
Su abuelo se enfureció y otorgó el título, el castillo y todo lo demás a la
hermana de su hija, Mathilde. A Françoise y sus hijos sólo les fue asignada la
rectoría del siglo XV y una pequeña parte de las tierras. Fueron tiempos
difíciles para ellos. No obstante Frankie continuó siendo el amigo más querido
de Suzanne. Ella pensaba que había sido magnífico que él se hubiera
enfrentado a su abuelo.
Ambos partieron para ir al colegio, ella a Suiza y él con un pariente de su
padre en Irlanda. Se veían durante las vacaciones. Cuando ella cumplió 18
años, sus padres concertaron un matrimonio con un marqués belga. ¡Ella y
Frankie eran amantes!
¡Los padres de ella se quedaron estupefactos! A Frankie no quisieron ni
verlo. Se referían a él como “¡el bastardo de Françoise!” Suzanne estaba
consternada. Sus padres la amenazaron con repudiarla si continuaba viendo a
Frankie. Frankie no tenía nada que ofrecerle. Se fue a París, reclamó su
ciudadanía americana y se alistó en el ejército. Suzanne fue sensata y accedió a
casarse con el marqués.
Frankie se enamoró de USA. Sirvió en el ejército y se dedicó a viajar a lo
largo y ancho del país durante unos años. Finalmente decidió que había
llegado el tiempo de visitar a su madre.
Cuando llegó a París decidió llamar a Suzanne a su apartamento, aunque no
esperaba encontrarla. Pero estaba. Estuvo encantada de escuchar su voz. Tenía
un bebé, una niña, y había dejado a su marido. Habían solicitado una anulación
del Vaticano. Frankie quedó agradablemente sorprendido al oírlo. Escribió a
su madre diciéndole que se quedaría durante un tiempo en París de camino a
casa.
Se instaló en el apartamento de Suzanne y buscó trabajo. Los padres de ella
no sabían que Frankie estaba allí y estaban siendo muy generosos en la
confianza de que reflexionaría y regresaría con su marido. Intentaban
convencerse de que el matrimonio y la maternidad habían conmocionado a su
dulcísima hija. Cuando sus padres iban a París se reunía con ellos en su
apartamento o en un restaurante.
El amor se inventó en París y Frankie y Suzanne tuvieron allí una
maravillosa temporada amorosa. La madre de él le enviaba algún dinero.
También trabajaba ocasionalmente. Ella recibía dinero de sus padres y de su
esposo. Vivían en un agradable apartamento del 16th arrondissement. Nanette
iba a la guardería por la mañana y Suzanne y Frankie tomaban café y
charlaban de todo interminablemente hasta el momento de ir a recogerla por la
tarde. La niñera le daba la cena, pero Suzanne tenía que leerle una historia y
darle el beso de buenas noches. Además estaban las tardes. Suzanne y Frankie
salían o eran visitados por amigos. Mentirijillas piadosas a sus padres durante
los paseos de compras por los Campos Elíseos, constituían los únicos
problemas de Suzanne, hasta que advirtió que estaba embarazada. Había estado
aterrorizada con la idea de quedarse embarazada de nuevo y era una devota
católica, por lo que casi nunca hacían el amor. No hubiera deseado quedarse
embarazada. Pero lo estaba.
Él estaba entusiasmado. Los padres de ella estaban en casa, en su castillo.
Debía comunicárselo. Frankie estaba de acuerdo. Él la acompañaría. Les
explicarían que querían contraer matrimonio. Ella le rogó que primero la
dejara hablar con ellos a solas. Él hubo de esperar al final del camino que
atravesaba la plantación de árboles frutales hasta que fuera llamado. Ellos
jamás le habían invitado a su palacio aunque la madre de Suzanne y la suya
habían sido amigas de infancia, e incluso habían ido juntas a la escuela, pero la
madre de Suzanne se había casado con un banquero.
Suzanne reunió todo su valor y prefirió ir a ver a sus padres por la tarde,
cuando sabía que estarían tomando el té en el invernadero, sentados entre las
plantas.
—Suzanne, que alegría verte. ¿Y Nanette?
—La he dejado en París con la niñera. Estará bien durante la noche.
—¿Cómo viniste?
—Me ha traído Frankie.
—¿Frankie? No irás a empezar otra vez con eso.
—Sí papaíto, voy a hacerlo. Nos vamos a casar.
—Imposible. Estás casada con George.
—No papaíto. Sabes muy bien que he solicitado la anulación de ese
matrimonio. Me voy a casar con Frankie y queremos vuestra bendición.
—¡Debes estar loca!
—Es posible, pero Frankie y yo nos vamos a casar ante el Juez de Paz del
pueblo. Me gustaría que asistierais.
—Jamás.
—Imposible.
—¿Por qué?
—Estoy embarazada —dijo, estallando en lágrimas.
—Vamos, vamos, mi querida niña, esa no es una razón para casarse. Estoy
seguro de que tu marido estará muy satisfecho con otro niño.
—Papaíto, no voy a volver con George. Me voy a casar con Frankie.
—Jamás.
—Imposible.
—Te repudiaremos.
—No me importa.
—Está loca. Tendremos que encerrarla en su habitación y llamar al doctor.
Al escuchar eso, apretando su pañuelo, Suzanne salió corriendo. Bajó las
escaleras, cruzó la puerta y atravesó el arbolado hasta los brazos de Frankie
que estaba allí a la espera de ser invitado.
Un momento más tarde llegó el mayordomo y dijo a Frankie: —Con mis
excusas señor, pero el Conde ha dicho que usted no es bienvenido aquí.
Regresaron a su desvencijado Dos Caballos y se dirigieron a casa de su madre.
Su madre estuvo muy contenta de ver a su hijo mayor después de varios
años, y fuera de sí de alegría por la noticia de que él y Suzanne iban a casarse
y estaban esperando un bebé.
Se casaron en el ayuntamiento del pueblo y regresaron a París. El
apartamento era suyo, pero se le informó de que el resto de la hacienda pasaría
a su hermana menor, aunque el título siguiera perteneciéndole.
Se acabó el dinero que recibía de su marido y el que recibía de sus padres.
Se acabaron las niñeras para Nanette. Tenían un techo bajo el que cobijarse,
pero Frankie debía trabajar o pedir dinero a su madre — ella misma con pocos
recursos. Los únicos trabajos que podía encontrar eran de escasa entidad,
como camarero o lavaplatos. Era graduado en gerencia de hoteles, pero el
único trabajo que le ofrecieron fue de asistente de comedor o mozo de
habitación, que apenas proporcionaba lo suficiente para alimentarlos.
Llegó el bebé que resultaron ser bebés. Dos niños de pelo rubio y ojos
azules, como Rómulo y Remo. La madre de Suzanne cedió y los visitó,
llevando dos canastillas completas y una niñera. Pero evitó incluso mirar a
Frankie durante la visita, a pesar de ser él quien servía el té. Suzanne intentó
suavizar las cosas, pero su madre dijo: —Por favor, ¡no me pidas que hable
con él!
Frankie estaba furioso; se sintió herido en sus sentimientos. Estaba sin un
céntimo, pero tenían sus dos preciosos niños, y estaba harto de París.
Persuadió a Suzanne de que debían alquilar el apartamento de París y
marcharse a USA. Allí podrían vivir como reyes con la renta del alquiler y él
podría solicitar ayudas del gobierno puesto que había servido en el Ejército
durante la Guerra de Corea.
Para ella resultaba obvio que algo había que hacer, así que aceptó. La madre
de Frankie vendió un anillo de la dote de su madre y les dio el dinero obtenido
para pagar el pasaje hasta Nueva York. Frankie tenía algunos amigos en Nueva
York que estaban interesados en comenzar un negocio de importación-
exportación. Consiguió un trabajo a tiempo parcial como camarero donde
obtenía buenas propinas y al final invirtió todo su dinero en un asunto que iba
a hacerlos ricos con lo último en cuestión de moda — calzones interiores con
los días de la semana bordados sobre el pantalón derecho. Dos mil pares de
calzones llegaron desde Hong Kong y, en cada uno de ellos, el
correspondiente día de la semana ¡estaba mal escrito!
No sólo se había quedado sin un céntimo, sino también endeudado. Debía
hacer algo. Tenía una cierta preocupación de que Suzanne llamara a su padre,
quien le enviaría los pasajes para regresar a Europa con los niños. La
persuadió de que todavía no conocía mucho de América. —Si no has visto
California, no has visto América.
—Pero ¿qué haremos allí? —preguntó ella.
Él se rio y los apiló a ella y a sus niños en el interior del viejo Studebaker
que acababa de comprar con la renta de París, y los llevó en el largo recorrido
desde Nueva York a San Francisco.
Recordaba Bidonville, de un viaje anterior a California, como una pequeña
y bella ciudad junto al océano. Después de seis días de conducir con dos
inquietos niños de cuatro años y una pequeña de siete años, llorosa e insegura,
se detuvieron en el solar dedicado a parking del único motel de la ciudad,
sobre la playa.
Salieron del coche sintiendo que habían llegado. Pasearon por la ciudad
observando el apacible e inconexo ritmo de la encantadora y pequeña ciudad, y
cuando vieron la playa los niños estuvieron encantados e inmediatamente se
pusieron a jugar con otros niños. Los surferos con sus trajes isotérmicos y las
bellas mujeres tomando el sol bajo la neblina les parecieron muy divertidos.
Un tipo de pelo largo y lacio, vestido de negro, con los pies descalzos, estaba
tocando el saxofón frente al océano. —¿Te gustaría vivir aquí? —preguntó
Frankie a Suzanne, y ella mirando a la extraña y heterogénea mezcla de gente
excéntrica y exótica de la playa, hubo de contestar: —Sí.
En la ciudad había un pequeño restaurante regentado por una mujer mayor,
amiga de la bebida, que ofreció a Frankie un trabajo en la cocina, cuando él se
interesó la primera tarde que llegaron a la ciudad. Él aceptó a pesar de que el
sueldo estaba por debajo del salario mínimo. Le gustó la mujer y estaba
contento de echarle una mano. El restaurante no se había abierto durante
meses, pero era verano y había turistas en la ciudad. La vieja bebedora le
propuso mejorar el menguado salario, dándole permiso para alimentar a su
familia a expensas de la cocina. También le prometió una gratificación al
finalizar la temporada. Estaban terriblemente apretujados e incómodos en la
habitación del motel, dos adultos, tres niños, y todas sus pertenencias.
Visitaron la oficina de bienes inmuebles y vieron la fotografía de una casa
roja encima de un acantilado que dominaba el océano. El agente de la
propiedad inmobiliaria los acompañó a verla. Era un sueño. La casa era
ordinaria e insignificante, pero la vista era magnifica. Fue un amor a primera
vista. Tenían que adquirirla. Frankie podía optar a un crédito del Ejército y la
propietaria del restaurante estuvo de acuerdo en declarar que él había estado
trabajando allí durante un año con un salario muy alto. Resolvieron el papeleo
muy rápido porque el propietario quería vender. Frankie y Suzanne eran
apuestos y elegantes y junto con los niños hacían una hermosa familia, el
sueño de un agente de la propiedad. Debido a que Frankie había obtenido la
hipoteca a través de las facilidades proporcionadas por el Ejército, no hubo
que entregar una cantidad inicial. La amortización mensual de la hipoteca
coincidía exactamente con la cantidad que recibían desde París por el
apartamento.
Frankie trabajó en el restaurante durante dos meses, pero luego, cuando la
propietaria dejó de pagarle incluso el módico salario que había prometido, lo
dejó.
Estaban sin un céntimo, pero habían hecho muchos amigos, y la mayor
parte de ellos estaban en la protección social. Frankie llevó a Suzanne y a los
niños al Centro Cívico para solicitar la protección social. Frankie pensaba que
era algo divertido. Suzanne estaba abochornada.
El trabajador social intentó hacerle pasar un mal rato, insistiendo en que al
menos él buscara un trabajo y aportara pruebas de que lo había estado
buscando. Tras meses de recibir formularios debidamente rellenados y
firmados por el propietario de la estación de servicio, por el propietario de la
tienda de ultramarinos y por el propietario del bar, poniendo de manifiesto que
Frankie había solicitado trabajo sin haberlo obtenido, el trabajador social
insistió en que realizara algún servicio social y lo arregló para que pintara la
valla que rodeaba el santuario de aves local. Había trabajado en ello durante
varios años cuando Roslyn llegó, sin blanca, con Bliss, a la puerta de su casa.
Se sintió dichoso de acompañarla al Centro Cívico y ayudarla en la solicitud
de la protección social. Como madre soltera recibió inmediatamente un
cheque, y se quedaron extasiados.
Suzanne había encontrado un mal pagado trabajo como asistenta de
bibliotecario en la biblioteca local y la suma de su cheque salarial era deducida
cada mes del cheque de la protección social, lo que enfurecía a Frankie.
Suzanne también tomaba viejos pantalones vaqueros de la caja de beneficencia
y con gran cuidado, con cerca de cuarenta horas de arduas puntadas, los
transformaba en faldas a la última moda que vendía por diez dólares en la
tienda local de ropa de segunda mano. Se las arreglaba para hacer una o dos
cada mes, usando el dinero para pagar la gasolina del viejo Studebaker.
Habitualmente andaba, incluso si engullía dos galones de gasolina para subir a
la colina frente a la casa.
Frankie había hecho una gran amistad con una dama muy rica que se hacía
llamar She. Él le había construido una sauna en su casa y había creado para
ella un hermoso jardín japonés. She le había regalado un pequeño y viejo
autobús escolar que él restauró completamente y pintó de malva, con la
leyenda “Hacienda de Valdez” y un gran sol brillante en el lateral. Era una
confortable casa sobre ruedas en la que seis personas podían pasar la noche e
incluso algunas más podían acomodarse en ella para un viaje durante el día. A
menudo Frankie era requerido por She para que la llevara a volar en ala delta.
Tenía cerca de sesenta años y níveo cabello blanco, pero no estaba dispuesta a
ser una mujer vieja.
Frankie había terminado el trabajo de la sauna y el jardín para She. Había un
hombre joven de Texas alojándose con She, que parecía intentar distanciarse
de Frankie.
Así que Frankie se había quedado sin asuntos que atender. Mientras,
Suzanne se esforzaba en resolver los suyos. Nanette había ido a residir con sus
abuelos y estaba yendo a un internado en Bélgica. Los niños eran los típicos
chicos revoltosos de siete años, furiosos con sus padres porque no tenían una
TV, bicicletas nuevas y todas las demás cosas que tenían sus compañeros de
clase.
La familia estaba colgada de los dientes en el borde de un acantilado que se
desmoronaba lentamente en el océano delante de sus ojos. Se despertaban cada
mañana dando gracias de que la casa no se hubiera deslizado por el acantilado
dentro del océano, preguntándose si o cuando lo haría. Una de las casas de la
vecindad hubo de ser evacuada porque el suelo cedió bajo ella cayendo al
océano, sus cimientos se habían desmoronado, y los propietarios estaban
intentando hacer una reclamación a la aseguradora. Roslyn y Bliss aterrizaron
en este mundo como visitantes de otro planeta.
Se produjo un amor a primera vista entre Roslyn y Frankie, una
familiaridad del alma. Ambos estaban enamorados de la aventura de la vida y
condenados por todos los demás como totalmente idealistas. Ambos habían
viajado ampliamente y disfrutaban con una buena conversación. Frankie era un
extraordinario filósofo y Roslyn era una gran contadora de historias. Les
gustaba juntarse cada tarde, alrededor de la mesa redonda en la casa roja,
frente al mirador que daba al acantilado y tomar té. Suzanne cosía sus
interminables faldas mientras ellos charlaban.
Roslyn llevaba allí unas pocas semanas cuando Frankie se fue a Méjico con
uno de los chicos. Habían planeado ir cuando Roslyn llegó, y pospusieron su
partida durante unas semanas, pero como el tiempo continuaba frío y húmedo,
partió en busca de algo de sol con el dinero mensual de la ayuda social.
La gente decía que era el peor invierno que podían recordar. Llovía
constantemente; cuando no llovía estaba nublado. Durante meses no hubo un
atisbo de sol. En el estudio no había calefacción y los vestidos de seda que
Roslyn había traído de la India no conseguían mantenerla abrigada. Apenas
podía soportar salir fuera del saco de dormir, excepto para ir a la casa de
Suzanne. Allí se sentaban cerca del fuego con tazas de té caliente y se
confortaban la una a la otra con historias del pasado y sueños del futuro.
Suzanne tenía sólo un hogar en el rincón del cuarto de estar para calentarse.
Tenía muy poca leña para el fuego, así que cada día los fuegos eran más
pequeños, hasta que se convirtieron en prácticamente homeopáticos. Suzanne
esperaba hasta que llegaba Roslyn para encender unas pocas ramitas. Era un
sitio de frío y humedad. En ocasiones se quedaban sin leña. Roslyn sugirió
visitar a la amiga de Frankie, She, en su pequeño bosque de robles en las
afueras de la ciudad, donde She tenía fajos de leña cuidadosamente apilados a
lo largo de su valla. Frecuentemente había dado permiso a Frankie para que se
sirviera de la leña apilada.
Condujeron hasta allí en el viejo coche. She no estaba. En una ocasión había
invitado a Roslyn para una sauna. Le había entregado una toalla limpia y había
desaparecido. No habían intercambiado cincuenta palabras entre ellas. She
parecía estar únicamente interesada en los hombres. Suzanne y Roslyn
estuvieron contentas de no tener que pedirle la leña y llenaron el coche con
toda la que podía contener, luego se fueron rápido a casa para una taza de té y
un gran fuego. Acurrucadas junto al fuego podían observar la tormenta
rugiendo sobre el océano. Suzanne estaba constantemente preocupada de que el
acantilado pudiera derrumbarse. Tal vez una noche mientras dormían la casa
podía caerse sobre la playa, dentro de las rompientes olas. Esto lo hacía más
interesante. Era algo así como ser un náufrago.
Tenían con ellas dos niños y vivían de la protección social y de los cupones
de racionamiento que apenas se estiraban desde un día de distribución hasta el
siguiente. Compartían lo que tenían, aunque no tenían mucho, excepto el
ingenio que ejercitaban la una con la otra hasta que terminaban desternilladas
de risa. Convertían cada cosa de la que carecían en una broma y disfrutaban a
conciencia de lo que tenían, que era la mutua compañía. El niño pequeño de
Suzanne podía llegar: —Mami, ¿hay algo para comer?
—Ahora no —contestaba con un centelleo en los ojos—. Es tiempo de
hacer tus deberes.
—¿Puedo hacerlos aquí? En la habitación hace demasiado frío.
—Sólo si estás muy callado.
—¿Puedo tomar té?
—Bueno, como es un té muy suave, supongo que puedes tomar una taza,
pero sin azúcar. El azúcar es malo para tus dientes.
Roslyn estallaba en risas. Utilizaban varias veces las hojas de té, hasta que el
té estaba verdaderamente flojo. Estaba asombrada de la escasa cantidad de
leche y azúcar que Suzanne utilizaba, y trataba de emularla.
Bliss había conocido una familia de cinco niños que vivían en la casa al
otro lado del callejón lodoso. Bliss tenía cinco años y los chicos tenían dos,
cuatro, cinco, seis y siete años. Su padre estaba siempre bebiendo cerveza, la
televisión nunca estaba apagada, y la madre no parecía objetar —si es que se
había dado cuenta— que de repente tuviera un sexto niño. Bliss iba allí al salir
de la escuela y se quedaba a cenar. Luego buscaba a Roslyn en casa de Suzanne
e intentaba mendigar otra cena. Roslyn la llevaba de vuelta al estudio, encendía
algunas candelas y le leía una historia. El estudio había sido un garaje,
construido en los primeros años del siglo, con una bodega debajo. Toda la
estructura estaba construida en madera y piedra, y las paredes de madera roja
resultaban hermosas al resplandor de las velas. El amigo de Roslyn había
reemplazado la techumbre entramada de guijarros por una claraboya de
plexiglás. La lluvia caía sobre el plexiglás como los palillos sobre un tambor.
No había aislamiento. El artista también había abierto una ventana en una de las
paredes. Roslyn y Bliss dormían juntas en el mismo saco de dormir. Se
abrazaban estrechamente para calentarse, intentando ignorar el frío y la lluvia
y dormir.
Suzanne trabajaba constantemente. Por la mañana iba a la biblioteca. Por la
tarde cosía interminablemente las faldas que vendía por tan escaso dinero.
Roslyn hizo una muñeca para Bliss, pero estaba demasiado ocupada
disfrutando del choque cultural de estar en el norte de California como para
hacer nada.
Roslyn estaba muy inspirada por la nobleza de Suzanne. Jamás perdía los
estribos. Nunca decía una palabra más alta, aunque podía ser terriblemente
irónica. Jamás se quejaba. Parecía disfrutar con las adversidades. La cuenta de
Suzanne en la tienda de comestibles estaba al descubierto y vencida, puesto que
Frankie había utilizado todo su crédito para aprovisionar el autobús para el
viaje, pero Suzanne no estaba enfadada. Parecía florecer con el té flojo y las
tostadas endurecidas, y cuanto más flojo el té y más duras las tostadas, más
agudizaba el humor, pero siempre tenía alguna cosa agradable de comer para
los niños. Era asombrosa.
Finalmente habían llegado al punto de que les quedaba únicamente un cuarto
de dólar entre las dos, hasta los próximos cheques. Suzanne decidió pedirle a
She un préstamo de veinte dólares.
Roslyn se quedó en casa esperando a Suzanne. Suzanne regresó con una
bolsa de provisiones y los ojos encendidos.
—Veo que conseguiste los veinte dólares —dijo Roslyn alegremente.
Suzanne se volvió hacia ella y dijo furiosa: —Sí, y She ¡me ha hecho firmar
un pagaré! Roslyn encontró eso enormemente divertido hasta que al final
Suzanne le encontró la parte humorística; pasaron una agradable tarde riendo
junto al fuego. Sin embargo, al día siguiente se sentían deprimidas. Hacía frío.
Estaba lloviendo. Roslyn hubo de vadear con el barro hasta las rodillas para
llegar a casa de Suzanne. Faltaban todavía dos días para los cheques. Las
provisiones que Suzanne había adquirido el día anterior se habían terminado.
De hecho Suzanne le dijo a Roslyn: —Deja de reírte. No es divertido.
Justo en ese momento un moderno y nuevo Land Rover se detuvo delante de
la puerta. Viejos amigos de Frankie habían llegado de visita desde el sur de
California y, consideradamente, habían traído cajas de provisiones y un
estuche de champán. Suzanne se los presentó a Roslyn y rieron y rieron
alrededor del fuego mientras la tormenta retumbaba encima de ellos,
mordisqueando caviar sobre tostadas y bebiendo champán.
Llegó la primavera. Finalmente Frankie regresó de Méjico.
Suzanne iba a trabajar a la biblioteca cada mañana después de dejar a los
niños en el colegio y Roslyn se reunía con Frankie para desayunar y tomar
café. Se acercaban a la Oficina de Correos y luego, frecuentemente, adquirían
algunas provisiones en la tienda de comestibles y se iban en el autobús a pasar
el día en el campo.
Cuando regresaban a casa, Suzanne había adecentado el caos que habían
dejado por la mañana, y era la hora del té. Se sentaban juntos frente a las
ventanas panorámicas a mirar la puesta del sol sobre el océano más allá del
acantilado y jamás agotaban los temas de conversación. Roslyn les contó su
gran romance con Jim Bean, y Frankie le dijo: —Es preferible un pájaro en la
mano que dos entre la fronda.
Roslyn replicó: —Yo esperaré por el pájaro en la fronda. Es un pájaro
fabuloso.
Estuvieron de acuerdo en llamar a la casa "El Patio del Pavo Real", cuartel
general del proyecto Auroville en Bidonville.
La amiga de Frankie, She, lo llamó al poco tiempo de su regreso y de
nuevo estuvo atareado prestándole servicios de chofer, acompañándole a la
ópera, etc. Un día invitó a Roslyn para el té. No tenían nada que decirse la una a
la otra. Al final, She se levantó, se acercó al piano e interpretó magníficamente
algunas piezas de Debussy. Incluso con eso, Roslyn sintió que no tenían
ninguna base de comunicación.
Frankie era feliz con sus tres mujeres y las mujeres eran todas ellas felices
con él. Roslyn y Bliss habían hecho otros muchos amigos en Bidonville.
Una semana, en el “Bidonville News”, apareció un virulento artículo
contrario a la propuesta de urbanización cerca de la playa. Terminaba con la
frase “La tierra pertenecía a Dios antes de que fuera ocupada por los
hombres”. Estaba firmado por Billy Skylar. Roslyn ya había oído hablar sobre
el legendario Billy Skylar y sobre el Rancho Skylar, una comunidad “abierta”
en el vecino condado de Sonoma que había sido clausurada por la Oficina del
Condado. Alrededor de un centenar de familias de felices hippies se habían
asentado allí en toscos alojamientos que habían construido ellos mismos, al
margen de todos los reglamentos de construcción. El rancho había llegado a
ser una leyenda rápidamente, un lugar de encuentro para músicos, y un centro
para festivales de equinoccio y solsticio y otras ocasiones planetarias. Cientos
de personas llegaban desde San Francisco para esas celebraciones.
El vecino de Skylar era un granjero llamado John Kelly. Debía haber sido
el lado sombrío del gran amigo de Roslyn, John Kelly. Al granjero Kelly le
molestaban todos los coches que atravesaban sus tierras. Había vendido a
Skylar unos mil acres de su rancho de tres mil acres, pero la única forma de
llegar al terreno de Skylar era a través de la propiedad de Kelly. Skylar y Kelly
no se llevaban bien entre ellos. Kelly acusaba a Skylar y a sus amigos de robar
sus ovejas. Tenía miles de ovejas. Skylar pensaba que lo estaba fastidiando
para forzarlo a comprar sus otros dos mil acres, pero Skylar no quería
comprarlos y no tenía suficiente dinero. Kelly se dirigió al Condado con una
queja tras otra hasta que finalmente el Condado envió excavadoras para
derribar todas las construcciones ilegales de la propiedad, incluida la casa que
Billy Skylar había construido para sí y su familia. Sin sometimiento a las
normas, las construcciones no estaban permitidas.
¿Dónde había quedado la libertad de vida y de propiedad? Skylar recibió
una factura de cien mil dólares de la Oficina del Condado, por la destrucción
de su casa y las casas de sus amigos. Skylar hubo de contratar a un abogado,
para no tener que vender la propiedad al granjero Kelly para pagar al Condado
por haber arrasado su casa.
Kelly obtuvo un mandato judicial de que nadie podía utilizar el camino a
través de su tierra hasta el terreno de Skylar, excepto Billy Skylar. No había
ningún otro camino para entrar en el terreno, excepto a pie a través de las
accidentadas montañas. Nadie podía vivir en el terreno. Era sólo un terreno.
Rocoso, montañoso, con arroyos, bosques verdeantes, sin caminos de acceso,
sin construcciones. Introducirse en el terreno costaba un día entero. Billy,
mientras batallaba para intentar conservar la tierra y el sueño que había vivido
allí y el sueño que conservaba para el futuro, se trasladó a Bidonville.
Adquirió una gran casa en donde él y su esposa, su ex esposa con su hermana,
y el compañero de su ex esposa y algunos otros, vivían.
En los días siguientes a la carta de Billy Skylar en el “Bidonville News”,
todo el mundo a quien Roslyn encontraba parecía tener una historia para ella
sobre Billy Skylar y sobre el Rancho Skylar. Se moría de ganas de conocer a
esta leyenda viva.
Era un sábado por la mañana y diluviaba. Frankie estaba atareado con She,
así que Roslyn subió a la ranchera engulle-gasolina y se acercó a la ciudad a
comprobar el correo, esperando una carta de Jim Bean.
El casillero de la Oficina de Correos estaba vacío. Todavía le quedaban
algunos cupones de comida, así que adquirió algo de comida en la tienda de
comestibles para ella y para Bliss y se dirigió de vuelta a casa. Al pie de la
colina, donde comenzaba la carretera que va de la parte comercial a la parte
residencial de la ciudad, había dos tipos, que parecía como si estuvieran
intentando sostenerse el uno al otro mientras hacían auto-stop. Realmente
parecían borrachos y sólo era el mediodía. Roslyn estuvo a punto de dejarlos
atrás, pero uno de ellos era real y verdaderamente apuesto. Paró.
El apuesto tipo rubio abrió la puerta trasera y empujó a su amigo sobre el
asiento trasero, cerrando luego de un portazo. Abrió la puerta delantera del
coche y preguntó con una voz increíblemente sexy: —Mami ¿Te importa que
me siente aquí a tu lado?
Roslyn pensó, “¡Debo ser una idiota, pero éste parece ser el otro fantástico
pájaro!” Señaló el asiento vacío a su lado y le dijo: —Sé mi huésped.
Él hizo una ligera reverencia, pronunció un suave y cálido: —Gracias,
mami, y subió al coche. Iba calado de agua, muy borracho, y era guapísimo.
Largos tirabuzones rubios caían sobre el cuello de su blusón de lana cruda. La
gente verdaderamente excéntrica de Bidonville no lleva convencionales
impermeables de plástico. Su amigo dijo: —Diablos, como llueve; regresemos
al bar.
—Hay vino caliente esperándonos en casa. Vayamos.
—De acuerdo —asintió su amigo, desplomándose sobre la parte trasera del
asiento delantero. Pregunto a Roslyn: —¿Subes a Elm?
Ella asintió.
—Gracias por recogernos Mami. Mi amigo estaba empezando a
encontrarse mal.
Ella le sonrió y él volvió hacia ella sus grandes ojos azules.
Bidonville tiene una calle que atraviesa la ciudad, bordeando la pequeña
península, donde está la Oficina de Correos, la tienda de vinos y licores, la
lavandería automática, la tienda de comestibles, el bar, el restaurante y la playa.
Luego hay una carretera pavimentada que conduce al sector residencial de la
ciudad ubicado sobre una meseta, rodeada de acantilados y de playa. La mayor
parte de las viviendas están apartadas de la carretera principal, sobre pequeños
caminos fangosos.
—Ya me dirás cuando debo detenerme —dijo Roslyn.
La lluvia caía tan abundante que apenas podía ver el camino que subía a la
meseta a lo largo del acantilado, donde había frecuentes desprendimientos. El
apuesto borracho hacía comentarios sobre el tiempo. —Parece que mañana
hará un buen día.
Comenzaba a estar un poco incómoda con él. Llegaron a la parte alta de la
colina.
—Bueno, mami, si quieres pues dejarnos aquí.
—¡Vamos a ahogarnos con esta lluvia! —exclamó su amigo desde el
asiento trasero.
—Por el infierno que sí.
Ella los miró. Ambos iban hechos una facha y el tipo de atrás parecía
bastante mayor. —¿A dónde queréis ir?
—Bueno, está aquí al lado —respondió el tipo mayor.
—¿Cómo de embarrado estará el camino? —preguntó ella. El camino que
conducía a su estudio era terrible, tenía que andar encontrando otras vías, para
no tener que acercarse al estudio por el camino principal. —La calle está bien
—la reafirmó el rubio, y señaló una calle embarrada a la izquierda. Parecía
estar bien. Sólo había un poco de agua. Era bastante plana, con unos pocos
charcos, pero no pudo ver nada terrible hasta que se había introducido
demasiado lejos. Allí no había un lugar donde dar la vuelta, y de repente la
calle se asemejó a un río en plena riada.
—No te preocupes, sólo conduce lentamente. No está tan mal como parece
—dijo él.
Estaba furiosa consigo misma por haber parado y haberlos dejado subir al
coche. Se sentía atrapada, que era como se sentía habitualmente después de una
acción impetuosa y generosa, mediante las cuales habitualmente parecía
causarse a sí misma una innecesaria adversidad. Deseó haberles insistido para
que se bajaran en la calle principal. El coche probablemente iba a ahogarse en
medio del agua torrencial y entonces ¿cómo volvería a casa? No tenía dinero
para facturas del taller mecánico.
No se ahogó en el agua torrencial, pero estaba temerosa de que lo hiciera
después de haberlos dejado y ella estuviera sola de camino a casa.
—No te preocupes —dijo él, como si estuviera leyendo sus pensamientos.
Todavía estaban avanzando lentamente a través de la severa lluvia cuando
de repente él gritó: —¡Whoa!
Ella detuvo el coche. Estaba frente a una gran casa de madera roja con unos
seis vehículos aparcados.
—Pasa para tomar un vaso de vino —dijo él.
—No, no, debo regresar a casa.
—Sí, puedes regresar a casa después de tomar un vaso de vino con nosotros
—dijo mirando a su amigo.
Su amigo también insistió para que los acompañara a tomar un vaso de
vino.
—Pero yo no bebo vino —dijo ella.
—No importa. Encontraremos alguna otra cosa para ti, pero tienes que
entrar. Eres tan amable. Nos has traído hasta casa bajo la lluvia. Por favor
mami, por favor, pasa siquiera unos minutos.
—No, no puedo; verdaderamente debo ir a casa. Tengo una niña pequeña.
—Por favor, quiero que entres en mi casa — insistió el hombre apuesto, sin
tomar el no como respuesta.
Ella no sabía qué hacer.
Él bajó del coche, lo rodeó y abrió su puerta, hizo una reverencia y dijo: —
Billy Skylar a tu servicio, mami.
Se quedó atónita. La única persona a la que quería conocer en Bidonville. —
¿Verdaderamente eres Billy Skylar?
Ella miró a su amigo mientras hacía esta pregunta.
El amigo se rio y replicó: —Sí, no debes preocuparte sobre el asunto. Es
Billy Skylar.
Descendió del coche y siguió al hombre al que había estado muriéndose por
conocer. La casa estaba llena de gente. Una exquisita mujer de largo cabello
rubio y un vestido estampado de flores recibió a Billy y a su amigo
regañándolos por llegar tarde, mojados y borrachos: la esposa de Billy. Él le
pidió un vaso de vino caliente para la excepcional dama que los había salvado
de una muerte cierta ahogados en el diluvio.
La mujer rubia la miraba con suspicacia. Roslyn se presentó.
Billy Skylar la miró: —He oído hablar de ti. Has estado viviendo en
Auroville.
—Sí.
Su amigo, Lou, dijo: —Conocí a Madre en 1965.
—Ven, ven, siéntate —dijo Billy, arrastrándola a través del salón hasta una
silla junto al fuego, de la cual desalojó a una desaliñada niña pequeña de ojos
grandes, levantándola y colocándola cuidadosamente encima de un gran cojín
sobre una hermosa alfombra de lana anudada hecha a mano.
Roslyn tenía en su mano un vaso de vino caliente y especiado. Parecía haber
mucha gente en el salón, a pesar de lo cual resultaba muy apacible y
armonioso. Parecía que todos ellos vivían allí.
Le preguntó a Lou: —¿Cómo llegaste a conocer a la Madre?
—Hace unos años sentí que había llegado la hora de ir a la India. Había
oído que si tienes un gurú él te encontrará en el momento oportuno. Decidí que
si tenía un gurú se lo pondría más fácil si iba a la India.
—Visité los lugares sagrados, los templos, los ashrams, las montañas, las
orillas del mar, y conocí a muchos gurús y personas santas, pero en cierto
sentido nada cambió para mí. Me di cuenta que mi senda espiritual no está en la
India, sino aquí en California, y que no hay más gurú que el gurú aquí —dijo,
señalando su corazón.
—Estaba a punto de dejar India, pero hube de esperar durante varios días en
Madrás mi vuelo para San Francisco. Por supuesto había oído hablar del gran
sabio de Pondicherry, Sri Aurobindo, y sabía que había fallecido algunos años
antes, pero como no tenía nada más interesante que hacer decidí visitar el
ashram.
—No sé cómo es Pondicherry en la actualidad, pero entonces, era
increíblemente limpio, apacible y hermoso. Me asignaron una habitación en
una casa de huéspedes del Ashram, en la playa. Había un bello paseo a lo largo
del océano, sin coches, únicamente bicicletas y rickshaws. Mucha gente llevaba
vestiduras blancas. Creo que si hay otro lugar en el mundo para mí, además de
California, sería éste.
—Había oído el rumor de que había sido diseñada por Luis XIV, el Rey Sol,
por lo que fue trazada con amplias avenidas que irradian del centro, un parque
encantador, como rayos desde el sol. A lo largo de esas avenidas había altos
muros sobre los cuales podía ver árboles y arbustos en flor. No se parecía a
ningún lugar que hubiera visto antes en ninguna parte. Había tal paz, tal
tranquilidad. Estábamos en medio del invierno. El tiempo era agradable, fresco
y limpio al atardecer, brillante y cálido durante el día.
—Era lo último que esperaba, ¡encontrar un lugar tan encantador en la
India!
—Caminé desde la casa de huéspedes hasta el Ashram, y sin ningún motivo
solicité un Darshan con la Madre.
—Mientras merodeaba por Pondicherry, parecía que cada persona con la
que hablaba, cada persona a la que conocía, estaban todas ellas entusiasmadas
con el plan de la Madre de construir una ciudad para la realización del Yoga de
Sri Aurobindo.
—Pensé que sonaba como una gran idea y cuando fui a verLa, Le pregunté
si podía utilizar mi rancho en California para el mismo propósito.
—Había adquirido cincuenta acres en Sonoma, hacía años, y no había hecho
nada con ellos. Quería hacer algo por el Divino.
—Madre prometió ayudarme.
Roslyn no podía dar crédito. —¿Quieres decir que iniciaste una comunidad
aquí en California con las bendiciones de Madre? —preguntó incrédula.
—Sí. Se llamaba rancho Estrella de la Mañana. Aurobindo significa Estrella
de la Mañana, así que elegí ese nombre y utilicé como logo la estrella de ocho
puntas de los Nativos Americanos. Sentía que había de entregar la tierra al
Divino, así que traté de transferir el título a “Dios”.
—Escribí a la Madre. Billy ¿tienes las copias de aquellas cartas que te di?
Billy se dirigió a un escritorio y de una gaveta tomó una carpeta y se la
entregó a Roslyn. Había copias de las cartas de Lou a la Madre y Sus
contestaciones.
Lou había escrito a Madre; quería transferir su terreno a Dios. Ella le
escribió de vuelta diciéndole que pensaba que era algo muy apropiado.
A continuación él escribió y Le dijo que había invitado a muchas personas
para que vinieran y vivieran en el terreno. Ella escribió de vuelta diciendo que
era muy interesante y le pedía que le enviara fotografías de las personas.
Lou le envió una fotografía en blanco y negro, de la que había una copia en
la carpeta. Cincuenta hippies barbudos, despeinados, andrajosos, agrestes,
estridentes, idénticamente desaliñados, y en el centro Lou y una mujer
arrodillados completamente desnudos, ¡todos ellos con unas sonrisas
espléndidas!
La siguiente carta de la carpeta era de una de las secretarias de Madre
diciendo que estaba demasiado impresionada por la foto para mostrársela a la
Madre.
La siguiente carta de la carpeta era de la misma secretaria disculpándose de
su carta del día anterior.
Luego estaba la carta final de la Madre. Ésta sacudió completamente la
mente de Roslyn. Estas cartas habían sido escritas en 1966. En 1970 un amigo
de USA había enviado a Roslyn un poco de LSD por correo. Mucha gente en
Auroville había expresado su interés en tomar LSD. Roslyn no deseaba ser una
gurú del ácido en Auroville, así que había ofrecido el ácido a la Madre. Se lo
había enviado en una carta a través de Mari, y le había explicado, que si Madre
daba Sus bendiciones para que ella lo usara y distribuyera en Auroville, lo
haría.
Mari le transmitió una contestación de Madre diciendo: “Madre dice que
nadie le había ofrecido la sustancia anteriormente, así que quería expresar su
agradecimiento a Roslyn porque le daba la oportunidad de trabajar sobre la
sustancia. Pero, por el momento, no creía que Roslyn necesitará tomar ningún
LSD; pero —dijo riendo Mari— Madre dice ¡que te promete un ‘viaje’!”
¡Y vaya ‘viaje’! Roslyn descubrió que aunque nadie había dado a Madre la
sustancia física del LSD hasta 1970, en 1966 había escrito un definitivo ensayo
sobre la experiencia psicodélica. Roslyn quedó anonadada. Por supuesto lo que
Madre había escrito era lo más clarividente sobre el LSD que Roslyn había
leído nunca, y eso que había tomado LSD de sobra. Jamás olvidaría la frase
final de esa carta, “Pero si el ser psíquico pudiera utilizar esta sustancia ¡el
resultado sería milagroso!”
Jim Bean
CAPÍTULO X

TODO EL MUNDO TIENE UN SUEÑO

Existe una consciencia que la mente no puede alcanzar,


su palabra no puede expresar ni su pensamiento revelar.
Carece de hogar sobre la tierra, de núcleo en el hombre,
mas es el origen de todas las cosas pensadas y hechas,
la fuente de la creación y sus trabajos,
es el origen aquí de toda verdad,
la órbita del sol de los fragmentarios rayos de la mente,
el cielo del infinito que vierte la lluvia de Dios,
lo Inmenso que llama al hombre a expandir el Espíritu,
el vasto Propósito que justifica sus exiguos intentos,
un canal para el escaso gozo que él experimenta.
“Savitri” de Sri Aurobindo
OSLYN regresó al estudio para tomar el té con Frankie y Suzanne,
R quienes estuvieron de acuerdo en que haber conocido a Skylar y haber
encontrado las cartas de Madre era un claro signo de que había sido enviada a
Bidonville para favorecer el comienzo de Auroville. Era fascinante sentir que
Madre no sólo era parte del pasado de Roslyn en la India, sino también del
presente y futuro en California.
Algunos días después Roslyn estaba limpiando las hojas muertas en el
exterior del estudio, cuando un hombre rapado y con una larga cola de caballo
roja, se le acercó. Preguntó: —¿Eres tú Roslyn, de Auroville?
—Sí.
Él le extendió su mano. —Soy Saschwa, fundador de la Iglesia de los
Nobles Hermanos y Hermanas.
Ella tomó su mano, lo miró y vio que él junto con su mano estaba
extendiendo una oferta de amistad.
Le explicó que la había estado buscando porque había sabido que ella era
una devota de Madre y que incluso había conocido a la Madre en Pondicherry.
Le pidió que se concentrara con él en la Madre.
Roslyn se sentó allí mismo e intentó apaciguar su mente. Había aprendido
en Pondicherry que una mente silenciosa en el primer paso hacia la
meditación. Miró hacia Saschwa y no podía creer lo que estaba viendo. Su
cara, que era corriente y ligeramente hinchada, pareció disolverse. Rostro,
cabello, todo cambió, como si estuviera hecho de agua. Roslyn respiró
entrecortadamente. Por un momento la Madre estaba sentada allí frente a ella.
Saschwa dijo: —Sí, soy un médium y un sanador.
Su mente se rebeló al pensamiento de lo que había visto y de lo que él había
dicho, pero era tan amistoso. No había nada amenazante en la experiencia,
excepto que había ido más allá de los límites de cualquier cosa que hubiera
experimentado antes.
—Te amo —dijo él—. Siento que eres la hermana de mi alma.
Ella dijo: —Todo esto es un poco demasiado para mí. Ven a visitar a mis
amigos y a tomar el té. Y lo llevó al Patio del Pavo Real.
Frankie y Suzanne lo encontraron muy interesante. Aceptaron ir a comer a
la gran casa que él y sus discípulos habían alquilado en el centro de la ciudad
detrás de la Oficina de Correos.
Se quedaron impresionados con la casa blanca, antigua y grande,
posiblemente la casa más grande de la ciudad. El camino de acceso a la casa
era inmenso y varios coches estaban aparcados en sus márgenes, todos ellos
bastante antiguos. A través de la puerta principal pasaron a una habitación
amplia sin muebles. Intercambiaron entre ellos varias miradas, sonriendo a
través de sus ojos, muy escépticos. ¿La Iglesia de los Nobles Hermanos y
Hermanas? Saschwa les había dicho que su logo eran dos manos. Eran
sanadores y curaban mediante simple imposición de manos e invocación de
fuerza. Eran también quirománticos. Él les había prometido leer sus manos.
Decía que era el canal de un poder que podía curar.
La habitación en donde Suzanne, Frankie y Roslyn habían entrado estaba
dominada por un gran retrato de Helen Blavatsky.
Saschwa les dio la bienvenida e hizo las presentaciones de todo el mundo.
Todos sus seguidores tenían nombres como Moonglow, India, Soma y
Krishna. Cada uno de ellos tenía un nombre New Age que habían recibido en
su iniciación en la Iglesia. Había un tipo un poco regordete, mono, de tez
morena, ligeramente calvo, con barba, llamado Scotty que alardeaba de que
había sido amigo de Saschwa durante más de quince años, más que ninguno
otro en el grupo. Él había pintado el retrato de Blavatsky.
Los otros eran mucho más jóvenes que Saschwa y Scot. Formaban un
grupo. Aunque eran de diferentes edades, sexos y procedencias, de alguna
forma eran todos iguales. Parecía que cada uno trataba de hacer un esfuerzo
para ser más espiritual, más esotérico, menos exteriorizado. Saschwa era el
gurú. Todos ellos parecían estar pendientes de cada una de sus palabras, y él
disfrutaba con ello.
La comida consistió en tofu frito y arroz integral con vegetales. Suzanne
comentó que pensaba que la comida era agradable. Frankie masculló que
pensaba que la comida podía estar bien para los conejos y apenas comió nada.
El grupo no bebía té negro, que era el principal combustible del Patio del Pavo
Real, sino únicamente té verde. A Frankie le gustaba Saschwa pero detestaba
ver a todos los hippies reformados bebiendo té verde y esperando a que su
gurú dijera algo. Todos eran muy agradables. No había azúcar para el té verde,
sólo miel. El sacramento básico de la vida, al menos para Frankie, era té negro
con azúcar. Si el té verde con miel era un indicio de espiritualidad o yoga o de
la Nueva Consciencia, él no quería saber nada de eso. Se estaba sintiendo muy
incómodo, a pesar de que Suzanne y Roslyn parecían felices con el grupo. Por
supuesto, Saschwa observó que Frankie se estaba incomodando por momentos,
y pidió al grupo que lo excusara a él y a sus huéspedes para que pudiera
llevarlos a su casa a conocer a las niñas. No vivía en la casa grande con el
resto del grupo.
Él y su compañera, Moonglow, tenían una casa aparte en la Meseta.
Prometió a Frankie una taza de té de verdad, y siguieron a su coche con el
autobús. Los otros discípulos no estaban contentos por no haber sido incluidos
en la invitación, pero Saschwa les había dejado claro que eran bienvenidos a su
espacio de privacidad sólo si eran invitados. Los discípulos eran casi serviles
en su relación con él, pero realmente él era algo que se salía de lo normal.
Su personal dominio era una hermosa casa con vistas sobre el océano.
Vivía allí con Moonglow y dos perritas Chihuahua. Eran muy pequeñas y
enloquecieron con ladridos de delicia cuando él entró en la casa. Lo primero
que hizo al entrar fue coger a ambas y saludarlas amorosamente.
Dio la bienvenida a Frankie, Suzanne y Roslyn y les dijo que serían amigos
de por vida puesto que ya habían sido amigos en muchas vidas anteriores.
Su casa estaba llena de extraordinarias piezas de arte exótico. Una pareja de
chinos ancestrales pintados sobre seda, colgaban cerca del hogar. Había bellos
cuencos, vasijas con encantadoras flores secas y mobiliario caro y
confortable. La cocina estaba surtida de bellos tarros relucientes y de utensilios
de cocina colgando sobre el fogón y de vajilla china apilada en elegantes
armarios de cocina con puertas vidrieras de cristal delicadamente enmarcado
en cuarterones de madera.
Saschwa dijo a Frankie: —Observé que no tenías mucho apetito durante la
comida, ¿te gustaría un poco de salmón ahumado sobre una tostada con el té?
—¿Pero cómo es esto? Tus discípulos son vegetarianos y beben sólo té
verde y viven sin mobiliario en esa casa inmensa, ¿y tú vives así?
—Karma, querido, karma. Mi karma y mi dharma es vivir así. Mis
adorables perritas necesitan ciertas comodidades. Son muy delicadas.
Ciertamente parecían delicadas. Apenas eran del tamaño de sus manos,
extremadamente delgadas, de pelo muy escaso. Parecían más bien ratones que
perras.
Por fin allí estaban las tazas de buen té negro, con azúcar y leche, y platillos
con sándwiches y pastas de té. Mientras tomaban el té, Saschwa les contó algo
sobre sí mismo.
Era de Nueva York, donde había estudiado negocios. Había trabajado para
una firma de agentes de bolsa, pero al mismo tiempo siempre había tenido
profundas, intensas y extrañas experiencias interiores. Finalmente decidió que
no se daba por supuesto que fuera a vivir y a trabajar en Nueva York, puesto
que la mayor parte de la gente que había a su alrededor determinó que era un
poco extraño en relación al resto.
Se fue a Méjico.
Allí descubrió que podía curar a la gente tocándola. Al principio esto le
había asustado, pero luego comenzó a disfrutar de ello. Su viejo amigo, Scotty,
tampoco estaba a gusto en Nueva York. Al cabo de un par de meses se reunió
con Saschwa en la pequeña aldea en donde vivía en Méjico. Subían hasta la
frontera cada seis meses y luego regresaban a la aldea, siempre cargados de
suplementos de vitaminas y minerales para los aldeanos, puesto que Saschwa
creía que la mayor parte de ellos simplemente sufrían de malnutrición.
Se hicieron amigos de otros americanos que también vivían en Méjico, y se
trasladaron a un pequeño rancho en las afueras del pueblo en donde la gente de
toda el área acudía con sus amigos y familiares enfermos. Lo llamaban
“brujo” que quiere decir algo así como hechicero, chamán y sanador. La gente
frecuentemente le traía pequeños regalos, un pollo, media docena de huevos,
una bolsa de grano. La gente acudía a verlo y simplemente permanecía con él
hasta que los federales los requerían para que se fueran. Saschwa había llegado
a ser muy conocido. Algunos ciegos de repente podían ver y todos los días
llegaba gente de toda la zona para ser curada. Regresó a California con una
pequeña banda de seguidores.
El resto del grupo incluía a personas que se habían incorporado cuando
vivían en San Francisco. Cuando él llegó a San Francisco eran sólo un grupo
de cinco, incluyéndole a él y a Scott. Alquilaron un gran apartamento para
vivir y un pequeño local en donde hacían lecturas y curaciones las tardes de
los domingos. Por alguna razón los resultados no fueron tan espectaculares
como lo habían sido en Méjico, pero la gente se sentía atraída por él y
regresaba semana tras semana. Impartía cursos de quiromancia y de curación
psíquica, y la mayor parte de la gente que se había unido al grupo provenía de
esas clases. Había registrado el grupo como una iglesia a efectos fiscales.
En realidad no le gustaba vivir en la ciudad. Habían estado yendo a
Bidonville una o dos veces a la semana durante meses y se habían enamorado
de la pequeña ciudad. Uno de los miembros del grupo había heredado algún
dinero, así tuvieron la posibilidad de salir de la ciudad. Todos habían estado de
acuerdo en trasladarse a Bidonville.
Carecían de ingresos, excepto los provenientes de donaciones que recibían
de su congregación por las lecturas de mano y curaciones de la tarde de los
domingos.
Había una copia de “Savitri” de Sri Aurobindo en la mesita de té.
Roslyn sentía que entre ella misma, Saschwa, Frankie y Suzanne se había
forjado un lazo espiritual, una amistad que podía desafiar las tormentas del
tiempo y de la vida.
Todos estaban encantados los unos con los otros, pero veían que por algún
motivo esto procedía de la Madre y Sri Aurobindo, como el contacto con
Skylar. Saschwa pasó varias tardes con ellos en las semanas siguientes.
Posteriormente Skylar llegó una tarde para el té y preguntó a Frankie si le
gustaría hacer un viaje por la región en el autobús, con Suzanne, Roslyn, él
mismo y un amigo. A Frankie le encantaba viajar en cualquier momento, a
cualquier parte, en el autobús.
El autobús era un mundo autónomo sobre ruedas. Había una cocina
diminuta, con un fregadero, un arcón de hielo que sólo necesitaba un bloque
de hielo y conservaba las cosas frescas durante días, una gaveta para la vajilla
y utensilios, y un estante corredero para la tetera, las tazas, las ollas y las
sartenes. Había dos amplios y cómodos bancos enfrentados, con una mesa en
medio, donde podían sentarse confortablemente seis personas y tomar el té. La
mesa podía ser movida durante la noche y encajada entre los bancos para
convertirse en una amplia cama doble. Había un asiento tipo sillón, muy
cómodo, frente a la pequeña cocina, además, por supuesto, de un asiento para
el conductor. Había cortinas entre la parte delantera y la trasera del autobús,
que podían ser descorridas para conectar ambas, o cerradas cuando se quería
privacidad. En la parte trasera había dos literas.
Frankie había desarrollado un refinado arte minimalista en el autobús.
Viajar con él era viajar con excelentes comidas e interminables tazas de té,
aventurándose en lugares insólitos, por sendas intransitadas, hacia
desconocidos lugares inexplorados, todo muy confortablemente. Siempre
había un arroyo o una zona de descanso, o un Parque Estatal, para
aprovisionarse de agua fresca, y todo lo que uno pudiera necesitar lo
encontraba en La Hacienda.
Planearon salir por la mañana. Roslyn había arreglado que Bliss se quedara
con los vecinos. Debían llevar con ellos a los chicos en el viaje. Skylar había
llegado con su amigo, Danny, que tenía un dorado pelo rojo, una corta y
poblada barba, unos alegres ojos, y otro niño pequeño. Se acercaron a la
ciudad a comprar algunos suministros y entonces decidieron comer en el Patio
puesto que ya era la hora cuando estuvieron de vuelta de la ciudad. Era el 17 de
noviembre de 1974 exactamente un año después de que Madre hubiera
abandonado su cuerpo en Pondicherry.
Finalmente, a primera hora de la tarde estuvieron listos para partir. De
hecho hay menos de una hora desde Bidonville al campo, pero Skylar indicó a
Frankie un camino polvoriento que conducía a las montañas y que los llevaría
a unas fuentes termales. Las pozas estaban allí, al final de la apenas discernible
senda polvorienta. Profundos estanques de agua caliente que fluía desde la
tierra. Todos ellos se quitaron la ropa y se bañaron, luego se vistieron y
tomaron té en el autobús. Para entonces ya era tarde avanzada. Frankie dio la
vuelta al autobús y los llevó de regreso a la carretera principal que llevaba al
Condado de Sonoma.
Skylar explicó que desde que el terreno había sido clausurado iban a un
rancho de la vecindad, Estrella de la Montaña. Allí tenía amigos que los
estaban esperando y por la mañana podían continuar hacia la campiña.
Estrella de la Montaña estaba al final de otro camino polvoriento fuera de la
carretera principal. Allí todo el mundo pareció contento de ver a Skylar y de
reunirse con sus amigos. Allí parecían vivir unas diez o quince personas,
incluyendo algunas mujeres con niños pequeños. Había una amplia
construcción comunitaria con una cocina y un comedor anexos, próximos a
donde ellos habían aparcado, al final del camino, junto a unas viejas
camionetas y a un par de coches. También había una caravana. Los residentes
vivían en pequeñas cabañas de construcción artesanal dentro del bosque. Cada
cabaña era diferente de las demás, amorosamente construidas y mantenidas.
Había un huerto y flores cuidadosamente plantadas y cultivadas cerca del
edificio comunitario, alrededor de las cabañas del bosque. Skylar rememoró
que cada vez que uno quería levantar una nueva casa sobre la parcela, toda la
comunidad se reunía para ayudarle.
Roslyn encontró un lugar tranquilo bajo los árboles desde el que podían
observarse las silenciosas montañas y trató de recordar a Madre.
La cena fue muy alegre. Hubo vino y cerveza y buena comida que Frankie
aprobó efusivamente. Suzanne la encontró rústica y encantadora. Alguien tocó
la guitarra y cantó. Otros se unieron y le acompañaron cantando. Era muy
acogedor; una comunidad.
Por la mañana Skylar decidió que en lugar de tomar el autobús hacia la
campiña debían ir todos en el viejo coche rojo de bomberos que había
aparcado en el establo de Estrella de la Montaña.
El camión de bomberos, de un rojo brillante, contaba cuarenta y cinco años.
Tenía una gran campana que alguien debía golpear con un palo, puesto que
había sido construido antes de que los coches de bomberos tuvieran sirena.
Hubieron de empujar para sacarlo del establo. Pusieron algo de gasolina en el
depósito de combustible.
Billy montó en la cabina y trató de arrancar. La gente de Estrella de la
Montaña comenzó a reír. Obviamente la escena había ocurrido con
anterioridad. Billy descendió de la cabina y abrió el capó. Pidió algunas
herramientas y alguien salió corriendo y se las trajo. Él se contorsionó y
manipuló durante unos minutos. Después abrió el radiador y comenzó a sacar
puñados de paja y ratones. Todo el mundo se desternillaba de risa.
Pidió agua. Alguien trajo un cubo de agua. Lo vertió dentro del radiador,
regresó a la cabina, e increíblemente, tras unos pocos jadeos, arrancó. Todo el
mundo se apretujó dentro. Consiguieron recorrer la mitad del camino desde la
montaña hasta la carretera principal y entonces se paró. Billy protestó y
manipuló y golpeó el motor con un palo, sacó puñados de paja y ratones del
radiador. Antes de que volviera a arrancar, Frankie descendió y dijo que iba a
regresar a la montaña y le seguiría con el autobús.
Billy parecía como si se hubieran herido sus sentimientos, pero dijo: —De
acuerdo, si es lo que quieres.
Frankie se marchó y el camión de bomberos arrancó de nuevo lentamente
con Danny, el amigo de Billy, golpeando la campana con el palo que Billy
había usado para golpear el motor. Consiguieron llegar cerca de la carretera
principal y la cosa se detuvo de nuevo. Después de un par de minutos todo el
mundo descendió y miraba y reía mientras Billy intentaba arrancarlo de nuevo.
Finalmente pidió a todo el mundo que empujara. Incluso entonces no pudo
arrancar. Justo en ese momento Frankie llegó con el autobús.
Billy levantó sus brazos admitiendo la derrota. Empujaron el viejo camión
de bomberos a un lado del camino y alegremente treparon al autobús.
Billy dio instrucciones y viajaron por la carretera de Coleman Valley hasta
la puerta del granjero Kelly, cerrada con un candado de clave. Había un gran
cartel. ¡¡¡Prohibido el Paso!!! Billy descendió del autobús y abrió la puerta.
Condujeron a través de la propiedad dejando atrás el granero y la casa de
labranza. Billy hizo que Frankie detuviera el autobús en la parte superior de
una colina que conducía hacia el valle donde se encontraba el Rancho Skylar.
Billy dijo que por lo que sabía nadie había utilizado el camino durante más de
un año, y que en los mejores tiempos no era muy bueno, así que después de la
lluvia y todo, podía ser intransitable. Sería mejor aparcar en la parte alta de la
colina y descender andando. Todo el mundo estaba deseoso de pasear hasta el
valle. El camino parecía más bien el cauce seco de un río que un camino. Había
anchas y profundas grietas irregulares que lo atravesaban de parte a parte.
Incluso caminar resultaba difícil. El autobús no hubiera podido pasar, aunque
Frankie insistió en que él podía haberlo hecho sin contratiempo. Fue un largo
paseo. Había hermosos árboles viejos por todas partes, sauces llorones,
robles, entremezclados con pinos y otras especies indígenas. Por fin llegaron a
un arroyo junto al que se sentaron durante unos minutos.
—Éste es. Éste es el Rancho Skylar —dijo Billy sarcásticamente.
Daba la impresión de que allí nunca hubiera vivido nadie.
—¿Podéis imaginar que hace tres años había trescientas personas viviendo
aquí?
—El Condado había llevado a Lou a los tribunales, en donde le habían
dicho que no podía transferir su terreno a Dios. Iban a clausurar Estrella de la
Mañana. Yo ya era amigo de Lou y disfrutaba pasando a Estrella de la Mañana
por las tardes. Siempre había buena música. Lou me preguntó si permitiría a la
gente de Estrella de la Mañana venir aquí cuando el Condado cerrara Estrella
de la Mañana y derribaran sus casas. Yo dije: “¡Por supuesto!”
—En cuatro años la comunidad creció de cincuenta a trescientas personas.
Mi hija nació aquí. Después una mañana llegaron los bulldozers y todo se
terminó.
El regocijo había terminado repentinamente y todo el mundo permaneció
silencioso. Caminaron de regreso al autobús, condujeron hasta Estrella de la
Montaña, se despidieron y regresaron a Bidonville.
Seis meses más tarde Roslyn se tropezó con Billy en la tienda de helados de
la ciudad.
—Justo la chica que estaba buscando —la saludó. Estaba con su amigo
Danny.
—Íbamos a ir a casa de Frankie para ver si querías venir a la reunión de
Primero de Mayo en el campo.
—¿Cómo es que vais a celebrar el Primero de Mayo en el campo?
—Danny acaba de comprar el rancho del granjero Kelly.
Estaba sorprendida. No podía imaginar que alguien fuera tan rico como
para comprar todo ese terreno. Le dirigió su mirada —¿realmente adquiriste la
tierra?
Era un tipo joven con una mujer y tres niños. Habían estado varias veces en
el Patio del Pavo Real tomando el té. En cierta ocasión habían ido juntos en el
autobús a las fuentes de agua caliente. Eran encantadores, pero Roslyn jamás
imaginó que pudieran ser ricos. La habían estado invitando a ella y a Frankie a
su casa en Belvedere cada vez que se encontraban. Habían estado tan
entretenidos pasando buenos ratos que nunca habían ido.
Danny le sonrió. —Sí, compramos el terreno, aunque vamos a tener que
vender la casa de Belvedere. Deberíais venir a visitarnos antes de que la
dejemos.
—¡Es emocionante! —exclamó ella.
—Eso creemos —asintió Billy.
—¿Vendrás el Primero de Mayo? —preguntó Danny.
—¿Arreglaréis el camino? —preguntó Roslyn.
Billy rió y prometió: —Arreglaremos el camino para ti, ¿de acuerdo?
—Está bien, está bien, iremos, pero tenéis que venir conmigo para decírselo
a Frankie. Sé que estará encantado.
—Seguro, podemos tomar una taza de té.
Frankie y Roslyn fueron a la celebración de Skylar el 1 de mayo de 1975.
Fue un día espléndido. Quedaron sorprendidos de cuántos coches,
furgonetas, autobuses y gente había en la explanada.
Puede que el último hippie hubiera quedado enterrado en Haight Ashbury en
1969, pero el hippysmo parecía vivo y con buena salud en aquella ladera de
montaña en 1975. Las mujeres llevaban flores en el cabello y cintas y vestidos
luminosos o túnicas ondulantes. La mayor parte de los chicos llevaban barba y
vaqueros. Había muchos, muchos niños.
Hubo música y un Poste de Mayo. Hubo muchos reencuentros de viejos
amigos. Saschwa y Moonglow vinieron y se quedaron poco. Al atardecer la
mayor parte de la gente se había ido. Billy pidió a Roslyn y a Frankie que se
quedaran. Aproximadamente otras cuarenta personas también se quedaron.
Se hicieron dos fuegos de campamento. La gente se sentó en círculos
alrededor del fuego. Había algunas guitarras, una flauta y tambores. La música
era la música de la gente, la música de los malos y de los buenos días de
antaño. Roslyn estaba sentada entre Billy Skylar y Zen Jack, un antiguo hippie.
La tarde alcanzó a la noche y todos ellos se sentaron allí sin moverse,
escuchando, prestando atención, entrando muy profundo en el interior con el
sonido de la unidad. La corriente de la magia de la tierra parecía aumentar y la
música resultaba cada vez más fascinante.
Roslyn soñaba con Jim Bean y con Auroville y con la India. Sentía como si
una línea telefónica comunicara el campo de Sonoma y este sueño con el
Sueño de la Madre en el sur de la India. De repente el círculo quedó en
silencio. Ella podía escuchar el Om cantado en un templo de la India en el
mismo momento en que el grupo alrededor del fuego comenzó el Om.
Había una extraña aura de paz en ese lugar esa noche.
Todos se levantaron temprano por la mañana, fríos y entumecidos,
quejumbrosos de la humedad.
Llegó el verano. Suzanne se llevó a los chicos y al perro a Francia a visitar
a sus padres. Y Jim Bean iba finalmente a venir para visitar a Roslyn, casi dos
años después de haberle dado el beso de despedida en el aeropuerto de Madrás,
deslizando un amuleto en su mano en el último momento, susurrándole al
oído: “Te amo verdaderamente”.
Frankie recibió el cheque del arrendamiento del apartamento en París. En
lugar de emplearlo para el pago de la hipoteca, Frankie y Roslyn asumieron
que probablemente Jim Bean podría ofrecer algún dinero al Patio, a Bidonville
y a una comunidad de Auroville en USA. Gastaron el dinero de la hipoteca en
una cámara de cine.
Y Jim Bean había fijado finalmente la fecha de su llegada para la víspera del
nacimiento de Sri Aurobindo.
Ese verano la ciudad había iniciado una escuela New Age. Se había
solicitado de los residentes ofrecer cursos en cualquier área del conocimiento
o disciplina en los que tuvieran alguna experiencia. Roslyn había ofrecido un
curso sobre “La Aventura de la Consciencia y del Gozo: el Yoga de Sri
Aurobindo”.
Un grupo de personas que estaban interesadas en el yoga integral de Sri
Aurobindo se habían reunido todos los viernes por la tarde durante ocho
semanas en El Patio del Pavo Real y leído y discutido el libro “La Aventura de
la Consciencia”. La última clase estaba fijada para el 15 de agosto.
Jim Bean llegó a la 1 del mediodía del día anterior. Roslyn fue a recogerlo
con Frankie y Bliss en el autobús. Condujeron desde el aeropuerto a un
manantial de agua caliente en donde se bañaron. Continuaron hasta Skylar
donde Frankie aparcó el autobús bajo un hermoso y viejo sauce llorón.
Pasaron un día delicioso con Billy y su mujer que estaban reconstruyendo su
casa. Había cuatro paredes, pero sin techo. Cocinaron en una hoguera. Había
algunas personas más que ya habían regresado a la parcela, que se reunieron
con ellos por la tarde junto al fuego. Durmieron en el autobús y salieron
temprano por la mañana para estar de vuelta en Bidonville antes del mediodía.
Se detuvieron en el vivero que había en el camino para adquirir flores con las
que adornar la casa por el aniversario de Sri Aurobindo y un sauce para
plantarlo en el acantilado para detener la erosión.
Jim Bean estaba encantador y agradable. Todos lo pasaron
maravillosamente.
Shadana de champán. Tomado como un sacramento. Por la tarde todas las
personas de la clase y muchos de los amigos de Frankie y Roslyn, incluida
She, estaban sentados y escuchando una cinta de música que Jim Bean había
traído de la India. Repentinamente Roslyn observó que Jim Bean no estaba.
Miro alrededor. Definitivamente él no estaba allí. Se preguntó si habría partido
para siempre, o por otros dos años, ¿o…?
Súbitamente reapareció a su lado. —¿Dónde estabas?
—Llevé a Bliss al estudio. Estaba cansada. Le leí un capítulo de Narnia y
esperé a que se durmiera antes de regresar.
Era un hombre muy excepcional.
Roslyn y Frankie fueron a visitar Mount Shasta, con Bliss y Jim Bean, en el
autobús. Allí los Nobles hermanos y hermanas iban a encontrarse con ellos.
Dejaron a Bliss con Frankie en el autobús, y Roslyn y Jim Bean caminaron a
través de Panther Meadow hasta el nacimiento del Río Sacramento, cruzando
campos de flores silvestres, a lo largo de la hermosa corriente cristalina que
fluía suavemente hacia abajo por la montaña.
Encontraron un gran árbol que daba sombra a algunas rocas enormes cerca
de la corriente, en donde se detuvieron durante varias horas para leer un canto
de Savitri. Cuando finalmente alcanzaron el nacimiento del río, había allí otra
persona. Zen Jack, que había estado sentado al lado de Roslyn en el fuego del
Rancho Skylar. Estaba viviendo en una cueva de la montaña durante el verano.
Cuando regresaron al autobús por la tarde, Saschwa estaba allí con una
rubia flaca con ojos de apariencia más bien salvaje que Roslyn y Jim Bean
reconocieron como alguien que había visitado brevemente Auroville. Había
estado ayunando en la montaña durante cuarenta días, cuando, esa mañana,
había sido descubierta por los Nobles hermanos y hermanas. Estaban
preocupados por su salud. Trataron de persuadirla para que comiera. Rehusó
comer nada. Dijo que estaba ayunando hasta que recibiera alguna señal de la
Madre Divina, así que Saschwa la había traído al autobús. Cuando vio a Roslyn
y Jim Bean, a quien reconoció de Auroville, sintió que era la señal que había
estado esperando y aceptó un poco de polen y de té verde con miel para
romper su ayuno.
Permanecieron varios días en la montaña. Era el cielo. El tiempo era
maravilloso. Llovió una noche, pero ellos estaban cómodos, calientes y
confortables en el autobús. De regreso a Bidonville, Frankie no pudo evitar
tomar un camino lateral al interior del bosque y se extraviaron completamente.
Condujeron y condujeron por caminos polvorientos durante horas, sin tener
idea de dónde estaban, sin ver a ningún otro vehículo. Corrían peligro de
quedarse sin gasolina. Se detuvieron y acamparon para pasar la noche al lado
de un arroyo junto al camino.
A la mañana siguiente llegaron unos guardas forestales y les preguntaron
qué estaban haciendo. Frankie explicó que se habían perdido y los guardas le
indicaron cómo llegar a la carretera que estaba sólo a unas pocas millas. A
Roslyn le encantó haberse perdido en el bosque con Frankie, Bliss y Jim Bean,
y hubiera deseado que se hubieran perdido para siempre.
Tenían un montón de ropa sucia cuando regresaron al Patio del Pavo Real.
A la mañana siguiente Roslyn dejó a Bliss con los vecinos y se fue con Jim
Bean y Frankie a la lavandería automática y autoservicio de limpieza en seco
que estaba a unas veinte millas, a través de Mount Tamalpias.
Mientras la ropa se limpiaba en las máquinas, se sentaron en un pequeño
café a la moda que había en la puerta de al lado y comieron. A primera hora de
la tarde la ropa ya estaba limpia. Frankie sugirió que visitaran a Danny en
Belvedere. Roslyn y Jim Bean tenían entre ellos una larga historia de
desaparecer los fines de semana, así que estaban dispuestos para cualquier
cosa.
Se dirigieron a Belvedere y encontraron la casa de Danny, la última casa del
lugar.
Condujeron a través de las puertas hasta la propiedad. Una gran piscina
dominaba el frente de la casa. Danny parecía encantado de que hubieran
venido. Él y su esposa, los niños y los amigos que vivían con ellos estaban
preparando todo para mudarse al campo. Habían vendido la casa y la dejarían
en unos pocos días. La casa era inmensa.
Roslyn preguntó inocentemente: —¿Cuántas habitaciones tiene la casa?
Danny la corrigió. —No cuantas habitaciones, sino ¿cuántas alas?
Los condujo por un corredor con cuadros en una de las paredes y en la otra
ventanas que daban a la bahía, a una isla y a San Francisco, hasta un gran salón
que daba a un mirador acristalado de cinco esquinas con una mesa y grandes
sillas de caña con amplios respaldos redondeados. Tomaron el té y les
persuadieron para que se quedaran a cenar y a dormir y de que al día siguiente
acompañaran al campo a Danny durante su primera noche en la parcela del
granjero Kelly. Sólo iría con él su hijo de cinco años. Sus amigos, esposa e
hijos preferían disfrutar de la enorme mansión tanto como fuera posible, pero
Danny estaba ansioso de trasladarse al campo. Roslyn, Frankie y Jim Bean
rehusaron quedarse en una de las habitaciones para huéspedes, prefiriendo el
autobús. Estuvieron encantados de que se les ofreciera un gran recorrido por
toda la casa y los terrenos circundantes.
Los padres de Jim Bean tenían una casa en Fisher ’s Island, una casa en
Georgetown, una casa en Hobe Sound, un apartamento en el Dakotas en la
ciudad de Nueva York y un apartamento en Londres, pero se quedó pasmado
por el increíble lujo de esta casa.
Era tan grande como un pequeño hotel. Algunas de las habitaciones eran
enormes. Los techos tenían una altura de seis metros en las habitaciones
principales y por todas partes había ventanas panorámicas que daban a unas
vistas impresionantes. El cuarto de baño principal era más grande y tenía más
espacio que la mayor parte de las casas. Desde el interior de la casa podía
accederse a él de una parte desde el vestíbulo y de otra parte a través del
dormitorio principal. Ambas puertas se abrían a una habitación graciosamente
amueblada con multitud de espejos, pilas de alabastro y baldas de cristal
repletas de exótica y bella parafernalia. Había varias puertas con persianas que
daban a la ducha, bañeras, e inodoros. En uno de los inodoros y en la ducha
había puertas que daban a una sauna, que a su vez tenía una puerta que se abría
a una plataforma justo encima de la piscina, en la cual había un enorme
jacuzzi. Danny retiró la cubierta de la bañera de hidromasaje por si querían
utilizarla y conectó el jacuzzi y la sauna.
Hicieron una cena ligera con la familia y después pasaron las siguientes
horas disfrutando del placer de permanecer en la sauna hasta que estuvieron a
punto de quedarse sin respiración, para saltar luego a la piscina helada, o
disfrutar de los remolinos de agua en la bañera de hidromasaje.
Se sintieron renovados, purificados. Jim Bean intentó explicar a Frankie y a
Roslyn que la razón por la que había tardado tanto en dejar Auroville era
porque había construido una piscina de agua de pozo en el pozo en donde
Auro, el hijo de Dhyan, se había ahogado el año anterior. Le gustaba
California, pero la comunidad en Auroville se había vuelto dependiente de él.
Ya había habido problemas con la Sociedad Sri Aurobindo. Aurocreación se
había separado y cada uno se preocupaba de sus propios asuntos. Él había
estado contribuyendo con sus ingresos íntegros a ayudar al mantenimiento de
la comunidad. Sentía que era necesitado en Auroville. ¿Estaba Roslyn dispuesta
a regresar a la India?
—¿Para estar contigo? —preguntó.
—Para servir al Divino —respondió él.
—No tengo dinero —dijo ella.
—¿Por qué te preocupa eso? —replicó él—. Sri Aurobindo dijo: “La
victoria es segura”.
—No sé.
—No tenemos que decidirlo esta noche. Después de la boda de mi hermana
podría regresar aquí y volver juntos a Auroville. Podríamos pasar seis meses
al año aquí y seis meses allí —sugirió.
Frankie sugirió a Jim que comprara el gran solar de terreno vacío anejo al
Patio del Pavo Real.
Jim prometió pensarlo y hablarlo con sus banqueros de Nueva York.
Siguieron el camino a lo largo del lejano costado de la casa hasta un cierto
punto. Había allí un embarcadero en donde estaba anclado un pequeño yate y la
vista del Puente Golden Gate era perfecta. Desde el embarcadero podían ver
una pequeña isla sin casas, San Francisco y el Golden Gate.
Jim Bean dijo: —Me pregunto cuánto dinero obtuvo por este lugar.
Probablemente suficiente como para construir el Matrimandir.
Roslyn dijo: —Compró dos mil acres de terreno, liberando el terreno de
Skylar al darle un acceso y quiere utilizar la propiedad para una comunidad.
—¿Verdaderamente estás tan comprometida con este lugar como lo estabas
con Auroville? —preguntó Jim a Roslyn.
—No sé.
Frankie les dijo que no debían desperdiciar una noche tan hermosa
preocupándose por el futuro, sino que debían disfrutar de la noche, y así lo
hicieron.
Unos días más tarde Jim Bean partió para Nueva York, a la boda de su
hermana. Antes de partir consultó el I Ching. El hexagrama que lanzó era, “El
Pozo”. Lo leyó a Roslyn. “Pueden mover la ciudad, pero no pueden mover el
pozo”. Él lo interpretó con el significado de que debía regresar Auroville.
Suzanne llegó la noche anterior a la partida de Jim Bean. Hubo un baile
para celebrar el final del primer trimestre de la nueva escuela que la ciudad
había iniciado después del verano. Jim Bean se puso su chaqueta Nehru de seda
rosa y Roslyn vistió un antiguo vestido afgano de terciopelo negro. Pasaron
una velada maravillosa. Regresaron al estudio después de la medianoche. Bliss
estaba allí sola, durmiendo. Había encendido algunas velas, así que el lugar
estaba iluminado con un cálido y tenue resplandor cuando abrieron la puerta.
En un momento de la noche Bliss gateó dentro de su cama. Roslyn estuvo
totalmente complacida, apretada entre Jim Bean y Bliss.
La noche siguiente Jim Bean voló de regreso a Nueva York.
Frankie y Roslyn habían subido por una escalera hasta las estrellas, pero
cuando Jim partió a comienzos de septiembre, no ofreció ninguna cantidad de
dinero, habiendo gastado todo el que tenía en el desarrollo del rodaje en el que
ellos estaban creando una memorable película, al menos en su imaginación, ya
que no en el celuloide. En realidad nadie le había pedido dinero y el pago de la
hipoteca de la casa del mes de agosto no se realizó y al final del mes de
septiembre se debía el pago de la hipoteca. Frankie envió el pago de
septiembre, y la compañía que había concedido la hipoteca envió una correcta
nota para decir que no aceptaban el pago de septiembre sin el previo de agosto
en el que había gastos añadidos de veintitrés dólares.
Frankie no le había dicho a Suzanne que no había realizado el pago de
agosto, ni que el pago de septiembre había sido rechazado. Él no quería gastar
el dinero que había sido devuelto del pago de septiembre, pero había gastos
por la utilización de la cámara de cine, y la escuela iba a comenzar. Suzanne
estaba disgustada porque no podían permitirse unos zapatos nuevos para los
chicos, así que Frankie compró a los niños zapatos nuevos.
En octubre había tres meses de retraso en los pagos de la hipoteca. Roslyn
estaba esperando que Jim Bean regresara a California en invierno, tras la boda
de su hermana, pero él la llamó para decirle que había decidido regresar
Auroville más bien que volver a California, y le ofreció comprarle a ella un
billete para Madrás. Ella no sintió que fuera una oferta aceptable. Se sintió
como lanzándose por el acantilado, pero se fue a pasar el invierno con un
viejo novio en los Ángeles y aprender cómo insertar cuentas de cristal en el
cuero.
Frankie viajó a Los Ángeles un par de veces durante el invierno para visitar
a Roslyn y sus amigos y siempre se lo pasaron muy bien, pero la hipoteca no
había sido pagada desde agosto.
Por último, en febrero Frankie llamó a Roslyn para decirle que iba a volar
a Auroville para pedirle a Jim Bean que le prestara el dinero para pagar la
hipoteca.
Roslyn le deseó: —Buena suerte. Pero no pudo imaginar que fuera a tener
mucho éxito.
Algunas semanas después Frankie estaba de regreso de India en donde ni
siquiera se había tomado la molestia de pedirle a Jim el dinero, puesto que
estaba claro que todos los recursos de Jim estaban dedicados al mantenimiento
de Auroville; pero Frankie se había prendado de Auroville y estaba ansioso
por volver allí con Suzanne.
—Pero, ¿qué podemos hacer con la hipoteca? —preguntó Roslyn.
—Tienes que venir y quedarte en la casa para que yo pueda ir a Europa y
persuadir a mi madre de que me ayude.
—Está bien. Estoy mortalmente aburrida del panorama de aquí, pero, ¿qué
haré cuando regreses?
—No sé. Ya veremos. Algo ocurrirá. Viajaré a Los Ángeles el fin de
semana para recogeros a ti y a Bliss.
Así que Roslyn regresó a Bidonville. Todavía recibía ocasionalmente cartas
de Jim Bean diciéndole que pronto volvería, pero ella y Bliss estaban solas en
la casa.
La casa sin Frankie era como montar en bicicleta con una rueda desinflada.
Un día el espejo del recibidor, sin razón aparente, se cayó y se rompió de
arriba abajo.
Una semana más tarde Roslyn habló con un amigo de Nueva York quien le
dijo que Dhyan se había caído desde el Matrimandir y estaba en coma. Jim
Bean estaba muy atareado ocupándose de ella.
Unas semanas después Frankie regresó de Francia sorprendiendo a todos
los de la casa y pagó la hipoteca con el dinero que su madre le había dado. Su
amiga, She, compró a Roslyn y a Bliss billetes para volar de vuelta a
Auroville, como un regalo por el aniversario del nacimiento de Sri
Aurobindo, después de que Roslyn embelleciera gratuitamente con cuentas de
cristal toda su ropa de cuero.
La comunidad de Kottakarai en 1973
CAPÍTULO XI

REVOLUCIÓN

Oh mortal, sobrelleva esta gran ley de dolor del mundo,


en tu penoso pasaje a través del sufriente mundo
apóyate para sustento de tu alma en la fortaleza del Cielo,
vuélvete hacia la elevada Verdad, aspira al amor y a la paz.
Un pequeño gozo te es concedido desde arriba,
un toque divino sobre tus humanos días.
Haz de tu camino diario un peregrinaje,
pues a través de las pequeñas alegrías y pesares te mueves hacia Dios.
“Savitri” de Sri Aurobindo
EGUÍAN girando las ruedas del destino. Los niños de la Madre, sus
S luminosos y deslumbrados ojos puestos en las estrellas, mientras sus pies
comenzaban a deslizarse en sendas traicioneras. Una invisible nube de
desarmonía comenzó a formarse en la atmósfera. Nadie supo reconocer la
proximidad de una terrible confusión. Jose había estado ocupado trabajando en
el Matrimandir y viviendo en el Campamento de Trabajadores. La oficina de
administración de Auroville había construido un campamento para los
trabajadores del Matrimandir. Jose también había construido una casa para
Ethel y sus dos niñas pequeñas.
En lugar de matar a Ethel cuando se dio cuenta de que ella se entendía con
un tipo grande holandés, rompió la relación. Abandonó la casa y no volvió
durante años. Tener una habitación en el campamento estaba bien cuando
podías regresar a tu mujer y a tu confortable casa, pero justo vivir en el
campamento y comer en el comedor no era lo suyo. Se parecía a una prisión.
Todo el mundo estaba inquieto con el sexo. La comida era tan sosa que
parecían raciones de ciencia ficción, aburridamente repetitivas.
Se levantaba cada mañana en su habitación que era como una celda, con la
única diferencia de que no había barrotes en la ventana y de que el techo era de
hojas de palma y estaba lleno de ardillas. Odiaba a las ardillas. Se ensuciaban
sobre él. Se despertaba cada mañana y se ponía loco si se tropezaba con alguna
suciedad de ardilla de camino al baño. Normalmente era el primero en
levantarse. Todo estaba silencioso. En quince minutos se encontraba en su
lugar en el Matrimandir. No importaba cuán temprano llegaba, o cuán tarde
permanecía, desde el amanecer hasta el anochecer, siempre había allí algunas
personas trabajando, en ocasiones muchas personas. Todo el mundo en
Auroville parecía ir a trabajar en el Matrimandir en uno u otro momento. Él
los observaba con desdén. Llegaban, trabajaban durante una o dos horas, se
quejaban de su cansancio, paraban para tomar un té, y regresaban de nuevo
algunas semanas más tarde. Él trabajaba desde el amanecer hasta que oscurecía
todos los días. Comenzaba a empujar un carretillo cargado de tierra cuando
llegaba por la mañana. Lo descargaba en un montón. Luego regresaba donde
cargaban los carretilleros con la tierra que extraían del agujero de los
cimientos y tomaba otra carga de carretillo. Lo descargaba. Descansaba unas
cuantas veces durante el día para comidas breves, para luego volver a su
carretilla. Descargarla. Por la noche se derrumbaba. Estaba exhausto. Después
de un par de años de empujar aquellas carretillas cargadas estaba en una gran
forma, como un levantador de pesos.
Comenzaba a volverse loco. Entonces una de las chicas francesas se fijó en
él. Había venido con un grupo de gente de Aspiración, vistiendo pantalones
cortos y camiseta de tirantes, para un volcado de hormigón. Dedicó una larga
mirada a sus músculos mientras él echaba una buena mirada a sus piernas y
hombros. Jose pensó que era un regalo para él, por todas las carretillas de
tierra que había estado empujando y descargando.
No podía llevarla a su habitación. Ella lo invitó a visitarla en su choza de
Aspiración.
Pidió prestada una bicicleta y siguió a la furgoneta en la que ella regresaba
a Aspiración. Ella se quedó un poco sorprendida al ver que él aceptaba su
invitación de inmediato. Él sabía lo que iba a ocurrir, como así fue. Ella estaba
segura de estar enamorada.
Ella vivía con su hija pequeña en una habitación. Estaban enamorados.
Querían estar juntos. Querían dormir juntos. Querían despertarse en el mismo
lecho. Carecían de dinero. Él no había necesitado dinero hasta que la encontró.
Había entregado todo su dinero a Ethel cuando la dejó.
Una cabaña grande de tres habitaciones, vacía, estaba próxima a la de ella
en Aspiración. Decidieron trasladarse a ella. La cabaña había sido reservada
para el uso personal del Gerente de la Sociedad Sri Aurobindo.
El Gerente de la Sociedad Sri Aurobindo nunca había pasado ni una sola
noche en su cabaña. Alguna vez al cabo de los meses venía en su coche con
algún visitante y les mostraba la forma tan sencilla en la que vivía en
Auroville, pero no vivía en Auroville. Nunca estaba allí.
Al cabo de unas pocas horas de que Jose se hubiera trasladado a la cabaña,
el Gerente llamó a la policía, que llegó a Auroville con un documento que les
ordenaba arrestar a todo el mundo en la cabaña. Había siete hombres en la
cabaña y se convirtieron en los siete samuráis de la batalla que iba a comenzar.
Los siete samuráis fueron a la cárcel. Más tarde la comunidad prestó fianza
por ellos.
Un discípulo de Madre, Víctor, escribió a la comunidad de Auroville:
“No, no es una pelea entre dos campos: es una elección evolutiva entre el
pasado de la tierra y su futuro. En última instancia, es la elección de la Tierra
entera, como un día hubimos de elegir entre Hitler (todavía otro “hermano”) y
la Resistencia, o entre el pitecántropo y el homo sapiens. Ahora hay otra
especie. Es otra la vibración a captar y a vivir."
Adjuntaba una carta que Sri Aurobindo había escrito el 13 de septiembre de
1936: “No hay duda de que el odio y la maldición no son la actitud correcta; es
verdad que observar todas las cosas y todas las personas con una calma y clara
visión, permanecer desapegado e imparcial en el propio juicio, es una actitud
yóguica totalmente adecuada. Debe ser establecida una condición de perfecta
ecuanimidad en la que uno ve todo como igual, amigos y enemigos incluidos,
y que no es perturbada por lo que los individuos hacen o por los
acontecimientos. La cuestión es si esto es todo lo que se nos pide. Si así fuera,
entonces la actitud general será la de una Neutral indiferencia hacia todo. Pero
la Gita, que insiste enérgicamente en una perfecta y absoluta igualdad, continúa
diciendo, ‘Pelea, destruye al adversario, conquista’. Si no existe un propósito
de acción general, de lealtad hacia la Verdad y contra la falsedad, excepto para
la propia sadhana personal, entonces la indiferente ecuanimidad puede ser
suficiente. Pero aquí hay un trabajo que debe ser realizado, una Verdad que
debe ser establecida contra la cual se han alineado inmensas fuerzas, fuerzas
invisibles que pueden utilizar cosas visibles y personas y acciones como sus
instrumentos. Si uno es entre los discípulos, el buscador de esta verdad, uno
debe tomar partido por la Verdad, debe enfrentarse a las Fuerzas que la atacan
y buscan sofocarla. Arjuna no quería estar en ninguno de los dos bandos,
rehusaba cualquier acción de hostilidad incluso hacia los agresores. Sri
Krishna, que insistió tanto en la igualdad, censuró enérgicamente su actitud e
insistió en que luchara contra el adversario, ‘Sé ecuánime —dijo— y viendo
claramente la Verdad, pelea’. Por lo tanto, tomar partido por la Verdad y
rehusar hacer concesión alguna a la Falsedad que ataca, ser resueltamente leal
y contrario a los hostiles y los agresores no es contradictorio con la
ecuanimidad. Es el sentimiento personal y egoísta lo que debe ser apartado; el
odio y el rencor deben ser rechazados. Pero la lealtad y rechazo del
compromiso con los agresores y los hostiles, o transigir con sus ideas y
demandas y decir ‘Después de todo podemos condescender con lo que quieren
de nosotros’, o aceptarlos como compañeros y como parte de nuestra gente —
esas cosas tienen una gran importancia. Si el ataque fuera una amenaza física
hacia la Madre, hacia el trabajo, y hacia el Ashram, uno se daría cuenta
enseguida. Pero, porque el ataque es de un tipo más sutil, ¿puede ser correcta
una actitud pasiva? Es una batalla espiritual interior y exterior — mediante la
Neutralidad y el compromiso o incluso la pasividad uno puede permitir que las
fuerzas enemigas avancen y destruyan la Verdad y a sus hijos. Si prestáis
atención a este punto veréis que si la ecuanimidad espiritual interior está bien,
la lealtad activa y toma de posición es también correcta, y que ambas no son
incompatibles…”
La yihad de Auroville había comenzado.
Al enviar a los aurovilianos a la cárcel, el Gerente de la Sociedad Sri
Aurobindo había argumentado derechos de propiedad. Los aurovilianos
debían luchar para liberar Auroville de esta falsedad.
Algunos decían que tal vez sólo era un problema de malentendido entre los
de la oficina y los que estaban sobre el terreno, pero otros estaban de acuerdo
en que ésta era la oportunidad de Auroville de quitarse de encima la tutela de la
Sociedad Sri Aurobindo. Unos pocos aurovilianos registraron la “Sociedad de
Auroville”. La Sociedad Sri Aurobindo inmediatamente los llevó a los
tribunales.
El Gerente de la Sociedad Sri Aurobindo trató de promocionarse a sí
mismo como Presidente, que había sido la función de la Madre en la Sociedad.
Víctor lo acusó de ser un asura.
La Sociedad Sri Aurobindo había estado recaudando dinero en todo el
mundo “para Auroville”. En septiembre de 1973, antes incluso de que Madre
hubiera abandonado su cuerpo, la Sociedad dejó de dar incluso la mínima
cantidad que antes había estado ofreciendo a aquellos que no tenían recursos
personales y que estaban trabajando en un proyecto reconocido, como el
Matrimandir. Se rumoreaba que la Sociedad Sri Aurobindo estaba comprando
tierra y edificios en toda la India en nombre de la Sociedad Sri Aurobindo con
dinero que habían recogido para Auroville.
Cuando la Sociedad repentinamente cesó de dar jabón, pasta de dientes y
ciento cincuenta rupias por auroviliano y por mes, los aurovilianos hicieron
causa común y comenzaron un servicio de distribución llamado "Pour Tous".
De inmediato quedó claro que la única forma en que la comunidad podía
sobrevivir era que quienes tenían recursos personales compartieran con
aquellos que carecían de ellos, para que todo el mundo pudiera tener algo,
incluso aquellos que habían estado dependiendo de Prosperidad y habían
quedado de repente desamparados, sin esperanza de obtener una paisa.
Sin embargo la Sociedad Sri Aurobindo reclamó el derecho de tomar y
administrar el dinero de las manufacturas de Auroville. Aurocreación era el
servicio que administraba todos los productos de Auroville. Ellos querían dar
todos los beneficios a Pour Tous. La Sociedad Sri Aurobindo afirmó ser la
propietaria de los beneficios y tener el derecho de gastar ese dinero como le
pareciera conveniente. Algunos habían conseguido algún dinero en USA para
plantar árboles y cuando el cheque llegó, la Sociedad Sri Aurobindo se quedó
con la mitad.
Si Auroville iba a sobrevivir, parecía que de alguna forma necesitaba
establecer su propia identidad legal. Mientras tanto un par de unidades de
producción mostraron su desacuerdo con la política de Aurocreación de
entregar todo los beneficios a Pour Tous y querían decidir por sí mismos
cuánto dar y establecieron una administración aparte de sus negocios.
La Sociedad Sri Aurobindo solicitó el préstamo de una colosal suma de
dinero del Banco Estatal de India usando como garantía las escrituras de los
dos mil quinientos acres de terreno que habían adquirido para Auroville.
La comunidad enloqueció. La paz y la armonía desaparecieron y se
tornaron en confusión. Nadie sabía en quién confiar. Los negocios no sólo
rompieron con la Sociedad Sri Aurobindo, muchos también rompieron con
Aurocreación. Todos ellos todavía contribuían algo para Pour Tous.
Aurocreación se convirtió en una pequeña boutique que sólo distribuía los
productos de personas que tenían pequeñas industrias artesanales y tuvieron
que cambiar su nombre porque la Sociedad Sri Aurobindo reclamó
Aurocreación como perteneciente a la Sociedad Sri Aurobindo.
Todo el mundo parecía estar peleándose con todo el mundo para ver quién
estaba al cargo de qué.
Víctor envió a la comunidad una carta que comenzaba con un aforismo de
Sri Aurobindo:
“‘Gobiernos, sociedades, reyes, policía, jueces, instituciones, iglesias,
leyes, aduanas y ejércitos son necesidades temporales que nos han sido
impuestas durante unos cuantos siglos, porque Dios ha escondido Su faz de
nosotros. Cuando vuelva a aparecer en su verdad y su belleza, todas ellas se
desvanecerán en esa luz.’
“Mientras tanto, dejemos que los aurovilianos sigan la más alta de sus
consciencias y los resultados estarán en exacta proporción a su sinceridad y a
su liberación del ego.”
Parecía que la Sociedad Sri Aurobindo estaba intentando dar el paso de
ocupar el lugar de la Madre como administradora de Auroville. Estaban, no
obstante, imponiendo una forma diferente de administración que parecía
insistir en el privilegio de los derechos de propiedad. Ni se habían preocupado
de establecer la confianza y el afecto que todos tenían hacia la Madre.
Simplemente presumían del privilegio de “estar al cargo”.
Madre había dicho: “Auroville será una espiritual anarquía”.
Alguien escribió a Nolini, sucesor espiritual de la Madre en el Ashram de
Sri Aurobindo. Respondió con una cita de Madre y un comentario, “Quien está
a favor de unos y en contra de otros está fuera de la verdad”. “En el actual
conflicto en Auroville, ambas partes son ignorantes por igual”.
La Madre había dicho: “No política en Auroville”.
Era una revolución por la preservación y el mantenimiento del dharma, una
batalla contra la carencia del dharma. Auroville pertenecía a toda la
humanidad.
Los residentes en Auroville estuvieron de acuerdo que era su
responsabilidad proteger Auroville de la mala administración de la Sociedad
Sri Aurobindo. Madre había dicho: “Las decisiones serán tomadas y cumplidas
por las personas que viven en Auroville”.
El Gerente de la Sociedad Sri Aurobindo no tenía derecho a tomar
decisiones por Auroville.
Después de que el Gerente de la Sociedad Sri Aurobindo utilizara a la
policía para reclamar su cabaña en Aspiración y hubiera siete hombres
acusados con cargos, los siete invitaron a todos sus amigos para que fueran y
se sentaran con ellos en la cabaña. Setenta personas acudieron y se sentaron en
la cabaña. El Gerente vino para hablar con la comunidad. Dijo que estaba
dispuesto a perdonarles. Ellos le respondieron que sacara de la cabaña sus
pertenencias personales para que los aurovilianos pudieran ocuparla.
Él dijo que necesitaba la cabaña para mostrarla a las personas interesadas en
Auroville, potenciales donantes que estaban interesados en ver cómo él estaba
viviendo en una humilde cabaña, o cómo podrían vivir en una cabaña parecida
en el caso de que vinieran a Auroville.
La comunidad le dijo que no querían que recogiera dinero para Auroville a
menos que lo entregara a la comunidad sin ninguna restricción.
Él les dijo que era imposible. Que tenía responsabilidades hacia los
donantes, debía mantener cuentas, etc. Alguien dijo: “Eres un sinvergüenza”.
La comunidad había decidido entregar la cabaña a Jose.
El Gerente encogió sus hombros derrotado, recogió sus efectos personales
de la cabaña y se fue. No retiró los cargos contra los siete samuráis y tampoco
retiró los cargos contra la Sociedad de Auroville. Auroville había comenzado
su etapa en los tribunales, que en los diez años siguientes recorrería el sistema
legal indio al completo, incluyendo el Tribunal Supremo. Los días de “La
buena voluntad hacia todos, la buena voluntad de todos, es la base de la paz y
de la armonía”, habían terminado
Jose se trasladó a la cabaña con su amiga francesa.
¡Era una victoria!
Víctor escribió a Auroville:
“Como sabéis, algunas personas en Aspiración han intentado dar alguna
solución para reorganizar este cuerpo colectivo, haciéndose cargo —mejor o
peor— de relaciones externas. No estoy aquí para juzgar sus méritos o su
acierto — pero ellos lo han intentado y convocado a todos los demás a unirse
en el intento. Recibí una carta sobre esto de mis amigos de Auroville.
“Así pues, tras una Administración de Auroville por la Madre Divina,
Auroville tuvo una Administración de Auroville por la Sociedad Sri
Aurobindo y luego propuso una Administración de Auroville por la Sociedad
de Auroville, y ahora ha elegido una Administración francesa de Auroville.
“Si esto es lo único que importa, no hay nada más que pueda hacerse, a no
ser que nadie administre Auroville o que se vuelva a llamar a la Sociedad Sri
Aurobindo.
“Hay una fuerza que quiere destruir Auroville, que está destruyendo
Auroville.
“Actúa en el nivel mental de la duda, de la desconfianza y de los celos,
empujando a los unos contra los otros.
“Si este movimiento se dirige hacia una Administración francesa, ¿por qué
no una Administración alemana para el año que viene? ¿o una Administración
americana? ¿o una Administración holandesa?
“Con esta manera de pensar todo está adulterado y corrupto desde antes de
empezar.
“¿Se transformará Auroville en un colectivo de rábanos suecos,
Matrimandires italianos y vacas suizas?
“Auroville fue puesto allí por la Madre como un lugar consagrado a la
transformación Supramental. ¡La gente que está viviendo en Auroville tiene
una responsabilidad hacia la humanidad, la de realizar el yoga evolutivo de Sri
Aurobindo!
“Si la senda tomada ahora por la comunidad es sólo reemplazar la
administración de la Sociedad Sri Aurobindo por la administración del grupo
de Pour Tous, es una pérdida de tiempo.
“Por supuesto esos líderes espirituales que han puesto a aurovilianos en la
cárcel son tan sólo seres humanos, hermanos de los que fueron a prisión. Todo
es lo mismo. Todos somos iguales. Todos somos hermanos, todos niños de la
Madre.
“¡Todo carece de importancia!
“Auroville no está en cualquier parte. Está aquí, ha sido puesto aquí por la
Madre Divina. ¿Por qué?
“Sólo aquí hay una fuerza de confusión que puede igualar dharma con falta
de dharma. Cuidado.
“También yo soy un niño de la Madre, a pesar de que soy recibido con
alegría por muchos en Su Ashram y entre la Sociedad Sri Aurobindo.
“¡Auroville, levanta! Ponte sobre tus pies. Sé guiada por Su Divina visión y
no por burócratas insignificantes y detentadores del poder de pelo blanco.
"Con amor, Víctor.”
Dhyan había ido con sus niños a visitar a unos amigos que estaban
construyendo una cabaña cerca de la suya en Kottakarai. La niña pequeña, que
tenía sólo dos años, todavía quería estar en su regazo. El niño pequeño, Auro,
se alejó. Ella y sus amigos tomaron el té y charlaron sobre su vida allí en la
comunidad. El agua era un problema para todo el mundo. Sus amigos estaban
orgullosos de haber comenzado a cavar un pozo abierto cerca de su cabaña.
Había un gran agujero con aproximadamente medio metro de agua en el
fondo.
Después del té, Dhyan se puso en pie, cogiendo a su hija, y comenzó a
llamar a su hijo. Éste no venía. Ella llamó y llamó. Se preguntaba si se había
perdido y se había ido a casa o a algún otro sitio. Sus amigos le dijeron que
mirara en el pozo que ellos habían estado cavando. Miraron dentro del
agujero. Ella gritó, dejó a su hija pequeña sobre el barro y se precipitó dentro
del agujero para rescatar el cuerpo de su hijo.
Intentaron la respiración artificial. Después escucharon la bocina del
autobús del poblado y corrieron a cogerlo, para llevar al niño al hospital y ver
si podían reanimarlo. Enterraron a Auro al día siguiente en el exterior de la
choza de Dhyan. Dhyan y su pequeña estaban conmocionadas.
Las personas que habían cavado el agujero abandonaron Auroville.
Jim Bean estaba horrorizado. Se había encariñado mucho del niño, que a
menudo le visitaba por las tardes. Decidió convertir el pozo en un memorial
del niño y en una fuente de agua y una piscina para la comunidad.
Él y el padre de la hija de Dhyan trabajaron durante todo el día, todos los
días, durante seis meses, con los albañiles y porteadores, intentando calmar su
dolor mediante la transformación de este sitio de horror en algo hermoso para
la comunidad.
Dhyan se las arregló para recuperarse de su dolor, tal vez porque estaba
viviendo en una comunidad. Era una familia grande y extensa. Su dolor
pertenecía a todos ellos. Los niños de sus vecinos se convirtieron en los
hermanos de su hija, compensando al hermano que había perdido.
Jim Bean estaba intentando contribuir al desarrollo interno de la comunidad
horneando pan para todo el mundo en Auroville. También ayudaba a financiar
un taller de cuero, una carpintería y una alfarería. La totalidad de sus ingresos
estaban a disposición de la comunidad. Pagaba la comida de toda la comunidad
de Kottakarai todos los meses. No estuvieron muy contentos cuando decidió ir
a visitar a sus padres y a Roslyn una vez que hubo terminado el pozo en
primavera.
Cuando Madre estaba planeando Auroville, había situado originalmente el
Matrimandir a unos cien metros de donde está en la actualidad, justo en el
lugar del gran árbol Baniano que es el centro de Auroville. Antes de que
comenzara la construcción, el espíritu del árbol vino a Ella en una visión y le
pidió que no lo cortaran, porque quería participar en la aventura de Auroville.
En la visión de Madre, ella veía el árbol como un anciano espíritu que había
venido para ofrecerse a la Nueva Creación y a través suyo el mundo entero de
la Naturaleza ofreciéndose simbólicamente para la transformación
Supramental. Madre aceptó esta aspiración y cambió de lugar el Matrimandir,
dando la bienvenida a la colaboración entre el pasado y el futuro.
Panditji también quiso ofrecer algo al Matrimandir. Confeccionó un yantra
en oro, el yantra Mahasaraswati de la tradición tántrica, y pidió colocarlo en
los cimientos del Matrimandir. Había llevado a cabo una intensa puja durante
medio año para consagrar y energetizar el yantra; lo llamó “armonía en las
relaciones humanas”. En un principio a nadie pareció importarle que el yantra
fuera puesto en los fundamentos del Matrimandir. Después se infiltró una duda.
Surgió una cuestión sobre su oportunidad; después de todo, Madre no lo había
mencionado en ninguna de sus conversaciones sobre el Matrimandir. Panditji
sugirió que lo pusieran cercano al Matrimandir más bien que en la estructura.
Se produjo un debate durante un tiempo, hasta que fue olvidado.
Cuando Jim regresó a Auroville la batalla con la Sociedad Sri Aurobindo
estaba en pleno apogeo. Jim se quedó asombrado al escuchar que su nombre
estaba en una lista remitida por la Sociedad Sri Aurobindo al Gobierno de la
India, que contenía las personas de Auroville que no debían obtener
renovación de sus visados.
La Sociedad Sri Aurobindo decía, “Nadie debe vivir en Auroville durante
más de cinco años. Después de cinco años deben marcharse para dejar sitio a
otros”.
La situación era muy tensa y él no sentía que debiera marcharse en el
tránsito entre la primavera y el verano, cuando las temperaturas suben por
encima de los 45 °C. Parecía como si Auroville fuera a explotar. Jim había
escuchado de Roslyn que ya había regresado a Bidonville y que le estaba
esperando. No había dinero suficiente. La gente estaba hambrienta. Había una
batalla legal por librar. Él se sentía necesario para la comunidad.
El amigo de Dhyan tuvo un sueño en el que ella se caía del Matrimandir
que, en aquel tiempo, consistía sólo en cuatro estructuras y una plataforma a
unos treinta metros sobre los cimientos. Ella se rio. Tenía úlceras infectadas en
sus pies y sus piernas. Estaba cansada de limpiarlas y vendarlas
cuidadosamente. No parecían mejorar fueran cuales fueran las numerosas
ocasiones a lo largo del día que las introdujera en agua caliente, o fueran
cuales fueran los desinfectantes, cremas o ungüentos que usara. Finalmente
desgarró en tiras un viejo longi amarillo, en el que estaba escrito en rojo “Om
namah Shivaya”, con las que envolvió sus heridas, y montó su vieja bicicleta
blanca hasta el Matrimandir, dejando a su hija con su vecina, que tenía una niña
pequeña aproximadamente de la misma edad. Había estado haciendo lo mismo
cada mañana durante meses.
Algunos le habían sugerido que dejara de trabajar durante unos días para
dar a sus heridas una oportunidad de curación. Ella creía que ningún daño
podía ocurrirle mientras estaba trabajando para el Divino.
No quería dejar de trabajar. Le gustaba trepar por la peligrosa escalera y le
gustaba colgar suspendida en el espacio, treinta metros por encima del suelo
sobre una fina rejilla de acero.
Una mañana había subido casi hasta la parte más alta de la escalera y se
estaba alzando ella misma con sus manos dentro de la plataforma, cuando cayó
a través del andamiaje golpeándose en su caída en las barras de hierro cada
pocos metros, desde la parte superior de la escalera hasta el suelo de los
cimientos, en el fondo del gran agujero que había sido excavado para la
construcción, donde aterrizó de bruces. Se rompió la mandíbula, el cuello, la
espalda, el brazo.
Algunas de las personas de allí sacaron su destrozado cuerpo del agujero y
la llevaron al hospital cercano. Alguien fue en bicicleta a buscar una
camioneta. El equipo de personas que había estado trabajando con ella la
movieron tan cuidadosamente como pudieron, suponiendo que era urgente
llevarla al hospital. Tenía fracturas y sangraba.
La sala de urgencias fue un horror. Finalmente hubo un médico que aceptó
admitirla en cuidados intensivos. Jim Bean acudió al oír lo que había ocurrido.
Las personas que la habían llevado estaban conmocionadas. El personal del
hospital estaba abrumado. Fue una suerte que llegara Jim Bean y dijera al
hospital que no repararan en gastos. Les suplicó que hicieran cualquier cosa
que pudieran por ella. El dinero no era un problema.
Organizó un turno de asistentes aurovilianos, de forma que no sólo había
con Dhyan una enfermera privada durante todo el tiempo, sino además dos
aurovilianos. Un ambiente de amor y de afecto podría facilitar su
recuperación.
Víctor envió una carta a Auroville:
“Es necesario que en Auroville se comprenda que este accidente no fue un
accidente. No soy un especialista en Kali, pero Madre me enseñó a ser capaz de
ver a través de lo que está ocurriendo. Si pensáis que no conozco lo que está
ocurriendo en Auroville estáis equivocados. Puedo ver exactamente lo que está
ocurriendo allí. No soy ciego.
“Con respecto a ese accidente, cada uno debe encontrar su causa en sí
mismo y en sus deficiencias individuales. Ésa es la causa real, la condición
general de la comunidad, no la de un solo individuo o un grupo. Todos sois
igualmente responsables. Si alguno siente que esto no tiene nada que ver con
él, es que no comprende que cualquier cosa que ocurre a un miembro de la
comunidad es el karma de la comunidad entera.
“Auroville debe luchar contra la falsedad de la división interna. Aquellos
que dicen, ‘Nosotros estamos construyendo el Matrimandir ’, esa falsedad
penetra en el Matrimandir.
“Este accidente ocurrió porque hay una discordia en la armonía de fuerzas
que construye la misma base de la realidad. Para que ocurra un accidente así la
discordia debe ser terrible, así pues no es Kali la que habla, sino la Madre.
“En una de mis conversaciones con la Madre, ella me dijo, ‘Auroville es
una Torre de Babel a la inversa’.
“Hace miles de años la humanidad se juntó para construir la Torre de Babel
y acabaron divididos. Ahora la humanidad se reúne de nuevo para conseguir
unirse. El Matrimandir es el símbolo de esa unidad. ¿Cómo puede ocurrir un
accidente así en el Matrimandir, a menos que Madre necesite hacernos
conscientes de que estamos perpetuando la división más bien que sustentando
la unidad?
“Todos esos pequeños yoes que andan gritando, yo, yo, yo, y se consideran
a sí mismos como separados de este accidente, o de la expulsión de dos
aurovilianos y de la persecución y el encarcelamiento de otros por la policía,
no han entendido que hay un único Yo en Auroville, la Madre.
“El Matrimandir es Su nuevo cuerpo. Es en la Materia que esta unión de
consciencias debe manifestarse. Es en la Materia donde el yoga de la Madre
debe ser vivido. Es a través de la Materia, la materia del cuerpo transformado,
como el verdadero Matrimandir está siendo construido.
“El Matrimandir será el reflejo de aquello en que la comunidad de
Auroville se convierte mientras lo construye.
“Las personas son transformadas y una nueva especie nacerá. El
Matrimandir tendrá sentido sólo si el Babel de Auroville es demolido.
“Debo añadir que este ataque sobre Auroville no viene de fuera, sino de
dentro.
"Con amor, Víctor”.
El comienzo del Matrimandir
CAPÍTULO XII

DE VUELTA AL CALDERO

La fortaleza de tu espíritu te hará una con Dios,


tornará en éxtasis tu agonía,
intensificará la indiferencia hasta la calma del infinito
y la alegría reirá desnuda sobre los picos de lo Absoluto.
“Savitri” de Sri Aurobindo
UROVILLE estaba hermoso al final de agosto, tras el monzón de verano.
A Todo estaba muy verde. Siete años antes, cuando Roslyn llegó a
Auroville por primera vez, en el mes de agosto, era una tórrida y polvorienta
planicie de tonos amarillos y grises. Durante estos siete años, esta planicie
reseca había comenzado a convertirse en un exuberante oasis.
El autobús se detuvo cerca del centro, en la nueva cocina comunitaria
construida por Vasudeva para los trabajadores del Matrimandir, llamada
“Cocina de la Unidad”.
Roslyn y Bliss dejaron sus maletas en la Cocina y caminaron hacia el
Matrimandir. Desde la carretera podían oír el inconfundible sonido de la
hormigonera. Roslyn nunca había olvidado el hormigonado de los cimientos
del Matrimandir. Habían sido treinta y seis horas ininterrumpidas vertiendo
cemento fresco en el fondo del gran agujero para formar un bloque compacto
que jamás pudiera agrietarse. Todo el mundo de Auroville estaba allí. Muchas
personas del Ashram vinieron para ayudar. Muchas permanecieron desde el
principio hasta el final. Hubo un continuo suministro de sándwiches de
mantequilla de cacahuete y mermelada y zumo de limón, té y café, en el
pequeño cobertizo que servía como salón de té. Todo el mundo era bien
recibido fueran cuales fueran sus intereses. El trabajo continuó a lo largo de
treinta y seis horas. Había una atmósfera increíble, como si todo el mundo
estuviera embriagado de gozo, extasiado de participar en la tarea de verter una
enorme cimentación de hormigón. Roslyn recordaba haber estado fascinada
por la atmósfera y pensando, “Sólo Madre podía transformar una cimentación
en una fiesta”.
Aquella mañana, muchos, muchos aurovilianos estaban trabajando en el
Matrimandir y todo el mundo parecía muy contento. La gente arrojaba sus
bandejas de arena y venían a abrazarla y a darle la bienvenida por su regreso.
Bliss saltaba de alegría. Roslyn estaba abrumada de estar en Auroville y
entusiasmada por los cambios que había notado. Estaba sorprendida y feliz de
ver cuánto había progresado el Matrimandir. La luz brillante del sur de la India
parecía haber caldeado las fibras de su corazón. Había vuelto a casa. La gente
de Auroville, con sus franelas sin mangas y sus pantalones cortos, trabajando
juntos en la construcción del Matrimandir, era su gente. Alguien le dijo que
Rhoda la esperaba en Kottakarai.
Siguió un sendero a través de un pequeño barranco, atravesando campos de
grano, por encima de pequeños diques de tierra, hacia un bosque de casuarinas.
Allí había una pequeña choza en construcción. Supo que era el bosque de Jim
Bean. Increíblemente, reconoció la tubería que sobresalía de la tierra como el
pozo a donde Madre le había dicho que se trasladara en 1970, cuando Edward
y Jane se estaban peleando con ella. Esperó que la cabaña fuera para ella,
aunque era muy pequeña.
Preguntó a los trabajadores dónde estaba. Un tamil desdentado, flaco, de
baja estatura, con pelo largo y fibroso y una enorme y animada sonrisa, le dijo
que él era el vigilante y que ésta era su casa. Ella le pidió indicaciones para ir a
casa de Rhoda. Él la guió a través de la foresta, por una estrecha senda. Allí
había una hermosa construcción de madera con tejado de teja, frente a una
gran cabaña techada con paja. Constance, el marido de Rhoda, le dio la
bienvenida en el porche y envió a un trabajador en bicicleta a recoger sus
maletas al Centro.
Rhoda había preparado una habitación para Roslyn y Bliss en su casa,
trasladándose con Constance y sus dos niños a la otra habitación, que era
además el sitio donde cocinaban y comían. Rhoda y Constance habían
empleado años en construir la “Never Never Pottery”. Era un hermoso lugar
para hacer cerámica, pero el proyecto todavía no había fabricado ninguna
pieza. Estaban experimentando con la arcilla y terminando los hornos.
Rhoda era muy tímida, y hermosa. Su hijo era el mejor amigo de Bliss
desde el día en que se conocieron, cuando ambos tenían dos años. El niño
apareció repentinamente entre la casa y la alfarería, abalanzándose sobre Bliss.
Justo en ese momento, apareció Jim Bean caminando por la polvorienta
senda. Había empleado la mañana horneando pan para la comunidad de
Auroville con Gary, el padre de la hija de Dhyan. Llevaba en su mano una
barra de pan recién hecho que ofreció a Roslyn. Los niños estaban a su lado,
pidiendo a la vez: —“Dame, dame”. Ella partió un trozo para cada uno y otro
para ella misma. Lo puso en su boca. Le pareció la cosa más deliciosa que
jamás había probado. Silenciosamente se rio de sí misma por ser tan
imposiblemente romántica, y entonces miró a Jim.
Él la miraba a ella, y súbitamente habían regresado a ese espacio en donde
el resto del mundo desaparecía. Jim se disculpó por no haberla ido buscar al
avión. Roslyn dijo que lo entendía. De algún modo habían entrado en la casa de
Rhoda y estaban acurrucados uno junto al otro en la cama de uno de los niños;
conmocionados hasta la delicia ambos se sintieron uno con el otro.
—Hay una cápsula vacía cerca del pozo —sugirió él.
—¿Podremos Bliss y yo vivir en una cápsula? —preguntó ella.
—Yo lo hago, y me gusta —replicó él.
—Sí, estoy segura que sería mejor para todos que si me quedo aquí, asintió.
¿Está lejos de tu cápsula? ¿Es muy pequeña? —preguntó.
—En una cápsula hay probablemente espacio suficiente para que tú y Bliss
podáis dormir. Tendrás que dejar tus cosas en la despensa donde yo guardo las
mías. Mi cápsula está justo atravesando el campo vecino.
—Sospecho que tendré que construir algo donde vivir —dijo ella—. No
tengo mucho dinero.
—No te preocupes. Te ayudaré.
No estaba preocupada. Preguntó por Dhyan.
Jim contestó: —Sabe que has venido y está esperando verte.
Y continuó: —Está comenzando a tener unas llagas terribles y nada de lo
que hemos intentado parece aliviarla. Es un milagro que esté todavía viva. Para
ella es terrible. Lo primero que dijo fue: “Desearía haber muerto”. Llora
frecuentemente. Intenta ser fuerte, pero es muy duro para ella. En el hospital
querían operar su espina dorsal nada más sufrir el accidente, pero fueron
temerosos porque pensaban que no tendría la fortaleza necesaria para
sobrevivir a la operación.
Roslyn no podía siquiera imaginar cómo sería sufrir una lesión corporal
tan grave. Estaba contenta de que Dhyan hubiera pedido verla al día siguiente.
Siempre habían sido amigas. Auro venía a casa con Bliss cada día y lo pasaban
jugando, y habitualmente regresaba a su casa con el ama al final de la tarde.
Había sido un niño encantador que parecía ser capaz de entretenerse
interminablemente por sí mismo con las cosas más simples. Roslyn había
estado muy encariñada con él. Quería formar parte del grupo que ayudaba a
Dhyan a volver a ponerse en pie.
Hasta ese momento, Dhyan había rehusado ver a su hija, Aura. Esa tarde la
pequeña vino para jugar con Bliss. Se la veía muy triste.
Al día siguiente Roslyn fue con Bliss al hospital. Dhyan parecía espléndida.
Estaba acostada entre inmaculadas sábanas blancas. Su cuello era mantenido en
tracción. Su brazo estaba escayolado desde los dedos hasta el hombro. Tenía
grandes cicatrices recién curadas en su cara. Además, aquí y allí, había un
surtido de tubos conectados a su cuerpo.
Parecía una sacerdotisa. Estaba radiante. Una anciana sabiduría iluminaba
sus ojos que eran más bellos que zafiros. Estaba viva, y eso parecía ser lo
importante. Dhyan les ofreció pastel que Gary había horneado. A pesar de que
ella no podía tomar nada sólido, él le enviaba diariamente un pastel desde la
panadería.
A pesar de los alambres que mantenían juntas sus mandíbulas y de su
pérdida de dientes, podía hablar, y ser entendida. Era cautivadora. Su
personalidad era más fuerte que sus lesiones. Estaba determinada a recuperarse
completamente. Víctor le había dicho que era su trabajo especial para la
Madre. Roslyn creía que ella tenía el coraje para enfrentar el gran desafío de
recuperarse, y estaba deseosa de aportarle cualquier cosa que pudiera ayudarla.
Preguntó si podía incorporarse al equipo de asistentes. Dhyan dijo: —No, pero
te llamaré para que vengas a visitarme.
No había signos de la depresión que Jim Bean había mencionado a Roslyn.
Roslyn le preguntó por qué no había llamado a su hija para que la viera.
Dhyan replicó: —Me da miedo que se asuste al verme así.
—¡Pero estás magnífica! —le dijo Roslyn—. Parece estar temerosa de que
hayas desaparecido y no regreses, como Auro. Necesita verte.
Dhyan preguntó a Bliss si querría traer a Aura a verla.
—¿Por qué incluyes a Bliss? —preguntó Roslyn.
—Será más fácil para ella si hay aquí otra niña, especialmente Bliss.
—De acuerdo. ¿Puede traerlas Jim mañana?
—Gracias —dijo Dhyan. Roslyn sujetaba su mano y había allí una gran
fuerza de amor y de afecto entre ellas.
Roslyn regresó a Kottakarai en el autobús, a la cápsula, un pequeño tetra
octaedro con una plataforma hexagonal elevada bajo un techo de palma. La
cápsula estaba próxima al pozo abierto en donde Auro se había ahogado, que
Jim había transformado en una hermosa piscina. Compartió un colchón con
Bliss. La cápsula no tenía espacio suficiente para dos colchones.
Roslyn fue a trabajar a la Cocina de la Unidad. Escuchó a gente en
Auroville comadreando que Víctor estaba visitando a Dhyan regularmente.
Decían que él había interpretado que Dhyan había sido escogida para hacer el
trabajo de transformación Supramental por la comunidad. Todo el mundo
estaba impresionado de que el famoso Víctor, un eremita, estuviera visitando a
Dhyan en el hospital.
Roslyn y Jim Bean pasaban juntos cada momento que él no estaba con
Dhyan. Roslyn comenzó a construir una cabaña en el bosque cerca de la
cápsula de Jim. Una tarde estaba sola en la despensa y apareció Auro, un
pequeño fantasma resplandeciente. Él le dijo: —¿Dónde está Jim?
—Está construyendo mi casa —replicó ella al fantasma de Auro.
La pequeña visión luminosa que parecía Auro replicó: —¿Por qué te
construye una casa? Yo ya te he construido una.
Súbitamente apareció una visión de la casa más hermosa que Roslyn
hubiera visto jamás. No tenía nada que ver con la cabaña que estaba
construyendo. Era una casa como un canto, un himno de armonía en el espacio.
¡Veía una gran casa blanca radiante, con columnas y suelos blancos brillantes,
con jardín dentro y fuera!
Tan hermosa que era algo inalcanzable, inimaginable. Le dijo al fantasma:
—¡Necesito una casa aquí, en este mundo material, no allí!
Él rio y desapareció.
En ese preciso momento, Jim Bean entró en la despensa moviendo su
cabeza.
Roslyn lo miró y preguntó: —¿Ocurre algo?
Él replicó: —Tu casa se ha derrumbado sobre mi cabeza.
La cabaña que ella estaba construyendo se había derrumbado sobre él. Los
trabajadores lo habían extraído inmediatamente y, milagrosamente, no había
resultado seriamente dañado, aunque había recibido un buen golpe en la
cabeza.
—Estoy apenado con lo de tu cabaña. Tendremos que comenzarlo todo de
nuevo. Tal vez pudiéramos construir algo al otro lado de mi cápsula en el
hortal. Le pediré a Gary que nos ayude. Él sabe más de este tipo de cosas.
Lo tomó entre sus brazos. —No me importa que la cabaña se haya
derrumbado. Me preocupa que cayera sobre ti.
En el lugar donde la cabaña se había desplomado, plantaron un árbol de la
variedad que Madre había designado como “El Comienzo de la Manifestación
Supramental”, y construyeron una cápsula grande en la plantación de mangos a
sólo unos pocos metros de la cápsula de Jim.
El campo tenía un cercado natural. No había aparente suelo superficial.
Había una pareja de pequeños escuálidos árboles de guayaba.
Ocasionalmente Jim Bean pasaba una noche con Dhyan en su habitación del
hospital, pero normalmente estaba en el bosque. Casi todas las mañanas antes
de la aurora llegaba a la cápsula de Roslyn y la llamaba suavemente. Ella
saltaba y gateaba fuera de su acogedor nido y se sentaban juntos, en un rincón
del pozo, en la cápsula de él, bajo un árbol, en cualquier parte, y a veces él leía
en el suave resplandor de las linternas un canto de Savitri mientras el sol
ascendía. Frecuentemente Ivar, su amigo holandés, los acompañaba.
Un día Jim Bean dijo a Roslyn: —Éstos son días paradisíacos que nos han
sido concedidos para darnos fortaleza ante lo que está por venir.
Él todavía hablaba sobre seis meses al año en América y seis meses al año
en Auroville, dependiendo de Dhyan.
Roslyn visitaba a Dhyan una o dos veces a la semana y ambas esperaban
esas visitas. Dhyan parecía estar fortaleciéndose. La escayola desapareció de su
brazo, desaparecieron los tubos, aprendía a controlar su vejiga y su esfínter, y
las llagas estaban desapareciendo gracias a una crema muy buena que alguien
había traído de Alemania. Cada vez que Roslyn iba a ver a Dhyan, estaba más
convencida de que a la postre volvería a ponerse en pie.
Una tarde Roslyn estaba sentada con Dhyan. Estaban riendo juntas cuando
entró Víctor en la habitación.
Miró a Roslyn. —Disculpa; me gustaría estar unos minutos con Dhyan.
Roslyn salió y se sentó en el porche con uno de los asistentes.
Todo el mundo parecía creer que Víctor era maravilloso. Sin saber por qué
a ella le atemorizaban sus glaciales ojos azules.
Cuando él salió, le dijo: —Puedes entrar.
Entró y continuaron su conversación con Dhyan. Se separaron con aprecio
y afecto.
Jim Bean venía a cumplir su tarea cuando ella salía. Se dijeron hola y adios,
y ella tomó el autobús de la aldea de regreso a Kottakarai, a su cápsula y a
Bliss.
Jim llegó a la mañana siguiente. Parecía estar enfadado con ella.
—¿Pasa algo? —preguntó.
—¿Qué le hiciste a Víctor?
—Nunca le he hecho nada a Víctor. Vino ayer mientras yo estaba visitando a
Dhyan. Les dejé solos porque él me lo pidió. Sólo lo había visto una vez antes.
Yo estaba con Panditji en uno de sus paseos de la tarde. ¿Paseaste alguna vez
con Panditji por la tarde?
Jim asintió con la cabeza. Había estado en los paseos de la tarde con
Panditji.
—Paseábamos alrededor del Ashram en Pondi y repentinamente este
francés pequeño, flaco, de pelo gris, se arrojó a los brazos de Panditji. Panditji
lo abrazó brevemente, algo que yo jamás le había visto hacer con ningún otro,
y lo soltó, sonriéndole.
—Me pareció muy extraño. Este hombre estaba haciendo todo lo posible
por demostrar intimidad y afecto, pero sus ojos eran como de hielo.
—Continuamos nuestro paseo. Panditji me dijo: —“Este es el gran Víctor”.
Jim dijo: —Víctor estaba furioso por haberte encontrado con Dhyan ayer.
Él le dijo al asistente que no deberían permitirte ver a Dhyan porque eres una
bruja tántrica.
—Está loco. Cuando veo sus ojos pienso, “Tal vez la próxima vez nazca
como un ser humano”.
—No digas eso —le amonestó Jim.
—No me vas a decir que te has convertido en uno de sus devotos. Roslyn no
podía creer lo que estaba sucediendo.
—Dhyan lo respeta.
—Mierda. ¿Por qué?
—No debes volver a visitar a Dhyan.
—Es injusto. Disfruto visitándola. Ella disfruta con mis visitas. Esto
conserva viva la amistad entre nosotros tres. Es importante que Dhyan y yo nos
veamos.
—No es posible. Víctor le ha prohibido que te vea. Les dijo a los asistentes
que te prohibieran la entrada. Ella cree que él la ayudará a ponerse bien. Es
sólo hasta que esté mejor. ¿Quieres venir hoy conmigo a ver al Dr. Sen?
El Dr. Sen era un famoso cirujano de Pondicherry a quien Jim quería
consultar sobre el diagnóstico de Dhyan. Cogieron con ellos las radiografías y
tomaron el autobús que los llevó a la ciudad y se sentaron en la antesala,
esperando escuchar alguna opinión de este doctor tan respetado.
Había visitado a Dhyan nada más producirse el accidente, había visto las
radiografías entonces y aconsejado una intervención inmediata.
Les explicó que al haber pasado varios meses desde el accidente ya no era
posible realizar esa operación. Creía que no había nada que él pudiera hacer. A
juzgar por las radiografías le parecía como si la médula espinal hubiera sido
cortada en ese punto, y que era poco probable que pudiera volver a andar.
Sugirió que recibiera alguna atención psiquiátrica que le ayudara a enfrentarse
con el trauma.
Jim Bean dijo: —No puedo aceptar esto. La llevaré al hospital especializado
Stoke Mandeville en Inglaterra. Allí recibirá el mejor tratamiento.
Dr. Sen dijo: —Tengo un amigo jubilado del Stoke Mandeville que vive en
Delhi. Si puedes llevarla a Madrás tal vez estaría dispuesto a venir y
encontrarse con ella para una consulta.
—¿Quieres venir a Madrás conmigo? —preguntó Jim Bean a Roslyn
cuando estuvieron de vuelta en la calle.
—Me gustaría —dijo, sonriéndole. Él parecía sentirse como si le hubieran
disparado con una pistola de elefante. Ella no podía hacer nada para ayudarle.
Todo dependía de Dhyan.
—Podríamos coger una furgoneta y aprovechar para adquirir algunos
árboles frutales para el campo de mangos —replicó él, sonriendo tímidamente.
Al día siguiente Jim Bean recibió una nota de Víctor:
“Cada vez que una nueva verdad ha intentado manifestarse sobre la tierra,
ha sido atacada inmediatamente y corrompida, echada a perder, por fuerzas
pseudo espirituales que representaban una espiritualidad del pasado, pero era
precisamente esa espiritualidad la que la nueva verdad quería superar. Por
poner un ejemplo sacado de la historia, repleta de desafortunadas
‘desviaciones espirituales’, el Budismo ha sido largamente adulterado en la
mayor parte del mundo por un Budismo completamente tántrico y mágico. La
falsedad no está en la antigua espiritualidad que la nueva verdad busca superar,
sino en el hecho recurrente de que el pasado se aferra a sus poderes, métodos y
reinado. Como Madre acostumbraba decir, en sus sencillas palabras, ‘El mal
está en permanecer atrapado allí’. Sri Aurobindo con Su omnipresente humor
decía: ‘Las verdades espirituales del pasado están perfectamente bien allí
donde están — en el pasado’. Podría suponerse que este fenómeno pudiera
volver a repetirse en la actualidad. En India, el Tantrismo representa una
poderosa disciplina del pasado, y fue inevitable que Madre experimentara lo
mejor y lo peor de este sistema en Su intento de transformar todos los medios
y todos los elementos de la vieja tierra. En la Agenda se habla abundantemente
de X, símbolo del Tantrismo. Ocurre que nosotros somos testigos del mismo
fenómeno de ‘desviación’, y que este mismo Tantrismo intenta malversar la
nueva verdad convenciendo a tantos adeptos como sea posible para que no
repitan el Mantra de la Madre, con el argumento de que es ‘demasiado
avanzado para el común de los mortales’, y reciten en su lugar mantras
tántricos. Esto es un intento de ocupar el lugar de Madre. Uno debe ser muy
ignorante del funcionamiento de las fuerzas para no comprender que,
repitiendo un mantra de los viejos dioses, uno se pone a sí mismo bajo la
influencia y en la órbita de todo eso. Madre había previsto esto y nos advirtió
en una entrevista del 16 de octubre de 1963. Desafortunadamente, hemos
querido creer hasta ahora que el Tantrismo se transformaría a sí mismo. No es
así. El Tantrismo busca ocupar el lugar de Madre y desviar a aquellos que no
son lo suficientemente sinceros para querer sólo Una Cosa: el nuevo mundo.
Para aquellos que son suficientemente sinceros nosotros revelamos la falsedad
de la persona llamada X. Víctor”.
Jim Bean arregló las cosas para que una furgoneta los llevara a él y a
Roslyn a Madrás. Francis y uno de los asistentes llamado Boy preguntaron si
también ellos podían utilizar la furgoneta, puesto que tenían cosas que hacer en
Madrás. Boy estaba deseoso de ayudar a Jim a encontrar el mejor tratamiento
para Dhyan. Francis necesitaba un nuevo pasaporte y algunos árboles.
Había un sagrado misterio alrededor de Dhyan. El suyo iba a ser el cuerpo
transformado. Ninguno de ellos estaba dispuesto a admitir que ella pudiera
necesitar la misma terapia que pudiera aplicarse a mortales de menor
importancia escogidos para un trabajo menos ensalzado. Ella había
sobrevivido para guiar a la comunidad en la transformación Supramental. Era
un cometido sagrado. Tantra, medicina, todas las antiguas vacas sagradas eran
crucificadas en la senda hacia el nuevo ser.
Boy les recordó que Víctor había dicho a Dhyan: “Los médicos no pueden
hacer casi nada. Debes confiar en Madre. Madre lo puede todo”.
A Roslyn esto no le sonaba a la Madre, quien había escrito en la Carta de
Auroville: “Aprovechando la ventaja de todos los descubrimientos del exterior
y del interior, Auroville avanzará audazmente hacia futuras realizaciones”.
Se dirigieron al Hospital General de Madrás y se reunieron con el gran
neurocirujano. Examinó las radiografías y estuvo de acuerdo en aceptar el
caso. Recomendó tomar una habitación para Dhyan en una selecta Clínica.
Fueron a la Clínica e hicieron los arreglos necesarios. El doctor de Madrás
estuvo de acuerdo en invitar al especialista del Stokes Mandeville para una
consulta. Quedó concertado que sería ingresada a la semana siguiente. Era un
hermoso lugar. Un agradable y bien cuidado edificio de estilo colonial,
rodeado con un gran jardín inmaculadamente cuidado. Las habitaciones eran
amplias, luminosas y primorosamente amuebladas.
Cada habitación estaba dotada de un diván para que pudiera dormir un
asistente. El mobiliario no era estrictamente institucional. No había armarios
metálicos, y había sillas confortables, mesas de madera, atractivas fundas de
cojines y cortinas. Cualquier tipo de terapia que fuera prescrita por el doctor
estaría disponible para ella en la Clínica. Tenían un excelente fisioterapeuta.
No se hizo mención de incluir un psiquiatra.
Fue una mañana larga y no muy agradable, pero ellos habían resuelto lo
que en principio debían resolver. Se sintieron con el derecho a descansar y
disfrutar de la mejor comida de la ciudad. Acordaron ir al bufé del
Connemara, pero primero llevaron a Francis al consulado de US para que
pudiera ocuparse de su pasaporte.
En el medio del día estuvieron listos para la comida. Todos estaban
hambrientos, así que durante un rato no hubo mucha conversación.
Era la primera oportunidad que Roslyn había tenido para hablar con Francis
desde que volvió de USA. Había escuchado el chisme de que había sido
deportado por la Sociedad, y se preguntaba si había algo de verdad en la
historia, así que le preguntó: —¿Verdaderamente fuiste deportado de la India?
Francis replicó: —No, no fui deportado. Naren y yo recibimos Avisos de
Expulsión del Gobierno de la India en los que se fijaba el plazo de quince días
para abandonar el país. Decidimos volver a USA, obtener nuevos visados y
regresar.
—Creo que al Gerente de la Sociedad no le caíamos bien, y transmitieron al
Gobierno de la India alguna tontería como que nosotros éramos espías que
trabajábamos para el gobierno americano.
—Lo absurdo del asunto es que la única organización en India con la que
los americanos se relacionan es la Sociedad, por cuestión de impuestos. Para
nosotros estaba claro cuando regresamos que Auroville debe establecer su
propia identidad. Estuvimos en USA tres meses intentando recaudar dinero,
principalmente para Auroville. Por supuesto recaudamos algún dinero para
plantar árboles, pero entonces, como era una donación deducible en los
impuestos, se transfirió a través de la Sociedad, y ellos se quedaron con la
mitad.
—Estábamos verdaderamente cabreados con este asunto.
—Naren y yo decidimos que era el momento de regresar. Fuimos a la
Embajada India en Nueva York cruzando los dedos y pedimos un visado. Para
que resultara más simple, pedimos visados de turista. Regresamos por la tarde
y nuestros pasaportes habían sido estampados con relucientes nuevos visados.
—Conseguimos contenernos mientras estábamos en la Embajada, pero en el
momento en que salimos a la calle rompimos a gritar de alegría y a reír de lo
fácil que había sido darle la vuelta a la Sociedad. Canjeamos los billetes de ida
y vuelta adquiridos para ayudarnos a obtener nuestros visados, por billetes de
sólo ida, y estuvimos de camino al día siguiente.
Jim, Roslyn y Boy mascaban sus comidas con buena gana. Francis continuó
con su historia.
—Llegamos a Bombay, ¡Hi-Ho the derry-o! Nos dirigimos confiadamente a
Inmigración, y cataplof. Examinaron nuestros pasaportes y dijeron: —“Por
favor, vengan conmigo”. Nos llevaron junto con nuestros pasaportes a una
oficina. El letrero del escritorio decía, Jefe de Inmigración, aunque él no
estaba. Frente al escritorio había dos sillas vacías. El tipo dijo: —“Por favor,
tomen asiento”.
—Yo protesté: —“Me están esperando. No dispongo de tiempo. Si quiere,
puedo volver mañana, etc.” El tipo llamó a algunos de sus amigos y, todavía
muy educadamente, nos invitó a sentarnos.
—Esperamos allí, y esperamos, y esperamos, hasta que llegó un poli gordo
y se sentó tras el escritorio. Dijo que había dispuesto un vuelo para
devolvernos a USA esa misma tarde. Quería que le diéramos 1.252 $ cada uno.
—No queremos regresar a USA. Usted tiene nuestros pasaportes. Nosotros
tenemos visados turísticos válidos para los próximos tres meses en India —
dije.
—“Pero ustedes no son turistas, son espías extranjeros, y no se les permite
entrar en la India” —dijo el hombre grande tras el escritorio.
—Naren preguntó: —“¿Puedo hacer una llamada de teléfono?”
—El poli replicó: —“Por favor, denme el dinero de sus billetes y cojan el
vuelo a Nueva York”.
Francis continuó con su relato. —No tenemos tanto dinero —le dije al poli.
—“Entonces llamaremos al Consul Americano y le pediremos su
repatriación. Pueden esperar en la Sala de Tránsito” —nos replicó.
—Nos llevaron a la sala de espera de tránsito VIP que estaba vacía, y nos
dijeron que si abandonábamos la sala quedaríamos arrestados y conducidos a
prisión.
—Les pedimos algo para comer y beber. Alguien trajo una taza de té y
algunos dulces y aperitivos.
—Nos sentamos preguntándonos qué ocurriría. Tras la tarde llegó la noche
y, finalmente, llegó alguien del Consulado de US. Le dijimos que no
queríamos ser repatriados. Estuvo de acuerdo en decir al Oficial de
Inmigración que el trámite tomaría unos cuantos días, y en llamar a Auroville
e informar a la comunidad que Francis y Naren estaban siendo retenidos en el
aeropuerto de Bombay, y que no se les permitía entrar en India.
—Era un tipo excelente, éste del Consulado. Vino a vernos un par de veces,
nos trajo chicle y chocolatinas, y fue nuestro único enlace con el mundo
exterior a la sala de tránsito.
—Cuando llegó la vez siguiente nos dijo que había llamado a Auroville y
que alguien había volado a Delhi para intentar conseguir nuestra liberación.
—Teníamos un par de novelas que terminamos en los dos primeros días.
Desde la sala de espera se veía la pista de aterrizaje.
—Rehusamos pagar por nuestra comida. Estábamos siendo detenidos contra
nuestra voluntad. Debían de alimentarnos.
—No estaban muy satisfechos con nosotros. Querían que tomásemos el
avión y que nos fuéramos. Nosotros queríamos entrar en India e ir a Auroville.
Puede que estuviera paranoico, pero pensaba que estaban intentando volvernos
locos sirviéndonos cordero al curri con raita y chapattis tres veces al día.
Había una fuente de agua fresca en la sala de espera. Había baños
completamente equipados. Era posible dormir en los aterciopelados y
acolchados bancos, a pesar del rumor del ajetreado aeropuerto y de los
altavoces.
Francis estaba contando esta historia con gran placer mientras se sentaba en
la opulenta mesa del hotel de cinco estrellas, dándose un banquete con todo lo
que le apetecía.
—El tipo del Consulado vino de nuevo y nos dijo que debíamos ser
pacientes. Las cosas se estaban moviendo en Delhi, pero tomarían tiempo.
—Intentábamos no volvernos locos. Comenzamos a leer “Savitri” en voz
alta el uno al otro y acordamos dejar la situación en manos de Madre y Sri
Aurobindo.
Los miró fijamente. —Llevábamos dieciséis días en la sala de tránsito y
estábamos prácticamente dispuestos a aceptar la opción de tomar un avión y
regresar a USA, cuando finalmente se abrió la puerta y el Inspector Jefe de
Inmigración vino y nos tendió nuestros pasaportes diciendo: —“Bienvenidos a
India”. Casi nos desmayamos.
—Venía acompañado de un hombre que simplemente nos dijo: —“Por
favor síganme”.
—¿A dónde? —tuve que preguntar. —“Todo se ha arreglado”. Nos condujo
a través del aeropuerto a una limusina que estaba esperando. No podía creerlo.
Me sentía como James Bond. El coche nos llevó a una finca espléndida y nos
asignaron una hermosa casa de huéspedes de cinco habitaciones,
completamente equipada, incluso con sauna y jacuzzi.
—Sonó el teléfono, “Mr. Lala se pregunta si aceptarían cenar con él esta
tarde”.
—Lala, el hombre de negocios más importante de India, la persona más rica
y posiblemente la más poderosa en India, era nuestro huésped, apoyándonos a
nosotros y a Auroville en el conflicto con la Sociedad.
—Sentimos que acabábamos de ganar una batalla.
—¿Cómo era Lala? —preguntó Roslyn.
—Es excelente. Encantador e inteligente. Uno de sus principales intereses en
los últimos cincuenta años ha sido el desarrollo de la industria turística India.
Nos explicó que a pesar de que había oído hablar de Auroville, nunca se sintió
interesado hasta que oyó que jóvenes extranjeros que habían dedicado años en
Auroville como trabajadores voluntarios sin remuneración, estaban siendo
tratados de una manera no hospitalaria. Se sintió en la honorable obligación de
rescatar la imagen que él había intentado crear de India. Nos prometió que
ayudaría a Auroville a obtener justicia de nuestras quejas contra la Sociedad.
Todos disfrutaron con varios de los postres del bufé. Se estaba haciendo
tarde. Habían tenido una excelente comida, pero tenían que completar sus
quehaceres antes de regresar a Auroville. Fueron al vivero y compraron un
gran surtido de árboles frutales dispuestos para ser trasplantados. Jim había
llenado hasta el último rincón de la furgoneta de jóvenes árboles frutales
tropicales. El huerto de árboles frutales estaba en marcha.
Francis estaba diciendo que pensaba que en unas semanas el Gobierno de
Delhi podía otorgar el poder y la responsabilidad de la administración de
Auroville a la comunidad de residentes. Boy sentía que habían dado un paso
importante por Dhyan y que, en manos del eminente neurocirujano, podría
recuperarse rápidamente.
Estaban ligeramente eufóricos después de un día largo e interesante.
Regresaron a Auroville sin problemas y se detuvieron en primer lugar en
casa de Francis. Allí había alguien esperando la furgoneta para decir a Jim
Bean que fuera de inmediato al hospital. Dhyan había sido operada de
urgencia.
El Baniano 1970
CAPÍTULO XIII

SUBE Y BAJA

Él es la divinidad que crece en las vidas humanas


y en el cuerpo de las formas del ser de la tierra:
es el alma del hombre ascendiendo hacia Dios
en el oleaje de la Naturaleza desde la ignorancia de la tierra.

Oh Savitri, tú eres el Poder de mi espíritu,
la voz reveladora de mi Palabra inmortal,
la faz de la Verdad sobre los caminos del Tiempo
que señala a las almas de los hombres los caminos de Dios.
“Savitri” de Sri Aurobindo
OSLYN fue a la mañana siguiente a una reunión de Pour Tous —en la que
R participaba todo Auroville—, bajo el árbol Baniano. Le resultaba difícil
creer lo que estaba escuchando. La Sociedad había iniciado un nuevo
procedimiento judicial contra Auroville. La Sociedad había dicho al Gobierno
de la India que Auroville era un experimento creado por la Madre bajo la
supervisión y administración de la Sociedad. Nadie podía permanecer en
Auroville durante más de cinco años. Nadie podía permanecer en Auroville sin
el permiso del Gerente de la Sociedad. Era una experiencia de carencia de
propiedad. Gente de todo el mundo había venido a Auroville para participar en
una tierra que pertenecía a la Sociedad Sri Aurobindo, o en nuevas tierras que
pudieran comprar y donar a la Sociedad Sri Aurobindo, desarrollar, y
abandonar. La Sociedad Sri Aurobindo estaba preparada para administrar el
patrimonio de Auroville de acuerdo a esta interpretación de la Carta de
Auroville.
Los residentes de Auroville decidieron no gestionar en adelante los visados
a través de la Sociedad Sri Aurobindo, sino directamente ante el Gobierno de
la India, involucrando directamente al Gobierno de la India en el conflicto
entre los residentes y la Sociedad.
La atmósfera de la reunión era desoladora. Roslyn se sintió como si
estuviera llorando. ¿Qué le había ocurrido al hermoso Auroville? ¿Qué les
había ocurrido a esas amables personas de Pondicherry? ¿Cómo podía la
Sociedad Sri Aurobindo afirmar no ser “nadie en particular”? Cuando llegó a
Pondi, siete años antes, Auroville daba la bienvenida a todas las personas de
buena voluntad. ¿Cómo había podido llegar a ocurrir esta hostilidad? ¿Estaban
los residentes de Auroville reclamando no ser “nadie en particular”?
Caminando de vuelta del mitin se encontró con su vieja amiga Sarah Ann,
hija de un ministro de Inglaterra, que había ayudado a iniciar la escuela de
Aspiración en 1970. Se miraron viendo la una en la otra su angustia y su
confusión. Roslyn no había visto a Sarah Ann desde su regreso de California.
—¿Qué le está ocurriendo a Auroville? —preguntó Roslyn.
—Vayamos a sentarnos al anfiteatro y conversemos —sugirió Sarah Ann.
Se apartaron de los demás, que se dispersaban de forma airada y bulliciosa,
y fueron a sentarse en el centro del anfiteatro vacío, intentando recordar el
sueño.
—¿Cuándo has regresado? —preguntó Sarah Ann.
—Creo que hace un par de meses —replicó Roslyn.
—Entonces sospecho que esto es un poco sorprendente.
—No entiendo nada en absoluto. He oído historias, sobre quien hizo que a
quien, pero a pesar de que aborrezco lo que está haciendo la Sociedad,
aborrezco todavía más la reacción de los aurovilianos. ¿Cómo puede toda esta
violencia e intolerancia ser el Auroville de la Madre?
—¿Quién ha entendido el Auroville de Madre? Recuerdas que, en vida de
Sri Aurobindo, ella hablaba sobre un plan de la "ciudad ideal", con Sri
Aurobindo viviendo en el centro de la ciudad. Posteriormente dejó de estar
interesada. Después tuvo la idea de Auroville. Huta escribía a Madre sus
sueños: repentinamente una o dos frases hicieron remover una vieja, vieja
memoria de algo que había intentado manifestarse —cuando ella era muy
joven—, y que había olvidado. Volvió a leer la carta de Huta. Inmediatamente
tuvo su plan para Auroville. Aquí está, con el Pabellón de la Verdad en el
Centro —dijo Sarah Ann, señalando hacia el lugar de construcción del
Matrimandir.
—¿Has memorizado todos los escritos de la Madre? —le preguntó Roslyn.
—No, pero continúo leyendo y releyendo todas las citas sobre Auroville y
el Matrimandir, intentando comprender qué es lo que está ocurriendo, dentro
del contexto de lo que ella dijo sobre Auroville y el Matrimandir.
—¿Qué hubiera dicho ella sobre este horrible accidente?
—Sí, como este accidente. ¿Cómo ha podido ocurrir aquí? Madre explicó
su concepto de Auroville. Ella dijo: "El centro es un parque que he visto en una
visión —tal vez la cosa más hermosa del mundo desde el punto de vista de la
Naturaleza física, material— un parque con agua y árboles, como todos los
parques, y flores —pero no demasiadas flores de formas trepadoras—,
palmeras y helechos, todas las variedades de palmeras; agua, si es posible agua
corriente, y posiblemente una pequeña cascada..."
Miraron a la suciedad y el polvo que las rodeaba, y de nuevo al
Matrimandir, emergiendo de la tierra como un feo gigante arrastrándose
trabajosamente fuera de un agujero.
—Puede que no estuviera hablando de este Auroville —dijo Roslyn.
—Pero es precisamente este Auroville —insistió Sarah Ann—. En este
parque ella vio el Pabellón del Amor. Luego lo cambió por “el Pabellón de la
Madre”, la Madre, la verdadera Madre, el principio de la Madre, el “principio
creativo”, Shakti, el principio de realización.
—Es un horror —dijo Roslyn.
—Oh, vamos —insistió Sarah Ann—. No está tan mal al fin y al cabo.
Simplemente es que no está terminado. ¿Sabías que el hormigonado del bloque
del nivel más profundo del Matrimandir comenzó con una meditación el 11 de
noviembre de 1973? Era un trabajo tremendo que requería tiempo despejado.
Continuó durante seis días en plena estación del monzón. Lo completaron en la
tarde del 17 de noviembre. Ni una gota de lluvia había caído durante esos seis
días. Los cuatro pilares, representando los cuatro aspectos de la Madre Divina,
fueron completados precisamente en el momento en el que Madre se retiraba
de Su envoltorio físico, a las 7. 25 p.m. del día diecisiete.
—Muerte y destrucción. Estamos construyendo un templo de muerte y
destrucción. Tal vez ni siquiera deberíamos acabarlo. Tal vez deberíamos
derribarlo y rellenar el agujero, e intentar regresar al amistoso y feliz
Auroville —sugirió Roslyn.
—Afortunada o desafortunadamente no podemos hacer eso. No hay marcha
atrás. Sólo queda la marcha hacia delante. No te preocupes; permanece
contenta, haz tu trabajo lo mejor que puedas y deja que Ella haga el resto —
dijo Sarah Ann solícitamente.
—¿Cómo podrá ser nunca lo que Ella quería? Ella dijo que las cosas en
adelante ya no son excluyentes, de ninguna manera. ¡Ella veía muy bien la
posibilidad de utilizar las tendencias más opuestas al mismo tiempo! Lo que
ella quería era ser capaces de crear un lugar en donde todos los opuestos
puedan unirse. Eso no es lo que estamos haciendo, peleándonos con la
Sociedad —insistió Roslyn.
—La situación al día de hoy es la que es —dijo Sarah Ann—. Tendrás que
encontrar tu camino a través de la selva de confusión que parece estar
creciendo en Auroville.
Roslyn le sonrió. —Gracias. Resulta reconfortante poder conversar con
alguien que no sólo ve el “nosotros” contra “ellos”.
—El placer ha sido mío. Estoy contenta de tu regreso. Buena suerte.
Impulsivamente Roslyn dio a Sarah Ann un breve abrazo, y se pusieron de
pie en direcciones opuestas.
Jim Bean no regresó al bosque durante un par de días.
Cuando llegó, tenía un horrible aspecto. Gary se acercó por la tarde y Jim
le dijo que estaba enfermo y que no podría regresar con Dhyan durante un par
de días.
Finalmente, confesó a Roslyn que tenía un punzante dolor de oídos. Ella
cogió su ciclomotor, se fue a Pondi a comprarle unas gotas para los oídos y
regresó de inmediato al bosque. Él lo único que quería es que ella se sentara en
silencio cerca de él en su cápsula. Él estaba aparentemente inmerso en un gran
dolor. Le pidió que no lo dejara. Finalmente, tras un largo silencio, ella creyó
que había quedado dormido. Él comenzó a hablar, muy bajo. Se inclinó sobre
él para escucharlo y cuando lo hizo pensó, “No, imposible”.
Él pronunció las palabras en un susurro preñado de horror: —Me pidió que
le comprara veneno. Quiere suicidarse.
Roslyn no podía imaginar cuán desesperada debía haber estado Dhyan para
pedirle eso a Jim.
Ella se sentó a su lado toda la noche, y por la mañana, él, después de un
sueño breve y desasosegado, se levantó y leyó un canto del “Libro de
Destino”, de Savitri. Ambos intentaban aferrarse a Sri Aurobindo
desesperadamente y sobrevivir a la vorágine.
Durante unos días permanecieron muy silenciosos.
La comunidad funcionaba sobre un sistema financiero puramente idealista.
A todo el mundo se le pedía que entregara todo su dinero personal a la
comunidad y éste era redistribuido de manera que cada uno pudiera obtener
una cesta de comida tres veces a la semana. Roslyn caminaba hasta el centro
casi cada día a preparar la comida para cerca de cien personas en la cocina
central, Unidad. Ocasionalmente Bliss la acompañaba. La mayor parte del
tiempo Bliss estaba con los otros niños de la comunidad, al cuidado de otros
padres. La vida era muy simple.
Jim estaba atareado preparando el traslado de Dhyan a Madrás. Estaba
esperanzado en que el milagro por el que todo el mundo rogaba
constantemente ocurriera y la parálisis desapareciera. No había ambulancia
disponible. Tuvo que improvisar un lecho en una furgoneta, de tal manera que
un asistente pudiera sentarse al lado de ella durante el viaje e intentara
minimizar lo traumático de un traslado de cuatro horas en un cuerpo que había
estado en una cama de hospital durante más de dos meses. Jim viajó en autobús
a Madrás para reservar una suite en un hotel cerca de la Clínica, para
acomodar a los aurovilianos asistentes, de modo que así pudiera haber
siempre dos o tres aurovilianos en Madrás con ella. Planificó un sistema
continuo de cuidadores para que Dhyan no se sintiera nunca abandonada.
Víctor había dicho a los asistentes que podían fortalecer la voluntad de
Dhyan de ponerse bien, haciendo cualquier cosa que les pidiera sin contrariar
nunca su voluntad.
Finalmente, todo estuvo dispuesto, y Dhyan fue trasladada desde el hospital
a la Clínica en Madrás. Jim confidenció a Roslyn que pensaba que pudiera ser
el primer paso de su viaje a Inglaterra. Todavía estaban esperanzados. Él le
dijo que no desechara la esperanza de vivir medio año en Auroville y el otro
medio en USA, si todo iba bien con Dhyan.
Jim llevó a Dhyan a Madrás y volvió unos días más tarde. Roslyn
permaneció tranquilamente en Auroville. Estaba a la espera de más asambleas.
El bus turístico administrado por la Sociedad fue secuestrado por un grupo de
aurovilianos que pensaban que el bus pertenecía a Auroville y debía ser usado
por la comunidad residente, más bien que por la Sociedad para traer turistas de
pago a Auroville. Los turistas hubieron de volver andando a Pondicherry. La
policía llegó y confiscó el autobús.
La escuela cerró porque muchos de los profesores venían desde Pondi en el
autobús, y el autobús que llevaba los niños a la escuela estaba bajo custodia de
la Policía. Bliss y sus amigos no tenían otra cosa que hacer sino jugar juntos.
Bliss era la mayor de los niños. Roslyn la veía frecuentemente, como una de
las niñas del poblado, con un bebé sobre su costado, otro niño cogido de su
mano y otros niños siguiendo tras ella. Parecía una madre de siete años. No
estaba bien. Roslyn sintió que necesitaba hacer algo por Bliss, pero no sabía
qué, así que no hizo nada.
Jim Bean había regresado de Madrás en compañía de una encantadora, alta
y delgada mujer francesa. Roslyn se quedó estupefacta cuando los vio
introducirse de la mano en el interior del bosque. ¡Parecían amantes! Jim le
presentó a su amiga, aunque ella la conocía desde hacía años. Roslyn se había
encontrado con Sari en España en 1968, y se había sorprendido de verla de
nuevo en Auroville un par de años más tarde. Roslyn les preguntó qué ocurría
con Dhyan.
Jim le dijo: —Aquello es estupendo para ella. Hay un excelente
fisioterapeuta, y ya se sienta sin ayuda de nadie. El famoso neurocirujano,
después de examinarla y de volver a examinar las radiografías, dijo que la
parálisis puede deberse a un coágulo de sangre. Se disolverá. No pudo decir
cuánto tiempo puede tardar.
—Debo regresar mañana, pero Sari ha sido expulsada del equipo —dijo
Jim riendo, mientras rodeaba a Sari con sus brazos.
Roslyn debía ir a trabajar en la Cocina.
Sus emociones eran como grandes olas rompiendo en todas las direcciones
en su interior, pero estaba determinada a permanecer indiferente a cualquier
cosa que estuviera ocurriendo entre Jim y Sari.
Jim regresó a Madrás. La siguiente vez que él regresó a Auroville ella lo
vio en bici cerca del centro, con Sari, antes de que él fuera al bosque. Él le dijo
que se iba a ir a vivir a la casa que había construido para Dhyan. Jim había
ayudado a Gary a rehacerla por completo así que ahora era una casita pequeña
y acogedora en mitad del campo. Estaba lista y esperándola a ella, pero como
ella no podía usarla, decidió utilizarla para sí mismo en lugar de su cápsula,
por el momento.
Esto dejó a Roslyn sola con Bliss en su cápsula, próxima a la cápsula vacía
de él. Roslyn no quería pensar en hacer una escena. Si él quería dejarla ella
sólo diría, “de acuerdo. ¿Vendrás a visitarnos?”
Él la miró, desconcertado. —Oye, no te lo tomes como una cosa personal.
Sencillamente me estoy trasladando a una casa por un tiempo. Regresaré.
Ella ni siquiera estaba segura si quería que él regresara, pero no dijo nada.
Dio media vuelta, regresó a su cápsula y lloró.
Bliss llegó y preguntó: —¿Qué ocurre mamá?
Roslyn no pudo explicarlo; sencillamente leyó historia tras historia a la
niña a la luz de la lámpara de keroseno hasta bien entrada la noche.
Durante un par de semanas Roslyn apenas vio a Jim cuando volvía de
Madrás, excepto con Sari. Hacían buena pareja, los dos altos y esbeltos.
Ocasionalmente Jim venía al bosque temprano en la mañana y le leía un canto
de Savitri.
Para ella la relación se había convertido en una agonía interior.
Una mañana Jim llegó al bosque. —Dhyan quiere verte —dijo—. ¿Vendrás
conmigo esta noche en el tren a Madrás?
—Desde luego —replicó ella.
Fue a pedirle a su vecina que cuidara de Bliss durante uno o dos días. Judy
aceptó de buena gana. Tenía tres niños pequeños que adoraban a Bliss.
Roslyn y Jim fueron juntos en el autobús de la aldea hasta Pondicherry. Ella
apenas pronunció palabra. Él estuvo completamente encantador y atento. Era la
hora de la cena antes de tomar el tren, así que se dirigieron a su restaurante
favorito, el Continental. Habían pedido y estaban sorbiendo sus limonadas,
cuando entró Sari. Roslyn continuaba replegándose detrás de un muro interior
que intentaba construir entre ella y Jim para intentar protegerse del espantoso
dolor que amenazaba con destrozarla.
—He decidido ir con vosotros —dijo Sari.
—No has sido invitada —dijo Jim.
—Bueno, es lo mismo, quiero ver a Dhyan. Me quedaré en el hotel.
—No en este viaje. ¿Quieres cenar con nosotros?
Se sentó con ellos a la mesa y después de la cena Jim pidió a Roslyn que le
excusara un minuto mientras la acompañaba a su casa de huéspedes. Roslyn se
sintió como un cadáver sangrante cuando salieron juntos del restaurante. Por
unos instantes consideró levantarse y volver a su cápsula, con Bliss, y olvidar
el viaje a Madrás, pero Dhyan la había llamado. Debía ir. Jim se había ido sólo
durante unos minutos, pero para ella fueron toda una vida en el infierno.
Durante la primera hora el tren estuvo abarrotado. Fueron rígidamente
sentados el uno al lado del otro. Después de Villupuran bajó la mayor parte de
la gente. Jim fue a tumbarse en el banco de enfrente. Roslyn se estiró en su
banco, su bolsa por almohada, cubriéndose con un longi.
Llegaron a Madrás justo antes del amanecer y tomaron un taxi al hotel.
Esperaban meterse en las deliciosas, mullidas y limpias camas del hotel para
dormir algo pero, cuando entraron en la suite, todas las camas estaban
ocupadas. Todo el mundo había dado por supuesto que Jim Bean había
reservado una suite en Madrás para nadie en particular, y los aurovilianos
asistentes de Dhyan se sentían libres de traer a sus hijos y a sus amigos con
ellos para disfrutar de la hospitalidad de Jim, a su costa. Roslyn pudo ver
como él controlaba su ira cuando vio a gente que ni siquiera se preocupaban
por Dhyan utilizando la cama en la que él había estado esperando meterse,
pero él no había puesto límites. Se disculpó ante las personas que había allí por
haberlas despertado, y les dijo que podían volver a dormir. No quiso dormir.
Se volvió hacia Roslyn y le preguntó si quería dormir. —No, no —replicó
ella, muriéndose de ganas de tumbarse y dormir, después del furioso y
lastimante golpeteo sobre el duro banco del tren durante toda la noche.
Se dirigieron al comedor que en esos momentos estaba abriendo para el
desayuno. El hotel tenía un excelente restaurante que ofrecía un servicio para
turistas más bien que para los indios del sur. Roslyn y Jim estaban ambos
hambrientos y enojados.
Cuando Roslyn vio lo enfadado y disgustado que estaba Jim, olvidó su
propio enfado y quiso sacarlo de ahí, de su autocontención, sin dañarlo a él o a
sí misma, entonces recordó lo que él le había dicho cuando ella estaba
disgustada de que él la dejara en Bidonville. “Por qué estás contrariada, Sri
Aurobindo dijo: La victoria es segura” .
No se estaba burlando de él; estaba intentando sacarlo de un deplorable
estado interior a uno mejor, porque veía que él estaba desbordado por las
responsabilidades, ninguna de las cuales había escogido.
Ella estaba allí para él en ese momento y ya había olvidado lo enfadada que
había estado con él durante toda la noche. Jim tomó su mano. Estaban sentados
en la mesa uno frente al otro, pero sus cabezas estaban muy próximas. Él
comenzó a hablar de cosas de las que nunca hablaba, porque nunca estaba en
una situación en donde alguien quisiera escucharlo. Estaba exhausto, mental,
emocional y financieramente. Dijo que sus padres estaban perplejos por las
sumas de dinero que estaba gastando y suponían que se debía a que estaba
locamente enamorado de Dhyan. Sin embargo, toda la gente que utilizaba la
suite, y las facturas del comedor, costaban miles de rupias cada día. Le pidió si
querría acompañarlo a Mahabalipuran durante un par de días después de ir a
visitar a Dhyan.
Roslyn le dijo que estaría allí el tiempo que él quisiera estar con ella.
De nuevo volvían a estar juntos y felices como una pareja de tórtolos.
Fueron al hospital. La puerta de Dhyan estaba cerrada por dentro.
Llamaron. Dhyan dijo: —Adelante. La puerta no se abría. Jim fue y llamó a
la enfermera, que intentó abrirla con una llave. Sin embargo, no lo consiguió.
Ya que estaba cerrada por dentro y la llave estaba puesta en la cerradura.
Dhyan era la única persona en la habitación y no podía moverse del lecho. Jim
corrió afuera, trepó a un árbol y saltó al interior de la habitación a través de
una ventana abierta. Un segundo más tarde abrió la puerta y dejo entrar a
Roslyn.
Las enfermeras de la planta se preguntaban cómo era posible cerrar la
puerta desde dentro. Ninguna podía imaginarlo. Jim le dijo a Dhyan que había
obtenido dinero del banco en Pondi para pagar todas las facturas y que, puesto
que la suite del hotel estaba ocupada, iba a ir con Roslyn a Mahabalipuran
durante un par de días. El médico consultor del Stoke Mandeville estaría allí al
día siguiente, le recordó ella. Él le aseguró que uno de los asistentes estaría
con ella cuando llegara.
Dhyan le hizo salir y saludó cálidamente a Roslyn. Tenía mucho mejor
aspecto. Estaba sentada erguida, sin ayuda. Su cabello había comenzado a
crecer de nuevo y tenía suaves mechones castaños enmarcando su cara.
Confidenció a Roslyn: —Quiero que se vayan, que se vayan. Odio todos los
ejercicios. Quiero despertar una mañana y ser capaz de caminar, pero mis
piernas se están volviendo cada vez más delgadas, incluso con todos los
masajes y ejercicios.
Roslyn pudo recordar su propio agudo dolor emocional del día anterior y
repentinamente empatizó con la profunda traumática agonía que Dhyan estaba
experimentando.
—Pero estás mejorando —le dijo a Dhyan.
Dhyan la miró y se derrumbó como un cisne entre sus almohadas. —No lo
sé.
Justo en ese momento, Jim volvió a entrar con Boy.
—Boy está aquí, y Armando y Miriam están en el hotel, así que supongo
que puedo largarme —le dijo a Dhyan.
Ella sonrió a Jim y Roslyn alzando su mano, como dando sus bendiciones:
—Que tengáis unas agradables vacaciones.
Jim la besó dulcemente en la mejilla y los ojos de ella brillaron
transmitiéndoles a los dos su profundo afecto.
—Deduzco que Dhyan no aprueba a Sari, y que prefiere que estés conmigo
antes que con ella —dijo Roslyn mientras bajaba por las escaleras del hospital.
—No hablemos de eso. Estoy de vacaciones. Pasemos unos días juntos —
dijo Jim.
—Le dije a Judy que estaría de vuelta esta noche o mañana —protestó
débilmente Roslyn.
—No te preocupes. Bliss está en Auroville. Estará bien.
—¿Nos vamos ahora a Mahabalipuram? —preguntó.
—Krishnamurti habla en Adyar esta tarde. ¿Lo has escuchado alguna vez?
—preguntó él.
—No. ¿Y tú?
—No. ¿Vamos a echar un vistazo?
—Claro, por qué no.
Ambos llevaban pequeñas mochilas que contenían lo imprescindible que
podían necesitar en un par de días. Se permitieron un derroche y tomaron un
taxi hasta Adyar y como almuerzo comieron varios puris y té en un pequeño
tenderete de té.
Krishnamurti estaba hablando bajo un hermoso árbol en el jardín cercano al
extenso, antiguo y atractivo edificio en donde se alojaba.
El gran hombre estaba sentado en una silla, hablando. Comenzó a llover.
La gente empezaba a levantarse a causa de la lluvia. Algunos ya se iban.
El gran hombre dijo: —No, no, no os mováis, es sólo un poco de lluvia.
La ligera llovizna continuó mientras él hablaba. Ocasionalmente alguien se
levantaba y él decía: —No, no, no os mováis, es sólo un poco de lluvia.
Roslyn y Jim se partían de risa, y se iban poniendo bastante empapados.
Finalmente Krishnamurti concluyó su charla y dio permiso a todos para
marchar mientras él se escabullía en el interior de la casa bajo un paraguas que
sostenía uno de sus amigos. En el momento en que Krishnamurti entró en la
casa la lluvia empezó a caer de los cielos a cántaros. Roslyn y Jim reían y
reían imitando al gran hombre, “Es sólo un poco de lluvia”.
Tras el diluvio, hicieron el recorrido hacia la estación de autobús, en donde
encontraron un autobús para Mahabalipuram.
A Roslyn no le gustaba viajar en los atestados autobuses indios. Tomó un
asiento al lado de la ventana. Jim estaba a su lado, todo estaba bien.
El autobús era más bien un modelo antiguo, con largas franjas de óxido
asomando a través de la pintura roja y blanca, un chirriante parachoques en la
parte trasera, un chirriante parachoques en la parte delantera, sin puertas, e iba
repleto de gente. Había un pasillo e hileras de anchos bancos de madera que
confortablemente podían acomodar a cuatro o cinco personas. El espacio
estaba lleno de gente apiñada. Había personas encima de otras personas. Había
gente colgada de las escaleras. Era horrendo; pero con Jim Bean entre ella y el
resto del mundo, Roslyn era completamente feliz, y él parecía muy feliz.
No pudo cerrar la ventanilla puesto que no tenía cristal, pero el calor de la
proximidad con Jim y el cálido viento pronto secaron sus cabellos.
El autobús se puso en marcha, avanzó unos cuantos bloques y se detuvo.
Subieron algunas personas. Descendieron otras. Algunos bloques más
adelante, algunas personas más descendieron y otras subieron. Parada.
Arranque. Avance de unos pocos bloques, y parada. Arranque. Finalmente,
habían atravesado la ciudad y estaban en plena carretera. Parada. El conductor
y el revisor descendieron. Todos los demás comenzaron a descender del
autobús.
Jim se levantó, miró a través de la ventana abierta y vio al conductor y al
revisor tomando té.
—¿Te apetece un poco de té? —preguntó a Roslyn.
Le desasosegaba perder el asiento de ventanilla si se levantaba, así que
rehusó.
El autobús continuó parando cada pocos kilómetros, y al cabo de un tiempo,
había perceptiblemente menos gente en el autobús. Ya llevaban en el autobús un
par de horas. Ya no había gente en los pasillos y colgada de la puerta. El
autobús se detuvo en la brillantemente iluminada estación en Chinglepattu.
—¿Qué estamos haciendo en Chinglepattu? —preguntó Roslyn.
—Supongo que este es el largo camino hacia Mahabalipuram.
Ella lo miró: —Supongo. Los dos encontraron esto muy divertido. Había
comenzado a llover de nuevo.
El conductor y el revisor les sonreían. Descendieron del autobús y
compraron flores a una anciana sentada bajo un paraguas. Jim cubrió de flores
la cinta de pelo de Roslyn y ella le puso una guirnalda alrededor de su muñeca.
—¿Mahabalipuram? —preguntó Roslyn al conductor.
Él meneó su cabeza.
El revisor hizo sonar su silbato.
—¿Cuánto falta? —preguntó Roslyn.
El revisor meneó su cabeza.
Jim y Roslyn rieron. No quedaba mucha gente en el autobús.
Avanzaban lentamente por la carretera, deteniéndose al principio cada
pocos centenares de metros, después cada pocos kilómetros. Ocasionalmente
subía alguien.
—Parece que hemos tomado el autobús local —dijo Jim.
Ambos estallaron en risas recordando el metro de Nueva York.
Finalmente, el autobús se detuvo en medio de ninguna parte frente a una
pequeña choza iluminada por una diminuta lámpara de keroseno. Había un
samovar antiguo. El conductor y el revisor descendieron e invitaron a Jim y
Roslyn a que los acompañaran para el té. El autobús estaba casi vacío. Habían
permanecido en el autobús juntos tanto tiempo; el conductor y el revisor
parecían viejos amigos.
Jim dijo a Roslyn: —¿Qué crees que les parecemos a esta gente?
Ella vestía su caftán rojo bordado. Él llevaba una fina y arrugada camisa de
algodón blanco y pantalones informales y un chaleco de terciopelo azul. —
Probablemente parecemos un par de mariposas que escapan.
—¡Cuidado —dijo él con complicidad—, hay unos tipos con
cazamariposas!
Corrieron uno alrededor del otro intentando evitar los cazamariposas que
estaban imaginando, mientras reían.
El conductor y el revisor les estaban ofreciendo el té. Interrumpieron sus
saltos, riendo, y dijeron: —Gracias.
El conductor y el revisor dijeron: —Muy bueno.
—¿Mahabalipuram? —preguntó Roslyn. Llevaban en el autobús desde el
comienzo de la tarde y era casi medianoche. Normalmente cuesta una hora
llegar a Mahabalipuram por la carretera de Madrás.
El conductor y el revisor menearon sus cabezas.
Eran casi los únicos pasajeros del autobús. Roslyn estaba medio dormida,
apoyada contra Jim, cuando el autobús finalmente se detuvo en
Mahabalipuram. Al lado de la estación de autobús había un edificio alto de
color rosa con un gran cartel, “Hotel”.
Había alguien durmiendo en un catre delante de la puerta.
Jim lo despertó, poniendo cuidadosamente una mano sobre su hombro.
Finalmente el hombre se despertó, asomando su cabeza escondida bajo su
longi. —¿Sí?
—¿Tiene habitación para nosotros? —preguntó Jim.
—¿Con baño individual o baño compartido? —preguntó el hombre,
sentándose, sujetando una gran llave en su mano.
—¿Cuánto? —preguntó Jim.
—Con baño, siete rupias. Baño compartido, cinco rupias.
Jim sonrió a Roslyn: —Creo que podemos tomar una con baño.
El hombre se levantó envolviéndose con su longi. —Pago por adelantado.
Jim le entregó veinte rupias. —Para tres días.
Esto pareció poner al hombre muy contento. El billete de veinte rupias
desapareció en su longi. Abrió la puerta del edificio con su gran llave y tomó
una llave más pequeña de la pared, encendió una luz tenue y los condujo
escaleras arriba al interior de una pequeña habitación con un pequeño baño. En
el pestillo de la puerta del baño había un pequeño alambre con una cinta en
forma de mariposa.
Jim dijo: —Mira, hemos llegado al lugar correcto.
Roslyn dijo: —Perdona, pero necesito dormir. Y se derrumbó.
Al día siguiente tras prolongados ritos matinales, caminaron hasta la
pequeña aldea. Jim encontró un barbero, al que recordaba de una visita
anterior, y disfrutó de un rasurado con agua caliente y toalla caliente sobre su
cara, sentado en una banqueta sobre un suelo de arena. Contó a Roslyn que se
había detenido en Mahabalipuram la primera vez que había venido a la India,
en su camino hacia Pondicherry, y se había enamorado del lugar.
La aldea estaba llena de pequeños comercios en donde tallistas de piedra
ejercían su antigua artesanía.
La ciudad había sido el centro de un gran reino en tiempos antiguos.
Próxima a la diminuta aldea, que está al lado del mar, había una ladera rocosa
con cantidad de tallas desde la base hasta la cima. En la parte superior hay una
amplia cavidad excavada dentro de la montaña, sostenida con grandes
columnas esculpidas que representan antiguos dioses y diosas. En el exterior
hay una gran talla a la que llaman “la penitencia de Arjuna”.
Hay inmensas rocas planas sobre las que sentarse al sol. A Jim le
encantaban las tallas y los templos antiguos. Estaba feliz de homenajear a los
dioses antiguos. Desde la cima de la montaña podían ver los destellos del mar
azul, como los ojos de Dhyan, bajo el sol. Hicieron una ofrenda de incienso y
oraciones.
Encontraron una playa inmaculada y desierta cerca de un bosque de
casuarinas que se parecía un poco al bosque en el que vivían en Auroville.
Pasaron la mayor parte del día jugueteando en el océano. A Roslyn le gustaba
surfear las olas con Jim Bean. No era nada atlética, pero con el experto
adiestramiento de Jim, ocasionalmente se encontraba en lo alto de una ola que
la depositaba sobre un lecho de aguas agitadas, pura energía, justo en la playa.
Divino. Excitante. Después de cada intento volvían a sumirse en una risa el uno
con el otro. A veces ella se zambullía bajo la ola y veía cómo Jim era
arrastrado hasta la orilla para volver luego a ella. Él era increíblemente grácil
en el agua.
Cabalgaron sobre las olas y jugaron con ellas hasta que quedaron
exhaustos. Pasearon de regreso a lo largo de la playa, pasando frente a los
hoteles de la ciudad, hasta su pequeña habitación, en donde dejaron sus ropas
húmedas y se pusieron ropa seca para la tarde.
Pasaron una tarde maravillosa sorbiendo limonadas y comiendo langosta a
la brasa.
El día siguiente fue parecido. Roslyn pensaba en Bliss. Pero no dijo nada,
confiando en que todo fuera bien. Tenía siete años y podía cuidarse por sí
misma. Jim pensaba en Dhyan, pero sentía que necesitaba pasar unos días en la
playa más de lo que ella lo necesitaba a él.
Después del desayuno caminaron hasta la playa de nuevo y pasaron horas
jugando con las olas, construyendo castillos de arena, conversando, estando
juntos. Roslyn se sentía completamente unida con él, en completa armonía,
cuando empezaron a caminar de regreso al pueblo.
De repente Jim se detuvo en seco. Roslyn estaba tan amorosamente
obnubilada que no había visto nada. Levantó la vista. Frente a ella estaba Sari.
—Decidí ir a Madrás de todos modos y allí me dijeron que estabais en
Mahabalipuram, así que vine. Espero que no te importe —le dijo a Jim.
—En absoluto —replicó Jim—. ¿Dónde te hospedas?
Ella señaló al agradable y caro hotel nuevo con piscina ante el que se
encontraban.
—¿Quieres pasar y ver mi habitación? —preguntó a Jim.
Roslyn se sintió como una imbécil cuando él dijo: —Sí.
Jim pidió a Roslyn que lo esperara y la dejó en la playa y se dirigió con
Sari al jardín del hotel. Roslyn pudo verlos mientras atravesaban la piscina y
entraban en el hotel. Se sintió deslizar al interior de un abismo. Se sentó en la
playa sola, deseando haber tomado un autobús de regreso a Auroville esa
mañana. Arrepintiéndose del feliz día que acababa de pasar con Jim. Estaba
furiosa con Jim por actuar tan a la ligera con Sari.
—Un penique por saber lo que piensas.
Él estaba a su lado y ella estaba tan hundida en la tristeza que ni siquiera
quería mirarlo.
—Vamos —dijo él sentándose a su lado—. No hay nada malo.
Ella ni siquiera podía mirarlo. Temía echarse a llorar.
Él se levantó y le tendió su mano para ayudarla a levantarse. —Mira qué
belleza —le dijo, mirando hacia las nubes perfiladas en rosa y oro de la puesta
de sol.
Ella dijo: —Verdaderamente necesito regresar con Bliss.
Él dijo: —No. Te necesito aquí al menos un día más. Por favor.
Y ella se quedó.
A la mañana siguiente después de sus baños y de sus rituales, se dirigieron
al "Jardín de la Rosa" para el desayuno. En el camino que partía desde la
pequeña cabaña, que les pareció que era el restaurante más selecto del mundo,
había un suelo de granito y cuatro columnas, tal vez las ruinas de un pequeño
templo. Jim quiso sentarse y conversar. Esto era muy raro, puesto que él raras
veces hablaba de sí mismo, de su familia, o de su vida anterior a haberla
encontrado a ella, y ella estaba fascinada. Se sentaron en el suelo de piedra en
el rincón más alejado del camino, apoyados en sendas columnas de granito
esculpido. Jim hablaba. Era como si tratara de expresar quién era en palabras.
Intentando rastrear en su pasado, como si la búsqueda pudiera llevarlo hasta su
actual dilema.
A Roslyn le gustaba el sonido de su voz y estaba fascinada por las historias
que él contaba sobre el mundo en donde creció y alcanzó la mayoría de edad.
Se asombró al saber que había ingresado en la Cientología, en la que era un
adepto de un alto nivel. Le habló sobre técnicas de curación de la Cientología
que le gustaría intentar con Dhyan. Ella no recordaba el accidente. De acuerdo
a su comprensión de las técnicas que le habían enseñado, pensaba que si ella
pudiera recordar, sanaría. También expuso otras técnicas de curación y habló
sobre su pasión por la arquitectura, probablemente el resultado de su afecto
por su mentor en el internado, un arquitecto que se había ordenado sacerdote.
Habló sobre las casas de su familia en Fisher ’s Island y Hobe Sound, la casa
de su abuelo en Londres, y de sus giras con The Velvet Underground, una
banda de rock, después de terminar en Harvard. Habló de Harvard, y de Hawái.
Quería llevarla a Hawái para enseñarle el volcán. Él hablaba y ella escuchaba.
Caminaron hacia el "Jardín de la Rosa" para el almuerzo y se sentaron en el
exterior en una pequeña mesa, mientras Jim continuaba hablando y Roslyn
escuchaba.
Jim hablaba de sus padres, que los dejaban, a él y a su hermana, con niñeras
y con una institutriz cuando eran pequeños. Los habían enviado al internado
cuando eran un poco más mayores, así que apenas los veía; pero él los
adoraba, a ambos. Su madre era mayor que su padre. Se habían conocido en
Roma en donde su padre era el embajador en la Court of St. James. La noche
en la que iban a anunciar su compromiso su padre había enviado a su ayuda de
cámara al banco para sacar los diamantes de la familia de la cámara de
seguridad, para que ella los llevara en el gran baile que iba a celebrarse en su
honor. El ayuda de cámara jamás regresó del banco. Las joyas desaparecieron,
diamantes heredados que habían pertenecido a la familia durante generaciones.
Posteriormente se enteraron de que el ayuda de cámara había adquirido una
villa en la Toscana y se dedicaba a elaborar vino.
Habló de la maravillosa relación que había entre sus padres, viajando
juntos, haciendo cosas. Hablaba de ellos con gran amor y respeto, aunque
hubiera deseado haber pasado más tiempo con ellos. Tal vez cuando Dhyan
estuviera mejor podría estar junto a ellos.
Después de la comida, recorrieron el camino de regreso a sus pequeñas
ruinas sin techo. Jim hablaba y Roslyn escuchaba. Le escuchaba contar cómo
había formado parte del equipo electoral de Bobby Kennedy, y el golpe cuando
dispararon a Kennedy delante de él. Cómo había cogido su Mercedes gris y
conducido por toda la costa hasta que había llegado a Bidonville, en donde se
había detenido y se había sentado en el bar hasta que una mujer lo cogió y lo
llevó a su casa. Permaneció con ella, a pesar de que ella tenía cinco niños, y
estuvo ayudándola a atenderlos. Una tarde regresó a casa y la encontró en la
cama con otro hombre. Hizo sus maletas y se marchó. Regresó conduciendo
por el camino de la costa para dejar su coche con un amigo, y luego tomó un
avión a Hawái. Había trabajado en las elecciones locales allí, y su candidato
fue derrotado en una victoria aplastante de su oponente. Decidió viajar a
oriente.
Pasó una temporada en Japón, en Bali, en Singapur, y finalmente llegó a
Madrás.
Había ido a Pondi. Había encontrado a la Madre. Había encontrado a
Roslyn.
En ese punto del relato, Jim llamó la atención de Roslyn acerca de la calle
cercana al pequeño espacio de suelo de granito en donde estaban sentados. No
había muros, ni techo; estaban sentados a plena vista de dios y de todo el
mundo.
Sari avanzaba por la calle como si estuviera buscando algo, sin verlos.
—Es la cuarta vez que pasa delante de nosotros —dijo Jim—. Le dije que la
vista era magnífica desde el faro al atardecer. Creo que puede haber pensado
que la encontraría allí.
—Jim, eso no está bien —dijo Roslyn.
—¿Te importaría si la invito a cenar con nosotros esta noche?
—Sí, aunque supongo que no debería.
Mientras aguardaban a que regresara, buscándole a él, Jim continuó
hablando.
Una cabaña en el bosque
CAPÍTULO XIV

DE MAL EN PEOR

Siempre llevamos en nosotros mismos una llave mágica


guardada en el hermético envoltorio de la vida.
Sólo cuando hemos ascendido por encima de nosotros mismos,
una línea de lo Trascendente encuentra nuestro camino
y nos une a lo eterno y verdadero;
nos trae la inevitable palabra,
el acto divino, los pensamientos que no mueren jamás.
“Savitri” de Sri Aurobindo
SA tarde después de la cena en el "Jardín de la Rosa", Jim se excusó para
E acompañar a Sari de vuelta a su hotel caminando por la playa.
Roslyn se fue a la habitación y cerró la puerta.
Unos minutos más tarde, sonó un golpe en la puerta.
—¿Quién es?
—Yo.
Ella abrió.
—¿Esperabas a alguien más? —preguntó Jim cuando ella abrió la puerta.
—No, pero no estaba segura de que volvieras.
—No seas estúpida —dijo él, y se fue a la cama.
A la mañana siguiente Roslyn se levantó y comenzó a empaquetar sus cosas.
Jim Bean abrió sus ojos lentamente, la miró por unos instantes sin decir
nada. Ella cerró la maleta, la cogió y se dirigió a la puerta.
—¿A dónde vas? —preguntó él.
—Tengo que regresar a Auroville, con Bliss.
—¿Ocurre algo? Pensaba que volverías conmigo a Madrás a ver a Dhyan y
saber qué es lo que dijo el especialista.
—Mañana es el cumpleaños de mi hija —dijo ella, abriendo la puerta y
saliendo.
Había un autobús a punto de salir hacia Chinglepattu en donde ella podría
coger un autobús a Pondi. Tenía sólo unas pocas rupias, pero eran suficientes
para un billete de autobús.
En el momento de arrancar el autobús Jim Bean llegó corriendo y le
extendió a través de la ventanilla una concha marina con la leyenda “Dios es
Amor”.
Se sintió completamente perdida en su relación con él y estaba contenta de
regresar con Bliss que siempre era dulce, confiada y constante en su afecto.
Estuvo de regreso en el bosque a primera hora de la tarde. Fue a buscar a
Bliss. Judy dijo: —No la he visto desde hace unas horas, pero cuando regrese
la enviaré a casa.
Roslyn regresó a su cápsula y luego a la Cocina de la Unidad para ayudar a
preparar la cena para la comunidad de los trabajadores del Matrimandir y para
las personas que vivían en el área centro.
Cuando finalmente regresó a su cápsula al atardecer, con la cena para Bliss
en una fiambrera, Bliss estaba allí. Había utilizado las tijeras especiales de
plata de Roslyn para cortar el bello caftán rojo de Roslyn en un montón de
tiras y estaba cortando las tiras en pedacitos.
Roslyn le gritó.
Bliss rompió en lágrimas. Tan enfurecida estaba con Roslyn por haberse
ido abandonándola. —Soy tan sólo una niña y nadie se preocupa de mí —dijo.
Roslyn se sintió culpable y abochornada y la peor madre del mundo.
Tomó a Bliss en sus brazos. Reclinó su cabeza sobre la cabeza de Bliss.
Bliss se retiró. Roslyn cogió a la niña y miró su cabeza a la luz de la lámpara
de keroseno. Se quedó sin aliento, horrorizada. Costras endurecidas, repletas
de piojos, cubrían la cabeza de la niña. Estaba furiosa consigo misma e incluso
más furiosa con Jim Bean. Su romance adolescente estaba dañando a Bliss.
Trató de recomponerse para no exteriorizar su horror y de ser cariñosa con la
niña a la que había ignorado durante meses. Había olvidado lo más importante
y se había dejado envolver absurdamente en el drama de la historia de
Auroville en aquel momento.
Leyó cuentos a Bliss y consiguió que la niña riera y olvidara su enfado.
Cuando Bliss estuvo dormida, se fue a la comunidad para buscar algún
remedio para los piojos. Judy no tenía, pero encontró a alguien que sí.
Regresó a su cápsula, despertó a Bliss, le aplicó el remedio y cubrió la cabeza
de la niña con un trozo del caftán rojo antes de que volviera a dormirse.
Por la mañana llevó a la niña a la bomba de mano y le lavó el cabello. Era
la primera vez que Roslyn lavaba el pelo de Bliss desde que habían regresado
a India. Era inexcusablemente culpable y estúpida por haber sido tan negligente
con su preciosa niña.
No sabía qué hacer. Estaba sola y sin un céntimo, dependiendo de la
comunidad. Corretear alrededor de Jim Bean y cocinar en la cocina central no
le dejaba tiempo para hacer bolsas adornadas con cuentas, para las que no
existía mercado local, excepto a unos precios que apenas cubrían el coste del
material. Había demostrado que hacía cosas hermosas con sus manos, pero
nadie la ayudaba a montar un taller.
Sentía que no tenía adonde ir ni a quién dirigirse.
Había estado tan preocupada por sí misma que ni siquiera había visto que
abandonaba a Bliss bochornosamente.
El cumpleaños de Bliss era al día siguiente. Roslyn pasó el día y la mayor
parte de la noche cortando uno de sus viejos vestidos de seda para hacer un
vestido para la niña.
Jim Bean llegó por la mañana con una reluciente bicicleta roja para Bliss y
anunció que se trasladaba de nuevo a su cápsula en el bosque. Bliss estuvo
encantada con la bicicleta y desapareció al minuto siguiente.
Roslyn y Jim se quedaron solos en el bosque. Él parecía desolado.
Ella le preparó un té en la casa del guarda. El fogón consistía en tres
ladrillos dispuestos en forma de U y pequeñas ramas del bosque. A pesar de lo
cual el té resultó muy sabroso. Hervido sobre las ramitas y las agujas de pino
en la cabaña del guarda, sabía sorprendentemente como el Lapsang Souchong
té ahumado. En su camino hacia el bosque, Jim se había detenido en la
panadería y había comprado algunos rollitos de cinamomo. Roslyn quedó
asombrada de encontrar mantequilla, mermelada y mantequilla de cacahuete en
la alacena de la cabaña del guarda, que habían llegado en la cesta de Pour Tous
esta semana. En ocasiones sólo había medio repollo y un par de zanahorias
para tres personas en la cesta para tres días.
El guarda y la mujer anciana que vivía con él, la ayudaron a trasladar todo
hasta el pequeño claro próximo a la cápsula de Jim, donde tenían una hamaca y
algunas esteras de bambú.
Jim dio las gracias afectuosamente al guarda y a la mujer anciana y les
preguntó si estaban bien. Sonrieron ampliamente y dijeron que estaban muy
bien. La anciana se llamaba Dosama. Había sido una excéntrica, una mujer sola
viviendo sin compañía en el poblado. Había abandonado a su marido porque le
pegaba, y se ganaba la vida haciendo y vendiendo dosais en el poblado. Lo que
le proporcionaba lo suficiente para sobrevivir. Le gustaba beber el vino
fermentado de los cocoteros, y habitualmente estaba chispa desde temprano
por la mañana. El guarda la había invitado a compartir su cabaña aunque era
ostensiblemente mucho mayor que él. Ella se trasladó desde su choza en el
poblado, porque le habían ofrecido trabajar para la familia más adinerada en
la comunidad de Kottakarai —limpiando, cuidando de los niños y cocinando—
y parecía muy feliz en su pequeña choza con el guarda. Jim amaba la pequeña
familia del bosque. Le encantaba, viviendo en el bosque sin ningún tipo de
comodidades, encontrar que podía ir a casa para hacer la merienda-cena
acompañada de té. Parecía muy feliz.
Roslyn estaba contenta de haberle complacido, pero él todavía parecía
pálido, demacrado y abrumado por algo. Después de comer Roslyn llevó los
platos sucios a la choza del guarda y luego regresó con Jim y le preguntó qué
le preocupaba.
—Al regresar a Madrás encontré a Dhyan histérica. El especialista le dijo
que jamás volvería a andar.
—¿Cómo pudo decirle eso?
—La reconoció y examinó las radiografías y concluyó que la médula
espinal había sido cortada. Si hubieran operado inmediatamente después del
accidente, tal vez se hubiera podido hacer algo, pero no pudieron. Ella
probablemente no habría sobrevivido a una operación en ese momento. En
cualquier caso, él dijo que no hay esperanza. Ella me pidió que le diera un
veneno.
—¿No hay esperanza? —preguntó Roslyn.
—Ella escribió a Víctor. Él contestó: “La Madre puede hacerlo todo. Ten fe
en Ella. Dirígete a Ella.”
Roslyn lo miró horrorizada. —¿Pedir un milagro?
Jim enfureció. —No seas cínica. Hemos hecho cuanto hemos podido. Dhyan
no soporta más a los médicos. Quiere regresar a Auroville y concentrarse en
la transformación Supramental, y yo estaré con ella para ayudarla durante todo
el tiempo que me necesite.
—Suena como que pudiera ser por mucho tiempo —dijo Roslyn.
—Madre puede hacerlo todo. Tú puedes ayudar; tienes que creer que Madre
la curará.
—El poder de Tinkerbelle, sí, por qué no. Desde luego tengo fe en Dhyan, y
en la Madre, pero la Carta de Auroville dice que Auroville aprovechará todos
los descubrimientos externos e internos.
Jim dijo: —Lo sé, pero ¿qué podemos hacer? Hemos visto a la mitad de los
médicos del sur de la India en los últimos seis meses, e incluso a un consultor
del Stoke Mandeville. ¿Qué podemos hacer? Ella desea venir a Auroville. Cree
que Auroville la sanará.
—Espero que sea así —dijo Roslyn.
Jim le leyó algunas líneas de Savitri.
Alguien con una excelente casa en Certeza se la ofreció a Jim para Dhyan,
trasladándose él mismo a una choza en Aspiración.
Gary y la hija de Dhyan, Aura, estaban viviendo en la cabaña de Dhyan en
Kottakarai. Aura se había convertido en inseparable de la tribu de chicos que
holgazaneaban y jugaban con Bliss durante todo el día, todos los días. Los
chavales eran admirables. Parecían capaces de hacer de todo un juego.
Jim organizó las cosas para que la furgoneta recogiera a Dhyan en Madrás
el día de Nochebuena. Dhyan regresaba a Auroville para sus primeras
Navidades desde su accidente en julio. Roslyn esperaba que fuera auspicioso.
Tras el cumpleaños de Bliss, se llevó a Bliss a Rameshwaran durante unos días
para pedir a Panditji que ayudara a Dhyan.
Panditji dijo: —Se pondrá bien, pero le llevará tiempo.
Quedaba todavía una tenue esperanza de que el gran neurocirujano
estuviera en lo cierto y fuera sólo un coágulo de sangre, que podía disolverse,
y ella pudiera volver a caminar; ¡que el gran especialista estuviera equivocado!
Dhyan llegó desde Madrás. Roslyn fue a llevarle algunas flores por
Navidad. El asistente no la dejó pasar al interior de la habitación y dijo: —Si
quiere verte, te llamará.
Roslyn estaba dolida y desazonada, pero respetaba el hecho de que Dhyan
tenía una tarea muy difícil por delante y debía escoger cómo debía afrontarla.
Roslyn se contentó dando una vuelta por los alrededores y caminó de regreso
al bosque.
Jim pasaba con Roslyn cada minuto que no estaba con Dhyan. Roslyn
apenas veía a Bliss. Con su bici, Bliss recorría todo Auroville, parando acá,
quedándose allá, comiendo aquí, bañándose allí, recibiendo algunas lecciones
con aurovilianos preocupados de que no hubiera escuela para los niños.
Por las mañanas cuando Jim no estaba en el bosque, Roslyn se levantaba a
las cuatro e iba a la cocina central, a veces con Bliss, y cocinaba el desayuno
para cincuenta personas, que estaba preparado y en la mesa a las 6 a.m. Cuando
Jim estaba en el bosque, siempre comenzaban el día con Savitri.
Invariablemente Roslyn empleaba sus mañanas, y habitualmente sus tardes,
dando puntadas. Si no eran pequeñas bolsas de cuero con cuentas de cristal,
eran vestidos para los niños de la comunidad, o tapices, como si sintiera que si
podía tener sus manos ocupadas, encontraría de alguna forma su camino para
salir de la situación imposible en la que se encontraba.
Ocasionalmente Jim la llevaba a Pondi.
Jim nunca le daba dinero. Decía que Dhyan lo había acusado de comprar a
sus amigos y que había dicho que no le diera a ella ningún dinero. Ella no
respondió a eso. Sabía que él, en cualquier caso, estaba entregando todo el
dinero que tenía a la comunidad pagando todo a todo el mundo, alimentación,
electricidad, repoblación de árboles, todo. Si Jim hubiera llevado a Dhyan
fuera de India para su tratamiento, ¿quién habría pagado las facturas?
Mientras tanto dos chicos locales de la edad de Bliss se habían trasladado a
la cabaña del guarda. Roslyn debía mantenerlos a todos con su cesta de Pour
Tous. Ella habitualmente comía en la Cocina Unitaria o en una caseta de té del
poblado en donde le daban diez puris por una rupia.
Sari revoloteaba por el bosque ocasionalmente. Ellos tenían una esterilla de
bambú con un tigre pintado, en la que Roslyn se sentaba la mayor parte del día
cosiendo, cuando estaba sola, o hablando con Jim cuando él estaba. No estaba
contenta con la situación.
Jim además formaba parte del equipo de los asistentes, todos dedicados por
completo a Dhyan. Dhyan tenía una hermosa habitación que daba a un
delicioso jardín. Jim se iba a “trabajar” fresco como una rosa y regresaba, un
día o día y medio después, como si le hubieran disparado y golpeado.
Una tarde regresó después de haber estado ausente durante un par de días.
Roslyn estaba tumbada en la hamaca. No se había estado encontrando bien. Él
sacó de su bolsillo un arrugado telegrama que había estado llevando encima
durante dos días, entregándoselo. Era de su madre, “Papá falleció la pasada
noche”.
Roslyn tenía la vaga esperanza de que Bernie pudiera haberle dejado algún
dinero, pero recibió una carta de su madre diciéndole que Bernie le había dado
todo su dinero en 1973, y que no había nada para Roslyn en su testamento. Por
un breve tiempo consideró regresar a USA para demandar a su madre una
parte del patrimonio de su padre. Puede que legalmente tuviera derecho a algo,
pero luego decidió que no quería el karma de llevar a su madre ante los
tribunales. Cómo gastara su madre el dinero de su padre era su karma. Para
Roslyn, no tener nada allí en el bosque era como el nacimiento de un nuevo
ser, que no era la hija dependiente de aquellos padres en la lejana América,
sino la niña de la Madre y Sri Aurobindo.
Unas semanas después, se encontraba una tarde sentada en el bosque con
Jim. Él había regresado del trabajo, parecía exhausto, y no pronunciaba
palabra.
Ella estaba alucinada y le dijo que no le estaba poniendo las cosas muy
fáciles.
Él se fue.
Venía al bosque con menor frecuencia, pero todavía venía. Cuando él estaba
en el bosque ella era amable con él, silenciosa, sin exigir nada, servicial, pero
él nunca le hablaba. A veces le leía Savitri. Su voz era como una caricia.
Roslyn era muy desdichada. Preguntó a Gary si Dhyan había ordenado a
Jim que dejara de hablarle.
Gary replicó: —Sería mejor para Dhyan y Jim que te fueras de Auroville.
Roslyn escribió a todos sus amigos diciéndoles que si le enviaban billetes
de avión para ella y Bliss estaría contenta de visitarlos.
Ninguno contestó.
La comunidad de Kottakarai dejó de enviar su cesta de Pour Tous.
Boy fue al bosque y le dijo a Roslyn: —Jim no necesita tu amor. Si lo amas,
entonces debes comprender lo que siente hacia Dhyan, que también lo ama.
Deberías irte.
Roslyn hubiera estado feliz yendo a cualquier parte, pero ¿dónde? Escribió
a su hermana diciéndole que se encontraba sola, sin dinero y sin amigos.
Unas semanas más tarde recibió una carta del Consulado US en Madrás,
debido a que su hermana había contactado con ellos, comunicándoles que ella
estaba sola, sin dinero y sin amigos, por lo que ellos se sentirían contentos de
repatriarla.
Dejó pasar el ofrecimiento.
Se sentó sobre su estera.
Bliss en el día de su octavo cumpleaños
CAPÍTULO XV

POLÍTICAMENTE INCORRECTO

Los grandes son más fuertes cuando permanecen solos,


un poder de ser otorgado por Dios es su fuerza.
“Savitri” de Sri Aurobindo
OSLYN se sentó sobre la estera en su cápsula y lloró durante meses. Jim
R Bean se acercaba ocasionalmente, a veces se quedaba durante uno o dos
días, jamás hablaba con ella; comía con ella, le leía Savitri, se sentaba con ella,
pasaba cuarenta y ocho horas seguidas con ella, luego desaparecía. Ella no
sabía cuándo volvería a aparecer. Él tomó prestado su ciclomotor, pinchó una
rueda y lo dejó en cualquier sitio al otro lado de la ciudad. Cuando ella le pidió
dinero para reparar el neumático, él se dirigió a Gary que los estaba visitando
en el bosque: —Dile, “tú puedes sostenerte sobre tus pies”. Gary no hubo de
repetir lo que Jim había dicho. Roslyn rompió en gritos contra él: —¡Estúpido
hijo de puta! Y le tiró lo primero que tenía a mano. Él y Gary corrieron fuera
del bosque.
Estaba conmocionada y horrorizada de que él pudiera decirle algo así,
después de haber estado sin hablarle durante semanas. Después de eso Jim no
se acercó durante un tiempo. Boy le dijo que Jim había prometido a Dhyan no
hablar con ella hasta que Dhyan pudiera andar.
Roslyn preguntó a Gary si era cierto. Él rehusó contestarle. Posteriormente
reparó su ciclomotor y se quedó con él.
Roslyn todavía conservaba la esperanza de que Dhyan caminara, pero se
preguntaba si le asustaría perder el control sobre los otros. Roslyn pensaba
que el consejo de Víctor tal vez fuera un mal consejo. Tal vez la confrontación
haría más por fortalecer su voluntad que la aquiescencia, pero nadie le había
pedido su opinión. Víctor había dicho a los asistentes que su voluntad se
fortalecería si ellos hacían cualquier cosa que ella dijera. El mundo a su
alrededor debía ser única y exactamente tal y como ella deseaba que fuese,
excepto, por supuesto, respecto a su discapacidad, que ella estaba determinada
a superar; pero en el caso de que la superara tal vez perdería el control de
todos aquellos que estaban trabajando para ella. Debía de tener coraje. Debía
dejar aparte lo superficial y encontrar dentro de sí misma la fuerza de
sostenerse sobre sus pies. Todo el mundo y todas las cosas a su alrededor
estaban entregados a esta meta.
Víctor llamó aparte a Jim y le dijo que cortara toda relación con la bruja
tántrica, Roslyn.
Jim, Boy y el resto de los asistentes de Dhyan estaban entregados a su
trabajo con ella. ¿Qué habrían hecho si repentinamente se hubiera puesto sobre
sus propios pies? Rehusaba utilizar una silla de ruedas. Quería andar. Hasta que
pudiera caminar, ellos estuvieron de acuerdo en llevarla. Todos rogaban y
esperaban que un día la paralización pudiera desaparecer. ¿Sería ella capaz de
regresar a vivir en su cabaña?
Roslyn no estaba muy interesada en lo que pudiera ocurrir si Dhyan
caminara. Parecía que Dhyan no estaba para caminar. A pesar de todos los
masajes, ejercicios y terapia, sus piernas parecían mondadientes la última vez
que Roslyn la había visto sentada en la cama de su habitación, rodeada de
asistentes, flores, una foto de la Madre de gran tamaño, aunque no la habían
admitido en la habitación.
Un domingo por la tarde Roslyn había caminado hasta el Matrimandir
después de preparar la cena en la Cocina. Había muchas personas de la
Sociedad sentadas en el camino frente a la puerta del Matrimandir. La puerta
estaba cerrada. Algunos aurovilianos estaban sentados al otro lado de la
puerta, negando el acceso al Matrimandir a las personas de la Sociedad, que
habían venido para meditar allí unos minutos.
—¿Qué ocurre? —preguntó Roslyn.
Uno de los aurovilianos replicó: —Aquí no pueden entrar. Se creen los
propietarios de Auroville.
Roslyn estúpidamente dijo: —¿No te parece que estáis reclamando la
propiedad de Auroville negándoles la entrada en el Matrimandir?
Otro auroviliano replicó: —Tú no lo entiendes. Vete.
Una furgoneta llena de agentes de policía indios se detuvo.
Algunos aurovilianos comenzaron a gritar a Roslyn. Se marchó
apresuradamente, para no resultar involucrada.
Roslyn envió una nota a los editores del Auroville News que incluía una cita
de la Madre, “Aquellos que están a favor de unos y contra otros están fuera de
la Verdad”. Sin embargo, la Comunidad discrepaba con ella porque Víctor les
había dicho: “Debéis elegir”.
El virus de la división había entrado en Auroville. El enemigo no era
únicamente la Sociedad Sri Aurobindo, sino también los aurovilianos que no
estaban de acuerdo con lo que estaba ocurriendo.
La agencia encargada de la distribución de alimentos para la comunidad era
Pour Tous. Cada auroviliano recibía una cesta tres veces a la semana.
La comunidad de Kottakarai suspendió la cesta de Roslyn. Querían que se
fuera. Ella no tenía a dónde ir y cuatro personas a su cargo, Bliss, los dos
chicos tamiles y la anciana Dosama que se había quedado sin trabajo porque
las personas ricas habían regresado a América. Roslyn no era la única persona
en Auroville a quien habían suspendido la cesta. De repente la cesta de Pour
Tous se había convertido en un arma política. Inicialmente cada persona en
Auroville recibía una cesta tres veces a la semana. El ego colectivo no podía
soportar algo tan puro.
La cesta de Roslyn estaba entre las primeras que suspendieron, pero
siguieron muchas más.
Para Roslyn y muchos otros, resultaba sorprendente que Auroville por
algún motivo hubiera caído en esta antigua formación.
En las Notas de Auroville se explicaba: “Está claro: ninguna cesta de
alimentos se está suspendiendo porque él o ella esté en desacuerdo con Pour
Tous (en ese caso, en un momento u otro, todos pudieran resultar afectados).
Se trata de lo siguiente: no debemos apoyar —activa o pasivamente— ninguna
reclamación de la Sociedad Sri Aurobindo sobre los terrenos de Auroville. Si,
hasta que la situación haya sido resuelta, podemos estar todos de acuerdo, por
el momento, en abstenernos de relaciones con los miembros de la Sociedad
Sri Aurobindo, entonces los servicios podrán ser establecidos para todos los
aurovilianos”.
En esta situación, si un auroviliano sonreía o hablaba a un antiguo amigo de
la Sociedad Sri Aurobindo de Pondicherry, su cesta era inmediatamente
suspendida.
Las personas que continuaban siendo amistosas con Vasudeva fueron
etiquetadas como colaboradoras, aunque Vasudeva no era un miembro de la
Sociedad Sri Aurobindo y había insistido en que Auroville se volviera
independiente de la Sociedad Sri Aurobindo, incluso ayudando a registrar la
Sociedad de Auroville. Se había mostrado en desacuerdo con Auroville sobre
la petición al Gobierno de la India para interceder en la batalla entre Auroville
y la Sociedad Sri Aurobindo.
Todo esto carecía de sentido para Roslyn. No podía entenderlo o alcanzar a
comprenderlo dentro del contexto de nada cuanto había experimentado, leído o
estudiado. ¿Qué estaba ocurriendo? No podía creer o entender lo que estaba
ocurriendo. No podía entender a ninguna de las partes en la estúpida y
desgastante batalla, en el contexto de nada que ella hubiera concebido jamás
como espiritualidad. Una de las citas de la Madre que más le gustaban era que
Auroville sería un espacio en donde en lugar de pelearse unos con otros, la
gente lucharía contra la ignorancia, la enfermedad, la pobreza. Estaba
asombrada de haberse convertido repentinamente en un enemigo de la gente,
mientras que otros que habían sido peces gordos de la Sociedad Sri Aurobindo
eran de repente buenos aurovilianos, que le lanzaban a ella tomates podridos
por continuar saludando a viejos amigos.
Era horripilante. Su hermoso e imaginativo Jim Bean, que se había estado
moviendo como un pez volador hasta unos pocos meses antes, era ahora como
un zombi. No era sólo que no le hablara a ella, sino que se había vuelto rígido.
Este hombre maravilloso, delgado, alto, que siempre se había movido con una
fascinante y lánguida gracia, se estaba moviendo como un robot. Parecía el
hombre de hojalata en El Mago de Oz mientras Dorothy le engrasaba sus
juntas.
La comunidad que tanto se había divertido, reído y amado, se había vuelto
hosca, farisaica, dominada por el machismo. Trabajo y adoración habían sido
sinónimos con la amorosa Madre y llevados a cabo con gran alegría. Ahora se
habían convertido en una obligación, hecha de forma desagradable, crítica,
sometida a juicio y cruel. La palabra “deber” aparecía cada vez más.
Roslyn intentó callarse y permanecer silenciosa, e intentó hacer su trabajo
en la Cocina discretamente. Habitualmente cocinaba, cogía comida para ella y
se iba, para evitar conversaciones que inevitablemente acabarían en
desacuerdo.
La política de la comunidad estaba clara. En Auroville hay siempre una
expresión individual y otra colectiva. La tarea es combinar ambas. Estaba claro
que el colectivo de Auroville tenía el derecho de pedir que los aurovilianos
suspendieran la comunicación directa con la Sociedad Sri Aurobindo. Existía
el derecho, incluso el deber, de la colectividad de exigir de los sospechosos de
colaborar o de los colaboradores declarados, una postura clara de que
desistieran de seguir colaborando.
Las Notas de Auroville expresaban la moralidad imperante: “Respecto a la
moralidad y el sentimentalismo de aquellos que aprueban los resultados de las
principales líneas de acción pero que rehúsan ensuciarse las manos cuando
resulta necesario, tanto peor para ellos. El tiempo para la moralidad y la virtud
hace tiempo que ha quedado atrás… como ha quedado atrás el tiempo para los
‘fumadores de hierba’”.
La mayor parte de la gente se sentía en la acuciante necesidad de hacer una
elección, elegir algo, que era Auroville, con preferencia al pasado, la vieja
creación. Esta elección era indispensable si la comunidad quería servir al
Divino con preferencia sobre cualquier otra cosa. Por ejemplo, Pour Tous,
cuyo papel era ser un cuerno de la abundancia para la comunidad, debía elegir
suprimir la comida de algunas personas. Debía hacerse una elección.
Algunas personas llamaban a esto “Horrorville”.
Auroville, concebido y dedicado para la libertad y la transformación de la
humanidad, se convirtió en un laboratorio de la evolución en el que la
conformidad pedagógica, la apatía espiritual y la santurronería, dominaban.
Las expresiones favoritas eran: “Tiene aires de grandeza” o “Tienen aires
de grandeza”. Otras eran: “Debemos ser espontáneos” y “No está claro”.
Todas significaban lo mismo. Había un grupo de personas que habían
“pagado sus deudas”. Los siete samuráis que habían ido a la cárcel por liberar
la cabaña del Gerente en Aspiración, y las otras cincuenta personas que fueron
a prisión cuando el gurú tántrico fue exorcizado. Estas personas se juntaban
cada semana con algunas de las restantes personas de la comunidad y
mantenían una reunión comunitaria llamada la Asamblea de Pour Tous.
Estas reuniones decidían qué cestas suspender, quién organizaría el
transporte al tribunal en Tindivanan, y planeaban el día a día de la estrategia
para la batalla. Cada ocasión estaba llena de engreimiento y drama. Siempre
había una gran foto de Madre. Había la atmósfera de un grupo de personas
haciendo algo muy secreto o importante, como científicos atómicos.
Todos los visados habían expirado. Un grupo de aurovilianos fue al
Ministerio del Interior en Delhi para intentar persuadir al Gobierno de India
que permitiera a los aurovilianos obtener visados sin el apadrinamiento de la
Sociedad Sri Aurobindo. El Ministro estuvo de acuerdo, pero los aurovilianos
debían ir a por sus visados a Cuddalore, unos treinta kilómetros al sur de
Pondicherry.
Roslyn no acudía a la mayor parte de las reuniones, pero se enteraba por las
Notas de Auroville que siempre leía en la Cocina mientras trabajaba.
Todas las mañanas andaba hasta el Matrimandir, en donde meditaba sobre el
mantra que le había dado la Madre. Jim también caminaba hasta el Matrimandir
cada mañana desde donde se alojaba con Dhyan. Frecuentemente coincidían en
su paseo por la explanada. Él nunca le hablaba. A veces le daba una flor.
Vasudeva también iba al Matrimandir a aquella hora. Ellos y el vigilante eran
allí las únicas personas todos los días al amanecer.
Roslyn caminaba de vuelta a su cápsula, donde pasaba la mayor parte del
día mirando a través del faldón de cierre de la estructura.
Las dos noches previas a su cumpleaños, Jim los pasó con ella en el bosque.
La mañana de su cumpleaños se despertaron juntos. Ella le dijo a él que era su
cumpleaños, y le pidió que por favor viniera aquella tarde. Él no dijo nada, lo
que ella interpretó como que vendría.
Se fue a la ciudad en el autobús de Pondicherry, a visitar la habitación de Sri
Aurobindo, después de lo cual regresó al bosque. A última hora de la tarde,
Gary le trajo de la panadería un pastel de manzana recién hecho. Ella no lo
empezó, porque esperaba a Jim. Llegó Bliss y pidió un trozo de pastel. Roslyn
le dijo que se lo daría cuando llegara Jim. Finalmente, Bliss se fue a dormir.
En aquel momento Roslyn estaba ya tan nerviosa que estaba cercana a la
histeria. Estaba furiosa con Jim. Estaba furiosa porque el pastel de manzana
estaba frío, y porque Bliss se había ido a la cama sin comer nada. Estaba
furiosa y se sentía desgraciada y sin saber qué hacer.
No tenía dinero. Trabajaba por la mañana temprano en la Cocina de la
Unidad, varios días a la semana, preparando el desayuno, y varias tardes
preparando la cena. El resto del tiempo, siempre estaba cosiendo algo, pero no
ganaba dinero alguno. Recogía veinte rupias cada sábado por la tarde de la
Oficina del Matrimandir para dárselas a la anciana mujer en la choza del
guarda.
Cuando Jim estaba en el bosque, ella le daba de comer, a pesar de que él
sabía que ella no recibía cesta. Comía allí a menudo y ocasionalmente traía
algunas manzanas y naranjas.
Habitualmente aparecía con las manos vacías y ella traía comida para él de
la Cocina. Cada vez que ella sentía que se estaba recobrando, acto seguido
volvía él y ella se rendía de nuevo. No sabía nada de su familia y amigos en
USA cuando, de improviso, recibió un telegrama de Frankie: “Llego con
Suzanne, semana próxima, montón de amor”.
¡Salvación!
Roslyn y Jim no podían hablar el uno con el otro, pero ambos hablaban a su
amigo Paul en cuya casa de Pondicherry siempre eran bien recibidos cualquier
tarde para el té. Frecuentemente se encontraban allí y Jim se dirigía a Paul con
aquello que quería decir a Roslyn, de ese modo se comunicaba sin romper su
promesa a Dhyan.
Jim estaba ayudando a Paul a abrir una boutique de arte en Pondi. Paul había
arrendado un viejo inmueble y habían demolido todo el interior de la
estructura, todo excepto los basamentos, los muros exteriores y el tejado, y
habían creado un increíble espacio.
Era mucho más glamuroso que cualquier otro en Pondi en aquellos días.
Había un patio con una claraboya. Era una tienda, pero parecía una galería
exótica y muy sofisticada. Bajo la claraboya había un jardín Zen, bonsáis sobre
rocalla, musgo, un estanque. Grandes ramilletes de orquídeas en floración
colgaban en tiestos desde una rejilla metálica bajo la claraboya.
Durante meses habían trabajado en ello. Siempre que Jim no estaba con
Dhyan o en el bosque, normalmente estaba allí trabajando con Paul. Roslyn
estaba agradecida de que Paul hubiera encontrado un medio de interesarlo en
algo diferente al cuidado de Dhyan. Cada vez que iba a Pondi, porque raras
veces tenía dos rupias para el bus, se detenía para ver a Paul, en parte buscando
a Jim, en parte curiosa de este magnífico lugar que estaban creando. Más
parecía un palacio que una tienda. La entrada daba a un patio en cuya parte
izquierda había un amplio rincón con una gran mesa redonda bellamente
esculpida sobre la que danzaba el más impresionante Ganesh que Roslyn había
visto jamás. Había también algunos bellos libros de arte de la India dispersos
alrededor de la mesa, y unas sillas maravillosamente confortables. Había
hornacinas artísticamente insertadas en los muros, en las que se exhibían
maravillosas esculturas. Los suelos eran de piedra pulida. Delicadas paredes de
color crema con maravillosos vívidos cereza y verde enmarcaban el espacio.
Era muy exótico y gustaba a todo el mundo, incluso aunque pareciera, tal vez,
más un templo o el salón de estar de un excéntrico hombre rico, que una
boutique. Jim había construido un pequeño apartamento para Paul en la planta
de arriba con un pequeño balcón que miraba sobre el patio-jardín y sobre la
tienda.
Llegaron Frankie y Suzanne. Roslyn estaba rebosante de alegría al verlos y
pasó la noche con ellos en la casa de huéspedes en Pondicherry. No querían
estar en Auroville. Querían permanecer en Pondi. Frankie había visitado a Jim
una vez en Auroville y pensaba que era sólo chozas y barro, sin embargo
encontraba Pondi encantador.
Cada vez que Roslyn pasaba la noche en Pondi, siempre veía a Paul, y
normalmente también a Jim, en la Casa India del Café, durante el desayuno.
Suzanne y Frankie estaban ansiosos por ver de nuevo a Jim, así que fueron a
desayunar a la Casa India del Café.
Paul no estaba, ni tampoco Jim. Resultaba extraño. Paul desayunaba
invariablemente allí cada mañana, pues estaba a menos de una manzana desde
su nueva tienda.
Roslyn estaba segura de que le gustaría conocer a Frankie y Suzanne, así
que después del desayuno pasearon hasta la tienda de Paul e hicieron sonar la
campanilla. Les abrió un Jim Bean muy demacrado.
—Paul no estaba en la Casa del Café, así que vine para presentarle a Frankie
y Suzanne, lo siento, no quiero molestarte.
Por la expresión de Jim resultaba obvio que no deseaba verla. Se dirigió a
Frankie: —Lo siento, no podréis conocer a Paul. Ha fallecido la pasada noche.
Frankie preguntó si podía ayudar en algo. Jim pareció agradecido por la
oferta, pero pidió a las mujeres que los excusaran.
Después de meses de trabajo, la tienda estaba a punto de abrir. Roslyn había
estado feliz al ver uno de sus tapices colgado sobre una de las paredes.
Esperaba que alguien pudiera comprarlo. Se lo había dado a Paul en
consignación.
La nueva tienda había sido su última esperanza para ganarse la vida. Había
hecho planes de confeccionar cosas en el bosque y dárselas a Paul para que las
vendiera. Ya le había dado un montón de pequeñas bolsas adornadas con
cuentas. Él había rehusado pagarle por adelantado, pero habían acordado que
podía dejar las cosas en consignación. Él había muerto. La tienda jamás abrió.
Todo lo que había en la tienda fue al Ashram, incluyendo sus pequeñas bolsas
de cuentas y el tapiz. Intentó recuperar sus cosas, y el administrador del
Ashram le dijo que podía llevárselas si le pagaba la cantidad que Paul le había
dado a ella. Ella exclamó: —Pero él no me pagó por ellas. Se las había dado
para que las almacenara en consignación.
—Sí, pero Jim Bean nos dijo que tú debías dinero a Paul.
En efecto, le había pedido prestadas a Paul cien rupias. Él le había
perdonado el préstamo, aunque había rehusado concederle más ayuda
financiera. Ella carecía de cien rupias para recuperar los cientos de rupias que
valía el material que había entregado a Paul en consignación para la tienda.
Afortunadamente el asunto no terminó en un desastre de envergadura. Frankie
le dio gustoso las cien rupias para recuperar sus cosas del Ashram; pero
comentó que había sido mezquino por parte de Jim Bean haber mencionado
que ella debía dinero a Paul. Jim, su dulce crema de helado, se había
convertido en mantequilla rancia.
Caminó hasta la oficina del Matrimandir el sábado por la tarde y le dijeron
que la comunidad ya no podía permitirse darle veinte rupias a la semana. No
era nada personal, simplemente no había dinero. Debía hablar con la
comunidad de Kottakarai para intentar restablecer su cesta. Las personas que
inicialmente habían suspendido su cesta se habían ido; la autoridad la tenían
otros.
Fue y preguntó.
—No, no, lo siento, pero no puedo hacerlo. Ángela me dijo antes de irse
que la comunidad había decidido inequívocamente que ya no formas parte de
la comunidad, y la cesta es sólo para miembros de la comunidad.
—Yo inicié esta comunidad —dijo ella.
—Eso es el pasado. Por favor vete —intervino el marido de la mujer,
intentando proteger a su esposa de las malas vibraciones de Roslyn, que en ese
momento eran terribles.
—¿Sois nazis locos? —les preguntó.
—Por favor, márchate —replicó él—, no quiero tener que echarte.
Se marchó conmocionada por el abismo, la división, que se había
producido entre ella y la comunidad.
Estaba horrorizada con lo que se estaba encontrando. Clamó a la Madre: —
¿Por qué has tenido que irte? Esto no hubiera ocurrido si no te hubieras ido.
Tenía por cierto que la Madre le hubiera ayudado en estas circunstancias, tal
vez la estaba ayudando ahora, aunque no podía verlo.
A la mañana siguiente cuando dejaba el Matrimandir, se le acercó Vasudeva.
—¿Quieres recibir Prosperidad del Fondo del Matrimandir?
Estaba sorprendida. ¿Realmente le estaba ofreciendo ayuda?
—¿Prosperidad incluye dinero? —preguntó ella.
—Siento que no sea una gran cantidad, sólo 150 rupias al mes.
—Estaría muy agradecida —dijo ella—. Me ayudas a pensar que Madre no
se ha ido del todo de este lugar.
Él se rio y siguió su camino.
En adelante, a principios de mes, alguien le traía 150 rupias al bosque.
Ella continuaba trabajando en la Cocina y meditando en el Matrimandir. Jim
había dejado de visitarla, pero sus amigos Frankie y Suzanne continuaban en
Pondi y se veían aquí y allí varias veces a la semana.
Un día estaba sentada en un restaurante de Pondicherry con Frankie y
Suzanne, cuando entró Ananta tambaleándose.
Se abalanzó sobre ella, encantado de verla. Acababa de regresar de USA.
Había abandonado su isla poco antes del fallecimiento de la Madre. Su madre
había caído enferma y la había llevado de regreso a su querida Boston, así ella
podría descansar en paz con sus venerados ancestros. Él quedó abatido por el
dolor durante varios años después de su muerte, así que le había costado un
tiempo recuperarse para regresar a la isla. La isla era un caos.
Alguien le había robado su cocina. Los administradores de Ashram se
habían llevado todo. Él no tenía visado, etc. Desvariaba, y le cogía la mano
como si fuera la última vez en su vida. Ella lo invitó a que se quedara a comer
con ellos. Él estaba demasiado enfermo para comer nada, pero tal vez podría
tomar una cerveza.
Frankie y Suzanne sintieron el alivio de encontrar algo de comedia durante
su estancia en Pondicherry. Todo era admirable, y extremadamente interesante,
aunque ligeramente apagado hasta que Ananta apareció en la fiesta. Estaba tan
taciturno que resultaba divertido, y de alguna forma restablecía algún
equilibrio con la vida del otro lado de la frontera.
Ananta dijo que su cumpleaños sería en un par de días, y los invitó a todos a
la isla. Roslyn, que había sido bastante íntima de Ananta durante un tiempo,
dijo: —Ananta, tu cumpleaños es en marzo.
—Cada mes, el cuarto día de cada luna nueva es la puja de Ananta, mi
cumpleaños. ¿Vendréis? —preguntó con ansia.
—Estaremos encantados de ir —dijo Suzanne dulcemente.
Ananta asió su mano y la miró intensamente. —Creo que me he enamorado
de ti.
Todos prorrumpieron en carcajadas.
Roslyn comenzó a pasar gran parte de su tiempo con Ananta en la isla. A
Bliss no le gustaba Ananta y Ananta no le prestaba mucha atención a Bliss, así
que habitualmente Roslyn iba sola a la isla, y Frankie, o Frankie y Suzanne, se
encontraban allí con ella. Ananta tenía a sus sirvientes que cocinaban unas
comidas exquisitas, pero la vida de la isla giraba alrededor del pequeño
templo.
Cada mañana Ananta iba a sentarse en el templo durante largo tiempo,
haciendo algunas prácticas esotéricas. Varias veces al mes venía el sacerdote y
hacia una gran ceremonia. Había mantras, fuego, frecuentemente músicos, a
veces fuegos de artificio, y finalmente prasad, que usualmente consistía en
varios platos de comida con vino y brandy. Ananta con frecuencia debía ser
llevado a la cama por sus sirvientes. A menudo Roslyn perdía el último
autobús de regreso al bosque y pasaba allí la noche.
La puja consistía en invocaciones místicas a los dioses. Durante la puja la
isla se convertía en un barco que viajaba a través de distantes reinos olvidados
e invocaba a deidades que no habían sido adoradas durante siglos. Los jardines
estaban inmaculados. Era un completo cuento de hadas.
Frankie y Suzanne llevaron a su amiga, la Marquesa de Tal-y-tal, a conocer
a Ananta. Resultó amor a primera vista.
Suzanne partió para Francia. Habían dejado a las gemelas con la madre de
Frankie en Francia antes de ir a India. Habían recibido una carta donde se decía
que las niñas estaban enfermas. Frankie decidió quedarse.
Frankie, Roslyn y la Marquesa de Tal-y-tal hablaron sobre unas vacaciones
en las montañas, en Kodai.
La Marquesa sabiendo que Roslyn carecía de dinero, la había invitado a ir
con ellos como su invitada. Lo mencionaron en presencia de Ananta. Estaban
en la isla bebiendo leche de coco del propio coco, sirviéndose de un tallo de
loto como pajita. Ananta insistió a Frankie y a Roslyn para que se quedaran allí
mientras él le mostraba a la Marquesa su templo. Roslyn se molestó. Era de
nuevo la historia de la-Condesa-en-el-dormitorio.
Esta vez, por lo menos, tenía a Frankie con ella, y se rieron juntos de
Ananta y de la Marquesa.
A la tarde siguiente Frankie se presentó en el bosque. —¡Se han fugado!
—¿Quienes? —preguntó Roslyn.
—La Marquesa y Ananta. Se fueron esta mañana en un taxi hacía Kodai. No
nos han llevado con ellos. Así que, ¡vamos!
—De acuerdo, estoy lista.
Roslyn lo arregló para que Judy cuidara de Bliss, y se fueron con el autobús
a la ciudad y de allí en tren y en autobús a Kodai.
Kodai estaba espléndido. Era una tranquila ciudad en lo alto de una
montaña, construida alrededor de un lago. Había un internado que se parecía
vagamente a uno al que Roslyn había ido en Pennsylvania. La hiedra cubría el
ladrillo de los edificios y tras un agradable muro de piedra se encontraba el
campus. Había una puerta principal en la fachada; sólo que en Kodai estaba
custodiada por un gurkha.
Kodai había sido uno de los enclaves de montaña en donde los británicos se
retiraban durante la estación cálida. Era diferente de cualquier otro lugar que
Roslyn hubiera visto en la India. Incluso los pobres vivían en pequeñas casas
de piedra el lugar de chozas de paja.
Hacía frío en Kodai. Roslyn acababa de hacerse algunos vestidos nuevos
con viejos saris que había adquirido en el bazar. Se los puso uno encima de
otro. Desde la estación de autobús fueron a buscar un lugar donde alojarse.
Tenían muy poco dinero entre los dos. Roslyn no tenía nada y Frankie sólo un
par de cientos de rupias. Estaba a la espera de que Suzanne le enviara dinero
desde Francia. Parecía que cualquier sitio en Kodai era un hotel, o una pensión,
o un alojamiento, pero Frankie decidió que debían estar con Ananta y la
Marquesa, puesto que habían estado de acuerdo en viajar juntos, y que quien
tuviera dinero debía pagar la cuenta.
Roslyn tenía por cierto que Ananta jamás estaría de acuerdo en pagar su
factura, a pesar de que había estado de acuerdo con la idea cuando la estaban
discutiendo, porque lo que él quería era alguien con quien viajar. Obviamente
Ananta y la Marquesa habían huido de ellos para evitar pagar su cuenta.
Frankie insistió que debían alojarse en el mismo hotel y que él los
abochornaría para que pagasen. Únicamente, no sabían dónde Ananta y la
Marquesa se habían alojado.
Frankie dijo que sería fácil descubrirlo y preguntó por el mejor hotel en
Kodai. Finalmente, alguien mencionó "el Carlton", pero de inmediato añadió,
"muy caro".
—Sí, sí —replicó Frankie—. ¿Dónde está el Carlton?
Al pie de la colina pasada la escuela y el lago. Frankie le dijo a Roslyn que
esperara en un pequeño puesto de té, al otro lado de la calle de la puerta de
entrada al Carlton. Se sentó en un banco en el exterior del puesto y pidió un té.
Se sentía bien simplemente estando fuera de Auroville, mirando a los grandes
árboles y notando el aire fresco. La ciudad era tranquila y apacible. Sentada en
el exterior de la pequeña tienda de té podía mirar al lago, una tersa y clara
lámina de agua. Había algunas barcas sobre el lago. La orilla opuesta era una
colina verde. Podía ver algunas casas salpicando la ladera de la colina.
Algunos niños montaban a caballo.
Finalmente, Frankie regresó. —Están ahí —dijo triunfalmente—. Tienen
dos habitaciones en el hotel. Yo he cogido una casita para nosotros. Es
encantadora. Te gustará.
—¿Pero cómo vamos a pagarla? —preguntó ella.
—No te preocupes por eso, estás de vacaciones, disfruta.
Fue feliz de no tener que preocuparse por ello y alegremente lo acompañó a
la casita, que formaba parte del hotel pero en una construcción separada, en la
parte que enfrentaba al lago. Tenía un gran porche soleado, un salón de estar
con una chimenea, una amplia habitación con seis camas, y un baño.
Inmediatamente Frankie hizo sonar la campana que llamaba al sirviente del
hotel y pidió té, tostadas, mantequilla, mermelada, pasteles, encender el fuego,
y algunos baldes de agua caliente para poder bañarse antes de la cena.
Era glorioso. Confortablemente instalados, cómodamente sobre la pequeña
carretera que rodeaba el lago, con vistas al lago, se sentaron y sorbieron su té
y se dejaron llevar por el delicioso escenario.
—Me pregunto qué dirán ellos cuando entremos en el comedor —especuló
Frankie.
—Supón que no están de acuerdo en pagar nuestra cuenta, ¿regresaremos?
—preguntó Roslyn.
—Nos quedaremos todo el tiempo que se queden ellos. No te preocupes.
Limpios y con sus mejores vestidos, fueron al comedor para la cena. Los
residentes en el hotel hacían sus comidas en el comedor, o en bandejas en sus
habitaciones. Como era temporada baja no había mucha gente en el comedor.
El gerente del hotel los recibió calurosamente cuando entraron y los condujo a
la mesa próxima a Ananta y la Marquesa.
Frankie dijo: —Buenas tardes.
La Marquesa y Ananta los ignoraron.
La comida era excelente y estaban hambrientos. Roslyn y Ananta había sido
amigos durante años y ella y Frankie encontraban cómico que el él rehusara
mirarla y decirle "hola". Ella y Frankie se comportaron escandalosamente para
captar la atención de Ananta y la Marquesa. El resto de los huéspedes estaban
lo suficientemente lejos como para no resultar molestados, y Frankie,
aparentemente, había encantado completamente al gerente del hotel, que
parecía feliz de tenerlos como clientes.
Después de los postres, una completa colección de cosas riquísimas, del
café y del brandy, regresaron a la casita, con un sirviente del hotel caminando
delante de ellos con una linterna para alumbrarles el camino, aunque la noche
era clara y despejada. Después de meses de dormir sobre una estera de bambú
en un fragmentado suelo de bambú, Roslyn se sintió feliz, como si hubiera
muerto y hubiera subido al cielo, cuando se metió en el lecho grande y suave,
entre sábanas limpias, bajo una pila de mantas.
Pasaron tres semanas en el Carlton. Veían a la Marquesa y Ananta cada día,
en el comedor a la hora de la comida y de la cena, o cuando iban a remar al
lago, o paseaban por el jardín de rosas, o por las montañas. Ananta y la
Marquesa pasaban la mayor parte de la tarde y de la noche en el bar. Jamás
dijeron ni una palabra a Frankie y a Roslyn. Había algunos amigos de la madre
de Ananta viviendo en Kodai, que con frecuencia cenaban con ellos. Ananta y
la Marquesa conservaron el taxi que los había traído desde Pondi durante todo
el tiempo que permanecieron en Kodai, y jamás ofrecieron a Roslyn y a
Frankie subir a él.
Ananta y la Marquesa parecían como una pareja en luna de miel. Tenían
habitaciones separadas pero contiguas. Uno de los sirvientes de Ananta se
alojaba con él.
Ananta y la Marquesa bajaban del brazo al comedor para el desayuno por la
mañana. Luego regresaban del brazo a sus habitaciones, después del desayuno,
de la comida y de la cena, pasando el día juntos, completamente absortos el
uno en el otro, y nunca, ni una sola vez, reconociendo a Frankie o a Roslyn; a
pesar de que comían en mesas vecinas tres veces al día.
Un día, Roslyn dijo a Frankie: —Me pregunto qué ocurrirá hoy. Es el
cumpleaños de Ananta, el que únicamente ocurre una vez al año.
Ananta y la Marquesa estaban allí como de costumbre para el desayuno y
para la comida. Roslyn le dio a Ananta una rosa y le deseo un feliz
cumpleaños. Él le sonrió como si no pudiera recordar su nombre, y asintió
con la cabeza dirigiéndose a ella, como reconociendo vagamente su existencia.
Roslyn y Frankie fueron al comedor para la cena. El comedor estaba
siempre exquisito, cada una de las mesas con sus planchados manteles blancos
y sus servilletas. La Marquesa y Ananta tenían dos señoras como invitadas para
la cena: una inglesa y una señora de Boston. El comedor estaba iluminado con
velas. La luna llena brillaba sobre el lago.
Roslyn y Frankie entraron en el comedor y fueron conducidos a su mesa, al
lado de Ananta y la Marquesa. El resto del comedor estaba casi vacío. Frankie
dijo: —Bonsoir, y fue ignorado.
Ellos estaban sentados, fumando cigarrillos y esperando el postre, cuando
con gran aparato el Gerente del hotel, acompañado de dos camareros
completamente uniformados, obsequió a Ananta con una espléndida tarta de
cumpleaños.
Todo el mundo cantó "Porque es un muchacho excelente" y "Cumpleaños
feliz". Ananta se puso en pie dignamente, balanceándose ligeramente,
completamente borracho.
Ananta dijo a la Marquesa: —No sé qué hacer.
Ella replicó: —Formula un deseo y sopla las velas.
Él se balanceaba hacia atrás y hacia adelante sobre la tarta. La cera de las
velas goteaba sobre el pastel.
Dio un gran soplido y las velas se apagaron.
Él se derrumbó sobre su silla.
—Ahora tienes que cortarlo —dijo la Marquesa.
—¡No sé cuántos pedazos cortar! —dijo con una gran voz resonante.
—Creo que cuatro serían suficientes —dijo ella.
Él cortó cuatro pedazos del enorme pastel. A Roslyn y Frankie, en la mesa
de al lado, les sirvieron su pudin y su café.
Frankie dijo con una voz incluso más potente que la de Ananta: —¡Ésta de la
tarta sí que es buena!
El comentario de Frankie hizo que a Roslyn le diera un ataque de risa. Las
cuatro personas de la mesa de al lado comían pastel, y cuando hubieron
terminado, tres cuartas partes de la tarta estaban todavía intactas.
La Marquesa hizo una señal al Gerente para que viniera, limpiara la mesa y
envolviera el resto de la tarta en un paquete para la señora inglesa; quien, al
principio protestó, pero luego dijo que era un pastel tan delicioso y que tenía
invitados a tomar el té al día siguiente, por lo que estaría encantada de
aceptarlo.
De nuevo, Frankie dijo: —¡Ésta de la tarta sí que es buena!
Roslyn carcajeó. Dieron un paseo de vuelta a la casita.
A la mañana siguiente Roslyn estaba ociosamente perezosa en el soleado
porche esperando a Frankie para ir a desayunar.
Frankie llegó con apresuramiento, todo disgustado. —Se han marchado. He
ido a dar un paseo esta mañana y me he dado cuenta de que el coche ya no
estaba. Pregunté en recepción y pagaron la cuenta ayer y han salido temprano
esta mañana.
—¿Y qué pasa con nuestra cuenta? —preguntó Roslyn.
—Han pagado una parte, pero queda una deuda pendiente de doscientos
dólares —replicó Frankie.
—¿Qué podemos hacer?
—No te preocupes. He hablado con una vieja amiga de mi madre en
Madrás, en la Sociedad Teosófica, y estuvo de acuerdo en enviar hoy mismo la
cantidad telegráficamente. Llegará aquí mañana.
Así que tenían un día más en el Paraíso. El dinero prometido llegó a la
mañana siguiente, pero entonces el Gerente les informó de que la factura por
el día extra no quedaba cubierta por los doscientos dólares. Roslyn tenía una
gran cadena de oro que había comprado años antes y que había presentado a la
Madre para que la bendijera. La llevaba puesta constantemente. No había
alternativa: la llevó a un banco en Kodai y la empeñó. Frankie prometió
reintegrarle el dinero.
Regresaron a Pondi. Frankie decidió que había llegado el momento de
reunirse con Suzanne y los niños en Francia y Roslyn regresó a su cápsula,
Bliss y Auroville.
Era abril. Una nueva estación cálida había comenzado.
El Bharat Nivas había sido una obra superflua y difícil de mantener durante
años. La construcción comenzó en 1971 y finalizó en 1972 cuando se acabó el
dinero. Un vigilante pagado por la Sociedad Sri Aurobindo cuidaba de dos
grandes edificios sin terminar. La comunidad decidió que se necesitaba ese
espacio y que debería ser utilizado por la comunidad. Se decidió hacer una
exhibición de las artes de Auroville en el gran edificio circular.
Roslyn contribuyó a la exhibición con uno de sus tapices. Por la tarde se
colgaron todas las pinturas, y otros objetos de exhibición, sobre los muros,
etc., y un auroviliano permaneció para cuidar de todo, con todos los objetos de
arte en el gran edificio inacabado. En la mitad de la noche, el vigilante llegó y
le golpeó.
Al día siguiente cuando todo el mundo llegó para ver la exposición se
enteraron de lo que había ocurrido y todos estuvieron encolerizados de que el
vigilante, pagado por la Sociedad Sri Aurobindo, atacara y golpeara a un
auroviliano dormido. Había que hacer algo. Se necesitaba un plan de acción,
preferentemente uno que no les llevara a acabar todos en prisión.
Se decidió convocar una huelga de hambre bajo el Baniano.
Todo el mundo fue invitado a participar. Los aurovilianos se sentaron
juntos bajo el Baniano, el árbol situado en el centro de Auroville, que Madre
había dicho representaba "Unidad", y decidieron permanecer hasta que
ocurriera algo para detener a la Sociedad en su prepotencia sobre Auroville.
Roslyn no estaba contra la Sociedad Sri Aurobindo per se, pero no podía
aprobar que hubieran golpeado a un auroviliano dormido. Acababa de leer "La
Materialización Divina". Hacia el final del libro dice: "Si hay algo que puedas
hacer para apresurar tu transformación, ¡hazlo!"
Estaba muy claro.
No estaba haciendo gran cosa sentada sola y famélica en el bosque. Decidió
unirse al resto de la comunidad bajo el Baniano, sentarse y pasar hambre junto
a ellos. Fue caminando hasta el Baniano por la tarde, llevando unas pocas
cosas en su mochila, por si la huelga de hambre duraba varios días, vistiendo
una larga capa de ganchillo que podría también servir como cubierta durante
la noche y al amanecer. Había unas ochenta personas en esterillas bajo el
Baniano. A la mañana siguiente estaban únicamente cincuenta, y en la mañana
del segundo día únicamente estaban treinta, pero esas treinta personas
permanecieron allí durante diez días.
Cada mañana Roslyn veía a Jim Bean y a Vasudeva caminando alrededor
del Matrimandir. Cada mañana y cada tarde ella subía hasta la primera
plataforma de hormigón del Matrimandir y se concentraba en su mantra.
Algunos le preguntaron qué estaba haciendo allí. Creían que ella estaba con
la Sociedad.
Fue capaz de explicarles que no estaba allí por la Sociedad, pero que
tampoco estaba en contra de la Sociedad. Estaba por Auroville, y sentía que lo
que se estaba haciendo pertenecía a lo viejo. Se necesitaba algo nuevo.
Creía que si Auroville estuviera unido, la Sociedad sencillamente
desaparecería.
Durante el tercer y el cuarto días, la escena bajo el árbol transcurrió muy
relajada. Algún tipo de comunidad espiritual estaba emergiendo. No había
discusiones, ni palabras duras, ni estrépito. Durante diez días, treinta personas
vivieron juntas al raso bajo el árbol. Transcurridos los cinco primeros días, se
recibieron desde Francia unos comprimidos especiales de vitaminas, y cada
día cada uno de los participantes recibía una, como una comunión de la
sagrada forma.
Una persona que pasaba preguntó a Roslyn si estaba haciendo "dieta" bajo
el árbol.
Ella no estaba muy interesada en lo que la gente estuviera diciendo. Sentía
que Auroville estaba convirtiéndose realmente en una comunidad espiritual, en
donde las personas se unían no contra la Sociedad, sino que habían venido y se
mantenían juntas por una profunda conexión interior, como amor.
Era muy hermoso. Había una vasta y poderosa paz. Había un profundo
compromiso entre las personas que se sentaban bajo el árbol durante diez días
sin comer nada. Roslyn se quedó pasmada cuando el último día llegó un
hombre desde Delhi, delgado, elegante, de cabello blanco, vestido de blanco, y
se sentó con ellos y les preguntó qué querían.
La primera persona en hablar fue Jose. —La Sociedad Sri Aurobindo es una
pandilla de sinvergüenzas —dijo.
Roslyn se sintió como si le hubieran dado un puñetazo en el estómago.
Habían estado todos tan unidos, limpiamente, amablemente, felizmente,
pero cuando el hombre de Delhi apareció, todo el mundo estaba de vuelta en
donde estaban antes de tomar la decisión de la huelga. ¡Qué estupidez! Recogió
sus pertenencias y salió hacia el bosque, deteniéndose de camino en la cocina,
atiborrándose con un pastel de vegetales sentada al lado del mostrador
mientras esperaba a que le sirvieran la cena. Envolvió un par de piezas bajo su
longi para más tarde y se marchó.
—¿Terminó la huelga? —preguntaron los trabajadores de la cocina.
—Son para mí —replicó ella, masticando y degustando la deliciosa comida.
Durante aquellos diez días había hecho buenos amigos.
Shankar había decidido trasladarse al centro y pidió a Roslyn que le
ayudara a montar un taller para Auroville. Prometió venir y trabajar con ella.
Harían cosas bellas, pero muy baratas, así todo el mundo podría tener cosas
hermosas.
Con la ayuda de Shankar, hacia el final del verano le fue otorgada una gran
habitación que nadie utilizaba en Revelación, para un taller, una habitación de
verdad, no una choza. Aurosarjan regaló al taller una máquina de coser de
segunda mano y le vendió algunos vestidos, pero le dio crédito para que
pudiera pagarlos conforme fuera vendiendo todo lo que le había adelantando.
Hacía ya dos años que había regresado de USA. Le había costado dos años
comenzar el taller que había planeado el mismo día de su regreso a Auroville.
Parecía que las cosas eran mucho más difíciles sin Madre en su cuerpo físico
en Pondicherry.
Ramchendran, viejo amigo de Roslyn, se había hecho sastre. Lo invitó a que
se uniera a ella. Él se sentaba a la máquina y ella se sentaba en el suelo,
cortando y terminando a mano los kaftanes que habían decidido hacer con las
bellas telas hechas en el telar manual que había adquirido Aurosarjan.
En ese momento, puntualmente, Shankar se trasladó al taller con todas las
máquinas y trabajadores de su pequeño taller cerca de Aspiración. Había
convencido a Sally, una tejedora americana, para que se uniera a ellos y tejiera
telas para ellos.
Roslyn era muy feliz. El taller ronroneaba. Tejían bellas telas con las que
hacían bolsas y kaftanes, cosas hermosas. Había varios sastres trabajando para
un pedido de Bangalore, de camisetas de algodón baratas. Un sastre podía
confeccionar cuatro o cinco al día y se le pagaba por pieza terminada.
Roslyn decía que no estaba interesada en el dinero, lo único que quería era
hacer cosas hermosas, y dejó la dirección completamente en manos de
Shankar. Una mañana Roslyn llegó al taller antes de la hora de la comida.
Cuando iba a salir para el almuerzo, Shankar la detuvo.
—Puedes irte —dijo.
—¿Qué?
—Vete.
—¿Qué quieres decir? —preguntó ella.
—Tú te vas. No tienes nada que hacer aquí a partir de ahora.
Tuvo que hacer un esfuerzo para no enfurecerse.
—¿Puedo al menos entrar y coger mi cesta de costura?
—Sí, coge tus cosas y vete.
Entró en el taller. Nadie la miraba.
Recogió sus cosas y caminó hacia Sally que estaba sentada en su telar.—
¿Cómo te sientes con esto? —preguntó a Sally.
No obtuvo respuesta.
Completamente destrozada se fue de vuelta al bosque con su cesta de
costura.
Al día siguiente hubo una asamblea. La comunidad citó a Madre diciendo,
"el Matrimandir será el alma de Auroville". La comunidad de Auroville había
ya rehusado aceptar ninguna ayuda de la Sociedad Sri Aurobindo. Ahora la
comunidad creía que en adelante no debían aceptar ayuda de Vasudeva ni del
Fondo del Matrimandir, porque Vasudeva decía que Auroville no debía pedir
al Gobierno de la India que se involucrara en la batalla contra la Sociedad Sri
Aurobindo.
La comunidad estaba convencida de que la Madre proveería los medios
para continuar y completar el Matrimandir. El Matrimandir era el ser psíquico
y no debía ser contaminado por el contacto de Vasudeva. Roslyn no podía
comprender esto en absoluto. Madre había señalado claramente a Vasudeva
como Su secretario para Auroville.
Roslyn caminó de regreso al bosque. Los niños tamiles que estaban
viviendo allí en la cabaña del vigilante le dijeron que no se había recibido la
cesta de Silencio. Había oído hablar de la Senda Soleada, pero ella debía
haberse extraviado en una de las revueltas del camino, puesto que sentía que se
encontraba subida a un tobogán que resultaba nauseabundo.
Cómo construir una cápsula
CAPÍTULO XVI

NEGOCIOS

Mas existe un poder que protege, hay Manos que salvan,


divinos ojos calmos contemplan la humana escena.
Todas las posibilidades del mundo aguardan en el hombre
como el árbol aguarda en la semilla:
su pasado vive en él; conduce el paso de su futuro;
sus actos presentes moldean el destino que se aproxima.
Dioses nonatos se esconden en su casa de Vida.
"Savitri" de Sri Aurobindo
OSLYN recibió un cheque de Frankie para recuperar su collar del banco
R en Kodai. Estuvo encantada de tener una excusa, y los recursos
necesarios, para dejar el sombrío bosque durante unos cuantos días. Corrió a
tomar el autobús de la aldea hasta Pondi para hacer efectivo el cheque antes de
que cerrara el banco. Luego otro autobús a Villupuram. Desde allí, esa misma
noche, tomó un tren para Kodai.
Por la mañana rescató su cadena de oro con el símbolo de Auroville.
Quedaban rupias suficientes para quedarse en un alojamiento barato unos
pocos días. Kodai estaba hermoso en el otoño, bajo la lluvia. Una noche hubo
un ciclón y a la mañana siguiente no había electricidad. Los árboles habían
caído por todas partes. Un colosal eucalipto había caído sobre el pequeño
establecimiento de té, frente a la entrada del Carlton, dejándolo completamente
aplastado.
Los días que no había lluvia paseaba por las montañas y encontró
maravillosos lugares en donde sentarse y disfrutar de la panorámica de los
llanos. Resultaba apacible. Podía olvidarlo todo y permanecer absorta en las
hermosas laderas y en la contemplación de la llanura en la lejanía.
Pensamientos y recuerdos la asaltaban y ella trataba de ignorarlos,
concentrándose en el hermoso mundo que la rodeaba.
Una mañana lluviosa decidió dejar Kodai y visitar a Panditji en
Rameshwaran antes de regresar a Auroville. Tomo un autobús desde Kodai a
Madurai.
A la mañana siguiente llegó a Rameshwaran y se dirigió directamente a la
pequeña casa que Panditji utilizaba como casa de huéspedes para sus
discípulos. Era una casa tamil tradicional, con varias habitaciones alrededor de
un patio central, a la que se accedía recorriendo la calle que parte del muro
norte del gran templo. Se sorprendió de encontrar allí a Joe y al resto de todos
los discípulos aurovilianos de Panditji.
—¿Qué hacéis todos aquí? —preguntó.
—¿Qué haces tú aquí? —replicaron ellos.
—Sencillamente sentí que debía venir a Rameshwaran en mi camino de
regreso a Auroville.
—Aquí no hay habitación para ti.
—Está bien. Tenía previsto regresar en el tren de la noche, pero ¿por qué
estáis todos aquí?
—Queríamos consultar a Panditji qué hacer con Víctor y su progrom
antitántrico.
—¿Y qué ha dicho?
—Dice: —"Víctor es simpático".
—¿Qué? Después de toda la mierda que Víctor ha dicho sobre Panditji.
—Víctor es simpático. Es todo lo que Panditji dice.
—Justo la pasada semana fui expulsada de mi taller. Mi cesta ha sido
cortada de nuevo. Supongo que es porque Víctor dice que soy una bruja
tántrica. ¿Y nada más?
—No sabemos. Panditji pregunta por qué la gente nos lo hace pasar tan mal
por practicar. ¿Cómo saben ellos que practicamos? No hemos hablado de
nuestras prácticas.
—Víctor me asocia con Panditji porque me vio con él.
—Ese es tu problema, no el nuestro. Tenemos que prepararnos para
encontrarnos con Panditji para la puja.
—Yo también voy —dijo ella.
La miraron, vestida con varias capas de vestidos hechos con viejos saris
que había estado llevando durante una semana.
—¿No crees que deberías asearte un poco?
—Desde luego —dijo ella—. Por eso me detuve aquí antes de ir a Panditji.
Tomó un baño y lavó la mayor parte de sus vestidos. Se puso el kaftán que
se había confeccionado en el taller y siguió a los demás para la puja de
Panditji.
Panditji estaba radiante.
Parecía muy complacido de ver a Roslyn. Se interesó por Bliss. Le preguntó
si estaba en la escuela. Roslyn dijo: —No.
—¿Por qué no? —preguntó él.
—No hay escuelas en Auroville
—La estás echando a perder. No deberías echarla a perder.
—Panditji, ahora Auroville es muy difícil para mí —dijo Roslyn.
—Sí, sí. Lo sé. ¿Cómo está Dhyan?
—No lo sé. Rehúsa verme. Víctor le prohibió que me viera.
—Sí, sí. Víctor es simpático.
—No es simpático. Está causando terribles problemas a cualquiera que
asocia contigo.
—Deberías permanecer tranquila. Debes aprender a permanecer muy
tranquila.
Salió para dirigirse a la habitación de la puja. Hizo una larga e intrincada
ceremonia, limpiando todas las figuras, recitando mantras, haciendo sonar
campanillas y ofreciendo flores. Los discípulos se sentaban con sus malas
haciendo japa silenciosamente. Finalmente, salió de la sala de la puja y
distribuyó bananas a todos los presentes. Estaba de muy buen humor, riendo y
bromeando. Invitó a todos a quedarse para la comida. Todos disfrutaron de la
deliciosa comida que su esposa había preparado para ellos. Después
regresaron a la casa de huéspedes para que Panditji pudiera descansar. Roslyn
le dijo a Panditji que se marcharía en el tren de la tarde. Le pidió por favor que
hiciera algo por ella.
—No te preocupes —respondió.
Llegó de regreso a Auroville a la mañana siguiente. Por la tarde fue a la
Cocina de la Unidad para la cena. Varias personas se aproximaron a ella y le
dijeron que en adelante no era bien recibida para tomar allí sus comidas.
La comunidad había decidido rehusar todas las contribuciones provenientes
de Vasudeva y del Fondo del Matrimandir, y ella estaba recibiendo Prosperidad
del Fondo del Matrimandir, así que ya no era bien recibida en la comunidad.
—Si rehúso aceptar las ciento cincuenta rupias al mes de Vasudeva, ¿me
daréis vosotros ciento cincuenta rupias al mes? —preguntó.
—Esa no es la cuestión —replicaron ellos.
—Pero yo tengo a mi cargo una vieja ama y tres niños.
—Ese no es nuestro problema —replicaron.
Caminó de regreso a su cápsula, derrotada. Hacía ya más de dos años que
había regresado de USA. Había trabajado continuamente durante ese tiempo en
la Cocina de la Unidad. Había trabajado duramente. Ya no era bien recibida en
la Cocina. Ya no era bien recibida en su taller. No sabía qué hacer.
Continuó caminando hasta el Matrimandir todas las mañanas y todas las
tardes, pero ya no se sentía libre de detenerse en la Cocina. Bliss le dijo: —
Mamá, no estoy teniendo una educación adecuada.
Roslyn estaba angustiada. No sabía qué hacer o a dónde dirigirse.
Fue al Ashram en Pondicherry y les suplicó que aceptaran a Bliss en la
escuela. Rehusaron, diciendo: —Madre dijo que la Escuela del Ashram no es
para los niños de Auroville.
Ella insistió e insistió, intentando que aceptaran a Bliss. Ellos rehusaron. Al
final, alguien le sugirió que escribiera a la Escuela del Ashram de Sri
Aurobindo en Nueva Delhi. Cabía la posibilidad de que pudiera obtener la
admisión de Bliss.
Escribió y recibió una contestación muy amistosa invitándola a llevar a
Bliss a Delhi, insistiendo en que Roslyn permaneciera allí con ella durante un
mes. Después, si Bliss se había adaptado a la escuela, podía quedarse. Roslyn
pidió a Vasudeva algún dinero para llevar a Bliss a Delhi. Finalmente él le
proporcionó lo necesario para los billetes del tren.
A Roslyn le habían asegurado que la escuela era un colegio de nivel medio
inglés y una escuela internacional. Resultó aparente de inmediato que los niños
eran indios del norte y que el hindi era el idioma que todo el mundo utilizaba
dentro y fuera de las clases. Bliss no sabía una palabra de hindi. También
estaba por detrás de los otros niños de su edad en matemáticas.
La señora al cargo de la escuela, que había trabajado con la Madre en la
Escuela del Ashram en Pondi antes de comenzar la escuela del Ashram en
Delhi, dijo: —Está bien, no tiene importancia.
A Bliss le fue asignada una cama y una taquilla en un dormitorio con otras
quince chicas de ocho a dieciocho años de edad. A Roslyn le asignaron una
pequeña habitación. Hacía frío en Delhi durante el invierno, pero únicamente
había agua fría para bañarse. Roslyn se ponía la mayor parte de sus vestidos
con el kaftán encima, e incluso dormía con ellos, para estar caliente. Lavaba
las cosas por la tarde y esperaba que se secaran durante la noche para poder
llevarlas al día siguiente.
Todos los chicos llevaban uniforme durante las clases. Las chicas llevaban
faldas plisadas y blusas blancas. El uniforme de invierno consistía además en
un jersey y una chaqueta. Roslyn no podía imaginar cómo iba a adaptarse Bliss
al programa.
No tenía ni un minuto libre a lo largo del día para ella misma. La jornada
comenzaba a las 6:15 en el campo de deportes con hata yoga reglamentario.
Después tenía cinco minutos para cambiarse al uniforme de la escuela. Había
media hora para el desayuno. Tras el desayuno, había quince minutos para
hacer sus camas y limpiar las habitaciones antes de la asamblea a las 8 a.m.
Después tenía clases hasta el mediodía. Todos los niños comían en el comedor.
Había más clases después de la comida hasta mitad de la tarde. El resto de los
niños tenían dos horas libres por la tarde entre su última clase y la
participación reglamentaria en el programa de deportes. Bliss tenía una hora
con un tutor de hindi y otra con un tutor de matemáticas.
Todos los chicos comían en el comedor. La comida era saludable comida
vegetariana extremadamente insípida.
A Roslyn la escuela le parecía una prisión, pero no decía nada a Bliss que
parecía preparada para aceptarla.
Bliss había estado dando vueltas por Auroville, libre como una abeja,
durante dos años, pero por alguna razón se acomodó inmediatamente a la
disciplina y a la rutina de la escuela. Hacia final de mes, Bliss estaba
suficientemente cómoda en la escuela, y confiada de que finalmente podría
ponerse al día con sus compañeros de clase, incluso en matemáticas y en hindi.
No pareció importarle que Roslyn se marchara. Los gastos de la escuela eran
mínimos. La dirección de la escuela había escrito a la abuela de Bliss, la madre
de Roslyn, que había estado de acuerdo en correr con los gastos de un año.
Envió una carta a Roslyn diciendo: "Yo eduqué a mis hijos y esperaba que
ellos se preocuparon por los suyos. He enviado dinero a la Escuela del
Ashram de Delhi para este año, pero no esperes que lo haga de nuevo el año
próximo”.
Roslyn tomó el tren de regreso a Madrás sintiéndose más perdida y
abandonada que nunca. Bliss había sido su constante compañera y amiga, y
ahora sólo la vería dos veces al año, en vacaciones. También debía encontrar
el dinero para los gastos de la escuela del próximo año.
Debía conseguir un taller disponible. Debía ganar dinero, pero no sabía
cómo cambiar la situación. Era una marginada. Todos los kaftanes que había
hecho en su taller antes de juntarse con Shankar se habían vendido, pero el
dinero se había invertido en el taller, eran para Auroville, no para ella.
Shankar hubiera enfurecido si se hubiera hecho un kaftán para ella.
La comunidad simplemente rechazaba a aquellos que se habían ganado la
repulsa colectiva. Era un tiempo de confusión. La comunidad rehusaba tramitar
los visados de aquellos que habían sido declarados "fuera de casta". La mayor
parte de los fuera de casta había sido aceptados por la Madre en Auroville y
simplemente habían rehusado dejar de hablar a Vasudeva.
Nadie hablaba con Roslyn cuando regresó. La mayor parte del resto de los
fuera de casta vivían al otro lado de la ciudad y rara vez los veía. Cuando se
dirigía al Matrimandir cada mañana y cada tarde, y luego de regreso al
bosque, nadie de quienes se encontraba en el camino la saludaba, ni siquiera la
miraba. Si ella les saludaba o les sonreía ellos miraban hacia otro lado, o
simplemente a través de ella, como si fuera un fantasma y ellos estuvieran
mirando al vacío cuando se cruzaban con ella.
Pasaron los meses.
Empleaba la mayor parte del día sentada en su cápsula bordando sobre un
intrincado colgante de pared, o trabajando en pequeñas bolsas de cuentas de
cristal. A veces por la mañana en el Matrimandir veía a Jim Bean.
Ocasionalmente él le dedicaba una sonrisa o le daba una flor, aunque
habitualmente la ignoraba. A veces cuando pasaba delante de la Cocina, no
había nadie. Cogía apresuradamente algunos trozos de pan o algunas bananas.
Cuando no había dinero ni comida, los dos chicos tamiles llegaban a ella
preguntando: —¿Qué como?
Cualquier cosa que tuviera, se la daba. Si no tenía nada, ellos compartían el
hambre con ella. Las pequeñas bolsas con cuentas que había hecho
desaparecieron. No tenía dinero para adquirir más materiales para hacer
nuevas bolsas. Si tenía dos rupias, enviaba a los chicos a la aldea para que
trajeran puris y té del puesto de té. Si no tenía dinero, el puesto de té le daba
crédito durante algunos días.
Se sentaba y bordaba durante todo el día, completando menos de medio
centímetro del complicado diseño cada día, y después caminaba hasta el
Matrimandir para la concentración de la tarde en su mantra.
Estaba apurada. Cada mes había algunos días en los que no había nada para
comer. Estaba más delgada que cuando tenía dieciséis años. Un día, un amigo,
otro fuera de casta, le entregó ciento cincuenta rupias del Fondo del
Matrimandir. Sus pies y sus piernas estaban cubiertos de llagas infectadas.
Miraba a sus propios pies desnudos y decía, internamente, a Madre: "Auroville
necesita zapatos".
Puesto que no tenía dinero para comer inició un ayuno.
Después de un par de semanas comenzó a sentirse aturdida, y olía terrible.
También se sentía horrible. Su lengua estaba sucia. Alucinaba sobre días
mejores mientras se sentaba con su bastidor de bordar dando pequeñas
puntadas. Se sentía más sola que nadie vivo se hubiera sentido jamás. Se
preguntaba cuánto tiempo tardaría en morir de inanición.
Alguien había robado la mayor parte de sus vestidos y de sus sábanas. Tenía
dos piezas para vestirse. Ambas consistían en dos trozos de tela amarilla con
un agujero en medio para la cabeza.
Llevaban lazos a los lados. Ataba las cintas de la pieza posterior con las de
la pieza frontal. El armario de la despensa había desaparecido en el interior de
la casa de Gary con los pocos objetos amables de California dentro. Cuando le
preguntó a Gary por ellos, le dijo que había dado todo lo que había en el
interior del armario para su venta en la Tienda Libre.
Se sentía como un fantasma viviente. Los chicos tamiles desaparecieron
cuando estuvo claro que no había comida. La mujer anciana, Dosama, venía
cada día a la cápsula y se quejaba de hambre. Roslyn la ignoraba. No había
nada que pudiera hacer para ayudarla. También ella estaba hambrienta, pero
intentaba no pensar en ello. No podía leer. Pasaba muchas horas mirando cómo
crecía lentamente el pequeño mango frente a su cápsula, e imaginaba cómo
sería la plantación de mangos en unos cuantos años, llena de árboles con sus
frutas maduras.
Finalmente, en el día vigesimotercero, caminaba de vuelta desde el
Matrimandir a través de la comunidad de Sinceridad. Un australiano pelirrojo,
Tas, con quien nunca había coincidido, aunque había oído hablar de él, la
saludó y la invitó a tomar el té. Después de que Shankar hubiera echado a
Roslyn del taller, había invitado a Tas y a su compañera de pelo plateado,
Kwan Yin, a trabajar con él. Juntos habían desarrollado un nuevo producto,
zapatos de ganchillo. Habían sido incapaces de congeniar con Shankar así que
habían dejado el taller y estaban haciendo los zapatos en su casa.
Roslyn se preguntó si había llegado al final de su prolongada noche oscura
del alma cuando Tas la invitó a tomar té. —¿No os atemoriza que os echen de
Auroville si me ofrecéis una taza de té? —replicó ella a su invitación.
—Eso no es más que un montón de sinsentidos —replicó él.
Kwan Yin la recibió efusivamente. —He estado deseando hablar contigo
desde hace tiempo. Te veía pasar por aquí caminando cada tarde y finalmente
le pedí a Tas que te invitara a tomar el té.
—Gracias. No he comido nada desde hace veintitrés días.
—¿Por qué no?
—No tengo dinero alguno.
—Esto es Auroville.
—Yo soy una sin casta.
—¿Qué hiciste para convertirte en una sin casta?
—No soy miembro del club de fans de Víctor.
—Nosotros tampoco.
—Sí, pero vosotros no sois unos sin casta.
—No. Somos independientes. Confeccionamos zapatos y los vendemos. No
comemos en la Cocina Central y pagamos por nuestra cesta de Pour Tous.
Hemos oído decir que eres una magnífica artesana y que haces cosas bellas.
¿Te gustaría trabajar con nosotros?
—Estaría encantada, pero eso sería un problema para vosotros, lo siento.
—Podemos arreglarlo.
—¿Lo dices en serio? —preguntó Roslyn asombrada de que esos dos
jóvenes encantadores quisieran ser amigos suyos a pesar de la política
colectiva de tratarla como si fuera una leprosa.
—Sí ¿por qué no? Ven y trabaja con nosotros.
Hablaron y hablaron, sobre Auroville y sobre otras cosas, y bebieron
pucheros de té hasta tarde en el atardecer. Acordaron que sería mejor si ella
continuaba trabajando en su cápsula durante el día, pero cada tarde, después de
su concentración en el Matrimandir, se detendría allí y tomarían el té, y
cenarían y hablarían y hablarían y hablarían. En ocasiones discutían sobre
técnicas de artesanía.
Auroville recibió una nueva carta de Víctor.
"Buenas noticias desde Delhi... inesperadas. Me parece a mí que lo primero
que hay que hacer es detener cualquier infiltración de dinero dentro de
Auroville a través de conductos no reconocidos. Porque eso son las semillas
de la subversión y de la división en Auroville.
"Estoy pensando particularmente en aquellos que reciben dinero de
Vasudeva. Eso es una fuente de traición y de división. Allí hay posiblemente
otros que vosotros conocéis mejor que yo. La Cooperativa de Auroville
debería ser la única fuente de dinero para Auroville.
"Debemos sacar ventaja de esta breve tregua que nos han dado y establecer
una sólida fundación. El primer acto legislativo de Auroville debiera ser
establecer un código material, dando las condiciones materiales y cualidades
requeridas para pertenecer a la comunidad de Auroville, según el ideal y las
condiciones espirituales establecidas por la Madre. Si aceptáis estas
sugestiones que os hago, se cerrará la puerta a un número de elementos
dudosos o indeseables.
"Incluso pudiera ser bueno invitar a esos indecisos o ambiguos elementos a
declarar públicamente en dónde están respecto a los asuntos materiales que
conformarían el código práctico de Auroville. Pedirles una respuesta.
Forzarlos a elegir. Ya no debe haber por más tiempo el menor pretexto para la
división. No confundáis un camaleón con un pingüino.
"Los asuntos espirituales pueden permanecer vagos y confusos, pero la
materia es muy exacta e imperativa; deberían ser unos pocos puntos materiales
claramente concebidos y expresados de los que nadie pueda pasar
escabulléndose. Ahí es donde todas las fuentes de división pueden ser cortadas
de raíz.
"Debe existir un órgano central y centralizante con el poder de actuar sobre
algunos puntos materiales generalmente aceptados. Esos puntos deben ser
reconocidos y aceptados también por los Administradores de Auroville.
"He aquí los puntos para un código material: a) No posesiones personales.
b) No manipulación financiera fuera de los canales reconocidos, y no
Prosperidad proveniente de Vasudeva. c) No beneficios comerciales para uso
personal. d) No actividades que perjudiquen la unidad de Auroville, y no
contubernio con la Sociedad Sri Aurobindo o la Fundación del Matrimandir. e)
No drogas."
Roslyn y sus amigos Kwan Yin y Tas se reían mientras lo leían en las
Noticias de Auroville.
Madre había dicho: "No hay normas en Auroville y mientras no haya
normas habrá esperanza".
Roslyn y Kwan Yin y Tas se reunían cada tarde en la pequeña choza de
Kwan Yin y tomaban té y hablaban. Cada día tenían cosas que enseñarse los
unos a los otros, cosas que habían hecho. Los zapatos de ganchillo se estaban
vendiendo como bollos recién hechos. A veces clientes o aurovilianos se
encontraban allí por la tarde y se unían a ellos alrededor de la pequeña mesa
redonda bebiendo pucheros de té y riendo.
Los vecinos de Kwan Yin, particularmente Shankar, se quejaban de que
estuviera recibiendo a Roslyn en su casa. Acusó a Kwan Yin de colaborar con
el enemigo y sugirió que se fuera de Auroville.
Roslyn decidió acudir a una asamblea de la comunidad para afrontar el
asunto.
La asamblea todavía no había comenzado cuando Roslyn entró en la sala.
Shankar se levantó de un salto y dijo: —O se va ella o me voy yo.
Muchos entre el resto de las personas de la asamblea se levantaron y
dijeron: —Nos vamos con él.
El moderador de la asamblea pidió a Roslyn que se fuera.
—¿Por qué? —preguntó ella.
—Porque si tú no te vas se irán todos los demás —dijo alguien.
Shankar dijo: —Me voy. Se dirigió hacia la puerta y muchas de las personas
de la sala lo siguieron.
Nadie la miraba. Aquellos que no amenazaban con irse miraban fijamente al
suelo, por la ventana, a cualquier parte excepto a ella. No querían verla.
Rehusaban hablar con ella.
Se levantó y salió.
Jose la siguió. Finalmente le gritó cuando estuvieron alejados de todos los
demás: —¡Eh, espera un minuto!
Ella se detuvo.
—¿No sabes por qué ha ocurrido esto? —preguntó.
Ella movió su cabeza silenciosamente.
—Estamos teniendo una revolución en Auroville —dijo él—. ¿Sabes qué es
una revolución? ¿Has tomado parte en alguna revolución antes?
Sabía que las palabras que él estaba pronunciando tenían para él un
significado completamente diferente del que tenían para ella. Lo miró
dócilmente, sin decir nada.
—¿Por qué no mueves tu gordo trasero y te marchas a otra parte? —dijo él,
dejándola, de regreso a la asamblea.
Ella se echó a llorar.
Galaxy
CAPÍTULO XVII

SOLA EN EL BOSQUE

Mas infinito es el propósito de tu espíritu;


su bienaventuranza está ahí tras la faz de lágrimas del mundo.
Hay en ti un poder que desconoces;
eres receptáculo de la chispa aprisionada.
"Savitri" de Sri Aurobindo
EPENTINAMENTE el Fondo del Matrimandir cesó de enviar a Roslyn
R sus 150 rupias mensuales.
Se dirigió a Vasudeva para preguntarle por qué la miseria a causa de la cual
había sido expulsada por la comunidad se le había retirado de repente.
Él le dijo que era tan simple como eso. También le expresó que esperaba
sinceramente que el dinero no destruyera el amor entre ellos. Ella se
sorprendió ligeramente. Se conocían desde hacía varios años. Él había sido el
canal a través del cual ella había enviado cartas a la Madre durante dos años. Él
había sido el intermediario entre Madre y el desarrollo de Aurocreación.
Roslyn siempre imaginó que él la desaprobaba levemente y le sorprendió que
él diera a su afecto por ella el nombre de "amor".
Ella podía aceptar que siguieran siendo amigos a pesar de que él no pudiera
ayudarla financieramente en adelante. La comunidad había aceptado a los dos
chicos tamiles tras la huelga en el Baniano. Durante la huelga, ellos le traían
flores recién cortadas cada día y ayudaban a mantener el área bajo el Baniano,
con treinta personas viviendo allí, limpia. Los muchachos encontraron otros
sitios donde vivir en la comunidad. Ella estaba sola en el bosque con la anciana
mujer, Dosama. El vigilante se había casado con una muchacha joven y había
regresado a la aldea.
Un amable vecino, un santo varón de Holanda, que intentaba formar a todas
las mujeres locales en trabajos de artesanía y construir escuelas para los niños,
Ivar, le daba a Dosama dinero todas las semanas para que le hiciera la comida.
Tenía una gran compasión hacia la gente del lugar. Conocía muy bien lo que
costaban las cosas y le daba suficiente para alimentarlos a ambos, a él y a
Dosama, muy modestamente. Ella prefería beber a comer y se las ingeniaba
para emborracharse al menos una vez a la semana.
La responsabilidad más urgente de Roslyn era alimentarse. Esto resultaba
un problema porque le gustaba la buena comida y no comía la que Dosama
cocinaba para Ivar. Él era un asceta. Ella prefería no comer a comer aquella
comida. No quería comer simplemente; ¡quería un festín!
Madre había dicho que debemos comer para vivir, no vivir para comer.
Definitivamente Roslyn tenía la predilección de vivir para comer.
Iba caminando a la casita de Kwan Yin y Tas cada tarde. Tas o Kwan Yin o
su zapatero iban en bicicleta a Pondicherry varias veces a la semana para
mantener la alacena llena de comida fresca. Roslyn cocinaba ocasionalmente.
La vecina de Tas, Myra, se juntaba con ellos cada tarde, hacia la puesta del sol,
para tomar el té y cenar, a menudo con una bolsa de samosas de Pondi.
Kwan Yin frecuentemente hacía crepes que comían rociadas con zumo de
limón y azúcar. Cenaban temprano todas las tardes, en la hora siguiente a la
puesta del sol, y permanecían sentados hasta tarde alrededor de una pequeña
mesa redonda, hablando, bebiendo té y disfrutando de la mutua compañía.
Después de la cena, Roslyn caminaba de regreso a casa. Kwan Yin
construyó para ella un hermoso paseo aterrazado desde su casa hasta el
camino. Había abierto la cerca, así Roslyn no tenía que caminar alrededor y a
través de toda la comunidad para llegar a su casa. Las noches eran silenciosas
y apacibles. Roslyn raramente veía a alguien cuando caminaba de vuelta al
bosque, hasta que llegaba a la cabaña del vigilante, en donde ardía una pequeña
lámpara, una diminuta llama de luz, y Dosama dormía en su estera. Algunas
noches la lámpara estaba allí, pero no tan brillante, y no Dosama. Incluso había
noches en las que no había lámpara porque Dosama no había regresado
durante más de un día. Finalmente, Roslyn la persuadió: debía regresar todas
las tardes para alumbrar las linternas grandes de la cápsula, porque Roslyn no
podía encenderlas sin ensuciar sus dedos. Prometió a Dosama veinte rupias a
la semana para keroseno, lo que puso a la anciana muy contenta. El agua había
que traerla desde la bomba de mano, cercana al viejo almacén, a unos
doscientos metros.
Pasaron los meses.
El joven que solía traer a Roslyn 150 rupias cada mes de parte de Vasudeva
la visitó y le dijo que el Fondo del Matrimandir quería ayudarla. Pondrían una
nueva bomba de mano en el pozo del bosque, le construirían un pequeño taller
temporal y le darían un armario para que pudiera comenzar su taller.
Esperaban que ella contribuyera regularmente con parte de sus ganancias al
Matrimandir cuando tuviera éxito.
Kwan Yin también necesitaba un taller porque, a lo largo de todo el día, los
trabajadores y clientes constituían una especie de enjambre en su cabaña de una
sola habitación. Los pequeños zapatos de ganchillo se vendían localmente
como pan caliente recién hecho, pero con sólo tres trabajadores, hacían justo
tres pares al día. No obstante, eso producía suficiente dinero para que los
cuatro cenaran y bebieran té por la tarde. Los materiales eran caros. Había
jornales cada semana. Kwan Yin y Tas habían comenzado a construir otra
habitación en su choza derribando una pared. Había muchas otras cosas que
hacer y faltaba dinero para construir. De momento había una pila de ladrillos y
un montón de arena.
Roslyn estaba muy contenta por aceptar la oferta de Vasudeva de una choza
taller.
La construcción del nuevo taller estuvo terminada justo cuando llegó Bliss
para una semana de vacaciones. Roslyn hizo una gran fiesta para Tas, Kwan
Yin y Bliss con el dinero que había recibido para pagar los gastos escolares de
Bliss.
Bliss regresó al colegio. El colegió escribió a la madre de Roslyn que por
favor enviara sus pagos directamente a la escuela. Ella contestó que no iba a
enviar más dinero. Si querían dinero debían planteárselo a Roslyn.
Kwan Yin y Tas eran ambos jóvenes australianos. Habían visitado Auroville
al principio de los setenta. En aquel momento pensaron que parecía una buena
idea, pero estaban de paso, a punto de salir de la India, en unas vacaciones de
tres semanas.
Pensaron sobre ello. Hablaron sobre ello y finalmente decidieron regresar.
Un amigo en Australia tenía un pequeño catamarán que quería que alguien lo
hiciera navegar hasta Bali, así lo tendría allí, en la playa, a su disposición,
cuando volara allí en sus vacaciones. Se ofrecieron voluntarios y pasaron 27
días en el mar.
Era asombroso. Hubieron de navegar a través del océano. Kwan Yin dijo:
—Nunca había hecho nada así antes. Roslyn estaba asombrada por el espíritu
de aventura y descubrimiento en esta historia.
Kwan Yin y Roslyn elaboraban cosas preciosas todos los días. Roslyn
admiraba la evolución del trabajo de Kwan Yin y la aspiración de perfección y
consciencia en la materia. Roslyn confeccionó a Kwan Yin un cinturón con
cuentas para expresarle su admiración. Kwan Yin dio a Roslyn un par de
zapatos. Hacía años que no tenía calzado.
La abuela de Bliss la invitó a hacer una visita a USA para conocer a su
bisabuela. Roslyn fue a Delhi para acompañar a Bliss hasta el avión. Arregló el
pelo de Bliss con trenzas francesas. Mientras estaba en Delhi, entró en una
tienda de Connaugh Square llamada Cuero Nacional. Intentaron comprarle la
bolsa que llevaba al hombro. Ella no quiso dársela. Acordó hacer para ellos
seis de sus pequeñas bolsas con cuentas. Ellos rehusaron darle adelanto alguno.
Prometieron que le pagarían cuando recibieran las bolsas. Prometieron
volverle a encargar una cantidad mayor. Regatearon con ella sobre el precio,
hasta que el precio que aceptaron pagar apenas cubría el coste de los
materiales, pero era un pedido, y un cliente potencial.
Regresó a Auroville esperanzada de que esto pudiera llevar a algo que le
posibilitara mantenerse a sí misma y a Bliss económicamente. Pidió prestado
dinero a Kwan Yin para hacer las bolsas. Tenía botones de plata con el símbolo
de Auroville confeccionados en el Bazar de la Plata. Estuvo cosiendo desde el
amanecer hasta el anochecer durante semanas, hasta que finalmente estuvieron
listas. Las envió por correo con acuse de recibo. Recibió el acuse, por lo que
supo que las bolsas habían sido entregadas. Al no tener noticias de ellos
durante una semana, les escribió. Pasadas varias semanas, les volvió a escribir.
Jamás respondieron. Jamás pagaron las bolsas. Meses más tarde, vio una de las
bolsas colgando atravesada del hombro de un turista en Pondicherry. Se acercó
a él y le preguntó donde la había comprado. Él replicó: —En Delhi, en
Connaught Square.
Le preguntó cuánto había pagado por ella y se quedó pasmada al escuchar
que era diez veces la cantidad que habían acordado pagarle. Les escribió de
nuevo. ¡Sin respuesta!
Mientras tanto, de nuevo todo el panorama había enloquecido.
Kwan Yin estaba teniendo un asunto con un canadiense que tenía el pelo
largo y rubio y tocaba la guitarra. Tas se enfureció. La mitad de los muros de
la cabaña habían sido derribados como paso preliminar para construir otra
habitación. En lugar de más espacio de alguna forma había quedado menos
espacio. Era completamente surrealista sentarse allí por la tarde, el techo
medio desmontado, la casa completamente abierta de un lado, como si
estuvieran en un escenario.
Roslyn no prestaba mucha atención a lo que ocurría, porque estaba
demasiado ocupada trabajando en sus bolsas. Confeccionó un par para la
Boutique de Auroville en Pondicherry y estuvo encantada de que se vendieran
inmediatamente. Si trabajaba desde el amanecer hasta la puesta del sol los siete
días de la semana, podía terminar dos bolsas. Si también podía venderlas, tenía
dinero suficiente para pagar los materiales, dar a Dosama dinero para el
keroseno, e ir a Pondi una vez a la semana para ver si se había vendido algo.
Podía ver y percibir que Kwan Yin, Tas y Myra estaban en algo más.
Todavía disfrutaban de sus tardes juntos. No coincidían tan regularmente
como lo hacían antes de que ella fuera a Delhi. Cuando se reunían estaban muy
contentos y se reían un montón. Un atardecer Roslyn se quedó con ellos hasta
muy tarde, porque Tas parecía muy enfadado con Kwan Yin. Intentó
apaciguarlo bromeando sobre la intensidad del drama del momento entre
ellos.
A la mañana siguiente Roslyn caminó hasta la casa y allí no había nadie. La
mitad del techo y el muro trasero estaban todavía abiertos. Se dirigió a casa de
Myra.
—¿Qué ocurrió?
—Realmente no lo sé. Parece que Tas se volvió completamente loco y se
enfureció y casi estranguló a Kwan Yin. La escuché gritar y acudí en medio de
todo aquello. Comencé a gritar, e intenté forzarlo para que la soltara, pero
tenía miedo de que se revolviera contra mí, así que fui a buscar ayuda.
Entonces llegó Shankar e impidió que matara a Kwan Yin. Su cara se había
puesto azul. Creo que a él lo han llevado a un hospital psiquiátrico. Respecto a
ella no sé donde está.
—¿Está ella bien?
—Sí. Sí, le costó un par de minutos recobrar el aliento, pero está bien —
aunque conmocionada. Definitivamente le tiene miedo y ya no quiere estar con
él.
—¿Qué van a hacer?
—No lo sé.
A la mañana siguiente Roslyn fue hasta donde Kwan Yin, y Kwan Yin estaba
allí. Parecía decididamente en muy mal estado.
Kwan Yin le dio la bienvenida y la invitó a té y crepes.
—¿Cómo estás? ¿Cómo está Tas? —preguntó Roslyn.
—Llamé a su padre y vendrá para llevárselo a Australia. Mañana por la
mañana lo acompañaré a Madrás a tomar el avión. Está sedado. Me da pena de
él. Creo que yo estoy bien pero, por un momento, pareció como el fin del
camino. No podía respirar. Me estaba estrangulando. Mis ojos estaban abiertos
y no podía ver nada. Perdí totalmente el conocimiento
—Creo que suena como si fuera él quien hubiera perdido el conocimiento.
—Tengo miedo de que pueda escapar del hospital y regresar aquí. ¿Puedo ir
contigo al bosque esta noche?
—Seguro.
—¿Qué va a ocurrir con el taller?
—No lo sé.
Comieron y regresaron al bosque, cerrando cuidadosamente la puerta de la
casa, a pesar de que toda la parte trasera estaba abierta.
A la mañana siguiente Kwan Yin regresó a su casa y tomó un taxi hasta el
hospital, recogió a Tas y fue a Madrás a encontrarse con su padre. Pasó la
noche con ellos en un hotel, ayudando a su padre con el permiso de salida de
Tas y con el billete de avión para que pudiera llevárselo a Australia. Él había
tenido una historia de enfermedad mental, pero éste era el primer rebrote en
varios años desde que conoció a Kwan Yin.
Regresó a Auroville la tarde siguiente completamente exhausta por las
duras escenas emocionales, el trauma de casi haber sido asesinada, el trauma
de haberse separado de su pareja de varios años, para encontrar a alguien en su
casa, Shankar.
Él, en la puerta, le impidió la entrada. —La comunidad ha decidido que no
debes permanecer aquí, así que vete.
—¿Estás loco? —le dijo. Preguntándose por qué de repente se veía rodeada
de lunáticos.
—No. Tú te vas.
—¿Y mis cosas?
Myra apareció detrás de Shankar, llevando gafas oscuras, dentro de la casa,
en el atardecer, para cubrir su ojo amoratado. —Hemos llevado todas tus cosas
personales a la Tienda Libre y todo el material del taller lo llevé a Revelación
donde estoy poniendo en marcha el taller. Lo siento Kwan Yin.
Kwan Yin estaba atónita. —¿Cómo pudiste hacer eso?
Myra se metió dentro de la casa. Shankar miró a Kwan Yin y dijo: —¡Vete!
Se fue al bosque, donde Roslyn, que la dejó dormir en la esterilla de Bliss
en el alféizar bajo el altillo donde Roslyn dormía.
Kwan Yin fue a la mañana siguiente a la Tienda Libre a reclamar algunas de
sus cosas. No es que tuviera demasiadas, pero Roslyn no tenía ni un puchero
para cocinar. Improvisaron una pequeña cocina con seis ladrillos, dos a cada
lado y dos en la parte trasera, en el nuevo taller, y utilizaron combustible del
bosque. Kwan Yin tenía un puchero, un recipiente para hervir el té, una tetera y
tazas que había recuperado de la Tienda Libre.
Roslyn tenía con ella a una mujer a la que había enseñado el trabajo con
abalorios y el bordado. Había estado trabajando con ella de forma
intermitente, cuando tenía suficiente dinero para pagarle la miseria que ella le
pedía. Su amigo, Ramchendran el sastre, siempre había dicho que le gustaría
dejar su trabajo en cualquier momento y en cualquier sitio que se encontrara si
ella podía pagarle un salario.
Era sorprendente que el taller que habían estado construyendo pudiera ser
tan efímero que pudiera escaparse de sus manos simplemente porque Kwan
Yin se fue a Madrás durante un día. Tenían un producto que Kwan Yin había
empleado un año en desarrollar y poner a la venta. Zapatos de ganchillo. Los
zapatos eran magníficos. Había tomado un año adiestrar a los trabajadores.
Kwan Yin se había sentado y trabajado con ellos desde las ocho de la mañana
hasta las cinco de la tarde todos los días. Myra no podía hacer un par de
zapatos aunque su vida dependiera de ello; ¿cómo podía hacerse cargo del
taller? Roslyn estaba pasmada. No podía imaginar qué estaban haciendo Madre
y Sri Aurobindo creando situaciones tan adversas, pero no lo tomaba como un
desastre.
Por la tarde el zapatero de Kwan Yin y su mujer vinieron y le dijeron que
no querían trabajar con Myra. Querían trabajar en el bosque con Roslyn y
Kwan Yin. Al día siguiente Myra (que todavía llevaba gafas oscuras) vino y
preguntó si por favor le dejarían a los trabajadores por otros dos días para
completar el pedido que estaba terminando para Findhorn. Después, estaba
dispuesta a dejarlos marchar.
—¿Y qué pasa con las herramientas y los materiales? —preguntó Roslyn.
—Si los trabajadores quieren trabajar para vosotras, yo no puedo
retenerlos.
¿Quieres, por favor, irte de aquí? —preguntó Kwan Yin. Myra puso pies en
polvorosa. Kwan Yin fue a la Boutique y se aseguró de que André todavía
estaba dispuesto a seguir haciendo negocios con ella. Él le dijo: —Claro ¿por
qué no?
Kwan Yin le pidió un adelanto y partió a Kodaikanal para unos días de
descanso.
Roslyn estaba en el bosque con cinco trabajadores que esperaban que se les
pagara regularmente. André le envió un mensaje: "Treinta pares, todo el
dinero por adelantado, por favor manda a alguien a recoger el dinero. Envía
los zapatos tan pronto como sea posible. ¡Buena suerte!"
Fue junto con el zapatero y el sastre a recoger el dinero. Les dio la mitad
para que fueran a Madrás a por materiales.
El taller estaba en marcha y funcionando.
Roslyn estaba absolutamente al final de sus recursos. Sólo tenía dos
vestidos y un par de pantalones. La ropa que se ponía la mayor parte del
tiempo era la pieza de tela amarilla con un agujero en medio para la cabeza. Le
cubría justo las rodillas, y apenas era una pieza adecuada para vestirse.
Cuando Kwan Yin regresó de Kodai tomó el kaftán y los pantalones de
Roslyn y los copió en una tela de algodón con franjas. Roslyn pensaba que
parecía un traje de presidiario, pero por lo menos estaba decente. Kwan Yin
insistió que la tienda de campaña amarilla no debía ponérsela ni siquiera en las
horas de taller. Los trabajadores iban sorprendentemente bien vestidos. Las
chicas llevaban luminosos saris que parecían estar siempre limpios e incluso
planchados. Los hombres llevaban camisetas de deporte y longis.
Roslyn tenía en su altillo-dormitorio una pequeña mesa cubierta con un
trozo de uno de los saris de la Madre, sobre la cual había algunos objetos
sagrados y una pequeña vasija para flores que cada día tenía flores frescas.
Había también un soporte para incienso en donde quemaba incienso cada
mañana y cada tarde. La mesa estaba siempre cubierta con una pátina de finas
cenizas de incienso.
Roslyn se levantaba cada mañana antes de las seis, con la llamada a la
oración de la mezquita en la aldea próxima. El sol no se había levantado y la
mañana estaba silenciosa a excepción de los pájaros. Se lavaba en la bomba de
mano y caminaba hasta el Matrimandir. Cuando caminaba de regreso del
Matrimandir el sol se elevaba sobre el horizonte y en la radio de la aldea
sonaba el Bande Mataran.
Al tiempo de llegar a la pequeña choza que hacía de taller, en donde ella y
Kwan Yin vivían y trabajaban con sus operarios durante todo el día, cada día,
Kwan Yin se había levantado y el agua para el primer puchero de té del día
estaba en el fuego, y la tetera lista bajo su cobertor. Kwan Yin dormía en un
alféizar bajo el altillo-dormitorio. No había paredes en el taller. Ambas vivían
y trabajaban en el taller. Roslyn se había trasladado al altillo, dando la cápsula
a Kwan Yin. Kwan Yin tenía miedo de dormir sola por la noche en el campo de
mangos. Prefería dormir en el alféizar del taller, con Roslyn justo encima en el
altillo.
Kwan Yin estaba tan afectada tras el incidente con Tas que, si Roslyn estaba
fuera a la puesta del sol, comenzaba a llorar y continuaba llorando hasta que
Roslyn regresaba. A Roslyn le recordaba a Bliss cuando era niña.
A las siete y media de la mañana estaban trabajando preparando los
materiales y planeando el trabajo de cada trabajador. Cada trabajador tenía
destrezas diferentes y era la coordinación de habilidades lo que producía la
belleza en las cosas atractivas que estaban haciendo. A las ocho llegaban los
trabajadores. Inicialmente había cinco, pero rápidamente el número creció a
diez, quince, y al cabo de un año sesenta y cinco. Roslyn se sentaba en una silla
de caña frente a Kwan Yin, que se sentaba en la otra, en la pequeña mesa
redonda que Kwan Yin había salvado de la Tienda Libre. Habitualmente Roslyn
trabajaba en bolsas adornadas con cuentas; Kwan Yin normalmente trabajaba
en los zapatos.
Kwan Yin no quería preocuparse de los trabajadores. Estaba ocupada
confeccionando cosas bellas con sus manos y haciendo el lugar más bello.
Construyó una exquisita, simple estructura, un bello muro circular, con ramas
de casuarina entretejidas. Encontró piedras en el cañón que usó como suelo,
encementándolas mezcladas con la tierra. Formó un montón con grandes
piedras y puso dos amplias tinajas para el agua y un pequeño recipiente de
arcilla. ¡Un cuarto de baño! Un lugar donde bañarse. De repente resultó posible
para Roslyn lavarse a la luz del día sin ser visible para nadie que pasara a
través del bosque. Roslyn se había acostumbrado prácticamente a bañarse con
su vestido amarillo abriendo los lazos de los lados y lavándose bajo la tela, o a
la salida del sol antes de que nadie se hubiera despertado.
Kwan Yin y Roslyn hablaban y reían juntas, interminablemente, puchero
tras puchero de té, sobre todo y sobre nada. Auroville era un tópico favorito de
conversación. No había tantas órdenes de clientes para hacer zapatos como
había habido en el pequeño taller de Kwan Yin en Sinceridad. Sin embargo, los
negocios marchaban. Apenas habían terminado con un pedido, cuando llegaba
uno nuevo. Zapatos, bolsas, todo cuanto hacían se vendía localmente y afuera a
través de la Boutique de Auroville.
Dependían de las exportaciones y el gerente de la Boutique les proveía de
un continuo flujo de clientes a quienes exportar.
De nada se había pasado a algo y estaban vendiendo. La caja tenía ingresos.
Estaban creciendo a un ritmo constante. Las chicas venían caminando al
bosque todas las mañanas, sonrientes, diciendo "Buenos días". Algunos
minutos más tarde el zapatero y el sastre llegaban en sus bicicletas. Eran
habilidosos y compartían sus habilidades el uno con el otro.
Kwan Yin teñía sus hilos para los zapatos de todos los colores del arco iris.
En los días de tinte, los árboles del bosque quedaban cubiertos con madejas de
hilos de brillantes colores. Luego el hilo era devanado en ovillos y
transformado en zapatos de ganchillo. Los zapatos eran luminosos e
imaginativos. Kwan Yin quería confeccionar zapatos adornados con cuentas.
Las bolsas se desarrollaron en una línea completa que incluía un bolso de
mano, una bolsa con seis compartimentos y una bolsa para llevar en bandolera.
Los bolsos eran exclusivos porque eran cosidos a mano con acabados de
cuero. Algunos tenían las tapas adornadas con cuentas formando mandalas. Se
vendían despacio, pero un bolso aportaba más dinero efectivo que seis pares
de zapatos.
Resultaba milagroso que los ingresos que comenzaron el día que el taller se
trasladó al interior del bosque jamás se detenían. Parecía como si fuera el
comienzo de la prosperidad económica. Gastaban el dinero tan rápido como
llegaba. Ocasionalmente iban a Pondi en el autobús de la aldea y regresaban en
moto-rickshaw después de haber cenado en la ciudad. Kwan Yin iba
regularmente a Madrás para comprar materiales. Siempre iba en taxi.
Hicieron nuevos vestidos para ellas. Cuando llegó la cuenta con los gastos
escolares, fueron capaces de pagarla. Los trabajadores estaban contentos y
bien pagados. Se enteraron de que Auroville necesitaba dinero para pagar la
comida de las vacas. Ellas habían adquirido una vaca para la leche del té de
ellas mismas y del taller. Tenían dinero suficiente para contribuir con algo a
Auroville cada semana. Lo entregaban a la comunidad encargada de la
cooperativa de finanzas.
Su relación con la comunidad de Auroville era muy marginal. Nadie les
hablaba. No recibían cesta de Pour Tous. No comían en las cocinas de la
comunidad. No iban a las asambleas. Pocos iban a visitarlas. Sin embargo
recibían pan de la panadería. Una tarde, en lugar de su media pieza de pan,
recibieron una nota de la panadería requiriendo a Roslyn para que
compareciera ante la asamblea del Consejo de Auroville la tarde siguiente.
Ella tenía vagas esperanzas de que fuera una oportunidad para reintegrarse en
la comunidad.
Caminó hasta la oficina del Matrimandir en donde iba a celebrarse la
asamblea. Sospechaba que pudieran pedirle que pagara el pan que ella y Kwan
Yin estaban recibiendo de la panadería.
Los demás ya estaban reunidos cuando llegó. Había diez personas. En
medio de la habitación había una gran fotografía de Madre. Entró y se sentó. El
silencio se hizo entre los demás. Entonces uno de ellos le preguntó: —¿Por
qué estás aquí?
Otro se levantó y fue a sentarse directamente enfrente de la fotografía de
Madre y comenzó a cantar quedamente: —Vete. Vete. Vete.
Roslyn estaba atónita por la hostilidad.
No sabía qué decir. ¿Qué podía decir? Se sentía como si hubiese llegado
entre esas personas desde otro planeta, ataviada con su mejor ropa.
Debería haberse puesto su vieja tienda amarilla.
Todos llevaban camisetas y pantalones cortos. Algunos de ellos no estaban
muy limpios. La mayor parte llevaban los pies sucios. Todos ellos llevaban
chanclas de goma. Ella parecía una enemiga de la revolución.
Finalmente, replicó: —Recibí una nota pidiéndome que viniera hoy aquí.
Una de las personas francesas replicó: —Sí, sabemos que recibiste una nota
convocándote para que vinieras hoy aquí, pero ¿por qué estás todavía en
Auroville? Se te dijo que te marcharas.
Roslyn estaba anonadada por su animosidad. La mayor parte de ellos había
llegado a Auroville después de 1973.
—Tengo permiso de Madre para vivir en Auroville —replicó.
Durante todo este intercambio, el hombre sentado frente a la foto de Madre
no había interrumpido su canto: "Vete. Vete. Vete".
Entonces un francés vestido completamente de negro, con su pelo negro
rizado recogido en una larga cola de caballo, dijo: —Ésta es la única cuestión.
¿Mantienes a Vasudeva?
Estaba atónita. Tenía afecto y respeto hacia Vasudeva, pero ella no lo
"mantenía", ni él la mantenía a ella. El grupo esperaba con impaciencia su
respuesta. Hasta que al final, dijo: —Yo mantengo a Auroville.
El moderador zanjó el asunto en este punto, diciendo: —Esta asamblea no
puede tomar una decisión sobre esto. Deberá ser planteado en la próxima
asamblea general de la comunidad.
Roslyn fue despedida.
Días más tarde Roslyn y Kwan Yin fueron andando hasta la oficina del
Matrimandir para la Asamblea General, ataviadas con sus vestidos más bonitos
y luminosos. Atravesaron la puerta de la habitación donde se encontraba la
asamblea. Myra las fulminó con la mirada. —Aquí no sois bienvenidas.
El resto estuvo de acuerdo en rehusar admitirlas a la asamblea. Les pidieron
que esperaran fuera. Muchos de sus amigos estaban en la reunión. Boy había
sido despedido como asistente de Dhyan y había comenzado a visitar con
frecuencia a Kwan Yin. No pudo mirarla cuando el moderador le dijo: —Por
favor espera fuera. No dijo nada para desafiar la decisión de la asamblea.
Roslyn estaba asombrada de que personas que habían sido sus amigos durante
años se sentaran allí como maniquíes y permitieran al moderador de la
asamblea prohibirles permanecer en la reunión.
Durante un rato se sentó con Kwan Yin escuchando la asamblea. El primer
asunto de la agenda era la factura de la comida para las vacas. Swami Cooper
se negaba a darles más crédito. ¿Podrían suministrar las granjas pasto
suficiente para las vacas de Auroville? La discusión concluyó con el consenso
de que la comida de las vacas era una prioridad.
Roslyn se levantó y se fue caminando de regreso al bosque. Un par de horas
más tarde llegó Kwan Yin en un mar de lágrimas.
Había un puchero de té listo en el acogedor rincón del té. Kwan Yin se sentó
sollozando. Roslyn intentó concentrarse en el trabajo de cuentas que estaba
haciendo.
Finalmente, Kwan Yin cesó de llorar y ofreció servir el té. Roslyn apartó su
trabajo. Sorbieron su té durante unos momentos. Kwan Yin rompió a llorar de
nuevo. —¿Por qué nos odian tanto?
—¿Me odian? —reflexionó Roslyn—. ¿Qué ocurrió en la asamblea después
de mi marcha?
—Hubo una larga discusión sobre si Pour Tous debía proporcionar cestas
especiales para los niños. Todo el mundo estuvo de acuerdo: los niños
necesitan mejor comida. Luego hubo una larga discusión sobre cuál debería
ser el contenido de las cestas de los niños. Finalmente decidieron incluir
racimos de uvas. Después alguien sugirió que la dieta era tan escasa que estaría
bien incluir racimos para todo el mundo. Entonces todos estuvieron de
acuerdo en que cada uno recibiera cien gramos de uva de Pour Tous. Kwan
Yin empezó a reír cuando contaba esta parte de la reunión. No quería poner en
cuestión todo el procedimiento, pero veía que era, al menos en parte, ridículo.
Continuó con su historia. —A continuación empezaron a hablar de
nosotras. ¿Qué le hiciste a Auroluigi? Se levantó y dijo que tú eres el emisario
personal de la Fuerza Oscura en Auroville.
—¿Quién es Auroluigi? —preguntó Roslyn.
—Es el nuevo amigo de Miriam. Habló contra ti por lo menos cinco
minutos. Dijo que Víctor había dicho a la comunidad hace años que tú eres una
bruja tántrica. ¿Por qué estás todavía aquí? Debes dejar Auroville
inmediatamente. La comunidad insiste en que te vayas.
Kwan Yin continuó, —¡empezaba a sonar como si fueran a venir hasta aquí
en masa y fueran a echarte de la ciudad!
—No tenemos agua corriente o electricidad. No creo que nadie nos vaya a
echar de aquí porque nadie más querría vivir aquí —replicó Roslyn, que de
alguna manera había perdido el miedo al confrontarlos cara a cara. No podía
imaginar que nadie la echara del bosque. No había ni un solo árbol allí cuando
ella había llegado en 1976 y ahora, en 1980, había un bosque y una plantación
de frutales (gracias a Jim Bean). Además, el taller mantenía a varias familias
de la aldea. Nada de lo que estaban haciendo era nocivo para Auroville o para
los demás. Roslyn no podía imaginar cómo el Divino podría permitir a nadie
echarla del bosque.
Kwan Yin dijo: —Creo que tienen miedo de enfrentarse contigo. Decidieron
no venir a sacarnos como una turba, sólo ignorarnos durante un año. Nadie en
Auroville tiene que relacionarse con nosotras durante un año. La Boutique no
puede negociar con nuestros productos. La comunidad no recomendará
nuestros visados. No habrá pan de la panadería. Nadie va a hablarnos ni a
sonreírnos.
Y rompió en sollozos. —¿Cómo pueden hacer eso?
—Finalmente, después de que diversas personas hablarán contra ti de forma
muy razonable y desapasionada, Dennis dijo: "Nosotros no podemos juzgar a
esas personas. Retirémosles simplemente todos los derechos a los servicios de
Auroville durante un año y después veremos". Perderemos nuestros visados
dentro de un año. Es una manera limpia de deshacerse de nosotras sin echarnos
—dijo entre sollozos.
—¿Qué dice Boy de todo esto? —preguntó Roslyn.
—Me acompañó de vuelta a casa en el bosque, después dijo: —"Adios",
montó en su bici y se marchó.
—Bueno, tú siempre conoces quiénes son tus amigos cuando montan y se
alejan a la puesta del sol durante una crisis —comentó Roslyn.
Kwan Yin replicó con más lágrimas. Finalmente, Kwan Yin cogió su
bicicleta y se fue a visitar a Boy.
Roslyn se sentó en su silla de caña, a la luz de la linterna, contemplando la
caída de la noche.
El testamento de Dhyan
CAPÍTULO XVIII

MUY SOLA EN EL BOSQUE

El Ideal debe ser la verdad común de la Naturaleza,


el cuerpo iluminado por el Dios que habita en el interior,
el corazón y la mente sentirse uno con todo cuanto es,
un alma consciente vivir en un mundo consciente.
"Savitri" de Sri Aurobindo
WAN YIN no regresó hasta la mañana.
K Roslyn se levantó enferma. Le dolía la espalda. Le dolía el pecho. Le
dolía la cabeza. Le dolían los pies. Apenas podía moverse. Decidió trasladarse
del taller y regresar a la cápsula en la plantación de mangos. Sugirió a Kwan
Yin que podía mudarse del alféizar al altillo-dormitorio. Los trabajadores la
ayudaron a trasladarse.
Roslyn se las arregló para andar a través del bosque hasta la plantación de
mangos. Allí se derrumbó. Tenía tanto dolor que no podía incorporarse. Kwan
Yin fue a verla con una nota de André, de la Boutique de Auroville.
"Por favor ven a recoger tus cosas de la Boutique esta tarde. Están ya
empacadas en el almacén. Algunos han amenazado con venir y sacarlas
arrojándolas en medio de la calle, así que empaqué todo y lo puse en el
almacén para ti. Amor."
Roslyn no podía ni siquiera pensar en ello. Estaba en tal agonía que no
podía levantarse. No quería nada excepto que el dolor desapareciera. No le
preocupaba mucho lo que Kwan Yin hiciera con el taller y con los negocios.
Kwan Yin fue con Boy en el autobús a Pondi.
Dosama y los trabajadores se quedaron allí cuidando de Roslyn.
A la mañana siguiente Kwan Yin vino de nuevo a visitarla.
—¿Cómo estás? —preguntó.
Roslyn tenía un dolor tan agudo que no podía incorporarse.
Kwan Yin le extendió una carta con el característico sobre azul usado por su
mayor cliente australiano. —Puede ser que esto te haga sentir mejor; André me
la dio ayer.
Roslyn leyó la carta. Al pie de ella se decía: "Cheque adjunto".
—¿Qué ha sido del cheque?
—André me dio 18.000 rupias.
Era más dinero del que jamás habían tenido.
—Estuvo de acuerdo en continuar haciéndose cargo de nuestras órdenes de
exportación, pero debo ir a la oficina de exportación únicamente por la noche
y no ir nunca a la Boutique. A ti no deberían verte nunca ni en la oficina ni en
la Boutique.
—No me importa.
—Lorelei ha copiado nuestros zapatos, y los suyos están ya en la Boutique,
cada par por cinco rupias menos que los nuestros. ¿Crees que podría haberse
hecho algo con lo que nos está ocurriendo?
—No lo sé, pero creo que todo este dinero es la respuesta de la Madre a la
acción de la comunidad contra nosotras —dijo Roslyn.
—¿Te importa si voy con Boy a Madrás mañana a comprar materiales? —
preguntó Kwan Yin.
—No me importa.
—¿Estarás bien sola?
—Estoy enferma. Lo único que quiero es estar sola.
—¿Necesitas algo?
—Si lo necesito te llamaré.
—¿Te importa si Boy se queda conmigo en el taller?
—Para eso me trasladé.
Kwan Yin partió con su bolsa llena de rupias y Roslyn se preguntó si el
terrible dolor que estaba sufriendo era físico o emocional. Fuera como fuese
no podía soportarlo. No podía moverse. No quería hablar o comer. Sólo
quería dormir para evadirse del dolor.
Kwan Yin fue a Madrás a por materiales y regresó. Fue a André para
entregar zapatos para una orden de exportación, y allí había otras 18.000
rupias para ellas.
Regresó y preguntó a Roslyn que quería hacer con el dinero.
Roslyn sólo pudo responder: —No me importa. Haz lo que quieras.
Kwan Yin preguntó si podía tomar un taxi para llevar a Roslyn al médico.
Roslyn le dijo que no podía caminar desde la cápsula hasta la carretera para
meterse en el taxi. Ni siquiera podía incorporarse. Pidió a Kwan Yin que la
visitara ocasionalmente, pero que por favor la dejara descansar. La llamaría si
quería o necesitaba algo.
Kwan Yin se hizo cargo de los trabajadores y del trabajo y pasaba las tardes
y las noches con Boy. Roslyn estuvo enferma en la cama en su cápsula durante
semanas.
Kwan Yin culpaba a Roslyn por estar ambas repudiadas. Raramente la
visitaba, aunque enviaba a una sirvienta a la cápsula varias veces al día para
ver si necesitaba algo.
Roslyn estaba demasiado enferma para leer. Sus entrañas se sentían como si
hubieran sido desgarradas con un hacha. Apenas podía moverse. No tenía
apetito. Era Navidad. Bliss llegó de la escuela para pasar unos días de
vacaciones.
Roslyn estuvo muy contenta de ver a su hijita, pero no era capaz de ser una
buena compañía a causa de que todavía estaba tan enferma.
Bliss voló sobre su bicicleta a buscar a sus viejos amigos y compañeros de
juego.
Era Nochebuena. Bliss fue con sus amigos a la Cocina de la Unidad para la
fiesta de Navidad de Auroville. Regresó a la cápsula después de un breve
tiempo.
—Mami, ¿hay aquí algo para comer?
La alacena de la comida en el taller estaba llena a rebosar de cosas buenas
para comer que Kwan Yin había comprado para Roslyn.
—La alacena está llena de comida. ¿Tienes hambre?
La niña rompió a llorar. —Fui al Centro con mis amigos. La gente rehusó
darme nada para comer. Un hombre francés vino y me dijo: —"Tú vete". Así
que me fui.
Roslyn llamó a Dosama, que vino, llevó a Bliss al taller, y la ayudó a
prepararse algo para comer.
Roslyn podría haber descrito su vida en Auroville, desde su regreso de
California, como yendo de mal a terriblemente peor. Estaba contenta de que las
vacaciones de Bliss fueran sólo de unos pocos días. Aborrecía que la niña
hubiera estado sometida a la locura colectiva. Roslyn yacía en su colchón,
apenas capaz de incorporarse para utilizar el orinal.
La mañana siguiente Bliss cogió la bicicleta para irse a jugar. Por la tarde
regresó con una flor bella y fragante. —Toma mami, Jim Bean me dio esta
flor para ti. Se enteró de que estabas enferma.
Roslyn tomó la flor y la puso sobre su almohada.
—¿Has pasado un buen día? —preguntó a la niña.
—Sí, hoy todo el mundo ha sido muy amable conmigo. Todos los niños
fuimos a la fiesta de Navidad en el campo de juegos y el burgermeister nos
invitó a todos a pasteles. Fue divertido.
El trauma de la noche anterior parecía olvidado.
Bliss durmió con Roslyn en la cápsula. Por la mañana, Roslyn se sentía un
poco mejor. Pidió a Dosama que trajera agua, y después de semanas sin salir
del lecho, intentó lavarse. Todavía no era capaz de permanecer de pie durante
más de un corto espacio de tiempo; y caminaba con un dolor terrible, pero se
las había ingeniado para salir de la cama y se lavó el cuerpo y el pelo.
Cada día se sentía un poco mejor. Bliss regresó a la escuela. Después de
cinco semanas, finalmente había mejorado lo suficiente para caminar desde la
cápsula hasta el taller. Se habían contratado más trabajadores. Seguían
llegando dinero y pedidos. Kwan Yin sugirió que Roslyn se trasladara al taller
y así ella y Boy podían utilizar la cápsula.
Roslyn estuvo contenta de trasladarse al taller. A la mañana siguiente Kwan
Yin llegó llorando al taller. —Mi bici ha desaparecido.
Había dejado su bicicleta cerrada con el candado bajo la cápsula cuando se
fue a dormir. Por la mañana, había desaparecido. Roslyn se enfureció con los
trabajadores y amenazó con mandarlos a todos a casa si no se devolvía la bici,
y envió a dos de ellos a buscarla.
Un par de horas más tarde los operarios regresaron con un desastrado
cuadro de bicicleta. Los frenos habían desaparecido, los pedales habían
desaparecido, el manillar había desaparecido y el ciclista había desaparecido.
Sólo quedaba un cuadro brutalmente retorcido. Roslyn y Kwan Yin lo miraron
y se sintieron enfermas. La bicicleta había sido violentamente vandalizada.
Kwan Yin preguntó a Roslyn: —¿Crees que es un aviso para nosotras?
Después de ver este cuadro de bici tan brutalmente tratado, no hubo forma
de que Kwan Yin pasara una noche sola en la cápsula. No quería regresar bajo
el altillo del taller. Ni siquiera había un muro que la protegiera de cualquiera
que pasara por la noche. Decidió irse a vivir con Boy en su pequeña casa en
una de las esquinas del huerto. Era pequeña, pero exquisita. Boy estaba
encantado de tener tan bella compañera de habitación, que estaba ganando
dinero. Boy no tenía dinero, pero estaba acostumbrado a gastarlo. La gente lo
quería y le gustaba estar a su lado, y con la bella Kwan Yin, todavía lo querían
más.
Estaba feliz de haber sido elegido como consorte.
Roslyn estaba ganando dinero suficiente con el volumen de exportaciones
como para no tener que cobrar a los aurovilianos por sus zapatos. Madre había
dicho: "No intercambio de dinero en Auroville". Raramente salía del bosque.
Estaba allí en el taller con los trabajadores, trabajando siempre en algo,
organizando algo, haciendo algo. Disfrutaba trabajando con sus operarios.
Juntos hacían cosas hermosas. Tenía unos pocos amigos que la visitaban y
algunas personas iban a por zapatos.
Ella y Kwan Yin se divertían confeccionando y regalando zapatos a las
mismas personas que se habían sentado en la asamblea y que no dijeron una
palabra cuando ellas fueron declaradas proscritas.
Venía la gente. Hacían sus pedidos. Tomaban sus zapatos gratuitos, y tal vez
una taza de té, pero si Kwan Yin los adelantaba en la carretera o se encontraba
con ellos en un restaurante de Pondi ellos no la saludaban. Era muy infeliz con
la situación. Un día fue a la "Casa de Auroville", un restaurante auroviliano, en
Pondicherry, abierto al público. Se sentó y pidió una taza de té.
Estaban allí varios aurovilianos. Se le acercaron y le dijeron que se fuera y
se llevara sus malas vibraciones fuera del restaurante.
Únicamente había pedido una taza de té en un restaurante, con su aspecto de
bella mariposa plateada. ¿Qué estaban tramando contra ella? Abandonó el
restaurante llorando y continuó llorando durante días. Quería dejar Auroville,
pero no quería abandonar a Boy.
Boy contó a Kwan Yin que había oído por casualidad una conversación
entre su amigo que cuidaba el huerto y algunos de los franceses. Los franceses
decían que querían echar a Roslyn del bosque, y estaban dispuestos a utilizar la
violencia si fuera necesario. Su amigo había replicado: —"Sobre mi cadáver".
Un viejo amigo de Kwan Yin que estaba viviendo en Alemania le escribió y
le ofreció un billete para ir a visitarlo. Aceptó el billete e hizo planes para
marcharse durante unos meses. Las lágrimas de Kwan Yin estaban volviendo
loca a Roslyn.
Vino Boy y sugirió a Roslyn que si ella daba parte del dinero que estaba
ganando a Auroville, la gente probablemente cambiaría su actitud hacia ella.
Estaba en el proceso de construir un nuevo taller. Había ya más de treinta
trabajadores y no había lugar para más en el actual taller. Estaba construyendo
un amplio espacio con tres amplias cabañas interconectadas, con un pequeño
patio de losas de piedra en el centro. En una de ellas había un altillo para ser
utilizado como almacén y en otra un altillo-dormitorio. Había un gran techo de
casuarina, bambú y palmas de cocotero.
No tenía paredes. Para la cimentación y el suelo, utilizó cal, en lugar de
cemento, mezclada con ladrillos partidos y guijarros.
Boy le dijo que todo el mundo en Auroville sabía cuánto dinero estaba
ganando, y todos estaban enfurecidos con ella porque no daba nada a la
comunidad.
—Ellos no quieren nada de mí. No aceptarán nada de mí —dijo ella.
—Inténtalo. Mete algo de dinero en un sobre cada semana y Kwan Yin
puede entregarlo al representante de la comunidad en la asamblea de la
cooperativa.
—Está bien. ¿Cuánto quieres que aporte? —preguntó ella.
—Lo que puedas permitirte.
Puso dinero en un sobre y se lo entregó a Kwan Yin. Kwan Yin se lo
entregó al representante de la cooperativa. Él lo aceptó y lo entregaba a la
comunidad cada semana como parte de la contribución de la comunidad de
Kottakarai.
Pasaron varias semanas sin incidentes. Kwan Yin pasaba más y más tiempo
con Boy y menos y menos tiempo en el bosque. Roslyn tenía un amigo, un
joven francés, Zuzu, de Dijon, que la visitaba cada anochecer. Pasaban horas
hablando sobre conocimiento esotérico, leyendo a Sri Aurobindo, y jugando
al backgammon. Eran amigos. Él estaba desesperadamente enamorado de una
que estaba desesperadamente enamorada de otro. Roslyn estaba todavía
desesperadamente enamorada de Jim Bean.
Zuzu iba inevitablemente al bosque después de las asambleas de los jueves e
informaba a Roslyn de las importantes decisiones que habían sido alcanzadas
cada semana. Se reían juntos un montón.
Un jueves al atardecer vino y rompió en lágrimas nada más llegar. Se dejó
caer en una de las sillas de caña, sollozando. No podía hablar. No podía parar
de llorar. Sus manos temblaban.
Era demasiado. Roslyn lo dejó y se dirigió al fuego para darle una
oportunidad de recomponerse, mientras ella preparaba otro té.
Llenó la tetera, tomó la leche y el azúcar de la alacena y los puso sobre la
mesa. Cogió dos tazas limpias del estante y las colocó sobre la mesa, una
cercana a su silla y la otra cercana a la de él.
Vertió el té en ambas.
Él había conseguido controlar sus sollozos y estaba sorbiendo sus narices,
limpiándose el rostro con una esquina de su longi.
—Lo siento —gimió, mirándola a través de sus hinchados ojos.
—¿Puedes decirme qué está ocurriendo? —preguntó ella.
Él se levantó y salió afuera por un momento a hacer unas respiraciones
profundas, después volvió a entrar.
Se sentó, la miró, y dijo sollozante: —Todavía tienen al niño.
—¿Qué niño?
—Selvam —dijo, rompiendo a llorar.
Roslyn sabía que Selvam era un niño pequeño tamil que Zuzu había
adoptado y llevado a su casa. Él no quería regresar con su familia a la aldea.
—Por favor Zuzu, ¿de qué estás hablando? ¿Por qué querrían llevarse a
Selvam? ¿Cómo podrían llevárselo? Está tan dedicado a ti que incluso ha
dejado de visitar a su familia.
—¡Ellos me han quitado todo! ¿No lo entiendes?
Sollozaba y estaba desconcertado.
—Por favor Zuzu, cuéntame qué ocurrió en la asamblea.
Él se controló y mirándola dijo: —¿Por qué? ¿Por qué te odian tanto?
Incluso sin más explicaciones, estaba empezando a hacerse una idea de lo
que había ocurrido, aunque no podía creerlo. Era imposible imaginar que la
comunidad hubiera echado a Zuzu y tomado su casa y todos sus bienes y el
niño del que se ocupaba, por el simple hecho de ser amigo de ella.
Él tomó un sorbo de té. —No puedo creer lo que ha ocurrido hoy en la
asamblea.
Ella intentaba ocultarse tras una taza de té, temerosa de lo que estaba por
venir.
—Yo estaba allí tranquilamente sentado. Nunca digo una palabra en la
asamblea. Me gusta ir a la asamblea. Me identifico con la comunidad y con el
proceso colectivo, y me gusta asistir y observar. A veces no estoy de acuerdo
con lo que ocurre, pero aún con todo resulta interesante. Habitualmente se
producen situaciones divertidas. Todo eso me gusta.
Hay personas a las que no caigo bien y ellos no me caen bien a mí, pero eso
carece de importancia. Estamos todos juntos en Auroville. Estamos aquí para
la Transformación Supramental, no por el "me gusta... no me gusta". No me
gusta lo que os hicieron a ti y a Kwan Yin, pero estamos sólo al comienzo de
algo. ¡No podía imaginar que me atacaran a mí! Yo soy francés. Les he
entregado un montón de dinero. No puedo creer que hayan podido hacer algo
así.
—¿Qué han hecho? —preguntó ella.
—Dijeron que yo no soy auroviliano y que debo marcharme de Auroville.
Yo estaba tranquilamente sentado allí. Ellos hablaban de nuevo de la factura de
la comida para las vacas, y repentinamente mi vecino, Paul, me atacó. Les dijo
que me había visto viniendo aquí. Dijo que soy un espía y una serpiente y que
no debería ser admitido en la asamblea ni en Auroville y que estaba dispuesto a
hacerse cargo de Selvam, de mi casa, de todo, por Auroville.
—Intenté replicar y ellos de repente me volvieron la espalda y comenzaron
a cantar "¡Vete!"
—Les grité: ¿Y qué pasa con mi casa? ¿Y qué pasa con el niño?
—Ellos dijeron: "Auroville se preocupará de todo. Tú vete".
—No podía creerlo. Comencé a llorar. Ésta es la tercera casa que he
construido en Auroville, el segundo pozo que he perforado. Con la ayuda de
mis padres, justo acabo de poner un nuevo techado en mi casa, y he comprado
una bomba nueva. ¡Otra vez no!
Él estaba llorando y gritando y Roslyn no podía decir nada.
—Les pregunté por qué te odian tanto. Les dije que les entregas dinero cada
semana. Dijeron que eso es una mentira; en cualquier caso, no es una cuestión
de dinero. Estás en contra de Auroville. Debes dejar Auroville, y yo no soy
bien recibido en Auroville, porque cualquiera que habla contigo no es
auroviliano y no tiene lugar aquí.
Roslyn estaba abrumada por una sensación de desvalimiento. No podía
creer que hubiera tan exaltada animosidad contra ella. No podía imaginar qué
podía haber hecho para generar tal animosidad.
—¿Cómo pueden odiarme tanto? ¿Qué he hecho?
—Vengo a preguntarte si puedo quedarme aquí durante unos días. No tengo
dinero para irme de mi casa inmediatamente. Mi vecino amenazó con
quemarla conmigo dentro si me quedaba una noche más. ¿Puedo quedarme en
el altillo del taller durante unos días?
—Por supuesto —asintió ella.
—De momento no tengo dinero. Mis padres han enviado dinero pero
todavía no ha llegado.
—Eso por el momento no es un problema. El taller está ganando dinero.
A pesar de la conmoción, estuvieron muy felices en el bosque durante los
días siguientes. Kwan Yin estaba ocupada preparándose para ir a Europa.
Roslyn había estado de acuerdo en comprar un billete para que Boy pudiera
irse con ella. Kwan Yin estaba exportando por barco cajas de zapatos así que
podría contar con algo cuando aterrizaran en Europa. Roslyn estaba contenta
de tener a Zuzu en el bosque como compañero.
Por la tarde, cuando los trabajadores partían, ellos jugaban al Go y bebían
té durante horas al atardecer.
Unos días más tarde Boy trajo de vuelta las mil rupias con las que Roslyn
había contribuido a la comunidad esa semana. Habían sido ofrecidas a la
cooperativa como parte de la donación de la comunidad de Kottakarai. En la
asamblea alguien mencionó la observación de Zuzu de que Roslyn estaba
dando dinero a la comunidad. El representante de Kottakarai admitió que las
mil rupias que él acababa de dejar sobre la mesa, en realidad habían sido
donadas por Roslyn. Alguien arrojó el montón de billetes al suelo. "¡Llévatelo.
No queremos su dinero!"
Roslyn sintió que estaba entre la espada y la pared. Kwan Yin llegó y le dijo
que André le había dicho que de alguna manera los demás habían descubierto
que él todavía se hacía cargo de sus exportaciones, y que le habían arrebatado
su licencia de exportación, porque era sólo para Auroville, y le han quitado la
Boutique.
Zuzu fue a dar un paseo. Se encontró con su vecino quien le gritó: —"No se
te permite pasear por los caminos de Auroville. Has sido expulsado de
Auroville. Vete de Auroville."
Fue demasiado para él. El dinero que esperaba había llegado al banco.
Adquirió un billete de avión y se fue a Francia.
Zuzu se había ido. Kwan Yin y Boy estaban a punto de marchar. Roslyn tenía
una producción, un taller, clientes, pero no amigos, ni un lugar para mostrar y
vender sus productos, ni un agente para exportar.
Entrada en la Mansión Janaca
CAPÍTULO XIX

¡SMASH!

Entonces prendiendo la dorada lengua de sacrificio,


invocando los poderes de un brillante hemisferio,
nos despojaremos del descrédito de nuestro mortal estado,
haremos del abismo una avenida para el descenso Celestial,
iluminaremos nuestras profundidades con el excelso Rayo
y hendiremos la oscuridad con el místico Fuego.
"Savitri" de Sri Aurobindo
WAN YIN y Boy partieron al amanecer del primero de julio en su taxi
K hacia el aeropuerto de Madrás, para tomar su vuelo a Alemania. Roslyn
estaba desconcertada sobre cómo afrontaría el día y, finalmente —desde la
desesperanza— ofreció en su mente y en su corazón la situación a Madre y Sri
Aurobindo. Consideró enviar a los trabajadores a su casa, pero el trabajo que
estaba haciendo representaba cuatro años de gran esfuerzo. Decidió
permanecer a la espera.
A las 10 a.m., un hombre de barba rubia llegó al bosque de Roslyn para que
firmara una petición a ser presentada en el Tribunal Supremo de India. La
petición decía que el Acta de Auroville que había sido aprobada por el
Parlamento, sustrayendo la responsabilidad administrativa de Auroville a la
Sociedad Sri Aurobindo y entregándola al Gobierno de la India, era ilegal de
acuerdo a la Constitución de la India, puesto que Auroville era un proyecto
espiritual y no político.
No sabía si debía firmar o no. Madre había dicho claramente que Auroville
no debía pertenecer a un individuo, grupo o nación, pero Roslyn no quería
tener nada que ver con las batallas políticas.
El hombre rubio intentó explicarle que no se trataba sólo de política, sino
que podría destruir la posibilidad de realizar el Sueño de la Madre si el
Gobierno de la India se hacía cargo de Auroville. Todos serían afectados en
muchas formas. Espiritual anarquía sería reemplazada por burocracia.
Hubo de estar de acuerdo con él, pero no quería ponerse en evidencia
atrayendo más odio del segmento de la comunidad de Auroville que
consideraba el traspaso de poder al Gobierno una respuesta a sus ruegos.
Roslyn intentó evitar la firma, preguntando al hombre rubio: —¿Quién eres
tú?
—Mi nombre es Robert Goodman. Soy un discípulo de Madre y Sri
Aurobindo, aunque he llegado a Auroville recientemente.
Parecía muy joven, quizás de apenas treinta años, pero su comportamiento
era el de una persona mucho mayor. Parecía extremadamente serio.
Le preguntó qué quería hacer en Auroville.
Replicó que había adquirido varias parcelas de terreno en el área de
Auroville y ya estaba comenzando a construir una comunidad con algunos de
sus amigos de Europa. De profesión era joyero y hombre de negocios. Poseía
tiendas en Europa y había instalado una pequeña factoría en Pondicherry para
cortar gemas.
Le preguntó si compraría algunos zapatos de ganchillo para sus tiendas.
Él dijo que no eran un buen artículo para Alemania, porque allí hacía
demasiado frío y humedad para llevar zapatos de ganchillo.
—¿Incluso en verano? —preguntó ella.
—Algunos años ni siquiera hay verano —replicó él—. ¿Hay alguna otra
cosa en la que pueda ayudarte?
—No tengo un lugar en Pondi donde vender mis productos, puesto que en la
Boutique de Auroville rehúsan aceptar nada de lo que hago, y mi agente de
exportación rehúsa trabajar para mí.
—Puedo ayudarte. Estamos abriendo una tienda en Pondi, y tenemos una
licencia de exportación.
—Sí, pero tú quieres que firme tu petición. Y yo no quiero más problemas.
Lo siento —dijo ella.
—¿Cuál es ahora tu situación? —preguntó él.
—La situación es que soy una proscrita. No tengo dinero. Tengo un taller
que emplea a cuarenta y cinco personas. Tenemos clientes en el exterior que
nos hacen pedidos de zapatos regularmente, pero nuestro agente de
exportación ha dicho que no aceptará más órdenes nuestras y no podemos
continuar exportando nuestras mercancías. No tengo acceso a nuevos clientes
porque mis productos no están expuestos en ninguna parte en donde alguien
pueda verlos. Aurosarjan ha copiado mis zapatos, y están en venta en la
Boutique y se exportan a través de la Boutique. Mi negocio está acabado. ¿Qué
puedo hacer? Toda esta gente depende de mí.
—Yo puedo ayudarte. Nosotros tenemos una licencia de exportación con el
nombre de Aurodevi. Estaríamos contentos de exportar para ti. También
tenemos una sala de exposición y ventas en Pondi.
Era un milagro, una respuesta a sus plegarias. Roslyn firmó la petición y le
pidió enviar de inmediato dos telegramas a sus clientes indicándoles que
enviaran sus pedidos y sus pagos a Aurodevi.
A los pocos días, recibió respuesta de uno de los clientes. Ya había enviado
el cheque a la Boutique de Auroville, pero en adelante enviaría sus pagos a
Aurodevi. Del otro cliente jamás volvió a saber nada, y había estado haciendo
pedidos de zapatos de ganchillo por valor de quince mil rupias cada mes. Años
más tarde, se enteró de que continuaba haciendo pedidos a la Boutique de
Auroville porque ellos tenían el par de zapatos cinco rupias más barato.
Envió una nota a André pidiéndole que enviara el dinero obtenido de la
exportación a su cliente australiano de zapatos a Aurodevi, que se haría cargo
de sus exportaciones en el futuro.
Al tiempo en que el dinero llegó desde Australia, Roslyn no había podido
pagar a sus trabajadores durante dos semanas. El taller casi se había quedado
sin material. Estaban haciendo zapatos de niño con los restos. Había un pedido
de quinientos pares de zapatos, pero Aurodevi recibió sólo la mitad de la
cantidad que normalmente se habría pagado por los quinientos pares. André
reclamó la otra mitad de la cantidad como comisión por todos los zapatos que
él había exportado para Roslyn, a los cuales no había cargado comisión.
Ella tenía que estar agradecida de lo que él le había pagado, porque él había
perdido su Boutique y su licencia de exportación por haber exportado para
ella. La mitad del dinero no cubría los costes de fabricación de los zapatos.
Aurodevi contrató a un gerente/contable para que se preocupara de sus
negocios, el señor Madhavan. Ella debía pagarle mil doscientas rupias al mes.
Administraba el dinero cuando llegaba y solicitaba créditos bancarios cuando
no llegaba. Venía al bosque cada sábado por la tarde con una maleta de dinero
en pulcros sobres pequeños. Cada sobre tenía el nombre del trabajador y la
paga estaba dentro de los sobres. Roslyn recibía un sobre cada semana que
contenía doscientas rupias.
Roslyn y sus trabajadores trabajaban juntos seis días a la semana desde las
ocho de la mañana hasta las cuatro y media de la tarde. Estaban haciendo cosas
bellas. El artículo principal eran los zapatos de ganchillo. También había una
línea de productos adornados con cuentas y cosidos a mano: bolsos, chalecos y
cinturones. Hacían de todo excepto dinero. Los ingresos de caja que habían
comenzado con rapidez en diciembre, de repente se secaron.
El cliente australiano, Rob, envió una carta de crédito para los pedidos de
agosto y septiembre. La carta estaba redactada de tal forma que Roslyn debía
de producir documentos de embarque para mil pares de zapatos y entonces
esperar el pago durante treinta días. ¡Debía fabricar quinientos pares de
zapatos sin dinero! Carecía de ahorros, no tenía dinero en efectivo, porque
había utilizado todo el dinero para pagar los gastos escolares de Bliss, para
construir un nuevo taller, para Kwan Yin y Boy, y para contribuir a la
comunidad de Auroville. Ya estaba en deuda con la producción del pedido de
julio.
Madhavan hacían las gestiones para asegurar un crédito bancario del
sesenta por ciento del valor de la carta de crédito al veintidós por ciento de
interés.
Producían los zapatos y los enviaban por barco. Era muy ajustado. Roslyn
escribió a Rob pidiéndole por favor que enviara un adelanto de dinero
mediante una letra bancaria por el pedido de octubre. Él envió una letra
bancaria, pero estaba sin firmar y no era negociable. No podía conseguirse
más crédito. Había cuarenta mil rupias de deudas. De nuevo estaban
confeccionando calzado para niños con los restos. No había dinero para pagar
los salarios. Había sesenta y cinco trabajadores.
Finalmente llegó otra carta de crédito, en los mismos términos que la
primera carta de crédito, para el pedido de octubre y noviembre. Madhavan
negoció otro crédito, se pagó a los trabajadores, y la producción continuó. De
sus doscientas rupias a la semana, Roslyn tenía que pagar a Dosama porque,
aunque no era trabajadora del taller, hacía el té para los trabajadores dos veces
al día. Roslyn ganaba como mucho la mitad que Madhavan y menos que el
sastre y que el zapatero jefe. Estaba trabajando cada día desde las siete de la
mañana, momento en el que iba al taller a preparar el trabajo para el día. Los
trabajadores llegaban a las ocho. Finalizaba haciendo la limpieza después de
que se marcharan los trabajadores, habitualmente a las 5 p.m. cada tarde.
Una o dos veces al mes iba a Pondi en el autobús de última hora de la tarde
y revisaba en la oficina o en la Boutique para ver si había alguna carta o
dinero, y cenaba en un restaurante que contaba con un comedor en la terraza,
bajo las estrellas. Ocasionalmente visitaba el Samadhi de Sri Aurobindo y se
sentaba en ese apacible jardín durante unos minutos.
Varias veces al mes Ananta enviaba a uno de sus trabajadores para llevarla
en moto-rickshaw a la isla. Hacía una puja especial cuatro veces al mes, que
era el trabajo que le había encomendado la Madre. Daba culto a Zeus, Atenea,
Poseidón, Apolo y otros dioses a los que no se les había dado culto desde
tiempos inmemoriales. Dos sacerdotes brahmanes venían para la puja.
Encendían un fuego y decían mantras frente a su pequeño templo.
Frecuentemente había músicos y fuegos de artificio. Después de cada puja, la
estatua de Shiva y las fotografías de Madre y Sri Aurobindo eran llevadas en
procesión a las diversas capillas de la isla, y se observaban ritos de ofrenda,
homenaje y plegaria. Tras la puja siempre había una gran cena.
Tenían una relación muy gozosa. La pequeña casa de él era mucho más
confortable que la cápsula de ella. Sus sirvientes eran buenos cocineros. Él
tenía un tocadiscos y todos los discos de las antiguas comedias musicales.
Frecuentemente ella se quedaba a pasar la noche. Ocasionalmente, algún fin de
semana permanecía en la isla durante dos noches. Una vez al regresar al
bosque descubrió que alguien había robado su ropa de cama y la mayor parte
de sus vestidos, a pesar de que había contratado a un vigilante para que cuidara
de la cápsula y del taller en su ausencia. En otra ocasión fue robada la máquina
de coser. Todos los materiales y zapatos estaban en un gran armario cerrado.
Cuando robaron su colchón sólo pudo dar gracias de que no hubieran robado
también su pequeña mesa de puja. Se volvió temerosa de pasar las noches
fuera.
Cada vez tenía una pelea con Ananta, quien quería que ella se quedara con él
porque estaba muy solo en la isla. Ella quería hacerle comprar sus vestidos,
gafas, y otras cosas que necesitaba. La recompensa de él era que ella se
quedaba en la isla durante una o dos noches en la otra habitación, y permitía a
sus sirvientes tratarla a cuerpo de rey. También le ayudaba con su
correspondencia, porque él estaba habitualmente demasiado bebido para
escribir de forma legible.
Ella intentaba que él le diera o le prestara dinero cuando estaba en apuros.
Él rehusaba darle una simple paisa. Le compraba la seda más cara para
vestidos. Le pagaba los taxis. Pero, ¡nada de dinero!
Mientras tanto, dos mil pares de zapatos habían sido producidos y
embarcados y nadie había pagado por ellos. Roslyn casi tuvo un ataque al
corazón cuando escuchó que el banco no aceptaba las cartas de crédito. Estaba
enviando cartas y telegramas a Rob, sin obtener contestación.
Por fin, a principios de diciembre, recibió una carta y un telegrama
diciendo que llegaría a finales de ese mes. Prometía arreglar todo con el banco
y ver que ella recibiera el pago por todos los zapatos que le había enviado.
También ordenó seiscientos cincuenta pares de zapatos para diciembre,
incluyendo un pequeño avance, y prometiendo el pago total cuando llegara.
Roslyn tenía una deuda superior a las cien mil rupias y debía de pedir
prestado más dinero para producir otros seiscientos cincuenta pares de zapatos
para conservar el trabajo de sus sesenta y cinco trabajadores, manteniendo el
ciclo de producción. Roslyn se encontró trabajando más y más duro,
produciendo más y más zapatos. La única recompensa que tenía por fabricar
todos esos zapatos eran más deudas y responsabilidades. No sabía si era más
agobiante estar profundamente endeudada con sesenta y cinco familias que
dependían de ella, o romper la relación con sus propios dependientes. Se
preguntaba, si había algo de verdad en el karma yoga, ¿cómo había merecido
ella un karma tan tenazmente difícil?
Se levantaba cada mañana antes del amanecer. Se despertaba habitualmente
con la llamada a la oración, entonada desde la mezquita de la aldea próxima,
resonante en el profundo silencio de la temprana mañana antes de la aurora,
cuando los únicos seres despiertos aparte de ella eran unos pocos pájaros. El
silencio era prístino.
Roslyn caminaba a través de la plantación de mangos hasta la bomba de
mano. No había muros alrededor de la bomba, pero no había nadie más,
despierto o en los alrededores, a esa hora de la mañana. Una fronda de bambú
formaba una pantalla natural alrededor de la bomba. El cielo estaba lleno con
la rica promesa de la aurora.
Después de su baño caminaba hasta el Matrimandir. No había casas a lo
largo del camino entre su cápsula y el Matrimandir. El Matrimandir estaba
aproximadamente a dos kilómetros y medio de su cápsula. Resultaba muy
surrealista caminar en la mañana silenciosa y no ver a nadie. Finalmente,
llegaba a la gran masa envolvente de hormigón que era el Matrimandir,
surgiendo lentamente de la tierra o descendiendo del cielo. Frecuentemente
veía a Jim Bean caminando alrededor del Matrimandir. Él parecía no verla.
Caminaba recto hacia ella sin mirarla. Vasudeva también paseaba
frecuentemente alrededor del Matrimandir a esa hora del amanecer. A veces
Roslyn sentía que ellos eran las únicas personas en Auroville a esa hora del
día, y no tenían nada que decirse los unos a los otros, nada en común, excepto
el hábito de caminar alrededor del Matrimandir al amanecer.
Habitualmente, cuando caminaba de regreso al bosque escuchaba el claxon
del autobús de la aldea, y el Bande Mataram que transmitía All India Radio a
través de los altavoces del poblado. Cuando estaba de vuelta en el bosque,
Dosama estaba sentada junto al fuego al lado de su pequeña choza, en la
euforia de la borrachera, y recibía a Roslyn con una cálida sonrisa. Roslyn le
devolvía el saludo y se iba al taller.
Allí comenzaba el trabajo revisando la labor terminada el día anterior, que
los operarios dejaban sobre la mesa de trabajo cuando terminaban por la tarde,
y recogiéndola en el armario. Entonces decidía sobre el trabajo del día y
colocaba los materiales sobre la mesa para los trabajadores. Después de eso,
iba a sentarse en su silla de caña al lado de la pequeña mesa redonda y
trabajaba en la contabilidad y la correspondencia. Frecuentemente a la hora en
que llegaban los trabajadores ella estaba en la hamaca con un buen libro.
Los trabajadores comenzaban a llegar a las 7:50 a.m. La joven que ocupaba
el lugar más bajo de la jerarquía del taller, llegaba unos minutos antes que los
demás para barrer el taller cada mañana, y dibujaba un kolam frente a la puerta
de entrada. También traía la leche, que adquiría cada mañana en la aldea. La
leche era una parte esencial del ritual de la mañana.
Cada día traía dos litros de leche fresca. La leche debía hervirse. La mayor
parte de la leche de Roslyn se utilizaba para hacer requesón, que al día
siguiente era escurrido a través de un paño y servido como queso con pan para
los trabajadores con su té de la tarde. Ella preparaba sus frugales comidas en el
pequeño fuego de seis ladrillos dispuestos en forma de U, en donde también
teñía los hilos. Tomaba su coraje de Madre que había advertido a los sadhakas,
"Confiad sólo en el Divino".
Cada mañana a las ocho llegaban los trabajadores. Habitualmente Roslyn
estaba en la hamaca esperando el té. Las mujeres siempre estaban hermosas
con sus saris brillantemente coloreados. Parecían insensibles a los tornados y
los giros del destino que estaban constantemente arrastrando a Roslyn.
Llegaban bellamente ataviadas, su pelo largo elegantemente peinado, y
deseaban a Roslyn una "buena mañana". Ella se levantaba y les daba las
órdenes del día, los colores, tallas y diseños. Los zapateros y el sastre llegaban
siempre un minuto o dos después de las mujeres. Siempre estaban alegres, y
ocasionalmente uno de ellos traía una flor para Roslyn. Ella les devolvía los
saludos y les encomendaba el trabajo del día. Cada trabajador había
encontrado un lugar para sentarse en el taller que se convirtió en su plaza, de
él o de ella. Roslyn no había tenido dinero suficiente para terminar el suelo, así
que el piso era sólo una cimentación de cal mezclada con cascotes. Los
trabajadores se sentaban en cojines sobre esterillas de bambú. Se sentaban
silenciosamente, con media hora para el té entre las 10 y las 10:30 a. m. y entre
las 3 y las 3:30 p. m., además de una hora para la comida entre las doce y la
una. Se sentaban y trabajaban desde las ocho de la mañana hasta las cuatro y
media de la tarde, seis días a la semana. No pronunciaban ni una palabra de
queja si al final de la semana Roslyn no tenía dinero para ellos. Roslyn los
admiraba por su perseverancia, y estaba terriblemente embarazada de ser
incapaz de cumplir sus compromisos con ellos en todas las ocasiones.
Finalmente, Rob llegó a Madrás, campechano y efusivo. Fue al banco que,
durante meses, había rehusado tramitar la carta de crédito. De repente entró
dinero en la caja. También pagó en efectivo los zapatos que había ordenado
para diciembre e hizo una orden de mil pares de zapatos para enero y otros
mil pares para febrero. Prometió enviar un adelanto del pedido de
enero/febrero tan pronto como estuviera de regreso en Australia.
Se pagaron todas las deudas, con sus intereses. A Roslyn le consternó que
después de pagar todas las deudas, los intereses, y de haber adquirido el
material para la orden de enero, apenas había dinero suficiente para pagar los
gastos escolares de Bliss. Ni siquiera dinero suficiente para reparar el techado
de la cápsula.
Rob y Madhavan se llevaron el uno con el otro tan bien como una casa en
llamas. Durante los pocos días que Rob estuvo, hubo taxis, cenas en los
mejores restaurantes de Pondi, y buenos momentos. Cuando Rob el Bandido se
fue, Roslyn era optimista respecto a que él había comprendido su situación
financiera, y a que en el futuro se ocuparía de que ella cobrara con prontitud
los zapatos que él había ordenado. Él admitió que estaba haciendo mucho
dinero con los zapatos. Los estaba vendiendo por un precio cinco veces
superior al que le pagaba a ella, y se estaban vendiendo como pasteles recién
hechos. Ella imaginó que para él era fácil ver la ventaja que le suponía
apoyarla a ella y al taller, dando continuidad a los acuerdos que mantenían.
En la tercera semana de enero, cuando todavía él no había enviado su
dinero, hubo de pedir a Madhavan que solicitara otro crédito bancario. Recibió
una carta y un telegrama confirmando la orden de enero de mil pares de
zapatos, y la de febrero, por otros mil pares, prometiendo que el cheque se
había enviado por correo. El cheque no llegó, así que intentó obtener otro
crédito bancario, pero no había carta de crédito como garantía, y el banco
rehusó prestar el dinero.
Roslyn escribió a su madre preguntando si podía ayudar con los gastos
escolares de Bliss. No recibió respuesta. Algunas semanas más tarde recibió
una carta del Administrador de la escuela de Delhi con una carta adjunta de su
madre, y una nota: "¿Por qué me sigue escribiendo cartas como ésta? Ya me
escribió esto el pasado año: ‘Por favor envía cinco mil rupias inmediatamente
para los gastos de este trimestre’." La carta de su madre iba dirigida al colegio:
"Eduqué a mis hijos, y no creo tener ninguna responsabilidad de ayudarlos a
educar a los suyos".
Roslyn se encontró casualmente con Joe en Pondicherry, quien le dijo que
Panditji había fallecido unos días antes. Ella no había ido a visitarlo desde
hacía dos años, pero se sintió afectada por su muerte.
Roslyn no tenía materiales para los trabajadores. Así que no pagó a los
trabajadores durante tres semanas. No tenía crédito. No tenía salida para todos
los zapatos que era capaz de producir. Debía cerrar. Debía cerrar el taller
debiendo a los trabajadores los salarios de tres meses. Debía despedirlos sin
pagarles lo que les adeudaba.
Era una pesadilla. Algunos de los trabajadores eran muy amables, y
pacientes con el hecho de no recibir su paga, pero otros estaban furiosos, le
gritaban, amenazando con golpearla. Ella estaba completamente sola en el
taller del bosque, desesperada e indefensa.
Era un infierno. Eventualmente consiguió pagar y despedir a quince de los
sesenta y cinco trabajadores, pero todavía debía encontrar el dinero y los
materiales para seguir con los cincuenta trabajadores restantes.
Antiguos clientes, nuevos clientes, conocidos y extraños se dejaban caer por
el bosque. Les vendía un par de zapatos, cinco pares, diez pares, una bolsa, o lo
que querían. Había una chica italiana casada con un inglés que venía cada
pocos meses y compraba calzado y bolsas por valor de miles de rupias al
contado. Los llevaba a Goa, Kodaicanal o Katmandú y los vendía.
Roslyn se olvidó de los agentes de exportación. Había estado trabajando
con Aurodevi durante ocho meses, y estaban reclamando que ella les debía
dinero, a pesar de que ella les había proporcionado órdenes de exportación de
miles de pares de zapatos por los cuales nunca le habían pagado nada.
Finalmente, Robert Goodman vino a verla y le ofreció cinco mil rupias por
todos los zapatos que ellos habían enviado sin que ella hubiera cobrado por
ellos.
Ella protestó. —Te he dado el equivalente a doscientas mil rupias en
zapatos.
—Sí, sí, lo sé, pero no hemos recibido ninguno de esos pagos. Queremos
concluir nuestros negocios contigo.
—¿Y qué ocurre cuando a ti te paguen los zapatos? —preguntó ella.
—Si nos pagan los zapatos, nos quedaremos con el dinero, por supuesto.
—No puedo aceptar cinco mil rupias como pago por un valor de doscientas
mil rupias en zapatos —le rogó.
—Está bien, pues no te doy nada.
—¿No quieres pagarme cuando recibas el precio de sus ventas?
—Sí, por supuesto, pero si no recibimos ningún pago no te daremos o te
enviaremos ningún dinero y de cualquier pago que recibamos nos quedaremos
un veinticinco por ciento de comisión.
—Creo que es una mejor solución que aceptar las cinco mil rupias, pero no
tengo dinero para mí misma ni para el taller.
—Ese es tu problema.
Después de esto, cuando alguien le pedía un envío de zapatos hacía lotes y
los enviaba a través de la Oficina de Correos como paquetería asegurada. Sólo
podía asegurarlos por doscientas cincuenta rupias porque se enviaban como
regalos o como paquetes turísticos, que sólo podían alcanzar un valor máximo
de doscientas cincuenta rupias. El verdadero valor de cada paquete era
habitualmente de varios miles de rupias.
Estaba completamente perpleja por lo que le había ocurrido. Empleaba
varios días a la semana tiñendo hilo para Ivar, así que al menos había algún
ingreso en la caja. Teñía centenares de kilos de hilo cada semana,
permaneciendo un día tras otro encima de dos fuegos. Dos grandes ollas de
bullentes colores sobre los ladrillos que rodeaban el fogón. Podía permanecer
sobre el fogón desde la mañana hasta la tarde, trabajando con dos chicas del
poblado, mezclando el hilo con fórceps para que el tinte estuviera
uniformemente distribuido en el hilo, o Ivar le hacía volverlo a teñir antes de
pagarle. Todos sus vestidos estaban salpicados de color. Sus manos tenían con
frecuencia un color muy extraño. Aborrecía teñir, pero era una fiable fuente de
ingresos.
El techo de la cápsula de Roslyn estaba lleno de agujeros. Cuando llovía, se
mojaba. No había dinero para arreglarlo. Finalmente se trasladó a uno de los
altillos del taller, porque tenía el techo en mejores condiciones y ya no se
usaba como espacio de trabajo, puesto que la mayor parte de los trabajadores
se habían ido.
Las personas que habían firmado la petición de Robert Goodman contra la
absorción de Auroville por el Gobierno de la India eran llamados "Neutrales".
Esas personas eran consideradas como traidoras por la mayoría de los
aurovilianos. Sólo eran unos treinta y cinco, contra aproximadamente
setecientos que eran el resto de Auroville. Robert Goodman los organizó en un
grupo para proteger sus visados y otros intereses esenciales. También había
entre ellos al menos un mínimo de amistad, puesto que todos estaban en el
mismo barco. Todos eran objeto de continuos abusos por la comunidad.
Uno de ellos, un japonés americano que había nacido en uno de los campos
de concentración para japoneses en América, durante la Segunda Guerra
Mundial, estuvo a punto de marcharse cuando una pandilla de chicos lo atacó.
Le tiraron piedras y le gritaron que se marchara. No querían japos en
Auroville. Estaba conmocionado, como lo estaban el resto de los Neutrales, de
advertir que esa clase de odio y prejuicio era aceptado en Auroville. Cuando se
dirigió a los padres de los niños para explicarles lo que había ocurrido, los
padres dijeron que los chicos tenían razón: debía marcharse de Auroville. Era
una de las primeras personas aceptadas por la Madre en la comunidad de
Auroville. Estaba horrorizado. El resto de los Neutrales eran las únicas
personas que coincidían con él en que un ataque así era horroroso; el resto de
Auroville parecía considerar estupendo que los niños intentaran ayudar a
purgar Auroville de elementos indeseables.
El 5 noviembre 1982, el Tribunal Supremo de India declaró que el Acta de
Auroville, aprobada por el Parlamentó de la India, poniendo Auroville bajo el
control de un Administrador nombrado por el Departamento de Educación del
Gobierno para un período de tres a cinco años, no contravenía la Constitución
de India, y debía ser aplicada de inmediato.
El administrador estaba ya instalado en Auroville a la espera de la decisión
del tribunal. La Sociedad Sri Aurobindo había invocado que Auroville era una
organización religiosa protegida por la Constitución de la India. Vasudeva
había presentado al Tribunal Supremo la petición de los "Neutrales"
solicitando que el Acta fuera considerada nula puesto que Madre había dicho
que Auroville no pertenecía a ningún grupo o nación. Muchas personas en
Auroville consideraban esto la prueba de que los Neutrales estaban de parte de
la Sociedad contra Auroville. No entendían lo que Madre quería expresar
cuando dijo: "Aquellos que están a favor de unos y contra otros, están fuera de
la verdad".
Bliss estuvo de visita durante unos días porque un grupo de niños de la
escuela de Delhi habían venido a Pondicherry para visitar el Ashram.
El Administrador había preparado un papel que envió a todos los
aurovilianos declarando que los bienes, tierra, plantaciones, construcciones,
negocios, estaban todos relacionados con Auroville y bajo la administración
del Gobierno de India. Todo cuanto había sido creado en los catorce años
desde el comienzo de Auroville como una ofrenda al Divino, quedaba bajo la
administración del Gobierno de India.
Normalmente asignaba la responsabilidad del disfrute de los bienes a las
mismas personas que los habían estado disfrutando previamente; sin embargo,
en algunos casos designaba administradores conjuntos, en otros simplemente
despedía a los administradores y señalaba unos nuevos. Tomó el taller de la
hija de Vasudeva y se lo dio a un italiano. Roslyn estaba preocupada de que
pudiera dar el taller, el bosque, la plantación de mangos, a otra persona,
cuando recibió un documento solicitándole que firmara que todos los bienes
que había creado eran propiedad de Auroville y estaban bajo la administración
del Administrador nombrado por el Gobierno de la India.
Uno de los Neutrales había conseguido una copia de la reciente carta
enviada por Víctor a Auroville, y se la había dado a Roslyn para que la leyera:
"El simple poder de sinceridad debería obligar a los elementos indeseables
a marcharse o a cambiar. Y me parece que en cierta medida hemos tenido
éxito, puesto que hace ocho años Auroville era una especie de de sopa turbia
en donde todo tipo de personas —más o menos conscientes y más o menos
deseables— chapoteaban. Las mangostas abrazaban a las serpientes y permitían
ser mordidas en nombre de la ‘unidad humana’ — pero ¿era una unidad de
veneno o una unidad de verdad? Y también había un cierto número de babosas
que no estaban ni en un bando ni en el otro y que simplemente dejaban su
rastro de pegajosa saliva espiritual realzando la situación, intentando ocupar el
lugar de los otros dos bandos. No sé que es preferible, saliva o veneno, y si los
tres unidos para formar otra sopa, al final de unas pocas generaciones de
aurovilianos, hacia el año 2000, o después del diluvio, haría de eso un
Auroville ideal.
"Por mi parte encuentro que nuestros enemigos nos han ayudado con un
gran desafío durante ocho años; ha habido una bendita progresión en la
conciencia de los aurovilianos, han comenzado a abrir sus ojos, a ver
claramente, a poner cada cosa más o menos en su sitio; sabemos quién es el
león y quién el camaleón. Ha sido un progreso enorme. Los indeseables nos
han ayudado a ver qué es deseable, a saber qué es lo que queremos en realidad;
¿un batiburrillo de gatos y babosas, o algo más? Ahora, ocho años más tarde,
¿queréis comenzar de nuevo la experiencia del batiburrillo de gatos y babosas
para ver si esto podría crear al fin la unidad humana? ¿No decíais ‘quítale los
colmillos a la serpiente’? Pues, ¡intentadlo!
"Durante algunos miles de años diferentes profetas y avatares han venido
para enfrentarse con esto mismo. Pero, sin embargo, después de esta triste
historia, la raza humana ha comenzado a ver un poco más claramente y a
dejarse persuadir un poco menos por el mal — es decir que todo está más o
menos desenmascarado, desnudado; vemos que los pequeños diablos se
arrastran a la vista de todo el mundo; en el proceso han tenido que
desprenderse de sus falsas auras espirituales y de sus falsos mostachos —
sabemos quién es quién. Éste es el verdadero progreso de la Tierra; no es que
la Tierra se haya tragado y transformado a los indeseables, es que ha
alcanzado el punto en donde comienza a conocer o a sospechar la única cosa
Deseable. Apocalipsis, que no sólo significa ’revelar ’, significa ’quedar al
desnudo’. Las vestiduras caen, caen los trajes de serpiente, camaleón o
babuino, y vemos quién está ahí. Somos lo que somos y nada más. Y si tú no
eres, peor para ti.
"Así que ésta es la situación en Auroville, en la cual las máscaras se han
desprendido más o menos. Es un inmenso progreso de Auroville. Ahora, ¿qué
vais a hacer con esos ’desenmascarados’? ¿Ser Neutral? Pero no hay
Neutralidad. ¡Es un batiburrillo de gatos y babosas! ¿Expulsarlos? ¡Pero no
somos la Gestapo! ¿Qué entonces?
"Bueno, me parece a mí necesario, muy necesario, que la limpieza se haga
de una forma simple: los aurovilianos pueden llegar a estar de acuerdo en un
número de puntos materiales, como, por ejemplo, no provecho personal, no
dinero personal, una única cooperativa central que distribuye según las
necesidades y que recibe donaciones. Entonces, automáticamente, veréis un
número de pequeñas babosas y de serpientes de talla media diciendo ¡No! Y se
hará la criba. Aquellos que no quieran seguir la ley de Auroville sólo tienen
que irse a cualquier otra parte y aplicar allí su ley. Lo más importante es saber
qué se quiere. Definir unos pocos simples puntos materiales que conformarían
el código práctico de Auroville. Entonces uno lo acepta o no lo acepta. Uno no
puede hacer sus pequeños negocios o distribuir dinero por todas partes y
sembrar al mismo tiempo la corrupción. Tenéis que saber si queréis dejar que
las cosas se contaminen y vayan a peor en nombre de la ’hermandad humana’
o si queréis poner algún orden en vuestra casa y mantenerla limpia.
"Es sencillo.
"Es claro.
"Es una cuestión de olfato.
"No debemos confundir a aquellos que aspiran con aquellos que nos
estrangulan para hacernos aspirar — si somos estrangulados, no queda nadie
para aspirar ni nadie para recordar".
Esta carta y la petición del Administrador de entregar los patrimonios,
aterrorizó a Roslyn. Robert Goodman le había traído la carta y le había
advertido que el nuevo Consejo Ejecutivo había decidido expulsar a todos los
Neutrales fuera de Auroville.
Ella le mostró el papel que había recibido del Administrador y dijo: —Si
firmo esto no tendrán que venir y echarme, simplemente darle este lugar a
alguien.
—Sí, pero tienes que firmarlo —replicó él.
—¿Lo cree así? Estoy condenada si lo firmo y estoy condenada si no lo
firmo —dijo ella.
—Sí, algo así. No te preocupes, puede ser que el Administrador te permita
seguir aquí.
Por la tarde se fue a Pondi en el autobús de la aldea y preguntó a Vasudeva
si debía firmar el papel del Administrador, cediendo sus bienes al Gobierno de
la India. Él le dijo que firmara y rezara.
Tomó un moto-rickshaw de regreso a Auroville, se detuvo en casa del
Administrador y le entregó el papel, y le preguntó qué iba a hacer con él. Él le
explicó que se trataba sólo de una formalidad, pero que como había alguna
objeción a su presencia en Auroville, debía designar un ejecutivo conjunto
para ayudarla a administrar su patrimonio. Ella había pasado un infierno
creando ese taller, y él iba a nombrar despreocupadamente un ejecutivo
conjunto. El Administrador parecía determinado a designar nueva
administración para los bienes controlados por los Neutrales, utilizando la
oportunidad de la toma del poder para resolver el conflicto en Auroville con
un mínimo de protesta. Parecía pensar que si se libraba de los Neutrales ya no
habría problemas en Auroville.
Se sintió completamente enferma después de hablar con él. Regresó al
bosque muy tarde. Invariablemente por la tarde se sentaba frente a su mesa de
puja, encendía una candela e incienso y repetía los mantras que Panditji y
Madre le habían dado, varios cientos de veces, pero esa noche estaba
demasiado cansada cuando regresó al bosque. Simplemente se fue a dormir.
Roslyn había puesto todo lo que tenía para crear el pequeño taller en el
bosque, pero sabía que eso no lo hacía de su propiedad. En Auroville nada
pertenece a nadie en particular. Había firmado el papel diciendo que los bienes
que había creado estaban ligados a Auroville, porque ella estaba
completamente comprometida con los ideales de Auroville. Sabía que uno de
sus vecinos quería su bosque para leña, para su alfarería, pero esperaba que no
fuera designado como su ejecutivo conjunto.
Se fue a dormir preguntándose si haber firmado el papel no le iba a costar
su taller, y esperando que quienquiera que tomara el taller le proporcionara un
billete para San Francisco.
Estaba completamente exhausta. Era el primer anochecer en años que se iba
a la cama sin meditar, agradeciendo al Divino de que nada peor hubiera
ocurrido aquel día. Bliss estaba pasando la noche con sus amigos en la
comunidad para niños, Ami.
Dormía, tenía sueños maravillosos con viejos amigos, que habían rehusado
incluso hablarle durante varios años, conversando con ella. Había un extraño
olor dulzón. Se había despertado, pero no había abierto los ojos.
¡BUM! ¡¡¡SMASH!!!
¡¡¡Alguien había golpeado sus dientes!!!
No abrió sus ojos para tratar de ver quién era, sino que puso sus manos
sobre ellos para protegerlos de la lluvia de sonoros golpes con un instrumento
contundente que siguieron.
¡Wack! ¡Wack! ¡Wack!
Los golpes caían sobre sus manos, brazos, cabeza, en un aparentemente
interminable horror de tormento, más allá de sus peores sueños.
Abandonó toda resistencia y permaneció allí inmóvil. Sintió unas manos, no
demasiado cuidadosas, arrancar la fina cadena de oro que llevaba alrededor
del cuello, que había sido bendecida por la Madre. Oyó a los atacantes salir
precipitadamente a través del suelo de bambú cuarteado de su altillo-
dormitorio.
Esperó varios minutos antes de abrir los ojos.
Se habían ido. La noche era muy callada. En la distancia pudo escuchar el
arranque de un coche. Nunca había coches en la carretera cercana al bosque
durante la noche; casi no había coches en esa carretera incluso durante el día.
Permaneció allí durante unos pocos minutos hasta que se dio cuenta de que
estaba empapada en su propia sangre. Había sido un atardecer inusualmente
fresco. Se había puesto para ir a dormir un vestido que Ananta le había dado.
Estaba completamente empapado de sangre. Las sábanas, las almohadas, todo
estaba empapado de sangre. Lentamente abrió los ojos. Se sentó. No sentía
mucho dolor, pero sus manos ya estaban hinchadas al doble de su tamaño
normal, y apenas podía moverlas. Encendió la luz de la linterna sobre la mesa
de puja próxima a su lecho. Su bolsa con los salarios para los trabajadores y
su paga extra por Deevali estaban todavía bajo la mesa de puja. Su reloj estaba
sobre la mesa. Eran las 3 a. m.
Colocó sus manos sobre su rostro. Parecía ser un amasijo. Introdujo sus
dedos en la boca y retiró un molar. El único diente que todavía estaba
tambaleante en sus encías, el resto habían desaparecido.
No lloró. Lo peor del dolor era el horror del odio que de alguna forma ella
había engendrado. No podía imaginar ningún tipo de justificación para tal
brutalidad. No era como nada de lo que ella hubiera visto o escuchado jamás o
hubiera podido imaginar en la más salvaje de sus pesadillas. Era inimaginable
que esto pudiera ocurrir en Auroville.
Decidió que debía acudir a sus vecinos en busca de ayuda. Alguna gente
amable había construido pequeñas casas en los linderos de la plantación. Eran
amistosos, y ocasionalmente la visitaban en el bosque. No podía quedarse allí
sin más, en un charco de sangre y esperar que todo se arreglara.
Fue al vecino, y tímidamente golpeó en la puerta.
Escuchó la llamada de Melanie: —¿Quién está ahí?
—Roslyn —replicó ella, teniendo una gran dificultad en pronunciar su
nombre.
Melanie abrió la puerta sosteniendo una linterna en su mano. Dio un vistazo
a Roslyn y jadeó entrecortadamente, llamando a su compañero: —Hero, ¡ven
rápido! ¡Roslyn ha sido herida!
Roslyn casi se desplomó de gratitud de que todavía hubiera alguna
compasión en el mundo, pero pudo mantenerse equilibrada.
—¿Qué ha ocurrido? ¡Pasa! Siéntate. Deja que te limpie la cara. ¿Cómo
puedo ayudarte? —dijo Melanie, desviviéndose por ser amable.
Hero bajó la escalera del altillo-dormitorio, miró a Roslyn y dijo: —Oh,
Dios mío, ¿qué ha ocurrido?
—No sé qué ocurrió. Alguien me atacó mientras dormía.
—Increíble. ¿Cómo podemos ayudar?
—¿Qué debería hacer?
—Necesitas que te vea un médico. Te llevaré en la moto. Esperaremos un
poco, hasta que el cielo claree.
—¿Quieres ir y coger mi bolsa y algo de ropa limpia?
—Claro. Te llevaré a la Clínica del Ashram.
—Sí, sospecho que es lo mejor. Allí siempre me han tratado bien.
Subieron a la moto con las primeras luces del amanecer. La única
motocicleta que encontraron entre el bosque y Pondi fue la de Robert
Goodman, conduciendo en dirección opuesta. Roslyn lo reconoció y le hizo
señas para que parara.
Él se detuvo y quedó horrorizado cuando ella se quitó el pañuelo que cubría
lo peor de sus heridas.
Preguntó que a dónde iba, y le dijo que iría a verla allí. Le prometió hacer
cualquier cosa que pudiera para ayudarla.
Llegaron a la Clínica al amanecer. Hicieron sonar la campanilla. Esperaron.
Hicieron sonar la campanilla de nuevo.
Una enfermera abrió la puerta. Miro a Roslyn y dijo: —Pasa, le dio un
analgésico, la instaló de la forma más confortable posible, le trajo un
almohadón extra, y prometió llamar al médico.
Roslyn se desmoronó y durmió. Se despertó una hora más tarde sintiendo
como si estuviera en un refrigerador.
Fue al baño, luego se sentó en su cama, comenzó a repetir mecánicamente
los mantras que habían llegado a convertirse en una fuente instantánea de
consuelo y libertad en las circunstancias ultrajantes.
Tenía frío, así que se puso la mayor parte de la ropa limpia que había traído
con ella y desvistió las cubiertas de las otras camas vacías de la habitación.
Intentó acurrucarse en la cama, pero estaba demasiado incómoda, con mucho
dolor, y además, todo el horror de lo que había ocurrido regresó. La
enfermera le preguntó si quería algo de comer o de beber. El joven doctor
americano que practicaba la homeopatía entró con la enfermera y le dio
algunos pequeños placebos que de forma instantánea mejoraron la conmoción;
o era eso, o era el encanto del doctor.
Permaneció allí durante un momento y le preguntó qué había ocurrido.
Habían empezado a llegar personas de Auroville y del Ashram que se habían
ido enterando de lo ocurrido. Gente que no le había dirigido una palabra
durante años de repente se agolpaba al lado de su lecho. Percibió que algunos
de ellos venían como mirones. Otros venían amistosamente. Llegó su sastre,
miró su cara y rompió en lágrimas.
Era el cumpleaños del doctor. El doctor era un ashramita. Madre siempre
hacía algo grande de los cumpleaños. Incluso hoy, en el Ashram, a todo el
mundo se le permite meditar en la habitación de Sri Aurobindo el día de su
cumpleaños. Para muchos devotos de Sri Aurobindo es lo más destacado del
día y tal vez del año. Era el cumpleaños del doctor Sen. En lugar de estar
sentado en la habitación de su amado gurú, estaba en la clínica, intentando
recomponer a Roslyn.
Convocó a un equipo de doctores y preparó la cirugía. Efectuó una
operación de cuatro horas. Ofreció a Roslyn la opción de dormirla, en cuyo
caso deberían introducir un tubo por su garganta para ayudarla a respirar, o
permanecer despierta y sin moverse durante la operación. Eligió permanecer
despierta.
Había una gran fotografía de Madre y Sri Aurobindo en el teatro de
operaciones. Roslyn se concentró en el mantra que la Madre le había dado y
dejó que los doctores hicieran lo mejor que pudieran hacer. Ya era obvio para
ella que su cara había sido irrevocablemente destrozada.
Bliss fue a verla y le dijo que no quería volver a la escuela de Delhi. —
Mami, tú me necesitas —dijo la niña.
Roslyn se sintió terrible. La niña no era lo suficiente mayor como para
dejar la escuela, y las únicas escuelas en Auroville eran para niños pequeños.
—No te preocupes —dijo Bliss—. Puedo ir a la Escuela de Kodai el año
próximo, si estás de acuerdo.
Roslyn estaba demasiado extenuada para intentar explicar que Kodai era
seis veces más cara que la escuela de Delhi. Sin embargo, estaba más próxima
a Auroville. Roslyn aborrecía estar tan alejada de Bliss, y nunca había ganado
una discusión con ella, pero preguntó: —¿Y tus cosas?
—Pueden enviármelas con el próximo grupo de niños que vengan a Pondi
para visitar el Ashram. No tengo gran cosa, principalmente uniformes del
colegio, que me han quedado pequeños.
—No puedo decirte lo que debes hacer, pero espero que no sea una
equivocación.
—No estés preocupada Mami. Quiero estar aquí contigo durante un tiempo.
Roslyn estaba muy agradecida a la niña. Robert Goldman llegó y prometió
pagar a Roslyn las facturas del médico y del dentista. Luego, en el último
momento, añadió: —De paso, me gustaría traer a alguien a verte esta tarde.
—Realmente no soy capaz de ver a la gente —dijo ella.
—Tranquila; sólo estaremos uno o dos minutos.
Ella no tomó la molestia de contestar.
Auroville aparecía mucho en los periódicos de India. La decisión del
Tribunal Supremo había salido en primera página. Por la tarde, Robert
Goodman llegó a la clínica con un fotógrafo de un periódico de Bombay. El
doctor los vio entrando en la Clínica y los detuvo en la sala de espera. Fue a
ver a Roslyn y le preguntó si quería ser fotografiada para los periódicos.
Ella replicó: —¡No, ciertamente no!
El doctor volvió a bajar y dijo al fotógrafo que Roslyn rehusaba verle.
Robert Goodman argumentó con él: —Pero esta mañana estuvo de acuerdo
en que viniera.
El doctor rehusó permitir que el fotógrafo subiera por las escaleras.
Robert Goodman se fue con su amigo fotógrafo, enfurecido con Roslyn y
con el doctor, y rehusó pagar ninguna de las facturas cuando le fueron
remitidas.
A la mañana siguiente Roslyn se miró en un espejo por primera vez desde
que su rostro había sido masacrado.
Era increíble. Toda la cara estaba hinchada y la mayor parte de ella estaba
negra y azul. El doctor había utilizado hilo negro para coser su labio superior
y su mejilla izquierda. Parecía demasiado horrible para ser humana. Estaba
muy agradecida al médico que había protegido su intimidad. Se sentía tan
repulsiva que sería imposible para ella hacer otra cosa que ocultarse en el
bosque durante el resto de su vida.
Leyendo Savitri bajo el Baniano
CAPÍTULO XX

DIEU EX MACHINA

Pero primero debemos culminar el ascenso del espíritu


desde el abismo del que nuestra naturaleza surgió.
El alma debe elevarse soberana por encima de la forma
y ascender hasta cimas más allá de la sondormida mente;
debemos insuflar nuestros corazones con un vigor celestial,
sorprender al animal con el oculto dios.
"Savitri" de Sri Aurobindo
ESPUÉS de pasar dos meses en la Clínica, Roslyn sintió que se
D encontraba preparada para regresar al bosque y al taller. Debía regresar.
No tenía ningún otro sitio a donde ir. No podía permitirse permanecer en la
Clínica durante más tiempo. Tenía que vender zapatos. Sentía que debía
supervisar la producción. Todavía tenía quince trabajadores.
El sastre había mencionado que su hermano estaba durmiendo en el taller
por la noche, así había un vigilante en el lugar. No debía preocuparse por los
ladrones. Había estado de acuerdo en quedarse allí por la noche como
vigilante, por lo que ella estaba agradecida. El único problema era que
significaba otra persona a la que tendría que pagar cada semana.
Bliss se había trasladado con los otros niños de su edad a Ami. Parecía
contenta. Había dicho a Roslyn que tenía suficiente de la Escuela del Ashram
en Delhi y que quería ir a la Escuela Internacional de Kodaicanal, que no
estaba tan lejos y que utilizaba el sistema americano de educación
preferentemente al sistema indio. Había oído que en Kodai los profesores
tenían prohibido golpear a los niños. Aunque ninguno le había pegado en
Delhi, no le gustaba que los profesores pegaran a los estudiantes por no
dirigirse a ellos como "Señor", o por no empollar.
Roslyn estaba impresionada de escuchar que los profesores golpeaban a los
niños en una escuela que se reclamaba ser la "Escuela Internacional de la
Madre", pero no podía imaginar de donde sacaría el dinero para los gastos
escolares en Kodai. No podía discutir con Bliss, que estaba completamente
segura de lo que estaba haciendo. Bliss había escrito a Kodai pidiendo un
impreso de solicitud, y se lo había dado a Roslyn para que lo firmara.
Antes de regresar a Auroville, Roslyn decidió caminar hasta el Samadhi en
el Ashram para presentar sus respetos ante la tumba de Madre y Sri
Aurobindo, y disfrutar la maravillosa paz que siempre encontraba mientras
permanecía sentada en ese patio. Cuando se encontraba caminando por la calle,
a punto de entrar por la puerta del Ashram, vio pasar a Jim Bean montado
sobre su bici.
Lo miró y percibió como un destello entre ellos. Él la miró. Su cara todavía
estaba hinchada, y negra y azul. Sus ojos estaban rodeados de grandes círculos
negroazulados. Estaba severamente marcado de cicatrices y la mayor parte de
sus dientes superiores habían desaparecido. Él se cayó de la bici. Cuidadoso de
no mirarla de nuevo, se levantó, levantó su bici y continuó su camino. Ella
entró al patio, divertida de que lo que le había ocurrido a ella le hubiera
sobresaltado tanto a él que se había caído de la bici. Había montado en esta
bicicleta, para ir a todos los sitios, cada día durante años y nadie lo había visto
caerse nunca. Ella casi olvidó el incidente en el momento en que ocurrió. Él no
le había dirigido la palabra durante años y no parecía que eso fuera a cambiar
nunca. Ella debía preocuparse de sí misma.
Sabía que necesitaba ayuda, así que se sentó en el Samadhi y pidió a Madre
y Sri Aurobindo que las protegieran a ella y a Bliss. Unos años antes hubiera
incluido a Auroville y a otros en su ruego, pero ya no sabía qué era Auroville
actualmente.
No sabía si estaba regresando a Auroville o a Horrorville. Rogaba
simplemente para tener fuerzas para hacer cualquier cosa que Madre y Sri
Aurobindo quisieran y necesitaran que ella hiciera. No podía entender qué
estaba ocurriendo en Auroville.
Debía regresar. Era como haber caído de un caballo que debes de volver a
montar de nuevo. Debía aceptar lo que había ocurrido y tener fe en que,
incluso aunque ella no pudiera ver la luz al final del túnel a través del que
había estado arrastrándose durante seis años, estaba allí. Todos los horrores
eran simplemente una prueba de fe, pero había aprendido que cuando pasaba
una prueba en el yoga, le era otorgada una prueba más dura.
La única forma de llegar al final del túnel es atravesarlo, intentaba decirse a
sí misma. Ignoró la tentación de ir a Madrás y pedir al Cónsul que la repatriara
a Estados Unidos. Hacía años que no tenía noticias de Frankie. Saschwa la
había visitado a principios de año durante unas semanas y se había llevado con
él a USA un cargamento de zapatos y de bolsas, que había prometido vender
para ella y enviarle el dinero. No había sabido nada de él. No tenía una
dirección donde escribirle. Sentía que no había sitio alguno donde pudiera ir
en Estados Unidos. No estaba segura de que hubiera nadie allí que pudiera
recibirla, a pesar de que Kwan Yin y Boy estaban allí, viviendo en el autobús
frente a la Corte del Pavo Real. Había sabido de ellos ocasionalmente. A veces
le enviaban un pequeño pedido. Ocasionalmente incluían un cheque por un
importe pequeño para cubrir el dinero que le debían a ella y al taller.
Regresó al bosque, porque a pesar de que un miembro de la comunidad se
había ofrecido a hacerse cargo de sus bienes y administrarlos para Auroville,
el Administrador no se los había entregado a él exclusivamente, sino que lo
había designado como ejecutivo conjunto. El Administrador insistió en que
ella podía continuar viviendo y trabajando allí; y el nuevo ejecutivo conjunto
la ayudaría a dirigir sus negocios y el bosque para Auroville.
El día siguiente a su regreso al bosque, llegó alguien con una nota de su
ejecutivo conjunto, "Por favor entrega a Sunder veinte árboles grandes para el
tejado de su casa". Una semana más tarde, había una nota, "Por favor dale a
Sundaranaikum veinte árboles para el tejado del nuevo templo en
Bharatipuram". Su ejecutivo conjunto vino y habló con ella sobre su
contabilidad, y estuvo de acuerdo en dejarle continuar sin interferencia si le
daba cien rupias al mes.
Había planeado tomar aproximadamente la mitad de los árboles para
combustible de su alfarería. Ella le amenazó con ir a quejarse al
Administrador. Ella había afrontado todos los gastos de cuidar y cultivar el
bosque y la plantación de mangos durante seis años. No había hecho crecer los
árboles para combustible de su alfarería. Si quería los árboles para
combustible, debería pagar por ellos. Él le preguntó por qué debería pagar por
ellos. Él era el ejecutivo conjunto. Los árboles no le pertenecían. Pertenecían a
Auroville. Eran también sus árboles. Ella amenazó con quejarse al
Administrador. Finalmente él desistió, y estuvo de acuerdo en no cortar más
árboles en tanto ella le diera mil rupias cada mes, pagara todas las facturas, y
se asegurara que las cuentas correctas fueran remitidas al Administrador. No
quería que ella fuera a verlo a su casa, porque ella era todavía una proscrita, y
no quería problemas con el resto de la comunidad. Exhausta, le dio y estuvo de
acuerdo en todo, pero se disgustaba cada vez que él rompía el acuerdo
enviando a alguien a cortar árboles.
Conocidos, antiguos y nuevos, de alguna forma se habían enterado de su
trabajo y venían al bosque. Vivía y hacía funcionar el taller de lo que iba
vendiendo. Era muy duro. A menudo estaba sin dinero para los salarios de tres
semanas. El Administrador pedía cuentas, un libro de existencias, recibos,
comprobantes, y un libro de contabilidad. Tuvo noticias de la Escuela de
Kodai. Aceptarían a Bliss si les enviaba diez mil rupias de adelanto antes de fin
de mes. No tenía dinero. Pudo ver que el adelanto era sólo el comienzo de
cuatro años de unos gastos escolares muy elevados.
Respondió solicitando una beca de estudios.
Le contestaron que para el primer trimestre les era imposible otorgar una
beca de estudios. Después, si Bliss tenía una media alta y era recomendada por
sus profesores, tal vez podría serle concedida una beca que cubriera parte de
los gastos.
Volvió escribirles pidiéndoles que cambiaran la tarifa de los gastos al de
una persona local en lugar de una extranjera, porque había sido residente en
India durante trece años. Le respondieron diciendo que no era posible, puesto
que ostentaba pasaporte extranjero. Le recordaban que si no llegaba el
adelanto, Bliss perdería su plaza. Había más solicitudes que plazas disponibles
en la escuela.
Bliss dijo: —No te preocupes Mami, no me importa no ir a la escuela. Me
lo estoy pasando bien en Auroville.
Roslyn la miró horrorizada. La niña tenía sólo trece años. La comunidad de
niños entre diez y veinte años en la que Bliss estaba viviendo era uno de los
escándalos de Auroville. Había ruidosas fiestas de rock and roll varias noches
a la semana y eran consumidas legendarias cantidades de cerveza y de bebidas
alcohólicas.
Roslyn fue a Aurelec, una compañía fuera de casta en Auroville, exitosos
hombres de negocio que ni siquiera eran Neutrales. Ellos estaban fuera de
casta porque eran autosuficientes; y no perseguían a los Neutrales.
Financieramente ayudaban manteniendo el servicio médico y el servicio
eléctrico, en lugar de dar su dinero a la comunidad para que la utilizara como
le pareciera. Fabricaban computadoras. Inmediatamente le prestaron diez mil
rupias.
Se sorprendió de recibir una carta de su madre con un cheque. Su abuela
había fallecido, y había dejado a Roslyn algunos cientos de dólares, remitidos
en el cheque adjunto. La carta continuaba estableciendo claramente que Roslyn
no tenía derecho posteriormente a reclamar nada en absoluto a la familia y que
no debía esperar futuros pagos. Su madre concluía la carta sugiriendo que
ingresara la cantidad en un banco.
Le entristecía que su abuela hubiera muerto. Había sido la última amiga en
la familia. Ahora estaba completamente sola. Era hundirse o nadar. Se tenía a sí
misma, a los trabajadores y a sus familias a quien cuidar, y a Bliss. Roslyn
estaba contenta de ser capaz de darle algo a Bliss, porque la niña era muy
independiente. Bliss entendió que recibir la oportunidad de educarse en una
escuela secundaria era un privilegio. Bliss le dijo a Roslyn: —Me gusta
aprender cosas.
Roslyn respetaba eso, y quería animar a Bliss a aprender tanto como
pudiera sobre cualquier cosa que le interesara. Bliss, quien hablaba francés,
tamil e hindi, y era su mejor y más maravillosa amiga, intimidaba a Roslyn.
Roslyn entendió el desafío, y esperó estar a la altura de la tarea. Era su karma
completar esa tarea. Era como un cuento de hadas. Roslyn todavía esperaba y
rogaba para que hubiera un propósito Divino en todas las pruebas y
dificultades, puntuadas por descensos de la Gracia Divina.
Roslyn estaba agradecida a su abuela por haberle dejado varios cientos de
dólares. Era más dinero del que ella había tenido junto jamás en su vida. Había
suficiente para devolver el dinero a Aurelec. Había suficiente para pagar sus
deudas, comprar una motocicleta, y afianzar el techado de su cápsula. Pensó
que los bancos tenían dinero suficiente. Prefería arriesgarlo una vez más en
Auroville, en ella misma y en el taller. En el banco no crecería lo
suficientemente deprisa como para pagar los gastos escolares. Ni siquiera
había suficiente para un trimestre.
Día a día, semana a semana, mes a mes, luchó para encontrar mercados y
fabricar y vender mercancía suficiente para continuar comprando materiales y
pagar a los trabajadores. Resultó duro, pero después de unos cuantos meses,
notó que parecía haberse establecido un perceptible flujo de caja. Semana tras
semana ocurría el milagro, y se vendía suficiente mercancía para que pudiera
pagar los salarios.
Al tiempo en que Bliss partió para la escuela, Roslyn sintió que podía
enfrentar el desafío de ganar lo suficiente durante el trimestre para pagar los
gastos. La escuela había sido ofensivamente explícita al respecto: si Roslyn se
retrasaba en el pago de los gastos, Bliss sería inmediatamente expulsada.
Roslyn fantaseaba pensando que su vida pudiera haber sido más fácil si se
hubiera ido, se hubiera unido a un circo, y se hubiera hecho funambulista. La
situación parecía imposible. No tenía salida para las ventas locales. No tenía
agente de exportación. Sin embargo, no se sentía enteramente desesperanzada.
Sentía que era una situación desafiante en la que estaba siendo forzada a
confiar en el Divino.
Haber perdido sus dientes no le dolía tanto como haber sido abandonada
por su verdadero amor, Jim Bean. Ella estaba indefensa, y la gente todavía la
atacaba verbalmente. Jim Bean aún miraba a otra parte cuando la alcanzaba en
la calle, pero regaló a Bliss una hermosa copia de Savitri con guardas de piel
con su nombre inscrito en oro sobre la cubierta y cincuenta rupias, por su
cumpleaños.
Roslyn confeccionaba cosas hermosas. La calidad de la artesanía producida
en su taller era completamente diferente de cualquier otra que se estuviera
produciendo en Auroville. Todavía trabajaba en el taller, con sus propias
manos, de ocho a diez horas al día. Tenía un talentoso grupo de artesanos
cuyas habilidades complementaban unos con otros. Tenía un armario de bellas
ropas de cuero, bolsas, zapatos y accesorios.
Ya no entregaba las mercancías a crédito, e imponía el pago por cualquier
producto antes de que saliera del taller. Era difícil, pero gratificante. A veces
incluso podía haber en el correo un cheque, junto con el pedido de un antiguo
cliente o de Kwan Yin y Boy.
Una mañana temprano, salió a visitar a una amiga, una colega de los
Neutrales. Helen, la amiga de Roslyn, tenía una gran casa con ocho
dormitorios y cinco baños y un estudio. Vivía allí con su hija, y con frecuencia
tenía huéspedes. Era una de las casas más bellas y mejor cuidadas en Auroville
y todo el mundo había intentado quitársela. Roslyn y Helen se sentaban
frecuentemente en la terraza y se reían al menor rumor de que una pandilla de
cincuenta aurovilianos habían amenazado con ir y tomar la casa, o que el
Administrador pretendía la casa. Ellas se reían, pero no era muy divertido.
Helen vivía con una profunda ansiedad por sí misma y por su hija, por su
seguridad personal, y por la casa, su casa. Durante mucho tiempo el
Administrador rehusó firmar la recomendación necesaria para su visado,
pensando que estaría más confortable en esa casa que en la de dos dormitorios
y dos baños que la comunidad le había asignado a él.
Helen estaba muy preocupada por este motivo, puesto que no podía
imaginar cómo podría permanecer en India sin un visado, y en ese tiempo
nadie en Auroville obtenía un visado sin una recomendación del
Administrador. El Gobierno de la India administraba Auroville, y la
comunidad de Auroville carecía de autoridad, porque incluso una persona
aceptada por la comunidad no podía permanecer en India sin un visado.
Auroville se había enfrentado al mismo problema con la Sociedad.
Helen no fue aceptada como miembro de la comunidad; era una Neutral.
Ella y Roslyn se apoyaban moralmente la una a la otra. Intentaban bromear con
todo cuanto les estaba ocurriendo como Neutrales. Helen se habría marchado
cincuenta veces, a no ser por su hija, quien había conocido y recordaba a
Madre. Su hija estaba completamente entregada a Su Sueño, Auroville, y
rehusaba incluso considerar la posibilidad de marcharse. La amistad de Helen
con Roslyn era como agua en el desierto para ambas. Ninguna de ellas tenían a
nadie más en quien pudieran confiar para un amistoso apoyo emocional,
excepto sus hijas, quienes también estaban pasando por un periodo difícil
como hijas de Neutrales.
Una mañana, después de que los trabajadores hubieran llegado y cada uno
hubiera comenzado el trabajo del día, Roslyn salió apresuradamente en su
motocicleta Crusader, recientemente adquirida, para ir a visitar a Helen, que
estaba flipada porque ella y su hija no obtenían el visado. El Administrador no
recomendaba su visado, a pesar de que ella y su hija habían sido aceptadas por
la Madre y vivían en Auroville desde 1971.
Helen había ido a Alemania durante algunos años, para hacer dinero, pero
su hija había rehusado abandonar Auroville y permaneció en Auroville con el
ex marido de Helen, que era también un Neutral. Él tenía una pequeña granja
con vacas y pollos, y vendía leche, mantequilla, huevos y verduras. Había
trabajado en el Matrimandir durante muchos años, pero rehusó dejar de hablar
a Vasudeva, por lo que ya no era bien recibido en el Matrimandir.
Helen estaba sentada a la mesa en el exterior de la cocina, en el patio de su
gran casa, rodeada de orquídeas y de otras plantas exóticas, tomando su
desayuno. Su casa parecía como un sueño del futuro. Helen era una maníaca de
la belleza y el orden. La casa estaba siempre muy cuidada. Los pintores estaban
allí cada verano. Parecía nueva, a pesar de que había vivido allí durante años.
Utilizaba la habitación que originalmente había sido concebida como un
estudio de TV, como taller de sastrería, y hacía hermosos vestidos. Había
diseñado trajes para el cine en Alemania, y era una gran modista. Usualmente
había un montón de bellas prendas de vestir sobre la mesa de la cocina, así que
casi siempre utilizaba la mesa del patio como comedor. La mesa estaba
dispuesta para dos personas.
Roslyn se sentó en la plaza que no estaba ocupada.
—Esa es para mi huésped —dijo Helen.
—¿Quién es tu huésped?
—Una señora francesa, amiga del señor Lala, que ahora es el presidente del
Consejo Consultivo Internacional.
—¿Cómo es que ha venido aquí? —preguntó Roslyn.
—Robert Goodman escribió al señor Lala sobre los Neutrales, y él la envió
aquí para averiguar qué es lo que ocurre.
Justo en ese momento, la antigua amiga de Roslyn, Yvonne LeMieux
irrumpió en el patio. Llevaba un espléndido salto de cama y una bata con
motivos de tigre, en el tejido del más suave, más discretamente ceñido y
esplendoroso material. Su cara era como el de una luna brillante, y su pelo
platino, incluso en el desayuno, parecía como si acabara de salir de un salón de
belleza. Tenía una apariencia maravillosamente glamurosa.
Se presentó directamente a Roslyn.
Roslyn había mencionado Yvonne a Helen en sus historias sobre las
fascinantes, interesantes personas que solían visitar Auroville y Pondicherry
en los días dorados, cuando la Madre todavía estaba allí.
Roslyn se presentó ella misma a Yvonne. —¿No me recuerdas?
Yvonne la miró fijamente.
—Coincidimos varias veces hace unos diez años. Compartiste el taxi desde
el aeropuerto con mi hermana. Estuviste cenando con mi padre y conmigo en
el Gran Hotel de Europa.
Yvonne dijo: —Tú has cambiado mucho. Mientras miraba ligeramente
aterrada las cicatrices y los dientes que Roslyn había perdido.
—Pero tú pareces exactamente la misma —dijo Roslyn.
—¿Verdaderamente lo crees? —preguntó Yvonne.
—No, estás más hermosa ahora —dijo Roslyn.
—Y tú, tal vez no estás tan bella, pero estás muy interesante. ¿Eres una
Neutral? El señor Lala me ha enviado a Auroville para averiguar cuál es el
problema. ¿Qué le ocurrió a tu cara?
—Alguien entró en mi choza e intentó matarme una noche mientras dormía.
—¿Fue la Sociedad?
—No tengo ni idea de quién fue.
—Pero ¿por qué no te pones dientes postizos?
—Lo intenté con un dentista en Pondi. Pero no era competente.
—Pero aquí en Auroville hay un excelente dentista. Era el mejor dentista de
París antes de venir aquí.
—No quiere hacer nada por mí. Soy una Neutral.
—¿No era dentista tu padre? ¿No contribuyó a una unidad dental completa
en Auroville? ¿No es ese el equipo que está utilizando François?
—Probablemente.
—No puedo creerlo —dijo Yvonne.
—Da lo mismo. Estoy acostumbrada. Pero me gustaría que dejaran de
atacarnos —dijo Roslyn.
—No puedo creerlo. Voy a tomar el té con François esta tarde, y te recogeré
para verlo mañana por la mañana —dijo Yvonne.
Justo en ese momento, llegó Robert Goodman deteniendo su motocicleta.
Yvonne lo saludó y quedaron de acuerdo para reunirse con todo el Grupo
Neutral al día siguiente por la tarde en un jardín próximo.
Helen ofreció té a Robert Goodman. El declinó. Iba de camino al trabajo y
llegaba tarde.
—¿Dónde vives? ¿A qué te dedicas? —preguntó Yvonne a Roslyn.
—Vivo en el bosque y tengo un taller.
—¿Qué haces en tu taller? —preguntó Yvonne.
Roslyn llevaba una bolsa confeccionada por ella misma. También llevaba
zapatos y un vestido que ella había hecho. —Hago de todo lo que ahora llevo
puesto y esta bolsa —replicó, extendiendo a Yvonne la pequeña y delicada
bolsa adornada con cuentas.
—Es muy interesante. Me gustaría visitar el taller —dijo Yvonne.
—¿Qué vas a hacer después de desayunar? —preguntó Roslyn.
—Estoy libre hasta la hora de la comida —replicó Yvonne.
—Pues entonces ven conmigo al bosque y te traeré de regreso antes del
mediodía.
—¿Cómo iré? No he contratado un coche para esta mañana —dijo Yvonne.
—No hay problema, iremos en mi motocicleta. Estaré encantada de ser tu
chofer mientras estés en Auroville.
—Magnífico. Dame un minuto para cambiarme —dijo Yvonne, dejando su
taza y limpiando graciosamente sus dedos con la servilleta.
Entró en la casa para cambiarse de ropa.
Helen miró a Roslyn. —Así que ésta es tu amiga.
—Sí.
—Asombroso. Parece muy bien dispuesta.
—¿Cómo llegó hasta aquí?
—Vino en un taxi desde el aeropuerto. Robert había acordado con el señor
Lala que podía quedarse aquí, en una casa Neutral. Sabes, ella tiene muchos
amigos en el resto de la comunidad. Ha estado visitando Auroville
frecuentemente desde hace años, y persuadió al señor Lala para hacer varias
donaciones a Auroville para proyectos de energía sostenible y de regeneración
ambiental.
Yvonne reapareció. Sólo le había tomado unos minutos cambiarse, pero
parecía como si hubiera pasado horas frente a un espejo. Cada cabello platino
estaba en su sitio, lustroso, recogido en un moño perfecto. Llevaba pantalones
blancos de seda y, a pesar de que debía estar en sus sesenta, parecía muy
espléndida y sexy. Las uñas de sus manos y de sus pies tenían exactamente el
mismo tono naranja que su camisa de seda bellamente cortada. Sus sandalias
eran exquisitas. Llevaba un bolso blanco en bandolera.
—Es un bolso precioso —comentó Roslyn.
Yvonne le sonrió. —Debería serlo, ha sido confeccionado por Hermes.
Todas ellas se rieron de eso.
Llamó "Ganesh" a la motocicleta de Roslyn porque el día anterior había
celebrado una puja a Ganesh en Bombay. Ganesh era bien conocido como
removedor de obstáculos. La moto Ganesh removería para Yvonne el
obstáculo de cómo desplazarse por Auroville. Montó detrás de Roslyn,
admitiendo que no se había subido a una moto en su vida.
Roslyn era una conductora segura. Cuando tenía doce años, Bernie le había
regalado una motocicleta que no podía llevar por las vías públicas, puesto que
carecía de permiso de conducir. Solía conducir por los caminos del bosque de
la parte trasera de su casa en Pennsylvania. Le encantaba la libertad de
movimiento que le proporcionaba la moto.
Roslyn e Yvonne pasaron una deliciosa mañana juntas en el taller. Yvonne
se interesaba por todo. Insistió en ser presentada a cada uno de los
trabajadores. Estaba encantada por la forma en que Roslyn combinaba sus
artesanías para crear algo bello. Estaba impresionada por la sencillez y
sinceridad del trabajo. Le encantó el baño de Roslyn. Estaba muy limpio y ella
valoraba mucho eso. Los trabajadores estaban todos aseados, bien vestidos y
de buen humor. El trabajo que estaban haciendo era único y muy selecto.
Yvonne mencionó que tenía un amigo con una tienda en el Taj de Bombay.
Adquirió varias bolsas, y prometió enseñárselas a su amigo que podría llegar
a ser un cliente regular. Dijo que la artesanía era soberbia y los diseños
elegantes.
Roslyn sintió que su vida entera quedaba justificada porque esta persona
adquiría varias de las piezas más atractivas. Sintió que había dado un paso en la
senda que la Madre le había señalado cuando dijo: "Auroville será conocido a
través de sus artes".
A la mañana siguiente Roslyn llegó para recoger a Yvonne.
Yvonne salió ya arreglada y dispuesta para salir —¿Estás lista? —preguntó
a Roslyn.
—Sí, por supuesto. ¿Hablaste con François?
—Le dije que quería una cita esta mañana para una auroviliana que
necesitaba tratamiento dental urgente. Me dijo que estuviera allí a las 8:30.
¿Sabes dónde está la Clínica Dental?
—Creo que sí.
Salieron de nuevo montadas sobre Ganesh. Roslyn se pasó un poco,
dejando atrás la Clínica Dental, y se introdujo en otra comunidad, algo más
avanzada la calle.
—No, no. Estoy segura de que no es esto. Esto es "El Jardín de Madre" —
dijo Yvonne.
Roslyn nunca había estado allí porque había oído que algunos de los más
virulentos anti-Neutrales vivían en El Jardín de Madre. No quería detenerse.
Sólo quería dar la vuelta en redondo y alejarse, pero Yvonne la detuvo. —No,
para. Tengo amigos aquí. El señor Lala ayuda a esta comunidad y ha aportado
fondos para el molino de viento, la cocina comunitaria y los jardines
orgánicos de aquí. Ellos pueden darnos la dirección de la Clínica Dental.
Roslyn detuvo el motor e Yvonne descendió de la moto. Dijo a Roslyn: —Ven,
ven.
Recorrieron el camino desde el parking a través del jardín hacia la cocina
de la comunidad.
Yvonne señaló al edificio, y estaba explicando a Roslyn que el señor Lala
había dado a la comunidad una donación para construir esta nueva cocina con
un gran horno solar sobre el tejado.
Dos hombres salían de la cocina. Dos hombres a los que Roslyn jamás
había visto, ni intercambiado una sola palabra en su vida.
El más bajo dijo: —Hola Yvonne, lo siento, pero tu amiga no es bienvenida
aquí.
Yvonne dijo: —Buenos días Jacques. ¿Podría tomar un vaso de agua?
—Puedes tomar un vaso de agua, pero tu amiga no.
Yvonne estaba impresionada. Dijo: —¿Es esto Auroville? ¿Dónde está la
Clínica Dental?
—Vuelve a salir a la calle y gira a la izquierda. Es la segunda a la izquierda
avanzando en la calle —contestó el más alto. Miró a Roslyn y preguntó: —
¿Entiendes?
El tipo más bajo le dijo a Yvonne: —Sabes que aquí siempre eres bien
recibida.
Yvonne dio media vuelta sin pronunciar palabra y Roslyn la siguió de
vuelta a la moto que estaba aparcada cerca de la entrada del conjunto.
Condujeron por la calle hasta la Clínica Dental. Roslyn aparcó la motocicleta y
siguió a Yvonne al interior de la clínica.
François acogió a Yvonne cálidamente, miró a Roslyn y dijo: —Por favor,
espera fuera.
Roslyn salió, se sentó junto a la pequeña mesa próxima a la puerta y cogió
una revista. Podía escuchar la conversación de Yvonne y François. Hablaban
principalmente en francés. Entonces escuchó a Yvonne exclamar en inglés: —
De acuerdo. ¡Esta misma noche vuelo a Bombay y le digo al señor Lala que
Auroville se ha terminado!
El dentista meneó su cabeza diciendo: —No, no. No quiero causar
problemas a Auroville.
Entonces comenzaron a hablar más sosegadamente entre ellos,
principalmente en francés.
Unos minutos más tarde el dentista salió e invitó a Roslyn a pasar a la
clínica. Le dijo que por favor se descalzara y se sentara en el sillón dental.
Le dijo que abriera la boca. Introdujo una luz, cogió un pequeño espejo y
examinó su boca. Luego le dijo que podía cerrar la boca y que esperara fuera.
Habló durante varios minutos a Yvonne con la puerta cerrada. Luego salió
para hablar a Roslyn.
—Sí, puedo hacer algo, pero no ahora. No de inmediato. Debes esperar a
que te llame.
—No me importa esperar —dijo Roslyn.
—Oh —añadió el dentista como una pequeña coletilla—, cuando te llame,
debes traerme cinco mil rupias antes de que comience el trabajo. ¿De acuerdo?
Roslyn estaba asombrada. ¿Habría oído él hablar de la cortesía profesional?
Intentó no evidenciar su reacción, puesto que era la única persona en el área
que podía reparar algo el estropicio de su cara, pero cinco mil rupias era una
enorme cantidad de dinero. ¿De dónde iba a sacar tanto dinero para gastarlo en
ella misma? Pensó que él utilizaba la falta de dinero como una excusa para no
hacer el trabajo. Intentó asegurarle que estaría encantada de pagarle el trabajo
y decidió que había de encontrar el dinero en algún sitio.
Ella le dio las gracias y él le prometió que la llamaría. Montaron con
Yvonne y partieron. Ambas estaban conmocionadas por los dos encuentros;
esto ilustró a Yvonne sobre qué significaba ser Neutral en Auroville en 1983.
Yvonne pidió a Roslyn que la llevara al banco. Quería cambiar dinero para
poder hacer una contribución a Helen como huésped. Fueron en la motocicleta
hasta el banco. Era la misma parte de la ciudad en desarrollo que la Clínica
Dental.
Frente al banco estaba una amiga brasileña de Yvonne. Habían volado juntas
una vez desde Méjico Capital a París.
Cristina había estado en Auroville durante varios años y había contraído
matrimonio con un francés que había estado en Auroville desde 1969. Vivía en
el lujoso sector de la ciudad del futuro, una comunidad en la que vivían bajo el
eslogan "buenos cercados hacen buenos vecinos". Hay altos cercados o muros
entre las villas de esta parte de la ciudad. Algunas incluso tienen las puertas
con gurkhas apostados en ellas, incluso en el centro del día. Ellos tenían un
taller que producía prendas para la exportación y les iba muy bien.
Cristina saludó a Yvonne calurosamente e ignoró a Roslyn. Invitó a Yvonne
a ir con ella a su taller. Yvonne dijo que iba con Roslyn. Christine dijo: —
Bueno, ella puede irse. Tú puedes venir conmigo en mi moto.
Yvonne se volvió; su cara estaba humedecida por las lágrimas. Limpió sus
ojos y entró en el banco.
Cuando regresaban del banco hacia la casa de Helen, Yvonne dijo a Roslyn:
—¿Quién se piensa que es?
Por la tarde Roslyn se reunió de nuevo con Yvonne en la asamblea con el
resto de los Neutrales. Había unas cuarenta personas, algunas de ellas tamiles.
Yvonne se sentó entre Robert Goodman y la señora de la casa, una
americana que había sido golpeada por aldeanos y su brazo había sido roto, en
una disputa de lindes. Había venido desde California, conocido a Madre,
regresado a California, vendido su propiedad, vuelto de regreso a Auroville, y
construido una casa muy sencilla utilizando materiales perdurables.
Clarissa estaba diciendo a Yvonne: —Cualquier cosa que esté ocurriendo en
Auroville, cualquier cosa que me haya ocurrido a mí, nunca he dudado de la
Madre.
—Cuando los aldeanos me atacaron y me rompieron el brazo, en lugar de
pelear, simplemente me tranquilicé y comencé a llamar a Madre. Fue
milagroso. En el mismo instante en que me desinhibí y comencé a llamarla, me
soltaron y se fueron.
—¿Qué puedo hacer por ti? ¿Cómo puedo ayudar? —preguntó Yvonne.
Un loro en la jaula que estaba tras ella comenzó a gritar:"¡Madre! ¡Madre!
¡Madre!"
Todo el mundo comenzó a reír.
Helen preguntó a Yvonne si ella podía preguntarle al Administrador por
qué había rehusado recomendar su visado y el de su hija.
Yvonne asintió y escuchó lo que cada uno de ellos tenía que decir.
Estuvo de acuerdo en ir con algunos de los Neutrales, la tarde del día
siguiente, a ver al burgermeister y discutir con él la situación.
Todos ellos se juntaron en la casa del burgermeister a última hora de la
tarde. Yvonne había llamado al burgermeister para concertar una cita. Él la
invitó para tomar el té. Ella le dijo que llevaría consigo a algunos amigos.
Cuando llegaron vieron que estaba ocupado en la pista de tenis. No les miró
ni les sonrió o los reconoció de ninguna manera. Toda el área frente a su casa
había sido convertida en un campo de deportes para la comunidad. Había pistas
de tenis, un campo de voleibol, pista de bádminton, pista de baloncesto, un
campo para carreras, juegos de pelota, etc., y estructuras de entretenimientos
infantiles, en donde por las tardes todos los chicos de la comunidad, y muchos
de los adultos, venían para algunas horas de juego dirigido.
Observaron el juego durante algunos minutos. El burgermeister ni siquiera
los miró. Yvonne dijo: —Quizás quiere que le esperemos en su casa. Se
dirigieron a la puerta principal de su casa. Su hermana estaba allí.
—Hola Yvonne —dijo ella.
—Hola Mariana —replicó Yvonne.
—Pasa. Pero tus amigos no pueden entrar.
Robert Goodman, Roslyn y otros Neutrales estaban con Yvonne.
—¿Por qué me recibes a mí y no a ellos? —preguntó Yvonne.
—La comunidad ha decidido que no recibamos a estas personas en nuestra
casa. Ésta no es mi casa, es la casa de mi hermano, y no puedo dejarlos pasar
porque la comunidad ha decidido que nadie debe admitirlos en ninguna casa de
Auroville.
—La reunión para el té que nunca fue —murmuró Roslyn en voz baja a
Yvonne.
Yvonne preguntó a Mariana: —¿Es ésta tu casa?
—No, es la casa de mi hermano. Él pronto estará aquí.
Súbitamente apareció la madre del burgermeister.
Se acercó a la puerta: —Yvonne, pasa, pasa. Roslyn, pasa, pasa. Mira
Mariana. Esta es Roslyn. Hace mucho que no la veía. Pasa. Pasa. Era una regia
señora mayor alemana que había vivido a través de las dos guerras mundiales.
Mariana dijo: —No podemos invitarlos a pasar; la comunidad ha decidido
que no podemos invitar a estas personas en nuestras casas.
Su madre se dirigió a Yvonne, Roslyn y el resto de los Neutrales: —Pasad,
pasad, el burgermeister estará aquí pronto para hablar con vosotros. Nos
sentaremos en la terraza, no en la casa. Sí, Mariana, no nos sentaremos en la
casa. No te preocupes.
Mariana dijo: —Prepararé el té.
La anciana señora, Omma, dijo: —Eso estaría muy bien. Condujo a todos, a
través de la casa, afuera, al interior de una terraza con un estanque de lotos
lleno de grandes peces dorados y atigrados. Había una mesa y sillas
confortables. Había sillas suficientes para todos.
Omma preguntó a Robert Goodman: —¿Qué quieres, Robert Goodman?
Robert Goodman dijo: —Quiero ser un auroviliano.
Omma dijo: —Sí, eso está bien. Espera, toma el té, el burgermeister vendrá.
Se volvió hacia Yvonne y comenzó a hablar en francés, una lengua que
ningún otro allí comprendía, mientras Mariana servía el té.
Finalmente el burgermeister llegó y dijo: —No os preocupéis, todo está
bien. Hay un grupo en la comunidad que ha emprendido la tarea de reintegrar a
los Neutrales dentro de la comunidad, únicamente ha sido decidido que no
podemos aceptaros como grupo. Si solicitáis separadamente uniros a
Auroville, cada uno de vosotros tendrá la oportunidad de volver a unirse a la
comunidad.
—Pronto habrá una asamblea. Os llamaremos. Mientras tanto, para
empezar, todos vosotros deberíais dejar de hablar a Vasudeva.
Todavía hubo algo de discusión.
Finalmente Yvonne dijo: —Disculpadme, tengo que irme, mi coche estará
esperando. Me traslado a Pondicherry esta noche.
Todos pronunciaron un amistoso adiós y la reunión terminó.
Yvonne invitó a Roslyn a comer con ella en el Gran Hotel por la mañana.
Sugirió que debería llegar algo temprano para que pudieran ir al Samadhi y a
visitar algunas tiendas.
Roslyn estuvo en Pondi a la mañana siguiente a las 10:00 en punto. Yvonne
la estaba esperando en el comedor-terraza del Gran Hotel.
—¿Quieres té, o café, o algo? —preguntó Yvonne.
—No. Gracias.
—¿Vamos, entonces?
Fueron primero al Ashram. Estuvieron sentadas apaciblemente ante la
tumba. De repente Roslyn levantó la mirada y allí estaba Jim Bean mirándola.
No lo había visto en meses. Había oído que él había llevado a Dhyan a
Bangalore para tratamiento de un famoso sanador de allí que tenía reputación
de hacer curas milagrosas. Roslyn pudo ver en la cara de Jim que no había
habido cura milagrosa, a pesar de que había oído rumores de que Dhyan podía
ponerse en pie y andar.
Jim se alejó de ella, y ella supo que eran solo rumores.
Llevó a Yvonne de compras al bazar.
—¿Quién era ese hombre tan apuesto? —preguntó Yvonne.
—Era Jim Bean. Se ocupa de Dhyan, que cayó desde el Matrimandir.
—Sí, recuerdo haber oído hablar de ello. ¿Cómo está ella?
—No lo sé. Creo que se ha convertido un poco en una reclusa. No conozco
a nadie que la haya visto en los últimos años.
—Es muy extraño. Vamos a la Boutique de Auroville —sugirió Yvonne.
Roslyn dijo: —No puedo entrar allí.
Yvonne dijo: —Ven, vayamos. Todas esas personas son amigas mías.
Llegaron a la Boutique de Auroville. El tipo alto del Jardín de Madre estaba
sentado en el mostrador de la entrada. Miró a Roslyn. —Tú no eres bienvenida
aquí.
Yvonne habló con él en francés. Otros franceses de Auroville se
encontraban allí. Roslyn sabía suficiente francés como para entender que
Yvonne estaba tratando de decirles que no sólo debía serle permitida la entrada
en la tienda, sino que sus productos también deberían estar en la tienda. Ellos le
dijeron que a Roslyn se le daría una oportunidad de unirse a Auroville y pasar
a formar parte del proceso, pero hasta entonces, nada era posible.
Volvieron al Gran Hotel para la comida.
—¿Qué puedo hacer? —preguntó Yvonne—. No puedo hacer nada.
Simplemente recordar lo que dijo el loro, "Madre, Madre, Madre".
Simplemente llamar a Madre. ¿Qué otra cosa podemos hacer?
Roslyn le dijo que había disfrutado completamente los días que habían
pasado juntas.
Yvonne le aseguró que el placer había sido mutuo, y le dio una caja de
jabón Roger Gallet.
Roslyn condujo hasta casa en un feliz atolondramiento. Se detuvo donde su
amiga Helen para hablar del impresionante deus ex machina que
milagrosamente había aparecido. Helen era ligeramente menos entusiasta. —
Vamos a ver qué ocurre —dijo.
Roslyn condujo a través del campo de deportes en su camino de regreso al
bosque. Todos los jugadores de baloncesto interrumpieron su juego e hicieron
gestos para saludarla. Ninguno de ellos le había hablado o reconocido su
existencia durante años. Ella lo tomó como una señal de las cosas que estaban
por venir. Esperó que los días de fuera de casta en Auroville hubieran
terminado.
Con su Santidad en Forecomers
CAPÍTULO XXI

DESENLACE

Hay una Influencia desde una Luz arriba,


hay pensamientos remotos y selladas eternidades;
un místico motivo conduce las estrellas y los hombres.
El mundo es otra cosa diferente de lo que ahora pensamos y vemos,
nuestras vidas un misterio más profundo de lo que hayamos podido soñar;
nuestras mentes son corredores en la salida de la carrera hacia Dios,
nuestras almas yoes diputados del Supremo.
"Savitri" de Sri Aurobindo
EPENTINAMENTE, Roslyn se vio inmersa de nuevo en el torbellino de
R Auroville. Algunos de los Neutrales dejaron de hablarle por haber
consentido ser aceptada antes de que todos fueran aceptados. No se comportó
como un Bodhisattva, sentada a la espera de que todos los demás Neutrales
entraran en el torbellino. Estaba encantada de no ser ya una proscrita y un
objeto de público escarnio.
El Entry Group la aceptó formalmente para un año de prueba como
Newcomer. En su caso, sin embargo, no le exigieron la contribución de
Newcomer. Insistieron en que su unidad pasaba a formar parte del Trust
Artesano de Auroville.
Tras la prueba de un año, le dirían si había sido aceptada.
—¿Aceptada en donde? —preguntó.
—En Auroville —le contestaron.
—Carecéis del derecho de aceptarme en Auroville. Fui aceptada por la
Madre hace catorce años.
—Si realmente crees eso, entonces no te aceptamos —dijeron,
intimidándola para que se callara.
Ella admitió la derrota. —De acuerdo, gracias por aceptarme en nombre de
la dictadura del proletariado. Me siento como una artista que ha conseguido
sobrevivir a la Revolución Cultural.
—Ten cuidado.
Se cuidó de mantener un bajo perfil. Era consciente de que a pesar de que
había sido formalmente "aceptada", la actitud general hacia ella no había
cambiado. A la gente a la que no había caído bien, todavía seguía sin caerle
bien, y los niños a quienes se había enseñado a tenerle miedo, continuaban
teniéndole miedo.
Se dirigió al Trust Artesano, el cual aceptó su taller como una unidad de
gestión conjunta y le dijo que podría tener su propia unidad después de un año
de prueba. Le dijeron que no podía utilizar el beneficio del taller para pagar
los gastos escolares de Bliss. Si hacía dinero, era para Auroville, no para los
gastos escolares de Bliss. Rehusaron darle cinco mil rupias para el dentista.
Ella tenía claro que en tanto no hubiera nadie que se hiciera cargo de los
gastos escolares de Bliss, para ella era una tarea sagrada. Se sintió como si
hubiera ingresado en el partido fascista. Simplemente comenzó a cocinar sus
libros para poder pagar los gastos escolares. Algunas personas compasivas de
Auroville le ayudaron a pagar el dentista. Lo que hizo dos años antes de que el
dentista finalmente le entregara su dentadura. La habían hecho en Francia.
Cuando se la hubo entregado, la invitó a pasar a su despacho.
Ella estaba muy efusiva, con gratitud y agrado.
El dentista la miró tímidamente y dijo: —Creo que te debo algún dinero.
Roslyn estaba atónita. Tenía deudas atrasadas, y necesitaba dinero
desesperadamente para los gastos escolares.
—Sí —dijo él—. No puedo cobrarte nada por mi trabajo, sólo puedo
cobrarte los costes del laboratorio de París que ascienden a mil quinientas
rupias. Puesto que ellos no cobran a Auroville por su trabajo; sólo los
materiales que utilizan. Son amigos de Auroville.
—Es muy generoso. Me gustaría darte el dinero, porque estoy encantada
con mis dientes, pero lo necesito para los gastos escolares de mi hija. Me
gustaría aceptar dos mil rupias, y ofrecerte las otras mil quinientas como una
donación para la Clínica Dental.
—Gracias —replicó él, con una amplia sonrisa llena de amistad y de afecto.
Roslyn estaba encantada no sólo de tener una nueva dentadura, sino también
algo de dinero que enviar a la escuela.
Se sintió como si estuviera surfeando al filo de las olas, pero consiguiendo
sobrevivir.
Era feliz, llevaba una vida intensa, y fabricaba bellas cosas que se vendían
en todo el mundo. Vendía zapatos a Dominci en Roma, Henri Bendle en Nueva
York, Origins en Santa Fe, y en otros grandes almacenes; también a
compradores particulares, que los vendían para ella. Todavía hacía zapatos
para los clientes, así como cumplimentando pedidos para la venta local y para
la exportación. Tenía clientes en Bombay y Delhi. Jamás había cobrado a
ningún auroviliano por un par de zapatos, hasta que su ejecutivo conjunto,
cuya familia había recibido al menos ocho pares de zapatos gratis ese año, le
entregó una factura por ciento cincuenta rupias cuando le pidió tres tazas de su
alfarería. Se quedó estupefacta.
Finalmente fue a una asamblea. Fue una asamblea terrible. El asunto era
llegar a un acuerdo sobre el fuera de casta James Walker, un poeta americano
que llamó a la policía cuando la comunidad destrozó su casa en Fraternidad,
cuando él intentaba regresar a ella. Había vivido en cualquier otra parte de
Auroville, había visitado Francia, y no había vivido en la casa durante un par
de años. Había sido discípulo de Panditji.
Roslyn habló diciendo que no creía que fuera bueno para el proceso
colectivo señalar a los individuos como si fueran proscritos y rechazarlos. Era
una forma muy dura de afrontar el inconformismo. La asamblea ignoró sus
comentarios. Todos los demás estuvieron de acuerdo en que James Walker era
un fuera de casta y en rechazarlo en adelante y para siempre, y el asunto sería
discutido de nuevo a la semana siguiente.
Roslyn estaba atónita con el procedimiento.
El procedimiento continuó semana tras semana.
Finalmente, los de la línea dura abandonaron la asamblea — ya que no
podían comprender por qué la asamblea continuaba discutiendo el asunto.
Entonces, la principal cuestión para la comunidad fue qué deseaba hacer la
comunidad de Auroville cuando el Acta de Auroville expirase. El Acta de
Auroville había sido aprobada por el Parlamento en 1981. Había apartado de
la administración de los bienes de Auroville a la Sociedad Sri Aurobindo por
un período de entre tres a cinco años, y la había puesto bajo el control del
Departamento de Educación del Gobierno de la India. La Sociedad Sri
Aurobindo había recurrido el Acta. El asunto llegó al Tribunal Supremo de la
India. El Tribunal Supremo ratificó el Acta del Parlamento en noviembre de
1982. A menos que cuando el Acta expirase hubiera otra Acta del Parlamento,
la administración de Auroville volvería a la Sociedad Sri Aurobindo. Nadie
quería eso. En 1985, el Parlamento acordó una prórroga del Acta por dos años
para dar a la comunidad una oportunidad complementaria de clarificar sus
aspiraciones.
Llegó alguien de Canadá con la idea de un land trust. Auroville no sería
poseída, sólo administrada por servidores voluntarios de la Divina
Consciencia. Habría un órgano supervisor, designado tal vez por el Gobierno
de la India, con la responsabilidad de ver que Auroville evolucionaba hacia la
realización de las metas de la Carta.
Para volverse más creíble, Auroville necesitaba definir criterios de la
pertenencia a la comunidad, y tener un plan general de desarrollo. Se formó un
grupo para coordinar el desarrollo de Auroville que había sido completamente
espontáneo y dejado al azar durante los pasados diez años. El grupo se
autodenominó Centro de Recursos de Auroville, y estaba guiado por el ideal
de coordinar el desarrollo de la ciudad, tomando en cuenta las opiniones de
los trabajadores verdes, de los diseñadores, de los arquitectos y de los
constructores.
Los "trabajadores verdes" de Auroville, que habían plantado los bosques,
eran principalmente idealistas que utilizaban bicicletas más bien que
motocicletas para conservar los combustibles fósiles.
La gente que estaba pensando en Auroville como una ciudad concreta,
vivían principalmente en Europa, diez o nueve meses al año. El arquitecto jefe
había construido una maqueta de su sueño en su estudio de París. El plano era
como una galaxia espiral en expansión. Para unos pocos, éste era claramente el
"plan general" para la ciudad. Otros creían que este plan era completamente
inapropiado para el medio ambiente, y eran conscientes de una crisis
ecológica global que podría afectar al desarrollo.
Auroville estaba creciendo; se necesitaba un proceso de armonización para
coordinar el crecimiento, carreteras, servicios públicos, etc., y tener un banco
de datos del desarrollo existente.
Roslyn estaba feliz trabajando con el Centro de Recursos de Auroville.
Descubrió que las pautas de desarrollo existentes sobre el mapa y el desarrollo
espontáneo de la ciudad en los diez años previos, coincidía exactamente con el
plan de los arquitectos. En la zona industrial habían florecido talleres, escuelas
en la zona cultural, casas en la zona residencial, y el único edificio en la Zona
Internacional era Bharat Nivas, el pabellón de la India.
Bharat Nivas se había convertido en un edificio completamente vivo. Era el
centro para toda suerte de actividades, desde procesamiento de alimentos, al
arte o a la administración. Roslyn siempre había pensado en él como el
edificio de Sri Aurobindo, y el Matrimandir como el edificio de Madre. La
comunidad estuvo de acuerdo en apoyar ARC, y cualquiera que quisiera
construir debía pedir permiso.
Fue en una reunión de ARC donde Roslyn oyó que Jim Bean había
adquirido una gran parcela de terreno y quería construir una casa. El terreno
estaba situado en el extremo sur de Auroville, en el límite con el cinturón
verde. Le fue concedido permiso para construir, pero como estaba en el
cinturón verde, se le requería que usara sólo energía sostenible.
Roslyn se preguntaba por qué estaba construyendo una casa. La única
persona que conocía de entre quienes eran admitidos a la presencia de Dhyan
era un masajista, Devaji. Cuando le preguntó sobre Dhyan, le había dicho que
estaba haciendo progresos. Cuando le preguntó si Dhyan caminaba, el replicó:
—Todavía no.
Habían pasado ocho años desde que Dhyan tuvo el accidente. Durante varios
años Jim Bean había sido el único asistente de Dhyan. Boy había sido
despedido por bailar disco con una de las antiguas amigas de Jim de Nueva
York que había venido de visita. Jim la había ignorado completamente, pero
Boy había hecho amistad con ella y la había llevado a las fiestas de rock and
roll. Dhyan sintió que su baile disco era pernicioso a la atmósfera que ella
estaba intentando mantener, y lo despidió como asistente.
Boy le había dicho a Roslyn que a Jim no se le permitía fumar, beber
alcohol o comer en restaurantes.
Ella preguntó: —¿Y qué pasa si infringe una regla? ¿Qué hará ella? No
puede despedirle. ¿Tendría alguien que se ocupara de ella?
—No lo sé —dijo Boy—. He oído que tienen un pacto de suicidio.
Roslyn estaba horrorizada. —Es la cosa más estúpida que he oído nunca.
—Puede que no sea cierto; yo simplemente lo oí al hermano de Gary.
Roslyn se preguntó si Dhyan había mejorado hasta el punto de que Jim
imaginara que podrían vivir una vida normal y por eso estaba construyendo
una casa para ellos. No podía imaginar en qué estaba pensando él. ¿Por qué no
llevaba a Dhyan a occidente y consultaba allí a algunos doctores? Roslyn creía
que Dhyan no necesitaba tanto una casa, como ser capaz de mantenerse en pie,
pero no podía poner objeciones al grupo que otorgaba a Jim permiso para
construir.
Roslyn seguía enamorada de Jim. Después de que él abandonara el bosque,
ella había tenido unos pocos asuntos casuales. Simplemente no había
encontrado otro hombre que la cautivara, que impresionara su mente, que la
llevara dentro de reinos invisibles que sentía como su casa, en los que había
permanecido con Jim; por lo que se había vuelto incapaz de relaciones
emocionales. Vivía sola. Amaba al Divino, el Divino la Amaba a ella. Él
aparentemente no la amaba. Con frecuencia se topaba con él en la oficina, en la
calle, en la carretera. Él pasaba sobre su motocicleta y apartaba su vista de ella,
cuidadoso de no dedicarle ni una sonrisa, ni un gesto de reconocimiento.
Incluso a pesar de que él nunca le hablaba, y habitualmente incluso no la
miraba, ella todavía sentía un estremecimiento al verlo. Podía sentir su
proximidad. Era como si su corazón se iluminara y la luz pudiera extenderse
más allá de sus extremidades, entonces aparecía él. Deseaba que hubiera algún
otro que pudiera producirle eso, pero no lo había; o si lo había ella no lo había
encontrado, a él o a ella.
Apenas pensaba nunca en Jim Bean y Dhyan. No había nada que pudiera
hacer por ellos, y aparentemente ellos no querían contactar con ella, así que
finalmente se olvidaba de ellos por días y por semanas. Luego se producía el
destello, y Jim pasaba cerca de ella o estaba allí, no lejos, y ella se preguntaba
cómo una hermosa conexión entre ellos se había vuelto tan retorcida. Incluso
no se decían "hola" el uno al otro, a pesar de que había una enorme empatía
entre ellos.
Lo único que Roslyn podía hacer era rogar que Dhyan pudiera andar, para
que Jim fuera de nuevo libre de hablar con ella.
Dhyan no caminaba, pero Jim estaba construyendo una casa para ella.
Alguien envió a Roslyn un artículo sobre computadoras que estaban siendo
usadas para estimular el nervio dañado en la espina dorsal, haciendo posible
andar a algunas personas que habían quedado paralizadas.
Ella le remitió el artículo a Devaji. Jim no llevó a Dhyan a occidente, sino
que comenzó a construir su casa. En cierta ocasión, envió una nota a ARC
expresando su disconformidad sobre las líneas de alta tensión que estaban
siendo tendidas a través del cañón cercano a su casa. En otra, envió una nota de
queja expresando que había oído que el terreno al otro lado del cañón iba a ser
convertido en aeropuerto.
El aeropuerto estaba llegando. No había nada que nadie pudiera hacer al
respecto. La faz de Auroville y Pondicherry estaba cambiando.
Roslyn estaba completamente aburrida con la rutina del día a día del taller.
Le encantaba trabajar para la comunidad y con otras personas en ARC, y luego
en la administración de Auroville Trust.
Disfrutaba trabajando con otras personas que amaban la lectura y escribían.
Todavía estaba encantada con la fantasía global de Auroville. Fuera cual fuera
la que hubiere sido su senda personal, se sentía bendecida por haber sido capaz
de emplear su vida como una participante en la gran aventura de Auroville.
Dio parte del bosque a una mujer persa, y otra parte a un grupo que quería
construir una "comunidad de sanación".
Vendía zapatos suficientes como para pagar los gastos escolares de Bliss, y
trabajaba tres o cuatro días a la semana en las oficinas administrativas. Seguía
siendo amiga de Helen, quien también había sido aceptada en el torbellino. El
resto de los Neutrales apenas hablaban con ellas, y la mayor parte del resto
tampoco les hablaba.
Roslyn era feliz. No se preguntaba si esto o aquello era o no lo que quería.
Su vida era cambiante, interesante y llena de sentido. Le aburrían las afligidas
quejas de Helen sobre que alguien no le caía bien o de que algún otro la
criticaba. Algunas personas no le caían bien a Roslyn, pero eso era su
problema, no el de ella. Trataba de evitar a esas personas.
El bosque estaba espléndido. Había cultivado los árboles cuidadosamente.
Había una alfombra de flores silvestres. Todos los tejados habían sido
reparados y techados. Los gastos escolares se estaban pagando. Se levantaba
por la mañana y meditaba. Preparaba el trabajo de los operarios; lo asignaba a
los trabajadores conforme llegaban, después se iba a la oficina. Regresaba a
mediodía y, frecuentemente, después de comprobar el trabajo, volvía a
marcharse a una reunión.
Por la tarde, había películas, vídeos y programas culturales varias veces a la
semana.
Repentinamente no se estaba sintiendo bien. Durante varios años, su salud
había sido sorprendentemente buena. Estaba visitando a su vecina y quejándose
de que durante varios días no se había estado sintiendo bien; nada específico,
simplemente no estar bien, malestar. El amigo de su vecina mencionó: —Es
curioso. Algo no marcha bien con Jim Bean. No queda claro, puede ser algo
de su pierna, tiene una llaga terriblemente infectada, no puede andar.
A la mañana siguiente Roslyn se encontró mejor y no quiso pensar en Jim
Bean, aunque confiaba que también él se encontrara mejor.
Durante varios días, no supo nada más.
Una tarde, al finalizar una asamblea, Didier, un francés, entró en la
asamblea y solicitó hablar. Había estado ayudando a Jim a construir la casa.
Siempre había sido un íntimo amigo de Dhyan. Era un apasionado seguidor de
Víctor.
Dijo: —Jim Bean no está bien. Yo le he estado ayudando a construir la casa.
Necesito personas que me ayuden a cuidar de él y de Dhyan. Hubo un
inmediato levantamiento de manos, de gente que estaría dispuesta a ayudar. —
Por favor, quedaros después de la asamblea para hablar conmigo.
La asamblea fue suspendida.
Roslyn se quedó junto con los demás. Didier la miró y dijo: —Por favor,
vete.
—Por favor ¿podrías decir a Jim y Dhyan que si puedo hacer algo por
ellos, me gustaría hacerlo?
—Por favor, vete.
—Si está tan enfermo, ¿por qué no lo llevas a un hospital o a una clínica?
—preguntó.
—Por favor, vete —dijo él. Algunos otros también le impusieron que se
fuera.
Ella se fue.
Unos días más tarde un amigo que vivía cerca de donde Jim estaba
construyendo, se dejó caer por el taller al atardecer para tomar una taza de té.
—Sabes que Jim está enfermo.
—Sí, lo había oído —replicó Roslyn.
—Geoff dice que Jim Bean se está muriendo —dijo su amigo.
—¿Quién lo está cuidando? —preguntó Roslyn.
—Algunos de tus vecinos de la comunidad de sanación y algunos otros de
Auroville cuidan de él y de Dhyan, pero rehúsan ver a ningún médico. Creo
que hay una masajista del Ashram que los visita. Varios doctores y homeópatas
han ido ofreciendo ayuda y no fueron admitidos. Mari llegó desde el Ashram.
Tiene la reputación de ser una "gran" homeópata. Todo el mundo sabe lo
próxima que estaba de Madre. No le fue permitido verlos. Hay una extraña
aura de secretismo alrededor de todo este asunto.
—¿Qué ocurre con la casa? —preguntó Roslyn.
—El trabajo continúa. Es enorme. Está completamente fuera de lugar allí en
el bosque. Me hubiera gustado estar cuando la comunidad les dio permiso para
construir allí. Hubiera protestado. No es el lugar para una mansión tan
inmensa.
—Jim Bean no puede morir. ¿Quién cuidará de Dhyan? —preguntó Roslyn.
—Estoy seguro de que la comunidad la cuidará —replicó su amigo.
Roslyn advirtió que Aura, la hija de Dhyan estaba viviendo en la puerta de
al lado con la señora persa.
Varias semanas después, Roslyn se encontraba mal. Descubrió que tenía
lombrices. Uno de sus vecinos de la comunidad sanadora pasó a saludarla.
—Hola. ¿Cómo estás? —preguntó su vecino.
—No muy bien —replicó Roslyn—, tengo lombrices.
Su vecino se partía de risa.
—¿Qué es lo que tiene de divertido? —preguntó Roslyn.
—Jim Bean vomitó ayer una lombriz enorme; no puedo creer lo conectados
que estáis.
—¿Vomitó una gran lombriz y todavía no quiere ver al médico? —preguntó
Roslyn horrorizada.
—Así es. Vamos a darle alguna medicina para las lombrices —replicó su
vecino.
—¿Cómo podéis hacer eso? ¿Sois médicos? ¿Cómo sabéis la medicina que
necesita?
—No seas estúpida. Simplemente necesita una medicina ordinaria para las
lombrices. Él no quiere un médico; posiblemente no necesita un médico. No
seas tan dramática.
Roslyn sintió que tenía que hacer algo. Estaba soñando frecuentemente con
Jim, y no se encontraba muy cómoda con el hecho de que no estuviera
recibiendo ninguna ayuda médica profesional a pesar de estar terriblemente
enfermo. Fue a visitar a sus vecinos.
—Hola —dijo, apareciendo en la puerta de su cocina una mañana temprano
mientras ellos todavía estaban desayunando.
—Hola, pasa. ¿Qué podemos hacer por ti? —preguntaron.
—Vengo por lo de Jim Bean —dijo ella.
—Sí, ¿qué ocurre?
—He oído que está enfermo y que no quiere ver al médico. He estado
pensando en escribir a su hermana.
—No lo hagas.
—¿Por qué no?
—Acabamos de mecanografiar una carta para él ayer, dirigida a su padre,
pidiéndole más dinero para terminar la casa.
—¿Por qué hubisteis de mecanografiar una carta para él?
—Su lado derecho está paralizado. No puede escribir.
—¿Estáis locos? Si no llamáis a un médico, si no lleváis a un doctor con él,
ahora, esta semana, ciertamente escribiré a su hermana.
—No creo que sea asunto tuyo —replicó el vecino.
—Hay un joven doctor que termina de graduarse, llamado Shiva, que está
viviendo en Ami. Tal vez podáis persuadir a Jim para que él lo vea.
—Está bien, lo intentaremos, pero por favor no escribas a su familia.
Roslyn estuvo tentada de ir adonde Jim estaba tumbado, según el rumor
rodeado de moscas, cogerlo y llevarlo a una clínica. Sin embargo, le asustaba
que pudiera morir de la conmoción si ella iba a verlo, o que pudiera
enfurecerse y rehusar ir con ella, por lo que escribió una nota a Dhyan y Jim
preguntándoles si podía visitarlos.
No recibió contestación alguna a su nota, pero el doctor Shiva fue llamado
para examinar a Jim.
Varios días más tarde preguntó al doctor Shiva qué ocurrió cuando fue a
visitar a Jim y Dhyan.
Le dijo que se le había indicado específicamente no hablar con ella al
respecto, pero que quería hablar con ella de todos modos. Debía prometer no
decir una palabra a nadie de lo que iba a decirle.
—No te preocupes. ¿Con quién podría hablar?
—Era una situación bastante extraña. Ella estaba sentada en una silla
llorando y él estaba tumbado en el lecho. Sólo hube de darle un vistazo para
ver claramente que tenía un derrame cerebral. La mitad derecha de su cara
estaba paralizada.
—Jim abrió los ojos y dijo: —"Por favor no me toques".
—Pregunté si podía tomar su pulso. Él me extendió su muñeca. Tomé su
pulso y su presión sanguínea, y le dije que necesitaba ser trasladado a un
hospital inmediatamente. Había sufrido un derrame cerebral y necesitaba ayuda
médica y supervisión para prevenir nuevos ataques. Él simplemente me dio las
gracias por venir. Fui despedido y no hubo nada más que yo pudiera hacer o
decir. Así que salí, pero el asistente me dijo que esperara. Vino a mi encuentro
aproximadamente una hora más tarde y me dijo que Dhyan no quería trasladar
a Jim a un hospital por el momento. Había escrito a Víctor para advertirle.
Pidió a los asistentes que por favor permanecieran con ellos a la espera de la
contestación de Víctor. Los asistentes habían estado de acuerdo en permanecer
y esperar la réplica de Víctor. Me dieron las gracias por esperar y me
ofrecieron algún dinero, que rehúse. No sé qué hacer —dijo él.
Roslyn se sintió muy serena y fría al final de este relato. Tenía que escribir
a la hermana de Jim. No sabía qué hacer. Fue a ver a Joe, que siempre había
sido afectuoso con Jim, y le suplicó que fuera a ver a Jim y lo llevara a una
clínica o a un hospital.
Joe fue tres veces, pero cada vez los asistentes le impidieron ver a Jim. Le
fue entregada una nota de Dhyan diciendo: "Te invitaremos a visitarnos tan
pronto como Jim esté mejor. Ten paciencia, por favor".
Joe había vivido en Pondicherry desde 1967 a 1973 como miembro del
Ashram. Había conocido a Madre, que se había curado a sí misma
repetidamente de enfermedades aparentemente terminales durante veinticinco
años. No podía imaginar que Jim Bean, joven, saludable, pudiera sencillamente
enfermar y morir. Era un concepto absurdo.
Roslyn estaba teniendo más y más sueños que incluían a Jim Bean.
Se acostaba después de pasar un día entero en el taller y de correr
apresuradamente por Auroville. En medio de la noche se despertaba con un
horrible sueño de Jim Bean yaciendo en un lecho, jadeando: "¡Ayuda! ¡Ayuda!
¡Ayuda!"
Había escrito a Kwan Yin y Boy y les había pedido que dijeran a Gary, que
estaba en California, que por favor volviera, puesto que era una de las
personas a quien se permitía ver a Jim y Dhyan.
Kwan Yin y Boy llegaron, pero dijeron que pasarían varias semanas antes
de que Gary llegara, porque tenía un buen trabajo y necesitaba más dinero.
Finalmente, Gary llegó.
A pesar de que Roslyn no había hablado con él en años, fue a verlo al día
siguiente de su regreso.
—Hola Gary.
—Hola Roz.
—Sabes que Jim está enfermo —dijo ella.
—Sí, fui allí ayer nada más llegar. Didier no me dejó entrar. Me entregó una
nota de Dhyan, una nota encantadora, diciéndome que me llamaría cuando Jim
estuviera mejor.
Roslyn permaneció pensativa sobre qué podía hacer. Sabiendo que Jim
necesitaba ayuda. Le atemorizaba que se enfureciera y tuviera un ataque al
corazón si ella se colaba en su habitación. Sentía que él había sacrificado diez
años de su vida para que todo el mundo fuera respetuoso con Dhyan, y era
irrespetuoso con ella por no dejar que fuera a verlo sin el permiso de Dhyan, a
menos que obtuviera permiso de él.
Noche tras noche se despertaba con sueños de Jim gritando: "¡Ayuda!
¡Ayuda! ¡Ayuda!"
Finalmente se dirigió a Didier.
Le dijo: —Lo siento, discúlpame, pues a pesar de que no he hablado con
Jim en los últimos nueve años, y tengo mi propia vida y no tengo nada que ver
con él, estoy teniendo estos terribles sueños todas las noches y lo escucho
llamando: "¡Ayuda!" Por favor ¿podrías decirle que gustosamente haría
cualquier cosa por él? ¿Qué puedo hacer? ¿Cómo podría ayudar?
—Él no está pidiendo ayuda. Vete. Todo está bien.
Roslyn aceptó lo que él dijo, y atribuyó sus sueños a una parte de ella que
todavía se aferraba a Jim Bean, no a algo emanando del mismo Jim. Hizo un
decidido esfuerzo para olvidarse de Jim y meditaba la mitad de la noche, para
dormir sólo cuando estaba demasiado cansada para tener sueños, pero los
sueños continuaron.
Algunos días más tarde, después de una reunión, escuchó por casualidad a
Mariana hablando con alguien.
—Fui a ver a Dhyan y Jim esta mañana. Ella estaba encantadora, como
siempre, pero él estaba acostado con el aspecto de estar en coma. Su cara tenía
la palidez de la cera. Su aspecto es como si se estuviera muriendo, pero Dhyan
dice que él mejora.
Roslyn entregó a su vecina una nota para Dhyan pidiéndole permiso para
visitar a Jim.
Su vecina trajo una respuesta: "Cuando Jim esté mejor podrás visitarlo" —
decía Dhyan.
—Ahora puedes olvidarte de él. No los molestes —le dijo su vecina.
Roslyn rompió en lágrimas, puesto que las palabras decían una cosa pero
ella sentía que en realidad le estaban diciendo algo más.
Unos días más tarde estaba sentada en su hamaca, cuando una de sus
trabajadoras llegó y le dijo: —Jim Bean ha muerto.
No podía creerlo. Repentinamente era como si la fuerza de vida comenzara
a salir de su cuerpo. Fue a ver a sus vecinos, y ellos tomaron sus manos y le
dijeron que era cierto, Jim había muerto esa mañana en la Clínica de Pondi.
—¿En la Clínica? ¿Cuándo fue a la Clínica?
—Ayer.
—¿Cómo ocurrió?
—Jim llevaba mucho tiempo sin comer. Tenía grandes úlceras abiertas.
Apenas podía respirar. A cada respiración jadeaba: "¡Ayuda!".
—Finalmente Dhyan y los asistentes decidieron llamar al doctor Chatterjee,
el homeópata de Auroville, pero el doctor Chatterjee está fuera y yo me hago
cargo de sus pacientes, así que fui. Acudí por la mañana con mi scooter —dijo
Eleanor.
—Dhyan tenía un aspecto maravilloso, y él yacía sobre el lecho jadeando:
"¡Ayuda!"
—Supe que no había nada que yo pudiera hacer. Soy una homeópata
autodidacta. Nada más entrar en la habitación dije que él necesitaba más ayuda
de la que yo podía prestarle. Dije: "Este hombre necesita un doctor y un
hospital". Toqué su mano. Su piel estaba completamente deshidratada. Pedí al
asistente que fuera a llamar al médico del Ashram y que le rogara que viniera,
explicándole que se trataba de una emergencia.
—Una hora más tarde el doctor Sen estaba allí. Quedó horrorizado. Dijo:
"Si me hubierais llamado hace dos meses hubiera sido capaz de salvarlo, pero
ahora, sólo Madre puede ayudarlo". Insistió en llevar a Jim con él en su coche.
Uno de los asistentes fue con él. Creo que Gary estaba allí, con él, cuando
murió.
Roslyn dijo: —Gracias por contarme lo que ocurrió.
Regresó al bosque. Escribió una nota a Dhyan, "Comparto tu aflicción. Si
puedo ayudarte en cualquier cosa, soy tu amiga". No obtuvo respuesta. Se sentó
en su hamaca. Decidió que iría por la mañana y presentaría sus últimos
respetos al cuerpo de Jim.
Por la mañana los trabajadores le dijeron que Dhyan había muerto durante
la noche ingiriendo veneno.
La Cámara Interior
CAPÍTULO XXII

UN RESPIRO

En esta investidura de vida de la carne


un alma que es una chispa de Dios pervive
y a veces irrumpe a través de la sórdida pantalla
y prende un fuego que nos hace medio divinos.
En las células de nuestro cuerpo se asienta un Poder oculto
que ve lo invisible y planea la eternidad,
nuestras partes más pequeñas dan cabida a las más profundas necesidades;
también allí los dorados Mensajeros pueden llegar:
"Savitri" de Sri Aurobindo
AS muertes de Jim Bean y de Dhyan no afectaron, aparentemente, la vida
L de Roslyn. Sentía que la única vía de salvación para sí misma y para
Auroville era, tal vez, el Matrimandir. Si esa gran confusión en medio de
Auroville pudiera convertirse en algo que de alguna manera sustentara la
Fuerza de Madre y Sri Aurobindo, la fuerza para la Transformación
Supramental, entonces tal vez pudiera justificarse de un modo u otro el
sacrificio. Para ella debía ser como la concreta materialización de aquello
sobre lo que Sri Aurobindo había escrito y para lo que Madre había trabajado
durante toda Su vida. Roslyn estaba teniendo dificultades en conservar la
certeza de que lo que estaba ocurriendo en Auroville era el yoga de Madre y
de Sri Aurobindo. Otro amigo, una persona luminosa de sólo 48 años, había
muerto unos meses antes que Jim y Dhyan. Él había optado por ignorar el
hecho de que la comunidad había declarado a Roslyn una fuera de casta.
Frecuentemente la visitaba para tomar el té por la tarde, habitualmente con su
hijo pequeño. A veces le traía una rosa del Jardín de Rosas del Matrimandir o
una piedra que había encontrado en el camino. Era tan respetado por todo el
mundo que nadie lo hostigaba por visitarla. Tenía un maravilloso sentido del
humor. Había trabajado en el Matrimandir todos los días desde el principio y
siempre hacía el trabajo más difícil y más exigente físicamente, además de
hacer vigilancia por las noches, escribir, preocuparse por la administración
del Matrimandir, y hacerse cargo de su hijo. Roslyn pensaba que era una de las
mejores personas que había conocido jamás. Se había sorprendido cuando él
la visitó justo después de haber terminado la reparación del techado y mirando
prolongadamente la cubierta, dijo: —Esto es lo que yo necesito.
—¿Qué quieres decir?
—Nuestra casa tiene un viejo techado de un material muy simple, lleno de
agujeros.
—¿Por qué no lo arreglas?
—No tengo dinero.
—¿No puede darte Auroville el dinero?
—Dicen que no hay dinero.
Roslyn no podía creer lo que estaba escuchando. ¿Era el miembro más
bondadoso y respetado de la comunidad, y la comunidad afirmaba no tener
fondos para reparar su techo? A Roslyn le habría gustado darle el dinero, pero
no lo tenía.
Luego, pocos meses después, él había muerto. Dijeron que había tenido un
ataque al corazón, pero Roslyn sintió que estaba tan frustrado por no poder
poner un techo sobre la cabeza de su familia que murió de manera repentina.
Se preguntaba cuándo la comunidad de Auroville se daría cuenta de que debía
haber algo terriblemente equivocado si el hombre más admirable e inteligente
de la comunidad moría antes de cumplir los cincuenta.
Roslyn no podía imaginar cómo estaba siendo administrado Auroville si la
comunidad no proporcionaba un techado decente para este hombre bondadoso
que había entregado tantos años de un concentrado servicio. La noticia de su
muerte fue una tremenda conmoción.
Había dejado tras él un pequeño libro de ensayos, "Una Casa Para el Tercer
Milenio", que ella estaba leyendo cuando su trabajadora llegó y le dijo que Jim
Bean había muerto.
El Matrimandir era para Roslyn el símbolo del sacrificio de la vida de Jim
Bean, de la vida de Dhyan y de la vida de Rudd. Buscó fuerza en los ensayos
para creer que el sacrificio de estas vidas había merecido la pena.
Releyó lo que Madre había dicho: "La solución es adentrarse muy profundo
en el interior de uno mismo y encontrar el lugar en donde todas las diferencias
se combinan para integrar la esencial y eterna Unidad". Roslyn miraba en su
interior para tratar de encontrar ese lugar de unidad, para mitigar su ira ante
esas muertes. Intentaba imaginar cómo sería la Cámara Interior, blanca,
silenciosa. Una gran habitación de doce lados con un techo blanco, paredes de
mármol blanco y una gruesa alfombra blanca en el suelo. En el centro de la
habitación estaría una enorme bola de cristal. Un único rayo de luz solar
atravesaría el cristal, atravesaría un agujero en el suelo de la Cámara y
descendería hasta un estanque de agua en la parte inferior del Matrimandir.
Roslyn sentía que el pequeño libro de ensayos le había sido dado en este
momento para ayudarla a encontrar su camino a través de lo que estaba
ocurriendo. Le resonaba algo que Madre había dicho: "No es difícil distinguir
la voz del Divino: uno no puede equivocarse. Necesitáis estar muy avanzados
en la senda para ser capaces de reconocerla; debéis escuchar la voz pequeña,
silente, apacible, que habla en el silencio de vuestro corazón. Olvidaba una
cosa: para escucharla, debéis de ser sinceros. Puesto que si no soy sinceros,
comenzaréis a engañaros a vosotros mismos y no escucharéis nada más que la
voz de vuestro propio ego, y entonces seguramente cometeréis (creyendo que
es la verdadera pequeña voz) las estupideces más abominables. Pero si sois
sinceros, la vía es segura. No es siquiera una voz, ni siquiera una sensación, es
algo extremadamente sutil — una indicación casi imperceptible..."
Roslyn se aborrecía a sí misma por no haber creído en ella misma y en sus
impulsos de arrancar a Jim de las garras de los asistentes de Dhyan.
En lo externo, sus muertes no parecían cambiar su vida. Estaba viviendo en
su cápsula, fabricando y vendiendo zapatos de ganchillo, e intentando
mantener al día los pagos del colegio de Bliss. Fue invitada a una fiesta de Día
de Acción Gracias en Madrás y viajó en una furgoneta llena de aurovilianos.
Sentado enfrente de ella estaba Gary. No se dirigieron la palabra el uno al otro
durante varias horas y luego él le dijo a ella: —Aura quiere la casa.
Roslyn lo miró: —Yo no quiero esa casa.
Gary sacó de su bolsa un pequeño trozo de papel de mala calidad y lo
mostró a Roslyn. Sobre el papel había sido laboriosamente dibujado por
Dhyan un cuadrado mágico, basado en el número 24. Tenía el símbolo Om en
cada esquina, meticulosamente, amorosamente dibujado. De forma muy
cuidada, las siguientes palabras estaban insertadas en el cuadrado:

"Este lugar
es la ofrenda
Al justo
Al verdadero
Al vasto

Ravena Mataram

de dos almas gemelas

AUM NAMO BHAGAVATE”


Roslyn miró al pequeño trozo de papel y le dijo: —Bueno, al menos esto lo
hizo bien.
—Lo escribió después de tomar las bolas espinosas de datura venenosa que
causaron su muerte.
—Bueno, parece como si hubiera llevado a cabo algo, a pesar de haber
caído de bruces y habernos arrastrado al resto en su caída.
Gary continuó hablando. Roslyn y Gary nunca habían hablado de forma
íntima, pero él quizás quería desahogarse. —Yo estaba en la Clínica cuando
Jim murió.
—No estoy enterada de esa parte. ¿Cómo llegó a la clínica?
—El día anterior a su muerte, el doctor del Ashram llegó en un coche y lo
metió en él para llevarlo a la Clínica. El doctor gritó a todo el mundo porque
Jim estaba absolutamente deshidratado. —"¡Es demasiado tarde! —decía
enfurecido—. ¿Qué puedo hacer?"
—Entonces ¿cómo murió? —preguntó ella.
—No lo sé. Me habían dicho que fuera allí por si necesitaba un asistente,
pues todo el mundo estaba ocupado con Dhyan. Llegué allí; él estaba conectado
a goteros, etc. Entró una enfermera y me pidió que saliera, iba a lavarlo. Yo
estaba en el corredor. Ella salió y me dijo que él se había ido. No podía
creerlo. Entré en la habitación. No quiero recordar —pero no puedo olvidar—
la expresión de su cara.
Roslyn apartó su mirada de Gary y dijo a la persona allí sentada: —
¿Estamos haciendo este trayecto hasta Madrás sólo para comer?
La persona sentada a su lado sonrió.
Fue una comida sorprendente. Habían sido traídos de USA pavos con salsa
de arándanos y azúcar, lechuga, apio, patatas dulces, tarta de nueces. Roslyn
pudo olvidarse de Auroville, de los zapatos, de la muerte, de los trabajadores y
de todo lo demás, y disfrutar completamente del festín. Comieron durante
cinco horas. Completamente drogada de buena comida se sentó en la furgoneta
de regreso a Auroville contenta de haber ido a Madrás para la comida y
nostálgica de USA.
Bliss la estaba esperando en la cápsula. Acababa de llegar a casa desde la
escuela, de vacaciones. Roslyn había traído para ella un pequeño refrigerio,
lleno de exquisiteces de la fiesta. Estuvieron felices de volver a estar juntas.
Los días transcurrían con rapidez. Bliss regresó al colegio para el último
trimestre y Roslyn confeccionaba zapatos y trataba de venderlos. Varias
universidades americanas ofrecieron a Bliss una beca completa. Estaba claro
que se iría a USA cuando se graduara. Roslyn no tenía dólares para darle, pero
la niña estaba determinada a ir a una universidad en USA. Se fue, y al terminar
el primer año de universidad, visitó a Roslyn durante un mes.
Bliss asombraba a Roslyn. Se había ido a la universidad en USA con cien
dólares y había trabajado y estudiado durante un año. Además llegaba de visita
con regalos en su maleta. Roslyn estaba agradecida de que su hija fuera una
increíblemente bella persona con un montón de autodisciplina.
Luego Bliss partió hacia su trabajo de verano, sin saber cuándo podría
regresar a India. Roslyn estaba trabajando en la administración de Auroville al
mismo tiempo que en el taller, así que estaba muy ocupada. Administraba el
Fondo de Asignaciones a los miembros de la comunidad y estaba asombrada
de la escasa cantidad de dinero con la que se mantenía la mayor parte de la
gente, y del poco dinero que había disponible.
Un día Roslyn recibió una carta de Frankie, que terminaba con un
misterioso, "Puede ser que nos veamos pronto".
Al día siguiente estaba sentada en el taller tomando té y un taxi se introdujo
en el bosque.
Roslyn no podía creerlo cuando Frankie y She descendieron del taxi.
Se abrazaron. Roslyn se sorprendió de lo feliz que era al verlos. Hacía
tiempo que no había sido tan feliz, era una extraña sensación, otro estado de
consciencia. Había estado tan sola y no había sido siquiera capaz de
preocuparse por su ser emocional, porque estaba tan completamente ocupada
con sus responsabilidades hacia la comunidad y hacia los trabajadores.
Frankie y She se unieron a ella alrededor de la mesa pequeña e inestable,
tomando té y hablando sobre Suzanne y los chicos, y sobre Bliss. La invitaron
a comer y a quedarse con ellos en la ciudad. Se alojaban en el Gran Hotel de
Europa.
No fue con ellos a la ciudad por la noche, pero quedó en reunirse con ellos
al día siguiente para la comida.
Después de la comida se sentaron en confortables sillas de teca y ratán, en
una terraza del piso superior desde donde se dominaba un jardín lleno de
flores. Frankie preguntó sobre Jim Bean.
Repentinamente todas las lágrimas que no había derramado inundaron el
rostro de Roslyn. Compartió con ellos lo que conocía sobre lo ocurrido.
Ellos sugirieron que pudiera ser interesante ver la casa.
Roslyn replicó: —No quiero volver a ver esa casa.
She dijo: —Sabes, conozco a sus padres. Cuando estaba casada con Harold,
sus padres acostumbraban a jugar al croquet con ellos. Una vez estuve invitada
a tomar el té en su casa de Georgetown.
—¿Cómo eran? —preguntó Roslyn.
—Parecían muy convencionales. Jim debe haber sido una conmoción para
ellos.
—Había oído que cuando su madre se enteró de que había muerto se
derrumbó y murió —dijo Roslyn.
—Es una terrible historia —dijo Frankie—. ¿Quién podría haber imaginado
este final en aquellas divinas semanas de melocotón, champán y rosas? —Miró
a Roslyn que había dejado de llorar—. Debes recordar los buenos tiempos.
Roslyn comenzó a llorar de nuevo.
She se inclinó hacia ella y le acarició la mano. —Debes animarte.
Roslyn dijo: —No sé qué me está pasando, nunca lloro.
Frankie dijo: —Bien, sospecho que es otra dimensión de nuestra relación;
ciertamente hemos reído juntos, así que ahora también hemos llorado juntos.
She dijo a Roslyn: —En realidad nos hemos detenido en Pondi porque estoy
buscando alguien que me acompañe. ¿Estarías interesada en venir a California
y vivir en la casa del guarda durante una temporada?
Roslyn aceptó inmediatamente, encantada de dejar Auroville, India, e ir a
USA, en donde estaría más cerca de Bliss. Necesitaba encontrar a alguien que
se hiciera cargo del bosque, del taller, del Fondo de Asignaciones y de la
plantación de árboles. Le tomaría unas pocas semanas, pero estaba dispuesta a
dejar Auroville, para siempre.
Escogió el 24 de abril para volar, puesto que Madre había regresado a India
el 24 de abril y permanecido por el resto de su vida. Roslyn esperaba que la
magia trabajara para ella en la otra dirección, y que nunca regresaría a la
India.
Roslyn no podía imaginar cómo podría arreglárselas con She, que era lo
más parecido a una diosa de H. Rider Haggard, para que se sintiera complacida
con lo que estaba por llegar. Roslyn se las había arreglado para vender
suficientes zapatos para pagar su billete y tenía cien dólares en efectivo. Había
acordado con She que si Roslyn pagaba su billete hasta California, She pagaría
el billete de regreso a India. Roslyn gastó sus cien dólares durante su escala en
Singapur, principalmente en chocolate. Finalmente terminó enviando todo el
chocolate a Auroville con un amigo de Bidonville.
Roslyn aterrizó en San Francisco y se sintió como si hubiera vuelto a casa.
Frankie y algunos de sus amigos, sosteniendo un gran ramo de desaliñadas
flores, estaban allí para recibirla. Subieron al enorme y viejo coche americano
engullidor-de-gasolina y atravesaron zumbando San Francisco. Lo siguiente
en lo que Roslyn se fijó era que estaban sobre el glorioso Golden Gate Bridge.
Suzanne estaba en Francia cuidando a su achacoso padre, y Frankie estaba a
punto de irse a Méjico, donde iba a pasar un tiempo en la playa mirando las
puestas de sol.
Entró y volvió a encender el fuego. Apiló un montón de cojines junto a la
ventana y tuvo una feliz meditación.
Durmió hasta que sonó el teléfono. Era She.
—¿Estás preparada para el almuerzo?
—Sí. ¿Quieres que vaya?
—No. Te recojo camino de la salida. Comemos fuera. ¿Hay algún sitio en
particular al que te gustaría ir?
—No, dame cinco minutos para arreglarme.
—De acuerdo.
Comenzaba la tarde: comida, una pequeña siesta, té, scrabble, y luego
preparar la cena y mirar la TV, o recibir amigos para jugar al mah jong. Los
días discurrían en medio de bosques nemorosos, en maravillosas fuentes
termales, una aventura divertida. Días idílicos.
Un día She se acercó a la casa del guarda, lo remiró todo y se quejó de que
las cintas de las fundas de los cojines no estaban atadas apropiadamente.
Roslyn estaba encantada de lo hermosa y confortable que había encontrado
la casa del guarda.
She dijo, tomando la mano de Roslyn: —Creo que nos vamos a llevar bien.
Roslyn dijo: —Así lo espero.
Le gustaba su casa. Era exquisita en cada detalle, si bien se necesitaba un
enorme trabajo amoroso para mantenerla.
La cocina era ciertamente una pieza maestra en fantasía. Tenía una pared
curva con ventanas que daban sobre un jardín de hierbas aromáticas con un
refugio, un sofá bajo la ventana acompañado de una gran mesa redonda,
circundada por el otro lado por un banco de suntuosa tapicería roja flanqueado
por ventanas que daban al este. A Roslyn le gustaba sentarse allí con She por la
mañana, de manera confortable y acogedora, en las primeras horas, viendo
como se despertaba el jardín, abriendo en ocasiones la ventana para sentir el
aire vigorizante o el olor penetrante de la lluvia.
Se sentaban a la mesa una frente a otra o una al lado de la otra, y
conversaban. Ambas habían estado viviendo solas durante diez o más años.
Repentinamente, después de todos estos años de silencio, había allí alguien a
quien escuchar y a quien hablar. Se volvieron casi inseparables. Roslyn dormía
en la casa del guarda y She dormía en su dormitorio, pero pasaban muchas
horas juntas al día, y parecía que no había horas suficientes en el día para estar
juntas. Eran muy felices.
A la nuera de She, al ver esto le dio un ataque. Dijo que se estaban
aprovechando de She. Roslyn era una mala persona. She no debía involucrarse
de esa manera, etc.
Empezó a gritar a Roslyn: —¿Por qué no te vuelves a la India?
Roslyn no estaba dispuesta a regresar a India, así que le dijo: —Regresaré a
India si tú vienes conmigo.
Se rio y dijo: —De acuerdo, iremos el próximo invierno por tres semanas.
Tres semanas en la India le sonaron como suficientes a Roslyn.
Viajaron, y She quedó enamorada de Auroville. She no estaba a gusto y se
sentía desdichada en California, durante meses después de su regreso. A
Roslyn le gustaba California. Amaba el aire frío y los baños calientes. La
cocina de California y las fresas recién cogidas en el jardín la mantenían feliz
y saludable. Yendo con She a conciertos, de compras en San Francisco,
asistiendo a talleres de trabajo. Todo era el paraíso.
El hijo y la nuera de She se negaron a venir en Navidad porque Roslyn
todavía estaba viviendo allí.
Una noche Roslyn tuvo un sueño. Jim Bean le decía que fuera y que viviera
en su casa. Ella no quería regresar a Auroville. Esa mañana mientras meditaba
vio a Madre, y Madre le dijo que era el tiempo para que regresara a Auroville.
Ella no quería regresar a Auroville. Unos pocos minutos más tarde, sonó el
teléfono. She estaba al otro lado de la línea. —Creo que es tiempo de que vayas
a la India.
Roslyn sabía que debía ir, pero no quería dejar a su amiga. She prometió ir
a visitarla, o llamarla de regreso si la necesitaba. Ambas se despidieron con
lágrimas en los ojos.
La Madre
CAPÍTULO XXIII

FINAL

La Luz ahora distante crecerá nativa aquí,


la Fuerza que nos visita se convertirá en nuestro camarada poder;
lo Inefable encontrará una voz secreta,
el fuego del Imperecedero consumirá la pantalla de la Materia
haciendo de este cuerpo mortal el vestido de la divinidad.
La grandeza del Espíritu es nuestro origen eterno
y será nuestra corona en el Tiempo perenne.
"Savitri" de Sri Aurobindo
OSLYN llegó a Madrás en avión. Su zapatero la recibió en el aeropuerto
R con una nota de sus vecinos que decía: "En Auroville no hay sitio para ti".
Se encogió. Sintió que estaba de regreso en el campo de batalla y carecía de
armadura, de armas, nada excepto el Divino. Se interiorizó inmediatamente y
llamó a la Madre preguntando, "¿Es esto cierto?"
Roslyn se sumió en un trance y las tres horas de viaje parecieron durar tres
minutos.
De nuevo vio el fantasma de Jim Bean diciéndole que fuera a la casa que él
había construido. Rechazó esa idea. Fue a Silencio. Todos los edificios que ella
había construido estaban llenos. Nadie le ofreció un espacio. Alguien le pidió
que por favor reparara el hecho de la construcción en donde se estaba
alojando. Roslyn replicó: —No tengo sitio para mí misma. Tú estás viviendo
aquí; arregla tú el techo.
Recorrió todas las casas de huéspedes, y todas estaban llenas. Era febrero,
el pico de la estación alta. Finalmente, se dirigió a la casa de Jim Bean, que
también era una casa de huéspedes pero estaba en el confín del límite de la
ciudad. Estaba sucia, vacía y deprimente. Tenía la atmósfera de una estación de
autobús. El cuidador vivía en una choza próxima. Estuvo de acuerdo en dar a
Roslyn una habitación por doscientas rupias al mes. Había una cocina en la
casa. Podía utilizarla. La casa había sido arrendada durante los próximos cinco
años para un programa de educación medioambiental, así que tendría que
dejarla dentro de un par de meses, puesto que iban a venir grupos de entre
treinta y cuarenta educandos. Entonces se colocarían numerosos colchones por
toda la casa. Los educandos de esos programas eran todos hombres, granjeros
pobres de todo el sur de la India.
Él no creía que pudiera estar a gusto permaneciendo en la casa en tales
circunstancias.
Roslyn esperaba estar de regreso en USA en un par de meses. Le preguntó:
—¿Tiene que estar tan sucia?
Él replicó: —Acabas de regresar de América. Estás en la India. Si no te
gusta, márchate.
En ese momento de su vida no tenía ningún otro sitio a donde ir, así que
cerró la boca. Alquiló la habitación, y comenzó a limpiar la casa. Era la única
huésped. El cuidador le había dicho que la sirvienta lavaría sus vestidos, pero
Roslyn no tenía que decirle a la sirvienta qué hacer o quejarse de que el baño
no estaba limpio. Si no estaba contenta, podría marcharse.
El contrato por cinco años fue misteriosamente cancelado, así que no hubo
de moverse, al cabo de cuatro meses, pero tenía que soportar a cualquier
huésped que el cuidador admitía en la casa. Entonces su choza se incendió y
alguien le proporcionó una vivienda en otra parte de Auroville. Los otros de la
comunidad estuvieron de acuerdo en que ella podía quedarse en la casa.
La casa estaba en medio de un jardín, cerca del límite de un inmenso
bosque, próxima al cañón que había sido una de las mejores muestras de
erosión en el mundo cuando Auroville comenzó.
No había ni un solo árbol allí en 1968 y las aguas monzónicas bajaban
torrencialmente por el cañón, tiñendo de rojo el océano con el acarreo hacia el
mar de la tierra superficial de Auroville. Los primeros aurovilianos vieron
esto e inmediatamente se involucraron en el trabajo de construir diques y de
plantar árboles para intentar salvar la capa superior del suelo.
Fue un trabajo duro, cavar agujeros a pleno sol y proteger los árboles
jóvenes de las cabras de la aldea que merodeaban. Veinticinco años más tarde
el terreno era un área fértil rodeada por centenares de acres de bosque
floreciente. Roslyn iba a pasear con su perro cada mañana y disfrutaba de
nuevas flores en el jardín cada día. Era tan hermoso que pasmaba la
imaginación. La casa era de una noble proporción, surgiendo majestuosamente
en mitad del parque que la rodeaba, discreta en su fachada pero completamente
abierta en la parte trasera a una terraza con unas vistas perpetuas.
Era una hermosa casa. Había un patio con un jardín en medio de la casa, y
un estanque de lotos con peces dorados en la terraza.
En el armario de la despensa encontró una copia de la Oración de San
Francisco de Asís, escrita por Jim Bean y enmarcada. Roslyn sintió que debía
ser el propósito que Jim había atribuido a la casa.

"Señor, hazme el instrumento de Tu paz,
Donde hay malicia pueda aportar el perdón;
Donde hay discordia pueda aportar armonía;
Donde hay error pueda aportar la verdad;
Donde hay duda pueda aportar la fe;
Donde hay desesperación pueda aportar esperanza;
Donde hay oscuridad pueda aportar Tu luz;
Donde hay tristeza pueda aportar alegría;
Oh Señor, pueda buscar no tanto ser confortado como confortar,
Ser comprendido como comprender,
Ser amado como amar,
Pues es al dar cuando recibimos,
Es al perdernos a nosotros mismos cuando nos encontramos,
Es perdonando cuando somos perdonados,
Es muriendo cuando nos incorporamos a la vida eterna...
... Amén..."

Sintió que era un honor dedicarse al cuidado de la casa. Aunque los huéspedes
dejaban dinero, no lo necesitaba desesperadamente. She le estaba enviando una
pequeña asignación mensual desde California. Roslyn tenía dinero suficiente
para vivir en la casa y conservarla tan bella como fuera posible, como una
exposición de las artes y oficios de Auroville, que es algo que sentía que Jim
habría hecho.
La casa era un magnífico lugar para conciertos, así que ocasionalmente se
daban conciertos, fiestas, cenas y danzas en la terraza bajo la luna — como un
reloj en el que uno lee las horas de la noche.
Roslyn se dio cuenta que para ella no había otra cosa que hacer sino ser
feliz y estar agradecida. Sin embargo, estaba en Auroville, y estaba viva, así
que intentaba participar también en el proceso colectivo.
No quería nada. Todo lo que necesitaba le había sido dado en abundancia. Si
realmente necesitaba algo más siempre podía pedirlo a Bliss, que era una hija
perfecta y entregada y siempre extremadamente generosa con su madre.
Roslyn amaba el Matrimandir. Una mañana temprano caminaba ascendiendo
por la rampa. Era el aniversario de Auroville. El recubrimiento exterior de la
estructura no había sido instalado todavía y la cámara interior parecía
suspendida de la parte superior de una gran cúpula geodésica de hormigón.
Los cientos de triángulos entrelazados eran un Shri Chakra tridimensional
para su visión esa mañana. A través de las aberturas de los triángulos,
conforme ascendía la rampa, veía cómo encendían la hoguera y las chispas
que se elevaban hacia el cielo. Hubo de detenerse y mirar. Era tan hermoso que
la fascinó. Estaba tan agradecida a la Madre y Sri Aurobindo por haberle dado
la oportunidad de hacer algo con su vida, de haberle sido permitida una visión
tan gloriosa. Estaba contenta de saber que era capaz de participar en la
creación de la más hermosa de las cosas, Auroville, un don de Madre y Sri
Aurobindo a sus niños, el nuevo Jardín del Edén; a pesar de que a veces
pareciera más como el Jardín de las Delicias Terrenales de Hieronymus
Bosch, que el inocente Jardín del Edén. Cuando Madre habló a Vasudeva sobre
la gente que vivía en Auroville, en los primeros días, dijo: "Se comportan
como perros y gatos".
No tenía importancia. El poder del Sueño de la Divina Madre y el poder del
alma o ser psíquico en cada individuo había sido más poderoso que la suma de
las debilidades, faltas, excesos del ego, etc., individuales. Desde luego, aunque
tal vez los individuos cometían errores, éstos no procedían de la malicia, sino
de la confusión. Parece haber una ley, en este Jardín del Edén, que Madre había
dado como un mantra de comportamiento para los primeros tres aurovilianos
que estaban viviendo en "Paz", en el centro de Auroville. Se estaban peleando y
alguno había escrito a Madre sobre ello. La contestación de Madre fue...
"Buena voluntad hacia todo, buena voluntad desde todo, es la base de la paz y
de la armonía".
La gente continúa diciendo que Auroville será el lugar de la realización del
"Sueño" de la Madre.
Esto parece imposible si uno mira la historia en términos de
personalidades, pero si uno se distancia y mira el resultado material, resulta
muy alentador. Continúa creciendo más y más hermoso conforme gente de
buena voluntad de todo el mundo, de todas las edades y de todas condiciones
sociales, se reúnen en este pequeño rincón del sur de la India.
Un lugar que era desolado y estéril hace treinta y cinco años estaba en
proceso de convertirse en un enorme jardín. Un área en donde treinta y cinco
años antes había un cien por cien de analfabetismo, ahora había alcanzado a
alfabetizar al menos a la mitad de la población indígena.
Roslyn miró a su alrededor y pudo ver que Auroville había comenzado a
convertirse en una encarnación auténtica de una verdadera unidad humana.
Cada persona representaba su parte, pero en cierto sentido ninguno de ellos
había hecho nada. En algún sentido, todo había sido hecho por Madre y Sri
Aurobindo. Era un modelo de evolución social hacia una sociedad global en
donde, obviamente, la pobreza debe ser erradicada. Debe haber comida,
alojamiento, cuidado médico y oportunidades de educación, adecuados para
todo el mundo; y lentamente, lentamente, Auroville, tal vez sin siquiera intentar
de forma consciente alcanzar ese punto, estaba llegando allí.
Haber muerto por esto, no es haber muerto por nada.
La muerte es una parte de la vida, pero puesto que ella toma para sí mucho
más tiempo que la vida, es importante recordar que es esencial vivir y
participar en la vida. El desafío para cada uno en esta época es servir al futuro
de la humanidad.
Roslyn estaba constantemente asombrada del inspirador e interesante
trabajo que se le había encomendado en Auroville, organizando conferencias
internacionales y exposiciones sobre la evolución de la consciencia. Sentía que
en cierto modo había vuelto a nacer y estaba comenzando una nueva vida,
mirando hacia el futuro.
El momento culminante del Seminario Internacional era una reunión bajo el
Baniano, al atardecer. El lugar estaba fulgurante con la luz de cientos de
candelas y el sol poniéndose mientras la luna se levantaba por detrás del
Matrimandir, y se escuchaba el contenido de una cinta. La Madre hablando, en
abril de 1964, después de haber permanecido en silencio durante semanas. "No
hay dolor, no hay muerte, sólo hay amor".

Fin

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