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del Yoga
POR JOCELYN
Un Sueño
Capítulo I. Érase una vez.
Capítulo II. Gran Señor y la Dama Celestial
Capítulo III. Ve y Vuelve
Capítulo IV. El Mundo de la Madre
Capítulo V. La Ciudad del Futuro
Capítulo VI. Una Vida Nueva en un Mundo Nuevo
Capítulo VII. Viviendo el Sueño
Capítulo VIII. No tan fácil como había imaginado
Capítulo IX. Unas Largas Vacaciones
Capítulo X. Todo el mundo tiene un Sueño
Capítulo XI. Revolución
Capítulo XII. De Vuelta al Caldero
Capítulo XIII. Sube y Baja
Capítulo XIV. De mal en peor
Capítulo XV. Políticamente Incorrecto
Capítulo XVI. Negocios
Capítulo XVII. Sola en el Bosque
Capítulo XVIII. Muy Sola en el Bosque
Capítulo XIX. ¡Smash!
Capítulo XX. Dieu ex Machina
Capítulo XXI. Desenlace
Capítulo XXII. Un respiro
Capítulo XXIII. Final
LISTA DE ILUSTRACIONES
Debería existir en algún lugar de la tierra un sitio que ninguna nación pudiera
reclamar como propiedad exclusiva, un sitio en donde todos los seres
humanos de buena voluntad y sinceros en su aspiración, pudieran vivir
libremente como ciudadanos del mundo, obedeciendo a una sola autoridad, la
de la Verdad suprema; un lugar de paz, concordia, armonía, donde todos los
instintos de lucha del hombre fueran usados exclusivamente para triunfar
sobre las causas de sus sufrimientos y desdichas, para superar sus debilidades
y su ignorancia, para conquistar sus limitaciones e incapacidades; un lugar
donde las necesidades del espíritu y la preocupación por el progreso tuvieran
precedencia sobre la satisfacción de deseos y pasiones, sobre la búsqueda de
goces y placeres materiales.
En ese lugar, los niños podrían crecer y desarrollarse de manera integral,
sin perder contacto con su propia alma. La educación no se impartiría con
miras a aprobar exámenes y obtener certificados y puestos, sino para
enriquecer las facultades existentes y revelar otras nuevas. En ese lugar los
títulos y los cargos serían reemplazados por oportunidades de servir y de
organizar.
Las necesidades del cuerpo serían igualmente satisfechas en todos y cada
uno de los casos. En la organización general —intelectual, moral y espiritual
—, la superioridad no hallaría expresión en el fomento de los placeres y
poderes de la vida, sino en el incremento de los deberes y las
responsabilidades. La belleza artística en todas sus formas —pintura, escultura,
música, literatura— estaría igualmente al alcance de todos, y la oportunidad de
compartir los goces que de ellas emanan sólo se vería limitada por las
capacidades de cada uno, y no por su posición social o financiera.
Pues en ese sitio ideal, el dinero no sería ya el señor soberano. El valor
individual tendría una importancia mayor que el debido a la riqueza material y
a la posición social. El trabajo no sería allí el medio para ganarse la vida, sino
el medio por el cual el individuo podría expresarse y desarrollar sus propias
capacidades y posibilidades, prestando al mismo tiempo su servicio a la
totalidad del grupo, que aseguraría por su parte la subsistencia y el ámbito
laboral necesarios para cada uno.
En pocas palabras, sería un lugar donde las relaciones entre los seres
humanos, basadas por lo común casi exclusivamente en la competición y la
lucha, serían reemplazadas por relaciones de emulación en la realización del
bien, en la colaboración, relaciones de auténtica fraternidad.
— La Madre
Dharshan
CAPÍTULO I
Su guía la condujo a través del patio hasta otro patio más pequeño y señaló
hacia la puerta de la oficina que estaría abierta por la tarde, en donde ella podía
obtener el permiso para alojarse en una casa de huéspedes. Después se
dirigieron a través de uno de los gráciles arcos de hormigón en el fondo del
patio pequeño al interior de un amplio vestíbulo con suelos de mármol.
—Ésta es la sala de meditación —dijo el guía suavemente. Apuntó con su
dedo hacia el techo—, la Madre está sentada en la planta de arriba.
Había una magnífica escalera con una alfombra verde que desaparecía en
un recodo hacia el interior de un mundo más elevado. Atravesaron el vestíbulo
hacia la parte de la habitación en donde el techo asemeja una abovedada cúpula
de plata. En un lado de la habitación había una pintura de La Madre y Sri
Aurobindo. La Madre, pálida y conmovedora, estaba envuelta en un sari
dorado dispuesto de forma que cubría Su cabeza, sobre la que se mantenía con
una diadema dorada, su mano descansando despreocupadamente junto a la
mano de Sri Aurobindo. Él se sentaba a Su lado sobre el trono recubierto con
una piel de tigre. La dorada luz de Su aura se mezclaba delicadamente en la
pintura con la luz blancoazulada que emanaba del poderoso sabio silencioso
que vestía cordón blanco, una toga blanca y un dhoti [4], increíblemente
luminoso, como si brillara desde el interior con una poderosa luz, inmóvil
aunque dinámica. El devoto que había pintado el cuadro había conseguido
captar la paz y el gozo, la magia y el misterio que Madre y Sri Aurobindo
habían inspirado en él. El guía de Roslyn le explicaba: —En la pintura están
sentados como lo estuvieron cuatro veces cada año, dando Darshan a todos sus
discípulos, devotos y huéspedes.
Al otro lado del vestíbulo había una foto de Sri Aurobindo, insertada en el
centro de su símbolo, una estrella de seis puntas con un cuadrado en el medio.
Roslyn miró esa foto y fue como si pequeñas campanillas sonaran a través
de todo su cuerpo. Se giró rápidamente. Había venido a la India en una
búsqueda espiritual, pero ya no estaba interesada. Si allí había algo, no quería
saber nada.
Su guía la condujo de vuelta, pasando por el pequeño patio al patio central
del Ashram. La acompañó al árbol grande que ocupaba el centro y le explicó
que Madre había dado a ese árbol el nombre de "El Árbol de la Felicidad". Le
señaló la losa de mármol cubierta de flores juntó al árbol y le dijo que era allí
donde Sri Aurobindo estaba enterrado.
De nuevo escuchó las pequeñas campanillas. Intentó ignorarlas y siguió
caminando, de vuelta a través del jardín hacia el porche. Dio las gracias a su
guía, y le preguntó si conocía algún buen restaurante no vegetariano.
—No —replicó él pesaroso.
—Puedes dejar aquí tu bolso —ofreció.
Todas las reglas del viajero la invitaban a tomar su bolso, pero no deseaba
cogerlo. Llevaba encima su pasaporte y el dinero, y a Bliss. Dejó todo lo
demás cerca del casillero y salió a la calle, en donde ordenó al conductor de
un rickshaw que la llevará a un "hotel de comidas".
Roslyn almorzó en un lugar que tenía un comedor separado para mujeres.
Era agradable y privado y comió animadamente, alimentó a Bliss, y volvió al
Ashram.
Su bolsón estaba todavía posado cerca del casillero. Su amigo el del
turbante azul la recibió.
—¿Has comido?
—Sí.
—Él está ahora en la oficina.
Le dio las gracias y se dirigió con Bliss a la oficina.
Las puertas francesas estaban abiertas, y había un escritorio muy grande
rodeado de estanterías llenas de libros frente a las puertas, pero no había nadie
sentado en el escritorio.
Dio otro paso en el interior de la habitación y escuchó una voz a su derecha,
—¿Puedo ayudarla?
Volvió su cabeza y vio a un hombre alto que la observaba mirando por
encima de sus gruesas gafas.
—Estoy buscando una habitación en una casa de huéspedes —replicó ella.
—Yo soy el encargado de las casas de huéspedes del Ashram.
—Necesitó una habitación.
—¿Para cuantos días necesita la habitación? —preguntó él.
—Me gustaría asistir al Darshan.
—De acuerdo, le daré una habitación en Castelini Guesthouse.
Se sentó e hizo un ademán señalando la silla frente a él: —Por favor tome
asiento.
Ella se sentía cansada y estuvo contenta de sentarse. Él apartó a un lado el
libro que tenía delante para hablar con ella.
Colocó un papel delante de él y tomó su pluma. Le preguntó por todos los
detalles de su pasaporte. Ella respondió sin buscar en su bolsa para
consultarlo, porque conocía los números de memoria; había sido preguntada
por ellos con frecuencia.
Después de haberle dado los detalles él le pidió su pasaporte con el que
chequeó lo que había escrito. Chequeó todo por dos veces, luego le devolvió el
pasaporte y le extendió un formulario para que lo firmara.
Le entregó un pequeño carnet verde que era un pase de huéspedes para ser
admitida en todos los servicios del Ashram. Le dijo que el coste por cada
noche era de diez rupias, incluyendo tres comidas por día en el comedor del
Ashram, y que los horarios del comedor estaban indicados en el carnet de
huéspedes. En negritas al pie del carnet verde ponía: "No tabaco, bebidas o
sexo".
Se alegró de estar de acuerdo con todo ello. Ofreció pagar por adelantado.
—Está bien, haga el favor de volver aquí para devolver el carnet de
huéspedes y firmar la salida, después del Darshan.
—Muchas gracias —respondió, tomando el carnet y dirigiéndose al
exterior para recoger su equipaje en el porche. Ordenó al conductor del
rickshaw que la llevara a Castelini.
El Comedor del Ashram estaba en uno de los extremos del parque, y la casa
de huéspedes se adentraba varios bloques en el interior de la ciudad, en el lado
opuesto del parque.
Contaba con un muro en el tono radiante gris/azul/blanco del Ashram y una
pulcra puerta de teca abierta. Pagó al rickshaw que le tendió su bolsa en la
puerta. Descalza, con su pijama rojo, caminó al interior del jardín. Llevaba a
Bliss en su brazo derecho, la bolsa colgada de su hombro izquierdo, mientras
subía los amplios escalones entre pilares, al interior de la galería de mármol.
Era un lugar acogedor, aunque absolutamente silencioso. Se sintió como
Alicia en la madriguera del conejo.
Las puertas francesas de la izquierda conducían a una escalera y las de su
frente a un amplio recibidor con bellas alfombras orientales en el suelo y
mobiliario victoriano cubierto con sus fundas.
Pasó al interior de la habitación, diciendo: —Hola. Pero allí no había nadie.
El techo tenía al menos cuatro metros y medio de altura. Como no había
nadie en la habitación, se adentró a través de otro conjunto de puertas, hasta
llegar a una nueva galería en donde encontró a un hombre en completo
silencio vestido con almidonados y planchados camiseta y pantalones cortos.
Ella no se había lavado los pies desde Calcuta.
—¿Puedo ayudarte? —preguntó él en voz muy baja.
Ella le mostró su pequeño carnet verde que decía que ella, Roslyn, era una
huésped del Sri Aurobindo Ashram en Castelini Guesthouse.
Él tomó el carnet sin mirarla directamente. Era muy tímido. Finalmente, tras
estudiar el carnet durante bastante tiempo, se presentó a sí mismo como el
administrador de Castelini Guesthouse y le pidió que le siguiera a su
habitación. La condujo al piso de arriba y le enseñó una habitación muy limpia
y agradable, a la que se accedía por un amplio salón de estar. Era una
habitación de rinconera, llena de luz, con flores frescas en un anaquel situado
debajo de una foto de la Madre y Sri Aurobindo.
—Muchas gracias. ¿Qué podría hacer con mi ropa sucia? —preguntó ella.
Él le aseguró que un sirviente vendría a recoger la ropa sucia por la
mañana y le devolvería las prendas limpias por la tarde. El sirviente le
colocaría también la red mosquitera al anochecer y la quitaría por la mañana y
limpiaría la habitación. ¿Prefería ella tomar té o café en la cama?
—Té —replicó ella, ya que nunca tomaba café; pero hasta entonces jamás le
habían ofrecido té en la cama.
—¿A qué hora?
—No comprendo.
—¿A qué hora quiere su té en la habitación por la mañana?
—Tan temprano como sea posible, por favor.
—¿A las cuatro?
—A las seis treinta.
—De acuerdo —replicó él. Señaló hacia el vestíbulo próximo a la puerta de
la habitación, en el salón de estar de esa primera planta—. El baño está ahí.
Ella le dio las gracias y él la dejó sola.
Roslyn y Bliss parecían ser las únicas personas allí. No habían visto ni oído
a nadie más en la enorme casa excepto al administrador. Su habitación daba a
un amplio salón de estar lleno de alfombras orientales, sofás victorianos y
sillas de enamorados, con fundas cuidadosamente dispuestas que daban la
impresión de que nadie se sentaba jamás en esta habitación. No había siquiera
una mota de polvo en las lustrosas mesas. Había dos puertas francesas abiertas,
una conduciendo a la galería situada en la fachada de la casa y la otra que daba
paso a la galería trasera. La habitación estaba inundada con la desvaneciente
luz del incipiente atardecer y había dos silenciosos ventiladores de techo
pintados en el mismo color que los relieves de las paredes. La habitación y la
casa estaban pintadas en delicados tonos del gris/azul/blanco de los edificios
del Ashram; había una atmósfera prístina y segura. En la pared más alejada del
amplio salón de estar había puertas que conducían a las otras habitaciones de
huéspedes, pero esas puertas permanecían cerradas, y las cortinas exteriores de
la abierta puerta del vestíbulo estaban recogidas. No había evidencia de otros
huéspedes.
Había un gran silencio. Era completamente diferente a cualquier otra cosa
que Roslyn hubiera experimentado en sus viajes. Parecía no haber otros
huéspedes. Roslyn calculó que si se aburría demasiado podía marcharse
después de dos o tres días tal como había planeado originalmente, pero antes
necesitaba asearse, cambiarse y descansar.
El cuarto de baño era grande, todo de azulejos blancos, y tenía un
inagotable caudal de agua corriente. La suciedad de días de viaje se disolvió
rápidamente y después de unos minutos, incluso sus pies estuvieron limpios.
Carecía de zapatos. Todas las cosas de Bliss necesitaban un lavado, así que
lavó un par de cosas, y como hacía bastante calor Roslyn sintió que estaría
bien para Bliss estar desnuda. Roslyn se había quitado su sucio pijama rojo de
algodón y se puso un pijama naranja limpio. Su pelo estaba limpio, pero
todavía permanecía encrespado sobre su cabeza.
Estaban limpias y dispuestas para salir, pero no tenía reloj y desconocía qué
hora era. Roslyn estaba pensando en ir paseando hacia la Sala de Comidas. Se
preguntaba qué hora era. Todavía no había visto a nadie más en la casa de
huéspedes. Salió a través de la puerta francesa a la galería trasera y vio a
alguien sentado allí, un hombre grande, de pelo rojo y barba, vistiendo un
pijama malva.
Estaba sentado sobre una silla de ratán azul al lado de una mesa redonda del
mismo color. Había varias sillas azules vacías alrededor de la mesa. Ella salió
a la terraza con Bliss en sus brazos y observó el espléndido jardín de rosas.
Roslyn se volvió hacia el hombre de pelo rojo en pijama malva y le
preguntó por la hora.
Él extendió la mano y cogió una botella de cerveza, llenando el vaso vacío
frente a él sobre la mesa. Ella se sorprendió de ver a una persona bebiendo
cerveza en la casa de huéspedes. En su pequeña tarjeta verde se afirmaba
claramente "No fumar, alcohol o sexo".
El hombre pelirrojo la estaba observando, pero parecía no haberla oído.
Luego le preguntó si quería una cerveza.
—No, gracias. No tomo cerveza.
—¿Qué demonios bebes? —preguntó él.
—Coca-Cola con hielo —replicó ella.
[1] Gozo.
[2] Dibujo tradicional que se hace delante de la casa por la mañana.
John Kelly con Gabriel y la familia de Gabriel
CAPÍTULO III
VE Y VUELVE
EL MUNDO DE LA MADRE
—La Madre
28 de febrero de 1968
[1] Sandalias.
Bernie, Ma Talyarcan, Gitananda
CAPÍTULO V
Roslyn creía que había sido arrastrada por el destino, a través del mundo
hasta la utopía experimental, porque nada más tenía sentido, y no había nada
más que ella quisiera hacer, ni ningún otro lugar en donde quisiera estar.
Quería estar cerca de la Madre. Quería formar parte del juego de Auroville.
Pondicherry era muy agradable, pero ella no quería vivir en Pondicherry.
Sentía que necesitaba formar parte de una nueva comunidad, Auroville, pero
debía de escribir otra carta a Madre pidiéndole de nuevo permiso para
quedarse en Aspiración.
Cogió a Bliss y llevó la carta a Pondicherry por la mañana.
Hacia el final de la tarde estaba reposando en su habitación antes de
regresar a Auroville. El administrador de la casa de huéspedes llamó a su
puerta.
Ella abrió.
—Mari llamó por teléfono y me pidió que te dijera que acudas a su casa
ahora. Tiene un mensaje para ti de la Madre.
Roslyn estaba sorprendida. Pensó que pasarían uno o dos días antes de
recibir contestación, y como había enviado la carta a través de Poorna,
esperaba la respuesta a través de Poorna.
Agarró a Bliss y fue a casa de Mari en su camino hacia la furgoneta.
Hizo sonar la campana, y la sirvienta le hizo pasar y le ofreció una silla en
el jardín. Se sentó allí y después de unos momentos llegó Mari.
—Hola Roslyn. ¿Cómo está Bliss?
—Estamos bien. ¿Cuál es el mensaje?
—La Madre me pidió que te dijera que debes dejar Aspiración y regresar a
Pondicherry.
Roslyn sintió como si hubiera sido golpeada en su interior con un mazo de
hierro.
—No entiendo —balbuceó.
—Todavía conservas la habitación en la ciudad, ¿no es así?
—Sí.
—Tienes una cita con la Madre dentro de dos semanas, por el cumpleaños
de Bliss.
—Debo irme o perderé la furgoneta.
Mari la abrazó y le dijo: —No te sientas mal. Todavía no ha llegado el
tiempo de que te traslades a Auroville.
Desolada por la decepción regresó en la furgoneta, pasó otro solitario
atardecer en Aspiración, garantizando a todo el mundo que iba a marcharse
definitivamente por la mañana, y a la mañana siguiente cogió sus escasas
pertenencias de vuelta a la ciudad.
En realidad no se sentía tan mal. En Pondicherry estaba más cercana a la
Madre, y Madre era mucho más interesante que Auroville. En Pondicherry
tenía amigos.
Regresó a su habitación por la mañana. Por la tarde la sirvienta de Poorna
vino a su habitación con una bandeja que contenía una espléndida langosta con
mayonesa y un mus de chocolate, y una nota de Poorna diciendo que esperaba
que Roslyn no estuviera decepcionada por estar de vuelta en Pondicherry. Fue
un gesto espléndido; Roslyn hubo de contestar que no estaba decepcionada,
estaba encantada de estar de regreso en Pondicherry. Durante las dos semanas
siguientes los días transcurrieron en un feliz aturdimiento. Roslyn se levantaba
temprano, paseaba hasta la playa y se bañaba a la salida del sol, desayunaba en
el comedor del Ashram y empleaba sus mañanas visitando amigos,
habitualmente Lorelei, con quien podía coser mientras Bliss jugaba con las
niñas. Después, la comida, una siesta, té y más amigos. Conoció a otras
personas de Auroville, americanos que vivían en chozas próximas al centro.
Eran más amigables y a ella le gustaban más que los franceses de Aspiración,
pero ya no pensaba en trasladarse a Auroville. Estaba en Pondi y era feliz.
Bliss en su primer cumpleaños
CAPÍTULO VI
VIVIENDO EL SUEÑO
La mejor música pop de aquel tiempo, como “Here comes the Sun”, de los
Beatles, orquestaba las danzas y la obra. La obra terminaba con los músicos
invitando a la audiencia a bailar alrededor de un Poste de Mayo con largas
cintas de colores, y todo el mundo era feliz imaginando que la Era de Acuario,
de la amistad y de la realización universal había comenzado ya en la Ciudad de
la Aurora, en la Costa del Coromandel.
Hubo dos representaciones. Roslyn llevó de nuevo su vestido de brocado
rojo, pero le iba un poco justo.
Jim Bean estuvo allí durante el último ensayo y en las dos representaciones.
Roslyn le preguntó: —¿Cuándo vas a venirte a Auroville?
—Me marcho a Hobe Sound dentro de tres semanas —replicó él.
—¿Dónde está eso?
—Florida
—¿Por qué?
—Mis padres me han invitado para Pascua.
—Creí que vivían en Londres.
—Tienen varias casas.
—Eso está bien.
—Si me das el termo grande que traje a la fiesta de cumpleaños de Bliss, te
lo traeré lleno de helado cuando regrese.
—Si te gusta tanto Auroville, ¿por qué te vas?
—Aquí hará mucho calor dentro de unas semanas.
—Es la cosa más tonta que he oído en mi vida. Y se marchó.
Ambas representaciones tuvieron un gran éxito y tanto los actores como la
audiencia estaban admirados de cuán divertidas, y sin embargo inspiradas,
habían sido las veladas. Una inmensa fotografía de la Madre de grandes
dimensiones estaba colgada, en el centro del proscenio, del arco provisional
de bambú y palma sobre el escenario. Luego, al final de cada tarde todo el
mundo estuvo bailando alegremente, porque el bello Auroville estaba justo
allí, todos felices, todos sonrientes, aquí llega el sol, en la ciudad de la aurora.
Una pareja americana con una furgoneta Mercedes y un niño dos meses más
pequeño que Bliss, apareció un día cerca de la cocina en Silencio. Él se acercó
y preguntó: —¿Puedo aparcar aquí?
Roslyn lo había visto una o dos veces en Katmandú. Le dijo que estaba bien.
Un chico alemán que fabricaba instrumentos musicales con la cáscara de un
coco y una vara con una cuerda, apareció un día y se quedó. Una mujer
americana completamente loca con una hija de 13 años apareció y desapareció
dejando a su hija.
Habían estado unos pocos días. Él se acercó a la pandilla reunida alrededor
de la mesa del desayuno tomando té y dijo: —Adiós, gracias por todo.
Dirigió a todos ellos una sonrisa amistosa y se despidió con la mano, y
entonces la mujer, que era realmente muy hermosa, apareció desde detrás de la
furgoneta, hizo un tímido saludo con la mano y pronunció también un tímido:
—Adiós.
Fue una magnífica escena. La gente venía y se iba. Siempre había gente
alrededor. Había una escena de comida representándose en el patio desde el
amanecer hasta el anochecer. Si no había nadie comiendo o bebiendo, había
gente hablando, o niños que jugaban. El pequeño tamby tamil pasaba entre la
gente limpiando. Las líneas eléctricas habían sido instaladas, la Casa de la
Bomba había sido construida, y todo ello había pasado la inspección. Estaban
únicamente a la espera de que la Compañía Eléctrica de Tamil Nadu conectara
la corriente; mientras tanto todavía seguían viviendo con dos bidones de agua
cada día.
Una hora después de que la furgoneta Mercedes se hubiera ido, regresó. La
pareja descendió de la furgoneta con su niño pequeño y caminó hasta el patio.
—Hola —dijo ella tímidamente.
—Hola —dijo Gaby—. ¿Habéis olvidado algo?
—Llegamos hasta la carretera de Madrás, y no pudimos imaginar a dónde
ir, porque sentimos que éste es exactamente el lugar que habíamos estado
buscando, así que dimos la vuelta. Nos gustaría quedarnos y construir una casa.
Roslyn y otros amigos construyeron un palacio de bambú y hojas de palma
en una cercana arboleda de lilos de la India. La familia de él eran comerciantes
mayoristas de suministro de agua en Bombay, por lo que él iba a ayudar a
unificar el abastecimiento de agua en Auroville.
Se estaba aproximando el cumpleaños de Madre e iban a comenzar los
trabajos en el Matrimandir. Ram, de Bombay, tenía que instalar una bomba en
el pozo próximo al Baniano.
La noche anterior al cumpleaños de Madre estaba claro que tendrían que
trabajar durante toda la noche y, si todo marchaba bien, pudiera ser que
hubiera agua para la ceremonia, fijada a la salida del sol. Roslyn fue a
ayudarle a mantenerse despierto, mientras él animaba a los mecánicos y
electricistas en su trabajo a lo largo de la noche. Con lentitud, cuidadosamente,
introdujeron la nueva bomba al final de un tramo de tubería dentro del pozo, y
luego fueron añadiendo tramos de tubería consiguiendo que no se
desprendieran y se perdieran en el interior del pozo para siempre. Finalmente,
justo al amanecer, Ram presionó un botón, el agua fluyó, y todo fue un delirio
de alegría.
Ram se fue a casa a dormir y Roslyn se dirigió al lugar preparado para la
ceremonia. Se sentó en una de las pocas esterillas y navegó entre la vigilia y el
sueño. Las estrellas se desvanecieron y el cielo se volvió más claro.
Silenciosamente llegaron otros desde Auroville, andando o en bicicleta,
penetrando en el área y sentándose tranquilamente en su cercanía.
Las dulces llamadas de los pájaros a primera hora de la mañana y el sordo
zumbido de la mañana del sur de la India fueron interrumpidos por el ruido de
un autobús, el Land Rover y varios coches que llegaban desde Pondicherry y
que parecían todos ellos emerger de la luz de la mañana, desbaratando el
mágico silencio.
Una de las personas que habían llegado en los vehículos le dijo a Roslyn
que se levantara, puesto que se había dejado caer en una de las esteras
reservadas para las VIPS. Se sintió como una VIP, habiendo dedicado la noche
con Ram ayudando a que el trabajo avanzara. Recordó la actitud de ciertas
personas en Pondicherry hacia los aurovilianos: los toscos y desmadrados
aurovilianos eran simplemente los trabajadores, que habían venido a construir
Auroville, como si de una casa se tratara. Los trabajadores venían, construían
la casa y luego se iban, tras lo cual los propietarios podían instalarse y
disfrutar del lugar.
Se sintió enfurecida y traicionada cuando le pidieron que dejara su sitio
para alguien más importante, así que en lugar de moverse hasta la apropiada
sección reservada al proletariado, caminó de vuelta a Silencio y se perdió la
ceremonia.
Unos días más tarde era el aniversario de Auroville, el 28 de febrero. Todo
el mundo iba al árbol Baniano para meditar a la aurora.
Roslyn caminó hasta el Baniano, dejando a Bliss durmiendo en la choza.
Cuando llegó al árbol, el cielo clareaba y los primeros colores de la mañana
coloreaban brillantemente el cielo por el Este. Podía ver las siluetas de otros
aurovilianos. La mañana era muy silenciosa. Era un silencio especial, sin el
croar de una rana, sin un silbido, sin el zumbido de un mosquito; era casi
luminoso, como si él mismo fuera un sonido.
Roslyn había estado indagando en los misterios de la espiritualidad durante
años, pero ninguno había sido capaz de mostrarle cómo meditar, ni le había
proporcionado un mantra. Lo único que había sido capaz de inferir con
claridad de lo que había leído y experimentado era permanecer en silencio.
Estaba sentada allí, tratando deliberadamente de impedir que los
pensamientos fluyeran en el interior de su mente, contemplando el cielo del
amanecer mientras las estrellas se desvanecían. Había una deslumbrante
gradación de todos los colores, desde el oro pálido hasta el púrpura profundo,
esparcidos por el cielo, dispuestos con una gracia caleidoscópica, colmando
de color el cielo y el nuevo día. Luego todos los colores huyeron hacia el
horizonte y se mezclaron en una aureola salmónrosada alrededor del sol
asomando sobre el borde de la tierra.
Ya no pensaba. Estaba allí; y escuchó a Madre que le decía: “Tu trabajo en
Silencio ha terminado”. Vio grandes construcciones blancas de cemento
descendiendo sobre el campo.
Roslyn estaba conmocionada cuando se alejaba del Árbol. No podía saludar
ni hablar con nadie. Había dedicado un año entero tratando de construir un
lugar habitable. Todo estaba dispuesto y pagado y no quería abandonarlo.
Había gastado toda una fortuna y sus padres jamás se lo perdonarían. No sabía
qué hacer. Se fue a Pondi para hablar con Austin, quien le dijo que escribiera a
la Madre y buscara en Auroville otro lugar donde vivir.
—¿Por qué?
—Bueno, si fue una verdadera visión no permanecerás en Silencio por
mucho tiempo.
Hubo de estar de acuerdo, pero no quería trasladarse. Escribió a Madre y
recibió como réplica un paquete de bendiciones. Roslyn no estaba segura de
que la carta hubiera llegado realmente a manos de la Madre, puesto que Madre
recibía la correspondencia de los aurovilianos únicamente a través de
Vasudeva, cuya actitud hacia Roslyn le hacía pensar que la tenía en poca
consideración.
Decidió ir a Rameshwaran y visitar a Panditji.
Encontró a Jim Bean por la calle y le mencionó que iba a ir a Rameshwaran.
—Me gustaría ir contigo. Conocí a Panditji el mes pasado cuando viajaba
por el sur y me encomendó una práctica de treinta y cuatro días que terminaré
dentro de poco. Deja que consulte el I Ching.
El I Ching dijo: “Tres días antes del comienzo”.
Acordaron encontrarse a los tres días e ir a Rameshwaran.
Roslyn se dirigió a la ciudad tres días más tarde, sin Bliss, con su equipo de
viaje, y fue a buscar a Jim.
Él había consultado el I Ching de nuevo, con el resultado de “No cruzar el
agua inmensa”, por lo que no iba a acompañarla.
Se fue sola y se quedó durante unos días. Consultó a Panditji qué debía
hacer.
Él replicó: —Cuida de Bliss. Bliss es encantadora.
Le pidió algún tipo de práctica.
Él le dijo: —No estés preocupada.
Finalmente regresó a Auroville. Hacía calor y no había mucho que hacer.
Dedicaba largas tardes a hablar con sus vecinos y a diseñar una nueva
comunidad construida de estructuras de bambú y palma interconectadas que
pudieran albergar talleres de trabajo, estudios, clases y salas de juego, una
cocina, un comedor, áreas de descanso y áreas sociales, como una colmena
gigante.
No le quedaba nada de dinero. Ninguno de ellos tenía dinero. Roslyn sabía
que, si se trasladaba, Bernie se enfadaría por todo el dinero que había gastado
en Silencio, y puede que no le diera dinero para volver a construir, pero no
obstante decidió trasladarse a un terreno amplio de playa vacía que Auroville
poseía próximo al poblado de Chinnacapalet.
Había escrito una carta a Madre sobre su visión de 28 de febrero y recibido
un paquete de bendiciones.
Ahora escribió a la Madre por permiso para trasladarse a la playa.
Vasudeva dijo: —Habla con el arquitecto jefe.
El arquitecto dijo: —No, es mejor que construyas algo en Auromodele.
—No quiero trasladarme a Auromodele. Quiero trasladarme a la playa. Por
favor pídele a la Madre permiso para mí —imploró.
Él le preguntó a Madre. Ella le dio permiso y un paquete de bendiciones.
Roslyn fue a ver a Jim Bean y le dijo que iba a comenzar una nueva
comunidad en la playa, y le preguntó si podía contribuir con algún dinero que
ayudara al trabajo.
Él le dio cien rupias.
Roslyn se trasladó el primero de mayo, incluso sin haber visto el terreno
que había elegido sobre el mapa en la oficina de Auroville. Dhyan y Guiom y
su pequeño hijo se trasladaron a Silencio.
REVOLUCIÓN
DE VUELTA AL CALDERO
SUBE Y BAJA
DE MAL EN PEOR
POLÍTICAMENTE INCORRECTO
NEGOCIOS
SOLA EN EL BOSQUE
¡SMASH!
DIEU EX MACHINA
DESENLACE
UN RESPIRO
"Este lugar
es la ofrenda
Al justo
Al verdadero
Al vasto
Ravena Mataram
FINAL
Fin