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Aula de Literatura
El sabueso de los Baskerville
Director
Paco Anton
Arthur Conan Doyle
Asesores
Manuel Otero
Agustín S. Aguilar
Rebeca Martín
Introducción
Fernando González
Actividades y notas
Clara Bremón
Traducción
José Luis López Muñoz
Ilustración
Iassen Ghiuselev
ÍNDICE
Introducción
Arthur Conan Doyle, o Sherlock Holmes . . . . . . . . . vii
Sherlock Holmes y su método de investigación . . . . . xix
El sabueso de los Baskerville . . . . . . . . . . . . . . . . xxv
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Textos auxiliares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3
IMPRESO EN ESPAÑA. PRINTED IN SPAIN. Análisis literario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6
INTRODUCCIÓN
A la izquierda, Charles Doyle con el pequeño Arthur. A la derecha, Mary Doyle, una En Stonyhurst, Arthur padeció la severidad de los jesuitas, pero también aprendió a
mujer fuerte y valiente por la que su hijo sentía verdadera devoción. trabajar de manera disciplinada, dirigió la revista del colegio y descubrió el críquet.
x introducción arthur conan doyle, o sherlock holmes xi
Formación e influencias
Así, con apenas diez años, Arthur tuvo que separarse de su ma-
dre, a la que le unía una relación muy estrecha. Primero pasó
un año en la escuela preparatoria de Hodder, y luego otros
cinco en Stonyhurst, un imponente caserón de altas torres,
salones oscuros y largos pasillos que le serviría como modelo
para la mansión de los Baskerville. El fuerte carácter del joven
Arthur no tardó en chocar con el rigor y la disciplina de sus
maestros, que lo castigaban a menudo, si bien los años vividos
en el internado le sirvieron para habituarse al trabajo riguroso,
constante y metódico.
En 1876, tras completar su formación secundaria en Feld
kirch (Austria), Arthur comenzó a estudiar medicina en la Las dos caras de Sherlock Holmes: el Dr. Joseph Bell, profesor de Doyle y principal
fuente de inspiración para el personaje por su poder de deducción; y Walter Paget,
Universidad de Edimburgo. Al mismo tiempo, obligado por hermano del principal ilustrador de los relatos de Doyle, Sidney Paget. Para el aspecto
los problemas económicos de la familia y la degradación físi- físico de Holmes, Sidney tomó la figura de Walter. Este último, también ilustrador, es
ca y mental del padre, tuvo que desempeñar algunos trabajos el autor de las ilustraciones de «La isla del tesoro» publicada en esta colección.
ocasionales para pagarse los estudios. Uno de esos empleos
fue el de ayudante del doctor Joseph Bell. Conan Doyle en- nero, el Hope, rumbo al Ártico. Esta no sería su única aventura
trevistaba a los pacientes y confeccionaba una ficha de cada marítima, pues ya licenciado, en octubre de 1881, se hizo de
uno de ellos para preparar la consulta; pero, una vez en ella, nuevo a la mar en el Mayumba, un barco mercante con destino
quedaba maravillado al ver cómo el doctor Bell obtenía, con a la costa occidental de África. Tres meses después, de nuevo
tan solo mirar al paciente y sin que mediara una palabra en- en Edimburgo, se propuso, por fin, establecerse como médico.
tre ambos, mucha más información de la que él había conse- La primera oportunidad le llegó de la mano de su compañero
guido con la entrevista previa. El experto médico adivinaba el de estudios George Budd, quien acababa de abrir una consulta
oficio, la procedencia, el número de hijos y parte del pasado en Plymouth. Conan Doyle se sentía fascinado por el ingenio,
de sus pacientes mediante la observación y deducción. Gra- la inventiva y el desenfado de su compañero, aunque el carác-
cias a su colaboración con Joseph Bell, Conan Doyle aprendió ter excéntrico de Budd hacía difícil la convivencia con él. Su
a observar, a ejercitar la memoria y a seleccionar datos y sín- asociación, de hecho, duró tan solo unos meses, pues Arthur
tomas, así como a interpretarlos hasta dar con la enfermedad no podía soportar el trato que su sarcástico colega dispensaba
del paciente. Con el doctor Bell comenzaba a cobrar cuerpo el a los clientes. En una ocasión, Budd le aconsejó a un paciente
personaje de Sherlock Holmes. aquejado de depresión que, si la medicina que le había prescrito
Poco antes de obtener su licenciatura, Conan Doyle decidió no ejercía su efecto, se tragara el tapón de corcho del tarro, pues
enrolarse como médico durante siete meses en un barco balle- «el corcho es el mejor salvavidas en caso de “hundimiento” por
xii introducción arthur conan doyle, o sherlock holmes xiii
El empeño creativo
Durante sus años de estudiante universitario, Conan Doyle
había alternado sus obligaciones con la literatura, e incluso
había conseguido publicar algunos de sus cuentos en la prensa
periódica. En Portsmouth, pudo dedicarse a escribir con más
intensidad, pues su escasa clientela le dejaba mucho tiempo
libre. Con el objetivo de abrirse camino en el mundo literario
y de obtener algún ingreso adicional, Conan Doyle comenzó a
publicar algunos relatos folletinescos de aventuras, aunque con
escaso éxito. Sin embargo, el autor no cejó en su empeño y, tras
varias tentativas frustradas, finalmente logró vender el manus-
crito de Estudio en escarlata (1887) por la irrisoria cantidad de
veinticinco libras a la editorial Ward, Lock & Co. En esta novela
aparecen por vez primera Sherlock Holmes y el doctor Watson
con algunos de los rasgos de personalidad que los harán céle-
bres: Holmes encarna el genio, la excentricidad y la capacidad
de raciocinio y deducción; Watson, la afabilidad y la sencillez.
En Estudio en escarlata, asimismo, se pone de relieve el poco
aprecio que el detective siente por la policía, su singular mane-
ra de actuar y los resultados fulgurantes de sus investigaciones.
Pese a que Estudio en escarlata no consiguió la aceptación
En esta espléndida ilustración para «El signo de los cuatro» (Vicens Vives), el artista
que Conan Doyle esperaba, el autor aprovechó el encargo de búlgaro Svetlin recrea a un Holmes serio y meditabundo en el salón de su mítico domi-
un editor norteamericano, Joseph Marshall Stoddard, para re- cilio en la calle Baker. Su inseparable Watson le observa, de pie, junto a la chimenea.
xiv introducción arthur conan doyle, o sherlock holmes xv
La idea para este relato me la proporcionó mi amigo, el se- El señor Sherlock Holmes, que de ordinario se levantaba muy
ñor Fletcher Robinson, que me ha ayudado además en la línea tarde, excepto en las ocasiones nada infrecuentes en que no
argumental y en los detalles de ambientación.1 se acostaba en toda la noche, estaba desayunando. Yo, que me
hallaba de pie junto a la chimenea, me agaché para recoger el
A. Conan Doyle
bastón olvidado por nuestro visitante de la noche anterior.
Sólido, de madera de buena calidad y con un abultamiento a
modo de empuñadura, era del tipo que se conoce como «abo-
gado de Penang».1 Inmediatamente debajo de la protuberan-
cia, el bastón llevaba una ancha tira de plata, de más de dos
centímetros, en la que estaba grabado «A James Mortimer,
MRCS,2 de sus amigos de CCH», y el año «1884». Era exacta-
mente la clase de bastón que solían llevar los médicos de ca-
becera a la antigua usanza: digno, sólido y que inspiraba con-
fianza.
—Veamos, Watson, ¿a qué conclusiones llega?
Holmes estaba sentado de espaldas a mí, y yo no le había
dado ningún indicio de lo que estaba haciendo.
—¿Cómo sabe lo que estoy haciendo? Acabaré por creer
que tiene usted ojos en el cogote.
—Lo que tengo, más bien, es una reluciente cafetera con
baño de plata delante de mí —me respondió—. Vamos, Wat-
1 Bertram Fletcher Robinson (1870-1907) era un periodista británico con el que
Conan Doyle trabó amistad en un barco de Sudáfrica a Inglaterra, tras participar 1 Este tipo de bastón, de puño abultado y protuberante, se fabricaba con madera
en la Guerra de los Bóeres. En marzo de 1901, los dos amigos se tomaron un bre- procedente de Penang (Malasia), antigua colonia británica. Se empleaba tam-
ve descanso en la costa de Norfolk (este de Inglaterra), y allí Fletcher Robinson le bién como arma y para resolver disputas (de ahí el uso irónico de abogado).
contó a Conan Doyle la leyenda de un sabueso fantasmal que sería el origen de El 2 MRCS son las siglas de Member of the Royal College of Surgeons (‘Miembro del
sabueso de los Baskerville. Véase al respecto la «Introducción», pp. xxv-xxvi. Real Colegio de Cirujanos’).
4 el sabueso de los baskerville el señor sherlock holmes 5
galo a un médico proceda de un hospital y no de una asocia- —Observará usted, además —prosiguió Holmes—, que el
ción de cazadores, y que cuando las iniciales CC van unidas doctor Mortimer no podía formar parte del personal perma-
a la palabra hospital, se nos ocurre enseguida que se trata de nente del hospital, ya que tan solo se nombra para esos pues-
Charing Cross.7 tos a profesionales experimentados, con una buena clientela
—Quizá tenga usted razón. en Londres, y un médico de esas características no se marcha-
—Las probabilidades se orientan en ese sentido. Y si adop- ría después a un pueblo. ¿Qué era, en ese caso? Si trabajaba
tamos esto como hipótesis de trabajo, disponemos de un nue- en el hospital sin haberse incorporado al personal permanen-
vo punto de partida desde donde dar forma a nuestro desco- te, solo podía ser cirujano o médico interno: poco más que
nocido visitante. estudiante posgraduado. Y se marchó hace cinco años; la fe-
—De acuerdo; supongamos que «CCH» significa «Hospi- cha está en el bastón. De manera que su médico de cabecera,
tal de Charing Cross»; ¿qué otras conclusiones se pueden ex- persona seria y de mediana edad, se esfuma, mi querido Wat-
traer de ahí? son, y aparece en su lugar un joven que no ha cumplido aún
—¿No se le ocurre alguna de inmediato? Usted conoce mis la treintena, afable, poco ambicioso, distraído, y dueño de un
métodos. ¡Aplíquelos! perro por el que siente gran afecto y que describiré aproxima-
—Solo se me ocurre la conclusión evidente de que nues- damente como más grande que un terrier pero más pequeño
tro hombre ha ejercido su profesión en Londres antes de mar- que un mastín.4
char al campo. Yo me eché a reír con incredulidad mientras Sherlock Hol-
—Creo que podemos aventurarnos un poco más —apun- mes se recostaba en el sofá y enviaba hacia el techo tembloro-
tó Holmes—. Véalo desde esta perspectiva. ¿En qué ocasión sos anillos de humo.
es más probable que se hiciera un regalo de esas caracterís- —En cuanto a sus últimas afirmaciones, carezco de me-
ticas? ¿Cuándo se habrán puesto de acuerdo sus amigos para dios para rebatirlas —dije—, pero al menos no nos será difícil
darle esa prueba de afecto? Evidentemente en el momento en encontrar algunos datos sobre la edad y trayectoria profesio-
que el doctor Mortimer dejó de trabajar en el hospital para nal de nuestro hombre.
abrir su propia consulta. Sabemos que se le hizo un regalo. Del modesto estante donde guardaba los libros relaciona-
Creemos que se ha producido un cambio y que el doctor dos con la medicina saqué el Directorio Médico,8 y, al buscar
Mortimer ha pasado del hospital de la ciudad a una consulta por el apellido, encontré varios Mortimer, pero tan solo uno
en el campo. ¿Piensa que estamos llevando demasiado lejos que coincidiera con nuestro visitante, por lo que procedí a
nuestras deducciones si decimos que el regalo se hizo con leer en voz alta la nota biográfica.
motivo de ese cambio?
—Parece probable, desde luego. 4 Los perros terrier, de tamaño pequeño o mediano, se caracterizan por su facili-
dad para rastrear madrigueras, mientras que los mastines, mucho más grandes,
se emplean tradicionalmente para vigilar el ganado.
7 El hospital de Charing Cross se fundó en 1818. En 1889, año en que transcurre la
acción de El sabueso de los Baskerville, estaba situado en la céntrica calle londi- 8 El Directorio Médico era un libro donde figuraban los titulados en medicina del
nense de Villiers. Reino Unido, creado en 1858 con el objetivo de regular la práctica de la profesión.
10 el sabueso de los baskerville el señor sherlock holmes 11
Mortimer, James, MRCS, 1882, Grimpen, Dartmoor, conda- terrier y no lo bastante para un mastín. Podría ser…, sí, claro
do de Devon.9 De 1882 a 1884, cirujano interno en el hospital que sí: se trata de un spaniel 5 de pelo rizado.
de Charing Cross. En posesión del premio Jackson de pato- Holmes se había puesto en pie y paseaba por la habitación
logía comparada,10 gracias al trabajo titulado «¿Es la enfer- mientras hablaba. Finalmente se detuvo junto al hueco de la
medad una reversión?». Miembro correspondiente de la So- ventana. Había un tono tal de convicción en su voz que alcé la
ciedad Sueca de Patología. Autor de «Algunos fenómenos de vista sorprendido.
atavismo» (Lancet,11 1882), «¿Estamos progresando?» (Jour-
—¿Cómo puede estar tan seguro de eso?
nal of Psychology, marzo de 1883). Médico de los municipios de
—Por la sencilla razón de que estoy viendo al perro delan-
Grimpen, Thorsley y High Barrow.
te de nuestra casa, y acabamos de oír cómo su dueño ha lla-
—No se menciona ninguna asociación de cazadores —co- mado a la puerta. No se mueva, se lo ruego. Se trata de uno
mentó Holmes con una sonrisa maliciosa—; pero sí que nues de sus hermanos de profesión, y la presencia de usted pue-
tro visitante es médico rural, como usted dedujo atinadamen- de serme de ayuda. Este es el momento dramático del desti-
te. Creo que mis deducciones están justificadas. Por lo que se no, Watson: se oyen en la escalera los pasos de
refiere a los adjetivos, dije, si no recuerdo mal, afable, poco alguien que se dispone a entrar en nuestra vi-
ambicioso y distraído. Según mi experiencia, solo un hombre da y no sabemos si será para bien o para mal.
afable recibe regalos de sus colegas, solo un hombre sin ambi- ¿Qué es lo que el doctor James Mortimer, el
ciones abandona una carrera en Londres para irse a un pue- científico, desea de Sherlock Holmes, el de-
blo y solo una persona distraída deja el bastón en lugar de la tective? ¡Adelante!
tarjeta de visita después de esperar una hora. El aspecto de nuestro visitante fue una
—¿Y el perro? sorpresa para mí, dado que esperaba al típi-
—Está acostumbrado a llevarle el bastón a su amo. Como co médico rural y me encontré a un hombre
es un objeto pesado, tiene que sujetarlo con fuerza por el cen- muy alto y delgado, con una nariz larga y gan-
tro, y las señales de sus dientes son perfectamente visibles. La chuda, disparada hacia adelante entre unos
mandíbula del animal, como pone de manifiesto la distancia ojos grises y penetrantes, muy juntos, que
entre las marcas, es, en mi opinión, demasiado ancha para un centelleaban desde detrás de unos lentes de
montura dorada. Vestía de acuerdo con su
9 Dartmoor es un extenso páramo situado en el centro de Devon, condado del profesión, pero de manera un tanto descui-
sudoeste de Inglaterra. En cuanto a Grimpen, es un topónimo ficticio, como
muchos de los que se citan a lo largo de la obra. dada, porque su levita estaba sucia y los pantalones raídos.6
10 patología : ‘parte de la medicina que trata del estudio de las enfermedades’. El Cargado de espaldas, aunque todavía joven, caminaba echan-
premio Jackson, fundado en 1800, se otorgaba cada año a un miembro del Real
Colegio de Cirujanos por su contribución a la teoría y práctica quirúrgicas.
do la cabeza hacia adelante y ofrecía un aire general de curio-
11 El atavismo es la reaparición, en los seres vivos, de alguna característica física de sa benevolencia. Al entrar, sus ojos tropezaron con el bastón
sus antepasados que se consideraba extinguida. The Lancet es una prestigiosa
revista médica en la que el propio Conan Doyle publicó un artículo sobre la leu- 5 Los spaniel tienen el pelo largo, las orejas grandes y colgantes, y el hocico ancho.
cemia (1882) y otro acerca de la gota (1884). 6 levita : especie de chaqueta con faldones; raído : gastado por el mucho uso.
12 el sabueso de los baskerville el señor sherlock holmes 13
que Holmes tenía entre las manos, por lo que se precipitó ha- —Encantado de conocerlo, doctor Watson. He oído men-
cia él lanzando una exclamación de alegría. cionar su nombre junto con el de su amigo. Me interesa us-
—¡Cuánto me alegro! —dijo—. No sabía si lo había deja- ted mucho, señor Holmes. No esperaba encontrarme con un
do aquí o en la agencia marítima. Sentiría mucho perder ese cráneo tan dolicocéfalo ni con un arco supraorbital7 tan pro-
bastón. nunciado. ¿Le importaría que recorriera con el dedo su fisura
—Un regalo, por lo que veo —dijo Holmes. parietal?8 Un molde de su cráneo, señor mío, hasta que pue-
—Así es. da disponerse del original, sería el orgullo de cualquier museo
—¿Del hospital de Charing Cross? antropológico. No es mi intención parecer obsequioso, pero
—Unos amigos que tenía allí me lo regalaron con ocasión confieso que codicio su cráneo.13
de mi boda. Sherlock Holmes hizo un gesto con la mano para invitar a
—¡Vaya, vaya! ¡Qué contrariedad! —dijo Holmes, agitan- nuestro extraño visitante a que tomara asiento.
do la cabeza. —Veo que se entusiasma usted tanto con sus ideas como
—¿Cuál es la contrariedad? —preguntó el doctor Morti- yo con las mías —dijo—. Y observo por su dedo índice que se
mer, parpadeando tras sus lentes con cierta sorpresa. hace usted mismo los cigarrillos.14 No dude en encender uno
—Tan solo que ha echado usted por tierra nuestras mo- si así lo desea.
destas deducciones. ¿Su matrimonio, ha dicho? El doctor Mortimer sacó papel y tabaco y lio un pitillo con
—Sí, señor. Al casarme dejé el hospital, y con ello toda es- sorprendente destreza. Sus dedos, largos y temblorosos, eran
peranza de abrir una consulta. Necesitaba un hogar. tan ágiles e inquietos como las antenas de un insecto.
—Bien, bien; no estábamos tan equivocados, después de Holmes guardó silencio, pero la intensidad de su atención
todo —dijo Holmes—. Y ahora, doctor James Mortimer… me demostraba el interés que despertaba en él nuestro curio-
—No soy doctor; tan solo un modesto MRCS.12 so visitante.
—Y persona amante de la exactitud, por lo que se ve —re-
7 dolicocéfalo : persona que tiene el cráneo ovalado; arco supraorbital : arco forma-
plicó Holmes. do por las cejas.
—Un simple aficionado a la ciencia, señor Holmes, colec- 8 fisura parietal : o sutura sagital, ‘línea en la que se unen los huesos de la parte su-
cionista de conchas en las playas del gran océano de lo des- perior del cráneo’.
conocido. Imagino que estoy hablando con el señor Sherlock 13 El comentario del doctor Mortimer respecto a la configuración craneal de Sher-
lock Holmes es cortés y elogioso (obsequioso) únicamente si lo interpretamos a
Holmes y no… la luz de las ideas racistas de Arthur de Gobineau (1816-1882), expuestas en su
—No se equivoca; yo soy Sherlock Holmes y este es mi Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas (1855). En este libro, Gobineau
amigo, el doctor Watson. intenta demostrar que la raza superior y más inteligente la constituyen los arios,
que, rubios y dolicocéfalos, solo conservarían su pureza étnica en Gran Bretaña,
Bélgica y el norte de Francia. El doctor Mortimer, admirador del genio de Hol-
12 A finales del siglo xix, los cirujanos (sobre las siglas MRCS, véase n. 2, p. 3) te- mes, cree descubrir en él los rasgos más depurados de la raza aria. Estas ideas
nían un rango inferior al de los doctores o médicos, pues no podían diagnosticar carecen, naturalmente, de cualquier rigor científico.
enfermedades ni recetar medicamentos. Su cometido era curar heridas y realizar 14 Sherlock Holmes hace esta deducción porque, presumiblemente, el doctor Mor-
pequeñas operaciones quirúrgicas. timer tiene el dedo índice manchado de polvo de tabaco.
14 el sabueso de los baskerville
15 Alphonse Bertillon (1853-1914), policía, antropólogo y criminalista francés, esta- 1 Sherlock Holmes es autor de varias monografías (‘estudio que trata un tema
bleció un célebre sistema de identificación antropométrico, basado en las medi- en profundidad’), entre ellas una dedicada a la ceniza de los diferentes tipos de
das corporales y en la fotografía judicial (de frente y de perfil). Su método se vio tabaco, otra sobre el rastreo de huellas, y otra acerca de la influencia de la profe-
superado por la identificación mediante las huellas digitales. sión en la forma de la mano, citadas en El signo de los cuatro.
16 el sabueso de los baskerville la maldición de los baskerville 17
rribles juramentos que le llegaban desde abajo, porque dicen terceros otra jarra de vino. A la larga, sin embargo, sus men-
que las palabras que utilizaba Hugo Baskerville cuando estaba tes enloquecidas recobraron un poco de sensatez, y todos, tre-
borracho bastarían para fulminar al hombre que las pronun- ce en total, montaron a caballo y salieron tras Hugo. La luna
ciara. Finalmente, impulsada por el miedo, la muchacha hi- brillaba sobre sus cabezas y cabalgaron a gran velocidad, si-
zo algo a lo que quizá no se hubiera atrevido el más valiente y guiendo el trayecto que la muchacha tenía que haber seguido
activo de los hombres, porque gracias a la enredadera que cu- para volver a su casa.
bría (y todavía cubre) el lado sur de la casa, descendió hasta el »Habían recorrido alrededor de tres kilómetros cuando se
suelo desde la altura del alero, y emprendió el camino hacia su cruzaron con uno de los pastores que guardaban durante la
casa a través del páramo, dispuesta a recorrer los dieciséis ki- noche el ganado del páramo, y lo interrogaron a grandes vo-
lómetros que separaban la mansión de la granja de su padre. ces, pidiéndole noticias de la partida de caza. Y aquel hom-
»Sucedió que, algo más tarde, Hugo dejó a sus invitados bre, según cuenta la historia, aunque se hallaba tan dominado
para llevar alimento y bebida —junto, quizá, con otras cosas por el miedo que apenas podía hablar, contó por fin que había
peores— a su cautiva, y se encontró vacía la jaula y desapare- visto a la desgraciada doncella y a los sabuesos que seguían su
cido el pájaro. A partir de aquel momento, por lo que pare- pista. “Pero he visto algo más que eso” añadió, “porque tam-
ce, el carcelero burlado dio la impresión de estar poseído por bién me he cruzado con Hugo Baskerville a lomos de su yegua
el demonio, porque bajó corriendo las escaleras para regre- negra, y tras él corría en silencio un sabueso infernal que Dios
sar al comedor, saltó sobre la gran mesa, haciendo volar por no quiera que llegue nunca a seguirme los pasos”.
los aires jarras y fuentes, y dijo a grandes gritos, ante todos los »De manera que los caballeros borrachos maldijeron al pas
presentes, que aquella misma noche entregaría cuerpo y al- tor y siguieron adelante. Pero muy pronto se les heló la sangre
ma a los poderes del mal si conseguía alcanzar a la muchacha. en las venas, porque oyeron el ruido de unos cascos al galope
Y aunque los juerguistas se espantaron de la furia de aquel y enseguida pasó ante ellos, arrastrando las riendas y sin jinete
hombre, hubo uno más perverso o, tal vez, más borracho que en la silla, la yegua negra de Hugo, cubierta de espuma blanca.
los demás, que propuso lanzar a los sabuesos en persecución A partir de aquel momento los juerguistas, llenos de espanto,
de la doncella. Al oírlo Hugo salió corriendo de la casa y orde- siguieron avanzando por el páramo, aunque cada uno, si hu-
nó a gritos a sus criados que le ensillaran la yegua y soltaran la biera estado solo, habría vuelto grupas8 con verdadera alegría.
jauría; después de dar a los perros un pañuelo de la doncella, Después de cabalgar más lentamente de esta guisa,9 llegaron
los puso inmediatamente sobre su pista para que, a la luz de la finalmente a donde se encontraban los sabuesos. Los pobres
luna, la persiguieran por el páramo. animales, aunque afamados por su valentía y pureza de raza,
»Durante algún tiempo los juerguistas se quedaron bo- gemían apiñados al comienzo de un hocino,10 como nosotros
quiabiertos, incapaces de entender tan rápidos acontecimien- lo llamamos, algunos escabulléndose y otros, con el pelo eri-
tos. Pero al poco salieron de su perplejidad y comprendieron
8 volver grupas : yendo a caballo, darse la vuelta y volver atrás.
lo que probablemente estaba a punto de suceder. El alboroto 9 de esta guisa : de este modo.
fue inmediato: unos pedían sus armas, otros sus caballos y los 10 hocino : final de un pequeño valle.
22 el sabueso de los baskerville
que se conoce con certeza causa menos terror que lo que so- torce de junio de este año. Es un breve resumen de la informa-
lo se insinúa o adivina. Como tampoco se puede negar que ción obtenida sobre la muerte de Sir Charles Baskerville, ocu-
son muchos los miembros de nuestra familia que han tenido rrida pocos días antes.
muertes desgraciadas, con frecuencia repentinas, sangrientas Mi amigo se inclinó un poco hacia adelante y su expresión
y misteriosas. Quizá podamos, sin embargo, refugiarnos en la se hizo más atenta. Nuestro visitante se ajustó las gafas y co-
bondad infinita de la Providencia, que no castigará sin moti- menzó a leer:
vo a los inocentes más allá de la tercera o la cuarta generación,
que es hasta donde se extiende la amenaza de la Sagrada Es- «El fallecimiento repentino de Sir Charles Baskerville, cu-
critura.5 A esa Providencia, hijos míos, os encomiendo aho- yo nombre se había mencionado como probable candidato
ra, y os aconsejo, como medida de precaución, que os absten- del Partido Liberal en Mid-Devon6 para la próximas eleccio-
gáis de cruzar el páramo durante las horas de oscuridad, en nes, ha entristecido a todo el condado. Si bien Sir Charles ha-
las que triunfan los poderes del mal. bía residido en la mansión de los Baskerville durante un pe-
[De Hugo Baskerville para sus hijos Rodger y John, instán- riodo relativamente breve, su simpatía y su extraordinaria
doles a que no digan nada de su contenido a Elizabeth, su her- generosidad le ganaron el afecto y el respeto de quienes lo tra-
mana.]» taron. En estos días de nouveaux riches12 es consolador encon-
trar un caso en el que el descendiente de una antigua familia
Cuando el doctor Mortimer terminó de leer aquella singu- del condado, venida a menos, haya sido capaz de enriquecer-
lar narración, se alzó los lentes hasta colocárselos en la frente se en el extranjero y regresar luego a la tierra de sus mayores
y se quedó mirando a Sherlock Holmes de hito en hito.11 Es- para restaurar el pasado esplendor de su linaje. Sir Charles,
te último bostezó y arrojó al fuego la colilla del cigarrillo que como es bien sabido, se enriqueció mediante la especulación
había estado fumando. sudafricana.7 Más prudente que quienes siguen en los nego-
—¿Y bien? —dijo. cios hasta que la rueda de la fortuna se vuelve contra ellos, Sir
—¿Le parece interesante? Charles se detuvo a tiempo y regresó a Inglaterra con sus ga-
—Para un coleccionista de cuentos de hadas. nancias. Han pasado solo dos años desde que estableciera su
El doctor Mortimer se sacó del bolsillo un periódico do- residencia en la mansión de los Baskerville y son de todos co-
blado.
—Ahora, señor Holmes, voy a leerle una noticia un poco 12 nouveaux riches : ‘nuevos ricos’, en francés. La expresión se emplea para aludir
despectivamente a quienes se enriquecen con rapidez y presumen de su fortuna.
más reciente, publicada en el Devon County Chronicle del ca-
6 Mid-Devon es un distrito del condado de Devon. El Partido Liberal inglés, fun-
dado en 1859, abogaba por la mínima intervención del Gobierno en materias
11 de hito en hito : fijamente.
económicas, y favorecía las reformas sociales y las libertades personales.
5 Hugo Baskerville cita varios salmos del Antiguo Testamento (Éxodo, 20, 5; Nú- 7 A finales del siglo xix, fueron muchos los británicos que se enriquecieron gracias
meros, 14, 18; Deuteronomio, 5, 9) donde se anuncia que los descendientes de a los yacimientos de diamantes hallados en Ciudad del Cabo (1869) y el filón de
quienes no obren virtuosamente, más concretamente hasta la tercera y cuarta oro de Transvaal (1886), en Sudáfrica. Por lo general, especulaban con la venta y
generación, pagarán los pecados de sus antepasados. compra de acciones de las empresas dedicadas a la extracción de oro y diamantes.
26 el sabueso de los baskerville la maldición de los baskerville 27
nocidos los ambiciosos planes de reconstrucción y mejora lle. El testimonio de los Barrymore confirma esa costumbre.
que han quedado trágicamente interrumpidos por su muer- El cuatro de junio Sir Charles manifestó su intención de em-
te. Dado que carecía de hijos, su deseo, públicamente expre- prender viaje a Londres al día siguiente, y encargó a Barrymo-
sado, era que toda la zona se beneficiara, en vida suya, de su re que le preparase el equipaje. Aquella noche salió, como de
buena fortuna, y serán muchos los que tengan razones perso- ordinario, a dar su paseo nocturno, durante el cual tenía por
nales para lamentar su prematura desaparición. Las columnas costumbre fumarse un cigarro habano, pero nunca regresó.
de este periódico se han hecho eco con frecuencia de sus ge- A las doce, al encontrar todavía abierta la puerta principal, el
nerosas donaciones a obras caritativas tanto locales como de mayordomo se alarmó y, después de encender una linterna,
todo el condado. salió en busca de su señor. Había llovido durante el día, y no
»No puede decirse que la investigación efectuada haya le fue difícil seguir las huellas de Sir Charles por el paseo de
aclarado por completo las circunstancias relacionadas con la los Tejos. Hacia la mitad del recorrido hay un portillo para sa-
muerte de Sir Charles, pero, al menos, se ha hecho la suficien- lir al páramo. Sir Charles, al parecer, se detuvo allí algún tiem-
te luz como para poner fin a los rumores a que ha dado origen po. El mayordomo siguió paseo adelante y en el extremo que
la superstición local. No hay razón alguna para sospechar que queda más lejos de la mansión encontró el cadáver. Según el
se haya cometido un delito, ni para imaginar que el falleci- testimonio de Barrymore, las huellas de su señor cambiaron
miento no obedezca a causas naturales. Sir Charles era viudo de aspecto más allá del portillo que da al páramo, aunque se
y quizá también persona un tanto excéntrica en algunas cues- desconoce por qué, a partir de entonces, Sir Charles anduvo,
tiones. A pesar de su considerable fortuna, sus gustos eran al parecer, de puntillas. Un tal Murphy, gitano tratante en ca-
muy sencillos y contaba únicamente, para su servicio perso- ballos, no se encontraba muy lejos en aquel momento, pero,
nal, con el matrimonio apellidado Barrymore: el marido en según su propia confesión, estaba borracho. Murphy afirma
calidad de mayordomo y la esposa como ama de llaves. Su tes- que oyó gritos, pero es incapaz de precisar de dónde proce-
timonio, corroborado por el de varios amigos, ha servido pa- dían. En la persona de Sir Charles no se descubrió señal algu-
ra poner de manifiesto que la salud de Sir Charles empeoraba na de violencia y, aunque el testimonio del médico señala una
desde hacía algún tiempo y, de manera especial, que le aque- distorsión casi increíble de los rasgos faciales —hasta el pun-
jaba una afección cardíaca con manifestaciones como palidez, to de que, en un primer momento, el doctor Mortimer se ne-
ahogos y ataques agudos de depresión nerviosa. El doctor Ja- gó a creer que fuera efectivamente su amigo y paciente—, pu-
mes Mortimer, amigo y médico de cabecera del difunto, ha do saberse que se trata de un síntoma no del todo infrecuente
testimoniado en el mismo sentido. en casos de disnea14 y de muerte por agotamiento cardíaco.
»Los hechos se relatan sin dificultad. Sir Charles tenía por Esta explicación se vio corroborada por el examen post mor-
costumbre pasear todas las noches, antes de acostarse, por el tem,15 que puso de manifiesto una enfermedad orgánica cró-
famoso paseo de los Tejos13 de la mansión de los Baskervi-
14 disnea : dificultad para respirar.
15 El examen post mortem (‘tras la muerte’, en latín) es el que realizan los médicos
13 tejo : árbol de madera roja y dura, que crece en los climas fríos y húmedos. forenses a un cadáver.
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nica, y el veredicto del jurado, al que informó el coroner,8 es- muy interesantes de mi país. ¿Dice usted que ese artículo con-
tuvo en concordancia con las pruebas médicas. Hemos de tiene todos los hechos de conocimiento público?
felicitarnos de que haya sido así, porque, evidentemente, es de —Así es.
suma importancia que el heredero de Sir Charles se instale en —En ese caso —añadió Holmes—, infórmeme de los pri-
la mansión y prosiga la encomiable tarea tan tristemente inte- vados.
rrumpida. Si los prosaicos16 hallazgos del coroner no hubieran Recostándose en el sofá, Sherlock Holmes volvió a unir las
puesto fin a las historias románticas susurradas en conexión manos por las puntas de los dedos y adoptó su expresión más
con estos sucesos, podría haber resultado difícil encontrar un impasible y juiciosa.
nuevo ocupante para la mansión de los Baskerville. Según se —Al hacerlo —explicó el doctor Mortimer, que empeza-
sabe, el pariente más próximo de Sir Charles es el señor Hen- ba a dar la impresión de estar muy emocionado— me dispon-
ry Baskerville, hijo de su hermano menor, en el caso de que go a contarle algo que no he revelado a nadie. Mis motivos
aún siga con vida. La última vez que se tuvo noticias de es- para ocultarlo durante la investigación del coroner son que
te joven se hallaba en los Estados Unidos, y se están haciendo un hombre de ciencia rehúye adoptar públicamente una po-
las averiguaciones necesarias para informarle de lo sucedido». sición que, en apariencia, pueda servir de apoyo a la supers-
tición. Me impulsó además el motivo suplementario de que,
El doctor Mortimer volvió a doblar el periódico y se lo como dice el periódico, la mansión de los Baskerville perma-
guardó en el bolsillo. necería sin duda deshabitada, si contribuyéramos de algún
—Esos son, señor Holmes, los hechos en conexión con el modo a confirmar su reputación, ya de por sí bastante sinies-
fallecimiento de Sir Charles Baskerville que han llegado a co- tra. Por esas dos razones me pareció justificado decir bastan-
nocimiento de la opinión pública. te menos de lo que sabía, dado que no se conseguiría con ello
—Tengo que agradecerle —dijo Sherlock Holmes— que ningún beneficio práctico, mientras que ahora, tratándose
me haya informado sobre un caso que presenta sin duda al- de usted, no hay motivo alguno para que no me sincere por
gunos rasgos de interés. Recuerdo haber leído, por entonces, completo.
algunos comentarios periodísticos, pero estaba muy ocupa- »El páramo está muy poco habitado, y los escasos vecinos
do con el asunto de los camafeos del Vaticano y, llevado de mi con que cuenta se reúnen con frecuencia. Esa es la razón de
deseo de complacer al Papa,9 perdí contacto con varios casos que yo viera a menudo a Sir Charles Baskerville. Con la ex-
cepción del señor Frankland, de la mansión Lafter, y del señor
16 prosaico : corriente, vulgar.
Stapleton, el naturalista, no hay otras personas instruidas en
8 El coroner era el funcionario público encargado de investigar, en colaboración muchos kilómetros a la redonda. Sir Charles era un hombre
con un jurado, las muertes acaecidas en extrañas circunstancias. Si el coroner
daba con algún sospechoso, este permanecía en prisión a la espera de juicio. reservado, pero su enfermedad motivó que nos tratáramos, y
9 El Papa era por aquel entonces León XIII (1878-1903), si bien ninguno de los la coincidencia de nuestros intereses científicos contribuyó a
casos de Holmes está relacionado con los camafeos (‘relieves tallados en piedra
preciosa’) del Vaticano. Con cierta frecuencia, Conan Doyle pone en boca de
reforzar nuestra relación. Había traído abundante informa-
Holmes y Watson casos que él nunca llegó a escribir. ción científica de África del Sur, y fueron muchas las veladas
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que pasamos conversando agradablemente sobre la anatomía ginación. Le hice compañía durante toda la velada y fue en
comparada del bosquimano y del hotentote.10 aquella ocasión, y para explicarme la emoción de la que ha-
»En el transcurso de los últimos meses advertí, cada vez bía sido presa, cuando confió a mi cuidado la narración que le
con mayor claridad, que el sistema nervioso de Sir Charles es- he leído al comienzo de mi visita. Menciono este episodio in-
taba sometido a una tensión casi insostenible. Se había toma- significante porque adquiere cierta importancia dada la tra-
do tan excesivamente en serio la leyenda que acabo de leerle gedia posterior, aunque por entonces yo estuviera convencido
que, si bien paseaba por los jardines de su propiedad, nada le de que se trataba de algo absolutamente trivial y de que la agi-
habría impulsado a salir al páramo durante la noche. Por in- tación de mi amigo carecía de fundamento.
creíble que pueda parecerle, señor Holmes, estaba sincera- »Sir Charles se disponía a venir a Londres por consejo mío.
mente convencido de que pesaba sobre su familia un desti- Yo sabía que estaba enfermo del corazón y que la ansiedad
no terrible y, a decir verdad, la información de que disponía constante en que vivía, por quiméricos18 que fueran los moti-
acerca de sus antepasados no invitaba al optimismo. Le obse- vos, tenía un efecto muy negativo sobre su salud. Me pareció
sionaba constantemente la idea de una presencia horrorosa y que, si se distraía durante unos meses en la gran metrópoli19
en más de una ocasión me preguntó si durante los desplaza- londinense, se restablecería. El señor Stapleton, un amigo co-
mientos que a veces realizo de noche por motivos profesiona- mún, a quien también preocupaba mucho su estado de salud,
les había visto alguna criatura extraña o había oído los ladri- era de la misma opinión. Y en el último momento se produjo
dos de un sabueso. Esta última pregunta me la hizo en varias la terrible catástrofe.
ocasiones y siempre con una voz alterada por la emoción. »La noche de la muerte de Sir Charles, Barrymore, el ma-
»Recuerdo muy bien un día, aproximadamente tres sema- yordomo, que fue quien descubrió el cadáver, envió en mi
nas antes del fatal desenlace, en que llegué a su casa ya de no- busca a caballo a Perkins, el mozo de cuadra, y puesto que no
che. Sir Charles estaba casualmente junto a la puerta prin- me había acostado aún, pude presentarme en la mansión an-
cipal. Yo había bajado de mi calesa17 y, al dirigirme hacia él, tes de una hora. Comprobé de visu20 todos los hechos que más
advertí que sus ojos, fijos en algo situado por encima de mi adelante se mencionaron en la investigación. Seguí las huellas,
hombro, miraban con una indescriptible expresión de ho- camino adelante, por el paseo de los Tejos y vi el lugar, junto
rror. Al volverme solo tuve tiempo de vislumbrar algo que me al portillo que da al páramo, donde Sir Charles parecía haber
pareció una gran ternera negra que cruzaba al fondo del pa- estado esperando. Advertí el cambio en la forma de las hue-
seo. Mi anfitrión estaba tan excitado y alarmado que tuve que llas a partir de aquel lugar, así como la ausencia de otras hue-
trasladarme al lugar exacto donde había visto al animal y bus- llas distintas de las de Barrymore sobre la arena blanda; fi-
carlo por los alrededores, pero había desaparecido, aunque el nalmente, examiné con todo cuidado el cuerpo, que nadie
incidente pareció dejar una impresión penosísima en su ima- había tocado antes de mi llegada. Sir Charles yacía boca aba-
18 quimérico : fabuloso, imaginado.
17 calesa : carruaje de dos ruedas y cubierta plegable.
19 metrópoli : ciudad grande e importante.
10 Los bosquimanos y los hotentotes son dos pueblos nómadas del sur de África. 20 de visu : ‘con mis propios ojos’, en latín.
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