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Moda

La moda (del francés mode y del latín modus ‘modo,


medida’)1 es un conjunto de prendas de vestir, adornos y
complementos basados en gustos, usos y costumbres que se
utilizan por una mayoría durante un periodo de tiempo
determinado y que marcarán tendencia según la duración del
mismo.

Índice
Consideraciones generales
Contradicciones
Teorías sobre la transmisión vertical
Thorstein Veblen y Bourdieu
Teorías sobre la transmisión horizontal
Keynes y el concurso de belleza

Historia de la moda en la industria del vestido


Siglo XVI
Siglo XVII
Siglo XVIII
Siglo XIX
Siglo XX
Década de 1900
Década de 1910
Década de 1920
Década de 1930
De 1940 a 1945
Décadas de 1940 y 1950
Década de 1960
Década de 1970
Década de 1980
Década de 1990
Siglo XXI
Década del 2000
Década de 2010

El impacto de los medios de comunicación


La influencia de las marcas
El color como parte importante
Búsqueda de identidad
Nuevos desafíos de la moda
Véase también
Referencias
Enlaces externos
Consideraciones generales

Contradicciones
Una de las principales críticas hacia la industria de la moda
está en el hecho de que una persona que adquiere una
estética determinada, revelándose como singular y
desviándose así de las corrientes de moda más comunes, en
realidad está creando otra distinta (Simmel).

Otra de estas críticas es que la propagación de una tendencia


en la moda desemboca necesariamente en su fracaso. Toda
moda ampliamente aceptada pierde su atractivo al dejar de
ser un elemento diferenciador.2

Teorías sobre la transmisión vertical

Thorstein Veblen y Bourdieu


En su obra La teoría de la clase ociosa, Veblen relata cómo la
moda es una herramienta que la clase alta usa para
diferenciarse del resto de clases, fundamentalmente de las
más bajas. La belleza y el simbolismo del ocio; relacionado
con el ser pudiente, la sobriedad y la eficacia de las prendas
de las clases bajas e industriales, quedan enfrentados.
Bourdieu llama a esto prácticas distintivas: la manifestación
de la lucha de clases, en este caso simbólica, cuyo objetivo es
perpetuar la desigualdad entre éstas.

La difusión vertical de los gustos es el mecanismo según el


cual, argumenta Veblen, la moda se transmite de una clase a
otra, pues toda clase imita a la inmediatamente superior. Los
miembros pertenecientes a una determinada clase pueden
identificarse entre ellos al estar en un mismo nivel y
diferenciarse de otros al haber una barrera que les separa.

El gusto diferenciado de cada clase no es inherente a sus


miembros. Según Bourdieu, es la consecuencia de la
socialización de los individuos dentro de las distintas clases,
es decir, su familia, su escuela, sus amigos de la infancia, etc.
Este gusto se aprende del contexto y se interioriza. El
término nuevo rico tiene una connotación despectiva, pues
designa a alguien que si bien acaba de llegar, en términos
económicos, a una nueva clase, no lo ha hecho en términos
simbólicos; ya que no viste ni se comporta de la misma
manera, no porque no tenga voluntad de hacerlo sino porque
se ha socializado como alguien pobre, con unos esquemas
mentales que le permiten procesar la realidad que le rodea
para esa clase en concreto y no para otra.2

Teorías sobre la transmisión horizontal


Simmel considera que la moda es simplemente una
herramienta que los individuos utilizan para liberarse de la
angustia de la elección, al poder considerarse miembro de un
grupo con facilidad. La individualidad exige una serie de
responsabilidades que se diluyen en el grupo y obliga a los
sujetos a defenderse por sus propias fuerzas (de los ataques
simbólicos, se entiende). La moda sería, en este caso, un
mecanismo que responde a una necesidad social y, por tanto,
no se le puede buscar una finalidad última.

Cuanto mayor sea la dificultad de los individuos para


diferenciarse, más febril es el combate simbólico de
distinción-imitación que sucede entre diferentes clases,
exigiendo esto, a su vez, más cambios que suceden a una
mayor velocidad para satisfacer esta demanda. Y aquí, el
sistema productivo responde con una mayor obsolescencia.3

Keynes y el concurso de belleza


Keynes ideó la metáfora del concurso de belleza para explicar
el funcionamiento de los mercados bursátiles, pero sirve
también para explicar el funcionamiento de la moda desde la
perspectiva de la transmisión horizontal.

Imaginemos un concurso en el que debemos elegir entre seis


rostros aquel que consideremos que será el más votado. Si
somos perspicaces, nos daremos cuenta de que no debemos
escoger en función de nuestro gusto particular, ni tampoco
del gusto mayoritario. Suponiendo que el resto de
concursantes son igual de perspicaces que nosotros,
debemos escoger el rostro en función de lo que pensamos
que otros pensarán. Se trata de un juego de pienso que
piensa que yo pienso sin fin. El problema que plantea es que
es imposible adivinar el resultado con certeza.3 ¿Escogerán
los demás en función de su gusto individual? ¿De la media de
los gustos particulares? O ¿escogerán pensando en las
estrategias de otros participantes? En definitiva, todas las
personas, aunque no lo sepan, participan en un concurso de
belleza.

Historia de la moda en la
industria del vestido
Siglo XVI
En el Renacimiento italiano se acostumbraba, por parte del
género masculino, el uso de capa corta y sin capucha, birrete,
sombrero con plumas y zapatos de punta roma y ancha. Las
mujeres por otro lado, llevaban bullones y acuchillados en las
mangas, y una gorguera rizada; además de faldas y
sobrefaldas, jubones y corpiños, capas o mantos rozagantes y
una cofia para la cabeza.

A partir de la segunda mitad del siglo, la creciente


importancia de la monarquía española impone en Europa el
estilo de la corte del emperador Carlos I de España, un estilo
de gran sobriedad, caracterizado por el uso de colores
oscuros y prendas ceñidas, sin arrugas ni pliegues y aspecto
rígido, sobre todo en las mujeres, en las que se impone el uso
del verdugado. En el borde superior de la camisa se colocaba
un cordón que dará lugar a la gorguera o lechuguilla.

Siglo XVII
Durante esta época domina la moda francesa, tanto en
hombres como mujeres. Se utilizaban los calzones cortos con
medias de seda, chupa y casaca que, a mediados del siglo, se
vuelve más reducida y con pliegues laterales hacia atrás y
mangas estrechas.

Con la caída de la dinastía francesa, vuelve el traje simple y


se llevan calzones ajustados hasta media pierna, chaleco,
corbata y casaca, faldones con cuello alto y vuelo, pelucas
empolvadas y rematadas por un lazo, e incluso sombreros de
tres o dos picos.

Tras la revolución, el cabello se deja largo y liso, visten


sombreros de copa alta cónica o en tubo, con alas cortas y
más tarde zapatos con tacón de color a los que se añaden
lazos o hebillas y botas altas con vueltas. La mujer viste con
painers o verdugados anchos y aplastados en los dos frentes,
corpiño acorsetado y escote con gasas o encajes, polonesas,
batas con cuello de encaje y manga larga. El traje francés
consiste en corpiño puntiagudo, mangas abolladas, faldas
rectas y abiertas, que son drapeadas con polizón y larga cola,
cuello doblado y mangas tirantes hasta el codo con chorreras.
Junto con la revolución, desaparece el vuelo de la falda y se
imitan las vestiduras clásicas: talle alto, chaquetilla corta con
manga larga, falda con pliegues, grandes escotes, chales y
guantes largos. En cuanto al peinado, éste es hacia atrás con
rizados que posteriormente se hacen más altos y
voluminosos con tirabuzones, lazadas y plumas, bonetes y
sombreros de alas anchas. El tipo de calzado normalmente
son zapatos con tacón alto y punta estrecha, aunque más
tarde comenzaron a llevarse los bajos.

Siglo XVIII
En el siglo XVIII destacan como prendas masculinas las
casacas francesas y las chupas, esto es, casacas de inferior
clase y algo estrechas, las chaquetillas, los calzones ajustados
hasta la rodilla, las corbatas en vez de las golillas, las pelucas
y los grandes sombreros. Mientras tanto, en las vestiduras
femeninas continúa el mismo estilo que en el siglo pasado y
se adopta el uso de las mantillas para la cabeza. Llevaban
también vestidos largos, grandes sombreros y sobre todo en
la alta sociedad, la mujer se caracterizaba por vestir con un
corsé, que era una forma de demostrar su altura. Además
usaban anillos, y algunas veces guantes largos o collares,
entre otros.

Siglo XIX
Durante este siglo fueron propios el frac, la levita y el
pantalón para los caballeros, y la mantilla de seda y las
peinetas para las señoras en España.

Una vez finalizada la época napoleónica, desde 1800 hasta


1820, en la que la silueta femenina se mostraba esbelta y con
el talle siempre alto, ceñido justo bajo el pecho, dejando el
resto de la prenda caer recta sobre el cuerpo; hubo un
cambio drástico en el Romanticismo, dando paso al corsé,
que daba al talle la forma de un reloj de arena y al miriñaque,
que ahuecaba las faldas amplias y que llegó a su apogeo en
1860, causando que las damas no pudieran pasear del brazo
de su esposo o prometido. En 1870, fue sustituido por el
polisón, que únicamente ahuecaba la falda por detrás y que
pasó de moda en 1890, cayendo entonces la prenda hasta el
suelo sin armazón alguno, aunque hasta 1900 las faldas
fueron un poco acampanadas.

Entre 1820 y 1914, hubo en el vestuario femenino occidental


una clara distinción entre vestidos de día, siempre con
manga larga, aunque podían ser hasta el codo en verano, y
cerrados hasta el cuello; y vestidos de noche, siempre de
manga corta y muy escotados.
Siglo XX

Década de 1900

Diseño de moda de 1909

La moda del siglo XX comienza en el año 1900 con la


llamada silueta S, conocida de esta manera debido al corsé
que empujaba los pechos hacia arriba, estrechaba la cintura y
las faldas ajustadas a la cadera, que ensanchaban en forma
de campana al llegar al suelo. En el mundo laboral empiezan
a incorporarse los trajes sastre y el corte con influencia
masculina para las mujeres. Los vestidos seguían siendo
largos, hasta cubrir los zapatos. Las plumas y los encajes
hacían furor; destacaron los grandes sombreros, con
infinidad de adornos y ornamentos. Esta moda fue seguida
mayoritariamente por las clases altas y medias. En 1908, la
silueta se hizo mucho más recta, sin marcar tanto la cintura,
y se produjo una oleada de orientalismo gracias a los diseños
de Paul Poiret y los ballets rusos.

Década de 1910
En esta década se distinguen dos periodos. El primero, desde
1905 hasta comienzos de la Primera Guerra Mundial,
caracterizado por ser el apéndice de la moda recargada
propia de la Belle Époque, así como por la aparición de una
silueta que tiende hacia la verticalidad en la mujer y al
orientalismo. Se ponen de moda los corsés rectos y largos y
las faldas con poco vuelo acompañadas de una sobrefalda,
además las faldas de día se acortan hasta los tobillos,
dejando a la vista los zapatos. El segundo, a lo largo de todo
el conflicto, se caracteriza por la aparición de modas mucho
más cómodas para la mujer: las faldas continúan
acortándose hasta casi media pantorrilla y los cuerpos siguen
la línea natural del cuerpo, sin corsé. Esto se debió a la
necesidad de que fueran las mujeres las que supliesen la falta
de mano de obra en los puestos de trabajo que antes
ocupaban los hombres. A causa de esta comodidad en la
vestimenta, nacerá más tarde la moda andrógina propia de
los años veinte.

Década de 1920
Véase también: Flapper
En la década de 1920, la ropa comenzó a tener un fin mucho
más práctico. La silueta cambia de nuevo, descendiendo el
talle hasta marcarlo en las caderas. Se populariza el traje de
chaqueta como ropa de calle y para las fiestas se elegían
vestidos con grandes escotes en la espalda así como abrigos
largos de pieles. Destacan las faldas cortas hasta la rodilla y
los sombreros sobrios y cerrados —cloché—, además, las
mujeres se dejan el pelo corto por primera vez.

Durante esta década, las señoras cambiaron su aspecto


blanco por la apariencia natural del polvo facial rosado,
creado por la cosmetóloga polaca Helena Rubinstein. Los
años 1920 fueron uno de los periodos más revolucionarios
del siglo XX en este
sentido, pues las mujeres
adoptaron la costumbre
de maquillarse,
guardando en el bolso
polveras y pintalabios
para los retoques. Hasta
ese momento, las únicas
que llevaban maquillaje
eran las artistas y las
prostitutas. Las mujeres
jóvenes se destaparon y
comenzaron a beber y
fumar en público como Norma Talmadge, prototipo
una forma de provocar al de flapper
rígido estatus que
reinaba a principios del
siglo.

Las chicas que estaban más a la moda se pintaban los labios


de color rojo, lucían el cabello corto y los ojos pintados con
sombras oscuras, y solían bailar jazz hasta el amanecer. Esta
fue, probablemente, la década más atrevida y transgresora.
Fue una época de cambio que afectó a todos los aspectos
culturales y repercutió con fuerza en la moda.

Década de 1930
El optimismo terminó con el crac de la Bolsa en octubre de
1929, que provocó una grave crisis económica mundial
durante los siguientes años. En 1930, la cintura vuelve a
marcarse en su lugar natural y las faldas se alargan hasta por
debajo de la rodilla. Volvió la feminidad, los adornos en
prendas, los sombreritos y el cabello abandona el estilo
garçon por peinados un poco más largos y con ondas. A
partir de 1935 se suelen marcar los hombros, dando a la
silueta un aspecto de triángulo invertido.

De 1940 a 1945
Durante la Segunda Guerra Mundial, la moda se definió
como austera y simple: el look se militarizó y los tejidos se
volvieron pobres debido a la carestía de materiales. Por
consiguiente, las mujeres vestían con uniforme de ciudad, es
decir, trajes de chaqueta. El largo de las faldas continuaba
por debajo de las rodillas, pero la escasez de materiales era
tan grande que se impusieron leyes que reglaban este largo.
Dado a su coste, no todas las mujeres podían comprarse
medias. Se popularizaron los panties, se usaban los zapatos
topolino de corcho y gorritos muy sencillos o simplemente
pañuelos en la cabeza.4

Décadas de 1940 y 1950


Los primeros años de la posguerra devolvieron a la mujer al
hogar, a las tareas de la casa y a volver a pensar en sí misma.
Después de años de angustia, preocupaciones y mucho
trabajo, la mujer pudo vivir en la tranquilidad de su hogar,
darse pequeños gustos y ser coqueta. El mundo dejaba una
etapa atrás y la moda también lo hizo. Desde entonces, la
mujer volvió a preocuparse por su belleza, su estética y su
vestimenta. Es por ello que la moda de los años 50 destaca
por la vuelta del esplendor.

En 1947, tras el triunfo del new look de Christian Dior, se


popularizó la silueta de reloj de arena: una cintura estrecha
con voluminosas curvas. Para exagerar esta silueta, se
utilizaban sostenes con forma de cono y corsés ajustados. Se
aumentó el vuelo de las faldas, cuyo largo continuaba por
debajo de las rodillas. La mujer quería frivolidad y ansiaba
ropa femenina que no pareciera una versión civil de los
uniformes militares. Deseaba volver a ser sensual, pero sin
ser muy provocativa; las curvas se convirtieron así en el
nuevo símbolo de la belleza femenina. Debía ir siempre
correctamente maquillada, y comenzó a valorarse mucho el
uso de accesorios como zapatos de tacón de aguja, guantes,
tocados, pamelas, bolsos al codo... Los tejidos más utilizados
fueron distintos tipos de seda y tul. El principal objetivo era
dar un mayor volumen a las caderas de la mujer y conseguir
una cintura de avispa.

Los diseñadores más señalados de esta época fueron


Christian Dior, Coco Chanel, Cristóbal Balenciaga, Elsa
Chiaparelli, Hubert de Givenchy, Jacques Fath, Nina Ricci y
Pierre Cardin.5 6

Década de 1960
Esta década destaca por la revolución. Se utilizó de nuevo
ropa cómoda y juvenil, siguiendo la línea natural del cuerpo
y dejando atrás el lujo burgués. Se abandona el uso habitual
de sombreros y guantes de vestir. A partir de 1966, se puso
de moda la ropa extravagante, con estampado de mariposas,
flores, pop-art o étnico. Las siluetas volvieron a ser más lisas
y se comenzaron a imponer rápidamente entre las jóvenes
por todo el mundo las revolucionarias minifaldas, cortas
hasta el muslo, que nacieron en Londres en 1965 de la mano
de la diseñadora Mary Quant.

Década de 1970
En 1970, los adolescentes tenían la capacidad de expresarse
libremente. Así surgió el concepto de la ropa diferente,
original, divertida y extravagante. El cabello se llevaba corto,
largo o con cortes geométricos. Tanto los hombres como las
mujeres comenzaron a usar pantalones de campana y se
impusieron las blusas de algodón, entre otros.

Fue una década muy diversa, en la que se produjo un furor


hacia lo retro. Las flores fueron uno de los principales
símbolos, no sólo en la ropa sino también en el pelo, y
representaban la ideología ilusoria que les guiaba a la
llamada revolución de las flores. Resaltaban los trajes y
vestidos, que se lucieron con ajustados pantalones. El
algodón fue remplazado por la lycra, y usaban botas o
zapatos de tacón, tipo suecos.

Década de 1980
La moda trajo consigo considerables cambios durante estos
años. El nuevo estilo se caracterizaba por el uso de ropa
interior visible, ya fuese sobre una camiseta, debajo de una
camiseta translúcida o tirantes de encaje visibles. Esta nueva
moda fue altamente controvertida, volviéndose un sinónimo
de liberación para las mujeres, pues antiguamente usar la
ropa interior de esta manera les daba el aspecto de ser una
mujer desarreglada. Gracias a esta tendencia, las mujeres
actualmente pueden vestir camisetas cómodas sin tener que
preocuparse por las transparencias o los tirantes de los
corpiños.

Década de 1990
Esta época se basó en la variedad y no en una tendencia
específica y duradera. Hubo una preferencia por vestir con
aquello que les hiciera sentirse más cómodos, sin darle
mucha importancia a la opinión de los demás o a las
tendencias, porque se había llegado a la conclusión de que no
había una verdadera libertad. Las camisetas de grupos
musicales se volvieron populares, así como el cabello suelto.
Una de las grandes innovaciones de este periodo fue la
aparición de los pírsines, tatuajes y tintes de pelo.
Siglo XXI

Pasarela de moda en el Instituto


Tecnológico y de Estudios
Superiores de Monterrey, Campus
Ciudad de México
A finales del siglo XX y principios del XXI, nace la
posibilidad de encargar y enviar prendas de ropa a cualquier
parte del mundo gracias a los medios de comunicación o
Internet. Por consiguiente, la moda actual parece que se se
dirige hacia una uniformidad universal.

Década del 2000


A lo largo de los años 2000, toma fuerza el concepto de las
tribus urbanas. Éstas influyeron directamente en los modos
de vestir, principalmente por la creciente exposición a los
medios masivos como Internet. Si bien las subculturas ya
existen desde los 60 y 70, como Beatnik y Hippies, algunas
no adoptan el sentimiento contracultural que dio origen a las
mismas, siendo únicamente identificables por su forma de
vestir, por ejemplo, la cultura emo. Tanto los hombres como
las mujeres adoptan el chándal para casi todo tipo de
ocasión. Las mujeres usan shorts, faldas, minifaldas y
pantalones de tiro alto, y se reincorporan algunas prendas de
los años 1980, regresando el estampado floreado. En cuanto
al calzado, las mujeres usan botas fuertes, zuecos o sandalias.

Década de 2010
En la actualidad, los hombres introducen el escote en V junto
con pantalones pitillos y zapatillas de marca en su vestuario.
Los pantalones blancos causan sensación entre los chicos,
aunque por otro lado, los pantalones oscuros aportan una
gran elegancia, tanto como las camisas abiertas con
camisetas debajo y arremangadas. Las mujeres prefieren
moda fresca pero con un toque moderno, poco maquillaje y
cabello natural con peinados estructurados, incorporando
detalles de la moda de los años 1960. Lo vintage tiene una
fuerte presencia en el armario femenino. En cambio, en el
vestir masculino empieza a crecer una moda alternativa que
busca la identidad, en la que influyen las tendencias y gustos
propios, dando lugar a un estilo un poco más arriesgado y
divertido.

El impacto de los medios de


comunicación
La sociedad de consumo de masas empezó a jugar un papel
central en el momento en el que la moda se empezó a
entender como la necesidad de marcar una distinción entre
cada individuo, de lo cual hablaban Pierre Bourdieu y Jean
Baudrillard.7 La moda forma parte de nuestro contexto
como personas, influye en diferentes aspectos de nuestras
vidas, desde lo que comemos y bebemos hasta los lugares
que debemos frecuentar. Actualmente, el simple hecho de
vestir trae consigo factores tan diversos como son la
autoestima, la seguridad, la experiencia estética, las prácticas
del consumo e imitación o el deseo de la inclusión.8 Nunca
se debe olvidar que todas las modas son peligrosas desde el
momento en el que se vuelven extremas.

Los medios de comunicación masiva son y han sido una


importante herramienta en el campo de la información y en
la difusión de la misma,9 ya que pueden llegar a cualquier
parte del mundo en muy poco tiempo debido al proceso de
globalización. Son creadores de una nueva cultura y
reorganización global del mercado, generando millones de
ingresos a nivel mundial y contando con una influencia tal en
la sociedad contemporánea que pocos igualan el poder que se
les ha conferido. La moda se encuentra fuertemente ligada a
estos medios de comunicación y está controlada por ellos,
pues contribuyen a los procesos de socialización.

Vivimos en la era de la comunicación: los medios nos hacen


cómplices de información de todo tipo y son los encargados
de enseñarnos a modelar las percepciones que tenemos de la
realidad.10 Estos medios bombardean a toda la población,
aunque su blanco son principalmente adolescentes y adultos
jóvenes, con series, anuncios de televisión, programas,
reality shows, redes sociales como Instagram y Facebook,
revistas o música, entre otros. Todo esto nos lleva a un nuevo
individualismo multicultural. El impacto de las redes
sociales y la tecnología entre los jóvenes, basándose en los
conceptos sociológicos de grupo y de relaciones primarias,
generan entre los jóvenes una necesidad de identidad.11

La influencia de las marcas


La moda y el vestir guardan una compleja relación con la
identidad: la ropa que elegimos llevar puede ser una forma
de expresar quiénes somos, de dar detalles sobre nuestro
género, clase o posición, por ejemplo.12

La nueva generación de consumidores no recibe con


pasividad las historias de las marcas que cuentan las
compañías, sino que es creadora conjunta de su significado.
Para los vendedores, esto significa que el viejo truco de gritar
lo fantástica que es la marca o el uso de ella ya no funciona.
Hoy día es crucial escuchar a los jóvenes consumidores y
entender cómo acomodan las marcas en su estilo de vida.
En sus encuestas Talk Track realizadas a más de 2000
adolescentes en Estados Unidos de entre 13 y 17 años de
edad, el grupo Keller Fay encontró que los jóvenes tienen en
promedio 145 conversaciones a la semana acerca de marcas.

Por supuesto, cada país o región tiene sus marcas locales


preferidas. Topshop domina la industria en Reino Unido,
Zara triunfa en España y G-Star en Holanda; pero, en
general, es H&M la que logra el mayor éxito a nivel
internacional en el mercado de los chicos de la Generación
Y.13

El color como parte importante


Se sabe que existe una fuerte compatibilidad entre las
emociones, el consumo de moda y el color, sean cuales sean
los arraigos culturales o los diferentes tipos de población
analizados; es decir, el color muestra correspondencia en
cuanto a su significado y está asociado a las emociones.
Además, a partir del análisis de las encuestas realizadas en
una única región, se demuestra una fuerte tendencia a
obedecer las preferencias de color tanto en la toma de
decisiones de ingreso en establecimientos de consumo como
al evento de la compra en sí; con resultados concluyentes y
definitivos en su mayoría, lo que permite inferir que el
consumo está afectado por el color y que se puede influenciar
al consumidor hasta tal punto de que éste desista de
consumir un objeto por no encontrar su tonalidad favorita.

El vínculo del color con el consumo de moda no es


consistente y genera conflictos con respecto a los significados
del color, pero se concluye que a raíz de los efectos del color
en las emociones de los individuos, el objeto debe
contemplar las tendencias y gamas cromáticas del color
desde la perspectiva del diseño para poder dar cobertura a la
mayor cantidad de individuos posible.14

Búsqueda de identidad
La moda y las marcas no solo acogen el deseo de imitar a
otras personas o a una comunidad determinada, sino de
expresar la individualidad; esto es, aunque la indumentaria
indica nuestra afiliación a comunidades concretas y expresa
valores, ideas y estilos de vida compartidos, no queremos ser
«clones» vestidos de forma idéntica a los miembros de esa
comunidad. La ropa que elegimos llevar representa un
compromiso entre las exigencias del mundo social, el medio
al que pertenecemos y nuestros deseos individuales.
Una moda que tenga éxito capta el «estado de ánimo» o el
«gusto» que está surgiendo. La moda, como discurso y como
práctica, encarna al cuerpo, haciéndolo social e identificable
y explica cómo esta construcción del cuerpo a través de la
ropa es de considerable importancia para el desarrollo de la
sociedad moderna.12

A lo largo de la historia, las distintas culturas, ciudades y


grupos sociales han utilizado indumentaria perteneciente a
la moda como soporte para hacer manifestación pública de
su universo particular simbólico, es decir, sus ideologías,
credos, cultura emocional, tradiciones, etc.; al igual que
como un elemento comunicativo para informar sobre el
grupo que la crea. «También los individuos, tomados en
términos de identidad personal, perciben que “el vestido
habla” y cumple una función socializadora en cuanto a que lo
que nos ponemos contribuye al proceso de creación de
nuestra imagen, entendida en términos, no de lo que
realmente somos, sino de cómo nos perciben los demás.»15

Así, la moda se ha convertido en la expresión cultural de


gustos, estilos de vida o la identidad personal, en otras
palabras, en una metacultura capaz de expandirse con la
ayuda de los medios de comunicación social, que mediante la
publicidad y marketing, segmentan el mercado y se dirigen a
las masas de forma personalizada; explotando el rol de
adquisición y construcción de la personalidad expresada
mediante objetos de consumo que se convierten en una
extensión de lo que somos, debido al significado que se les
otorga en los medios, ya sea heredado, tradicional o
emergente. «La moda serviría de eficaz contrapeso para
estimular la entidad personal y con ello nuestra condición de
personas» Glover, 2017.

Nuevos desafíos de la moda


Hoy en día, la industria de la moda está siendo puesta en
duda por su proceso productivo y su consumo.

Algunas marcas de moda han sido denunciadas por no


ofrecer condiciones de trabajo dignas a sus
trabajadores.
Muchos procesos productivos no son amigables con el
medio ambiente y solo toman en consideración
satisfacer la cambiante demanda de los consumidores.
En esta materia hay una gran tarea por realizar; se debe
considerar que las nuevas generaciones son cada vez
más fluctuantes con sus gustos. Las redes sociales
proporcionan mucha información desde todos los
rincones del mundo, lo que produce también que
nuevas tendencias se difundan, se masifiquen y queden
obsoletas de forma más rápida.
Actualmente algunas marcas y amantes de la moda han
resaltado el valor de la ropa usada y han preferido
modificar sus propias prendas o las de otros conforme
con los estilos que se llevan, contribuyendo al reciclaje
de las prendas.
A lo largo de la historia de la moda se ha ido
difundiendo una imagen distorsionada de la belleza, del
cuerpo y de la mujer. De a poco han ido surgiendo
grandes marcas de moda que a través de sus
campañas han mostrado que no hay una forma de
cuerpo o talla perfecta, ni tampoco una raza, color de
piel, o un peso perfecto.

Véase también
Madonna como un ícono de la moda
Costumbre
Hábito
Conducta
Actualidad
Moda Infantil

Referencias
1. «Diccionario de la lengua española» (http://lema.rae.es/
drae/?val=moda). Real Academia Española. 7 de marzo
de 2015. Consultado el 7 de marzo de 2015.
2. «La moda y las tendencias ¿Democracia o
conspiración?» (http://accesoriosymoda.es/la-moda-y-la
s-tendencias-democracia-o-conspiracion/). Consultado
el 11 de septiembre de 2015.
3. «La moda y las tendencias ¿Democracia o
conspiración? (2) - Blog de moda» (http://accesoriosymo
da.es/la-moda-y-las-tendencias-democracia-o-conspiraci
on-2/). Consultado el 11 de septiembre de 2015.
4. «Guía de estilo: década del 40 | Ritamur | Nostalchic
life» (http://www.ritamur.com/guia-estilo-decada-del-40/).
www.ritamur.com. Consultado el 15 de abril de 2018.
5. Razón, La. «París, años 50: la década prodigiosa de la
moda» (https://www.larazon.es/cultura/moda/paris-anos-
50-la-decada-prodigiosa-de-la-moda-FB9289520). La
Razón. Consultado el 15 de abril de 2018.
6. «Los años 50. La moda en Francia 1947-1957 |
exposiciones | Museo de Bellas Artes de Bilbao» (https://
www.museobilbao.com/exposiciones/los-anos-50-la-mod
a-en-francia-1947-1957-231). Tienda del Museo de
Bellas Artes de Bilbao. Consultado el 15 de abril de
2018.
7. Fernández, G. (2016). Comportamientos de la moda y la
imagen en tiempos contemporáneos. Universidad
Nacional Autónoma de México. noviembre 02, 2016.
http://132.248.9.195/ptd2016/mayo/513015724/Index.html
8. Duarte, A. (2015). Vistiendo la ciudad: Hacia una
perspectiva estética de la moda y la vida urbana.
Universidad Nacional Autonoma de México. Noviembre
05, 2016.
http://132.248.9.195/ptd2016/mayo/513015724/Index.html
9. Acquart,M. (2016). La problemática social y
medioambiental de la industria global de la confección y
la moda ética como mecanismo de gestión hacia la
sustentabilidad. Universidad Nacional Autónoma de
México. Noviembre 08,2016.
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Enlaces externos
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